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111olV

L\S CARAS DE L;\ OPIU:SIÓN c10 es posible .';olo po:·guc el dueño del capilul se :1prop1a
del valor excedente.
fa1J/utación En los últimos años, las académicas y ac~Eijrnicos mar-
xistas se han embarcado en una importante controversia en
El objetivo central de la teoría de Jn explotación de ton~o a la viabilidad ele una teoría ciei valor basada c11 el tra-
Marx e~ explicar cél1110 la estructura de clases ruede existir bajo, sobre la que descansa esta visión ele la cxpiolación
en ausencia ele distinciones de clase legal y norrnativamen- (véase vVoliT,1984, cap. 4). John Roemcr U982), por ejem-
te ;1probadas. En las sociedades prec:ipilalistas la domina- plo, desarrolla una teoría de la explotación que pretende pre-
ción es de car.ícter público y se efectúa directamente a tra- servar los propósitos teóricos y prácticos de la teoría de
vés de medios polílicos. Tanto en la sociedad esclavista M.arx, pero sin asumir la c.lis~inci(Ínentre valor y precio y
como en la sociedad feudal c1 derecho a apropiarse del pro-- sin limitarse a un concepto del trabajo en sentido abstraelo
dueto del trabajo ajeno define en cierto modo los privilegios y homogéneo. No me propongo aquí entrar en disputas téc-
de clase, y dichas sociedades legitiman las diferencias de nicas sobre cuestiones ele economía, sino indicar el lugar
clase con ideologías sobre la superioridad e infcrioric!aclna- que ocupa el concepto de explotación .en una concepción de
turales. la opresión.
La sociedad capitalista, en calllbio, elimina J;1sdiferen- La teoría de la explotacicín ele Marx carece de u11 signi-
cias de clase tradicionalmente avaladas por el si:,tema ju- ficado normativo explíci.Lo,a pesar de q11eel juicio sobre la
rídico y promueve J;1creencia en la libcrlad legal de ·las explotnci<Ín que sufren J;1strabajadoras y los trnbajadc1 rcs
personas. Los trabajadores contratan libremente con los em- tiene en su teoría una clara fuerza La11Lo normativa corno
pleadores y reciben un sulario; no existe mecanismo legal ni descriptiva (Buchanan, 1982, cap. 3). C. B. Macpbcrson
tradición que los obligue a trabajar o a hacerlo para un e111- (1973, cap. 3) reconstruye esta teoría de la explotación de
pleador en particular. Es así_como surge el misterio del ca- manera más explícitamente normativa. La injusticia de la
pitalismo: cuando todas las personas son formalme1Jte libres sociedad capitalista consiste en el hecho de que alguna gen-
¿,cómo puede lwber dominación de clase?, ¿,por qué persis- te ejerce sus capacidades bajo el control ele otra gente, de
le11las difcrc11cias de clase entre las personas ricas, posee- acuerdo con los fines de esta gente y en su beneficio. A lra-
doras ele los medios de producción, y la 1n:1saele gente que vés de la prnpiccl,1dprivada ele los medios de producción y
trahaj,1 para cll,is? La teoría ck la cxplotacÍ(Íll responde a dl' los ml'rcados que asignan trabajo y cap,1cidad parn cmn-
esta prcgunla. prar bicnc:;, el capitalismo transfiere sistemáticamente el po-
El beneficio, que es la base del poder y la riqueza capi- der de unas personas a otras, aumentando a:;í el de estas úl-
talistas, es un misterio si partimos ele la premisa de que en timas. De acuerdo con Macpberson, en este proceso de
el mercado los bienes se intercambian por su valor. La teo- trasferencia de poderes la clase capitalista adquiere y man-
ría del valor ele la fuerza de trabajo disipa este mislerio. El tiene la capacidad para extraer beneficios ele las trabajado-
valor ele caJ;1 mercancía es una función del tiempo de tra- ras y trabajadores. No solo se transrieren poderes de estos
bajo ncccsari() para su procfocci(rn. L:1 l"ucr1.,1de tr,1hajo es últimos a los capiU1list;1s,sino que tambié11 disllli11uyc11lus
[;1 tí11ic:1 1ncrcancí;1 que c11 el proceso :1 través del cci~,i se poderes de los Lr:ilx1jadorcsen proporción 111ayorél J¡¡L':1111i-
consume produce nuevo valor. El be11eficio procede ele la clad de poder transferido, debido a que los trabajadores su-
diferencia entre el valor ele! trabajo empicado y el valor de fren privaciones materiales y pérdida ele control. _tociolo
la cap;1cicladde trabajo que compra el capitalista. El bcncfi- cual los priva de importanlcs elementos ele autoest1111:1. La
v~
8ó (! /
justicia, por consiguiente, requiere la elirni1rnci(ln de Lis for- No ha siclo dil"ícil para las feministas demostrar que la
m;is i11sti1ucionalcs que permiten y rcf11erzan este pn)eeso de opresión de las mujeres consiste, en pmte, en una transfe-
transferencia, y su reemplazo !10r l'orrnas insLitucionilles que rencia, sistemát"ica y no recíproca de poderes ele las mujeres
permitan a Lod,1s las personas desnrrollc1r y usar sus capaci- a los hombr<.;s. Ca opresión ele las mujeres no consiste me-
dades en un modo que no prive a olras personas sino que ramente en 1111,1 desigualcbcl ele est;1tus, poder y riqueza re-
les permita tksarrollos y usos similares. sultante de "1 ¡míct ica por la cu,ll los hombres han excluido
La idea ccnlr,ll expresada en el concepto de explotación es, ,l las mujeres ele las actividades privilegiadas. La libcrtud,
por tanto, que la opresión tiene lugar a través de un proceso poder, estatus y au1orrealización ele los hombres es posible
sostenido ele transferencia ele los resultados del trabajo ele un precisamente porque lns mujeres trabajan para ellos. La ex-
grupo social en beneficio ele otro. La injusticia ele la división plotación e.legénero tiene dos aspectos: la transferencia a los
de clases no consiste solo en el hecho distributivo e.leque al- hombres de los frutos del trabajo material y la transferencia
guna gente tenga una enorme riqueza mienlras que la mayor a los hombres de las energías sexuales y de cria111.a.
parte tiene muy poco (cl"r. 13uchanan, 1!)82, págs. 44-49; Christi11e Dclplly ( 1984), por ejemplo, describe el 111a-
Holmstron1, 1<J77). La explotación determina relaciones es- tri111011iocorno una rcl<1ciú11e.leclase en la que el trabajo ele
tructurnles entre los grupos sociales. L;is rGg!éls sociales res- la mujer beneficia al hombre sin que haya una remuneración
pecto de qu¿ es el trabajo, quién liilce qué y pnra quién, comparable. La m1torn pone de mnni fiesto que la explota-
cómo se recompensa el trabajo y c11ül es el proceso social ción no rndica en la clase ele trabajo que las mujeres hacen
por el cual las personas se nrropian de los resultados del en el hogar, ya que éste podría incluir varios tipos de ta-
trabajo, operan para c.letermin,1r relaciones de poder y c.lesi- re,1s, sino en el hecho de q11c realicen ciertas t,1rcas parn ,11-
g11aldi1d. Estas relnciones se producen y rcrrod11cen a través guien de quien dependen. Así, por ejemplo, en la mayor
de un prnccsu sistem.í1ico L'n el cu:il las encrgí.is ele las per- parte ele los sistemas de producción ,igrícola ele! mundo los
sonas dcsposcíd,1s se dedican por complelo ,1 manle11<.;ry hornbres llcv,1n ,1' mercado los bienes que las mujeres han
,1u111cn1ar el poder, Céltcgoría y riquc1.,1 de las personas po- producido, y c¡¡si si<.;rnprc son los hombres quienes reciben
1 seedoras.
Muchas escritoras y escritores han sostenido e.lemanera
el reconocimiento y a menudo los ingresos completos por
este trabajo.
tr convincenlc que el concepto marxista ele explotación es de- Con el concepto de producción sexual-al"ectiva, Ann
~
masiado limitado para abarcar todas las formas ele domina-
l ción y opresión (Giddens, 1981, pág. 242; Brittan y May-
Ferguson (197<.J; 1984; 1989, cap. 4) identifica otra forma ele
transf'crencia de energías de bs mujeres a los varones. Lis
narcl, 1984, pág. 93; Murphy, l 985; Bowles y Gintis, 1986, mujeres proporcionan a los hombres, lns niíias y los niíios,
p;ígs. 20-24). En rrnrliculnr, el concepto marxista de clase cuidad() cmocion,il, y ,1 los hombres satisl":1cción sexual, y ,1
deja si11C.\plicar importantes rcnómc11os de opresión sexual cambio, como grnpo, reciben de los hombres relativamente
y racial. ¿Significa esto que la opresitín sexual y racial no poco (cfr. f3rittan y Maynarcl, p,ígs. 142-148). La socializa-
implica explotación y que debería111os reservar categorías ción de género ele h1s mujeres lwce que tencla111osa estar
completamente distintas para estos tipos ele opresión? ¿O más atentas que los hombres a la dinámica interactiva, y
puede el concepto ele explotación ser ampliado para incluir hace que las mujeres tengan una especial disposición para la
otras formas en las que el despliegue de trabajo y energía empatía, así como para dar contención a los sentimientos ele
de un grupo puede beneficiar a otros y reproducir u11arela- la gente y zanjar las tensiones interactivns. Tanto los hom-
ciún de do111inación entre ellos? bres colllo lus 11111jcresven a l;1s 1nujcrcs como quienes cui-

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cbn y se ocupan de su vicb personal, y las mujeres a 111cn11.- Res11micndo, las mujeres son cxplotada1: en el sentido
do st: qucjall de que cuando acuden a los hombres en busca nrnrxista c,n la medida en que son trabajadoras asalariad;is.
ele ,1poyo emocional 110 lo obtienen (Easton, J 978). Adclllús, J-Iay quien ha sostenido que el lrab,vo doméstico de las mu-
las normas de la heterosexualidad giran airecleclor del placer jeres tarnbién representa üna forma ele explotación capitalis-
masculino, y en consecuencia muchas mujeres obtienen ta de clase en tanto se trata de un trabajo cubierto por los
poca satisfacción de su interacción sexual con Jos hombres salarios que recibe una familia. Como grupo, sin embargo,
(Gottlieb, 1984). las mujeres experimentan formas específicas ele explotación
La mayor parte de las teorías feministas sobre la ex- de género en las cuales se consumen sus energías y su poder
plotación ele género se ha concentrado en la estructura ins- -a menudo sin que se repare en ello y sin que se sepa-,
titucional de la familia patriarcal. Más recientemente, sin generalmente en beneficio ele los hombres, liber{indolos para
embargo, las feministas han comenzado a explorar las rela- que se ocupen ele trabajos más importantes y creativos, r,~-
ciones de explotación de género que se establecen actual- forzando su estatus o el ambiente que los rodea-, o suminis-
mente en el lugar ele trabajo y a través del Estado. Caro] trándoles servicios sexuales o emocionales.
Brown sostiene que dado que los hombres se han apartado La raza es una estructura ele opresión al menos tan bási-
de lo que concierne a la responsabilidad respecto ele hijos e ca como la clase o el género. ¿Existen, por tanto, formas es-
hijas, muchas mujeres han pasado a depender del Estado pecíficamente racistas de explotación? No hay eluda ele que
para la subsistencia debido a que continúan soportando la los grupos de raza en Jos Estados Unidos, especialmente los
casi tolaliclacl de la responsabilidad por la crian7.a de los hi- de las personas negras y latinas, son oprimidos a tr,1vl~sde la
jos (13rown, 1981; cfr. 13oris y B:1rdaglio, 1983; A. Fergu-
son, l 984). Esta situación crea un nuevo sistema ele explo-
sobrecxplotación capitalista que resulta de un mercado de Lrn-- 1
bajo segmentado, que tiende a reservar a las personas blancas
tación del trabajo doméstico ele las mujeres mediado por las los puestos de trabajo cualificados, de remuneraciones altas
instituciones del Estado, al que la autora llama patriarcado y con organizaciones sindicales. No hay ac11erdo sobre si
público. dicha sobreexplotación beneficia a las personas blancas
En las economías capitalistas del siglo xx, los lugares como grupo o si solo beneficia a la clase capitalista (véase
de trabajo a los que cada vez más mujeres han ido entran- Reich, 198 l), y no pretendo entrar aquí en esta discusión.
do sirven como otro importante espacio ele explotación de
género. David Alcxancler ( 1987) sostiene que los trabajos tí-
Como sea que se responda a la pregunta acerca de la St!-
perexplotación de los grupos raciales, ¡,es posible conccp- 1
picamente femeninos implican tareas basadas en el género tualizar una forma de explotación que sea racialmente espe-
que requieren trabajo sexual y labores de crianza y educa- cífica en analogía con las formas específicamente ele género
ción, así corno cuidar del cuerpo de los otros o zanjar las analizadas más arriba? Sugiero que la categoría de trabajo
tensiones que pueda haber en el lugar de trabajo. De este ele servir --menial labor*- podría proporcionar una vía ha-
mm.lo, las energías ele las mujeres se consumen en trabajos
que suministran placer y bienestar a otras personas, ge;1e-
cia dicha conceptualización. Por derivación, el «servir» de-
signa el trabajo de los sirvientes. Dondequiera que haya ra-
1
ralmente hombres, y refuerzan su estatus; y estas Lareas de 1
camarera, oficinista, enfermera y otras similares vinculadas
a la prestación de cuidados, todas basadas en el género, a * N. de la T.: Aunque esle 1ér111inose usa en la actualidad de manera 1nüs
genérica, la expresicín 111e11ialla!Jor hace reíerencia a lrnbajos de escasa prepa-
menudo se desarrollan sin que se repare en ellas y sin que
sean debidamente recompensadas.
raci611 i111clcct11,d.
pm los sirvicntcs.
tr;1b;1juspcs,1dns, o los dcs.1rrollmlos i:11el ;í111bitnd<1111i:stiu1 1
90 <)1
cismo exisLe la presuncIon, más o irienos aceplada. de que La injusticia de la explotación se entiende usualmente
los miembros de los grupos raciales oprimidos son o debe- snhre la hase de un rnoclelo distributivo. Bruce Ackerrnan,
rían ser sirvientes de quienes ---··O de :dgunos de quicnL~S-- por ejemplo, y ,llltH¡ue 110of"rccc u11;1definición explícita del
~;,:ubica11 en el grupo privilegiado. [~n la 111;iyoríade l:1s so- cunccpto, parece entender por «explotación)> una distribu-
cii:dades blancas racistas esto signil'ica que mucha gente ci<rn grnvcrncntc desigual ele riqueza, ingresos y otros re-
blanca tiene sirvientes domésticos de piel oscura o amarilla, cursos, basada en los grupos y esIruc1urnl111ente persistente
y hoy en día en Estados Unidos subsiste una significativa (J\ckerrnan, 1980, cap. 8). La definición ele explotación de
estructuración racial del servicio doméstico privado. Pero Jol111Roemer es más limitada y rigurosa: «Un sujeto es ex-
gran parte del trabajo en el sectür servicios de ese país se plotado cuando la cantidad ele trabajo incorporado a cuol-
ha vuelto público: cualquiera que va a un buen hotel o ,1 un c¡uier conjunto ele bienes que pueda recibir en una distribu-
buen restaurante puede tener sirvientes. Son sirvientes quie- ción factible del producto neto de la sociedad es menor que
nes a menudo asisten en las activiclacles diarias -y noctur- el trabajo que él realizó>> (Roemer, 1982, pág. 122). Tarn-
11;1s- a los ejecutivos e.lenegocios, r11ncionarios de gobierno hitSn cst,1 derinición (!¡_;svíael núcleo conccptqal, de las re-
y otros profesionales de alto nivel. En nuestra sociedad exis- laciones y procesos institucionales a los resultados distri-
te ,t1ín una ruerte presión cultural par;:i ocupar los trabajos de butivos.
sirviente ---botones, portero, camarera, concl11cLor,etc.-- con .lelTrey Reirnan sostiene que tal concepción distributiva
tr,1bajadores o trabajadoras negras y latinas. Estos trabajos de la explotación reduce la injusticia de los procesos ele clase
conllevan una tr~rnsferencia ele energías a través de la cual a una función de la desigualclacl en las ventajas productivas
los servidores refuerz:1n la categoría ele los servidos. qL'C poseen las clases. De acuerdo con Rcirnan, este enfoque

Sin embargo, al hablar de trabajo ele servir generalmen- omite la relación ele lücrzas entre capitalistas y trnbajaclores,
te se lince referencia no solo c1l hecho de servir, sino tam- el hecho ele que el desigual i11tcrc,1111bio en cuestión octirt"e
bién a un lr,tlrnjo servil, 110cualificado, mal pagado, cmen- dentro de estructuras coercitivas qut; da¡¡ pocas opcil111cs a
tc ele ,1utonornía, en el cual una person;i está sujeta a recibir las personas trnlx1j,1dorns (Reirnan, 1987; clr. Buchan,111,1982,
tírdenes de mucha gente. El trabajo ele servir tiende a ser un pCigs. ,.14-49;1-lol,nstrom, J 977). La injusticia de l,1 explota-
trabajo auxiliar, instrumental al trabajo ele otras personas ción radica en los procesos sociales que llevan a cabo una
que son las que reciben el principal reconocimiento por ha- transferencia ele energías ele un grupo a otro para producir
cer el trabajo. Los obreros en una obra en construcción, por distribuciones desiguales, y en el modo en que las institu-
ejemplo, están sometidos a la voluntad de los soldadores, ciones sociales permiten la acumulación por parte ele pocas
los electricistas, los carpinteros y otros tr;1b;1jaclores cualifi- personas, al tiempo que lirnirnn al resto de 18 gente. Las in-
caelos que reciben un reconocirnienlD por el trabajo hecl10. _justicias de la cxplot,iciún no se elimi1rnn a través de l,t re-
A11tigu,1111ente,en los Estados Unidos la discriminación ra- distribución de bienes, ya que rnientras no se modifiquen las
cial explícita reservaba el trabajo ele servir p:ira las personas prácticas institucionalizadas y las relaciones estrucLurales,
negras, chican,1s, indígenas y chin~is, y el trabajo ele servir los procesos ele transferencia volverán a crear unrt desigual
,\LÍn tiende a vincularse a los Lrabajadores y trabajadoras ne- distribución de benel"icios. Hacer justicia donde hay explo-
gr,is y latinas (Symanski, 1985). Presento esta categoría del tación requieri; reorganizar las instituciones y las prácticas
trabajo de servir en tanto forma de explotación racialmente de toma de decisiones, modificar la división del trabajo, y
específica como una categoría provisio1wl que necesita ser torn,ir medidas sirnil,1rcs para el cambio institucional. es-
c.xplorada. iructural y cultural. 1

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(
Morginc1cir5n te de las :::.ociedade:::.
en las que existe un estado de bienes-
tar, especialmenlc en los Estados Unidos, las redistribucio-
Cada vez más en los Eslados Unidos la opresión racial nes de bienestar no eliminan el sufrimiento y las privacio-
tiene lugar en forma de marginación más que de explota- nes a gran escala.
ción. Las personas marginales son aquéllas a las que el sis- Sin embargo, las privaciones materiales, que pueden ser
tema de trabajo no puede o no quiere usar. No solo en los enfrentadas a través ele políticas sociales reclistributivas, no
países capitalistas del tercer mundo, sino también en la ma- agotan el alcance del daño causado por la marginación.
yor parte de las sociedades capitalistas de occidente, existe Existen dos categorías de injusticia que van más allá de la
una subclase en crecimiento de gente confinada permanen- distribución y que en las sociedades capitalistas avanzadas
temente a una vida de marginación social, que en su mayo- se asocian a la niarginación. En primer lugar, la provisión
ría eslá marcada racialmente -gente negra o indígena en ele bienestar en sí misma produce nuevas injusticias al pri-
América Latina, y gente negra, india proveniente de orien- var a quienes dependen ele ella de los derechos y libertades
te, europea del este o norafricana, en Europa. que tienen otras personas. En segundo Jugar, aun cuando las
Sin embargo, la marginación no es de ningún modo el privaciones materiales sean mitigadas ele alguna manera por
destino solo ele grupos racialrnente marcados. En los Estados el estado ele bienestar, la marginación es injusta porque blo-
Unidos, una proporción vergonzosamente grande de la po- quea las oportunidades ele ejercer las capacidades en modos
blación es marginal: la gente mayor -y cada vez más la socialmente definidos y reconocidos. Explicaré por separa-
gente que no es muy mayor, pero que ha sido despedida ck do cada una ele estas categorías.
su Lrabajo y no puede encontrar uno nuevo-; la genle Tradicionalmente, el .liberalismo ha afirmado el derecho
joven, especialmente negra o latina, que no puede encon- de todo agente racional autónomo a una ciudaclanfa igual. El
trar su primer o segundo trabajo; muchas madres solteras primer liberalismo burgués excluía explícitamente de la ciu-
y sus hijos e hijas; otra gente involuntariamente clesemplea- dadanía a todas aquellas personas cuya razón era cuestiona-
cla; mucha gente mental y físicamente discapacitada; gente ble o no plenamente clesarrollacla, y a todas aquellas que no
indígena, especialmente aquellas personas que viven en re- eran independientes (Pateman, 1988, cap. 3; cfr. Bowles y
servas. Gintis, l 986, cap. 2). De este modo, la gente pobre, las mu-
La marginación es tal vez la forma más peligrosa de jeres, las personas clementes o enfermas mentales y los me-
opresión. Una categoría completa de gente es expulsada ele la nores quedaban explícitamente excluidos de la ciudadanía, y
participación útil en la sociedad, quedando así potencial- mucha ele esta gente era aJojacla en instituciones diseñadas
mente sujeta a graves privaciones materiales e incluso al ex- a imitación de la prisión moderna: asilos de pobres, mani-
terminio. Las privaciones materiales que a menudo causan comios, escueJas.
la marginación son sin duela injustas, especialmente en so- Hoy en día la privación ele iguales derechos de ciuda-
ciedades donde otras personas tienen ele Lodo en abundan- danía que padecen las personas dependientes está levemen-
cia. Las sociedades capitalistas avanzadas de nuestros días te escondida bajo la superficie. Dado que dependen de ins-
han reconocido, en principio, la injusticia de las privaciones tituciones burocráticas que les faciliten apoyo o servicios,
materiales causadas por la marginación, y han dado algunos las personas mayores, pobres o discapacitadas mentales o fí-
pasos para hacerle frente proporcionando subsidios y servi- sicas están sujeta::; a un Lratamicnlo paternalista, punitivo,
cios de asistencia social. La continuidad de este estado de degradante y arbitrario por parte de la gente y las políLicas
bienestar no está en absoluto asegurada, y en la mayor par- asociadas a las burocracias del bienestar. Ser dependiente en
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nuestrn socied8d implica estar legítimnmenle sujeta a la rre- depcnclcncin como una condición humana b,1sica (cfr. Hart-
cuerHernentc arbitraria e invasivn autoridad ele quienes su- sock., J 983, cap. 1O). Mientras que en 1~lmodelo ele la auto-
ministran servicios sociales, y de otros administradores pú- nomía una sociedad justa ciaría a la gente -tanto como fue-
blicos y privndos que aplican reglns que l,1 persona marginal ra posible- la opor11111iclad
de ser inclcpcndicnte, el modelo
debe acatar, ejerciendo además poder sobre sus condiciones l'eminisla concibe la justicia corno el reconocimiento ~le res-
de vicia. En la Larea de satisfacer las necesidades de las per- peto y participación en la toma de decisiones, tanto a quie-
sonas marginndas, a menudo con la ayuda ele disciplinas nes son dependientes corno a quienes son independientes
científico-sociales, los organismos ele bienestar crean ellos (f-Jeld, 1987b). La dependencia no debería ser una razón
mismos las necesidades. Las profesionales del servicio mé- para ser privada de la posibilidad ele elección y respeto, y
dico y social saben qué es bueno para las personas a las que gran parte de la opresión que experimentan muchas perso-
sirven, y las propias personas marginales y dependientes no nas marginales podría disminuir si prevaleciera un modelo
tienen el derecho ele solicitar saber qué es bueno pnrn ellas de derechos menos inclividunlista.
(h·aser, 1987a; K. Ferguson, 1984, cap. 4). h así como de- La marginación no deja de ser opresiva cuando se tiene
pendencia implica en nuestra sociedad, corno ha significado refugio y comida. Mucha gente mayor, por ejemplo, tie-
en todas las sociedades libernles, aulnrización suficiente ne medios suficientes para vivir ele manera confortable y sin
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para suspender Jos derechos básicos a la privaciclnd, el res- embargo está oprimida en su estatus marginal. Aun en el
( peto y In elección individual. caso de que se proporcionara a Las personas marginales una
A pesar ele que en nuestra sociedad la dependencia pro- vidn confortable en términos materiales dentro ele! marco de
duce condiciones ele injusticia, en sí misma no es necesa- instituciones que resp·erarnn su libertad y digni(bd, las in-
riamente opresiva. No podemos imaginar una sociedad en la juslicias ele la marginación subsistirían bajo la forma ele
que no exista11 personas que necesiten depender de otras ,ti aburriinicnlo, inutilidad y folla de autoestima. La mayor par-
menos d11rante parle ele! tiempo: menores, gente enferma, te ele l,1s actividades productivas y reconocidas de nuestra
mujeres que se recuperan ele un parlo, gente mayor que se sociedad tienen lugar en contextos de cooperación social or-
ha vuel10 rrügil, deprimida o necesitada emocionalmente, ganizada, y las estructuras y procesos sociales que dejan a
tienen !odas ellas el derecho moral a depender de otras per- las personas fuera ele la participación en dicha cooperación
sonas pnra su subsi~lencia y sostén. social son injustas. De modo que aunque la mBrginación im-
Una contribución importante de la teoría moral feminis- plica claramente importantes cuestiones de justicia distribu-
ta ha siclo el cuestionar la presunción, profundamente arrai- tiva, conlleva además la privación de condiciones culturales,
gada, ele que el ser moral y la ciuclacl,rnía plena requieren prácticas e institucionales, para el ejercicio de las cnpacida-
que la pcrsonn sea autónoma e independie11tc. Las feministas des en un contexto ele reconocimiento e interacción.
han mos1rado que esta presunción es inadecuadamente indi- U! hecho Je la marginación plantea cuestiones estructu-
viclualisla y deriva de una experiencia cspecíricamente mas- rales básicas de justicia, en particular cuestiones vinculadas
culina ele las relacione~ sociales, que valora la competencia a la conveniencia de la conexión entre la participación en
y el éxito individual (véase Gillignn, 1982; Frieclman, 1985). actividades productivas de cooperación social, por un lado,
La experiencia ele las mujeres respecto ele las relaciones so- y el acceso a los medios de consumo, por el otro. Dacio que
ciales, surgida tanto de las responsabilidades ele cuidado do- la marginación está aumentando sin que se vean signos de
méstico típicas ele las mujeres como del tipo ele trabajo pa- disminución, algunos análisis de política social han introdu-
gado que hacen muchas de ellas, tiende a reconocer la cido la idea de un «salario social» corno un ingreso asegu-
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1 rado proporcionado por la sociedad, no vinculado al sistema nales y no profesionales. Quienes son profesionales se en-
de salarios. Sin embargo, la reestructuración ele la actividad cuentran en una situación de privilegio respecto ele quienes
productiva con vistas a conseguir un derecho de participa- no lo son, en virtud de su ubicación en la división del tra-
ción, implica organizar alguna actividad socialmente pro- bajo y del estatus que ella implica. Las personas no profe-
ductiva fuera del sistema de salarios (véase Offe, 1985, sionales sufren una forma de opresión que se suma a la ex-
págs. 95- l 00), a través de trabajo público o de colectivos de plotación, a la que llan:o carencia de poder. , . .
autoempleo. En los Estados Umdos, como en otros pa1ses capitalis-
tas avanzados, la mayor parte de los trabajos no están orga-
nizados democráticamente, es rara la participación directa en
Carencia de poder las decisiones políticas, y la implementación de dichas po-
líticas es por lo general jerárquica, imponiéndoseles las re-
Como he indicado ya, la idea marxista de clase es im- glas a burócratas y ciudadanas. De este modo, la mayoría de
portante porque ayuda a poner en evidencia la estructura de la gente en estas sociedades no participa r~g~larmente ~n la
explotación: alguna gente tiene poder y riqueza porque se torna ele decisiones que afectan a sus cond1c10nes de vida y
beneficia del trabajo de otra gente. Por esta razón, µo com- a sus acciones, y en tal sentido la mayoría de la gente care-
parto la afirmación que se hace a veces en el sentido de que ce ele poder real. Al mismo tiempo, como sostuve en el ca-
un modelo tradicional de explotación de clase no consigue pítulo 1, la dominación en la sociedad moderna se produce
plasmar la estructura de la sociedad contemporánea. Sigue a través de los poderes ampliamente dispersos de muchos
siendo un hecho que el trabajo de la mayoría de la gente au- aaentes que median en las decisiones de otros. Así, mucha
menta el poder de un grupo relativamente pequeño de per- a:nte tiene algo de poder en relación con las demás perso-
sonas. La mayoría de los trabajadores y trabajadoras profe- ~as, a pesar de que carezca de poder para decidir políticas
sionales, a pesar de sus diferencias con los trabajadores no o resultados. Las personas carentes de poder son aquellas
profesionales, no son, sin embargo, miembros de la clase ca- que carecen de autoridad o poder aun en este s_entidode me-
pitalista. El trabajo profesional o bien conlleva transf eren- diación, aquellas personas sobre las que se eJerce el poder
cías a los capitalistas -producto de la explotación- o pro- sin que ellas lo ejerzan; los individuos carentes de poder _se
porciona importantes condiciones para dichas transferencias. sitúan de tal modo que deben aceptar órdenes y rara vez tie-
Es verdad que las trabajadoras y trabajadores profesionales nen derecho a darlas. La carencia de poder designa también
están en una ambigua posición de clase toda vez que, como una posición en la división de trabajo y la posición _social
sostengo en el capítulo 7, ellas también se benefician de la concomitante que deja a las personas pocas oportu111dades
explotación de las trabajadoras no profesionales. para desarrollar y usar sus capacidades. Quien car~ce ele po-
Si bien es falso afirmar que la división entre la clase ca- der tiene poca o ninguna autonomía laboral,_ ?1spon_e d_e
pitalista y la clase obrera ya no sirve para describir nuestra pocas oportunidades para la creatividad y ~o ~til1za c~s1_cn-
sociedad, es también falso decir que las relaciones de clase terios propios en el trabajo, no tiene conocurnenlos tecn1cos.
han permanecido iguales desde el siglo XIX. Una correcta ni autoridad, se expresa con dificultad especialmente en ám-
concepción de la opresión no puede ignorar la experiencia bitos públicos o burocráticos, y no impone r~speto. La ca-
de división social reflejada en la distinción coloquial entre rencia de poder designa las situaciones opres1v,!s que Sen-
la «clase media» y la «clase obrera», una división estructu- nett y Cobb ( 1972) describen en su famoso estudio sobre los
rada en base a la división social del trabajo entre profesio- hombres de clase obrera.
98 99
Esta categoría que designa a quienes carecen de poder mos ele planificación, runcionarios ele urbanismo y agentes
tal vez pueda describirse mejor de manera negativa: l,1 ¡,er- inmobiliarios. Estos grupos suelen tener distintos gustos en
sona que carece de poder no tiene la autoridad, estatus y 18 comida, la decoración, la vestimenta, la música y las
sentido de sí misma que suelen tener quienes son profesio- vacaciones, y a menudo también diferentes necesidades sa-
nales. El estatus ele privilegio ele quienes son profesionales nitarias y educacionales. Los miembros ele cada grupo so-
tiene tres aspectos, cuya ausencia determina la opresión ele cializan por lo general con otros miembros ele la misrn8 ca-
los no profesionales. tegoría social. A pesar ele que a través de las generaciones
En primer lugar, conseguir y ejercer una profesión tiene se percibe alguna movilidad entre los grupos, generalmente
un carácter expansivo, progresivo. Ser profesional normal- las hijas e hijos ele profesionales se convierten en profesio-
mente requiere una educación universitaria y conseguir un nales y las hijas e hijos de no profesionales no lo hacen.
conocimiento especializado que implica trabajar con símbo- Así, en tercer lugar, los privilegios ele quienes son pro-
los y conceptos. Quienes son profesionales progresan pri- resionales se extienden más allá del trabajo para abarcar
mero al adquirir conocimientos técnicos, y luego a lo largo toda una forma ele vida. A esta forma de vida la llamo «res-
ele los avances en la carrera profesional y de los ascensos ele petabilidad>,. Tratar a la gente con respeto es estar prepara-
categoría. Por comparación, la vicia de quienes no son pro- da para escuchar lo que otras personas tienen que decir, o
fesionélles carece ele poder en el sentido ele que le falta la hacer lo que ellas dicen porque tienen alguna autoriclacl, co-
orientación hacia el desarrollo progresivo ele las capacidades nocimiento técnico o influenc.ia. En nuestra sociedad, las
y las fuentes ele reconocimiento. normas de tespetabiliclad están asociadas específicame11te
En segundo lugar, a pesar de que muchos profesionales con la cultura profesional. La forma ele vestir, la forma e.le
tienen supervisoras y no pueden ejercer su influencia de rna- lwblar, los gustos, el porte ele quienes son profesionales, de-
nern directa en muchas decisiones. ni pueden intervenir en notan todos respetabi liclad. En general, las profesionales es-
las acciones de mucha gente, la mayoría de los profesiona- peran y reciben respeto ele las demás personas. En restau-
les, sin embargo, tiene una considerable autonomía en el tra- rantes, bancos, hoteles, inmobiliarias y muchos otros lugares
bajo del día a día. Además, los profesionales tienen gene- públicos, así como también en los medios de comunicación,
ralmente algún grado ele autoridad sobre otras personas, ya las profesionales reciben por norma general un trato más
sea sobre otros trabajadores a los que supervisan, o sobre respetuoso que las no profesionales. Por esta razón, las no
personal auxiliar, o sobre clientes. Los no profesionales, ele profesionales que buscan un préstamo o un trabajo, o quie-
la otra parte, carecen de autonomía, y tanto en su vicia de ren comprar una casa o un coche, a menudo intentarán pa-
trabajo como en su vida de consumidor-cliente, a menudo recer «profesionales>, y «respetables» en dichos ámbitos.
están bajo la autoridad ele profesionales. El privilegio de esta rcspetabiliclacl profesional aparece
No obstante estar basada en Ja división de tareas en- con claridad en la dinámica del racismo y el sexismo. En el
tre trabajo «mental» y trabajo «manual», Ja distinción entre trato diario las mujeres y hombres de color deben probar su
«clase media» y «clase obrera» designa una división que respetabilidad. En un primer momento, los extraños con fre-
atañe no solo a Ja vida laboral, sino también a casi tocios los cuencia no las tratan con una distancia o deferencia respe- i
1
aspectos de la vida social. En los Estados Unidos, profesio- tuosa. Sin embargo, una vez que la gente descubre que esta
nales y no profesionales pertenecen a culturas diferentes. mujer o aquel puertorriqueño es una maestra colega de la \
Ambos grupos tienden a vivir en barrios separados o inclu- escuela o un ejecutivo de negocios, a menudo se comportan \
so en ciudades distintas, proceso éste mediado por organis- de manera rniis respetuosa con ella o con él. Los hombres 1

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l1l:111cosde clase obrera, por otra parte, a menudo son Lrala- bastante diferente de opresión que, siguiendo a Lugones y
dos cu11 respeto hasta que se pone ele 111anil'iestosu estatus Spelrnan ( 1983), llamaré imperialismo cultural. Experimen-
obrero. En el capítulo 5 exploraré más detalladamente los tar el imperialismo cultural es experimentar cómo los rasgos
\ Cundamentosculturales del ideal de respetabilidad y sus im-
plicaciones opresoras.
dominantes de la sociedad vuelven invisible la perspectiva
particular de nuestro propio grupo al tiempo que estereoti-
pan nuestro grupo y Jo señalan como el otro.
t¡ He analizado aquí algunas injusticias asociadas a la
carencia ele poder: inhibición en el desarrollo de nuestras ca- El imperialismo cultural conlleva la universalización de
1
pacidades, falta de poder ele toma ele decisiones en la vida la experiencia y la cultura ele un grupo dominante, y su im-
j
1 laboral, y exposición a un trato no respetuoso a causa del posición como norma. Algunos grupos tienen acceso exclu-
estatus. Estas injusticias tienen conscc11e11ciasdistributivas, sivo o privilegiado a lo que Nancy Fraser (1987b) llama las
pero están fundamentalmente ligadas a la división del tra- vías de interpretación y comunicación de una sociedad.
b,1jo. La opresión ele quienes carecen ele poder pone en Como consecuencia, los productos culturales dominantes en
cuestión la división de trabajo que es común a todas las so- la sociedad, es decir, aquellos que están más amplü1mente
ciedades industriales: la división social entre quienes plani- diseminados, son expresión de la experiencia, valores, obje-
fican y quienes ejecutan. Examino esta división más en de- tivos y logros de dichos grupos. Sin darse cuenta a veces ele
tal le en el capítulo 7. que lo hacen, los grupos dominantes proyectan sus propias
experiencias como representativas de la humanidad como
tal. Los productos culturales también son expresión ele la
/111¡1aioli.rnwc11/turo/ perspectiva e interpretación de los grupos dominantes res-
pecto de los hechos y elementos de la sociedad, incluyendo
La explotación, la marginación y la carencia de poder se a otros grupos de la sociedad, en la medida en que consi-
rerieren todas ellas a relaciones de poder y opresión que tie- guen alguna categoría cultural.
nen lugar en virtud de la división social del trabajo, es de- Sin embargo, el encuentro con otros grupos puede desa-
cir, de quién trabaja para quién, quién no trabaja, y cómo el fiar la pretensión de universalidad del grupo dominante. El
conlenido del trabajo define la posición institucional que grupo dominante refuerza su posición al someter a los otros
una ocupa en relación con las demás personas. Estas tres ca- grupos a los criterios de sus normas dominantes. En conse-
tegorías se refieren a las relaciones estructurales e institu- cuencia, la diferencia entre mujeres y hombres, gente indí-
cionales que clclirnitan la vida material ele las personas, in- gena -americana o arricana- y gente europea, judíos y
cluyendo -aunque no restringido solo a ello- los recursos cristianos, homosexuales y heterosexuales, obreras y prore-
a que tienen acceso y las oportunidades concretas que tie- sionales, es reconstruida en gran parte como desviación e in-
nen, o que no tienen, para desarrollar y ejercer sus capaci- ferioridad. Dado que solo las expresiones culturales del grupo
dades. Estos tipos ele opresi#ón son una cuestión de poder dominante están ampliamente diseminadas, sus expresiones
concreto en relación con las demás personas, es decir, una culturales se transforman en ]as expresiones normales o uni-
cuestión de quién se beneficia a costa de quién, y quién es versales y, por tanto, las corrientes. Vista la normaliclacl de
prescindible. sus propias expresiones culturales y de su identidad, el gru--
Teorías más recientes sobre movimientos de liberación ele po dominante construye las diferencias que exhiben algunos
grupo, ele manera más notoria las teorías sobre liberación fe- grupos corno carencia y negación. Estos grupos son señala-
rni11istay liberación negra, también han resaltado una forma dos como los «otros».
102
Quienes están culturalmente dominados exrerimentan El grupo ck:finido por la cultura dorninanlc como dcs-
una opr,:sión paradójica, en el sentido ele q11e son señalados vimlo, como un otro estereotipado, es culturalmente dife-
conl'orrne a los estereotipos y al mismo ti<.'.rnpose vuelven rente al grupo dnrninantc, porque ei estatus de ser otro cre,1
invisibles. En tanto seres extraños, desvi,:dos, los individuos experiencias espccíricns no compartidas por el grupo domi-
culturalmente imperializados estün 111arc:1dospor una esen- nante, y porque los grupos culturalmente oprimidos también
cia. Los estereotipos los confinan a una naturaleza que con son a menudo socialmente segregados y ocupan pnsiciones
frecuencia va ligada de algún modo a sus cuerpos, y que por específicas en la división social del trabajo. Los miemhros
tanto no puede ser fáci I mente negada. Estos estereotipos de tnles grupos expresan unos a otros sus experiencias e in-
permean la sociedad ele tal modo que no se perciben corno terpretaciones específicamente de grupo, desarrollando y
cuestionables. Del mismo modo que cualquiera sabe que la perpetuando así su propia cultura. De este modo, la doble
Tierra gira alrededor del Sol, cualquiera sahe que la gente conciencia tiene lugar porque una descubre que es definida
gay es promiscua, que los indígenas son alcohólicos y que por dos culturas: una cultura dominante y otra subordinada.
las mujeres son aptas para el cuidado d<.: los niños. Los Dacio que pueden afirmarse y reconocerse las un~tsa las otras
hombres blancos, por otra parte, en In medida en que están como compartienclo experiencias y perspectivas similares en
libres de señales de grupo, pueclen ser individuos. la vicia social, las personas en los grupos culturalmente im-
Quienes viven bajo el imperialismo cullllrnl se hallan a pcrializaclos pueden a menudo mantener un sentido ck sub-
sí mismas definidas desde fuera, colocadas, situadas por una jetividad positiva.
red de significados dominantes que experimentan como pro- El imperialismo cultural encierra la paradoja de experi-
veniente de algunü otra parte, prnvenien!e de personas que mrntarnos como invisibles al mismo tiempo que somos se-
' no se identifican con ellas, y con las que tampoco ellas se ñaladas como diferentes. La invisibilidad sobreviene cuando
'
t identifican. En consecuencia, las imágenes del grupo estereo- los grupos dominantes no reconocen la perspectiva implíci-
i'
.1 tipauas e inferiorizadas, que provienen dt: la cultura domi- ta en sus propias expresiones culturales como una perspec-
1
1 nante, deben ser internalizaclas por los miembros del grupo tiva más. Sucede a menudo que esas expresiones de la cul-
al menos en la medida en que éstos est<Ín obligados a reac- tura dominante simplemente reservan poco lugar para la
cionar ante la conducta de otra~: personas infü1enciadas por experiencia de otros grupos, mencionándolos o refiriénct,ose
dichas imágenes. Est1 situación crea para quienes están cultu- a ellos como mucho de modo estereotipado o marginal. Esta i
1
ralmente oprimidos la experiencia que W. E. B. du Bois llamó es, por tanto, la injusticia del imperialismo cultural: que las ¡
't
«doble conciencia», «esta sensación ele vernos a nosotras experiencias e interpretaciones ele la vicia social propias de 1
. mismas siempre a través ele los ojos de otras personas, de los grupos oprirniclos cuentan con pocas expresiones que
medir nuestras almas con la vara de un mundo que nos con- afecten a la cultura domi1wnte, mientras que esa misma cul-
r
templa con divertido desprecio y lástima» (Du Bois, 1969 lura impone a los grupos oprimidos su experiencia e inter-
119031, pág. 45). La doble conciencia surge cuando el suje- pretación ele la vida social.
to oprimido se resiste a coincidir con estas visiones deva- En vnrios ele los capítulos que siguen examinaré más
luadas, objetivadas, estereotipadas ele sí mismo. Mientras el acabaclarnentc las consecuencias del imperialismo cultural
sujeto desea reconocimiento corno humano, capaz ele actuar, p:1rn la teoría y la pn:íctica ele la justicia social. El capítulo 4
lleno ele deseos y posibilidades, solo recibe de la cultura do- si! detiene en la afirmación de que el imperialismo cultural se
minante la dcclnración ele que está marcado, de que es dife- produce en parle a través de la habilidad del grupo clomi-
rente e inferior. rwnle para sostener que su perspectiva y experiencia es uni-

l 05
\ versal o neut:.·;,1.Sostengo que en el ámbito político las ape- vieron lugar entre I 980 y l 982. El aulor cita decenas de in-
1 laciones a la universalidad funcionan políticamente para ex- cidentes en los que se registraron muertes, golpes graves o
\ cluir a aquellas personas consideradas diferentes. En el ca- violaciones a personas negras llevadas a cabo por oficiales
pítulo 5 rastreo los movimientos del imperialismo cultural, de policía en servicio, y en los gue el agente ele policía im-
1 plicado fue absuelto de todo cielito. En 1981 hubo al menos
a través de las clasificaciones científicas que se hacen en el
siglo XIX de algunos cuerpos como pervertidos o degenera- quinientos casos documentados de violencia fortuita llevada
dos; describo cómo la desvalorización de los cuerpos de al- a cabo por adolescentes blancos contra personas negras. La
gunos grupos aún condiciona las interacciones cotidianas violencia contra hombres gay y lesbianas no solo es habi-
entre grupos, a pesar de nuestro éxito relativo en eliminar tual, sino que se ha incrementado en los últimos cinco años.
tales evaluaciones corporales de la conciencia discursiva. Fi- Si bien la frecuencia de ataques físicos a miembros de estos
nalmente, en el capítulo 6 me ocupo de los recientes es- u otros grupos marcados sexual o racialmente es muy in-
fuerzos realizados por quienes están culturalmente oprimi- quietante, incluyo también en esta categoría incidentes me-
das para asumir la definición de sí mismas y dar un sentido nos graves de acoso, intimidación o ridículo provocados
positivo de la diferencia ele grupo; sostengo que la justicia simplemente con el propósito de degradar, humillar o estig-
requiere que construyamos un espacio político para dicha di- matizar a los miembros ele un grupo.
ferencia. Dada la frecuencia con que se suceden tales actos ele
violencia en nuestra sociedad, ¿por qué las teorías de la jus-
ticia normalmente guardan silencio al respecto? Pienso que
\lio/encia la razón de ese silencio es que dichas teorías por lo general
no loman tales incidentes de violencia y acoso como cues-
Por último, muchos grupos sufren la opresión de la vio- tiones ele injusticia social. Ninguna teoría moral negaría que
lencia sistemática. Los miembros de muchos grupos viven tales actos están muy mal.- Pero al menos que todas las in-
con el conocimiento de que deben temer a los ataque ca- moralidades sean injusticias, podrían preguntarse: ¿por qué
suales, no provocados, sobre su persona o propiedad, que no tales actos deberían interpretarse como síntomas de injusti-
tienen otro motivo que el de dañar, humillar o destrozar a la cia social? Los actos de violencia o pequeños acosos son co-
persona. En la sociedad norteamericana las mujeres, las per- metidos por individuos en particular, a menudo extremistas,
sonas negras, asiáticas, árabes, los hombres gay y las les- depravados o incapaces mentales, ¿cómo podría decirse cn-
bianas viven bajo tal amenaza de violencia, y en al menos lonces que estos actos impliquen la clase de cuestiones ins-
algunas regiones también las personas judías, puertorrique- titucionales que he señalado justamente como materia de
ñas, chicanas y otras personas norteamericanas <le habla his- justicia?
pana deben temer tal violencia. La violencia física contra estos Lo que hace de la violencia una cara de la opresión es
grupos es sorprendentemente habitual. El centro de asisten- menos el conjunto de actos particulares en sí, a pesar ele que
cia a mujeres violadas -Rape Crisis Center- estima que éstos son a menudo absolutamente horribles, que el contex-
más de yn tercio de las mujeres norteamericanas experi- to social que los rodea y que los hace posibles y hasta acep-
menta un ataque sexual o un intento de ataque sexual a lo tables. Lo que hace de la violencia un fenómeno ele injusti-
largo de su vicia. Manning Marable ( 1984, págs. 238-241) cia social, y no solo una acción individual moralmente mala,
cataloga un gran número de incidentes <le violencia racial y es su carácter sistemático, su existencia en tanto práctica
terror contra personas negras en los Estados Unidos que tu- social.

106 107
La violencic1 es sistem.hica porque está dirigida a miem- La violencia de grupo, además, se aproxima a la legiti-
bros de un grupo simplemente por ser miembros ele ese gru- midad, en el sentido de que es tolerada. A menudo quienes
po. Cunlquier mujer, por ejemplo, tiene razones para temer son observadores no se sorprenden ante la violencia porque
ser violada. Con independencia de lo que un hombre negro t:s un hecho frecuente y se la ve como una posibilidad cons-
haya hecho para evitar el peso ele la marginación o ]a ca- tante en el horizonte del imaginario social. Aun en el caso
rencia de poder, vive sabiendo que está sujeto a ataques u de que sean atrapados, quienes han perpetrado actos de vio-
hostigamiento. La opresión de la violencia consiste no solo lencia o acoso dirigidos a grupos, a menudo no reciben nin-
en la persecución directa, sino en el conocimiento diario gún castigo o reciben solo castigos leves; en este sent.iclo la
compartido por tocios los miembros ele los grupos oprimidos sociedad hace que sus actos sean aceptables.
ele que están predispuestos a ser víctimas de la violación Un aspecto importante de la violencia al azar, sistémi-
solo en razón ele su identidad de grupo. El solo hecho ele vi~ ca, es su irracionalidad. La violencia xenófoba difiere de la
vir bajo tal amenaza de ataque sobre sí misma o su fornilia violencia de Estado o la represión perpetrada _por las clases
o amigos priva a la persona oprimida ele libertad y dignidad, gobernantes. La violencia represiva se basa en motivos ra-
y consume inútilmente sus energías. cionales, aunque sean motivos perversos: los gobernantes

J La violencia es una práctica social. Es un hecho social


reconocido que todos saben que sucede y que volverá a su-
usan la violencia como una herramienta coercitiva para
mantener su poder. Muchos escritos sobre la violencia ra-
ceder. Está siempre en el horizonte de la imaginación social, cista, sexista u homofóbica intentan explicar sus motivacio-
aun para aquellos que no la llevan a cabo. De acuerdo con nes como un deseo por mantener los privilegios o poder ele
la lógica social imperante, algunas circunstancias «piden» un grupo. No eludo ele que el temor a la violencia a menu-
tal violencia más que otras. La idea de violación se le ocu- do funcione para mantener subordinados a los grupos opri-
rre a muchos hombres cuando recogen a una mujer hacien- midos, pero no creo que la violencia xenófoba esté racio-
do autostop; la idea ele acosar o molestar a un hombre gay nalmente motivada del modo en que lo está, por ejemplo, la
en su habitación se le ocurre a muchos hombres heterose- violencia contra las personas en huelga.
xuales straight* que conviven en una residencia ele es- Por el contrario, la violencia que acompaña a la viola-
tudiantes. A menuJo muchas personas llevan a cabo la vio- ción, el maltrato, la matanza y acoso de mujeres, gente de
le1_1ciajuntas, especialmente cuando se produce un agrupa- color, gays y personas ele otros grupos marcados, está moti-
miento de varones. A veces quienes practican la violencia vada por el temor u odio hacia esos grupos. A veces el mo-
se ponen en campaña para buscar gente a la que luego gol- tivo puede ser el simple deseo de poder, ele victimizar a esas
pear, violar o insultar. Este carácter reglado, social y a me- personas marcadas corno vulnerables, por el propio hecho
nudo premeditado hace ele la violencia contra los grupos una social de que están sujetas a la violencia. Si esto es así, tal
pnktica social. motivo es secundario en el sentido ele que depende ele una
práctica social ele violencia ele grupo. El que las causas ele
la violencia se basen en el temor u odio hacia otras perso-
* N. de /11T.: La palabra inglesa s1rni¡;h1-derecho, recto- denota la po-
sición de género de quienes tienen conductas heterosexuales, del mismo modo ncis implica, a! menos en parte, inseguridades por parte ele
que la p,ilabra gay denota la condición de género de las personas hon1osexua- quienes ejercen la violencia; su irracionalidad sugiere la pre-
les.. Dado que en castellano 110 existe un vocablo equivalenre y que -al cun- sencia de procesos inconscientes. En el capítulo 5 analizaré
trano de lo que sucede con el término inglés g11y- In palabra inglesa straight
no es de 11socomún en el ámbito de h,1bla hispana, en adcl,1111e se uliliz,mí la la lógica que hace que algunos grupos provoquen odio y te-
palabra hc1crnscx11al,para hacer referencia 1a1nbién a la condición de género. mor al ser definidos como cuerpos feos y repugnantes; pre-
108 109
sento un enfoque psicoanalítico que conecta el temor y el rníclos, u omiten diversas maneras en las que los grupos son 1
¡
odio hacia algunos grupos con el temor a la pérdida de iden- oprimidos. Las teorías sobre la liberación de la gente negra
tidad. Creo que tales temores inconscientes dan cuenta de al y las teorías feministas ban sostenido de manera convincen- 1
1 1
menos una parte de la opresión que aquí he llamado violen-
cia. Los mismos temores podrían también dar cuenta, en
te que, por ejemplo, la reducción marxista de tocias las opre-
siones a la opresión de clase omite muchas cosas acerca de
1
• i
l
parte, del imperialismo cultural. la opresión específica de las personas negras y de las muje-
Más aún, el imperialismo cultural se cruza con la vio- res. Al pluralizar la categoría ele opresión del modo expli-
lenc.ia. Quienes están bajo el influjo del imperialismo cultu- cado en este capítulo, ]a teoría social puede evitar los efec-
ral podrían rechazar las pretensiones dominantes e intentar tos ele exclusión y simplificación que produce tal
afirmar su propia subjetividad, o el hecho de su diferencia reduccionismo.
cultural podría poner en cuestión la pretensión ele universa- He evitado pluralizar la categoría en el modo en que lo
lidad implícita en la cultura dominante. La disonancia ge- han hecho otras teorías, construyendo una relación. de siste-
nerada por un desafío semejante a las pretensiones cultura- mas de opresión separados para cada grupo oprimido: racis-
les hegemónicas puede ser también una fuente de violencia rno, sexismo, clasismo, heterosexismo, discriminación de la
,,
irracional. gente mayor, etc. Existe un doble problema en considerar ·,
¡
La violencia es una forma de injusticia que la concep- la opresión de cada grupo como una estructura o sistema
ción distributiva de la justicia parece no poder captar. Ésta particular y unificado. Por una parte, esta manera de conce-
puede ser la razón de que las discusiones contemporáneas bir la opresión no logra dar cabida a las similitudes y su-
sobre la justicia rara vez la mencionen. He sostenido que la perposiciones que se verifican en las formas de opresión de
violencia dirigida a ciertos grupos está institucionalizada y grupos diferentes. Por otra parte, dicha concepción repre-
es sistémica. En la medida en que las. instituciones y las senta falsamente la situación de todas las personas que son
prácticas sociales alientan, toleran o permiten que se lleve a miembros de algún grupo como si fueran iguales.
cabo Ja violencia contra miernbros de grupos determinados, He propuesto las cinco caras de la opresión -explota-
dichas instituciones y prácticas son injustas y deberían re- ción, marginación, carencia de poder, imperialismo cultural
formarse. Tal reforma podría requerir Ja redistribución de y violencia- como la mejor manera de evitar tales exclu-
recursos o de posiciones sociales, pero en gran medida esto siones y reducciones. Dichas formas ele opresión funcionan
solo puede hacerse a través ele un cambio en Jas imágenes como criterios para determinar si individuos y grupos estün
culturales, en los estereotipos, y en la reproducción munda- oprimidos, más que como una teoría completa sobre la opre-
na de relaciones ele dominación y aversión que está en los sión. Creo que estos criterios son objetivos. Ellos propor-
gestos de la vida cotidiana. En el capítulo 5 planteo estrate- cionan un medio para refutar la creencia de alguna gente de
gias para dicho cambio. que su grupo está oprimido cuando no lo está, así como un
medio para persuadir a otras personas de que un grupo está
oprimido cuando duelan acerca de ello. Cada criterio puede
APLICAR LOS CRITERIOS ser operacionalizado; cada uno de dichos criterios puede ser
aplicado a través de la evaluación de la conducta observa-
,,
Las teorías sociales que construyen la opresión como un ble, las relaciones de estatus, las distribuciones, los textos y
fenómeno unificado por lo general omiten a grupos que has- otros elementos culturales. No me hago ilusiones sobre la
ta quienes teorizan sobre la materia piensan que están opri- posibilidad de que dichas evaluaciones puedan ser valorati-
110 11J
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