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La democracia restablecida:
Maira Pérez
La herencia recibida por el gobierno de Raúl alfonsín fue muy pesada, el p b i de 1983
fue de apenas el 4, 5% más alto que 1975, y el pib por habitante había caído
aproximadamente el 9%. Ese mismo año la inflación se cerró aproximadamente 350%,
mientras que la deuda externa superaba fácilmente los 43 mil millones de dólares.
Aunque a pesar de eso los beneficios no pudieron sostenerse en el tiempo, subsistió una
inflación residual Y a partir de ahí empezaron desequilibrios en la economía, el tiempo
que se debilitaba la situación política del partido gobernante. otro problema serio que
afectó la evolución económica fue la caída de los precios internacionales de los
productos primarios, también los sindicatos desarrollaron una estrategia de
cuestionamiento a la política económica, concretando diariamente huelgas generales qué
fueron contribuyendo al desgaste del gobierno.
Por primera vez se aceptaba en el país que la democracia era un régimen cuya base no
era la asociación unívoca y exclusiva entre un colectivo político y el pueblo sino que
admitía como condición central el pluralismo y la alternancia. Al comenzar el gobierno
la concepción regeneracionista de la democracia no era simplemente una visión sino por
el contrario era posiblemente uno de los capitales políticos más importantes que podía
esgrimir Alfonsín. Su llegada al gobierno también fue El triunfo de una cultura y un
estilo políticos del todo novedosos respecto del pasado inmediato. No solo valoraba la
democracia considerada como un régimen político institucional, una forma de expresión
pacífica de las diferencias y un modo de gestionar los conflictos de la sociedad el
nombre del bien común, sino que está valoración se extendía a los agentes tan criticados
de ese régimen: partidos políticos. La afiliación masiva de los partidos políticos
señalaba una tendencia favorable al compromiso activo, A eso se le sumaba la cultura
de movilización que llevaba a la reunión de multitudes en las calles, plazas y estadios.
Los medios de comunicación también participaron de este estallido en la política, los
programas radiofónicos y televisivos dedicados a los temas de actualidad política tenían
un altísimo nivel de audiencia y eran discutidos cotidianamente en diferentes ámbitos.
La política encontraba una clave en el debate y el valor de la palabra: el propio alfonsín
parecía ser el líder por de más adecuado, contaba favor con sus dotes de Gran orador y
era un amante de la deliberación pública, el debate racional y la búsqueda de fórmulas
de acuerdo.
El tema militar fue uno de los problemas más complejos e intensos que tuvo que
enfrentar el gobierno de alfonsín, y que de algún modo Se solucionó recién durante el
gobierno de Carlos Menem su sucesor, que involucra los presupuestos más básicos del
regímenes general y del gobierno en particular. El tema militar constituyó el nudo de la
concepción regeneradora de la democracia instalada en 1983. La imagen
categóricamente negativa de la dictadura permitió señalar las infinitas bondades del
régimen que se estaba inaugurando. Sí con la democracia no solo se disfrutaba de paz y
Libertad sino que además se comía, educaba y curaba, era porque evidentemente con la
dictadura tales cosas no sucedía. de esta manera la demonización absoluta del gobierno
militar como autor de casi todos los males de la Argentina, una visión que no resistía el
contraste con la realidad se convirtió en condición de la nueva democracia. En primer
lugar porque le ofrecía una legitimidad cuya fortaleza estaba en relación directa con la
dictadura. También porque permitió depositar en los militares y en algunos civiles la
responsabilidad de las desgracias de los años 70.
Las fuerzas armadas lanzaron su desafío contra la sociedad: el consejo supremo dio
conocer un fallo en el que consideraba las órdenes impartidas en la guerra contra la
subversión cómo legítimas e irreprochables, solo podían admitir que se hubieran
cometido algunos excesos, comprensibles en una situación de guerra. El sueño de
alfonsín comenzaba a hacerse agua pero inmediatamente se activó la apelación ante un
tribunal civil. Al año siguiente el juicio se inició en un clima de creciente intranquilidad
debido a los las amenazas de bombas, se conocían secuestros de poderosos empresarios.
La mano de obra desocupada buscaba la vez desestabilizar el gobierno y recaudar
fondos para financiar sus operaciones políticas.
Las instrucciones dadas a los fiscales por parte del presidente Para que evitar abrir
juicios contra quiénes habían obedecido órdenes no dieron mayores resultados, Por lo
cual afines de 1986 el gobierno hizo probar la llamada ley de punto final. la crítica
social en contra del gobierno encabezada por los organismos de derechos humanos fue
muy dura e incluyó además a la bancada peronista que no votó la ley. Lejos de
solucionar la situación provocó una avalancha de juicios qué tensó la situación hasta el
extremo: bombas y atentados de todo tipo se multiplicaron hasta que todo estalló a
comienzo de 1987. El teniente coronel Aldo rico sublevó a un par de centenares de
oficiales en medio de campo de mayo quiénes fueron denominados "carapintadas". Los
sublevados aseguraron que no estaban en contra del régimen constitucional y que solo
querían poner fin a los juicios, la consecuencia fue una inmediata movilización cívica en
defensa de la democracia. Alfonsín ordenó la represión de los sublevados, sin embargo
la columna que debía hacerse cargo de la orden avanzada con exasperante lentitud
negándose a reprimir a sus camaradas. Alfonsin en persona fue a dialogar con los
sublevados, luego regresó a la casa de gobierno y ante la multitud de la plaza aseguró
que los militares habían depuestos su actitud y luego agregó "la casa está en orden". La
frase no fue bien recibida por una multitud que empezó a sospechar la existencia de un
pacto que a los pocos días se hizo evidente. En junio de 1987 el oficialismo aprobó la
ley de obediencia debida, que eximía de responsabilidades aquellos militares que solo
habían obedecido órdenes. De esta manera se archivo una enorme cantidad de juicios
que ya estaban en marcha y muchos represores quedaron en libertad. Para la ciudadanía
el mensaje fue claro: ni siquiera la movilización de las multitudes en Las plazas podía
evitar que las presiones militares sobre el gobierno tuvieron éxito. De esta manera la
visión regeneracionista de una democracia todopoderosa se volvió contra el gobierno
que fue acusado. En 1988 se produjeron otros dos levantamientos, uno liberado por
Aldo rico el otro por el coronel nacionalista muhammad Ali. Detrás de estos nuevos
movimientos se vislumbraba no solo un reclamo corporativo contra el gobierno, sino
una lucha interna dentro de la fuerza entre los cuadros medios nacionalistas.
El 1988 fue aún peor, el debacle económica no pudo ser detenida por el plan primavera
y un nuevo paro general culminó con actos de violencia y saqueos. Mientras tanto la
oposición peronista bloqueo un nuevo avance reformador destinado a incorporar
capitales privados en las empresas estatales. Está vez en la oposición, la voz cantante la
llevó el senador Eduardo menem, quién aseguro que el justicialismo jamás le pondría
bandera de remate a las empresas del estado. Por Su parte Carlos menen desarrolló una
campaña muy agresiva, para ello adoptó la pose de un caudillo populista hasta en su
aspecto físico, criticó al gobierno por todos sus flancos débiles y aseguro conocer la
solución para todos los problemas. Aunque nunca se le oyó decir cuáles serían las
soluciones, no era está una condición necesaria: su más importante capital era el
desgaste del gobierno y la actitud dura y hasta antipática de Angeloz.
El verano de 1989 deparó al gobierno los golpes de gracia: a la crisis del sector
energético que puso al país en una emergencia qué obligó a realizar cortes rotativos de
electricidad, se le sumo la aventura de un grupo guerrillero en el cuartel de la tablada.
Un sector de la izquierda exaltado y lunático denominado movimiento todos por la
patria tomo por asalto a los cuarteles del ejército en la tablada. Operación fue
extremadamente violenta y provocó la muerte de algunos conscriptos. El ejército se hizo
cargo de la represión que incluyo tanques y artillería.
Los vientos se hacían cada vez más favorables a la derecha, un giro que finalmente
terminaría de imponer el peronismo en el poder.