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Administrativo
Derecho Administrativo II
2º semestre 2021
Profesor Marco Felipe Ascencio Otárola
Antofagasta
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1. Acto Administrativo
1.a. Generalidades
Una de las pretensiones centrales del Estado de Derecho es la sujeción al Derecho, lo que
en el caso de los titulares de potestades administrativas dados sus campos de incidencia, se
hace muy necesario.
El Derecho Administrativo valora a los individuos (y conforme a esa valoración los trata), par-
tiendo de su dimensión solidaria de miembros activos de la comunidad y de intereses. El De-
recho Administrativo se diferencia y contrapone así al Derecho Privado que arranca de una
concepción individualista del hombre, en la que sólo encuentra acomodo los esquemas de la
justicia conmutativa, según la cual “lo mío” es irreductible por antagónico a “lo tuyo” y a “lo
suyo”, no permitiendo ver ni tratar lo que es común a todos y, que por ser de todos, lo es
también de cada uno de nosotros.
Será justamente esta dimensión comunitaria y solidaria del administrado y su conexión inse-
parable con el interés público la que es elevada a un lugar primario por el Derecho Adminis-
trativo.
Es difícil concebir una idea de Derecho Administrativo que no lleve incorporada explícita o
implícitamente, una referencia neta y determinante al interés público.
La actividad administrativa constituye uno de los elementos dinámicos que más inciden en
las esfera de los derechos es intereses de los particulares. Ello se explica por la necesidad
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que tiene la administración de cumplir con su objeto social, cuál es la promoción del bien
común.
Los fenómenos descritos obedecen a que los ámbitos de lo público y lo privado tienden hoy
a interrelacionarse como una forma de respuesta a los crecientes niveles de exigencia de las
personas frente al Estado.
El interés público es entonces, una pauta que permite juzgar la actividad política y jurídica,
también como fundamento o motivación de la actividad formal de la administración.
Junto al interés propio de cada individuo considerado en sí mismo, surgen intereses que se
re eren a un grupo de individuos, a los cuales denominan intereses colectivos. Para que el
interés colectivo pase a ser interés público –sostienen– es necesario que el Estado coloque
determinados intereses colectivos entre sus nes propios, esto es, la publicación de dichos
intereses.
Toda la actividad administrativa debe responder a una nalidad de interés general y estará
regida, de acuerdo con las disposiciones constitucionales y legales vigentes, por una serie de
principios que orienten y ordenan la actividad del poder público administrativo para hacer lo
que el cumplimiento de la nalidad exige así como evitar lo que ésta se le contrapone.
El interés general llama a la acción de los órganos del estado, por lo que se constituye en el
fundamento y en la medida de los poderes de la administración. Así, toda actuación adminis-
trativa “vendrá necesariamente generada, aparecerá objetivamente justi cada por la previa
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Al mismo tiempo el interés público supone una exigencia de abstención cuando no está pre-
sente, queda expuesto al plano de la desviación de poder, cuando la actuación no tiene por
objetivo el interés general.
En suma, podemos a rmar que la noción de interés general sirve, de una parte, como fun-
damento de la actuación y del ejercicio de ciertas potestades administrativas y, de otra,
cumple también la función de limitar los poderes de la administración “pues estas no existen
más que en la medida que determina el interés general”.
Para la concreción de los nes que la CPR y las leyes encomiendan a la administración del
Estado, éste se sirve de diversas formas jurídicas.
El acto administrativo puede ser concebido esencialmente como una decisión unilateral eje-
cutoria de la administración, en la que se concreta el ejercicio de la potestad administrativa.
Esta idea re eja las concepciones francesas (Hauriou, Vedel), y parte de las alemanas (Ma-
yer).
No obstante lo anterior, también existe una corriente privativa del acto administrativo, que lo
asocia a la idea de negocio jurídico (acto jurídico). Esta concepción de ne actos administrati-
vo como “cualquier declaración de voluntad, deseo, conocimiento o juicio, realizada por un
sujeto de la administración pública en el ejercicio de una potestad administrativa”. Esta idea
es la recogida por la mayoría de la doctrina española, no obstante, quienes opinan en con-
trario, como Ramon Parada, sostienen que sólo sirve para ilustrar de manera genérica el acto
administrativo.
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Así las cosas, el acto administrativo presentaría ciertas notas esenciales:
– los actos administrativos son actuaciones jurídicas y no meramente materiales, que supo-
ne en mayor parte de los casos una declaración de voluntad de la administración pública,
pero también de simple conocimiento o juicio.
– El acto jurídico administrativo, es decir, esta declaración de las que hablamos, debe ser
emitida por la administración pública. En algunos supuestos, sin embargo, la jurispruden-
cia española ha llegado a cali car de acto administrativo los producidos por administrados
cuali cados. La propias legislación ha cali cado de actos administrativos este tipo de ac-
tos particulares que actúanos por delegación, y respecto de los cuales la administración
delegan retiene potestades de supervisión.
– la declaración debe ser consecuencia de una potestad administrativa, lo que, como sa-
bemos, conecta a los actos administrativos con el principio de legalidad.
– El acto administrativo persigue satisfacer intereses públicos concretos, por lo que se agota
con su propio cumplimiento, a diferencia de los reglamentos que tienen vigencia inde nida.
De ahí que el acto exija su efectivo e inmediato cumplimiento o ejecución, por lo que la
Administración goza de privilegio de ejecutividad y ejecutoriedad.
Esta enunciación de principios no seria del todo esclarecedora sino indicáramos aquí que
además la Administración no es libre de realizar su función pública de bien general como se
le ocurra o venga en ganas a sus agentes o funcionarios. Muy bien lo señala nuestra C.P.R.
en su artículo 7° al establecer que para que los actos de los órganos de la Administración
tengan validez es necesario que sean dictados en la forma que prescriba la Ley, bajo pena
de nulidad si no se cumple con dicho requisito. Es decir los órganos del Estado, entre ellos
los órganos de la Administración del Estado, órganos administrativos –cualquiera sea su es-
tructura organizativa o personi cación- actúan válidamente en el Derecho si lo hacen dentro
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de su competencia, previa investidura regular de sus titulares, y en la forma que prescriba la
ley. Esa forma de actuación de los órganos administrativos es precisamente el llamado “pro-
cedimiento administrativo”, y especialmente cuando se re ere a la actuación jurídica de
aquellos al dictar actos jurídicos, propiamente actos administrativos.
Sin embargo, esas relaciones jurídicas no siempre tienen la misma estructura y característi-
cas que las de Derecho privado. En este último, las normas jurídicas ordenan las relaciones
entre los sujetos reconociendo en su favor determinados derechos subjetivos (como el de
propiedad por ejemplo), que conllevan obligaciones correlativas de otras personas.
No obstante lo anterior, hay casos donde la situación del administrado frente a la Administra-
ción es distinta, ya que carece de un verdadero derecho subjetivo a exigir o a impedir una
actuación administrativa, dado que las normas jurídicas permiten a aquélla decidir con dis-
crecionalidad. Ello no quiere decir que al ciudadano le corresponda una situación jurídica me-
ramente pasiva, es decir, de simple receptor de las desiciones de la Administración, ya sea
que le bene cien o perjudiquen. Es, por el contrario, un sujeto jurídico al que se le reconoce,
de variadas maneras, la posibilidad de intervenir ante la administración en todos aquellos
asuntos que sean de su interés y la de exigirle que cumpla la ley en todo caso. Se trata de
una situación jurídica más compleja que las propias de las relaciones de Derecho privado.
Al hablar de relaciones jurídicas de Derecho público, supone que una de las partes será el
Estado o un órgano público y que, en cualquier caso, cuentan con personalidad jurídica.
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Debemos tener presente que la actividad administrativa puede dividirse atendiendo a varios
criterios, el primero de ellos y el más relevante entre nosotros es el jurídico formal, del que
resultan varios varios tipos de actividad:
– los actos administrativos
– los convenios
– los contratos administrativos
– la coacción administrativa
La nota esencial a cada una de estas categorías es la de constituir los actos administrativos
una decisión unilateral de la administración jurídicamente formalizada.
En términos comparados, Guido Zanobini señala que el acto administrativo “es la declaración
de voluntad, de juicio, de conocimiento o de deseo de la administración en ejercicio de una
potestad administrativa distinta de la reglamentaria” . Concepto recepcionado por la doctrina
española a través de García de Enterría y Tomás Ramón Fernández en su clásico Curso de
derecho administrativo. Dicha idea se extiende a la actividad unilateral y potestativa de la
Administración.
Soto Kloss , nos explican, a propósito del acto administrativo lo siguiente: Dada la idea que
la ley 19.880 LBPA ha adoptado la decisión de adherirse a una de nición de acto administra-
tivo puramente formal, parece oportuno recordar que la CPR permite elaborar una noción de
acto administrativo, sin necesidad de recurrir a doctrinas extranjeras; por su parte Moraga
Klenner sostiene que el acto administrativo en Chile permite reconocer que él se expresa de
distintas maneras: solamente utilizando la CPR, son actos administrativos los actos de la
administración (art. 98 sobre la CGR), los actos de gobierno (art. 52 atribuciones exclusivas
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Así las cosas, en términos amplios, acto administrativo es todo acto jurídico dictado por la
administración y sometido al Derecho Administrativo. La jurisprudencia de la CGR, a través
del dictamen nº 5380 del año 2000 sostiene que el acto administrativo es toda declaración
de voluntad general o particular de un órgano administrativo, en función de una potestad
administrativa y que tiene por nalidad decidir o emitir juicios sobre derechos, deberes e in-
tereses de las entidades administrativas o de particulares frente a él.
Rolando Pantoja Bauza de ne acto administrativo como una declaración de voluntad orgáni-
ca manifestada en la forma prescrita por la constitución y las leyes, por una autoridad admi-
nistrativa, en atención a determinados supuesto de hecho y de Derecho, y que produce
efectos jurídicos. Por su parte Eduardo Soto Kloss plantea su de nición con un marcado
acento en torno a la nalidad del acto administrativo, señalando que se trata de una ordena-
ción racional unilateral, dictada por un órgano estatal en ejercicio de función administrativa
que está destinado a satisfacer una necesidad pública concreta y que produce efectos jurídi-
cos directos.
Debemos notar que se trata de de niciones doctrinales que emanan de diversos autores na-
cionales, la que fue muy profusa hasta antes de la dictación de la LBPA, dado que esta últi-
ma ley prescribe de nición legal en torno a que se entiende por acto administrativo; la prime-
ra de ellas, contenida en el art. 3º inciso 2º LBPA: las decisiones formales que emitan los ór-
ganos de la Administración del Estado en las cuales se contienen declaraciones de voluntad,
realizadas en el ejercicio de una potestad pública, la segunda es en sentido amplio, incorpora
además la enunciación contenida en el art. 3º inciso 6º de la LBPA que también entiende por
acto administrativo los dictámenes o declaraciones de juicio, constancia o conocimiento que
realicen los órganos de la Administración en el ejercicio de sus competencias.
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De lo anterior, la máxima doctrina clásica del Derecho Administrativo, reduce todas las fuen-
tes de actuación administrativa a la habilitación legal, lo que corresponde a una noción poco
práctica a la realidad actual, y que además impide a los operadores jurídicos puedan cono-
cer la profundidad y diversidad normativa que estructura la asignatura en estudio.
Un ejemplo patente de ello, es una sentencia de la Corte Suprema que ha fallado que la po-
testad sancionadora de la autoridad sanitaria no puede limitarse únicamente a los supuestos
de infracción a leyes y reglamentos, sino que es indispensable considerar todas las infraccio-
nes que surjan de instrucciones especi cas de la autoridad administrativa, en tanto es la úni-
ca manera de vigilar e cazmente la adecuada observancia de las prescripciones sanitarias y
resguardar la protección de la salubridad pública y, a través de ella, la vida e integridad física
de todas las personas.
En conclusión, podemos a rmar que los actos administrativos, hoy en día pueden ser con-
siderados como fuentes de derecho administrativo.
Cierta parte de la doctrina considera este elemento como de carácter formal, pero nosotros
nos inclinamos por su aspecto objetivo. Ahora bien, para determinar si un órgano administra-
tivo es competente o no para llevar a cabo una determinada actuación, es necesario también
considerar los distintos factores que representan los límites de competencia:
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El objeto del acto administrativo es la decisión que adopta la autoridad, y que, en términos
generales no es otra que la que está prede nida por el legislador o que, no estándola, es la
que adopta el órgano administrativo de un modo discrecional, pero en todo caso siempre en
directa orientación hacia el interés público que debe perseguirse.
El objeto del acto administrativo, que es la decisión orgánica que lleva envuelta, bien puede
ser la realización de prestaciones concretas, como cuando es necesario satisfacer una nece-
sidad pública especí ca o una necesidad o interés privado cubierto por una ley; o bien, el
objeto puede ser una decisión negativa, como cuando se rechaza una solicitud de un parti-
cular. Por lo mismo, no todos los actos administrativos generan necesariamente una verda-
dera relación jurídica. Esta última sólo existe en los actos administrativos que contienen una
declaración de voluntad –por oposición a la declaración de conocimiento o de juicio- que es
favorable para él administrado, sea porque crea o modi ca una relación jurídica.
c) Motivación del acto administrativo. Se trata del deber de fundamentar o motivar los
actos administrativos. Soto Kloss expresa que la motivación o fundamentación es la expre-
sión formal de aquella situación de hecho (motivo) que mueve a la Administración a obrar ju-
rídicamente, pues constituye dicha situación una necesidad pública que satisfacer, habién-
dose encargado por el ordenamiento el lograr su cumplida satisfacción. Es la exposición
formal y explícita de la justi cación de la decisión. Para García de Enterría y Tomas Ramón
Fernández motivar un acto obliga a jar, en primer término, los hechos de cuya consideración
se parte y a incluir tales hechos en el supuesto de una norma jurídica; y en segundo lugar, a
razonar como tal norma jurídica impone la resolución que se adopta en la parte dispositiva
del acto.
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Ahora bien, la causa o motivo del Acto Administrativo admite una distinción: causa o motivos
reglados y causa o motivos discrecionales. En el primer caso, la norma objetiva consigna de
forma expresa los hechos cuya descripción normativa obligan a la autoridad a adoptar una
decisión, por ejemplo: pase a retiro (jubilación) de un funcionario militar. En el segundo caso
es distinto, la ley no establece la causa o motivo del Acto Administrativo, ya sea porque es la
misma norma la que delega en la autoridad la determinación de su actuación o porque le
con ere la atribución, sin mencionar los supuestos fácticos que obligan a adoptar la decisión.
En ambos casos, el efecto es igual. La concurrencia de una causa o motivo reglados o dis-
crecionales, obliga al agente público a ejercitar su competencia.
Debemos tener presente que toda la actuación de la administración debe ser razonable,
proporcionada y legalmente habilitada, por lo que la causa o motivo es un elemento que
debe expresarse en toda clase de acto administrativo.
La ley 19.880 LBPA es la norma legal de mayor relevancia sobre el principio de motivación
de los actos administrativos. Las normas que de manera patente lo demuestran son:
– art. 11 a propósito de la imparcialidad.
– art. 16 a propósito de la transparencia y publicidad.
– art. 41 inciso 4º y 6º en cuanto al contenido de la resolución
Por otra parte encontraremos disposiciones relacionadas con la motivación de los actos ad-
ministrativos:
– artículo 1 y 2, en cuanto a ámbito de aplicación.
– art. 3º inciso nal, en relación con el art. 51. Presunción de legalidad, imperio y exigibilidad.
Ejecutoriedad inmediata.
– art. 5º principio de escrituración.
– art. 12, principio de abstención de las autoridades y funcionarios, por interés personal, pa-
rentesco, y amistad íntima o enemestidad mani esta.
– art. 15 principio de impugnabilidad.
– art. 17 letras a) y d), obtención de copia autorizada de documentos durante la tramitación
de los procedimientos, y acceder a los actos administrativos y a sus documentos.
– art. 34 a 39, prueba en el procedimiento administrativo
– art. 59 recurso de reposición y jerárquico
– art. 60 recurso extraordinario de revisión
– art. 61 revisión de o cio de la administración
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d) Elemento nalista
Los agentes públicos deben actuar cumpliendo el n de la norma que otorga las atribucio-
nes. Este elemento desplaza del ámbito de los actos administrativos a todos aquellos actos
que se producen en el campo privado. Esta función administrativa puede referirse a relacio-
nes entre los administrados con la administración o en su propia esfera interna, pero en todo
caso, el acto solamente puede ser dictado por un órgano público que forma parte del com-
plejo organizacional que conocemos como administración del Estado.
Un acto está viciado -de desviación de poder- cuando el funcionario, sin estar jurídicamente
autorizado, usa el poder de la ley con una nalidad distinta de la prevista por ella. Persigue
una nalidad personal, bene ciar a un tercero o bene ciar a la propia administración.
La ausencia de este elemento, es decir, dictar el acto administrativo con una nalidad distinta
a la perseguida por la ley, nos lleva a enfrentar el vicio de desviación de poder, ello ocurre
cuando:
– El funcionario actúa con una nalidad personal.
– Cuando el funcionario actúa con la nalidad de bene ciar a un tercero.
– Cuando el funcionario actúa con la nalidad de bene ciar a la propia administración.
En Chile, la doctrina sostiene al FIN como un elemento del acto administrativo, es conteste
que mediante él, el agente público debe perseguir, al adoptar el Acto Administrativo, ciertos
propósitos o razones válidos.
A.- Según la forma externa Este criterio -nomenclatura emana de la LBPA, la que considera
diversas formas del acto administrativo:
– Art. inc. 4º LBPA Decreto supremo es la orden escrita que dicta el Presidente de la Repú-
blica o un ministro “por orden del Presidente”, sobre asuntos propios de su competencia.
Los Decretos Supremos pueden adoptar dos modalidades: Los simples decretos, que son
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aquellos que versan sobre materias especí cas; los reglamentos o decretos reglamentarios
que tiene un carácter general. Ambos pueden emanar de otras autoridades además del
Presidente, como rectores de Universidades públicas y los alcaldes.
– Art. 3 inc. 5º de la LBPA reconoce las resoluciones son los actos de análoga naturaleza
-órdenes escritas- que dictan las autoridades administrativas dotadas de poder de deci-
sión.
– art. 3 inc. 6º LBPA establece también los acuerdos, que son aquellas decisiones de los ór-
ganos administrativos pluripersonales y se llevan a efecto por medio de resoluciones de la
autoridad ejecutiva de la entidad correspondiente.
– También las declaraciones de juicio, constancia o conocimiento. En el contexto de la
LBPA, la jurisprudencia de la CGR, dictámen nº 45.336 de 2008, de ne las declaraciones
de juicio como las que tienen por objeto informar acerca de las materias que la ley ha co-
locado dentro de la respectiva esfera de atribuciones, con miras a la resolución del proce-
dimiento administrativo que corresponda, y que se expresan mediante dictámenes. Agrega
dicho pronunciamiento de la CGR, que en el mismo contexto, los actos administrativos
que consisten en declaraciones de juicio suponen la instrucción actual de un procedimien-
to de este carácter , tiene su fuente en las normas legales que ordenan solicitarlos o en la
apreciación de la necesidad de requerirlos. Además, dicho dictámenes se puede emitir, ya
sea por el mismo órgano a cargo de tramitar el procedimiento o por otro distinto.
B.- De acuerdo a la extensión de sus efectos , distinguiremos entre actos generales y actos
de efectos particulares.
– Actos de efectos generales. Son aquellos actos administrativos que contienen un conjunto
de normas de carácter y aplicación general, esto es, aplicables a toda la población o a un
grupo indeterminado de ella. Es el caso del reglamento, que es un acto administrativo que
concreta la norma legal, pero que sin embargo es de carácter general.
– Actos de efectos individuales o particulares. Son aquellos actos administrativos que se re-
eren a personas determinadas y su campo de aplicación se reduce al caso concreto, pu-
diendo tratarse de una persona, de varias o incluso de un grupo más amplio pero identi -
cable y determinable. Esta clasi cación es importante por la forma de noti cación. De
acuerdo a la LBPA, art. 48, los actos de efectos generales deben ser publicados mediante
su inserción en el diario o cial. Por su parte, los actos administrativos de efectos individua-
les, deben ser noti cados a los interesados, conteniendo dicha noti cación su texto integro
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(art. 45) y que, tales noti caciones deben ser hechas por escrito, mediante carta certi ca-
da dirigida al domicilio que el interesado hubiere designado en su primera presentación o
con posterioridad (art. 46).
Podemos distinguir entre actos terminales y actos preparatorios. Se desprende del art. 18 de
la LBPA.
– Actos resolutorios, terminales o decisiorios son aquellos actos administrativos que resuelve
o dan termino a un procedimiento. Su fundamento se encuentra en el principio conclusivo
previsto en el art. 8 de la LBPA, con arreglo a lo cual todo el procedimiento administrativo
está destinado a que la Administración dicte un acto decisorio que se pronuncie sobre la
cuestión de fondo y en el cual se exprese su voluntad.
– Actos trámite o preparatorios son aquellos actos administrativos que constituyen -como su
nombre lo indica- un trámite o preparación de un acto resolutivo.
Esta clasi cación es relevante para efectos de impugnación, ya que los actos terminales o
decisorios son siempre impugnables mediante recursos administrativos y/o acciones consti-
tucionales, en virtud del derecho fundamental al debido y racional proceso del art. 19 nº 3
CPR. En cambio, los actos de mero trámite son impugnables sólo cuando determinen la im-
posibilidad de continuar un procedimiento o produzcan indefensión ( art. 15 LBPA).
La importancia de esta categoría estriba en que la LBPA prevé algunas garantías adicionales
a favor de los interesados para el caso de los actos desfavorables. A saber, artículo 11 Los
hechos y fundamentos de derecho deberán siempre expresarse en aquellos actos que afec-
taren los derechos de los particulares, sea que los limiten, restrinjan, priven de ellos, pertur-
ben o amenacen su legítimo ejercicio, así como aquellos que resuelvan recursos administrati-
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vos. Artículo 52 Los actos administrativos no tendrán efecto retroactivo, salvo cuando pro-
duzcan consecuencias favorables para los interesados y no lesionen derechos de terceros.
Artículo 61 La revocación no procederá cuando se trate de actos declarativos o creadores
de derechos adquiridos legítimamente.
Artículo 3 inc. 8° LBPA “Los actos administrativos gozan de una presunción de legalidad, de
imperio y exigibilidad frente a sus destinatarios, desde su entrada en vigencia, autorizando su
ejecución de o cio por la autoridad administrativa, salvo que mediare una orden de suspen-
sión dispuesta por la autoridad administrativa dentro del procedimiento impugnatorio o por el
juez, conociendo por la vía jurisdiccional”.
Los Actos Administrativos son legales mientras no se diga lo contrario, ya sea por el juez o
por la propia administración, en un procedimiento que tenga como resultado la invalidación
del acto. Se trata de una “suposición de que el acto fue emitido conforme a derecho, es de-
cir, que su emisión responde a todas las prescripciones legales y constitucionales, que es
perfecto, y que tiene, por tanto, valor y e cacia jurídica”.
Silva Cimma, por su parte, también lo considera como un efecto normal del acto que subsis-
te mientras no se declare lo contrario por las vías impugnadoras que correspondan. El profe-
sor Ivan Arostica planeta que la construcción de principio de legalidad hecha por la contralo-
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El segundo gran efecto que se seguiría de la aplicación del principio de legalidad, seria que la
carga de la prueba de la ilegalidad del acto administrativo, recaería en el particular, lo que pa-
rece lógico toda vez que es éste el que ha debido impugnar el acto buscando destruir sus
efectos.
La legitimidad del acto administrativo es siempre impugnable, lo que hace ser a dicha pre-
sunción meramente legal: la legitimidad no supone cerrar la vía administrativa o judicial de
control del acto administrativo que se cree irregular por parte de cualquiera afectado por el
mismo, corroborado por el art. 2 de la LBGAE y por la LBPA que regula la revisión de los ac-
tos administrativos en su capitulo IV artículos 53 a 62.
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presunción de legalidad, quedando en caso de ser irregular, a salvo la vía que corresponda
para ser impugnados.
El art. 52 inc. 1º de la LBPA recoge el efecto en comento, prescribiendo “que los actos de la
Administración Pública sujetos al Derecho Administrativo causan inmediata ejecutoriedad”.
c.- Irretroactividad
La regla general indica que los actos administrativos entran en vigencia a través de su comu-
nicación (noti cación o publicación), y producen sus efectos hacia lo futuro. En efecto, él art.
51 inc. 2º LBPA prescribe que ”los decretos y las resoluciones producirán efectos jurídicos
desde su noti cación o publicación, según sean de contenido individual o general”.
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– vigencia desde que ocurra una condición, la que debe estar prevista en el propio acto ad-
ministrativo
d.- Exigibilidad.
El profesor Claudio Moraga Klenner nos enseña que la exigibilidad de los actos administrati-
vos es un privilegio de la administración, de ejercer coacción contras las personas o propie-
dades para obtener un propósito legal, sin necesidad de autorización judicial.
Otro punto de vista nos lo da el profesor Aylwin Azocar, quien sostiene que la exigibilidad es
una propiedad del acto administrativo que le permite ejecutarse por sí mismo, sin nuevo trá-
mite. Silva Cimma sigue la misma idea, permite que el acto administrativo sea inmediatamen-
te ejecutable, sin limitaciones ni intervención de otras autoridades o poderes.
Nosotros tenemos la visión del profesor Aylwin y Silva Cimma, en el sentido que la exigibili-
dad es una propiedad del acto administrativo, consecuencia lógica de la facultad de imperio
de que goza la Administración.
El art. 3º inc. 8º LBPA prescribe que “los actos administrativos gozan de imperio y exigibilidad
frente a sus destinatarios, desde su entrada en vigencia, autorizando su ejecución de o cio
por autoridad administrativa”.
Una cuestión relevante que no podemos dejar de notar, es la diferencia conceptual que se
presente entre los vocablos de exigibilidad, ejecutoriedad y ejecutividad. Ya hemos dicho que
la exigibilidad se relaciona con la posibilidad de compeler por vías coactivas al particular para
exigir de él, el cumplimiento del acto administrativo. Por otra parte, se debe distinguir entre
ejecutoriedad y ejecutividad, que son conceptos que se re eren a cuestiones diversas. La
ejecutividad es un efecto propio de los actos cuyas órdenes están dirigidas al ámbito interno
y externo de la Administración y que dice relación con la obligatoriedad de la orden conteni-
da en el acto por el sólo hecho de emanar de la actividad formal del Estado y estar ampara-
dos de la presunción de legalidad que les asiste. La ejecutoriedad en cambio, es un efecto
de los actos administrativos que requiere para su ejecución de la colaboración de uno o más
particulares, pudiendo constreñirlos para obtener su cumplimiento -por algunas de las vías
que se contemplan al efecto: imposición de una multa u otra sanción administrativa; hacer
ejecutar el acto por sus propios medios, por cuanta y cargo del particular reunente; y de ha-
cerlo ejecutar por un tercero ajeno por cargo y cuenta del particular que incumple, tan pronto
como se ha dictado el acto administrativo, aun cuando pendan plazos para la interposición
de recursos administrativos o aquellos que abren la vía jurisdiccional ordinaria, y a pesar que
éstos se hayan interpuesto, mientras no sea decretada la suspensión de los efectos del acto
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por haber norma especial que habilite al órgano decisor para ello, o se haya fallado mediante
sentencia de término que los declare inaplicables o nulos.
Es la ley -en general- que establece que el acto administrativo goza de la presunción de le-
galidad (legitimidad) y, sobre esta presunción, descansa su fuerza ejecutoria (ejecutoriedad),
la que faculta a la Administración a poner en práctica por sus propios medios, es decir, sin
recurrir al imperio judicial. No obstante, puede ocurrir que la ley o la naturaleza del acto ad-
ministrativo exijan la intervención judicial y, en tal caso, debe cumplirse esa intervención, pues
de los contrario la Administración actuaría por vías de hecho, procedimiento que está vedado
por la ley.
e.- Impugnabilidad
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La impugnación de los actos administrativos, en sí misma -no ya como principio- tiene direc-
ta relación con la extinción provocada de los mismos y se denomina genéricamente como
revisión de los actos administrativos.
f.- Escrituración
Sólo son actos administrativos los de carácter escrito, los demás pueden ser constitutivos de
actuaciones materiales de la administración.
a.- E cacia
Que el acto administrativo goce de e cacia jurídica, quiere decir que este es obligatorio para
aquellos que se encuentran comprendidos por el mismo, sean órganos de la administración
pública, funcionarios o particulares.
En principio el acto administrativo goza de e cacia u obligatoriedad, una vez que ha conclui-
do el procedimiento administrativo que le sirve de antecedente. Sin embargo, la LBPA dispo-
ne de regla especial en cuanto a la e cacia temporal para los decretos y resoluciones, las
que producirán sus efectos desde su noti cación o publicación según sea el contenido, indi-
vidual o general. Artículo 51. Ejecutoriedad. Los actos de la Administración Pública sujetos al
Derecho Administrativo causan inmediata ejecutoriedad, salvo en aquellos casos en que una
disposición establezca lo contrario o necesiten aprobación o autorización superior.
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Los decretos y las resoluciones producirán efectos jurídicos desde su noti cación o publica-
ción, según sean de contenido individual o general.
No existe regla similar para otra clase de actos administrativos como aquellos de certi ca-
ción, constancia, juicio o conocimiento.
Todo acto administrativo de efectos individuales debe ser noti cado previamente a los parti-
culares para que sea e caz. A este respecto, los artículos 45 y 46 de la LBPA se ocupan de
regular los requisitos y efectos de las noti caciones. Artículo 45. Procedencia. Los actos ad-
ministrativos de efectos individuales, deberán ser noti cados a los interesados conteniendo
su texto íntegro.
Las noti caciones deberán practicarse, a más tardar, en los cinco días siguientes a aquél en
que ha quedado totalmente tramitado el acto administrativo.
No obstante lo anterior, los actos administrativos que afectaren a personas cuyo paradero
fuere ignorado, deberán publicarse en el Diario O cial.
Artículo 46. Procedimiento. Las noti caciones se harán por escrito, mediante carta certi cada
dirigida al domicilio que el interesado hubiere designado en su primera presentación o con
posterioridad.
Las noti caciones por carta certi cada se entenderán practicadas a contar del tercer día si-
guiente a su recepción en la o cina de Correos que corresponda.
Las noti caciones podrán, también, hacerse de modo personal por medio de un empleado
del órgano correspondiente, quien dejará copia íntegra del acto o resolución que se noti ca
en el domicilio del interesado, dejando constancia de tal hecho.
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En cuanto a su contenido, las noti caciones han de contener el texto íntegro del acto; y en
cuanto a su forma, deben practicarse en el plazo máximo de cinco días, a partir de la total
tramitación del acto administrativo. Se harán por escrito, mediante carta certi cada dirigida al
domicilio que el interesado hubiere designado en su primera presentación o con posteriori-
dad. Las noti caciones por carta certi cada se entenderán practicadas a contar del tercer
día siguiente a su recepción en la o cina de Correos que corresponda.
Las noti caciones podrán, también, hacerse de modo personal por medio de un empleado
del órgano correspondiente, quien dejará copia íntegra del acto o resolución que se noti ca
en el domicilio del interesado, dejando constancia de tal hecho. Asimismo, las noti caciones
podrán hacerse en la o cina o servicio de la Administración, si el interesado se apersonare a
recibirla, rmando en el expediente la debida recepción. Si el interesado requiriere copia del
acto o resolución que se le noti ca, se le dará sin más trámite en el mismo momento.
En caso de que la noti cación no pudiera ser llevada a cabo en la forma antedicha, el artículo
45 inciso 2° de la LBPA autoriza que frente a actos administrativos que afectaren a personas
cuyo paradero fuere ignorado, deben ser publicados en el Diario O cial.
A partir de la noti cación correcta, el acto comienza a desplegar efectos, si bien el artículo 47
de la LBPA admite la posibilidad que, por voluntad del propio interesado los defectos de la
tramitación puedan entenderse subsanados: Artículo 47. Noti cación tácita. Aun cuando no
hubiere sido practicada noti cación alguna, o la que existiere fuere viciada, se entenderá el
acto debidamente noti cado si el interesado a quien afectare, hiciere cualquier gestión en el
procedimiento, con posterioridad al acto, que suponga necesariamente su conocimiento, sin
haber reclamado previamente de su falta o nulidad.
c.- Revisión
Una de las primeras fuentes que permiten a la administración volver sobre su decisión, esta
prescrita en el artículo 3 de LBGAE, en cuanto al bien común, corroborado en el inciso 4 del
artículo 1 de la CPR. La Administración pública, en búsqueda del bien común, el interés ge-
neral y los acelerados cambios que se suscitan en la sociedad en el siglo XXI, hace necesario
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adaptar determinadas decisiones a la realidad, pero también exigencias de carácter jurídico,
como lo es el el cumplimiento de la juridicidad de los actos administrativos.
c.1.- La aclaración.
c.2.- La revocación.
La norma en comento regula una de las hipótesis de extinción de los actos administrativos.
Se establece que la revocación procede por regla general, salvo que se con gure algunas de
las excepciones allí contempladas. Para la CGR, la revocación consiste en dejar sin efecto un
acto administrativo por la propia Administración mediante un acto de contrario imperio, si
aquél vulnera el interés público general o especi co de la autoridad que lo emitió, de manera
que deberá fundarse en razones de mérito, conveniencia u oportunidad.
El profesor Iván Arostica muy bien nos explica que, “las circunstancias de oportunidad, méri-
to o conveniencia, dicen relación con las apreciaciones y valoraciones de hecho efectuadas
por la Administración, una vez que el acto, regular y lícito ya ha sido emitido, que a n de
darle mayor operatividad, claridad y e cacia, aconsejan su retiro”.
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La revocación no supone confrontar el acto administrativo con la legalidad al que debe total
observancia, sino que a un criterio subjetivo de la propia administración, a saber, la cali ca-
ción de un nuevo interés general, la conveniencia de otorgar una nueva regulación ante ne-
cesidades públicas cambiantes, o a la circunstancia que lo decretado en el acto administrati-
vo ha dejado de ser tenido como valioso ante un nuevo escenario fáctico. Natural corolario
de lo dicho es entender que el fundamento de la revocación es el cambio en uno de los pre-
supuestos del acto administrativo original que lo desajustan respecto del interés general teni-
do en vista cuando se dictó.
En todo caso, lo antes dicho no supone negar la posibilidad de revocar actos administrativos
que al mismo tiempo son irregulares, pero que rigen y tienen vigencia porque él vicio de que
adolecen no es dé una entidad tal que haya requerido su anulación.
La revocación opera de manera natural allí donde hay actos administrativos cuyos efectos se
cumplen sucesivamente en el tiempo. Por lo mismo se niega la posibilidad de ser revocados
los actos instantáneos o cuyos efectos ya se han agotado o consumado. Asimismo, la segu-
ridad jurídica exige la revocación no afecte los derechos y situaciones jurídicas que han sido
creados o reconocidos por ley o por la propia administración, en provecho o bene cio de las
personas.
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Para los efectos de la LBPA, la revocación cabe ser ejercida por el mismo órgano que ha dic-
tado el acto que es objeto de esta medida, pero no procederá en los casos expresamente
señalados en art. 61:
– Cuando se trate de actos declarativos o creadores de derechos adquiridos legítimamente.
– Cuando la ley haya determinado expresamente otra forma de extinción de los actos
– Cuando por su naturaleza, la regulación legal del acto impida que sean dejados sin efecto.
Con todo, logramos encontrar en la doctrina dos puntos pací cos acerca del tema:
– La potestad revocatoria no tiene plazo para ser ejercida. Resulta lógico que no lo tenga, en
cuanto se trata del poder necesario para llevar a la práctica los cambios de dirección polí-
tica que experimenta la administración pública. (no obstante para el profesor este punto,
en parte también puede ser discutible).
– Los límites de dicha potestad, de los cuales el más evidente es el de los derechos adquiri-
dos por parte del bene ciado del acto administrativo.
Se trata entonces de un modo de extinguir los actos administrativos no natural, sino que
provocado -como también ocurre con lo la impugnación, en cuanto no es consecuencia del
mismo, sino de una evaluación ex post que realiza la Administración.
c.3.- La invalidación
Supone dejar sin efecto un acto contrario a derecho, es decir, que adolece de un vicio de ile-
galidad o inconstitucionalidad. Además, la invalidación es declarada de o cio por la adminis-
tración, en virtud del art. 6 CPR y 53 inciso 1º de la LBPA. En el mismo sentido la jurispru-
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dencia de la CGR sostiene que la invalidación debe ser resuelta por la misma autoridad que
dispuso la medida irregular , a través de la emisión de un nuevo decreto o resolución que or-
dene dejarlo sin efecto, aun cuando aquélla haya cumplido con el trámite de toma de razón,
siempre, por cierto, que la invalidación sea procedente y los errores fehacientemente acredi-
tados.
Antes de la LBPA, la doctrina iuspublicista nacional hacia esta distinción entre revocación e
invalidación. El dictamen de la CGR número 22.804 de 1971 re ere: los actos administrativos
pueden ser dejados sin efecto por la administración tanto por razones de ilegalidad como
por causales de conveniencia u oportunidad. En el primer caso procede la invalidación…,
por el contrario, cuando las razones que se invocan para dejar sin efecto el acto administrati-
vo son la conveniencia y la oportunidad, se con gura la revocación…Posterior a la LBPA, el
órgano contralor sigue con la distinción, en el dictamen 33.541 de 2006 se expresa: la invali-
dación requiere la existencia de vicios de derecho y no razones de mérito, oportunidad o
conveniencia, propias de otra institución, la revocación.
Problema que se presenta con la invalidación, es él de los límites que ella tiene. Por una par-
te, se entiende, utilizando normas de derecho común, que los derechos que han sido otor-
gados por la autoridad a través de un acto administrativo, respecto de un particular de bue-
na fe, estos ingresarían a su patrimonio, siendo el límite a la invalidación. Pero se trata de de-
rechos que tiene su origen en un acto administrativo que adolece de vicios de legalidad.
Si bien el acto administrativo que adolece de un vicio de legalidad produce todos sus efectos
en tanto no haya sido invalidado por la Administración, o declarada su nulidad por los Tribu-
nales, los particulares no pueden bene ciarse de la ilicitud del acto administrativo para adqui-
rir derechos. En otros términos, , hay una jurisprudencia minoritaria que establece que un
acto que ha sido emitido de manera irregular no puede dar lugar, en principio, a situaciones
jurídicas consolidadas.
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Uno aspecto que merece atención, radica en que la invalidación debe ser resuelta previa au-
diencia de interesado. La materialización de esta etapa del procedimiento, no ha quedado
bien de nida. Sin embargo, sí se ha establecido que, por su naturaleza, el referido trámite de
audiencia no es aplicable a los actos administrativos que contengan normas de general apli-
cación (un reglamento), sin que ello se puede deducir que tales actos no pueden ser impug-
nados e invalidados.
c.4.- Decaimiento
El decaimiento es una forma natural de término de los efectos de un acto administrativo, ex-
perimentándose la pérdida de e cacia del mismo, en razón de circunstancias sobrevinientes
que hacen desaparecer un supuesto de hecho o de derecho del acto administrativo, indis-
pensable para su existencia. En el primer caso, la alteración, evolución o modi cación de la
realidad que motivó el acto ya no es tal, haciendo estéril la producción de sus efectos, extin-
guiéndose los efectos del acto, pero no el acto en sí mismo, que pervivirá en el ordenamiento
jurídico, pero solo de una manera formal.
El profesor don Hugo Caldera, sostiene que que el decaimiento por razones fácticas, no
produciría una extinción de nitiva, pero sí inde nida en el tiempo.
El segundo caso, desapareciendo el supuesto de Derecho que dio origen al acto administra-
tivo, podemos sostener que se trata de una derogación tácita o la simple cesación de sus
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efectos por la desaparición del ordenamiento jurídico de la norma de derecho en que se fun-
da su existencia.
De los tres primeros, ya hemos explicado de qué se trata, respecto del último de ellos nos
referiremos en las líneas que siguen.
Por regla general, los actos administrativos entran en vigencia a través de su noti cación y
producen sus efectos hacia lo futuro. Ello, en virtud de lo preceptuado en el art. 2 de la
LBPA, se rea rma lo expresado en el art. 52 del mismo texto legal.
En cuanto a la retroactividad del acto administrativo, consiste en la vigencia del acto adminis-
trativo desde una fecha anterior a su noti cación o publicación, en virtud del principio pro-
ciudadano consagrado en el art. 52 de la ley 19.880: cuando produzcan consecuencias fa-
vorables para los interesados y no lesione derechos de terceros.
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Otro aspecto a considerar es el de la vigencia diferida del acto administrativo, se trata de una
vigencia del acto administrativo desde una fecha posterior a su noti cación o publicación.
La extinción de los actos administrativos son aquellos hechos jurídicos, actos administrativos
o actos de los interesados que generan ine cacia de los actos administrativos.
Podemos clasi carlos, dependiendo del punto de vista doctrina, en dos grandes grupos:
– Causas naturales ordinarias, son aquellas que operan con el agotamiento o cumplimiento
del acto administrativo, cómo sería el cumplimiento del objeto del acto.
– Causales provocadas, anormales o extraordinarias, son aquellas que tiene su origen en un
acto administrativo o en una sentencia judicial.
E.1.- El decaimiento
La manera natural de poder terminar los efectos del acto administrativo, sería el cumplimien-
to o agotamiento de su objeto o nalidad. El profesor Caldera Delgado distingue entre aque-
llos actos que se agotan con la sola ejecución y aquellos que se dictan para tener vigencia
inde nida, en cuyo caso es necesario considerar la ejecución de su objeto y el logro de su
nalidad por etapas, de forma gradual, hasta alcanzar el cabal e íntegro cumplimiento.
De igual forma, para el caso de los actos que se dictan para estar vigentes durante un lapso
de tiempo determinado, el cumplimiento de dicho plazo, es la terminación natural de los
efectos y de la nalidad con la que fue dictado el acto.
E. 3.- La caducidad
De lo anterior se sigue que es un modo de extinguir los efectos del acto administrativo de
modo natural, que opera como una sanción para el destinatario o bene ciario del acto por no
haber ejercido sus derechos en un cierto lapso de tiempo o por no cumplir con ciertas con-
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diciones o modos que se establecen como requisitos necesarios para que éste surta efectos
o lo haga de manera estable, ya sea por indicarlo expresamente la ley o por constar la auto-
ridad con la facultad para ello, plasmado en el propio acto.
El acto administrativo que caduca es un acto válido y producirá todos sus efectos mientras
no se constante la caducidad. Se asemeja a la revocación, en cuanto rige para lo futuro;
pero se diferencia de dicho modo de extinguir los actos administrativos, en que se motiva en
el incumplimiento de las obligaciones que imponía al bene ciado y opera cuando aun éste
haya podido constituir derechos en favor del administrado o haber ampliado su esfera de
una determinada situación jurídica.
Al mismo tiempo, la caducidad se diferencia de la invalidación en dos aspectos: por una par-
te, la primera recae sobre un acto válido y regular, mientras que la segunda, opera respecto
de actos ilegítimos. Por otra parte y a consecuencia de lo anterior, la caducidad operará ha-
cia lo futuro, no alterando los efectos que hubiesen emanado del acto válido, mientras la in-
validación opera retroactivamente, eliminando los efectos que se generaron a partir del acto
viciado.
El profesor Moraga Klenner sostiene, que aunque cuestionable, habría una hipótesis de mero
retiro, en los casos en que un acto administrativo es dejado sin efecto mientras pende el pla-
zo para su entrada en vigencia o mientras no se cumple la condición suspensiva de la cual
pende. Adherimos a la postura que en éste caso no se con guraría el mero retiro, ya que
para privar de los efectos al acto, habría que dictar un acto administrativo revocatorio, lo que
implica estar ante otra gura.
La nulidad de Derecho público es una institución que no tiene regulación expresa en nuestro
ordenamiento jurídico, ha nacido y se ha desarrollado gracias a la doctrina y la jurispruden-
cia.
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Debemos dar por estudiada la institución de la nulidad, como una sanción legal de ine cacia,
pero que en materia de Derecho público tiene sus diferencias.
Una de las primeras teorías que explican la institución en comento, a partir de la CPR 80’, es
la del profesor Eduardo Soto Kloss.
En primer lugar para Soto Kloss, la nulidad de derecho público actuaría de pleno derecho o
ipso iure, fundado en que el acto contraviene preceptos constitucionales (art. 6 y 7 de la
CPR). El argumento se encontraría en que dicho carácter ipso iure, sería la salvaguarda de la
supremacía constitucional en el ordenamiento jurídico y de la juridicidad, con ello, del Estado
de Derecho. Por tanto, dado el carácter contra constitución del acto administrativo, se san-
ciona con nulidad de pleno derecho, en virtud de una razón de utilidad pública.
En segundo lugar, la Nulidad de Derecho Público para Soto Kloss, es imposible de sanear,
rati car o convalidar. Lo anterior, es consecuencia del hecho que el acto nulo no produce
efectos por estar así previsto expresamente en la CPR, y si no produce efectos no existe
para el Derecho, en tanto manifestación de voluntad con efectos jurídicos, a lo sumo una si-
tuación de hecho, por lo anterior, no puede sanearse, convalidarse o recti carse.
Finalmente, y una de las características más polémicas del punto de vista del profesor Soto
Kloss es, consecuencia del carácter de pleno derecho de ésta nulidad, su imprescriptibilidad.
Se trata de una sanción de inexistencia del acto administrativo, que al ser contrario a la
Constitución, carece de realidad jurídica por efecto de lo dispuesto en el art.6 y 7 CPR.
Por su parte, le profesor Gustavo Fiamma, crítica a Soto Kloss, en aquella parte de la nulidad
que opera de pleno derecho, reconociendo que por seguridad jurídica se debe acudir a Tri-
bunales, para que estos conozcan y declaren la nulidad.
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Pero esta evolución doctrinal y jurisprudencial ha sido criticada, constatando que , no exis-
tiendo normas claras que permitan a rmar fehacientemente que existe un estatuto que rige a
las nulidades de Derecho público, se debe desarrollar en primer lugar, por parte del legislador
e introducir las sanciones correspondientes a los vicios de que adolezca el acto administrati-
vo que merezca la nulidad como sanción de ine cacia.
Además, se suma el hecho que opere ipso iure por cuanto nuestro ordenamiento jurídico re-
conoce a la nulidad como sanción de ine cacia, pero que debe ser declarada por el juez,
sumando a ello la presunción de legalidad de los actos administrativos, todo lo anterior sirve
a criticar la teoría de Soto Kloss y Fiamma . Pareciera que sólo el art.35 CPR sería el único
caso (no pací co tampoco) que permitiría a rmar la nulidad ipso iure , pero sólo de una cues-
tión puntual.
Pierry ahonda en el tema de la nulidad, sosteniendo que hay que distinguir, desde un punto
de vista doctrinario y de derecho comparado, entre:
– aquellas acciones cuya única nalidad es la obtención de la declaración de nulidad de un
acto administrativo,
– y aquellas que buscan la declaración de un derecho en favor de un particular.
Respecto de las primeras, en el derecho francés son denominadas recursos por exceso de
poder y pueden interponerse por cualquier persona que tenga interés en ello. Tiene efectos
generales erga omnes y tiene breve plazo de prescripción, en atención a la necesidad de
certeza respecto de los actos administrativos. En cuanto a las acciones del segundo tipo,
son las denominadas acciones de plena jurisdicción que buscan la declaración de un dere-
cho a favor de un particular, siendo necesario para ello la declaración de nulidad del acto
administrativo. Están sujetas a plazos más largos de prescripción, que en fondo sería similar
a aquel en que prescribe el derecho del que se busca su declaración.
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Si bien el art. 13 inc. Final LBPA, otorga a la administración la facultad de subsanar las ilega-
lidades de los actos que emita, entonces, el ejercicio de la potestad de saneamiento queda
subordinada a que el acto irregular objetivamente, sea susceptible de conservarse dentro del
ordenamiento jurídico, pues reúne los requisitos mínimos de validez.
En consecuencia, el inc., nal del art. 13 LBPA distingue dos clases de ilegalidades: (formas
con las cuales nos acercamos al modelo español, distinguiendo actos nulos de actos anula-
bles).
– Aquellas que conducen inevitablemente a la nulidad del acto, puesto que es insaneable.
– Aquellas que, no obstante causar perjuicio al interesado, son susceptibles de saneamiento
por la administración.
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b.- Incompetencia
En sentido estricto, la competencia dice relación con la forma como la ley asigna y/o distri-
buye determinadas atribuciones entre órganos de la administración del estado, con el objeto
de que en su ejercicio no se produzcan solapamientos y sea posible una mejor gestión y
ejercicio de las mismas. Así, la competencia se re ere a los ámbitos que ja el legislador para
el ejercicio de una potestad. Ésta se divide tradicionalmente en relación al ámbito material, el
ámbito territorial, el ámbito temporal y el ámbito de grado de jerarquía.
En el primer caso, esto es, el ámbito material, la ley determina respecto de las materias o
contenidos si se puede ejercer determinada potestad. En este caso, se traduce en que la
autoridad puede ejercer sus atribuciones en relación a los contenidos especí cos de actua-
ción. Así, si bien diversos órganos tienen potestad sancionadora, ellos sólo pueden ejercer
respecto del ámbito especí co de materias que determina el legislador.
En cuanto al ámbito temporal, esto aparece asociado a aquellas facultades que se pueden
ejercer dentro de cierto tiempo o plazo. Así sucede, por ejemplo, cuando se solicita la modi-
cación de un permiso que ya ha caducado o se otorgan ciertos bene cios durante un cierto
período.
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Respecto del ámbito temporal, esto aparece asociado a aquellas facultades que se pueden
ejercer dentro de cierto tiempo o plazo. Así sucede, por ejemplo, cuando se solicita la modi-
cación de un permiso que haya caducado o se otorgan ciertos bene cios durante cierto pe-
ríodo.
Por último, la jerarquía o grado también constituye un elemento que determina la competen-
cia. En algunos casos es la ley y, en otros, son las normas administrativas las que determinan
la autoridad que puede ejercer una potestad. Así sucede respecto de la adjudicación de los
contratos de obras públicas, ya que el monto del mismo determina la autoridad competente
para su adjudicación.
Tradicionalmente, los motivos o fundamentos son mencionados como elementos del acto
administrativo haciendo un símil con la causa propia del ámbito civil.
Considerando que la administración del Estado siempre ha de tener un motivo objetivo, que
es el previsto por la ley, no es posible que esto pueda variar al in nito y, menos aún, éstos
puedan derivar de una actuación arbitraria.
Estos motivos pueden ser de hecho o de derecho, ya se que se encuentren en los supues-
tos fácticos contenidos en la norma jurídica, o sea, la norma que justi ca su ejercicio. En este
caso, nuevamente nos encontramos con un tema de legalidad, pues estos motivos han de
encontrar en las normas que integran el bloque de legalidad su fundamento, incluyendo los
supuestos de hecho que conllevan su ejercicio. Así, para sancionar a un particular, se requie-
re que la ley otorgue dicha potestad (motivo de derecho), y que éste haya realizado una con-
ducta que para la ley sea constitutiva de infracción (motivos de hecho). Sin embargo, este
procedimiento no siempre es tan simple como se presenta, pues existe un amplio abanico
de factores que indicen en el mismo:
– No sólo se debe determinar la existencia de los hechos, sino que se deba hacer una cali -
cación jurídica de los mismos.
– Normalmente, el legislador utiliza conceptos jurídicos indeterminados, cuya apreciación
queda entregada en una primera etapa a la autoridad administrativa. (utilidad pública, inte-
rés nacional, orden público).
– El ejercicio de la potestad puede ser discrecional, de forma tal que el control en su ejercicio
y su contenido también deriva en un control de los motivos que justi can dicho obrar. En
este caso, el margen de libertad o libre apreciación que el legislador le entrega al órgano
administrativo se transforma en un residuo como consecuencia del control de los elemen-
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tos reglados de la potestad y que permiten mediante los PGD ejercer un control sobre la
misma colocando un límite a una eventual arbitrariedad (proporcionalidad, igualdad, no
discriminación, buena fe, con anza legítima, etc.)
Nuevamente el tema del vicio del objeto no es sino un tema de legalidad en general. No es
posible que en el ejercicio de sus potestades públicas los órganos de la administración
adopten determinaciones ilegales.
e.-Desviación de poder
Esta creación doctrinal francesa, busca velar porque el acto administrativo no sólo se dicte
para satisfacer un interés general, sino el n público especí co previsto por la ley.
De esta manera, constituye una de las técnicas más valiosas para evitar las interpretaciones
torcidas de la ley, los resquicios legales, las argucias o leguleyadas, que buscan alterar el
sentido de la ley, con el objeto de extender el ejercicio de una potestad pública para casos
no previstos, considerando el n públicos especí co que le asigna el legislador.
f.-Vicio de forma
Por último, nos encontramos con el vicio de forma, que comprende tanto el vicio de proce-
dimiento y de la forma que debe revestir el acto administrativo.
A este respecto, sólo se debe señalar que la jurisprudencia ha hecho aplicación del principio
de trascendencia, en cuya virtud no cualquier vicio de forma conlleva la nulidad del acto ad-
ministrativo. Esto quiere decir que se exige cierta gravedad y entidad que se requieren en el
contexto de los estándares del instituto de la nulidad del acto administrativo, regla que por lo
demás ha sido recogida en él art. 13 inc. 2º de la LBPA.
La doctrina es conteste en indicar que el elemento forma de los actos administrativos se re-
ere a dos aspectos complementarios. Por una parte, las ritualidades o solemnidades que de
cumplir un acto administrativo, y por otro, las normas procedimentales
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