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1. Índice y sı́mbolo son empleados acá en el sentido que les da Charles S. Peirce, y junto con el
ı́cono constituyen las tres posibles instancias del signo. Un ı́ndice es un signo que mantiene con su
referente una relación directa y fı́sica de derivación y causalidad, como las huellas dactilares o las
impresiones de un pie en la arena. Un sı́mbolo, por otra parte, es un signo cuya interpretación
depende de procesos intelectuales abstractos de asociación no necesariamente conectados con un
referente por similitud o contacto fı́sico. El ejemplo clásico de sı́mbolo es el lenguaje escrito frente
al hablado. Finalmente, un ı́cono es una representación de la apariencia externa de un objeto,
como una pintura en donde hay una semejanza entre el objeto de la representación y lo represen-
tado mediante la similitud de sus caracterı́sticas externas. El ı́cono sigue un principio de similitud.
pudiera ser antes pensado como insignificante debe ser ahora observado,
examinado y reconfigurado dentro de un espacio de significación y análisis.
Las imágenes con las que Buñuel articula el cadáver y la escena criminal
no son simplemente evidencias, ı́ndices de objetos, acciones humanas o
comportamientos, sino que se refieren constantemente a las figuras de lo
liminal y lo alegórico que pretenden rearticular la pregunta por la muerte
misma. Se refieren, ası́, a una elaboración simbólica y no a una constatación
fáctica, al tiempo que parten de la lectura del cadáver como materialidad
mediada culturalmente. Es en esta mediación, no necesariamente evidente,
que se encuentra el inconsciente visual en Buñuel. La cámara es pensada como
un mecanismo que permite rearticular el carácter de la reproducción de lo
visual al darle a la imagen un estatuto simbólico, como signo susceptible de
interpretaciones asociativas, abstractas, no necesariamente conectadas con
un referente especı́fico. Las formas fotomecánicas que tradicionalmente
articularon visualmente el cadáver durante el siglo XX (tales como la foto-
grafı́a forense y la periodı́stica) lo presentaron esencialmente como una
instancia que articula la materialidad inmediata sobre la que puede justifi-
carse el estatuto epistemológico de un determinado discurso (forense,
periodı́stico, judicial, etc.). Estas tradiciones visuales piensan la imagen del
cadáver primero como ı́ndice que puede posteriormente devenir sı́mbolo.
Como se verá, en Buñuel, en cambio, el cadáver es ya originalmente sı́mbolo,
una figura liminal mediante la cual se articula la pregunta por la indefinición
semántica supuesta en el cuerpo en descomposición y en el consecuente
desdibujamiento de las matrices hermenéuticas que sirven para la constitu-
ción categórica de los bordes mismos de la subjetividad: interioridad y exte-
rioridad, visibilidad e invisibilidad, estados internos y estados de cosas.
Un deseo insatisfecho
In L’Age d’or the couple want to consummate their love, but they are again
and again prevented by some stupid accident; in The Criminal Life of Archi-
baldo de la Cruz the hero wants to accomplish a simple murder, but all his
3. Geoffrey Kantaris argumenta que las pelı́culas del ciclo mexicano de los cincuenta de Buñuel
deben pensarse en relación a lo que David Harvey llama “the urbanization of capital”: las conse-
cuencias materiales e inmateriales del rápido crecimiento urbano experimentado entre los treinta
y los sesenta en México. En este sentido, la clave de interpretación de la cinta se encontrarı́a no
solo en la articulación del deseo interrumpido, sino de manera más especı́fica en la manera en
que aborda “the circulation of new libidinal forces unleashed by the flows and counterflows of
people, money, commodities, and images at the heart of the urbanization of capital and cultural
modernization in Mexico City” (303). Aunque comparto la opinión de Kantaris, en este ensayo
me centraré en el rol del deseo y su interrupción como eje estructurador del film.
turns time into a very flexible and active entity, and activates the viewer’s
sense of time as no other medium does, even more so than cinema, with its
usual real time convention. It is the very freezing of time in still photogra-
phy and its strong sense as an index of real life and interrupted time that
gives it this power. Photography, then, turns the experience of viewing
photographs into a highly conscious and explicit awareness of time itself.
(179; mi énfasis).
Cuando el cine como medio registra la lectura del medio fotográfico, genera
un metadiscurso sobre la naturaleza misma de su apariencia de tiempo real.
El final de esta escena de lectura fotográfica marca la entrada del cadáver
en la pelı́cula. Esta entrada se da a través de una bala perdida y supone una
irrupción violenta y fortuita de los cambios sociales que trae la Revolución.
Marca, adicionalmente, el tránsito de la violencia polı́tica y social a la violen-
cia subjetiva y personal que constituye el eje de la cinta. El pequeño de la
Cruz contempla maravillado una caja de música que pertenece a su madre.
Su institutriz (Leonor Llausás), una mujer joven, le relata la leyenda de esta
caja que habrı́a pertenecido a un poderoso rey, quien la habı́a mandado
construir por un genio. Con ella, el rey tendrı́a la capacidad de matar a volun-
tad a todos sus enemigos. Haciendo uso de este poder, el rey mata a su mujer,
supuestamente adúltera. Motivado por esta historia, el pequeño de la Cruz
decide “probar” el verdadero poder de esta caja de música deseando la
muerte de su institutriz. Es justo ahı́ cuando la bala perdida entra por la
ventana (que pasa a subrayar/escenificar la relación entre el adentro y el
afuera, entre lo privado y lo público, en la que se enmarca la pelı́cula) para
herir mortalmente a la institutriz, quien cae al piso luego de haber recibido
el disparo. Archibaldo, fascinado, la observa con detenimiento (Figura 1), a
la par que atribuye este azar al “poder” de la caja de música.4 El segundo
fotograma subraya la mirada asombrada y erotizada con la que Archibaldo
contempla las piernas del cadáver de la joven y bella institutriz.
El cadáver se presenta en la pelı́cula en un primer plano que se detiene en
la herida producida en el cuello de la institutriz por la bala que le ha causado
la muerte. Cuando la institutriz cae ya muerta, su falda se levanta. El
pequeño Archibaldo observa fascinado las piernas destapadas de la joven
4. Dentro de la economı́a libidinal del film es relevante tanto el lugar en el que se desarrolla la
escena, como el hecho de que la vı́ctima es una figura de sustitución materna. Al respecto, Carlos
Jerez-Farrán afirma que “la familia nuclear que la escena plasma, y que en este caso incluye a la
nodriza por el rol que tiene en moldear al niño, queda representada como la sede del determi-
nismo psicosexual del individuo en el sentido que es ahı́, en el seno de la familia, donde se ejerce
la represión inicial del deseo que influirá en mayor o menor grado en la conducta patológica del
adulto [Archibaldo]” (181).
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Hernández Castellanos : e ns ay o d e u n c ri me n j 119
mujer, sus zapatos de tacón, sus medias elásticas. La cámara imita el movi-
miento de los ojos de Archibaldo deteniéndose en cada detalle. La voz en
off de Archibaldo ya adulto reconoce lo que la cámara nos ha confirmado
previamente: esta muerte le ha causado un placer erótico. En el pequeño
Archibaldo se da “el descubrimiento del sexo y del deseo, asociados con la
muerte de la institutriz y la placentera sensación producida al contemplar
sus muslos y su cuello ensangrentado” (Martı́nez Herranz 660). El primer
“asesinato” de Archibaldo está marcado por un doble deseo: homicida y
sexual. La relación que Archibaldo establece con el cadáver se articula a
través del registro de la necrofilia y del deseo interrumpido de su inscripción
erótica. Además, este primer accidente ocasiona que el joven Archibaldo rela-
cione sus dos placeres (homicidas y sexuales) con la caja de música con la
que jugaba en el momento de la muerte de su institutriz y con el supuesto
poder mágico que le permitirı́a convertir sus deseos asesinos en realidad.
Mediante esta escena se disparan las asociaciones que posteriormente serán
evidentes entre cadáver y fetiche (maniquı́). A esto se suma el hecho de que
la infancia se marca simbólicamente dentro de dos imágenes: la figura feme-
nina de la institutriz y la violencia de un incidente revolucionario (y por
tanto, de la historia polı́tica mexicana). Ambas imágenes se refieren a relacio-
nes de clase. Archibaldo pertenece a una familia aristocrática a la cual la
Revolución empieza a despojar, en gran medida, de su riqueza y posesiones
materiales y simbólicas (el asesinato de su institutriz marcarı́a alegóricamente
este proceso), y por tanto su trauma infantil se encuentra mediado a través
de los procesos sociales que definirı́an a su familia y a la nación mexicana.5
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muy comentada relación con el Surrealismo. Como lo plantea Paul Begin, “for the Surrealists
[inclusive Buñuel] the cinema was a space for social revolt and the exploration of sexual fantasies”
(539). En el contexto especı́fico de Ensayo de un crimen, Ernesto Acevedo-Muñoz posiciona la
pelı́cula dentro de una tendencia que Buñuel empezarı́a a desarrollar a partir de Él (1952), y que
implicarı́a tratar “Mexican issues or crises metaphorically as personal traumas” (136).
6. De manera muy sugerente, Martı́nez Herranz señala que con esta afirmación Buñuel realiza
“una reivindicación de la imaginación que entronca con la idea de que la acción de imaginar es la
única en la que se puede disfrutar de libertad absoluta”. En este sentido, esta afirmación tendrı́a
un carácter casi metacinematográfico que se referirı́a al credo estético por el que Buñuel rige
su pensamiento filmográfico y marcarı́a “toda una declaración de principios, casi una máxima”
(670).
7. Donnell sostiene que el insecto no es una mantis religiosa sino un saltamontes (“grasshopper”),
y que “[it] simply marks Archibaldo’s bucolic location. ‘Chapultepec,’ the name of the park,
literally means ‘hills of grasshoppers’ in Nahuatl” (287). Más allá de las discrepancias taxonómicas,
es difı́cil pensar que, dada la forma minuciosa en que Buñuel construye simbólicamente la escena,
este insecto simplemente “marque alegóricamente” un espacio geográfico. Más interesante es la
posición de Martı́nez Herranz, quien afirma que este insecto es una de varias referencias icono-
gráficas de Buñuel a Dalı́, quien repetidamente dotó en su obra pictórica a los insectos en general,
y a los saltamontes particularmente, “de un significado explı́citamente sexual” (675). En el
contexto de este ensayo lo fundamental es que, ya sea que se trate de un saltamontes o una mantis
religiosa, la connotación simbólica y sexual de este insecto determina la economı́a representacio-
nal del final de la cinta.
8. Algunos crı́ticos han visto en esta escena un final de redención para Archibaldo y un “final
feliz” para la cinta: “purged of his obsession to kill women, Archibaldo de la Cruz is redeemed as
a human being once again, symbolized by his rescue of an insect” (Mellen 18–19). La posición de
Evans es más compleja: “Most obviously, the closure conforms to the practice of comedy’s
preference for happy endings. Here, as if adhering to some Surrealistic form of deus ex machina,
the most suitable of the women Archibaldo has failed to murder appears magically to accompany
him out of the frame to a joint future of relative, even if necessarily ambiguous, happiness” (98).
Tal como comenta Rosalind Krauss acerca de esta descripción, “in this sense
of the double that stands at the border between life and death not as a
barrier, a maker of difference, but as the most porous of membranes, allow-
ing the one side to contaminate the other, the mantis, like the android, like
the robot, like the epileptic in seizure, is a messenger of the uncanny, a
harbinger of death. As, Freud says, is the doll” (The Optical Unconscious 172).
La mantis, entonces, participa de la misma categorı́a semántica de simula-
ción que aquella presente en el maniquı́ (muñeca)10 en por lo menos dos
9. En The Optical Unconscious, Rosalind Krauss utiliza la exposición de Caillois como parte de su
descripción de los conceptos claves de la estética surrealista. Es a esta lectura que debo el llamado
de atención sobre la mantis religiosa como “doble mecánico de la vida” prototı́pico de otros
androides fundamentales en la reflexión surrealista.
10. A pesar de las varias diferencias representacionales, históricas, de función e incluso simbólicas,
en este caso la muñeca y el maniquı́ pueden pensarse de manera análoga dada su caracterı́stica
central de ser modeladas a partir de la apariencia del (un) cuerpo humano. Ambas son instancias
de cosificación y representación icónica del cuerpo: signos visibles de cómo pensamos, deseamos
o imaginamos su representación ideal.
niveles. Primero, ambas son dobles no solo de la vida, sino en tanto marca-
dores de la pequeña zona porosa en la que se da la continuidad entre cuerpo
y cadáver, también mensajeros de la muerte, ejemplos paradigmáticos de lo
siniestro (Unheimlich). Particularmente en el sentido que originalmente dio
Ernst Jentsch a este concepto, esto es, como la profunda desazón producida
por la duda sobre si un objeto aparentemente animado está realmente vivo
o, por el contrario, si un objeto aparentemente carente de vida puede estar,
en efecto, animado.
Es en este sentido que el insecto sirve como ente analógico del maniquı́
(muñeca): ambos se presentan en Buñuel como instancias de lo informe y lo
inanimado capaces, paradójicamente, no solo de simular la apariencia de lo
vivo (la apariencia de cuerpo en el caso del maniquı́, el movimiento en el
caso de la mantis), sino —lo que es más sorprendente aun— de simular la
apariencia de la muerte misma.
El concepto freudiano de lo siniestro (Unheimlich), desarrollado a partir
del de Jentch, tiene en el contexto general de la pelı́cula de Buñuel una
segunda connotación importante. Mediante el concepto de Unheimlich,
Freud trata de abordar racionalmente esa extraña y súbita conmoción produ-
cida por el reconocimiento de que se está confrontado por el destino: la
repentina e incómoda sensación frente al reconocimiento de que nos encon-
tramos ante una experiencia profética e inevitable que en cualquier otro
contexto hubiéramos caracterizado simplemente como una experiencia
ocasional y fortuita. Esto sucede, de acuerdo a Freud, cuando el sujeto siente
que una ocurrencia azarosa ha sido, por el contrario, preparada para él, y
que detrás de una aparente aleatoriedad, se esconde realmente un mensaje
para ser leı́do. Justamente esto es lo que sucede al pequeño Archibaldo
durante el primer “asesinato”, el de la institutriz: la simple coincidencia de
la leyenda de la caja de música con su deseo por corroborar esa leyenda,
seguida por la infortunada (por tanto fortuita) muerte de la institutriz, son
leı́dos por Archibaldo como la consumación de un destino. La caja de música,
el maniquı́ y la mantis se articulan, ası́, en relación a su función como objetos
que marcan la irrupción de lo siniestro (Unheimlich) y por tanto, la sensación
que acompaña a Archibaldo durante toda la pelı́cula: su destino inevitable
de asesino.
En segundo lugar, la mantis y el maniquı́ comparten otro rasgo: el de ser
más que la suma de sus partes; o mejor dicho, comparten el ser un agregado
de partes que pueden intercambiarse, funcionar independientemente sin
relación a un todo. Su articulación es externa, independiente a ellos, y solo
If the body itself can be said to serve as hermeneutic matrix for the subject’s
construction of borders (outer and inner, visible and invisible, determinant
and indeterminate), then the putrefying corpse constitutes a direct and
apprehensible challenge to such constructions. As an entity that slips
between categorical signifiers, the putrefying corpse represents the ultimate
border problem. (Zimmerman 101)
Es por esto que el cadáver, una entidad material que, a pesar de habitar el
orden simbólico, no es susceptible de categorizaciones estables, derrumba las
fronteras entre lo orgánico y lo simbólico (Zimmerman 104).
Figura 4. Hans Bellmer. Untitled from “La poupée,” 1936. 䉷 [2016] Artists Rights Society
(ARS), New York / ADAGP, Paris. Reproducido con permiso.
Obras citadas
Acevedo-Muñoz, Ernesto. Buñuel and Mexico: The Crisis of National Cinema. Berkeley:
U of California P, 2003.
Bataille, Georges. “Formless.” En Visions of Excess: Selected Writings, 1927–1939. De
Bataille. Ed. Allan Stoekl. Trad. Allan Stoekl, Carl R. Lovitt y Donald M. Leslie Jr.
Minneapolis: U of Minnesota P, 1985. 31. Reimpresión de “Informe.” Documents 7
(1929): 382.
Begin, Paul. “Mutilation, Misogyny, and Murder: Surrealist Violence or Torture Porn.”
En A Companion to Luis Buñuel. Ed. Rob Stone y Julián Daniel Gutiérrez-Albilla.
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Benjamin, Walter. “Little History of Photography.” En Selected Writings, Vol. 2. Ed.
Michael W. Jennings, Howard Eiland y Gary Smith. Trad. Edmund Jephcott, Howard
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———. Mi último suspiro (memorias). Trad. Mary Ellen Mark. Barcelona: Plaza & Janes,
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Caillois, Roger. “La mante religieuse.” Minotaure 5 (1934): 23–26.
Donnell, Sidney. “If the Shoe Fits: Buñuel, Almódovar and the Modernist/Postmodernist
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