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Esperanza en Cristo

Por el presidente M. Russell Ballard

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso
para vuestras almas.

“Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”.

Es la invitación del Salvador para todos a venir a Él,

Jesús desea que sepamos que Dios es un Padre Celestial amoroso.

Después de que el Señor fue sepultado Juan 20:19

“Y al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando las puertas cerradas donde los
discípulos estaban reunidos por miedo a los judíos, vino Jesús, y se puso en medio y les dijo: ¡Paz a
vosotros!”
Así como los antiguos discípulos hace casi dos mil años, es posible que muchos de nosotros en ocasiones también nos
sintamos solos.

Por ejemplo:

La pandemia del COVID ha ocasionado el aislamiento y soledad de muchas personas que podrían haberse sentido
solas.

A veces estamos tan abrumados en las pruebas que tenemos con nuestra familia en nuestro trabajo o en la escuela
que podemos llegar a sentir que estamos solos

Por causa de las dificultades que enfrentamos en la vida muchos parecen estar experimentando esa soledad y creo
que, para muchos, eso tal vez se deba a que no saben que Nuestro Padre Celestial nos ama y que todos
pertenecemos a Su familia eterna.

Cada uno de nosotros “es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales”.

¡Esa es nuestra identidad!

Tuve la oportunidad de vivir en otro país y cuando me preguntaban de donde era yo decía con gusto que era de
México…

Me gustaría que pensaran por ejemplo del lugar que son, o de sus antepasados de su origen y con mucho gozo
podríamos hablar de nuestro legado, cultura, de nuestras costumbres, inclusive de nuestra nacionalidad.

De la misma manera deberíamos sentirnos al saber que somos hijos de Padres Celestiales que provenimos de una
preexistencia en donde vivíamos como familia.

Saber que Dios nos ama y que somos sus hijos nos debe brindar consuelo y certeza.

Por ser hijos de Dios procreados como espíritus, todos tenemos un origen, una naturaleza y un potencial divinos.

El saber que pertenecemos a una familia celestial debe ser sumamente importante para nosotros

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“Tener un sentido de pertenencia es muy importante […]. Casi todos los aspectos de nuestra vida se articulan en
torno a la pertenencia a algo”. “La importancia del sentido de pertenencia no se puede disociar de nuestra salud física
y mental y especialmente de nuestra salud espiritual”.

Este sentido de identidad espiritual y cultural, amor y pertenencia puede inspirar esperanza y amor por Jesucristo.

Tal esperanza es esencial para superar la adversidad, fomentar la resiliencia y la fortaleza espirituales, y llegar a saber
que nuestro Padre Eterno nos ama y que somos Sus hijos y pertenecemos a Su familia.

Cuando tenemos esperanza en Cristo, llegamos a saber que a medida que hacemos y guardamos convenios sagrados,
nuestros deseos y sueños más preciados pueden cumplirse a través de Él.

Hermanos y hermanas que hacer cuando alguno de nosotros nos sintamos que estamos solos, que aun cuando
tengamos a nuestra familia o amigos alrededor de nosotros sintamos que estamos solos

Algunos se preguntan acerca de sus oportunidades y su lugar en el plan de Dios y en la Iglesia. Debemos entender
que la vida eterna es algo que debemos buscar cada día de nuestra vida, todos los miembros de la Iglesia restaurada
del Señor debemos tener siempre en mente que el orara cada día, al leer las escrituras cada día, hacer nuestra noche
de hogar, guardar el día de reposo, así como los demás mandamientos que Él nos ha dado, es con el fin de poder
volver a la presencia de nuestros Padres Celestiales e integrarnos nuevamente a nuestra familia ya como seres
exaltados.

En el discurso “Esperanza en Cristo” del Pdte. M. Russell Ballard de la conferencia general de abril pasado nos da
algunos consejos que debemos de recordar siempre que nos encontremos en esta situación de falta de pertenencia.

- Primero, las Escrituras y los profetas de los últimos días confirman que toda persona que sea fiel en
guardar los convenios del Evangelio tendrá la oportunidad de ser exaltada. El presidente Russell M.
Nelson enseñó: “En el debido tiempo del Señor, no se privará a Sus santos fieles de ninguna
bendición. El Señor juzgará y recompensará a cada persona según los deseos sinceros de su corazón,
así como por sus acciones”.
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- Segundo, no se han revelado el momento preciso ni la manera en que se otorgan las bendiciones de la
exaltación; no obstante, están garantizadas. El presidente Dallin H. Oaks explicó que algunas de las
circunstancias “de la vida terrenal se compensarán en el Milenio, que es el tiempo en que se cumplirá
todo lo que haya quedado incompleto en el gran plan de felicidad para todos los hijos de nuestro
Padre que sean dignos”.

Eso no significa que todas las bendiciones se posterguen hasta la llegada del Milenio; algunas ya se han
recibido y otras las seguiremos recibiendo hasta ese día.

- Tercero, esperar en el Señor significa obediencia continua y progreso espiritual hacia Él. En pocas
palabras perseverar hasta el fin.
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- Cuarto, Dios ofrece la vida eterna a todos Sus hijos. Todos aquellos que acepten el misericordioso
don del arrepentimiento del Salvador y vivan Sus mandamientos recibirán la vida eterna, aunque no
logren todas sus características y perfecciones en la vida terrenal. Quienes se arrepientan
experimentarán la disposición del Señor a perdonar tal como Él lo ha declarado: “Sí, y cuantas veces
mi pueblo se arrepienta, le perdonaré sus transgresiones contra mí”.
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- Quinto, nuestra confianza en estas certezas se afianza en nuestra fe en Jesucristo, por cuya gracia se
compensarán todas las cosas que pertenecen a la vida terrenal. Todas las bendiciones prometidas son
posibles gracias a Él, mediante Su expiación.

No olvidemos nunca que somos hijos de Dios, nuestro Padre Eterno, ahora y siempre. Y que como un padre amoroso
Él nos ama y siempre está atento a nosotros.

Los invito Hermanos a que cuando se sientan solos recuerden ese principio de pertenencia, que provenimos de un
lugar en donde nos encontrábamos como una gran familia y que somos hijos espirituales de Nuestro Padre Celestial y
que tenemos la oportunidad de poder regresar a nuestra gran familia en la presencia de Él.

Testimonio.

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