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1. Ambientes de la época.
2. Asunción durante la ocupación.
3. Actividades de los exiliados paraguayos.
4. Desavenencias aliadas.
5. Exigencias de Paranhos y respuesta de Varela.
6. El Protocolo del 2 de junio de 1869.
Introducción
A partir de 1 de enero de 1869, los aliados ocuparon la Asunción, y con ellos los miembros de
la Legión Paraguaya. Hacía ya un año que la Asunción había dejado de ser Capital de la
República, que como tal se había establecido en Luque, desde el 22 de febrero de 1868,
cuando la flota aliada forzó el paso de Humaitá, pocos días antes, el 19 de febrero. Antes de un
año, el 8 de diciembre del 1868, al inicio de las grandes batallas, por decreto del Mariscal el
cuartel general y por tanto la capital fue establecida en Piribebuy, quedando la administración
del Estado a cargo del Vicepresidente Francisco Sánchez –era la segunda evacuación-. El 9 de
julio de 1869 se producía nuevamente la evacuación de la tercera capital, a la villa de San
Isidro Labrador de Curuguaty. El 30 de octubre se traslada el cuartel general del mariscal López
a Villa Ygatimí y el ejército acampó a orillas del arroyo Ytamaramy. En diciembre se inicia el
nuevo y último peregrinaje del mariscal López hacia Cerro Corá, marchando y combatiendo sin
desmayo, a pesar del hambre, el agotamiento y las enfermedades que los diezmaban.
Aniquilado el ejército paraguayo en Lomas Valentinas y ocupada la Asunción, los aliados
consideraron inminente la terminación de la guerra y en consecuencia, llegaba la hora de
aplicar los términos del tratado de la alianza. Es entonces que los dos grandes de la Alianza no
se ponen de acuerdo- esa divergencia no era otra cosa sino la vieja rivalidad entre ambos. El
presidente de Argentina en aquel entonces era Faustino Sarmiento y su canciller Mariano
Varela. Estos dos no eran precisamente amigos de Paraguay, pero la opinión pública, por los
periódicos y los políticos que clamaban por negociaciones-de cuyos fracasos culpaban al
emperador del Brasil Pedro II. El otro aliado Venancio Flores, había sido asesinado en febrero
de 1869 en plena calle en Montevideo, la opinión uruguaya también clamaba por la paz.
Ínterin, los aliados que traían la guerra en nombre de la civilización, había sometido a la
Asunción y poblaciones vecinas como Luque y Piribebuy a un minucioso y escandaloso saqueo,
del que no se escaparon las Iglesias, los cementerios, todas las residencias fueron violentadas y
despojadas de sus efectos de valor, ni los archivos nacionales se salvaron, algunos fueron
quemados y el resto llevados al Brasil y a la Argentina, hasta los efectos de las Legaciones
extranjeras saquearon. En Piribebuy, los brasileños incendiaron hospitales con enfermos y
heridos donde se encontraban los enfermos y heridos, y decapitados el comandante de la
guarnición TCnel. Pedro Pablo Caballero, el jefe político Patricio Marecos y el maestro Fermín
López, éste comandaba los batallones 18 y 23 integrada por niño de la escuela de Villa Rica,
por citar algunos. Por otro lado cabe mencionar que el gobierno –de López- seguía
manteniendo relaciones diplomáticas, es decir, continuaban acreditados ante el gobierno del
mariscal López, el ministro de los E.E.U.U., Francia e Italia respectivamente. En diciembre del
1869, su hijo Emiliano López, era recibido en audiencia especial en la casa Blanca por el Pte.
Grant, demostrando con eso que el gobierno de los E.E.U.U aun no reconocía al gobierno
provisorio.
Para tratar la solicitud planteada por la comisión paraguaya se reunieron en Bs.As. José Da
Silva Paranhos por el Brasil, Mariano Varela por la Argentina, Adolfo Rodríguez por Uruguay.
Paranhos no cuestionó la formación del gobierno, pero sostuvo que en tal caso el gobierno
provisorio debía avalar con su consentimiento la plena aplicación del tratado de Alianza, es
decir, aceptar el compromiso de celebrar con el gobierno paraguayo provisorio los ajustes
definitivos de paz. La teoría de Paranhos era, que el futuro gobierno provisorio del Paraguay
tendría capacidad para celebrar tratados de paz con los aliados –por supuesto- con la
condición de aceptar las estipulaciones establecidas en el tratado secreto del 1 de Mayo del
1865. Respuesta de Varela: Sin embargo, Mariano Varela por la Argentina, apoyado por el
plenipotenciario uruguayo Adolfo Rodríguez, no comulgaban con la idea de Paranhos -
sosteniendo en cambio-, que los aliados debían negociar los tratados de paz, con el gobierno
constituido emanado de la soberanía nacional, es decir, con un gobierno permanente
legalmente establecido, elegido por el pueblo paraguayo, se entiende. Que no podían exigir –al
gobierno provisorio- la celebración de un tratado que comprometen los derechos e intereses
permanentes del país, además, por un gobierno nombrados por ellos. En ese sentido, el
canciller argentino Benito Varela sostenía frente a Paranhos que, *La victoria no da derecho a
las naciones aliadas, para declarar por sí límites suyos, los que el tratado señala*. Decía- Varela
a Paranhos, casi todas las naciones han mostrado horror a la guerra del Paraguay, por
desconfianza de nuestras intenciones, no debemos, por tanto, dar pretexto de que tales
recelos se confirmen. (Memorándum del 8 de mayo de 1869 citado por Sánchez). 4.-El
Protocolo del 2 de junio de 1869. Luego los aliados armonizaron sus divergencias y
establecieron por el protocolo del 2 de junio de 1869, las condiciones para el reconocimiento
del gobierno provisorio, bajo las siguientes consideraciones: Que el establecimiento del
gobierno paraguayo amigo, no altera ni los propósitos ni los fines de la alianza, y deja
subsistentes y con la misma fuerza los derechos de los beligerantes, y resuelven autorizar el
establecimiento de un gobierno provisorio, reconocer y tratarlo como amigo. Con algunas
condiciones como; 1-El gobierno provisorio que se establezca en el Paraguay debe ser
libremente nombrado por los ciudadanos paraguayos, que se hallen en territorio libertado del
dominio de López 2- Este gobierno debe constituirse en forma y con personas que den
garantías de estabilidad, paz y perfecta inteligencia con los gobiernos aliados. 3- Este gobierno
sin dejar de tener la libertad en el ejercicio de su soberanía nacional, se obligará a proceder de
acuerdo perfecto con los aliados hasta la terminación de la guerra con arreglo a las
prescripciones del tratado del 1/05/65. 4.- En consecuencia este gobierno no debe tratar con
López, ni con personas que lo represente, o sobre quien influya, porque del mismo modo
procederán los gobiernos aliados, y sus representantes diplomáticos y militares. 5.-La acción
de los generales aliados quedará enteramente libre e independiente del Gobierno Provisorio,
en cuanto al ejercicio de su jurisdicción militar. Ellos podían ocupar los puntos que crean
convenientes y necesarios, para aprovecharse de los recursos del país, salvo la propiedad
particular, cuyo uso daría derecho a indemnización. 6.-El Gobierno Provisorio, debía prestar
todo el apoyo que le sea posible para las operaciones militares de los aliados –ya sea personal,
material de guerra, víveres, etc. 7.- La jurisdicción civil y criminal del Gobierno Provisorio no se
extenderá a los cuarteles, campamentos e individuos pertenecientes a los ejércitos aliados. 8.-
Todos los individuo, navíos, víveres, forrajes y cualquier material pertenecientes a los ejércitos
aliados –sus proveedores se entiende- tendrán entrada y salida por el territorio de la república,
con excepción de todo impuesto o cualquier gravamen, y sin más fiscalizaciones que las que
establezcan los aliados Esta comisión debía aceptar todas estas condiciones por medio de una
nota reversal, impuesta por los Aliados, para que pueda ser reconocida el Gobierno Provisorio
a formarse. Aceptada las condiciones y con la autorización aliada, se reunió en Asunción el
Colegio Electoral el 5 de agosto de 1869, compuesto de 21 electores, se procedió a elegir el
gobierno provisorio: un triunvirato, cuyos miembros fueron: Cirilo Antonio Rivarola, Carlos
Loizaga y José Días de Bedoya- asumieron el 15 de agosto de 1869. Cirilo Antonio Rivarola, a
quien le correspondió los Ministerios de Instrucción Pública y Culto y el del Interior; Carlos
Loizaga se quedó a cargo de los Ministerios de Relaciones Exteriores, Justicia, Guerra y Marina;
mientras que a José Días de Bedoya le cupo administrar los Ministerios de Hacienda, Obras
Públicas, Agricultura y Comercio.