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Colegio Nuestra Señora del Carmen

Departamento de Lengua Castellana y Comunicación


Profesor Emerson Tropa O.

ANTOLOGÍA DE POEMAS DE AMOR DE TODOS LOS TIEMPOS


PARTE I ANTIGÜEDAD CLÁSICA HASTA EL SIGLO XIX

Safo (poeta latina, siglo VI a. de C.)

IV VIII
Será tal vez hallada Morirás, bella joven;
simplecilla labriega, ni servirá ser bella,
si dulce amor hirióla ni quedará memoria
con su dorada flecha, de ti sobre la tierra,
Amor el rapazuelo porque las frescas rosas
de Venus Citerea, no has gozado de Pieria:
que con su blanda mano y así desconocida
doma las bravas fieras. irás a las cavernas
Y la joven hermosa del horroroso Dite,
nacida en la floresta, ni será quien te vea
siendo de amor tocada, cuando en las vanas sombras
ya suaviza y templa, des fugitivas vueltas.
las rústicas costumbres,
la esquivez de la selva,
plegando sus vestidos
con gracia y gentileza.

Catulo (poeta latino, siglo I a. de C.)

CARMEN II. CARMEN VII 


Vivamos, Lesbia mía, ¡amémonos! Me preguntas, oh Lesbia, cuántos besos 
Y démosles el valor de un as tuyos me sean suficientes, cuántos 
A los rumores de los ancianos severos. me sean demasiados. 
Los soles seguirán muriendo y volviendo a nacer; Cuan gran número de arena de Libia  
Pero, una vez que nuestra breve luz se apague, yace en Cirene, de la serpicio 
Sólo nos quedará una noche eterna plena, entre el oráculo del ardiente 
Que habremos de dormir. Jove y el túmulo del anciano Bato; 
Dame mil besos, y después cien, o cuantos astros nos ven, al callar  
Y después otros mil y otros segundos cien, la noche, enredados en amoríos; 
Y, sin parar, hasta llegar a mil más, y después cien. sólo esa cantidad satisfará 
Finalmente, cuando nos hayamos dado tantos a Catulo el loco, y demasiados  
miles, serán, y afortunados, 
Los dejaremos en el olvido, para no recordarlos, que ni contarlos podrán los curiosos 
Y para que nadie sienta envidia ni con sus malas lenguas hechizarlos.
Al saber que entre nosotros hubo tantos besos.

Horacio (poeta latino, siglo I a. de C.)

CARMINUM I. “Carpe Diem”

No pretendas saber, pues no está permitido, 


el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses, 
ni consultes los números Babilónicos. 
Mejor será aceptar lo que venga, 
ya sean muchos los inviernos que Júpiter 
te conceda, o sea éste el último, 
el que ahora hace que el mar Tirreno 
rompa contra los opuestos cantiles. 
No seas loca, filtra tus vinos 
y adapta al breve espacio de tu vida 
una esperanza larga. 
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso. 
Vive el día de hoy. Captúralo. 
No fíes del incierto mañana.
Ovidio

Fragmentos de El arte de amar

LIBRO PRIMERO
Si alguien en la ciudad de Roma ignora el arte
de amar, lea mis páginas, y ame instruido por
sus versos. El arte impulsa con las velas y el
remo las ligeras naves, el arte guía los veloces
carros, y el amor se debe regir por el arte.

No dejes tampoco de asistir a las carreras de


los briosos corceles; el circo, donde se reúne
público innumerable, ofrece grandes
incentivos. Allí no te verás obligado a
comunicar tus secretos con el lenguaje de los
dedos, ni a espiar los gestos que descubran el
oculto pensamiento de tu amada. Nadie te
impedirá que te sientes junto a ella y que
arrimes tu hombro al suyo todo lo posible; el
corto espacio de que dispones te obliga
forzosamente, y la 1ey del sitio te permite
tocar a gusto su cuerpo codiciado. Luego
buscas un pretexto cualquiera de conversación,
y que tus primeras palabras traten de cosas
generales.
Con vivo interés pregúntale a quién pertenecen
los caballos que van a correr, y sin vacilación
toma el partido de aquel, sea el que fuere, que
merezca su favor. Cuando se presenten las
imágenes de marfil en la solemne procesión,
aplaude con entusiasmo a la diosa Venus, tu
soberana. Si por acaso el polvo se pega al
vestido de la joven, apresúrate a quitárselo con
los dedos, y aunque no le haya caído polvo
ninguno, haz como que lo sacudes, y cualquier
motivo te incite a mostrarte obsequioso. Si el
manto le desciende hasta tocar el suelo,
recógelo sin demora y quítale la tierra que lo
mancha, que bien pronto recabarás el premio
de tu servicio, pues con su consentimiento
podrás deleitar los
ojos al descubrir su torneada pierna

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