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Los principios del Evangelio no cambian. En relación con las lecciones publicadas
anteriormente, se han considerado las doctrinas de la Iglesia. Este texto actual no
es un intento de dar a los santos algo nuevo. Las ordenanzas del bautismo, la
imposición de manos, la ordenación, etc., son las mismas hoy en día que han
pasado por todas las generaciones desde el principio de los tiempos. Sin
embargo, es un hecho, como todo Santo de los Últimos Días puede decir, que estos
principios que nunca cambian son, en otro sentido, siempre nuevos. Todos los que
se deleitan en guardar los mandamientos del Señor deben regocijarse en cada
discusión de estos principios. Nunca se cansan de escucharlos. Sin embargo, los
sujetos viejos y familiares pueden vestirse con ropa nueva; no siempre deben
presentarse de la misma manera; y siempre es la aplicación de las verdades del
Evangelio en la vida humana lo que les da su significado vital. Se espera que el
estudio y la discusión de los principios aquí presentados inspiren a los Santos de
los Últimos Días a estar despiertos a sus privilegios y deberes, a vivir vidas más
dignas y a ser más valientes al servicio de Dios.
Introducción
Este libro es la compilación de una serie de discursos dados por el Élder Joseph
Fielding Smith sobre el tema de la genealogía. Fué publicado en 1946 por la
Sociedad Genealógica de Utah, cuyo presidente fué y es, el hermano Smith, un
miembro del Concilio de los Doce. Es uno de los libros más aclamados en la Iglesia,
para el beneficio del pueblo de habla española. Es dedicado, según el Élder Smith, a
todos aquellos quienes tienen interés en la redención de los vivos y muertos..
Abreviaciones
D. C. Doctrinas y Convenios.
J. H.—Diario de la Historia de la Iglesia.
J. D.—Diario de discursos.
D. H. C.—Historia Documental de la Iglesia.
Discourses-Discursos de Brigham Young.
Gos. Doc.—Doctrina del Evangelio, por Joseph F. Smith.
I. S.—Escrituras Inspiradas, revisadas por José Smith.
T. S.—Tiempos y Sazones.
R. S.—La Revista de la Sociedad de Socorro
Capítulo 1
Por lo cual nos gozamos de que seamos nosotros débiles, y de que vosotros seáis
fuertes; y aun oramos por vuestra perfección. —2 Cor.13:9.
Las palabras del Señor en su sermón del Monte, “Sed pues vosotros perfectos, aun
como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”, han servido como texto para
muchos sermones. Hemos sido informados que el significado es que nosotros, en
esta vida, debemos guardar cada ley cumplir con cada deber y así tratar de ser tan
perfectos en nuestra esfera como el Padre es en el suyo. Esto es muy bien, y es
verdad, pero, ¿abarca bastante? ¿Confinaba el Señor sus dichos a esta vida diaria
solamente? Por supuesto no podemos encontrar ninguna cosa en contra de esta
interpretación hasta donde llega, porque las escrituras sí nos inspiran hacia la
perfección en nuestras vidas mortales. Pablo, por ejemplo, dirigiéndose a los
profetas, evangelistas, pastores, y maestros, “para la perfección de los santos, para
la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe, y al conocimiento del hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo”. (Efesios 4:11-13). Además
dijo a los Santos en Corinto: ” Por tanto os escribo esto estando ausente, para no
ser severo cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me ha dado
para edificación, y no para destrucción. Por lo demás, hermanos, tened gozo,
sed perfectos, tened consolación, sed de un mismo sentir y vivid en paz; y el Dios
de paz y de caridad estará con vosotros.”. —(2 Cor. 13:10-11).
¿Pero limitaremos el significado de estas palabras de los discípulos del Señor a esta
vida solamente? A mí me gusta pensar de ellas en relación con otro dicho del
mismo sermón, porque a mí me parece que son íntimamente relacionados: “Más
buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todo lo demás os será
añadido”. La mayoría del género humano está buscando las cosas de esta vida en
vez del reino de Dios y su justicia, pero como miembros de la Iglesia es nuestro
deber prepararnos para la eternidad. Lo más cerca a la perfección que son nuestras
vidas aquí, lo más cerca a la perfección serán allí. Si hemos practicado principios de
perfección, y buscado la voluntad del padre aquí, lo encontraremos mucho menos
difícil continuar en el mismo sendero cuando pasamos más allá de esta esfera
mundana. Ahora, ¿cuál es el deber del hombre? El predicador dice: “El fin de todo
el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el
todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, el cual se hará sobre toda
cosa oculta, buena o mala. “(Eccle. 12: 13-14). Y el que escribió a los hebreos dice:
Progresión en la eternidad
El Presidente Brigham Young declaró que “cada hombre o mujer que tiene talento y
los esconde será llamado siervo negligente. Aumenta de día en día los recursos que
tuviere. A medida que tenemos capacidad para recibir, es nuestro deber obrar”.
También, dijo: “No cesaré de aprender mientras viva, ni cuando llegue al mundo de
los espíritus, sino allí aprenderé con más facilidad; y cuando de nuevo reciba mi
cuerpo, aprenderé mil veces más en mil veces menos tiempo; ni aun entonces
dejaré de aprender”. Agreguen a todas estas posibilidades sin límites el hecho de
que nuestro conocimiento anterior, lo cual nos fué quitado nos será regresado,
como enseñaba José F. Smith. (Véase Saturday Night Thought). Siendo esto el
caso, y no hay ningún pensamiento razonable para oponerlo, tendremos entonces
un abastecimiento maravilloso de información sobre el cual podemos edificar,
porque ¿quién puede saber cuánto tiempo estuvimos aprendiendo en la eternidad
ya paséela cuando anduvimos con Dios nuestro Padre?
Yo creo en un Dios que tiene poder para exaltar y glorificar todos aquellos que en él
crean y son fieles en servirle hasta el fin de sus vidas, porque esto los hace dioses,
aún los hijos de Dios, y en este sentido también hay muchos dioses, más para
nosotros hay solamente un Dios, y un Señor Jesucristo, un Salvador que vino en el
meridiano de los tiempos para redimir al mundo y a los hijos de los hombres del
pecado original que fue cometido por nuestros primeros padres, y llevar a cabo la
restauración de las cosas por su muerte y sufrimiento, abrir las puertas de vida y
salvación y la exaltación en la presencia del Padre y el Hijo a todos los que
creyeren, y para vivir con ellos para siempre jamás.— Discourses 1.31-2.
Por medio de revelación a José Smith, el Señor enseñó a los santos a continuar en
la oración y ayunos. —
Para que esto pudiera llevarse a cabo lo mejor posible, los santos fueron mandados
a construir una casa y tener sus asambleas solemnes donde podrían aprender de las
cosas del reino. El Señor dice además:
Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro
palabras de sabiduría; sí, buscad palabras de sabiduría de los mejores libros;
buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe.
Organizaos; preparad todo lo que fuere necesario; y estableced una casa, sí, una
casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de instrucción, una
casa de gloria, una casa de orden, una casa de Dios;.— Doc. Con. 88:118-119.
Toda esta instrucción nos es dada para ayudarnos a llegar a ser perfectos, y los
santos además fueron instruidos a cesar de todas las conversaciones livianas toda
risa ruidosa, de todos los deseos de concupiscencia, de todo orgullo y frivolidad y
de todos los hechos malos. Deberían guardarse limpios moral, espiritual, y
físicamente, por medio de una observancia cabal de las leyes que les fueron dadas.
Así podrían ser santificados para morar en la presencia del Señor. Si pudiéramos
cumplir con todo esto, por cierto seríamos perfectos en nuestra propia esfera, y
llevaríamos a ese grado la ventaja hacia la perfección en el reino celestial.
Capítulo 2
Aunque es verdad que todos eventualmente tendremos que pasar por el misterio de
la tumba, “de donde ningún viajero puede regresar” como lo explica Lehi, sin
embargo, según las misericordias del Señor, sí tenemos una vista más brillante y
con más esperanza que la que es expresada por los que no están guiados por el
espíritu del evangelio.
Cuando Adán fué puesto sobre esta tierra todo su conocimiento anterior le fué
quitado. Sin embargo el Señor nos ha hecho saber que Adán vivió antes y tuvo
experiencias como Miguel, el gran príncipe, quien fué escogido para ser el primero
de la raza humana sobre esta tierra como el Anciano de Días. Nosotros, también,
tuvimos experiencia y vivimos en la presencia de Dios, donde anduvimos por vista.
Cuando venimos a este mundo, nosotros, en una manera semejante, olvidamos
todo y tuvimos que empezar de nuevo. En esta vida hemos de andar por fe, no por
vista, y las bendiciones de estar en la presencia del Señor nos son negadas.
“Mas he aquí, os digo que yo, Dios el Señor, les concedí, a Adán y a su posteridad,
que no muriesen, en cuanto a la muerte temporal, hasta que yo, Dios el Señor,
enviara ángeles para declararles el arrepentimiento y la redención mediante la
fe en el nombre de mi Hijo Unigénito.
Y así, yo, Dios el Señor, le señalé al hombre los días de su probación, para que por
su muerte natural se levantara en inmortalidad a la vida eterna, sí, aun cuantos
creyeren;
y los que no creyeren, a condenación eterna; porque no pueden ser redimidos de
su caída espiritual, debido a que no se arrepienten;”. —D.C. 29:42-44.
Había en un tiempo dos hermanos que fueron bendecidos por tener padres nobles.
Estos hijos fueron enseñados en principios de justicia y el padre les había
prometido que poseerían toda su herencia. Más el menor fue impaciente y dijo a su
padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me pertenece”, y les repartió la
hacienda. Unos cuantos días después el hijo menor juntó todas sus posesiones y se
fué a un país muy lejano, donde malgastó toda su herencia viviendo perdidamente.
Mientras duraban sus recursos encontró lo que a él le parecía amigos quienes le
ayudaban a gastar su dinero. Cuando todo se le había gastado, sus amigos también,
por supuesto, le dejaron. Entonces calló sobre la tierra un hambre terrible y el
joven insensato tuvo hambre, pero solo pudo encontrar trabajo dando de comer a
los marranos. “Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comían los
puercos; más nadie se las daba”. Cuando hubo sufrido severa y largamente,
habiendo tenido tiempo de comparar su condición con la de la casa de su padre,
donde los sirvientes tenían pan bastante y de sobra, dijo: “Me levantaré, e iré a mi
Padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo, y contra tí; ya no soy digno de ser
llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”.
Así aprendemos que hay regocijo en los cielos por cada pecador que se arrepienta;
más aquellos que permanecen fieles y no quebrantan ninguno de los
mandamientos, heredarán “todo lo que tiene el padre”, mientras aquellos que
posiblemente son hijos, más desperdician su herencia por medio de “vivir
perdidamente”, podrán regresar por medio de arrepentimiento a ser sirvientes,
mas no para heredar la exaltación como hijos.
Las escrituras nos dicen que la vida eterna —que es la vida que poseen nuestro
Padre eterno y su Hijo, Jesucristo, — es el don más grande de Dios. Lo recibirán
solamente aquellos que son limpios de todo pecado. Es prometido a aquellos que
“…vencen por la fe, y son sellados por el Santo Espíritu de la promesa, que el
Padre derrama sobre todos los que son justos y fieles. Estos son los que
constituyen la Iglesia del Primogénito. Son aquellos en cuyas manos el Padre ha
entregado todas las cosas;“. —D. C. 76:53-55.
Estos llegan a ser sacerdotes y reyes, hijos de Dios, y “todas las cosas son suyas,
sea vida o muerte, o cosas presentes o cosas futuras, todas son suyas, y ellos son
de Cristo y Cristo es de Dios. Y vencerán todas las cosas. —Ibid vs. 59,60.
Es muy evidente, entonces, que estas Rendiciones gloriosas de una herencia eterna,
por medio de la cual somos hijos de Dios y co-herederos de Cristo, poseyendo “todo
lo que tiene el Padre”, no vienen excepto por medio de la disposición de guardar los
mandamientos y aun sufrir con Cristo, si es necesario. En otras palabras, los
candidatos de vida eterna —el don más grande de Dios— son requeridos poner todo
lo que tienen sobre el altar, si fuere requerido, porque aun así, si fuesen requeridos
poner sus vidas por su causa, no podrían pagarle por las muchas bendiciones que
reciben y les son prometidas, basadas sobre la obediencia a la leyes y
mandamientos de Dios.
Capítulo 4
Inteligencias organizadas
Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él, este es
el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él: ¡Que vive!
Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es
el Unigénito del Padre;
que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus
habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios..—D. C. 76:22-24.
Porque son Creados los Mundos Estos mundos inmensos, muchos de los cuales son
muchos miles de veces más grandes en circunferencia que nuestro sol,
seguramente no fueron creados solamente para mostrar a los habitantes de este
mundo la gloria de Dios, pero cada uno, creemos confiadamente, en si mismo es el
centro y cuerpo gobernante de numerosos mundos con su vida abundante.
Alexander Pope, en su Essay on Man, ha declarado la verdad en estas palabras
poéticas:
Cuando Pope escribió sus líneas no sabía que ha habido entre los hombres mortales
algunos que han penetrado por medio de la vasta inmensidad del espacio para ver
“mundo tras mundo” y aprender de sus habitantes. Gracias a la misericordia del
Señor, tal ha sido el caso. Cuando el hombre débil empieza a hacer deducciones
acerca del universo y sus habitantes, basadas solamente en las experiencias a las
cuales nuestra vida mortal está sujeta, es seguro que hará errores. La ballena que
vive en el océano, si pudiera razonar, quizás se le podría oír decir que ninguna vida
podría existir afuera de las profundidades líquidas. Quizás oiría a la largartija decir
que ninguna criatura podría vivir excepto en las arenas abrasadoras del desierto. Si
llegáramos a la conclusión que toda criatura en este inmenso universo están sujetos
a las leyes de este mundo, estaríamos tan necios como la ballena o la lagartija.
El Señor mostró a Abraham los grandes cuerpos celestiales. Los vio en su gloria
girando por el espacio en orden perfecta. Algunos fueron puestos para gobernar,
otros para obedecer, pero había una interdependencia entre ellos. Fué enseñado
por el Maestro Divino a comprender sus tiempos y sus estaciones y el propósito de
su creación.
Y así como dejará de existir una tierra con sus cielos, así aparecerá otra; y no
tienen fin mis obras, ni tampoco mis palabras.
Porque, he aquí, esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y
la vida eterna del hombre.—Moisés 1:33, 37-39.
La inferencia es, en esta escritura, que el Señor creó estos mundos innumerables
con el propósito de poner sobre ellos sus hijos para que pudieran obtener,
eventualmente, la inmortalidad y la vida eterna, siendo esto su obra y su gloria.
Siendo esto la verdad, entonces es un error para el hombre decir que solamente hay
una parte infinitesimal del universo que es adecuada para la habitación del
hombre. Ni tampoco es cierto que la vida es solamente un producto accesorio del
universo como algunos hombres instruidos han dicho. Aprendemos
concluyentemente del pasaje en la sección 76, previamente citado, que los
habitantes de estos mundos innumerables son engendrados hijos e hijas para Dios.
Inteligencias Organizadas Antes Que el Mundo fuese Formado
El Privilegio de la Mortalidad
El Camino de la Vida
y con esto los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios
les mandare;.— Abraham 3:25.
El poeta Wordsworth obtuvo una mirada inspirada de esta doctrina eterna cuando
escribió lo siguiente:
Como dice el poeta, hay tiempos cuando breves recuerdos de estos días anteriores
vienen a nuestra mente, pero el Señor, por alguna razón buena, nos ha quitado la
memoria de ese mundo espiritual. En la presencia del Padre andábamos por la
vista. Confiábamos en él y aceptábamos sus consejos y regocijábamos de su
presencia y la presencia de su amado Hijo. “Y ahora, de cierto os digo”, dice nuestro
Redentor, “yo estuve en el principio con el Padre, y soy el Primogénito; y todos los
que por medio de mí son engendrados (i. e. quienes aceptan el evangelio), son
participantes de la gloria del mismo, y son la Iglesia del Primogénito. Todos los
espíritus de los hombres fueron inocentes en el principio; y habiendo Dios
redimido al hombre de la caída, el hombre vino a quedar de nuevo en su estado de
infancia, inocente delante de Dios. “—D. C. 93: 21-23, 38.
Por lo tanto, tuvo que venir un cambio. Las preparaciones fueron hechas por las
cuales podríamos pasar por esta probación mortal, recibir tabernáculos de carne
para que pudiéramos caminar hacia la perfección. Para llevar a cabo este cambio y
para darnos las bendiciones adicionales, era necesario que tuviéramos contacto con
el sufrimiento, la tentación y el pecado. En el mundo de los espíritus no podríamos
sufrir dolor físico ni comprender las varias condiciones que son peculiares a la vida
mortal. Para que pudiéramos obtener el conocimiento de estas cosas era necesario
experimentarlas. El Padre, por lo tanto, por medio de su Hijo, nos dio a conocer el
plan de salvación. El propósito completo de la existencia nos fué explicado en el
gran concilio que hubo en los cielos. Se nos informó que cuando viniéramos al
mundo actual tendríamos que sufrir los males de la mortalidad. Entre estos males
seríamos probados y tentados solamente aquellos quienes estuvieran dispuestos a
guardar los convenios del Señor —los cuales nos serían dados aquí— tendríamos el
privilegio de regresar otra vez a su presencia. Se nos dijo que muchos fracasarían
porque cederían al pecado y rechazarían los consejos del Padre, porque la
exaltación podría venir sólo a aquellos que lo merecieran. El libre albedrío nos sería
dado, y por lo tanto cada individuo tendría el privilegio de escoger por sí mismo si
guardaría los mandamientos del Señor o si se rebelaría y seguir el pecado. Sin
embargo, todos serían recompensados según sus obras y de acuerdo con esto
habrían de ser clasificados.
Se nos dice que en este grande concilio, cuando el plan fué presentado, nos
regocijamos, “y se regocijaban todos los hijos de Dios”. (Job 38:7) El Salvador, al
presentar el plan, dijo “a los que se hallaban con él: Descenderemos, pues hay
espacio allá, y tomaremos estos materiales, y haremos una tierra en donde éstos
puedan morar; y así los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor
su Dios les mandare. Y a los que guardaren su primer estado les será añadido; y
aquellos que no guardaren su primer estado no recibirán gloria en el mismo reino
con los que lo hayan guardado; y quienes guardaren su segundo estado, recibirán
aumento de gloria sobre sus cabezas para siempre jamás”. —Abraham 3:24-26.
De manera que el plan fué presentado, pero, tristemente, no fué aprobado por
todos los espíritus. Lucero, hijo de la mañana, quien tenía un cargo de mucha
importancia y responsabilidad, rehusó aceptar el plan. Isaías dice de él:
“¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! Derribado fuiste a tierra,
tú que debilitabas a las naciones.
Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo. Levantaré mi trono por encima de
las estrellas de Dios y me sentaré sobre el monte de la congregación, hacia los
lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré; seré semejante al Altísimo“.
—Isaías 14:12-14.
El Señor dio a Moisés un relato más detallado de esta rebelión. Cuando se dio a
conocer que el hombre caería y por lo tanto se necesitaría un Redentor. Y el Señor
dijo a Moisés:
Este mismo Lucero causó que la tercera parte de las huestes del cielo lo siguieran, y
él llegó a ser Perdición, y los que le siguieron son llamados hijos de Perdición
porque están en rebelión en contra del Padre y les es negado el privilegio de recibir
cuerpos porque no guardaron su primer estado. Judas ha escrito de ellos:
La Preparación Pre-mortal
Parece que una idea extraña prevalece en mucho del así llamado mundo Cristiano,
que los planes del Padre fueron frustrados por Satanás en la tentación de Adán que
llevó a cabo la caída del hombre. Ministros han escrito y hablado mucho sobre el
terrible pecado de la caída, y de como este mundo hubiera continuado, poblado con
millares de habitantes viviendo en paz y felicidad continua, si Adán no hubiese
transgredido.
Una creencia de esta clase parece muy extraña a todos los miembros de la Iglesia,
porque las Escrituras declaran que el Padre conocía el fin desde el principio:
Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos, porque yo soy Dios, y
no hay ningún otro; yo soy Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por
venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que
digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;.—Isaías 46:9-10.
No sólo fué planeado este mundo como un arquitecto hace los planes para su
edificio, sino su destino completo y el destino de sus habitantes fué considerado y
conocido por el gran Arquitecto antes de que las piedras de su cimiento fueran
colocadas. Nuestro Padre Eterno no estaba experimentando cuando fué creado este
mundo. No vino por la casualidad. No es la primera de sus creaciones. Millones y
millones de mundos como este habían sido creados antes que nuestro mundo
naciese. Cada paso fué tomado de acuerdo con el plan divino, y ese plan es un plan
eterno, el cual había sido usado en la creación de otros mundos incontables para el
nombre. En otros mundos el plan de salvación había sido dado. Aquí estamos
actuando en escenas familiares; escenas que son nuevas a todo hombre mortal,
pero que están bien conocidas por el Padre y también por el Hijo.— Véase Moisés
1:33, 37-38.
Era de acuerdo con el plan que esta tierra obedeciese la ley de un reino celestial,
que al fin llegase a ser, después de cumplir la medida de su creación, la morada de
seres celestiales. Ha sido fiel a su ley y el Señor ha dicho:
Y la redención del alma viene por medio de aquel que vivifica todas las cosas, en
cuyo seno se ha decretado que los pobres y los mansos de la tierra la heredarán.
Por lo tanto, es menester que sea santificada de toda injusticia, a fin de quedar
preparado para la gloria celestial.
Porque después de haber llenado la medida de su creación, será coronada de
gloria, aun con la presencia de Dios el Padre;
Para que los cuerpos que son del reino celestial puedan poseerla para siempre
jamás; porque, para este fin fué hecha y creada, y para este fin son ellos
santificados.—D. C. 88:17-20.
Así dice el Señor vuestro Dios, aun Jesucristo, el Gran Yo Soy, Alfa y Omega, el
principio y el fin, el mismo que contempló la ancha extensión de la eternidad y
todas las huestes seráficas del cielo, antes que el mundo fuese;
El mismo que conoce todas las cosas, porque las cosas están presentes ante mis
ojos.
Soy el mismo que hablé, y el mundo fué hecho, y todas las cosas se hicieron por
mi.—D. C. 38:1-3.
El Señor hizo una provisión por medio de la cual todos los hombres tendrían la
oportunidad de escuchar el Evangelio, porque él conocía el fin desde el principio.
Además, él sabía que muchos pasarían de esta vida sin escuchar el Evangelio y era
necesario hacer provisión para ellos por medio de la cual lo pudieran oír. Si desde
el principio los hombres hubiesen estado dispuestos a escuchar las instrucciones y
los mandamientos que les vinieron del Señor, entonces hubiera habido poca
necesidad de llevar este mensaje del Evangelio al mundo espiritual entre aquellos
que han ido de esta vida mortal, porque la mayoría de ellos lo hubieran recibido
aquí. Bajo tales condiciones doctrinas falsas e iglesias hechas por los hombres no
pudieran haber sido establecidas. Los hombres hubieran sido instruidos en la luz
de la verdad en vez de las tradiciones de hombres y en la sabiduría del mundo.
Era el deseo del Padre y de su Hijo que esto fuese el caso, pero sabían que no se
podrían esperar esta condición. Sabían que al venir en contacto con la tentación y
el pecado y al ser tentado por el enemigo de toda justicia muchos fracasarían y se
apartarían de los mandamientos del Señor. Jesucristo es llamado el Cordero
Muerto desde la fundación del mundo. Adán enseñó a sus hijos los principios del
Evangelio y a creer en la redención que vendría por medio de la expiación de
Jesucristo. Hizo todo lo que pudo para guiarles en las sendas de la justicia, pero las
escrituras dicen, que Satanás vino entre ellos y dijo: “…Yo también soy un hijo de
Dios; y les mandó, y dijo: No lo creáis; y no lo creyeron, y amaron a Satanás
más que a Dios. Y desde ese tiempo los hombres empezaron a ser carnales,
sensuales y diabólicos”. (Moisés 5:13).
Bajo estas condiciones generación tras generación vino a este mundo sin un
conocimiento del Evangelio. Los hijos tuvieron que sufrir por los pecados de sus
padres. Puede ser cierto que la mayoría de ellos hubieran seguido en los pasos de
sus padres y hubieran rechazado el plan de salvación si les hubiese sido ofrecido.
Los que sí lo oyeron, lo rechazaron, con pocas excepciones. Sin embargo todos los
que murieron sin oírlo tienen el derecho de ese privilegio no obstante el hecho de
que la muerte pasó la sentencia sobre ellos y los consignó a la cárcel, ¿Han de
quedarse allí para siempre sin ser libertados? No, nuestro Padre Eterno ha
preparado el medio para su rescate, y eso, también, antes de la fundación de este
mundo.
Desde que ha sido declarado que “Hay una ley, irrevocablemente decretada en el
cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se
basan; y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley
sobre la cual se basan”, tenemos, por lo tanto, que someter nuestro juicio a este
mandato divino. La aceptación de las ordenanzas del evangelio siendo esencial a la
salvación, todos los hombres que buscan un lugar en el Reino de Dios por
necesidad tienen que cumplir con esa ley. No podemos hacer excepción a favor de
los muertos quienes murieron sin la oportunidad de obedecer el Evangelio, pero
quienes eran capaces de entenderlo. Ellos, así como los vivos, tienen que cumplir
con la ley. Por esa razón el Señor nos ha dado a conocer que en esta grande
dispensación del cumplimiento de los tiempos que el daría a conocer el curso que
se debe tomar para llevar a cabo su redención.
Os parecerá que este orden es muy particular, pero permítase me deciros que sólo
es para cumplir con la voluntad de Dios, acomodándonos a la ordenanza y
preparación que el Señor, antes de la fundación del mundo, ordenó y preparó
para la salvación de los muertos que muriesen sin el conocimiento del evangelio.
—D. C. 128:5.
Otra vez está registrado:
…porque de los libros serán juzgados vuestros muertos, según sus propias obras,
bien sea que ellos mismos hayan efectuado las ordenanzas en persona, o bien por
medio de sus propios agentes, de acuerdo con la ordenanza que Dios ha
preparado para su salvación, desde antes de la fundación del mundo, conforme a
los registros que hayan llevado de sus muertos.—D. C. 128:8.
Otras Verdades Han de Ser Reveladas
Además, el Señor ha dicho que nos revelará, en adición a los convenios ocultos del
mundo desde el principio, pero revelados a los santos en los tiempos de la
antigüedad, cosas “que desde la fundación del mundo jamás se han revelado, más
han sido escondidas de los sabios y prudentes”. Cuando los Santos de los Últimos
Días estén dispuestos a guardar perfectamente los mandamientos del Señor y
andar en sus estatutos con pleno propósito de corazón, entonces estas cosas han de
ser reveladas, no sólo a los adultos sino también a los “pequeños y a los niños de
pecho”. Y cuando viniere el fin, y el Señor nos da a conocer “todas las cosas”, “cosas
muy preciosas; cosas que están arriba y cosas que están abajo; cosas que están
dentro de la tierra, y sobre ella, y en el cielo”, entonces descubriremos que nuestro
Padre conocía el fin desde el principio, y que su plan es un plan perfecto para la
salvación de cada criatura, ambos el hombre y la bestia, y para la tierra en que
vivimos.
Capítulo 7
Nombramiento de linaje
Hemos aprendido por medio de la palabra del Señor a Abrahán que los espíritus en
la preexistencia eran graduados. Es decir, algunos eran más inteligentes que otros,
algunos más fieles, mientras que algunos en realidad se rebelaron y perdieron su
posición y el privilegio de recibir el segundo estado. Esta es la palabra del Señor:
Si hay dos espíritus y uno es más inteligente que el otro, empero estos dos espíritus
a pesar de ser uno más inteligente que el otro, no tienen principio’, existieron antes,
no tendrán fin, existirán después, porque son gnolaum, o eternos. Y el Señor me
dijo: Estos dos hechos existen: Hay dos espíritus, y uno es más inteligente que
ellos; yo soy el Señor tu Dios, soy más inteligente que todos ellos.—Abraham 3:18-
19.
También es hecho saber que la tercera parte de las huestes del cielo se rebelaron y
siguieron a Lucero, “porque, he aquí aquél existió antes de Adán, pues se rebeló
contra mí, diciendo, dame tu honra, la cual es mi poder y también alejó de mí a la
tercera parte de las huestes de los cielos, a causa de su libre albedrío; y écheseles
abajo, y así resultaron el diablo y sus ángeles”. —D. C. 29:36-37.
Entre los que cayeron debe haber habido algunas inteligencias superiores. Lucero,
mismo, era uno de esta clase, y fué a causa de esto que pudo influir a tantos de sus
espíritus compañeros. Cuántos de ellos fueron casi persuadidos, eran indiferentes,
y quienes simpatizaron con Lucero, pero no le siguieron, no sabemos. Las
escrituras no nos explican este punto. Sin embardo, es razonable concluir que había
muchos que no se mantuvieron firmes con Miguel en la gran batalla para la
protección del libre albedrío y del plan de la exaltación merecida del género
humano, aunque no se rebelaron abiertamente. Podemos justificarnos en esta
conclusión con varios pasajes de la escritura que parecen tratar sobre este
pensamiento. El hombre tenía su libre albedrío y a causa de ello la tercera parte de
las huestes se rebelaron. Naturalmente concluimos que otros entre los dos tercios
no mostraron la lealtad a su Redentor que debieran. Su pecado no era uno que
merecía el castigo supremo que fué impuesto sobre el diablo y sus ángeles. No les
fué negado el privilegio de recibir el segundo estado, más fueron permitidos
participar de la vida sobre la tierra con algunas restricciones puestas sobre ellos.
Que la raza de los negros, por ejemplo, ha sido puesta bajo restricciones a causa de
su actitud en el mundo de los espíritus, pocos dudarán. No se puede creer que han
sido privados del poder del Sacerdocio a menos que sea por algún hecho, o hechos,
que hicieron antes de nacer. Sin embargo, como todos los demás espíritus que
vienen a este mundo, vienen inocentes ante Dios en lo que toca a la existencia
mortal, y aquí, bajo ciertas restricciones, pueden labrar su segundo estado. Si se
prueban fieles en este estado, sin duda, nuestro Padre Eterno, quien es justo y fiel,
les recompensará según lo que hayan hecho y les esperarán algunas bendiciones de
exaltación.
Esta doctrina de que el hombre pudo, y en muchos casos sí pecó antes de nacer, era
bien entendido en tiempos antiguos. Tenemos por ejemplo la pregunta a el
Salvador acerca del hombre que nació ciego. Si esta pregunta hubiese sido
impropia, y la doctrina falsa, el Salvador lo hubiera corregido por decir, “Erráis,
porque ningún hombre podía pecar antes de nacer”. El Señor no hizo esto, pero por
inferencia parece afirmar la doctrina con su respuesta: “Ni éste pecó ni sus padres,
si no que fue para que las obras de Dios se manifestasen en él”. —Juan 9:3.
Ecos de la Eternidad
Una fase interesante de esta pregunta es discutida por el Eider Orson F. Whitney.
Cito sus palabras:
¿Por qué somos atraídos a ciertas personas, y ellos a nosotros, como si siempre
nos hubiésemos conocido? ¿Es cierto que nos hemos conocido siempre? ¿Hay
algo, después de todo, en esa palabra “Afinidad” que a menudo es mal usada y es
esto la base de su reclamo? De todas maneras, es tan lógico mirar hacia atrás a
asociaciones apreciables, como lo es mirar hacia adelante a ellos. Creemos que
vínculos formados en esta vida, continuarán en la vida venidera; entonces, ¿por
qué no creer que tuvimos asociaciones similares antes de venir a este mundo, y
que a lo menos algunas de ellas, se han continuado en este estado de existencia?
Todas las verdades sobresalientes que vienen con tanta fuerza a la mente y al
corazón parecen solo el despertamiento de los recuerdos del espíritu. ¿Podemos
conocer algo aquí que no conocimos antes de que viniésemos? Creo que el espíritu,
antes y después de esta probación, posee facilidades más grandes, sí, muchas
veces más grandes, para la adquisición de conocimiento, que mientras esté en
manillas y encerrado en la cárcel de la mortalidad. Creo que nuestro Salvador
tenía una presciencia de todas las vicisitudes por las cuales tendría que pasar en
el tabernáculo mortal.
Si Cristo conocía desde antes, también nosotros. Pero al venir aquí, olvidamos
todo, para que nuestro libre albedrío en realidad pudiera ser libre de escoger el
bien o el mal, para que pudiéramos merecer la recompensa de nuestra propia
elección y conducta. Pero por el poder del Espíritu, en la redención de Cristo, por
medio de la obediencia, a menudo recibimos una chispa de recuerdos despertados
del alma inmortal, la cual alumbra todo nuestro ser tal como la gloria de nuestra
morada anterior.—Era 23:101 y Gos. Doc. 15-16.
Pre-Asignación a Nación o Tribu
Nuestro lugar entre las tribus y naciones evidentemente nos fué asignado por el
Señor. Que hubo una asignación de esta clase antes de que principiase la vida
terrenal, es una declaración de las Escrituras. Ciertos espíritus fueron escogidos
para venir por el linaje de Abrahán, y esta elección fue hecha en el principio.
También otras selecciones y decisiones sobre las naciones fueron hechas por los
concilios en los cielos. Cuando hablaba Pablo en medio del Areópago dijo a los
atenienses:
El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, éste, como sea Señor del
cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de manos.
Ni es honrado con manos de hombres, necesitado de algo; pues él da a todos vida,
y respiración, y todas las cosas’, Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los
hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el
orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos.—Hechos 17:22-26.
Cuando el Altísimo hizo heredar a las gentes, cuando hizo dividir los hijos de los
hombres, estableció los términos de los pueblos según el número de los hijos de
Israel.
Si los términos fueron fijados de acuerdo con el número de los hijos de Israel, y
ellos eran la porción del Señor (i. e., aquellos con quienes había hecho convenio),
cuando el Señor dividió a los hijos de Adán, debe haber sido hecho antes de que
principiase esta vida terrenal. Porque en estos días antiguos cuando fué hecha esta
división, la nación de Israel todavía no existía sobre la tierra.
A Los espíritus escogidos les fué dado el Linaje Preferido
¿No es una creencia razonable, que el Señor escogería a los espíritus escogidos para
venir por medio de las mejores naciones? Además, ¿no es razonable creer que los
espíritus menos dignos vendrían por medio de un linaje menos preferido? ¿No
explica esto, en gran parte, los varios colores y grados de inteligencia que
encontramos en la tierra? ¿No está haciendo el Señor todo lo que se puede hacer de
acuerdo con las leyes de justicia y misericordia para la humanidad en la tierra?
Porque en su misericordia tiene una salvación, con algún grado de exaltación, aun
para los paganos y para aquellos que mueren sin ley. Sin embargo, no debemos
olvidar del hecho, que estas condiciones del mundo también han sido traídas en
gran parte por la rebelión y desprecio de las leyes de Dios en esta vida. El retroceso
ha venido sobre la humanidad porque han desechado los consejos y mandamientos
del Todopoderoso. El progreso ha venido mayormente porque los hombres han
estado dispuestos a caminar, a lo menos en parte, en la luz de la inspiración divina.
Además, a pesar del hecho que el Señor escogió a cierta nación como su “parte” y
que Jacob llegó a ser la “cuerda de su herencia”, el Todopoderoso también fué
bondadoso a las otras naciones y las leudó por esparcir la sangre de Israel entre
ellas. En esta y en otras maneras las naciones llegaron a ser bendecidas como la
simiente de Abrahán.
Capítulo 8
El Presidente José F. Smith una vez dijo: “Las cosas sobre la tierra, en tanto que no
han sido pervertidas por la iniquidad, son típicas de las cosas en el cielo. El cielo
era el prototipo de esta bella creación cuando vino de la mano del Creador, y se
pronunció que era “bueno”.
Algunos eran más inteligentes y otros manifestaron mayor aptitud para dirigir que
otros. Algunos mostraron más fe y disposición de servir al Señor, y de entre éstos se
escogió los líderes. Los Más Dignos Escogidos para Dirigir
“…A estos haré mis gobernantes; pues estaba entre aquellos que eran espíritus, y
vio que eran buenos; y me dijo: Abraham, tú eres uno de ellos;
fuiste escogido antes de nacer”. — Abrahán 3:23.
Tiene que haber líderes, oficiales para presidir, y los que son dignos y capaces de
tomar mando. Durante las edades en que moramos en el estado pre-mortal no sólo
desarrollamos nuestras varias características y mostramos nuestra dignidad y
habilidad, o falta de ello, pero también estábamos en un lugar donde tal progreso
podría ser observado. Es razonable creer que había una organización de Iglesia allí.
Los seres celestiales estaban viviendo en una sociedad perfectamente organizada.
Cada persona sabía cuál era su puesto. El sacerdocio, sin duda, había sido conferido
y líderes fueron escogidos para oficiar. Las ordenanzas pertenecientes a aquella
preexistencia eran requeridas y el amor de Dios prevalecía. Bajo tales condiciones
era natural que nuestro Padre discerniese y escogiese a aquellos que eran más
dignos y evaluase los talentos de cada individuo. No sólo sabía lo que cada uno de
nosotros podría hacer, pero también lo que cada uno de nosotros haríamos, cuando
se nos pusiese a prueba y cuando se nos diese responsabilidad. Entonces, cuando
llegó el tiempo para nuestra habitación sobre la tierra mortal, todas las cosas
fueron preparadas y los siervos del Señor fueron escogidos y ordenados a sus
misiones respectivas.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con
toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él, en amor,—Efesios. 1:3-4.
Era porque el Padre conocía estas características, y las habilidades de los espíritus
ante él, que pudo escoger sus gobernantes mientras “estaba en medio de ellos”
antes de que naciese el mundo. No sólo fué escogido Cristo como el Cordero que
sería muerto, pero Adán fué escogido para estar a la cabeza y fué llamado “Miguel,
el príncipe” y se le dieron las llaves de la salvación “bajo el consejo y dirección del
Muy Santo, quien es sin principio de días o fin de vida.”
Aunque aún sin forma y vacía, la tierra Con vida pulsante ha de abundar;
Leemos en las escrituras que Isaías, Jeremías y otros, fueron llamados antes de que
naciesen para ser profetas a Israel y a las naciones. Esto también es cierto de todos
los profetas desde Adán hasta el día presente. La misión de José Smith se dió a
conocer a José, hijo de Jacob, mientras vivía en Egipto cientos de años antes del
nacimiento del pueblo de Israel como una nación. No sólo fué declarada la obra de
José Smith, sino también fué nombrado, y también su padre, por este hijo fiel de
Jacob, quien, por medio de su integridad, le fueron dadas las bendiciones de la
primogenitura en Israel por todas las edades.
El Señor tuvo confianza absoluta en Job y sabía que Job no se apartaría de él.
¿Cómo sabía esto? No solamente por las cualidades mostradas por Job en este
mundo, sino por los incontables años de asociación en el estado preexistente donde
este hombre digno de la antigüedad se probó ser paciente en la presencia del Señor.
Se pudo decir esto de Abrahán porque se sabía que era “fiel” mientras estaba entre
las inteligencias antes que el mundo fuese, porque fué allí que fué escogido como
uno de los superiores para ser un gobernante en la tierra.
Cuando enviamos misioneros al mundo, son ordenados y apartados para esa obra.
Algunos van con nuestra confianza completa. Sabemos que no fracasarán porque
su integridad es conocida. Otras que salen con el mismo apartamiento quizás no
comparten hasta el mismo grado de nuestra confianza. Así es con los espíritus que
vienen a la tierra. Todos son ordenados, o apartados para sus misiones mortales.
No todos, son llamados para ser profetas a las naciones. Ciro fué llamado, y
nombrado por Isaías, más de cien años antes de que naciera. El Señor lo llamó su
“Siervo” porque tenía una obra para él, pero no en el Sacerdocio, mas como un
gobernante mundano, para adelantar los propósitos del Señor. ¡Cuánto mejor es el
ser llamado con un llamamiento más alto en el reino de Dios.
Capítulo 9
Mas he aquí, os digo que yo, Dios el Señor, les concedí, a Adán y a su posteridad,
que no muriesen, en cuanto a la muerte temporal, hasta que yo, Dios el Señor,
enviara ángeles para declararles el arrepentimiento y la redención mediante la
fe en el nombre de mi Hijo Unigénito.—D.C. 29:42.
El Evangelio Enseñado a Adán
Después de que Adán, hubiese sido echado fuera del Jardín de Edén y separado de
la presencia del Señor, ángeles fueron enviados para revelarle el plan de redención.
Desafortunadamente nuestra Biblia, como la tenemos ahora, es muy deficiente en
la declaración de este hecho. Afortunadamente el relato tal como fué escrito
originalmente por Moisés nos ha sido revelado en la Perla de Gran Precio. El Señor
dijo a Moisés:
Esto continuó por “muchos días” y Adán se probó ser obediente a los
mandamientos que había recibido del Señor. Y pasados muchos días el Señor envió
un ángel a Adán quien le dió más luz, y se le explicó de la misión de Jesucristo en
cuyo nombre se le mandó hacer todas las cosas y que invocase al Padre en el
nombre del Hijo para siempre jamás.
Y por su propia voz llamó a nuestro padre Adán, diciendo: Yo soy Dios; yo hice el
mundo y a los hombres antes que existiesen en la carne.
Y también le dijo: Si te vuelves a mí y escuchas mi voz, y crees y te arrepientes de
todas tus transgresiones, y te bautizas en el agua, en el nombre de mi Hijo
Unigénito, lleno de gracia y de verdad, el cual es Jesucristo, el único nombre que
se dará debajo del cielo mediante el cual vendrá la salvación a los hijos de los
hombres, recibirás el don del Espíritu Santo, pidiendo todas las cosas en su
nombre, y te será dado cuanto tú pidieres.
Y nuestro padre Adán habló al Señor, y dijo: ¿Por qué es necesario que los
hombres se arrepientan y se bauticen en el agua? Y el Señor le contestó: He aquí,
te he perdonado tu transgresión en el Jardín de Edén.
Enséñalo, pues, a tus hijos, que es preciso que todos los hombres, en todas partes,
se arrepientan, o de ninguna manera heredarán el reino de Dios, porque
ninguna cosa inmunda puede morar allí, ni morar en su presencia; porque en el
lenguaje de Adán, su nombre es Hombre de Santidad, y el nombre de su
Unigénito es el Hijo del Hombre, sí, Jesucristo, un justo Juez que vendrá en el
meridiano de los tiempos.
Por tanto, te doy el mandamiento de enseñar estas cosas sin reserva a tus hijos,...
—Moisés 6:51-54, 57-58.
Y además el registro dice:
Y así se le confirmaron todas las cosas a Adán mediante una santa ordenanza; y
se predicó el evangelio, y se proclamó un decreto de que estaría en el mundo
hasta su fin; y así fue. Amén.— Moisés 5:58-59.
Este relato es consistente con la razón. Sabemos que el Padre es “infinito y eterno,
de eternidad en eternidad el mismo invariable Dios, el organizador del cielo y de la
tierra, y todo cuanto en ellos hay.” El dar un plan de salvación a los hombres en un
período de la historia del mundo y entonces instituir otro diferente en la mayoría
de los puntos esenciales, en otro período, no está en armonía con la idea de un Ser
Supremo quien es el mismo de “eternidad en eternidad”, y cuyo “años nunca se
acaban.”
Se Revela el Sacerdocio
No sólo se dió a conocer el plan de salvación a Adán, y a Enoc y Noé, antes del
diluvio, pero también recibieron el Sacerdocio. Por supuesto esto era necesario
porque sin el Sacerdocio no se podría haber cumplido con ninguna de las
ordenanzas. Nadie hubiera tenido el poder y la autoridad para bautizar para la
remisión de los pecados y no habría ningún propósito beneficioso en declarar los
principios del Evangelio. El Profeta José Smith ha dicho: “El Sacerdocio se dió
primero a Adán; él obtuvo la Primera Presidencia, y poseyó las llaves de ella de
generación en generación… El Sacerdocio es un principio eterno, y existió con Dios
desde la eternidad, y existirá con él hasta la eternidad, sin principio de día ni fin de
años. Las llaves tienen que ser traídas desde los cielos cuando quiera que envíe el
evangelio. Cuando son reveladas desde los cielos, es por la autoridad de Adán.” Por
supuesto entendemos que es por la autoridad de Adán mientras obra él “bajo el
consejo y dirección” de Jesucristo.—D. C. 78:16.
Se Guarda la Genealogía
Otro hecho importante en conexión con la introducción del Evangelio es que por
mandamiento por medio del Espíritu Santo, se guardó una genealogía de los hijos
de Dios, “Y éste era el libro de las generaciones de Adán,” el cual se guardó en un
“lenguaje puro y sin mezcla.”—Moisés 6:6,8.
Capítulo 10
El idioma de Adán
Puede haber, sin embargo, una grande diferencia entre las revelaciones del Señor
por medio de sus profetas, y las teorías de los hombres. . Puede haber también una
diferencia entre las enseñanzas de la ciencia y las interpretaciones de hombres de
las escrituras, pero cuando el lenguaje es claro y no puede haber ninguna inter-
pretación errónea del significado, podemos con seguridad completa confiar en las
revelaciones del Señor con la seguridad de que cualquier cosa que está en conflicto
con ellas en el debido tiempo cesará de existir. Hay muchas teorías sostenidas por
el mundo científico, algunas de las cuales quizás con el tiempo se probará ser
ciertas; otras serán probadas ser falsas, y entonces tendrán que ser descartadas.
Debemos recordar que las teorías son, como a menudo se ha dicho, solamente el
armazón de la estructura científica. Por tanto, no seamos descarriados por las
teorías dé los hombres aunque aparezcan ser muy plausibles, cuando parecen
contradecir la palabra del Señor. Es el derecho de cada miembro de la Iglesia
conocer la verdad para sí mismo, y esto se puede obtener de la manera que el Señor
ha designado y por medio del espíritu de humildad y oración. Basta, entonces,
como introducción al problema que sigue.
La ciencia lingüística es muy joven. No fué hasta recientemente que el hombre dió
su atención a este estudio en una manera científica esperando descubrir los
orígenes del lenguaje. Tal estudio, por supuesto, se ha basado mayormente en la
imaginación especulativa. Se ha descubierto en esta investigación un gran abismo,
excesivamente hondo, y mientras que los cables de la investigación han sido
bajados a las tinieblas y la obscuridad, no se ha sacado nada definido y duradero.
¿Cuáles son las teorías científicas del origen del lenguaje? Ha habido un número
algo grande —algunas complicadas, otras más sencillas— tratando sobre las varias
partes del lenguaje, el uso temprano de las vocales y consonantes, las pe-
culiaridades de expresión, los diferentes sonidos según la formación de la boca, el
uso de los músculos de la lengua y la garganta tal como éstos han sido
desarrollados en el pasado remoto. Algunas de estas teorías presentadas por el
Profesor Otto Jespersen, de la Universidad de Copenhagen en su interesante obra
sobre “El Lenguaje, Su Naturaleza, Desarrollo y Origen,” son presentadas aquí
brevemente:
Una teoría es que las palabras primitivas eran imitativas de sonidos; el hombre
imitó el ladrido del perro y por el cual obtuvo una palabra natural con el
significado de “perro” o “ladrido”. A esta teoría, que ha sido apodada teoría Boiv-
Woic, Renán se opone declarando que parece algo absurdo establecer este orden
de sucesión cronológica: primero, los animales inferiores son lo suficientemente
original para gritar y rugir; entonces viene el hombre, haciendo un lenguaje
para sí mismo por imitar a sus infriores.
Max Muller, al comentar sobre esta teoría ha dicho que “pasa fácilmente mientras
trata de los cloqueos de gallinas y los graznidos de patos; pero alrededor del
gallinero hay un muro alto, y pronto encontramos que es detrás de ese muro que en
realidad principia el lenguaje.”
Noire principió una teoría nueva, apodada la teoría Yo-he-ho: bajo cualquier
esfuerzo muscular es un descanso para el sistema respirar fuerte y
repetidamente, y por ese proceso las cuerdas vocales vibran en diferentes
maneras.
De las Teorías que son mencionadas aquí, brevemente por falta de espacio, el
Profesor Jespersen dice:
Unas pocas expresiones de los lingüistas principales son dadas con el propósito de
demostrar su incertidumbre y como están desconcertados ante el problema:
Lo que se aplica a la interjección se aplica aún con más fuerza a las palabras
iniciadas por diferentes sonidos. Tales palabras como ‘maullar,’ ‘graznar,’ en
ningún sentido son sonidos naturales que el hombre ha reproducido instintiva o
automáticamente. Son tan ciertamente creaciones de la mente humana, el
resultado de la imaginación humana, como cualquier otra cosa en el lenguaje. No
crecen directamente de la naturaleza, son sugeridas y se relacionan con ella. Por
tanto la teoría onomatopéyica del origen del lenguaje, la teoría que explicaría
todo lenguaje como una evolución gradual de sonidos de un carácter iniciativa,
en realidad no nos trae más cerca al nivel instintivo que el lenguaje que
conocemos ahora. En cuanto a la teoría misma, con dificultad es más creíble que
su contraparte interjeccional — Edwardo Sapie: Una Introducción al Estudio del
Lenguaje, página 5-6.
Encontramos que los idiomas antiguos de nuestra familia, sanscrito, zend, etc.,
abundan con palabras muy largas; entre más allá en el pasado investigamos, es
mayor el número de palabras largas que encontramos. También hemos visto
como esta teoría, según la cual cada idioma principió con raíces monosílabas,
falta en cada punto tomar en cuenta los hechos verdaderos y desaparecen ante
las verdades establecidas de la historia lingüística. Otto Jespersen: Lenguajes,
p. 419.
Los lingüistas estudian los idiomas, ambos, escritos y hablados; investiga la
historia de estos idiomas con la ayuda de los documentos disponibles más
antiguos. Sin embargo, no importa cuán remoto en el pasado siguen sus
investigaciones, siempre se encuentran tratando con idiomas altamente
desarrollados, poseyendo un pasado del cual nada sabemos. La idea de que la
construcción del Idioma original se puede obtener por una comparación de los
idiomas es una imaginaría y, aunque hayan experimentado algo con ella los
fundadores de la gramática comparativa, fue abandonada desde hace mucho.
Se ha probado que algunos idiomas son más antiguos que otros, y ciertos de
nuestros idiomas modernos los conocemos en formas de más de dos mil años de
edad. Pero los idiomas más antiguos que se conocen los “idiomas paternales”,
como a veces son llamados, no tienen nada de lo primitivo. Aunque son diferentes
de los idiomas modernos, sólo nos dan una indicación de los cambios que han
sufrido los idiomas, no nos dicen donde se originó el lenguaje. — J. Vendryes,
Profesor de la Universidad de París: Lenguaje, Una Introducción Lingüística de
la Historia, p. 5.
Después de contemplar las teorías que han sido propuestas en la ciencia lingüística,
involuntariamente exclamamos con Zophar: “¿No puedes por buscar encontrar a
Dios?” “¿Puedes buscar al Todopoderoso basta la perfección?” ¿Habiendo
aprendido que el hombre ha fracasado en descubrir el origen del lenguaje, puedes
volver a las revelaciones del Señor? Cuando principiamos nuestra investigación
desde principios falsos, tendremos que llegar a conclusiones falsas, si es que
llegamos a una conclusión. El Señor ha hablado y nos ha hecho saber de dónde vino
el leguaje y como fué dado por primera vez. Por supuesto para aceptar este hecho,
tenemos que tener fe en las revelaciones, y estar dispuestos a creer la historia del
principio del hombre sobre la tierra tal como el Todopoderoso nos ha informado.
No se sabe por cuánto tiempo Adán permaneció en el Jardín de Edén. Creo que con
seguridad podemos concluir que estuvo allí por algún tiempo, y durante todo el
tiempo estaba en la presencia del Padre, el Señor Omnipotente. Del Señor recibió
su primera instrucción y no fué dejado caminar ciegamente después de haber sido
dado uno o dos mandamientos. La historia nos dice que el Señor habló a Adán y le
dió mandamientos. ¿Cómo pudo haberle dado mandamientos sin hablar con él?
¿Qué sería más natural que creer que el Padre le hablaría en su propio lenguaje, y
que el lenguaje que se usó era perfecto, porque era el lenguaje usado por seres
celestiales? Se nos informa que Adán y el Señor conversaron. ¿Cómo se hizo esto a
menos que Adán hubiese sido enseñado a hablar? Por lo tanto, todos los que tienen
fe en la palabra del Señor han de saber que Adán tuvo un lenguaje; que su lenguaje
era puro y perfecto porque vino del Señor. Todos los Santos de los Últimos Días
saben que este es el caso, porque el Señor lo reveló a Moisés, y después a José
Smith en los escritos de Moisés, que no sólo tenía Adán el poder de hablar sino
también se le enseñó a leer y a escribir, y registros fueron guardados por él y su
posteridad. Estas escrituras dicen:
Otra vez, dijo Enoc: “Porque hemos escrito un libro de memorias entre nosotros,
de acuerdo con el modelo dado por el dedo de Dios; y se ha dado en nuestro
propio idioma.” — Moisés 6:46.
La confusión de lenguas.
Siendo verdad esto, viene la pregunta, entonces, ¿cómo es que hay tantos idiomas
algunos de ellos tan imperfectos? La respuesta es sencilla, a lo menos para los que
creen en la historia de la confusión de lenguas. Estos son los que creen que ocurrió,
tal como dice el registro, y no están preparados a explicarlo hasta que no es nada
por las teorías de los hombres. Naturalmente los idiomas cambian; porque
constantemente están adquiriendo nuevas palabras y descartando las viejas. El
idioma inglés que hablamos hoy, es muy diferente del que hablaba Shakespeare, no
obstante, nos indican fuertemente los lingüistas, que hemos perdido mucho de la
belleza y color que tenía el lenguaje en su día.
Cuando los hombres se apartan de las revelaciones del Señor y confían en su propia
sabiduría y habilidad, principia un retroceso. La historia revela que esto ha sido el
caso desde el principio. Es cierto tanto del idioma escrito como en otros respectos…
Esto se demuestra en los idiomas de todas las razas nativas de la América. Algunas
de ellas perdieron casi completamente el arte del lenguaje escrito, y dependían de
las señales crudas de dibujo en la piedra, el barro, o en la arena.
Cuando los españoles llegaron a Perú, encontraron una civilización que según
Prescott era superior en muchos respectos a la de España. No obstante aquel
pueblo no tenía un lenguaje escrito y se comunicaban por medio del uso de nudos
diestramente colocados en cuerdas. Sabemos que estas razas eran descendientes de
un pueblo que en un tiempo era altamente civilizado con registros y un lenguaje
escrito, pero por medio de sus transgresiones perdieron este arte como también su
conocimiento del Dios verdadero y viviente.
El Libro de Éter declara que Jared y su hermano pidieron al Señor que su lenguaje
no fuese cambiado en el tiempo de la confusión de lenguas en la Torre de Babel. Su
petición fué concedida, y ellos llevaron consigo el lenguaje de sus “padres, el
lenguaje adámico, el cual era poderoso aun en su forma escrita, de manera que las
cosas que escribió Mahonri “fuesen tan poderosas aun… hasta predominar al que
las lea.” — Jared 12:24. Era la clase de lenguaje que tuvo Adán y esto era el lenguaje
con el cual Enoc pudo efectuar su obra tan poderosa. Siendo esto verdad, ¿es de
maravillarse que el hombre débil, en su intento de encontrar el principio de las
cosas, es desconcertado cuando descubre que los que a él le gusta llamar los hom-
bres primitivos, o, los pueblos antiguos de que registra la historia, tenían un
lenguaje rico en metáfora y en combinaciones complejas?
Capítulo 11
Siendo todo esto verdad, fue esencial que Adán poseyera el Sacerdocio y que venga
de él por medio de sus hijos justos cuando quiera que la Iglesia está sobre la tierra,
aun hasta las últimas generaciones. Ya hemos aprendido que el Sacerdocio fue
dado primeramente a Adán en esta tierra. “Adán poseía las llaves de generación en
generación… Se dió a él poder sobre toda criatura viviente. El es Miguel el arcángel
de quien hablan las escrituras.”—D. H. C. 3:385-6. .
Alma nos ha dado una declaración clara del Sacerdocio, su propósito y como se
obtuvo.
…este sumo sacerdocio era según el orden de su Hijo, el cual orden existía desde la
fundación del mundo, o en otras palabras, es sin principio de días ni fin de años,
preparado de eternidad en eternidad, según su presciencia de todas las cosas;
ahora bien, de esta manera los ordenaban: Eran llamados con un santo
llamamiento, y ordenados con una santa ordenanza, y tomaban sobre sí el sumo
sacerdocio del santo orden; y este llamamiento, ordenanza y sumo sacerdocio no
tienen principio ni fin;
por tanto, llegan a ser sumos sacerdotes para siempre, según el orden del Hijo, el
Unigénito del Padre, el cual no tiene principio de días ni fin de años, y es lleno
de gracia, equidad y verdad. Y así es. Amén.
Pues como decía respecto al santo orden, o sea, este sumo sacerdocio, hubo
muchos que fueron ordenados y llegaron a ser sumos sacerdotes de Dios; y fue
por motivo de su fe excepcional y arrepentimiento, y su rectitud ante Dios,
porque prefirieron arrepentirse y obrar rectamente más bien que perecer;.—Alma
13:7-10.
De Adán a Set, a quien Adán ordenó a la edad de sesenta y nueve años; y tres
años antes de la muerte de Adán, este lo bendijo, y recibió la promesa de Dios, por
conducto de su padre, de que su posteridad sería la elegida del Señor, y que sería
preservada hasta el fin de la tierra;porque Set fue un hombre perfecto, y
su semejanza era la imagen expresa de su padre, al grado de que se parecía a su
padre en todas las cosas, y solamente por su edad se podía distinguir entre uno y
otro.— D. C. 107:39-43.
Vino por Linaje.
Enos fué ordenado a la edad de ciento treinta y cuatro años y cuatro meses. Cainán
tenía ochenta y siete años cuando recibió su ordenación. Mahalaleel tenía
cuatrocientos noventa y seis años y siete días cuando fue ordenado. Jared tenía
doscientos años cuando fue ordenado. Enoc tenía veinticinco y su hijo Matusalén
tenía cien años cuando el Sacerdocio le fué conferido. Todos estos patriarcas fueron
ordenados y bendecidos bajo la mano de Adán. Quizás se nos permite el
pensamiento de que puede haber sido posible que estos hombres recibieron algún
oficio menor en el Sacerdocio antes de que la autoridad de evangelista les fuera
conferida por el padre Adáu. Tal pensamiento es sugerido por la declaración de que
Dios llamó a Cainán en el desierto cuando éste tenía cuarenta años de edad, pero
fué ordenado evangelista por Adán cuando tenía ochenta y siete años de edad.
Lamec fué ordenado bajo la mano de Set cuando tenía treinta y dos años de edad, y
Noé tenía solamente diez años cuando recibió su ordenación bajo la mano de
Matusalén. Es evidente que Adán reservó para sí la honra de conferir este oficio
sobre cada uno de los patriarcas que vivían en su día y quien, sin duda, poseía el
oficio de presidir. No hemos de entender que estos diez hombres eran los únicos
que poseyeron la autoridad divina antes del diluvio, sino que ellos fueron llamados
a posiciones de responsabilidad, o autoridad de presidir, entre sus semejantes. No
es razonable suponer que estos diez hombres fueron dejados en su día y generación
para hacer toda la obra requerida de hombres que poseen el Sacerdocio. Ellos
tenían una organización de Iglesia. Aprendemos esto de las enseñanzas del Profeta
José Smith. No pudiera haber sido de otra manera, porque siempre hay orden en el
reino de Dios, ambos en la tierra y en los cielos. Además en esta revelación leemos:
Tres años antes de su muerte, Adán llamó a Set, Enós, Cainán, Mahalaleel, Jared,
Enoc y Matusalén, todos ellos sumos sacerdotes, junto con el resto de los de su
posteridad que eran justos, al valle de Adán-ondi-Ahmán, y allí les confirió su
última bendición.
El orden del descenso del Sacerdocio en Israel después de los días de Noé puede ser
trazado por conducto de Aarón y sus hijos. Esto, por supuesto era el Sacerdocio de
Aarón. El Señor había sacado a Moisés de Israel y con él el Sacerdocio de
Melquisedec, a causa de la falta de preparación de los hijos de Israel para recibirlo.
No obstante, nos informa el Profeta José Smith, que los profetas de Israel, tal como
Samuel, Isaías, Jeremías y Elías, poseían el Sacerdocio de Melquisedec. En verdad
Elías fué el último de los profetas de Israel en poseer la plenitud del Sacerdocio de
Melquisedec con sus poderes de sellar, la cual autoridad confirió sobre José Smith
y Oliverio Cowdery.
Desde los días de Moisés hasta la venida de Juan el Bautista, el pueblo estaba
sujeto a la ley de Moisés y al Sacerdocio de Aarón, o sea el Sacerdocio Menor; pero
cuando vino Cristo restauró la autoridad y la organización completa de su Iglesia.
El Sacerdocio de Aarón fué restaurado en esta dispensación por Juan el Bautista y
el Sacerdocio de Melquisedec por Pedro, Santiago y Juan. Los profetas antiguos
desde el principio vinieron y entregaron las llaves de sus dispensaciones respectivas
a José Smith y Oliverio Cowdery, a fin de reunir todas las cosas en esta
dispensación del Cumplimiento de los Tiempos. El Señor dijo a José Smith y a los
élderes asociados con él:
Entonces los que temían a Jehová hablaron, cada uno a su compañero; y Jehová
escuchó y oyó, y fue escrito un libro de memorias delante de él para los que temen
a Jehová y para los que piensan en su nombre.—Malaquias 3:16.
¡Cuán inútil es el hombre sin la dirección del Señor! ¡Cuán necios son sus pen-
samientos! Sin inspiración divina el hombre cae en el hoyo y es tomado en la tram-
pa. Todos sus caminos son tinieblas, y es confundido y puesto en vergüenza.
Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad para los que guardan su
convenio y sus testimonios. — Salmos 25: 8-10.
Nos hemos referido a muchas teorías que son propuestas para explicar el origen del
Lenguaje. Los hombres han gastado años de seria reflexión tratando de descubrir
cómo las cuerdas vocales y laringe fueron desarrolladas en el hombre. Explicación
tras explicación ha sido adelantada en un intento de iluminarnos en cuanto a los
métodos por los cuales se desarrolló el lenguaje.
Mientras Adán y Eva estuvieron en el Jardín del Edén fueron enseñados a con-
versar en el lenguaje del Padre. La Biblia nos dice que el Señor conversaba con
Adán. No podría haber hecho esto si no se hubiese enseñado a Adán a comprender
sus palabras. Además, este lenguaje no era una manera imperfecta de hablar, tal
como la que tenemos ahora. Era el lenguaje de seres celestiales. No sólo pudo
Adán, el primer hombre, hablar, pero también se le enseñó a leer y a escribir. Del
Libro de Moisés obtenemos una información amplia de estos hechos.
Entonces empezaron estos hombres a invocar el nombre del Señor, y el Señor los
bendijo; y se llevaba un libro de memorias, en el cual se escribía en el lenguaje de
Adán, porque a cuantos invocaban a Dios les era concedido escribir por el
espíritu de inspiración; y poseyendo un lenguaje puro y sin mezcla, enseñaban a
sus hijos a leer y a escribir.
Adán declaró esta profecía al ser inspirado por el Espíritu Santo, y se guardaba
una genealogía de los hijos de Dios. Y este era el libro de las generaciones de
Adán, y decía: El día en que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios lo hizo;
a imagen de su propio cuerpo, varón y hembra los creó, y los bendijo y les dio a
ellos el nombre de Adán, el día en que fueron creados, y llegaron a
ser almas vivientes en la tierra sobre el estrado de los pies de Dios.—Moisés 6:4-
9.
Este libro antiguo de memorias y registro genealógico de los hijos de Dios, el cual
contenía las generaciones de Adán, tenía por objeto que se preservara y pasara de
una generación a otra. La iglesia guardaba estos registros. Aquellos cuyos nombres
se hallaban en el libro eran conocidos como los hijos de Dios. Se les daba este
título, porque se habían bautizado y habían hecho un convenio con el Señor. ¡Qué
cosa tan gloriosa habría sido si los hombres hubieran permanecido fieles por todas
las edades, y se hubiera entregado este maravilloso registro de padre a hijo sin
interrupción! No obstante, mientras Jos hombres fueron fieles a sus convenios,
permaneció este libro de memorias entre ellos, y se registraban en el los nombres
de los justos.
Enoc continuó sus palabras, diciendo: El Señor que habló conmigo es el Dios del
cielo; y es mi Dios y vuestro Dios, y vosotros sois mis hermanos; y, ¿por qué
os aconsejáis vosotros mismos y negáis al Dios del cielo?
Él hizo los cielos; la tierra es el estrado de sus pies; y suyo es el fundamento de
ella. He aquí, él la estableció, y ha traído una hueste de hombres sobre la faz de
ella.
Y la muerte ha venido sobre nuestros padres; no obstante, los conocemos, y no
podemos negar, y conocemos aun el primero de todos, sí, Adán.
De esta manera Enoc presentó la evidencia a los descarriados que el Padre habló a
Adán. De alguna manera este libro de memorias (y quizá otros registros) llegaron a
manos de Noé, y, después del diluvio, a Abrahán, Noé enseñó a la gente las
instrucciones que había recibido de Enoc y los patriarcas.
Pero el Señor mi Dios preservó en mis propias manos los anales de los padres, sí,
los patriarcas, concernientes al derecho del sacerdocio; por tanto, he guardado
hasta el día de hoy el conocimiento del principio de la creación, y también de
los planetas y de las estrellas, tal como se dio a conocer a los patriarcas; y
trataré de escribir algunas de estas cosas en este relato para el beneficio de mi
posteridad que vendrá después de mí.—Abrahán 1:31.
Por estas palabras descubrimos que el libro que revelaba los escritos de Adán y los
patriarcas había sido preservado en la mano de Abrahán. Además aprendemos de
Abrahán que los patriarcas, aun desde los días de Adán, no eran ignorantes de la
forma de la tierra, los planetas y su relación con las estrellas. No fué hasta des pués
de la pérdida de estos libros y el rechazamiento de la revelación que la ignorancia y
la obscuridad espiritual tomó poder sobre las mentes y las almas de los hombres. Si
el género humano hubiese seguido adorando al Señor, se habría continuado a
escribir sus nombres en el libro de memorias que guardaban los profetas, y el
conocimiento de las cosas de Dios habría continuado en el mundo hasta hoy.
En los días de Moisés se guardaba un libro de memorias, y cuando el gran pro feta
le rogó al Señor que quitara su ira de sobre el pueblo dijo así: “Entonces volvió
Moisés ante Jehová y le dijo: ¡Ay! Este pueblo ha cometido un gran pecado, porque
se hicieron dioses de oro.
Y serán míos, dice el Señor de los Ejércitos, el día en que yo integre mis joyas; y
los perdonaré como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.
José Smith guardaba un libro de memorias, que se llamaba el “Libro de Ley del
Señor”, en el cual registraba los nombres de aquellos que habían sido valientes en
el testimonio de Jesús. Es de suma importancia para nosotros, como miembros de
la Iglesia, que estén nuestros nombres registrados en el “Libro de la Vida” del
Cordero, o el libro de memorias, mostrando que somos dignos de honra, gloria y
vida eterna. Vamos a ser juzgados por lo «pie esté escrito en los libros. “Escribid las
obras de este pueblo de lo que habrá aun como lo que ha habido se ha escrito ya”,
dijo el Señor a los nefitas, “Porque, he aquí, que por los libros que se han escrito y
por los que se escribirán, será juzgado este pueblo, porque, por los libros, serán sus
obras conocidas de los hombres. He aquí, que todas las cosas han sido escritas por
el Padre; por tanto, el mundo será juzgado según lo que se halle escrito en los
libros”. (3 Nefi 27.24-26). ¡Cuán necesario es que los registros que se guardan en la
tierra correspondan con los que se guardan en el cielo! Os suplico, que cada uno de
nosotros vea que se encuentren nuestros nombres en el Libro de Memorias del
Padre entre aquellos que se encontrarán dignos en el día de la segunda venida de
Cristo.
Capítulo 13
Juan Lord dice: “Abrahán se nos presenta, desde del transcurso de casi cuatro mil
años, como el personaje más majestuoso de la historia… Es el padre de todas
aquellas naciones, tribus y pueblos, que hoy reconocen, o que más tarde reco-
nocerán a un Dios personal, supremo y eterno en el universo que él ha creado”.
(Faros de la Historia, vol. 2, página 27.)
Ambos, Abrahán y Moisés fueron llamados a sus deberes respectivos antes de que
nacieran. No cabe duda que el Señor los colocó en sus posiciones a causa de
características marcadas que les adaptaba particularmente para los tiempos en que
vivieron. Adán fué llamado para estar a la cabeza de la familia humana y para ser
príncipe sobre ella para siempre. Asimismo Noé fué honrado como el padre de la
raza después del diluvio, y como tal llegó a ser su progenitor. Melquisedec, a causa
de su justicia, fué grandemente honrado por haberse dado su nombre al Santo Sa-
cerdocio. Se reservó para Abrahán el ser el progenitor del pueblo escogido de Dios.
Recibió el título de “el amigo de Dios”, y fué llamado el padre de los fieles.
Una Edad de Idolatría y Sacrificio Humano
Todos sabemos algo del valor que se requiere para hacer frente en oposición a la
costumbre y a la creencia general. A nadie le gusta ser ridiculizado. Pocos son los
que pueden resistir la opinión popular cuando se sabe que es errónea, y es difícil
comprender el valor magnífico que mostró Abrahán en su obediencia profunda a
Jehová, en medio de su ambiente. Su valor moral, su fe implícita en Dios, su
intrepidez en levantar su voz en oposición a la iniquidad que prevalecía, es casi
incomparable. Sin duda todo esto tuvo su parte para que el Señor le diera la
recompensa y las bendiciones a su posteridad hasta las últimas generaciones. Se
han dado pocas bendiciones mayores que éstas al hombre mortal.
El relato de Abrahán de- su vida es muy breve. Dice él que sus padres se habían
apartado de la justicia y de los santos mandamientos que el Señor les había dado, a
la adoración de los dioses de los paganos, rehusando completamente a escuchar la
del Señor.
En medio de estas condiciones idólatras Abrahán vió que tendría que buscar otro
hogar. Buscó los derechos de los patriarcas. Deseaba ser un seguidor de la justicia y
un heredero por derecho del Santo Sacerdocio. Esto le fué conferido. Dice, “Me
fue conferido de los padres; descendió de los padres, desde que comenzó el
tiempo, sí, aun desde el principio, o sea, antes de la fundación de la tierra hasta el
tiempo presente, a saber, el derecho del primogénito, o sea, del primer hombre, el
cual es Adán, nuestro primer padre, y por conducto de los padres hasta mí.
Busqué mi nombramiento en el sacerdocio conforme al nombramiento de Dios a
los padres en lo que atañe a la descendencia”.—Abrahán 1:3-4.
La Prueba Extrema de su Fe
Esta prueba extrema vino cuando se le mandó ofrecer a Isaac, su hijo de promesa,
como sacrificio. Nunca conoceremos la angustia que vino sobre él. Abrahán sabía
que el ofrecer sacrificios humanos era una abominación en la vista de Dios. El lo
había condenado en Ur, y por hacerlo casi había perdido la vida. Comprendía ple-
namente la ley del sacrificio, porque se le había sido enseñando la plenitud del
Evangelio. No sólo le habían ministrado ángeles pero también había hablado con
Dios cara a cara. Abrahán tenía el “libro de memorias” el cual le había sido
transmitido por los patriarcas, así que estaba completamente informado en cuanto
a la verdad del Evangelio.
Su acto de ofrecer a Isaac no fué influido en ningún grado por las prácticas
idólatras de su tiempo, sino que fué hecho simplemente en obediencia a un man-
damiento del Todopoderoso. La fe de Abrahán era perfecta.
El convenio que el Señor hizo con Abrahán fué de propósito triple en el sentido de
ser una bendición al género humano hasta las últimas generaciones. Aún hoy no
podemos comprender su significado cabal. Por medio de la posteridad de Abrahán
habían de descender el sacerdocio y sus poderes. Por su posteridad iba a venir
Cristo, quien iba a ser una bendición para todas las naciones. Además, se hizo la
promesa de que aparte de los descedientes directos de Abrahán, todos los que
aceptaren el evangelio desde entonces en adelante, también serían de la simiente
de Abrahán por adopción, y su sangre se mezclaría entre las naciones para
leudarles con los privilegios del evangelio.
José Smith, en la Traducción Inspirada de las Escrituras, nos ha dado este relato:
Y no han observado mi unción, ni la sepultura o bautismo que yo les mandé; Sino
que se han apartado del mandamiento, y han tomado para sí el lavamiento de los
niños, y la sangre para rociar.
Y han dicho que la sangre de Abel, el justo, se derramó por los pecados y no han
sabido que por esto responderán ante mí.
Mas en cuanto a ti, he aquí, haré un pacto contigo, y serás padre de muchas
naciones. . .
Quizá la declaración más clara del convenio que el Señor hizo con Abrahán es dada
por Abrahán mismo en el manuscrito traducido por el Profeta José Smith:
“Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con
Abrahán, e Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos: Mas los hijos del reino serán
echados a las tinieblas de afuera, allí será el lloro y el crujir de dientes”. (Mateo
8:11-12.) Además, el Señor reveló a José Smith que todos los que reciben los dos
sacerdocios llegan a ser los hijos de Moisés y de Aarón, y “Llegan a ser los hijos de
Moisés y de Aarón, y la descendencia de Abraham, y la iglesia y reino, y
los elegidos de Dios”. (D. C. 84:34.) Esto se hace en virtud del convenio hecho con
Abrahán, el cual fué renovado con Jacob y las tribus de Israel.
Capítulo 14
…Y puso su mano sobre mis ojos, y vi aquellas cosas que sus manos habían
creado, las cuales eran muchas; y se multiplicaron ante mis ojos, y no pude ver su
fin.— Abrahán 3:12.
Herencia Territorial
Obedeciendo a este llamado, Abrahán dejó la tierra de Caldea, mas llevó consigo a
Sara su esposa, su padre y Lot, hijo de su hermano y toda su sustancia, y aquellas
almas que quisieron seguirle y se fueron a Harán.
Cuando se dió a Abrahán por primera vez la promesa de una numerosa posteridad
era un hombre comparativamente joven. Su esposa Sarai era estéril y las po-
sibilidades del cumplimiento de la promesa no eran alentadoras. Un hombre de
menos fe habría estado desanimado y posiblemente hubiera perdido su confianza
en la promesa del Señor. No fué así con Abrahán, aunque estos habrán sido días
difíciles porque en aquel entonces el no tener posteridad era considerado como la
mayor calamidad que podía sobrevenir a un hombre. Aún con esta promesa, Abra-
hán tuvo que esperar hasta ser ya anciano. Casi medio siglo había trascurrido desde
el tiempo de la primera promesa hasta que Isaac, el hijo favorecido, fué nacido.
Durante todos estos años Abrahán jamás perdió su confianza en el Señor. Creía
implícitamente que la promesa recibida se cumpliría, pero no fué hasta tener él
cien años de edad y Sarai noventa, que se verificaron sus esperanzas en el
nacimiento de un hijo.
Fué de noche que el Señor habló estas palabras a Abrahán y le reveló, en visión y
por el Urim y Tumim, la grandeza de las estrellas. Mientras reposaba su vista sobre
las mismas —porque sus ojos fueron abiertos— se multiplicaron grandemente
delante de él hasta que no pudo ver su fin, porque las estrellas eran sin número.
Aquí había una lección maravillosa que Abrahán debía aprender. En esta visión le
fueron manifiestas las maravillas del universo. No fué solamente una lección en
astronomía dada bajo la dirección del Gran Astrónomo, que creó estos inmensos
mundos y los conocía todos de nombre. Había otros significados más profundos en
esta lección.
Abrahán aprendió que las obras del Todopoderoso son sin fin. Descubrió que son
creadas para servir de habitaciones al hombre. Estos mundos glorificados son las
moradas de seres celestiales justos —los hijos de nuestro Padre eterno. Más aún,
aprendió que hay un propósito eterno en todas las obras de Dios, que muchos
mundos han pasado por el período de prueba a la gloria eterna. Y mientras un
mundo pasa a la exaltación, así se creará otro, porque hay muchos mundos que han
pasado a ese estado y muchos más que vendrán como moradas para los hombres
no nacidos aún. Para Abrahán la inmensidad y gloria del universo fué arrollador.
Entonces le prometió el Señor: Te multiplicaré a ti y a tu simiente después de ti,
igual que éstas (las estrellas); y si puedes contar el número de las arenas, así será el
número de tus simientes”.
En esta visión Abrahán aprendió que él sería el progenitor de una raza innu-
merable. No sólo sería su posteridad como las incontables estrellas en número, sino
que habría entre ellos, como entre las estrellas, “muchos de los grandes”, los cuales
serían gobernantes. Entre estos, de acuerdo con la promesa hecha, estaría Uno de
los grandes que gobernaría junto al trono de Dios. Porque, según se explicó, como
hay una estrella sobre otra, así también habrá una mayor, hasta llegar a Kólob, la
más cercana al trono de Dios. De igual manera, si un espíritu está sobre otro o es
más inteligente, así habrá otro aun mayor, hasta llegar a Jesucristo, o, aun al Padre,
que es el mayor de todos.
Una Bendición a Todas las Familias de la Tierra
Un Convenio Eterno
Ni tampoco está limitado este convenio solamente a la vida mortal. Se extiende más
allá del sepulcro hasta el reino celestial. Los hijos de Abrahán, mientras guardan el
convenio que reciben en la casa del Señor, tendrán, como Abrahán su padre, un
aumento continuo durante toda la eternidad, y no habrá fin de su posteridad. De
esta manera reciben las bendiciones de Abrahán, Isaac y Jacob, y se hacen
partícipes hasta el grado máximo. Porque ha de haber una continuación de sus
“simientes para siempre jamás” entre aquellos que reciben la exaltación en el reino
de Dios. Esta es la promesa, y vendrán por el linaje de Abrahán reyes, sacerdotes y
gobernantes, no sólo en esta tierra sino también en los ciclos, y así serán mundos
sin fin.
Capítulo 15
La simiente de Caín
Caín nació de buenos padres. Miguel, el gran príncipe, quien ayudó a formar la
tierra, era su padre. Ningún hombre, exceptuando Jesucristo, jamás fué bendecido
con mayor honra o responsabilidad que Miguel. Ningún hombre merecía ser
honrado más que él. A él se le había dado el primer lugar en la historia del mundo y
se le enseñó directamente de los cielos. Caín tuvo el gran honor de ser el hijo de
Adán, y, también, fué privilegiado con las mismas bendiciones que su padre. ¡Qué
hombre tan poderoso pudiera haber sido! ¡Su nombre podría haber destacado con
lustre glorioso como el de uno de los hijos valientes de Dios! ¡Cómo podría haber
sido honrado hasta la última generación! ¡Más él no quiso nada de ello!
Caín Pecó Contra la Luz
De la Biblia uno podría deducir que Caín era el primer hijo de Adán, pero la Biblia
da sólo una historia breve. Del Libro de Moisés obtenemos una vista más extensa y
una comprensión mejor de las condiciones de aquel día temprano. Adán y Eva eran
los padres de numerosos hijos, hijos e hijas aun antes del nacimiento de Caín y
Abel, según nos informa ese relato.
Después que Adán y Eva hubieron sido echados del Jardín del Edén, él comenzó a
labrar la tierra y comer su pan con el sudor de su rostro, y Eva trabajaba con él. Les
nacieron hijos c hijas quienes empezaron a esparcirse, y leemos, “Desde ese tiempo
los hijos e hijas de Adán empezaron a separarse de dos en dos por toda la tierra, y a
cultivarla, y a cuidar rebaños; y también ellos engendraron hijos e hijas. Y Adán y
Eva, su esposa, invocaron el nombre del Señor; y oyeron que les hablaba la voz del
Señor en dirección del Jardín de Edén…
“Y Adán y Eva bendijeron el nombre de Dios, c hicieron saber todas las cosas a sus
hijos e hijas. Y Satanás vino entre ellos, diciendo: Yo también soy hijo de Dios; y les
mandó y dijo: No lo creáis; y no lo creyeron, y amaron a Satanás más que a Dios. Y
desde ese tiempo los hombres empezaron a ser carnales, sensuales y diabólicos”. —
Moisés 5:3-4, 12-13.
En medio de toda esta rebelión, Adán y Eva se entristecieron a causa de los hechos
de sus hijos. Cuando nació Caín, Eva exclamó: “Adquirido he un varón del Señor;
por tanto, tal vez éste no rechazará sus palabras”.
Empero cuando Caín había crecido no escuchó y decía: “¿Quién es el Señor, para
que tenga que conocerlo?” Y las escrituras dicen, “Y Caín amó a Satanás más que a
Dios. Y Satanás le mandó diciendo: Lleva un presente al Señor”. Así fué incitado a
hacer su sacrificio no porque el Señor se lo mandó, sino porque se lo mandó
Satanás. Naturalmente, entonces, esperamos que el Señor tendría respeto por la
ofrenda del justo Abel, pero que no tendría respeto por la ofrenda de Caín. Aún
después de esto el Señor habló a Caín con bondad y le prometió grandes
bendiciones y que sería aceptado si hiciere lo bueno. Además, se le dijo a Caín que
si no escuchaba al Señor que el pecado estaba a la puerta y, dijo el Señor, “Satanás
desea poseerte. Y a menos que escuches mis mandamientos, te entregaré, y será
hecho contigo según la voluntad de él. Y tú te enseñorearás de él; porque desde
ahora en adelante tú serás el padre de sus mentiras; serás llamado Perdición;
porque tú también fuiste antes que el mundo.
¿No nos hace creer que en vez de aceptar esta palabra del Señor con el espíritu de
humildad y con pesar por sus acciones malas, Caín más bien se regocijaba en las
palabras que le fueron dichas; “Satanás desea poseerte… Y tú te enseñorearás de
él?” ¿No es posible que se regocijara con el conocimiento de que por medio de su
iniquidad podría reinar en el reino de la iniquidad? ¿Qué gloria y honra podría
esperar obtener Caín por llegar a ser el “padre, de mentiras” y por llegar a ser
Perdición? Es difícil comprender tal actitud de mente. El pensar que Caín se
gloriaría en obtener dominio en el reino de lo malo, y en llegar a ser el autor de la
falsedad y en poseer el cetro de poder en el reino de las tinieblas, es casi increíble.
No obstante se nos dice que Caín se regocijó, diciendo:
Se Gloriaba de Su Iniquidad
Otros hombres han pecado, la mayor parte de ellos a sabiendas, pero aquí tenemos
el primer y más destacado caso de la historia de uno que se gloriaba en la
iniquidad. Caín escogió a sabiendas, mas no inteligentemente. Mató a su hermano,
no tanto por sus rebaños como por la gloria de ser Mahán el Maestro. No tanto con
la esperanza de obtener las posesiones temporales de su hermano, sino para dejar
sin posteridad a ese hermano justo, y, ¡porque Satanás se lo mandó!
No sólo tuvo que sufrir Caín, pero a causa de su iniquidad llegó a ser el padre de
una raza inferior. Una maldición fué puesta sobre él y esa maldición ha continuado
por medio de su linaje y ha de continuar mientras dure el tiempo. Millones de
almas han venido a este mundo maldecidas con un cutis negro, y se les ha sido
negado el privilegio del Sacerdocio y la plenitud de las bendiciones del Evangelio.
Estos son los descendientes de Caín. Además, se les ha hecho sentir su inferioridad
y han sido separados del resto de la humanidad desde el principio. Enoc vió al
pueblo de Canaán, descendientes de Caín, y dice, “y les vino un color obscuro a
todos los hijos de Canaán, de modo que fueron despreciados de toda la gente. . . Y
sucedió que Enoc siguió llamando a todo el pueblo al arrepentimiento, con
excepción del pueblo de Canaán”. (Moisés 7:8, 12.) En justicia se debe decir que ha
habido entre la simiente de Caín muchos que han sido honorables y quienes han
vivido de acuerdo con la mejor luz que tuvieron en este estado. Pidamos que el
Señor les bendiga con algunas bendiciones de exaltación, si no la plenitud, por su
integridad aquí.
¡Pero qué contraste! ¡Los hijos de Set, Enoc y Noé honrados con las bendiciones y
los derechos del Sacerdocio! ¡Los hijos-de Abrahán hechos herederos legales de
todas las bendiciones de los padres! ¡Y los hijos de Caín, negados al Sacerdocio; sin
tener el privilegio de recibir los convenios de gloria en el reino de Dios! ¿Qué
podría ser más triste que esto? Sin embargo, ¿podemos decir que el Juez de toda la
tierra no ha sido justo? Quizás no comprendemos completamente ahora, pero
vendrá el tiempo cuando todas estas cosas serán explicadas. Entonces diremos:
Bendita sea el nombre del Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, quien nos ha bendecido
con las bendiciones de su reino glorioso, donde por nuestra fidelidad, podremos
morar en verdad y luz eterna. En el espíritu de simpatía, misericordia y fe, también
esperamos que con el tiempo bendiciones serán dadas a nuestros hermanos de la
raza negra, porque son nuestros hermanos —hijos de Dios— a pesar de, su cutis
negro emblemático de tinieblas eternas.
Capítulo 16
Este rey de Egipto era descendiente de los lomos de Cam y por nacimiento era de
la sangre de los cananeos.
Vemos que la esposa de Caín era llamada Egiptus, lo que significa “aquello que está
prohibido”. Sabemos que era la costumbre en aquellos primeros días dar a los hijos
nombres que tenían un significado preciso basado sobre algún evento importante
relacionado con el nacimiento o la primera parte de la vida, o para señalar o fijar
atención en alguna peculiaridad de carácter o hábito que hubiesen formado.
Frecuentemente, más tarde en la vida, los nombres eran cambiados a causa de que
algún evento sobresaliente o característica de la vida del individuo que fuese
descubierta. De esta manera el nombre de Esaú fué cambiado. Al tiempo de su
nacimiento fué llamado Esaú porque era “velludo como una pelliza”, pero más
tarde en su vida cuando vendió su primogenitura su nombre fué cambiado a Edom
a causa de ese evento, y sus descendientes eran conocidos como idumeos. Así que
Parece muy probable que Egiptus fué llamada así porque participaba de la
maldición de sus padres. Además, este pensamiento recibe apoyo en la declaración
de que de Cam nació la raza que conservó la maldición sobre la tierra. Parece ser
bastante fuerte la deducción que esta maldición que se conservó por medio del
linaje de Cam antecedía el diluvio. El Élder B. H. Roberts discutió esta cuestión
hace varios años como sigue:
Ahora, ¿por qué es que la simiente de Cam fué maldecida en cuanto al sacerdocio?
¿Por qué es que su simiente no podía ”tener el derecho del sacerdocio?” La esposa
de Cam se llamaba “Egiptus” que en caldeo significa Egipto, que quiere decir
aquello que está prohibido;… y así nació de Cam la raza que conservó la maldición
sobre la tierra”. ¿Era la esposa de Cam, como su nombre lo indica, de una raza con
la and a aquellos que poseían el sacerdocio les era prohibido casarse? ¿Era
descendiente de Caín, quien fué maldecido por haber asesinado a su hermano? ¿Y
fué que por haberse casado Cam con ella, salvándola así del diluvio en el arca, que
se perpetuó “la raza que conservó la maldición sobre la tierra?” Si es así, entonces
creo que esa raza es aquella por medio de la cual se ordenó que vinieran aquellos
espíritus que no fueron valientes en la gran rebelión del cielo; quienes, por causa de
su indiferencia o falta de integridad en cuanto a la justicia, se hicieron indignos de
merecer el sacerdocio y sus poderes, y por consiguiente, les es prohibido hasta este
día. —El Contribuidor 6:297.
No Hubo Neutrales en el Cielo
Caín conversaba con su Dios todos los días, y sabía todo lo concerniente al plan de
crear este mundo, porque su padre se lo había explicado. Pero, por falta de
humildad, y por sus celos, y su ansiedad de poseer el reino, y tenerlo todo bajo su
propio dominio, y no permitir a ningún otro tener el derecho de decir ni una
palabra, ¿qué es lo que hizo? Mató a su hermano. El Señor le marcó con una señal…
Cuando todos los demás hijos de Adán habrán tenido el privilegio de recibir el
Sacerdocio, y de entrar en el reino de Dios, y de ser redimidos de las cuatro partes
de la tierra, y habrán recibido su resurrección de los muertos, entonces será el
tiempo para quitar la maldición de Caín y su posteridad. Privó a su hermano del
privilegio de seguir su jornada por la vida, y de extender su reino por multiplicarse
sobre la tierra; y a causa de esto, él es el último para compartir los gozos del reino
de Dios. —Diario de Discursos, Tomo 2, pág. 142-143.
El Señor dijo, no mataré a Caín, sino que pondré una señal sobre él, y esa señal será
vista en la cara de cada negro sobre la faz de la tierra; y es el decreto de Dios que
esa señal permanezca sobre la simiente de Caín hasta que sea redimida la simiente
de Abel, y Caín (la simiente de Caín) no recibirá el Sacerdocio, hasta el tiempo de
esa redención. Cualquier hombre que tenga una gota de la simiente de Caín no
puedo recibir el Sacerdocio; pero llegará el día cuando toda esta raza será redimida
y poseerá todas las bendiciones que tenemos nosotros ahora. —La Historia de
Wilford Woodruff, pág. 351.
¿Por qué son tantos de los habitantes de la tierra maldecidos con un cutis negro?
Viene porque sus padres rechazaron los poderes del Santo Sacerdocio, y las leyes de
Dios. Ellos morirán. Y cuando todos los demás hijos hayan recibido sus
bendiciones en el Santo Sacerdocio, entonces esa maldición será quitada de la
simiente de Caín, y entonces ellos saldrán y poseerán el Sacerdocio. —Diario de
Discursos, Tomo II, pág. 272.
Era bien entendido por los primeros élderes de la Iglesia que la señal que fué
puesta sobre Caín y la cual su posteridad heredó era el cutis negro.
El libro de Moisés nos informa que Caín y sus descendientes eran de color negro.
Enoc enseñó el Evangelio a todo pueblo en todas partes, con excepción del pueblo
de Canaán. El pueblo de Canaán vivió antes del diluvio y eran descendientes de
Caín. ¿No es probable que Cam puso a su hijo el nombre de Canaán por Caín o uno
de los descendientes de Caín, quien dió su nombre a la tierra en que la posteridad
de Caín vivió antes del diluvio?
Entonces parece que hubo otro pueblo llamados cananeos, quienes eran de una
raza negra y descendientes de Caín. Hablando de estos pueblos, Enoc dijo:
Vine de la tierra de Cainán, la tierra de mis padres, una tierra de justicia hasta el
día de hoy. Mi padre me enseñó conforme a todas las vías de Dios. —Moisés 6:41.
Y sucedió que Enoc siguió llamando a todo pueblo al arrepentimiento, con excep-
ción del pueblo de Caimán, —Moisés 7:7-8, 12.
Y aconteció que el Señor le mostró a Enoc todos los habitantes de la tierra; y vió,
y, he aquí con el transcurso del tiempo, Sión fué llevada al cielo. Y el Señor le dijo
a Enoc: He allí mí morada para siempre.
Y Enoc también vió el resto de los del pueblo, que eran los hijos de Adán; y eran
una mezcla de toda la simiente de Adán, salvo la de Caín, porque los de la-
simiente de Caín eran negros, y no teman cabida entre ellos. —Moisés 7:21-22.
De estas referencias descubrimos que los hijos de Caín eran en todos respectos muy
similares a los hijos de Cam. Los Cananeos antes del diluvio conservaron la mal-
dición en la tierra; y el Evangelio no fué llevado a ellos, y ningún otro pueblo podría
asociarse con ellos. Los Cananeos después del diluvio también conservaron la
maldición en la tierra y les fueron negados los derechos del Sacerdocio. Abrahán
nos informa que por Egiptus, la hija de Cam —quien evidentemente llevaba el nom-
bre de su madre—Egipto fué habitado y nombrado, y que sus hijos no pudieron
poseer el Sacerdocio. Estos hechos están registrados en las palabras de Abrahán co-
mo sigue:
“Cuando Caín trajo una maldición sobre su propia cabeza y sobre la de su familia,
su posteridad después de muchas generaciones llevan la misma maldición. La
maldición que vino sobre Canaán, el hijo de Cam, se extendió a una gran parte de la
raza humana, y ha continuado basta el día presente”.—J. H. día 23 de sept. de 1855.
Un Siervo de Siervos
El Presidente Brigham Young, en otra ocasión dijo: “La simiente de Cam, la cual es
la simiente de Caín que desciende por medio de Cam, servirá, de acuerdo con la
maldición impuesta sobre él, a sus hermanos, y será un “siervo de siervos” para con
sus semejantes, basta que Dios quite la maldición; y ningún poder puede
impedirlo”.—Diario de Discursos, Tomo 2, pág. 184.
Brigham Young no originó esta doctrina, sino que fué enseñado por el Profeta José
Smith. En una junta de las Autoridades Generales de la Iglesia que se celebró el día
22 de agosto de 1895, se hizo la pregunta relativa a la condición del negro en cuanto
al sacerdocio. Los apuntes de esa junta leen así:
“El Presidente George Q. Cannon dijo que el profeta enseñó esta doctrina: Que la
simiente de Caín no podía recibir el sacerdocio ni oficiar en ninguno de los oficios
del Sacerdocio hasta que la simiente de Abel viniere para tomar su lugar por
delante de la descendencia de Caín”.
José Smith nos ha dejado muy poco registrado en sus propias palabras aparte de lo
que se encuentra en la Perla de Gran Precio. En el curso de una discusión que se
sostuvo en Nauvoo en 1842, tocante a la cuestión de quién había sido perseguido
más por los blancos, el negro o el indio, el Profeta José dijo: “Los indios tienen ma-
yor razón para quejarse del trato que han recibido de los blancos que los negros, en
otras palabras los hijos de. Caín”. (Historia Documental de la Iglesia, tomo 4, pág.
501).
Pero todos sabemos que es por causa de las enseñanzas del Profeta que hoy se le
prohíbe el sacerdocio al negro. El negro puede bautizarse y entrar a la Iglesia; y
algunas de estas personas desafortunadas se han bautizado y han demostrado su
fidelidad y dignidad ante el Señor, en éste su segundo estado, dando ejemplos de
justicia que muchos de los hijos de Sem y Japhet bien podrían emular con provecho
sempiterno. Seguramente el Señor tendrá presente su fidelidad y los recompensará
de acuerdo con ella.
Capítulo 17
La ley de primogenitura
Desde los días de Adán hasta los días de Moisés, el orden del Sacerdocio, como ya
hemos explicado, fué patriarcal. Leemos en las Doctrinas y Convenios (107:40-41)
que “estableciese el orden de este sacerdocio para descender de padre a hijo; y por
derecho pertenece a los descendientes literales de la simiente escogida, a la cual se
hicieron las promesas”. Fué con el conocimiento de esto que Abrahán buscó su
nombramiento en el sacerdocio, “conforme a lo que Dios había señalado a los
patriarcas, relativo a la simiente”. Abrahán también llegó a ser un heredero
legítimo, un sumo sacerdote, y un patriarca, “con el derecho que pertenecía a los
patriarcas”.
De esto aprendemos que el gobierno de Egipto fué uno de los primeros organizados
después del diluvio, y que el primer gobernador lo estableció conforme al modelo
que había descendido desde el principio.
No sólo prevalecía este orden en la primera Iglesia, sino que el mismo orden se
observó en cada familia individual. Según esta ley el padre tenía autoridad comple-
ta sobre su posteridad. Es por esa razón que encontramos hombres fuertes
obedientes a sus padres y aceptando sus consejos en todas las cosas. La rebelión
contra la autoridad paternal se consideraba ser uno de los pecados más graves. El
padre tenía autoridad absoluta sobre su casa y no sólo reinaba como monarca,
siendo su palabra ley, pero generalmente esta autoridad fué reconocida. El padre
tenía poder sobre la vida y muerte de los miembros de su familia, así como los
antiguos monarcas absolutos lo tuvieron sobre sus súbditos en los asuntos del país.
Por tanto, cuando Abrahán salió para ofrecer a Isaac, según la ley de aquel tiempo
estaba dentro de sus derechos; ninguna sociedad o gobierno organizado dudaba de
su autoridad. Isaac también comprendía que la voluntad de su padre era suprema,
y su deber era de obedecer humildemente. Con este mismo derecho, frecuen-
temente los padres cortejaban para sus hijos. A lo menos, sentían que era su deber
obligatorio buscar esposas para sus hijos. Abrahán, actuando bajo este principio, y,
sin ninguna duda, siendo guiado por la inspiración del Señor, mandó a su siervo
regresar a su propio pueblo para traer a Rebeca para ser compañera de Isaac. Era
en conformidad con esta costumbre antigua cuando Agar tomó para Ismael “mujer
de la tierra de Egipto”, y cuando Sansón vió la hija de un Filisteo decir a sus padres,
“Ruegos que me la toméis por mujer”.
La Autoridad del Sacerdocio se puede manejar sólo en Justicia
Por supuesto, según la ley del evangelio, la autoridad del Sacerdocio, aún desde los
primeros tiempos, había de ser manejada en humildad, misericordia y justicia. La
palabra del Señor a José Smith era tan cierta en aquel tiempo como lo es ahora, en
la cual dijo:
Porque a tal grado han puesto su corazón en las cosas de este mundo, y aspiran
tanto a los honores de los hombres, que no aprenden esta lección única:
Hay dos oficios en la Iglesia que por derecho descienden de padre a hijo. Uno es la
presidencia del Sacerdocio de Aarón, porqué este sacerdocio fué conferido sobre
Aarón y sus hijos después de él hasta las últimas generaciones. Por tanto, si se
encontrase el heredero legítimo de este sacerdocio, y él se hallare digno, podría ser
llamado a este oficio para obrar sin consejeros. Esta es la palabra del Señor:
El otro oficio que por decreto divino desciende de padre a lujo, es el de patriarca.
Así como en la cuestión del nombramiento de obispos, esto no se aplica a todos los
patriarcas de la Iglesia, sino al hombre que es un descendiente literal de José, y el
primogénito entre los hijos de Efraín.
Se hizo saber por revelación que José Smith, Padre, era el hombre que tenía
derecho a esta autoridad, y el oficio ha descendido de él por medio del linaje
legítimo de conformidad con lo que el Señor ha designado.
Aparte de estos dos oficios no hay oficio que pueda ser reclamado por un hijo por-
que su padre lo ocupó. Pero todos los hombros que escuchen los mandamientos del
Señor y estén dispuestos a guardar sus convenios, son herederos del Sacerdocio.
Este privilegio, tal como se discutió anteriormente, viene a ellos por medio del
convenio y las bendiciones que se confirieron sobre Abrahán. Por consiguiente, el
Señor dijo a los primeros élderes de la Iglesia: “De modo que, así dice el Señor a
vosotros con quienes ha permanecido el Sacerdocio por linaje de vuestros padres.
Porque sois herederos legales, según la carne, y habéis sido escondidos del mundo
con Cristo en Dios” —y esto se dijo a causa de su fidelidad.—D. C. 86:8-9.
Capítulo 18
Judá, el cuarto hijo de Lea, fué en un respecto más honrado que sus hermanos,
porque fué de su linaje que nació el Redentor del mundo. Eso, seguramente debe
ser honra suficiente para cualquier hombre. Además se le confirió el poder de rei-
nar. A sus descendientes se dió el derecho de gobernar y reinar en Israel antes de la
división del reino y de continuar por medio de David en esa capacidad en el reino
de Judá.
Historia temprana de Efraín
Pero fué Efraín a quien se llamó para ser el “primogénito”. Al leer el registro de
aquellos tiempos quizás descaremos saber exactamente cuál fué la honra que se dió
a Efraín. Encontramos que los de la tribu de Levi llegaron a ser los sacerdotes del
pueblo del orden Aarónico y Levítico. Vemos, primeramente, a la tribu de Benjamín
honrado en el escogimiento de Saúl, con la declaración de que si Saúl hubiese
permanecido fiel, esa honra hubiera sido perpetuada por medio de su linaje. Vemos
a David un hijo de Judá llamado al trono y el reino dado a él perpetuamente en
Israel. Aunque el gran líder Josué descendía de Efraín, pero después de su muerte
José y sus hijos parecen haber sido pasados por alto u olvidados.
Pero más tarde vino la división del reino y el Señor dió a Efraín el gobierno de diez
de las doce tribus. Desafortunadamente, nosotros que somos sus descendientes te-
nemos que admitir que sus hijos que ocuparon esta posición, sin excepción, fraca-
saron tristemente en ella. Causaron que Israel pecase. El enojo del Señor estaba en-
cendido contra ellos, y en su ira permitió que Israel fuese llevado cautivo y entera-
mente sacado del país. Efraín y sus compañeros se alejaron de su tierra y de aquel
día hasta hoy han sido desechados y perdidos, en gran parte, del resto de la hu-
manidad.
Ese resto que ahora se encuentra entre los lamanitas eventualmente- participará de
las bendiciones del Evangelio. Se unirán con el resto que está siendo congregado de
entre las naciones y ellos serán bendecidos por el Señor para siempre jamás.
Capítulo 19
Efraín tiene una misión gloriosa para desempeñar en este día. Ya tiene cien años de
estar cumpliendo fielmente esta misión. Es propio que ocupe su lugar a la cabeza,
ejerciendo los derechos de primogénito en Israel. El evangelio se está predicando a
las naciones por Efraín. Por consiguiente, fué esencial que los de Efraín fuesen los
primeros para ser congregados, porque él es quien ha de preparar el camino para
las otras tribus de Israel. Se nos hace creer, por las enseñanzas del Profeta José
Smith, que una grande mayoría de los que han recibido el evangelio son de Efraín.
Es una excepción encontrar uno de alguna otra tribu. Sin embargo, tenemos
representantes de las otras tribus.
Muchas son las promesas hechas con Efraín en cuanto al papel que ha de
desempeñar en el drama del día actual. Uno de los pasajes notables de las Es-
crituras tocante a este drama se encuentra en Jeremías y declara lo siguiente:
Porque así ha dicho Jehová: Cantad con alegría por Jacob y dad voces de júbilo a
la cabeza de las naciones; proclamad, alabad y decid: Oh Jehová, salva a tu
pueblo, el remanente de Israel.
He aquí, yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los confines de
la tierra, y entre ellos a ciegos y a cojos, a la mujer que está encinta y a la que dio
a luz juntamente; en gran congregación volverán acá.
Vendrán con llanto, y por sus súplicas los guiaré y los haré andar junto a
arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán, porque yo soy
el padre de Israel, y Efraín es mi primogénito. — Jeremías 31:6-9.
La revelación moderna nos da más luz sobre los propósitos del Señor en cuanto a la
congregación de las tribus de Israel y el papel que desempeñará Efraín en dicha
congregación. Leemos:
Y alzará su voz desde Sion, y hablará desde Jerusalén, y se oirá su voz entre todo
pueblo.
Y será una voz como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de
grandes truenos que derribarán los montes; y no se hallarán los valles.
Mandará al mar profundo, y será arrojado hacia los países del norte, y
las islas serán una sola tierra; y la tierra de Jerusalén y la de Sion volverán a su
propio lugar, y la tierra será como en los días antes de ser dividida.
Y los que estén en los países del norte serán recordados ante el Señor, y sus
profetas oirán su voz, y no se contendrán por más tiempo; y herirán las peñas, y
el hielo fluirá ante su presencia.
Y allí se postrarán, y serán coronados de gloria, sí, en Sion, por la mano de los
siervos del Señor, los hijos de Efraín.
Aprendemos, entonces, que cuando lleguen estos gloriosos tiempos los hijos de
Efraín serán ‘‘siervos” del Señor. Efraín estará a la cabeza en la gloria completa de
su primogenitura, para ministrar a sus compañeros de las otras tribus. ¡Qué gloria
tan grande es la suya! ¡Qué honra le es conferida ahora que ya no es rebelde! Y el
Señor sigue diciendo:
He aquí, esta es la bendición del Dios sempiterno sobre las tribus de Israel, y la
bendición más rica sobre la cabeza de Efraín y sus compañeros.—D.yC. 133: 34.
Entre los Santos de los Últimos Días es bien entendido, porque el Señor lo ha
declarado, que el Continente de América es Sión. Muchas de las profecías acerca de
Sion no podrían cumplirse si la pequeña parcela de terreno en Jerusalén fuese lo
que significa esta palabra, Sión y Jerusalén son dos lugares distintos. El Señor hará
del uno la capital de su reino para Judá y sus compañeros. El otro será la capital de
su Reino en Sión el cual es la tierra de José y sus compañeros. Estas son las
ciudades santas: la antigua Jerusalén, cuando sea purificada; y Sión, la Nueva
Jerusalén, sobre este continente. Aquí preside Efraín con sus derechos de
primogénito, poseyendo el poder del Sacerdocio para sus semejantes.
Judá también será congregado, pero a Jerusalén y Palestina. Las tribus de Israel
vendrán a Sión donde serán coronadas y eventualmente muchos de ellos
regresarán a la tierra de su herencia, porque así ha sido prometido. (Véase Eter
13:10-11.) Cuando Judá sea congregado, y podemos alegramos por el conocimiento
de que está siendo congregado, él también tendrá que recibir sus bendiciones de
Efraín, su hermano. Y llegará el tiempo —está a la mano— cuando todo Israel será
limpiado. Los convenios hechos con Abrahán, Isaac, y Jacob en la antigüedad, y
renovados con José Smith en el día actual, todos se cumplirán.
Los líderes de nuestro pueblo han esperado, desde el principio, este gran día
cuando Efraín sería congregado y ocuparía su puesto para coronar las tribus de
Israel. En una epístola que publicó la Primera Presidencia en octubre de 1882,
aparece lo siguiente:
Estamos congregando a los hijos de Abrahán quienes descienden por medio de los
lomos de José y sus hijos, más particularmente los que descienden por medio de
Efraín, cuyos hijos se han mezclado como todas las naciones del mundo. Los hijos
de Efraín son salvajes e incultos; indómitos e ingobernables Su espíritu es
turbulento y resoluto; son la raza anglosajona, y se encuentran esparcidos sobre
la faz de toda la tierra, con el espíritu de dominio y dictar dura, de ir de una
conquista a otra. Buscan por toda la creación y examinan cada rincón y
escondrijo para ver qué hay sobre y adentro de ella. Veo una congregación de
ellos ante mí este día. Ninguna dificultad desanimará a estos hombres;
penetrarán las selvas más densas y vencerán dificultades casi insuperables a fin
de desarrollar los tesoros de la tierra, y para fomentar su espíritu indómito de
aventura.—Discursos de Brigham Young, pág. 760.
El Profeta José Smith esperaba el día cuando Israel sería congregado. Declaró en
mía conferencia de la Iglesia celebrada en junio de 1831, “que Juan el Revelador
estaba en ese tiempo entre las diez tribus de Israel quienes fueron Levados a la
cautividad por Salmanasar, rey de Asiria, a fin de prepararlos para el regresa de su
larga dispersión”. El Presidente Young frecuentemente tuvo en mente y expresó
pensamientos similares. Otra de sus declaraciones incluye lo siguiente: “Estamos
buscando la Casa de Israel… y es el mismo joven sobre quien nuestro padre Jacob
impuso sus manos, que salvara la Casa de Israel. El Libro de Mormón vino a Efraín,
porque José Smith fué un descendiente puro de Efraín.
Es Efraín a quien he buscado todos los días de mi predicación, y fué esa sangre que
corría en mis venas cuando acepté el evangelio. Si hay personas de las otras tribus
mezclados con los gentiles también estamos buscando por ellos.”
El Presidente Young declaró que José Smith era descendiente puro de Efraín. Esto
es cierto. José Smith, el padre del Profeta, recibió la primogenitura en Israel la cual
heredó por medio de sus padres desde Efraín. José, Jacob, y Abrahán. Por esa
razón se le confirió el Sacerdocio Patriarcal con el mandamiento de que había de
ser transmitido de padre a hijo.
He aquí, estos vendrán de lejos; y, he aquí, otros del norte y del occidente, y estos
de la tierra de Sinim.—Isaías 49:12.
Son muchas las razones para haberse escogido una nación especial para poseer el
sacerdocio y ser favorecidos con les oráculos de la verdad. Es consistente así como
razonable que él Señor llamara a tal pueblo y les confiriese favores especiales,
cuando todo el resto de la humanidad rechazaren su palabra. Por medio de este
pueblo escogido el Señor reservó el derecho de enviar a la tierra un linaje escogido
de espíritus fieles quienes merecieron favores especiales basados en la obediencia
en la preexistencia. Además, el escogimiento de una raza especial, confiriendo
sobre ella convenios y obligaciones peculiares, las cuales otras naciones no guar-
darían, tuvo el efecto de segregar esta raza de las demás. Si no se hubiese dado un
convenio especial o práctica peculiar a Israel, con el mandamiento estricto de no
mezclarse con otros pueblos, con el transcurso de pocos años Israel se habría
desaparecido como nación. Aun así requirió años de instrucción y dirección
constante por parte de profetas divinamente nombrados para impresionar sobre el
pueblo el carácter sagrado de su llamamiento especial. Además, tuvieron que sufrir
por la transgresión del rey y el quebrantamiento de los convenios, ser azotados y
sufrir el cautiverio antes de que pudieran aprender su lección.
Las Diez Tribus fueron sacadas por la fuerza de la tierra que el Señor les había
dado. Muchos de ellos se mezclaron con los pueblos entre quienes fueron
dispersados. Sin embargo, una gran parte de ellos, partieron en un grupo hacia el
norte y desaparecieron del resto del mundo. A dónde fueron y en dónde se
encuentran, no sabemos. Debemos creer que están intactos, o de otra manera,
¿cómo se cumplirían las escrituras? Hay tantas profecías acerca de ellos y su
regreso en un cuerpo, que no podemos ignorar este hecho. El élder Orson F.
Whitney, escribiendo acerca de esto dijo:
Algunos afirman que las tribus perdidas de Israel—las que fueron llevadas al
cautiverio aproximadamente en el año 725 antes de Cristo—ya no son un pueblo
distinto; que sólo existen en una condición dispersa, mezcladas con las naciones
entre las cuales fueron llevados por sus conquistadores, los asirlos. Si esto fuese
cierto, y esas tribus no se encontraban intactas al tiempo en que José y Oliverio
recibieron las llaves de la congregación, ¿por qué se hizo referencia tan directa a
“la conducción de las diez tribus, del país del norte?’’ Esto, también, después de
una alusión general a “la congregación de Israel de las cuatro partes de, la
tierra.” ¿Qué necesidad hay de hacer distinción en cuanto a las Diez Tribus, si ya
no son un pueblo distinto? Y, ¿por qué hacen mención especial nuestros Artículos
de Fe de esas tribus?—Saturday Night Thoughts, pág. 174.
Vosotros (los discípulos nefitas) sois mis discípulos, y sois una luz para este
pueblo, que es un resto de la casa de José.
Y en verdad os digo, otra vez, que el Padre ha separado de ellos a las otras tribus;
y es a causa de su iniquidad que no saben de ellas. .. .
Y en verdad, en verdad, os digo que tengo otras ovejas que no son de este país, ni
de la tierra de Jerusalén, ni de ninguna de las partes de aquel país inmediato, en
donde estuve yo ministrando.
Porque aquéllos de quienes hablo son los que todavía no han oído mi voz; ni yo en
ningún tiempo me he manifestado a ellos.
Mas he recibido un mandato del Padre de que yo vaya a ellos, para que oigan mi
voz, y vengan a ser nombrados entre mis ovejas, para que no haya más que un
redil, y un pastor; por tanto, voy a manifestarme a ellos.— 3 Nefi 15:12-20 y 16:1-
3.
Nefi sabía de las Tribus Perdidas porque aprendió de ellas por medio de revelación,
y el Señor le dijo:
Y acontecerá que los judíos tendrán las palabras de los nefitas, y los nefitas
tendrán las palabras de los judíos; y los nefitas y los judíos tendrán las palabras
de las tribus perdidas de Israel; y estas poseerán las palabras de los nefitas y los
judíos.— 2Nefi 29:12-13.
Parte de esta profecía se cumplió cuando se dió a luz el Libro de Mormón. Aun no
ha llegado el tiempo para que se den a conocer las escrituras de las Tribus Perdidas,
pero esto pronto ha de suceder.
En el pasado los Cristianos no han sido los únicos que se han rehusado a asociarse
con ellos, y que los han perseguido. Ciertamente han sido objeto de escarnio y de
burla entre todas las naciones. Su adhesión estricta a la ley judaica, como es
interpretada por los rabíes que se fijan sólo en la letra de la ley, y la idea que se les
ha enseñado de que ellos, y solamente ellos, son el pueblo escogido de Dios, han
sido los factores principales en su segregación hasta el tiempo actual. Se .debe
admitir que los judíos como pueblo se destacan como una de las evidencias más
grandes como prueba de los convenios que hizo el Señor con Abrahán.
Está amaneciendo un día mejor para el judío y para el lamanita. El tiempo predicho
por los antiguos profetas ahora está a la mano cuando el Señor extenderá su mano
para reunirlos. Las palabras de Isaías ahora están cumpliéndose:
Y acontecerá en aquel día que la raíz de Isaí, la cual estará puesta como
estandarte a los pueblos, será buscada por las naciones; y el lugar de su descanso
será glorioso.
Asimismo, acontecerá en aquel día que el Señor pondrá otra vez su mano para
recobrar el remanente de su pueblo que haya quedado de Asiria, y de Egipto, y de
Patros, y de Etiopía, y de Elam, y de Sinar, y de Hamat y de las islas del mar.
Desde que se estableció el mandato británico en la Palestina, los judíos han estado
regresando. Ha sido quitada la maldición del país y antes de que pasen muchos
años de nuevo serán dignos de entrar en convenio con el Señor. Los propósitos del
Señor están cumpliéndose rápidamente y pronto grandes eventos se verificarán
relacionados con el cumplimiento de estas promesas hechas con Judá y Efraín, en
los cuales también se consideran los lamanitas en este país.
Capítulo 21
El nombre gentil significa los que no son Israelitas y que están fuera del convenio
hecho con Abrahán, Isaac, y Jacob. El nombre gentil originalmente se refería a los
descendientes de Japhet. (Gen. 10:5.)
Israel fué escogido por Dios y es por medio de ese linaje que vienen las bendiciones
del evangelio, pero no debemos caer en el honor que prevaleció entre los judíos en
pensar que otro pueblo no puede ser bendecido del Señor. Todo hombre es de su
simiente y por eso está interesado en todas las naciones en el mundo. Es lógico
creer que el Señor hubiera dado el sacerdocio y el plan de salvación a los gentiles en
los días de Abrahán cuando el convenio del evangelio fué hecho con él, si hubieran
estado dispuestos a recibirlo. Todos los descendientes de Noé fueron dirigidos en la
luz del evangelio, pero la mayoría de ellos lo rehusaron. Podemos imaginar a ellos
diciendo como las personas dijeron en el tiempo de Enoc y sus predecesores
“¿Quién es el Señor, para que tenga que conocerlo?” Por esta razón quedaron sin
dirección divina, y una raza escogida fué nombrada para ser la favorecida del
Señor. Aun en la bendición a Abrahán descubrimos la verdad que el Padre no lo
había abandonado. Dijo a Abrahán: “Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que
te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”
También es un hecho notable que unos pocos cientos de años después que Joel dió
su mensaje de condenación a Tiro y Sidón, el pueblo de uno de estos estados de
Grecia, los lacedemonios, o espartanos, reclamaron parentesco con Israel como
hijos de Abrahán, y fué concedida su reclamación, y es aún más notable, a la luz de
la justicia poética, que aquellos lacedemonios fueron usados por Alejandro el
Grande en la destrucción de Tiro, en cumplimiento de las palabras del Señor por
Joel: “He aquí, yo los levantaré del lugar donde los vendisteis y volveré vuestra
paga sobre vuestra cabeza”. Joel” 3:7.
En esta y muchas otras maneras Israel fué esparcido. La tribu de Dan moró en
barcos. Algunos de los Israelitas atravesaron los mares. Colonias fueron
trasladadas y hogares de otros pueblos llegaron a ser los hogares de los Israelitas,
de donde nunca volvieron.
El Salvador en su ministerio no fué sino a la casa de Israel. Dijo que no fué enviado
a los gentiles y por eso no ministró a ellos en una manera especial. Fué solamente
de vez en cuando, cuando un individuo gentil mostraba fe, que el Señor dió
atención a él. Después de su resurrección el Señor comisionó a sus apóstoles para ir
a todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura. No debía haber acepción,
todos debían tener el privilegio de recibirlo. Al principio los apóstoles no com-
prendieron el significado de lo que el Señor les dijo. Necesitó una manifestación
especial a Pedro para convencerlo que Cornelio tenía derecho a las bendiciones de
la Iglesia. Cuando otros de los gentiles entraron a la Iglesia unos entre los judíos
quienes pertenecían a la Iglesia tuvieron preguntas que si era correcto admitirlos, y
desearon que los gentiles convertidos se conformaran con las costumbres de los
judíos que habían terminado en la misión de Jesucristo.
¡Recordemos que somos de los gentiles! Por esto quiero decir que los santos de los
últimos días han recibido sus bendiciones por medio de las naciones gentiles. El
Presidente Brigham Young como ha sido mencionado, dijo que José Smith era
descendiente puro de Efraín. Esto es cierto; sin embargo José Smith también vino
de linaje gentil, así como también la mayor parte de los miembros de la Iglesia. Nos
jactaremos de nuestro linaje, y nos regocijaremos en el hecho de que los patriarcas
han declarado que somos de Efraín pero a la vez no despreciemos a los gentiles,
porque también somos de ellos. Si no fuera así no se cumplirían las escrituras.
Y es por la fe que mis padres han obtenido la promesa de que estas cosas han de
llegar a sus hermanos por medio de los gentiles; por tanto, el Señor me ha
mandado, sí, aun Jesucristo mismo. Éter 12:22.
Esta doctrina es enseñada en el Libro de Mormón y la explicación de Lehi del
injerto de las ramas, y la parábola más interesante de Jacob del olivo natural, nos
da un entendimiento claro de la conducta del Señor con Israel y los gentiles.
Además, la misericordia del Señor para con todo pueblo son enseñadas en estas
escrituras- de los profetas nefitas.
Hoy en día el Estandarte del Evangelio es alzado por Efraín quien ha sido
congregado de entre los gentiles, y los Israelitas esparcidos entre los gentiles se han
congregado a él. El tiempo ha llegado cuando esta misma luz irá al resto en este
continente y a los esparcidos de Judá, para que tengan la oportunidad de ser
congregados en la grey.
Capítulo 22
Pero si los gentiles se arrepienten y vuelven a mí, dice el Padre, he aquí, serán
contados entre los de mi pueblo, oh casa de Israel. — 3Nefi 16:13.
El Espíritu obró sobre un hombre entre Gentiles.
Todo esto había sido predicho. No era asunto de casualidad. El tiempo señalado
por el Señor había llegado para favorecer a los gentiles. La llegada de Colón era un
incidente en la preparación para la restauración del evangelio sempiterno. Las
multitudes de gentiles sobre la tierra de promisión, había sido predicho por los
profetas desde el principio. Como seiscientos años antes del nacimiento de
Jesucristo, Nefi, viajando en el desierto de Arabia con la familia de su padre hacia
la tierra de Sión, vió todo esto en visión, y mucho más, aun hasta el fin de los
tiempos. Se le dió a saber que sus descendientes y los descendientes de sus
hermanos mayores, se dividirían y formarían dos naciones que estarían en guerra
unos con los otros. Vió el tiempo de la venida de Cristo y su ministerio con sus
apóstoles, también que después de su resurrección visitaría a los habitantes de este
continente y les daría el evangelio en su plenitud. Con tristeza vió la destrucción
completa de su propio pueblo por rebelión, y los lamanitas esparcidos por toda la
faz del país, viviendo en obscuridad, sin luz divina, porque la ira del Señor estaba
sobre ellos. Al verlos en visión, Nefi escribió:
Y aconteció que el ángel me dijo: He aquí, la ira de Dios está sobre la posteridad
de tus hermanos.
Y aconteció que vi al Espíritu de Dios que obraba sobre otros gentiles, y salieron
de su cautividad, cruzando las muchas aguas.
Nefi vió las promesas hechas a los gentiles en este país, y que el Señor tenía para
ellos una obra maravillosa que consistía en dar a luz el evangelio en su plenitud y
llevarlo a la simiente de sus hermanos. Se hizo la promesa de que después que los
lamanitas fueran esparcidos y maltratados por los gentiles, vendría el tiempo
cuando serían como ayos a ellos, no solamente a ellos, sino a otros de los
esparcidos de Israel. Fué reservado a los gentiles congregar al resto de Israel, y
darles las bendiciones del Evangelio. Fué escrito que el tiempo llegaría cuando el
Señor manifestaría su verdad a todas las naciones, “tanto a los judíos como a los
gentiles” y después que se hubiese manifestado a los judíos y también a los gentiles,
entonces se manifestaría a los gentiles y también a los judíos, y los postreros serían
los primeros, y los primeros serían los postreros. Todo esto se ha cumplido de
acuerdo con la promesa.
Los Gentiles fieles serán contados entre los del Pueblo de Israel.
Cuando Moroni iba a esconder el compendio del Libro de Mormón, profetizó que
vendría para convencer a los judíos y gentiles y para enseñar al resto de la casa de
Israel las cosas grandes que el Señor ha hecho para sus padres, y que había de venir
en el debido tiempo del Señor, “por medio de los gentiles, siendo su interpretación
dada por el don de Dios.” Nefi al explicar su visión dijo que el “libro del Cordero de
Dios, que salió de la boca del judío”, vendría de los gentiles al resto de la posteridad
de sus hermanos. (1Nefi 13:38-40.) Además, el mismo Salvador cuando vino a los
nefitas, los informó que en los postreros días cuando el evangelio fuese revelado, y
viniese a la casa de Israel, vendría de los gentiles. Estas son sus palabras:
Y os mando que escribáis estas palabras después que me vaya, para que si se da
el caso de que mi pueblo en Jerusalén, aquellos que me han visto y han estado
conmigo en mi ministerio, no le piden al Padre en mi nombre recibir
conocimiento por medio del Espíritu Santo, acerca de vosotros, como también de
las otras tribus, de las cuales nada saben, estas palabras que escribáis se
preserven y sean manifestadas a los gentiles, para que mediante la plenitud de los
gentiles, el resto de la posteridad de aquellos, que será esparcido sobre la faz de la
tierra a causa de su incredulidad, sea recogido, o sea, llevado al conocimiento de
mí, su Redentor.
Y benditos son los gentiles por motivo de su creencia en mí, mediante el Espíritu
Santo, que les testifica de mí y del Padre.
Hasta hoy el Señor ha protegido a los gentiles en esta tierra contra toda otra
nación, y la ha hecho una tierra de libertad para los gentiles. Y siempre que estén
dispuestos a ser humildes y esforzarse a hacer lo correcto, estas bendiciones
seguirán. Cuando venga el tiempo que rehúsen servir a Jesucristo, entonces toda
protección alvina será retirada de ellos. Los injustos no han de suponer que pueden
reclamar las promesas de protección dadas por el Señor a los fieles. Dijo el ángel a
Nefi:
…Tú has visto que si los gentiles se arrepienten, les irá bien; y también sabes
acerca de los convenios del Señor con la casa de Israel; y también has oído que el
que no se arrepienta deberá perecer.
Porque viene el día, dice el Cordero de Dios, en que haré una obra grande
y maravillosa entre los hijos de los hombres, una obra que será sempiterna, ya
para una cosa u otra; ya para convencerlos a la paz y vida eterna, o entregarlos
a la dureza de sus corazones y ceguedad de sus mentes hasta ser llevados al
cautiverio, y también a la destrucción, tanto temporal como espiritualmente,
según la cautividad del diablo, de la cual he hablado.— 1 Nefi 14:5-7.
Estas promesas son dadas a los gentiles en esta tierra y pueden asistir en construir
a Sión y el templo, y tener parte en todas las bendiciones de la casa de Israel. Ha
sido su privilegio ser honrados y bendecidos en que han sido como ayos al resto de
los lamanitas, y han sido bendecidos con el sacerdocio y con el privilegio de
organizar la iglesia en preparación para el recogimiento de Israel. Es cierto, que
estos que han llevado a cabo esto, que son de los Gentiles, también son
descendientes de Israel por medio de Efraín. Por virtud de su descendencia tienen
derecho a estas bendiciones; pero otros quienes no sean de la sangre de Israel las
recibirán si solamente acepten las promesas hechas por el Señor a los gentiles en
esta tierra. Y si lo rehúsan cuando “se levanten en el orgullo de sus corazones por
encima de todas las naciones, y de todos los pueblos de la tierra,” el Señor ’os
cortará y les quitará el evangelio, y lo dará a la casa de Israel el pueblo del convenio.
(3 Nefi 16: 10-11) Entonces el Señor recordará los convenios que hizo con sus
padres por medio de Isaías:
El Señor ha desnudado su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los
extremos de la tierra verán la salvación de Dios.— 3 Nefi 16:18-20.
Capítulo 23
Las responsabilidades de los Santos de Los Ultimos Días son muchas. Hay
responsabilidades que son dadas a ellos colectivamente, o a la Iglesia. Y hay
responsabilidades dadas a ellos como individuos. Probablemente la responsabili-
dad más grande dada a la Iglesia, y requerido principalmente de los hombres
poseyendo el Sacerdocio, es la de proclamar el mensaje del evangelio en todo el
mundo. Hay muchas otras responsabilidades que pertenecen al grupo colectivo de
adoradores, conocido como la Iglesia, pero es de las responsabilidades individuales
que deseamos hablar.
Cuando un hombre confiesa que es difícil guardar los mandamientos del Señor está
haciendo una confesión muy triste —que es violador de la ley del evangelio. Es fácil
formar hábitos. Es tan fácil formar hábitos buenos como lo es formar hábitos
malos. Ciertamente no es fácil decir la verdad, si usted ha sido un embustero. No es
fácil de ser honrado, si ha formado hábitos fraudulentos. Un hombre encuentra que
es difícil orar si nunca ha orado. Pero cuando un hombre siempre ha sido verídico,
es difícil para él mentir. Si siempre ha sido honrado y hace una cosa fraudulenta, su
conciencia protesta. No encontrará paz, sino en el arrepentimiento. Si un hombre
tiene el espíritu de oración, se deleita en oración. Es fácil para él ir al Señor, con la
seguridad de que su petición le será contestada. El pagar los diezmos no es difícil
para el hombre, que es convertido al evangelio, que paga su décima parte de todo lo
que recibe. Vemos que el Señor nos ha dado una gran verdad —su yugo es fácil, y
ligera su carga si deseamos hacer su voluntad!
Entre las muchas responsabilidades puestas sobre los miembros de la Iglesia las
más importantes son estas:
¡El Padre no intenta que los miembros de la Iglesia se sienten y esperen para el
reino ele Dios! El ha dicho:
No serás ocioso; porque el ocioso no comerá el pan ni vestirá la ropa del
trabajador.—D. C. 42:42.
Sea diligente cada cual en todas las cosas. No habrá lugar en la iglesia para el
ocioso, a no ser que se arrepienta y enmiende sus costumbres.—D.yC. 75: 29.
Así vemos que la gran obra del Padre, y el Hijo, no es para sí mismos. Ellos
trabajan, como han trabajado hasta ahora, para el beneficio del hombre. Cuando un
hombre se une a la Iglesia es el principio de la fe en el Padre y en el Hijo y en el
Espíritu Santo. Es en este principio que acepta todo lo que pertenece al evangelio.
Hay ciertas leyes bien definidas, u ordenanzas como los llamamos, y órdenes que
han sido decretadas antes de la fundación del mundo, las cuales tiene uno que
recibir. Esto es requerido de todos los hombres que buscan el arrepentimiento un
lugar en el reino de Dios. Es requerido de todos los hombres que se arrepientan,
sean bautizados para la remisión de pecados, y reciban la imposición de manos
para comunicar el don del Espíritu Santo, para entrar en la Iglesia. Si un hombre
procura entrar de otra manera es clasificado como ladrón y robador. ¿Por qué?
¡Porque está procurando obtener la vida eterna por engaño! El está procurando
obtener una recompensa de exaltación por dinero falso, y ésto no se puede hacer.
Puesto que la obediencia a las ordenanzas del evangelio es requerido de todos los
hombres, y como no pueden entrar en el reino sin cumplir la ley que el Señor ha
dado, una obra tiene que ser hecha para los que han muerto sin un conocimiento
del evangelio y sus requisitos, y que no tuvieron la oportunidad de arrepentimiento
y remisión de pecados. Como el Salvador vino al mundo para enseñarnos a amar
uno al otro, y así como esa grande lección fué manifestada por lo que él sufrió para
que nosotros viviéramos. ¿No debemos mostrar nuestro amor a nuestros prójimos
por servicio a ellos? En otras palabras, si el Salvador estaba dispuesto a venir a este
mundo, sufrir y morir, para darnos la redención del sepulcro, y salvación del
pecado bajo las condiciones de nuestro arrepentimiento, ¿no debemos mostrar
nuestro amor en una manera semejante para los que no pueden ayudar a sí
mismos? ¿No debemos mostrar nuestro aprecio por el servicio que el rindió a
nosotros, por dar servicio a su causa? El hombre que hace sólo esas cosas en la
Iglesia que conciernan a sí mismo, nunca llegará a la exaltación. Por ejemplo, el
hombre que esta dispuesto a orar, pagar sus diezmos y ofrendas, y atender a sus
obligaciones ordinarias que pertenecen a su vida personal y nada más, nunca
llegará a la meta de la perfección. Se tiene que rendir servicio a otros. Tenemos que
extender nuestra ayuda a los desafortunados, a los que no han oído la verdad que
están en las tinieblas, y a los necesitados.
Nuestra responsabilidad individual más grande
La Venida de Elías
Elías, el Profeta
Elías vivió como novecientos años antes de Cristo, durante el reino del inicuo rey
Achab de Israel. La historia que tenemos de él es muy poca, es contenida en unas
cuantas páginas de la Escritura. Según nuestros registros él apareció de repente, e
iba entre la gente sólo cuando el Señor le mandaba con un mensaje especial, por lo
general al rey inicuo. Este procedimiento extraño, como entendemos de la historia,
con su translación en un carro de fuego, ha causado que muchos de los comentado-
res lo consideren como un ser sobrenatural, como uno de algún otro mundo. No
hay cosa misteriosa acerca de Elías. El nació en este mundo como los otros
hombres. Su aparición con un mensaje de condenación al rey y luego su huida, son
fáciles de explicar por el hecho de que su vida siempre estaba en peligro. Fué
amenazado por el rey, y con aún más odio y venganza fué amenazado por la inicua
reina de Israel. Era prudente que Elías mostrara precaución de no exponerse a
estos peligros. Pero cuando la ocasión lo requería y el Señor lo mandaba con su
palabra a. Achab o al pueblo, Elías nunca vacilaba.
Lo Que es un Profeta
Un profeta es uno que tiene la inspiración del Espíritu Santo; uno que puede
testificar por medio de revelación que Jesucristo es el Hijo de Dios. Es uno que es
fiel en ese conocimiento y que magnifica la autoridad que le es dada. El mundo en
general tiene una idea rara acerca de profetas. Se les considera como hombres
extraños con hábitos raros con una barba larga y vestido en una ropa extraña.
Hablan de la “vestidura de un profeta” como si sería fuera de orden para un profeta
aparecer como otras personas. Cuando desconocidos llamaron para ver a José
Smith esperaban ver un carácter de esa clase. Cuando descubrieron que parecía y
se vestía como otros hombres, y en ocasiones participaba en algún juego con los
muchachos y jóvenes de la comunidad, se iban disgustados. Este sentimiento
indujo a José Smith a hacer a veces lo que de otra manera no hubiera hecho, como
desafiar a sus visitantes a brincar a una línea, o participar en otro juego, lo que por
lo general aumentaba su sentimiento de que era un impostor, pero hizo esto en el
espíritu de desprecio por la hipocresía de ellos.
Cada hombre que puede decir sabiéndolo que Jesucristo es el Hijo de Dios, y el
Salvador de los hombres, es un profeta. Este conocimiento no viene sino por el
testimonio del Espíritu Santo. Los hombres pueden creer que Jesús es el Cristo,
pero para saber requiere revelación del Espíritu Santo. Cuando Juan, en visión,
estaba para postrarse y dar homenaje a un ángel, el ángel le dijo: “Mira que no lo
hagas: yo soy siervo contigo, y con tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús:
adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”
(Apocalipsis 19: 10). Cada hombre, que es guiado por el Espíritu Santo y magnífica
su sacerdocio, es un profeta.
La razón que Elías es conocido como “el Profeta” y el que había de restaurar las
llaves del sacerdocio para que no fuera herido el mundo entero con una maldición
no sólo es porque magnificó su sacerdocio, sino también por causa de la magnitud
de la autoridad que le fué conferida. Él tenía las llaves del poder de ligar. Esta
autoridad le dió poder de cerrar los cielos para que no lloviera excepto por su
mandato. Él tenía autoridad de llamar fuego de los cielos y destruir a los sacerdotes
falsos de Baal. Por este hecho ha sido criticado por los ignorantes que no compren-
den que no podía hacer nada a menos que el Señor estuviera con él; por lo tanto lo
que él hizo fué hecho en justicia y era aprobado en los cielos. Además Elías estaba
investido con la plenitud del sacerdocio y por esta autoridad todas las cosas hechas
en el nombre del Señor son hechos válidos. Sin él, nada sería completo. Es el poder
por el cual marido y esposa son unidos por tiempo y por la eternidad en el templo.
Por esta autoridad los padres tienen derecho a sus hijos que son nacidos bajo el
nuevo y sempiterno convenio. La familia por este poder de sellamiento, es hecha
perpetua, es decir, continuará más allá del sepulcro. Es por esta autoridad que
generaciones son encadenadas en un gran conjunto, desde los días de Adán hasta el
fin del mundo, compuesto de todos aquellos que tienen derecho por su fidelidad, a
exaltación en el reino celestial de Dios.
Y él dijo:
¿Y limitaría usted esta obra a los muertos? No; porque es necesario que se
confieran estos poderes de sellamiento sobre ustedes. Son tan esenciales para
ustedes como lo son para los que están muertos; y no vayan a tener la idea que la
misión de Elías era solamente para los muertos. Su misión era universal.
La razón por la cual vino Elías con su autoridad es explicada por José Smith:
Elías fué el último profeta que tuvo las llaves del sacerdocio, y quien, antes de la
última dispensación, restaurará y entregará las llaves del sacerdocio, para que
todas las ordenanzas puedan ser administradas en justicia. . . ¿Por qué enviará a
Elías? Porque él tiene las llaves de la autoridad de administrar en todas las
ordenanzas del sacerdocio; y si no se entregara la autoridad, las ordenanzas no
podrían ser administradas en justicia. —Ibid. 4:211.
Algunos creen que Elías vino con estas llaves porque él tenía una posición extraña
entre los vivos y los muertos por el hecho de que fué llevado al cielo sin gustar de la
muerte. Pero cuando vino Elías a José Smith, era con un cuerpo resucitado, porque
estuvo con Cristo en su resurrección. No era porque Elías tenía llaves extrañas que
aplicaban a los muertos, que fué enviado, sino porque, como lo explicó el profeta
José Smith, las ordenanzas del Evangelio no serían de validez excepto que estuviera
en la tierra el poder de sellamiento que tenía Elías para ligar estas ordenanzas en
los cielos.
No hubo ordenanzas para los muertos antes de la Resurrección de
Cristo
No se hizo obra para los muertos en los días de Elías, ni en los días de ningún otro
profeta antiguo. Esta obra no podía ser hecha hasta después de la resurrección de
Jesucristo, quien abrió la puerta para los que estaban ligados. El Salvador
primeramente llevó el mensaje de salvación a los muertos, y después de su
resurrección, las bendiciones del Evangelio fueron extendidas a los muertos así
como a los vivos porque fué la expiación y resurrección de Jesucristo que hizo esto
posible. Por eso, cuando fueron entregadas las llaves del poder de sellamiento que
Elías trajo a José Smith y Oliverio Cowdery, fué dado el poder para extender esta
autoridad a todos los que vivieron en el pasado, que se arrepientan y reciban el
Evangelio.
Esta gran autoridad hace posible que todas las ordenanzas del evangelio sean
administradas en poder, y si no estuviese aquí en las palabras de José Smith, “Las
ordenanzas no podrían “ser administradas en justicia.” Por eso, la restauración del
sacerdocio evita que el mundo sea herido, y que la obra del Señor sea destruida, y
da a todos los hombres que reciben la plenitud de la verdad y perseveren en fe
hasta el fin, un lugar de exaltación en el reino de Dios.
Capítulo 25
Fue el día tres de abril de 1836, que se cumplió la profecía de Malaquías con
respecto a la venida de Elías. En ese día, el cual era el tiempo de la Pascua de los
judíos, el profeta Elías apareció en el templo de Kirtland y entregó las llaves del
sacerdocio a José Smith y Oliverio Cowdery. Esta autoridad el poder de sellar en la
tierra y hacer válidas todas las ordenanzas pertenecientes a la exaltación,
especialmente las que pertenecen al Templo del Señor trajo una asociación más
íntima que jamás ha existido entre los padres que están muertos y los hijos que
están vivos.
Bien podemos creer que la visita del Salvador al mundo espiritual no era solamente
para predicar a los espíritus que rechazaron el mensaje de Noé, sino también para
proclamar la libertad a todos los cautivos. En verdad, todos los espíritus de los
hombres estuvieron en la cautividad hasta ese tiempo, porque no había habido
resurrección de los muertos. Cristo fué y es la resurrección y la vida y por lo tanto
pudo dar esta bendición a todos los hombres después de su propia resurrección de
los muertos. En la visión dada al presidente José F. Smith el día 3 de octubre de
1918, fué revelada una información adicional concerniente a la misión de nuestro
Señor a los muertos. De esta información importante aprendemos que cuando el
Salvador visitó a los muertos llamó a los espíritus de los justos, y después de
haberles enseñado, los comisionó para llevar el mensaje de salvación a todos los
muertos, para que todos supieran que el poder de redención les había llegado.
Desde ese tiempo la obra misionera, o la predicación del evangelio, ha sido una
parte del plan de redención entre los muertos. De esta manera, todos los que han
muerto sin un conocimiento de Jesucristo o su evangelio tienen el privilegio de
oírlo. Los que se arrepienten y reciben el evangelio en el mundo de los espíritus,
llegan a ser herederos de la salvación. En esta manera la merced y la justicia de
nuestro Padre Celestial se manifiestan a todos sus hijos. Antes de la crucifixión del
Señor hubo una gran sima separando a los muertos justos de aquellos que no
habían recibido el evangelio, y a través de esta sima ningún hombre podía pasar.
(Lucas 16: 26) Cristo atravesó esa sima e hizo posible que la palabra de salvación
fuese llevada a todos los cabos del reino de obscuridad. En esta manera el reino del
infierno fué invadido y los muertos fueron preparados para las ordenanzas del
evangelio que tienen que ser administradas en la tierra porque pertenecen a la
probación mortal.
Es la misión de los vivos—los hijos de estos padres que están muertos— preparar la
información necesaria y entrar en los templos del Señor y allí obrar vicariamente
como salvadores de sus muertos, dándoles las bendiciones que pertenecen al
evangelio y la exaltación que ellos mismos han recibido. El Señor ha concedido este
gran privilegio a sus hijos, ellos pueden obrar vicariamente por sus muertos,
administrando todos los derechos y privilegios que pertenecen al evangelio para los
muertos, y si los muertos lo reciben, entonces les es contado como si hubieran
recibido estas ordenanzas en persona. ¡Qué privilegio tan glorioso es el de obrar
por los muertos! Ni tampoco es una obra desinteresada, porque ¿no es un hecho
que nosotros los vivos también cosechamos los beneficios de esta obra? Nosotros
sin nuestros muertos dignos no podemos perfeccionarnos, por tanto nos
corresponde hacer estas ordenanzas por nuestros antepasados quienes han muerto
sin estos privilegios. De esta manera tanto nosotros como ellos somos bendecidos.
¿Qué evidencia tenemos de que los corazones de los hijos se han tornado a sus
padres y de que se han cumplido las palabras de Malaquías? Una de las evidencias
más palpables de la veracidad de estas palabras, y de la comisión divina dada a José
Smith, se encuentra en el cumplimiento de esta profecía. Si José Smith y Oliverio
Cowdery hubieran mentido cuando declararon que Elías, vino a ellos, entonces los
corazones de los hijos no se hubieran tornado a sus padres. Ninguna otra persona
ha reclamado que Elías le ha entregado estas llaves. Esta profecía tiene que
cumplirse. Si no se cumplió en la manera declarada por José Smith y Oliverio
Cowdery, el mundo está en peligro de ser herido con una maldición. Las señales de
los tiempos indican que el tiempo de la venida de Elías ha pasado. Pollo tanto,
debemos dar atención cuidadosa a las palabras de estos dos hombres.
Primeramente se debe comprender que el tornarse los corazones de los hijos a los
padres significa que los hijos busquen los intereses de sus muertos. Se admitirá que
José Smith y Oliverio Cowdery no tuvieron poder alguno sobre la gente del mundo
que no aceptó su misión. Siendo cierto esto, ellos no tuvieron en sí mismos el poder
para hacer que la gente del mundo que no creía en ellos, tornaran sus corazones
hacia sus muertos. Que los corazones de los hijos han sido tornados, nadie puede
refutar; además, que esto ha sucedido hasta el año 1836, se demuestra fácil mente.
El señor Franklin P. Rice, quien está encargado del “Systematic History Fund”
(Fondo de Historia Sistemática) en una carta al autor, y la cual actualmente tiene
en su posesión, declaró:
“Hace treinta y cinco años el interés en tales cosas (i e. el buscar los registros de los
muertos), era mayormente anticuario, y los pocos impresos sobre la obra
genealógica habían sido inspirados de ese punto de vista. La investigación
genealógica no era el factor poderoso que es hoy en día. Mientras se extendía y
desarrollaba la idea, llegué a considerar la obra principalmente en sus aspectos
prácticos y científicos, y apliqué el sistema, “Historia Sistemática” como el que
explica mejor su propósito de hacer frente a las necesidades de todos los
inquiridores e investigadores. Formulé un plan antes de 1890, requiriendo que
todos los pueblos de Massachusetts imprimieran sus registros, pero hubo muy
pocos a favor de esto. Sus puntos esenciales se encuentran en el Acta de 1902″.
Esto fué escrito por un genealogista instruido y práctico hace más de veinticinco
años. Es bueno saber en relación con esto que en el año de 1836 no había ninguna
sociedad genealógica en este país ni en Europa. Con la excepción de la preservación
de la genealogía de las familias reales y nobles, se daba muy poca atención a los
registros de los muertos en las naciones cristianas. El primer esfuerzo organizado
de juntar y archivar genealogías de la gente común se hizo poco después de la
venida de Elías. Esto fué el establecimiento de La Sociedad Genealógica e Histórica
de la Nueva Inglaterra. En el año de 1844, esta sociedad fué incorporada. Su
propósito principal es el de juntar y publicar datos con relación a familias
americanas. La Sociedad Genealógica y Biográfica de Nueva York, fué incorporada
en el año de 1869. La Sociedad Genealógica de Pensilvania, La Sociedad
Genealógica de Maine, junto con sociedades similares en Maryland, New
Hampshire, New Jersey, Rhode Island, Connecticut y la mayoría de los demás
estados de los Estados Unidos, han sido organizadas desde el año de 1836. Muchas
sociedades también han sido organizadas en la Gran Bretaña y en el continente de
Europa pero todas éstas fueron organizadas después que fueron restauradas a la
tierra las llaves del sacerdocio que plantaron en los corazones de los hijos las
promesas hechas a sus padres. Hoy en día miles de investigadores individuales
están trabajando constantemente compilando registros de sus muertos. Tal vez no
saben qué les impulsa a hacer esta obra científica y exigente, pero los miembros de
la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días lo entienden. Es porque
sus corazones han tornado a sus padres. Lo hacen porque el Espíritu del Señor los
ha impulsado, debido al hecho de que las llaves del poder de sellamiento del
sacerdocio que Elías poseyó han sido entregadas al hombre. Estas llaves están aquí.
Han de permanecer, porque esta obra tiene que seguir adelante. Si estas llaves
fueran llevadas—lo que por supuesto no puede suceder ahora—esta gran obra de
investigación sería impedida si no fuese suspendida completamente.
Ofrezcamos, pues, al Señor, como iglesia y como pueblo, y como Santos de los
Últimos Días, una ofrenda en justicia; y presentemos en su santo templo, un libro,
digno de toda aceptación, que contenga el registro de nuestros muertos. — José
Smith.