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"LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS"

Los gallinazos sin plumas es un cuento del escritor peruano Julio Ramón
Ribeyro, publicado en 1955. La obra trata sobre dos hermanitos explotados
duramente por su abuelo, quien los obligaba a recolectar comida para un cerdo
en los basurales de Lima. Es uno de los relatos más famosos de la literatura
peruana.

RESUMEN DE LA OBRA LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS DE JULIO


RAMÓN RIBEYRO

Biografía corta de Julio Ramón Ribeyro

Nació en Lima, Perú, el 31 de agosto de 1929. Fue hijo


del comerciante Julio Ribeyro y la secretaria Mercedes
Zúñiga. Pasó su niñez y estudios escolares en el barrio
acomodado de Miraflores. En su juventud estudió Letras y
Derecho en la Universidad Católica.

En 1952 viajó a Madrid para estudiar periodismo y poco después a París para
dedicarse a la literatura. En esta ciudad escribió el libro de cuentos Los
gallinazos sin plumas que lo llevó a la fama. En 1956, escribió en Munich
Crónica de San Gabriel, si primera novela.

Desde 1961, radicó en París donde trabajó como periodista y en algunas


ocasiones como diplomático. También siguió escribiendo. En 1965, publicó sus
novelas Los geniecillos dominicales y en 1976, Cambio de guardia.

En 1983, ganó el Premio Nacional de Literatura. En 1993, regresó a Lima y


ganó el Premio Juan Rulfo de Literatura. Su afición a los cigarrillos le provocó
un cáncer y finalmente la muerte. Su deceso ocurrió en el Hospital de
Enfermedades Neoplásicas de Lima el 4 de diciembre de 1994.
Resumen de la obra Los gallinazos sin plumas de Julio Ramón Ribeyro

Efraín y Enrique eran dos niños pobres


que vivían con su abuelo don Santos, un
anciano ávaro y abusivo. El viejo tenía un
cerdo llamado Pascual al que quería
engordar lo más que se pueda para
venderlo a buen precio. Por eso obligaba
a sus nietos a ir por los basurales para
traer latas llenas de desperdicios
comestibles para el voraz chancho.

Así trabajaban los niños, hasta que Efraín


regresó con un pie sangrando por haber
pisado un vidrio roto. La herida se infectó
y pronto cayó en cama con el pie muy
hinchado. Entonces don Santos obligó a
Enrique a trabajar el doble para suplir la
ausencia de su hermano. Desde entonces
Enrique debía llenar el doble de latas de
comida para el puerco. Un día encontró
un perrito y lo llevó a casa para que haga
compañía a Efraín. El perrito fue
bautizado como Pedro y alegró los
dolorosos días de los niños.

Lamentablemente, Enrique cayó en enfermo de tos y fiebre. Pero el viejo don


Santos lo obligó a seguir trabajando. Uno de esos días, el niño volvió y vio que
su abuelo había matado al perrito y lo había dado de comida al cerdo.
Entonces Enrique le reclamó al viejo y éste lo abofeteó y lo mandó al suelo. El
muchacho agarró un palo y le golpeó en la cara. El viejo resbaló y se convirtió
en alimento para su propio chancho. Los niños huyeron de la casa.

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