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Nuestros lápices provienen de la madera del pino caribe ya que estudios anteriores

determinaron  que esta especie es la que mejor se adapta a su manufactura y al medio


ambiente local.

Primero, se llevan las semillas a un vivero donde son plantadas en tubitos fuera de la tierra,
allí son fertilizadas, regadas y tratadas. Estas germinan después de 10 a 15 días y continúan
siendo cuidadas. Seis meses después, cuando están  con más o menos 25 cm de altura, las
plantitas son llevadas para el bosque, donde se lleva a cabo la plantación.

Se deja transcurrir un lapso de dos años mediante el cual los árboles se desarrollan
alcanzando 1,50 mts de altura y al tercer año se realiza la poda  de las ramas más bajas para
facilitar el crecimiento del árbol. Esta poda se deja en el mismo lugar para fertilizar el
suelo.

Pasados once años de la primera siembra, procedemos a talar los árboles de esa edad y se
plantan nuevos retoños en su lugar, dejando la copa y sus ramas en el suelo para que sean
reutilizados por los nuevos árboles. Los troncos obtenidos de la cosecha son transportados
al aserradero, donde los que miden para ese momento entre 10 y 30 cmts  de diámetro se
utilizan en la fabricación del lápiz, mientras que los troncos delgados o con defectos son
utilizados en las calderas como fuente de energía para la generación de vapor. La corteza
que sobra se utiliza como humus en el vivero para alimentar los plantines.

Los troncos que pasan el control de calidad son aserrados y se convierten en tablillas que
van a pasar por un proceso de secado, seguido por un proceso de impregnación, donde se
utilizan compactantes para eliminar la porosidad y colorantes para teñir la madera. Más
adelante, estas tablillas se dejan secar de nuevo y guardan un período de reposo de sesenta
días en lugares de almacenamiento apropiados.

Una vez transcurridos los sesenta días,  las tablillas pasan por una máquina de ranuras
especiales que le abre los canales y posteriormente se colocan las minas de grafito o de
color. El proceso de colocación de minas y aplicación de cola se realiza automáticamente
por medio de equipos que además seleccionan las minas y rechazan las quebradas.

 
Luego procedemos a realizar un sandwich donde colocamos sobre las tablillas con minas,
otras idénticas pero sin minas y con canales más profundos e inmediatamente se prensan,
permitiendo la adhesión de las tablillas entre sí.

Más adelante los sandwiches pasan por máquinas frezadoras donde se eliminan los
sobrantes de los extremos y se corta el perfil redondo, hexagonal o triangular de los lápices,
procediendo a cortar una cantidad determinada de estos de manera proporcional al número
de minas contenidas en dichos sandwiches.

Finalmente los lápices pasan por diversas etapas de pintura y después se aplica el barniz
para dar brillo. Nuestros tintes y barnices tienen tecnología propia y no contienen elementos
tóxicos gracias a un riguroso control de calidad.

No podemos olvidar que después de aplicado el barniz, nuestros lápices pasan por una
máquina que los sella con nuestra marca y posteriormente por otra que los afila. La marca
Faber-Castell reconocida por su calidad a nivel mundial, garantiza un producto de alta
tecnología que respeta el medio ambiente  y la ecología del país sede de su manufactura,
por eso decimos que nuestros lápices y colores están en armonía con la naturaleza.

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