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CLASE 3

La clase anterior terminamos con un cuento fantástico, en él se hablaban de personas que


desaparecen, fantasmas, espectros… Sucede que, a veces, la fantasía se mezcla con la realidad o la
realidad se narra de manera fantástica y surgen mitos o leyendas urbanas que pasan de generación
en generación a través de la voz de los mayores. Hoy vamos a leer algunas historias relatadas por
personas que las vivieron o conocen a alguien que las vivió:

EL DUENDE

Unos muchachos 'taban jugando a las bolillas en el campito. Algunos habían sido mandados a trair
leñas por sus padres, otros a trair agua, y en fin, unos para una cosa y otros para otro mandado,
pero todos con el encargue de no demorar. En eso, se apareció un hombre chiquitito, piernas cortas
y bracitos que apenas llegaban a la cintura, cabezón, con un sombrero grande. Quiso jugar y sacó
del bolsillo unas bolillas bien bonitas, todas brujitas, de vidrio de distinto color. Los muchachos no
querían jugar con él, le tenían recelo, pero como tenía tan lindas bolillas, le dijeron que güeno, y
empezaron a jugar. Perdía una tras otra y los muchachos ganaban esas bolillas tan churitas (bonitas),
y si han olvidáu del peligro. Entonce el hombrecito les decía:
—Vamos más allá, vamos más allá.
Y así los iba llevando más adentro del monte con interés de cargar con todos ellos. Pero los
muchachos se dieron cuenta que era el duende y volvieron a todo correr a las casas y contaron a los
padres que los había corríu el duende.

Tomás Álvarez, 50 años. Pozo de las Avispas. El Carmen. Jujuy. 1953. Campesino.

EL DUENDE
Siendo niño salí una siesta a hondiar pájaros. Así me acerquí a una tala1 muy grande. Cuando llegué
al árbol, vi con sospresa que a la sombra 'taba sentadito un hombrecito con un sombrero negro,
grandote. Áhi me quise dispara, pero el hombrecito me pegó una bofetada que me atontó. Cuando
volví en sí, miré a todos lados y nu encontrí ni rastro de nadie. Áhi me dí cuenta que era el duende.
No me olvidí nunca de ese caso que me pasó. Yo lo vi bien cuando se me vino encima y me pegó.
Seguramente me pegó con la mano de fierro que tiene. Porque el duende tiene una mano de lana y
otra de fierro para pega o para hace cariño.
Los niños que mueren sin bautismo si hacen duende. Por eso son malos y hacen mal a los que lo
ven. Andan casi siempre a la siesta y a veces a la noche. Andan como alma en pena. Y son en esa
forma de un hombre chiquito y sombrerudo.

Octaviano Esparza. La Encantada. Leales. Tucumán. 1954.

LA PERICANA

La Pericana sale a la siesta. Es una vieja muy fiera que corre y castiga a los niños que encuentra juera
de las casas andando sin permiso de los padres o haciendo picardías.
A los niños traviesos se les aparece en formas distintas. Casi siempre lleva un rebenque muy largo,
de arriero o de carrero, o una larga varilla para pegar, y es muy alta y de cara espantosa.
Una vez estábamos un grupo de niños, a la siesta, abajo de un árbol. Nos habíamos escapado sin
permiso de los padres. En eso vimos aparecer del lau de la viña una figura muy alta, como un gigante,
con cara de largos dientes, que echaba juego por los ojos, y con un gran cuchillo en la mano. En
cuantito la devisamos salimos corriendo despavoridos. Sabíamos muy bien que ésa era la Pericana
que asusta a los niños que andan a esas horas haciendo lo que no se debe hacer. Cuasi morimos del
susto que nos llevamos.

Jacinto Monteros, 72 años. Esquina del Sauce. Desamparados. San Juan. 1953.

Todos los relatos fueron extraidos de “Cuentos y leyendas populares de la Argentina. Tomo VIII”.
Son narraciones orales que fueron transcriptas. Pueden descargarlo de aquí
http://www.cervantesvirtual.com/research/cuentos-y-leyendas-populares-de-la-argentina-tomo-
8--0/2d85368d-25dc-4d08-b18f-2a089eb1c45d.pdf

Actividad 1

La consigna es crear un inventario de monstruos o leyendas urbanas argentinas. Para eso le van a
preguntar a adultos o conocidos de la familia que historias, mitos o leyendas argentinas conocen, si
las vivieron, si le pasó a alguien cercano, y van a escribir las que más les gusten.

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