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L . Alonso F e r n á n d e z
nes y políticas tal como las hemos visto en capítulos anteriores, no son sino herra-
mientas de gestión para poner orden, encauzar un devenir y estandarizar y hacer más
eficaces unas prácticas que pueden haber sido en el pasado, en muchos casos, real-
mente inconsistentes o técnicamente incorrectas pata la visión del presente.
C o n todo, en lo que respecta al cuidado de las colecciones, el conservador ha de
hacer honor a su nombre. H a de ser lo m á s "conservador" posible, puesto que ha
de contrarrestar la presión que viene de la calle, que es el reflejo de nuestro mundo
actual, todo dinamismo y cambio. Su deber de asegurar la preservación de un patri-
monio parece que se contradice con el estado natural del entorno, caracterizado por
la m u t a c i ó n y la fluidez constantes. Pero si él no lo hace, ¿quién lo hará?
H o y d í a la función del conservador de museo se ha devaluado. L a p é r d i d a de
valor relativo de su paga en muchos países refleja el declive de su estatus. Los direc-
tores de museo ya proceden a menudo del mundo de la e c o n o m í a y no de los pro-
pios museos, la universidad o la enseñanza, y los especialistas en marketing valo-
ran más. Todo ello tiene que ver con el cambio de miras, que ahora apunta al público
y no a las colecciones. Julián Spalding (Moore, 1999: 28) de los Museos de Glasgow,
lo corrobora así: "las colecciones son un medio y no un fin. Los museos existen para
la gente". Su voz se suma a la de tantos otros para que este cambio de perspectiva sir-
va para reorientar las prioridades y el uso de los recursos.
L a consecuencia desafortunada de este saludable cambio de paradigma, por-
que de eso se trata, es que el cuidado de las colecciones se pueda transformar en
una actividad de bajo perfil, sobre todo en tiempos en los que hay que apretarse el
c i n t u r ó n : "la inseguridad sobre la financiación de los museos da alas a la tenden-
cia preocupante de laminar el potencial de los museos de educar e ilustrar. L a con-
tratación de relaciones públicas y expertos en marketing en un esfuerzo por resol-
ver los problemas económicos, adquiere prioridad sobre la de personal conservador
y educador, o sobre la mejora de las colecciones" (Lotz, 2 0 0 5 : 16). E n este juego
de equilibrios, el porcentaje medio del presupuesto de los museos dedicado a tare-
as de pura conservación de colecciones, tiende a la fuerza a remitir en muchos luga-
res. Por eso hay que reivindicar, m á s en esta concreta circunstancia, el papel cen-
tral que ocupan las colecciones en m u s e o l o g í a y la importancia de su adecuada
investigación.
6. J. ?. Ei papel de la investisación
Adquirir es seleccionar con criterio. Ello implica lógicamente podet establecer la iden-
tidad de los objetos candidatos a pasar a formar parte de los fondos patrimoniales de
un museo. Implica también la capacidad científica de bacet juicios críticos fundados
sobre estos objetos, acerca de su valor y significado. Se comprende que sin investi-
gación no puede haber adquisiciones, puesto que no sólo es preciso localizar e iden-
tificar o autentificar adecuadamente los objetos que se van a reunir, sino que tam-
bién hay que justificar su a d q u i s i c i ó n b a s á n d o s e en la coherencia interna de la
colecciones, en las carencias detectadas en las mismas y, g e n é r i c a m e n t e , en las exi-
gencias de la preservación patrimonial. Los sistemas teóricos, los m é t o d o s y las téc-
nicas específicas de cada disciplina científica proporcionan a la función de coleccio-
nar los criterios sobre los que basar las opciones de adquisición.
C o n todo, hay que reconocer que el coleccionismo por su naturaleza está some-
tido a presiones y limitaciones que poco tienen que ver con las presunciones que
maneja la ciencia sobre lo que es bueno, útil o necesario. U n caso reciente puede ser
muy ilustrativo: la adquisición por parte del Museo del Ptado de una colección de
40 bodegones ptocedentes de un coleccionista particular, da pie a reflexionar sobre
la importancia que en cada coyuntura histórica se concede a los distintos géneros de
pintura y sobre lo mucho que influyen en las estimaciones histórico-attísticas cir-
cunstancias como los prejuicios teóricos, los intereses de los marchantes, la ctítica
c o n t e m p o r á n e a o las modas sobre temas de exposición.
Otro aspecto que hay que considerar tiene que ver con las urgencias históricas
del conservacionismo. Las memorias de los supervivientes del Holocausto o de la
Guerra G i v i l española, los recuerdos y las vivencias de los vecinos de un barrio mar-
ginal que está a punto de ser arrasado para construir un nuevo distrito de negocios,
o las instalaciones y maquinaria de una rama de la p r o d u c c i ó n devenida obsoleta en
pocos años, exigen una atención inmediata para impedir que todo un pattimonio no
se pierda para siempre, atención que a menudo los museos no pueden proporcionar.
L a o b t e n c i ó n de un conocimiento sólido sobre un objeto o una colección, o
sobre las relaciones entre los objetos que presumimos, conforman un grupo o una
colección, implica habitualmente un lento y petsistente trabajo documental y biblio-
gtáfico, y a veces arduos trabajos de laboratorio. E n el laboratorio, el análisis impli-
ca a menudo manipular el objeto, limpiarlo y, en ocasiones, separar las partes e inda-
gar en los materiales. H a y que aventurar el momento de su manufactura y establecer
los procedimientos de la misma. H a y que asegurarse de que no se trata de una copia
ni de una falsificación. H a y que confirmar o desmentir una autoría. A veces el tra-
bajo puede requerir la a m p u t a c i ó n del bien o su posible destrucción. Normalmente
142 Parte I: E l museo y sus estructuras
Métodos de adquisición
Los bienes del patrimonio valen por lo que son en sí mismos (por la importancia
que les ototgamos per se) y por la i n f o r m a c i ó n asociada a ellos de que se dispone
en cada momento. Cuando un museo registra por primera vez un objeto recupe-
rado del pasado, le está dando carta de naturaleza como bien patrimonial, y cuan-
do reúne, conserva e incrementa la i n f o r m a c i ó n de que dispone de dicho artículo,
está a ñ a d i e n d o valor al objeto. L a infotmación asociada a un objeto de museo, tan-
to la inherente al mismo, la que viene del pasado con el objeto - s u biografía par-
ticular-, como la nueva i n f o r m a c i ó n que se logre obtener e incorporar, constitu-
yen un d e p ó s i t o de conocimientos que nutre y revaloriza la d o c u m e n t a c i ó n sobte
otros objetos, sobre colecciones enteras y sobre el conjunto del patrimonio cultu-
ral universal. Si sumar resulta tan positivo para el patrimonio, perder información
sobre cualquier objeto es irreparable. Se c o m p r e n d e r á que cualquier pieza de museo
pierda gran parte de su valor si se desconoce de d ó n d e procede, c u á n d o fue reali-
zado o q u é puede significar.
E l sistema de d o c u m e n t a c i ó n de un museo es su memoria. C o m o decían Rosa
Wl:-^ Montserrat, Eulalia Morral y Eduard Porta (1982: 15), "mucho después de que
los responsables de la institución hayan desaparecido, que los donantes no estén o
146 Parte I: El museo y sus estructuras
que los conservadores se hayan jubilado, los documentos del museo seguirán hablan-
do". L a esencia, pues, de la función de documentar es el acopio de información sobre
los objetos de las colecciones de un museo y sobre las transacciones y actividades que
les afectan en su trayectoria particular, y su correcto manejo. Sin d o c u m e n t a c i ó n no
se podría garantizar la protección de las colecciones (pot desconocimiento de los fon-
dos custodiados), no podría haber exposiciones ni publicaciones (desconocimiento
del valor de los objetos), ni se p o d r í a n desarrollar programas educativos (desconoci-
miento de las posibilidades de uso de los objetos).
Toda la información que necesitamos saber sobre los objetos se almacena en docu-
mentos en soporte papel o en soporte informático, clasificados según archivos diver-
so, que llamamos catálogos. Su tenor puede variar sensiblemente de un museo a otro
y de un país a otro, aun cuando existen unos ptocesos y unos procedimientos de
d o c u m e n t a c i ó n , teconocidos por la profesión como básicos, que todos los museos
deberían manejar y que se explicarán mejor más adelante.
Toda la información que hay que gestionar sobre un objeto de museo tiene su ori-
gen en fuentes que pueden ser muy diversas: el propio responsable de la documenta-
ción, un conservador, un investigador externo, un donante, un fabricante, un vende-
dor, un antiguo propietario, etc. E l departamento de documentación de los museos es
el encargado de reunir esta información, transcribirla o procesarla, clasificarla y con-
servarla, al mismo nivel que conserva y preserva de d a ñ o las propias colecciones.
Los museos actuales no sólo almacenan información sobre las colecciones sino
que t a m b i é n la divulgan. Ello convierte a la gestión de la información en una pieza
estratégica de la vertiente pública del museo, con lo qtie el sistema de documenta-
ción cobra una importancia cada vez mayor. A l ponerse actualmente mayor énfasis
en facilitar el acceso a la información conservada, el sistema de d o c u m e n t a c i ó n ha
de considerar formas flexibles y rápidas de recuperar la información almacenada, lo
que técnicamente ya no constituye un problema, pues viene facilitado extraordina-
riamente por la informática y la tecnología digital. E n cualquier caso, el acceso a la
información debe regularse, lo que ha de estar previsto en el documento de política
de documentación del museo. Personal del museo, investigadores acreditados y públi-
co en general, deberán poder contar, pues, con mecanismos de acceso a las coleccio-
nes que faciliten, con las precauciones debidas en relación al acceso a elementos con-
fidenciales de las mismas, toda posible consulta.
L a d o c u m e n t a c i ó n comprende tres funciones básicas:
• Registro.
• Catalogación.
• Seguimiento o control de movimientos de los objetos.
Estas funciones se llevan a cabo con la ayuda de una sistemática que permite orga-
nizar perfectamente los diversos tipos de documentos que contienen i n f o r m a c i ó n
sobre los objetos y recabar de los mismos la información pertinente en cada opera-
El museo como conservador 147
6.2.1. Resistro
Todo objeto que ingresa en un museo debe ser registrado inmediatamente, es decir,
inscrito en un libro de registro (o en un registro informatizado), añadiendo a la entra-
da una información básica sobre el objeto, y asignándole un número de orden corre-
lativo. Mediante esta formalidad los objetos son reconocidos, identificados y admi-
tidos a cargo. Los objetos que ingresan en los museos lo pueden hacer en régimen de
propiedad (adquisición) o en régimen de custodia temporal (depósitos y ptéstamos);
por tanto, en el registro deberá consignarse esta eventualidad (o en todo caso, dispo-
ner de un registro doble). Según varios autores, es conveniente que el n ú m e r o de
orden asignado en el ingreso se convierta en el definitivo código de identificación
del objeto, es decir, en número de inventario. E l número de inventario p e r m i t i r á en
todo momento asociar a la pieza toda la d o c u m e n t a c i ó n , conservada en archivo, que
se vaya generando acerca de ella (pólizas de seguros, negativos fotográficos, cartas,
informes de estado de conservación...). Este código deberá marcarse en cada objeto
al efecto de conferirle esta identidad única, indeleble y permanente que se persigue,
además de permitir su identificación inmediata. Los procedimientos de mareaje han
variado mucho con el tiempo, existiendo hoy día técnicas avanzadas que permiten
un mareaje invisible a simple vista.
E l libro de registro t a m b i é n consigna las bajas de los objetos. Éstas se deben a la
finalización de la custodia temporal o a la cesión y retirada definitiva del objeto del
museo, con la debida transferencia de la propiedad si la cesión beneficia a terceros
(véase anteriormente en adquisiciones y la referencia correspondiente en ética pro-
fesional).
Las colecciones se documentan como se ve, con arreglo a criterios y procedi-
mientos profesionales c o m ú n m e n t e admitidos por la profesión. E l I C O M , a tra-
vés de su c o m i t é internacional C I D O C , y otras organizaciones han fijado unos
criterios m í n i m o s para las distintas operaciones de la d o c u m e n t a c i ó n . Para el regis-
148 Parte I: E l museo y sus estructuras
Catalogar significa documentar a fondo cada objeto ingresado con el fin de crear una
base de conocimiento necesaria para determinar el valor y significado de cada obje-
to y establecer el lugar que le corresponde dentro del conjunto de la creación cultu-
ral. E n este sentido es un trabajo que nunca se puede dar por acabado por cuanto
siempre puede aparecer i n f o r m a c i ó n nueva sobre un objeto, fruto del azar, la pes-
quisa o el estudio. Los conservadores del museo son los especialistas más adecuados
para realizar esta tarea. Sin embargo, para poder iniciarla hace falta el trabajo previo
del responsable de la d o c u m e n t a c i ó n que es quien probablemente dará inicio a la
fase de catalogación, con la incorporación de los datos m á s básicos disponibles sobte
el objeto en una ficha de inventario.
E n la ficha de inventario los campos de información o atributos que cubrir varían
mucho dependiendo del tipo de museo y de la disciplina desde la que se contempla
el objeto. Las fichas destinadas a objetos de arte por ejemplo, insisten en aspectos
como técnica, escuela o exposiciones, que tienen poco sentido para otro tipo de artícu-
los. Los museos de ciencias naturales requieren datos que son específicos de su domi-
nio. E l listado de campos siguiente recoge el tipo de información m í n i m a que nor-
malmente ptecisan la mayoría de los museos de arte, historia, técnica, arqueología y
etnografía en esta fase del proceso de d o c u m e n t a c i ó n :
1. N ú m e r o de inventario.
2. Fotografías.
3. Nombre del objeto.
4. Clasificación genérica.
5. Descripción.
6. Medidas.
7. Autoría.
8. Cronología.
El museo como conservador 149
9. Estado de conservación.
10. Restauraciones.
11. Localización.
12. Forma de ingreso.
13. Fuente de ingreso.
14. Fecha de ingreso.
15. Procedencia.
16. Causa de baja.
17. Fecha de baja.
18. Valoración económica.
19. Bibliografía.
20. Observaciones.
6.2.3. Seguimiento
L a localización en todo momento de los objetos de las colecciones dentro y fuera del
museo y el control del movimiento de estos objetos por parte del responsable de la
d o c u m e n t a c i ó n , es vital a efectos de una correcta gestión de las colecciones. Existen
procedimientos bien establecidos acerca de la forma de abordar la salida o la entra-
da de objetos temporalmente, lo que facilita la gestión de los préstamos de obra para
exposiciones. Pero la función de seguimiento es de una importancia clave t a m b i é n
en relación a los objetivos de conservación y acceso de las colecciones. Por ello, cada
vez más, el responsable del registro controla los almacenes y las áreas de carga y des-
carga, supervisa los traslados de fondos y participa en la planificación y organización
de exposiciones. E l mantenimiento del inventario al día es parte de las labores pro-
pias de seguimiento, c o m p l e m e n t á n d o s e este trabajo de control con unas oportunas
inspecciones oculares realizadas de la forma más sistemática posible en salas, alma-
cenes y talleres.
150 Parte I: El museo y sus estructuras
Glosario
• Libro de registro: documento en el que se anotan las altas y las bajas de todos
los objetos de un museo en el momento en que se producen.
• Número de inventario: código n u m é r i c o (normalmente) sobre el que se fun-
damenta todo el sistema de registro y d o c u m e n t a c i ó n de un museo.
• Ficha de inventario: documento que recoge información característica de cada
objeto adquirido por el museo.
• Inventario: lista de los objetos de una colección a efectos de su seguimiento y
control.
• Catálogo: colección de fichas o base de datos que organiza, según una deter-
minada categoría, la información disponible sobre las colecciones.
• Thesaurus: colección de términos autorizados que recoge el vocabulario preci-
so que hay que emplear en la descripción de los objetos que documentan en
la realización de los inventarios y en la recuperación de información sobre los
objetos documentados.
Publicación Correspondencia
Agradecimiento Archivo
Aceptación
Aceptación
o. Factura/recibo Informe
S.
Ingreso
1 ~
•5; .§
Libro de registro
Investigaciones
O + Información externa
Catálogos
Muchas colecciones están formadas por objetos muy distintos, particularmente las
colecciones históricas, y aún mayor es la gama de compuestos o elementos qtie pueden
formar parte de estos objetos. Metal, marfil, textiles, cuero o madera son típicos mate-
riales que reaccionan de muy distinto modo a los factores ambientales, siendo los que
más contribuyen en general a la degradación de los objetos los siguientes:
1. L a luz
L a luz, sea la solar (luz natural) o la que emite un tubo fluorescente o tma lám-
para incandescente (luz artificial), tiene efectos dañinos sobre una buena parte de los
objetos típicos de museo, particulatmente los formados por materiales orgánicos
como los textiles, el papel o la piel. Son especialmente sensibles objetos como el papel
pintado, la fotografía en color o la pintura a la acuarela. Pigmentos, tintes, tintas,
lacas y barnices pierden r á p i d a m e n t e sus propiedades al ser afectados por la radia-
ción lumínica.
Las fuentes de radiación como el sol dan la gama de los colores del arco iris (gama
visible) en función de su longitud de onda, que va de la más corta, el color violeta,
a la m á s larga, el color rojo. Por debajo del violeta, ocupando las franjas de longitud
de onda m á s cortas, existe la radiación ultravioleta ( U V ) , invisible al ojo humano.
Por encima del rojo, las radiaciones de onda más larga, llamadas infrarrojas ( I R ) , tam-
poco se ven, aunque nuestros sentidos las captan perfectamente puesto que produ-
cen calor.
Son dos factores ambientales íntimamente relacionados que dependen de las con-
diciones climáticas generales. L a temperatura ( T ) refleja el calor ambiente y se mide
en grados centígrados mediante un t e r m ó m e t r o . Los cambios bruscos de tempera-
tura no son buenos para la conservación de algunos objetos, sobre todo los que con-
tienen materiales orgánicos. Pero en el medio ambiente de un museo los cambios de
temperatura van siempre acompañados de cambios en el nivel de la humedad ambien-
te, lo que complica las cosas, puesto que las variaciones bruscas de la humedad pue-
den provocar efectos a ú n más nocivos. E l aumento de la temperatura y la humedad
combinados incrementa, por ejemplo, la capacidad de ciertos materiales de reaccio-
nar q u í m i c a m e n t e con otros y con el medio ambiente. T a m b i é n facilita la actividad
biológica de hongos y bacterias. Por ello, las fluctuaciones higrotérmicas (de hume-
156 Parte I: El museo y sus estructuras
3. L a c o n t a m i n a c i ó n
4. E l polvo
5. Las plagas
A) Almacenes visitables
B) Equipamiento
Los almacenes han de estar organizados para facilitar la accesibilidad a los fon-
dos a las personas autorizadas. Ello es crucial, puesto que se trata de encontrar lo que
se busca lo más rápidamente posible. U n a fotma de hacerlo es compartimentarlos en
unidades diferentes en función de los materiales (por ejemplo, objetos de cestetía,
de barro, piezas metálicas...) con el fin de minimizar los riesgos de deterioro ambien-
tal, puesto que en estos casos las condiciones de temperatura y humedad se ajustan
por unidad a las necesidades de los materiales albergados. Dentro de cada categoría
se clasifican a c o n t i n u a c i ó n por tipologías. H a y museos que prefieren, sin embargo,
clasificarlos por lugar de origen, cultura, yacimiento, etc. Cada unidad de almace-
namiento sea del nivel que sea, incluyendo el nivel m í n i m o de almacenamiento cons-
tituido por cajitas dispuestas en cajones, debe estar etiquetada de forma convenien-
te para informar de su contenido. Se trata no sólo de facilitar la localización de los
objetos, sino t a m b i é n de evitar manipular por error objetos que no se precisan.
Existe un mobiliario apropiado para almacenaje de colecciones de museo que se
comercializa sin problemas. U n a alternativa muy indicada para muchos tipos de colec-
ciones son los m ó d u l o s compactos de alta densidad, construidos en metal y monta-
dos sobre raíles, con sistemas de anclaje y cierre muy seguros. Estos m ó d u l o s son
muy aislantes (crean su propio microclima y no dejan entrar el polvo), por lo que
previenen determinados problemas ambientales si es que faltan equipos de climati-
zación sofisticados. E l mercado proporciona t a m b i é n estantes específicamente dise-
ñados para guardar determinado tipo de objetos como cuadros, alfombras o grandes
tapices.
L a estabilidad ambiental de los almacenes se puede conseguir de diversas mane-
ras ahondando en la idea de la estanqueidad, aun cuando la alternativa m á s avanza-
El museo como conservador 161
6.3.3. Restauración
Figura 6.3. Vitrina del almacén visitable del Museo de la Prehistoria de Piona. Odense.
(Fotografía de Josep Ballart Hernández.)