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“La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual.

Había pasado una noche confusa, y


hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la
desgracia había llegado al fin.” Luis Landero, Juegos de la edad tardía

"Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de los cien pesos y los
dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose, hicieron una pelota achatada y la
escondieron con pudor en un bolsillo del saco; me hubieran bastado aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos
rellenados con grasa y mugre para saber que no iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse”.
Onetti, Los adioses

"Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces apenas había apagado la lámpara, se cerraban mis ojos tan
pronto, que ni tiempo tenía para decirme: «Ya me duermo» . Y media hora después me despertaba la idea de que ya era
hora de ir a buscar el sueño.” Marcel Proust, En busca del tiempo perdido

“La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y
hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la
desgracia había llegado al fin.” Luis Landero, Juegos de la edad tardía

"Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de los cien pesos y los
dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose, hicieron una pelota achatada y la
escondieron con pudor en un bolsillo del saco; me hubieran bastado aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos
rellenados con grasa y mugre para saber que no iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse”.
Onetti, Los adioses

"Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces apenas había apagado la lámpara, se cerraban mis ojos tan
pronto, que ni tiempo tenía para decirme: «Ya me duermo» . Y media hora después me despertaba la idea de que ya era
hora de ir a buscar el sueño.” Marcel Proust, En busca del tiempo perdido

“La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y
hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la
desgracia había llegado al fin.” Luis Landero, Juegos de la edad tardía

"Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de los cien pesos y los
dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose, hicieron una pelota achatada y la
escondieron con pudor en un bolsillo del saco; me hubieran bastado aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos
rellenados con grasa y mugre para saber que no iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse”.
Onetti, Los adioses

"Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces apenas había apagado la lámpara, se cerraban mis ojos tan
pronto, que ni tiempo tenía para decirme: «Ya me duermo» . Y media hora después me despertaba la idea de que ya era
hora de ir a buscar el sueño.” Marcel Proust, En busca del tiempo perdido

“La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una noche confusa, y
hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta para anunciarle que el día de la
desgracia había llegado al fin.” Luis Landero, Juegos de la edad tardía

"Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de los cien pesos y los
dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose, hicieron una pelota achatada y la
escondieron con pudor en un bolsillo del saco; me hubieran bastado aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos
rellenados con grasa y mugre para saber que no iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse”.
Onetti, Los adioses

"Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces apenas había apagado la lámpara, se cerraban mis ojos tan
pronto, que ni tiempo tenía para decirme: «Ya me duermo» . Y media hora después me despertaba la idea de que ya era
hora de ir a buscar el sueño.” Marcel Proust, En busca del tiempo perdido

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