Está en la página 1de 6

Los «animus» en el derecho penal

POR: DIEGO J. VALDERRAMA MACERA-REDACTOR LP ÁREA PENAL


-
5 OCTUBRE, 2021

1. Introducción

El animus etimológicamente significa ánimo, espíritu; de igual manera


significa corazón, voluntad, deseo, designio.

Se trata del propósito o intención del sujeto activo, la finalidad de la


persona para realizar el acto que decidió hacer. No es un término
exclusivo del derecho penal y tampoco debe confundirse con un mero
ensañamiento. Por ejemplo, un animus en el derecho civil es el animus
domini, entendido como la intención de una persona para proceder
respecto a un bien como propietario, tenga o no razón para detentar
dicha posesión. Así pues, nos damos cuenta que los animus se refieren a
una situación anímica en el comportamiento de quien produce un
resultado jurídicamente relevante.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española


significa:

Animus.- Voluntad o intención de una persona para realizar un acto o


negocio jurídico consciente de sus consecuencias.[1]
2. El ánimo como intención del sujeto activo
Liszt definía al delito bajo la óptica de la teoría causalista, como aquella
acción motriz hecha por el hombre y capaz de producir una alteración
verificable en el mundo exterior, reduciendo de este modo, su tipicidad a
una mera comprobación de los elementos objetivos del delito,
requiriendo un nexo de causalidad entre la acción y el resultado. [2]

No fue sino hasta la aparición de la teoría finalista, donde Mezger señaló


que al momento de describir el injusto, ocurrían casos en los que era
necesaria identificar la finalidad contenida en la intencionalidad del
agente activo. Consolidándose la necesidad de subsumir la acción
humana junto con el componente subjetivo para determinados delitos.[3]

A partir de la normativización de la corriente causalista, se enarboló


la teoría de los elementos subjetivos del injusto, los que antiguamente
eran considerados como excepciones al carácter eminentemente
objetivo de la tipicidad.[4]

3. Los animus y el dolo en la tipicidad subjetiva


Tradicionalmente el elemento subjetivo del tipo (tipicidad subjetiva) fue
asociado con los móviles o las intenciones del sujeto que comete un
delito; en ese sentido, el dolo para determinado sector de la doctrina es
considerado como un fenómeno espiritual dentro de la corriente o la
teoría volitiva del dolo.

Esta afirmación implica una serie dificultades probatorias como el


pretender ingresar al fuero interno del autor. Frente a esto, la
normativización de los elementos del tipo trajo consigo la idea de
demostrar el dolo a partir de factores objetivos imputables al grado de
conocimiento del sujeto activo.

Lo anterior se fundamenta en la afirmación unánime consistente en que


tanto para la corriente volitiva o cognitiva del dolo se requiere como
mínimo un elemento cognitivo (conocimiento). Sin embargo, el punto de
quiebre entre ambas teorías se origina al momento de determinar si el
dolo requiere o no de voluntad.

Una consecuencia del interminable debate entre ambas teoría se


evidencia en la jurisprudencia nacional cuando encontramos
pronunciamientos de la Corte Suprema que reclaman verificar por
ejemplo un animus difamandi; mientras que en otras se advierte poco a
poco un tránsito a la normativización antes mencionada.

4. Los animus en el derecho penal

A continuación te presentamos un listado de animus que a lo largo de la


historia se han asociado a los delitos más representativos en los textos
de doctrina y la jurisprudencia.

4.1 Animus necandi

Es el «ánimo de matar» que tiene el homicida, se trata de la


intencionalidad primigenia que se expresa en el homicidio simple,
primigenio porque a partir de este ánimo puede intensificarse, como lo
que ocurre en el delito de quedan caracterizados por este elemento
subjetivo. El tipo de los delitos contra la vida no contiene la cláusula «con
el ánimo de matar», si bien la misma es inherente a la naturaleza culpable
del tipo.

4.2 Animus laedendi

Se trata de la intención de causar lesiones físicas en la víctima, identificar


este ánimo es fundamental sumado a que tiene consecuencias prácticas
en la imputación, pues si se determina que el sujeto activo solo tuvo
intenciones de causar lesiones leves y por circunstancias extrañas se
producen lesiones graves, estaremos ante otra figura delictiva, pero, es
menester indicar que s de acuerdo a las circunstancias se determina que
el agente actuó con animus necandi y sólo ocasionó lesiones graves,
estaremos ante la tentativa de homicidio o asesinato, según sea el
caso. [5]
4.3 Animus injuriandi

Es el propósito de injuriar utilizando expresiones deshonrosas que


implican menosprecio o descrédito de una persona, también se trata
del específico de la injuria, es un elemento característico en los delitos
contra el honor, pues si no hay este elemento no hay delito; y la intención
de injuriar de tal modo, se deduce de los actos que se ejecutan, de la
significación gramatical de las palabras ofensivas, de la ocasión y forma
ofensivas en que se enuncia la injuria.

4.4 Animus difamandi

Es la intención de vulnerar y maltratar el honor de otra persona mediante


aseveraciones o gestos en forma pública sin que pueda excusarse una
labor de investigación previa o alguna otra justificación, elemento que la
doctrina ha denominado el «ánimus difamandi» [6]

A modo de conducta atípica se suele recurrir a otros animus que


justifican la expresión realizada por el autor como por ejemplo el caso en
que no existe animus difamandi cuando la intención es otra, como narrar
algún suceso (animus narrandi) o ejercer derecho a la información o
informar sobre un asunto conocido o de interés público (animus
informandi)

4.5 Animus retorquendi

Este ánimo se da cuando una persona difamada responde a quien


previamente la ofendió mediante otro atentado a su honor no constituye
una modalidad especifica de legítima defensa, pues, en realidad, cuando
se ejercita la retorsión esta ya no es actual ni inminente en relación a la
agresión ilegitima, que debe haber cesado con anterioridad. Por lo
demás, el animus retorquendi no relega el animus injuriandi ya que, en
todo caso, el segundo nuevo atentado al honor se habría perpetrado con
idéntico ánimo de difamar que el primero. [7]
4.6 Animus jocandi o iocandi

Es la intención de bromear, de jugar, también conocido por su vocablo en


inglés «joke». Impide tomar en serio la declaración de voluntad de quien
ostenta ese ánimo, es punible por la simple manifestación verbal.

4.7 Animus auctoris y animus socci

El animus auctoris es utilizado para ubicar al autor del delito de entre


todas las personas que participan en el hecho delictivo, se señala que
quien domina el hecho delictivo ostenta este ánimo; mientras que
el animus socci como contraposición al ánimo anterior, refiere a la
intencionalidad que ostentan quienes tienen la calidad de participantes
en el delito y no de autores.

4.8 Animus furandi o apropiandi

Es la voluntad inherente de la mayoría de los delitos contra el patrimonio,


específicamente de aquellos en los que el objeto es sustraído o
arrebatado de la esfera posesoria de la víctima sin previamente haber
poseído ese bien de manera legítima; en otras palabras, se trata por
ejemplo, del ánimo que se encuentra presente en aquél que hurta o roba
un bien ajeno.

4.9 Animus rem sibi habendi

Es una expresión latina que puede traducirse como la intención de tener


una cosa como de su propiedad o hacerla suya, por parte de quien entró
legítimamente en posesión de esta.

Mientras que, para el derecho civil representa uno de los requisitos


necesarios para la existencia de una ocupación, para el derecho penal es
un elemento constitutivo del delito de apropiación ilícita; en otras
palabras, la posesión requiere la intención y la conducta de un
propietario, de esta forma es posible distinguirla de una mera tenencia
porque inclusive el autor puede detentar actos de disposición con la
finalidad de apropiarse del bien. [8]
4.10 Animus defedendi

Se trata de la intención que ostenta quien se defiende, sea mediante el


ejercicio del derecho a la legítima defensa o en el extremo de encontrarse
realizando un estado de necesidad justificante en el que el autor se
encuentra defendiendo un bien jurídico propio o de tercero frente a una
agresión ilegítima (legítima defensa) o peligro real inminente sobre el
bien jurídico protegido (estado de necesidad justificante).

[1] Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Disponible


en: bit.ly/5a8da.

[2] LÓPEZ BARJA DE QUIROGA, Jacobo(2004). Derecho Penal Parte


General: Introducción a la teoría jurídica del delito, Lima: Gaceta Jurídica.

[3] VALDERRAMA MACERA, Diego (2021) Los elementos del tipo penal.
En: LP Pasión por el Derecho. Disponible en: bit.ly/asd343.

[4] MEZGER, Edmundo (1955) Tratado de derecho penal, Madrid: Editorial


Revista de Derecho Privado.

[5] SALINAS, Ramiro. (2010). Derecho Penal: Parte Especial. Lima: Grijley.

[6] Fundamento jurídico tercero del R.N. 3912-2009, Lima. Disponible


en: bit.ly/g97es.

[7] Fundamento jurídico cuarto del R.N. 3142-2007, Lambayeque.


Disponible en: bit.ly/973s4.

[8] Fundamento jurídico segundo del R.N. 1891-2001, Arequipa .


Disponible en: bit.ly/ño8w4.

También podría gustarte