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NOMBRES: JANDRA LISMAIRYS.

APELLIDOS: JIMÉNEZ CÉSPEDES.

CARRERA: ING. DE SOFTWARE.

MATRÍCULA: A00106507.

ASIGNATURA: ÉTICA PROFESIONAL.

MAESTRA: MARÍA CORDERO AMARAL.

27 DE OCTUBRE DE 2021
UNIVERSIDAD APEC
CRISIS DE LOS VALORES EN LA ACTUALIDAD.
En el marco de la constitución de un mundo unido por la tecnología satelital
y la comunicación interactiva, las relaciones interpersonales cada día
requieren estar vinculadas férreamente a una ética que impulse la necesidad
de rescatar la dignidad de los pueblos, la aspiración a vivir en paz y armonía.
El ser humano se relaciona con el entorno de múltiples maneras, a diferencia
de las otras especies animales que se encuentran determinadas
biológicamente. En esta vinculación con el mundo, nuestra especie genera
cada vez más necesidades, que transforman a sus miembros y su entorno. Así
se va configurando el desarrollo humano y los diferentes tipos de respuestas o
comportamientos que asume, que tienden a ser formas reguladas de su
conducta, en este sentido, precisamente, entiende Freud la cultura (El
malestar en la cultura, 1973) al afirmar que este término designa la suma de
las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de nuestros
antecesores animales y que sirven a dos fines: proteger al hombre contra la
naturaleza y regular las relaciones de los hombres entre sí.
Se genera así un conflicto donde el deseo del individuo se enfrenta al deseo
de la cultura; donde los ideales que se propone el individuo para alcanzar su
felicidad colisionan con las regulaciones propias de la cultura, de esta
manera el precio pagado por el progreso de la cultura reside en la pérdida de
felicidad por aumento del sentimiento de la culpabilidad. Esta tensión
produce crisis, incluyendo obviamente el aspecto valorativo (Guyer, 1998).
Desde hace bastantes años se habla de la pérdida o crisis de valores. Ésta se
ve reflejada en muchos ámbitos de nuestra sociedad y por supuesto, a nivel
general en el mundo. Sin duda la deshumanización, la corrupción, la
violencia, el egoísmo son reflejos manifiestos de esta falta de valores
humanos. Crisis significa en griego discernimiento, juicio, separación,
distinción. Por su misma concepción y por el modo de ser propio del ser
humano, los valores nos invitan a discernir sobre los bienes específicos que
busca la persona realizar, vivir en la práctica, encarnar en su conducta.
Si miramos detenidamente los principales fenómenos de la vida actual nos
encontramos con la crisis moral patente, con que no se hace ese
discernimiento cuidadoso de lo que está bien y de lo que está mal en la
conducta. Como si no fuera algo que nos correspondiera a cada uno hacer de
modo urgente.
Si algo le cuadra bien a la sociedad es decir que padece una crisis de valores
éticos (honestidad, lealtad, responsabilidad, veracidad, etc.). Se conculcan
valores, se desconocen los valores, hay burla de la conducta recta, el hacer
las cosas con rectitud de conciencia no es nada nuevo. Los medios de
comunicación amplifican lo negativo, lo violento lo deshonesto y son quienes
más desvirtúan la virtud. Un ejemplo claro es la crisis económica global que
padece el mundo. Se desplomó la maquinaria financiera montada en torno al
afán desmedido de lucro, de ganancia, fruto no del trabajo sino de la
especulación, muchas veces de los manejos deshonestos.
En el fondo de la crisis lo que hay es una falta de valores y una presencia
poderosa de antivalores. Al ponerse en primer plano el consumismo, el poder
y el placer, cobran fuerza la ambición, la codicia, la soberbia, la prepotencia,
la opulencia, la vida superficial, la vanidad, el egoísmo, etc.  Y luego vienen
las violaciones profundas a la ética:
 La corrupción.
 El atropello a los derechos humanos.
 Los atentados a la dignidad de la vida.
 La des-espiritualización de la persona.

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