Está en la página 1de 14

La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________1

LA EXPERIENCIA DE DIOS EN EDITH STEIN:


DE LA EXPERIENCIA AL TESTIMONIO
(Francisco Javier Sancho Fermín, ocd)

Adentrarse en el misterio de la “experiencia de Dios” de Edith Stein no es una tarea fácil.


En primer lugar porque nos enfrentamos a lo que podríamos llamar la vivencia subjetiva de Dios
y las incidencias que tal viviencia provoca en ella. En segundo lugar porque Edith Stein optó por
el silencio -“secretum meum mihi”- frente a aquello que provocó decididamente su conversión al
Catolicismo.

No obstante, la vida de una persona es el reflejo de aquello que vive, y sus escritos
manifiestan implícita o explícitamente mucho de cuanto ella vive en su interior. Las cartas (unas
679 conocidas) dejan entrever entre consejos y vivencias mucho de su “interioridad”; su obra Ser
finito y ser eterno ha sido calificada como su “autobiografía intelectual”1 ; también para muchos
la Ciencia de la Cruz es un escrito cargado de experiencia personal; y, por otro lado, su amigo y
confidente durante varios años, el filósofo polaco Roman Ingarden, afirmó que “Edith no habría
escrito nada de lo que no estuviera convencido”. Todo ello unido a los testimonios de quienes la
conocieron de cerca, así como otros muchos escritos, nos ayudan a desvelar el “misterio”, que si
bien es “inefable”, al menos se deja narrar y manifestar. Toda experiencia de Dios auténtica
necesariamente termina encarnándose y siendo reflejo de la omnipotencia de Dios... una de esas
huellas que Dios va dejando en cada persona, en cada criatura y que si abrimos los ojos,
fácilmente podemos contemplar: “vestidos los dejó de su hermosura” (Juan de la Cruz).

Mi objetivo, en esta ocasión, es dejar en evidencia algunos elementos que, además de


cualificar la experiencia de Dios de Edith Stein, puedan servirnos de parámetros en nuestra vida
personal y en nuestro empeño por ser hombres y mujeres de experiencia. Pero sin quedarnos
simplemente ahí, sino que esa experiencia nos lleve al testimonio, a una vida que realmente sea
espejo de tal experiencia de Dios. Para eso me propongo seguir 4 pasos:

1. Clarificar el sentido y el alcance de la experiencia de Dios


2. Evidenciar los aspectos más relevantes en el camino de Edith Stein
3. En qué consiste el paso de la experiencia al testimonio: unidad de vida
4. Contemplar a Dios como aquel que da sentido y valor a la vida y a la muerte.

1 Uno de sus grandes amigos fenomenólogos, Alejandro Koyré, lo expresa con estas palabras: “A mi juicio,
representa su ‘biografía espiritual’: es el resultado de la tensión de toda una vida consagrada a la búsqueda del
sentido del ser, dirigida después hacia Dios y anhelante del conocimiento de Dios a través de la experiencia mística,
esta experiencia en sí del amor del Otro.” Tomado de una entrevista a Alejandro Koyré reproducida en E. DE
MIRIBEL, Edith Stein: Dall’università al lager di Auschwitz, Ed. Paoline, Milano 1987, p. 96.
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________2

1. SENTIDO Y ALCANCE DE LA “EXPERIENCIA DE DIOS”

1.1. ¿En qué sentido podemos hablar de experiencia?

No es fácil concretar lo que se entiende por experiencia, máxime cuando estamos frente a
un vocablo que se usa para designar situaciones muy variadas. Si queremos captar el sentido de
“experiencia espiritual” necesariamente tenemos que recurrir a la Historia de la Salvación. Sólo
desde allí se puede enfocar correctamente lo que pretendemos designar con este concepto de
experiencia de Dios. En la Sda. Escritura, y más concretamente en el Antiguo Testamente, hay un
concepto que engloba mejor que ninguno el contenido de la “Experiencia de Dios”: Alianza. No
se trata simplemente de un sentimiento o de un momento más o menos intenso, sino de una
realidad que implica la vida entera del sujeto y del pueblo. Implica acogida de una palabra que ha
de ser respondida para que realmente se dé un diálogo auténtico2 .

La alianza, aún con las limitaciones que presenta en su visión antiguotestamentaria,


apunta hacia la perfección del hombre, que va a ser posible sólo en Cristo. Por eso mismo,
siempre que se hable de experiencia, hemos de entenderla en esa dinámica bíblica, de alianza, de
diálogo, de encuentro, de presencia,... en vistas a la plenitud del hombre en Dios.

Tratando de explicitar más aún el contenido y la dinámica de la experiencia de Dios,


tendríamos que decir que la experiencia comporta en el hombre cuatro elementos característicos
que la configuran como tal3 :

1. Una vivencia consciente: fundamentalmente consciente de la experiencia de Dios


de su misterio, de su presencia.

2. Una vivencia repetida: “duración”, es decir, presente a lo largo de la vida de la


persona.

3. Una vivencia real: no simplemente teórica. Se trata de un conocer a Dios


experiencialmente, no una simple adhesión a una idea, sino a Dios en cuanto Persona.

4. Una vivencia verificada: en cuanto vivencia es algo subjetivo, pero que necesita

2 En este sentido resulta interesante el estudio de Daniel MARGUERAT-Yvan BOURQUIN, Cómo leer los relatos
bíblicos. Iniciación al análisis narrativo, Sal terrae, Santander 2000; cfr. también Mercedes NAVARRO, Cuando la
Biblia cuenta. Claves de la narrativa bíblica, PPC, Madrid 2003.
3 Cfr. J. G. S. ARNAUD, Sal de tu tierra, Madrid 2002, pp. 22 ss. (Se puede completar el concepto de experiencia
desde los diccionarios de Espiritualidad y de Mística. Ambos publicados por Paulinas).
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________3

continuamente de ser contrastada con la verdad objetiva.

En este sentido podríamos asumir la etimología de la palabra “experiencia” que ofrece


Leonardo Boff4 :
-ex- salir de sí mismo (objetivar)
-peri- estudiar, ver todos los aspectos
-entia- referencia al mundo de las cosas y de las realidades.

Estos conceptos, si bien no podemos detenernos a analizarlos ahora, nos servirán para
entender mejor la “experiencia de Dios” de Edith Stein y el testimonio consecuente.

b. ¿Es realmente posible una experiencia de Dios?

La respuesta a este interrogante se ve necesariamente condicionada por el punto de


partida que adopte aquel que deba responder. En definitiva, dependerá de cual es la comprensión
que manejemos de “hombre”. Aquí, simplemente por no alargar la cuestión, podríamos tomar
como punto de partida la actitud de Edith Stein en 1916: ella no es una mujer creyente, si bien ya
no se opone al hecho religioso en cuanto tal, pero todavía no parece interesarle. Su posición es
sumamente interesante e iluminadora. La encontramos reflejada en su tesis doctoral Sobre el
problema de la Empatía. El análisis de los actos de la empatía en el hombre la lleva a una
comprensión del ser humano como ser “espiritual”, trascendente. Y sólo porque es “espiritual” es
capaz de empatizar.

Ahora bien, en la última página de este trabajo Edith se coloca en un nivel hipotético y se
pregunta sobre la posibilidad de una realción entre personas puramente espirituales, en otras
palabras, sobre la posibilidad de una experiencia religiosa. Su posición parece ser positiva,
siempre y cuando se acepte la existencia del Espíritu. Sin embargo, como cabría esperar, no
afronta la cuestión y “deja la respuesta de la pregunta formulada a ulteriores investigaciones”5 .
Su vida posterior fue, sin duda, la respuesta que en un determinado momento se hace real en ella.
Recordamos aquí cuanto transcribe en su libro posterior Causalidad Psíquica, sobre lo que
seguramente fue su Experiencia de Dios:

“Existe un estado de quietud en Dios, de relajación de toda actividad


intelectual, en que no se hacen planes, no se toman resoluciones, y no
4 Testigos de Dios en el corazón del Mundo, Claretianas, Madrid 1985.
5 Empatía, 185. Cfr. ib., p. 184-185.
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________4

se actúa, si no que todo lo venidero se deja en manos de la voluntad


divina, abandonándose a la Providencia. Esta suerte me fue deparada
después de una experiencia, que sobrepasó mis fuerzas, que absorbió
toda mi energía vital y que me privó de toda actividad. La quietud en
Dios es algo totalmente nuevo y particular en contra de la negación de
la actividad por falta de fuerza vital. En su lugar aparece el sentimiento
de estar escondido, de estar liberado de todo problema, preocupación u
obligación. Y mientras más me entrego a este sentimiento, me
comienzo a llenar más y más de vida nueva, que me empuja a nuevas
ocupaciones, sin que para ello actúe la voluntad. Esta energía vital
aparece como flujo de una actividad y una fuerza que no son mías, y
que sin ningún tipo de exigencias por mi parte, trabaja en mi.”6

La misma Edith Stein, aunque brevemente, nos ofrecerá en una ocasión su concepción de
la Experiencia religiosa y su posibilidad, precisamente en un diálogo epistolar abierto con el
filósofo (por entonces bastante excéptico) Roman Ingarden. En una carta escrita el 20 de
Noviembre de 1927 afirma:

“Creo que se puede y debe hablar de experiencias religiosas; pero con ello
no se trata de una “contemplación directa” de Dios... El camino normal
discurre sobre efectos que uno nota en sí, en otros y en los acontecimientos,
etc., en la naturaleza y en la vida de los hombres, de los cuales ninguno -
tomado en sí mismo- remite tan claramente a la autoridad divina, de modo
que ya no fuera pensable otra explicación; sin embrago, todos ellos
contienen en sí una tal indicación, algunos tan fuerte en su aislamiento, que
es imposible rehuírla, en todo caso su impacto es tal que metodológicamente
uno puede dudar, pero no realmente... No es neceario que al final de nuestra
vida lleguemos a una prueba convincente de la experiencia religiosa. Pero sí
es necesario que tomemos una decisión a favor o contra Dios. Esto es lo que
nos exige: decidirnos sin una prueba de garantía. Este es el gran desafío de
la fe.”7

No nos detenemos más en esta cuestión, pues resulta evidente que la misma experiencia

6 PK, p. 76.
7E. STEIN, Obras completas I: Escritos autobiográficos y cartas, Burgos-Vitoria-Madrid 2002, pp. 801-802. /En
adelante abreviamos Obras I).
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________5

de Edith, así como sus investigaciones en torno a la estructura del ser humano admiten y
demuestran como posible la “experiencia de Dios”.
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________6

2. ASPECTOS RELEVANTES EN LA EXPERIENCIA DE DIOS DE EDITH STEIN

a. Experiencia negativa

Con ello nos estamos refiriendo a la experiencia que le llevó a Edith Stein en su
adolescencia a rechazar la práctica de su religión y la creencia en Dios. Frente a un hecho así
surgen inmediatamente dudas, sobre todo si lo contemplamos desde nuestra realidad actual de los
últimos decenios. Casi hasta parece normal que un adolescente tome esa actitud de “pasotismo” o
indiferencia frente a la religión. Es algo que hemos podido constatar y hasta experimentar
personalmente.

Sin embargo, soy de la opinión de que Edith Stein no toma esta decisión a la ligera, si
bien es cierto que las circunstancias ambientales terminan por influirla (el ambiente liberal de su
escuela, la falta de una auténtica formación religiosa, el ambiente ateo en casa de su hermana
Erna,...). Para entender su opción tenemos que situarnos en el contexto que ella está viviendo,
sobre todo interiormente. Lo primero que choca profundamente en la actitud de Edith es su
decisión, -desconcertante para toda la familia y profesorado-, de abandonar la escuela: no le
ofrecía lo que ella necesitaba para vivir, para comprender su existencia, para afrontar el mundo,...
Edith vive una profunda crisis existencial de sentido, y decide romper con aquello que no “da
respuestas”8 . Eso mismo parece sucederle con la religión: el Dios de su infancia no responde a
las espectativas que se plantea Edith: si existe es demasiado trascendente, quizás hasta
exclusivista pues es para un sólo pueblo, y, además, no completa el sentido de la existencia del
hombre9 . En la lógica de una adolescente que comienza a plantearse la “búsqueda de la verdad”,
lo más lógico y consecuente es no aferrarse a aquello que aparece sin sentido.

El “intervalo de Hamburgo”10 supone para Edith un planteamiento nuevo y maduro


frente a la vida: tiene que buscar respuestas a todos los interrogantes que comienzan a plantearse:
el sentido de su existencia y de la existencia del ser humano, su puesto en el mundo, la situación
de la mujer... “Estamos en el mundo para servir a la humanidad”: es el motor que va impulsar su
camino a partir de entonces.

8 Posiblemente esta experiencia negativa le lleva a insistir en la necesidad de una educción integral de las jóvenes:
“Existe el gran peligro de que las muchachas a sí mismas se digan: las hermanas no tienen la menor idea del mundo;
no han sido capaces de prepararnos para los problemas que ahora tenemos que resolver. Y entonces todo podría ser
arrojado por la borda por considerarlo inútil”. Carta a Calista Kopf, 20-Octubre-1932, en Obras I, p. 984.
9 Es la experiencia trágica que descubre Edith en la celebración de los funerales judíos a los que asiste: no hay una
auténtica creencia en el más allá. Sobre este aspecto y los señalados anteriormente nos habla Edith en su
autobiografía: Historia de una familia judía, en Obras I, pp. 200 ss y 257 ss.
10 Obras I, pp. 257 ss.
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________7

b. Experiencia positiva: “Dios es la verdad”

Pero propiamente la búsqueda en su sentido más auténtico, comienza con su entrada en la


Universidad en 1911, y comienza a hacerse más consciente y urgente en su vida a partir de 1913,
año en que cambia de Universidad y entra en el Círculo Fenomenológico11 . Su personalidad
juvenil e intelectual, seguramente muy liberal para su época, provoca grandes contrastes: muy
inteligente, inquieta, terriblemente veraz, participa en voluntariados, y fuertemente feminista.
Pero todo ello no hace más que incentivar y favorecer su búsqueda.

El ascenso hacia la verdad que desemboca en su experiencia positiva de Dios, va a


requerir mucho antes, una disposición de apertura a todos los niveles:
-intelectual: romper con los prejuicios y abrirse a los fenómenos (es el presupuesto
necesario que aprende de la fenomenología)
-psicológico y afectivo: integrar el compañerismo, vivir la amistad, crisis
amorosas...
-humanitario-solidario: “su” problema no es más que el problema de la
humanidad. Su participación como voluntaria de la cruz roja durante la 1ª Guerra Mundial sirve
para “urgir” la necesidad de encontrar respuestas.
-espiritual: que en definitva, engloba todos los otros, y la orienta en una
percepción más “émpática” y cercana a la vivencia de los otros.

Todos estos elementos en los que ha ido creciendo y madurando la joven filósofa, van
abonando la tierra donde tendrá que crecer y madurar el “encuentro” con Dios. Su capacidad de
apertura al otro sin prejuicios, su talante de observadora y su capcidad empática convierten 3
sucesos “ocasionales” o “providenciales” en orientaciones en su búsqueda de la verdad:
-catedral de Frankfurt, donde le impacta la actitud de una mujer que entra a ahcer
un momento de oración;
-Iglesia en Heidelberg, en la que le impacta un muro divisorio para que pudieran
compartir la Iglesia católicos y protestantes;12
-actitud de Anne Reinach frente a la muerte de su marido: una actitud
esperanzadora fundada en su fe cristiana que le asegura que la muerte no es el punto final.13

11 Obras I, pp. 345 ss.


12 Ambos hechos los relata en su autobiografía en Obras I.
13 Esta noticia, ya presente en la mayoría de las biografías sobre Edith Stein, fue transmitida por el P. Hirschmann,
SJ en una carta inédita a la priora de Colonia, 13-Mayo de 1950 y que se conserva en el Archivo de las Carmelitas de
Colonia. Citado en F. J. SANCHO, Edith Stein modelo y maestra de espiritualidad, Burgos 1997, p. 138, nota 48.
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________8

Estos tres “acontecimeintos” le están dibujando a Edith el rostro de un Dios muy diferente
del que ella había rechazado en su adolescencia. Con este “fenómeno” se adentra a buscar, ahora
sí positivamente, en el cristianismo. En algunas de sus cartas de esa época leemos:

“Todavía me sigo esforzando en vano en tratar de comprender qué


papel desempeñamos los hombres en el devenir del mundo. Hace
tiempo que me llamó la atención un texto del Evangelio de Lucas:
“Porque el Hijo del hombre se va, según está decretado, pero ¡ay de
aquel por quien será entregado!” ¿No tiene esto un valor universal?
Llevamos los acontecimientos adelante y somos responsables de ello. Y
en el fondo no sabemos lo que hacemos y no podemos detener la
historia, incluso aunque renunciemos a ella. Ciertamente esto no es
comprensible. Por lo demás, para mí religión e historia se suceden
juntas, ...”14

“Yo no sé si por tempranas manifestaciones usted ha concluido que,


cada vez más y más, me he inclinado hacia un cristianismo positivo.
Esto me ha librado de esa vida que me había hundido, y al mismo
tiempo me ha dado la fuerza de tomar la vida de nuevo
agradecidamente. De un “nuevo nacimiento” puedo hablar en el
sentido más profundo. Pero esta nueva vida está tan íntimamente ligada
a los acontecimientos del último año, que no me puedo desligar de ello;
cada vez se transforman más en una presencia viva.”15

El resultado de esta búsqueda culmina en el encuentro experiencial de Dios que ya antes


hemos reproducido y que ella delataba en su escrito Causalidad Psíquica. Todo lo demás
permanece un “misterio” que no podemos descifrar. Quizás este consejo que da a otro filósofo
algunos años después, es el eco de lo que precedió a su experiencia:

“No es posible ayudarle con argumentos. Si se le pudiera liberar a usted


de toda argumentación, entonces se le ayudaría. ¿Y aconsejar? Ya le he
dado mi consejo: ser como un niño y poner la vida con toda la
investigación y cavilación en las manos del Padre. Si todavía uno no
logra esto: pedir, pedir al Dios puesto en duda y desconocido que sea él
quien le ayude. Ahora míreme asombrado, que no tengo miedo de
presentarme ante usted con tan sencilla sabiduría de niño. Es sabiduría,
porque es sencilla y esconde en sí misma todos los secretos. Y es un
camino, que conduce con total garantía a la meta.”16

14 Carta a Ingarden 19-Febrero-1918, en Obras I, pp. 603-604.


15 Carta a Ingarden 10-Octubre 1918, en Obras I, pp. 654-655.
16 Carta a Kaufmann 6-Enero-1927, en Obras I, p. 778.
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________9

c. Crecimiento en la experiencia

Toda experiencia, decíamos al inicio, tiene que crecer y madurar. No se trata de un


momento o algunos momentos de la vida, sino que tiene que asumir el carácter de continuidad
para que ésta sea auténtica y configure la vida de la persona. Ciertamente Edith tuvo que hacer su
propio camino. Y su vida y el crecimiento en la experiencia de Dios van a ir purificando sus
conceptos preestablecidos o prejuicios. Bastaría con un sólo texto, tomado de sus cartas, para
ilustrar esta realidad:

“Durante el tiempo que precedió a mi conversión e incluso un buen


tiempo después, tenía la convicción de que llevar una vida religiosa
significaba el abandono de todo lo terrestre para vivir sólo en el
pensamiento de las cosas divinas. Progresivamente aprendí a reconocer
que algo más se nos pide en este mundo y que incluso en la vida
contemplativa, el ligamen con el mundo no se debe romper. Creo
incluso, que cuanto más profunda es la atracción que nos conduce a
Dios, mayor es el deber de “salir de sí”, en este sentido también, es
decir en dirección al mundo para llevar allí la vida divina.”17 .

3. De la experiencia al testimonio: unidad de vida.

“... la religión no es algo para vivir en un rincón tranquilo y durante unas


horas de fiesta, sino que... ella debe ser raíz y fundamento de toda la vida, y
esto no sólo para algunos escogidos, sino para todo cristiano que lo sea de
veras...”18

Este texto de Edith nos orienta inicialmente en el tema que pretendemos abordar ahora:
¿cómo vive Edith Stein la experiencia de Dios? ¿cuáles son los contenidos que la sustentan? ¿en
qué sentido marca su vida y su existencia? Vamos a tratar de resolver estos interrogantes.

a. El rostro de Dios que fascina a Edith

Este tema, si pretendemos desarrollarlo en toda su riqueza y amplitud, desbordaría


sobremanera nuestro propósito. Por eso simplemente vamos a tratar de presentar los rasgos más

17 Carta a Calista Kopf 12-febrero-1928, en Obras I, p. 809.


18 Ib.
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________10

característicos de su “experiencia”.

Una vida cristiana dependerá directamente del concepto, consciente o inconsciente que se
tenga de Dios. Y ello se acentúa aún más cuando ese concepto se convierte en experiencia. Si
analizamos brevemente cuál es nuestra idea de Dios, esa idea que nos han transmitido y que
hemos ido asimilando, fácilmente podremos entender nuestra manera de actuar frente a la
religión. Frecuentemente, detrás del rechazo “masivo” de Dios al que asistimos, suele encontrarse
un concepto erróneo, falso o incompleto de Dios. Incluso la misma religiosidad de los otros nos
desvela mucho de su idea de Dios.

La vida de Edith Stein aparece de un modo admirable armonizada con su idea-experiencia


de Dios. Y seguramente su vida es una consecuencia evidente de todo ello. Su vivencia de Dios
se encierra principalmente en el concepto evangélico del Dios Amor.

Es fundamental esta visión y experiencia del Dios amor para Edith. A él consagra toda su
vida, sus esfuerzos y su muerte, porque es consciente de que Dios no busca más sacrificio que el
del amor: “el rey que me ha escogido es inmensamente grande y misericordioso”. Un amor que
es misericordia y bondad, y que se manifiesta en la pobreza y debilidad personal:

“No eres tú sola la que comete muchas faltas: todos las cometemos.
Pero el Señor es paciente y rico en misericordia. En su Providencia
también puede sacar provecho de nuestras faltas, si se las ponemos
delante del altar. Un corazón contrito y humillado Tú, oh Dios, no lo
desprecias (Salmo 50). Este es uno de mis versos preferidos.”19

El amor de Dios no es algo abstracto, ni se cierra a una simple experiencia personal de


unión a unas obras del pasado. El amor de Dios tiene un rostro visible en los miembros de su
Iglesia. La vocación individual que cada uno recibe es una señal de la inmensidad de este amor,
que puede manifestarse siempre de formas nuevas y diferentes, y por eso cada uno ha de buscar
dónde, cómo y de que manera expresar ese amor en su vida20 . Un amor que define la esencia
misma de Dios:
“La vida de Dios es amor: amor desbordante, sin límites y que se da
libremente; amor que se inclina misericordioso hacia toda necesidad;
amor que sana al enfermo y resucita lo que estaba muerto; amor que

19Carta a Anneliese Lichtenberger, 17-agosto-1931, en Obras I, p. 942.


20Un consejo que repetidamente da Edith en sus cartas es el de buscar en la oración, junto con Dios, cual es el
camino a seguir (p. ej. Cartas nº 296 y 297, en Obras I, pp 941-943.)
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________11

protege, defiende, alimenta, enseña y forma; amor que llora con los que
lloran y se alegra con los que están alegres; dispuesto a servir a todos
para que lleguen a ser lo que el Padre quiere; en una palabra: el amor
del corazón divino.”21

Un amor, pues, que se hace visible a todos a través de la acción de los hombres y mujeres
que viven íntimamente unidos con Dios. Sólo desde la experiencia interior del amor, se puede
hacer partícipes a los demás de tal don. “El hecho de servir es el efecto del amor” 22 . Por eso,
para Edith una experiencia de Dios que no se transluzca en vida, en servicio, en testimonio, no es
auténtica experiencia del Dios Amor.

Cuando Edith habla del amor de Dios, no está simplemente teorizando, deja que hable su
corazón, y ella misma plantea el interrogante “¿cómo llegará al amor de Dios, que no ve, sin ser
amado antes por Él?”. La respuesta nos la ofrece ella misma: “Para darse a Él amándolo,
debemos aprender a conocerlo en cuanto amante... Este conocimiento no se perfecciona más que
cuando Dios se da Él mismo al alma en la vida de la gracia y de la gloria, cuando la hace
participar de su propia vida divina y la hace entrar en ella”23 .

De este mismo amor, Edith deduce la bondad de todo ser humano -no en vano la
búsqueda de la verdad del hombre le había abierto el camino hacia Dios-. Y a pesar de ser
víctima del odio nazi, siempre conservó una visión positiva del ser humano. Así aconseja a una
de sus dirigidas:

“Cuando estés con otras personas piensa en esto: que existe algo
común que es más fuerte que lo que separa e intenta estar ligada a ello...
Dios es el que ve el interior de las personas. Él ve lo malo, pero tambié el
más pequeño granito de oro, que a nosotras a menudo se nos pasa
desapercibido y que desde luego en ninguna parte falta. Cree en este granito
presente en toda persona, y para ello pide que se te conceda una mirada
penetrante.”24

De la experiencia del amor de Dios pasa Edith Stein a la experiencia misma de la


Trinidad. Con San Agustín afirmará que “el amor constituye para nosotros el camino que

21 El Ethos de las profesiones femeninas, en Obras IV, p. 171.


22 Ser finito y Ser Eterno, Fondo de Cultura Económica, México 1994, p. 521. (Abreviamos SFSE).
23 Ib., p. 471.
24 Carta a Elly Dursy, en Obras I, p.897.
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________12

conduce al conocimiento de la Trinidad”25. Si el amor es la esencia de Dios, este amor es reflejo,


al mismo tiempo, de su ser trinitario, de su ser comunión que actúa en quien de veras se abre a la
experiencia de Dios:

“La vida divina que se desarrolla en el alma amante de Dios no puede


ser diferente de la vida trinitaria de la divinidad. El alma se da al ser
trinitario. Ella se entrega a la voluntad paterna de Dios que, por así
decirlo, engendra de nuevo al Hijo en ella. Se une ella al Hijo y querría
perderse en él a fin de que el Padre no vea ya nada en ella más que al
Hijo. Su vida se une al Espíritu Santo, se transforma en una efusión de
amor divino.”26

De una experiencia profunda de amor-comunión con Dios, que lleva a la persona a


conocer el ser mismo de Dios: comprende ahora el alcance de lo que significa su estado de
filiación divina y de ser templo del Espíritu Santo.

Edith Stein vivía profundamente unida con Dios y buscaba en todo configurarse con la
voluntad divina sobre ella. Un deseo que nace de una total confianza en un Dios al que ve como
Salvador, y por eso buscará ponerse sin reservas en sus manos, abandonarse en ÉL.

b. Consecuencias para su vida: “entrar en comunión con sus sentimientos y obra”

Quien de veras experimenta que Dios es Amor, ciertamente su relación con Él no se


reducirá a un encuentro ocasional en un determinado lugar. Precisamente por eso es tan necesaria
la “experiencia”, sin la cual difícilmente nos transformamos y entramos en la dinámica del
testimonio auténtico. Cuando alguien se siente amado y descubre la bondad de aquel que lo ama,
fácilmente se siente atraido, fascinado y llamado a poder corresponder con ese mismo amor. La
dinámica del testimonio es la misma.

En la vida de Edith descubrimos diversas mediaciones o caminos a los cuales ella presta
especial importancia y a los cuales dedica su tiempo. Ella misma los propone como medios que
nos ayudan a vivir esa dinámica de la experiencia de Dios: la oración y la lectura de los
Evangelios. Ambos ayudan a configurar el propio espíritu con Aquel que da sentido a toda su
existencia. Es un modo de responder a ese Amor: identificándose con sus sentimientos y con su
obra. Es como tomar conciencia de a qué me compromete esa relación.
25 Ib., p. 464.
26 Ib., p. 472.
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________13

4. DIOS DA SENTIDO Y VALOR A MI VIDA Y A MI MUERTE

No nos queda mucho por decir, sino simplemente concluir y resumir lo que en la vida de
Edith Stein implica la experiencia de Dios y el testimonio consecuente. Y lo resumiría en dos
pensamientos de ella:

a. “El sabe lo que será de mí. Por eso no necesito preocuparme”

Una afirmación así, presupone dos elementos vivos en ella:

-por un lado, la experiencia de fe de que el Dios Amor y Padre es el creador y el


Señor de la Historia, y Dios no ha renunciado a esa prerrogativa. Es decir, El bien ha triunfado,
Cristo ya ha resucitado: esa es la constatación del triunfo.

-por otro lado, supone una percepción teológica del hombre: creado a imagen y
semejanza de Dios, y por eso mismo, portador de un tesoro inmenso. Aquí radica, aunque de ello
apenas hemos hecho mención, uno de las grandes hazañas conseguidas por Edith Stein, y uno de
los grandes retos que su vida nos plantea: la urgente necesidad de recuperar al hombre, a la
persona, en todas sus dimensiones: ser espiritual libre, individuo y comunidad.

b. “Unida a la cruz de Cristo eres omnipotente: es tu sangre su sangre...”

Es lo que va a dar sentido a su vida y especialmente a su martirio. También desde dos


direcciones:

-Dios es Salvador y Redentor. Su cruz sigue produciendo frutos. Es una victoria


para toda la humanidad.

-Pero el hombre ha de acogerla, ha de hacerla suya, ha de entrar en comunión con


Cristo. De este modo, además de colaborar en la mayor obra, es decir, en la redención de la
humanidad, todo lo negativo, inexplicable, doloroso, etc... vivido en comunión con Él, adquiere
un valor inmenso y un sentido que humaniza.

Por supuesto, estos elementos necesitarían de una ulterior explicación. Pero quedémonos
como palabra conclusiva con esas palabras del Testamento de Edith en donde se ofrece a sí
misma, y que expresan mejor que ninguna otra, su profunda identificación con Cristo: en la vida,
La experiencia de Dios en Edith Stein: de la experiencia al testimonio___________________________________14

en la muerte y en la resurrección: “Por todos los que Dios me ha dado: que ninguno de ellos se
pierda”27.

27 Obras I, p. 516.

También podría gustarte