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EL PSICOANALISIS:
Primera Teoría del Aparato Psíquico
La idea de Freud era que el aparato psíquico es
constantemente alimentado por una energía que proviene
del cuerpo, que llega al polo perceptivo del aparato
psíquico. Esa energía recibe el nombre de libido (del latín:
deseo) porque se origina en zonas del cuerpo que son
excitables sexualmente. Al ingresar al aparato psíquico, la
libido carga los contenidos de lo Inconsciente, con las
huellas de la memoria, que guardan representaciones de
deseos infantiles insatisfechos, de situaciones placenteras y
dolorosas.
La representación es la imagen mental que nos
hacemos de las cosas y están rodeadas de una carga de
afecto positiva o negativa, según sean placenteras o
displacenteras. Para Freud, una parte importante de
nuestras representaciones inconscientes son deseos que
quedaron insatisfechos desde la infancia y dejaron
su huella en lo Inconsciente. Pero no están allí
quietos; por el contrario, la energía libidinal que
llega constantemente hace que traten de llegar a la
Conciencia para salir, es decir, para motivar una
conducta que les de satisfacción. Pero esta tarea no
es nada fácil. Una barrera muy rígida se interpone
entre lo Inconsciente y lo Preconsciente. Esa
barrera se llama primera censura y actúa impidiendo el
pasaje de los deseos desde lo Inconsciente hacia la
conciencia.
¿Qué es el Preconsciente? Es la sede de algunas de
las siguientes capacidades: la atención, el pensamiento, el
lenguaje y la capacidad de aprender. Allí se alojan.
representaciones de las que tampoco tenemos conciencia,
pero a las que podemos acceder con facilidad. Por
ejemplo, no tengo el nombre de mi abuelo ni mi número
de documento todo el día en la conciencia, pero
fácilmente puedo traerlo a ella, signo de que se aloja en lo
Preconsciente. Si, en cambio, a pasar de todo el esfuerzo
que hago, no logro recordarlos, tengo que pensar que,
por algún motivo que habría que descubrir, lo he
enviado a lo Inconsciente y la primera censura me
niega el acceso a esas representaciones.
Dijimos que las huellas que pueblan lo Inconsciente están
asociadas a sensaciones placenteras (agradables) o
displacenteras (desagradables). Así, cuando un bebe ha
satisfecho su necesidad de alimentarse guarda en su
Inconsciente cierta representación de la situación de
recibir alimento, y también una sensación, un afecto
agradable, placentero, ligado a esta. Lo Inconsciente no
solo guarda deseos infantiles lejos de la conciencia.
Cuando vivimos una experiencia muy dura, algo que nos

ha resultado muy doloroso, disponemos de un mecanismo
que, a veces, permite llevar esas representaciones desde la
conciencia a lo Inconsciente para evitarnos el dolor de
tenerlas presentes. Este mecanismo se llama represión, y es
inconsciente, es decir, que no podemos utilizarlo cuando
queremos; lo usamos cuando nuestro aparato psíquico decide
hacerlo. Para el psicoanálisis, una representación reprimida
esta olvidada, es decir no puede acceder a la
conciencia como no lo hacen los olvidos. Un
recuerdo es llamado recuerdo traumático por
el psicoanálisis cuando es capaz de causar un
gran dolor y, por eso, se lo reprime.
Veamos un ejemplo del funcionamiento de los deseos
infantiles. Un niño deseó intensamente obtener un regalo
cuando estaba triste, pero como eso no ocurrió, quedó
insatisfecho. Ese deseo trata siempre de encontrar satisfacción
y, a lo largo de la vida, la persona trabaja mucho, consigue
bienes y otros regalos, pero siempre siente que le falta algo.
Ese deseo insatisfecho ha sido de utilidad, porque le hizo
buscar la felicidad que hubiera sentido al tener ese regalo en
otras cosas y le ayudo a conseguir mucho. Pero no lo que había
querido. El deseo infantil no puede aparecer en la conciencia
del adulto de la manera en que lo haría en la de un niño; ese
adulto difícilmente se ponga a llorar y a gritar: "¡quiero mi
juguete!” Pero no sería raro que se enojara mucho cuando no
consiga algo deseado, Un tratamiento psicoanalítico apuntaría
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a sacar a la luz esa insatisfacción infantil, ese deseo oculto, y
cuando la persona pueda darse cuenta de que eso es lo que no
le deja hoy disfrutar de todo lo que consigue, tendrá abierto
el camino para comenzar a hacerlo. Aquí puede notarse
también la revolución que Freud hizo para su época; no solo
dijo que lo Inconsciente tenía más peso que la conciencia, sino
también que las personas adultas se veían guiadas en su
conducta por deseos infantiles insatisfechos. A
fines del siglo XIX y principios del siglo XX,
nadie pensaba que serios señores y señoras
pudieran ser motivados en su conducta por los
niños que habían sido y por una estructura como
el Inconsciente, sobre la cual no tenían ningún control.
Vayamos ahora al segundo concepto central, la pulsión.
Esta sería una tendencia, no aprendida, a realizar una
conducta. Los seres humanos naceríamos con algunas
pulsiones, por ejemplo, las que nos permiten conservar
nuestra vida buscando comida, durmiendo. Las pulsiones
generan deseos, representaciones de aquello que puede
satisfacerlas. El ser humano no solamente desea, sino que
desea algo en particular, forma una representación de su
deseo. Freud clasifica las pulsiones básicas del ser
humano en dos grupos: a uno de ellos lo llamo, Eros,
nombre del dios griego del amor que representa la fuerza
de atracción que lleva las cosas a unirse y, al mismo
tiempo, la pasión en el amor. En Eros, o pulsiones de vida,

incluía tanto las pulsiones de conservación (buscar
alimento, protección, calor) como las pulsiones sexuales.
Pero a este grupo de pulsiones sabre las cuales se edifica
el amor, opuso otro grupo al que llamo Tanatos, cruel dios
temido por los griegos, el cual representa a la muerte.
Tanatos se opone a Eros y reúne las pulsiones
destructivas hacia los demás y también hacia uno mismo,
las autodestructivas. A Freud le preocupaba, sobre todo
después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la
destrucción que podía provocar el ser humano y también
cuanto podía hacer para destruirse a si mismo. Pero debe
quedar claro que parte de las pulsiones agresivas son
necesarias para la vida. Estas son las que nos permiten
competir con otros, ganarnos la vida, sobrevivir en
condiciones adversas. Lo que debe ocurrir para que
la vida se desarrolle positivamente es que Eros y
y Tanatos se unan, es decir que utilicemos
nuestra agresividad junto con nuestra capacidad
de amar.
Aquí es necesario introducir otro concepto
de gran importancia, el de narcisismo. El psicoanálisis
entiende que este es la parte de Eros que va dirigida hacia
uno/a mismo/a. Es necesario que nos queramos para poder
cuidarnos, para desarrollar nuestras capacidades. Parte de
nuestra capacidad de amar es necesario que este dirigida
hacia nosotros mismos y parte hacia otros. La/s persona/s
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que amamos son llamadas por el psicoanálisis objetos de
amor. Las pulsiones agresivas también pueden ser
dirigidas hacia uno/a mismo/a y entonces vemos que la
persona atenta contra sus posibilidades de ser feliz, no cuida
sus logros o su salud y a veces, llega a extremos muy
graves, con intentos de suicidio o lesiones sabre su cuerpo.
Es fácil darse cuenta que Eros y Tanatos pueden
enfrentarse a menudo y esa oposición genera conflictos.
El concepto de conflicto es muy importante en la teoría
psicoanalítica, porque esta no cree que lo mejor para el
aparato psíquico sea la quietud, la tranquilidad, sino la
necesidad de solucionar constantemente los conflictos
que surgen entre fuerzas encontradas, como las pulsiones.
Esos conflictos a resolver mantienen en movimiento, con
vida, al aparato psíquico, son imprescindibles y no
puede aspirarse a que desaparezcan totalmente.
Al psicoanálisis se le atribuye haber puesto a la
sexualidad en el centro del psiquismo, otorgándole un
papel central en la enfermedad psíquica, ya que,
fundamentalmente, los deseos sexuales insatisfechos
eran los que podían provocarla. Pero estamos hablando de
deseos infantiles: ¿tienen sexualidad los niños? Freud contestó
que sí, que el ser humano desarrolla su erotismo desde el
nacimiento y deseos sexuales desde la infancia, de manera que la
teoría psicoanalítica también modifica la manera de ver a los
niños, no como seres asexuados sino como seres cuya sexualidad
estaba presente e iba madurando desde el comienzo de la vida.