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La promesa triple.
Los primeros once capítulos de Génesis proveen una introducción cósmica y universal a
la historia de Israel. De acuerdo a estos capítulos, el dios creador ha sido despreciado y
olvidado por los humanos que él creó. De manera continua, los humanos han usado su
libertad moral para el mal. En Génesis 12, Yahveh reduce su enfoque, escogiendo a una
familia, de hecho, un individuo, a quien le da una orden y le hace una promesa. La
historia de Abram, el hijo de Taré (posteriormente conocido como Abraham) y su
familia, precedido por un listado genealógico en Génesis 11, es marcado por tema doble
de mandato divino y promesa divina. El escritor bíblico representa la migración de
Abram como una orden divina, el primer paso en este viaje que llevará en última
instancia a la formación de una nación en un pacto con Yahveh. Primero, vamos a
identificar a los personajes.
27 Estas son las generaciones de Taré: Taré engendró a Abram, a Nacor y a Harán;
y Harán engendró a Lot.
28 Y murió Harán antes que su padre Taré en la tierra de su nacimiento, en Ur de
los caldeos.
29 Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres; el nombre de la mujer de Abram
era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca
y de Isca.
El mandato divino es acoplado con la promesa de "Yo haré de ti," dice Yahveh, "una gran
nación y te bendeciré". Cuando Abram, su esposa Sarai, su sobrino Lot y aquellos que
viajaban con ellos llegan a Canaán, Yahveh le hace una promesa adicional: "daré esta
tierra a tu descendencia". Así, en unos cuantos versículos, el escritor ha establecido la
promesa triple que sustenta la trama bíblica que se va a desarrollar. Las promesas de
descendencia, bendición y tierra establecen una tensión narrativa para las historias de los
Patriarcas, pero también para la nación de Israel en libros subsecuentes. En las historias
de los Patriarcas hay una vacilación suspendida entre los episodios que amenazan con
extinguir la promesa de Yahveh y los episodios que la reafirman. Por ejemplo, las
Matriarcas Israelitas parecen ser un grupo singular infértil, y las líneas de sucesión
desafían las expectativas. En resumen, el proceso por el cual las promesas son cumplidas
es vacilante y tortuoso.
Existen cuatro pactos mayores en la Biblia Hebrea inicializados por Yahveh, como
expresión de gracia y favor divino. Dos de estos aparecen en Génesis: el pacto Noajída y
el pacto Abrahámico (o patriarcal). El pacto Noajída en Génesis 9:1-17 es de naturaleza
universal, que abarca toda la vida en la tierra. Este pacto enfatiza la santidad de la vida, y
Yahveh promete nunca destruirla de nuevo. En contraste, el pacto Abrahámico, es un
pacto con un solo individuo y por lo tanto se asemeja a un pacto de soberanía del antiguo
cercano oriente. Yahveh aparece como el soberano concediendo una tierra a un sujeto
favorecido. Un ritual antiguo ratifica el juramento. Las partes del juramento pasan el
cadáver dividido de un animal sacrificado, señalando simbólicamente su acuerdo de sufrir
un destino similar si violan el pacto. En Gen 15, Abraham corta varios animales
sacrificados en dos. Yahveh y solo Yahveh pasa entre las dos mitades. Por lo tanto, lo
sorprendente del pacto abrahámico es su carácter unilateral. Solamente Yahveh está
obligado por el pacto a cumplir la promesa que él ha hecho. Al parecer Abraham no está
obligado a nada. Así, es el sujeto, Abraham, y no el soberano, Yahveh, quien es
beneficiado por el pacto, lo contrario a las expectativas del lector.
Aún, el escritor bíblico va más allá al proveer una justificación moral para la concesión
de esta tierra a Israel. En la visión del escritor bíblico, Yahveh es el dueño de la tierra,
capaz de decidir y establecer quien va a vivir en ella. Los habitantes actuales habían
contaminado la tierra con derramamiento de sangre e idolatría. Cuando la tierra esté
completamente contaminada, escupirá a sus habitantes. Hasta que esta expulsión ocurra,
los descendientes de Abraham tendrán que esperar, "...porque la iniquidad de los
Amorreos no se ha cumplido" (Gen 15:16). Aquí, y aún más explícitamente en
Deuteronomio 9:5 la Biblia deja en claro que el pacto de Yahveh con Israel no es debido
a algún mérito especial o favoritismo. Más bien, Yahveh busca reemplazar a los
habitantes quienes, a diferencia de los habitantes anteriores, seguirán las reglas de
residencia que Yahveh ha establecido para su tierra.
Génesis 17 aparenta ser una segunda versión del mismo pacto, está vez por el escritor
sacerdotal. Hay algunas diferencias notables entre los dos relatos. Primero, la deidad se
refiere a si mismo como El Shaddai. Segundo, la promesa es extendida para incluir una
línea de reyes que saldrán de Abraham. Más aún, la deidad requiere que Abraham y sus
descendientes varones sean circuncidados como una señal perpetua del pacto.
12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por
vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier
extranjero, que no fuere de tu linaje.
13 Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y
estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo.
Génesis 17:12-13 RVR1960
original. Tal y como es el caso con muchos otros rituales y leyes, cualquiera sea el
significado original en el mundo antiguo o dentro de los ancestros de Israel, a la
circuncisión se le infunde aquí un nuevo significado, el rito pierde su asociación directa
con la maduración sexual y la fertilidad, y pasa a convertirse en un símbolo del pacto
eterno de Yahveh con Abraham y su descendencia.
Unos pocos versículos después de este anuncio sobre el estado estéril de Sarai, el
narrador detalla la promesa de Yahveh de hacer de Abraham una gran nación (Gen 12:2).
En retrospectiva, el lector entiende que ese detalle aparentemente irrelevante sobre la
infertilidad de Sarai establece una tensión dramática que correrá a través del resto de la
historia de Abra(ha)m, debido a que Abram no parece entender que la promesa se
realizara a través de Sarai. ¿Porqué debería de pensarlo así él (o el lector)? Yahveh no fue
específico. Él simplemente dice: "Yo haré de ti (singular masculino) una gran nación" y
no dice nada en referencia a Sarai, quien es estéril. Es muy probable que Abram suponga
que le espera otra compañera.
enoja con Abram. Tal pareciera que la moral de faraón es más integra en este sentido que
la de Abram.
En Gen 15 Abram parece haber perdido la esperanza de un heredero, diciendo "Mira que
no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa."
(Gen 15:3). Yahveh le repite a Abram su promesa de una descendencia innumerable y le
reafirma que su heredero será su propio hijo biológico. Abram confía en Yahveh (Gen
15:6), aunque permanece a oscuras en cuanto a la identidad de la madre. Esta vez la
promesa es sellada en un ritual solemne.
En Génesis 16, Sarai, aún sin hijo, se traga su orgullo y le ofrece a Abram su sierva
Egipcia Agar. El hijo que ella parirá será acreditado a Sarai ("quizá tendré hijos de ella."
Gen 16:2). Abram acepta el ofrecimiento. Pero cuando Agar se embaraza, no se comporta
de forma humilde, como se espera. Al contrario, actúa de manera arrogante hacia Sarah
("cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora." Gen16:4). La
sensación de fracaso y humillación de Sarai se vuelve más aguda. El que Abram no haga
nada para frenar a Agar, como debería, es sugerido por la exclamación de angustia de
Sarai: "Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira
con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo." (Gen 16:5). En este discurso, Sarai señala
que ella estaba cooperando al tratar de proveer un heredero, no debería de ser humillada o
desplazada en su propia casa después de tal acción. Abram muestra una falta de iniciativa
en esta disputa doméstica. No frena a Agar, tampoco pone atención al dolor de Sarai, y el
trato duro de Sarai hacia Agar hace que esta se vaya.
En el desierto, Yahveh le promete a Agar una descendencia muy numerosa para ser
contada (Gen 16:9), sugerentemente haciendo eco de la promesa dada a Abram en Gen
15:5 haciendo que el lector se pregunte si Agar realmente llevará el heredero. Yahveh le
dice a Agar que regrese a su casa, porque ella tendrá un hijo y lo llamará Ismael. El hecho
de que Agar comparta esta maravillosa noticia con Abram a su regreso, sugiere el hecho
de que Abram mismo nombra al chico Ismael, el nombre que Yahveh le había revelado
solo a Agar. Seguramente a Abram y a Agar, y presumiblemente a Sarai, usurpada y
humillada en su propia casa, debió de haber parecido que el niño que heredaría la
promesa del pacto había llegado. Cualquier lector que no este familiarizado con el final
de la historia podría haber llegado a la misma conclusión en este punto de la narrativa.
El último versículo de Génesis 16 nos dice que Abram tenía 86 años cuando Ismael
nació; el primer versículo de Génesis 17 nos dice que Abram tenía 99 años cuando
Yahveh se le aparece para confirmar el pacto. Así, trece años han pasado, trece años en
los cuales Abram, Agar (y probablemente Sarai) han creído que su querido Ismael es el
hijo de la promesa. Pero las esperanzas de Abram con respecto a Ismael comienzan a
desvanecerse como resultado de dos eventos importantes en el capítulo 17. Primero, al
reafirmar el pacto, la deidad ordena la circuncisión en el octavo día. Ismael tiene 13 años
y por lo tanto no puede cumplir este requerimiento del octavo día o pacto de la
circuncisión. Segundo, en Génesis 17, Yahveh finalmente es explícito con respecto a su
plan. Será Sara (como ahora se le conoce) quien dará a luz el hijo de la promesa.
Abraham (como ahora se le conoce) es incrédulo. "¿A hombre de cien años ha de nacer
hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?" dice, dudando de lo dicho por
Yahveh (Gen 17:17). Pero la deidad permanece en silencio ante la incredulidad de
Abraham. En ese silencio, Abraham se da cuenta de que Yahveh habla en serio. Va a
llevar a cabo su plan, el plan que Abraham ha puesto en peligro en algunas ocasiones.
Abraham protesta vigorosamente: "Ojalá Ismael viva delante de ti!" (Gen 17:18). Pero la
deidad insiste,
Sintiendo la tensión de Abraham por el rechazo de Ismael, Yahveh cede un poco, pero no
sobre el punto principal en cuestión:
Sarah puede ser un reflejo del tratamiento descuidado y humillante que ha recibido por
parte de Abraham en las dos ocasiones previas (Gen 12:12-13; 16:5).
La tercera indicación de que Abraham se resiste a plan de Yahveh ocurre en Génesis 20,
cuando Abraham, en pleno conocimiento de los planes de Yahveh sobre Sarah, permite
que sea llevada a la casa del rey Abimelec de Gerar. Si Abraham piensa que puede
frustrar los planes de Yahveh librándose de Sarah, se equivoca. La deidad interviene para
regresar a Sarah a su casa.
En el capítulo 21, nace el hijo de Sarah. Abraham lo llama Isaac ( ִיְצָחקde la misma raíz
hebrea que risa) y lo circuncida al octavo día (así Isaac se convierte en el primer Israelita
en recibir la circuncisión del pacto como fue estipulado en Gen 17). De nuevo, el nombre
Isaac puede que no refleje gozo, sino el sentido amargo de Abraham de que Yahveh le ha
jugado una broma. Ciertamente, Sarah siente ansiedad por creer que muchos curiosos se
burlarán de ella por tener un hijo a la edad de 90 años. Las palabras de Sarah en Gen 21:6
pueden ser leídas: "Elohim me ha hecho reír; ¡cualquiera que lo oyere se burlará de mi!".
Y, de hecho, en la fiesta que se da para el destete de Isaac, Sarah ve a Ismael (de algunos
17 o 18 años de edad) "burlándose" (la misma raíz )ְמַצֵחק, precisamente lo que más temía
(Gen 21:9). Herida por años de sentirse burlada y humillada por la madre de Ismael, los
celos y la amargura reprimidos de Sarah la llevaron a exigir la expulsión de Ismael para
que no usurpara a Isaac mientras su madre casi usurpaba a Sarah.
10 Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta
sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo.
Gen 21:10 RVR1960
Abraham está angustiado (otra señal de su lealtad subyacente hacia Ismael) pero sigue la
directriz de la deidad para atender los deseos de Sarah.
Es un desafió para los lectores modernos de la Biblia leer sin conocer el final de la
historia. La interpretación de Gen 12-21 presentada anteriormente es un intento de una
lectura ingenua. Leer la historia como si fuera la primera vez, libre de aserciones
tradicionales acerca del carácter obediente y fiel de Abraham, tratemos de entenderla bajo
una nueva luz, radical. Esta lectura pone de manifiesto la artesanía literaria del narrador
bíblico, quien cuidadosamente levanta ciertas expectativas solo para subvertirlas
dramáticamente. Finalmente, debemos de notar que la narración completa que corre de
Gen 12-21, el estira y afloja entre Abraham, Agar y Sarah, entre Ismael e Isaac, es
iniciada línea corta e irrelevante en Gen 11:30, un dato descartable que uno podría
fácilmente pasar por alto; "Y Sarai era estéril, no tenía hijo". Este es el poder y genialidad
de la narrativa bíblica.
Una de las más recientes líneas de pensamiento sobre el origen del monoteísmo nos lleva
a cuestionar la paternidad de Abraham en el nacimiento de Isaac además de la postura
minimalista que considera a los Patriarcas como personajes literarios más que físicos,
tenemos que lidiar con ciertos aspectos de la narrativa bíblica que resultan difíciles de
entender bajo el contexto cultural de la época, veamos el siguiente análisis.
Existen ciertos paralelos entre la primera pareja patriarcal Abraham y Sara con la pareja
de la divinidad Yahveh y Ashera. La idea que se nos da en el texto original sobre la
concepción de Sara, es un tanto inverosímil para nuestra mentalidad y visión occidental,
más no así para el contexto histórico-cultural bajo el cual se escribe, ya que, en la
antigüedad, el nacimiento de todos aquellos hombres cuya vida tenía un gran impacto en
su civilización, o bien, quienes eran de renombre, se consideraban como engendrados por
los dioses. En el caso de Isaac no es diferente, ya que, cuando Yahveh promete visitar a
Sara, en el texto en su idioma hebreo hace referencia a "entrar a" pudiéndose así dar una
connotación sexual y con ello indicando que Isaac es el producto de la unión de la
divinidad con Sara y no necesariamente de Abraham. Esta línea de pensamiento no es
algo nuevo, pues ya había sido planteada por Filón de Alejandría y posteriormente el
apóstol Pablo haría una distinción entre la naturaleza carnal de Ismael y la "divina" de
Isaac.
En la narrativa bíblica leemos: "Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió:
Aquí en la tienda." (Gen 18:9). Según la historia, aparecen tres hombres a Abraham y uno
de ellos es Yahveh, después de comer, preguntan a Abraham por Sara su esposa. Entre el
versículo 9 y el 10 existe un hueco literario, y los rabinos se dieron cuenta de ello, por lo
cual algunos trataron de sugerir las razones por las cuales aparece hueco. Al final todos
concuerdan en que Yahveh causa de alguna manera (si también a través del sexo es una
posibilidad), que Sara quede embarazada de Isaac.
Es bien sabido que los Israelitas primitivos rendían culto a sus ancestros. Abraham
representaba la fuente de la simiente de la nueva dinastía y era el proveedor de la tierra, el
señor del pacto (Baal berit en Hebreo), por lo tanto, pudo haber sido deificado en algún
punto y celebrado por sus descendientes. En el libro "The origins of Biblical
monotheism", Mark S. Smith, un académico prominente del antiguo Israel, ofrece
evidencia de que el panteón Ugarítico no solo era organizado, si no que funcionaba como
una familia real, donde El/Baal y su consorte Ashera, ocupaban el primer y más alto nivel
de la jerarquía. Ashera representaba a la madre diosa de los Canaanitas, muy a menudo
asociada con la Ishtar Babilónica (Astarte, Inanna) la reina del cielo y la diosa de la
fertilidad. Ashera era una de las principales diosas del antiguo Israel. Aparece después
del siglo 15 aec y era inicialmente reconocida como consorte de Baal, y posteriormente
de Yahveh que pasa a ser un nuevo nombre para Baal Berit y es posible que se le pueda
identificar con Sara la media hermana y esposa de Abraham siendo elevada al rango de
una deidad. Debemos de ver la etimología y la invención del alfabeto para entender como
es que Sara pudo haber sido conocida como la diosa Ashera. Los académicos creen que el
alfabeto fue inventado en Serabit el-Khadim, en las minas de turquesa por los
trabajadores Canaanitas que usaban múltiples pictogramas, cada uno representando una
consonante, para escribir palabras. El Egiptólogo Sir William Matthew Flinders Petrie,
lideró una expedición arqueológica a Serabit en 1905. El descubrió una esfinge con
extraños jeroglíficos. Más tarde se descubrió que no todos eran jeroglíficos egipcios. Se
demostró que algunos de estos símbolos eran las primeras letras de un alfabeto el cual
sería referido como Proto-Sinaítico. Estas esfinges tal como una piedra Roseta,
deletreaban una simple inscripción tanto en egipcio como en Cananeo.
Proto-Sinaítico precedió al hebreo moderno por más de mil años. El número y los
nombres de las letras se han conservado, pero sus pictogramas asociados han
evolucionado.
Baal Hadad.
Algunos especialistas sugieren que el título "aluf" ()אלוף, generalmente traducido como
"jefe" o "duque" en inglés, y dado a los descendientes de Ismael en Génesis 36, podría
haber derivado muy bien del pictograma de la cabeza de un toro ( ). De hecho, muchos
estudiosos asocian el título "aluf" con la letra ""א, aleph ()אלף, en hebreo, que también se
deriva de la cabeza de un buey. También es digno de mención que, hasta el día de hoy, la
letra aleph permanece asociada con lo divino y que el título Aluf todavía se refiere a los
oficiales de más alto rango del ejército israelita. Dados los estrechos lazos entre Canaán,
Egipto y Babilonia, es razonable creer que los cananeos habrían usado el pictograma de
un toro como símbolo de su rey-dios. Es por eso que se sugiere que tal vez los nombres
de los descendientes de Ismael hayan sido precedidos por el pictograma de una cabeza de
Nota: En hebreo, "s" y "sh" están representados por la consonante shin ""ש.
Tampoco había vocales o espacios entre letras en Proto-Sinaítico y en hebreo
antiguo. La coincidencia etimológica es perfecta.
Conclusión.
Todo parece indicar que ahora podemos encontrar evidencia textual que respalde la idea
de que el título Aluf podría haberse originado de una confusión entre la letra aleph y el
pictograma de la realeza para Baal. Parece que Ashera ofrece evidencia para esta idea.
Tal vez todo sea una coincidencia, sin embargo, ahora encontramos que la pareja divina
formada por Baal y Ashera coincide perfectamente con la pareja terrenal formada por el
Abraham y Sara. Podemos apreciar mejor cómo Mark S. Smith describió adecuadamente
esta característica particular del panteón Ugarítico sin siquiera darnos cuenta de que los
sacerdotes no solo estaban reflejando a una familia real, sino que en realidad habían
deificado a la pareja fundadora de Israel para la posteridad... Esto dará pie a muchos
debates seguramente.
A través de su libro, la autora nos indica que, en la antigüedad, mucho antes de la época
de los patriarcas, la mujer poseía poder político y autoridad religiosa para su comunidad.
La indicación directa dada por Yahveh mismo cuando delega la autoridad a Sara para
hacer todo lo que ella considere conveniente diciendo: "Lo que sea que ella te diga que
hagas, escuchala..."
1. Una estructura matriarcal: En base a esta estructura, los hijos del mismo padre, pero de
diferente madre no son considerados hermanos. Por eso no hay una mención inicial en el
capítulo 11 de Génesis de que Sara sea hermana de Abram, sino hasta más adelante en el
capítulo 20:12, aunque también es cierto que en las civilizaciones antiguas estaba
permitido casarse entre hermanos, esto constituía una unión de mayor peso y no se
consideraba incesto, tal y como podemos observar en Egipto con los faraones.
cuando dios mismo pregunta específicamente por ella diciéndole a Abraham: "¿Dónde
está Sara tu mujer? confirmando con esto que parte del motivo de la vista a Abraham era
tratar con Sara de manera personal, ya hemos hablado sobre el hueco que se observa en
esta narrativa, así que lo obviare en esta sección. Las otras matriarcas también tienen
experiencias directas con la divinidad, hablando específicamente de Ashera. Por ejemplo,
Raquel, quién hurta los Terafims (ídolos) de se padre Labán, y los reclama como herencia
de su madre (de nuevo la estructura matriarcal). muchos de los Terafims eran figuras de
Ashera hechas de arcilla las cuales se usaban cono oráculo.
4. Matrimonio sagrado. Según la historia, Abraham permite a Sara su esposa yacer con el
faraón y posteriormente con el rey filisteo Abimelec de Gerar, recibiendo a cambio
animales y riquezas, lo cual no es una costumbre Patriarcal, analizando a mayor
profundidad Teubal señala que existen muchos detalles que indican que Sara participó en
lo que se conoce como rituales de hierogamia, o matrimonio sagrado, lo cual era muy
común en la religión mesopotámica. Rituales como estos se realizaban en tiempos de
escasez o de desgracia durante el año nuevo en una tienda, cerca de árboles sagrados,
como el árbol sagrado de Mamre.
5. Infertilidad de Sara. Este es un patrón recurrente en las historias de las matriarcas, pues
las tres grandes matriarcas sufren de la misma condición. Esto anterior sería fácilmente
explicable si consideramos es rol de sacerdotisas, debido a este rango, la decisión de no
tener hijos es evidente. Podemos compararlo con el rango de "en" o "naditu". Ambos
rangos participaban en los rituales matrimonio sagrado, sin embargo, solo las "naditu"
podían tener hijos. Las sacerdotisas de Inanna, al igual que la diosa, se mantenían sin
hijos, mientras que las de Ashera, diosa madre, estaban destinadas a tener hijos.
6. Hijos por intervención divina. El que Sara finalmente haya dado a luz mediante una
intervención divina, refuerza la teoría de un matrimonio sagrado, ya que el hijo es
considerado como consecuencia de una unión divina de la deidad con su consorte. Esta
historia de nuevo se repite en las demás matriarcas considerabas estériles o infértiles.
Finalmente, Teubal argumenta que con la historia de Abraham y Sara se inició una era en
la que la posición de la mujer cambió de estar al mando a someterse bajo una cultura
estrictamente Patriarcal y perdiendo así el protagonismo que se esconde muy profundo en
la narrativa, muy probablemente al ser revisado por los editores posteriores de la historia,
quienes creyeron conveniente tratar de esconder los indicios de una cultura matriarcal en
pro de cambio de cultura que impero desde entonces.