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N V UR: A\ A:

LA NOVE A «NEGRA» EN E
PFZÚ
FRANgDISE AUBES

«¡Por fin una novela negra en el Sabemos que la novela negra


Perú!», escribió en Caretas, en no- nace en la «jungla de asfalto»2 de las
viembre de 1992, Guillermo Niño ciudades estadounidenses. Desde
de Guzmán al informar sobre la la década de los cincuenta la narra-
publicación de la novela Caramelo tiva peruana hace de la capital su
verde' de Fernando Ampuero. La espacio privilegiado. Podemos pre-
crítica subraya el talento innova- guntarnos hasta qué punto la pe-
dor de Ampuero, quien escoge de- queña novela «negra» de Ampue-
liberadamente un universo negro ro se sitúa dentro de esta temática
para contar las aventuras de Car- limeña, tan recurrente.
los Morales, un losen a la peruana. «Las calles estaban ensombreci-
Excajero de banco inmerso en el das por algo más negro que la no-
mundo informal che», escribe Chan-
del Perú de Alan dler en L'art simple
García, Morales se d'assassiner3 (El sim-
ve obligado a cam- ple arte de asesi-
biar dólares en la nar). La novela ne-
esquina del jirón gra, esa novela po-
Ocoña, ese rincón liciaca que se sacu-
de la calle donde de los buenos mo-
parece concentrar- dales, nace de la Traducción:
se, como antes en violencia urbana. Anna
el jirón de la Chandler, al citar a Barthez.
Unión, la quintae- Dashiell Hammett Xilografías:
sencia limeña. como maestro del Carlos
Bernasconi
género, dice que «sacó al crimen rrios elegantes, allí donde Fanto- la ciudad se convertirá
del florero veneciano donde se en- mas puede aligerar de sus joyas a en el mejor observatorio
contraba para arrojarlo al ano- los ricos clientes del Royal Palace crítico de la sociedad.
yo»4. Frente a la realidad de una y adueñarse de la ciudad. Roger Desde los años cincuen-
sociedad capitalista que conoce Callois escribió «un París fantas- ta, en el Perú, la ciudad
brutalmente la depresión, con el ma, nocturno, inasible, más pode- va a sustituir al mundo
telón de fondo de la Enmienda 18, roso mientras más secreto y que en indigenista —desde el
la novela negra habla de la violen- todo momento y lugar se confun- punto de vista narrativo—
cia de las ciudades, violencia que de peligrosamente con el otro»6. El por medio del sesgo del
se ha vuelto el pan de cada días: género policiaco nace al mismo neorrealismo urbano que
contrabandistas de licor, aboga- tiempo que la Gran Ciudad, la dará a Lima un papel pre-
dos turbios, representantes del or- vuelve poética, transfigura aque- ponderante en la renova-
den, mafiosos que trabajan para llo que hace su especificidad: la ción de la temática y de la
los magnates de la prensa y otros modernidad'. técnica novelesca.
grandes patrones, dictan la ley de La novela policiaca, revisada y Tal como los escrito-
la calle por pandillas interpósitas corregida por el estilo hará boiled res indigenistas crearon
en el mundo nocturno de los luga- (duro) de la década de los veinte y cierta imagen del mundo
res de mala fama, o en las lujosas elevada a la literatura por Ham- de la hacienda10, los neo-
residencias de todo tipo de millo- mett, Chandler y sus discípulos, rrealistas urbanos serán también partes por las barriadas. En el re-
narios. Unos y otros contribuyen a retoma, a través del personaje del los fundadores de una nueva in- alismo social de las primeras no-
minar las bases del establishment. detective privado, la figura del terpretación de la ciudad al resca- velas o cuentos cortos (Lima hora
La ciudad siempre ha sido vis- justiciero de la novela popular por tar sus aspectos más espectacula- cero de Enrique Congrains, La tie-
ta ya sea como el parangón de la entregas. Así, se sustituye a la no- res y perturbadores, las primeras rra prometida de Luis Felipe An-
civilización, de la urbanidad, o co- vela de aventuras y, en el caso de barriadas instaladas en los cerros gell), la ciudad legal expulsa a los
mo una Babilonia de corrupción. la novela estadounidense, es en alrededor de Lima. Estos escrito- migrantes rurales, pero las inva-
En Europa, el desarrollo de la in- forma mucho más brutal como la res iniciarán todo un trabajo de siones no cesan de aumentar (El
dustrialización y sus efectos con- calle se convertirá en la última zapa para desmitificar la ciudad- líder de Mario Castro Arenas, No
tradictorios (éxodo rural, naci- frontera que quede por conquis- jardín; trabajo de demolición que una sino muchas muertes de Con-
miento del proletariado urbano, tar: «Hammett lleva la pradera a la será rematado por Lima la horrible, grains) en el no man's land de los
pero también de extraordinarias jungla de las ciudades.»8 La ciu- el ensayo de Sebastián Salazar grandes terrenos baldíos o en las
invenciones) van a provocar un dad encuentra su interpretación Bondyll. playas de Miraflores («Al pie del
trastorno formidable en la ciudad, lúdica, pero también crítica, en la Mientras tanto, las noveles acantilado» de Ribeyro). Poco a
que será reflejado en la novela po- novela negra, forma ideal, según ciencias sociales, tomando el rele- poco la ciudad marginal se adueña
pular. Desde los Misterios de París Vázquez Montalbán9, de hacer en- vo de la ficción, encaran un nuevo de ciertos sitios urbanos como La
a Arséne Lupin, se va a crear una trar la «aldea global» en la ficción. objeto de estudio: el habitante de Parada, el Mercado Mayorista o
poética de la Gran Ciudad, ciudad Sabemos que en América Lati- las barriadas. Desde la década de de algunos barrios populares. Por
de los bajos fondos, de los subur- na —y en el Perú en particular—, los cincuenta, diferentes etapas último, Lima se convertirá en terca
bios proletarios, pero también ciu- cuando se enfrente a los trastornos marean el progreso de este nuevo incognita para aquel segmento de
dad donde la noche se ilumina con que harán de ella una metrópoli espacio urbano —todavía «clan- la población que se refugia en los
el brillo de una moderna novedad: donde se entrechocarán las formas destino»— a través de las novelas. barrios residenciales12.
el «hada electricidad» baña con su más consumadas de la moderni- En primer lugar, la ciudad legal «... El Perú es un organismo
luz los paisajes urbanos de los ba- dad y la más grande de las miserias, está sitiada, asediada por todas enfermo: donde se pone el dedo

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salta el pus», declaró ya entonces bajo de contaminación en la capi- ción y bares mugrientos de Sur- dora, experimental, preocupada
Manuel González Prada13; podría- tal. La ciudad es vista como la sín- guillo o del Rímac, construyendo de zarandear la tradición, mezclar
mos agregar que Lima es el foco de tesis dramática del país. De Con- así el reverso crapuloso de la ciu- los géneros, absorber todas las téc-
contaminación. Decir que Lima es grains a Vargas Llosa, las mismas dad, que una firme red une con los nicas en una tentativa globalizante
la ciudad del poder y la capital de ocurrencias semánticas se decli- barrios elegantes y los centros de que caracteriza la interpretación
un país enfermo no es nada nuevo. nan para calificar la entidad Pe- poder y de decisión. de Lima en los años sesenta y se-
Lo que sí es nuevo es mostrar que rú/Lima: enferma, arruinada, re- Es precisamente esta colusión tenta. Asimismo, utilizará la subli-
el crecimiento miserable y la hin- ventada, sucia, asquerosa, de los poderes, esta complicidad teratura, la cultura popular trans-
chazón de las barriadas van de la podrida, jodida. Lima, ciudad de tácita, la que mostrarán en secuen- mitida por las telenovelas y, entre
mano con un nuevo tipo de poder poder y corrupción que se resque- cias o en intrigas —crímenes sexua- otros, al género policial, que fasci-
sobre la ciudad, aquél del oligarca braja bajo la presión de los barrios les, asesinatos pasionales, coali- na a estos escritores que teorizan
moderno convertido en empresa- marginales, ofrece un terreno no- ción de los fuertes contra los sobre la literatura en el seno de la
rio, director de un periódico o ban- velesco propicio a la explotación débiles, corrupción de las institu- ficción, que necesitan la coopera-
quero, al mismo tiempo que hace del género negro o del policial. ciones— las novelas «globalizan- ción del lector y que buscan revo-
proliferar sus acciones en las mi- Ribeyro, al deplorar la falta de tes» de las décadas del sesenta y lucionar la narración. Vargas Llo-
nas de la sierra o en la exportación novelas sobre Lima algunos meses del setenta (Cambio de guardia de sa18, en Conversación en La Catedral,
del algodón. De acuerdo con la antes de la aparición de las prime- Ribeyro, En octubre no hay milagros confunde las pistas, disemina ín-
tendencia del realismo crítico, el ras novelas urbanas, señalaba, en de Reynoso, Conversación en La Ca- dices que permitirán al lector pe-
pequeño libro de Edgardo de Ha- un artículo escrito para El Comer- tedral de Vargas Llosa, Los hijos del netrar en el universo crapuloso de
bich El monstruo sagrado (1964), o cio en 1953, las grandes posibilida- orden de Luis Urteaga Cabrera). la dictadura de Odría. La sofistica-
la novela de Osvaldo Reynoso En des novelescas que ofrecía la ciu- Todo esto es caldo de cultivo ción formal no significa el abando-
octubre no hay milagros (1963), po- dad y examinaba todos los para la novela negra: Lima se vuel- no del discurso crítico —constante
nen en escena a los protagonistas elementos que, rápidamente, iban ve una trampa. El joven Pipo será de la novela peruana—; por el con-
de esta «podredumbre» urbana, a formar el referente esencial de asesinado por su «amigo» Felipe, trario: de esa for-
reflejada en el don Manuel de En las futuras novelas: el policía encargado de vigilar las ma el género «ne-
octubre no hay milagros: Tito, su jo- «... las urbanizaciones clandesti- tranquilas calles de Miraflores en gro» permite un
ven amante que creció en un calle- nas, los barrios populares, los balnea- Cambio de guardia16 . La Musa, anti- diagnóstico des-
jón del centro, también forma par- rios de lujo, las colonias de verano, gua cantante salida de las noches piadado de la «so-
te de sus propiedades: toda una jerarquía de lugares habita- limeñas, coquera, alcohólica, que le ciedad urbana»: el
dos con su sociedad, sus intrigas, sus saca dinero al senador Fermín Za- desarrollo de la in-
«... es decir, de su ciudad. Y ahí problemas y sus soluciones. Tenemos vestigación y la
estaba su ciudad enorme, sin límites también un hampa organizada, una vala, alias «Bola de Oro», será acu-
precisos crecía, crecía: los serranos legión de universitarios bohemios, chillada por Ambrosio, el chofer búsqueda del ase-
hambrientos, hediondos, sucios baja- una grey de nuevos ricos, que diaria- zambo de la familia Zavala en Con- sino demuestran
ban de los Andes y la ceñían desespe- mente representan comedias o trage- versación en La Catedral. Becerrita, que, a pesar del
rados»14. dias inéditas...»15. «especialista» de los policiales y en- aparente anoni-
El neorrealismo urbano y to- Llamamiento escuchado: los cargado de la investigación por el mato de la ciudad,
dos los escritores que escogieron a novelistas, al mismo tiempo que diario La Crónica, observa: «... todo los individuos se
Lima como espacio narrativo no revelan los nuevos paisajes urba- esto es basura... Hay que seguir es- ven atrapados en
han dejado de sermonear sobre su nos de la marginalidad limeña carbando hasta que salte el pus»17. una red de cone-
interpretación de Lima, capital ex- (barriadas, callejones, corralones, Es cierto que la novela perua- xiones subterrá-
piatoria. Todos los males que pa- etcétera), incorporan también lu- na es, a la manera de la nueva neas que llega a to-
dece el Perú nacen e inician su tra- gares nocturnos, casas de prostitu- novela latinoamericana, innova- dos los sectores de

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la vida social, política, económica, jugando copla homonimia entre el da como todo el centro después de las por sí mismo la clave del enigma;
7. Alguien había hecho un garabato el autor subvierte las leyes del gé-
etcétera. investigador privado, el «doctor» nuevo con su llave, informando al edi-
Enredados en el contexto fe- García y el pretendido autor de la ficio que Pepe era maricón. Pensando
nero, ya que es el hombre perse-
cundo de la novela peruana, pero novela, C.C. García'. que acaso era cierto, salí al vestíbulo guido por los buenos y los malos
tal vez influenciados también por Encontramos todos los ingre- del edificio y de allí a las Galerías.»24 desde el principio de la novela
el fenómeno del género policial dientes acostumbrados en el géne- Para dilucidar los «misterios quien explicará el desenlace al lec-
que estuvo de moda en América ro policial: la soledad del detective limeños», García emprende un pe- tor y al detective. Parece que el
Latina en los ochenta, algunos es- privado, abogado fracasado lleno riplo que estrena el mapa de una autor siente predilección por el jue-
critores peruanos, a su vez, se lan- de dudas que pasea su mirada nueva geografía policial, y que ha- go literario: encontramos una pues-
zaron en la narrativa de intriga burlona y pesimista sobre eventos ce descubrir las enormes posibili- ta en ficción de la literatura en el
con tendencias a lo «negro»; Car- que no logra controlar y, sobre to- dades narrativas del espacio pe- centro mismo de la acción; el perso-
los Meneses publicó La muchacha do, la acumulación de la violencia, ruano: la travesía del desierto naje-narrador toma el lugar del lec-
del Bello Tigre, pero en la guarda presente en persecuciones, tiros y costero en un bus que traquetea tor y cambia de status. Sin embar-
escribió: novela19 . La novela es una asesinatos. García se deja encerrar por la Panamericana, el paso de la go, C.C. García consigue acriollar
novela de intrigas, en donde un en una red inextricable formada por frontera ecuatoriana, el compla- todas las recetas de la novela negra
crítico musical que utiliza un apara- traficantes de drogas, miembros de ciente agente de aduanas de Hua- y recuerda, al hacer que el lector
to para escuchar mejor, investiga la la secta Huitoto que desean vengar quillas-Aguas Verdes y la escala descubra los inmensos espacios
muerte de Lucrecia, joven bailarina a sus antepasados masacrados por de la droga en Miami. Son nuevos costeños, que aun si la ciudad es el
en el «Bello Tigre». El «profe» se los caucheros y estadounidenses espacios de aventura, salidas de lugar de la implosión de la violen-
extravía en los diferentes bares li- que han decidido instalar en la emergencia del país que encontra- cia, también la fuga y el escape son
meños o clubes privados frecuenta- Amazonía una base de repliegue remos en Caramelo verde o en el episodios inevitables del género.
dos por los amigos de Lucrecia. en caso de conflicto nuclear. cuento de Alfredo Pita «Hotel Col- Fernando Ampuero los explotará
Debido a la personalidad misma Lima es el foco de la intriga, su mena»25, pero que ya estaban es- a la perfección en Caramelo verde.
del «profe», quien a pesar de estar detonador y su solución; a la Lima bozados en el cuento «El primer En efecto, es la novela de Fer-
más acostumbrado a la rúbrica nocturna, a la Lima nublada por la p as o >>26 de Ribeyro. nando Ampuero la que parece
musical debe adaptar su prosa al garúa y la polución, le dedica algu- El «doctor» García es utilizado adaptarse mejor a la tradición de
estilo sensacionalista del periódi- nas bellas imágenes: «El Dodge se por sus enemigos como carnada, la novela negra y responder a una
co20, la novela parece más un ejer- perdió en la neblina como un pece- como blanco móvil. Lo envían en expectativa: describir el nuevo
cicio lleno de alusiones literarias. cillo rojo en una pecera con deter- búsqueda del hombre clave de to- paisaje urbano de Lima, el del sec-
Pero más que Caramelo verde, gente»23; el edificio del centro en da la historia, el científico Chamú- tor informal de la década perdida.
de Fernando Ampuero, es Pólvora donde vive García es una metáfora dez (que en realidad nunca deja
para gallinazos21, de C.C. García, la de esa Lima «descuajeringada» en Lima) y, cual detective errante,
que más se asemeja a una novela donde nada funciona, pero tam- atraviesa toda una serie de episo-
de la serie negra. Es una verdadera bién es un guiño al universo mu- dios echando una mirada burlona
parodia de género policial y su au- griento de los innumerables aparta- y desengañada sobre la sociedad
tor, quien adopta el pseudónimo mentos que se alquilan amue- peruana y los misterios de Lima
de C.C. García, no es otro que Mir- blados en las novelas a lo Chandler que podrían resumirse en una sola
ko Lauer. Periodista y crítico lite- o a lo Hammett, entre otras: palabra: «malogrados».
rario, co-director de Hueso Húme- «Como siempre, los del octavo pi- Por otra parte, el ambiente re-
ro, Lauer conoce los clásicos: nos so habían retenido el ascensor, y tuve zuma a tal extremo el fracaso que
brinda una narración «autobio- que golpear un rato para que llegara, el detective es incapaz de resolver
gráfica», pero también se divierte oliendo a orines y ropa interior húme-

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por un tal López, cuya vela negra, atm si no hay detecti- se la secuencia miraflorina en el
autoridad proviene del ve31; los narcotraficantes rempla- lujoso bunker de uno de los narco-
color de su piel —«Él era zan fácilmente a los contrabandis- traficantes, es un concentrado de
blanco como el yogur y tas de licor; están presentes el ciudad informal en donde se atro-
eso lo hacía sentirse su- realismo, la violencia, la pasión, la pellan todos esos personajes de
perior»30—, Carlos Mora- crítica social; el deterioro urbano, «nuevos limeños» que la novela
les comprende rápida- la piratería de la corriente eléctrica urbana ha hecho entrar en la na-
mente que forma parte y los apagones de Sendero Lumi- rrativa desde los años cincuenta:
de toda una red de cam- noso hacen que las noches sean esos primeros migrantes que in-
bistas ligados a los trafi- especialmente «negras»; la aven- cursionaban tímidamente en la
cantes de drogas. Mabel, tura se encuentra a la vuelta de la ciudad para hacer manifestacio-
el personaje femenino esquina, y la esquina está en el nes, reivindicar sus derechos y,
según la tradición de la jirón Cailloma, cerca de Ocoña, en poco a poco, a medida que surgían
novela policiaca bonita, donde Morales es atacado. La es- las novelas, para conquistar el es-
sin escrúpulos, ávida de cena es una bella ilustración del pacio que hasta entonces les esta-
dinero, de quien está encuentro entre dos géneros: la ba prohibido, para ocupar el terre-
«Hace algunos meses nuestro enamorado—, asesinará a su patro- novela negra y la novela urbana: no, es decir invadir las calles del
conocido escritor Julio Ramón Ri- na, la vieja Sofía, que recibe los «Como muchas otras vías, con centro. También es la legión de
beyro, al ser entrevistado, opinó narcodólares que serán «recicla- tramos oscuros y luminosos, no mos- vendedores ambulantes, clichés
que la llamada "novela negra" le dos» en Ocoña. Mabel se irá hacia traba señales de vida. Y excepto un de todas las descripciones del cen-
parecía un género adecuadísimo el norte, hacia los Estados Unidos, leve olor a desinfectante que flotaba tro a partir de la década de los
con la esperanza de olvidar, gracias en el aire, parecía una calle común y sesenta, con la aparición de nue-
para retratar el Perú actual»27, es- corriente con paredes desconchadas y
cribe González Vigil al presentar a los verdes del monte, que no es más por ahí una ruma de trapos y bolsas vos tipos urbanos, menores aban-
la novela de Ampuero. Ampuero que una chola. Después de varios con retazos de cartón que servirían de donados, «pájaros fruteros», locos
reivindica su filiación con la nove- episodios, la vuelve a encontrar en dormitorio a los niños abandonados que se pasean en medio del tráfico
la negra citando en epígrafe a Das- un pequeño pueblo de pescadores de la cuadra. Pero no lo era. Pasados infernal de los buses destartala-
camino a la frontera ecuatoriana y, los primeros veinte metros, advertí dos, taxis y micros piratas y, siem-
hiell Hammett, pero es la suya, que los postes de luz habían sido inu-
también, una novela de amor que creyendo que ella quiso echarle la tilizados a pedradas y cuando llegué pre, los ambulantes (la palabra in-
va más allá del género estricta- culpa por el crimen de la vieja So- a la mitad de la cuadra donde empe- formal aparece en Los sentimientos
mente negro. fia, la asesina. Perseguido por la zaba la más densa oscuridad, supe de Luciano33 , una novela de Melvin
«En esos días me echaron del policía y por los narcotraficantes, que la soledad de la calle era aparen- Ledgard). En Caramelo verde, Li-
encontrará la paz en medio de los te... De las sombras del portal salió el ma implosiona debido a la sobre-
trabajo y lo primero que hice fue salvaje puño que me arrojó a tierra y
pararme en una esquina»". Es en indios que se han refugiado en lo me mantuvo una eternidad encogido población y a la violencia, a los
esos términos que Carlos Morales, más profundo de la selva para en el suelo, mientras alguien, que me atentados terroristas, a las ven-
el personaje-narrador, comienza huir de Sendero Luminoso. Sin movía y daba vueltas como se cambia ganzas entre pandillas de la droga,
el relato de su caída: «Allí, en ple- embargo, las avionetas que ronro- de pañales a un bebé, comenzaba a a los ladronzuelos y otros repre-
na calle, acechaba mi destino.»' El nean en el cielo, sacando coca y revisar con absoluta calma el conteni- sentantes de ese mundo informal,
trayendo dólares, le recordarán do de mis bolsillos.»32
antiguo cajero de banco reciclado regido por el dólar que contamina
en cambista de Ocoña entra de cuán difícil es escapar del narco- La visión de Lima, que se re- todas las capas de la sociedad. El
frente en la sociedad informal; el sistema en un país como el Perú. duciría a poco menos que Ocoña, Banco Central se suministra en
referente escogido por el autor es El argumento tiene entonces los jirones adyacentes y a su «patio Ocoña, la policía es corrupta, es
el Perú de Alan García. Reclutado todas las características de la no- trasero» en La Parada si no existie- inútil contar con su protección, y

PRÉTEXTOS
esto es lo que los «amigos» de Car- sangrienta que generan los verdes país: secuestrado por los narcotra- suyos los temas, los estilos, las técni-
los Morales tratan de hacerle com- del monte es sólo una de las mani- ficantes, Carlos Morales debe su cas y los símbolos de los géneros más
prender: festaciones de la violencia endé- fuga a la incuria nacional: los lime- p opulares.»38
«La policía no va a significar nin-
mica, cotidiana, que el personaje- ños celebran la victoria del equipo Caramelo verde no es «una re-
gún alivio para ti. Ellos y nosotros narrador, como los investigadores femenino de vóleibol. De paso, to- cuperación descarriada del esque-
somos de la misma familia. Somos so- privados de la novela estadouni- memos nota de que Ampuero uti- ma policial»39: Ampuero escoge la
cios, ¿me captas?»34 dense, sufre con resignación: es el liza en su ficción uno de los chistes eficiencia brutal del género negro
Lima, vista desde Ocoña por el precio por sobrevivir en Lima: populares en esa época de infla- para introducir a la Lima informal
cambista Morales, raya en la paro- «Y esa noche me dije que aquel ción, de apagones: «en el Perú sólo en la narrativa; visión sin duda
dia, en la carnavalización; así de ataque en Lima era, entre otras cosas, existen dos cosas que funcionan, el parcial, pero que puede ser consi-
hiperbólica es su representación. el peaje mínimo que solía pagar la equipo femenino de vóleibol y derada como la conclusión lógica
Desde su pedazo de vereda Mora- poca gente confiada y desguarnecida Sendero Luminoso». La broma se de todas las representaciones li-
que todavía se aventuraba a dar un vuelve, en la novela, un comenta- meñas que atraviesan la narrativa
les acusa la asfixia del centro, con- paseo, que pensaba como una persona
gestionado, donde pulula la gente, normal y no como un aguerrido co- rio cínico: desde la década de los cincuenta.
ese «gentío tumultuoso» que vie- mando, que confundía penosamente «Concluí que, a lo mejor, mi mag- Escribir la novela total de Li-
ne a comprar dólares, «furibunda la audacia irresponsable con el verda- nífica fuga se debía al carácter nacio- ma era la ambición de los novelis-
horda» de manifestantes, «aje- dero coraje»36. nal. Al rasgo genérico —aunque esta tas peruanos de las décadas ante-
treos de la multitud, río de tran- Novela negra a la peruana, Ca- vez jugando a mi favor— de la más riores, pero ya no es el caso a partir
ramelo verde, al mismo tiempo que
lamentable peruanidad. A la desidia, de los años ochenta. Los novelis-
seúntes y carricoches cargados de a la apatía, a la inveterada ineficiencia.
mercadería, gavillas de fumones y respeta las reglas del género, las ¿Mis captores se entretenían viendo el tas, asustados por la dificultad de
ladrones». El estilo negro admite utiliza para contar una historia de partido?»37 una tarea que consistiría en poner
el discurso crítico bajo formas que amor minada desde el principio En el contexto de en palabras el caos urbano", se
con frecuencia parecen parodias; por la especificidad de la realidad la novela peruana,
tal como lo explica Vázquez Mon- nacional. De esa forma; el perso- Ampuero trata de lo-
talbán, es la función misma de esa naje de Mabel no es solamente un grar un regreso a la
nueva novela negra: cliché de serie negra: su ardiente narración, en donde el
«... derivada de la norteamerica-
deseo por el dinero y su relación placer no debe desa-
na, pero lo suficientemente corregida con Carlos, que es blanco, van más parecer frente al dis-
y aumentada y diversificada para ser allá de lo que interesa normalmen- curso crítico o la expe-
ya un hecho literario con claves pro- te a la novela policiaca; el dinero
pias y entre ellas la más determinante: rimentación formal.
debe servir para partir, para irse a Tal como fue, con fre-
la voluntaria utilización de la novela los Estados Unidos; es la única for-
como un ejercicio de investigación de cuencia, la tendencia
la conducta social y de concientiza- ma que tiene Mabel de olvidar su de la nueva novela la-
ción crítica»35. condición subalterna de chola en tinoamericana e in-
una sociedad tan compartimenta- cluso la novela popu-
Con Ampuero el concepto de da como la peruana. lar de calidad que
informalidad encuentra su inter- El humor corrosivo, uno de los defiende Vargas Llo-
pretación novelesca. Ampuero hace componentes del estilo negro, está sa en la actualidad:
entrar en la narrativa sectores toda- allí para recordar su ftmción críti-
vía no explotados por la literatura: ca y asestar, al final de una línea, «Hay que respon-
la delincuencia ligada a la droga y un juicio inapelable sobre la des- der con una narrativa
cada vez más anecdóti-
el terrorismo político. La locura composición sociopolítica del ca, que no vacile en hacer

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9. «La novela negra es la única poética realista que ha sabido sublimar la moral de la sociedad
limitan a su territorio, a su barrio, Comprendemos que la vía de capitalista, de esa aldea global que tiene su centro comercial en Nueva York o Los Ángeles
a su jerga. Somos testigos de una acceso a la novela, para la Lima y sus periferias próximas en Tokio, Barcelona o Amsterdam, y su extrarradio de huertos y
campos de concentración en el llamado tercer mundo.» (Vázquez Montalbán, Manuel: «La
suerte de sectorización, de seg- actual —esta «aldea global» protei-
nueva novela policiaca latinoamericana». El País, lunes 30 de julio de 1984.)
mentación de la ciudad; es dema- forme, caótica, marginal y confor-
mista—, se busque dando rodeos 10. Siebenmann, Gustav: «La hacienda en la literatura indigenista». Coloquio sobre el indige-
siado difícil captar a Lima en su nismo andino, Universidad de Grenoble, 30-11/2-12-1979: «Esos "fundadores de la reali-
totalidad: «La ciudad es parcelada por los registros menos sofistica- dad", como se les viene llamando con acierto, crearon una imagen lúgubre, relativamente
literariamente. Cada uno pela un dos técnicamente, más «informa- homogénea del sistema, imagen que llegó a ser tan difundida que, para las generaciones de
les». La novela negra a la peruana lectores sucesivas, urbanas por definición, la realidad social y económica del agro, en el
higo a su manera, como dijo Gre- continente entero, parece haber cuajado en las descripciones y en los destinos ficcionales,
gorio Martínez», observa Carlos es uno de ellos. Esperemos que no sustituyendo la "realidad" literaria a la realidad empírica.»
Calderón Fajardo'''. sea un callejón sin salida.
11. Lima «se ha vuelto una urbe donde dos millones de personas se dan de manotazos, en
medio de bocinas, radios salvajes, congestiones humanas y otras demencias contemporá-
neas, para pervivir. Dos millones de seres que se desplazan abriéndose paso... entre las fieras
que de los hombres hace el subdesarrollo aglomerante», profetiza Salazar Bondy en Lima la
horrible (1' edición. México: Editorial Era, 1964). Lima: Peisa, 1974, p. 19.

12. Cf. el personaje del cuento de J. Ramón Ribeyro Terra incognita (1975), en La palabra del mudo.
Lima: Editorial Milla Batres, 1977.
13. González Prada, Manuel: «Propaganda y ataque» (1888), en Pájinas libres, Horas de lucha.
Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1976, p. 107.
14. Reynoso, Osvaldo: En octubre no hay milagros. Lima: Ediciones Kantus, 1973, p. 110 (1'
edición, 1963).
15. Ribeyro, Julio Ramón: «Lima, ciudad sin novela». El Comercio, Lima, 31 de mayo de 1953,
en La caza azul. Lima: Editorial Milla Batres, 1976, p. 17.
16. Julio Ramón Ribeyro declaró, a propósito de Cambio de guardia: «Incluso en una novela
NOTAS malograda como Cambio de guardia me aventuré en el relato político y semipolicial, lo que
podía ser novedoso cuando lo escribí pero anacrónico cuando diez años más tarde lo publiqué.»
(Madrid Malo, Néstor: «Hablando con J.R. Ribeyro», Café literario, 7, enero-febrero de 1979.)
En Los geniecillos dominicales (1965) también se encuentran secuencias «negras»: el asesinato del
1. Ampuero, Fernando: Caramelo verde. Lima: Jaime Campodónico Editor, 1992. marino, el chantaje, etcétera.
París: NRF, Série
2. Cf. la novela de W.R. Bumett: The Asphalt Jungle (1949), Quand la ville dort. 17. Vargas Llosa, Mario: Conversación en La Catedral. Barcelona: Seix Barral, 1970, t. II, p. 23.
NOire, 1951, considerada como uno de los clásicos del género «negro» urbano.
Autopsies du roman 18. Con relación a la novela de Vargas Liosa ¿Quién mató a Palomino Molero? (Barcelona:
3. Chandler, Raymond: L'art simple d'assassiner, 1950, en Uri Eisenzweig: Seix-Barral, 1986), Ricardo González Vigil declaró: «Pero empleando recursos del policial...
policier. París: UGE, 1983, p. 76. no es propiamente una novela policial. Así lo estima Vargas Liosa en una entrevista reciente:
París: UGE, "Con la apariencia de una novela policial, es un intento de usar la'estructura del género policial
4. Lacassin, Francis: Mythologie du roman policier (Mitología de la novela de misterio).
1974, t. II, p. 14. para contar una ficción que no es policial.% (La República, 30 de marzo de 1986), en «Vargas
Liosa y la novela policial», El Perú de todas las sangres. Lima: Pontificia Universidad Católica
5. «... Tal vez las tensiones que encontramos en una historia de asesinato presentan el tipo del Perú, 1991, p. 391.
más sencillo, y sin embargo el más completo, de aquéllas que afrontamos en el transcurso
de esta generación», escribe Chandler al explicar el éxito de la novela negra (Chandler, R.: 19. Meneses, Carlos: La muchacha del Bello Tigre. Gijón: Ediciones Noega, 1983.
Lettres. París: Christian Bourgois Éditeur, 10/18, 1984, t. II, p. 168). 20. «Se ha tirado usted a la literatura, maestro, tiene que pensar más en nuestros lectores. Nada
París:
6. Caillois, Roger: «París, mito moderno», en Le mythe et l'homme (El mito y el hombre). de Poe, ni de O'Henry, esas vainas están bien para los intelectuales, pero ya me dirá usted
Gallimard, 1938, p. 189. qué le van a entender en Surquillo o en Piñonate, hombre. Tenemos la obligación de informar
a todos, al profesor de Historia, al diputado, al vendedor de baratijas, a los choros de Mendocita
7. Ibíd., p. 191. «A la novela de misterio le debemos, sobre todo, esta transfiguración de la y a la señorita de su casa, ¿me entendió, profe?» (Meneses, Carlos: La muchacha del Bello Tigre,
vida moderna.» ob. cit., p. 52).
8. Cabau, Jacques: La prairie perdue. Histoire du roman américain (La pradera perdida. Historia de 21. García, C.C.: Pólvora para gallinazos. Lima: Mosca Azul Editores, 1985.
la novela estadounidense). París: Le Seuil, 1966, p. 207.

= TI'
PRETEXTOS
y
22. Georges Tyras, en Tigre 3 (Grenoble: CERPA, 1986): «Problemas ideológicos y soluciones
narrativas, un caso peruano: Pólvora para gallinazos», hace un interesante análisis de ciertos
elementos del paratexto-nombre del autor y del título. La carátula también hubiera merecido
un análisis.
23. Pólvora para gallinazos, ob. cit., p. 24.

24. Ibíd., pp. 11-12.


25. Pita, Alfredo: Morituri. París: Correcaminos, 1990. RAM®_ I
26. Ribeyro, Julio Ramón: «Los gallinazos sin plumas» (1954), en La palabra del mudo. Lima:
Editorial Milla Batres, 1973. A UN AÑO II SU MUERTE
27. González Vigil, Ricardo: «La novela negra de Ampuero», Suplemento Dominical, El
Comercio, 31-11-93. JUAN ÁNGEL JURISTO*
28. Caramelo verde, ob. cit., p. 9.

29. Ibíd.
30. Ibíd., p. 20. MARAVILLA COMPROBAR CÓMO, Si do, así, una prótesis que intenta
31. Marcel Duhamel, creador de la «Serie Negra», muestra bien la especificidad de la novela
echamos una ojeada a toda la pro- explicarlo todo. Cuando el boom,
negra: «Aquel que gusta de los enigmas a lo Sherlock Holmes no se sentirá satisfecho... el ducción cuentística de Julio Ra- se instauró una suerte de culto al
detective simpático no siempre resuelve el misterio. A veces no hay misterio, y otras veces ni món Ribeyro, nos hacemos una barroco que no era otra cosa que la
siquiera hay detective. Pero, ¿entonces? Entonces queda la acción, la angustia, la violencia en
todas sus formas y, sobre todo, aquéllas más vergonzosas: la golpiza y la masacre... Hay amor, idea bastante ajustada de los de- aceptación de varios autores cari-
«bestial, de preferencia», pasión desordenada y odio sin cuartel...», en Boileau-Narcejac: Le rroteros por donde han ido las beños a los que había que rendir
roman policier (La novela policiaca). París: Payo t, 1964, p. 85. preocupaciones y los estilos de pleitesía. Eso trajo consigo el peli-
32. Caramelo verde, ob. cit., p. 55. buena parte de la narrativa lati- gro de que se apartaran, se echa-
noamericana de los últimos cin- sen a un lado, esfuerzos y valías de
33. El personaje que atraviesa Lima en bus observa que los «informales» son más elegantes por
los barrios residenciales: «los descamisados y los harapos son remplazados por una cuenta años. otros escritores del continente que
informalidad más buscada, que al fin y al cabo está compuesta por pulcras prendas de vestir» Esta afirmación tiene su causa, no escribían al retorcido modo.
(Los sentimientos de Luciano. Lima: Wiracocha, 1985).
y quizá radique en que Ribeyro es Creo que Ribeyro fue un escritor
34. Caramelo verde, ob. cit, p. 88. un escritor de múltiples voces, es- consciente de tamaña perversidad
35. Vázquez Montalbán, M.: «La nueva novela policiaca latinoamericana». El País, lunes 30 de to es, como si hubiese estado dota- desde el primer momento.
julio de 1984. do de unas antenas que registra- En una ocasión le hice una en-
36. Caramelo verde, ob. cit., p. 53. ran variados ecos y t-gar~~1,9 trevista para la re-
vocablos de múlti- vista El Urogallo
37. Ibíd., p. 102.
ple factura. Solo a donde, entre otras
38. «Seis problemas para Vargas Llosa», Plural, N° 32. México, 15-5-1974, citado por Christian preguntas, lo cuestio-
Giudicelli, con relación a la novela popular de calidad («La novela hispanoamericana de una se negaba: al ar-
los años ochenta». Actas del Coloquio de Rouen, abril de 1990. Cuaderno del CRIAR). tificio que llamamos né sobre el tan caca-
barroco y del que reado barroco, in-
39. Dubois, Jacques: Le roman policier ou la modernité (La novela policiaca o la modernidad). París: * Crítico
Nathan, 1992, p. 56. fue un profundo ad- trínseco, según al-
español del
versario. La razón gunos, al modo de
40. Ribeyro declaró: «Yo no sé cómo un novelista puede dar cuenta de toda la complejidad de diario El
la Lima actual. Ahora se pueden escribir buenos reportajes periodísticos, pero dar cuenta podría estribar en la ser americano. Fue
Mundo y la
del fenómeno global es muy complicado. Es terrible. Se necesitaría la imaginación de un Balzac repugnancia al pa- la respuesta más ex-
para poder ver todo.» (Ortiz de Zevallos, A.: «Conversación entre Bryce y Ribeyro», Debate, 8 revista El
panatismo con que tensa de todas, y en Urogallo.
de mayo de 1986, p. 13.)
una fórmula se en- ella Ribeyro se re- Xilografías:
41. Calderón Fajardo, Carlos: «La novela y la Lima de hoy: La serpiente ciega se muerde la señorea en el mun- montó incluso a Ra- Carlos Roca
cola», Quehacer, 38. Lima: Desco, diciembre de 1985-enero de 1986, p. 111.
dillo cultural crean- balais para hacerme Rey

F. AUGES

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