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Capítulo 12 (SABORIDO)

La democracia restablecida:

El gobierno de Raúl alfonsín (1983-1989)

Maira Pérez

La vuelta a la democracia en Argentina fue vivida con mucho entusiasmo, la


importancia que tenía la vigencia del Estado de derecho decidieron aportar su
participación para asegurar que la transición sea exitosa. También una sumatoria de
eventos relacionados al terrorismo de estado, La derrota de malvinas y la condición
económica condujeron a un descrédito a quienes habían ejercido el poder durante los 7
años anteriores. La dificultades económicas comenzaron a aparecer y se tomó la
conciencia de las dimensiones de la crisis.

La herencia recibida por el gobierno de Raúl alfonsín fue muy pesada, el p b i de 1983
fue de apenas el 4, 5% más alto que 1975, y el pib por habitante había caído
aproximadamente el 9%. Ese mismo año la inflación se cerró aproximadamente 350%,
mientras que la deuda externa superaba fácilmente los 43 mil millones de dólares.

En un principio la recuperación de la democracia generaba un clima de optimismo, la


campaña esperanzadora de Raúl Alfonsín tuvo un efecto positivo sobre los ciudadanos,
pero las políticas aplicadas por el nuevo ministerio de economía solo seguía repitiendo
fórmulas del pasado. Se intentó sin éxito desarrollar una política gradualista basadas en
pautas de reducción en el crecimiento de las principales variables de la economía, y
luego se optó por una política expansionista que impulsó el consumo pero al costo de
una inflación ascendente. Todos estos intentos por el presidente de buscar respaldo
internacional para solucionar el tema de la deuda externa terminaron en fracaso.

A principio de 1985 la situación estaba fuera de control, el aumento de precios superó al


600%, y el crecimiento económico apenas llegó al 2%. Ante esta situación el presidente
alfonsín decidió reemplazar a Grinspun por Juan Vital Sourrouille, quién anuncio una
"economía de guerra". En junio del mismo año el gobierno anuncio el "plan austral", e
intentar estabilizar la situación creando una nueva moneda "el austral". Fijando el tipo
de cambio, congelando precios, salarios y tarifas públicas, impulsando una política
desindexatoria, qué trataba de actuar sobre los aumentos de precios. Además el gobierno
se comprometía a no emitir moneda para financiar los desequilibrios presupuestarios.
El plan austral tuvo un impacto rápido y positivo ya que freno la inflación de manera
rápida, en los siguientes meses los precios redujeron su ritmo de aumento mensual, los
efectos fueron favorables para la población que se produjo un aumento de los salarios
reales y reaparición del crédito para consumo. Las repercusiones se hicieron sentir en el
terreno político y contribuyeron al triunfo electoral del gobierno en las elecciones
legislativas afines de 1985.

Aunque a pesar de eso los beneficios no pudieron sostenerse en el tiempo, subsistió una
inflación residual Y a partir de ahí empezaron desequilibrios en la economía, el tiempo
que se debilitaba la situación política del partido gobernante. otro problema serio que
afectó la evolución económica fue la caída de los precios internacionales de los
productos primarios, también los sindicatos desarrollaron una estrategia de
cuestionamiento a la política económica, concretando diariamente huelgas generales qué
fueron contribuyendo al desgaste del gobierno.

A partir de 1986 la inflación reaparición crecientemente y las especulaciones con el


dólar. El gobierno sufrió una derrota en los comicios parciales en 1987. No pudo
avanzar en la implementación de reformas como la reestructuración del sector público o
la apertura comercial porque al accionar de la oposición política y sindical se agregó la
falta de convicción por parte de la mayoría de los dirigentes de la unión cívica radical.

En 1988 se intentó por parte de las autoridades estabilizar la situación produciendo un


plan que se denominó plan primavera. Tenía como objetivo frenar el aumento de precios
por medio de un acuerdo con las empresas líderes y la promesa de programar los
aumentos del dólar. Cuando los operadores financieros percibieron que la inflación no
sé frenaba y la cotización de la divisa estadounidense se atrasaba se iniciaron las
corridas contra el austral, despejandose de este modo el camino hacia la hiperinflación.
De esta manera el gobierno se vio obligado a violar su compromiso de mantener el tipo
de cambio y lo pago caro: el dólar y los precios se dispararon sin techo. El dólar
aumento 193% su valor en abril de 1989 y 111% en mayo. A las expectativas de
inflación se sumaba la desconfianza que generaba el candidato presidente del
justicialismo, Carlos Saúl Menem. Su campaña electoral hablaba de salariazo e incluso
de una moratoria unilateral en el pago de la deuda externa.
La hiperinflación condujo al retiro anticipado de Raúl alfonsín de la casa rosada en
julio, cuándo se produjo el cambio de gobierno. el índice de aumento de precios había
llegado al nivel récord de 200%.

30 de octubre de 1983 La Unión cívica radical ganó la elección presidencial con un


porcentaje tan amplio de votos que repetía las grandes elecciones plebiscitarias de la
historia Argentina. El justicialismo pérdidas y por primera vez en su historia una
elección nacional libre.

El 10 de diciembre Raúl alfonsín asumió la primera magistratura rodeado de un enorme


entusiasmo popular, dónde se podían ver identificados casi todos los partidos políticos
incluyendo al peronismo, una nueva era parecía estar llegando a la Argentina.

Por primera vez se aceptaba en el país que la democracia era un régimen cuya base no
era la asociación unívoca y exclusiva entre un colectivo político y el pueblo sino que
admitía como condición central el pluralismo y la alternancia. Al comenzar el gobierno
la concepción regeneracionista de la democracia no era simplemente una visión sino por
el contrario era posiblemente uno de los capitales políticos más importantes que podía
esgrimir Alfonsín. Su llegada al gobierno también fue El triunfo de una cultura y un
estilo políticos del todo novedosos respecto del pasado inmediato. No solo valoraba la
democracia considerada como un régimen político institucional, una forma de expresión
pacífica de las diferencias y un modo de gestionar los conflictos de la sociedad el
nombre del bien común, sino que está valoración se extendía a los agentes tan criticados
de ese régimen: partidos políticos. La afiliación masiva de los partidos políticos
señalaba una tendencia favorable al compromiso activo, A eso se le sumaba la cultura
de movilización que llevaba a la reunión de multitudes en las calles, plazas y estadios.
Los medios de comunicación también participaron de este estallido en la política, los
programas radiofónicos y televisivos dedicados a los temas de actualidad política tenían
un altísimo nivel de audiencia y eran discutidos cotidianamente en diferentes ámbitos.
La política encontraba una clave en el debate y el valor de la palabra: el propio alfonsín
parecía ser el líder por de más adecuado, contaba favor con sus dotes de Gran orador y
era un amante de la deliberación pública, el debate racional y la búsqueda de fórmulas
de acuerdo.

El tema militar fue uno de los problemas más complejos e intensos que tuvo que
enfrentar el gobierno de alfonsín, y que de algún modo Se solucionó recién durante el
gobierno de Carlos Menem su sucesor, que involucra los presupuestos más básicos del
regímenes general y del gobierno en particular. El tema militar constituyó el nudo de la
concepción regeneradora de la democracia instalada en 1983. La imagen
categóricamente negativa de la dictadura permitió señalar las infinitas bondades del
régimen que se estaba inaugurando. Sí con la democracia no solo se disfrutaba de paz y
Libertad sino que además se comía, educaba y curaba, era porque evidentemente con la
dictadura tales cosas no sucedía. de esta manera la demonización absoluta del gobierno
militar como autor de casi todos los males de la Argentina, una visión que no resistía el
contraste con la realidad se convirtió en condición de la nueva democracia. En primer
lugar porque le ofrecía una legitimidad cuya fortaleza estaba en relación directa con la
dictadura. También porque permitió depositar en los militares y en algunos civiles la
responsabilidad de las desgracias de los años 70.

El problema de la nueva democracia no eran los sobrevivientes de los grupos


guerrilleros sino la corporación militar y su lugar en el nuevo régimen, cómo también
los funcionarios comprometidos con el inicio de la represión ilegal estatal que había
nacido del propio corazón del gobierno encabezado por perón Y que ahora iban a
integrarse con pleno derecho al nuevo régimen. Algunos querían incluir a la señora de
perón entre los acusados pero lejos de acceder a esa propuesta el gobierno la convirtió
en interlocutora, ante la falta de otro representante válido que pudiera hablar nombre del
peronismo. así la maldad solitaria y absoluta del régimen nacido en 1976 era una
condición imprescindible para el buen funcionamiento del régimen nacido en 1983. Al
establecer un fiel tan elevado la concepción regeneradora de la democracia se convirtió
muy rápidamente en un duro parámetro a partir del cual sería un juzgado no solo el
gobierno de alfonsín sino el propio régimen democrático. La política seguida por el
gobierno con relación a la cuestión militar fue el ámbito privilegiado en el cual una
versión de la nueva democracia y el pasado estalló a pedazos.

La primera resolución del gobierno de alfonsín siguió la línea de la campaña electoral:


la rápida anulación de la ley de autoamnistía fue seguida de la reforma del código de
justicia militar y la formación de la conadep. La reforma del código de justicia militar
implicó una fuerte apuesta presidencial: se trataba de mantener como organismo
juzgador al consejo supremo de las fuerzas armadas, con la esperanza de que los propios
militares juzgaran a los cabecillas de la junta y a los oficiales de más alto rango
implicado en el diseño y la ejecución de la represión. Alfonsín pensaba que las fuerzas
armadas recuperaría en una parte su alicaído prestigio y encontraría en un lugar en el
nuevo régimen, al mismo tiempo el hecho de que estos jefes fueron juzgados por sus
mismos pares evitaría la judicialización de aquellos oficiales de menor graduación,
suboficiales y civiles que también participaron como ejecutores de esas órdenes. Para el
presidente era conveniente enjuiciar a las cabezas de la represión pero consideraba
imposible seguir con los juicios hacia aquellos participantes con rangos menores, A
diferencia de lo que establece el código anterior a partir de la reforma las decisiones del
consejo debían ser apeladas ante la justicia federal.

Las fuerzas armadas lanzaron su desafío contra la sociedad: el consejo supremo dio
conocer un fallo en el que consideraba las órdenes impartidas en la guerra contra la
subversión cómo legítimas e irreprochables, solo podían admitir que se hubieran
cometido algunos excesos, comprensibles en una situación de guerra. El sueño de
alfonsín comenzaba a hacerse agua pero inmediatamente se activó la apelación ante un
tribunal civil. Al año siguiente el juicio se inició en un clima de creciente intranquilidad
debido a los las amenazas de bombas, se conocían secuestros de poderosos empresarios.
La mano de obra desocupada buscaba la vez desestabilizar el gobierno y recaudar
fondos para financiar sus operaciones políticas.

En diciembre de 1985 el fallo de la cámara federal fue contundente: describió a la


represión como un plan criminal que nada tenía que ver con una guerra y dictó penas de
prisión perpetua y degradación para los principales responsables encabezados por Jorge
Rafael Videla y emilio Eduardo massera, ahora era una verdad oficial El hecho de que
la represión no había sido un acto de guerra sino un plan criminal. A su vez caía el
argumento qué había mantenido a salvo a los oficiales de menor graduación y
suboficiales "obediencia debida". Durante 1986 Se abrieron nuevos juicios que
siguieron las líneas de mando hacia los grados inferiores.

Las instrucciones dadas a los fiscales por parte del presidente Para que evitar abrir
juicios contra quiénes habían obedecido órdenes no dieron mayores resultados, Por lo
cual afines de 1986 el gobierno hizo probar la llamada ley de punto final. la crítica
social en contra del gobierno encabezada por los organismos de derechos humanos fue
muy dura e incluyó además a la bancada peronista que no votó la ley. Lejos de
solucionar la situación provocó una avalancha de juicios qué tensó la situación hasta el
extremo: bombas y atentados de todo tipo se multiplicaron hasta que todo estalló a
comienzo de 1987. El teniente coronel Aldo rico sublevó a un par de centenares de
oficiales en medio de campo de mayo quiénes fueron denominados "carapintadas". Los
sublevados aseguraron que no estaban en contra del régimen constitucional y que solo
querían poner fin a los juicios, la consecuencia fue una inmediata movilización cívica en
defensa de la democracia. Alfonsín ordenó la represión de los sublevados, sin embargo
la columna que debía hacerse cargo de la orden avanzada con exasperante lentitud
negándose a reprimir a sus camaradas. Alfonsin en persona fue a dialogar con los
sublevados, luego regresó a la casa de gobierno y ante la multitud de la plaza aseguró
que los militares habían depuestos su actitud y luego agregó "la casa está en orden". La
frase no fue bien recibida por una multitud que empezó a sospechar la existencia de un
pacto que a los pocos días se hizo evidente. En junio de 1987 el oficialismo aprobó la
ley de obediencia debida, que eximía de responsabilidades aquellos militares que solo
habían obedecido órdenes. De esta manera se archivo una enorme cantidad de juicios
que ya estaban en marcha y muchos represores quedaron en libertad. Para la ciudadanía
el mensaje fue claro: ni siquiera la movilización de las multitudes en Las plazas podía
evitar que las presiones militares sobre el gobierno tuvieron éxito. De esta manera la
visión regeneracionista de una democracia todopoderosa se volvió contra el gobierno
que fue acusado. En 1988 se produjeron otros dos levantamientos, uno liberado por
Aldo rico el otro por el coronel nacionalista muhammad Ali. Detrás de estos nuevos
movimientos se vislumbraba no solo un reclamo corporativo contra el gobierno, sino
una lucha interna dentro de la fuerza entre los cuadros medios nacionalistas.

Luego de la derrota electoral de 1983 El peronismo se encontró desorientado, ya que


carecía de un líder reconocible lo cual no era un elemento menor para un partido
acostumbrado el ejercicio de un liderazgo fuerte. Los grupos internos buscaron
convencer a la ex esposa de Juan Domingo perón, María estela Martínez pero ella no
estaba dispuesta a dejar su exilio para asumir un rol. Peronismo se hallaba fuertemente
divido y varios personajes se disputaban el control del partido. El propio sindicalismo
estaba enfrentado y solo había accedido unificarse en una única central para frenar la
embestida de alfonsín. Luego de la nueva Victoria electoral del gobierno en 1985 no
faltaron quiénes auguraron la desaparición del peronismo.

Un grupo importante de dirigentes conocido como los renovadores enfrentó a las


jerarquías del partido y a los sindicatos. De 1985 el grupo renovador formó su propio
bloque en el congreso y se presentó a las elecciones por fuera del partido. Los
renovadores buscaron adecuar el partido a la nueva democracia y a un ejercicio de
políticas menos vinculado con la presión y más afín a la deliberación pública. Para 1986
ya dominaban el partido e iba en flanco ascenso a medida que el gobierno enfrentaba
crecientes dificultades.

En las elecciones de gobernadores y legisladores de 1987 los candidatos peronistas


ganaron en casi todos los distritos, incluyendo la estratégica gobernación de Buenos
Aires que quedó en manos de cafiero. Radicalismo solo retuvo las provincias de Río
negro Córdoba y la capital federal.

La victoria de los renovadores y el creciente poder de los gobernadores e intendentes


peronistas reflejaban varios cambios que se están produciendo en el partido, a medida
que estos dirigentes alcanzaban cargos en la estructura del Estado comenzaron a utilizar
los recursos oficiales para desplazar a los sindicalistas y a la vieja guardia de lugares de
poder del partido. Hicieron cada vez más frecuentes los conflictos institucionales,
especial en las intendencias del Gran Buenos Aires donde concejales peronista se
enfrentaban a los intendentes.

habían sido desplazados por la renovación, incluso en la propia provincia de Buenos


Aires menen consiguió convencer a varios intendentes en especial a quién sería su
candidato a vicepresidente el intendente de lomas de Zamora Eduardo duhalde. Así el
riojano reunió detrás decía un conjunto tan amplio como heterogéneo de dirigentes, ya
qué no pedía mayores condiciones para aceptar los apoyos. A este avances se sumó un
problema personal mientras que menen demostraba ser un habil político a la hora de
ganar adhesiones y acumular poder, cafiero carecía de toda habilidad política. 1988
Carlos menem se impuso en la elección interna y fue proclamado candidato por el
partido justicialista.

Con la victoria electoral de 1985 el gobierno de alfonsín alcanzó su mayor pico de


popularidad, su avance sobre la corporación militar y el recientemente lanzado plan
austral le garantizarán un importante apoyo. Un grupo interno entusiasta fue
denominado el tercer movimiento histórico que seguiría al yrigoyenismo y el
peronismo. El avance de estos jóvenes fue resistido por otros sectores del propio
radicalismo pero su poder parecía irrefrenable. En 1986 las dificultades se
multiplicaron, sindicalistas, militares, empresarios y la iglesia atacaban al gobierno que
no podían controlar la inflación. En 1987 alfonsín lanzó una nueva propuesta
transformadora que incluyo una eventual reforma de la constitución, un plan de
privatizaciones y el traslado de la capital federal a la ciudad de Viedma al sur del país.
Pero ese mismo año una suma de catástrofes políticas fatigo el proyecto, alfonsín
negocio una tregua con un sector del sindicalismo y le concedió el ministerio de trabajo.
Una medida resistida Por una parte del partido y por el equipo económico pero apoyada
y desarrollada por la coordinadora. Otro fracaso: el acuerdo no terminó con los paros
generales y parciales que siguieron jackeando al gobierno y finalmente el ministro
renunció.

El 1988 fue aún peor, el debacle económica no pudo ser detenida por el plan primavera
y un nuevo paro general culminó con actos de violencia y saqueos. Mientras tanto la
oposición peronista bloqueo un nuevo avance reformador destinado a incorporar
capitales privados en las empresas estatales. Está vez en la oposición, la voz cantante la
llevó el senador Eduardo menem, quién aseguro que el justicialismo jamás le pondría
bandera de remate a las empresas del estado. Por Su parte Carlos menen desarrolló una
campaña muy agresiva, para ello adoptó la pose de un caudillo populista hasta en su
aspecto físico, criticó al gobierno por todos sus flancos débiles y aseguro conocer la
solución para todos los problemas. Aunque nunca se le oyó decir cuáles serían las
soluciones, no era está una condición necesaria: su más importante capital era el
desgaste del gobierno y la actitud dura y hasta antipática de Angeloz.

El verano de 1989 deparó al gobierno los golpes de gracia: a la crisis del sector
energético que puso al país en una emergencia qué obligó a realizar cortes rotativos de
electricidad, se le sumo la aventura de un grupo guerrillero en el cuartel de la tablada.
Un sector de la izquierda exaltado y lunático denominado movimiento todos por la
patria tomo por asalto a los cuarteles del ejército en la tablada. Operación fue
extremadamente violenta y provocó la muerte de algunos conscriptos. El ejército se hizo
cargo de la represión que incluyo tanques y artillería.

Los vientos se hacían cada vez más favorables a la derecha, un giro que finalmente
terminaría de imponer el peronismo en el poder.

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