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Presentación

Nombre:
Luis José

Apellidos:
Almanzar Baldera

Numero #:
02

Curso:
6to

Profesor/a:
Saul López López

Asignatura:
Formación Humana

Tema:
El Reino de Dios
El Reino de Dios

Supongamos que alguien te hace la pregunta: “¿Qué es el reino de Dios?” ¿Cómo


responderías? La respuesta más fácil sería notar que un reino es un territorio donde
gobierna un rey. Y como entendemos que Dios es el Creador de todas las cosas, su
reino se extiende por todo el mundo. Esto manifiesta que el reino de Dios está
dondequiera que Dios reina, y dado que Él reina en todas partes, el reino de Dios está
en todas partes.

Sin embargo, eso no es todo. Ciertamente, el Nuevo Testamento se refiere a algo más.
Podemos ver esto en el momento que Juan el Bautista sale del desierto anunciando
con urgencia: “Arrepentíos, porque el reino de Dios se ha acercado”. Y volvemos a
verlo cuando Jesús aparece en escena con el mismo anuncio. Si el reino de Dios es
todo el universo sobre el cual Él reina, ¿por qué alguien tendría que anunciar que el
reino de Dios estaba cerca o estaba por suceder? Obviamente, Juan el Bautista y Jesús
se referían a algo más profundo.

En el corazón de este tema está la idea del reino mesiánico de Dios. Un reino que será
gobernado por el Mesías escogido de Dios, quien no será solo el Redentor de su
pueblo, sino también su Rey. Así que cuando Juan habla de la proximidad radical de
este avance, la intrusión del reino de Dios, está hablando del reino del Mesías.

Al final de la vida de Jesús, justo cuando estaba a punto de partir de este mundo, sus
discípulos tuvieron la oportunidad de hacerle una última pregunta. Ellos le
preguntaron: “Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?” (Hch. 1:6b).

Fácilmente puedo imaginarme que de alguna manera Jesús se frustró con esa
pregunta. Y hubiera esperado que Él dijera: “¿Cuantas veces tengo que decirles que yo
no restauraré el reino de Israel?”; pero eso no fue lo que dijo; Él les dio una respuesta
paciente y gentil. Él dijo: “No les corresponde a ustedes saber los tiempos ni las épocas
que el Padre ha fijado con Su propia autoridad; pero recibirán poder cuando el Espíritu
Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria,
y hasta los confines de la tierra” (Hch. 1:7-8). ¿Qué quiso decir? ¿A dónde quería
llegar?

Cuando Jesús le dijo a Pilato: “Mi reino no es de este mundo”, ¿estaba indicando que
su reino era algo espiritual que toma lugar en nuestros corazones, o estaba hablando
de algo más? Todo el Antiguo Testamento llama la atención no a un reino que
simplemente toma lugar en los corazones de las personas, sino a un reino que se
abriría paso en este mundo, un reino gobernado por el Mesías escogido por Dios. Por
esta razón, durante su ministerio en la tierra, Jesús dijo cosas como: “Pero si Yo por el
dedo de Dios echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes”
(Lc. 11:20). ¿Cómo podría el reino haber llegado a la gente, o estar cerca de ellos? El
reino de Dios estaba cerca de ellos porque el Rey del reino estaba allí. Cuando Él vino,
Jesús inauguró el reino de Dios. Él no lo consumó, pero sí lo empezó. Y cuando
ascendió al cielo, fue allí para su coronación, para su investidura como Rey de reyes y
Señor de señores.

Así que la realeza de Jesús no es algo que permanezca en el futuro. Cristo es Rey en
este preciso minuto. Él está en el puesto de la más grande autoridad cósmica. Toda la
autoridad en el cielo y en la tierra ha sido dada al ungido Hijo de Dios (Mt. 28:18).

El reino de Dios triunfa sobre todos los reinos terrenales. Soy primero cristiano, y
segundo estadounidense. Le debo lealtad a la bandera estadounidense, pero tengo
una mayor lealtad a Cristo, porque Él es mi Rey. Entonces tuve un dilema. No quería
violar la ley de los Estados Unidos, y no quería comunicar que el reino de Dios está
subordinado a un gobierno humano. Así que resolví el dilema con bastante facilidad:
saqué ambas banderas de la iglesia.
Experimentamos este conflicto de reinos cuando Jesús nos dice que oremos: “Venga tu
reino”. ¿Qué significa esto? ¿Qué estamos orando cuando hacemos esta petición? Hay
una lógica que corre como una cinta a través del Padre nuestro. Cada una de las
peticiones está conectada a las demás. La primera petición que Jesús nos enseñó fue:
“Santificado sea tu nombre”, lo cual pide que el nombre de Dios sea considerado como
santo. Manifiestamente, a menos que y hasta que el nombre de Dios sea considerado
como santo, su reino no vendrá ni podrá venir a este mundo. Pero nosotros que
consideramos que su nombre es santo, tenemos la responsabilidad de manifestar el
reino de Dios.

Juan Calvino dijo que la tarea de la iglesia es hacer visible el reino invisible. Lo hacemos
al vivir de tal manera que damos testimonio de la realidad de la monarquía de Cristo
en nuestros trabajos, nuestras familias, nuestras escuelas, e incluso nuestros talonarios
de cheques, ya que Dios, en Cristo, es Rey sobre cada una de estas esferas de la vida.
La única forma en que el reino de Dios se manifestará en este mundo antes de que
Cristo venga es si lo manifestamos por la forma en que vivimos como ciudadanos del
cielo y súbditos del Rey.
Argumento final

El reino de Dios es aquel que será establecido cuando Jesús vuelva a la tierra y será
gobernado por el. Un reino que no tendrá fin, la cual promete gobernar con justicia,
para brindar la felicidad que los seres humanos merecen.
Dios como rey del universo y creador de la tierra, mando a su hijo para que nosotros
seamos perdonados del pecado y con la muerte de Jesús quedemos limpios de
pecados, prepararnos para el reino de Dios.
Cada uno de nosotros puede estar en ese reino, pero tenemos que ganarnos la entrada
a él, hay que estar preparado para cuando Jesús vuelva y ser juzgado por él, de esa
manera sabremos si podemos entrar al reino de Dios.
Necesitamos estar libre de pecados y tener un corazón puro para entrar, ya que en el
reino de Dios todo será perfecto, no habrá maldad, todo será felicidad y amor al
prójimo.

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