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Liceo Técnico de Valdivia

ANTOLOGÍA DE POEMAS 2º MEDIO

TWO ENGLISH POEMS II de Jorge Luis Borges

¿Con qué podría retenerte?

Te ofrezco esbeltas calles, puestas de sol desesperadas, la luna de suburbios mal cortados.

Te ofrezco la amargura de un hombre que ha mirado largamente la luna solitaria.

Te ofrezco mis ancestros, mis muertos, los fantasmas que los vivos han honrado con bronce: al

padre de mi padre que murió en la frontera de Buenos Aires con dos balas que atravesaron sus

pulmones, barbado y muerto, a quien amortajaron sus soldados con una piel de vaca; a ese

bisabuelo, de la línea materna, que comandó, con veinticuatro años, una ofensiva de trescientos

hombres en el Perú, ahora sólo fantasmas sobre monturas desleídas.

Te ofrezco, sea cual fuere, la sapiencia que contengan mis libros, y la hombría y el humor que

contenga mi vida.

Te ofrezco la lealtad de un hombre que jamás ha sido leal.

Te ofrezco el núcleo duro de mí mismo que he guardado, de algún modo; el corazón central que

no comercia con palabras, no trafica con sueños, y no tocan el tiempo ni el placer ni las

adversidades.

Te ofrezco la memoria de una rosa amarilla vista al atardecer algunos años antes de que

nacieras.

Te ofrezco explicaciones de vos misma, teorías de vos misma, auténticas y sorprendentes

noticias de vos misma.

Te puedo dar mi soledad, mi oscuridad, el hambre de mi corazón; intento sobornarte con

incertidumbre, con peligro, con derrota.

HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO de Mario Benedetti

al "viejo" hache

Cuando era como vos me enseñaron los viejos


y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quién se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas
que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos

realmente botija no sabian un corno


pobrecitos creían que libertad
era tan sólo una palabra aguda
que muerte era tan sólo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula
olvidaban poner el acento en el hombre

la culpa no era exactamente de ellos


sino de otros más duros y siniestros
y éstos sí
cómo nos ensartaron
con la limpia república verbal
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros

y cómo nos vendieron un ejército


que tomaba su mate en los cuarteles

uno no siempre hace lo que quiere


uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos

por eso es que no puedo despeinarte el jopo


ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos

vos sabés que tuve que elegir otros juegos


y que los jugué en serio

y jugué por ejemplo a los ladrones


y los ladrones eran policías

y jugué por ejemplo a la escondida


y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre

botija aunque tengas pocos años


creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides

por eso no te oculto que me dieron picana


que casi me revientan los riñones

todas estas llagas hinchazones y heridas


que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre

pero también es bueno que conozcas


que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar

que tu viejo olvidó todos los números


(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos

y las calles y el color de los ojos


y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar
qué parada
qué casa

y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar
una cosa es morirse de dolor
y otra cosas morirse de verguenza

por eso ahora


me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder

uno no siempre hace lo que quiere


pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere
llorá no más botija
son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos

gritamos berreamos moqueamos chillamos


maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse

llorá
        pero no olvides

ESPANTAPÁJAROS 12 de Oliverio Girondo

       Se miran, se presienten, se desean,


       se acarician, se besan, se desnudan,
       se respiran, se acuestan, se olfatean,
       se penetran, se chupan, se demudan,
       se adormecen, se despiertan, se iluminan,
       se codician, se palpan, se fascinan,
       se mastican, se gustan, se babean,
       se confunden, se acoplan, se disgregan,
       se aletargan, fallecen, se reintegran,
       se distienden, se enarcan, se menean,
       se retuercen, se estiran, se caldean,
       se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
       se tantean, se juntan, desfallecen,
       se repelen, se enervan, se apetecen,
       se acometen, se enlazan, se entrechocan,
       se agazapan, se apresan, se dislocan,
       se perforan, se incrustan, se acribillan,
       se remachan, se injertan, se atornillan,
       se desmayan, reviven, resplandecen,
       se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
       se derriten, se sueldan, se calcinan,
       se desgarran, se muerden, se asesinan,
       resucitan, se buscan, se refriegan,
       se rehuyen, se evaden y se entregan.

Walking Around de Pablo Neruda

Sucede que me canso de ser hombre.


Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.


Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas


y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso


asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,


vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.


No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,


a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos


colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

LO FATAL de Rubén Darío

DICHOSO el árbol, que es apenas sensitivo,


y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,


y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,


y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

BALADA de Gabriela Mistral

Él pasó con otra;


yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!

Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!

El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!

El irá con otra


por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiera callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!
DESPEDIDA de Jorge Teillier

...el caso no ofrece


ningún adorno para la diadema de las Musas.
Ezra Pound

Me despido de mi mano
que pudo mostrar el paso del rayo
o la quietud de las piedras
bajo las nieves de antaño.

Para que vuelvan a ser bosques y arenas


me despido del papel blanco y de la tinta azul
de donde surgían los ríos perezosos,
cerdos en las calles, molinos vacíos.

Me despido de los amigos


en quienes más he confiado:
los conejos y las polillas,
las nubes harapientas del verano,
mi sombra que solía hablarme en voz baja.

Me despido de las Virtudes y de las Gracias del planeta:


Los fracasados, las cajas de música,
los murciélagos que al atardecer se deshojan
de los bosques de casas de madera.

Me despido de los amigos silenciosos


a los que sólo les importa saber
dónde se puede beber algo de vino,
y para los cuales todos los días
no son sino un pretexto
para entonar canciones pasadas de moda.

Me despido de una muchacha


que sin preguntarme si la amaba o no la amaba
caminó conmigo y se acostó conmigo
cualquiera tarde de esas que se llenan
de humaredas de hojas quemándose en las acequias.
Me despido de una muchacha
cuyo rostro suelo ver en sueños
iluminado por la triste mirada
de trenes que parten bajo la lluvia.

Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia 
-la sal y el agua
de mis días sin objeto -

y me despido de estos poemas:


palabras, palabras -un poco de aire
movido por los labios- palabras
para ocultar quizás lo único verdadero:
que respiramos y dejamos de respirar.

EL CAFÉ de Miguel Arteche

Sentado en el café cuentas el día,


el año, no sé qué, cuentas la taza
que bebes yerto; y en tu adiós, la casa
del ojo, muerta, sin color, vacía.

Sentado en el ayer la taza fría


se mueve y mueve, y en la luz escasa
la muerte en traje de francesa pasa
royendo, a solas, la melancolía.

Sentado en el café oyes el río


correr, correr, y el aletazo frío
de no sé qué: tal vez de ese momento.

Y en medio del café queda la taza


vacía, sola, y a través del asa
temblando el viento, nada más, el viento.
¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA? DE GONZALO ROJAS

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida


o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer


ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra


de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

LOS HERALDOS NEGROS de César Vallejo

Hay golpes en la vida, tan fuertes...¡Yo no sé!


Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras


en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o lo heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,


de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como


cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

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