Está en la página 1de 274

Almy G. B.

Resistirse a lo prohibido.
A todos los que estuvieron
desde un principio,
A los que esperaban impacientes
por un nuevo capítulo,
A aquellos que siempre me apremiaron
para que siguiera escribiendo,
Pero sobre todo a aquellos que no
dudaron de mí ni un segundo.
Capitulo 1.
Sigo viéndome en el espejo sin terminar de irme. Mi cabello no quiere
cooperar esta mañana y ya no encuentro que hacer. Chloe pasará por mí en
minutos y yo sigo con mi problema matutino.
Bien, al diablo. Me hago una trenza a un lado y tomo un gorro.
—Esto debería ser suficiente —musito a la nada.
Tomo mi bolso y bajo a la cocina. Papá me regala una mirada burlona.
—Alguien parece haber tenido problemas con el peine hoy
—¿Tanto se nota? —pregunto a punto de llorar.
Él blanquea los ojos antes de besarme en la cabeza.
—Mejor come tu desayuno antes de que Chloe llegue —coloca un pla-
to con huevos revueltos y pan tostado frente a mí—. De verdad siento no po-
der llevarte
—Está bien papá, trabajaste hasta tarde no debiste siquiera hacerme el
desayuno
—Mi princesa no puede irse sin desayunar —se acerca a mí y besa mi
frente— ten un buen día de escuela
—Ten un buen día en la cama —digo mientras lo veo caminar hacia las
escaleras.
Siendo policía, había noches que tenía que pasar fuera o días completos
pero se las arreglaba para pasar la mayor parte del tiempo que podía conmigo.
Desde que mamá murió hace quince años no le he visto intenciones de tener
una relación. Pero quizás cambiaría pronto. En pocos meses terminaría la es-
cuela e iría a la universidad y no quería que él se quedara aquí solo.
La bocina de un auto me indica que Chloe está afuera así que rápida-
mente tomo mi zumo de naranja y salgo corriendo hacia afuera. De nuevo la
expresión burlona me espera.
—Ni lo menciones —advierto mientras subo al auto.
—Vale, pero debes admitir que tu pelo está gracioso
—¿Lara? —pregunto intentando ocultar mi enfado.
—Me escribió hace 15 minutos, ya está en la escuela ¿Puedes creerlo?
—suspiro.
—Le queda más cerca… —ella pone el auto en marcha.
—Vive en un mundo completamente distinto al nuestro —resopla—.
¿Me repites como fue que terminando siendo amigas?
Lara y Chloe no siempre están de acuerdo, siempre pelean porque tie-
nen una manera totalmente diferente de pensar lo que siempre nos lleva a “Na-

4
talie, decide” es bastante tedioso porque llegó el punto en que ambas se dieron
cuenta de que yo soy el lindo pegamento que las une y ahora nada se resuelve
sin mi presente.
—Somos las únicas que realmente la aguantan supongo
—Quizás tengas razón en ello —concuerda entre risas.

Lara está magnifica en su jeans ajustados, el sweater holgado violeta,


unos hermosos zapatos de tacón a juego y su brillante cabellera rubia cayendo
por su espalda, la copia exacta de su madre. Derek por su parte es idéntico a su
padre. Aunque Lara también tiene sus ojos. Esos profundos ojos azules que yo
conozco de cerca, aunque nadie debe saberlo.
Había sido un error, error que no puedo cometer otra vez.
—¡Demonios Chloe! —exclama—. ¿Que puede demorarte para llegar
tarde?
—No es mi culpa, digo nuestra, vivir lejos de la escuela —se defiende
Chloe—. Tú lo sabes Lara y cada vez estas más cerca de ganarte un puñetazo
en la cara por restregárnoslo en cara
Oh, oh.
—Oigan ya basta —me meto entre ellas, que me miran hacia abajo.
Mal momento para ser más baja que ellas—. Lara entiende que nosotras no
tenemos su mismo estatus económico —la miro fríamente y ella asiente—,
solo se exasperó porque llegamos un poco tarde. Eso es todo Chloe no formes
drama
—Necesitas dejar de salvarle el culo —exclama esta.
—No sería nada divertido, me harían tomar bandos si se dejan de
hablar y no quiero eso. Las quiero a ambas chicas —Chloe ríe ante mis pala-
bras.
—Llevas más años conociéndome, debería valer si algún día no estás
en algún encontronazo de Lara y yo —esta vez fue el turno de reír de Lara.
—Ella sale con mi hermano, debe pesar también ¿No?
—Tiene un punto —corrobora Chloe.
—Vamos a clase chicas —entrelazo mis brazos con los de ellas y las
insto a caminar.
—Hablando de chicos —sonríe Lara—, ¿Se vería mal salir con Nick el
viernes? —Chloe resopla.
—¿Que de mal puede tener eso? Por Dios Lara, el chico está para chu-
parse los dedos —le frunzo el seño a Chloe.
—Hey, tú tienes novio y muy colado por ti así que deja de decir esas
cosas —ella blanquea los ojos.
5
—Solo dejaba un punto claro. ¿Entonces? ¿Saldrás con él? —pregunta
dirigiéndose a Lara.
—Posiblemente, iremos a bailar o eso me ha dicho —desacelero el
paso al ver que llegamos a mi casillero—. Por cierto Natalie, diré en mi casa
que me quedaré contigo —le frunzo el ceño.
—¿Te vas a quedar con él?
—Claro cariño, lo ha dicho Chloe: está para chuparse los dedos. Y tie-
ne razón —se tira el cabello detrás del hombro—, solo hay que ver si solo es a
la vista, si saben a lo que me refiero
Chloe y yo nos miramos momentáneamente.
—Nena ¿De dónde sacaste ese apetito sexual? Porque la semana pasa-
da recuerdo perfectamente que estabas muy activa sexualmente con Daniel en
tu auto —Lara se ruboriza.
—Chloe —sacude la cabeza—. Me gusta el sexo, no puede ser un pe-
cado —suspiro y abro mi casillero.
—Que no te oiga Derek porque estarás en problemas
—Como si tú y mi hermano no tuvieran su propia diversión —sonríe
pero yo no digo nada—. No me digas que ustedes no…
—Si —me apresuro a decir—, pero no con tanta frecuencia como tu
—Vale, Derek está en Atlanta —dice Chloe—. ¿Cómo podría tener
sexo seguido con Natalie cuando no está aquí principalmente? —cierro mi
casillero de golpe causando un estruendo.
—¿Podemos, por favor, no hablar de mi vida sexual en pleno pasillo?
No creo que los demás estudiantes estén interesados en ello —Chloe y Lara
rieron.
—Habrá tiempo para hablar de esto esta tarde ¿Aun sigue en pie vernos
en mi casa no? —pregunto Lara.
—Claro, no me lo perdería por nada —musita Chloe justo antes de que
la campana suene—. Bueno esa es mi señal, las veo más tarde
Yo por otro lado estoy reacia a volver a esa casa. Ha pasado un mes, un
mes desde que estuve allí y me las he arreglado para no volver o ver a Neal.
—¿Natalie? —miro a Lara que sigue junto a mi—. ¿Pasa algo? —
comienzo a caminar
—No ¿Por qué lo dices? —ella suspira mientras continua a mi lado.
—Has estado evitando ir a mi casa las últimas semanas ¿Paso algo? —
¡Si, tu padre y yo…!
—No —susurro— esta tarde, en tu casa. Lo tengo —ella sonríe.
—Chloe saldrá más tarde hoy pero como nuestra última clase es juntas,
podemos esperarla allá ¿Vale? —asiento.
6
—Vale, te veo más tarde —murmuro y camino lo que quedaba del pa-
sillo hasta mi clase.

Derek: Estoy deseando verte este fin de semana


Sonrío. Me he salvado de un castigo por retraso pero me senté detrás
de todos. Lo que me da la posibilidad de testearme con Derek sin ser descu-
bierta.
Yo: me divertiría mucho más contigo aquí, como sabrás la señorita
Malone no es muy imaginativa en sus clases
Derek: solo 5 meses Natalie, 5 meses y estarás conmigo aquí
Eso es. Cinco meses y dejaré atrás a Neal y todo lo que sucedió esa
noche en el invernadero. Y demonios si me está costando no pensar en ello
cuando estoy con Derek.
Yo: ¿Estás en clase también? No hay problema si yo no presto
atención a mi clase de historia antigua pero tú… sé que tus clases son im-
portantes
Derek: estoy en un periodo libre, pero no estoy de acuerdo contigo.
Malone será un dolor en el culo pero deberías prestar atención a su cla-
se… no quiero un suegro cabreado por hacer que su hija repruebe por
testear a su novio
No puedo evitar dejar escapar una risita al leer su mensaje, lo que oca-
siona que toda la clase se gire hacia mí. Un ceño fruncido está al final —o al
principio— del aula.
—¿Le parece algo sobre la clase gracioso señorita James? —trago ner-
viosamente.
—No señorita Malone, no volverá a pasar —una mirada petulante me
hace sentir ganas de golpearla.
—Será mejor que así sea —fija su atención a otro punto y sigue con su
clase.
Yo: te llamo más tarde ¿Vale? Me acabas de hacer reír con tu ton-
to mensaje y me han descubierto.
Derek: lo siento por decir la verdad. Te quiero más :*
Deslizo el teléfono dentro del bolsillo de mis vaqueros y me obligo a
prestar atención a la señorita Malone el resto de la clase, que fueron 15 minu-
tos exactos.

Son las tres de la tarde cuando Lara y yo salimos del edificio de la es-
cuela unidas del brazo. Pero no estoy preparada para lo que nos está esperando
al final de las escaleras.
7
—¿Papá? —Neal se da la vuelta—. ¿Qué… que haces aquí?
—Hola a ti también —saluda él antes de mirarme—, hola Natalie
—Hola Sr. Black —consigo balbucear.
—Bueno, ya nos saludamos ahora si ¿Qué haces aquí? —Neal ríe y yo
casi me caigo de bruces.
—Tu madre quiere que la veas en el centro comercial, dijo que te estu-
vo llamando pero que no respondiste —dice despreocupadamente.
—Mi celular no ha sonado —frunciendo el seño, Lara busca su celular
en su bolso—. Oh demonios, mamá estará enojada
—¿Lo dejaste en silencio de nuevo? —pregunto.
—Si, supongo que tendremos que posponer la tarde de chicas ¿Vamos
al centro comercial? —muerdo mi labio.
—¿Y si espero a Chloe? Puedo hacerlo en la biblioteca o algo así, la
verdad no tengo muchas ganas de ir al centro comercial hoy
—¿Pensaban ir a casa? —pregunta Neal.
—Si papá, Chloe irá más tarde y supongo que Natalie también
—O yo puedo llevarla —propone.
Lo miro presa del pánico.
¿Estar a solas con él? No, no puedo ¡No quiero! Empiezo a balbucear
un indistinguible no cuando Lara aplaude.
—Gracias papá eso estará genial —ella me mira—. Nos vemos allá, no
dejes que papá te asuste ¿Vale?
Oh Dios, ayúdame.

8
Capitulo 2.
Ninguno de los dos dice nada en todo el trayecto a casa, pero mi mente
comienza divagando a esa noche, la noche en que mi mundo empezó a com-
plicarse. Y antes de que me de cuenta, el recuerdo me golpea como una bofe-
tada que no puedo esquivar.
Camino por el invernadero, oliendo los deliciosos aromas de las rosas.
Amaba este lugar, amo las rosas. De repente siento un ruido a mi espalda y
me giro, para ver al Sr. Black dirigiéndose hacia mí, vistiendo un pantalón de
chándal y una camiseta. Su mirada puesta en mí.
—Lo siento Natalie, no quise asustarte
—No hizo, solo pensé que estaba sola
—Te vi caminar hasta aquí y me preocupé ¿No deberías estar adentro?
—No podía dormir, siempre me ha gustado este lugar así que vine a
observar un poco —musito—. ¿Está mal? —él sacude la cabeza.
—¿Te gustan las flores?
—Me encantan —exclamo—. Es una suerte que la Sra. Black tenga
este lugar y pueda atenderlas, debe ser relajante —él hace una mueca.
—Camila no entra a este lugar, es la Sra. Linda quien las atiende de
vez en cuando
—Oh —muerdo mi labio—, eso es una verdadera lástima —él asiente.
—Como lo es que seas tú quien muerda ese labio —me congelo en mi
lugar.
—Lo siento ¿Cómo dice?
Él sonríe. La luz de la luna que entra por los cristales lo hace ver mu-
cho más guapo. Se acerca con lentitud a mí y me toma de las caderas. Un ja-
deo se escapa de mis labios cuando siento su erección, en el momento en el
que alzo la vista para protestar sus labios capturan los míos. Mis manos se
vuelven puños en su pecho mientras todo mi cuerpo se vuelve gelatina gracias
al contacto de sus labios contra los míos. Sus manos se desplazan a mi trasero
y lo estruja, haciéndome dar un grito ahogado por la sorpresa lo que él toma
como oportunidad para introducir su lengua.
Esto está mal. Sé en muchos niveles que esto está mal pero que arda en
el infierno si no se siente bien.
Mando al diablo los pensamientos de que está mal en el momento en
que subo mis manos a su cabello y tiro de este aun más cerca de mí. Sus ma-
nos calientes acarician mi piel bajo la camiseta de pijama y luego tira de esta

9
por encima de mi cabeza. La brisa fría que nos rodea hace a mis pezones en-
durecerse al instante.
Una sonrisa atraviesa su rostro.
—Sin sujetador, me gusta —susurra ahuecando mis pechos.
—Sr. Black esto…
—Shhh —me calla—, Neal para ti pequeña
—Neal esto… —gimo cuando pellizca mis pezones—, esto no está bien
—Te diré que no está bien y en este momento es que no estamos
haciendo mucho
Mira a ambos lados y de repente me lleva hasta una silla, se sienta y
me sienta a horcadas sobre él. Su erección hace que mi pantalón de chándal
haga fricción en mi clítoris y un gemido se escapa de mis labios sin poder
evitarlo.
—¿Sientes eso? —asiento—. La tengo así desde que cruce esa puerta
—Neal
Sus labios se vuelven a cernir sobre los míos, mientras continúa ator-
mentando mis pezones con sus dedos hasta que ya no le es suficiente. Baja sus
labios y succiona un pezón con ellos. Mi espalda se arquea al instante y dejo
caer mi cabeza hacia atrás por el placer que sus acciones conllevan.
—Me encantan tus pechos Natalie
Su mano izquierda baja a mi vientre, bajo el pantalón de chándal y mis
bragas. Me estremezco al primer contacto de sus dedos con mi clítoris.
—Siento tu humedad Natalie, me gusta. Me gusta mucho pequeña
Mis caderas se mueven incitándolo a más y él no lo duda ni un instan-
te. Un dedo se introduce en mi resbaladizo interior mientras con sus labios
hace un camino de besos desde mis pechos hasta mi cuello. Luego se traga
mis gemidos mientras mueve dos de sus dedos dentro y fuera de mí.
Los movimientos van aumentando, mis caderas se mueven más rápido
y mis gemidos son más fuertes mientras siento todo el placer acumularse en
mi interior. Una leve presión de su dedo pulgar en mi clítoris y me deshago
por completo en su mano. Me corro silenciosamente mordiendo mi labio infe-
rior para no gritar y mientras los espasmos de mi reciente orgasmo se desva-
necen empiezo a ver con claridad lo que acaba de pasar.
—Oh Dios —jadeo—, esto… esto está mal. ¡Maldición! —me quito
rápidamente de encima de él y busco mi camiseta—. ¿Cómo…? ¿Por qué de-
monios me hiciste hacer eso? —espeto una vez ya estoy vestida.
—Yo no te obligué a nada pequeña, y si no me equivoco lo disfrutaste
bastante —las lagrimas se acumulan en mis ojos.

10
—¡Por Dios! Soy la mejor amiga de tu hija ¡La novia de tu hijo! ¿Qué
está mal contigo?
—Lo mismo que contigo Natalie. Si te hubieras negado, hubiera para-
do
—Casi tenemos sexo —susurro—. ¿Qué está mal en mí? Tú y yo no
podemos…
—Shhh —rápidamente se acerca a mí y me abraza. Intento zafarme
pero no me deja—. Te dejaste llevar por algo que deseas, porque sé que me
deseas Natalie, como yo a ti y la única razón por la que en este momento no
estamos teniendo sexo es porque tienes diecisiete años. Soy abogado, conozco
las leyes
—Soy una horrible persona —susurro.
—No, no lo eres ¿Está bien? —se aleja un poco de mí sin dejar de mi-
rarme—. Te gustó, sé que te gustó. Así que no te hieras a ti misma por algo
que iba a pasar tarde o temprano
—¿Qué? —él sonríe.
—Llevas mucho tiempo gustándome pequeña. Mi hijo se adelantó pero
ahora seré yo quien te demuestre lo divertido que es estar con un Black —me
da un casto beso en los labios y se aleja hacia la casa.

El auto se detiene haciéndome entender que hemos llegado, pero nin-


guno de los dos baja del auto que ya está apagado. El silencio es incomodo,
por supuesto que es incomodo. No lo había vuelto a ver desde esa noche y yo
realmente no sé qué decir.
Aquella noche me había sentido mal, había engañado a mi novio con su
padre. No tuvimos sexo pero me corrí en su mano, me tocó donde se supone
ningún suegro debe tocar a su nuera. Pero a pesar de que sé que está mal —en
muchos, muchos sentido— la parte más retorcida de mí quiere repetirlo.
Demonios si, sé que está mal. Pero no puedo negarlo, él me atrae; mu-
cho. Desde que lo conocí pero nunca pensé que esa atracción fuera correspon-
dida. Siempre pensé que era una fantasía estúpida pero estaba ahí, la atracción,
las ganas. Quería que volviera a besarme a tocarme y no puedes luchar con
algo que tu cuerpo pide a gritos ¿O sí?
Mi puerta se abre.
—¿Bajas?
Tomando una profunda respiración, bajé del auto.
Ambos entramos a la casa en silencio de nuevo ¿Qué no tenía nada que
decirme?
—Has estado muy callada
11
—Sinceramente, no sé qué decir —admito.
—Puedes empezar por explicarme porque has estado evitándome el
último mes —me quito el bolso y lo coloco sobre el mueble.
—No te he estado evitando —él enarca una ceja cruzándose de brazos,
haciendo que sus bíceps se tensen ¿Por qué tiene que ser tan guapo?—. De
acuerdo, si lo he estado haciendo
—Eso no es lo que quiero saber y tú lo sabes. La pregunta aquí es ¿Por
qué?
—¿Por qué? —río secamente—. ¡Por lo que hicimos! Sabes perfecta-
mente lo mal que eso estuvo. No pude siquiera hablar normalmente con Derek
después de eso, ni siquiera he podido…
No sigo hablando.
—¿Qué no has podido Natalie? —sacudo la cabeza—. Natalie
No he podido estar con Derek sin que él esté en mi cabeza. Para mi
suerte, Derek solo había venido un fin de semana pero estuvo encima de mí
todo el tiempo. No pude negarle sexo porque podría sospechar algo, pero todo
el tiempo me sentí culpable porque en todo momento tenía Neal en la cabeza.
—Natalie —repite severamente.
—Me he sentido culpable cada vez que beso o tengo relaciones con
Derek
Neal se acerca a mí a paso lento. Retrocedo hasta que mi espalda toca
la pared y el aprovecha esto para acorralarme. Cierne su cuerpo sobre el mío y
acaricia mi mejilla con sus nudillos. Inmediatamente mi cuerpo reacciona a su
toque, mis pezones se endurecen y mi clítoris palpita.
Soy demasiado débil.
—Me aseguraré de quitarte esa culpabilidad pequeña —rosa sus labios
con los míos mientras habla—, no creo que te queden muchas ganas de estar
con Derek después de hoy —atrapa mi labio inferior con sus dientes y tira de
este—. Ya no hay nada que pueda detenerme —ladea la cabeza hasta que sus
labios hacen contacto con mi oreja—, porque hoy, estás cumpliendo dieciocho
años
Mis ojos se abren.
—¿Qué? —él sonríe.
—¿Lo has olvidado? Hoy es veintidós de enero
No, no puede ser ¿Se me olvidó mi propio cumpleaños? Un momento
¡Mi papá olvidó mi cumpleaños! Todos olvidaron mi cumpleaños, bueno no
todos.

12
Aquí está Neal, el hombre que se supone no debo tener en mente jamás
—aunque mi cuerpo lo pida a gritos así sepa que no debe hacerlo porque está
prohibido por muchas razones— y ha sido el único en recordarlo.
—¿Cómo es que te acuerdas de mi cumpleaños? —pregunto.
—Porque algo bueno puede salir de esto para ambos
—¿Ah, sí? ¿Qué cosa según tu?
Sonríe en respuesta, una sonrisa sardónica. Se mueve más cerca de mí,
apretado, muy apretado, haciendo que sienta su erección. Sus labios besan la
sensible piel de mi cuello enviando escalofríos por todo mi cuerpo y una de
sus manos llega a mi trasero y lo aprieta, la otra ahueca mi sexo.
Gimo.
—Estás mojada ¿Verdad? —¿Acaso puede saber eso por medio de mi
jean? ¿Tanta es mi excitación?—. Natalie, no me gusta que no me respondan y
tú lo haces a menudo
—Si, estoy mojada —él ríe volviendo a estar a mi altura.
—Lo sé
—Si te molesta que no te responda, deberías tener la misma cordialidad
—¿Aun no te has dado una idea de lo que quiero? —claro que lo hacía
pero quería que él lo dijera, eso… lo haría más real.
—Dilo —exijo.
—Alguien aquí es mandona —él sonríe antes de besarme—. Me gusta,
me gusta eso ¿Eres así de mandona en la cama?
—Responde Neal —Neal vuelve a reír.
—De verdad me gusta —se acerca a mi cuello y lame este para luego
succionar el lóbulo de mi oreja.
Mis piernas tiemblan como gelatina y estoy segura de que si no fuera
porque él está sosteniéndome, en este momento estaría en el suelo hecha un
desastre.
—¿Quieres saber que quiero Natalie? —asiento—. Quiero sexo, y tú también
lo quieres

13
Capitulo 3.
Neal cierra la puerta detrás de sí, mis labios continúan succionando los
suyos. No se han separado de estos en todo el camino desde la sala hasta la
habitación como tampoco lo hacen mis piernas, las cuales están firmemente
enroscadas en su cadera. Luego me deja sobre la cama y se queda parado fren-
te a mí, con la respiración tan entrecortada como la mía.
—Desnúdate, quiero ver realmente ese hermoso cuerpo, pequeña
Con más torpeza de la deseada logro deshacerme de mis zapatillas y mi
camiseta y nada más, ya que mi sweater quedó tirado en el medio de la sala.
Cuando voy a desabrocharme el pantalón, Neal me detiene.
—Déjame eso a mí
Me ayuda a levantarme y desabrocha mis jeans para luego bajar la bra-
gueta, el recorrido que hace deslizando mi ropa es exquisito. Solo puedo pen-
sar en sentirlo piel contra piel. Cuando ha terminado me ayuda a salir de este y
me agarra la cadera, sigue arrodillado y acaricia mi pubis por encima de las
bragas con la nariz, toma una profunda respiración y me mira entre sus pesta-
ñas. Inmediatamente siento mis mejillas arder.
—Hueles estupendamente pequeña —muerde mi braga y la desliza
hacia abajo, esta cae hasta mis pies—. Siéntate en el borde de la cama y abre
las piernas —ordena.
Hago lo que me pide exceptuando abrir las piernas.
—Las piernas pequeña —aun siento mis mejillas arder pero lo hago—.
Más, más, perfecto —acaricia mi mejilla—. Me gusta ver ese coño resbaladi-
zo, así veo cuan excitada estas —murmura arrodillándose—, y en definitiva
quiero probarlo
Su aliento cayendo justo sobre mi clítoris me hace estremecer. No he
tenido buenas experiencias con el sexo oral antes pero todo eso se me olvida
cuando su lengua me tienta dando suaves golpecitos al manojo de nervios en
mi sexo. Cierro los ojos y hecho la cabeza hacia atrás disfrutando de su mara-
villosa, maravillosa lengua.
—Abre los ojos —exige—, quiero que veas como disfruto de tu sabor
Abro mis ojos para verlo introducir su lengua en mí. Joder, la imagen
es tan erótica y excitante, quiero verlo pero al mismo tiempo quiero más. Inca-
paz de seguir aguantando esa posición, entierro mis dedos en su sedoso cabello
y dejo caer mi espalda en la cama.
Segundos después, él se detiene.

14
Abro mis ojos y me apoyo en mis codos dispuesta a protestar cuando lo
veo desvistiéndose. El hombre es realmente exquisito con todas sus letras.
Musculoso, de anchos hombros y cintura delgada. Con un camino de bellos
desde su ombligo hasta su… jadeo. Es grande, oh si, muy grande ¿Podría eso
caber en mí?
—Te has portado mal pequeña —murmura sonriendo—, te dije que
miraras
—Quiero… —humedezco mis labios.
—Oh, yo sé lo que quieres —cruza sus brazos y me mira burlonamen-
te—, pero no debería darte lo que quieres, no lo mereces
—Neal
—El sujetador, quítalo —lo hago sin pestañear, mis pezones endureci-
dos quedan a su vista—. Tan tentador como es divertirme un poco con ellos no
tenemos mucho tiempo, voltéate y quédate de rodillas —obedezco de nuevo—
. Eso es, me gusta cuando estas toda obediente pequeña —siento la cama hun-
dirse detrás de mí y rápidamente su pecho se aprieta contra mi espalda—. Me
tienes loco Natalie —susurra en mi oído—, no ha pasado una noche en que no
piense como será follarte, enterrarme en ti hasta el fondo —gimo—. ¿Te gusta
cierto? ¿Te gusta que te hable así? —asiento—. Háblame
—Si —muerdo mi labio cuando sus dedos se deslizan en mi interior.
—¿Qué quieres Natalie? Dímelo, quiero oír esa palabra salir de tus
labios
—Follame, ahora
—¿Tomas la píldora? —asiento—. Abre mas las piernas y apoya tu
pecho y cabeza en la cama, te voy a follar desde atrás —me estremezco.
Hago lo que me pide con rapidez, al instante sus manos van a mi cade-
ra y levanta más mi trasero. Puedo sentir su duro miembro tentar mi entrada,
penetrándome levemente pero volviendo a salir. Ante esto, muevo mi cadera
para sentirlo dentro completamente. Quiero más y él no me hace rogar. Me
penetra con fuerza, de una sola estocada, haciéndome gritar.
—Eso está bien pequeña —sale y vuelve a entrar con fuerza—. Te
sientes mejor que cualquier fantasía que haya tenido antes
Sonrío al saber que fantaseaba conmigo. Así como yo con él.
Dejo de pensar y solo me dejo llevar por sus rápidos vaivenes, dándo-
me cuenta que no era cariñoso o meticuloso. Me penetra con fuerza y salva-
jismo, lo que solo incrementaba mi excitación y no tardo mucho en alcanzar el
clímax, el orgasmo que me hizo gritar una versión indistinguible del nombre
de Neal. Posiblemente es uno de los orgasmos más intensos que he tenido en

15
toda mi vida, pero Neal se sigue moviendo, uno, dos, tres, cinco estocadas más
y soy consciente de su liberación en mi interior.
Caigo de bruces sobre la cama disfrutando de los aspamos post coito y
Neal sale de mí. Me acomodo para observarlo y me sorprende ver como se
viste con rapidez.
—Deberías hacer lo mismo —dice—, Lara y Camila no deben tardar
en llegar
Mi corazón se encoje cuando la realidad de lo que he hecho me golpea
¿Qué demonios he hecho? Tomo mi ropa y me visto con torpeza. Mierda,
mierda y más mierda ¿Cómo me metí en esto? Sacudo esos pensamientos de
mi mente y termino de vestirme. Sin siquiera voltear a verlo salgo de la habi-
tación.
¿En qué me he metido? ¿Cómo voy a verle la cara ahora a Derek cuan-
do me acosté con su padre? ¡Y EN LA CAMA QUE COMPARTE CON SU
ESPOSA!
Tomo mi sweater y mi bolso dispuesta a salir de esa casa cuando Neal
me detiene, confusión inunda su mirada.
—¿A dónde vas?
—No puedo estar aquí, no… lo que hicimos —sacudo la cabeza—,
estuvo mal Neal
—No parecías quejarte mucho hace un rato
—Eso no va a volver a pasar —espeto.
—No cuentes con eso —sentencia acercándose— no puedes negarme
que te gustó Natalie, o que no quieres que se repita porque no hay nada peor
que mentirte a ti misma
Levanto las manos para que se detenga.
—Me gustó, sí. Lo disfruté y mucho, pero no está bien… usted y yo…
—No me trates de usted joder, acabamos de tener sexo, no me trates de
usted —exclama tomándome entre sus brazos—. No puedes negar la atracción
que hay entre nosotros Natalie
—Neal por favor —antes de que pueda seguir hablando, me besa.
Trato de resistirme, lo intento como si mi vida dependiera de ello, pero
mi cuerpo responde ante él. Le respondo el beso con avidez hasta el sonido de
un auto nos hace separarnos.
—Está conversación no ha acabado —murmura sobre mis labios y se
separa de mí.
Lo veo subir las escaleras y yo intento recomponerme rápidamente,
porque sé que después de todo ese salvajismo de arriba mi cabello está hecho
un asco. Agradezco el haberme quitado el gorro en la escuela y en un nanose-
16
gundo me acomodo el cabello en un moño muy desaliñado, segundos antes de
que la puerta de entrada se abra y Lara entre riendo con su mamá.
—Natalie —exclama Lara—. Lo siento tanto, había olvidado por com-
pleto mi cita con el dentista
—No pasa nada —sonrío forzosamente.
—Hola Natalie, Lara no me dijo que vendrías pero que gusto que vol-
vieras —me giro hacia Camila.
—Es un gusto volver a verla como siempre Sra. Black
—Linda llámame Camila, eres la novia de Derek, la mejor amiga de
Lara, eres prácticamente de la familia ahora. Creo que el señor y señora está
sobrando por aquí, así que a Neal también llámalo por su nombre
—No creo que…
—Hablando de él ¿Dónde está papá? —pregunta Lara interrumpién-
dome.
—Aquí princesa —Neal aparece en la sala y besa a Lara en la meji-
lla—. Se tardaron, creo que Natalie se aburrió bastante ¿No, Natalie? —me
mira esperando una respuesta.
¡Maldito!
—No para nada, estuve todo el tiempo escuchando música —susurro.
—¿Y cómo es que Chloe no llega?
¿Chloe? Oh Dios la olvidé por completo.
Miro a Neal abrazando a Camila por la cintura pero mirándome a mí y
me pregunto ¿Cómo puede estar tan tranquilo? ¿Que acaso lo que ocurrió hace
unos minutos no le afecta en nada a la hora de ver a su esposa a la cara?
—La llamaré —murmura Lara caminando hacia la cocina distraída-
mente.
—¿Qué es eso mi amor? —Camila señala una pequeña caja que Neal
trae que yo no he notado hasta que ella lo nombra.
—¿Esto? —pregunta él con indiferencia—, es para Natalie —frunzo el
ceño.
—¿Para mí? —él sonríe y suelta a su esposa para acercarse a mí.
—Feliz cumpleaños pequeña —murmura tendiéndome la caja—. Por-
que tus dieciocho sean inolvidables
Oh, claro que lo serían.

17
Capitulo 4.
Me quedo helada.
Neal continúa sosteniendo su caja hacia mí mientras Camila murmura
cosas que yo no puedo entender. Estoy enfrascada en sus hermosos ojos azu-
les, ojos que hace pocos minutos me miraron con lujuria total.
—Tómalo Natalie, es para ti —humedezco mis resecos labios y tomo
la pequeña caja.
—Ya está, Chloe dice que… ¿Qué es eso Natalie? —miro a Lara que
viene llegando a la sala.
—Neal le ha dado un presente a Natalie por su cumpleaños —dice
Camila.
—¿Tu cumpleaños? Eso no es hasta el veintidós de enero —replica
Lara.
—Nena hoy es veintidós de enero —murmura Neal sin apartar sus ojos
de mí.
—¡¿Qué?! No, no puede ser ¿Me olvidé de tu cumpleaños? No papá, tú
debes estar equivocado —exclama Lara.
—No lo está —susurro—. Él, no… —la miro—, yo también lo olvidé
por completo pero hoy es veintidós de enero
—Natalie —Lara se abalanza sobre mí y me abraza—, debes pensar lo
peor de mí
—También lo olvidé Lara, todos lo olvidamos excepto… —miro a
Neal de nuevo—, excepto tu padre
—Aun no abres mi obsequio —dice este sonriendo.
—¡Oye! —se queja Lara—. ¿Cómo es que te acuerdas de su cumplea-
ños, le compras un obsequio y no me dices nada a mí?
Mis ojos se abren de sorpresa. ¿Qué le va a decir ahora?: “No lo olvidé
porque ansiaba tener sexo con ella y hoy lo podría hacer sin ningún impedi-
mento legal…” si claro.
—Supuse lo recordarías. Estuviste con tu madre en el centro comercial
hoy y pensé que le comprarías algo —dice con un tono inocente.
Si existe alguien capaz de engañar a un detector de mentiras, es Neal.
—Lo que sea —Lara me miro de nuevo—. Tenemos que hacerte una
fiesta ¡Son dieciocho! Y demonios —hizo un mohín—, soy la pequeña de us-
tedes de nuevo —blanqueo los ojos.
—En pocos días cumples dieciocho también —susurro haciéndola son-
reír.

18
—Haremos tu fiesta aquí y obvio que te ayudaré a matar a Derek por
olvidar tu cumpleaños es decir ¿Cómo un chico se olvida del cumpleaños de
su novia? Es como imperdonable
Derek… hace unos minutos no había pensado en él para nada, estando
con su padre.
—Ha estado bajo mucha presión Lara, seguro que se acuerda más tarde
—Ni hablar, me voy a planear la fiesta, ya solo tengo dos días para eso
y… —se detuvo, una mirada maliciosa atraviesa su rostro—, Chloe tendrá que
ayudarme —chilla corriendo escaleras arriba.
—Bueno, pobre Chloe —murmuro para mí misma.
—Feliz cumpleaños Natalie —Camila me abraza sobresaltándome pero
le devuelvo el abrazo como puedo.
Me siento una completa hipócrita.
—Gracias —susurro.
—Aun no abres esa caja ¿Qué pasa?
Abro con lentitud la caja, cuidando de no dañar el hermoso lazo que la
adorna, aunque no se compara con el hermoso collar que se encuentra dentro.
Es de una cadena delgada, con un diseño exquisito y sencillo. Parece de plata
pero soy una idiota con esos temas así que no puedo asegurar nada. El dije es
circular con diseños igual de hermosos que la cadena en sí con una hermosa N
en relieve. Era simplemente… perfecto.
—Está… —aclaro mi garganta—, está muy hermoso señor Black
—Basta con eso Natalie, llámalo Neal —me apremia Camila.
—Gracias Neal —lamo mis labios nerviosamente y luego miro a un
punto muerto por donde Lara se marchó—. Si Lara está ocupada será mejor
que me valla
—Ni hablar, te quedas a cenar ¿Verdad? —pregunta Camila.
—No, papá y yo siempre cenamos este día… puede que lo haya olvi-
dado por ahora pero seguro también lo recuerda más tarde
—Eso es una lástima —ella hace un mohín idéntico al de su hija.
—¿Por qué no ayudas a Lara mientras yo la llevo a casa? —propone
Neal.
Estoy a punto de replicar cuando Camila me interrumpe diciendo que
es una magnífica idea, se despide de mí con un beso en la mejilla y sube las
escaleras. Dejándome a solas con Neal.
—No es necesario que me lleves —digo tras voltearme y tomar mi
bolso.

19
—Si, si lo es. Tu y yo tenemos una conversación pendiente —aprieto
mis puños y me doy vuelta dispuesta a decirle que no cuando me calla con un
beso—. Sin peleas pequeña, odio que me digan que no
Su cercanía me desvanece todo pensamiento claro, asiento y lo veo
sonreír.
—Date la vuelta, si no mal recuerdo los collares van en el cuello
Me quita el collar de las manos y me doy vuelta. El contacto de sus
dedos en mi cuello me manda corrientes eléctricas por todo el cuerpo. Siento
que lo abrocha pero no se aparta, en cambio pega su cuerpo al mío.
—Para todos esa N podrá ser de Natalie. Pero para ti y para mí, signifi-
cará otra cosa —susurra en mi oído haciéndome jadear.
¿N de Neal? No, imposible. Es decir, él no… tengo que saberlo.
—¿N de Neal? —ríe roncamente en mi oído y se aleja.
—Tomaremos esa decisión de camino a casa

Para mi gran suerte, apenas puse un pie en el auto de Neal —luego de


despedirme de Lara, por supuesto— recibo una llamada de Chloe, y la mayor
parte del camino estuve hablando con ella. No se perdona no acordarse de mi
cumpleaños y me lleva bastante tiempo convencerla de que no es gran cosa.
Cuando por fin cortamos, ya estamos en mi calle. El auto se detiene
frente a mi casa y Neal lo apaga pero ninguno de los dos dice nada. Finalmen-
te, él habla.
—Tenía la esperanza de que tu padre no estuviera en casa —miro por
la ventanilla el auto de papá y lo miro de vuelta a él.
—Mal por ti —me desabrocho el cinturón de seguridad pero no puedo
abrir la puerta. Está trabada—. ¿La destrabas?
—Como está tu padre tendremos nuestra conversación aquí
—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar. Ahora déjame salir del auto
¿Vale? —él niega.
—Natalie por favor…
—No, por favor no Neal. Sé de lo que quieres hablar y no, lo siento
pero no —sacudo la cabeza—. Lo que hicimos estuvo mal y lo sabes
—Eso no quita el hecho de que lo disfrutaste —se gira para verme de
frente—, tanto o más que yo —estira su mano y toma un mechón de cabello
que se me escapó del moño.
Su contacto me hace débil. Esto no debe pasar.
—Sé que te mueres porque te toque otra vez —su mano cae en mi cue-
llo—. Porque te bese —se acerca—, y me entierre hasta el fondo en ti, peque-
ña
20
Quiero decir que no, debo decir que no pero mi cuerpo pide a gritos un
sí. Neal toma ventaja de mi batalla interna y me besa. Su otra mano se desliza
por mi muslo hasta mi entrepierna y lo presiona haciéndome gemir. Toma esto
como oportunidad e introduce su lengua que me explora toda la boca, de-
vorándome sin contemplaciones. Cuando por fin se aparta, mi respiración es
irregular y mis labios están hinchados, una sonrisa de triunfo atraviesa su cara.
—Puedes negarlo todo lo que quieras pero tu cuerpo dice otra cosa
—Parece usted estar muy seguro de conocer mi cuerpo —siseo.
—Claro que lo conozco ¿Ya se te olvidó lo que hicimos? Porque a mí
no —acaricia el lóbulo de mi oreja—. Además quiero repetirlo y tu también
—¡No! —me quito su mano de encima y señalo la puerta—. Necesito
bajar del auto ¡AHORA!
Él ríe y destraba la puerta, bajo y antes de cerrarla me vuelvo hacia él.
—Olvídate de lo que sucedió Neal, no va a volver a ocurrir
—No cuentes con eso pequeña, tengo muchas ansias de ese cuerpo.
Una sola vez no basta para mí —lame sus labios y luego prosigue—. Me gus-
tan los riesgos Natalie y en este momento, el riesgo eres tú —gruño y azoto la
puerta.
¿Pero quien se cree este? Camino a casa y tras azotar de nuevo la puer-
ta de entrada y la de mi habitación, me tiro en la cama. Es tan frustrante como
es de arrogante y confiado, tan seguro de que volveremos a tener sexo. Aun-
que no puedo engañarme a mí misma, estuviese mal o no había disfrutado ese
encuentro.
—No —exclamo a la nada.
Esto no puede ser. Él es el padre de mi amiga ¡De mi novio! ¡Tengo un
novio muy guapo al que desear! Aunque nunca me ha hecho el amor como
Neal, algo se había encendido en mí en ese encuentro. ¿Tal vez el salvajismo
con que me poseyó? ¿O que me diera mi primera buena experiencia oral? ¿O
simplemente el hecho de cómo me comía con la mirada y me hacía sentir de-
seada?
Solo recordar eso y ya quería tenerlo entre mis piernas de nuevo.
Para el momento en que me quito la ropa, mis pezones están duros y
mis bragas empapadas. Maldiciendo a Neal me meto bajo la ducha fría, repi-
tiéndome una y otra vez que dejase de pensar en Neal.
Pero no importa cuántas veces me lo dijera a mí misma, los recuerdos
no desaparecían. Sus labios en mi cuerpo, sus manos en mi cuerpo, su mirada
llena de lujuria.
Estaba completamente jodida, hasta el fondo.

21
Capitulo 5.
Cuando salgo de la ducha encuentro a mi padre sentado al borde de la
cama.
—Llamé a la puerta pero como no respondías, entré y escuché la ducha
—¿Cómo sabes que estaba aquí?
—Natalie nena, azotaste la puerta de entrada y luego esta ¿Crees que
estoy sordo? —mis mejillas arden.
—Lo siento papá
—No pasa nada pero… si me gustaría que me expliques porque esa
actitud. No es propio de ti azotar las puertas —suspirando me siento en la silla
de mi escritorio.
—No pasa nada papá —él frunce el ceño.
—Haber, te conozco desde que eras así —coloca su mano muy cerca
del suelo para dar énfasis en sus palabras—, a mi no me vengas a mentir a
estas alturas Natalie, porque sinceramente se te da muy mal
—De acuerdo
¿Ahora qué? El tiene razón, nunca he podido mentirle. Hasta cuando
perdí la virginidad me hizo decirle y si esa fue una conversación muy incómo-
da, no me imagino cómo sería decirle con quien tuve sexo hace unas horas.
Me llevo la mano al cuello y me topo con el collar que me regaló Neal.
Inmediatamente, sé que contarle.
—Papá ¿Sabes qué días es hoy? —una expresión de confusión cruza su
rostro.
—Miércoles, si no me equivoco
—No te equivocas pero no me refiero a eso, hablo de la fecha ¿Sabes
qué fecha es hoy? —lo piensa por unos momentos hasta que, dándose por ven-
cido, niega—. Veintidós de enero
—Imposible Natalie. Yo no me olvidaría de tu cumpleaños. Debes es-
tar confundida
—Lo mismo pensé yo papá, pero no —tomo mi bolso y saco mi celu-
lar—. Toma —se lo tiendo—, comprueba la fecha por ti mismo
Él lo hace y al instante me arrepiento. Creo que nunca lo he visto tan
triste en mi vida. Me acerco a él y lo abrazo.
—No pasa nada papá, yo también lo olvidé —siento como sus fuertes
brazos me rodean.
—¿Cómo que no pasa nada? Me he olvidado del cumpleaños de mi
hija, eso es imperdonable —río mirando el reloj.

22
—Aun no es hora de la cena papá, sabes que hacer
—¿Tus hotcakes con fresa y chocolate? —asiento.
—El cumpleaños aun no termina así que todavía puedes remediarlo —
reímos y él me estrecha más contra sus brazos.
—De verdad lamento haberlo olvidado Natalie
—Todos lo olvidaron, incluso yo
Riendo, sus brazos se alejan de mí.
—¿Derek no te ha llamado? Empiezo a cuestionarme que sea tan bueno
para ti como me hizo creer
—Derek es bueno papá —la mala soy yo—, ha estado bajo mucha pre-
sión últimamente, seguro que ya se acuerda
Mi teléfono que aun sigue en la mano de papá titila y él lo mira. Estiro
mi mano para que me lo estregue, pero en su lugar él responde la llamada.
—Parece que te he invocado
—¡Papá! —me abalanzo sobre él, pero me esquiva sin problemas.
—Le estaba reprochando a Natalie el porqué te olvidas de su cumplea-
ños y justamente llamas, menuda sorpresa —¡Demonios!, seguro es Derek—.
En fin hijo, se supone que me caes bien pero con todo esto. La has cavado has-
ta el fondo conmigo
—¡PAPÁ! —esta vez cuando me abalanzo logro quitarle el teléfono y
mientras oigo a Derek pedir disculpas sin parar lo fulmino con la mirada—.
Derek soy yo
—Natalie lo siento tanto. Tu cumpleaños, no debí olvidarlo y tu papá
seguro me quiere matar
—Tranquilo Derek nadie matara aquí a nadie
—Aun —dice mi padre lo suficientemente fuerte como para que Derek
lo escuche.
—Sal de mi habitación ahora —espeto empujándolo fuera intentando
no reír porque su risa es muy contagiosa, pero tengo a Derek al teléfono un
poco asustado no puedo hacer eso.
Cuando por fin cierro la puerta me siento en la cama y sigo escuchando
a Derek. Es divertido oírle cortarse todo. Recuerdo la primera vez que compar-
tieron un tiempo juntos en la misma habitación a sabiendas mi padre de que yo
era activa sexualmente con él. Derek estaba hecho un mar de nervios y mi pa-
dre no paraba de hacerle —hacernos— preguntas sobre una vida sexual segu-
ra.
Y pensar que Neal no necesita la aprobación de papá para acostarse
conmigo… Ese pensamiento hace que mi sonrisa se esfume.

23
—¿Natalie? ¿Estás ahí? —como puedo balbuceo un sí—. ¿Me odia tu
padre?
—No te odia Derek —él resopla.
—¿Estás segura? Porque parecía enojado
—Solo estaba bromeando
—Me sentí como el maldito día en que tuvimos la charla sobre sexo
seguro
—Ni me lo recuerdes
No solo por la incomodidad del asunto, pensar en sexo me hace pensar
en… Neal.
—De acuerdo princesa… por cierto, feliz cumpleaños
—Gracias Derek y antes de que te disculpes por haberlo olvidado, has-
ta yo lo hice… no hay nada de qué preocuparse. Incluso papá lo olvidó así que
sus amenazas no son tan validas
—¿Qué demonios…? Tu padre es… joder Natalie, me ha dado un sus-
to de muerte —vuelvo a reír.
—No le des importancia tonto —me burlo—. ¿Qué haces?
—En este instante, pensar en ti —mi corazón se encoje.
Maldita, maldita, maldita, maldita. Me lo repito mil veces. Jamás debí
engañar a Derek. Dios, soy una mierda de persona. Aunque no decía lo mismo
cuando estuve en la cama de Neal.
—…entonces es una suerte que valla este fin de semana —termina
Derek aunque la verdad no escuché mucho de lo que me dijo.
—¿Ehh? Si, si tienes razón
—Tengo pensado compensarte princesa —susurra roncamente.
—No quiero obsequios Derek —él ríe.
—No me refería a esa clase de compensación —muerdo mi labio a
sabiendas de a lo que se refería—. Te hecho tanto de menos —él usa la voz
que sabía me encantaba, que me pone a mil. Aunque esta tarde curiosamente
no causa nada en mí—. ¿Tu a mi no?
—Cla… claro Derek… siempre te echo de menos —miento—. Lara
está preparando una fiesta
Soy realmente horrible por cambiar el tema tan drásticamente pero
¿Qué otra cosa podría hacer? Aunque solo era una manera de retrasar lo irre-
mediable. El viernes estaría junto a él ¿Y qué haría? ¿Le negaría sexo? ¿A él,
mi novio? Cierro los ojos, intentando no pensar en cosas que aun no sucedían.
—Oh, bueno… eso es genial ¿No? —parece decepcionado y no lo cul-
po.

24
Usualmente teníamos charlas bastantes calientes por teléfono, claro
todo antes de lo que sucedió hoy.
—Puede ser
Charlamos un rato más hasta que me dijo que tenía que estudiar, para
cuando terminó la llamada con un “te quiero” mi respiración se cortó. Como
pude le susurré un “te quiero” de vuelta pero aunque él no lo notó, yo si me
sentí la voz rara. No debía pasar, un encuentro sexual no tiene porque arruinar
una relación de un año. Ni siquiera porque sea el padre de tu novio, eso solo lo
hace más malo pero no tiene porque arruinarme la relación con Derek ¿Ver-
dad?
Solo fue un pequeño desliz, no tiene porque significar algo ¿Pero es
suficiente? ¿Le echo la culpa al hecho de que estuve mucho tiempo en absti-
nencia sin Derek aquí y por eso me dejé abrir de piernas para Neal? ¿Sería
solo algo de un día con él? Bueno lo había dejado claro, eso no se repetiría
simplemente por el hecho de que no estaba bien. Eso es.
Me siento en la cama con una sonrisa. Mi novio estaría aquí en pocos
días y me haría el amor como siempre lo hacía. Lo que me haría olvidar todo
lo sucedido con Neal y mi vida volvería a la normalidad, lo hizo luego de la
noche en el invernadero, también lo haría ahora. Lo que necesito estar con
Derek.
Y mientras tanto, haría exactamente lo acordado. Fingir que no ocurrió
nada jamás.

Bajo a la cocina cuando casi son las ocho. Apenas pongo un pie dentro
el olor a hotcakes me invade. Papá se da cuenta de mi presencia y sonriendo
me señala un taburete de la barra.
—Un segundo más nena y todo estará listo —casi corro hasta el tabure-
te antes de sentarme en el.
—Huele delicioso papá —él sonríe.
—¿Sabes? Algún día tendrás que aprender a hacerlos
—¿Para qué? Te tengo a ti
—¿Qué pasará cuando estés en la universidad? No creo que Derek sea
tan buen cocinero —el comentario me hace reír.
—Bueno, eso te asegurará verme cada fin de semana por aquí —le ase-
guro guiñándole un ojo.
—¿Qué voy a hacer contigo Natalie? —hago mi cara más inocente.
—¿Amarme? —vuelve a reír y me pone el plato enfrente.
Rápidamente vierto fresas y sirope de chocolate mientras el solo le
coloca miel a los suyos.
25
—No sé cómo puedes comer eso así —sonrío.
—Llevo haciéndolo por años, ya deberías estar acostumbrado —él
asiente—. Hablando de la universidad ¿Qué pasará cuando no esté aquí? —
pregunto.
—Bueno, pasará que te extrañaré mucho —me aprieta la nariz entre
sus dedos índice y medio y luego vuelve a sus hotcakes.
—No me refiero a eso papá
—¿Ah, no? —lo fulmino con la mirada por hacerse el desentendido
pero solo hago que ría.
—Necesitas una novia papá —niega con la cabeza.
—No, no lo hago
—Si, si lo haces. Necesitas a alguien que te quiera mientras yo no esté
y lo sabes. Además, te estás haciendo viejo, lo que sea que quieras conseguir
es ahora o nunca —él blanquea los ojos.
—Que mentalidad la tuya… en su momento llegará Natalie
—Está bien “en su momento llegará” —me burlo—. ¿Pero qué pasa
mientras tanto? Es decir… ¿No te hace falta tener sexo? —papá tose al oírme
y yo sofoco mi risa.
—¡Natalie James! ¿Qué vocabulario es ese?
—Lo siento —vuelvo a hacerme la inocente—, ¿Demasiado confiado
de mi parte?
—Definitivamente demasiado confiado —pasa sus manos por su cabe-
llo y me mira—. Mira nena, sé que tienes relaciones con Derek —su mandíbu-
la se tensa porque sé perfectamente que le cuesta hablar del tema—. Agradez-
co que hayamos hablado del tema y que te estés cuidando pero de verdad no es
un tema con el que me sienta cómodo. Creo que ningún padre se sentiría
cómodo hablando de sexo con su niña
—Papá tengo dieciocho
—Para mi sigues siendo una niña —me acaricia la mano—. Siempre lo
serás y agradecería que tengamos estos temas fuera entre nosotros ¿Vale? —
asiento—. Bien, además desde que Derek se fue sé que no pasa mucho entre
ustedes y eso me tranquiliza —toma otro bocado y luego prosigue—, es bueno
saber que no eres tan activa en eso últimamente
Miro mi plato y suspiro.
Si tú supieras papá.

26
Capitulo 6.
—Natalie como lo siento —Chloe se lanza sobre mí y me abraza.
—Esta bien Chloe, no es la gran cosa
—¿Cómo que no lo es? ¡Es tu cumpleaños! No pasa seguido —suspiro.
—Solo es un número más —digo con indiferencia.
—No —sonríe—, ya es posible que hagas más cosas
Siento mis mejillas arder, inmediatamente recordando a Neal. Lo que
me dijo, lo que me hizo…
—Y te sonrojas ¿Qué no me estás diciendo?
—Eh ¿Yo? Nada —Cloe entrecierra los ojos en mi dirección, obvia-
mente no me cree ni una sola palabra—. Ayer se me salió preguntarle a mi
padre si no extrañaba el sexo
—Mierda ¿Cómo estuvo eso?
Así que la distracción funciona.
—Bien, bueno… no quiere que vuelva a hablar del tema —doy un
último bocado a mi gelatina—. Curiosamente fue más incomodo que la vez de
la charla del sexo seguro —ella resopla.
—No es para menos, también me pondría así si hablara con mis padres
sobre su vida sexual —esta vez es ella la que toma un bocado de su gelatina—.
No es como si me interesara y tal parece que su vida sexual es más activa que
la tuya y la mía —río—, no te rías, es asqueroso. A veces tengo que poner el
reproductor a máximos volumen ¡Malditas paredes delgadas! —vuelvo a
reír—. ¡Natalie!
—Acepta que es divertido
—¿Qué es divertido? —pregunta Lara llegando a nuestra mesa.
—La vida sexual de los padres de Chloe —Lara hace una cara de asco
mientras se sienta.
—¿Lo ves? —Chloe se gira hacia Lara—. ¿Le puedes explicar que no
es divertido oír a tus padres haciéndolo? —vuelvo a reír—. No te rías Natalie
—Ella tiene razón, es divertido —me apoya Lara riendo.
—Lara —Chloe se cruzo de brazos—, de Natalie lo entiendo porque,
bueno solo tiene un padre pero tu…
—Pues la verdad es que mis padres no han estado muy bien en ese
ámbito —dice Lara borrando su sonrisa. No lo puedo evitar y presto aten-
ción—. De hecho, creo que hace más de un mes que no lo hacen

27
—¿Cómo puedes saber tu eso? —pregunto—. Las paredes en tu casa
no son delgadas porque si lo fueran, Derek y yo nos habríamos metido en va-
rios problemas —comento y al instante me arrepiento de ello.
—Eres una maldita. Lo han hecho las veces que te has quedado en casa
¿No es así? —asiento—. Esto es increíble —exclama Lara, fingiendo sentirse
ofendida.
—Oh vamos, tenía la oportunidad en bandeja de plata. Como si tú no
hubieras hecho lo mismo Lara —le recrimina Chloe.
—Bueno si, tienes razón
—Ya está, nos estamos desviando del tema de nuevo —musito tratando
de parecer relajada pero en el fondo me muero por saber más.
—Mamá está tan metida en el papel de ser mi amiga que con la inten-
ción de saber cosas sobre mí, comenzó a contarme cosas cobre ellas –—ella
suspira—. La cosa es que yo realmente no estaba muy interesada en saber sus
cosas pero ella hizo oídos sordos. Hace varios días me comentó que hacía po-
co más de un mes que mi papá no la tocaba ni la besaba como antes y que
tampoco ha querido tener sexo con ella
—Wow ¿Cómo es que eso pasa? Es decir, tus padres a lo mucho son la
pareja más caliente de por aquí Lara. Todos dicen eso —señala Chloe—.
Siendo tu mamá, con el cuerpo que tiene no creo que tu papá pudiera resistír-
sele mucho
—Pues lo hace —Lara hace una mueca—. Siempre dice que está can-
sado o llega tarde del trabajo. Mamá ha llegado a pensar que tiene una amante
—mi corazón se acelera.
—Esas son palabras mayores —inquiere Lara.
Oh Dios, oh Dios ¡Oh Dios! La amante soy yo.
—Pues solo me lo comentó una vez, y no es como si ya lo estuviera
culpando. Ella dice que en los matrimonios siempre se pasa por una fase de no
sexo
—¡Ja! Pregúntaselo a mis padres. Follan como conejos —dice Chloe
entre risas.
—Como sea, mamá no ha vuelto a hablar sobre el tema ¡Gracias al
cielo! —exclama Chloe.
—La verdad no creo que tu papá engañe a tu mamá… no tiene la nece-
sidad —Lara asiente ante el comentario de Chloe y me mira.
—Tú no has dicho nada, Natalie
¿Y cómo voy a decir algo? Si soy yo la que se acuesta con su padre.
—No sabría que decirte —balbuceo ganando tiempo para decir algo
creíble—, solo vivo con papá —musito finalmente.
28
—Oh cierto —asiente Lara.
—Hey preciosa —las tres nos giramos y vemos a Nick caminando
hacia nosotras.
—Hola Nick —saluda Lara y le sonríe coquetamente—. ¿No saludas a
las chicas?
—Hola chicas —dice él obedeciendo, Chloe y yo rompemos a reír.
—Hola Nick —decimos al unísono entre risas haciendo que este nos
mire de manera extraña.
—Ignóralas —sisea Lara enviándonos una mirada desaprobadora.
—Bueno, venía a preguntarte si sigue en pie lo de mañana —le pregun-
ta Nick.
—Sobre eso, escucha, hubo un ligero cambio de planes —Lara me se-
ñala—. Ayer fue el cumpleaños de Natalie y se lo celebraremos mañana en mi
casa —Nick me mira.
—Feliz cumpleaños Natalie —asiento sonriendo y él mira de nuevo a
Lara—. Entonces… ¿Te veo allá? —Lara sonríe y levantándose le susurra algo
al oído haciendo que Nick ría asintiendo— Vale, no me lo perderé por nada —
y para sorpresa de todas, incluso de Lara, la besa en los labios—. Te veo luego
Se va saludándonos con la mano y dejando a Lara con la boca abierta.
—Pero que beso —silba Chloe.
—Creo que tendré una buena noche mañana —dice Lara sentándose.
Ambas me miran y sé lo que se viene a continuación. Para mi suerte, el
timbre suena.
—Me voy a clases —digo levantándome.
—¿Nos vemos en mi casa hoy? —pregunto Lara haciéndome estreme-
cer.
—No, tengo ballet hoy ¿Recuerdas? —ella asiente.
—Supongo que seremos Chloe y yo solamente
—Dios ayúdanos —exclama Chloe exageradamente haciéndome reír.

No puedo dejar de pensar en él. Lo que dijo Lara me ha descolocado


totalmente ¿Amante? ¿Yo soy su amante? No, no, no y no ¿A quién quiero
engañar? Es cierto, engañamos a Camila, a Derek, a Lara y lo peor es que me
gustó. Que quiero seguir, sentirlo nuevamente dentro de mí y… oh por todos
los santos ¡Debo dejar de pensar así!
—Estás muy callada ¿Pasa algo? —miro a papá que me mira una de-
cima de segundos antes de volver su vista a la carretera.
—Estoy un poco cansada, ya sabes cómo son las clases

29
—Aun no entiendo porque te gusta tanto el ballet si siempre te deja tan
cansada —blanqueo los ojos.
—No actúes de esa manera porque puedo comenzar a hablar de cómo
lloraste en mi primer recital o…
—Ya entendí —me interrumpe—, te gusta, lo tengo —sacudo la cabe-
za riendo—. ¿Cómo va el plan de tu fiesta? —lo miro.
—¿Cómo sabes tú eso?
—Tu amiga Lara llamo esta tarde para decir que te quedarías en su
casa
Genial, lo que me faltaba.
—Que bien, te enteras tu primero que yo —él ríe.
—Me prometió que no habría bebidas alcohólicas y si tengo que llamar
a Neal para cerciorarme de eso lo haré ¿De acuerdo? —frunzo el ceño.
—¿Desde cuándo lo llamas Neal y no señor Black? —papá encoje los
hombros.
—Nos hemos encontrado un par de veces en el bar de Joey y hemos
hablado. Es un gran tipo
Seguro papá, porque no sabes lo que hemos hecho.
—Claro, si. Todos lo dicen —digo despreocupadamente.
—Tú deberías saberlo, pasas más tiempo en su casa que en la nuestra
—suspiro.
—Si papá, lo que tu digas
—¡Oye! ¿Qué pasa? ¿También estas de mal humor?
—No papá, lo siento. Pero si llamarás al papá de Lara significa que no
estarás en la fiesta ¿Verdad?
—Lo siento nena, tendré turno esta noche y mañana, entonces…
—Está bien papá, no hay problema
Nadie dice nada más de camino a casa. Y luego de cenar él se va a tra-
bajar lo que me deja sola.
No sé qué hacer, no tengo ganas de cocinar, y no dispuesta a seguir
pensando en si soy o no soy la amante de Neal decido distraerme con cual-
quier cosa. Pido una pizza y comienzo a cambiar canal por canal en la televi-
sión buscando algo interesante que ver. Cuando suena el timbre luego de unos
minutos, tomo el dinero de mi bolso y camino a la puerta en busca de mi deli-
ciosa comida. Pero no es el repartidor de pizza lo que me espera.
—¿Natalie James? —asiento—. Tengo un paquete para usted
—¿Para mí? —él asiente.
—Por favor firma aquí —me tiende una hoja y lo firmo. Luego me
entrega el paquete—. Que pase buenas noches
30
—Igual
Cierro la puerta y camino a la cocina. Coloco la caja sobre la barra de
desayuno y la observo ¿Qué puede ser? No es muy grande, ni muy pequeña ¿Y
quién manda un paquete a estas horas? Está bien no es tan tarde, pero ¿Qué no
los envían en la mañana?
Me acerco a la caja con la intención de abrirla pero soy interrumpida
por el timbre de nuevo. Esta vez sí es la pizza.
Después de darle el dinero al chico repartidor —que no pierde oportu-
nidad de coquetear— vuelvo a la cocina.
—La caja tendrá que esperar—musito despreocupadamente al sentir el
delicioso aroma de una pizza con champiñones y anchoas.
Camino hasta el sillón de la sala y me tiro sobre este. Continúo viendo
la película de misterio que había logrado encontrar antes de las dos interrup-
ciones y me olvido por completo del paquete que he dejado sobre la barra de
desayuno.
No sé cuánto tiempo transcurre luego de terminar la pizza hasta que
recuerdo la caja. Camino hacia la cocina y vuelvo a examinarla de lejos. La
tomo entre mis manos y la abro unos segundos después. Lo primero que en-
cuentro es una nota escrita con una bonita caligrafía cursiva.

“No creo que esto te dé el suficiente placer que mereces, pero tendrá que bas-
tar hasta nuestra próxima vez.
Con cariño. Neal”

¿Y qué hay en la caja?


—Maldito hijo de… —río.
No me lo puedo creer. Un vibrador. El idiota me mandó un vibrador.
—Cabron
Subo a mi habitación con la caja. No me interesaba que papá vea esto
porque se armaría una grande. Boto la caja en la papelera del baño y tiro la
nota y el vibrador sobre mi cama. Nunca he usado uno de esos.
Mi teléfono comienza a vibrar sobre la mesita de noche. Estiro la ma-
no para tomarlo y veo como en la pantalla parpadeaba un número desconoci-
do. Frunciendo el seño, contesto.
—¿Diga?
—¿Ya recibiste mi paquete? —inhalo profundamente.
Neal…

31
Capitulo 7.
No sé que estoy haciendo, no sé en qué estoy pensando y llegados a
este punto me doy cuenta que no sé nada de nada. Camino de un lado a otro en
la sala de la casa, esperando, intentando buscar las palabras correctas o una
excusa creíble antes de que llegue.
Tarde. El timbre suena y yo no tengo nada que decir. Camino distraí-
damente a la puerta y la abro. Su figura imponente atraviesa el marco y cierra
la puerta detrás de él. Lo observo detenidamente y me gusta lo que veo. Neal
lleva unos jeans obscuros, zapatos casuales, una camiseta blanca y una cha-
queta de cuero, el cabello luce intencionalmente despeinado.
Está divinamente sexy y eso dificulta el que piense coherentemente.
—Me esperabas —murmura apreciativamente.
—No sé como accedí, pero dijiste que vendrías… —la comisura de su
labio se levanta en una media sonrisa mientras me escanea.
—No llevas sujetador —comenta. Abro mis ojos, es cierto. Rápida-
mente me cruzo de brazos—, eso solo logra que se note más pequeña
—Escucha Neal, no sé… no sé porque acepte que vinieras y… —lo
veo acercarse—. ¿Qué haces?
—Lo que quiero hacer desde que entré
Sin miramientos se abalanza contra mí atrapándome entre la fría pared
y su caliente cuerpo. Gimo ante el contacto de su dura entrepierna con la mía.
—Estoy como una maldita roca desde que escuché tu dulce voz por el
teléfono —se inclina y acaricia con su nariz mi cuello—. No puedo quitarme
la imagen de ti con ese vibrador pequeña —mi corazón se acelera.
—Neal, por favor —susurro, pero sinceramente ni yo misma sé que
quiero.
—No me pidas que me aleje Natalie —él se separa de mí, no mucho.
Solo lo suficiente como para verme a los ojos—. Quieres esto tanto como yo,
lo sabes —humedezco mis labios.
—No podemos
—Si podemos —él pega su frente a la mía—. Si tú quieres y yo quiero
¿Qué nos detiene?
—Sabes que nos detiene
—Olvídate de eso, hoy, mañana y siempre que tengamos la oportuni-
dad seremos tú y yo. Míranos Natalie, nuestros cuerpos piden a gritos el uno
por el otro ¿Realmente piensas seguir negando algo que necesitas?

32
—¿Quién… quién te asegura que lo necesito? —sonríe con superiori-
dad.
—Puedo sentir tus pezones erguidos contra mi pecho, tu respiración es
entre cortada y tus pupilas están dilatadas —jadeo—, apuesto también a que
estas mojada en este momento —hace una pausa—. No, mejor no apuesto y
solo lo pruebo
Me acaricia el cuello con los dedos justo debajo del collar que me re-
galó —si lo llevo, es mío después de todo— y luego me besa y tal como él lo
ha dicho mi cuerpo aclama por el suyo. Envuelvo su cuello entre mis brazos y
lo acerco más a mí. Su lengua como siempre explora toda mi boca. Hala del
cordón de mi pantalón de chándal haciendo que este caiga al suelo, sus manos
calientes tiran de mis bragas rompiéndolas y todo eso sin apartar sus labios de
los míos.
Me toma fuerte de la cadera y me alza, rápidamente le rodeo la cadera
con mis piernas gimiendo ante el contacto más directo de su entre pierna con
la mía. Aunque solo su pantalón nos impide unirnos completamente, el roce de
la bragueta de su pantalón en mi húmedo sexo me hace gemir en su boca. No
dispuesta a seguir sufriendo por esto me separo de él para besar su cuello al
tiempo que mis manos se dirigen al botón de sus jeans. Lo desabrocho y bajo
la bragueta sorprendiéndome de que no lleve bóxers.
Lo miro expectante.
—No los quería estorbando —responde a mi pregunta no hecha.
En un movimiento de caderas, se clava profundamente dentro de mí.
—Si —exclamo gimiendo mientras él comienza a moverse.
Se siente tan profundo de esta manera y más con sus rápidas embesti-
das. Siento sus manos apretarme el trasero y sus labios succionar la sensible
piel de mi cuello.
—Neal, sin marcas —musito cerrando los ojos.
—No te preocupes —gruñe mordisqueando el lóbulo de mi oreja.
Ahora sus embestidas cambian de ritmo. Son más lentas pero en forma
circular, tocando ese punto en mi interior que hace que mis piernas comiencen
a temblar. Neal lo siente y me presiona contra la pared con muchísima más
fuerza.
No pasa mucho tiempo antes de que me corra ruidosamente, ni para
que Neal lo haga segundos después. Gimiendo mí nombre en mi oído como
tratando de aferrarse a él.
—Eres fantástica pequeña —murmura antes de besarme nuevamente.

—¿Así que nunca has usando uno? —pregunta saliendo de mi interior.


33
Luego de nuestro rápido —pero placentero— polvo en la sala, hemos
subido a mi habitación donde ambos nos desnudamos y antes de que me diera
cuenta ya estaba tumbada de espaldas en la cama con Neal deslizándose en mi
interior nuevamente.
Muy a mi pesar, dejé el vibrador sobre la cama, lo que Neal no pasó
desapercibido.
—N… no —respondo cerrando los ojos y arqueando la espalda sin-
tiéndolo entrar dentro de mí otra vez.
—Interesante —sale de mí y se aparta.
Abro los ojos refunfuñando y lo veo tomar el vibrador.
—Te enseñaré a usarlo
—Creo que yo podría arreglármelas sola. Ahora, si no te molesta, creo
que hay otras cosas de las que ocuparse
—Ese apetito sexual tuyo me encanta pequeña —sonríe—. Pero quiero
hacerlo —se cierne sobre mi nuevamente—, así te acordaras de mí cada vez
que lo uses
—¿No es suficiente con que me lo hayas dado tu en primer lugar?
—No
No tengo tiempo a repudiar porque ya está besándome con pasión. Me
separa las piernas con las suyas y yo, deseosa de que me llene nuevamente,
arqueo mis caderas. Pero no recibo lo que quiero exactamente.
Siento la punta fría del vibrador hundiéndose dentro de mí al tiempo
que Neal se separa. Se arrodilla entre mis piernas y observa cuando todo el
vibrador está en mi interior.
—Es una imagen muy excitante. Verte, de piernas abierta con solo mi
collar en tu cuello y mi vibrador en tu interior
—Preferiría tener otra cosa en mi interior —él ríe roncamente.
—Paciencia mi pequeña, ya obtendrás tu recompensa —Neal enciende
el vibrador.
Siendo sincera, siempre había tenido curiosidad por esos juguetitos,
pero nunca me atreví a comprar uno. Luego de un tiempo llegué a pensar que
yo no necesitaba uno teniendo en cuenta que cada que podía Derek y yo está-
bamos juntos. Claro, antes de que se fuera a la universidad y nos viéramos
solo una o dos veces por mes.
Entonces llega Neal, lo envía y tras excitarme enormemente con pala-
bras sucias, besos y caricias en los lugares correctos, me tiene retorciéndome
de placer con uno de esos juguetitos ahora mismo.
—Neal —gimo apretando la sabana debajo de mí.

34
Lo veo inclinarse y lamer mi clítoris, que unida a la constante vibración
sirven para que grite a causa del placer. Él sigue dándole atención a mi clítoris,
lamiendo, succionando y cuando mordisquea éste, es suficiente para hacerme
jadear y rogar por una liberación. Lo que me concede como realmente quiero.
Saca el vibrador y lo sustituye por su pene. Está duro y caliente, nada
que ver con el vibrador, por supuesto que no. Y tras unas pocas embestidas se
apodera de mí un orgasmo abrazador. Pero él sigue, sigue y sigue embistién-
dome sin piedad. Me sujeta de los muslos, cambiando de ángulo mueve sus
caderas en círculos nuevamente y el orgasmo llega a mi otra vez, incluso más
intenso esta vez.
—Natalie —gruñe cuando alcanza su liberación dentro de mí y su
cuerpo cae laxo sobre el mío.
Mi garganta está seca a causa de todos mis gritos y jadeos. Acaricio su
ancha espalda, disfrutando de la sensación de tenerlo entre mis brazos. Lo muy
a mi pesar, no dura demasiado.
Neal se levanta y toma su ropa. Me acomodo cubriéndome con el
edredón y lo observo vestirse.
—¿Te vas tan rápido? —pregunto.
—Se está haciendo tarde, no quiero que Camila sospeche nada —
frunzo el ceño.
—Claro, tu querida esposa ¿Sabes que piensa que tienes una amante?
—él abre los ojos.
—¿De dónde sacas eso? —me encojo hombros.
—Lara lo mencionó en la escuela
—¿Y tú que le dijiste?
—Nada ¿Cómo podría decirle algo cuando yo me había acostado con-
tigo el día anterior?
—Entonces Camila está en lo cierto —sonríe con malevolencia.
—No soy tu amante
—Claro que no —se acerca a mí y toma mi barbilla haciendo que lo
mire—. Eres la novia de mi hijo, la mejor amiga de mi hija y la mujer que
acaba de darme sumo placer, pequeña. Pero no mi amante —me quito su mano
de encima rápidamente.
—Deberías pedirle a tu esposa que te de placer de ahora en adelante,
creo que un mes sin sexo puede frustrar a cualquiera —le espeto.
—¿Así que Camila habla de eso con Lara? A veces realmente se le va
la lengua —él blanquea los ojos—. Aun así, no tiene porque sospechar, no le
doy razones para que lo piense
—Pero lo haces querido
35
—Y como disfrutamos eso ¿No? —me besa castamente—. Estoy espe-
rando a volverte a poseer
—No…
—No me digas eso de nuevo, lo dijiste una vez y mira donde acabamos
—me guiña un ojo—. Hasta la próxima vez Natalie
Me da una última mirada y sale por la puerta.
Valla que estoy jodida.

Tras una ducha rápida antes de meterme a la cama guardo el vibrador,


luego de lavarlo por supuesto.
Neal tiene razón, cada instante que lo tuve entre mis manos solo pensé
en como lo usó. Y ahora, tumbada en mi cama, en la completa oscuridad, solo
repaso una tras otra vez lo que hemos hecho.
La pasión con la que me poseyó, la manera en que se deslizaba dentro
mí, como su cuerpo encaja a la perfección con el mío.
Sacudo la cabeza.
¿No debería estar pensando en eso con respecto a Derek y no a Neal?
Pero curiosamente nunca he analizado mis relaciones sexuales con otros como
lo hago con Neal… ¡Estoy loca! Como si no lo supiera ya. Solo a una loca se
le ocurre tener sexo con el padre de su novio y su mejor amiga ¡Peor aun! No
querer nada más que volver a hacerlo.
¿Pero cómo parar algo que tu cuerpo aclama con tantas ganas? Porque
es así lo deseo intensamente. Está mal, eso ya lo he deducido en muchas oca-
siones. Sin embargo no se sintió así cuando él…
—Ya Natalie ¡Basta! —tapo mi rostro con el edredón.
Basta de pensar en él. Pasó, lo hicimos, lo disfrutamos y ya. ¡Se acabó!
¿A quién engaño? Me muero porque se repita.
La vibración de mi teléfono me saca de mi confusión. Observo la pan-
talla, es un mensaje de Derek.
Derek: a solo horas para hacerte mía. No tienes una idea de cuánto
te he extrañado
¿Y cómo se supone que volveré a estar con él después de esto?

36
Capitulo 8.

—¡Natalie, nena! —Derek me abraza en medio de la estación de tre-


nes—. No sabes cómo te extrañé
—Yo también te extrañé —susurro separándome—. ¿Qué tal el viaje?
—Cansado, como siempre —él me sonríe—. ¿Qué esperas?
—¿A qué? —pregunto confundida.
—Para besarme
—Claro —sonrío y le doy un casto beso en los labios— listo
—Bromeas ¿Verdad? Quiero un beso de verdad, Natalie
Fingiendo haber bromeado con el beso anterior, me acerco a él. Rozo
sus labios con los míos y comienzo a besarlo con lentitud. Rápidamente, él
toma el control del beso completamente y para cuando nos separamos respira-
ba pesadamente y me siento peor que nunca.
¿Qué estoy haciendo?
—Parece que no me extrañaste —musita.
—Por supuesto que sí —inquiero, rodeándole el cuello con los brazos y
besándolo de nuevo—. Más de lo que te imaginas
—¿Ha pasado tiempo para nosotros no es así? —pregunta pegando aun
más su cuerpo al mío.
—Si —digo con mi cara oculta en su cuello.
Me es más fácil mentirle así, sin mirarle a los ojos. Ha pasado tiempo
para nosotros sí, pero no para mí… yo estuve con su padre.
—¿Podemos tener un polvo rápido en el auto antes de llegar a casa? —
río y olvido momentáneamente mis remordimientos.
—Eso quisieras pero no —me alejo de él—. Lara y Chloe nos esperan
en el auto
—¿Bromeas? —niego—. Mierda —vuelvo a reír y tomando su mano,
lo insto a caminar.
—Ya habrá tiempo para nosotros, después de todo… está noche me
quedo en tu casa —le guiño un ojo.
Soy una persona horrible por pensar en tener sexo con él cuando horas
antes había estado teniendo sexo con Neal, pero no puedo cambiar con Derek,
no si quiero que las cosas vuelvan a ser como antes. Porque eso es exactamen-
te lo que necesito, olvidarme de lo peligrosa e incierta “relación” con Neal y
regresar a la normalidad de mi estable noviazgo con Derek.
—Eso me gusta
—Por supuesto que si

37
El camino a su casa está lleno de risas.
Lara conduce y Chloe va junto a ella. Mientras Derek intenta deslizar
su mano entre mis piernas en cualquier momento en que Chloe y Lara se en-
frasquen tanto en cualquiera de sus muchas —muchas, muchas— peleas. Pero
dado que llevo pantalón y sweater no es un trabajo fácil. Lo que lo hace enfu-
recer y maldecir en silencio.
Al final se tiene que abstener de su cometido. No sin antes susurrarme
al oído lo que me hará esta noche cuando me tenga para él… a solas. Por otro
lado creo que no le agrada mucho que cuando llegamos a casa Lara, Chloe y
yo nos encerramos en la habitación de Lara. Lo que yo agradezco enormemen-
te porque cuando veo a Neal parado en la entrada esperando a su hijo y luego
ver como lo abraza como si anoche nada hubiera ocurrido entre él y yo es bas-
tante duro de procesar. Y Camila no lo hace demasiado fácil. Ver como abraza
a Neal me hacia enfurecer.
Sé que no debo, que tengo a mi novio a un lado y estar celosa de su
padre no es la mejor manera de volver a la normalidad, pero es algo que sim-
plemente no controlo.
—¿Qué pasa Natalie? —pregunta Chloe.
—Si ¿Qué te pasa? Has estado muy callada —concuerda Lara—. ¿No
estás emocionada por ver a Derek?
—Por supuesto que sí —inquiero sonriendo.
—Oh, ya sé —Lara ríe—. Está pensando en lo que harán juntos esta
noche —Chloe resopla.
—Que tu estés pensando en tener sexo esta noche no significa que Na-
talie también ¿Cierto Natalie? —no contesto—. ¿Natalie?
—De hecho… —muerdo mi labio.
—Te lo dije —asiente Lara, Chloe entrecierra los ojos en mi dirección.
—Oye, hace mucho que no lo veo y es lo que ambos queremos. Tu
deberías saberlo, Arthur es universitarios tampoco lo vez mucho —Chloe no
responde.
—Cambiemos de tema, ¡Es hora de ponernos hermosas! —dice Lara
cambiando de tema.
Y así transcurre todo el tiempo hasta que comenzamos a escuchar la
música vibrar con muchísimo volumen y Lara decide que es momento de
hacer nuestra entrada triunfal. Y cuando las tres llegamos al final de las escale-
ras me quedo sorprendida. Tengo que admitirlo, Lara se superó a sí misma.
Organizó una fiesta en dos días y todo le quedó prácticamente perfecto.

38
Logró el permiso de sus padres, el DJ que quería no se negó ni un ins-
tante a estar allí, consiguió servicio de bufé con camareros incluidos y toda la
escuela asistió.
—Todo está genial —digo con admiración.
—¿Tú crees? —asiento—. Bueno, todo por ti baby
—Cállate —me saca la lengua— por cierto, estás muy linda
Lara llevaba una falda de jean y una camiseta de tirantes color fucsia,
con zapatos de tacón a juego. No sé cómo le hace para andar tan descubierta
con las temperaturas a las que estamos pero se ve genial.
—Gracias nena, tu igual —me guiña un ojo.
Yo por otro lado llevo unos jeans ajustados de color gris claro, unas
botas de tacón negro y una camiseta un poco holgada verde con azul y blanco.
Y sin falta, el collar de Neal.
—Gracias —sonrío.
—Pero que hermosa está mi novia —susurra Derek en mi oído
abrazándome desde atrás.
Me giro para verlo. Lleva unos jeans desgastados y una camiseta azul
claro que realza el azul de sus ojos. Es bastante guapo, ¡Hermoso! Pero no
es…
Me doy una bofetada mental y le sonrío a Derek.
—Tú estás muy guapo
—Bueno basta de charlas, vamos a bailar —él tira de mano pero no
dejo que me lleve hacia la pista de baile—. Natalie
—Sabes que bailar no se me da muy bien Derek
—Vamos princesa, estas en ballet. Claro que sabes bailar
Suspiro.
—Música clásica Derek, no pop o hip hop
—¿Entonces me quedo parado aquí toda la noche a tu lado como un
idiota? —humedezco mis labios maldiciendo mentalmente.
En todas y cada una de las fiestas a las que habíamos asistido juntos en
el tiempo que llevábamos saliendo teníamos esta discusión. El ama bailar toda
clase de música, yo por otro lado, si no tengo mis zapatillas y una melodía de
Mozart o Beethoven me siento perdida, fuera de ritmo.
—No Derek, puedes bailar con quien te apetezca
—Pero no quiero bailar con alguien más, quiero bailar contigo —él
señala a Lara que bailaba con Daniel—. ¿Pensé que Lara te estaba enseñando a
bailar?
—Lo dejamos tras cuatro intentos, soy un asco con esta música. Lo
siento
39
—Lo que sea
—Derek, lo siento —intento abrazarlo pero se aleja.
—Déjalo, no te preocupes —dice sin mirarme.
Me cruzo de brazos mirando a otro lado. No estoy siendo la mejor de
las novias lo sé. Como si acostarme con Neal no sea suficiente, ahora lo tengo
cabreado por una estupidez.
Chicos pasan y pasan. Me desean feliz cumpleaños y saludan a Derek.
Hace un año que andamos y aun ahora todos me conocen con su novia. Su-
pongo que ser la novia del capitán del equipo de futbol de la escuela tiene esas
ventajas, ventajas que no me gustan. Prefiero estar en el anonimato, ser invisi-
ble. Pero ser la novia de Derek y la amiga de Lara no me dejan el papel fácil.
Desde que se mudaron a Cartersville habían logrado ascender en el escalón
social de la popularidad con una velocidad increíble.
Estando relacionada con ello, me veo beneficiada con esa popularidad,
beneficio que no deseo. Aun así Lara es increíble como amiga y Derek es un
excelente novio… y yo los estoy traicionando a ambos.
—Hola Derek —esa vocecita que tan bien conozco me saca de mis
pensamientos.
Me volteo hacia donde se origina para encontrarme a Claudia devoran-
do a Derek con la mirada. Tan reveladora como Lara con un minivestido ne-
gro, lápiz labial rojo y ojos oscuros y exóticos. Tiraba de su cabello negro en-
roscándolo en su dedo índice una y otra vez, gesto que solo hacia al coquetear.
—Hola Claudia, tiempo sin verte —la saluda Derek.
—Eso podría decirlo yo. Supongo que la universidad te hizo olvidarte
de nosotros —Derek ríe.
—Por supuesto que no, vengo cada vez que puedo
—Pero no nos vemos —blanqueo los ojos.
La chica que siempre me deja a un lado cuando habla con Derek y es-
toy yo. Claudia es porrista y cuando se enteró que Derek me había pedido salir
se puso como loca. Aun le gusta, siempre le hace propuestas indecentes frente
a mí, propuestas que Derek no acepta, pero que curiosamente antes me hacían
enfurecer enormemente. Ahora no me causan nada.
—Lo siento, intento pasar el mayor tiempo con mi novia —señala De-
rek.
—Lo que es una lástima ya que no están bailando —Claudia juguetea
con su castaño negro de nuevo.
—Natalie no baila, se supone que es su fiesta y no la puedo dejar sola
—dice Derek con irritación.
Irritación que me enfurece.
40
—No te detengas por mi querido. Ve y baila si tanto quieres —le espe-
to.
Derek me mira. No se puede creer lo que acaba de oír. Pero por su-
puesto que no, si cada vez que Claudia y yo estábamos cerca terminábamos
discutiendo. Y ahora… prácticamente lo estoy enviando a sus garras.
—Perfecto entonces. Y tranquila Natalie —Claudia lo toma de la mano
y me guiña un ojo—, lo voy a cuidar —y sin más se lo lleva a la pista de baile.
Suspiro cerrando los ojos. Mejor así que tenerlo a él con su ley del hie-
lo.
Camino hasta las escaleras y me siento a ver todo. Siento la mirada de
alguien y mirando hacia arriba me encuentro con su mirada ¿No había salido a
cenar con Camila? Me hace un gesto con la cabeza para que suba y desapare-
ce.
¿Qué hago? Miro a la pista de baile donde Derek está enfrascado en su
baile con Claudia, demasiado enfrascado. Aunque no debería molestarme. He
tenido demasiada diversión por mi cuenta, con su padre.
—Y estoy a punto de tener más —susurro para mí misma impulsándo-
me hacia arriba y subiendo las escaleras.
Me aseguro de que no me hayan visto subir pero todos parecen estar
entretenidos en sus asuntos. Camino hasta el pasillo por donde Neal desapare-
ció y maldigo en voz baja. Esta completamente oscuro y no hay manera de que
sepa por donde voy, aun así sigo caminando hacia la oscuridad.
De repente siento que alguien me toma del brazo y me atrae hasta el
interior de una habitación. El “clip” característico del seguro de la puerta me
avisa que ha sido trabada pero rápidamente soy distraída de eso cuando unas
calientes manos me acarician el vientre bajo la blusa. Estoy a punto de gritar
cuando me besan en el cuello y su perfume me inunda… Neal.
—Creí que te gustaría tener un poco de diversión privada —me susu-
rra al oído.
—Tú no tienes descaro —me doy la vuelta pero en aquella oscuridad
apenas y logro distinguirlo—. Pretendes tener sexo conmigo estando tu hijo y
tu esposa en la misma casa —ríe.
—Hay algo en todo eso que me resulta sumamente excitante ¿A ti no?
La verdad es que si. En el momento en que me hizo una seña para que
subiera sabía que quería y donde terminaríamos. Aun así estoy aquí porque
¿Para qué negarlo ya? Me muero por que eso pase de nuevo.
—No te molestes en negarlo pequeña, yo sé que si —su aliento cálido
me alcanza el oído y sus labios juguetean con el lóbulo de mi oreja—. Subiste
aquí por una razón y sola una razón ¿No es así? —asiento.
41
Él sonríe en mi cuello y me besa allí, lentamente, sensual. Dejo que lo
haga por unos segundos hasta que ya no me es suficiente. Lo sujeto de la ca-
beza y lo atraigo hacia mis labios. Me doy cuenta de que lo tomo por sor-
presa con mi arrebato cuando sus manos que juguetean en mi trasero se detie-
nen de repente, así que valiéndome de esto y llevada más por mi sentido de
orientación que por lo que puedo ver, lo empujo hasta el retrete y luego de
sentarlo me subo a horcadas sobre él.
Me separo de sus labios y beso su cuello al mismo tiempo en que des-
abrocho su camisa.
—Con calma Natalie —dice burlón.
Le borro la sonrisa con un beso.
—¿No es por eso que me llamaste? Quieres sexo y yo también, enton-
ces ¿Por qué esperar? —él ríe.
—Me encanta una mujer que sabe lo que quiere
—Cariño, en este momento te quiero a ti… —me inclino hasta su oído
y tiro del lóbulo de su oreja con suavidad—, profundamente enterrado en mí

42
Capitulo 9.
Me deshago de la camisa de Neal y abro su pantalón, sin sorprenderme
al no encontrar bóxers, de nuevo.
—¿Qué no tienes ropa interior? —pregunto quitándome la camiseta.
—No la necesito cuando estoy contigo —me desabrocha el sujetador y
se lleva uno de mis pechos a los labios.
Me encanta cuando juguetea de esa manera con mis pezones, es tan
excitante. Dispuesta a darle el mismo placer deslizo mi mano dentro su pan-
talón y saco su gran erección para acariciarla.
—Debiste usar falda como Lara —susurra desabrochando mis pantalo-
nes—. Me hubiera facilitado las cosas
—Cállate —le ordeno levantándome.
—¿Qué haces? —pregunta, tomándome de las manos.
—Facilitarte las cosas
Me bajo el pantalón junto a las bragas de encaje rosa que estoy usando
para dejarlas arremolinadas en mis tobillos, rápidamente me deshago de las
botas y cuando pretendo sentarme sobre él de nuevo, me sujeta del culo y me
alza. Instintivamente rodeo su cadera con mis piernas y cuando siento la made-
ra de la puerta en mi espalda, su pene ya está encontrando su camino a mi in-
terior.
—Joder, ¡Sí!
—Así me gusta pequeña —susurra en mi oído aumentando la veloci-
dad de las embestidas.
En ese momento, agradezco que la música esté a todo volumen porque
si no probablemente mis gemidos se escucharían por toda la casa y eso sería
un gran problema.
De repente unos golpes en la puerta hacen que nos detengamos. Nos
quedamos allí, en silencio, mientras intentamos escuchar quien podría ser.
—Necesito un baño Lara —esa voz… Chloe.
—Se supone que este era para uso de todos —dice Lara moviendo la
manija de la puerta intentando abrirla.
De no ser porque sé que Neal le ha puesto seguro, entraría en pánico.
Pero saber eso y sentirlo moverse con lentitud en mi interior no me lo permite.
Tengo que morder mi labio para no gritar.
—Está trabada —asegura Lara— seguro papá lo olvidó
—¿Y ahora?
—Ve al de mi habitación

43
Escuchamos como las voces se van alejando y Neal comienza a mover-
se con rapidez de nuevo.
—Para
—No me vas a dejar así pequeña
—Pero debería volver… —gimo en su oído cuando siento sus dedos
presionándome el clítoris.
—Terminaremos esto rápido

Busco con la mirada a Derek una vez estoy completamente vestida,


arreglada y no se notaba que acabo de ser follada. Nadie parece darse cuenta
de mi pequeña desaparición y lo agradezco. Mientras pienso en ello, continúo
buscando a Derek sin ver rastros de él por ningún lado ¿Dónde se habrá meti-
do?
Veo que uno de los chicos con los que lo he visto temprano está cerca
así que camino hasta él.
—Oye Vic ¿Has visto a Derek? —él mira a sus amigos.
—Eso creo —enarco una ceja.
—¿Sí o no? Es una pregunta simple
—Lo vi hace un rato —dice rascándose el cuello.
—¿Dónde?
—Creo que salió por esa puerta —me cruzo de brazos.
—¿Crees o salió?
—Estoy un poco pasado de tragos, realmente no estoy seguro —y sin
decir más, se aleja de mí.
Camino en la dirección que me señala Vic y salgo por la puerta que da
al invernadero. Hay pocos chicos allí, supongo que porque no Lara no encen-
dió la calefacción de allí esta noche. Camino entre las ramas de algunos árbo-
les intentando ver a Derek pero nada. Entonces decido que es mejor volver a
dentro, cuando un ruido me detiene. Susurros, y una voz parece ser la de De-
rek.
Camino en dirección a ellos hasta que puedo oír la conversación.
—¿Pero porque sigues con ella? —pregunta Claudia con irritación.
Blanqueo los ojos. Ella realmente era frustrante.
—Ya te lo he dicho Claudia. Por favor no empieces
—No creo que ella pueda ser mejor en la cama que yo —sisea histéri-
ca—. No creo que ella pueda hacerte darte siquiera la mitad de placer del que
yo te di

44
Mis ojos se abren ¿Me había engañado Derek con ella? Sé que no ten-
go moral para reclamar eso, pero de ser así, disminuía mi culpabilidad. Y me
cabrea, en el fondo me cabrea.
—Olvídate de eso Claudia. Sucedió hace mucho
¿Mucho? ¿Hablaba de meses, semanas o años?
—¿Por qué no recreamos ese momento y así tienes un recuerdo más
memorable de esa tarde?
Me muevo un poco para lograr verlos tras esa proposición. Derek está
de espaldas a mí y Claudia le rodea el cuello con los brazos mientras besa su
cuello, y él no hace nada para alejarla. Puedo ver una de las manos de Claudia
desaparecer entre sus cuerpos y seguido a esto un gruñido sale de los labios de
Derek.
Mis ojos no dan crédito a lo que ven,
Yo me he sentido mal a causa de engañar a un novio tan bueno como
Derek cuando él deja que Claudia lo masturbe a su antojo. ¿Acaso he estado
equivocada y él no es tan bueno como yo creo?
En ese momento los ojos de Claudia se abren y se conectan con los
míos. Una sonrisa de satisfacción cruza su rostro y lame la barbilla de Derek.
—¿Crees que a tu novia le gusten los espectáculos pornográficos? —
pregunta Claudia sin apartar su mirada de la mía.
—¿Qué? —pregunta Derek confundido.
—Está a punto de ver uno
Antes de que Derek voltee, ya yo me he marchado corriendo. No me
preocupa en mirar atrás por si él viene. Y si me estuviese llamando no lo escu-
charía, gracias al estridente ruido de la música a alto volumen.
En cuanto termino de subir las escaleras, choco contra un cuerpo maci-
zo. Levanto mi mirada y ahí está Neal.
—¿Qué ocurre? —pregunta al ver cómo le golpeo el pecho.
—¡Tú y tú hijo sois idénticos! —grito con amargura—. Unos hijos de
puta mujeriegos que no hacen otra cosa más que follar y follar con cuanta mu-
jer se os atraviesa —Neal anarca una ceja.
—¿Derek un mujeriego?
—¡Sí! —chillo—. Sois idénticos
—No sé de qué te quejas, tú no eres una santa —él se encoje de hom-
bros—. ¿O ya se te olvidó lo que hicimos hace un rato?
—¡Natalie! —la voz de Derek me impide golpear a Neal, el cual des-
aparece al oír su voz—. Nena, escúchame

45
—No quiero escucharte nada ¡Maldición! —paso junto a él hasta la
habitación de Lara, pero él tira de mi mano y me lleva a la suya—. ¿Qué te
pasa? ¿Por qué me haces entrar así?
—Tenemos que hablar, necesito explicarte…
—¿Qué? ¿Qué estabas a punto de tener sexo con Claudia en MÍ fiesta
de cumpleaños, Derek? —me cruzo de brazos y miro su entrepierna—. Aun
puedo ver cuán excitado estas
—¿Cómo me la quitaba de encima? Parecía un pulpo, y tú me tiraste
libremente a sus brazos hace nada —frunzo el ceño.
—¿De qué demonios me hablas?
—De ti, yéndote y dejándome bailando con ella. Muy considerado de
tu parte
—¿Y por eso vas a un lugar privado y la dejas masturbarte y besarte a
su antojo? ¿Es una especie de agradecimiento o algo así? —me acerco a él—.
¿O quisisteis revivir vuestro último encuentro?
—Natalie —Derek sacude la cabeza y ríe—. ¿Desde cuándo escuchas
conversaciones ajenas? —levanto el brazo dispuesta a golpearlo pero él me
detiene.
—Hijo de puta
—Shhh, que no te escuche mi madre decir eso o se cabreará mucho —
dice entre risas mientras camina conmigo entre sus brazos hasta hacerme caer
sobre su cama.
—Pero lo eres, maldito mujeriego —su cuerpo cae sobre el mío y sos-
tiene mis manos sobre mi cabeza—. Suéltame
Una sonrisa depredadora como la de Neal aparece en su rostro.
—¿Te he dicho alguna vez lo mucho que me excita verte cabreada? —
forcejeo para que me suelte pero no lo logro.
—Deja de convertir esto en algo sexual
—¿Es que acaso no lo es? —su rostro va a mi cuello y comienza a aca-
riciar este con su nariz—. Solo podía pensar en ti cuando era Claudia la que
me tocaba
—¡Derek! —grito histérica.
—Y tu lo estabas observando ¿Realmente no te excitó eso?
—¡No! —grito de nuevo— me engañaste con ella
—Por supuesto que no —dice él, con calma en mi oído—. Lo dices por
lo que ella dijo, pero eso fue antes de que tú y yo saliéramos. Créeme nena, no
tengo ni una sola razón para querer engañarte ¿Por qué lo haría? Cuando aun
estudiaba aquí lo hacíamos a diario

46
Cierro mis ojos pensando en ello. Había sido una época feliz. Nos ve-
íamos a diario y yo solo tenía ojos para él, no había confusión con Neal y
nuestra relación era la mejor. Ahora…
—Por favor créeme Natalie. Te amo
Mis ojos se abren ante esa palabra tan profunda. Nunca la habíamos
dicho pero yo creí sentirla antes de acostarme con Neal, ahora todo es confuso.
Derek saca mi camiseta y yo no protesto ante eso, aun pensando en sus
palabras. Sus ojos buscan los míos y acaricia mis pechos por encima del suje-
tador.
—Es la verdad nena, te amo. Y justo ahora necesito sentirte. Tus la-
bios, tu cuerpo, tus caricias. Necesito hacerte mía, una y otra vez hasta que ya
no puedas más. Necesito obtener todo lo que pueda de ti antes de volver a la
universidad —él lame sus labios—. Pero antes dime que me amas y que no
crees que te engaño
Trago nerviosamente y suspiro. Aprovecho la oportunidad, seguramen-
te tras estar con él, podré olvidarme de Neal. Aunque me mienta a mi misma
en el proceso.
—Te amo Derek…

47
Capitulo 10.
Salgo sigilosamente de la habitación de Derek luego de cerciorarme de
que no haya nadie. Por alguna extraña razón no quiero que alguien sepa que
pasé la noche con él, lo cual me preocupa. Le dije que lo amaba en un estúpido
arrebato. Porque en realidad no lo amo, si lo hiciera, no me acostaría con su
padre. Así que ahora estoy, como una fugitiva caminando con sumo cuidado.
Descalza y con una simple camiseta suya porque no sé ni siquiera donde
quedó mi ropa.
Solo quiero llegar a la habitación de Lara y fingir —para Neal más que
todo— que no pasé la noche junto a su hijo. ¿En qué lío me estoy metiendo?
¿Por qué me preocupa que Neal sepa lo que estuve o no haciendo con su hijo?
No le debo ninguna clase de explicación.
—¿Natalie? —doy un respingo al escuchar la ronca voz de Chloe.
—Hola —susurro sintiendo mis mejillas enrojecer.
—¿Qué haces despierta a esta hora? —pregunta acercándose a mí.
¿Viene del baño?
—Ehh… —miro a otro lado.
—Mmm, ya entiendo. Ya decía yo que era extraño que no estuvieras
cuando vine a dormir. Si tú eres quien siempre se rinde primero
—Ehh… —aliso mi cabello detrás de mi oreja—. ¿Habéis tenido una
buena noche? —ella ríe.
—No tanto como tú y Lara seguramente la habréis tenido —sonríe con
tristeza—. Ella no pasó la noche aquí —mis ojos se abren.
—¿Ah, sí? —asiente.
—Se fue con Nick —ella blanquea los ojos—. Menudo apetito sexual
tiene. Si los he encontrado haciéndolo en su habitación antes de que se fuera
—Creo que es algo en el gen Black —aseguro sin pensar.
—Claro, Derek y tú… entendido —asiento pero en realidad he pensado
en otra persona cuando digo eso—. ¿Entonces porque estás aquí? ¿No deber-
íais estar teniendo un buen sexo matutino?
Mordisqueo mi labio nerviosamente intentando buscar una excusa,
porque la verdad ha sido demasiado incomodo tener sexo con él. No dejaba de
compararlo con Neal y aunque Derek en realidad es buenísimo en la cama, por
primera vez he tenido que fingir un orgasmo.
—Quiero un vaso de agua —miento cuando veo que ella espera una
respuesta.

48
—¿Podrías traerme uno? No quiero bajar y encontrarme con el Sr.
Black en pijamas ¿Te lo imaginas? Sería incomodo —ella sonríe y pasa junto
a mí hasta la habitación de Lara.
Me quedo en el pasillo cuestionando mi mentira. Ahora tendré que ir a
la cocina y cabe la posibilidad de encontrarlo allí. Pero apenas son las seis de
la mañana, él debería estar durmiendo ¿No? Tras meditarlo unos minutos, de-
cido que sí. Y que mi visita a la cocina será más rápida que cualquiera que se
haya podido imaginar jamás.
Bajo con rapidez las escaleras y entro a la cocina sin molestarme en
encender la luz. Por las rendijas de las ventanas ya entra un poco de la claridad
matutina y es suficiente para servir el vaso de agua y subir. Pero cuando estoy
por tomar un vaso limpio de la encimera, una mano se cierne sobre mi muñe-
ca, otra mano tapa mi boca impidiendo que grite y repentinamente me encuen-
tro entre la fría encimera y un cuerpo macizo y desnudo.
La mano que antes sujetaba mi muñeca ahora ha rodeado mi cintura, y
ha descendido hasta mi trasero, dándole un apretón haciendo que un jadeo
quede atrapado entre mis labios y su mano. Puedo sentir su erección presio-
nando mi vientre y cuando deja de tapar mi boca, su nombre sale en una súpli-
ca sin que pueda controlarlo.
Neal sonríe ante esto y sus ojos son iluminados por un pequeño halo de
luz, haciéndolos parecer zafiros entre tinieblas.
—Hola pequeña —trago con lentitud y siento como la temperatura
comienza a elevarse en la habitación.
¿Cómo es que él me hace eso en una fracción tan pequeña de tiempo?
—Debo regresar —susurro intentando recuperar el control de mi cuer-
po, que se niega a ceder a las órdenes de mi cerebro.
—No —afirma con voz gruesa—. Pasaste la noche con mi hijo, proba-
blemente su semen siga dentro de ti y eso es algo que no me agrada —frunzo
el seño pero no me da tiempo a decir nada—, pero anoche fuiste mía antes que
de él —su mano ahora acaricia la piel de mi trasero ¿Por qué no busqué mi
ropa interior? —. Y justo ahora desees que te posea de nuevo, lo sé
—Pareces muy seguro de ello —ataco, furiosa por ver cómo está tan
seguro de que lo deseo.
—Lo estoy porque es así, pequeña —una sonrisa engreída aparece en
sus labios—. Si no es así ¿Por qué estás empapando mis dedos?
—Yo no… ahh —él introduce dos de sus dedos dentro de mí.
Muerdo mi labio para no gritar ante la intromisión. No esperaba ello,
pero lo agradezco aunque no deba. Pasé la mayor parte de la noche con un

49
sexo que no me satisfizo en absoluto y justo ahora sus mágicos dedos acaban
de llevarme al borde en un segundo.
—¿Decías? —gimo tanto por excitación como frustración.
—Eres un… —me caya de un beso.
Mi cuerpo inmediatamente se arquea hacia el suyo y mi lengua busca
la suya con desesperación. Él no se hace esperar y me besa con voracidad e
ímpetu, apenas separándonos para respirar. Con mis dedos tiro de su cabello
no queriendo que se separe de mí ni un instante y en el proceso me gano varios
de sus gemidos. Y en ningún momento él para de masturbarme.
Cuando por fin se separa de mis labios me dirige una mirada tan ar-
diente que casi hace que me corra.
—Arrodíllate —ordena dejando de hacer la magia con sus dedos.
Obedezco sin pensarlo y él sonríe ante esto.
—De verdad me gusta mucho tu obediencia, pequeña —dice acarician-
do mi cabello—. Pero anoche te portaste mal, muy mal
—¿Qué? —tira de mi cabello, haciendo que lo mire.
—Follas conmigo y luego con Derek —chasquea los dedos—. Eso te
convierte en una pequeña zorra, pero eres mí pequeña zorra —abro mis labios
para protestar ante sus hirientes palabras pero él no me da tiempo a hacerlo.
Su mano desaparece en su pantalón de pijama y luego reaparece con su
miembro en ella, justo frente a mi cara. Mis ojos se clavan en su pene erecto y
observo como mueve su mano de arriba abajo lentamente.
—Quieres tenerlo dentro de tu boca ¿Verdad? —lamo mis labios en
respuesta.
Ahora que lo pienso, yo no le he hecho sexo oral. Y me muero por
hacerlo.
Neal de nuevo se mueve y su miembro se acerca a mis labios. Los abro
un poco y la punta de su pene los roza con suavidad. Los abro mucho más y él
lo empuja más adentro.
—Tal como lo imaginé —gime moviéndose adentro y afuera con lenti-
tud.
Él está disfrutando de todo esto, utilizándome sin más y yo me estoy
dejando hacer, porque también lo disfruto. Levanto mi vista hacia su rostro y
puedo ver la expresión de placer en ella. Inmediatamente quiero intensificarla.
Así que alejo sus manos de mi cabeza dispuesta a tomar el control y comienzo
a mover yo mi cabeza. Succiono con fuerza cada vez que lo dejo salir y muevo
mi lengua en círculos cuando lo dejo entrar.
—Joder… Natalie —gruñe entre dientes—. Ve más despacio o me co-
rreré
50
Eso solo hace que mi ritmo se amilane.
Quiero esto, quiero hacerlo y verlo deshaciéndose en pedazos por mi
causa. Quiero que él sienta lo que yo sentí cada una de las veces que me hizo
llegar a esos orgasmos explosivos. Quiero ser la dueña de todo su placer. Por
eso, cuando una de sus manos logra tirar de mi cabello y comienza a mover su
cadera más rápido, sé que está cerca del orgasmo y yo no voy a dejar que él
fuese quien lograse eso.
Dejo de cubrir mis dientes con mis labios y succiono con más fuerza.
—Mierda —gime al tiempo que su cuerpo se tensa.
Sonrío en mi interior cuando se corre en mi boca y sigo succionando
todo lo que tengo para dar hasta que él sale de mi boca bruscamente. Lo miro
fijamente intentar recobrar su respiración mientras yo yazgo aun en el suelo,
observándolo, satisfecha conmigo misma ante su reacción.
—Eso fue… demonios Natalie… yo —me sujeta de ambas manos y me
levanta del suelo.
Junta nuestros labios y sin separarnos me sienta en la encimera, y con
él entre mis piernas siguió besándome.
—Eso ha estado maravilloso —susurra en mi oído—. Sabes perfecta-
mente como volver loco a un hombre, pequeña
Suspiro satisfecha, disfrutando de sus besos en mi cuello.
—Puedo saborearme en tus labios. Desearía que solo fuera yo al que tú
saborearas
Aunque no lo diga en voz alta, él quiere todo mi placer.
Suena estúpido teniendo en cuanta la situación en la que estamos, pero
supongo que Neal es un hombre egoísta y posesivo después de todo. Y eso…
me gusta aun más.
—No pude llegar al orgasmo con Derek —confieso en voz baja.
Neal se separa despacio de mí y me analiza en silencio.
—No mientas
—No miento —acaricio su mejilla—. No sé qué pasó, pero no podía
sentir nada
Sus cejas se alzan con sorpresa y su tan conocida sonrisa engreída apa-
rece en su rostro junto a un brillo perverso en sus ojos.
—Te dije que sería yo quien te demostrara lo que es estar con un ver-
dadero Black —blanqueo los ojos.
—Engreído —comienza a subir mi camiseta.
—Puede ser. Pero soy todo lo que deseas en este momento —alzo mis
brazos y el termina de sacarla por mi cabeza.

51
Sus manos amasan mis pechos con lentitud y pequeños gemidos esca-
pan de mis labios. Neal se inclina y comienza a besar y succionar el pezón de
uno mientras al otro lo sigue atormentando con sus dedos. Enredo mis dedos
en su cabello y lo sostengo contra mí, al tiempo que abro mis piernas sin des-
caro, en una silenciosa y obvia invitación.
—¿Qué quieres pequeña? —pregunta Neal.
Su erección ha regresado y fricciona deliciosamente contra mi pubis.
—A ti —susurro sin dudar.
Se mueve hasta que su miembro queda contra mi entrada y flexiona su
cadera. Solo la punta esta dentro, pero solo eso basta para hacerme estremecer.
—Neal…
—Quiero que seas mi amante pequeña —jadeo.
—Yo… —sus labios se presionan contra los míos silenciando el grito
que probablemente habría dado cuando me penetra de golpe.
—Sabes que lo quieres, pequeña. Quieres ser la dueña de mi placer, así
como yo del tuyo —él comienza a moverse lentamente.
Dentro y fuera.
—No podemos, no está bien
—Lo bueno no siempre está bien Natalie
Gimo en sus labios nuevamente y él comienza a moverse más rápido.
Estoy a punto de alcanzar el orgasmo cuando el ruido de un auto nos
hizo detenernos.
—Mierda —sisea, saliendo de mí—. Vístete rápido —ordena tendién-
dome la camiseta—. Tendremos esta conversación luego pequeña, tenlo por
seguro —me besa castamente en los labios y se va rápidamente.
Me quedo allí, sentada sin saber que pensar, desnuda, sobre la encime-
ra. Y él se ha ido porque alguien ha llegado. ¡Alguien ha llegado! Me visto
rápidamente y corro escaleras arriba.
Puede que ya no esté con él. Pero no tengo ganas de que me vean me-
dio desnuda.

—¿Natalie? —alzo mi vista— ¿Qué haces aquí?


Suspiro, levantando mi hombro.
Resulta que la del carro había sido Lara. Pero ni siquiera se fijó en que
estuve observándola a medida que se deshacía de sus zapatos y se dejaba caer
en el sofá. Regresé a su habitación y Chloe yacía dormida sobre su cama, así
que solo me puse ropa limpia y salí a sentarme en el pasillo. Y he estado aquí
como una hora, hasta que Derek decidió salir de su habitación.
—No podía dormir —digo sin mirarlo.
52
—Debiste despertarme —asegura con voz seductora—. Habríamos
hecho de todo menos dormir
—Lo sé. Pero no quería despertarte
—Pero ya estoy despierto —me tiende la mano y la tomo.
Rápidamente me tiene contra la pared.
—¿Sigues sin querer dormir?
—En realidad tengo hambre ¿Hacemos el desayuno? —él asiente con
pesadez.
—¿Me das un beso de buenos días al menos? —rodeo su cuello con
mis brazos.
Nos besamos como siempre solíamos hacerlo. De manera pausada y
lenta. Antes, esos besos me excitaban al instante. Justo ahora, ya no lo hacen.
—Te amo —susurra Derek abrazándome.
Cierro los ojos y lo abrazo con fuerza.
—Y yo a ti —miento, abriendo los ojos quedándome petrificada.
Neal nos observa, con una expresión indescifrable y apretando los pu-
ños como si quisiera asesinar a alguien.

53
Capitulo 11.
—No quiero irme —dice Derek, mirándome fijamente.
—Pero tienes que —susurro mirando a le gente pasar frente a nosotros.
—No pareces muy triste al respecto —lo miro fijamente.
—¿Qué estás insinuando? —él suspira.
—Este fin de semana estás diferente. Es como si otra estuviera en tu
cuerpo
—No entiendo porque lo dices —finjo estar confundida.
—Creo que lo sabes Natalie. Antes, cuando venía, estabas sobre mí
todo el tiempo. Anoche, prácticamente me lanzaste a los brazos de otra
—Tú no parecías muy enojado
—Tú parecías disfrutarlo
Me quedo mirándolo fijamente sin entender cómo puedo hacerle lo que
le estoy haciendo. Me estoy acostando con su padre y con él. ¡Y está tan mal!
Porque Derek es el novio perfecto, él no se merece nada de esto y yo no hago
nada más que pensar en su padre, en extrañarlo y desear que me posea de nue-
vo.
—¿Estás viendo a alguien más? —pregunta en voz baja.
Mis ojos se abren por lo acertado —si es que se podría decir que salgo
con Neal— que está. Aun así, intento parecer ofendida.
—Por supuesto que no —digo calmadamente—. No puedo creer que
pienses eso
—Tu actitud así me hace pensar
—¡Te dije que te amo! —suelto a la defensiva—. ¿Qué eso no vale
nada?
—Son sólo dos palabras, Natalie. Puedes decirlas sin tener que sentir-
las
—¿Entonces tu no lo sientes por mí? ¿Sólo fueron palabras vacías? –él
no dice nada, así que niego con la cabeza—. ¿Para qué las dijiste si no las
sientes?
—¡Claro que lo siento Natalie! —explota sobresaltándome—. Te amo,
maldición. Y justo ahora que lo tengo claro tu pareces más lejos de mí que
nunca
Mis ojos se llenan de lágrimas y tengo que mirar a otro lado. Intento
decir algo que arregle esto. Le quiero, le quiero mucho pero no lo amo. Y me
odio por eso.

54
Derek se levanta de golpe y comienza a alejarse. Presa del pánico, co-
rro detrás de él y lo detengo.
—Derek…
—Siento que te estoy perdiendo, Natalie, y que no puedo hacer nada
para remediarlo
Tomo su rostro entre mis manos y lo beso tímidamente en medio de la
estación. Soy una mierda de persona justo ahora pero necesito recuperar lo que
tenía con él antes de todo lo ocurrido con Neal sucediera.
Necesito sentir que soy una buena persona.

—Hola nena ¿Qué tal tu cumpleaños? —le sonrío a papá y dejo caer mi
bolso en el sofá antes de correr a su lado.
—Como todas las fiestas de Lara, una locura —él sonríe abrazándome.
—¿Sin alcohol? —blanqueo los ojos.
—Sin alcohol —aunque no sea verdad, después de todo, él nunca le
hizo esa llamada a Neal.
Me suelta y me deja sentarme a su lado en el sillón.
—Solo confirmaba. Neal me aseguró que nada ocurría cuando lo llamé.
—¿Lo llamaste? —pregunto con incredulidad.
Él asiente.
—Una casa vecina llamó a la estación indicando que la fiesta se estaba
saliendo un poco de control y antes de hacer cualquier cosa, lo llamé para ver
si era cierto
—¿Por qué no me llamaste a mí? —papá parece incomodo cuando
aclara su garganta.
—Pensé que estarías, ejem, ocupada —miro a otro lado intentando
ocultar mi diversión.
—Pensé que ya habías superado eso —digo intentando no reír.
—Por supuesto que no lo supero Natalie. Tú eres mi niña, siempre
serás mi niña —le sonrío sin poder evitarlo.
—Nada ha cambiado papá, excepto que yo… —él levanta sus manos.
—No termines esa frase —río guiñándole un ojo.
—Tú empezaste —papá sacude la cabeza.
—Sólo espero que estés siendo cuidadosa. Un embarazo a tu edad no
es lo adecuado —me pongo de pie de inmediato.
—Creo que tenemos esta conversación una vez por mes y la respuesta
siempre es la misma: si papá, estoy siendo cuidadosa —él mueve su mano con
desdén.
—Bien, eso está bien
55
Río tomando mi bolso y comienzo a caminar hacia las escaleras. Antes
de llegar a ellas vuelvo mi vista hacia papá.
—Te amo ¿Sabes? —él sonríe.
—Lo sé cariño, yo te amo a ti
Le saco la lengua y subo corriendo las escaleras hasta mi habitación.
Dejo caer mi bolso en el suelo y luego dejo caer mi cuerpo sobre la cama. Cie-
rro mis ojos e inspiro profundamente y me inquieta la manera en que me estoy
sintiendo.
Extraño a Neal, y no sé cómo dejar de hacerlo.

Despierto sobresaltada con una música a bastante volumen. No entien-


do de donde viene ni porque está sonando, pero sea lo que sea necesito que
pare. Afuera ya está empezando a oscurecer y solo un pequeño halo de luz
ilumina mi habitación, la música ha parado así que intento dormir de nuevo.
Pero otra vez, la familiar melodía envuelve la habitación.
—Mierda —siseo estirando la mano hacia mi mesa de noche—.
¡¿Qué?! —grito a quien sea que haya interrumpido mi sueño llamando.
—¿Qué manera de responderle a tu padre es esa?
—Estaba dormida papá —él ríe.
—¿Qué haces dormida tan temprano? Apenas son las seis
—No empieces —él vuelve a reír.
—Te dejé dinero para la cena sobre la encimera de la cocina, asumo
que no querrás hacer de cenar. Tuve que salir a cubrir a un compañero, regre-
saré mañana antes de que te vayas a la escuela para hacerte el desayuno
—Está bien papá ¿Pero no se te ocurrió que podías mandar un texto?
—resopla.
—Deja de quejarte y levántate a cenar, no quiero que te duermas sin
ello —cuelga.
—Yo también te quiero papá —le hablo a la línea muerta.
Estiro mis brazos en la cama y me siento. Repentinamente el apetito
me invade y salgo de un salto de la cama para ir a la cocina. La gran ventaja de
que papá no esté es que puedo andar en ropa interior por toda la casa, de hecho
podría andar desnuda sin tener problemas. Sonrío ante este pensamiento,
apuesto a que Neal le agradaría eso.
Me detengo al final de las escaleras ante esto último. De nuevo he pen-
sado en él ¿Por qué sigo pensando en Neal?
Sacudo la cabeza, intentando que con ello mi mente se despeje pero
nada. El simplemente se niega a salir de allí. Y en todo el proceso de llamar
para pedir una pizza y subir de nuevo a mi habitación para buscar algo más
56
decente que un sujetador y unas bragas para cuando el repartidor llegue, él
sigue allí.
—Maldita sea —exclamo furiosa—. ¿Por qué no puedes salir de mi
mente Neal Black?
Sigo buscando una camiseta cuando consigo lo que menos debería
haber conseguido en ese momento. El vibrador, el jodido vibrador. Lo dejo
caer en el suelo y camino hacia atrás hasta sentarme en la cama. Aliso mi ca-
bello hacia atrás y tomo una profunda respiración intentando evitar que mi
mente vaya hacia ese lugar. Pero es demasiado tarde. Una tras una, imágenes
de Neal haciéndome suya invaden mi mente. Cada una más erótica que la otra.
Y cuando me doy cuenta, me encuentro mojada y con ganas de más.
Tomo mi teléfono, tentada a llamarlo. Pero me detengo en el último
momento. Eso sería demasiado bajo, llamar para pedirle sexo, y es seguramen-
te lo que él esperaría. Pero no, no lo haré. Soy perfectamente capaz de satisfa-
cer mis necesidades por mí misma, y no necesito su estúpido vibrador para
ello tampoco.
Me deshago de mi sujetador y de mis bragas y me acuesto en la cama.
Abro mis piernas flexionadas y presiono mi clítoris con movimientos circula-
torios y lentos. Poco a poco la excitación va en aumento así que comienzo a
pellizcar mis pezones con mi otra mano uno por uno. Gimo cuando introduzco
dos de mis dedos en mi vagina y precioso mi clítoris con mi pulgar.
Pero definitivamente no se siente como cuando él lo hace…
—Neal —susurro en un gemido.
De nuevo pienso en él y lo que hemos hecho y rápidamente me encuen-
tro al borde del orgasmo. Aplico más presión en mí clítoris y no pasa mucho
antes de que me corra, de nuevo, gimiendo su nombre. Jadeo satisfecha y me
hago un ovillo en la cama. Aun desnuda, comienzo a quedarme dormida,
cuando el timbre me hace abrir los ojos de golpe.
—La pizza —digo levantándome.
No sé si ya han tocado antes así que tomo mi bata de dormir porque ya
no me da tiempo de vestir lo que quería y corro escaleras abajo para abrir la
puerta.
—Lo siento si lo hice esperar, yo… —me detengo al ver quién es el
repartidor.
—Lo hiciste —dice con tono de exasperación—. Y eso será un costo
extra —blanqueo los ojos.
—¿Qué haces aquí Neal? —él sonríe inocentemente.
—¿Qué no es obvio? —señala la pizza—. Vine a traerte una pizza

57
Capitulo 12.
Veo a Neal pasar a la cocina sin mirarme. Como siempre desborda una
seguridad al caminar envidiable y de nuevo estoy perdida en ello mientras lo
sigo a la cocina. El hombre es realmente sexy, eso no hay ni siquiera que du-
darlo, lo que no entiendo es porque de todas las mujeres en el mundo me elije
a mí para que me acueste con él, aun teniendo una esposa sumamente sexy.
¿Por qué justamente a la novia de su hijo?
—Estás muy callada —comenta tomando dos rebanadas de pizza de la
caja y colocándolas en dos respectivos platos.
—Sigo confundida por tu presencia aquí —musito mirándolo fijamen-
te.
Su mirada encuentra la mía y eso hace que mi corazón comience a latir
rápidamente. La intensidad que hay en esos ojos zafiro cada vez que me mira
es suficiente para desarmarme.
—¿Qué no es obvio? —comenta al fin con una sonrisa—. Estoy aquí
para alimentarte —enarco una ceja.
—¿Solo eso? —él enarca una ceja.
—¿Acaso quieres algo más pequeña? —susurra roncamente.
Me siento en un taburete frente a él. Tomo uno de los platos y comien-
zo a comer sin mirarlo, intentando alejar las sensaciones que esa frase ha traí-
do consigo.
—También quiero hablar contigo —dice tras unos minutos de silencio.
Me atrevo a mirarlo y me alivia ver que me está mirando sin ningún
rastro de pensamientos pervertidos.
—Tú dirás —digo terminando mi rebanada de pizza y tomando otra.
—No me agrada saber que te acuestas con Derek —mis ojos se abren y
toso el pequeño trozo de pizza que había comenzado a masticar.
Sus ojos se abren en preocupación pero rápidamente paso de toser a
reírme a carcajadas. Él frunce el ceño.
—¿Qué es tan gracioso? —gruñe ásperamente.
—Lo siento —musito intentando controlar mi risa—. Es solo que…
Derek es mi novio, tú lo sabes. Y tú eres un hombre casado ¿No te parece muy
hipócrita lo que me estás pidiendo?
—Yo no mantengo relaciones con Camila —dice muy serio.
Paro de reír.

58
Aunque Lara ya me había comentado algo al respecto, oírlo a él decirlo
en voz alta es como un shock que no esperaba. Sinceramente no esperaba esa
confesión.
—Eso no es mi asunto —digo con indiferencia—. Te he dicho mil ve-
ces que esto no debería ser, pero tú sigues insistiendo —su sonrisa engreída
aparece.
—Podrías decir que no
—¡Te he dicho mil veces que no! —grito enfurecida—. Pero parece
que tú no lo entiendes
—La que no entiende eres tú pequeña. Si tú realmente quisieras que no
pasara nada, nada pasaría. Pero tú me deseas tanto como yo a ti, eso es algo
incuestionable
Resoplo frustrada porque él tiene razón. Mi cuerpo reacciona a él de
una manera que ni yo misma me puedo explicar y por eso estoy donde estoy.
—¿Cómo es que tu esposa no sospecha de nada? —pregunto de repen-
te—. Estás aquí cuando deberías estar con ella —él suspira.
—Me estás cambiando el tema
—Creo que merezco saberlo
—Camila, como siempre, está de guardia. Ella nunca tiene tiempo para
mí, siempre está en el trabajo y cuando está en casa está demasiado cansada
como para tener sexo —sonrío ante esto—. ¿Por qué sonríes de nuevo?
—Por ti —respondo sin dejar de sonreír—. Para ser tan inteligente,
debiste pensarlo bien antes de casarte con una enfermera teniendo en cuenta lo
mucho que te gusta el sexo. Esa fue una mala decisión
Ahora Neal es quien sonríe.
—Por eso me gustas —dice seductoramente—. No tienes miedo de ser
directa, eso es algo que siempre me ha atraído en una mujer —blanqueo los
ojos pero sonrío ante el cumplido—. Pero hay algo que no has tomado en
cuenta y es que yo no me casé con Camila por amor, me casé con ella por res-
ponsabilidad —dejo de sonreír.
—¿Qué quieres decir?
—Ella quedó embarazada de Derek sin que ninguno lo quisiera, éramos
demasiado jóvenes para un bebé, para casarnos, pero sus padres nos obligaron.
Como ella era sexy y teníamos buen sexo, pensé que con el tiempo el amor
llegaría. Pero eso nunca paso
Miro a mi plato vacio sin decir nada. He acabado con mi segunda reba-
nada de pizza pero ya no quiero más. Por primera vez Neal y yo llevamos más
de quince minutos el uno junto al otro sin estar desnudos y follando. Él se está
confesando y está comenzando a ver que a pesar de que le miente a su esposa
59
por estar conmigo, parece ser sincero en todo lo demás. Incluyendo en lo de no
querer verme con Derek.
—Es la principal razón por la cual busco amantes, Natalie —dice al ver
que no respondo—. Me encanta el sexo, tú lo sabes, y con ella no lo obtengo
—¿No sería mejor que te separaras de ella y buscaras una esposa que te
de tanto sexo como lo deseas? —él niega riendo.
—Por supuesto que no. Casarme de nuevo sería revivir la misma histo-
ria —me observa por un momento—. Y sería una pérdida de tiempo ¿Para qué
casarme de nuevo cuando puedo tener todas las amantes que se me antojen?
Sólo tendré lo que quiero: sexo, sin necesidad de dar explicaciones ni que me
las den
Niego la cabeza pero sonrío. Eso es más que obvio. Él no es un hombre
de muchos sentimientos, es directo y sincero. Y no entiendo como eso me atra-
ía.
—No me sorprende —admito—. No eres un hombre de sentimientos
—Tengo sentimientos —se defiende.
—No de empatía —aclaro—. Estás engañando a tu esposa sin pregun-
tarte como se pueda sentir ella, o como te sentirías tú si fuera ella la que te
engañara —Neal ríe—. ¿De qué te ríes?
—Camila no me engaña, créeme, ni me engañará
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Fácil pequeña. Camila no tiene tiempo para mí ¿Crees que tendría
tiempo para un amante? —asiento lentamente.
—Buen punto —apoyo mi mentón sobre mi mano y prosigo—. ¿Pero
cómo te sentirías si tu padre se fuera acostado con ella, tiempo atrás, cuando
apenas teníais mi edad?
Sus ojos se abren ante la pregunta y rápidamente sacude la cabeza.
—Eso es algo que no me agradaría pensar —río.
—Eso es algo que le ocurre a Derek —añado entre risas—. En fin,
estás errado en algo —sus cejas se alzan.
—Corrígeme entonces —dice con ironía.
Sacudo la cabeza y me muevo en mi asiento.
—Dices que solo tienes amantes para no tener que dar ni recibir expli-
caciones ¿No es cierto? —él asiente—. ¿Entonces por qué dices que no te
agrada que me acueste con Derek? Eso para mí suena a que me estás pidiendo
explicaciones
De nuevo la sonrisa engreída aparece en su rostro y una mirada llena de
picardía me hace temblar en mi asiento.

60
—¿Estás admitiendo que eres mi amante? —mis ojos se abren pero
rápidamente entiendo.
No voy a caer en su juego de seducción, esta vez él caerá en el mío.
Tiro mi cabello hacia atrás en mi hombro, asegurándome que en el mo-
vimiento mi bata se abra un poco. Quiero mostrarle que no llevo nada bajo la
bata, quiero provocarlo como él siempre lo hace conmigo, y funciona. De in-
mediato su mirada se centra en mi escote por unos segundos antes de volver a
mis ojos.
—Espero una respuesta —dice roncamente.
Lamo mis labios lentamente y sonrío seductoramente.
—Creo que ya dejaste en claro que no me puedo resistir a ti y ya no
tiene sentido luchar contra eso. Cómo dijiste esa vez: lo bueno no siempre está
bien ¿No?
Él asintió lentamente, como aprobando mis palabras. Sonrío interna-
mente, sintiéndome grandiosa por mi pequeño triunfo.
—Pero no estoy errado pequeña
—¿Ah, no? —él niega con la cabeza.
—Algo que me gusta de mis amantes es que sólo me brinden placer a
mí, por eso son MÍS AMANTES —recalca las últimas palabras—. Quizás
ellas se acuesten con otros, no lo sé, pero mientras yo no lo sepa estoy bien,
pero contigo… —Neal acaricia su labio inferior con lentitud con su dedo índi-
ce, el movimiento no pasa desapercibido por mi parte—. No es agradable sa-
ber que estás en la habitación de al lado gimiendo gracias a un hombre que no
soy yo
Suspiro pesadamente.
—Tendrás que manejarlo —espeto—. No puedes pedirme que no me
acueste con Derek porque yo no te pido que no te acuestes con Camila. Eres
sincero, yo también y no acostarme con Derek significaría que él comience a
sospechar que algo pasa ¡Lo que ya hace! —exclamo—. Admito que ya es
muy tarde para fingir que nada ocurre contigo, hay química, lo admito, pero a
Derek lo quiero y si se entera lo que ocurre lo lastimaría y mucho. No quiero
que eso suceda
—¿Realmente lo quieres? —pregunta cortante—. Yo admito que no
quiero a Camila, estoy con ella por costumbre, hasta comodidad, pero tú dices
querer a Derek y te acuestas conmigo ¿Eso es realmente querer Natalie?
Jadeo sorprendida.
Él tiene razón. De los dos yo soy la peor persona en esta habitación.
Bajo la mirada y aprieto mis manos con fuerza ¿Qué demonios hago? Acabo

61
de admitir que quiero ser su amante pero me lleno la boca diciendo querer a
Derek. Soy una completa hipócrita. La peor de todas.
—¿Por qué me elegiste a mi Neal? —pregunto en un susurro—. De
todas las mujeres existentes ¿Por qué me tenías que elegir a mí?
Él no responde mi pregunta, en su lugar oigo como se baja del taburete.
Levanto mí vista para verlo junto a mí. Toma mi rostro entre sus manos y co-
mienza a acariciar mis mejillas.
—Eso es algo que aun no estoy dispuesto a confesar pequeña
Abro mis labios para protestar cuando me besa. No un beso posesivo
como los que siempre me da, este es más lento y sensual, Neal está tomándose
su tiempo para explorar mi boca y yo estoy haciendo lo mismo. Él me sujeta
de la cadera y me levanta para sentarme sobre la encimera. Gimo en sus labios
cuando se posiciona entre mis piernas y su erección presiona ese dulce manojo
de nervios entre mis piernas. Yo ya estaré completamente excitada y lista para
él en unos cuantos segundos, solo necesito que Neal esté dentro de mí.
—Neal… Te necesito
Sé que esto no es amor, él solo quiere sexo. Pero quiero sentirme nece-
sitada por alguien, quiero que se deshaga en mis brazos cuando llegue al or-
gasmo que yo le proporcionaré. No importa si luego me retorceré en mi auto-
compasión por sentirme la peor puta del mundo. Justo ahora, solo quiero que
él me lleve al cielo.
—Esta vez no pequeña —responde alejándose cuando ve que intento
abrir su cremallera.
Mis ojos se abren y quedo helada.
Su rechazo… ha sido como un balde de agua fría.
—¿Es porque seguiré acostándome con Derek? —pregunto al borde del
llanto—. ¿Ya no quieres acostarte conmigo por Derek? —él sacude la cabeza
volviendo a acercarse a mí.
—No, no es por eso pequeña. Te deseo. He deseado estar dentro de ti
desde que abriste la puerta y te vi con solo ese pequeño trozo de tela cubriendo
tu precioso cuerpo
—¿Entonces porque me rechazas?
—Porque siempre terminamos follando como locos por mi causa. Por
una vez desearía que lo hiciéramos porque tu lo deseas —mis cejas se alzan
ante la sorpresa y él me besa tiernamente en la frente—. Que tengas una buena
noche, pequeña —sonríe antes de alejarse hacia la puerta principal.
Me quedo unos segundos sentada en la encimera pensando en lo que ha
dicho y descubro que tiene razón. Siempre lo hacíamos porque él quería, por-

62
que él me buscaba, porque él me provocaba ¿Y yo que hacia? Negarme hasta
ya no poder resistirme más y ceder a su seducción. Bueno, esta vez no será así.
—¡Neal! —grito saltando de la encimera—. ¡Neal espera!
Corro hacia la puerta principal, esta ya está cerrada. La abro y miro
fuera, Neal se encuentra a punto de entrar a su auto.
—Neal —vuelvo a llamarlo mientras corro hacia él.
Él se vuelve hacia mí pero no se acerca, se queda en su lugar observán-
dome. Me detengo frente a él, tentada a besarlo, pero sé que no puedo hacerlo,
no en un lugar donde cualquiera puede vernos.
—Quédate —susurro sólo para que él escuche—. Toda la noche, una
hora o sólo cinco minutos más, pero quédate —pido con desesperación.
Él no contesta. Solo me observa por lo que parece una eternidad.

63
Capitulo 13.
Su mirada luce obviamente confundida ¿No está seguro de que lo que
le pido es verdad? Sigo esperando una respuesta suya, abrazándome a mi
misma por la fría brisa que azota mi cabello. Después de todo es enero y yo
sigo prácticamente desnuda en medio de la calle. Pero sigo esperando una res-
puesta, respuesta que nunca llega. Suspiro pesadamente y me doy la vuelta
para regresar al interior de la casa, dando el caso como perdido y me siento tan
patética al pensar que él se quedaría.
Debe volver a casa donde su familia lo espera. Familia a la que yo no
pertenezco.
Subo con lentitud las escaleras, escalón por escalón intentando tragar el
nudo en mi garganta, intentando alejar las lagrimas que se juntan tras mis par-
pados.
Quiero que se quede, lo quiero con todo mí ser. Y él solo…
—Natalie —su voz ronca me hace detenerme de golpe.
Me giro lentamente, aun sorprendida de verlo al final de las escaleras.
Tan guapo como siempre, ¡Y está aquí! ¡Conmigo!
—¿Cómo… —aclaro mi garganta—…cómo entraste? —él sonríe.
—No le pasaste seguro a la puerta, lo cual debiste hacer. Menos mal
que he vuelto a confirmar que estuvieras bien —asiento cabizbaja.
Me siento más patética aun porque él esté aquí sólo por eso.
—¿Solo vas a preguntar eso? —añade, subiendo el primer escalón.
Mi corazón comienza a latir rápidamente.
—¿Qué haces aquí?
Él sigue subiendo escalón por escalón hasta llegar a mi altura. Se de-
tiene un escalón más abajo que yo, por lo que su rostro queda a mi altura.
—Creo haberte escuchado pedirme que me quedara —susurra ronca-
mente—. ¿No lo imagine, verdad? —trago nerviosamente y niego con la cabe-
za.
—Quiero que te quedes, pero sólo si tu también lo quieres
Sus brazos rodean mi cintura y su cuerpo se pega al mío. Su nariz rosa
la mía y yo me pierdo en su mirada profunda. Acaricio sus brazos hasta llegar
a sus hombros y rodeo su cuello con mis brazos.
—¿Te quieres quedar? —susurro contra sus labios.
Una de sus manos sube hasta mi cuello y me sostiene firme cuando tira
de mi labio inferior. Jadeo débilmente y entierro mis dedos en su cabello al
tiempo que mis labios se unen con los suyos. Nuestras lenguas al instante se

64
conectan, danzan una con la otra en un baile lento y seductor. Complementán-
dose perfectamente entre sí.
Neal se mueve hasta que tengo que mover mi cabeza hacia atrás para
seguirle besando. Él ha subido el último escalón y comienza a caminar, retro-
cedo hasta que siento la pared contra mi espalda y el cuerpo macizo de Neal
contra mi pecho.
—¿Quieres que me quede? —pregunta en un jadeo, separándose de mis
labios.
Sus ojos buscan los míos y parecen añorar algo. ¿Qué se quede? ¿Quie-
re que le pida que se quede de nuevo?
Asiento con seguridad, deslizando mis dedos por su mandíbula.
—He querido tenerte aquí desde hace varias horas. Incluso pensé en
llamarte —confieso mis pensamientos de antes, para convencerlo de que es lo
que quiero.
—Me hubiese gustado recibir una llamada tuya para variar —dice an-
tes de atrapar mi dedo índice entre sus labios.
Lo lame ligeramente antes de succionarlo. La sensación va directamen-
te a mi ingle y muerdo mi labio para no gemir, sin apartar mi mirada de la su-
ya y él se da cuenta la reacción que ha creado en mí.
—Me entretuve con otras cosas
Una de sus cejas se alza y puedo ver lo interrogante de su mirada. Deja
escapar mi dedo de su pequeña felación y su rostro se acerca al mío.
—¿Con que te entretuviste, pequeña? —lamo mis labios haciendo que
Neal los observe unos instantes antes de volver su mirada a la mía.
Sonrío seductoramente y decido que es momento de excitarlo a él.
Roso sus labios con los míos y luego continúo el proceso por su
mandíbula hasta su cuello. Beso delicadamente su piel hasta llegar al lóbulo de
su oreja y tiro de este ligeramente.
—Me masturbé pensando en ti —susurro en su oído.
Puedo sentir como sus dedos en mi cadera me aprietan y traga con difi-
cultad. Sé que le está tomando todo su autocontrol no follarme contra esta pa-
red ahora mismo y también me tiene confundida que no haya arremetido con-
tra mí. Es por eso que quiero averiguar hasta donde lo puedo provocar.
—¿Usaste el vibrador que te regalé? —pregunta en un tono ronco y
rasposo.
Me separo de su cuello y niego con la cabeza.
—Mis dedos también suelen ser satisfactorios —digo acariciando mis
labios con ellos seductoramente—. Pero no se comparan a ti —bajo mi ma-

65
no—. Nada se compara a ti —comento mientras mi mano encierra su erección
y le da un apretón.
—Natalie —gruñe antes de chocar sus labios contra los míos.
Mi auto control desaparece mientras me besa con ferocidad y desespe-
ración. Sus manos buscan mi trasero y me alza del suelo haciendo que mis
piernas rodeen su cadera y su dura erección presione el lugar correcto. Gimo
en su boca y entierro mis dedos en sus hombros arqueando mi cuerpo contra el
suyo, más que preparada para ser suya. Pero tal como sucedió en la cocina,
Neal se detiene. Su beso va perdiendo su desesperación hasta que es lento y
calmado, y cuando me doy cuenta ya no nos estamos besando.
—No te detengas ahora —pido—. No otra vez
—Calma pequeña —susurra sonriendo—. No me detendré, moriría si
no te poseo justo ahora
—Entonces hazlo —exijo haciendo que su sonrisa crezca.
—Quiero hacerlo diferente esta vez —frunzo el ceño.
—¿A qué te refieres?
Neal me aparta de la pared y conmigo encima comienza a caminar.
—Siempre terminamos perdiendo el control el uno junto al otro, fo-
llando sin sentido hasta que ambos nos corremos y eso es justo lo que casi
logras que suceda de nuevo con ese comentario —gruño frustrada.
—Quizás eso es justo lo que quiero, follar sin sentido. Me masturbé
pensando en ti, pero te sigo queriendo a ti y tú me lo estás negando
—No te lo niego —dice entrando a mi habitación—. Lo estoy pospo-
niendo
No digo nada mientras me deja en mi cama y me observa detenidamen-
te.
—Quiero verte masturbándote de nuevo —asegura sobre mis labios—.
Pero no ahora. Ahora quiero hacerte el amor
Mis ojos se abren ante esta declaración, estoy sumamente sorprendida
por su elección de palabras, pero no digo nada. Lo veo deshacerse de su ropa
con rapidez y luego se ocupa de mi bata. Ambos estamos desnudos cuando me
recuesta sobre la cama y él está sobre mí. Sus ojos no dejan los míos y no pue-
do dejar de preguntarme en qué piensa cuando me mira de una manera tan
distinta al deseo que desbordaban sus ojos cada vez que lo hicimos las pasadas
veces.
—¿Te he dicho lo hermosa que es tu piel? —pregunta acariciando mi
cuello con su nariz—. Me pasaría horas y horas observándola —él inspira pro-
fundamente—. Y tu delicioso perfume —lame mi cuello—, con tu delicioso

66
sabor pequeña, son como una droga a la que me estoy comenzando a hacer
adicto
Gimo su nombre suavemente.
Sus manos han comenzado a explorar mi cuerpo. Mis piernas, mi cade-
ra, mi vientre y mis pechos. Los amasa con lentitud antes de tirar de mis pezo-
nes. No puedo evitar arquear mi espalda y jadear con fuerza ante todas las sen-
saciones que me transmite su simple tacto, es demasiado intenso y él solo me
está tocando allí.
—Neal…
—Eres un gran espectáculo de ver cuando estás excitada, pequeña —
comenta observándome con detenimiento—. Pero lo eres aun más cuando
estás en pleno clímax, imagen que algún día capturaré en una cámara
Neal inclina su cabeza y captura uno de mis pezones entre sus dientes.
Mi cabeza cae hacia atrás y grito cuando lo muerde, luego lame el contorno de
este con lentitud. Entierro los dedos en su cabello atrayéndolo más cerca mien-
tras que con la otra mano aprieto las sabanas debajo de mi cuerpo.
Puedo sentir como una de las manos de Neal va descendiendo por mi
vientre cuando cambia el tormento de sus labios al otro pezón. Abro las pier-
nas en el momento en que sus dedos acarician mi pubis depilado y gimo fuer-
temente cuando presiona mi clítoris y comienza a hacer movimientos circula-
res sobre este.
—Oh Neal
—Eso es pequeña —musita estando de nuevo a mi altura—. Muéstra-
me el gran espectáculo
—No —jadeo al borde del orgasmo—. No así —mi mirada suplicante
encuentra la suya—. Hazme el amor —pido en un susurro.
Neal sonríe antes de besarme.
Sus dedos abandonan mi entrepierna y buscan mi mano. Entrelaza
nuestros dedos de ambas manos y las deja sobre mi cabeza mientras se aco-
moda entre mis piernas. Con una lentitud casi dolorosa comienza a introducir-
se en mí y yo gimo en sus labios porque nunca hemos dejado de besarnos.
Mis manos aprietan fuertemente las suyas disfrutando de todas las sen-
saciones que me provoca su exquisito y lento vaivén, porque sus caricias ante-
riores me han dejado al borde del orgasmo. Neal suelta una de mis manos y
lleva la suya a mi pierna, enganchándola a su cadera, obteniendo más profun-
didad al penetrarme.
—Oh… sí —exclamo soltando sus labios—. No te detengas
—No pienso hacerlo —dice suavemente apretando mi trasero contra sí.

67
Me encuentro a mi misma moviendo mi cadera, al ritmo de sus embes-
tidas lo que incrementa mi excitación y me tiene al borde del éxtasis. Esto no
es como una de nuestras típicas folladas, donde todo es rápido, con desespera-
ción y salvajismo. Neal está siendo lento y sensual, y tiene el mismo efecto en
mí que cuando arremete con fuerza contra mí.
—Neal —jadeo—. Necesito…
—Lo sé —me mira a los ojos—. Estás muy cerca del orgasmo
—Tú también —por su expresión veo que se sorprende—. Córrete
conmigo —pido introduciendo mi mano libre entre nosotros.
Presiono con fuerza y rapidez mi clítoris hasta que siento como el or-
gasmo está cada vez más cerca.
—Oh por Dios, Neal —jadeo en su oído.
—Eso es pequeña —él mueve su cadera en círculos—. Córrete para mí
Grito extasiada cuando el orgasmo se hace cargo de mí, arremetiendo
todo a su paso, acelerando mi corazón y enviando descargas eléctricas por
todo mi cuerpo. Convulsiono y Neal se corre en ese momento, dentro de mí,
dejándome ver esa expresión de placer en su rostro que tanto me encanta y que
solo yo tengo el placer de ver.
Hasta que cae exhausto sobre mí y solo nuestros jadeos resuenan en la
habitación. Mi cuerpo sigue teniendo espasmos pero me las arreglo para abra-
zarlo, no queriendo que este momento acabe nunca. Pero entonces él se mue-
ve, sale de mi interior y el pánico se instala dentro de mí creyendo que se irá.
Que se irá de inmediato tras haberme hecho suya. Pero en su lugar, rueda
hacia un costado llevándome con él y me encuentro entre sus brazos, recostada
en su pecho.
—Eso ha estado… —comienza—. Ha estado increíble
—Lo sé —susurro mirándolo—. No importa de qué manera me folles,
lo haces de maravilla —él niega riendo y me besa la frente.
—No acabo de follarte pequeña, acabo de hacerte el amor
Mi corazón comienza a latir nuevamente tras esas palabras y mi esto-
mago se encoje. Culpo a la sensación postcoital en la que ambos estamos pero
en el fondo sé que hay algo más.
Neal, con su arrogancia y seguridad, su sinceridad y su manera de
hablar, como me ha tratado esta noche y como me ha hecho sentir, se está me-
tiendo en mis pensamientos cada vez más, y no solo en los sexuales. Y el solo
hecho de que sea prohibido me hace desearlo aun más.
—Creo que deberías descansar un poco —susurra levemente—. Nece-
sitaras fuerzas para lo que tengo planeado —mordisqueo mi labio, incapaz de
controlar a mi corazón desbocado.
68
—¿Piensas quedarte? —él sonríe.
—Era lo que querías, y es también lo que yo quiero
Sonrío abiertamente antes de besarlo. Él me corresponde de manera
pausada antes de acomodarme de nuevo sobre su pecho e instarme a dormir.

69
Capítulo 14.
Me despierto con una cálida respiración en mi cuello y un cuerpo pesa-
do sobre mí. Aun hay oscuridad a mí alrededor por lo que deduzco que aun es
de noche. Aun así un poco de claridad me permite observar la ancha espalda
del cuerpo que me presiona con fuerza contra el colchón. Sonrío como estúpi-
da al recordar la pasada noche, como me hizo el amor con lentitud y pasión
para luego hacerme suya con la rudeza a la que me tenía acostumbrada pero
que me encantaba de igual manera. Tanto que me preocupaba.
Comenzaba a pensar demasiado en Neal y eso no podía ser bueno. Si
terminaba enamorada de él sabía que solo conseguiría un corazón roto. Él lo
había dicho, solo quería una amante con la cual follar sin tener que dar o pedir
explicaciones e imaginaba que los sentimientos estaban incluidos. Pero me
parecía imposible no comenzar a sentir cosas por él cuando se comportaba
como el hombre perfecto. Así que aquí estoy yo, con una lucha interna. Antes
sabía que estaba mal lo que hacíamos en muchas maneras, pero con todo y eso
había aceptado ser su amante. Ahora me encuentro decidida a seguir con esto,
pero tratando de no unir mis sentimientos al placer sexual que él busca en mí.
Porque eso es lo único que él puede desear de mí, que lo complazca en la ca-
ma.
Bajo la vista pero de nuevo solo logro ver su espalda, su cabeza reposa
sobre mi pecho en una posición que no me permite ver su rostro, pero apostar-
ía hasta lo que no tengo que es tan angelical como lo es despierto. Sin poder
evitarlo, deslizo mis dedos por su cabello unos segundos antes de bajarlos a
sus anchos hombros. Sus músculos están relajados, aun así puedo recordar
cómo se tensan cada vez que me enviste con fuerza o delicadeza. Y su piel es
tan suave, de no tenerlo encima podría haber deslizado mi lengua por cada
centímetro de su piel, pero por ahora solo puedo conformarme con deslizar la
yema de mis dedos por su espalda.
De repente, Neal se mueve inquieto antes de levantar su vista hacia mí.
Bosteza un poco y luego una sonrisa perezosa aparece en su rostro.
—Hola pequeña —mi corazón se acelera por el tono rasposo en su voz.
—Hola —susurro de vuelta.
Neal alarga su mano hacia mi mesa de noche y enciende la pequeña
lámpara. La luz tenue ilumina parte de la habitación, no mucho, solo lo sufi-
ciente para observar a la perfección sus perfectos rasgos.
—Alguien se ha despertado temprano —dice inclinándose sobre mí.

70
Acaricia uno de mis pechos desnudos con su nariz antes de lamer el
pezón de este y soplarlo con suavidad. Este se endurece al instante y me hace
gemir en voz muy baja.
—No estoy segura de que hora es —digo entrecortadamente, ya que
Neal se encuentra repitiendo el proceso anterior en mi otro pecho.
—Poco más de las cinco, me imagino —su mirada encuentra la mía—.
No puedo estar aquí cuando tu padre llegue. Bastantes riesgos estoy corriendo
ya por haber pasado la noche contigo
—Lo sé —digo con nostalgia.
—Pero creo que valió la pena el riesgo pequeña —se mueve un poco y
pude sentir su erección contra mi cadera—, de lo contrario esta erección habría
tenido un final muy triste
—Erecciones matutinas ¿Eh? —él sonríe, posicionándose sobre mí.
—Cada mañana, solo con pensar en ti antes de dormir
Mi corazón se desboca ante esto. Él, pensando en mí cada noche, como
yo pienso en él.
—¿Estás lo suficientemente bien para un polvo rápido antes de que me
vaya? —pregunta abriendo mis piernas con las suyas.
Polvo. Ya volvimos a los polvos.
—¿Pequeña? —pregunta él escondiendo su rostro en mi cuello para
besarlo.
—Creí que te gustaría desayunar antes de irte —digo sin pensar.
Neal se separa para observarme, parece divertido ante mi absurda idea.
Aun así sus labios capturan mi labio inferior para tirar de este con fuerza. Gru-
ño fuertemente y enredo mis dedos con fuerza en su cabello para besarlo. Neal
responde el beso con la misma desesperación que yo por lo que parece una
eternidad, mientras sus manos masajean mis pechos.
—Tienes razón pequeña —susurra contra mis labios—. No puedo irme
sin desayunar, no cuando tú eres el plato principal
Neal comienza a descender por mi cuerpo, besando mi cuello, mis pe-
chos y mi vientre, hasta llegar a mi sexo. Me abre las piernas y acomoda sus
hombros bajo estas. Me sostiene de la cadera mientras que con su lengua lame
mi clítoris despacio, haciéndome temblar.
—Neal —gimo arqueando mi espalda.
Él sigue haciendo magia con su lengua, dejando intervalos entre lamer
y succionar. Mis manos encuentran el camino hacia su cabello y tiran de este
mientras muevo mi cadera contra su rostro sin pudor, buscando una liberación
que él se empeña en retardar.
—Quieta pequeña —sopla Neal sobre mi clítoris humedecido.
71
—Por favor —suplico dejando caer mi cabeza hacia atrás—. Neal
Él presiona con fuerza mi clítoris.
—Déjate llevar pequeña
Mi boca se abre pero nada sale de ella. El orgasmo se abre paso a
través de mí haciendo vibrar cada una de mis terminaciones nerviosas. Mi
cuerpo convulsiona y se arquea, mientras Neal sigue lamiendo mi vagina.
—Deliciosa —le oigo susurrar antes de abrir los ojos.
Neal se incorpora y se sitúa sobre mí de nuevo, llevándose mis piernas
aún sobre sus hombros, por lo que al estar su rostro a la altura del mío para
besarme mis rodillas prácticamente están una a cada lado de mi rostro. Puedo
sentir mi sabor en sus labios y me sostengo de sus hombros para intentar tener-
lo más cerca de mí.
—¿Estás bien así? —pregunta tras besarme.
—Si —susurro—. Soy bailarina, la flexibilidad es parte de ello
—Mmm, eso tiene posibilidades —Neal mueve su cadera, haciéndome
gritar al penetrarme de golpe—. Contigo todo tiene posibilidades —musita
antes de besarme de nuevo.

—¿Así que esta era tu idea de desayuno? —pregunta Neal con incredu-
lidad.
Me encojo de hombros un tanto avergonzada. Solo le he preparado un
pequeño tazón con cereal, que es lo mejor que puedo hacer en cualquier cir-
cunstancia. No se me da muy bien cocinar.
—Puedo intentar prepararte algo, pero no prometo nada. No se me da
muy bien cocinar
Neal sonríe y toma un nuevo bocado. Cierra los ojos y gime de placer
antes de abrirlos de nuevos.
—El mejor cereal que he probado en mi vida —sacudo mi cabeza.
—No seas condescendiente conmigo
Neal ríe dejando su tazón sobre la encimera y dándole la vuelta a la
misma, llega donde yo estoy y me abraza desde atrás. Puedo sentir lo caliente
de su pecho desnudo atravesar la fina tela de su camisa.
—No soy condescendiente pequeña, pero es difícil imaginar que tú
viviendo sola con tu padre no cocines —mordisqueo mi labio.
—Papá se encarga de eso —musito más apenada aún.
—¿Quieres que sea sincero? —pregunta en mi oído.
Asiento girando un poco mi cabeza para mirarlo a los ojos.
—No importa que no se te de bien cocinar —su mano se posa en la
parte interna de mi muslo derecho y comienza a subir por ella—. Lo único que
72
me interesa de ti es esto —dice presionando su mano sobre mi sexo, jadeo—,
que a mi parecer es muy delicioso
Su mano abandona mi sexo y se dirige a mi trasero.
—Y este lugar de aquí —él besa mi cuello—. ¿No se te ha olvidado
nuestro acuerdo?
—No
—Bien, porque realmente deseo poseer este hermoso culo —gimo.
¿Por qué demonios me ponía cachonda que me hablara de esa manera
tan sucia?
—Lo sé —digo apenas audible.
Neal me da vuelta y posiciona sus manos en la encimara, a cada uno de
mis lados, dejándome atrapada.
—Me tengo que ir ya —sentencia con voz neutra.
Mi mirada viaja inmediatamente al microondas. Marca las seis menos
diez. Papá llegará en cualquier momento, y si encuentra a Neal aquí…
—Tienes razón, tienes que irte —digo, pero ninguno se mueve.
Neal sonríe y presiona su frente contra la mía.
—Me parece que estás usando algo mío, y no puedo salir de aquí me-
dio desnudo pequeña
Sonrío al imaginarlo salir sin camisa de aquí a estas horas de la maña-
na.
—Tienes razón, no queremos que armes un escándalo público —
concuerdo llevando mis manos al primer botón de la camisa.
Los voy quitando uno por uno con una lentitud premeditada. Un último
intento de seducción, un último intento de afianzar que nos volveremos a ver
pronto. Cuando finalizo, encojo mis hombros y dejo que la prenda se deslice
sola por mis brazos, atrapándola en mis manos y tendiéndosela a Neal. Él me
observa cada instante, cada mínimo movimiento mío es capturado por sus
ojos, los cuales se posan en mis pechos al instante en que estoy completamente
desnuda.
—¿Quieres saber qué me gusta de ti, pequeña? —pregunta tomando su
camisa.
—¿Qué soy buena en la cama? —alardeo enarcando una ceja.
Él ríe roncamente y se coloca la camisa.
—Aparte de eso —se muerde el labio mirándome de arriba abajo.
Me muevo inquieta en el mismo sitio, sintiendo como va aumentando
la temperatura de mi cuerpo.

73
—Tu falta de vergüenza —asegura tomándome de la cintura—. Me
encanta una mujer que no tenga miedo de mostrar su cuerpo desnudo, sobre
todo uno tan exquisito y perfecto como el tuyo
Envuelvo con mis brazos su cuello y pego mi cuerpo al suyo.
—No tiene sentido cubrir algo que, puedo deducir, conoces muy bien
—él sonríe.
—Lo hago —sus manos se encierran en mi trasero y lo aprietan con
fuerza—. Excepto por una
—Que conocerás pronto —aseguro.
Aunque el sexo anal nunca ha creado curiosidad en mí, Neal se ha en-
cargado la pasada noche de crearla. Le había ayudado que me hablara de ello
mientras estaba sobre mí, haciéndome suya.
—Otra cosa que me gusta de ti —anuncia—: tu curiosidad
—Que es mucha
—Puedo verlo
Neal inclina su cabeza y me beso. Sus manos siguen en mi trasero
apretándolo contra su erección mientras me besa y yo sigo con mis brazos en-
volviendo su cuello, queriéndolo más cerca. Pero más rápido de lo que hubiese
querido se separa de mí, alisando mi cabello detrás de mi oreja.
—Me tengo que ir —susurra sobre mis labios—. Fuiste un delicioso
desayuno pequeña, y espero pronto volver a disfrutar de ti
Se separa de mí y va hacia la puerta, dejándome jadeando, excitada y
con ganas de volver a tenerlo entre mis piernas lo antes posible.

74
Capitulo 15.
—¡Natalie! —agitan las manos frente a mí.
—¿Qué pasa? —pregunto al darme cuenta que Chloe y Lara me miran
fijamente.
—Te he llamado como cinco veces —dice Chloe—. ¿Se puede saber
qué te sucede? —rápidamente miro a otro lado.
No puedo dejar de pensar en lo ocurrido el fin de semana que había
pasado. Lara celebró su cumpleaños número dieciocho y había hecho una gran
fiesta. Derek había venido, su enojo de cuando se marchó parecía esfumado,
hasta que quiso que tuviéramos sexo y yo alegué estar en mi periodo, aunque
este no vendría hasta la semana siguiente. Y la razón por la que le mentía era
porque no quería tener sexo con él, solo quería tener con Neal. Con el cual no
pude tener ni un polvo rápido en el baño porque Camila estuvo presente en el
cumpleaños de su hija.
—Me preocupa el recital de primavera de la academia —miento—.
Quiero el papel principal
No estoy mintiendo del todo. Quiero ese papel, solo que no es mi ma-
yor preocupación.
—Relájate —indica Lara sonriendo—, les patearás el trasero. Eres una
excelente bailarina
—Gracias —sonrío orgullosa.
—Estoy de acuerdo con Lara, bailas genial —concuerda Chloe—.
¿Qué obra será?
—Cascanueces
—Awww —dicen al unísono.
—Supongo que quieres ser Clara —comenta Chloe.
—¿Y quién será el cascanueces? —pregunta Lara—. Dime que el tipo
caliente de cabello negro que vi el viernes —blanqueo los ojos.
Lara había ido por mí a mi clase de ballet del viernes, ya que papá no
podía recogerme y Chloe estaría ocupada. Seth —el caliente de cabello ne-
gro— había estado hablando conmigo mientras esperaba a Lara, quien le dio
una mirada descarada al verlo cuando llegó.
—Chica. Tienes que calmar tus hormonas —Chloe casi escupe las pa-
labras.
—¿Qué? —Lara finge estar indignada—. No es un pecado que me gus-
te el sexo. Además, el hombre está para comérselo ¿O no Natalie?
—No me preguntes a mí —exclamo rápidamente.

75
El único que me parece caliente ahora es Neal. Oh Dios, estoy tan jodi-
da.
No habíamos vuelto a estar juntos desde la noche que se quedó en mi
casa, a dormir. No había llamado y yo no le he llamado por temor a que estu-
viera con su esposa, o peor aún, con otra amante. En el fondo temo que se
haya aburrido de mí y buscado otra. Yo no dejo de pensar en él, ni de estar
pendiente por si una llamada suya entraba. Pero nada de eso llega y comienza
a preocuparme la necesidad que siento de verlo, besarlo, hacerlo mío. Defini-
tivamente, los cinco minutos que lo vi en casa de Lara no contaban ya que
fueron totalmente impersonales y yo quiero más. ¡Necesito más!
—Es cierto —corrobora Chloe—. Natalie tiene novio así que no puede
pensar en chicos calientes
—Pero si puede admitir que lo están, y Seth lo está. Admítelo Natalie
—blanqueo los ojos.
—¿Tú no tenías novio? —pregunto.
—Huh, no. Salgo con chicos, no tengo novio —responde Lara con una
sonrisa—. Solo vosotras os animáis a entrar en una relación, ¡Y a larga distan-
cia, qué horror! —ella lleva sus manos a su rostro, haciendo una expresión de
horror—. No sé como lo soportáis. Bien podrían estarlo haciendo con uno de
los muchos chicos guapos de por aquí. Menos Seth, él es mío
—Lo hacemos porque creemos en compromisos ¿No, Natalie? —no
miro a Chloe mientras respondo, aun así puedo notar como mi voz suena aho-
gada mientras hablo.
—Si claro. Compromiso —digo con desdén.
Solo puedo pensar en lo que ha dicho Lara. Ella tiene razón, quizás ese
es exactamente el problema. Estar con Derek no estando ambos en la misma
ciudad había abierto una brecha entre ambos que permitió que Neal entrara.
A veces me pregunto si Derek siente lo mismo, o si inclusive me habrá
engañado antes que yo a él.
—¡Natalie! —escucho que Lara grita nuevamente.
—¿Qué? —ambas resoplan.
—Ya deja de pensar en el odioso papel, lo conseguirás. Ahora concén-
trate y préstame atención, necesito que me salves la vida —frunzo el ceño ante
el tono de Chloe.
—¿Qué pasa?
—¿Puedo quedarme en tu casa esta noche? —enarco ambas cejas.
No sé que decirle. Porque si Neal llega a aparecer justo hoy…

76
En lo que me he convertido: la chica que abandona a su mejor amiga
por un hombre casado. Y eso no podía ser, estaba anteponiendo relaciones
sexuales antes que una amistad de años.
—Claro. ¿Pero desde cuando te dejan quedarte conmigo en noche de
escuela? —Chloe gime.
—Desde que es el aniversario de mis padres y ambos muy gentilmente
me pidieron que me quedara contigo. Te imaginarás a que se debe —no puedo
evitar reír ante su mueca de asco.
—Vale, te salvo la vida entonces. Si papá tiene que trabajar toda la
noche, será como una fiesta de pijama ¿Quieres unírtenos Lara? —pregunto
mirándola, pero ella parece no oírme— ¿Lara?
—Lo siento, me perdí luego de escuchar aniversario —responde ella
seria.
—¿Qué ocurre? —Chloe se adelanta a gesticular mi pregunta.
—Nada solo… escucharte hablar sobre tus padres me recordó a los
míos. A veces quisiera que fueran como los tuyos —admite en voz muy baja.
Chloe y yo nos damos una mirada preocupada. Aunque a mí no solo
me preocupa Lara.
—¿Qué pasa con tus padres? —pregunto.
—Los he escuchado discutir un par de veces, lo cual es raro. Ellos nun-
ca discuten
—¿Por qué discutían? —pregunto de nuevo.
—Por lo que oí, mamá está furiosa porque papá esta cambiado. Yo no
le encuentro ningún cambio, pero ella lo acusó la otra noche de haberlo descu-
bierto pasando la noche fuera de casa —mis ojos se abren.
Esa noche, probablemente fue la que pasó conmigo.
—¿Tú crees que sea cierto? —pregunta esta vez Chloe.
Repentinamente, mi boca se siente seca.
—No lo creo, nunca he sabido que papá pase la noche fuera. Llega
tarde, si, a causa del trabajo. Pero toda la noche —sacude la cabeza—. No, es
imposible. Él jamás engañaría a mamá
Ella parece muy segura de ello, lo que me hace preguntarme qué tan
gran actor es Neal para tener a su hija tan devoto a él.
—Creo que solo son problemas de pareja —ella mueve su mano con
desdén, como quitándole importancia al asunto—. Se lo comenté a Derek y me
dijo que no me preocupara. Según él, no es la primera vez que discuten y mira
lo felices que son
—Mis padres discuten a veces —dice Chloe—. Esos días, no puedo
dormir en las noches por los ruidos que ocasionan en su "reconciliación"
77
—Lo mismo me dijo Derek. Que seguramente luego tendrían el mejor
sexo del mundo. Según él, el sexo de reconciliación es el mejor sexo que exis-
te
Aprieto mis manos en puños de solo pensar en Neal haciéndole el amor
a Camila. Simplemente no, no quiero esa imagen en mi cabeza.
—Entonces —sigue Chloe—, ¿Te nos unes? —Lara sacude su cabeza.
—Mamá tiene turno esta noche, así que estaré preparándole la cena a
papá. Lo siento
Chloe asiente y el pánico se instala en mi estomago.
Si Camila trabaja esta noche, ¿Vendrá Neal a verme?
Observo a Chloe que ahora está enfrascada en una plática con Lara y
pienso en las maneras de cancelar, pero inmediatamente las descarto. Miro mi
celular nuevamente y suspiré resignada.
Neal no llamó ni escribió en una semana, no creo que lo haga justa-
mente hoy. Muerdo mi labio, intentando y fallando miserablemente en preten-
der que no me importa que él no me busque. Porque la verdad es que le extra-
ña, como nunca había extrañado a Derek.

—¿Pizza? —pregunto a Chloe una vez mi papá se va dejando clara-


mente que no quería nada de chicos en la casa.
—¿Por qué no mejor comida china? Como que me está aburriendo la
pizza —mi mandíbula cae abierta.
—¿Es eso siquiera posible? ¿Cómo puede aburrirte la pizza? —ella
encoje un hombro.
—Sólo quiero variar un poco
—De acuerdo. La pediré mientras tú eliges una buena película ¿Vale?
¡Pero nada de romance! —grito bajando las escaleras.
No quiero ver una de romance justo en el momento de mi vida donde
me encuentro abandonada por el hombre que deseo y pensando seriamente en
la manera de romper con Derek sin romper su corazón.
Le había confesado mi miedo a Lara esa tarde de que gracias a su co-
mentario había pensado que él podía estar engañándome a lo que ella rápida-
mente salió en su defensa.
—Él en serio te quiere, Natalie —había dicho—, vosotros sois clase a
parte. Si no mírate, tampoco lo has engañado
Lo que ella no sabe es que yo si lo engaño. Y con su padre.
Tomo el teléfono de la cocina y marco el número del restaurant chino
donde papá siempre almuerza. Él es un amante de la comida china. Pensar en

78
él justo en este momento me hace pensar en su relación con mamá. En si para
ellos fue tan complicado como lo mío con Neal…
¡Alto ahí! ¿Lo mío con Neal? ¿Cómo que lo mío con Neal? No había
algo con Neal. Solo sexo. Solo algo prohibido. Yo solo soy su amante.
—Natalie —me sobresalto ante la voz de Chloe y casi me caigo del
taburete donde estoy sentada.
—Madre santa —exclamo—, no vuelvas a asustarme así —ella co-
mienza a reír.
—Últimamente andas muy nerviosa ¿Sabes lo que dicen de eso? Que
estás ocultando algo y temes que en cualquier momento se sepa —mis ojos se
abren.
Ella no podía saber nada.
—Aunque es solo un dicho —sigue ella tomando un poco de jugo del
refrigerador—, y me lo dijo mi mamá cuando perdí mi virginidad y no le había
contado nada. A veces creo que tienen un sexto sentido las madres —suspiro.
—Supongo que sí
En momentos como estos, extraño tener una madre. La mía murió
cuando yo tenía tres años así que no la recuerdo para nada.
—Ya elegí la película —anuncia Chloe caminando hacia las escale-
ras—. ¿Vienes?
—En un minuto, esperaré la comida aquí. Así no debo subir y volver a
bajar —ella asiente.
—Vale, pero espero que no se tarden —exclama subiendo las escale-
ras-
Estoy pensando de nuevo en todo este asunto con Neal y Derek cuando
tocan la puerta. Frunzo el ceño confundida, ya que es muy pronto para ser la
comida china. Aun así camino hacia la puerta y me quedo petrificada al abrirla
y descubrir de quien se trata.
—¿Qué haces aquí? —chillo histérica.
Cierro la puerta a mis espaldas, nerviosa y deseando que Chloe no baje
ahora mismo.
—No te veo por una semana ¿Y me recibes así pequeña? —suspiro
frustrada.
Justamente hoy, Neal se antoja de aparecer.
—Tienes que irte —digo firme.
Sus cejas se alzan y su mandíbula se tensa.
—Ya hablamos de esto, pequeña. No importa cuánto digas que no,
siempre termino entre tus piernas —blanqueo los ojos.

79
—No lo digo por eso imbécil. Desapareciste una semana entera y te
antojas a aparecer justo cuando Chloe pasará la noche aquí —su rostro se ilu-
mina en entendimiento y da un paso hacia atrás.
—No lo sabía
—Debiste llamar —replico enojada.
Porque realmente lo estoy. No he sabido nada de él, ni un mensaje ni
una llamada, y ahora él aparece como si nada.
—Será mejor que te vayas —digo con frialdad—. Chloe no debe tardar
en bajar y si te ve aquí… —sacudo la cabeza no queriendo pensar en ello—.
Solo… vete —sus ojos azules me perforan y me siento mal por mis palabras.
—Vendré mañana —anuncia—, quiero hablar contigo de algo impor-
tante
—Yo igual
He pensado hablarle sobre Derek. Sobre lo que pienso. Sobre terminar
con él.
—Te veré mañana entonces —susurra—. Me aseguraré de llamar antes
—dándose la vuelta, se marcha.
No hace falta ser adivina para saber que él se marchó hecho una furia.

80
Capitulo 16.
—Natalie —escucho a mi padre llamarme.
Bajo las escaleras rápidamente. Extrañada de que él esté aquí. Se supo-
ne que trabajará esta noche.
—¿Te desperté? —pregunta al verme.
—Papá, son apenas las siete —señalo nerviosa al ver como deja sus
llaves sobre la encimera.
Neal aun no llama, pero ahora espero que no venga hoy.
—¿Qué haces aquí? —pregunto intentando parecer desinteresada—.
Pensé que trabajabas esta noche
—Hice un cambio de guardia —deja caer una bolsa de papel en la en-
cimera—. Hamburguesa
—Rico —sonrío—. Estoy comenzando a pensar que ya no sé tú horario
—He estado tomando turnos extras. Quiero pedir unas semanas cuando
te gradúes —musita tomando asiento a mi lado—. Quiero pasar más tiempo
contigo antes de que te vayas a la universidad. De por sí ya casi no te veo
Sonrío alegremente y lo abrazo.
—No importa que casi no te vea, eres el mejor
—Y tú eres la mejor —toca mi nariz con su dedo índice.
Río sacando la hamburguesa de su bolsa.
—Solo hay una
—Ya yo cené —él se levanta de su taburete— me daré una ducha y
luego podemos ver una película ¿De acuerdo?
Asiento sin decir nada ya que ya le he dado un buen mordisco a mi
hamburguesa. Papá desaparece escaleras arriba y sigo comiendo en silencio.
Debo enviarle un texto a Neal para decirle que no venga. No importa
cuánto me muera por estar con él, también quiero pasar tiempo con papá.
Mi mente divaga una y otra vez a la semana transcurrida. A no saber
nada de Neal ¿Acaso tendría otra amante? ¿Me estaría engañando a mí y a su
esposa al mismo tiempo? Siento que me voy a volver loca. Él mismo me dijo
que había tenido amantes en el pasado, lo que significa que es todo un muje-
riego. Pero entonces, ¿Por qué si sé eso quiero estar más cerca de él? Lo lógico
es salir corriendo.
La música me hace mirar mi celular al escuchar los primeros acordes
de Style de Taylor Swift haciéndome saber de inmediato quien llama. Le he
puesto ese tono a propósito, le sienta de maravilla.
—¿Estás sola esta noche? —es lo primero que dice al responderle.

81
Si un "hola" o un "¿Cómo estás?". Tampoco lo que yo más quiero es-
cuchar "te extraño".
—No —respondo sonando fría.
Él no es el único que podía ser impersonal.
—Mi padre llegó temprano hoy. Está en la ducha ahora mismo, luego
veremos una película juntos
Lo oigo suspirar pesadamente al otro lado de la línea.
—Tenía la esperanza de poder verte hoy
—¿Verme o follarme? —pregunto mezquinamente.
—Estás a la defensiva esta noche
—Estoy molesta esta noche —admito—. Pasa una semana ¡Una sema-
na Neal! No sé nada sobre ti y tú piensas que solo puedes llamar, aparecer en
mi casa, follarme a tu antojo y luego irte de nuevo. Así no funciona
—¿Entonces como funciona Natalie? Mi esposa está comenzando a
sospechar, tenía que mantener un perfil bajo por un tiempo. Te recuerdo que tú
eres solo mi amante, lo sabías desde un principio. Pasar esa noche entera con-
tigo fue lo peor que pude haber hecho —mis ojos se abren.
—¿Cómo dices? —yo no puedo creer lo que estoy oyendo.
Él se arrepiente de haber estado conmigo.
—Lo que oíste. No debí quedarme toda la noche, Camila comienza a
sospechar que tengo una amante. Es la primera vez que esto pasa, pero no será
la primera vez que me descubra
Repentinamente mis ojos se llenan de lágrimas. El peso de la realidad
comienza a caer sobre mis hombros.
—Escucha, no quiero pelear. Solo quería evitar lo que pasó anoche —
hace una pausa—. De verdad tenía ganas de verte y hacerte mía. Necesito un
respiro luego de tanto estrés —aprieto el teléfono con fuerza.
—Estoy segura de que puedes encontrar un buen agujero donde despe-
jar la mente —espeto.
—Natalie…
—No, Natalie nada —lo interrumpo—. Si para ti no soy más que un
cuerpo caliente donde aliviar tensión pues te voy diciendo que te jodiste. No
voy a tolerar que me trates como si fuera una cualquiera
—No, no eres una cualquiera —musita él—, eres mi amante
—Y no sabes cómo me arrepiento de haber aceptado eso. No tienes una
idea de cuánto. Dios, no puedo creer que hasta iba a terminar con Derek por
ti… —dejo de hablar al darme cuenta lo que he dicho.
Yo no debía admitir eso.

82
—¿Tú ibas a hacer qué, pequeña? —pregunta Neal con entusiasmo y
burla en su voz.
—Nada. No iba a hacer nada. ¡Y deja de llamarme pequeña! Ya no voy
a dejar que me manipules a tu gusto Neal. Ve buscándote a una de tus ex
amantes o te buscas una nueva, porque a mí me vas a dejar en paz. No quiero
volver a verte en mi vida y esta vez hablo muy en serio —cuelgo antes de dar-
le la oportunidad de hablar.
Estoy muy enfadada, no tomo buenas decisiones estando enojada y él
me ha sacado de mis limites. Solo espero no tener que arrepentirme luego de
todo lo que dije.

—Primera posición —insta la señorita Stuart.


Mi profesora de ballet ronda los treinta años aproximadamente. Es de
piel morena y su cabello negro siempre está recogido en un moño como el que
nos hace usar.
—Muy bien, tomen un descanso chicas —aplaude y camina hacia el
estéreo.
Observo mi reflejo unos segundos antes de caminar hacia la esquina
del inmenso salón donde tengo mis cosas. Me dejo caer en el suelo un segundo
y tomo un sorbo de agua. Faltan exactamente quince minutos para que la clase
acabe y ¡Hola fin de semana!
—Natalie —levanto mi vista para ver a Seth frente a mí.
—Hola Seth —saludo alegremente.
Tengo que reconocer que Lara tenía razón. El chico es bastante atracti-
vo, con la piel morena y unos ojos grises bastante bonitos.
—¿Vienen a buscarte de nuevo hoy? —alzo mis cejas.
—¿Te refieres a si Lara viene a buscarme hoy? —él se sonroja—. ¿De
qué no estoy enterada? —él sonríe sentándose junto a mí.
—La vi ayer. Vino a buscarte aquí pero ya tú te habías ido —frunzo el
ceño.
—¿Lara vino? No me dijo nada. Papá vino por mí ayer
—Lo sé, se lo dije al verla. Dijo que ustedes habían quedado en la es-
cuela en que pasaría a buscarte
Oh mierda. Ella seguro vino para verlo a él y yo estoy desmintiendo su
cuartada.
—Oh sí. Ya… ya lo recuerdo —golpeo mi frente con suavidad— no sé
como lo olvidé
Seth comienza a reír.

83
—No es necesario que mientas Natalie. Sé que tu amiga no vino aquí
para buscarte a ti exactamente —sonrío inocentemente.
—Ella está interesada en ti
No le veo el sentido a disimular nada. Lara no es la persona más discre-
ta de este mundo.
—Lo sé también, me lo dijo ayer cuando me llevó a casa —mis ojos se
abren.
—¿Ella te llevó a casa? —Seth asiente.
—Mi auto está en el mecánico. Cuando le dije que me iría en taxi, fue
muy amable en ofrecerse a llevarme —explica.
—Que amable de su parte —susurro un poco desanimada.
¿Cómo es que me estoy enterando de esto por Seth y no por Lara?
—Te cuento esto porque pasó algo muy gracioso. Ella me dio su núme-
ro, pero como yo no traigo mi celular a estas clases me lo escribió en un papel.
En medio de nuestra… huh, despedida —puedo notar cómo se sonroja al decir
eso, y me imagino el porqué.
—Perdiste su número y quieres que yo te lo de —afirmo terminando
por él.
Seth no termina la oración por estar aclarando su garganta.
—Exactamente
Río mientras busco una pluma y anoto el número de Lara en su mano.
—No se te borrará. No me voy a despedir de ti de la misma manera en
que Lara lo hizo —le guiño un ojo.
Seth tose y se enrojece aun más.
—Oye, tranquilo. Sé como de atrevida es Lara. No tienes nada de qué
avergonzarte
—Es que ella me tomó completamente por sorpresa. Fue algo que no
esperaba
—Ni te imaginas lo que hará en la primera cita —sus cejas se alzan.
—¿Debo preocuparme? —sacudo la cabeza.
—No, solo… déjate llevar y no tendrás problema
—¡Atención! —Seth y yo miramos hacia donde la señorita Stuart
aplaude—, será todo por hoy. Les di un descanso pensando que teníamos más
tiempo de clases. Mi error —ella sonríe culpable—. Los veré el próximo jue-
ves. No olviden que ya comenzaremos con las audiciones para el recital —
anuncia alegremente—. Que tenga un buen fin de semana
Seth y yo caminamos juntos hasta los vestidores. Cuando cada uno está
listo, salimos fuera del edificio.
—¿Audicionarás para el recital? —pregunta él alegremente.
84
Asiento.
—Para el papel de Clara ¿Y tú? —pregunto mientras desato mi moño y
me quedo con una coleta alta.
—Quiero ser el cascanueces —sonrío.
—Seguro lo consigues —Seth se detiene de repente.
—¿Vienen por ti? —niego deteniéndome.
—Debo ir a la biblioteca por unos libros antes de ir a casa
—Te veo el jueves entonces —comienza a alejarse pero se detiene—, y
gracias por ayudarme con lo de Lara
—No hay de qué —respondo alejándome.
La ventaja es que la biblioteca pública me queda muy cerca de la aca-
demia. Así que en menos de media hora yo ya me encuentro saliendo de la
biblioteca con lo que necesito. Es temprano para la cena y probablemente papá
no habrá llegado aún a casa. Hemos quedado en que hoy tomaría un taxi a casa
porque ni Chloe ni Lara podían venir por mí.
He bajado todos los peldaños de la escalera de la biblioteca cuando me
detengo al ver como un auto se estaciona frente a la acera. Mi corazón co-
mienza a acelerarse rápidamente, y cuando la ventada del lado del copiloto
desciende dejándome una buena vista del conductor, casi me atraganto.
Neal se encuentra tan condenadamente guapo.
—Sube —exige sin mirarme.
—No quiero —digo firmemente—. Te dije claramente que me dejaras
en paz
—Quiero que me lo digas a la cara —esta vez me mira haciendo que
mis rodillas tiemblen—, si te atreves
Esto último lo ha dicho intentando esconder una sonrisa, lo que me
enfurece. Ya sé que enfurecida no tomo buenas decisiones, y de nuevo lo estoy
haciendo. Subo a su auto dispuesto a gritarle los mil y un insultos, pero Neal
es más rápido, y en un segundo su boca se encuentra devorando la mía.
—Tu y yo tenemos mucho que hablar —dice jadeando después del
beso.
—¿Por qué no puedes dejarme en paz? —pregunto también en un ja-
deo.
—Porque te deseo tanto que no voy a dejar que huyas de mí tan fácil-
mente —su mirada baja a mis pechos.
Hoy he decidido usar una camisa debajo de mi abrigo que ahora está
abierto. En medio de toda la intensidad del pasado beso, dos de los botones
superiores se habían desabrochado, dejando una vista clara de mi sujetador
negro.
85
—Te follaría justo ahora pequeña —susurra roncamente en mi oído.
—Neal… no… —se supone que yo le he dado un fin a esto.
No quiero que él me trate como un objeto. Pero tenerlo aquí, besando
mi cuello tan exquisitamente me hacen difícil pensar con claridad.
—Tengo algo mejor planeado —dice acomodándose en su asiento.
Pone el auto en marcha mientras yo acomodo mi ropa.
—¿A dónde me llevas?
No se dirige a mi casa.
—Es una sorpresa. Ahora, escríbele a tu padre e invéntale una buena
excusa —lo veo sonreír descaradamente—. No vas a llegar a cenar esta noche

86
Capitulo 17.
—¿Un hotel? —jadeo.
Luego de haberle enviado un mensaje a mi padre diciéndole que estaría
hasta tarde en casa de una compañera de la academia por su cumpleaños, Neal
había seguido conduciendo sin decirme palabra alguna. Jamás imaginé que me
traería a un hotel.
—Es el único lugar donde podremos hablar tranquilamente
—¡Yo no quería hablar contigo en primer lugar! —grito—. Llévame a
mi casa ¡Ahora!
Pero Neal solo sonríe.
—Tienes dos opciones pequeña gruñona. O bajas por tu cuenta y en
total calma subes conmigo a la habitación o…
—¿O qué? —lo interrumpo—. ¿Me llevaras a la fuerza? Permíteme
que me ría. Tú no harías un espectáculo o todos conocerían tu sucio secreto
—¿Te estás refiriendo a ti misma como sucio secreto? —pregunta
burlón.
Gruño cruzándome de brazos.
—No pienso ir a ningún lado
—Tú lo quisiste así
Neal baja del auto y le da la vuelta hasta abrir mi puerta. Me toma entre
sus brazos y me saca de este. Protestar es en vano. Cuando por fin me doy por
vencida, Neal camina conmigo sobre su hombro sin hacer el menor esfuerzo.
—No me importa montar un espectáculo si es necesario para llevarte a
esa habitación pequeña. En este hotel tienen una política de total confidencia-
lidad. Para cualquiera que nos vea, nosotros nunca estuvimos aquí
Y no es como si nos hubieran visto muchas personas. El camino desde
el estacionamiento hasta el elevador es silencioso y solo se escuchan los pasos
de Neal.
—Bájame —pido, golpeando su espalda.
—No hasta que estemos en la habitación
—Esto es humillante
—Es necesario para poder tratar contigo. Estás de un humor de perros
pequeña —su mano se estrella contra mi trasero, haciéndome gritar.
—Eres un idiota —él comienza a reír.
—Puede ser. Pero estoy a punto de follarte
Estoy a punto de decirle que ni en sus mejores sueños pasaría de nue-
vo, pero las puertas del elevador se abren y Neal me baja de su hombro. No

87
me he estabilizado lo suficiente cuando ya él me ha agarrado de la cadera y
presionado sus labios con los míos. Su cuerpo está pegado al mío, sus manos
en mi cabello.
Gimo en sus labios en el momento en el que tira de la liga que sujeta
mi cabello en una coleta y me maldigo a mi misma por estar disfrutando de
esto luego de decirle días antes que no quería saber nada más de él. Pero han
pasado casi dos semanas desde la última vez para nosotros, y cada poro de mi
cuerpo grita por el suyo.
—Neal —vocalizo hacia él cuando suelta mis labios—, no
—Si —replica, empujándome al interior de la habitación.
No alcanzo a verla.
Él ya está sobre mí de nuevo, deshaciéndose de mi ropa. Sin soltar mis
labios de los suyos, ya me tiene solamente en mi sujetador y ropa interior
cuando yo apenas me he deshecho de su camisa y corbata. Neal baja a besar
mi cuello y suelta el broche de mi sujetador. Luego vuelve a besar mis labios y
me toma de las caderas, levantándome y sentándome sobre un mueble cercano.
—Necesito estar dentro de ti ahora —con estas palabras, rompe mi
ropa interior con sus dedos.
—Neal
Sus labios van a los míos nuevamente. Su lengua juega con la mía unos
instantes antes de tomar mi labio inferior entre sus dientes y empujar dentro de
mí con fuerza, haciéndome gemir sobre sus labios. Neal empieza a moverse
rápidamente y más rápido de lo que habría querido me encuentro disfrutando
de un delicioso orgasmo.
Soy débil. Cuando se trata de él, soy demasiado débil.
—Eres un idiota manipulador —logro gesticular hacia él en medio de
la nube de éxtasis que aun se hace presente entre nosotros.
Él solo se carcajea un poco.
—Pensé que ya no estarías enojada. Siempre estas de mejor humor
después de un buen polvo —separo mi rostro de su cuello y lo miro a los ojos.
—No cuando me abandonas por casi dos semanas —Neal acaricia mi
mejilla antes de acariciar mi labio inferior.
—Te expliqué lo que había pasado —susurra—. Recuerda que tú mis-
ma aceptaste estar conmigo bajo estas condiciones
—Pero ya no lo quiero y no me dejas alejarme —él sonríe.
—Aun no tengo suficiente de ti y tú tampoco de mí. Sabes que nada se
iguala al sexo que disfrutas conmigo ¿No es por eso que terminarás con De-
rek?

88
Muerdo mi labio, insegura de que decirle. En parte esa es la razón, pero
yo no voy a admitirlo.
—Vamos, tomemos una ducha. Tal vez podamos hablar un poco luego
de eso

Estoy acostada sobre el pecho de Neal. Ambos sobre la cama. Ninguno


dijo nada en toda la ducha, donde él se tomó muchas atenciones lavando mi
cuerpo. Eso me hacía querer abrazarlo y besarlo hasta el cansancio, pero no lo
hice. Estos gestos de él hacen que lo quiera, aunque no deba hacerlo. Si me
dejo llevar por esos sentimientos, si sigo más tiempo cerca de Neal, terminaré
con un corazón roto. Pero él me hace muy difícil alejarme.
—No quiero que te alejes de mí pequeña —dice sorprendiéndome.
Su mano sigue trazando círculos en mi espalda desnuda.
—Sinceramente Neal, ya no sé qué demonios quieres —él suspira.
—Pensé que era más que obvio, quiero seguir viéndote
—Y yo no quiero que me sigas tratando como un objeto
—Natalie mírame —pide, pero yo no quiero hacerlo.
Si lo miro, haré lo que él quiera que haga.
—Natalie —llama de nuevo.
Cuando ve que no lo hago, toma mi barbilla entre sus dedos y me hace
mirarlo.
—No debí decirte eso pequeña, lo siento
Aprieto mis manos en puños. La mirada que me ofrece llena de arre-
pentimiento, junto a sus palabras solo me hacen querer olvidar todo.
—Tampoco debiste pasar la noche conmigo —digo recobrando el con-
trol sobre mí misma.
Esas palabras suyas me habían dolido. Me separo de él y me siento en
la cama, dándole la espalda.
—Eso tampoco debí decirlo porque no es cierto, pequeña. Me encantó
pasar la noche contigo, la disfruté como hacía mucho no disfrutaba una noche
—suspiro.
—No es solo eso Neal. ¿Tienes una idea de cómo me siento cada vez
que Lara habla sobre como Camila cree que tienes una amante y yo no sé qué
decirle porque tu amante soy yo? —lo miro sobre mi hombro—. Soy una
hipócrita y una mentirosa. No solo con Derek, también con Lara, con mi pa-
dre, con todos. Y si esto llegara a saberse…
—Oye —Neal se sienta y toma mi rostro entre sus manos—, nadie se
va a enterar de esto pequeña. Solo lo sabemos tú y yo, y yo no voy a exponerte
a nadie
89
No le digo nada. No quiero hacerlo.
Lo que él dice era cierto, pero la mayor razón por la que quiero alejar-
me es porque ya comienzo a querer algún futuro con él. Un futuro que sé que
no existe.
—¿Realmente quieres que esto acabe? —pregunta seriamente.
No hay rastro de ironía en esa pregunta, pero tampoco puedo respon-
derla.
Quiero alejarme y quedarme a partes iguales. En realidad, yo tampoco
sé lo que quiero.
—Si quieres que esto acabe ¿Por qué quieres terminar con Derek?
Mordisqueo mi labio. No puedo decirle que la razón es que comienzo a
sentir cosas por él.
—Natalie —musita—. ¿Qué está pasando por esa cabeza tuya? Me
estás matando aquí sin ninguna respuesta
Miro directamente a sus bonitos ojos azules. Lucen preocupados y des-
esperados.
—No quiero seguir mintiéndole —digo al fin—. No quiero tener que
inventar una excusa cada vez que lo vea para no tener sexo con él. Porque sé
que jamás podré volver a estar con él sin sentirme culpable por lo que hace-
mos
Neal me estudia detenidamente. Posiblemente buscando algún rastro de
que le esté mintiendo.
—¿Realmente es por eso? —asiento.
No es del todo falso después de todo.
—Estoy de acuerdo en que termines con él —musita moviendo mi ca-
bello hasta dejar mi hombro desnudo expuesto—, pero no quiero que te alejes
de mí —besa mi hombro.
—Neal —intento alejarme pero él me detiene.
—Cada vez que estamos juntos me doy cuenta de tus reacciones pe-
queña —sus labios van a mi cuello—. Sé que lo disfrutas tanto como yo —
ahora a mi barbilla—. ¿De verdad quieres acabar con eso?
Me acomodo para hacerle frente.
—Deja de manipularme —él solo sonríe.
—¿Es por eso que te acomodas sobre mi?
—Yo no… —miro nuestros cuerpos.
Yo me encuentro a horcadas sobre él.
—Hasta inconscientemente me deseas —sus manos ejercen un fuerte
agarre en mi cadera cuando intento levantarme—. No luches contra lo que

90
deseas pequeña. Hemos pasado por eso antes y siempre termina de esta mane-
ra
Me rindo ante sus palabras y presiono mi frente contra su hombro. Él
tiene razón, es inútil luchar contra algo que deseo con todas mis fuerzas. Aun-
que siempre termine arrepintiéndome luego.
Soy demasiado masoquista para mi propio bien.
—Odio cuando eres un manipulador sin escrúpulos —Neal ríe hacien-
do que lo mire.
—Insúltame todo lo que desees, pero no vuelvas a decirme que no
quieres saber nada de mí —no digo nada—. A cambio —sigue él—, yo pro-
meto no volver a desaparecer como lo hice —me miró fijamente—. Aunque
no creo poder volver a hacerlo
Sus manos comienzan a recorrer mi cuerpo con lentitud. Desde mis
piernas hasta mi cadera, por cada costado y luego mis pechos. Yo no puedo
dejar de mirarlo y él a mí tampoco. Luego miro sus labios y hago lo que quiero
hacer desde hace bastante tiempo.
Tomo su rostro entre mis manos y lo beso.
Neal pega mi cuerpo al suyo antes de subir su mano y enredar sus de-
dos en mi cabello a medida que el beso se torna cada vez más apasionado.
Nuestras lenguas juegan una con la otra en una danza lenta y sensual que se
me hace cada vez más adictiva. En un momento mi cadera comienza a mover-
se solas y suaves gemidos con emitidos por Neal sobre mis labios. Él nos da
vuelta quedando sobre mí y sigue besándome mientras se posiciona entre mis
piernas.
Nuestro beso es roto cuando entra en mí con tanta lentitud que tengo
que gemir de éxtasis.
—Te extrañé —susurra en mi oído.
Sus manos aprietan las mías sobre mi cabeza y comienza a moverse
con lentitud.
—Oh sí. Te extrañé —repite.
No respondo nada de vuelta. En su lugar lo beso de nuevo, permitién-
dome creer que me ha extrañado a mí en totalidad y no solo al buen sexo que
le ofrezco.

91
Capitulo 18.
Me despierto sola en la habitación. Llamo a Neal y no obtengo respues-
ta de su parte. Salgo de la inmensa cama envuelta en sabanas y me dirijo al
baño, pero allí tampoco está. Cuando vuelvo a la habitación solo está mi ropa
esparcida por el suelo donde él la dejó ayer durante nuestro primer encuentro
salvaje. Después de eso no hubo nada de salvajismo entre nosotros, solo ternu-
ra.
Él me había hecho el amor de manera lenta y pausada una y otra vez.
Había sido una noche casi perfecta. Y digo casi perfecta porque uno, él no está
aquí ahora y dos, mi padre va a matarme.
—Demonios —escupo buscando mi bolso.
Busco mi teléfono rápidamente sorprendiéndome al no encontrar
ningún mensaje ni llamada suya. Chequeo mis mensajes y veo que hay uno
enviado a papá con hora de las doce de la noche, donde le avisaba que me
quedaría en casa de mi amiga a dormir. Releo el mensaje dos veces más. Mi
padre había respondido que estaba bien pero yo no había enviado ese mensaje.
Y si no he sido yo, solo significa una cosa…
Neal.
¿Pero dónde demonios está?
Recojo mi ropa rápidamente maldiciendo a Neal para mis adentros por
haber roto mis bragas. Ahora yo tendría que andar por allí sin ropa interior. Y
no solo por eso lo maldecía. La noche anterior había repetido demasiadas ve-
ces que no volvería a desaparecer ¿Y que acababa de hacer? Dejarme abando-
nada. ¡En un hotel!
Cuando estoy finalmente fuera del lujoso hotel, paro un taxi que me
llevo directo a casa. En el camino, intento llamar a Neal, pero la batería de mi
teléfono está muerta. Así que ahora estoy aun más cabreada. Para cuando llego
a casa estoy intentado calmarme para no azotar todo a mi paso. Papá proba-
blemente esté durmiendo a estas horas y sería muy desconsiderado de mi parte
despertarlo.
Abro con cuidado la puerta principal y con el mismo cuidado la cierro.
Camino despacio por la sala hasta el comedor y me giro para ir a las escaleras
cuando me detuve en seco en mi lugar. Papá se encuentra de espaldas a mí, sin
camisa, solo lleva uno de sus pantalones de pijama así que claramente veo mi
nombre tatuado en su omóplato derecho. Está besando a una mujer que se en-
cuentra sobre la encimera, ella parece llevar puesta una de las camisas de
papá… y nada más.

92
Quiero salir de allí pero al mismo tiempo quiero explicaciones. Papá
nunca antes ha traído a una mujer a casa. Siempre lo insté a rehacer su vida
cuando fui lo suficiente mayor para aceptar que él necesitaba a alguien con
quien compartir su vida ahora que mamá no está, pero él siempre reía ante mis
comentarios y me cambiaba el tema. Ahora, viéndolo aquí, como devora a esa
mujer —porque decir que la besa es quedarse corto— me tiene un poco fuera
de mi lugar.
Estoy feliz por él —creo—, pero también quiero saber quién es ella.
Lentamente, él deja de besarla en los labios y baja a besar su cuello. La
mujer gime fuertemente y mueve su cabeza para darle un mayor acceso a su
cuello. En ese momento puedo ver que la camisa que lleva cae abierta a cada
uno de sus lados. Ellos están por hacerlo justo ahora ¡Frente a mí!
Justo en ese momento, ella abre sus ojos y me mira. Sus mejillas sonro-
sadas pierden su color al instante y comienza a empujar a papá.
—Tyler para —suplica ella.
—Creo que es demasiado tarde para pedir eso Delanie —responde
papá.
Delanie… ese es su nombre.
—Tu hija nos está viendo
La espalda de papá se tensa. Se gira rápidamente a verme, sus ojos
marrón tan abiertos por la sorpresa como los míos.
—Natalie nena, que… —él no termina la oración.
Detrás de él observo a Delanie abrochar los botones de la camisa con
rapidez. Su cara está roja de la vergüenza y me culpo a mi misma por ello.
Menuda interrupción la mía.
—Lo siento papá… yo —mi boca está abierta pero no puedo seguir
hablando.
En su lugar, salgo corriendo escaleras arriba y entro a mi habitación.
Papá me sigue inmediatamente y de pronto nos encontramos los dos solos. Yo
realmente no sé qué decir.
—Natalie nena… —empieza él—. Lamento mucho que me encontraras
en esta situación. No pensé que llegarías tan pronto
Muerdo mi labio sin saber que responder. Me encuentro sentada en mi
cama, abrazándome a mí misma mientras él está de pie en la puerta, pasando
su mano por su cabello.
—¿Quién es ella? —pregunto finalmente—. ¿Cómo la conociste?
Él suspira.

93
—Su nombre es Delanie Grenne. Trabaja en la cafetería de Stuff. La he
visto cada mañana antes de venir a casa o cada tarde antes de comenzar a tra-
bajar por meses. De ahí la conozco
—¿Hace mucho que sales con ella?
—Desde hace varias semanas —mis ojos se abren.
Varias semanas ¡Varias semanas! Y él no me había dicho nada.
—Nunca me dijiste nada —musito en voz baja.
—No sabía cómo lo tomarías
—Aun así, ella pasó la noche aquí —afirmo.
No se necesitan dos dedos de frente para llegar a esa conclusión.
—Lo hizo —admite mi papá por lo bajo, avergonzado—. Ella solo
vino a hacer la cena. Insistió en que debía comer otra cosa que no fuera comi-
da rápida. También quería conocer la casa y a ti. Cuando enviaste el mensaje
diciendo que te quedarías en casa de tu amiga le ofrecí quedarse y ella aceptó.
Tú no estarías aquí, así que…
—Lo aprovechaste —termino por él—. ¿Desde cuándo te acuestas con
ella? —sus ojos se abren y siento un poquito de arrepentimiento por haber
hecho esa pregunta.
Pero los he pillado a punto de hacerlo, así que es estúpido disimular.
—Creo que eso no es de tu incumbencia —sisea.
—Vamos papá. Estabais a punto de hacerlo frente a mis narices. Es
lógico que sepa desde cuando tú y tu novia…
—No —dice firme—. No es de tu incumbencia y punto
Suspiro frustrada.
Ninguno dice nada más por unos segundos, tampoco nos miramos.
Hasta que hago la pregunta del millón de dólares.
—¿Ella vendrá a vivir aquí? —lo siento acercarse hasta mí.
Papá se arrodilla frente a mí y coloca sus manos en mis rodillas.
—Ella no va a alterar nuestras vidas —susurra—. Me gusta mucho
Delanie, pero no vendrá a vivir aquí. Ella ni siquiera es mi novia
—¿No es tu novia? —él sacude con la cabeza.
—No hemos hablado de ello. Supongo que a mi edad ya funciona de
otra manera —suspiro.
—Pero vosotros parecíais muy felices antes de que los interrumpiera
—papá mira a otro lado.
Un tono rosa llenaba sus mejillas.
—Me gusta, Natalie. Pero de momento, estamos bien así —frunzo el
ceño.

94
—Hay algo que no entiendo. Si la vez antes de venir a casa y antes de
trabajar ¿En donde os ven? Para estar a solas y eso. Porque estoy segura que
anoche no fue la primera vez que lo hicieron —papá blanquea los ojos le-
vantándose.
—Vamos pequeña entrometida. A desayunar —me toma de la mano y
me levanta junto a él—. Creo que es momento de que conozcas formalmente a
Delanie
Papá me lleva escaleras abajo donde Delanie se encuentra vestida esta
vez. Lleva un bonito vestido blanco con un bonito estampado rosa que le llega
a la mitad del muslo. Ha recogido su cabello negro en una coleta alta. Su tez es
blanca, mucho más blanca que la mía. Y al darse la vuelta puedo observar sus
bonitos ojos azules.
Papá tiene buen gusto.
—El desayuno está casi listo —sonríe apenada—. ¿Te gustan los hot-
cakes?
Un sonrojo cubre sus mejillas. Probablemente aun apenada por como
los había encontrado a ella y a papá.
—Me encantan —admito sonriendo.
Ella parece relajar los hombros.
—Creo que ya lo sabía —dice mirando a mi padre—, Tyler no deja de
hablar de ti
—A mí nunca me habían hablado de ti —dejo escapar.
—Natalie —me regaña papá.
—Lo siento —me disculpo—, no quise…
—Está bien —dice ella limpiando sus manos y acercándose a mi—.
Entiendo que tu padre quisiera mantener esto en secreto un tiempo. Mis padres
se divorciaron cuando era pequeña y esperaron mucho tiempo antes de presen-
tarme a sus actuales parejas. Yo tenía veintidós cuando eso sucedió —sonrío.
—Eso es demasiado tiempo
—Lo es. Así que tu padre está muy adelantado. Aunque nos conocié-
ramos en una situación… huh… incomoda —miro a papá.
Él no aparta su mirada de ella. Sonrío ante esto.
—Puedo fingir que no vi nada —le tiendo mi mano—. Mi nombre es
Natalie y soy la hija del señor con el que sales —ella comienza a reír y estre-
cha mi mano.
—Mucho gusto Natalie. Mi nombre es Delanie y estoy muy encantada
con tu papá —dice esto último mirándolo a él.
—Estoy consciente de ello —quito mi mano y camino al refrigerador.
—Natalie —vuelve a advertir mi padre.
95
Está de pie junto a Delanie. Su mano rodea su cintura.
—Relájate —miro el reloj—. ¿Tú no entras al trabajo a las diez? —él
asiente—, son las nueve
—Me voy a duchar —besa la sien de Delanie y sube las escaleras.
—Terminaré la comida —anuncia Delanie volviendo a acercarse a la
cocina.
Me siento en un taburete frente a ella y reparo en lo raro que esto se
siente. Usualmente mi papá es quien cocina mientras yo lo observo. Si Delanie
se muda ¿Serian todas las mañanas así?
—¿Tienes pensado mudarte con papá? —ella deja de hacer lo que sea
que esté haciendo y se volta para verme.
—Eso no lo sé dulzura. Creo que es muy pronto para tomar una deci-
sión tan grande como esa ¿No crees? —asiento—. Además, tú papá no quiere
incomodarte
—No me incomodaría. Pronto me iré a la universidad así que sería feliz
sabiendo que no estará solo —admito.
—Algo me comentó él sobre eso ¿Ya tienes elegido que estudiarás? —
abro mi boca para responder y luego vuelvo a cerrarla.
Tenía planeado estudiar bioestadística junto a Derek. Pero eso había
sido antes de que Neal irrumpiera en mi vida como un huracán de deseo, des-
truyendo tanto mi relación con Derek como mis decisiones a futuro a su paso.
—Aun no me he decidido por nada —musito mirando mis manos.
De nuevo, el enojo hacia Neal regresa. Aun quiero explicaciones de por
qué me abandonó.
—Pues creo que aun estas a tiempo de decidir ¿No? —asiento distraí-
da.
—Eso creo —alzo mi vista—. Si pregunto qué edad tienes ¿Te moles-
taría? —ella sonríe un poco.
—No, y tengo treinta y dos —mis ojos se abren.
—Tu… pareces menor —musito.
Ella comienza a reír.
—Es el mejor cumplido que hayas podido hacerme —me guiña un ojo.
—Natalie —miro hacia las escaleras.
Papá viene bajando las escaleras. Su cuerpo gotea agua y su cabello
está muy mojado. Detrás de mí puedo oír a Delanie suspirar, pero rápidamente
papá llama mi atención tendiéndome su teléfono.
—Es Chloe. Quiere hablar contigo —frunzo el ceño.
—¿Por qué te llama a ti?

96
—Porque dice que te ha estado llamando por largo rato pero tu teléfono
no se conecta —explica.
—Mi batería murió —recuerdo tomando el teléfono para hablar con
Chloe.
—Natalie por fin —exclama ella cuando hablo—. He intentado hablar
contigo por bastante tiempo
—Mi teléfono murió ¿Qué ocurre?
—Estamos en el hospital. La mamá de Lara tuvo un pequeño accidente
en la madrugada —mis ojos se abren.
¿Por eso Neal me había dejado?

97
Capitulo 19.
Papá insistió en llevarme al hospital, pero no pudo quedarse ya que su
turno iba a comenzar pronto. Pero me hizo prometer que le diría a Neal que lo
llamaría más tarde y que cuando yo pudiera me comunicara con él. Ya que mi
teléfono se había quedado en casa aún con la batería muerta.
En todo el camino no pude dejar de pensar en Neal y en cómo era lo
más probable que me dejara sola en ese hotel por Camila. Lo entendía, había
sido una emergencia, pero me hacía morirme de los celos. Sobre todo porque
él volvió a hacer lo mismo luego de prometer que no lo haría. Dejarme sin
avisarme nada, y eso me estaba matando.
Pero ya no podía decirle nada.
Apenas estoy en la sala de espera, varios pares de ojos se posan en mí.
Chloe se encuentra sentada junto a Lara y los padres de Chloe se encuentran
más separados. No veo por ningún lado a Neal y eso me alivia en cierto modo.
—Natalie —susurra Chloe—, por fin llegaste
—Siento mucho no haber llegado antes —me disculpo acercándome a
ella—, mi teléfono estaba muerto
—No importa —Lara me dedica una sonrisa comprensiva—. Lo im-
portante es que ya estás aquí
—¿Qué fue lo que pasó? —pregunto—. Chloe mencionó un accidente
pero...
—No es nada grave —me interrumpe Lara—. Mamá estaba saliendo
del hospital cuando un conductor ebrio golpeó su auto. El doctor que la aten-
dió nos dijo que no es la gran cosa, parece que sólo tuvo unos cuantos golpes,
pero podría haber sufrido una lesión más grave en su cuello. Por la fuerza del
impacto, las bolsas de aire se activaron y ocasionalmente pueden afectar el
cuello del conductor —asiento levemente.
Ahora caigo en cuenta que ella no se encuentra llorando ni nada. Está
muy tranquila.
—¿Cuando le dan el alta?
—Creo que en un par de horas. Sólo le están haciendo unos exámenes
que descarten daños a futuro —su mirada de repente va más allá de mi hombro
iluminándose—. Seth —chilla levantándose.
Me hago a un lado para ver como ella abraza a Seth por el cuello y en-
tierra su rostro en el cuello de él, que la abraza por la cintura.
—¿Ese es Seth? —pregunta Lara a mi lado. Asiento—. Es guapo
—Bastante

98
—Mm, ahí viene el Sr. Black. Espero que con buenas noticias —al oír
esas palabras me giro inmediatamente.
Viene directamente hacia nosotras. Llevando el mismo traje de ayer,
pero más desaliñado. Su ceño está fruncido y su barba creciente se nota bas-
tante. Su cabello está más despeinado que de costumbre, probablemente de
tanto pasarse la mano por él. Pero se ve completamente hermoso.
—Natalie —saluda Neal cortésmente.
—Neal —replico con el mismo tono de voz.
Él se queda mirándome por largo rato antes de mirar a Lara que no se
ha dado cuenta de que él ha llegado.
—Lara —llama acercándose a ella.
Me muevo inquietamente de un lado a otro. Es la primera vez en bas-
tante tiempo que estoy junto a él con otras personas a nuestra alrededor. Sé
que debo actuar como si nada, pero las ganas de besarlo y abrazarlo cada mi-
nuto aumentan cada vez más. Temo el no poder controlarlo.
—Puedes irte a casa si lo deseas. Tu madre está fuera de peligro ya, y
me sentiría más cómodo contigo en casa —Lara frunce el ceño ante las pala-
bras de Neal.
—¿Estas bromeando verdad? No quiero irme a casa sin ver a mamá
—Lara —el tono de Neal era severo.
Aparentemente, no la quiere aquí.
—Si Camila está bien, podemos irnos ya Chloe —anuncia la mamá de
esta a mis espaldas.
Pasa a mi lado luego de darme un abrazo.
—De acuerdo —Chloe me abraza—. ¿Te veo el lunes? —asiento.
Ella se aleja para despedirse de Lara. Ambas se abrazan distrayendo a
Lara de la conversación que mantenía con Neal. Este me mira fijamente,
haciendo que quiera encogerme en ese instante y desaparecer. Su mirada me
traspasa de una manera que ni yo misma entiendo. Él me afecta demasiado y
de muchas maneras.
Soy la primera en quitar la mirada, mirando a Seth en su lugar. Él se ve
preocupado por Lara y eso me agrada. Usualmente los chicos se acercan a ella
sólo por el sexo. Él me devuelve la mirada un segundo y sonríe al ver que con-
tinúo observándolo. Se aleja de Lara y se acerca a mí.
—Es extraño verte un sábado —musita parándose a mí lado.
Con sus manos metidas en los bolsillos de sus jeans.
—Tienes razón

99
Nunca lo veía fuera de la academia. Vamos a escuelas diferentes, y
aunque nos llevamos muy bien en la academia, nunca quedamos en vernos
fuera de ella.
—¿Qué pasa con ellos? ¿Siempre discuten de esa forma? —pregunta
señalando a Neal y a Lara.
—No —lo miro—. De hecho, nunca los he visto discutir
—Pues parece que la discusión se está acabando
Vuelvo a mirar en la dirección donde se encuentran Neal y Lara. Ella
está asintiendo mientras Neal besa su frente. Luego rodea sus hombros con un
brazo y caminan hacia nosotros.
—¿Me acompañas a casa? —le pregunta Lara a Seth suavemente. Neal
aclara su garganta—. Papá, este es Seth. Es un amigo y compañero de ballet de
Natalie. Seth, él es mi papá Neal Black
—Es un placer Sr. Black. Lamento lo de su esposa —Seth alarga su
mano y Neal se la estrecha.
—¿Conoces a Natalie? —mis ojos se abren y finjo no haberlo oído.
De todas las preguntas del mundo ¿Tiene que hacer justamente esa?
—Como dijo Lara, vamos juntos al ballet
—Papá, no olvides llamarme cualquier cosa ¿Si? —Lara besa la mejilla
de Neal suavemente—. Natalie, deberías quedarte. Derek llamó hace un rato y
dijo que venía en camino —mi garganta se seca.
Miro a Neal pero él no me está mirando. Así que vuelvo mi vista hacia
Lara y asiento. Ella me da un abrazo apresurado y se va con Seth de la mano.
Me quedo allí, frente a Neal, mirando mis pies. Hay muchas cosas que
quiero decirle, pero no es el lugar adecuado. Menos ahora que Derek podría
llegar en cualquier momento, lo que supone que el momento de la verdad se
acerca cada vez más.
Terminaría con él. Yo jamás podría volver a estar con él como antes.
—Lamento mucho haberte dejado en el hotel —susurra Neal.
Levanto la mirada para encontrarme con la suya.
—Tu esposa te necesitaba. Yo no importo, solo soy tu amante —siseo.
—Natalie, yo… —no sigue hablando.
Miro a otro lado. Las ganas de llorar aparecen de repente, lo que me
sorprende porque yo no soy una chica demasiado sensible. Supongo que mi
periodo está más cerca de lo que creía.
—Hubieses podido dejar una nota —replico—, o enviar un mensaje. Si
te tomas la libertad de tomar mi teléfono y escribirle a mi padre para que pase
la noche contigo, ten la decencia de no dejar que despierte completamente
desorientada en una habitación de hotel
100
—¿Qué quieres que te diga? ¿Qué lo siento? ¿Qué no volverá a pasar?
Anoche te hice una promesa y la quebré en menos de veinticuatro horas ¿Qué
te hace pensar que no volverá a pasar? —lo miro intentando controlar las ga-
nas tan inmensas de abofetearlo.
Está hiriéndome con esas palabras y su rostro muestra una serenidad
intachable mientras lo hace.
—No sé porque te doy explicaciones en primer lugar. Se supone que no
deberías pedirlas
—Se supone que nunca debiste llevarme allí en primer lugar. Nunca
debiste acercarte a mí jamás en primer lugar —exclamo lo más bajo que pue-
do.
Gente pasa a nuestro alrededor. Y la mayoría, son compañeros de tra-
bajo de Camila.
—No empecemos con esto de nuevo —él pasa la mano por su rostro—.
No hablemos de eso ahora. Derek llegará pronto y tú tienes algo que decirle
—Como que ya no estoy tan segura de querer terminar con él —miento
alzando mi barbilla.
Neal frunce el ceño y se cruza de brazos.
—¿Estás bromeando? —sacudo la cabeza—. No mientas Natalie. Tú
misma dijiste ayer que no querías seguir sintiéndote culpable por lo que hace-
mos
—Pues quizás me di cuenta que la solución no es terminar con Derek,
si no acabar con lo que me hace sentir culpable —su expresión no cambia.
—Tú y yo sabemos que no vas a terminar con esto —lamo mis labios.
Ya comienza a exasperarme esa seguridad con la que me habla. Como
si pudiera hacer conmigo lo que quisiera. Aunque en realidad puede.
—Quizás no quiero seguir con una persona que en cualquier momento
me va a desechar cuando ya no lo satisfaga —admito en voz baja.
—Natalie —levanto una mano.
—No te atrevas a decirme que eso no pasará. Los dos sabemos que sí
¿O no fue eso lo que sucedió con tus otras amantes?
Neal me observa durante largo rato, pero no dice nada.
—¿Ves que es así? Y no quiero, no quiero que eso suceda. Porque no
quiero terminar herida ¿De acuerdo? Sé que para ti esto es solo sexo Neal,
pero yo… —tiro de mi cabello hacia atrás—. Si no me alejo ahora, luego ya
será demasiado tarde
—¿Es tu forma de decirme que te estás enamorando de mí? —pregunta
mirando sobre mi hombro—. Porque si es así, no es mi culpa. Fui sincero des-
de un principio contigo Natalie, y yo no voy a dejar a Camila por ti
101
Una lágrima se desliza por mi mejilla pero me apresuro a quitarla.
—No te estoy pidiendo que lo hagas —replico con amargura.
—¿Qué pasará entonces? ¿Terminaras con Derek o no? ¿Seguiré vién-
dote por mi casa con mi hijo y fingiré que nada ha pasado? —encojo un hom-
bro.
—No lo sé —admito—. ¿Qué hay de ti? ¿Te buscarás otra amante? —
él encoje un hombro también.
—Es lo más probable
Las ganas de llorar regresan con más fuerza esta vez. Tengo que salir
de aquí. Él está destrozándome cada vez más con sus palabras.
—De haber sabido que decirte que te quería acabaría con esto, te lo
habría dicho hace mucho —susurro pasando junto a él.
Su mano me agarra del brazo,
—¿Me quieres?
Su mirada está conectada a la mía. Uno al lado del otro, unidos solo
por su contacto en mi brazo. Es increíble como hacía pocas horas esa mirada
estaba cargada de deseo mientras me hacía el amor. Ahora no refleja ninguna
emoción.
—En este momento, siento muchas cosas por ti Neal. Pero ninguna es
buena —me suelto de su agarre y me alejo de él.
Camino hacia el elevador y agradezco que esté vacio al llegar. Mis ojos
están llenos de lágrimas y parece que no las puedo controlar. Descienden por
mis mejillas como un torrente. Cuando quito una, ya otra ha salido. No puedo
dejar de llorar.
Las personas me miran con compasión a medida que salgo del elevador
y camino a la salida. Ya que estamos en un hospital, probablemente piensan
que acabo de perder un familiar, cuando en realidad tengo un corazón roto
gracias a mi estupidez.
Estoy desesperada por salir de allí, ir a casa y llorar en la comodidad de
mi cama. Sola y donde no recibiré miradas de compasión.
Solo quiero desaparecer en mi autocompasión.

102
Capítulo 20.
La casa está vacía cuando llego, y eso es justamente lo que necesito:
soledad.
Me siento realmente mal por todo lo sucedido. Yo esperaba que Neal
fuera un poco más comprensivo, pero supongo que él sólo es un hombre atrac-
tivo, sin sentimientos dentro de sí. Y lo más triste es que yo creí que tal vez él
podía sentir algo por mí. Después de todo, arriesgó demasiado por pasar dos
noches conmigo. Nadie haría eso sólo por un poco de sexo ¿O sí?
De nuevo estoy equivocada.
Neal sólo me utilizó para olvidarse momentáneamente de sus proble-
mas. Eso es todo. Y por eso es que darle un final definitivo a nuestra pequeña
aventura fue sumamente fácil para él, mientras yo me estoy ahogando en mi
autocompasión. Porque yo si lo quiero, soy una estúpida por dejar que se me-
tiera en mi corazón, pero lo había hecho. Yo no había podido separar senti-
mientos de sexo, algo en lo que Neal era un experto.
¿Por qué dejé que esto sucediera?
Sigo recordando una y otra vez su mirada inexpresiva en el hospital. Su
tono impersonal al recordarme que jamás dejaría a su esposa. Todo eso se re-
pite una y otra vez en mí mente mientras me ducho, donde mis lágrimas se
unen al agua que cae sobre mi cuerpo.
Maldito periodo.
Yo nunca lloro, nunca, pero estos días siempre estoy sensible. Aún no
comienzo a sangrar pero sé que estoy a punto de hacerlo.
En momentos como estos, extraño tener a mamá conmigo. Papá nunca
entiende cuando estoy de mal humor o sensible a causa de mi periodo, e inten-
ta remediar todo con comida y televisión por horas. Nunca le he dicho que eso
no funciona, ya ha hecho demasiado teniendo que cuidarme él sólo. Pero ahora
será diferente, porque no podré contarle lo que realmente me ocurre ¡No puedo
contárselo a nadie!
Así que debo callarlo. Debo ocultarlo y superar esto sola. Todos alguna
vez han tenido el corazón roto, y han logrado seguir con su vida adelante. Yo
también puedo hacer lo mismo. Superaré a Neal, cueste lo que cueste. Y para
ello debo comenzar a dejar de pensar en él.
Salgo de la ducha y busco algo cómodo que usar. Una camiseta sin
mangas y un short que no alcanza a cubrir mi trasero en su totalidad lo serán.
Bajo a la cocina por un vaso de agua y una aspirina ya que me duele la cabeza,
me tomo el resto del agua y me dispongo a subir de nuevo a mi habitación

103
cuando llaman a la puerta deteniéndome. Suspiro con frustración y voy hacia
ella. Derek se encuentra de espaldas a mí, recostado al umbral del pórtico. Mi-
ra sobre su hombro y se acerca a mí.
—Natalie —sonríe.
Se inclina y me da un casto beso en los labios. Me quito de su camino y
lo dejo pasar. Mientras cierro la puerta a mis espaldas y lo sigo hacia la cocina,
me pregunto cómo he dejado de querer a este chico por culpa de su padre. Que
no tiene sentimientos ni escrúpulos.
Definitivamente debo terminar con él. Yo no lo merezco.
—Derek
—¿Estás sola? —pregunta él dándose la vuelta para mirarme.
Estamos al pie de las escaleras.
—Sí. Papá trabaja hasta las siete —él se acerca a mí.
—¿Sabes lo que eso significa? —mueve sus cejas sugestivamente.
Claro que lo sé. Sexo. ¿Acaso los Black no piensan en otra cosa?
—Derek
—Te extraño nena —susurra en mi oído.
Sus manos rodean mi cintura y ahora mi cuerpo está pegado al suyo.
—Puede que suene mal, pero estoy emocionado por lo que ocurrió con
mamá —sus labios no dejan de besar mi cuello mientras hablaba—. Odié cada
minuto que estuvimos juntos sin poder hacerte mía la última vez que vine.
Pero ahora, ya no hay periodo de por medio que me impida disfrutar de ti
A este punto, las manos de Derek ya acarician mi espalda por debajo
de la camiseta, y yo no hago nada para detenerlo. Sé que me sentiré culpable
después de esto, pero necesito ese contacto. Quiero sentirme querida por al-
guien, aunque ese alguien no sea Neal.
—¿Cómo sigue tu madre? —pregunto finalmente.
Necesito recordar que por ella me habían abandonado esa mañana. Por
ella, Neal nunca estaría conmigo. Eso me hará las cosas fáciles.
—Está en casa con papá y Lara. Es por eso que yo estoy aquí
Claro, Neal debe estar con su esposa.
Muevo mis manos hacia a la cabeza de Derek y acaricio su cuero cabe-
lludo. Él gime muy bajo en mi cuello, sé que ama que higa eso. Sus manos
aprietan mi cadera contra su cuerpo y puedo sentir su erección.
—¿Tu habitación o la de tu padre? —pregunta en mi oído.
Inmediatamente, recuerdo la vez que me convenció de hacerlo en la
habitación de mi padre y como este casi nos descubre. Una risa se escapa de
mis labios al recordar como Derek había tenido que esconderse en mi habita-

104
ción por varias horas para no ser descubierto. Eso fue cuando comenzábamos a
salir, todo era tan diferente ahora.
—Estas matando el momento nena. Intentó seducirte —río de nuevo
acariciando su mejilla.
Había olvidado lo mucho que me gustaba eso de Derek. No importa la
situación, él encuentra la manera de hacerme reír.
—Mi habitación —musito.
No quiero sentirme culpable luego por más cosas de las que ya lo haría.
Derek toma mi mano y me guía escaleras arriba hasta mi habitación.
Cierra la puerta detrás de él y vuelve a pegar su cuerpo al mío. Nos besamos
varios segundos antes de que la ropa comience a ser un estorbo. Derek quita
mi camiseta, dejando mis pechos al descubierto ya que no llevo sujetador, los
acaricia y los mima con los labios mientras baja mi short y mis bragas. Gimo
suavemente porque sus caricias me han hecho llegar a un estado de excitación
bastante alto, pero siento que falta algo.
Si hay algo que no puedo negar es que heredó las habilidades de su
padre en cuanto al sexo. Derek es muy bueno en la cama y siempre disfruté de
un buen sexo con él hasta que estuve por primera vez con Neal. Ahora mi pro-
blema no es excitarme, si no poder llegar al orgasmo.
Derek vuelve a besarme y me lleva a la cama. Me deja sobre ella y co-
mienza a desnudarse con rapidez. No quito mi vista de él en ningún momento
y de nuevo comienzo a compararlo con Neal.
Debo parar de hacer eso.
Derek entonces saca un paquete de aluminio del bolsillo de su pantalón
y se coloca el condón rápidamente.
—¿Por qué usas un condón? —pregunto confundida—. Tomo la píldo-
ra
Derek hace una mueca, pero ignora mi pregunta y se acomoda entre
mis piernas. Cierro los ojos cuando lo siento hundirse dentro de mí. Tal vez así
podré aminorar la culpabilidad.
—Natalie, abre los ojos —pide él.
Abro mis ojos y jadeo ante lo que veo. ¡Es Neal! Mirándome con ado-
ración. Él comienza a moverse contra mí y yo gimo gustosa. Todo había sido
un mal sueño, probablemente una pesadilla. Él nunca me dejó. Está aquí,
conmigo, haciéndome el amor.
—Te amo —susurra presionando su frente contra la mía.
Mi corazón comienza a palpitar aún más fuerte de lo que ya lo hacía.
Rodeo su cuerpo con mis brazos y mis piernas y lo acerco más a mi cuerpo.
—También te amo —susurro de vuelta.
105
Él sonríe y comienza a moverse más rápido. Mis gemidos llenan la
habitación, interrumpidos solamente cuando Neal me besa, y me besa de una
manera tan desesperada que sólo hace crecer mi excitación. Mi cadera se alza
para reunirse con cada una de sus embestidas, y mis uñas se clavan en sus
hombros cada vez con más fuerza.
El orgasmo está cada vez más cerca, y cuando lo alcanzo grito fuerte-
mente. Mi cuerpo se arquea contra el de Neal y de mí boca se escapa un gemi-
do gutural. Sobre mí, Neal muerde con fuerza mi hombro. Sus músculos se
tensan y golpea con más fuerza su cadera contra la mía mientras busca mis
manos con las suyas y las entrelaza sobre mi cabeza. Gruñe en mi cuello cuan-
do llega al orgasmo y cae sobre mí con el cuerpo laxo.
Suelto su agarre de mis manos, con una acaricio su cabello y con la
otra su espalda. Él está jadeando en mi cuello, uniéndose a mis jadeos. Poco a
poco, el silencio se hace en la habitación y una sonrisa se instala en mi rostro.
Se siente tan bien estar así con él, de nuevo.
—Eso estuvo fantástico nena. Hacía mucho tiempo no tenía un sexo
tan fantástico como este. Definitivamente valió la pena la espera —frunzo el
ceño.
Apenas lo habíamos hecho la noche anterior.
Él besa mi cuello y se separa un poco de mí. Un nudo se instala en mi
garganta y puedo sentir esa opresión en mi pecho, esa que siempre viene antes
de comenzar a llorar.
No es Neal quien está sobre mí, es Derek. Todo fue sido una especie de
alucinación. Tanta es mi añoranza en cuanto a Neal que he alucinado que tenía
sexo con él, cuando siempre fue Derek.
—¿Qué ocurre? —pregunta frunciendo el seño—. ¿Por qué parece que
vas a llorar? ¿Te lastimé? ¿Fui demasiado brusco? —sus dedos recorren mi
rostro con preocupación—. Si es así, perdóname nena. Me dejé llevar
Acaricio su rostro suavemente y rozo sus labios con los míos. Lo beso
suavemente, repitiéndome a mí misma que es Derek, no Neal. Pero la sensa-
ción de que algo me falta me invade.
Derek acaricia mi cadera mientras me besa y puedo sentir como co-
mienza a endurecerse dentro de mí de nuevo.
—Mm ¿Segunda ronda? —escondo mi cara en su cuello, ignorando su
pregunta—. Déjame deshacerme de esto antes
Sale de mí y señala el condón.
Aún no entiendo porque lo había usado en primer lugar, pero ya no me
importa. Derek desaparece en el baño y yo me hago un ovillo en la cama. Las
lágrimas salen silenciosamente de mis ojos, pero me apresuro a quitarlas. De-
106
rek volverá en cualquier momento y no puede encontrarme así. Pero no puedo
evitarlo...
Deseo con todas mis fuerzas que esa alucinación se convirtiera en rea-
lidad.

107
Capítulo 21.
—Esto es increíble —suspiro frustrada—. ¿Cómo pudiste hacerme
esto?
Detrás de mí, Derek ríe.
—Lo siento nena, me dejé llevar. Y no entiendo porqué te quejas —se
levanta de la cama y camina hacia mí.
Lo veo a través del espejo donde me estoy mirando la marca que dejó
la mordida que me dio hace un par de horas.
—¿Acaso crees que esto no dejará marcas? —pregunta dándose vuelta.
Sonrío sin poder evitarlo. Su espalda está llena de rasguños causados
por mí.
—Eso lo cubres con facilidad —musito observando mi cuello de nue-
vo—, pero esto no
—Con un poco de maquillaje bastará —Derek rodea mi cintura con sus
brazos y descansa su cabeza en mi hombro—. Lo disfruté
—Yo también
No estoy mintiendo. Lo había disfrutado. Y creo que es por el hecho de
saber que Derek siente algo por mí.
Siempre he escuchado que el sexo sin compromisos era bueno, pero
cuando lo hacías con alguien a quien querías, cuando le dabas un significado,
era asombroso. Y supongo que eso pasa con Derek. Aunque debo admitir que
seguía faltando algo.
—Entonces debes dejar de quejarte de mis mordidas, gatita —río.
—¿Gatita? —él asiente.
—¿O que apodo prefieres que se adapte a mis rasguños?
—En ese caso, ¿Debo comenzar a llamarte vampiro?
—Si —sonríe mordisqueando mi cuello.
Me alejo de él aún riendo y consigo deslizar una sudadera por mí cabe-
za. Vuelvo a mirarme en el espejo para cerciorarme de que la mordida no se
distinga.
—Deberías vestirte —me volteo para ver a Derek acostado en mi cama
de nuevo.
Sólo lleva sus bóxers.
—Papá no tarda en llegar. No importa que esté consciente de lo que
hacemos, odia saber cuándo lo hacemos —Derek ríe.
—Tu padre me ama —alardea.
—No cuando horas antes has estado follando a su hijita

108
Él se levanta de la cama y camina hacia mí. Me rodea la cintura con
sus brazos y me pega a su cuerpo. Su boca busca la mía y nos besamos. Mis
manos de inmediato buscan su cabello para enredar mis dedos en él. Me gusta
como Derek besa, lo hace de manera rápida o lenta dependiendo la situación,
pero siempre de manera excitante.
Probablemente hubiésemos terminado en la cama de nuevo, pero su
celular comienza a sonar interrumpiendo el momento.
—Debe ser papá. No le dije que estaría aquí
Me separo de él.
—Será mejor que respondas. Te estaré esperando abajo —él asiente y
yo salgo de la habitación.
Mientras bajo las escaleras, comienzo a repasar los acontecimientos de
la tarde. Me di cuenta que la incomodidad inicial poco a poco se había desva-
necido a medida que pasaba más tiempo con Derek. En esas horas en las que
estuvimos haciéndolo o sólo hablando en la cama, noté como había extrañado
la facilidad con que me comunicaba con él. Cosa que nunca sucedió con Neal.
Porque Neal nunca escuchaba lo que yo decía, y cuando lo hacía me llevaba la
contraria, y eso era frustrante. En cambio Derek me escuchaba y me entendía.
Supongo que la diferencia de edad entre Neal y yo era notable en este sentido.
Y aunque no me había importado al principio, ahora comienzo a pensar que
nuestra relación nunca tendría un futuro. Así él no fuese un hombre casado.
Sonrío ante la ironía de lo que había ocurrido.
Yo le había dicho a Neal que no terminaría con Derek porque estaba
herida. Quien iba a decir que eso se convertiría en una realidad. Quizás estaba
en lo cierto al decir que la solución a todo era terminar con él problema inicial:
Neal.
Probablemente soy la peor persona del mundo justo ahora, pero no
quiero prescindir de una persona que de verdad me quiere. No después de
haber sido usada y botada como un objeto viejo que ya nadie quiere. Porque
eso era justamente lo que Neal había hecho conmigo.
Y después de tanto tiempo pensando en ello, había tomado una deci-
sión. No rompería con Derek. Había estado bien con él las últimas horas y me
había dado cuenta que quizás mientras más tiempo pasara con él, más fácil
sería olvidar lo poco que había vivido con Neal. Aunque fuera extremadamen-
te egoísta de mi parte, Derek era lo que necesitaba para volver a la normalidad.
Y al escuchar sus pasos al bajar por las escaleras sé que es momento de dejar
de divagar por mis pensamientos.
—¿Qué haces ahí parada? —pregunta luciendo confundido.
Es entonces cuando noto que estoy frente al refrigerador.
109
—Busco algo que almorzar —abro la puerta y observo su contenido.
—¿Almorzar? Nena, son casi las siete de la noche. No puedes almorzar
a esta hora. Cenar tal vez —cierro el refrigerador.
—Tienes razón. Supongo que como no almorcé sigo pensando en ello
—su ceño se frunce.
—¿Por qué no has almorzado? —sonrío ante su tono preocupado.
—Cuando llegué del hospital sólo me di una ducha antes de irme a
dormir ya que no tenía apetito. Pero llegaste tú… —no sigo hablando porque
ambos sabemos que ocurrió.
—¿Así que yo soy el culpable porque tu no hayas almorzado?
—Sólo un poco —musito en broma.
Derek ríe acercándose a mí y me abraza.
—Tienes que comer Natalie. Tienes que tener fuerzas para mí —
blanqueo los ojos.
—No piensas en otra cosa que no sea sexo
—Si —dice muy serio—, pienso en ti y en mí teniendo sexo
—Tonto —golpeo su hombro y me alejo para tomar el teléfono de la
casa de la encimera—. ¿Pizza? —pregunto mirándolo.
—No entiendo cómo puedes comer tanta pizza y ser una bailarina de
ballet ¿Tu profesora no te lo prohíbe o algo?
—Tengo un rápido metabolismo y me ejercitó lo suficiente
—Aún así —Derek me arrebata el teléfono de las manos—, no puede
ser saludable comer tanta comida chatarra
—Derek —susurro dulcemente—, sabes que amo la pizza
—Y yo te amo a ti. Pero no gorda —besa mi frente—. Te prepararé
algo de cenar —mis ojos se abren.
—¿Harías eso? —él asiente.
—Lo que sea por ti preciosa —me guiña un ojo y camina hacia el re-
frigerador.
Me quedo observándolo desde donde estoy, contenta por la manera en
que me quiere. En cómo se preocupa por mí. Sólo espero poder quererlo de la
misma manera en que lo quise una vez, al principio de la relación, y que mis
sentimientos por Neal no sean más que un absurdo recuerdo.

—Hora del postre —indica Derek colocando en el lavavajillas el últi-


mo plato.
Habíamos acabado de terminar de comer un delicioso pollo al horno
que Derek había cocinado.

110
—Hay helado en el refrigerador —doy un salto sobre la encimera que-
dando sentada sobre esta—. Por cierto, la cena estuvo deliciosa ¿Quien te en-
señó a cocinar?
—Papá —contesta tomando un poco de agua.
No escondo para nada mi sorpresa. Neal no parece la clase de hombre
que cocina.
—No sabía que tu papá cocinaba
—Lo hace de vez en cuando —Derek sonríe acercándose a mí.
—No trajiste el helado
Él se acomoda entre mis piernas y rodea mi cintura con sus brazos.
—Hay otro postre que me gustaría comer —besa mi barbilla—. ¿Ya
olvidaste que soy un vampiro? Quiero sangre
Entierra su cabeza en mi cuello y comienza a besarlo suavemente.
—Derek cariño, tienes que parar. Si mi padre llega y nos encuentra
así...
—Shhh —me calla—. Lo mismo dijiste hace más de una hora y mira.
Él no aparece y yo me quedé con las ganas de hacerte mía nuevamente
—Lo hicimos suficientes veces —él me mira a los ojos y niega.
—Mañana me voy y no volveré hasta el cumpleaños de papá —hago
una mueca.
¿Por qué a cada instante algo me hace recordar a Neal?
—Tenemos el día de mañana —propongo rodeando su cuello con mis
brazos.
—Pensé que quizás mañana podríamos salir. Hace tiempo que no lo
hacemos
Sonrío ante su proposición y lo beso antes de que él pueda hablar nue-
vamente. Momentos como estos son los que me harán volver a la normalidad.
Derek está haciendo lo que Neal nunca podría hacer lo que le encanta a toda
chica: invitarme a salir.
—¿Es eso un sí? —suspira Derek contra mis labios.
—Definitivamente lo es —él ríe.
—¿Qué te gustaría hacer?
—Lo que tú quieras —respondo acariciando su cabello.
—En este momento, quiero muchas cosas —él mueve sus cejas suges-
tivamente haciéndome sacudir la cabeza.
—En referencia a la cita, vampiro adicto al sexo
—Vampiro —me sonríe—, me hiciste recordar a que iba gatita
Sus labios comienzan a besar la sensible piel de mi cuello antes de lle-
gar a mis labios. Nos besamos lentamente mientras mis manos tiran de su ca-
111
bello y las suyas acarician mi espalda por debajo de la sudadera y de mi cami-
seta. Derek muerde con fuerza mi labio inferior haciéndome gemir. Haciendo
que una sonrisa divida su rostro, ocasionando que dejemos de besarnos.
—Los vampiros no muerden labios —puntualizo firmemente.
—Yo soy un vampiro diferente gatita
Vuelve a atacar mis labios con los suyos. Esta vez de manera violenta y
con mucha ferocidad.
—Natalie Amelia James ¿Que significa esto?
Derek se separa inmediatamente de mí y yo presiono mis ojos cerrados
con fuerza.
—¿Y bien? Estoy esperando
Puedo escuchar como papá golpea su pie una y otra vez contra el suelo
a mi espalda. Eso sólo significa una cosa: que estoy en problemas.
Me bajo de la encimera y me doy vuelta para encararlo.
—Papá, yo...
—¿Es una especie de venganza por lo de esta mañana? —pregunta
interrumpiéndome.
—No —me apresuro a contestar—. Derek y yo sólo estábamos...
—Basándonos —termina Derek por mí—. Lo siento si lo incomodé Sr.
James, pero le prometo que sólo nos besábamos
Papá lo mira con el ceño fruncido pero no dice nada.
—Cariño, no exageres —oigo hablar a Delanie detrás de mi padre,
aunque no la veo—. Son sólo unos críos, y ambos están… —Delanie se inte-
rrumpe a sí misma cuando entra de lleno en la cocina.
Su cara de repente estaba pálida.
—¿Estás bien? —pregunto preocupada—. Luces como si hubieras vis-
to un fantasma
Papá la mira.
—Natalie tiene razón Delanie ¿Estás bien?
—Sí. Yo sólo… —toma una bocanada de aire—. Estoy un poco ma-
reada. No he comido nada desde el desayuno
—Entonces será mejor que te sientes —musito.
—Natalie, tráele un poco de agua con azúcar —indica papá mientras
guía a Delanie hacia un taburete y la hace sentarse.
Me muevo rápidamente para conseguir lo que papá quiere. Saco del
refrigerador el agua y comienzo a verterla en un vaso de vidrio.
—Derek, pásame el azúcar por favor. Esta detrás de ti —pido viendo a
papá que no deja de estar preocupado.
—¿Natalie? —llama mi padre.
112
—Derek —llamo mirándolo.
Él está tan pálido como Delanie. Incluso peor.
—Derek ¿Estás bien? —me acerco a él lentamente.
—Me tengo que ir —dice en un susurro.
Frunzo el ceño.
—Natalie —exclama papá a mi espalda.
Tomo rápidamente la azúcar que está detrás de Derek y la vierto sobre
el agua. Papá me arrebata el vaso y comienza a darle de beber a Delanie al
instante. Observo como ella parece comenzar a volver a la normalidad cuando
siento a alguien moverse detrás de mí.
Es Derek.
Corro detrás de él para alcanzarlo justo cuando está abriendo la puerta
de entrada. Ya lleva su abrigo puesto. Es rápido el chico.
—Derek espera —lo detengo del brazo—. ¿Qué ocurre? ¿Por qué te
vas?
—Me tengo que ir Natalie. Lo siento —besa mi frente—. Pasaré por ti
mañana en la mañana ¿De acuerdo?
Él comienza a alejarse, pero lo detengo de nuevo.
—Algo te pasa —insisto—. Estas pálido y nervioso, ¿Por qué no quie-
res contarme nada? ¿No confías en mí?
Él rasca su cuello y suspira frustrado.
—¿Cómo es que tu papá está con esa loca?
Mis cejas se alzan.
—¿Conoces a Delanie?
—Para mi mala suerte, si —escupe.
—Derek necesito que me expliques bien. Porque no entiendo porque
hablas de esa manera de ella
—Porque es una acosadora —sisea—. Hace tres años mi padre la ayu-
daba en una demanda. Al parecer, uno de sus compañeros de trabajo la acosa-
ba. Mi padre la ayudó ¡Gratis! ¿Y qué hizo ella? Intentar arruinar su matrimo-
nio con mamá
—¿Qué? —jadeo horrorizada.
Neal y Delanie...
—Ella no entendía que él ama a mamá y qué no le iba a ser infiel. Por
lo que tuvo que ponerle una orden de alejamiento. Ella no se puede acercar a
ninguno de nosotros
No podía creer lo que me decía. ¿Delanie? ¿Hablaba de la misma De-
lanie que esa mañana me había preparado el desayuno y parecía una mujer tan
dulce?
113
—Escúchame Natalie —Derek me toma por los hombros—. No puedes
contarle algo de esto a tu padre. Papá me hizo jurarle que nunca nadie lo sabr-
ía. Pero debes alejar a esa mujer de tu padre. ¡Está loca!
Yo ya no presto atención a sus palabras, solo puedo pensar en ella y
Neal estando juntos. Me cuesta creer que Delanie sea una acosadora, pero sé a
ciencia cierta que Neal es un mujeriego sin escrúpulos y un mentiroso por ex-
celencia. Pero por otro lado yo no sé nada de Delanie.
¿Habría sido Neal capaz de inventar semejante mentira sobre Delanie
para no ser descubierto por su esposa, o realmente Delanie es una acosadora?

114
Capitulo 22.
Doy vueltas y vueltas en la cama. Es muy temprano para estar despierta
un domingo, pero no tuve una buena noche y me cuesta mucho conciliar el
sueño. Lo que Derek me dijo anoche me tiene preocupada. De ser cierto, estar-
ía compartiendo mi casa con una acosadora. Porque Delanie volvió a quedarse
a dormir anoche, esta vez sin importarle que yo estuviera acá.
Me siento en la cama y pienso si bajar a la cocina por un poco de agua
o quedarme en la cama. Aún no estoy lista para enfrentar a Delanie. Aunque
probablemente ella aún esté en la cama con papá, no quiero correr riesgos. No
estoy segura de poder disimular lo suficientemente bien lo que sé. Anoche no
tuve ningún problema, ya que ya había cenado y me excusé diciéndole a papá
que mi cabeza dolía. Pero hoy ya no podría utilizar esa excusa.
Mordisqueo mi labio, indecisa de que hacer. Hasta que tomando una
profunda respiración, me levanto y salgo de mi habitación. Asomo la cabeza
de un lado a otro sin escuchar nada. No sólo por no ver a Delanie, también
porque apenas llevo un bóxer y una camiseta que apenas cubre mis senos.
Cómodo para dormir, no tanto como para que papá o Delanie me vean. No
importa que yo casi los haya visto desnudos, no quiero que ellos me vean a mí
así.
Bajo rápidamente las escaleras, deseosa de ir y venir tan rápido como
me sea posible. Pero mis intenciones se vienen abajo cuando en la cocina en-
cuentro a Delanie. Esta sentada en la barra de la cocina, con una taza humeante
frente a ella. Mirándome fijamente.
—Delanie —miro el microondas para ver la hora—, es muy temprano.
Pensé que estarías durmiendo aún
—No suelo dormir hasta tarde —da un sorbo a su bebida—. ¿Quieres
un poco? Es un té muy delicioso
—Sólo venía por un poco de agua. No pensé encontrar a alguien des-
pierto
—¿Por alguna razón en especial? —enarca una ceja.
—No —me apresuro a decir.
Por la manera en que me mira, pareciera como si supiera lo que sé.
—No quería que alguien me viera así —sonrío para aligerar el ambien-
te.
Camino hacia la alacena y tomo un vaso de vidrio.

115
—Tu novio es muy guapo —me detengo frente al refrigerador ante su
comentario—. ¿Hace mucho que estáis juntos? —trago nerviosamente y abro
el refrigerador.
—Hace bastante —musito vertiendo el agua en el vaso.
—Hacen una bonita pareja
Asiento caminando hacia las escaleras. Dispuesta a irme a mi habita-
ción de nuevo.
—Natalie —llama ella seriamente.
La miro por encima de mi hombro.
—¿Si?
—Ven aquí. Necesito hablar contigo
—Voy a volver a la cama si no te molesta —doy un paso más arriba en
la escalera.
—Natalie —vuelve a llamar ella.
La vuelvo a mirar.
—Siéntate —ella señala el taburete frente a ella.
—Delanie…
—Has estado rara desde anoche —me interrumpe ella—. Asumo que
Derek ya te hizo conocedor de mi pasado en común con su padre
Intento parecer sorprendida.
—No sé de qué me estás hablando. Él no...
—Natalie —me interrumpe de nuevo—, no sabes mentir. Al menos no
a mí
Miro a otro lado nerviosamente.
—Sólo quiero hablar contigo a solas antes de que Tyler despierte. Él no
está al tanto de lo que sucedió con Neal y tampoco es algo que quiero que sepa
Vuelvo a mirarla. Esta vez sí estoy sorprendida.
—¿Por qué no quieres que lo sepa? —pregunto dando un par de pasos
en su dirección.
—Porque no es algo de lo que estoy orgullosa —puedo sentir la ver-
güenza en su voz.
Ella deja de mirarme y centra su atención en la taza entre sus manos.
—No me gustaría que tu padre se enterara que fui la amante de Neal
estando al consciente de que lo era. Sé que tu padre lo estima y también es
algo que quiero dejar atrás
Mis ojos se abren.
—¿Amante?
Me siento confundida.

116
Derek había dicho que Delanie era una acosadora, y que Neal nunca
había querido aceptar ninguna de sus proposiciones indecentes porque amaba
a Camila. Pero ahora Delanie me está dando una versión distinta.
—Neal me ayudó en asuntos legales hace ya mucho tiempo. Estaba
siendo acosada por un compañero de trabajo y me asustaba que pudiera arre-
meter contra mí de forma violenta. Neal estuvo presente una vez en uno de sus
muchos intentos por darme un beso. A la salida de la biblioteca, donde yo tra-
bajaba en aquel entonces, se dio cuenta de lo que sucedía y se ofreció a ayu-
darme
Ella hace una pausa para darle un sorbo a su bebida.
—Pero yo no tenía forma de pagar un abogado. Acababa de mudarme a
la ciudad y no llevaba ni tres meses trabajando en la biblioteca. Pero él insistió
en ayudarme y que el dinero no era un problema, y que había maneras más
placenteras de agradecerle. Inmediatamente supe que se refería al sexo —ella
sonríe con amargura como si viviera el recuerdo.
Termino de caminar hacia ella y me siento en el taburete que había
señalado antes.
—No puse mucha objeción a eso. Era joven, él era un hombre realmen-
te guapo y yo ya no soportaba a mi acosador. Así que para cuando logró con-
seguir una orden de alejamiento a mi favor, ya yo estaba al tanto de su matri-
monio, pero continué agradeciéndole el favor durante muchas semanas des-
pués de eso
—¿Por qué te seguiste acostando con él sabiendo que es casado? —
pregunto finalmente.
Era una pregunta muy hipócrita dada mi antigua situación con Neal.
Pero aún así no pude evitar hacerla.
—No te pediré que me entiendas porque sé que no estarás nunca en
esta situación, pero creo que eres lo suficientemente mayor para entender del
sexo, que era justamente por lo que yo seguía con Neal. El hombre era un Dios
en la cama y yo terminé adicta a ello —un tono rosa se extiende por sus meji-
llas al terminar esta frase—. No importaba cuantas veces me dijera que estaba
mal, él conseguía la manera de convencerme de seguir acostándonos
Aprieto el vaso que tengo entre las manos, furiosa. Furiosa de tener a
una mujer frente a mí hablando de lo maravilloso que es Neal en la cama. No
debería porque sé que pasó hace años y porque yo estoy intentando olvidarlo.
Pero no puedo evitar sentirme celosa.
—¿Cómo es que Derek sabe eso? —pregunto luego de unos instantes
de silencio.

117
Sé que Derek sabe la historia de manera distinta, aunque me parece
mucho más real la que Delanie me cuenta. Es difícil imaginarla como una aco-
sadora, más no es difícil imaginar las maneras en que Neal la convenció de ser
su amante. Fueron las mismas que usó conmigo.
—Una de las muchas veces que me recogió en la biblioteca, no espe-
ramos a llegar al hotel como siempre para estar juntos. Lo hicimos en su auto
—ella da otro sorbo a su bebida antes de proseguir—. Al terminar olvidé que
había dejado mi celular dentro de la biblioteca, por lo que tuve que ir por él.
Cuando volví al auto, Neal estaba afuera de este, hablando con un chico muy
parecido a él. Inmediatamente supe que era su hijo, así que me escondí hasta
que se fue
Doy un sorbo a mi agua. No puedo evitar preguntarme si de haber se-
guido siendo la amante de Neal habríamos terminado siendo descubiertos tar-
de o temprano.
—Me dirigí a Neal de nuevo cuando vi que su hijo ya no estaba —
prosigue Delanie—. Cuando me acerqué a Neal e intenté besarlo, él me detu-
vo. Me preguntó que si estaba loca y que por favor lo dejara en paz. Fue de
manera impersonal y brusca, y luego sólo se fue y me dejó allí.
Mis ojos se llenan de lágrimas al escuchar esto. Recordando la manera
en que me trató la mañana anterior en el hospital. Eso hace que mis celos ini-
ciales comiencen a desvanecerse.
—Pocos días después de eso me llegó un mensaje a mi celular. Era él
explicándome que lo nuestro debía acabar, que ya no podíamos seguir viéndo-
nos o lo descubrirían. Lo acepté sin dar pelea, ni si quiera le pedí explicacio-
nes por su trato frente a la biblioteca. Porque sabía que eso tarde o temprano
sucedería. Después de todo, yo sólo era su amante.
—Espera un segundo —vuelvo a hablar—. ¿Lo aceptaste así nada
más? ¿Sin dolor? —ella niega con la cabeza.
—Yo no lo quería Natalie. Sabía que sólo era sexo entre nosotros, que
él nunca dejaría a su esposa por mí. Por eso cuando acabó, seguí con mi vida
como si nada hubiera ocurrido —suspira—, o eso intenté. Derek no me lo hizo
fácil
—¿A qué te refieres?
—Tu novio me miraba con odio cada vez que iba a la biblioteca des-
pués de ese día. Incluso me esperó un par de veces al terminar mi horario para
decirme que dejara a su padre y a su familia en paz —ella suspira—. Me des-
pidieron por él
—¿Te despidieron por Derek? —asiente.
—Nadie quiere ver escándalos en la biblioteca
118
—Pero fue muy injusto Delanie. Derek no debió actuar así y tú no de-
biste perder el trabajo por su culpa
Ella sonríe.
—Está bien Natalie. Conseguí un empleo mejor, uno que me dio el
privilegio de conocer a tu padre
Doy otro sorbo a mi agua. Estoy sorprendida por todas estas confesio-
nes, pero definitivamente me quedo con la versión de Delanie sobre la de De-
rek. Es mucho más creíble gracias al historial de Neal con las mujeres. Aun
así, hay algo más que necesito saber.
—¿Alguna vez volviste a hablar con Neal? —pregunto en voz baja.
Esta soy yo siendo celosa. Preocupada por quien se pueda interesar en
Neal, aunque no debería.
—No —responde Delanie calmadamente—. Yo no lo busqué nueva-
mente y él a mí tampoco
—¿Qué habría pasado si te hubiera buscado? —ella enarca ambas ce-
jas, sorprendida por mi pregunta.
—Pues… —Delanie hace una pausa—. Sinceramente, no lo sé. Neal
puede llegar a ser persuasivo cuando quiere algo y yo no soy conocida por mi
fuerza de voluntad. Tu padre puede dar fe de ello —suelta una risita culpable.
Miro mi vaso de agua y suspiro aliviada. No me gustaría saber de De-
lanie acostándose con mi padre y Neal al mismo tiempo.
—Ahora que lo menciono, se parecen ellos dos —frunzo el seño levan-
tando la mirada.
—¿A qué te refieres?
—Ambos son muy persuasivos. Tyler fue muy insistente en cuanto a
querer salir conmigo
Siento como mi espalda pierde la tensión que ha estado acumulando
todo este rato. El cambio de tema me da a entender que Delanie no quiere se-
guir hablando de Neal y yo estoy bien con ello. Porque seguir hablando del
tema es aceptar que Neal engañó a Derek.
—Me invitó a salir unas siete u ocho veces, antes de que yo aceptara —
prosigue Delanie con una sonrisa—, y estoy muy contenta de que insistiera
—No entiendo ¿Por qué no querías salir con mi papá? —y me intereso
genuinamente por la vida amorosa de mi padre.
Él es un hombre guapo ¿Por qué una mujer se negaría a salir con él?
—Porque es policía —responde Delanie simplemente.
—¿Y eso es un problema porque…? —insisto claramente sin entender.
Delanie suspira sacudiendo la cabeza.

119
—Trabajo en una cafetería atestada de ellos ¿Tienes idea la cantidad de
historias sobre mujeres que escuché? No quería terminar en cualquier otra ca-
fetería como una puta gracias a tu padre
—Papá no es esa clase de hombre —me apresuro a defenderlo.
—Es bueno saber que mi hija me tiene tan buena estima —me giro
para ver a papá caminando hacia mi—, cosa que tu no hacías —le reprocha a
Delanie.
Esta blanquea los ojos.
—Ya hablamos de eso Tyler
Papá ríe y besa mi cabello.
—¿Cómo están hoy? ¿Y qué hacen acá tan temprano?
Miro a Delanie quien me está rogando con la mirada que no le cuente
nada a mi padre de lo que me contó.
—Vine por un vaso de agua y me encontré a Delanie. Me comentó que
no tenía sueño, así que me quedé aquí con ella hablando un poco
Papá asiente y camina hacia una Delanie aliviada.
—Si no tenías sueño debiste despertarme a mí —dice papá en tono
ronco.
—Ok —me pongo de pie—. Es muy temprano para escuchar algo tan
asqueroso como eso
—Deberías escucharlo. Así no te quedan ganas de esperarme con De-
rek en casa de nuevo —blanqueo los ojos ante el comentario de papá.
—Tú me superas, no lo olvides —me doy vuelta y comienzo a subir las
escaleras
Les doy un último vistazo antes de subir del todo y los veo besarse. No
puedo evitar preguntarme qué pensaría papá si supiera lo sucedido entre Dela-
nie y Neal. Probablemente no lo vería de buen modo, es un hombre lleno de
principios. Es una lástima que esté rodeado de mujeres que no. Porque Delanie
y yo hemos estado en la misma situación, la situación de ser amantes, y del
mismo hombre.

120
Capitulo 23.
Me miro fijamente frente al espejo. Mi cabello completamente lacio me
hace parecer más madura. Quizás debería usarlo más seguido así, pero sólo
pensar en ser esclava de la plancha me hace desistir de esa idea. Para ocasio-
nes especiales será suficiente. Retoco el delineador en mis ojos y el brillo la-
bial. Acomodo la camisa blanca sin mangas que he decidido usar y doy una
vuelta para comprobar que mi trasero se ve bien con estos jeans. Y lo hace.
—¡Natalie, Derek está aquí! —grita papá desde la cocina.
Rocío un poco de perfume en mi cuello y salgo de mi habitación. Bajo
las escaleras y reprimo mis ganas de reír al llegar a la cocina y escuchar los
reglamentos que papá le está imponiendo a Derek.
—Y nada de hacerlo en el auto —exclama mi padre—. No quiero que
mi hija ande en boca de todos porque tú no pudiste controlar tus hormonas
—Si señor —responde Derek.
—Tampoco quiero que la estés tocando en lugares indecentes en públi-
co
—Si señor
—Y mucho menos hacerlo en encimeras de cocinas —blanqueo los
ojos ante esto.
—Ya basta papá —ambos se voltean a verme—. Tuvimos la charla
sobre el sexo seguro hace meses y eso lo acepto, pero no vas a decirnos donde
tener sexo o no
Papá se cruza de brazos.
—Sólo intento protegerte —le sonrío antes de besar su mejilla.
—Y Derek también lo hace —miro a Derek y le guiño un ojo. Este me
sonríe—. Además, sólo iremos a ver un película —me separo de papá y cami-
no hacia Derek.
Beso su mejilla y él me abraza por la cintura.
—¿Sólo una película? —pregunta papá.
—Sí. Una película de acción Sr. James —responde Derek.
—Papá, sé lo que estas pensando y no. Derek no es la clase de chico
que se aprovecha de la oscuridad de las salas de cine. Él de verdad ve las pelí-
culas
—Bien —asiente papá—, eso me gusta —río en voz baja—. Que se
diviertan entonces. Y tú —señala a Derek—, cuídala
—Siempre lo hago señor —alardea Derek.

121
Tiro de su mano a la salida de casa y me despido con la mano de papá.
Derek camina junto a mí y luego de tener mi abrigo puesto, caminamos a su
auto.
—A veces tu papá me asusta —admite Derek encendiendo el auto.
Me carcajeo.
—Llevamos mucho tiempo juntos y él sigue haciendo lo mismo cada
vez que salimos
—No por eso deja de ser terrorífico —él me mira fijamente de arriba
abajo, deteniéndose en el escote de mi blusa—. Muy lindo —afirma con una
sonrisa ladeada.
—Oye. Nada de sexo en el auto ¿Recuerdas? —Derek comienza a reír.
—No quiero tener sexo aquí. Dejé eso en la secundaria gatita —
blanqueo los ojos.
—¿Dejaras de llamarme gatita algún día?
—Tal vez —pone el auto en marcha—. ¿Hablaste con tu padre sobre
Delanie?
Trago nerviosamente.
¿Cómo decirle a Derek que lo que él cree de Delanie es mentira? ¿Qué
su versión de los hechos no es más que una mentira vil y egoísta creada por su
mujeriego e inescrupuloso padre? No puedo decírselo. Tendré que mentir co-
mo Neal lo había hecho.
—No. Me dijiste que nadie podía saberlo
Derek asiente pausadamente.
—Pero debes buscar la manera de alejarla de él —asiento y desvío mi
mirada hacia la ventana.
—Lo haré. No te preocupes —miento descaradamente

—¿A dónde vamos? —pregunto abrochando mi cinturón de seguridad.


Apenas terminamos de ver la película, Derek me arrastra al estaciona-
miento.
—Debo ir por mis cosas a casa antes de irme —inmediatamente me
tenso.
—¿Vamos a tu casa? —él asiente y comienza a conducir.
—También quiero ver a mamá una última vez —suspiro cerrando mis
ojos.
Genial. Ahora tendré que ver a Neal.
—¿Como está ella? —pregunto distraídamente.
—Mejor. Afortunadamente no sufrió muchos daños
—Me alegra —admito sinceramente.
122
No importa que la mujer sea la causante de que Neal me haya dejado
abandonada en un hotel, o que le tenga una envidia enorme por pasar cada
noche junto a él. No quiero que le suceda algo malo. También está el hecho de
que yo estoy intentando dejar atrás todo lo ocurrido con Neal, y entre ello se
encuentran los celos hacia Camila.
Paso tanto tiempo sumida en mis pensamientos que Derek debe
hablarme para que me dé cuenta que ya hemos llegado.
—Estás muy distraída —comenta Derek abriendo mi puerta.
—Lo siento
Cuando Derek cierra la puerta detrás de mí, en lugar de darme espacio
para caminar presiona mi cuerpo contra la puerta del auto.
—¿Qué haces? —él sonríe como respuesta a mi pregunta y me besa.
Le respondo el beso pausadamente agradecida de que haya decidido
entrar al garaje en lugar de quedarse frente a la casa. Porque sus manos ahora
están apretando mi trasero con fuerza y yo estoy gimiendo en sus labios sin-
tiendo su erección.
—Creí que no lo hacías en autos —comento cuando él baja a besar mi
cuello.
—No lo hago dentro de autos gatita, pero si quiero hacerlo sobre ellos
Nos hace movernos hasta que me tiene sentada sobre el capó del auto
con él entre mis piernas.
—Derek, no podemos hacerlo aquí —musito al ver que va enserio.
Me ha quitado el abrigo y ahora está abriendo mi camisa dejando que
mi sujetador blanco quede a la vista.
—¿Por qué no podemos? No estoy rompiendo una de las reglas de tu
padre
—¿Y qué hay del tuyo? Si nos encuentra aquí… —no estoy segura de
querer que Neal me encuentre en esta situación.
—Papá debe estar con mamá. Tranquilízate y disfruta del momento
Voy a decir algo más cuando captura mi labio inferior entre sus dien-
tes. Dejo que me bese por varios segundos hasta que termina de sacar mi ca-
misa. Estoy por sacar la suya cuando un carraspeo de garganta me hace dete-
nerme. Miro sobre el hombro de Derek y veo a Neal cruzado de brazos y con
un ceño fruncido.
—Derek —llama Neal.
Derek maldice en voz baja y se voltea sin dejar de cubrir mi cuerpo.
Obviamente intentando que su padre no me vea en sujetador. Si él supiera que
Neal me ha visto así y más.
—Papá
123
—No tengo nada en contra de que te folles a tu novia en casa pero no
aquí donde cualquiera puede veros
Su tono es frío y calculador, y no me ha dirigido la mirada.
—No tienes porque hablar así, no frente a ella
—Creo que es tarde para eso Derek. Os acabó de encontrar a punto de
hacerlo —espeta—. No creo que ese comportamiento sea el de una señorita
decente
Mis ojos se abren.
—¿Está queriendo decir que soy una puta? —exclamo herida.
Derek no dice nada y Neal por fin me mira. Una mirada que me hace
querer no haber hablado.
—Tu madre te está esperando —dice mirando a Derek antes de irse.
—Demonios Derek —digo empujándolo con fuerza y saltando del au-
to—. Por tu culpa quedé como una puta frente a tu padre —comienzo a aco-
modar mi blusa realmente cabreada.
Yo no quería que Neal se enterara de esa forma que sigo junto a Derek.
Aunque probablemente él ya se habrá conseguido una nueva amante, no quie-
ro ser la puta que le dice que lo ama y luego se acuesta con el hijo. Así esa sea
la verdad.
—Natalie, gatita. Mi papá no cree que eres una puta —lo fulmino con
la mirada.
—No, sólo lo piensa —espeto con ironía.
Termino de arreglar mi blusa, tomo mi abrigo y comienzo a caminar
hacia el interior de la casa dejando a Derek sólo. Camino por la cocina y luego
voy a la sala donde me encuentro a Lara sentada en un sillón y usando su telé-
fono. Me dejo caer junto a ella y resoplo frustrada.
—Wow —me mira—. Parece como si no hubieras sido follada en un
buen tiempo —comenta ella.
Blanqueo los ojos. Los Black y su obsesión con el sexo.
Justo en ese momento aparece Derek. Lo fulmino con la mirada nue-
vamente y él, sabiamente, se marcha escaleras arriba sin decir una palabra.
—Uy, Derek está en problemas. Pero eso es raro, vosotros folláis como
conejos
—Precisamente ese es el problema. Tu papá casi nos ve follando
—Uh, odiaría que papá me encuentre en esa situación —Lara hace una
mueca.
—Seguramente debe estar pensando que soy una puta
Lara se carcajea.
—Tú tienes de puta lo que yo tengo de virgen, o sea, nada
124
En ese momento su celular suena y ella al verlo sonríe de una manera
que nunca había visto antes.
—¿A qué se debe esa mirada? —ella muerde su labio.
—Es Seth —responde—. Me está preguntando si quiero salir esta no-
che con él —dice entusiasmada.
Sonrío ante esto. Nunca la había visto así.
—Pareces muy entusiasmada con él, más que con cualquier otro chico
con el que te haya visto antes
Entonces pasa algo que jamás pensé que pasaría. Ella se sonroja.
—¿Estás… sonrojándote? —pregunto al borde de la risa.
—Claro que no —exclama ella poniéndose de pie—, es toda la excita-
ción que estoy sintiendo al pensar en lo que haremos esta noche. Para la que
debo estar sexy —me guiña un ojo y sale corriendo escaleras arriba.
Suspiro pesadamente sin saber si seguir a Lara o quedarme esperando a
Derek, ya que esperarlo sería estar sola con una alta probabilidad de encontrar
a Neal, y no quiero verlo justo ahora. No después de lo que vio. Así que lo
mejor será seguir a Lara.
Me levanto del sofá y doy media vuelta para dirigirme a las escaleras,
pero al ver a Neal de pie en el último escalón de la escalera me hace quedarme
en mi lugar. Él está mirándome de manera tan intensa que puedo jurar que ve a
través de mí.
—Es raro verte acá sola. Podría jurar que estabas en la habitación de
Derek terminando lo que interrumpí ¿No es eso lo que hacen las mujeres como
tú?
Estrecho mis ojos en su dirección.
—Según tú, ¿Cómo son las mujeres como yo?
Él ríe.
—Creo que sabes perfectamente cómo eres. Te acuestas conmigo, con
él, conmigo de nuevo, me dices que me amas ¿Y luego? Ah sí, te acuestas con
él otra vez —Neal comienza acercarse a mí—. Esa es la versión larga ¿Quieres
que lo resuma todo en una sola palabra?
—No te atrevas a llamarme puta —espeto en voz muy baja.
Él está ya demasiado cerca y ninguno de los dos quiere que el resto de
personas en la casa sepa lo que ocurre.
—Tú misma lo estás diciendo
—Entonces ¿Qué eres tú Neal? Aparte de ser un mujeriego sin escrú-
pulos. Capaz de inventar cualquier excusa, hasta dañar la imagen de una mujer
inocente, todo por no ser descubierto por tu esposa y tus hijos —frunce el ce-
ño.
125
—¿De qué estás hablando?
—Sé lo de Delanie. Y no la estúpida historia que le invertiste a tu hijo,
la verdadera —él luce sorprendido unos instantes antes de volver a tener su
expresión de engreído.
—Por lo menos no digo algo que no siento. Porque no fui yo quien dijo
que te amaba para luego correr a acostarme con otra —se cruza de brazos—,
pero lo entiendo. Era de esperarse de una chica que se acuesta con padre e hijo
al mismo tiempo
—Hijo de puta —susurro abofeteándolo.
Paso junto a él sin mirarlo, dispuesta a estar lo más lejos posible de él.
Pero su voz me detiene al escuchar que me llama.
—¿Recuerdas esas veces en que no querías ser mi amante? —pregunta
cuando me doy vuelta para mirarlo—. Debí escucharte, no eres buen material
para amante. Pero la pelirroja con la que estuve anoche, ella si sabe lo que es
ser una buena amante
Cierro mis manos en puños para controlar lo que estoy sintiendo. Los
celos y la ira se quedarían pequeños ante el tumulto de emociones que se
agrupa en mi pecho. Neal está mirándome fijamente, esperando mi reacción.
No pienso darle el lujo de ver cómo me afecta, así que sonrío ampliamente y
relajo mis manos.
—Pues espero que hayas disfrutado de un sexo tan fantástico como el
que yo disfruté con Derek ayer, aunque lo dudo. En cuanto al sexo, nadie le
llega a los talones
Me doy vuelta y subo corriendo las escaleras para darme el lujo de te-
ner la última palabra. Pero al llegar al final de estas y encontrarme a solas en el
pasillo mis ojos se llenan de lágrimas y los pequeños pedazos de mi corazón
roto por sus palabras del hospital, se hacen aún más pequeños por sus palabras
de ahorita.
Al imaginarlo a él con otra que no soy yo.

126
Capitulo 24.
Llevo cerca de diez minutos en el baño. Tal vez menos, tal vez más. No
lo sé a ciencia cierta. Lo que sí sé es que mis mejillas están manchadas de
lágrimas y mi maquillaje se ha corrido un poco. Debo arreglarlo o tendré que
dar explicaciones que no me puedo dar ni a mí misma.
¿Por qué demonios estoy llorando por sus palabras? ¿Por qué me sigue
afectando cuando me dije a mí misma que lo olvidaría? ¿Y por qué demonios
tuve que fijarme en un tipo como él? Deseo volver el tiempo atrás y nunca
haberme acostado con él. Nunca haber permitido que esa noche en el inverna-
dero sucediera, porque esa noche fue el inicio de todo este problema, problema
que debo dejar atrás de una vez por todas. Derek debe estar buscándome, y yo
no puedo pasar toda la tarde encerrada en el baño, llorando como una niña
pequeña. Tampoco puedo dejar que Neal se dé cuenta lo mucho que me afec-
tan sus palabras, lo mucho que me hieren.
—Ya habrá tiempo de llorar en casa Natalie —murmuro a mi reflejo en
el espejo.
Comienzo a arreglar mi maquillaje corrido sin dejar de pensar en Neal
y la supuesta pelirroja con la que estuvo. ¿Será cierto? ¿O sólo lo dijo para
herirme por haberme encontrado con Derek a punto de hacerlo? Sacudo la
cabeza ante esto, porque es lo más improbable. Por su extenso historial de
amantes es más probable que sea cierto, lo cual hace que mis ojos se llenen de
lágrimas nuevamente. Pero no dejo que salgan esta vez.
Termino de arreglarme y salgo en busca de Derek, y al no encontrarlo
en su habitación imagino que está con Camila. Así que me dirijo a la habita-
ción de Lara, a esta la encuentro frente a la cama, con mucha ropa interior es-
parcida sobre esta.
—Parece como si un tornado pasó por aquí —digo sentándome en la
silla del escritorio.
—No sé cual usar —musita mirándome—. Es tan difícil escoger uno
—Usa el que más te guste —respondo con desdén.
—No. Ese sería el de estampado de leopardo y no quiero parecer como
que esperaba acostarme con él. Quiero que parezca algo espontáneo —frunzo
el ceño.
—¿Quieres que algo planeado resulte espontáneo? —pregunto con
incredulidad.
Lara sacude su cabeza.
—No planeamos tener sexo. Sólo me pidió salir

127
—¿Y no significa para ti salir igual a tener sexo?
Lara deja caer el sujetador fucsia sobre la cama y se siente en una es-
quina de esta.
—No he tenido sexo con Seth, y eso me preocupa. Me le insinué innu-
merables veces ayer cuando estuvimos solos y él no quiso hacer nada ¿Quién
deja pasar una oportunidad como esa? Joder —exclama alzando las manos.
No sé que decir sobre esto. Usualmente ella se acuestan con quien
quiere, cuando quiere, es por eso que los chicos de la escuela se interesan tanto
en ella. No quieren una relación y ella tampoco, sólo quieren divertirse y vivir
el momento. Supongo que ahora que Seth no se ha acostado a la primera con
ella está confundida.
—¿Será que es gay? No, no puede serlo. Me ha besado y no besa como
un gay
Río ante lo que Lara dice ganándome una mala mirada suya.
—¿Qué es tan gracioso?
—Estas comparando los besos de Seth con los de un gay ¿Acaso haz
besado a un gay? —Lara frunce el ceño.
—Pues no pero… ¿Le encuentras otra explicación de por qué no quiere
tener sexo conmigo?
Sacudo la cabeza y me levanto. Me siento junto a ella y aprieto ligera-
mente sus manos.
—Quizás Seth no está interesado en ti sólo sexualmente
—¿Qué quieres decir? —pregunta claramente confundida.
Sonrío ante esto. Es como una niña.
—Lara querida, los chicos a veces no quieren sólo sexo, quieren algo
más —explico lentamente—. Tal vez Seth se divierte contigo y le gustas lo
suficiente como para tener una relación
—¿Qué? —jadea ella con pánico en su rostro.
—No te asustes. Eso no tiene nada de malo
—Si lo hace Natalie. Los chicos sólo sirven para follar y nada más.
Intentar crear sentimientos en ellos es como crear una bomba de tiempo, que al
explotar sólo hiere a una persona. Y esa persona sería yo
Quedo completamente perpleja ante esto. Nunca llegué a pensar que
Lara se sintiera de esa manera.
—¿Es por eso que en todos estos años no te has atrevido a tener una
relación?
Ella no dice nada. En su lugar, comienza a alisar su cabello con rapi-
dez.
—Lara, no todos los chicos son iguales —hablo nuevamente.
128
—Si, ¿Pero cómo puedes saber quién romperá tu corazón y quién no?
—sacude la cabeza—. Es mejor prevenir que lamentar
—¿Y piensas pasar toda tu vida yendo de chico en chico solo teniendo
sexo? —no responde, lo que confirma mi pregunta—. ¡Lara!
—No me culpes por querer protegerme ¿De acuerdo? No te pido que
me entiendas porque tienes una perfecta historia de amor con mi hermano,
pero entiende que no todas tenemos tu suerte —espeta levantándose.
Si ella supiera la situación en la que estoy yo ahora…
—Creo que cancelaré —la oigo decir.
La miro y veo como toma su celular. Me levanto rápidamente de la
cama y camino hacia ella para arrebatárselo.
—¿Qué haces Natalie?
—Si solo quieres sexo con Seth, bien. Es tu vida, haz lo que desees con
ella. Pero habla con él primero y dile lo que tu esperas de lo que sea que quie-
ras tener con él
—No puedo simplemente decirle "oye Seth, solo quiero tener sexo y
nada más ¿Quieres seguir saliendo conmigo sabiendo eso?"
—Pues es mucho mejor a que comiences a evitarlo sin darle una expli-
cación. No puedes ser tan inmadura
Lara abre los ojos. Creo que jamás le había dicho inmadura antes pero
es la actitud que está tomando.
—Jamás me habías llamado madura —se queja en voz baja.
—Jamás lo habías sido. Caprichosa tal vez, inmadura jamás
Me mira detenidamente unos instantes, pero asiente luego de unos ins-
tantes.
—Tienes razón, no puedo ignorarlo. Tampoco no puedo seguir viéndo-
lo Natalie. Si es cierto lo que tú dices y él quiere una relación, yo no puedo
seguir viéndolo
—¿Estás segura de eso? —pregunto tentativamente—. Vi como te
emocionabas cuando leíste su mensaje. Nunca te había visto así antes
De nuevo, sus mejillas se sonrojan. Río sin poder evitarlo.
—A eso me refiero. Hasta te sonrojas
—Ya cállate ¿Quieres? —blanqueo los ojos.
—No hay peor ciego que el que no quiere ver
—No tengo nada que ver —Lara me hace una mueca y vuelve a su
trabajo de elegir un conjunto de lencería—. Quizás pueda acostarme con él
antes de dejar de verlo. De verdad es sexy, debe ser un Dios en la cama
Suspiro exageradamente.

129
—¿Acaso ustedes los Black no piensan en otra cosa que no sea sexo?
—ella ríe.
—Pues la verdad es que no —me guiña un ojo—. Aunque no sabría
decirte que piensa papá, pero definitivamente Derek y yo lo hacemos
Miro a otro lado al escuchar como Lara habla de Neal. Él piensa tanto
como ellos en sexo, quizás más. Y es muy bueno en ello también…
—Natalie
Miro a Lara nuevamente y agradezco que me haya traído a la realidad
antes de llevar mis pensamientos al lugar al que se supone no debo llevarlos de
nuevo.
—Estás distraída —comenta ella ladeando la cabeza.
—Intento pensar cual conjunto te quedaría mejor —miento con una
rapidez que me sorprende—. Ya sabes, en caso de que logres acostarte con
Seth antes de darle un adiós definitivo
Ella sonríe ampliamente.
—¿Te he dicho alguna vez que eres la mejor amiga que he tenido?
—No que yo recuerde —musito en voz baja.
En realidad, soy una pésima amiga. Una buena amiga no se acostaría
con el papá de otra amiga. Aunque el papá fuera el padre más sexy del planeta.
—Te gusta mucho ¿Cierto?
Abro mis ojos ampliamente al escuchar eso. Ella no puede estar refi-
riéndose a Neal, eso sería imposible.
—¿De qué estás hablando?
—Del collar que te regaló papá en tu cumpleaños. No has dejado de
usarlo desde que lo tienes, y ahora no paras de juguetear con él
Abro mis labios pero los vuelvo a cerrar. Aprieto el dije entre mis ma-
nos una vez más antes de soltarlo ¿Por qué sigo llevándolo? Debería tirarlo.
—Fue un lindo obsequio —sonrío falsamente.
—Y el único que recibiste. Debo comprarte algo —sacudo la cabeza.
—No es necesario
Llaman a la puerta interrumpiendo lo que sea que Lara fuese a decir.
La puerta se abre levemente y Derek asoma su cabeza por esta.
—¿Sigues enojada? —pregunta mirándome—. No quiero irme y que
estés enojada
Sacudo la cabeza y me levanto.
—Ya no estoy enojada —Derek sonríe, me abraza y me besa levemen-
te.
—Buscaos una habitación —exclama Lara.
—Estamos en una habitación —responde Derek.
130
—No lo haréis en mi cama, iug —río.
—Cálmate Lara, no lo haremos acá
—Cuando se trata de Derek nunca se sabe. Si ya papá casi os ve
Me muevo incómodamente de un lado a otro.
—No hay necesidad de repetir eso Lara —reprocho fulminándola con
la mirada.
Ella mueve su mano con desdén y nos da la espalda. Derek me saca del
todo de la habitación y me abraza.
—De verdad siento mucho lo que sucedió con papá. No pensé que él
entraría al garaje, nunca lo hace
Suspiro rascando su cuello.
—Está bien. Ya no importa
—Hablé con él. Le aclaré que eres una chica muy decente —cierro
mis ojos.
—Ya no hablemos de eso —pido en voz baja.
Ya no quiero pensar en Neal, tampoco recordar lo que pasó.
—Está bien, lo siento —Derek acaricia mi espalda— solo quería arre-
glar todo antes de irme
Me separo un poco de él.
—Mejor olvidemos esto ¿De acuerdo? —él asiente—. ¿Te acompaño a
la estación?
—No es necesario, papá me llevará. Puedes quedarte con Lara si quie-
res, ella puede llevarte a casa
Asiento lentamente.
—Si eso quieres
Derek me besa lentamente antes de separarse por completo de mí.
—Iré por algo a mi habitación. Espérame abajo ¿Si? —asiento y lo veo
ir a su habitación.
Bajo con lentitud las escaleras y de nuevo estoy acariciando el dije del
collar. N de Neal. Es estúpido que lo siga usando si ya no tenemos nada en
común. Seguirlo usando es solo un recordatorio constante de lo que ocurrió
entre nosotros, justamente lo que quiero olvidar. Así que cuando termino de
bajar las escaleras, me quito el collar del cuello y lo dejo sobre una pequeña
mesa.
Adiós al collar.
Adiós al pasado.
Adiós a Neal.

131
Capitulo 25.
Ha pasado casi un mes desde la última vez que vi a Neal.
No volvió a llamar nunca, tampoco a buscarme. Cada vez que tuve que
ir a casa de Lara, él no se encontraba. Claudia ya se había recuperado por
completo de su accidente y de nuevo estaba trabajando, lo que podía significar
que Neal tenía de nuevo la libertad de tener una amante sin que su mujer lo
sospechara. Solo que en este caso no era yo
—¡Natalie!
Parpadeo un par de veces y miro a todos lados. Mis compañeros están
mirándome como si una segunda cabeza me hubiera salido y la señorita Stuart
está de brazos cruzados y golpeando el suelo incesantemente una y otra vez.
—¿Pero en donde tienes la cabeza niña? Te he llamado varias veces
—Lo siento. No estoy en mis mejores días —musito apenada.
Mi periodo ha decidido adelantarse y me siento de lo peor.
—Lo siento cariño pero no es excusa. Necesitamos practicar tu solo de
Clara —dice ella con la vos más baja.
Asiento poniéndome de pie.
—Tiene razón, lo siento
Ella sonríe y llama a Seth. Al final, hemos terminado siendo Clara y El
Cascanueces para el recital, lo que ambos queríamos.
—Mantén tu mente en el estudio Clara —murmura Seth sujetando mi
cintura.
Asiento sin mucho entusiasmo. El dolor en mi vientre es cada vez más
intenso.
—Solo media hora y podrás ir a casa a descansar —vuelve a murmurar
él.
Él ha estado hablando mucho conmigo desde que ambos quedamos
como protagonistas para el recital. Ensayamos más que los otros e incluso
practicamos horas extras, en las cuales me he dado cuenta que es un chico bas-
tante genial. Lara realmente no debería utilizarlo solo para el sexo, si es que
aun siguen viéndose, aunque a ciencia cierta no lo sé.
—¿Lista? —pregunta suavemente.
Ambos nos encontramos en posición y la señorita Stuart tiene el con-
trol remoto del equipo de sonido entre sus manos.
—Siempre estoy lista Cascanueces —Seth sonríe y la música comien-
za.

132
—¿Qué tal los ensayos nena? —pregunta papá dejándose caer a mi
lado en el sofá.
—Cansados —respondo en voz baja.
—Mmm ¿Esos días? —asiento—. Se nota en tu cara
—¿Notas en mi rostro que estoy en mi periodo? —pregunto con incre-
dulidad.
—También te pusiste agresiva cuando te pregunté si ibas a comer otra
ración de lasaña —mis mejillas se calientan.
—Siento mucho eso —musito apenada.
—Ya pasó, no te preocupes —sonríe papá—. Y la lasaña de Delanie
merece repetición
Suspiro clavando mi vista en el televisor.
La cosa con Delanie parecía ir en serio. Ella pasaba muchas más no-
ches aquí que antes, cocinaba la cena y hacia varios quehaceres del hogar.
Papá estaba encantado con ella, aunque procuraba mantener sus manos quietas
cuando yo estaba con ellos, lo que agradecía.
—Estaba deliciosa —admito finalmente.
Papá ríe sonoramente y me estrecha entre sus brazos.
—No me gusta verte así
—Se me pasará en unos días —susurro para tranquilizarlo.
Él apoya su mentón en mi cabeza y ambos nos quedamos en silencio
viendo un programa de animales en la televisión.
—Pero que lindos se ven —Delanie aparece de repente haciéndome
saltar—. Oh, lo siento querida. No quise asustarte
—Descuida —sonrío sinceramente.
Me alejo un poco de papá para que Delanie pueda acurrucarse junto a
él. Ella lo hace gustosa y centra unos minutos su atención en la televisión antes
de voltearse hacia mí.
—¿Qué tal van los ensayos? Me comentó Tyler que te dieron el pro-
tagónico
—Lo hicieron —contesto—, y los ensayos me dejan exhausta la mayor
parte del tiempo
—Realmente me encantaría ir a verte Natalie
—Vamos a ir —comenta papá besando su cabeza—. No nos lo pode-
mos perder por nada del mundo
—A menos que necesiten al súper policía —bromeo.
Papá comienza a reír y Delanie lo acompaña.
—El mundo podrá desistir de mí ese día —dice papá apretando mi ro-
dilla.
133
—Eso estaría bien —musito apretando su mano.
—¿Ya te sientes mejor? —Delanie frunce el ceño.
—¿Te sentías mal? —pregunta preocupada.
—No, bueno si. Periodo, ya sabes cómo son estas cosas
—Oh, claro. Quizás solo necesites dormir un poco. A mí siempre me
ayuda
—Creo que lo que necesita es comer —comenta papá.
—No todo se arregla con comida, Tyler —lo reprende Delanie.
Río ante su mini-discusión pero no digo nada mientras ellos cambian
completamente el tema de conversación.
—Pero necesito un masaje —se queja papá.
Delanie blanquea los ojos.
—Te di uno esta mañana
—Cariño ¿Tienes una idea lo estresante que es ser un policía?
—No más que ser una camarera ¿Tienes una idea de a cuantos clientes
atiendo por un día?
—Ok, necesitáis parar —digo en voz alta—. Ambos trabajos son duros
así que ambos necesitáis un masaje
Delanie ríe besando la mejilla de papá.
—Natalie tiene razón —comenta en voz baja.
Las cejas de papá se alzan y deseo no haberlos estado mirando en ese
momento, porque la mirada que comparten solo se traduce a sexo.
—Natalie, nena
—Le pondré volumen máximo al televisor —interrumpo a papá rápi-
damente.
Las mejillas de Delanie se encienden y sin decir palabra se va, proba-
blemente a la habitación de papá.
—Oye —papá me hace mirarlo—. ¿Te molesta?
—No —digo sinceramente—. Solo es raro
Y demasiado raro.
Papá está teniendo más sexo que yo. Pero claro, Derek está a cientos de
kilómetros y Neal… Sacudo la cabeza, no debo ir hacia allí.
—Ve y disfruta de tu novia —él suspira pesadamente.
—Esta no es la manera en que quería pasar nuestra tarde
—Está bien papá, de verdad. Es bueno verte feliz
Papá asiente finalmente y se va luego de besar mi frente.
Comienzo a cambiar los canales buscando algo interesante que ver
pero no encuentro nada. Pienso momentáneamente en subir a mi habitación
pero eso aumentaría las probabilidades de escucharlos teniendo sexo y es algo
134
que no se me antoja. Entonces pienso en salir y rápidamente lo descarto. Aun-
que estamos dando paso a la primavera y un bonito día se ve a través de las
ventanas no tengo ánimos de estar en la naturaleza.
Cuando me decido finalmente por un programa de asesinatos, llaman a
la puerta.
Me levanto del sofá agradecida de que mi vientre no esté gritando del
dolor, y abro la puerta. Me quedo inmóvil al ver a Derek plantado frente a mí.
—No… no sabía que estabas en la ciudad —musito.
Su ceño se frunce mientras me estrecha entre sus brazos.
—Es bueno saber que me extrañaste
Sacudo mi cabeza, sintiéndome la peor escoria del mundo.
—Lo siento, te extrañé —me apresuro a decir—, pero no me dijiste que
vendrías
—De hecho si ¿Olvidaste tan rápido que hoy es el cumpleaños de
papá? —mis ojos se abren.
Neal está cumpliendo años hoy. Si mis cálculos no me engañan, él de-
bería estar cumpliendo treinta y siete años.
¡Madre santa! Me acosté con un hombre que podría ser mi padre. Aun-
que eso nunca había pasado por mi cabeza hasta ahora.
—Eso está bien —consigo balbucear—. ¿Por qué estás aquí? Deberías
estar con él
—Deberíamos —me corrige entrando por completo en la casa—. Estoy
aquí para llevarte a casa
No. No hay manera en el infierno en que vaya. No quiero volver a ver-
lo, nunca más.
—Derek, cariño…
—Nada de negativas, Natalie. No te he visto por mucho tiempo, quiero
pasar un poco de tiempo contigo
—Pero yo…
—Por favor
Suspiro pesadamente.
Si sigo diciendo que no, podría sospechar algo y no es lo ideal.
—¿Me dejas arreglarme? —su sonrisa divide su rostro antes de besar-
me.
—No tardes demasiado —musita en voz baja.
Subo corriendo las escaleras y me encierro en la habitación.
Intento convencerme de que todo estará bien, solo un par de horas y
nada más, aun sabiendo que no funcionará de nada. Porque no he podido dejar
de pensar en Neal, no he dejado de extrañarlo. Y todas las noches de este últi-
135
mo mes no he hecho otra cosa más que desear estar con él. Aunque sabía que
él probablemente estaba con alguna de sus amantes, seguía añorándolo.
—No seas una cobarde —susurro para mí misma—. Demuéstrale lo
bien que estás sin él.
Pero no lo estoy, y ese es el problema.
Aun así, debo arreglarme. Hay un chico esperando por mí, al cual no
debo traicionar más de lo que ya hice. Así que rápidamente busco en mi arma-
rio algo lindo que usar y me maquillo levemente.
Recuerdo la última vez que vi a Neal, él había alardeado de su nueva
amante. Quizás hoy sería la oportunidad para yo alardear de mi relación con
Derek, aunque fuese una farsa.
Termino de arreglar mi cabello en una cola de caballo y bajo las escale-
ras donde consigo a Derek en la cocina.
—Te tardaste —gruñe él.
—Quería estar presentable
Derek me escanea de los pies a la cabeza y asiente.
—Estás linda
Llevo un sencillo vestido color azul cielo, y unas sandalias de tacón
blancas. Ojos delineados y brillo labial, y gracias a la cola de caballo, mi ros-
tro está libre de cabello.
—¿Nos vamos ya? —asiento.
—Déjame dejarle una nota a papá
Garabateo algo en la pequeña pizarra sobre el refrigerador ya que no
me gustaría interrumpir sus actividades, y salgo junto a Derek de la casa.
En todo el camino no paro de pensar en cómo reaccionaré al verlo, o si
habrá cambiado algo en él en estos últimos días. Y como cada vez que un en-
cuentro con él está a punto de llegar, me sumo de tal manera en mis pensa-
mientos que Derek debe chasquear sus dedos frente a mi rostro para que vuel-
va al aquí y al ahora.
Y el aquí y el ahora es frente a la casa de los Black.
—Estás demasiado distraída —comenta Derek.
—Lo siento —musito en voz baja caminando detrás de él.
Lo sigo hasta la entrada y por la sala, que está completamente vacía.
—¿Dónde están todos? —pregunto un tanto confundida.
—Invernadero —responde—. Espérame allí, debo buscar el regalo de
papá en mi habitación
Antes de poder objetar, él ya se ha ido.
Trago nerviosamente y comienzo a caminar hacia la salida al inverna-
dero cuando su cuerpo aparece en el umbral de la entrada.
136
Me detengo en seco en mi lugar y sin poder evitarlo lo estudio. Lleva
una camisa blanca, arremangada hasta los codos, su cabello oscuro está glorio-
samente despeinado y sus azules ojos están clavados en mí. Estudiándome de
la misma manera.
—Natalie —exhala roncamente—. Que agradable sorpresa verte por
aquí de nuevo

137
Capitulo 26.
—Neal —musito en voz baja.
Una sonrisa perezosa se extiende por su rostro.
—No imaginé verte por aquí de nuevo —comenta cruzándose de bra-
zos.
Me muevo de un pie a otro un tanto incomoda.
Sabía que lo vería tarde o temprano, pero lo que no esperaba era que mi
corazón casi saliera de mi boca al verlo. Tan gloriosamente sexy como siem-
pre.
¿Por qué me sigue importando? Obviamente él ya me reemplazó.
—Vine con Derek —consigo decir luego de lo que parece una eterni-
dad.
Me mira pensativo y acaricia su barbilla con un dedo, haciendo que mis
pensamientos vayan a un lugar donde no deberían. Esos dedos…
—Lo noté. Los vi llegar —responde secamente.
Miro nerviosamente hacia la escalera. ¿Por qué está tardando tanto en
regresar Derek?
—De todas maneras, es bueno que vinieras. Creo que la última vez que
lo hiciste, olvidaste algo —frunzo el ceño.
—¿De qué estás hablando?
Neal sacude la cabeza y del bolsillo de su pantalón saca mi collar. El
collar que dejé hace un mes aquí pensando que con eso podría olvidarlo final-
mente.
Que equivocada estaba.
—¿Por qué lo dejaste? —pregunta con voz fría.
Antes de que pueda responder, los pasos en la escalera me hacen que-
darme en silencio.
Derek aparece detrás de mí y tras besarme en la mejilla suavemente,
abraza a Neal con efusividad. Es así como noto lo mucho que lo quiere, y no
puedo dejar de pensar en la horrible persona que soy, ¡Que somos! Al enga-
ñarlo y traicionarlo como lo hicimos. Creo que después de todo, yo realmente
no merezco a Derek, sobre todo cuando no logro sacarme a su padre de la
mente.
—No era necesario que hicieras esto —dice Neal cuando Derek le en-
trega una pequeña caja.
—Tenía unos cuantos ahorros y quise darte algo papá —responde De-
rek con una sonrisa.

138
Quiero salir de allí, no quiero presenciar escenas como esas, pero de
nuevo el universo parece llevarme la contraria, porque Camila aparece en ese
momento detrás de Neal. Con un bonito vestido y su cabello rubio cayendo
por su espalda.
—Cariño ¿Qué hacen aquí? La fiesta es afuera y tú no puedes abando-
nar a tus invitados —sus ojos se posan en mi y sonríe—. Hola Natalie
—Hola Camila —musito en voz baja.
—Que bueno que llegaron, es momento de hacer un brindis antes de
cortar el pastel. Voy por las copas
—Yo puedo hacerlo —se ofrece Neal.
—Oh, no cariño. Es tu cumpleaños
—Y tú estás recuperándote de un accidente, y no pasa nada por buscar
unas copas —insiste Neal.
Camila blanquea los ojos.
—Se me hace difícil decirte que no —sonríe ella antes de besarlo.
Tengo que mirar a otro lado intentando ignorar la punzada de celos que
se ha abierto paso en mi interior. Quemándome por dentro, sintiéndose de lo
peor.
—¿Vamos afuera? —pregunta Derek en mi oído.
Sus manos ya están en mi cintura y yo doy un respingo.
¿Cuándo se volvió tan rápido?
—Si —respondo simplemente.
Derek entrelaza nuestros dedos juntos y comienza a guiarme lejos de
Neal, el cual nos detiene.
—Derek ¿Podrías ayudar a tu madre un momento con los invitados? Iré
a la cocina por unas copas y no quiero que ella tenga que estar mucho tiempo
de pie —señala Neal.
—Seguro, pero ¿Necesitas tú ayuda? —pregunta Derek—. Quizás Na-
talie pueda ayudarte a traer las copas —mis ojos se abren.
Di que no. Di que no. Di que no. ¡Di que no! Imploro en mi mente.
—No me vendría mal un par de manos extras —contesta Neal con los
ojos clavados en mí.
Mis ojos se abren al igual que mis labios. Quiero gritar que no porque
un tiempo a solas con él no podría terminar bien de ningún modo, no cuando
sigo sintiendo cosas por él aun cuando sé que es un imbécil y que yo no soy
más que un rasguño en su cinturón, una amante más que anexar a su lista. Pero
sé que decir que no significaría dar paso a preguntas difíciles de responder.
—¿Natalie? —pregunta Derek al ver que yo no digo nada.
—Si, bueno… te veo afuera —balbuceo.
139
Camino con rapidez a la cocina convenciéndome de que mientras más
rápido termine con esto, más rápido podrá acabar.
—Parece como si hubieras visto un fantasma —comenta Neal entrando
a la cocina—, y aun no me has dicho porqué dejaste botado el collar que te
regalé
Lo miro sin decir nada antes de darle la espalda.
—Solo quiero terminar rápido con esto ¿De acuerdo?
Me pongo de puntillas para alcanzar una de las copas más altas de la
alacena, y esta casi se me cae cuando los brazos de Neal rodean mi cintura
desde atrás y pega mi pecho a su espalda.
—Sabes que me encanta cuando estás enfadada
Trago nerviosamente, aunque secretamente disfruto de nuestra cercan-
ía. Pero él no debe saber eso.
—Neal, suéltame —digo con lentitud en voz baja.
Su nariz acaricia mi cuello antes de que sus labios lo rocen. Mi piel se
eriza ante esto y puedo sentir la sonrisa contra mi piel.
—Siempre me gusto tu perfume —susurra respirando profundamente.
—Neal, nos están esperando. Tienes que soltarme o…
—¿Por qué tiraste mi collar? —me interrumpe con voz ronca.
Aprieto mis manos, reusándome a caer bajo sus encantos. Cosa impo-
sible de hacer y termino jadeando cuando sus manos acarician mis pechos.
—Tus pechos siempre han tenido el tamaño perfecto para mí, pequeña
"Pequeña"
Cierro mis ojos y un flash de recuerdos de nosotros teniendo sexo
mientras él me llamaba pequeña me inundan, haciéndome estremecer.
—Solo dime porque tiraste mi collar
—Porque quería olvidarme de ti, de cómo me heriste —admito en voz
baja.
Mi cuerpo se arquea contra sus manos y puedo sentir en mi trasero su
erección.
—Eso no se soluciona tirando un collar, pequeña —me da vuelta,
haciéndome encararlo—. Fue un presente de cumpleaños, se supone que debes
cuidarlo
—Neal…
Mis palabras se quedan en mi garganta cuando sus labios rosan los
míos.
—Si no mal recuerdo, el collar no fue el único regalo que te di —
continúa él—. Te di otro, y uno muy satisfactorio a mi parecer. Lo que me

140
hace querer un regalo igual de satisfactorio de tu parte —sus manos bajan has-
ta mi trasero y me aprietan contra él.
Jadeo al sentir de nuevo su erección y él toma esta oportunidad para
besarme.
Su lengua y la mía se unen por lo que parece una eternidad y me permi-
to saborearlo de nuevo después de todo un mes, satisfecha al darme cuenta que
sigue teniendo el mismo sabor de pasta de dientes y vino que usualmente iden-
tificaba cuando me besaba. Gimo en sus labios y pego mi cuerpo más al suyo,
dándome cuenta lo mucho que he necesitado este contacto entre nosotros, y no
hago otra cosa más que desear que se deshaga de nuestras ropas y me tome
contra la encimera.
Lo necesito tanto.
—Natalie —susurra él contra mis labios—. Me encantaría arrancarte la
ropa y tomarte contra la encimera —sonrío al ver que piensa lo mismo que
yo—, pero nos están esperando afuera, y no podemos permitir que nos descu-
bran
Mi sonrisa se desvanece.
—Pero estaré más que satisfecho de continuar con esto esta noche —
tira de mi labio inferior con sus dientes, cosa que en este momento no me cau-
sa nada en absoluto.
"No eres buen material para amante. Pero la pelirroja con la que estuve
anoche, ella si sabe lo que es ser una buena amante"
Esas palabras esfuman cualquier rastro de excitación en mi cuerpo y de
nuevo, toda la ira, frustración e impotencia que sentí esa tarde, aquí, cuando
las pronunció, regresan a mí.
—Eres un idiota —exclamo abofeteándolo con fuerza en la mejilla.
Neal me mira con expresión horrorizada dando dos pasos hacia atrás.
—No puedo creer lo estúpida que soy al enamorarme de una persona
como tú. No tienes escrúpulos ni conciencia y sinceramente podría hacer una
lista de todo lo imbécil que eres más no una de todo lo encantador. Porque
simplemente eres un sujeto egoísta que solo piensa en sí mismo y en satisfacer
necesidades que obviamente solo una ninfómana podría cumplir —escupo
cada una de las palabras con amargura—. Y ahora me estás pidiendo que
vuelva a tener sexo contigo después que me dijiste que apestaba como amante
y que tenías una nueva que si sabía cómo hacerlo. Pues te tengo noticias ami-
go, puedes ir a que ella te de tu regalito satisfactorio porque a mí no me vas a
volver a poner un dedo encima
Me alejo de él, deteniéndome solo para mirarlo por encima del hombro.

141
—Y será mejor que inventes una buena excusa para esa mejilla enroje-
cida. Aunque no creo que sea un problema, eres un experto en cuanto a mentir
se trata
Ni siquiera le he dado un minuto para hablar, él simplemente no lo
merece. Es insensible, manipulador y mentiroso ¿Qué demonios le vi para
enamorarme de él? Porque si, lo hice. Como una total estúpida, y ahora no
quiero hacer otra cosa más que odiarlo. Odiarlo para no sentir celos. No quiero
sentir estos estúpidos celos.
—¡Natalie! —miro a mi alrededor cuando escucho la voz de Lara.
Mis ojos se abren al ver que me encuentro en el invernadero, donde un
grupo de aproximadamente veinte personas se encuentran conversando anima-
damente. Mentalmente me maldigo por pensar tanto en Neal hasta el punto en
el que no soy consciente de lo que hago. Pero es tarde para eso, así que sólo
escaneo a la multitud con la mirada y camino en dirección hacia donde está
Lara moviendo el brazo con efusividad.
—Hola —la saludo alegremente al sentarme junto a ella.
—Que bueno que vinieras, así no me aburro tanto. Los amigos de
mamá no son nada interesantes —frunzo el ceño.
—Es el cumpleaños de tu papá
—Papá no tiene amigos, solo socios. Es por eso que la mayoría de per-
sonas acá trabajan en el hospital con mamá. Aunque suelen reunirse de vez en
cuando con ella y papá, así que él también los conoce —asiento sin decir na-
da—. Derek me dijo que estabas ayudando a papá con unas copas ¿Qué pasó?
¿Dónde están él y las copas?
Al final si se dio lo de las preguntas difíciles de responder.
—Nos dimos cuenta que yo no era necesaria y me dijo que me adelan-
tara —digo una excusa rápidamente.
Lara asiente y sonríe a alguien por encima de mi hombro. Me volteo a
ver de quien se trata y en cierto modo me sorprende ver a Seth caminando
hacia nosotras con una bebida en cada mano.
—Hola Natalie —me sonríe amablemente.
—Hola Seth —él asiente a mi saludo y le da una de las bebidas a Lara
y la otra a mí.
—Iré a buscar otra para mí —le da un casto beso en los labios a Lara
antes de marcharse de nuevo.
Miro a Lara esperando una respuesta y ella se echa a reír.
—Ok, lo siento. Creo que debí decírtelo antes. Seth y yo lo estamos
intentando, quiero decir, lo de ser una pareja. Me convenció —dice enroje-

142
ciéndose—. En parte tú también lo hiciste. Lo raro de esto es que aun no te-
nemos sexo y aun así nos divertimos
Le sonrío alegremente y la abrazo feliz de que por fin Lara se dé la
oportunidad de querer y ser querida. De tener una relación a un nivel más pro-
fundo del sexo ocasional al que estaba acostumbrada.
—Me alegra verte feliz —acoto cuando me separo de ella.
El tintineo de una copa nos hace voltear a ambas y Camila se encuentra
en mi campo de visión. Está junto a Neal, que parece incomodo de ser el cen-
tro de atención.
Su mejilla ya no está enrojecida.
—Atención todos —anuncia Camila—. Como saben, hoy estamos ce-
lebrando el cumpleaños número treinta y siete de mi esposo
Una ronda de aplausos y "felicidades" de parte de alguno de los presen-
tes la hace detenerse unos instantes, antes de continuar.
—Gracias a todos por estar aquí —sonríe ella—. Significa mucho para
nosotros que estén aquí porque hoy no solo celebramos un cumpleaños, tam-
bién queremos compartir una gran noticia —ella mira con anhelo a Neal que
mantiene su vista clavada en ningún lugar en especial—. Como saben, Derek
está en la universidad y Lara en pocos meses lo estará también. Es por eso que,
Neal y yo —ella hace una pausa, intentando agregarle drama a lo que sea que
dirá—, estamos pensando en tener otro bebé
Mi pecho se oprime sin remedio ante esta noticia y siento como si todo
a mi alrededor fuese solo una alucinación. Que nada es real, que solo es pro-
ducto de mi imaginación o que es un mal sueño. Pero las risas, felicitaciones y
abrazos que proceden las palabras de Camila me hacen saber que todo es muy
real.
Vagamente recuerdo que una vez oí que no se podía herir a alguien que
tenía un corazón roto. Pues esa persona estaba equivocada, porque Neal había
partido mi corazón y me había herido dos veces más después de eso.

143
Capitulo 27.
Me quedo en silencio, inmóvil en mi lugar a medida que las personas
se acercan a Neal y a Camila para felicitarlos por su nueva noticia. Veo como
Camila sonríe alegremente a cada persona que se le acerca y Neal se deja
abrazar con completa naturalidad. Verlo así sólo me hace preguntarme si él
mintió cuando dijo que no tenía sexo con Camila, porque un bebé no sé hace
sin sexo. No en su caso.
En estos momentos realmente, realmente me gustaría nunca haberme
acostado con él, nunca haber aceptado ser su amante. Porque si eso nunca
hubiese ocurrido ahora yo estaría sonriendo genuinamente y felicitando a la
feliz pareja con sinceridad. No teniendo que tragarme el nudo de emociones y
fingir que nada ocurre, cuando solamente quiero salir de ahí y llorar desconso-
ladamente.
—Natalie —despego mi vista de Neal y miro hacia mi izquierda.
Chloe me observa con cautela. Confusión es todo lo que se ve en sus
ojos.
—Chloe —susurro—, hola. No sabía que estabas acá
—Lara me invitó —su ceño se frunce—. ¿Por qué te vez como si estu-
vieras a punto de romper en llanto?
Mis labios se abren pero nada sale de ellos. Un nudo de emociones se
ha instalado en mi garganta y debo parpadear para que las lágrimas no se des-
licen fuera de mis ojos.
—Periodo —sonrío a medias—. Ya sabes cómo me pongo de senti-
mental cuando estoy en esos días
Su mirada se suaviza pero aún así parece dudar de mí.
—¿Es sólo eso? —asiento.
—No quería venir por eso, pero Derek insistió
—Hombres, siempre creyendo que en esos días todo para nosotras está
igual que siempre —Chloe blanquea los ojos haciendo que me relaje—. Esta-
mos desangrándonos y a ellos no les importa
Encojo un hombro y vuelvo mi vista buscando a Neal, pero él ya no
está por ninguna parte.
—¿Ya te contó Lara lo de Seth?
Vuelvo a prestarle atención a Chloe.
—Sí, lo hizo
—Me parece tan increíble, quiero decir… ¡Lara Black con novio! Es
inédito

144
—Qué gran imagen tienes de mí —comenta Lara apareciendo detrás de
Chloe.
—Lara, follabas con un chico distinto cada semana. Todos aquí esta-
mos sorprendidos —se defiende Chloe.
—Creo que en realidad tu sólo estas celosa porque tengo sexo y tu no
Río suavemente observándolas discutir. Creo que aman hacerlo y es
divertido de ver.
—Mientras ustedes siguen discutiendo iré por algo de beber
Apenas y me prestan atención y ni siquiera se dan cuenta que me he
alejado de ellas. Camino hacia una hermosa mesa que se encuentra mayormen-
te cubierta por vasos y bebidas de diferente tipos, y me decido por un poco de
jugo de naranja. Me quedo allí sorbiendo con cuidado mientras observo todo a
mí alrededor y pienso en cuanto quiero salir de allí cuánto antes.
Esa noticia, la noticia de que Neal tendrá un nuevo bebé me ha devas-
tado. No puedo dejar de pensar en ello, y mientras más lo hago, más me duele.
Y no sólo duele eso, duele pensar en lo ingenua que fui al caer bajo sus encan-
tos, duele pensar que fui una imbécil al pensar que él podría llegar a sentir
algo por mí, pero más duele pensar que fui tan estúpida para enamorarme de él
sabiendo que estaba casado y que yo no era otra cosa más que su amante. A la
que dejó sin pensarlo dos veces.
—Gatita
Doy un respingo y mi bebida se cae cuando Derek susurra en mi oído
esa palabra y rodea mi cintura con su brazo.
—Derek joder, mira lo que me hiciste hacer —siseo molesta.
—Lo siento gatita. Quería sorprenderte, no asustarte
—¿Sí? Bueno, creo que no tienes muy claro la diferencia entre ambos
conceptos
Me alejo de su cuerpo y me inclino para tomar el vaso del piso. Derek
me lo arrebata de las manos, lo coloca sobre la mesa y vuelve a rodearme con
sus brazos.
—¿Estás de mal humor, gatita? —lo fulmino con la mirada.
—Deja de llamarme gatita —espeto.
Él ríe y besa la comisura de mis labios.
—Yo sé que puede quitarte ese mal humor
Por su mirada sé que está hablando de sexo.
—Por supuesto que no Derek, ¿Debo recordarte dónde estamos? —
resopla.
—Podemos ir a mi habitación unos minutos, algo rápido

145
Lo miro fijamente y pienso en cómo los Black sólo piensan en sexo, en
cómo Neal sólo me utilizaba para obtener placer ¿Será igual con Derek? ¿Sólo
me quiere en su cama con las piernas abiertas?
—Vamos Natalie —continúa él al ver que no respondo—. Ha pasado
casi un mes para nosotros
—Sí, lo sé. También sé que pasado aún más y hemos sobrevivido
—En esas ocasiones estuvimos lejos el uno del otro. Ahora estamos
aquí ¿Por qué esperar?
—Porque tengo el periodo y no voy a tener relaciones así —respondo
cruzándome de brazos.
Derek me mira fijamente unos segundos, y finalmente retrocede dos
pasos.
—Estoy comenzando a creer que usas eso como excusa para no tener
relaciones conmigo —abro mis ojos ampliamente.
—¿Qué?
—Lo que oyes —escupe—. Estás distante y te comportas de manera
extraña cuando estás conmigo Natalie, no creas que no lo he notado. Es como
si ya no me desearas
—¿Que no te deseo? ¡¿Que no te deseo?! —repito con incredulidad—.
Y el fin de semana en el que tu mamá tuvo el accidente ¿Qué pasó? ¿No fo-
llamos como conejos toda la tarde?
—Me gustaría follar contigo ahora
—Y a mí me gustaría que dejarás de verme como objeto sexual —
replico—. ¿Acaso ustedes los Black no piensan en otra cosa que no sea sexo?
Sus cejas se enarcan.
—¿Cómo sabes tú que los Black sólo pensamos en sexo?
—Porque tú hermana es igual a ti
Derek mira por encima de mi hombro y yo me relajo al no haberlo
arruinado al pensar en Lara lo suficientemente rápido como para no decir Ne-
al. Pero cuando Derek vuelve a mirarme, me siento culpable por lo que trasmi-
te su mirada.
—¿Es eso lo que crees de mi? —pregunta finalmente—, ¿Que sólo
quiero acostarme contigo para satisfacer mis necesidades?
La forma en que lo dice, como luce genuinamente herido me parte el
corazón. Yo le estoy diciendo todo esto por estar enojada con Neal, descar-
gando mi ira con el único que de verdad me quiere, hiriendo a la persona que
no merezco pero que por egoísmo no aparto de mi lado.
—Derek…

146
—Y es una mierda darme cuenta a estas alturas de la relación que tú no
me conoces para nada
—Derek yo…
—Despídete de Lara, te llevaré a casa
—Pero…
—Deberías alegrarte —me interrumpe de nuevo—. Después de todo no
querías estar aquí en primer lugar
Derek comienza a caminar, pasa junto a mí y se detiene un momento
sólo para decirme que me esperará en el auto, luego sigue caminando deján-
dome ahí de pie. Consigo moverme de mi sitio finalmente unos segundos des-
pués y busco a la Lara con la mirada, pero al no verla a ella ni a Chloe, decido
simplemente marcharme de ahí.

—Natalie, no sabía que estabas aquí —comenta Delanie con las meji-
llas sonrojadas.
Está usando una sudadera de papá y nada más.
—Llegué hace poco —musito centrando mi atención en la pequeña
taza con cereal que tengo entre mis manos.
Pienso de nuevo en lo silencioso que fue el viaje de regreso a casa y
como Derek sólo esperó a que yo saliera del auto para marcharse hace casi una
hora. Nada de acompañarme a la puerta ni de besarme. Nada.
—¿Todo bien en el cumpleaños de Neal?
Y el que Delanie pregunte por él sólo hace que me sienta peor.
—Sí, todo estuvo bien —respondo sin ánimos.
—¿Entonces por qué tu cara dice lo contrario? —suspiro pesadamente.
¿Neal teniendo un bebé o Derek enfadado conmigo porque lo herí? A
estas alturas ni yo misma sé qué me sienta peor. Pero obviamente a Delanie
sólo debo contarle una.
—Discutí con Derek —levanto la vista y la veo frente a mí con un vaso
de agua en las manos.
—¿Por qué discutisteis? —mordisqueo mi labio, indecisa si decirle o
no la verdadera razón—. Está bien, no me cuentes si no quieres. Pero ten en
cuenta que no debes dejar que el orgullo se interponga entre ambos si realmen-
te lo quieres
No digo nada y Delanie sólo sonríe y sube de nuevo las escaleras. La
imito minutos después y voy directo a la ducha, la cual puedo disfrutar sin
interrupciones de papá gracias a que Delanie no le contó lo ocurrido con De-
rek. Lo sé porque de habérselo contado, papá ya estaría preguntándome que

147
me hizo Derek y haciendo promesas ridículas de hacerlo pagar por hacerme
sufrir. Si tan sólo supiera que soy yo la que lo lastima.
Salgo de la ducha y me pongo un pijama. Aun no es tan tarde pero yo
sólo quiero meterme a la cama.
Pensar en Neal no tiene sentido ya. Tendrá un bebé, quizás una nueva
amante y yo soy sólo una prueba más de que ninguna mujer se le resiste y me
odio por eso. Ya no tiene sentido seguir pensando en eso, no cuando no puedo
dejar de recordar en la expresión de Derek cuando discutimos.
Realmente lo herí.
Pienso en lo que dijo Delanie y en la razón que tiene. Así que decido
llamar a Derek, y arreglar todo el asunto.
—¿Derek? —pregunto confundida.
No es él quien responde, es una voz de mujer.
—Natalie, querida. Lamento informarte que en este momento Derek no
te puede atender
—¿Quien habla? —escucho su risa.
—¿De verdad no sabes quién soy? Me lastimas
—¿Dónde demonios esta Derek? Quiero hablar con él
—Derek en este momento está profundamente dormido nena. Después
de ese increíble sexo que compartimos, necesitaba descansar —mis ojos se
abren.
—¿Derek no…?
—Derek si querida, y desde hace mucho tiempo diría yo. ¿Realmente
creíste que te es fiel cuando pasa semanas con decenas de mujeres en la uni-
versidad? Eso es otro nivel de ingenuidad
Mis ojos se llenan de lágrimas.
—Sólo pásame a Derek
La línea se corta dejándome completamente confundida.
¿Derek está con otra? ¿Habrá tenido sexo con ella? ¿Quién es ella?
Todas esas dudas sé aclararían con una simple llamada, pero al intentar
hacerlo un texto llega a mi teléfono. Es de Derek.
Derek: ¿Aún no crees que Derek está conmigo?
Y un archivo adjunto.
Una foto de Derek. Este está acostado sobre su estómago, plácidamente
dormido y se ve su espalda desnuda. De fondo hay un espejo y en él se refleja
a la persona que toma la foto.
Es Claudia, usando la camisa que había estado usando Derek cuando
me dejó en casa.

148
Capitulo 28.
—Delanie ¿Puedo tomar tu auto prestado un momento?
Delanie y papá voltean a verme. Ninguno de los dos dice nada hasta
que papá se levanta y se acerca a mí.
—Buenos días para ti también señorita —besa mi frente—. ¿A dónde
piensas ir tan temprano?
—Papá son las nueve de la mañana
—Y tú pareces lista para salir ¿No piensas desayunar? —pregunta vol-
viendo a alejarse de mí.
—No, no tengo hambre —miro a Delanie—. ¿Qué dices?
—Las llaves están en la mesa de la sala —me sonríe.
—Gracias
Cuando comienzo a alejarme, papá hace que me detenga al llamarme.
—Aún no me has dicho a dónde vas Natalie —tomo una profunda res-
piración y me volteo para mirarlo.
—Voy a casa de Derek. Tengo que hablar con él antes de que se mar-
che
—Muy bien planeado Natalie —Delanie me guiña el ojo.
Seguramente piensa que voy a reconciliarme con él. Pero no creo que
eso sea posible, no después de su traición. Aunque no soy la más indicada para
juzgar infidelidades, lo que pasó con Neal apenas comenzó este año, en cam-
bio Derek… ¿Él podría haberme engañado todo nuestro noviazgo como dijo
Claudia anoche?
—No olvides que tenemos planes —dice papá—. No pedí un fin de
semana libre para que tú lo pases con tu novio
Blanqueo los ojos mientras me dirijo hacia él y beso su mejilla.
—Estaré aquí para el almuerzo, lo prometo —papá sonríe—. Te quiero
—Yo también te quiero —le oigo decir mientras me alejo de él.
Salgo de casa y camino hacia el Audi de Delanie. Este es de un extraño
color amarillo y sinceramente necesita un cambio de color, pero justo ahora
sólo necesito un medio de transporte.
En el camino a casa de Derek no dejo de pensar en que decirle, porque
ambos estamos en la misma situación. Yo lo engañé, él me engañó ¿En qué
momento nuestra relación acabó en ese punto? Ahora entiendo porque la últi-
ma vez que estuvimos juntos utilizó un preservativo, ¿Tantas veces me engañó
que literalmente los usa por inercia?
Sacudo la cabeza y aprieto mi agarre en el volante.

149
Debe decirme con cuantas me engañó y si con alguna olvido utilizar
protección. De ser así tendré que hacerme un análisis. Necesito descartar cual-
quier posible enfermedad de transmisión sexual. Lo que me hace pensar en
Neal.
—Mierda —siseo entre dientes.
Neal nunca usó protección, lo hice yo pero la píldora protege contra
embarazos, no contra enfermedades y él tiene una larga lista de promiscuidad.
—Esto no me puede estar pasando
La furia sigue incrementando en mi interior a medida que me acerco
más a la casa de los Black, pensando seriamente que sus dos integrantes mas-
culinos son como una irresistible y prohibida maldición con la que me topé, y
a la que no pude resistirme.
—Rebasaste tu cuota de estupidez Natalie, ¡Felicitaciones! —ironizo
en voz alta cuando detengo el coche frente a la gran casa de mis dos maldicio-
nes.
Salgo apresurada del auto y al llegar a la puerta toco el timbre con de-
sesperación. Quiero y necesito acabar con esto rápido.
Y cuando Neal abre la puerta, ni siquiera me inmuto.
—Natalie ¿Qué…?
—¿Donde está Derek? —pregunto interrumpiéndolo.
Sus ojos azules se oscurecen.
—¿Estás aquí por Derek?
—Si ¿Me puedes decir dónde está? —al ver que no responde, paso
junto a él—. Olvídalo, lo buscaré yo misma
—Natalie —me detiene tomándome del brazo—. Tenemos que hablar
—No. Yo tengo que hablar con Derek, tú deberías estar intentando
tener a tu nuevo hijo —escupo zafándome de su agarre.
—Justamente de eso quiero hablar
—Pues yo no quiero hablar contigo nunca más —exclamo enfadada—.
Me dijiste que no te acostabas con Camila lo que es totalmente falso. ¡Te
acuestas con todo lo que tiene un par de piernas! Y ahora eso me está carco-
miendo por dentro porque no sé ni me interesa saber con cuantas mujeres has
estado pero si sé que no usaste ningún tipo de protección conmigo y ahora
temo que me hayas contagiado algo
La mandíbula de Neal se endurece al apretar los dientes y en sus ojos
puedo percibir su enojo.
—¿Crees que soy tan estúpido como para acostarme con una mujer sin
conocer su historial médico? No soy un novato en esto Natalie —dice cada
palabra con una calma que me resulta un tanto aterradora.
150
Pero no pienso dejar que me intimide otra vez.
—No recuerdo que me preguntaras a mí
Su sonrisa de arrogancia aparece nuevamente.
—Y a ti parecía preocuparte más que me enterrara en ti hasta el fondo
y te hiciera gritar de placer en lugar de si usaba o no un puto condón
Aprieto con fuerza mis manos.
—Eres imposible —gruño alejándome de él.
Subo rápidamente las escaleras y me dirijo hacia la habitación de De-
rek.
La conversación con Neal ha pasado a un segundo nivel de importan-
cia, quizás un tercero o quizás a ninguno, porque la conversación en si fue
estúpida e inmadura. Dos personas jugando a herirse mutuamente, y es por eso
que no tiene importancia. Lo importante ahora es hablar con Derek, al que
encuentro en su cama durmiendo, sólo con la ropa interior puesta y sin algún
tipo de sabana encima que tape su piel.
Vienen a mi recuerdos de las noches en las que vine a dormir con Lara
y a la mitad de la noche me pasaba a hurtadillas a la habitación de Derek don-
de él me esperaba, hacíamos el amor durante horas teniendo sumo cuidado de
ser silenciosos para que nadie se diera cuenta de lo que hacíamos y luego en la
mañana regresaba a la habitación de Lara antes de que todos despertaran.
Nunca sin antes tener un buen sexo matutino.
Fui realmente feliz esos días, pero ahora, viendo a Derek me doy cuen-
ta que todo cambió drásticamente. No a causa de Neal, porque si yo hubiese
estado tan enamorada de Derek como lo estuve en un principio de nuestra re-
lación nada habría sucedido con Neal. La relación se rompió mucho antes que
eso, terminando de morir cuando Neal entró de lleno en mi vida y de la cual
ahora no logro que se marche.
Estúpido e ingenuo corazón, ¿Qué demonios voy a hacer contigo?
—Derek —lo llamo en voz baja cansada de pensar en estupideces—.
Derek despierta
Derek se remueve inquietamente unos segundos antes de comenzar a
abrir los ojos y acostumbrarse a la claridad que entra por las ventanas. Su mi-
rada finalmente se centra en mí y frunce el ceño.
—¿Qué haces aquí? —pregunta sentándose en la cama.
—Tenemos que hablar —sentencio.
Él mueve su cabeza ligeramente de un lado a otro y luego se frota el
rostro con ambas manos.

151
—¿Lo que sea que quieras decirme no podía esperar hasta más tarde?
Ni siquiera me he lavado los dientes —dice levantándose de la cama—. Pudis-
te haber llamado
—¿Y qué me contestara Claudia de nuevo como anoche? —pregunto
haciendo que se detenga en el umbral de la puerta del baño—. No gracias. Ya
con ella hablé anoche
—¿De qué estás hablando? —pregunta dándose la vuelta para mirarme.
—Creo que lo sabes perfectamente —saco mi teléfono del bolsillo
trasero de mis jeans y busco la foto que Claudia me envió la noche anterior—.
Bonito ángulo, capta vuestro lado más sensual —ironizo lanzándole el teléfo-
no.
Derek lo atrapa en el aire y su mirada se vuelve sombría cuando obser-
va la foto.
—Natalie…
—No me vengas a decir la típica frase de "no es lo que parece" o te
golpearé —le advierto interrumpiéndolo—. Sé un hombre y dime la verdad,
nada de mentiras
Él lame sus labios.
—¿Desde cuándo Derek?
—Desde el último verano antes de irme a la universidad —mis labios
se abren.
—¿Has estado engañando por nueve meses? —pregunto con increduli-
dad.
Derek rasca su cabello y continúa mirando mi teléfono. Se lo arrebato
de las manos y lo obligo a mirarme.
—¡Respóndeme Derek!
—Más o menos —susurra.
Tiro de mi cabello fuera de mi rostro y camino de un lado a otro por la
habitación. Derek continúa en silencio, sólo observándome. Es obvio que no
dirá nada a menos que le pregunte.
—¿Con cuantas más? Porque si comenzaste a hacerlo con Claudia
cuando tú y yo aún lo hacíamos continuamente, obviamente lo has hecho aún
más desde que comenzamos a hacerlo una vez por mes —dejo de caminar—.
Así que dime
—No lo sé Natalie, no es como si las anotara en una lista o algo
—Lo que significaba que han de ser muchas —afirmo.
Su silencio me lo confirma.
—Pero explícame ¿Por qué con Claudia? Aún vivíamos ambos acá, lo
hacíamos diariamente, ¡Parecíamos conejos! —grito confundida.
152
Entiendo que una persona recurra a un tercero en una relación cuando
se siente falto de atención. Sucedió con Neal, conmigo, con Derek al irse pero
él acaba de decirme que todo comenzó con Claudia antes de irse. Si en aquel
entonces éramos tan cercanos ¿Por qué me engañó?
—Sólo sucedió ¿De acuerdo? Estuviste enferma una semana y no pu-
diste ir a una fiesta conmigo. Me la encontré allí, hablamos y bebimos. Me
gustaría decir que fue culpa del alcohol, pero no lo fue. Me acosté con ella
porque quise, la deseaba con locura
Mis ojos y boca se abren cada vez más con sus palabras, pero no puedo
interrumpirlo, no tengo las palabras para hacerlo.
—Intenté terminar todo luego de la primera vez, lo juro —continúa
Derek—. Estaba convencido de que Claudia no era más que un capricho, a fin
de cuentas, disfrutaba del sexo contigo y te quería, Claudia sólo era como un
pequeño virus que debes tener para poder sacarlo de tu sistema
No me pasa desapercibido que se refiriera a sus sentimientos hacia mí
en tiempo pasado.
—Pero luego nos volvimos a encontrar y la atracción seguía ahí, así
que seguí acostándome con ella, esta vez intentando convencerme de que todo
se debía a que disfrutaba de algo diferente a ti en la cama y que todo acabaría
una vez yo me fuera a la universidad
—Pero no te funcionó —afirmo con voz ronca.
—No, no lo hizo —me confirma—. Claudia insistió en visitarme un
mes después de que me fui. Le dije que no un sin fin de veces, pero insistió
tanto que decidí aceptar. Entonces se me ocurrió que la única manera de
quitármela de encima era hacer que me viera con otra, por lo que conseguí que
una chica rubia dos años mayor que yo viniera a mi habitación y tuviera sexo
conmigo justo en el momento en el que Claudia llegara y debo decir que llegó
en el momento justo —dice esto último con una sonrisa en los labios—, pero
sucedió lo que menos esperaba —Derek me mira, preguntándome con la mira-
da si puede continuar.
Yo sinceramente no sé que responderle.
—¿Puedo contarte el resto de la historia? Sé que no merezco nada de ti
ahora Natalie, pero si hay algo que no ha cambiado y que nunca cambiará es
que eres la única chica con la que no puedo tener secretos. Hasta te conté lo de
papá y Delanie, y justo ahora de verdad necesito contarte todo lo que ocurrió
Aclaro mi garganta en busca de mi voz y le digo que continúe cuando
la consigo. Derek lo agradece con un asentimiento.
—Claudia llegó en el momento justo en el que estaba follando por
detrás a la rubia. Me detuve al verla, pero no salí de ella, ni hice ademán de
153
vestirme. Esperaba que Claudia simplemente se fuera y no quisiera volver a
verme, así yo podría terminar lo que había iniciado con la rubia y luego sólo
seguir con mi vida —Derek se mueve hasta sentarse en la cama—. Pero como
aprendí ese día y he estado experimentando desde entonces, Claudia es una
caja de sorpresas. En lugar de irse como yo esperaba, cerró la puerta detrás de
sí y preguntó si podía unirse a la fiesta
—¿Qué? —jadeo con sorpresa.
—Luego ellas comenzaron a besarse y…
—Ya basta —lo interrumpo—, no necesito saber lo que sucedió luego
Derek se levanta de la cama y camina hacia mí. Toma mi rostro entre
sus manos y acaricia suavemente mis mejillas.
—Pero yo si necesito saber que sucederá con nosotros ahora que lo
sabes todo —musita.
Trago lentamente el nudo en mi garganta y lo miro a los ojos, tan azu-
les como los de su padre y pienso que ambos son idénticos. En muchos senti-
dos. Quizás por eso no puedo seguir enfadada con él, aparte de qué sería muy
hipócrita de mi parte.
—Creo que lo sabes —susurro al fin.
Derek sonríe antes de besarme. Su boca se mueve contra la mía con
lentitud y su lengua me saborea por varios segundos, hasta que ambos necesi-
tamos aire y nos separamos.
—Te quiero Natalie —susurra Derek con su frente presionada a la mía.
—Yo también te quiero —susurro de vuelta.
Él sonríe tímidamente antes de volver a besarme.

154
Capitulo 29.
Derek continúa besándome por lo que parecen horas y yo continuo
respondiendo sus besos porque también deseo besarle. No porque me tenga
acorralada entre la puerta y su cuerpo, ni porque sus manos sostengan firme-
mente mi rostro, lo quiero besar y lo estoy haciendo. Luego Derek acaricia mi
espalda por debajo de mi blusa y comienza a subir esta última con cuidado, se
separa de mis labios para preguntarme con la mirada si puede sacarla y yo sólo
levanto mis brazos permitiendo que lo haga, lo tomo del rostro esta vez yo a él
luego de que la saque y continuamos besándonos.
Poco a poco nos movemos hasta caer sobre la cama y Derek comienza
a quitar mi pantalón. Pronto estoy usando solamente mis bragas.
—¿Quieres que continúe? —pregunta mirándome fijamente a los ojos.
Sonrío sin poder evitarlo al ver cómo está dispuesto a detenerse sin
importar que obviamente quiere esto más que nada, lo sé por el bulto que se
presiona contra mi sexo. Pero esa es una cualidad tan innata de él que sólo
puedo besarlo castamente en los labios.
—Tengo el periodo —musito con voz baja mientras acaricio su cuero
cabelludo.
—¿En mucha abundancia? —trago nerviosamente.
En todo el tiempo que estuvimos juntos, nunca lo hicimos mientras yo
estaba en mi periodo. Si bien nunca me ha venido en abundancia, y justo ahora
estoy teniendo sólo un pequeño manchado, es incómodo en muchos sentidos.
—Nunca me ha venido en abundancia —digo finalmente al ver la mi-
rada de ruego de Derek—, pero inclusive con una pequeña mancha, ensuciaré
las sabanas
—Si eso es lo único que te preocupa, no es un problema. Lo prometo
—Derek acaricia mi rostro con suavidad—. Pero si te preocupa algo más… —
hace una pausa—. Sé que esto es raro
Río sin poder evitarlo.
—Lo sé
—¿Por qué lo haces entonces? —suspiro.
Acaricio su mejilla esta vez y me acomodo mejor debajo de su cuerpo.
—Creo que lo merecemos —digo en voz baja—. ¿No lo crees?
Derek asiente antes de volver a besarme. Mis manos se entierran en su
cabello y las suyas tiran hacia abajo mis bragas, sacándolas con una lentitud
exquisita antes de abrir mis piernas y tirar el cordón del tapón que he estado

155
usando, haciendo que mis mejillas se enciendan. Jamás habíamos hecho algo
que se sintiese tan íntimo.
—Tú también eres una caja de sorpresas —comenta Derek besando mi
cuello.
—¿Por qué? —pregunto cerrando mis ojos y dejando caer mi cabeza
hacia atrás.
Derek planta un beso entre mis pechos haciéndome temblar ligeramen-
te.
—Nunca pensé que sabrías acerca de mi y Claudia, y si llegases a sa-
berlo nunca creí terminar de esta manera —para de hablar cuando atrapa mi
pezón izquierdo entre sus labios y succiona.
Gimo fuertemente sin importar quien pueda oírme y sostengo su cabe-
za justo allí, no queriendo que se aleje.
Derek siempre fue un hombre de pechos. Sabe que atención darles y
cuando hacerlo a la perfección.
—Imaginé que si algún día llegabas a saberlo, me insultarías hasta más
no poder y no querrías verme jamás —dice él antes de cambiar de pezón.
Está vez grito cuando muerde mi pezón y en el fondo quiero que Neal
lo escuche, que sienta lo mismo que sentí al saber que tendría un nuevo hijo
con Camila.
—Pero de nuevo hago suposiciones erróneas —continúa Derek vol-
viendo a dejar su rostro a mi altura—. Pero sigo sin entender una cosa
—¿Qué cosa? —pregunto mirándolo a los ojos.
—Dijiste que lo merecemos pero… —su dedo juguetea con mi labio
inferior—. ¿Por qué lo piensas? Te engañé
Cierro los ojos momentáneamente pensando una respuesta lógica que
no amerite confesar que lo engañé, pero nada se me ocurre.
¿Por qué estoy a punto de tener sexo con él? ¿Por venganza hacia Neal
que probablemente ha odio mis gemidos? ¿Para aminorar la culpabilidad por
lo que hice? ¿Por qué quiero experimentar una última vez lo que es que me
hagan el amor con sentimientos de por medio? Sé que Derek me quiere, por-
que de no ser así no me habría contado con sinceridad lo de Claudia, y aunque
no es un cariño como el que realmente se debería tener en estas situaciones, es
lo máximo que puedo obtener ahorita.
De nuevo me doy cuenta lo egoísta que puedo llegar a ser a veces. Pero
sólo quiero sentirme querida una vez más antes de quedarme completamente
sola.
—Quiero una despedida memorable —susurro abriendo los ojos—.
Quiero que nuestro último encuentro, valga la pena ser recordado
156
—Entonces lo será —afirma antes de besarme.
Nos besamos ferozmente mientras nuestras manos vagan libremente
por el cuerpo del otro. Saco con rapidez el bóxer de Derek y deslizo mis ma-
nos hacia arriba por su espalda. Derek acaricia mis hombros, mis pechos, mi
cadera y mis pechos de nuevo. Arqueo mi cadera hacia él en una silenciosa
invitación, pero en lugar de darme lo que quiero nos da vuelta y me hace sen-
tarme a horcadas sobre él.
Abro mis ojos y grito con fuerza cuando me deja caer sobre su miem-
bro erecto.
—Eso es, grita todo lo que desees —me apremia Derek sujetando mis
caderas.
—Nos van a oír
—Es un poco tarde para eso —comenta con una sonrisa.
Con la frente presionada contra la suya, comienzo a moverme en círcu-
los. Él gruñe y aprieta su agarre en mi cadera, haciéndome ir más rápido, y eso
sólo incrementa mi excitación y me lleva al borde del orgasmo.
—Estoy a punto de correrme Derek —jadeo.
—Oh, no. Aún no gatita
Nos hace movernos hasta quedar sobre mí, me sujeta del trasero y me
acomoda a su antojo mientras me penetra con lentitud.
—Derek —gimo enterrando los dedos en sus hombros.
—No me pidas que me apresure porque no lo haré —advierte.
—Oh, por favor
—Quieres disfrutar de esto ¿No? —susurra en mi oído con voz ronca—
, y también quieres que sea memorable ¿No? —su cadera empuja contra la mía
de una manera tan deliciosamente lenta—. Para eso tenemos que hacerlo lento,
disfrutar de cada segundo sin apurarnos
Su aliento cálido cae sobre mi cuello y comienza a besarme al mismo
ritmo de sus embestidas, lento y pausado.
—Derek, por favor —ruego por una liberación que está cada vez más
cerca pero que él insiste en retardar.
—¿Quieres correrte Natalie? —asiento frenéticamente.
—Por favor —imploro.
Derek aumenta un poco la velocidad de sus embestidas y yo siento que
mi respiración se queda trabada en mi garganta.
—Ahora vas a correrte gritando fuertemente mi nombre —sentencia él
en el momento justo en que siento como el orgasmo se abre paso a través de
mí.

157
Chillo, grito su nombre, me retuerzo y convulsiono a causa del devas-
tador orgasmo que me consume de placer cada vez más hasta que Derek se
detiene y cae sobre mí con su cuerpo relajado. Instintivamente lo abrazo y lo
acuno contra mi unos segundos antes de que él nos de vuelta y me abrace con-
tra su pecho.
—Cualquiera que diga que el mejor sexo es el de reconciliación no ha
probado el sexo de despedida
Río y apoyo mi mentón contra su pecho para poder mirarlo.
—Quizás porque las personas no tienen sexo de despedida. Tienen
sexo antes de terminar si, más no saben que será la última vez, porque una vez
la relación acaba ambas partes se marchan en direcciones distintas con usual-
mente una de las partes heridas —explico—, pero no hay sexo de despedida
—Pero tú y yo no estamos heridos… ¿O tú lo estás? —pienso unos
momentos y luego niego con la cabeza.
—No, no lo estoy, y no preguntes porqué. Ni yo misma lo sé
No podría decirle que es a causa de mí enamoramiento por Neal, aún
sin eso no me explico porque acepté tener sexo con él sí ya todo entre nosotros
terminó.
—Quizás sea la confianza Natalie —murmura Derek—. Sé que tú y yo
no seguiremos juntos pero siempre confiaré en ti como en nadie más —
acaricia mi mejilla con una mano y sonríe—. Eres como mi mejor amiga
—Creo que ese fue uno de nuestros problemas y por eso esto se fue
deteriorando, intentamos hacer nuestra relación como si fuéramos mejores
amigos que tienen sexo —suspiro—. Dicen que las mejores relaciones nacen
de la amistad, pero tú y yo… creo que lo hicimos al revés. De un noviazgo
nació una amistad
—Que acaba de comenzar de una muy gratificante manera: con sexo
—vuelvo a reír y esta vez Derek me acompaña.
—Creo que deberías intentarlo con Claudia —susurro cuando ambos
dejamos de reír.
Derek frunce el ceño y parece meditarlo.
—No lo sé —dice al cabo de unos segundos—, nos divertimos pero no
sé si funcione
—Bueno, deberías intentarlo —me acomodo sobre él y me inclino has-
ta que su rostro está a milímetros del mío—. Me tengo que ir
—¿Qué? ¡No! ¿Por qué tan rápido? —acaricio su mejilla.
—Papá me está esperando. Sólo me dejó venir porque le prometí que
estaría allí para el almuerzo

158
—¿Por qué estas sobre mí entonces? Sabes que esa posición compro-
metedora sólo me estimula a querer seguir haciéndote mía —sacudo la cabeza.
—Eres imposible. Extrañaré esas bromas después del sexo —lamo mis
labios—. Pero estoy así porque quiero un último beso
Los ojos de Derek se abren con sorpresa pero asiente. Se sienta conmi-
go encima y sin decir nada une sus labios contra los míos en un apasionado
beso. Mis dedos juguetean con su cabello mientras nuestras lenguas se unen en
un beso totalmente impregnado de sentimientos, que pesar de estar desnudos,
no tiene absolutamente nada de sexual en él.
—Gracias por todo Derek, hiciste memorable está despedida —jadeo
en busca de aire.
—También lo disfruté —dice sonriendo.
Me levanto de sus piernas y comienzo a vestirme con la mirada de De-
rek encima. Cuando estoy completamente vestida lo observo y reparo en su
miembro ensangrentado.
—Mmm… creo que deberías lavarte —señalo con mis mejillas encen-
didas.
—Me daré una ducha —dice sin más.
Blanqueo los ojos y me acerco a él para besar su mejilla.
—Que tengas un buen viaje. Te quiero
—Yo también te quiero —dice cuando me alejo.
Salgo de la habitación y bajo corriendo las escaleras.
Necesito llegar a casa antes de que mi periodo haga acto de presencia
fuera de mis pantalones. Pero al encontrar a Neal, apoyado contra el auto de
Delanie, de brazos cruzados deduzco que me tomará más de lo previsto obte-
ner otro tampón.
—Tú si sabes cómo hacer esperar a un hombre —sisea con frialdad.
—Nadie te tiene esperándome —espeto rodeando el auto dispuesta a
irme.
Él me detiene.
—¿Para eso viniste? ¿Para follar con Derek en mis narices? —pregunta
enojado.
—Ese no es asunto tuyo —aclaro molesta.
—Claro que lo es ¡Es mi casa a la que has venido! ¿Qué no tienes dig-
nidad?
—¿Si? Pues me vale mierda que sea tu casa —espeto—. No tienes
ningún derecho a hablarme sobre dignidad, y lo sabes. Así que te pido que por
favor te quites de mi camino y me dejes largarme de aquí de una vez por todas
—Tú y yo tenemos que hablar —sentencia.
159
—No, no tenemos. Entiéndelo de una vez Neal ¡Estoy harta de toda tu
mierda! Ya no quiero que me controles a tu antojo. No quiero que vengas a
casa, me folles y luego te vayas dejándome sola, sintiéndome como un objeto
al que usas para satisfacerte. ¡Vas a tener un bebé Neal! ¿Tienes una idea de
cómo se sintió el saber eso? —tiro de mi cabello hacia atrás y sonrío con iron-
ía—. No, por supuesto que no lo sabes. Nunca has amado a alguien en tu vida
Comienzo a caminar hacia el auto rodeando a Neal, quien esta vez no
hace intento de detenerme y lo agradezco. No estoy de ánimos para otra discu-
sión, y creo que ya todo entre nosotros está dicho.
—Dijiste que me amabas —murmura Neal impidiendo que entre al
auto— ¿Lo sigues haciendo?
Aprieto mis manos con fuerza, tanto que duele.
—¿Para qué quieres saberlo? —él suspira.
—Sólo responde, y prometo que te dejo en paz
Muerdo mi labio unos segundos pero finalmente asiento.
—Es algo realmente estúpido, pero si, lo hago —él va a decir algo pero
yo me adelanto—, por ahora
—¿Qué significa eso?
—Que como sea voy a dejar de hacerlo —respondo—, no quiero que
vuelvas a herirme y no lo harás, eso tenlo por seguro
Subo al auto antes de que Neal pueda decir algo más.
En todo el trayecto a casa, no paro de llorar. Porque hoy había perdido
a un chico que a pesar de todo lo malo, había sido maravilloso y porque sin él
nunca podría lograr olvidar a Neal, al cual ahora debía olvidar a toda costa… y
sola por mi cuenta.

160
Capitulo 30.
Una vez estaciono el auto frente a casa no puedo bajar inmediatamente
de él. Estoy entumecida, no siento nada. He pasado todo el camino de casa de
Neal hacia aquí llorando, y ahora siento mis mejillas pegajosas por las lagri-
mas secas y mis ojos escuecen. Quiero dormir toda una vida, porque cuando
duermo todo el dolor desaparece. Pero sé que eso no es posible, y que cuando
despierte cada día, el dolor de estar sola irá calando en mí.
Quizás pueda sobrellevar ese dolor. Había pensado muchas veces ter-
minar con Derek y en parte me preparaba para ello, pero no pensé que sería tan
pronto, ni que seguiría completa y estúpidamente enamorada de Neal. Necesi-
to olvidar a Neal.
—Y un buen baño, necesitas un buen baño —murmuro limpiando mis
lagrimas cecas—, y un tampón
Agradezco el no haber usado maquillaje esta mañana y tomo un par de
respiraciones profundas intentando tranquilizarme. Mis mejillas, nariz y ojos
están enrojecidos y me será muy difícil explicarle a papá el porqué de todo
esto, pero ya no puedo aplazar más lo inevitable.
Salgo del auto y me encamino a la puerta principal. Las risas de papá y
Delanie se escuchan desde la cocina apenas entro a casa y me da pena tener
que arruinar su estado de ánimo, pero es inevitable, debo ir a mi habitación.
—Te dije que lo estabas batiendo demasiado rápido cariño —esa es la
voz de Delanie.
—Entonces solo debiste pedirme que pelara las papas. Sé cocinar cari-
ño, pero tú me superas —habla papá.
Me asomo del todo a la cocina y sonrío al ver como papá y Delanie se
mueven en perfecta sincronía por toda la cocina, que está hasta reventar de
comida. Voy a decir algo cuando me doy cuenta que bien podría subir a mi
habitación sin que ellos lo sepan, pero justamente en ese momento Delanie
levanta la mirada y clava sus ojos en mí.
—Natalie —susurra con ojos muy abiertos.
Oh, mierda. Mi aspecto debe ser más horrendo del que creí.
—Nena —papá deja lo que está haciendo y su semblante se oscurece al
verme.
Doble mierda.
—Pensé que el almuerzo ya estaría listo —digo en un intento desespe-
rado por cambiar de tema—. ¿Acaso viene alguien más? Parece que habéis
cocinado para todo un ejército

161
—¿Por qué lloraste? —pregunta papá.
Y ahí se ha ido mi intento de no hablar de mí.
—No lloré, tengo una pequeña alergia que ocasiona que algunas lagri-
mas salgan de mis ojos —miento de manera inocente.
Papá entorna los ojos en mi dirección.
—No te creo
—Mal por ti, no confías en mí —bromeo.
—Natalie —advierte con voz ronca.
—¿Tiene algo que ver con tu pelea con Derek? —pregunta Delanie
haciéndome maldecir.
¿Por qué tuvo que abrir la boca?
—¿Pelea con Derek? —pregunta papá alzando una ceja.
—No, no tiene nada que ver con eso —siseo entre dientes dirigiéndole
una mirada asesina a Delanie—. ¿Qué habéis cocinado? Me muero de hambre
Papá suspira pesadamente.
—Sigues intentando cambiar el tema, lo que significa que algo pasó
Sacudo la cabeza rápidamente.
—Estás imaginando cosas ¿No, Delanie?
Delanie se sorprende ante su mención pero sabiamente se queda en
silencio.
—Sea lo que sea que hayan cocinado huele delicioso —vuelvo a hablar
antes de que papá digo algo más—, pero ahora me daré una ducha
Subo corriendo las escaleras con rapidez ignorando los llamados de
papá y me detengo solamente a respirar profundamente en la soledad de mi
habitación. Allí rápidamente me repongo y busco entre mis cosas el vibrador
que Neal me envió hace semanas, lo tomo entre mis manos y camino con él
hacia el baño donde lo tiro a la basura.
Primero fue el collar, luego esto. Si realmente debo olvidarlo, debo
deshacerme de todo lo que me recuerde a él y esto era una de esas cosas. Lue-
go me quito la ropa y entro a la ducha.
Pienso en lo sucedido con Derek hoy y en como posiblemente sea el
último chico con el que salga en mucho, mucho tiempo. Creo que me vendría
bien un tiempo sola, concentrarme en el recital y en obtener buenas califica-
ciones. Solo faltan tres meses para que la secundaria terminara, luego podré ir
a la universidad y todo quedaría en el pasado. Neal no sería más que un simple
recuerdo, un recuerdo doloroso y triste, y eso sonaba tan fácil que parecía im-
posible. Pero es la única opción, debo dejar de pensar y de amar a Neal, eso
solo me había traído sufrimiento y quiero dejar de sentirme así.

162
Salgo de la ducha y seco mi cuerpo y mi cabello antes de envolver am-
bos con una toalla. Al salir del baño, papá está sentado en mi cama, esperán-
dome.
Suspiro pesadamente. ¿En qué momento creí que me escaparía de él
tan fácilmente?
—Vístete y siéntate —ordena con voz firme—. Tú y yo vamos a hablar
—Papá…
—No me contradigas Natalie, y confía en mí de una vez por todas —su
mirada se suaviza—. Solo quiero saber porque llorabas. Soy tu padre, me mata
verte así ¿Acaso es tan malo?
Mis ojos se llenan de lágrimas y me acerco a él para abrazarlo.
—Lo siento papá
—Confía en mi Natalie, por favor —pide alejándome.
Tomo un poco de ropa de mi armario y entro al baño para vestirme
rápidamente. Cuando salgo papá sigue en el mismo lugar. Opto por sentarme
en la silla de mi escritorio y ambos nos miramos fijamente sin decir nada, lo
que me incomoda cada vez más.
—No quiero hacer esto una clase de interrogatorio nena —dice al fin.
Rasco mi cuello y decido comenzar con lo primordial.
—Derek y yo rompimos —su expresión no cambia para nada.
—Delanie me contó que pelearon —blanqueo los ojos.
No puede guardarme un estúpido secreto cuando yo le oculto a papá
que fue la amante de Neal. Eso no me parece justo.
—Parece que Delanie no sabe guardarse las cosas para ella —siseo
amargamente.
—No te desquites con ella —pide papá—, se preocupa por ti
—No tenía derecho a contarte nada papá
—Bueno, la verdad sí. Ya que tú no lo haces, agradezco su intromisión
Resoplo en desacuerdo y de nuevo caemos en un silencio sepulcral,
que él se encarga de romper de nuevo.
—¿Vas a seguir hablando? Te repito que no quiero hacer de esto un
interrogatorio
—Solo rompimos papá
—¿Y por eso llegaste llorando? ¿Fue a causa de la pelea? ¿Debo ir
hasta allí y concretar todas las amenazas que le he dado todo este tiempo? —
parpadeo sorprendida.
—¡No por supuesto que no! —lamo mis labios—. ¿Qué esto no sería
un interrogatorio?
—Tú no me estás dando mucha información
163
Rasco mi cabello y pienso en una manera de contarle lo sucedido sin
ocasionar un posible homicidio.
—Estoy esperando —me apremia papá.
—Quiero pensar la mejor manera de contarte todo ¿De acuerdo?
—Eso es sinónimo de que te lastimó. Al parecer, cumpliré mis amena-
zas
—No, no lo harás —digo firmemente—. Derek no me hizo nada papá.
El rompimiento fue de mutuo acuerdo
Sus cejas se alzan.
—¿No tiene nada que ver con la pelea?
Delanie, Delanie, Delanie ¿Puedo odiarte ya?
—No, no tuvo nada que ver con eso —sus ojos se entrecierran y sé que
no me cree—. Es cierto papá
Él suspira con frustración mientras se levanta, camina en mi dirección
y se arrodilla frente a mí.
—Si te prometo que no le haré nada a Derek ¿Me contarías sincera-
mente que sucedió? —pregunta mirándome fijamente.
—Papá…
—Por favor Natalie, no me agrada para nada que me excluyas de tu
vida. Siempre confiaste plenamente en mí, hasta me contaste cuando perdiste
la virginidad, lo cual no fue muy agradable de oír pero aun así te apoyé. Siem-
pre te apoyaré en lo que sea nena, porque eres mi princesa, pero no puedo
hacerlo si no me cuentas que ocurre
Las lágrimas descienden libremente por mis mejillas gracias a todas las
palabras de papá. Me duele verle así pero toda mi vida está tan confusa ahora
que no puedo contarle todo como él querría. Si lo hago sabría lo de Neal y eso
sería mi fin. Tyler James, el mejor padre del mundo jamás perdonaría que haya
aceptado ser la amante de alguien, y no quiero perderlo a él también.
—No llores —pide limpiando las lágrimas—, por favor
—Derek no me hizo nada —susurro al fin—. Si peleamos pero la ver-
dad estábamos teniendo problemas desde mi cumpleaños
Pienso que, darle información a cuenta gotas no puede ser una mentira.
Solo selecciono que verdad contarle.
—Las relaciones a larga distancia no son fáciles de sobrellevar papá, y
aunque lo intentamos al final no funcionó
—Estabais muy bien hace un mes cuando os encontré en la cocina —
dice con el ceño fruncido.

164
—Ese día entendí que a veces el sexo no resuelve los problemas, solo
los tira al olvido el tiempo suficiente como para hacerte creer que se desvane-
cieron cuando en realidad siguen allí, retroalimentándose
Papá cierra los ojos momentáneamente sin decir nada.
—A veces olvido cuanto has crecido, y cuan madura eres —musita en
voz baja—, cuando yo te sigo viendo como mi pequeña —abre los ojos que se
encuentran llenos de lágrimas—. Ya eres toda una mujer, que pronto se irá a la
universidad, será una esplendida bailarina y cuando me dé cuenta tendré mi
casa repleta de nietos
Mis ojos se abren de sorpresa y sonrío tímidamente.
—Solo tengo dieciocho años papá. Aun falta mucho para ello —su
mano acaricia mi mejilla.
—Eso espero —susurra—. Debo comenzar a hacerme la idea, así no
me da un infarto. Como casi me da cada vez que hablas de sexo
Río.
—Lo siento —musito.
—Volviendo a Derek —dice él—. ¿Estás segura que no te hizo daño?
—sacudo la cabeza.
No lo había hecho. Quizás había dolido saber el tiempo que había lle-
vado engañándome, aunque eso a su vez me quitaba un peso de encima. Nues-
tra ruptura había sido de todo menos normal, con todo el sexo de por medio.
Sinceramente no conocía a la primera persona que terminara una relación así,
pero no podía contarle eso a papá o lo incomodaría más.
—Lo prometo papá, Derek no me lastimó
—¿Y las lágrimas?
—Porque aun le quiero papá, y él también lo hace, solo que no de la
misma manera en que solíamos querernos. Creo que por eso lloraba, es extra-
ño que todo haya acabado así —encojo un hombro—. Lo extrañaré, mucho
Papá me envuelve entre sus brazos.
—¿Estás segura que terminar es lo mejor? —asiento.
—Si seguíamos forzando esto acabaríamos mal. Ahora, por lo menos,
podemos ser amigos
—No sé porque no termino de entender todo esto
Sonrío contra su pecho.
—No debes entender nada papá, creo que deberías alegrarte. No me
volverás a escuchar hablando de sexo por un largo tiempo —su cuerpo se ten-
sa.
—Si, lo sé. Espero no escucharte decirla de nuevo nunca —blanqueo
los ojos alejándome de él.
165
—Debiste enviarme a estudiar a un convento si querías tenerme virgen
por toda la eternidad —ironizo.
—De haberlo hecho probablemente ya habrías salido embarazada —
señala—. Sé muchas historias de muchas personas
—Oh, perdone usted Don Sabelotodo —papá ríe despeinando mi cabe-
llo.
—Hora de almorzar —mi estomago gruñe en respuesta—, y en el mo-
mento justo
Sonrío y asiento.
Papá vuelve a abrazarme.
—Espero que nunca nadie vuelva a hacerte llorar Natalie, ni siquiera
aunque sea de felicidad. De lo contrario, podría terminar siendo un asesino
Me tenso ante sus palabras porque sé que es capaz de cumplirlas. Yo
también sería capaz de asesinar por él y es por eso que sé que le creo.
Es por eso que él jamás puede enterarse lo que de verdad sucedió con
Neal.

166
Capitulo 31.
—Natalie, cariño
Al escuchar de mi nombre levanto la vista del libro de biología que he
estado leyendo durante casi una hora para encontrarme con Chloe y Lara, am-
bas mirándome con preocupación.
—¿Qué sucede?
—Has estado metida aquí toda la semana —dice Lara.
—¿Y qué tiene eso de malo? Necesito estudiar para los exámenes,
además hoy es jueves, la semana aún no acaba
—No cuando acabas de romper con tu novio —comenta Chloe—. Re-
fugiarte entre los libros no te ayudará a superar nada
Blanqueo los ojos.
—Chicas, estoy bien. Justo ahora lo único que me preocupa es obtener
buenas notas y ensayar para el recital
Chloe y Lara se miran unos segundos antes de sentarse ambas frente a
mí.
—Cariño, no te hagas la fuerte y suéltalo —empieza Chloe.
—Somos tus amigas y nuestro deber es consolarte —continúa Lara.
—Así que si quieres llorar, tienes dos hombros en los cuales hacerlo —
termina Chloe.
Suspiro profundamente y suelto el libro. No estoy segura de poder lo-
grar que ambas entiendan que de verdad estoy bien y que únicamente quiero
que me dejen estudiar en paz.
—Chicas —empiezo—, estoy perfectamente bien. La cosa con Derek
fue de mutuo acuerdo. Ambos quisimos romper, así que ninguno de los dos
salió lastimado
—No lo puedo creer —dice Lara—. Erais inseparables Natalie
—No, no lo éramos Lara. Desde que se fue a la universidad todo cam-
bió
—Esto es por lo que dije sobre las relaciones a larga distancia ¿Ver-
dad? Piensas que te puede engañar y por eso prefieres romper antes
Sacudo la cabeza.
—Por supuesto que no Lara, no es nada de eso
—Entonces dinos que ocurrió —pide Chloe.
—No me hagas llamar a Derek y preguntarle —amenaza Lara.
La miro entretenida.
—Sé que ya lo llamaste —digo a punto de reír.

167
—¿Te lo dijo? —pregunta Lara con incredulidad—. Que pedazo de
cabron es
Esta vez no puedo evitar reír por el berrinche de Lara.
—No me dijo nada —miento—, lo deduje porque te conozco
En realidad si me lo dijo, porque Lara lo llamó luego de que yo le lla-
mara pidiéndole que no le contara a ella lo sucedido y él estuvo de acuerdo.
Ninguno de los dos quería que se supiera lo ocurrido.
—Pero tú si nos dirás que pasó ¿Verdad? —Chloe me interroga tanto
con la mirada como con su pregunta.
—Bueno… —¿Por dónde empezar?
Había quedado con Derek en que nadie sabría lo de Claudia y pensaba
cumplirlo. Pero las chicas no eran "nadie", a ellas no les podía mentir como a
papá.
—Lo está pensando demasiado —le dice Lara a Chloe—. Significa que
está intentando mentirnos
—Por supuesto que no chicas —me defiendo—. Es sólo que no sé por
dónde empezar
—Creo que el principio sería un buen lugar —señala Chloe.
—De acuerdo —cedo—. Sois imposibles, pero sois mis amigas y tie-
nen derecho a saber
Ambas asienten efusivamente.
—Lo que ocurrió con Derek es que todo cambió —comienzo—. Desde
que se fue a la universidad una brecha comenzó a abrirse paso entre nosotros.
No pudimos sobrellevar una relación a larga distancia
—Pero si os amabais —señala Lara.
—Lo hicimos —concedo—, y aún nos queremos Lara, pero ya no es lo
mismo. Él allá, yo acá —sacudo la cabeza—. No es fácil
—Estoy de acuerdo con Natalie —dice Chloe—. Tú no lo entiendes
Lara, porque apenas estas comenzando a tener una relación con Seth y ambos
están acá
—Pero si el mes pasado Derek y Natalie estaban de maravillosa —
continúa Lara—. Tuvieron una tarde completamente llena de sexo
—El sexo no es sinónimo de que una relación vaya bien —inquiero—.
A veces sólo disfraza los verdaderos problemas
—Sigo sin creérmelo —refunfuña Lara—. Podría haber jurado que os
casaríais es un futuro
Me río ante esto.
—Somos demasiado jóvenes para eso Lara

168
—Empiezo a creer que estabas mejor cuando no tenías una pareja esta-
ble —comenta Chloe.
Ambas reímos haciendo que Lara se enfade.
—Ya basta de burlarse de mí, sólo quería entender todo
Chloe vuelve a soltar una carcajada.
—A veces pareces una niña —sentencia entre risas.
—Jódete —sisea Lara.
—Chicas ya basta, no comiencen una pelea aquí —intercedo—. Lara,
ya te he explicado todo y no te preocupes por mí, Derek y yo seremos amigos
ahora
—Es tan difícil de creer —susurra Lara tapando su rostro.
—Arthur y yo terminamos hace semanas y yo estoy perfectamente bien
—dice Chloe haciendo que Lara y yo la miremos.
—¿Cómo que terminaste con Arthur? ¿Cuándo? ¿Por qué? —pregunto
con incredulidad.
—No era lo mismo —responde Chloe con una mueca—. Las relaciones
a larga distancia son una mierda. No sé como seguí con él cuando se fue
Estoy sorprendida por esto. Mi mejor amiga rompió con su novio de
toda la vida y nunca me contó nada. Sé que yo no le conté lo de Neal pero es
algo totalmente distinto.
—Pensé que confiabas en mí —susurro interrumpiendo lo que sea que
le haya estado diciendo Lara a Chloe.
Sus ojos se amplían enormemente.
—Confío en ti Natalie —musita.
—¿Por qué no me habías dicho nada entonces?
—Por la misma razón por la que tu no me dijiste que tenías problemas
con Derek
Miro fijamente sus ojos chocolate unos segundos sin poder creérmelo.
¿En qué momento nos dejamos de contar todo? Somos inseparables desde que
tengo memoria y ahora nos ocultamos cosas. Soy un poco hipócrita, lo sé, pero
son situaciones totalmente distintas.
—Es diferente —logro decir.
—¿En qué sentido es diferente? —me reta.
Lara sigue en silencio, mirando de un lado a otro sin saber que decir.
—Olvídalo —siseo y comienzo a recoger mis cosas.
—Oh no, nada de olvídalo —escupe Chloe—.No vas a enfadarte, ni a
hacer que yo me enfade por una estupidez Natalie. Hablaremos esto, lo arre-
glaremos y seguiremos adelante
Mis cejas se alzan.
169
—¿Estás diciéndome qué hacer? —pregunto enfadada.
Los ojos de Chloe se entrecierran.
—Sí. Porque si no, sé que te irás sin dejarme hablar pensando que ya
no confío en ti
—¡No confías en mí! —grito, causando que muchos otros estudiantes
me piden que haga silencio.
—Chicas, esto es ridículo —Lara se levanta y se interpone entre noso-
tras—. Os peleáis por una tontería
—Yo no lo veo así —susurro mirando a Lara—. Ella me contaba todo
—Tú también me contabas todo —dice Chloe haciendo que la mire.
—Sigo contándote todo, ¿O ya olvidaste que fuiste tú a quien llamé el
domingo para contarle lo de Derek? Oh, espera —chasqueo la lengua—, olvi-
daba que estás tan olvidadiza que no me cuentas que rompes con tu novio
—¿Quieres culparme ahora? —protesta.
—Chicas, por favor, tranquilas —implora Lara, pero tanto Chloe como
yo la ignoramos.
—Tú eres la que ha estado ocultándonos cosas Natalie —mis ojos se
abren.
Ella no puede referirse a…
—Sé que en realidad Derek te engañó
—¡¿Qué?! —grita Lara haciendo que de nuevo nos manden a callar.
Aprieto con fuerza mi mandíbula. Me alivia que no se estuviese refi-
riendo a Neal, pero sabe lo de Derek. ¿Cómo sabe lo de Derek?
—¿Cómo lo sabes?
—No puedes creer que Claudia mantendría la boca cerrada ¿O sí?
Apenas se corrió el rumor de tu rompimiento con Derek les dijo a todos que
era por ella, porque Derek te había engañado con ella
Mis manos se vuelven puños alrededor de la correa de mi mochila y la
frustración se abre paso en mi interior.
—¡¿Por qué rayos no me habías dicho que Derek te engañó?! —exige
Lara.
—Disculpen —la bibliotecaria, que es una chica de más o menos vein-
ticinco años aparece junto a nosotras con el ceño fruncido—, debo pediros que
se marchen si pensáis seguir con la discusión —musita con voz suave pero
firme.
Me voy sin responder nada, seguida de Lara que sigue preguntando por
qué no le conté lo de Derek.
—Lara ya basta —pido mirándola—, fue algo que los dos elegimos
—Pero yo soy tu amiga —sisea—, o eso creí
170
—Lo eres —miro a Chloe que en ese momento llega—, ambas lo son.
Que no les haya dicho sobre el engaño no significa lo contrario
—¿Pero que yo no te contara lo de Arthur si? —escupe Chloe—. Esto
ni siquiera se trata sobre ellos
—¿Entonces de qué se trata?
—Se trata de ti siendo una completa desconocida Natalie —responde
Chloe—. Tu sólo ya no estás… estas tan metida en tu mundo que ni siquiera le
has preguntado a Lara como va su relación con Seth, ni te diste cuenta que ya
no hablaba de Arthur como antes
Mis ojos se llenan de lágrimas por sus acusaciones porque todas son
ciertas. No me he detenido ni un momento a pensar en Lara y Seth, tampoco
reparé en que Chloe nunca más volvió a nombrar a Arthur, cuando era la clase
de novia que nombraba a su novio cada cinco segundos.
Soy una pésima amiga, una pésima hija, una pésima novia.
Yo soy un desastre andante.
Una sonrisa amarga se cuela en mi rostro.
—Parece que estamos de acuerdo en una cosa —replico.
—¿Ah sí? ¿En qué? —pregunta Chloe.
—Soy una completa desconocida, lo que significa que no somos ami-
gas realmente
—Natalie —jadea Lara sorprendida.
—Me tengo que ir —musito antes de que alguna vuelva a decir algo.

171
Capitulo 32.
—Debes arreglar todo con Chloe —sentencia papá mientras conduce.
Gruño imperceptiblemente y abrazo mis rodillas.
—Sólo quieres que hable con ella para así no traerme a la escuela en
las mañanas
Papá ríe sonoramente.
—Me gusta traerte a la escuela
—Ajá
—Oye, no te enfades conmigo. Sólo quiero que arregles todo con tu
mejor amiga —asiento con desdén.
A veces me arrepiento de contarle las cosas a papá, porque luego no
deja de recordarme lo que debo hacer, y así estuviese en lo correcto me frustra.
—No me hagas arrepentirme de contarte las cosas —advierto.
—Si no arreglas las cosas con Chloe sólo me tendrás a mí para hablar
—dice de manera burlona.
Resoplo un tanto exasperada. De nuevo tiene razón.
—Lo estás pensando —vuelve a decir de manera burlona.
—Papá —me quejo cerrando los ojos—. Hablaré con ella
—Me alegra que hayas tomado esa decisión
Abro mis ojos y lo fulmino con la mirada a lo que él sólo ríe.
—Nunca el trayecto de casa a la escuela me había parecido tan largo
—Tranquila, amargada. Llegaremos en diez minutos
—Eso espero —replico sin protestar a su apodo.
—Si arreglas el malentendido con Chloe, pídele que pase la noche en
casa —frunzo el ceño.
—¿A qué viene eso?
—Saldré esta noche con Delanie —él aclara su garganta—. Quizás no
llegue a dormir
—¿Por qué no simplemente dices que te quedarás a dormir en su casa?
—pregunto de manera burlona—. Te compartas como si fuese un secreto, y no
es necesario que le pida a Chloe que venga, arregle las cosas con ella o no
—¿No te molesta quedarte sola?
—No, y no sería la primera vez papá, lo sabes ¿Por qué de repente es a
ti a quien le preocupa?
—Delanie me comentó que no era bueno que una chica de tu edad pase
mucho tiempo a solas —su respuesta me hace blanquear los ojos.

172
Si bien al principio no había tenido nada contra Delanie, ahora, cada
vez que oigo su nombre una extraña irritabilidad se instala en mis entrañas y
todo a causa de que se mete cada vez más en asuntos que no le competen.
—Últimamente dejas que Delanie se meta en todo —susurro—. Pensé
que ella no afectaría nuestra relación
—Y no lo hace nena —asegura él—, sólo fue un comentario
—No pasa nada porque me quede sola —aseguro quitando mi cinturón
de seguridad cuando papá detiene el auto—. Disfruta de tu cita con Delanie
—Está bien, suerte en la escuela
—Suerte en el trabajo —me acerco a él y beso su mejilla—. Te quiero
—Yo también te quiero, te busco en tu clase de ballet esta tarde —dice
cuando ya he salido del auto.
Asiento y comienzo a caminar hacia la escuela. Los pasillos de esta
están atestados de alumnos corriendo de un lado a otro, o de chicos detenidos
frente a sus casilleros. Busco a Lara con la mirada y la encuentro buscando
algo en su casillero, me acerco a ella y no digo nada por unos minutos en los
que ella se dedica a ignorarme.
Lo tengo merecido.
—Lo siento —pronuncio finalmente—, me comporté como una perra
ayer
—Una perra bastante irritante —dice ella aún sin mirarme.
—¿Qué debe hacer esta perra irritante para que la perdones?
Ella me mira y finalmente sonríe.
—Sigue refiriéndote a ti misma como perra irritante por un tiempo y lo
olvidaré todo
Sonrío en el momento en que Lara me abraza.
—De verdad lo siento
—Sí, sí, no importa —Lara me aleja y me sujeta de los hombros—
estás bajo mucha presión y eso lo entiendo, pero eso no justifica nada, y Chloe
si que está muy enojada —hago una mueca.
—Hablaré con ella en el receso —prometo—, ahora debo ir a clases
—Sí, yo también. Te veo luego —sonríe antes de irse.
Suspiro pesadamente.
—Espero que con Chloe también sea así de fácil —susurro para mí
misma—, aunque lo dudo

—¿Te acompaño a la salida? —pregunta Seth amablemente.


Sonrío asintiendo.

173
—No es necesario que te hagas el caballero conmigo, ya sales con mi
amiga
—Soy su novio —me corrige—, y siempre soy un caballero —alardea
guiñándome un ojo.
Blanqueo los ojos y río.
—Estuviste distraída en el ensayo de hoy —dice mientras ambos cami-
namos.
—Presión —murmuro—, y Chloe no me habla
—Lo sé, Lara me lo contó anoche
—¿Así que ya son la clase de pareja que se cuenta todo? —él hace una
mueca.
—No exactamente, pero ella confía en mí ¿Puedes culparla?
Sacudo la cabeza y me detengo en la acera.
—No, todo lo contrario. Estoy feliz de que por fin esté en un relación
—clavo mi mirada en él—. No la traiciones
—No es mi intención, en serio me gusta
Asiento levemente y no digo nada más, después de todo, no es mi asun-
to.
—¿Necesitas que te lleve a casa?
—Papá vendrá por mí —digo en el momento en el que el auto de papá
aparece en mi campo de visión—. Ahí viene
—Bueno, te veo el jueves —se despide Seth alejándose.
Me quedo observando su espalda unos segundos antes de voltear y es-
perar a que papá detenga el auto frente a mí para subirme en él y que vuelva a
ponerlo en marcha.
—¿Qué tal estuvo tu día? —pregunta como siempre.
—Muy bien ¿Hiciste muchos arrestos hoy? —él ríe.
—No tantos. ¿Todo arreglado con Chloe?
—¿Qué no te preocupa saber si tu hija comió o algo por el estilo?
—No arreglaste nada —afirma ignorándome.
—No fue hoy a la escuela y no creo que sea buena idea arreglar esto
por teléfono
—Buena idea —dice papá—, puedes ir mañana a su casa
—No me presiones —musito haciéndolo reír.
El resto del viaje continúa en silencio y cuando llegamos a casa papá
corre a darse una ducha. Mientras él lo hace yo busco en el refrigerador algo
para comer y encuentro un trozo de pizza de la noche anterior. Estoy sacándola
del microondas cuando papá aparece de nuevo en la cocina, vestido elegante-
mente, afeitado y con un delicioso perfume.
174
—Eso fue rápido —murmuro sentándome en un taburete.
—Delanie ya me está esperando ¿Cómo me veo? —da vuelta sobre si
mismo haciéndome reír.
—Te ves bien
Papá lleva una camisa color lavanda con unos pantalones negros y za-
patos de vestir a juego.
—De acuerdo, entonces ¿Segura que no quieres llamar a Chloe o a
Lara?
—No, estaré bien
—¿Tienes dinero para la cena? —pregunta.
—Si
—¿Quieres…?
—Largo —lo interrumpo señalando la entrada.
Papá ríe y se me acerca. Toma mi rostro entre sus manos y besa mi
frente.
—Pórtate bien
—¡Siempre me porto bien! —grito porque ya se ha alejado.
Escucho como la puerta se cierra y termino de comer mi rebanada de
pizza. Debo tomar una ducha y hacer un análisis de biología, pero antes debo
hacer una llamada. Tecleo en mi celular el número de Chloe y espero que
atienda, pero me sale el contestador.
—Chloe, hola. Soy yo, Natalie —hago una pausa—. Te busqué en la
escuela hoy pero no te vi, yo quería… quería disculparme por lo de ayer, me
comporté como una perra y no estuvo bien. Cuando puedas, devuélveme la
llamada ¿Si? Aunque me gustaría que habláramos personalmente —susurro
esto último antes de colgar.
Bajo del taburete y subo las escaleras hacia mi habitación. Me quito
cada una de las prendas de ropa hasta quedar en bragas mientras pienso en
Chloe ¿Me perdonará? Espero que sí.
Me dispongo a entrar al baño cuando escucho el timbre. Maldigo en
voz baja y bajo corriendo las escaleras envuelta en un albornoz.
Cuando abro la puerta me quedo sin aliento.
Neal está frente a mí llevando una rosa blanca entre sus manos.
—Neal… —susurro.
—¿Puedo pasar?
Mis labios se abren ante su pregunta y se vuelven a cerrar. Quiero de-
cirle que no, que se marche de mi vida pero las palabras no fluyen. De nuevo
estoy sin habla gracias a él. ¿Cuándo dejará de afectarme?
Neal valiéndose de mi silencio entra en la casa sin ser invitado.
175
—¿Qué haces aquí? —pregunto finalmente cerrando la puerta.
—Tenemos que hablar
—No, no tenemos —lo encaro—. Fui muy clara la última vez que nos
vimos
—¿Y me diste la oportunidad de hablar? ¡No Natalie! Y creo que la
merezco
—¿Merecer? No me hagas reír Neal. Tu no mereces ni que te de la
hora —reprocho.
Él suspira pesadamente.
—Entiendo que estés enojada, pero por lo menos escúchame —ruega.
—No quiero —digo firmemente—. Cada vez que hablas sólo consi-
gues que caiga en tus manos y eso sólo ocasiona que yo salga lastimada, y ya
no quiero que eso suceda
—Esta vez será diferente —asegura—. No me tomará ni un minuto
decirlo, y si después de eso aún quieres que me marche, lo haré y no volverás
a verme jamás. Pero antes tienes que escucharme
Mordisqueo mi labio indecisa y tiro de mi cabello hacia atrás. ¿Qué
hacer? ¿Por qué está aquí? ¿Qué es lo que quiere? ¿Y por qué mi corazón pa-
rece que quiere salir de mi cuerpo?
—¿Natalie?
—Está bien —cedo culpando totalmente a mi falta de voluntad—,
habla
Él toma una profunda respiración y se acerca a mí. Instintivamente
retrocedo hasta chocar con la puerta, estoy atrapada. Neal se aprovecha de esto
y se acerca lo más que puede a mí, pero no me toca. Acaricia mi rostro con la
rosa, deteniéndose unos segundos en mí nariz permitiéndome aspirar el deli-
cioso aroma, luego delinea mi labio inferior con la misma y finalmente la ale-
ja.
—Yo… —traga nerviosamente.
Frunzo el ceño. Jamás lo había visto así.
—Natalie yo…
—Pensé que no te tomaría ni un minuto —siseo intentando disimular lo
que su cercanía causa en mí.
Neal entonces se inclina con ambas manos a cada lado de mi cabeza,
me mira directamente a los ojos y toma una profunda respiración.
—Te amo —exhala finalmente.

176
Capitulo 33.
Mi respiración se queda en mi garganta y no puedo hablar. Tampoco
puedo parpadear y siento cada musculo de mi cuerpo pesado, entumecido. De
nuevo Neal ha encontrado la manera de dejarme inmóvil, yo diría que hasta
inútil, pero esta vez a causa de dos simples palabras, palabras que no creo en
absoluto.
Solo es otra mentira más.
Otro sucio intento para que vuelva a caer en sus redes.
Y no pienso hacerlo.
—Di algo —pide en un susurro.
Su aliento cálido cae sobre mis labios haciendo que tiemble, pero no es
momento de titubear.
—Jamás creí que caerías tan bajo
Neal abre enormemente los ojos, sorprendido ante mi respuesta. Quito
su brazo con el mío y me alejo nuevamente de él.
—No puedo creer que hayas caído tan bajo Neal —escupo venenosa-
mente—. Y pensar que estaba dispuesta a escucharte y tú… recurres a esas
palabras sólo para que me acueste contigo. Incluso para ti, eso es muy bajo
Puedo ver como aprieta con fuerza sus dientes. Casi parece como si su
mandíbula pudiera salirse de su lugar en cualquier momento.
—¿Realmente crees que estoy mintiendo? —pregunta en voz baja.
—Si —respondo—, estoy segura de ello. Y ahora te voy a pedir que te
marches de mi casa…
—No pienso irme a ningún lado —exclama alzando los brazos.
La rosa blanca cae hacia un lado y de pronto Neal está a un paso de
distancia.
—Te dije que me escucharas y es lo único que te estoy pidiendo. No
estoy mintiendo Natalie y creo que en el fondo lo sabes —tira de mi mano
haciendo que mi cuerpo choque con el suyo—. Siempre has dicho que soy un
pervertido y que no tengo escrúpulos y eso es cierto, también lo es que no ten-
go vergüenza por acostarme con la novia de mi hijo y que disfruté de cada
minuto de ello —una sonrisa aparece en su rostro—. Pero siempre fui sincero
contigo ¿No? —pregunta—, ¿O en algún momento te dije que dejaría a Cami-
la por ti?
Gruño imperceptiblemente. El muy cabrón tiene razón, siempre fue
crudo e insensiblemente sincero.
—Eso ya no importa Neal

177
—Lo importa todo Natalie
—Joder —me zafo de su agarre—. ¡Vas a tener un nuevo hijo!
—¡No voy a tener ningún hijo! —grita él esta vez—. No tengo inten-
ción de mantener ningún tipo de contacto con Camila ¡No la soporto, nunca lo
he hecho! La única razón por la que me casé con ella fue por Derek y nada
más, lo sabes ¿Aun así piensas que quiero tener otro hijo con ella? ¿O que yo
podría a estas alturas de mi vida, pensar en tener un bebé?
Trago saliva y me abrazo a mí misma. Mi determinación está comen-
zando a ceder, justamente lo que no quiero ni necesito. Se supone que no vol-
veré a caer en sus mentiras, pero lo que él dice es cierto, esto no se siente co-
mo una mentira.
—¿Te diste cuenta de que digo la verdad? —pregunta esperanzado.
Miro a otro lado. Sinceramente no sé qué pensar. Esto que está pasando
es tan… confuso.
—Pequeña —susurra Neal sujetando mi barbilla haciendo que lo mi-
re—, háblame
—No sé qué decir, yo… —lamo mis labios —. Estoy muy confundida
Neal
Él sujeta mi rostro entre sus manos haciendo que nuestros ojos se en-
cuentren.
—¿Me amas? —pregunta en voz muy baja.
Sostengo sus muñecas con mis manos pero no respondo nada. De nue-
vo estoy sin palabras.
—Si me dices que ya no me amas yo… te dejaré en paz —mis ojos se
abren—. No vine aquí para obligarte a acostarte conmigo de nuevo, o a sedu-
cirte con mentiras como tú crees. Vine aquí para decirte lo que siento por ti y
para saber si tú aun lo sientes —él cierra sus ojos momentáneamente antes de
abrirlos de nuevo—. Si ya no lo sientes, no te culparía. Fui un imbécil, estaba
asustado de mis sentimientos y merezco que me odies pequeña. Pero si aun
existe una posibilidad de que sientas algo la tomaré, por más pequeña que sea
Una lágrima se escapa de mis ojos y Neal la quita de inmediato.
—Te amo —susurra.
Me pongo de puntillas y lo beso sorprendiéndonos a ambos, aunque
sólo momentáneamente. Cuándo la impresión se disipa, Neal me sostiene el
rostro firmemente mientras toma el control completo del beso, el cual le cedo
gustosamente.
—Natalie, no —jadea él alejándome—. Primero dime que me amas.
No quiero volver a besarte sin saber que aun me amas

178
—Te amo —musito mirando sus hermosos ojos azules—. Te amo —
repito antes de que vuelva a besarme.
De inmediato nos estamos moviendo.
Neal me toma entre sus brazos sin dejar de besarme y comienza a ca-
minar, llevándome consigo, mientras yo envuelvo su cuerpo con mis brazos y
piernas como si fuera una enredadera. Lo he extrañado tanto, pero al mismo
tiempo me da miedo que esto no sea más que otra mentira.
—Neal
—¿Puedo hacerte el amor? —me sorprendo ante su pregunta.
Él sigue caminando hasta que estamos en mi habitación y me deja so-
bre mis pies. Vuelve a acariciar mis mejillas antes de besarme castamente en
los labios y bajar a besar mi cuello. Muevo mi cabeza para darle mejor acceso
y me aferro a sus hombros para no caerme.
—Te hice una pregunta
—Lo sé —musito—, nunca me habías preguntado eso
—Porque antes solo iba por lo que quería. Ahora te quiero, pero en
todo el sentido de la palabra —se separa de mi cuello para mirarme a los
ojos—. Quiero demostrarte cuanto te amo, pero solo si tu también lo quieres
Mordisqueo mi labio mientras mis manos se enredan en su cabello.
Una sonrisa está peleando en mi interior por salir a relucir, pero no sé si sea lo
correcto.
—Pequeña —me llama pegando mi cuerpo al suyo—. No te vayas de
aquí, no ahora
—Hazme tuya —musito—, te necesito
Neal inclina su cabeza hasta besarme nuevamente y tira con fuerza de
mi labio inferior.
—Yo también te necesito —sentencia desatando el nudo de mi bata.
Esta cae grácilmente en el suelo cuando está suelta y Neal me devora
con la mirada de los pies a la cabeza. Extrañaba tanto esa mirada que desearía
que me mirara así por siempre.
Si esto es solo una mentira más de Neal, si él realmente no me ama,
quedaré destrozada. Pero estoy en un punto sin retorno, donde solo me queda
llegar hasta el final. No tengo control sobre mi cuerpo cuando él está cerca y
no logro pensar con claridad, pero no puedo evitarlo. No puedo resistirme.
A ese punto de masoquismo me has llevado, Neal Black.
—Estás perfectamente igual a como lo recuerdo —murmura apreciati-
vamente.
Entierro mi cara en su cuello y olisqueo su delicioso perfume mientras
voy sacando el suéter que lleva puesto. Su musculoso torso queda a la vista
179
una vez lo quito de en medio y mis dedos se deslizan por su musculoso abdo-
men.
—Puedo decir lo mismo —musito juguetonamente.
Neal ríe roncamente y atrapa mis manos con las suyas.
—Basta de juegos —sentencia—. Quiero hacerte mía
—Yo no me estoy oponiendo a ello
—Pero me estás distrayendo —lame mi labio inferior con su lengua—.
Quizás más tarde podamos jugar —dice guiñándome el ojo.
Mi cuerpo se enciende inmediatamente ante la posibilidad y yo asiento
frenéticamente. Neal sonríe ante esto y vuelve a besarme pausadamente. Me
dejo llevar por el beso sin importar que aun mis manos estén atrapadas por las
suyas, aunque me gustaría estar tocándolo en este momento. Pero luego, como
si Neal pudiera leer mis pensamientos, las deja caer permitiéndome enredar
mis dedos en su cabello.
—Siempre me ha gustado tu piel —musita acariciando mi cadera mien-
tras me empuja.
Me deja caer sobre la cama y termina de quitarse el exceso de ropa,
dándome un particular espectáculo que seguramente nunca me cansaré de ver.
Luego gatea hasta posicionarse sobre mí, abriendo mis piernas con las suyas.
—Me estoy muriendo por estar dentro de ti —dice mientras acaricia
mis senos.
Gimo en voz baja y cierro mis ojos a causa del placer que me está brin-
dando, y cuando sus labios suplantan sus dedos en mi pezón grito con fuerza.
—Espero que así grites mi nombre cuando te corras —con estas pala-
bras comienza a hundirse en mí.
Entierro mis uñas en sus hombros y mi cabeza cae hacia atrás, dándole
un perfecto acceso a mi cuello, el cual comienza a lamer y a besar al mismo
ritmo de sus lentas y profundas embestidas.
—Te extrañé —jadea en mi oído.
Voy a decirle lo mismo cuando un extraño miedo se instala en mi inter-
ior. ¿Y si solo extraña el sexo? ¿Y si esto no es más que otro polvo para él?
—Natalie, pequeña, mírame —pide—. Mírame a los ojos cuando te
corras
Su frente presiona la mía y el aumento en la velocidad de sus embesti-
das disipa mi miedo dándole paso al placer. Me hace retorcerme y una holeada
de calor invade todo mi cuerpo al estar tan cerca del clímax. Neal lo nota y
entrelaza nuestras manos por encima de mi cabeza.
—Eso es pequeña, ahora déjate llevar

180
—¡Neal! —grito con fuerza cuando el orgasmo me alcanza y tira de mi
como una avalancha.
Mi cuerpo se arquea y mis uñas se entierran en las manos de Neal,
quien sigue moviéndose de manera desesperada, extendiendo mi placer y bus-
cando el suyo propio hasta que cae sobre mí, dejándonos a ambos con las res-
piraciones desiguales y llenando la habitación de jadeos entrecortados.
Luego de lo que parece una eternidad, Neal sale de mí y se voltea
llevándome consigo. Puedo escuchar los rápidos latidos de su corazón golpe-
tear en su pecho y por un breve momento me permito disfrutar de la paz post
coito que tanto añoraba. Estando entre sus brazos, el lugar del que no desearía
volver a prescindir jamás.
Neal a su vez acaricia mi espalda con delicadeza, enviando deliciosas
sensaciones al resto de mi cuerpo. Cuando comienzo a quedarme dormida, su
voz me hace abrir los ojos.
—Hay algo de lo que tenemos que hablar —inmediatamente me tenso.
Los miedos vuelven a aparecer. La idea de que se marche ahora es mu-
cho más dolorosa. Un “te amo” no debería utilizarse cuando no hay ningún
sentimiento de por medio, solo hace que la despedida sea más dolorosa. Pero
yo misma dejé que él me sedujera de nuevo, solo que ahora…
—No, no lo creo —digo separándome de él y sentándome en la ca-
ma—. Quizás es mejor si solo te vas —cualquier cosa es mejor que escucharlo
decir que había logrado lo que quería.
Había logrado que bajara mis defensas nuevamente.
—¿De qué estás hablando?
—No debiste decir que me amas —musito aun dándole la espalda—.
De un modo u otro habrías terminado conmigo aquí, lo sabes. Decir que me
amas solo… solo aumentará el dolor cuando te vayas
Neal tira de mí haciendo que lo mire. También está sentado, de frente a
mí, con los ojos muy abiertos.
—¿Qué demonios estás diciéndome? —gruñe esta vez.
—Yo…
Me mueve hasta sentarme en su regazo, sorprendiéndome ante su velo-
cidad.
—¿Después de haberte hecho el amor sigues pensando que todo fue
una mentira? —no respondo nada—. Por amor a Cristo Natalie, ¿Qué se supo-
ne que debo hacer para demostrarte que de verdad te amo? ¿Por qué no confías
en mí?
—¿Puedes culparme? —pregunto sin mirarlo—. Por meses no fui más
que tu objeto de placer Neal. Llegabas, me follabas y te ibas. Luego dijiste que
181
tenías otra amante y todo este asunto de tu nuevo hijo —suspiro—. Han pasa-
do muchas cosas, y luego dices que tenemos que hablar
—Tenemos que hablar —asegura—, pero no de lo que crees pequeña
—toma mi rostro entre sus manos haciendo que lo mire—. Entiendo tu des-
confianza pero espero que no dure mucho tiempo. Volveré a ganarme tu con-
fianza, lo prometo, pero solo si prometes no pensar en lo peor de mí de inme-
diato
Cierro mis ojos sin responder. Confiar en él… ¿Puedo confiar en él?
—Pequeña —abro mis ojos—, hay algo que si quiero decirte, algo que
definitivamente cambiará todo entre nosotros, pero para bien. Es de eso que
quiero hablar
—¿Y qué es? —pregunto intentando no pensar en lo peor.
Una sonrisa divide su rostro a tal punto de hacerlo lucir más joven, lo
que me agrada. Jamás lo había visto de ese modo.
—Voy a dejar a Camila —dice presionando su frente a la mía—. Quie-
ro estar contigo pequeña, solo contigo

182
Capitulo 34.
—No juegues conmigo —siseo quitándome de encima de él.
—Hey —me llama sujetando mi muñeca—, no estoy jugando contigo
pequeña
—Por favor Neal —forcejeo hasta quitarme su agarre—. Estaba a pun-
to de creer que realmente me amas, pero de nuevo, aquí vienen tus mentiras
Me levanto de la cama y busco con que cubrir mi desnudes. Mi bata de
baño aun sigue en el suelo y opto por ella. Apenas y hago un nudo con la cinta,
Neal ya está frente a mí.
—¿Qué pasó con confiar en mí?
—Yo estaba comenzando a confiar en ti, pero luego tu…
—Dije algo totalmente cierto —me interrumpe—. Por favor Natalie,
tienes que creer en mí. Te amo, solo a ti ¿Cómo voy a estar con otra mujer que
no seas tú?
Suspiro cruzándome de brazos. Es tan difícil de creer que él de verdad
vaya a dejarla.
—Soy una simple amante Neal, los hombres no dejan a sus esposas por
sus amantes
—No eres una simple amante —asegura él acariciando mi mejilla—.
Dejaste de ser eso hace mucho tiempo, pequeña, dejaste de serlo cuando me
enamoré de ti
—Pero dejar a Camila… —mordisqueo mi labio.
Me asusta… Me asusta pensar que él sea capaz de hace esto por mí,
por ambos.
—Solo quiero estar contigo, con nadie más. Estoy a un segundo de
gritarle al mundo que eres mía, estoy cansado de fingir que no siento nada por
ti —mis ojos se abren.
Ese es justamente mi peor miedo: hacer lo nuestro público.
—¿Qué pasará con Lara, Derek… —suspiro—, mi padre?
Neal sostiene mi rostro entre sus manos.
—Tienes miedo ¿Cierto?
Sostengo sus muñecas con mis manos y asiento imperceptiblemente.
—No quiero que me odien. Si se enteran, ellos lo harán
Sus labios están sobre los míos al término de mis palabras.
—No dejaré que eso suceda pequeña

183
Lo miro fijamente a los ojos y veo la determinación que hay en ellos.
Me reconforta eso, porque sé que hará todo lo que esté en sus manos para
cumplirlo. Lastimosamente, no es algo que esté en ellas.
—No es algo que puedas controlar cariño
Su sonrisa hace palpitar con fuerza mi corazón.
—Nunca me habías llamado cariño —musita tímidamente.
Sonrío antes de besarlo.
—Nunca lo habías merecido
Él blanquea los ojos mientras envuelve mi cintura con sus brazos.
—¿Ahora si lo merezco? —río asintiendo.
—Eso creo —él suspira.
—¿Por qué se te hace tan difícil creer que dejaré a Camila entonces?
Con mis manos en su pecho siento como su corazón palpita con fuerza.
Él en realidad lo hará, no tengo dudas de ello, pero si temo las consecuencias
que atraiga.
—Porque tú eres Neal Black, el abogado mujeriego sin escrúpulos que
nunca dejaría a su esposa por una simple aventura —coloco dos dedos en sus
labios al ver que protestará—. Aun no termino
Él asiente a regañadientes haciéndome sonreír. A veces es adorable.
—A lo que iba —continuo—. Hoy ha sido una tarde llena de revela-
ciones Neal. Tu amándome y dejando a Camila cuando pensé que tú y yo no
volveríamos a estar juntos. Tienes que entender que es mucha información
para asimilar y hace un rato no podía pensar en nada —comento refiriéndome
a cuando estábamos haciendo el amor.
Él sonríe.
—Y es difícil para mí pensar que estas dispuesto a dejarlo todo por mi
—Estoy dispuesto a dejar todo por ti pequeña —afirma él.
—Lo sé —sonrío—. Lo sé y me asusta Neal. Me asusta pensar en
cómo perderé a Lara cuando sepa lo que ocurrió, como Derek me odiará por lo
que hice —niego con la cabeza—, como mi padre se decepcionará de mi al
saber que acepté ser tu amante
—Arreglaré eso —susurra—. Ninguno tiene porque saber que fuiste mi
amante pequeña
—Lo sabrán Neal, será bastante obvio
Él suspira y presiona su mentón contra mi cabeza.
—¿No quieres que deje a Camila? —pregunta en voz baja.
Entierro mi cara en su cuello.
—Quiero lo que no podemos tener Neal: una relación normal y corrien-
te, sin terceros de por medio ni miedo al qué dirán
184
Siento como se mueve y de repente estoy a horcadas sobre él, en la
cama.
—Podemos tener eso pequeña
Acaricio su sedoso cabello y me pierdo en las profundidades de sus
ojos.
—Quiero creerte —musito—, pero me cuesta tanto
—Entiendo tus dudas pequeña, pero debes confiar en mi ¿Confías en
mí? —asiento—. Entonces deja todo en mis manos y estará bien
Presiono mi frente contra la suya con los ojos cerrados.
—¿Qué piensas hacer? —pregunto con curiosidad.
—Dejar a Camila —dice haciéndome abrir los ojos—, pero no le gri-
taré al mundo que eres mía
Sonrío.
—¿De nuevo soy tu sucio secreto? —pregunto juguetonamente.
Neal asiente.
—Mi mejor y más preciado sucio secreto
Nos besamos por lo que parece una eternidad. Yo con mis manos en
sus hombros, él acariciando mis piernas por debajo de mi bata.
—Todo estará bien pequeña, confía en mí
—Lo hago —afirmo—, confío en ti
Volvemos a besarnos, esta vez por un periodo más extenso de tiempo
en el que Neal comienza a explorar mi cuerpo por encima de la bata.
—¿Por qué te vestiste? —pregunta desatando el nudo de mi bata.
—No pienso con claridad cuando ambos estamos desnudos
—No tendrás que pensar nada más el resto de la noche —saca la bata
de mi cuerpo y la lanza lejos de nosotros—. Me puedo quedar esta noche
¿Verdad?
Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y beso castamente sus la-
bios.
—No hay otro lugar en el que debas pasar la noche —susurro ronca-
mente.

—Buenos días pequeña —musita Neal.


Sonrío ampliamente y disfruto de la sensación de felicidad que me lle-
na el pecho. Despertar y ver a Neal junto a mí posiblemente es lo mejor de este
mundo.
—Hola —susurro de vuelta.
Su rostro se acerca al mío y planta un suave beso en mis labios, donde
por unos minutos, nuestras lenguas se unen en una danza llena de pasión.
185
—¿A qué hora crees que llegue tu padre? —cierro mis ojos de inme-
diato.
No quiero pensar en papá. De hecho, no quiero pensar en nada que me
traiga de vuelta a la realidad, no cuando he pasado los mejores momentos de
mi vida. Pero es inevitable pensar en ello, así que levanto un poco mi cabeza y
miro sobre el hombro de Neal el reloj sobre mi mesa de noche.
—Quizás esté aquí pronto —digo en voz baja.
Él asiente y durante unos segundos no hace más que acariciar mi es-
palda desnuda.
—Tenía la esperanza de poder disfrutar de un buen tazón de cereales
—sonríe.
Blanqueo los ojos al recordar esa mañana.
—No te burles de mí
—No lo hago pequeña —replica—, pero si quería hacerte el desayuno
—Estoy segura de que podemos dejarlo para otra ocasión
Me acerco a él y muerdo su labio inferior. Mi mano derecha desciende
por su pecho hasta su vientre. Neal gime en mis labios cuando comienzo a
acariciar su miembro y me acomodo sobre él.
—¿Qué estás haciendo pequeña? —pregunta sorprendido.
—¿Qué parece que estoy haciendo? —cayo su respuesta con un beso.
Me dejo caer sobre él, gimiendo contra sus labios cuando su longitud
me llena por completo. Al instante sus manos se posan sobre mi cadera y me
instan a moverla, lo que hago gustosa de una manera en la que lo hago gemir
fuertemente en mi oído.
—Si tu padre llegase…
—Será mejor que no gimas tan fuerte —su mano cayendo en mi trasero
me hace gritar.
—No te conviene decir eso, es una lástima que no tengamos el tiempo
suficiente para divertirnos como es debido
Jadeo tanto por sus palabras como por sus dedos haciendo maravillas
en mi clítoris.
—Tenemos que hacer esto rápido si no queremos terminar en un ver-
dadero problema
Sé que tiene razón, pero no quiero que esto termine tan rápido. Es por
eso que cuando el orgasmo me alcanza me aferro a Neal con fuerza, no que-
riendo que se aleje nunca más de mi.
—Tranquila pequeña —susurra Neal acariciando mi espalda, como si
supiera cómo me siento—. Aquí estoy
Entierro mi cara en su cuello, aspirando su delicioso perfume.
186
—No quiero que te vayas. No quiero perderte de nuevo —sus brazos
rodean mi cuerpo con fuerza.
—Eso no sucederá pequeña —afirma en mi oído.
Me alejo un poco para verlo a los ojos y sé que dice la verdad.
—Te amo —susurro.
Su pecho se ensancha.
—Y yo te amo a ti pequeña —me besa castamente en los labios—,
pero debería irme ya
Asiento cabizbaja y salgo de la cama, Neal me sigue y en silencio nos
vestimos. Luego bajamos las escaleras hasta la cocina donde él bromea al re-
cordar el pobre desayuno que le di hace un tiempo.
—El mejor cereal que he probado jamás —asegura besando mi cuello.
Sus brazos están rodeando mi cintura desde atrás mientras caminamos
hacia la puerta de entrada.
—Deja de burlarte de mí —inquiero separándome de él.
Tomo el picaporte de la puerta pero no logro abrirla. Neal me ha atraí-
do de vuelta hacia sus brazos.
—No me estoy burlando de ti pequeña, hablo en serio, me encantó
Blanqueo los ojos y miro a otro lado, reparando en la rosa blanca que
está en el suelo y que comienza a marchitarse.
—La rosa —susurro—, debo ponerla en agua
—Puedes hacerlo más tarde —inquiere reteniéndome junto a él—, de-
bemos hablar algo importante
—¿Ah, sí? —él asiente.
—Tú y yo. No sé cuanto podré soportar sin volver a pasar una noche
junto a ti —sonrío sin poder evitarlo.
—Yo tampoco —admito—, pero las cosas han cambiado. Ya no somos
solo papá y yo, y Delanie pasa más tiempo aquí del que debería —añado con
amargura.
Las cejas de Neal se alzan.
—Pensé que te agradaba
—Sí, yo también. Hasta que decidió inmiscuirse en las decisiones que
papá y yo tomamos. Es frustrante
Neal toma mi rostro entre sus manos y me besa.
—Encontraremos una solución pequeña
—Lo sé —sonrío antes de besarlo.
Nuestro beso se ve interrumpido cuando escuchamos la puerta abrirse y
ambos nos tensamos. Me da miedo voltearme y ver la ira de papá, todo porque

187
no supe controlar mis deseos, porque fue más fuerte la necesidad de sentir una
conexión con Neal que el de la necesidad de mantener esto en secreto.
Todo esto por mi culpa.
—Pequeña —susurra Neal—, deberías voltear
Cuando los gritos de papá siguen sin llenar la estancia, me aventuro a
darme la vuelta. Un jadeo sale de mis labios y de inmediato quiero desaparecer
al ver que no es mi padre quien nos ha descubierto.
—Natalie... ¿Cómo pudiste?
Sus están muy abiertos y me miran acusadoramente. Haciendo que me
sienta peor.
—Yo…
—Olvídalo, no quiero saberlo —espeta Chloe antes de salir corriendo.

188
Capitulo 35.
Sigo petrificada en mi lugar mirando la puerta abierta por lo que parece
una eternidad. A mi espalda, Neal está intentando calmarme con palabras sua-
ves cuando yo solo quiero gritar de frustración.
Todo esto es mi culpa. Es mi maldita culpa por no poder resistirme, por
intentar retenerlo más tiempo junto a mí cuando debía dejarlo ir apenas des-
pertamos. ¿Y si hubiese sido mi padre en lugar de Chloe? Pensar en ello me
causa terror.
—Natalie, pequeña —Neal se para frente a mí—, tienes que calmarte
—No puedo —exclamo—. Nos vio Neal, se lo contará a todos y el
infierno se quedará pequeño para lo que mi padre y tus hijos van a crear. Todo
por mi maldita culpa, por no saber resistir la necesidad de sentirte cerca, por
no… —sus labios callan los míos.
—Esa necesidad es mutua —señala después de besarme.
—Nos ha metido en un grave problema
—Del que encontraremos la manera de salir —él acaricia mis meji-
llas—, pero necesitamos pensar con mente fría una solución, y para ello tú
necesitas calmarte
—Me odiaran —susurro—, todos me odiaran
—Y yo te amaré aun más si es necesario para compensarlo pequeña
Rodeo su cintura con mis brazos y escondo mi cara en su cuello.
—Tengo miedo
—No te voy a dejar sola. Te amo
Un carraspeo de garganta hace que mi cuerpo se ponga rígido. De nue-
vo lo he arruinado, seguramente es papá esta vez…
—Tiene que quedarse sola para poder hablar conmigo —chilla una voz
que reconozco.
Me separo de Neal y centro mi mirada en ella. Chloe está aquí nueva-
mente, aun con su mirada acusadora, pero está aquí.
—Y así como yo os encontré, puede hacerlo cualquiera. Así que si vais
a estar besuqueándoos, cerrad la puerta con cerrojo —le da un golpecito a la
puerta abierta—, o por lo menos cerradla
Mis mejillas se tiñen de rosa por la vergüenza. Todo es cierto. ¿En
dónde demonios está mi parte racional?
—Chloe… —comienza Neal pero ella lo detiene.
—Sin ánimos de ofender Sr. Black, pero es con ella con quien quiero
hablar —suspiro.

189
—Neal —él me mira—. Será mejor que te vayas
—No voy a dejar que pases por esto sola
Sonrío agradecida y acarició su mejilla.
—Quedarte es arriesgarnos a que papá llegue y nos encuentre. Sabes lo
que eso significa y creo que es mejor evitarlo. Suficiente es con lo que ya te-
nemos ¿No crees?
Él asiente besando mi mano.
—Llámame cuando todo acabe —dice antes de alejarse de mí.
Lo veo salir y cerrar la puerta antes de centrar mi atención en Chloe.
—Eres una hipócrita traicionera —exclama Chloe—. ¿Cómo pudiste
hacernos esto Natalie? O no, no a mí. A Derek, ¡A Lara!
Trago el nudo en mi garganta. No puedo permitirme llorar ahora, solo
debo intentar convencerla de que no diga nada.
—Yo… no lo sé. Es… difícil de explicar —hago una mueca—. Luché
contra ello Chloe. Créeme, nunca fue mi intención terminar así con Neal, in-
cluso lo dejé
—Oh ¿En serio? —hay un tono mordaz en su comentario.
—Sí, lo hice. Pero él regresó y me dijo que me ama, y yo también lo
amo —una sonrisa se instala en mi rostro—. Va a dejar a Camila por mí,
Chloe ¿Te imaginas?
Ella abre sus ojos.
—¿Hablas en serio? —asiento—. Por Dios Natalie, no puede ser que
realmente lo creas
—Lo hago porque lo amo Chloe, tanto como él me ama
—¿Y qué sucederá si eso pasa? Gritaran su amor a los cuatro vientos
¿Y luego qué? ¿Crees que tu padre aceptará su "relación"? —ella hace comi-
llas con sus dedos al decir relación—, ¿Cómo crees que lo tomen Lara y De-
rek? Porque apuesto mi vida a que todo con Neal comenzó antes de que rom-
pieras con Derek
—Se suponía que nadie lo sabría aun —digo abrazándome a mi mis-
ma—, pero supongo que no importa ya. Obviamente, tú se lo dirás a Lara
Nos quedamos en silencio hasta que Chloe resopla y se acerca a mí
para abrazarme.
—Eres tan estúpida ¿Cómo puedes creer que se lo contaré a alguien?
—Pero…
—Eres una idiota, por supuesto que no se lo contaré a nadie
El alivio me inunda y la abrazo con fuerza. No pensé que ella guardaría
mi secreto.

190
—Me duele que me lo hayas ocultado —musita—, pero te entiendo
más de lo que crees. De hecho, somos tan parecidas que me asusta. Hasta pa-
rece que pensamos lo mismo.
Me separo de ella y la miro confundida.
—¿Qué significa eso?
Chloe suspira.
—Es difícil de explicar, o lo era. La verdad es que por eso nunca te
conté nada, creí que me lo reprocharías, pero creo que ahora me entenderás a
la perfección. Porque bueno, yo… también estoy saliendo con un hombre ca-
sado
Mi boca cae abierta.
—¿Tu…? —no, esto no puede ser.
¿Chloe? ¿Ella también?
—¿Cómo es eso posible? —ella hace una mueca.
—Creo que es bastante obvio, ya que, estas en la misma situación. Una
relación a larga distancia se resquebraja con tanta tentación alrededor, y llega
un momento en que ya no te puedes resistir
Parpadeo mientras digiero sus palabras. Tiene razón en todo, pero sigo
sorprendida de que ella esté describiendo a la perfección lo sucedido con Neal.
Hasta parece una broma de mal gusto, cosa que no es. Lo sé por la forma en
que me mira, es exactamente igual a la mirada que yo tenía hace unos minutos.
—¿Quién es él? —consigo preguntar finalmente.
—Su nombre es George, mejor conocido como Sr. Osment
Jadeo sorprendida.
—¿Te estás acostando con nuestro profesor de aritmética?
Ella no solo sale con un hombre casado, también con un profesor.
—Nunca dije que me acostara con él —enarco una ceja.
—Por favor —ella ríe.
—De acuerdo, lo hago y estoy satisfecha con ello —blanqueo los ojos.
—Esto no puede ser —susurro—. ¿Por qué con él?
—Admítelo, es sexy
Si, un poco. Tiene los ojos y el cabello oscuros, su espalda es ancha y
se pueden notar bajo las camisas que lleva que se ejercita. También tiene una
barba que lo hace lucir mucho mayor.
—Apenas tiene veintinueve. No es tan mayor —vuelve a decir ella—,
pero su barba lo hace lucir así
—Sí, lo imaginé —me dejo caer sobre el sofá—. ¿Cómo es que termi-
naron juntos?

191
—Pues, es gracioso en realidad —sonríe ella sentándose a mi lado—.
Sabes que tengo sobresalientes en esa clase, y que después de ello me estuve
quedando para dar tutorías ¿Verdad? Bueno, siempre me lo encontraba o en la
biblioteca o a la salida. Una que otra vez me invitó a tomar algo y aunque al
principio me resistí, luego terminé cediendo. Lastimosamente para mí bebí
más de la cuenta esa tarde y terminé contándole mis problemas con Arthur
Escucho atenta cada una de sus palabras sin interrumpir, a sabiendas de
que odia que lo hagan.
—Después de eso, comenzamos a hablar más seguido y una tarde ter-
minamos yendo a su departamento, y allí pues... sucedió todo
—Espera ¿Te llevó a su departamento? ¿Dónde estaba su esposa? —
ella encoge un hombro.
—Sinceramente, no lo sabía y no me importaba. Tenía otras cosas más
importantes que atender
—¿Así que fuiste, te acostaste con él y en ningún momento reparaste
en el hecho de que su esposa podría llegar en cualquier momento y encontra-
ros?
—Ahí es donde cae lo divertido. Él apenas tiene tres años de casado y
parece que ya no le entusiasma la idea, y su esposa trabaja en no sé qué a las
afueras de la ciudad, por lo que casi no se ven. ¡Es perfecto! No existe ese te-
mor persistente de ser descubiertos
—¿Pero cómo aceptas eso?
—No lo sé. ¿De la misma manera que tú lo haces? —sacudo la cabeza.
—Yo no estaba bien con lo que hacía Chloe, se sentía mal engañar a
Derek y a Lara de esta manera. Si bien ahora estoy enamorada, no siempre fue
así, sobre todo cuando Neal se comportaba como un gilipollas —suspiro al
recordar todo lo sucedido—. Yo luché en un principio por lo que sentía, cuan-
do tu pareces haberlo aceptado con mucha facilidad
—Sólo quería la atención que Arthur no podía darme y que George sí.
Aquí no interfieren sentimientos Natalie, y una vez me vaya a la universidad
todo acabará. Ambos sabemos eso y lo aceptamos, y es por eso que nunca le
pediré que deje a su esposa
Asiento lentamente.
—Chica lista —ella sonríe.
—Aprendí de la mejor. Lara estaría llorando del orgullo justo ahora —
me tenso al escuchar su nombre.
—Yo creo que no
Chloe borra su sonrisa y se apresura a tomar mi mano.
—Lo siento. Yo no quise…
192
—No pasa nada —la interrumpo—. Gracias por contarme tu secreto
—Que no le llega a los talones al tuyo. Se parecen pero Natalie, Neal y
tú estáis completamente enamorados y eso complica muchísimo más las cosas
—¿Crees que no lo sé? Me pasé semanas pidiendo esto, que sintiera
algo por mí y ahora que lo hace estoy muerta del pánico. Nadie aceptará lo
nuestro
Chloe aprieta mi mano.
—Aquí está la primera persona que si lo hace —dice con una sonrisa.
Asiento antes de abrazarla.
—Gracias por ser mi mejor amiga
—Siempre lo seré —asegura firmemente.

—Por fin —exhala Neal al otro lado de la línea—. Estaba a punto de


tomar mi auto e ir hasta allá solo para saber cómo estás.
Sonrío sin poder evitarlo.
—Aunque es algo muy tierno, no debes hacerlo
—¿Tu padre está en casa?
—Llegó hace una hora —respondo—, junto a Delanie
Le oigo suspirar.
—¿Qué sucedió con Chloe?
—No dirá nada
—Oh, Dios. Es agradable saber eso ¿Cómo la convenciste?
—No hizo falta, me entiende más de lo que habríamos imaginado
—¿Ah, sí?
—Si —susurro—. Luego te contaré la historia con detalles
—De acuerdo —cede—, hablemos de nuestro otro problema
Mi ceño se frunce.
—¿Qué otro problema? —entonces el pánico se filtra en mi interior.
¿Alguien lo vio salir de aquí? ¿Camila descubrió que yo soy su aman-
te?
—¿Hasta cuando están en cero las posibilidades de volver a pasar la
noche contigo? —pregunta él, haciendo que el pánico desaparezca.
Muerdo mi labio al recordar nuestra noche anterior.
—No lo sé —admito—. No tengo claros los días que papá tiene que
trabajar la noche
—Sin posibilidades hasta nuevo aviso —afirma—. No es suficiente
para mí pequeña
—Ni para mí —concuerdo.

193
—Podría llevarte a un hotel pero eso no es suficiente para ti. No cuan-
do ya no eres solo mi amante —mi corazón de ensancha ante sus palabras.
—No tengo problema con eso Neal. Solo me importa que signifique
algo para ti
—Lo significas todo para mí. Te amo —dice en voz muy suave.
—Yo también te amo
—¿Podrías pasar mañana la noche conmigo? —gimo de frustración.
—Impedimento numero dos: papá no me dejará pasar la noche fuera en
noche de escuela. Solo fines de semana —lo oigo gruñir.
—¿Me estás diciendo que no podré verte hasta el viernes?
—Te estoy diciendo que no podré pasar una noche entera contigo hasta
el viernes, no que no podré verte —aclaro.
—Bien, puedo trabajar con ello. Mañana, después de la escuela, te
quiero frente al café de la esquina, esperándome
—Neal, alguien puede vernos
—No lo harán, confía en mí
Pienso en ello y termino cediendo. De nuevo las ganas de estar con él
son mayores al temor de ser descubiertos.
—Será rápido, solo para poder tenerte unos minutos
—Desearía más que unos minutos
La línea se queda en silencio por unos segundos.
—Serán minutos hasta el viernes pequeña —afirma—. Esa noche, de-
searás unos minutos lejos de mí
Sus palabras hacen efecto en mí de inmediato al escuchar su sexy pro-
mesa. Tanto que no puedo evitar pasar el seguro de la puerta y deshacerme de
mi pantalón de pijama antes de caer sobre mi espalda en mi cama.
—¿Estas de humor para una charla caliente? —su risa ronca hace a mi
cuerpo vibrar.
—Siempre estoy de humor para ti pequeña, ahora dime ¿Qué tan exci-
tada estás?

194
Capitulo 36.
—¿Podrías cubrirme mañana en la noche? —le pregunto a Chloe.
Ella despega su vista de la calle unos segundos para verme y luego
vuelve su vista al frente.
—¿Estarás con Neal? —pregunta de manera burlona.
—¿Tu qué crees?
Suelta una carcajada haciéndome reír también.
—De acuerdo, si, lo haré. George estará con su esposa esa noche, apa-
rentemente ella quiere volver a avivar el fuego de la pasión entre ambos
—¿No te molesta saber eso? —ella sacude la cabeza.
—Te dije que lo nuestro no es una relación como tal y que todo aca-
bará cuando me vaya. En parte me alegra que su esposa lo intente, así él tendrá
con quien entretenerse
No digo más nada porque no sé qué decir. Sinceramente, si Camila
intentase avivar el fuego de la pasión con Neal, estaría preocupada. La rubia
mujer es bastante sexy, cualquiera caería a sus pies.
—¿No ves a Neal desde que os encontré en tu casa? —pregunta Chloe
atrayendo mi atención.
—Nos vimos ayer, pero solo unos minutos en su auto. Delanie pasará
todo la semana en casa así que no podemos vernos aquí
—¿Donde se verán mañana entonces?
—Un hotel —respondo—. Él no lo quería, pero es el único lugar donde
nos podemos ver más de unos simples minutos
—El polvo rápido en un auto nunca es suficiente —bromea ella con un
suspiro.
—No, no lo es —concuerdo.
—Siempre podéis hacerlo en la cama que comparte con su esposa. Eso
es realmente excitante —río.
—No cuando la esposa podría llegar en cualquier momento —muerdo
mi labio—. Aunque ahí fue donde lo hicimos por primera vez
—Neal no tiene escrúpulos ¿No?
—No —sonrío—, pero es parte de su atractivo
—Todo en él es atractivo —dice Chloe deteniendo el auto frente la
escuela.
Ambas bajamos de él y caminamos juntas hasta el interior de esta
misma.

195
—¿Alguna vez creíste que tu y yo mantendríamos esta conversación?
—pregunto—, ¿Nos imaginaste siquiera con dos hombres mayores y casados?
—No —responde—. Pero me alegra no ser la única que disfruta de esa
clase de diversión
—¿Qué clase de diversión? —pregunta Lara apareciendo de repente.
—La de cantar canciones en la radio de camino a la escuela —
responde Chloe abriendo su casillero.
Me sorprende la facilidad con la que responde. Tantos años conocién-
dola y no tenía idea de que podía hacerlo.
—¿Qué tiene eso de divertido? —vuelve a preguntar Lara.
—Mucho —digo sonriendo.
Chloe y yo reímos haciendo que Lara blanquee los ojos.
—A veces no las entiendo —musita—. Como sea, Natalie, tú y yo te-
nemos que hablar
—¿Ah, sí? ¿Sobre qué? —pregunto con curiosidad.
—Mañana después de tu clase de ballet, quiero que salgas con Seth y
conmigo
Mis cejas se alzan.
—¿Estas de broma? No voy a salir con ustedes —Lara se cruza de bra-
zos.
—¿Por qué no?
—Porque desde que comenzaste a tener sexo con él pareces no tener
control sobre ti misma —señalo haciendo que Chloe ría.
—Natalie tiene razón
Lara resopla.
—No puedes culparme porque el hombre sea un Dios en la cama. Me
mantuvo en abstinencia varias semanas, debe compensármelo
—Pero no en público Lara, es un delito
—Sin contar lo incómodo que debe ser salir con ustedes —comenta
Chloe—. El tercero en discordia más incomodo del universo
—Natalie no estaría sola. Le conseguí una cita —exclama Lara.
Chloe y yo dejamos de reír.
—¿Una cita? —Lara asiente.
—Es amigo de Seth, y es muy apuesto. Te gustará —comenta entu-
siasmada.
Miro a Chloe con preocupación y luego de nuevo a Lara.
—Lara, es muy lindo de tu parte pero no estoy interesada en salir con
nadie ahora

196
—Vamos Natalie, es solo una salida y en grupo. Todo súper inocente
—promete ella—. Solo quiero que te diviertas
—No creo que sea buena idea —intercede Chloe—. Natalie acaba de
terminar con Derek, necesita un tiempo para estar soltera
Le sonrío agradecida. Está mintiendo para que yo me pueda ver con
Neal.
—Nadie dijo que estaría en una relación nuevamente Chloe —sisea
Lara—. Iremos a cenar y nada más
La campana que anuncia el inicio de clases suena asustándonos a las
tres.
—Hora de irse —Lara me abraza—. Estaré esperando fuera de tu clase
de ballet mañana, usa algo lindo —nos saluda con la mano y sale corriendo.
—¿Cómo se supone que voy a escaparme de esto? —Chloe hace una
mueca.
—No lo sé, pero envidio su capacidad de no recibir un no por respuesta
—No es capacidad, es una costumbre de niña mimada
—Lo que sea, lo envidio
Chloe tira de mi brazo hacia clases.
—Chloe, necesito salir de esto —musito preocupada.
—Tranquila, encontraremos la forma de hacerlo —asegura ella.

—Seth —el chico fija su vista en mí por la mención de su nombre—,


tenemos que hablar
—¿Sobre tu cita de esta tarde a la que no quieres ir? —enarco ambas
cejas—. Lara dijo que intentarías convencerme para no hacerlo
Gruño fuertemente haciéndolo reír.
—No te molestes con ella, hace lo que hace porque le importas
—¿Y eso incluye hacer cosas en contra de mi voluntad? —él hace una
mueca.
—Creo que estas exagerando un poco las cosas —asegura él comen-
zando a caminar hacia la salida del edificio.
—No exagero las coas, las veo por lo que son. Ella no puede disponer
de mi tiempo sin preguntarme primero. ¿Qué pasa si ya tenía planes?
Una ceja oscura de Seth se enarca.
—¿Tienes planes?
—Sí, con mi padre —miento.
Había hablado con Neal temprano. Ambos sabemos lo difícil que es
llevarle la contraria a Lara, por lo que acordamos decir que yo debía cenar con
papá para zafarme de "mi cita". Neal estaría esperándome frente a la biblioteca
197
cercana a mi clase y luego yo podría pasar el resto de la noche con él mientras
papá cree que estoy con Chloe.
Un plan perfecto.
—No puedes hablar en serio —exclama Seth mientras se detiene en la
acera.
—Lo hago. Cenamos mucho más seguido desde que Delanie llegó a la
familia
—Es muy temprano para la cena —sentencia él—. Puedes pasar un
rato con nosotros hasta ese momento
—¿Por qué haces esto? —pregunto cansada—. ¿No sería mejor para ti
marcharte a tu casa con Lara solamente?
Seth ríe.
—Oh, sí, lo sería. Pero no estando cabreada
Blanqueo los ojos cruzándome de brazos.
—No puedo creer que me hagas esto
—¿Hacerte qué? —pregunta Lara apareciendo junto a nosotros.
Ella se acerca a Seth y lo besa de una forma que me hace mirar a otro
lado.
—Natalie se queja porque la estas obligando a desistir de una cena con
su padre por salir con nosotros —escucho que le explica Seth.
—Oh, por Dios Natalie. No puedes hablar en serio —exclama Lara.
—¿Y qué más da si sí lo hago? Obviamente no me escucharas y hare-
mos lo que se te antoje
—Si realmente tienes un compromiso con tu padre podemos cambiar
esta cita —musita una voz a mi espalda.
Me giro y quedo frente a un alto y musculoso rubio. Sus ojos marrones
me estudian de pies a cabeza y una sonrisa torcida aparece en su rostro cuando
termina.
—Sería una lástima no conocerte esta noche, pero no quiero empezar
con el pie izquierdo con tu padre —enarco una ceja.
—¿Ah, sí? —él asiente—. ¿Quién es él? —pregunto mirando a Lara.
—Me llamo Daniel —habla el rubio—. Se supone que sería tu cita de
esta tarde
—No hables en tiempo pasado Daniel —dice Lara—. Dame unos mi-
nutos y convenceré a Natalie para que le cancele a su padre
Le dirijo una mirada de muerte a Lara antes de volver a mirar a Daniel.
—Lo siento, pero ella no me va a convencer de nada —aclaro.
Lara chilla en contra pero se calla cuando Daniel se acerca más a mí y
rodea mi cintura con uno de sus brazos.
198
—Está bien Lara, la llevaré a su casa —dice con voz autoritaria.
Intento fallidamente deshacerme de su agarre mientras Lara aplaude la
brillante idea y de repente estoy sola junto a él.
—Mi padre es policía y me enseñó defensa personal. Si no me sueltas
ya, no respondo de mis actos
Él suelta una carcajada y me deja ir.
—Eres exactamente como Lara te describió y eso me agrada —me gui-
ña un ojo—. ¿Nos vamos?
—Sin ánimos de ofender pero… eres un completo extraño que acaba
de invadir mi espacio personal luego de cinco segundos de conocerme en un
lugar público. No quiero imaginar que harás estando en un auto
—Pensé que sabias defensa personal —ironiza.
—¿Quieres que te haga una demostración?
—Vale la pena si así me tocas
Da un paso adelante y yo retrocedo dos más.
—No tengas miedo Natalie —dice de manera burlona—. No voy a
morderte a menos que lo pidas
—Ni en tus mejores sueños amigo
¿Con quién demonios quería emparejarme Lara? Parecía un adolescen-
te con las hormonas a flor de piel. Solo faltaba que tuviera una erección justo
ahora.
—De acuerdo, lo siento —musita alejándose—. Me estoy comportando
como un idiota pero solo quería comprobar algo
—¿Comprobar qué? ¿Cuán idiota puedes ser?
—Y con sentido del humor, me gusta —dice sonriendo—. Pero no, no
es eso. Estoy en mi primer año de psicología y quería saber cómo te compor-
tarías si yo actuaba de la manera en que lo hice tanto con Lara y Seth acá co-
mo sin ellos —jadeo sorprendida.
—¿Qué obtenías con eso?
—Saber más sobre ti
Rasco mi frente y miro mi reloj.
—Escucha, me encantaría saber qué es lo que sabes de mí exactamente
pero tengo que irme ya
—Lo sé, cena familiar —asiento—. ¿Necesitas que te lleve? —sacudo
la cabeza.
—Papá me espera en la biblioteca de aquí cerca —digo alejándome un
poco—, pero gracias, tanto por el ofrecimiento como por la explicación de que
no eres un idiota

199
—¿Es válida la explicación para que me aceptes un café en otra oca-
sión?
—Bueno, yo…
Estoy saliendo con alguien más, pero nadie puede saberlo.
—Te lo haré saber con Lara —exclamo antes de salir corriendo.
Neal debe estar enfadado, o preocupado. Convencer a Lara de no ir con
ella tomó más tiempo de no que habría querido y para colmo Daniel no me la
puesto fácil tampoco. Quizás debería llamarlo, saber si aun está…
Me detengo de golpe cuando el auto de Neal se estaciona junto a mí.
¿Venia siguiéndome?
—Sube —ordena cuando ha bajado el vidrio de la ventana del copilo-
to—, ahora
Entro en el auto y él lo pone en marcha al instante. No dice nada mien-
tras conduce y la rigidez de su mandíbula me da a entender que está enfadado.
—Lamento hacerte esperar cariño. Me tomó más tiempo del que cal-
culé convencer a Lara para no ir con ella —susurro con una sonrisa.
—¿Es por eso que debiste abrazar a ese chico, Natalie? ¿Para poder
convencerla? —sisea Neal—. ¿Estabas realmente convenciéndola de no ir o
convenciéndote a ti misma para quedarte? Porque no recuerdo que coquetear
con un desconocido hubiese sido parte de nuestro plan para poder vernos
Mi mandíbula cae abierta.
Él no puede creer en realidad que yo estuviese haciendo eso, y si lo
hizo es porque no confía en mí. Lo que es mucho peor que cualquier otra cosa.

200
Capitulo 37.
Esto es increíble, y no en el buen sentido.
Hace casi una hora que Neal y yo llegamos al hotel y ninguno ha dicho
una palabra. Ambos estamos enojados pero por razones muy distintas. ¿Cómo
se atreve a desconfiar de mí? Está comportándose de una manera tan inmadura
¡Y tiene treinta y siete años!
—¿Vas a pasar el resto de la noche sin decir nada? —pregunta Neal
rompiendo el silencio.
—¿Vas tu a comportarte como un adolescente el resto de la noche?
Le doy un vistazo arrepintiéndome de hacerlo al instante. Se ve tan
ardiente con los primeros tres botones de la camisa abiertos, dándome una
perfecta vista de su pecho.
—¿Yo me estoy comportando como un adolescente? Por lo menos no
estoy abrazando felizmente a extraños por ahí
—¡Deja de decir eso! —grito sobresaltándonos a ambos—. No estaba
feliz en la situación en la que tu hija me puso. Discúlpame por no gritarle en el
rostro que te amo, pero adivina que ¡Eso nos habría metido en un lío!
Su mandíbula se suaviza ante la mención del te “amo” pero sigue ale-
jado de mí.
—¿Y por eso debías dejar que te abrazara?
—Si te tomaste la molestia de espiarme ¿Por qué no te diste cuenta que
todo el tiempo que Daniel me tuvo abrazada estuve forcejeando para que me
soltara?
—¿Así que se llama Daniel? Qué bonito nombre —sisea sarcástica-
mente.
Gruño molesta y le lanzo el almohadón más cercano a mí.
—Eres tan exasperante
—¿Así que ahora tu estas molesta? —pregunta confundido.
Suspiro cerrando mis ojos. No puede ser que crea que solo él tiene ra-
zones de estar molesto.
—Por supuesto que estoy molesta Neal —digo lentamente.
Sus cejas se alzan por la sorpresa.
—¿Y por qué razón estas molesta, Natalie? Porque si no me equivoco,
no me has visto abrazando a ninguna otra mujer
—¡No estoy celosa idiota, estoy furiosa porque me estás dando a en-
tender que no confías en mi!

201
Su boca se abre y se cierra rápidamente. Él despeina su cabello con
ambas manos y luego frota su rostro sin decir nada. La espera solo me mata
por dentro, porque no ha dicho nada para desmentir lo que he dicho.
De pronto siento náuseas.
—Si vamos a pasar el resto de la noche de esta forma, será mejor que
me vaya. No quiero seguir discutiendo y menos en este estado
—¿Cómo te sentirías si estuvieses esperando toda la semana por estar
con la persona que amas y de repente la vez junto a otro? —susurra él—. No
es sólo con otro, es el hecho de saber que ese otro puede brindarle una relación
menos complicada de la que yo le brindo —Neal suspira pesadamente—, y
que incluso está de acuerdo a su edad
—Neal —susurro.
Doy unos cuantos pasos hacia él deteniéndome a una distancia pruden-
te. Quisiera abrazarlo, hacerle sentir que no tiene de que preocuparse. Que lo
amo no importa cuán complicado pueda ser, que no me importa la diferencia
de edades. Pero su semblante no me da a entender si está dispuesto a recibir mi
contacto.
—Creo que nunca en mi vida me había sentido tan inseguro Natalie.
Pensar en la posibilidad de perderte me congela, no me deja pensar con clari-
dad y los malditos celos —gruñe—, odio estos malditos celos
—No por ello debes desconfiar —musito.
—No desconfío pequeña, pero si me muero de celos y de miedo —
frunzo el ceño.
—¿Miedo a qué?
—A que te des cuenta que no quieres cargar con una relación tan com-
plicada y me dejes… de nuevo. Pero esta vez definitivamente
—No te voy a dejar Neal. Estoy perdidamente enamorada de ti y no
abandonas a quien amas
Neal acorta la distancia entre ambos y se posiciona frente a mí.
—¿Aun quieres irte? —pregunta débilmente.
—¿Aun crees que te dejaré? —una esquina de su boca se eleva.
—Deja de responder mis preguntas con otras preguntas
—Y tu deja de ser un idiota inseguro que piensa que lo voy a dejar por
algo más fácil —golpeo suavemente su pecho dejando mi mano sobre este—.
No me voy a ninguna parte, a menos que así tú lo quieras
Él tira de mi cuerpo contra el suyo.
—Solo quiero que seas mía. Completamente mía
—Soy completamente tuya —aseguro antes de besarlo.
Y así mi cuerpo está completamente a su disposición.
202
Neal y yo nos movemos sin dejar de besarnos hasta caer sobre la cama.
Poco a poco comenzamos a despojarnos de la ropa que nos impide ser uno
sólo. Mi cuerpo pide a gritos por el suyo y con cada nuevo roce de sus dedos
en mi piel, tiemblo.
Recorro con mis dedos toda la longitud de su espalda sintiendo como
sus músculos se tensan ante esto, demostrando así que me necesita tanto como
yo a él. Justamente por eso no entiendo porque retrasa tanto lo inevitable.
—Te necesito dentro de mí ahora Neal —pido desesperadamente.
—Paciencia pequeña —musita besando mi cuello—. Disfrutemos de
esto como se debe
Ahora son sus labios los que sustituyen sus manos.
Mis gemidos resuenan por toda la habitación con cada beso, succión o
lametón que él le propicia a mi cuerpo.
—Ansiaba poder disfrutar de tu sabor —dice besando mi vientre.
Un grito entrecortado sale de mis labios cuando su lengua lame mi
clítoris. Mi cuerpo tiembla con cada nueva hazaña de su fantástica lengua en
mi vagina, y pronto me encuentro enredando su cabello en mis dedos y mo-
viendo mí cadera descaradamente contra su rostro, hasta que el orgasmo se
abre paso a través de mi como un huracán demoledor.
—Tan deliciosa como siempre pequeña —murmura él apreciativamen-
te mientras gatea para estar a mi altura de nuevo.
Aunque mi respiración es entrecortada me las arreglo para responder su
beso, jadeando contra ellos cuando me penetra con lentitud.
—Me pregunto si alguna vez dejaras de estar tan exquisitamente estre-
cha —gime él mientras empuja más su cadera contra la mía.
—Oh Dios —gimo—. Neal
No puedo correrme tan rápido, no tan pronto. Él necesita una liberación
también. No puedo dejarlo a medias.
—Sé que estas a punto de correrte pequeña
—No puedo hacerlo, no aún —entierro mis uñas en los hombros de
Neal por una nueva embestida suya—. No quiero correrme antes que tu
—Yo estoy a punto de hacerlo pequeña, solo déjate llevar
Neal toma mis manos y las entrelaza con las suyas por encima de mi
cabeza. Dejo caer esta hacia atrás, disfrutando por completo de las sensaciones
de estar junto él. Haciendo el amor. De tenerlo junto a mí, y dentro de mí.
—Neal…
—Es el momento —jadea.

203
Gimo y Neal gruñe con fuerza cuando el orgasmo nos alcanza a ambos.
El éxtasis es tan exquisito que quiero aferrarme a él el mayor tiempo posible y
él me da lo que anhelo, hasta que cae laxo sobre mí.
Cuando nuestras respiraciones han regresado a la normalidad, él besa
mi hombro y se separa lo suficiente para verme a los ojos.
—Olvidé por completo mi idea de cenar antes
Río momentáneamente antes de acariciar su mejilla.
—Creo que entiendo el porqué —levanto mi cabeza para besar sus la-
bios—, y estoy feliz con ello
Él suspira y se mueve hasta estar sobre su espalda, y me abraza deján-
dome sobre su pecho con mi cabeza reposando en el hueco de su hombro.
—Lamento haber actuado como lo hice pequeña —dice acariciando mi
espalda.
Busco su mirada y sonrío.
—Me gusta que seas celoso —admito—, pero nunca desconfíes de mis
sentimientos hacia ti
—De acuerdo —concuerda—, pero tú nunca permitas que ningún otro
vuelva a tocarte. Eres mía
—Pero no puedo decirlo y eso es un gran impedimento cariño. Conoz-
co a Lara, y hasta que no me vea emparejada con alguien no me dejará en paz
Ambos nos quedamos en silencio porque ninguno sabe cómo salir de la
situación en la que nos ha metido Lara Black.
—Tal vez puedas zafarte de él sin que Lara lo sepa —dice Neal de re-
pente.
—¿Cómo podría hacer eso?
—Hablando con Daniel directamente —dice con voz áspera.
—No sé si sea buena idea volver a verlo. Sé que no te agrada y no
quiero volver a pelear contigo por su culpa
Neal sonríe.
—Me alegra saber eso
Blanqueo los ojos pero termino sonriendo.
—A mi también
—Y volviendo a la conversación de que eres mía, necesitamos algo
que lo pruebe o que por lo menos yo sepa lo que significa
—¿De qué hablas?
Él sale de la cama y busca su pantalón. Continuo acostada viéndolo
rebuscar en sus bolsillos. Cuando regresa a la cama no evita mirar mi cuerpo
descaradamente.

204
—De nuevo quiero hacerte mía —dice simplemente—, pero antes —
abre la mano mostrándome lo que trae.
Es mi collar. El que me regaló el día de mi cumpleaños.
—No quiero que vuelvas a quitártelo nunca más ¿De acuerdo?
Asiento con una sonrisa.
Me doy vuelta, aun acostada y Neal se encarga de asegurar el collar en
mi cuello. Luego vuelve a acostarse junto a mí, presiona mi pecho contra la
cama y eleva mi trasero.
—¿Por qué no reiteramos el hecho de que eres mía? —pregunta des-
lizándose dentro mí—. Follarte me parece una buena manera de hacerlo
Aprieto las sabanas debajo de mi cuerpo y jadeo.
—Excelente manera de cortar un momento romántico —aseguro.
—Puedo ser tan romántico como lo desees en otro momento pequeña,
pero justo ahora no quiero ser romántico y tú tampoco quieres que lo sea —
asegura de manera arrogante.
Y está en todo lo correcto.

205
Capitulo 38.
Me despierto cuando la claridad en la habitación se hace demasiado
fuerte. Abro mis ojos con lentitud acostumbrándome a esta y mi rostro entero
se ilumina como navidad al ver el rostro de Neal cercano al mío.
Él esta acostado sobre su espalda, manteniéndome pegada a su costado,
al tener su brazo izquierdo rodeando mi cuerpo. Su otro brazo reposa sobre mi
pierna izquierda que se encuentra sobre su cadera, y su cabeza está ladeada
hacia la izquierda, a pocos centímetros de la mía que se encuentra en el hueco
de su hombro.
Estando tan cerca y con él tan tranquilo puedo analizar cada facción de
su rostro. La línea de su mandíbula y sus pronunciados pómulos. Su nariz per-
filada que está en perfecto equilibrio con el resto de su rostro, y sus labios en-
treabiertos, el inferior mas carnoso que el superior. También observo unos
pequeños lunares, cuatro con exactitud, a lo largo de su mandíbula que nunca
había notado antes, y su barba naciente que apenas y puede notarse. ¿Se afei-
tará cada mañana? Por preguntas como estas me doy cuenta lo poco que nos
conocemos.
Acaricio el contorno de su mandíbula con un dedo preguntándome si
algún día llegaremos a conocernos del todo, o si lo nuestro terminará en un
fracaso total. Pensar en ello me hace querer llorar muy fuerte, y tan sumida
estoy en mis pensamientos que no me doy cuenta que Neal ha tomado mi ma-
no con la suya.
—Lo siento cariño ¿Te desperté? —él sacude la cabeza y besa mis de-
dos uno por uno.
—Se suponía que sería yo quien te despertaría pequeña —dice en voz
baja—. Tengo muchas ganas de saber cómo amaneces hoy
Suspiro cerrando los ojos.
Mis músculos están entumecidos y rígidos, hay un dolor persistente
pero soportable entre mis piernas y un escozor en mi trasero gracias a Neal y
todo lo pervertido y juguetón que fue la noche anterior.
—Estoy bien —musito apenada.
No importa lo mucho que él esté familiarizado con mi cuerpo desnudo,
recordarlo follarme el trasero, ese lugar prohibido, es divinamente escalofrian-
te.
—No puedes sentirte avergonzada ahora pequeña, no cuando ya nos
conocemos tan íntimamente —abro mis ojos.
Sus ojos azules arden en deseo.

206
—Aun no puedo creer que me convencieras de hacer lo que hicimos
Su risa ronca hace vibrar su pecho y pronto está acariciando la pierna
que reposa sobre su cadera.
—Te dije que el sexo anal era una experiencia satisfactoria, y lo com-
probaste
—Si pero… —muerdo mi labio—, ese lugar…
—Es extremadamente estrecho —musita roncamente—, como tu vagi-
na —él cierra los ojos—. Necesito dejar de pensar en tus partes íntimas o ter-
minaré follándote y no quiero hacerlo. Necesitas descansar
Mis músculos estarán de acuerdo, pero el vórtice entre mis piernas no.
El solo hablar de esa manera sucia ya me ha hecho humedecerme entre las
piernas.
—Podrías hacerme tiernamente el amor —comento seductoramente.
Los ojos de Neal se abren y una sonrisa perezosa aparece en su rostro.
—¿No tienes algún tipo de molestia entre las piernas? —pregunta sin
dejar de sonreír.
—No perdí mi virginidad anoche Neal
Él vuelve a reír y gira sobre su costado hasta estar sobre mí. Se acomo-
da entre mis piernas, haciéndome jadear al presionar su miembro erecto contra
mi clítoris. Sus labios encuentran los míos y nos besamos hasta dejarme sin
aliento.
—No perdiste tu virginidad, no la normal, al menos, pero si tuvimos
mucho sexo anoche. Es obvio que puedes sentir por lo menos una leve moles-
tia —acaricia mi mejilla con suavidad—. Aparte, tienes una exquisita estre-
chez que aunque me encanta me hace pensar, y espero estar en lo cierto, que
no has estado con muchos hombres en tu vida, y eso me agrada aun más
Mis cejas se alzan.
—Pareces saber mucho del tema
—Tengo experiencia en el tema pequeña —suspiro.
—Lo sé —miro a otro lado pensando en las muchas amantes que le
brindaron esa experiencia.
Neal comienza a besar mi cuello.
—Experiencia que ahora sólo quiero compartir contigo pequeña —tira
del lóbulo de mi oreja con sus dientes—, con nadie más
Sujeto su rostro entre mis manos y acerco mis labios a los suyos para
besarlo.
—Esa me parece una excelente idea cariño ¿Te parece si la implemen-
tamos ahora? —muevo mi cadera en una silenciosa invitación haciéndolo reír.
—Cada vez haces más pequeña mi fuerza de voluntad
207
—¿Quién necesita la fuerza de voluntad?
—Yo pequeña. Estas adolorida, no has desayunado, y no cenaste la
noche pasada. No quiero que termines deshecha entre mis brazos
Sonrío enternecida ante su preocupación.
—De acuerdo, tú ganas. Desayuno antes de sexo caliente
Neal se carcajea antes de besarme.
—Todo el sexo caliente que desees pequeña —promete separándose de
mí para llamar al servicio de habitación—. ¿A qué hora debo llevarte con
Chloe? —pregunta con el auricular en el oído.
—A eso de las diez —respondo cuando ha terminado de pedir el des-
ayuno—, aunque no tengo idea de qué hora es
Él toma su celular de la mesa.
—Son casi las ocho. Tenemos tiempo —sentencia acercándose a la
cama de nuevo.
Gateo sobre esta sin importar la protesta de cada uno de mis músculos
y me arrodillo en la orilla donde Neal está aún de pie. Rodeo su cuello con mis
brazos y beso castamente sus labios.
—¿Donde cree Camila que pasaste la noche? —pregunto haciendo que
su sonrisa se borre.
—¿Por qué preguntas eso ahora? La dejaré pequeña, ya no le debo ex-
plicaciones
—Pero quizás pudo seguirte hasta aquí —él ríe sujetando mi cadera.
—Te aseguro que no lo hizo. Ahora, vuelve a recostarte en la cama
mientras llega la comida
—Cero que yo tengo una idea un poco más satisfactoria —digo con
voz ronca.
—Pequeña…
—Mi boca no está nada adolorida Neal, y tú pareces estar duro como
una roca —envuelvo su pene con mi mano—. Me corrijo, estas duro como una
roca
—Un baño frío puede solucionar eso —dice él entre dientes ya que he
comenzado a mover mi mano por su longitud.
—Pero yo no te dejaré hacer eso
Antes de que vuelva a protestar, me dejo caer sobre mis codos y lo lle-
vo a mi boca. Neal jadea y enreda los dedos en mi cabello, sostiene mi cabeza
y comienza a moverse. Dejo que me folle la boca a su gusto dispuesta a darle
todo el placer que pueda, succionando y moviendo mi lengua a su alrededor
ganándome gemidos de su parte.
Un golpe en la puerta me sobresalta, pero Neal continúa moviéndose.
208
—Un momento —exclama entre dientes.
Debe estar a punto de correrse. Aprovecho esto para propinarle una
leve mordida, lo que ocasiona que termine corriéndose en mi boca. Tiembla
levemente y rechina sus dientes sin despegar su mirada de la mía, y poco a
poco se retira y besa mi frente.
—Hora de que comas un poco. Pero cúbrete con algo, no quiero que te
vean desnuda
Envuelvo mi cuerpo con sabanas y veo a Neal ponerse los pantalones y
abrir la puerta solo lo suficiente. Habla algo con alguien al otro lado de la
puerta y luego la cierra tras introducir en la habitación el carrito con el des-
ayuno.
—¿Fruta? —pregunta tomando un tazón con la mano.
Asiento mientras él se acerca a la cama y se sienta frente a mí. Toma
un trozo de fresa y yo lo recibo gustosa cuando me lo ofrece.
—Hay algo que quiero saber —dice de repente.
—¿Qué será? —él sonríe y mastica un trozo de melón.
—¿Prometes no querer saber lo mismo luego? —enarco una ceja.
—Ahora que avivaste la curiosidad, no puedo prometer eso
Riendo, me ofrece otro trozo de fresa.
—De acuerdo, es un buen punto. En ese caso creo que deberías prome-
ter no enfadarte al saber la respuesta
—Ahora me estás preocupando
—Solo quiero saber con cuantos chicos has estado —dice antes de to-
mar otro trozo de fruta—. No pueden ser muchos a tu corta edad
—Cinco —susurro—. Solo cinco, contándote a ti
Sus cejas se alzan.
—Son más de los que esperaba —sonrío pícaramente.
—¿Esperabas que Derek hubiese sido el primero?
—Sinceramente… si
Río unos instantes mientras me acomodo a horcadas sobre él.
—Nunca he sido una santa Neal.
Comparada con Lara, mis cinco experiencias sexuales en los últimos
tres años se reducían a nada. Comenzó a los quince años cuando decidí que mi
virginidad ya no me agradaba, Scott Silverman, un alumno de último año lle-
vaba varias semanas saliendo conmigo así que decidí que sería el indicado.
Fue una lástima que su miembro no estuviera en proporción con el resto de su
cuerpo.
A él se le sumó seis meses después, Gary Shield. Era de Londres, tenía
veinte años y venía a pasar el verano con su familia, el cual lo pasó casi todo
209
junto a mí luego de conocernos en una cafetería a la que solía ir con regulari-
dad en aquel entonces. Mi regalo de despedida fue acostarme con él un par de
veces al final del verano, unas dos semanas antes de que se marchara. Debo
decir que fue una de las mejores decisiones de mi vida. Gran parte de mis
habilidades sexuales las aprendí junto a él.
Un año después, en el baile de bienvenida a la escuela Lara decidió que
debía ser el momento para que bebiera hasta perder el conocimiento por pri-
mera vez, cosa que Carlos Ashe agradeció con creces. Amanecí a la mañana
siguiente en su cama sin recordar nada de lo que había sucedido, y los días que
le presidieron fueron un infierno ya que en medio de nuestra oleada de pasión,
unida al alto contenido de alcohol en nuestra sangre, ninguno de los dos re-
cordó utilizar un condón.
Él único que supo lo ocurrido fue Derek, me daba vergüenza contarle a
las chicas lo sucedido y él fue a quien recurrí en todo momento. Nunca me
reprendió, solo me dio el apoyo que necesité. Cuando mi periodo estuvo de
vuelta y reí hasta más no poder de la alegría por no estar embarazada, él fue
quien estuvo para reír conmigo. Días después me invitó a salir y ahí surgió
nuestro romance. Irónico ¿No?
—Yo lo sé pequeña, es lo que me gusta de ti —comenta Neal trayén-
dome a la realidad nuevamente.
—¿Ah, sí? —pregunto con verdadera curiosidad.
—Recuerdo que una vez te dije que me encantaba una mujer que no
temiera mostrar su cuerpo, y tú lo eres. También recuerdo que no eres nada
desinhibida
—¿Es lo que más te gusta de mí?
—Es lo que me atrajo principalmente de ti —dice acariciando mis
piernas—. Muchas veces te pillé escabulléndote a la habitación de Derek
cuando te quedabas en casa. Os escuchaba follando
Mi boca se abre.
—¿Nos espiabas? —Neal sacude la cabeza.
—En aquel entonces sufría de insomnio, y solía deambular por la casa
mientras el sueño regresaba. En uno de esos recorridos, te pille por primera
vez y solo ibas usando un sujetador y un tanga bastante sexy —sonríe descara-
damente —. Podrías tener diecisiete, pero tu cuerpo era irresistible. Además,
tenías el descaro de follar con tu novio con personas en las habitaciones conti-
nuas, eso es ardiente. Pasaba días enteros recordando tus gemidos, imaginán-
dote desnuda y a mi merced, siendo yo el causante de tu placer
Rodeo su cuello con mis brazos y pego mi torso al suyo. Aun con la
tela de la sábana en la que sigo envuelta puedo sentir el calor de su piel.
210
—¿Se podría decir entonces que a partir de ahí comenzó tu atracción
por mí? —él vuelve a negar.
—Mi atracción por ti comenzó la primera vez que llevé a Lara y a De-
rek a su primer día de escuela tras mudarnos aquí, y te vi llegando con Chloe
—él suspira—. Cualquiera me habría catalogado como un pedófilo pequeña,
aunque lo supe tiempo después, solo tenias quince años. Aun así… —su mano
sube a mi cuello y sostiene mi cabeza enredando sus dedos en mí cabello—,
Lara seguía quejándose de estar nerviosa, y yo estaba tan embobado con tu
cuerpo que le sugerí hablarte
—Oh Dios mío. Neal… —susurro con incredulidad.
Esta confesión… va más allá de lo que habría imaginado.
—Y resulto mejor de lo que habría imaginado… o algo así —Neal
hace una mueca—. Derek no entraba en ese plan. Tú no debías liarte con él
Sonrío antes de besarlo castamente en los labios.
—Si no podía tener al padre, debía ser suficiente con el hijo
—¿Qué? —jadea él.
—Siempre me pareciste demasiado sexy —confieso—. Aunque no
podía decirlo en voz alta. Eras el padre de mi mejor amiga y de mi nuevo no-
vio. Debía pensar en ti como una extraña y retorcida ilusión inalcanzable
—Termino bien para ambos ¿No crees? —pregunta él sonriendo.
—Termino mejor de lo que habríamos imaginado —aseguro antes de
besarlo.
Me deshago de la sábana que impide nuestro contacto piel contra piel y
le permito tocarme como siempre lo hace. Nuestras manos exploran el cuerpo
del otro, y al sentir el bulto que genera su miembro erecto debajo de mí, me
dispongo a bajar la cremallera de su pantalón, pero él me detiene.
—Aun no me has preguntado con cuantas mujeres he estado
Niego con la cabeza y sonrío.
—Forman parte de tu pasado Neal, y no me importa eso. Me importa
saber que yo soy tu presente, y que me asegures que seré la última mujer con
la que estarás
Neal asiente apretando su cuerpo contra el mío.
—Te lo aseguro pequeña, no quiero estar con ninguna otra —él toma
mi rostro entre sus manos—, y no solo eres mi presente, también eres mi futu-
ro

211
Capitulo 39.
—Despierta pequeña —musita Neal en mi oído.
Me remuevo inquieta y separo mi cabeza de su hombro. Me siento er-
guida sobre las piernas de Neal y estiro mis brazos teniendo cuidado de no
golpearlos con el techo del auto. Cuando lo miro, él me está sonriendo de ma-
nera tierna mientras quita cabellos de mi rostro y luego sostiene este entre sus
manos.
—Eres adorable cuando acabas de despertar —musita tiernamente.
Sonrío reprimiendo un bostezo.
—¿Ya llegó Chloe? —él sacude la cabeza.
—Te desperté para que la llames, ya casi son las once. A mí no me
molesta que te duermas sobre mi cuerpo pequeña, pero sé que tu padre te quie-
re en casa para el almuerzo y tú no quieres que te lleve
No, eso sería un riesgo para ambos. Es por eso que quedé con Chloe
para vernos unas cuantas manzanas lejos de casa y que ella me llevara. Pero
sería a las diez, y aun no ha llegado.
—Le enviaré un texto —digo tomando de mi bolso mi celular y escri-
biendo rápidamente—. Lamento haberme dormido —susurro apenada.
—No importa, creo que yo también dormí un poco
Sonrío alegremente.
—Fue una noche realmente fantástica, gracias
Me inclino un poco y lo beso en los labios.
—La disfruté tanto o más que tu —señala Neal sonriendo.
En mi mano mi teléfono vibra.
—Es Chloe. Dice que llegará en un par de minutos
—Un par de minutos extras para disfrutar de ti —exclama Neal ale-
gremente.
Dejo caer mi teléfono en el asiento del copiloto y pego mi torso al suyo
tras rodear su cuello con mis brazos.
—Es la mayor cantidad de tiempo que hemos estado juntos ¿No? —él
asiente.
—Y no será la última —asegura antes de besarme.
Enredo mis dedos en su cabello y lo beso con pudor. Él me abraza fuer-
temente, aferrándose a mí de una manera casi obsesiva, y me agrada. Me agra-
da saber que él me necesita tanto como yo a él, que quiera tenerme siempre a
su lado como yo quiero tenerlo junto al mío.
—Te amo —susurra en mi oído antes de comenzar a besar mi cuello.

212
Tiemblo en sus brazos cuando lame mi cuello y sus manos comienzan
a acariciar mi espalda por debajo de la camisa. Leves gemidos de mi parte es
lo único que puedo oír mientras Neal sigue besándome.
—¿Por qué no llevas sujetador pequeña? —pregunta mordisqueando el
lóbulo de mi oreja.
—No quería usarlo —respondo—. Cuando estoy junto a ti, tiende a
estorbar
—No quiero follarte en el auto, pequeña. Eso ya lo haré mañana —
asegura sonriendo—, pero…
Neal comienza a desabrochar con lentitud cada uno de los botones de
mi blusa, hasta que acaba y abre esta dejando mis pechos al descubierto.
—Si tengo muchas ganas de jugar con esto —dice tomando uno en
cada mano.
Gimo fuertemente cuando aprieta mis pezones con sus dedos, dejo caer
la cabeza hacia atrás y arqueo mi espalda en una silenciosa invitación que él
entiende a la perfección. Sus labios se ciernen sobre mi pezón izquierdo y suc-
ciona este con fuerza, haciéndome jadear.
—Neal… Oh… no puedo… necesito… —sigo balbuceando estupide-
ces mientras Neal atiende mis pechos.
Uno con su boca, otro con sus dedos. Invirtiendo la operación cada
cierto tiempo. Con cada nueva succión hace palpitar mi sexo.
—Tócate —me exige con rudeza—. Si tanto ansias la liberación,
consíguela por ti misma
Gimo y hago lo que me pide. Recordando como la noche anterior me
hizo masturbarme mientras él me miraba, desabrocho mi pantalón e introduzco
mi mano por debajo de mis bragas. A la primera presión de mis dedos sobre
mi clítoris, jadeo.
—Vamos pequeña, córrete —me apremia Neal y succiona con fuerza
mi pezón derecho.
Presiono con fuerza y rapidez mi clítoris, y me desborono en miles de
pedacitos sobre sus brazos cuando el orgasmo me alcanza.
—Eso estuvo fantástico pequeña —dice Neal dándome un último beso
entre los pechos.
Sonrío como estúpida presionando mi frente contra la suya.
—Creo que dormiré el resto de la tarde —admito cansada.
Neal ríe fuertemente y acaricia mi mejilla.
—Yo soy el viejo pequeña, mientras tu estas en la flor de la juventud.
Soy yo quien debería estar cansado

213
—Tienes la vitalidad de un adolescente, y no eres un viejo —aclaro—.
Eres el hombre a que amo
—Yo también te amo
—Pero vas a hacer que me deshaga —dramatizo—. Eres aun más exi-
gente que mi profesora de ballet
—Pero soy un profesor más divertido —alardea con un guiño.
Mi corazón se acelera tras este gesto y solo puedo sonreír.
—Pero estamos a la par —continua él—, y soy un suertudo hijo de
puta. Tu flexibilidad me encanta
Acaricio su mejilla con suavidad.
—¿Y tus padres? —pregunto con curiosidad.
Un cambio drástico de conversación, pero la mención de "hijo de puta"
me ha hecho recordar que hace tiempo quiero saber sobre ellos.
—Murieron cuando tenía quince años en un accidente ¿No te lo conta-
ron Derek o Lara alguna vez? —sacudo la cabeza.
—Si Lara me lo contó no lo recuerdo, y Derek… —mis mejillas se
enrojecen—, cuando estábamos juntos hacíamos de todo menos hablar
Noto su mandíbula tensarse pero no dice nada por unos instantes, segu-
ramente lo hice enfadar.
—Neal…
—¿De verdad lo quisiste? ¿A Derek? —pregunta en voz baja.
Muerdo mi labio y asiento con lentitud.
—Al principio lo hice, también cuando pude dejar de sentirme culpable
por pensar que su padre era sexy —suspiro—. Pero luego él se fue y todo co-
menzó a romperse. Pensé que podría sobrellevar la relación a larga distancia
hasta que yo saliera de secundaria pero no lo logré, y entonces apareciste tú y
me hiciste hacer un montón de cosas malas
La esquina de su boca se levanta y sé que no le incomoda el tema.
—Siempre he pensado que ya todo entre nosotros estaba arruinado para
entonces. De no ser así, nunca habría podido engañarlo contigo
—¿Sabes algo? Yo no tenía pensado tener ningún tipo de contacto
sexual contigo si no tenias dieciocho años cumplidos. Pero esa noche en el
invernadero, con ese pijama —Neal sonríe—. Podía ver estos bonitos pezones
rosa —dice tocándolos—, y no me pude resistir
Su mano sigue acariciando mi pezón haciendo que este se erice nue-
vamente. Por su mirada sé que su intención es llevárselo a la boca de nuevo y
yo no soy nadie para impedírselo. Pero alguien más si.

214
Un golpe en la ventana hace que Neal se detenga cuando está a punto
de capturar mi pezón entre sus labios. Ambos giramos la cabeza y vemos a
Chloe alejándose del auto.
—Es una suerte que tengas vidrios polarizados porque no me habría
gustado que Chloe viese mis pechos —musito acomodando mi blusa y sentán-
dome en el asiento del copiloto—. Me pregunto si llegó hace mucho tiempo
—No habría hecho ningún daño hacerla esperar como ella nos hizo
esperarla pequeña
—Si cuando son las once treinta. Papá estará furioso —digo viendo mi
celular—. Qué raro que aun no llama
—Tu si llámame esta noche ¿De acuerdo? —asiento a la pregunta de
Neal antes de besarlo.
—¿Mañana después de la escuela? —él asiente.
—Te amo —sonrío y él me guiña nuevamente el ojo.
Bajo del auto y cruzo la desierta calle. El auto de Chloe tiene la radio
encendida y la escucho antes de entrar en él.
—¿Qué no les basta con follar toda la noche? ¿También deben hacerlo
en el auto? —pregunta Chloe apenas me siento.
—No follamos en el auto —aclaro poniéndome el cinturón de seguri-
dad.
—Aja ¿Es por eso que no llevas sujetador y tus pezones traspasan la
tela de tu camisa? —dice burlona.
Abro mis ojos y compruebo mi camisa para darme cuenta que lo que
dice es cierto. Mis pezones están tan erguidos que cualquiera podría verlos sin
problemas.
—No puedo llegar así a casa
—No, no puedes —concuerda Chloe—. Nos tomaremos un minuto
para que tú me cuentes como estuvo tu noche
Suspiro cerrando mis ojos.
—Si te cuento como fue probablemente esto nunca pase —digo seña-
lando mis pechos.
Abro mis ojos para encontrar a Chloe riendo.
—¿Así de bien? —asiento—. Qué bueno que Lara no pudo arruinarte
la noche
—De hecho, casi lo hace —musito recordando mi pequeña pelea con
Neal—. El amigo de Seth, Daniel, me abrazó y Neal nos vio
—Déjame adivinar ¿Celos? —asiento—. Tengo que agradecer que
George no es celoso, no lo soportaría

215
—En mi caso es agradable, en cierto modo —sonrío—. Me gusta su
parte posesiva
—Natalie, estas tan jodida. Solo escúchate
—No estoy jodida, estoy enamorada
—Es lo mismo —musita Chloe y pone el auto en marcha—. Ya se te
pasó lo cachonda
Me sonrojo y fijo mi vista en la ventana en lugar de mirarla a ella.
—¿Por qué llegaste tan tarde? —pregunto con curiosidad.
Por el rabillo del ojo veo su sonrisa.
—Iba saliendo de casa cuando recibí una llamada de George, y si tú te
divertirse toda la noche, yo también merecía un poco de diversión
Me carcajeó negando con la cabeza.
—¿Diversión en el auto? —pregunto entre risas.
—Polvo rápido en el baño de la cafetería de Larry —mis ojos se abren.
—¡Chloe! —chillo con fuerza—. ¿Acaso estáis locos? Alguien pudo
escucharos
—Relájate —dice moviendo su mano con desdén—, no es la primera
vez que lo hacemos allí y nada ha pasado. A ambos nos gusta la sensación de
poder ser descubiertos y lo disfrutamos. Además hace que el sexo sea fenome-
nal ¿Por qué renunciar a ello?
—Porque él es un profesor. Si lo descubren contigo irá a prisión —ella
niega con la cabeza.
—Eso no sucederá Natalie, tranquila. Pensamos en eso y todo está bajo
control
—Aun así, creo que deberíais ser más cuidadosos
—Deja de pensar en mi y preocúpate por ti misma —puntualiza—.
¿Has pensado ya que harás con Lara y el amigo de Seth? Porque si el chico te
abrazó, le gustaste, y si Lara sabe eso no descansará hasta veros juntos
—Lo sé, Neal y yo ya lo hablamos. Debo encontrar la manera de hacer-
le saber a Daniel que estoy con otra persona sin que Lara lo sepa
—No creo que eso sea tan fácil —dice Chloe—. ¿Qué te asegura que él
no se lo dirá a Seth? De ser así, Seth se lo dirá a Lara y estarás en un problema
mayor
Gruño débilmente, Chloe tiene razón. Existe una gran posibilidad de
que Daniel le cuente a Seth que estoy saliendo con alguien más y eso ocasio-
naría traería otro problema.
—¿Qué se supone que haré entonces? —ella suspira.
—Creo que deberías seguirle la corriente un poco a Lara, dejándole
claro al tal Daniel que no te interesa salir con nadie aun
216
Parece un buen plan pero… ¿Estaría Neal de acuerdo o sus celos serían
más fuertes?

217
Capitulo 40.
—¡Ni hablar! —grita Neal—, ¿En serio creíste que estaría de acuerdo
con eso?
Suspiro pesadamente.
Sabía que no le agradaría. No sé porque tuve que contarle el plan de
Chloe, pero era mucho mejor que el que habíamos ideado él y yo.
—Cariño, yo tampoco estoy bien con ello pero Chloe tiene razón
—Tu y yo teníamos un plan, Natalie ¿Acaso eso no vale?
—Por supuesto que lo hace
—¿Entonces por qué lo cambiaste?
—Porque me di cuenta que podría traernos más problemas —cuando
no dice nada, prosigo—. Neal cariño, si le digo a Daniel que estoy viendo a
alguien más se lo contará a Seth, y él se lo contará a Lara. Si eso pasa, tú y yo
nos meteremos en problemas
—No me gusta ese chico Natalie
—A mí tampoco me gusta. Me gustas tú —susurro.
—Pensé que me amabas —por la manera en que lo dice, sé que está
sonriendo.
—Oh, sí. Lo hago. Aunque a veces hagas difícil hacerlo —él suelta una
carcajada.
—¿Así que yo lo hago difícil?
—Aja —respondo riendo—, con todos esos celos…
—Te gustan mis celos —me interrumpe.
—A veces —mordisqueo mi labio—, pero no cuando te hacen enfadar.
Si realmente crees que no es buena idea salir con Daniel, no lo haré
Neal suspira al otro lado de la línea.
—No permites que te toque —dice finalmente—, y no dejes de llevar
el collar
Sonrío.
—Solo me gusta tu toque
—Es el único que conseguirás pequeña
Tocan a la puerta.
—Cariño, hora de irme. Creo que es papá
—De acuerdo, te llamaré mañana cuando esté esperándote
—Está bien, te amo —espero a recibir un "yo te amo más" de regreso
para cortar.

218
Me levanto de la cama y camino hacia la puerta donde papá me espera
con un trozo de pastel de piña en la mano.
—No quisiste postre después de la cena —dice a modo de explicación.
—Tengo un recital a la vuelta de la esquina, no puedo permitirme subir
de peso —respondo.
—No vas a subir de peso solo por un trozo —estira la mano y mueve el
plato frente a mi rostro—. Vamos, solo un poco
Río sonoramente y le permito pasar a mi habitación. Nos sentamos
ambos en la cama y comenzamos a comer.
—¿Qué tal estuvo tu noche en casa de Chloe? —pregunta papá.
—Bien, nos acostamos a dormir muy tarde —aseguro.
—Ya lo creo. Pasaste toda la tarde durmiendo —sonrío apenada.
—No dormí nada anoche
No por las razones que él cree pero, ojos que no ven…
—Lara llamó un par de veces. Dijo que vendría mañana después de
almuerzo —hago una mueca.
Lo más probable es que no venga sola.
—¿Qué ocurre? —pregunta papá.
Él siempre tan intuitivo.
—Quiere que salga con su novio y un amigo —las cejas de él se alzan.
—¿Y eso se debe a…?
—Quiere que aplique la famosa frase de un clavo saca a otro clavo —
los ojos de papá se oscurecen.
—Eso no está bien
—Lo sé, pero ella no, y si hay algo difícil es llevarle la contraria a esa
chica —él suelta una carcajada que me hace reír.
—Quizás deberías ir y demostrarle que está mal —papá se levanta de
la cama—, y de paso, dile al chico que para ti el sexo está terminantemente
prohibido y te lo quitaras de encima
Río ante la absurda idea de papá.
—No le voy a decir eso
—Tienes que decírselo, porque de hecho, para ti, el sexo está terminan-
temente prohibido —una de mis cejas se enarca.
—¿Ah, sí? ¿Desde cuándo?
—Desde que terminaste con Derek. Me dijiste que me alegrara ¿Re-
cuerdas? —blanqueo los ojos.
—¿Qué pasa si me gusta este chico?
—Natalie Amelia James —exclama— ¿No estarás insinuando lo que
creo que insinúas?
219
Río sonoramente y sacudo la cabeza.
—No, te estoy tomando el pelo. Relájate papá, no estoy interesada en
ningún chico ahora
Técnicamente, no es una mentira. Después de todo, Neal no es un chi-
co, es un hombre.
—Me agrada saber eso —replica con una sonrisa—. Hasta mañana
lindura
—Hasta mañana papá
Él cierra la puerta y yo me acuesto sobre mi estomago en la cama.
Pienso en Neal y en lo vacía que esta cama se siente sin él en ella. Recuerdos
de nuestra noche anterior me invaden, e inconscientemente estoy tocando mi
trasero, donde aun puedo sentir un leve escozor entre las nalgas.
Me pregunto si la próxima vez dolerá tanto o seré más tolerable. Con
este pensamiento apago las luces de la habitación, sorprendida de estar an-
helando probar algo que estuve tan reacia a practicar antes.

—Natalie —Lara sonríe antes de abrazarme—, me alegra mucho que


hayas aceptado sin pelear la invitación esta vez
—No quiero parecer grosera —respondo a modo de explicación.
Ella asiente y tira de mi mano hacia el auto de Seth, un Fíat blanco
muy bien cuidado. Seth me saluda desde el asiento del conductor y yo le de-
vuelvo el saludo mientras entro al asiento trasero, donde Daniel me sonríe ale-
gremente.
—Natalie —saluda con sincera felicidad—, que bien que hayas acepta-
do venir
Solo sonrío a manera de respuesta.
—Me dijo Daniel que no aceptaste que te trajera a casa el viernes, es
por eso que organicé esto —dice Lara cuando entra al autos—. Iremos al cen-
tro comercial donde os dejaremos solos para que os conozcáis mejor
Asiento levemente y concentro mi atención en la ventana. A mi lado,
Daniel se mueve y cuando me doy cuenta está más cerca de mí.
—¿De nuevo estas aplicando un ejercicio de psicología donde vez co-
mo reacciono a tu invasión de espacio personal?
Él suelta una sonora carcajada.
—No, solo quiero estar cerca de ti
Alzo mis cejas sorprendida ante esta declaración.
—Bueno, espero que realmente no vuelvas a parecer un imbécil —él
vuelve a reír.

220
—Prometido —afirma sonriendo—. Esta tarde solo seré un chico in-
tentando impresionar a una hermosa chica
Asiento sin decir nada más y me concentro en Seth y Lara que conver-
san ensimismados, manteniendo sus manos entrelazadas. Sonrío ante este ges-
to, recordando como el día anterior Neal y yo íbamos del mismo modo.
—¿Estas feliz por ellos? —pregunta Daniel.
Al voltearme a verlo me doy cuenta que ahora está mucho más cerca de
mí que antes. ¿En qué momento se me acercó?
—Si, estoy feliz por ellos —respondo.
—Son un poco demostrativos para mi gusto —suelto una carcajada.
—Si hubieras conocido a Lara antes de conocer a Seth probablemente
estarías contento con eso —las cejas de Daniel se alzan con curiosidad.
—¿Ah, sí? —asiento—. No lo creo —asegura.
—Yo creo que sí, eres el tipo de chico guapo con el que ella normal-
mente se habría acostado sin dudar
—¿Así que te parezco guapo? —pregunta teniendo una sonrisa de sufi-
ciencia en el rostro.
Abro mi boca para responder pero el auto se detiene abruptamente
haciendo que casi golpee mi rostro contra el asiento de Seth
—Lo siento por eso Natalie —musita este con tono apenado.
—Descuida —respondo simplemente.
Todos bajamos del auto en silencio y luego Lara besa a Seth obligán-
dome a mirar a otro lado.
—Sigo pensando que no me habría gustado conocerla antes —asegura
Daniel a mi lado.
—Si, ahora que los veo, pensaría lo mismo estando en tu lugar
—No lo digo por el intercambio de fluidos frente a nosotros, lo digo
porque si la hubiera conocido antes no te habría conocido a ti
Me quedo observándolo por lo que parece una eternidad. Es un chico
bastante guapo, con el cabello rubio despeinado y esos ojos chocolate con una
pequeña cicatriz sobre la ceja. Si no fuera por Neal probablemente habría
aceptado salir con él después de Derek, pero justo ahora, quizás solo podría-
mos tener una pequeña amistad.
—Ok chicos, este es el plan —exclama Lara atrayendo nuestra aten-
ción—. Seth y yo iremos a ver una película, como vosotros tenéis que conoce-
ros mutuamente deberíais ir a tomar café
—Wow, con itinerario y todo ¿Eh? —Lara me mira con expresión ino-
cente.

221
—Lo siento, quiero lo mejor para ti —asegura con una sonrisa—. Nos
vemos más tarde, y tú, nada de sobrepasarte con ella —dice esto último seña-
lando a Daniel y luego se va llevándose a Seth consigo.
—¿Café entonces? —pregunta Daniel.
Asiento y camino junto a él hasta una cafetería. Nos sentamos en una
mesa cerca de la entrada donde podemos ver las personas pasar, y mientras
Daniel va por nuestros cafés yo le envío un mensaje a Neal, quien me respon-
de al instante.
Neal: confío en ti, te amo. Pero no dejes que te toque
Sonrío ante sus celos y guardo mi teléfono en mi bolsillo justo en el
momento en que Daniel llega. Se sienta frente a mí y me tiende un café frío
junto con unas galletas de chispas de chocolate.
—Son mis favoritas —explica sonriendo.
—Las mías igual
—Parece que tenemos algo en común —comenta con suavidad.
—Así parece —replico.
Él sonríe, masticando un trozo de galleta.
—Entonces… —comienza—, cuéntame algo sobre ti
—¿Qué quieres saber?
—Todo —afirma—. Hasta ahora solo sé que eres agresiva, sabes de-
fensa personal, tu padre es policía, vas al último año de secundaría y eres bai-
larina
—Pues eso resume mi vida completamente —aseguro riendo.
—Yo lo dudo —Daniel mira mi cuello y luego vuelve a mirarme a los
ojos—. Bonito collar, no lo usabas el viernes
Paro de jugar con el dije, cosa que comencé a hacer sin darme cuenta.
—Si, yo… creí haberlo perdido
—¿N de Natalie? —asiento—, ¿Siempre eres así o solo es conmigo?
—frunzo el ceño.
—¿A qué te refieres?
—A tu falta de comunicación —explica—. Estas siendo evasiva y solo
asientes o respondes cortésmente lo que te pregunto, sin intentar siquiera saber
algo de mí
Jugueteo con mi vaso de café, un poco insegura de como decirle que no
me interesa sin ofenderlo.
—Sé que te di una mala primera impresión, pero te expliqué el porqué
de mi comportamiento
—No tiene nada que ver con eso Daniel —aseguro.
—¿Entonces, qué sucede?
222
—¿Lara no te contó que hace menos de un mes terminé con mi novio,
con el que duré mucho tiempo? —él sacude la cabeza—. Por supuesto que no
lo hizo, es de Lara de quien estoy hablando
—Debió decírmelo
—Si, debió, pero así es ella, caprichosa —suspiro—. Eres un chico
muy guapo Daniel pero no estoy lista para salir con chicos aun, es demasiado
pronto
—Lo entiendo —asiente él—, y de verdad es una lástima
—Estoy segura que te sería más fácil buscarte una sexy universitaria —
él se carcajea haciéndome reír a mi también.
—No lo creo, por lo menos no creo encontrar una tan graciosa como tu
—Seguramente podrás usar uno de tus ejercicios psicológicos para
arreglar eso
Volvemos a reír varios segundos.
—¿Amigos? —pregunta finalmente.
Asiento nuevamente.
—No veo porque eso podría ser algo malo

223
Capitulo 41.
Estoy dando un último retoque a mi brillo labial cuando mi celular co-
mienza a sonar con la ya conocida melodía Style de Taylor Swift, la que indica
que es Neal quien me llama.
—¿Si? —contesto emocionada.
—Estaré ahí en un par de minutos —contesta él roncamente.
Cuelgo y vuelvo a mirarme en el espejo. Tengo el cabello completa-
mente lacio y mis ojos verdes están perfectamente delineados. Mis carnosos
labios se ven un poco más voluptuoso a causa del brillo labial y mis mejillas
tienen un bonito tono rosa gracias al rubor. El vestido verde que estoy usando
llega hasta un poco más abajo de mi trasero, deja al descubierto mi espalda por
completo, con un bonito escote que deja mucho a la imaginación. Siendo un
vestido playero usualmente lo uso con un traje de baño debajo, pero hoy me da
el look sexy que necesito.
Por fin Neal y yo tenemos la oportunidad de compartir una noche jun-
tos después de dos semanas, y todo gracias a que logré convencer a papá de
que debía llevar a un hotel a Delanie por su quinto mes de aniversario.
Bajo corriendo las escaleras y reviso el pollo que he dejado en el horno
el cual ya casi está listo. Neal se sorprenderá y espero que para bien, porque
nunca he cocinado nada más difícil que una pasta y lo menos que quiero es
abrirle los ojos y que se dé cuenta de que no soy un buen partido como mujer.
—Ese vestido es demasiado exhibicionista —señala una voz a mi es-
palda.
Me giro y mi sonrisa se engrandece.
Neal está frente a mí, usando un pantalón de jean azul oscuro y una
camisa blanca arremangada hasta los codos. Su cabello está un poco largo y
divinamente despeinado, y sus ojos zafiro escanean mi cuerpo de pies a cabe-
za.
—¿De verdad? ¿Crees que es demasiado? Puedo ir a cambiarme si tan-
to te molesta
Neal se cruza de brazos. Una sonrisa tira de sus labios mientras acaricia
su labio inferior con su dedo índice.
—Si te soy sincero pequeña, te prefiero sin nada puesto
Camino apresuradamente hacia él quien me recibe entre sus brazos y
me levanta del suelo. Envuelvo su cuerpo con brazos y piernas y lo beso con
desesperación.

224
Pronto me encuentro contra la pared, sintiendo su erección entre mis
piernas.
—Me prometí a mi mismo que no habría nada de sexo hasta que hubié-
ramos cenado —susurra sobre mis labios—, pero verte con este vestido me
está haciendo difícil cumplir esa promesa
—Si te digo que no traigo ropa interior… ¿Terminarías de romperla?
—Neal jadea.
—Tu…
Sonrío maliciosamente.
—Solo necesitas soltar el nudo en mi cuello y el vestido ya no será un
problema
Su gruñido solo hace que lo desee más.
Neal comienza a acariciar mis piernas y a besar mi cuello. Enredo mis
dedos en su largo cabello y dejo caer mi cabeza hacia un lado para darle un
mejor acceso. Sus dedos acarician la parte interna de mi muslo, haciendo que
un pequeño gemido se escape de mis labios, siendo reprimidos por los suyos
cuando finalmente sus dedos están en mi sexo.
Me aferro a sus hombros mientras él bombea dos de sus dedos dentro y
fuera de mi vagina de forma lenta, al igual que sus besos.
—Pequeña —musita él separándose de mis labios.
—No puedes detenerte ahora —suplico.
—No quiero parar pero apesta como si algo estuviera incendiándose
Abro mis ojos como platos.
—Oh Dios, el pollo
Me separo de Neal y corro la pequeña distancia que me separa de la
cocina. Humo gris sale del horno junto con un intenso olor a quemado. Lo
abro teniendo cuidado de no quemarme luego de apagarlo y abanico con un
pañuelo hasta que el humo desaparece.
—Esto es un desastre —musito entristecida.
Lo que se suponía sería una manera de impresionar a Neal ahora esta
chamuscado y apestoso.
—Eso es un bonito detalle —dice Neal abrazándome desde atrás.
—No, no lo es. Quería impresionarte
—Lo has hecho, con este bonito vestido —comenta besando mi cuello.
Me doy vuelta aun entre sus brazos.
—No lo entiendes Neal, quería impresionarte con una deliciosa cena
porque quería que vieras que si puedo cocinar —suspiro tristemente—. Pero
obviamente no lo sé hacer, y no quiero que te des cuenta que no soy un buen
material de mujer
225
—Oye —él toma mi rostro entre sus manos—, que hagas una cena
gourmet o un simple tazón con cereales no debilitan mi amor hacia ti pequeña
—¿Estás seguro? —él asiente.
—Completamente ¿Te atraería menos si no supiera cocinar?
—No —respondo inmediatamente.
—Creo que ahí tienes tu respuesta —dice sonriendo.
Solo puedo sonreír y esconder mi rostro en su cuello, aspirando su de-
licioso perfume.
—¿Quieres que te haga algo de cenar? —pregunta antes de besar mi
cabello.
Me separo de su cuello y lo miro a los ojos. Mi mano derecha hace su
camino hasta su cabello y tira de él suavemente, haciendo que Neal gima.
—Necesitas un corte de cabello —comento de la nada.
—Estas cambiado el tema de conversación
Puedo sentir como sus pulgares dibujan patrones circulares a cada lado
de mi cadera. Gracias a la delgada tela del vestido, puedo sentir sus calientes
manos.
—No tengo hambre
Su mirada se oscurece.
—Necesitas comer pequeña, no quiero que te desmayes a mitad de la
noche
Un escalofrío recorre mi espina dorsal ante su comentario, por la oscu-
ra promesa de lo que haremos esta noche.
—¿Por qué no pedimos algo para cenar? —propongo—. ¿Comida chi-
na?
Neal asiente y yo me separo de él para tomar el teléfono. De nuevo él
me abraza desde atrás mientras pido la comida pero esta vez besa mi cuello de
una manera que me hace difícil gesticular las palabras para pedir la comida.
—No puedes hacer eso mientras hablo por teléfono —me quejo cuando
cuelgo—. No se me antoja que un completo extraño sepa que estoy excitada
—¿Estas excitada, pequeña? —pregunta él juguetonamente.
Sus labios siguen deslizándose por la sensible piel de mi cuello mien-
tras sus manos aprietan mis pechos por encima del vestido.
—Quiero comprobar eso —susurra Neal en mi oído al tiempo que su
mano derecha desciende desde mi pecho hasta mi vientre.
Levanta el dobladillo del vestido y presiona mi clítoris levemente.
Muerdo mi labio flexionando mi cadera hacia adelante en busca de más.
—Si, estás muy excitada —aprecia—. ¿Qué puedo hacer al respecto?
—Sabes perfectamente que puedes hacer
226
—¿Quieres ir al postre antes de cenar pequeña? No sé si eso sea lo co-
rrecto
—Oh, por favor —ruego moviendo mi cadera esta vez hacia atrás.
Mi trasero choca contra su erección.
—¿Aquí? —pregunta—. Tenía la intención de desnudarte de manera
lenta en tu habitación y disfrutar de la vista antes de saborearte, para luego
finalmente enterrarme en ti
—Podemos simplemente tener un polvo rápido antes de que llegue la
comida —susurro jadeante.
Neal me da vuelta, haciendo que quede de frente a él.
—Se me ocurre algo mejor —me sujeta de la cadera y me levanta hasta
sentarme sobre la encimera—. Me gusta este vestido —musita mientras lo
sube por mis muslos.
—Pensé que era demasiado exhibicionista para tu gusto
Él sonríe, mostrando su perfecta dentadura.
—Siempre y cuando solo lo uses conmigo está perfecto —asegura.
Levanta mi pierna izquierda y la deja caer sobre su hombro, comienza
a besar mi tobillo y mi pantorrilla y asciende hasta el interior de mi muslo. Su
lengua se desliza por este haciéndome jadear y cuando su rostro por fin se en-
cuentra en el vórtice entre mis piernas, grito su nombre al primer contacto de
su lengua con el sensible manojo de nervios que es mi clítoris.
Gimo fuertemente y sostengo la cabeza de Neal, quien se encuentra
haciendo maravillas con su lengua. También lame y succiona, llevando mi
nivel de excitación a un punto sin retorno.
—Neal —vuelvo a gritar.
Los primeros espasmos del orgasmo me alcanzan cuando él agrega dos
dedos a su deliciosa tortura, logrando así que me corra en cuestión de segun-
dos.
—Deliciosa —murmura apreciativamente.
Se acomoda entre mis piernas y sus labios se unen a los míos. Puedo
saborearme en ellos a medida que nuestras lenguas se mueven en perfecta sin-
cronía una junto a la otra.
—¿Es momento para ir a mi habitación y termines de deshacerte de mi
vestido? —pregunto mientras beso su cuello.
—No aún pequeña, la comida debe estar por llegar y odio que me inte-
rrumpan
Sonrío mirándolo a los ojos.
—Estas duro como una roca —musito presionando su erección con mi
mano.
227
Él suelta un gemido gutural, e inclina su cadera contra mi mano.
—¿Ves? Tu cuerpo lo está pidiendo a gritos
—No quiero dejarnos a medias
—No lo harás, sabes que soy rápida —le guiño un ojo, ocasionando
que él ría.
El timbre suena interrumpiendo su carcajada y borrando mi sonrisa.
Neal se separa de mí y camina hacia la puerta. Me quedo sentada don-
de estoy hasta que el regresa con la comida.
—Huele delicioso —murmuro.
—Lo siento pequeña, pero tendremos que comerla un poco fría
Frunzo el ceño.
—Pensé que querías cenar lo antes posible
—¿No me dijiste que eras rápida?
Sonrío abriendo las piernas, facilitando que él se posicione entre ellas.
—Realmente eres un indeciso —musito bajando su cremallera.
Desabrocho su pantalón y deslizo mi mano dentro de su ropa interior
para sacar su pene erecto.
—Lo soy gracias a ti pequeña —contesta él deslizándose dentro de mí.

228
Capitulo 42.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto bostezando.
Neal se voltea hacia mí, un poco de decepción se refleja en su rostro.
—Deberías estar en la cama —replica.
—No, tú deberías estar en la cama —bajo los últimos escalones de la
escalera—. Me desperté y no estabas a mi lado. De no ser por tu ropa regada
por todas partes el pánico se habría instalado en mí
Neal camina hacia mí apresuradamente y sostiene mi rostro entre sus
manos para besar mi frente.
—Lo siento pequeña, quería llevarte el desayuno a la cama
—Apenas son las siete —refunfuño.
Él ríe estrechándome entre sus brazos.
—Sí, pero me dijiste que tu padre podría llegar temprano
Suspiro pesadamente rodeando su cintura con mis brazos.
—Me gustaría por una vez tener la posibilidad de despertar contigo en
la cama sin tener que preocuparnos por nada en absoluto
Sus brazos me aprietan con más fuerza.
—También a mí
Separo mi rostro de su cuello y acaricio su mejilla.
—De verdad necesitas un corte —vuelvo a decir.
—¿En serio? Anoche cuando te estaba saboreando parecías más que
feliz de tener algo con que mantener mi rostro entre tus piernas
Blanqueo lo ojos.
—Aún con un corte de cabello puedo lograr que tu rostro esté entre mis
piernas sin problemas
Neal enreda sus dedos en mi cabello, gruñe y tira de mí hasta que sus
labios están sobre los míos. Mi lengua fácilmente consigue el acceso a la suya
y pronto me encuentro gimiendo contra sus labios. Su otra mano aprieta con
fuerza mi cadera, tanto que siento que podría romper la tela de su camisa, que
fue lo primero que conseguí para usar cuando me desperté desorientada y salí
a buscarlo.
Cuando finalmente se separa, estoy sin aliento.
—Eres realmente ardiente cuando hablas de ese modo tan sucio —
musita presionando su frente contra la mía.
—Lo sé, tiene el mismo efecto en mí —digo aun con la voz entrecorta-
da.

229
Sonríe arrogantemente y se separa de mí, dejándome jadeante y con
ganas de más.
—¿Hambrienta? —pregunta regresando a la cocina.
—Eso creo —respondo admirando su trasero cubierto solo por su
bóxer.
—De comida pequeña, no de mi —aclara.
Levanto mi vista y lo encuentro mirándome sobre su hombro con ex-
presión burlona.
—Había olvidado preguntar ¿Como amaneces hoy?
—Gloriosamente satisfecha —respondo sentándome en un taburete.
Luego de dos semanas viéndonos esporádicamente uno que otro día,
pasar una noche entera juntos fue la gloria.
—No sé si pueda soportar una cantidad de tiempo tan extensa de nuevo
sin verte pequeña
—Ni yo —admito en voz baja—, pero por el momento…
—Debemos soportarlo —termina él por mí—. Solo que no sé si pueda
por mucho tiempo, aunque lo intentaré hasta tu graduación
Neal se voltea y coloca un plato lleno de hotcakes frente a mí. Huelen
delicioso y al instante se me hace agua la boca.
—¿Café o jugo de naranja?
—Jugo —respondo tomando mi primer bocado—. Neal, esto sabe deli-
cioso
—Sabia que te gustarían —responde dejando un vaso de jugo frente a
mí.
Ambos comemos en silencio durante unos segundos.
—Hablando de graduación, ¿Ya has decidido a que universidad quieres
asistir? —pregunta Neal suavemente.
Trago un largo sorbo de jugo de naranja y luego lo miro fijamente.
—Aun no lo sé —confieso—. Antes estaba segura de que iría a la
misma universidad que Derek. Pero ahora…
Le oigo suspirar.
—Hay algo que quiero que tengas en mente Natalie y es que yo no seré
un obstáculo en tu vida —mis ojos se abren.
—Yo nunca he dicho que lo seas
—¿Y tu inseguridad de no saber donde seguir estudiando se debe a…?
Mordisqueo mi labio.
—No quiero dejarte —susurro en voz baja.
—Ahí está a lo que me refiero

230
—Pero no eres un obstáculo —me apresuro a decir—. No quiero dejar-
te porque no me imagino la vida al lado de ningún otro hombre. Una vez me
dijiste que otro podría darme una relación más fácil y dije que prefería lo
complicado si era contigo, y lo sigo prefiriendo
—Es de tu futuro del que hablamos pequeña
—Y yo te estoy diciendo que no quiero un futuro sin ti en él. Es cierto
que mudarnos facilitaría las cosas, pero sé que tu trabajo está aquí y tienes una
estabilidad económica a la que no pienso pedirte que renuncies
Neal me observa cariñosamente unos instantes. Finalmente se levanta,
camina hacia mí y se sitúa entre mis piernas.
—Eso es muy tierno de tu parte pequeña, pero no me sirve de nada
tener todos los lujos del mundo si no te tengo a ti —sonrío sin poder evitarlo.
—Y eso es muy tierno de tu parte también cariño pero no vamos a te-
ner una relación a larga distancia. Ni hablar
Él deja caer su frente contra la mía.
—En ningún momento se me ocurrió —comenta.
—Es bueno saber que estamos de acuerdo en eso —rodeo su cuello con
mis brazos—, y sé que encontraremos alguna solución, cuando llegue el mo-
mento
—Por supuesto que lo haremos pequeña, es por eso que te pregunto a
donde piensas ir —Neal toma mi mano derecha y la besa—. Donde sea que
decidas ir me encargaré de ir detrás de ti
Mi respiración se queda atorada en mi garganta.
—¿Estás… estás hablando en serio? —pregunto con incredulidad.
—Tan seguro como lo estoy de que te amo, tan seguro como lo es el
hecho de que me divorciaré de Camila y tan seguro como lo es el querer pasar
el resto de mi vida contigo
Mis ojos se llenan de lágrimas.
—Oh mi Dios, Neal —lo beso rápidamente—. Realmente sabes cómo
enamorar a una chica
—Esa es justamente mi intención, pero solo contigo pequeña
—Es bueno saber eso
Esta vez es él quien me besa por lo que parece ser una eternidad.
—¿Por qué no regresas a la cama y me esperas allí mientras yo lavo las
platos? —propone con voz ronca.
—Creo que yo debería lavarlos, después de todo, tú hiciste el desayuno
—Lo siento pequeña. Tengo la ilusión de encontrarte desnuda y más
que lista para mí cuando termine aquí —se aleja de mí y me hace bajar del
taburete dándome un azote con su mano en el trasero al darle la espalda.
231
—Neal —chillo intentando contener mi risa.
—No lo olvides, desnuda y lista para mí —repite.
Subo corriendo las escaleras sin borrar esa sonrisa de mi rostro. Entro a
mi habitación y me deshago de la camisa de Neal antes de acostarme en la
cama.
La conversación que hemos tenido me ha llenado de una esperanza sin
igual. El imaginarnos juntos, en un pequeño apartamento en una ciudad donde
nadie nos conozca, despertando cada día juntos y haciendo el amor cada noche
me hace estremecer.
Cierro mis ojos, imaginando que ya es una realidad. Que es una maña-
na común, ambos estamos en la cama recién despertados y Neal está junto a
mí, deslizando sus dedos entre mis piernas. Él presionaría mi clítoris antes de
introducir dos de sus dedos en mi vagina, mientras que con sus labios succio-
naría mi pezón izquierdo. Yo gemiría con fuerza su nombre y él me llevaría a
un estado de excitación donde rogaría por una liberación.
—No te corras sin mí a tu lado pequeña
Abro mis ojos.
Neal se encuentra de brazos cruzados frente a mí, una erección obvia
intentando liberarse de la tela de su bóxer. Me mira con deseo y anhelo, sus
ojos azules encendidos mirando desde mi pecho hacia mi sexo.
Sonrío maliciosamente y continúo con lo que estaba haciendo, tirar de
mi pezón izquierdo con mi mano y bombear los deseos de mi mano derecha
dentro y fuera de mi vagina.
—Tardabas —me defiendo sin apartar mi mirada de la suya.
Neal se quita el bóxer liberando su poderoso y erecto pene. Trepa por
la cama y agarra mi mano derecha, la despega de mi sexo y se la lleva a la
boca.
Con cada succión, una descarga eléctrica viaja directamente a mi clíto-
ris.
—Me gusta cuando te muestras obediente —comenta apreciativamente
besando mi estomago—. Si no fuera porque verte masturbándote siempre me
deja como una roca, me tomaría mi tiempo degustándote. Pero justo ahora
pequeña, solo quiero estar dentro de ti
—No tengo objeción a ello —balbuceo.
Neal sigue ascendiendo por mi cuerpo, tardándose un par de segundos
de más en mis pechos antes de finalmente besarme en los labios y enterrarse
en mí al mismo tiempo.
Gimo contra sus labios, enterrando mis uñas en sus hombros. Esto hace
que él gruña bajo en su garganta y comience a embestirme, con lentitud, sin
232
apuros, como queriendo disfrutar de cada mínimo roce de su sexo con el mío,
lo cual lo hace sentir exquisitamente asombroso.
—Jamás me cansaré de esto —murmura enterrando su cara en mi cue-
llo—. Dios Santo pequeña, te sientes tan malditamente bien
—Tu igual —aseguro.
Él sigue moviéndose contra mí. Con cada nueva embestida, un nuevo
gemido es emitido de mis labios. Por toda la habitación resuena el sonido de
su cadera al chocar contra la mía y eso solo aumenta mi excitación.
—Neal —jadeo al borde del orgasmo.
—Córrete junto a mi pequeña
Grito fuertemente y Neal muerde mi hombro cuando nos corremos al
mismo tiempo. Su cadera continúa moviéndose contra mí unos segundos más
hasta caer inmóvil sobre mí.
Suspiro complacida sin importarme para nada su peso, en cierto modo,
me gusta. Sonrío ante esto y comienzo a mover mis dedos por su espalda cu-
bierta por una fina capa de sudor. Él se remueve unos segundos antes de sepa-
rarse un poco de mí, sostenerse sobre sus codos y besarme.
Acaricio su rostro mientras nos besamos sintiendo este como uno de
los mejores momentos de mi vida, aunque últimamente al estar con él todo es
perfecto.
—Te amo tanto —musita presionando su frente contra la mía.
—Yo también te amo
—Y pensar que hace un mes estuve a punto de perderte, con la estúpi-
da idea de Camila de tener otro bebé —él se estremece.
—No vayas allí, no arruinemos este momento perfecto. Ese día… —
me detengo.
Mi sonrisa es suplantada por un ceño fruncido.
Ese día…
—¿Pequeña? —Neal me mira angustiado.
—No hablemos de ello —pido simplemente.
Él asiente y vuelve a enterrar su rostro en mi cuello.
Un sentimiento de preocupación se instala en mi estómago haciéndome
sentir nauseas. Si mis cálculos no me fallan, hace un mes yo estaba en mi pe-
riodo ¡Debería estar en mi periodo justo ahora! Pero no lo estoy. Indiscutible-
mente debo tener un atraso, y pensar en ello solo intensifica mis nauseas.
Abrazo con más fuera a Neal, esperando que lo que estoy imaginando
no sea nada más que una falsa alarma, mi organismo jugándome una mala pa-
sada… de lo contrario, las cosas se pondrían realmente feas, y podría terminar
arruinando todo entre nosotros.
233
Capitulo 43.
Miro mi reloj una y otra vez, mi pie golpetea con impaciencia el suelo
y he perdido la cuenta de las veces que he blanqueado los ojos ante los dife-
rentes conjuntos de lencería que Chloe me muestra.
Lleva una hora mirándolos y aun no se decide por ninguno.
—¿Qué tal este? —vuelve a preguntar.
Me muestra un conjunto de encaje magenta, con los bordes negros. El
tanga es solo de encaje negro.
—Es exactamente igual al que me mostraste hace dos minutos —
blanqueo nuevamente los ojos.
—Si ibas a estar así ¿Por qué aceptaste acompañarme?
—Porque papá no puede venir por mí y Lara tiene una cita médica, por
lo que tú eres la única disponible para llevarme a casa
—¿No es Neal el que se encarga de eso cada tarde después de que lo
hacéis en el auto?
Le presto atención a un conjunto de lencería rosa que está en un per-
chero.
No he querido ver a Neal esta tarde porque tiene la habilidad de leerme
como un libro abierto y no estoy lista para que sepa lo que ocurre, no hasta
estar completamente segura.
—Tiene trabajo, no es como si su universo girara en torno a mi —
miento.
—Yo creo que si lo hace —musita Chloe—. Así que… ¿Cual? —ella
tiene frente a sí misma un conjunto que me había mostrado anteriormente y
otro idéntico pero enteramente negro.
—Los dos son exactamente iguales —espeto.
—Dios mío, pero que humor tan horrible el tuyo
Gruño suavemente.
—¿Lo vas a llevar o no?
Ella niega con la cabeza.
—No, no logro decidirme por nada de esto
Mis ojos se abren.
—¿Me hiciste perder una jodida hora de mi tiempo para nada? —
pregunto con irritación—. No lo puedo creer
Salgo apresurada de la tienda sintiéndome como una estúpida. Fácil-
mente pude haber ido rápidamente a la farmacia por una prueba de embara-
zo…

234
Mi piel se eriza.
Decir la palabra embarazo me asusta tanto.
—¡Natalie! —grita Chloe detrás de mí—. Espera, no te vayas
—Tengo cosas que hacer —digo sin mirarla.
—¡Oye! —ella vuelve a gritarme.
Esta vez me toma del brazo, haciendo que me detenga.
—Natalie, siento haberte hecho perder tu tiempo pero de verdad nece-
sito tu opinión. Quiero sorprender a George y eres la única que sabe lo nuestro
Ahora yo me siento como una idiota.
—Si, lo sé, entiendo ¿Pero eso debía tomarte tanto tiempo? Y al final
no te llevaste nada
—¿Cómo hacerlo si mi mejor amiga no me daba su opinión? Y tiene
un humor de perros
Tomo una profunda respiración.
—Sabes que odio perder el tiempo —siseo.
—Y ahí está de nuevo —replica ella—. ¿Qué demonios te pasa? ¿Estás
en tu periodo o algo así?
—¡Ese es precisamente mi problema Chloe, que no estoy en mi perio-
do cuando debería estarlo! —dejo salir.
Ya esta, lo he dicho.
Chloe abre sus ojos y su boca, no dice nada, solo me abraza. Las lágri-
mas se agrupan detrás de mis ojos en el instante en que sus brazos me envuel-
ven.
—¿Por qué no me lo habías dicho antes? —pregunta.
—No quería decirlo hasta estar completamente segura
—¿Olvidas quien soy yo? —ella me aleja—. Soy tu mejor amiga, la
que sabe sobre tu prohibida relación, con la que compartes todo. No puedes
solo no decírmelo Natalie
—No te lo he dicho porque ni yo misma quiero creerlo Chloe. Estoy
tan asustada —admito.
—Natalie —ella limpia una lágrima que ha decidido caer por mi meji-
lla—, entiendo que Neal y tú estéis acostumbrados a llevar todo en secreto,
pero no es necesario que me ocultéis esto
—Él no lo sabe
—¿Por qué no se lo has dicho?
—Porque no quiero arruinar lo que tenemos. Estar embarazada… —
cierro mis ojos momentáneamente—, estar embarazada significa eso y no
quiero perderlo

235
—¿Es por esto que no lo viste después de la escuela? —asiento—.
Tienes que decírselo Natalie, no puedes pasar por todo esto tu sola
—No, lo que necesito es comprar una prueba de embarazo. Necesitó
saber que me estoy ahogando en un vaso de agua y que esto no es más que un
mal entendido
—De acuerdo, vamos. Te llevaré a la farmacia
Camino junto a ella hasta su auto estacionado frente a la tienda de len-
cería.
—¿Pero habéis sido descuidados? —pregunta cuando pone el auto en
marcha.
—No recuerdo haberme olvidado de tomar alguna píldora Chloe, sabes
cómo soy de cuidadosa con ello, aun cuando Derek ya no estaba aquí. Pero
aun así… —muerdo mi labio—. Si estoy embarazada será enteramente por mi
culpa
—No nos apresuremos —dice Chloe—, acabas de decirme que no te
has olvidado de tomar la píldora, así que creo que puede solo ser una falsa
alarma —ella estaciona frente a la farmacia—. Aparte del atraso ¿Has tenido
otro síntoma de embarazo? —sacudo la cabeza.
—No, ninguno. Nada de nauseas, antojos o cansancio excesivo. Lo
busqué anoche en Google, pero eso no me asegura nada. Leí que algunas em-
barazadas no presentan estos síntomas hasta el tercer trimestre ¿Y si yo soy
una de esas?
—Esta bien, respira —me apremia ella—. Iré por la prueba y luego
iremos a tu casa
—No podemos ir a mi casa, Delanie está allí
—Iremos a la mía —afirma—, y tranquila Natalie, esto seguramente es
una falsa alarma
La veo bajar del auto y adentrarse en la farmacia.
Me quedo en silencio rogándole a Dios porque Chloe esté en lo correc-
to y esto no sea nada más que una falsa alarma. Si no es así, no sólo perdería a
Neal, mi vida cambiaría completamente y mi padre me odiaría.
La vibración de mi teléfono interrumpe mis plegarías. Al revisarlo es
un mensaje de Neal.
Neal: extrañándote como un loco pequeña. Espero que mañana si
nos podamos ver, de lo contrario, estaré en la miseria nuevamente. Te
amo.
De nuevo mi visión se ve nublada por las lágrimas.
—Listo —exclama Chloe asustándome.
No la he visto llegar.
236
—Hubieras visto a la dependienta, me miró como si nunca en su vida
hubiese visto a una chica comprar una prueba de embarazo
No respondo.
Chloe continúa hablando todo el camino a su casa lo que agradezco
porque me distrae de mis pensamientos.
—Genial, mis padres no están —aplaude Chloe—. Nada de interrup-
ciones
Bajo del auto y camino junto a ella por la entrada.
La casa de Chloe es muy parecida a la mía, me he quedado incontables
veces a dormir para saberlo. La única diferencia es que las escaleras de acá
están en la sala, mientras en mi casa están en la cocina.
—Según esto, debes orinar sobre la punta y esperar cinco minutos —
dice Chloe subiendo las escaleras—. Una franja es negativo, dos franjas es
positivo
Entramos a su habitación y de inmediato abre la puerta de su baño.
—Te espero acá —musita cerrando la puerta a mis espaldas después de
dejar la prueba sobre mis manos.
Miro el empaque con nerviosismo y vuelvo a leer las instrucciones,
sólo para comprobar que lo que Chloe me ha dicho es cierto. Me siento sobre
el retrete, hago lo que las instrucciones indican y me quedo ahí esperando por
el resultado.
Chloe toca la puerta antes de abrirla.
—¿Listo? —asiento.
—Ahora debo esperar el resultado
—Recuerda que no son cien por ciento seguras —comenta.
Seguramente es su intento por hacerme sentir mejor, pero a estas altu-
ras, con los nervios a punto de colapsar, no puedo agradecerle.
—¿Vas a pasar los siguientes cuatro minutos mirando esa prueba como
si tu vida dependiera de ello?
—Mi vida depende de este resultado Chloe —ella resopla y me arreba-
ta la prueba de las manos.
—No por eso debes torturarte
—Tú no lo entiendes —susurro.
—Si, si lo entiendo —me corrige—. Mi mejor amiga esta al borde del
colapso por algo tan normal como un atraso
—No estamos seguras de que sea normal
—¿De cuánto tiempo es? —pregunta.
—Un par de días

237
—Ahí está. No has tenido ningún otro síntoma y has estado bajo mucha
presión con el recital, recuerda que ese es un factor que altera tu organismo
—¿Crees que todo esto se deba al estrés?
—Es una posibilidad que ni siquiera te has dado la oportunidad de es-
tudiar —contesta Chloe muy segura de sí misma.
Tiro de mi cabello fuera de mi rostro.
No me he detenido a pensar en ello y ella tiene razón. Mi nivel de
estrés aumentó considerablemente en las últimas semanas. No sólo por el reci-
tal, también por los exámenes, la difícil decisión de elegir una universidad y el
mantener secreta mi relación con Neal.
Todo este tiempo he estado preocupándome sin pensar en otra posibili-
dad dando por hecho un embarazo que bien podría ser falso.
—Tienes razón —digo finalmente—, no había pensado para nada en
eso
—Está bien, lo entiendo. Creo que en tu lugar habría pensado lo mis-
mo, dado la cantidad de sexo que tengo con George, totalmente habría pensa-
do lo mismo
—No necesito saber que tan seguido tienes sexo con el Sr. Osment
—Deja de llamarlo así, su nombre es George —exclama—. Volviendo
al tema, lo que quiero decir es que te entendería, pero a veces todo está en
nuestra mente Natalie —ella toca mi sien—, y por si fuera poco, intentabas
mantener esto en secreto, cuando al primero que debías decirle algo era a Neal
—No quería asustarlo, ni enfadarlo —susurro—. Si esto resulta ser una
falsa alarma, es mejor que quede entre nosotras.
Ella asiente.
—Creo que ya es hora de ver si mis conjeturas están en lo correcto
Tomo una profunda respiración, preparándose mentalmente para el
resultado y rogando porque sea negativo.
—¿Quieres verlo tú o yo? —pregunta Chloe.
—Yo —respondo—. Lo veré yo
Me levanto del retrete un tanto asustada.
La teoría de Chloe es válida pero ¿Y si no es suficiente?
—No importa que pase, cuentas conmigo ¿Vale?
Asiento hacia el comentario de Chloe y tomo la prueba entre mis ma-
nos. La mantengo allí sin observarla puesto que he cerrado los ojos, intentando
aplazar lo inevitable.
—Vamos Natalie, sácanos de esta miseria
Abro mis ojos y compruebo el resultado de la prueba.
Mi boca cae abierta y mis ojos se abren.
238
—¿Natalie? —pregunta Chloe.
Me volteo hacia ella.
Finalmente una sonrisa se instala en mis labios.
—Es negativo —susurro—. No estoy embarazada

239
Capitulo 44.
—¿A qué se debe tanta emoción? —pregunta Neal antes de besarme
castamente en los labios.
Suspiro satisfecha.
Hemos tenido un grandioso sexo en el asiento trasero de su auto.
—Nunca te había visto así de entusiasta —continúa él.
Lo miro fingiendo indignación.
—¿Acaso no puedo estar alegre por verte?
—Nunca habías sido tan entusiasta —repite él.
Sonrío de manera inocente.
Él tiene toda la razón, apenas he visto su auto he saltado en él, y sin
esperar a que lo aparcara en el lugar de siempre me desnudé por completo en
el asiento trasero del auto y comencé a masturbarme para provocarlo. Cuando
por fin se unió a mí, no le di tiempo a desvestirse siquiera cuando ya le estaba
desabrochando el pantalón para llevarlo a mi interior.
—Solo estoy feliz de verte —musito enterrando la cara en su cuello.
Él sigue estando sobre mí aun vestido, yo sigo desnuda debajo de su
cuerpo, sintiéndome la mujer más afortunada del mundo. Estoy junto a él y no
estoy embarazada. No arruinaré lo nuestro.
—¿Tiene algo que ver con tu salida con Chloe ayer? —insiste.
—Puede ser —respondo titubeante.
Decidí que no le contaría nada al respecto de la prueba de embarazo.
Había dado negativa, no tenía por qué preocuparlo por una estupidez.
—¿Qué habéis hecho para que tu estado de ánimo esté así?
—Hemos ido a una tienda de lencería
Aunque no hemos comprado nada ya podré ir yo en otra ocasión si él
desea que le muestre lo que se supone compré.
—Ahora yo empiezo a emocionarme —río ante su comentario.
—Estoy segura de que si
Neal se mueve hasta que su rostro entra de nuevo en mi campo de vi-
sión, se inclina hasta capturar mis labios con los suyos y me besa lentamente.
—Me muero por ver lo que sea que hayas comprado
—Te lo mostraré la próxima vez que pasemos la noche juntos —
aseguro, para así tener tiempo de comprar algo.
—¿Tanto me harás esperar?
—¿Tanto me harás esperar tu?
—Sabes que de mí no depende pequeña —suspiro pesadamente.

240
—Lo sé, y me gustaría que fuese esta misma noche, pero no sé si… —
labio mis labios—. Es muy arriesgado
—Lo sé pequeña
Acaricio su mandíbula con mis dedos, pensando en una posible solu-
ción.
—Nunca me contaste que sucedió en esa salida tuya con Lara y Daniel
—dice fríamente.
Mi cuerpo se pode rígido. Neal no había preguntado nada al respecto, y
eso había sido hacia ya varias semanas, aunque no es mi verdadera preocupa-
ción con respecto a ese tema. Con toda la excitación de nuestro primer encuen-
tro, había olvidado por completo que tenía algo importante que decirle: Daniel
celebraría su cumpleaños el fin de semana y nos había invitado a Lara y a mí,
por supuesto, Lara ya había aceptado por ambas.
—Nunca preguntaste nada y no quería incomodarte. De por sí ya nos
vemos poco, no quería arruinar el poco tiempo que tenemos con una discusión
—respondo en voz baja.
—No te toco ¿Verdad? —sacudo la cabeza.
—Le dejé claro que no quería ningún tipo de relación con él
—¿Entonces porque tu cuerpo está tan tenso?
Maldigo en voz baja la habilidad que Neal parece poseer desde siempre
de leer mi cuerpo a la perfección.
—Su cumpleaños será este fin de semana y quiere que vaya. Lara ya
confirmó por ambas
La mandíbula de Neal se tensa, se separa de mí y se siente en el otro
extremo del asiento. Acomoda sus pantalones y tira de su cabello, enfadado.
—¿Qué demonios le pasa a ese imbécil? ¿No sabe aceptar un maldito
no por respuesta?
Me siento sobre mis tobillos y lo observo fijamente, intentando disimu-
lar mi sonrisa. Porque sé que lo enfadará aun más, pero no puedo evitar sen-
tirme feliz por esos celos. Significa que le importo, que me ama, que no quiere
perderme.
—¿Te parezco gracioso? —pregunta cortantemente.
Muy tarde me doy cuenta que mi sonrisa disimulada es en realidad una
clara sonrisa. Sacudo la cabeza y gateo hacia él, me siento a horcadas sobre su
regazo y envuelvo su cuello con mis brazos.
—Lo aceptó cariño, solo quiere una amistad y es todo lo que tendrá,
nada más
—No lo quiero cerca de ti
—Sabes que Lara no permitirá que eso pase
241
Neal gruñe y sé que está pensando lo mismo que yo: Lara es un verda-
dero dolor en el culo.
—¿Vas a ir? —pregunta finalmente.
—No lo sé —admito—. Esperaba tener una mejor propuesta
Muerdo mi labio para enfatizar a qué me refiero, su mandíbula se relaja
ante esto y sus manos hacen su camino hasta mi trasero.
—¿Así que reconsideras su propuesta? Eso quiere decir que te interesa
—Es un chico bastante guapo —musito siguiéndole el juego.
—¿Es tan guapo como yo? —él enarca una ceja lo que me hace reír.
—Algo en sus ojos oscuros me atrae
—Puedo usar lentes de contacto —esta vez yo enarco una ceja.
—¿Harías eso?
—Lo que sea por mantenerte junto a mí
Mis ojos se abren enormemente por la sorpresa de sus palabras, segun-
dos antes de que una nueva sonrisa aparezca en mis labios. Me inclino sobre él
y lo beso desesperadamente, transmitiéndole todo mi deseo en ese beso. Él me
sostiene más contra sí pegando su pecho al mío, el roce de su camisa contra
mis pezones los endurece casi al instante y tras unos segundos puedo sentir su
erección debajo de mí.
—No es necesario que hagas nada para retenerme a tu lado —jadeo
después del beso—. Eres tú a quien amo, no a él. Eres tú con quien estoy aho-
ra, no con él. Eres tú con quien hice el amor hace minutos, no con él. Eres tu
quien me tiene desnuda sobre su regazo, no él
Neal sonríe con mis palabras y acaricia desde mis muslos hasta mis
nalgas con sus manos. Inclina su cabeza y besa uno de mis pechos, succionan-
do el pezón con fuerza logrando que gima en voz baja. Arqueo mi espalda
contra él, invitándolo a repetir el proceso con mi otro pecho, lo que hace, al
mismo tiempo que se desabrocha el pantalón.
—Eres tú quien está a punto de estar dentro de mí, no él —vuelvo a
decir antes de que nuestros cuerpo vuelvan a ser uno solo.

—Cuéntame algo sobre tu madre —dice Neal de repente.


Me separo un poco de él para mirarlo fijamente. Sigo sobre su regazo y
habíamos estado hablando sobre la fiesta de Daniel por algunos minutos. Este
cambio de tema me deja sin nada que decir.
—No sé si sea buen momento de hablar de ella
Estoy desnuda, sobre el hombre con el que acabo de hacer el amor. No
me parece un buen momento.

242
—No eres una mujer que siente vergüenza pequeña ¿Por qué eso cam-
bia ahora?
—Porque hablar sobre mi mamá es… —muerdo mi labio.
—¿Difícil? —asiento.
—No recuerdo mucho sobre ella, es lo que más pena me da. Era dema-
siado pequeña cuando murió
—Hay algo que debo confesarte —dice él en voz baja.
—¿Algo más?
Neal y yo nos hemos estado haciendo tantas confesiones el uno al otro
últimamente que me sorprende que aun quede otra.
—Cuando entré un poco en razón poco después de que instara a Lara a
ser tu amiga, caí en cuenta en lo mal que estaba al desearte. Eras una niña,
podías ser mi hija, así que intenté por todos los medios imaginar a una mujer
mayor con tu rostro cuando pensaba en follarte. Entonces imaginé que tu ma-
dre debía ser una mujer hermosa y quise conocerla, seducirla, hacerla mía y
dejar de pensar en ti —él hace una mueca—. Me sentí más enfermo aun cuan-
do supe que había muerto
—No podías saberlo, os acababais de mudar
—Aun así, desear a tu madre se sintió tan mal
Acaricio su cuello con suavidad.
—Era una mujer hermosa —admito—. Mi padre me regaló una única
fotografía suya hace un par de años, en ella sale con un bonito vestido de ve-
rano y ligeramente bronceada. Papá dice que fue en su luna de miel, y que fue
poco antes de quedar embarazada. Se le veía radiante con esos hermosos ojos
verdes y ese cabello negro —cierro los ojos unos segundos—. Es la única fo-
tografía de ella que me permitió conservar. Supongo que es demasiado el dolor
de perderla y por eso no pudo soportar verla cada día y saber que jamás vol-
verá a estar con él
Neal me estrecha contra sí.
—Sé cómo te sientes pequeña, pero lamento que no tuvieras nada de
tiempo para compartir con ella
—También yo, quizás no habría podido ocultarle lo de nuestra relación
Las cejas de Neal se enarcan.
—¿Se lo habrías contado?
Río brevemente.
—Eso creo, quiero decir, me hubiese gustado ser una de esas chicas
que comparten un bonito vínculo con sus madres. Quisiera pensar que lo tengo
con papá pero no es lo mismo, y desconoce lo nuestro
—¿Crees que lo habría aceptado? —sacudo la cabeza.
243
—Por supuesto que no ¿Aceptarías que Lara saliera con un hombre
casado? —su ceño se frunce.
—Definitivamente no
—Ahí tienes la respuesta
Neal mete un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Sin embargo estoy enamorado de ti. Eso cambia un poco las cosas
¿No?
—Creo que las cambia totalmente cariño —muerdo mi labio—. Aun-
que si mi madre estuviera viva, habrías intentando estar con ella y no conmigo
así que no vale la pena pensar en ello
—Me habría perdido de algo realmente bueno en ese caso
Sonrío y beso su mejilla.
—Creo que ya es hora de ir a casa —él asiente.
—Vístete en el camino
Me besa una vez más antes de salir del auto y entrar a la parte delante-
ra.
Me visto rápidamente mientras el conduce sin sacar un pensamiento de
mi mente.
¿Si mi madre estuviese viva, sería ella quien estuviera en la parte tras-
era de este auto justo ahora en lugar de mí?

244
Capitulo 45.
—¿Tienes quien te busque a tu clase de ballet hoy? —pregunta papá.
—Se lo pediré a Chloe —respondo sin dejar de mirar por la ventana del
auto—. Después iremos a su casa a estudiar
En realidad veré a Neal, pero él no debe saber eso.
—Ya se acerca el recital ¿No es así?
—Si, será dentro de un mes —mi piel se eriza—. Estoy nerviosa
—No tienes por qué estarlo, eres una magnifica bailarina
—No es suficiente ser magnifica, lo sabes. La señorita Stuart es muy
exigente
—Aun así te eligió como protagonista lo que significa que considera
que eres buena
No digo nada más acerca del tema, deseando llegar a la escuela rápido.
Cada vez son más y más las mentiras que debo decirle, y cada vez se acerca
más y más el momento de contarle toda la verdad. ¿Seré capaz de hacerlo?
¿Me odiará cuando lo haga?
—Estás enfadada conmigo —dice él atrayendo mi atención.
Observo su perfil y él me mira unos segundos antes de volver su vista a
la calle.
—¿Por qué estaría enfadada contigo?
—Cada vez pasamos menos tiempo juntos, y presiento que te molesta
que pase más tiempo con Delanie que contigo
—No lo hace, de verdad. Entiendo que quieras pasar tiempo con ella,
es tu novia, y yo he estado un poco ocupada con los exámenes finales, el re-
cial, todo…
—Quiero pasar tiempo contigo nena —aclara él—, pero también quie-
ro que tengamos un bonito viaje este último verano que pasaremos juntos an-
tes de que te vayas a la universidad. Por eso he estado tomando turnos extras
Sonrío.
—Eso sería ideal papá. Me encantaría
—Solos tú y yo, sin Delanie —aclara.
Mis ojos se abren.
—¿Solos tu y yo? —él asiente.
—Cuando te vayas, tendré tiempo de sobra para estar con ella —río.
—Oh claro, ya lo imagino
—Ahora que hablamos de eso ¿Ya decidiste a que universidad iras?
Vuelvo a fijar mi vista en la ventana.

245
—No, aun no lo decido
Neal y yo no hemos vuelto a tocar el tema, y ambos elegiremos eso
juntos. Es nuestro futuro, nuestra nueva vida. Aparte, cuando lo decidamos…
hablaremos de ello con papá.
—Creo que ya deberías tener esa elección concreta ¿No crees?
—Tal vez… —cierro los ojos—. Aun tengo tiempo papá
—¿Has siquiera elegido qué estudiar?
—No. Leyes tal vez, o medicina. No lo sé
—Estás muy confundida —comenta él.
El auto se detiene frente la escuela y ambos desabrochamos nuestros
cinturones de seguridad.
—¿Qué hay de la danza? La amas. Si quieres y piensas que podrías ser
una profesional, lo que seguramente sucedería, te apoyaría
—Eso es muy lindo de tu parte papá, lo consideraré
No miento, hablo muy en serio. Siempre he amado la danza y desde
pequeña he estado en ese mundo. Si mi padre me apoya sería suficiente, sabía
que Neal me apoyaría.
—Será mejor que bajes ahora si no quieres llegar tarde a clases
Blanqueo los ojos.
—Ahora me corres
Papá comienza a reír y despeina mi cabello.
—Vamos, hora de obtener dieces
Le saco la lengua y salgo del auto.
Me encuentro entre cientos de estudiantes caminando a sus clases. Al-
gunos me saludan, otros no. Siendo una secundaria pequeña, no conozco a
todos sus estudiantes y está bien para mí. Aun con la popularidad obtenida tras
la amistad con Lara, no me tomé la molestia de socializar con todos a mí alre-
dedor, eso ya lo hacía ella.
—Hola Natalie ¿Lista para la fiesta de mañana? —pregunta Lara ape-
nas me ve.
Asiento sin mucho ánimo.
Aunque el plan es escaparme de la fiesta y pasar la noche con Neal, no
estoy interesada en pasar ni un minuto con chicos universitarios.
—Pareces muy entusiasmada —ironiza.
—Lo siento, no puedo fingir que quiero ir a algo que me obligas
—No exageres. Te gusta Daniel, solo que no lo admites
—No me gusta Daniel Lara, te lo he dicho incontables veces —ella
suelta una carcajada.
—Pero lo hará, confía en mí —me guiña un ojo y se aleja de mí.
246
Sacudo la cabeza un tanto confundida. ¿Cómo es que somos amigas si
ella nunca me escucha? Sinceramente no lo entiendo.
—Esa chica realmente es un dolor en el culo —murmuro al notar a
Chloe llegar a mi espalda.
—¿Ahorita es que lo notas? —se burla ella.
Río y camino junto a ella.
—¿Me llevaras a mi clase de ballet hoy? —ella asiente—. ¿Podríamos
pasar antes por la tienda de lencería? Tengo que comprar unas cosas
—Parece que el no estar embarazada te sentó de maravilla
Le doy un suave golpe ante la mención de esa palabra.
—Por favor Chloe, cállate
—¿Fuiste al médico como te lo dije, o tu periodo ya vino?
—No, a ninguna. Estoy segura de que en unos días vendrá. Todas te-
nemos atrasos
—No cuando se toma anticonceptivos amiga mía —Chloe rodea mis
hombros con su brazo—. Habla con Neal, ve al médico junto a él y sal de tu
miseria de una vez por todas
Sacudo la cabeza.
—La prueba arrojo un negativo —susurro—, es lo suficiente para mí
—Sabes que esas pruebas no son cien por ciento seguras
—Lo son para mí —replico alejándome.

—Yo te llevaré a tu clase de ballet —anuncia Lara mientras ella, Chloe


y yo caminamos a la salida.
—¿A qué se debe eso? ¿No deberías ir a arreglarte para tu añorada fies-
ta?
—Puedo hacer eso en unos minutos, y necesito tu ayuda —frunzo el
ceño.
—¿Mi ayuda en qué?
Lara solo ríe.
—Vamos, apresúrate. Te esperaré en mi auto
Se aleja corriendo de nosotras dejándome completamente confundida.
—Cada día está más loca —bromea Chloe.
—No me imagino cómo se pondrá esta noche cuando desaparezca de la
fiesta
—¿Pasarás la noche con Neal? —asiento—. ¿Paso por ti mañana en el
mismo lugar?
Sonrío. Ni siquiera se lo he pedido y ya ella se ofrece a cubrirme.
—Si, te lo agradecería
247
—Esta vez no llegaré tarde, lo prometo
Rio alejándome.
—Tárdate lo que desees, te lo mereces
Camino rápidamente hacia el estacionamiento y encuentro a Lara ya en
su auto. Subo a este y ella lo pone en marcha antes de que siquiera me ponga
el cinturón de seguridad.
—¿Por qué tan apurada?
—Te dije que necesitaba tu ayuda con algo —dice con una sonrisa.
—Pero no me has dicho cual es ese algo
—Relájate
No digo nada mientras la veo conducir hasta la farmacia, haciendo que
mi estomago se revuelva ante esto. Estar aquí de nuevo solo me hace pensar en
mi atraso, la prueba, el resultado negativo…
—Bien, vamos —musita Lara saliendo del auto.
Salgo de este y la sigo hacia el interior de la tienda. Con cada segundo
que pasa mi corazón late más deprisa. De verdad no quiero estar aquí pero no
puedo contárselo.
—Necesito comprar unos condones pero quiero comenzar a experi-
mentar con nuevas texturas y quiero que me ayudes a escoger algunas —dice
Lara.
La miro como si tuviese dos cabezas.
—¿Para eso me hiciste venir?
—Sabes que soy muy indecisa
—Si pero… —gruño—, ¿Por qué no es Seth quien los compra? No me
siento cómoda eligiendo algo que él usará
—En lugar de pensar que lo usará Seth, piensa que estas ayudando a tu
mejor amiga a no conseguir un embarazo no deseado
Siento nauseas.
¿Por qué ella debe usar esa palabra justamente ahora?
—Pensé que tomabas anticonceptivos —musito distraídamente.
—Lo hago, pero en mi último chequeo cambiaron el tipo de píldora
que tomaba. Hasta que mi organismo no se adapte a estas puedo quedar emba-
razada, así que necesito otro método de protección adicional
Divago por el pasillo viendo cajas de diferentes tipos de condones has-
ta llegar a la sección de pruebas de embarazo. Si tomo una comenzarán las
preguntas de parte de Lara, pero sus palabras me han hecho pensar. Yo cambié
de píldoras hace aproximadamente un mes, y eso, unido a mi atraso no es alen-
tador. Sé que la prueba que me hice dio negativo pero aun así… tienden a te-
ner un margen de error. ¿Y si yo era ese margen de error?
248
—¿Qué tal estos?
Miro a Lara sostener hacia mí una caja color rojo. No le respondo y
vuelvo mi visa hacia las pruebas.
—¿Estas pensando en hacerte una? —pregunta ella.
Sacudo la cabeza, alejándome de las cajas.
Mi atraso es por mi cuerpo, no hay ningún tipo de vida dentro de mí.
¡No estoy embarazada y punto!
—Creo que compraré una —dice Lara—. Quiero gastarle una broma a
Seth
—Esos no son juegos —aseguro enfadada.
—Cálmate, solo era una broma. Pareces enfadada ¿Acaso estás en tus
días?
Miro hacia otro lado incapaz de responder.
—Me tomaré eso como un sí. Solo espero que tu estado de ánimo esté
mejor para esa noche
—¿Podemos irnos ya? No quiero llegar tarde
Lara resopla resignada y toma dos cajas más de preservativos, una azul
y otra negra.
—Si, vámonos
—Te espero afuera
Salgo apresurada de allí y me detengo en la acera. Miro los autos del
pequeño estacionamiento con el que cuenta la farmacia y tomo una profunda
respiración.
Debo dejar de pensar en esto, mientras más lo haga, mientras más me
estrese mi organismo será peor. Seguiré teniendo este atraso que solo me da
dolores de cabeza, así que necesito terminar con esta incertidumbre. Tal vez
una prueba sanguínea, en un laboratorio. Eso definitivamente es más fiable
que una prueba normal, y podría de una vez por todas quitar estas dudas que
Lara ha avivado.
—Listo —anuncia ella como si la hubiese invocado con mis pensa-
mientos.
La sigo hasta su auto, deteniéndome abruptamente cuando mi estoma-
go se retuerce y todo comienza a dar vueltas.
—Lara —la llamo.
Ella aparece frente a mí de inmediato y consigo sostenerme de ella,
aunque su imagen frente a mi es todo menos clara.
—Natalie ¿Qué pasa?
—No lo sé, me siento mal. Todo me da vueltas
—¿Comiste algo hoy? —sacudo la cabeza con los ojos cerrados.
249
Respiro profundamente y poco a poco la sensación de vértigo desapa-
rece.
—¿Sigues haciendo la estúpida dieta para el ballet? Deberías dejarla,
mira como estas
—No tiene nada que ver con eso —aseguro incorporándome—. Ya
estoy bien
—¿Segura? Puedo llamar a mamá
—No, no, estoy bien —aseguro con una sonrisa.
Me suelto de ella para corroborar mis palabras arrepintiéndome de ello
al instante. El mareo vuelve esta vez más intenso haciéndome perder el equili-
brio. Retrocedo torpemente, buscando algo en que sostenerme cuando siento
un dolor intenso en mi pie derecho.
Chillo fuertemente al caer al suelo sobre mis rodillas.
—Oh por Dios Natalie —chilla Lara.
—Me duele —susurro señalando mi tobillo—. Me duele demasiado
Lara
Me he doblado el tobillo. Maldita sea, me he doblado el tobillo, con un
recital a la vuelta de la esquina.
—Vamos, te llevaré al hospital. Tienen que revisarte eso, y también
chequear el porqué de tus mareos

250
Capitulo 46.
—¿Te desmayaste Natalie?
Camila me mira expectante mientras espera una respuesta. A su lado,
las cejas de papá se alzan al escuchar sus palabras de inmediato.
—¡¿Te desmayaste Natalie?! —repite él con tono autoritario.
Quiero hacerme un ovillo en la camilla de la habitación pero no puedo.
Mi pie duele cada vez que lo muevo, y aunque me dieron algunos calmantes el
dolor sigue latente.
—No. No lo hice. Solo perdí el equilibrio —explico.
—Eso no fue lo que Lara dijo
Gruño en voz baja.
De todas las enfermeras existentes en el hospital, tenía que atenderme
precisamente Camila.
—Te tomaré una muestra de sangre —añade acercándose a mí.
—Ya la tomaron —musito—. Cuando llegué la otra enfermera quiso
tomar una muestra cuando Lara dijo que me había desmayado
—En ese caso iré por ellos. Normalmente los resultados están para un
día después, pero ingresaste hace un par de horas y me imagino que ya los
tendrán listos. El doctor vendrá en unos minutos con el resultado de tu tobillo
también
Ella me sonríe amablemente unos segundos antes de salir de la habita-
ción, y en la fracción de segundo que esa fugaz sonrisa dura me siento horri-
ble. Por lo que sé, por ser la amante de su esposo, por ser la razón por la que
pronto se encontrará divorciada.
A veces siento que lo de Neal y yo es un error.
—Dime la verdad Natalie ¿Te desmayaste?
Volteo a ver a papá e intento fingir que nada pasa por mi mente y que
nada me preocupa justo ahora.
—No papá, te lo juro. Solo pise donde no debía —miro mi pie tomar
un ligero color verdoso alrededor del tobillo— ¿Crees que esté roto?
De inmediato papá está a mi lado.
—No cariño, estoy seguro de que no lo esta
—Si es así será el fin para mí y el ballet —musito apenas audible.
Recién caigo en cuenta la gravedad del asunto. Si mi pie está roto no
solo perdería el recital, también existe la posibilidad de tener una lección que
me impida dedicarme al ballet de manera profesional.
—Todo estará bien —asegura papá apretando mi mano.

251
En ese momento la puerta de la habitación se abre y entran a la habita-
ción Chloe y Lara.
—Me diste un susto terrible Natalie —chilla Lara angustiada.
—No sucedió nada Lara, simplemente me lesioné el tobillo. Y por tu
exageración ahora mi papá cree que me desmayé
—Estaba segura de que Lara exageraba —comenta Chloe.
—Dile a mi padre que no me desmayé —demando sin dejar de mirarla.
Las mejillas de Lara se encienden y poco a poco le explica a papá lo
sucedido. Este claramente se ve más relajado a medida que Lara prosigue con
la pequeña historia.
—Bueno, eso me deja más tranquilo —comenta él una vez Lara ha
terminado.
—Pero a mí no —replico—. ¿Cómo es posible que no creas en mi pa-
labra?
—Lo siento nena, pero sabes que solo me preocupo por ti y tú a veces
intentas que no lo haga
Suspiro pesadamente.
—Deberías confiar más en mí
—Lo hago
El sonido de un teléfono lo interrumpe. Papá saca su teléfono del bolsi-
llo de su uniforme y mira la pantalla. Sus cejas se alzan y niega con la cabeza.
—Perdona nena, debo responder esto. Delanie está muy preocupada
por ti y yo no le he avisado como estas —se inclina hacia mí y besa mi fren-
te—. Estaré en el pasillo
Lo veo salir de la habitación con el teléfono pegado al oído.
—Tu papá va en serio con Delanie ¿Cierto? —pregunta Lara llamando
mi atención.
—Mmm sí, eso creo
—Se le ve enamorado, ojalá papá aun se viera así
Mis cejas se alzan.
—¿Cómo? —por el rabillo del ojo veo a Chloe fingiendo una expresión
de sorpresa.
—Creo que quiere dejar a mamá —responde Lara—. No os lo había
dicho antes pero las cosas en mi casa van de mal en peor. El poco tiempo en
que papá logra estar allá, está colmado de peleas
Aprieto la orilla de la sábana que cubre mi cuerpo. No pensé que me
sentiría así al oír esto. Es tan distinto cuando es Neal quien lo dice, porque ni
él ni yo sufrimos, pero Lara y Camila sí.
—¿Crees que se divorcien? —pregunta Chloe.
252
La miro con furia. ¿Por qué pregunta eso ahora?
—No lo sé. En sus discusiones nunca los he escuchado hablar de eso,
pero yo espero que no
Lamo mis labios y miro a Lara.
—Probablemente no, quizás y hasta arreglen sus problemas
No sé qué demonios me lleva a decir eso, pero mi intento de hacerla
sentir mejor solo me hace sentir peor a mí.
Neal y Camila nunca se arreglarán. Él está conmigo, pero justo ahora
se siente mal.
—Eso espero Natalie
La puerta de la habitación se abre y mi corazón sube a mi garganta.
Neal entra de lleno en la habitación, clava sus ojos azules como dos
zafiros en mí y exhala un suspiro de alivio. Me permito disfrutar de la vista, al
verlo con un traje impecable gris, camisa blanca y una corbata de un azul tan
hermoso como sus ojos.
—Natalie ¿Te encuentras bien? —pregunta intentando no parecer de-
masiado preocupado.
Asiento débilmente intentando disimular las ganas que tengo de lan-
zarme a sus brazos y besarlo, y sé que él piensa lo mismo.
—¿Tú qué estás haciendo aquí papá?
—¿Ya lo olvidaste? Me llamaste muerta del pánico diciendo que Nata-
lie se había desmayado y que no sabías que hacer
Miro a Lara con furia.
—¿Les dijiste a todos que me desmayé?
Lara encoje sus hombros, regalándome una expresión de disculpa.
—Seth también está preocupado. Esta afuera en el pasillo como si fue-
ses tú la que está hospitalizada —dice Neal.
—Oh por Dios, Seth
Lara corre fuera de la habitación, dejándonos a Neal a Chloe y a mí
solos.
—Nos ahorraré palabrerías y os dejaré solos por un momento —
anuncia Chloe—. Pero Natalie, recuerda que tu padre está afuera y puede en-
trar en cualquier momento
—Distráelo —pide Neal—, por favor
Chloe acaricia su frente, obviamente insegura de que hacer. Finalmente
deja caer sus hombros en una expresión de consternación.
—De acuerdo, pero me vais a deber una aun más grande de la que ya lo
hacéis —asegura saliendo de la habitación.

253
Neal se acerca hacia mí y toma mi rostro entre sus manos. Sus ojos
estudian cada facción de este y luego examina el resto de mi cuerpo detenién-
dose en mi tobillo.
—¿De verdad estas bien? —pregunta nuevamente.
Asiento sujetando sus manos con las mías.
—Solo es una torcedura
—Cuando Lara me dijo que te desmayaste pensé lo peor
Blanqueo los ojos.
—Desde que me levanté esta mañana no he perdido el conocimiento en
ningún momento
—Yo no sabía eso pequeña. Casi me vuelvo loco al no poder exigir
saber sobre ti sin levantar sospechas
—Pero estas aquí ahora, y eso si me importa
Neal sonríe brevemente antes de besarme. Me relajo inmediatamente a
causa de ese beso, y me permito disfrutar de él como si al otro lado de la puer-
ta no estuviesen mi padre y Lara.
—Neal…
—Shhh, Chloe está ahí fuera
Volvemos a besarnos momentáneamente antes de que me separe de él.
—No quiero tentar nuestra suerte —murmuro.
Él asiente afligido y se aleja de mí.
—Tienes razón, yo no… no estoy pensando con la cabeza
Sonrío enternecida.
—Te prometo que cuando me den el alta podrás hacer lo que desees
conmigo
Neal sonríe entrelazando nuestros dedos.
—¿Y crees que se pueda? No quiero lastimar ese pie, porque no se ve
muy bien
—Papá asegura que no es fractura así que me recuperaré pronto
—¿Ya te dio un médico un resultado? —niego con la cabeza—. Enton-
ces debemos esperar eso
Escuchamos murmullos fuera de la habitación. Neal se separa a una
distancia prudente de mí y yo intento parecer como que no me acaba de besar
el hombre que amo.
—No estáis follando ¿Verdad? —pregunta Chloe asomándose con los
ojos cerrados.
Río ante su comentario relajándome nuevamente.
—No. Puedes mirar
Ella sonríe abriendo los ojos y entra del todo en la habitación.
254
—Tu padre está hablando con el doctor. Probablemente entren a la
habitación en cualquier momento y pensé que sería mejor encontrarnos a am-
bas con Neal y no a ti sola
Asiento.
Encontrarnos a ambos solos podría levantar sospechas.
—También creo que él debería irse ya o comenzaran a hacerse pregun-
tas de porque tu ex suegro se preocupa tanto por ti —prosigue Chloe.
Miro a Neal, quien está mirando a Chloe de manera indescifrable.
Aunque ella tiene razón, no quiero que él se vaya.
—Ella tiene razón, debería irme ya
—No quiero que te vayas —susurro con los ojos repentinamente llenos
de lágrimas.
—Pequeña, si no me voy podrían surgir problemas
No respondo nada y solo lo miro intentando no llorar.
En ese momento, la puerta de la habitación se abre y papá entra segui-
do del doctor Caffrey, hombre de mediana edad, vestido de azul y con una
bata blanca.
—Natalie, que bueno encontrarte despierta —comenta él—. Ya tengo
acá tus resultados
—No hay fracturas nena —dice papá alegremente.
De repente repara en la presencia de Neal y su ceño se frunce.
—¿Qué haces tú aquí? —pregunta él.
Neal aclara su garganta y acomoda el nudo de su corbata.
—Bueno Tyler, tu hija ya es parte de nuestra familia. No sólo por su
relación con Derek, también porque es la mejor amiga de mi hija
Papá no dice nada, lo que le permite al doctor tomar la palabra nueva-
mente.
—Como ya dijo tu padre, no tienes fractura, sin embargo si tienes una
lesión en el musculo. Así que, nada de apoyar ese pie por un mínimo de dos
semanas. Tienes que tener reposo absoluto y lamentablemente no podrás bailar
por aproximadamente un mes
Trago nerviosamente.
—¿Pero después? ¿Podré bailar después?
El doctor me regala una mirada enternecida.
—Sí, podrás bailar por muchos años más a partir de que tu pie se mejo-
re
Sonrío sin poder evitarlo.
—Te dije que todo estaría bien princesa —dice papá al caminar hacia
mí y apretarme la mano.
255
—Otra cosa que tienes que hacer es una serie de sesiones de frío y ca-
lor —prosigue el doctor—, eso ayudará con la hinchazón y el dolor. En unos
momentos vendrá una enfermera con tu alta, estas demasiado bien como para
tenerte acá encerrada un viernes por la noche
Él y papá son los únicos en reír.
—Que pasen buenas noches —se despide el doctor y sale de la habita-
ción.
—Creo que yo debería irme también —musita Chloe.
—Yo debo buscar a Lara —comenta Neal.
Lo miro caminar hacia la puerta sin mirarme. Siento una punzada de
dolor ante esto pero sé que lo hace para protegernos, aun así no aminora el
dolor, por lo que miro hacia otro lado, no dispuesta a verlo marcharse.
—¿Neal? ¿Qué estás haciendo aquí?
De inmediato vuelvo mi mirada hacia Neal quien retrocede de nuevo
hacia el interior de la habitación mientras Camila entra en ella.
—Lara me llamó asustada diciéndome que Natalie se había desmaya-
do. Creí que sería bueno asegurarme de que ella estaba bien
—¿Y dónde está Lara ahora?
—Camila —llama papá—, ¿Traes los resultados?
Camila mira a mi padre y luego a mí. Sus labios se abren y se cierran
de nuevo sin que ninguna palabra salga de ellos. Luego sacude su cabeza y
toma una profunda respiración.
—Esto… será mejor hablarlo a solas —dice finalmente.
Mi corazón comienza a palpitar con fuerza. Por su expresión deduzco
que no es nada bueno lo que tiene que decir.
—¿Qué tiene mi hija? —pregunta mi papá angustiado.
—Preferiría no decirlo ahora…
—Sin ánimos de ofender Camila pero creo que nos enteraremos de
igual forma luego —la interrumpe Chloe.
Camila asiente lentamente y saca una página del interior de su bata.
—Vi tus resultados y bueno… —otra pausa.
—Camila, me estas matando aquí —replica papá.
Neal continua en silencio, observándola con de detenimiento.
—Los resultados arrojaron unos altos niveles de Gonadotropina Corió-
nica Humana
Por el rabillo del ojo veo a papá fruncir el ceño.
—¿Qué significa eso?
—Es una hormona especial, que sólo se presenta en… en mujeres em-
barazadas. Estás embarazada Natalie
256
Capitulo 47.
No consigo articular palabra.
Camila sigue mirándome con una expresión que sólo puede describirse
como lastima mientras papá grita barbaridades de que debe ser un error, que
yo no puedo estar embarazada y que deben hacerme los análisis nuevamente.
Pero no es así, no es un error, estoy embarazada. Lo sé porque mi periodo si-
gue sin llegar y lo que Lara me dijo en la farmacia antes de doblarme el tobillo
me lo había confirmado.
La última vez que estuve con Derek, fui al ginecólogo y este cambio
mis píldoras. No había pasado ni un mes cuando estaba teniendo relaciones
frecuentes con Neal sin ningún otro método de protección, y por esa irrespon-
sabilidad mía ahora estoy embarazada.
Arruinaría toda mi vida.
—Natalie nena, deja que Camila vuelva a sacarte la sangre. Tenemos
que repetir ese examen
Miro a papá y me arrepiento al instante. Sus ojos me ruegan que todo
sea una mentira, que Camila esté equivocada. Como me gustaría que eso fuera
cierto.
—Papá… —lamo mis labios buscando las palabras adecuadas para
decir.
¿Cómo decirle que si estoy embarazada y de un hombre casado?
¿Cómo decírselo delante de la esposa del hombre de quien espero un hijo? ¿Y
cómo decirlo delante del hombre que amo el cual no tiene idea de todo esto?
Miro a Neal y sé al instante que lo he arruinado todo.
Su cara está pálida, su mandíbula apretada como sus puños, sus ojos
tienen un azul más oscuro de lo habitual y sus labios han formado una línea
recta mientras me reprende con su mirada.
Chloe tenía razón, debí contarle todo cuando lo sospeché la primera
vez. Ahora él se está enterando de la peor manera, y si este bebe significa per-
der mi futuro y mis planes, también ahora significa perderlo a él.
—¿Es de Derek, Natalie? —pregunta Camila.
La miro con los ojos muy abiertos.
Ella continua mirándome con esa expresión de lástima que ya me está
comenzando a irritar, y que si continua me hará decir cosas que nadie quiere
oír.
—¡Por supuesto que no! —grita papá—. Volverás a hacerle los exáme-
nes

257
Miro a Chloe quien tiene los ojos llenos de lágrimas. Me regala un
asentimiento de cabeza y sé que es momento de contar la verdad.
—Papá… —vuelvo a llamarlo.
Él me mira y las lágrimas comienzan a descender por mis mejillas al
saber que lo voy a decepcionar más que nada.
—Papá yo… lo siento mucho —susurro.
Su mirada se oscurece y su rostro toma la misma expresión que la de
Neal.
—¿Estas embarazada? —pregunta lentamente.
Presiono mis labios en una fina línea y asiento.
—Lo siento
—¡¿Y crees que un simple lo siento arreglará esto Natalie?! Pensé que
ya no estabas teniendo sexo, que inclusive no estabas saliendo con nadie. ¿De-
bo pensar que lo que Camila dice es verdad? ¿Estás embarazada de Derek?
¿Es esa la verdadera razón por la que rompieron?
—Mi hijo jamás abandonaría a Natalie si supiera su condición —
exclama Camila—. Seguramente no está enterado de nada, y por la expresión
de Natalie al darle la noticia, ella tampoco lo sabia
—Sea como sea, tu hijo tiene que responder por esto —replica papá.
Está furioso, tanto que las venas de su cuello pueden verse a distancia.
—Tu hijo simplemente no puede no responder por esto…
—No es de Derek papá —susurro apenas audible.
Él deja de gritar y me mira con los ojos muy abiertos.
—No me digas que es de ese chico con el que has salido, Daniel si mal
no recuerdo
Gimo de frustración y sacudo la cabeza.
—¿Entonces con quien más te acostaste, Natalie?
Le doy un último vistazo a Neal en busca de ayuda, pero él ni siquiera
está mirándome. Sacudo la cabeza y muerdo mi labio. Ya es hora, es hora de
que todos sepan la verdad. No será como lo planeamos, Neal no estará suje-
tando mi mano como lo habíamos acordado ni seremos nosotros dos contra
todos.
Todo se está yendo a la mierda y estoy embarazada. No hay nada más
que perder.
—Papá, estoy embarazada de…
—De mí —me interrumpe Neal haciendo que mi corazón comience a
latir con más fuerza que nunca.
Todas las miradas se posan en él. Todas con expresión de sorpresa en
la cara, inclusive yo.
258
—Si esto es un juego no es para nada gracioso Neal —habla Camila
saliendo de su sorpresa.
—No lo es —asegura él—. Ya sospechabas que tenía una amante ¿No
es así? Acabas de enterarte quien es, incluso peor, que está embarazada
Mi pecho duele con sus palabras. Pensé que ya no era su amante.
—¿Te acostaste con mi hija y la dejaste embarazada? —cuestiona
papá—. ¿Estás hablando enserio hijo de puta? ¡Ella podría ser tu hija!
—Suerte para mí no lo es, es mejor que cualquier mujer con la que
haya estado antes
Al término de sus palabras, papá arremete contra él.
Chillo horrorizada al ver como papá golpea la mandíbula de Neal y
este recibe el golpe sin intentar defenderse. Ambos se mueven de un lado a
otro, o más bien debería decir que papá mueve a Neal de un lado a otro porque
este último no hace ningún movimiento para retirarse. ¿Acaso quiere que papá
lo mate?
—¡Ya paren por favor! —grito desesperada.
Intento levantarme pero el dolor en mi tobillo no me lo permite. Chloe
tampoco, que al comenzar los golpes ha estado de inmediato a mi lado.
—¡Hijo de perra, te mataré! —grita papá antes de llevarse consigo a
Neal fuera de la habitación.
—Tienen que hacer algo, papá lo matará —pido escuchando el escán-
dalo del pasillo—. Por favor Chloe, has algo
—No puedo Natalie, lo siento pero no puedo dejarte a solas con ella
Miro a Camila cuando Chloe la señala y yo también temo por mi segu-
ridad.
—Camila…
—Así que eras tú la que se estaba revolcando con mi esposo, tu maldita
zorra —sisea—. ¿Tienes idea lo mucho que he estado sufriendo por tu culpa?
Llevo semanas intentando descubrir la razón por la que mi esposo ya no me
toca, porque pasa las noches fuera, y de quien menos sospeché fue de ti pe-
queña zorra
No respondo nada, la dejo que saque todo lo que lleva dentro. Al fin y
al cabo, todo es cierto.
—Y no fue suficiente con revolcarte con él ¿Cierto? Tuviste que que-
dar embarazada
—Eso no lo planee
—¡No quiero oír tus estúpidas excusas zorra! —grita Camila y su mano
impacta contra mi mejilla.

259
Mi rostro se voltea hacia la izquierda y mi mejilla comienza a arder.
Chloe gesticula algo en contra de Camila pero no logro a entender que dice.
Afuera el escándalo continúa, lo que significa que Neal y papá continúan dis-
cutiendo.
—¡Engañaste a mi hijo con su padre! —continúa Camila—. Estoy en
lo cierto ¿No es así? Neal ha estado así desde hace meses, mucho antes de que
tú y Derek terminaran. Jamás habría imaginado que serías tan zorra
—Ya dejé de decir esa palabra —exclama Chloe—. Si su marido la
engañó no es totalmente la culpa de Natalie, algo ya estaba roto entre ustedes
—Imagino que tú lo sabías —murmura Camila despectivamente—, y
como buena amiga, la ayudas a mantenerlo en secreto. Incluso a ocultárselo a
Lara —miro a Camila.
—Nunca quise que esto pasara
—Oh por supuesto que no —ironiza—. ¿Fue por eso que le abriste las
piernas descaradamente?
—¿Qué demonios ocurre? —pregunta Lara entrando a la habitación en
ese momento—. ¿Por qué papá y el papá de Natalie pelean? ¿Por qué tú no
estás haciendo nada para detenerlo? —Lara me mira—. ¿Por qué estás lloran-
do?
—Justo hablaba de ti cariño —dice Camila—. Natalie tiene algo que
decirte ¿No es así, Natalie?
Lamo mis labios asintiendo.
—Lara, tu papá y el mío pelean porque… —suspiro pesadamente.
Lara espera por el término de mi frase y más lágrimas brotan de mis
ojos al ver sus enormes ojos azules. Jamás volverá a verme de la misma mane-
ra nunca más.
—He estado acostándome con Neal los últimos tres meses —susurro.
Los labios de Lara se abren.
—Y eso no es todo, vamos Natalie, cuéntale todo —me apremia Cami-
la.
Presiono mis labios en una fina línea.
—También estoy embarazada, lo que explica la pelea de afuera
No digo nada más y Lara continua con los labios abiertos. Afuera ya no
hay escándalo por lo que asumo lograron separarlos.
—¿Tú lo sabías? —le pregunta Lara a Chloe rompiendo el silencio.
—Me enteré hace poco —responde Chloe.
Lara asiente y se acerca a mí. Sus labios están presionados en una fina
línea y me mira con una expresión fría, carente de emoción. Cuando está lo

260
suficientemente cerca, levanta su mano y la deja caer sobre la mejilla contraria
a la que Camila golpeó minutos antes.
—No quiero que vuelvas a acercarte a mí nunca más en tu puta vida
¿Me entiendes? ¡Arruinaste a mi familia! —grita antes de darse la vuelta y
alejarse—. Y eso va para ti también Chloe —exclama y sale de la habitación.
—Creo que merecías mucho más que eso, pero no vale la pena gastar
nada más en ti —escupe Camila con veneno y también sale de la habitación.
Sollozo con fuerza y Chloe me abraza.
En cinco minutos he perdido el control total de mi vida.
—Cálmate Natalie, por favor, eso no le hace bien al bebe —asegura
Chloe mientras acaricia mi cabeza.
—No puedo —sollozo— perdí a Neal, a Lara, a papá. Lo perdí todo
Chloe —aseguro llorando con más fuerzas.
El chillido de la puerta me anuncia que alguien llega. Me asomo entre
los brazos de Chloe y me aterroriza lo que veo. Papá está cubierto de sangre,
su camisa, sus nudillos, hasta en la barbilla.
—¿Qué… qué le hiciste a Neal?
—Chloe, déjame un momento a solas con Natalie —musita papá con
tanta calma que asusta.
—¿Qué le hiciste a Neal? —repito con desesperación.
—Chloe, afuera
Chloe sale sin decir nada mientras yo sigo observando con temor a
papá.
—¡¿Qué le hiciste a Neal?! —vuelvo a preguntar cuando estamos so-
los.
—¡Lo que se merecía el hijo de puta que embaraza a mi hija y luego
simplemente la abandona!
Mi corazón se contrae.
—No… él no pudo… no pudo dejarme
—¡Lo hizo Natalie! El hijo de perra engaña a su mujer, te embaraza y
luego se larga —papá sacude la cabeza—. Pero no puedo creerlo ¿En qué de-
monios estabas pensando cuando dejaste que eso sucediera? ¡Es un hombre
casado!
—Se va a divorciar —aseguro—. Él me ama, me lo prometió, dijo que
estaríamos juntos
—Eso no va a suceder, Natalie
—¡Él me ama! —grito desesperada.
No, él no puede dejarme. No ahora, no justamente ahora cuando más lo
necesito.
261
—Natalie —papá viene hasta mí y toma mi rostro entre sus manos—.
Tú jamás volverás a ver a Neal —sentencia antes de dejarme sola.

262
Capitulo 48.
Papá estaciona frente a casa y sale del auto en silencio. No me ha diri-
gido la palabra en ningún momento desde que me dijo que no volvería a ver a
Neal, ni siquiera al ver que no he parado de llorar en todo el camino.
La puerta de mi lado del auto se abre y papá está esperándome con las
muletas en las manos, me ayuda a salir y me las tiende. Camino junto a él has-
ta la puerta de la casa con cuidado de no apoyar demasiado mi peso en mi pie
lastimado. Lo logro con ayuda de las muletas y ya no siento dolor en el pie, es
otro dolor el que me está consumiendo.
Neal me abandonó.
—¡Natalie, gracias al cielo estás bien! —grita Delanie al abrazarme
cuando entro a la casa—. Estaba muy preocupada, pero tu padre no quiso que
fuera al hospital y… ¡¿Qué demonios te pasó Tyler?! —ella cuestiona a papá
al ver su camisa llena de sangre, ya que no tuvo ni siquiera la molestia de
cambiarse.
—Lo mismo desearía saber yo —gesticulo hacia él.
Su mirada me advierte que guarde silencio, pero ya estoy cansada de
ello.
—Dime papá ¿Qué le hiciste a Neal para que me abandonara?
—¿Neal? —pregunta Delanie palideciendo.
—Así es Delanie, estoy embarazada de Neal y papá lo tomó como saco
de boxeo al enterarse. Por eso está todo lleno de sangre
—Natalie…
—¿Neal Black? ¿Hablas de Neal Black? —lo interrumpe Delanie.
—Si Delanie, del mismo Neal Black que conocemos
—¡Ya basta Natalie! —grita papá—. Suficiente tengo con todo lo que
ha pasado. Vas a subir a tu habitación y vas a quedarte ahí —papá me alarga la
mano—. Tu celular
Jadeo.
—¿Qué?
—Me escuchaste. Estás jodidamente castigada por el resto de tu vida
—mis ojos se llenan de lagrimas.
—¿Y crees que un simple castigo arreglará esto papá? ¡Estoy embara-
zada maldita sea! Y tú posiblemente mataste al padre de mi bebé
Papá alza la mano y mis ojos se cierran esperando el impacto de esta
contra mí, pero eso no llega y cuando abro los ojos él está llorando, sus meji-
llas estás manchadas en lagrimas.

263
—Pensé que había sido un buen padre —susurra—, pensé que confia-
bas en mi Natalie, pensé que entre nosotros no había secretos. No estaba feliz
con que tuvieras sexo con Derek, aun así lo consentí porque sabía que eras una
chica lista, que no quedarías embarazada —él suspira pesadamente—. Pero lo
estás, y de un hombre casado que es aun peor. Pensé que eras una chica lista
—Papá…
—Decidiste ser su amante, la amante de un hombre que puede fácil-
mente ser tu padre —continúa—. Siento vergüenza de ello, siento vergüenza
de que te dejaras manipular por él
—Neal puede llegar a ser verdaderamente convincente cuando quiere
algo —susurra Delanie.
La miro con los ojos muy abiertos. Ella no pensará…
—Estoy segura que tu hija se resistió al principio, pero a Neal es muy
difícil decirle que no
—Delanie, no —susurro.
No quiero que papá sepa lo que yo sé. Bastante decepcionado está ya
conmigo para que también se decepcione de la única mujer que ha querido lo
suficiente después de mamá como para querer rehacer su vida.
—¿Qué intentas decirme Delanie?
Ella suspira pesadamente, las lágrimas comienzan a resbalar por sus
mejillas.
—Yo también fui amante de Neal
Papá abre los ojos, muchísimo, como si hubiese visto un fantasma.
Luego niega con la cabeza y golpea la pared a su izquierda, sobresaltándonos a
ambas.
—Esto debe ser una maldita broma —gruñe—. Mi hija y mi mujer,
ambas estuvieron en la cama con el mismo hombre. Solo que una lo hizo sin
dejar consecuencia alguna —papá me mira mientras dice esas palabras—. ¿Tu
lo sabías Natalie? ¿Lo sabías y no me contaste nada?
Miro a otro lado sin responder.
—Si, ella lo sabía, lo sabe desde que supe que Derek era su novio —
responde Delanie.
—Parece que las dos tienen mucho en común entonces —asegura papá
acercándose a mí.
Tira de mi bolso y toma mi celular.
—¡Papá! —grito intentando tomarlo.
—Castigada —repite en tono frio—, y a ti te quiero fuera de mi vista y
de mi vida para cuando termine de darme una ducha —sisea hacia Delanie y
camina hacia la cocina.
264
Solo cuando no escucho sus pasos en las escaleras me dejo caer sobre
el sillón y lloro fuertemente. Siento unos brazos envolverme y sé que se trata
de Delanie.
—Lo siento —susurro—, yo no quería que todo esto pasara. Nada de
esto estaba en mis planes
—Ya, ya, necesitas calmarte. No le hace bien al bebé que estés así
De nuevo esas palabras. No me interesa este estúpido bebé, no cuando
está arruinando mi vida hasta el fondo.
—Lo siento —es lo único que consigo balbucear de nuevo.
Delanie acaricia mi cabello suavemente mientras con palabras tiernas
intenta tranquilizarme y al mismo tiempo entender como todo esto sucedió de
repente.
—Papá me odia —susurro cuando termino de contarle todo—, Lara me
odia, Camila igual y muy probablemente Derek en este momento me odie
también
—Tu padre jamás podría odiarte Natalie, solo está enojado. Necesita
unos días para procesar todo lo que ocurre
—Arruiné vuestra relación —musito a punto de llorar de nuevo.
—Nunca debí ocultarle eso —comenta—. Pero él tiene razón, lo nues-
tro no trajo muchas consecuencias
—Yo no quería quedar embarazada Delanie, jamás lo planee. Signifi-
caba perder mi vida, mis sueños, también significó perderlo a él. Porque ya sea
que mi padre quiera que lo vea de nuevo o no, Neal no ha intentado localizar-
me, no me ha llamado y no ha venido a casa por mí
Delanie suspira y no dice nada más. Pasados unos segundos se levanta
y alisa su falda.
—Debo ir por mis cosas, o bueno, algunas cosas —asiento levemente a
lo que dice y ella se va.
Recuesto mi cabeza al sofá sintiéndome realmente mal. Ahora no solo
debo soportar el dolor del abandono, el dolor de mi pie ha regresado lo que
significa que debo tomar mi medicamento.
Me levanto del sillón y con la ayuda de las muletas voy hacia la cocina,
tomo un vaso de agua y una de las píldoras para el dolor. Veo sobre la encime-
ra el teléfono de la casa y me maldigo mentalmente por nunca aprenderme el
numero de Neal, podría fácilmente llamarlo de allí, reclamarle por no comuni-
carse conmigo y exigirle venir por mí, a decirme que me ama.
De repente este suena y mi corazón late con fuerza. ¿Podría ser él? ¿In-
tentaría llamar a mi celular mientras papá lo tiene y al no responder ha decidi-
do llamar aquí? Lo tomo antes de que cuelgue sin pensar en nada más.
265
—¿Neal? —pregunto esperanzada con oír su voz al responder.
—Así que todo es cierto, te acostaste con mi papá
La voz de Derek es como una bofetada a mis ilusiones.
—Derek…
—Todo lo que me dijo Lara entre sollozos es verdad. Destruiste el ma-
trimonio de mis padres, nos traicionaste a mí y a Lara. Y yo que me sentí cul-
pable por engañarte, por perderte como un imbécil y tú estabas abriéndote de
piernas para mi padre ¿Acaso no sientes vergüenza?
Muerdo mi labio, de nuevo debo aceptar todo lo que me dice.
—Y tú fingiste sentirte ofendida cuando supiste lo de Claudia —Derek
ríe—. Eres una sucia hipócrita
—Me engañaste con Claudia mucho antes de que cualquier cosa pasara
entre Neal y yo
—¡Es lo mismo! —grita—. Por si fuera poco permitiste que te embara-
zara. Justo ahora siento asco de haberte hecho el amor, de creer que te amaba
Natalie, no sé cómo pude estar con alguien como tu —gruñe antes de colgar.
Dejo el teléfono con suavidad sobre la encimera.
Es oficial, todo el mundo me odia, aunque sabía que esto pasaría al dar
a conocer mi relación con Neal lo imaginé de otro modo. Siempre creí que él
estaría conmigo soportando todo a mi lado, no me imaginé a mí estando sola,
soportando el rechazo de todos y el de él.
—Natalie —la voz de Delanie me saca de mis pensamientos.
Alzo la vista para encontrarla al final de las escaleras. Dos pequeñas
valijas descansan a cada uno de sus lados.
—Aunque tu papá parece estar tomando un baño más extenso de lo
habitual, no quise incomodarlo más, no hoy. Volveré otro día por el resto de
mis cosas, cuando las cosas estén más tranquilas —asiento.
—Creo que es lo mejor
—También creo que deberías subir a tu habitación, no lo hagas enfadar
más
Vuelvo a asentir esta vez sin decir nada.
Delanie se acerca a mí y me abraza.
—Lamento no haber podido seguir formando parte de esta familia, en
realidad los quiero, a Tyler y a ti —susurra en mi oído.
Sus hombros se sacuden débilmente y sé que está llorando.
—Los extrañaré muchísimo —asegura.
Su mano busca la mía y deposita algo en ella.
—Llámalo, asegúrate de que la razón por la que Neal no está aquí no
tiene que ver con tu padre intimidándolo
266
Ella se aleja del todo y me regala una triste sonrisa antes de marcharse.
Rápidamente desbloqueo mi celular y a pesar de la decepción de no
encontrar llamadas perdidas de Neal tecleo su número. Una tras otra, las
lágrimas vuelven a descender por mis mejillas al ver cómo me salta al buzón
de voz inmediatamente. Lanzo mi teléfono contra la pared al decimo intento y
gimo de desesperación.
Papá tiene razón, no volveré a ver a Neal. No solo porque él no lo quie-
ra, también porque Neal parece quererlo así.
Todas sus palabras acerca de que siempre estaríamos juntos fueron
justamente eso, palabras y nada más.

267
Capitulo 49.
—¿Quieres que te traiga algo? Saldré a comprar víveres para hacer la
cena —anuncia papá plantándose frente a mí.
Desvío mi atención del folleto entre mis manos y asiento con la cabeza.
—Fresas, si no es mucha molestia
Él sacude la cabeza y observa el folleto.
—¿Estás segura acerca de eso?
Bajo la vista y releo por milésima vez la palabra adopción. Muerdo mi
labio y asiento.
—No puedo hacer esto sola —susurro.
Han pasado tres meses, tres jodidos meses donde no he sabido nada de
Neal. También tres meses donde tuve que soportar las miradas de reproche de
todos a mí alrededor. No sólo Lara decidió sacarme de su vida, la mayoría de
mis compañeros comenzó a verme de manera despectiva al saber que estaba
embarazada, y de quien estaba embarazada. No han sido días felices, ni siquie-
ra que papá decidiera comenzar la comunicación de nuevo mejoró las cosas.
—Creo que deberías pensarlo con calma, apenas cumplirás cuatro me-
ses de embarazo
Suspiro pesadamente.
—Creo que ya lo hice papá, y de nuevo te repito que no puedo hacer
esto sola. No sin Neal
Sus labios se fruncen y sacude la cabeza. Cada vez que menciono su
nombre es la misma reacción, él simplemente lo odia. Nunca me dijo que le
hizo exactamente el día que se enteró de lo nuestro.
—Volveré para hacer la cena —musita finalmente mientras se aleja
hacia la puerta de entrada.
—Recuerda que Chloe vendrá en un par de minutos y se quedará a ce-
nar —consigo decir antes de que la puerta se cierre.
Estoy sola nuevamente.
Desde la graduación ha sido así. Estoy sola o estoy con papá, o a veces
Chloe viene y pasamos la tarde juntas. Ella ha sido la única que sigue a mi
lado. La única.
Me levanto del sofá y camino hacia la cocina. Mi apetito se ha incre-
mentado considerablemente en las últimas semanas, al igual que el tamaño de
mi vientre. A veces me miro al espejo y no puedo creer que la chica delgada y
esbelta que soñaba con una carrera profesional en el ballet ahora esté gorda y
estancada en una casa sin saber que hacer por el resto de su vida. Todo a causa

268
de mi irresponsabilidad, al abandono de Neal. Aun así no puedo odiarlo, ni a él
ni a este bebé, es parte de mí y de él… pero no puedo quedármelo.
—No es nada personal pequeña, pero no estoy preparada para tenerte
yo sola —susurro acariciando mi vientre.
Solo espero que esta pequeña reciba todo el amor del mundo de sus
futuros padres. Es lo único que pido.
El timbre suena sacándome de mi melancolía, de inmediato sé que se
trata de Chloe así que le grito que pase mientras yo tomo la ultima fresa que
consigo en el refrigerador y la llevo a mi boca.
—Papá fue a comprar cosas para la cena —digo tras masticar la fre-
sa—. Creo que hará pastel de carne, pero también traerá más fresas lo cual es
genial porque como cosa rara se me antojan y ya no queda ninguna
Me volteo hacia ella y mi corazón se detiene ante lo que veo.
No es Chloe quien está aquí, ¡Es Neal! Después de todo este tiempo él
está de nuevo frente a mí, y aunque una parte de mi quiere correr y lanzarse a
sus brazos la otra quiere golpearlo hasta ocasionarle el mismo sufrimiento que
yo he sentido todas estas semanas.
—¿Qué haces tú aquí?
Él abre sus labios e inmediatamente los cierra otra vez. Su mirada se
concentra en mi vientre hinchado y eso hace que quiera cubrirme con algo más
que una simple camiseta.
—Natalie yo…
—¿Qué haces aquí, Neal? —repito sintiendo un nudo en la garganta.
Mi visión de vuelve borrosa a causa de las lágrimas. Malditas hormo-
nas.
—Vine a recuperarte
Abro los ojos.
—¿Qué? —él no puede hablar en serio—. ¿Estás jodiéndome?
Lo miro fijamente sin poder creer su cinismo.
Por semanas soñé con que en algún momento él regresaría pidiéndome
perdón, que todo era un mal entendido, que me amaba y quería una vida con-
migo y nuestra hija, no que solo dijera esa estupidez.
—Sé que estas enojada ahora, pero si me das la oportunidad…
Lo interrumpo al abofetearlo con fuerza en la mejilla.
—Tres meses Neal, he pasado tres meses sintiéndome como la mierda
por culpa tuya y lo mejor que se te ocurre para decir es que vienes a recupe-
rarme —escupo enfadada—. ¡Me abandonaste! Después de todas esas estúpi-
das promesas de estar siempre juntos pasará lo que pasara te fuiste al enterarte

269
que estaba embarazada. ¡Eres un cobarde! —de nuevo estoy al borde de las
lágrimas—. Me abandonaste… cuando más te necesitaba
Me quedo frente a él, con lágrimas cayendo por mis mejillas y mi res-
piración acelerada. Él no dice nada y eso solo hace que me enfurezca más.
—Solo… lárgate —digo finalmente.
Sus ojos se abren un poco ante la sorpresa, pero luego los entrecierra
en mi dirección y sonríe.
—Tú en realidad no quieres que me vaya, pequeña
Pequeña…
De nuevo ese apodo.
—Sí, quiero que te vayas en este instante y…
—Tú solo quieres que te bese —asegura acercándose.
Retrocedo unos pasos antes de que Neal me tome por la cintura, cuan-
do levanto mi cabeza para protestar sus labios capturan los míos. Intento resis-
tirme forcejeando para que me suelte, pero pasados unos segundos mi cuerpo
me traiciona, me relajo contra su cuerpo y dejo que me bese de esa manera tan
única que me hace sentir en el cielo, como solo él lo sabe.
Si, lo he extrañado, pero no debía admitirlo tan deprisa.
—Mi pequeña, mi pequeña, mi pequeña —repite tras besarme—. No
sabes lo mucho que te extrañé
—No te creo —susurro contra su pecho con los ojos cerrados.
Quiero apartarme de su pecho pero mi cuerpo no responde. Se siente
bien el estar entre sus brazos nuevamente.
—Sé que estuve ausente un tiempo, pequeña, pero tu padre no me dio
otra opción
Jadeo abriendo los ojos y busco su mirada.
—¿Qué?
Él acaricia con suavidad mi mejilla.
—El día que todo salió a la luz, tu padre casi me asesina —hago una
mueca al recordar a papá cubierto de sangre—. Yo estaba muerto del miedo,
no por lo que él pudiera hacerme, si no por lo que acababa de descubrir. Esta-
bas embarazada y yo era el padre
—Te fuiste —musito en voz baja.
—Estaba aterrado. Un bebe cambiaría todo entre nosotros, y tu padre
golpeándome no ayudo mucho. Aun así… —él suspira—. Fui un cobarde por
varias horas, cuando entendí que me estaba comportando como un verdadero
idiota intenté llamarte, pero nunca respondiste
—Destrocé mi teléfono contra la pared —admito apenada.

270
—Estaba desesperado. No sabía nada de ti o del bebé, tu padre no me
permitía verte, tenía patrullas policiales en todas las calles alrededor de tu ca-
sa, y no contestaba mis llamadas. Sentí que iba a morir —sus ojos azules me
escrutan por unos instantes—. Hasta que tu padre fue a verme tres días des-
pués
—¿Mi padre hizo qué? ¿Te hizo daño?
—Fue muy civilizado en esta ocasión —asegura—. Se mostró tranqui-
lo y sereno, todo el tiempo mirándome con desprecio, aunque creo que en un
momento me tuvo lástima al ver mi desesperación
Neal acaricia mi cabello y sonríe.
—Creo que entendió lo mucho que te amo, porque me permitió acer-
carme a ti únicamente con la condición de ser un hombre soltero ¿Y adivina
qué? Lo soy
Mi boca cae abierta.
—Neal…
—No fue fácil, pero logré que Camila firmara los papeles del divorcio
No puedo creer sus palabras. Finalmente él ya no es un hombre casado,
finalmente…
—Fue por eso que no vine antes pequeña —continúa él—. Tu padre
fue muy claro, no estaba de acuerdo con lo que había pasado y me odiaba por
arruinar tu vida, pero no soportaba verte sufriendo como lo hacías así que…
fue a hablar conmigo. Sigue sin estar de acuerdo con esto pero no quiere a su
nieta sin un padre ni a ti sufriendo por mí
Sus manos acarician mi vientre hinchado y un escalofrío recorre mi
cuerpo.
—¿Cómo sabes que será una niña? —él sonríe.
—Tu padre me envió un mensaje el día de tu última cita y dijo que
parecía que lo sería —sus ojos se fijan en los míos—. Para detestarme me ha
estado manteniendo al tanto de todo mientras yo no podía acercarme. Me dijo
sobre la adopción, dime por favor que no lo estás considerando en serio
—Lo hice cuando creí que habías decidido no saber nada de mí
—Ya sabes el porqué de mi ausencia pequeña. Nada de adopción, tu y
yo tendremos a nuestra bebe con nosotros
Muerdo mi labio sin saber que decir. Todas estas noticias son demasia-
do para mí.
—Lamento no ir a tu graduación
—Yo tampoco fui, no lo habría soportado
—Perdón por hacer esto un infierno para ti

271
Sus brazos me envuelven y gustosa me dejo abrazar. He deseado estar
así demasiado tiempo.
—¿Podrías perdonarme no estar estos meses?
Entonces eso me hace volver a la realidad.
Me alejo un poco de él y me abrazo a mí misma. Entiendo el porqué de
su ausencia, pero también me cuesta olvidar todo el dolor y soledad por el que
pasé. Las nauseas, los antojos de media noche, los cambios de humor, todo lo
tuve que pasar sola.
—Sé que estás molesta y asustada, sé que sufriste por mi culpa y me
odio por eso, pero si decides perdonarme Natalie, te puedo jurar por nuestra
hija que nunca, jamás en la vida, volveré a fallarte
Veo determinación en sus ojos y sé que no está mintiendo. Pero tam-
bién temo que pueda asustarse de nuevo, que huya así sea por un momento.
Vamos a tener un bebe ahora, no puede permitirse dudar de nuevo.
—Puedo darte un periodo de prueba —susurro.
—¿Periodo de prueba? —asiento lentamente.
—Donde tendrás que demostrarme que estás verdaderamente compro-
metido conmigo y la bebe. Nada de dudas nuevamente Neal, o seré yo la que
se marche y desaparezca de tu vida
Neal se acerca a mí y toma mi rostro entre sus manos.
—Dame toda la vida si lo deseas, no habrá más dudas, te lo aseguro
Asiento levemente y me pongo de puntitas para besarlo. Neal enreda
sus dedos en mi cabello y profundiza el beso, haciéndome gemir contra sus
labios. Mis manos se deslizan por dentro de su camiseta y acarician su espalda
haciendo que Neal gruña muy bajo, esto hace que me excite con facilidad.
—Creo que tu y yo tenemos algo pendiente —murmura él mientras
besa mi cuello—. Debemos recuperar el tiempo perdido
—Papá y Chloe podrían llegar en cualquier momento
—Me encontré a tu padre cuando salía. Pensó que necesitaríamos
tiempo para hablar, y para hacer otras cosas
Sus manos aprietan mi trasero y me alzan del suelo. Envuelvo su cintu-
ra con mis piernas y siento como él camina conmigo encima.
—¿Realmente lo vas a intentar Neal? Quiero decir, nada de promiscui-
dad, ser padre de nuevo —pregunto mientras este sube las escaleras.
—No solo lo voy a intentar, me va a encantar —asegura entrando a mi
habitación—. No creo que repita la misma historia que sucedió con Camila.
Cuando ella se embarazó yo no la amaba, a ti si te amo
Sonrío antes de besarlo.
—Yo también te amo
272
—Solo quiero que me prometas algo —me deja sobre la cama y se
apoya sobre sus codos sobre mí.
—¿Qué?
—No dejaremos que nada nos impida tener sexo, por favor —río sono-
ramente.
—Está bien, lo prometo
—Aclarado eso —sonríe perversamente y saca mi camiseta, sus manos
se deslizan por mi vientre hinchado y lo besa tiernamente—. Espero conocerte
pronto princesa —susurra.
Y entonces lo sé. Él lo intentará y lo logrará. Nos amará a mí y a esta
pequeña como lo más valioso que pueda tener en su vida. No importa lo mu-
cho que la gente nos juzgará de ahora en adelante, encontraremos la manera de
hacer que funcione. Lo sé porque él me ama y yo a él, y eso es lo único que
importa.

Fin.

273
Blog: http://creacionesdeunamente.blogspot.com/
Wattpad: @Almybiebs
Twwiter: @Almygb

También podría gustarte