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1
CAPITULO 1
1.- INTRODUCCIÓN.
De acuerdo con el art culo 83.1 LGT, “la aplicación de los tributos comprende todas las
actividades administrativas dirigidas a la información y asistencia a los obligados tributarios y a la
gestión, inspección y recaudación" y otras funciones, “as como las actuaciones de los obligados en
el ejercicio de sus derechos o en cumplimiento de sus obligaciones tributarias”. De aquí podemos
extraer dos consideraciones.
De acuerdo con el art. 3.2 LGT, la aplicación del sistema tributario se basará en los principios
de proporcionalidad, eficacia y limitación de costes indirectos derivados del cumplimiento de
Tanto la Administración como los obligados tributarios son sujetos imprescindibles para la
labor de la aplicación de los tributos.
La AEAT, Es responsable en nombre y por cuenta del Estado, de la aplicación efectiva del
sistema tributario estatal y del aduanero y de aquellos recursos de otras Administraciones y Entes
Públicos nacionales o de la Unión Europea cuya gestión se le encomiende por Ley o por Convenio.
Es una entidad de derecho público, con personalidad jurídica propia y plena capacidad pública y
privada, adscrita al Ministerio de Hacienda a través de la Secretaría de Estado de Hacienda.
2.2.- Los obligados tributarios en los procedimientos de aplicación de los tributos (arts. 44-
47 vart. 92 LGT)
El estatus de dichos interesados se determina por la conjunción de una serie de derechos y
garantías, por una parte, y obligaciones y cargas, por otra, establecidos en la regulación de cada
procedimiento o en la normativa aplicable con carácter general. En este sentido, una buena parte
de los derechos y garantías de los obligados tributarios reconocidos en el artículo 34.1 LGT son
derechos que se ejercen en el marco de un procedimiento administrativo, a los que deben sumarse
los reconocidos en la LPAC y, en general, la traslación de los derechos y garantías constitucionales
(y su desarrollo jurisdiccional) que asisten a toda persona en sus relaciones con la Administración
española.
La capacidad de obrar en el ámbito tributario se regula en el art. 44 LGT, en términos
similares -aunque no idénticos- a los del art. 3 LPAC. Tendrán capacidad de obrar las personas
físicas o jurídicas que ostenten tal capacidad conforme a derecho, así como los menores de edad y
los incapacitados en las relaciones tributarias derivadas de las actividades cuyo ejercicio les esté
permitido por el ordenamiento jurídico sin asistencia de la persona que ejerza la patria potestad,
tutela, curatela o defensa judicial.
Los grupos de afectados, las uniones y entidades sin personalidad jurídica y los patrimonios
independientes o autónomos tienen capacidad de obrar cuando la ley así lo declare expresamente.
El articulo 35.4 LGT señala que tendrán la consideración de obligados tributarios, en las leyes en
que así se establezca, las herencias yacentes, comunidades de bienes y demás entidades que,
carentes de personalidad jurídica, constituyan una unidad económica o un patrimonio separado
susceptibles de imposición.
El art. 4 LPAC recoge el concepto de interesado en el procedimiento administrativo. Serán
quienes lo promuevan como titulares de derechos o intereses legítimos, individuales o colectivos;
así como quienes no lo hayan iniciado, pero tengan derechos que puedan resultar afectados por la
decisión que se adopte en el mismo.
La LGT regula las reglas de representación en sus artículos 45 (representación legal), 46
(representación voluntaria) y 47 (representación de no residentes).
Atendiendo a las reglas del art. 45 LGT, por las personas sin capacidad de obrar actuarán sus
representantes legales (por ejemplo, si un menor recibe una herencia, serán sus padres o tutores
quienes deban cumplir las obligaciones fis- cales y actuar en los procedimientos correspondientes).
Las personas jurídicas actuarán a través de las personas que ostenten, en cada momento concreto,
la titularidad de sus órganos de representación o a quienes corresponda representarlas, de acuerdo
5.- INICIACIÓN DE LOS PROCEDIMIENTOS TRIBUTARIOS. (ART. 98 LGT; ARTS 87-89 RGAT).
Los procedimientos tributarios podrán iniciarse de oficio o a instancia del obligado
tributario.
Los procedimientos iniciados de oficio requerirán acuerdo del órgano competente para su
inicio, que se adoptará por iniciativa propia, por orden de un órgano superior o por petición
razonada de otros órganos.
La iniciación podrá realizarse mediante comunicación (que, bajo determinadas
circunstancias, podrá contener la notificación de la propuesta de resolución o liquidación) o
mediante personación (en aquellos casos en que la Administración pueda realizar sus actuaciones
fuera de las oficinas y se considere conveniente, por ejemplo, para evitar la ocultación de pruebas).
En todo caso, si se trata de un procedimiento de comprobación o inspección, los interesados tienen
el derecho a ser informados, al inicio de las actuaciones, sobre la naturaleza y alcance de las
mismas y sobre sus derechos y obligaciones (art 34.1.ñ) LGT].
Si un procedimiento se inicia de oficio mediante comunicación, deberá darse un plazo no
inferior a 10 días para la comparecencia, aportación de documentación o presentación de
alegaciones.
Los procedimientos a instancia del obligado tributario podrán iniciarse mediante
autoliquidación, declaración, solicitud o cualquier otro medio previsto en la normativa. La
Administración podrá aprobar modelos y sistemas normalizados para facilitar la tramitación masiva
de actuaciones y procedimientos. En cualquier caso, si el documento presentado no reúne todos los
requisitos requeridos por la norma, se dará un plazo de 10 días para la subsanación de la falta o la
aportación de los documentos preceptivos.
En todos los casos, los documentos de iniciación deberán incluir el nombre y apellidos o
razón social y el número de identificación fiscal del obligado tributario y, en su caso, de la persona
que lo represente.
6.3.3.- Presunciones.
Las presunciones pueden ser absolutas o iuris et de iure (no admiten prueba en contrario) o
relativas o iuris tantum (sí admiten prueba en contrario). Salvo que una ley diga expresamente otra
cosa, las presunciones establecidas por las normas tributarias serán relativas (art. 108.1 LGT).
Las presunciones absolutas o iuris et de iure solo existirán en aquellos casos en los que una
norma con rango de ley establezca expresamente dicho carácter [su establecimiento queda sujeto a
reserva de ley tributaria, como expresamente recuerda el art. 8.a) LGT in.fine]. La ley que las
configure deberá respetar los principios constitucionales y, particularmente, no podrá contravenir
el principio de capacidad económica.
la propia LGT contiene una presunción (iuris tantum) en su art. 108.5 LGT. Según dicho
precepto, en el caso de obligaciones tributarias con periodos de liquidación inferior al año, la cuota
descubierta por la Administración en un procedimiento de regularización se podrá distribuir
linealmente entre los periodos de liquidación correspondientes cuando la Administración no pueda,
en base a la información obrante en su poder, atribuirla a un periodo de liquidación concreto
conforme a la normativa reguladora del tributo, y el obligado tributario, requerido expresamente a
tal efecto, no justifique que procede un reparto temporal diferente.
La Administración podrá aplicar presunciones no previstas expresamente en la norma, a
través de lo que también se denomina prueba indirecta o indiciaria, que permite considerar
probada una serie de hechos (relevantes para la aplicación de los tributos o, incluso, para la
aplicación de sanciones) a partir de otros hechos base (o indicios).
Según la LGT y la jurisprudencia, la prueba indiciaria requiere que los hechos base o indicios
estén plenamente probados y hayan sido incorporados al procedimiento mediante una actividad
probatoria válida; que entre tales indicios y los hechos que se traten de deducir haya "un enlace
preciso y directo según las reglas del criterio humano"; y que la Administración explicite dicho
proceso deductivo, de modo que se pueda controlar que la inferencia es razonable.
8.2.- El silencio administrativo (positivo y negativo) art 104 LGT y DA III. 1 del RGGI).
Cuando se incumplen los plazos del procedimiento sin que se haya dictado resolución
expresa y la ley no establece como consecuencia la caducidad propia o imperfecta, la alternativa es
el silencio administrativo. En materia tributaria este casi siempre es negativo; el interesado puede
entender desestimada su solicitud a efectos de interponer los correspondientes recursos (aunque
también puede optar por seguir esperando la resolución expresa).
A diferencia de lo que sucede en el procedimiento administrativo común, la LGT solo admite
el silencio positivo en los procedimientos iniciados a instancia de parte que no tengan carácter
impugnatorio (ni constituyan un mero ejercicio del genérico derecho de petición) cuando no exista
una norma específica, legal o reglamentaria, que señale sus efectos (art. 104.3 LGT).
Así, podemos concluir que, en la mayoría de los casos, incluyendo todas las reclamaciones y
recursos, en los procedimientos iniciados a instancia de parte susceptibles de producir efectos
favorables para el interesado, el incumplimiento de los plazos para concluir el procedimiento
8.3.- La caducidad.
8.3.1.- Concepto y clases. (art. 100.1 LGT)
La caducidad en sentido estricto se configura en la Ley General Tributaria como un modo de
terminación de los procedimientos por el mero transcurso de los plazos establecidos sin que se haya
dictado resolución expresa (art. 100.1 LGT). Esto sucede, salvo disposición en contrario, con el
trascurso de los plazos para notificar la resolución en los procedimientos iniciados de oficio
susceptibles de producir efectos desfavorables. regla en la mayoría de los procedimientos de
comprobación en vía de gestión y en el procedimiento sancionador.
En los procedimientos iniciados a instancia de parte, cuando se produzca la paralización del
procedimiento por causa imputable al obligado tributario, la Administración le advertirá que,
transcurridos tres meses, podrá declarar la caducidad, caso en el que opera en perjuicio del
interesado.
También pueden considerarse como supuestos de caducidad todos aquellos que establecen
plazos preclusivos para el inicio de un procedimiento o unas actuaciones determinadas. Se entiende
que el plazo de un procedimiento es preclusivo cuando, una vez agotado, el procedimiento
concluye sin que pueda iniciarse ya otro con el mismo objeto. Desde la perspectiva del
contribuyente se pueden incluir aquí los plazos para interponer recurso de reposición y las
reclamaciones económico-administrativas.
CAPITULO 2
1.- INTRODUCCIÓN.
Desde el punto de vista cuantitativo, la gestión tributaria constituye el instrumento principal
de aplicación de los tributos (tanto en lo que se refiere al número de actos y actuaciones como a la
cuantía de las obligaciones declaradas o liquidadas).
la LGT también considera como procedimiento de gestión la tasación pericial contradictoria,
pero, dada su similitud con los recursos presentados por los contribuyentes.
3.- ACTUACIONES GESTORAS DE LOS PARTICULARES (ARTS. 114 Y 118-122, ATRS 117-121
RGRI).
3.1.- Perspectiva general con especial referencia al suministro de información.
Los obligados tributarios deben realizar numerosas actuaciones al servicio de la aplicación
de los tributos: suministrar información a la Administración tributaria, cumplir obligaciones
relacionadas con la elaboración de elementos de prueba (llevanza de registros fiscales y expedición,
entrega y rectificación de facturas), presentar declaraciones tributarias en sentido estricto
(documentos en los que se manifiesta la realización del hecho imponible sin calcular el importe de
la deuda). presentar autoliquidaciones (documentos en que se manifiesta la realización del hecho
imponible y se calcula el importe de la deuda), repercutir tributos al adquirente de bienes y
servicios (corno sucede en el IVA), practicar retenciones e ingresos a cuenta y realizar pagos
fraccionados (como sucede, en el ámbito del Impuesto sobre Sociedades).
Por lo que se refiere a las obligaciones de aportar información, debe distinguirse entre las
obligaciones periódicas establecidas, con carácter general, por una norma jurídica (suministro de
3.3.3.- Modificaciones de meras declaraciones (arts. 122.1 y 3 LGT; art. 130.1 RGGI).
En el caso de las declaraciones en sentido estricto (manifestaciones del hecho imponible sin
autoliquidación) y de las declaraciones de información, los mecanismos de modificación presentan
ciertas peculiaridades.
Si se trata de declaraciones cuyo contenido es una mera información, pueden modificarse
mediante la presentación de documentos que añadan nuevos datos a lo declarado inicialmente
(declaraciones complementarias) o documentos que reemplacen a las declaraciones iniciales
(declaraciones sustitutivas).
La presentación espontánea de declaraciones extemporáneas (fuera del plazo inicial pero
antes de que se haya producido un requerimiento de la Administración) evita la imposición de las
sanciones por dejar de declarar, aunque dará lugar a los recargos de regularización previstos.
Si se trata de declaraciones que no determinen la obligación de ingresar (bien porque dan
lugar a una liquidación negativa o de resultado nulo o a una devolución, bien porque se trata de
declaraciones de mera información), la sanción pre- vista en el art. 198.1 y sus límites se reducirán a
la mitad.
Si ya se ha practicado liquidación provisional, el obligado tributario ya no podrá presentar
declaraciones complementarias, pero podrá solicitar la rectificación de la declaración cuando
considere que su contenido ha perjudicado de cualquier modo sus intereses legítimos o cuando
pudiera proceder una liquidación por importe superior o una menor devolución.
Para esto es necesario que la liquidación provisional haya sido practicada por consideración
o motivo distinto del que se invoque en la solicitud del obligado tributario. Se considerará que
entre la solicitud de rectificación y la liquidación provisional concurre consideración o motivo
distinto cuando la solicitud de rectificación afecte a elementos de la obligación tributaria que no
hayan sido regularizados mediante la liquidación provisional.
No podrán modificarse las declaraciones presentadas cuando haya prescrito el derecho de la
Administración tributaria para determinar la deuda tributaria mediante la liquidación o el derecho a
solicitar la devolución correspondiente. Tampoco podrán modificarse cuando la Administración
haya practicado una liquidación definitiva.
5.4.- Procedimiento para reconocer beneficios fiscales de carácter rogado. (arts. 136 y 137
RGGI).
5.4.1.- Características y presupuestos de aplicación.
5.4.2.- Inicio.
El procedimiento se iniciará a instancia del obligado tributario mediante solicitud dirigida al
órgano competente para su concesión. La solicitud se acompañará de los documentos y
justificantes exigibles y de los que el obligado tributario considere convenientes para probar su
derecho. Se presentará la solicitud con anterioridad al devengo del impuesto o, en su caso, a la
finalización del período de declaración.
5.4.3.- Tramitación.
La Administración comprobará el cumplimiento de los requisitos previstos en la normativa
reguladora del beneficio fiscal atendiendo a los datos aportados por el interesado, los declarados
por terceras personas y los que obtenga mediante requerimientos individualizados al interesado o a
terceros. Si la propuesta de resolución es desestimatoria, deberá concederse al interesado un plazo
de diez días para formular alegaciones.
5.4.4.- Terminación.
El procedimiento terminará mediante la notificación expresa de la resolución estimatoria o
desestimatoria. Si el procedimiento no concluye en el plazo fijado por la normativa reguladora del
beneficio fiscal o, en su defecto, de 6 meses, el interesado podrá entender desestimada su solicitud
por silencio administrativo e interponer el recurso que corresponda.
Los efectos del reconocimiento se producirán desde el momento que establezca la
normativa aplicable o, en su defecto, desde el momento de su concesión.
El art. 115.3 LGT prevé que el acto de reconocimiento de beneficios fiscales sometidos a
condiciones futuras o a la efectiva concurrencia de determinados requisitos no comprobados en el
procedimiento en que se dictó tiene carácter provisional. La Administración tributaria podrá
comprobar en un posterior procedimiento de aplicación de los tributos la concurrencia de tales
condiciones o requisitos y, en su caso, regularizar la situación tributaria del obligado sin necesidad
de proceder a la previa revisión de dichos actos provisionales.
6.3.3.- Tramitación (arts. 99.9, 136 y 138 LGT y art. 164 RGGI).
El procedimiento de comprobación limitada permite a la Administración desarrollar las
siguientes actuaciones de comprobación, que quedarán reflejadas en comunicaciones y diligencias:
a) Examen de los datos consignados por los obligados tributarios en sus declaraciones y
de los justificantes presentados o que se requieran al efecto.
b) Examen de los datos y antecedentes en poder de la Administración Tributaria que
pongan de manifiesto la realización del hecho imponible o del presupuesto de una obligación
tributaria, o la existencia de elementos determinantes de la misma no declarados o distintos a los
declarados por el obligado tributario.
c) Examen de los registros y demás documentos exigidos por la normativa tributaria y
de cualquier otro libro, registro o documento de carácter oficial con excepción de la contabilidad
mercantil, así corno el examen de las facturas o documentos que sirvan de justificante de las
operaciones incluidas en dichos libros, registros o documentos. Por tanto, la comprobación limitada
puede utilizarse para comprobar actividades económicas con mayor alcance que la mera
verificación de datos.
LA INSPECCIÓN TRIBUTARIA.
1.- INTRODUCCIÓN.
Comprende los procedimientos que utilizan los órganos inspectores (la Inspección) para
comprobar e investigar en profundidad el cumplimiento de las obligaciones tributarias por parte de
los contribuyentes, las funciones que desarrolla la Inspección, como la obtención de información y
sus actuaciones de comprobación limitada, el impulso del cumplimiento cooperativo, la asistencia
mutua, la participación en procedimientos amistosos y las labores de apoyo a otros órganos
administrativos y judiciales.
3.- ESTRUCTURA ORGÁNICA Y TERRITORIAL DE LA INSPECCIÓN (art. 59, 167 y 168 RGGI).
El Estado, las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales disponen de sus propios
órganos de inspección. En el caso del Estado, dichos órganos se encuentran integrados en la
Agencia Tributaria. Por lo que se refiere a las Comunidades Autónomas y a las Corporaciones
Locales, sus órganos de Inspección presentan una estructura más sencilla. Las Administraciones
tributarias del Estado y de las Comunidades Autónomas pueden realizar inspecciones coordinadas,
bien de manera simultánea e independiente, bien de manera conjunta.
En materia de Inspección municipal y provincial, cabe apuntar dos peculiaridades singulares:
La primera es que no existe una normativa local similar a la estatal que estructure la inspección
local y diferencie entre inspectores actuarios e inspectores jefe, atribuyendo unas funciones a los
primeros y otras a los segundos, de modo que se aplica con carácter supletorio la norma estatal
adaptándola como se puede a la estructura de cada entidad. La segunda, que no existe un cuerpo
de inspectores tributarios locales al que acceder por oposición, de modo que la condición de
inspector se adquiere por la adscripción a un puesto de inspector tributario así caracterizado en la
respectiva relación de puestos de trabajo.
Dentro de la Agencia Tributaria encontramos órganos de inspección centrales (con
competencia en todo el territorio nacional) y territoriales. Son órganos centrales de carácter
directivo el Departamento de Inspección Financiera y Tributaria y el Departamento de Aduanas e
Impuestos Especiales.
En el ámbito territorial la Agencia se estructura en Delegaciones Especiales (que coinciden
con el territorio de cada Comunidad Autónoma), Delegaciones de Hacienda (cuyo ámbito coincide
con las provincias) y Administraciones de Hacienda (de ámbito inferior al provincial). Estos órganos
territoriales cuentan con Dependencias y Unidades inspectoras.
Una Delegación Central de Grandes Contribuyentes, que depende del Director General de la
Agencia. Este órgano tiene encomendada la aplicación de tributos a empresas de grandes
dimensiones y dispone de competencia en todo el territorio nacional.
Esta Delegación Central no está compuesta por dependencias separadas de Inspección,
Gestión y Recaudación. Dentro de ella existe una Dependencia de Control Tributario y Aduanero,
competente tanto para desarrollar funciones de inspección, como funciones de comprobación en
vía gestora. Junto a ella se sitúa una Dependencia de Asistencia y Servicios Tributarios, que tiene
atribuidas las tradicionales competencias gestoras y de recaudación.
Dentro de la Dependencia de Control existen tanto Equipos Nacionales de Inspección
(apoyados por una Oficina Técnica y por una Unidad de Selección de contribuyentes) corno una
Unidad de Control Tributario y Aduanero.
La Dependencia de Asistencia y Servicios Tributarios consta tanto de Unidades de Gestión.
como de Equipos Nacionales de Recaudación.
4.2.- Planificación de las actuaciones inspectoras (art. 116 LGT y art. 170 RGGI).
La planificación es especialmente importante para los órganos inspectores, pues estos van a
realizar una intensa comprobación sobre un porcentaje muy pequeño de contribuyentes. Por tanto,
es necesario seleccionarlos atendiendo principalmente al riesgo de que se hayan producido
incumplimientos tributarios.
En la práctica, la Agencia Tributaria elabora un Plan Estratégico para orientar sus actividades
durante un período plurianual. Siguiendo las líneas maestras de este documento, el director de la
Agencia aprueba unas Directrices Generales de carácter anual, que se publican en el BOE. A partir
de estas directrices y atendiendo a las propuestas de los órganos inspectores territoriales se
aprueban planes parciales que se integran en un Plan Tributario de Control Tributario y Aduanero,
también anual A diferencia de las Directrices Generales, el Plan Tributario tiene carácter reservado,
pues el elemento sorpresa es imprescindible para controlar adecuadamente el cumplimiento de las
obligaciones tributarias.
El Plan precisa los criterios que van a utilizarse para seleccionar ("cargar en plan") a aquellos
contribuyentes que serán objeto de inspección en ese período. Los criterios que deben tenerse en
cuenta los de riesgo fiscal, oportunidad, aleatoriedad u otros que se estimen pertinentes.
La propuesta concreta de los contribuyentes que serán "cargados en plan" corresponde a
unidades de selección. La decisión final se toma por orden del Inspector Jefe, considerándose un
acto de mero trámite.
4.3.- Inicio del procedimiento inspector y referencia a la denuncia pública (arts. 114 y 147
LGT, arts. 177-179 RGGI).
El personal integrado en los órganos de inspección puede relacionarse con los obligados
tributarios sometidos a su ámbito de competencia para examinar en profundidad -incluyendo el
análisis de la contabilidad- el cumplimiento de las correspondientes obligaciones y deberes
tributarios. Para ello se utiliza una serie ordenada de actos administrativos, denominado
“procedimiento de inspección”.
Este procedimiento se inicia siempre de oficio, es decir, por voluntad de la Administración,
sin perjuicio de que el obligado pueda pedir que se amplíe su alcance. El inicio puede tener lugar
por aplicación del plan de inspección, porque así lo ordenen los superiores jerárquicos del equipo
que realizará la inspección o bien por petición razonada de otros órganos (por ejemplo, el
Departamento de Gestión de la Agencia Tributaria o la Inspección de Trabajo y Seguridad Social).
El mecanismo de la denuncia pública está previsto en la LGT. Mediante ella se podrán poner
en conocimiento de la Administración tributaria hechos o situaciones que puedan ser constitutivos
de infracciones tributarias o tener trascendencia para la aplicación de los tributos.
4.4.- Alcance de las actuaciones (arts. 101 y 148.3 LGT y arts. 178, 179 y 190 RGGI).
El "alcance" será general si la Administración va a comprobar todos los elementos de la
obligación tributaria en el período de que se trate. En cambio, será parcial si solo van a
comprobarse uno o varios elementos de dicho impuesto y período, pero no todos.
Si el alcance es general, el procedimiento de inspección concluirá con una "liquidación
definitiva", de modo que la Administración ya no podrá volver a comprobar el período
correspondiente del impuesto inspeccionado. Salvo supuestos en que se dicten liquidaciones
respecto del Impuesto sobre la Renta de no Residentes y no se haya comprobado el impuesto
directo del pagador de los correspondientes rendimientos, o cuando se compruebe la actividad de
un grupo de personas o entidades vinculadas y no se haya finalizado la comprobación de todas
ellas.
Si el alcance es parcial, la liquidación que ponga fin al procedimiento tendrá carácter
provisional, de modo que podrán volver a examinarse aquellos elementos de ese impuesto y
período que no hayan sido objeto de las actuaciones parciales.
Si se notifica el inicio de actuaciones …parciales” el contribuyente dispone de 15 días para
solicitar la “ampliación de actuaciones”, es decir, que las actuaciones parciales se conviertan en
generales. El contribuyente puede estar interesado en solicitarlo para conseguir que la inspección
concluya con una liquidación definitiva y ya no se pueda volver a comprobar el impuesto
correspondiente al período inspeccionado.
La Administración dispone de un plazo de 6 meses (a partir de la solicitud) para notificar al
contribuyente la ampliación de las actuaciones o bien iniciar nuevas actuaciones de carácter
general. Si incumple dicho plazo, las actuaciones de carácter parcial pueden continuar, pero dichas
actuaciones no habrán interrumpido el plazo de prescripción de los demás elementos de la
obligación tributaria.
Esta ausencia de efectos interruptivos constituye una excepción a la regla general del art.
68.1.a) LGT, que establece que la comprobación de "parte de los elementos de la obligación
tributaria" interrumpe el plazo de prescripción del derecho a determinar toda la obligación
tributaria.
4.5. Forma y efectos del inicio del procedimiento (atrs. 147 y 150 LGT y art. 177 RGGI).
Aunque lo habitual sea que las actuaciones inspectoras se inicien mediante una notificación
escrita, es posible también que dicho inicio se produzca mediante la visita de la Inspección. Esto
tendrá lugar cuando la Inspección considere necesario el elemento sorpresa para evitar la
destrucción de pruebas.
El inicio del procedimiento inspector produce dos efectos principales:
4.6.3.- Plazo del procedimiento inspector y circunstancias que inciden sobre él en la fase de
instrucción.
El plazo máximo del procedimiento inspector es de 18 meses, con carácter general y de 27
meses para grandes empresas (aquellas sometidas a auditoría de cuentas o aquellas otras que
tributan en régimen consolidado en el Impuesto sobre Sociedades o en el régimen de grupos del
IVA) así como para personas o entidades vinculadas a tales empresas. Se refiere a la totalidad del
procedimiento, que se entiende concluido cuando se notifica la resolución por la que, en su caso, se
regulariza la situación tributaria del obligado.
Para que se entienda cumplido el plazo basta con que se realice correctamente y dentro de
ese plazo un intento de notificación (aunque la notificación efectiva se produzca más tarde).
Si se incumple dicho plazo, el procedimiento de inspección puede continuar hasta su
terminación sin necesidad de notificar el reinicio de las actuaciones. Ahora bien, ese
incumplimiento del plazo produce importantes efectos: no se considerará interrumpida la
prescripción hasta que se realicen nuevas actuaciones; las declaraciones y autoliquidaciones
4.9.- Especialidades en el caso de que la Inspección observe indicios de delito fiscal (arts.
305 y 305 bis CP, arts. 250-259 LGT y arts. 197 bis-197 sexies RGGI).
El procedimiento de inspección presenta algunas peculiaridades cuando en él se descubren
indicios de delito fiscal Tal delito se comete, por regla general, cuando la cantidad defraudada de
modo doloso supera los 120.000 €.
CAPITULO 4.
1.- INTRODUCCIÓN.
La LGT define la recaudación como "el ejercicio de las funciones administrativas
conducentes al cobro de las deudas tributarias". Si bien, los sistemas tributarios modernos
apuestan por el régimen de autoliquidación de los tributos.
Es fundamental diferenciar entre el ingreso en período voluntario y el ingreso en periodo
ejecutivo.
3.2.- Recargos por declaración extemporánea sin requerimiento previo. (art. 27 LGT).
El recargo por declaración extemporánea sin requerimiento previo (o, en términos más
breves, recargo de extemporaneidad) se devenga cuando un obligado tributario presenta una
declaración o autoliquidación fuera del plazo, pero de manera espontánea, es decir sin
requerimiento previo de la Administración tributaria.
La presentación de declaraciones o autoliquidaciones está sujeta a un plazo concreto. En
caso de que se incumpla, la LGT prevé una "segunda oportunidad" de que el obligado regularice la
situación. Frente a la persistencia en el incumplimiento, la regularización tardía permite esquivar las
sanciones y limitar el devengo de intereses de demora.
Para ello es necesario que la regularización extemporánea sea completa o, en otros
términos, que la declaración o autoliquidación presentada sea correcta- y que dicha declaración o
autoliquidación se presente antes de que la Administración detecte el incumplimiento y actúe en
consecuencia. Para evitar que el cumplimiento fuera de plazo no tenga coste alguno para el
obligado tributario, se exige el recargo de extemporaneidad.
Así, si el sujeto cumple su obligación una vez que ha pasado el plazo para declarar o
autoliquidar, pero antes de recibir un requerimiento administrativo, se habla de mero retraso: el
obligado ha cumplido espontáneamente, aunque lo haya hecho tarde. A esos efectos el concepto
de requerimiento previo es clave: entendido como tal cualquier actuación administrativa, realizada
4.5.2.1.- Inicio.
El procedimiento se iniciará siempre a instancia de parte, mediante escrito dirigido al órgano
competente donde, entre otros extremos, se identificará al obligado al pago y la deuda cuyo
aplazamiento o fraccionamiento se solicita, las causas que motivan la solicitud (deberá acreditarse
documentalmente la existencia de dificultades económico-financieras transitorias), una propuesta
de calendario de pagos y el ofrecimiento de la garantía correspondiente (cuya constitución efectiva
se realizará tras la aprobación del aplazamiento).
Si la solicitud se presenta en período voluntario, el período ejecutivo no se iniciará hasta que
se haya resuelto la solicitud. Si la Administración iniciase el procedimiento de apremio sin haber
resuelto, el obligado al pago podrá impugnar con éxito la providencia de apremio.
La solicitud se puede presentar en período ejecutivo, con el límite temporal de la
notificación al obligado tributario del acuerdo de enajenación de los bienes embargados. En este
caso, la Administración sí podrá iniciar o continuar el procedimiento de apremio, pero deberá
suspender las actuaciones de enajenación de los bienes embargados hasta que resuelva la solicitud.
En la tramitación ordinaria, el ofrecimiento de garantía es esencial. Si la solicitud se presenta
en período voluntario, deberá cubrir el importe de la deuda en periodo voluntario, los intereses de
demora que genere el aplazamiento (de acuerdo con el calendario propuesto) y un 25 por 100 de la
suma de ambas partidas. Si la solicitud se presenta en período ejecutivo, la garantía deberá cubrir
el importe aplazado (incluyendo el recargo del período ejecutivo que corresponda), los intereses de
demora que genere el aplazamiento y un 5% de la suma de ambas.
Con carácter preferente, deberá ofrecerse como garantía un aval solidario de entidad de
crédito o sociedad de garantía recíproca, o bien un certificado de seguro de caución, ya que si se
prestan estas garantías tasadas. no se devengará el interés de demora tributario, sino el interés
legal del dinero, que es inferior.
Si se justifica que no es posible aportar ninguna de las garantías señaladas o que su
aportación compromete gravemente la viabilidad de la actividad económica, se podrá ofrecer otra
cualquiera (por ejemplo, hipoteca, prenda o fianza personal y solidaria) que se estime suficiente por
la Administración.
Se puede solicitar la adopción de medidas cautelares en sustitución de la garantía. La
Administración podrá aceptarlo cuando la constitución de la garantía resulte excesivamente
onerosa y el obligado tenga solicitadas devoluciones tributarias u otros pagos a su favor o sea
titular de bienes o derechos que sean susceptibles de embargo preventivo.
Cuando el obligado al pago carezca de bienes suficientes para garantizar la deuda y la
ejecución de su patrimonio pudiera afectar sustancialmente al mantenimiento de la capacidad
4.5.2.2.- Tramitación.
El órgano de Recaudación competente para la tramitación inadmitirá la solicitud en los
siguientes casos:
si la deuda debe ser autoliquidada y no se ha presentado la autoliquidación;
si la solicitud es mera reiteración de otra que ya fue denegada, salvo que contenga
modificaciones sustanciales;
si la solicitud se refiere a una obligación respecto de la cual se haya iniciado un
procedimiento de inspección que haya quedado suspendido por remisión del expediente al
Ministerio Fiscal o a la jurisdicción competente sin practicar la liquidación vinculada al posible
delito;
si la solicitud es extemporánea por presentarse tras la notificación al interesado del acuerdo
de enajenación de bienes embargados.
La inadmisión implicará que la solicitud de aplazamiento se tenga por no presentada a todos
los efectos. El acuerdo de inadmisión es recurrible en reposición o mediante reclamación
económico-administrativa.
Durante la tramitación de la solicitud, el deudor deberá cumplir con el calendario de pagos
propuesto en su solicitud. Si se estimara que la resolución puede demorarse en exceso, la
Administración valorará la fijación de un calendario provisional de pagos que sustituya el propuesto
por el obligado.
La Administración comprobará el cumplimiento de los requisitos para la concesión del
aplazamiento, como la existencia de una dificultad económico- financiera transitoria o, en el caso
de deudas que deban repercutirse, la falta de cobro, valorando igualmente la admisibilidad,
suficiente e idoneidad de la garantía ofrecida, si se dan las circunstancias para conceder la dispensa.
Durante la fase de tramitación podrán adoptarse medidas cautelares, sea de oficio o a
instancia de parte, en sustitución de la garantía. La fase de tramitación finalizará con una propuesta
de resolución, que será remitida al órgano competente para su resolución.
4.5.2.3.- Terminación.
El procedimiento puede finalizar mediante resolución que apruebe o deniegue el
aplazamiento solicitado, o lo apruebe en términos diferentes. Si la Administración no resuelve en el
plazo de 6 meses, la solicitud se entenderá desestimada por silencio negativo.
La resolución que conceda el aplazamiento contendrá un calendario de pagos y podrá incluir
condiciones y requisitos adicionales para asegurar el pago efectivo, calculando los intereses de
demora asociados a cada uno de los plazos de ingreso concedidos.
El obligado tendrá un plazo de 2 meses, contados desde el día siguiente al de la notificación
de la resolución favorable, para constituir efectivamente la garantía ofrecida en su solicitud. Si no lo
hace, se iniciará el período ejecutivo o este período continuará y, en su caso, se reanudará el
procedimiento de apremio.
La resolución será denegatoria cuando no se cumplan los requisitos exigidos para el
aplazamiento, pudiendo ser recurrida. En el supuesto de denegación, si la solicitud de aplazamiento
se presentó en período voluntario de ingreso, con la notificación de acuerdo denegatorio, se
4.7.- Suspensión del ingreso sin presentación de garantía (art. 62 LGT y 42 RGR).
La LGT prevé dos supuestos denominados de suspensión del ingreso sin presentación de
garantía, que ofrecen ciertas semejanzas con los supuestos de compensación, pero en los que no se
da la identidad de deudor y acreedor.
El art. 62.8 LGT prevé un supuesto que, en la práctica, solo se aplica en el IRPF, en caso de
tributación individual de los cónyuges no separados legalmente. El ingreso de un cónyuge podrá
suspenderse -sin prestación de garantía- si el otro presenta una autoliquidación de la que resulte
una cantidad a devolver y solicita que la devolución se destine a la cancelación de la deuda del
5.- EL PROCEDIMIENTO DE APREMIO (arts. 63,76 y 163-177 LGT; arts. 70-123 RGR).
5.1.- Características y presupuestos de aplicación.
El procedimiento de apremio tiene por objeto hacer efectivos los créditos de la Hacienda
Pública no satisfechos, sea mediante el pago del obligado, sea mediante la identificación y posterior
ejecución de su patrimonio, de modo que la Administración pueda cobrarse la deuda no satisfecha
con el dinero obtenido.
El procedimiento de apremio puede iniciarse siempre y cuando exista una deuda ya
cuantificada o autoliquidada y que no haya sido pagada, no esté prescrita o no se haya extinguido
por cualquier otra causa. Además, será necesario que la deuda se encuentre en período ejecutivo.
El procedimiento de apremio es una manifestación de la autotutela de la Administración y,
por tanto, es de naturaleza exclusivamente administrativa. Se impulsará de oficio en todos sus
trámites y, una vez iniciado, solo se suspenderá por las causas expresamente previstas en la Ley.
5.2.- Inicio.
El procedimiento de apremio se inicia siempre de oficio, mediante la notificación de la
providencia de apremio, la misma identifica la deuda pendiente, liquida los recargos del período
ejecutivo y requiere al obligado para que efectúe el pago, advirtiéndole que caso de no hacerlo se
procederá al embargo de sus bienes. La providencia de apremio tiene la misma fuerza ejecutiva que
la sentencia judicial.
5.3.- Tramitación.
5.4.- Terminación.
El procedimiento de apremio termina exitosamente con el ingreso total de la cantidad
adeudada (cuota, intereses, recargos y costas del procedimiento de apremio). El ingreso total de la
deuda no genera problemas de pago, cuestión diferente son los pagos parciales.
De acuerdo la LGT, tendrán preferencia las deudas de las Administraciones territoriales
frente a las deudas de otras entidades de derecho público que dependan de aquellas. Por ejemplo,
si se acumulan dos deudas del mismo obligado, una frente a un Ayuntamiento y otro frente a un
organismo autónomo dependiente del mismo, la primera tendrá preferencia para su cobro. Fuera
de esos casos de concurrencia, la Administración imputará lo recaudado por orden de antigüedad,
considerando como más antigua la deuda que primero fue exigible.
Si las actuaciones recaudatorias resultan infructuosas, se dictará acuerdo que declare el
crédito total o parcialmente incobrable, una vez declarados fallidos todos los obligados al pago. En
los casos en que se haya declarado el crédito incobrable, el procedimiento de apremio se
reanudará, dentro del plazo de prescripción, cuando se tenga conocimiento de la solvencia de algún
obligado al pago. Esta declaración de fallido permite actuar contra los responsables subsidiarios.
Finalmente, el procedimiento de apremio original puede finalizar por acuerdo donde se
declare la extinción de la deuda por cualquier otra causa (por ejemplo, por prescripción o
compensación).
CAPITULO 5.
Cualquier persona física o jurídica, o entidad sin personalidad jurídica que tenga la
consideración de obligado tributario, puede ser sujeto infractor. La LGT prevé una lista abierta de
sujetos responsables que se refiere a diversos supuestos de obligados materiales y obligados
formales.
La LGT prevé también algunas disposiciones vinculadas con la representación o la actuación
a través de personas jurídicas o entidades sin personalidad jurídica. La ley aclara que podrá ser
sujeto infractor el representante legal de los obligados tributarios que carezcan de capacidad de
obrar en el ámbito tributario.
A diferencia de lo que sucede en el ámbito del Derecho Penal, la existencia de una
pluralidad de sujetos infractores determinará que todos ellos sean considerados conjunta y
solidariamente obligados al pago de la sanción, siendo la sanción única.
En ocasiones, la ley prevé que, además del sujeto infractor (normalmente un obligado
tributario), haya un responsable tributario que responda de la sanción junto con la deuda. la
sanción sigue siendo única y por tanto, el pago por un responsable libera al infractor de su
responsabilidad frente a la Administración tributaria.
Para que la responsabilidad se extienda a la sanción, es necesario que la ley lo establezca
expresamente: así lo afirma la ley y lo exigen los principios de tipicidad y legalidad.
También resulta exigible que el responsable haya intervenido en la comisión de la infracción
o, en general, que su conducta (dolosa o negligente) haya causado un perjuicio a la Hacienda
Pública, consecuencia de los principios de culpabilidad y de personalidad de la sanción.
A efectos de la declaración de responsabilidad, el sujeto infractor tendrá la consideración de
deudor principal. Esto es relevante al aplicar el procedimiento de derivación de responsabilidad. En
los casos de responsabilidad solidaria que se extienda a la sanción, será necesario que haya
finalizado el plazo voluntario para el pago de la sanción tras notificarse al sujeto infractor. En los
casos de responsabilidad subsidiaria, tendrá que haberse producido la declaración de fallido del
sujeto infractor antes de actuar contra el responsable.
En caso de pérdida del derecho a cualquiera de estas reducciones por las causas previstas en
la ley, el importe de dicha reducción se exigirá al interesado sin más requisito que la notificación al
mismo.
El recurso presentado contra la sanción reducida se considerará extendido al acto de
exigencia del importe de la reducción perdida, sin necesidad de interponer un nuevo recurso, y se
entenderá que la cuantía del recurso es el importe total de la sanción. También se extenderán los
efectos suspensivos derivados del recurso a la reducción practicada que se exija.
6.- TIPIFICACIÓN DE INFRACCIONES EN LA LGT Y SANCIONES APLICABLES (arts. 191- 206 bis
LGT).
Para analizar cada una de las infracciones tipificadas en los artículos 191 a 206 bis LGT y las
sanciones que corresponden en cada caso. Se agruparlas en cuatro bloques. El primer bloque
contendrá las infracciones que se derivan del incumplimiento de declarar o autoliquidar
correctamente y en plazo. El segundo se referirá al incumplimiento de obligaciones formales. El
tercero, al incumplimiento de deberes en relación con terceros, en el ámbito de las retenciones o
ingresos a cuenta. Finalmente, de manera separada la infracción por resistencia, obstrucción,
negativa o excusa a las actuaciones de la Administración.
7.2.- Inicio.
El procedimiento sancionador siempre se iniciará de oficio, mediante la notificación del
acuerdo del órgano competente.
Será órgano competente para iniciar el procedimiento sancionador el que se determine en
la normativa de organización correspondiente o, en su defecto, el que tenga atribuida la
competencia para su resolución.
El acuerdo de inicio contendrá, como mínimo, la identificación de la persona o entidad
presuntamente responsable; la conducta que motiva la incoación del procedimiento, su posible
calificación y las sanciones que pudieran corresponder; el órgano competente para la resolución del
procedimiento e identificación del instructor; y la indicación del derecho a formular alegaciones y a
la audiencia en el procedimiento, así como del momento y plazos para su ejercicio.
Cuando el procedimiento sancionador se incoe como consecuencia de ciertos
procedimientos, no podrán pasar más de 6 meses entre la notificación de la resolución del
procedimiento de origen y la notificación del acuerdo de inicio del procedimiento sancionador. Este
plazo se aplica a los procedimientos sancionadores que se incoen como consecuencia de
procedimientos de aplicación de los tributos iniciados mediante declaración, de verificación de
datos, de comprobación o de inspección, así como a procedimientos sancionadores para la
imposición de sanciones no pecuniarias.
El plazo de 6 meses es un plazo de caducidad, cuyo incumplimiento impide la apertura del
procedimiento sancionador para el sujeto y obligación afectados.
En el caso de los procedimientos sancionadores derivados de procedimientos de gestión, es
habitual que junto con la liquidación se notifique el inicio del procedimiento sancionador y que el
acuerdo de inicio incluya ya la propuesta de sanción (tramitación abreviada). En los procedimientos
de inspección, el inicio suele notificarse en la fecha de la firma del acta de conformidad o
disconformidad. En caso de firmar un acta con acuerdo, se renunciará a la tramitación separada.
La STS de 23 de julio de 2020 (Rec. 1993/2019) ha refrendado expresamente la práctica
administrativa de iniciar el procedimiento sancionador antes de la notificación de la liquidación
derivada del procedimiento de inspección, al considerar que no hay ningún precepto en la LGT que
lo prohíba. Como ha puesto de manifiesto la doctrina, la coincidencia temporal que se deriva de
esta práctica dificulta la verdadera separación de procedimientos prevista en la LGT.
7.3.- Tramitación.
Instrucción del procedimiento sancionador (en su modalidad ordinaria) se realizarán las
actuaciones necesarias para determinar, en su caso, la existencia de infracción. Los datos, pruebas
o circunstancias que consten o se hayan obtenido en un procedimiento de aplicación de los tributos
y vayan a tenerse en cuenta en el procedimiento sancionador deben incorporarse formalmente a
este último.
7.4.- Terminación.
El procedimiento sancionador terminará mediante resolución, por caducidad o por la
remisión del tanto de culpa a la jurisdicción penal o del expediente al Ministerio Fiscal.
CAPITULO 6.
1.- INTRODUCCIÓN.
Se examina en recurso de reposición que es el que se interpone ante el propio órgano que
dicta el acto. Este tiene carácter potestativo en el ámbito del Estado y preceptivo (salvo en los
municipios de gran población) en la esfera local. Así como al tratar esta materia, del llamado
recurso de reposición impropio.
Se tratará las reclamaciones económico – administrativas. La revisión administrativa de los
actos en materia tributaria tiene una especialidad respecto a lo previsto en el régimen común de la
LPAC. En la actualidad, la principal diferencia estiba en que en el ámbito tributario no existe el
recurso de alzada frente al superior jerárquico del órgano que dictó el acto que se quiere impugnar.
Este recurso es sustituido en el ámbito estatal por la reclamación económico-administrativa ante
unos órganos administrativos distintos de los de aplicación de los tributos y especializados en la
resolución de los conflictos surgidos entre los obligados tributarios y la Administración (los
denominados Tribunales Económico-Administrativos, TEA). Es preciso igualmente que en el
régimen común agotar la vía administrativa con la correspondiente reclamación ante los Tribunales.
Las reclamaciones económico-administrativas tienen, por tanto, un carácter preceptivo
para poder acudir después a la vía judicial y se resuelven por órganos especializados integrados en
el Ministerio de Hacienda.
La revisión en la vía administrativa estatal se inicia siempre por el obligado tributario cuando
no está de acuerdo con un acto o sanción. Esto lo puede hacer interponiendo un recurso de
reposición o una reclamación económico-administrativa. Pero este impulso inicial está vetado a la
Administración. Si la Administración no está de acuerdo con la legalidad de un acto deberá acudir a
un procedimiento especial de revisión para anularlo. No obstante, si el obligado ha reclamado y la
resolución de la reclamación le es favorable, la Administración ya sí va a estar legitimada para
participar en la revisión. Es a partir de esa resolución de los TEA -desfavorable para sus intereses-
cuando la Administración va a poder interponer un recurso en la vía económico-administrativa.
Terminada la vía económico-administrativa sin éxito, el obligado podrá acudir a la judicial
interponiendo un recurso contencioso. Pero la Administración no podrá hacer lo mismo. Si la
resolución que pone fin a la vía administrativa es desfavorable a la Administración y esta quiere
defender la validez del acto anulado no podrá recurrir esa resolución directamente. En este caso la
Administración debe acudir a un procedimiento especial de revisión para declarar el acto lesivo y,
así, poder impugnarlo ante los Tribunales de Justicia.
2.2.- Inicio.
Solo están legitimados para interponer el recurso los obligados tributarios y deben hacerlo
en el plazo de 1 mes contado a partir del día siguiente al de la notificación del acto recurrible o del
siguiente a aquel en que se produzcan los efectos del silencio administrativo. Si son deudas de
vencimiento periódico y notificación colectiva (IBI por ejemplo), el plazo se computará a partir de
día siguiente al de finalización del período voluntario de pago.
Al igual que en la vía económico-administrativa, no se requiere de procurador o abogado,
pero sí se puede comparecer mediante representante.
El escrito de interposición deberá incluir la pretensión del recurrente, las alegaciones en la
que se fundamente (sobre cuestiones de hecho o de derecho) y, en su caso, las pruebas en las que
2.3.- Tramitación.
Con carácter general, la tramitación debe ser breve y sencilla: el órgano administrativo ya
conoce el asunto pues acaba de pronunciarse sobre él. A ello se une que no existe un trámite de
alegaciones y pruebas, dado que ya las ha incorporado el recurrente en su escrito.
En todo caso, el órgano administrativo debe afrontar todas las cuestiones de hecho o de
derecho que ofrezca el expediente, hayan sido o no planteadas en el recurso. Si se estima
pertinente examinar y resolver cuestiones no planteadas por los interesados, se les expondrá y
concederá un plazo de 10 días para que puedan formular alegaciones.
Si durante la tramitación del procedimiento se advierte la existencia de otros interesados
que no hayan comparecido, se les notificará la existencia del recurso para que formulen
alegaciones en un plazo de 10 días.
El órgano que dictó el acto puede pedir datos o informes a otros órganos de la
Administración para resolver el recurso.
El período concedido para efectuar alegaciones a los titulares de derechos afectados que no
habían comparecido y el empleado por otros órganos de la Administración para remitir los datos o
informes que se soliciten, con un máximo de 2 meses, no se incluirán en el cómputo del plazo para
la resolución. Recordar que, una vez presentado el recurso, no se podrá ejercer el derecho a
examinar el expediente a efectos de formular alegaciones.
2.4.- Terminación.
El recurso de reposición lo resuelve el órgano que dictó el acto recurrido teniendo 1 mes de
plazo, contado desde su presentación. Si transcurre el plazo y no se ha resuelto, se entiende
desestimado. En esto caso, si se hubiera acordado la suspensión del acto recurrido, dejará de
devengarse el interés de demora.
Cuando la resolución es estimatoria, si por el acto recurrido se hubiese exigido un ingreso,
se procederá a su devolución con intereses de demora y, en su caso, a la devolución del coste de las
garantías aportadas para la suspensión.
Si la resolución fuese desestirnatoria (expresa o por silencio), cabe interponer en 1 mes la
correspondiente reclamación económica-administrativa. En caso de silencio negativo, el obligado
puede interponer directamente la reclamación. Como alternativa, puede esperar a que se resuelva
expresamente el recurso de reposición de forma extemporánea.
Finalmente, la resolución en ningún caso pueda empeorar la situación inicial del recurrente
(prohibición de la reformatio in peius) al igual que ocurre en toda la vía administrativa.
La enumeración de los actos que son reclamables se cierra con una delimitación negativa. En
concreto, no se admitirán reclamaciones económico-administrativas respecto de los siguientes
actos:
a) Los que den lugar a reclamación en vía administrativa previa a la judicial, civil o
laboral, o pongan fin a dicha vía. Las reclamaciones previas en la vía civil y laboral quedaron
suprimidas con carácter general, debido a su escasa utilidad práctica, por la LPAC, pero subsisten en
el procedimiento de apremio. Esta especialidad encuentra su ámbito de aplicación en las tercerías
de dominio y mejor derecho. Los terceristas no pueden interponer una reclamación económico-
administrativa, sino que deben interponer su tercería ante el órgano de recaudación y, frente a la
eventual desestimación, deben acudir a la vía judicial civil.
b) Los dictados en procedimientos en los que esté reservada al Ministro de Economía y
Hacienda o al Secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos la resolución que ultime la vía
3.2.2.- La Administración.
La Administración no aparece entre los legitimados para interponer reclamaciones
económico-administrativas. Ahora bien, si puede presentar recursos en la vía económico-
administrativa en determinados supuestos a través de sus órganos directivos (Directores generales
y/ o Directores de Departamento, generalmente). Su legitimación se contempla en la regulación
específica de cada uno de los recursos que puede interponer (recurso de anulación, de alzada,
extraordinarios de unificación de criterio o doctrina y extraordinario de revisión).
La falta de legitimación de la Administración para interponer reclamaciones se extiende a los
siguientes sujetos y entidades:
a) Los funcionarios y empleados públicos, ya que no actúan individualmente, sino que
están incardinados en la Administración que dicta el acto. Lógicamente si están legitimados en sus
propios asuntos, en tanto actúen como obligados tributarios.
b) Los particulares, cuando obren por delegación de la Administración o como agentes
o mandatarios de ella.
c) Los organismos u órganos que hayan dictado el acto impugnado, así como cualquier
otra entidad por el mero hecho de ser destinataria de los fondos gestionados mediante dicho acto.
3.5.2.- El contenido de la resolución y su ejecución (arts. 239 y 241. ter LGT; art. 66 RGREV).
La resolución pone fin a la reclamación económico-administrativa, bien declarando su
inadmisibilidad bien resolviendo la pretensión del reclamante. La inadmisibilidad se declarará en los
siguientes supuestos:
a) Cuando se impugnen actos o resoluciones no susceptibles de reclamación o recurso
en vía económico-administrativa.
b) Cuando la reclamación se haya presentado fuera de plazo.
c) Cuando falte la identificación del acto o actuación contra el que se reclama.
d) Cuando la petición contenida en el escrito de interposición no guarde relación con el
acto o actuación recurrido.
e) Cuando concurran defectos de legitimación o de representación.
f) Cuando exista un acto firme y consentido que sea el fundamento exclusivo del acto
objeto de la reclamación, cuando se recurra contra actos que reproduzcan otros anteriores
definitivos y firmes o contra actos que sean confirmatorios de otros consentidos, así como cuando
exista cosa juzgada.
Para declarar la inadmisibilidad el TEA podrá actuar de forma unipersonal. Si el TEA ha
entrado a examinar la pretensión del reclamante, la resolución podrá ser estimatoria o
desestimatoria. En estos supuestos se plantea la cuestión de cómo llevar a la práctica tal decisión,
es decir, cómo ejecutarla. No procederá la ejecución si se hubiera suspendido el acto impugnado y
se recurre ante instancias superiores, ya que la suspensión se mantiene.
La resolución estimatoria podrá anular total o parcialmente el acto impugnado por razones
de derecho sustantivo (fondo) o por defectos formales.
Cuando la resolución aprecie defectos formales que hayan disminuido las posibilidades de
defensa del reclamante, se producirá la anulación del acto en la parte afectada y se ordenará la
retroacción de las actuaciones al momento en que se produjo el defecto formal. En este caso, el
TEA no entrará en el fondo del asunto, sino que será el órgano que dictó el acto impugnado quien
lo haga en el correspondiente procedimiento de aplicación de los tributos. Dicho órgano realizará el
trámite omitido o lo repetirá sin el vicio formal y continuará con el procedimiento para, finalmente,
dictar un nuevo acto. El plazo para terminar el procedimiento será el que restase desde el
momento de la retroacción (con un mínimo de 6 meses en el procedimiento inspector).
Si el vicio no es formal, el TEA resolverá sobre el fondo anulando total o parcialmente el
acto. Lo que sucede en estos casos es que el procedimiento revisor no acabará propiamente con la
resolución, sino que habrá otra "subfase" posterior que será la de su ejecución: aplicar el
pronunciamiento del TEA, en sus propios términos, por el órgano que dictó el acto impugnado.
La Administración debe ejecutar la resolución del TEA en el plazo de 1 mes desde que la
resolución tenga entrada en el registro del órgano competente para su ejecución. El
incumplimiento de este plazo no supone la nulidad del acto administrativo ni la caducidad del
expediente sino una mera irregularidad no invalidante, cuyo efecto es la no exigencia de intereses
de demora por el exceso del plazo [SSTS de 19 de noviembre de 2020 (Rec. 4911/2018) y 5 de mayo
2. Actos sin contenido económico. Son los que no tienen por objeto una deuda tributaria o
cantidad líquida, sino el cumplimiento de una obligación de carácter formal (por ejemplo, un
requerimiento de información o una modificación del domicilio fiscal). Para lograr su suspensión el
interesado tendrá que solicitarla y acreditar que su ejecución pudiera causar perjuicios de
imposible o difícil reparación. No se requiere aportar garantía alguna pues no hay deuda que
asegurar. La tramitación y concesión de la suspensión corresponde al TEA.
En el ámbito local existe una especialidad sobre ciertos actos que no tienen un contenido
económico inmediato: los actos catastrales o censales en tributos de gestión compartida (IBI e IAE).
Estos actos pueden impugnarse, pero no suspenderse. En consecuencia, la interposición de un
recurso o reclamación contra ellos no paraliza el subsiguiente procedimiento de liquidación que
5.1. El procedimiento general en única o en primera instancia (arts. 235-240 LGT; arts.
52-59 RGREV).
5.1.2.- Inicio.
Los obligados tributarios (rara vez lo inicia otro legitimado que no lo sea) tienen 1 mes para
presentar la reclamación a contar desde el día siguiente al de la notificación del acto impugnado o
5.1.3.- Tramitación.
La tramitación de estas reclamaciones pasa por estas fases sucesivas: 1) envío de
expediente; 2) puesta de manifiesto del expediente; 3) alegaciones y 4) pruebas, si bien no siempre
tienen que llevarse a cabo todas ellas.
El órgano administrativo que haya dictado el acto reclamante remitirá al TEAR, en el plazo
de 1 mes, a contar desde la entrada en el registro, el escrito de interposición de la reclamación
junto con el expediente del acto impugnado. También podrá enviar, si lo considera conveniente, un
5.1.4.- Terminación.
El procedimiento puede concluir por cualquiera de las formas ya comentadas (renuncia,
desistimiento…) La más común es la resolución. La resolución podrá ser estimatoria, desestimatoria
o declarar la inadmisibilidad; y deberá comunicarse a los interesados. El plazo para resolver será de
1 año desde la interposición de la reclamación. Transcurrido el plazo sin resolución se entenderá
desestimada la reclamación y dejarán de devengarse intereses de demora por la suspensión.
5.2.2.- Inicio.
Por aplicación subsidiaria de las normas sobre el procedimiento ordinario, se iniciará
exclusivamente a solicitud del obligado en el plazo de 1 mes a contar desde el día siguiente al de la
notificación del acto que se va a reclamar. Dicha notificación debería precisar que solo puede
utilizarse el procedimiento abreviado para recurrir.
Del mismo modo que ocurre en el procedimiento ordinario, como el escrito se presenta al
órgano que dictó el acto, cabe que este lo anule si no se planteó previamente un recurso de
reposición. El otro requisito para que se pueda aplicar esta reposición impropia -la inclusión de
alegaciones- debería cumplirse siempre en este procedimiento.
En efecto, la principal característica de este procedimiento es que el escrito de interposición
debe contener las alegaciones y pruebas que, en su caso, se quieran presentar. No está previsto un
trámite para aportarlas posteriormente en la fase de tramitación, a diferencia de lo que sucede en
el procedimiento ordinario. Si el obligado tributario necesita consultar el expediente para presentar
5.2.3.- Tramitación.
Esta es la fase que más diferencias tiene con la correspondiente del procedimiento
ordinario, ya que se pretende que sea lo más sencilla y breve posible.
Al igual que en el procedimiento ordinario, el órgano que dictó el acto tiene que enviar el
expediente del acto impugnado y la reclamación en el plazo de 1 mes al TEA. Pero como las
alegaciones y pruebas ya constan en el escrito de interposición, no se tienen que producir los
correspondientes trámites ni la puesta de manifiesto del expediente.
Cabe incluso que el TEA dicte la resolución antes de recibir el expediente, cuando se demore
su envío, siempre que de la documentación presentada por el obligado en la reclamación resulten
acreditados todos los datos necesarios para resolver. Como ocurre en el procedimiento ordinario,
también podrán plantearse cuestiones incidentales.
5.2.4.- Terminación.
El procedimiento abreviado lo puede resolver un órgano unipersonal del TEAR (o, en su
caso, del TEAC), esto es, un solo funcionario sin necesidad de actuar en Sala o en Pleno. Con ello se
pretende agilizar la tramitación del procedimiento pues no hace falta reunirse para tomar la
decisión, dejando los asuntos de mayor cuantía a esos órganos colegiados. No obstante, también se
permite que se haga en Pleno o Sala quedando, pues, la decisión al criterio autoorganizativo de
cada TEAR.
EL plazo para resolver es de 6 meses desde la interposición de la reclamación (a diferencia
del plazo de un 1 año en el resto de procedimientos). En caso de que no resuelva, la reclamación se
entenderá desestimada.
La desestimación de la reclamación por el TEAR, supone para el obligado tributario el fin de
la vía administrativa. Ese fin le permite interponer -en el plazo general de 2 meses- el recurso
contencioso ante el Tribunal Superior de Justicia correspondiente.
Si la reclamación fuese estimada, la Administración podría interponer un recurso
extraordinario de unificación de criterio o el extraordinario de revisión. Además, tiene la opción de
declarar lesiva la resolución del TEAR, a través de un procedimiento especial, e impugnarla ante la
jurisdicción contenciosa.
5.3.2.- Inicio.
Están legitimados para interponer el recurso los obligados tributarios y la Administración
(Directores Generales del Ministerio y de los Departamentos de la AEAT) en el plazo de 15 días a
contar desde la notificación de la resolución o el archivo. El escrito de interposición incluirá las
alegaciones y adjuntará las pruebas que acrediten los motivos del recurso.
5.3.3.- Tramitación.
No está previsto trámite alguno pues el escrito de interposición ya incluye alegaciones y
pruebas. En todo caso, la decisión debería ser relativamente sencilla de tomar pues los motivos que
originan este recurso son fáciles de comprobar.
5.3.4.- Terminación.
El recurso de anulación se resuelve por el mismo órgano del tribunal (unipersonal, Sala o
Pleno) que dictó el acuerdo o la resolución recurrida, en el plazo de 1 mes. Finalizado el plazo sin
resolver se entenderá desestimado.
Si se estima, debe corregirse el tipo de error cometido. Así, se ordenará la retroacción de las
actuaciones para proseguir con la reclamación y dictar una nueva resolución o bien se ordenará
iniciar un nuevo procedimiento revisor (inadmisibilidad o archivo).
Si se desestima, no cabe otro recurso de anulación. Si se considera oportuno, se tendría que
interponer el recurso que hubiera procedido contra la primigenia resolución teniendo en cuenta
que el recurso de anulación suspende los plazos para hacerlo, de tal modo que al día siguiente de
notificarse la resolución expresa o tácita del recurso de anulación comenzará el plazo para
interponer el recurso ordinario de alzada o el recurso contencioso correspondiente. Entiende el
manual que si se produce una desestimación por silencio el plazo no será preclusivo ya que el
silencio es una institución establecida a favor del administrado, que no puede perjudicarle.
6.2.1.- Reclamación en única instancia por la cuantía del acto dictado por un órgano
periférico.
6.2. Las reclamaciones interpuestas tanto por los obligados tributarios como la
Administración.
Ante una resolución de un TEAR una de las dos partes puede quedar insatisfecha por lo que
se ha previsto que pueda recurrir ante el tribunal superior, el TEAC. Para intentar que se le
reconozcan sus intereses cada una de las partes puede acudir a tres tipos de recursos: de alzada
ordinario, anulación y extraordinario de revisión.
La Administración, si consideraba que un acto de gestión era incorrecto, solo podía anularlo,
en su caso, acudiendo a los procedimientos especiales de revisión. El supuesto que estamos
analizando se produce cuando el obligado tributario, al estar disconforme con un acto de gestión o
con la resolución de un recurso de reposición, reclama ante el TEAR y este estima su reclamación.
En este caso, ciertos órganos directivos de la Administración podrán interponer los citados recursos
ante el TEAC cuando entiendan que la resolución del TEAR es contraria al interés general.
Las posibilidades que tiene la Administración de reclamar dependerán de la mayor o menor
cuantía del acto.
Si es de menor cuantía, se habrá recurrido en única instancia ante el TEAR siendo su
resolución firme en vía administrativa. Por lo que solo cabe declarar lesiva la resolución, a través de
un procedimiento especial, para recurrir ante los Tribunales Superiores de Justicia del respetivo
ámbito territorial. También puede interponer un recurso extraordinario de unificación de criterio.
Si la cuantía es mayor (superior a 150.000 € de deuda o 1.800.000 € de base o valores) la
resolución puede favorecer o perjudicar a una de las dos partes legitimadas. En este caso, tanto los
obligados como la Administración podrán interponer el recurso de alzada ante el TEAC. Es lo que se
conoce como "segunda" instancia. Es en este caso cuando la Administración está legitimada, por
primera vez, para reclamar en vía administrativa.
Por último, ante la resolución del TEAC, las dos partes están legitimadas para interponer un
recurso de anulación o uno extraordinario de revisión.
6.2.1.- Recurso de alzada ordinario o segunda instancia (art. 241 LGT; arts. 36 y 61 RGREV).
6.2.1.1.- Características y presupuestos de aplicación.
Este recurso se interpone ante resoluciones dictadas en primera instancia por los TEAR. Es
decir, frente a las resoluciones que afrontan asuntos de mayor cuantía. También puede
6.2.1.2.- Inicio.
Están legitimados para interponer el recurso de alzada los obligados y la Administración a
través de sus órganos directivos cuando la resolución del TEAR sea favorable a los intereses del
obligado tributario. En concreto, esos órganos son los Directores Generales del Ministerio de
Economía y Hacienda y los Directores de Departamento de la Agencia Estatal de Administración
Tributaria en las materias de su competencia, así como los órganos equivalentes o asimilados de las
CCAA y de las Ciudades autónomas.
El plazo de interposición es de 1 mes desde el día siguiente a la notificación de la resolución
del TEAR. El escrito de interposición se presenta al TEAR cuya resolución se recurre y se dirige al
TEAC.
Si el recurso lo interpone la Administración, por haber sido favorable la primera instancia al
obligado, en el escrito de inicio podrá solicitar la suspensión de la ejecución de la resolución
impugnada. Es decir, que no se proceda a la devolución de las cantidades en favor del obligado
reconocidas por el TEAR La finalidad de esta petición es que la Administración no tenga problemas
en cobrar posteriormente si el TEAC falla definitivamente en contra del obligado. Para ello deberá
alegar la existencia de indicios racionales de que el cobro de la deuda que finalmente pudiese
resultar exigible (por la resolución del TEAC) se podría ver frustrado o gravemente dificultado de no
acordarse la suspensión solicitada. Para esta suspensión no se exigirán garantías.
6.2.1.3.- Tramitación.
El TEAR remitirá en el plazo de un 1 mes al TEAC: el expediente del acto de aplicación de los
tributos, el de su propia resolución y el escrito de interposición del recurso de alzada.
La tramitación es sencilla pues no hay trámite de alegaciones ni de pruebas. Por tanto, si las
pruebas pudieron aportarse en primera instancia, y no se hizo en ese momento, se inadmitirán.
Esta limitación no se aplica, lógicamente, cuando el recurrente no estuvo personado en primera
instancia en cuyo caso se valorarán todas las que presente. En este supuesto las alegaciones y
pruebas presentadas en esta fase serán trasladadas al obligado que reclamó en primera instancia
6.2.1.4.- Terminación.
El TEAC es el tribunal competente para resolver, no pudiendo hacerlo a través de un órgano
unipersonal. Tiene de plazo 1 año, a contar desde la interposición del recurso, para resolver.
Transcurrido el plazo sin resolver se entenderá desestimado, al objeto de que el obligado pueda
interponer el recurso contencioso y dejará de devengarse el interés de demora si la deuda estaba
suspendida.
Al igual que ocurre en la primera instancia, el TEAC puede entrar a resolver todas las
cuestiones de hecho y de derecho que ofrezca el expediente, hayan sido o no planteadas por los
interesados. No se puede empeorar la situación inicial del obligado. Por lo tanto, la resolución del
TEAC podría empeorar la situación del obligado derivada de la Resolución del TEAR, pero tiene
como límite el acto administrativo recurrido.
La resolución del TEAC pone fin a la vía administrativa por lo que, en el plazo de 2 meses, el
obligado podría recurrir en la vía judicial ante la Audiencia Nacional o el Tribunal Superior de
Justicia si es un tributo cedido. Si la resolución del TEAC fuera favorable al obligado tributario, la
Administración no puede recurrir directamente ante los tribunales de justicia: debe declarar lesiva
dicha resolución por un procedimiento especial de revisión para, después, impugnarla ante la
Audiencia Nacional.
No obstante, contra la resolución del TEAC también cabría en determinados supuestos y
dentro de la vía administrativa el recurso de anulación, el recurso para la unificación de doctrina, el
recurso extraordinario de revisión o el correspondiente procedimiento especial de revisión.
6.2.3.2.- Inicio.
Están legitimados para interponer el recurso los obligados o la Administración a través de
sus centros directivos (los mismos que pueden presentar el recurso ordinario de alzada) El TEAC
interpreta que los órganos directivos solo pueden interponer recurso frente a las resoluciones del
TEAC y no frente a sus propios actos administrativos. No se admitirá el recurso cuando se aleguen
motivos distintos a los señalados en la Ley.
El plazo para interponerlo es de 3 meses a contar desde el conocimiento de los documentos
(en el primer supuesto) o desde la firmeza de la sentencia judicial (en los otros dos supuestos). Se
presentará ante el órgano o TEAR que dictaron el acto o resolución, quienes lo remitirán al TEAC.
Pasado este plazo solo podrá acudirse a la declaración de nulidad de pleno derecho, si de alguno de
los motivos en la LGT. La ejecución del acto o resolución impugnados no podrá suspenderse en
ningún caso por la interposición de este recurso.
6.2.3.3. Tramitación.
No existe regulación alguna por lo que se aplica, por remisión, lo dispuesto para la
tramitación del procedimiento en primera o única instancia.
6.2.3.4. Terminación.
Este recurso lo resuelve el TEAC, pudiendo declarar su inadmisibilidad (por alegarse motivos
distintos de los previstos en la ley) de forma unipersonal. El plazo para resolver será de 6 meses
desde la interposición del recurso, transcurrido el cual se entiende desestimado.
6.3.1.2. Inicio.
Dada su función, solo lo puede interponer la Administración. En concreto, pueden
interponerlo los mismos órganos que pueden interponer el recurso de alzada ordinario: los
Directores Generales del Ministerio de Hacienda y de la AEAT. También estarán legitimadas las
CCAA cuando se trate de tributos cedidos y la resolución del TEAR perjudique sus intereses.
El plazo para presentarlo es de 3 meses desde el día siguiente al de la notificación de la
resolución del TEAR. No obstante, si la resolución no hubiera sido notificada, el plazo de 3 meses se
contará desde el momento en que dicho órgano tenga conocimiento del contenido esencial de la
misma por cualquier medio.
6.3.1.3. Tramitación.
No existe especialidad alguna, por lo que se realizan las mismas actuaciones que se
analizarnos en el recurso extraordinario de alzada.
6.3.2. Recurso extraordinario para la unificación de doctrina (art. 243 LGT y arts. 33 y 61
RGREV).
6.3.2.2.- Inicio.
Solo lo puede interponer la Administración, en concreto, el Director General de Tributos, sin
que se haya fijado plazo alguno Como ya se ha señalamos en el recurso de unificación de criterio,
no hay posibilidad de suspender la resolución del TEAC.
6.3.2.3. Tramitación.
No existe especialidad alguna por lo que se realizan las mismas actuaciones que se
analizaron en el recurso extraordinario de alzada.
6.3.2.4. Terminación.
El recurso lo resuelve la Sala Especial para la Unificación de Doctrina y tiene un plazo de 3
meses sin que se haya previsto consecuencia alguna para su incumplimiento.
Esta Sala estará formada por el presidente del TEAC (con voto de calidad) y 3 de sus vocales,
el Director General de Tributos, el Director General de la AEAT, el director del Departamento del
que dependa el órgano que hubiera dictado el acto a que se refiere la resolución objeto del recurso
y el Presidente del Consejo para la Defensa del Contribuyente.
Conforme con el objetivo de este recurso en el caso de que se estime, la doctrina fijada por
la Sala será vinculante, en adelante, para todos los TEA y para el resto de la Administración
tributaria. En el caso de que se desestime se seguirá aplicando la inicialmente fijada por el TEAC en
la resolución que fue recurrida.
1.- INTRODUCCIÓN.
Ante la irregularidad administrativa existe la vía extraordinaria de revisión conformada por
los procedimientos especiales. Estos procedimientos se configuran, con carácter general, como una
vía subsidiaria a la del recurso de reposición o de la reclamación ante los TEA. Su calificación de
extraordinario se debe a tres motivos. En primer lugar, estos medios se pueden emplear, aunque el
acto administrativo sea firme (caso en que no pueden utilizarse los recursos ordinarios). En
segundo lugar, los va a resolver el superior jerárquico del órgano o tribunal que cometió el error
(no el mismo órgano ni un TEA). Por último, solo se puede acudir a ellos en supuestos tasados y no
frente a cualquier vicio administrativo.
La LGT regula los procedimientos especiales en el Capítulo II de su Título V dedicado a la
revisión en vía administrativa (artículo 216 a 221) y en el RGREV (artículos 4 a 14). Estos
procedimientos son: revisión de actos nulos de pleno derecho; declaración de lesividad de actos
anulables; revocación; rectificación de errores y devolución de ingresos indebidos.
En definitiva, al margen de la sistemática de la LGT, podríamos distinguir entre auténticos
procedimientos especiales de revisión (declaración de nulidad, revocación y rectificación de
errores) y otros que no tienen esta naturaleza, aunque sí estén orientados de modo indirecto hacia
la revisión (declaración de lesividad, devolución de ingresos indebidos y tasación pericial
contradictoria).
3.2.- Inicio
El procedimiento podrá iniciarse de oficio, por acuerdo del órgano que dictó el acto o de su
superior jerárquico, notificándose al interesado.
También puede comenzar a instancia del obligado ante el órgano que dictó el acto. Su
admisión a trámite corresponde al órgano encargado de la tramitación. Se inadmitirá, sin necesidad
de recabar dictamen del órgano consultivo, cuando a) el acto no sea firme en vía administrativa; b)
la solicitud no se base en alguna de las causas de nulidad; c) carezca manifiestamente de
fundamento; d) o en el supuesto de que se hubieran desestimado en cuanto al fondo otras
solicitudes sustancialmente iguales.
No se ha previsto un plazo para iniciar el procedimiento, pues la acción de nulidad se
considera imprescriptible.
3.3.- Tramitación.
El órgano competente para tramitar este procedimiento será el que establezca la norma de
organización específica (los titulares de los Departamentos de Gestión Tributaria, de Inspección
Financiera y Tributaria, de Recaudación y de Aduanas e Impuestos Especiales). Durante la
tramitación se dará audiencia al órgano que dictó el acto y a los interesados. Concluida la
tramitación, se elevará una propuesta de resolución al órgano encargado de resolver.
3.4. Terminación.
En el ámbito de competencias del Estado, la competencia para resolver corresponderá al
Ministro de Hacienda, que podrá delegarla.
Una vez recibida la propuesta de resolución, el Ministro solicitará un dictamen preceptivo al
Consejo de Estado. No cabe declarar la nulidad si el dictamen es desfavorable. En cambio, no es
vinculante el dictamen favorable, esto es, el Ministro podría no declarar la nulidad a pesar del
dictamen del Consejo.
4.- DECLARACION DE LESIVIDAD DE ACTOS ANULABLES. (ATR. 218; ARTS 7-9 RGREV).
4.1.- Características y presupuestos de aplicación.
Cuando un acto o una resolución de los TEA ya son firmes, la Administración puede darse
cuenta de que ha infringido el ordenamiento al dictarlos. Esa equivocación administrativa puede
perjudicar los intereses generales beneficiando, a su vez, a los obligados tributarios afectados por
tales actos. Es posible, además, que esa infracción del ordenamiento no entre dentro de las causas
tasadas para iniciar un procedimiento especial de nulidad o, simplemente, uno de rectificación de
errores materiales. Ni es un error tan grave ni uno tan simple, por lo que la Administración no
podrá acudir a tales procedimientos para revisarlos en perjuicio del interesado.
Para evitar que dichos actos subsistan, la única posibilidad que tiene la Administración de
enmendar su actuación es la prevista en este procedimiento especial. Ahora bien, debe tenerse en
cuenta que, en realidad, no estamos ante un procedimiento revisor pues la Administración no
puede anular dichos actos. Tal potestad solo corresponde a los Tribunales de Justicia. Este
procedimiento lo que establece es el cauce que habilita a la Administración para impugnar un acto
propio en perjuicio de los interesados ante los tribunales contencioso-administrativos. Éstos serán
los que decidan sobre la legalidad o no del acto, a diferencia de lo que ocurre en el resto de
procedimientos especiales, en los quela revisión se produce en la vía administrativa.
En contraste con el resto de procedimientos especiales, no se establecen unas causas
concretas por las que acudir a la lesividad, sino una genérica: "cualquier infracción del
ordenamiento" que resulte lesiva para el interés público. Lógicamente, en la práctica, optará por
este procedimiento tan complejo cuando el vicio sea grave y sus repercusiones económicas
importantes.
En puridad, no se requiere que los actos o resoluciones cuya lesividad se pretende obtener
sean firmes en vía administrativa, aunque lo más frecuente es que lo sean.
El procedimiento especial de lesividad se emplea frente a actos y resoluciones de los TEA
favorables a los interesados por lo que se contrapone al de revocación centrado en la anulación de
los desfavorables a aquéllos. En definitiva, uno se utiliza en contra del obligado y el otro, a su favor.
4.1.- Inicio.
Solo puede iniciarse de oficio ya que se trata de actos desfavorables para la Administración
y, en consecuencia, favorables para el interesado. El órgano que acuerde su inicio será el que
determine la normativa interna de la AEAT: los titulares de los Departamentos de Gestión
4.3.- Tramitación.
El órgano competente para tramitar será el que establezca la normativa interna de la AEAT
debiendo dar audiencia a las partes: la Administración (al órgano que dictó el acto y al que inicia el
procedimiento) y el interesado. A su vez solicitará un informe no vinculante a la Abogacía del
Estado y, finalmente, emitirá una propuesta de resolución remitiendo el expediente al órgano que
debe resolver.
4.4.- Terminación.
En el ámbito estatal, será el competente para resolver el Ministro de Hacienda o el órgano
en quien delegue. Al ser el órgano superior jerárquico su decisión no puede revisarse por un
tribunal en la vía administrativa.
El procedimiento debe concluir en el plazo de 3 meses desde su inicio. Trascurrido este
plazo, se considerará caducado, aunque podrá iniciarse uno nuevo si todavía se está en el plazo de
4 años de prescripción.
Si declara la lesividad, la Administración ya tiene el presupuesto procesal necesario para
interponer, en el plazo general de 2 meses, el recurso ante la jurisdicción contencioso-
administrativa. Al interponer este recurso la Administración tributaria se convierte en demandante
y el interesado en demandado, quedando a la espera de la decisión de los tribunales sobre la
conformidad o no del acto con el ordenamiento tributario.
5.2.- Inicio.
Solo puede iniciarse de oficio, lo que parece criticable pues la revocación opera en favor de
los obligados tributarios. Por este motivo este procedimiento ha sido muy poco utilizado en la
práctica.
Los obligados carecen, por lo tanto, de legitimación para iniciar el procedimiento, aunque sí
pueden dirigirse a la Administración promoviendo su apertura. En este caso, la Administración solo
queda obligada a acusar recibo del escrito: no está obligada a iniciarlo, ni siquiera a contestar. Esta
falta de actuación administrativa no se puede impugnar, quedando solo la posibilidad de quejarse
ante el Consejo de Defensa del Contribuyente quien podría, en su caso, promover el procedimiento.
En la práctica, el Consejo promueve muy pocas revocaciones y no siempre con éxito.
El órgano competente para acordar el inicio será el superior jerárquico del que lo hubiese
dictado, a propuesta de éste o de cualquier otro. De hacerlo, deberá notificarlo al obligado
tributario.
La revocación sólo será posible mientras no haya transcurrido el plazo de prescripción (4
años). Debe entenderse que dicho plazo no es susceptible de interrupción y reinicio.
5.3.- Tramitación.
El órgano competente para tramitar será el que establezca la normativa interna de la AEAT
debiendo dar audiencia a las partes: a la Administración (al órgano que dictó el acto y al que inicia
el procedimiento) y al obligado tributario. A su vez, solicitará un informe no vinculante a la
Abogacía del Estado y, finalmente, emitirá una propuesta de resolución remitiendo el expediente al
órgano que debe resolver.
6.3. Tramitación.
Dadas las características del error que estamos analizando (manifiesto e indiscutible) la
instrucción del procedimiento debería ser sencilla y de rápida solución. Sin embargo, el plazo de
duración del procedimiento es de 6 meses. Transcurrido sin resolución se producirá la caducidad (si
se inició de oficio) o el silencio negativo (si fue a instancia de parte).
Está previsto un trámite de alegaciones, pero no será necesario llevarlo a cabo,
comunicándose directamente la resolución, cuando el procedimiento:
a) se hubiera iniciado de oficio y la rectificación se realice en favor del obligado o
b) se hubiera iniciado a instancia y no se tengan en cuenta pruebas distintas a las
aportadas por el obligado.
6.4. Terminación.
El órgano encargado de resolver el procedimiento es el mismo que dictó el acto o
resolución. El procedimiento termina con la corrección del error, la desestimación del recurso o el
transcurso del plazo para resolver.
La rectificación puede afectar a una cuestión meramente formal o tener incidencia en la
cuantía del acto. En este último caso podrán producirse efectos económicos favorables al
interesado (devolución de ingresos indebidos) o desfavorables (exigencia de deuda).
El obligado tributario podrá interponer contra la resolución un recurso de reposición o
reclamación económico-administrativa. Difícil, pues sería la segunda vez que la Administración
cometiese un error en algo que, en principio, debería resultar evidente.
7.- DEVOLUCIÓN DE INGRESOS INDEBIDOS. (art. 221 LGT; arts. 17-19 RGREV).
7.- Características y presupuestos de aplicación.
Los motivos por los que la Administración puede devolver lo ingresado por el obligado
tributario por distintos motivos, se pueden agrupar en dos: el error cometido por el contribuyente
al presentar su autoliquidación que es, posteriormente, rectificado y la anulación de un acto por ser
declarado contrario al ordenamiento. A ellos se une la hipótesis prevista en este procedimiento
especial en la que no se va a eliminar el acto del que deriva el ingreso. Se trata de supuestos poco
frecuentes propiciados por el error que comete el obligado tributario a la hora de ingresar la deuda
(liquidada o autoliquidada) o la sanción.
Los motivos que generan la aplicación de este procedimiento especial son:
a) Duplicidad. Cuando se haya pagado la misma deuda o sanción más de una vez.
b) Pago excesivo. Cuando lo pagado haya sido superior al importe a ingresar resultante
de un acto administrativo o de una autoliquidación.
7.2.- Inicio del procedimiento especial para el reconocimiento del derecho a la devolución.
Puede iniciarse de oficio dando noticia al interesado. Como se trata de una cuestión
relativamente sencilla, podrá iniciarse mediante la notificación de la propuesta de resolución
cuando los datos en poder de la Administración sean concluyentes.
El órgano competente será el de recaudación que se determine en la norma de organización
específica. Este mismo será el que resuelva. En concreto, el titular de la Dependencia Regional de
recaudación (por encima de 150.000 €) o Jefes de Equipo Regionales (hasta 150.000 € inclusive).
También se admite el inicio a instancia del interesado (obligado tributario o el tercero que
realizó el ingreso) en cuyo caso en la solicitud debe justificar su derecho e indicar el medio por el
que se realizará la devolución (cheque o transferencia) o si opta por la compensación. Se podrá
instar en cualquier momento siempre que no haya transcurrido el plazo de prescripción: 4 años
desde que se realizó el ingreso.
7.3.- Tramitación.
El órgano competente de recaudación para llevar a cabo la instrucción será uno distinto
(inferior jerárquicamente) del de resolución.
El desarrollo debería ser sencillo y rápido pues tan solo se trata de constatar que se realizó
el ingreso indebido. cuál es su cuantía y si todavía no ha sido devuelto.
Se podrá prescindir de dicho trámite (posibilidad de solicitar informes y la obligación de dar
audiencia al interesado antes de elevar la propuesta) cuando no se tengan en cuenta otros hechos
o alegaciones que las realizadas por el obligado o cuando la cuantía propuesta a devolver sea igual
a la solicitada, excluidos los intereses de demora.
8.- TASACIÓN PERICIAL CONTRADICTORIA (arts. 57 y 135: arts. 161 y 162 RGGI).
8.1.- Características y presupuestos de aplicación.
Una de las cuestiones más difíciles de determinar es el valor real o de mercado de los bienes
o derechos, al que se refieren algunos impuestos, por la dosis de subjetivismo que implica. Para
evitar que la discusión sobre su cuantía -entre el obligado tributario y la Administración- termine en
los tribunales se ha previsto la posibilidad de la tasación pericial contradictoria.
Tradicionalmente, la TPC se ha utilizado en la valoración de bienes inmuebles; pero tras la
aprobación en 2021 del valor de referencia deja de tener sentido en aquellos.
Cuando el obligado no esté conforme con la valoración administrativa, por entender que es
excesiva, puede instar este procedimiento. En él la fijación del valor recaerá sobre un experto
(perito) independiente a modo de una especie de arbitraje privado. Es, por tanto, un procedimiento
que permite al obligado instar la corrección de una valoración administrativa.
8.2. Inicio.
La TPC es una posibilidad que se ofrece al obligado tributario -y de la que debe ser
informado- tras una valoración administrativa de bienes o derechos. Por tanto, su inicio siempre es
a instancia de parte.
Esta previa valoración administrativa puede realizarse tras una declaración del
contribuyente -y la subsiguiente liquidación- o tener lugar en cualquier procedimiento de
comprobación.
El plazo para solicitar la TPC será de 1 mes desde la liquidación que deriva de la valoración o,
en su caso, desde la notificación autónoma de la valoración. Se trata de una mera solicitud de inicio
de un procedimiento sin que haya que justificar cuál debería ser el valor correcto.
Una vez solicitada se entiende admitida y debe continuar el procedimiento siendo sus
efectos la suspensión de:
a) la ejecución de la liquidación, sin necesidad de aportar garantías.
8.3.- Tramitación.
Para que la TPC pueda llevarse a cabo es necesario que la valoración administrativa haya
sido realizada por un funcionario con conocimiento en la materia (primer perito) y no por alguno de
los otros medios de valoración del art. 57 (precios medios en el mercado, valor asignado en pólizas
de contratos de seguros...). Si se solicita la TPC y se hubieran utilizado estos últimos, la
Administración deberá volver a valorar por medio de un funcionario con titulo adecuado a la
naturaleza del bien o derecho.
Una vez conocida la valoración pericial de la Administración, el obligado tiene un plazo de 10
días para nombrar un perito (segundo perito) para que emita una valoración. Ésta será realizada de
forma libre e independiente, aunque lo más frecuente es que resulte inferior a la administrativa. Lo
que se pretende es que este especialista emita un dictamen al que se acojan ambas partes, siempre
que su criterio no esté muy alejado de las anteriores valoraciones.
Para ello se establecen unos parámetros, aceptándose la valoración del perito del obligado
si se encuentra dentro de ellos. El procedimiento puede concluir, por tanto, sin que intervenga este
tercer perito. Pero si la valoración del segundo perito queda fuera de los márgenes, se deberá
acudir a un último perito (el tercero) quien, finalmente, decidirá.
Para que prevalezca la tasación del perito del obligado tributario, deben darse dos requisitos
acumulativos. Primero, la diferencia entre la valoración del perito de la Administración y la del
perito del obligado no puede exceder de 120.000 €. Segundo, dicha diferencia no puede exceder
del 10 por 100 de la tasación del perito del obligado tributario.
8.4.- Terminación.
La TPC finalizará, normalmente, con la valoración del perito, ya sea el del obligado o -en su
caso- el tercero. Esta valoración servirá de base al acuerdo de liquidación que proceda, en el que se
incluirán los intereses de demora que correspondan. Una vez notificada la liquidación, comienza el
plazo de pago voluntario.
La liquidación derivada del resultado de la TPC puede impugnarse por cualquier motivo,
incluyendo el propio valor resultante de la TPC. Sin embargo, en relación con esa valoración, los
tribunales no examinan la cuantía fijada por el perito -que aceptan- sino aspectos meramente
formales del procedimiento.