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Comunidad Apostólica Hosanna

Redes de Discipulado
Lección del 20 al 26 de Febrero de 2022
Apóstol Edwin Álvarez
Página Web: www.edwinalvarez.org

UN DISCÍPULO PARA UN NUEVO COMIENZO.

“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea; y dejando a Nazaret, vino y
habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, para que se
cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; El pueblo asentado en
tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les
resplandeció. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el
reino de los cielos se ha acercado. Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos
hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar;
porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”.
(Mateo 4:12-19)

Jesús nos da las claves que un discípulo debe considerar para un NUEVO
COMIENZO.

“Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se
ha acercado”. Éste “desde entonces“, marca un nuevo comienzo en la vida de
Jesús. Jesús es nuestro paradigma del iniciador de los nuevos comienzos.

Jesús emerge en el escenario de una nación oprimida, cansada, agotada


y con su esperanza en crisis. Más de 500 años atrás, la invasión babilónica
dirigida por Nabucodonosor dejó un templo, con toda su simbología,
destruido, un orden sacerdotal resquebrajado, una nación esparcida, una
ciudad quemada y un remanente, muy pequeño, confundido. Aunque los
judíos regresaron a su tierra y volvieron a reconstruir su ciudad, Jerusalén,
nunca más volvieron a tener el control de su destino. Israel siempre vivió bajo
el dominio extranjero; dominio que en los días de Jesús era ejercido por el
imperio romano.

Por el lado espiritual, después de Malaquías, el último profeta del Antiguo


Testamento. habían transcurrido 400 años, hasta la aparición de Juan el
Bautista, periodo durante el cual el pueblo de Israel vivió sin escuchar una
voz directa de Dios por medio de sus siervos. Salvo contadas excepciones
no había manifestaciones sobrenaturales, ni actos milagrosos, ni visitas
angelicales. Pero desde ese “desde entonces comenzó Jesús”, todo
cambio. Con Jesús se inició un NUEVO COMIENZO.

En las lecciones anteriores hemos visto tres claves para un nuevo comienzo,
todas dimanantes del texto bíblico que encabeza la lección de esta
semana.

▪ PREPARACIÓN.
Para este nuevo comienzo Jesús se preparó desde el vientre de su madre
hasta el ayuno de cuarenta días. Y en el nuevo comienzo tendrán éxito los
que estén mejor preparados.

▪ SEÑALES.
El encarcelamiento de Juan el Bautista, cómo se nos registra en Mateo 4:12,
fue la señal que Jesús interpretó como la indicación de Dios para iniciar Su
ministerio público. Dios nos da claras señales de cuando iniciar un nuevo
comienzo.

▪ CAMBIO.
El nuevo comienzo exige cambios rotundos. En nuestra última lección vimos
los cambios de lugar, oficio, relaciones y proyecciones de Jesús con
respecto a su nuevo comienzo. Sencillamente, no puede haber nuevos
comienzos, si no hay cambios profundos.

Nos corresponde ver hoy el cuarto factor qué nos muestra Jesús cómo
elemento fundamental del nuevo comienzo:

PATRÓN.

El nuevo comienzo nos impone la necesidad de conocer a Dios como un


Dios de patrones.

Precisamos aclarar en qué sentido entendemos el término patrón. Para los


efectos de esta lección, patrón es un modo constante, sostenido,
consistente, repetido y previsible de actuar frente a una misma persona o
situación. Un patrón sostenido y repetido establece entonces un modelo de
conducta. Al decir que el Dios de la Biblia, el único Dios verdadero, es un
Dios de patrones, afirmamos que, frente a las mismas circunstancias,
situaciones y personas involucradas, Dios actuará siempre de la misma
manera. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. (Hebreos 13:8) “Porque
yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos”. (Malaquías
3:6) “No olvidaré mi pacto, Ni mudaré lo que ha salido de mis labios”. (Salmos 89:34)
Dios es inmutable. La inmutabilidad es uno de los atributos divinos.
Al aplicarlo a nuestro estudio hemos de ver que Dios es consistente y
reiterativo frente a las crisis. Aclaramos lo que es obvio, con el único
propósito de evitar interpretaciones indebidas: Dios jamás está en crisis.

Siguiendo el patrón de estas lecciones, considero oportuno ensayar una


definición para el concepto crisis desde el punto de vista del Nuevo
Comienzo. Para los efectos de nuestra enseñanza, crisis es una situación
grave y decisiva que pone en peligro el presente y el futuro de una persona,
sociedad o cosa. Crisis es una situación que amenaza el desarrollo de un
proceso o de un asunto.

Conjugando ambos conceptos, crisis con patrón, concluiremos que,


bíblicamente hablando, Dios ha establecido un patrón para enfrentar la
crisis. Jesús detona el botón del nuevo comienzo, a partir de la grave crisis
de Israel y de la humanidad.

Observemos el patrón divino frente las más graves crisis registradas en la


Palabra de Dios.

- UN NUEVO COMIENZO FUERA DEL EDÉN


LA CRISIS DEL PECADO.

La crisis del Edén, producto del pecado de Adán y Eva, nos muestra cómo
actúa Dios cuando el hombre o la humanidad entran en crisis. El hombre,
creado a imagen y semejanza de Dios, no conocía el pecado en el Edén.
Al aceptar, primero Eva, y después Adán, la insinuación de Satanás, y comer
del fruto del árbol prohibido, se produjo la primera crisis de la especie
humana. El manejo que Dios le dio a esta crisis marca el patrón sostenido,
consistente, repetido, y luego previsible del Señor para levantar a sus
criaturas de la crisis.

Adán y Eva cayeron en crisis, pero Dios se mantuvo en su trono y le dio una
solución a la crisis con un nuevo comienzo. Si bien es cierto que Adán y Eva
fueron expulsados del Edén, también es cierto que Dios mismo dio la solución
para el pecado anunciando desde aquel trágico momento, la solución por
medio del Mesías. Génesis 3:15 es el primer anuncio, la primera promesa y la
primera profecía sobre la Simiente que herirá a Satanás en la cabeza,
aunque este Redentor reciba una herida en el calcañar, refiriéndose,
indudablemente a Jesucristo. “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu
simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el
calcañar”. (Génesis 3:15)

Bajo la promesa de Génesis 3:15, Adán y Eva tienen un nuevo comienzo,


con nuevas circunstancias, nuevos mandatos, nuevos actos de fe y nuevas
formas de adoración.
Más tarde una nueva crisis aparece en estos albores de la humanidad,
cuando Caín mata a Abel, quien evidentemente había asimilado la fe de
Génesis 3:15. La humanidad habría estado perdida si hubiera dependido
exclusivamente de Caín, y sus descendientes, a quienes Moisés lo describe
como violentos, adúlteros, sensuales y alejados de Dios. Una vez más el Señor
enfrenta la crisis trayendo un nuevo comienzo, a través de un nuevo hijo, al
cual Eva llamó Set. “Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y
llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel,
a quien mató Caín. Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces
los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová”. (Génesis 4:25-26) De Set
desciende la línea mesiánica qué se extiende por Enoc, Noé, Abraham,
Isaac, Jacob y David hasta llegar a Jesús.

¡Para cada crisis de la vida Dios tiene un nuevo comienzo!

- UN NUEVO COMIENZO FUERA DEL ARCA.


LA CRISIS DEL DILUVIO.

La siguiente gran crisis de la humanidad la experimenta la totalidad del


planeta con el diluvio. “Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque
toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: He
decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he
aquí que yo los destruiré con la tierra. Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos
en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera”. (Génesis 6:12-14)

El patrón divino para enfrentar las crisis se ve repetido con el diluvio, Noé y
la nueva orden de repoblar la tierra. “Entonces habló Dios a Noé, diciendo: Sal del
arca tú, y tu mujer, y tus hijos, y las mujeres de tus hijos contigo”. (Génesis 8:15-16)

Noé y su familia fueron preservados porque obedecieron a Dios, ingresaron


al arca construida bajo mandatos divinos, en la que permanecieron más de
un año, hasta que Dios les ordenó que salieran de ella. Noé y su familia
salieron a una tierra desconocida y a explorar un mundo inhabitado por la
raza humana y por los mamíferos, cuadrúpedos, reptiles y aves. La misión de
Noé sería perpetuar el conocimiento de Dios y volver a poblar la tierra. Noé
es el hombre del nuevo comienzo para la humanidad y para ejercer el
dominio sobre la creación de Dios en el planeta. Con Noé fuera del arca
todo se inicia nuevamente. El patrón de Dios se repite, para cada crisis Dios
tiene una solución, misma que involucra un nuevo comienzo.

- UN NUEVO COMIENZO FUERA DE LA TIERRA NATAL.


LA CRISIS DE LA CONFUSIÓN DE LENGUAS.
La siguiente gran crisis en el devenir de la humanidad la encontramos en
Génesis 11, donde podemos leer sobre la torre de Babel, sus consecuencias,
su resultado y el final llamamiento de Abraham como respuesta de Dios a
esta crisis. “Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de
los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje;
y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado
hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno
entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda
la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel,
porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre
la faz de toda la tierra”. (Génesis 11: 5-9)

De esta crisis, donde los patriarcas de la humanidad son esparcidos por la


redondez de la tierra habitable del globo, emerge la figura insigne de
Abraham. “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de
la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren,
y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la
tierra”. (Génesis 12:1-3)

La línea mesiánica no se vio interrumpida a causa de la confusión de los


idiomas qué Dios produjo en Babel, para impedirle al hombre su
determinación de hacer una torre cuya cúspide llegará al cielo, para
independizarse de Dios. La humanidad fue esparciéndose por todos los
rincones del planeta, comunicándose por medio de las nuevas lenguas que
habían recibido después del juicio de Babel, pero esta crisis no logró qué la
línea mesiánica fuese interrumpida. Ante esta crisis, el patrón repetitivo,
consistente, sostenido y ahora previsible de Dios vuelve a manifestarse. Para
la crisis de Babel Dios tuvo un nuevo comienzo con el llamamiento de
Abram, hoy conocido como Abraham, del cual vienen Isaac y Jacob, las 12
tribus de Israel y la nación de Israel, incluida Judá. De los judíos, nos vino el
Mesías, Jesucristo.

El “sal de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te


mostraré”, nos indica que la promesa mesiánica se cumplió fuera de Ur, lugar
nativo de Abraham. Abraham también es un hombre para un nuevo
comienzo.

- UN NUEVO COMIENZO FUERA DE EGIPTO.


LA CRISIS DEL ÉXODO

La crisis del pueblo de Israel en Egipto amenazó su propia existencia. “Y habló


el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra
Fúa, y les dijo: Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo,
matadlo; y si es hija, entonces viva. Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo:
Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida”. (Éxodo 1:15,16 y
22)

La línea mesiánica, el proyecto divino para redimir a la humanidad, es


amenazada de muerte nuevamente. Veremos que el patrón divino de
enfrentar la crisis con un nuevo comienzo se repite en la historia del Éxodo.
Esta vez es Moisés que viene a ser el hombre del nuevo comienzo. “Viendo
Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y
él respondió: Heme aquí. Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que
está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus
angustias, he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella
tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo,
del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los hijos
de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los
oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi
pueblo, los hijos de Israel”. (Éxodo 3:4,7,8-10)

El llamamiento de Moisés en Horeb le dio un giro a su propia vida, a su familia


y a toda la nación de Israel. A partir de allí se inicia un nuevo comienzo que
culminará con las doce tribus saliendo con poder y victoria del yugo de
Egipto rumbo a la tierra de la promesa.

No tenemos ni el tiempo, ni el espacio suficiente para entrar en mayores


análisis, pero para mí sería suficiente que entendamos qué el patrón de Dios
frente a la crisis es el mismo: producir un nuevo comienzo. Egipto quedó atrás
para siempre. Amén! “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación
que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para
siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”. (Éxodo 14:13-
14).

- NUEVO COMIENZO FUERA DEL PALACIO.


LA CRISIS DEL REINO DE ISRAEL

Concluiremos este breve estudio recordando la crisis que se produjo en el


reino de Israel cuando su primer rey, Saúl, fracaso.

El llanto del profeta Samuel nos da una dimensión de la profundidad y la


gravedad de la crisis que produjo el fracaso de Saúl. “Y nunca después vio
Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber
puesto a Saúl por rey sobre Israel”. (I° Samuel 15:35) “Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta
cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu
cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de
rey”. (I° Samuel 16:1)
Israel no podía ser dirigido por un rey enloquecido y atormentado mental,
emocional y espiritualmente. Samuel lloraba porque él amaba a Saúl y lo
había ungido como el primer rey de la nación, como también por la
inseguridad e incertidumbre que producía en todo el pueblo carecer de
dirección sabia y de un líder sostenido por Dios. Aquí vemos otra vez a Dios
actuando en consecuencia con el patrón bíblico: para cada crisis hay un
nuevo comienzo.

De la crisis que experimentaba Israel a causa del fracaso de Saúl, se produjo


el llamamiento de David, punto inicial del nuevo comienzo. “Envió, pues, por
él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo:
Levántate y úngelo, porque éste es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio
de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se
levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá”. (I° Samuel 16:12-13)

No obviamos la realidad de que David no llegó inmediatamente al trono, y


que tuvo que pasar por multitud de dificultades, y superar miles de ataques
en todos los sentidos, pero lo cierto es que con su llamamiento es innegable
que se dio inicio a un nuevo comienzo, tanto para el joven cantor y pastor,
como para toda la nación elegida por Dios, Israel. David es el continuador
de la línea mesiánica. Mil años después una mujer cananea exclamaría:
!Señor, hijo de David, ten misericordia de mí!. El ciego Bartimeo clamó con
idéntica vehemencia. “Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a
decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! (Marcos 10:47)

Tanto la mujer cananea como Bartimeo el ciego, vieron con gratitud, como
su propia crisis fue transformada, por el actuar de Jesús, por un nuevo
comienzo. Ambos llaman a Jesús: Hijo de David.

Amados(as): ¿quién no experimenta crisis? ¿Quién está exento de


situaciones graves y decisivas que pongan en peligro el presente y el futuro?
¿Acaso no hay entre los receptores de esta lección quienes están
atravesando circunstancias que no pueden controlar y que constituyen una
amenaza para su proyecto o sus asuntos personales, familiares o
profesionales?

Es mi oración que de esta crisis salgas en victoria, y que a partir de este


tiempo difícil Dios te de un NUEVO COMIENZO. Que así sea. Amén

Aplicación personal.

¿Qué es una crisis?


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¿Cuál es el patrón divino frente a la crisis?
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¿En qué tiempo para Israel y para la humanidad Jesús se hizo hombre?
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¿Puedes explicar cómo te identificas con esta lección?


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