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Celulosa Bacteriana

Research · November 2015


DOI: 10.13140/RG.2.1.4462.2801

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3 authors:

Sara Santos Jose Maria Carbajo


CIFOR-INIA Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria
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Juan Carlos Villar


Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria
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CELULOSA BACTERIANA
Sara M. Santos, José M. Carbajo, J. Carlos Villar1

La celulosa no es sólo el componente mayoritario de la biomasa de las plantas, sino que


también la producen otros organismos como algas marinas y organismos procariotas. En los últimos
años la celulosa de origen bacteriano (Celulosa Bacteriana, CB) ha ganado importancia debido a sus
extraordinarias propiedades. La CB es un polímero extracelular insoluble, que es producido por varias
especies de bacterias, como las pertenecientes a los géneros Acetobacter, Rhizobium, Agrobacterium
y Sarcina (Jonas y Farah, 1998).
El género Acetobacter engloba un grupo de bacterias con habilidad para oxidar azúcares y etanol
generando ácido acético. Entre los productores más eficaces de celulosa figuran A. xylinum, A. hansenii
y A. pasteurianus. De entre ellos A. xylinum se ha tomado como organismo modelo para los estudios
básicos y aplicados sobre CB, debido a su habilidad para producir, partiendo de diversas fuentes de
carbono, altos niveles del polímero como producto primario de su metabolismo. Posteriormente esta
especie fue reclasificada e incluida en el nuevo género Gluconacetobacter como Gluconacetobacter
xylinus (Yamada et al., 1998), mientras que su cepa G. xylinus BPR2001, de alta capacidad para
producir celulosa (Toyosaki et al., 1995), fue considerada una especie diferente y renombrada
Gluconacetobacter sucrofermentans (Cleenwerck et al., 2010). Entre sus hábitats naturales se incluyen
frutas y verduras en descomposición, zumos y disoluciones alcohólicas (Franke-Whittle et al., 2005).
La estructura molecular de la celulosa que sintetiza G. sucrofermentans es idéntica a la de la celulosa
vegetal, sin embargo, y a diferencia de ésta, la CB se halla en la naturaleza con un elevado grado de
pureza, libre de lignina, hemicelulosas y pectinas (Bielecki et al., 2002). Otra importante diferencia se
encuentra en su estructura, que la confiere propiedades físico-químicas que la distinguen de la celulosa
vegetal, como su elevada cristalinidad, durabilidad, resistencia mecánica, moldeabilidad y
biocompatibilidad (Klemm et al., 2001). Gracias a esas propiedades, resultado de una estructura
reticulada ultrafina, la CB ha encontrado numerosas aplicaciones en biotecnología, microbiología y
ciencia de los materiales.
Aunque Brown ya en 1886 observó la síntesis de un material gelatinoso extracelular por G. xylinus
(Yunoki et al., 2004), no fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando se empezaron a efectuar
ensayos más sistemáticos sobre CB. Hestrin y Schramm (1954) probaron que tras ser liofilizadas,
células de A. xylinum sintetizaban celulosa en presencia de glucosa y de oxígeno. Posteriormente
Colvin (1957) detectó esta síntesis en muestras que contenían extractos de células de G. xylinus,
glucosa y ATP. Actualmente los estudios sobre CB y sobre las bacterias productoras se han ampliado
considerablemente, y hoy se dispone de numerosos estudios que han dado a conocer aspectos como
la forma de crecimiento de la CB, su estructura y propiedades, las condiciones más favorables para su

1
Laboratorios de Celulosa y Papel. INIA-CIFOR. Ctra. de La Coruña Km 7; 28040 Madrid. España
villar@inia.es

1
producción o las aplicaciones que se han propuesto en diversos ámbitos. Este trabajo resume lo más
destacado del conocimiento actual sobre celulosa bacteriana.

Funciones fisiológicas
En sus hábitats naturales, muchos microorganismos sintetizan polisacáridos extracelulares que
envuelven sus células. G. sucrofermentans es capaz de producir CB sobre medios líquidos y sólidos
con la misión fundamental de protección mecánica, química y biológica. Las células productoras de
celulosa quedan así atrapadas en la red del polímero, que forma una película sobre la superficie del
medio, permitiendo al organismo obtener con mayor facilidad el oxígeno necesario para su crecimiento
(Ross et al., 1991). La CB es también responsable de la adherencia de las células a las superficies y
facilita el suministro de nutrientes por difusión a través de ella (Costerton et al., 1999). La viscosidad y
naturaleza hidrofílica que muestra la CB durante su formación, hacen que incremente la resistencia del
microorganismo productor frente a cambios desfavorables como descenso en el contenido de agua,
variaciones de pH, aparición de sustancias tóxicas, organismos patógenos, etc., y aporta también
protección frente a la radiación UV (Koo et al., 1998). Se ha propuesto que la CB sintetizada por G.
sucrofermentans desempeña, además, el papel de almacén de alimento, que el microorganismo podría
utilizar en caso de necesidad. La presencia de exo- y endo-glucanasas en el caldo de cultivo de algunas
fermentaciones apoyarían esta suposición (Bielecki et al., 2002).

Crecimiento, estructura y características de la celulosa bacteriana


Aunque la celulosa bacteriana es químicamente idéntica a la celulosa vegetal, polímero lineal cuya
unidad estructural es la molécula de celobiosa, presenta diferencias significativas respecto a su
conformación estructural y propiedades físicas (Keshk et al., 2006). Además, en el caso de la CB, su
macro-estructura es también dependiente de las condiciones de cultivo (Yamanaka et al., 2000). Así,
en cultivo estático se genera una película en la interfase aire/líquido del medio, mientras que un cultivo
agitado da lugar a una dispersión en el líquido de glomérulos de celulosa.
Las cadenas de celulosa surgen de los poros alineados de la célula bacteriana y forman subfibrillas de
aproximadamente 1,5 nm de ancho que cristalizan en microfibrillas en el medio de cultivo (Jonas y
Farah, 1998). Estas microfibrillas se agrupan en paquetes, y estos últimos en cintas o fibras (Yamanaka
et al., 2000) que, según estos autores, tienen unas dimensiones de 4 nm de espesor x 117 nm de
anchura, mientras que Zaar (1977) estima que su longitud puede alcanzar 20 µm. Durante el
crecimiento bacteriano se generan nuevos focos de producción de CB que ensanchan estas fibras. En
el momento de la mitosis celular, esos sitios de producción de CB se reparten entre las dos células
hijas, lo que también incrementa el ancho de la fibra. La geometría de estas fibras no es, por tanto,
lineal sino que contiene “puntos de ramificación de tres vías” a lo largo de su longitud ocasionados por
la bifurcación debida a la mitosis celular. Estas cintas de CB recién generadas van girando en el medio
y se entrelazan con cintas producidas por otras células para formar una capa gelatinosa (Brown, 1996).
A su vez, las capas se disponen paralelamente y las contiguas se unen entre ellas tanto por enlaces
de hidrógeno (Brett, 2000) como por fuerzas de Van der Waals. Cuando se elimina el agua existente
entre las capas, se forman nuevos enlaces entre los grupos hidroxilo de capas adyacentes y se forma

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una lámina donde la cristalinidad es superior al 60% (Colvin y Leppard, 1977). Al final de este proceso
el material se ha convertido en una estructura reticulada, con un elevado número de enlaces
intramoleculares que proporcionan una elevada resistencia mecánica en seco y en húmedo (Jonas y
Farah, 1998) y donde el grado de polimerización puede oscilar entre 16.000 y 20.000 unidades
(Watanabe et al., 1998b), frente al de la celulosa vegetal, que se aproxima a las 15.000 unidades en la
celulosa de algodón.
El diámetro de las microfibrillas de CB, más pequeño que en el caso de las fibras vegetales, hace que
la CB hidratada sea mucho más porosa. La presencia de estos poros y túneles dentro de la película
hidratada da como resultado una estructura fibrosa hinchada, con valores de retención de agua del
1000%, frente al 60% en la celulosa vegetal. Esta elevada capacidad de retención de agua determina
muchas de sus aplicaciones. Así, por ejemplo, facilita la transmisión de antibióticos u otras sustancias,
mientras que el polímero es una eficiente barrera física contra infecciones externas. Una vez purificada,
la celulosa bacteriana es metabólicamente inerte, no tóxica, no alergénica, biocompatible y
biodegradable (Duvey y Saxena, 2002). Otras características de la CB en comparación con las de la
celulosa vegetal aparecen descritas en la tabla 1.

Característica Celulosa Bacteriana Celulosa Vegetal

Pino:
70-80 nm Yamanaka et al.
3,0-7,5*10-2 mm Bielecki et al. 2002
Dimensiones de las 1989
cadenas
Abedul:
133 nm Bielecki et al. 2002 Bielecki et al. 2002
1,4-4,0*10-2 mm

Grado de 16.000- Bielecki et al. 2002 13.000-14.000 Bielecki et al. 2002


polimerización 20.000

Módulo de Young Yamanaka et al. Yamanaka et al.


4,9 Algodón: 0,085
(KPa) 1989 1989

Temperatura de 200-270 Yamanaka et al. Yamanaka et al.


Algodón: 150
degradación (ºC) 1989 1989

Tabla 1. Comparación entre Celulosa Bacteriana y Celulosa Vegetal

Producción de celulosa bacteriana


Los estudios recientes sobre el mecanismo de síntesis de CB, su estructura y propiedades, han puesto
de manifiesto que su producción depende estrechamente del método de cultivo (estático o agitado), de
las fuentes de carbono y de nitrógeno, del pH y de la temperatura. Schramm y Hestrin (1954) realizaron,
a mediados del siglo pasado, uno de los primeros trabajos sobre CB en el que concluyeron que su
producción depende de la disponibilidad de oxígeno, tanto para cultivo estático como agitado.

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Comprobaron que bajo una atmósfera de nitrógeno no se producían cantidades significativas de CB
mientras que con aire enriquecido en oxígeno la producción alcanzaba máximos. Desarrollaron también
un medio de cultivo que, aún hoy, sigue usándose y que es referencia para estudios sobre CB. La
composición de este medio (conocido como medio HS) es glucosa 2% (p/v), peptona 0,5%, extracto de
levadura 0,5%, fosfato disódico 0,27%, y ácido cítrico 0,115%.
El medio de cultivo utilizado para el crecimiento de la bacteria y para la producción de celulosa debe
de contener carbono, nitrógeno y otros macro y micro nutrientes. Se han ensayado diferentes tipos de
fuentes de carbono (mono y oligosacáridos, alcoholes o ácidos) para maximizar la producción de CB
con distintas cepas de G. xylinum. Así, para la cepa de G.xylinus ATCC 53524 los rendimientos de CB
son más altos con sacarosa y glicerol (Mikkelsen et al., 2009). La sacarosa también dio el mejor
resultado para Acetobacter sp. 4B-2 (Pourramezan et al., 2009) y el glicerol para G. xylinus ATCC
10245 (Kesh y Sameshima, 2005); mientras que la glucosa es la mejor fuente de carbono hallada para
Acetobacter lovaniensis HBB5 (Çoban y Biyik, 2011).
La producción de CB también puede mejorarse con una elección adecuada de la fuente de nitrógeno.
Así, Coban y Biyik (2011) seleccionaron el extracto de levadura para la producción de CB por
Acetobacter lovaniensis HBB5, mientras que Tsuchida y Yoshinaga (1997) y Rani y Appaiah (2011)
comprobaron que el extracto de maíz es eficaz para G. sucrofermentans y para G. hansenii UAC09,
respectivamente.
El efecto combinado de las fuentes de carbono y nitrógeno en la producción de CB ha sido menos
estudiado. Ramana et al., (2000) propusieron distintas combinaciones para producir CB con A. xylinum
y las mejores opciones fueron usar sacarosa o manitol como fuente de carbono y peptona y el
hidrolizado de caseína como fuente de nitrógeno (frente al sulfato de amonio y la harina de soja).
Naritomi et al. (1998) observaron que un suplemento de un 1% de etanol a un medio que contenga
fructosa incrementa la producción de CB por G. sucrofermentans BPR3001A. El estudio sugiere que el
etanol actúa como fuente de energía para la generación de ATP, incrementando así la producción de
CB. Resultados similares se encuentran en estudios con G. hansenii, (Park et al., 2003) y con A. xylinum
ATCC 10245 (Yunoki et al., 2004). Un porcentaje de etanol en exceso inhibe el crecimiento celular y
reduce la generación de CB (Naritomi et al., 1998; Park et al., 2003).
De los estudios anteriores se desprende que no hay un patrón evidente de comportamiento que permita
seleccionar de antemano las fuentes de carbono y nitrógeno para una cepa dada. Además, en la
mayoría de los estudios el criterio de selección ha sido la tasa de producción de CB, sin tener en cuenta
el uso previsto. Y como la CB ha mostrado resultados prometedores en áreas tan diversas como la
medicina o la ciencia de los materiales, el criterio de calidad también debe ser incorporado a la
selección. Por ejemplo, en el área de restauración de papeles, parámetros tales como la resistencia
mecánica, la blancura o el envejecimiento deben ser considerados. Santos et al. (2013) optimizaron las
fuentes de carbono y nitrógeno para la producción de láminas de CB para dicho uso, y evaluaron el
efecto en ellas de un aporte del 1% de etanol (fig. 1). Algunos estudios han comprobado las propiedades
mecánicas del papel hecho mezclando un pequeño porcentaje de CB con celulosa vegetal (Surma-
Slusarska et al., 2008; Basta y El-Saied, 2009; Gao et al., 2011), pero hay pocos estudios sobre papel
hecho exclusivamente de CB (Yamanaka et al., 1989; Gea et al., 2011).

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Figura 1. Efecto de la adición de etanol (matraz derecho) en la producción de CB.

Para la mayoría de las especies, los valores óptimos de pH del cultivo se sitúan entre 4 y 8, con la
mayor eficacia localizada a un pH próximo a 6,5 (Son et al., 2001; Çoban y Biyik, 2011). El control del
pH es especialmente importante en cultivos estáticos, para evitar la acumulación de ácidos glucónico,
acético o láctico, que disminuirían en exceso el pH. Las temperaturas más adecuadas para el cultivo
se sitúan en el intervalo 28 - 30ºC (Son et al., 2001).
La elección de la técnica de cultivo depende del uso que se vaya a dar a la CB. En cultivo estático la
celulosa se acumula formando una película en la superficie del medio de cultivo. En un primer momento
el microorganismo incrementa su población consumiendo el oxígeno disuelto en el medio de cultivo, a
la vez que las bacterias comienzan a sintetizar celulosa. Con el progreso de la fermentación aumenta
el espesor de la membrana mediante la incorporación de nuevas capas de CB que se enlazan entre sí
(Klemm et al., 2001). Cuando se agota el oxígeno disuelto en el medio, sólo las bacterias que se
encuentran en las inmediaciones de la interfase aire/medio de cultivo pueden mantener su actividad
productora, mientras que las bacterias que permanecen en la fase líquida se encuentran en un estado
de letargo, aunque pueden ser reactivadas y usadas como inóculo en una fermentación posterior.
Klemm et al., (2001) postularon la existencia de tres zonas en la celulosa generada: superficial,
intermedia e inferior. La zona inferior es la que primero se ha producido, y donde la densidad de celulosa
es menor, ya que la producción está asociada al crecimiento celular (bajo en los primeros días de
cultivo). La zona media tiene una mayor población bacteriana y mayor densidad de la celulosa. La zona
superficial se caracteriza por ser una estructura compacta y con alta población bacteriana.
El inconveniente de los cultivos estáticos es que requieren tiempos largos de fermentación y una gran
área superficial, por lo que no resultan prácticos para producciones a gran escala. No obstante la CB
obtenida en cultivo estático da lugar a membranas con interés para su uso en ámbitos como la medicina
o las membranas de separación (Czaja et al., 2004; Chawla et al., 2009).
Las fermentaciones en cultivo agitado alcanzan mayores producciones que en cultivos estáticos y dan
lugar a pellets de celulosa o a aglomeraciones amorfas de las fibras, dependiendo del tipo de reactor
empleado. Dado que la producción de CB depende directamente del crecimiento de las bacterias, el
aporte de oxígeno aumenta la población celular y la producción, si bien un aporte excesivo causa una
pérdida de sustrato por oxidación y la consecuente disminución de productividad (Yamanaka et al.,
1989). Las turbulencias durante la generación de CB afectan negativamente a la polimerización y
cristalización de la celulosa, reduciendo la formación del polímero (Zuo et al., 2006), aunque puede

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controlarse optimizando la agitación y la aireación. Los cultivos agitados pueden realizarse por lotes o
en continuo, utilizándose reactores de tanque agitado o reactores “airlift”. El principal inconveniente con
los reactores de tanque agitado es la gran cantidad de energía que se necesita para mantener un buen
mezclado (Kouda et al., 1997). Otras configuraciones de reactores para el cultivo agitado han sido
estudiadas por Chao et al. (2000) con reactores de columna de burbujeo, y por Serafica et al. (2002)
con variantes de reactores de tambor rotatorio.
La celulosa obtenida tras la fermentación contiene impurezas tales como células y/o componentes del
medio de cultivo. Los métodos de lavado que se han probado están basados en tratamientos con álcali
(NaOH, KOH), ácidos orgánicos, dodecil sulfato de sodio (SDS) y Na2CO3, o lavados repetidos con
agua. Las etapas de purificación anteriores se pueden efectuar en distintos tiempos y pueden realizarse
solas o combinadas (Bielecki et al., 2005). El tratamiento con disoluciones alcalinas, tales como NaOH,
KOH o Na2CO3, a altas temperaturas se utiliza para lisar las células microbianas atrapadas en la CB.
Tras este tratamiento se debe lavar con agua destilada en repetidas ocasiones para eliminar los
materiales disueltos (fig. 2).

Figura 2. Lámina de CB antes (izda.) y después (dcha.) de su purificación con 1% NaOH.

El uso médico de la CB requiere procedimientos de purificación especiales para eliminar tanto las
células bacterianas como las toxinas. Uno de los protocolos más eficaces es procesar la capa de CB
entre hojas absorbentes para eliminar alrededor del 80% del agua, sumergirla después en NaOH al 3%
durante 12 horas (se repite tres veces) y después en disolución de HCl al 3%. Tras un prensado y
lavado con agua destilada, se esteriliza en autoclave mediante radiación con 60Co. Cuando la
purificación se hace por inmersión en NaOH, hay que tener en cuenta que puede causar la
transformación de la celulosa I en celulosa II, aunque Moigne y Navard (2010) indican que esto sólo
ocurre con concentraciones de NaOH por encima del 6%. Los efectos del tratamiento alcalino en las
propiedades mecánicas de la celulosa no están del todo esclarecidos. Para George et al. (2005a) un
tratamiento con NaOH 0,1 M disminuye las propiedades mecánicas en relación a las de la celulosa
nativa. Mientras que Nishi et al. (1990) consiguieron mejorar las propiedades mecánicas de la CB con
NaOH 1,25 M.

Aplicaciones

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La celulosa está siendo utilizada en un amplio abanico de aplicaciones comerciales, incluyendo textiles,
cosméticos y usos médicos, dando lugar a muchas patentes y ampliando el ámbito de investigación
para poder ser utilizada en nuevas áreas. Muchas investigaciones se han enfocado en el mecanismo
de síntesis del polímero así como en su estructura y en las propiedades que determinan su uso práctico
(Czaja et al., 2006; Park et al., 2010). Son destacables sus propiedades mecánicas tanto en seco como
en húmedo, porosidad, absorción de agua, biodegradación y excelente afinidad biológica (Shoda y
Sugano 2005). Además es moldeable, su área y espesor pueden ser hechos a medida según las
condiciones de cultivo y pueden hacerse modificaciones, relativamente sencillas, durante la biosíntesis
para regular propiedades como la elasticidad, resiliencia o índice de cristalinidad.

Alimentación
El uso más antiguo conocido de la celulosa bacteriana es el alimento filipino denominado “nata de
coco”. Debido a su textura y contenido en fibra se añade también a muchos alimentos dietéticos. Un
ejemplo específico es el producto llamado Cellulon, agente de carga usado como reductor de calorías
en ciertos alimentos. También se ha utilizado como aditivo en bebidas dietéticas en Japón desde 1992,
específicamente kombucha, un tipo de té. Se usa también como espesante, estabilizante y ligante en
muchos productos alimenticios (Thompson y Hamilton, 2001).

Medicina
En el campo de la medicina se han encontrado buena parte de las aplicaciones de la CB, una de ellas,
como sustituto temporal de la piel para el tratamiento de heridas, quemaduras, úlceras y abrasiones en
la epidermis (Czaja et al., 2007). Para dotarla de un mayor efecto antimicrobiano, Maneerung et al.,
(2008) desarrollaron un material compuesto de CB y nanopartículas de plata. Los estudios han
demostrado que las quemaduras tratadas con revestimientos de celulosa microbiana han curado más
rápido que los tratamientos tradicionales y dejando menos cicatrices. Las aplicaciones tópicas de CB
son efectivas debido a su capacidad de retención de agua, que proporciona una atmósfera húmeda en
el sitio de la lesión, mientras que la permeabilidad al vapor de agua permite despegarla bien de la herida
para ser eliminada. Se han patentado diversos productos, como XCell®, que se utiliza principalmente
para el tratamiento de heridas de úlceras venosas. Otros productos comerciales son Biofill® y
Gengiflex®, desarrollados como sustitutos temporales de la piel para cubrir heridas y en implantes
dentales (Fontana et al., 1990; Chawla, 2009).
Klemm et al. (2001) desarrollaron implantes vasculares para microcirugía gracias al diseño de un
reactor que permite obtener celulosa bacteriana en forma tubular. Estos implantes presentan buena
compatibilidad con los tejidos (Schumann et al., 2008). La capacidad para ser moldeada ha permitido
también su uso como reemplazo de estructuras para diferentes zonas, tales como el sistema
cardiovascular, el tracto digestivo, tracto urinario, o la tráquea. Una aplicación reciente ha sido como
vasos sanguíneos sintéticos. La CB se ha usado como soporte en ingeniería de tejidos, especialmente
para reparar tejido cartilaginoso. En los trabajos de Brackmann et al. (2010), y Nwe et al. (2010), el
soporte de celulosa presentó buena resistencia mecánica, además de permitir la proliferación de
queratocitos humanos y de conservar su viabilidad. Para reemplazo de tejido óseo se ha formado un

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material compuesto con hidroxiapatito (Zaborowska et al., 2010), y con alcohol polivinílico para
implantes de córnea, mostrando biocompatibilidad, y ausencia de necrosis en el tejido implantado
(Wang et al., 2010).

Electrónica
En el campo de la electrónica se han desarrollado membranas de CB con alta conductividad eléctrica
y dispositivos emisores de luz, incorporando para ello algunos metales en la estructura de la celulosa
(Legnani et al., 2008). Se han modificado algunas membranas con paladio y platino para ser utilizadas
en celdas de combustible (Sun et al., 2010). Otra aplicación comercial de la celulosa bacteriana son los
transductores acústicos, dada la gran resistencia mecánica que adquiere la celulosa después de ser
sometida a un tratamiento químico (Ciechańska et al., 2002). Debido a su alta velocidad sónica y baja
pérdida dinámica, la celulosa bacteriana se ha utilizado como una membrana o un filtro acústico en
altavoces y auriculares de alta fidelidad, como el comercializado por la Corporación Sony.

Membranas de separación
La CB puede emplearse para la separación de soluciones acuosas, en técnicas tales como filtración
molecular, ultrafiltración, diálisis, permeación con vapor y pervaporación (Shibazaki et al., 1993;
Sokolnicki et al., 2006).

Papel
Algunos estudios han evaluado las propiedades mecánicas del papel que se obtiene al añadir un
pequeño porcentaje de CB a las fibras de celulosa vegetal. Según Surma-Slusarska et al. (2008) este
tipo de papeles tienen mejores propiedades mecánicas que los fabricados exclusivamente con celulosa
vegetal. Así, si se efectúa la biosíntesis de CB en presencia de fibras vegetales aumenta la resistencia
a la tracción y al desgarro, lo mismo que cuando se añaden películas de CB desintegradas a pastas de
papel, o cuando se coloca una película de CB sobre una hoja de papel y se seca en un formador de
hojas de laboratorio. Gao et al., (2011) duplicaron los índices de desgarro y de estallido en un papel
cuando añadieron un 5% de CB a una formulación de pasta.
Según Pommet et al., (2008) cuando la biosíntesis de CB se realiza en presencia de fibras naturales,
la formación de esa CB se efectúa preferentemente alrededor de las fibras. En experiencias más
recientes, Santos et al. (2014) reforzaron papeles degradados mediante un proceso de laminación con
una capa de CB (fig. 3), observando interacción entre los dos tipos de celulosa en la región de contacto.
La CB, ordenada en forma más compacta que la estructura de fibras vegetales tiende haces de
microfibrillas que enlazan ambas celulosas.

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Figura 3. Depósito de capas de CB (izda.) sobre la superficie de un papel (dcha.).

La capacidad de refuerzo en los papeles ha permitido a Santos et al. (2014) proponer el uso de la CB
para restaurar documentos degradados. Reforzaron con éxito papel de libros deteriorados,
consiguiendo mejoras en las resistencias mecánicas que permanecen tras un proceso de
envejecimiento acelerado. Un aspecto importante de este material en restauración es la mayor
legibilidad que se obtuvo frente al de refuerzos con papel japonés de fibras de kozo (procedimiento
habitual en restauración). En la figura 4 se aprecia como en los papeles reforzados con CB las letras
se observan con mayor nitidez que las que están bajo la trama de fibras del papel japonés.

Original Reforzado con Reforzado con


CB Papel Japonés

Figura 4. Detalle de la legibilidad de las letras en papeles restaurados con CB y con papel japonés.
Referencias

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