Está en la página 1de 3

ESTUDIO SOBRE JEFTÉ: DIOS SIEMPRE NOS DA LA

OPORTUNIDAD DE PAGAR CON UN BIEN, EL DAÑO QUE


NOS HAN HECHO.
( Jueces 11: 5- 11)

¡Qué difícil es, amados hermanos, pasar por alto las ofensas que nos hacen! Y
es el doble de difícil, no devolver el daño que nos han hecho cuando tenemos
la oportunidad… ¿Si o no?

En el mundo existe este dicho muy popular: “Ojo por ojo y diente por diente”

Y esto es así, por que vivimos en una sociedad y en un mundo gobernado por
satanás, tan corrompido que se acepta es normal que las personas se venguen o
quieren pagar con la misma moneda (como dicen por ahí) a quienes les han
causado daño.

E incluso para nosotros amados hermanos, que conocemos la Palabra de Dios


y que sabemos que tenemos que amarnos y perdonarnos, se nos hace muy
difícil perdonar las ofensas de nuestro hermano. Hay algunos que de una
manera u otra tratan de dañar o hacer sentir mal al su hermano, en lugar de
solucionar el problema.

Pero lo que en realidad pasa cuando nosotros actuamos así, es que


alimentamos el resentimiento y la rencilla que hay en nuestro corazón y que al
final sea uno mismo quien no se sienta en paz.

Y Jefté justo también se encontró en esta situación como esta:


(versículo 5 al 7)
De entrada, con esta primera respuesta de Jefté nos damos cuenta el dolor que
le causó el menosprecio de los demás. Dice que les preguntó:

En esa época, el ser hijo de una ramera era un estigma que deshonraba a una
persona desde que nacía. De hecho, en Deuteronomio 23: 2 la ley de Moisés le
prohibía reunirse en la congregación del Señor con el resto del pueblo.

En pocas palabras, él estaba totalmente exiliado.

Y lo peor para Jefté era que la causa de su menosprecio no era por algo que
hubiera hecho, o por un mal acto que hubiese cometido, sino por algo tan
ajeno a su voluntad como las condiciones a su nacimiento. Podríamos decir
que era normal que Jefté se comportara de esa manera con ellos.

Aquí abro la pregunta: ¿Qué haríamos nosotros en el lugar de Jefté?

Muchas veces, nosotros dejamos endurecer nuestro corazón por el daño que
nos han hecho otras personas. Hay algunos que dicen: “yo soy así, porque me
lastimaron.. me hicieron esto.. me trataron de esta manera..”

Por supuesto, hay situaciones en las que verdaderamente las personas actúan
con el fin de herirnos y lo consiguen, pero si nosotros nos depositamos en las
manos de Dios, y dejamos que sea Él, el que juzgue por nosotros podremos
tener nuestro corazón en la paz que Él nos da.

Y eso fue lo que hizo Jefté: (continuamos leyendo el versículo 8)

También podría gustarte