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EL CENTRALISMO Y EL DESCENTRALISMO

Del sur al norte y del norte al oriente de la República, ha

comenzado a soplar constante y vigorosa, la brisa de un

intenso anhelo de dar funcionamiento autónomo,

movimiento propio, actividad independiente a la vida

provincial, que traiga al mecanismo funcional del país una

mejor distribución de trabajo con sus consiguientes

beneficios; anhelo que responde no solo al sentimiento del

propio valer y de la conciencia en el poder de las propias

energías, sino también y, quizá más, al deseo de un

mejoramiento nacional, de un bienestar general, que integre

las aspiraciones regionales y diversas en la suprema

exaltación de un bien futuro para la Patria.

Ese anhelo que se expande por todos los ámbitos del país,

desparramando con fuerza incontenible la energía

comunicativa de sus cálidas palpitaciones, se propaga sin

ideal definido, sin orientación precisa, que señale rumbo

conocido a la reforma, en oposición al centralismo

absorbente, tenemos el otro extremo, el de los sostenedores

del feudalismo, que los centralistas estiman anárquico

primero y disolvente después para la nacionalidad; mientras


por otro lado, se presenta la aspiración ponderada de los

que solo quieren, por el momento y de acuerdo con las

circunstancias actuales, una descentralización

administrativa, que uniformando el criterio de la reforma, la

incorpore como aspiración única en la conciencia nacional,

solidarizando así la disgregada mentalidad colectiva, en

punto a la reforma, y procurando a este grave problema una

solución saludable y conducente.

El problema de la centralización y descentralización,

preocupa en todas partes y en todos los países se le discute

y se le busca solución con afán patriótico; por esto mismo,

no encontramos razonable que se oiga con recelo sus

discusiones y se miren con desconfianza las propagandas

descentralizadoras; lo que conviene y urge, es atender esas

voces que traducen ideales colectivos, que los mismos

centralistas las discutan y que en la misma Capital de la

República se estudie el problema, se vea lo que hay de

sincero y patriótico en los propósitos, de realizable y

provechoso en la reforma.

Si a la realidad no puede llevarse toda la audacia que el

poder de la fantasía creadora pone en el ideal; tampoco las


recriminaciones, sean justas ó sean crueles, pueden detener

las expansiones de un ideal reformador; lo cuerdo es, ver lo

que él encierra de posible realidad futura, suprimir sus

exageraciones radicales, sus extremos inalcanzables,

procurando borrar los extravíos generados al calor del ideal

y alimentados por un sincero apasionamiento y la ceguera

de un entusiasmo generoso.

Es necesario pus, encausar por sendero viable aquello que

es aspiración y tendencia; la ideal y el sentimiento son

fuerzas, fueras espirituales, que para hacerlas desaparecer

no basta la resistencia que se les oponga, porque también

es posible que sea la resistencia la que resulte vencida;

procúrese mejor utilizar esas fuerzas buscándolas una

resultante saludable; ellas tendrán seguramente algo de

aprovechables, quizá mucho, si el estudio de la realidad

actual y la reflexión serena elimina los excesos de la idea y

las audacias del sentimiento.

Decíamos al comenzar, que el movimiento de opinión

descentralizadora no era extraño a la parte oriental del país;

muy por el contrario, en los departamentos de Loreto y San

Martín siempre fue idea arraigada [especialmente en época


de prosperidad económica] la autonomía administrativa, al

extremo de haber alcanzado culminación trágica en dos

oportunidades diversas; no es nuestro objeto emitir un

juicio, en estas brevísimas líneas, acerca del carácter y de

los verdaderos móviles de aquellos movimientos, móviles

que por cierto no fueron idénticos en uno como en otro,

pero sí en ambos, en la gran mayoría de su actos faltó

sinceridad patriótica, y el anhelo egoísta del provecho

personal constituyó el móvil, agotando la pureza que pido

haber tenido en su origen, razón quizá porque fue la misma

población de aquellos departamentos quien opuso

resistencia justificada y contribuyó, con acción eficaz a

ponerles término.

Si se llevara a cabo el propósito, hoy por todas partes

sentido, de la autonomía administrativa, desaparecería sin

duda la actual división de Loreto y San Martín; la

demarcación esa, no obedeció preferentemente a una

finalidad de bien, solo así que concibe que haciéndose doble

la jurisdicción que fue una, no se haya conseguido

positivamente, ningún beneficio; y a despecho de esa

separación artificial que impone la frontera administrativa,


yes lo cierto que las jentes de uno y otro departamento

tienen las mismas costumbres, manera de ser idénticas,

parece vivir bajo un mismo techo, porque es uno solo el

follaje que cobija el suelo de ambos, y sus pobladores se

consideran siempre como hijos nacidos en una misma

familia y crecidos al calor del mismo hogar.

Conviene pues que el afán descentralizador no incurra en el

pecado original de todas las reacciones, que por reaccionar

contra el centralismo absorbente vayamos

inconscientemente a extremos que bien pudieran originar

convulsiones anárquicas y contraproducentes; que ese afán

con motivos hondos y sinceramente sentidos, sea llegado el

caso, patrióticamente ejecutado, procurando que no sirva de

estandarte a egoísmos y concupiscencias, y más que todo,

en este momento, en el instante preciso de hoy, que no

sirva que no pueda servir, de bandera a ninguna ambición

pretoriana.

Lima, julio de 1915

V. Noriega del Águila

LA DESCENTRALIZACIÓN
Quien conoce las variantes que la vida nacional presenta

según se observa en Lima, en provincias y en los más

apartados rincones de la República, en los que dormita

aquella vigorosa raza que tanto se trata de denigrar, tiene

resueltamente que ser partidario de la “descentralización”

en todos sus aspectos porque constata y analiza hechos que

irrefutablemente demuestran los yerros en el que incurren

los Poderes Públicos que desde la Capital quieren dirigir la

marcha de los pueblos en la senda del progreso. En seguida

se indicará algunos. Se dictan leyes con una generalidad

perjudicial. Hay disposiciones aplicables provechosamente

en la costa que resultan inútiles y contraproducentes en la

sierra y en la zona montuosa. Cada sección determinada del

país, necesita un método especial de administración.

El Perú, por la diversidad de sus climas y de sus

formaciones geológicas da todos los productos y una vez

subsanadas las dificultades para el desarrollo industrial,

podría convertirse en una nación de envidiable y singular

situación económica: vivir sin importar nada del extranjero.

Y, de otro lado, la variedad local en su administración

Pública, realizaría otro bello ideal de sus buenos hijos: ser y


radiar la prosperidad en toda su extensión. Es en la

demarcación territorial de la República, donde bien claro se

ven los lamentables equívocos y que a veces parece que

conscientemente se cometen. Hay departamento y

provincias que no tienen razón de ser, y en cambio tenemos

secciones del territorio nacional, que por su importancia

necesitan constituir una nueva división política. Así, la

reciente provincia de Fajardo, fue un despropósito crearla,

pues comprende una región pobre y despoblada. En su

capital, Huancapi, se dice que casino hay personas con

quien tratar fuera del Subprefecto, telegrafista y demás

empleados de Gobierno. Y al contrario, las provincias de

Lucanas y Parinacochas, son las que dan vida, se puede

decir, a los puertos de Limas y Chala [prov. Camaná], y lo

racional es anexar estos puertos a las citadas provincias,

segregar éstas del departamento de Ayacucho, de cuya

capital se hallan muy distantes y formar de Lucanas y

Parinacochas y los puertos de Lomas y Chala, un nuevo

departamento; y así ésta región, mejor administrada daría

al Fisco una mayor renta que la de hoy, a la vez que las


negociaciones tomarían más amplitud por la mayor garantía

que de disfrutasen.

Otra cuestión que debía merecer preferencia pero que más

bien es olvidada por los Gobiernos y sus congéneres, es la

relativa a la condición de la raza aborigen. He aquí algunas

características de su modo de ser. El desgraciado heredero

de las superiores cualidades étnicas del infortunado

Atahualpa, es servidor gratuito de las autoridades, las que

para él son el Estado, y siendo esclavo de ellos, cree llenar

sus deberes de ciudadano. Ofuscado por su ignorancia,

también se imagina haber escalado el quinto cielo para la

salvación de su alma, según sus ideas religiosas,

obedeciendo ciegamente al cura, el que abusando de esa

especie de sugestión que sobre aquel ejerce, lo aniquila con

fines descarados y exclusivamente mercantiles. El Estado

cree perdonar al indio la insignificante contribución que le

correspondería pagar por sus escasos bienes raíces, y se

engaña tristemente, pues lo sustituye el cura y se hace

abonar directa o indirectamente esa cuota ya decuplicada.

Un indígena cuanto más intereses posee, mayores gastos le

corresponde hacer en las festividades religiosas. Lo que la


religión señala como deberes cuyo cumplimiento es

voluntario, el cura lo reviste con el carácter de forzoso, las

ceremonias del catolicismo son de una trascendencia

inconmensurable; influyen tanto sobre los hombres, como

sobre los dioses. Un recibo del cura por derechos pagados

de una misa, es el pasaporte al cielo y el título más saneado

que un indio cree poseer sobre su casa ó chácara;

sucediendo que casi siempre el valor de la casa o chácara es

igual o inferior al costo de la misma; en otros términos, el

indio compra sus propios bienes, del cura. Hoy, que ha

sonado nuevamente la hora de la falencia fiscal, voy a

sugerir una idea salvadora, en concepto mío, de la crisis

económica del Estado, y a la vez redentora de la raza

indígena que gime bajo la esclavitud y expoliación que la

inutilizan y matan. Pudiera ser entonces aplicable aquello,

de que del fondo mismo del mal, nace el bien.

El Estado debe señalar una cuota a cada indígena, en

proporción a sus pequeños intereses y prohibir las

numerosas fiestas religiosas que son íntegramente

costeadas por los indios. No se crea que sea esta una carga

más con que abrumar a estos infelices. No; procediendo así,


se les hace un bien, un gran bien. El Indio que hoy

contribuye con 10 a las pomposidades del culto, llevándose

a efecto lo propuesto no desembolsaría sino como 1, que en

lugar de ir a manos del cura, ingresaría en la caja fiscal. Así,

no se hace sino disminuir y purificar el caudal y variar el

curso de ese nefasto río de oro, lágrimas e imprecaciones

que nace allá, en los humildes u oscuros hogares indígenas

y desemboca en el abismo sin fondo de la bolsa parroquial.

Y no se suponga que esto es simplemente una idea mía. Por

cuestiones de profesión, he vivido mucho tiempo en parajes

habitados solo por indígenas, y a quienes les he tomado sus

opiniones al respecto, manifestándoles todos favorable a

ésta reforma, pero la creían de dudosa realización, porque

para ellos, no hay poder que destrone al cura.

Es por propia conveniencia tiene empadronada a toda la

indiada de su parroquia. Pues bien, se me ocurre que pasa

hacer el censo exacto de la República y casi sin gran gasto,

no hay sino pedir a los curas una copia de sus Registros.

¡Cuánto dato útil podrían suministrar sobre nacimientos,

defunciones, etc. Si las Municipalidades, desearan


conocerlos! El cura es como el portero del gran edificio de la

vida: nadie entra ni sale sin su presencia.

En ciudades importantes del país, y en Lima mismo, hay

infinidad de personas de mediana y holgada posición

económica, que son embargo, nada o casi nada hay dado a

la Pro – Marina; pero, puedo afirmar, porque me consta,

que hasta el indio que arrastra una vida miserable en el más

intrincado recodo de la gran Cordillera, ha contribuido con

su óbolo aunque quizá no halla llegado a la caja de la Pro-

Marina, pero sí a manos del Gobernador o sus subalternos.

Porque conozco íntimamente la vida, me he extendido sin

pensarlo, y alejado del punto principal, cual es el señalar los

inconvenientes del centralismo.

Si cada departamento manejase sus entradas, la viabilidad y

la irrigación, estos espejismos con que los candidatos se

atraen ilusos adherentes, en las campañas electorales, no

estarían como hoy resueltos solo en papel. Caminos y

puentes hay que han existido momentánea y virtualmente

solo para dar paso a algún particular de su bufete a una

curul parlamentaria. Las provincias circunvecinas

consultando sus propios recursos e intereses, construirían


sus caminos en forma y condiciones más eficaces y

económicas que el Gobierno centralista de ahora. Basta que

un gamonal o alguno que goce de influencias se interese,

para que un camino ó línea telegráfica en construcción, pase

por determinado pueblo o hacienda, con perjuicio para el

Fisco por su mayor costo. Dar vida autónoma a los

departamentos es el anhelo, de todos, que quiera ver al

Perú grande y próspero ¿Y quiénes son los que tienen esta

aspiración salvadora? Todos los que dedican sus energías la

trabajo, fuente de poder y de riqueza, porque hoy las

negociaciones grandes y pequeñas vive en un ambiente de

asfixia y de atrofia. Tenemos riquezas que explotar. Se

cuenta con bracero como patente y barato como es el indio,

y sin embargo la minería, agricultura y demás industrias por

cada paso que avanzan retroceden dos. El Gobierno y los

políticos que actúan en la capital, embebidos en las disputas

finalidades puramente de interés personal, olvidan sus

deberes contraídos con la nación; y serían ellos los únicos al

compulsar la opinión del país sobre esto de la

descentralización se opusieran.

Lima, 7 de julio de 1915


J.R. Bárcena. Ingeniero

EL MOVIMIENTO REGIONALISTA

No es con conceptos vagos ni con un arsenal de palabras

vanales, con los que ha de rebatirse el movimiento

regionalista que emerge del interior de la República.

Necesario es tomar nota, ante todo, de las considerables

proporciones del movimiento. Han de ser suficientemente

poderosas las causas para determinar tan potente resultado.

Ni las prescripciones legales que penan el propósito de

cambiar la forma de gobierno, ni la contradicción de la

prensa de la capital que no hace sino exacerbar la agitación,

resultan eficaces para detener la corriente federalista.

Puede concederse que en el terreno científico o doctrinario,

sea aun cosa por resolver la excelencia de la forma federal

de gobierno, pudiendo decirse lo propio de la conveniencia ó

inconveniencia de su aplicación inmediata a la vida política

del Perú, por falta de la estadística de las diversas y

complejas manifestaciones de la actividad social, pero lo que

es punto dilucidado, aceptado por la inmensa mayoría de la

actualidad y hasta antiguamente ensayado en parte con


satisfactorio éxito, es la conveniencia de la descentralización

administrativa en los varios ramos del servicio público.

Actualmente es una verdadera centralización la que dirige el

mecanismo de la vida del Estado; porque aún cuando el

algún orden de cosas, como en el electoral, parece que

dispusieran de autonomía las circunscripciones; en el fondo

real de los hechos, es el Ministerio de Hacienda, ó sea el

Gobierno central, el gran elector que confecciona y fabrica a

su arbitrio el personal de la asamblea de contribuyentes,

que es la que manifactura con absoluta prescindencia de la

voluntad ciudadana, la elección de los Representantes al

Congreso. Se vé, pues, que el primer impulso, el más

decisivo, el que lo genera todo a su imagen y semejanza, es

dado por el Poder Central que reside aquí en Lima, en la

capital de la República.

Pero sea de esto como fuese; una verdad inconcusa,

innegable a los ojos que no quieren cerrarse por egoísmo o

por maldad; es la del sufrimiento del dolor de la expiación

que se hace sufrir a las provincias del interior con el pésimo

personal de autoridades que se despachan de aquí como

quien despacha una caravana de apestados, para que vayan


a matar su hambre y a aplacar su sed de embriagarse a que

las circunscripciones cuyo ambiente dejan infectado con el

escándalo de sus actos inconcebibles.

Famencos, de bolsa exhausta, o ganosa de formarse,

marchan allá, a corromper los resortes todos de la

administración que se les encomienda, buscando resquicios

por donde extraer la hacienda pública bajo el nombre, - ya

de uso corriente, - de gajes, que no son otra cosa que

suposiciones de plazas en las filas de la policía de seguridad,

egresos para herrages que no se invierten, para forrajes que

no se compran; multas; toda una compleja red de

numerosos desvíos que confluyen a locupletar

indecorosamente al funcionario foráneo, quien, por lo que

respeta al cumplimiento de sus deberes o es un neófito que

ignora elementales prácticas y leyes que son conocidas

como catecismos, o se despreocupa en lo absoluto de la

función pública, o finalmente, y no es raro, encuentra

ocasión para gastar importancia, hacer sentir el peso y el

orgullo de su autoridad y vejar al ciudadano.

Es así, como mediante sus agentes auxiliares ó

representantes seccionales, se manifiesta el Poder Central


en las provincias. Se deja sentir por los perjuicios que

aquellos cusan. No es la grata impresión de procedimientos

correctos y de obras de bien, las que dejan los

representantes del Poder Central; no, es el daño, el mal, el

escándalo los que marcan su paso. Y a unos abusivos siguen

otros peores, sin que por la piedad del azar siquiera, pueda

tener interrupción esa interminable cadena de verdugos.

Los mismos cargos legislativos han imperado y continúan

furiosamente, a ser el pasto de los foráneos que se

introducen de la cosa a conquistarlos con artes

maquiavélicas de cinismo antes no conocido. Los preceptos

constitucionales de residencia y de oriundez, zonal respecto

objeto de envilecedor escarnio ó de burlas y vergonzantes

falsedades.

Pero qué decir, si son las propias leyes elaboradas; por el

Congreso, las que con frecuencia vienen a herir con

premeditación y alevosía los más vitales intereses de las

provincias, dando a comprender que la misión de las leyes

no es fomentar el progreso de los distintos órdenes de vida

de las localidades que componen la Nación, sino todo lo

contrario, de refrenar ese progreso, matar las industrias,


conspirar contra la existencia de los pobladores de dichas

localidades, forcejando por dejarles sin medios de

subsistencia, reducidos a completa miseria e inacción.

Parece paradójico y monstruoso lo que se acaba de decir;

desgraciadamente, es la verdad pura y neta, y es por eso

también que es otra verdad el movimiento federalista que

agita vehementemente las poblaciones de toda la sierra,

formulando conclusiones tal vez exageradas y que pueden

ser desastrosas si sobrepasan el justo límite que deben

alcanzar; más, que será de las responsabilidades de quienes

sin escuchar el justo clamor que se levanta, lejos de

propender a aplicar inmediato remedio, se ocupan en

mistificar la verdadera situación y abogar por la

continuación del perjudicial sistema ejercitado hasta hoy.

La ley expedida en la legislativa anterior, prohibiendo la

exportación de las papas, maíz, trigo, manteca y demás

productos de la sierra, constituye uno de esos alevosos

golpes asestados contra el desarrollo industrial y contra la

fortuna y vida de las poblaciones del sur de la sierra,

especialmente del departamento del Cuzco. Es imposible


hallar la razón, que explique siguiera la monstruosidad de

tamaño atentado.

La sierra, en particular el departamento del Cuzco, produce

fuertes cantidades de aquellos artículos, y lo que pudiera

producir, encontrando mercado y prestándosele facilidades

de transporte, es todavía inmensamente mayor. Lo que la

agricultura extrae actualmente de manera rutinaria y

primitiva es la centésima o la milésima parte de lo que

pudiera obtener, formulándose su conveniente desarrollo.

Pues, bien la prohibición de la exportación de los

mencionados artículos, ha tenido el efecto, no yade privar el

fomento a que tenía derecho esa industria principal y casi

única de la sierra, sino de atacar su misma existencia,

reduciendo de manera artificial a una obligada miseria a los

habitantes de esa desdichada zona del Perú.

El maíz, las papas, &, no son productos que puedan

guardarse mucho tiempo; el transcurso de pocos meses es

bastante para que el gorgojo, la polilla y la putrefacción los

descomponga. Por consiguiente, si aquella ley se expidió

con el propósito de obtener la acumulación de dichos

artículos para evitar carestía, lo único que se ha conseguido


ha sido condenar a la destrucción el enorme excedente que

habrá, y a la pérdida de su valor por los agricultores,

restringiéndose también el cultivo toda vez qe el mercado

ha sido igualmente restringido.

Que esta fatalidad hubiese sido causada por algún Estado

enemigo puede concebirse; pero que haya sido por el

Congreso del Perú es inconcebible. Bolivia viéndose

exhausta como se vio de producciones para su subsistencia,

exoneró el año pasado, las papas, maíz, ganado, &, de

todos los impuestos fiscales y municipales que antes

gravaban sobre su introducción; hizo algo más, rebajó de

los fletes del transporte el 50 por ciento; de manera que las

condiciones de la exportación y venta en Bolivia, se

ofrecieron como nunca, en condiciones colosalmente

ventajosas. En cambio del excedente de los granos llevados

a aquella República, se habría traído moneda metálica, cosa

que era asequible, por la fuerte demanda existente, y así, el

peso de la crisis económica se habría aliviado haciéndose

sobrellevar en buena parte a la vecina República.

Pero es el caso, que la citada ley, vino a prohibir la

exportación y con ella ha causado, la destrucción del gran


excedente de las producciones, ha reducido los cultivos,

matado el interés y la iniciativa del desarrollo de la

industria, agrícola, impedido que los productores peruanos

se hubieran beneficiado con buenos provechos obtenidos

legítimamente del mercado boliviano, y todo esto, sin

necesidad racional alguna, porque el consumo local de la

sierra tiene más de lo suficiente para su satisfacción plena

con una parte de las producciones del lugar.

Si pues con actos y personeros como los mencionados, se

manifiesta y se hace sentir el Poder Central en las

circunscripciones del interior de la República, no es extraño,

que haya engendrado en ellos ese espíritu de federalismo

que hoy se erige amenazador. Es su obra. Si adoleciendo de

su eterno mal de la miopía, no ve lo que debe ver pronto, la

cuestión será irremediable más tarde. Se tendrá sobre el

horizonte político nubes negras que lleven la tempestad en

su seno.

Lima, Julio de 1915

Acrata (Del Cuzco)

LA AUTONOMÍA

Lima, 21 de julio de 1915.


Por la Nacionalidad

Sale este periódico en momentos de intensa inquietud sobre

el porvenir de la República. Las provincias comienzan a

darse cuenta de la depresión de todo género en que los han

mantenido las oligarquías que a través de toda nuestra vida

independiente se han asentado en la Capital. La indignación

y la protesta se acumulan día a día en el alma de los

pueblos que, tomando conciencia de sus destinos, quieren

hoy reivindicar por sí y ante si los derechos democráticos

que se les arrebataran.

Esta labor de depuración nacional se ha iniciado en las

provincias del Sur, con todos los entusiasmos de que son

capaces las almas viriles y sanas que comprendiendo el

peligro que se cierne sobre el organismo patrio, abandonan

las cobardías, resisten a las tentaciones de una política toda

corrupción, y se yergen majestuosas y videntes, bravas y

altivas, para levantar la bandera del exterminio de la

gangrena centralista, para salvar al país del desenfreno de

todas las oligarquías. Aquí le llaman a esto, “ideas

extraviadas”, “doctrinas disolventes”, antipatriotismo”,

“malsana y corruptora propaganda”, o “influencias


solapadas de elementos ajenos al país” ¿Por qué?

Seguramente, porque esos ciudadanos conscientes ven más

allá de la burocracia y del servilismo, porque entre defender

el estómago y defender la integridad moral de la Nación, se

deciden por lo segundo; porque en medio de la inmoralidad

política y administrativa en que vivimos, no se puede

comprender que haya hombres capaces de alzar el pendón

de la libertad y la justicia, y de despertar a los pueblos del

sueño de la esclavitud para conducirlo al sitial de la

democracia.

La prenda de la Capital guarda silencio, no obstante de que

ve la ola que se viene. Estima, sin duda, que ocultando al

resto del país la gravedad de la agitación de una de sus

regiones, se conjurará el mal. Error profundo. Eso así, se

cree con derecho a atacar el movimiento. Reproduce cuanto

va en contra, aunque tergiverse la realidad, le atribuya lo

que se le antoje, y deforme, muchas veces por no estar bien

informada, el espíritu regionalista. Pero lo que contestan de

las provincias a las objeciones y a los juicios que formulan

los periódicos de Lima, no le da importancia ¡el temor a las

ideas! ¡Opresión intelectual! ¡Cómo en los tiempos en que


Baquíjano. Unánue, Olavide y otros espíritus cultos, eran

considerados individuos peligrosos y caían en desgracia ante

el Rey y a la Iglesia, por haber desentonado en medio de la

borrosidad del ambiente del Coloniaje, y preparado el

campo que pronto debía servir de teatro a las luchas de

Emancipación!

La autonomía aparece en estas circunstancias, no para

sustentar ningún convencionalismo ni propósito estrecho, no

para servir ningún interés de círculo, no para perseguir

alguna modalidad preconcebida en la reforma

institucionalidad y ética del país; sino para ponerse en las

filas de los que delante de los vicios que infectan a la

República, saben manifestar su repugnancia, y no se

convienen con la indiferencia, el escepticismo, la

conformidad de los menguados y los viles, dormidos en la

cobardía moral. Estamos entre los que en la época de las

claudicaciones y los sobornos, saben conservarse rectos, y

la esperanza agita sus corazones, impeliéndoles a buscar

soluciones que dando salud a la patria, nos la hagan grande

y digna. Nosotros no venimos a propagar determinadas

ideas, estas y no otras ideas. No. En estas columnas caben


todas las ideas, sí, todas las ideas; sólo pedimos honradez

en su emisión. Nuestra lema es muy amplio; nuestro lema

es: Por la nacionalidad!

UNA CARTA DEL DIRECTOR DE “EL FEDERALISTA”

Arequipa 20 de junio de 1915.

Señor: Pedro S. Zulen

Lima

Muy distinguido amigo:

He tenido viva complacencia al dar lectura a su atenta

tarjeta de fecha 16 de los corrientes; lo mismo que al

revisar las hondas y atinadas observaciones que hace Usted.

En sus artículos sobre el problema que intensa y

diariamente va preocupándonos.

Allí, por lo visto, de la seriedad que tiene esta cuestión solo

Ud. Ha llegado a percatarse, o por lo menos a poner,

mediante su campaña, el dedo en la herida, con la entereza,

la sinceridad y el patriotismo que lo caracterizan.

“El Comercio” como el desplante más grande y la pequeñez

más inaudita, ha creído ocuparse de dicha cuestión con un

suelto muy ocurrente. Pero Usted verá que con la insolencia


que ha empleado, no ha hecho sino soplar las brazas de la

indignación que arden en el corazón de varios pueblos.

Como para el caso, allí está la llamarada que levanta: el

doctor Francisco Mostajo: en la repuesta que ha publicado

en el último número de “la Federación” devuelve el bofetón

con furia muy provinciana. Ha asestado el golpe

seguramente sobre las impúdicas mejillas de la burocracia.

Estamos seguros de que no han desonrojarse. Pero eso no

nos importa. No buscamos regalías en el parlamento, ni

puestos en la carrera de los Sanchos. Queremos el Perú

dignificado por sus hijos. Por eso, lo que nos complace, lo

que nos importa es que esas fases de Mostajo, que en esta

región repercuten con sonora claridad y dejan huellas

indelebles en el cerebro y en el corazón, se recojan

fervorosamente para colocar y apuntalar los rieles sobre los

que ya hemos comenzado a empujar la locomotora (los

bárbaros hacia la urbe podrida)… en ella pensamos llevar la

regeneración. No sabemos si marche la felicidad o la

desgracia de la Patria. Lo evidente es que estamos en

marcha Lo temible es que quizás más tarde no podamos


conjurar los males… Que son inseparables de estas

avalanchas.

Verdad que no se preconizan luchas mezquinas, ni se

predica alcanzar el logro de los ideales merced a la

violencia. Pero ¿Quién podría contener el desenvolvimiento

de un pueblo cansado de sufrir? Y ¿Qué hemos de hacer si

allí han de seguir creyendo de llamas y huanacos? Definir

ésta situación desesperante; definir con la rudeza de

serranos e indios; con el valor de hombres y el civismo de

patriotas.

Sin embargo, amigo Zulen, para abrir buenos cauces a esta

corriente que lleva aguas sanas, no es muy tarde.

Despliegue Usted la bandera de nuestra causa, que es de la

Patria, sobre ese pantano que tal vez tengamos que desecar

a golpe de piqueta.

Pero, más que el azote de una hora a trueque de la

ignominia y las vergüenzas impuestas por cerca de un siglo,

importa lo que debe ser perdurable; la ventura de la Patria

que no está formada por una docena de malandrines

impúdicos.

Hermanados por el ideal, laboremos por esa ventura, todos.


Manuel Augusto Quiroga.

LA CAUSA DE LAS PROVINCIAS Y “EL COMERCIO” DE

LIMA

Réplicas de “El Pueblo” de Arequipa, “El Comerdel

Cuzco y del escritor arequipeño Francisco Mostajo”

A raíz de un artículo de “El Comercio” de la capital, en el

que hacía algunos comentarios desfavorables al movimiento

regionalista del Sur, los órganos periodísticos de aquella

región protestaron de la manera como el Decano de la

prensa nacional interpretaba la presenta agitación de las

provincias contra el centralismo y explicaron al mismo

tiempo cuales eran sus verdaderos alcances y su finalidad.

Reproducimos tanto el artículo de “El Comercio” de Lima,

como los de sus colegas “El Pueblo” de Arequipa. “El

Comercio” del Cuzco y el de distinguido escritor arequipeño

Francisco Mostajo. Estimamos muy conveniente esta

reproducción, para que el público, para que el público forme

su criterio respecto del carácter y proyecciones del

movimiento.
Ideas extraviadas

(De “El Comercio” de Lima, de junio 11)

Encontramos en “El Sol” del Cuzco, el suelto que al pie de

estas líneas publicanos y en el que la redacción de ese

periódico, después de dar a la estampa un telegrama de

Arequipa relatando unas fiestas en honor de uno de los

redactores de “El Sol”, hace un largo comentario a favor del

regionalismo; habla del “absurdo centralismo de Lima” e

invoca a las juventudes de Arequipa y del Cuzco para que

levanten bandera por el regionalismo en el sur del Perú.

Aunque de lo que se trató en Arequipa fue sólo de hacer un

agasajo a un joven poeta y periodista, sin otro alcance

absurdo, el periódico cuzqueño sea apresurado a coger la

ocasión y volver una vez más sobre el tema, inconveniente

y peligroso, del regionalismo.

Las naciones no se deshacen por mero placer, los

conglomerados políticos se han dividido alguna vez porque

sus partes han alcanzado robustez y fuera para vivir

aisladas. La tendencia universal, sin embargo, ha sido y es

siempre la de la unión; de allí el principio de las

nacionalidades que se defiende hoy en Europa. Fueron


muchos reinos los españoles y al fin se unieron en una sola

monarquía, tuvo Francia un conjunto de estados que se

confundieron en un solo cetro y forman hoy una república;

lo mismo ocurrió con la Gran Bretaña y en nuestros días con

Alemania y con Italia; hoy luchas los pueblos de Europa

para reunir las partes dispersas de sus nacionalidades.

Son sólo las colonias las que se separan y disgregan de la

metrópoli cuando se encuentran con todos los elementos de

una nación que puede vivir independientemente, y cuando

además la vinculación es relativa, como ocurría con las

colonias americanas en relación a España; jamás cuando

formando una sola nacionalidad están llamadas a cooperar

al mayor prestigio de la patria.

El regionalismo que ahora fomentan en Barcelona algunas

corrientes ácratas, y que se quiere imitar, sin razón alguna

entre nosotros, no es sino una forma hipócrita del

antipatriotismo y un absurdo monstruoso que ha de causar

grave daño en la República.

Es ridículo hablar de “absurdo centralismo”, cuando estamos

en el balbuceo de la organización pública, cuando el país no

cuenta con los elementos que le son necesarios para su


completo desarrollo; y que esos clamores vengan,

precisamente de pueblos que poseen, proporcionados por el

gobierno central, los elementos pueden servirle para su

mejoramiento material y moral, pues se trata de regiones

que poseen universidad, cortes de justicia, institutos

militares, que tienen las mismas prerrogativas que los de la

capital de la república que hace muy pocos años vieron

llegar hasta su capital la línea férrea y actualmente

contemplan la construcción de nuevos ramales ferroviarios;

es decir, que son objeto de interés solícito y especial de los

poderes del Estado.

Al leer los comentarios de las publicaciones cuzqueñas

parece que fueran reproducciones de periódicos de los

países interesados en nuestra ruina; sólo así se comprende

que lleguen hasta desconocer el rol histórico de próceres

como Pumacahua y Melgar que rindieron su vida por la

patria sin marchar su sacrificio en la mezquina disputa

lugareña.

Los que en el Sur de la república hacen esa labor

disociadora, no han estudiado siquiera el problema: si lo

hubiera hecho conocerían su absurdidad; verían cómo


carecen esos pueblos de los medios para sostenerse en la

forma que pretenden y comprenderían que, bien pronto,

esas masas pobres t débiles serían pasto de los enemigos

del país, que si unido no es fuerte y poderoso, menos podría

serlo, dividido y debilitado.

MOVIMIENTO REGIONALISTA

(Editorial de “El Pueblo” de Arequipa de junio 12)

Las noticias telegráficas recibidas ayer por “El Pueblo”, nos

anuncian que “El Comercio” de Lima, se ha ocupado

editorialmente del movimiento periodístico regionalista del

Sur de la república; y que ha condenado con vehemencia

esa propaganda de prensa, llamándola antipatriótica.

No atinamos a explicarnos la actitud del decano de la prensa

nacional, porque creemos sinceramente que el movimiento

regionalista iniciado en el Sur y que va tomando bastante

cuerpo, lejos de inquietar a los que aman a la patria,

debería satisfacerles, porque, en nuestro concepto, marca

un verdadero progreso.

Es probable que el decano no se haya dado cuenta de la

índole de ese movimiento y que quiera atribuirle móviles


políticos o que, ofuscado por prejuicios y convencionalismos

añejos, quiera ver un peligro para la nacionalidad allí donde

se apunta más bien un anhelo patriótico y progresistas,

marcando una saludable reacción.

En efecto; no se trata de una campaña de desmembración

ni de dislocación provincia en homenaje a sentimientos del

malsano egoísmo. Tampoco se trata en buena cuenta de

cambiar el régimen político del país de una manera

sustancial, lo que podría conmover a los pueblos

intensamente.

Lo que quieren los pensadores, los periodistas, los hombres

dirigentes de esta región, que meditan con

desapasionamiento y serenidad, es que las provincias

reaccionen en contra del centralismo irritante y despótico de

la capital, despertando en ellas, el amor a la región, los

anhelos de autonomía municipal, que son preludio en todas

partes de una mejor organización política y administrativa,

porque dejando cierta libertad de acción a los pueblos, estos

pueden educarse mejor y ensayarse con más provecho en

las prácticas de la democracia y del progreso cívico.


El centralismo es indudablemente un mal en el organismo

político, como la congestión en el organismo humano es una

seria enfermedad. Si toda o la mayor parte de la vida

política, administrativa, económica, industrial, intelectual, se

radica en una sola ciudad, es evidente que los demás

pueblos de una nación tienen que sufrir de anemia y de

paralización. Ese organismo sufrirá plétoras en uno de sus

órganos y falta de vida en los demás, vendrá el

desequilibrio, la alteración de las funciones, la enfermedad y

la muerte.

En cambio, cuando todos los órganos funcionan libre t

saludablemente, las funciones generales se desarrollan de

una manera normal, el cuerpo crece y se fortalece y todo

marcha regularmente, sin alteración morbosa.

Esto es lo que anhelan los pueblos del Sur del Perú: que se

les deje vivir libremente, llenando sus propias funciones

dentro de la colectividad, para dar mayor vigor a esta y

contribuir en mejor forma, con más fuerza y energía, al

desarrollo y grandeza de la patria.

No tienen porqué alarmarse de estos deseos, de estas

aspiraciones legítimas y naturales, los diarios de Lima. Al


contrario, está en su interés estimularlos y contribuir a que

los poderes públicos, les abran cauce natural, porque de

cerrarles el paso, no harían sino provocar la explosión, que

suele llevar más lejos de los justos términos a los pueblos

en la consecución de sus derechos.

La prenda del Sur, debe saberlo “El Comercio”, no hace sino

reflejar un estado social, un movimiento popular claramente

exteriorizado ya, con el objeto de darles formas concretas.

Pedimos, pues, al amparo de un sano regionalismo, la

autonomía municipal, la descentralización administrativa, a

que tenemos derecho, no para cambiar de forma de

gobierno unitario hoy ni mañana, sino para preparar a los

pueblos al manejo, por ellos mismos, de sus propios

destinos, a fin de llevar en algún día remoto a la

nacionalidad a una organización política más conforme con

sus altos destinos y con la libertad humana. Esto solo se

puede alcanzar por la educación del pueblo que es lo que

debe perseguir al regionalismo.

CONTESTACIÓN DE “EL COMERCIO” DEL CUZCO A “EL

COMERCIO” DE LIMA
“El Comercio” de Lima en su edición de 11 del corriente

mes, censura, con acritud, un artículo de “El Sol”, de esta

ciudad, relativo al movimiento regionalista que viene

acentuándose entre la juventud Arequipeña y la de este

Departamento.

“Al leer – dice el decano de la prensa nacional – los

comentarios de las publicaciones cuzqueñas, parece que

fueran reproducciones de periódicos de los países

interesados en nuestra ruina”.

Aludidos en el párrafo que copiamos, tócanos responder al

diario limense, exponiendo, najo la visión de su verdadero

significado, las causas eficientes y los fines de ese ideal que

hoy mancomuna a la juventud de la sierra, en la aspiración

nobilísima de desligar los intereses, y los recursos propios

de los pueblos que constituyen la nacionalidad peruana, del

centralismo que, desde nuestra emancipación política,

viene succionando su vitalidad y deprimiendo sus derechos

y sus más legítimas prerrogativas democráticas.

Y vivamos a terciar en este debate iniciado por el decano,

sin apasionamientos que extravíen nuestro criterio, de la


trayectoria de imparcialidad y de sano patriotismo en que

debemos expandirlo.

Califica de “inconveniente y peligroso” el tema que nos

ocupa, y lo declara improcedente, ameritando en favor del

sistema centralista, el sostenimiento de instituciones

científicas, judiciales y militares, en los departamentos que

han iniciado el nuevo movimiento precursor de un cambio

necesario en la actual organización del Estado.

No creemos inconveniente ningún fenómenos de la

conciencia popular que se exterioriza en armonía con las

admoniciones de la civilización y de la moderna democracia,

ni vemos peligro en la enunciación de un propósito emanado

del deseo de emancipación y de desarrollo de las propias

fuerzas étnicas, industriales, económicas e intelectuales de

los pueblos.

El sostenimiento de instituciones que responden a

necesidades de cultura, de derecho y de orden, en las

principales capitales de la nación, no aboga por el

mantenimiento del centralismo, desde que no es solamente

bajo ese sistema que ellas han de existir, ni concurre a

satisfacer los gastos de esos servicios, la generosidad de los


gobiernos, sino los dineros públicos de las secciones

favorecidas con aquellas.

Antes de entrar así, sea de modo sinóptico, en el

desenvolvimiento de nuestras objeciones, permítanos el

prestigioso decano colocar el tema que refuta, en su

verdadero punto de vista, que él trata de exhibirlo bajo

matices insidiosos, acaso con el propósito de desprestigiarlo,

en aras de la superioridad primacial de la metrópoli, que

quisiera perpetuarla incólume.

En primer término, el hecho de haber enarbolado la

juventud de Arequipa y Cuzco, la bandera del regionalismo,

no implica la idea de disgregación ni menos de disolución de

los conglomerados ni menos de disolución de los

conglomerados políticos que constituyen la nacionalidad

peruana. Eso, jamás. Tal idea no tiene otro objetivo, en

síntesis, que una reacción, legítima desde luego, contra el

centralismo depósito de la capital que, en todo orden, ejerce

depresiva y aniquilante supremacía sobre todos los pueblos,

absorbiendo sus recursos económicos para conservar la

fastuosidad de su orgullo; burlando sus derechos y sus más

trascendentales expectativas democráticas e imponiéndoles,


con cínico y agresivo imperativo, la autocracia política de

especulaciones partidaristas, casi siempre divorciadas de las

aspiraciones y delos verdaderos intereses de las

comunidades ciudadanas que, no obstante su mayoría en la

población de la República, son tratados como elementos

inconscientes de fácil adaptación a los métodos utilitarios y

egoístas de los políticos metropolitanos.

No se trata, decimos, de labor disociadora, ni de problemas

en desacuerdo con los dictados del más puro civismo,

inmanentes en el espíritu de unión y solidaridad que debe

mantenerse entre los organismos constituyentes de la

República. Se labora si, por crear a las fuerzas y a los

recursos, a los elementos en general del progreso y de vida

con que cuentan los pueblos de la sierra, campo autónomo

de acción y de desarrollo, y medios de realizar, con las

propias energías y los derivados de las fuentes de

producción, las aspiraciones de bienestar económico y de

adelanto cultural y político, que hace tiempo abriga el alma

popular.

Se labora por romper el círculo opresor del centralismo que

cohíbe la acción evolutiva de los pueblos y anula sus


iniciativas bajo el negativo de la más punible indiferencia,

que es la característica de las instituciones, y de los

funcionarios del poder central, para todo lo que se relaciona

con los intereses y las conveniencias de las localidades

alejadas de la metrópoli.

Júzguese con serenidad este movimiento preliminar de

reacción, en los pueblos de la sierra, y se verá que su

anhelo no es otro que obtener una mejor organización

política y administrativas que les permita libertad de acción

y les garantice el ejercicio de sus derechos, en toda la

plenitud de su ciudadanía, que se haga real y efectiva la

autonomía de sus municipios, o lo que es lo mismo, la

dirección de sus intereses comunales, y se les otorgue

amplio espacio para sus prácticas democráticas y la

conquista de su porvenir.

Este anhelo no afecta en modo alguno a la unidad de

espíritu, de sentimientos y de intereses que debe

conservarse sólidamente en el conglomerado cívico de la

República, ni tiende a mermar las fuerzas ni las energías

nacionales frente a los enemigos del país. Es, al contrario,

un gimnasio en que las colectividades habrán de ejercitar


sus facultades propias, para poder constituir elementos

eficaces de acción y de desarrollo, y de ponerse, así, en

condiciones de elaborar por sí propios, sus altos destinos y

contribuir, con más vigor, con más fuerza y energía, con

mayor contingente de cereros capacitados, al

engrandecimiento de la Patria.

“Es ridículo hablar de “absurdo centralismo” cuando el país

no cuenta con los elementos que le son necesarios para su

completo desarrollo”, continúa “El Comercio”; y al terminar

su artículo dice que estos pueblos carecen de medios para

sostenerse en la forma que pretenden.

Estamos de acuerdo cuanto a la deficiencia de la cultura

política y la falta de preparación de los pueblos, para entrar

de lleno en una reforma trascendental de esta índole. Pero,

precisamente por eso, se inicia la labor regionalista, como

medio de educación de las masas ciudadanas, a fin de

capacitarlas integralmente para que, teniendo conciencia de

sus fuerzas y de las ventajas naturales que poseen, puedan

entrar en una organización política más conforme con la

libertad humana y más amplia para la realización de los

altos destinos de nuestra nacionalidad.


No se trata pues, de implantar, de modo inmediato, sin la

preparación paulatina y metódica que es necesaria, un

nuevo orden de cosas dentro del Estado. Las gestiones de

hoy, no son más que las preliminares de una labor que

habrá de ser educativa y de desarrollo lento, antes de entra

en el terreno de la conquista a que se aspira.

Cuanto a las condiciones de los pueblos de la sierra, que el

decano, considera pobres y débiles. No son tales como allá

se las juzga. Favorecidas por la naturaleza pródiga de todos

sus reinos, las regiones de la serranía cuentan con sobrados

recursos para mantener su autonomía económica y realizar,

por sí mismos, sus propios destinos, desde el momento que

la acción del centralismo desaparezca y las deje en libertad

de aprovechar independientemente de sus fuentes de

riqueza.

Reservamos para otra oportunidad la demostración de este

punto de nuestra réplica, por no hacer muy extenso el

presente artículo.

Y el ideal de descentralización que se acaba de proclamar en

los departamentos de Arequipa, Cuzco, Puno, Apurímac,

Tacna libre y Moquegua, no es eco de un vacuo vocerío de


agrupaciones ácratas. Es la voz de los pueblos que,

cansados de sufrir el aplastante predominio de la capital,

centro de todas las mistificaciones políticas y laboratorio de

todas las imposiciones demagógicas; se alzan en actitud

legítima en guarda de sus fueros y de sus libertades

democráticas; y en demanda de la parte del progreso, de

salud y de vida a qué tienen derecho como entidades de

igual orden dentro del organismos nacional.

Esta actitud lejos de revelar desconocimiento de intereses y

las conveniencias del país en conjunto, es un exponente de

elevado patriotismo y del espíritu progresista que levanta el

alma popular hacia los llamamientos del porvenir, es la

graficación del anhelo de vivir con la vida de los pueblos

autónomos, de evolucionar con mayor vigor hacia su

engrandecimiento para contribuir, a su vez, con mayor

fuerza, con más decisivas energías, con elementos más

eficientes, al resurgimiento y bienandanza de la República,

cuya vitalidad será más intensa, cuanto mayor sea la

actividad y el desarrollo de los diferentes cuerpos que la

constituyen.
LAS PROVINCIAS Y “EL COMERCIO” DE LIMA

(Artículo del escritor mistiano Francisco Mostajo,

publicado por “La Federación” de Arequipa de junio

19)

El decano de la prensa nacional he tenido la bondad de

dedicar un suelto en su sección El Día a combatir la

tendencia regionalista nacida e incrementada en el Sur. Muy

natural es tal actitud en el decano, puesto que él es órgano

de la oligarquía centralista contra la cual va el robustecido

movimiento regional. Si “El Comercio” no grita, no sabemos

quién pueda gritar, en favor de aquella, la que, debemos

decirlo una vez por todas, estamos los provincianos

resueltos a derribar, aunque sea, el llegando la hora, entre

convulsión y sangre.

“El Comercio” siempre fue órgano eminentemente

centralista. Es el que siempre concedió menos atención a la

vida de provincias. Cuando habló de estas, como ahora, sólo

fue para revelar que estaba pésimamente enterado de

nuestras cuestiones, cuando no fue para santificar el ultraje

de los sayones centralistas o la avidez de los

presupuestívoros de la misma cepa, plagas ambas que se


complace la capital en obsequiarnos. Baste decir que “El

Comercio” siempre desdeñó enviar su canje a los

semanarios de provincias que son los que verdaderamente

interpretan el sentir de ella, aún en las que gozan de la

existencia de uno o dos diarios. ¿A tan poderosa empresa,

que tanto ha usufructuado y usufructúa de la nación, que le

importe poner en circulación que le importa poner en

circulación como canjes cien o doscientos ejemplares, a

cambio de que a su mesa de redacción lleguen los

hebdomarios provincianos y enteren perfectamente del

sentir de las circunscripciones que viven de esmirriado modo

porque la capital lo absorbe todo?

Es que “El Comercio” y la oligarquía centralista a la cual

sirve poco o ningún valor dan a las provincias, pues,

estamos seguros que para ellos no representan éstas sino el

rebalo que se trasquila. El mero hecho de dedicar al

regionalismo no un editorial de serio estudio, sino un suelto,

pone en relieve la insignificante trascendencia que para “El

Comercio” tiene nuestras cosas y lo ayuno que se encuentra

respecto de ellas. En vano el señor Zulen, con elevada

solicitud que se la aplaudimos y se la agradecemos los


provincianos, está empeñado en exponer en la capital de la

República la tendencia y la labor anticentralistas, cada vez

más hondas, vastas y fuertes que por estas tierras poseen a

la totalidad de las voluntades y de las mentes. “El Comercio”

no se ha enterado aún, pese al señor Zulen, de la verdadera

naturaleza del movimiento regional. Por eso al ocuparse de

él desbarra lamentablemente y con desplantes centralistas

nos hiere.

Está equivocado “El Comercio” al decir que la velada

ofrecida en Arequipa en honor del poeta cuzqueño Aguilar

no pasó de un agasajo. Bien claro se les llamaba en el

programa “fiesta regionalista” y bien claro se decía que era

una manifestación de la confraternidad que debe reinar

entre los departamentos del Sur”. Y, después de todo, ahí

está nuestro discurso, que fue el de orden francamente

anticentralista, con crudeza que nunca se usó en oraciones

del estilo, imprimiendo carácter a la fiesta. Y sin duda ignora

“El Comercio” que esa velada en honor a un poeta

provinciano se organizó al frente de la circunstancia de

haber llegado casi al par de él un poeta metropolitano, el

señor Hernández de modo que el regionalismo de ella se


subrayaba. Si “El Comercio” desde antiguo hubiera prestado

atención a las cosas de provincias, se habría dado cuenta de

que la velada era la primera manifestación de solidaridad de

los dos departamentos más importantes del Sur, entre los

que, como apunta “El Sol”, mediaban quisquillas

inconfensadas.

Principia “El Comercio” hablando ex abruptamente de

naciones que se deshacen, de conglomerados políticos que

se dividen, de colonias que se separan o disgregan, delas

corrientes ácratas del regionalismo barcelonés y de no

sabeos que otras lindas cosas más, exóticas a la cuestión y

que sólo sirven para probar que el decano carece de toda

noción acerca de nuestro movimiento regional. Nadie en las

provincias trata de deshacer ni de dividir, ni menos de

separarse o disgregarse, ni nuestro regionalismo es como el

barcelonés. Y cuidado que “El Comercio” no trae para nada

la palabra federación, que es la que quizás podría dar lugar

a los recelos del decano. Pero aún en la opinión federativa,

que comprendemos es sólo una bandera del ideal, late un

concepto semejante al contenido en esta rase de un

periodista limense: la federación en el Perú es cuestión de


dosis. Pero “El Comercio” al embestir contra el regionalismo,

no distingue ni la fuerza psicológica que a éste informa, ni la

aspiración meramente descentralizadora, que es unánime,

ni la opinión federalista, simpática a las multitudes, pero

sobre la que ya reobra el pensamiento serio. Si “El

Comercio” en su ignorancia del sentir y del querer de las

provincias, todo lo hace parejo, lúcido está y puede

continuar disertando como si estuviera en la luna.

Trae después a colación los casos de España, Francia, Gran

Bretaña, Alemania e Italia, que tras formar muchos estados,

fueron a la unidad que les dio fuerza y progreso, y trae

también a colación el principio de la integración. Y se le ha

olvidado en el tintero el A.B.C. que hoy tiende a formar una

poderosa unidad internacional. Más “El Comercio”, como

muchos por desgracia confunde el centralismo con el

unitarismo o aparenta para el mayor efecto de su tesis

alarmista no darse cuenta de que son cosas distintas, tanto

como lo son una esponja que ávidamente absorbe y una

colmena de sabia distribución. Preguntámosle al decano, si

dentro de España, Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia

las circunscripciones territoriales que no son las urbes


metropolitanas yacen en el menosprecio en que se hace

yacer a nuestras provincias cuyas necesidades se atiende

tarde, mal y nunca, ó si cada una de esas circunscripciones

goza de las condiciones que le son propias de vida, y tiene

personalidad jamás desconocida por la capital, tanto que

muchas se alzan rivales de ella. Unidad no quiere decir

absorción. El ejemplo, pues, huelga y, si no huelga es

contraproducente. Esos grandes estados nos enseñan que la

nación es un organismo y que, como organismo debe tener

todas sus partes plenas, so pena de hacerse enfermiza. Y a

propósito no queremos nombrar los fueros que fácilmente

se hallan campando dentro de la ciudad que es el encanto

de “El Comercio”.

Dice “El Comercio” que es “ridículo hablar de absurdo

centralismo cuando estamos en el balbuceo de la

organización pública y cuando el país no cuenta con los

elementos que le son necesarios para su completo

desarrollo”. Cabalmente nosotros los provincianos, por

fuertes y múltiples razones, achacamos al centralismo el

que no haya salido de ese balbuceo el país en cerca de un

siglo de vida republicana y el que no disfrute de todos los


elementos de que tiene capacidad. Para que la organización

pública vaya más segura, en su marcha y para que

usufructúe la nación de todos sus factores, es que lo que

queremos descentralización, porque con ésta, la actividad

vitalizará no sólo a la capital, sino a todos los ámbitos en

energías nacionales. Repetimos lo que hemos dicho en otras

ocasiones: la capital no es la nación sino que ésta se halla

constituida por las provincias más la capital. Con el

centralismo, las cosas se hallan por lo menos invertidas y,

con tal inversión, lo están también los valores todos. Y luego

querrá “El Comercio” que no califiquemos de absurdo al

centralismo y que no pugnemos por combatirlo y matarlo

con la afirmación de las regiones, en las que se

conglomeran las provincias para mejor luchar. Por contera

de todo lo que llevamos dicho, podíamos hacer el

diagnóstico de los males del centralismo, pero en obsequio e

la brevedad remitimos a “El Comercio” a loscontundentes y

honrados artículos de Zúlen.

Cegado “El Comercio” pro su centralismo, va hasta herirnos,

pues sin duda por cacha o en buen castellano, por burla nos

dice que se admira de que “los clamores provengan


precisamente de pueblos que poseen, proporcionarnos por

el poder central, los elementos que pueden servirles para su

mejoramiento material y moral”. Y, acentuando su

sarcasmo, agrega que se trata de “regiones que poseen

universalidad, cortés de justicia, institutos militares y que

han visto llegar la línea férrea y que han visto llegar la línea

férrea hasta sus capitales y actualmente contemplan la

construcción de nuevos ramales ferroviarios”. No faltaba

más ¿Acaso quiere “El Comercio” que nada de tales cosas

hubiéramos tenido los provincianos para dar razón a

nuestros clamores? Si nos faltara una prueba del

menosprecio con que nos mira la oligarquía centralista, la

tendríamos en el tono de las frases transcritas, que no son

de ningún periodiquín, sino del principal de los diarios

limeños. Creen sin duda los señores centralistas que nos

hacen una gracias con “proporcionarnos” (es su palabra)

medios a que tenemos perfecto derecho, puesto que, al

revés de la capital que sólo huelga y usufructúa, son las

provincias las que producen. Si no, atrévase la capital a

subsistir y gastar fausto sin éstas. Dejaría de ser. Mientras

que las provincias sin la capital continuarían siendo, aunque


sea la anarquía. Nada nos proporciona el poder central, sino

simplemente, por la fuerza de las cosas, danos una mínima

parte de lo que tenemos derecho. Váyase “El Comercio” con

sus humos centralistas a gastar pantorrillas a otra parte.

¿Qué tenemos universidad, corte e institución militar? Pues

le decimos al decano que la universidad anda mal porque su

reforma depende del poder central, que cada vez que ha

intentado hacer ha demostrado ignorar completamente el

problema y el punto en que reside la dolencia. Si de

nosotros los provincianos dependiera mejorar nuestras

universidades menores, ya lo hubiéramos hecho

adecuadamente a las circunstancias sociales de nuestros

departamentos y hoy aquellas, por lo menos la de Arequipa,

no serían úlceras sociales. Algo más. Si no fuera el

centralismo de Lima, hasta podría pensarse en una

universidad única; pero implantada en región distinta de la

capital, que puede ser buena para la disipación mundana,

mas no para el recogimiento estudiantil. Le decimos

también al decano que si no lo fuera el centralismo, las

Cortes no andarán como andan, sirviendo sus puestos de

premio no al mérito contraído en la labor jurídica, sino a


todas las indecencias del politiquerismo, que es el tumor

que Lima extiende sobre el resto del país. Y en cuanto a las

instituciones militares, nombrarlas como argumentos contra

el regionalismo, pasa de la burla a la desvergüenza, pues

son los órganos más antipáticos del centralismo como que

son, con su Código Militar y sus últimos procederes, las

garras más opresoras y ultrajantes, sobre todo dentro del

actual régimen, centralista como todo régimen cuartelero.

¿Y la instalación de ferrocarriles que se nos saca en la cara

como favor? Da ganas de no hablar en serio, sino de

responder como se debe responder a desplantes. Pero,

revistiéndonos de paciencia, le decimos al decano que estos

ferrocarriles se construyen por utilidad nacional, por derecho

que tenemos a ellos y porque los departamentos y no la

capital son los que en último análisis los pagan. Y le decimos

también que si en vez del centralismo hubiéramos gozado

de la descentralización, muchos años antes ya nuestras

circunscripciones territoriales hubieran gozado del bien de

los ferrocarriles, pues en ellos se hubieran empleado los

dineros de nuestras provincias en lugar de servir para

satisfacer las concupiscencias de la capital. Mientras tanto,


si hoy, con el centralismo se llega a construir después de

mucho batallar, alguna obra pública en las provincias, el

peculado en pro de los “culebrones” de allá, va al lado de

ella. No queremos decir que con la descentralización no

cabrían los peculados; pero en el peor de los casos, el

dinero sumido en esos peculados quedaría en las clases que

lo perpetúen en la misma provincia, refluyendo siempre en

la organización social y económica de ella, pues se traduciría

siquiera en fausto amén de que peculado y todo, la obra

pública se haría mejor que las que ahora se hacen con gato

encerrado.

Va “El Comercio” hasta decir que cuando los regionalistas

invocamos en las oraciones en pro de nuestra causa, a

Pumacahua y Melgar los empequeñecemos, pues los

convertimos en próceres de la patria en héroes lugareños.

Esto se llama tomar el rábano por las hojas. Si los

invocamos, es para recordar a nuestros departamentos que

en la historia fraternizaron batallando juntos por la

independencia de la patria y decirles que así deben

fraternizar ahora y siempre en su labor por obtener vida y

desarrollo plenos e integrales para bien y grandeza de esa


misma patria. Si así son las cosas, no pasan de

despropósitos tamaños o mejor dicho de majaderías

centralistas las frases torpes de “El Comercio” cuando dice

que el regionalismo es “monstruoso absurdo” y “forma

hipócrita del antipatriotismo”. Monstruoso absurdo es más

bien, que la oligarquía a la cual sirve de órgano “El

Comercio”, absorba todo en provecho de su sensualismo

corro rápido y corruptor y constriña a las provincias a la

inopia y a recoger las migajas que buena mente les dan los

magnates de la capital. Forma hipócrita del antipatriotismo

es más bien, la que emplean esa oligarquía y la burocracia

que le sirve para hacer los negociados que engordan su

bolsa. ¿Nada le ha escocido a “El Comercio” en la conciencia

cuando ha hablado de forma hipócrita del antipatriotismo?

¿No ha recordado que hay familias que viven sobre el

presupuesto como los piojos sobre el cuero cabelludo?

Sepa el decano que con las ideas que él, extraviando su

contenido, califica de extraviadas, iremos los provincianos a

tocar las puertas de la capital, no para deshacer la patria,

como aparenta creer, sino para fortificarla, haciendo que la

capital no sea el tumor que absorbe la vitalidad del


organismo nacional, sino que éste pleno en todas sus

partes, como ya lo hemos dicho, sea rozagante de ámbito y

ámbito y no raquítico y deforme.

Francisco Mostajo

Arequipa

Imp. “Sport” – San Carlos 862

“LOS SUCESOS DE PUNO”

Hace mucho tiempo que en Puno se ha dejado contemplar

un grave y complicado problema, del que se ha ocupado con

frecuencia la prensa bajo el título que encabeza estas líneas.

Allí como en todos los departamentos de la República, un

grupo de privilegiados sucesores de los encomenderos del

Coloniaje, se había apoderado de las riquezas, de las

representaciones al Parlamento, de los puestos públicos y

hasta de los habitantes indígenas y sus tierras, y han

sebado su insaciable codicia al amparo delas leyes, con la

cooperación de las autoridades, protegidos por la fuerza

pública y tácitamente autorizados por el Gobierno central.

Los hijos de Atahualpa, venciendo dificultades y haciendo

sacrificios inenarrables, acudieron sedientos de justicia a las


puertas del Palacio de Gobierno, de la Exema. Corte

Suprema y donde el Arzobispo; y los hijos de Pizarro y de

Valverde escucharon serenos las narraciones de las

fechorías de las autoridades políticas, judiciales y

eclesiásticas, gamonales y gendarmes… Fingiendo

compasión a los desvalidos, los gobiernos enviaron

delegados que acumularon pruebas contra los delincuentes

en documentos que están archivados para siempre, donde

los historiadores encontrarán las causas de otros problemas

posteriores.

La pasiva actitud del Gobierno central significa una

sangrienta burla a los quejosos indígenas y denuncia su

impotencia para hacer justicia o su complicidad en seculares

crímenes.

Los periodistas de la Capital fueron los que exclamaron en

un arranque de sincera indignación ante la evidencia de la

tiranía contra el indio: ¿“Por qué no reivindicáis vuestros

derechos por vosotros mismos”? pero los indios no

consiguieron nada y volvieron a sus ayllus con estas

desconsoladoras palabras: “mama puni canchu justicia”… ¡Y

qué iba a haber justicia para los vencidos cuando los


ciudadanos honrados, con derechos de sufragio y todo, eran

encarcelados y atormentados siempre que se trataba de

imponer las candidaturas de los gamonales ó doctores

desconocidos designados en la Capital, ó de asaltar los

intereses comunales; cuando las denuncias de los delitos de

un individuo sirven para que le den un puesto como

autoridad (como sucede en la provincia de Chucuito);

cuando pedir justicia es un delito y la verdad no se tolera!.

Pero las necesidades son exigencias y su satisfacción se

impone; por eso, mientras que los oligarcas de la Capital

con los gamonales provincianos saborean en opulentos

banquetes el fruto de las dos únicas riquezas que se han

acostumbrado a explotar: el Tesoro Público y el trabajo del

indio; los pueblo que no pueden soportar eternamente tanta

ignominia, ni esperar que la muerte natural elimine uno por

uno a sus opresores, ni seguir autorizando con su silencio

despilfarros y legicidios, de que no quieren ser

responsables, han reaccionado y lanzan hoy el grito de

libertad y justicia sintetizando en la palabra Federación.

El Federalismo es un ideal que los puneños han acariciado

hace algunos años, sin considerarlo peligroso; por eso un


Diputado queriendo halagar el sentimiento popular se

adelantó en presentar un proyecto de Federación que no

resultó en su Cámara. La Conferencia de Federico G. More

en el Centro Universitario, también cayó en el vacío.

Paralelamente y simultáneamente a lo ocurrido en Puno, se

han realizado acontecimientos idénticos en todos los

departamentos del Sur y han dado los mismos resultados.

Los continuos atropellos y suplantaciones electorales; las

enérgicas protestas de los universitarios cuzqueños

reprimidas violentamente por la fuerza bruta; las de los

universitarios arequipeños, ahogadas en el calabozo; las

masacres de indígenas y obreros; la explotación y la tiranía

autoritarias; todo se ha sumado, y tenemos hoy, ya no los

insignificantes “Sucesos de Puno” sino “EL Problema del Sur”

y muy pronto tendremos que resolver el gran “Problema del

Perú” que de una vez por todas implante la Libertad y la

Justicia necesarias para la felicidad del País.

Lima, Julio de 1915.

J. Palacios R.

EL IMPUESTO Y LOS SEÑORES ZORROS


Es bien curioso lo que pasa en el Perú, cada vez se trata de

establecer una contribución o de emplear las partidas del

Presupuesto.

En uno y otro caso son unas mismas las gentes favorecidas

y otras, también las mismas, las que llevan la peor parte.

Se trata de dotar empleos con grandes sueldos: pues ya se

sabe de antemano que la plaza será ocupada, no por el más

apto sino por el más adinerado o por el más vinculado a esa

clase. Se trata de crear un impuesto: pues ya se sabe que

los adinerados no lo soportan. Entonces se forma en la

prensa y en los corrillos el tole tole de la industria, el

trabajo, la riqueza nacional, la minería, la agricultura y otras

tantas zarandajas por el estilo que se pronuncian como

talismanes libertadoras de todo impuesto. Se trata de

gravar el presupuesto en gastos que solo benefician a esas

clases, de crear comisarías rurales, comisarios de minas,

expertos, etc., etc.; pues debe ponerse la partida en el acto,

porque se protege así a los adinerados.

Siempre las cosas por ese estilo. Los que sacan beneficio de

las instituciones y de la riqueza explotable del país, por lo

mismo que resultan ser adinerados, son precisamente los


exonerados de esas cargas, los cuales resultan sufriéndolas

los que no las aprovechan en servicio público. Aquellos son

los zorros del cuento.

Es preciso que el pueblo se de cuenta, con toda claridad, de

este asunto, y pueda por lo mismo exigir que los impuestos,

al menos se extiendan a todos los ramos que se benefician

con los servicios públicos que el Estado atiende, como son

los de seguridad, los de justicia y los de buena

administración, cuyo detalle figura en las diversas partidas

de gastos de la República. Todos los agentes productores de

la riqueza se benefician por la acción del Estado y, por

tanto, todos deben contribuir a su sostenimiento,

proporcionalmente, en lo que sea posible, a la cooperación

recibida. La violación sistemática de este principio, en el

Perú, es la causa principal del estado, puede decirse, de

bancarrota del presupuesto de la nación.

El ser agricultor, minero ó industrial, lejos de constituir

motivo para no pagar impuestos, es la causa suficiente para

pagarlos, por lo menos que aquellos son los que más hacen

uso de los servicios públicos del Estado para el ejercicio de

sus energías productivas, y los que más beneficios y


ventajas obtienen de su empleo. Solamente deben gozar de

privilegio de la extensión del impuesto sobre sus ganancias,

los que no alcanzar a tenerlas, y esto como un estímulo al

esfuerzo y al trabajo, del que tarde o temprano resulta el

éxito.

El arte de producir la riqueza demanda ensayos y sacrificios

muy duros, crueles decepciones a que conducen los trabajos

improductivos o ruinosos. En ese caso, el Estado debe, por

lo menos, no cobrarles el impuesto, como medio de

protección, ya que los negocios no resultaron eficaces en

beneficios y solo significaron pérdidas para los que en ellos

emprendieron; es lo racional no agravarlos con el castigo

del impuesto. Esta es la doctrina justa de la tributación, lo

demás es injusto y exactor y se trasluce en daño público;

porque obsequia dineros del Estado a una clase

determinada, con perjuicio de los servicios públicos, que con

esos dineros deben hacerse en beneficio del país entero.

Todo esto lo decimos ahora con motivos de los ajetreos que

vienen haciéndose por los adinerados, que no se cansan de

pedir extensiones y beneficios al Estado, echando todas sus

cargas sobre la masa incontable de los no favorecidos de la


fortuna, que bregan día a día para conseguir un pan; el

pueblo llano, el que siempre soporta las cargas y para el

cual no hay ni justicia en los juzgados, ni enseñanza en las

escuelas, ni amparo en la desgracia del accidente o en las

situaciones de miseria, de enfermedad o de muerte.

El Estado debe vender el guano al mejor postor y verter en

sus arcas íntegramente los productos; debe cobrar impuesto

de exportación a los minerales que dan las minas en estado

de prosperidad, el petróleo y demás productos del territorio,

y con esos fondos que provienen de riqueza evidente y

holgada, atender a la seguridad del Estado, a la

administración y a la justicia distributiva, a la educación del

pueblo, a la sanidad pública y, en todas sus formas, al

progreso del país. Eso es lo único correcto y conveniente. Si

así se procediese, no tendríamos ni miseria en el hogar, ni

crisis fiscal en la caja del Estado.

¿Por qué no se procede según esa orientación; porque

pretenden que los que más ganan sean los que menos

paguen, o nada paguen?

Nosotros pedimos justicia, justicia seca; nada más. La obra

de los zorros debe de ser de todos conocida.


FARIA

NUESTRO FOLLETÍN

Comenzamos en el primer número la publicación, a manera

de folletín, de un libro que bajo la forma de novela describe

el presente estado social del Perú. “Los Menguados” en este

libro donde se expone la sociología nacional, desde la vida

de los alejados pueblos del interior, hasta la de la capital

que centraliza y absorbe todas las actividades. Todos los

tipos sociales, desde el más subalterno funcionario de

distrito hasta el más encumbrado dirigente de Lima, están

presentados allí. El autor se revela profundo conocedor de

nuestra sicología y de nuestra historia; conoce

perfectamente hombres, instituciones y cosas, hasta el

extremo de que las mejores páginas de su libro sean

seguramente las dedicadas a los partidos políticos. Las

personas que lean esa obra tendrán el agrado de palpar lo

que decimos. Acaso el hecho de ser una novela de tesis,

porque persigue un sano propósito y considera que existe

remedio para nuestros males, le haya robado méritos


literarios, pero su estilo en sencillo y aún atrayente.

Insertamos en seguida un artículo sobre esa novela.

“LOS MENGUADOS”

Este es el título sugestivo de una obra profundamente

educadora, impresa en Madrid el año 1912. Su autor ha

querido quedar oculto bajo el seudónimo de Ma Th.Ph., y lo

sentimos por él, porque una obra de tanto aliento, de

conocimiento tan hondo de los males sociales, de estilo tan

ameno, ha podido honrar a cualquier escritor. Sin duda,. Ha

sido una modestia extremada la causa del seudónimo.

El libro tiene cuatro partes, a cual más interesante. En todas

se mantiene por igual un espíritu de crítica severa de los

servicios de nuestra época, y el autor encuentra ocasión

para esparcir como corriente vivificadora a su amor a la

humanidad doliente y su semilla regeneradora. Pero ¿Es

posible que no se halla comentado por gentes mejor

preparadas, esta noble producción en que se trata de

cuestiones nacionales?

Los Menguados es una joya moral, sico-sicológica que tiene

la forma de novela. Allí se exteriorizan personajes tan


criollos que a veces nos parece leer un nombre propio en

vez del otorgado al personaje del libro. Otras veces en la

vida práctica o real estamos tentados de llamar a alguien el

Dr. De la Estaquila; a otro, Sr. Sangrar, a un tercero, Dr.

Gavilano, y así a cada espectro del mal, por nombre dado en

la novela a la personificación de la respectiva calamidad.

El libro es corto, apenas tiene 222 páginas de letra en tipo

grande, y al leer parece que solo fueran 22. Tal es la

vehemencia impuesta al espíritu por la atracción creciente

de la curiosidad, que de repente se advierte con sentimiento

que ha terminado el volumen. En cambio la impresión es

fuerte; las sensaciones continúan por mucho tiempo

haciendo vida autónoma en la fantasía excitada por la

lectura, y el corazón se siente arrastrado hacia el camino del

bien.

Allá va un ligero esbozo del argumento. Teatro de los

sucesos; Piñicos, pueblos de la Montaña de Chanchamayo y

Lima, la Capital de nuestro Perú, Personajes principales:

Tomás Arrea, padre de dos muchachos de provecho, uno de

los cuales (Juan) es el héroe de la historia; don Carlos

Lucido, distinguido Preceptor de Piñicos, de condiciones


salientes, ejemplar hermoso de lo que debe ser un

verdadero profesor, un educador de almas, un iniciador de

la niñez; don Pedro Vidente, cura virtuoso, de criterio

amplio, sereno y de discreción que sería de desear en todos

los párrocos; Anselmo Estaquilla, encarnación fiel del

tinterillo afortunado que llega a ser Representante y hasta

Ministro, porque que tiene reconcentrada en su persona los

innumerables dolores de sus muchas víctimas, y las

maldiciones de las generaciones hundidas en la miseria

espantosa por los inauditos peculados con que acreció su

fortuna; el doctor Firme; el señor Rocavil; el Comandante

Sangrar; y, en fin, la espiritual, inteligente y hechicera Clara

de la Estaquilla, ángel de bondad, de resignación y dechado

de bien, que nace como brotó el cristianismo, de los

pantanos del paganismo.

El Preceptor de Piñicos pone en el magisterio la inspiración

superior de su genio, y más que con palabrerías vacías,

inculca en sus discípulos la sólida educación moral basada

en el ejemplo de su vida austera y abnegada. El forma el

corazón humano, forja el civismo en los pequeños. Así labró

el corazón de oro de Juanito Arrea, hijo de Tomás, que


campea a cada instante en la escena con la noble hidalguía

de los viejos tiempos.

Por acuerdo de Tomás, el Preceptor y el Cura, Juanito

marcha a Lima a recibir instrucción en el Colegio Nacional

de Guadalupe. En el plantel aprende a pesar de los muchos

defectos de organización descritos por el novelista. La

simiente de la escuela de Piñicos lo salva de los serios

peligros que recorre. Termina con gran éxito sus estudios e

ingresa a la Universidad, consiguiendo el título de Abogado

y doctor en Jurisprudencia. Su práctica la hace en casa del

doctor Firme, tipo raro de pureza (no obstante de ser

Abogado), hombre que estime en más la tranquilidad de

conciencia consiguiente al deber cumplido que los placeres

hechizos y desazonados inherentes a los caudales

indebidamente adquiridos. El doctor Firme acabó de arraigar

en el alma de Juan el verdadero concepto del honor, de la

dignidad y del cumplimiento del deber sin omitir sacrificio.

En el estudio del doctor Firme había un expediente

ejecutivo, destinado a conseguir el remate de un inmueble.

El hermano de Juan Arrea deseaba adquirir una finca y con

tal motivo fueron ambos hermanos a examinar el bien. La


casa, de extrema pobreza, acusa sin embargo esmero en los

menores detalles. Tocan y los recibe Clara de la Estaquilla.

Las condiciones excepcionales de belleza, de dulzura, de

inteligencia, de cultura; todo realzado por los rasgos

sublimes de un sufrimiento llevado con resignación, no

podía dejar de sacudir hasta las fibras insensibles de

nuestros visitantes, sobre todo de Juan. Este y Clara se

miraron, y desde esa primera mirada ambos se adivinan y

se sienten ligados por los efluvios misteriosos: sus almas sin

necesidad, de haberse valido de palabras, están atadas por

el lazo del amor.

Al pasear la casa encuentran al doctor de la Estaquilla, al

explotador de infelices, en sillón de ruedas, atacado de

parálisis. Su hija es Clara. Después, Juan Arrea se encarga

de la defensa de los asuntos de la Estaquilla y salva la finca.

Mediante, su esfuerzo el anciano invalido y su encantadora

hija consiguen una renta para comer. Los últimos tiempos

se habían mantenido con el trabajo de Clarita.

Juan Arrea se casa con Clara, y el pillastre purga con crueles

dolores, las faltas de su existencia; declara sus iniquidades,

se arrepiente y muere.
El Señor Rocavil simboliza al hombre vano, superfluo,

entregado a la vida de reuniones, en las que haya

oportunidad para atraer a los elementos dirigentes con

quienes tiene influencia gracias a estos métodos.

El Comandante Sangrar encarna al desalmado, sin

escrúpulos para nada. Se burla de los doctrinarios, no

concibe la honradez sino como cobardía o estulticia. Como

Sub Prefecto, había recorrido toda la escala de extorciones e

infamias; pero posteriormente fue mucho más lejos como

Jefe Provincial. Los contingentes para el servicio militar eran

el mejor y más abundante medio de producción. Encerrados

en la cárcel el quíntuplo de los individuos pedidos, los

clasifica en series. En la primera salen los más pudientes,

los que mayor cantidad abonan; en la segunda serie, los

que sigue a aquellos, y así sucesivamente, hasta llegar a los

que no pagan nada por no tener nada. El residuo de las

eliminaciones, el sobrante de os cogidos, esos, aún cuando

tengan incapacidad manifiesta o excepción comprobada,

esos, son los que saldrán con banda de músicos para

completar el ejército nacional.


Sangrar no queda impune en sus monstrusas iniquidades.

Un arriero a quien había hecho víctima de los más torpes

abusos, venga a sus padres y a los que su clase. En un viaje

de Tarma a Oroya y aprovechando de circunstancias felices,

vacía los intestinos de una puñalada a Sangrar, y mata de

un balazo al gendarme villano que tan terrible amarguras

había sembrado en su alma nacida para el bien. El arriero

fuga y encuentra entre los salvajes de las selvas, menos

injusticias que en el mundo de los denominados civilizados.

UNA NOVELA PERUANA

He leído “Los Menguados” novela de costumbres, escrita por

autor anónimo. “Los Menguados” obra de tesis y de sátira

política, deja mucho que desear como interés o belleza

literaria; allí no se encuentran brillantes metáforas, juegos

de palabras y otros artificios del estilo: soria, medida,

severa, más que novela es un relato fiel de los vicios de

nuestra nacionalidad incipiente.

El autor se esconde bajo un sugestivo seudónimo: Ma. Th.

Ph. Son las iniciales que ocultan su nombre; siendo esto,

para mí, símbolo de las fatídicas palabras del festín de


Baltazar. Es en efecto, el Mant Thecel Phares de muchos de

nuestros políticos el libro que me ocupa; y, el señor de la

Estaquilla es X. B ó Z, menguados a quienes damos la

mano, en el trato diario con las personas. Juzgado el libro

de esta manera y conociendo su índole, es explicable que le

hicieran “la conjuración del silencio”; no podían gustar tales

verdades dichas con una altura de miras que coloca al autor

por cima de intereses pasionales o partidaristas. El paladar

delicado de los que manejan la cosa pública; gusta de la

adulación, envenenado manjar que repugna a las

conciencias elevadas. Es comprensible por estas razones, el

vacío que encontró en Lima, la publicación de tan

interesante copia animada de la realidad. Recorriendo sus

capítulos, encontramos en D. Carlos Lúcido lo que debe

hacer con poco, y mucho de buena voluntad, para conseguir

el adelanto teniendo como factor principal, la educación, un

maestro de escuela en provincia. La escuela de Piñicos debía

servir de modelo a otras muchas que se establece en los

departamentos de la república; su organización, el método

de los estudios y todo en fin lo que la constituye, es el

patrón por el que debería formarse iguales de su especie.


Avanzando más en la lectura, pues no es mi propósito

formular un juicio detallado, encontramos tipos que, como

los del Comandante Sangrar, el subprefecto y los señores

Gavilano, Kanguro y Torino, son acabados retratos de

sicología criolla; y la Academia Nirvana, fidelísima pintura

delas reuniones políticas que se efectúan continuamente

entre nosotros. Las elocuentes exposiciones de los oradores,

sus teorías egoístas, tendentes al personalismo, son la

verdad cruel y desnuda; y una frase, ésta “el bien de cada

uno es el único fin que se persigue en policía, como en todo

orden de cosas; los partidos políticos tienen por objeto único

la organización de ese trabajo, prestando unos a otros

mutuo apoyo”, es el resumen, en síntesis, del pensamiento

de los dirigentes. Desastroso espectáculo que se ofrece a la

vista; Gavilano, Kanguro y Torino, expresan el juicio

formado de las clases superiores, sobre cuestiones políticas;

donde solo se busca y se persigue con afán, especulación

lucrativa y bochornosa.

Atahualpa, Pizarro y Bolívar, son, como señala el autor, las

tres grandes unidades representativas de nuestra historia. A

pesar del tiempo, su nociva influencia perdura y ha tomado


proporciones enormes. La distancia moral, el abismo que

separa al propietario y al obrero se ha ahondado y lejos de

ahuyentar las sugestiones que proyectan esos tres

hombres: imperio, colonia y república, se les fomenta y se

busca la manera de acrecentarlas, para el común beneficio

del grupo de los elegidos.

El Dr. Arrea, espíritu selecto de recta moral, que recibió en

su infancia las sabias y doctas enseñanzas de Lúcido,

significa la reacción. La misma selección de su espíritu, sus

ideas, sus tendencias, le llevan a combatir valerosamente

con verbo vibrante las malas causas, los prejuicios de raza y

finalmente todo lo dañoso al bien colectivo, ¡Sin embargo,

qué pobres y estériles resultan sus esfuerzos! Ahóganse sus

energías ante la fuerza arrolladora de mayoría.

Es la educación a mi ver, y a juicio del autor que me ocupa,

parte esencial en la organización de un pueblo. Contra las

luces de la enseñanza no obraran los malévolos

procedimientos de los que gobiernan; cuyo poder es un

feudalismo hipócrita, disimulado bajo falsas apariencias de

honradez. Fúndense escuelas que tengan un verdadero fin


práctico, como la de Piñicos, y las malsanas ideas de los

“Menguados”, de los de la Estaquilla, no surtirán efectos.

Dicho libro significa también, la voz de alarma lanzada a la

opinión sensata de las personas cultas; pregón de

ignominia; baldón que confunde y cubre de vergüenza a los

culpables. Era hora de levantarse altito y protestar contra

las torceduras y falsías de las instituciones, cuyas torpes

orientaciones débanse al espíritu de intolerancia reinante

entre conquistados y conquistadores se ha levantado una

valla infranqueable; la idea sin razón de la soberanía y el

absolutismo que, en países democráticos no debía existir, en

el Perú ha tomado cuerpo y consistencia habiéndose hecho

credo de ella.

La lectura de “Los Menguados” despertó mis entusiasmos.

Creía, infundadamente, que no había pluma capaz de

condenar los errores y aberraciones que son ley de estado,

confórtame pensar que hay hombres como el autor de

aquella obra, hábiles y desinteresados para encausar la

corriente nacional hacia fines elevados.

Chucuito (Callao), 1915.


LA AUTONOMÍA

(De “La Federación” de Arequipa)

El señor Pedro S. Zulen, uno de los escritores nacionales

que con más elevado criterio ha juzgado el movimiento

descentralista federal iniciado por nosotros, llamando la

atención de los poderes públicos a favor de las provincias de

la República; víctimas de las iniquidades que se perpetran

en la hora presente, ha fundado en Lima, el periódico “La

Autonomía” donde secunda la campaña destinada a salvar la

nacionalidad de los peligros que la amenazan,

solidarizándose así con la actitud que hemos tomado los que

permanecemos de pie, en medio de esa sumisión de

conciencias y abatimiento de voluntades, con que todos

esperan la hora de la catástrofe suprema…

Debe saberse que los periódicos de Lima, alarmados por las

actitudes que han tomado las provincias, y cuyas actitudes

divulgaba Zulen en sus artículos, optaron por no aceptarlos

en sus columnas, a fin de que en la capital no cundiera la

propaganda y con la propaganda el entusiasmo por la causa

de la libertad. Triste y dolorosa precaución del

ensoberbecido feudalismo oligárquico ante la tempestad que


avanza a derribarlo y castigarlo; cobarde revancha de os

adoradores del látigo contra los iconoclastas de la rebeldía

salvadora; infame veto de los que se horrorizan ante el

estallido de los dolores largo tiempo reprimidos, y no se

horrorizan ante ese tutelaje torpe y exasperante del poder

central, convertido en vientre que traga el pan acumulado

por el trabajo de las provincias; y en garra hidrofóbica que

rasga, araña y destroza el derecho ciudadano, siempre que

quiere erguirse a reclamar lo que por ley por razón le

corresponde…

¡En buena hora viene el señor Zulen al campo del combate!

En la hora en que las burocracias corrompidas vacilan,

dudan, desconfían y recelan, en presencia de las

tempestades de la libertad; en la hora en que la Patria mira

asomar en su horizonte la negra sombra de la tiranía; en la

hora en que una nación agoniza, sin que esos que en Lima,

en el cubil de fieras se llaman sabios, políticos, estadistas,

ilustrísimos, excelentísimos, puedan tomar actitudes

salvadoras ni señalar rumbos de bien y de justicia a la

conciencia social, contentándose con despreciar lo que no

pueden evitar y en condenar lo que no pueden vencer; y en


la hora en que los proletarios del civilismo, los hijos de las

provincias de la República nos ponemos de pie, a defender

la herencia de la Democracia y de su Libertad; de esa

Democracia que ha sido corrompida por los patricios

dorados con el polvo de oro desprendido de nuestras

manos; y de esa libertad que ha sido escarnecida por todos

los déspotas audaces, que siempre han encontrado en la

capital de la República cómplices menguados; porque ante

cada degüello del pueblo no ha faltado un político que

justifique los mordiscos de la fuerza; y ante cada asalto del

poder no ha faltado sociólogos, escritores y periodistas que

han justificado los crímenes y endiosado a los bandidos…

Dejemos que las fieras hambrientas, traguen el poco oro y

la poca sangre que queda entre las ruinas de la Patria;

debemos que los que se creen con derecho a ser nuestros

amos subleven contra nosotros sus cóleras y nos lancen sus

anatemas. Llevamos en la conciencia el fuego de la Libertad

encendido en los días de angustia patriótica y fuego que hoy

es chispa; pero chispa que no podéis apagar con vuestra ira

y con vuestro desprecio; y mañana será hoguera indomable

que un huracán de justicia recogerá de toda la República,


para arrojarla sobre vosotros los que hacéis de la política un

negociado y de la Patria un feudo…

“La Federación” salida a “La Autonomía”. Son dos banderas

de combate a que asoman en dos barricadas de la libertad;

son dos espadas que asoman sobre la frente de los tiranos y

de los antropófogos…

LA EDUCACIÓN PÚBLICA Y EL CENTRALISMO

Comprendidas en la educación pública toda la actividad

preparatoria de la vida compleja de los pueblos, más las

influencias que reciben del exterior, es indudable que ella

refleja las formas de organización social; traduce

concretamente en forma de capacidades la fluctuación de

los elementos que contribuyen a los estados de civilización.

Por eso el espíritu dominante de todos los pueblos en

general predominó en su correspondiente actividad

educativa, perpetuando con lentísima variación las

costumbres y las virtudes como los errores y los vicios. Sólo

los sucesos extraordinarios, los cambios sustanciales

generaron las reformas, enmendaron extravíos tradicionales

que no tendrían presistencia con un tratamiento consciente,


científico y libre de educación. Hoy en día, la supresión de

las calamidades y errores que viene sufriendo la

Humanidad, procurar el perfeccionamiento hasta legar a los

hombres la eficiencia y la personalidad, es la consigna de la

generación joven, cuya suprema misión es sin duda,

afianzar la tendencia al mejoramiento, establecer la justicia

y honrar la libertad…

Entre nosotros el espíritu dominante del coloniaje impuso la

imitación, el estancamiento para las masas al lado de

privilegio para sí; y a su vez es subyugado por el misticismo

religioso de la época. Es así que apenas en las bóvedas

conventuales o en los sombríos aposentos parroquiales se

exhibe lánguida la planta educativa, y si florece es una flor

exótica, si bien ostentosa, jamás es semillero. Las clases

dominantes sirven siempre el interés sectario religioso, se

ofuscan en la red dogmática y autorizan o ejecutan

persecuciones y crímenes terribles, al mismo tiempo que la

servidumbre y la expoliación brutal perturba profundamente

la conciencia del indio, al que no se le deja evolucionar por

sí; ya que el conquistador nunca tuvo la buena voluntad de

sugerirle algún mejoramiento que compense la perfidia con


que procedió para la confusión y el dolor de una raza;

obligándole al más profundo retraimiento que, será funesto

por mucho tiempo agravando el problema educativo y

retardando todo mejoramiento nacional.

Ahora bien, el paso del Coloniaje a la República fue cuestión

de nombres, ningún cambio sustancial, la libertad y el

derecho continúan siendo un mito, la ignorancia y la

explotación aquejan al pueblo. Pudiendo decirse que la

dominación colonial como la dominación republicana han

sembrado por todas partes la debilidad, los vicios, la

miseria, sus excesos generan la desconfianza: el

retraimiento letal…

¿O cómo explicar que la población indígena, sometida al

dominio español durante tres siglos y cerca de un siglo al de

los herederos de aquel dominio, no sólo no han desarrollado

sino que después de cuatro siglos de sufrimientos, hoy se

encuentre en un estado sombrío? Estado de que hay que

redimirle pese a los usos fructuarios que con pésimo

convencional la llaman “degenerada”, la califican de remora,

pero que la explotan con felonía.


Los dogmas de Estado y Religión que exabrupto, con

violencia se quiso introducir en la conciencia de un pueblo,

son los sayones macabros que han trocado un estado

anormal de aquella mentalidad admirable, gloria de la

América primitiva; han perturbado sus sentimientos y

apocado su espontaneidad que, ha cedido a la torpeza, por

su admirable poder de conservación y porque en el

recóndito de su silencio late la consagración del rescate

pagado en Cajanjarca. He allí el indio flexionándose

igualmente ante el Cura o ante el Mandón, soportando ora

callado, ora sonriente la carga enorme. Cuando en sus

íntimos bulle el odio, sus espaldas se congestionan y crujen

por rechazar el peso abrumador … Así desvirtuada la

expresión de la mayoría cuya voluntad y acción ante la falta

de garantías se reduce a las necesidades fisiológicas, claro

está que todo entre nosotros resulta estéril, maxime que la

minoría es parasitaria…

No podríamos precisar hasta qué punto hace mejorado la

suerte de los que viven en la costa; pero bien podemos

interrogar: digan los míseros hogares del pueblo con su

hambre constante y los hospitales; digan Chicama, Ate y


Vitarte… Lo cierto es que eso, aun mucho más, tiene origen

y foco en el Poder centralista, enorme insaciable Ogro,

capaz de apurar no sólo lo que producen los pueblos, sino

todo lo que pueden dar extranjeros y enemigos por la

explotación de riquezas o por la humillación. Ogro que

después de vomitarles mil calamidades a las provincias sabe

tragarse insensible el vaho de los gritos y protestad que

lanzan pueblos inocentes agredidos por algún pulpo

terrible….

Cualquiera reforma u orientación educativa nacida de tal

Poder central, a más de su inapariencia explicada por la

estrechez de su concepción, lleva el sello de la desconfianza,

siendo recibida por fría pero justificable indiferencia; pues el

pasado de desengaños les ha enseñado las insondables

reservas. Aparte que los agentes que salen del mismo

círculo se encargan de desvanecer algún optimismo, con si

incapacidad, con actos inmorales, con actos a fraude.

Advirtiendo que todo queda sin sanción porque a mucho

hacer se les remueve a dichos agentes para aplicar a otra

parte, sin duda con el propósito de valerse de su eficacia

desmoralizadora, en corromper mayor número de pueblos.


Eso ha pasado siempre y para con el último intento de

fiscalización o centralización de la instrucción primaria; de

origen artificial, de vida fugaz y miserable parece, que

agoniza ya.

El día en que sean libres las localidades para accionar como

quieran y como puedan, comenzará a desdoblarse el

retraimiento indígena ante los primeros e inmediatos éxitos;

renacerá la confianza que unida a la voluntad y virtudes

raciales es fuerza edificadora de grandezas, el día en que

haya garantías todos comenzarán a trabajar y producir. Hay

que entender no esas garantías que saben pedir al gobierno,

sino esas garantías que todos pueden conseguir y establecer

fustigando al detractor, castigando la maldad: las garantías

que reconoce la razón humana, el día en que los tiranos nos

e confundan con el orden público y se resguarden con

gruesas columnas pretorianas. Entonces brotará robusta la

iniciativa local y la educación llenará su finalidad grandiosa

conquistando la felicidad del país, sondeando el camino de

su porvenir.

“La raza indígena necesita ante todo justicia y garantías”

escribía con profundo conocimiento, el Dr. Capelo, hace


poco, en su noble campaña pro-indígena. Y a la verdad los

pueblos del Perú necesitan, ante todo, para su progreso,

libertad y garantías ¡Atrás las recetas y drogas laudatorias

con que se piensa engañar! Atrás las leyes restrictivas para

miembros que sólo requieren su autonomía.

Pues nada es más digno para los pueblos como para los

individuos que el sentirse libres y bastarse a sí mismos; y

que denigrante es ver pueblos o provincias de 10 mil a 50

mil habitantes, implorar al Estado, años tras año por un

puente o por una escuela; precisamente por una escuela

que diez individuos libres pueden sostener de sobra. A este

estado hemos llegado, y en momento oportuno acude la

corriente federalista como una reivindicación.

Concretándonos a la educación pública, podemos deducir del

informe de la Comisión especial de Instrucción a raíz del

Proyecto de Ley Orgánica que el centralismo y la absorción

perjudican gravemente el incremento de la instrucción,

resultando estériles las mejores iniciativas. A lo que hay que

agregar el hecho trascendental de los resultados morales o

sea el mal positivo que se les hace a las provincias anulando


su acción, acostumbrándolas a esperar todo el Estado,

operándose un doble parasitismo.

Las condiciones físicas peculiares a la sierra y a la montaña,

las características de la raza indígena, las complicaciones

que presenta la abigarrada población de la costa, crean en

el Perú tales problemas que no pueden atender los

gobiernos con régimen centralista (de abyecta burocracia).

Cada localidad debe buscar y desarrollar su sistema peculiar

de educación, de acuerdo con su ambiente, su carácter, sus

necesidades y sus esperanzas, valiéndose en lo posible de

todo lo que pueden ofrecer los pueblos que llevan la

delantera. Solo los pueblos libres llegan a tener gran poder

de adquisición.

¿De qué modo podrán las provincias ponerse en contacto

con los últimos progresos de la educación? Cabe decir, antes

de contestar, que el régimen central lejos de favorecer el

despertar de ese interés educativo que viene primando

entre las preocupaciones humanas de la hora presente, ha

servido de obstáculo: de una valla odiosa. Conservador

hasta la médula proclama intransigente la escuela

monástica, y confunde educación y catequización. Cuando


alguna vez se llamó educadores extranjeros, acostumbrados

a neutralizar iniciativas y esfuerzos de bien, se les dejó el

papel mecánico cuando no la privatización; tras de todo

proyecto, el mezquino negociado con la cosa pública, el

favoritismo. El fanatismo religioso con la complicidad del

Estado ha cerrado nuestras puertas a las benéficas

corrientes sajona y germana, de las que apenas tenemos

ejemplares de capital y turismo; es decir, algo pasajero.

En cambio las provincias libres tomarían del corazón de

Estados Unidos, Alemania, Inglaterra ó Francia las

orientaciones prácticas y útiles. Lima, Arequipa, Cuzco y

Trujillo darían el ejemplo y sus hermanas seguirían por el

florido camino. Se levantarían grandes universidades,

escuelas técnicas y escuelas normales, al impulso del a

fuerza colectiva. En esas instituciones se forjaría

efectivamente el alma nacional, basándola en la solidaridad,

en el pasado histórico y en las esperanzas comunes del

futuro….

¡Pueblos del Perú, he aquí una palabra que encierra la

grandeza!: ¡Autonomía!

Lima, agosto de 1915.


M.E. Álvarez Durand

LA FEDERACIÓN Y EL PROBLEMA INDÍGENA

Ha llegado, señores federalistas, la hora de las liquidaciones

sociales, de las justicias y de las libertades, aun cuando no

sean sino las primeras, porque las últimas corresponderán a

todos los proletariados del mundo.

Nos encontramos frente a frente con dos clases que hasta

hoy gozaron y gozan aun de todos los privilegios y de todas

las usurpaciones: la oligarquía capitalina y la gamonarquía

provinciana, que se creyeron y se creen nuestra nobleza,

nuestra aristocracia. Pero viéndolos de lejos, forman la

burguesía. Aristocracia que, junto con el Clero, herencia de

la conquista y el Coloniaje y el Coloniaje, perdura en la

República. Casta que se cree todavía con derecho a

mantener en la servidumbre más inicua a toda una raza;

sino ¿qué nos dice la historia, el pasado colonial, el pasado y

presente republicano?

Se trata, pues, de emancipar a los indios de la servidumbre

y explotación en que se encuentran. Pero, al lado de ellos


hay oros explotados también, otros oprimidos: los

proletarios.

Todos los que no pertenecen o esas castas de arriba tienen

el derecho de reivindicar lo que legítimamente les

corresponde y se les ha usurpado hasta hoy. Venga, pues,

el pueblo, esa masa desposeída, explotada y oprimida:

venga con la mujer, la madre, el niño, el joven y el anciano;

con el obrero y proletariado de la ciudad, con el indio y

siervo del campo, de la aldea y la puna, que sufren las

miserias y las privaciones, el dolor y la injusticia social;

venga cada uno a reivindicar sus derechos naturales y

justos, su libertad. Todos y cada uno, han devenir a esta

asamblea social.

Nosotros, pues, concurrimos a esta asamblea de justicia con

la voz de ese desdichado hato de parias y siervos que se

llaman Indios. Y hétenos aquí, no para hablar como sus

amos y señores sino como ellos, no como los oligarcas y

gamonales criollos, sino como ellos; no como los de arriba,

sino como los abajo; no como los poseedores explotadores y

opresores, denomínense oligarcas, gamonales, burgueses,

autoridades, curas o frailes, sino como los desposeídos,


explotados y oprimidos, sean indios, blancos o como que

fueran. Aunque nuestro amor a la Verdad y a la Justicia y

nuestra pasión a la Libertad, causen nuestro

embastillamiento, causen nuestro inquisidamiento.

Es preciso amigos federalistas, preguntarse y reflexionar si

los Indios, que forman la mayoría nacional, seguirán siendo

los siervos, explotados y oprimidos, del gamonal, las

autoridades y el clero, en el régimen federal, o si

recuperarán sus tierras o se emanciparán. Es preciso

recordar que fueron en el Coloniaje y qué son en la

República Central, para redimirles de una vez de la

expoliación sin piedad ni consideración ninguna humana, en

que se hallan, desde la Conquista a hoy. Preciso es saber,

federalistas todos, que el indio pide reformas radicales o

transformaciones completas y mejor en tal caso, en todo

orden: económico, social, político, religioso y educativo.

Recorred toda la Sierra, de la quebrada a la puna y de la

puna a la quebrada; desde la capital de provincia hasta la

capital el distrito, desde está a las aldeas y aillos más

remotos y observaréis cuál es la verdadera y real situación

del indio; si no gime bajo la servidumbre, la explotación y la


tiranía de sus tres verdugos: el gamonal, la autoridad y el

cura. Y así, conocedor de su situación, sabedor de sus

dolores y miserias: hagamos una obra social y humana [no

con sólo literatura sino con hechos], si queremos evitar el

enfangarnos y perdernos en meras empresas de casta

dirigente o de partido político. Así, he habremos servido de

una manera positiva, y dejaremos de ser los feroces

egoístas criollos y burgueses de arriba para convertirnos en

sus hermanos y compañeros de su emancipación…

¿Qué han hecho los gamonales? Le han desposeído de sus

tierras para establecer sus haciendas que son las

supervivencia de las mitas del Coloniaje, el feudalismo

criollo, donde el indio vive sujeto a la tierra del señor, bestia

de carga, siervo de la gleba, en la servidumbre más

abyecta, de generación tras generación; y llegando la

explotación del hombre por el hombre a su grado máximo. Y

este sistema de acaparamiento, suprimiendo el comunismo

incaico, es favorecido por la ley, quiere decir por el

gobierno, desde que cualquiera puede denunciar y tomar

posesión como de una niña, de las tierras libres y

comunales pertenecientes a los aillos o grupos de indígenas,


y acaso de estos más, como sucede siempre; predicada

también por catedráticos de “San Marcos”, exministros e

intelectuales de la élite de la Capital, como el solo medio de

civilizar al indio (según ellos) porque creen que suprimida la

propiedad comunal de la tierra, se vería forzado a trabajar y

ya no permanecería en su pereza habitual. Excelentes

“sabiólogos” e intelectuales; que creen que para la

necesidad en el acicate del progreso, basta con crearle tal

necesidad desposeyéndole de sus tierras. ¡Bonita

civilización! Los frailes civilizan a las tribus, atrasadas sea en

América, o en África, o Asia a carabinazo limpio, junto con el

soldado (así fue siempre basta recordar a los conquistadores

o civilizadores, que es lo mismo, del Perú – el padre

descalzo Sala que estuvo en nuestras montañas como

misionero o civilizador, usó y recomendó también véase sus

apuntes, la carabina); y los sabios civilizan por la

servidumbre y la explotación, ya que el acaparamiento de

las tierras por unos cuántos egoístas engendra

indefectiblemente aquellas. Con el sistema de haciendas o

feudos, que es la supresión de las tierras comunales y

libres, ¡qué inmejorable es el adelanto de la raza indígena!


Las autoridades (que representan el poder central, la

oligarquía capitana), en confabulación con los gamonales,

porque no son sino sus polizantes, nada más, consuman la

crucifixión del indio, favoreciendo la servidumbre y la

explotación de estos señores feudales criollos. Prefectos,

subprefectos, comisarios rurales son agentes, fieles

servidores de las compañías mineras, caucheras, etc.; ellos

reclutan a los indios como para el “contingente” de sangre

de la Patria; “enganchan” y los llevan por la violencia más

brutal y soldadesca al lugar de los trabajos forzados. Y estas

autoridades callen o justifican las torturas e iniquidades del

gamonal o el capitalista, cuando el indio pide justicia ante

los jueces, otros esbirros del explotador. Un ejemplo

bastaría para enterarse de que el indio jamás alcanzó

justicia: la caravana de indígenas que vino desde Puno

donde el Presidente y la Corte Suprema para no obtener

nada. Como ellos no contaban con “tarjetas de

recomendación”, “padrinos”, “influencia” ninguna, tuvieron

que regresarse convencidos de que no se podía tratar con

descendientes de Pizarro y Valverde, de victimarios de

Atahualpa y Túpac Amaru… y que no había más esperanza


que hacerse la justicia por uno mismo. ¡Cuando esto sucedió

en la capital, que o sería en lugares apartados de la Sierra!

Y esto se llama “República democrática”… ¿Y los

“negociados” que hacen todas las autoridades, desde el

teniente gobernador y el juez de paz al subprefecto y juez

de primera instancia? ¿Y el latrocinio y las atrocidades de las

guarniciones?

No basta llegar a una capital – ciudad – de departamento

para conocer el mal, como hacen los intelectuales y los

legisladores de Lima, sino hay que ir hasta los pueblos y

aldeas de las provincias y distritos, donde se palpará que,

efectivamente, el indio no s más que un desdichado siervo

para quien la vida no es sino para trabajar bestialmente en

provecho de unos amos, para sufrir y maldecir la existencia,

una existencia tan miserable y animal. Los que hemos vivido

cerca de ellos y hemos sentido sus dolores y angustias por

simpatía y altruismo, por filantropismo, conocemos bien

todos sus males, todas sus amarguras, sabemos sus

sufrimientos. Y no se nos venga con negaciones y

justificaciones gamonalistas burguesas ni autoritarias, peor

con jesuitismos curales.


El clero, en cofradía con el gamonal y las autoridades, por

su parte, con sus derechos parroquiales de catolización

(bautismo), matirmonio, entierro y primicias, las fiestas

religiosas, a más de los servicios gratuitos y forzados,

explota y embrutece al indio hasta lo inconcebible. Y no se

diga ya de la letal influencia de la religión, todos sabemos,

los que no vivimos bajo la tutela dela iglesia romana ni de

ninguna, que el catolicismo con su grosera idolatría o

fetichismo de santos y santas no de “Dios” fomenta y

perpetúa la superstición ancestral y la ignorancia en el

indio; con su culto que trae las fiestas, el alcoholismo y

todos los vicios del criollo; con su doctrina, la resignación

ovejuna, la sumisión absoluta a toda autoridad divina o

humana, resignación indigna de la personalidad sumisión

incompatible con la libertad sumisión incompatible con la

libertad, porque la obediencia ciega es el dogma de toda

autoridad.

Y el Estado “protege” esta religión de esclavos y de siervos,

de retrógrados y misoneístas. Natural tal protección: “a todo

poder le conviene fomentar el Catolicismo, esa doctrina de

resignación y envilecimiento” ¡Qué!; el Estado tiene que


proteger a la Iglesia, su hermana o su madre, porque

política y religión son una misma cosa, las dos trabas de la

libertad, ambas con sus mitos, sus dogmas, sus

autoridades, y sus mentiras… Mientras liberales y radicales

luchan por la separación del Estado y la Iglesia, los dos

poderes el temporal y el eterno se muestran más unidos y

confidentes, y tratan de esclavizar al individuo a

perpetuidad; cuando su única labor, en vez de estériles

luchas, debería concretarse no a dividir el bloque, sino a

reducirle en átomos, en polvo… porque es el bloque rémora

de la secularización de la vida y de la emancipación social:

del progreso. Sin embargo, hacen un bien al luchar contra

“una religión de estancamiento y ruina”, cuando no de

retroceso o barbarizamiento y calamidad, como es la

católica.

Verdad triste, amigos federalistas, que nos encontramos

como en la Francia de los Luis XV y XVI: con nuestro clero,

nuestra nobleza (la oligarquía), nuestra burguesa (los

gamonales), nuestros siervos (los indios), y con todos sus

vicios cortesanos y la bancarrota… Y cuánto se tiene que

luchar hasta demoler la Bastilla y proclamar la Declaración


de los derechos del hombre y del ciudadano, para purificar

esta sociedad depravada…

Más, ante el movimiento provincial federalista que se opera

con intensidad, habría que repetir aplicándole desde luego la

clarividencia del Voltaire cuando preveía el derrumbamiento

del antiguo régimen absolutista: “Todo lo que yo veo arroja

las semillas de una revolución que llegará

irremediablemente. Estallará a la primera ocasión y

entonces presenciaremos un bello escándalo”.

Erasmo Delgado Vivanco

“LA AUTONOMÍA”

Con este título ha hecho su aparición en Lima un periódico

de ideas descentralizadoras, paladín de la prensa que se

propone exhibir las inconveniencias del régimen central. Es

dirigido por el señor Pedro S. Zulen joven escritor que viene

haciendo una campaña formal y seria contra el centralismo

corrompido que devora las escasas energías nacionales.

“La Autonomía” en Lima, “La Federación” en Arequipa, “La

Reacción” en el Cuzco y otros periódicos que persiguen el

mismo ideal, dentro de poco tiempo llegarán a uniformar la


opinión y se proclamará la Federación, bálsamos salvador

del Perú (De “La Unión” de Chepén).

Tal es el título de un nuevo colega que ha salido a luz en

Lima, cuyo fin es enarbolar la bandera del federalismo

iniciado en los departamentos del Sur por los Málaga,

Mostajo, La Torre y otros luchadores contra el centralismo.

Bienvenido sea el colega que nos ha visitado del cual

reproducimos el editorial del primer número, que va en

seguida, para que vean los peruanos que la propaganda se

hace extensiva, que ya invade la capital teniendo como jefe

de la dirección de “La Autonomía” al señor Pedro S. Zulen,

convencido federalista [Dc “la Abeja” de Chiclayo].

Hemos recibido esta importante publicación que encabeza

estas líneas, editada en Lima bajo la dirección del señor

Pedro S. Zúlen. Le remitimos el canje y le deseamos

prosperidad poique su índole es hacer luz en materia de

federación en la república, y nosotros también compartimos

de esa idea: así lucharemos juntos en este terreno [De “La

Opinión Pública” de Trujillo].

EL MOVIMIENTO DESCENTRALISTA
(Editores de “El Pueblo” de Arequipa)

Dejamos pendiente, por falta de espacio, en nuestro artículo

del viernes, el segundo ejemplo de palpitante centralismo.

Es un caso típico, de carácter fiscal y administrativo, que

pone de manifiesto los hondos daños que produce a las

diferentes regiones de la república, el absorcionismo del

gobierno. Se refiere a la explotación de las borateras de

Salinas.

Arequipa, en 1913, padecía crisis económica. Sus productos

agrícolas bajaron de precio, a causa de la falta de consumos

efecto de la notable emigración de trabajadores del Sur.

Las quejas por tal estado eran clamorosas.

El presidente Billinghurst, advertido por amigos suyos de

Arequipa de tal difícil situación, quiso con mirada de hombre

de negocios e innegable patriotismo remediar aunque fuera

en parte, esa penuria.

Para conseguirlo llamó al Gerente general de la Borax

Consolidated y le exigió que en Salinas se aumentara la

explotación en proporciones considerables para dar trabajo

a los braceros y producir en esta región una circulación de

un millón de soles anuales.


La Borax manifestó que para aumentar la explotación de

Salinas y hacer trabajar en grande escala, necesitaba

construir un ferrocarril, hornos de calcinación de borato y

otras instalaciones, cuyo costo ascendía a algunos millones

y que necesitaba, por lo mismo contar con que no le

impondría ningún impuesto al borato durante cierto tiempo,

mientras se amortizaba el capital invertido.

Así se hizo el contrato, del cual se han ocupado

extensamente los diarios.

Al verse el asunto en la Cámara de Diputados fue reformado

el convenio en el sentido de que la Borax pagara a la

Municipalidad de Arequipa un arbitrio de un sol por cada

tonelada. La Compañía aceptó, después de grandes

esfuerzos, esa reforma del contrato, pero hasta hoy éste no

recibe la sanción del Senado, con gravísimo daño de

Arequipa y de sus más sagrados intereses.

¿Qué ha pasado? Porque, desde 1913 hasta hoy, no es

posible aún obtener los beneficios que reportará este

departamento del contrato de Borax.

Sencillamente por efectos del exagerado centralismo;

porque los dirigentes de Lima, miembros del gobierno y del


Congreso, no se preocupaban para nada de las necesidades

y de los intereses de las provincias. Y por esta causa, hasta

hoy la Municipalidad de Arequipa no recibe la cuantiosa

renta de 20.00 soles anuales, que podrían aplicarse a la

importante y urgentísima obra de la canalización; y el

comercio de esta plaza y la agricultura de esta zona y los

negocios de Mollendo no reciben el impulso que les daría la

circulación de algunos millones, que se gastarían en el

ferrocarril y demás obras de la Borax, ni entra en nuestro

mercado la valiosa inyección de un millón de soles anuales,

que se pagaría en salarios y sueldos a los trabajadores de

aquella empresa.

El gobierno central, secundado por los senadores

centralistas de la capital, se han propuesto sacarle a la

Compañía un impuesto fiscal de algunos soles por cada

tonelada, impuesto que la Borax ha declarado inaceptable,

por diversas causas atendibles; y debido a esa exagerada

pretensión, se suspenden los inmensos beneficios que

reportaría esta región de la vigencia de ese contrato.

No debemos detenernos en este artículo a manifestar las

grandes ventajas que nos traería, inmediatamente, la


aprobación de aquel contrato. Muchas publicaciones se han

hecho en este sentido y, no hace mucho el ingeniero señor

Germán L. Remy, que conoce a fondo el trabajo de las

borateras y ha estudiado todos los asuntos conexos con

ellas, publicó en este mismo diario un luminoso informe,

que, puede decirse es la última palabra sobre el particular.

Pues, bien, esas ventajas y la necesidad y urgencia de

ponerlas en práctica, han sido manifestadas con acopio de

datos, de documentos y estudios concienzudos, por diversas

personas, a los personeros del actual gobierno, a los

miembros de la Comisión de Hacienda del Senado y ala

mayor parte de los representantes residentes en Lima; pero

todo ha sido infructuoso.

LA AUTONOMÍA

Lima, 04 de setiembre de 1915.

Una carta del profesor Rowe y un comentario de “El

Comercio”

Creyendo sin duda que aquí en el Perú todos somos un hato

de ignorantes ó de imbéciles, a quienes se les puede

imponer lo que diga un extranjero cualquiera, “El Comercio”


acaba de manifestar una vez más su expresión de desdén

por todo lo que se refiere a las provincias, por todo lo que

signifique propio progreso de cada una de las secciones

territoriales que comprende el país.

Como si se tratara de la opinión de algún investigador o

constructor científico de la talla de un Freeman, de un

Lowell o de un Bryce, el vocero del centralismo ha insertado

el martes último, una carta del profesor norteamericano

señor Rowe, carta previamente solicitada por el director de

ese diario, y ha precedido su inserción de un comentario en

el que arremete en la forma despectiva con que acostumbra

hacerlo cada vez que trata de contrarrestar la labor de los

que fuera de la capital o en ella, han dado la voz de alarma

a los pueblos sobre el porvenir que se espera a nuestra

nacionalidad si no se contiene y se destruye a tiempo el

oligarquismo corrompido y corruptor del poder central.

El profesor Rowe ha sido engañado y por evitar quizás que

alguien explicara a ese señor el verdadero sentido del

movimiento regionalista, se ha esperado que él abandonara

Lima, para dar a la publicidad la carta en referencia (“El

Comercio” dice que el mismo profesor Rowe lo pidió);


porque al haberse publicado inmediatamente, no hubiera

faltado quien informara de manera debida al distinguido

huésped.

Nadie ha pensado, entre los agitadores del movimiento que

preconizan la federación, que ella es un fin. La federación es

un sistema de gobierno y como tal es un medio de asegurar

la efectividad de la democracia. Al pensar en esa forma

política, nadie persigue la subdivisión de la nacionalidad. Lo

que los federalistas peruanos han querido es oponer un

sistema dado contra la tiranía de todo género que ejercer la

clase dirigente en el Perú dentro del actual régimen central.

Ahora, entre los propagandistas de la nueva idea, ninguno

se guía del copiado servil, del prurito de imitar por novelería

las organizaciones federalistas existentes en el mundo, y

que pudieran tomarse como ejemplo, si entre nosotros,

como consecuencia de ese deseo francamente manifestado

ya, se realizara el pensamiento de los agitadores, sería

exclusivamente como producto de una intensa corriente

nacional creada por circunstancias reales, históricas. “El

Comercio” pude deformar todo lo que venga en gana, pero

ocultando como lo hace al público limeño, las verdaderas


proyecciones del movimiento, no hace sino, postergar la

resolución de una cuestión que puede llegar a ser imposible

de resolver más tarde por los medios pacíficos, cuando ya

aquellos discursos y aquellos artículos, que para el diario de

la Rifa no tienen importancia, hayan producido todo su

efecto en las masas.

¡México, el fracaso dela federación! ¿Qué? ¿Un profesor

universitario norteamericano puede lanzar semejante

barbaridad? ¿Quién ha sacado a México como tipo

federativo? No, señores centralistas, señor Rowe, lo que ha

ido al fracaso en México no es la federación; allí no había

federación sino en el nombre; allí lo que ha fracasado es el

sistema de oligarquía impuesto por los Porfirio Díaz y sus

secuaces que hicieron de su país una especie de hacienda

en la que ellos explotaban a las masas sumidas en la

esclavitud; allí, lo mismo el presidente de la república que

los gobernadores de los estados federales se mantenían de

período en período en el poder, como si se tratara de una

monarquía feudal. La administración oligárquica, disimulada

por una costra de civilización material, ha destruido el país y

ha traído esa anarquía que lo devora desde la caída de


Porfirio Díaz. Es esta la lección que se saca de México, y que

vosotros, señores centralistas, deberíais aprovechar: no

fuera que por acá se repitiera.

Cuando se habla de federación, nadie piensa en México, los

nombres que acuden inmediatamente son Alemania,

Estados Unidos, Suiza, es decir, los países más adelantados

del mundo. El proceso centralizador de que habla el profesor

Rowe, en nada puede servir de ejemplo para nosotros. En

ese caso, también podría citarse el hecho de que Inglaterra

tiende hoy a federarse, siendo país unitario. El centralismo

de los Estados Unidos, huelga, no es en modo alguno el

absorcionismo contra el que se lucha entre nosotros. La

manera como aquí se plantea el asunto, es producto de las

circunstancias por las que atraviesa el Perú en el actual

momento histórico, en que la capital ha concentrado todas

las actividades nacionales y las provincias yacen olvidadas y

esperan todo de lo que se determine en aquella: designar

los representantes al parlamento que se señalen en Lima,

obtener la construcción de obras públicas locales, como

limosna de que se desprende graciosamente Lima; pagar

todos los impuestos que se les impongan desde Lima:


mantener en la ignorancia a sus niños hasta que de Lima

quieran establecer escuelas que los instruyan y eduquen;

sufrir todos los robos, todas las masacres, todos los

atropellos de que los hagan víctimas los funcionarios de

Lima ó mejor los funcionarios de Lima, o mejor los que aquí

usufructúan su condición de políticos y gobernantes, les

envían ya como autoridades políticas ya como jueces, ya

como agentes de la Recaudadora, a todos los cuales tienen

que aguantar forzosamente, hasta que la Providencia quiera

librarlos de ellos…

Es este centralismo el que combatimos los que hemos

levantado la bandera de la reivindicación provincialista y

que todas las cartas de los Rowe y todas las deformaciones

y desplantes de los tradicionales sorbedores de los dineros

de la nación, no podrán detener jamás.

SINCERIDAD E INTERÉS

Cuando los intereses están en juego y se hallan

comprometidos, es difícil encontrar sinceridad en los

hombres; lo que si se halla, es abundante vocabulario para

nutrir y enriquecer la sofística bizantina que enmascara y


defiende como justo aquello cuya justicia, seguramente, no

se reconoce ni se siente.

A este respecto, es seguro, que pocas veces se habrá

presentado a la faz del país, un asunto como el de la

diputación por el Dos de Mayo, en que haya llegado a una

altura increíble el descaro con que se ha defendido la calidad

de diputado de persona que no era tal. Y lo que nos hace

escribir estas brevísimas líneas, no es precisamente el afán

que se tuvo en fabricar por un acuerdo de Cámara un

diputado, pues los de este cuño hasta hace poco han sido

moneda corriente en el Parlamento; lo que nos ha

extrañado es la obcecada porfia, que, con el barniz de una

sinceridad aparente, que a nadie llegó a convencer, los

amigos del presunto pidieron su incorporación: así como la

defensa calurosa que dichos amigos y el mismo interesado

hicieron de los fueros del Parlamento: el primer, en su

original renuncia (pues nada tenía que renunciar) y los

últimos al sostener la improcedencia de la renuncia, pues

decía se trataba de un hecho grave; mediaba, al decir de un

diputado, un “juramento”; es decir, que el mandato

legislativo se tiene, no por legítima elección sino por el


juramento, de modo que, según esta teoría, cualquier hijo

de vecino, con sólo jurar, es legítimo representante, siendo

así que el juramento es para el efecto de ejercer la función,

pero el título para ese ejercicio no es el juramento sino la

elección, y quien sin ser elegido jura ejercer las funciones de

tal, usurpa funciones públicas y sus actos son nulos (Art. 10

de la Constitución).

Hubo tanta malicia en las gestiones para incorporar como

diputado a quien no lo era, y cuya condición estaba

declarada de modo inapelable por una sentencia del

Supremo tribunal, que cuando algún representante como

recurso prudente, que evitará un futuro conflicto, insinuaba

la convivencia de pedir informe a la Corte Suprema, el

diputado por Marañón decía: “¡Cómo! Nosotros, el Supremo

Poder, el Poder Legislativo, pidiendo informe a la Corte

Suprema?” “Creyó acaso el diputado por Marañón que

pidiendo la Cámara un informe a la Corte mermaba su

dignidad y era un menoscabo de su autoridad? ¿No sufrió

acaso la dignidad del parlamento cuando se despojó de la

jurisdicción en materia electoral para someterla a la

justificación serena del más alto tribunal de la República?


¿Acaso perdió su dignidad el parlamento porque pidió

informe a la Corte Suprema cuando se discutió por primera

vez la ley que daba jurisdicción a la Corte en materia

electoral? No, absolutamente, si el diputado por Marañón

apeló a un argumento como el que comentamos, fue porque

tuvo la seguridad evidente de que el informe de la Corte,

acaso de ser pedido, tenía que ser completamente adverso

al interés que patrocinaba; el asunto habría concluido,

quedando desde entonces muerta toda expectativa”.

Verificaba la incorporación con infracción de la ley y

desconocimiento de la sentencia suprema, era natural que la

Corte viera el modo de devolver a su fallo su fuerza de cosa

juzgada; por eso acordó unánimemente dirigirse por órgano

de su presidente a la H. Cámara diciendo: “abrigaba la

confianza de que esa H. Cámara, considerando de nuevo el

asunto, restituya al fallo en referencia su fuerza de cosa

juzgada” esta nota o como quiera llamarse, no implicaba un

desconocimiento a las facultades de la Cámara, ni menos

una falta de respeto a sus prerrogativas, como tampoco es

para el Tribunal una extralimitación en el uso de sus

atribuciones; lo que quiere, es el cumplimiento de su


sentencia, ya que se le dio la jurisdicción en materia

electoral, por eso lo pide, y el pedido no significa ofensa a la

Cámara ni desconocimiento a su autoridad; las instituciones

como los individuos en el Perú pueden ejercer el derecho de

petición sin límite ni taxativa, pues, un precepto

constitucional reconoce al derecho en toda su amplitud (art.

30).

Pero la Corte no se limitó a formular si pedido, turbando su

serena ecuanimidad; suspende el conocimiento de los

procesos electorales pendientes; en lo que creemos

procedió equivocadamente, pues los poderes públicos como

los individuos están obligados a cumplir la ley, sin que sea

excusable que un poder falte a ella porque otro poder la

había violado; la Corte Suprema debió continuar conociendo

los procesos sin esperar el resultado de las gestión hechas

para “devolver a su fallo su fuerza de cosa juzgada”, lo

contrario fue una actitud poco seria e incompatible como su

misión austera y su tradición siempre elevada y siempre

severa.

Ahora bien, el hecho de la renuncia que hacía el seudo

diputado, no era el trámite correcto para resolver el


conflicto puesto que real y efectivamente no había recibido

ningún mandato de la provincia de Dos de Mayo, no había

otro trámite legal que reparara el acto bochornoso de esa

incorporación clandestina que el que la Cámara hubiera

desincorporado al intruso, las cosas no ocurrieron así, se les

admitió la renuncia, con lo que en realidad la Cámara se

ratificaba en su consideración de tener por diputado a quien

no lo era, quien en resumidas cuentas entró por la ventana

y salió por ella.

La Corte hubo de conformarse con la solución, no le

quedaba otro recurso y aunque las formas no se habían

salvado, lo cierto es que una no se halla entre los

representantes de la nación quien por una ejecutoría fue

declarado no serlo. El diputado renunciante tuvo sí bastante

descaro para decir que “su incorporación fue un acto de

justicia reparadora”. NO sabemos que haya en el país quien

le crea, pero si estamos seguros que la justicia habría

quedado mejor reparada sui la Cámara acordaba la

desincorporación, pues con la renuncia y su aceptación no

se llevó ninguna rehabilitación moral ni al renunciante ni a

los amigos que le defendieron; mas él no tiene reparo en


hablar de erros y extravíos pasados, cuando si ha habido

algún extravío es precisamente el de su equivocada señoría,

que impedido de ingresar a la Cámara por la puerta se

introduce por la ventana. El deseo vehemente de la

representación ofuscó pues los espíritus y la nube de sus

vapores empañó fugazmente su sentido moral. Hubieron

pues muchos intereses y faltó sinceridad; escribimos, así,

para no decir, con cruda rudeza, que hubo desvergüenza

por un lado y por otro la falta absoluta de toda moral y de

todo escrúpulo. Lima, 2 de Setiembre de 1915.

V. Noriega del Águila

Lo que no dice el profesor Ross

La crítica que hace un anglosajón sobre los países de

nuestros continentes hispanoamericanos deja siempre en

resumen una impresión de favorable a nuestro medio y la

obra del profesor Ross no se exime de esta regla. Los

puntos de reconocimiento de nuestras cualidades peculiares

son débiles al lado de la censura que nuestro aspecto social

en general merece y serán relegados seguramente al último

rincón del olvido por el público de Norte América que con


avidez pretende leer la retrógrada historia de las colonias

españolas.

Hay una disparidad innata en el norte y el sur de la América

que no permite ni a sus espíritus más esclarecidos el

juzgarse mutuamente verdadera imparcialidad. El

norteamericano viene al sur con la idea preconcebida de

desaprobar las costumbres de pueblos atrasados que sólo a

la luz de la civilización sajona podrán incorporarse al

progreso; y el sudamericano va al norte con ánimo

predispuesto a admirar y caer de hinojos ante él espectáculo

de los monumentos estupendos que exteriorizan el

dinamismo del ingenio edisoriano.

Un turista que viene al Perú no puede hacer en pocos días

observaciones propias que nos limiten a un simple golpe de

vista de fenómenos superficiales. ¿En qué fuentes de

información bebe? En la opinión de juicio de raza o

nacionalidad que él adolece, o de peruanos aquejados en su

propia tierra de aquella misma ilusión en favor de la

grandezas exóticas que paraliza su juicio bajo la sombra del

Capitolio de Washington.
Ningún sociólogo se ha dedicado todavía a decir lo que hace

el Perú por la cultura del mundo, entendiéndose

generalmente que el Perú todo lo tiene que esperar de la

cultura exterior para su cultivación interior. Por eso dijimos

que los comentarios que los viajeros extranjeros escriben

sobre nuestro país suelen ser un conjunto de verdades que

no acaban por producir una impresión de verdad. ¿Qué ha

coligado la reseña bibliográfica de las observaciones del

Profesor Ross? Que la nación se divide en una gran clase de

esclavos agobiados bajo el sistema del peonaje y en una

clase pequeña de aristócratas degenerados en capacidad

activa y moral. En la organización política, en el orden

doméstico, todo es caótico e ineficaz, en nombre de la salud

del cuerpo y del alma deben pedirse los deportes de los

colegios yanquis para los planteles nacionales, deben venir

las costumbres extranjeras para la retención de las familias,

los principios extranjeros para la purificación del ambiente

administrativo y político.

Nosotros nos proponemos ilustrar a esos visitantes que los

países como el Perú no son simples rudimentos de pueblos

sino principios de personalidades en el concierto universal


que han iniciado ya su tendencia particular que se verán

precisados a defender contra los otros miembros del

conjunto.

La moral del Perú y los Estados Unidos no es la misma. La

vida en Estados Unidos es exterior y en el Perú es interior;

por eso es más difícil probar el influjo cultural del Perú que

de Estados Unidos. He aquí las premisas de que parte la

presente disertación.

La moral de Estados Unidos y del Perú no es una misma.

Los hombres se guían en su conducta de tres principios: lo

bello, lo útil y lo bueno. Posible es ser devoto al mismo

tiempo de lo bello y lo bueno o de lo útil y lo bueno; pero lo

bello y lo útil son relativamente incompatibles, no en el

sentido de lo que lo útil no pueda decorar o hermosearse,

sino en el que la fisiología de las dos cosas es

fundamentalmente o puesta. El cuidado de la belleza

destierra en gran parte la aplicación del cuerpo a los

trabajos útiles. El trabajo destruye el encanto de las manos

aterciopeladas: altera el color y la contextura del cutis y

peor aún, imprime a la armazón entera de la figura humana

líneas y movimientos angulares.


Perdónesenos el ejemplo vulgar ¿pero de qué manera

podrían reconciliarse los ideales de lo bello y lo útil para un

hombre que estimara el bigote como un adorno viril y

creyera al mismo tiempo con los higinistas yanquis que era

un peligro para la salud? En este caso no hay término de

compromiso o el bigote cae en homenaje a lo práctico o

queda en homenaje a lo bello. Y tales pequeñas alternativas

se repiten sin cesar para los sujetos que escogen entre dos

principios opuestos y el resultado es que una colectividad

donde predomina la estética sufren la actividad utilitaria y el

aseo; es decir, se realiza el fenómeno en que la apreciación

de los sajones coloca a nosotros en condición de inferioridad

respecto a su aspecto y sus progresos materiales.

Hay que probar ahora que el principio de lo bello es uno de

los legítimos ideales de la humanidad, una necesidad

ulterior del alma humana y que un pueblo tiene el derecho

de elegirlo como objetivo dominante, no pudiendo reunirse

en una sola entidad psicológica el culto de todos los ideales

juntos.

La moral del Perú es moral estética, porque la raza peruana

responde incondicional y obviamente al ideal de la belleza;


la moral de los Estados Unidos de Norte América es

utilitaria, como nadie negará. El sociólogo Ross no ha podido

acentuar, por inafinidad de raza, la importancia del hecho

de que la estética es amor a lo bello, amor a las formas

impecables, amor al bien, que es belleza sublime, siempre

cuando carnes inadecuadas no se interponen entre ella y su

contemplación; amor al amor que es belleza inefable,

mientras que el exceso no la desflora. La excesiva

amatividad del pueblo peruano debe considerarse como

consecuencia y sombra de su temperamento estético. El

hombre utilitario reconoce el bien; el hombre estético lo

ama, y este amor genera su moralidad. Si es cierto que la

predisposición amativa, que se inclina tanto hacia las formas

a morales de la belleza, como la fondo intrínseco del bien,

que es belleza suma para el espíritu que adora heroísmos,

abnegaciones consagraciones y purezas, causa una extensa

corrupción en las costumbres peruanas, enerva el carácter

mediante pródigos desgastes de energía física y lo hace

voluble mediante la susceptibilidad demasiado fácil a

diversos atractivos, siempre perdura en ella, sin embargo,

algo del incomparable poder del amor que arrastra hacia lo


alto, lo santo. Y es que en Estados Unidos sucede lo

contrario, que el utilitarismo, de saludable efecto inmediato,

amortigua miles de gérmenes de amor cuya extinción se

notará algún día.

Adelantándonos a ligar los conceptos de lo bello y lo útil,

que son en sí completamente amorales, con el de lo bueno,

que es el único principio que confiere a los otros dos valores

morales, veremos qué tan capaz es el utilitarismo de

producir inmensos daños en una sociedad, como la estética

de rozarse con todos los vicios.

La estética y el utilitarismo son de principio a fin

diagonalmente opuestos en sus rumbos, en sus procesos de

evolución, en la manera como entran en contacto con el

bien y el mal, en el origen y la finalidad de sus impulsos.

Hasta cierto punto existe una temprana relación entre lo útil

y lo bueno que no se encuentra entre lo bello y lo bueno. La

estética, antes de conquistar el cielo, por decirlo así, es más

amoral que el utilitarismo. Mientras que rinde culto a las

formas materiales, el esteta no pregunta si es buena o mala

aquella mujer de airoso andar que admira por la calle; él no

se inclina ante la virtud fea, ni le espanta la perseveridad


hermosa. Si el desnudo es bello, se acerca, aunque peligre

la quietud de sus instintos, cuando no viene ya en épocas y

zonas en las que predominan todavía las bellezas naturales,

cuando está educado para ansiar los refinados adelantos del

arte moderno, a no satisfacerse sin gozar de las albricias

que guardan los teatros, los estudios de escultores y

pintores; los reputados centros de excursión: entonces sus

aficiones requieren fortuna cuantiosa e ilimitada fortuna y …

el hombre utilitario produce riqueza con su trabajo, pero el

esteta no produce lo útil y necesario. Esto es lo que hace

despreciable al peruano a os ojos del yanqui: pretende

gozar sin trabajar. Pero en cambio, el yanqui trabaja sin

trabajar. Tal vez él cree y asegura que goza; sin embargo,

tendría que hacer lo que es imposible: volverse latino,

volverse peruano, para saber cuánto tacto fino le falta para

apreciar verdaderamente la cultura, para saborear las cosas

del arte. Mientras que el peruano irresponsable e irreflexivo,

se permite goces que no hay merecido, goces a crédito, se

puede decir, la actividad se posesiona del cerebro del

yanque como un delirio: los multimillonarios siguen

aumentando sus causales, no por que reconozcan motivo


para desear más dinero, sino porque la rutina de multiplicar

dólares se ha hecho parte de su ser. El yanqui funda su

orgullo en poder comprar todas las maravillas del mundo

con el fruto de su sudor, y en verdad la cultura en sí no le

interesa tanto como el triunfo de poderla adquirir con su

dinero. Después de un día de actividad vertiginosa, el

yanque sentirá deseos de divertirse con el espectáculo de un

cake - walk, pero no de encantarse, como el peruano, con

un baile andaluz. En el cake-walk no hay no hay lo que el

peruano busca y en el baile español el criollo encuentra: el

voluptuoso coqueteo en que palpita amor; amor que, por

efímero que sea trae siempre la misma leyenda divina de las

almas no caducas.

Con igual lógica puede ser utilitarísimo causa del más

grosero y egoísta atropelló a los derechos del prójimo

competidor y del más empedernido desprecio por todas

aquellas solicitaciones al corazón humano que no

representan provecho palpable para el individuo, como

garantía de la segura ejecución de las medidas de

conveniencia general, pertenecientes al orden higiénico, de

ornato, tráfico, fuerza colectiva, etc. En el utilitarismotriunfa


la voluntad, como en la moral estética el amor, el cálculo

reemplaza a la inspiración; los hechos que dan subyugados

al propósito del hombre, en Norte América se hacen no solo

inventos técnicos mediante la aplicación tenaz de la

inteligencia humana a los misterios naturales sino que se

fabrican razas por el rigor de la ley eugénica, especies

vegetales por la severidad del cultivo; se extinguen

enfermedades por la implacable intransigencia de la

profilaxis sanitaria; se reparan los males de la pobreza, la

ignorancia y el vicio mediante la aplicación del esfuerzo

metódico.

La voluntad dirigida hacia un fin determinado no se eternece

con el clamor de una emoción personal. Las personas y las

cosas pierden su importancia intrínseca para el hombre

utilitario; los titulados amigos se reducen a simples

elementos de conveniencia; la voz de un Caruso se

relaciona más bien con la posibilidad de ganar honorarios

superlativos que con la realidad de un goce eufónico. A un

norte – americano un lindo paisajes no le haría desear que

el tren expreso marchara con algunos minutos menos de

velocidad una amiga que abrigara en su alma tesoros de


simpatía y consuelo no le sería tan necesidad como una

colaboradores o ama de llaves. No hay tiempo para

escuchar una voz de llanto ni espacio en el orden mecánico

de los horarios para cumplir una súplica individual. La

caridad tiene que hacerse en forma sistemática y

autoritaria, para que no estorbe la rotación de las

actividades diarias. Quien creyera que la moral yanquí fuese

superior a la moral peruana caería en el error de suponer

que un amor sin gobierno fuese más pernicioso que un

gobierno sin amor. Pues el amor carece de arraigos en el

principio utilitario como la voluntad en el principio estético.

Para la mayoría de los hombres hay cierta distancia entre la

conducta practica que observan y la moral ideal que

profesan. La persecución absoluta de una teoría hasta sus

rígidas consecuencias es cosa solo de la lógica abstracta y

no de las prácticas individuales. Ni el Perú es un pueblo

completamente abulicio, ni Norteamérica un pueblo

completamente insensible y sórdido, Pero, si en el Perú

vemos casos en que se desprecian los goces para ir en pos

de las utilidades y se trata de sustituir la caridad directa con

organizaciones auxilio público, decimos: esta no es moral


característica peruana; esos son principios exóticos

importados que adulteran el modo de ser original de los

miembros de la familia peruana. Es imposible gozar,

conservando la noción del tiempo; es imposible simpatizar

con los desgraciados, conservando la idea de la utilidad. Y el

peruano, en las profundidades atávicas de su alma,

simpatiza siempre con el afligido que implica sus servicios;

es por eso que aquí los empeños valen más que las

competencias, que el orden y la disciplina se deshacen para

abrir campo a una súplica. Los mismos que entre nosotros

ejercer la caridad pública por mera vanidosa ostentación, se

someten a verdaderos: sacrificios domésticos, que en

Estados Unidos serían inconcebibles, porque aquí impera

una norma de moral caritativa que nos e ha engendrado en

países o moral utilitaria. En la asistencia de enfermos, en el

auxilio de parientes y amigos, se realizan aquí actos que

dejarían atrás a la mayor abnegación de los ciudadanos

norte-americanos. El prejuicio, la ley, la férrea confianza en

los dictados de la ciencia, no logran sobreponerse aquí a los

naturales imoulsos humanos. Temas imprácticos se erigen

quizá entre nosotros en problemas de moral, temas surgidos


de delicadezas de conducta y susceptibilidades personales,

que para el espíritu utilitario serían objetos ridículos.

Lo que generalmente llamamos la moral de un pueblo, es

obra de la fatalidad de las circunstancias; un imperativo que

compulsa las conciencias dentro de un área determinada,

proporcionando a los individuos la prescripción de deberes e

ideales indispensables para formar en su mente la

alternativa del bien y del mal y el esquema de un propósito.

La fatalidad dio al Perú la moral de la tolerancia y a Estados

Unidos la moral de la intransigencia; el imperativo

diametralmente opuesto tiene, pues, que elaborar

conciencias drametalmente opuestas aquí y allá, y crear

resultados en nada parecido de tan distintas tendencias de

acción. Es así, que en cambio de los cultivos artificiales de la

sociedad norte-americana, respecto al desarrollo de las

formas fisiológicas que se estimen más aptas y cualificadas,

conseguimos nosotros una inmensa variedad de productos

naturales en etnología y psicología; temperamentos más

asimilados a los accidentes causales; alcanzamos horizontes

de la actividad elemental a los que la voluntad del sajón

cierra el paso. La libertad con que todas las razas del mundo
han podido congregarse en suelo peruano, es madre de una

modificación de miras, lo decimos con orgullo y placer, que

ilumina el occidente con radiante luz de nuevo y redentor

criterio. En la inmensa tolerancia peruana se disuelven los

despotismos de leyes y disciplinas europeas, de tradiciones

asiáticas y prevenciones norte-americanas. Aquí, donde la

sangre cafre ha podido derramarse en el seno de un pueblo

heterogéneo, encuentra ella su tranquilo remanso; en los

más altos puestos públicos, a los que en Estados Unidos

tendrá que llegar algún día con tempestuosa ola de

reivindicación social. ¿Cuánta parte no le tocará al Perú en

la republicana emancipación de la China de su milenar

dinástico letargo, por haber tranqueado un ambiente

cosmopolita a los aislados hijos de Confucio? No importa

que el liberalismo peruano sea involuntario – el bien se ha

hecho y la tendencia primitivamente fatal, se convertirá más

tarde en doctrina; sí, se está convirtiendo ya en una forma

de juicio de la norte americana excluye. Hoy que asistimos

al incalificable espectáculo de la casi divinización de un

monarca en el más adelantado pueblo del siglo,

comprendemos el bien que hemos hecho al destruir veces


tras veces el fetiche de la presidencia nacional en

irreverentes sublevaciones, debilitando la obsesión que el

encumbramiento de un individuo produce en el cerebro de

sus semejantes. Aunque sea la mayor gloria de los hombres

públicos norte – americanos el retirarse del mando sin

perder su prestigio, hay también una gran ventaja en que el

prestigio de los políticos ruede por los suelos, a fin de que la

ilustración superior de las clases dirigentes no cautive

demasiado la imaginación de las masas.

Como insinuamos en un renglón anterior, la fuerza de

voluntad fomentada por el espíritu utilitario consigue

maravillas en el sentido del saneamiento general y de las

organizaciones económicas, pero en esa perfección del

orden no cabe de aquiescencia inmediata a una voz

individual que invoca la simpatía humana para un caso muy

íntimo, muy particular. Porque nosotros, los peruanos,

sacrificamos el orden, la organización general para acceder

a una súplica particular, el yanqui nos dice que no somos

altruistas. Quizá sacrificamos el interés de los muchos al

ruego de los pocos, pero ¿no será preciso que también ese

método exista a fin de que la psicología humana se


complete con ejemplares criados en tal principio, en el

principio de las consideraciones individuales y no sociales?

Un sociólogo que tiene que dar tanto valor a las unidades

como a los compuestos, humanos se verá obligado a admitir

nuestro argumento. Para el latino vale más el hombre, para

el sajón vale más la sociedad. Finalmente ¿o que efectos

resaltarían en la sociedad si se descuidara al hombre?

Otro punto más el sentido de lo exacto mata el anhelo de lo

indefinido. El genio yanqui contrae el mundo; el genio

peruano lo expande. Por fijar demasiado las cualidades

físicas de la naturaleza, el hombre utilitario tendrá al fin en

su mano el mundo como una piedra, de la que no puede

sacar ya ninguna esperanza, ninguna aspiración; en cambio,

el hombre esteta verá siempre el mundo como una nebulosa

en cuyo blanco mucho le sonríen la ilusión y la te. En la

cumbre del éxito el yanqui tendrá que suicidarse por falta de

ideal o acudir donde pueblos como el indostan o el peruano,

que reposan al lado de la fuente del infinito.

¿Será superfluo que una nación viva para otros fines que las

grandes potencias de rubios pobladores? Ninguna gimnasia,

ningún drill estético, inventado en Estados Unidos logrará


reemplazar la gracia natural que el modo de vivir más lento

y pasivo estampa en las carnes humanas bruñidas por

enervantes soles. Que siga la silueta elástica y ondulante del

varón y de la mujer meridionales, que poseen el privilegio

de indolente, y soñadora magia, eludiendo el trabajo y el

aseo en que la raza septentrional se recrea. Su actitud está

justificada por su relación con el desarrollo estético. En

Estados Unidos se dejaría morir la flor de lo bello, si la

máquina de lo útil necesitara ocupar el terreno. ¡Dejad a las

razas meridionales que cuiden de las flores y si ellas deben

recibir del norte el influjo de tonificantes virtudes, no

olvidéis que devolverán a esa zona en fragancias

psicológicas el donativo de excelencias materiales!

JUSTICIA PARA LOS INDÍGENAS DE LLAUCAN!

El 3 de diciembre del año último, una población de

indígenas, cuyo número se hace ascender a más de 5,000

cansados de soportar inicua explotación, detuvieron con su

negativa y con su llanto, la mano de su azotador implacable.

Como en Chupa, en Chicama, en Baños, en Samán; como

después en Itarte, como en cualquier lugar donde una masa


humana pide que las vejaciones cesen y que la justicia

reparadores acuda; en Llaucan el día mencionado se

presentó la fuerza pública, la que haciendo uso de sus

fusiles y de sus bayonetas, victimó cobardemente no sólo a

la multitud pacífica, que encontró congregada, sino también

hasta a los que se hallaban en sus propios hogares.

Ancianos, niños, mujeres en estado interesante, madres

acabadas de dar a luz, nada respetó la sed de luero de los

eternos devoradores de las energías nacionales, ninguna

lágrima impresionó a los perpetradores de tan horribles

atentados.

¿Después? La patente de la impunidad ha puesto a salvo,

como en todos estos casos, a los victimadores de Llaucan. Y

cuando se creyó que ya que los autores de tan espantosa

masacre quedaban sin sanción, por lo menos debía

revolverse la latente cuestión social planteada por la triste

condición de los indígenas, era cuando más lejos estaba de

la justísima solución que debió dársele.

En estos días se ha hablado en el Congreso de tal asunto.

Pero ¡qué ausencia de espíritu de justicia! ¡qué miseria

moral! ¡qué estrechez de criterio! ¿Podrá el país, el


verdadero país, el país que trabaja y paga impuestos, el

país al que se asesina cuando se queja de la tale justicia, el

país a cuyo seno todavía no ha penetrado la podredumbre

de las alturas, podrá esperar algo de semejantes

legisladores? … ¡Sauta, muy santa revolución será la que

acaba de una vez por todas con tanta iniquidad!

La “Pro Indígena” insinuó al Supremo Gobierno la

conveniencia de que el Estado expropie el fundo Llaucan, y

que a los indígenas que hasta ahora viven allí como

esclavos, los haga propietarios, dividiendo el terreno en

lotes y distribuyendo de estos entre aquellos a cambio de un

cánon anual que abonarían al Estado. Peor aún el Supremo

Gobierno no ha hecho nada en ningún sentido. Como los

intereses políticos están aquí sobrepuestos a los del país,

asuntos tan trascedentes como este o se encarpetan o

corren el peligro de ser resueltos con un insulto más a la

justicia y a la humanidad.

Conviene recordar, en esta oportunidad, la doctrina

sostenida por la “Pro Indígena” con relación al problema de

Llaucan, y por eso reproducimos los siguientes párrafos de


una circular del Secretario de esa institución dirigida en 8 de

marzo del presente año.

“El indígena que se conserva en la República, tiene su

suerte íntimamente ligada a la tierra en que vive, sea como

comunero, con sus derechos y hábitos intactos desde el

tiempo del imperio incaico, o ya como víctima del orden

político posterior, en calidad de yanacón, arrendatario o

subarrendatario, dependiente de los grandes fundos erigidos

sobre las ruinas del antiguo patrimonio de la raza

autóctona”.

Una faz particular del problema territorial se ha presentado

últimamente varias veces, por ejemplo en la hacienda

Llaucan, en el departamento de Cajamarca, y en la hacienda

de Pillo, en el de Huancavelica. En ambos casos los

propietarios han acostumbrado sacar a pública: subasta la

administración del respectivo fundo, y en cada oportunidad

los nuevos locatarios; habiendo ofrecido una suma mayor

que la anterior, por el arriendo, han aumentado

consiguientemente la cuota impuesta a los

subarrendatarios, que son los indígenas pobres y desvalidos,

hasta hacerles casi imposible la existencia con el afán de


echar sobre ellos, exclusivamente, la carga del subido precio

convenido en el remate.

A extremos tan álgidos han conducido como es notorio estas

cuestiones de suyo trascendentes para la vida y bienestar

de la población rural, que la intervención del Estado parece

hacerse necesaria y urgente. Ante tal perspectiva,

corresponde a la Asociación Pro-Indígena el tomar una

actitud firme, unificando las ideas de todos sus miembros y

representantes, a fin que trabajen sin perturbadoras

divergencias ni incertidumbres, en la consecución de lo que

después de maduro estudio parezca como el objetivo más

adecuado para la solución del mencionado problema.

Las muchas intrigas y asechanzas a que está sujeta la

propiedad del indio y la deficiente aptitud material y moral

que manifiesta para prevenirse contra ellas, debido a las

condiciones desfavorables que lo rodean desde hace varios

siglos; aconsejan insistir en que el Estado se constituya en

protector y garante especial de la raza indígena contra los

proyectos egoístas y atentatorios de individuos aislados que

hasta ahora siguen despojándola de sus derechos políticos y

humanos. Desde luego, es inconveniente que el indígena


sea poseedor directo y absoluto de tierras, porque sus

avisados adversarios encontrarían muy pronto un modo de

quitarle su hijuela con engaños y contratos fraudulentos y

usureros. Más bien, sería bueno que el Estado procurara

hacerse cargo, en nombre de las conveniencias nacionales y

la paz social, de aquellas propiedades donde, como el

Llaucan y Pillo, el propietario negocia con los arriendos de

sus terrenos, adquiriendo el Gobierno un título legal sobre

éstos por compra, expropiación, arriendo o en la forma que

mejor se recomendé en cada caso, poniendo así una barrera

entre los explotadores pudientes y la humilde población

agrícola, a la cual hay que amparar e impulsar de un modo

decidido conforme a la ciencia política y de administración.

Dividiendo los terrenos en lotes de una o cinco hectáreas,

según la relación entre el terreno y los pobladores a que

debe atenderse para el uso de cada lote, a cambio de un

canon anual que asegurase la parte proporcional del servicio

del capital e intereses empleados en la operación, resultaría

el indígena con todas las ventajas del propietario y sin

ninguno de os inconvenientes en que redundaría su libre

disposición sobre las tierras respectivas; pues la sustitución


de su persona sería prohibida, salvo que fuese una sucesión

por herencia, a causa de muerte en el seno de su familia y

de otro lado se constituiría una importante obra de

educación de su raza, cumpliendo sus compromisos,

reconociendo la obligación preferente de pagar el canon

anual como un seguro que le da el Estado, de sus derechos

de propiedad y libertad contra el gamonalismo que tiende

incesantemente a despojarlo de esos derechos y reducirlo a

la esclavitud, sin mirar que aniquila y corrompe las energías

del poblador peruano con enorme daño para la nación toda”.

LAS GARANTÍAS Y LA JUSTICIA EN LA REPÚBLICA

La pretendida sublevación de indios en Azángaro – El Dr.

Carlos Chirinos Pacheco, apoderado judicial del

gamonalismo.

Hace poco que el doctor Carlos Chirinos Pacheco, publicó en

“El Pueblo” de Arequipa, varios artículos defendiendo el

centralismo. Participaba, o por lo menos parecía participar la

idea de que no es conveniente la autonomía de las

provincias frete al absorcionismo de la capital, y que por lo

tanto no debía atentarse contra la tranquila digestión de los


señores que aquí se han patentado omnímodamente de

gobernantes y políticos pues no hay toda la república otros

depositarios delas virtudes de moralidad, honradez y

capacidad.

Los artículos del doctor Chirinos gustaron como natural a los

que viven de esa situación oligárquica y los diarios

centralistas “La Crónica”, “El Comercio” y “La Patria” los

reprodujeron en sus columnas.

Sofísticos declamadores, pródigos

**

ted, doctor Chirino ¿por qué? ¿por qué el valiente semanario

mistiano tiene el valor de denunciar los crímenes y acusar a

los bandidos? ¿Por qué Modesto Málaga es una alma

templada y sabe señalar las defraudaciones y

desenmascarar a los farsantes?

LO DE LLAUCAN

Los indígenas de Llaucán, de cuya justísima causa nos

ocupamos en nuestro número anterior, han elevado al

Supremo Gobierno el siguiente recurso:

“Exemo señor:
Los que suscriben indígenas” de la hacienda Llaucan, de

propiedad del Estado, con cuyas rentas se sostiene el

colegio de San Juan de Chota, por nuestro propio derecho y

por nuestros con lugareños que no saben firmar, ante V.E.

respetuosamente exponemos: - Son harto conocidos aunque

no en su verdadera magnitud, los luctuosos acontecimientos

realizados el 3 de diciembre de 1914 por la fuerza pública al

mando inmediato de la primera autoridad del

Departamento, en que perecieron más de 120 de nuestros

hermanos, fuera de numerosos heridos cuya mayor parte

sucumbieron por falta de medicinas, dichos

acontecimientos, a más de las razones expuestas

anteriormente ante V.E. que hoy reproducimos, dan mérito

suficiente para que en justicia resuelva el problema

económico y social que se ventila respecto a nuestra triste

condición de esclavos en que vivimos, víctimas de la usura

de los locatarios del fundo, quienes sólo se preocupan

mayor del lucro y procuran mantener nuestra ignorancia,

pues es más de medio siglo que Chota usufructúa el fundo

en beneficio de un colegio de instrucción media, donde por

consiguiente se educan pocos y de clases acomodadas, no


se ha preocupado de que nuestros hijos participen de la

Instrucción Primaria que la Ley señala con fuerza

obligatoria. Somos 5000 naturales pobladores del fundo, y si

los que en aquel tiempo han aprovechado tan cuantiosa

suma, hubieran atendido a la instrucción de las

generaciones pasadas y sucedidas en el mismo tiempo, la

Patria contaría con nosotros un brazo no despreciable en el

camino del progreso. Queremos ser libres en adelante: -

Bien conoce V.E. la crisis general. Ahora no encontramos

trabajo en el mineral de Hualgayoc, donde ganábamos

regulares jornales para satisfacer los arrendamientos

trimestrales de los lotes de terreno que ocupamos; en el

mismo mercado vendíamos nuestros pequeños productos

con el mismo fin. Hoy no tenemos ni lo uno ni lo otro, por

consiguiente ¿cómo podremos satisfacer la nueva y onerosa

gabela que nos impondría el creciente locatario? En tiempo

normal y cuando la locación pasada era sólo de S.6840, a

duras penas podíamos satisfacer nuestras pensiones ¿cómo

sería posible satisfacerlas ahora sobre el remate de

S.16,500, a favor de un hombre cuya única norma es el

abuso y el crimen? Bien se comprende los medios que


pondría en juego para satisfacer aquella enorme obligación

y el buen margen de su ambicionado negocio – Por estas

consideraciones a V.E. suplicamos rendidamente desapruebe

el remate último de locación del fundo Llaucán y disponga

por de pronto lo que en justicia sea conveniente hasta que

de un modo radical se resuelva el problema como lo tiene

solicitado nuestra personera la Asociación Pro-Indígena en

sus recursos de diciembre de 1914, y enero y marzo del

presente año. Por tanto: a V.E. suplicamos atienda nuestra

justa solicitud. Llancán, agosto 27 de 1915. Lorenzo

Guadaña, Eulogio Guamán, Sebastián de Eugenio, Eugenio

Guamán, Franciasco Maluquisch, Juan Rojas, Manuel Palma,

Agustín Palma, Catalino Atalaya, Domingo Yamoctanta,

Dolores Iamotctanta, Felipe Carrasco, Julián Guamán,

Vicente Guamán, Manuel Chira, Valentín Durand, Mariano

Guamán, Antonio Vásquez, Lázaro Ramos, Aniceto Guamán,

Eduardo Mejía, Andrés Guadaña, Martín Mejía, Anastacio

Mejía, Juan Mejía Sebastián Tongo”.

EN URCON
Insertamos la siguiente copia de un documento oficial, como

comprobante de los abusos de que desde hace algunos años

se viene haciendo víctimas a los indígenas de Urcón,

Huallcallanca y Yantacón, en la provincia de Pallasca por los

súbditos italianos Olivieri, a quienes los acusan también de

haber sorprendido a la Legación de su país y a nuestro

Gobierno, más atento como siempre a prestar oídos a los

exactores de los peruanos que a los peruanos mismos sobre

todo si son indios.

(COPIA)

Un sello de la Subprefectura de la provincia de Pallasca.

Tarica, mayo 20 de 1911.

Señor coronel Prefecto del Departamento.

Cumplo con el deber de poner en el superior conocimiento

de US. Que habiéndome dirigido del distrito de La Pampa a

Urcón, tuve que hacer parada en la Empresa de Tarica en

donde me esperaba el Subprefecto de Pomabamba y los

miembros del Consejo Municipal de Sihuas, personas

notables del mundo y más de 200 individuos que tenían en

demanda de justicia cansados de las hostilidades y un sin

número de abusos que desde el año de 1909, se va


haciendo por el representante de la hacienda de Urcon, don

Ernesto Opveri, administrador Teobaldo Telaya y empleados

de la hacienda, pues al referido señor Subprefecto y al

Consejo Municipal le constan los cargos que tanto los

arrendatarios de la hacienda como los demás que habitan

en las pertenencias de Sihuas que son colindantes con la

indicada hacienda, han hecho a mi autoridad que según

versión de acianos conocedores del lugar, hasta hoy no

están demarcados sus linderos, pues para ello necesitan que

tanto el propietario de la hacienda como los vecinos de

Sihuas pidan el deslinde respectivo, ante el poder

competente, como he manifestado a US, por mi telegrama

de 18 del presente Nº 219m y acatando de ese superior

despacho he empleado los medios de sagacidad y prudencia

mediante los que se ha podido allanar satisfactoriamente la

controversia que con motivos de rodeos de animales

ordenada por el representante de ha hacienda mencionada

se hubo promovido, y a fin de que las cosas no tomen otras

trascendencias que desde luego darían que hacer a la

autoridad política; opté por ordenar hagan sus reclamos

ante la autoridad judicial de esta provincia adjuntando la


razón de cargos hechos por 44 ciudadanos de Sihuas, no

habiendo tomado en cuenta los de pequeña significación por

carneros y chanchos.

Largo será señor Prefecto narrar el procedimiento adoptado

desde el año de 1909 por el Señor Oliveri, pues basta decir

a US, que si el arriendo de terrenos y pastos ha sido por el

valor de 4, 7, 9 y 12 soles era un pretexto para apropiarse

de bueyes, teniendo presente que si los arrendatarios

llevaban el dinero se negaba aceptarlo tan solo para

quedarse con las reses, aún más, poniéndoles el precio que

quería y se traía los animales en los rodeos que hasta de los

pastos de Sihuas han hecho 2, 4, 6 y 8 y les cobraba a los

dueños 16, 24, 39 soles de plata, entendiéndose que sacaba

4 soles por cada animal y se quemaba con 1 ó 2 reses que

les hacía poner chapa en el acto, y ha habido muchas veces

que las que era entregadas reses o bestias tenían que

perecer en el camino por cuenta de estos animales de

rodeos que los tenían tres o más días encerrados de hambre

en el corral. Para que US se convenza de los cargos hechos

por los arrendatarios y demás ciudadanos ya nombrados,

acompaño al presente la relación que he tomado de los 44


individuos, a cuyos cargos el señor Ernesto Olivieri con su

mayor cinismo no ha hecho sino decir a las preguntas que le

hacía: “no recuerdo”, “ignoro”, “no tengo conocimiento”. No

concluiré sin antes manifestar a US que en vista de estos

acontecimientos, y a fin de que en lo sucesivo no se repiten

otros abusos y que podrían traer serios disgustos y aún

consecuencias funestas, he creído de mi debe revenir al

representante de la hacienda Urcon, don Ernesto Olivieri,

para que en adelante antes de verificar el rodeo de animales

ponga el hecho en conocimiento de esta Subprefectura para

dictar las medidas necesarias que tiendan a garantizar no

solamente los derechos de aquellos ciudadanos sino hasta

de la misma hacienda.

Dios guarde a US.

Humberto Meza.

¡ADELANTE LUCHADORES!

Sin más armas de combate que sus grandes ideas y sus

fulgurantes plumas, limpios de conciencia y rebosantes de

alegría, avanzan esta falange de luchadores; hoy que es el

momento en que todas nuestras energías que dormitan

deben ponerse de pie; ahora que se lucha por nuestras


reivindicaciones, por nuestros derechos, largamente

usurpados por el centralismo matador, de la nacionalidad y

de la Patria; ahora que hay que esgrimir la pluma por la

justicia que en el Perú sufre un calvario peor que en

cualquier otro pañis; por la defensa del indio explotado y

tiranizado por lo caníbelas de la fuerza y los antropoidades

del gamonalismo y la rapacidad de toda esta jauría de

sabuesos que en horas de crepúsculo para la Nación nos

lanzaron los mandones del centralismo para que, aquí

satisfagan sus hambres apocalípticas.

Ya los luchadores esos viejos veteranos de la idea y el

pensamiento están en la palestra; firmes como la guardia de

Napoleón en Watterloo no se rendirán, porque los

renunciamientos y las apostasías caben en las almas

pequeñas, en las de ellos no aún conservan los zarpazos de

los tiranos y los infortunios del ostracismo, pero siguen

impertéritos en su labor redentora. ¡Cuan lejos se

encuentran de los denigrantes de la pluma, de los

mercaderes de la prensa; como dijo César Zumaeta “Prócer

de la venalidad, agobiado por toda suerte de degradación,

va por la vida el periodista de alquiler”!


Ahí lo tenéis a Pedro Zulen, denominado, sin timideces de

niño ni vacilaciones de cobarde, que va golpeando con su

pluma las puertas de oligarquía centralista. A Francisco

Mostajo, cuyo verbo cáustico es una llama que purifica a

Modesto Málaga Glicerio Tassara, y otros que arrojaron sin

miedo un puñado de verdades sobre las frentes mediocres

de los tiranos y contra las mentiras sociales y

convencionales de nuestra época. Al doctor Vega Enriquez

que por el año 1904 levantó la bandera regionalista en la

ciudad de los Incas y lucha por ella abnegadamente.

Mientras tanto sigan adelante luchadores hacia la victoria, y

yo que blasfemo de los ayes y de los ídolos, yo que no

tengo más dios pues la Libertad y no reconozco más

jerarquías que las del talento y la de los héroes de Cárlyle,

ni más luchadores que los de la idea y el pensamiento, me

inclino ante estas águilas que son la protesta viril de los

derechos dela sierra y el miedo de los seniles fracasados e

hipócritas que se arrastran t medran y nunca ven como el

cerdo más arriba del suelo”.

Luchadores ¡adelante!

Cuzco, setiembre 14 de 1915.


Rebelde Rojo

LAS GARANTÍAS Y LA JUSTICIA EN LA REPÚBLICA

Puto setiembre 3 de 1915

Señor Pedro S. Zulen, Secretario de la “Asociación Pro

Indígena”

Lima.

Muy respetado señor nuestro:

Por datos fidedignos que tenemos de existir la “Asociación

Pro Indígena” establecida en esa Capital, con el fin laudable

y humanitario de proteger a la desvalida raza indígena, nos

ha determinado dirigirnos suplicándole se sirva poner en

conocimiento de esa noble Asociación, la angustiosa

situación por la que atravesamos.

Como indígenas naturales y vecinos del Distrito de Coata de

la Provincia de Cercano de Puno, hemos poseído en común

desde hace tiempo inmemorial, tanto nuestros antecesores

como nosotros, unos terrenos pertenecientes a éste pueblo

llamado Llallauri.

Por desgracia en la mayor parte de los Departamentos de

nuestra República, se ha desarrollado de una manera


alarmante el gamonalismo, que sin descanso lleva la

bandera en la que ha escrito los robos, saqueos, incendios,

asesinatos, despojos violenctos, persecuciones,

flagelaciones y demás delitos, todo por concluir y arrasar

con la pobre raza indígena, para apropiarse de sus

pequeñas propiedades rústicas y ganados.

Todo esto pesa en la conducta del ex Vocal doctor Facundo

Molina, quien con el deseo de la ambición más desordenada

y con el fin de agrandar en lo posible su finca Moro, ha dado

órdenes terminantes a sus empleados, como son su Admor,

Mayordomo y colonos, para que por los medios más

apropiados y convenientes, emprendan contra nosotros los

despojos más violentos de nuestras tierras; y es así que

aquellos apoyados por dicho doctor n se han hecho esperar

mucho para dar cumplimiento a esas órdenes, y en especial

sus colonos, que tienen y han tenido la fama de los más

atrevidos e insignes ladrones los que se ponen en acecho

para asaltar a cualquier transeúnte indefenso al que le

roban, maltratan y aún lo asesinan, quedando en el

ministerio estos crímenes, sin que por parte de las


autoridades se tome medida alguna en estos casos para

castigarlos.

Los empleados del citado Doctor Molina, ante aquellas

terminantes órdenes harán como dos años y más, nos han

despojado violentamente de los referidos terrenos de

“Lllallahui”, alegando en su favor, haberlos comprado por

escrituras públicas lo que es una falsedad completa pues

nosotros actualmente mantenemos en nuestro poder los

títulos antiguos de “Llallahui” que datan desde el Virreynato

del Perú, en los que claramente establece como comunidad

esos terrenos para que los posean los indígenas e Coata y,

bajo tales títulos los estuvimos poseyendo hasta hace más

de 2 años, en que hemos sido despojados por el doctor

Molina, componiendo esa comunidad los pequeños aillos de

Sacasco, Collana y Lluco, que hoy pasan a ser propiedades

de aquel Doctor.

A lo anteriormente referido no se han quedado atrás, en

cometer iguales abusos las siguientes personas:

Doña María Mercado de Pastor nos ha despojado porciones

considerables de terrenos del aillo Lluco, los que los ha


anexado a sus fincas “Sacanagachi” y “Urcunimuni” de estos

reclamamos a esta Prefectura, sin conseguir nada.

Don Gerardo Calle hace como 2 años, nos despoja otras

porciones de tierras del mismo “Lluco” y los reintegra a su

finca, para esto nos manda saquear y robar nuestras casas,

todo a balazos; secuestra al menor de 10 años, Blas

Belisario, sin saberse hasta hoy su paradero misterioso.

Don Onofre Ávila, es otro de la calaña de Calle; éste

arrebata al 10 de los suscritos Baltazar Goizueta, 10 vacas,

ahora un año y más, atribuyéndole robos imaginarios de su

propiedad, cuando este individuo, como es notorio, solo vive

de lo que roba a la indiada. De Agapito Calle le quitó a vía

fuerza 2 vacas sin motivo alguno. A Justo Sucapuna y

Malchora Pillinco les ha despojado su pequeña estancia en

Lluco, donde ha construido una casa y lo ha establecido en

ella a su hijo político Juan Traverso.

Doña Natalia Herrera, ha hecho otro despojo de la estancia

“Munus pata” al indígena Agapito Apasa, hará un año y más,

como también 40 ovejas. Estas son las iniquidades sin

nombre que se cometen en Coata; por lo que nos ha

alentado el deseo de dirigirnos a Usted para que poniendo


en conocimiento de esa digna Asociación, se sirvan tomar

algunas medidas por su parte y ante el Supremo Gobierno,

que tiendan a cortar de raíz estos abusos que sufren los

pueblos, y que nos mande conceder garantías las más

amplias y eficaces y que se nos mande devolver las tierras

despojadas, como nuestros ganados sustraídos.

Mucho le agradeceremos con este motivo, estimado Señor,

haga cuanto esté a sus buenas y valiosas influencias ante

esa Asociación, en bien de éstos sus humildes indígenas y

Ss. Ss.

Por mí y los demás comunitarios de Llallahui, que son más

de 40 y que no saben firmar.

Baltazar Goizueta

LA PROPAGANDA

El recuerdo de las vergüenzas que obsequió al país el

director nacido en los chanchullos de 1913 aún vive latente

en la memoria de los pueblos; su enorme desprecio a la

libertad de los ciudadanos, la regalía de subprefecturas a

gentes que convirtieron el puesto en lecho meretriciano, de

abyección y servilismo, aún perduran como ronchas de


ultraje en tantos pueblos víctimas de esa soldadesca

pesadilla en la administración.

La presencia de repugnantes individuos, amalgama de

cinismo, osadía y crueldad, al frente de cargos ejecutivos

provinciales, la impávida pretensión de intrigantes

inverecundos para coger la mamadera de una

representación, que tuvieron su corte y tanteo de sanción y

de condena en los fallos de la Exema. Corte Suprema, han

dejado honda huella de odio hacia los regímenes brutales y

de despotismo de una democracia bozal arraigando en el

alma de las muchedumbres la convicción de que solo la

causa regionalista es la que puede remediar estas morbosas

y crónicas maceraciones de libertad colectiva e individual.

Más ese recuerdo de un próximo pasado ignominioso e

infamante para la voluntad y soberanía populares, al

despertar la altivez, indignación y asco de las conciencias

provincianas hacia las putrefacciones del cacicazgo limense,

no deben ser las “fosforescencias” y entusiasmos de

momento que de nuestra psicología dice el ilustre autor de

“Horas de Lucha”.
Trabajemos con tezón y firmeza la propaganda y

vulgarización de las ideas y propósitos de

DESCENTRALISMO en todo instante sea la fuerza inicial de

nuestros actos.

Parecidas a la carta que abajo copiamos, cuya publicación

en hojas sueltas por hoy no nos es posible hacer, deberíase

circular en todas las provincias. Hay mucha gente que

ignora absolutamente lo que significa este movimiento y sin

embargo resultarían buenos adalices. Acostumbrados a la

exclusiva lectura de su diario (limeño), no comprenden la

causa ni objetivo del movimiento descentralista, que ven

con curiosidad y temor infantiles. Sin el ciego de la Biblia a

quienes precisa llevarles la luz de la verdad.

La carta circular dice así:

Coracora, septie,bre de 1615

Señor:

Mi estimado amigo:

Un acontecimiento de extraordinaria importancia,

desapercibido de la mayoría del país y que singularmente

interesa a los pobladores de la sierra, va realizándose

actualmente los núcleos intelectuales, en que predomina


ponderablemente el elemento joven, de los departamentos

de Arequipa, Cuzco, Puno, Apurímac y Moquegua, han

enarbolado la bandera salvadora del descentralismo, como

medio de preparar los pueblos para la federación.

Por el momento, las aspiraciones de los que trabajan por la

resurrección de nuestra patria bajo garantidas modalidades

de vida republicana, que a su inteligencia y conocimiento de

las necesidades inaplazables de este lugar no se le ocultan,

se condensan en los tres puntos:

1. Exigir del gobierno de Lima el envío a provincias de

autoridades que tengan antecedentes honrosos, capaces

de mostrar con su conducta diaria su respecto a la ley y

al derecho del ciudadano; que, si vienen individuos de

moral relajada ignorancia o brutales exactores de los

dineros del pueblo, se comprometa dicho gobierno a

escuchar las quejas y entregar al poder judicial los

delincuentes para su castigo ejemplarizador, a despecho

del amparo que les dispensasen sus padrinos casi

siempre políticos influyentes del Rímac. Que resulte

verdad en la práctica la libertad electoral con leyes que

cierren para siempre la osadía de las candidaturas


limeñas, para sacudirse de tanto zángano apestado, que

desde la capital como plato de lentejas de su

primogenitura codicia una diputación o senaduría, que no

merece y a la que no tiene derecho.

2. Que no se siga derrochando miserablemente los caudales

de Erario en gollerías de los círculos que monopolizan

puestos y prebendas; que no se abrume las regiones con

más impuestos para sostener el lujo de Lima. Que se

distribuyan equitativa y armónicamente las rentas

nacionales para el fomento de la agricultura, industrias,

educación, etc.

3. Que el gobierno decrete la independencia de las Juntas

Departamentales y Concejos Provinciales en el manejo de

sus rentas, iniciándose entonces una era de progreso y

bienestar, hoy agonizante por las trabas que opone el

Poder central a toda tentativa de mejoramiento regional.

Tales son en sus principales delineamientos las demandas

del movimiento descentralista. Aspiraciones sanas y

patrióticas que se hallan dentro del marco constitucional.

Que entrañan evolucionan en ideas y costumbres de las

masas populares, que producirán más circunspección y


seriedad en los actos de los gobernantes concordia y

satisfacción en el ánimo de los gobernados.

Y los que esgrimen la pluma para el triunfo de esta santa

causa, no son hombres que se agitan con pubterías

partidaristas ni como instrumentos de banderías políticas:

caben dentro de este movimiento por responsabilidad y

deber imperiosos, todos los hombres que no tienen sangre

de honchata en las venas, egoísmo de judío en el corazón y

su poco de serrín bajo el cráneo; hombres que vienen ver a

sus provincias mejor tratadas por el gobierno y con derecho

a gobernar por autoridades dignas y laboriosas,

representadas en las cámaras por hijos; del lugar que hayan

demostrado con hechos de mejora local su cariño al terruño,

y manejando sus bienes comunales como las necesidades

de cada circunscripción requiere.

El movimiento descentralista no tiene conexión con ningún

partido político, en el sentido de intentar clandestinos

asaltos al poder.

De ahí deriva su fuerza formidable e incontrastable. Porque

es acicate para despertar las energías del alma nacional,


amuleto para curar el pesimismo tan generalizado sobre el

porvenir de nuestro amado Perú.

Más los diarias de la capital empiezan a sobresaltarse por la

potencialidad de este movimiento; es que el triunfo del

descentralismo significa para los señores que menudean sus

trajines a Palacio, muerte de su dominio en provincias y

merma de sus valores en la Caja fiscal, esa Caja alimentada

por los sudores del pueblo trabajador.

Querido amigo: Reseñado el descentralismo que cuenta con

la simpatía de Usted y su apoyo en esta lucha de tendencias

opuestas y encontradas; me permito exhortarle a la unión e

interesarse en la colección de fondos para la impresión de la

“Cartilla de Federalista”, un pequeño folleto en que se

exponga el origen, desarrollo y finalidad que persigue este

movimiento, para distribuir en el pueblo y vulgarizar las

ideas que sustenta. Usted sabe que pueblo consciente de lo

que hace y a donde va, es invencible.

Quiera Usted pues hacer un sacrificio pecuniario y excitar a

los amigos a cosa igual. ¿No podremos privarnos de

pequeños superfluos gastos para contribuir con un airoso

óbolo a esta propaganda de liberación? Y en la intimidad del


hogar, en la tertulia o el paseo ¿no hemos de catequizar por

modos discretos y oportunos al bello sexo a favor del

descentralismo para que se impregnen de perfumes y de

firmeza nuestras esperanzas del mañana?...

El señor X.X. es el encargado de recibir las cuotas bajo de

recibo. I. los nombres de las personas que oblen se

publicará en “La Autonomía” además en “El Pueblo” y “La

Federación” de Arequipa y “El Sol” del Cusco.

Usted me entiende: Parinacochas que tenga su puesto de

honor, en el torneo de abnegaciones de las Provincias del

Sur.

Mariano Vega Menacho.

LAS GARANTÍAS Y LA JUSTICIA EN LA REPÚBLICA

Falta de garantías en lampa

Lampa, 19 de octubre – Pro indígena Lima – Facundo Gilt

vuelve extensionar indígenas Añasgo. Pida garantías

efectivas Gobierno – Delegado Chuquihuanca Ayulo.

El gobernador de Pariahuanca
Huancayo, 18 de octubre – Secretario Pro – Indígenas, Lima

– Pida garantías indígenas, Pariahuanca. Gobernador Género

Seguir comete atropellos varios, robos. Nuestras quejas en

provincias desatendidas; somos arrebatados con animales y

dinero.- Manuel Gamarra.

Allanamientos en Catacaos

Catacaos, Octubre 13.- Presidente Proindígena, Lima –

Lunes, 4 Enriquez Guzmán gamonal, unión comisario

Navarrete, allanó violencia terrenos alto litanos habilitados

familia. Resistimos allanamiento, posesión; hoy tomaron

prisioneros esposo, hoy tomaron prisionero esposo,

flagelándolo reduciéndolo prisionero esposo, flagelándolo

reduciéndolo prisión. Pido garantías gestione con Pretecto

Departamento nos las dé. – María Fernández.

La esclavitud en Huánuco

El Delegado de la Pro – Indígena en Panao comunica a la

Secretaria General de esta Asociación, que a mérito de su

intervención se ha conseguido la libertad del indígena


Vicente Ramos, que sufría un casi perpetuo secuestro en la

hacienda “La Pava” de propiedad de la viudad de Taboada.

“La familia de Ramos – escribe el citado Delegado, don

Venancio Jara y Solórzano-, inclusive éste me encargan

hacer presente a usted y a la noble Asociación, su más

reconocida gratitud por el inmenso bien que acaban de

recibir, mediante el cual circula en la choza humilde de ésta

el aire de la libertad y de la alegría”.

LOS ENGANCHES PARA LAS MONTAÑAS DE REPENTE

Huánuco, 12 de octubre.- Secreyario Pro – Indígena, Lima,

Los suscritos vecinos del pueblo de Malconga, ruegan a

usted aproximarse Gobierno disponga orden de suscripción

autoridad trabajar montañas. Delegado formulado

reclamos.- Manuel S. Espíritu, Pascual Flores, Cosme Manz.

Señor Secretario de la Asociación Pro indígena, don Pedro S.

Zulen

Los suscritos, naturales y vecinos del pueblo de Utao,

comprensión del distrito del valle de la provincia de

Huánuco, ante usted respetuosamente nos presentamos y

decimos: que el teniente gobernador del pueblo, don


Raimundo Marcos por orden del sub prefecto don Roberto E.

Rodríguez, nos obliga a que nos dirigimos a las montañas de

Derrepente, para que trabajemos en calidad de peones, en

el fundo “El Éxito” de propiedad del señor Augusto Durand.

Hemos puesto resistencia a dicha orden, por cuanto es

perjudicial a nuestros intereses y no es posible que nos

comprometamos a trabajar en un lugar montañoso por la

mísera suma de TREINTA centavos diarios, y por el anticipo

que, por la fuerza, nos meten en el bolsillo; anticipo

ignominioso de Dos Soles Cincuenta Centavos.

En tal virtud:

A Usted rogamos se digne gestionar del Supremo Gobierno

la adopción de medidas radicales para contener el abuso de

las autoridades políticas de Huánuco, que deseen

manifiestamente martirizar y herir los intereses y derechos

de la raza indígena.

No somos deudores a ninguno de los señores Durand, ni

menos a las autoridades políticas. Somos unos humildes

trabajadores agrícolas que tenemos nuestros intereses,

libres de compromisos y deudas, deseamos que se hagan


efectivas la garantías que la Constitución acuerda a todos

los ciudadanos.

Utao, 12 de Octubre de 1915.

Nicolás Rufino, otras firmas.

LA SITUACIÓN EN CAJAMARCA

Cajamarca, 4 de octubre de 1915.

Señor don Pedro S. Zulen, Director de “La Autonomía”

Lima.

Muy distinguido señor:

Una docena, a lo más, de los que tienen aquí la pretensión

de titularse políticos, creyéndose con derecho para disponer

de la suerte de éstos pueblos y tomar su nombre para

cohonestar sus proditorios intentos, acaba de fundar un

semanario con el hombre “El Heraldo” obedeciendo a

instrucciones de tres o cuatro representantes que aspiran a

continuar manejando a su antojo los destinos de éste

departamento, y que siendo, además, dos de ellos

parientes. Y todos tutores del actual prefecto don Gustavo

Iglesias, procuran sostenerlo a todo evento, y con tal fin

insertan en el primer número de dicho semanario, el artículo


que le adjunto, quemando incienso a esa autoridad, al

extremo de colocarla, en primera línea, entre todas las de la

república.

En ese artículo se afirma cínicamente, que el señor Iglesias

cuenta con el aplauso general y que Cajamarca está

agradecida por lo que ha hecho y tiene que hacer y otras

sandeces por el estilo, que sólo obedecen al propósito de

engañar al gobierno para que lo sostenga, siendo así, que

carece absolutamente de prestigio, porque huérfano de toda

clase de dotes, ciego en la administración pública, incapaz

de iniciativas e instrumentos dócil de esos representantes,

no puede contar con la simpatía de los pueblos como s

asevera con tanta desfachatez, y mucho menos con la

gratitud de Cajamarca, desde que forma parte de esa

maldita argollad e esta circunscripción, que menosprecia a

la gente honrada y digna, y que solo toma el sagrado

nombre del pueblo para dañarlo y succionarlo disponiendo

de todas las instituciones.

Además esa autoridad no ha hecho nada, ni promete

hacerlo, en bneficio de sus gobernados a quienes deja en el

más completo abandono, como lo demuestran los crímenes


que vienen cometiéndose en las provincias y,

especialmente, en Santa Cruz. Bambamarca, Tacabamba,

Chota y Colasay, en cuyos lugares partidas de reos

prófugos, armados, se pasean impunemente, talando los

campos, asesinando a los transeúntes y cometiendo

inconcebibles crímenes, sin que la autoridad se preocupe de

perseguirlos, ni de tomar medida alguna al respecto,

contentándose con estar en la casa prefectural, rodeada de

esos cuantos políticos a quienes consulta todo, sin

resolverse a realizar nada.

Es usted, señor Director, el único que, por su independencia

y el amor a la verdad y al derecho de los pueblos, de que

viene dando pruebas, está llamado a laborar en su

importante y levantado semanario para conseguir que el

gobierno no se deje arrastrar por los engaños de los malos

representantes y políticos de aquí, a una situación que,

aparte de acarrearle su desprestigio, puede exasperar a los

pueblos y llevarlos a extremos incalculables, puesto que el

señor Iglesias es una autoridad colocada ad hoc, en las

postrimetrías del gobierno provisorio, para imponer la

candidatura oficial de un primo de aquel, don Nicolás


Iglesias a la diputación por esta provincia, y que se estrelló

ante la voluntad inflexible de los ciudadanos que

unánimemente la repudiaron, cansados ya de una oligarquía

perniciosa y retrógrada que viene sucediéndose desde hace

treinta años.

Ojalá quiera usted acoger el contenido de esta carta, que es

la expresión de la verdad, y con su bien cortada pluma,

ocuparse de este asunto, haciéndose así acreedor a la

gratitud de todo un pueblo que gime hoy bajo el oprobio

dominio de unos cuantos logreros, sin méritos ni arraigos en

la opinión.

De Ud. Sr. Director, affmo. y S.S.

Joaquín Castañeda

LA FIESTA DE LA RAZA …

Tomado de “La Opinión Pública” de Trujillo

Pelagatos, 15 de octubre de 1910 Sr. Director de la “Opinión

Pública”.

“El descubrimiento del nuevo mundo por Cristóbal Colón fue

un hecho tan colosal, que su aniversario ha merecido ser

elevado a la categoría de fiesta americana”.


Aquí tuvimos una conferencia y dos cuadros vivos.

En la primera el orador disertó, largamente, y de la

exposición que hiciera del estado de cultura y civilización

alcanzada por quechuas, chimús, aztecas, etc. Concluyo

sosteniendo que los pueblos de América, en virtud de las

leyes del progreso, no necesitaron de la invasión ibérica

para adelantar en cultura y civilización. Dijo que el mundo

debía a la América descubrimientos sorprendentes en todos

los ramos del saber humano, y avanzando sus juicios,

afirmó: que si el descubrimiento que hizo Colón se hubiera

retardado unos siglos más, el viejo mundo se habría

encontrado con naciones en donde el ideal humano habría

primado en todas las instituciones sociales.

Un cuadro vivo estuvo compuesto de Atahualpa, su corte,

ñustas, etc. Rodeado de sus enormes riquezas de oro y

plata, cerca estaba un ibero con la mirada de hambriento

chacal.

En otro cuadro figuraban varios aborígenes maniatados y

escarnecidos por obra de la civilización europea: los

conquistadores con la espalda desenvainada, se disputaban


los despojos del Inca, mientras hacia un rincón yacía

encadenado el inmortal Colón”.

De usted atto. S.

El Andino

LA ASOCIACIÓN PRO – INDÍGENA

Esta asociación ha cumplido en este mes su sexto año de

existencia. La reunión de la Junta General que se convoca

anualmente con el objeto de tomar cuenta de la marcha de

la institución y renovar el Comité Directivo, se efectuó ayer.

Aprobada sin observación el acta de la sesión anterior, y

leída la memoria respectiva, se procedió a elegir el Comité

Directivo para el nuevo año, el que ha quedado constituid

así:

Presidente, doctor Joaquín Capelo; Secretario General, don

Pedro Zulen; miembros restantes: señora Emilia D. de

Gaige, señorita Dora Mayer, señorita María Jesús Alvarado

Rivera, señores Emilio Sequi, J. Vitaliano Berroa, Marco

Aurelio Denegri, Rómulo Cuneo Vidal, Carlos I. Lisson,

Carlos Valdéz de la Torre.


LA INSTRUCCIÓN PRIMARIA NO ALCANZA AL

INDÍGENA

Hace tiempo que se nota noble aspiración, mayor interés

por hacerse más extensivo el campo de la Instrucción

primaria en el país, en cuya iniciativa suelen manifestarse

opiniones muy ilustradas de amplios avances, que tienden a

mejorar la situación moral del indígena, raza que hasta

ahora permanece casi excluida de los beneficios de la

civilización, porque nada se ha hecho en forma práctica por

instruirla, contemplándose no con poco sentimiento que si

existencia actual es muy semejante todavía a la que llevó

durante el régimen Incaico y luego bajo la conquista en el

Coloniaje; no obstante los derechos de igualdad y libertad

que tienen por nuestras leyes civiles y policías.

La ley de instrucción vigente, en su plan de difundir la

enseñanza a mayor radio de acción, se extiende

ciertamente, no solo a las ciudades principales y poblaciones

pequeñas sino también a estancias y caseríos, a haciendas y

aún localidades mineras; mas no ha tenido los resultados

que el legislador esperaba, pues ha quedado en letra

escrita, porque en su aplicación se ha circunscrito a escasas


proporciones, favoreciendo apenas a una tercera parte de la

población, en tanto que las dos terceras ha quedado privada

de sus beneficios, y en su mayoría la indígena; sin que nada

pueda justificar tanto descuido, tanta incuria, siendo ella

digna de protección y miramientos, ya por sus caracteres de

sencillez, docilidad, resistencia física y hábitos de trabajo, ya

por formar la masa numerosa de la población.

El esfuerzo de sus antepasados formó en conquistas

sucesivas el dilatado Imperio peruano, cuyas fronteras

abarcaron límites sorprendentes; sus obras de construcción,

tales como los palacios, templos, fortalezas, subterráneos,

calzadas, acueductos, estanques, puentes, caminos & &,

han sorprendido también, no sólo por la grandiosidad del

trabajo, rivalizando acaso con los monumentos antiguos del

Egipto, Roma, Grecia y otras ciudades célebres del Oriente,

sino por haberse llevado a cabo sin el auxilio de los

materiales y herramientas que hoy facilitan a la ingeniería;

sus producciones de arte, por su rareza y perfección

indiscutibles, marcaron con su justicia una era de progreso y

civilización, cuyos restos se estiman hoy reliquias dignas de

estudio y se solicitan con afán creciente por los hombres de


ciencia de las naciones más adelantadas; las generaciones

que le han sucedido, coadyuvaron con nuestros mayores en

la guerra de la independencia en la que no escasearon

hechos honrosos de valor y aún de heroísmo consignados en

la historia; esa misma descendencia, que no ha degenerado,

en sentimiento de nacionalidad, nunca esquiva el

contingente de su fuerza ni de su sangre en los peligros de

la Patria. ¿Y de qué acciones dignas, sobresalientes, no sería

capaz esta raza que participa de la sangre noble y altiva de

los Incas, una vez que alcanzara el nivel de la civilización

actual? ¿Qué mejor elemento de defensa podía secundarnos

en la conservación de la integridad territorial, si algo

ilustrada llegase a penetrarse de sus deberes ciudadanos? –

Ah! ¡Cuán justo y a la vez satisfactorio y consolador no sería

para nuestros gobiernos y para las clases ilustradas del país

ver al fin que, en no muy lejano tiempo todos los hijos de la

presente generación indígena supiesen al menos leer y

escribir correctamente, y contasen para el porvenir con

planteles de educación que les permita entrar en rol de

adelanto moral que tanto dignifica al hombre!.


La empresa será difícil? Si. Tiene dificultades. Más no por

esto debemos dejar de acometerla, si no queremos seguir

desmintiendo por otro siglo más nuestra decantada

democracia.

Se dirá que la crisis del erario y los perjuicios de la guerra

europea no permiten emprenderla. Los abemos; pero

siempre se ha dicho lo mismo por los señores del

Centralismo, aunque en épocas de mayor holgura en las

rentas nacionales, que solo han servido para enriquecer a

extraños, dejando en olvido las necesidades más latentes

del país. No se pretende además instruir a tribus de las

selvas, ni menos de implantar la enseñanza en todos los

parajes recónditos del indígena, sino de ensancharla un

poco más, con relativa proximidad a aquellos, procurándoles

facilidades de instruirse, que no les prestan las escuelas

existentes, tanto por ser escasas, cuanto por hallarse

concentradas en localidades notoriamente distantes; ya que

les debemos, durante una centuria, el cultivo de los campos,

los productos de la agricultura, cooperación en el pago de

impuestos y hasta el concurso gratuito de su trabajo en

apertura de puentes y caminos públicos.


A todos los hombres de buena voluntad, a todo ciudadano

patriota, corresponde iniciar esta obra bien hechora, como

inició la Pro – Indígena pidiendo justicia en amparo de sus

propiedades y defendiéndolos de explotaciones odiosas.

Si el Gobierno no puede hacerlo todo, seamos la palanca del

esfuerzo, que luego él puede ser el sostén perseverante en

beneficiar al indígena con la simiente civilizadora,

estableciendo escuelas públicas y dando ancho campo de

acción a la enseñanza, privada o particular, con programas

sencillos que se adapten a su intelectualidad, teniéndose

presente que los actuales no son apropiados más que a

niños de habla castellana; de aquí el hecho bastante

comprobado por la experiencia, que sea tan deficiente el

número de los que al fin de año escolar sepan leer y

escribir.

Nadie ignora cuanto contribuyen al desarrollo de la

instrucción de las masas populares los planteles de dotación

particular en la gran república del Norte. Estos, en su

sistema de libre enseñanza, rivalizan en adelanto con los de

dotación fiscal, pasa pasar en poco tiempo los alumnos a

otros de artes y oficios que pronto completa la educación,


cuyo inmediato resultado se manifiesta con la adquisición de

una profesión industrial, a la que debe luego la subsistencia

y a las comunidades.- Ved, pues, señores, otra prueba

elocuente de los inconvenientes del Centralismo y de la

justicia con que departamentos y provincias anhelan mayor

libertad de acción.

Dentro de pocos años cumplirá para el Perú un siglo de vida

republicana independiente, transcurrido en vicisitudes

políticas que han perturbado con frecuencia el afianzamiento

de nuestra democracia, convulsiones que, unidas a la incuria

e indiferencia, no han permitido atender a vitales intereses

de nuestra nacionalidad, ni menos al mejoramiento social

del indígena, más si algo noble, algo digno se puede ofrecer

en la conmemoración de aquel Centenario, sería

presentando ante propios y extraños a todos los hijos de esa

raza en posesión de la ciencia de saber leer y escribir

correctamente, encaminándolos así en los primeros pasos

de su civilización.

A.M.

LAS GARANTÍAS Y LA JUSTICIA EN LA REPÚBLICA


H. Concejo Provincial de Huánuco

Alcaldía

Huánuco, 22 de octubre de 1915.

Oficio 402

Señor Presidente de la Asociación Pro-Indígena

Lima

Tengo el agrado de elevar a conocimiento de esa

corporación, el oficio dirigido al Consejo que representa por

el Sindico de gastos del municipio del valle, en que denuncia

hechos de fuerza, llevados a cabo por las autoridades

políticas para obligarles a trabajo rudo y forzado en las

montañas de Derrepente.

Sobre esa particular, ya es un hecho público que las

autoridades de Huánuco han intervenido directamente en él

en ganche de peones para trabajos particulares; y la prensa

local, así también lo denuncia, informando que de los

pueblos del Valle, Utao, Malconga y Llacón han marchado ya

a las montañas de Derrepente crecido número de indígenas.

La ley número 1183 señala las penas a las que se hacen

acreedoras las autoridades que intervienen en el enganche

de operarios, y convencido de la integridad de la


corporación que preside US. Suplico se tome el interés

posible para que se hagan efectivas las garantías que la

Constitución acuerda a todo ciudadano.

Dios guarde a US.

Felipe E. Carbajal.

Síndico de gastos del distrito de Santa María del Valle, a 8

de octubre de 1915 Señor Alcalde del H. Concejo Provincial

de Huánuco.

Tengo el agrado de dirigirme al despacho de US, dando

cuenta que el teniente gobernador de este pueblo, don

Herminis Goñi, le ha dado por la fuerza dos soles cuarenta

centavos a don Victoriano Presentación, celador municipal

de este concejo, para que vaya a trabajar a la hacienda

“Éxito”. Como este proceder es irregular, suplicó a US se

digne hacer exonerar del trabajo a que hago referencia al

celador. Presentación, porque de otro modo, este Concejo

se quedaría sin empleados para hacer cumplir las órdenes

superiores.

Esta petición es conveniente al bien común de este Consejo.

Dios guarde a US. (Néstor Cabrera)


H. Concejo Provincial de Huánuco, Alcaldía a 9 de octubre

de 1915.

Elévese original a la Asociación Proindígena para los fines

pertinentes.

Carbajal

LA ASOCIACIÓN PRO – INDÍGENA

Memoria de la Secretaría General, dando cuenta de las

labores realizadas durante el último año

Distinguidos consocios:

Entra hoy a la Asociación Pro-Indígena en el séptimo año de

su actuación, y como siempre en este aniversario, desde la

Secretaria General darnos cuenta de la labor realizada

durante el periodo que concluye. Trataré de suplir, aunque

insuficientemente, la palabra del Señor Pedro S. Zúlen,

quien se halla con licencia en los actuales momentos, y cuya

memoria, inspirada en un profundo conocimiento de las

materias manejadas en el servicio de la causa, es en gran

parte irremplazable.

Procederé a exponer en orden sucesivo los asuntos más

resaltantes que conciernen a los interesados en la marcha

de nuestra institución.
COMITÉ DIRECTIVO

Elegido el Comité Directivo por la Junta General del 14 de

Octubre de 1914, hizo la designación de cargos, conforme a

la disposición del artículo 7 de los Estatutos.

A causa del viaje del Secretario General, Sr. Pedro S. Zulen,

a los departamentos del Sur de la República, en Enero del

presente año, ejerció el cargo internamente la suscrita.

También se encargó a ella la administración de la Tesorería,

porque el doctor Guillermo Olano, apenas hubo asumido el

ejercicio del cargo, se vio obligado, por motivos particulares

imprevistos, a hacer renuncia del trabajo respectivo.

Las sesiones semanales del Comité Directivo se han

realizado con toda puntualidad, sin otra interrupción que la

ocasionada por las olas feriados.

Repito lo que dijo el señor Secretario General del año

pasado, que se nota una disminución de movimiento de

despacho en esta sección comparada con el habido en los

comienzos de muestras labores, por la feliz razón de

haberse conseguido radicar cada vez más las gestiones de

defensa pro indígena en los mismos lugares del agravio,


según es mejor d acuerdo con los mandatos y el mecanismo

de la ley. Se puede declarar, pues, que la Asociación Pro-

Indígena ve ya los resultados de un proceso de educación

cívica, que ha despertado en las distintas regiones del país

un espíritu de resistencia al abuso y correcto manejo de los

resortes legales, que promete terminar, aunque sea en un

remoto futuro, en la autonomía consciente de los pueblos de

la República, acentuándose, al paso que se efectúa una

palatina descentralización en el seno de nuestra obra, el

principio de la cooperación, que es síntoma de los

organismos sociales vigorosos y sanos.

URCON

En los pueblos de Urcón, Yantacón y Huallcallanca, de la

provincia de Pallasca, tenemos un ejemplo de aquellos que

luchan en defensa propia, siendo secundarios por esta

oficina central, en la estricta estera de sus atribuciones,

cada vez que las autoridades políticas y judiciales de esa

localidad no otorgan la suficiente protección a los derechos

de los vecinos, y había que acudir al público y al Gobierno

en Lima para hacer sentir la sanción a los infractores de la


legalidad. Parece que el éxito va coronando a los pertinaces

campeones de la causa de Urcon, y que los señores Ernesto

y José Olivieri, ansiosos de establecer un feudo sobre las

libertades combatidas de la población autoetona, fracasarán

en su intento.

EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO

Firme en su propósito de coadyuvar a la correcta ejecución

de la ley del servicio militar obligatorio, esta secretaria se ha

esmerado en difundir, en las épocas oportunas, advertencia

a los interesados, que lo recuerden los pormenores de las

disposiciones vigentes. Así se publicó en los diarios de Lima,

en el mes de noviembre del año pasado, un sucinto artículo

de don Pedro S. Zulen, titulado “Lo que la ley dispone y

ningún ciudadano debe ignorar” y otro llamado “Inscripción

militar”. En diciembre del mismo año se elevaron dos

recursos al señor jefe del Estado Mayor, sobre la remisión

de contingentes durante el periodo de la conscripción Militar

y sobre el canje de boletos en Acomayo; en mayor de 1915

se pasó una circular sobre excepciones al servicio militar, y


en Julio sobre el sorteo militar, a los delegados de nuestra

institución.

ESPINAS Y ABROJOS

(Editorial de “El Minero Ilustrado” del Cerro de Pasco, de 20

de Octubre último)

Dice el eminente tribuno y hombre público doctor Capelo, en

un artículo que publica con este lema en: “El deber Pro-

Indígena”, correspondiente al mes de setiembre próximo

pasado que “en un país representa cada habitante un

ejemplo consumidor de riqueza y al propio tiempo un factor

capaz de producirla, no sólo para sus necesidades, sino

también para dar saldo favorable; y concluye diciendo: que

mientras carezcamos de libertad y justicia, el Perú, solo nos

producirá espinas y abrojos”.

Nunca más acertado ha estado este hombre público al emitir

tan justos como merecidos conceptos, que en síntesis

encierra la verdad de cuanto ocurre en nuestro país y es la

causa de su estado decadente y de tal vez, su próxima

disolución.
Todos nuestros elementos, según su categoría, con

honrosas excepciones, se manifiestan en todo tiempo

refractarios a toda idea de mejoramiento y reacción y

asfixiados por el ambiente de pequeñez en que se han

desarrollado, jamás piensan en que se han desarrollado,

jamás piensan en el provenir de la patria, viviendo solo

como hemos dicho en nuestro artículo editorial del Nº 982,

como parásitos y succionadores de la colmena nacional.

Cuando se les oye hablar se esfuman las más remotas

esperanzas, porque dominados de su marasmo, consideran

como utopía o como obra superior a nuestra generación

hablar siquiera, no decimos trabajar, por la instrucción de

nuestras masas populares y mucho menos por la redentora

labor de pensar en libertar de la esclavitud en que vive

nuestra infeliz raza indígena, proscrita para todo lo bueno y

tenida muy presente para hacer pesar sobre ella todas las

iniquidades que se ciernen sobre nuestra desventurada

patria, desde que nacimos a la vida independiente.

Esta abdicación, esta complicidad con los malos elementos,

ha convertido a nuestras masas de pueblo, en patrimonio de

explotación inicua del capital y de la funesta plaga de


políticos, que en determinadas épocas dejan en provincias la

disociadora semilla de sus impudicias y degradación.

De aquí que pasada esa época, esa semilla desarrollada sólo

para encumbrar a esos políticos inéditos y hacerlos

intangibles, ante la justa crítica de sus actos en el seno de

las instituciones que logran escalar con la complicidad de

capituleros y advenedizos, pasan a formar con el fruto de

sus actos de largueza el grupo de los explotadores de

bienestar de los pueblos, convirtiéndose en agitadores de la

tranquilidad de estos.

Con estos precedentes funestos que han echado hondas

raíces en el país se hace cada día más difícil, emprender la

campaña de la regeneración indígena, que yace en un

estado mucho más atrasado y de disolución que en la época

del virreinato, habiendo solo cambiado de amos, por los

gamonales de pueblo, de perversidad mucho más refinada

que la de aquellos tiempos.

Grupos de menguados, que con sus agachadas y la

complicidad de sus favorecedores de la capital, se dedican

impunemente a estorbar el paso de los pocos hombres que

aún quedan luchando por dar vida a esta patria, quienes no


pueden tener siquiera el placer de contemplar los frutos de

su labor patriótica, que a cada instante procuran borrar esos

menguados con el lodo en que se debaten.

Y aún cuando sabemos que estos reproches no han de

producir efectos ninguno en esos menguados, queremos

dejar constancia ante los hombres de bien, que aplaudimos

la buena labor y que deseamos para el Perú días de ventura,

mediante una campaña perseverante de ideas de

mejoramiento y de reacción.

El homenaje a estas ideas, reproducimos íntegramente los

brillantes conceptos del doctor Capelo, porque ellos

constituyen consoladoras esperanzas para el porvenir:

“Para que las cosas se realicen así, basta que cada hombre

pueda ejercer libremente sus energías productoras y esté

seguro de que sus derechos serán respetados y amparados

por los poderes públicos”.

“Cuando así sucede en un país, muy pronto se dejan sentir

la holgura y el contento en los hogares, el capital abunda, la

riqueza crece y se desarrolla y la nación se hace grande y

poderosa”.
“El gobierno de una nación tiene precisamente por razón de

ser, la elaboración de esas condiciones del trabajo que se

llaman libertad y justicia, sin las cuales, aquellas energías

productoras se anulan y a riqueza y el progreso se hacen

imposibles de alcanzar”.

SOÑADORES DE UTOPÍAS

Nos califican así ciertos ignorantes que no saben que los

grandes hechos de la humanidad son debidos a los grandes

idealismos. Que importa y qué vale el dicho de esos

miserables, esas voces anónimas que quieren levantarse de

los lodazales de la charca de sus prejuicios donde se

revuelcan como en su lecho para apellidarnos soñadores;

ellos que nunca conocieron ni por nombre la bella isla de

Próspero; sino la estupidez bestial de Caliban, la glotonería

de Sancho y la idiotía de Bertoldo; dejémosles gruñir en sus

pocilgas a los cerdos, cuyo positivismo consiste en las

piltrafas que comen y en sus vientres como letrinas que

siempre están repletos, a esos estacionarios a toda

innovación, a los que no saben por qué viven y forman

legión en el Perú; y condenan el socialismo irrespetuoso, el


anarquismo destructor, el regionalismo que desorganiza al

país y llaman ilusiones a todos los ideales, sin saber que

mañana las utopías serán cumplidas, las ilusiones realizadas

como los hechos lo demuestran que lo que ayer creían

irrealizable nuestros abuelos es una verdad eral y evidente

hoy. Mañana cuando vean la marcha hacia la sociedad

futura, cuando haya caído la tiranía del dinero y no haya

ricos que adular ni señores que temer, cuando las llamas

redentoras calcinen las testad coronadas, cuando las

bombas anarquistas purifiquen el ambiente mefítico de las

sociedades degeneradas y corrompidas de nuestro tiempo,

cuando las ideas regionalistas se hayan realizado en el Perú

libertándonos de los tiranos lobos, y no haya ovejas que

trasquilar, entonces, los que nos llamaron utópicos se

conmoverán de espanto y de dolor, porque dese ese día

tendrán que trabajar; no habrá explotados, ni vivirán

pegados a las peñas del fisco como asquerosos moluscos; y

se convencerán que las utopías nuestras habrán servido

más para redimir la patria que los positivismos estomacales

de esas tenias que van chupando las entradas de la nación y

tienen el cinismo de llamarnos soñadores cuando ellos


fueron incapaces de producir un ideal siquiera mediano, ni

de escalar las supremas alturas del pensamiento, sino de

arrastrarse en el pútrido estercolero de las vociferaciones

¡Atrás miserables! Que nos llamáis locos atrás cómicos

mercachifles de vuestras conciencias y de vuestros cuerpos:

grajos hambrientos de figuración, cobardes que no pudieron

atacar de frente les queda solo el derecho de gritar; turbas

anónimas y mediocres, a vosotras mi desprecio que

nosotros seguiremos adelante, con nuestras locuras y

utopías y moriremos firmes en nuestro puesto, ya que

consagramos nuestra vida y nuestras luchas por un ideal.

Cuzco, noviembre 1º de 1915

Rebelde Rojo

LAS GARANTÍAS Y LA JUSTICIA EN LA REPÚBLICA

La obra del ferrocarril del Cuzco a Santa Ana

Exemo Señor:

Pedro S: Zulen, Secretario general de la Asociación Pro-

Indígena, ante V.E. con el debido respeto digo:

En la obra del ferrocarril del Cuzco a Santa Ana se han

cometido atropellos con los indígenas allí empleados, debido


a poca escrupulosidad de la empresa, constructora y de

autoridades precisamente encargadas de hacer efectivas las

garantías constitucionales.

Una reciente denuncia del Delegado de la Pro – Indígena en

el Cuzco, exponía los siguientes hechos:

“Un numeroso grupo de indígenas de la parcialidad de

Huancangalla, distrito de Chichaypueyo de la provincia de

Anta, manifiesta que en Teniente Gobernador de aquel lugar

los sorprendió una noche cuando dormían en sus eras de

trigo, y con los envarados de su dependencia los hizo

amancornar y conducir, atados codo con codo, a la cárcel

del pueblo, de donde al día siguiente fueron llevados, en la

misma forma vejatoria, hasta el lugar de los trabajos y

durante el tiempo de ellos no les dieron ni un centavo

siquiera para que atendiera a su subsistencia. Mientras

tanto sus quehaceres, que son muchos en época de

cosecha, quedaron totalmente abandonados y expuestos a

perderse y tal vez ya perdidos los productos de sus afanes

de todo un año, y lo único con que contaban para el

sostenimiento de su familia”.
“De los pueblos de Qquehuar y Pafres, de la provincia de

Acomayo, se han presentado también cincuenta indígenas

quejándose de haber sido violentamente conducidos a esta

ciudad sin abonarles ni un solo centavo de adelanto para su

venida y haciéndoles abandonar, asimismo, sus cosechas.

Llegados aquí, se les quiso obligar a que fueran a los

trabajos por el exiguo jornal de treinta centavos, pero

fueron puestos en libertad por haberse negado

resueltamente a aceptar tal imposición y porque interpuso

su reclamo el Alcalde Municipal de aquel distrito, que

casualmente se encontraban aquí. Mientras tanto han

sufrido graves perjuicios en sus pequeñas cosechas, se les

ha obligado a hacer gastos en su mantención y viaje de

cuatro días entre ida y vuelta, se les ha ocasionado otras

molestias de las que nadie les resarce”.

“En esta forma, con pequeñas variantes, son tratados todos

los indígenas que las autoridades, convertidas en agentes

enganchadores de los empresarios, mandan al trabajo del

ferrocarril a la Convención”.

Como se ve, Exemo, Señor se trata de una reproducción de

las tropelías y especulaciones realizadas en anterior ocasión,


para llevar la línea férrea de Juliaca al Cuzco, como también

en la obra de canalización del Huatanay. Es natural, pues,

que los indígenas se manifiesten rehacios para concurrir hoy

a la construcción del ferrocarril a Santa Ana; la experiencia

les ha dado duras lecciones.

Nadie niega que los ferrocarriles son elemento de progreso.

¿Pero en nombre del progreso aceptaremos que se veje y se

expolie a los ciudadanos de un país por el solo hecho de ser

indígenas? Cuantos están interesados en “trascendentales

intereses regionales”, en transformar la “idiosincrasia

indígena” en inocular al indio “la moral del trabajo, base del

bienestar de los pueblos” y otras zarandajas que se sacan a

relucir porque la Pro-Indígena pide amparo a los legítimos

derechos de la población, autóctona y hace suyas sus

demandas de justicia; deberían justamente recomendar al

Contratista de la obra y a las autoridades, que no

entorpezcan el libre juego de las leyes económicos. Páguese

salarios capaces de atraer al trabajo a los indígenas,

rodéeseles de las debidas garantías, déseles el trato de

hombres; pero si el Contratista no puede realizar su negocio

en esta forma, que se realice el contrato respectivo.


En vista de lo expuesto y en virtud de lo mandado por la Ley

Nº 1183,

A V.E. suplico se sirva disponer que l Prefectura del

departamento del Cuzco, dicté a las autoridades subalternas

las órdenes más terminantes, a fin de detener y reprimir,

conforme a la ley citada los abusos denunciados, debiendo

velar por que los indígenas no sean víctimas del Contratista

de la obra en referencia.

Lima, 09 de noviembre de 1915.

Exemo Señor:

Pedro S. Zulen

El bandolerismo en las provincias de Dos de Mayo y

Huánuco

Exemo Señor:

Pedro S. Zulen, Secretario General de la Asociación Pro-

Indígena, a V.E. respetuosamente digo:

Una situación anormal, por demás calamitosa, atraviesa la

provincia del Dos de Mayo, con motivo del bandolerismo que

se ha desarrollado de una manera alarmante hasta el

extremo de haber sobrepasado sus linderos. Las


informaciones recibidas por nuestra Asociación exponen que

en todos los pueblos de aquella provincia pululan diversas

cuadrillas de bandidos armados que diariamente asaltan y

roban ganado, incendian casas, asesinan a propietarios y

transeúntes la robarles, cuyos hechos quedan siempre en la

impunidad y sin que la autoridad departamental haga

siquiera algo por aliviar tal situación.

El mismo Delegado de la Pro-Indígena don Andrés C. Vara,

ha tenido que trasladar su residencia a la ciudad de

Huánuco, en espera del restablecimiento de las garantías.

Parece que propias autoridades locales no son extrañas a

hechos tan censurables, llegando al punto no sólo de

favorecer sino hasta de cometerlos. La falta de fuerza

pública en número suficiente para combatir ese

bandolerismo, también parece ser algunos de los pueblos de

la Provincia, la causa de tantos crímenes.

Hace pocos días, se presentó al Ministerio de Gobierno un

recurso suscrito por el indígena Facundo Montoya, del

distrito de Chupán. Hoy presentó el memorial adjunto,

suscrito por don Gerónimo Martíenz y don Santos


Castañeda, de Margos, quienes denuncian nuevos actos de

bandolerismo.

Por lo expuesto:

A V.E. pido se sirva dictar las medidas convenientes y

oportunas que normalicen eficazmente la grave situación

por la que atraviesa la provincia del Dos de Mayo.

Lima, 19 de noviembre de 1915.

Exemo Señor:

Pedro S. Zulen

Señor Secretario de la Asociación Pro Indígena

Los suscritos naturales y vecinos del pueblo de Margos, de

la provincia de Huánuco ante U. respetuosamente nos

presentamos y decimos: Que se digne poner en

conocimiento del Supremo Gobierno el hecho de que, en el

distrito de Margos no hay garantías para la vida ni para la

propiedad, a mérito d que el bandolerismo imperante todo

lo destruye, sin compasión ni miramiento alguno.

El 20 del presente mes, en el punto denominado Gauges,

lindero entre Cauri y Margos, el conocido bandolero y

crimina Martín Venancio, en compañía de Zacarías

Susaníbar, un Onofre, un Maylle Fermín y Salomé Roque,


Tomás Alvarado, Laurencio Cruz, Agapito Igarza, Tito Livia,

Carlos Espinoza, asesinó a don Manuel Martínez, pacífico y

honrado habitante de ese lugar.

Los antecedentes del crimen son que el primer de los

suscribientes, en marzo del presente año, desempeñó la

gobernación del distrito, época en la cual, por orden del

señor Subprefecto de la provincia, capturé a Venancio por

los repetidos delitos que cometía; y la relación de

parentesco que tenía con el infortunado Martínez.

Desde marzo hasta agosto Venancio se encontraba en la

cárcel pública de Huánuco por la muerte del gobernador

Virgilio Caldas, de la madre de éste, Ruperta Ruiz, y de

Eusebio Igunza y Enrique Gutiérrez; puesto en libertad en

setiembre último por las autoridades políticas, Prefecto y

Subprefecto, que interpretaron mal la ley de amnistía,

Venancio desempeña hoy la tenencia gobernación de Margos

y como criminal rematado, asesina y roba con el mayor

cinismo.

Nos hemos dirigido al Supremo Gobierno por un telegrama,

poniendo el hecho en su conocimiento, y también a las

autoridades de Huánuco; pero de todos modos no hemos


conseguido, hasta ahora, castigo para los culpables. Y no se

podrá conseguirlo después, si el gobierno no se penetra de

la situación y envía, por lo que menos, cincuenta hombres

de ejército para pacificar el Distrito y capturar a los

bandoleros, que roban y matan implicando el hecho de que

el partido Liberal está en el poder y que se les comprende la

ley de amnistía.

Nada escapa a las furias de Venancio. Todos los domicilios

que visitaba Martínez, han sido saqueados y destruidos,

entre ellos la casa de don Santos Castañeda, después que

persiguiera a la madre de éste, nombrada Romualda

Esteban.

Particularmente, los domicilios de los suscritos se han

allanado con más violencias, despojándonos de nuestros

vestidos y enseres como de nuestro ganado se vacuno y

caballar. Nuestras personas se encuentran perseguidas por

dichos bandoleros, razón por la que, fugitivos como

estamos, no podemos entregarnos a nuestras labores

cotidianas.

Por todo lo expuesto:


A Usted pedimos suplicamos que accediendo a esta

solicitud, se digne pedir al Gobierno que nos otorgue las

debidas garantías y que, al mismo tiempo, para capturar a

los bandoleros que se encuentran bien armados, envíe la

fuerza necesaria.

Gerónimo Martínez, Santos Castañeda.

La situación de los indios en Ayapata

Puno, 31 de octubre de 1915.

Señor D. Pedro Zulen

Director de “La Autonomía”

Lima

Señor mío:

Sabedor de que Usted acoge benévolo las quejas de la

desventurada raza indígena y de todo infeliz, ocurro ante

Usted para que siquiera dé publicidad a la situación de la

indiada y mosada de Ayapata de la provincia de Carabaya.

El Párroco D. Eufracio Iglesias, el Gobernador D. Julio

Ismael Enriquez y el Agente Municipal D. Temistocies

Velasco (hijo de D. Melitón Velasco) por si solos dispusieron

en el que se vendieran las alhajas de la Iglesia consistentes


en un cáliz, un hacetre, dos incensarios, un par de vinajeras

y su platillo, dos paztecums, dos santrocristos, tres

guirnaldas, una corona, los rayos del Señor, varios tubos de

plata de las varillas del palio, una cruz de la cruz alta; y

como la indiada que compone todo el distrito ni sus

cabecillas habían sido consultados, el 9 de mayo de 1914

fueron en alcance del conductor Venedicto Chambi y le

quitaron toda esa plata labrada volviéndose a la misma

Iglesia. En seguida hicieron quejas ante el Gobernador

Eclesiástico de Puno; y por esto la persecución en que hoy

se halla toda la indiada y principalmente los cabecillas.

Habiéndose consultado opuesto de acuerdo el gobernador

con el subprefecto D. Federico Macedo esposo de Maximiana

Velasco, hija esta del diputado D. Francisco Velasco, han

impuesto una erogación forzosa de S. 50,000 a cada uno de

los cinco cabecillas Nicanor Quispe (del aillo “Levita”), Juan

Cáceres (del aillo “Ccanchis”), Tito Enriquez [aillo “Icaco”]

Timoteo Cáceres (del Pueblo) y Raymundo Huamán [aillo

“Cana”] para comprar calaminas para los techos de la

Iglesia, y a cada uno de los indígenas se les ha impuesto

dos soles.
La indiada y mosada de Ayapata es muy pobre, en razón

que el terreno es esencialmente quebrado y existen muy

diminutas parcelas donde hacen plantaciones de coca y

sembríos, por lo que todos son de condición indigente y se

hallan en la imposibilidad de cubrir tales pagos forzosos. No

obstante han sacado S.180.00 de los cabecillas que se

hallan en poder del Agente Municipal y S/.60.00 en poder

del Gobernador; y todos los indígenas se hallan huidos a la

altura y serranías bravas y yo no sé dónde pueda vivir, pues

me persiguen en todas partes.

Andrés Enriquez, actual gobernador, es primo de Julio

Ismael, me ha quitado una mula valor de S.100,00, la

conserva en su poder; me ha quitado un caballo y lo ha

fletado a Teodoro Jara, de Pucará (40 leguas dista de

Ayapata); y me persigue día y noche y en todas partes.

José 2º Salas, se halla preso en Macusani por haber

delinquido en firmar actas ante el Gobernador Eclesiástico

de Puno.

No hay pues honradez ni justicia en el gobernador, no hay

amparo en el subprefecto (primo aquel de la esposa de

este); y habiendo ocurrido al prefecto, este pide informe a


los mismos acusados que no lo evacúan, quedando nosotros

siempre perseguidos.

Que haremos con esta situación que viene durando…?

Agradeceré mucho oír mi pedido.

Emilio Arroyo

LA ASOCIACIÓN PRO – INDÍGENA

Memoria de la secretaria general dando cuenta de las

labores realizadas durante el último año

Concluye

El caso que así se presentaba era de suma significación por

la enormidad del daño causado al individuo a causa del

accidente del trabajo y por la manera cínica y por desgracia,

típica como los responsables de la obligación de indemnizar

el daño eludían este deber. Todavía más, tan pronto como

los personeros de la empresa minera, donde tuvo lugar el

infausto suceso, se enteraron de que Valderrama se había

dirigido con sus reclamos a la Asociación Pro Indígena,

parece que hicieron presión sobre el nombre mutilado, con

amenazas o promesas, nos abemos cual, pues, Valderrama


desapareció repentinamente de Lima e ignoramos la suerte

que haya corrido después. Nosotros nos preparábamos para

elevar un recurso al Gobierno, pidiendo que se hiciera una

aclaración formal respecto al artículo 1º de la Ley de

Accidentes del Trabajo, determinando quien, en casos como

el presente, donde aparecen un dueño y un contratista de la

mina o centro de trabajo, es el empresario responsable de

las obligaciones consiguientes, pues, no es posible que en

semejante ocasión falte un representante responsable y

quede burlada la ley que debió aliviar las miserias de los

obreros desgraciados. La ausencia posterior de Valderrama

frustró, por esa vez, nuestro intento de conseguir con

oportunidad de un ejemplo tan elocuente, la necesaria

percepción del primer disponiendo de nuestro demasiado

ineficaz instrumento de legislación obrera.

Solo nos queda la satisfacción de saber que, por el apoyo

que ofrece nuestra institución a las personas injustamente

tratadas, las empresas capitalistas se ven con frecuencia

obligadas a prestar a los reclamantes una atención y

concederles ventajas, que de otro modo no les otorgarían,

para evitar las vergüenzas, siquiera, de una denuncia seria.


Prueba de ello es que varios perjudicados retiraron sus

solicitudes, ya presentadas a nosotros, satisfechos

evidentemente, de la enmienda que en seguida hicieron las

empresas en sus ofertas. También consigna el profesor

Edward Alsworth Ross en su libro “Sur de Panamá” el grato

testimonio que le diera en una conversación el gerente de la

Compañía Minera del Cerro de Pasco, de haberse estorbado

grandemente el tráfico de enganche de operarios a

consecuencia de la acción de la Pro-Indígena.

No puedo omitir el mencionar aquí los datos que he recogido

de fuente privada, de que el material de trabajo en varias

secciones dependientes de la Cerro de Pasco Mining Co, no

se ha renovado desde la instalación de la empresa en el

Perú y se halla por consiguiente en mal estado, siendo

causa de múltiples accidentes que dejan mutilados a los

empleados que lo manejan, hecho que es monstruoso,

tratándose de un negocio tan rico y dando a entender el

ningún interés que toman las autoridades locales en la

vigilancia de los procedimientos de ésta, como de otras

empresas parecidas.

Conclusión
Concluyo, señores, reiterando la promesa que siempre os ha

dado esta Secretaría, de persistir sin desmayar en la

grandiosa lucha que se ha impuesto, grandiosa tanto por la

conciencia que tiene de los inmensos obstáculos activos y

pasivos, la enemistad, la pasión, la rutina, la apatía, que

hay que vencer, como por el concepto de su fin, el

resurgimiento de la verdadera patria peruana, legada a las

generaciones del presente por los incas, fuertes

trabajadores y cultos, dignos de nuestra emulación como

organizadores de un estado capaz de dar a sus hijos el pan

de cada día y el respeto de la humanidad.

Dora Mayer

Secretaria accidental

LA IDEA FUERZA

Toda idea es luz, porque despeja alguna incógnita, revela

alguna relación de calidad o de cantidad, se señala alguna

situación, constata alguna armonía o indica alguna

incompatibilidad. Y la idea se convierten fuerza cuando

penetra en las conciencias, porque las orienta en sentido

concordante y con ello aúna las voluntades individuales y les


da el poder del conjunto en determinado sentido. Entonces

la idea es opinión pública, y en ese carácter nada hay que

pueda contrarrestar su poder.

Pensar es pues, crear luz, crear poder, hacer opinión,

orientar voluntades. Por eso, hay en todo hombre, el deber

de hacer vida intelectiva y no llena su misión sobre la tierra

quien prescinde de esa actividad y pasa su existencia como

las marmotas. No importa la materia en que se piense; el

ejercicio de la mente lleva por sí mismo a buscar lo menor;

y quien adquiere el hábito de leer, aún cuando se inicie con

los periódicos de la localidad, va poco a poco por sí mismo,

seleccionando sus lecturas, y la obra de la mente no tarda

en hacerse sentir y retribuir en abundante cosecha de ideas,

los esfuerzos, gastados y el tiempo empleado. Allí donde

hay un hombre que sabe leer y escribir, hay un cerebro que

puede contemplar la verdad y adquirirla por sí mismo, si hay

un factor de progreso y de moralidad; hay un capital en

trabajo y acción.

Y allí donde son muchos los que leen y escriben y se

preocupan todos de que no haya gentes que carezcan de

esos conocimientos; allí hay opinión pública, hay pueblo,


hay ciudadanía y, por ende, hay justicia y libertad, y hay

riqueza y holgura individual, y hay grandeza y poderío

nacional. Cuando los analfabetos están en mayoría, la vida

nacional es una noche lóbrega, de la que sólo brotan miseria

y ruina, en lo individual y en lo colectivo.

En el Perú tenemos escuelas por que el Estado paga

preceptores; pero no hay interés alguno en que sean las

escuelas lo que deben ser, ni en que existan en donde

deben existir, ni en que concurran a ellas los que deben

concurrir. Se llena un expediente legal, se cubre un número

del programa, y si algún propósito se persigue, es el tener

plumas de preceptores, donde colocar a los amigos. La

enseñanza misma, el objetivo nacional que la escuela debe

servir no preocupa a los políticos o es ignorado o es

desatendido.

El día que en el Perú, la escuela elemental, destinada

solamente a leer, escribir y contar, exista por todas partes y

no falte en pueblecillo alguno; y que aún en las estancias y

caseríos, haya por lo menos la enseñanza ambulante, en

ciertos días de la semana; ese día, dejará de ser este país

pasto de buitres, como lo es hoy y seguirá siéndolo,


mientras la opinión pública no se forme, clara y preciosa,

para imponer como dogma nacional y como deber primero

de todo poder público, la propagación de la enseñanza

elemental; esto es: leer, escribir y contar, y nada más que

leer, escribir y contar; pero sin excepción de individuo

alguno.

La educación complementaria de la elemental, así como por

sí solas, no han menester sino de moderada protección de

los Poderes públicos; es la educación elemental la única que

libera y levanta en todos, la vida mental y los hace capaces

de pensar y sentir como seres racionales y como miembros

de una sociedad de hombres libres.

Después de salvada la valla del analfabetismo, que ataja a

tantos hombres de genio y a tantos nobles espíritus que

viven en las capas sociales inferiores, la selección natural

que produce en ellas, y el genio y las grandes virtudes

sociales que almacenan en estado latente, encuentran salida

y paso a la altura; y así, ocupan los hombres su sitio,

cuando la capacidad de leer les hace entrar en el mundo de

la idea, y la lectura misma les hace tomar a cada uno

conciencia de su propio poder intelectivo.


Foméntese la escuela elemental y las ideas fuerzas se

producirán más y más; la opinión pública pesará en los

destinos de la nación, real y verdadera expresión del pensar

de las mayorías; y desaparecerán esas falsificaciones de la

opinión, esas creaciones artificiales con que se dan fuerza

las camarillas que explotan las colectividades, cuando no

hay en esta conciencia de sus derechos y sus deberes;

porque no hay luz, no hay ideas, no hay vida intelectiva;

porque son pocos los que saben leer, escribir y contar, y

porque son pocos los que leen y los que piensan.

Faria.

Quejas del Departamento de San Martín

Una de las plagas administrativas que más aburre a las

provincias y a los departamentos, que levanta clamores de

todos los pueblos de la república, y que obedece, como ya

nadie lo ignora, por un lado, a las exageraciones del

centralismo, que acaparando todo, nada atiende con

suficiencia, y por otro lado la ineptitud y a la mala voluntad

de los funcionarios que a las provincias envía el favor y a la

complacencia del centralismo, es la demora imperdonable,


el retardo, muchas veces indefinido, en el despacho de los

expedientes administrativos.

Pues bien, si el mal es general, ocurren en el departamento

de San Martín, a juzgar por las quejas que sus habitantes

elevan con demasiada frecuencia al Ministerio de Fomento

en lo que respecta a los expedientes sobre adquisición de

terrenos de montaña, que el mal revista a la vez que

gravedad, el carácter de crónico, pues se observa, según

dice las quejas de los interesados, que hay en la prefectura

d San Martín enorme cantidad de expedientes que no se

envían al perito para la respectiva mensura, por puro y

simple gusto de la prefectura que no quiere darse el trabajo

de tramitarlos; otras veces, los expedientes no se envían al

Ministerio sino cuando llegan a ser, para los empleados de la

prefectura, verdaderamente intolerables las súplicas de los

interesados por fin, ha habido caso, en que, remitido por el

Ministerio el título de propiedad, no se ha entregado al

interesado, sino cuando éste ha reclamado al Ministerio de

tamaño injusticia.

El departamento de San Martín, es un departamento

montañoso, esencialmente agrícola, llamado a tener un


hermoso porvenir, sus habitantes adquieren, con arreglo a

la ley y al reglamento respectivos, pequeñas extensiones de

terrenos de montaña, lo que por nadie puede ser mal visto;

por el contrario esas adquisiciones merecen ser fomentadas,

porque así esos habitantes dedicarán todo su esfuerzo y

cultivarán con mayor esmero y cariño el pedazo de tierra

cuya propiedad les ha reconocido el Estado.

El gobierno está, pues, en el deber de requerir a los

funcionarios del departamento de San Martín, para que

cumplan con celos sus obligaciones y no sean arbitrarios o

negligentes en el desempeño de las funciones

administrativas que se les encomendado, y para cuyo

servicio el Estado les paga.

¿QUÉ ES REVOLUCIÓN?

Nos preguntamos con temor, con inquietud, un escalofrío

sacude nuestro cuerpo, porque se avecina la hora de las

pillerías, de las venganzas, del bandolerismo; porque en

nuestra América, en principal en el Perú, las revoluciones

han sido motivos egoístas, mediante los cuales un partido,

sin más ideales que un caudillo sin cerebro, ni más


programa que el lucro personal, ha llegado al cúmulo de sus

aspiraciones: al poder o bien han sido banderías de

cuatreros disfrazados, sin el valor de aquellos que

caracterizan a las de panchi Villa en México, o golpes

infaines de cuartel dirigido por cobardes pretorianos.

Pero ¿Cómo llegan al poder? Mediante los crímenes

alevosos, las exacciones abominables, los asesinatos que

quedan impunes. De aquí que el santo nombre de revolución

sea mirado con horror. Es que turbas de pillos y rateros sin

más que conveniencias estomacales abusan de su nombre.

Estos que la mancillan y la hacen odiosa con sus acciones y

la manchan con sus delitos, la hacen aparecer abominable;

por eso cuántas veces o habéis oído condenar las

revoluciones o tomar su nombre como sinónimo de las

maldades humanas. Nada más terrible que estos impostores

de las revoluciones sin ideales. Nada más despreciable que

estos calumniadores del progreso, que sirven para

denigrarla, nunca para luchar por ella.

Estos que cuando toman las armas no las usan más que

para el hurto al prójimo y la explotación al indio, siempre

siguen los vaivenes de nuestra nauseabunda política y


pululan en nuestra patria desorganizada como inmundos

microorganismos alrededor de un cadáver putrefacto.

Que vengan las verdaderas y santas revoluciones, con sus

grandes ideales que cumplir y sus luchas que decidir en las

barricadas aquellas redentores de pueblos, libertadoras de

esclavos, castigadoras de tiranos, las que marquen un

período de grandeza en la historia; ya sean aquellas

dirigidas por el verbo batallador de los Gracos en la antigua

Roma, ya aquellas dirigidas por el genio de Garibaldi, que

destruyeron las murallas de la ignorancia en el Vaticano,

sepultando en sus ruinas de morbosidad generada de los

papás; o como la de 1789, que destruyó Bastillas y

guillotino monarcas y en sus entusiasmos se repetía:

Ahorcar el último rey con las tripas del último sacerdote; y

que fue el semillero de donde el grano traído por vientos

desconocidos germinó lleno de vitalidad en la tierra virgen

de nuestra América, donde tres siglos de errores y

fanatismos acumulados en ella, cayeron bajo la picota

demoledora de las ideas de los enciclopedistas como

Rousseau, Voltaire, Diderot, cuyas doctrinas recibieron

albergue en geniales cerebros de esa época y fueron


transformados en la fuerza vibrante del acero en los campos

de Boyacá, Junín, Ayacucho y Rancagua, ya con Bolívar,

Sucre, O’Higgins.

Porque son las revoluciones el mundo no marcharía,

permanecería estacionario el avance del progreso.

Las revoluciones no son meras casualidades, son un

producto elaborado por causas sociales, son un momento

sicológico ya que llegan los pueblos cuando las tiranías y los

despotismos son insoportables, cuando más se acentúa la

opresión; la reacción está pronta a verificarse; esto es solo

cuando las naciones y sus hombres guardan energías; si

todo está podrido, ya no hay salvación, por eso trabajemos

y cooperemos con ahínco por la gran revolución regionalista,

aquella que nos liberte del autocratismo central; porque si

por más tiempo permanece la patria soportando las tiranías,

las cadenas seguirán estrechándole las manos, y entonces

no le quedará más remedio que llora como Jeremías por la

ruina de Jerusalén.

Rebelde Rojo

Cuzco, Noviembre de 1915


LAS GARANTÍAS Y LA JUSTICIA EN LA REPÚBLICA

Atropellos de la Guardia Civil de Huánuco

Señor Secretario de la “Pro – Indígena”

Juan Malpartida, natural y vecino de esta ciudad, ante U.

con el mayor respeto me presento y digo: que el día 8 de

los corrientes he sido puesto preso por el mayor de guardias

don Raymundo Prado Rivero y maltratado vilmente por este,

sin motivo justo que explique tamaño abuso.

Es el caso, señor, que el día 7 en la noche, un guardia civil

nombrado Justo Bustamante, había perdido su quepí y si

espadín. Este hecho, completamente ignorado por mí –

porque como artesano me dedico al trabajo honrad – me fue

imputado por el mayor de guardias. Me hizo llamar a la

mayoría al día siguiente, y sin más preámbulos, cogió un

garrote con el que me ultrajara lastimosamente hasta

dejarme exánime, diciéndome que yo había desarmado al

guardia civil y que a él no le importaba matar a un individuo

y que podía hacer un socavón en el calabozo del cuartel

para enterrarme allí. Roto el primer palo, tomó otro carro y

continuó maltratándome hasta desconcertarme la mano


izquierda, hinchándome la cabeza y producirme lesiones

graves en la espalda. En este estado me dejó preso.

A las 3 de la tarde del mismo día cometió igual atropello con

dos Sebastián Avila, operario de don Heriberto Echevarría,

dueño del fundo “Paucarbamba”, al citado Avila también le

imputaba el mayor Rivero de que había desarmado al

guardia civil.

Al día siguiente, 9 de noviembre, el subprefecto, señor

Roberto C. Rodríguez, me hizo conducir a la Intendencia, lo

mismo que ordenara que se constituyera don Sebastián

Avila, para los respectivos esclarecimientos.

El dueño del fundo “Paucarbamba”, como tuviera

conocimiento de los maltratos de que había sido víctima su

operario, consideró conveniente llevar a la subprefectura los

fragmentos de los garrotes para probar el abuso del Señor

Rivero.

En la intendencia, previas las investigaciones del caso, y

después de que tuvieron lugar mis declaraciones y las de

Avila se nos declaró libres de toda culpabilidad, se extrañó

la ligereza del mayor de guardias, e inmediatamente se nos

puso en libertad.
Mientras tanto, el abuso perpetrado por el mayor de

guardias era grave y necesitaba el castigo consiguiente. En

cualquiera otra parte de la República se hubiera sancionado

este delito; pero en Huánuco, ha quedado impune, por

cuanto las influencias de las mismas autoridades han

adormecido la acción de Ávila, quien deseaba acusar a

Rivero el ante el Juez de primera instancia, previo

certificado médico.

Yo no puedo hacer lo mismo. Mi dignidad de hombre

honrado me obliga a dirigirme a Usted en demanda de

justicia, ya que me es imposible presentarme ante el poder

judicial, por mi carencia de recursos. Necesitaba pagar por

un certificado médico y por los escritos de un abogado.

Por tanto:

A Usted pido y suplico se digne acceder a esta denuncia y

tomar las medidas que reclama abuso tan escandalosos.

Son testigos del hecho, el soldado Justo Bustamante, el

citado Avila, un carpintero apellidado León, don Concepción

Medrano y el subteniente Villalobos.

Es justicia que espero alcanzar.

Huánuco, 12 de noviembre de 1915.


Juan Malpartida

Graves sucesos en urcón, huallca

Llanca y Yantacón, la fuerza pública flagela a los

indígenas y saquea sus cabanas.

Exemo señor:

Pedro S. Zúlen, Secretario General de la Asociación Pro-

Indígena a V.E.E respetuosamente digo:

Es por demás grave la condición actual de los indios de

Urcón, Huancallanca y Tantacón, a causa de los atropellos y

despojos perpetuados desde hace algunos años por los

subultos italianos don José y don Ernesto Oliveri, amparados

hoy a la sombra de una intervención diplomática, no

obstante hallarse en ventilación un proceso judicial entre los

indígenas victimados y los súbditos nomorados.

Hace pocos días se ha presentado en aquellos distritos de la

provincia de Pallasca, una regular fuerza pública, la que en

vez de prestar garantías a los indígenas, procedió a flagelar

a los que se negaban a trabajar gratuitamente para los

señores Oliveri; saqueo las cabañas, se sustrajo las bestias,

carneros, gallinas y aun dinero en metálico que encontró,


fueron taladas las sementeras; en fin, se convirtió en

cuadrilla de bandoleros.

Cuando los indígenas, a fin de quejarse ante el Supremo

Gobierno, acudieron a la oficina telegranja de Corongo, el

telegrafista se negó a recibirles el parte respectivo,

alegando que tenía orden de no admitir telegrama alguno

enviado por ellos.

Es una situación, pues, indescriptible la que aqueja a los

indígenas. Sin garantías, sin derechos, sin poder quejarse, y

con el peligro de que sus victimadores alcancen de parte de

los poderes públicos la consagración de todos sus inicuos

atentados.

Pero ¿permitirá V.E. la consumación de tamana injusticia?

¿Será posible que la fuerza pública este incondicionalmente

a órdenes de extranjeros para ultimar a los peruanos en su

propio país y en sus propias cabañas? No, V.E. debe

disponer que en el día se retire esa fuerza pública, para

dejar en paz a los pobladores vejados y saqueados.

Por tanto:

A V.E.E suplico se digne dictar las medidas convenientes y

oportunas, a fin de que los indios de Urcon, Huallcallanca y


Yatacón no sean lesionado en sus derecho y gocen de las

garantías debidas; ordenando el retiro y enjuiciamiento de

la fuerza pública causante de los sucesos denunciados.

Lima, 16 de noviembre de 1915

Excemo Señor

Pedro S. Zulen

Los abusos de las autoridades en Huánuco

De Huánuco, se informa a la Pro – Indígena que los indios

que se quejaron por obligárseles al trabajo forzado en la

hacienda “El Éxito”, están perseguidos por las autoridades,

allá, tampoco hay garantías.

LA DESCENTRALIZACIÓN DE FRANCIA

(Adaptado)

Una verdad que no es desconocida más que en Francia es

que la centralización es la negación de la libertad. Ella ha

sido sin embargo proclamaba en todos los países donde se

ha reconocido la necesidad de establecer una constitución,

es decir por todos los gobiernos que se han inaugurado

sobre las bases del régimen representativo. Las libertades

comunales y provinciales más extensas se han reconocido


necesarias para asegurar, por un parte, el funcionamiento

regular del poder central, y para dar, por otra parte, un

alimento a la actividad de los ciudadanos y prepararlos a la

vida pública por la administración de sus intereses más

inmediatos.

A opinión que parece dominar en Francia es que la

centralización es necesaria a la unidad política y que esa

una de las más bellas conquistas de la Revolución. Se está

imbuido de aquella falsa idea de que la descentralización

desorganizaría la administración del país y le conduciría al

federalismo.

Esos son errores que importa disipar. La experiencia ha

demostrado que, lejos de debilitar la acción del poder

central, la descentralización le da al contrario toda su

fuerza, porque libre del cuidado de mil asuntos que dirige

mal y que serían mucho menos tratados y más

rápidamente, por las asambleas locales y provinciales, el

gobierno no tiene más que ocuparse de la dirección de los

grandes intereses del país. Que se tome el trabajo de echar

los ojos sobre las instituciones políticas de casi todas las

naciones europeas, y se verá que es en los países donde la


descentralización administrativa ha sido llevada a sus

últimos límites, que la unidad política es la más completa, la

acción gubernativa la más activa y la más fuerte.

¿Cómo se quiere que el poder ejecutivo pueda ver todo,

examinar todo, conducir todo, los asuntos particulares como

los de las comunas, los de los departamentos al mismo

tiempo que los Estado? ¿En medio de esa innumerable

cantidad de asuntos, no está él forzosamente llevado a

olvidar sus funciones esenciales que consisten en la en la

defensa de los intereses generales del país? Añadamos a

esto que los ministros suben al poder sin menor noción de

los asuntos que son llamados a dirigir y su existencia

efímera no permitiéndoles ni conocerlos ni interesarse, es en

fin de cuentas, la burocracia la que administra y gobierna a

su gusto. De suerte que ei Luis XIV pudo decir: “El Estado

soy yo”, el Estado, hoy es la burocracia. Un escritor belga,

Adolfo Prins, ha constatado esa inevitable consecuencia en

los términos siguientes:

“Un pueblo que posee a la vez la libertad y la centralización,

si tiene al mismo tiempo el sufragio universal, no puede ser

gobernado desde arriba ni gobernarse él mismo. No está


gobernado más que por la burocracia, lo peor de todos los

gobiernos”.

El mismo escritor añade aún, hablado de nuestras

instituciones, que con la centralización los ciudadanos son

todos iguales, ello es verdadero, pero todos igualmente

impotentes. Todos son libres, pero totalmente incapaces de

servirle de la libertad. En lugar de un haz resistente de

colectividades, no hay más que una aglomeración de

individuos sin lazo, sin cohesión, sin conexión a un centro

cualquiera. Tienen el poder de criticar todo, son incapaces

de crear nada. Es el caos, la negación, la impotencia.

Lamentáis ha dicho que con la centralización se tenía la

apoplegia en el centro y la parálisis en la extremidad. Ahora,

no olvidemos que en política, la parálisis es la impotencia;

que la apoplegia, es la revolución; y se comprenderá así la

causa de la inestabilidad gubernativa, que manteniendo el

país en un estado revolucionario, lleva un tan grande

perjuicio a sus intereses.

Lord Palmerston ha dicho: “la existencia de una república en

un país tan centralizado como Francia me ha parecido

siempre alguna cosa absolutamente quimérica e irrealizable.


La Constitución de 1848 habría debido llamarse la

disolución”.

Que se reflexione bien. La democracia francesa no tiene

problema más importante por resolver que el de la

descentralización.

A. de la Croiserie.

UN NUEVO PUTUMAYO EN EL VALLE DE CHICAMA

Como se castigará a los jornales

La Opinión Pública de Trujillo del 13 de los corrientes, relata

el hecho siguiente, ocurrido en la hacienda Cartavio,

negociación azucarera del Valle de Chicama, donde como se

recordará, hace tres años que la metralla asalariada del

Capital, masacró cobardemente a los jornaleros indígenas

que pedían justicia, ahogando en sangre la protesta de

aquellos infelices contra la inhumana explotación de

poderosos señores feudales, extranjeros y criollos

Dice así:

En Cartavio

Aprovechando la ausencia del patrón, el gobernador Tizón,

excomandante del batallón Callao y borrado del escalafón


militar, ha estropeado a un jornalero José Tello, en

compañía de su sirviente Clavo que se lo paga la hacienda.

Tizón le pegaba con una caña dulce y Clavo le hincaba con

las espuelas que tenía en sus patas, por las costillas y

espaldas de Tello, sin que sus compañeros pudiesen

protestar; si hubiese estado el Señor Mc. Dugall no se

atreverían Tizón mi Clavo a hacer semejante barbaridad,

Sepan los jornaleros de Cartavio que cuando los pueblos no

tienen la libertad de protestar, ellos se dan al matón que

abusa se le chanca. Por estos matones es que hay tanta

preparación con los hacendados. Los tienen para que cuiden

el orden y por quitarme estas pajas flagelan, matan y hacen

correr sangre. Deben los hacendados votar todos estos que

les forman la manzana de la discordia, para tener

tranquilidad en su espíritu y cesen esos odios.

El porvenir de la raza indígena

Con este epígrafe hemos leído una conceptuosa y patriótica

colaboración que registra el diario “La Abeja” de esta

capital, en su número 226 de 13 del presente suscrita con

las iniciales E.A.A.R.


El autor, después de disertar sobre su convicción de que

nada se conseguiría en favor de los indígenas si estos no

secundan la labor de los que se interesen por su bien; sobre

la posición topográfica y demás privilegios naturales de este

departamento, y el beneficio que alcanzaría cuando la

cesación de la guerra europea, y la utilidad que tiene que

darnos la apertura del Canal de Panamá; sobre el desarrollo

de las empresas de los muelles de Eten y Pimentel; etc.,

dice: “Es necesario que nos ocupemos del porvenir de

nuestra raza indígena, de esa gran masa social entre la que

se encuentran elementos valiosos que conviene cautelar y

dirigir para un seguro bienestar”.

Como para nosotros la palabra del ilustre abogado señor

E.A.A.R. es en el fondo un llamamiento a nuestros

gobernantes, a nuestros hombres de valía y menesterosos,

con particularidad a los indígenas; y esto por amor a la

patria, a la que quisiera ver sin duda robusta, progresista y

lista para afrontar los peligros, nos apresuramos a insertar

los acápites siguientes:


De los acápites tomados y lo demás que hemos leído en el

escrito aludido, deducimos los puntos primordiales que

siguen:

1º.- Que los indígenas, para el mejoramiento de su

condición de pospuestos a la cosa pública, y más bien

perseguidos siglos tras siglos, deben estar al lado de los que

se interesan por su bien.

2º.- Que no deben deshacer de sus propiedades urbanas y

rústicas, a fin de seguir de propietarios, aunque sea de poca

cosa.

3º.- Que deben perfeccionarse instruyéndose en escuelas

libres o particulares.

4º.- Que las autoridades deben ser entendidas y justicieras;

5º.- Que debe castigarse severamente los abusos y delitos

de los que con íntulas de caciques ó con ambición de

gamonales atropellan y tornarán a sus compatriotas o

convecinos.

A nuestro ver:

Para lo primero; basta que en cada localidad dos; cuatro,

diez y más indígenas y mixtos honrados y aspirantes se


unan e insten a los demás para poner en práctica las buenas

insinuaciones como las que dejamos trascritas. Es la mejor

manera de secundar los esfuerzos patrióticos y poner en

relieve la gratitud.

Para lo segundo, basta consagrarse al trabajo que honra,

cualquiera que sea su campo; abandonar los festejos

demasiados que han acumulado los demoniacos y que

varios indígenas celebran hasta hoy con ágapes ó comilonas

y mojigangas ridículas que los obligan a contratos leoninos,

y de aquí su riona y la pérdida hasta de su herencin.

Para lo tercero, basta convencerse que la construcción y

educación nos sacan de la ignorancia, nos facilitan entereza,

utilidad, buenos modales y nos señalan los principios que

debemos evitar, para no escatimar el, esfuerzo y establecer

una escuela particular en cada caserío o aldea; pues de esta

manera no sólo se economiza los gastos que demanda el

envío de los hijos a los Centros Escolares, únicos en que se

da toda la Instrucción Primaria, gastos que solo pueden

hacerlos los acomodados; sino que también se economiza el

tiempo que pierden los niños en hacerse la baca o en ser

desatendidos por algunos profesores incumplidos, ya por


idiosincrasia o ya por procurarse algo más para la vida, pues

los haberes siguen siendo cada día más deficientes. Con

esas escuelas a la vista, verían de día en día o siquiera de

semana en semana, arrojar, por el Maestro, la buena

simiente en las tiernas inteligencias de los hijos o sean de

los futuros ciudadanos conscientes o presuntos soldados de

la patria.

Felizmente, ya lo han entendido así algunos indígenas; por

ejemplo: En Catacaos y Sechura, en el departamento de

Piura.

Nos consta que varios de esos indígenas, manufacturados,

los primeros, y mineros los segundos, cuando vieron que no

existían en sus aulas públicas preceptores como don

Mariano Díaz y don Manuel María Calle (El 1º en Catacaos,

el 2º en Sechura) solicitaron y llevaron a sus ciudades y

caseríos natales, preceptores por su propia cuenta. Lo

indicado en el cuarto y quinto solo pueden ponerlo en

práctica los Mandatarios Supremos y sus Delegados

Departamentales (Prefectos), despojados de una indolencia

y egoísmo inconcebibles y también de las aquiscencias

partidaristas.
Para no parecer excéoticos, abriguemos esperanza y más

cuando no está solo el doctor señor E.A.A.R. Muchos de

nuestros doctos y filántropos; ora en la prensa periódicos,

ora en ateneo y aún en el Parlamento, han patentizado con

elocuencia, la urgencia de levantar a los indígenas de su

postración; y esto para el apogeo y poderío de la República.

Puede ser que la pluma y el verbo de estas Lumbreras del

Perú hagan amanecer el día para la mayoría de nuestros

hermanos.

Daniel Pinglo

Chiclayo, Octubre 28 de 1915

LA AUTONOMÍA

(De “La Provincia” de Pacasmayo)

El Sr. Pedro S. Zulen, Secretario de la Pro – Indígena, ha

fundado en Lima, en periódico “La Autonomía” que dirige y

sostiene.

La personalidad del Sr. Zulen es conocida en todos los

ámbitos del Perú, como lo es la del Dr. Capelo y la de la

Srta. Dora Mayer. Son las tres estrellas que en las noches

del olvido y del infortunio para con la raza indígena, brillan


con resplandor creciente. El fuego de sus corazones y la

energía de sus cerebros, aumentan su resplandor y parecen

que reemplazan al sol de los incas que siempre aparece

nublado por los hábitos de gamonalismo que empañan el

cielo de los hijos de Manco Capac y Atahualpa.

Ya vendrá la claridad, la pureza. Y por amplio y bien

alumbrado camino desfilaran hacia un halagüeño porvenir

nuestros hermanos los indios, que tanto han sufrido y

sufren. Caminando por una senda que les traza la Pro –

Indígena, podrán alcanzar la libertad efectiva, el progreso

de verdad.

“La Autonomía”, es el vocero de ideas aspiraciones y

sentimientos nobles y desinteresados, procedente de

cerebros y corazones abnegados que persiguen los altos

fines de un periodismo de verdad, de una campaña

purificadora, de un propósito altamente patriótico, y de

ideales tendentes todos la bien general.

En las páginas de “La Autonomía” encuentran estímulos los

buenos y severa sanción, los políticos de oficio y

conveniencia, los dirigentes inescrupulosos, los falseadores

de la verdad, los explotadores de la raza indígena, los


parásitos del Estado, los pastores con hábito sagrado que se

descarrían antes que el rebaño; los que hacen caso omiso

de la ley y la justicia.

Todo hombre honrado y todo aquel cuya honradez peligra,

debe leer “La Autonomía”. Es antorcha que guía hacia el

bien. Es laboratorio que hace el análisis cualitativo

cuantitativo de los hombres e instituciones que se destacan.

Es palanca que mueve las rocas de granito formada por los

corazones de los gamonales, enganchadores &. Es eco

múltiple de os sufrimientos de la raza primitiva. Es tamiz

donde se cierne lo que ha de nutrir la fibra de la clase

productora. Es mensajero de la verdad, del bien de la

justicia. Este periódico no debe faltar en todos hogares, por

modestos que sean.

Hay que fomentar la prensa útil, la que no medra para

conseguir ventajas y callar abusos; la que no quema

incienso en cambio de partijas o de halagos.

Estamos en época de regeneración y reacción. No

permanezcamos indiferentes ante la maestra suprema de

nuestra mentalidad y criterio: La Prensa Honrada y Libre.


LOS AZUCAREROS SE ENRIQUECEN Y LOS

JORNALEROS…

“El Jornalero” de Trujillo del 30 de octubre último trae el

siguiente editorial:

En los actuales momentos de angustiosa crisis económica

por la que atraviesan todas las industrias del país, los únicos

directamente beneficiados son los hacendados azucareros.

Durante quince meses que lleva de duración la espantosa

guerra que asola el continente europeo, el azúcar ha sido

uno de los artículos que ha tenido una alza excepcional,

debido tanto a las enormes compras de este artículo que se

han hecho por los países beligerantes, cuando al casi

completo abandono de los campos de betarraga, como

consecuencia lógica de la guerra.

Pero esos señores hacendados que en las épocas de baja en

el precio del azúcar, se echaron a reducir sueldos y jornales

y a despedir empleados sin embargo de que sabían

positivamente que el azúcar aún en ese precio, les producía

muy apreciables rendimientos, son los mismos que hoy, en

el apogeo de ese artículo, no tienen la suficiente

generosidad para aumentar en un diez por ciento siquiera el


valor de los sueldos y jornales de los hombres que le sirven,

y que merced a sus esfuerzos están acaparando enormes

sumas de dinero, sin mejorar en nada la condición de sus

trabajadores.

La tirante situación económica, por la que atraviesan los

pueblos de la provincia, se aliviaría en no pequeña parte, si

los sueldos de los trabajadores fueran aumentados, porque

aumentaría nuestro languidecerte comercio y circularían

mayores sumas de dinero; aumentaría también la renta de

nuestra aduana como consecuencia de la mayor

importación, contribuyendo todo esto a dar animación a

nuestros pueblos, hoy decaídos.

Es una verdad incontrovertible que el progreso de los

pueblos está en relación directa con el alza de los jornales.

Los altos precios pagados a los mineros de California,

atrajeron a las playas americanas todo ese torrente de

inmigración que fue el preludio del engrandecimiento de la

gran República del Norte, y el enorme desarrollo de su

comercio se debe a que sus obreros ganan dos o tres veces

mayor jornal que sus compañeros de Europa.


La enorme corriente de inmigración que afluye a las playas

argentinas, se debe también a los altos jornales que allí se

paga a los trabajadores extranjeros en la época de las

cosechas. Esos trabajadores, casi todos italianos y

españoles, se radican, una gran parte de ellos, año tras año,

aumentando la población y contribuyendo al ensanche de

ese país, en cuyo seno el trabajo les produce mayores

ventajas.

Es por esto, que en los países más adelantados del mundo,

se reconoce hoy la huelga como un derecho legítimo del

obrero, y producida ésta, la tendencia del estadista es el

solucionario en una forma siempre favorable a aquel;

porque con esto se consigue no solo el incremento en la

vitalidad económica de los pueblos, sino también el mayor

intercambio comercial, y como consecuencia el aumento de

las rentas fiscales.

Franco exponente de lo que decimos, es la desastrosa

condición a que están condenadas las poblaciones de esta

provincia, esencialmente agrícola, la cual no tiene más

obstáculo en su desarrollo progresita que tener jornaleros

que se convienen a trabajar como los animales de carga por


el exiguo jornal de cincuenta centavos al día, jornal que no

lo toleran los bracewros de ningún país del mundo, ni aún

los asiáticos, que impelidos por el hambre que originará la

plétora de población en sus países, llegan a nuestras playas.

Y no es esto todo, sino que por efecto de la falta de

vapores, para conducir el azúcar a sus mercados, existe

alrededor de ciento cincuenta mil sacos almacenados en el

puerto de Salaverry y se obliga a los trabajadores de mar a

trabajar hasta en altas horas de la noche, con peligro de la

vida y sin aumento ninguno en la tarifa ordinaria que las

agencias pagan por saco en el embarque.

Deben de todas las clases sociales de Trujillo y del comercio

en general, es el de ponerse del lado de esos trabajadores,

cuando lleven a cabo algún reclamo, porque en ello estriba

bien entendidos intereses de la provincia.

¡DESTRUYAMOS EL LATIFUNDIO!

Los bandidos de levita despojados a los indígenas de sus

terrenitos y tuvieron así haciendas y peonada a un mismo

tiempo.
El dueño de la tierra fue convertido en esclavo, y con su

sangre amasó la riqueza del amo.

Y mientras la pequeña propiedad desaparecía, el latifundio

se alzaba soberbio y dominador, acabando con los pueblos,

despoblando las regiones.

Los valles prósperos de antes, erigidos para la sabiduría de

nuestros emperadores incaicos, ya hoy no existen. Las

grandes obras de irrigación que construyó su admirable

ingenio, la ingeniería moderna no las ha podido imitar

todavía. De los antiguos propietarios, queda sólo una masa

ignorante de asalariados hambrientos a los que la fuerza

pública asesinará cuando se atreva a pedir justicia.

De aquellos succionadores de la sangre de nuestros indios,

de esos acaparadores de las tierras indígenas, se ha

formado la clase dominadora, la clase alta. Obsérvese

quienes son los hombres que dirigen la política nacional, y

se verá que todos los hacendados, gamonales, caciques, ya

de estilo provinciano, ya de estilo limeño.

El capital ha unido a estos hombres en la Capital, y con el

primero y desde la segunda, tiranizan al país todo. Por eso

ellos son los primeros defensores del centralismo.


Una revolución que cambie radicalmente este estado de

cosas tendrá que ser una revolución agraria, que logre la

subdivisión de las haciendas para que no haya ninguna

familia peruana sin su lote de terreno propio, aunque

reducido, pero indiviso, inembargable y siempre heredado

dentro de su seno. Así no faltara nunca a nadie hogar y pan.

¡Destruyamos el latifundio! He aquí un lema de la futura

revolución social peruana.

LIBERACIÓN Y BIENESTAR

Todo hombre debe amar su libertad por eneima de todo otro

bien, como la condición esencial de su existencia de

hombre. Además debe procurar su bienestar, pero sin

sacrificio de esa libertad. Ambos bienes dependen de la

acción social, tanto como de la individual. Por eso estamos

en el deber de prestar nuestro concurso en la marcha de

loso asuntos políticos, y la marcha de los asuntos políticos, y

también el de atenernos a nuestros propios esfuerzos, más

que a la acción del poder, en cuanto os sea posible lograr

sin su ayuda. Las autoridades y las instituciones, de su lado,

a menester también como el individuo, de libertad y


bienestar, esto es, de autonomía y de una cumplida

organización.

Cuando los individuos y las colectividades gozan de libertad

y justicia, todo anda correcto, todo es orden, propiedad y

riqueza, los individuos adelantan y las naciones se

engrandecen. Pero cuando faltan esos dos elementos

fundamentales de la vida o los hay en dosis mínimas como

pasa en el Perú; entonces, los poderes públicos son

entidades muertas para el bien gobierno de la sociedad y los

individuos son máquinas rotas, inservibles para la creación

de la riqueza. La miseria sienta así reales por todas partes y

nacionalidades es casi un mito, las instituciones carecen de

objetivo, no sirven ideal alguno, los intereses públicos ceden

el paso a los más bastardos intereses de camarilla y la

justicia y el bien, si brillan algunas veces es por excepción.

Todo se realiza como en los tiempos medievales en que los

pueblos eran marcados como rebaños pertenecientes a sus

señores, no como entidades autónomas de hombres libres,

no como miembros, con derechos iguales de una sociedad

capaz de gobernarse por sí misma y ser la única fuente de

su soberanía.
Los individuos tampoco tienen, de su libertad y sus energías

propias, para conquistarse el bienestar, la noción clara y

precisa que debieran tener, y no se preocupan gran cosa, ni

de defender su libertad, hollada de todos lados, ni de poner

en juego todas sus energías creadoras de riqueza, y

procurarse así el bienestar que les falta. Si del lado del

poder y de los poderosos, hay desentendencia para procurar

a los asociados la libertad y la justicia a que tienen derecho,

y más bien se prestan a arrebatar esos bienes a los más

desheredados; por parte de estos, que son los más, hay

cierta conformidad y apatía, hijas sin duda del reinado de la

opresión y de la injusticia, pero que favorecen ese dominio,

en vez de contrariarlo sin tregua ni descanso como deben

hacerlo.

Remediar unas y otras tendencias y hábitos contrarios al

orden y a la vida de la sociedad, es el secreto de la

prosperidad nacional, y es forzoso que todos conspiremos a

ese fin ¿De qué manera? Contestamos, en síntesis haciendo

lo que no hacemos un en nuestras manos está hacer

fácilmente.
Tomemos interés en los asuntos públicos, siguiendo de

cerca los métodos y procedimientos de los que ejercer

autoridad, controlando sus actos, asesorando las buenas

intenciones, con el concurso de nuestras ideas y el aporte

de nuestros conocimientos si los tenemos, estimulando con

el aplauso o extirpando con la censura, según el caso, las

buenas y las malas acciones, los bienes y los malos

propósitos, las buenas y las malas medidas, y haciendo todo

esto individualmente, sin conexión alguna con partidos o

agrupaciones políticas, que pueden desautorizar o cohibir o

hacer fe, o robarle originalidad y espontaneidad. Así se

logrará que los hombres bien intencionados que hubiese en

la altura, se sientan apoyados por la hombría de bien y

persigan con las empeño la bonificación de las instituciones

y de los actos de poder; y así aumentaremos la dosis

relativa de libertad y justicia acordada a los ciudadanos, y

en cuyo desarrollo y aumento, estriba y consiste el objetivo

verdadero de la civilización de los pueblos.

Y esta acción se centuplicará, cuando los individuos hayan

aprendido a conocer lo que importa a asociación ciudadana

y el hábito de cotizar para los gastos, puntual y


seguramente, como el cumplimiento del primer de los

deberes que implica la asociación, entonces se darían

cuenta de ese doble y poderoso resorte tan usado en

Inglaterra y la que, sin duda, debe esa gran nación su

riqueza y poderío, y la enorme dosis de libertad y justicia de

que gozan sus habitantes. Allí cuando se desea alcanzar un

fin determinado, no consagrado en las leyes, pero digno de

serlo, se comienza por el miting; se gana la opinión, se

asocian los adherentes a la idea, se forman una liga que

organiza los trabajos y les da vida, y antes que nada, se

principia por establecer la cotización entre los asociados

acto que se realiza puntual y periódicamente, sin

resistencias ni dificultades, porque la cuota está fijada en

armonía con los recursos de los asociados y porque todos

comprenden que sin recursos, puntualmente percibidos, no

es posible realizar nada; y por eso allí, los partidos políticos

reúnen sumas enormes, que les dan un gran poder de

acción, y las ligas y sociedades que se forman, son

entidades reales y efectivas llenas de vida, que logran

siempre sus propósitos fundamentales y no solo se asocian

y cotizan puntualmente; también son puntuales para


atender a las juntas y tomar parte en la vida y acción de la

sociedad, llevando a sus acuerdos el contingente de su voto

y opinión y comunicando a toda la asociación animación y

vida.

Cuando esto se imite en el Perú, en cada pueblo, en cada

localidad, como está hacerlo, en nuestras propias manos;

cuando la cotización de poco o mucho, pero regular y

permanente, se haga por todos los asociados como el mejor

testimonio de su cultura y de su sinceridad de propósitos, la

asociación será un hecho y habremos abierto a la República

el más lisonjero porvenir. Entonces podremos rápidamente

reconquistar la antigua riqueza y poderío que hizo del

Imperio de los Incas una de las más admirables

civilizaciones, donde no era conocida la miseria ni el ocio y

alcanzaba la población a más de doce millones de

habitantes.

Y armonizando las cosas con las exigencias de los siglos

transcurridos, y los más prefectos sistemas de la época,

hará también su labor la acción individual en el sentido del

bienestar de cada uno, lo que en los tiempos modernos es

compatible con la libertad, como no lo eran en el sistema


incaico. Eduquémonos, trabajemos ahorremos y muy pronto

nos encontraremos reunidos por natural, simpatía, como

resultado de la comunidad de cultura y bienestar y

podremos extender más y más nuestra esfera de acción.

Educarse quiere decir ante todo, aprender a leer, escribir y

contar y después seguir adquiriendo por la lectura el hábito

de leer siquiera media hora diaria, en los períodos de

descanso que a nadie faltan, y así adquirir poco a poco y

cada vez más, cierto nivel intelectual, que es un capital muy

valioso, y muy agradecido a los esfuerzos que se le

consagran.

Trabajar es prestar sus servicios personales al lado del que

sabe hacer algo útil remunerativo, y así adquirir la aptitud y

después emplear esa aptitud en servicio del público, que

paga el artefacto o l servicio. El que sabe hacer algo útil y lo

hace bien ejecutado y con puntualidad, no sólo encuentra

retribución y empleo a sus energías personales, sino que

crea la riqueza verdaderamente, la hace salir de la nada,

gana la vida, no la roba.

Ahorrar es tener la virtud del dominio de sí mismo, para

imponerse la obligación y cumplirla fielmente, de no gastar


jamás el íntegro de lo que se gana, y separar

invariablemente un tanto por cuento de lo ganado, sea

salario, sueldo o beneficio, y sean cuales fueren las

necesidades por satisfacer. Un quince por ciento de ahorro

asegura el porvenir contra enfermedades y desgracias,

asegura la vida cuando la vejez invade y nos hace ineptos

para el trabajo y también nos asegura bienestar y fortuna,

si la suerte nos favorece de algún modo.

El porvenir de la República y el nuestro están en nuestras

manos, únicamente – Faria.

PRESAGIOS

Para el agricultor y el marino el firmamento tiene un

lenguaje que anuncia futuros peligros o bonanzas; tiene

anuncios de próximos eventos atmosféricos que para los no

entendidos pasan desapercibidos.

Con los conocedores del cielo político sucede lo mismo: se

alarman o se halagan con señales de hechos que para la

muchedumbre puede decirse que no existen.

Vimos dos presagios funestos como rayos de Saturno para

los entendidos en el horóscopo internacional, en las


columnas de “El Comercio” del 4 de junio, edición de la

mañana, y del 5 de agosto, edición de la tarde.

Ocúpase “El Comercio”, del 5 de agosto en su sección “El

Día”, del Congreso Financiero Pan Americano recientemente

celebrado en Washington, y nos da a conocer el informe de

la comisión peruana presentado al Honorable William G. Mc

Adoo secretario de la hacienda de Estados Unidos de Norte

América y presidente de la citada asamblea.

La comisión ha estudiado los temas sugeridos por el señor

Mc Adoo, y somete al Congreso varias resoluciones, entre

las cuales figura la siguiente:

“2.- La comisión peruana recomienda que los intereses

financieros norteamericanos adopten medidas que

favorezcan y faciliten la colocación de empréstitos para las

repúblicas sudamericanas en los mercados financieros de los

Estados Unidos”.

Quien conoce la idiosincrasia de nuestros estadistas sabe

que en aquel párrafo se expresa todo el contenido a que se

limita la política financiera de los administradores de la cosa

pública nacional. Desordenado indisciplinados,

derrochadores y pocos escrupulosos, nuestros titulados


estadistas tienen demasiada timidez para llevar adelante

con la debida energía un racional proyecto de tributación de

la gran industria, medio este que en Chile; por ejemplo, ha

hecho tan productiva la conquista de las salitreras

peruanas; nuestros titulados estadistas no tienen noción de

economía o no tienen valor de hacer el experimento de

apoyarse en la aprobación del pueblo y despreciar la ira de

los factores cuyos favores se compran con las rentas del

Estado; tampoco tienen aplicación suficiente a serios

estudios para poner en juego mil pequeños resortes

favorables a la prosperidad interna que, sin suscitar las

resistencias poderosas, evitarían la completa extinción de

muchos elementos de vitalidad y desencadenarían energías

que tal vez serían susceptibles de convertirse en formidables

impulsos.

Desatendidos unos y todos de dichos factores de

desenvolvimiento, es decir, todo aquello que importa el

desarrollo de las fuerzas propias, el país, el fomento de

trabajo y la moralidad, queda únicamente el recurso de los

dilapadores de herencias; el empeñar y embargar la

propiedad inmueble, en cuanto acaba de gastarse el último


centavo de la fortuna en efectivo hasta el crédito, que cada

vez más va más en descenso, se agota y los acreedores se

echan sobre la prenda que finalmente es la patria entera, la

patria rica, inagotable, creadora, vendida a vil precio por el

dueño ocioso, al usurero desvergonzado, pero hábil.

La política de los empréstitos es, pues, sencilla e

innegablemente la única que explotan nuestros estadistas –

lo decimos sin malevolencia hacia ellos, porque ellos se

encuentran en este rumbo por costumbre, por falta de

educación y de reflexión; no siempre tan absolutamente por

perversidad y deshonradez personales, como quiere creerse.

Cierto, sin embargo, que constituyendo ya su error un

defecto psicológico en su individualidad, no podremos

esperar de ellos una franca reacción en sentido opuesto a la

rutina iniciada y que, al protestar contra ese método, lo

hacemos dirigiéndonos más bien a un elemento que

permanece desconocido hasta ahora en la sociedad y que, al

aceptar nuestra doctrina con facultades no cohibidas todavía

y adquiriendo valor de revelarse, puede prestar a nuestros

argumentos una fuerza suficiente para hacer saltar en

pedazos las rocas de un fatal hábito histórico – político.


El que una política fiduciaria sea un recurso prestigiado por

las grandes naciones, conveniente a la solidarización

internacional y caracterizada como un método superior de la

actividad humana colectiva, es indiscutible. El crédito, a

pesar de los riesgos y las cargas que trae consigo

representa el único medio que ha hecho posible la mayor

extensión de los proyectos comerciales, industriales y

estratégicos y la mayor rapidez del progreso; ha sustituido

en una palabra, con los maravillosos alcances del talento e

ingenio, al seguro pero lento avance de una laboriosidad de

hormigas.

Pero, hay que consultar el aspecto práctico para saber si la

aplicación de una teoría nos promete esto. Mil veces se ha

visto que las teorías escollan en el elemento práctico. Una

teoría tomada en general, sin ponerla en relatividad como

un caso concreto, no vale nada como garantía de los

intereses particulares de una persona o una comunidad.

El uso del crédito internacional en el Perú ¿Cómo se

presenta? ¿Cuál es el carácter del deudor y del acreedor?

El deudor, es decir, el Perú, no ha atestiguado jamás tener

el arte o la condición de hacer productivo un empréstito, ni


aún regido por los más respetables de sus gobiernos. Sería

largo rememorar aquí nuestra historia administrativa y lo

dejamos a quienes este estudio mueva a comprobar y

ampliar nuestros asertos.

Pasemos a interrogar cuál es el carácter del acreedor

supuesto, o sea, los Estados Unidos. Inútil es que un

contrato comercial se conciba y redacte en forma perfecta,

si los ejecutantes son informales o deshonrados. Para el

fracaso de un convenio la informalidad y deshonradez de los

hombres puede más que la rectitud de la letra, y es

superfluo insistir en la intachabilidad de un documento de

contrato, si los contratantes son tachables.

Siendo el Perú un deudor de dudosas cualidades, menos mal

sería si el acreedor fuese una entidad recta. Con eso,

pretendiendo Estados Unidos que el desenvolvimiento

saludable de América le interesa, podría el hermano mayor

del norte, servir de sostén a los vacilantes hermanos del

sur, hasta que, gracias a oportuno apoyo, las naciones del

hemisferio meridional llegaran al apogeo de sus galas, cual

vistosas trepadoras extendidas sobre firma enrejado o cual

débiles troncos convertidos en gallardos árboles por


esmerada protección prestada durante los años de su

paulatino robustecimiento.

“El Comercio” del 4 de junio nos señala cuál es la moralidad

internacional y mercantil de los Estados Unidos de Norte

América. En una información titulada “La Soberanía de

Colón” se refiere el decano a rumores que sobre venta de la

ciudad de Colón a Estados Unidos ha encontrado en la

prensa panameña y que el señor representante de la

República de Panamá desmiente como denigrantes para su

patria. El tono de la carta dirigida por Walter M. Gowen,

cónsul de Panamá en Lima, a “El Comercio” calificando de

maquiavélico el propósito atribuido al gobierno de su

república y agregando consideraciones de acuerdo con este

punto de partida, demuestra que no se ha dejado de

apreciar la enormidad que en orden al derecho internacional

significaría semejante plan. En los documentos publicados

para dilucidar esta controversia sobre si el presidente

Belisprio Porras, de Panamátuvo o no la intención de tratar

con encargados norteamericanos respecto a la enajenación

de Colón, aparece que el señor Geo W. Goethals gobernador

de la zona del Canal, tiene la idea que se podrá obtener el


resultados deseado, la adquisición de Colón por la nación

norte americana, mediante apropiadas y suficientes ofertas

de dinero y que así lo manifestó a las comisiones del senado

de su patria y de la cámara, de 1911, y a la comisión de

presupuesto en 1914. Esto lo dice Goetahl abajo su firma en

una carta pedida a él por el presidente Porras con motivo de

la denuncia del proyecto por “La Estrella” de Panamá.

¿Hay algo de profundamente inmoral y atentatorio contra

los principios de política internacional en aquel propósito de

los Estados Unidos de conseguir de cualquier gobierno de la

República de Panamá la venta de una ciudad sub – américa,

como lo hacen creer las vehementes protestas que la

divulgación del hecho ha despertado en los más

directamente responsables de su posible verificación?

Entonces, ese especulado internacional ha sido

contemplados por los varios poderes públicos de los Estados

Unidos y confesado abiertamente bajo la autorizada firma

de don Geo W. Goethals, el gran hombre del Canal de

Panamá.

Ya sabemos con que clase de acreedor contamos, es decir,

con una nación que no se ruboriza de comprar con las


suficientes sumas de dinero, de pasajeros gobiernos

republicanos, los derechos de naciones que por sobre sus

administradores temporales y transitarios, debieran ser

perdurables e intangibles ¡Así procede una nación que

quiere darnos lecciones en civismo! Las perspectivas de un

negocio dependen de la respetabilidad de los empresarios.

No hay respetabilidad de los empresarios. No hay

respetabilidad en los públicos principios mercantiles de la

República Norte-Americana, y desde luego, las perspectivas

de negocio con ese país son sospechosas habiendo falta de

confianza en la honorabilidad del empresario hay, falta de

garantía fundamental de un éxito justo.

Adoptar medidas que favorezcan y faciliten la colocación de

empréstitos para las repúblicas sudamericanas en los

mercados financieros de los Estados Unidos, quiere decir,

entregarse a un pueblo capitalista que, sin respeto ni

miramiento para el derecho de otros pueblos, espía la

ocasión de comprar a ineptos gobiernos falentes todos los

puntos estratégico – comerciales que resaltan en el mapa

sub – americano y que codicia con su pasión mercantilista.

¡Ese es el país de los ideales democráticos y las prácticas


plurocráticas! ¡Ese es el país que nos adula por boca de los

Row hasta que pueda ponernos la cadena al cuello por los

crímenes de Putumayo o arrancarnos la libertad a Méjico,

con revoluciones fomentadas hipócritamente por el mismo.

¿No hay intentado ya la “Cerro de Mining Company”

quitarnos la ciudad, del Cerro de Pasco. Ya tenemos en casa

la Standard Oil Company, como garra que extienden los

monopolistas millonarios de Nueva York sobre nuestra tierra

y nuestros productos.

Recordémonos de las verdades que hablamos en momentos

desprevenidos, cuando ningún interés inmediato, ningún

objeto positivo nos índice a revestirnos de insubstanciales

optimismos. “El Comercio” de 10 de Agosto, edición de la

mañana, advierte, con ocasión de unas concesiones que el

Japón pretende obtener en el Ecuador, lo inconveniente que

es el ceder grandes propiedades territoriales a particulares

extranjeros que, por imprevistas combinaciones de

circunstancias, pueden llegar a caer en poder de Estados

extranjeros, citando al efecto un caso ocurrido en Suecia;

esto sin mencionar que en los débilmente poblados países


de Sud América, hasta los propietarios particulares lo gran

convertir a sus dominios en estados dentro del Estado.

La experiencia adquirida en el transcurso de nuestra propia

historia y en el movido espectáculo de la vida de las

naciones civilizadas en general, nos debiera hacer pensar en

la dación de una ley por el Congreso, que estableciera con

claridad el principio de que los terrenos del Estado, que

importan el fundamento perdurable de los pueblos, no

pueden ser objeto de venta o de cesiones perpetuas, en

contratos celebrados por gobiernos temporales. Este

principio es incontrovertible; sólo se puede enajenar y

vender lo que es propiedad del vendedor, y las tierras de la

República no son propiedad de una generación sola de los

pobladores del país, sino de todas las generaciones que

sucesivamente nacerán en este suelo. Desde luego, las

generaciones venideras tendrían el derecho de declarar

interdicto a los negociados efectuados por las generaciones

anteriores, sin el concurso de todos los partícipes en la

propiedad.

Una ley precisando tan evidente doctrina de derecho

político, necesita ser proclamada entre nosotros, para freno


de nuestros administradores públicos irreflexivos, y remitida

a conocimiento de los gobiernos extranjeros, sobre todo el

de los Estados Unidos, que busca una injerencia más directa

en los asuntos del continente común, a fin de que los actos

contrarios a esa ley y esa doctrina, cometidos por personas

del gobierno o particulares, queden nulos y sean castigados

ante la superior instancia de las naciones interesadas. Con

tal medida se alcanzaría a poner término a muchos abusos

que forman una constante base de amenaza a la armonía

internacional.

Urge que la nació encuentre una defensa contra los males

irreparables que le irrogan gobiernos inescrupulosos o

ilusionistas que en un año pueden derrochar el patrimonio

de los siglos del país que administran. Si bien sabemos que

entre nosotros se repiten las épocas en que las leyes no

tienen fuerza y la arbitrariedad se impone, debemos tender

con tanto mayor empeño a que el espíritu de ilegalidad que

entre nosotros puede tomar auge en cualquier momento,

pierda su fuerza en el extranjero y siquiera no comprometa

nuestros derechos exteriores de soberanía nacional. Algún

día, que por una feliz contingencia tengamos un Cuerpo


Legislativo que no sea constituido como manso rebaño

obediente a la voz del Ejecutivo, sino, según fue la mente

original de la Constitución del Estado, como un control para

los actos del Presidente y el Ministerio, ese día debemos

aprovecharlo para pasar la ley que ate las manos de la

Nación, inclinada a destrozarse a sí misma y clavar en el

seno del concierto universal, más potente que nosotros para

hacer valer una ley, en ancla que nos asegure la efectividad

de sus disponendos.

No somos nosotros quienes predicamos un respeto

exagerado hacia el principio de la ley rígida, matadora del

raciocinio personal y de la conciencia individual. Tampoco

suponemos que la dación de una ley sea una conquista

práctica, mientras quepa la posibilidad de que los hombres

hagan caso omiso de ella en su conducta. Pero en países

más celosos e la positividad de las leyes que el Perú, sirve el

precepto escrito, algo más de regulador de las pasiones, que

entre nosotros. Actualmente, Estados Unidos comete

iniquidades con las repúblicas Sub Americanas, por la simple

razón de que no hay ninguna ley expresa que las prohíba;

porque los padres de la patria de este infortunado


hemisferio meridional no hay mirado jamás el peligro de la

comerciabilidad de los derechos de los pueblos, ni han

reflexionado en los medios de evitarlo. Una vez formulada

en ley la doctrina que hemos expuesto más arriba, Estados

Unidos se encontraría en una posición nueva. Obligados a

pronunciarse sobre la tesis planteada ¿podrían tener el

cinismo de negar su justificación? Y siendo presionados a

declararse respecto a ella, por ser parte en la acción que

abarca ¿podrían ante la faz del mundo entro protestar

contra la exigencia ineludible de sancionarla y aceptarla? Y

sancionada y aceptada, ¿podrían los Estados Unidos atentar

contra esa ley con la misma irresponsabilidad impune, como

lo harían nuestros gobiernos?

En la acción exterior de la citada ley tendríamos una

defensa contra su ineficacia, con relación al interior del país;

nos defenderíamos con ella, por decirlo así, en el sereno

momento casual de su dación, contra nuestras propias

incoherencias y la sugestión tentadora de las circunstancias

imprevistas.

Una combinación de causas, que en un medio de población

tan estrecho y en relativamente cortos periodos de tiempo,


sin eventos extraordinarios, no puede renovarse de un

modo perceptible, produce en nuestro orden político, una

pequeñísima rotación de fenómenos que ya deben sernos

demasiado conocidos, un mandatario recién elevado al

socio, se esmera en los primeros meses de su magistratura

en acentuar en sus hechos un feliz contraste con su

antecesor. Esto lo hace, mitad para acotarse simpatías y

mitad porque sinceramente ha criticado los errores del que

lo precedió en el difícil timoneo de la nave del Estado y

siente afán de traducir sus críticas en práctica. Para la

segunda legislatura de su periodo, ya tiene listo un plan

para procurar un ingreso de caudales al siempre escueto

erario, fiscal; porque al peruano le es materialmente

imposible el resignarse a hacer economías más de un breve

tiempo determinado; el conformarse a dedicar los cuatro

años de su régimen a dedicar los cuatro años de su régimen

a corregir tan sólo los desatinos de sus predecesores; el

mantener modestamente a flote su embarcación, sin

arrojarse a viajes en post de utopías y con medios, más que

utópicos, desastrosos; es para el sencillamente inconcebible.


Así, el supuesto economista Billingurst, heredero de las

penurias provenientes de los períodos Pardo – Leguía, nos

salió con el proyecto de las obras portuarias del Callao,

motivador de un empréstito de Lp. 6.000,000. Y es

completamente lógico y probable que nuestro actual

presidente llegue a confeccionar para la legislatura de 1916

algún plan por el estilo, que o nos admiráramos que fuera el

estallido del latente Contrato Bretung.

La psicología de cierta clase de hombres públicos en el Perú,

explica el proceso que acabamos de apuntar. No hay alma

aquí que crea en la justificación del vivir perseveramente,

sin rápido y sorprendentes progresos; esperar un año el

advenimiento de mejoras visibles, ya es mucho; cuando

evidentemente el pobre material de brazos y energías

nacionales no puede dar lugar a tan veloces

transformaciones como se desea, las esperanzas se cifran

en la inmigración de hombres y capitales del exterior.

Mientras que el indio no siente cambios, ni esperanzas en su

triste situación; mientras que el pueblo en general carga

aburrido, pero irresistible, con las consecuencias de las

aventuras económicas del país, la clase aristocrática ve


dorados horizontes que asuman tras de los barcos Norte

Americanos que nos traen agentes mercantiles e

industriales, ingenieros especialistas, etc. Que prometen

implantar en nuestras costas obras de irrigación,

monopolios petroleros, y tantas maravillas más.

Se mezclan en el corazón de nuestros buenos aristócratas,

variados sentimientos que ellos creen todos meritorios

naturalmente. Por un lado, ellos no dudan del derecho que

poseen a vivir en toda la abundancia del lujo; en cuanto se

sienten constreñidos por la penuria, es para ellos un deber,

y el primero, el combatir a todo trance ese estado de cosas,

luego, la fantasmagoría de la actividad, iniciada por los

contratistas y negociadores extranjeros, les hace la

impresión del alivio, de la convalecencia, después de la falta

de perspectiva de riqueza que los atormentaba. No

comprenden de allí no se trabaja para el Perú, sino para

Norte América, Alemania, Inglaterra.

Lo que es halagüeña esperanza risueña visión del porvenir,

para los miembros de nuestras clases dirigentes en

particular, lo es, según ellos, por extensión, para la patria. A

través de los fracasos económicos, de los síntomas de


imperialismo capitalista que ya nos van dando a probar la

Peruvian Corporation, la Cerro de Pasco Mining Co., la

Empresa del Muelle Dársena del Callao, las altas casas

comerciales de Lima, nuestros pilotos financieros conservan

su ingenio optimismo y creen con sinceridad, interesada por

cierto, pero inconscientemente interesada, en la inocente

bondad y honradez del explotador extranjero, en la belleza

de las fórmulas de contratos y en los milagros de los

rendimientos provechosos para el Perú de las obras

contratadas.

Viene la realidad, inhumana, despiadada, desnuda, sobre

esas incautas generaciones de administradores políticos, de

un modo tan discreto, que apenas se aperciben de ella.

No hubo tales rendimientos, no hubo tales cláusulas

intergiversibles de los contratos, no hubo tales extranjeros

más rectos y probos que los peruanos. El contrato no se

cumplió, porque el gobierno, antes de que se hicieran

productivas las obras, se vio acosado de escasez de fondos,

y quien se los prestara sería la negociación extranjera

establecida en el país, que, no contenta con trabajar por el

gobierno del Perú a un interés de 25 anual, prefiere


apoderarse del suelo por explotar, pagándose todavía el país

para hacerle este servicio.

¿Cuáles son las casas capitalistas extranjeras prontas a

salvar nuestro fisco de sus repetidos náufragos, cuando no

hay razones ya con que invocar el crédito general? Las

casas capitalistas que están dentro de puertas, las que

tienen valiosas prendas en mano y adelantan dinero,

mientras que valga la pena prorrogar y ampliar contratos,

hasta que insensiblemente, la prenda corregida y

aumentada, será suya, sin que den un centavo más. La

empresa Breitung, que por ahí anda, buscando entrada a

nuestro organismo nacional, será otro prestamista del

incurablemente insolvente gobierno, y no será empresa de

desarrollo para el Perú, ni cosa que se le parezca. Estos son

los factores que favorecen y facilitan la colocación de

empréstitos para las repúblicas Sudamericanas en mercados

financieros de los Estados Unidos, porque nosotros hacemos

política de empréstitos y no de fomento.

La Biblia en su lenguaje expresivo dice: si tu ojo te ofende,

arráncalo; si tu mano quiere pecar, córtala. Es decir, la

filosofía bíblica, tan humana en sus experiencias y tan divina


en sus propósitos, aconseja a los hombres que no tienen la

suficiente fuerza de voluntad y carácter para dominar su

conducta, privarse de los medios de realizar una tentación.

Consciente el individuo, que en medio de sus debilidades no

pierde el anhelo de permanecer leal a los principios justos, a

la causa del bien, de que su murada llevada por repentino

impulso, su mano empujada por violento ímpetu, serán

incontenibles en ciertos momentos y capaces de obrar la

ruina de sus mejores ideales, debe en otra forma que el

valiente luchador, asegurar el triunfo de la virtud, colocando

el sacrificio de sus facultades de pecar en el ara de sus más

sagradas devociones. Así debemos cerrar en una hora de

lucidez la caja de los empréstitos usuarios y echar la llave al

mar donde sus abismos son más profundos. ¿Vendrán algún

día, un gobierno, una legislatura que presten un servicio tan

señalado a su pueblo, a ese pueblo que, con las benévolas

providencias del contrato Breitung, por ejemplo, comenzará

quizá mañana a pagar los un millón cuatrocientos mil soles

anuales de intereses con que se convida a la empresa

irrigadora norteamericana a entablar relaciones de


prestamista con nuestros mendigos sentados en banco de

oro?

Dora Mayer

Callao, Octubre 23 de 1915

LAS GARANTÍAS Y LA JUSTICIA EN LA REPÚBLICA

Sobre los abusos de las autoridades en Huánuco

Con motivo de un artículo editorial de “La Prensa”, el

Secretario General de la “Pro – Indígena”, dirigió a los otros

diarios de la capital la siguiente carta:

Ciudad, 20 de noviembre de 1915.

Señores Redactores de……

La información suministrada por la Secretaría General de la

“Pro Indígena” a los periódicos relativa a las persecuciones

que sufrían los indígenas en Huánuco, por haberse quejado

del enganche forzoso para el trabajo obligatorio en el fundo

“El Éxito”, propiedad del doctor Augusto Durand, ha

motivado un artículo editorial de “La Prensa” de esta

mañana, en el que trata de desvirtuar toda esa serie de

males que no son falta sólo de la hacienda nombrada, si no

procedimientos acostumbrados en todo Huánuco, como en


cualquier lugar de la República, donde el gamonalismo se ha

apoderado de todos los resortes administrativos y judiciales,

haciendo imposibles las garantías y la justicia

principalmente para nuestras poblaciones autóctonas.

A falta de razones para defender al acusado, el editorialista

ha creído menester recurrir al gastado recurso de aseverar

que “Pro-Indígena” procede en este caso por malevolencia e

insidia de carácter personal. Nos parece muy grosera tan

gratuita imputación, cuando se tiene por delante seis años

de labor incansable al servicio desinteresado de la justicia, y

labor que o se ha circunscrito a sólo los latifundios del

doctor Durand, sino que ha dejado sentirse en todas partes

del Perú donde la explotación de la raza indígena por

cualquier gamonal, empresario o funcionario público, ha

hecho necesaria la voz de nuestra Asociación.

Concretándonos al caso que motiva la presente, debemos

manifestar que los enganches de indígenas, referidos, se

han pretendido disimular, alegándose que eran para la

limpia y reparación de puentes y caminos, función que como

se sabe la ley ha puesto en manos de los municipios. El

editorialista de “La Prensa” lo dice: “Entre las obligaciones


que tienen las autoridades políticas, está la de obtener de

los indígenas mediante la equitativa retribución, que limpien

y compongan los caminos vecinales y los puentes”.

¿Desde cuándo existe tal obligación de las autoridades

políticas? Muy al contrario, la ley nº 1183 les prohíbe

terminantemente tal intervención. Y “La Prensa” por

defender a las autoridades de Huánuco, las ha hecho reos

del delito penado por dicha ley, en lo cual, desde luego, no

está equivocada.

Suplicando a ustedes, señores redactores, la publicación de

la presente, quedo como su atento y S.S.

Pedro S. Zulen

Secretario General de la “Pro Indígena”

La pérdida de menores en la Sierra – Su exportación a

la Costa. Un caso último. De Abancay a Lima El

autorun jefe militar – la víctima una menor 6 años –

Su rescate.

De “El Comercio” del Cuzco del 9 de los corrientes tomados

la siguiente información.
Por tren de anoche llegó al Cuzco bajo la custodia de la

policía de Arequipa la menor Paula Olarte de 6 años de edad

y natural del departamento de Apurímac.

La referida menor, hace un mes aproximadamente, que en

Abancay y desapareció del lado de sus padres; habiendo

sido engañosamente llevada a Lima por el capitán Mauro

Sotomayor que desempeñaba la jefatura militar de la

provincia de Andahuaylas.

El padre de la menor perdida, don Fernando Olarte, en

conocimiento del paradero de su hija, ha conseguido el

rescate de ésta mediante gestiones que practicó por órgano

las autoridades de Abancay y ante las de la capital de la

República.

La menor Olarte, que hoy se encuentra en Cuzco, bajo el

cuidado de la policía, será luego remitida al lugar de la

policía, será luego remitida al lugar de su procedencia y

entregará a su padre.

Las faenas impuestas a los indígenas y las exacciones

que dan lugar


“El Buen Público” de Sechura del 7 de los corrientes, publica

los recibos siguientes:

“He recibido de don Manuel Antón Amaya un sol cuarenta

centavos por dos días de faena como contribuyente y

conocedor de toda faena de comunidad y para que conste le

formo el presente recibo. Onza de Oro, 4de octubre de

1915. José Benito Vivas. Agente Municipal”.

“Hemos recibido del señor Manuel Antón Amaya un sol plata

en ayuda de la erogación para la recta de un callejó en

nuestro caserío. Llicuar, octubre 4 de 1915 Jesús Emilio

Aldana, Manuel Aldana. Manuel Sixto Pingo – Agentes

Municipales”.

LAS FAENAS

(De: “El Bien Público” de Sechura)

Desde antes de la conquista existe en la república una

costumbre inventerada para mantener la esclavitud del indio

en cuyas entrañas se hallan clavadas las garras del

gamonalismo.

Esa costumbre se llama Faena. Al toque de una campana ó

tambor los tenientes gobernadores y agentes municipales


juntan a estos seres harto sufridos para la faena, y al que

no llega a la cita se le da látigo, se le befa, se le insulta, se

apresa y multa. ¿Por qué y para qué? Para hacerle recordar

que siempre es esclavo, que debe conservar la piel de

carnero, que le obsequiaran; que no olvide la condición

despreciable en que lo han colocado sus explotadores, que

no vacile ante el derecho proscrito para él ni reclame de la

inversión el dinero que le arrancan para embriagarse los

caporales y mandones.

Cuando alguno objeta estas cosas, el dentro se convierte en

derecho, la exacción en castigo, el abuso en costumbre.

De aquí el envilecimiento del indio, el atraso del pueblo, el

retroceso de la Patria.

Hay leyes y resoluciones que previenen estos males; pero

no pueden aplicarse porque el gamonal opone a la ley la

costumbre, hace al poder público su cómplice y a la

ignorancia su poderosa aliada.

Fórmense las comunidades de regantes; díctense sus

ordenanzas de riego; aplíquense las demás disposiciones

vigentes de la ley para organizarnos todos. Autoridades y


gamonales cesen de ahogar las prerrogativas del ciudadano,

de aprisionar sus derechos, de conculcar sus libertades.

Que desaparezca la esclavitud junto con la campana y el

cepo; que preparen su advenimiento los explotados con

grandes conmociones; y que de los canales, puentes y

caminos salga el faro que alumbre el camino de redención.

Mientras no se acaben para siempre las faenas, la libertad

del indio sechurano se mantendrá en rehenes, gamotinado

el derecho, menospreciada la ley la justicia.

¿De los que han servido la libertad y autonomía que nos

legaron nuestros antepasados?

Para el indio sechurano, apenas si ha sentido en su espíritu

una ráfaga de esa luz y condura, porque para él sigue el

dentro convertido en derecho, la exacción en puerta de

escape a la perversidad e ignorancia, en abuso en manto

que cubre toda clase de depredaciones.

Deseáis saber dónde acabó la libertad en este lugar,

buscadla en las faenas; deseáis mantener a los indios

refractarios a la civilización y al progreso, sostened y

fomentad las faenas.


Pero nunca es tarde para que el pueblo a la llamada de

faenas, conteste con un gesto de altivez; al toque de la

campana busque el arado para surcar su tierra; y a la

persecución de la autoridad que exija el cumplimiento de

esta iniquidad, entone innumerables cánticos de rebeldía.

EL SISTEMA FEDERAL

El ilustre republicano Franchy decía en “El Tribuno”

“No hay problema de organización de los pueblos cuya

solución no se haya de buscar, bien que así se confiese o

bien que se desconozca en los principios del sistema federal,

sencillo y adecuado como hijo de la propia naturaleza del

hombre y de la sociedad”

Si eso es: el problema es de organización, de modo de

concebir el gobierno de los pueblos, pre constituyente. Y

desde que existen sociedades con algún asomo de

civilización, porque los pueblos bárbaros no cuentan, la

Humanidad se divide en dos grandes escuelas políticas, la

escuela uniformista, centralizadora, que organiza una

Nación simétricamente, y la escuela de la variedad, la

federalista que respeta los tejidos vivos que creó la Historia


y que moldeó la naturaleza. Poco importa al cabo que los

Estados se organicen en Repúblicas, Monarquías o Imperios.

Habrá despotismo o habrá libertad según se acate o no la

verdadera ley natural de las autonomías, desde el individuo

a la Nación, pasando por el Municipio, la Región, etc.

Así se da el caso curioso que tan admirablemente estudió

Taine en sus Orígenes de la Francia contemporánea, de que

bajo la revolución más democrática y más avanzada que

haya conocido el planeta, subsistiese la tiranía del Poder

Central, la odiosa dictadura que mandaba desde París a todo

un gran pueblo que acababa de decretar la Libertad, la

igualdad y la fraternidad. Taine en ese libro magnífico,

monumento inmortal de sabiduría y de observación, llega a

decir esta cosa que sin sus datos, sin sus pruebas históricas,

hubiera parecido paradójica y monstruosa: “Roberspierde

era el heredero directo, de varón a varón, en una línea

extensa de déspotas, de San Luis, Rey de Francia”.

Esa misma afirmación la había hecho antes que él Prudhon

cuando se burlaba donosamente de la República una e

indivisible, tan cara a los hombres del 48. Esa misma verdad

se encuentra cien veces demostrada en “Las


Nacionalidades” y en “Las luchas de nuestros días” del más

grande genio político que haya tenido España en el siglo

XIX; el incomparable Pí Margall.

Y en vano es que se intente desvirtuar la cuestión, que se

diga calumniosamente que el federalismo es como la

portería del separatismo, porque todos los hechos

contemporáneos demuestran lo contrario ¿Cuál es la

república más feliz de la tierra, aquella que no necesita casi

soldados a la que no hacen falta los barcos de guerra

declarada neutral por convención europea, que reúne

amorosamente en un mismo pacto tres nacionalidades

diferentes y varios templos en que se comulga en distintas

religiones? La República Suiza constituida federalmente. Y

¿Cuál la otra república, la grande, la extraordinaria, la ue ha

pasado en un siglo de tres millones a ochenta y tantos

millones de habitantes, siendo emporio de riqueza, de

cultura, de libertad, pues a estas horas no creo que haya

nadie en su sana y cabal razón que repita las inepcias y

estupideces del 98, pretendiendo que sólo era un pueblo de

mercaderes de tocineros? La república Norte Americana

organizada federalmente.
Y no se olvide que Alemania existe y es lo que es y ha

logrado doblar su población de treinta millones que tenía en

1870 a los sesenta millones de habitantes que cuenta hoy

merced a su organización federal. Y tampoco se eche en

saco roto que Inglaterra, esa república coronada, esa

Monarquía que debían envidiar muchas Repúblicas, esa

patria de la libertad mundial, ese hogar de las revoluciones

silenciosas, esa maestra de los cambios más hondos que

registral el globo civilizado, es en realidad una

confederación; libre es el Canadá con gobierno y parlamento

propios, libre es la Australia y Nueva Zelanda libre es el

Cabo, libre es ya hasta el Transwal. Confederación de

repúblicas bajo un cetro automático que obedece a la

opinión pública.

Luis Morote

LAS GARANTÍAS Y LA JUSTICIA EN LA REPÚBLICA

La cuestión de Llaucán

Huaygayoc, noviembre 17 de 1915.

Señor Secretario General de la Asociación Pr Indígena

Lima,
S.S.G.

En la última resolución sobre el fundo Llaucán, el Supremo

Gobierno ha nombrado administrador al ingeniero señor

Ureña, que aún no emprende viaje de Cajamarca, donde se

encuentra actualmente a entenderse con el cobro de

arriendos.

Como repetidas veces lo tenemos manifestado por los

poderosos motivos tantas veces mencionados, hoy estamos

en imposibilidad de poder satisfacer los arrendamientos

vencidos, y hemos creído conveniente elevar al señor

Ministro de Justicia el siguiente memorial, cuya copia

también presentaremos en duplicado al ingeniero Ureña.

“Señor Ministro de Justicia: - Los suscritos indígenas” del

fundo Llaucán, por si y nuestros hermanos que no saben

firmar, ante US respetuosamente decimos: La tantas veces

mencionada matanza de nuestros miembros de familia por

la fuerza pública el 3 de diciembre del año último, nos ha

colocado en la imposible condición de poder satisfacer los

arrendamientos vencidos de los lotes que ocupamos en el

referido fundo, y conforme a nuestros reclamos

precedentes, reiteramos nuevamente ante la justificación de


US, se nos exonere del referido pago siquiera para reparar

en algo aquella horrenda masacre de que fuimos víctimas,

ya que la justicia anda con pies de plomo en tan monstruoso

acontecimiento.

“Como anteriormente hemos gestionado ante US esperamos

nuestra libertad en lo lejano día y mientras tanto rogamos

rendidamente atienda nuestra solicitud – Por tanto: - A US.

Suplicamos provea en justicia.- Hacienda Llaucán,

noviembre 8 de 1915. (Firmado). Eulogio Guamán, Basilio

Chiza, Manuel Palma, Catalino Atalaya, Dolores

Llamoctanta, Eugenio Guamán, Eduardo Mejía, Sebastián

Eugenio, José Carrillo, Tomás Cotrina, Vicente Espinoza,

Cruz Yapupaico, Marcelino Eugenio, Vicente Guamán.

Domingo Lara, Francisco Mirez, Arístides Mirez Juan Julón,

Casimiro Huamán, Dionisio Guamán”.

Para que se vea la magnitud de la matanza y la grande

injusticia con la raza aborigen en centros no de montaña,

sino a pocas laguas de las ciudades civilizadas,

próximamente remitiremos a Usted, señor secretario la

nómina de los muertos en aborigen en centros no de

montaña, sino a pocas laguas de las ciudades civilizadas,


próximamente remitiremos a Usted Señor secretario la

nómina de los muertos en aquel lectuoso día y la de los

heridos, cuya mayor parte murieron también.

Que se conserve Usted bien para bien de los desgraciados,

son los deseos de su atento S.S.

Catalino Atalaya

Las autoridades políticas de Margos

Señor Ministro de Gobierno

Esteban Martínez, natural y vecino del pueblo de Margos de

la provincia de Huánuco, ante U.S. con el mayor espeto

digo: Después de soportar la muerte de mi infortunado hijo

Manuel, acaecida el 20 de octubre en el sitio denominado

“Gaugues” y de no encontrar justicia para el delincuente

Martín Venancio, ocurrió a U.S. pidiendo, por caridad, que

se digne ordenar la remoción del Gobernador, quienes no

constituyen ninguna garantía para los pacíficos moradores

de estos apartados pueblos.

La muerte de mi hijo perpetrada por Venancio, ha quedado

impune; el asesino es el teniente gobernador del pueblo y


no hay quien lo remueva, ni lo llame al orden, porque

amenaza y extorsiona con el mayor cinismo.

El 15 del corriente mes, Venancio, en su deseo de

victimarse me persiguió en el pueblo del que logré escapar,

como pude hasta el punto denominado “Pachashimin”.

Sabedor de que me encontraba en ese lugar, Venancio

reunió en Margos a sus compañeros Agapito Ygarcía y

Tomás Alvarado, y justos vinieron en busca mía, armados

de revólveres y puñales. El oportuno aviso que me diera un

amigo, hizo que salvara mi vida, emprendiendo viaje a

Huánuco.

Los crímenes que comete Venancio, son premeditados. En

Margos, ha hecho declaraciones al Gobernador Fidel

Fuentes, de que no perdonaría la vida de toda la familia

Martínez. Igual declaración ha hecho ante el Juez de Paz de

Chaulán don Marías Lino y en presencia de los vecinos don

Gerardo Crispin y don Castol Bonilla.

No habiendo garantías en Margos he resuelto trasladarme a

otro punto interior de la Sierra, abandonando mis

propiedades e intereses.

Por lo expuesto:
A U.S. pido y suplico se digne acceder a esta solicitud y

ordenar se remueva al gobernador y teniente del pueblo, a

fin de que todos tengan garantías y el suscrito pueda andar

libremente siquiera.

Margos 20 de Noviembre de 1915.

Esteban Martínez

LA SUBLEVACIÓN INDÍGENA DE AZÁNGARO

Juliaca, 6 de diciembre

Sr. Pedro S. Zulen – Lima

Lo ocurrido en Azángaro, farsa gamonales, quienes han

victimado indios bajo el amparo de las autoridades.

Chuquihuanca, ninguna participación en estos sucesos tan

bulla por “El Deber” que se mostró insidioso contra Pro

Indígena por estar seguramente sobornado.

Arias Echenique, dicen que hasta dispone de ametralladoras.

Prefecto en Azángaro.

Acá encontré traquilidad. (Quiroga, delegado)

Arequipa, a 6 de diciembre de 1915

Señor Secretario General de Asociación Pro – Indígena –

Lima.
Con motivo de la sublevación de indígenas en el

departamento de Puno, “El Deber” publicó el suelto que, en

recorte impreso, acompaño, en el cual, como Ud. Verá, se

hace alusión a centros instigadores del movimiento

radicados en Arequipa y Lima.

A fin de poner a nuestra Asociación a cubierto de cualquiera

suspicacia, dirigí al referido diario la nota que en copia le

acompaño. “El Deber” no publicó la nota, pero aclaró que él

no se había referido a la Asociación Pro – Indígena ni a sus

delegaciones, sino a agentes venidos de Puno. Además,

moderó sus informaciones, procedentes exclusivamente

todas ellas de los gamonales que residen en Arequipa (Arias

Echenique y Cano).

Respecto a la sublevación, aún no se conocen detalles; pero

se sabe que se haya reducida a Azángaro y que no reviste

las proporciones que en un principio se creyó.

Francisco Mostajo

Delegación provincial de la Asociación Pro Indígena

Arequipa, a 3 de Diciembre de 1915

Señor Director de “El Deber”


Al dar cuenta en su diario de la sublevación de las

comunidades indígenas en el Departamento de Puno, se

hace referencia a un “centro de operaciones radicado en

Arequipa” y a una contribución de la que aprovechan

“muchos de esos titulados defensores de los indios”.

Como Delegado de la Asociación Pro Indígena – Delegación

que desempeñó Juntamente con los doctores Jorge Polar y

Carlos Gibson – debo dejar pública constancia que de

aquella altruista y patriótica Asociación, de la que nada

menos es entusiasta miembro el hermano de Usted señor

Director, es extraña en lo absoluto, lo mismo que sus

Delegaciones y en especial la de Arequipa, al movimiento de

los indígenas de Puno.

Desde luego, es de suponer que los datos recogidos por su

diario proceden de fuente gamonalista, y así lo revela la

circunstancia de que no haya uno solo relativo a la triste

situación de los indígenas en el departamento vecino.

Aprovechándose de esta, es muy posible que hayan surgido

allá algunos comedidos para, bajo la capa de defender al

indio, azuzarlo y sacar ración de su siempre explotada

economía, y sin duda es a esos simuladores a quienes se


refiere su diario al hablar de los “titulados defensores de los

indígenas”.

Pero tales comedidos no figuran en las filas de la Asociación,

la que inmediatamente que a tenido noticia de algún

desmán de sus delegados, ha apresurándose a apartarlos de

su seno, sin consideración atenuante de ninguna clase.

Jamás ella ha prestado su incitación ni su aprobación a

ningún movimiento subversivo de la indiada, pues sabe que

este no es el camino de levantar el indígena al rol que desea

verlo para progreso de nuestra nacionalidad y que los

levantamientos de las masas incultas de nuestros

aborígenes, solo conducen a que se haga de ellos una

carnicería y a que sobre los trágicos restos e aferre más el

feudalismo gamonalista.

El mayor Gutiérrez Cuevas, de quien dice su diario que es el

promotor de la actual sublevación, no pertenece a la

Asociación Pro Indígena. Y ésta, cuando aquel fue nombrado

por el gobierno del señor Billinghurst, en comisión para

informar sobre la condición de los indios de Azángaro, no vio

con beneplácito la designación de la persona del mayor

Gutiérrez. En la región sublevada no existen Delegados de la


Pro- Indígena, pues el doctor Manuel A. Quiroga, Delegado

en Chucuito – provincia que aún no se duce que haya

entrado al movimiento – se encuentra desde hace tiempo en

esta ciudad donde acaba de doctorarse.

No concluiré sin manifestarle que la situación de los

indígenas en las provincias sublevadas, especialmente en

Azángaro, ha sido durante el último quinquenio clamorosa y

desesperante. La usurpación de los terrenos de

comunidades por el gamonalismo, ahí, ha sido más

desvergonzada que en ninguna otra parte. Se ha

improvisado fincas o ensanchado muchas de las existentes,

mediante esa usurpación, contra la que ha levantado la voz

continuamente la prensa y que últimamente ha atraído la

atención de los hombres de estudio y aún de las Cámaras.

Se ha saqueado, incendiado y talado las propiedades de los

indígenas y se ha asesinado a estos sin distinción de

mujeres ni de niños. Se les ha sometido a martirios por las

autoridades, y la fuerza enviada para mantener el orden no

ha servido sino para hacer obra de barbarie en pro del

gamonalismo, que se apoya en el centralismo como éste

estriba en aquel. Actualmente ay aquí un indígena de Potoni


que presenta las huellas de los torturantes cepos y de haber

sido colgado de los índices por una autoridad subprefectural.

Y hay aquí personas de Huancané, que no son indígenas,

que narran todas las exacciones escandalosísimas del

subprefecto Saco, aún con las personas acomodadas, o que

hace colegir que con el desamparado indio han debido

colmar el extremo.

Tales horrores se ha perpetrado contra el indígena, que a la

región de Saman. Achaya, y Arapa se le ha denominado el

nuevo Putumayo, digno de que la Sociedad Anti – Esclavista

de Londres envíe otro Delegado para que al grito de horror

que levante la humanidad, nuestros Gobiernos se dejen de

remedios anodinos o contraproducentes y adopten una

actitud digna de la civilización, que o puede admitir la

explotación innominada que se consuma con el indígena.

Por lo demás, la Asociación Pro Indígena en los años que

cuenta de existencia, pruebas tiene dadas del desinterés y

la altura con que lleva a cabo la defensa de los indígenas,

habiéndose cabido a su señor hermano el tomar parte activa

en esa defensa como miembro del Directorio, y a su

testimonio me remito. En cuanto a esta Delegación, ha


atendido siempre con gratuita solicitud las quejas de los

indígenas de la provincia, que como Usted sabe, son en

número reducido y no se encuentran en la desolada

situación de los de Puno, y cuando han venido los de éste

último departamento, especialmente de Azángaro, se ha

militado a transmitir esas quejas a Lima, pues tratándose de

otra circunscripción territorial, en Arequipa no cabía hacer

nada.

Aunque separados por las ideas, y aunque últimamente

haya mediado ente nosotros cuestiones polémicas, espero

de sus sentimientos por la verdad y la justicia, que acogerá

en su diario esta declaración, que tiende a prevenir

malignas suspicacias, salvaguardando el buen nombre, no

mío, sino de una Asociación que solo hace labor altruista y

patriótica en pro del paria de nuestra nacionalidad: el indio.

Y apelo a esos mismos sentimientos de verdad y de justicia

para que extienda su mirada a la situación de éste, penetre

en su sufrimiento y desesperación, y no aprecie los datos

del gamonalismo sin tener en cuenta los crímenes del

mismo; sin que nada de esto quiera decir que los

azucadores de la actual sublevación en que las únicas


víctimas van a ser los indios, siempre engañados, no

merezcan enérgica censura.

Francisco Mostajo.

A NUESTROS SUSCRITORES Y AGENTES

Estando para terminar el semestre, recordamos a nuestros

suscritores y agentes que aún o lo hayan hecho, el envío del

valor de la suscripción correspondiente, debiendo hacerse

éste envío a la Administración de “La Autonomía” Plateros

de San Pedro, N. 188, altos.

LA SUBLEVACIÓN INDÍGENA DE AZÁNGARO

Lampa, 13 de diciembre

Pro – Indígena – Lima

Datos fidedignos desmienten sublevación efectiva indígena

Azángaro. Devastaciones, robos, secuestros, asesinatos

diversas partes, por gamonales armados rifles. Soldados

destacados alientan éstos. Necesario retiro, envío inmediato

Prefecto humano investigue, muestre haber Gobierno,

devuelva siquiera tranquilidad indígena.

Chiquihuanca
Arequipa, diciembre 14

Pedro Zúlen – Lima

Correspondencia “Federación” denuncia empleados finca

Echenique usaron dinamita contra indios, ocasionando

cuarenta muertos, ocultando mayoría cadáveres.

Acúsase Juez

Un muerto gamonalistas.

Mostajo

UNA DE LAS INIQUIDADES DE ESTOS TIEMPOS

La cuestión Zaña – “Cayalti”

Una hacienda que destruye un pueblo

Facilidad con que los potentados criollos hacen encerrar en

una cárcel a los que intentan la defensa de sus derechos,

Don José Mercedes Cachay, presidente de la Sociedad

“Unión Patriótica” de Zaña, preso en la cárcel de Chiclayo

por haber salido al frente de los derechos del pueblo relata

lo sucedido al Director de “La Autonomía”.

Un caso de cómo el Perú estos tiempos se asemeja a la

Francia del siglo XVIII en vísperas de la Revolución, es el


relativo a la cuestión surgida entre el pueblo de Zaña y la

hacienda “Cayalti” en el Norte de la República.

He allí un pueblo ayer próspero, hoy en decadencia a causa

de la dañina expansión del latifundio; un pueblo que

reclama sus derechos usurpados y que en vez de conseguir

la devolución de lo que él pertenece, ve abrirse las puertas

de una cárcel para los suyos.

A semejanza de lo que ocurría en Francia, en la época de la

Bastilla, ¡con que facilidad hoy en el Perú se empapela a un

individuo, y se le seca en una cárcel! Muy oportuna es aquí

aquella frase de Thoreau, que Tolstoy pone en el recuerdo

de uno de sus personajes de su gran novela “Resurrección”;

“en un país en donde reina la esclavitud, el único

alojamiento propio del hombre honrado es la cárcel”.

La carta que nos dirige don José Mercedes Cachay, el digno

personero de su pueblo, desde la prisión inmunda donde

debían colocarse su abnegación y su altivez, creemos un

deber insertarla en nuestras columnas, para que se sepa

una de las tantas iniquidades que se cometen a diario en el

Perú; ya llegará el día en que se pueda acabar con ellas,


conquistando esos derechos humanos inalienables,

desconocidos todavía en nuestro país.

Queremos solo hacer una observación al señor Cachay, y se

refiere a la intervención del Presidente Billingurst. Si es

verdad que en un principio el finado mandatario demostró

su interés por Zaña, posteriormente expidió una resolución

suprema, que sin duda no conoce el señor Cachay, por la

cual aprobaba la conducta del Prefecto Ferreyros que no

había hecho sino favorecer veladamente los intereses de

“Cayalti”, según consta de informaciones tomadas por la

Asociación Pro – Indígena, comprobadas por los hechos.

Por lo demás, he aquí la carta de señor Cachay:

Cárcel Chiclayo, Noviembre de 1915.

Señor Pedro S. Zulen.

Lima

Muy señor mío.

Honroso me es manifestarle que en la fecha que precede ha

llegado a mi poder su atenta tarjeta…; pero en atención a lo

que ella me refiere, satisfaciendo sus buenos deseos,

manifiéstole en primer lugar que si mi persona estuviera

manchada con lo más mínimo de cualquier delito, yo mismo


pidiera mi castigo y hubiera escrito a todos los que se han

interesado por mi libertad encomiando mi obra

principalmente a las sociedades de obreros para que no

defendiesen a la criminalidad en la forma que lo han hecho.

Créamelo señor Zulen, y le juro que así lo hubiera hecho en

obsequio a mis principios y respetando los consejos que

recibí de mi inolvidado padre. En segundo lugar hágame V.

el bien de apreciar como íntegra y revestida de verdad en

todas sus partes, la relación que a continuación le incluyo,

dispensando el mal análisis que en ella encuentre por ser

hombre educador en el campo de las labores agrícolas

desde mis primeros años, y por encontrarme con la cabeza

no fresca para explicarle todos los puntos bien detallados,

para que conozca. V lo que ha motivado la temeraria e

injusta prisión de mi individuo; y que sobreponiéndome con

bastante fuerza de voluntad a las vicisitudes que me

rodean, he escrito a Don Antero Aspíllaga, esa carta … Estoy

abandonado de mis defendidos, ya no tengo que vender,

mis hijos languidecen de hambre, la caridad pública me

niega sus recursos, mis amigos me dicen lo contrario a lo de

antes, y sin embargo soy el mismo en nombre y apellido y


al que siempre U. mi buen Don Pedro y todo el que me

busque encontrará en su puesto, el que dejo para narrarle la

relación ofrecida.

Zaña, ciudad antigua y cuna de muchos nobles de España, a

los 159 años de su fundación sufrió su primera ruina

acaecida el 15 de Marzo de 1720. Con el desborde de las

aguas de su río que causaron enormes pérdidas, el

derrumbamiento de algunas iglesias, la de oficinas públicas

y casas particulares, queno fue fácil conocer después que

las aguas se retiraron a su cauce; después de esta ruina y

otras posteriores: acompañadas de consecuencias amargas

que han sufrido sus habitantes: los propietarios de “Cayalti”

en primer lugar han sido los que más los han hostilizado

continuando hasta hoy, su temeraria tarea, quizá con el

deseo de que la población desaparezca del mapa territorial

de la República, pues así lo patentiza la sociedad Aspíllaga

hermanos con sus malos procedimientos tan ajenos de las

personas que representan y han representado a la nación,

en sus diferentes ramos de su administración pública.

Los señores Aspíllaga, han quitado a Zaña el señorío de su

acequia principal, segándola por completo; han cambiado el


cauce del río, con lo cual en las avenidas anuales se

convierte la población en una isla; le han quitado sus

terrenos comunales, despojándolos hasta de los más

inferiores en que sembraran últimamente y que están

adyacentes a la población; han convertido uno de sus

principales caminos llamado el de los “Puentecitos” en

sembrío de caña dulce, y últimamente colocaron tranca en

el que quedaba y que sirve para transitar a todos los

pueblos del Norte del Departamento, estableciendo un

vigilante para que diariamente echara llave a dicha tranca a

las seis de la tarde y la abriera a las seis de la mañana, y

con igual condición procedió el hacendado del fundo

“Salitral” en el camino que da salida a los pueblos de la

sierra, con lo que la población quedaba convertida doce

horas y muchas veces más en potrero del dominio de

aquellos feudales.

Esta amarga situación para los hijos y vecinos de la ciudad,

ocasionó las protestas consiguientes, haciendo las

reclamaciones respectivas a la Municipalidad del lugar, como

la competente para ello, por ser la representante de los

intereses comunales; y el indiferentismo con que miró los


vejámenes inferidos a la población, resaltando como la luz

meridiana, obligó a que se ocurriera a las autoridades

Departamentales, en las que se encontró igual

procedimiento, pues el señor prefecto no dio curso a los

memoriales que se le elevaron, y despreció con sus

amenazas a la comisión que se le presento a nombre del

pueblo, a la que intimidó manifestándonos que a balazos

arreglaría al pueblo (esto nos decía hablándole al mismo

tiempo a Don Baldomero Aspíllaga por teléfono) y el selor

alcalde provincial Alejandro Leguía dirigía telegramas

desautorizando los que por parte de Zaña se hacíanal

presidente de la República.

Los pobladores desesperados con tales procedimientos en

vista de los documentos que tienen rompieron las trancas

de los caminos e incendiaron tanto estas como los cercos

que habían colocado como límite y consiguieron con esto el

libre pase que se les había quitado.

El 11 de marzo de 1913 el señor Juez del crimen Augusto R.

Llontop, se constituyó en la población acompañado del Dr.

Ángel Gustavo Cornejo, ex juez de primera instancia de la

provincia y senador suplente por el departamento (hoy


incorporado en su cámara) y de los escribanos de estado

Eloy Carranza y Julio Llanos Mercado, a solicitud de

inspeccionar el cerco incendiado, entendiéndose antes de

ello con el suscrito, y arengó al pueblo pronunciándole un

discurso y después de terminar el que por su parte

pronunció el señor Cornejo, que motivaron los vivas y

aplausos a sus personas por parte del pueblo, por

disposición del juez nos constituimos al lugar que debía

practicarse la diligencia acompañados del gobernador del

pueblo y de los más ancianos que habían poseído esos

terrenos en los que encontramos a don Baldomero y Víctor

Aspíllaga, en unión de su personero Ricardo Miranda y

morante y de muchos de los que su hacienda, sin notar los

que estaba escondidos detrás de un cerco en sus

cabalgaduras y bien armados, y habiendo llegado cerca del

lugar donde había estado la tranca que el pueblo destruyó,

contesté al señor juez en respuesta a sus preguntas que

según los documentos que tenía Zaña, esos terrenos y otra

mayor extensión pertenecía al pueblo, y al mismo tiempo

don Tomás Valdivia robusteció mis palabras, diciéndole al

juez que de dichos terrenos lo habían despojado a él y a


otros, destruyéndoles a sus sementeras. En este intervalo

don Baldomero me gritó diciéndome: “presente los

documentos”, y volteándome hacia él para contestarle, miré

que un Lázaro Rodríguez, de los tantos que estaban en

acecho, apuntaba su arma sobre mi persona y mirándolo el

juez, me salvó la vida abrazándome y llevándome hasta mi

casa, en donde se tomó una copa de cerveza y se encargó

al gobernador que elevase su parte a la subprefectura sin

omitir nada de lo que había cometido y reencargando el

orden al pueblo, se retiró el juez en compañía del doctor

Cornejo y de los dos escribanos que presenciaron todo lo

ocurrido entre vivas y aplausos por haberme salvado la

vida.

A los pocos días (18 de marzo) fue destituido el gobernador

porque no aceptó ni con las amenazas propuestas del

prefecto Juan Miguel del Solar, de rehacer los términos del

original de su parte que había elevado a la subprefectura, y

se nombró a Samuel Alva que desempeñaba el cargo de

comisario rural, destacándose en la población un piquete de

gendarmes al mando de un oficial llamado Manuel M. Tapia

Musso, y tanto este como el gobernador tenían orden de


capturarme; con tal motivo el pueblo resolvió que en

compañía de don Francisco Cáceres y de don Agustín

Linares, me constituyera furtivamente a la capital, y en su

representación solicitara audiencia del Presidente de la

República y le hiciera conocer los atropellos y vejámenes

que se le inferían al pueblo.

El 18 de mayo del mismo año, el magnánimo y altruista

audiencia en la que nos acompañó el generoso amigo Carlos

E. Iturrizaga, que desinteresadamente me favoreció en

mucho durante mi estadía en esa capital, y en vista de los

documentos y copia del plano antiguo (igual al que tiene la

Asociación Pro Indígena) de la población, que exhibí

acompañado a estos, mis razones y lágrimas y las del amigo

Iturrizaga, el señor Presidente me revistió de méritos que

no los merece mi humilde persona, me ofreció favorecer la

causa de Zaña, nombrando por cuenta del Estado un

abogado para su defensa, garantizándome que procuraría el

que no quedasen sin castigo Samuel Alva y Manuel Tapia

Musso, autores de los asesinatos inferidos al pueblo el 4 de

mayo del mismo mes, en los que se les quitó la vida a

padres indefensos y mujeres embarazadas, haciendo que


una de ellas (Mercedes Reaño) arrojará el feto por la parte

destrozada con los proyectiles, los mismos que han dejado

inutilizados a muchos, y el criminal Alva paseándose e

incorporado entre las sociedades de obreros de Chiclayo,

porque el fuero militar quizá lo ha beatificado. En la misma

audiencia el presidente dispuso que el señor Guillermo

Ferreyros fuera el prefecto del Departamento para que éste

le diera el informe que necesitaba; y en la audiencia

particular que me dio en su casa, como última de las dos

que me dio en palacio, me regaló cuatro libras en dinero

sonante para mi pasaje.

El señor Ferreyros antes de su retiro de la provincia, me

manifestó que ha había elevado con toda imparcialidad el

informe que le encargó el presidente y que opinaba el que

emprendiera mi viaje en su compañía para que evitara los

daños que se me querían hacer; porque no obstante las

garantías que me había proporcionado y que las había dado

a Zaña y demás pueblos como prefecto de Departamento,

se me había asaltado el 7 de julio de ese año a la una y

media de la mañana, con el fin de victimarse, pues así lo

denuncian las huellas existentes hasta hoy, dela descarga


de balazos que los asaltantes hicieron en la puerta de mi

casa que quedó perforada, descansando las balas en las

paredes de la primera habitación de cuyos agujeros las sacó

el teniente Juan Villasanta, quien desplegó su generosa

actitud en mi auxilio persiguendo a los forajidos, sin

poderlos conocer ni darles alcance porque su obra la

hicieron sobre sus acémilas.

El 22 de enero del año pasado se me aprehendió y para que

hubiera mérito para ello, se obligó a los peones y empleados

del mismo “Cayalti” y algunos de ellos de los que habían

visto y tomado parte activa en el suceso del 11 de marzo,

para que declararan que me habían visto, en compañía de

Francisco Cáceres Agustín Linares, José Gregorio García y

otros (que representábamos al buelbo en todos sus

reclamos), incendiar unos cercos de ducha hacienda.

Las hostilidades con que se me trató al principio, han sido el

finiqnito de la maldad y origen de que cayera gravemente

enfermo, y a pesar de ello se me miraba sin conmiseración

y se prohibía la entrada a la señora, tan necesaria para mi

existencia; los métodos de la localidad a última hora me

negaron su asistencia, no obstante el pago que se les


ofrecía; las imprentas no quisieron dar publicidad a todo lo

ocurrido, y sólo “La Abeja” lo hizo, negándose a recibir la

remuneración que se le hubiese pagado a los otros

periódicos; con muchas dificultades, (sacándome de la

cárcel en camilla haciendo que se me regresará a la misma

de la mitad de calle) se consiguió mi pase al hospital,

pagando para ello el adelanto de una quincena a 4 soles

diarios, según recibo que conservo; y sin tener en cuenta la

gravedad de mi enfermedad, se ordenó que cuatro soldados

me trasladarán a esta cárcel, porque según informes que

me han suministrado personas a quienes debe creérseles,

fue porque el Mayor de la policía Manuel Ruíz dio cuenta que

me había visto paseando disfrazado y no obstante esto se

verificó mi traslación en camilla antes de las 48 horas,

teniendo que luchar mi señora para que se le aceptada la

entrada para poder asistirme y suministrarme las medicinas

que recetaba el médico titular, las que guardo porque mi

familia me daba las de una curiosa Luisa Vera por no

inspirarle confianza las del médico.

Ya no se me hostiliza, y se me favorece con tenerme en una

habitación, separado de todos los presos, no obstante las


gestiones que por antagonismo ha hecho el subinspector

Edmundo Bravo, manifestando no reunir la habitación las

seguridades necesarias, y existir sospechas en mi persona,

tendentes a evasión, lo que me obligó a presentar un

recurso ofreciendo una fianza que destruyera esa

maledicencia y asegurara mi estadía en la habitación, cuyas

molestias han terminado sin necesidad de la fianza ofrecida,

porque ya no viene de guardia el mencionado Bravo; pero

no me falta el sufrimiento, principalmente con el abandono

que de mí han hecho la mayoría de mis defendidos,

instigados por el … sacerdote Artidoro Cacho, que sin temor

a su propia conciencia, ni alma de Dios que lo invoca como

su ministro, lo pone de testigo cada vez que asiste a los

oficios de la Iglesia y a nombre de él le dice al pueblo que

los he traicionado, vendiendo sus documentos a los señores

Aspíllaga y que él los ha visto, repitiéndoles esto en sus

visitas particulares y agregando que han sufrido el daño por

haber depositado la confianza en quien no es zañero, y que

no me den un solo centavo para los gastos del juicio, ni para

los míos; y esa gente despreciando el daño que les ha hecho

ese embustero, realizando la entrega de las reliquias de Sto.


Toribio de Mogrovejo (pectoral y esposa) al Obispo García

Irigoyen, cuyos comprobantes conservo y por ello se las

reclamé al mismo Obispo y me ofreció devolvérmelas; han

oído el consejo dándole cumplimiento más de un año a

excepción de algunas mujeres que desoyéndolo me mandan

de 2 a 6 soles mensuales o cada vez que pueden, por cuya

razón no rento a los que me defienden, principalmente al

íntegro y filántropo doctor José Rivadeneyra, que lo está

haciendo en Primera Instancia, sin interés alguno, sin tener

en cuenta la perversa situación en que nos encontramos con

la emisión del papel moneda y la de la enfermedad que

adolece.

El señor Pedro Mas, sucesor del señor Ferreyros, se

constituyó en Zaña, sin prevenírselo a ninguna persona, el

12 de Enero del año pasado, con el objeto de informarse

personalmente de los asuntos habidos entre el pueblo y

“Cayalti”, y quedó convencido escribiendo en su

memorándum de bolsillo las declaraciones que derramando

lágrimas le daban los ancianos señalándole los terrenos y

límites del pueblo así como los de donde se les había

despojado por última vez, la acequia y camino real que se


les había arrebatado, exponiéndole a la vez que diariamente

les arrebataban sus animales para encerrarlos en el corral

de la hacienda, para cobrarles dos soles por cada uno o para

que mueran de hambre al no verificar el pago; tengo

positivismo que el Sr. Mas, respetando las buenas

cualidades de que está revestida su digna persona, en

obsequio a la verdad no negará lo que dejo expuesto.

Siguiendo el hilo de la verdad, afirmóle que Dn. Julio Chávez

Cabello, sucesor del Sr. Mas, ordenó al gobernador de Zaña

Dn. Ricardo Velesmoro, oficial del piquete de gernarmes que

expulsara de esa población a mi familia, lo cual cumplió

dicho oficia, y viniendo a montar guardia en esta cárcel me

lo ha ratificado en la misma forma; y al entenderse mi

señora con el prefecto sobre el particular no le negó su

disposición, manifestándole que lo había hecho porque era

la que instigaba al pueblo contra “Cayalti”, y que en sus

manos estaba mi libertad y que me dijera que dejara

caprichos y “leyes” que no valían nada.

Aunque a los hijos del pueblo se les ha hecho cambiar,

dividiéndolos en opiniones para asegurar la mayor firmeza

para que me abandonen del todo, no terminan las


hostilizaciones que victiman las hostilizaciones que victiman

sus intereses, continúan llevándoles sus animales a la

hacienda “Cayalti” y a la del “Salitral” para explotarlos con

el impuesto de dos soles por cabeza, o divertirse con que los

inocentes animales mueran de hambre y sed encerrados en

el corral. El nombramiento y cambio de cada gobernador es

una nueva plaga devastadora para los habitantes en

general, porque cada gobernador representa a un verdugo

del siglo XV y un bujío cachafar, que llegan sin pantalones

como Samuel Alva y Abraham del Portal, y salen con plata,

alhajas que lucir, vacas lecheras, bestias enjaesadas,

chanchos gallinas y cuyes, dejando en la orfandad a

hombres y mujeres del valle de ciudad. El actual que se

llama Aurelio Matute y que desempeña los dos cargos, como

sus antecesores de gobernado y comisario rural es un

Caribe que está terminado la obra de devastación contra esa

pobre gente, que por no verse guillotinada por sus cuatro

costados y tener libertad por uno de ellos, se han sacrificado

para comprarle a don Roberto Luna el fundo Salitral y dejará

a la vez terminadas las divergencias habidas por

reclamación de tierras el pueblo y espetando el contrato


escriturario han entregado los primeros dividendos de diez

mil soles cada uno; y siendo el tal Matute arrendatario del

fundo, apoyado en los dos cargos que desempeña y en la

fuerza pública que tiene a su orden, se negó a entregar el

fundo y persigue a todos los accionistas y al que captura lo

tortura y flajela, pues lo acaba de hacer en Agosto último

con don Juan Manuel Aguilar Díaz, en quien hubiera

satisfecho sus instintos de caníbal si encuentra aquescencia

en el oficial Vicente Alcedo, que como jefe del departamento

no consintió que Matute sacara de la prisión, a las doce de

la noche, a Juan Manuel Aguilar Díaz para llevárselo al fundo

“Salitral” consiguiendo únicamente remitirlo como criminal,

después de los maltratos y torturas que le infirió, a

disposición del Subprefecto, quien declaró nulas todas sus

calumnias, pero dejándosele en el puesto por el apoyo de

“Cayalti”.

Este acérrimo procedimiento, aparte de otros anteriores,

tiene corridos a todos los accionistas de la compra venta en

referencia, privados de tomar la posesión que les

corresponde y de dar término al compromiso con la

conclusión del pago del último dividendo, y como este


malandrín se ha hecho temible con sus vandálicas acciones,

en que está acostumbrado como jefe de montoneras

revolucionarias, ninguno de los de Zaña se atreve a poner

en conocimiento de las autoridades superiores (aunque no lo

ignoran) las quejas que demandan su castigo y separación

de los cargos que en mala hora se le confiaron.

Siendo enemigo de la mentira, rectifícome en el contenido

de las seis fojas de la presente, y lo autorizo para que de

ella haga el uso que mejor convenga y ojalá fuera el de

darle publicidad, como me lo indica en la tarjeta que motiva

la remisión de ésta, teniendo presente que con fecha 23 del

pasado ha remitido a esa capital una relación igual, pero por

la premura del tiempo omití muchos puntos que van

constatados en esta, y dejo omitidos otros por no ser

tiempo de revelarlos y que si Ud. Lo tiene a bien se los

remitiré de que consiga mi excarcelación. En definitiva, le

comunico que por no aceptársele a “Cayalti” fuera del

término de “ley” sus testigos de prueba ofrecidos apelaron a

Trujillo, y con fecha 7 me comunican que en la Corte de esa

han perdido ese incidente, y por rechazárseles el recurso de

nulidad, han pedido copias del expediente y se van en queja


a la Suprema; ojalá pudiera Ud. influir para que se pida por

ese tribunal el original, para que procure visarlo y quedar

convencido de todas las anomalías y farsas aglomeradas en

ese expediente, con el único fin de darme la muerte en esta

cárcel por considerarse un crimen el haber reclamado los

derechos a un pueblo que me dio hospedaje entre los suyos.

Con las consideraciones y respetos de mi más alta estima,

me suscribo su atento y humilde servidor (José Mercedes

Cachay).

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