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Reporte de lectura
Conforme se lee teoría de alguna disciplina humanística se encuentra cada vez más ante
una disputa que pareciera eterna, entre los que buscan abarcar mucho y proponen un
sistema para hacerlo, y los que argumentan que nada es aprehensible y definitivo: en
ambos casos su opinión se sostiene sobre argumentos bastante válidos. El que existan
elementos estructurales no lo pongo en duda, y creo que nadie lo ha hecho, aun cuando
se niegue su aplicación de manera rígida. Justamente al reconocer los elementos que
componen la obra es posible explorar una postura crítica y analítica mediante la cual se
procederá al análisis del cuerpo. A propósito de este campo semántico, debo decir que
me interesó la analogía que establece Martínez Monroy en cuanto al análisis estructural
y al análisis médico. Comparto la concepción de la obra como un cuerpo al cual
podemos someter a una autopsia, y, según sea nuestra especialidad, podremos encontrar
resultados distintos y casi infinitos que nos indiquen por qué y cómo se desarrolló una
enfermedad, –viéndolo médicamente–, y por qué y cómo llegó a tener un efecto estético
en mí, como lector o espectador, en literatura o teatro.
La creación es un registro que permanece, que perdura, que siempre puede estar
sobre la mesa como un cuerpo, para su análisis. La posibilidad de equiparar una obra
con un cuerpo pareciera tener sus limitaciones pero son justo estas limitaciones las que
coinciden con las limitaciones con que se encuentran los que proceden a analizar un
cuerpo o una obra. La primer limitante en la analogía es la descomposición: un médico
no puede analizar toda la vida un mismo cuerpo, o sí, pero no del mismo modo; en
última instancia terminaría analizando el esqueleto del cuerpo: el tiempo es un factor
que a un médico o a un investigador le afecta, ya que el cuerpo-obra del investigador
tiende a erosionarse con el paso del tiempo, y sólo a través de una búsqueda por decirlo
de paleológica o antropológica podría acercarse a un resultado, que a diferencia de algo
concreto como un esqueleto, dependerá siempre de la interpretación de quien lo enuncie
y quien lo reciba. Si bien la ciencia puede establecer sus resultados como algo
definitivo, el humanismo no, y si lo hace, ocurre lo mismo que en la ciencia, permanece
sólo hasta que algo lo contradice con tal magnitud que resulta imposible seguir tomando
como verdad absoluta esa afirmación. Fernández Monroy propone ser consciente de esta
multiplicidad de sistemas; ver a la obra como a un cuerpo humano, lleno de complejos
Teatro Mexicano
Miguel Á. M. Hernández 6º semestre
funcionamientos que desempeñan sus órganos; e incluso más, ya que el autor llega a
proponer el análisis desde la célula, lo que implica que una célula siempre va a
relacionarse con otra.