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Tenemos claro que todo desacuerdo debe ser desacuerdo acerca de algo, pero ¿có mo
saben los partícipes de una disputa que está n en desacuerdo? Todos hemos estado
involucrados en algú n tipo de desacuerdo, pero¿ có mo podríamos saber si
legítimamente hubo un desacuerdo? A primera vista, podemos responder que sí hubo
un desacuerdo, si lo que sostiene una de las partes, que puede ser representado
mediante una oració n, se opone a lo que sostiene la otra parte y viceversa. Parece ser
que, para exista realmente un desacuerdo, los sujetos involucrados deben de discutir
sobre lo mismo, pero en sentidos encontrados, de modo opuesto. Esto nos hace pensar
que en los desacuerdos, al menos en principio, subyace algo. Ese algo que subyace,
debe ser algo comú n en los disputantes, y, ademá s nos dice si realmente hay una
desacuerdo o no, ya que con base en este sustento se disputa. Al analizar sobre lo que
se discute, podemos entender la naturaleza de aquello que subyace, y así pues, saber
có mo es aquello que se disputa. En otras palabras, podremos determinar si el
desacuerdo tiene que ver con có mo es el mundo en sí, o si tiene que ver con có mo es el
mundo para el sujeto. A través del aná lisis de los desacuerdos podemos determinar
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condiciones que nos den fe de la objetividad o subjetividad sobre aquello que
discutimos. Existen diferencias en el fenó meno del desacuerdo cuando éste se da con
base en cuestiones independientes al sujeto -objetivas-, que cuando se da en aquellas
que sí dependen del mismo, -subjetivas.
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de las oraciones declarativas que tienen la sintaxis de oraciones genuinas, pero que no
remiten a có mo las cosas son respecto a un hecho dado. El interés principal de Wright
es mostrar que la noció n de prueba ló gica implícita en la noció n de necesidad no es
acerca de un hecho, sino que ésta depende de nuestra cognició n. Para ello, debe poder
quitar cualquier tipo de contaminació n subjetiva de las oraciones, para así garantizar
el conocimiento genuino. Aunque su objetivo es contrario al de esta investigació n, su
estrategia es la idó nea para mostrar la factualidad. La manera en que Wright pretende
lograr esto es viendo qué pasa cuando las oraciones son involucradas en desacuerdos.
Segú n él, a partir del aná lisis del desacuerdo, podemos inferir si se trata de una
oració n genuina o de una que no lo es; esto es, cuando lo expresado en la oració n es
objetivo o no lo es. A continuació n expongo los elementos mínimos que constituyen un
desacuerdo.
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idioma1. Cada uno de los agentes sostiene un argumento, con base en los estados de
informació n que posee; el argumento de cada uno es contrario al del otro.
Los agentes disputantes pueden ser individuos o puntos de vista compartidos por una
comunidad epistémica. Los desacuerdos se llevan a cabo entre dos disputantes, ya sea
éste un colectivo o una persona.
1
La distinció n entre lenguaje e idioma se debe a que se concibe el lenguaje, en términos
generales, como aquella entidad lingü ística con significado; el idioma es la lengua en la que se expresa
el lenguaje, e.g. españ ol, alemá n, italiano, etc. Si fuese el caso que los agentes en desacuerdo tuvieran un
idioma distinto, se entiende que hay una comprensió n suficiente del idioma en el que el desacuerdo se
da.
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proposiciones. En los estados de informació n es en dó nde se ubican las fuentes de
diferencia de opinió n que dan pie al desacuerdo.
2
Para ampliar má s al respecto ver Skidelsky Liza, "La distinció n doxá stico-subdoxá stico",
Crítica, Revista Hispanoamericana de Filosofía, vol. 39, No. 115, abril 2007, pp. 31-60.
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1.2.4) Fuentes de diferencia de opinión.
Las fuentes de diferencia de opinió n pueden tratarse desde dos perspectivas:
i) segú n un consenso racional realista-cognitivista: Cierta oració n expresa
cuestiones de hecho genuinas, cuando puede mostrarse que seres perfectamente
racionales, no pueden dejar de coincidir acerca de la aceptabilidad de tal oració n.
Este tipo de seres perfectamente racionales acuerdan la verdad con base en una
suficientemente prolongada y cuidadosa investigació n.
ii) propuesta más débil: Las diferencias de opinió n acerca de oraciones genuinas
tiene que buscarse desde una brecha de la racionalidad ideal, o desde una diferencia
material rastreada en los respectivos estados de informació n de los sujetos.
Lo que sí queda claro es que aquello que distingue a las oraciones como
genuinas -factuales- puede verse a través del rango de posibles fuentes de diferencia
de opinió n acerca de tales oraciones. Por tanto, se debe analizar los estados de
informació n de las partes disputantes, y, aquí es donde ubicamos las fuentes de
diferencia de opinión que provocan el desacuerdo. Si las fuentes de diferencia de
opinió n son fá cticas, esto es, son respecto a un estado factual ubicado en los estados
de informació n de los sujetos, entonces el desacuerdo calificará como legítimo. Por
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otro lado, si éstas no dependen de algú n hecho, sino que se dan en base a algú n tipo de
informació n subjetiva, no hay desacuerdo, nos encontramos ante un desacuerdo
ilegítimo o perdido. En el tipo de fuentes de diferencia de opinió n podemos identificar
los tó picos de la disputa.
Para aquello que expresa cuestiones de hecho, las diferencias de opinió n se vuelven
totalmente inteligibles si puede identificarse:
- Un Error Material del lado de alguna de las partes que participan en el desacuerdo.
Un error se considera factual (material) cuando es independiente de cualquier punto
de vista acerca de la opinió n en disputa. Tiene que ver con cualquier tipo de mal
funcionamiento, perceptual, de recolecció n, intelectual, etc. También cuenta como
error material cuando la lectura de un dato no se realiza correctamente. Ejemplo:
Sujeto T: el resultado de 70 veces 7 es 490.
Sujeto W: No, el resultado de 70x7 es 150.
En este caso, el que W cometa error, no depende de su punto de vista.
Por otro lado, un error no debe considerarse factual cuando la atribució n del error
está basada en el punto de vista de alguno de los sujetos partícipes del desacuerdo.
Ejemplo:
Sujeto T: El pulque de jitomate es delicioso.
Sujeto W: No, te equivocas, el pulque de jitomate no es
delicioso, es asqueroso.
En este caso no podemos atribuir con certeza que alguno de los sujetos estén en un
error, ya que lo que sostienen es una cuestió n de gusto, y por tanto,depende por
completo de su particular punto de vista.
- Una Ignorancia Material del lado de alguna de las partes que está n en desacuerdo.
Una ignorancia es factual cuando ésta es identificable de modo independiente de la
visió n subjetiva de la afirmació n en disputa; cuando no se puede evitar que alguno de
los sujetos integrantes del desacuerdo ignore el valor de verdad del enunciado.
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También tiene lugar cuando aquello que se ignora es el hecho al que apunta la
afirmació n en disputa. Ejemplo:
Copérnico: La Tierra gira alrededor del sol.
Ptolomeo: No, lo que dices es falso.
En este caso tenemos que el estatus de la oració n de Copérnico es ignorado por
Ptolomeo. El estatus de la oració n está directamente relacionado con la informació n a
la que tienen acceso los sujetos disputantes, esto es, a los estados de informació n a los
que tienen acceso. Recordemos que los estados de informació n son la suma total de
informació n a la que tiene acceso un sujeto en un momento determinado. Los estados
de informació n de un sujeto a otro varían, de ahí que la fuente de diferencia de
opinió n se dé cuando se ignora el estatus de la oració n debido a que los estados de
informació n no son compartidos, esto es, Ptolomeo ignora lo que Copérnico sabe. Esto
ú ltimo no es una cuestió n que se base en el punto de vista particular de Copérnico o
Ptolomeo.
Ahora bien, una ignorancia no debe considerarse factual cuando la atribució n de
ignorancia en el fondo dice que el sujeto no tiene cierta visió n particular de la oració n.
Ejemplo:
W: La mú sica de Bach es muy aburrida.
T: Lo que dices no es verdad. Te aburres porque eres un
ignorante.
En este caso la ignorancia achacada por T depende de la visió n subjetiva de la
afirmació n y no de una ignorancia material. Como hemos visto, el gusto es una
cuestió n subjetiva.
-Un Prejuicio Material del lado de alguna de las partes que participan en el
desacuerdo. Se considera factual cuando se está de acuerdo respecto al material y
datos informativos vistos como evidencia de la oració n, pero no se está de acuerdo
respecto a la fuerza de soporte que esa evidencia da a la oració n. Ejemplo:
Supongamos que Pedro y Juan (ambos epistemó logos dedicados) está n de acuerdo
en que el conocimiento es aquella creencia verdadera y justificada, pero difieren en
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lo que debe tomarse como garantía de éste; el primero de ellos es un empirista
consagrado, el segundo es un racionalista aferrado, aun cuando ninguno tenga una
garantía absoluta de lo que sostienen.
Pedro: el inicio y justificació n del conocimiento es el mundo.
Juan: No, el inicio y justificació n del conocimiento no es el mundo.
En este ejemplo podemos ver que lo que origina el desacuerdo son las diferentes
teorías que cada uno acepta como vá lidas (empirismo y racionalismo); y, podemos ver
que el origen del desacuerdo no radica en algo que dependa completamente del
sujeto, sino que es algo externo a él, en nuestro caso, el nublamiento de su visió n
ocasionado por las diversas teorías de las que son simpatizantes y el prejuicio con el
cada uno se explica el mundo.
Un prejuicio no debe considerarse factual cuando el cuerpo de evidencia, el material y
los datos informativos, no son compartidos, ni siquiera una de las partes, debido a
que está nublado por el prejuicio, muestra interés por saberlos. Ejemplo:
GV: A los ló gicos no les gusta la poesía ni la entienden, porque no está en nú meros.
E: ¿Vas a clase?
Por tanto, ciertas oraciones son aptas para expresar genuinas cuestiones de
hecho, só lo si hay contextos en los que es a priori que las diferencias de opinió n, que
conciernen a una de las oraciones relevantes del argumento en disputa, só lo pueden
ser explicadas totalmente revelando un error, ignorancia o prejuicio de tipo factual, en
parte o en todos los protagonistas del desacuerdo; o la oració n en disputa es vaga. Un
desacuerdo concierne una cuestió n de hecho genuina (factual), só lo si la oració n(es)
que expresa lo que está en debate satisface esta condició n en el contexto en cuestió n.
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El caso de la vaguedad material no es desarrollado exhaustivamente por Wright, empero, en la
investigació n se sostendrá que si en un desacuerdo una oració n contiene términos vagos, éste se
calificará como perdido.
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Só lo así, se dice que se dice que uno o todos participantes caen en una deficiencia
cognitiva.
De este modo, ocurre siempre que en los desacuerdos legítimos, aquellos que
expresan cuestiones de hecho genuinas, una de las partes disputantes esté
equivocada y otra esté en lo correcto. Si las partes en disputa logran llegar a un
acuerdo, el acuerdo entre las partes debe también ser legítimo. Cuando esto no ocurre
así el desacuerdo se pierde porque lo que está en discusió n son puntos de vista de los
sujetos acerca de có mo son las cosas para ellos mismos, por tanto no existe algo en
comú n en tal desacuerdo, incluso tampoco podría haber un acuerdo legítimo entre los
sujetos. En el caso de la vaguedad, se sostiene que el desacuerdo se pierde.
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garantizan. El sostener una opinió n que epistémicamente no debe ser sostenida es
atribuible a la posesió n de datos espurios o a un fallo por restringir las inferencias
propias de aquellas que está n genuinamente garantizadas.
Vemos también que es en los estados de informació n (sistema de creencias) dó nde
pueden rastrearse las fuentes que originan los desacuerdos. Es también en estos
estados en dó nde podemos ubicar las creencias que son propias de las nociones
modales.
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correspondencia, la verdad de lo que expresamos dependerá de có mo las cosas son ya
sea en el sentido de 1 o de 2. En esta teoría se puede afirmar, de un modo muy general,
que si tal individuo o grupo acepta que p, entonces es el caso que p. Lo anterior no es
posible si el individuo o grupo es un lingü ista privado o si p sobrepasa las oraciones de
su lenguaje (como en el caso de la vaguedad). El proceso antes descrito se expone en
el modelo de determinació n de verdad. Para comprender mejor esto, es necesaria una
distinció n entre juicios y hechos.
Tal distinció n puede ubicarse en el modelo de determinació n de verdad
mediante dos niveles: el primero, que corresponde al lenguaje (tomando a este ú ltimo
como el vehículo del pensamiento), ya que, a través de éste es como discurrimos y
conocemos; y, el segundo, un plano no-lingü ístico, que tiene que ver con có mo son las
cosas, ya sea en la realidad, el mundo, (el campo de los hechos), o ya sea con có mo son
las cosas para el sujeto.
Es a través del lenguaje que el sujeto conoce el mundo, lo clasifica, lo encasilla,
lo determina (en un sentido débil), esto no quiere decir que determine el mundo en sí.
En este primer nivel lingü ístico es en donde se establecen las condiciones de verdad
de lo afirmado, de lo dicho, de lo discurrido5.
Aquí tenemos una identificació n del significado con las condiciones de verdad,
ya que es en éste donde se establecen tales condiciones. Ahora, en el segundo nivel, se
muestra si estas condiciones se cumplen o no, si lo establecido en el nivel lingü ístico
corresponde o con la realidad (el mundo), o con lo que es de acuerdo al sujeto. El
establecimiento de las condiciones de verdad requiere que sepamos el significado de
la expresió n lingü ística en cuestió n6. Al establecer las condiciones de verdad sabemos
cuá l es la proposició n expresada por la oració n. En el segundo nivel, se verifica si hay
una correspondencia entre dicha proposició n, ya sea con los hechos, o bien con có mo
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Cabe aclarar que no nos limitamos a un tipo de lenguaje, sino que por “lenguaje” se entiende
todo aquello que permite clasificar al mundo, distinguir las cosas, desde afirmaciones, oraciones,
formalizaciones ló gicas, etiquetas mentales, etc. Por eso se sostiene que es a través del lenguaje como
se discurre, esto es, “etiquetar” al mundo.
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Las expresiones que se tomará n como prototipo será n oraciones asertivas.
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son las cosas para el sujeto, o si no existe tal correspondencia debido a la vaguedad
de la oració n. En el primer caso, las condiciones de verdad establecidas se cumplen, ya
que existe algo que corresponde a lo expresado en el enunciado; por ello podemos
decir que lo expresado es verdadero. En el segundo caso, no hay correspondencia, por
ello decimos que lo expresado es falso. En el tercer caso, decimos que hay un cierto
grado de indecidibilidad. El modelo puede esquematizarse del siguiente modo:
Ahora bien, lo que hace que algo sea objetivo o subjetivo, es la manera en que dicho
proceso se lleva a cabo. Para analizar esto ú ltimo, se echa mano de un aná lisis
semá ntico.
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1.4.2) Análisis semántico de oraciones de acuerdo al modelo de determinación
de verdad.
En esta secció n se constriñ e la semá ntica desarrollada por Kaplan (1989) al modelo
de determinació n de verdad arriba expuesto, y, a la condició n de factualidad de
Wright. La semá ntica de Kaplan nos permite evidenciar los pasos que contempla el
modelo y nos ayuda a ser má s precisos sobre la naturaleza de los contenidos
expresados en las oraciones. En esta secció n se aplicará el aná lisis semá ntico o tres
tipos de oraciones y se evidenciará por qué estas pueden calificarse como objetivas,
subjetivas o vagas, segú n el aná lisis semá ntico. Lo mostrado aquí sirve de preá mbulo a
lo que se mostrará en el tercer capítulo, cuando se analicen oraciones que contengan
nociones modales.
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contexto posible de uso; el carácter se toma como el significado de aquello que es
conocido por los hablantes competentes del lenguaje.
No obstante, la informació n proporcionada por estas reglas semá nticas es
incompleta, ya que no nos dicen de manera total y precisa a qué se refiere la oració n.
Por ello es necesario ubicar el contexto de uso en el que se profieren las oraciones, tal
como lo dice el final de la condició n (a). Con el contexto de uso podemos ubicar
adecuadamente qué es aquello que es referido en la oració n. Así, el carácter se
representa por la funció n que va de los contextos posibles de uso a los contenidos de
las oraciones:
Cará cter ƒ: Contextos de uso → Contenidos
o
ƒ: Significado (lingü ísticamente convencional)+Contexto → Intensió n
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Estos elementos son los está ndar, sin embargo, los elementos del contexto de uso pueden
fijarse de acuerdo a las necesidades del investigador.
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de verdad; en cambio, el resultado de la evaluació n de un contenido de un término
singular, será un objeto (el objeto relevante). El caso que interesa para la investigació n
es cuando el contenido de una expresió n bien formada es una extensión apropiada
para Así, el contenido es una funció n de las circunstancias de evaluació n hacia una
extensió n apropiada, esto es, un valor de verdad: ƒ: CE → e (V o F).
Las circunstancias y las circunstancias posibles de evaluació n son las
situaciones en las que debemos de preguntar por la extensió n de una expresió n bien
formada dada. Una circunstancia, incluye usualmente un estado o una historia posible
del mundo, un tiempo, entre otras propiedades (características modales), pero no es
el contexto, la circunstancia tiene que ver con la manera en que ‘son dichas’ las
expresiones, dentro de un contexto dado. La cantidad de informació n que requerimos
de una circunstancia está ligada al grado de especificidad de los contenidos, y, por ello,
a los tipos de operadores del lenguaje. Debido a que representamos los contenidos por
medio de intensiones, los operadores que operan con contenidos son los que se
utilizan en la ló gica intensional. De este modo, una extensión apropiada para un
operador intensional es una funció n de las intensiones a las extensiones: ƒ (e -oi): i → e.
De este modo, el contenido de una oració n puede expresarse mediante la funció n:
ƒ : Circunstancias de evaluación → extensiones= (V o F)
o bien
Intensión + mundo posible = extensión
Por ejemplo si hoy digo: (h) “Yo lloré ayer”, la oració n (h) tendrá un cierto
contenido. Ahora si digo la misma oració n mañ ana, el contenido que tendrá será
distinto, ya que la circunstancia de evaluació n ha cambiado. Aunque el valor de verdad
en ambas circunstancias sea el mismo, el contenido es distinto. Ahora, puede ocurrir
también que el que profiera la oració n hoy o mañ ana sea mi padre, y, en su caso el
contenido será distinto al contenido que se presenta cuando yo lo digo, incluso el valor
de verdad puede no ser el mismo, aunque compartamos la misma circunstancia de
evaluació n. En este caso, la circunstancia de evaluació n está determinada por quién
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dice la oració n, y cuá ndo se dice la misma. Con este ejemplo mostramos que aquello
que varía, en cada situació n, es lo que Kaplan entiende como contenido.
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Tenemos pues, que ademá s de la condició n (a) arriba expuesta, debe cumplirse
la siguiente condició n:
b) la verdad de las proposiciones expresadas en oraciones estará
determinada por la correspondencia con los hechos no lingü ísticos que
dicha oració n indica.
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Con base en lo anterior, en este apartado se presentan los tres tipos de desacuerdos
que se derivan a partir del aná lisis tanto de las fuentes de diferencia de opinió n
(usando la Condició n de Factualidad de Wright) como del aná lisis semá ntico (usando
la semá ntica de Kaplan).
Para Wright (1986), los enunciados que dan pie a desacuerdos legítimos
expresan có mo son las cosas en realidad, es decir, có mo es el mundo
independientemente del sujeto. Pues bien, la distinció n entre un desacuerdo legítimo
y un desacuerdo ilegítimo, se hace mediante el aná lisis del argumento que da pie al
desacuerdo, y, para llevarlo a cabo, tenemos que analizar aquello que hace que tal
argumento pueda sostenerse, esto es, los estados de informació n que sostienen al
argumento en disputa. Recordemos que en estos estados de informació n es dó nde
ubicaremos las fuentes de diferencia de opinió n; y, parte del mapeo de estos estados
de informació n es dado por las condiciones semá nticas establecidas en la oració n en
disputa.
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forzosamente verdadero, mientras que lo otro es forzosamente falso. Podemos decir
que hay una oposició n directa entre los contenidos (y sus extensiones) de las
oraciones en disputa. Mostraremos esto mediante el siguiente ejemplo:
Desacuerdo 1
Supongamos que tenemos al sujeto T y el sujeto W discutiendo acerca de la altura de
la Torre Eiffel. Ambos son hablantes competentes del lenguaje y entienden españ ol.
Supongamos que el desacuerdo se lleva acabo el 15 de junio al medio día en la cima de
la Torre Eiffel. Supongamos que T y W son ingenieros cuyo trabajo es medir la altura
de la Torre:
T: (pa) ‘La altura de la Torre Eiffel es de 324 metros.’
W: (~pa) ‘No, no lo es.’9
9
Lo que es tomado como un aspecto sobre có mo es el mundo (posteriormente calificado como
objetivo) en este ejemplo es la altura de la torre Eiffel en sí misma y no la medida de 324 metros. Esto
es, lo objetivo es la altura de la torre, mida ésta lo que mida, con la unidad de medida que sea. Este
ejemplo se parece al que Saul Kripke cita en El Nombrar y la Necesidad, sobre el metro de la barra de
París. Ver Kripke Saul, 2005, El Nombrar y la Necesidad, Universidad Nacional Autó noma de México, IIF,
México, p.56-59.
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pa; ademá s de que se establecen de manera má s precisa los estados de informació n de
los sujetos y con ello, se facilita la ubicació n de las fuentes que dan pie al desacuerdo.
Pa -Pa
' La altura de la Torre Eiffel es de 324 No, no lo es. (La altura de la Torre Eiffel
metros.' no es de 324 metros.)
↓ ↓
Establecimiento de las condiciones de
verdad
Establecimiento de las condiciones de
Carácter(f): Reglas lingü ísticas + Contexto
verdad
de uso c2=[csujeto W, cmediodía, ccima de la Torre, cmundo
Carácter (f): Reglas lingü ísticas + Contexto
actual ]
de uso c1= [csujetoT, cmediodía, ccima de la Torre, cmundo
↓
actual ]
contenido
↓
Significado de -pa + contexto= intensió n
contenido
Proposición -pa
Significado de pa + contexto= intensió n
+
Proposición pa
Contenido (f): Circunstancia de evaluació n
+
<mundo actualc, mediodíac, creencias de
Contenido (f): Circunstancia de evaluació n
W acerca de -pac > Torre Eiffel (objeto
<mundo actualc, mediodíac, creencias de T
relevante) Altura de la Torre Eiffel
acerca de pac> Torre Eiffel (objeto
(Hecho en el mundo)
relevante) Altura de la Torre Eiffel
Intensió n + mundo posible
(Hecho en el mundo)
↓
Intensió n + mundo posible
Cumplimiento de condiciones de verdad
↓
de -pa
Cumplimiento de condiciones {
↓no correspondencia
de verdad de pa
Extensión
Mediante el modelo podemos ver có mo los sujetos disputantes comparten casi
por completo el contexto de uso y la circunstancia de evaluació n que determina los
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significados de sus afirmaciones; en lo ú nico que difieren es en parte de la informació n
del agente. Incluso T y W pueden coincidir en varias creencias acerca de pa y -pa. En
principio, podemos decir que ambas afirmaciones expresan el mismo contenido sobre
el mismo aspecto del mundo, só lo que en una de las afirmaciones el contenido está
negado.
Vemos también que la verdad del contenido es determinada por un aspecto del
mundo en particular i.e. la altura de la Torre Eiffel; éste no depende del punto de vista
particular de alguno de los sujetos, sino que per se es así como es independientemente
de ellos. Debido a que la correspondencia se lleva a cabo con un hecho en el mundo,
como vemos en el paso del contenido a la extensió n, podemos calificar las oraciones
pa y -pa como objetivas.10
Ahora, dado que el argumento en disputa (representado por pa y -pa) es
objetivo, uno de los sujetos involucrados en el desacuerdo está en lo correcto en lo
que afirma mientras que el otro está equivocado. Recordemos que en este tipo de
desacuerdo los argumentos en disputa no pueden ser simultá neamente verdaderos.
Podemos ver que T está en lo correcto ya que ‘lo dicho’ por él corresponde con có mo
es el mundo, de hecho a Torre Eiffel mide 324 metros, por ello ‘lo dicho’ por T es
verdadero; en consecuencia, W está equivocado, porque lo dicho por él no
corresponde con có mo es el mundo, por ello es falso.
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supongamos que W comete un error en una de las sumas, lo que causa que tenga como
medida total de la altura de la torre Eiffel 314 metros. Desde la perspectiva de Wright,
esto califica como un error material, ya que no depende del punto de vista particular
de W, sino que se da con base en un factor externo, esto es, un estado factual, i.e. el
hecho de que W comete un error de cá lculo. Vemos pues, que lo que da pie al
desacuerdo entre T y W es el error cometido por W. Como hemos ubicado una fuente
de diferencia de opinió n factual, entonces podemos calificar el desacuerdo entre T y W
acerca de la altura de la Torre Eiffel como legítimo y a la oració n pa como genuina.
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El desacuerdo ilegítimo se distingue del desacuerdo perdido porque aquí las
fuentes de diferencia de opinió n y los significados (las proposiciones) sí son
determinables. Veamos un ejemplo:
Desacuerdo 2
Supongamos que tenemos una desacuerdo entre el sujeto Willo y Hopi acerca de la
delicia del pulque de jitomate. Supongamos también que el desacuerdo ocurre en los
Pulques de Insurgentes, alrededor de las 10:00 p.m.
Willo: (pe) “El pulque de jitomate es delicioso.”
Hopi: (-pe) “¡Claro que no! El pulque de jitomate no es delicioso.”
Primero deben establecerse las condiciones de verdad de la afirmació n pe. Para ello
deben cumplirse las condiciones (a y b) arriba expuestas. Al igual que en el ejemplo
anterior, para que se cumpla la condició n (a), el hablante competente del lenguaje, en
este caso el profesor Willo, tiene que saber lo que (pe) significa. Esto es, Willo debe
saber lo que los términos ingredientes de (pe) significan, pero a diferencia del ejemplo
anterior, (pe) incluye términos que no tienen que ver con objetos en el mundo, sino
con el gusto del sujeto, i.e. ‘delicioso’. No obstante, Willo sí sabe lo que el término
‘delicioso’ significa, al menos para él, ya que le está atribuyendo este predicado de
gusto al pulque de jitomate. El problema, al analizar oraciones que contienen
cuestiones de gusto es que tenemos que determinar có mo se fija el significado de
predicados como ‘delicioso’. Claramente, el significado de este predicado depende del
sujeto que afirma el enunciado.
Las oraciones que expresan cuestiones subjetivas difieren de las que son acerca
de cuestiones objetivas en la manera en que se establecen las condiciones de verdad
del enunciado, esto por el tipo de tó pico al que estas cuestiones apuntan. Es, con base
en esto ú ltimo, la razó n de por qué no puede existir un desacuerdo legítimo, no se está
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en desacuerdo acerca de lo mismo, pero sí en la visió n particular del sujeto acerca de
algo. Insertando las oraciones involucradas en el desacuerdo 2 en nuestro modelo de
determinació n de verdad queda como sigue:
Pe -Pe
El pulque de jitomate es delicioso. El pulque de jitomate no es delicioso.
↓ ↓
Establecimiento de las condiciones de
verdad
Establecimiento de las condiciones de
Carácter(f): Reglas lingü ísticas + Contexto
verdad
c=[cHopi, c10p.m., cPulques de Insurgentes, cmundo actua] →
Carácter (f): Reglas lingü ísticas + Contexto
contenido
de uso c= [cWillo, c10p.m., cPulques de Insurgentes, cmundo
Significado de -pe + contexto= intensió n
actual ] → contenido
Proposición -pe
Significado de pe + contexto= intensió n
Contenido (f) : Circunstancia de evaluació n
Proposición pe
<mundo actualc, Pulques de Insurgentesc,
Contenido (f) : Circunstancia de evaluació n
Gusto Hopic> gusto de Hopi (lo
<mundo actualc, Pulques de Insurgentesc,
relevante)
Gusto Willoc> gusto de Willo (lo
Intensió n + mundo posible + gusto
relevante).
↓
Intensió n + mundo posible + gusto
Cumplimiento de condiciones de verdad
↓
de -pe
Cumplimiento de condiciones de verdad de
↓ ¡¡correspondencia!!
pe
Extensión
↓¡¡correspondencia!!
(V)
Extensión
(V)
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Podemos ver que el cará cter se fija del mismo modo como en el caso del desacuerdo 1.
Sin embargo, encontramos una diferencia ante la manera en que se fija el contenido de
las oraciones: la inclusió n de un elemento que depende por completo del sujeto en las
circunstancias de evaluació n, i.e. el gusto de los sujetos involucrados. Se incluye el
gusto en la circunstancia de evaluació n ya que el valor de verdad de lo expresado en
las oraciones depende, en ú ltima instancia, de éste. No es necesario recuperar al
agente en la circunstancia de evaluació n, sino el aspecto relevante del mismo. Así, en
estas oraciones, el valor de verdad de la proposició n tiene que ver con có mo son las
cosas para el sujeto, específicamente con el gusto del sujeto, de ahí que el valor de
verdad de lo expresado en las oraciones no sea contradictorio, sino que en ambos
casos es verdadero.
Debido a esto, podríamos responder que entre Willo y Hopi no existe
realmente un desacuerdo respecto a un hecho en el mundo, sino que éste se da con
base en el gusto que cada uno tiene respecto al pulque de jitomate. Vemos pues, que
no hay una contraposició n de contenidos como en el caso anterior. Entonces ¿hay
desacuerdo?
Hay posturas, como la de Lasersohn (2005), que pretenden sostener que sí hay
desacuerdos sobre cuestiones de gusto personal. Lo que hay que hacer es refinar la
noció n de desacuerdo, de tal manera que pueda decirse que dos personas está n
realmente en desacuerdo aú n cuando lo expresado en sus oraciones sea en ambos
casos verdadero. Lo que se busca es fijar de algú n modo el contenido de las
expresiones y relativizar el valor de verdad para cada uno de los partícipes del
desacuerdo. Al hacer esto, segú n Lasersohn, se logra mostrar la contradicció n entre
los argumentos en disputa, ya que el contenido semá ntico no se relativiza al sujeto.
Que varíe el gusto de los dos por el pulque no hace que varíe el “significado” (o el
elemento proposicional) que corresponde al término (gusto) que tiene que ver con el
gusto personal de los sujetos. Lo que varía es el paso de contenidos a valores de
verdad, ya que, tanto para Willo como para Hopi sus enunciados son verdaderos al
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mismo tiempo aú n siendo contradictorios. Para que haya realmente desacuerdo, Hopi
tiene que negar un enunciado que exprese el mismo contenido de la afirmació n de
Willo, y no uno que exprese el mismo cará cter. Hopi tendría que sostener un
contenido que niegue la delicia del pulque para Willo. Esto ya es un problema.
Para solucionar esto, Lasersohn opta por la opció n de que el gusto deje de ser
propio del hablante, esto es, hacer corresponder lo dicho en la oració n con el criterio
de una clase o grupo que sirve de pará metro de evaluació n, por ejemplo: evaluar lo
expresado en pe de acuerdo a aquellos que gustan del pulque. Los sujetos Willo y Hopi
hacen referencia implícita al grupo relevante, del cual son miembros (el grupo de
aquellos individuos que saborean el pulque y les parece delicioso). Ambos hablantes
hacen referencia al mismo grupo, por ello sí podemos encontrar contradicció n en sus
afirmaciones.
Sin embargo, esta solució n no me parece del todo adecuada, ya que lo que se
hace es responsabilizar a una clase o grupo de lo que quiere decir “delicioso” aú n
cuando el contenido del término sigue siendo subjetivo. En pocas palabras, lo que se
crea es un sujeto grupal. Ya el lector puede intuir por qué caracterizo las convenciones
como subjetivas. Otro problema surge si tratamos el desacuerdo al revés, supongamos
que lo primero que se sostiene es que 'el pulque no es delicioso'.
11
No profundizo má s en este tema, ya que no es el objetivo de mi investigació n. No obstante, vale
la pena mencionar que la semá ntica puede ser una vía para resolver problemas de gusto personal o
estéticos.
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Resta ver si las oraciones pe y -pe son genuinas o no. Claramente podemos ver
que el desacuerdo no surge de alguna fuente de diferencia de opinió n factual. El
desacuerdo surge del punto de vista particular que tiene los sujetos hacia el pulque,
no de algo que sea así como es, en el mundo. Por tanto, las oraciones pe y -pe no
pueden ser calificadas como genuinas.
Aunque esto sea así, Willo y Hopi, sí está n en desacuerdo -acerca de la delicia
del pulque. La oposició n de opinió n no se manifiesta en la oposició n de las extensiones
de los contenidos. Lo que propongo es que la oposició n, y por tanto el desacuerdo, se
da en el paso de los contenidos a las extensiones, evaluando una sola oració n. En este
caso, el valor de verdad verdadero se sigue como consecuencia de lo dicho por un
sujeto, pero no se sigue cuando otro sujeto sostiene la misma oració n. Por ello, sí hay
desacuerdo, pero no es legítimo, ya que se tiene que evaluar desde un ú nico punto de
vista.
29
Mediante el modelo de determinació n de verdad podemos darnos cuenta de la
indeterminació n de las oraciones (que contienen términos vagos) involucradas en
este tipo de desacuerdo. Supongamos que surge un desacuerdo entre T y W acerca de
la calvicie de Zinedine Zidane durante el mundial de Alemania 2006.
pu -pu
Zinedine Zidane es calvo Zinedine Zidane no es calvo
↓ ↓
Establecimiento de las condiciones de Establecimiento de las condiciones de
verdad verdad
Carácter (f): Reglas lingü ísticas + Contexto Carácter (f): Reglas lingü ísticas + Contexto
de uso c= [cT, c2006, cAlemania, cW1] → de uso c= c= [cW, c2006, cAlemania, cW1] →
contenido contenido
Significado de pu+ contexto= intensió n Significado de pu + contexto= intensió n
Proposición pu Proposición pu
Contenido (f): Circunstancia de evaluació n Contenido (f) : Circunstancia de
<mundo 1c (mundial Alemania 2006) , tc, ¿Zidane?, evaluación <mundo 1c (mundial Alemania 2006), tc,
¿perspectiva de T?c> ¿cabeza de Zidane? ¿Zidane?, ¿perspectiva de T?c> ¿cabeza
¿perspectiva de T? (lo relevante) de Zidane? ¿perspectiva de T? (lo
Intensió n + mundo posible + ¿Zidane, relevante)
perspectiva, etc.? Intensió n + mundo posible + ¿Zidane,
↓ perspectiva, etc.?
Cumplimiento de condiciones de verdad ↓
de pu Cumplimiento de condiciones de verdad
↓ ¿correspondencia? de pu
Extensión ↓¿correspondencia?
¿V o F? Extensión
¿V o F?
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La indeterminació n de verdad se debe a la imposibilidad de determinar el aspecto
relevante en la circunstancia de evaluació n, en otras palabras: determinar cuá l es el
referente de calvo. Una de las características de los términos vagos es que su
significado es indeterminado, por ende, no hay precisió n a la hora de fijar el referente.
Los términos vagos son términos de textura abierta12. La tesis de textura-abierta es
una aseveració n má s o menos empírica acerca del uso de términos vagos en el
lenguaje. Esto debido a que, al tener una oració n, los hablantes involucrados en la
conversació n “afectan” aquello que determina el significado de la oració n. Esto no
quiere decir que el contexto sea el determinante ú ltimo del significado de los términos
vagos, sino que só lo determina las condiciones de verdad de las afirmaciones.
12
La tesis de textura-abierta es propuesta por Shapiro (2006) para poder caracterizar a los
términos vagos como términos que no infringen su significado.
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involucrados,T y W, introducen y retiran artículos del registro de la misma; esto
ocurre cuando cambia el tema de la conversació n, cuando se cuestiona algo
previamente acordado o una suposició n, o cuando alguno de los participantes cambia
su punto de vista acerca de los artículos de la conversació n. a grandes rasgos las
características de esta base de datos son las siguientes:
a) Los componentes de un marcador conversacional son entidades abstractas (no
son nú meros, sino conjuntos de proposiciones presupuestas).
b) Las condiciones de verdad de las oraciones, y su aceptabilidad, depende de
los componentes del marcador conversacional que se da en el escenario de la
conversació n en la que son completadas (dichos). La intensió n y la extensió n de
los componentes de las oraciones -nombres, predicados, subenunciados, etc.-
depende del marcador conversacional.
c) El marcador se desenvuelve de una manera má s o menos regulada.
d) Los participantes de la conversació n guían los componentes del marcador
conversacional en alguna direcció n.
e) Debido a que el marcador conversacional está determinado, dada la historia de
la conversació n y las reglas que especifican su cinemá tica, estas reglas pueden
ser consideradas como reglas constitutivas semejantes a las definiciones. (Shapiro
(2006), p.13)
Para Shapiro la determinació n de verdad de una oració n, se basa en los
significados lingü ísticos de las palabras presentes en las oraciones integrantes de la
conversació n, y estos son los que proporcionan las condiciones de verdad de dichas
oraciones. Shapiro desarrolla un valor de verdad que no necesita ser completamente
verdadero, sino que basta con que sea suficientemente verdadero, y aquello que da las
condiciones para este tipo de valor de verdad es la conversació n.
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El problema con estas oraciones es que no podemos decir si son
determinadamente verdaderas, sino que, podemos decir de ellas que son
relativamente verdaderas. Ser suficientemente verdaderas no basta para que pueda
darse un desacuerdo legítimo, ya que no tendríamos una contradicció n “completa” en
los valores de verdad de los argumentos en disputa. Esto se debe a que la
determinació n de las condiciones de verdad de las mismas se da con base en factores
que dependen directa o indirectamente de los sujetos -,arcador conversacional.
Ademá s que queda pendiente esclarecer có mo es que el referente del término queda
fijado por el marcador conversacional y si éste tiene que ver con algú n aspecto del
mundo.
Con ello no quiero decir que lo propuesto por Shapiro sea un esfuerzo en vano,
de hecho creo que la propuesta del marcador conversacional aporta bastante para
explicar la relació n entre el lenguaje y componentes epistemoló gicos. Lo que hay que
tener en mente es que la noció n de necesidad no presente características de vaguedad.
La tesis que se sostiene es que los objetos, propiedades y relaciones que se dan en el
mundo, son así independientemente de que los pensemos o los percibamos. La
factualidad de las oraciones tiene como trasfondo un realismo metafísico. Algunas
veces nuestras creencias, percepciones, deseos, recuerdos, etc., reflejan este modo de
ser del mundo; cuando esto ocurre, no hay manera en que esta correspondencia sea
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contingente. En los estados de informació n que coinciden con esta forma de ser del
mundo se rastrea la factualidad (objetividad) de las oraciones.
Los estados factuales de alguna manera tienen que ver con nuestras facultades
racionales en la medida en que éstas representan adecuadamente estos estados, es
decir, son consistentes con có mo es el mundo. Esto no quiere decir que el mundo
dependa de nuestras facultades, sino que de antemano ya está dado y nuestras
facultades pueden representarlo. Estas facultades racionales también está n
directamente relacionadas con los estados de informació n que los sujetos poseen.
Como se ha visto, es con base en estos estados de informació n donde se establecen las
condiciones para mostrar la factualidad de las oraciones. Los estados de informació n
relevantes son develados a partir del aná lisis semá ntico arriba propuesto.
Wright (1986) nos dice que la verdad de algunas oraciones es generada ú nica-
mente por la maquinaria semá ntica del lenguaje. i.e. verdades analíticas, necesidad,
etc. Lo que se sostiene en esta investigació n es que la maquinaria semá ntica lo que
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hace, má s que generar, es mostrarnos la naturaleza de los contenidos que el lenguaje
conlleva. De ahí que se proponga analizar semá nticamente desacuerdos que involu-
cren la noció n de necesidad, para poder ver con mayor claridad qué es a lo que esta
noció n refiere. No es que la maquinaria semá ntica genere el contenido de la noció n de
necesidad, sino la maquinaria devela este contenido. En otras palabras, el referente de
la noció n de necesidad no depende del lenguaje, pero sí se identifica por medio de és-
te.
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mo son las cosas, junto con una política que promueve los objetos proposicionales de
ese conocimiento al estatus de necesarios bajo ciertas circunstancias. Así, cuando sos-
tenemos o decimos que algo es necesario lo que realmente estamos haciendo es una
especie de ‘ratificació n no-cognitiva’, esto es, simplemente estamos adoptando una po-
lítica de cierto tipo; de ahí que pueda rastrearse un elemento de decisió n involucrado
en nuestra prá ctica modalizadora. Wright apostará por estudiar esta segunda manera
de abordar la necesidad, debido a que el costo de la perspectiva cognitivista es echar
por tierra una explicació n epistemoló gica sobre la necesidad.
13
Cabe mencionar que la investigació n que pretendo desarrollar no se compromete con una
defensa hacia el cognitivismo, sino que má s bien los intereses perseguidos se insertan fuera del debate
cognitivismo versus no-cognitivismo, ya que lo que se pretende es formular nuevas condiciones que
ayuden a desarrollar una metafísica de la modalidad, específicamente sobre la noció n de necesidad, que
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Pasemos pues, a analizar semá nticamente un desacuerdo modal en el que la noció n de
necesidad está involucrada.
Bibliografía
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no necesariamente estén influenciadas por los tó picos de este debate. Si lo desarrollado aquí
contribuye a alguna de las dos posturas, es un objetivo que no se tenía contemplado.
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--- (1992), Truth and Objectivity, Harvard University Press, Cambridge,
Massachusetts, Inglaterra.
--- (2003), Saving the differences. Essays on Themes from Truth and Objectivity,
Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, Inglaterra.
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