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COMPENDIO DE MORFOFISIOLOGÍA

PERTINENTE

PARA ENFERMERÍA

1
JUSTIFICACIÓN
Durante muchos momentos y en diferentes circunstancias a lo largo de la historia
de la humanidad, han existido personas con el deseo de conocer cómo está
constituido el cuerpo humano; este deseo dio lugar a situaciones clandestinas que
obligaban a quienes deseaban estudiarlo, a robar los cuerpos recién sepultados y
a practicar en secreto las disecciones rodeando, en los comienzos de la anatomía,
de un halo de misterio, señalamiento y condena a quienes se dedicaban a este
campo del saber. Esta situación dio incluso origen a narraciones como la que hizo
famosa a la escritora inglesa Mary Shelley, quien en 1818 publicó su obra
Frankenstein, una obra literaria enmarcada en la tradición de la novela gótica.

Con el transcurrir del tiempo, la situación fue cambiando y se facilitó el estudio


“legal” de la anatomía, dando lugar a la aparición de obras monumentales como la
Anatomía de Gray publicada en 1848 por el cirujano británico Henry Gray quien
murió de viruela a los 34 años en Londres, o el Tratado de Anatomía Humana de
Jean Leo Testut y André Latarjet, cuya primera edición es de finales del siglo XIX,
obra que recibió en 1902 el premio Saintour de la Academia de Medicina de París
y constituye aún hoy en día, el principal referente de la Escuela Francesa.

Para las personas que tenemos un gusto personal por la anatomía, la lectura de
estas obras será siempre muy interesante por el simple placer de conocer el tema;
pero debemos reconocer que el conocimiento contenido en ellas, no es
precisamente el que necesitan por igual todos los profesionales de las diferentes
áreas de la salud, para ejercer competentemente su profesión. En el mundo
actual, a la velocidad con que se genera el nuevo conocimiento y crece la
tecnología, este conocimiento enciclopédico pierde vigencia y se hace necesario
extraer de él lo necesario y pertinente para cada campo.

Sin pretender decir con lo anterior que haya conocimientos inútiles, y sin perder de
vista el conocimiento general, sí pretendemos seleccionar los conocimientos que
son indispensables para la buena formación y el ejercicio competente y
responsable, en este caso, de los profesionales de la enfermería. En el presente

2
compendio se revisarán los contenidos pertinentes para este campo de tres áreas
que se complementan mutuamente y contribuyen al entendimiento de los
problemas de salud en su conjunto: la anatomía macroscópica, la anatomía
microscópica o histología y la fisiología. Conociendo la estructura de los diferentes
órganos del cuerpo y entendiendo cómo funcionan, se podrán comprender más
fácilmente los cambios que ocasiona la patología, así como las medidas
necesarias para recuperar la salud, que pertenecen a la terapéutica.

La intención de este compendio es enmarcar todos estos elementos,


principalmente la anatomía, la histología y la fisiología, no dentro del conocimiento
exhaustivo de estas disciplinas, sino dentro del conocimiento pertinente de la
enfermería de modo que, dentro de su contexto, brinde a estos profesionales de la
salud, el bagaje necesario para el cabal desempeño de su profesión.

1.- UBICACIÓN ESPACIAL DEL CUERPO HUMANO. PLANOS Y


EJES
Todas las cosas, animadas e inanimadas, ocupan un lugar en el espacio; para
expresar la posición relativa de unas con respecto a las otras, utilizamos
expresiones idiomáticas tales como “esa está por encima de aquella” o “esta se
encuentra por delante de esa”. El cuerpo humano como un todo, y cada una de
sus partes individualmente, tienen también un lugar en el espacio y la posición que
ocupa cada una de sus partes, nos sirve para describir las relaciones que guardan
entre sí los diferentes órganos.

Cuando nos debamos referir a la posición espacial de las estructuras anatómicas,


lo haremos como si pertenecieran a un cuerpo que se encuentra de pie, delante
de nosotros, con los brazos extendidos a lo largo del cuerpo y las palmas de las
manos mirando hacia adelante. La orientación y posición de las diferentes
estructuras, se mantendrá inalterable sin importar si la posición del cuerpo cambia.
Por ejemplo, la nariz siempre estará ubicada en la parte anterior de la cara; no
podríamos decir que se encuentra en la parte inferior, solamente por el hecho de
que encontremos el cuerpo boca abajo. La nariz siempre será anterior.

Con base en esta posición anatómica (Figura 1), se pueden trazar tres planos
principales a saber: un plano vertical que corta el cuerpo de derecha a izquierda
por la línea media, llamado plano frontal o coronal (1); otro plano también vertical,
pero que corta el cuerpo de delante atrás por la línea media, llamado plano sagital
o mediano (2); y un tercer plano, esta vez dispuesto en sentido horizontal,
aproximadamente a nivel del ombligo, llamado plano transverso (3).

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Con respecto al plano coronal, las estructuras se pueden ubicar como anteriores o
posteriores; si una estructura se encuentra cercana al plano sagital, es decir cerca
a la línea media del cuerpo, se ubicará como interna o medial; por el contrario, si
está lejos de esa línea media, será externa o lateral. Finalmente, el plano
transverso nos sirve para ubicar las estructuras como superiores o cefálicas (que
miran o se acercan a la cabeza), y como inferiores o caudales (el sacro es inferior
con respecto a la columna vertebral, mientras que el cráneo es superior con
respecto a la misma estructura).

Existe otra denominación que no guarda relación con estos planos, sino con el
hecho de que una estructura o elemento se encuentre por dentro o por fuera de
una cavidad; por ejemplo, la sangre está en el interior de los vasos sanguíneos, o
los pulmones están en el interior del tórax, mientras que la aponeurosis epicraneal
cubre el exterior del cráneo, y la esclerótica es la membrana exterior del ojo.

(Atlas de anatomía humana – Yokochi)


Figura 1

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En algunos casos estos planos se pueden trasladar, por ejemplo, a los miembros;
entonces ya no hablaremos de que una estructura es interna si se encuentra
cerca de la línea media del cuerpo, sino de la línea media del miembro. Por
ejemplo, los dedos índice y anular serán internos con respecto al eje medio del
brazo (que pasa por el dedo medio), mientras que el pulgar y el meñique serán
externos porque se encuentran más alejados de este eje.

Extremo interno de la clavícula

Extremo externo de la clavícula

Extremo superior del húmero

Extremo inferior del húmero

Cara anterior del carpo

Eje medio del antebrazo y de la mano

Figura 2

En todos los órganos y segmentos corporales se puede hacer referencia a tres


ejes principales, para indicar el sentido o la dirección en que transcurre una

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estructura con respecto a otra. Estos ejes son el longitudinal, el transversal y el
oblicuo.

Si tomamos como ejemplo nuevamente el miembro superior, podemos describir el


trayecto de la arteria humeral (o braquial) diciendo que recorre longitudinalmente,
es decir a lo largo de su eje mayor, la cara interna del brazo desde la axila hasta la
flexura del codo, en donde se bifurca en arterias radial y cubital; también podemos
decir que la arteria radial recorre oblicuamente hacia abajo y afuera el antebrazo,
hasta llegar a la muñeca en donde da una rama colateral llamada la arteria radio-
palmar, que recorre transversalmente, es decir en un ángulo de 90° con respecto
al eje longitudinal, hacia adentro la región palmar para terminar anastomosándose
con la arteria cubital.

Longitudinal

Oblicuo

Transverso

Figura 3

2. – INTRODUCCIÓN A LA HISTOLOGÍA
La morfología, es decir, el estudio de la forma que tienen las estructuras del
cuerpo humano, se divide en dos partes, dependiendo de los medios que se
necesiten para realizarlo: la morfología microscópica o HISTOLOGÍA, se encarga
del estudio de las estructuras más pequeñas del cuerpo al nivel celular, para lo
cual se requiere de instrumentos como el microscopio; la morfología macroscópica
o ANATOMÍA se encarga del estudio de los diferentes órganos que forman el

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cuerpo humano, para lo cual basta con el uso de los sentidos y un buen
instrumental de disección.

Como quedó dicho, la histología estudia por una parte, las células específicas que
componen los diferentes órganos del cuerpo, las cuales tendrán formas y
funciones diferentes, sobre las que se basará la FISIOLOGÍA, que estudia
específicamente las funciones particulares de los órganos; los riñones, por
ejemplo, tienen la función específica de filtrar la sangre para producir la orina, para
lo cual tiene unas estructuras microscópicas específicas llamadas los glomérulos
renales; el corazón, encargado de hacer circular millones de litros de sangre por
todo nuestro organismo a lo largo de la vida, está constituido por una células
especializadas del tejido muscular, capaces de contraerse miles de millones de
veces sin cansarse. Por otro lado, además de las células específicas de cada
órgano. Existen otros grupos celulares que son comunes para diferentes órganos
y que al integrarse forman diferentes tejidos básicos.

3. - TIPOS DE TEJIDOS
Como la estructura individual de las células ya fue objeto de la biología celular,
revisaremos los tejidos básicos que se forman al agruparse los diferentes tipos de
células:

a) Tejido epitelial
b) Tejido conectivo (o conjuntivo)
c) Tejido muscular
d) Tejido nervioso

a) TEJIDO EPITELIAL

El epitelio es un tejido constituido por células de diferentes formas que están


íntimamente unidas entre sí formando una sola o varias capas, que recubren la
superficie externa del cuerpo como es el caso de la piel, o internamente algunos
órganos y sus cavidades o conductos. Estas células se caracterizan por tener
uniones intercelulares laterales especializadas, escasa o nula sustancia
extracelular, membrana basal que les brinda soporte y reciben nutrientes del tejido
conectivo subyacente.

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Figura 4

b) CLASIFICACIÓN DEL TEJIDO EPITELIAL

El tejido epitelial se puede clasificar de tres maneras diferentes:

1. Por la forma que tienen sus células

Las células que forman el tejido epitelial, tienen tres formas básicas: células
planas, células cuboides y células cilíndricas

Figura 5

2. Por el número de capas que forman las células

Si las células se disponen en una sola capa sobre la membrana basal, se


denomina epitelio simple; si se disponen en varias capas yuxtapuestas
(independientemente de cuantas sean), será un epitelio estratificado; y si las
células son de alturas diferentes lo que da el aspecto de que hubiera varias capas
por encontrarse sus núcleos a diferente altura, pero todas las células están sobre
la membrana basal, se denominará epitelio seudo estratificado. Existe un tipo
adicional de epitelio que se encuentra en los órganos elásticos como la vejiga;
cuando este órgano se encuentra desocupado y por lo tanto sus paredes están
contraídas, las células del epitelio se superponen unas a otras formando varias
capas; cuando la vejiga está distendida, las capas de células del epitelio vesical

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van disminuyendo para poder abarcar un área mayor y pasan, por ejemplo, de
seis a dos capas. Este tipo de epitelio de llama de transición.

Figura 6

3. Por la función que tienen las células

Las células de los diferentes epitelios pueden tener tres funciones básicas:
absorción y permeabilidad selectiva, protección o revestimiento y secreción.

a. Epitelios de Absorción y Permeabilidad Selectiva.


b. Epitelios de Protección y Revestimiento
c. Epitelios de Secreción

4.- SISTEMA DE SOPORTE: OSTEOLOGÍA


El esqueleto humano está formado por 206 huesos que se organizan en dos
regiones: una región central que forma el eje del esqueleto llamada esqueleto
axial, y otra formada por los miembros superiores e inferiores o apéndices del
esqueleto, llamada esqueleto apendicular.

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Figura 7

A. - CLASIFICACIÓN DE LOS HUESOS


Independientemente de la parte del esqueleto en la que se localicen, los huesos
se clasifican en tres tipos: huesos largos, huesos planos y huesos anchos. Esta
denominación obedece al mayor desarrollo que estos huesos tenga en relación
con cada uno de los tres ejes espaciales: vertical, transversal y antero posterior.

1.- Huesos largos: Se encuentran principalmente en el esqueleto apendicular y se


caracterizan porque uno de sus tres ejes, en este caso el eje vertical que también
se puede llamar longitudinal, se encuentra mucho más desarrollado que los otros
dos ejes, el transversal y el antero posterior. Los principales ejemplos de este tipo
de huesos son el húmero, en el miembro superior, y el fémur en el miembro
inferior.

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Huesos planos Suturas

Huesos cortos
Huesos anchos

Huesos largos

Sesamoideos

Figura 8

En la denominación de los huesos largos, no se tiene en cuenta su longitud;


pueden ser muy largos como el fémur o muy corticos como la tercera falange del
dedo pequeño del pie, ambos se clasifican como huesos largos.

2.- Huesos planos: Se caracterizan porque dos de sus ejes se encuentran más
desarrollados que el tercero, como sucede con los huesos del cráneo, la escápula
o los huesos ilíacos de la pelvis. La denominación de planos, no implica que sean
“aplanados”, porque los huesos del cráneo son cóncavos por una de sus caras y
convexos por la opuesta, tal como sucede con los cuencos o totumas.

Tal como veremos más adelante en el capítulo sobre las articulaciones, los huesos
planos del cráneo tienen una forma muy particular de unirse entre ellos,
denominada sutura. Cada uno de los bordes articulares de estos huesos tiene una
serie de dientes irregulares, de ahí su nombre de borde dentado que, al
articularse, se intercalan como los dientes de una cremallera, produciendo una
unión firme entre los huesos, que no requiere de otros medios de unión.

3.- Huesos anchos: También denominados como huesos cortos, generalmente


son de formas muy irregulares y se caracterizan porque sus tres ejes espaciales
se encuentran desarrollados. Ejemplos de ellos son las vértebras y los huesos del
carpo en la mano y el tarso en el pie.

Finalmente, existe otra denominación especial para un grupo, no muy numeroso,


de huesos que tienen la característica de situarse sobre las líneas o espacios
articulares en diferentes partes del cuerpo, y que generalmente están sostenidos

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en su sitio por los tendones musculares o ligamentos articulares de las regiones
vecinas. El ejemplo más importante de un hueso sesamoideo es la rótula, que se
encuentra sobre la línea articular en la cara anterior de la rodilla, poniéndose a la
vez en relación con los dos huesos, fémur y tibia, que forman esta articulación.

B. - ESQUELETO AXIAL
El esqueleto axial está constituido, en primer lugar, por la superposición de unos
huesos individuales – 29 en total- llamados vértebras, que forman el eje y soporte
principal del esqueleto, la columna vertebral. Apoyada sobre el extremo superior
de la columna vertebral se encuentra la cabeza ósea, formada por el conjunto de
huesos individuales que, al articularse entre sí, forman la cara y el cráneo. A su
vez, la columna vertebral, termina por su extremo inferior en el sacro, que forma
parte de la pelvis. A cada lado de la columna vertebral, en su región dorsal, se
encuentran unos arcos óseos llamados costillas que, al articularse por delante con
el esternón, delimitan una cavidad denominada tórax, que contiene algunos de los
principales órganos del cuerpo como son el corazón y los pulmones.

A cada lado del esqueleto axial, se encuentran los huesos del esqueleto
apendicular que forman los miembros superiores e inferiores. Los miembros
superiores se ponen en contacto con el tórax por intermedio de dos huesos, la
escápula y la clavícula. Los miembros inferiores se unen al esqueleto axial por
medio de los huesos ilíacos que, en conjunto con el sacro, forman la pelvis.

1.- COLUMNA VERTEBRAL

Como dijimos antes, la columna vertebral está constituida por la superposición de


7 vértebras cervicales, 12 dorsales y 5 lumbares para un total de 24; al tener una
continuidad anatómica con el sacro que está formado por 5 vértebras sacras,
serían en total de 29 vértebras. Las vértebras aumentan progresivamente de
tamaño de arriba hacia abajo, siendo las más pequeñas las cervicales y las más
grandes las lumbares. Las vértebras permanecen independientes durante la
mayor parte de la vida, excepto las 5 sacras que se fusionan entre sí a una edad
muy temprana, dando lugar a la formación de un solo hueso, el sacro, que forma
parte de la pelvis. En el extremo inferior de la columna vertebral y a continuación
del vértice del sacro, se encuentra una serie de pequeños huesos irregularmente
redondeados que forman el coxis, el cual, según quienes abogan por la teoría
evolucionista, podría corresponder a los vestigios del rabo que debieron tener
nuestros antepasados cuando vivían en los árboles.

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2. - CARACTERES GENERALES DE LAS VÉRTEBRAS

Las vértebras son unos huesos bastante irregulares, pero que comparten una
serie de características que permiten identificarlas y diferenciarlas de los demás
huesos del esqueleto. Estas características son las siguientes (Figura 9):

a. - Un cuerpo vertebral (a) irregularmente cilíndrico, que ocupa la parte anterior


de la vértebra. Está constituido por hueso esponjoso y sus dos caras, superior e
inferior, planas, se ponen en contacto con la vértebra que está inmediatamente por
encima y por debajo, por intermedio de una estructura cartilaginosa llamada disco
intervertebral.

c b
a

Figura 9

b. - Dos prolongaciones óseas llamadas pedículos, que se dirigen


horizontalmente hacia atrás desde los extremos laterales de la cara posterior del
cuerpo vertebral, y lo conectan con las otras estructuras vertebrales. Los bordes
superior e inferior de estos pedículos son cóncavos, más profunda la concavidad
inferior que la superior, de manera que al estar articuladas las vértebras una sobre
otra, se forman unos agujeros a cada lado de la columna vertebral, llamados
agujeros de conjunción o de conjugación, por donde salen los nervios raquídeos.

c. - Cuatro apófisis articulares, dos superiores y dos inferiores, que tienen por
objeto permitir la articulación de una vértebra con las que quedan por encima y por
debajo de ella.

d. - Dos prolongaciones laterales, derecha e izquierda, llamadas apófisis


transversas. Estas apófisis tienen características diferentes en cada una de las
regiones de la columna vertebral, lo que permite identificar a cuál de ellas
pertenece la vértebra que se examina.
13
d
g
e

Figura 10

e. - Dos láminas óseas de forma rectangular, derecha e izquierda, llamadas


láminas vertebrales, que se originan en la base de las apófisis transversas y se
unen entre sí en la línea media.

f. - Una apófisis situada sobre la línea media en la parte posterior de las


vértebras llamada apófisis espinosa, que se fusiona por su base con las dos
láminas vertebrales. Al igual que las apófisis transversas, las apófisis espinosas
tienen características diferenciales en cada una de las regiones de la columna
vertebral.

g. - Un gran agujero situado aproximadamente en el centro de la vértebra,


llamado agujero vertebral, que contiene la medula espinal, las meninges y el
líquido céfalo raquídeo. Este agujero está formado en su parte anterior, por la cara
posterior del cuerpo vertebral; a los lados por las caras internas de los pedículos, y
en la parte posterior, por la cara anterior de las láminas.

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Apófisis articular superior

Cuerpo vertebral Pedículo

Núcleo pulposo del disco


intervertebral Agujero de conjunción

Apófisis espinosa

Apófisis articular inferior

Figura 11

Además de las características generales que comparten todas las vértebras o,


mejor dicho, casi todas porque hay una que no las tiene, existen otras
características denominadas regionales, que permiten ubicarlas en la región a la
que pertenecen.

3. - CARACTERES REGIONALES

VÉRTEBRAS CERVICALES

Las vértebras cervicales son en número de siete, contadas de arriba hacia abajo;
de ellas, las dos primeras y la última, tienen algunas características especiales
que permiten diferenciarlas de las otras de esta región. Las vértebras 3° a 6° son
esencialmente iguales y se diferencian únicamente por el progresivo aumento de
su tamaño. Como dato anecdótico, las jirafas, con ese cuello tan largo que tienen,
cuentan también con solo 7 vértebras cervicales.

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- Primera vértebra cervical o ATLAS:
Tubérculo anterior
Arco anterior

Masas laterales

Apófisis transversa

Agujero transverso

Arco posterior

Figura 12

Esta vértebra no comparte ninguna de las características específicas que


identifican a las demás de esta región, ni de las que también son comunes para
las vértebras de las otras regiones; mejor dicho, no parece una vértebra. Recibe
su nombre en relación con el titán de la mitología griega Atlas, a quien Zeus
condenó a cargar sobre sus hombros el cielo; la primera vértebra cervical, está
“condenada” a sostener la cabeza sobre la columna vertebral.

El atlas (Figura 12) está formado por dos estructuras irregularmente cilíndricas
llamadas masas laterales, que están conectadas por sus extremos anterior y
posterior por dos arcos óseos, también llamados arco anterior y arco posterior,
siendo el posterior más largo que el anterior, por lo que las masas laterales se
encuentran más separadas por su parte posterior que por la anterior. Sobre la
línea media del arco anterior, mirándolo por delante, se ve un levantamiento óseo
denominado tubérculo anterior del atlas para la inserción de ligamentos; en este
mismo punto del arco anterior, pero mirándolo por su cara posterior, se observa
una superficie articular para la apófisis odontoides del axis, formándose aquí la
articulación atloido-odontoidea. La cara superior de las masas laterales forma el
punto de unión de la columna vertebral con el cráneo, y al articularse con los
cóndilos del occipital, forman la articulación occipito-atloidea; la cara inferior de
cada una de las masas laterales, tiene igualmente una carilla articular para el axis.
El orificio central, limitado por las dos masas laterales y los dos arcos,
corresponde al agujero vertebral y es el inicio del conducto raquídeo que se
prolonga hasta el sacro. Sobre la cara externa de las masas laterales se observan
dos salientes óseas, las apófisis transversas, que en su base tienen un orificio
denominado agujero transverso, el cual da paso a la arteria vertebral.

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- Segunda vértebra cervical o AXIS:

La palabra axis viene del latín que significa “eje”. La característica principal del
axis es una gran apófisis cilíndrica denominada apófisis odontoides (con forma de
diente), situada sobre la cara superior de su cuerpo vertebral que, al articularse
con el arco anterior del atlas, forma la articulación atloido-odontoidea, sirviendo
como eje para los movimientos laterales, como cuando negamos con la cabeza.
(Figura 13)

Apófisis odontoides

Carillas para el atlas

Apófisis transversa

Agujero transverso

Láminas
Cuerpo del axis
Apófisis espinosa

VISTA ANTERIOR VISTA POSTERIOR

Figura 13

A cada lado de la apófisis odontoides, en la cara superior del cuerpo vertebral del
axis, se observa una carilla articular de superficie lisa y a veces brillante, que sirve
para articularse con la cara inferior de las masas laterales del atlas, formando una
segunda articulación entre estas dos vértebras, denominada articulación atloido-
axoidea. A los lados del cuerpo vertebral se encuentran las apófisis transversas,
parecidas a las del atlas, las cuales presentan también el agujero transverso para
la arteria vertebral.

Por detrás del cuerpo vertebral se encuentra el agujero raquídeo, que en su parte
posterior está cerrado por dos láminas óseas rectangulares llamadas simplemente
láminas vertebrales. En el punto de unión de estas láminas, coincidiendo con la
línea media, se encuentra una apófisis dirigida horizontalmente hacia atrás

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denominada apófisis espinosa cuyo vértice, como una característica específica de
la mayoría de las vértebras cervicales, se encuentra bifurcado.

- Vértebras cervicales tercera a sexta

Estas vértebras son esencialmente iguales y prácticamente indiferenciables, si se


encuentran independientes. Solamente un ligero aumento de tamaño de arriba
hacia abajo, permite organizarlas para poder articular la columna. Las principales
características de estas vértebras son las siguientes (Figura 14):

1. - El cuerpo vertebral es ovalado, con su eje mayor transversal. En los extremos


laterales de la cara superior del cuerpo vertebral, se encuentran dos pequeñas
salientes (a) llamadas apófisis unciformes (en forma de uña), que van a ponerse
en relación con dos escotaduras presentes en los extremos laterales de la cara
inferior del cuerpo de la vértebra que está por encima.

a
b c

Figura 14

2. – Las apófisis transversas tienen su vértice bifurcado - o bituberculoso- (b), y en


la base presentan el agujero transverso (c), por donde asciende la arteria vertebral
desde la base del cuello hasta el cráneo.

3. – La apófisis espinosa es corta, de dirección horizontal hacia atrás y su vértice


también se encuentra bifurcado (d).

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- Séptima vértebra cervical

La última vértebra cervical se pone en contacto con la primera dorsal. Como


veremos enseguida, las características de las vértebras dorsales son radicalmente
diferentes a las de las cervicales; por lo tanto, esta 7° cervical que se encuentra en
el límite entre las dos regiones, es una vértebra de transición entre ambas, y en su
constitución se van a encontrar características cervicales y dorsales (Figura 15).

a
b

Figura 15

1. – En el vértice de la apófisis transversa, el tubérculo anterior (a) prácticamente


ha desaparecido, quedando solamente el posterior (b), dándole el aspecto de ser
unituberculosa, como lo son todas las apófisis transversas de las vértebras
dorsales. Se mantiene la presencia del agujero transverso en su base, aunque por
este nunca pasa la arteria vertebral.

2. – La apófisis espinosa es más larga que en las otras vértebras cervicales, está
ligeramente inclinada hacia abajo, y su vértice (c) no está bifurcado tal como
sucede en todas las vértebras dorsales. Al inclinar la cabeza hacia abajo, este
vértice hace una prominencia visible en la piel de la base de la nuca, por lo que a
esta vértebra se le ha dado el nombre de “prominente”.

VÉRTEBRAS DORSALES

La principal característica de las doce vértebras dorsales (Figura 16), es la


presencia en las caras laterales del cuerpo vertebral y en el vértice de las apófisis
transversas, de unas carillas articulares para el extremo posterior de las costillas,
las que, al articularse por delante con el esternón, van a constituir en conjunto el
tórax.

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1. – El cuerpo de las vértebras dorsales es más grande que el de las cervicales y
de contorno más o menos cilíndrico. En los bordes superior e inferior sus caras
laterales, presenta unas carillas articulares (a) destinadas a articularse con la
cabeza de las costillas.

2. – El vértice de las apófisis transversas es redondeado, unituberculoso, y


también presenta una carilla articular (b) para la tuberosidad de las costillas. Es
decir, que cada costilla se articula en dos puntos con su vértebra correspondiente;
la cabeza de la costilla con las carillas de los cuerpos vertebrales, y la tuberosidad
costal con la carilla de la apófisis transversa (esto es válido para las 10 primeras
costillas, ya que las dos últimas carecen de la tuberosidad costal y se articulan
solamente por su cabeza con el cuerpo vertebral).

3. – Las apófisis espinosas (c) son largas, inclinadas hacia abajo y atrás y,
haciendo honor a su nombre, tienen el vértice terminado en punta.

Figura 16

VÉRTEBRAS LUMBARES

Las vértebras lumbares son las más voluminosas de la columna vertebral (Figura
17). El cuerpo vertebral (a) es redondeado, con su diámetro transversal
ligeramente mayor que el antero posterior. Las apófisis transversas (b) son largas
y aplanadas, con una cara anterior y otra posterior, y reciben el nombre de apófisis
costiformes (con forma de costillas), aunque su parecido con estos huesos es muy
pobre. Las apófisis articulares superiores, al igual que las inferiores, son muy
desarrolladas, teniendo las superiores (c) carillas articulares ligeramente cóncavas
y las inferiores cilíndricas. Las apófisis espinosas (d) son horizontales y
cuadriláteras.

20
a

d
Figura 17

COLUMNA VERTEBRAL EN CONJUNTO

La superposición de todas las vértebras y los discos intervertebrales, forma en


conjunto la columna vertebral o raquis. Al observarla por sus caras anteriores (A) y
posterior (B), la columna se ve vertical y sin curvaturas aparentes; pero si la
miramos lateralmente (C), se aprecian una serie de curvaturas de concavidad
anterior o posterior, aunque al final la línea entre el atlas y la base del sacro, es
también vertical. (Figura |18)

A. – Vista anterior: Al observar por delante la columna se encuentra, en la línea


media, la superposición de los cuerpos vertebrales, entre los que se encuentran
intercalados los discos intervertebrales. A cada lado de la línea media, se
encuentra la superposición de las apófisis transversas, intercaladas con unos
espacios llamados intertransversos; en cada uno de estos espacios, a ambos
lados de la columna vertebral, se insertan entre la apófisis transversa superior y la
inferior, unos músculos llamados también intertransversos, que ayudan a los
movimientos de flexión lateral de la columna.

B. – Vista posterior: Sobre la línea media, se encuentra la superposición de las


apófisis espinosas, intercaladas con unos espacios llamados inter espinosos. Por
fuera de estos espacios, se observan dos largos canales verticales que se
extienden desde la base del cráneo hasta el sacro, formados por la superposición
de las láminas vertebrales; en estos canales se insertan una gran cantidad de
músculos llamados músculos de la masa común, que ayudan a la movilidad de la
columna. En carnicería se les conoce como lomito fino. Finalmente, por fuera de
los canales vertebrales, se encuentra nuevamente la superposición de las apófisis
transversas.

21
A B C

Figura 18

C. – Vista lateral: A diferencia de la verticalidad que presenta la columna al mirarla


por delante y por detrás, la vista lateral presenta una serie de curvaturas de
concavidad anterior o posterior que se extienden desde la región cervical hasta el
sacro. Las curvaturas de convexidad anterior (y por lo tanto de concavidad
posterior), se denominan LORDOSIS; las curvaturas contrarias, es decir de
concavidad anterior y convexidad posterior, se denominan CIFOSIS; estos dos
tipos de curvaturas se consideran normales, si no están exageradas. La
exageración de la cifosis dorsal, por ejemplo, forma lo que comúnmente se
denomina “joroba”. Cuando se observan curvaturas laterales, se denominan
ESCOLIOSIS; estas son siempre anormales y requieren corrección.

De todas estas curvaturas, solamente la cifosis dorsal se encuentra desde el


nacimiento; por esto, cuando se sostiene en el aire un bebe recién nacido, la
espalda se ve curvada, mientras que la cabeza y los miembros superiores en la

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parte superior de la columna, y la pelvis y los miembros inferiores en la parte
inferior, se encuentran desplazados hacia adelante, adoptando el cuerpo la forma
de una “C”. Cuando el bebé comienza a hacer fuerza para levantar la cabeza y
mirar el mundo que lo rodea, desarrolla los músculos de la nuca, con lo que se
forma la lordosis cervical; más adelante, cuando comienza a ejercitar las piernas
para ponerse de pie, desarrolla los músculos de la región lumbar, con lo que se
forma la lordosis lumbar.

En una radiografía simple de la columna lumbar, se pueden apreciar las siguientes


estructuras:

Espacios intervertebrales.
Pedículos
Los discos
intervertebrales son poco
aparentes en este tipo de
imágenes. (Ver imagen de Agujeros de
TAC a continuación) conjunción

Cuerpos vertebrales de las Apófisis espinosa


vértebras L4 y L5

RX de columna lumbar

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En la imagen que se presenta a continuación, correspondiente a una tomografía
axial computarizada (TAC) de la columna lumbar, utilizando medio de contraste,
se pueden identificar las siguientes estructuras: (Figura 19)
1. – Núcleo pulposo de los discos intervertebrales

2. – Cuerpo vertebral de L4

3. – Cuerpo vertebral de L5

4. – Herniación posterior del núcleo pulposo del disco intervertebral entre L4 y L5

1 5

2
6

Figura 19

5. - Conducto raquídeo con medio de contraste

6. – Apófisis espinosa de L5

C. - HUESOS DE LA CABEZA

La cabeza ósea está constituida por dos partes principales: el cráneo y la cara.
Figura 20.

24
Frontal Parietal

Apófisis orbitaria externa

Malar
Occipital

Temporal

Figura 20

HUESOS DEL CRÁNEO


Los huesos planos del cráneo están constituidos por dos capas de hueso
compacto llamadas “tablas”, una que mira al interior del cráneo, y otra al exterior.
Entre estas dos capas, se encuentra otra de hueso esponjoso llamada “diploe”.

1. – FRONTAL

El frontal es un hueso plano que ocupa la parte anterior del cráneo constituyendo
la región de la frente; es convexo por su cara anterior o exocraneal, y cóncavo por
su cara posterior o endocraneal, esta cara está en relación, a través de las
meninges, con el lóbulo frontal del cerebro. Presenta también una circunferencia,
que en su parte inferior tiene una prolongación horizontal hacia atrás que forma el
techo de las órbitas, y que se denomina también cara inferior del frontal.

- Cara anterior

La cara anterior del frontal es convexa, lisa y está en contacto con la piel (Figura
21).

En la línea media y cerca de la parte inferior de su circunferencia, especialmente


en los jóvenes, se observa una sutura llamada sutura metópica, que es el vestigio
de la unión de las dos mitades derecha e izquierda del frontal, que durante la vida
embrionaria y la niñez crecen separadamente y posteriormente se fusionan para

25
formar un solo hueso. A los lados de la línea media se observan dos pequeñas
eminencias, llamadas eminencias frontales.

En las partes laterales y superior de la circunferencia, se observa (más


apreciables desde la cara posterior) una serie de salientes llamadas dientes, por lo
que este borde se conoce como “borde dentado”.

Eminencias frontales

Sutura metópica

Arco superciliar

Apófisis orbitaria externa

Escotadura nasal
Apófisis orbitaria interna
Figura 21

En la parte inferior de la cara anterior, se encuentran dos arcos óseos gruesos


llamados arcos superciliares, en los que se observa un agujero o a veces una
escotadura, por donde sale el nervio superciliar, que da la inervación sensitiva a la
piel de esta región. En los extremos de estos arcos hay dos apófisis, la apófisis
orbitaria externa que se articula con el hueso malar, y la apófisis orbitaria interna
que se articula con el maxilar superior. Entre las dos apófisis orbitarias internas se
encuentra la escotadura nasal en donde sobresale una prolongación llamada
espina nasal del frontal, que sirve para la articulación los huesos propios de la
nariz que forman el dorso nasal, donde se sostienen los anteojos.

- Cara posterior

La cara posterior del frontal es cóncava y presenta algunas depresiones y


elevaciones en relación con los surcos y circunvoluciones de los lóbulos frontales
del cerebro (Figura 22). Sobre la línea medio, y de arriba abajo, se observa en
primer lugar un canal labrado en el hueso, que a medida que desciende se va
haciendo más estrecho, hasta que termina en una cresta. El canal aloja una vena
llamada seno longitudinal superior (las venas superficiales del cerebro en cuya

26
constitución intervienen las meninges, se llaman genéricamente “senos”). En la
cresta que continua hacia abajo el canal, se inserta la hoz del cerebro, un tabique
formado por la duramadre que separa los dos hemisferios cerebrales.

Canal para el seno longitudinal superior

Cresta para la hoz del cerebro

Figura 22

- Cara inferior

La cara inferior (Figura 23) presenta, en la línea media, una gran escotadura
rectangular llamada escotadura etmoidal del frontal (1), donde se articula la lámina
cribosa del etmoides. A cada lado de la escotadura, hay una serie de
concavidades irregulares (2) que, al complementarse con otras similares
presentes en la cara superior de las masas lateral del etmoides, forman los senos
fronto-etmoidales.

3
2

1
Figura 23

27
A cada lado de la línea media, se encuentran dos superficies lisas, cóncavas, que
forman la pared superior o techo de las órbitas (3). En la parte antero-externa de
estas superficies, se alojan las glándulas lagrimales en unas fositas muy poco
marcadas, llamadas fosas lagrimales (4).

2. – PARIETAL

En número de dos, derecho e izquierdo, los parietales son unos huesos planos,
cóncavos, que ocupan la parte lateral y superior del cráneo y se les consideran
dos caras (interna y externa), cuatro bordes (superior, inferior, anterior y posterior)
y cuatro ángulos.

Figura 24

- Cara externa

La cara externa es convexa, lisa, y está en contacto con el cuero cabelludo (Figura
24). Presenta dos líneas curvas de concavidad inferior; la superior (1) presta
inserción a la aponeurosis del músculo temporal, y la inferior (2) a las fibras
superiores de este músculo. En la parte inferior de esta cara, se observa una zona
rugosa (3) que corresponde a la articulación con la porción escamosa o concha
del temporal. En esta zona el hueso está cortado a bisel, siendo la tabla externa
más corta que la interna.

28
- Cara interna

La cara interna es cóncava y se encuentra en relación con el lóbulo parietal del


cerebro (Figura 25). En su superficie se observan una serie de canales delgados
que parecen originarse del ángulo antero inferior (1) y que se ramifican por toda su
superficie. Estos canales corresponden a las ramificaciones de la arteria meníngea
media que irriga esta parte de la superficie cerebral. A lo largo del borde superior
se observa un canal (2) –en realidad es solo medio canal- que se complementa
con el del otro parietal al articularse estos dos huesos en la línea media formando
la sutura sagital. Este canal contiene el seno longitudinal superior que recorre la
línea media del cráneo desde el frontal hasta el occipital. Los senos del interior del
cráneo, son gruesas venas, cuyas paredes están constituidas en parte por la
duramadre, y reciben gran cantidad de afluentes. Aproximadamente en el tercio
posterior de este canal se observa un agujero que atraviesa todo el espesor del
hueso (3), por donde pasa una pequeña vena que comunica la circulación venosa
del interior del cráneo, con la del cuero cabelludo.
6

3
7
2

4
5

7
Figura 25

29
- Bordes

En número de cuatro, se distinguen en anterior, posterior, superior e inferior. Los


tres primeros son fuertemente dentados y se articulan, el anterior (4), con el hueso
frontal formando la sutura coronal; el posterior (5) con el occipital, formando la
sutura lambdoidea (por su semejanza con la letra lambda del alfabeto griego que
tiene la forma de una “Y” invertida), también se denomina articulación occípito-
biparietal. El borde superior (6) se articula con el correspondiente del otro parietal,
formando la sutura sagital del cráneo. El borde inferior (7) es el más corto de los
cuatro, curvo de concavidad inferior, no es dentado sino cortado a bisel a
expensas de la tabla externa y se articula con la porción escamosa del temporal.

3. – OCCIPITAL

Al igual que los otros huesos planos del cráneo, el occipital es cóncavo por su cara
anterior o endocraneana y convexo por su cara posterior o exocraneal. Presenta
también cuatro bordes y cuatro ángulos.

- Cara anterior (Figura 26)

Presenta cuatro depresiones cóncavas; los dos superiores (1) se denominan fosas
cerebrales, por estar en contacto con los lóbulos occipitales del cerebro; las dos
inferiores (2) se denominan fosas cerebelosas, porque se relacionan con los
hemisferios del cerebelo. Separando las fosas cerebrales, se observa un canal
ancho (3) que es la terminación del canal para el seno longitudinal superior.
Separando las dos fosas cerebelosas, se encuentra una cresta (4) que presta
inserción a una dependencia de la duramadre llamada hoz del cerebelo; es un
tabique que separa los dos hemisferios del cerebelo. A cada lado de la línea
media, separando la fosa cerebral de la cerebelosa correspondiente, se aprecia un
canal horizontal (5), ocupado por otro seno venosa llamado seno lateral.

En el centro de esta cara anterior, en el punto en que se reúnen las cuatro fosas,
se observa una eminencia ósea bastante marcada (6), llamada protuberancia
occipital anterior (o interior), corresponde al punto en que confluyen el seno
longitudinal superior y los dos senos laterales. La confluencia de estas tres venas
forma una estructura denominada Prensa de Herófilo.

30
1

2 8

Agujero condíleo Apófisis basilar


anterior
Figura 26

- Cara posterior (Figura 27)

La cara posterior del occipital presenta, aproximadamente en su parte media, una


eminencia ósea denominada protuberancia occipital exterior o posterior (1); de ella
se desprende una cresta llamada cresta occipital (2), la cual termina en un gran
agujero llamado agujero occipital (3), este agujero es el inicio del conducto
raquídeo que recorre toda la columna vertebral hasta el sacro. La parte superior
de esta cara posterior es una superficie lisa (4) y está en relación con la
aponeurosis epicraneal y el cuero cabelludo. La parte inferior de esta cara
posterior, es rugosa y presenta, a cada lado de la línea media, dos crestas
cóncavas (5) y, entre ellas, dos superficies rugosas (6); tanto las crestas como las
superficies rugosas, están destinadas a prestar inserción a los músculos de la
nuca.

A cada lado del agujero occipital, se observan dos estructuras salientes llamadas
cóndilos del occipital (7), destinadas a articularse con la cara superior de las
masas laterales del atlas. Por encima de estos cóndilos se encuentra el agujero
condíleo anterior (8), por donde sale del cráneo el nervio hipogloso, XII par
craneano.

31
1
2

6
5

7 8
Figura 27

-Ángulos

Los ángulos superior y laterales (derecho e izquierdo) son dentados al igual que
los bordes y no presentan ninguna estructura en especial.

El ángulo inferior, por el contrario, presenta una serie de estructuras importantes.


La estructura principal de este ángulo está formada por una gran apófisis (1)
llamada apófisis basilar del occipital (Figura 28). Esta apófisis se fusiona por su
extremo, con la cara posterior del cuerpo del esfenoides (2), de manera que en el
adulto forman un solo hueso. La cara superior de esta apófisis está ligeramente
excavada en canal por lo que recibe el nombre de canal basilar; allí se acomodan
el tronco basilar y el tallo cerebral. En la cara inferior de la apófisis basilar, se
encuentra una prominencia ósea llamada tubérculo faríngeo, que presta inserción
al músculo constrictor superior de la faringe.

32
1 2

Figura 28

- Bordes

En número de cuatro, los dos bordes superiores están fuertemente dentados y se


articulan con el borde posterior del parietal correspondiente (7 - Fig. 26). Los dos
bordes inferiores, se encuentran divididos en dos partes por una apófisis bien
marcada llamada apófisis yugular (8 - Fig. 26). Por detrás de esta apófisis, el
borde es irregular y se articula con la porción escamosa del temporal. Por delante
de la apófisis, el borde es liso y en conjunto con la porción petrosa del temporal,
forma la fosa yugular.

4. – TEMPORAL

El temporal es un hueso bastante irregular que ocupa la parte inferior de la región


parietal, y la parte media de la base del cráneo. Está formado por tres partes
diferentes: la escamosa o concha del temporal, la mastoidea y la petrosa o
peñasco del temporal.

- Parte escamosa o concha del temporal

Ocupa la parte superior del hueso (Fig. 29 – 1), es aplanada con una cara interna
y otra externa, y su contorno circular, que es libre en aproximadamente tres
cuartos de su circunferencia, se une por abajo con la porción petrosa (Figura 30-1)
y en su parte posterior con la apófisis mastoides (Fig. 29-2). En la parte inferior de

33
la cara externa de la porción escamosa se encuentra la apófisis cigomática (Fig.
29-3) que por delante se articula con el hueso malar.

2
6
8
5 9 7

Figura 29

En su parte posterior, la apófisis cigomática se bifurca en dos raíces separadas en


un ángulo de 90°; una de ellas continúa hacia atrás la dirección de la apófisis
cigomática por lo que se llama raíz longitudinal (Fig. 29-4), la cual termina encima
del hueso timpánico (Fig. 29-5), que marca el inicio del conducto auditivo externo.
La otra raíz que tiene una dirección transversal hacia adentro (Fig. 29-6 y Fig. 31-
2), recibe el nombre de cóndilo del temporal; por detrás del cóndilo se encuentra
una superficie articular cóncava llamada cavidad glenoidea del temporal (Fig. 29-7
y Fig. 31-3). Tanto el cóndilo como la cavidad glenoidea se ponen en contacto con
el cóndilo del maxilar inferior, formando la articulación temporo-mandibular (ATM).

La cara interna de la concha es de superficie irregular, presentando eminencias y


depresiones correspondientes a las circunvoluciones y surcos de la corteza
cerebral (Fig. 30-2). También se ven algunos canales estrechos y bien marcados,
que al igual de los que se encuentran en la cara interna del parietal, están
formados por las ramificaciones de la arteria meníngea media (Fig. 30-3).

34
- Parte mastoidea

La parte mastoidea del temporal está principalmente constituida por una gruesa
apófisis llamada apófisis mastoides, en cuyo vértice se inserta un largo músculo
de la cara lateral del cuello, el esterno-cleido-mastoideo. Su cara externa (Fig. 29 -
2), rugosa, está en contacto con la piel y se puede palpar fácilmente por detrás de
la oreja. En la base de la apófisis mastoides se observa un canal bien marcado
para la inserción del músculo digástrico - que utilizamos para abrir la boca- (Fig.
29 – 8). En la cara interna o endocraneal de la parte mastoidea, se encuentra un
canal vertical (Fig. 30-4) ocupado por una gruesa vena llamada seno lateral el
cual, al salir del cráneo, cambia de nombre y se convierte en la vena yugular
interna. La base de la apófisis mastoides se encuentra perforada por un conducto,
cuyo orificio externo se encuentra en la parte alta de la porción mastoidea (Fig. 29-
9) y el orificio interno en el canal para el seno lateral (Fig. 30-5). Al igual que lo que
sucede en el hueso parietal, por este conducto pasa una vena emisaria que
comunica la red venosa intracraneana con la del exterior del cráneo.

4
1

7 8

Figura 30

35
- Parte petrosa o peñasco del temporal

El peñasco (Figs. 30-1 y 31-1) es la parte más importante del temporal, porque en
su interior se encuentran las tres partes del oído: el oído externo o conducto
auditivo externo, el oído medio o caja del tímpano que contiene el martillo, el
yunque y el estribo, y el oído interno donde se localizan el caracol que se encarga
de percibir los sonidos y el laberinto que controla el equilibrio (ver capítulo de
estesiología).

El peñasco tiene la forma de una pirámide cuadrangular (de cuatro lados como las
de Egipto), pero dispuesta en sentido horizontal, es decir, su base es externa y su
vértice interno; en estas dos estructuras se encuentran sendos orificios: el de la
base corresponde al orificio del conducto auditivo externo (Figs. 29-5 y 31-4), y el
situado en el vértice, llamado orificio interno del conducto carotideo (Fig. 31-5),
que da paso a la arteria carótida interna cuando ingresa al interior del cráneo, para
formar el polígono de Willis.

3 6

9
4

36
Figura 31

De las cuatro caras de la pirámide, dos miran hacia arriba, al interior del cráneo,
denominándose antero-superior y postero-superior; y dos miran hacia abajo,
denominándose antero-inferior y postero-inferior.

La cara antero-superior presenta un levantamiento en el hueso llamado eminencia


arcuata –arqueada- (Fig. 30-6) que corresponde al conducto semicircular superior
(ver oído interno). La cara postero-superior presenta el orificio del conducto
auditivo interno (Fig. 30-7) por donde salen los nervios auditivo, facial e
intermediario de Wrisberg (ver pares craneanos).

La cara antero-inferior está en su mayoría formada por el hueso timpánico (Fig.29-


9). En la cara postero-inferior se encuentra una larga y delgada apófisis llamada
apófisis estiloides (Figs. 30-8 y 31-6) en donde se insertan tres músculos que en
conjunto forman lo que se ha llamado el ramillete de Riolano: estilo gloso, que va
de la apófisis estiloides a la lengua, estilo faríngeo a la faringe y estilo hioideo, al
hueso hioides. Entre las apófisis estiloides y mastoides, se ve el agujero estilo-
mastoideo (Fig. 31-7) que da paso al nervio facial. Un poco por dentro de la
apófisis estiloides se ve un gran agujero, el orificio inferior del conducto carotideo
(Fig.31-8). La arteria carótida interna entra al temporal por este agujero y sale al
interior del cráneo por el vértice del peñasco. Al lado del orificio inferior del
conducto carotideo, se encuentra una superficie lisa y cóncava llamada fosa
yugular (Fig. 31-9) que en conjunto con el occipital forman el espacio por donde,
como ya dijimos, sale del cráneo el seno lateral para convertirse en la vena
yugular interna.

5. - ESFENOIDES

Está situado en el centro de la base del cráneo, por delante del occipital y por
detrás del frontal y el etmoides.

Tiene una forma general muy particular (Fig.32) que le da el aspecto de una
especie de ave antediluviana; está constituido por los siguientes elementos: el
cuerpo que ocupa la parte central, dos alas menores (a manera de orejas), dos
alas mayores y dos apófisis pterigoides dirigidas hacia abajo (las patas del
avechucho).

37
1 3

4
5

Figura 32 (vista anterior)

- Cuerpo

De forma cuboidea, presenta seis caras: anterior, posterior, superior, inferior y


laterales. La cara anterior presenta en la línea media una cresta vertical (Fig. 32-1)
que se articula con la lámina vertical del etmoides; a los lados de la línea media se
observan los orificios de entrada a unas cavidades que ocupan el interior del
cuerpo, los senos esfenoidales (Fig. 32-2). La cara posterior (Fig. 33-1) se fusiona
con el extremo de la apófisis basilar del occipital. La cara superior está ocupada
en su mayor parte por una depresión de forma cuadrilátera, llamada la silla turca
(Fig. 34-1) que contiene la hipófisis (ver endocrinología) y presenta, en sus cuatro
ángulos, cuatro salientes llamadas apófisis clinoides (Fig. 34-2); las dos anteriores
corresponden a los ángulos posteriores de las alas menores, y las dos posteriores
son los ángulos libres de la lámina cuadrilátera que cierra por detrás la silla turca
(Fig. 33-3).

La cara inferior del cuerpo presenta en la línea media una cresta poco marcada
(Fig. 33-2), que se articula con el borde superior del vómer el cual, junto con la
lámina vertical del etmoides, forman el tabique que separa las fosas nasales. Las
caras laterales están ocupadas por la implantación de las alas mayores.

38
3 6
4

2 7

Figura 33 (vista posterior)

- Alas menores

En la cara superior del cuerpo, por delante de la silla turca, se observan dos
estructuras triangulares (Fig. 34-3) de base interna fusionada con el cuerpo, y
vértice externo. Su borde anterior, irregularmente dentado (Fig. 34-4), se articula
con el borde posterior de la porción horizontal del frontal. El borde posterior,
redondeado y liso (Fig. 34-5) es libre y, en su parte interna, presenta una
prolongación que constituye la apófisis clinoides anterior del lado correspondiente.
En la base de las alas menores se encuentra el agujero óptico (Fig. 34-6) por
donde pasan hacia la órbita, el nervio óptico y la arteria oftálmica.

- Alas mayores

Se unen a las caras laterales del cuerpo y tienen una forma irregularmente
triangular (Figs. 33-4 y 34-7). En el punto de unión de las alas mayores y el cuerpo
del esfenoides, visto por la cara superior, se observa un canal ancho, bien
marcado, llamado canal cavernoso (Fig. 34-8) para el seno cavernoso, otro de los
grandes senos venosos de la duramadre.

Por ser triangulares, se les consideran tres caras: anterior, posterior y externa. La
cara anterior (Fig. 32-3) forma parte de la pared externa de las órbitas. La cara
posterior (Figs. 33-5 y 34-9) es la más extensa de las tres, de forma cóncava para
adaptarse al extremo anterior del lóbulo temporal del cerebro, presenta a lo largo
de su borde interno una serie de espacios y agujeros, que comunican la cavidad
craneal con otros espacios de la cabeza:

39
1. La hendidura esfenoidal (Fig. 33-6) que comunica la cavidad craneal con
las órbitas; por allí pasan el nervio oftálmico, primera rama del trigémino,
que va a dar inervación al ojo y a las estructuras intraorbitarias, y la vena
oftálmica que recoge la sangre venosa del ojo.
2. El agujero redondo mayor (Figs. 34-10 y 32-4) que da paso al nervio
maxilar superior, segunda rama del trigémino.
3. El agujero oval, tercera rama del trigémino, que da paso al nervio maxilar
inferior.
4. Agujero redondo menor (Fig. 34-11) por donde entra al cráneo la arteria
meníngea media. (¿Recuerdan los canales de la cara interna del parietal y
de la cara interna de la concha del temporal? Figuras 25 y 30)

7
4
3 6

10

2 9
1 11
8
Figura 34

- Apófisis pterigoides

Las apófisis pterigoides son dos gruesas columnas óseas dirigidas hacia abajo.
Vistas por su cara anterior (Figs. 32-4), presentan una superficie rugosa para
articularse con el maxilar superior. En su cara posterior presentan una fosa bien
marcada llamada fosa pterigoidea (Fig. 33-7), donde se inserta al músculo
pterigoideo interno. Las caras internas de las apófisis pterigoides, junto con la cara
inferior del cuerpo (Fig. 32-5), junto con la cara inferior del cuerpo, limitan el
espacio que ocuparán las fosas nasales. En la cara externa de las apófisis
pterigoides (Fig. 32-6) se inserta el músculo pterigoideo externos. Estos dos
músculos pterigoideos, interno y externo, terminan en el maxilar inferior y, al
contraerse alternativamente los de un lado y los del otro, generan un movimiento
horizontal del maxilar inferior hacia la derecha y la izquierda, llamado diducción.
40
Este movimiento es muy utilizado por algunas personas pero, principalmente, por
los rumiantes cuando están echados rumiando el pasto.

Alas menores

Alas mayores
Senos esfenoidales

Agujero redondo mayor


Arco cigomático

Cornetes
Tabique nasal
Maxilar inferior

Apófisis pterigoides

Tomografía Axial Computarizada (TAC) del esfenoides

6. - ETMOIDES

Es un hueso situado en el centro de la cara, por delante del esfenoides, por debajo
del frontal (Fig. 35-2) y por encima de los maxilares superiores (Fig. 35-3), que
ayuda a formar parte de las fosas nasales (Fig. 35-4) y de las órbitas (Fig. 35-5).
Está constituido por tres elementos diferentes:

a) Una lámina vertical que ocupa la línea media y cuya parte superior, que es más
gruesa y queda situada dentro de la cavidad craneal (Fig. 35-1), recibe el nombre
de apófisis crista galli (cresta de gallo) (Figs. 37-1 y 38-3). La parte inferior de esta
lámina vertical es mucho más delgada (Fig. 35-6) y separa en la parte superior las

41
fosas nasales, denominada tabique nasal (Fig. 38-2). Esta lámina se continúa por
abajo con un hueso de la cara denominado vómer (Fig. 38-1), que completa el
tabique separando las dos fosas nasales (Fig. 35-8)

1 2

7
5

10

8
3

4
11

Figura 35

b) Una lámina horizontal que separa la lámina vertical en dos partes: la apófisis
crista galli y el tabique nasal. Esta lámina está llena de agujeritos (Fig. 36-1)
dispuestos a cada lado de la apófisis crista galli (Fig. 36-2), por lo que se
denomina lámina cribosa (el nombre viene de criba, que era el instrumento que se
utilizaba para colar los líquidos antes de que se inventaran las coladeras). La
mucosa que tapiza las fosas nasales está llena, especialmente en su parte
superior, de terminaciones nerviosas que dan origen a nos nervios olfatorios, los
cuales ingresan al cráneo a través de estos agujeros para terminar en la cara
inferior del bulbo olfatorio que descansa sobre la lámina cribosa, dando inicio a la
vía olfativa (ver sistema nervioso).

c) De los extremos de la lámina cribosa cuelgan dos estructuras cuboideas


llamadas masas laterales (Fig. 35-7), a las que se les distinguen seis caras. Las
caras anteriores (Figs. 35-9 y 37-4), superiores (36-3) y posteriores, presentan
unas cavidades que se complementan por delante con el unguis, por arriba con el
frontal y por detrás con el esfenoides, constituyendo los senos etmoidales. La cara

42
externa (Figs. 37-2 y 35-7) forma la mayor parte de la pared interna de la órbita. La
pared interna de las masas laterales, que constituye también la pared externa de
las fosas nasales, presenta dos láminas óseas cóncavas llamadas cornetes (Fig.
35-10) que están tapizadas por la mucosa nasal y cuya función es calentar y
humidificar el aire que respiramos, para que no irrite el árbol traqueo bronquial. El
cornete inferior (Fig. 35-11) es un hueso independiente, aunque tiene las mismas
funciones de los cornetes superior y medio del etmoides.

Figura 36

43
1
2

3
4

Figura 37

Seno esfenoidal

Silla turca

Apófisis pterigoides

Figura 38

44
HUESOS DE LA CARA
1. - MAXILAR SUPERIOR

Los maxilares superiores (Fig. 39-1) son dos huesos independientes que en
conjunto forman lo que se denomina la mandíbula superior. Ayudan a formar el
reborde orbitario (Fig. 39-2), el orificio anterior de las fosas nasales (Fig. 39-3) y la
mayor parte del paladar óseo o paladar duro (Fig. 40-1).

2
6

5 9
10

8
4

3
1

Figura 39

En la cara anterior del hueso, por debajo de la órbita, se encuentra el agujero


infraorbitario (Fig. 39-4), por donde sale el nervio del mismo nombre, que da la
inervación sensitiva a la piel de esta región. En el parte súpero interna, se observa
una larga apófisis llamada apófisis ascendente del maxilar (Fig. 39-5); esta
apófisis se articula con varios huesos: por arriba con la apófisis orbitaria interna
del frontal, por dentro con el hueso propio de la nariz del lado correspondiente
(Fig. 39-6), y por atrás con el unguis, formando el conducto lacrimonasal.

El borde inferior del maxilar superior (Figs. 39-7 y 40-3) forma, al unirse con el del
lado opuesto, una línea cóncava hacia atrás llena de cavidades denominadas
alvéolos dentarios, en donde se implantan las raíces dentarias. Aunque estas
uniones alvéolo-dentarias no forman unas articulaciones verdaderas, sí tienen
ligamentos y reciben el nombre de gonfosis.

45
La cara externa del maxilar está ocupara por una ancha apófisis, llamada apófisis
piramidal del maxilar (Fig.39-8). Esta apófisis se articula con el malar (Fig. 39-9)
para formar la estructura ósea del pómulo.

Figura 40

La cara interna del maxilar presenta, aproximadamente en la unión del tercio


inferior con los dos tercios superiores, una lámina ósea que se dirige
horizontalmente hacia adentro llamada apófisis palatina, que al unirse en la línea
media con la del lado opuesto, forman la mayor parte del paladar duro (Figs. 40-1
y 41-1). En la parte posterior, el paladar duro se complementa por las porciones
horizontales de los huesos palatinos (Figs. 40-2 y 41-2).

Por encima del paladar óseo, y de atrás adelante, se encuentran las siguientes
estructuras:

1. Una superficie rugosa para la articulación con la porción vertical del palatino
(Fig. 41-3).
2. Un amplio orificio que constituye la entrada al seno maxilar (Fig. 41-4).
3. Un canal vertical que, en conjunto con la apófisis ascendente del maxilar y
el unguis, forman el conducto lacrimonasal.
4. La cara interna de la apófisis ascendente del maxilar, que forma parte de la
pared externa de las fosas nasales (Fig. 41-6)

46
5
4

Figura 41

2. - PALATINO

Es un hueso par formado por dos láminas óseas unidas entre sí en un ángulo de
90°, dándole la forma de una “L”. Situados por detrás del maxilar superior, la
lámina vertical (Fig. 41-3), se articula con este hueso, cerrando en parte el orificio
de entrada al del seno maxilar y formando parte de la pared externa de las fosas
nasales. La lámina horizontal (Figs. 40-2 y 41-2) se articula por delante con la
apófisis palatina del maxilar y, por dentro, con la lámina horizontal del otro
palatino. Su cara superior forma la parte más posterior del piso de las fosas
nasales; y su cara inferior, la del paladar óseo.

3. - MALAR

El hueso malar o cigomático forma la estructura ósea del pómulo (Fig. 39-9). Tiene
una forma romboidal con dos caras, cuatro bordes y cuatro ángulos.

La cara externa (Fig. 42-1) está en contacto con la piel. La cara interna (Fig. 30-
10) forma parte de la pared externa de la órbita.

El ángulo superior (Fig. 42-2) se articula con la apófisis orbitaria externa del frontal
ayudando a formar el contorno de la base de la órbita. El ángulo posterior (Fig.
42-3) se articula con el extremo libre de la apófisis cigomática del temporal,

47
formando el arco cigomático. Los ángulos anterior e inferior, al igual que el borde
antero-inferior (Fig. 42-4) se articulan con la apófisis piramidal del maxilar superior.

4 3

Figura 42

4. - HUESOS PROPIOS DE LA NARIZ

Son dos pequeños huesos que constituyen el dorso de la nariz, formando en


conjunto una superficie cóncava, si se observan lateralmente (Fig. 42-6), y
convexa en sentido transversal. Ocupan el espacio comprendido entre las dos
apófisis ascendentes de los maxilares superiores (Fig. 39-6) articulándose con
ellas, y por arriba con el frontal en el espacio comprendido entre las dos apófisis
orbitarias internas. Su borde inferior (Fig. 42-7) que se ve libre en el cráneo, ayuda
a formar el orificio anterior de las fosas nasales.

5. - UNGUIS

Es un pequeño hueso de estructura laminar, situado en la parte anterior de la cara


interna de la órbita (Fig.42-8), por delante de las masas laterales del etmoides y
por detrás de la apófisis ascendente del maxilar superior. Entre la cara externa del
unguis y la apófisis ascendente del maxilar, se forma el conducto lacrimonasal

48
donde se localiza el conducto lagrimal, que conduce las lágrimas desde el ángulo
interno de los párpados, hasta las fosas nasales.

6. - MAXILAR INFERIOR

A diferencia de lo que sucede con la mandíbula superior que está constituida por
dos huesos, los maxilares superiores, y que estos huesos están formados por
unas láminas óseas relativamente delgadas, con una gran cavidad en su interior –
los senos maxilares-, la mandíbula inferior está formada por un solo hueso, el
maxilar inferior. Este hueso es macizo, aplanado, con una capa cortical gruesa de
hueso compacto y un centro de hueso esponjoso, lo que le da mucha resistencia y
le permite ejercer una gran presión en la mordida.

5
6

3
7
4 2

1
Figura 43

El maxilar inferior está constituido por dos partes principales: el cuerpo (Fig. 43-1)
y las ramas ascendentes (Fig. 43-2). El borde superior del cuerpo presenta las
cavidades alveolares en donde se implantan las muelas y dientes (Figs. 43-3 y 44-
1). En la parte anterior del cuerpo se encuentra el agujero mentoniano (Figs. 43-4

49
y 44-2) por donde sale el nervio del mismo nombre, que es la rama terminal del
nervio maxilar inferior del trigémino y está destinado a inervar la piel del mentón y
el labio inferior. En la línea media del cuerpo se observa una leve cresta, en el
punto en donde se fusionan las dos mitades derecha e izquierda del hueso,
llamada sínfisis mentoniana (Fig. 44-3). A lo largo de su borde inferior, se
encuentran dos pequeñas depresiones labradas en el hueso llamadas fosita
submaxilar (Fig. 45-8) y sublingual (Fig. 45-9), donde se alojan las glándulas
salivales del mismo nombre.

Figura 44

Las dos ramas ascendentes del maxilar inferior, son estructuras rectangulares,
aplanadas, con dos caras y cuatro bordes. La cara externa (Figs.43-2 y 44-4) es
relativamente lisa y se encuentra en contacto con el músculo masetero. La cara
interna (Fig. 45-1) presenta el orificio del conducto dentario inferior (Fig. 45-2), el
cual recorre todo el cuerpo del maxilar y termina en el agujero mentoniano. Por
delante de ese agujero se encuentra una saliente llamada espina de Spix (Fig. 45-
3) que puede ser ubicada por palpación y sirve como punto de referencia para la
aplicación de la anestesia local, cuando se va a bloquear el nervio maxilar inferior.

El borde superior presenta dos apófisis bien marcadas separadas por una
profunda escotadura; la anterior, aplanada y terminada en punta, se denomina
apófisis coronoides (Figs. 43-5 y 45-4) y presta inserción al tendón inferior del
músculo temporal. La posterior es más gruesa, de forma ovalada y cubierta con
una capa de cartílago hialino (Fig. 43-6 y 45-5), forma el cóndilo del maxilar que, al

50
articularse con la cavidad glenoidea del temporal, forman la articulación temporo-
mandibular.

El borde posterior (Figs. 43-7 y 45-7) es grueso, redondeado y está abrazado por
la glándula parótida (la más grande de las glándulas salivales y la que más se
inflama con las paperas o parotiditis), por lo que recibe el nombre de borde
parotídeo del maxilar inferior. El punto en donde se unen el borde parotídeo y el
borde inferior del cuerpo del maxilar inferior (Fig. 45-6) recibe el nombre de gonion
(del griego gonia que significa ángulo). Este ángulo es un referente antropológico y
varía en su amplitud según las diferentes razas.

5 4

3
1

7 2

6
8

Figura 45

CARA Y CRÁNEO EN GENERAL


La cabeza ósea, como quedó dicho antes, está constituida por las dos regiones
del cráneo y la cara. Hemos visto las características principales de cada uno de
los huesos de estas regiones estudiándolos de manera independiente; pero
cuando los consideramos articulados entre sí, debemos considerar unas regiones
que solo aparecen cuando estos huesos se ven en conjunto.

51
2

4
1

Figura 46

Si trazamos una línea (Fig. 46-1) que vaya aproximadamente desde la parte media
del frontal a la protuberancia occipital posterior, estaremos separando el cráneo en
sus dos porciones: la superior o bóveda del cráneo (Fig. 46-2) y la inferior o base
del cráneo (Fig. 46-3) en la que, por supuesto, no se deben tener en cuenta los
huesos de la cara (Fig. 46-4).

Cada una de estas dos partes, bóveda y base del cráneo, se pueden revisar en
conjunto tanto por su cara endocraneal (la que mira al interior del cráneo), como
por su cara exocraneal.

Adicionalmente a las estructuras que se forman al estar articulados entre sí los


huesos del cráneo (que no son muchas), vamos a encontrar otras estructuras,
más importantes, que se forman cuando se articulan entre sí los huesos del
cráneo y de la cara, tales como las órbitas, las fosas nasales y la bóveda palatina.

1. - BÓVEDA DEL CRÁNEO

Está constituida, de delante atrás, por el frontal, los dos parietales, la parte
superior de la concha de los temporales, y la mitad superior del occipital. En la
línea media se pueden apreciar las siguientes estructuras (ver Fig. 47):

52
47-1. - Cresta frontal interna para la inserción de la hoz del cerebro, un tabique de
la duramadre que separa los dos hemisferios cerebrales.

Figura 47

47-2. – Canales formados por las ramificaciones de la arteria cerebral media.

47-3. – Canal para el seno longitudinal superior.

47-4. - Pequeñas erosiones irregulares labradas en la superficie del hueso, donde


se localizan unas estructuras llamadas granulaciones aracnoideas o de Pacchioni,
encargadas de absorber el líquido cefalorraquídeo del espacio subaracnoideo y
llevarlo al seno longitudinal superior para incorporarlo al torrente sanguíneo. De
esta manera se evita que el L.C.R. se acumule en el interior del cráneo, lo que
podría ocasionar una hidrocefalia.

53
2. - BASE DEL CRÁNEO

– CARA ENDOCRANEAL FIG. 48

3
1

6
5
7
8

Figura 48

1.- Lámina cribosa del etmoides

2.- Alas menores del esfenoides

3. – Agujero óptico

4. – Silla turca

5. – Apófisis clinoides anteriores

54
6. – Agujero redondo mayor (N. maxilar superior)

7. – Agujero oval (N. maxilar inferior)

8. – Agujero redondo menor (A. meníngea media)

9. – Agujero occipital

10. – Canal para el seno lateral

- CARA EXOCRANEAL FIG. 49

1
2

5
3

7 6

8 9

10

Figura 49

55
1. – Apófisis palatina del maxilar superior

2. – Lámina horizontal del palatino

3. – Apófisis pterigoides

4. – Orificio posterior de las fosas nasales. (coanas)

5. – Agujero oval

6. – Orificio inferior del conducto carotideo

7. - Apófisis estiloides

8. – Apófisis mastoides

9. – Cóndilos del occipital

10. – Agujero occipital

3. - IMAGENOLOGÍA DE CRÁNEO Y CARA

56
Figura 50

Figura 51

HUESOS DEL TÓRAX


El tórax está constituido por la articulación de las vértebras dorsales en la parte
posterior, con las costillas a los lados, y de estas con el esternón en la parte
anterior (fig. 52)

ESTERNÓN: Es un hueso plano con dos caras, anterior y posterior, y dos bordes
laterales. Ocupa la parte anterior del tórax y está constituido por tres partes: el
mango, el cuerpo y el apéndice xifoides.

El mango del esternón ocupa la parte más alta y es a la vez la más gruesa del
hueso (Fig. 52-1). En el extremo superior del mango se observan dos carillas
articulares para el extremo interno de las clavículas, formándose en este sitio las
articulaciones esterno-claviculares (Fig. 52-2); entre estas dos carillas, en la línea
media, se aprecia una escotadura no articular, llamada la horquilla esternal (Fig.
52-3).

57
El cuerpo del esternón es la parte más grande del hueso (Fig. 52-4), presenta dos
caras, una anterior en contacto con la piel y los músculos del tórax, y otra posterior
en contacto con el pericardio. Los bordes laterales del cuerpo presentan siete
carillas articulares, para las siete primeras costillas.

1 3

6
2

4 7

Figura 52

La primera de estas carillas articulares, para la primera costilla, se encuentra


localizada en el borde del mango del esternón (Fig. 52-5); la segunda, en el punto
de unión del mango con el cuerpo; esta unión produce una cresta palpable bajo la
piel (Fig. 52-6), que sirve como punto de referencia para localizar la segunda
costilla y, por consiguiente, el segundo espacio intercostal, referente útil por
ejemplo, cuando se van a colocar los electrodos para tomar un
electrocardiograma, o para localizar los focos de auscultación cardíaca. Entre las
carillas articulares se encuentran intercaladas unas escotaduras no articulares,
que prestan inserción a los músculos intercostales (Fig. 52-7).

El apéndice xifoides constituye el extremo inferior del esternón; puede tener


diferentes formas y tamaños, estar dirigido hacia abajo (Fig. 52-8), hacia adelante
o incluso hacia atrás. No tiene ninguna función especial.

58
COSTILLAS: Son unos huesos largos, planos, cóncavos, que se extienden a
manera de arcos entre las doce vértebras dorsales de la columna vertebral y el
esternón (Fig. 53). Según la forma de terminación en el esternón, las costillas se
pueden clasificar como costillas verdaderas (las 7 primeras), costillas falsas (de la
8° a la 10°) y flotantes, las dos últimas.

Figura 53

Las costillas verdaderas se caracterizan porque se extienden directamente desde


la vértebra dorsal correspondiente hasta el esternón. En este punto es necesario
aclarar que en realidad ninguna costilla termina directamente en el esternón; esta
unión se realiza por intermedio de un cartílago llamado cartílago costal (Fig. 53-1).
Los cartílagos costales 8°, 9° y 10° no llegan al esternón, sino que terminan en el
cartílago que está por encima por lo que reciben el nombre de costillas falsas (Fig.
53-2). Los dos últimos cartílagos no se unen con ningún otro y terminan en el
espesor de los músculos lumbares, reciben el nombre de costillas flotantes. La
superposición de los cartílagos costales derechos e izquierdos, desde el 10° al 7°,

59
delimitan un ángulo abierto hacia abajo denominado reborde costal (Fig. 53-3) el
cual, por ejemplo, en el lado derecho corresponde al nivel normal en el que se
debe encontrar el borde anterior del hígado.

Todas las costillas tienen una serie de características que les son comunes: En el
extremo posterior presentan una dilatación llamada la cabeza de la costilla (Fig.
54-1) que, en la mayoría de ellas, se articulan simultáneamente con los cuerpos
vertebrales de dos vértebras; por ejemplo, la tercera costilla se articula
simultáneamente con la segunda y la tercera vértebras dorsales. Después de la
cabeza hay una porción estrecha (Fig. 54-2) llamada cuello de la costilla. Esta
parte corresponde a la cara anterior apófisis transversa de la vértebra
correspondiente, y presta inserción a un ligamento llamado transverso-costal.

Enseguida del cuello se encuentra la tuberosidad costal (Fig. 54-3) que presenta
una carilla articular para la articulación con la apófisis transversa de la vértebra
correspondiente. Es decir, excepto las dos últimas que se articulan solamente con
el cuerpo vertebral, cada costilla se articula a la vez con el cuerpo y la apófisis
transversa de la vértebra correspondiente.

Figura 54

60
Con excepción de las dos primeras costillas, todas las demás tienen las caras del
cuerpo orientadas una hacia adentro o cara interna, y otra hacia afuera o cara
externa (Fig54-4) y la otra interna; y, por lo tanto, un borde superior y otro inferior.
En el borde inferior se encuentra labrado un canal por donde transcurren los
elementos del paquete vasculonervioso intercostal; de arriba abajo, la vena, la
arteria y el nervio intercostales (VAN).

En el extremo anterior de la costilla se encuentra una carilla rugosa donde se


implanta el cartílago costal (Fig. 54-5). No se trata de una verdadera articulación
sino de una unión condro-costal, entre el hueso y el cartílago.

En la siguiente imagen correspondiente a una radiografía simple de tórax, se


observan las principales características de estas estructuras:

Extremo posterior
Clavícula
de la 1° costilla

Extremo anterior
de la 1° costilla
Tráquea

5° costilla

Extremo Corazón
posterior de la 7°
costilla

Diafragma

Figura 55

D. - ESQUELETO APENDICULAR

61
El esqueleto apendicular se refiere a la estructura ósea de los miembros
superiores e inferiores, que se constituyen en los apéndices del esqueleto axial o
eje del cuerpo.

MIEMBRO SUPERIOR

La estructura ósea del miembro superior está formada por los huesos del hombro,
el brazo, el antebrazo y la mano.

HOMBRO

El hombro está constituido por tres huesos: la clavícula en la parte anterior y


superior del tórax, la escápula u omóplato en la parte posterior, y el extremo
superior del húmero. El conjunto de las dos escápulas y las dos clavículas, así
como la articulación de estas con el esternón, forman la cintura escapular (Fig.
56).

Figura 56

CLAVÍCULA

62
Una derecha y otra izquierda, son dos huesos largos curvados en forma de “S”
itálica (alargada), con un cuerpo o diáfisis y dos extremos o epífisis. El extremo
interno de la clavícula es abultado produciendo un levantamiento notorio en la piel
de la base del cuello, y se articula con la cabeza del esternón (Figs. 56-1 y 57-1).
El extremo externo (Fig. 56-2 y 57-2) es aplanado y se articula con el acromion de
la escápula.

El cuerpo es redondeado y presenta en su parte interna, mirándolo por delante


(borde anterior del hueso), una curvatura de convexidad hacia adelante (Fig. 57-
3), mientras que en su parte externa es cóncavo hacia adelante (Fig. 57-4).

1
2

3 4

Figura 57 Clavícula izquierda (vista superior)

Vista por su cara inferior, presenta un canal poco marcado en el cuerpo para la
inserción del músculo subclavio (Fig. 58-1) el cual, por su otro extremo, va a
insertarse en la cara superior de la primera costilla.

2
1

Figura 58 Clavícula izquierda (vista inferior)

63
En la cara inferior del extremo externo de la clavícula (Fig. 58-2) se observan unas
rugosidades para la inserción de dos ligamentos llamados conoide y trapezoide,
que unen esta parte de la clavícula (a distancia) con la apófisis coracoides de la
escápula.

En la figura 59 correspondiente a una tomografía axial computarizada (TAC), se


pueden apreciar los catastróficos resultados de un grave accidente
automovilístico: en (1) la clavícula izquierda que se encuentra íntegra; en (2) el
extremo anterior de la misma clavícula; en (3) el extremo anterior de la clavícula
derecha que se encuentra desplazado hacia atrás; en (4) la clavícula derecha con
múltiples fracturas; en (5) la primera costilla izquierda que se encuentra en su sitio;
en (6) la primera costilla derecha que está fracturada y desplazada hacia atrás; en
(7) la cabeza del húmero izquierdo que no ha sido afectada, y en (8) la cabeza del
húmero derecho desplazada hacia arriba y adentro.

3 2 1
4

8 7

Figura 59

64
ESCÁPULA

La escápula u omoplato (Fig. 60) es un hueso plano de forma triangular que


presenta, por lo tanto, dos caras (anterior y posterior), tres bordes (superior,
interno o espinal y externo o axilar) y tres ángulos (superior, inferior y externo).
5 4
2

Figura 60. Escápula izquierda, cara anterior

La cara anterior de la escápula (Fig. 60) es cóncava porque se acomoda a la


superficie convexa del tórax, presenta unas crestas oblicuas que ayudan a la
inserción de las fibras musculares del subescapular (Fig. 60-1), por lo que esta
cara recibe el nombre de fosa subescapular.

La cara posterior (Fig. 61) presenta aproximadamente en la unión del tercio


superior con los dos tercios inferiores, una gran apófisis de forma triangular
llamada la espina de la escápula (Figs. 61-1 y 62-1); hacia afuera, la espina de la
escápula se prolonga en una apófisis llamada acromion (Fig. 60-2, 61-2 y 62-2)
situada por encima y por detrás de la cavidad articular para el húmero (Fig. 62-3).
La parte de la cara posterior que está por encima de la espina se denomina fosa
supraespinosa (Fig. 61-3), y en ella se inserta el músculo del mismo nombre; la
parte por debajo de la espina se denomina fosa infraespinosa (Fig. 61-4), también
para la inserción del músculo homónimo.
65
El borde externo o axilar (Fig. 61-6) es el más grueso de los tres bordes de la
escápula; en su parte superior, constituyendo el ángulo externo, se encuentra una
superficie articular de forma ovalada (Fig. 62-3), más ancha en su parte inferior
que en la superior, llamada cavidad glenoidea de la escápula. Esta superficie se
pone en contacto con la cabeza del húmero para formar la articulación escapulo-
humeral o articulación del hombro.

7
5

1
2

Figura 61. Escápula izquierda, cara posterior

66
6

3
1
4

Figura 62. Escápula derecha, borde externo

Por debajo de la cavidad glenoidea se observa una superficie rugosa (Fig. 62-4)
llamada carilla sub-glenoidea, en donde se inserta la porción larga del tríceps
braquial. El resto de este borde está ocupado por un canal bien marcado llamado
canal de los redondos (Fig. 62-5), en donde se insertan los músculos redondos
mayor y menor.

Por encima y por delante de la cavidad glenoidea, se encuentra la apófisis


coracoides (Figs.61-5 y 62-6) en donde se insertan algunos de los músculos y
ligamentos de refuerzo del hombro.

Los bordes interno o espinal (Fig. 60-3) y superior (Fig. 60-4), son los más
delgados y, en el punto en que se unen, forman el ángulo superior (Figs. 60-5 y
61-7).

HÚMERO

El húmero (Fig. 63) es un hueso largo que constituye el esqueleto del brazo, y se
extiende entre el hombro y el codo. Como todos los huesos largos, tiene dos
extremos o epífisis y un cuerpo o diáfisis.

6
2

67
1
4

3 5

10
9

Figura 63. Húmero izquierdo vista anterior (a) y vista posterior (b)

El extremo o epífisis superior del húmero está ocupado mayormente por una
superficie articular de forma esférica que tiene aproximadamente la extensión de
media esfera (Fig. 63-1 y 2), orientada oblicuamente hacia arriba y adentro, que se
articula con la cavidad glenoidea de la escapula formando la articulación del
hombro. Por fuera de la cabeza se encuentran dos eminencias óseas denominada
troquin (Fig. 63-3) y troquiter (Fig. 63-4), para inserciones musculares. Separando
estas dos eminencias, se encuentra un canal profundo conocido como la
corredera bicipital del húmero, por donde pasa el tendón de la porción larga del
bíceps (Fig. 63-5). Entre la cabeza por dentro, y el troquin y troquiter por fuera, se
encuentra una zona estrecha llamada cuello anatómico del húmero (Fig. 63-6).

El extremo o epífisis inferior presenta dos superficies articulares; una interna


llamada la tróclea o polea humeral (Fig. 63-7) destinada a articularse con el
extremo superior del cúbito, y que ocupa tanto por la cara anterior como por la
cara posterior; la otra, externa o cóndilo humeral, es visible solamente en la cara
anterior del hueso, y se articula con el extremo superior del radio (Fig. 63-8). La
articulación húmero-cubital permite los movimientos de flexión y extensión del
68
codo, mientras que la h loúmero-radial permite los movimientos de pronación u
supinación del antebrazo.

La diáfisis del húmero tiene una forma triangular presentando, por lo tanto, tres
caras y tres bordes. La cara posterior está cubierta por el músculo tríceps braquial
encargado de extender el brazo. En ella se encuentra un canal oblicuo (Fig. 63-9),
por donde pasan el nervio radial y la arteria humeral profunda. En la parte superior
de la cara externa, se encuentra una rugosidad en forma de “V” llamada la
impresión deltoidea, por el hecho de que allí se inserta el músculo deltoides que
cubre el hombro.

Fractura del tercio medio de la diáfisis


del húmero

Figura 64

El esqueleto del antebrazo está constituido por dos huesos, el cúbito en la parte
interna (Fig. 65-1) y el radio en la externa (Fig. 65-2). Las epífisis superiores de
estos dos huesos, más la inferior del húmero (Fig. 65-3), forman tres articulaciones
independientes: la articulación húmero-radial (Fig. 65-4), la húmero-cubital (Fig.
65-5) y la radio-cubital superior (Fig.65-6). Estas tres articulaciones forman, en
conjunto, la articulación del codo.

69
3

2
1

Figura 65

CÚBITO

Ocupa la parte interna del antebrazo entre el codo y la muñeca. Al igual que los
otros huesos largos, tiene una diáfisis triangular con caras anterior, posterior e
interna y tres bordes, anterior, posterior y externo. Las tres caras están cubiertas
por los músculos que se extienden desde el antebrazo hasta la mano.

La extremidad o epífisis superior presenta una gran apófisis denominada


olecranon (Fig. 66-1), que forma la parte saliente del codo cuando está en flexión;
en esta apófisis se inserta el tendón inferior del tríceps, que es el músculo
encargado de extender el brazo. Por delante del olecranon se encuentra otra
apófisis, más pequeña, denominada apófisis coronoides del cúbito (Fig. 66-2), en
cuya base se inserta el músculo braquial anterior, uno de los flexores del brazo.
En el borde externo de esta apófisis coronoides, se encuentra una superficie
articular cóncava (Fig. 66-3) denominada cavidad sigmoidea menor, para la
articulación del extremo superior del cúbito con el correspondiente del radio,
formando la articulación radio-cubital superior que a su vez forma parte del codo.
La cara anterior del olecranon y su continuación con la cara superior de la apófisis
coronoides son articulares (Fig. 66-4), y forman la cavidad sigmoidea mayor para
la articulación del cúbito con el húmero.

70
Los bordes anterior y posterior de la diáfisis son redondeados y están cubiertos
por los músculos de la región; el borde externo es delgado (Fig. 66-5) y presta
inserción a la membrana interósea que se extiende desde este borde hasta el
borde interno del radio, cerrando el espacio interóseo (Fig. 66-6).

4
2

8 7

Figura 66. Antebrazo derecho

El extremo inferior del cúbito es mucho menos voluminoso que el superior;


presenta una superficie redondeada llamada la cabeza del cúbito (Fig. 66-7), en
relación con el hueso piramidal del carpo. Por dentro de la cabeza, se encuentra la

71
apófisis estiloides (Fig. 66-8) que presta inserción a algunos de los ligamentos de
refuerzo de la articulación de la muñeca.

RADIO

La epífisis superior del radio presenta una superficie articular de forma cilíndrica
llamada la cúpula radial (Fig. 67-1) que se articula con la cavidad sigmoidea menor
del cúbito, permitiendo los movimientos de pronación y supinación del antebrazo.
Por debajo de la cúpula, en la cara anterior del hueso, se observa una eminencia
rugosa llamada la tuberosidad bicipital del radio (Fig. 67-2), en donde se inserta el
extremo inferior del músculo bíceps, también flexor del brazo junto con el braquial
anterior.

Figura 67. Antebrazo izquierdo

72
El extremo inferior del radio es, al contrario de lo que sucede en el cúbito, más
grande que el superior, y en su extremo externo se encuentra la apófisis estiloides
Fig. 67-3), también para la inserción de ligamentos de refuerzo de la muñeca.

La cara anterior de las diáfisis del cúbito y el radio, así como la cara anterior de la
membrana interósea del antebrazo (Fig. 67-4), forman una ancha zona osteo-
fibrosa, para la inserción de los músculos flexores de la mano; lo mismo sucede en
la cara posterior del antebrazo, pero para los músculos extensores.

MANO

El esqueleto de la mano está formado por 27 huesos divididos en tres regiones: el


carpo, el metacarpo y los dedos, que están formados por las falanges.

73
1
4
3
3
1
2

Figura 68
2

HUESOS DEL CARPO

En el carpo se encuentran ocho huesos dispuestos en dos filas de cuatro. La


primera fila está formada, de afuera adentro, por el escafoides (Fig. 68-1), el
semilunar (Fig. 68-2), el piramidal (Fig. 68-3) y el pisciforme (Fig. 68-4). Este

74
último hueso es el más pequeño de todos y no se ubica por dentro del piramidal
sino por delante de él. El conjunto de los tres primeros huesos, el escafoides, el
semilunar y el piramidal, al articularse entre sí, forman el denominado cóndilo
carpiano que funcionalmente actúa como un solo elemento; al articularse éste con
el cúbito y el radio, forman la articulación de la muñeca. Es decir, en esta
articulación, concurren cinco huesos.

La segunda fila de huesos del carpo está formada, también de fuera adentro, por
el trapecio (Fig. 69-1), el trapezoide (Fig. 69-2), el hueso grande (Fig. 69-3) y el
hueso ganchoso (Fig.69-4), que recibe este nombre por la gran apófisis en forma
de gancho que presenta en su cara anterior. Estos huesos se articulan por abajo
con los cinco metacarpianos; los dos últimos (cuarto y quinto metacarpianos), se
articulan simultáneamente con el hueso ganchoso.

1 Pisciforme

4
6 Gancho del hueso ganchoso

2
5
7

10

11

12

Figura 69

75
HUESOS DEL METACARPO

Son cinco huesos largos dispuestos entre los huesos del carpo y la primera
falange de cada dedo. Su epífisis superior o proximal es irregularmente cuboidea
para articularse con los huesos de la segunda fila del carpo y con el extremo
proximal de los metacarpianos vecinos (Fig. 69-5). Estas articulaciones carpo-
metacarpianas son prácticamente inmóviles desde la segunda hasta la quinta; la
primera articulación carpo-metacarpiana correspondiente al pulgar, a diferencia de
las otras, tiene una gran movilidad lo que permite movimientos como el de
oposición del pulgar con los otros dedos. Este aumento de movilidad tiene, sin
embargo, un costo; la mayor movilidad implica unos ligamentos de refuerzo menos
fuertes, por lo que las luxaciones de esta articulación (Fig. 69-6) son muy
frecuentes.

La diáfisis de los cuatro últimos metacarpianos es triangular, con una cara


posterior o dorsal, y dos caras laterales. La diáfisis del primer metacarpiano es
más corta que la de los otros dedos y es muy parecida a la de las falanges,
adoptando la forma de medio cilindro con una cara anterior o palmar que es plana
(Fig. 69-7), y la otra posterior o dorsal que es convexa.

El extremo inferior o distal de los metacarpianos es redondeado (Fig. 69-8) y se


articula con el extremo proximal cóncavo de la primera falange de cada dedo (Fig.
69-9), permitiendo amplios movimientos de flexión, extensión, abducción y
aducción en las articulaciones metacarpo-falángicas.

HUESOS DE LOS DEDOS

El esqueleto de los dedos está formado por las falanges; los dedos índice, medio,
anular y meñique tienen tres falanges, mientras que el pulgar tiene solo dos.
Articulación metacarpo falángica

1
2

3
76
Figura 70

La primera falange o proximal de cada dedo (Figs. 69-10 y 70-1), se articula por
arriba con el metacarpiano correspondiente (Fig. 70-2) y por abajo con la segunda
falange o intermedia (Fig. 70-3). La diáfisis de todas las falanges tiene forma de
medio cilindro al igual que el primer metacarpiano correspondiente al pulgar, con
una cara anterior plana (Fig. 69-11) y la otra posterior, convexa.

Las articulaciones interfalángicas (primera falange con la segunda, y esta con la


tercera) se realizan mediante unas superficies articulares en forma de polea por
parte de la falange superior, y de cresta central con dos vertientes por parte de la
inferior (ver artrología). Este tipo de articulación llamado trocleartrosis, permite
movimientos amplios de flexión y extensión de los dedos, pero no movimientos
laterales.

El extremo inferior de la última falange es diferente al de las otras; en primer lugar,


no es articular, y presenta un ensanchamiento del hueso llamado placa ungueal
que sirve de apoyo al lecho de la uña (Figs. 69-12 y 70-4). En este sentido,
podemos decir que el pulgar tiene las falanges primera y tercera, careciendo de la
intermedia.

Carpograma en el que ya se han cerrado la mayoría de los núcleos de crecimiento. Todavía se ven
activos los cartílagos metafisiarios de las epífisis proximales en las falanges distales de los
pulgares y en algunos metacarpianos.

77
MIEMBRO INFERIOR

El esqueleto del miembro inferior incluye la pelvis o cintura pélvica, el fémur que
es el hueso del muslo, la tibia y el peroné que forman el esqueleto de la pierna, y
el pie.

PELVIS

La pelvis es una cavidad ósea formada por el sacro y los dos huesos ilíacos o
coxales, destinada a contener y proteger los órganos pélvicos (ver esplacnología).

SACRO

El sacro es un hueso situado en la parte posterior de la pelvis, formado


inicialmente por cinco vértebras independientes, vértebras sacras, que
posteriormente se fusionan constituyendo un solo hueso.

En conjunto tiene una forma triangular con la base superior y el vértice inferior,
una cara anterior cóncava en relación con el interior de la pelvis, y otra posterior,
convexa.

La cara anterior presenta en la línea media una columna ósea formada por la
superposición de los cuerpos vertebrales que originalmente formaban las cinco
vértebras sacras (Fig.71-1), y unas líneas transversales que corresponden a la
osificación de los discos intervertebrales (Fig. 71-2).

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4
78
Figura 71

A cada lado de esta columna se observan cuatro agujeros llamados agujeros


sacros anteriores (Fig. 71-3), por donde salen los nervios que van a formar las
ramas anteriores del plexo sacro. En el vértice del sacro, se encuentra una carilla
articular (Fig. 71-4) para la articulación de este hueso con el cóccix.

En la cara posterior se observa, en la línea media, una cresta ósea


correspondiente a la superposición de las apófisis espinosas de las vértebras
sacras (Fig. 72-1), denominada cresta sacra. A los lados de esta cresta, los
agujeros sacros posteriores (Fig. 72-2), para la salida de las raíces posteriores de
los nervios sacros.

Por fuera de estos agujeros y en la parte superior de la cara posterior del hueso,
se encuentran unas depresiones profundas llamadas fositas digitales (Fig. 72-3)
llamadas así supuestamente porque en ellas cabe la punta de un dedo, que junto
con las carillas articulares de los lados, forman los elementos del sacro destinados
a formar las articulaciones sacro-ilíacas.

En la parte inferior de esta cara posterior, cerca al vértice del hueso, se encuentra
un orificio llamado hiato sacro (Fig. 72-4), que es el orificio inferior de un conducto
que lo recorre en toda su longitud llamado conducto sacro, y que a su vez es la
terminación del conducto raquídeo que comienza en el agujero occipital.

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Figura 72

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Figura 73

En la base del sacro se encuentra una carilla articular grande (Fig. 73-1) que se
articula con la cara inferior del cuerpo vertebral de la quinta vértebra lumbar. Por
detrás de ella un orificio triangular (Fig. 73-2) que es el inicio del conducto sacro. A
los lados de este agujero, dos apófisis articulares, para la articulación con las
apófisis articulares inferiores de L5 (Figs. 72-5 y 73-3). Finalmente, por fuera de

80
las apófisis articulares, dos superficies triangulares llamadas alerones del sacro,
que pertenecen a la superficie de la pelvis mayor (Fig. 73-4).

HUESO ILÍACO O COXAL

Es un hueso plano, irregularmente cuadrilátero, que está formado por tres partes
que inicialmente se encuentran independientes, el ilion (Fig. 74-1), el isquion (Fig.
74-2) y el pubis (Fig. 74-3), pero que al final del período de crecimiento se osifican
en un solo hueso.

Por tratarse de un hueso plano y cuadrilátero, presenta dos caras, externa e


interna, cuatro bordes y cuatro ángulos.

La cara externa presenta, en el punto en donde confluyen las tres partes del
hueso, una cavidad articular llamada cavidad acetabular o simplemente acetábulo
(Fig. 74-4), que tiene la forma de un anillo incompleto, abierto hacia abajo,
formando en este punto la llamada escotadura isquiopubiana (Fig. 74-8). Este
anillo es el que se pone en contacto con la cabeza del fémur para formar la
articulación de la cadera; el fondo del acetábulo no es articular (Fig. 74-5), y en él
se inserta el ligamento redondo, que es un ligamento de refuerzo intra-articular.

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Figura 74. Cara externa del coxal

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Por encima del acetábulo se encuentra la parte más amplia del hueso, la cara
externa del íleon llamada fosa ilíaca externa, que presenta unas líneas rugosas
(Fig. 74-6) para la inserción de los músculos glúteos.

Por debajo del acetábulo, se encuentra un orificio limitado por delante por el pubis,
y atrás por el isquion (Fig. 74-7), llamado agujero isquiopubiano; o también, en un
desafortunado intento por bautizarlo, lo designaron como agujero obturador; pero,
como es fácil de entender, no es posible que un agujero obture o cierre nada.

La parte posterior del hueso que corresponde al isquion (Fig. 74-2), es la más
gruesa y en ella se inserta un grupo de músculos llamados isquio-tibiales, por
extenderse desde esta parte del ilion hasta la tibia en la pierna.

La parte anterior, el pubis (Fig. 74-3), se articula con el pubis del otro lado
formando la sínfisis púbica (Fig.75-1) cerrando la cavidad pélvica por delante y
formando el límite anterior del llamado diámetro anteroposterior del estrecho
medio de la pelvis (Fig. 75-2).

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Figura 75

La cara interna del ilion (Fig. 75-3), denominada fosa ilíaca interna, forma las
paredes laterales de la pelvis.

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El borde superior del hueso coxal (Fig. 75-4) es grueso y rugoso para inserciones
musculares, y recibe el nombre de cresta ilíaca.

El borde anterior presenta, de arriba abajo, dos apófisis llamadas espina ilíaca
antero-superior (Fig. 75-5) y espina ilíaca antero-inferior (Fig. 75-6), una superficie
triangular llamada superficie pectínea (Fig. 75-7) limitada por atrás por una cresta
ósea bien marcada llamada cresta pectínea (Fig. 75-8), todas estas estructuras
destinadas a inserciones musculares.

El borde posterior del hueso coxal es bastante accidentado; en la parte superior


presenta dos salientes llamadas espinas ilíacas postero-superior y postero-inferior
(Fig. 74-9), que forman parte de la articulación sacro ilíaca. Más abajo se
encuentra una gran apófisis terminada en punta, llamada espina ciática (Fig. 74-
10), que es un punto de referencia para el nervio ciático. Por encima y por debajo
de esta espina se observan dos escotaduras amplias, más grande la superior que
la inferior, llamadas escotaduras ciáticas mayor y menor.

FEMUR

El fémur es el más largo de los huesos del esqueleto; se le consideran dos


extremos o epífisis (superior e inferior) y un cuerpo o diáfisis.

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Vista anterior Vista posterior Vista interna

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Figura 76

Como en la mayoría de los huesos largos del esqueleto, la diáfisis del fémur
también es triangular, presentando una cara anterior (Fig. 76-1), otra interna (Fig.
76-2) y otra externa (Fig. 76-3). Estas caras, al igual que los bordes interno y
externo, son lisas y están cubiertas por los músculos del muslo. El borde posterior
(Fig. 76-4) es grueso y rugoso recibiendo el nombre de línea áspera del fémur, y
presta inserción a varios de los músculos del muslo.

La epífisis superior presenta una estructura de forma esférica llamada la cabeza


del fémur (Fig. 76-5), que al articularse con la cavidad acetabular del hueso coxal
forman la articulación de la cadera. En esta cabeza se encuentra una fosita rugosa
en la que se inserta el ligamento redondo del fémur, que constituye un ligamento
intra-articular de refuerzo de esta articulación (Fig. 76-5). Por fuera de la cabeza
se encuentra el cuello anatómico del fémur, que la comunica con el extremo
superior del hueso (Fig. 76-6); aquí se encuentran dos prominencias llamadas
trocánter mayor (Fig. 76-7) y trocánter menor (Fig. 76-8) para inserciones
musculares.

La epífisis inferior está formada por dos estructuras articulares, alargadas,


llamadas cóndilos del fémur, uno interno y el otro externo. Estas estructuras, por la
cara anterior del hueso, se unen formando una superficie articular en forma de
polea para la articulación con la rótula (Fig.76-9). Por la parte posterior del fémur,
estos dos cóndilos se separan formando la escotadura inter-condílea (Fig. 76-10),
que forma parte del espacio interior de la articulación de la rodilla y permite la
inserción de los ligamentos cruzados (ver artrología).

ROTULA

La rótula es un hueso sesamoideo; de hecho, es el más grande de los


sesamoideos del cuerpo. Recordemos que un hueso sesamoideo es aquel que se
encuentra situado a la altura de algunas articulaciones y que generalmente está
incluido dentro de los tendones musculares que cruzan la articulación. Son huesos
redondeados y pequeños; su nombre viene de la similitud que tienen con las
semillas de sésamo que son muy pequeñas, a excepción de la rótula que es
también un sesamoideo porque se encuentra a la altura de la articulación de la
rodilla y está incluido dentro del tendón del músculo cuádriceps, pero es de mayor
tamaño.

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Cara anterior Cara posterior

Figura 77

La cara anterior (Fig. 77-1), los bordes laterales (Fig.77-2) y la base de la rótula
(Fig.77-3) son estructuras rugosas y en ellas se insertan los tendones
provenientes de las cuatro porciones del músculo cuádriceps.

La cara posterior es articular en casi toda su extensión y presenta una cresta


vertical (Fig. 77-4) con dos vertientes, una interna y otra externa; esta superficie se
articula con la parte anterior de los cóndilos del fémur.

El vértice de la rótula (Fig. 77-5), grueso y rugoso, da inserción a un fuerte tendón


que es continuación de los que vienen del cuádriceps, y que termina insertándose
en la tuberosidad anterior de la tibia. Este tendón, llamado tendón rotuliano,
permite examinar, al golpearlo con el martillo de reflejos, la respuesta motora de
los reflejos tendinosos.

TIBIA

Es un hueso largo muy fuerte, con una capa cortical de hueso compacto bastante
gruesa, que ocupa la parte interna del esqueleto de la pierna.

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6 Figura 78

Se articula por arriba con el fémur formando, con este hueso y con la rótula, la
articulación de la rodilla. Por abajo se articula con el astrágalo, para formar junto
con el peroné, la articulación del cuello del pie.

Su diáfisis, de forma triangular, presenta una cara posterior, una interna y la otra
externa y tres bordes: uno anterior o espina de la tibia, interno y externo. La cara
posterior (Fig. 78-1) presta inserción a los músculos de la cara posterior de la
pierna; en la parte superior de esta cara se encuentra una línea rugosa oblicua
(Fig. 78-2), que presta inserción al músculo sóleo el cual, junto con los gemelos de
la pierna, forman el tríceps sural, uno de los músculos más fuertes del cuerpo ya
que permite, gracias a su inserción en el calcáneo mediante el tendón de Aquiles,
levantar todo el peso del cuerpo al pararnos en la punta de los pies.

La cara interna (Fig. 78-3), a diferencia de la externa y de la posterior que están


cubiertas de músculos, está cubierta solamente por la piel, por lo que los golpes
en esta región son muy dolorosos al estar el periostio, que es una membrana muy

86
inervada que cubre los huesos, sin ninguna protección. En la parte superior de
esta cara se insertan tres músculos que vienen del muslo, el sartorio, el recto
interno y el semitendinoso, cuyos tendones forman una estructura conocida como
la “pata de ganso”.

La cara externa (Fig. 78-4) forma parte de un espacio limitado entre la tibia y el
peroné llamado espacio interóseo de la pierna; entre estos dos huesos se extiende
una membrana resistente, que por parte de la tibia se inserta en una cresta
llamada cresta interósea (Fig. 78-5) y por parte del peroné en el borde interno de
la diáfisis. La membrana interósea de la pierna, no solamente ayuda a reforzar la
unión de estos dos huesos, sino que también amplía la superficie de inserción
para los músculos de esta región, tanto por la cara anterior como por la posterior
de la pierna.

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Figura 79

La epífisis superior, vista desde arriba, presenta dos superficies articulares


cóncavas, una interna (Fig. 79-1) y otra externa (Fig. 79-2), la que a su vez se
articula con la cabeza del peroné (Fig. 79-3), destinadas a articularse con los
cóndilos del fémur y constituyendo, en conjunto con la rótula, la articulación de la
rodilla. Es de anotar que, en esta articulación, la participación del peroné es muy
pobre ya que solamente presta inserción a uno de los ligamentos de refuerzo, pero
no se articula ni con el fémur, ni con la rótula.

Las dos superficies articulares se encuentran separadas por un levantamiento


óseo de vértice bifurcado, llamado espina de la tibia (Fig. 79-4). Por delante y por
detrás de la espina de la tibia hay dos superficies rugosas de forma triangular,
llamadas superficies pre espinal (Fig. 79-5) y retro espinal (Fig. 79-6) que prestan

87
inserción respectivamente a los ligamentos cruzados anterior y posterior (ver
articulación de la rodilla). En la parte anterior de la tibia, un poco por debajo de los
platillos tibiales, se encuentra una prominencia llamada tubérculo anterior de la
tibia (Fig. 78-7) en donde se inserta el tendón rotuliano, que es el tendón de
inserción inferior del músculo cuádriceps del muslo. Este es el tendón que se
estimula con el martillo de caucho cuando se explora el reflejo de extensión de la
pierna.

La epífisis inferior presenta, en su parte interna, una gran apófisis dirigida hacia
abajo (Figs. 78-6 y 80-1) llamada maléolo interno o maléolo tibial. Por fuera del
maléolo, la superficie es lisa y articular (Fig. 80-2) para articularse con la cara
superior del astrágalo. En su parte externa se articula con el extremo inferior del
peroné que constituye el maléolo peroneo (Fig. 80-3), en este punto se forma la
articulación tibio-peroneo-astragalina o articulación del cuello del pie.

Figura 80

PERONÉ

El peroné es un hueso largo, delgado, que ocupa la parte externa del esqueleto de
la pierna. Se articula por sus extremos superior e inferior con la tibia formando las
articulaciones tibio-peroneas superior e inferior, dejando entre las diáfisis de
ambos huesos una separación llamada espacio interóseo de la pierna. Al igual de
lo que sucede en el antebrazo, entre estos dos huesos se extiende una fuerte
membrana interósea (Fig. 81-1) que además de servir como medio de unión entre
ellos, presta inserción a los músculos de la cara anterior y posterior de la pierna.

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Figura 81

El extremo o epífisis superior del peroné (fig. 81-2) es abultado y recibe el nombre
de cabeza del peroné en donde se inserta el ligamento lateral externo de la rodilla,
constituyendo el único aporte que el peroné hace a esta articulación. Este extremo
se articula con el platillo tibial externo formando la articulación tibio-peronea
superior, que está situada por debajo del nivel de la interlínea articular de la rodilla,
por lo que no se articula con el fémur.

El extremo inferior, por el contrario, es bastante prominente constituyendo el


maléolo externo o maléolo peroneo (Fig. 81-3).

La diáfisis del peroné es triangular, con una cara externa (Fig.81-4), otra posterior
y la otra interna. En esta última cara se encuentra una cresta longitudinal llamada
cresta interósea, en donde se inserta la membrana de este mismo nombre, que se
extiende hasta el borde externo de la tibia.

89
PIE

El esqueleto del pie está formado por 26 huesos distribuidos en tres regiones: 7 en
el tarso que es la parte más posterior del pie, 5 metatarsianos y 14 falanges en los
dedos.

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Figura 82 Pie visto por la cara externa

El tarso está constituido por los siguientes huesos: el calcáneo (Figs. 82-1 y 83-1),
el astrágalo (Figs. 82-2 y 83-2), el cuboides (Fig. 82-3), el escafoides (Figs. 82-4 y
83-3), y tres huesos de forma triangular llamados cuñas o cuneiformes; una
interna (Fig. 83-4) que es la más grande, una intermedia (Fig. 82-5) que es la más
pequeña, y la otra externa (Fig. 82-6) que es de un tamaño intermedio entre las
dos anteriores.

El calcáneo forma el talón que es el punto de apoyo posterior del pie, se articula
por delante con el cuboides y por arriba con el astrágalo. Este hueso tiene mucha
historia ya que constituía el punto de inserción de los clavos en uno de los tipos de
crucifixión que se practicaban en la antigua Roma (Fig. 84).

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Figura 83 Pie visto por la cara interna

La prueba de una crucifixión: el hueso del


talón y el clavo hallados en el osario de
Yehohanan, descubierto en Jerusalén
en1968. (Cortesía del Museo de Israel.
Fotógrafo: Ilan Shtulman)

El ejemplo de Jerusalén presenta un clavo


de 4.5 pulgadas (11,5 centímetros)
martillado para que atravesara el talón, y
fue hallado junto con parte de la madera
de olivo original aún adosada. Este hecho
es considerado una prueba concluyente
de que tuvo lugar la crucifixión.

Figura 84

El astrágalo se articula por delante con el escafoides, por abajo con el calcáneo y
por arriba con los dos huesos de la pierna. Su cara superior es lisa, convexa en
sentido antero-posterior, cubierta de cartílago y se articula con la epífisis inferior
de la tibia; sus dos caras laterales presentan carillas articulares para los maléolos
tibial y peroneo. Estos tres huesos forman la articulación del cuello del pie; la
forma en que la tibia y el peroné abrazan al astrágalo, le ha merecido el nombre
de mortaja tibio-peroneo-astragalina.

91
Por delante del cuboides y las tres cuñas se encuentran los cinco metatarsianos;
los tres primeros (contando de dentro afuera siendo el primero el del grueso artejo)
se articulan por detrás respectivamente con las tres cuñas, y los dos últimos con la
cara anterior del cuboides (Fig. 82-7). Este extremo o epífisis posterior de los
metatarsianos tiene forma cuboidea, ya que además de articularse con los huesos
del tarso, se articula con los metatarsianos que están a los lados; situación ésta,
que además de la gran cantidad de ligamentos de refuerzo de estas
articulaciones, hace que los movimientos en ellas sean muy reducidos.

El extremo anterior de los metatarsianos es redondeado y se articula con el


extremo posterior, cóncavo, de la primera falange de cada dedo, formando las
articulaciones metatarso falángicas, que permiten amplios movimientos a los
dedos del pie.

La diáfisis de los metatarsianos en el pie, al igual que la de los metacarpianos en


la mano, es triangular, presentando tres caras: una superior o dorsal, una interna y
la otra externa. Entre las diáfisis de los metatarsianos se forman unos espacios
interóseos, que van a estar ocupados por dos capas de músculos que reciben el
mismo nombre, músculos interóseos dorsales y músculos interóseos plantares.

El esqueleto de los dedos del pie es muy similar al de los dedos de la mano. Los
dedos del segundo al quinto, tienen tres falanges; proximal, media y distal o
ungueal, llamada así por la expansión ósea que presenta en su extremo distal
llamada placa ungueal que sirve de apoyo a la uña. El primer dedo o grueso
artejo, que en el pie es el interno, al igual que lo que sucede en el pulgar de la
mano solo tiene dos falanges: la proximal y la distal, careciendo de la intermedia.

Los extremos proximales y distales de las falanges que constituyen las


articulaciones interfalángicas tienen forma de poleas, por lo que permiten amplios
movimientos en el sentido de la flexión y la extensión, pero no permiten
movimientos laterales.

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Calcáneo

Astrágalo

Escafoides
Cuboides

Primera cuña

Segunda cuña
Tercera cuña

Primer metatarsiano
Quinto metatarsiano

Espacio interóseo

Falange proximal del grueso artejo


Falange proximal del segundo dedo

Falange intermedia del segundo dedo


Falange distal del grueso artejo

Falange distal del segundo dedo

Figura 85

93
5.- CONSTITUCIÓN HISTOLÓGICA DEL HUESO

6.- FISIOLOGÍA DEL HUESO

7.- SISTEMA ARTICULAR: ARTROLOGÍA


La artrología estudia las diferentes formas de unión que tienen los huesos del
esqueleto entre sí. De la forma que tengan las superficies articulares que se ponen
en contacto, dependerá el grado de movilidad de la articulación. La clasificación de
las articulaciones podrá hacerse entonces, según la forma de las superficies
articulares, o según el grado de movilidad que tengan.

A) ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LAS ARTICULACIONES

Los diferentes elementos que forman una articulación, difieren si se trata de


articulaciones con o sin movimiento. A continuación, veremos los elementos que
constituyen una articulación móvil, tomando como ejemplo la articulación del
hombro.

6 7

Figura 86

1.- Todas las articulaciones tienen superficies articulares, es decir, las partes de
los huesos que se ponen en contacto. En este ejemplo, tenemos dos superficies

94
articulares: la cabeza del húmero (Fig. 86-1) y la cavidad glenoidea de la escápula
(Fig. 86-2).

2. – Cada una de las superficies articulares está cubierta por una capa de cartílago
hialino (Fig. 86-3) que facilita el rozamiento de las superficies óseas sin que se
produzca lesión del hueso (el desgaste de esta capa de cartílago y el consiguiente
daño del hueso, se denomina artrosis).

3. – El espacio limitado entre las superficies articulares se denomina cavidad


articular (Fig. 86-4) el cual está totalmente aislado del exterior por una membrana
llamada cápsula articular (Fig. 86-5).

4. – Alrededor de la articulación, ya sea como estructuras independientes o como


engrosamientos en algunos puntos de la cápsula articular, se encuentran los
ligamentos de refuerzo, que tienen como objeto mantener unidos los huesos que
se articulan (Fig. 86-6). En algunos casos, los tendones de inserción muscular
pueden actuar también como ligamentos de refuerzo, como en el del ejemplo que
nos ocupa, en donde el tendón de inserción de la porción larga del bíceps
braquial, al pasar por encima de la articulación (Fig. 86-7), le proporciona una
estabilidad adicional.

En otros casos, como sucede en la articulación de la rodilla, hay ligamentos de


refuerzo que no están por fuera de la articulación sino por dentro de ella (en la
rodilla están los ligamentos cruzados), que pueden llegar a ser incluso más
importantes para la estabilidad articular que los ligamentos periféricos.

5. – En el interior de las articulaciones se encuentra la membrana sinovial, que


produce el líquido del mismo nombre, encargado de lubricar el cartílago de las
superficies para facilitar el movimiento y evitar el desgaste, es el equivalente al
aceite que se pone en los motores de los automóviles para que puedan funcionar
sin dañarse.

B) CLASIFICACIÓN DE LAS ARTICULACIONES SEGÚN LA AMPLITUD DE SUS


MOVIMIENTOS

En términos generales las articulaciones pueden no moverse, moverse un poquito,


o tener amplios movimientos. Estas tres opciones nos permiten clasificar las
articulaciones, según el grado de movilidad, en tres categorías:

1. - SINARTROSIS: son las articulaciones que NO tienen movimiento. Esto


sucede, por ejemplo, con las articulaciones de los huesos del cráneo y de la cara,

95
que reciben el nombre se suturas. Dentro de esta categoría de las articulaciones
sin movimiento, puede haber varios tipos, como por ejemplo los siguientes:

- Sutura dentada. Funcionan con el mismo principio de las cremalleras; dos bordes
dentados que se entrecruzan los de un lado con los del otro para dar
estabilidad a la articulación, como sucede en la articulación del frontal con
los parietales y de estos entre sí o con el occipital (Fig. 87-15).

(Atlas Fotográfico de Anatomía del Cuerpo Humano Rohen Yokochi)

Figura 87

96
- Sutura armónica. Se producen cuando los bordes óseos que se articulan son
lisos y ligeramente curvos, como sucede entre los dos huesos propios de la
nariz.
- Sutura escamosa. Se presenta solamente en algunos de los huesos del cráneo
en donde la articulación está cortada a bisel, como en la articulación del
parietal con la porción escamosa del temporal, en donde la tabla externa
del temporal es más larga que la del parietal.

2. – ANFIARTROSIS: Son articulaciones con movimientos limitados a uno o dos de los


ejes espaciales y de poca amplitud, como sucede en las articulaciones de las
manos y pies.

3. – DIARTROSIS: Son articulaciones de muy amplios movimientos en los tres ejes


espaciales, como sucede en las articulaciones del hombro y de la cadera.

C). - CLASIFICACIÓN DE LAS ARTICULACIONES SEGÚN LA FORMA DE LAS


SUPERFICIES ARTICULARES.

1. – ENARTROSIS: Son articulaciones en las cuales uno de los extremos óseos


que forman la articulación tiene forma esférica, como la cabeza del húmero o del
fémur (Fig. 87-17), y el otro es una cavidad (glenoidea de la escápula o acetabular
del coxal) donde se introduce la esfera.

2. – TROCLEARTROSIS: Son articulaciones en las cuales un extremo con forma


de polea se articula con otro que tiene una cresta central y dos vertientes laterales
(Fig. 87-13) como la articulación de la tróclea del húmero con la cavidad sigmoidea
mayor del cúbito en el codo.

3. - TROCOIDE: Uno de los extremos tuene forma cilíndrica y el otro es una


cavidad correspondiente (Fig. 87-16). El ejemplo clásico de este tipo de
articulación es la radio-cubital superior, en la que el extremo superior del radio que
es de forma cilíndrica, rota sobre la cavidad sigmoidea menor del cúbito para
producir los movimientos de pronación y supinación del antebrazo.

4. – CONDÍLEA: Uno de los extremos articulares es de forma ovalada como el


cóndilo del maxilar inferior, que se mueve sobre una cavidad ligeramente cóncava
como la cavidad glenoidea del temporal. La articulación temporo maxilar (A. T. M.)
tiene además un menisco que ayuda a que las dos partes óseas se correspondan
y facilita su movimiento. Las articulaciones condíleas también pueden ser dobles
como en el caso de la rodilla; cada uno de los cóndilos del fémur se articula con
uno de los platillos tibiales, en este caso también existen los meniscos.

97
5. – ARTODIAS: Son articulaciones en las que ambas superficies articulares son
planas, por lo que no puede haber sino movimientos de deslizamiento entre ellas.
Se encuentran en las articulaciones intervertebrales del cuello y la región dorsal
(las articulaciones intervertebrales lumbares son trocoides).

6. – ARTICULACIÓN EN SILLA DE MONTAR: Las dos superficies articulares son


cóncavas en un sentido y convexas en el otro, adoptando la posición que toman el
jinete sobre la silla de montar (Fig. 87-14). La única articulación de este tipo es la
carpo-metacarpiana del pulgar, que está específicamente diseñada para realizar el
movimiento de oposición del pulgar con los demás dedos, lo que nos permite
tomar objetos mediante un movimiento de pinza del pulgar con la punta de los
otros dedos. Esta es una de las razones por las que el dedo pulgar solamente
tiene dos falanges; si tuviera tres, sería muy largo para este movimiento.

D). - PRINCIPALES ARTICULACIONES DEL ESQUELETO AXIAL.

1. – ARTICULACIONES DE LA COLUMNA VERTEBRAL

Las vértebras se articulan entre sí a nivel de las apófisis articulares superiores e


inferiores que, como ya quedó dicho antes, son planas en las regiones cervical y
dorsal constituyendo artrodias, y cilíndricas en las lumbares constituyendo
trocoides. Sin embargo, el principal medio de unión no se encuentra a nivel de las
apófisis articulares, sino de los cuerpos vertebrales. Ocupando el espacio que se
encuentra entre los cuerpos de las vértebras, se encuentran unas estructuras
cartilaginosas llamadas discos intervertebrales (Fig. 88), compuestos por un anillo
exterior fibroso y una zona central blanda llamada núcleo pulposo. Estos discos
intervertebrales no solamente actúan como amortiguadores absorbiendo las
presiones que se ejercen a lo largo de la columna, sino que se adhieren a las
caras de los cuerpos vertebrales constituyendo un fuerte medio de unión entre las
vértebras.

98
Figura 88

En ocasiones el anillo fibroso periférico del disco intervertebral puede romperse,


dejando salir la parte interior y formando una hernia del núcleo pulposo (Fig. 89).
Estas hernias generalmente comprimen los nervios raquídeos causando mucho
dolor que se irradia hacia las piernas, y pueden requerir tratamiento quirúrgico.

Figura 89

Adicionalmente a la unión que brindan los discos intervertebrales, los cuerpos


vertebrales están unidos por sus caras anteriores y posteriores, por dos largos
ligamentos que se extienden desde el occipital hasta el sacro, llamados
ligamentos vertebrales comunes anterior y posterior.

El ligamento vertebral común anterior (Fig. 90-1) es una cinta ancha que, en las
regiones cervical y lumbar, cubre solamente la cara anterior de los cuerpos
vertebrales, pero en la región dorsal se ensancha cubriendo también sus caras
laterales.

El ligamento vertebral común posterior (Fig. 90-2) desciende uniendo las caras
posteriores de los cuerpos vertebrales, por lo que se encuentra en el interior del

99
conducto raquídeo. En su trayecto desde el cráneo hasta el sacro, es angosto a
nivel de los cuerpos vertebrales y ancho a nivel de los discos intervertebrales.

En cada espacio entre una y otra vértebra se encuentran ligamentos a distancia,


que unen partes de las vértebras que no se ponen en contacto; por ejemplo,
ligamentos inter transversos o interespinosos, que unen dos apófisis transversas,
o dos apófisis espinosas entre sí. De estos ligamentos, unos de los más
importantes son los que unen dos láminas en la parte posterior de las vértebras,
llamados ligamentos amarillos (Fig. 90-3); estos ligamentos se extienden desde la
cara anterior de la lámina que está por arriba, hasta el borde superior de la lámina
que está abajo, y deben ser tenidos en cuenta en los casos en que se realiza una
laminectomía en el curso de una cirugía, por ejemplo, para la corrección de una
hernia de núcleo pulposo (ver Fig. 89).

Pedículos
vertebrales
seccionados
2

Figura 90

Corte sagital Vista posterior de los cuerpos vertebrales

2. – ARTICULACIONES DEL CRÁNEO CON LA COLUMNA VERTEBRAL

La unión del cráneo con la columna vertebral se realiza por intermedio de tres
articulaciones: la primera, entre el occipital y el atlas, se denomina articulación
occípito-atloidea. La segunda entre el atlas y el axis o articulación atloido-axoidea;

100
y la tercera, que no es una articulación propiamente dicha, está constituida por los
ligamentos occipito-axoideos, ligamentos que unen a distancia el occipital con el
axis. Esta región es de la mayor importancia, ya que es la única en el cuerpo cuya
luxación puede causar la muerte inmediata.

Seno frontal
1

2
Seno esfenoidal 3

Senos etmoidales

Seno maxilar

Figura 91

En la figura 91 se observa en (1) el occipital; en (2) el arco posterior del atlas, en


(3) la apófisis espinosa del axis y en (4) la apófisis espinosa de la tercera vértebra
cervical. El punto de apoyo de la cabeza sobre la columna vertebras es excéntrico,
como se puede apreciar por la línea blanca de puntos; la masa que se encuentra
por delante del punto de apoyo es mayor y por lo tanto más pesada que la que se
encuentra por detrás, por lo que la cara tiende a caerse (es más fácil mantener la
cabeza gacha que orgullosamente levantada); por esta razón, la masa muscular
de la nuca -por detrás de la columna vertebral- es mayor que la que se encuentra
por delante. Como una estrategia para disminuir un poco esta diferente de peso a
los dos lados del punto de apoyo, la naturaleza diseñó algunos huesos huecos;
estas cavidades son los senos óseos, seno frontal, seno esfenoidal, senos
etmoidales y seno maxilar (Fig. 91).

101
Los cóndilos del occipital situados a cada lado del agujero occipital, se articulan
con la cara superior de las masas laterales del atlas formando las articulaciones
occipito-atloideas (Fig. 92-1); por otro lado, las carillas de la cara inferior de las
masas laterales del atlas, se articulan con las carillas que se encuentran a los
lados de la apófisis odontoides del axis, formando las articulaciones atloido-
axoideas (fig.92-2).

3
1

2
4

Figura 92

Aunque la apófisis odontoides del axis no se articula directamente con el occipital,


hay varios ligamentos llamados occipito-odontoideos (Fig. 92-3), que forman parte
de un grupo importante de ligamentos (Fig. 93-1) destinados a mantener la
apófisis odontoides (Figs.92-4 y 93-2) en contacto con el arco anterior del atlas
(Fig. 93-3) formando la articulación atloido-odontoidea. Esta articulación, como ya
quedó dicho en el capítulo de osteología, permite los movimientos de rotación
lateral, a derecha e izquierda, como cuando negamos con la cabeza.
3

102
2
1

Figura 93

Esta gruesa capa de ligamentos situados por detrás de la apófisis odontoides,


tiene por objeto impedir que ésta se desplace hacia atrás en los movimientos de
hiperextensión de la cabeza. Esta precaución de la naturaleza es necesaria para
proteger la región del tallo cerebral que está inmediatamente por detrás de la
apófisis odontoides (Fig. 94), en donde se localizan unos importantes centros
nerviosos que controlan los procesos automáticos de la respiración y de la
actividad cardíaca; si la apófisis odontoides, por efecto de una violenta
hiperextensión de la cabeza se desplaza hacia atrás, puede lesionar estos
centros, causando un paro respiratorio y circulatorio (es el mecanismo de muerte
por desnucamiento).

Cerebro
Protuberancia

Pedúnculo cerebral

Bulbo raquídeo
Cerebelo

Apófisis
odontoides Inicio del tallo cerebral

103
Figura 94 imagen de TAC

3. – ARTICULACIÓN TEMPOROMAXILAR

La articulación temporomaxilar o temporomandibular o simplemente denominada


ATM, es la única articulación móvil de la cabeza. Está formada por la articulación
del cóndilo del maxilar inferior con la cavidad glenoidea del temporal, y es una de
las articulaciones que además de la cápsula articular y ligamentos de refuerzo,
cuentan con un menisco o cartílago intra-articular.
2

Figura 95

Entre la marcada convexidad del cóndilo del maxilar (Fig. 95-1) y la poco profunda
concavidad de la cavidad glenoidea del temporal (Fig. 95-2), se encuentra un
cartílago (Fig. 95-3) diseñado para hacer que las dos superficies se correspondan;
por su cara superior el cartílago coincide con la forma de la cavidad glenoidea, y
por su cara inferior con la forma del cóndilo. Esto facilita los movimientos de
elevación y descenso del maxilar inferior durante la masticación, y el movimiento
de desplazamiento lateral del maxilar inferior, movimiento que se denomina
diducción y es muy utilizado por los herbívoros cuando están rumiando.

Alrededor de la cavidad articular, y por lo tanto también del menisco, se encuentra


una cápsula articular (Fig. 95-4) que la encierra completamente aislándola del

104
exterior. Esta cápsula no es por sí misma muy resistente, y además tiene que ser
lo suficientemente laxa para permitir los movimientos de la mandíbula, por lo que
no se constituye en un medio de unión muy eficiente que digamos. La estabilidad
de la articulación la proporcionan dos ligamentos laterales, uno interno y otro
externo (Fig. 96-1), que se extienden desde los bordes interno y externo de la
cavidad glenoidea del temporal, hasta los lados interno y externo del cuello del
cóndilo del maxilar. Adicionalmente se encuentra un ligamento a distancia que une
el vértice de la apófisis estiloides del temporal con el ángulo del maxilar,
denominado ligamento estilo-maxilar (Fig. 96-2).

Arco cigomático

Conducto auditivo externo

Apófisis mastoides

Figura 96

E). - PRINCIPALES ARTICULACIONES DEL ESQUELETO APENDICULAR.

1. – ARTICULACIONES DEL MIEMBRO SUPERIOR

105
a. - Articulaciones de la clavícula

Como ya quedó dicho, la clavícula es un hueso largo, con forma se “S” itálica,
situado en la parte superior del tórax y dispuesto entre el mango del esternón y el
acromion de la escápula. La unión de estos tres huesos, del lado derecho y del
lado izquierdo, forma la llamada cintura escapular (Fig. 97).

El extremo externo de la clavícula (Fig. 97-1) se articula con el acromion (Fig. 97-
2) formando la articulación acromio-clavicular; es una articulación de carillas
planas por lo que pertenece al género de las artrodias y presenta limitados
movimientos, por lo que se clasifica como una anfiartrosis. Estas dos superficies
óseas están unidas por una cápsula articular y dos ligamentos
acromioclaviculares, uno en la cara superior y el otro en la inferior.
Adicionalmente, entre la cara inferior de este extremo de la clavícula y la cara
superior de la apófisis coracoides, que no se ponen en contacto, se extienden dos
ligamentos a distancia llamados conoide y trapezoide, por la forma que tienen.

5
4

Figura 97

106
El extremo interno de la clavícula (Figs. 97-3 y 98-
1) se articula con la carilla del esternón (Figs. 97-4 y 98-
2). Como estas dos superficies no coinciden ni
en forma ni en tamaño, se encuentra un menisco o
1
cartílago interarticular (Fig. 98-3) cuya función es, como en el caso de la A.T.M.,
que las dos superficies se correspondan.

4
2

Figura 98

Alrededor de la articulación se encuentran una cápsula articular (Fig. 98-4), un


ligamento a distancia que une la cara inferior del extremo interno de la clavícula
con la primera costilla (Fig. 98-5) y un ligamento que une las dos clavículas por la
parte superior, llamado ligamento interclavicular.

b. – Articulación del hombro o articulación escapulo humeral.

En esta articulación se ponen en contacto la epífisis superior del húmero que tiene
forma esférica recubierta por una capa de cartílago (Fig. 99-1) con la superficie
cóncava de la cavidad glenoidea de la escápula (Fig. 99-2), igualmente recubierta
de cartílago.

107
5

2
1

Figura 99

Por la forma de las superficies articulares se clasifica como una enartrosis y, por la
amplitud de los movimientos que permite, como una diartrosis. Alrededor de la
articulación se encuentra la cápsula articular, que es relativamente corta en la
parte superior (Fig. 99-3) mientras que por abajo es bastante laxa formando
incluso un pliegue (Fig. 99-4). Esta disposición de la cápsula explica por qué el
movimiento de aducción (llevar el brazo hacia la línea media del cuerpo a partir de
la posición anatómica) es bastante reducido, mientras que el de abducción (llevar
el brazo hacia afuera también a partir de la posición anatómica) es mucho más
amplio. De lo anterior también se deduce que, si la cápsula articular permite tan
amplios movimientos, no constituye un medio de unión efectivo, por lo que la
estabilidad de la articulación la proporcionan otras estructuras:

● El tendón de la porción larga del bíceps, luego de pasar por la corredera


bicipital del húmero, se sitúa por encima de la articulación y va a terminar
insertándose por encima de la cavidad glenoidea de la escápula (Figs. 99-5
y 100-1).
● Alrededor de la cavidad glenoidea de la escápula, se inserta un anillo
cartilaginoso llamado rodete glenoideo (Fig. 100-2) que tiene por objeto
ampliar el área de esta superficie articular, ya que es mucho menor que la
de la cabeza del húmero.

108
5

Figura 100

● Entre el acromion (Fig. 100-3) y la apófisis coracoides (Fig. 100-4), se


extiende el ligamento acromio-coracoideo (Fig. 100-5); no es propiamente
un ligamento de refuerzo de la articulación ya que no une los dos huesos
que se articulan (húmero y escápula), sino dos partes del mismo hueso que
están lejos de la articulación. La función de este ligamento, al estar por
encima de la articulación, es proporcionar una especie de “techo” que
impida el deslizamiento hacia arriba con la consecuente luxación de la
cabeza del húmero.

109
3
2

Figura 101

● Los verdaderos ligamentos de refuerzo son zonas de la cápsula articular


que tienen un mayor número de fibras y donde, por lo tanto, la cápsula
articular es más gruesa. Se denominan ligamento córaco-humeral (Fig. 101-
1) que se extiende entra la base de la apófisis coracoides y la parte superior
del cuello anatómico del húmero. entre la cabeza y el troquin. En la parte
posterior de la articulación se encuentran los ligamentos glenohumerales
(Fig. 101-2), que se extienden entre el borde posterior de la cavidad
glenoidea hasta el cuello anatómico entre la cabeza y el troquiter.
● Sobre estos ligamentos, por las caras superior y posterior de la articulación,
se extienden tres músculos que desde la escápula van a insertarse en el
húmero reforzando esta articulación: el supraespinoso (Fig. 101-3), el
infraespinoso (Fig. 101-4) y el redondo menor (Fig. 101-5). Proporcionando
este mismo soporte, pero por la cara anterior de la articulación, se
encuentra el músculo subescapular que desde la cara anterior de la
escápula se extiende hasta el troquin.

c. – Articulación del codo.

Esta es una articulación múltiple en la que coinciden tres huesos: el húmero, el


cúbito y el radio que, al unirse, forman tres articulaciones la húmero-radial, la
húmero cubital y la radio cubital superior.

110
2

1
4
3

Figura 102

En la epífisis inferior del húmero se encuentran dos superficies articulares: la


tróclea que es interna (Fig. 102-1) y el cóndilo que es externo (Fig. 102-2). La
tróclea se articula con la cavidad sigmoidea mayor del cúbito (Fig. 102-3) y el
cóndilo con la cara superior de la cúpula radial (Figs. 102-4 y 103-3). La
circunferencia de la cúpula radial se articula con la cavidad sigmoidea menor del
cúbito (Figs.102-5 y 103-1) formando la articulación radio-cubital superior, en
donde se producen los movimientos de rotación interna del antebrazo o pronación,
o de rotación externa o supinación. Esta articulación, por la forma de sus
superficies articulares, es una trocoide, cuyas superficies articulares se mantienen
unidas por el ligamento anular (Fig. 103-2) que forma un anillo osteofibroso
alrededor de la cúpula radial.

111
Figura 103

Alrededor de todas estas superficies articulares se extiende la cápsula articular


(Figs. 104-1 y 105-1) y, sobre ella, algunos fascículos más gruesos que forman los
ligamentos de refuerzo (Figs. 104-2 y 105-2) denominados anterior, posterior,
interno o medial y externo o lateral, según su ubicación en la articulación.

Tendón del bíceps

Figura 104 Vista anterior

Es importante anotar que ninguna de las fibras de la cápsula articular o de los


ligamentos de refuerzo que vienen del húmero, se inserta sobre la parte ósea del
radio, sino que lo hacen sobre el ligamento anular; la inserción directamente sobre
el radio, implicaría una limitación a los movimientos de pronación y supinación.

1
b

a a b
2 e
c c d

112
Figura 105 Vista posterior

En la figura 105 se pueden identificar las siguientes estructuras de la región del


codo:

a) Epitróclea
b) Epicóndilo
c) Olecranon
d) Cúpula radial
e) Espacio articular del codo

d. - Articulaciones radio-cubitales

Los dos huesos del antebrazo, el cúbito y el radio, se articulan entre sí por sus dos
epífisis, formando las articulaciones radio-cubitales superior e inferior. La
articulación radio-cubital superior (ver fig. 103) está formada por la articulación de
la cúpula radial (Fig. 106-1) que se mantiene unida a la cavidad sigmoidea menor
de cúbito mediante dos ligamentos: el ligamento anular (Figs. 103-2 y 106-2
cortado) que se inserta en los bordes anterior y posterior de la cavidad sigmoidea
menor rodeando la cúpula radial, y el ligamento cuadrado de Denucé (Fig. 106-3)
que cierra por debajo la articulación insertándose entre el cuello del radio y el
borde inferior de la cavidad sigmoidea menor.

3
1

113
Figura 106

La articulación radio-cubital inferior es más sencilla, la superficie articular de la


cabeza del radio se articula con la carilla situada en la cara externa de la epífisis
inferior de cúbito (Fig. 108-2), y tiene como medios de unión una cápsula articular
pequeña, un ligamento radio-cubital anterior (Fig. 106-4) y otro similar situado en
la cara posterior.

Entre las diáfisis de los dos huesos del antebrazo, se extiende una membrana
interósea que va del borde externo del cúbito hasta el borde interno del radio
constituyendo, además de un medio de unión para los dos huesos, una superficie
de inserción para los músculos que ocupan las caras anterior y posterior de esta
región. Por arriba, la membrana interósea se interrumpe antes de llegar a la
articulación radio-cubital superior (Fig. 106-6); pero por abajo, se extiende hasta la
articulación radio-cubital inferior, formando un ligamento de refuerzo superior para
esta articulación (Fig. 106-7).

e. - Articulación de la muñeca.

Es una articulación compleja en la que intervienen cinco huesos: por parte del
antebrazo las epífisis inferiores del cúbito y el radio, y por parte de la mano, el
escafoides, el semilunar y el piramidal. El pisciforme, el cuarto hueso de la primera
fila del carpo, no interviene en esta articulación.

Apófisis estiloides del Apófisis estiloides del radio


cúbito

Cabeza del cúbito


2

Figura 107

El extremo inferior del radio presenta dos superficies articulares (Fig. 107-1) para
la articulación con los dos primeros huesos de la primera fila del carpo, el
escafoides y el semilunar. El tercer hueso del carpo, el piramidal, no se pone en

114
contacto directamente con el cúbito ya que los separa un cartílago (Figs. 107-2 y
108-1).

● 4

2
8

1
3

5
7
6
9

● Figura 108

Los tres primeros huesos del carpo, escafoides (Fig. 108-3), semilunar (Fig. 108-4)
y piramidal (Fig. 108-5), formen en conjunto una superficie ovalada llamada el
cóndilo carpiano, por lo que esta articulación se clasifica como una condilartrosis.

Los huesos de la segunda fila del carpo, trapecio (Fig. 108-6), trapezoide (Fig.
108-7), hueso grande (Fig. 108-8) y el hueso ganchoso (Fig. 108-9), se articulan
con la epífisis proximal de los metacarpianos. La mayoría de las superficies
articulares intercarpianas y carpo-metacarpianas son planas, constituyendo
artrodias con limitados movimientos de deslizamiento.

La articulación de la muñeca, las articulaciones intercarpianas, las carpo-


metacarpianas y las intermetacarpianas (Fig. 109), tienen una gran cantidad de
ligamentos tanto palmares como dorsales, que aseguran la estabilidad de todas
estas articulaciones, con excepción de la articulación carpo metacarpiana del
pulgar que tiene solamente una cápsula articular entre el extremo proximal del
primer metacarpiano y el trapecio (Fig.109-1); esto facilita los amplios movimientos
del pulgar, pero lo hace más susceptible a sufrir luxaciones tanto en esta
articulación, como en la metacarpo falángica.

Los extremos distales de los cuatro últimos metacarpianos presentan una cápsula
articular que los une con el extremo proximal de la primera falange (Figs. 109-2 y

115
110-1) y, además, se encuentran unidos entre sí por un ligamento transverso
palmar (Fig. 109-3). Este ligamento no incluye al primer dedo lo que, nuevamente,
favorece la movilidad, pero permite con frecuencia las luxaciones. Sobre este
ligamento se encuentran unas correderas tendinosas (Fig.109-4) destinadas a
contener los tendones de los músculos flexores de los dedos.

Pisciforme Trapecio

Hueso grande 1

Hueso ganchoso

1° metacarpiano

Ligamentos
Inter metacarpianos

4 3

Figura 109 Cara anterior o palmar

La forma de las articulaciones metacarpo falángicas, un extremo redondeado del


metacarpiano y una cavidad cóncava en el extremo superior de la primera falange,
permiten amplios movimientos de flexión, extensión, abducción y aducción.
Además, tienen el movimiento de circunducción que es más amplio en la
articulación carpo metacarpiana del pulgar.

116
2
1

Figura 110

Las articulaciones interfalángicas proximal y distal de los dedos (Fig. 119-2 y -3)
pertenecen al género de las trocleartrosis, formadas por una superficie en forma
de polea por parte del hueso superior, y una cresta con dos vertientes por parte
del inferior. Recordemos que las trocleartrosis solo permiten movimientos en un
plano, en este caso, de flexión y extensión de los dedos.

2. – ARTICULACIONES DEL MIEMBRO INFERIOR

a. – Articulaciones de la pelvis

La pelvis está formada por la unión de tres huesos: el sacro en la parte posterior y
los coxales a los lados; estos últimos dos huesos se unen entre sí cerrando la
pelvis en la parte anterior, formando la sínfisis púbica (Fig. 111-1).

1
4
5

Figura 111

117
La articulación del sacro con el hueso coxal se denomina articulación sacro ilíaca,
ya que se realiza entre el sacro y el ilion, que es la parte más ancha del hueso
coxal. Está reforzada en la cara anterior por un ancho ligamento denominado
sacro-ilíaco anterior. (Fig. 111-2) que se extiende desde la cara anterior del sacro
hasta la fosa ilíaca interna. En la parte superior de la articulación se encuentra un
ligamento a distancia, el ligamento lumbo-ilíaco (Fig. 111-3) que se extiende desde
la apófisis transversa de la 5° vértebra lumbar, hasta la cresta ilíaca.

Figura 112

Por su cara posterior, la articulación sacro ilíaca está reforzada por una gran
cantidad de ligamentos que se extienden desde la cara posterior del sacro hasta la
parte posterior de la carilla articular del hueso coxal (Fig. 112-1), formando en su
conjunto el ligamento sacro-ilíaco posterior. En su inserción en el sacro, este
ligamento deja unos espacios correspondientes a los agujeros sacros posteriores
(Fig. 112-2), para dar paso a las ramas posteriores de los nervios sacros. Para
complementar el refuerzo de esta articulación, se encuentran dos grandes
ligamentos a distancia llamados ligamento sacro-ciático mayor (Fig. 112-3)
también llamado sacro-isquiático por sus inserciones, y sacro-ciático menor (Fig.
112-4). El ligamento sacro-isquiático se inserta en los bordes laterales del sacro y
del coxis, y en la superficie del coxal comprendida entre las dos espinas ilíacas
posteriores; desde esta amplia línea de inserción, sus fibras convergen hasta

118
formar una zona bastante estrecha (Fig. 112-5) para volver a ensancharse antes
de insertarse en la cara interna del isquion, adquiriendo más o menos la forma de
un reloj de arena. El ligamento sacro-ciático menor, situado por delante del
anterior, es de forma triangular; su base se inserta en el borde lateral del sacro y el
coxis, y su vértice en la espina ciática.

La articulación sacro-ilíaca es, en el hombre, una sinartrosis; en la mujer, cuando


ésta tiene partos vaginales, el sacro de desplaza inicialmente hacia atrás en el
movimiento llamado de nutación que aumenta el diámetro anteroposterior del
estrecho inferior de la pelvis para permitir el paso del feto, y luego el contrario de
contra-nutación, cuando el sacro se mueve hacia adelante regresando a su
lugar.

Ligamento sacro-ilíaco anterior

1
Ligamento sacro-ciático

Membrana obturatriz

Ligamento sacro-isquiático

Figura 113

En la parte anterior de la pelvis, los dos pubis se unen en la línea media mediante
un fibrocartílago que al adherirse por sus caras laterales a las carillas articulares
de cada pubis, forma un importante medio de unión (Fig. 111-1); adicionalmente,
existen cuatro ligamentos periféricos: uno inferior, el más importante, de forma
cóncava hacia abajo, forma el ligamento arqueado del pubis (Fig. 111-4). En la
cara superior de la articulación se encuentra otro ligamento (Fig. 111-5) que con el

119
inferior son los dos ligamentos importantes. Los ligamentos anterior y posterior son
muy delgados, constituyendo casi el simple paso del periostio de un lado al otro.

Finalmente, existe otra estructura fibrosa en la pelvis llamada membrana


obturatriz; no es un ligamento de refuerzo sino una membrana que se inserta en la
circunferencia del agujero isquio-pubiano (Figs. 111-5 y 113) cerrándolo casi
completamente, pero dejando un pequeño orificio correspondiente al conducto
subpubiano (Fig. 113-1), por donde pasan los vasos y nervios obturadores del
abdomen a la cara anterior del muslo.

b. – Articulación de la cadera

La articulación de la cadera o articulación coxofemoral, por la forma de sus


superficies articulares, es una enartrosis; y por la amplitud de sus movimientos, es
una diartrosis.

Como superficies articulares se encuentran, por parte del coxal, la cavidad


acetabular; y por parte del fémur, la esfera que constituye su epífisis superior o
cabeza del fémur.

1 3
4

120
Figura 114

La cavidad acetabular se encuentra dividida en dos partes: la parte más externa


tiene la forma de un anillo incompleto, liso, recubierto de cartílago (Fig. 114-1), con
una escotadura en la parte inferior la cual, por estar situada entre el isquion y el
pubis, se denomina escotadura isquio-púbica de la cavidad acetabular. En los dos
extremos de la escotadura isquio-pubiana, se insertan dos elementos, un
ligamento que completa la superficie articular para el fémur llamado ligamento
transverso del acetábulo (Fig. 114-2) y el ligamento redondo de la cabeza del
fémur (Fig. 114-3), que es un ligamento de refuerzo intra articular para esta
articulación. El fondo de la cavidad acetabular (Fig. 114-4) es rugoso, no articular,
la cabeza del fémur no se pone en contacto con esta zona, y presta inserción a
una prolongación del ligamento redondo.

Alrededor de todos estos elementos se encuentra la cápsula articular que rodea


completamente la articulación (Fig. 114-5). En algunas partes esta cápsula es más
gruesa que en otras debido a la presencia de un mayor número de fibras, estas
zonas corresponden a los ligamentos de refuerzo denominados ilio-femoral,
isquio-femoral y pubo-femoral, dependiendo del sitio en donde se originan en el
hueso coxal, para ir a terminar en el cuello del fémur.

2
1

Figura 115

121
Por parte del fémur la superficie esférica de la epífisis superior o cabeza del fémur
(Fig. 115-1), en ella se encuentra una pequeña depresión llamada fosita de la
cabeza o fóvea cápitis en donde se inserta, por su otro extremo, el ligamento
redondo (Fig.115-2). La cápsula articular termina de cubrir las estructuras
articulares insertándose al rededor del cuello del fémur (Fig. 115-3).

c. – Articulación de la rodilla

Es una de las articulaciones más grandes del cuerpo, en la que intervienen tres
huesos: la epífisis inferior del fémur, la superior de la tibia y la rótula. El peroné, el
hueso externo de la pierna, no interviene en esta articulación; escasamente,
presta inserción a uno de los ligamentos periféricos de refuerzo, el ligamento
lateral externo.

La epífisis inferior del fémur está formada por los dos cóndilos, interno y externo,
que en su parte anterior se unen entre sí (Fig. 116-1), formando una especie de
polea que se va a articular con la cara posterior de la rótula. Por detrás, los dos
cóndilos se separan formando la escotadura intercondílea, en la que se van a
insertar los ligamentos cruzados anterior (Figs. 116-2) y posterior (Fig. 116-3).

1
3

3
4

Figura 116

122
Entre el fémur y la tibia, como un medio adicional para dar estabilidad a la
articulación y situados sobre los dos platillos tibiales, se encuentran dos cartílagos
en forma de media luna, los meniscos interno Figs. (116-3 y 117-1) y externo
(Figs. 116-4 y 117-2). La función de estos dos meniscos es ampliar la concavidad
de los platillos tibiales para que se correspondan mejor con la convexidad de los
cóndilos del fémur y facilitar los movimientos de flexión y extensión de la rodilla.

1
2
3

4 Cabeza del peroné

Figura 117

Los medios de unión de esta articulación están formados por dos ligamentos intra
articulares, los ligamentos cruzados anterior y posterior, por la cápsula articular y
por cuatro ligamentos periféricos de refuerzo denominados anterior, posterior,
lateral interno y lateral externo.

Los ligamentos cruzados reciben su denominación según su punto de inserción en


la tibia. El ligamento cruzado anterior (Figs. 116-2 y 117-3) se inserta en la parte
anterior del extremo superior, por delante de la espina de la tibia; desde este punto
se dirige hacia atrás y arriba para insertarse en la parte posterior del cóndilo
externo. El ligamento cruzado posterior (Figs. 116-3 y 117-4), se inserta en la
superficie retro espinal, y desde allí se dirige a la parte anterior del cóndilo interno,
cruzándose en “X” con el otro ligamento.

La cápsula articular se inserta por arriba alrededor de los cóndilos del fémur y
abajo en la circunferencia de los platillos tibiales; no es un medio muy fuerte de
unión y su función es principalmente la de cerrar la cavidad articular. A pesar de

123
esto, la cápsula tiene en su parte anterior un gran agujero que se inserta en la
circunferencia de la rótula, para permitir la cara posterior de este hueso (que como
recordarán es un hueso sesamoideo), se articule directamente con la parte
anterior de los cóndilos del fémur.

Alrededor de la cápsula articular, se encuentran cuatro ligamentos periféricos de


refuerzo: uno anterior llamado ligamento rotuliano, en realidad no es un verdadero
ligamento sino el tendón de inserción del músculo cuádriceps del muslo, que se
extiende desde el vértice de la rótula, hasta la tuberosidad anterior de la tibia (Fig.
118-1). Este tendón es el que se utiliza para examinar los reflejos tendinosos y al
estimularlo con el martillo de caucho, produce la extensión de la pierna.

Figura 118

El ligamento lateral interno (o medial) se extiende desde el cóndilo interno hasta la


parte superior de la cara interna de la tibia (Fig. 118-2); se conoce también como
ligamento deltoideo por su forma triangular. El ligamento lateral externo es una
cinta fibrosa relativamente delgada que se extiende desde el cóndilo externo hasta
la cabeza del peroné (Fig. 119-1).

En la cara posterior de la articulación, en la llamada región poplítea, se encuentran


dos ligamentos llamados poplíteo oblicuo y poplíteo arqueado. El poplíteo oblicuo
(Fig. 119-2), es uno de los tres tendones de inserción inferior del músculo
semimembranoso, el llamado tendón recurrente. El ligamento poplíteo arqueado

124
(Fig. 119-3), como su nombre lo indica, forma un arco por debajo del cual pasa el
músculo poplíteo, para insertarse en el cóndilo externo del fémur (Fig. 119-4).

1
2
3
Tendón del semimembranoso

Figura 119

c. – Articulaciones de la pierna.

Los huesos de la pierna se articulan por sus dos epífisis, formando las
articulaciones tibio-peroneas superior e inferior. La articulación tibio-peronea
superior (Fig. 120-1), es una artrodia que se forma por la articulación de la cabeza
del peroné, con una carilla plana que se encuentra por debajo del platillo tibial
externo. Esta articulación tiene, además de la cápsula articular, solamente dos
ligamentos de refuerzo situados por delante y por detrás de ella.

La articulación tibio-peronea inferior (Fig. 120-2) es más grande y mucho más


importante que la superior, ya que en conjunto con el astrágalo forman la
articulación del cuello del pie o articulación tibio-peroneo-astragalina. En esta
articulación, la cara externa del extremo inferior de la tibia, se articula con la base
del maléolo peroneo; presenta igualmente una cápsula articular y dos ligamentos,
uno anterior y el otro posterior.

125
Además de estas dos articulaciones, la tibia y el peroné se encuentran unidos por
la membrana interósea (Fig. 120-3), que se extiende desde el borde externo de la
diáfisis tibial, hasta la cresta interósea del peroné. Esta membrana, al igual de lo
que sucede en el antebrazo, sirve para reforzar la unión de ambos huesos y para
prestar inserción a los músculos de las caras anterior y posterior de la pierna.
1

Figura 120

El extremo inferior de los huesos de la pierna forma una cavidad cóncava hacia
abajo (Fig. 120-4) limitada a los lados por los dos maléolos tibial y peroneo; esta
cavidad recibe la articulación del astrágalo para formar el cuello del pie.

d. – Articulación del cuello del pie

126
1

1 Tendón de Aquiles 3
2

Figura 121 vista lateral interna Figura 122 vista lateral externa

Es una articulación bastante grande constituida, por parte de la pierna, por el


extremo inferior de la tibia y el peroné; y por parte del pie, por la cara superior del
astrágalo. Tiene amplios movimientos de flexión y extensión y muy limitados de
inversión y eversión del pie. Esto está en relación con la disposición de los
ligamentos de refuerzo, que se ubican en la cara externa, entre el maléolo
peroneo y el pie, y en la cara interna entre el maléolo tibial y el pie.

El ligamento lateral interno (Fig. 121-1) se extiende desde el maléolo tibial hasta
las partes anterior y posterior del astrágalo, y en la parte media baja hasta el
calcáneo; es un ancho y compacto ligamento que recibe también el nombre de
ligamento deltoideo.

El ligamento lateral externo está formado por dos fascículos peroneo-astragalinos


(Fig. 122-1) que se extienden desde el maléolo peroneo hasta los extremos
anterior y posterior del astrágalo, y un fascículo medio o peroneo- calcáneo (Fig.
122-2). Es mucho menos fuerte que el ligamento lateral interno, por lo que las
luxaciones externas del cuello del pie son muy frecuentes, a pesar de que los
tendones de inserción de los músculos peroneos laterales largo y corto, que se
inserta en el quinto metatarsiano, (Fig. 122-3) cruzan oblicuamente esta
articulación, proporcionándole un refuerzo adicional.

Las articulaciones intertarsianas, tarso-metatarsianas e intermetatarsianas,


aunque tienen muy limitados movimientos, presentan una gran cantidad de
ligamentos tanto plantares como dorsales (ver Figs. 121 y 122).

Las articulaciones metatarso-falángicas, y las interfalángicas, tienen las mismas


características de sus equivalentes en la mano.

8.- CONSTITUCIÓN HISTOLÓGICA DEL CARTÍLAGO

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9.- FISIOLOGÍA DEL CARTÍLAGO

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