Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Estudio de Apocalipsis
Estudio de Apocalipsis
MENSAJE UNO
INTRODUCCION
Por la gracia del Señor, en el estudio-vida llegamos al último libro de la
Biblia, el libro de Apocalipsis. El libro de Apocalipsis ha estado cerrado
debido a la sutileza del enemigo de Dios, y pocos cristianos lo entienden.
Son muy pocos los que han visto allí algo de vida, de la economía de Dios,
y del testimonio de Jesús. Por consiguiente, hemos sentido la
responsabilidad de parte del Señor de tener un estudio-vida sobre este
libro.
El Apocalipsis es un libro de profecía (1:3; 22:7), pues la revelación que
contiene es de carácter profético. La mayor parte de las visiones se
relaciona con eventos futuros. Aun las siete epístolas a las siete iglesias
que aparecen a modo de señales en los capítulos dos y tres, son profecías
en cuanto a la iglesia, las cuales abarcan el período hasta que el Señor
regrese. Aunque este libro es profético, las profecías no se dan solamente
en palabras, sino también en visiones reveladas al vidente. A los ojos de
Dios, todo lo profetizado en este libro ya ha ocurrido y todo le fue
mostrado al vidente en forma de visiones sucesivas.
En el libro de Apocalipsis los verbos y los predicados, en su mayor parte,
no están en tiempo futuro, sino en pasado, lo cual indica que los eventos
narrados ya ocurrieron. En realidad, el Apocalipsis no consta simplemente
de profecías; es una revelación de eventos que ya sucedieron. Aunque a
nosotros nos parece que no han ocurrido, a los ojos de Dios, ya
sucedieron. Delante de Dios, todo lo que consta en este libro, ocurrió hace
cerca de dos mil años. Todos nosotros tenemos que creer esto. La mayor
parte de los cristianos considera el Apocalipsis como un libro de
predicciones. Muchos de ellos leen el libro por curiosidad. Nosotros
tenemos que decirle al Señor: “Señor, sálvanos de esto. No queremos
estudiar este libro solamente por curiosidad”. Recalco una vez más que el
Apocalipsis no es simplemente un libro profético, sino el relato de eventos
ocurridos.
En Apocalipsis han ocurrido dos cosas principales. La primera es que el
testimonio de Jesús se ha logrado y perdura por la eternidad. ¿Ha visto
usted la Nueva Jerusalén? El apóstol Juan la vio hace cerca de dos mil
años. ¿Cree usted que está en la Nueva Jerusalén? Si damos la impresión
de estar locos al decir esto, lo estamos según la Biblia. De acuerdo con la
Biblia, la Nueva Jerusalén, es decir, la máxima consumación de la obra de
Dios a través de los siglos, ha sido completamente edificada, y nosotros
estamos en ella. De acuerdo con los últimos dos capítulos de Apocalipsis,
la edificación de la Nueva Jerusalén ya se completó. Lo primero que se
revela está en el lado positivo.
Por otro lado, ocurrió una segunda cosa principal: Satanás, el enemigo de
Dios, ya fue juzgado. Ante Dios y ante nuestro hermano Juan, Satanás ya
fue lanzado al lago de fuego (20:10). Satanás, la serpiente, está en el lago
de fuego, y nosotros estamos en la Nueva Jerusalén. ¿Ha visto usted esto?
Si hemos visto que Satanás está en el lago de fuego, no debemos rogar a
Dios que lo juzgue. Debemos alabar al Señor porque ya el enemigo fue
juzgado. Cuando Satanás nos aflija, debemos decirle: “Satanás, estás en el
lugar equivocado. Este no es tu lugar; estás en el lago de fuego, regresa
allá y no vuelvas aquí”. ¿Ha hecho usted esto en alguna ocasión? Todos
nosotros debemos hacerlo.
La Biblia nunca cambia, incluso en cuanto a Satanás, el enemigo de Dios.
En Génesis 3, Satanás vino a la humanidad de una manera muy sutil,
presentándose como una serpiente. En Apocalipsis Satanás es
deliberadamente llamado “la serpiente antigua” (12:9; 20:2). En el libro de
Génesis, la serpiente no era tan antigua, pero en el Apocalipsis, había
envejecido por lo menos seis mil años. Con una intención definida, el libro
de Apocalipsis lo llama “la serpiente antigua”. Sin embargo, cuando se
escribió el libro de Apocalipsis, Satanás no era solamente “la serpiente
antigua” sino que también había llegado a ser un dragón (12:9; 20:2). De
acuerdo con el libro de Apocalipsis, este dragón es primeramente lanzado
del cielo a la tierra (12:7-9). Y después de tres años y medio es atado y
arrojado al abismo (20:1-3). En Apocalipsis 20 vemos que, en cierto
modo, continúa siendo útil en las manos de Dios. El Señor soltará a
Satanás de su prisión, el abismo, al final de los mil años (20:7). Satanás,
después de ser libertado, hará lo posible por destruir a la humanidad y por
“engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog
y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla” (20:8). Pero después de un
corto tiempo, según 20:10, el diablo será lanzado en el lago de fuego, el
cual es su destino. El libro de Apocalipsis ha estado cerrado porque
expone a Satanás, y manifiesta su destino. Pero ahora al final de la era,
creemos que el Señor abrirá este libro, nuestros corazones, nuestro espíritu
y nuestros ojos para que veamos claramente. ¡Aleluya, Satanás, la
serpiente antigua, está en el lago de fuego, y nosotros estamos en la Nueva
Jerusalén!
La Nueva Jerusalén es el testimonio de Jesús. Hoy la iglesia también es el
testimonio de Jesús. Y nosotros los que estamos en las iglesias somos el
testimonio de Jesús. Todos debemos ver esto en detalle, olvidándonos de
nosotros mismos, de nuestras debilidades, de los pecados que nos rodean y
aun de estar en la tierra. Cuando alguien le pregunte dónde está usted,
debe responder: “Estoy en la Nueva Jerusalén”. En la Nueva Jerusalén no
hay insectos, ranas, escorpiones ni serpientes. Además, en esa ciudad no
hay pecado ni muerte ni mundo. No hay nada allá, excepto Cristo y los
que fueron redimidos y transformados por Dios. Si vemos esto, debemos
alabar al Señor y exclamar ¡Aleluya!
Apocalipsis 1:1 dice: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para
mostrar a Sus esclavos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró en
señales enviándola por medio de Su ángel a Su esclavo Juan”. La
revelación de dicho libro se compone principalmente de señales, esto es,
símbolos con significado espiritual, como por ejemplo los siete candeleros
que representan las iglesias, y las siete estrellas que representan los
mensajeros de las iglesias (1:20). Incluso la Nueva Jerusalén es un
símbolo o una señal, cuyo significado es la consumación final de la
economía de Dios (caps. 21—22). Este es un libro de símbolos o señales
por medio de los cuales nos es dada a conocer la revelación. El evangelio
de Juan es un libro de señales que nos muestran que Cristo vino a ser
nuestra vida para producir la iglesia, Su novia. El Apocalipsis, escrito
también por Juan, es un libro de símbolos que nos muestran la manera en
que Cristo ahora cuida la iglesia y la manera en que vendrá para tomar
posesión de la tierra y juzgarla, y para introducir plenamente la iglesia, Su
novia, en la economía de Dios.
I. UN LIBRO DE CONCLUSION
El Apocalipsis es un libro de conclusión. Si el Apocalipsis fuese
quitado de la Biblia, quedaría un gran vacío, tendríamos el principio
sin el final. El comienzo está en Génesis, pero sin el Apocalipsis no
habría conclusión ni consumación. Después de tener un buen
comienzo y de hacer muchas obras, es necesario que Dios concluya
Su obra. Sin el Apocalipsis la economía de Dios quedaría
inconclusa. Dios es grande; El obra con un propósito. Para poder
cumplir Su plan, es necesario que Su economía sea finalizada.
Muchos de los que estudian la Biblia han pasado por alto la
economía de Dios. Si no tuviéramos el Apocalipsis, no podríamos
ver la consumación de la economía de Dios. De hecho, nos sería
difícil entender lo que es la economía de Dios, porque no veríamos
el resultado de Su economía. Pero en este libro, la revelación de la
economía de Dios está clara porque contiene la conclusión de la
economía de Dios.
Sin el Apocalipsis, tampoco tendríamos la conclusión de la
redención de Cristo. Cristo vino en la carne y murió en la cruz para
realizar la redención. Pero, ¿qué produjo Su redención? Decir que la
redención de Cristo solamente salva a los pecadores y los lleva al
cielo, es una conclusión muy pobre. Esta conclusión no dice mucho.
Pero en el Apocalipsis vemos que Cristo nos redimió y nos compró
con Su sangre, para hacernos un reino de sacerdotes. Por
consiguiente, este libro nos revela la conclusión de la redención
efectuada por Cristo.
Apocalipsis 1:6 dice que Cristo “hizo de nosotros un reino,
sacerdotes para Su Dios y Padre”. Los creyentes, los redimidos por
la sangre de Cristo, no solamente nacieron de Dios y fueron
introducidos en Su reino (Jn. 3:5), sino que también llegaron a ser
un reino para la economía de Dios, el cual es la iglesia. (Mt. 16:18-
19). Juan, el escritor de Apocalipsis, estaba en este reino (1:9), y
todos los creyentes, los que fueron redimidos y nacieron de nuevo,
son parte del mismo (Ro. 14:17).
Uno de los aspectos principales de este libro es que Dios está
recobrando Su derecho sobre la tierra para hacerla Su reino (11:15).
Cuando Cristo vino, el reino de Dios vino con El (Lc. 17:21; Mt.
12:28). Este reino ha sido incrementado como la iglesia (Mt. 16:18-
19), la cual llevará la consumación del reino de Dios a toda la tierra.
Por un lado, el reino de Dios está hoy en la iglesia, y por otro, el
reino de Dios viene por medio de los creyentes vencedores (12:10).
Entonces Cristo y los creyentes vencedores reinarán sobre todas las
naciones en el reino milenario (2:26-27; 12:5; 20:4,6).
La redención por medio de la sangre de Cristo, no solamente nos ha
hecho un reino, sino también sacerdotes para Dios (1 P. 2:5). El
reino trae el dominio de Dios, mientras que los sacerdotes, aquellos
que expresan Su imagen, expresan a Dios. Este es el sacerdocio real
(1 P. 2:9) que cumple el propósito original que Dios tenía al crear al
hombre (Gn. 1:26-28). Este sacerdocio real se ejerce hoy en la vida
de la iglesia (5:10), será practicado intensamente en el reino
milenario (20:6), y finalmente concluirá en la Nueva Jerusalén
(22:3, 5).
El libro de Apocalipsis también presenta una maravillosa
consumación de la iglesia. Allí vemos la economía de Dios, la
redención de Cristo y el testimonio de la iglesia. Sin el Apocalipsis,
podemos leer las epístolas vez tras vez sin percatarnos de que la
iglesia es el testimonio de Cristo. ¿En cuál de las epístolas vemos a
las iglesias brillando como candeleros en la noche obscura?
Solamente en el libro de Apocalipsis vemos esto. En Apocalipsis, las
iglesias primeramente son los candeleros que brillan. A la postre, en
la eternidad, la iglesia será la Nueva Jerusalén, una montaña de oro.
Esta es la maravillosa consumación de la iglesia. La situación actual
es una mentira, y no debemos creerla. No diga solamente: “Qué
pecaminosa es la Iglesia Católica y qué lamentable es la condición
de las iglesias protestantes”. Nosotros debemos ver el otro lado, el
lado eterno donde vemos la Nueva Jerusalén. Aun hoy, durante la
noche oscura, tenemos los candeleros iluminando.
Juntamente con la economía de Dios, la redención de Cristo, y el
testimonio de la iglesia, Apocalipsis revela el destino del enemigo.
Si no tuviéramos el libro de Apocalipsis, no sabríamos cual es el
destino de Satanás, y nadie podría entender por qué Dios continúa
tolerando a Satanás, el insidioso, maligno y perverso. Pero si leemos
detenidamente dicho libro, veremos la conclusión de la historia de
Satanás, estaremos contentos y nos reiremos de la serpiente
antigua. Por consiguiente, en el Apocalipsis tenemos la conclusión
de cuatro cosas principales, a saber: la economía de Dios, la
redención de Cristo, el testimonio de la iglesia y el destino de
Satanás.
A. La conclusión de los escritos de Juan
El libro de Apocalipsis es la conclusión de los escritos de Juan. Como
dijimos en el Estudio-vida de Juan, los escritos del apóstol están divididos
en tres categorías: el evangelio, las epístolas y el Apocalipsis. El
Evangelio de Juan gira en torno a la impartición de vida. En Juan 10:10
Jesús dice: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia”, y en Juan 12:24 dice: “De cierto, de cierto os digo, que si el
grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva
mucho fruto”. En estos versículos vemos la impartición de vida, que es la
idea central del Evangelio de Juan. En las epístolas de Juan vemos la
comunión, la cual trae crecimiento en vida. Aunque la vida ya nos fue
impartida, necesita crecer. La vida crece mediante la comunión. Por
consiguiente, en las epístolas vemos la comunión para el crecimiento en
vida. En la última categoría de los escritos de Juan, el Apocalipsis,
tenemos la cosecha de la vida. En primer lugar la vida es impartida, luego
crece, y finalmente es cosechada. Sin el Apocalipsis, tendríamos el
impartir de vida y el crecimiento de vida, pero no habría cosecha de vida.
B. La conclusión del Nuevo Testamento
El Apocalipsis también es la conclusión del Nuevo Testamento, el cual
está compuesto de los evangelios, Hechos, las epístolas y el Apocalipsis.
En los evangelios vemos la siembra de la semilla de vida porque allí Jesús
vino a sembrarse como la semilla de vida en la humanidad, en un pequeño
grupo de personas, como por ejemplo Pedro y Juan. En los Hechos
tenemos la propagación de la vida. En las epístolas vemos el crecimiento
de la vida. La idea central de todas las epístolas escritas por Pablo, Pedro,
Juan y los demás es el crecimiento de la vida. Todos necesitamos crecer en
vida. En Apocalipsis llegamos a la cosecha de la vida. En el capítulo
catorce de Apocalipsis tenemos un campo maduro y una cosecha.
Apocalipsis 14:15 dice: “Y del templo salió otro ángel, clamando a gran
voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete Tu hoz, y siega; porque la
hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura”. En
Apocalipsis 14 el campo es cosechado. Por esto vemos que Apocalipsis es
la conclusión del Nuevo Testamento.
C. La conclusión de toda la Biblia
El Apocalipsis, el último libro de la Biblia, es la conclusión, la
culminación y la consumación completa de toda la revelación divina
contenida en la Biblia. La Biblia necesita tal conclusión. Las semillas de la
mayoría de las verdades de la revelación divina fueron sembradas en
Génesis, el primer libro de la Biblia. El crecimiento de todas estas semillas
se da progresivamente en los libros que siguen, especialmente en los libros
del Nuevo Testamento, y la cosecha se recoge en Apocalipsis. Por
ejemplo, en Génesis está la semilla de la serpiente, y en Apocalipsis está la
cosecha de la serpiente. Por consiguiente, la mayoría de las cosas
abarcadas en este libro no son nuevas, pues se refieren a libros anteriores
de la Biblia. En Génesis está la semilla de la revelación divina, en los
siguientes libros se halla el desarrollo progresivo de la misma, y en
Apocalipsis tenemos la cosecha de dicha revelación. Por lo tanto, debemos
ahondar en este libro y conocerlo. Si no conocemos este libro, no podemos
entender claramente la revelación de Dios. Cuando viajamos, con
frecuencia nos vemos indecisos en cuanto al camino o la ruta, hasta que
llegamos a nuestro destino. Después de haber llegado, recordamos el
camino por donde veníamos, y entonces entendemos claramente. En
Apocalipsis llegamos al destino de la Biblia entera. Habiendo llegado a
este destino, podemos entender este libro divino.
II. EL CONTENIDO
Ahora entramos en el contenido del Apocalipsis. No piensen que el
contenido de este libro se limita a las ranas, los escorpiones, las langostas,
los cuernos, las serpientes y los caballos. No debemos decir que el
contenido es simplemente los siete sellos, las siete trompetas y las siete
copas. No, este libro no trata principalmente de esas cosas. El Apocalipsis
es primeramente un libro acerca de Cristo; en segundo lugar, es un libro
acerca de la iglesia, y en tercer lugar, un libro acerca de la economía de
Dios.
A. La revelación de Cristo es única y final
La Biblia en su totalidad revela a Cristo. El Apocalipsis como conclusión,
culminación y consumación de la Biblia, es especialmente “la revelación
de Jesucristo” (1:1). Aunque este libro también revela otras cosas, el
centro de la revelación es Cristo. Algunos aspectos de Cristo nunca fueron
revelados de la manera que vemos en Apocalipsis, como por ejemplo la
visión de que El es el Sumo Sacerdote que está en medio de las iglesias y
las cuida en amor y a la vez en una actitud de juicio (1:13-16), la visión de
que El es el León-Cordero que está en el trono de Dios y en medio de los
cuatro seres vivientes y en medio de los veinticuatro ancianos del
universo, abriendo los siete sellos de la administración universal de Dios
(5:1—6:1), y la visión de que Cristo es el Angel fuerte que viene del cielo
para tomar posesión de la tierra (10:1-8; 18:1). En este libro, la revelación
de Cristo es final y única. En los evangelios, en Hechos y en las epístolas
no vemos que Cristo tenga siete ojos, pero tal cosa sí se revela en
Apocalipsis (5:6). Cristo, nuestro Salvador, tiene siete ojos. ¡Qué
asombroso! Esta revelación de Cristo es única. En Lucas 4:22 se nos dice
que de la boca de Cristo salían “palabras de gracia”, pero en Apocalipsis
1:16 de Su boca sale una afilada espada de dos filos. En el Evangelio de
Juan dice: “He aquí el Cordero de Dios” (1:29), pero en Apocalipsis uno
de los ancianos dice: “He aquí el León de la tribu de Judá” (5:5). Así que,
la revelación de Cristo en este libro es única. En ningún otro libro Cristo
es revelado como lo es en Apocalipsis. Lo primero que se revela en el
Apocalipsis es este Cristo único.
B. El testimonio de Jesús
es específico y consumado
Por un lado, este libro nos revela a Cristo, y por otro, nos muestra el
testimonio de Jesús, el cual es específico y consumado, (1:2, 9;
12:17; 19:10; 20:4). El testimonio de Jesús es la iglesia. El
Apocalipsis presenta al Cristo revelado y a la iglesia como Su
testimonio. En este libro tenemos un relato completo y detallado de
la iglesia. En ningún otro libro se revelan las iglesias como en
Apocalipsis. El testimonio de Jesús consta de: los candeleros,
mencionados en el capítulo uno; la gran multitud de redimidos, en
el capítulo siete; la mujer vestida del sol con el hijo varón, en el
capítulo doce; la cosecha y las primicias, en el capítulo catorce; los
vencedores de pie sobre el mar de cristal, en el capítulo quince; la
novia preparada para las bodas, y los ejércitos celestiales de Cristo,
en el capítulo diecinueve; y la Nueva Jerusalén en los capítulos
veintiuno y veintidós. El testimonio de Jesús es el espíritu —la
substancia, la disposición y la característica— de la profecía (19:10).
Cristo es el Testigo (1:5), el testimonio, la expresión de Dios, y la
iglesia es el testimonio, la expresión de Cristo. Como tal, la iglesia es
la reproducción del testimonio, la expresión de Dios en Cristo. La
revelación específica de la iglesia en este libro es muy crucial, y
todos nosotros tenemos que verla.
C. La economía de Dios
es universal y eterna
El contenido del Apocalipsis también incluye la economía de Dios.
La economía de Dios es Su administración universal y eterna. En el
libro de Apocalipsis vemos la administración universal y eterna de
Dios, la cual llevará a cabo Su economía. Desde el punto de vista del
espacio, Su administración es universal, y en cuanto al tiempo, es
eterna.
1. Los siete sellos
En la administración de Dios, el primer grupo de componentes es
los siete sellos. Un sello indica algo que está cerrado, que es secreto
y que no está abierto al público. Los primeros cuatro sellos abarcan
la historia del mundo desde la ascensión de Cristo hasta el final de
esta era (6:1-8). Dicha historia es abarcada en su totalidad, aunque
brevemente, en los cuatro sellos. Con la apertura de estos sellos
vemos cuatro caballos, cada uno de los cuales tiene un jinete. El
jinete del primer caballo es la predicación del evangelio; el del
segundo caballo es la guerra; el que monta en el tercer caballo es el
hambre, y el cuarto jinete es la muerte. De manera que en los
primeros cuatro sellos tenemos el evangelio, la guerra, el hambre y
la muerte. Si usted conoce la historia del mundo, se dará cuenta de
que ésta ha sido la situación reinante en estos veinte siglos. Desde la
ascensión de Cristo, el evangelio ha sido predicado. A lo largo de los
siglos, juntamente con la predicación del evangelio ha habido
guerra. Desde que el Imperio Romano envió sus ejércitos a destruir
la ciudad de Jerusalén en el año 70 después de Cristo, la guerra ha
sido intensificada siglo tras siglo. En el comienzo de este siglo
tuvimos la primera guerra mundial, y después de ésta hubo otra
más intensa, la segunda guerra mundial. La guerra siempre causa
hambre, y el hambre causa la muerte. Estos cuatro caballos son el
contenido de los primeros cuatro sellos.
El quinto sello consta del clamor de los santos que murieron como
mártires (6:9-11). Esto ocurrirá al final de esta era y casi al
comienzo de la gran tribulación. A lo largo de los siglos muchos
santos han muerto como mártires debido a la predicación del
evangelio. Casi al final de esta era esos santos clamarán a Dios
pidiendo venganza.
El sexto sello, que se abrirá justo antes de la gran tribulación,
constituye el gran terremoto que sacudirá la tierra y el cielo (6:12-
17). Cuando se abra el sexto sello, habrá un gran terremoto (6:12), el
cual será una advertencia para los moradores de la tierra. Algunos
hombres perversos dicen: “¿Quién es Dios? ¡Nosotros somos Dios!”
Aunque ellos digan que son Dios, cuando el verdadero Dios venga y
sacuda la morada donde habitan, entonces sabrán quién es Dios. He
conocido algunas personas que han polemizado conmigo diciendo:
“Señor Lee, usted predica sobre Dios. ¿No sabe usted que nosotros
somos Dios?” Les contesto: “Veamos quién es Dios. Aunque Dios
tiene cierta tolerancia, ésta es limitada. Un día usted va a agotar la
paciencia de Dios, y El con Su dedo pequeño sacudirá la tierra.
Entonces usted sabrá quién es Dios”. Antes de que comience la gran
tribulación, Dios va a enviar una advertencia a todos los moradores
de la tierra para que recuerden que hay un Dios. Cuando se abra el
sexto sello, Dios no solamente conmoverá la tierra sino también los
cielos. En Apocalipsis 6:12, 13 leemos: “Hubo un gran terremoto; y
el sol se puso negro como saco hecho de crin, y la luna se volvió
toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra,
como la higuera arroja sus higos verdes cuando es sacudida por un
fuerte viento”. En ese entonces, la tierra ya no será un lugar
reposado donde los hombres perversos puedan jactarse.
El sello más difícil de entender es el séptimo. El séptimo sello, el
cual se extenderá por la eternidad, consta de siete trompetas. No
confundan los siete sellos con las siete trompetas. Los sellos son
abiertos en secreto, pero las trompetas se tocan en público. Cuando
usted sella algo, lo vuelve secreto y privado, pero cuando toca una
trompeta, lo hace en público.
B. En los cielos
El Apocalipsis muestra claramente que, por un lado, Cristo está en medio
de las iglesias y que, por otro, está en los cielos llevando a cabo la
economía de Dios. La prueba más evidente de esto se halla en 5:7, donde,
refiriéndose al hecho de que Cristo recibe el libro, dice: “Y vino, y tomó el
libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”. El libro de la
economía de Dios fue puesto en las manos de Cristo; ahora tiene la
economía de Dios y la está llevando a cabo. No vemos esta revelación en
ningún otro libro del Nuevo Testamento. Mientras Cristo está en los cielos
realizando la economía de Dios, la cual se relaciona principalmente con el
juicio de Dios sobre la tierra, se encarga de cuidar al pueblo de Dios en la
tierra (7:1-3; 8:3-5). Esto se revela plenamente en los capítulos siete y
ocho. Dios tiene dos pueblos, los hijos de Israel y los santos redimidos. No
importa cuán intenso sea el juicio de Cristo sobre la tierra en conformidad
con la administración de Dios, El cuidará del Israel escogido y de la
iglesia redimida. Aleluya, todos estamos bajo el cuidado de Cristo en Su
administración. Creo firmemente que hoy Cristo cuida a la nación de
Israel. No importa lo que las demás naciones hagan o digan, la nación de
Israel está bajo el cuidado de la administración universal de Cristo. Los
demás países pueden tratar de hacer ciertas cosas, pero todo será en vano
debido al interés que tiene el Administrador universal en Israel. Todos
debemos adorar a Cristo como el Administrador, como quien administra
en el cielo todas las cosas para realizar la economía de Dios.
III. CRISTO EN SU VENIDA
A. En secreto como un ladrón
Ninguno de los libros revela la venida de Cristo tan claramente como lo
hace el Apocalipsis, donde se revela que la venida de Cristo tiene dos
aspectos, el aspecto secreto y el aspecto visible. Esto es posible porque
Cristo es maravilloso. Primeramente, Cristo vendrá en secreto como un
ladrón (3:3b; 16:15). El ladrón no anuncia de antemano su llegada. Cristo,
al venir secretamente como un ladrón, lo hace para robar cosas preciosas.
Los ladrones no roban cosas sin valor. Ellos solamente roban objetos
costosos. Cristo nos dice que velemos. “Pues si no velas, vendré como
ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (3:3b). No se sabe el
tiempo de Su venida secreta. Todos nosotros debemos preguntarnos:
“¿Soy yo de algún valor?” “¿Valgo lo suficiente como para que Cristo me
robe en Su venida secreta?”
B. Visiblemente en la nube
Al final de la gran tribulación, Cristo vendrá visiblemente en la nube (1:7;
14:14). Entre los cristianos hay dos conceptos de la segunda venida de
Cristo; algunos afirman que Cristo viene antes de la tribulación, y otros
alegan que esto ocurre después de la tribulación. Muchos cristianos no han
visto los dos aspectos, o sea, el aspecto secreto y el aspecto visible, y por
eso han estado en desacuerdo entre ellos. Tanto la venida que ocurre antes
de la tribulación como la que sucede después, tienen base en las
Escrituras. Pero la mayoría de los cristianos, por su limitada visión, no ha
tenido la visión completa de la venida de Cristo. Primeramente Cristo
vendrá en secreto, y después visiblemente. Vendrá secretamente para los
santos vencedores, y visiblemente para toda la tierra. Es por esto que 1:7
dice: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá”. Cuando Cristo
venga en la nube toda la tierra le verá. Tenemos que ver claramente que
cuando Cristo venga, primeramente lo hará en secreto, y después se
manifestará visiblemente.
IV. CRISTO EN SU JUICIO
En un sentido positivo, el libro de Apocalipsis es un libro de juicio. Cristo,
el Administrador de Dios, juzgará todas las cosas. Primeramente, juzga a
la iglesia, y después juzgará al mundo.
A. Juzga al mundo entero
Cristo juzgará al mundo entero con el sexto sello, las siete trompetas y las
siete copas (6:12-17; 8:1-2, 12; 11:14-15; 15:1, 7-8; 16:1-21). Durante
más de diecinueve siglos, desde la ascensión de Cristo, el mundo ha sido
azotado por calamidades naturales. Pero desde la apertura del sexto sello,
el mundo será castigado por calamidades sobrenaturales. En Apocalipsis
6:12-13 dice: “Miré cuando abrió el sexto sello, y hubo un gran terremoto;
y el sol se puso negro como saco hecho de crin, y la luna se volvió toda
como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la
higuera arroja sus higos verdes cuando es sacudida por un fuerte viento”.
El oscurecimiento del sol, el cambio de la luna en sangre, y la caída de las
estrellas, son calamidades sobrenaturales. Las siete trompetas también
serán calamidades sobrenaturales. Las primeras cuatro trompetas traerán
juicio sobre la tierra, el mar, los ríos, el sol, la luna y las estrellas. La gran
tribulación empezará con la quinta trompeta, continuará con la sexta, y
concluirá con las siete copas de la séptima trompeta. Todo esto constituye
los juicios ejecutados por Cristo sobre el mundo.
B. Juzga a la Gran Babilonia
En los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis vemos el juicio de la Gran
Babilonia, que es la cristiandad apóstata. El Señor ejecutará un juicio
especial sobre la cristiandad, la Gran Babilonia, además del juicio que trae
sobre el mundo entero.
C. Juzga al anticristo, al falso profeta,
a Satanás y a quienes los siguen
Cristo también juzgará al Anticristo, al falso profeta, a Satanás y a los que
los siguen (19:11—20:3, 7-10). El anticristo es el hombre de pecado (2 Ts.
2:3) y el pequeño cuerno (Dn. 7:8); el falso profeta es el que trabaja junto
con el anticristo. El anticristo, el falso profeta y Satanás constituyen una
“trinidad” maligna, y son una trinidad falsa. El anticristo tendrá muchos
seguidores por ser muy cautivador y atractivo. Todos los seguidores serán
destruidos junto con el anticristo, el falso profeta y Satanás. Cristo juzgará
al anticristo y al falso profeta por medio de las calamidades
sobrenaturales: la tierra se abrirá, y ellos caerán directamente en el lago de
fuego. No morirán ni serán sepultados ni resucitarán ni comparecerán ante
el juicio del gran trono blanco. En su caso, no habrá necesidad de cumplir
este procedimiento. Ellos caerán en el lago de fuego sobrenaturalmente.
D. Juzga a los muertos
Finalmente Cristo, como Administrador de Dios, juzgará a los muertos
(20:11-15). No piense que si usted muere todo va a estar bien. Quizá usted
desee morir, pero el Señor desea volverlo a la vida. Si no quiere que El lo
vivifique hoy para salvación, al final de la primera creación lo resucitará
para juicio. En ese día, El no lo resucitará a usted para algo positivo, sino
para algo negativo. En Juan 5:28-29 dice: “Vendrá la hora cuando todos
los que están en los sepulcros oirán Su voz y saldrán: los que hicieron lo
bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a
resurrección de juicio”. Los incrédulos que murieron no permanecerán en
la tumba por la eternidad. Resucitarán y serán juzgados y luego serán
lanzados en el lago de fuego.
V. CRISTO EN SU POSESION DE LA TIERRA
Al acabar de juzgar al mundo, Cristo regresará para tomar completa
posesión de la tierra (10:1-7; 18:1). Toda la tierra le pertenecerá a El;
ninguna parte de ella pertenecerá a nadie más. Actualmente muchas
naciones pelean por aumentar su territorio, pero pelean en vano, porque
todo lo que obtengan, a la postre, pertenecerá a Cristo. Cuando Cristo
venga a tomar posesión de la tierra, vendrá como otro Angel. Varias veces
en el libro de Apocalipsis el título “otro Angel” se usa con respecto a
Cristo (7:2; 8:3; 10:1; 18:1). Este título es usado refiriéndose a Cristo
porque El, como Administrador de Dios, se conduce semejante a un ángel.
En el Antiguo Testamento, a Cristo se le llamó el Angel de Jehová (Gn.
22:11-12; Ex. 3:2-6), quien fue enviado por Dios para ejecutar Su
comisión. Cuando El venga a tomar posesión de la tierra, vendrá como el
que fue comisionado por Dios con este propósito. El será “otro Angel” con
gran autoridad y vendrá en Su gloria (18:1). En Su venida, Cristo pondrá
“Su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra” (10:2). Esto
indica que El pisará el mar y la tierra, lo cual significa que tomará
posesión de ellos (Dt. 11:24; Jos. 1:3). En la Biblia vemos que todo lugar
que pise la planta de nuestro pie es posesión nuestra. Cristo pondrá Sus
pies sobre el mar y la tierra, y ambos le pertenecerán. Después de que
Cristo tome posesión de la tierra, concluirá el misterio de Dios (10:7). En
ese entonces, la economía de Dios será completamente manifestada. Ya no
será un misterio, sino un secreto revelado.
VI. CRISTO REINA EN EL REINO
Después de que Cristo tome posesión de la tierra, reinará sobre la tierra
como el Rey en el reino, gobernando las naciones junto con Sus creyentes
vencedores (20:4, 6; 2:26-27). Ninguno de nosotros está contento con los
gobernantes de la tierra. Yo he viajado por todo el mundo y conozco la
situación mundial; sé que en cuanto a gobierno, toda la tierra es muy
pobre. ¿Dónde están los buenos gobernantes? Esperamos el día cuando
Cristo venga como Rey para regir la tierra. Cristo reinará en Su reino, y
nosotros seremos Sus correyes.
VII. CRISTO EN SU CENTRALIDAD
Y UNIVERSALIDAD EN LA ETERNIDAD
Por último, en el libro de Apocalipsis vemos a Cristo en Su centralidad y
universalidad en la eternidad. El será el todo por la eternidad. El será la
centralidad y universalidad en la Nueva Jerusalén (21:9-10, 23) como el
árbol de vida que crece en el río de agua de vida (22:1-2). En Apocalipsis
21:23 tenemos un panorama claro de la centralidad y la universalidad de
Cristo. Aquí vemos que Dios es la luz y que Cristo, el Cordero, es la
lámpara. La luz siempre está contenida en una lámpara. Por consiguiente
la luz y la lámpara nunca deben estar separadas; deben permanecer como
una sola entidad. Dios es la luz; Cristo es la lámpara, y la Nueva Jerusalén
es el recipiente de dicha lámpara. Dios brilla en Cristo y por medio de El,
y Cristo, a Su vez, brilla en la Nueva Jerusalén y por medio de ella. Por
esto podemos ver que Cristo será la centralidad y universalidad en la
eternidad venidera. Dios en Cristo y Cristo en los redimidos, brillarán por
toda la eternidad. Esta será la escena que se verá en la eternidad, cuando
Cristo será el centro, la circunferencia y todo lo demás en la Nueva
Jerusalén. Este es nuestro Cristo.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TRES
EL TESTIMONIO DE JESUS
ES ESPECIFICO Y CONSUMADO
El libro de Apocalipsis revela primeramente a Cristo, y luego el
testimonio de Jesús. En otras palabras, este libro trata de Cristo y la
iglesia. En Apocalipsis Cristo y la iglesia se revelan de una forma
única y específica. En el mensaje anterior dijimos que en
Apocalipsis se revelan muchos aspectos de Cristo que no se
encuentran en los demás libros de la Biblia. Lo mismo sucede con la
iglesia. El Apocalipsis presenta la iglesia de una manera muy
específica. En este mensaje presentaremos una síntesis de los
aspectos de la iglesia hallados en Apocalipsis, y en los siguientes
mensajes abarcaremos los detalles.
I. LOS CANDELEROS
En primer lugar, en Apocalipsis las iglesias son reveladas como
candeleros (1:11-20). En ningún otro libro del Nuevo Testamento se
usa este término con respecto a la iglesia. En otros libros se nos dice
que la iglesia es la asamblea de los escogidos de Dios, el cuerpo de
Cristo y también la casa de Dios. Con excepción de Apocalipsis, no
se nos dice que la iglesia es un candelero. Como candeleros, las
iglesias brillan en la obscuridad. La palabra candelero nos permite
entender mucho sobre la iglesia y su función. La iglesia no es la
lámpara, sino el candelero, lo que sostiene la lámpara. Sin la
lámpara, el candelero es vano y no tiene utilidad. El candelero
sostiene la lámpara que resplandece. Como vimos en el mensaje
anterior, Dios es la luz, y el Cordero es la lámpara (21:23). Por
consiguiente, Cristo es la lámpara, y la iglesia es el candelero que
sostiene la lámpara. Dios está en Cristo, y Cristo, la lámpara, es
sostenido por el candelero, de modo que emana la gloria de Dios.
Este es el testimonio de la iglesia.
A. Son de oro (el elemento divino)
Los candeleros, las iglesias locales, son de oro, o sea divinidad, la
naturaleza de Dios. Todas las iglesias locales son divinas en
naturaleza; están constituidas de la naturaleza de Dios. Decir esto
es perfectamente bíblico, pues el libro de Apocalipsis dice que las
iglesias locales son candeleros de oro (1:20). Estos candeleros no
están hechos de barro, madera u otro material inferior; están
hechos de oro puro. Esto significa que todas las iglesias locales
deben ser divinas. Sin divinidad, la iglesia no puede existir. Aunque
la iglesia está compuesta de humanidad y divinidad, la humanidad
no debe ser la naturaleza básica de las iglesias locales. La naturaleza
básica de las iglesias locales debe ser la divinidad, que es la
naturaleza de Dios. Con estas dos expresiones —los candeleros y el
oro— podemos comprender muchas cosas sobre la iglesia: que en la
iglesia resplandece Cristo y que ella está constituida de la
naturaleza divina.
B. Resplandecen en las tinieblas
Los candeleros resplandecen en la oscuridad. Si no hubiera
oscuridad, no sería necesario que alumbrara la luz de la lámpara. El
resplandor de la lámpara es muy particular. Para que la lámpara
brille, debe arder el aceite que contiene. Si el aceite arde dentro de
la lámpara, la luz brillará y penetrará las tinieblas. Esta es la
función de la iglesia. La función de la iglesia no es simplemente
predicar o enseñar doctrinas. En la noche oscura de esta era, la
iglesia debe resplandecer y expresar la gloria de Dios. Este es el
testimonio de la iglesia.
C. Son idénticos
Todos los candeleros son idénticos entre sí. Muchos cristianos,
basándose en un concepto erróneo, desean ser diferentes de los
demás cristianos. Cuando llegué a este país hace catorce años,
conocí a algunos amados cristianos que estaban preocupados
porque todas las iglesias locales eran iguales. Dijeron que harían lo
posible por ser diferentes de los demás. Esto no es correcto. Todas
las personas tienen una cabeza, dos hombros, dos brazos, dos
manos y cinco dedos en cada mano, y todas las cabezas humanas
tienen siete orificios: dos oídos, dos ojos, dos fosas nasales y una
boca. Es absurdo decir: “No quiero parecerme a los demás. Para ser
diferente, quisiera tener sólo cinco orificios en mi cabeza”. ¡Qué
absurdo sería esto! Aquellos que proclaman que cada iglesia local
debe ser única basan sus conceptos en las diferencias de las Algunos
han dicho: “Note que las siete iglesias son diferentes”. En mis
primeros años, cuando aún era muy joven, fui afectado por este
concepto y enseñaba lo mismo. Pero un día fui iluminado y vi que
todas las diferencias de las iglesias locales de Apocalipsis dos y tres
eran negativas, y no positivas. Efeso perdió su primer amor, lo cual
es algo negativo; Pérgamo era una iglesia mundana, lo cual es
negativo; Tiatira era demoníaca, que también es algo negativo; y
Laodicea estaba en tibieza e indiferencia, lo cual es negativo. Sin
embargo, todas las iglesias locales eran idénticas en lo positivo,
pues vemos que todas ellas son candeleros de oro. Si pusieran los
siete candeleros sobre una mesa delante de usted, no podría
diferenciarlos, a menos que los numerara. Los siete candeleros son
iguales.
No obstante, desde 1962 algunas personas en este país han
declarado con vehemencia que ellas nunca se parecerán a la iglesia
en Los Angeles. ¿Dónde están esas personas hoy? Se han
desvanecido, y todos los conceptos extraños que sostenían
fracasaron. No estoy diciendo que todos deben seguir la iglesia en
Los Angeles. Pero si la iglesia en Los Angeles tiene siete “orificios”,
sería absurdo insistir en que otros tengan cinco. Por el lado
positivo, todas las iglesias locales deben ser idénticas. Sin embargo,
por el lado negativo, son diferentes. Si la iglesia en Los Angeles
adora ídolos, debemos rehusar seguirla. En asuntos de esta índole,
debemos ser diferentes. Pero no es correcto decir que en el aspecto
positivo las iglesias locales deben ser diferentes. No debemos tratar
de hacernos peculiares ni diferentes, esto es orgullo. Un día el Señor
me mostró que los cuatro lados de la Nueva Jerusalén son
exactamente iguales. Cada lado del muro es construido del mismo
material, de jaspe. Un lado no está construido de jaspe y otro de
bronce. No, los cuatro lados son iguales. De la misma manera,
universalmente, todas las iglesias deben ser iguales. No necesitan
ser iguales en organización, pero sí deben ser idénticas en
apariencia. Por ejemplo, las iglesias de Nueva Zelandia deben ser
iguales a las iglesias de Japón. Todas las iglesias de la tierra deben
ser universalmente iguales debido a que todos nosotros somos una
sola iglesia. Localmente, somos las iglesias; universalmente, somos
la iglesia. Este es el testimonio de Jesús.
II. LA GRAN MULTITUD
En Apocalipsis 7:9-17 vemos el testimonio de Jesús expresado en la gran
multitud. Según lo narrado en el capítulo siete, esta gran multitud es la
colectividad de todos los redimidos, los cuales fueron rescatados “de toda
nación y tribu y pueblo y lengua” (7:9). Todos ellos han pasado por
tribulación. Esto indica que no ha existido una iglesia, en ningún lugar,
que nunca haya pasado por tribulación. El mundo siempre persigue a las
iglesias (Jn. 16:33). Dondequiera que esté la iglesia, siempre habrá cierto
grado de persecución. Apocalipsis 7:14 indica que todos los redimidos
pasarán por tribulación; allí dice: “Estos son los que han salido de la gran
tribulación”. Esta gran multitud ha salido victoriosa de la tribulación, pues
todos ellos tienen palmas en las manos, lo cual representa su victoria sobre
la tribulación (7:9). Finalmente, en la eternidad, ellos serán protegidos por
Dios con Su tabernáculo, según lo indica 7:15: “Y Aquel que está sentado
sobre el trono extenderá Su tabernáculo sobre ellos”. Este es el destino de
los redimidos de Dios. ¡Cuán maravilloso! Además, el Cordero los
pastoreará en los manantiales de agua de vida por la eternidad (7:17).
Apocalipsis 7:9-17 no nos muestra un grupo particular de creyentes, sino
la condición general del conjunto de los redimidos de Dios en la eternidad.
En la eternidad ellos disfrutarán la protección de Dios y el pastoreo de
Cristo. Este es nuestro destino. Este pasaje revela que mientras Cristo trae
el juicio de Dios sobre la humanidad, cuida de los redimidos. Finalmente,
todos los redimidos de Dios serán arrebatados al trono de Dios, y allí
disfrutarán la protección de Dios y el pastoreo del Cordero.
III. LA MUJER CON EL HIJO VARON
A. La mujer
En 12:1-17 podemos ver otro símbolo de la iglesia: la mujer con el hijo
varón. La iglesia no es solamente el candelero y la gran multitud redimida;
también es la mayor parte de la mujer con el hijo varón. La mente humana
jamás concebiría la iglesia de esta manera. La mujer de este capítulo
representa la totalidad del pueblo de Dios, y el hijo varón representa la
parte fuerte del pueblo de Dios. De la manera que hay un hijo varón en la
mujer, también en el pueblo de Dios hay una parte fuerte. Esta mujer, que
está vestida del sol, la luna y doce estrellas (12:1) y que es perseguida por
Satanás, el gran dragón rojo, representa al pueblo de Dios de todas las
generaciones. En cada generación una porción del pueblo de Dios ha sido
perseguida por Satanás. Sin embargo, durante los tres años y medio de la
gran tribulación Dios protegerá a Su pueblo del ataque de la serpiente.
B. El hijo varón
Como vimos, el hijo varón es la parte fuerte del pueblo de Dios. En el
pueblo de Dios, incluso entre nosotros hoy en el recobro del Señor, hay
una parte fuerte. Esta parte será arrebatada al trono de Dios antes de la
gran tribulación. En otras palabras, la mujer será dejada en la tierra y
pasará por la tribulación, pero la parte fuerte, el hijo varón, será arrebatada
al trono de Dios antes de la tribulación. ¿Por qué será arrebatado el hijo
varón antes de la tribulación? Porque Dios necesita al hijo varón para que
pelee contra Satanás y lo arroje del cielo. Aunque Dios tiene muchos
ángeles que pelearán, la victoria final sobre el enemigo no la ganarán los
ángeles sino el hijo varón. Dios necesita al hijo varón. El avergonzará al
enemigo y lo derrotará usando al mismo hombre que Satanás corrompió.
Es como si Dios dijera: “Satanás, corrompiste al hombre que Yo creé.
Pero de ese hombre corrupto, he obtenido un hijo varón para que te
derrote. El no te derrotará principalmente en la tierra sino en el cielo”. El
hijo varón, al ascender hasta el trono, peleará contra Satanás, y lo arrojará
del cielo a la tierra. Esto es parte del testimonio de Jesús. Aunque Jesús
derrotó a Satanás en la cruz, es menester que la iglesia ejecute esa victoria
sobre el enemigo. Solamente la parte fuerte del Cuerpo, el hijo varón,
ejecutará la victoria de Cristo sobre Satanás, pues muchos miembros del
Cuerpo fracasaron en esto. El hijo varón será arrebatado a los cielos para
cumplir este cometido.
El arrebatamiento no tiene el único fin de bendecirnos. No debemos decir:
“¡Qué bueno para mí ser arrebatado a los cielos!” Tenemos que entender
que Dios necesita arrebatarnos; debemos ser arrebatados a los cielos para
pelear contra el enemigo. Si al oír esto uno dice: “No quiero ir y participar
en una guerra”, esto quiere decir que está descalificado para ser arrebatado
antes de la tribulación. Si usted no va al cielo al encuentro de Satanás para
arrojarlo, él vendrá a la tierra al encuentro suyo, y usted será derrotado.
Debemos ser el hijo varón. Deseo intensamente ser parte del hijo varón.
No estoy satisfecho con ser parte de la mujer. Quiero ser incluido en esa
parte fuerte. Esto también es un aspecto del testimonio de Jesús.
IV. LAS PRIMICIAS Y LA COSECHA
Ahora llegamos a las primicias y la cosecha (14:1-5, 14-16). La iglesia no
es solamente el candelero que resplandece y el hijo varón que guerrea,
sino también un campo donde crece y madura una cosecha. Cualquier
cosecha que todavía está verde es demasiado tierna para ser cosechada.
Pero una vez que madura en el campo, es recogida.
A. Las primicias
La parte de la cosecha que madura primero es llamada las primicias. Las
primicias serán arrebatadas a Sión en los cielos antes de la tribulación.
Según lo indica 14:4, las primicias son los que “siguen al Cordero por
dondequiera que va”. Las primicias son arrebatadas a la casa de Dios en
Sión como ofrenda fresca para el deleite de Dios. Esto trae satisfacción a
Dios. De acuerdo con el tipo del Antiguo Testamento, las primicias de la
cosecha madura no eran llevadas al granero, sino al templo de Dios (Ex.
23:19). Esto indica que los primeros vencedores serán llevados a la casa
de Dios en el cielo para el deleite de El. No somos arrebatados
principalmente para nuestro deleite, sino para el deleite de Dios. El
objetivo del arrebatamiento es derrotar al enemigo y satisfacer a Dios.
Nosotros no debemos ser solamente los candeleros de hoy, sino también el
hijo varón que guerrea contra el enemigo de Dios, y además las primicias
que satisfacen el deseo de Dios.
B. La cosecha
Después de las primicias, mencionadas en el capítulo catorce, tenemos la
cosecha. El versículo 15 dice: “Y del templo salió otro ángel, clamando a
gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete Tu hoz, y siega;
porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura”.
La cosecha será recogida casi al final de la gran tribulación. Esta será
arrebatada a los aires, donde Cristo estará en la nube. ¿Por qué será dejada
la cosecha en la gran tribulación? Porque los campos verdes, que no han
madurado, necesitan un sol fuerte para madurar. En un sentido, la gran
tribulación será el sol intenso que madurará a todos los santos que no lo
estén en ese entonces. Dicho en palabras sencillas: si hoy usted no
renuncia al mundo ni vive para Cristo, El lo dejará en la tierra y permitirá
que pase por la gran tribulación. En ese tiempo, usted sin duda renunciará
al mundo y entenderá que la mejor manera de vivir es vivir para Cristo.
Todos los hijos de Dios tienen que hacer esto; de no hacerlo, nunca
madurarán. Si no creen lo que les digo esperen y verán. Es probable que
usted piense que el mundo es demasiado agradable para renunciar a él. Si
es así, tal vez el Señor diga: “Como amas tanto al mundo, te dejaré con él,
para que compruebes si en verdad el mundo es agradable”. Entonces el
Señor sacudirá el mundo, y a la postre, usted dirá: “Señor, me arrepiento”.
Sin embargo, para ese entonces tal vez sea demasiado tarde. No espere
hasta que llegue la gran tribulación para arrepentirse. ¡Arrepiéntase ahora!
Tarde o temprano todos los cristianos genuinos deben arrepentirse. Tengo
la plena seguridad de que al final cada uno de los salvos sabrá que el
mundo no es placentero sino venenoso. Cuanto más ama usted al mundo,
más es envenenado por él. El mundo es enemigo de Dios, y todos nosotros
debemos despreciarlo. Tarde o temprano el Señor nos mostrará conocer
cuánto aborrece El a este mundo. Vendrá el día cuando todos nosotros
estaremos maduros. No diga: “No me preocupa si estoy maduro. En tanto
que sea salvo, todo va a estar bien”. Es probable que usted pueda argüir
conmigo con vehemencia, pero un día comprenderá que necesita madurar.
Le aconsejo que no espere la siega de la cosecha. Por la gracia de Dios,
avance y sea parte de las primicias.
V. LOS QUE VENCEN A LA BESTIA
En 15:2-4 vemos a los que vencieron a la bestia. Dios es soberano. Aun
durante la gran tribulación, habrá algunos vencedores, a quienes
podríamos llamar vencedores tardíos. Estos pasarán por la gran
tribulación, en la cual el anticristo, la bestia, obligará a la gente a adorarlo
como si él fuera Dios, y a adorar su imagen en el templo de Dios.
Nosotros esperamos ver la reconstrucción del templo en Israel, pues esto
será una señal de que la venida del Señor está muy cerca. La Biblia
profetiza que el anticristo erigirá su imagen en el templo de Dios y
obligará a la gente a adorarla (Mt. 24:15). En ese tiempo, muchos
cristianos vencerán a la bestia y serán muertos. Le recomiendo que sea un
vencedor temprano y que ame al Señor hoy. No espere ser muerto durante
la gran tribulación para ser vencedor.
Según el capítulo quince, los vencedores tardíos serán arrebatados y
estarán en pie sobre el “mar de vidrio mezclado con fuego” (15:2), y
alabarán a Dios con el cántico de Moisés y el cántico del Cordero (15:3).
Los que están sobre el mar de vidrio son los que “habían salido victoriosos
sobre la bestia y su imagen y el número de su nombre” (15:2). Estos son
los que vencieron a la bestia, su imagen y la adoración del ídolo del
anticristo. Apocalipsis 20:4 y 20:6 indican que algunos de los correyes de
Cristo serán los vencedores tardíos. Repito que prefiero ser un vencedor
temprano que uno tardío. Si usted es descuidado, será dejado y pasará por
la gran tribulación. Debemos acercarnos al Señor y decirle: “Señor, quiero
ser un vencedor temprano”. Veremos los detalles al respecto cuando
lleguemos a Apocalipsis 15 en este estudio-vida.
VI. LA NOVIA
En Apocalipsis 19:7-9 vemos la iglesia como la novia. Efesios 5 revela
que la iglesia es la novia de Cristo, mas no revela la novia de un manera
tan profunda. Pero en Apocalipsis 19 vemos cuán profunda es la
revelación de la iglesia como la novia. En este pasaje vemos que la novia
vestirá un atavío de justicia pura y resplandeciente, pues será llamada a la
fiesta de bodas del Cordero (vs. 7-9). Este es un aspecto muy profundo.
Con relación al enemigo de Dios, debemos ser el hijo varón; en cuanto a la
satisfacción de Dios, debemos ser las primicias; y con relación a Cristo
debemos ser la novia. Cuando estamos ansiosos por ser la novia, Cristo
recibe satisfacción. No solamente El será satisfecho, sino que también
nosotros nos alegraremos. Apocalipsis 19:7 dice: “Gocémonos y
alegrémonos y demos gloria”. En principio, una novia es la persona más
agradable y feliz. Hoy como iglesia, como complemento de Cristo,
sufrimos y somos quebrantados. Pero llegará el día cuando no habrá más
persecución ni sufrimiento. Nunca he visto una novia que sufra el día de
su boda. Tenemos que ser la novia. Cuando seamos la novia, todas las
dificultades terminarán.
VII. EL EJERCITO
La iglesia también es el ejército (19:14-19; 17:14). La parte de la iglesia
que será el hijo varón y que peleará contra el enemigo en los cielos,
también será el ejército que guerreará junto a Cristo contra Satanás en la
tierra. Después de completarse todos los arrebatamientos y de que los
creyentes hayan sido juzgados ante el tribunal de Cristo, todos los
vencedores regresarán a la tierra como ejército de Cristo y con El para
pelear en contra del anticristo y su ejército. Ambos tendrán un ejército.
Aunque un ejército es celestial y el otro terrenal, ambos pelearán en la
tierra. En otras palabras, el anticristo peleará contra Cristo y Su ejército, y
Cristo y Su ejército responderán peleando contra el anticristo. El falso
Cristo tendrá el atrevimiento de pelear contra el verdadero Cristo, y éste
guerreará contra aquél. En 17:14 vemos que el ejército celestial estará
compuesto de todos los vencedores, los que han sido llamados y
escogidos. Al final de esta guerra, Cristo derrotará al anticristo.
VIII. LA NUEVA JERUSALEN
Finalmente, el testimonio de Jesús será la Nueva Jerusalén, (21:1—22:5).
Comenzando con el candelero, y siguiendo con la gran multitud, el hijo
varón, las primicias, los vencedores tardíos, la novia y el ejército, al final
todos los salvos serán la Nueva Jerusalén, la cual será una composición
viva de todos los redimidos de Dios, la consumación final del edificio de
Dios constituido de Su pueblo. Por toda la eternidad, la Nueva Jerusalén
expresará a Dios en el Cordero con el fluir del Espíritu. En los capítulos
veintiuno y veintidós, veremos un cuadro claro de esta consumación.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUATRO
EL DIOS TRIUNO EN EL APOCALIPSIS
La Biblia en su totalidad es la revelación de Dios. En el libro de
Apocalipsis tenemos la revelación final y completa de quién es Dios. Dios
es triuno. Todos estamos familiarizados con la expresión el Dios Triuno.
Este es un asunto importante en la revelación de Dios. Sin embargo, a lo
largo de los siglos, la mayoría de los cristianos no ha captado
completamente el significado del título “el Dios Triuno”. En el libro de
Apocalipsis, el cual revela aspectos finales, vemos algo más profundo,
más alto, más rico y más dulce en cuanto al Dios Triuno. Hemos visto que
en el Apocalipsis la revelación de Cristo y el testimonio de Jesús son
finales. En este mensaje necesitamos ver que la revelación del Dios Triuno
también es máxima y final.
En Apocalipsis 1:4-5 leemos: “Gracia y paz a vosotros de parte de Aquel
que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están
delante de Su trono; y de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de
entre los muertos, y el Soberano de los reyes de la tierra”. “Aquel que es y
que era y que ha de venir”, es Dios, el Padre eterno. Los siete Espíritus
“que están delante de Su trono” son el Espíritu de Dios en operación, son
Dios el Espíritu. Jesucristo, quien es “el Testigo fiel” para Dios, “el
Primogénito de los muertos” para la iglesia, y “el Soberano de los reyes de
la tierra” para el mundo, es Dios el Hijo. Este es el Dios Triuno. Como
Dios, el Padre eterno, El era en el pasado, es en el presente, y vendrá en el
futuro. Como Dios el Espíritu, El es el Espíritu siete veces intensificado
con miras al operar de Dios. Como Dios el Hijo, El es “el Testigo”, el
testimonio, la expresión de Dios; para la iglesia El es “el Primogénito de
los muertos”, la nueva creación; y para el mundo es “el Soberano de los
reyes de la tierra”. Este Dios Triuno imparte gracia y paz a las iglesias.
I. EL DIOS TODOPODEROSO
El libro de Apocalipsis nos dice que Dios es el Dios Todopoderoso (1:8;
19:6, 15). En el lenguaje hebreo, el título “Dios” significa poderoso, aquel
que es potente. Pero en Apocalipsis vemos que Dios no es solamente
poderoso, sino también Todopoderoso. El es Poderoso en todos los
aspectos y formas, en todas y cada una de las cosas. El título “Dios”
significa que El es el Todopoderoso.
A. El Señor
El Dios Todopoderoso es el Señor. Ser el Señor significa que El es el amo
del universo. Podemos decir que El es el dueño de todo el universo. El es
el Soberano, la autoridad, del universo. Lo que nosotros u otros digamos
no significa nada. Pero lo que Dios diga tiene todo el peso, porque El es el
Señor. Cuando El dice “Sí”, significa sí, y cuando dice “No”, significa no.
Dios no es solamente el Señor, el dueño y la autoridad, sino también el
Amo. Todo el universo, incluyendo a los ángeles y los seres humanos, está
bajo Su autoridad. Le pertenecemos a nuestro Amo. Antes de ser salvo, yo
no sabía a quién pertenecía. Ahora puedo exclamar: “Dios es mi Amo y mi
Dueño. ¡Aleluya El es mí Señor!”
B. El Alfa y la Omega
Apocalipsis 1:8 dice que el Señor es el Alfa y la Omega. El Dios eterno y
todopoderoso es el Alfa, el principio de los orígenes, y la Omega, la
culminación y el cumplimiento de Su propósito eterno. En el libro de
Génesis El fue el Alfa; y ahora en Apocalipsis El es la Omega. Cualquier
cosa que El inicie, la completa. En Su gobierno, El continúa la operación
que comenzó en la eternidad y la culminará en su totalidad (21:6).
C. El que es y que era y que ha de venir
Dios es también el que es, el que era y el que ha de venir. Este es el
significado del nombre Jehová. En Hebreo, Jehová significa: “Yo soy el
que soy”. Por ser el Yo soy, El es el que existe desde la eternidad y hasta
la eternidad. Su título “Yo soy” no solamente indica que El existe sino
que, en sentido positivo, El lo es todo. El es vida, luz y todas las demás
cosas positivas. ¿Necesita usted vida? Dios es vida. ¿Necesitas luz? Dios
es luz. ¿Desea santidad? Dios es santidad. Dios existe desde la eternidad
hasta la eternidad y El es el todo. Este es nuestro Dios.
Como ya vimos, nuestro Dios es triuno. El hecho de que sea triuno
significa que El es el Padre, el Hijo y el Espíritu. A nosotros nos es
imposible entender completamente al Dios Triuno, ya que la Trinidad
Divina está fuera del alcance de nuestra mentalidad. No procure entender
esto con su mente. Más bien ejercite su espíritu para percibir y
experimentar al Dios Triuno como el Padre, el Hijo y el Espíritu.
II. EL PADRE
Primeramente, el Dios Todopoderoso es el Padre. El Padre no es
otro que Dios mismo. El hecho de que sea el Padre significa que El
es el origen. El Padre también es el Señor, y como lo explica 1:4, El
es el que es, el que era, y el que ha de venir.
III. EL ESPIRITU
En Apocalipsis, la secuencia del Dios Triuno es diferente a la de
Mateo 28:19, donde dice que el Dios Triuno es el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. En Apocalipsis 1:4-5 la secuencia es otra. Los siete
Espíritus de Dios se mencionan en segundo lugar y no en el tercero.
Esto revela la importancia de la función siete veces intensificada del
Espíritu de Dios. Este punto es confirmado por el marcado énfasis
que se hace en el hablar del Espíritu en Apocalipsis 2:7, 11, 17, 29;
3:6, 13, 22; 14:13; 22:17. Al comienzo de las epístolas, sólo se
menciona al Padre y al Hijo, quienes dan gracia y paz. Pero aquí el
Espíritu es incluido, al hablar de impartir gracia y paz a las iglesias.
Esto también muestra la vital importancia del Espíritu en el mover
de Dios, para impedir la degradación de la iglesia.
A. Los siete Espíritus de Dios
Veamos ahora por qué en Apocalipsis el Espíritu ocupa el segundo
lugar en la secuencia de la Trinidad Divina. La razón es que en este
libro la época ha pasado del Hijo al Espíritu. En el libro de
Apocalipsis, la época es la época de el Espíritu, y en esta época el
Espíritu ha sido intensificado.
El Espíritu es llamado los siete Espíritus en 1:4 porque es el Espíritu
intensificado de Dios. Los siete Espíritus son indudablemente el
Espíritu de Dios porque se mencionan dentro del Dios Triuno en los
versículos 4 y 5. No podemos entender la Biblia con nuestra mente
natural y limitada. De acuerdo con nuestro concepto, la expresión
“siete Espíritus” denota siete espíritus individuales, pero ese no es
el verdadero significado. El número siete aquí no se refiere a siete
diferentes espíritus sino a un Espíritu séptuple.
El siete es el número de consumación en la obra dispensacional de
Dios, mientras que doce es el número de consumación en la
administración eterna de Dios. Por ejemplo, Dios creó la tierra en
seis días, y uno más, el día de reposo. Además, hay siete
dispensaciones en la Biblia. Para el mover de Dios hoy, la iglesia
corresponde al número siete. En el libro de Apocalipsis los siete
sellos, las siete trompetas y las siete copas propenden por el mover
dispensacional de Dios. De manera que los siete Espíritus son el
Espíritu de Dios siete veces intensificado para Su mover. El es el
Espíritu de Dios, intensificado siete veces para el mover de Dios.
Los siete Espíritus se relacionan con el mover de Dios en la tierra
puesto que siete es el número de consumación en la operación de
Dios. El Espíritu de Dios es uno solo en substancia y en existencia;
pero en la función intensificada y en la obra, la operación, de Dios,
el Espíritu es séptuple. Es semejante al candelero mencionado en
Zacarías 4:2. Existe como un solo candelero, pero al cumplir su
función es siete lámparas. Cuando se escribió el Apocalipsis, la
iglesia se había degradado y la época se había cubierto de tinieblas.
Por consiguiente, el Espíritu de Dios siete veces intensificado era
necesario para la obra y el mover de Dios en la tierra. Todos
conocemos la bombilla eléctrica de tres filamentos, que puede ser
encendida progresivamente en tres grados de intensidad luminosa.
Cuando no necesitamos mucha luz, accionamos el interruptor al
primer grado, pero si necesitamos más luz, pasamos al segundo o al
tercer grado de iluminación. De igual manera, en las siete lámparas
del candelero la luz estaba intensificada siete veces. En los cuatro
evangelios, el Espíritu de Dios solamente tenía el primer grado de
intensidad luminosa porque no se necesitaba mucha luz. Pero
después de la degradación de la iglesia, la época se volvió
extremadamente obscura; entonces fue necesario que el Espíritu
Santo fuera intensificado siete veces. De esta manera el Espíritu de
Dios se volvió el Espíritu séptuple. El Espíritu Santo existe como
uno solo, igual que el candelero que se menciona en Zacarías, pero
en función el Espíritu Santo es siete.
B. Los siete ojos del Cordero
Los siete Espíritus de Dios son los siete ojos del Cordero (5:6; Zac.
3:9; 4:10). Nuestros ojos son necesarios para movernos. Si somos
ciegos, nos cuesta mucho movernos. Hoy en el mover de Dios,
Cristo, el Cordero de Dios, tiene siete ojos. Los siete ojos del
Cordero también sirven para vigilar, observar e infundir. Cuando
miro a alguien, algo de mí es infundido en él. Frecuentemente
hablamos de amarnos uno a otros; ¿pero como puede uno saber que
alguien lo ama? El amor es comunicado con los ojos. Si usted me
mira con amor, sus ojos me comunicarán su amor. Cuando Cristo
nos mira con Sus siete ojos, es posible que nos atemorice al
principio. Con el tiempo, estos siete ojos nos infundirán el elemento
de Cristo.
El Espíritu Santo hoy es los siete ojos de Cristo. Muchos cristianos
afirman que el Espíritu Santo está separado de Cristo, pero la Biblia
dice que el Espíritu Santo es los ojos de Cristo. ¿Piensa usted que
sus ojos están separados de usted? Es absurdo decir eso. Cuando
miro sus ojos, lo estoy mirando a usted, y cuando usted mira mis
ojos, me está mirando a mí. Los ojos de la persona expresan a la
persona. Decir que el Espíritu Santo está separado de Cristo no
corresponde con la revelación pura de la Palabra santa. ¿Cómo
podemos decir que los ojos de una persona están separados de la
persona misma? No hay ninguna base para afirmar tal cosa. Ya
vimos que la Biblia dice que el Espíritu de Dios ahora es los ojos de
Cristo. Esto simplemente significa que el Espíritu es Cristo. Mis ojos
son mi persona. Cuando mis ojos lo miran a usted, soy yo quien lo
mira. Si no tuviera ojos, no podría mirarlo. Por consiguiente, el
Espíritu, los ojos de Cristo, no está separado de El. El Espíritu es los
ojos de Cristo que nos miran. Nuestra experiencia demuestra esto.
Día tras día, tenemos el sentir de que alguien nos observa. Este
alguien es el Espíritu, el mismo Cristo. Si el Espíritu no fuera Cristo,
sentiríamos la mirada de dos personas, el Espíritu y Cristo. Decir
que el Espíritu está separado de Cristo es arrancarle los ojos a
Cristo y separarlos de El. No es bíblico decir que el Espíritu esta
separado de Cristo y que Cristo no es el Espíritu. De igual manera
que nosotros y nuestros ojos somos uno solo, también Cristo y el
Espíritu son uno solo. Nuestro Cristo no es un Cristo ciego. El es el
Cristo que tiene siete ojos. Frecuentemente El nos infunde Su
elemento. Otras veces El nos observa como un relámpago, y nos
dice: “¿Qué estas haciendo, estás riñendo con tu cónyuge?
¡Detente!” ¿No ha tenido usted esta clase de experiencia? Día tras
día experimentamos esta vigilancia, observación e infusión de
Cristo. Estas acciones se producen por medio de Sus ojos. Sus ojos
son el Espíritu, y el Espíritu es simplemente El mismo. Si usted no
cree esto, perderá la bendición.
C. Las siete lámparas de fuego
arden delante del trono de Dios
Los siete ojos también son las siete lámparas de fuego que arden
delante del trono de Dios (4:5; Zac. 4:2). Esto es difícil de entender.
Cristo lleva a efecto la administración de Dios con el resplandor de
la siete lámparas de fuego. Esto es válido en las iglesias hoy. Cuando
Cristo nos mira penetra en lo más recóndito de nuestro ser, nos
ilumina y lleva a cabo la administración de Dios. Muchas veces
cuando los ancianos de las iglesias discuten asuntos, tienen la
sensación de que las siete lámparas de fuego brillan sobre ellos.
Este es el Cristo que lleva a cabo la administración de Dios
mediante el resplandor de las siete lámparas de fuego.
D. Enviados por toda la tierra
Los siete Espíritus de Dios han sido enviados por toda la tierra
(5:6). Adondequiera que vamos, los siete ojos nos siguen. De hecho,
ellos van antes de nosotros y nos esperan en nuestro destino.
Muchos santos amados que no están satisfechos con la iglesia en
cierta localidad, se han mudado a otra localidad, pensando que
hallarán una mejor situación en otro lugar. Pero cuando llegan a la
nueva localidad, descubren que el Espíritu estaba esperándolos allí.
Algunos de nosotros hemos visitado sitios adonde no debíamos ir, y
al llegar somos recibidos por el Espíritu, quien nos dice: “Regresa.
No te quedes aquí ”. Hoy, el Espíritu ha sido enviado por toda la
tierra. El ahora está en todos los rincones de la tierra. Este es el
maravilloso Espíritu del Dios Triuno.
IV. EL HIJO
Después de estudiar reiteradamente el libro de Apocalipsis, he
descubierto que éste contiene veintiséis aspectos de lo que es el
Hijo. Podemos decir que Cristo abarca todas las letras del
abecedario, desde la A hasta la Z. Con El podemos formar
cualquiera palabra. ¿Quiere usted formar la palabra luz? El es l, u y
z. ¿Quiere escribir la palabra amor? El es a, m, o y r. Con Cristo
podemos escribir cualquiera cosa positiva. Después de tener las
palabras, tenemos las oraciones, los párrafos y los capítulos; una
vez que tenemos los capítulos, tenemos la Biblia completa. La Biblia
en su totalidad se compone de Cristo. Consideremos ahora
brevemente cada uno de los veintiséis aspectos de Cristo que
hallamos en Apocalipsis.
A. Jesucristo
El Hijo es Jesucristo. Jesús es Jehová el Salvador, y Cristo es el
ungido de Dios que lleva a cabo la economía de Dios.
B. El Testigo fiel
El Hijo es el Testigo fiel (1:5; 3:14). El es el Testigo de Dios. Aunque
El es Dios, es también el Testigo de Dios. Sin El, no podemos
conocer ni ver ni ganar a Dios. El da testimonio de Dios.
C. El Primogénito de los muertos
El Hijo es el Primogénito de los muertos (1:5). En el universo Dios
tiene dos creaciones: la creación que llevó a cabo originalmente y la
creación que hizo en Su segunda obra. Todos conocemos la primera
creación, pero pocos estamos familiarizados con la segunda
creación. La segunda obra de Dios es la resurrección. En primer
lugar, Dios creó todas las cosas que existen; más adelante, resucitó
algunas de las cosas que ya existían y las introdujo en otra esfera,
otro ámbito, la resurrección. ¿Estamos nosotros en la primera
creación o en la segunda? Aunque nuestro cuerpo continúa en la
primera creación, nuestro espíritu está en la segunda creación.
Nuestro espíritu fue regenerado. Esto significa que fue recreado.
Por consiguiente, nuestro espíritu pertenece a la segunda creación.
En ambas creaciones Cristo es el primero. Colosenses 1:15 dice que
Cristo es el Primogénito de toda la creación, y en Apocalipsis 1:5 se
nos dice que El es el Primogénito de los muertos. El fue el primero
en ser resucitado de los muertos, y nosotros le seguiremos. Aquí la
frase “el Primogénito de los muertos” implica la creación que Dios
hizo en resurrección. Esto implica un nuevo comienzo. En la
primera creación hubo un comienzo, y en la segunda creación en
resurrección, hubo otro. Cuando somos regenerados,
experimentamos un nuevo comienzo en la segunda creación.
D. El Soberano de los reyes de la tierra
El Hijo es el Soberano de los reyes de la tierra (1:5). Aunque los
comunistas están en contra de Cristo, ellos usan el calendario
cristiano sin darse cuenta. De acuerdo con la historia, el calendario
que usted usa es el calendario de aquel a quien usted está sujeto. Si
alguno usaba el calendario de cierto rey, estaba bajo el gobierno de
dicho rey. De igual manera, los comunistas están bajo Jesucristo
porque usan el calendario cristiano. Ellos lo llaman el calendario
internacional, pero en realidad es el calendario cristiano. De esta
manera ellos inconscientemente admiten que El es su Soberano. En
el universo solamente hay un solo Soberano. Toda la humanidad
hoy usa el calendario de Cristo y está bajo Su gobierno. Toda la
gente de la tierra es Suya, y El es el Soberano de todas las naciones.
Jesús puede decirle a los comunistas: “Ustedes están oponiéndose a
Mí, pero haré que sean Míos. Haré que ustedes usen Mi calendario,
y no tendrán posibilidad de escoger en cuanto a estar bajo Mi
gobierno. Yo soy el único Soberano de la tierra.
E. El Hijo de Dios
El Hijo es el Hijo de Dios (2:18). Como Hijo de Dios, El es Dios mismo.
El es el Dios verdadero con divinidad.
F. El Hijo del Hombre
El Hijo también es el Hijo del Hombre (1:13). Como Hijo del Hombre, El
es un hombre auténtico con el elemento humano. El es el mismo Dios y el
hombre verdadero.
G., H. e I. El primero y el último,
el principio y el fin,
el Alfa y la Omega
El Hijo es el primero y el último (1:17; 2:8; 22:13), el principio y el fin
(22:13), el Alfa y la Omega. Cuando yo era joven, me molestaban estos
términos, pues pensaba que eran una repetición, que el principio, el
primero y el Alfa eran lo mismo, y que el fin, el último y la Omega
también eran la misma cosa. Pero esto no es una repetición, sino diferentes
aspectos. Ser el primero no necesariamente significa ser el último. Ser uno
el primero simplemente significa que llega en primer lugar y que nada
había antes. Pero ser el principio no solamente significa que uno es el
primero, sino también que ha dado comienzo a algo. ¿Entonces, cuál es la
diferencia entre el Alfa y el principio? Cierta cosa puede ser el principio, y
no tener necesariamente ni contenido, ni continuación. Ser el Alfa y la
Omega, quiere decir que uno es el contenido completo y la continuación.
El hecho de que Cristo sea el Alfa y la Omega, la primera letra y la última
del alfabeto griego, indica que El también es todas y cada una de las letras
del abecedario. El primero y el último simplemente indica eso, sin dejar
implícito un principio o un fin. Para ser el principio y el fin, uno tiene que
hacer algo. Cristo no es solamente el primero sino también el principio, a
saber: el principio de la economía de Dios y de la obra de Dios. La obra de
Dios comenzó y terminará con Cristo. Este Cristo también es el contenido
y la continuación de dicha obra, porque El no solamente es el Principio y
el Fin, sino también el Alfa y la Omega. En otras palabras, el Hijo,
Jesucristo, lo es todo. El es el primero y el último, el principio y el fin de
la obra de Dios, el contenido y la continuación de lo que Dios está
haciendo. Podemos decir que Cristo es cada una de las letras con las
cuales podemos formar palabras, oraciones, párrafos, capítulos y libros,
puesto que las letras desde el Alfa hasta la Omega comprenden todos los
caracteres del alfabeto griego. ¡Aleluya, El lo es todo!
J. El que vive
El Hijo, el todo-inclusivo, es el que vive (1:18). El murió, y resucitó y
ahora vive para siempre.
K. El Santo
Aquel que vive es el Santo (3:7) y el que tiene la naturaleza de Dios que
santifica.
L. El Verdadero
Cristo también es el Verdadero (3:7), el que es auténtico y genuino en
todos los aspectos.
M. El Fiel
En 19:11 vemos que Cristo es el Fiel, el que es digno de nuestra confianza.
N. El Amén
El Hijo también es el Amén (3:14). El título “Amén” tiene varios
significados: realidad, sí, así sea. Esto indica más de lo que podemos decir.
Hace trece años, me invitaron a una reunión en Tyler, Texas. Durante la
reunión estaba un poco cauteloso, y no me atrevía a decir “Amén” con
mucho estrépito. Al final de algunas de las oraciones, en voz baja dije:
“Amén”. En unos minutos alguien se me acercó y me dijo: “Hermano Lee,
probablemente usted no conoce las costumbres de este país. En este tipo
de servicio, tenemos que estar callados”. En lo profundo de mi corazón
dije: “El lugar más callado es el cementerio. Ustedes probablemente están
tratando de convertir la reunión de su iglesia en un cementerio”. ¿Qué hay
de malo con que nosotros digamos: “Amén”? Es equivalente a invocar el
nombre del Señor. Cuando decimos “Amén”, es como si dijéramos “Oh
Señor Jesús”. Aprendamos todos a decir “¡Amén!”
O. El origen de la creación de Dios
En 3:14 se nos dice que el Hijo es el principio de la creación de Dios. Este
es un concepto importante. Los traductores han estado turbados con este
versículo. Algunos han dicho que Cristo es el originador, no el origen. Sin
embargo, el sentido aquí no es de originador sino de origen. Cristo es el
origen de la acción de Dios de crear al universo.
P. y Q. La raíz y linaje de David
El Hijo es la raíz y linaje de David (5:5; 22:16). Esto significa que El es
ambas cosas. Una vez más vemos que El es el todo. Como raíz, El es el
primero, el principio y el Alfa, y como linaje, es el último, el fin y la
Omega.
R. y S. El León de la tribu de Judá y el Cordero
Como dijimos en otro mensaje, Cristo, el Hijo, es el León de la tribu de
Judá (5:5) y el Cordero (5:6; 21:23; 22:1). El es el León-Cordero. Para el
enemigo, El es el León; para nosotros los redimidos El es nuestro precioso
y amado Cordero.
T. y U. Rey de reyes y Señor de señores
El Hijo es Rey de reyes y Señor de señores (19:16). Rey de reyes se
relaciona con Su autoridad, y Señor de señores con Su posición como
cabeza. El es la autoridad y la cabeza de todo el universo.
V. El Verbo de Dios
El Hijo es el Verbo de Dios (19:13), la expresión de Dios. El y la Biblia
son uno solo, puesto que Cristo es el Verbo. No lea la Biblia sin leerlo a
El, y no se acerque a la Biblia sin acercarse a El. Cuando vamos a la
Biblia, debemos estar conscientes de que El mismo es el Verbo de Dios.
W. La estrella de la mañana
En 22:16 vemos que el Hijo de Dios es la estrella resplandeciente de la
mañana. En Malaquías 4:2, El se revela como el sol, pero aquí se revela
como la estrella de la mañana. El como el sol se relaciona principalmente
con la gente de la tierra, pero como la estrella de la mañana está
relacionado con los creyentes que vigilan y que lo esperan. A los que
esperan y anhelan la venida del Señor, El les aparecerá como la estrella de
la mañana. Aunque deseo verlo como el sol, ahora lo espero como la
estrella de la mañana. A todos los que amamos al Señor como la estrella
de la mañana, El se nos aparecerá de esta manera.
X. La lámpara
En 21:23 Cristo se revela como la lámpara que contiene a Dios como la
luz. La luz es la esencia de la lámpara, y la lámpara irradia la luz. Dios es
la esencia de Cristo, y Cristo irradia a Dios.
Y. El Esposo
En 21:2 vemos que la Nueva Jerusalén es la esposa de Cristo. Esto implica
que Cristo es el Esposo, quien toma por esposa a los redimidos de Dios.
Z. El otro Angel
Finalmente, Cristo es el otro Angel (7:2; 8:3; 10:1; 18:1) enviado por Dios
para llevar a cabo la comisión de Dios. En el Antiguo Testamento Cristo
apareció muchas veces como el ángel del Señor (Ex. 3:2-6; Jue. 6:11-24;
Zac. 1:11-12; 2:8-11; 3:1-7), que venía para cuidar al pueblo de Dios con
el fin de cumplir el plan de Dios. En este libro El también es el Angel que
Dios envía para llevar a efecto Su propósito.
Si juntamos estos veintiséis aspectos, tendremos una visión clara de lo que
es el Hijo. El Padre y el Espíritu son uno con el Hijo. Si el Hijo no tuviera
todos estos aspectos, el Padre no podría expresarse adecuadamente y el
Espíritu no tendría mucho qué manifestar.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCO
CRISTO VIENE OTRA VEZ
La mayoría de los cristianos tiene el concepto de que Apocalipsis es
un libro sobre la segunda venida de Cristo. Este concepto es
perfectamente correcto, puesto que dicho libro habla de la segunda
venida de Cristo. Sin embargo, a través de los años, los cristianos no
han tenido un entendimiento claro sobre la segunda venida del
Señor. Por esta razón ha habido mucha controversia y discusión al
respecto. La revelación de la segunda venida de Cristo no es algo
sencillo; al contrario, es un tema bastante complicado y tiene
muchos aspectos. Por consiguiente, ha sido difícil para la mayoría
de los cristianos entender completamente la segunda venida del
Señor.
En el último siglo y medio, se han escrito muchos libros,
especialmente por parte de los Hermanos, sobre la segunda venida
de Cristo. Algunos de los principales maestros entre los Hermanos
sostuvieron diferentes opiniones sobre la venida del Señor, y la
primera división entre ellos fue el resultado de esas diferencias. El
testimonio de los Hermanos, como algunos lo llaman, comenzó en
1828 o 1829 bajo el liderazgo de John Nelson Darby. Darby
enseñaba que Cristo vendría antes de la gran tribulación, mientras
que Benjamín Newton, otro de los principales maestros, enseñaba
que Cristo vendría después de la gran tribulación. Debido a que
estos dos grandes maestros tenían diferentes opiniones, hubo
muchos debates sobre este tema. Finalmente, esto condujo a la
primera división entre ellos: los que estaban bajo la enseñanza de
Darby se separaron de los que seguían a Newton. Yo estuve
vinculado al grupo de Benjamín Newton por siete años y medio y
durante ese tiempo aprendí todas sus enseñanzas. Ellos tenían un
sólido respaldo cuando enseñaban que la segunda venida de Cristo
ocurriría después de la gran tribulación. Si usted lee los mejores
escritos de los grandes maestros durante los últimos ciento
cincuenta años, encontrará que algunos enseñan que la venida del
Señor se producirá antes de la tribulación, y otros enseñan que
ocurriría después de ésta.
En el siglo pasado, el Señor levantó algunos estudiosos de la
Palabra, tales como G. H. Pember, Robert Govett y D. M. Panton.
Estos hombres descubrieron que la segunda venida de Cristo no es
un evento simple. Ellos vieron que, por un lado, Cristo vendrá
después de la tribulación, y que, por otro, también vendrá antes de
la tribulación. Estos eruditos de la Biblia suministraron un sólido
argumento que comprueba la veracidad de este punto de vista. La
venida de Cristo tiene por lo menos dos aspectos, uno anterior a la
tribulación, y el otro posterior a la misma. Además, estos hombres
también aprendieron que el arrebatamiento de los santos constará
de más de dos categorías. Esto significa que algunos serán
arrebatados antes de la tribulación y otros después. No reaccione a
estas afirmaciones apresuradamente. Cuando yo era joven,
reaccioné precipitadamente, pero con el tiempo fui sometido y
convencido. La Biblia no es tan simple como creen muchos.
En este mensaje consideraremos el tema de la segunda venida de
Cristo. Doy gracias a Dios por todos los maestros de la Palabra que
nos han precedido. Estamos agradecidos con ellos, y lo que veamos,
lo vemos apoyados sobre sus hombros. Si deseamos entender la
segunda venida de Cristo, tenemos que estudiar la Biblia y también
leer los libros de estos grandes maestros. Entonces tendremos una
vista panorámica y completa de dicho tema. Si hacemos esto,
quedaremos completamente convencidos de que la venida de Cristo
tiene dos aspectos: el aspecto secreto o privado, y el visible o
público.
I. EL ASPECTO SECRETO
A. El viene como ladrón
En Mateo y Apocalipsis vemos el aspecto secreto de la segunda
venida de Cristo. Apocalipsis 3:3 y 16:15 nos dicen que Cristo
vendrá como ladrón, y que debemos velar. El ladrón no viene
públicamente anunciando su venida. Como dijimos en otro
mensaje, cuando el Señor venga como ladrón, vendrá a robar los
objetos preciosos. En Mateo 24:40-41, el Señor habló de Su venida
secreta, diciendo: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será
tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el
molino; la una será tomada, y la otra será dejada”. El Señor Jesús
fue muy sabio al usar el ejemplo de dos hermanos que están en el
campo y de dos hermanas que están moliendo en el molino.
Aparentemente no hay diferencia alguna entre los dos hermanos ni
entre las dos hermanas. Pero repentinamente uno de los hermanos
es tomado, e igualmente, una de las hermanas es tomada. Después
de dar este ejemplo, el Señor dijo: “Velad, pues, porque no sabéis en
qué día viene vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el dueño de
casa supiese en qué vigilia el ladrón habría de venir, velaría, y no
permitiría que penetrasen en su casa. Por tanto, también vosotros
estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que
no pensáis” (vs. 42-44). Mientras estemos trabajando, sin estar
conscientes de que Cristo va a venir, algunos de nosotros vamos a
ser arrebatados. El viene como un ladrón y, por eso, tenemos que
velar.
C. En cuanto al Espíritu
Dios se revela como Elohim y como Jehová, y Cristo se revela como Jesús
y como Cristo. Sin embargo, la revelación en cuanto al Espíritu, no es
simple (Mt. 28:19); al contrario, es un misterio. Pocos cristianos discuten
en cuanto a la revelación de Dios y de Cristo. Pero cuando llegamos al
asunto del Espíritu, hay mucho debate debido a que la revelación del
Espíritu es un misterio. El Espíritu es misterioso porque está relacionado
con la vida. La revelación del Espíritu se compone de muchos aspectos: el
Espíritu de verdad o realidad, (Jn. 14:16-17), el Espíritu de vida (Ro. 8:2),
el Espíritu de poder (Lc. 24:49), el Espíritu de Dios (Ro. 8:9), el Espíritu
de Cristo (Ro. 8:9), el Espíritu de Jesús (Hch. 16:7), el Espíritu de
Jesucristo (Fil. 1:19), el Espíritu Santo (Hch. 5:32) y los siete Espíritus
(Ap. 1:4; 4:5; 5:6).
¿Conoce usted la diferencia entre el Espíritu de vida y el Espíritu de
poder? Aquellos que están en el movimiento pentecostal o carismático
hablan del Espíritu de poder. Solamente el Señor sabe si ellos tienen el
verdadero poder o no. He oído mucho del hablar en lenguas, pero no he
visto poder en la obra de los que hablan en lenguas. El bautismo del
Espíritu Santo da poder al hombre. Pero muchos de los que hablan en
lenguas, carecen de poder del mismo modo que los que no hablan en
lenguas. Tal vez tengan el poder de balbucear incoherencias, pero no
tienen el poder de salvar almas. Aunque algunos nunca han hablado en
“lenguas”, su predicación ha sido el medio para la salvación de miles de
personas. Ese es verdadero poder. No solamente no hay verdadero poder
en el movimiento carismático, sino que tampoco hay vida. Después de
haber hablado en lenguas, muchos proceden a pelear con su cónyuge o
fumar cigarrillos. ¿Es esto vida? ¡No! La vida transforma a las personas.
Necesitamos tanto el Espíritu de poder como el Espíritu de vida.
Estamos aquí para ser el testimonio de Jesús. Este testimonio no es un
término ni un formalismo; esto es una vida. Cuánto necesitamos abrirnos a
El, para que El nos imparta más vida. Si verdaderamente tenemos a Cristo
como nuestra vida, debemos andar, vivir y comportarnos en Cristo. Ahora
podemos entender la razón por la cual las epístolas hablan reiteradamente
del Espíritu. Como ya vimos, el libro de Apocalipsis habla de los siete
Espíritus de Dios. La vida de la iglesia requiere el Espíritu intensificado.
La verdadera iglesia se origina en este Espíritu. Aunque no me opongo a
ninguno de los dones pentecostales genuinos, puedo testificar que en el
pasado no he visto ni una sola iglesia edificada apropiadamente por el
movimiento pentecostal. Considere el movimiento carismático católico.
Está saturado de la adoración a María. Si este movimiento es correcto,
¿cómo puede tolerar la adoración de ídolos? El hecho de que tolere la
idolatría demuestra que no es correcto. Se le puede añadir mugre a una
bola de nieve, pero no a un diamante. El movimiento carismático es
semejante a una bola de nieve, a la que se le pueden agregar cosas sucias.
Necesitamos que nuestros ojos sean abiertos para ver que Dios hoy desea
iglesias locales verdaderas, vivientes y prácticas.
D. En cuanto a la iglesia
Llegamos a la última sección de la revelación divina, la revelación
en cuanto a la iglesia. Es difícil conocer la iglesia debido a que
Satanás, el enemigo sutil, no quiere que los cristianos vean lo que es
la verdadera iglesia.
1. La iglesia universal
La iglesia como Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:12-13) es universalmente
una (Ef. 1:22-23; 4:4-6). Cristo como la única Cabeza tiene un solo
Cuerpo, el cual está constituido de todos los creyentes genuinos.
2. Las iglesias locales
La iglesia universal como Cuerpo de Cristo se expresa mediante las
iglesias locales. Las iglesias locales, como expresión del Cuerpo de
Cristo (Ap. 1:12, 20), son localmente una (Hch. 8:1; 13:1; Ro. 16:1; 1
Co. 1:2). Apocalipsis 1:4 dice: “Juan, a las siete iglesias que están en
Asia”. Asia era una provincia del antiguo Imperio Romano en la
cual estaban las siete iglesias mencionadas en 1:11. Las siete iglesias
estaban en esas siete ciudades respectivamente, no todas en una
ciudad. Este libro no trata de la iglesia universal, sino de las iglesias
locales en muchas ciudades. La iglesia se revela primeramente
como iglesia universal en Mateo 16:18; luego, en Mateo 18:17, se
revela la iglesia local. En el libro de Hechos la iglesia era practicada
en iglesias locales, como por ejemplo, la iglesia en Jerusalén (8:1),
la iglesia en Antioquía (13:1), la iglesia en Efeso (20:17), y las
iglesias en las provincias de Siria y Cilicia (15:41). Con excepción de
algunas cartas escritas a individuos, todas las epístolas fueron
escritas a iglesias locales. Ninguna se escribió a la iglesia universal.
Sin las iglesias locales no hay una expresión práctica y válida de la
iglesia universal. La iglesia universal se hace real en las iglesias
locales. El conocimiento de la iglesia universal halla su
consumación en el conocimiento de las iglesias locales. Es un gran
adelanto para nosotros conocer y practicar las iglesias locales. El
libro de Apocalipsis está en un estado avanzado acerca de la iglesia,
pues fue dirigido a iglesias locales. Si queremos conocer este libro,
tenemos que avanzar del entendimiento de la iglesia universal a la
realidad y la práctica de las iglesias locales. Solamente aquellos que
están en las iglesias locales están en el ángulo o perspectiva
apropiada y en la posición correcta para recibir las visiones de este
libro.
En Apocalipsis 1:11 la voz le dijo a Juan: “Escribe en un libro lo que
ves, y envíalo a las siete iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a
Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea”. Este versículo está
redactado de una manera muy cuidadosa. En este versículo vemos
que enviar este libro a las “siete iglesias” equivale a enviarlo a las
siete ciudades. Esto muestra claramente que la práctica de la vida
de la iglesia en su comienzo consistía en que había una iglesia para
cada ciudad, es decir en una ciudad había una sola iglesia. En
ninguna ciudad había más de una iglesia. Esta es la iglesia local.
Local se refiere a cada ciudad, no a cada calle. La jurisdicción de
una iglesia local debe abarcar toda la ciudad donde está la iglesia;
no debe ser más grande ni más pequeña que los límites de la
ciudad. Todos los creyentes que estén dentro de esos límites deben
constituir la única iglesia local que hay en los límites de esa ciudad.
Por consiguiente, una iglesia equivale a una ciudad, y una ciudad
equivale a una iglesia. Esto es lo que nosotros llamamos las iglesias
locales.
Apocalipsis 1:4 habla de “las siete iglesias”. El siete es el número de
cumplimiento en la obra de Dios, como vemos en los siete días de la
creación (Gn. 1:31—2:3), siete sellos (5:5), siete trompetas (8:2) y
siete copas (15:7) que tienen como fin el mover de Dios en la tierra.
Por lo tanto, las siete iglesias llevan a cabo el mover de Dios.
La iglesia necesita tener una expresión. Si hablamos de la iglesia sin
tener la expresión de la misma, nuestras palabras sólo son teoría;
no son prácticas. Se necesitan las iglesias locales para que la iglesia
sea real y práctica. Si uno no tiene las iglesias locales, no tiene la
iglesia. Igualmente, si no hay miembros, no existe el Cuerpo. Si no
está la iglesia local, no puede existir la iglesia universal, pues la
iglesia universal está compuesta de todas las iglesias locales, de
igual modo que el cuerpo humano está compuesto de muchos
miembros. Tener solamente la iglesia universal, es estar en una
feria de vanidades. Pero nosotros tenemos las iglesias locales en la
práctica. Si nos preguntan dónde está la iglesia, mostramos las
iglesias en Anaheim, San Francisco, Chicago, Nueva York y en
muchos otros lugares.
Algunos amigos cristianos han argüido conmigo así: “¿Por qué dice
que ustedes son la iglesia y que nosotros no lo somos?” Algunas
veces he replicado: “Si usted dice que ustedes son la iglesia, por
favor muéstreme la iglesia. Muéstreme dónde está”. Algunos alegan
que han enviado muchos misioneros al extranjero. En lo más
recóndito de su ser saben que no son la iglesia. Los hechos son los
hechos. ¿Si ustedes son la iglesia, por qué no se llaman la iglesia?
Ustedes saben si son la iglesia o no. No pretenda ni presuma ser lo
que no es. Si soy un hombre debo designarme como tal. ¿Qué más
podría hacer? En 1963 fui invitado a hablar en cierto lugar en
Missouri. Al final de la reunión, alguien me preguntó
amigablemente y con humildad: “Hermano Lee, por favor dígame,
¿por qué ustedes se llaman la iglesia en Los Angeles?” A lo cual
contesté: “Hermano, si nosotros no nos llamamos la iglesia,
entonces ¿cómo nos podríamos llamar? Nosotros sencillamente
somos la iglesia. Esto no es solamente la verdad sino también el
hecho”. Nosotros somos lo que somos. Aunque pretendamos ser
otra cosa, eso no es lo que verdaderamente somos. Antes de que el
recobro del Señor viniera a los Estados Unidos, ningún grupo de
cristianos afirmó ser la iglesia en Los Angeles. Por consiguiente,
cuando nosotros llegamos a Los Angeles, tuvimos que llamarnos la
iglesia en Los Angeles.
En Apocalipsis 1:20 leemos: “El misterio de las siete estrellas que
has visto en Mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete
estrellas son los mensajeros de las siete iglesias, y los siete
candeleros son las siete iglesias”. Cuando Juan vio las siete estrellas
en la mano derecha de Cristo y los siete candeleros de oro en medio
de los cuales estaba Cristo, no pudo comprender la escena, era un
misterio para él. No podía entender el significado de las siete
estrellas celestiales y los siete candeleros de oro. De modo que el
Señor le reveló el misterio diciendo: “Las siete estrellas son los
mensajeros de las siete iglesias, y los siete candeleros son las siete
iglesias”. El significado no fue un misterio solamente para Juan,
sino también para los creyentes de hoy. Todos los creyentes
necesitan la revelación de este misterio para ver las iglesias y sus
mensajeros.
Las iglesias, representadas por los siete candeleros de oro, son “el
testimonio de Jesús” (1:2, 9), tienen la naturaleza divina, y
resplandecen en la noche obscura localmente y también
colectivamente. La naturaleza de las iglesias debe ser divina (que es
lo que representa el oro). Ellas deben ser los candeleros, es decir las
lámparas, que contienen el aceite (el cual es Cristo como el Espíritu
vivificante), y que brillan en la obscuridad individual y
colectivamente. Ellas son lámparas individuales localmente, y al
mismo tiempo son un grupo, una colectividad, de candeleros
universalmente. No sólo brillan localmente, sino que también llevan
el mismo testimonio tanto a las localidades como al universo.
Tienen la misma naturaleza y forma; tienen la misma lámpara con
el mismo propósito, y están plenamente identificadas entre sí, sin
tener ninguna distinción individual. Las diferencias entre las
iglesias locales que se mencionan en los capítulos dos y tres son de
carácter negativo, no positivo. En el aspecto negativo, son
diferentes y separadas entre sí en sus fracasos; pero en el lado
positivo, en naturaleza, forma y propósito, son absolutamente
idénticas y están conectadas. A los creyentes les es fácil ver la iglesia
universal, pero les es difícil ver las iglesias. La revelación de las
iglesias locales es la máxima revelación del Señor en cuanto a la
iglesia. Esta revelación consta en el libro de Apocalipsis, el último
libro de la Palabra divina. Para conocer la iglesia en plenitud, los
creyentes deben seguir al Señor desde los evangelios, pasando por
las epístolas, hasta llegar al libro de Apocalipsis y ver las iglesias
locales según se revelan aquí. En Apocalipsis la primera visión se
relaciona con las iglesias. Las iglesias, con Cristo como su centro,
son el punto central en la administración divina para el
cumplimiento del propósito eterno de Dios.
Si no hubiera iglesias locales, yo no podría seguir viviendo;
preferiría morir. Supongamos que no hay iglesias locales. ¿Qué
haríamos? No tendríamos meta ni objetivo ni propósito; nuestra
vida cristiana no tendría sentido. Las iglesias locales son la meta, el
blanco y el significado de nuestra vida cristiana. Tal vez usted no
aprecie mucho la vida de la iglesia local cuando la disfruta. Si las
iglesias fueran quitadas, usted se daría cuenta de que todas las
bendiciones también son quitadas. No podemos vivir sin la vida de
la iglesia, pues perdemos la razón y la meta de ser cristianos.
Espero que todos nosotros, especialmente los jóvenes, veamos que
el destino de la revelación de Dios son las iglesias locales. La
revelación de Dios avanzó progresivamente hasta llegar a las
iglesias locales. Las iglesias locales son el destino que Dios ha
trazado. Dios trajo Su revelación a las iglesias locales. Esta es la
razón por la cual las iglesias están llenas de revelación, luz y verdad.
Fuera de las iglesias hay escasez de luz, revelación y alimento. Pero
las iglesias están llenas de revelación porque ellas son el destino de
la revelación de Dios. Por consiguiente, todas las riquezas de la
revelación divina están aquí.
Si usted ve esto, comprenderá que nosotros no estamos exagerando
nuestro celo por la iglesia. Nuestro espíritu da testimonio de esto.
Cuando no testificamos de las iglesias locales, nuestro espíritu es
debilitado. Siempre que tratamos de ser prudentes para no
provocar oposición, evitando hablar en cuanto a la iglesia, nos
sentimos amortecidos en nuestro interior. Pero cuando hablamos
confiadamente de la iglesia local, somos animados, nuestro espíritu
es avivado y enardecido, y sentimos deseos de gritar, llorar y
exclamar. Reconozco que es mejor no ofender a la gente; sin
embargo, cuando trato de no ofender a la gente, ofendo al Señor.
Cuando le digo claramente a la gente que las iglesias locales son el
destino que Dios ha dispuesto, siento al Señor conmigo. De acuerdo
con la Biblia, el Hijo del Hombre, Cristo, anda en medio de las
iglesias locales. Si usted busca a Cristo, tiene que venir a las iglesias
locales. El Hijo del Hombre se mueve entre las iglesias, y las cuida.
Si usted desea ser partícipe de este cuidado, debe estar en las
iglesias locales. La carga que tenemos hoy es conducir al pueblo de
Dios a la meta que El ha establecido, y nuestro propósito es ayudar
a los santos a llegar a esta meta.
Antes de venir a las iglesias locales, éramos vagabundos. Nunca
tuvimos el sentir de haber llegado a nuestro hogar o de haber
llegado a nuestro destino. Pero el día que llegamos a las iglesias
locales, tuvimos la certeza de haber llegado a nuestro hogar.
Después de vagar por años, supimos que finalmente habíamos
arribado a nuestro destino. Cuando llegamos a la vida de la iglesia
local, algo profundo dentro de nosotros dijo: “Este es el lugar”, y
supimos que estábamos en nuestro hogar. No tenemos que vagar
más porque hemos llegado a nuestro destino. Hoy día muchos
cristianos que buscan a Dios con seriedad son viajeros; viajan de
una denominación o grupo a otro. Pero el día que llegamos a la vida
de la iglesia, nuestro vagar cesó. Las iglesias locales son lo que Dios
desea hoy. Esta es la última estación de Su revelación. Nosotros
necesitamos simplemente vivir la vida de la iglesia local. Nuestro
testimonio es que no somos una organización, sino la expresión
local del Cuerpo de Cristo.
II. LA PROGRESION DE LA MANIFESTACION DE DIOS
Dios está corporificado en Cristo y es expresado en El (Jn. 1:1, 14; 1
Ti. 3:16; Col. 2:9), y Cristo es real para nosotros y le
experimentamos como el Espíritu (Jn. 14:16-17; 1 Co. 15:45; 2 Co.
3:17; Ro. 8:10; Fil. 1:19). El Espíritu es el constituyente esencial de
la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo, Su plenitud (Ef. 1:22-23; 1
Co. 12:12). Ahora el Cuerpo de Cristo es expresado en las iglesias
locales, las cuales son las expresiones de la iglesia universal (1:11-
12). Las iglesias locales son la expresión del Cuerpo, el Cuerpo es la
realidad de Cristo como el Espíritu vivificante, y Cristo es la
corporificación de Dios. Por consiguiente, en las iglesias locales
tenemos a Dios, a Cristo, al Espíritu y a la iglesia. Es por esto que
las iglesias locales son tan ricas. ¿Dónde puede uno encontrar a
Dios y Su propósito? En las iglesias locales. ¿Dónde puede ganar a
Cristo con todas Sus riquezas? En las iglesias locales. ¿Dónde puede
participar del Espíritu vivificante intensificado? En las iglesias
locales. ¿Dónde puede ser parte del Cuerpo en la práctica? En las
iglesias locales. ¡Las iglesias locales son muy importantes para
nosotros! ¡Aleluya, Amén! Ya no somos vagabundos; ¡estamos en
las iglesias locales! Hemos llegado a nuestro destino, a nuestro
hogar. Estamos en nuestro hogar eterno. Aquí en las iglesias
tenemos a Dios con Su propósito, a Cristo con Sus riquezas, al
Espíritu vivificante intensificado, y la vida apropiada de iglesia.
Aquí la Biblia no sólo es comprensible sino también real. ¡Aleluya
por las iglesias locales! Realmente tenemos algo por lo cual
podemos estar animados.
La revelación de Dios comienza en El mismo y continúa con Cristo y
el Espíritu hasta llegar a la meta en las iglesias locales. Sin las
iglesias locales, no tenemos la meta de la revelación divina. Es
evidente el vacío que hay entre los judíos, entre muchos cristianos y
entre muchas de las que llamamos personas espirituales. Los judíos
tienen a Dios; la mayoría de los cristianos tiene a Dios y a Cristo, y
los cristianos destacados también tienen el Espíritu, pero muy
pocos cristianos tienen la vida apropiada de iglesia en las iglesias
locales. Hoy en la iglesias locales, tenemos a Dios, a Cristo, al
Espíritu y a la iglesia.
El resultado de la manifestación progresiva de Dios es la iglesia.
Dios está corporificado en Cristo; Cristo se hace manifiesto y se
experimenta como el Espíritu vivificante, y el Espíritu produce las
iglesias. Cuando Cristo se hace real a nosotros y lo experimentamos
como el Espíritu vivificante, se produce la vida de la iglesia. La
iglesia es el Cuerpo de Cristo, Su plenitud. La progresión de la
revelación es Dios, Cristo, el Espíritu, la iglesia y las iglesias locales.
Esta es la revelación de Dios en Su Palabra santa. Así que podemos
ver cómo Dios se hace real para nosotros y cómo es expresado y
manifestado en la realidad.
Primeramente Dios se encarnó cuando tomó cuerpo en Cristo. Si
usted quiere conocer a Dios, tiene que conocer a Cristo. ¿Quiere ir a
Dios? Entonces tiene que ir a Cristo. Fuera de Cristo es imposible
tocar a Dios. Dios se corporificó de una manera práctica y real en el
hombre llamado Jesucristo. Cuando usted lo conoce a El, conoce a
Dios; cuando lo toca a El, toca a Dios; cuando lo obtiene a El,
obtiene a Dios; cuando lo recibe a El, recibe a Dios, porque El es la
corporificación de Dios mismo. Este Cristo es real para nosotros y le
experimentamos como el Espíritu vivificante. El no es solamente
nuestro Salvador, Redentor, Señor, santidad y justicia, sino también
el Espíritu vivificante. Ser el Salvador, el Redentor y el Señor
equivale a ser el Espíritu vivificante. A quien tenemos hoy en la
realidad y en la práctica, es al Espíritu vivificante. La mayoría de los
cristianos no percibe este punto crucial, debido a que el enemigo
sutil ha hecho lo que ha podido por esconder este aspecto. En años
recientes, hemos dado muchos mensajes, y hemos escrito gran
cantidad de libros en cuanto a Cristo como el Espíritu vivificante,
pero algunos cristianos ni siquiera ven este aspecto, y además se
oponen. Esto muestra la sutileza del enemigo.
Si Cristo fuera solamente nuestro Salvador, Redentor y Señor,
¿cómo podría ser producida la iglesia en la práctica? El Salvador no
produce la iglesia directamente, y tampoco lo hace el Señor
directamente. Para que la iglesia sea producida, es necesario que
Cristo sea el Espíritu vivificante. Para conocer a Cristo como el
Espíritu vivificante, no debemos depender de nuestra mente, pues
ésta es muy limitada. Aunque no entendamos esto completamente,
podemos experimentarlo. Compruébelo en su experiencia. Su
experiencia diaria da testimonio de que el Cristo que usted disfruta
es el Espíritu vivificante que mora en usted. No solamente Cristo
mismo es maravilloso, misterioso, ilimitado e inescrutable; aun el
alimento que disfrutamos cada día sobrepasa nuestro
entendimiento. Aunque no podemos conocer los alimentos usando
nuestra mente, podemos determinar su sabor en nuestra
experiencia. Por medio de nuestra experiencia podemos saber qué
es el alimento. No preste atención a conversaciones teológicas.
Aquellos que se empeñan en esta clase de conversación son
atrapados por el ejercicio exagerado de su intelecto. A nosotros sólo
nos interesa la Palabra pura que hallamos en la revelación divina y
nuestra experiencia práctica y personal. Nuestra experiencia
testifica que el mismo Cristo que disfrutamos cada día es el Espíritu
vivificante. ¿No tiene usted la realidad del Cristo vivo dentro de
usted? Este es el mismo Cristo que disfrutamos y experimentamos y
del cual participamos en nuestro espíritu. Este es el Espíritu
vivificante que es Cristo mismo. Por consiguiente, Dios está
corporificado en Cristo, y Cristo es hecho real y experimentado por
nosotros como el Espíritu vivificante.
Esta experiencia produce la iglesia. Cuanto más experimentemos a
Cristo de esta manera, más anhelaremos la iglesia. Esta experiencia
crea en nosotros hambre y sed. Al principio, cuando no estábamos
en las iglesias locales, no podíamos determinar de qué teníamos
hambre y sed. Pero después de venir a la iglesia, nos dimos cuenta
de que al experimentar a Cristo surgió hambre y sed por la vida de
iglesia. Cuando llegamos a la vida de la iglesia, nuestra hambre y
sed fueron satisfechas. Esta satisfacción crea en nosotros un aprecio
más profundo para con Cristo, y nos conduce a disfrutarle cada vez
más. Cuanto más disfrutamos a Cristo, más anhelamos la vida de la
iglesia, y cuanto más anhelamos la vida de la iglesia, más
ahondamos en la iglesia y más valoramos y disfrutamos a Cristo.
Este es un ciclo glorioso, y podemos testificar que estamos en dicho
ciclo.
El propósito de este ministerio no es suministrar conocimiento a los
santos, sino ayudarlos a que abran sus ojos, su mente, su corazón y
su espíritu para que vean la revelación de Dios. Todo lo que
predicamos concuerda con nuestra experiencia. Hoy día estamos
aquí para dar testimonio de Jesús, lo cual proviene de la experiencia
genuina que tenemos de Cristo como el Espíritu vivificante. Repito
una vez más que Dios está corporificado en Cristo, que Cristo es
hecho real y experimentado como el Espíritu vivificante, y que
experimentar a Cristo así, produce la vida de la iglesia. La iglesia es
el Cuerpo de Cristo, Su expresión y Su plenitud. Como tal, debe
tener sus expresiones locales. La iglesia universal es el Cuerpo de
Cristo, Su plenitud, y las iglesias locales son la expresión de la
iglesia universal. Nosotros estamos hoy en esa expresión. ¡Aleluya!
III. LA MANERA DE VER LA REVELACION
Y DE CONOCER LA MANIFESTACION DE DIOS
A. Separarse para Dios
Para ver la revelación de Dios y para que Su manifestación sea real para
nosotros, necesitamos separarnos para Dios. El apóstol Juan estaba
completamente separado para Dios en la isla de Patmos (1:9). El también
fue conducido a la puerta del cielo (4:1) y a un monte alto y grande
(21:10), de esta manera vio la revelación de Dios y conoció la
manifestación de Dios. Hoy día muchos cristianos que hablan de la iglesia
no ven las iglesias locales; esto se debe principalmente a que no están
separados para Dios.
B. Estar en el espíritu humano
En Apocalipsis 1:10 dice: “Yo estaba en el espíritu en el día del Señor, y
oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”. El libro de Apocalipsis
no solamente hace énfasis en el Espíritu de Dios como el Espíritu siete
veces intensificado que lleva a cabo el mover siete veces intensificado de
Dios, sino también en nuestro espíritu humano como el órgano con el cual
podemos estar conscientes del mover de Dios y responder al mismo. Sólo
nuestro espíritu humano puede responder al Espíritu de Dios. El libro de
Apocalipsis está compuesto de cuatro revelaciones principales: la visión
de las iglesias (caps. 1—3); la visión del destino del mundo (caps. 4—16);
la visión de la gran Babilonia (caps. 17—20; y la visión de la Nueva
Jerusalén (caps. 21—22). Para recibir estas cuatro visiones, Juan estaba en
su espíritu (1:10; 4:2; 17:3; 21:10), como se menciona en Efesios 3:5, para
recibir la revelación del misterio de Cristo. Nosotros también necesitamos
estar en nuestro espíritu para recibir las visiones de este libro. Esto no es
simplemente un asunto de entendimiento intelectual, sino que es una
realidad espiritual. En la primera visión de este libro, la visión de las
iglesias, Cristo y los mensajeros de las iglesias se revelan como nunca
antes, en una forma muy particular. Para entender esto, los creyentes
necesitan una visión particular en su espíritu.
El día del Señor en este versículo debe de ser el primer día de la semana,
el día de la resurrección del Señor (Jn. 20:1). La iglesia primitiva se reunía
este día (Hch. 20:7; 1 Co. 16:2). Fue en este día cuando Juan, estando en
el espíritu, tuvo las visiones de la economía de Dios. Para ver la revelación
de las iglesias locales, necesitamos volvernos de nuestra mente analítica a
nuestro espíritu vidente. Si permanecemos en nuestro intelecto
confundimos la visión de las iglesias.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE OCHO
LOS SIETE CANDELEROS
Casi todo el libro de Apocalipsis se basa en el Antiguo Testamento, pues
la mayoría de las cosas mencionadas en él no son nuevas. La mayor parte
de lo que este libro revela procede del Antiguo Testamento. Sin embargo,
todas las cosas que se encuentran en Apocalipsis tienen un nuevo
significado. Por ejemplo, la ciudad de Jerusalén, una ciudad con doce
puertas, se halla en Ezequiel 48, pero al final de Apocalipsis vemos la
ciudad de Jerusalén de una manera nueva. Casi todo es presentado desde
una perspectiva nueva en Apocalipsis, debido a que es un libro de
conclusión, el cumplimiento de lo que la Biblia presenta. Tal es el caso de
los candeleros que vemos en el capítulo uno. El candelero se menciona en
Exodo 25 y Zacarías 4, pero en Apocalipsis se presenta desde un ángulo
nuevo. En este mensaje consideraremos los siete candeleros de
Apocalipsis 1.
Los candeleros son los símbolos de las iglesias locales. Aunque hemos
visto que las iglesias locales son el testimonio de Jesús, tal vez a muchos
les sea difícil comprender lo que esto significa. ¿Qué significa decir que
las iglesias locales son el testimonio de Jesús? Significa decir que las
iglesias son los candeleros.
A lo largo de los siglos, pocos cristianos han tocado la profundidad de lo
que significa el candelero. En este mensaje escudriñaremos las
profundidades del asunto de los candeleros. Los símbolos bíblicos son
difíciles de comprender debido a que no podemos entender un símbolo
como el del candelero según nuestro concepto natural. De acuerdo con
nuestro concepto natural, un candelero es simplemente un objeto que
sostiene una lámpara, la cual ilumina en la obscuridad. El candelero de
Exodo 25 es de oro puro, igual que los candeleros de Zacarías 4 y de
Apocalipsis 1. La substancia del candelero es el oro. En el candelero
vemos tres cosas importantes: el oro, la base y las lámparas. El candelero
representa el Dios Triuno. El oro es la substancia con la cual está hecho el
candelero; la base es la corporificación del oro, y las lámparas son la
expresión de la base. El oro representa al Padre como la substancia; la
base representa al Hijo como la corporificación del Padre, y las lámparas
representan al Espíritu como la expresión del Padre en el Hijo. Por lo
tanto, el Dios Triuno está implícito en el significado del candelero.
En las paredes de las sinagogas judías se ve el símbolo del candelero.
Aunque los judíos han usado este símbolo por siglos, no conocen su
verdadero significado, el Dios Triuno. ¿Ha considerado usted alguna vez
que el candelero lleva implícito el significado del Dios Triuno?
En cuanto a substancia, el candelero es uno solo, pero en expresión es
siete, porque es un solo candelero con siete lámparas. En la base el
candelero es uno; en el extremo superior es siete. ¿Hemos de discutir si es
uno o es siete? En substancia, el candelero es una sola pieza de oro, pero
sostiene siete lámparas. Esto indica misteriosamente que en substancia el
Dios Triuno es uno. El es uno en substancia, pero en expresión es los siete
Espíritus. El Padre, la substancia, está corporificado en el Hijo, la forma, y
el Hijo es expresado como los siete Espíritus.
¿Como podemos comprobar que las siete lámparas son el Espíritu que
expresa a Cristo? Las siete lámparas se mencionan por primera vez en
Exodo. Si solamente tuviéramos el relato de Exodo, sería muy difícil
entender que estas siete lámparas son el Espíritu. Pero si continuamos
desde Exodo hasta Zacarías, veremos que las siete lámparas son los siete
ojos de Cristo y los siete ojos de Dios (Zac. 3:9; 4:10). Si continuamos en
el Apocalipsis, veremos que los siete ojos del Cordero son los siete ojos,
que a su vez son el Espíritu intensificado de Dios. Por consiguiente,
tenemos una base sólida para decir que las siete lámparas son el Espíritu
intensificado siete veces como expresión de Cristo.
Ya vimos que el significado del candelero tiene implícito al Dios Triuno;
el candelero simboliza el Dios Triuno corporificado y expresado. Dios el
Padre como el oro divino está corporificado en Cristo el Hijo, y luego es
completamente expresado por medio del Espíritu. La expresión difiere de
la corporificación. Esta tiene que ser única, porque Dios es único. Por
consiguiente, la corporificación tiene que ser una sola base, un solo
soporte o pie. Sin embargo, la expresión tiene que ser completa, y tiene
que serlo en el mover de Dios. Recuerde que el siete es el número
completo en el mover de Dios. A lo largo de los siglos, Dios se ha
expresado en Su mover. Esta es la razón por la cual las siete lámparas
representan el Espíritu intensificado, quien es la expresión de Cristo en el
mover de Dios. Este es el entendimiento de la Trinidad en la práctica. La
Trinidad nos es revelada con miras al dispensar de Dios en la humanidad.
Dios, el Ser divino, está primeramente corporificado en Cristo, y luego
expresado mediante el Espíritu siete veces intensificado. Ahora no
solamente tenemos al Dios Triuno; en el candelero tenemos al Dios Triuno
en substancia, corporificado y expresado sólidamente. Al oro se la ha dado
la forma de una base sólida. Originalmente era solamente oro, pero ahora
es el soporte. Con el oro se ha hecho una base mediante la cual se puede
cumplir el propósito de Dios. Sin la base, es imposible que el propósito de
Dios se lleve a cabo. Como ya vimos, la base, la cual tipifica a Cristo, se
expresa en las siete lámparas, lo cual alude a los siete Espíritus de Dios.
Ellos no están separados de Dios; son los siete ojos de Dios y del Cordero,
el Redentor. Como veremos, también son los siete ojos de la piedra con la
cual se edificio. Por consiguiente, ellos son los siete ojos con la redención
de Cristo que construyen el edificio de Dios. Cuando dichos ojos miran al
hombre, éste es redimido y hecho parte de la casa de Dios. Esto es la
Trinidad.
En Exodo 25 se da énfasis a la base, en Zacarías 4, a las lámparas, y en
Apocalipsis 1 a la reproducción. Tanto en Exodo como en Zacarías, el
candelero es uno, pero en Apocalipsis se ha reproducido y se ha
convertido en siete. Primeramente, en Exodo se hace hincapié en la base,
Cristo. Luego, en Zacarías, se hace énfasis en las lámparas, el Espíritu.
Finalmente, en Apocalipsis, tanto la base como las lámparas, o sea Cristo
y el Espíritu, son reproducidos como las iglesias. En Exodo y Zacarías hay
siete lámparas, pero en Apocalipsis hay cuarenta y nueve lámparas, pues
cada candelero tiene siete lámparas. De manera que el candelero se hizo
siete candeleros y las siete lámparas se convirtieron en cuarenta y nueve.
En Apocalipsis los candeleros y sus lámparas son la reproducción de
Cristo y del Espíritu. Cuando Cristo se hace real, es el Espíritu, y cuando
el Espíritu se hace real, tenemos las iglesias, la reproducción.
La iglesia no solamente es una universalmente, sino que también se
expresa localmente en muchas ciudades. En el universo entero hay un solo
Cristo, un solo Espíritu y una sola iglesia. ¿Por qué entonces hay siete
iglesias? Porque se necesita la expresión. Para existir, una es suficiente,
pero para expresarse, se necesitan muchas. Si deseamos conocer la iglesia,
debemos conocer su substancia, existencia y expresión. En cuanto a la
substancia, la iglesia e incluso las iglesias son una. En expresión, las
muchas iglesias son los muchos candeleros. ¿Qué es la iglesia? La iglesia
es la expresión del Dios Triuno, y esta expresión es vista en muchas
localidades sobre la tierra. La iglesia no solamente es representada por un
candelero, sino por siete. En Apocalipsis 1 hay siete candeleros con
cuarenta y nueve lámparas que brillan en el universo. Este es el testimonio
de Jesús. La iglesia es el testimonio de Jesús. Esto significa que la iglesia
es la manifestación del Dios Triuno en substancia y en expresión. La
iglesia tiene una sola substancia en el universo entero; y en expresión,
tenemos muchos candeleros con las lámparas que brillan en la oscuridad
expresando al Dios Triuno. El Padre como substancia está corporificado
en el Hijo, el Hijo como la corporificación es expresado por medio del
Espíritu, y el Espíritu es hecho real y reproducido como las iglesias, y las
iglesias son el testimonio de Jesús. Si recibimos esta visión, ella nos
gobernará, y nunca fomentaremos la división. Esta visión nos sostendrá,
guardará y mantendrá en el testimonio de Jesús.
Hemos visto que el candelero es el oro divino corporificado como
substancia para cumplir el propósito de Dios en Su mover. La expresión
de la base está en el brillo de la luz. Cuando la expresión brilla, el
resplandor cumple el propósito eterno de Dios. Por lo tanto, el candelero
no sólo representa al Dios Triuno, sino también el mover del Dios Triuno
en Su corporificación y expresión. También vimos que las iglesias locales
son la reproducción de la corporificación y la expresión del Dios Triuno.
Esto no es insignificante. No debemos estar satisfechos al decir que las
iglesias locales son los candeleros que brillan en la noche obscura. Aunque
esto es correcto, es superficial. Debemos ver que las iglesias locales son la
reproducción y la expresión de la corporificación del Dios Triuno.
En la Biblia, el candelero siempre está relacionado con el edificio del
Señor. La primera vez que se menciona es en Exodo 25:31-40 cuando el
tabernáculo fue construido. Se menciona por segunda vez en la
construcción del templo en 1 Reyes 7:49. La tercera ocasión que aparece
es en la reconstrucción del templo de Dios en Zacarías 4:2-10. En
Apocalipsis está relacionado con la edificación de las iglesias. En Exodo
25 se hace énfasis en que Cristo es el candelero, la luz divina, que brilla
como las siete lámparas que contienen el Espíritu (el aceite). En Zacarías 4
se da énfasis al Espíritu (v. 6) que brilla como las siete lámparas, las
cuales son los siete ojos de Dios (vs. 2, 10). Los siete ojos de Dios son los
siete Espíritus de Dios (Ap. 5:6) que llevan a cabo el mover intensificado
del Señor. Esto indica que el candelero de Zacarías es la realidad del
candelero de Exodo, y los candeleros de Apocalipsis son la reproducción
del candelero de Zacarías. Cristo se hace real como el Espíritu, y el
Espíritu es expresado en las iglesias. El Espíritu que ilumina es la realidad
del Cristo que ilumina, y las iglesias que resplandecen son la reproducción
y la expresión del Espíritu que resplandece para cumplir el eterno
propósito de Dios, que es la consumación de la Nueva Jerusalén como la
ciudad resplandeciente. Cristo, el Espíritu y las iglesias poseen la misma
naturaleza divina.
I. EL CANDELERO EN LA EDIFICACION
DEL TABERNACULO (EL TEMPLO)
Vimos que el candelero es necesario para el edificio de Dios. El candelero
de Exodo 25 tiene como fin la edificación del tabernáculo; el fin del
candelero de Zacarías 4 era la restauración del edificio de Dios, y los
candeleros de Apocalipsis 1 tienen como fin la edificación de la iglesia.
Esto indica que el objetivo del Dios Triuno es obtener Su edificio. Aunque
los cristianos hablan mucho sobre la Trinidad, muy pocos han visto que el
fin del Dios Triuno es Su edificio. El candelero mencionado en Exodo 25
tipifica a Cristo como la expresión de Dios, quien brilla en las siete
lámparas, los siete Espíritus de Dios.
La manera en que la Biblia presenta los candeleros es muy interesante.
Primeramente, la Biblia revela que para la edificación del tabernáculo era
necesario que estuviera el candelero. Este también fue necesario para
poder llevar a cabo el servicio del tabernáculo. El tabernáculo no tenía
ventanas, y su entrada estaba completamente cubierta por una cortina. La
luz de afuera no podía penetrar en su interior. Sin la luz del candelero
dentro del tabernáculo, nadie habría podido llevar a cabo su oficio allí. Por
consiguiente, el candelero no sólo era necesario en la edificación del
tabernáculo sino también en su funcionamiento.
De igual manera, sin el candelero, no se puede edificar la iglesia, ni se
puede funcionar en ella. El funcionamiento de la iglesia depende de la luz
del candelero. Quienes estamos en la iglesia necesitamos el resplandor del
candelero. Frecuentemente, cuando uno considera qué hacer o cómo
hacerlo, se halla confuso. Cuanto más piensa, más densa se vuelve la
obscuridad. Pero cuando uno viene a la reunión de la iglesia o a la
comunión con los santos, es iluminado inmediatamente y dice: “Ahora veo
el camino”. Nadie le dio a uno un mensaje diciendo qué hacer. Uno es
esclarecido por la luz del candelero en la iglesia. El candelero nos ilumina
en la iglesia.
El candelero no solamente tiene como fin el edificio de Dios, sino que
también permite que se funcione en el edificio. Para poder funcionar
necesitamos la luz. La luz brillante del candelero está en la iglesia. Por eso
no podemos permitirnos el lujo de ausentarnos de la iglesia. No diga: “Si
leo la Biblia y oro en mi casa, todo va a ser igual”. Si hace la prueba,
regresará muy pronto a la iglesia. Por esta razón no nos gusta tomar
vacaciones, a no ser que vayamos a un lugar donde haya una iglesia. La
iglesia no solamente tiene el candelero, sino que también es el candelero.
II. EL CANDELERO EN LA EDIFICACION
DEL TEMPLO RECOBRADO
El candelero es aún más necesario para el recobro del edificio de Dios.
Zacarías 4 revela que el candelero que representa el Espíritu, tiene como
fin recobrar el edificio de Dios. En la actualidad el candelero es más
necesario porque no estamos solamente en el edificio de Dios, sino
también en el recobro de Su edificio. Necesitamos la luz del candelero
sobre nosotros para ser fortalecidos.
A. Representa el mover del Espíritu de Dios
Para el recobro del templo de Dios, El le dio una visión a Zacarías por
medio de la cual éste pudo fortalecer a Zorobabel. En esta visión, Zacarías
vio un candelero con siete lámparas que eran abastecidas por el aceite que
brotaba de dos olivos. Entonces el ángel dijo a Zacarías: “Esta es palabra
de Jehová a Zorobabel, que dice: No con poder, ni con fuerza, sino con Mi
Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). Esto indica que el
Espíritu de Dios lleva a cabo el mover de Dios en la tierra.
B. Las siete lámparas son los siete ojos
Las siete lámparas del candelero mencionado en Zacarías son los siete
ojos. En primer lugar, estos siete ojos son los ojos de Cristo, la piedra con
la cual se construye el edificio de Dios (Zac. 4:2, 10; 3:9). Apocalipsis 5:6
también habla de los siete ojos de Cristo, el Cordero, diciendo que son
“los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra”. Los siete Espíritus
son los siete ojos de Cristo. En Zacarías 3 y 4 Cristo es la piedra con la
cual se construye el edificio de Dios, y en Apocalipsis 5 El es el Cordero
que nos redime. Esto indica que Cristo el Redentor es la piedra de
edificación. El Cordero y la piedra tienen los siete ojos que son los siete
Espíritus de Dios. En Zacarías los siete ojos son los ojos de la piedra,
mientras que en Apocalipsis son los ojos del Cordero.
Las siete lámparas, las cuales son los siete ojos de Cristo, también son los
ojos de Dios, con los cuales se lleva a cabo Su mover (Zac. 4:10). Cristo
tiene los siete ojos, los siete Espíritus de Dios, que llevan adelante el
mover de Dios. Primeramente Cristo es el Cordero Redentor, y al final El
es la piedra de edificación. Esto tiene como fin que, por medio de la
redención, el mover de Dios en la tierra avance hacia la meta, la
edificación. Hoy disfrutamos la redención para participar en la edificación.
Disfrutamos a Cristo no solamente como el Cordero Redentor, sino
también como la piedra con la cual edificamos. La redención se efectuó
con el fin de producir la edificación. En Cristo somos redimidos, y en El
somos edificados. El cumple esto por medio de los siete Espíritus de Dios,
con los cuales el mover de Dios avanza hoy.
C. Las lámparas iluminan
y los ojos inspiran al mirar
Las lámparas iluminan, y los ojos infunden algo cuando miran.
Estos ojos no solamente escudriñan, observan y juzgan, sino que,
principalmente, infunden algo. Siempre que Cristo nos mira con
Sus siete ojos, espontáneamente nos infunde algo. Si somos
juzgados, iluminados, escudriñados o quemados, El nos infunde
todo lo que El es. Siempre que Cristo nos alumbra, ilumina nuestro
ser, infundiendo todo lo que El es para transformarnos en piedras
preciosas con la cuales se hace el edificio de Dios.
III. LOS CANDELEROS TIENEN COMO FIN
LA EDIFICACION DE LAS IGLESIAS LOCALES
A. Representan las iglesias locales
como testimonio de Jesús
Los candeleros que aparecen en Apocalipsis son símbolos de las
iglesias locales. Cada iglesia local es un candelero que brilla con el
testimonio de Jesús, con el Espíritu de Dios siete veces
intensificado en la localidad.
B. Tienen la naturaleza divina
Los candeleros son de oro. Como vimos, el oro representa la
naturaleza de Dios. Por lo tanto, esto significa que las iglesias están
constituidas de la naturaleza divina, la naturaleza de Dios. Tenemos
la vida y naturaleza del Padre (2 P. 1:4), el oro del Padre, y
poseemos Su naturaleza divina. Qué maravilloso que tenemos la
substancia divina.
C. Alumbran con los siete Espíritus
de Dios en la era de tinieblas
Es posible que sólo prestemos atención a los candeleros y
descuidemos las lámparas; pero los candeleros no son hechos para
sí mismos sino para sostener las lámparas. Si los candeleros no
tuvieran lámparas, no tendrían significado. Por lo tanto, debemos
notar lo que representan las lámparas. Vemos las lámparas en el
capítulo cuatro: ellas son los siete Espíritus de Dios que arden
frente al trono (4:5). Por consiguiente, los siete Espíritus de Dios
son las siete lámparas que arden. Algunos han dicho que las
lámparas son Cristo y que la iglesia es la base que sostiene a Cristo
como lámpara. Esto es aceptable, pero Apocalipsis no dice que la
lámpara sea Cristo principalmente. Sin duda, cuando lleguemos, al
capítulo veintiuno, veremos que Cristo es la lámpara de la Nueva
Jerusalén. Sin embargo, Apocalipsis no dice que hoy Cristo sea las
siete lámparas, sino que los siete Espíritus de Dios son las siete
lámparas.
Debemos valorar profundamente lo que significan los siete
Espíritus para nosotros. Si somos las iglesias, los candeleros, ¿qué
debemos sostener? Decir que tenemos a Cristo es demasiado
doctrinal. ¿Quién es Cristo y dónde está hoy? En nuestra
experiencia con relación a la vida de la iglesia, Cristo no es
simplemente Cristo, sino también el Espíritu (2 Co. 3:17). El
Espíritu, quien es el Espíritu vivificante, se ha intensificado en el
libro de Apocalipsis como los siete Espíritus, los cuales son los siete
Espíritus de Dios. Esos Espíritus no solamente son los siete ojos de
Dios sino también del Cordero. La vida de la iglesia depende por
completo de esos siete Espíritus. No es un asunto de conocer a
Cristo doctrinalmente, sino de experimentar los siete Espíritus.
Tenemos que experimentar el Espíritu. Necesitamos al Espíritu en
nuestro trabajo, en la vida diaria, en las reuniones, en el servicio y
en los testimonios. Si carecemos del Espíritu, estamos vacíos y no
somos nada. Los candeleros tienen que sostener las lámparas, las
cuales son los siete Espíritus.
Los siete Espíritus son la expresión de Cristo. Esto está claramente
indicado por el candelero de Exodo 25. Este candelero, que estaba
hecho de una sola pieza sólida de oro, la cual pesaba un talento, se
expresaba en las siete lámparas. Esta pieza sólida de oro puro
representa a Dios el Padre como la substancia que nos constituye.
Pero si solamente tenemos a Dios el Padre, no tendríamos la forma;
tendríamos el oro, sin la base. Tener solamente al Padre sin el Hijo
es tener la substancia sin la corporificación. Solamente cuando el
oro es forjado a martillo hasta constituir una base, tenemos la
corporificación. Aunque la base es la corporificación de la
substancia, sin las siete lámparas, ésta corporificación no tiene
expresión. De modo que, la substancia es el Padre, la
corporificación es el Hijo, y la expresión es el Espíritu que expresa a
Dios el Padre en el Hijo. Todo lo que Dios el Padre es en el Hijo es
expresado en las siete lámparas; es por eso que la Biblia nos dice
que las siete lámparas son los siete Espíritus. Por consiguiente, el
Espíritu es la expresión del Dios Triuno. Finalmente, en el libro de
Apocalipsis, vemos que esta expresión es la expresión de Cristo,
porque los siete Espíritus primeramente eran los siete Espíritus de
Dios en Zacarías 4:10, y han venido a ser los siete ojos del Cordero
en Apocalipsis 5:6. Estos son la expresión de Cristo. En la
actualidad el Espíritu Santo, el cual es el Espíritu vivificante y
también los siete Espíritus, es la expresión de Cristo. ¿Donde está
esa expresión hoy? Está en las iglesias, pues los siete Espíritus son
las siete lámparas sostenidas por las iglesias como candeleros.
Muchos cristianos hoy no conocen al Espíritu vivificante ni al
Espíritu siete veces intensificado, y tampoco a los siete Espíritus
como expresión de Cristo que exhiben las iglesias como candeleros.
Para conocer a este Espíritu, usted tiene que estar en las iglesias. Si
usted desea tocar, disfrutar y experimentar este Espíritu, tiene que
ser parte de la iglesia, porque son las iglesias como candeleros las
que tienen los siete Espíritus de Cristo, los cuales son la expresión
de Cristo. Del mismo modo que sus ojos no están separados de
usted, así este Espíritu no está separado de Cristo. Los ojos son la
expresión de la persona, y por ende no pueden ser separados de la
misma. De igual manera, los siete Espíritus, que son la expresión de
Cristo, no pueden ser separados de Cristo. Las iglesias son los
candeleros, y las lámparas son el Espíritu de Dios siete veces
intensificado como expresión de Cristo. Esta luz brilla cada día más,
y la visión se hace cada vez más clara.
Las iglesias locales como candeleros de oro brillan con el Espíritu
en esta edad obscura. En esta era de tinieblas, la iglesia realmente
necesita que el Espíritu de Dios siete veces intensificado brille para
expresar el testimonio de Jesús.
D. La iglesia es la corporificación de Cristo
y la reproducción del Espíritu
La iglesia es la corporificación de Cristo y la reproducción del
Espíritu. El Espíritu es la realidad de Cristo (Jn. 14:17-20; 16:13-15),
y la iglesia es la reproducción del Espíritu (Ap. 22:17a). La iglesia,
junto con el Espíritu, es la corporificación de Cristo, el testimonio
de Jesús (Ap. 1:2, 9; 19:10). Por lo tanto, cuanto más Espíritu haya,
más iglesia y más testimonio de Jesús tendremos.
IV. LOS DOS CANDELEROS EXPRESAN
EL TESTIMONIO DE DIOS
EN LA GRAN TRIBULACION
En Apocalipsis 11:4 vemos los dos candeleros, los dos testigos, que
expresan el testimonio de Dios durante la gran tribulación. Los
vencedores serán arrebatados antes de la tribulación, mientras que
los débiles, los que estén verdes y tiernos, serán dejados en la tierra
donde pasarán por la tribulación. Debido a esto será necesario
fortalecer el testimonio de Dios. Para satisfacer esta necesidad, Dios
enviará a la tierra a Elías y a Moisés. Hoy día el testimonio de la
iglesia depende principalmente de los fuertes, los que tienen más
experiencia. Cuando los más experimentados hayan sido
arrebatados, los débiles necesitarán ser fortalecidos. Aunque será
bueno ser fortalecidos por Elías y Moisés, yo prefiero irme de la
tierra antes que ellos regresen. En principio, los dos testigos del
capítulo once también son candeleros. La Biblia los describe como
los dos olivos que proveen de aceite a los débiles (Zac. 4:3, 12). De
acuerdo con la parábola de las diez vírgenes hallada en Mateo 25,
las cinco vírgenes insensatas tendrán que comprar aceite. En cierta
ocasión el hermano Nee dijo que probablemente estas vírgenes irán
a los dos olivos para comprar la porción adicional del Espíritu a un
alto costo. Estos dos olivos también son llamados los dos hijos de
aceite, porque están llenos del Espíritu y traen el testimonio de Dios
(Zac. 4:14) y están preparados para abastecer a los santos débiles.
Durante la gran tribulación, muchos de los que no hayan madurado
serán fortalecidos y madurados mediante el ministerio de ellos.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE NUEVE
EL HIJO DEL HOMBRE EN MEDIO DE LAS IGLESIAS
En el capítulo uno de Apocalipsis hay ocho puntos cruciales: la revelación
de Cristo, el testimonio de Jesús, el Dios Triuno, la segunda venida de
Cristo, los copartícipes en la tribulación, el reino y la perseverancia en
Jesús, las iglesias locales, los candeleros y el Hijo del Hombre. Después
de abarcar los primeros siete puntos, en este mensaje pasamos al octavo
asunto: el Hijo del Hombre que está en medio de las iglesias (1:12-20). En
este libro Cristo se revela primeramente como el Hijo del Hombre.
Siempre que El se menciona en relación con la iglesia, es revelado en Su
naturaleza humana porque la iglesia está compuesta de seres humanos. La
Cabeza de la iglesia no es solamente el Hijo de Dios sino también el Hijo
del Hombre. El Señor continúa siendo el Hijo del Hombre después de Su
ascensión, lo cual indica que El no se despojó de Su naturaleza humana
después de resucitar y que El se relaciona con nosotros basándose en Su
humanidad. El triunfó como hombre en ser el testimonio de Dios. Por lo
tanto, los que estamos en las iglesias hoy, como hermanos que somos,
también podemos ser el testimonio de Dios. El Señor obtuvo la victoria
como hombre, y nosotros también podemos obtenerla.
Hoy Cristo está “en medio” de las iglesias. Por un lado, El como Sumo
Sacerdote intercede en los cielos por las iglesias (He. 9:24; 7:25-26; Ro.
8:34), y por otro, se mueve entre las iglesias cuidándolas. Si deseamos
participar de Su mover y disfrutar de Su cuidado, tenemos que estar en las
iglesias.
I. EN SU HUMANIDAD
El versículo 13 dice: “Y en medio de los candeleros, a uno semejante al
Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido
por el pecho con un cinto de oro”. Cristo no solamente es presentado aquí
como el Sumo Sacerdote por Su vestidura, sino también como uno
“semejante al Hijo del Hombre”. El sigue siendo divino y humano. El
como nuestro Sumo Sacerdote cuida de las iglesias en Su humanidad.
A lo largo de los siglos algunos que se denominan cristianos han enseñado
que Cristo no es el Hijo de Dios. Incluso hoy, algunos de los que se llaman
cristianos no creen que Cristo sea el Hijo de Dios. Negar que Cristo es el
Hijo de Dios es una herejía. Tal enseñanza es maligna y proviene del
Hades, y nosotros tenemos que mantenernos en contra de ella sin transigir.
Por otro lado, algunos cristianos no creen que Cristo siga siendo el Hijo
del Hombre. Ellos dicen que Cristo se hizo hombre en la encarnación, pero
que al resucitar se despojó de Su humanidad. Algunos de estos cristianos
piensan que Cristo es solamente el Hijo de Dios, y que ha dejado de ser el
Hijo del Hombre. Durante los últimos quince años he peleado en contra de
esta concepto, y algunos se opusieron a mí diciendo que estaba
equivocado al enseñar que Cristo continúa siendo el Hijo del Hombre.
Algunos cristianos no creen que Cristo es el Hijo del hombre, pero
nosotros sí lo creemos. De acuerdo con la Palabra pura, el Señor Jesús
sigue siendo tanto el Hijo de Dios como el Hijo del Hombre. No podemos
explicar esto adecuadamente debido a que la mente humana es muy
limitada. Sin embargo, creemos y aceptamos el hecho de que nuestro
Cristo es el Hijo de Dios, es decir, tiene divinidad, y que también es el
Hijo del Hombre, es decir, tiene humanidad. En El tenemos la verdadera
divinidad y la humanidad apropiada.
Durante los últimos diecinueve siglos, especialmente durante los primeros
seis, la cristología fue un tema bastante controvertido entre los cristianos.
En cuanto a la persona de Cristo ha habido diferentes opiniones, y los
cristianos han peleado entre sí por causa de esas opiniones. Tenemos que
hacer a un lado todas esas escuelas teológicas. De acuerdo con la Biblia,
creemos que nuestro Cristo es verdaderamente el Hijo de Dios y el Hijo
del Hombre. El tiene dos naturalezas, a saber, la divina y la humana.
Cuando Cristo viene a relacionarse con nosotros en las iglesias, lo hace no
solamente en Su divinidad, sino también en Su humanidad. Es posible que
usted se excuse, pensando que el Señor prevaleció por ser el Hijo de Dios,
pero como usted es humano, el Señor tiene que comprenderlo. El Señor
como Hijo de Dios es bastante competente, pero usted, un simple hijo de
hombre, está en un estado lastimoso, y por ende el Señor no le debe exigir
mucho. Pero cuando El viene a usted como Hijo del Hombre, usted no
tiene excusa. El también fue un hombre y prevaleció como hombre, no
como Hijo de Dios. Usted no puede excusarse. Si usted es derrotado y
falla en la vida de iglesia, no se tenga compasión y no diga que tiene
excusa por ser un simple ser humano. Los seres humanos son el material
adecuado para la vida de iglesia. Por consiguiente, Cristo anda en medio
de las iglesias como Hijo del Hombre. En Daniel 3 se nos dice que el Hijo
de Dios se paseaba en el fuego, pero en Apocalipsis 1 vemos que es el
Hijo del Hombre quien anda en medio de las iglesias. Todos debemos
adorarle como el Hijo del Hombre. El es muy maravilloso porque El es
tanto humano como divino. Esta es la razón por la cual El conoce el cielo
y la tierra, a Dios y al hombre. En El tenemos divinidad y humanidad. En
El estamos en los cielos y en la tierra. Hoy el Señor está en los cielos y en
la tierra andando en Su humanidad en medio de las iglesias locales.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE DIEZ
LA IGLESIA EN EFESO:
AMOR, VIDA Y LUZ
El libro de Apocalipsis está muy bien escrito. Después del primer capítulo,
los dos capítulos siguientes nos presentan una vista práctica y clara de las
siete iglesias. Las siete iglesias son un excelente ejemplo que revela las
iglesias locales, no en doctrina, sino en la práctica. Al considerar estas
siete iglesias podemos ver claramente lo que es una iglesia local y lo que
debería de ser.
Las siete epístolas que aparecen en los capítulos dos y tres presentan la
crónica de la situación que existía entre las siete iglesias del tiempo en que
fueron escritas. Sin embargo, puesto que este libro se caracteriza por
señales proféticas, las situaciones de las siete iglesias también son señales
y tienen un significado profético del progreso de la iglesia en siete etapas.
La primera epístola, dirigida a la iglesia en Efeso, presenta un cuadro de la
iglesia de finales de la primera etapa, durante la última parte del siglo
primero. La segunda epístola, escrita a la iglesia en Esmirna, es figura de
la iglesia que sufrió bajo la persecución del Imperio Romano, etapa que va
desde la última parte del siglo primero hasta la primera parte del siglo
cuarto, cuando Constantino el Grande, el césar del Imperio Romano,
atribuyó a la iglesia el favor imperial. La tercera epístola, a la iglesia en
Pérgamo, representa la iglesia mundana, la iglesia que se une con el
mundo; esta etapa abarca desde el día en que Constantino acogió el
cristianismo hasta cuando el sistema papal fue establecido durante la
última parte del siglo sexto. La epístola a la iglesia en Tiatira muestra
proféticamente la iglesia apóstata, que es la etapa abarcada desde el
establecimiento del sistema papal, a fines del siglo sexto, hasta el fin de
esta era, cuando Cristo venga. La quinta epístola, a la iglesia en Sardis,
representa la iglesia protestante, desde la Reforma, en la primera parte del
siglo dieciséis, hasta que Cristo venga. La sexta epístola, a la iglesia en
Filadelfia, predice la iglesia del amor fraternal, el recobro de la vida
apropiada de iglesia, que existió desde principios del siglo diecinueve,
cuando surgieron los Hermanos en Inglaterra y sacaron la práctica de la
vida de iglesia del sistema divisivo de las denominaciones, y estará hasta
la segunda venida del Señor. La séptima epístola, a la iglesia en Laodicea,
es una sombra de la decadencia de la iglesia de los Hermanos en el siglo
diecinueve; abarca desde la última parte de ese siglo hasta que el Señor
regrese. En este mensaje y en los siguientes seis, trataremos de cada una
de estas iglesias.
En este mensaje veremos la iglesia en Efeso (2:1-7). Las palabras cruciales
de este mensaje son amor, vida y luz. El requisito básico para la vida de la
iglesia es nuestro amor hacia el Señor. Obviamente no hay ningún
problema con el amor del Señor hacia nosotros. El nos ha amado y nos
sigue amando. El problema está en nuestro amor hacia El. Aunque lo
hayamos amado en el pasado, y lo sigamos amando en la actualidad, existe
el peligro de que nuestro amor por el Señor se desvanezca. La epístola a la
iglesia en Efeso nos previene al respecto. Esta carta también nos revela
claramente el origen de la degradación de la vida de iglesia: el
desvanecimiento del primer amor. Como veremos, el amor nos da la
posición, la base, el derecho y el privilegio de comer del árbol de la vida.
El amor nos suministra la vida. Si amamos al Señor, tenemos pleno
derecho a disfrutarlo como el árbol de la vida, como nuestro suministro de
vida. La luz siempre acompaña a la vida, y es producida por el abundante
suministro de vida. La vida nos da luz. En el tabernáculo el candelero
viene después de la mesa del pan de la proposición, lo cual indica que
cuando disfrutamos a Cristo como nuestro suministro de vida, recibimos la
luz de la vida. Es de vital importancia que amemos al Señor. Si tenemos
amor, tendremos la vida, simbolizada por el árbol de la vida, y la luz,
simbolizada por el candelero.
En síntesis, el problema de la iglesia en Efeso consistía en que el primer
amor hacia el Señor se había desvanecido. Por esta razón el Señor tuvo
que juzgar a esta iglesia, y le advirtió que si no se arrepentía, su candelero
sería quitado. Todo aquel que se arrepintiera en medio de ellos y regresara
al primer amor, sería un vencedor delante del Señor. El Señor prometió a
los vencedores el derecho a disfrutarle a El como el árbol de la vida. Por
supuesto, el candelero siempre permanecerá entre aquellos que han
vencido. Sin embargo, si no nos arrepentimos de haber dejado nuestro
primer amor hacia el Señor, perderemos el derecho de comer del árbol de
la vida, y nuestro candelero será quitado. Si éste es el caso, estaremos sin
amor y sin luz. ¡Que condición tan lastimosa sería!
I. EL QUE HABLA
Apocalipsis 2:1 nos dice: “Escribe al mensajero de la iglesia en Efeso: El
que tiene las siete estrellas en Su diestra, el que anda en medio de los siete
candeleros de oro”. Cada una de estas epístolas comienza con una
descripción del que habla. Antes de dirigirse a las iglesias, el Señor
declara quién es El. En la primera epístola El declara que El tiene las siete
estrellas en Su diestra y que camina en medio de los siete candeleros de
oro. Estas dos cosas demuestran que el Señor es normal, genuino y
correcto. El cuida las iglesias sosteniendo en Su diestra a los que toman la
iniciativa y caminando en medio de todas las iglesias. Los mensajeros de
las iglesias, las personas espirituales, representados por las estrellas
brillantes, que son los que se responsabilizan del testimonio de Jesús,
están sostenidos por la diestra del Señor, y el Señor anda en medio de las
iglesias, representadas por los siete candeleros de oro. ¡Que escena tan
maravillosa! Mientras el Señor como nuestro Sumo Sacerdote intercede
por nosotros, las iglesias, a la diestra de Dios (He. 7:25), sostiene a los
mensajeros de las iglesias y anda en medio de ellas y las cuida.
II. LAS VIRTUDES DE LA IGLESIA
La palabra Efeso en griego significa deseable. Esto indica que la iglesia
primitiva, en sus postrimerías, era deseable al Señor; el Señor seguía
esperando mucho de ella.
A. Las obras
Consideremos ahora las virtudes de la iglesia en Efeso. Primeramente, ella
hacía muchas cosas para el Señor. La iglesia en Efeso no era ociosa ni
descuidada; laboraba mucho para el Señor.
B. Los trabajos
Esta iglesia no solamente hacía obras para el Señor sino que también
trabajaba para El (vs. 2-3). Debemos diferenciar entre obras y trabajos.
Trabajar es más elevado que hacer obras. Hacer obras es común, mientras
que laborar es algo especial. Los que sirvieron a tiempo completo durante
la construcción del local de reunión en Anaheim, no solamente estuvieron
activos, sino que trabajaron. Si hubiéramos contratado una compañía y
hubiéramos empleado oficiales de construcción, ellos habrían hecho la
obra sin laborar.
C. La perseverancia
La iglesia en Efeso también tenía la virtud de perseverar. Esto indica que
la iglesia estaba bajo aflicción y perseveró en el sufrimiento.
D. No soporta a los malos
El Señor dice a la iglesia en Efeso: “No puedes soportar a los malos” (v.
2). Creo que las palabras que el Señor usa aquí se refieren a dos cosas:
hombres malos y cosas malas. La iglesia en Efeso no toleraba ninguna
cosa mala ni ningún hombre malo. Indudablemente era una buena iglesia.
E. Prueba a los falsos apóstoles
El Señor también dijo: “Has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no
lo son, y los has hallado mentirosos” (v. 2). Esta iglesia tenía mucho
discernimiento, y probaba a los falsos apóstoles y los rechazaba. Ella
discernía que los que se decían ser apóstoles eran mentirosos. A lo largo
de las generaciones, siempre ha habido falsos apóstoles. Incluso hoy sigue
ocurriendo lo mismo.
F. Aborrece las obras de los nicolaítas
En Apocalipsis 2:6 el Señor dice: “Pero tienes esto, que aborreces las
obras de los nicolaítas, las cuales Yo también aborrezco”. La iglesia en
Efeso aborrece lo que aborrece el Señor: las obras de los nicolaítas. En
cuanto a las virtudes, esta iglesia era buena, pura, justa y normal.
El Señor aborrece las obras de los nicolaítas. Si usted desea saber cuáles
son las obras de los nicolaítas, lea el libro del hermano Nee titulado La
ortodoxia de la iglesia. Las obras de los nicolaítas están relacionadas con
la jerarquía entre los santos en la cual algunos se convierten en
gobernantes de los demás. Esto trae como consecuencia el clero y el
laicado. En la iglesia de Efeso no estaba presente la doctrina o la
enseñanza de los nicolaítas. Esta se desarrolló más tarde. Pero sí existían
sus obras y actividades, o sea, cierto tipo de jerarquía constituida de
clérigos y laicos. La palabra nicolaítas es una latinización de la voz
griega nicolaitai, cuya raíz es nicolaos, que a su vez se compone de dos
palabras griegas: nico y laos. Nico significa conquistar o estar sobre
otros. Laos quiere decir gente común, seglares o laicos. Nicolaos, pues,
significa conquistador de gente común, persona que está sobre los laicos.
La palabra nicolaítas se debe de referir a un grupo de personas que se
consideran superiores a los creyentes comunes. Indudablemente esto
constituye la jerarquía establecida y perpetuada por el catolicismo y el
protestantismo. El Señor aborrece las obras y el proceder de los nicolaítas,
y nosotros debemos aborrecer lo que el Señor aborrece.
Dios, en Su economía, tiene la intención de que todos los Suyos sean
sacerdotes y le sirvan directamente. En Exodo 19:6 El les mandó a los
hijos de Israel que fueran “un reino de sacerdotes”. Esto significa que Dios
deseaba que todos fueran sacerdotes. Sin embargo, debido a que los
israelitas adoraron al becerro de oro (Ex. 32:1-6), perdieron el sacerdocio,
y solamente la tribu de Leví, debido a su fidelidad hacia Dios, fue
escogida para reemplazar a toda la nación de Israel en el oficio de
sacerdotes de Dios (Ex. 32:25-29; Dt. 33:8-10). Por consiguiente, hubo
una clase mediadora entre Dios y los hijos de Israel. Esto se convirtió en
un firme sistema dentro del judaísmo. En el Nuevo Testamento Dios ha
vuelto a Su intención original de acuerdo con Su economía, y ha hecho
sacerdotes a todos los que creen en Cristo (1:6; 5:10; 1 P. 2:5, 9). Pero
durante la era de la iglesia primitiva, desde el siglo primero, surgieron los
nicolaítas como una clase mediadora, lo cual corrompió la economía de
Dios. De acuerdo con la historia de la iglesia, esto llegó a ser el sistema
adoptado por la Iglesia Católica Romana y fue preservado por las iglesias
protestantes. Hoy en la Iglesia Católica Romana está el sistema sacerdotal;
en las iglesias estatales, el sistema clerical, y en las iglesias
independientes, el sistema pastoral. Todos éstos son sistemas que tienen
una clase mediadora, lo cual destruye el sacerdocio universal de los
creyentes. De manera que tenemos dos clases distintas: el clero y el
la8icado. Pero en la vida apropiada de iglesia no debe haber ni clero ni
laicado; todos los creyentes deben ser sacerdotes de Dios. La clase
mediadora destruye al sacerdocio universal de la economía de Dios; es por
eso que el Señor la aborrece. En Hechos 6:5 entre los siete que servían
había uno llamado Nicolás. No hay indicio alguno en la historia de la
iglesia de que éste haya sido el primer nicolaíta.
III. EL ORIGEN DE LA DEGRADACION DE LA IGLESIA
Aunque la iglesia en Efeso tenía tantas virtudes, estaba degradada porque
había perdido su primer amor. En el versículo 4 el Señor dijo: “Pero tengo
contra ti que has dejado tu primer amor”. La palabra griega
traducida primer es la misma que se traduce mejor en Lc. 15:22. Nuestro
primer amor hacia el Señor debe ser nuestro mejor amor a El. La iglesia en
Efeso había dejado este amor por el Señor.
La iglesia como Cuerpo de Cristo (Ef. 1:23) está relacionada con la vida;
como nuevo hombre (Ef. 2:15), está relacionada con la persona de Cristo;
y como novia de Cristo (Jn. 3:29) está relacionada con el amor. La
Epístola [de Pablo] a los Efesios nos dice que para permanecer en la vida
de la iglesia necesitamos ser fortalecidos en nuestro hombre interior para
que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor, podamos conocer el amor de Cristo que sobrepasa a
todo entendimiento, para que seamos llenos hasta la medida de todas las
riquezas de Dios (Ef. 3:16-19); y el objetivo de lo anterior es la vida de la
iglesia a fin de que la gracia sea con todos los que aman al Señor Jesús
(Ef. 6:24). Esta epístola dirigida a los efesios [en Apocalipsis 2], revela
que la degradación de la iglesia comienza cuando dejamos nuestro primer
amor hacia el Señor. Lo único que nos puede mantener en una relación
apropiada con el Señor es nuestro amor por El. La iglesia en Efeso tenía
buenas obras, trabajaba para el Señor, soportaba los sufrimientos y ponía a
prueba a los falsos apóstoles, pero dejó su primer amor hacia el Señor.
Dejar el primer amor fue la raíz de toda la degradación que hubo en las
siguientes etapas de la iglesia.
Nosotros los que estamos hoy en las iglesias locales debemos estar
conscientes de que podemos perder nuestro primer amor por el Señor. Es
posible que hagamos obras y trabajemos para el Señor y tal vez seamos
puros doctrinalmente y rectos espiritualmente, y aun así no tener el primer
amor por el Señor. Es probable que en los años venideros no amemos al
Señor tanto como ahora. Debemos estar alerta en cuanto a esto. Es mejor
perder algo de nuestras obras que perder nuestro amor por el Señor.
Nuestro amor por El debe ser nuestro primer amor. Todos debemos decir:
“Señor, te amo. No amo lo que hago por Ti, ni aprecio mi labor. Señor te
amo a Ti. Si laborar por Ti estorba mi amor por Ti, cesaré de hacer obras”.
No permita que nada le separe del amor del Señor. Debemos cuidar el
primer amor y constantemente amar al Señor.
Nunca olvidaré un párrafo corto que alguien escribió con respecto a John
Nelson Darby. Dicho párrafo revela que cuando Darby era muy viejo,
mientras viajaba, una noche se hospedó en un hotel. Cuando estaba
preparándose para acostarse, oró de una manera simple: “Señor Jesús, te
sigo amando”. Es admirable que un santo de edad avanzada diga esto.
John Nelson Darby empezó a amar al Señor desde su juventud. Después
de más de sesenta años, seguía amándolo. Todos debemos decirle
diariamente al Señor: “Señor Jesús, te sigo amando. Tal vez yo cambie en
todo lo demás, pero nunca dejaré de amarte. Quiero que mi amor por ti
crezca siempre”. Leí ese párrafo sobre Darby hace más de veinte años, y
no puedo describir la ayuda que me ha sido todo este tiempo.
Debemos decir constantemente: “Señor Jesús, te sigo amando”. Una vez
que dejamos nuestro primer amor, nuestra degradación ha comenzado. Tal
vez sigamos siendo los mismos en todo lo demás, en nuestras obras y
actividades, pero nos hemos degradado porque hemos dejado nuestro
primer amor. Con el tiempo, la iglesia en Efeso llegó a tener más obras y
menos amor. Hoy nosotros debemos decir que deseamos más amor y
menos obras. Cualquier cosa que hagamos, debemos hacerla por amor al
Señor. El amor debe ser lo que nos motive a hacer obras para el Señor. Si
el amor al Señor nos impide hacer cierta cosa, entonces no debemos
hacerla. Debemos actuar así; de lo contrario no vamos a ser preservados
en Su presencia.
IV. EL RESULTADO DE
LA DEGRADACION DE LA IGLESIA
En el versículo 5 vemos las consecuencias de la degradación de la iglesia:
“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su
lugar, si no te has arrepentido”. El resultado de la degradación de la iglesia
es que ella pierde su testimonio. Perder el testimonio simplemente
significa que el candelero es quitado. Si perdemos nuestro primer amor
hacia el Señor y no nos arrepentimos, perderemos el testimonio del Señor
y nos será quitado el candelero. Hace años el testimonio que tenían los
Hermanos resplandecía, pero ése no es el caso hoy. No hay duda de que el
candelero ha sido quitado de la mayoría de las asambleas de los
Hermanos. Cuando usted entra en una de sus asambleas, no ve ningún
brillo allí. No hay luz ni testimonio. Debemos tener cuidado y estar alerta
constantemente para evitar que esto nos suceda. No piense que por el
hecho de ser las iglesias locales, los candeleros y el testimonio de Jesús,
no podemos perder nuestro testimonio. El día que perdamos nuestro
primer amor hacia el Señor, será el día que perderemos el testimonio. En
ese día el candelero será quitado.
V. LO QUE EL ESPIRITU DICE
La primera parte de 2:7 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias”. Al comienzo de cada una de las siete
epístolas que constan en los capítulos dos y tres, quien habla es el
Señor (2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14); pero al final es el Espíritu el que
habla a las iglesias (2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Esto demuestra una
vez más que el Cristo que habla es el Espíritu. Cualquier cosa que
Cristo diga equivale a lo que dice el Espíritu. Nadie puede refutar
esto. ¿Quién estaba hablando a la iglesia en Efeso? Cristo, el Hijo
del Hombre, el que tiene los mensajeros en Su diestra y anda entre
las iglesias. Como lo indica el versículo 7, el que habla al fin y al
cabo es el Espíritu. Esto muestra que Cristo es el Espíritu que habla.
Esto no solamente indica que el Espíritu es el Señor y que el Señor
es el Espíritu; también recalca que cuando la iglesia está en la
oscuridad de la degradación, el Espíritu es de vital importancia,
como lo indica la mención del Espíritu siete veces intensificado en
1:4. El mismo énfasis se ve en 14:13 y 22:17. Es una insensatez decir
que hoy Cristo no es el Espíritu que nos habla, y no es correcto
separar a Cristo del Espíritu que nos habla. Los dos son uno solo.
Si el que habla fuera Cristo solo y no fuera el Espíritu, no podría
impartir Sus palabras en nuestro espíritu, y éstas no serían
subjetivas ni nos afectarían. Pero, testificamos por experiencia, si
abrimos nuestro espíritu al leer estas epístolas, el Espíritu
inmediatamente nos imparte algo de Cristo al hablarnos. Debido a
que el que nos habla no es el Cristo objetivo, sino el Espíritu
subjetivo, El no solamente habla en la letra de la Biblia, sino que
también habla a nuestro espíritu. Una vez que oímos Su hablar, algo
indeleble es forjado en nosotros, y nada lo puede quitar. Nuestro
Cristo hoy es el Espíritu que nos habla. Me regocijo por este hecho y
lo proclamo con confianza.
A. A las iglesias
Por un lado, cada una de las siete epístolas constituye lo que el
Señor dice a cada iglesia en particular, pero por otro, constituye lo
que el Espíritu dice a todas las iglesias. Cada iglesia debe prestar
atención no sólo a la epístola que le es dirigida en particular, sino
también a todas las epístolas dirigidas a las demás iglesias. Esto
implica que todas las iglesias, como testimonio del Señor en el
Espíritu, deberían ser idénticas. Puesto que hoy el Espíritu habla a
las iglesias, debemos estar en las iglesias a fin de tener la posición
correcta para escuchar lo que el Espíritu dice. De otra manera,
¿cómo podríamos escuchar?
El Espíritu habla a las iglesias, no a una religión, ni a una
denominación, ni a un grupo de cristianos sinceros. Es por eso que
pocos cristianos pueden oír lo que el Espíritu dice. El Espíritu ni
siquiera le habla a una sola iglesia, sino a las iglesias. Aunque
algunas “iglesias” quieren ser únicas, nosotros no debemos ser una
iglesia única y particular. Si lo somos, perderemos el hablar del
Espíritu, porque Sus palabras están dirigidas a las iglesias. En
ninguna parte de las siete epístolas el Espíritu habla a una iglesia
particular. Todas las iglesias deben ser comunes, no exclusivas. En
los últimos años, he oído a muchos decir que cada iglesia debe
distinguirse de las demás. Los que afirman esto dicen que cada
iglesia debe tener su característica local. Aunque este concepto
puede parecer atractivo, de hecho es repulsivo. Si ustedes hacen de
la iglesia en su localidad algo único, se están separando de las
demás iglesias. Si ustedes hacen esto, no podrán participar de lo
que el Espíritu dice. ¿Qué es mejor, ser único o ser común? Aunque
usted diga que es mejor ser común, en realidad a todos les gusta ser
únicos. En lo más recóndito usted desea que la iglesia de su
localidad sea única. Pero en las iglesias locales no traten de ser
únicos. Todos debemos ser comunes y corrientes, porque el Espíritu
habla a las iglesias, no a una iglesia en particular. Cuando estamos
en la iglesia y entre las iglesias, tenemos la perspectiva y la posición
correctas para oír lo que dice el Espíritu.
B. Se requiere un oído agudo
para poder oír
En las cosas espirituales, la vista depende del oído. El escritor de
este libro primero oyó la voz (1:10) y luego recibió la visión (1:12). Si
nuestros oídos están cerrados y no oyen, no podemos ver (Is. 6:9-
10). Los judíos no atendían la palabra del Señor, y por eso no
podían ver lo que el Señor estaba haciendo (Mt. 13:15; He. 28:27).
El Señor siempre quiere abrir nuestros oídos para que oigamos Su
voz (Job 33:14-16; Is. 50:4-5; Ex. 21:6) a fin de que veamos las
cosas de acuerdo con Su economía. Los oídos pesados tienen que
ser circuncidados (Jer. 6:10; Hch. 7:51). Los oídos de los pecadores
necesitan ser limpiados con la sangre redentora y ungidos con el
Espíritu (Lv. 14:14, 17, 28). Para servir al Señor como sacerdotes
también necesitamos que nuestros oídos sean limpiados con la
sangre redentora (Ex. 29:20; Lv. 8:23-24). En este libro a medida
que el Espíritu habla a las iglesias, todos nosotros debemos abrir los
oídos, circuncidarlos, lavarlos y ungirlos para oír lo que dice el
Espíritu.
Aunque nuestra perspectiva y posición sea correcta, puede ser que
no tengamos el oído apropiado para oír. El capítulo uno subraya el
asunto de ver, y los capítulos dos y tres recalcan el oír. Necesitamos
tanto oír como ver. ¿Cuál de nuestros sentidos es más importante,
ver u oír? Supongamos que usted puede elegir entre oír y ver, ¿cuál
elegiría? Tal vez digamos que ver es más importante que oír, pero
oír es más profundo que ver. Por consiguiente, tenemos que decirle
al Señor: “Señor, necesito tanto oír como ver. Ten misericordia de
mí, Señor, y concédeme que mis oídos oigan y mis ojos vean”. Quizá
tengamos que luchar con el Señor para pedirle que nos haga oír y
ver.
Oír es más íntimo que ver. Nuestros amigos más cercanos nos
hablan íntimamente. Si usted pierde la facultad de oír, no puede
disfrutar de dicha intimidad. En el capítulo uno Juan vio; en los
capítulos dos y tres, él oyó. Necesitamos ver la vida de iglesia y
necesitamos oír el contenido íntimo de la vida de iglesia. Ver la
iglesia es un cosa, pero oír lo que contiene la vida de iglesia
íntimamente, es otra. Aunque muchos de nosotros hemos visto la
iglesia, pocos hemos oído el contenido íntimo de la vida de la
iglesia. Por consiguiente, necesitamos un oído que oiga. “El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
VI. LA PROMESA A LOS VENCEDORES:
COMER DEL ARBOL DE LA VIDA
Ahora llegamos a la promesa hecha a los vencedores: “Al que venza,
le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de
Dios” (v. 7). En las siete epístolas, vencer se refiere a vencer la
situación degradada de las iglesias. En esta epístola en particular,
vencer se refiere a recobrar nuestro primer amor hacia el Señor y
aborrecer las obras de los nicolaítas, la jerarquía, la cual el Señor
aborrece.
En Apocalipsis 2:7 el Señor dijo que al que venciera le daría a comer
del árbol de la vida. La religión siempre enseña, pero el Señor da de
comer (Jn. 6:35). El apóstol Pablo hacía lo mismo; alimentaba a los
creyentes (1 Co. 3:2). Para tener una vida adecuada de iglesia y para
recobrar la vida de iglesia, es decir, para crecer como es debido en la
vida cristiana, lo que necesitamos no es simplemente comprender
con la mente las enseñanzas, sino comer al Señor como nuestro pan
de vida en nuestro espíritu (Jn. 6:57). Incluso las palabras de las
Escrituras no deben ser consideradas sólo como doctrinas que
educan nuestra mente, sino como alimento que nutre nuestro
espíritu (Mt. 4:4; He. 5:12-14). En esta epístola el Señor promete
darle a comer del árbol de la vida al que venza. Esto se remonta a
Génesis 2:8-9, 16, donde Dios da un mandato al hombre en cuanto
al asunto de comer. En la epístola dirigida a la iglesia en Pérgamo,
el Señor les promete a los vencedores que comerían “del maná
escondido” (2:17), como los hijos de Israel comieron el maná en el
desierto (Ex. 16:14-16, 31). Y en la epístola a la iglesia en Laodicea,
el Señor promete cenar con el que le abra la puerta (3:20). Aquí
cenar no se refiere simplemente a comer algo, sino a comer de la
abundancia de un banquete. Esto tal vez se refiera a los hijos de
Israel cuando comían del rico producto de la buena tierra de
Canaán (Jos. 5:10-12), lo cual indica que el Señor desea que Su
pueblo vuelva a comer del alimento que Dios había provisto, el cual
es tipificado por el árbol de la vida, el maná, y el producto de la
buena tierra, que son tipos de los varios aspectos de Cristo como
alimento para nosotros. La degradación de la iglesia hace que el
pueblo de Dios deje de comer a Cristo como su alimento y recurra a
las enseñanzas doctrinales para adquirir conocimiento. En la
degradación de la iglesia se encuentran las enseñanzas de Balaam
(2:14), la enseñanza de los Nicolaítas (2:15), la enseñanza de
Jezabel (2:20), y la enseñanza de las profundidades de Satanás
(2:24). Ahora en estas epístolas el Señor desea que de nuevo
comamos de El como nuestra provisión nutritiva. Debemos comerle
no solamente como el árbol de la vida y el maná escondido, sino
también como un banquete lleno de Sus riquezas.
En el griego la palabra que aquí se traduce árbol, como en 1 Pedro
2:24, significa madero; no es la palabra que normalmente se
traduce árbol. En la Biblia el árbol de la vida siempre representa a
Cristo como corporificación de todas las riquezas de Dios (Col. 2:9)
para nuestro alimento (Gn. 2:9; 3:22, 24; Ap. 22:2, 14, 19). Aquí
representa al Cristo crucificado (implícito en el árbol como madero,
1 P. 2:24) y resucitado (implícito en la vida de Dios zoe, Jn. 11:25),
quien ahora está en la iglesia, la consumación de la cual será la
Nueva Jerusalén, donde el Cristo crucificado y resucitado será el
árbol de la vida para los redimidos de Dios, a fin de que se
alimenten de él por la eternidad (22:2, 14).
La intención original de Dios era que el hombre comiera del árbol
de la vida (Gn. 2:9, 16). A causa de la caída, el camino al árbol de la
vida le fue cerrado al hombre (Gn. 3:22-24). Mediante la redención
efectuada por Cristo, el camino por el cual el hombre puede llegar al
árbol de la vida, que es Dios mismo en Cristo como vida para el
hombre, fue abierto de nuevo (He. 10:19-20). Pero en la
degradación de la iglesia, la religión se infiltró con su conocimiento
para impedir que los creyentes comieran a Cristo, el árbol de la
vida. Así que, el Señor les prometió a los vencedores que como
recompensa les daría a comer de Sí mismo, el árbol de la vida, en el
Paraíso de Dios. Esto les motiva a abandonar la religión y su
conocimiento y a disfrutarle nuevamente. Esta promesa del Señor
restaura la iglesia a la intención original de Dios conforme a Su
economía. Lo que el Señor quiere que hagan los vencedores es lo
que toda la iglesia debería hacer en la economía de Dios. Por causa
de la degradación de la iglesia, el Señor llamó a los vencedores para
reemplazar a la iglesia en el cumplimiento de la economía de Dios
Comer del árbol de la vida no sólo constituía la intención original de
Dios en cuanto al hombre, sino que también será el resultado eterno
de la obra redentora de Dios. Todos los redimidos de Dios
disfrutarán del árbol de la vida, el cual es Cristo con todas las
riquezas divinas como la porción eterna de los redimidos, por la
eternidad (22:2, 14, 19). Debido a la distracción causada por la
religión y a la degradación de la iglesia, el Señor en Su sabiduría
ofreció a Sus creyentes la recompensa de disfrutarlo a El en el reino
venidero, con el fin de animarlos a vencer el conocimiento
absorbente de la religión, impartido en forma de enseñanzas, y a
regresar a disfrutarle a El mismo como suministro de vida en la
vida de la iglesia hoy en día, a fin de que la economía de Dios sea
cumplida.
A. En el paraíso de Dios
Como ya vimos, a los vencedores que estaban en la iglesia en Efeso se les
prometió que comerían del árbol de la vida. El árbol de la vida está en el
paraíso de Dios. Si conocemos bien la Biblia, comprenderemos que el
paraíso que se menciona en 2:7 no es el huerto de Edén, sino la Nueva
Jerusalén venidera. El Paraíso mencionado en Lucas 23:43 es el lugar
placentero y tranquilo donde están Abraham y todos los santos que ya
murieron (Lc. 16:23-26). Como dijimos “el paraíso de Dios” que aparece
en este versículo es la Nueva Jerusalén (3:12; 21:2, 10; 22:1-2, 14, 19) de
la cual la iglesia es un anticipo hoy. Adán estuvo en el huerto de Edén, y
Abraham y los demás santos que murieron están en el Paraíso. Nosotros
estamos esperando entrar en otro paraíso, el paraíso de Dios que está en la
Nueva Jerusalén. Mientras esperamos esto, tenemos una miniatura de la
Nueva Jerusalén: la vida de iglesia. En la iglesia disfrutamos al Señor
Jesús como el árbol de la vida. Ahora en la iglesia disfrutamos como
anticipo al Cristo crucificado y resucitado, quien es el árbol de la vida, la
provisión nutritiva para nuestro espíritu. Disfrutar, pues, del anticipo nos
llevará a disfrutar de manera cabal al Cristo crucificado y resucitado,
quien es el árbol de la vida, nuestro alimento de vida, en la Nueva
Jerusalén por la eternidad. La promesa de comer del árbol de la vida hecha
a los vencedores que había en Efeso, indica que ellos comerán a Cristo en
la vida de iglesia hoy y en la Nueva Jerusalén por la eternidad. Esto lo
podemos verificar con nuestra experiencia.
En realidad, “comer del árbol de la vida ... en el Paraíso de Dios” se
refiere a un disfrute especial de Cristo como nuestro suministro de vida en
la Nueva Jerusalén en el reino milenario venidero, debido a que ésta es
una recompensa que el Señor prometió a los vencedores. Disfrutar a Cristo
como el árbol de la vida en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y en la
tierra nueva será la porción común de todos los redimidos de Dios,
mientras que disfrutarle de manera especial a El como el árbol de la vida
en la Nueva Jerusalén durante el reino milenario venidero, es una
recompensa dada solamente a los creyentes vencedores. Si vencemos
todas las distracciones en la iglesia degradada y disfrutamos a Cristo como
el árbol de la vida en la iglesia hoy día, recibiremos esta recompensa. De
otro modo, perderemos este disfrute especial del reino venidero, aunque de
todos modos disfrutaremos a Cristo como el árbol de la vida en la Nueva
Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad. Las promesas
del Señor con respecto a la recompensa, y Sus predicciones con respecto a
la pérdida, expresadas al final de cada una de las siete epístolas, se refieren
a lo que El hará con Sus creyentes durante el reino milenario venidero. No
tienen ninguna relación con el destino eterno de los creyentes, a saber, la
salvación eterna o la perdición eterna.
B. Volvamos al principio
Este asunto de comer del árbol de la vida nos regresa al principio (Gn. 2:9,
16) debido a que al comienzo estaba el árbol de la vida. El árbol de la vida
siempre nos vuelve al principio cuando sólo estaba Dios. No había obras
ni labores ni sufrimiento ni ninguna otra cosa, salvo Dios mismo. En la
vida de la iglesia debemos volvernos al comienzo, a disfrutar a Dios como
el árbol de la vida, olvidándonos de todo lo demás.
C. Disfrutamos a Cristo
como el suministro de vida
Cuando regresamos al principio, al árbol de la vida, disfrutamos a Cristo
como el suministro de vida. Comer del árbol de la vida, es decir, disfrutar
a Cristo como el suministro de vida, debe ser lo primordial en la vida de la
iglesia. El contenido de la vida de la iglesia depende de cuánto
disfrutemos a Cristo. Cuanto más le disfrutemos, más rico será el
contenido. Para disfrutar a Cristo es menester que El sea nuestro primer
amor. Si dejamos nuestro primer amor hacia el Señor, perderemos el
disfrute y el testimonio de Jesús, y en consecuencia, nuestro candelero nos
será quitado. Amar al Señor, disfrutarle y ser Su testimonio van juntos.
Si deseamos regresar al principio, debemos olvidarnos de todo y
simplemente disfrutar a Cristo como el suministro de vida. Es por eso que
debemos amarle sobre todas las cosas, sobre las obras que hacemos para
El, y sobre todo lo que poseemos. Si sencillamente le amamos,
volveremos al principio, donde sólo nos interesa Dios mismo como
nuestro suministro de vida en el árbol de la vida. Esta es la manera
apropiada de mantener la vida de la iglesia y de ser guardados en la vida
de iglesia. En la iglesia tenemos el amor más grande, el árbol de la vida
como nuestro suministro de vida y el candelero con su luz brillante. ¡Que
maravilloso! Cuanto más amamos al Señor, más derecho tenemos de
comerlo y disfrutarlo como el árbol de la vida. Entonces, como resultado,
la luz de Su testimonio brillará en todo su esplendor.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE ONCE
LA IGLESIA EN ESMIRNA:
LA VIDA DE RESURRECCION
Y LA CORONA DE LA VIDA
El Señor ejerció Su soberanía al escoger a las iglesias para cumplir Su
propósito. El escogió siete ciudades en Asia Menor: Efeso, Esmirna,
Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. De acuerdo con el griego
el nombre de cada ciudad tiene mucho significado, y concuerda
exactamente con su significado espiritual. Como ya dijimos, Efeso
significa deseable, lo cual indica que la iglesia en Efeso era preciosa para
el Señor y deseable a Sus ojos. En griego Esmirna significa mirra. La
mirra es una especia aromática dulce y representa el sufrimiento. En la
tipología, representa el fragante sufrimiento de Cristo. Por consiguiente, la
iglesia en Esmirna era una iglesia sufrida, una prefigura de la iglesia que
sufriría bajo la persecución del Imperio Romano a finales del siglo
primero y hasta la primera parte del siglo cuarto. La iglesia perseguida
sufrió en la fragancia de Cristo. En otras palabras, esta iglesia estaba en la
tribulación de Cristo y en la comunión de Sus padecimientos. La iglesia en
Esmirna sufrió como Cristo y llegó a ser la continuación de Sus
padecimientos. En Colosenses 1:24 Pablo dijo que él completaba “lo que
falta de las aflicciones de Cristo por Su cuerpo, que es la iglesia”. Pablo
completaba los sufrimientos de Cristo. Aunque nadie puede continuar la
obra redentora de Cristo, Sus sufrimientos tienen que ser completados por
todos Sus seguidores, tanto individual como colectivamente. En la iglesia
en Esmirna vemos la continuación colectiva de los sufrimientos de Cristo.
Debido a que esta iglesia era la continuación de los sufrimientos de Jesús,
verdaderamente constituía el testimonio de Jesús.
I. EL QUE HABLA
A. El Primero y el Ultimo
Consideremos ahora al que habla a la iglesia en Esmirna. En el versículo 8
el Señor dice: “Y escribe al mensajero de la iglesia en Esmirna: El
Primero y el Ultimo, el que estuvo muerto y revivió”. El Señor le dijo a
esta iglesia sufrida que El era el Primero y el Ultimo. Esto significa que no
importa cuán grandes fueran los sufrimientos por los que El pasó, esos
sufrimientos no pudieron terminarlo ni dañarlo. El fue el Primero y
también el Ultimo. Al sufrir la iglesia, debe saber que el Señor es el
Primero y el Ultimo, que es eterno e inmutable. Cualquiera que sea la
circunstancia, El permanece inmutable. Nada puede ser primero que El, ni
nada puede existir después de El. Todas las cosas están dentro del límite
de Su control.
Cuando el Señor le dijo a la iglesia en Esmirna que El era el Primero y el
Ultimo, indicaba con ello que la iglesia tiene que ser victoriosa. La iglesia
no debe detenerse ante ningún tipo de sufrimiento. Debe pasar por todos
los sufrimientos y llegar al final, porque el Señor, quien es la vida y la
Cabeza de la iglesia, es el Primero y el Ultimo.
B. El que estuvo muerto y revivió
En este versículo el Señor también dijo que El “estuvo muerto y revivió”.
Revivir significa resucitar. El Señor sufrió la muerte y volvió a vivir. El
pasó por la muerte, pero ésta no pudo retenerlo (Hch. 2:24) porque El es la
resurrección (Jn. 11:25). La iglesia sufrida también necesita conocerlo a El
como resurrección para poder pasar por todo tipo de sufrimiento. No
importa cuán severa sea la persecución, la iglesia continuará viviendo,
porque la vida de resurrección de Cristo dentro de ella puede soportar la
muerte. Cuando mucho el sufrimiento o la persecución sólo pueden
matarnos. Después de la muerte que experimentamos por la persecución,
viene la resurrección. De manera que es como si el Señor dijese a la
iglesia sufrida: “Debes comprender que Yo fui perseguido hasta la muerte.
Pero la muerte no fue el fin, fue la entrada a la resurrección. Cuando entré
en la muerte, llegué al umbral de la resurrección. No tengas temor de la
persecución, ni de la posibilidad de ser muerto. Debes recibir la muerte y
estar contento, porque una vez que hayas pasado por la muerte también tú
estarás a las puertas de la resurrección. Recuerda, que Yo soy el que
estuve muerto y reviví ”. Sólo necesitamos al Señor. Lo que El es
corresponde exactamente a nuestras necesidades. Para la iglesia sufrida, el
Señor no es solamente el Primero y el principio sino también el Ultimo y
el fin. Cuando usted esté pasando por persecución, debe alzar la cabeza y
declarar: “Aleluya, voy hacia el fin, hacia el final. Estoy entrando en la
resurrección”.
II. EL SUFRIMIENTO DE LA IGLESIA
A. La tribulación
En el versículo 9 el Señor le dice a la iglesia en Esmirna: “Yo conozco tu
tribulación”. El contenido de esta epístola está lleno de tribulación,
sufrimiento y persecución. Para la iglesia la tribulación es una prueba de la
vida. Sólo la tribulación puede manifestar la medida en que la iglesia ha
experimentado y disfrutado la vida de resurrección de Cristo. Además, la
tribulación trae las riquezas de la vida de resurrección de Cristo. El
propósito del Señor al permitir que la iglesia sufra tribulación, no es
solamente atestiguar que Su vida de resurrección vence la muerte, sino
también capacitar a la iglesia para que entre en las riquezas de Su vida.
Por consiguiente, la tribulación es muy valiosa para la iglesia.
B. Su pobreza (aunque es rica)
El Señor dijo: “Yo conozco tú tribulación, y pobreza (pero tú eres rico)”.
El Señor valoró a la iglesia sufrida. La iglesia sufrida era pobre en bienes
materiales, pero rica el Señor y en las riquezas de Su vida. Por
consiguiente, el Señor parece estar diciendo: “Aunque estás sufriendo
tribulación y pobreza, eres rica. Eres pobre en lo material, pero rica en lo
espiritual. Eres pobre en lo terrenal, pero rica en lo celestial”. Las
persecuciones son el medio que nos conduce a las riquezas de Cristo.
Cuanto más perseguidos somos y más pobreza sufrimos, más ricos somos
en Cristo.
C. Calumnias de los judíos incrédulos,
la sinagoga de Satanás
En el versículo 9 el Señor también dice que El conoce “las calumnias de
los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás”. De
acuerdo con esta epístola, la persecución viene de la religión, de los judíos
incrédulos, que son sinagoga de Satanás. Las calumnias de los judaizantes
era la crítica maliciosa contra la iglesia sufrida. Los judaizantes eran
judíos en la carne, pero no en el espíritu (Ro. 2:28-29). Simplemente ser
del linaje carnal de Abraham no los constituye verdaderos judíos. “No los
que son hijos según la carne son los hijos de Dios” (Ro. 9:7-8). Por
consiguiente, el Señor dijo que ellos “se dicen ser judíos, y no lo son”.
Estos judaizantes obstinadamente insistían en preservar su sistema judío,
que constaba del sacerdocio Levítico, los sacrificios y el templo físico,
todos los cuales eran tipos que Cristo cumplió y reemplazó. Puesto que la
iglesia bajo el nuevo pacto en la economía de Dios no participaba en las
prácticas religiosas, los judaizantes la calumniaban. En principio, el caso
es el mismo hoy, los religiosos calumnian a las iglesias del recobro del
Señor, las cuales buscan al Señor y le siguen en espíritu y en vida y no les
interesa ningún sistema ni ninguna práctica religiosa.
El Señor dice que los que se dicen ser judíos, y no lo son, son “sinagoga
de Satanás”. Esta expresión es un calificativo terrible. La sinagoga era el
lugar donde los judíos adoraban a Dios principalmente estudiando sus
escrituras, o sea, el Antiguo Testamento. Sin embargo, a causa de su
necedad al aferrarse a sus conceptos religiosos y tradicionales, vinieron a
ser uno con Satanás en la oposición al camino de vida de Dios, mediante
el cual Dios cumple Su propósito. Bajo la manipulación y las estratagemas
de Satanás, pues él estaba detrás de las sinagogas en aquel tiempo, éstas
perseguían al Señor Jesús (Mt. 12:9-14; Lc. 4:28-29; Jn. 9:22), a los
apóstoles (Hch. 6:9; 13:43, 45, 46, 50; 14:1-2, 19; 17:1, 5-6) y a las
iglesias (Ap. 3:9). Fue por eso que el Señor las llamó “sinagoga de
Satanás”. Incluso cuando estuvo en la tierra, El consideró que las
sinagogas eran de Satanás, como queda implícito en Mateo 12:25-29 y
Juan 8:44. Los que asistían a la sinagoga aparentemente adoraban a Dios,
pero en realidad se estaban oponiendo a El. Aunque ellos perseguían y
mataban a los verdaderos adoradores de Dios, consideraban que ofrecían
un servicio a Dios (Jn. 16:2). Cuando el Señor estaba en la tierra, los
judíos no podían darle muerte directamente, porque en aquel tiempo ellos
no tenían el derecho de matar al Señor Jesús apedreándolo. Entonces
utilizaron al gobierno romano para sentenciarlo y crucificarlo. Del mismo
modo, las sinagogas judías incitaron al gobierno romano a perseguir a la
iglesia sufrida. Desde entonces, y a través de los siglos, los religiosos han
seguido esos mismos pasos, persiguiendo a los que genuinamente buscan
y siguen al Señor en espíritu y en vida, pensando que están defendiendo
los intereses de Dios. La religión siempre utiliza la política para destruir la
iglesia. La religión no tiene poder para causar daño físico a los que aman
al Señor, pero usan la política y al gobierno para destruir la iglesia. El
catolicismo romano, el protestantismo y el judaísmo caen en esta
categoría, pues se han convertido en una organización de Satanás, un
instrumento suyo para estorbar la economía de Dios.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE DIECISEIS
LA IGLESIA EN LAODICEA:
CENAR CON EL SEÑOR Y SENTARSE EN SU TRONO
Ahora llegamos a la iglesia en Laodicea, la iglesia que está en degradación
(3:14-22). La palabra griega significa opinión o juicio, del pueblo o del
laicado. La iglesia en Laodicea prefigura a la iglesia recobrada que se
degradó. Menos de un siglo después de que el Señor recobrara la iglesia
apropiada a principios del siglo diecinueve, algunas de las iglesias
(asambleas) recobradas se degradaron. La iglesia recobrada que después se
degradó difiere de la iglesia reformada, representada por la iglesia en
Sardis, y de la iglesia recobrada apropiada, representada por la iglesia en
Filadelfia. La iglesia degradada existirá hasta la venida del Señor.
Algunos maestros cristianos consideran la iglesia en Laodicea como la fría
iglesia reformada. Este no es precisamente el caso. De acuerdo con el
contexto y con la historia, la iglesia en Laodicea tiene que ser una señal de
la iglesia recobrada que más tarde se degradaría. Hace unos ciento
cincuenta años la iglesia recobrada comenzó en Inglaterra. De acuerdo a lo
que hemos leído, fue maravillosa. Este fue un verdadero recobro de la vida
de iglesia. Sin embargo, no duró mucho. Si usted lee la historia de los
Hermanos y los visita hoy, verá que muchas de sus asambleas se han
vuelto como la iglesia en Laodicea. Como veremos, aunque ellos están
orgullosos de su conocimiento bíblico, son pobres en disfrutar las riquezas
de Cristo y están ciegos en las cosas espirituales.
I. EL QUE HABLA
A. El Amén
En Apocalipsis 3:14 el Señor dice: “El Amén, el Testigo fiel y verdadero,
el principio de la creación de Dios, dice esto”. Al dirigirse a cada una de
las siete iglesias, el Señor hace referencia a lo que El es y a lo que hace,
respectivamente, según la condición de cada una de ellas. Aquí, al
dirigirse a la iglesia en Laodicea, El se presenta como “el Amén”. Este
vocablo, que viene del hebreo, significa firme, estable o confiable. El
Señor es firme, estable y confiable.
B. El Testigo fiel y verdadero
El Señor es firme, estable y confiable, El es el Testigo fiel y verdadero.
Esto indica que la iglesia en Laodicea que estaba degradada no es firme ni
estable ni confiable ni fiel ni verdadera como testigo del Señor.
C. El principio de la creación de Dios
En el versículo 14 el Señor también se refiere a Sí mismo como “el
principio de la creación de Dios.” Esto alude al Señor como origen o
fuente de la creación, lo cual implica que el Señor es la fuente eterna e
inmutable de la obra de Dios. Esto indica que la iglesia recobrada que
luego se degradó ha cambiado, y ha dejado al Señor como su origen.
II. LA CONDICION DE LA IGLESIA
A. No es fría ni caliente sino tibia
En los versículos del 15 al 17 vemos la condición de la iglesia en
Laodicea. En los versículos 15 y 16 el Señor dice: “Yo conozco tus obras,
que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Así que, por
cuanto eres tibio, y no caliente ni frío, estoy por vomitarte de Mi boca”.
Cuando la iglesia recobrada se degrada, se vuelve tibia, o sea que no es ni
fría ni caliente. Esta es la condición actual de muchas asambleas de los
Hermanos. Esto debe servirnos de advertencia. Una vez que nos volvemos
tibios, dejamos de ser útiles para el mover de Dios, y seremos vomitados
de Su boca.
B. Se jacta de ser rica
En el versículo 17 el Señor dice: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he
enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. La iglesia (“asamblea”)
degradada, se jacta de sus riquezas (principalmente su conocimiento
doctrinal). No se da cuenta de que es pobre en cuanto a la vida, ciega en
cuanto a la visión y desnuda en cuanto a la conducta. Por lo tanto, necesita
comprar oro para salir de su pobreza, vestiduras blancas para cubrir su
desnudez, y colirio para sanar su ceguera, como lo menciona el versículo
siguiente.
El aspecto más notorio de las asambleas degradadas es su orgullo. Piensan
que lo saben todo. Indudablemente tienen bastante conocimiento doctrinal.
Conocen la Biblia mejor que los que están en las denominaciones. Aunque
en cierto sentido ellos conocen la Biblia, y debido a esto, se consideran
ricos, aunque lo que tienen es simple conocimiento. Pero el Señor dice que
en realidad son pobres. No son pobres en conocimiento, pero sí en las
riquezas de Cristo. Tienen conocimiento acerca de Cristo, pero son pobres
en disfrutar las riquezas de Cristo. Poco después de haber llegado a este
país, fui invitado a hablar en tres asambleas de los Hermanos. Después de
hablarles y de escuchar sus reacciones, quedé completamente convencido
de la veracidad de la palabra del Señor en cuanto a la iglesia en Laodicea.
Si usted estuviera con ellos por un corto tiempo, se daría cuenta de que
ellos están envanecidos en su conocimiento. En su conversación condenan
la ignorancia de otros, pensando que lo saben todo. Sin embargo, después
de estar con ellos, usted se dará cuenta de la pobreza que hay entre ellos.
Ellos sencillamente no conocen las riquezas de Cristo, y ni siquiera hablan
de ellas.
C. Desventurada
A los ojos del Señor las asambleas degradadas son desventuradas,
porque se enorgullecen de ser ricas en el vano conocimiento de la
doctrina, pero de hecho son lamentablemente pobres en cuanto a
experimentar las riquezas de Cristo.
D. Miserable
La iglesia recobrada que más tarde se degradó, también es
miserable, porque está desnuda, ciega y llena de vergüenza y
oscuridad.
E. Pobre
La iglesia orgullosa y degradada es pobre porque carece de la
experiencia de Cristo y de la realidad espiritual de la economía de
Dios. Ella se preocupa principalmente por su vano conocimiento, y
muy poco por las experiencias vivas de Cristo. Esta es verdadera
pobreza, la pobreza que la hace desventurada y miserable.
F. Ciega
A los ojos del Señor, la iglesia en Laodicea no es solamente pobre en
las riquezas de Cristo, sino que también es ciega en los asuntos
espirituales genuinos. No tiene verdadero discernimiento espiritual.
Aunque tiene cierto conocimiento en cuanto a las cosas espirituales,
no las discierne.
G. Desnuda
Todos nosotros recibimos a Cristo como nuestra justicia objetiva,
que nos cubre como un manto. Esto nos justifica delante de Dios.
Después de ser justificados en Cristo, debemos vivir a Cristo y
emanarlo, para que El sea nuestra justicia subjetiva, como otro
manto espléndido que cubre nuestro andar diario. La iglesia
recobrada que luego se degradó está desnuda, debido a la carencia
de experimentar subjetivamente a Cristo. El vano conocimiento
doctrinal se desvanece ante los ojos flameantes del Señor, dejando
expuestos y desnudos a los que se aferran a dicho conocimiento.
Solamente el Cristo que experimentamos puede cubrirnos ante Sus
ojos de juicio.
H. A punto de ser vomitada
de la boca del Señor
En el versículo 16 el Señor dice: “Por cuanto eres tibio, y no caliente
ni frío, estoy por vomitarte de Mi boca”. Cuando la iglesia recobrada
se degrada, está en peligro de ser vomitada de la boca del Señor, a
menos que se arrepienta y busque las ricas experiencias de Cristo.
Ser vomitada de la boca del Señor equivale a perder el disfrute de
todo lo que el Señor es para Su iglesia.
I. El Señor llama a la puerta
En el versículo 20 el Señor dice: “He aquí, Yo estoy a la puerta y
llamo”. Esta no es la puerta de los individuos, sino la puerta de la
iglesia. La iglesia en Laodicea tiene conocimiento, pero no tiene la
presencia del Señor. El Señor, la Cabeza de la iglesia, está fuera de
la iglesia degradada llamando a la puerta. La iglesia recobrada que
se degradó debe comprender esto.
III. EL CONSEJO DEL SEÑOR
En el versículo 18 vemos el consejo que el Señor da a la iglesia en
Laodicea: “Yo te aconsejo que de Mí compres oro refinado en fuego,
para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se
manifieste la vergüenza de tu desnudez; y colirio con que ungir tus
ojos, para que veas”. Al comprar se requiere pagar un precio. La
iglesia recobrada que luego se degradó, debe pagar un precio por el
oro, las vestiduras blancas y el colirio, los cuales necesita
desesperadamente. Después de tener contacto con las asambleas de
los Hermanos, comprendí que probablemente ninguno de ellos
entiende lo que significa pagar un precio. Quizás nunca oyeron que
deben de pagar cierto precio para poder experimentar las riquezas
de Cristo. Ellos tienen conocimiento y doctrina, pero no saben cómo
pagar el precio. Saben cómo aprender, pero no saben cómo
comprar. Tienen ciertas “verdades”, pero no conocen el costo de
experimentar las riquezas de Cristo.
A. Comprar oro refinado en fuego
Primeramente, el Señor aconseja a la iglesia en Laodicea que
compre “oro refinado en fuego”. En la Biblia nuestra fe activa y
operante (Gá. 5:6) es comparada con el oro (1 P. 1:7), y la naturaleza
divina, la divinidad de Cristo, es tipificada por el oro (Ex. 25:11). Por
la fe participamos de la naturaleza de Dios (2 P. 1:1, 4-5). La iglesia
recobrada que llegó a degradarse tiene el conocimiento de las
doctrinas referentes a Cristo, pero no tiene suficiente fe viviente
como para participar del elemento divino de Cristo. Ella tiene que
pagar el precio necesario para obtener la fe de oro a través de
pruebas de fuego a fin de participar del oro verdadero, el cual es
Cristo mismo como el elemento de vida para Su Cuerpo. Así ella
puede llegar a ser un candelero de oro puro (1:20) para la
edificación de la Nueva Jerusalén, la ciudad de oro (21:18).
Si experimentamos esto, comprenderemos que las tres cosas que el
Señor aconseja a la iglesia en Laodicea —que compre oro,
vestiduras blancas y colirio— son el Señor mismo. Como ya vimos
en tipología, o en el lenguaje bíblico, el oro representa dos cosas: la
naturaleza de Dios y la fe viva por la cual valoramos y obtenemos la
naturaleza divina. Estas dos cosas están combinadas. Si no tenemos
la fe viva para apreciar y aplicar la naturaleza divina, nunca será
nuestra. La naturaleza divina solamente puede llegar a ser nuestro
disfrute a través de nuestra fe viva. Cristo es la corporificación de la
naturaleza divina, y también es nuestra fe viva. Si tenemos fe,
podemos participar de la naturaleza divina. Esto significa que
debemos tener a Cristo. Tenemos que pagar el precio y decirle al
Señor: “Señor, tengo mucho conocimiento de las verdades de la
Biblia, pero reconozco que no tengo mucho de Ti. Señor, prefiero
tenerte a Ti, que tener simple y vano conocimiento. Señor, Tú eres
el verdadero oro, la corporificación de la naturaleza divina. Para
poder valorar y aplicar esta naturaleza, necesito una fe viva. Señor,
todavía no tengo esa fe, pero acudo a Ti. Te pido que seas mi fe viva.
Quiero que Tú seas la fe por la cual vivo, la fe del Hijo de Dios” (Gá.
2:20). Si usted le dice esto al Señor, inmediatamente El le dirá:
“Muy bien, si quieres obtenerme, debes pagar el precio. Hay ciertas
cosas que quiero que abandones porque te estorban y te impiden
disfrutarme”. Abandonar estas cosas es pagar el precio. Muchos de
nosotros hemos experimentado al Señor de esta manera.
Frecuentemente el Señor ha dicho: “Heme aquí. ¿Me quieres a Mí, o
quieres otras cosas? Si quieres retener las otras cosas, entonces me
alejaré. Tus manos están llenas. Debes abandonar la que tienes en
ellas; vacía tus manos y luego aférrate a Mí. Entonces yo seré tu
deleite”. Solamente cuando pagamos el precio podemos ganar a
Cristo.
Considere lo que dice el apóstol Pablo en Filipenses 3:8: “Y
ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del
cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.
A Pablo no le quedaba nada excepto Cristo. No escatimó nada por
Cristo, y pagó el precio completo. Dio todo lo que tenía para ganar a
Cristo. Hoy nosotros debemos tener el mismo sentir y pagar el
precio que sea necesario, aun nuestras vidas a fin de ganar a Cristo.
Nunca podemos separar la fe viviente de la naturaleza divina.
Aunque doctrinalmente esto es difícil de explicar, sabemos por
experiencia que cuando tenemos una fe viva, disfrutamos la
naturaleza divina. Y cuando estamos en la naturaleza divina,
indudablemente tenemos esta fe viviente. Así que estas dos cosas
están combinadas y ambas están representadas por el oro. La
iglesia en Laodicea necesita este oro, es decir, la naturaleza divina
aplicada, experimentada, por la fe viva, la cual es Cristo mismo. Si
queremos obtener esto, tenemos que pagar el precio.
B. Comprar del Señor vestiduras blancas
En segundo lugar, el Señor aconsejó a la iglesia en Laodicea que comprara
“vestiduras blancas” para que se cubriera y no quedara al descubierto la
vergüenza de su desnudez. En tipología, las vestiduras representan la
conducta. Aquí “vestiduras blancas” se refiere a una conducta aprobada
por el Señor, en la cual el mismo Señor es expresado en la vida de la
iglesia, y la cual la iglesia recobrada que se degradó, necesita para cubrir
su desnudez. Como dijimos en el mensaje catorce, esas vestiduras blancas
no representan a Cristo como la justicia objetiva que nos justifica. Estas
vestiduras son nuestra justicia subjetiva, que consiste en que Cristo sea
expresado desde nuestro interior en nuestra vida. El Cristo que
manifestamos en nuestra vida será nuestra segunda vestidura, la cual nos
hará aparecer aprobados ante el Señor. Esto no se refiere necesariamente a
ser salvos, sino a ser escogidos. Todos necesitamos este segundo vestido.
Cuando tenemos una fe viva y participamos de la naturaleza divina, ésta
llega a ser nuestro modo de vivir. Este vivir es Cristo manifestado en
nuestro vivir, y ésta es la segunda vestidura, la cual nos califica y nos hace
aptos para ser aprobados por Cristo. Este vestido cubrirá nuestra desnudez.
Es cierto que todos nosotros fuimos justificados y cubiertos por el primer
vestido, el mejor vestido que le pusieron al hijo pródigo en Lucas 15. Pero
después de ser justificados, debemos amar al Señor, ser fervientes y estar
entregados por entero a El. Si somos esta clase de cristianos, tendremos la
fe viva que nos permite participar de la rica naturaleza divina, la cual
vendrá a ser Cristo manifestado desde nuestro interior como el segundo
vestido que cubre nuestra desnudez.
Si usted, después de ser justificado, no ama y vive con el Señor y para El,
está desnudo. Esto es difícil de explicar doctrinalmente, pero por
experiencia todos comprendemos que un hermano que no ama al Señor ni
vive por El, está desnudo y en una situación vergonzosa. No tiene al Cristo
precioso ni está cubierto por El. Dicho hermano cree en Cristo y pertenece
a El, pero no lo ama ni vive para El, y está desnudo ante los creyentes y
ante el Señor. No tiene a Cristo como su vestido hermoso. Debemos pagar
el precio por el segundo vestido, el Cristo manifestado en nuestro ser. Este
es el Cristo subjetivo, el mismo Cristo que experimentamos
subjetivamente. No trate de entender esto con su mente. Compruebe en su
experiencia lo que estoy compartiendo. Aunque esto es extraño para su
mente, es claro para su espíritu y en su experiencia. Usted ha
experimentado y puede testificar que, por un lado, tal vez tenga la certeza
de haber sido justificado, pero por otro, tiene la sensación de estar
desnudo. Indudablemente como hijo de Dios, usted fue justificado,
redimido, salvo, regenerado y es miembro de Cristo. Pero por otra parte,
se siente desnudo, y que Cristo no es manifestado en su vida como la
vestidura hermosa. Interiormente se condena por esto. Si usted compara
este mensaje con su experiencia, podrá ver que es cierto. Así que todos
debemos pagar el precio, y decirle al Señor: “Señor, sea cual fuere, pagaré
el precio por manifestarte desde mi ser interno. Señor, quiero tenerte a Ti
como mi vivir. No quiero portarme bien, corregir mi conducta, ni
mejorarme a mí mismo. Quiero que Tú vivas por mí. Día tras día, quiero
que vivas en mí para que seas la vida que expreso. Señor, sé no solamente
mi vida interior, sino también mi conducta”. Si usted ora de esta manera al
Señor, El lo cubrirá externamente; será su segunda vestidura, y usted será
aprobado y escogido por El. No es necesario esperar hasta mañana. Hoy
usted puede tener la certeza de que ha sido aprobado y escogido. Por
consiguiente, cuando llegue ese día, con seguridad El dirá: “¡Bien hecho!
Ven conmigo a disfrutar tu porción y a pelear a mi lado en contra del
ejército del anticristo”.
C. Comprar del Señor ungüento
En tercer lugar, el Señor aconseja a la iglesia en Laodicea que compre
ungüento y unja sus ojos para que vea. El “ungüento” que necesita para
“ungir” sus ojos debe de referirse al Espíritu que unge (1 Jn. 2:27), quien
es el Señor mismo como el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). La iglesia
recobrada que luego se degradó necesita este ungüento para ser sanada de
su ceguera, debido a que se distrajo con el conocimiento muerto de la
letra. Debe pagar el precio para comprar los tres artículos que el Señor le
aconseja que compre. Ya dijimos que el ungüento es el Espíritu que unge.
El discernimiento espiritual siempre está relacionado con el Espíritu. No
necesitamos más conocimiento sino más Espíritu. No necesitamos muchas
doctrinas, sino más unción del Espíritu en nuestros ojos y en lo profundo
de nuestro ser, a fin de que tengamos discernimiento para distinguir las
cosas por dentro. Con este colirio, este ungüento, es posible que tengamos
previsión y un profundo entendimiento para ver las cosas a fondo.
Entonces podemos decir: “Señor Jesús, ahora veo qué tesoro eres, estoy
dispuesto a pagar cualquier precio”. Supongamos que el precio de un
objeto en una tienda es de mil dólares. Si este objeto es un diamante que
cuesta cinco mil dólares, usted no pensaría que mil dólares es mucho. Al
contrario, pensaría que es un precio muy bajo. ¿Por qué hay tantos
cristianos que no quieren pagar el precio por Cristo? Porque no ven qué
gran tesoro es El. Pero una vez que nuestros ojos sean ungidos con el
colirio divino y espiritual, diremos: “Cualquier precio que pague por
Cristo es poco. El precio es demasiado bajo. Mi persona, mi futuro y mi
vida entera no valen nada. En realidad no pago nada por ganar a Cristo, el
cual es todo”. Para ver esto necesitamos colirio.
Ahora podemos comprender que el oro, las vestiduras y el colirio son
Cristo. Cristo lo es todo. Lo que necesitamos hoy es a Cristo. Es cierto que
el Señor nos ha dado mucha luz en Su recobro. Sin embargo, nuestra
intención no es impartir conocimiento. Nuestra intención en estos
mensajes es ayudar al pueblo del Señor a que sea iluminado y vea el valor
y el incalculable precio de Cristo, para que, con este discernimiento, esté
dispuesto a pagar cualquier precio para ganar a Cristo. Para mí vale la
pena sacrificar mi familia, mi futuro, mi destino y mi vida entera por
Cristo. Si pago todo esto, el precio sigue siendo muy bajo. Pablo dijo que
él contaba todas las cosas como pérdida por Cristo, y para él no eran más
que basura, y estiércol (Fil. 3:8). En la vida de iglesia que tenemos en el
recobro del Señor no estamos interesados en doctrinas ni en “verdades”.
Sólo nos interesan las riquezas de Cristo. En todos estos mensajes no
estamos impartiendo vanas doctrinas. La meta de estos mensajes es
ministrar ungüento a fin de que los ojos del pueblo sean ungidos para que
vea cuán precioso es Cristo y para que sea atraído a El. La iglesia
degradada no necesita doctrinas, sino colirio. Necesita revelación, visión,
y mucha gracia.
IV. EL SEÑOR REPRENDE Y DISCIPLINA
En el versículo 19 el Señor dice: “Yo reprendo y disciplino a todos los que
amo”. Si la iglesia degradada está dispuesta a recibir la reprensión del
Señor en amor, ésta abrirá sus ojos. Pero tal vez el orgullo de ella le
impida recibir esta reprensión. Cuando nos volvemos tibios y nos sentimos
reprendidos por el Señor, necesitamos acudir a El en busca de Su
misericordia, para poder ser humildes y recibir Su reprensión en amor.
Esto puede traer el remedio apropiado para la iglesia degradada.
La disciplina es un paso más avanzado que da el Señor en Su relación con
la iglesia degradada después que la ha reprendido. Si ella recibe la
corrección del Señor, tal vez no sea necesario que El la castigue. El Señor
la disciplina con amor.
V. EL MANDATO DEL SEÑOR
En el versículo 19 el Señor le dijo a la iglesia en Laodicea: “Sé, pues,
celoso, y arrepiéntete”. El conocimiento muerto ha hecho que la iglesia
degradada sea tibia. Ella necesita ser ferviente y abandonar la muerte y la
frialdad del conocimiento, y necesita romper las ataduras de sus
formalismos doctrinales. Necesita estar ardiendo y salir de la muerte en
que se halla sumergida con doctrinas inertes. Debe amar al Señor y pagar
el precio que sea necesario para ganarlo a El, hasta el punto de sacrificar
las “doctrinas”. Una iglesia tibia necesita estar caliente y estar ardiendo
cueste lo que cueste; necesita arrepentirse de su tibieza, y dejar de estar
orgullosa de su conocimiento. Ella ha valorado mucho su conocimiento
muerto. Necesita depreciar su conocimiento y arrepentirse de estar
satisfecha con la vanidad del conocimiento y de no buscar la realidad de
Cristo.
VI. LA PROMESA QUE EL SEÑOR HACE AL QUE VENZA
En los versículos del 20 al 21 vemos la promesa que el Señor hace al que
venza: “He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre
la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venza, le daré
que se siente conmigo en Mi trono, como Yo también he vencido, y me he
sentado con Mi Padre en Su trono”. Vencer en estas siete epístolas no
significa vencer nuestras debilidades y los pecados que nos asedian, sino
vencer la condición caída de las iglesias que se desviaron. En la epístola a
Laodicea vencer significa vencer la tibieza y el orgullo de la iglesia
recobrada que cayó en degradación, pagar el precio para comprar lo
necesario, y abrir la puerta para que el Señor pueda entrar.
A. El Señor entra
En el versículo 20 el Señor dice que si alguien oye Su voz y abre la puerta,
entrará a él. Como dijimos, el Señor llama a la puerta, o sea que está fuera
de la iglesia degradada. Aunque esta puerta es la puerta de la iglesia, no de
individuos, es abierta por los creyentes individualmente. El Señor llama a
toda la iglesia, pero la aceptación del llamamiento del Señor debe ser un
asunto personal. El llamamiento del Señor es objetivo, pero la aceptación
de los creyentes debe ser subjetiva. Si oímos el llamado que el Señor hace
a la iglesia y abrimos la puerta a nivel individual, el Señor entrará en
nosotros, y Su presencia será nuestra porción.
B. Cenar con el Señor
En el versículo 20 el Señor también dice que después de entrar en el que
abra la puerta, cenará con él. En el griego, la palabra “cenar” se refiere a la
principal comida del día, tomada por la tarde. Cenar no se refiere
simplemente a comer algo, sino a comer de la abundancia de un banquete.
Esto tal vez se refiera al hecho de que los hijos de Israel comían del rico
producto de la buena tierra de Canaán (Jos. 5:10-12). La cena prometida
aquí no se celebrará solamente en el futuro; también hoy podemos
participar de ella. Si usted es un vencedor, cuando el Señor venga en Su
reino, usted tendrá el privilegio especial de cenar con El. Sin embargo,
antes de que llegue ese día, puede cenar con El.
Muchos cristianos usan el versículo 20 sin mucha exactitud para predicar
el evangelio. Les dicen a los pecadores que Cristo llama a la puerta de su
corazón y que si abren la puerta, El entrará. Esto es todo lo que dicen. ¿Ha
oído usted alguna vez un mensaje en el que se le dice que si abre la puerta,
Cristo entrará a usted y cenará con usted?
Si tenemos una vista panorámica de las siete epístolas de Apocalipsis 2 y
3, veremos que el Señor realza el comerlo a El, el tomarlo a El como
nuestro suministro de vida, para que crezcamos, seamos transformados y
seamos iguales a El. Esto radica exclusivamente en comer a Jesús como el
árbol de la vida, como el maná y como la principal comida del día. El
Señor da énfasis al hecho de que lo comamos, y al mismo tiempo repudia
cuatro clases de enseñanzas: la enseñanza de Balaam (2:14), la de los
nicolaítas (2:15), la de Jezabel (2:20), y la de las profundidades de Satanás
(2:24). Si usted no puede distinguir entre el dinero falsificado y el
verdadero, más le vale no aceptar ninguno; sólo acepte el oro genuino. De
igual modo, es mejor no aceptar enseñanzas, sino solamente recibir al
Cristo viviente.
En el Antiguo Testamento vemos tres niveles de comer a Cristo: el árbol
de la vida que estaba en el huerto, el maná que fue dado en el desierto, y el
rico producto de la buena tierra. Nosotros hemos participado de estos tres
niveles. Fuimos creados en el huerto. Luego, debido a la caída, nos
hallamos en Egipto. Después de ser salvos, salimos del mundo y
comenzamos nuestro camino al encuentro del Señor. En nuestro viaje
hacia el Señor estuvimos en el desierto donde se nos dio maná. Recuerde
que la promesa del maná escondido fue dada a los que vencieran en la
iglesia mundana, representada por Pérgamo, la iglesia que había regresado
a Egipto. En Egipto no había maná; solamente se dio en el desierto, y el
maná escondido sólo estaba en el Lugar Santísimo. La iglesia en Pérgamo
se volvió mundana, regresó a Egipto, donde no hay maná. Si queremos
comer maná, ya sea en público o en secreto, tenemos que salir de Egipto.
Debemos escapar del lugar donde Satanás mora y donde está su trono y
salir al desierto, donde podemos comer del maná visible, y luego podemos
ir al Lugar Santísimo y zambullirnos en el arca para comer el maná
escondido. Parece que las siete epístolas nos conducen a la buena tierra, la
cual es Cristo. Aquí en la buena tierra Cristo es nuestro banquete. Durante
las fiestas anuales, los hijos de Israel tenían un banquete con Dios y El con
ellos. En tipología esto puede ser la promesa a los vencedores de
Laodicea. La promesa que hace el Señor de cenar con todo aquel que le
abra la puerta puede implicar la idea de disfrutar el rico producto de la
buena tierra de Canaán del cual participaba Israel durante las fiestas
anuales. Por consiguiente, la epístola a la iglesia en Efeso menciona el
comer del árbol de la vida; la epístola a la iglesia en Pérgamo se refiere a
comer del maná escondido fuera del mundo; y la epístola a la iglesia en
Laodicea alude a deleitarse en el rico producto de la buena tierra de
Canaán en el tiempo de las fiestas anuales. Siempre que los israelitas
celebraban una fiesta, comían con Dios, ofreciéndole lo que ellos comían
y permitiendo que Dios comiese con ellos. De la misma manera, el Señor
dice que El cenará con nosotros, y nosotros con El. Si tenemos esta visión,
entonces sabremos lo que debemos recalcar hoy. No estamos interesados
en enseñanzas, sino en disfrutar a Cristo como el árbol de la vida, como el
maná, y como el rico producto de la buena tierra.
C. Sentarse con el Señor en Su trono
En el versículo 21 el Señor dice: “Al que venza, le daré que se siente
conmigo en Mi trono, como Yo también he vencido, y me he sentado con
Mi Padre en Su trono”. Sentarse con el Señor en Su trono será un premio
para el vencedor, que consistirá en participar de la autoridad del Señor en
el reino milenario venidero. Esto significa que los vencedores serán reyes
juntamente con Cristo y regirán toda la tierra. Una vez más digo esto: en
realidad, todas las promesas de las siete epístolas están relacionadas con el
reino venidero. Toda palabra negativa que hable de pérdida o sufrimiento
se refiere a una pérdida en el reino venidero, y cualquier expresión acerca
de la recompensa o el disfrute, se refiere al disfrute de Cristo como nuestra
porción especial durante la era del reino. Debemos tener el discernimiento
apropiado para entender estas promesas con exactitud. No obstante, en
principio, estas promesas también se pueden aplicar hoy; podemos
disfrutarlas desde ahora, aunque limitadamente. No es necesario esperar
hasta entrar en la era del reino para disfrutar todas estas porciones
especiales. En la vida de la iglesia actual tenemos el privilegio de disfrutar
el reino. ¡Alabado sea el Señor por la vida de la iglesia!
VII. LO QUE EL ESPIRITU DICE
La iglesia tibia está llena de conocimiento frío, pero carece del Espíritu
ardiente. Necesita desesperadamente oír lo que dice el Espíritu viviente;
no necesita más conocimiento muerto. Si ella hace a un lado todo el
conocimiento muerto, y escucha lo que dice el Espíritu viviente, será
liberada de su degradación.
Las siete iglesias no sólo representan proféticamente el progreso de la
iglesia en siete eras, como ya vimos, sino que también simbolizan las siete
clases de iglesias que surgen en la historia de la iglesia: la iglesia
primitiva, la iglesia sufriente, la iglesia mundana, la iglesia apóstata, la
iglesia reformada, la iglesia recobrada, y la iglesia que se degradó. La
iglesia primitiva continuó en la iglesia sufriente; la iglesia sufriente se
convirtió en la iglesia mundana; y la iglesia mundana vino a ser la iglesia
apóstata. Por tanto, las primeras cuatro iglesias finalmente vinieron a ser
una sola, que fue la iglesia apóstata, la Iglesia Católica Romana. Luego, la
iglesia reformada, otra clase de iglesia, una iglesia no totalmente
recobrada, comenzó a existir como reacción a la iglesia apóstata. Después
de esto, surgió la iglesia recobrada como el recobro completo de la vida
apropiada de iglesia. Esta puede considerarse la tercera clase de iglesia. Al
caer en degradación esta iglesia, se convirtió en la iglesia degradada. Esta
puede considerarse la cuarta clase de iglesia. Estas cuatro clases de
iglesias permanecerán hasta la venida del Señor. Sin duda, sólo la iglesia
recobrada puede cumplir el propósito eterno de Dios, y sólo ella satisface
el deseo del Señor. Debemos aceptar lo que el Señor escoge.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE DIECISIETE
LA ESCENA CELESTIAL DESPUES DE
LA ASCENSION DE CRISTO
Todos los cristianos saben que Cristo ascendió al cielo y que allí está hoy.
Sin embargo, pocos están familiarizados con la escena que se ve en el
cielo después de la ascensión. Esta escena es bastante particular, y
necesitamos verla claramente.
Apocalipsis 4:1 dice: “Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta
en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo,
dijo: Sube acá, y Yo te mostraré las cosas que han de suceder después de
éstas”. El plan de Dios está escondido en el cielo. Pero cuando Dios
encuentra en la tierra un hombre cuyo corazón esté entregado a El, le abre
el cielo. El cielo se le abrió a Jacob (Gn. 28:12-17), a Ezequiel (Ez. 1:1), a
Jesús (Mt. 3:16), a Esteban (Hch. 7:56), y a Pedro (Hch. 10:11). Aquí y en
19:11 le fue abierto a Juan, el autor de este libro, y les será abierto a todos
los creyentes del Señor en la eternidad (Jn. 1:51).
I. UN TRONO EN EL CIELO
El versículo 2 dice: “Y al instante yo estaba en el espíritu; y he aquí, un
trono establecido en el cielo”. En el cielo primeramente vemos un trono, y
el libro de Apocalipsis se centra en ese trono. A partir del capítulo cuatro,
el libro de Apocalipsis revela la administración universal de Dios. El trono
de Dios, mencionado en Apocalipsis, es el centro de Su administración. El
trono que se menciona en las epístolas es el trono de gracia, del cual
recibimos misericordia y donde hallamos gracia (He. 4:16); pero este
trono es el trono de juicio desde el cual el mundo recibe juicio. Este es el
trono de Dios en el cielo. El universo entero, especialmente la tierra, está
bajo la autoridad de este trono. Cualquier cosa que Satanás haga en los
aires, y que el hombre haga en la tierra, está sujeto al trono de Dios que
está en el cielo. Hoy el hombre puede hacer todo lo que quiera, pero el
trono de Dios en el cielo continúa siendo la autoridad sobre todos los
hombres y sobre todas las cosas. Nadie puede hacer nada fuera del
gobierno del trono de Dios, y nada puede ocurrir sin la aprobación de este
trono. Aparentemente este trono es invisible, y el hombre no lo percibe,
pero en realidad está detrás del escenario rigiendo a cada uno y todas las
cosas. En el tiempo de Dios y en cumplimiento de Su propósito, el debido
juicio siempre viene de este trono y cae sobre la humanidad y sobre las
cosas que suceden en la tierra. En el libro de Apocalipsis, el resultado final
procede de la ejecución del juicio de Dios. Este juicio viene del trono y
aclara toda la confusión que hay en el cielo y en la tierra, que fue causada
por la rebelión de Satanás y la caída del hombre.
A. Un arco iris alrededor del trono,
semejante a la esmeralda
En el versículo 3 vemos que hay “alrededor del trono un arco iris,
semejante en aspecto a la esmeralda”. El arco iris es una señal del pacto
que Dios hizo con el hombre y con los seres vivos en el cual afirma que no
los destruirá otra vez con un diluvio (Gn. 9:8-17). En el libro de
Apocalipsis, Dios juzgará a la tierra y a todos sus habitantes. El arco iris
alrededor de Su trono significa que Dios es el Dios que guarda Su pacto, el
Dios fiel, y que guardará Su alianza al traer su juicio sobre la tierra; es
decir, no destruirá a toda la humanidad con un diluvio y preservará
algunas naciones de la tierra para Su gloria (21:24, 26). Este arco iris
indica que Dios es fiel en Su administración sobre la humanidad. En este
capítulo, Dios se prepara para juzgar a la humanidad, pero al juzgarla, El
recordará el pacto que hizo con Noé. El es un Dios que juzga y también un
Dios que guarda Su pacto.
Este arco iris es “semejante en aspecto a la esmeralda”. La esmeralda es
una piedra preciosa cuyo color verde representa los seres vivos de la tierra.
Esto indica que cuando Dios ejecute Su juicio sobre la tierra, recordará Su
pacto y preservará a algunos de los seres vivos de la tierra, como lo indica
Génesis 9:11. La esmeralda, siendo una piedra preciosa, es sólida. El
hecho de que Dios se acuerde de cumplir Su pacto, muestra la solidez del
mismo. Alrededor del trono está este sólido recordatorio.
B. Del trono salen relámpagos,
voces y truenos
En el versículo 5 se nos dice: “Y del trono salían relámpagos y voces y
truenos”. Todo esto representa la ira que Dios ejerce al juzgar. En las
epístolas vemos que del trono de gracia brotan gracia y misericordia para
los que se acercan a Dios por la sangre redentora de Cristo. Pero aquí
salen relámpagos, voces y truenos del trono de juicio como advertencia
para el mundo pecador. En el libro de Apocalipsis, después de que todos
los juicios de Dios hayan sido ejecutados, el trono de Dios será el trono
del suministro de la vida eterna, del cual brotará el río de agua viva, en el
cual crece el árbol de la vida. Todos los creyentes que hoy participan de la
misericordia y la gracia de Dios al acercarse al trono de la gracia,
disfrutarán el río de vida y el árbol de vida que salen del trono de Dios,
que serán su suministro de vida por la eternidad, mientras que los
incrédulos, quienes serán juzgados ante el trono de juicio, no tendrán parte
alguna en el eterno disfrute que brota del trono eterno de Dios.
C. Siete lámparas de fuego
que arden delante del trono
El versículo 5 también nos dice que “delante del trono ardían siete
lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios”. Esto indica
que Dios tocará la tierra con las siete lámparas, Sus siete Espíritus, los
cuales consumen, iluminan, observan, escudriñan, buscan y juzgan. Estas
siete lámparas están relacionadas con las siete lámparas del candelero que
se menciona en Exodo 25:37 y con las siete lámparas del candelero que
aparece en Zacarías 4:2. Las siete lámparas de fuego, las cuales son los
siete Espíritus de Dios, representan la iluminación y el escrutinio que
efectúa el Espíritu de Dios siete veces intensificado. En Exodo 25 y en
Zacarías 4 las siete lámparas, que simbolizan la iluminación que el
Espíritu de Dios efectúa en el mover de Dios, sirven para producir el
edificio de Dios, ya sea para la edificación del tabernáculo o para la
reedificación del templo. Aquí las siete lámparas son usadas para el juicio
de Dios, que también dará por resultado el edificio de Dios: la Nueva
Jerusalén. Mientras que Dios ejecuta Su juicio, Su Espíritu siete veces
intensificado edificará la morada eterna de Dios, escudriñando,
alumbrando, juzgando e impartiéndose. Esto se desarrolla detalladamente
en los siguientes capítulos. El resultado o la consumación es la ciudad
santa, la Nueva Jerusalén.
D. Un mar de vidrio delante del trono
El versículo 6 dice: “Y delante del trono había como un mar de vidrio
semejante al cristal”. El mar de vidrio es el lugar donde se recoge y se
almacena todo lo que Dios ha juzgado. El mar no es de agua sino de fuego
(15:2). Desde el diluvio, Dios, conforme a Su promesa de no juzgar
nuevamente con agua a la tierra y a todos los seres vivos (Gn. 9:15),
siempre ejecuta Su juicio sobre el hombre con fuego (Gn. 19:24; Lv. 10:2;
Nm. 11:1; 16:35; Dn. 7:11; Ap. 14:10; 18:8; 19:20; 20:9-10; 21:8). El
trono del juicio de Dios es como llama de fuego del cual procede un río de
fuego (Dn. 7:9-10). La llama del juicio de Dios arroja todas las cosas
negativas del universo entero en este mar de vidrio, el cual finalmente será
el lago de fuego (20:14). El mar de vidrio, por ser la totalidad del juicio
ardiente de Dios, es como cristal, lo cual significa que todas las cosas
negativas bajo el juicio de Dios quedan claras. Todo lo que sea juzgado y
echado en el mar de vidrio queda completamente expuesto; nada queda
oculto. Aquí tenemos el arco iris alrededor del trono de Dios, lo cual
significa que Dios guardará la promesa que hizo en Génesis 9:8-17.
También tenemos el mar de fuego semejante al cristal, el cual es una señal
de que Dios juzgará todas las cosas negativas con fuego.
II. DIOS ESTA SENTADO EN EL TRONO
A. Semejante a piedra de jaspe y cornalina
Cuando Juan vio el trono en el cielo, describió al que estaba sentado allí:
“Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de
cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a
la esmeralda”. El Dios que está en el trono es semejante a piedra de jaspe.
De acuerdo con 21:11, el jaspe es una “piedra preciosísima ... diáfana
como el cristal”. Su color debe de ser un verde oscuro, el cual simboliza la
vida en sus riquezas. El jaspe aquí, según lo indica 21:11, representa la
gloria que Dios trasmite en Su vida rica (Jn. 17:22, 2). La apariencia de
Dios es como jaspe, como también lo será la apariencia de la ciudad santa,
la Nueva Jerusalén (21:11). El muro de la ciudad y su primer cimiento
están construidos con jaspe (21:18-19). En la Biblia el color verde
representa la vida. Así que el color del jaspe indica que el Dios que está
sentado en el trono es el Dios de vida. El color de Dios primeramente es
verde, lo cual da testimonio de que El es la fuente de la vida.
El Dios que se sienta en el trono, también tiene aspecto como de piedra de
cornalina. La cornalina es una piedra preciosísima, y su color rojo
simboliza la redención. Hoy Dios no es solamente el Dios de vida, sino
también el Dios de redención. El jaspe representa a Dios como el Dios de
gloria en Su vida rica, y la cornalina representa a Dios como el Dios de la
redención. El vino a redimirnos con la sangre de Cristo, debido a que
nosotros Sus criaturas habíamos caído. De modo que Dios tiene dos
colores, el color de la vida y el color de la redención. El es el Dios dador
de vida y también el Dios redentor. En el pectoral del sumo sacerdote en el
Antiguo Testamento, la primera piedra era una cornalina y la última era un
jaspe (Ex. 28:17, 20). Esto significa que el pueblo que Dios redimió tiene
su comienzo en la redención y su consumación en la gloria de la vida de
Dios.
A. El martirio
Durante la era de la predicación del evangelio, muchos santos han sido
martirizados debido a la palabra de Dios y el testimonio de Jesús. Esteban,
Pedro, y casi todos los demás apóstoles murieron como mártires. El
apóstol Juan fue exiliado, y Pablo fue encarcelado y más tarde sentenciado
a muerte. A través de los siglos, adondequiera que la predicación del
evangelio se ha extendido, ha habido martirio. Millares de los que han sido
fieles al testimonio del Señor han muerto como mártires. En cierto sentido,
aun el hermano Nee murió así. Casi todos los colaboradores que eran mis
contemporáneos durante los últimos veintiséis años fueron martirizados,
pues fueron encarcelados y estuvieron en prisión hasta su muerte.
El martirio de los santos no se debe a que se hayan opuesto a algún
precepto humano; se debe a la palabra del Señor y al testimonio de Jesús.
La palabra de Dios es las buenas nuevas, el evangelio que ellos proclaman.
El testimonio de Jesús es la vida que ellos expresan. La sociedad humana
con su cultura está bajo la influencia de Satanás, como dice en 1 Juan
5:19: “El mundo entero yace en poder del maligno”. La predicación de la
palabra del Señor y el testimonio de Jesús son contrarios al rumbo satánico
del mundo. Ciertamente Satanás aborrece esto. Por lo tanto, cuando los
santos predican la palabra en cualquier lugar y expresan en sus vidas el
testimonio de Jesús, Satanás instiga a la gente a que los persiga, hasta
darles muerte si es posible. Esta no es una guerra entre los hombres
comunes y los santos, sino entre Satanás y Dios. Vendrá el tiempo cuando
Dios vengará a Sus santos trayendo Su justo juicio sobre la tierra, la cual
está bajo la maligna influencia de Satanás.
B. El clamor
En Apocalipsis 6:10, hablando de “las almas de los que habían sido
muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían”,
dice que “clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y
verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la
tierra?” En 6:9 vemos que las almas están debajo del altar. Esto denota los
sacrificios inmolados en el altar. Cuando un sacrificio era ofrecido en el
altar, su sangre corría hasta caer debajo del altar. El alma de la carne está
en la sangre (Lv. 17:11). Queda implícito en el hecho de que las almas de
los mártires estén bajo el altar, que a los ojos de Dios todos ellos fueron
ofrecidos a El como sacrificios hechos en el altar y que la sangre, la vida,
de ellos fue derramada allí. Ahora están debajo del altar. En tipo y figura
el altar estaba en el atrio del tabernáculo y del templo, y este atrio
representa la tierra. Por lo tanto, “bajo el altar” significa debajo de la
tierra, donde están las almas de los santos martirizados. Este es el paraíso
adonde el Señor Jesucristo fue después de Su muerte (Lc. 23:43). Está en
el corazón de la tierra (Mt. 12:40), y debe de ser la sección agradable del
Hades, donde está Abraham (Hch. 2:27; Lc. 16:22-26).
Hoy, los santos martirizados están en el paraíso debajo del altar, o sea,
debajo de la tierra. Es un error decir que estos santos están en el cielo. En
la Biblia anotada de Scofield, hay una nota en Lucas 16:23 que indica que
el paraíso estaba debajo de la tierra antes de la resurrección de Cristo, pero
cuando Cristo resucitó, fue trasladado de allí al tercer cielo. No obstante,
en el día de Pentecostés, cincuenta días después de la resurrección del
Señor, Pedro dijo: “David no subió a los cielos” (Hch. 2:34). Hasta el día
de Pentecostés, David no estaba en los cielos. En el libro Las primicias y
la cosecha, página 54, G. H. Lang, uno de los últimos maestros entre los
Hermanos, dice que “la Escritura jamás afirma” que después de la
ascensión de Cristo, el paraíso haya sido trasladado de debajo de la tierra
al tercer cielo, “sino que está totalmente en contra de ese concepto”. El
también hace alusión al versículo de Hechos 2 donde Pedro dice que
David no estaba en el cielo. Menciono esto con el fin de que nos demos
cuenta de que todos los santos que murieron como mártires todavía están
en el paraíso debajo del altar.
Muchos cristianos no saben que el paraíso está en el Hades. La prueba más
evidente de esto se halla en lo que el Señor dice en Lucas 23:43 al ladrón
que fue salvo: “De cierto te digo: Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. En
Hechos 2:27, 31 se revela que después de que el Señor murió fue al Hades.
Mateo 12:40 indica que el Hades está en “el corazón de la tierra” donde el
Señor Jesús estuvo por tres días y tres noches después de Su muerte. En el
Hades hay una sección confortable, que se compara con el seno de
Abraham, donde estaba Lázaro (Lc. 16:23). Este no es el Paraíso celestial,
sino el que está en el Hades. Basándose en 2 Corintios 12:2-4 algunos han
aseverado que cuando Pablo fue “arrebatado al paraíso” fue “arrebatado al
tercer cielo”. Pero dicho pasaje no prueba que el paraíso esté en el tercer
cielo; por el contrario, demuestra lo opuesto. La letra “y” al comienzo del
versículo 3 comprueba que el arrebatamiento de Pablo “al tercer cielo” y
el arrebatamiento “al paraíso”, mencionado en los versículos 3 y 4 son dos
cosas diferentes. Por un lado Pablo estaba en la tierra, pero por otro, fue
“arrebatado” a los cielos y también “al paraíso”. De esta manera, Pablo
recibió una visión completa del universo. Desde el punto de vista humano,
el universo consta de tres secciones: los cielos, la tierra y la parte que está
debajo de la tierra (cfr. Fil. 2:10). Pablo conoció las cosas de la tierra, las
cosas de los cielos y las cosas del paraíso. El tuvo la más notable
revelación del universo y de la relación de éste con el hombre.
Cuando los salvos mueren, se hallan desnudos, es decir, sin cuerpo. Si un
ser humano no tiene cuerpo, está desnudo, o sea, en una condición
anormal. Nadie puede estar en la presencia de Dios, en el tercer cielo, en
una condición anormal de desnudez. Por consiguiente, los santos que
mueren son guardados en un lugar placentero hasta el día de su
resurrección, cuando Dios les pondrá un cuerpo resucitado y serán
personas completas y normales.
Tal vez algunos se pregunten cuál es el significado de Filipenses 1:23
donde Pablo dice que tiene el deseo de “partir y estar con Cristo”. Parece
que Pablo dijera: “Si muero, estaré con Cristo”. Estar con Cristo no es un
asunto absoluto sino relativo. En la actualidad estamos con Cristo.
Dondequiera que estemos, estamos con El. Mientras estamos en este
cuerpo físico, no estamos tan cerca de Cristo como cuando morimos, pues
entonces salimos de este mundo y entramos en otra esfera. Esto no
significa que cuando los creyentes mueren son llevados a los cielos. Esto
sólo ocurrirá el día de la resurrección y el arrebatamiento.
Algunos pueden alegar, basándose en 1 Tesalonicenses 4, que los santos
están con Cristo en el cielo. Afirman que cuando Cristo regrese, traerá
consigo a los creyentes que hayan muerto, lo cual demuestra que ellos
están con El ahora en el cielo. Si usted lee este capítulo detenidamente,
verá que “los muertos en Cristo resucitarán primero” y “nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con
ellos en las nubes” (1 Ts. 4:16-17). Según 1 Tesalonicenses 4 los santos
que murieron serán resucitados y, junto con los que vivan, serán
arrebatados a los aires al encuentro de Cristo. Debemos leer la Biblia
cuidadosamente, sin apegarnos a las enseñanzas tradicionales y
superficiales de hoy. Tenemos que ver claramente que los santos salvos no
están en el cielo, sino en un lugar placentero que la Biblia llama el Paraíso,
el lugar adonde fue el Señor Jesús después de Su muerte.
Después de esperar un largo tiempo, cerca del final de esta era, los santos
que fueron mártires claman pidiendo venganza, instando al Señor a que
juzgue y vengue la sangre de ellos “en los que moran en la tierra”.
E. Dan no se menciona
En Apocalipsis 7 no se menciona a Dan. Y en los capítulos del dos al
nueve de 1 Crónicas, se omite la tribu de Dan debido a su idolatría (Jue.
18:30-31; 1 R. 12:29-30; 2 R. 10:29; cfr. Gn. 49:17). Sin embargo, Dan
será contado de todos modos durante el milenio (Ez. 48:1) debido a la
bendición de Jacob que estaba sobre él, la cual fue dada para que,
mediante la salvación provista por el Señor, Dan fuera incluido de nuevo
entre las tribus de Israel (Gn. 49:16-18).
II. EL ARREBATAMIENTO DE LOS REDIMIDOS,
LA IGLESIA
Además del remanente escogido de Israel, Dios tiene otro pueblo, los
santos redimidos, la iglesia (7:9-17). En esta inserción tenemos una visión
que nos muestra la manera en que Dios preserva a Sus santos redimidos en
medio de las tribulaciones. Dios preserva a Su remanente escogido, los
hijos de Israel, sellándolos y dejándolos en la tierra. Los israelitas son el
pueblo terrenal de Dios, y los cristianos son el pueblo celestial de Dios.
Dios le prometió a Abraham multiplicar su descendencia como las
estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar (Gn. 22:17).
El pueblo celestial, los cristianos, son las estrellas, y el pueblo terrenal, los
israelitas, son la arena de la orilla del mar. Para preservar al pueblo
terrenal de Dios, El los sella y los mantiene en la tierra; no los llevará a los
cielos. Sin embargo, la manera en que Dios preserva a Sus santos
redimidos no consiste en mantenerlos en la tierra, sino en llevárselos por
medio del arrebatamiento. El arrebatamiento no va a ocurrir una sola vez
ni habrá una sola clase de arrebatamiento. Hay por lo menos dos o tres
clases de arrebatamientos. Finalmente, todos los santos redimidos que
haya en la iglesia serán arrebatados de la tierra al cielo. La inserción
añadida en esta visión acerca de la iglesia nos presenta una vista
panorámica que se extiende desde el momento del arrebatamiento hasta la
eternidad. En otras palabras, el capítulo siete de Apocalipsis concluye con
la eternidad. En la eternidad toda la iglesia estará bajo el cuidado de Dios
y bajo el pastoreo del Cordero.
A. Comienza antes de que se abra el sexto sello
El arrebatamiento de los redimidos de Dios empezará con los primeros
vencedores, que son el hijo varón, mencionado en 12:5, y las primicias de
14:1-6. Esto debe de ocurrir antes de la apertura del sexto sello, debido a
que éste dará comienzo a las calamidades sobrenaturales que Dios trae
como “la prueba que ha de venir sobre toda la tierra habitada, para probar
a los que moran sobre la tierra” (3:10). El arrebatamiento de los santos que
Dios redimió continuará con los dos testigos en 11:12, los vencedores
tardíos en 15:2, y la cosecha en 14:14-16 (la mayoría de los creyentes que
pasarán por la mayor parte de la gran tribulación), hasta que todos los
santos sean arrebatados para que puedan participar del cuidado de Dios y
del pastoreo del Cordero por la eternidad.
B. Una multitud grande e incontable
El versículo 9 dice: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la
cual nadie podía contar”. Esta incontable multitud consta de los redimidos
que vivieron en todas las generaciones y que proceden de todas las
naciones, los cuales constituyen la iglesia (5:9; Ro. 11:25; Hch. 15:14, 19).
C. De toda nación, tribu, pueblo y lengua
Esta gran multitud consta de los que fueron comprados con la sangre del
Cordero de toda nación, tribu, pueblo y lengua (7:9; 5:9) para ser los
constituyentes de la iglesia.
D. Salen de la gran tribulación,
y llevan palmas en las manos
Hablando de la gran multitud a la que alude el versículo 9, uno de los
ancianos dice: “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han
lavado sus vestiduras, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”
(v. 14). Esta gran tribulación es diferente a la mencionada en Mateo 24:21.
La gran tribulación de la que aquí se habla es la tribulación en sentido
general. Todos los redimidos del Señor han pasado por ciertas
tribulaciones, sufrimientos, persecuciones y aflicciones. Ningún cristiano
puede evitar estas cosas. En nuestro espíritu somos personas gozosas, mas
en la vida diaria somos un pueblo sufrido. Pero un día saldremos
triunfantes de la gran tribulación y estaremos en pie delante del trono y
delante del Cordero. Todos los que constituyen la gran multitud
mencionada en este capítulo tienen palmas en sus manos, lo cual significa
que obtuvieron la victoria sobre la tribulación (cfr. Jn. 12:13), a través de
la cual pasaron por la causa del Señor (v. 14). Las palmas también son una
señal de la satisfacción que proviene de las fuentes de agua (Ex. 15:27).
Las ramas de palmera se usaban durante la fiesta de los Tabernáculos, en
la cual el pueblo de Dios, al ser satisfecho, se regocijaba y se deleitaba
(Lv. 23:40; Neh. 8:15). La fiesta de los Tabernáculos era el tipo y tendrá
cumplimiento en esta gran multitud de redimidos, los cuales disfrutarán la
fiesta eterna de Tabernáculos. Esta multitud “florecerá como la palmera”
en el templo de Dios (Sal 92:12-13).
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTICUATRO
EL JUICIO SOBRE EL HOMBRE:
LA QUINTA TROMPETA
La carga que tengo en este mensaje es compartir acerca de la gran
tribulación. Apocalipsis 8:13 dice: “Y miré, y oí a un águila que volaba
por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran
en la tierra, a causa de los restantes toques de trompeta, los cuales están
para sonar los tres ángeles!” Los tres ayes de las últimas tres trompetas
(9:12; 11:14) serán los tres ayes de la gran tribulación (Mt. 24:21). Como
veremos, ocurrirán en la segunda mitad de la septuagésima semana de la
cual profetizó Daniel (Dn. 9:27), es decir, en un período de tres años y
medio (Dn. 7:25; 12:7; Ap. 12:14), o cuarenta y dos meses (Ap. 11:2;
13:5), o mil doscientos días (Ap. 11:3; 12:6).
I. EL COMIENZO DE LA GRAN TRIBULACION
Muchos cristianos piensan que la gran tribulación durará siete años.
Algunos tienen esta idea porque entienden la Biblia de una manera
tradicional y sin prestarle la debida atención. Pero la Biblia es muy exacta,
y debemos entenderla de tal manera que recibamos iluminación. La Biblia
no desperdicia ni una sola palabra; todo tiene sentido y es exacto.
Consideremos ahora Daniel 9:24-27. El versículo 24 dice: “Setenta
semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, y
para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad,
para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al
Santo de los santos”. Este pueblo es el pueblo de Daniel, y la ciudad santa
se refiere a Jerusalén. En la Biblia, una semana no significa siete días sino
siete años. Si usted dice que las setenta semanas se refieren a setenta
períodos de siete días, nunca podrá interpretar este pasaje apropiadamente.
El versículo 25 dice: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la
orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe habrá
siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el
muro, pero esto, en tiempos angustiosos”. Aquí vemos “siete semanas” y
luego “sesenta y dos semanas”. El versículo 26 añade: “Y después de las
sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por Sí; y el
pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y
su fin será en una inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las
devastaciones”. Al decir que “se quitará la vida al Mesías”, se da a
entender que Cristo sería crucificado. La destrucción de la ciudad y del
santuario, se refiere a la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén
que vendrían por mano de Tito en el año 70 d. de C.
El versículo 27 concluye diciendo: “Y por otra semana confirmará el pacto
con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador,
hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame
sobre el desolador”. Aquí vemos que el príncipe confirmará el pacto por
una semana y que en el medio de la semana, o sea, después de tres años y
medio, hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Esto significa que suspenderá
la adoración de Dios.
Estas setenta semanas constituyen cuatrocientos noventa años, a partir del
año veinte de Artajerjes, quien decretó la reconstrucción del muro de
Jerusalén (Neh. 1:1; 2:1). Las primeras siete semanas, que son cuarenta y
nueve años, proveyeron el tiempo necesario para que se terminara la
reconstrucción de la calle y el muro de Jerusalén. Desde entonces hasta
que se le quitase la vida a Cristo transcurrirían sesenta y dos semanas, es
decir, cuatrocientos treinta y cuatro años. Desde el final de las sesenta y
nueve semanas, ha habido un largo intermedio. De todos modos llegará la
última semana, los últimos siete años. Esto ha dado origen a la idea de que
la gran tribulación durará siete años.
Como veremos ahora, este concepto no es correcto. Los últimos siete años,
la última semana, será el tiempo cuando el anticristo hará un pacto con el
pueblo judío. Durante la primera parte de esos siete años, el anticristo se
mostrará amistoso con los judíos. Pero después de tres años y medio,
cambiará de parecer. Aunque había asentido que los judíos podían adorar a
Dios en el templo y ofrecer sacrificios, cambiará de parecer y se
proclamará a sí mismo Dios, erigirá su propia imagen en el templo y
obligará a la gente a adorarlo a él y a su imagen. Entonces comenzará a
maltratar a los judíos. De modo que la primera mitad de los siete años no
será un tiempo de tribulación, debido a que el anticristo estará en buenas
relaciones con los judíos. De acuerdo con Daniel 9:27, “a la mitad de la
semana” el anticristo “hará cesar el sacrificio y la ofrenda”, ordenando que
los judíos cesen la adoración de Dios y los sacrificios. El anticristo
también erigirá la abominación desoladora en el lugar santo. Según
Apocalipsis, la abominación desoladora será la imagen del anticristo
erigida como un ídolo en el templo.
Veamos ahora Mateo 24, el capítulo que trata el asunto de la gran
tribulación. En el versículo 15 el Señor Jesús dice: “Por tanto, cuando
veáis la abominación desoladora, anunciada por medio del profeta Daniel,
erigida en el lugar santo”. ¿Cuándo sucederá esto? No será en el principio
de los siete años, sino a la mitad de los siete años, cuando el anticristo
haga cesar la adoración de Dios, se proclame Dios a sí mismo, y ponga su
imagen en el templo, lo cual es una abominación delante de Dios. Luego
en el versículo 21 el Señor predice lo siguiente: “Porque habrá entonces
gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta
ahora, ni la habrá jamás”. En consecuencia, vemos que la gran tribulación,
la cual empezará a la mitad de los últimos siete años, durará solamente tres
años y medio. La enseñanza tradicional de que la gran tribulación durará
siete años es inexacta, y no debemos seguirla, pues no nos da suficientes
detalles para el estudio de esta profecía. Los que sostienen la enseñanza
tradicional hablan de siete años, sin darse cuenta de que en medio de los
siete años el anticristo cambiará de parecer, lo cual dará como resultado la
gran tribulación, que durará tres años y medio, o sea, la segunda mitad de
la última semana.
Veamos algunos versículos en Apocalipsis 12. Los versículos 5 y 6 dicen:
“Y ella dio a luz un hijo varón, que pastoreará con vara de hierro a todas
las naciones; y su hijo fue arrebatado a Dios y a Su trono. Y la mujer huyó
al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten
por mil doscientos sesenta días”. Los mil doscientos sesenta días
equivalen a tres años y medio. Después que el hijo varón sea arrebatado,
habrá un período de tres años y medio, o sea, la segunda mitad de la
septuagésima semana, el tiempo en el cual la imagen del anticristo será
erigida en el templo. Entonces, en los versículos del 7 al 13, se revela que
habrá guerra en el cielo y que el dragón y sus ángeles serán arrojados del
cielo a la tierra, y que el dragón perseguirá a la mujer que dio a luz al hijo
varón. El versículo 14 dice: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la
gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su
lugar, donde será sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un
tiempo”. Este “tiempo y tiempos, y la mitad de un tiempo” se refieren a
los tres años y medio que constituyen la segunda parte de la última
semana. En este pasaje vemos que Satanás será arrojado del cielo a la
tierra al principio de la segunda mitad de los últimos siete años. Esto
también prueba que, en realidad, la gran tribulación durará tres años y
medio, y no siete años.
Otra prueba de esto se halla en Apocalipsis 11:2, donde dice: “Pero el atrio
que está fuera del templo deséchalo, y no lo midas, porque ha sido
entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos
meses”. En este versículo se nos dice que la ciudad de Jerusalén será
hollada por los gentiles durante cuarenta y dos semanas. Los gentiles que
hollarán la ciudad santa serán el anticristo y sus ejércitos. Esto
corresponde a la profecía de Daniel 9, donde el anticristo romperá el pacto
y se proclamará Dios a sí mismo, y mandará que la gente lo adore. En esos
días él hollará la ciudad santa. Esto sucederá durante la gran tribulación.
De manera que la gran tribulación comenzará al principio de los tres años
y medio, cuando Satanás sea arrojado del cielo a la tierra. Vimos ya que
esto se menciona explícitamente en el capítulo doce.
IV. EL ANTICRISTO
Con respecto a las langostas, el versículo 11 dice: “Y tienen por rey
sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón,
y en griego tiene por nombre Apolión”. El ángel del abismo es la
bestia, el anticristo, el cual saldrá del abismo (11:7; 17:8). En hebreo
el ángel del abismo es llamado Abadón, que significa destrucción,
como vemos en Job 26:6; 28:22; y en Proverbios 15:11. El nombre
griego es Apolión, que significa destructor. El anticristo causará
mucha destrucción (Dn. 8:23-25).
El anticristo es una persona peculiar, pues está compuesto de dos
personas: el espíritu de César Nerón y el cuerpo de otro césar del
Imperio Romano. Nerón comenzó a perseguir a los cristianos en el
siglo primero, y es su espíritu el que está encerrado en el abismo
hasta el día que sea liberado y entre en el cuerpo de otro césar. El
césar en el cual este espíritu entrará será muerto y resucitará con el
espíritu de Nerón. Este será el anticristo. Entonces Satanás soltará
las langostas, las cuales estarán organizadas como un ejército bajo
la autoridad de la bestia, el anticristo, el cual será su rey. Las
langostas atormentarán durante cinco meses a todos los que no
tengan la marca de Dios en sus frentes.
Según la Biblia, el universo está compuesto de tres secciones: los
cielos, la tierra y la región que está debajo de la tierra (Fil. 2:10). Al
principio de la gran tribulación, esto es, después de la primera
mitad de los últimos siete años, Satanás será lanzado del cielo a la
tierra, y al mismo tiempo el anticristo, el rey de las langostas
malignas poseídas por demonios, será liberado del abismo y subirá
para reunirse con Satanás. Por consiguiente, un espíritu diabólico
se reunirá con un hombre diabólico. Aunque ellos vienen de dos
direcciones diferentes, Satanás de arriba y el anticristo de abajo,
tendrán una sola meta: atormentar a la humanidad creada por Dios.
Estos dos personajes se unirán y colaborarán para atormentar a la
humanidad cuanto más puedan. Cuando lleguemos a los capítulos
trece y diecisiete consideraremos al anticristo más detalladamente.
Como ya vimos, la gran tribulación durará tres años y medio. Antes
de ese tiempo, vendrán las calamidades sobrenaturales del sexto
sello y de las primeras cuatro trompetas. Pero de acuerdo con
Mateo 24:22, la gran tribulación será limitada a un corto tiempo, el
cual comenzará cuando el anticristo levante la abominación
desoladora en el lugar santo.
¿Dónde va a estar usted cuando comience la gran tribulación? No
diga: “Mientras yo esté entre el pueblo celestial, estaré bien”. Como
pueblo celestial de Dios, no tendremos la marca que tendrá el
remanente escogido de entre los israelitas. El pueblo celestial no
estará aquí durante la gran tribulación, ya que Dios no tiene la
intención de dejarnos en la tierra junto con el remanente de Israel.
Dios planea arrebatarnos a los cielos. Sin embargo, si vamos a ser
arrebatados a los cielos, hay una condición que tiene que cumplirse:
tenemos que haber madurado. La manera en que Dios trata a los
israelitas difiere de la manera en que trata a los creyentes. Si yo
fuera un israelita, clamaría a Dios, para que tuviera misericordia de
mí y marcara mi frente. De ese modo sería preservado durante la
tribulación. Pero Dios no sella a los creyentes; sino que se los lleva a
los cielos. Pero para esto, ellos deben haber madurado.
La carga que tengo en este mensaje es presentarles cuándo
comenzará la gran tribulación y qué la producirá. Como hemos
visto, Satanás será lanzado del cielo a la tierra y tendrá la llave para
abrir el abismo y soltar las langostas poseídas por demonios. Al
mismo tiempo, la bestia, o sea, el anticristo, el rey de las langostas,
será liberado del abismo. El ejército de langostas atormentará al
hombre durante cinco meses. El tormento será tan severo que los
hombres desearán morir, pero la muerte se alejará de ellos. Hoy en
día, la gente trata de evitar la muerte, pero la muerte persigue a la
gente. En ese tiempo ansiarán la muerte, pero ésta huirá de ellos.
¡Que padecimiento tan grande será ése! ¡Qué tribulación tan
terrible! Sin embargo, ése es sólo el primer ay, el comienzo de la
gran tribulación. Los otros dos ayes todavía no han venido.
Los tres ayes de las últimas tres trompetas constituyen la gran
tribulación. El primer ay será la quinta trompeta; el segundo ay, la
sexta trompeta, y el último ay serán las siete copas de la séptima
trompeta. Los tres ayes son anunciados con mucha solemnidad.
Como ya vimos, Apocalipsis 8:13 dice: “¡Ay, ay, ay, de los que
moran en la tierra, a causa de los restantes toques de trompeta, los
cuales están para sonar los tres ángeles!”. Y en 9:12 dice: “El primer
ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto”. Finalmente
cuando se anuncia el último ay, vemos en 11:14: “El segundo ay
pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto”. El sexto sello y las
primeras cuatro trompetas son simplemente el prólogo de los
sufrimientos de la gran tribulación.
Es probable que esta gran tribulación, junto con las calamidades
sobrenaturales del sexto sello y las primeras cuatro trompetas,
constituya “la hora de la prueba que ha de venir sobre toda la tierra
habitada, para probar a los que moran sobre la tierra” (3:10). El
Señor le prometió a la iglesia en Filadelfia que El los guardaría de
esa prueba. Si usted desea ser guardado de la hora de la prueba,
tiene que estar preparado para ser arrebatado de esta tierra. No
debemos hablar descuidadamente de la venida del Señor ni del
arrebatamiento de los santos. Según la Palabra pura, si deseamos
ser arrebatados antes de la gran tribulación, tenemos que haber
madurado y estar preparados para que El nos lleve lejos de la tierra.
Si hemos madurado y estamos preparados, no nos afectará nada de
lo que acontezca en la tierra. Alabado sea el Señor porque tenemos
una salida.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTICINCO
MAS JUICIO SOBRE EL HOMBRE:
LA SEXTA TROMPETA
El libro de Apocalipsis tiene tres secciones principales, aparte de la
introducción (1:1-8) y la conclusión (22:6-21). En 1:19 el Señor le dice a
Juan: “Escribe, pues, las cosas que has visto, y las que son, y las que han
de ser después de éstas”. Por lo tanto, estas tres secciones principales son:
“las cosas que has visto” (1:9-20), “las que son” (2:1—3:22), y “las que
han de venir” (4:1—22:5). En el capítulo uno vemos los siete candeleros
de oro y a Cristo entre ellos, todo lo cual es “las cosas que has visto”, y en
los capítulos dos y tres tenemos las siete iglesias, que son “las cosas que
son”. La sección de “las cosas que han de venir” comienza con la escena
del cielo, en el capítulo cuatro. Como lo revela el capítulo cinco, Cristo
viene a esta escena como el único digno de abrir el secreto de la economía
de Dios. Ya hemos dicho que los primeros cuatro sellos proporcionan una
síntesis de la historia del mundo desde la ascensión de Cristo hasta Su
venida, y esta historia es presentada como una carrera de cuatro caballos.
Casi al final de esta era, cuando se abra el quinto sello, los santos que
fueron mártires clamarán al Señor. El sexto sello será la respuesta de Dios
a su clamor. El sacudirá el universo como una advertencia para los que
moran en la tierra y como una introducción a la gran tribulación. Después
de esto, vienen las siete trompetas, las cuales son el contenido del séptimo
sello. Las primeras cuatro trompetas traerán el juicio de Dios a la tierra, el
mar, los ríos y a las huestes del cielo. Debido a este juicio, la tierra dejará
de ser útil para la subsistencia del hombre. Podemos ver que las cuatro
trompetas y el sexto sello no son parte de la gran tribulación por el hecho
de que las calamidades del sexto sello y de las primeras cuatro trompetas
no dañan al hombre directamente, sino solamente la tierra, dejándola
inhabitable. Ya hicimos notar, en el último mensaje, que la quinta
trompeta marca el comienzo de la gran tribulación. La gran tribulación
mencionada en Mateo 24:21 se compone de los tres ayes de la quinta, la
sexta y la séptima trompetas.
En la quinta trompeta la humanidad será atormentada directamente. Al
sonar la quinta trompeta, Satanás vendrá desde el cielo a la tierra y el
anticristo subirá del abismo, y juntos atormentarán al hombre durante
cinco meses. A diferencia de las calamidades sobrenaturales, el tormento
de las langostas poseídas por los demonios afectará directamente al
hombre. Como vimos anteriormente, al principio de los tres años y medio,
el anticristo cambiará de parecer en cuanto a los israelitas, suspenderá la
adoración a Dios y atormentará al hombre, a quien Dios creó para Sí
mismo. Esto dará inicio a la gran tribulación. Este tormento, que es el
primer ay, será tan severo que nadie podrá soportarlo. Después de esto,
vendrá el segundo ay, la sexta trompeta.
I. LOS CUATRO ANGELES SON DESATADOS
El segundo ay es más complejo que el primero. No está tan definido como
el ay de la quinta trompeta, el cual es causado por la obra conjunta de
Satanás y el anticristo. Apocalipsis 9:13-14 dice: “El sexto ángel tocó la
trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que está
delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los
cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates”. La sangre de la
expiación era puesta sobre los cuernos del altar de oro, el altar de incienso,
para expiación, esto es, para redención (Lv. 16:18). La voz que viene “de
los cuatro cuernos del altar de oro” indica que el juicio de Dios sobre el
hombre se basa en la redención efectuada por Cristo; Dios envía Su juicio
debido a que los hombres no creyeron en la redención de Cristo.
El versículo 12 dice: “El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes
después de esto”. Al sonar la quinta trompeta Satanás es lanzado del cielo
a la tierra para destruirla, y para perseguir al pueblo de Dios por tres años
y medio (12:10, 12-17, 6), y simultáneamente (los últimos tres años y
medio, 13:5-7; 11:7) el anticristo sube del abismo para colaborar con
Satanás atormentando y persiguiendo a los santos, y blasfemando a Dios;
este período corresponde a los tres años y medio en el que la ciudad santa
será entregada a los gentiles para ser destruida (11:2). Por todo lo anterior
deducimos que el ay de la quinta trompeta debe de ser el comienzo de la
gran tribulación (Mt. 24:21). El segundo ay, la sexta trompeta, y el tercer
ay, la séptima trompeta (8:13; 9:12; 11:14), deben de ser parte de la gran
tribulación, la cual probablemente, con el daño que el sexto sello y las
primeras cuatro trompetas causan, será la hora de prueba para todos los
moradores de la tierra (3:10). Los dos ayes que menciona el versículo 12
son la sexta y la séptima trompetas (9:13-20; 11:14-15).
Indudablemente, los cuatro ángeles “que están atados junto al gran río
Eufrates” son cuatro ángeles rebeldes y malignos que siguieron a Satanás.
La Biblia no especifica cuánto tiempo han estado atados junto al río. El
versículo 15 dice: “Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban
preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de
los hombres”. Muchos entienden este pasaje en conformidad con su
concepto natural, pensando que “la hora, día, mes y año” se refiere al año,
mes, día y hora específicos cuando será muerta la tercera parte de los
hombres. Pero éste no es el significado. “La hora, día, mes y año”
significa que los cuatro ángeles han sido preparados para la suma de la
hora, y el día, y el mes, y el año, es decir, un total de trece meses, un día y
una hora, para la matanza de los hombres. Esta mortandad primero durará
una hora, luego un día, luego un mes, y luego un año. Este castigo será tan
severo y terrible, que al principio la gente no esperará que dure más de una
hora. Cuando la hora pase, y no termine, esperarán que no dure más de un
día. Después del primer día anhelarán que no se prolongará más de un
mes. Después de transcurrido un mes, la gente deseará que no pase de un
año. En conjunto, el tiempo de esta terrible hecatombe, será de trece
meses, un día, y una hora.
Muchos de nosotros sufrimos durante la segunda guerra mundial. Cuando
esa guerra comenzó, el 7 de julio de 1937, estaba yo viajando por China.
La mañana siguiente leí una edición especial del periódico con la noticia
de que la noche anterior había comenzado la guerra. Desde ese momento
empezamos a sufrir los rigores de la guerra, primeramente por cuatro años.
Luego Pearl Harbor fue bombardeado, y Estados Unidos entró en la
guerra. Al continuar nuestro sufrimiento, esperábamos que la guerra
terminaría en cualquier momento. Las noticias prometían constantemente
que la guerra terminaría, pero seguía extendiéndose, y nosotros
contábamos los días. En esos días me encarcelaron por treinta días. En la
prisión, ya no contaba los días sino las horas, con el anhelo de que en la
próxima hora saldría libre. Después de treinta días me soltaron, pero
seguíamos sin libertad, y seguíamos contando los días. Por esta
experiencia podemos entender el significado de “la hora, el día, el mes y el
año” que vemos en 9:15. Cuando venga sobre los hombres la terrible
matanza mencionada en el capítulo nueve, la gente esperará que la
mortandad cese en una hora, luego en un día, en un mes, luego en un año.
Los cuatro ángeles que están atados junto al río Eufrates están preparados
para matar hombres por ese largo tiempo, una hora, un día, un mes y un
año.
A. La necesidad
1. La gran tribulación vendrá
En primer lugar tengamos en cuenta la necesidad de que los vencedores
sean arrebatados. Mateo 24:21 revela que la gran tribulación vendrá. En
Mateo 24:22 dice: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería
salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”. La
gran tribulación será tan severa que sus días serán acortados, para que por
lo menos algunos sean salvos.
2. Habrá una trampa
para todos lo moradores de la tierra
Otra razón por la cual es necesario el arrebatamiento, es que se tenderá
una trampa para todos los moradores de la tierra (Lc. 21:34-35). Así como
un pescador extiende su red para pescar, asimismo Satanás extiende sus
redes para atraparnos a nosotros. En Lucas 21:34 el Señor menciona tres
cosas relacionadas con la trampa mencionada en el versículo 35: “Mirad
también por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen
de disipación y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de
repente sobre vosotros aquel día como un lazo”. En este versículo el Señor
menciona disipación (se relaciona con comer), embriaguez (tiene que ver
con beber) y los afanes de la vida. Desde la segunda guerra mundial, casi
todo el mundo ha estado ocupado en estas tres cosas. Por ejemplo, la
industria gira en torno a los afanes de la vida. Lo mismo sucede con las
finanzas. Todas las universidades operan para fomentar la industria, la
industria, a su vez, tiene como meta producir dinero, y el objetivo del
dinero es satisfacer los afanes de la vida. Consideren los billones de
personas que hay en la tierra; su única preocupación es esta vida. Todas
sus actividades —la educación, la industria, la política, la guerra— giran
en torno a los afanes de esta vida. Comer, beber y preocuparse por esta
vida son los tres elementos principales de esta trampa maligna, esta red
usada por Satanás, la cual arroja para atrapar a todos los moradores de la
tierra. En estos versículos de Lucas, el Señor Jesús dice que vendrá el día
cuando todos los moradores de la tierra serán atrapados. He vivido más de
setenta años y he observado la situación mundial durante casi sesenta
años. Yo sé lo que es la vida humana. He estudiado la historia humana, he
leído los periódicos y he analizado la situación mundial. He descubierto
que la gente no se ocupa de ninguna otra cosa que no sea su vida física,
especialmente desde la segunda guerra mundial. Dios no creó la tierra por
casualidad. No, Su creación es bella y contiene muchas maravillas. Sin
embargo, si estamos atrapados en alguna de esas cosas, seremos
capturados por ellas. Por ejemplo, es necesario y apropiado mantener una
vivienda adecuada para nosotros, pero tenemos que estar alerta, no sea que
esto nos atrape.
Aunque existe el grave peligro de ser atrapados por la comida, la bebida y
los afanes de la vida, tenemos que seguir viviendo una vida humana
normal. Los jóvenes deben obtener una buena educación, puesto que la
necesitan para ganarse el sustento. No use el pretexto de decir: “Yo no me
preocupo por esta vida. Amo al Señor, y no estudiaré más, sino que
alabaré al Señor día y noche”. Si usted hace esto, se convertirá en una
carga para otros. Tal vez usted crea estar muy bien, pero otros no lo
estarán. Es posible que afirme que tiene fe, pero tal fe forzará a otros a
laborar por usted. No, usted debe estudiar diligentemente y ser aplicado en
los estudios. Eso sí, no lo haga con el propósito llegar a ser alguien ni de
llegar a ser una persona importante. Usted debe estudiar, pero no debe
permitir que su educación sea su trampa. Puede ser que algunos digan:
“No voy a estudiar porque no quiero caer en una trampa. Más me vale usar
todo mi tiempo leyendo la Biblia y teniendo comunión con los demás
jóvenes. ¿No sería esto maravilloso?” Muchos jóvenes tienen cierto
concepto erróneo y afirman: “El Señor Jesús podría venir mañana. ¿Por
qué tenemos que estudiar tanto? Esto es una pérdida de tiempo”. Aunque
el Señor sí podría venir mañana, también es posible que tenga que
posponer Su regreso por causa de la pereza de ustedes, hasta que hayan
aprendido a estudiar y se hayan graduado en la universidad.
Nosotros, por ser personas caídas, carecemos de equilibrio. En Mateo
24:40 se habla de dos que estaban en el campo. No dice que estaban
durmiendo ni en comunión ni viviendo enteramente para el Señor sin
trabajar. Algunos podrían decir: “Es posible que el Señor venga mañana,
¿para qué vamos a trabajar en el campo? Si es necesario, hasta podríamos
ayunar y prescindir de las tres comidas hasta que El venga”. Cierta vez oí
un mensaje en el cual el orador dijo: “Qué maravilloso sería si cuando el
Señor viniera nos encontrara a mi esposa y a mí orando y adorando”. La
Biblia no indica que vamos a estar haciendo esas cosas cuando El se
manifieste. En Mateo 24:41 se habla de dos mujeres que estarán moliendo
en un molino. En la antigüedad el trabajo más difícil para las mujeres era
moler trigo. Si yo hubiera sido una de las mujeres de esos días, diría: “Los
hermanos jóvenes nos han enseñado que el Señor Jesús puede venir esta
noche. ¿Qué necesidad hay, entonces, de laborar moliendo trigo? Esta es
una pérdida de tiempo. ¿Por qué necesitamos hacer harina si el Señor
podría venir esta noche? Sentémonos aquí y esperemos Su venida”. Este
sería un caso extremo.
En el otro extremo hay cristianos a quienes sólo les interesa ganar dinero y
gastarlo. Ellos dicen: “No debemos ser tan espirituales. Tenemos que ser
prácticos y ocuparnos de nuestra esposa y de nuestros hijos. Yo tengo que
proveer para mi familia y ocuparme de muchas cosas más. No tengo
tiempo para asistir a las reuniones de la iglesia. ¿No podemos acaso adorar
aquí en la casa?” A los que están en este extremo, el Señor les podría
decir: “Vendré como un ladrón. Vendré a la hora cuando menos lo
esperáis. Quizás venga cuando estéis más ocupados tratando de ganar
dinero”. Pero a los que están en el otro extremo, les podría decir: “Por
vosotros demoraré Mi venida. Anheláis demasiado Mi regreso. Sois tan
fervientes que no hacéis nada. Ni siquiera os ocupáis en cocinar. Voy a
retrasar Mi venida hasta que aprendáis a cocinar, a ganaros el sustento, a
preocuparos por vosotros mismo y por los demás”. No estoy bromeando;
digo esto en serio. Esta es la deplorable situación de los cristianos en la
actualidad.
Todos debemos trabajar para ganar nuestro sustento; no obstante, debemos
hacerlo sin caer en la trampa. Podemos tener muchas cosas, pero nunca
debemos permitir que nos dominen. Aprenda a ser equilibrado y a no caer
en ningún extremo: el de no hacer absolutamente nada, ni el de estar
cargado de los afanes de esta vida. En este asunto, como en tantas otras
cosas, hay dos lados. Considere el ejemplo del apóstol Pablo. ¿Acaso no
esperaba él la venida del Señor? Si usted examina lo que él escribió, verá
que todo ello tenía objetivos a largo plazo. El nunca dijo: “Queridos
santos, puesto el Señor Jesús puede venir mañana, no necesitan hacer
tantas cosas. Deben sentarse a orar”. No, en sus epístolas Pablo parecía
estar diciendo, “Mientras que esperamos la venida del Señor, debemos
llevar una vida normal”. Aunque no sabemos cuándo volverá el Señor, si
sabemos que mientras estemos en esta tierra debemos vivir normalmente
para ser el testimonio apropiado del Señor Jesús. Debemos obtener la
mejor educación posible y llevar una vida diaria equilibrada. Debemos
mantener en orden nuestras casas y ser personas normales en todos los
aspectos.
Nosotros debemos vivir apropiadamente sin ser enlazados por nada,
puesto que esperamos el regreso del Señor. Nuestro corazón no está puesto
en nada que no sea el Señor Jesucristo. Sin embargo, esto no significa que
no estudiemos ni trabajemos ni nos ocupemos de las tareas diarias, como
por ejemplo limpiar. No digan: “¿Por qué debo mantener mi ropa limpia y
pulcra? Es una pérdida de tiempo y dinero lavar la ropa. Al Señor no le
interesa la carne; a El solamente le interesa mi espíritu. En tanto que mi
espíritu esté limpio, todo está bien”. Estoy seguro de que muchos jóvenes
tienen esta actitud. Ellos ni siquiera hacen sus camas por la mañana, pues
piensan que hacerlo es una pérdida de tiempo. Siempre que tengan un
lugar donde acostarse, están satisfechos, y creen que pueden emplear su
tiempo leyendo la Biblia o libros espirituales. Ellos no saben por qué
deben de esforzarse por mantener su cuarto limpio y ordenado. Su
abandono personal podría retrasar el regreso del Señor. El Señor les podría
decir: “Debéis aprender a tender vuestra cama temprano en la mañana,
peinaros el cabello y limpiar vuestros zapatos. Luego debéis ordenar bien
todos los libros. No coloquéis el Nuevo Testamento antes del Antiguo
Testamento”. Ningún anciano descuidado puede ser útil en la edificación
de la iglesia. Debemos aprender a ser diligentes, y a mantener todo en
orden. Sin embargo, no debemos fijar nuestra mente en estas cosas.
Cuando el Señor diga: “Ciertamente vengo pronto”, podremos
abandonarlo todo. Algunos mantienen sus posesiones en orden, pero esto
se convierte en un trampa para ellos. Esta es una prueba que pone de
manifiesto nuestra verdadera condición. Nosotros estamos aquí como el
testimonio de Jesús. Somos personas normales, llevamos una vida normal,
pero nada de esta vida nos puede afectar. No somos negligentes,
haraganes, ociosos ni indolentes. Pero no hay nada en este mundo que
tenga control sobre nosotros. Estos dos lados del asunto nos forzarán a ser
uno con el Señor.
¿Qué significa el arrebatamiento? Significa ser llevado a la presencia del
Señor. Si ustedes desean ser llevados a la presencia del Señor, tienen que
estar en Su presencia hoy. Es factible que gran parte de la comunión y
adoración suya no esté en la presencia del Señor; tal vez concuerde con su
propia decisión; quizá usted no esté en la presencia del Señor, sino en la
presencia de su propio gusto y su preferencia. Cuando usted desee tener
comunión con el Señor, puede ser que El diga: “Ve a trabajar, o ve a
estudiar”.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA
EL ARREBATAMIENTO DE LOS CREYENTES
(2)
I. EL ARREBATAMIENTO DE LOS VENCEDORES
C. Los hechos
1. El uno será tomado y el otro será dejado
En Mateo 24:39-42 vemos el hecho del arrebatamiento. Los versículos 40
y 41 dicen: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el
otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el molino; la una será
tomada, y la otra será dejada”. Aquí vemos dos hermanos en el campo y
dos hermanas moliendo en un molino. Un hermano y una hermana son
tomados, y los otros dejados. Algunos en nuestro medio, especialmente los
jóvenes, aman al Señor y piensan que no tienen que preocuparse por su
vida diaria. Pero en estos versículos vemos dos hermanos trabajando en el
campo y dos hermanas moliendo en un molino. Ambas expresiones tienen
que ver con la comida. Mientras vivamos en la tierra no podemos hacer a
un lado la necesidad de comer. Tenemos que trabajar para poder comer.
Así que si usted verdaderamente ama al Señor, debe comprender que
mientras lo ama a El, tiene que ganarse su propio sustento. Mientras dos
están en el campo trabajando para obtener su sustento, uno es tomado, y el
otro dejado. Externamente ellos son iguales, pero internamente son
diferentes. Si lee el contexto, verá que uno vela y está preparado, mientras
que el otro no. Uno de ellos está preparado, y el otro no está velando.
2. El hijo varón es arrebatado para Dios
El hecho del arrebatamiento de los vencedores, también se halla en
Apocalipsis 12:5. Este versículo dice: “Y ella dio a luz un hijo varón, que
pastoreará con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado
a Dios y a Su trono”. Observe que el hijo varón no es arrebatado a los
aires, sino al trono de Dios. El trono de Dios está en el tercer cielo. Este
arrebatamiento sucederá antes de los tres años y medio de la gran
tribulación (12:6, 14).
3. Los ciento cuarenta y cuatro mil
son las primicias para Dios y el Cordero
El hecho del arrebatamiento se encuentra también en 14:1-5, donde
leemos sobre los ciento cuarenta y cuatro mil que vienen a ser las
primicias para Dios y el Cordero. Puesto que ellos son las primicias, no
son llevados al aire, sino a la casa, el templo, de Dios en los cielos. Los
ciento cuarenta y cuatro mil serán arrebatados a Sion en los cielos, antes
de que el anticristo obligue a la gente a adorarlo a él durante la tribulación.
Los hechos relacionados con al arrebatamiento de los vencedores son
innegables. Los que estaban en el campo y las que estaban en el molino
van a ser tomados antes que los demás; el hijo varón es arrebatado al trono
de Dios antes de los tres años y medio, y las primicias son tomadas antes
de la cosecha. Nadie puede decir que la cosecha será recogida al mismo
tiempo que las primicias. Como el capítulo catorce lo indica claramente,
las primicias son arrebatadas primero, y la cosecha después.
D. La hora
Consideremos el momento en que sucederá el arrebatamiento de los
vencedores. De acuerdo con Apocalipsis 3:10, se producirá antes de “la
hora de la prueba”. Más aún, el capítulo doce indica que el hijo varón será
arrebatado al trono de Dios antes de los tres años y medio, esto es, antes
de la gran tribulación (12:5-6, 14, 17). Además, los ciento cuarenta y
cuatro mil, las primicias, estarán de pie en el monte de Sion antes de que
las fuerzas del anticristo obliguen a la gente a adorarlo a él y su imagen
durante la gran tribulación (14:1-5, 9-12). Si usted lee detenidamente el
capítulo catorce, verá que después de que las primicias son tomadas al
monte de Sion que está en el cielo, en la tierra el anticristo erigirá su
imagen en el templo y obligará a la gente a adorarla. No puede uno
argumentar al respecto, a menos que no crea lo que dice la Biblia. Si
creemos lo que la Biblia dice, tenemos que reconocer que algunos
creyentes serán arrebatados al tercer cielo, no a los aires, antes de que el
anticristo persiga al pueblo de Dios.
E. El lugar
1. En pie delante del Hijo del Hombre
Los vencedores serán arrebatados y llevados ante el Hijo de Dios en los
cielos (Lc. 21:36). Cuando sean arrebatados los vencedores, Cristo todavía
no habrá salido del cielo para venir a los aires, mucho menos a descender
a la tierra. Los vencedores que han escapado de la trampa del diablo,
estarán en pie delante del Hijo del Hombre en los cielos.
C. La hora
1. A la final trompeta
El arrebatamiento de la mayoría de los creyentes sucederá cuando
suene la última trompeta, esto es, al tocarse la séptima trompeta
casi al final de la gran tribulación (1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16; Ap. 10:7;
11:14-15). Algunos dicen que la final trompeta de 1 Tesalonicenses 4
y de 1 Corintios 15 no es la séptima trompeta de Apocalipsis 11, sino
probablemente una trompeta que se toca para movilizar el ejército
judío. Esta es una interpretación extraña. No veo cómo pueden
aceptarla, ya que no es una interpretación bíblica. Cuando el
apóstol Pablo escribió 1 Corintios 15, habló de la final trompeta.
¿Cree usted que se refería a la última trompeta del ejército judío?
¡Qué absurdo! ¿Dé dónde saca la gente estos conceptos? ¡Qué
manera tan errónea de interpretar la Biblia! Algunos propagan esta
interpretación debido a que enseñan que todos los santos serán
arrebatados antes de la tribulación. Sin embargo, ellos saben que la
última trompeta, la séptima, será tocada casi al final de la
tribulación. De manera que, para afirmar que todos los santos van a
ser arrebatados antes de la tribulación, también tienen que
demostrar que la final trompeta, mencionada en 1 Corintios 15 y 1
Tesalonicenses 4, son diferentes de la séptima y última trompeta
del libro de Apocalipsis. Ellos se alejan de la verdad de la Biblia, la
cual revela que los creyentes en su gran mayoría serán arrebatados
al sonar la séptima trompeta, la final trompeta, que se tocará al
final de la gran tribulación. Esto es una evidencia de que la mayoría
de los creyentes pasará por la mayor parte de la tribulación. Por lo
tanto, la enseñanza de que todos los creyentes serán arrebatados
antes de la tribulación está en completo desacuerdo con las
Escrituras.
2. Después de manifestarse
el hombre de pecado, el anticristo
El arrebatamiento de la mayoría de los creyentes se producirá
después de que se manifieste el hombre de pecado, el anticristo (2
Ts. 2:1-4). En 2 Tesalonicenses 2 se nos da una base sólida para
afirmar que el arrebatamiento de la mayoría de los creyentes
sucederá al final de la gran tribulación. Este pasaje indica que antes
de ser arrebatados los santos, se manifestará el hombre de pecado,
el anticristo, y se sentará en el templo de Dios, “proclamándose
Dios” (2 Ts. 2:4). Esta idolatría se producirá después del
arrebatamiento de la mayoría de los creyentes. Cuando los
hermanos del grupo de Newton presentaban esos versículos al
grupo de Darby, éstos quedaban desconcertados. Darby enseñaba
que todos los creyentes serían arrebatados antes de la tribulación,
pero el grupo de Newton afirmaba que el anticristo tiene que
manifestarse primero, su imagen tiene que ser introducida en el
templo, y la gente ha de ser obligada a adorar dicha imagen, antes
de que el Señor regrese y los santos sean reunidos con El. Siempre
que se menciona este pasaje, quedan en silencio los que enseñan
que todos los creyentes serán arrebatados antes de la tribulación.
3. Después de que la bestia, el anticristo,
obliga a la gente a adorarlo a él y a la imagen
durante la gran tribulación
El arrebatamiento de la mayoría de los creyentes ocurrirá después
de que la bestia, el anticristo, obligue a la gente a adorarlo a él y a su
imagen durante la gran tribulación (14:9-16). Esto se revela
claramente en el capítulo catorce de Apocalipsis.
4. Después de que Satanás guerrea
contra el remanente del pueblo de Dios
El arrebatamiento se producirá después de que Satanás, el gran
dragón, pelee contra el remanente del pueblo de Dios durante la
gran tribulación (12:17, 14, 5). Esto acontecerá después del
arrebatamiento del hijo varón. De acuerdo con Apocalipsis 12, el
hijo varón será arrebatado al trono de Dios antes de los tres años y
medio, después de los cuales será arrebatada la mayoría de la
descendencia de la mujer. Esto significa que después de ser
arrebatado el hijo varón, el remanente de la descendencia de la
mujer sufrirá la persecución de Satanás. Así que, la mayoría de los
creyentes permanecerá en la tierra y será arrebatada al final de la
gran tribulación.
5. Al final de la era
El arrebatamiento de la mayoría de los creyentes marcará la
“consumación del siglo” (Mt. 13:39). La conclusión de la era ocurre
al final de la gran tribulación. De acuerdo con Mateo 13:39, éste
será el tiempo de cosechar. Cristo vino a sembrar la semilla en el
campo a fin de producir una cosecha para Dios. Esta cosecha será
recogida cuando concluya la era. Esta edad terminará con los
últimos tres años y medio. Comenzando con la reconstrucción de la
ciudad de Jerusalén, se ha determinado un período de setenta
semanas. Las primeras sesenta y nueve, se extienden desde el
decreto de reconstruir a Jerusalén hasta la crucifixión de Cristo, lo
cual comprende un lapso de cuatrocientos ochenta y tres años.
Después de la crucifixión, hay un largo intervalo. Finalmente, esta
separación se cerrará, y comenzará la última semana, los últimos
siete años. La segunda parte de esta última semana será la
conclusión de la era del Nuevo Testamento, la cual se extiende
desde la crucifixión hasta el final de la gran tribulación. Nadie sabe
cuánto tiempo habrá entre la crucifixión de Cristo y el comienzo de
la septuagésima semana. Pero Daniel 9 revela claramente que el fin
de esta era estará compuesta de los siete años de la última semana.
La era llegará a su consumación a la segunda mitad de esos siete
años. Casi al final de esos tres años y medio, la mayoría de los
santos será arrebatada. Los vencedores serán arrebatados antes de
los tres años y medio. La fecha o la hora del arrebatamiento de los
vencedores no se conoce, pero el arrebatamiento de la mayoría de
los creyentes sí; se nos ha dicho que sucederá al tocarse la séptima
trompeta, la cual sonará cerca del fin de la gran tribulación.
D. El lugar
Veamos ahora el lugar al cual será arrebatada la mayoría de los
creyentes. En 1 Tesalonicenses 4:17 se revela que el lugar es “el
aire”, y Apocalipsis 14:14-16 indica que será “la nube”. Los
vencedores serán arrebatados al trono, a la presencia del Hijo del
Hombre en el tercer cielo. Pero en 1 Tesalonicenses 4 se nos dice
claramente que la mayoría de los creyentes será arrebatada al aire, y
Apocalipsis 14 revela que la cosecha será segada y llevada a la nube.
En ese entonces, Cristo ya no estará envuelto en la nube, sino que
estará sentado sobre la nube en el aire.
E. La condición
La condición para que se produzca el arrebatamiento de la mayoría
de los santos es que la cosecha esté madura. Apocalipsis 14:15 dice:
“Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba
sentado sobre la nube: Mete Tu hoz, y siega; porque la hora de segar
ha llegado, pues la mies de la tierra está madura”. Por consiguiente,
la madurez es la condición necesaria para que la mayoría de los
creyentes sea arrebatada.
III. OTROS DOS ARREBATAMIENTOS
Además de estas dos clases de arrebatamientos, el de los vencedores
y el de la mayoría de los creyentes, se producirán otros dos
arrebatamientos: el arrebatamiento de los dos testigos (11:12) y el
arrebatamiento de los santos que vencerán a la bestia, su imagen y
el número de su nombre (15:2).
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y UNO
CUATRO ASPECTOS
DE EXPERIMENTAR EL CANDELERO
Génesis es el campo en el cual fueron sembradas casi todas las semillas de
la verdad. En Apocalipsis tenemos la cosecha de las verdades que se
plantaron al comienzo de la Biblia. En este libro de consumación, las
iglesias locales son cruciales. Las iglesias locales también son el centro de
este libro. Hemos visto que las iglesias locales son la meta de la revelación
y la manifestación progresivas de Dios. En la Biblia no sólo tenemos la
revelación de Dios sino también Su manifestación. La revelación podría
considerarse como un libro doctrinal, mientras que la manifestación se
relaciona, sin lugar a dudas, con la experiencia. Por lo tanto, la Biblia no
sólo nos da la doctrina, sino también la experiencia de la revelación de
Dios y de Su manifestación. Si no existieran las iglesias locales, no habría
meta alguna para la revelación y la manifestación de Dios.
Satanás, el enemigo insidioso, aborrece las iglesias locales. A lo largo de
los siglos, muchos buenos maestros cristianos han dedicado su atención a
muchas otras cosas. Tenemos que reconocer que algunas de ellas han sido
importantes. No obstante, la mayoría de estos maestros ha errado el
blanco, la meta, que es las iglesias locales. Tenemos que adorar y alabar a
Dios porque El es el Señor. El jamás permitirá que este asunto se pase por
alto. Después de recobrar tantos elementos en estos últimos siglos, en
nuestros días El ha llegado a Su destino. Esta es la razón por la cual día y
noche tenemos la única carga de edificar las iglesias locales. Todos los
ataques y la oposición que afrontamos se deben simplemente a nuestra
posición en cuanto a las iglesias locales.
EL CANDELERO ES UN TIPO DE LA IGLESIA
Todos saben que la palabra “iglesia” no se encuentra en el Antiguo
Testamento. Se usa por primera vez en Mateo 16:18, donde el Señor Jesús
dijo: “Edificaré Mi iglesia”. Sin embargo, en el Antiguo Testamento la
iglesia es tipificada en muchas ocasiones. Por ejemplo, en Génesis 2
tenemos la esposa, que tipifica a la iglesia como complemento de Cristo.
Además, tanto el tabernáculo como el templo tipifican la iglesia como
morada terrenal de Dios entre los hombres. El hecho de que los hijos de
Israel fuesen un pueblo significa que la iglesia también es una entidad
colectiva que expresa a Dios. Con todo, ninguno de estos tipos tiene tanto
contenido como el candelero.
El candelero se menciona por primera vez en Exodo 25. Si solamente
tuviéramos ese capítulo, no podríamos comprender que el candelero está
relacionado con la iglesia o las iglesias. Casi al final del Antiguo
Testamento, en Zacarías 4, hallamos el candelero una vez más. Zacarías
muestra cierto progreso y desarrollo con relación al Exodo. En Exodo sólo
tenemos el candelero con las siete lámparas; no dice a qué aluden las siete
lámparas. Pero en Zacarías se nos da una interpretación específica de las
siete lámparas, pues en dicho libro se nos dice que las siete lámparas son
los siete ojos de Dios (4:10) y los siete ojos de la piedra (3:9). Zacarías nos
dice dos cosas importantes acerca del candelero: que las siete lámparas del
candelero son los siete ojos de Dios, y que ellas son los siete ojos de la
piedra. Consideren el cuadro que presenta Zacarías. El hecho de que la
piedra tenga siete ojos, que son los siete ojos de Dios, indica que los siete
ojos nos infunden lo que Dios es. El es luz, vida, amor, santidad, etc. Todo
lo que Dios es como elemento vital se nos infunde mediante Sus siete ojos.
Esto es válido aun entre nosotros los humanos, pues cuando miramos a
otros infundimos en ellos algo por medio de nuestro ojos. ¿Qué significa
el hecho de que los siete ojos de Dios también sean los siete ojos de la
piedra? Sin duda alguna, la piedra es útil para edificar. De modo que estos
siete ojos no sólo nos infunden el elemento de la vida de Dios, sino que
también nos infunden a Cristo como el material de construcción,
haciéndonos así materiales para el edificio de Dios. Zacarías 4:2-6, 10
también deja implícito que los siete ojos de Dios, los cuales son las siete
lámparas del candelero, son el Espíritu. Como respuesta a la pregunta:
“¿Qué es esto?”, dice: “No con poder, ni con fuerza, sino con Mi Espíritu,
ha dicho Jehová de los ejércitos” (4:6). Este versículo indica que sólo por
medio del Espíritu podemos ser parte del edificio de Dios. Por lo tanto,
podemos ver que el candelero de Zacarías 4 revela un claro desarrollo con
relación al de Exodo 25. No obstante, Zacarías no es el libro de
consumación; así que tenemos que seguir hasta llegar al último libro de la
Biblia, el Apocalipsis.
En Apocalipsis vemos siete candeleros de oro. Este libro también revela
que las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios y los siete ojos del
Cordero (5:6). Por consiguiente, los candeleros incluyen a Dios, a Cristo,
al Espíritu, al Redentor y los materiales de construcción.
UN TESTIMONIO PERSONAL
Antes de venir a la iglesia, yo fui salvo y amaba al Señor. Yo no amaba al
mundo. Era un cristiano joven bastante recto y buscaba al Señor, estudiaba
la Biblia, y oraba todos los días. Sin embargo, después de que vine a la
iglesia, fui escudriñado por completo, no por algún maestro, sino por algo
que había en mi interior. En ese entonces yo no conocía las expresiones
que conocemos hoy. No obstante, experimenté este escrutinio y lo confesé
todo al Señor. Antes de acudir a cada reunión de la iglesia, yo confesaba
todos mis pecados uno por uno. ¡Qué escrutinio tan profundo era ése!
Muchos entre nosotros han tenido experiencias similares. Fue así como
tuve la experiencia de ser iluminado, escudriñado, expuesto y juzgado por
el Señor. Todavía recuerdo el juicio por el que pasaba mientras iba a las
reuniones. Me aborrecía a mí mismo, mi naturaleza, mi viejo hombre y mi
disposición. ¡Cuánto me aborrecía y me juzgaba a mí mismo!
Experimentaba esto principalmente en la mesa del Señor. Por una parte,
yo recordaba al Señor, pero por otra, estaba bajo Su juicio. Era como si me
dijera: “Tú eres muy carnal, muy natural y estás muy centrado en ti
mismo. Estás todavía muy metido en la vieja creación”. Al sentarme a la
mesa del Señor, estaba bajo Su juicio internamente. Esta era la obra de las
lámparas que resplandecían en la iglesia. Nunca antes había
experimentado esto.
Como resultado de la llama de las siete lámparas, llegué a amar, estimar y
querer al Señor Jesús. Nunca antes había tenido yo un sentir tan profundo
de lo valioso y lo amoroso que es el Señor. De este modo el Señor Jesús se
infundía en mi ser. ¡Cuán precioso, querido y disponible era el Señor para
mí! El era mi amado tesoro. Lo amaba más que nunca. El había sido
verdaderamente infundido en mí. Puedo dar testimonio de que durante esa
época yo estaba en el tercer cielo y que todos los pecados y debilidades
estaban bajo mis pies. Yo no necesitaba tratar de vencer nada.
Después de que algo nos fue infundido, nos fue impartida la vida. Las
siete lámparas llegaron a ser los siete ojos, y éstos, a su vez, llegaron a ser
los siete Espíritus. Después de que el Señor Jesús me iluminó, me
escudriñó, me expuso y me juzgó, se infundió en mí, y esta infusión hizo
que la vida me fuera impartida. Así recibí más vida, la vida que es Cristo
mismo. Se me añadió más de Cristo. El se impartió en lo profundo de mi
ser. En aquellos días yo no tenía la terminología, pero sí tenía la
experiencia. Como resultado de esto, recibí transformación y aprendí a
amar a la iglesia y a todos los santos que se reunían conmigo. Esto era el
edificio.
LAS SIETE LAMPARAS SE CONVIERTEN
EN LA CORRIENTE DE AGUA VIVA
Por último, este edifico tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén, que
será el agrandamiento final y eterno de nuestro maravilloso Dios. Si usted
desea entender el Evangelio de Juan, el libro de Apocalipsis y la Biblia
misma, debe ver las siete lámparas, los siete ojos y los siete Espíritus de
Dios. Finalmente, surgirá la Nueva Jerusalén, donde los siete Espíritus que
están delante del trono administrativo de Dios llegarán a ser el agua de
vida, la cual fluirá del trono. En la Nueva Jerusalén, las siete lámparas que
están delante del trono administrativo se convertirán en el agua de vida
que brota del trono que imparte vida, y la piedra misma será la lámpara
que irradiará a Dios por toda la ciudad eternamente. Estos son los puntos
cruciales de la revelación que contiene la Biblia. Ojalá todos nosotros los
podamos ver.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y CUATRO
LA MUJER UNIVERSAL RESPLANDECIENTE
La primera sección del libro de Apocalipsis, que consta de los primeros
once capítulos, abarca todas las cosas del presente y de la eternidad. La
segunda sección, que comprende los últimos siete capítulos, presenta los
detalles de las cosas importantes y los eventos cruciales que suceden en
los últimos tres años y medio de esta era, los cuales constituyen la gran
tribulación, y la era del cielo nuevo y la tierra nueva. La primera de las
cosas importantes y de los eventos cruciales que aparecen en esta sección
es la mujer que da a luz al hijo varón (12:1-18).
Los primeros once capítulos de este libro incluyen los siete sellos y las
siete trompetas. Los siete sellos y las siete trompetas nos dan un bosquejo
de este libro, que es breve pero incluye muchas cosas. Los primeros cuatro
sellos (6:1-8) abarcan casi dos mil años de historia, desde la ascensión de
Cristo hasta el fin de esta era. Ahora vivimos en los últimos días de esta
era, muy cerca del tiempo en que se abrirá el quinto sello. Este contiene
las oraciones de los santos que murieron como mártires (6:9-11). Cuando
se abra este sello, los millares de mártires que fueron inmolados por causa
del testimonio del Señor clamarán a Dios pidiendo venganza, y le rogarán
que intervenga y castigue a la humanidad rebelde. El sexto sello (6:12-17)
será la respuesta de Dios al clamor de los mártires. Las calamidades
sobrenaturales de este sello serán una advertencia para los que moren en la
tierra. Estos seis sellos nos conducen al final de esta era.
El séptimo sello, que incluye las siete trompetas, incluye muchísimas
cosas. El séptimo sello equivale a las siete trompetas, puesto que éstas son
el contenido de aquél. Las primeras cuatro trompetas (8:7-12) son las
calamidades sobrenaturales, o sea los juicios que Dios trae sobre la tierra,
el mar, los ríos, el sol, la luna y las estrellas. Estas cuatro trompetas
destruirán los cielos y la tierra y harán que la tierra deje de ser habitable.
Los cielos fueron creados para la tierra, y la tierra para que la humanidad
morara en ella. Sin embargo, como la humanidad fracasó y se rebeló
contra Dios, El declarará al final que Su tolerancia ha llegado al límite. El
gran terremoto y la conmoción del cielo que sucederá cuando se abra el
sexto sello será una advertencia para los moradores de la tierra. Esta
advertencia será una introducción a las calamidades sobrenaturales que
vendrán. Cuando suenen las primeras cuatro trompetas, estará cerca la
gran tribulación. El sexto sello y las primeras cuatro trompetas del séptimo
sello serán el preámbulo de la gran tribulación. La quinta trompeta (9:1-
11), que infligirá daño directamente al hombre, marcará el comienzo de la
gran tribulación. La quinta trompeta consta de los primeros tres ayes que
se mencionan en 8:13. La sexta trompeta (9:12-21), que traerá más juicio
sobre los hombres, será el segundo ay. El tercer ay (11:14), que es parte
del contenido negativo de la séptima trompeta, lo formarán las siete copas
de la ira de Dios, derramadas sobre el anticristo, su pueblo y su reino
(16:1-12, 17-21). Cuando se hayan vertido las siete copas, que forman
parte de las séptima trompeta, concluirá la gran tribulación. Después de
esto, el Señor Jesús descenderá a la tierra para pelear contra el anticristo
en la batalla de Armagedón. El anticristo será derrotado y, junto con el
falso profeta, será arrojado al lago de fuego (19:19-21). Después de esto,
comenzará el reino milenario, es decir, que durará mil años. Entonces
habrá un cielo nuevo y una tierra nueva con la Nueva Jerusalén, y éstos
permanecerán por la eternidad. La séptima trompeta perdurará por la
eternidad. Ese es un breve esquema del libro de Apocalipsis.
El libro de la economía de Dios que Cristo abrió, requiere la eternidad
para ser abierto plenamente. Hoy sólo podemos ver parte. Cuando
lleguemos al cielo nuevo y la tierra nueva y vivamos en la Nueva
Jerusalén, tendremos una visión mucho más amplia. El libro que veremos
por la eternidad será infinitamente largo. La séptima trompeta, que perdura
por la eternidad, incluye muchas cosas importantes: la última parte de la
gran tribulación; la resurrección y el arrebatamiento de la mayoría de los
creyentes; el galardón dado a los santos; la caída de la gran Babilonia; las
bodas del Cordero; las siete copas; el descenso de Cristo a la tierra en
compañía de los vencedores, que son Su ejército, para pelear contra el
anticristo en Armagedón; el encarcelamiento de Satanás; el reino
milenario; la última rebelión de la humanidad; el lanzamiento de Satanás
al lago de fuego; el juicio ante el gran trono blanco; el cielo nuevo, la
tierra nueva y la Nueva Jerusalén.
Cuando el hermano Nee era joven, presentó un estudio acerca del
Apocalipsis. Después de aquel estudio, él vio más luz acerca de dicho
libro. En 1933 le pedimos que nos diera un estudio exhaustivo del
Apocalipsis. Nos respondió que sólo haría tal cosa si nosotros leíamos ese
libro tantas veces que conociéramos todos los capítulos y pudiéramos casi
repetir de memoria todo el libro. En ese entonces, yo consideré esta
condición exagerada. Pero con los años he aprendido que si deseamos
entender el libro de Apocalipsis, tenemos que estar familiarizados con
todos los detalles que contiene. Tenemos que conocer al dedillo cada
capítulo.
Vimos que los primeros once capítulos de Apocalipsis son un esbozo
general y que los últimos once nos dan los detalles de ciertas cosas
importantes y de algunos eventos cruciales. No piensen que los últimos
once capítulos son la continuación de los primeros once. No, en cierto
sentido, los últimos once capítulos son un recorrido o una ampliación de
los primeros once. Leer el libro de Apocalipsis es como leer el mapa de
una ciudad. Primero buscamos las calles principales y observamos el
esquema general de toda la ciudad. Luego nos fijamos en la calles
pequeñas, las callejuelas y los demás detalles. Después de tener una idea
general del mapa, vamos a las diferentes secciones.
El primer detalle importante de la segunda mitad de Apocalipsis es la
mujer mencionada en 12:1. Este versículo dice: “Apareció en el cielo una
gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y
sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Esta mujer es revelada en
los cielos y se le llama “una gran señal”. Esta gran señal no es un hombre
fuerte, sino una mujer. La mujer de esta asombrosa visión no está en la
tierra sino en los cielos. Está vestida del sol, y tiene la luna debajo de sus
pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Ella está bajo el
resplandor de doce estrellas, y por encima del brillo de la luna, y está
envuelta en el resplandor del sol. Por eso vemos que ella es plenamente
libre. Todo lo que está en las tinieblas ha de ser encarcelado, pero todo lo
que está en luz es libre.
¿Quisieran ustedes ser parte de la mujer? Permítanme hacerles esta
pregunta: ¿Son ustedes masculinos o femeninos? Obviamente, todas las
hermanas responderán fácilmente a esta pregunta. Pero ¿qué dirían los
hermanos? Si ellos dicen que son varones, entonces no tienen parte en la
mujer de esta visión. ¿Está usted incluido en esta mujer? Si este es el caso,
entonces a los ojos de Dios usted es una mujer.
Desde el principio de la Biblia hasta el final, a los ojos de Dios, el pueblo
de Dios se considera una mujer. Isaías 54:5 dice: “Tu marido es tu
Hacedor”. En Jeremías 3:14 el Señor les dice a Sus hijos que El está
casado con ellos, y en Jeremías 31:32 dice que El es su marido. Más aún,
en Oseas 2:19-20 el Señor dice que El nos desposará consigo para
siempre. Aunque bien sabemos que el Señor Jesús vino como Salvador y
como Cordero, en cierta ocasión dio a entender que El vino como Esposo
(Mt. 9:15; Jn. 3:29). Además, en 2 Corintios 11:2 Pablo dice: “Os he
desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a
Cristo”. Hermanos, ¿tienen ustedes un esposo? Gloria al Señor que nuestro
esposo es Cristo. Naturalmente, nosotros los hermanos somos varones,
pero espiritualmente, en cierto sentido, somos mujeres a los ojos de Dios.
En al economía eterna de Dios, hay un solo hombre: Cristo. Adán fue un
símbolo, un tipo, de Cristo como Esposo, y Eva, la esposa de Adán, fue un
símbolo, un tipo, del pueblo de Dios como complemento, como esposa, de
Cristo. Por lo tanto Dios, en Su economía, siempre ha considerado a Su
pueblo redimido como Su esposa, y se considera a Sí mismo como esposo.
En Apocalipsis 12 vemos a la mujer y su hijo, aunque allí no se nos dice
quién es el esposo. Pero este capítulo revela que ella está encinta y a punto
de dar a luz. Pero ¿quién la dejó encinta, y quién es el padre del hijo que
va a tener? Al leer la Biblia, vemos que el esposo es Dios en Cristo.
I. UN SIMBOLO DEL PUEBLO DE DIOS
EN SU TOTALIDAD
Es difícil entender el libro de Apocalipsis. Si deseamos interpretar
correctamente dicho libro, necesitamos los otros sesenta y cinco libros de
la Biblia. Así que necesitamos toda la Biblia para comprender quién es
esta mujer. Algunos maestros cristianos tienen la idea de que esta mujer es
María, la madre de Jesús, y que el hijo varón es Jesús. Esta interpretación
no concuerda con el contexto del capítulo, puesto que Jesús ascendió a los
cielos hace casi dos mil años. Pero en 12:5-6 se nos dice que el hijo varón
será arrebatado al trono de Dios y que, después, la mujer será sustentada
por “mil doscientos sesenta días” (v. 6). Estos días equivalen a tres años y
medio o cuarenta y dos meses (12:14; 11:2-3; 13:5), que son lo que dura la
gran tribulación. Esto demuestra que el hijo varón no es el Señor Jesús y
que la mujer no es María. María fue simplemente una mujer que vivió en
la tierra, pero la mujer de la cual estamos hablando es una mujer universal
y colectiva, y en la revelación aparece en los cielos.
Otros afirman que esta mujer es Israel, el pueblo judío. Algunos de los que
sostienen este punto de vista se basan en Génesis 37:9. Según este
versículo, José tuvo un sueño en el cual “el sol y la luna y once estrellas se
inclinaban” ante él. Dado que la mujer está vestida del sol, tiene doce
estrellas y está de pie sobre la luna, lo cual parece concordar con el sueño
de José en cuanto a su familia, dicen ellos que la mujer de Apocalipsis 12
debe representar a Israel, el pueblo judío. Pero 12:17 demuestra que esta
mujer no sólo incluye a “los que guardan los mandamientos de Dios”, sino
también a los que “tienen el testimonio de Jesús”. Los primeros son los
judíos; pero los últimos deben de ser los creyentes neotestamentarios, no
los judíos. Eso es una prueba contundente de que la mujer no sólo está
compuesta de los judíos sino de dos grupos: los judíos que guardan el
testimonio de Dios y los creyentes que tienen el testimonio de Jesús. Por
consiguiente, decir que esta mujer sólo incluye a Israel no cabe dentro del
contexto.
La mujer de este capítulo es la totalidad del pueblo de Dios. Según la
visión, todo este pueblo está agrupado en tres secciones: la cabeza con las
doce estrellas, el cuerpo vestido del sol, y los pies apoyados sobre la luna.
Así, esta mujer es universal y está compuesta de las doce estrellas, la luna
y el sol. En el sueño de José, la luna y las once estrellas junto con el
mismo José, representaban la totalidad del pueblo de Dios sobre la tierra.
Según el principio de ese sueño, el sol, la luna y las estrellas deben de
representar la totalidad del pueblo de Dios sobre la tierra, el cual es
representado en este capítulo por una mujer.
La mayor parte de su ser está cubierta del sol. El sol representa el pueblo
de Dios en la era neotestamentaria. Antes de que Cristo viniera al mundo,
existió la noche oscura del Antiguo Testamento. Cuando vino Cristo, nos
visitó desde lo alto el sol naciente (Lc. 1:78). Antes de eso, estábamos en
la era de la luna, que representa al pueblo de Dios en el Antiguo
Testamento. La luna está debajo de los pies de la mujer debido a que la era
de la luna fue la era de la ley, la cual no debe ser tenida tan en alto como
las estrellas. Las estrellas, que representan a los patriarcas, el pueblo de
Dios que existió antes de que se diera la ley, están en la cabeza de ella
como corona. Todo el pueblo de Dios de estas tres edades, quienes
constituyen a la mujer, son portadores de luz. Por lo tanto, ella es una
mujer resplandeciente, que ha irradiado luz a lo largo de las generaciones.
A. Los patriarcas están simbolizados
por las doce estrellas
Si leemos la Biblia con detenimiento, veremos que el pueblo de Dios se
agrupa en tres secciones. En primer lugar tenemos los patriarcas, quienes
vivieron desde el tiempo de Adán hasta los días de Moisés; en segundo
lugar, a los que han estado bajo la ley desde los días de Moisés hasta la
primera venida de Cristo; en tercer lugar, vemos a los que viven desde la
primera venida de Cristo hasta Su segunda venida, o sea los creyentes,
quienes constituyen la iglesia. Estos son la mayoría del pueblo de Dios en
el universo. Los patriarcas están representados por doce estrellas (Dn.
12:3) que resplandecen individualmente con luz celestial en la noche.
Todos los patriarcas fueron estrellas individuales. Ellos moraban en la
noche porque en su tiempo Cristo todavía no había venido, y el día no
había empezado. Como estrellas individuales, ellos son una corona para
esta mujer universal y representan la gloria de la gracia de Dios y Su
economía elevada. El número doce denota culminación en la economía
eterna de Dios. Los patriarcas, quienes estaban bajo el principio de la
gracia de Dios, no estaban bajo la ley; en consecuencia, eran una corona
de exaltación puesta sobre la cabeza de la mujer. Todos los patriarcas,
tales como Abel, Enós, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob, se consideran
la corona.
EL SIGNIFICADO DE LA FORNICACION
Consideremos qué significa la fornicación. La fornicación consiste en
someterse una mujer a otro hombre a pesar de tener su propio marido.
Cometemos fornicación cuando, por un lado, reconocemos que Cristo es
nuestro esposo, mientras que, por otro lado, nos sometemos a muchas
otras cosas. Si nos sometemos a algo que no sea Cristo, fornicamos. Si
tenemos la luz y la visión, veremos que el cristianismo de hoy está lleno
de este tipo de fornicación. Usted, como una esposa casta, no debe
someterse a nadie más fuera de su esposo, y no debe recibir nada de nadie
excepto de su esposo. Si usted recibe algo de alguien que no sea su esposo,
comete fornicación. Pero mire el cristianismo de hoy. Semana tras semana
y día tras día los cristianos reciben cosas que no son Cristo. Nosotros los
que estamos en la vida de la iglesia debemos cuidarnos de no recibir nada
que no sea Cristo. No debemos recibir ni enseñanzas ni doctrinas ni
prácticas ni formalismos. Recibir algo que no sea Cristo, aunque sea una
cosa buena o espiritual, es cometer fornicación espiritual. Debemos recibir
solamente a Cristo y permitirle que nos fecunde.
COMO SE PRODUCE EL HIJO VARON
Sólo al recibir a Cristo en nuestro ser podemos dar a luz al hijo varón. El
hijo varón está constituido solamente de Cristo. A fin de dar a luz al hijo
varón, primero tenemos que ser uno con Cristo y recibir algo de El.
Cuando recibamos algo exclusivamente de Cristo, concebiremos
únicamente de El para producir al hijo varón. Si tenemos esta visión, nos
dolerá ver la situación predominante en el cristianismo de hoy. ¿Dónde
está el hijo varón? El cristianismo ha producido muchas cosas, pero no se
ve casi nada del hijo varón. Debido a que el cristianismo ha sido
fecundado por tantas cosas que no son Cristo, casi nada de lo que produce
es parte del hijo varón.
Dios no desea que la mujer pelee contra el dragón. Su intención es usar al
hijo varón para que éste pelee contra el dragón. El dragón sigue activo en
los cielos debido a que todavía no ha nacido el hijo varón. Podemos ver
que este estudio-vida de Apocalipsis no es una coincidencia; fue planeado
y sincronizado por Dios para que nosotros pudiéramos ver que debemos
ser la mujer que se somete solamente a Cristo, y no a nada ni a nadie más,
y que debemos recibir solamente lo que Cristo es. Cuando nosotros, como
esta mujer, recibamos algo exclusivamente de Cristo, nacerá el hijo varón.
LA DIFERENCIA ENTRE
LA MUJER Y EL HIJO VARON
El hijo varón es la parte fuerte de la mujer. Por una parte, nosotros
tenemos que ser la mujer; y por otra, también debemos ser el hijo varón.
No es suficiente ser celestiales y resplandecientes; tenemos que ser
plenamente constituidos del elemento de Cristo. La diferencia entre la
mujer y el hijo varón es la siguiente: no es mucho el elemento de Cristo
que constituye el ser mismo de la mujer, mientras que todo el ser del hijo
varón está saturado e impregnado del elemento de Cristo. Por
consiguiente, el hijo varón está constituido del propio Cristo. ¿Cómo
puede ser dado a luz el hijo varón? El es dado a luz cuando Cristo se hace
parte de la mujer y constituye esa parte de ella con Su rico elemento. No
piensen que esto es cuestión de interpretación; más bien, aplíquenlo todos
los días en su experiencia. Aun si ustedes se someten a Cristo y reciben de
El algo, de todos modos son la mujer y no el hijo varón. Ustedes sólo
serán fuertes cuando hayan dejado que el elemento de Cristo sea forjado
en su ser. Cuanto más sea forjado en ustedes el elemento de Cristo, más
fuertes se harán. Esto es lo que constituye al hijo varón.
SOMOS PARTE DEL HIJO VARON
AL SEGUIR AL CORDERO
No consideren al hijo varón simplemente desde el punto de vista doctrinal,
pensando que sólo representa a los vencedores que murieron y resucitaron.
Doctrinalmente eso es acertado, pero no nos interesa comprender la Biblia
de una manera exclusivamente doctrinal. Más bien, debemos conocer la
Palabra en una forma práctica. Incluso hoy, antes de la resurrección,
podemos ser el hijo varón. Si usted no es parte del hijo varón hoy, ¿cómo
espera ser parte de él en la resurrección?
El principio de llegar a ser las primicias es el mismo: tenemos que seguir
al Cordero por dondequiera que vaya (14:4). Sin embargo, en mis
primeros años de ministerio no comprendía que seguir al Cordero no es
una actividad externa. No debemos decir: “El Cordero fue paciente y
humilde; así que nosotros debemos imitar Su paciencia y Su humildad. El
Cordero estaba entregado por completo a Dios, y nosotros tenemos que
darnos también por entero a El. El Cordero es nuestro ejemplo, y nosotros
tenemos que seguirlo”. Hace cuarenta años compartí muchos mensajes
siguiendo ese planteamiento. Pero más adelante me di cuenta de que
seguir al Cordero de ese modo es un concepto de la mente humana. Si el
elemento del Cordero no está en nosotros, no podemos seguirlo. Nosotros
no somos corderos; somos como “monos” o como “burros”. ¿Cómo podría
un “simio” o un “asno” seguir al Cordero? Es imposible. Seguir al
Cordero significa permitir que El entre en uno. Cuando el elemento del
Cordero constituye nuestro ser, verdaderamente llegamos a ser parte del
Cordero. No podemos volver a ser lo éramos, porque hemos sido
transformados. El ser nuestro que ha sido transformado es el hijo varón.
Ahora somos la mujer que se somete al esposo y recibe de El algo. Si
permitimos que el elemento que recibimos de nuestro esposo nos llene,
impregne nuestro ser y nos constituya, dejaremos de ser simplemente la
mujer y vendremos a ser el hijo varón.
Aunque es cierto que necesitamos orar más, si solamente oramos de una
manera corriente, no recibiremos la provisión necesaria. Debemos estar
abiertos constantemente a nuestro esposo. Debemos permitir que el
elemento de Cristo, el constituyente divino de Cristo, se forje en nosotros
continuamente saturando e impregnando todo nuestro ser. Hoy el Señor
desea que muchos de Sus hijos vean que, por ser el pueblo de Dios, son la
esposa, cuyo fin es dar a luz al hijo varón. No podemos hacer ni fabricar al
hijo varón; tenemos que recibir de Cristo algo que nos deje encinta. Algo
de nuestro Cristo tiene que entrar en nuestro ser. La cuestión no es ser
humildes, pacientes, agradables o buenos, sino abrir completamente
nuestro ser a Su elemento divino, y permitir que ese elemento sea forjado
en nosotros. Para que esto suceda necesitamos “nueve meses”; es decir, se
requiere un largo tiempo para que el hijo varón se forme completamente
en nosotros.
El apóstol Pablo dijo en Gálatas 4:19: “Vuelvo a sufrir dolores de parto,
hasta que Cristo sea formado en vosotros”. Esto indica que él se dio cuenta
de que era parte de esta mujer que tenía dolores de parto y que iba a dar a
luz al hijo varón, el cual es Cristo formado en nosotros. Luego, en
Filipenses 1:21, dijo: “Porque para mí el vivir es Cristo”, lo cual indica
que él llegó a ser parte del hijo varón al experimentar a Cristo. Por un
lado, él era parte de la mujer que estaba a punto de dar a luz, y, por otro,
era parte del hijo varón. Dios puso a Pablo como ejemplo para los
creyentes (1 Ti. 1:16). Todos debemos ser como él. Por un lado, debemos
ser parte de la mujer que sufre dolores de parto a fin de dar a luz al hijo
varón, y por otro, debemos ser el hijo varón que derrota al enemigo de
Dios y trae el reino de Dios para que Su propósito se realice.
H. La serpiente antigua
La serpiente antigua es astuta y engañosa. Cuando la Biblia habla de la
serpiente, se refiere al insidioso (Gn. 3:1). En Apocalipsis 12 la serpiente
no es nueva, pues tiene casi seis mil años; es bastante antigua.
I. El diablo
El versículo 9 dice que el dragón escarlata es llamado el diablo. La palabra
griega traducida “diablo” es diabolos, que significa acusador,
calumniador. El diablo nos acusa delante de Dios y de los hombres. El
diablo acusó a Job (Job 1:9; 2:4-5) y a Josué (Zac. 3:1-2), y ahora nos
acusa a nosotros, los creyentes, “delante de Dios”, “día y noche” (v. 10).
El diablo no sólo nos acusa delante de Dios, sino que también calumnia a
Dios al dirigirse a nosotros. Cuando el diablo va a Dios, nos acusa delante
de El. Pero cuando viene a nosotros, difama a Dios ante nosotros. No
crean que esta calumnia es evidente, pues con frecuencia difama a Dios
sutilmente. Por ejemplo, él puede difamar a Dios suscitando dentro de
usted el interrogante: “¿Por qué me hace Dios esto a mí?”. Esta pregunta
es una especie de calumnia. Algo dentro de usted puede preguntarle a Dios
por qué lo trata a usted así. No crea que esto provino de usted. No, son
palabras que Satanás profiere dentro de usted. Además cualquier pregunta
que ponga en tela de juicio la palabra de Dios expresada en la Biblia, es
una calumnia. Si usted recibe una pequeña calumnia, el diablo le dará una
mayor. Luego usted dirá que probablemente Dios no es fiel. ¡Qué
calumnia tan terrible! El título asignado al diablo indica que él es el
acusador y el difamador.
J. Satanás
El gran dragón también es llamado Satanás (12:9). La palabra griega que
se traduce “Satanás” significa “adversario”. Satanás no solamente es el
enemigo que está fuera del reino de Dios, sino también el adversario que
se opone a Dios desde dentro del reino. El enemigo denota el oponente
que está fuera del dominio de Dios; mientras que el adversario implica un
enemigo que está dentro del dominio de Dios. Satanás estaba antes dentro
del dominio de Dios. Por consiguiente, él era y sigue siendo el adversario.
¿Dónde está este adversario? Está dentro de usted. El no sólo es el
enemigo que está afuera, sino también el adversario de adentro. Es fácil
defenderse en contra de un enemigo, pero es difícil defenderse de un
adversario, puesto que éste opera dentro de uno. El adversario está en la
casa de uno.
Ustedes deben estar conscientes de que este adversario está dentro de
ustedes. Muchas veces él se hace pasar por ustedes. Usted puede haber
pensado que cierta acción provino de usted, sin percatarse de que en
realidad provenía de él. Cuando usted comete un error, no debe culparse
tanto. Más bien, debería decir: “Satanás, tú tienes la culpa, pues esto no
provino de mí, sino de ti”. ¿Se atreve usted a decirle eso a Satanás? Tal
vez no tenga la osadía de decirlo porque usted mismo está engañado.
Antes de 1936, yo estuve engañado once años. Cuando me llegaban
pensamientos sucios, yo los confesaba, y le decía al Señor que yo era muy
malvado, y entonces le pedía que me perdonara. Pero cuanto más
confesaba estas cosas, más venían esos pensamientos inmundos. En cierta
ocasión, en 1936, vi que estaba equivocado. Estos pensamientos no eran
míos; eran pensamientos del maligno. A partir de entonces, no volví a
confesar esas cosas. Más bien digo: “Satanás, llévate tus pensamientos.
Me rehúso a ser engañado. Este pensamiento no es mío; es tuyo. Tíralo
lejos. Satanás, tienes que ser condenado”. No sea bondadoso con Satanás y
no deje que él lo engañe. Sea osado y háblele de esta manera. Satanás está
dentro de usted. Es por eso que se hace pasar por usted. De modo que debe
decirle: “Satanás, este no soy yo, eres tú. No me importa si estás fuera de
mí o dentro, tú eres tú. Eres el adversario”. Aprenda a decirle esto a
Satanás. No se deje engañar siendo inducido a creer que usted es así de
malvado. Satanás es el maligno, no usted. Antes de arrepentirnos, no
reconocíamos que éramos malos. Eramos altivos y decíamos: “No soy
pecador; yo soy perfecto”. Pero después de arrepentirnos, de ser salvos y
de recibir la gracia, el adversario vino a nosotros sutilmente y nos hizo
creer que éramos terriblemente sucios y malignos. Esta idea proviene del
adversario.
En muchos años no me di cuenta de la diferencia entre el enemigo y el
adversario. Satanás como adversario está aun en la iglesia y se hace pasar
por algo que no es. En Mateo 16:22 vemos que Pedro fue engañado. Pensó
que era él quien estaba hablando, pero en realidad era Satanás. El Señor
puso de manifiesto al adversario diciendo: “¡Quítate de delante de Mí,
Satanás!” (16:23). Del mismo modo, en nuestro caso, muchas veces
nosotros no somos los autores de ciertas cosas que hacemos; es Satanás, el
adversario, quien las realiza.
K. El que engaña
a toda la tierra habitada
El versículo 9 dice que el gran dragón, el cual se llama el diablo y Satanás,
“engaña a toda la tierra habitada”. Nadie está exento; él los ha engañado a
todos. Todos los moradores de la tierra, desde el más importante hasta el
más humilde, y desde el más grande hasta el más pequeño, son engañados
por Satanás. Si queremos saber qué es el gran dragón, debemos conocer
todos estos aspectos de él.
II. SU PERSECUCION
A. Es arrojado de los cielos a la tierra
Debemos ver ahora en qué consiste la persecución del dragón. El versículo
13 dice: “Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra,
persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón”. El dragón será
arrojado del cielo a la tierra (vs. 9-10, 13). Como vimos, esto no ha
sucedido todavía, porque el hijo varón no ha nacido ni ha sido arrebatado a
los cielos. Pero un día el hijo varón resucitará y será arrebatado, y Satanás
será arrojado.
B. Sabe que tiene poco tiempo
Cuando Satanás sea lanzado a la tierra, se dará cuenta de que “tiene poco
tiempo” (v. 12). El poco tiempo al que aquí se alude será el lapso de tres
años y medio de la gran tribulación (v. 14; 13:5; 11:2).
C. Con gran ira
El dragón también tendrá gran ira (v. 12). Estará furioso por haber perdido
su territorio en los cielos y en los aires. El será arrojado y quedará limitado
a la tierra. Esto lo hará enfurecerse.
D. Persigue a la mujer
El dragón perseguirá a la mujer que dio a luz al hijo varón. Satanás
concentrará su odio en el pueblo de Dios. Por esta causa, les animo a
prepararse para estar entre los vencedores. De no ser así, serán parte de la
mujer que es dejada y tiene que pasar por la mayor parte de los últimos
tres años y medio. Durante ese tiempo, ustedes tendrán que hacerle frente
al dragón enfurecido.
E. Arroja de su boca aguas
como un río tras la mujer
El versículo 15 dice: “Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua
como un río, para que fuese arrastrada por la corriente”. Esta agua
representa los ejércitos que serán enviados por Satanás a destruir al pueblo
de Dios (Is. 8:7-8; 17:12-13; Jer. 46:7-9; 47:2-3). Satanás hablará a los
reyes de la tierra para que reúnan sus ejércitos con el fin de perseguir al
pueblo de Dios. Tres espíritus inmundos semejantes a ranas saldrán de la
boca del dragón, de la bestia, y del falso profeta (16:13). Estos espíritus
inmundos “van a los reyes de toda la tierra habitada, para reunirlos a la
batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (16:14). Estos espíritus
inducirán a los reyes rebeldes a que envíen sus ejércitos a perseguir al
pueblo de Dios, que se compone de los judíos leales y de los cristianos
fieles. Si usted es dejado aquí y pasa por la gran tribulación, tendrá que
sufrir esto.
F. Hace guerra contra el resto
de la descendencia de la mujer
El versículo 17 dice: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y
se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que
guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús”. El
resto de la descendencia de la mujer denota al pueblo de Dios que no es el
hijo varón. Entre ellos, algunos serán judíos “que guardan los
mandamientos de Dios”, y otros serán creyentes que “tienen el testimonio
de Jesús”. Satanás no sólo perseguirá a la mujer, sino que también hará
guerra contra el resto de la descendencia de ella, con la parte débil de ella.
III. DIOS PRESERVA A LA MUJER
A. Le da las dos alas de la gran águila
para que huya al desierto
Leemos en el versículo 14: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la
gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su
lugar”. La gran águila representa a Dios, y las dos alas simbolizan el poder
de rescate que Dios tiene (Ex. 19:4; Dt. 32:11-12). Del mismo modo que
Dios libró a los hijos de Israel de la persecución de Faraón, asimismo
librará a Su pueblo de la persecución de Satanás durante la gran
tribulación. El Dios poderoso dará a Su pueblo la fuerza divina para
escapar de la persecución de Satanás.
Algunos podrían preguntarse qué es el desierto. No puedo responder a esa
pregunta con exactitud, pero tengo una idea de lo que podría ser. No
quisiera dar una interpretación a este versículo, pero estoy dispuesto a
compartir con ustedes lo que yo entiendo que es el desierto. Desde los
comienzos de la historia de los Estados Unidos, éste ha sido un país al cual
han podido escapar muchas personas que han deseado tener la libertad de
seguir a Dios según El las guíe. Ya conocemos la historia del Mayflower
[la embarcación en que llegaron a Estados Unidos los primeros Puritanos].
Los peregrinos vinieron a este país huyendo de la persecución. Durante
más de trescientos años, Estados Unidos ha sido un lugar de refugio que
Dios ha usado para los que logran escapar de otros países. El símbolo de
este país es el águila. Cuando venga la persecución, muchos del pueblo de
Dios podrán escapar a los Estados Unidos por avión. ¡Aleluya! Habrá un
desierto sobre la tierra para los refugiados de Dios. Hasta el día de hoy
Estados Unidos sigue siendo un lugar de refugio para los que escapan.
B. El río es tragado
al abrir la tierra su boca
Vimos que el dragón arrojará “de su boca, tras la mujer, agua como
un río”. En el versículo 16 leemos: “Pero la tierra ayudó a la mujer,
pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado
de su boca”. En ese entonces, igual que en Números 16:31-33, la
tierra abrirá la boca y se tragará los ejércitos enviados por Satanás.
Esto significa que durante esos tres años y medio habrá muchos
terremotos. Dios hará que los terremotos abran la boca de la tierra y
se traguen los ejércitos que Satanás habrá enviado. Más nos vale no
estar en la tierra en ese tiempo. Más bien, debemos observar tales
acontecimientos desde los cielos. Cuando Dios envíe los terremotos
durante la gran tribulación, la tierra ya no será un buen lugar para
vivir en paz. Dios sacudirá la tierra, no sólo como advertencia para
sus moradores, sino también para que se trague los ejércitos de
Satanás. Este enviará ranas para incitar a los reyes de la tierra a que
manden sus ejércitos, pero Dios moverá Su dedo meñique y
sacudirá la tierra para que se trague a los ejércitos. Esta será la
manera en que Dios resolverá tal situación.
C. Es sustentada en el desierto
durante mil doscientos sesenta días
En el versículo 6 dice: “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene
lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil
doscientos sesenta días”. Además, el versículo 14 dice que la mujer
volará al desierto, a un lugar preparado para ella, “donde será
sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”, o
“mil doscientos sesenta días”, que son los tres años y medio de la
gran tribulación. Dios la sustentará antes de introducir a Su pueblo
en el reino milenario. El caso es similar al tiempo cuando Faraón
perseguía a los hijos de Israel, y cuando Dios sacó a Su pueblo al
desierto, donde lo sustentó antes de introducirlo en la buena tierra.
Estados Unidos es un país con tanta abundancia de comida que
podría alimentar una gran población. Ningún país del mundo
produce tanta comida como los Estados Unidos. ¡Alabado sea el
Señor que habrá un lugar de sustento en la tierra!
Hemos visto un panorama de los días que vendrán. A partir de
Génesis 3:15, tanto la mujer como la serpiente han existido y han
estado en guerra entre sí. A lo largo de los años, esta pelea ha
aumentado y se ha intensificado, y continuará hasta que los santos
que murieron como mártires resuciten y sean arrebatados a los
cielos como el hijo varón. Cuando ellos lleguen al trono, dirán:
“Satanás, aquí estamos. Puesto que nosotros estamos aquí, tú tienes
que irte, tienes que descender a la tierra”. Entonces el arcángel
Miguel y sus ángeles guerrearán contra el dragón y sus ángeles. El
dragón será arrojado a la tierra, y comenzará la gran tribulación.
Durante ese tiempo, el dragón perseguirá al pueblo de Dios que
quede en la tierra y hará guerra contra este pueblo. Estos serán los
últimos tres años y medio. Pero Dios seguirá siendo soberano. Por
un lado, hará que la tierra se trague a los ejércitos de Satanás; y por
otro, proveerá la manera de escapar y sustentará a Su pueblo en un
lugar especial. Dios preservará a Su pueblo. Pero yo no quisiera
tener que disfrutar de dicha preservación. Prefiero ser arrebatado
antes de la gran tribulación. ¿Qué prefiere usted? Gloria al Señor
por este cuadro tan detallado de los días venideros.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y OCHO
LA GUERRA EN EL CIELO
La carga y el deseo que tengo es que recibamos la visión que hay en el
capítulo 12 de Apocalipsis. No piensen que el cuadro presentado allí es
algo insignificante que muestra algunos asuntos sin importancia; en
absoluto. Es una gran visión que se relaciona con lo que ocurre en el
universo. La mujer de esta visión representa al pueblo de Dios desde la
caída del hombre, en Génesis 3. La mujer no sólo representa al pueblo de
Dios, sino también a Dios mismo. Frente a la mujer está el dragón, que
representa al enemigo de Dios. A lo largo de los siglos, ha habido guerra
entre la mujer y la serpiente, el dragón.
Esta visión nos revela la verdadera condición del universo. Las personas
mundanas sólo pueden ver cosas obvias y externas: el comercio, la
política, la industria, la educación, la guerra. Si uno les pregunta qué
sentido tiene todo esto, dirán que no saben. Sólo saben que necesitan
adquirir cierta educación para luego trabajar y ganarse el sustento. No
tienen la visión de lo que está aconteciendo en el universo actualmente.
Pero nosotros vemos claramente lo que está ocurriendo. La mujer
simboliza el pueblo de Dios y representa a Dios. En un sentido positivo, la
mujer siempre representa al marido. Si su esposa no lo representa
adecuadamente, usted quedará en vergüenza. Pero es admirable tener una
esposa que lo represente a uno bien. Esto significa que nosotros, el pueblo
de Dios, somos Su esposa y que lo debemos representar como es debido.
Dios es el único esposo, y nosotros, la única esposa, lo representamos a El.
Pero Dios tiene un enemigo. Originalmente, este enemigo era una pequeña
serpiente. Con el tiempo, llegó a ser un gran dragón que está ahora frente a
nosotros. Si uno no tiene esta visión, estará ciego y no sabrá lo que está
ocurriendo en el universo. Alabado sea el Señor porque aquí no se trata de
la educación, la industria, el comercio, la diplomacia, etc., sino de una
guerra entre el pueblo de Dios y el enemigo de Dios. Esta guerra se ha
venido librando por siglos y sigue peleándose hoy.
Todos nosotros debemos estar conscientes de la lucha que se libra entre la
mujer y el dragón. En realidad, no es la mujer la que lucha, sino la parte
fuerte que está dentro de ella. Algunos de los que están en el recobro del
Señor pertenecen a esa parte fuerte. La parte fuerte tiene la
responsabilidad de pelear la batalla. El medio que usamos para pelear es la
oración. En los últimos cuatro mensajes hemos revelado y puesto en
evidencia al dragón, y ahora está desnudo ante nuestro ojos. Aleluya,
sabemos qué es el dragón y quién es, y sabemos cuál es su destino. Todos
debemos predicarle a Satanás al respecto. Esto lo aterrará.
Los cristianos en su gran mayoría saben que el hombre cayó, que Dios
amó tanto al mundo que envió a Su Hijo unigénito como Salvador, y que
los pecadores necesitan oír el evangelio, arrepentirse y ser perdonados de
sus pecados para ser salvos, a fin de que algún día puedan ir al cielo. Pero
necesitamos una visión más elevada. El libro de Apocalipsis revela una
escena, un panorama universal. El hecho no es sólo que el hombre cayó; el
problema es que el enemigo está peleando contra Dios. Dios, dentro de Su
economía, escogió un pueblo para que fuese una mujer gloriosa. Nosotros
anteriormente éramos pecadores, pero ahora somos parte de la mujer
gloriosa. Yo era un pobre pecador antes de ser salvo, pero después de ser
regenerado, vine a ser parte de una mujer gloriosa. Miren cuán
resplandeciente es ella. En ella no hay nada de tinieblas. En ella todo es
luz: la luz del sol, de la luna y de las estrellas. En frente de esta mujer
gloriosa hay un dragón asesino y sangriento. No tenemos otra alternativa
que pelear contra él. Pero según la visión, no es la mujer en su totalidad
quien pelea; la parte fuerte que está dentro de ella es la que lucha contra el
dragón.
I. POR HABER SIDO ARREBATADO
EL HIJO VARON AL CIELO
Habrá guerra en el cielo debido a que el hijo varón será arrebatado al
cielo. Muchos cristianos tienen un concepto muy pobre en cuanto al
arrebatamiento, pues creen que la finalidad del mismo es llevarlos a pasar
un tiempo placentero en un lugar agradable. El arrebatamiento no se centra
en nosotros; tiene gran importancia en la economía de Dios y dentro de Su
estrategia. El enemigo todavía está en los cielos. Este enemigo ya fue
juzgado y sentenciado, pero durante los últimos diecinueve siglos Dios no
ha obtenido a aquellos que puedan llevar a cabo la sentencia que El
pronunció sobre el enemigo. Satanás, el enemigo de Dios, fue juzgado por
el Señor Jesús en la cruz (Jn. 12:31; 16:11). Después de esto, es necesario
que los creyentes vencedores lleven a cabo el juicio y ejecuten la
sentencia. La guerra que hacen los creyentes vencedores contra Satanás,
en realidad es la ejecución del juicio que el Señor pronunció sobre él.
Finalmente, en la lucha librada por los vencedores, el enemigo será
arrojado de los cielos (v. 9). ¿Quién irá a los cielos para llevar a cabo el
juicio de Dios sobre el enemigo que ha sido condenado, juzgado y
sentenciado, y quién le ordenará que se vaya? Los ángeles no harán esto,
puesto que no están calificados. Los ángeles carecen de la posición para
hacerlo, ya que por ser ángeles, están al mismo nivel que Satanás, quien
anteriormente era uno de ellos. Dios necesita un hombre para lograr esto.
Este hombre tiene una Cabeza, el hombre Jesús. Jesús es la Cabeza del
hijo varón y el Pionero de todos los vencedores. Dios necesita que este
hombre ejecute la sentencia pronunciada sobre Satanás. Dios ha estado
esperando que aparezca este hombre desde hace mucho tiempo. El no lo
tiene todavía, pero un día lo obtendrá.
Tenemos que ser arrebatados a los cielos para que Dios pueda obtener lo
que desea. No debemos preocuparnos mucho por nuestro bienestar.
Preocuparnos por nuestra felicidad es un concepto babilónico. Esta
también es una idea que el catolicismo extrajo de Babilonia y es muy
similar a la filosofía budista. La religión se centra en la felicidad del
hombre, en que el hombre viva bien y vaya a un lugar de placer después
de la muerte. Este es un pensamiento diabólico. Es lamentable que
semejante idea se haya propagado en todo el cristianismo. Los cristianos
sólo están interesados en su felicidad y bienestar, y dicen: “Nos agrada
tener gozo y una vida feliz. Queremos ir al cielo cuando muramos, pues
allí todo será dicha”. En el cristianismo usted probablemente nunca oyó
que Dios tiene un propósito eterno y que nosotros tenemos que cumplir
dicho propósito. Necesitamos ser arrebatados al cielo, mas no para obtener
felicidad, sino para cumplir el propósito de Dios. Tenemos que ir allá para
ejecutar el juicio que Dios pronunció sobre Su enemigo. Dios está
esperando esto.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA
LA BESTIA QUE SALE DEL MAR
(1)
En este mensaje hablaremos de la bestia que sale del mar (13:1). Los
capítulos 12 y 13 parecen estar aislados, y durante muchos años yo no me
di cuenta de que estaban conectados. La conexión es el mar mencionado
en 12:18 y 13:1. En Apocalipsis 12:18 (en algunas versiones es 13:1) dice:
“Y él [el dragón] se puso de pie sobre la arena del mar”. A continuación
13:1 dice: “Y vi subir del mar una bestia”. El mar de 12:18 y de 13:1, así
como el gran mar de Daniel 7:2, se refiere al mar Mediterráneo.
(Mediterráneo significa “que está en medio de la tierra”). Por
consiguiente, el mar es el vínculo entre los capítulos 12 y 13.
En el capítulo 12 el dragón es derrotado y arrojado de los cielos a la tierra.
Después de venir a la tierra, inmediatamente comienza a incitar a la bestia
a subir del mar. La arena del mar indica, sin duda alguna, la costa de la
Tierra Santa, la zona costera de Israel. El dragón estará en pie allí y hará
que la bestia, el anticristo, suba del mar. El hecho de que el dragón se pone
de pie sobre la arena del mar y que la ciudad santa, Jerusalén, es hollada
durante cuarenta y dos meses (11:2), indica que la persecución de Satanás
en la gran tribulación se llevará a cabo principalmente en la tierra de
Israel.
En estos mensajes acerca de Apocalipsis 13 tengo la carga de presentar los
varios aspectos del anticristo, según se revelan detalladamente en Daniel,
en Apocalipsis y en 2 Tesalonicenses, a fin de que los santos tengan un
entendimiento claro en cuanto a esta persona maligna.
Casi nada de lo revelado en Apocalipsis es nuevo. Por el contrario, casi
todo lo que contiene ya se había mencionado en el Antiguo Testamento. Si
queremos comprender el libro de Apocalipsis, tenemos que remontarnos a
la primera vez que cada asunto se menciona en el Antiguo Testamento. De
este modo veremos tanto la revelación original como el desarrollo de la
misma. Tal es el caso, en principio, con el anticristo. El anticristo es
revelado en Daniel, pero en Apocalipsis se presenta su desarrollo.
Muchos de nosotros sabemos algo de las profecías del libro de Daniel. En
estos mensajes vamos a considerar cuatro capítulos de Daniel: el capítulo
2, que es un relato del sueño de Nabucodonosor; el capítulo 7, una
revelación de las cuatro bestias que salen del mar; el capítulo 8, el cual
presenta un carnero y un macho cabrío que pelean entre sí; y el capítulo
11, que habla del rey del norte y el rey del sur. El capítulo 8 dice que un
cuerno pequeño salió de uno de los cuatro cuernos del macho cabrío, y en
el capítulo 11 algo brotó del rey del norte. Estos dos son la misma cosa.
La gran imagen del capítulo 2 se compone de cuatro partes: la cabeza, el
pecho y los brazos, el vientre y los muslos, y las piernas, que incluyen los
diez dedos de los pies. La cuarta parte está subdividida primero en dos
piernas y luego en diez dedos. Los períodos de la historia representados
por las primeras tres partes de la imagen y las dos piernas ya se
cumplieron; pero lo que representan los diez dedos no se ha cumplido
todavía. Las cuatro bestias del capítulo 7 corresponden a las cuatro partes
de la gran imagen del capítulo 2. La primera bestia corresponde a la
cabeza; la segunda, al pecho y los brazos; la tercera, al vientre y los
muslos; y la cuarta, a las piernas y los dedos de los pies. Finalmente,
según la visión del capítulo 7, la cuarta bestia tendrá diez cuernos. Estos
diez cuernos representan los diez dedos de los pies de la cuarta sección de
la gran imagen.
Los dos animales del capítulo 8, que son el carnero y el macho cabrío,
equivalen a la segunda y la tercera bestias mencionadas en el capítulo 7.
Por consiguiente, el macho cabrío es la tercera bestia y la tercera sección
de la imagen. Según el capítulo 8, sobre el macho cabrío hay cuatro
cuernos, y de uno de ellos sale un cuerno pequeño.
En el capítulo 11 de Daniel vemos dos reyes, el rey del norte y el rey del
sur. El rey del norte es sombra del anticristo y proviene de los cuernos del
macho cabrío que se menciona en el capítulo 8.
Nótese la conexión que hay entre estos cuatro capítulos de Daniel. Las
cuatro bestias del capítulo 7 equivalen a las cuatro secciones de la gran
imagen del capítulo 2. El carnero y el macho cabrío del capítulo 8 son la
segunda y la tercera bestias del capítulo 7. El rey del norte, que aparece en
el capítulo 11, proviene de uno de los cuatro cuernos del macho cabrío
mencionado en el capítulo 8. Finalmente, el rey del norte es sombra o tipo
del anticristo, quien es el cuerno pequeño del que habla el capítulo 8.
En Daniel 9:24-27 tenemos la profecía relacionada con las setenta
semanas. De acuerdo con este capítulo, Dios asignó setenta semanas a la
historia de Israel. Cada semana es un período de siete años. Después de la
sexagésima novena semana, vendría un príncipe, Tito, a destruir a
Jerusalén, y ésta sería hollada bajo los pies de los gentiles. Durante esa
época, vendría la desolación junto con la abominación (Dn. 9:27). En el
año 70 d. de C. Tito destruyó la ciudad de Jerusalén. Desde ese entonces
hasta 1967 Jerusalén estuvo bajo el control de los gentiles. La
recuperación de Jerusalén por los judíos en 1967 es una indicación de que
estamos cerca del fin. Por medio del anticristo, pronto vendrá en su
plenitud la desolación con la abominación.
I. LA CUARTA BESTIA DE DANIEL 7
La bestia que sube del mar en 13:1 es la última parte y la más importante
de la cuarta bestia de Daniel (Dn. 7:7-8, 19-26). Tanto en Daniel como en
Apocalipsis la bestia que sale del mar se refiere al Imperio Romano y más
específicamente al anticristo. Por consiguiente, vemos que el anticristo es
la bestia que sube del mar, la cuarta bestia de Daniel 7.
A. Espantosa y terrible
Esta bestia es espantosa y terrible (Dn. 7:7, 19). En el Imperio Romano del
pasado ocurrieron cosas espantosas y terribles. En el futuro, el anticristo
también hará cosas horrendas para destruir a la gente. Ambos son crueles
y espantosos.
B. Fuerte en gran manera
En Daniel 7:7 se revela que la bestia es “en gran manera fuerte”. El
Imperio Romano ha sido el dominio pagano más poderoso que ha habido
en la historia, y el anticristo también será extremadamente poderoso, pero
lo será por el poder de Satanás. Así como el Imperio Romano conquistó a
las potencias vecinas, así el anticristo subyugará a todas las potencias que
rodean el mar Mediterráneo.
C. Tiene grandes dientes de hierro
y uñas de bronce
La bestia también tiene grandes dientes de hierro y uñas de bronce (Dn.
7:7, 19). Los dientes de hierro los usa para devorar, y las uñas de bronce,
para mantenerse firme o para hollar.
D. Devora toda la tierra y la desmenuza
Esta bestia devora toda la tierra y la desmenuza (Dn. 7:7, 19, 23). Igual
que los demás aspectos de la descripción de esta bestia, esto se aplica
primeramente al antiguo Imperio Romano con sus césares, y luego al
anticristo.
E. Pisotea los residuos
La cuarta bestia huella con sus pies los residuos (Dn. 7:7, 19, 23). Todo lo
que quede después de devorar y desmenuzar la tierra será hollado por la
bestia. Esto ocurrió en el antiguo Imperio Romano, y lo mismo hará el
anticristo en el futuro.
F. Tiene diez cuernos
La bestia también tiene diez cuernos (Dn. 7:7, 20, 24). Estos diez cuernos
corresponden a los dedos de los pies de la gran imagen que vemos en el
capítulo 2. Según la visión de la gran imagen que aparece en Daniel 2, los
diez reyes representados por los diez dedos de los pies son, a los ojos de
Dios, la parte más baja del cuerpo. Sin embargo, en la visión de Daniel 7,
estos diez reinos representados por los diez reyes son exaltados como los
diez cuernos. En el capítulo 2 estos reyes son lo más bajo, y en el capítulo
7 son lo más elevado. Dependiendo de nuestro punto de vista, estos diez
reyes son lo más bajo o lo más elevado. Si los miramos desde el ángulo
celestial, son lo más bajo; pero si los miramos desde las perspectiva del
mundo, estos reinos parecen ser lo más elevado. Además, la política del
mundo y los reinos del mundo son, delante de Dios, como bestias salvajes
que sólo se limitan a hacer daño y devorar a la gente. Pero a los ojos de
Nabucodonosor, es decir, a los ojos humanos, los reinos del mundo
parecen ser una imagen grande y gloriosa.
G. Un un pequeño cuerno
sale de uno de sus diez cuernos
La cuarta bestia tiene un pequeño cuerno, el anticristo, que sale de uno de
los diez cuernos que tiene (Dn. 7:8, 20, 24-26). El anticristo brotará de uno
de los diez cuernos.
1. Tiene ojos como de hombre
Este pequeño cuerno tendrá ojos como de hombre (Dn. 7:8, 20). Estos ojos
indican sagacidad. Puesto que el cuerno tendrá ojos como de hombre,
vemos que el anticristo será muy destacado intelectualmente. Será un
hombre muy versado y muy sagaz. Es posible que tenga un amplio
conocimiento en ciencias políticas y que esté plenamente actualizado en el
conocimiento científico. Tengan esto presente cuando observen la
situación mundial y lean los periódicos. Dentro de no mucho tiempo,
surgirá dicho hombre.
2. Con su boca habla grandes cosas
contra el Altísimo
Este pequeño cuerno proferirá con su boca grandes cosas en contra del
Altísimo (Dn. 7:8, 20, 25). El será arrogante en su elocuencia y expresará
blasfemias contra Dios. El anticristo será un orador elocuente. En la
actualidad, cualquier candidato para un puesto político tiene que ser
inteligente y hablar con elocuencia. Cuanto más convincente sea un
candidato político, más probabilidades tendrá de ser elegido. Cuando usted
vea una persona inteligente y elocuente hablando con arrogancia
blasfemias contra Dios, preste atención, pues podría ser el anticristo.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y DOS
LA BESTIA QUE SALE DEL MAR
(3)
En los dos mensajes anteriores vimos que el anticristo es la cuarta bestia
de Daniel 7, el cuerno pequeño de Daniel 8, el príncipe de Daniel 9 y el
rey de Daniel 11. En este mensaje consideraremos otras características del
anticristo.
V. SEMEJANTE A UN LEOPARDO
En Apocalipsis 13:2 dice: “Y la bestia que vi era semejante a un leopardo,
y sus pies como de oso, y su boca como boca de león”. Es muy difícil
darle un nombre a esta bestia porque tiene características de todas las otras
bestias. En Apocalipsis 13 simplemente se le llama “la bestia”.
A. El símbolo
de la tercera bestia
de Daniel 7
Según Daniel 7:4-6, el leopardo, cuyas características son la velocidad y la
crueldad, fue el símbolo de Alejandro Magno, rey de Grecia. En cierto
sentido un leopardo es más feroz que un león. El hecho de que la bestia
que vio Juan sea semejante a un leopardo confirma lo que ya dijimos, que
el anticristo será un griego. Alejandro Magno era como un leopardo, y el
anticristo también será semejante a un leopardo.
B. Sus pies son como de oso,
el símbolo de la segunda bestia
de Daniel 7
Se nos dice que los pies de la bestia son “como de oso”. El oso,
caracterizado por sus garras destructoras, fue el símbolo de la monarquía
medo-persa. El oso pisotea y destruye con sus garras. El anticristo tendrá
esta misma característica.
C. Su boca es como de león,
el símbolo de la primera bestia de Daniel 7
Apocalipsis 13:2 dice que su boca era “como boca de león”. El león,
caracterizado por su boca devoradora, fue un símbolo de Nabucodonosor,
el rey de Babilonia. Esta bestia, el anticristo, será la totalidad de las
potencias malignas del mundo que han existido a lo largo de la historia,
dado que es como las otras tres bestias, y tendrá las características de ellas,
como se menciona en Daniel 7:4-7. El anticristo tendrá las características
de Alejandro Magno, Darío y Nabucodonosor. Aunque será semejante a
un leopardo, sus pies serán como de oso, y su boca como de león. Las
características de todas las bestias salvajes se concentrarán en esta sola
persona, y la constituirán una bestia que lo tendrá todo. Por consiguiente,
será el producto final de todas las potencias mundiales. Si uno estudia la
historia universal, verá que Nabucodonosor devoraba a los pueblos, Darío
los pisoteaba, y Alejandro Magno se movía velozmente, apoderándose de
imperios completos en corto tiempo. Además, Alejandro era
extremadamente cruel. Todas estas características tipifican los diversos
rasgos del anticristo, quien será indudablemente un personaje
extraordinario.
No crea que el anticristo será una persona corriente. No, él será un hombre
fuera de lo común. Hace unos cuarenta años, alguien dijo que Mussolini
era el anticristo. En ese entonces, en 1936, yo ya estaba ministrando y
observaba cuidadosamente la situación mundial. Cuando oí esta
afirmación, me di cuenta de que Mussolini no era tan poderoso. Más aún,
él no tenía la apariencia de un leopardo; era más parecido a una rana.
Cuando usted oiga el rumor de que cierta persona podría ser el anticristo,
debe considerar si dicha persona reúne las características del anticristo.
Fíjese si se parece a un leopardo, a un oso y a un león. Averigüe si es
destacado intelectualmente. Puesto que ya tenemos la luz de las Escrituras
en cuanto al anticristo, nadie podrá engañarnos al respecto.
D. Sale del mar
1. Geográficamente procede
del “gran mar”, el Mediterráneo
Apocalipsis 13:1 dice que la bestia subirá del mar. Geográficamente, este
mar es el Mediterráneo, el “gran mar” mencionado en Daniel 7:2.
En Apocalipsis 9:11, 11:7 y 17:8 se nos dice que el anticristo sale del
abismo. Pero en 13:1 se afirma que sale del mar, tal como lo dice Daniel
7:3. Esto indica que el anticristo vendrá de dos lugares. Su espíritu, que ha
sido guardado en el abismo, saldrá de allí, y su cuerpo saldrá de una de las
naciones gentiles del Mediterráneo. Lo anterior también puede indicar que
el mar es la boca del abismo, puesto que el abismo está en el corazón de la
tierra (Ro. 10:7; Mt. 12:40), y el mar está sobre la tierra.
2. Simbólicamente, procede del mundo gentil
En la simbología bíblica la tierra representa la nación de Israel, y el mar
representa las naciones gentiles (17:15; Is. 57:20). Esto indica que el
anticristo provendrá del mundo gentil. Algunos piensan que el anticristo
saldrá de la tierra de los judíos o que tendrá ascendencia judía. Pero, según
hemos visto, en la Biblia el territorio de los judíos está representado por la
tierra, y el mundo gentil por el mar. Dado que el anticristo no vendrá de la
tierra sino del mar, no puede venir de Israel. Además, sabemos que surgirá
de uno de los cuatro reinos de la antigua Grecia (Dn. 8:8-9, 21-23). No
debemos atender a interpretaciones hechas a la ligera, ya que hemos
recibido luz en cuanto al anticristo.
E. Tiene diez cuernos y siete cabezas
En Apocalipsis 13:1 dice que la bestia, el anticristo, tendrá “diez cuernos y
siete cabezas; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas,
nombres de blasfemia”. Aquí vemos que esta bestia llena de características
diversas tendrá diez cuernos y siete cabezas. Tenemos que prestar atención
a esto.
1. Igual que el dragón
Tanto el dragón mencionado en 12:3 como la bestia de 13:1 tienen siete
cabezas y diez cuernos. Esto indica que el anticristo que vendrá será uno
con Satanás. De hecho, será la personificación de éste. Satanás estará
corporificado en él y se expresará por medio de él, pues las siete cabezas y
los diez cuernos de Satanás serán las siete cabezas y los diez cuernos del
anticristo.
2. Diez cuernos
¿Qué son estos diez cuernos? En primer lugar, son los diez reyes a los que
alude 17:12 representados por las diez diademas sobre los diez cuernos.
En segundo lugar, son los diez reinos simbolizados por los diez dedos de
los pies de la gran imagen descrita en Daniel 2:42-44. Recuerde que los
diez reyes equivalen a los diez reinos representados por los diez dedos de
la imagen. La imagen tiene diez dedos, y la bestia posee diez cuernos. Los
diez cuernos de la bestia son los mismos diez dedos de la imagen. Más
aún, esos diez dedos son a la vez diez reinos.
3. Siete cabezas
Las siete cabezas de la bestia son los siete césares del Imperio Romano
(17:10), representados por las siete diademas sobre las siete cabezas
(12:3). El Imperio Romano tuvo en total doce césares, pero sólo siete
figuran en la profecía de Apocalipsis. Los otros cinco no tienen mucha
relación con ella. El primer césar fue Julio, el quinto Nerón, y el sexto
Domiciano, quien era el césar cuando Juan escribió el libro de
Apocalipsis. El séptimo césar, que más tarde será herido de muerte y será
reanimado con el espíritu de Nerón, que fue el quinto césar, será el
anticristo. En la actualidad, el espíritu de Nerón está retenido en el abismo.
Después de que sea muerto el séptimo césar y cuando esté a punto de
revivir, el espíritu de Nerón será desatado del abismo y entrará en el
cuerpo del séptimo césar, quien será reanimado y vendrá a ser el octavo
césar (17:10-11). Aunque el anticristo será el octavo, de todos modos será
el séptimo y tendrá parte del quinto. Cuando lleguemos al capítulo 17
veremos esto detalladamente.
Las siete cabezas de la bestia tienen nombres blasfemos. Según la historia,
los siete césares decían ser Dios, pretendían tener deidad y obligaban a sus
súbditos a adorarlos como si fuesen Dios. Eso es una verdadera blasfemia
contra Dios. Esto es lo que significan los nombres blasfemos.
VI. EL ANGEL DEL ABISMO
A. Sube del abismo
El anticristo también será el ángel del abismo (9:11), que es un pozo
profundo. Ya vimos que el anticristo saldrá del abismo (11:7; 17:8) y que
poseerá el espíritu de Nerón. Algunos podrían preguntarse cómo sabemos
que el anticristo revivido tendrá el espíritu de Nerón. Por un lado, el
anticristo, en lo referente a su origen físico, vendrá de uno de los cuatro
reinos de lo que era el imperio de las antiguas Macedonia y Grecia. Por
otro lado, la Biblia claramente indica que él saldrá del abismo. Además, su
nombre tendrá un número, seiscientos sesenta y seis. Según el valor
numérico de las letras hebreas, el número correspondiente al nombre
Nerón César es seiscientos sesenta y seis. Esto indica que el anticristo que
vendrá será Nerón César. Con la ayuda de algunos maestros que nos
precedieron, hemos visto que después de la muerte de Nerón, su espíritu
indudablemente fue al abismo con un propósito futuro. En cierto
momento, dicho espíritu será desatado del abismo. En Apocalipsis se nos
dice claramente que el anticristo que ha de venir será herido de muerte.
Aunque será muerto, su herida mortal será sanada (13:3). Esto implica que
es reanimado. Cuando lleguemos al capítulo 17 veremos que el anticristo
será reanimado con el espíritu de Nerón. El anticristo será en primer lugar
el séptimo césar, quien será asesinado, probablemente antes de los últimos
tres años y medio. Entonces el espíritu de Nerón será liberado del abismo
y entrará en el cuerpo del séptimo césar, quien, por ende, volverá a vivir y
llegará a ser el octavo césar. Esto será una imitación de la resurrección de
Cristo. Los cristianos han predicado que Cristo es el único que fue
crucificado y resucitó. Pero viene el día cuando otra persona será muerta y
aparentemente resucitada. Por causa de esta falsificación de la
resurrección, el mundo entero se maravillará ante la bestia (13:3), el
anticristo, la imitación de Cristo. El séptimo césar vendrá a ser el octavo;
sin embargo, tendrá el cuerpo del séptimo y el espíritu del quinto. Todos
nosotros necesitamos iluminación y el debido entendimiento en cuanto a
esto.
F. El misterio de la iniquidad
está restringido hoy
En 2 Tesalonicenses 2:7 leemos: “Porque ya está en acción el misterio de
la iniquidad, pero sólo hasta que aquel que lo retiene ahora sea quitado de
en medio”. Todos sabemos que tanto Cristo como la iglesia son misterios.
Pero aquí Pablo habla de otro misterio: el misterio de la iniquidad. El
anticristo también será un misterio. Según lo que Pablo dice, el misterio de
la iniquidad ya está en operación. No obstante, hay algo que lo limita. Es
difícil determinar quién restringe esta iniquidad. En todo caso, existe
alguna fuerza, algún poder, que restringe la iniquidad.
El movimiento hippy que se produjo en los Estados Unidos comenzó en la
década de 1960. Aquellos fueron años de iniquidad. Pero lo que restringía
ese inicuo movimiento ha desaparecido. Si no hubiera nada que limitase la
iniquidad, la tierra ya no sería un lugar habitable. No tendríamos paz para
dormir en la noche. En la actualidad hay una marcada tendencia a la
iniquidad, pero está limitada. Dios ejerce control sobre la iniquidad debido
a que no ha llevado a cabo todo Su propósito, es decir, a que la novia no
está preparada todavía. Al final, cuando lleguen los últimos tres años y
medio, lo que restringe la iniquidad, ya no estará, y será como si Dios
dijera: “Dejemos que el mundo siga su propio curso”. Entonces, el
anticristo, el inicuo, se manifestará en plenitud, y toda la tierra se llenará
de iniquidad. Esta es una palabra profética y no nos ayuda a experimentar
la vida, la cual es nuestro interés primordial. Sin embargo, espero que los
jóvenes en particular sean iluminados en cuanto a estos asuntos y puedan
decir: “Alabamos al Señor porque tenemos un entendimiento claro en
cuanto a la corriente del mundo. Ya sabemos lo que acontecerá”. ¡Gloria
al Señor porque en medio de la noche oscura tenemos luz!
G. El Señor lo mata con el aliento de Su boca
y lo destruye con el resplandor de Su venida
Por último, en 2 Tesalonicenses 2:8 Pablo dice: “Y entonces se
manifestará aquel inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de
Su boca, y destruirá con la manifestación de Su venida”. El aliento de la
boca del Señor equivale a la palabra. Apocalipsis 19:15 dice: “De Su boca
sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones”. La espada
aguda, una espada de dos filos (1:16), es la palabra exterminadora del
Señor. El enviará Su palabra, Su aliento, a destruir y matar al anticristo. El
Señor también destruye al anticristo con el resplandor de Su venida. Este
resplandor será un fuego intensificado y una luz que mata. Cristo vendrá
con dicha espada y dicha luz para juzgar al hombre de pecado. Como
resultado, el anticristo vendrá a ser el hijo de perdición y será el primero
en perecer en el lago de fuego. El perecerá en el lago de fuego junto con el
falso profeta, antes que Satanás (19:20; 20:10). Cuando lleguemos al
capítulo 19, veremos que el anticristo peleará directa y personalmente
contra Cristo, y que cuando Cristo venga, peleará, junto con los
vencedores, en contra de él.
Hasta el momento, hemos visto siete aspectos del anticristo: la cuarta
bestia, el cuerno pequeño, el príncipe, el rey, la bestia que tiene las
características de las demás, el ángel del abismo y el hombre de pecado.
En el próximo mensaje veremos otros aspectos en cuanto a él.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y TRES
LA BESTIA QUE SALE DEL MAR
(4)
Cuando yo era joven estudié la gran imagen que vio Nabucodonosor en su
sueño (Dn. 2:28-35), y quedé convencido de que la Biblia es un libro dado
por la inspiración divina. Las partes de la gran imagen, a saber: la cabeza,
el pecho y los brazos, el vientre y los muslos, y las piernas con los diez
dedos, concuerdan con el desarrollo de las potencias mundiales a lo largo
de los siglos. Aparte de Dios, ¿quién habría podido darnos un ejemplo tan
asombroso? No tenemos otra alternativa que aceptar que Dios sigue siendo
soberano sobre todas las potencias mundiales, y las ha dispuesto de cierta
manera. Cuán asombroso es ver las potencias del mundo representadas por
la imagen de un cuerpo humano. Es una necedad no creer que la Biblia es
un libro divino. Si queremos entender las profecías contenidas en este
libro, debemos echar mano de la sabiduría divina. Cuanto más sabiduría
tengamos y más ahondemos en estas profecías, más nutridos seremos con
ellas.
Podemos obtener un nutritivo alimento en las profecías de la Biblia. Sin
embargo, muchos estudios de las profecías se limitan a hablar de las siete
cabezas, los diez cuernos, los diez dedos, los tres años y medio, los
cuarenta y dos meses, y los mil doscientos sesenta días. Esto es como
recibir un plato con huesos sin nada de carne. Nosotros necesitamos
recibir nutrimiento de la Palabra divina. Decir que la Escritura es dada por
el aliento de Dios (2 Ti. 3:16) significa que cada renglón de la Biblia es el
aliento de Dios. En cada renglón de las Escrituras, incluyendo los pasajes
que contienen profecías, hay cierto elemento de vida, cierto nutrimiento
vivo. Cuando estudiamos la profecía, debemos recibir la carne además de
los huesos.
Ya vimos siete aspectos destacados del anticristo: la cuarta bestia, el
cuerno pequeño, el príncipe, el rey, la bestia que abarca a todas las demás,
el ángel del abismo y el hombre de pecado. Ahora en este mensaje
veremos varios aspectos adicionales de este personaje tan peculiar.
VIII. TIENE EL PODER Y LA AUTORIDAD DE SATANAS
El anticristo tendrá el poder y la autoridad de Satanás. Apocalipsis 13:2
dice: “Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad”. En los
versículos 4 y 5 vemos que el dragón le dio “su autoridad a la bestia”, y
que “le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses”. El hecho de que
el dragón dé su poder, su trono y su gran autoridad a la bestia, indica que
hace a la bestia uno con él. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, el
diablo lo tentó en el desierto. Mateo 4:8 y 9 dice: “Y otra vez le llevó el
diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la
gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras”. El
Señor Jesús se rehusó y dijo: “¡Vete, Satanás! Porque escrito está: `Al
Señor tu Dios adorarás, y a El solo servirás’ ”. (Mt. 4:10). Desde ese día,
Satanás ha buscado a alguien a quien pueda dar todo el poder, la autoridad
y la gloria de su reino satánico. El hallará a quien busca en la persona del
anticristo. Lo que el Señor Jesús rechazó, el anticristo lo recibirá.
Puesto que Satanás dará todo su poder y autoridad al anticristo, éste será
una persona fuera de lo común. Su personalidad y carácter serán
extremadamente fuertes.
IX. ES MUERTO Y REVIVIDO
A. Muerto como el séptimo césar
del Imperio Romano que resurgirá
El anticristo será muerto y revivido. En Apocalipsis 13:3 leemos: “Una de
sus cabezas parecía tener una herida de muerte, pero su herida mortal fue
sanada”. El versículo 12 dice que su “herida mortal fue sanada”, y el
versículo 14 dice que la bestia “tenía la herida de espada, y revivió”. “Una
de sus cabezas” hace referencia a uno de los césares, el cual será muerto y
revivido. Lo dicho acerca de la sanidad de su herida mortal se refiere a que
es reanimado. Después de ser revivido, toda la tierra se maravillará y lo
seguirá. El anticristo probablemente será muerto a la mitad de los últimos
siete años, quizás al mismo tiempo en que Satanás es arrojado del cielo a
la tierra. Digo esto porque, según Apocalipsis 9:1, el ángel del abismo
surge poco después de que Satanás, como una estrella, cae del cielo a la
tierra. En ese entonces, el séptimo césar del Imperio Romano será muerto.
B. Es reanimado con el espíritu de Nerón,
el quinto césar caído, y llega a ser el octavo césar
Cuando Satanás sea arrojado a la tierra, el espíritu de Nerón César será
liberado del abismo y entrará en el cuerpo del séptimo césar, lo cual
reanimará su cadáver y vendrá a ser el octavo césar. Este octavo césar
tendrá el cuerpo del séptimo césar y el espíritu del quinto. Esta
reanimación será una imitación de la resurrección de Cristo. Todo aquel
que no tenga la fe de Cristo será atraído por este evento milagroso.
Durante la primera mitad de los últimos siete años, aparecerá el séptimo
césar. Después de que sea muerto y revivido, lo cual ocurrirá a la mitad de
los siete años y medio, aparecerá el octavo césar. Por consiguiente,
durante los primeros tres años y medio, reinará el séptimo césar, y durante
los últimos tres años y medio el anticristo revivido llegará a ser el octavo
césar. El séptimo césar confirmará un pacto con los judíos por siete años,
y el octavo césar perseguirá a los judíos y se exaltará a sí mismo como si
fuese Dios. Por lo tanto, la muerte y reanimación del anticristo marcará un
gran viraje. En principio, será casi como la muerte y resurrección de
Cristo. Antes de que Cristo muriera y resucitara, estaba limitado en Su
carne, pero después de Su muerte y resurrección, se le dio toda la
autoridad y el poder (Mt. 28:18). Satanás tratará de falsificar esto a fin de
demostrar al mundo que su anticristo es igual a Cristo. De modo que el
anticristo será dos personas. Durante el tiempo que reina como el séptimo
césar, no será un personaje asombroso, encantador y engañoso. Pero
después de ser asesinado y revivido, será un personaje fuera de lo común.
Será bastante atractivo, engañoso, encantador y cautivante. Solamente los
santos que tengan la fe de Cristo podrán resistir su atractivo y su engaño.
Después de ser reanimado, y teniendo el espíritu de Nerón César, llegará a
ser mucho más capaz, inteligente y poderoso.
Ya vimos que el anticristo muerto y revivido tendrá el nombre de Nerón
César. El falso profeta hará “que a todos, pequeños y grandes, ricos y
pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha, o en
la frente” (13:16), y nadie podrá comprar ni vender a menos que tenga “la
marca, es decir, el nombre de la bestia o el número de su nombre” (13:17).
Apocalipsis 13:18 dice: “Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento,
cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es
seiscientos sesenta y seis”. El falso profeta inducirá a la gente a adorar al
anticristo. Al mismo tiempo, diseñará la manera de marcar a las personas
con el nombre del anticristo o con el número de su nombre. Esta marca
será puesta en la frente o en la mano derecha. Algunos estudiosos de la
Biblia han formulado la hipótesis de que probablemente los hombres serán
marcados en la frente, mientras que las mujeres lo serán en la mano
derecha. Esta marca será la señal de que la persona pertenece a Nerón. El
número de la bestia es “número de hombre”, de Nerón César, el anticristo
que vendrá. (Véase la nota 182 del capítulo 13 de Apocalipsis, Versión
Recobro, pág. 1324). Puesto que el Apocalipsis fue escrito durante el
tiempo del Imperio Romano, Juan no menciona el nombre de Nerón, pero
lo da a entender con un número. Por lo tanto, es necesario tener sabiduría
para entenderlo. Con la sabiduría dada por Dios podemos determinar que
el número seiscientos sesenta y seis se refiere a Nerón César. Ningún otro
nombre nos da el número exacto de seiscientos sesenta y seis.
Los incrédulos llevan el nombre de Nerón en su frente o en su mano, lo
cual da testimonio de que le pertenecen, mientras que los vencedores
tendrán en su frente el nombre del Cordero y el del Padre (14:1). No habrá
punto neutro. O usted lleva el nombre de Dios o el de Nerón César, quien
es la personificación de Satanás. Llevar el nombre de Nerón significa que
se pertenece a Satanás, y llevar el nombre de Dios significa que se
pertenece a Dios.
Quien no tenga la marca de la bestia no podrá comprar ni vender. Esto
hará que sea imposible sobrevivir. En la actualidad las condiciones de
algunos países comunistas van en esta dirección. Allí la gente necesita un
permiso para poder comprar debido a que la economía está bajo un estricto
control del gobierno. Durante el reinado del octavo césar, todos llevarán el
nombre del anticristo como permiso para comprar y vender. Por causa de
la situación actual del mundo, se ha preparado el camino para el anticristo.
Hace quinientos años los estudiantes de la Biblia no entendían estas cosas
tan fácilmente como nosotros hoy. Pero los últimos acontecimientos
mundiales nos han permitido ver a qué se refieren las profecías.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y CUATRO
LA BESTIA QUE SALE DE LA TIERRA
En este mensaje llegamos a la segunda bestia, la que sale de la tierra
(13:11-18).
I. JUDAS ISCARIOTE
En Apocalipsis 13:11 dice: “Después vi otra bestia que subía de la tierra”.
Esta bestia es el falso profeta (16:13; 19:20; 20:10). Dado que la tierra
representa la nación de Israel, esta bestia, el falso profeta, saldrá de la
nación judía. Algunos estudiosos de las profecías creen que el falso
profeta será Judas Iscariote. Creo que este punto de vista es acertado.
Según Hechos 1:25, después de que Judas murió, fue “a su propio lugar”,
no a “su pueblo”, como fue el caso de otros que constan en las Escrituras
(Gn. 25:17; 35:29). Aunque en la historia ha habido muchas personas
llenas de falsedad, nadie ha estado tan lleno de Satanás como Judas. Jesús
dijo: “¿No os he escogido Yo a vosotros los doce? Sin embargo, uno de
vosotros es diablo. Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote; porque éste,
uno de los doce, le iba a traicionar” (Jn. 6:70-71). Vemos en este pasaje
que el Señor Jesús hasta llamó diablo a Judas. Como Judas estaba lleno del
diablo, era uno con él. Ninguna otra persona aparte de Judas concuerda
con la descripción del falso profeta.
Veamos más detalladamente el significado de que Judas iría “a su propio
lugar”. Según lo que narra la Biblia, Elías fue arrebatado a Dios, y el
cuerpo de Moisés fue preservado por Dios con un propósito específico.
Además, vimos que el espíritu de Nerón está retenido en el abismo. Sin
lugar a dudas, el espíritu de Judas también está retenido en un sitio
específico. Sólo cuando llegamos al libro de Apocalipsis vemos por qué la
Biblia nos da estos datos específicos acerca de estas cuatro personas.
Durante la gran tribulación, el pueblo del Señor necesitará ser fortalecido.
Puesto que Dios sabía esto de antemano, soberanamente preservó a
Moisés y a Elías para que dieran testimonio de El durante ese lapso. Dios
también ha mantenido a Nerón y a Judas, pero, en contraste con Moisés y
Elías, no en un lugar placentero. Uno está en el abismo, y el otro en “su
propio lugar”. Aunque no sé qué lugar sea éste, estoy seguro de que no es
un lugar agradable. Por consiguiente, Dios se reservó dos personas para
cumplir Su propósito positivo, y otras dos para cumplir Su propósito
negativo. El espíritu de Nerón está retenido en el abismo hasta cuando
constituya al último césar del Imperio Romano como el anticristo. Judas
está retenido en su propio lugar hasta que aparezca como el falso profeta.
Por la soberanía que Dios ejerce al preservar a estas cuatro personas,
podemos ver que todo el universo y todo el género humano está bajo la
mano soberana de Dios. Nada sucede por casualidad. Por el contrario, todo
ocurre por la disposición soberana de Dios.
Hace siglos Dios preparó a Moisés y a Elías. Ya dijimos que Moisés
representa la ley, y Elías, los profetas. En la antigüedad, los judíos se
referían al Antiguo Testamento como “la ley y los profetas”. Dios ha
preservado intencionalmente a Moisés y a Elías puesto que son dos
testigos. Un día cuando Satanás haya sido lanzado a la tierra y esté
corporificado en el anticristo, el cual ejercerá el poder satánico para
perseguir al pueblo de Dios, Dios enviará de nuevo a estos dos testigos
para fortalecer a Su pueblo. En ese entonces, Satanás llamará a Judas a
trabajar para él como lo hizo antes. Así como el espíritu de Nerón subirá
del abismo y llegará a ser el anticristo, así también saldrá Judas de su
propio lugar y llegará a ser el falso profeta. Por lo tanto, durante los tres
años y medio de la gran tribulación, habrá cuatro personas especiales en la
tierra: Moisés, Elías, Nerón y Judas. Es probable que los cuatro se
enfrenten cara a cara. Me pregunto qué le dirían Moisés y Elías a Judas.
Moisés y Elías serán el testimonio en contra del anticristo y el falso
profeta. Imagínense qué situación se presentará cuando estos cuatro
personajes se enfrenten.
II. SUBE DE LA TIERRA
Apocalipsis 13:11 dice que la otra bestia, el falso profeta, subirá de la
tierra. Geográficamente, vendrá de debajo de la tierra, y simbólicamente
vendrá de la nación de Israel. Hemos visto que la tierra representa la
nación de Israel. Por esta razón, el falso profeta saldrá con seguridad de la
nación de Israel, y debe de ser alguien del pueblo judío.
III. SU FALSEDAD
Apocalipsis 13:11 dice que la bestia que sube de la tierra “tenía dos
cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón”. El
falso profeta parece un cordero, pero habla como dragón. Esto muestra
cuán falso es. En la Biblia el cordero representa a Cristo. El hecho de que
el falso profeta tenga cuernos como los de un cordero indica que afirmará
ser igual a Cristo. Sin embargo, sus palabras serán como las expresiones
de Satanás, el dragón. Aunque trate de hacerse pasar por Cristo, se
expresará como Satanás. El será una completa falsedad.
El versículo 13 dice: “También hace grandes señales, de tal manera que
aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres”. El
falso profeta usará el poder satánico para realizar grandes señales. Al
hacer descender fuego del cielo, el falso profeta hará lo mismo que hizo
Elías. Elías hizo caer fuego del cielo durante los días de Acab (1 R. 18), y
durante los tres años y medio de la gran tribulación que vendrá, él lo
volverá a hacer. Cuando Judas vea esto probablemente dirá: “Si Elías
puede hacer esto, yo también”. Como el falso profeta hará grandes señales,
le será difícil a la gente distinguir entre el verdadero profeta y el falso. El
falso profeta podrá hacer lo mismo que el verdadero. En cuanto a la
elocuencia, con seguridad Judas no será menos elocuente que Moisés o
Elías puesto que habla como dragón.
Si hemos sidos iluminados, no prestaremos atención a las señales. Según
el Nuevo Testamento, el Señor no desea que fijemos nuestra atención en
las señales. Más bien, debemos concentrar todo nuestro ser en la vida. No
debemos preocuparnos por lo que un predicador o un ministro puedan
hacer en lo que a señales se refiere; tenemos que examinar la clase de vida
que lleva. Lo importante no es el poder que exhibamos, sino la vida que
llevemos. Si usted se ocupa sólo de la vida no será engañado. En cuanto a
las señales, no hay manera alguna de discernir entre el falso profeta y el
verdadero, ya que tanto Elías como el falso profeta harán descender fuego
del cielo. La única manera de discernir es basarse en la vida. Si Elías y
Judas estuvieran delante de usted, usted podría discernir quién es
verdadero y quién es falso por el mismo ser de ellos. La gente puede
engañar a los demás con sus palabras, pero quedan al descubierto por lo
que son. No preste atención a lo que otros pueden hacer; fíjese en lo que
son. En la actualidad muchos cristianos no se preocupan por lo que las
personas son, sino por lo que hacen. Les interesa el poder, las señales y los
milagros; pero los que ejercen poder milagroso para hacer señales pueden
tener una conducta deplorable. No digo que no debamos ocuparnos de
nuestra apariencia exterior. Me refiero a que tenemos que ser lo que en
realidad somos. Lo que somos en nuestra conducta tiene que expresar lo
que somos en nuestra vida. La vida que llevamos procede de nuestro
interior y expresa no lo que podemos hacer sino lo que somos.
Al final vendrán las señales, los prodigios y los milagros. En Mateo 24:24
el Señor Jesús dice: “Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas,
y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuera
posible, aun a los escogidos”. En 2 Tesalonicenses 2:9 y 10 Pablo dice que
el anticristo, el hombre de pecado, vendrá “conforme a la obra de Satanás,
con todo poder, señales y prodigios de mentira, y con todo engaño de
injusticia entre los que perecen”. Debemos estar advertidos y no prestar
atención a señales y prodigios. Si ustedes lo hacen podrían ser engañados.
En vez de buscar señales, debemos ocuparnos de Cristo según la vida. No
esperen milagros; pongan toda su atención en la vida, la cual es Cristo
mismo. Cuando aparezca Judas, o sea el falso profeta, engañará a la gente
con las señales que hará.
IV. TRABAJA PARA LA BESTIA QUE SUBE DEL MAR
El falso profeta no trabaja para sí, sino para el anticristo, la bestia que sale
del mar. Nadie que hable de sí mismo es respetado ni digno de fiar. Es
más fácil alabar a otros que elogiarse a sí mismo. Si yo hablara bien de mí,
nadie me prestaría atención. Todo lo que Judas diga y haga, lo dirá y hará
en beneficio de la primera bestia. Honestamente no entiendo por qué se
entregará Judas al anticristo a tal grado que irá al lago de fuego con él. No
parece haber una explicación para esto. Ni Satanás ni el anticristo le
prometerán nada a Judas. ¿Por qué entonces será tan necio de entregarse
incondicionalmente? Desde el principio Judas fue cautivado por Satanás y
quedó bajo su influencia maligna. Como Satanás controló a Judas
anteriormente, así lo controlará de nuevo. Esta puede ser la razón por la
cual Judas se entregará completamente al anticristo.
Aunque ninguno de nosotros es como Judas, parte de nuestro ser natural se
basa en el principio de Judas por lo menos a cierto grado. También
nosotros podemos entregarnos a Satanás a cambio de nada. Tal vez usted
no se dé cuenta, pero usted ha hecho eso muchas veces. Con frecuencia
traicionamos al Señor Jesús o hacemos daño a la vida de la iglesia. Hemos
hecho ciertas cosas que estorban el recobro del Señor. Parece que no hubo
razón alguna para que hiciéramos tales cosas. Durante los últimos catorce
años en este país, he visto algunos casos de personas que hacen daño al
recobro del Señor sin recibir nada a cambio. Sus acciones fueron el
resultado de que Satanás ocupara el ser natural de ellos. Cuando Satanás
entra en nuestro ser natural y toma posesión de cierta parte de él, nosotros
nos entregamos gratuitamente a él. Este es el principio sobre el cual actuó
Judas y el mismo sobre el cual actuará el falso profeta.
No sólo Satanás le dio su poder al falso profeta; también el anticristo
pondrá en él toda su confianza. Por consiguiente, el falso profeta estará
autorizado para representar al anticristo, la personificación de Satanás,
quien estará corporificado en el anticristo, y éste será representado por el
falso profeta. Por esta causa, algunos estudiosos de la Biblia dicen que
Satanás, el anticristo y el falso profeta son una trinidad satánica. No me
gusta ver la palabra trinidad usada de esta manera. Sin embargo, es
indudable que Satanás, el anticristo y el falso profeta llegan a ser uno.
Debido a esta unión el falso profeta estará autorizado a hacer lo que desee.
A. Ejerce la autoridad de la primera bestia
Apocalipsis 13:12 dice que el falso profeta “ejerce toda la autoridad de la
primera bestia en presencia de ella”. El falso profeta no sólo ejercerá el
poder del anticristo, sino también su autoridad.
B. Hace que la tierra y sus moradores
adoren a la primera bestia
El versículo 12 agrega: “Y hace que la tierra y sus moradores adoren a la
primera bestia, cuya herida mortal fue sanada”. El falso profeta hará que
toda la tierra y los que en ella moran adoren al anticristo. Su ministerio
consistirá en propagar la orden de que todos los moradores de la tierra
deben adorar al anticristo. El hará una enorme labor de predicación. Al
predicar, lo cual hará con elocuencia y poder, convencerá a la gente de
adorar al anticristo.
C. Engaña a los moradores de la tierra
para que hagan una imagen
de la primera bestia
El versículo 14 dice: “Y engaña a los moradores de la tierra a causa de las
señales que se le ha dado hacer en presencia de la bestia, mandando a los
moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tenía la herida
de espada, y revivió”. El engañará a los hombres a tal grado que asentirán
en hacer una imagen de la bestia y adorarla.
Ya vimos que el anticristo tendrá las características de todas las potencias
mundiales. A lo largo de los siglos, la gente ha gustado de erigir imágenes
de sus héroes. Incluso en la actualidad se hacen imágenes de ciertos
héroes. Todo esto es una sombra de lo que el falso profeta hará para el
anticristo. El erigirá una imagen como ídolo del anticristo. Muchos alegan
que las imágenes erigidas en varios lugares no son ídolos y que la gente no
tiene que adorarlas. Aunque esto puede ser cierto, rendir culto a un héroe
es básicamente adorar un ídolo. Nosotros los cristianos debemos tener
cuidado de nunca presentarnos ante una estatua y rendirle homenaje. En
principio eso sería adorar un ídolo. Nunca debemos presentarnos ante
ninguna imagen; sólo debemos presentarnos delante de nuestro Señor. En
los diez mandamientos Dios nos ordenó no hacer imágenes. Si usted hace
una imagen, independientemente de su intención al hacerlo, la gente tarde
o temprano la adorará, ya sea en su generación o en una generación futura.
El deseo de tener un héroe halla su consumación en el anticristo, y el falso
profeta convencerá a la gente mundana de adorar a su héroe. Sin duda, el
anticristo será el héroe de héroes, y estará por encima de todos los héroes
de las generaciones que le precedieron. Con la publicación y propagación
de este mensaje, muchos cristianos estarán preparados para cuando esto
suceda. Cuando venga el día en que la imagen del anticristo sea erigida,
ellos podrán mantenerse alejados de ella.
En Apocalipsis 13:15 leemos: “Y se le dio el poder de infundir aliento a la
imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el
que no adorase a la imagen de la bestia”. Aquí vemos que el falso profeta
en realidad podrá dar aliento de vida al ídolo, el cual será reanimado.
Jamás ningún ídolo hecho por el hombre ha podido hablar (Sal. 115:5),
pero este último ídolo podrá hacerlo por ser una estatua viva. Con
seguridad esto asombrará a los moradores de la tierra y les hará adorar la
imagen del anticristo. Los científicos de hoy pueden hacer muchas cosas,
pero no pueden infundir aliento a nada de lo que hacen. Pero vendrá el día
cuando Judas podrá hacerlo, y será puesto un ídolo en el templo de Dios.
Este ídolo hablará y mandará que se dé muerte a todo el que no lo adore.
¡Cuán difícil será no ser engañado por este prodigio diabólico! ¿Quién
podrá guardarse de adorar al anticristo y su imagen? Según 13:8: “Le
adorarán todos los moradores de la tierra cuyos nombres no están escritos
en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde la fundación del
mundo”. Sólo aquéllos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida
del Cordero no adorarán al anticristo ni a su imagen. Ellos se rehusarán a
adorarlo, aun a costa de sus vidas. Como resultado muchos serán
martirizados.
Si usted no es parte de las primicias y es dejado en la tierra durante la gran
tribulación, podría ser martirizado por el anticristo. Pero ese martirio lo
convertirá rápidamente en un vencedor. Pese a que los mártires que
mueran durante la gran tribulación serán los vencedores tardíos, llegarán a
ser vencedores por la vía rápida.
El hermano Nee pasó más de cincuenta años para llegar a ser un vencedor.
El sufrió persecución por parte del cristianismo durante más de treinta
años en forma de oposición, críticas y rumores. Casi todos los misioneros
se le opusieron, especialmente los de la misión al interior de la China.
Después de aquellos años de oposición de parte del cristianismo, él estuvo
encarcelado veinte años. Aunque al hermano Nee le tomó cincuenta años
llegar a ser un vencedor, los que estén aquí durante la gran tribulación no
tendrán más que cuarenta y dos meses. No será nada agradable quedarse y
pasar por la gran tribulación, pero es mucho mejor que morir hoy. Si usted
muere ahora, perderá la oportunidad de ser un vencedor. Gloria al Señor
que todos tenemos la oportunidad de llegar a ser vencedores, bien sea
vencedores tempranos o vencedores tardíos. Ciertamente yo desearía ser
un vencedor y estar vivo hasta ver al Señor. Pero si no podemos ser
vencedores hoy, entonces debemos preferir quedarnos en la gran
tribulación en vez de morir, puesto que entonces tendremos la oportunidad
de ser vencedores tardíos en forma rápida. Si usted no desea ser un
vencedor ahora, se verá obligado a serlo después. Aunque usted podría
decir que no le interesa, el Señor sabe cómo despertar su interés. El
anticristo vendrá, y el falso profeta predicará y erigirá una imagen que
podrá hablar. ¿Qué hará usted entonces? Tendrá que predicar en contra del
anticristo. Pero después de hacerlo, será martirizado.
Si estos mensajes no le ayudan a ser un vencedor temprano, tengo la
certeza de que lo prepararán para ser un vencedor tardío. El Señor ahora
está dándonos estos mensajes. No he hablado acerca de las profecías en
más de cuarenta años. Esta es la primera vez que lo hago desde 1930, y lo
hago desde la perspectiva de la vida. Creo que dentro de poco el anticristo
vendrá, y el falso profeta aparecerá. Esta es una palabra oportuna para el
pueblo de Dios. Esta palabra los motivará a ser vencedores tempranos, o
los fortalecerá para que sean vencedores tardíos. El Señor logrará lo que
desea y obtendrá la victoria. ¡Aleluya, nuestros nombres están escritos en
el libro de la vida! Para esto fuimos predestinados.
D. Obliga a la gente a llevar una marca
El falso profeta hará que a todos “se les ponga una marca en la mano
derecha, o en la frente” (13:16). A los hombres probablemente les pondrán
la marca en la frente, y a las mujeres en la mano derecha. Esta marca
indica que ellos pertenecen al anticristo, quien es la autoridad del falso
profeta. Si una persona no tiene la marca, no podrá comprar ni vender
(13:17). Como ya hicimos notar, el nombre de la bestia es Nerón César, y
el número de su nombre es seiscientos sesenta y seis.
Vimos que las dos bestias están a punto de venir: la primera bestia sale del
mar, del mundo gentil, y la segunda de la tierra, de la nación de Israel. No
es necesario repetir todos los detalles relacionados con estas dos bestias.
Cuando llegue ese momento, usted recordará la impresión que recibió en
estos mensajes. Indudablemente ése es el propósito del Señor al traer este
mensaje. En cuanto a la bestia y al falso profeta, no podemos decir que no
hayan dejado ninguna impresión en nosotros. Por el contrario, hemos
quedado con una profunda impresión, y ésta no se nos borrará. Sabemos
quiénes somos, dónde estamos, qué estamos haciendo y para dónde
vamos. Alabamos al Señor porque también sabemos lo que ha de venir.
¡Aleluya, hemos recibido luz y algo ha quedado impreso en nosotros!
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y CINCO
LA CORRELACION ENTRE
LA VISION DE APOCALIPSIS 12
Y EL LIBRO DE EFESIOS
En este mensaje quisiera hacer notar la correlación que hay entre la visión
de Apocalipsis 12 y el libro de Efesios. En Apocalipsis 12 a todos nos
impresiona la visión de la mujer con su parte fuerte, el hijo varón, el cual
pelea contra el enemigo usando la palabra. En el libro de Efesios también
vemos la mujer. Como todos sabemos, Efesios es un libro que trata de la
iglesia, la cual es la mayor parte de la mujer que aparece en Apocalipsis
12. En Efesios esta mujer es la esposa de Cristo.
FORTALECIDOS PARA SER LA PARTE FUERTE
QUE ESTA DENTRO DE LA MUJER
En Efesios 3:16 Pablo oró pidiendo que el Padre nos diera, “conforme a
las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre
interior por Su Espíritu”. Este fortalecimiento ocurre en nuestro hombre
interior, el cual es nuestro espíritu regenerado en el que mora el Espíritu
Santo. Cuanto más somos fortalecidos en nuestro hombre interior, más
llegamos a ser la parte fuerte que está en esta mujer. La clave para llegar a
ser la parte fuerte que está dentro de la mujer es ser fortalecidos en nuestro
hombre interior. En el versículo 18 Pablo continúa orando para que
seamos “plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea
la anchura, la longitud, la altura y la profundidad”. La expresión griega
traducida “capaces” significa “fortalecidos con poder”. Necesitamos ser
revestidos de poder para conocer las dimensiones de las riquezas de
nuestro Cristo. A fin de ser el hijo varón no sólo tenemos que ser
fortalecidos en nuestro hombre interior, sino también nutridos con todas
las riquezas de Cristo. Además, Efesios 6:10 nos dice que nos
fortalezcamos “en el Señor, y en el poder de Su fuerza”. Según dicho
capítulo, la manera de ser fortalecidos es ponernos toda la armadura de
Dios (vs. 11, 13), la cual es el Cristo todo-inclusivo. Ponernos toda la
armadura de Dios equivale a vestirnos del Cristo todo-inclusivo. Debemos
estar cubiertos de todos los aspectos de este Cristo. Por consiguiente, en
Efesios 3:16 y 18 y 6:10 y 11, vemos que la manera de llegar a ser la parte
fuerte que está dentro de la mujer es ser fortalecidos en nuestro hombre
interior, ser fortalecidos, para experimentar las riquezas de Cristo, y ser
fuertes por habernos vestido del Cristo todo-inclusivo como armadura. Por
lo tanto, en el libro de Efesios hallamos tanto a la mujer como al hijo
varón.
LUCHAMOS CONTRA EL ENEMIGO
MEDIANTE LA ORACION
En el libro de Efesios también tenemos una guerra contra las tinieblas
espirituales, contra principados y potestades en los lugares celestiales (Ef.
6:12). Estos poderes malignos son, por supuesto, los poderes de Satanás,
el enemigo. Por lo tanto, en este libro vemos no sólo la mujer y el hijo
varón, sino también un tercer personaje, a saber: Satanás, la serpiente.
Efesios revela que hay una guerra entre la parte fuerte que está en la mujer
y el enemigo, y además, que esta guerra se libra en oración. La manera en
que el hijo varón pelea contra el enemigo es la oración. Finalmente, todo
el libro de Efesios nos conduce a un punto cimero: velar y orar.
TOMAMOS LA PALABRA CON TODA ORACION
Leemos en Efesios 6:17 y 18: “Y recibid el yelmo de la salvación, y la
espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios; con toda oración y
petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello velando con toda
perseverancia y petición por todos los santos”. Según estos versículos, se
lucha tomando la palabra de Dios con toda oración. No debemos
simplemente tener un solo método de oración, sino todo tipo de oración,
ejercitando nuestro espíritu orando de varias maneras para ingerir la
palabra de Dios. Este pasaje habla de orar-leer, de tomar la palabra de
Dios con toda oración. Hacer guerra contra el enemigo usando nuestros
pensamientos y nuestras palabras no conduce a nada. No podemos usar
nuestra mente ni nuestras expresiones para luchar contra él. La manera
más eficaz de hacer guerra contra el enemigo es orar-leer la Palabra, y la
mejor porción de la Palabra que podemos orar-leer es el libro de Efesios.
Si ustedes oran-leen dicho libro concentrados en él por cierto tiempo,
serán fortalecidos. En vez de tratar de comprender el libro de Efesios,
deberían más bien orar-leerlo, aunque se demoren dos semanas. Si hacen
esto, podrán testificar que están llegando a ser la parte fuerte que está
dentro de la mujer.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y SEIS
LAS PRIMICIAS
En el capítulo 12 recibimos una clara visión de la mujer universal que
lleva en su vientre un hijo varón y que se enfrenta a un gran dragón. Todos
hemos recibido una profunda impresión de esta señal. En el capítulo 13
vimos dos bestias: el anticristo y el falso profeta, quienes colaboran con el
dragón, Satanás, en su oposición a Dios y en su intención de entorpecer el
cumplimiento de la economía de Dios. Además de esto, vemos asuntos
más cruciales en el capítulo 14. Aquí no sólo vemos las primicias (vs. 1-
5), sino también las cosas que suceden después del arrebatamiento de las
primicias (vs. 6-13), a saber: la predicación del evangelio eterno (vs. 6-7),
la caída de la Babilonia religiosa (v. 8), la advertencia en contra de la
adoración de la bestia y su imagen y en contra de recibir la marca (vs. 9-
11), y el martirio que ocurrirá durante la gran tribulación (vs. 12-13).
Además, el capítulo 14 trata de la cosecha (vs. 14-16) y el gran lagar (vs.
17-20). El capítulo 14 presenta cuatro aspectos principales: el
arrebatamiento de las primicias, lo que acontece después de dicho
arrebatamiento, la cosecha, que es la siega de la mayoría de los creyentes,
y el gran lagar, que es la recolección de las personas malignas de la tierra.
Por lo tanto, este capítulo revela qué trato recibirán los que vivan en la
tierra en los postreros tiempos.
Todos los que viven en la tierra están en una de dos categorías: los que son
el pueblo de Dios y los que no lo son. El pueblo de Dios se compone de
los cristianos y los israelitas; estos últimos son los judíos que temen a
Dios. Israel no se menciona en este capítulo porque ya se habló de él en el
capítulo 7 con la visión de los ciento cuarenta y cuatro mil israelitas
escogidos que son sellados. Este capítulo muestra la manera en que Dios
trata a la porción de Su pueblo que está constituida por los cristianos. En
esta parte de Su pueblo también hay dos secciones: las primicias, los que
maduran primero, y la cosecha, los que maduran después. Entre el
arrebatamiento de las primicias y el de la cosecha, ocurren cuatro eventos
principales: la predicación del evangelio eterno, la caída de la gran
Babilonia, es decir, la Babilonia religiosa, la Iglesia Católica Romana; la
advertencia en contra de adorar a la bestia; y el martirio que se produce
durante la gran tribulación. Después de la cosecha, quedará aclarada la
situación entre los cristianos. Pero los que no son pueblo de Dios todavía
estarán sobre la tierra. Ellos no se consideran trigo del campo de Dios,
sino uvas de un campo maligno. Estas uvas serán reunidas en el gran lagar
y serán holladas por el Señor Jesús (vs. 19-20). En ese entonces toda la
tierra quedará despejada. Por consiguiente, el capítulo 14 tiene mucho
significado, pues revela la manera en que se confrontará la condición de
los que moran en la tierra. Dios es sabio, justo y soberano. El juzgará a
todos los moradores de la tierra en la debida forma y oportunamente con
Su sabiduría, Su justicia y Su soberanía. ¡Alabado sea El!
Lo profetizado en la Biblia es sencillamente un principio general. No se
nos dan los pormenores. Si el Señor nos hubiese detallado todo lo que ha
de suceder, la Biblia tendría miles de páginas y no podríamos llevarla con
nosotros. Agradecemos al Señor por Su sabiduría. Ya hicimos notar que
todas las potencias mundiales desde Babilonia hasta el Imperio Romano
renovado que vendrá, y también los diez reinos, estaban representados por
la gran imagen que Nabucodonosor vio en su sueño (Dn. 2:31-33). La
cabeza representa a Babilonia; el pecho y los brazos a Medo-Persia; el
vientre y los muslos a Grecia; y las dos piernas al Imperio Romano. Es un
hecho histórico que el Imperio Romano se dividió en dos, lo cual estaba
representado por las dos piernas de la imagen. El período indicado por la
parte que empieza en el tobillo es difícil de precisar. En la actualidad
vivimos en este período indefinido. Cuando cayó el Imperio Romano en el
año 476, se creó un vacío, pero durante este tiempo dicho vacío lo ha
llenado la Iglesia Católica Romana. Al final de este largo intervalo,
resurgirá el Imperio Romano y tendrá su consumación en los diez reinos
representados por los diez dedos de los pies de la imagen. Según Daniel 2,
estos diez reinos serán aplastados por la roca cortada no por mano humana
(vs. 34-35). Esta roca es Cristo, quien vendrá de los cielos y herirá toda la
imagen, desde Nabucodonosor hasta el último de los césares inclusive.
Dios en Su sabiduría usó la figura de un cuerpo humano para darnos un
cuadro claro de las diferentes etapas de las potencias mundiales. Este es el
principio que rige la manera de interpretar la profecía bíblica. En cierto
aspecto, la profecía contenida en la Biblia es muy breve.
Este mismo principio se aplica en lo referente al arrebatamiento del pueblo
de Dios. Hay una diferencia entre el arrebatamiento de los vencedores y el
de la mayoría de los creyentes. Ya hablamos del arrebatamiento en los
mensajes 29 y 30. Llegamos ahora a las primicias, y para ello nos basamos
en el principio de que hay dos tipos de arrebatamiento.
I. LAS PRIMICIAS
A. Primicias para Dios y para el Cordero
Las primicias para Dios y para el Cordero que se mencionan en el
versículo 4 son aquellos que maduran primero en la labranza de Dios.
Estos primeros vencedores serán los que maduren primero en el campo de
Dios. Así que ellos serán arrebatados antes de la cosecha como primicias
para Dios y para el Cordero. Según los versículos del 14 al 16, la cosecha
entera madurará luego. Esto significa que las primicias serán arrebatadas a
los cielos antes de la cosecha, tal como las primicias de la buena tierra
eran recogidas y llevadas al templo de Dios antes de que madurara toda la
cosecha (Lv. 23:10-11; Ex. 23:19). Los eventos narrados en los versículos
del 6 al 13, los cuales ocurrirán durante la gran tribulación (Mt. 24:21),
demuestran claramente que los primeros vencedores, las primicias
mencionadas en los versículos del 1 al 5, serán arrebatados antes de la
gran tribulación y que la cosecha mencionada en los versículos del 14 al
16, constituida de la mayoría de los creyentes, será arrebatada casi al final
de la gran tribulación.
B. Ciento cuarenta y cuatro mil
El versículo 1 dice: “Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie
sobre el monte de Sion, y con El ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían
el nombre de El y el de Su Padre en la frente”. Anteriormente muchos
maestros han discutido si este número es literal o simbólico. Algunos
dicen que el número ciento cuarenta y cuatro mil no es un número literal,
y otros dicen que igual que las siete ciudades de los capítulos 2 y 3, este
número debe tomarse literalmente. Sin lugar a dudas, este número es un
número literal, pero tiene significado simbólico. Aunque es un número
literal, tiene significado espiritual. Al aplicar cierto principio podemos
captar el significado espiritual de este número.
Ciento cuarenta y cuatro mil se obtiene multiplicando mil por doce por
doce. Doce es el número que indica culminación en la administración
eterna de Dios. Ciento cuarenta y cuatro (21:17) es doce multiplicado por
doce, lo cual indica culminación de culminaciones, la máxima y plena
culminación. En este caso tenemos la máxima culminación multiplicada
por mil.
El número doce no se compone de seis más seis, sino de tres multiplicado
por cuatro. No digo esto a la ligera o infundadamente. El número bíblico
doce se compone de tres multiplicado por cuatro. La Nueva Jerusalén es
una ciudad llena de doces: doce cimientos, los nombres de los doce
apóstoles (21:14), las doce puertas, doce ángeles, los nombres de las doce
tribus de Israel (21:12), doce perlas (21:21), doce meses, doce frutos
diferentes (22:2). La altura del muro es ciento cuarenta y cuatro codos
(doce multiplicado por doce, 21:17), y sus dimensiones son doce mil
estadios (mil multiplicado por doce, 21:16). En todos los aspectos la
Nueva Jerusalén es una ciudad llena de doces. Sabemos que el número
doce de la Nueva Jerusalén se compone de tres multiplicado por cuatro,
debido a que la ciudad tiene tres puertas en cada uno de sus cuatro lados
(21:13). Indudablemente, el número tres representa al Dios Triuno. El
cuadro de la Nueva Jerusalén que vemos en los capítulos 21 y 22 revela al
Dios Triuno. En 22:1 vemos el trono de Dios y del Cordero, del cual brota
un río de agua de vida. Allí vemos que el Padre, el Hijo y el Espíritu se
imparten a la ciudad. Este es el Dios Triuno. La ciudad misma representa
la creación, implícita en el número cuatro (cuatro seres vivientes, 4:6). En
la Nueva Jerusalén no tenemos tres más cuatro, sino tres multiplicado por
cuatro. Hoy el número que nos corresponde es el siete, como vemos en las
siete iglesias, los siete candeleros. Pero en la eternidad nuestro número
será el doce, tres multiplicado por cuatro, lo cual denota la mezcla del
Dios Triuno con el hombre. Por consiguiente, el número doce representa
la mezcla de lo divino con lo humano. ¡Qué grandioso! Esta mezcla se
refiere a la culminación de la economía de Dios. Por lo tanto, el número
doce indica culminación en la administración de Dios, lo cual conduce al
cumplimiento de Su economía.
Aquí no tenemos simplemente el número doce, sino mil veces el número
doce multiplicado por doce. Doce multiplicado por doce significa
culminación de la administración de Dios con miras al cumplimiento de
Su economía dentro de la culminación de la administración de Dios con
miras al cumplimiento de Su economía. Esto es semejante a las
expresiones Cantar de los cantares, Señor de señores y Rey de
reyes. Doce multiplicado por doce significa culminación de
culminaciones. Esta culminación no es temporal sino eterna. Es la
culminación de la administración de Dios, cuyo cumplimiento es la
economía de Dios. La Nueva Jerusalén declarará a todo el universo que
los redimidos de Dios serán doce entre doce, culminación entre
culminaciones. Cuando estemos en la Nueva Jerusalén, seremos la
culminación de la administración de Dios con miras al cumplimiento de la
economía de Dios por la eternidad. Pero en el capítulo 14 tenemos mil
veces doce por doce, mil veces culminación de culminaciones. Este es el
significado del número ciento cuarenta y cuatro mil. Las ciento cuarenta y
cuatro mil primicias son creyentes que están entregados al cumplimiento
del propósito eterno de Dios.
Tenemos la fortuna de estar apoyados en los hombros de muchos grandes
maestros que nos han precedido. Le agradecemos al Señor por ellos. Lo
que hemos visto acerca del significado de este número se basa en el
entendimiento que ellos tenían. Sin embargo, el Señor nos ha mostrado
algo más. Aunque el número ciento cuarenta y cuatro mil es literal, tiene
significado espiritual, que indica que todos los vencedores que vivan serán
parte de la culminación de la administración de Dios en el cumplimiento
de Su economía por la eternidad. Ser un vencedor viviente es algo muy
importante. Ser las primicias equivale a entregarse a la culminación de la
administración de Dios, la cual cumple Su economía por la eternidad.
C. Comprados de la tierra
El versículo 3 dice que los ciento cuarenta y cuatro mil “fueron comprados
de la tierra”. Esto demuestra que ya no están sobre la tierra, pues fueron
arrebatados a los cielos. Cuando sucede lo narrado en los versículos del 1
al 5, las primicias ya no están en la tierra puesto que ellos “fueron
comprados de la tierra”. Fueron comprados con la sangre del Cordero y
han sido llevados al cielo.
D. Comprados de entre los hombres
El versículo 4 dice: “Estos fueron comprados de entre los hombres”, lo
cual indica que ya no están entre los hombres, sino en los cielos.
E. De pie con el Cordero
en el monte de Sion
Las primicias están de pie con el Cordero en el monte de Sion (v. 1). Esta
Sion no es la Sion terrenal sino la Sion celestial (He. 12:22). Los que están
de pie con el Cordero en el monte de Sion serán arrebatados a los cielos
antes de que empiece la persecución religiosa del anticristo. Después de
este arrebatamiento, el anticristo perseguirá a la gente y la obligará a
adorarlo. Por esto sabemos que los vencedores que vivan serán
arrebatados antes de la gran tribulación.
F. Tienen el nombre del Cordero
y el de Su Padre escrito en sus frentes
El versículo 1 también indica que los ciento cuarenta y cuatro mil tienen
escrito en sus frentes el nombre del Cordero y el de Su Padre. Esta
designación los presenta como uno con el Cordero y con el Padre y como
pertenecientes a ambos. El nombre del Cordero y el nombre del Padre
escritos en las frentes de estos primeros vencedores está en contraste con
el nombre de la bestia escrito en las frentes de quienes la adoran (13:16-
17).
G. Cantan un cántico nuevo
El versículo 3 dice: “Y cantan un cántico nuevo delante del trono, y
delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía
aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron
comprados de la tierra”. Los ciento cuarenta y cuatro mil cantan un
cántico nuevo ante el trono, los cuatro seres vivientes y los ancianos.
Aparte de las primicias, nadie puede aprender este cántico, porque nadie
más tiene la experiencia que se requiere. Los cánticos siempre proceden de
nuestra experiencia. Si usted no ha tenido ninguna experiencia, no tiene
nada que lo motive a cantar. Los ciento cuarenta y cuatro mil vencedores
pueden cantar un cántico nuevo que nadie más puede comprender, debido
a que tienen experiencias específicas y particulares de Cristo. Algunos
cristianos no entienden nuestros cánticos. Aunque ellos podrían decir que
estos cánticos son extraños, nosotros podemos afirmar que son agradables
y de buen gusto. Cuando uno canta ciertos cantos, está fuera de sí. Pero
aquellos que no han experimentado estas cosas no entienden lo que
cantamos. Sólo los que han tenido la experiencia, pueden aprender a
cantar el cántico de los ciento cuarenta y cuatro mil.
El versículo 2 dice: “Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas
aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de
arpistas que tocaban sus arpas”. Las muchas aguas representan el
estruendo del sonido, el gran trueno denota la solemnidad del sonido, y el
sonido de arpistas que tocaban representa lo agradable del sonido.
La solemnidad del gran trueno aterrará a Satanás. Puesto que el canto de
los ciento cuarenta y cuatro mil será estruendoso en aquel día, ¿no
deberían nuestros cantos ser un poco ruidosos hoy? Cuanto más ruido
haya en nuestro canto, mejor. Por supuesto, los religiosos censurarían esto.
El canto de los ciento cuarenta y cuatro mil se oye como el sonido de las
cataratas del Niágara. De hecho, creo que puede ser muchísimo más
estruendoso. El cristianismo de hoy está lleno de muerte y de legalismo.
Pero nosotros tenemos que hacer ruido y no estar muertos. Sin embargo,
nuestro canto ruidoso no debe ser una mera actividad, sino que debe brotar
de nuestro espíritu. Por lo menos ocho veces en los Salmos se nos dice que
aclamemos con júbilo delante del Señor (Sal. 95:1-2; 98:4; 100:1). Este
ruido estentóreo de regocijo debe venir espontáneamente de nuestro
espíritu. Cuando nos llenamos de la agradable experiencia del Señor,
nuestro espíritu se llena hasta rebosar. La única manera de expresar
nuestro gozo es aclamar con júbilo al Señor. El estruendo que producen
las cataratas del Niágara es el resultado del impacto de sus muchas aguas,
no de un intento de hacer ruido. Así debemos obrar nosotros cuando nos
reunamos. Sólo podemos entender esto por experiencia. Puedo testificar
que he experimentado esto. En algunas ocasiones, mientras damos voces
de júbilo en el espíritu cantando y alabando al Señor, brota una dulce
melodía. Si usted ha experimentado esto, podrá decir “Amén” a lo que
estoy afirmando. Pero esto ha ofendido a algunos que dicen que no pueden
tolerar el ruido. No obstante, éste no es un método que yo haya inventado,
es el método del Señor y de la Biblia. Si usted no se ejercita en hacer esto
ahora, tendrá que hacerlo más adelante.
B. La segunda copa
El versículo 3 dice: “El segundo ángel derramó su copa en el mar, y éste
se convirtió en sangre como de muerto; y murió toda alma viviente que
había en el mar”. No creo que esto incluya todos los mares.
Probablemente, afectará principalmente el mar Mediterráneo, el mar
circundado por el imperio del anticristo.
C. La tercera copa
En los versículos del 4 al 7 tenemos el derramamiento de la tercera copa.
El versículo 4 dice: “El tercer ángel derramó su copa en los ríos, y en las
fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre”. El versículo 5 habla del
“ángel que tiene poder sobre las aguas”. En la administración de Dios, hay
un ángel designado para controlar las aguas. Este ángel alaba a Dios,
diciendo: “Justo eres Tú, el que eres y que eras, el Santo, porque has
juzgado estas cosas. Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los
profetas, también Tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen” (vs. 5-
6). Aquí y en 11:17 no dice “el que ha de venir”, como en 1:8 y 4:8. Esto
demuestra que la venida del Señor debe de ocurrir después de 4:8 y antes
de 11:17.
No todos los moradores de la tierra merecerán beber sangre, porque no
todos han derramado la sangre de los santos. Si los estadounidenses han
derramado la sangre de los santos, entonces merecen beber sangre. Pero
estoy seguro de que tal cosa no sucederá en Estados Unidos. Creo que las
aguas se convertirán en sangre principalmente en el territorio del
anticristo.
Antes de seguir, debo insertar unas palabras acerca de la extensión del
imperio del anticristo. Lucas 2:1 nos ayuda en este asunto. Este versículo
dice: “Aconteció en aquellos días, que salió un decreto de parte de César
Augusto, para que se hiciera un censo de toda la tierra habitada”.
Ciertamente “toda la tierra habitada” no incluía la antigua China, ni
tampoco a América, la cual en aquel tiempo estaba habitada solamente por
indios. Debemos entender la Biblia con su trasfondo y las circunstancias
en las cuales fue escrita. Según el contexto, “toda la tierra habitada” de
Lucas 2:1 se refiere al mundo del Imperio Romano. No significa todo
lugar de la Tierra. Los moradores de la tierra que serán castigados por las
siete copas son principalmente aquellos que residen en el territorio del
anticristo.
En Apocalipsis 16:7 dice: “También oí que el altar decía: Sí, Señor Dios
Todopoderoso, Tus juicios son verdaderos y justos”. Esta alabanza
procede del altar y habla de los juicios que Dios trae sobre el territorio del
anticristo, el carácter de los cuales es verdadero y sus principios justos.
D. La cuarta copa
Los versículos del 8 al 9 dicen: “El cuarto ángel derramó su copa sobre el
sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se
quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene
potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria”. Los
hombres que se quemaron con el gran calor, los cuales blasfemaron el
nombre de Dios y rehusaron arrepentirse, deben de ser principalmente los
ciudadanos del Imperio Romano, aquellos que se unieron al anticristo para
perseguir al pueblo de Dios y rebelarse contra Dios.
E. La quinta copa
Los versículos del 10 al 11 dicen: “El quinto ángel derramó su copa sobre
el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor
sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por
sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras”. Aquí vemos que la quinta
copa es derramada sobre el trono de la bestia. Esto indica que las siete
copas traen juicio sobre la bestia, su reino y su territorio. Esto puede
compararse con lo que hizo Dios a Faraón y a Egipto por mano de Moisés.
Cuando Egipto se cubrió de tinieblas, no quedó oscura toda la tierra. El
oscurecimiento del reino de la bestia será exactamente igual a la oscuridad
de Egipto. Los que estén en el reino del anticristo morderán sus lenguas,
blasfemarán a Dios y rehusarán arrepentirse.
F. La sexta copa
El versículo 12 añade: “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río
Eufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino
a los reyes que vienen de donde el sol sale”. La plaga de la segunda copa
es más severa que la de la segunda trompeta (8:8-9); la plaga de la tercera
copa, lo es más que la de la tercera trompeta (8:10-11); la plaga de la
cuarta copa, más que la de la cuarta trompeta (8:12). La plaga de la quinta
copa, o sea el juicio sobre el trono del anticristo y su reino, está
relacionada con la quinta trompeta, en la cual el anticristo es el rey de las
langostas demoníacas que atormentan a los hombres (9:3-11); y la plaga
de la sexta copa está relacionada con la sexta trompeta (9:14), debido a
que las plagas de ambas están relacionadas con el mismo río, el Eufrates.
En Apocalipsis 9:14-15 vemos que los cuatro ángeles atados en el gran río
Eufrates serán liberados e incitarán a los reyes a enviar sus ejércitos, y en
16:12 se nos dice que cuando la sexta copa sea derramada, las aguas del
Eufrates se secarán para que estos reyes y sus ejércitos pasen. Por
consiguiente, la sexta trompeta y la sexta copa están relacionadas.
I. LA MANIFESTACION DE CRISTO
Cristo aparecerá en el tiempo de la destrucción de la Babilonia material.
Apocalipsis 18:1 dice: “Después de esto vi a otro Angel descender del
cielo con gran autoridad; y la tierra fue iluminada con Su gloria”. Este
ángel es Cristo, quien desciende del cielo e ilumina la tierra con Su gloria.
En Su manifestación Cristo viene como un ángel enviado por Dios. En el
Antiguo Testamento varias veces Cristo era el ángel enviado por Dios. En
Génesis 22:11-12, Exodo 3:2-6, Jueces 6:11-24 y Zacarías 1:11-12, 2:3, 8-
11 y 3:1-7, leemos sobre el ángel de Jehová. Al estudiar el contexto de
todas estas referencias sobre el ángel de Jehová, se ve que en realidad es el
Señor mismo. En el libro de Apocalipsis Cristo es revelado por lo menos
tres o cuatro veces como un ángel enviado por Dios para cumplir Su
comisión (7:2; 8:3; 10:1; 18:1). Aquí Cristo aparece de esta manera.
En 10:1 Cristo sigue envuelto en una nube, y en 14:14 El está sentado
sobre la nube, mientras que Su gloria aquí en 18:1 resplandece sobre la
tierra, lo cual indica que Su venida a la tierra está más cerca que cuando se
menciona en 10:1 y 14:14. El descenderá del cielo primeramente envuelto
en la nube de modo secreto, y luego vendrá en la nube visiblemente, y por
último resplandecerá sobre la tierra y con gran autoridad destruirá a
Babilonia la Grande, la ciudad de Roma. En ese entonces tomará posesión
de toda la tierra, y ésta será Su reino. Por lo tanto, la caída de la Babilonia
material sucederá cuando Cristo se manifieste.
II. LOS DOS ASPECTOS
DE BABILONIA LA GRANDE
En 18:3 se mencionan los aspectos material y religioso de Babilonia. Allí
dice: “Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su
fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los
mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de su lujo”. “Las
naciones han bebido del vino ... y los reyes de la tierra han fornicado con
ella...” Esto se refiere al aspecto religioso, mientras que “los mercaderes
de la tierra se han enriquecido de la potencia de su lujo” se refiere al
aspecto material. Es la religión romana, no el Imperio Romano, la que ha
embriagado a todas las naciones con su vino religioso y diabólico. Del
mismo modo, es la ciudad de Roma, no la Iglesia Romana, la que ha
enriquecido a los mercaderes de la tierra de la potencia de su lujo. Por
consiguiente, en un solo versículo se incluyen el aspecto religioso y el
material.
III. EL LLAMAMIENTO A SALIR DE ELLA
El versículo 4 dice: “Salid de ella, pueblo Mío, para que no seáis
partícipes de sus pecados, ni recibáis sus plagas”. Puesto que Babilonia la
Grande tiene dos aspectos, salir de ella significa salir de la Babilonia
material y de la religiosa. Esto lo demuestra el uso del pronombre “ella”
en este versículo. El antecedente de este pronombre es la Babilonia de dos
aspectos revelada en los versículos 2 y 3.
IV. EL ORGULLO DE BABILONIA
Y SU DESTRUCCION
Los versículos del 6 al 8 presentan el orgullo de Babilonia y su
destrucción. Ella se jacta de ser una reina, no una viuda. Como tal, piensa
que nunca sufrirá. Pero cuando llegue el juicio, el Señor la destruirá, y
sufrirá mucho tormento y dolor. En un día vendrán las plagas, y será
consumida por completo con fuego.
V. LA CAIDA DE LA BABILONIA MATERIAL
En el versículo 2 vemos la caída de la Babilonia material. Este versículo
dice: “Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia la
Grande, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu
inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible”. En 14:8 un
ángel decía: “Ha caído, ha caído Babilonia la Grande”, y en este versículo
Cristo pronuncia las mismas palabras. Esto indica que Babilonia tendrá
dos caídas, la de la Babilonia religiosa y la de la Babilonia material. La
caída de la Babilonia religiosa se producirá al comienzo de la gran
tribulación, y la de la Babilonia material se producirá al final de la gran
tribulación. El capítulo dieciocho relata la caída de la Babilonia material,
no de la Babilonia religiosa.
El versículo 2 dice que Babilonia se ha vuelto “habitación de demonios y
guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y
aborrecible”. Este versículo contiene referencias y citas de los profetas
Isaías y Jeremías. Al condenar la Babilonia literal, Jeremías usa
expresiones como éstas. Finalmente, la ciudad de Roma será condenada y
maldita como lo fue la antigua Babilonia. Por esta razón, la ciudad de
Roma ya no será un lugar donde puedan morar seres humanos. Roma es
una ciudad bastante interesante, y a los turistas les encanta ir allá. Sin
embargo, viene el día cuando nadie la visitará debido a que estará llena de
demonios, espíritus inmundos y aves aborrecibles e inmundas. Esta es la
señal de que será abominable a los ojos de Dios. La Babilonia material, la
ciudad de Roma, será aborrecida por Dios por haber sido el origen de la
política y la religión, las cuales son diabólicas. En el Imperio Romano
vemos la política diabólica, y en la Iglesia Católica Romana, se ve la
religión diabólica. Estas cosas diabólicas han estado en el poder por lo
menos dos mil años y han hecho daño a la humanidad y la han
envenenado. Por consiguiente, Dios intervendrá y juzgará la ciudad de
Roma, haciendo de ella un lugar inhabitable. Como resultado de la
condenación y la maldición pronunciada contra la antigua Babilonia, se
hizo inhabitable para los humanos. Lo mismo sucederá con la Babilonia
material.
VI. LAMENTACION SOBRE BABILONIA
En los versículos del 9 al 19 tenemos el llanto sobre Babilonia. El
versículo 9 dice: “Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con
ella han vivido en lujos, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando
vean el humo de su incendio”; y leemos en el versículo 11: “Y los
mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque
ninguno compra más su cargamentos”. Los comerciantes internacionales
que han obtenido grandes ganancias de esta ciudad rica llorarán cuando la
vean bajo el juicio de Dios.
Los versículos 12 y 13 son una lista de la mercancía vendida por los
comerciantes de la tierra. Ya que la mercancía mencionada en estos
versículos consiste en varios artículos materiales, queda demostrado que
Babilonia la Grande es la ciudad material. La mercancía es de siete clases:
desde oro hasta perlas son ornamentos; desde lino fino hasta escarlata son
atuendos; desde cedro hasta mármol son muebles y decoración; desde
canela hasta incienso son especias; desde vino hasta ovejas son alimento;
caballos y carros son transporte; los esclavos y las almas de hombres son
trabajadores. De toda la mercancía con que trafica Babilonia lo primero es
el oro y lo último es almas de hombres. Las almas de los hombres son
hombres que se venden por trabajo. Esto no sólo describe la Babilonia
venidera, sino también el mundo de hoy. Las personas se venden por
completo a sus empleadores o patrones. Muchos venden sus almas, sus
vidas, y todo su ser a su ocupación, y descuidan a Dios y su destino eterno.
Esta lista de artículos muestra que la ciudad de Roma será una ciudad
capitalista, no comunista. El capitalismo prevalecerá en Roma hasta que la
Babilonia material sea destruida.
VII. REGOCIJO EN EL CIELO
POR EL JUICIO SOBRE BABILONIA
El versículo 20 dice: “Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos,
apóstoles y profetas; porque Dios ha pronunciado juicio a vuestro favor
contra ella”. Mientras que muchos llorarán y lamentarán por la destrucción
de Babilonia, otros se regocijarán. Los que están en la tierra se lamentarán,
pero los que están en el cielo se regocijarán. Nosotros ciertamente
estaremos en el cielo entre los que se regocijarán. Además creo que
seremos testigos de la destrucción de Babilonia. Cuando veamos su humo
subir, nos alegraremos.
VIII. LA DECLARACION DE LA DESTRUCCION
COMPLETA DE BABILONIA
En los versículos del 21 al 24 encontramos la declaración de la destrucción
total de Babilonia. El versículo 21 dice: “Y un ángel fuerte tomó una
piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo:
Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca
más será hallada”. Es posible que la destrucción de Babilonia sea
ejecutada por un gran terremoto que hundirá la ciudad entera en el mar.
Puesto que éste es el destino de Babilonia, aconseje a sus amigos que
salgan de ella.
IX. ALABANZA EN EL CIELO POR EL JUICIO
EJECUTADO SOBRE LA GRAN RAMERA
En Apocalipsis 19:1-4 tenemos la alabanza en el cielo por el juicio
ejecutado sobre la gran ramera. En los versículos del 1 al 3 tenemos la voz
de una gran multitud en el cielo, que alaba a Dios diciendo: “¡Aleluya!”
Aunque el capítulo dieciocho se refiere al juicio sobre la Babilonia
material, las alabanzas mencionadas en estos versículos del capítulo
diecinueve no están principalmente relacionados con la Babilonia
material, sino con la Babilonia religiosa. Esto se debe a que a lo largo de
los siglos ambos aspectos han sido mezclados. Hasta el año 476 d. de C.
Roma era el centro de la política. Desde esa fecha ha sido el centro de la
religión. La Iglesia Católica Romana surgió como potencia en el siglo
sexto, y para el fin de ese siglo el sistema papal se había establecido
completamente. De estos diecinueve siglos, vimos en los primeros cinco el
predominio del Imperio Romano, y en los últimos catorce el de la Iglesia
Católica Romana. Cuando llegue el momento de la caída de Babilonia, el
aspecto religioso será destruido primero, y el material después. La
alabanza ofrecida en el cielo no se relaciona principalmente con la
destrucción de la Babilonia material, sino de la Babilonia religiosa, porque
ante Dios el aspecto religioso es más detestable que el material. Hoy no
nos interesa la Roma material, pero si nos preocupa la Roma religiosa.
¡Cuán felices estaremos cuando veamos la caída de la Babilonia religiosa!
En Apocalipsis 19:4 dice: “Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres
vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y
decían: ¡Amén! ¡Aleluya!” Después de que la voz de una gran multitud en
los cielos dice: “¡Aleluya!”, los veinticuatro ancianos y los cuatro seres
vivientes dicen: “¡Amén! ¡Aleluya!” El “Amén” viene primero porque
algunos aleluyas ya se han pronunciado. Los veinticuatro ancianos y los
cuatro seres vivientes dicen “Amén” a estos aleluyas y añaden más
aleluyas. En 1967 el Señor nos mostró cómo podemos invocar Su nombre.
Al mismo tiempo comenzamos a ver que debemos alabarle continuamente.
Las reuniones que teníamos en 1967 y 1968 estaban llenas de amenes y de
aleluyas. Los religiosos nos censuraban por ello, y una pequeña parte de la
Babilonia religiosa se levantó contra nosotros. No tengo idea cuál haya
sido la razón por la cual hicieron esto. Se opusieron a que alabáramos al
Señor con amenes y aleluyas. Pero el libro de Apocalipsis indica que
alabar al Señor de esta manera será la práctica del futuro. Lo que se
practicará en el cielo en el futuro lo podemos practicar nosotros hoy en la
tierra.
Si creemos en la Biblia, debemos aceptar el libro de Apocalipsis. Sin este
libro, la Biblia carecería de conclusión. El credo de Nicea, formulado en el
año 325 d. de C. en un concilio convocado bajo la autoridad del
emperador Constantino, es ampliamente aceptado tanto en el catolicismo
como en el protestantismo. Cuando se celebró dicho concilio había siete
libros del Nuevo Testamento que no se habían aceptado completamente:
Hebreos, Jacobo, la segunda epístola de Pedro, la segunda y la tercera
epístolas de Juan, Judas y Apocalipsis. Estos fueron oficialmente
reconocidos en el año 393 d. de C., en el concilio de Cartago. Por
consiguiente, el credo de Nicea fue formulado probablemente sin el libro
de Apocalipsis.
Para muchos cristianos el libro de Apocalipsis es un libro desconocido.
Para muchos de ellos es como si el libro de Apocalipsis no estuviera en la
Biblia. Aunque lo leen no lo entienden. Esto se debe a la astucia del
enemigo. Ningún otro libro de la Biblia ha sido tan sacudido por la
opinión cristiana como el libro de Apocalipsis. Por esta razón, en 22:18-19
el Señor Jesús dice: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la
profecía de este libro: Si alguno añade algo, Dios le añadirá a él las plagas
que están escritas en este libro. Y si alguno quita de las palabras del libro
de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida, y de la santa
ciudad, de los cuales se ha escrito en este libro”. Debemos tener cuidado y
no agregar ni quitar nada de las palabras de la profecía de este libro. Aún
así, a lo largo de los siglos la mayoría de los cristianos ha hecho a un lado
partes de este libro. Aunque el libro de Apocalipsis consta en la Biblia, en
la experiencia de muchos, este libro en realidad ha sido eliminado. Esta es
la razón por la cual muchos cristianos han perdido las bendiciones de
Dios. Desde que el Señor abrió este libro a nosotros, hemos recibido
muchas bendiciones. Creo que estos mensajes harán que muchos se tornen
y avancen otro paso en todas las iglesias. Las iglesias recibirán mucha
bendición.
Existen varias exposiciones del libro de Apocalipsis. Debido a que la
mayoría de estos escritos no sigue un principio sano al interpretar dicho
libro, mucho de lo que dicen no es exacto. Para poder interpretar
correctamente el libro de Apocalipsis tenemos que estar familiarizados
con toda la Biblia. Como ya dijimos, casi todos los símbolos de este libro
hacen referencia a un símbolo del Antiguo Testamento. Por consiguiente,
tenemos que conocer el origen del símbolo que aparece en el Antiguo
Testamento y luego seguir el desarrollo del mismo en el Nuevo
Testamento. Como ejemplo tenemos el candelero de Apocalipsis 1. Se
menciona por primera vez en Exodo 25 y luego en Zacarías 4. Para
conocer el significado del candelero de Apocalipsis, tenemos que
consultar Exodo 25 y Zacarías 4. Además, necesitamos entender el
desarrollo de este asunto del candelero en el libro de Apocalipsis. Esta es
la manera en que se debe entender la Biblia.
Otro ejemplo de la comprensión apropiada del Apocalipsis es el asunto de
la bestia que consta en el capítulo trece. Para saber lo que la bestia es,
tenemos que ir a Daniel 7, puesto que la bestia de Apocalipsis 13 es tanto
una alusión a la bestia revelada en Daniel 7 como al desarrollo de la
misma.
Si estudiamos la primera vez que algún símbolo se menciona y seguimos
su desarrollo, tendremos la interpretación correcta. Debemos seguir este
principio básico al estudiar el libro de Apocalipsis. Sin embargo, muchos
expositores de este libro no siguen estos principios. Alabado sea el Señor
porque nos ha mostrado los principios básicos. Todas las interpretaciones
que el Señor nos ha dado concuerdan con estos principios y están
respaldados por la historia. Por consiguiente, nosotros hemos sido
esclarecidos sobre lo que son el Imperio Romano, la Iglesia Romana y el
anticristo. Ya vimos que el anticristo tendrá una personalidad doble; será
tanto el séptimo césar como el octavo. Como el octavo césar tendrá el
cuerpo del séptimo y el espíritu del quinto. Por consiguiente, él será una
figura extraordinaria. Si entendemos esto claramente, sabremos en dónde
nos encontramos y que pasará en el futuro cercano.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y CUATRO
LAS BODAS DEL CORDERO
Y LA FIESTA DE BODAS
Después de que Dios juzgue todas las cosas negativas reveladas en los
capítulos dieciséis, diecisiete y dieciocho, vemos las bodas del Cordero y
la fiesta de bodas (19:5-10). Es posible que usted nunca se haya dado
cuenta de que Cristo, el Cordero, necesita casarse. Este concepto es
totalmente contrario a la religión. ¿Quién pensaría que el Redentor
necesita casarse? Un día Juan el Bautista declaró: “¡He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo!” (Jn. 1:29). Este versículo
claramente revela que Cristo vino como el Cordero que quita el pecado del
mundo. Más tarde Juan el Bautista también expresó que Cristo es el novio.
El dijo: “El que tiene la novia, es el novio; mas el amigo del novio, que
está allí y le oye, se goza grandemente de la voz del novio” (Jn. 3:29). Por
consiguiente, en el Evangelio de Juan Cristo es revelado como el Cordero
que vino a quitar el pecado y como el Novio que vino para obtener la
novia. La meta de Cristo no es quitar el pecado, sino obtener la novia. En
el libro de Apocalipsis, también escrito por el apóstol Juan, vemos que
Cristo nuestro Redentor es el Cordero y el Novio que viene. Así que, El
como el Novio, necesita casarse.
La boda del Cordero será una boda universal. Será el matrimonio del
Redentor y los redimidos. Al final de la Biblia vemos una ciudad, la
Nueva Jerusalén. Esta ciudad es la esposa (21:2, 9-10), y el Dios redentor
es el esposo. Aunque esta idea del matrimonio entre Dios y el hombre es
ajena a la religión, nosotros la recalcamos en el recobro para indicar que
nuestra posición es la condición de novia, y que la posición del Cristo que
viene es la de Novio. Estamos en la tierra siendo preparados para llegar a
ser la novia que ha de recibirle, y El está en el trono en el tercer cielo,
preparado para venir como Novio a nuestro encuentro. Por lo tanto, El
viene como Novio, y nosotros vamos a El como novia. La novia y el
Novio se encontrarán, mas no en el cielo ni en la tierra, sino en los aires.
Cuando nos reunamos con El en los aires, tendremos una boda.
I. DESPUES DE LA DESTRUCCION
DE BABILONIA LA GRANDE
Las bodas del Cordero se producirán después de que Babilonia la Grande
sea destruida (19:1 4). En el universo no hay solamente una novia pura y
casta; también existe una falsificación, la gran ramera. Parte de la novia
fue capturada por la ramera y relacionada con ella. Tome por ejemplo el
caso de la señora Guyón. Aunque ella era parte de la novia, estaba
relacionada con la ramera. Sin embargo, ésta no amaba a la señora Guyón;
por el contrario, la envió a la cárcel. De todos modos, la señora Guyón
estaba relacionada con la ramera. Como ya dijimos, ella se paraba frente a
una estatua de María. La situación de hoy es muy complicada. La Biblia
condena a la ramera, y nosotros también. Pero dentro de la ramera hay
creyentes genuinos, muchos de los cuales buscan al Señor con más
diligencia que los que están en las denominaciones. Debido a lo complejo
de la situación, nuestra visión debe ser clara. Tenemos que estar
conscientes de nuestra posición y de que nunca debemos relacionarnos con
la falsificación, la ramera.
La Biblia revela que Satanás siempre trata de mezclarse con las cosas de
Dios. Las actividades satánicas siempre son motivadas por lo que Dios
está haciendo. Según la Biblia, no hay prácticamente ningún aspecto del
mover de Dios en el que Satanás no haya tratado de intervenir. Donde
Dios vaya, allí va Satanás. El está activo incluso cuando nosotros
predicamos el evangelio, y trata de entrometerse en la edificación de la
iglesia. En el día de Pentecostés tanto Dios como Satanás estaban activos.
El principio es el mismo en el recobro del Señor en la actualidad, pues
Satanás sigue creando falsificaciones de lo que Dios hace. Con frecuencia
la obra de Satanás precede la obra de Dios. Por ejemplo, antes de que
Jerusalén fuese edificada por Dios, Satanás erigió la torre y la ciudad de
Babel. Satanás conoce la intención de Dios y procura generar una
falsificación antes de que Dios lleve a cabo Su plan. ¡Qué insidioso!
Tenemos que discernir claramente la falsificación que Satanás hace de la
novia, y jamás debemos enredarnos con ella. Somos parte de la novia.
¿Cómo podríamos relacionarnos con la ramera?
A lo largo de los años muchos amados cristianos se me han acercado
haciendo lo posible por discutir conmigo y convencerme. Algunos dicen:
“Hermano Lee, ¿no se da cuenta de que yo soy un verdadero hermano en
el Señor? ¿No se da cuenta de que hay muchos cristianos genuinos en las
denominaciones? ¿Por qué nos rechaza a todos nosotros?” Muchas veces
cristianos firmes me han confrontado con preguntas por el estilo. Siempre
les contesto: “Usted es un amado hermano, y yo no lo rechazo. Sin
embargo, ¿sabe usted en dónde está? Usted está en un lugar condenado
por Dios. Aunque usted es nuestro hermano, sigue en el lugar
equivocado”. Tenemos que ver la diferencia entre las personas y el lugar.
La persona puede ser recta a lo sumo, pero el lugar en donde se halla
puede ser completamente erróneo.
En 1957 un amado siervo del Señor fue invitado a Taiwán. Durante su
visita, los líderes tuvieron mucha comunión con él. Uno de los hermanos
le dijo: “Aquí en Taipéi hay varios grupos cristianos que afirman no tener
denominación y se reúnen en el nombre del Señor Jesús. Díganos hermano
¿cuál de estos grupos es el correcto?” El respondió que ninguno de ellos
estaba completamente bien y que todos ellos estaban parcialmente en lo
correcto. Sorprendidos por esa respuesta, los hermanos le preguntaron cuál
era el criterio por el cual él afirmaba que dichos grupos eran relativamente
válidos. El contestó que ellos tenían razón parcialmente según la medida
de Cristo. Dijo que cuanto más de Cristo tuvieran, más acertados estarían
en cuanto a la iglesia, y cuanto más pequeña fuera la medida de Cristo,
menos acertados estarían en este asunto. Durante las primeras dos
reuniones con este hermano yo fui el intérprete. Pero cuando dijo esto, yo
decidí intervenir y debatir; así que le dije: “Ya que hablamos de la medida
de Cristo, algunos dicen que cuanto mayor sea la medida de Cristo que
uno tenga, tendrá más razón en cuanto a la iglesia. Todos estamos de
acuerdo con que en los últimos trescientos años la señora Guyón fue tal
vez la persona con la mayor medida de Cristo. No obstante, ¿podemos
decir que ella estaba en lo correcto en cuanto a la iglesia? Ella estaba en la
Iglesia Católica Romana, que es una iglesia satánica. Examinemos la
tipología del Antiguo Testamento. Los hijos de Israel fueron llevados
cautivos y estuvieron en esa condición por setenta años, al final de los
cuales Dios intervino y les mandó que regresaran a Jerusalén.
Supongamos que se levantara un predicador y dijera: ‘No es necesario
regresar a Jerusalén. Vean cuán espiritual es Daniel, y él todavía está en
Babilonia. En tanto que seamos espirituales, no importa dónde estemos’.
¿Está usted de acuerdo con esto? Ser espiritual es una cosa, y estar en el
lugar debido es otra. Uno puede ser tan espiritual como Daniel, pero si
permanece en Babilonia, se quedará en Babilonia. La condición de uno tal
vez sea espiritual, pero sigue en el cautiverio. No use a Daniel como
pretexto. Aunque él permanecía en Babilonia, abría sus ventanas hacia
Jerusalén y oraba tres veces al día (Dn. 6:10). Daniel murió en el mismo
año que se hizo la proclamación de que los cautivos volvieran a Jerusalén
(Dn. 1:21; Esd. 1:1-3). Si no hubiese muerto ese año, probablemente
habría regresado a Jerusalén. Mientras uno esté vivo, tiene que volver a
Jerusalén. No piense que no tiene importancia el lugar donde uno está. La
Iglesia Católica y todas las denominaciones y grupos facciosos son
condenados en el Nuevo Testamento. ¿Quién puede justificarlos? No
importa cuán espiritual sea uno, en tanto que esté en la Iglesia Católica, en
las denominaciones o en los grupos facciosos, está en una posición
condenada por las Escrituras”.
Pese a que algunos puedan justificarse, en lo profundo de su conciencia
saben que están en el lugar equivocado. Cuando algunas personas discuten
conmigo, simplemente les digo: “Aunque discuta conmigo, hay alguien
dentro de usted que está de acuerdo conmigo y en desacuerdo con usted.
Aquel que está dentro de usted no está de tu lado; El está de mi lado”.
Muchos de los que hemos seguido el camino de la iglesia no recibimos la
visión inmediatamente. Permanecimos donde estábamos tratando de
reconciliar las cosas. Finalmente, Aquel que estaba en nosotros, quien es
mucho más fuerte que nosotros, nos capturó y tuvimos que venir al lugar
correcto. Tenga en claro que ser la persona correcta es una cosa, pero estar
en el lugar correcto es otra.
Vivimos en un tiempo de complicaciones y confusión. Tanto la novia
como la falsificación, la ramera están presentes. Aparentemente la ramera
prevalece sobre la novia. Esta es como una pequeña yerba, y aquélla como
un gran árbol (Mt. 13:31-32). Si uno sólo mira la apariencia, será
engañado y distraído. Es difícil para la mayoría de los cristianos discernir
entre ellas. La apariencia externa es casi la misma: oro, perlas y piedras
preciosas. Ambas tienen algo de Dios, algo de Cristo y algo de la Biblia.
Pero en el recobro del Señor hoy la visión es clara, y la luz brilla. Esta luz
pone las cosas de manifiesto y las discierne. Por medio de la luz que hay
en el recobro del Señor, sabemos qué es real y qué es falso; sabemos cuál
es la novia y cuál es la ramera, y podemos discernir fácilmente la una de la
otra. Aleluya, estamos en la novia y no tenemos nada que ver con la
ramera. Además, sabemos que un día el Señor intervendrá y juzgará a la
ramera. Así que, las bodas del Señor se llevarán a cabo después de la
destrucción de la ramera.
Algunos de ustedes pueden seguir sintiendo compasión de la ramera. Pero
yo tengo la certeza de que cuando se celebren las bodas del Cordero,
ninguno de nosotros le tendrá compasión. Aunque usted discuta a favor de
ella ahora, con el tiempo ella será totalmente consumida y destruida. El
Señor aborrece a la ramera, y antes de disfrutar una boda placentera con
Su novia, El se deshará de una vez por todas de la ramera. Ningún novio
desearía ser parte de una relación en la cual él no es el único novio. Por
supuesto, el Señor como Novio no tolerará semejante cosa. En las bodas
del Cordero y la novia no habrá una tercera persona. La tercera persona, la
ramera, será completamente consumida. Alabado sea el Señor por esto. Yo
me regocijaré cuando vea la destrucción de esta falsificación, la Babilonia
la grande.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y CINCO
LA BATALLA DE ARMAGEDON
En este mensaje llegamos a la batalla de Armagedón (19:11-21). Después
de la fiesta de bodas, Cristo como un General vendrá con Su novia, los
creyentes vencedores, los cuales son Su ejército, para pelear contra el
anticristo, los reyes que éste conduce y sus ejércitos en Armagedón.
Aunque la ramera ya ha sido aniquilada, el Señor todavía tendrá tres
enemigos: Satanás, que es el dragón; el anticristo, que es la bestia que sale
del mar; y el falso profeta, el cual es la bestia que sale de la tierra. Estos
tres continuarán oponiéndose al Señor. Bajo la instigación del anticristo, el
hombre aún hará guerra directamente contra el Señor de señores y Rey de
reyes. El anticristo, el falso profeta, y los diez reyes con sus ejércitos harán
guerra contra el Cordero. ¡Qué terrible! Si esto no constara en la Biblia, yo
no creería que el hombre le declarara la guerra a Dios.
En Apocalipsis 19:11-21 vemos que el Novio viene a pelear en contra de
Sus enemigos con la ayuda de Su novia. El Novio es el Comandante en
jefe, y la novia es el ejército. ¡Qué luna de miel será ésta! Durante la luna
de miel, Cristo despejará el universo. El anticristo y el falso profeta serán
lanzados al lago de fuego, y Satanás será atado y lanzado al abismo. En
ese entonces Cristo se alegrará, y nosotros, Su novia, también nos
alegraremos al disfrutar de una maravillosa luna de miel con nuestro
Novio.
Antes de la batalla de Armagedón, ocurrirán varios eventos importantes en
un breve lapso. Estos eventos incluirán el arrebatamiento de las primicias,
del hijo varón, de los vencedores tardíos, de la mayoría de los santos y de
la rebusca; la destrucción del catolicismo y la terminación del judaísmo; el
juicio ante el tribunal de Cristo en los aires para determinar quién será
apto para constituir la novia durante el milenio, entrar a la fiesta de bodas
y pelear al lado de Cristo contra el enemigo; las bodas en los aires; y
posiblemente la destrucción de la Babilonia material. Después de que estas
cosas se hayan cumplido, quedará otro evento: la batalla de Armagedón.
Los enemigos de Cristo se volverán más malignos, al punto de declararle
la guerra. Por lo tanto, Cristo, el Novio, vendrá con Su desposada para
pelear contra ellos.
I. DESPUES DE LAS
BODAS DEL CORDERO
En el capítulo diecinueve las bodas y la batalla se mencionan juntas.
Podríamos darle a este capítulo el título de “La boda y la batalla”.
Inmediatamente después de la boda, Cristo vendrá a pelear contra el
enemigo. El no esperará ni un solo día.
II. ANTES DEL MILENIO
La batalla de Armagedón quitará de en medio todo lo que impide que
venga el reino milenario. Antes de que podamos celebrar una fiesta,
debemos limpiar la sala donde la vamos a hacer. El universo es la sala
para la boda, y Cristo con Su desposada trabajarán juntos, barriendo toda
la basura y poniéndola en el “basurero”, el lago de fuego. La depuración
del universo que Dios está realizando comenzó en el capítulo uno de
Génesis. En primer lugar, Dios barrió la basura y la arrojó al mar (Gn.
1:2); en ese entonces el mar era el “basurero” del universo. Al final, toda
la basura será arrojada en el último “basurero”, el lago de fuego. En Mateo
25:41 el Señor Jesús dice: “Apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles”. Como los “cabritos” siguieron al
diablo, serán echados al lago de fuego preparado para él y sus ángeles.
Dios preparó el lago de fuego como “un basurero” para arrojar allí toda la
basura del universo. El anticristo, el falso profeta y sus ejércitos serán
arrasados y recogidos para luego ser echados en el lago de fuego. Después
del milenio, el mismo Satanás se les unirá allí. Después del juicio ante el
gran trono blanco, todos los incrédulos que hayan muerto también serán
lanzados al lago de fuego. Desde entonces, no habrá más polvo. En la
Nueva Jerusalén no habrá polvo; sólo habrá oro, perlas y piedras
preciosas. La lucha del Señor en Armagedón será en realidad barrer la
basura y arrojarla en el “basurero” del universo. Es posible que el Señor
diga al anticristo: “¿Qué haces aquí? ¿Me has declarado la guerra? Esto
me da la oportunidad perfecta para eliminarte. Mi desposada cooperará
conmigo en llevar esto a cabo”.
Gloria al Señor porque nosotros no somos basura, sino que somos un
tesoro. En vez de ser lanzados al lago de fuego, seremos congregados en la
Nueva Jerusalén. Para que el Señor pueda disfrutar de Su luna de miel
placentera y los mil años del reino, toda la basura debe ser eliminada.
Anhelo participar en esta tarea de limpieza. Cuán agradable será.
III. EL GUERRERO
A. Monta un caballo blanco
El versículo 11 dice: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo
blanco, y Aquel que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con
justicia juzga y hace guerra”. Aquí Cristo, el Novio que es el Comandante
en jefe, se presenta sobre un caballo blanco. El caballo mencionado en el
primer sello también es blanco y representa la predicación del evangelio
(6:2). Por lo tanto, tanto Cristo como la predicación del evangelio montan
un caballo blanco. En el libro de Apocalipsis, el color blanco indica
pureza, brillo, justificación y aprobación. Esto es muy diferente de lo que
representan los colores de los otros tres caballos del capítulo seis: rojo,
negro y verde claro. Hoy en día vamos en el caballo blanco. Nuestra
predicación del evangelio es pura, resplandeciente, justa y totalmente
aprobada por el Señor. Cristo montará este caballo cuando pelee contra Su
enemigo.
B. Es llamado Fiel y Verdadero
En el versículo 11 Cristo es llamado “Fiel y Verdadero”. Cristo es fiel
tanto a Dios como a aquellos que creen en El. En Su fidelidad El derrota y
destruye a quienes se oponen a Dios y persiguen a los creyentes. El es
verdadero en realizar la economía de Dios y en cuidar a los que creen en
El. El es fidedigno, y en El no hay falsedad alguna.
C. Juzga y combate con justicia
El versículo 11 también dice: “Con justicia juzga y hace guerra”. Cristo
juzgará y peleará con justicia. El juzga peleando. Hoy en día los
delincuentes no aceptarían los fallos judiciales si el gobierno no tuviera la
policía para respaldar y garantizar el cumplimiento de la sentencia. Las
condenas solamente pueden ser ejecutadas por la fuerza policiaca. Cuando
Cristo venga a juzgar al anticristo, éste se rebelará al máximo. Por
consiguiente, será necesario que Cristo pelee para someter esta rebelión y
juzgar a los rebeldes con justicia. El juicio que ejecuta al combatir no sólo
corresponde a la justicia, sino que también la preserva.
D. Con ojos como llama de fuego
El versículo 12 dice: “Sus ojos son como llama de fuego”. Esto se refiere a
los ojos de juicio de Cristo. El juzgará de acuerdo con lo que ve. Sus ojos
como llama de fuego llevarán a efecto Su juicio.
E. Coronado con muchas diademas
Cristo como guerrero tiene muchas diademas en Su cabeza (v. 12). Cada
diadema es una especie de gloria. Cristo ha sido coronado y glorificado.
Ya que ha sido coronado con muchas clases de glorias (He. 2:9), lleva
muchas diademas.
F. Tiene un nombre escrito,
que sólo El conoce
Por ser el que monta el caballo blanco, el Señor “tiene un nombre escrito
que ninguno conoce sino El mismo” (v. 12). Lo que podemos
experimentar de Cristo es inagotable. Cuando le experimentamos,
conocemos un aspecto particular de El. Sin embargo, hay ciertos aspectos
de Cristo que no experimentaremos. Solamente El conoce esos aspectos.
Esto indica que el Cristo a quien experimentamos es inagotable. Lo
conocemos como el Redentor debido a que hemos experimentado Su
redención. Lo conocemos como luz, vida, maná, poder, fortaleza, santidad
y consuelo por haberle experimentado en todos estos aspectos. Hemos
experimentado muchas facetas de las riquezas de Cristo. Sin embargo,
debido a que hay algunos aspectos de El que no hemos experimentado,
tiene un nombre que solamente El conoce. Es por eso que no conocemos
este nombre. No importa cuánto hayamos experimentado a Cristo, siempre
habrá algo de El desconocido para nosotros debido a que no lo hemos
experimentado.
G. Vestido de una ropa teñida en sangre
El versículo 13 dice: “Está vestido de una ropa teñida en sangre”. Las
vestiduras de Cristo están teñidas en sangre y se vuelven rojas porque El
ha pisado el lagar del vino del furor de la ira de Dios (v. 15; Is. 63:1-3) en
Armagedón (16:14-16), donde la sangre subirá hasta los frenos de los
caballos (14:20).
H. Su nombre es el Verbo de Dios
El versículo 13 también dice: “Su nombre es el Verbo de Dios”. El Verbo
de Dios es la definición, la explicación y la expresión de Dios. Como
Verbo de Dios, Cristo habla por Dios no solamente impartiendo vida como
gracia a los escogidos de Dios, según el Evangelio de Juan (Jn. 1:1, 4, 14),
sino también ejecutando el juicio de Dios sobre la gente rebelde en el
Apocalipsis de Juan. Cuando el Señor pelea, habla por Dios y expresa a
Dios. La lucha de Cristo equivale al hablar del Verbo de Dios. Dios es
justo y soberano. También es un Dios de orden y no tolera desorden ni
rebeldía. Mientras Cristo guerrea contra el enemigo, proclama que Dios es
soberano, justo y ordenado. El declarará que Dios está sobre todos y que
no tolerará ninguna rebelión contra Su autoridad. Por consiguiente, el
Guerrero es el Verbo. El lucha hablando la Palabra de Dios.
Supongamos que yo entro al salón de reunión y encuentro todo en caos.
Sin proferir palabra comienzo a limpiar y ordenar el salón. Mi actitud
demostrará que soy una persona pulcra y ordenada y que no tolero el
desorden. No tengo necesidad de hablar porque mi acción de limpiar dice
mucho de mí. De igual manera, el combate del Señor en Armagedón será
unas poderosas palabras. Le dirá a Satanás, al anticristo, al falso profeta y
al universo entero que Dios es soberano y que nadie puede rebelarse
contra El. El es un Dios de orden y eliminará toda rebelión.
El Verbo de Dios se menciona en Juan 1:1 y en el Apocalipsis de Juan. En
el Evangelio de Juan el Verbo de Dios no dice nada que se relacione con
guerrear, sino que habla de redención, luz, vida y edificación. En el
Evangelio de Juan el Verbo de Dios habla de vida y edificación. En el
Apocalipsis de Juan el Verbo de Dios no solamente habla de vida y
edificación, sino también de hacer guerra. Antes de que Dios pueda
obtener el edificio que El desea, El debe limpiar Su universo. En este
libro, la pelea de Cristo también consiste en hablar por Dios. Como Verbo
de Dios, Su lucha proclama a todo el universo qué clase de Dios es El.
Dios no es un Dios de confusión; El es el Dios soberano, un Dios de
orden, que no tolera la rebeldía. Cristo al hacer la guerra, declara esto al
universo.
I. De Su boca sale una espada aguda
El versículo 15 dice: “De Su boca sale una espada aguda, para herir con
ella a las naciones”. La espada que sale de la boca de Cristo, quien es el
Verbo de Dios, es la palabra que juzgará a los rebeldes (Jn. 12:48).
Cuando el Señor Jesús venga a pelear contra el anticristo, no necesitará
armas nucleares. Le bastará con decir una sola palabra. Si El dice:
“Anticristo, vete al lago de fuego”, el anticristo inmediatamente será
lanzado allí. Las palabras del Señor son más poderosas que cualquier arma
nuclear. Cuando el Señor hable, nosotros diremos “Amén”. Cuando El
diga: “Anticristo, vete al lago de fuego”, nosotros los que le siguen
diremos “Amén”, y el anticristo inmediatamente será lanzado al lago de
fuego. Es así como pelea el Señor. Indudablemente, el anticristo usará las
armas más modernas, pero Cristo lo derrotará con la espada aguda, la
palabra todopoderosa que procede de Su boca.
J. Pastorea las naciones con vara de hierro
El Señor no solamente herirá las naciones, sino que también las pastoreará
con vara de hierro (v. 15). Este pastoreo significa regir, y la vara de hierro
significa un poder severo. Cristo primero herirá las naciones con Su
palabra de juicio; y luego pastoreará con Su firme poder a los que queden.
Al regir con poder pastorea. El regirá a las naciones pastoreándolas. Hoy,
los ancianos pastorean la iglesia con amor, no con vara de hierro. Sin
embargo, debido a que las naciones todavía tendrán la naturaleza humana
rebelde, el Señor las pastoreará durante el milenio con vara de hierro. La
prueba de que las naciones todavía tendrán una naturaleza rebelde es el
hecho de que seguirán a Satanás para hacer guerra contra Cristo al final
del milenio (20:7-9).
K. Pisa el lagar del ardor de la ira de Dios
El versículo 15 también dice: “Y El pisa el lagar del vino del ardor de la
ira del Dios Todopoderoso”. La batalla del Señor en Armagedón será pisar
el gran lagar. Todas las uvas, las fuerzas militares gentiles, serán reunidas
en el lagar y serán pisadas por el Señor Jesús.
L. El nombre Rey de reyes y Señor de señores
escrito en Sus vestiduras y en Su muslo
El versículo 16 dice: “Y en Su vestidura y en Su muslo tiene escrito este
nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”. El hecho de que
Cristo sea Rey de reyes y Señor de señores ya no estará escondido ni será
misterioso. Este nombre estará escrito sobre Su vestidura y sobre Su
muslo; de modo que será revelado, y todos lo conocerán. La vestidura
representa los atributos de Cristo, especialmente Su justicia en Su
humanidad. Su muslo representa Su poderío y estabilidad. El título “Rey
de reyes y Señor de señores” se exhibe en Su justicia y estabilidad.
IV. LOS EJERCITOS
El versículo 14 dice: “Y los ejércitos de los cielos, vestidos de lino
finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos”. Estos ejércitos
son los creyentes llamados y escogidos a los que se alude en 17:14. Ellos
también son la novia y los invitados a la cena de las bodas del Cordero (vs.
7-9). Los invitados a la fiesta de bodas y la novia son los mismos. La
novia está constituida de los invitados, y éstos conforman la novia.
Después de la boda, todos ellos serán el ejército.
El versículo 14 dice que los ejércitos están vestidos de lino finísimo,
blanco y limpio. En el mensaje anterior vimos que los santos vencedores
tienen dos vestiduras, una de salvación y otra de recompensa. El lino fino
aquí mencionado es el segundo vestido. El segundo vestido de los
vencedores los hace aptos para participar de la cena de las bodas del
Cordero (vs. 8-9) y para pelear junto con el Señor contra el enemigo. Por
consiguiente, el vestido de boda se convierte en el vestido para la batalla.
El segundo vestido nos faculta no solamente para entrar a la fiesta, sino
también para unirnos al ejército. Ya vimos que este vestido es Cristo
expresado por nosotros como nuestra justicia diaria. En la actualidad
estamos peleando por medio de Cristo como nuestro vestido. Efesios 6
indica que toda la armadura de Dios es Cristo, Además, el ejército del
Señor montará en caballos blancos. No seremos guerrilleros, sino un
ejército celestial legítimamente formado. ¡Aleluya!
V. LA GRAN CENA DE DIOS
De acuerdo con los versículos 17 y 18, un ángel gritará a gran voz
diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: “Venid, y
congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes
y de generales, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus
jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes”. La
lucha del Señor en Armagedón preparará una gran cena para todas
las aves. La gran cena de Dios contrasta con la cena de las bodas del
Cordero. Esta es para los vencedores, los invitados; aquélla es para
las aves convocadas. Aunque las aves comerán las carnes de los
reyes, no comerán al anticristo ni al falso profeta, debido a que ellos
serán lanzados al lago de fuego.
VI. LOS ENEMIGOS
En el versículo 19 vemos a los enemigos de Dios. Este versículo
dice: “Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos,
reunidos para guerrear contra Aquel que montaba el caballo, y
contra Su ejército”. De acuerdo con este versículo, los enemigos de
Cristo son la bestia, el anticristo (indudablemente incluyendo a su
compinche, el falso profeta), y los reyes de la tierra con sus
ejércitos. Entre los reyes de la tierra (16:12-16) especialmente se
incluyen los diez reyes que están sometidos al anticristo (17:12-14),
y los ejércitos incluyen los doscientos millones de soldados de
caballería que vienen “de donde sale el sol” (9:16; 16:12).
VII. LA DERROTA DEL ANTICRISTO
Y SUS EJERCITOS
En los versículos 20 y 21 vemos la derrota del anticristo y sus
ejércitos. El versículo 20 dice: “Y la bestia fue apresada, y con ella el
falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las
cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y
habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro
del lago de fuego que arde con azufre”. El anticristo y el falso
profeta serán los primeros en perecer en el lago de fuego. Al resto se
le dará muerte “con la espada que salía de la boca de Aquel que
montaba el caballo” (v. 21), y todas las aves se saciarán devorando
una gran cena.
VIII. LA BATALLA DEL VALLE DE JOSAFAT
La batalla mencionada en este capítulo sucede en el valle de Josafat
(Jl. 3:9-12; Zac. 14:2-3, 12-15). Esto sucederá muy cerca de
Jerusalén (mensaje cuarenta y ocho, pág. 544).
IX. PISA EL GRAN LAGAR
La pelea de Cristo en Armagedón será pisar el gran lagar. Este será
el juicio de todas las fuerzas malignas del mundo, la muerte de
todos ellos.
Tenemos que observar la situación mundial de hoy a la luz de la
profecía relacionada con la batalla de Armagedón. Cuando yo
estudié estas profecías por primera vez hace cincuenta años, la
situación mundial era muy diferente a la de hoy. En ese entonces la
nación de Israel no había sido restablecida, Jerusalén no había sido
devuelta a los judíos, y casi nadie prestaba atención al Medio
Oriente. Después de la segunda guerra mundial, la nación de Israel
fue restablecida en 1948, y la atención pública volvió a centrarse en
el Medio Oriente. Cuando leí en los periódicos sobre el
restablecimiento de Israel, quedé sorprendido y me emocioné. En
1967 nuevamente me llené de emoción al enterarme de que
Jerusalén había sido devuelta a los judíos. Hoy, la situación
mundial está concentrada en el Medio Oriente.
La Unión Soviética está haciendo secretamente todo lo posible por
derrotar a Israel. Como veremos en otro mensaje, esto concuerda
con las profecías de Ezequiel 38 y 39. Dichos capítulos revelan que
la Unión Soviética tomará la iniciativa en destruir a Israel. Todos
los países árabes de la región están conspirando contra Israel.
Ninguna nación del Medio Oriente está en favor de Israel. Casi todo
está preparado para la batalla de Armagedón. Sin embargo, la
situación de Europa, continúa siendo inestable. Tarde o temprano
algo pasará allá, ya que tanto en Europa como en el Medio Oriente
la gente busca un líder sólido.
Los judíos también buscan la oportunidad de reconstruir el templo.
En la actualidad el sitio donde debería estar el templo lo ocupa una
mezquita musulmana, la segunda en importancia religiosa para los
musulmanes. El sitio del templo es el lugar exacto donde Abraham
ofreció a Isaac. No muy lejos de esta mezquita está el muro de las
lamentaciones, la única porción del templo que queda. Esperamos
con ansia la recuperación del sitio, para que el templo pueda ser
reconstruido. Creo que dentro de poco el sitio del templo será
recobrado.
La situación mundial de hoy no tiene precedente. Aun el problema
del petróleo puede ser usado por el Señor para que se cumpla la
profecía relacionada con la batalla de Armagedón. Cuando esté a
punto de comenzar la batalla de Armagedón, matarán dos terceras
partes del pueblo judío. El tercio que sobreviva será probado por
fuego y preservado (Zac. 13:8-9). En ese entonces, el Señor
descenderá del cielo y posará Sus pies en el monte de los Olivos
(Zac. 14:4). El monte de los Olivos se dividirá en dos, y se producirá
un valle al cual huirán los judíos perseguidos. Es posible que un
gran terremoto suceda en ese momento. Según Zacarías 14, los
ejércitos del anticristo serán destruidos. “La carne de ellos se
corromperá estando ellos sobre sus pies, y se consumirán en las
cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en su boca” (Zac. 14:12).
La Biblia revela el destino de la nación de Israel. Ya que muchos
israelitas siguen siendo incrédulos, antes de que venga el Señor,
Jerusalén será como Sodoma a los ojos de Dios (Ap. 11:8). Por
consiguiente, Dios usará al anticristo y sus diez reyes con sus
ejércitos para purgar y purificar la nación de Israel. Aquellos que
permanezcan serán preservados por Dios para el reino milenario.
Como lo revelan claramente Isaías 2:2-3 y Zacarías 8:20-23, en el
reino los judíos preservados y salvos será los sacerdotes que
enseñarán a las naciones a que conozcan y sirvan a Dios.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y SEIS
EL REINO MILENARIO
En este mensaje llegamos al tema del reino milenario. Muchos versículos
del Antiguo Testamento están relacionados con el reino milenario (Sal.
2:6, 8-9; Is. 2:2-5; 11:1-10; 65:20-25; 30:26; Zac. 8:20-23; Sal. 72:1-17;
Is. 4:2-6; 9:7; 12:1-5; 16:5; 32:1-2; 40:9-11; 61:4-9; Zac. 14:16-21). El
reino era la buena nueva que proclamada a través de los profetas en el
Antiguo Testamento para la humanidad.
Entre el arrebatamiento de los vencedores y el comienzo del reino
milenario sucederán muchas cosas. Inmediatamente después del
arrebatamiento del hijo varón, una gran voz del cielo dice: “Ahora ha
venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de
Su Cristo” (12:10). Sin embargo, el reino no viene en ese momento, pues
los tres años y medio de la gran tribulación todavía no habrán venido. No
obstante, a los ojos de quienes ya fueron arrebatados a los cielos, el reino
ya vino. Durante los últimos tres años y medio de esta era sucederá lo
siguiente: el arrebatamiento de la mayoría de los santos; la destrucción de
la Babilonia religiosa, esto es, el aniquilamiento del catolicismo; la
destrucción del judaísmo, y la caída de la Babilonia material. Después se
peleará la batalla de Armagedón. Toda la tierra tiene que ser purificada
como preparación para la venida del reino de Dios. Ya para el capítulo
veinte casi todo estará limpio. Solamente quedará Satanás, el origen de
todos los problemas. Por eso, lo primero que se menciona en el capítulo
veinte, el cual se relaciona con el milenio, es atar a Satanás.
I. SATANAS ES ENCARCELADO
En 20:1-3 vemos que Satanás es encarcelado. Después de la derrota del
anticristo, Satanás es atado y encarcelado a fin de limpiar la tierra rebelde
para que venga el reino de Cristo (vs. 4-6). Satanás será atado y lanzado al
abismo, que está en el corazón de la tierra. Estará encerrado allí por mil
años, después de los cuales “debe ser desatado por un poco de tiempo” (v.
3). El Señor Jesús arrojará al anticristo y al falso profeta directamente al
lago de fuego porque ya no le serán útiles. Sin embargo, aun después de la
batalla de Armagedón, Satanás le será útil en cierta medida al Señor.
Después de la batalla de Armagedón, el Señor establecerá Su trono de
gloria en Jerusalén y reunirá ante El a las naciones que queden en la tierra
y ejecutará Su juicio sobre ellas. Ya dijimos que éste será el juicio que
Cristo ejecutará sobre los que estén vivos, el cual se llevará a cabo según
el evangelio eterno predicado por un ángel en medio del cielo (14:6). Los
“cabritos” irán al fuego preparado para el diablo y sus ángeles, y las
“ovejas” entrarán al reino milenario como ciudadanos (Mt. 25:34).
Aunque estas “ovejas” serán restauradas, no serán regeneradas.
Conservarán la naturaleza rebelde, así que necesitarán una prueba
adicional mil años después. Puesto que el Señor usará a Satanás para
ponerlos a prueba, no lo echará al lago de fuego al comienzo del milenio,
sino que será encerrado en el abismo por mil años. Cuando hayan pasado
los mil años, el Señor soltará a Satanás del abismo y lo utilizará para poner
a prueba a los ciudadanos que hayan quedado en la tierra durante el
milenio. En el mensaje siguiente veremos que Gog y Magog, los rusos, no
pasarán la prueba. Bajo la instigación de Satanás, se rebelarán una vez más
contra Dios. En esto podemos ver que Satanás sigue siendo útil en las
manos de Dios para purgar a la humanidad.
II. EL MILENIO
Hechos 3:21 se refiere a “los tiempos de la restauración de todas las cosas,
de que habló Dios por boca de Su santos profetas desde tiempo antiguo”.
Esta restauración afectará no solamente al hombre, sino también a toda la
creación: los cielos, la tierra, los animales y hasta los árboles. Todo lo que
fue maldito en la caída del hombre será restaurado. Isaías 30:26 dice: “Y
la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor,
como la luz de siete días”. Hoy el sol y la luna no están en su condición
normal debido a que fueron malditos cuando Satanás se rebeló y el
hombre cayó. Según se indica en Génesis 3:17 y 18, la tierra fue maldita
por causa de la caída del hombre. Es por eso que la tierra hoy no es
normal.
Cuando los hijos de Israel se preparaban para entrar en la buena tierra, la
tierra donde fluyen leche y miel, Moisés envió doce espías a reconocer la
tierra (Nm. 13:1-2). Estos regresaron con un racimo de uvas tan grande
que se necesitaban dos hombres para cargarlo (Nm. 13:23). En 1958 visité
esa región, y traté intencionalmente de ver qué clase de uvas eran ésas. El
guía trajo un racimo de uvas pequeñas. Pregunté por qué eran tan
pequeñas, y se me respondió que el suelo no es fértil y la lluvia escasa.
Con el paso de los siglos el viento ha ido arrastrando la capa fértil del
suelo. Por esta razón no se puede cultivar casi nada allí. Según las
profecías de Deuteronomio, esta tierra ha sido maldita por causa del
pecado de los hijos de Israel. Así que la tierra se ha vuelto anormal. De la
misma manera, el universo en su totalidad es anormal. Sin embargo,
cuando el milenio venga todo será restaurado.
En Isaías, Zacarías y en los Salmos hay muchas profecías acerca del
milenio. En el tiempo de la restauración, no solamente la humanidad sino
también toda la creación será restaurada a su condición original. Las fieras
y el ganado serán restaurados a tal extremo que “morará el lobo con el
cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará” (Is. 11:6). Esto no será
un milagro, sino una relación común y normal. Isaías 11:8 dice: “Y el niño
de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá
su mano sobre la caverna de la víbora”. Hasta los molestos zancudos serán
incluidos en la restauración. Cuando un zancudo me pica, recuerdo que los
zancudos necesitan ser restaurados. Después que sean restaurados, harán
sonidos musicales, y no picarán a nadie. No debemos odiar a los zancudos,
las moscas ni los topos. Debemos culpar a Adán, ya que su caída trajo la
maldición a toda la creación. Pero cuando Cristo vuelva, todo será
restaurado. Los árboles florecerán abundantemente. Isaías 35:1-2 dice: “Se
alegrarán el desierto y la soledad; el yermo florecerá como la rosa.
Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo”. Más
aún: “aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar
seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manantiales de aguas” (Is.
35:6-7). Además dice: “Y habrá allí calzada y camino, y será llamado
Camino de Santidad” (Is. 35:8). El libro de Isaías es una descripción
completa del milenio.
De acuerdo con las profecías de la Biblia, el reino milenario consta de dos
secciones, a saber, la parte superior, que es la celestial, y la parte inferior,
que es la terrenal. A la sección superior del milenio se le llama el reino del
Padre (Mt. 13:43), y la sección inferior es llamada el reino del Hijo del
Hombre (Mt. 13:41). El reino del Mesías, o el reino mesiánico, es otro
nombre dado a la sección terrenal del milenio.
En el reino milenario habrá tres pueblos. El primero constará de los santos
que venzan, incluyendo tanto a los vencedores del Antiguo Testamento
como a los del Nuevo. Estos vencedores serán correyes de Cristo. Cristo
es el Rey supremo, y nosotros seremos Sus correyes. Por lo tanto, la
porción celestial será conformada por la realeza del milenio.
El segundo grupo, que se halla en la sección inferior, son los judíos
legítimos que hayan sido preservados, los cuales serán salvos cuando
venga el Señor. Según Zacarías 12:10-14 estos judíos mirarán a aquel a
quien traspasaron y se arrepentirán. Ellos serán la tercera parte que será
pasada por fuego para ser refinada (Zac. 13:9). Estos judíos salvos
entrarán en el milenio como sacerdotes, y enseñarán a las naciones a
buscar y conocer a Dios. Isaías 2:2-3 se cumplirá en ese entonces. El
versículo 3 dice: “Y vendrán muchos pueblos y dirán: Venid, y subamos al
monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacobo; y nos enseñará Sus
caminos, y caminaremos por Sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de
Jerusalén la palabra de Jehová”. Las naciones recibirán instrucción de
Dios mediante la enseñanza de los judíos, quienes serán los sacerdotes.
Isaías 61:6 dice expresamente: “Y vosotros seréis llamados sacerdotes de
Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados”. Esto también se
cumplirá durante el milenio, cuando las naciones reconozcan a los judíos
como sacerdotes de Dios.
Zacarías 8:23 dice: “Así dice Jehová de los ejércitos: En aquellos días
acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del
manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que
Dios está con vosotros”. Este versículo indica que cada judío será valioso.
En ese entonces los judíos salvos serán tan escasos que diez personas de
cada nación tomarán del manto a un judío y le dirán: “Ayúdanos a conocer
a Dios. Queremos que tú nos enseñes; hemos oído que Dios os ha
bendecido. Queremos participar de vuestras bendiciones. Queremos que
nos enseñéis a conocer a Dios y a adorarlo”. En esos días los judíos serán
muy bien recibidos.
El tercer grupo de personas que estará en el reino milenario será las
“ovejas” de las que habla Mateo 25. Hemos visto que estas “ovejas” serán
trasladadas al reino milenario y serán los ciudadanos allí.
En la parte inferior del reino milenario, llamado el reino del Hijo del
Hombre, Jesús como la simiente de David será rey de los judíos y por
medio de ellos reinará sobre todas las naciones. El estará en el trono de
David, a fin de ser Rey de las naciones a través de los judíos. Este es el
reino del Hijo del Hombre y el reino del Mesías; también es el tabernáculo
de David del cual se habla en Hechos 15:16. El tabernáculo de David está
caído. Pero cuando el milenio venga, Cristo lo erigirá de nuevo. El
tabernáculo de David es el reino de David. En 2 Samuel 7:16 Dios
prometió establecer el reino de David para siempre. Este reino eterno será
la parte terrenal durante el milenio, el reino del Hijo del Hombre y del
Mesías. Los vencedores, que serán reyes, estarán en la parte superior, y los
sacerdotes judíos y los ciudadanos estarán en la parte inferior.
Es una gran ayuda entender claramente estos asuntos. Si uno los entiende,
entonces al leer la Biblia sabrá cuáles versículos se refieren a la parte
superior y cuáles a la parte inferior. Sabrá cuáles versículos se refieren a
los reyes, cuáles a los sacerdotes y cuáles a las naciones.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y NUEVE
LA NUEVA JERUSALEN
(1)
En este mensaje y en los seis que siguen examinaremos los diversos
aspectos de la Nueva Jerusalén (21:9-27).
I. COMO RECIBIR LA VISION
DE LA NUEVA JERUSALEN
En primer lugar, necesitamos saber cómo se recibe la visión de la Nueva
Jerusalén. Uno de los siete ángeles que trajeron las siete plagas le mostró a
Juan la Nueva Jerusalén (v. 9). Esto significa que el objetivo del juicio de
las siete copas es la Nueva Jerusalén.
A. Estar en el espíritu
En el versículo 10 dice: “Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto,
y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios”.
Si queremos recibir la visión de la Nueva Jerusalén, tenemos que estar en
el espíritu. Antes de que Juan tuviera la visión de las siete iglesias,
también estaba en el espíritu (1:10). El capítulo uno no sólo nos dice que
Juan estaba en el espíritu, sino que también nos revela que estaba en la isla
llamada Patmos. Si esto no fuera importante, no constaría en la Biblia. Al
estar en la isla de Patmos y estar en el espíritu, Juan pudo ver las iglesias,
los siete candeleros de oro. Aunque muchos lean y estudien el Apocalipsis
y aun lean nuestros mensajes sobre los candeleros, es posible que no vean
nada. Esto se debe a que no están en la posición apropiada ni en el
espíritu.
A fin de poder ver algo, debemos tener la posición apropiada, la
perspectiva correcta y la facultad de ver. Inmediatamente antes de que
Juan viera los siete candeleros de oro, oyó una gran voz y se volvió para
ver la voz que hablaba con él (1:10, 12). Espero que muchos de los que
están en las denominaciones, al leer estos mensajes, escuchen la voz y se
vuelvan para ver. Sin embargo, aunque muchos han oído la voz no están
dispuestos a volverse. Aun si se vuelven para ver la voz, es posible que
carezcan de la facultad de ver. Muchos pastores denominacionales tienen
cataratas en sus ojos espirituales. Necesitan que un oculista se las quite
para que puedan recibir la visión de la iglesia. Cuando tenemos la posición
apropiada, la perspectiva correcta y la facultad de la vista, podemos recibir
la visión de los siete candeleros de oro. Esta era la situación de Juan en la
isla de Patmos. Por estar en la debida posición y en el espíritu, pudo ver
los siete candeleros de oro tan pronto como se volvió para ver la voz.
Se aplica el mismo principio en cuanto a ver la Nueva Jerusalén. En 21:10
Juan nos dice que un ángel lo llevó en el espíritu. Nunca menosprecie su
espíritu, pues éste puede ver la Nueva Jerusalén. La expresión en el
espíritu se usa cuatro veces en Apocalipsis (1:10; 4:2; 17:3; 21:10). En
cada ocasión esta expresión se usa para presentar cada una de las cuatro
visiones principales que componen dicho libro. Estas visiones son: la
iglesia, el juicio sobre el mundo, Babilonia la Grande y la Nueva
Jerusalén. Estas cuatro visiones se dividen en dos pares. El primero es la
iglesia y el mundo, y el segundo es Babilonia la Grande y la Nueva
Jerusalén. El mundo es contrario a la iglesia, y Babilonia la Grande es
contraria a la Nueva Jerusalén. El libro de Apocalipsis en su totalidad
presenta la iglesia, el mundo, Babilonia y la Nueva Jerusalén. Juan estaba
en el espíritu en cada una de las ocasiones en que recibió estas visiones.
En el espíritu Juan vio las iglesias; en el espíritu vio destino del mundo; en
el espíritu vio Babilonia la Grande; y en el espíritu vio la Nueva Jerusalén.
Yo puedo testificar de que todavía tengo ante mí una clara visión de estas
cuatro cosas. En el primer capítulo veo las siete iglesias y en el último, la
Nueva Jerusalén. Entre estos capítulos veo al mundo y a Babilonia la
Grande.
Si usted desea ver estas cosas, tiene que estar en el espíritu. No se valga de
su mente para examinar la situación. Más bien, vuélvase al espíritu y
permanezca allí. Si usa su mente en vez de permanecer en el espíritu, estas
cuatro visiones desaparecerán. Si nos quedamos en nuestra mente, es
posible que pensemos que la situación del mundo no está tan mal. Pero si
nos volvemos a nuestro espíritu y permanecemos allí invocando el nombre
del Señor Jesús, veremos claramente los siete candeleros y el hecho de que
todo el mundo está bajo el juicio de Dios. Cuanto más tiempo
permanezcamos en el espíritu en contacto con el Señor, más clara será
nuestra comprensión de la condición en que se encuentra el mundo.
Además, veremos a la ramera y nos daremos cuenta de que su destino es
destrucción. Aunque tal vez no comprendamos todas estas cosas ni las
podamos explicar, ciertamente las vemos. También veremos la Nueva
Jerusalén con sus detalles, tales como las doce puertas y la calle de oro.
Lo que necesitamos hoy es visión, no entendimiento. ¿Qué utilidad tendría
saber de la ciudad de Anaheim si uno jamás la ha visto? Según el libro de
Apocalipsis, el apóstol Juan vio muchas cosas, incluyendo la Nueva
Jerusalén. Por lo tanto, el libro de Apocalipsis no es una disertación ni un
sermón ni siquiera un mensaje; es una descripción y una declaración de lo
que Juan vio. El fue llevado a un paseo por el universo, después del cual
parece decir algo así: “¡Vi a Satanás lanzado en el lago de fuego y vi la
Nueva Jerusalén!”. Todos debemos entrar en nuestro espíritu y dar esta
especie de paseo para ver dichas cosas. Después de que uno ve la Nueva
Jerusalén, no puede negar que la ha visto.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y UNO
LA NUEVA JERUSALEN
(3)
En este mensaje examinaremos otras características de la Nueva Jerusalén:
sus dimensiones y su muro.
IX. SUS DIMENSIONES
A. El instrumento para medir
Examinemos primero las dimensiones de la Nueva Jerusalén. Apocalipsis
21:15 dice: “El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para
medir la ciudad, sus puertas y su muro”. La caña sirve para medir, y medir
significa tomar posesión (Ez. 40:5; Zac. 2:1-2; Ap. 11:1). Observe que el
instrumento para medir no es una vara, sino una caña. Una vara denota
juicio, disciplina y castigo. De acuerdo con 11:1, “una caña semejante a
una vara” se usó para medir “el templo de Dios y el altar y a los que
adoran en el templo”. Debido a que la vara indica juicio (Pr. 10:13: Is.
10:5; 11:4), una caña semejante a una vara indica que se mide con castigo.
Sin embargo, en 21:15 tenemos la caña, pero no se menciona la vara. No
hay relación con el juicio, la disciplina ni el castigo, debido a que en la
Nueva Jerusalén todo es completo y perfecto. La ciudad ya pasó todas las
pruebas. La mujer universal resplandeciente, cuya consumación es la
Nueva Jerusalén, pasó por todos los juicios y fue medida por muchas varas
en cada una de las cuatro dispensaciones. Inclusive hoy, la iglesia no está
siendo medida por una caña, sino por una vara. Cuando se hayan cumplido
las cuatro dispensaciones y hayan venido el cielo nuevo y la tierra nueva,
no será necesario medir con una vara.
La Nueva Jerusalén es medida con una caña, lo cual significa que es
medida para ser poseída. Suponga que usted desea comprar un terreno.
Primero lo mide, y luego toma posesión de él. Las mujeres hacen lo
mismo cuando compran tela en una tienda. La tela que miden es la tela
que compran. Del mismo modo, la Nueva Jerusalén, la cual se mide con
una caña de oro, será plenamente poseída por el Señor de un modo muy
positivo.
Noten que la caña es de oro. Puesto que el oro representa la naturaleza de
Dios, este pasaje da a entender que la medición de la ciudad, sus puertas y
su muro corresponden a la naturaleza divina. Nada que no sea compatible
con la naturaleza de Dios podrá pertenecer a la Nueva Jerusalén. Dios no
puede poseer nada que no armonice con Su naturaleza. Toda la ciudad,
con sus puertas y su muro, pasa la medida y la prueba de la naturaleza de
Dios; por lo tanto, El puede tomar posesión de ella.
Inclusive hoy, Dios mide las iglesias con la regla de oro de Su medida
divina. Cuando Dios mide una iglesia, no se interesa en nuestra
inteligencia, nuestras actividades ni nuestra elocuencia, sino en cuánto de
Su naturaleza se ha forjado en nosotros. ¿Está la iglesia constituida
sólidamente del oro divino? ¿Está hecha de la esencia divina? La iglesia
debe tener la substancia divina; o sea que la substancia divina debe ser
forjada en el ser mismo de la vida de iglesia. De manera que la norma de
la medida no es nuestra naturaleza humana, sino la naturaleza de Dios.
Cuando estamos a punto de expresar nuestro amor los unos por los otros
tenemos que determinar qué clase de amor expresamos, si es el amor
humano o el divino. Lo mismo se aplica a nuestra humildad y a nuestra
bondad. Si bien es cierto que debemos ser humildes y buenos, tenemos
que verificar si nuestra humildad y nuestra bondad son humanas o divinas.
Este principio se aplica a todos los aspectos de nuestra humanidad.
Necesitamos ser divinamente humanos; o sea que debemos permitir que la
naturaleza divina sea forjada en nosotros. Tenga presente que Dios mide la
iglesia en conformidad con la naturaleza divina. La naturaleza de oro de
Dios es la única norma.
B. De la ciudad misma
En el versículo 16 se mide la ciudad misma. “La ciudad se halla
establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la
ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la anchura y la altura de
ella son iguales”. Cuando yo era joven, me perturbaba el hecho de que la
altura del muro fuese de ciento cuarenta y cuatro codos y la de la ciudad
de doce mil estadios. Las medidas de la ciudad indican que la ciudad
misma es como una montaña de doce mil estadios de altura, mientras que
el muro era de ciento cuarenta y cuatro codos desde el cimiento hasta la
parte superior. Doce mil estadios son más de dos millones cien mil metros,
o sea, más de dos mil kilómetros.
Otra cosa que me inquietaba acerca de la ciudad era que tenía una sola
calle. Me preguntaba cómo podía llegar esta calle a las doce puertas. En
mi opinión, debía haber como mínimo doce calles, una para cada puerta.
En una ocasión en que pasé una temporada con el hermano Nee en
Shanghái, él me dijo que la Nueva Jerusalén es una montaña, y que la calle
desciende en espiral desde el trono y pasa por las doce puertas. No importa
por cuál puerta entre uno, se hallará en la misma calle. Debido a que la
calle es una espiral, es imposible que uno se pierda en la ciudad. Aun si
uno camina con los ojos cerrados por esta calle, no perderá el camino.
El versículo 16 dice que “la ciudad se halla establecida en cuadro”. La
longitud y la anchura son iguales. El hecho de que la Nueva Jerusalén sea
cuadrada significa que es perfecta y está completa en todo aspecto, y es
totalmente recta, carente de la más mínima inclinación.
La longitud, la anchura y la altura de la Nueva Jerusalén son equivalentes;
son doce mil estadios por cada dimensión. Doce mil estadios es mil
multiplicado por doce. Puesto que el número doce significa perfección
absoluta y consumación eterna en la administración eterna de Dios, doce
mil es mil veces esto.
Según las medidas, la Nueva Jerusalén es un cubo. Las dimensiones del
lugar santísimo, tanto en el tabernáculo como en el templo, eran
equivalentes en longitud, anchura y altura (Ex. 26:2-8; 1 R. 6:20). El lugar
santísimo del tabernáculo era un cubo que medía diez codos de arista, y el
lugar santísimo del templo era un cubo de veinte codos por cada lado. La
equivalencia de la longitud, la anchura y la altura de la Nueva Jerusalén
indica que toda la ciudad es el lugar santísimo. Por lo tanto, la Nueva
Jerusalén es el lugar santísimo agrandado al máximo.
En el estudio-vida de Hebreos hicimos ver que la experiencia que tenemos
del lugar santísimo debe aumentar constantemente (véase el mensaje
cincuenta y dos). Esto significa que en nuestra experiencia el lugar
santísimo debe ser ensanchado continuamente. Al principio tenemos el
lugar santísimo más pequeño en Exodo; luego, vemos un lugar santísimo
más grande en 1 Reyes, y al final tenemos el lugar santísimo más grande
de todos en Apocalipsis. Por último, nuestro lugar santísimo tendrá más de
dos mil kilómetros de longitud, anchura y altura.
Ahora veamos en qué consiste el principio del lugar santísimo. Radica en
que el hombre puede vivir y andar directamente en la presencia de Dios.
Según el Antiguo Testamento, sólo al sumo sacerdote se le permitía entrar
en el lugar santísimo. Pero el libro de Hebreos revela que mediante la
sangre redentora de Cristo, dicho lugar quedó abierto a todos los que creen
en El (He. 10:19-22). Todos los redimidos pueden entrar en la presencia
de Dios, vivir allí, permanecer allí y disfrutar la comunión en unidad con
Dios. La Nueva Jerusalén que vendrá será dicho lugar. Todos los que estén
en ella verán a Dios, le tocarán, le adorarán, le servirán, y aun vivirán y
morarán en Su presencia. La vida de iglesia hoy debe ser el lugar
santísimo. La iglesia debe ser un cubo, y su naturaleza debe ser totalmente
santa.
C. Del muro
El versículo 17 dice: “Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de
medida de hombre, la cual es de ángel”. Ciento cuarenta y cuatro es doce
multiplicado por doce, lo cual significa perfección absoluta y consumación
eterna de todas las perfecciones y las consumaciones. ¡Cuán perfecto y
completo es el muro de la ciudad santa que está dentro de la
administración eterna de Dios! Este versículo dice que el muro es de
medida de hombre, “la cual es de ángel”. En la resurrección el hombre
llega a ser como los ángeles (Mt. 22:30). De ahí que “de medida de
hombre, la cual es de ángel” significa que el muro de la ciudad no es
natural, sino que está en resurrección.
X. SU MURO
A. Construido con jaspe
El versículo 18 dice: “El material de su muro era de jaspe”. El jaspe es un
piedra preciosa, una piedra transformada (1 Co. 3:12) que tiene la
apariencia de Dios. Esta piedra es verde oscura y es transparente como
cristal. Dice en Apocalipsis 4:3: “Y el aspecto del que estaba sentado era
semejante a una piedra de jaspe y de cornalina”. De acuerdo con este
versículo, la apariencia del Dios que está en el trono es semejante al jaspe
y a la cornalina. El color verde oscuro del jaspe representa la vida y sus
riquezas. La hierba, los campos verdes y las montañas verdes dan
testimonio de las riquezas de la vida. Si un prado o un campo no está
verde, tenemos la impresión de que allí no hay vida, mientras que el verde
oscuro muestra la riqueza de la vida. El Dios que está sentado en el trono
en el capítulo cuatro también tiene la apariencia de la cornalina, una piedra
muy preciosa de color rojo, lo cual representa la redención. El jaspe
representa a Dios como el Dios de gloria en las riquezas de Su vida,
mientras que la cornalina lo representa como el Dios de redención.
Nuestro Dios es el Dios de vida y de redención. Sin embargo, cuando
entremos en la Nueva Jerusalén, ya no será necesaria la redención. Es por
eso que el color del muro de la ciudad será de jaspe, verde oscuro, el cual
expresa la vida y sus riquezas.
B. Ciento cuarenta y cuatro codos de altura
Vimos ya que el muro mide ciento cuarenta y cuatro codos de altura, y que
su medida es medida de hombre, la cual es de ángel. Dijimos que esto
significa que el muro de la ciudad no es natural, sino que está en
resurrección. Esto es muy importante. Todo lo que decimos, lo que
hacemos y lo que somos hoy en la vida de iglesia tiene que estar en
resurrección. El principio de la resurrección consiste en que nuestra vida
natural es anulada y la vida divina surge en su lugar. Esto es resurrección.
En numerosas ocasiones, cuando he estado a punto de enojarme, he
ejercitado mi espíritu para crucificar mi hombre natural. Cuantas veces
hice esto, estuve en resurrección. Debemos practicar esto no sólo con
nuestro mal genio sino también con nuestro amor. No ame a otros de
forma natural; ámelos en resurrección. El amor natural es como la miel.
En vez de un amor “meloso” necesitamos un amor que esté en
resurrección, un amor que haya sido crucificado y resucitado con la vida
divina. En un amor así no hay miel. En lugar de miel, hay incienso y sal.
De acuerdo con Levítico 2, la ofrenda de harina podía tener incienso y sal,
pero no miel. El amor que hay entre la mayoría de los cristianos en la
actualidad, raras veces es amor en resurrección, el cual es el verdadero
amor. Por lo general, no sólo es miel sino que está lleno de levadura.
Aunque muchos cristianos hablan del amor, es muy posible que dicho
amor no haya sido juzgado en la cruz ni haya resucitado con la vida
divina. Lo que necesitamos es un amor resucitado, un amor que esté en la
vida divina.
Quisiera ver a los hermanos y hermanas creciendo en vida y
experimentando la edificación, pero no me agrada ver amor natural. Es
mejor mantener una distancia entre usted y los demás. No use la ropa de
ellos; ni siquiera use la Biblia de ellos. Si su vida natural ha sido juzgada,
usted no querrá usar la Biblia que pertenece a otra persona. Usar la Biblia
de otro no indica que usted lo ama en espíritu; al contrario, demuestra que
usted lo ama según su gusto natural. Usted pasa tanto tiempo con un
hermano porque concuerda con su gusto personal. Quizá usted piense que
está creciendo en vida cuando comparte con él. En realidad, debido que su
amor por él es natural, no está creciendo en absoluto. Cuanto más amamos
a otros, más grande debe ser la distancia entre nosotros y ellos.
En la vida de iglesia tenemos que aprender a hacer todo en resurrección, y
no en nuestra vida natural. Si usted no está seguro de que algo que va a
hacer está en resurrección, entonces no lo haga. Ore y espere hasta tener la
certeza de estar en resurrección. El hecho que el muro de la Nueva
Jerusalén sea medido con medida de hombre, esto es, de ángel, indica que
no solamente es medido según la naturaleza divina, sino también según la
resurrección. Yo le debo amar a usted y usted me debe amar a mí, no de
una manera natural, sino en la vida divina. Jamás ceda un centímetro de
terreno a la vida natural. No importa cuánto ame a los demás, mantenga
una distancia entre usted y ellos. Si hace esto será guardado de la vida
natural, y amará a otros en resurrección, según lo humano, pero en la
semejanza angélica.
En 1932, el año en que llegué a la vida de iglesia, aprendí mi primera
lección en cuanto a obrar en resurrección, no en mi vida natural. Había
cierta hermana que siempre ayudaba a los demás, pero no tenía suficiente
dinero para comprar una Biblia nueva. Ella gastaba su dinero ayudando a
otros y no en sí misma. Yo noté que ella usaba una Biblia muy vieja.
Espontáneamente tuve la intención de comprarle una Biblia nueva forrada
en piel para dársela anónimamente. Cuando le consulté al Señor esto, le
dije: “Señor, voy a comprar una Biblia para esta hermana. ¿Estoy
haciendo esto en mi vida natural o en Tu vida en resurrección?” Al
consultar al Señor de esta manera, aprendí mucho. Debido a que no tenía
la certeza de estar obrando según la vida de resurrección, no pude comprar
la Biblia inmediatamente. Esperé un tiempo hasta que estuve seguro de no
estar actuando de acuerdo a mi vida natural, sino de acuerdo a la vida
resucitada de Cristo. Un día compré una Biblia para ella y le fue entregada
anónimamente. Cuando ella recibió esa Biblia, su fe fue confirmada y
creció para con el Señor. Si le hubiera dado la Biblia unas semanas antes,
ella no habría recibido esa ayuda. El día que tuve la certeza de poder darle
la Biblia en resurrección, fue el día exacto en que ella la necesitaba.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y DOS
LA NUEVA JERUSALEN
(4)
Este mensaje es la continuación del mensaje anterior.
C. La apariencia unificada
por sus cuatro lados
Como hicimos notar, la apariencia de Dios es como de jaspe. El hecho de
que el material del muro sea jaspe indica que la Nueva Jerusalén, como
expresión corporativa de Dios en la eternidad, tiene la apariencia de El.
Esta ciudad tiene la misma apariencia por sus cuatro lados. Esto indica que
todas las diferencias se han desvanecido y que la ciudad es la única
expresión del Dios Triuno. Esto dista bastante del concepto de muchos
cristianos que piensan que todos debemos ser diferentes y expresar a
Cristo en diferentes formas. De acuerdo con este concepto, usted expresa a
Cristo a su manera, y yo a la mía. Se me enseñó anteriormente que tanto
los creyentes como las iglesias debían ser diferentes entre sí y que ninguna
iglesia debía ser igual a otra. No solamente se me enseñó esto, sino que yo
mismo lo predicaba. Decía que no debemos imitar ni copiar a los demás.
Usando las facciones de la cara como ejemplo, yo decía que cada rostro es
único. Pero, al estudiar de nuevo el libro de Apocalipsis, vi que los siete
candeleros eran exactamente iguales. Si los siete candeleros fueran
colocados en una mesa frente a usted, no podría diferenciarlos. Cada
candelero pierde su propia identidad, pues todos son iguales. Cuando vi
esto, mi punto de vista fue radicalmente revolucionado, y me dije a mí
mismo: “¡Qué concepto tan equivocado he recibido de esos insensatos que
dicen que las siete iglesias son diferentes! Sí, ellas son diferentes en los
aspectos negativos. Ciertamente la iglesia en Filadelfia no tenía los ídolos
que había en Tiatira. Pero en el aspecto positivo, todas son iguales. Tienen
un solo Dios y un solo Cristo”. Verdaderamente fui iluminado.
Desde ese día, el Señor me ha mostrado este asunto una y otra vez, hasta
que finalmente me hizo ver que los cuatro lados del muro de la Nueva
Jerusalén son iguales. Cada lado es igual en apariencia. Aunque quizás
millones de piedras de jaspe han sido juntadas para conformar el muro,
cada lado del muro tiene la misma expresión. Cada lado es igual en
material, substancia, color y apariencia. Por consiguiente, todos nosotros
debemos ser iguales. Yo debo ser igual a usted, y usted debe ser igual a
mí. Al final, seremos tan parecidos unos a otros que perderemos nuestra
identidad. Ver esto nos ayuda a entender lo que dijo Pablo en 1 Corintios
1:10: “Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que
habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones,
sino que estéis perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo
parecer”. Debemos hablar una misma cosa y estar perfectamente unidos en
un mismo sentir. Esto no implica que tenemos que ser controlados por otra
persona. Ninguna de las piedras de jaspe edificada en el muro está
controlada. Todas ellas son iguales en sustancia, en color, en apariencia,
en resplandor y en gloria, porque han sido transformadas por la misma
vida. De tal modo que debemos imitarnos unos a otros y ser réplicas el
uno del otro. Las hermanas deben imitar a los hermanos, y los hermanos
copiar a las hermanas. No me refiero a copiar las características naturales
de los demás, sino a copiar el jaspe, la sustancia, el color y la apariencia.
El jaspe no es una sustancia directamente creada. Primero Dios la creó,
pero después fue transformada. Todas las piedras preciosas transparentes,
especialmente los diamantes, son sustancias transformadas. Un diamante
es un carbón que ha sido transformado en un cristal puro por medio del
calor y la presión. Ninguno de nosotros fue creado de jaspe. Fuimos
hechos de barro (Gn. 2:7). Alabado sea el Señor porque fuimos
regenerados y estamos siendo transformados. Muchos de nosotros
pasamos diariamente por un proceso de transformación. Con el tiempo,
llegaremos a ser piedras preciosas. Seremos jaspe, poseeremos la vida de
Dios y tendremos la apariencia de Dios. Tendremos el elemento de Dios y
Su misma apariencia. Dios parece jaspe, y nosotros también luciremos
como jaspe. Cuando nos miremos unos a otros, veremos en cada uno la
apariencia de Dios. Hasta los más pequeños entre nosotros nos
pareceremos a Dios.
¿Cree usted que cuando todos tengamos la sustancia, el color y la
apariencia del jaspe, continuaremos debatiendo o teniendo diferencias de
opinión? ¡Por supuesto que no! Se puede decir que la Nueva Jerusalén es
una ciudad de jaspe: no es una ciudad de madera. Un día esta ciudad
aparecerá con un color verde brillante que expresa a Dios. En la Nueva
Jerusalén no expresaremos el carácter alemán, británico, chino,
estadounidense ni ningún otro carácter humano. Expresaremos un carácter
único, el carácter divino, el cual es Dios mismo en Su apariencia. La
iglesia hoy tiene que ser así. En ella todos expresaremos a Dios.
Ya vimos que la ciudad, la Nueva Jerusalén, es sólida y su substancia es
oro. Esto indica que la iglesia en su totalidad debe ser sólida y estar
substancialmente constituida de la naturaleza divina. Este es el contenido
de la iglesia. La iglesia no debe tener nada que no sea Dios mismo en Su
naturaleza como su sustancia y su contenido. Vemos también que el muro
de la ciudad tiene la apariencia de Dios. Ante toda la gente y todo el
universo la iglesia debe expresar a Dios mismo.
La edificación de la iglesia depende de la sustancia contenida en la vida de
iglesia. Si el contenido no es Dios mismo, será imposible tener la
edificación apropiada y genuina. Pero si nuestro contenido es la naturaleza
divina, este contenido nos transformará y nos conformará a Su imagen.
Por esta transformación, todos nuestros conceptos, puntos de vista y
opiniones serán absorbidos. Esto es lo que significa ser transformado por
medio de la renovación de nuestra mente, como lo menciona Romanos
12:2. La mente es renovada por el contenido de la iglesia, la naturaleza
divina. Cuando la naturaleza divina llena la iglesia y viene a ser su
contenido, dicha naturaleza renueva nuestra mente y absorbe nuestras
ideas, conceptos, puntos de vista y opiniones. Cuanto más llenos por
dentro estemos de la naturaleza divina, más espontáneamente
abandonaremos nuestros conceptos y nuestras opiniones. Como resultado,
ya no tendremos un entendimiento natural de las cosas, sino uno que
corresponda a la naturaleza divina. Por lo tanto, espontáneamente
adquiriremos el mismo sentir y la misma opinión, hablaremos una misma
cosa, tendremos una sola expresión, la apariencia de Dios, y seremos
edificados en esta expresión.
Supongamos que usted está aferrado a sus conceptos naturales, y yo a mi
punto de vista natural. Es posible que ni su concepto ni mi punto de vista
sean pecaminosos. Sin embargo, por ser diferentes nuestros conceptos, no
pueden estar hechos del mismo jaspe. Pero cuando ambos estamos llenos
de la naturaleza divina y somos absorbidos por ella, nuestros conceptos
son cambiados y somos del mismo jaspe. Entonces tenemos un solo sentir,
un solo concepto y una sola opinión. Esta es la manera de ser edificados
como iglesia. Debemos abandonar todas nuestras diferencias y ser
edificados en el mismo muro a fin de que todos tengamos una sola
expresión, la de Dios.
La iglesia no puede ser edificada con nuestros esfuerzos, ni nuestra
bondad, ni por ser pacientes el uno con el otro. Edificar no significa que
yo acceda a su opinión y usted a la mía. Eso es simplemente buena
conducta, algo parecido a las enseñanzas de Confucio; mas no es lo que
enseña la Biblia. La edificación genuina consiste en ser uno absorbido por
la naturaleza divina, ser lleno, saturado e invadido de la naturaleza divina.
Para que esto suceda tenemos que amar al Señor y consagrarnos a El sin
reservas y decirle: “Señor, no quiero nada de mí mismo. Quiero entregarte
todo mi ser y permitirte que tomes posesión de mí y me invadas hasta lo
más profundo de mi ser. Señor, quiero que me llenes contigo mismo”. Esta
es la manera correcta. El ser edificado en la iglesia no es un asunto de
tratar de amar a diferentes clases de personas ni tratar de ensanchar
nuestro corazón para incluir a los que tienen una manera de ser diferente.
Este es un concepto natural. Lo que necesitamos es que nuestro carácter,
ya sea estadounidense, chino, británico o alemán sea absorbido y
sustituido por el oro divino. Si uno está lleno del oro divino, su corazón
será más grande que el de Salomón (1 R. 4:29), pues será tan grande como
el de Dios. Cuando todos estamos llenos e invadidos de la naturaleza
divina, tenemos la misma expresión y apariencia porque tenemos la misma
opinión y hablamos una misma cosa. Cuando todos tenemos la misma
expresión, tenemos la apariencia de Dios, representada en el Apocalipsis
por el jaspe. Esta es la expresión de la vida de iglesia.
D. Separa y protege
Aunque el muro principalmente expresa, espontáneamente también
se convierte en separación y protección. Nos separa de todo lo que
es común (21:27), nos protege y nos mantiene en la esfera de la
apariencia de Dios. Todo lo que es apartado, también es preservado
y protegido. En la vida de iglesia tenemos que ser la expresión de
Dios. La expresión divina es nuestra separación, y esta separación
es nuestra protección y preservación. Si expresamos a Dios,
seremos separados de cualquier cosa mundana. Esto no es simple
doctrina. Si uno vive de esta manera, experimentará
exhaustivamente lo que estoy diciendo. Si yo expreso a Dios en la
apariencia de jaspe, estaré completamente separado del mundo.
Entonces seré protegido, preservado y guardado en la expresión de
Dios. Algunos son atrapados por las distracciones del mundo
debido a que no expresan a Dios en la apariencia de jaspe; lo que
expresan es otra cosa. Cuando perdemos la expresión divina y
expresamos algo de nosotros en su lugar, nuestra separación y
protección desaparecen. Como resultado el muro se nos desvanece.
Entonces no hay expresión ni separación ni protección. Alabado sea
el Señor porque hoy en la vida de iglesia nuestra protección consiste
en expresar a Dios como nuestra separación.
XI. SUS CIMIENTOS
A. Una ciudad que tiene fundamentos
Ahora llegamos a los cimientos de la ciudad. Esto es muy
importante. Hebreos 11:10, refiriéndose a Abraham, dice: “Porque
esperaba con anhelo la ciudad que tiene fundamentos, cuyo
Arquitecto y Constructor es Dios”. La ciudad que tiene
fundamentos, la Nueva Jerusalén, fue diseñada y edificada por
Dios.
El recobro del Señor tiene un fundamento sólido. Desde que el
recobro del Señor fue establecido entre nosotros hace más de
cincuenta años, este testimonio ha sido cada vez más establecido.
Durante mi vida he visto desaparecer el testimonio de muchos
grupos cristianos, los cuales se formaron y luego desaparecieron.
Muchos grupos libres que empezaron en este país hace algunos
años ya no existen, porque no tenían un cimiento sólido. La iglesia,
una ciudad con fundamentos, no es diseñada por hombres. Es
diseñada y edificada por Dios. Todas las iglesias del recobro del
Señor han sido diseñadas y edificadas por Dios, y no por el hombre.
Debido a que tenemos un cimiento tan sólido, cuanto más oposición
y ataques tenemos, más sólidos llegamos a ser.
B. De los apóstoles
y ya no de los profetas
El versículo 14 dice: “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y
sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”.
Estos cimientos no son el fundamento, el cual es Cristo (1 Co. 3:10-
11); son los doce apóstoles del Cordero. Ahora la iglesia es edificada
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (Ef. 2:20). En la
eternidad ya no habrá necesidad de profetas; así que el fundamento
de la ciudad santa constará solamente de los apóstoles. Cuando
entremos en el cielo nuevo y la tierra nueva, las cuatro
dispensaciones se habrán completado, y no habrá necesidad de
profecía. Todo se habrá completado y cumplido.
Estos doce apóstoles representan la gracia del Nuevo Testamento,
lo cual significa que la Nueva Jerusalén es edificada sobre la gracia
de Dios. El acceso a la ciudad santa concuerda con la ley de Dios,
pero la ciudad es edificada sobre la gracia de Dios.
C. Edificada con doce piedras preciosas
El versículo 19 dice: “Y los cimientos del muro de la ciudad estaban
adornados con toda piedra preciosa”. Este versículo y el siguiente
mencionan doce piedras preciosas que son los doce apóstoles del
Cordero, y cada uno de ellos es representado por una piedra
preciosa. Cuando Pedro, el primero de los doce, fue traído delante
del Señor, el Señor le cambió el nombre por Cefas, que significa
“piedra” (Jn. 1:42). Más adelante, el Señor lo llamó por ese nombre
cuando habló de la edificación de la iglesia (Mt. 16:18). Las piedras
preciosas no son creadas, sino transformadas a partir de algo
previamente creado. Todos los apóstoles fueron creados como
barro, pero fueron regenerados y transformados en piedras
preciosas para el edificio eterno de Dios. Esta regeneración y esta
transformación se requieren de cada creyente que ha de ser parte de
la Nueva Jerusalén.
Los cimientos del muro de la ciudad tienen doce capas. Una vez
más, el número doce muestra la consumación de la administración
eterna de Dios. La primera capa es jaspe, lo cual indica que la
semejanza de Dios es la apariencia predominante. La primera capa
del fundamento, así como el muro entero de la Nueva Jerusalén, es
jaspe. Esto indica que el material principal con que se edifica la
ciudad santa es el jaspe. El jaspe representa a Dios expresado en Su
gloria que puede ser impartida; por lo tanto, la función principal de
la ciudad santa es tener la gloria de Dios por expresión (v. 11).
Examinemos ahora un asunto muy importante en relación con los
doce cimientos. Aunque el muro completo es de jaspe, los doce
cimientos son diferentes piedras de diversos colores. Cada capa es
diferente de las demás. Esto se debe a que los apóstoles tenían
diferentes ministerios. El ministerio de Pablo era diferente al de
Pedro, y el de Pedro era diferente al de Juan. No obstante, los doce
fundamentos no están colocados de forma adyacente, el uno al lado
del otro, sino uno sobre otro. La capa superior, la capa que toca la
base del muro, era de jaspe, del mismo color del muro. De manera
que toda la obra de los apóstoles llevaba la misma apariencia, el
jaspe. Las doce capas producen y edifican el único testimonio y la
única expresión.
La obra de muchos que se llaman a sí mismos obreros cristianos
conduce a una apariencia individualista. Pero la obra de los
apóstoles conduce a una sola apariencia. En el presente los obreros
cristianos no sólo tienen diferentes colores, sino que también, en
vez de estar uno sobre otro, están el uno al lado del otro. Es por esto
que tienen una expresión individualista, y en algunas ocasiones
compiten entre sí. Por el contrario, la obra de los apóstoles se
realiza en capas y producen una sola apariencia, el jaspe, la
apariencia de Dios en Cristo.
Si usted observa el ministerio de los apóstoles en el Nuevo
Testamento, verá que cada ministerio estaba apoyado sobre otro, no
al lado. El hermano Nee en su libro ¿Qué haré Señor? describe los
diversos ministerios de los apóstoles. Pedro, un pescador, traía los
peces, el material; Pablo, un constructor de tiendas, edificaba la
tienda con los materiales traídos por Pedro. Finalmente cuando la
tienda se rasga, el apóstol Juan viene y la repara. Por lo tanto, el
ministerio de Pedro era un ministerio de pescador, el de Pablo era
un ministerio de edificación, y el de Juan era un ministerio de
reparar o restaurar. Estos tres apóstoles laboraban basándose el
uno en el otro. La obra de Pablo se basaba en la de Pedro, y la de
Juan en la de Pablo. Como resultado ellos produjeron una sola
edificación y no tres. En la actualidad, los supuestos obreros
cristianos, a diferencia de Pedro, Pablo y Juan, construyen sus
propias casas, cada una con su propio diseño, estilo, color y
expresión. Por eso en el cristianismo hay miles de casas diferentes.
Pero en todo el universo solamente habrá una sola Nueva
Jerusalén, edificada sobre el fundamento de muchos ministerios
colocados uno sobre otro. Ojalá que este asunto nos quede bien
claro.
Por la misericordia del Señor puedo testificar que laboré con el
hermano Nee por muchos años; sin embargo, mi apariencia no
difiere de la suya. Tengo la certeza y la convicción suficientes para
decir que mi ministerio tiene la misma apariencia que el del
hermano Nee. No importa cuánto use el enemigo a los opositores
para separarme del ministerio del hermano Nee, yo sigo apoyado en
sus hombros. Por esta razón, en nuestros ministerios no hubo
división ni divergencia de opinión. Pero esto no significa que mi
ministerio sea exactamente igual al del hermano Nee. Si el Señor
retrasa Su venida, espero que algunos de los jóvenes que hay en
nuestro medio continúen el recobro del Señor. De todos modos,
debemos darnos cuenta de que es un gran error tener una obra
adyacente. La obra de uno debe ser una capa colocada sobre la capa
existente, y tiene que producir la misma apariencia.
Tarde o temprano muchos de los que buscan del Señor, muchos de
los que han estado en Su obra por años, incluyendo algunos que son
bastante conocidos se volverán al recobro del Señor. Pero nosotros
no creemos que el Señor levantará ninguna obra adyacente. Aunque
habrá diferentes ministerios, serán edificados uno sobre otro, y el
resultado será una sola apariencia o expresión: Dios en Cristo. No
importa cuántos ministerios podamos tener en el recobro, debemos
tener una sola intención, la misma idea, la misma opinión y hablar
una misma cosa. Sin embargo, esto no significa que todos los
ministerios tienen que ser iguales. Necesitamos diferentes
ministerios; sin embargo tienen que llevarse a cabo capa sobre
capa. Todos los ministerios deben producir una sola apariencia, la
apariencia de la iglesia de hoy y la de la Nueva Jerusalén en el
futuro.
Hace poco vi este asunto de las doce capas del fundamento que
yacen una sobre otra y constituyen un solo edificio con una sola
apariencia. Todos estos ministerios respaldan el mismo testimonio.
Pero en el cristianismo de hoy hay muchos testimonios diferentes.
El testimonio de un grupo, por ejemplo, puede ser el de lavar los
pies, y el de otro grupo es el hablar en lenguas. Pero esas cosas no
constituyen nuestra meta. Nuestro objetivo es la expresión del Dios
Triuno, no defender ningún tipo de práctica ni doctrina particular.
Aunque nuestros ministerios puedan diferir, nuestra expresión,
nuestro testimonio, es uno solo. No estamos edificando
lateralmente, sino que lo hacemos verticalmente capa sobre capa
para producir el testimonio único de Dios en el universo.
D. Su apariencia tiene el color del arco iris
Los colores de las doce piedras preciosas del fundamento, las cuales
representan los doce apóstoles, son éstos: el primer color es verde,
el segundo y el tercero son azules, el cuarto es verde, el quinto y
sexto son rojos, el séptimo es amarillo, el octavo es aguamarina, el
noveno es amarillo, el décimo verde claro, el undécimo y el
duodécimo son púrpura. Las doce capas del fundamento, con los
colores mencionados, dan la apariencia de un arco iris, lo cual
significa que la ciudad es edificada y asegurada por la fidelidad con
que Dios guarda Su pacto (Gn. 9:8-17). Debido a que el fundamento
está basado en la fidelidad con que Dios guarda Su pacto, es digno
de toda confianza.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y TRES
LA NUEVA JERUSALEN
(3)
En este mensaje abarcaremos dos aspectos muy cruciales de la Nueva
Jerusalén: sus puertas y su calle. Indudablemente, la ciudad, el muro y los
cimientos son muy importantes. Sin embargo, si la Nueva Jerusalén no
tuviera puertas, no habría forma de entrar en ella. Una ciudad así no
tendría utilidad práctica; sólo serviría de exhibición. Pero la Nueva
Jerusalén tiene doce puertas, y esto la hace muy práctica.
Algunos ministerios son buenos. Sin embargo, debido a que no tienen
puertas ni calles, realmente no hay acceso a lo que ellos ofrecen. El
aspecto especial del ministerio del hermano Nee es que cuando él
ministraba algo específico, nos daba una visión clara de la manera de
penetrar en ello. Muchos hablan de Romanos capítulos cinco, seis, siete y
ocho. Pero no importa cuánto hablen, no explican cómo asimilarlos y
recibirlos. El libro del hermano Nee titulado La vida cristiananormal nos
muestra las puertas y la manera definida de practicar lo que dicho libro
describe. Cuanto más lee uno ese libro, más puede ver las entradas que
provee para asimilarlo. Aunque yo antes estimaba algunos ministerios,
descubrí después que no había ninguna manera de entrar en lo que
presentaban. Ellos podían mostrar un bello edificio en el aire que yo podía
admirar, pero no proveían la manera práctica de entrar en él. El ministerio
que se tiene en el recobro del Señor hoy, continúa el principio del
ministerio ofrecido por el hermano Nee. Todo lo que nosotros ministramos
es presentado en una manera práctica. Por consiguiente, uno tiene la
manera de entrar en lo que el ministerio suministra. Igualmente, la Nueva
Jerusalén es práctica. Su aspecto práctico se ve en sus puertas y en su
calle. No importa desde qué dirección usted se acerque a esta ciudad, de
todos modos tendrá acceso.
Este aspecto práctico me ha hecho perder amigos íntimos en el Señor. En
cierta ocasión un hermano que tenía un ministerio sobresaliente me invitó
a Inglaterra. Cuando lo visité pasamos largas horas conversando sobre el
aspecto práctico del Cuerpo de Cristo. Ambos habíamos visto lo que era el
Cuerpo de Cristo, el testimonio actual de Dios y el principio de la vida de
resurrección. Yo había recibido lo que este hermano había visto, y él
aceptaba lo que yo había visto, especialmente en lo relacionado con el
Cuerpo del Señor. Sin embargo, había una diferencia ente nosotros. Con la
ayuda del hermano Nee, yo vi el aspecto práctico del Cuerpo de Cristo y
tuve la carga de ocuparme de ello. Pero los que estaban relacionados con
aquel ministerio en Inglaterra no se interesaron en el aspecto práctico.
Finalmente, por nuestras largas conversaciones, me di cuenta de que este
hermano tenía solamente una visión del Cuerpo, pero no la manera
práctica de experimentarlo. El no vio el aspecto práctico y tampoco mostró
interés en verlo. Yo le aclaré que nosotros no solamente queríamos la
visión del Cuerpo sino también el aspecto práctico del mismo. Debido a
mi interés por la práctica de la vida de iglesia publiqué un libro titulado La
expresión práctica de la iglesia. Aunque he perdido algunos amigos por
este asunto, el camino correcto sigue siendo el aspecto práctico del
Cuerpo. Durante más de dieciocho años, desde mi visita a este hermano de
Inglaterra, el Señor ha vindicado el aspecto práctico de la iglesia.
XII. SUS PUERTAS
Fijemos ahora nuestra atención en las puertas de la Nueva Jerusalén. El
significado de las puertas no es menos profundo que el de los
fundamentos. Es crucial comprender el significado de las doce puertas.
A. Tres puertas en cada uno de los cuatro lados
En Apocalipsis 21:13 se revela que en la Nueva Jerusalén hay tres puertas
al oriente, tres al norte, tres al sur y tres al occidente. La ciudad se halla
establecida en cuadro (v. 16), y tiene tres puertas en cada uno de sus
cuatro lados. El frente de la ciudad, que da al oriente, hacia la gloria del
nacimiento del sol, es el primero en importancia. El lado norte, que está
arriba, va en segundo lugar. El lado sur, el cual está abajo, es el tercero. El
lado occidental, que está detrás, se tiene como el cuarto en categoría. Las
puertas, por estar en los cuatro lados, miran en las cuatro direcciones de la
tierra, lo cual indica cuán accesible es la entrada a la ciudad santa para
todos los pueblos de la tierra. (Compare esto con los cuatro brazos del río
mencionado en Gn. 2:10-14.)
E. Abiertas continuamente.
El versículo 25 dice: “Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no
habrá noche”. El muro de la ciudad la separará de las naciones, pero las
puertas la mantendrán accesible a ellas.
XIII. SU CALLE
El versículo 21 dice: “Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente
como vidrio”. Por las puertas se puede entrar a la ciudad, mientras que por
la calle se puede vivir y andar diariamente. Uno entra en la ciudad por la
muerte y resurrección de Cristo, mientras que uno vive y anda diariamente
en la ciudad según la naturaleza divina, representada por la calle de oro
puro. Después de que los santos entran por la regeneración, su vida y su
andar diario deben concordar con la naturaleza divina. La naturaleza
divina es su manera de vivir.
La Biblia difiere del concepto natural humano. Según el concepto humano,
primero caminamos por la calle y luego entramos por la puerta. Pero en la
Biblia, primero entramos por la puerta y después caminamos por la calle.
En el catolicismo les dicen a las personas que deben hacer obras primero y
sólo entonces pueden recibir la salvación. Este concepto es diabólico. En
la economía de Dios recibimos salvación primero y luego laboramos.
Primero entramos en la gracia, y después andamos en ella. No piense que
por hacer obras o portarse bien va a ser apto para recibir gracia. No, la
gracia es gratuita. Después que uno cruza las puertas por la gracia,
comienza a andar por el camino y debe andar mucho.
Es un largo camino que va desde la puerta hasta la cima de la montaña de
oro donde está el trono de Dios. Recuerde que la Nueva Jerusalén, que es
una montaña de oro, mide doce mil estadios (más de dos mil doscientos
kilómetros). Además, la calle de oro desciende en espiral y hace el camino
mucho más largo. Aun así, no tenemos otra alternativa que caminar por
esta calle. Yo he estado caminando por esta calle más de cincuenta y un
años, y aún sigo en el camino. Inclusive deseo andar rápido, pero algunas
veces los hermanos no me dejan avanzar y me obligan a esperarlos.
A. Es una sola
En la Nueva Jerusalén hay una sola calle. No hay confusión ni extravío ni
posibilidad de perderse. No hay más que una calle. No importa por cuál
puerta entre uno en la ciudad, siempre estará en la misma calle. En la
Nueva Jerusalén no existe una calle bautista ni una calle presbiteriana ni
metodista ni luterana. Esta calle tampoco se relaciona con ningún “ismo”.
La calle es la naturaleza de Dios. En dicha naturaleza nosotros somos uno
solo.
B. Es de oro puro
El versículo 21 dice que la calle de la ciudad es de oro puro. Ya vimos que
el oro representa la naturaleza divina. Cuando somos salvos y entramos en
la Nueva Jerusalén, la naturaleza divina debe ser nuestra manera de vivir y
nuestro andar. La naturaleza divina es nuestro camino y nuestra fortaleza.
Suponga que una hermana me dice: “Hermano Lee, yo amo al Señor y
deseo vivir en la Nueva Jerusalén. ¿Podría usted decirme qué clase de
atuendo debo llevar y cómo debo arreglarme el cabello?” Yo le diría a esta
hermana que debe escoger sus vestidos y arreglar su cabello en
conformidad con la naturaleza divina que está en ella. El estilo, el color, el
material y el diseño de su ropa debe concordar con el oro divino que hay
en ella. Nuestra calle, nuestro camino, es la naturaleza divina, y debemos
andar según la misma. Nuestra manera de obrar no se basa en reglas, sino
en la naturaleza divina ¿Tiene usted la naturaleza de oro? Entonces viva de
acuerdo con ella. Ya que tiene la vida y la naturaleza divinas, ¿por qué no
anda en ellas? ¿Concuerda su manera de hablar con la naturaleza divina o
con su pobre naturaleza humana? Ojalá todos veamos que hoy la
naturaleza de Dios es nuestra calle.
Quienes estamos en el recobro del Señor andamos en la naturaleza divina.
Muchos de los hermanos que están en el liderazgo pueden testificar que yo
no les digo a los demás qué deben hacer. Al contrario, los animo a andar
según la naturaleza divina que se halla en ellos. Debido a que la naturaleza
divina es nuestra calle de oro, en la vida de iglesia no se necesitan reglas.
La calle misma es nuestra norma; nada regula más a una persona que una
calle. Los conductores de los automóviles espontáneamente son limitados
por la calle en la cual conducen. En la Nueva Jerusalén cada uno es
regulado por la única calle, por la naturaleza de oro de Dios, la cual está
en nosotros.
C. Como vidrio transparente
El oro puro, que simboliza la calle y la ciudad, la Nueva Jerusalén, es
como vidrio claro (v. 18). Esto significa que toda la ciudad es
transparente. La calle de oro es como vidrio transparente, carente de toda
opacidad. Aunque las perlas pueden ser opacas, cada una de ellas es una
gran puerta abierta que no se cerrará ni de día ni de noche.
D. Una espiral que desciende
desde el trono de Dios
La calle de la Nueva Jerusalén es una espiral que desciende desde el trono
de Dios y llega a los escogidos de Dios. Por consiguiente, esta calle llega a
todas las puertas y nos conduce de las puertas al trono de Dios.
E. Una calle para las doce puertas
en cuatro direcciones
La única calle sirve a las doce puertas en cuatro direcciones. En esta calle
todos los redimidos del Señor caminan en absoluta unidad, guiados por la
calle hasta el trono de Dios. Por consiguiente, en la Nueva Jerusalén hay
una sola calle y conduce a una sola meta.
F. Con el suministro de vida
Apocalipsis 22:1 dice: “Y me mostró un río de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en
medio de la calle”. Este versículo revela que el río de agua de vida fluye
en medio de la calle. Por lo tanto, en esta calle está el suministro de vida.
Además, el versículo 22:2 dice: “Y a uno y otro lado del río, estaba el
árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto”. Aquí
vemos que el árbol de la vida, el cual está en el río, crece a ambos lados
del río que corre a lo largo de la calle. De modo que el suministro de vida
está relacionado con la calle. Cuanto más andamos, actuamos y nos
mantenemos en la naturaleza divina, más suministro de vida recibimos.
Pero si a usted no le interesa la naturaleza divina que hay en su interior,
sino que prefiere hacer obras que concuerden con su gusto, entonces
pierde el suministro de vida. Pero si se ocupa de manera práctica en su
vida diaria de la naturaleza divina que está en usted, disfrutará el rico
suministro de vida que se halla a lo largo de la calle de oro.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y CUATRO
LA NUEVA JERUSALEN
(6)
XIV. SU TEMPLO
En mensajes anteriores examinamos la ciudad misma, sus fundamentos, el
muro, las puertas y la calle. Ahora llegamos al templo, un tema lleno de
significado en la Biblia.
A. El Señor Dios Todopoderoso y el Cordero.
Apocalipsis 21:22 dice: “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios
Todopoderoso, y el Cordero, es el templo de ella”. Este versículo expresa
claramente que en la Nueva Jerusalén no habrá templo. El Señor Dios
Todopoderoso y el Cordero son el templo. En el Antiguo Testamento el
tabernáculo de Dios fue el precursor del templo. La Nueva Jerusalén es el
tabernáculo de Dios (v. 3) y será el templo de Dios. Esto indica que en el
cielo nuevo y la tierra nueva, el templo de Dios será ensanchado hasta
convertirse en una ciudad. La equivalencia de las tres dimensiones de la
ciudad (v. 16) indica que toda la ciudad será el Lugar Santísimo, el templo
interior. De manera que no habrá templo en ella.
En el versículo 22 la palabra griega naos significa templo, refiriéndose al
templo interior, el Lugar Santísimo, no al templo en general, que incluiría
el lugar santo. El templo interior es el Señor Dios Todopoderoso y el
Cordero, lo cual significa que Dios y el Cordero son el lugar donde
servimos a Dios. La ciudad santa como tabernáculo de Dios es el lugar
donde Dios habita; nosotros habitamos en Dios y el Cordero como templo.
En el cielo nuevo y la tierra nueva, la Nueva Jerusalén será un lugar donde
Dios y el hombre morarán por la eternidad.
La Nueva Jerusalén en su totalidad es el Lugar Santísimo, y Dios y el
Cordero son el templo de esta ciudad. Si unimos estas dos afirmaciones,
nos daremos cuenta de que esta ciudad es Dios y el Cordero. Debido a que
la ciudad entera es el Lugar Santísimo y a que el templo interior es Dios y
el Cordero, la ciudad entera es Dios y el Cordero.
Más aún, la ciudad en su totalidad es llamada el tabernáculo (v. 3). Así
como un muchacho es el antecesor de un hombre, de igual manera el
tabernáculo es el antecesor del templo. Antes de aparecer el templo, está el
tabernáculo. Pero cuando el tabernáculo llega a su plenitud, se convierte
en el templo. Por consiguiente, debemos tener presente tres cosas: que la
ciudad entera es el Lugar Santísimo; que el templo es Dios mismo y el
Cordero; y que la ciudad en su totalidad es el tabernáculo. Cuando
juntamos todos estos aspectos, vemos al propio Dios como la ciudad, la
Nueva Jerusalén en su totalidad.
Sin embargo, como ya hicimos notar, la ciudad entera, la Nueva Jerusalén,
también es una composición viva de todos los redimidos de Dios. Por un
lado, Dios es la ciudad, y por otro, la ciudad es una composición viva de
los redimidos. Si esto es difícil de entender con la mente natural,
permítanme hacer esta pregunta: ¿No decimos que la iglesia hoy es Cristo,
y no decimos además que está compuesta de todos los creyentes? En un
sentido la iglesia se compone de todos los creyentes, pero en otro, Cristo
es tanto la Cabeza como el Cuerpo. Por lo tanto, tenemos la expresión, el
Cristo corporativo. En 1 Corintios 12:12 se indica que Cristo no es
solamente la Cabeza, sino también el Cuerpo: “Porque así como el cuerpo
es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo,
siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo”. El mismo
principio se aplica tanto a la iglesia como a la Nueva Jerusalén.
La iglesia es el ensanchamiento de Cristo. Cristo mismo es el Cristo
individual, pero la iglesia es el Cristo corporativo, el Cristo agrandado y
extendido. En consecuencia, la iglesia es la extensión de Cristo, Su
agrandamiento. Del mismo modo, la Nueva Jerusalén es el
ensanchamiento y la extensión del Dios Triuno.
Muchas personas religiosas no están de acuerdo con esta declaración,
debido a que no lo han experimentado. Algunos nos calumnian diciendo
que nosotros enseñamos que podemos evolucionar hasta llegar a ser Dios.
Aunque repudiamos esta falsa acusación, sí afirmamos que somos la
extensión y el agrandamiento de Dios. Después de que quienes se oponen
y nos critican hoy sean perfeccionados, posiblemente nos digan:
“Hermano Lee, usted tenía razón. Le ofrecemos disculpas por habernos
opuesto a usted. Cuando estábamos en la dispensación de la gracia, no
teníamos esta experiencia. Por esta razón fuimos insensatos y nos
opusimos a usted. Ya fuimos juzgados durante la dispensación del reino y
hemos sido perfeccionados. Ahora que estamos juntos por toda la
eternidad, queremos reconciliarnos con usted y pedirle que nos perdone”.
Si algunos dicen esto, les diré que ya les perdoné en la dispensación de la
gracia. Tarde o temprano en esta era, en la próxima era o en la eternidad,
los que se oponen a nosotros tendrán que admitir que la revelación
máxima de la Biblia es la Nueva Jerusalén como agrandamiento de Dios.
La Nueva Jerusalén es el tabernáculo y el templo. Esto significa que no
sólo será el agrandamiento de Dios, el templo, sino también el
tabernáculo, Dios y el Cordero, quien abriga a Sus redimidos consigo
mismo como tabernáculo. En Apocalipsis 7:15, hablando de la gran
multitud que sirve a Dios en el templo celestial, se afirma: “Por esto están
delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en Su templo; y Aquel
que está sentado sobre el trono extenderá Su tabernáculo sobre ellos”.
Dios protegerá a Sus redimidos extendiéndose sobre ellos. En Salmos 90:1
Moisés dice: “Señor, tú nos has sido refugio de generación en
generación”. Moisés sabía que Dios mismo es nuestro refugio o morada
eterna. El salmo 90 es una profecía que afirma esto. No me interesa vivir
en una mansión celestial; prefiero habitar en Dios, en el ensanchamiento
de Dios. Nuestra mente natural nunca piensa que nosotros podamos morar
en Dios. Sin embargo, la ciudad misma, la Nueva Jerusalén, será Dios
mismo como nuestra morada. La extensión y el agrandamiento de Dios
serán nuestra ciudad eterna, y en El habitaremos por la eternidad. Todos
los redimidos serviremos y habitaremos en Dios y el Cordero como
templo.
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, el tabernáculo fue el
predecesor del templo. Cuando el Señor Jesús se encarnó, fijó tabernáculo
entre nosotros (Jn. 1:14) y era el templo (Jn. 2:19-21). Ahora la iglesia es
el templo (1 Co. 3:16). Estos dos términos, tabernáculo y templo, se usan
una y otra vez en la Biblia. De modo que si deseamos conocer la Nueva
Jerusalén, debemos estudiar todos los pasajes del Antiguo Testamento y
del Nuevo que aluden al tabernáculo y al templo. En realidad, el fin
primordial del tabernáculo no era que el pueblo habitara allí, sino que Dios
morara en él. Finalmente, la Nueva Jerusalén será la morada de Dios y
también del hombre. Esto significa que será una habitación donde
moraremos conjuntamente. Dios será nuestra morada, y nosotros seremos
la morada Suya.
En lo dicho por el Señor, tenemos una miniatura de esta morada:
“Permaneced en Mí, y Yo en vosotros” (Jn. 15:4). Permanecer en el Señor
es tomarlo como nuestra morada. Cuando hacemos del Señor nuestra
morada, El habita en nosotros. Moramos mutuamente el uno en el otro, ya
que nosotros permanecemos en el Señor, y El en nosotros. No hay
necesidad de esperar hasta que venga la Nueva Jerusalén para habitar en el
Señor y para que El more en nosotros. Yo puedo testificar con certeza que
muchas veces sé que estoy verdaderamente en el Señor y que El mora en
mí. Ahora mismo El mora en mí, y yo en El. Aunque esto es difícil de
explicar, sigue siendo un hecho que experimentamos. Todos podemos
testificar que mientras habitemos en El, tenemos el sentir de que El habita
en nosotros. Si usted dice: “Señor Jesús, te doy gracias porque en este
momento moro en Ti”, inmediatamente tendrá el profundo sentir de que El
mora en usted. Dondequiera que usted esté, en su casa, en su trabajo o
estudiando, puede decir: “Señor Jesús, en estos momentos estoy morando
en Ti”, y alguien dentro de usted le dirá: “Y Yo moro en ti”. Esto es una
miniatura de la venida de la Nueva Jerusalén, la cual simplemente será una
morada conjunta para nosotros y para Dios y el Cordero.
Por un lado, nosotros seremos la Nueva Jerusalén, y por otro, Dios y el
Cordero también lo serán. En el presente, este mismo principio se aplica a
la iglesia. En un sentido, nosotros somos la iglesia, y en otro, Cristo es la
iglesia. El asunto de la morada conjunta es profundo. La nueva ciudad será
nuestra habitación, y también será la habitación de Dios. Es similar al caso
del templo, el cual era la morada de Dios y también el lugar donde los
sacerdotes servían a Dios. La nueva ciudad será Dios mismo. Nosotros
moraremos en Dios y le serviremos. El mismo Dios a quien servimos será
el templo donde le serviremos. ¡Qué maravilloso! Ojalá que todos le
experimentemos a El de esta manera profunda.
XV. SU LUZ
El versículo 23 dice: “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que
brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su
lámpara”. En el milenio la luz del sol y de la luna será intensificada (Is.
30:26). Pero en la Nueva Jerusalén, en el cielo nuevo y la tierra nueva, no
serán necesarios el sol ni la luna. Estos estarán en el cielo nuevo y la tierra
nueva, pero no serán necesarios en la Nueva Jerusalén, pues allí Dios,
quien es la luz divina, resplandecerá con mayor intensidad.
Dios mismo es el templo y la luz de la ciudad. Aparte de Dios y el
Cordero no hay nada más en esta ciudad. En la Nueva Jerusalén Dios lo es
todo.
El Cordero como la lámpara brilla con Dios como la luz que ilumina la
ciudad con Su gloria, la expresión de la luz divina. La luz divina iluminará
la ciudad santa, y no habrá necesidad de otra clase de luz, ya sea creada
por Dios o por el hombre (22:5). No se necesitará la luz natural. Aunque el
sol y la luna estarán en el cielo nuevo y la tierra nueva, no los
necesitaremos debido a que nuestra morada resplandecerá mucho más que
cualquiera otra luz. Tampoco habrá necesidad de la luz artificial, pues
Dios mismo será la luz de la ciudad santa. Es el mismo caso en la vida de
iglesia hoy, pues Cristo es la luz de la iglesia.
El versículo 23 dice que el Cordero, Cristo, es la lámpara. Dios es la luz, y
Cristo la lámpara. La luz necesita un portador. Nunca debemos separar a
Cristo de Dios ni a Dios de Cristo. En realidad, Dios y Cristo son una sola
luz. Dios es el contenido, y Cristo es el portador, la expresión. Esto nos
permite entender la Trinidad, y este entendimiento es diferente de la
enseñanza tradicional. Este versículo describe a Dios como la luz y a
Cristo el Hijo como la lámpara. La luz está en la lámpara para expresarse
por medio de ella. La lámpara contiene y expresa la luz. Igualmente Dios
el Padre está en el Hijo y es expresado a través de El.
En la Nueva Jerusalén “no habrá más noche” (22:5). En el cielo nuevo y la
tierra nueva persistirá la distinción entre el día y la noche, pero en la
Nueva Jerusalén no habrá tal distinción. Fuera de la ciudad habrá noche,
pero dentro de ella no habrá noche, porque tendremos la eterna luz divina,
Dios mismo.
El versículo 24 dice: “Y las naciones andarán a la luz de ella”. En el
milenio la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete
veces mayor (Is. 30:26). Yo creo que en el cielo nuevo y la tierra nueva la
luz del sol será más brillante que en el milenio. No obstante, el versículo
24 dice que las naciones andarán a la luz de la ciudad. Esto prueba que la
luz de la ciudad será más intensa que la luz natural. Dios resplandecerá a
través de la ciudad, y este resplandor será más brillante que el del sol y el
de la luna. Las naciones no necesitarán andar a la luz del sol ni de la luna,
porque caminarán bajo el resplandor de la Nueva Jerusalén. Hoy día la
iglesia debe ser esta luz resplandeciente, y todos nuestros vecinos deben
andar a la luz de nuestro resplandor.
Hoy, la iglesia es la portadora de Cristo como luz que resplandece para
esta generación. Necesitamos ser la iglesia resplandeciente. Lamento decir
que hay muy poco resplandor en la cristiandad. Debido a la carencia de
luz, es difícil distinguir a los cristianos de los que no lo son. Los que están
en la iglesia deben mostrar una diferencia, no en una designación hecha
por hombre, sino en el brillo. Debemos brillar para que las naciones anden
en nuestra luz.
XVI. SU GLORIA
En el versículo 11 tenemos una descripción de la gloria de la Nueva
Jerusalén, “Teniendo la gloria de Dios. Y su resplandor era semejante al
de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”.
La gloria de Dios es la expresión de Dios, Dios expresado. Cuando Dios
es manifestado, esto es gloria. Nosotros hemos sido ordenados por esta
gloria y llamados a esta gloria (1 Co. 2:7; 1 P. 5:10; 1 Ts. 2:12). Estamos
siendo transformados a esa gloria (2 Co. 3:18) y seremos llevados a ella
(He. 2:10). Finalmente seremos glorificados con Cristo (Ro. 8:17,30) para
llevar la gloria de Dios, para la expresión de Dios en la Nueva Jerusalén.
La palabra griega traducida “resplandor” en el versículo 11 significa
luminaria o portador de luz. Hoy, los creyentes como hijos de luz (Ef. 5:8)
son la luz del mundo (Mt. 5:14), brillando en medio de esta generación
torcida y perversa (Fil. 2:15). Finalmente, la Nueva Jerusalén, como una
composición de todos los santos, será una luminaria, y alumbrará con la
luz de Dios a todas las naciones alrededor de ella.
El resplandor de la gloria de la Nueva Jerusalén es parecida a una piedra
preciosa. Esta piedra preciosa no es la luz, sino la portadora de la misma.
No tiene luz propia, pues su luz, la cual es Dios, ha sido forjada en ella y
resplandece a través de ella. Esto indica que nosotros, como parte de la
Nueva Jerusalén, tenemos que ser transformados en piedras preciosas y
dejar que Dios sea forjado en nuestro ser como la luz resplandeciente, para
poder brillar como expresión Suya.
XVII. SU APARIENCIA
La apariencia de la ciudad es “como piedra de jaspe, diáfana como el
cristal” (v. 11). La apariencia de Dios es como de jaspe (4:3). La luz de la
Nueva Jerusalén es como piedra de jaspe, y tiene la apariencia y la
expresión de Dios en su resplandor.
La ciudad en su totalidad, la Nueva Jerusalén, es el propio Dios. La luz es
Dios, su gloria es la expresión de Dios y su apariencia es Dios mismo
revelado a las naciones. Esto es maravilloso. En la actualidad, todo esto
debe encontrarse en la vida de iglesia. La iglesia es el templo de Dios. El
mismo Dios que está en la iglesia es nuestra morada y también la luz que
brilla a través de nosotros iluminando así a nuestros vecinos. Dicha luz es
la gloria y la apariencia de la iglesia. Esta es la vida de iglesia.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y CINCO
LA NUEVA JERUSALEN
(7)
XVIII. SU CENTRO
Toda nación tiene un centro, y éste es su capital, su sede de gobierno. La
Nueva Jerusalén también tiene un centro, que es el trono de nuestro Dios
redentor, es decir, el trono de Dios y del Cordero (22:1).
Ya dimos a entender que en la primera sección de este libro (1:1—11:19)
el centro es el trono de Dios, y en la segunda (12:1—22:21) es el templo
de Dios. También examinamos la expresión “salió una gran voz del
templo desde el trono” (16:17, véanse los mensajes cuarenta y nueve y
cincuenta, páginas 552-554, 556-557, 559-560). Al final del libro de
Apocalipsis, el trono de Dios está en el templo. Así que el trono y el
templo se han hecho uno solo.
Nuestro Dios no sólo lleva a cabo Su administración en el trono ni sólo se
expresa en el templo, sino que es el mismo Dios que está en el trono y en
el templo expresándose en Su administración. Desde el trono Dios efectúa
Su administración, y desde el templo El se expresa. El hecho de que el
trono esté en el templo significa que la administración de Dios lo expresa
a El. Dios lo administra todo con el fin de expresarse. En la eternidad
futura el trono de Dios estará en el centro de la Nueva Jerusalén, y Su
expresión se extenderá a la circunferencia. Por consiguiente, nuestro Dios
es tanto el Dios que administra como el Dios que se expresa.
A. El trono de Dios y del Cordero
Apocalipsis 22:1 dice: “Y me mostró un río de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en
medio de la calle”. El trono de Dios y del Cordero, un solo trono
compartido por ambos, indica que Dios y el Cordero son uno solo, el
Dios-Cordero, el Dios que redime, Dios el Redentor. En la eternidad el
propio Dios que se sentará en el trono es nuestro Redentor, de cuyo trono
brotará el río de agua de vida, que nos abastecerá y satisfará. Esto muestra
cómo el Dios Triuno —Dios, el Cordero y el Espíritu—, representado por
el agua de vida, se imparte en Sus redimidos bajo Su gobierno (implícito
en la autoridad del trono) por la eternidad.
Observe que no hay dos tronos, uno para Dios y otro para el Cordero.
Según los términos tradicionales usados en la cristiandad, la alusión a Dios
y el Cordero, significa que hay dos personas distintas en el trono. ¿Cómo
pueden sentarse Dios y el Cordero en el mismo trono? ¿Acaso están
sentados el uno al lado del otro? En 21:23 encontramos un indicio de la
respuesta correcta a estas preguntas. En este versículo Dios es comparado
con la luz, y el Cordero con una lámpara. La luz y la lámpara no pueden
separarse, y tampoco pueden estar la una junto a la otra. La luz brilla
desde la lámpara. Por lo tanto, Dios, la luz, está en el Cordero, la lámpara.
Dios y el Cordero no están sentados el uno al lado del otro, sino que el
mismo Dios está en el Cordero como la lámpara y brilla en El.
Me gustaría oír lo que dirían los que se oponen a nosotros basándose en la
enseñanza tradicional sobre la Trinidad, para explicar cómo es posible que
Dios y el Cordero estén en el mismo trono. Es mejor no usar el
término persona, pues al usarlo nos confundiríamos y no entenderíamos
bien la Biblia de acuerdo con la palabra pura. La Biblia revela que Dios es
la luz y que el Cordero es la lámpara. Puesto que la luz está en la lámpara,
no son entidades separadas, sino una sola entidad con dos aspectos. Es
muy difícil explicar la Trinidad con palabras humanas, debido a que
simplemente no tenemos el vocabulario ni la terminología para expresarlo
como es debido. Aunque no tenemos las palabras apropiadas, tenemos un
cuadro donde Dios es la luz y Cristo, el Cordero, es la lámpara. El hecho
de que los dos estén sentados en un solo trono indica que no son dos, sino
uno solo.
El que está sentado en el trono es tanto el Dios que creó como el Cordero
que redime. De modo que podemos llamarlo el Dios-Cordero, lo cual
significa que es el Dios redentor, y El está en el trono llevando a cabo Su
administración para poder impartirse en Sus redimidos.
B. En la cumbre de la montaña de oro
El trono que se halla en la Nueva Jerusalén está en la cumbre de la
montaña de oro. La calle de la ciudad conduce al trono. El Señor Jesús
vino a la tierra desde Su trono para introducir a Dios en el hombre. Este es
el Dios Triuno que brota de Sí mismo para llegar a la humanidad. Cuando
lo recibimos, fuimos bautizados en El. El bautismo es la verdadera entrada
en el Dios Triuno (Mt. 28:19), y la entrada al Dios Triuno es el acceso
inicial a la Nueva Jerusalén. Inmediatamente después que pasamos por las
puertas de perla, nos encontramos en la calle de oro que nos guía hacia
arriba, al trono de Dios.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y SIETE
CONCLUSION
Apocalipsis 22:6-21 es la conclusión de este libro. En este mensaje
examinaremos varios elementos que encontramos en esta conclusión.
En el versículo 6 leemos: “Y me dijo: Estas palabras son fieles y
verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado
Su ángel, para mostrar a Sus esclavos las cosas que deben suceder pronto”.
El Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, quien envió a Su ángel
para enseñar las cosas contenidas en este libro, es el Señor Jesús (1:1;
22:16). El versículo 16 dice: “Yo Jesús he enviado Mi ángel con este
testimonio para las iglesias”. El testimonio de este libro fue dado por el
Señor Jesús para las iglesias. Por consiguiente, para entenderlo y guardarlo
necesitamos estar en las iglesias y poner todo nuestro interés en ellas.
En este libro el Señor Dios es llamado el Dios de los espíritus de los
profetas. Esto significa que todas las profecías de este libro fueron
inspiradas por el mismo Dios que inspiró los espíritus de los profetas tanto
del Antiguo Testamento como del Nuevo. También significa que estas
profecías están relacionadas con las del Antiguo Testamento y las del
Nuevo, las cuales fueron pronunciadas por los profetas en su espíritu bajo
la inspiración de Dios. De manera que para comprender estas profecías,
también necesitamos estar en nuestro espíritu bajo la unción de Dios.
I. LA ADVERTENCIA DE QUE
EL SEÑOR VIENE PRONTO
En los versículos 7, 12, y 20 tenemos la advertencia de que el Señor viene
pronto. En cada uno de estos versículos el Señor Jesús dice: “Vengo
pronto”. Esta es la advertencia del Señor. Si la acatamos, seremos
bienaventurados; de no ser así, perderemos la bendición. No piense que el
Señor, por tolerar la situación durante más de diecinueve siglos, es lento
en Su venida. Observe la situación mundial de hoy. No sabemos que
pasará en los próximos días. En esta era las cosas suceden rápidamente.
Por eso, debemos orar y velar. Debemos estar preparados en espíritu y en
nuestra vida diaria. Es nuestra oración que el Señor nos cubra para que
oremos, velemos y estemos preparados.
II. LA BIENAVENTURANZA DE GUARDAR
LAS PALABRAS DE LA PROFECIA DE ESTE LIBRO
En el versículo 7 el Señor dice: “Bienaventurado el que guarda las
palabras de la profecía de este libro”. Aquí el Señor nos dice claramente
que si guardamos las palabras de esta profecía seremos bienaventurados.
El Señor dijo algo parecido en 1:3: “Bienaventurado el que lee, y los que
oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas”.
Este libro fue escrito principalmente como bendición para el pueblo de
Dios. El deleite que tengamos de esta bendición depende de la manera en
que tomemos las palabras de este libro. Tenemos que recibir estas palabras
y guardarlas. Aquellos que lo hagan serán bienaventurados.
III. LA ADVERTENCIA DE NO SELLAR
LA PROFECIA DE ESTE LIBRO
El versículo 10 dice: “No selles las palabras de la profecía de este libro,
porque el tiempo está cerca”. Las profecías de Daniel fueron selladas,
porque fueron dadas mucho tiempo antes del tiempo final, mientras que
las de este libro no deben ser selladas, porque el tiempo está cerca. El libro
de Apocalipsis debe estar constantemente abierto a nosotros y a otros; no
debe estar sellado. Sin embargo, por siglos este libro estuvo cerrado, y
junto con el resto de la Biblia estuvo escondido de la gente por la Iglesia
Católica Romana. Por medio de Martín Lutero, la Biblia fue puesta al
alcance de la gente, aunque no estaba abierta del todo. Después de leer los
mensajes de este estudio-vida, no podemos decir que el libro de
Apocalipsis está cerrado para nosotros. Este libro ha quedado
verdaderamente abierto a los santos. Por lo tanto, no lo cierre para usted
mismo ni para otros. Al contrario, debe de mantenerlo abierto, estudiar
cada aspecto de esta profecía y perseverar en el fluir. Cuanto más vivamos
en las palabras de este libro, más abierto será para nosotros. Si hacemos
esto, el libro de Apocalipsis permanecerá abierto para nosotros, para
nuestra familia y para todos los que nos rodean.
El versículo 11 dice: “El que comete injusticia, cometa injusticia todavía;
y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la
justicia todavía; y el que es santo santifíquese todavía”. Ser injusto o justo,
inmundo o santo, es un asunto serio en la era que abarca este libro. Ser
justo es andar externamente de acuerdo con los caminos justos de Dios,
mientras que ser santo es vivir internamente de acuerdo a la naturaleza
santa de Dios. En esta era debemos andar y vivir de este modo para poder
recibir el galardón; de no ser así, seremos condenados como injustos e
inmundos y seremos castigados cuando venga el Señor (v. 12).
Cualquiera que se endurezca y no mantenga este libro abierto, o que no se
abra a este libro, permanecerá en una condición lamentable. Si es injusto e
inmundo, permanecerá injusto e inmundo. Pero si es justo y santo y se
mantiene abierto a este libro, y este libro abierto a usted, seguirá siendo
justo y santo. Esto significa que si usted guarda esta palabra abierta ante
usted, se hará más justo y más santo. Pero si no la mantiene abierta, se
volverá más injusto y más inmundo, y permanecerá en esta triste
condición hasta que el juicio venga.
IV. LA ADVERTENCIA RELACIONADA
CON EL GALARDON DEL SEÑOR
El versículo 12 dice: “He aquí Yo vengo pronto, y Mi galardón conmigo,
para recompensar a cada uno según sea su obra”. “Yo vengo pronto” es la
advertencia que el Señor repite a fin de que tengamos en cuenta Su
galardón para Su venida. La palabra griega traducida “galardón” significa
“salario”. Cuando el Señor venga, todos los creyentes serán
recompensados después del arrebatamiento, ante el tribunal de Cristo (2
Co. 5:10; 1 Co. 4:5; Ro. 14:10; Mt. 16:27).
El versículo 13 dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo,
el Principio y el Fin”. Esta es la declaración que hace el Señor al final de
este libro, lo cual corresponde a lo que Dios declaró al comienzo (1:8).
Esto indica que el Señor Jesús es Dios mismo. El Dios a quien servimos es
el Alfa y la Omega. El también es todas las letras que figuran entre la
primera y la última. Esto significa que El es apto para cumplir todo lo que
se dijo de El en este libro. No debemos excusarnos diciendo: “Esta visión
es maravillosa, pero es muy elevada para mí. No puedo estar a su nivel”.
El Señor como el Alfa y la Omega respalda Su palabra y la lleva a cabo.
Debemos ejercitar todo nuestro ser para creer Su palabra. No se mire a sí
mismo, no crea en usted y no estime lo suyo propio. Nosotros no somos
nada. Si nos miramos a nosotros mismos no podremos hacer nada. Por lo
tanto, debemos volver nuestros ojos a El y creer Su palabra. No importa
cuán fuera de nuestro alcance esté Su palabra, debemos decir “Amén” a lo
que El diga. Cuando decimos “Amén” a Su palabra, somos fortalecidos y
tenemos una fe viva. La fe no proviene de nosotros; se origina en El. Si
dejamos de poner nuestros ojos en las cosas y lo miramos a El, le
disfrutaremos como nuestro Alfa, nuestra Omega y nuestro todo, y El
ciertamente cumplirá todo lo que prometió en este libro. Lo único que
nosotros debemos hacer es ejercitar la fe en El.
Según el versículo 13, el Señor Jesús no es solamente el Primero, sino
también el Principio; no solamente el Último sino también el Fin. El
Primero indica que ninguno es antes que El, y el Último, que nadie viene
después de El; el Principio significa que El es el origen de todas las cosas,
y el Fin, que El es la consumación de todas las cosas. Por consiguiente, lo
que aquí se indica no es sólo que nada precede al Señor Jesús ni le sucede,
sino también que nadie puede tener origen ni consumación sin El. Esto nos
asegura que el Señor es fiel en Sus promesas, nos anima y nos fortalece. El
cumplirá todo lo que dijo en este libro.
Debido a que El es poderoso y a que lo es todo para nosotros, no debemos
disculparnos diciendo: “Cuán débil soy, la situación con mi familia es
difícil, y las circunstancias me son adversas”. Cuanto más difícil sea
nuestra situación, más rico será el Señor para nosotros. Cuanto más
difíciles sean nuestras circunstancias, más poderoso será el Señor para con
nosotros. Debemos ejercitar nuestra fe en el todo-inclusivo, quien es
nuestro Alfa y Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y Fin; en El no
hay problemas. Por lo tanto, tenemos que sumergirnos en El, creer en El y
descansar en El.
V. PROMETE EL ARBOL DE LA VIDA
Y LA CIUDAD SANTA
En los versículos 14 y 19 tenemos las promesas del Señor relacionadas
con el árbol de la vida y la ciudad santa. El árbol de la vida provee el
suministro de vida, y la ciudad santa es nuestra morada y el lugar donde
servimos.
VI. LA ADVERTENCIA EN CUANTO A
LA PERDICION DE LOS PECADORES
El versículo 15 dice: “Mas los perros estarán fuera y los hechiceros, los
fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace
mentira”. “Estar fuera” se refiere a estar fuera de la ciudad, donde el lago
de fuego guarda a todos los pecadores, los que perecen. Todas las personas
inmundas y pecaminosas serán lanzadas al lago de fuego, “el basurero
universal”. Todos nosotros debemos tomar esto como una advertencia.
VII. EL TESTIMONIO DE QUE EL SEÑOR
ES LA RAIZ Y EL LINAJE DE DAVID
Y LA ESTRELLA RESPLANDECIENTE
DE LA MAÑANA
En el versículo 16 Jesús dice: “Yo soy la raíz y el linaje de David, la
estrella resplandeciente de la mañana”. Cristo en Su divinidad es la raíz de
David, su origen; en Su humanidad El es el linaje de David, su
descendencia. De manera que El es el Señor como raíz y simiente, y
también el renuevo de David como su linaje (Mt. 22:42-45; Ro. 1:3; Jer.
23:5).
Cristo, cuando venga, será el sol para Su pueblo en un sentido general
(Mal. 4:2), y en un sentido particular será la estrella resplandeciente de la
mañana para los que le aman y le esperan. Esto será un galardón para los
vencedores (2:28). Cristo como raíz y linaje de David se refiere a Su
relación con Israel y con el reino, mientras que ser la estrella
resplandeciente de la mañana se relaciona con la iglesia y con el
arrebatamiento. La estrella de la mañana aparece antes de la hora más
oscura, antes del amanecer. La gran tribulación será esta hora más oscura,
después de la cual el reino surgirá. En el reino el Señor aparecerá a Su
pueblo públicamente como el sol, pero antes de la tribulación El aparecerá
en secreto a los vencedores como estrella resplandeciente de la mañana.
LA PIEDRA MENCIONADA
EN EL NUEVO TESTAMENTO
Como ya hemos comentado en varias ocasiones, el asunto de la
piedra se desarrolla en el Nuevo Testamento. En Mateo 16:18 el
Señor Jesús dijo: “Y Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre
esta roca edificaré Mi iglesia”. Aquí el Señor se refiere a Sí mismo
como la roca. En Mateo 21:42 El dijo: “¿Nunca leísteis en las
Escrituras: ‘La piedra que rechazaron los edificadores ha venido a
ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa
a nuestros ojos’?” Esta piedra es la misma de la que dice Zacarías
3:9 que tiene siete ojos. Pedro habló del Señor como esta piedra en
Hechos 4:11, donde dijo: “Este Jesús es la piedra menospreciada
por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del
ángulo”. Pedro decía a los religiosos que ellos habían
menospreciado no solamente a su Redentor, sino también a la
piedra angular del edificio de Dios.
UN ASPECTO ADICIONAL
DE LAS SIETE LAMPARAS
En Apocalipsis 4 y 5 tenemos un aspecto adicional de las siete
lámparas. De acuerdo con 4:5, las siete lámparas del candelero son
siete lámparas de fuego que arden delante del trono de Dios. Las
siete lámparas del candelero iluminan, pero las siete lámparas que
están delante del trono de Dios ademas de iluminar, llevan a cabo el
gobierno administrativo de Dios. En Apocalipsis 5:6 se da a
entender que las siete lámparas que arden delante del trono
también son los siete ojos del Cordero. Así que, los siete ojos son los
siete ojos de la piedra, los siete ojos del Señor y los siete ojos del
Cordero. Estos siete ojos unen la piedra al Señor y al Cordero. Esto
significa que el Cordero es la piedra, y que la piedra es el Señor.
Además, en 5:6 se revela que los siete ojos del Cordero son los siete
Espíritus de Dios. Por un lado, se ve una serie que contiene seis
entidades: el candelero, la piedra, Jehová, el Cordero, el trono de
Dios y Dios. Por otro lado, existe otra serie que consta de tres
entidades: las siete lámparas, los siete ojos y los siete Espíritus. El
candelero significa el resplandor, la piedra con el edificio de Dios.
Jesús nuestro Salvador es Jehová, y el Redentor es el Cordero. El
trono de Dios denota el gobierno de Dios, Su administración.
LAS SIETE LAMPARAS LLEVAN A CABO
LA ADMINISTRACION DE DIOS
Las lámparas iluminan, escudriñan, manifiestan, juzgan y queman.
El fin de todo esto es llevar a cabo la administración de Dios. Hoy
Dios administra Su gobierno iluminando, escudriñando,
exponiendo, juzgando y quemando. Cualquier cosa que no
corresponda a la naturaleza de Dios será quemada por Su fuego.
Aunque fuimos salvos y hemos pasado por cierta medida de
transformación, si nuestra obra es madera, heno u hojarasca, será
quemada; tiene que ser oro, plata y piedras preciosas (1 Co. 3:12-
15). Cualquier obra realizada en la carne, aunque se haga en el
nombre del Señor, pero sin tener relación con El, será quemada.
Todo lo que no sea Dios o que no concuerde con El, aunque se le
llame “iglesia”, obra cristiana o inclusive predicación del evangelio,
ante Dios sólo será madera, heno y hojarasca, y el fuego la
consumirá. Este fuego lleva a cabo la administración de Dios. La
Biblia revela que Dios es fuego consumidor (Dt. 4:24; He. 12:29).
Todo lo que no sea de El o que no corresponda a Su naturaleza será
quemado.
Las siete lámparas que arden, alumbran, escudriñan, exponen y
juzgan quemarán todo lo que no corresponda a Dios, pero refinarán
las cosas que concuerden con Su naturaleza. Estas no son
quemadas, sino refinadas. La escoria irá al lago de fuego, pero el oro
refinado irá a la Nueva Jerusalén.
Es posible que logremos esconder cosas de los demás, pero cuando
las siete lámparas resplandecen sobre nosotros, quedamos
desnudos y totalmente expuestos. Entonces es imposible
escondernos o cubrirnos. Todo lo que somos, hacemos, decimos y
pensamos es puesto de manifiesto, juzgado y quemado. Si lo que
usted dice corresponde a la naturaleza de Dios, será oro refinado; si
no, será escoria. Es así como experimentamos las siete lámparas.
LOS SIETE OJOS INFUNDEN
Y TRASMITEN AL SEÑOR
Las siete lámparas son simultáneamente los siete ojos del Cordero y
la piedra. Las lámparas alumbran y queman; los ojos vigilan y
observan, y además infunden y trasmiten al Señor. Los siete ojos
trasmiten a nuestro ser todo lo que el Cordero-piedra es, a fin de
que seamos como El. En 1 Pedro 2:4-5 dice: “Acercándoos a El,
piedra viva, desechada por los hombres, mas para Dios escogida y
preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sois edificados
como casa espiritual”. Nosotros llegamos a ser piedras vivas al
acudir a El y ser vistos por El. Cuando el Señor nos ilumina y nos
juzga, nos mira, y Sus siete ojos lo infunden en nosotros. De esta
manera somos transformados.
Si no fuéramos salvos, sería una experiencia horrible ser iluminados
así por las siete lámparas del Señor. Pero debido a que somos
salvos, es maravilloso ser iluminados así. Si nuestra obra y nuestro
vivir son carnales y no corresponden al espíritu sino a nuestro yo,
sería terrible ser alumbrados por las siete lámparas, ya que nuestra
vida y nuestra obra quedarían expuestas y serían consumidas por el
fuego. Pero si vivimos en el espíritu y de acuerdo con la naturaleza
de Dios, cuanto más nos alumbren las siete lámparas, y cuanto más
nos mire el Señor, más se nos trasmitirá y se nos infundirá todo lo
que El es. Esto lo confirma nuestra experiencia.
LOS SIETE ESPIRITUS IMPARTEN VIDA
Cuando los siete ojos nos miran e infunden en nosotros todo lo que
el Señor es, inmediatamente se vuelven los siete Espíritus que nos
imparten vida. Cuando esos ojos infunden algo en nosotros, los
siete Espíritus imparten vida en todo nuestro ser. Por lo tanto, las
lámparas nos iluminan y juzgan; los ojos infunden y trasmiten algo
en nosotros; y los Espíritus imparten vida para que seamos
transformados a Su imagen. Cuanto más experimentemos esto, más
edificados seremos. Por esta razón, el libro de Apocalipsis, el cual
habla del edificio de Dios de una manera concluyente, contiene
estos dos capítulos, en los cuales se revela que el edificio de Dios se
obtiene por medio de las siete lámparas, los siete ojos y los siete
Espíritus. Todos necesitamos estar bajo la luz de las siete lámparas,
bajo la mirada de los siete ojos, y bajo la impartición de vida de los
siete Espíritus. En la actualidad muchos de nosotros estamos bajo
las siete lámparas, los siete ojos y los siete Espíritus. ¡Alabado sea el
Señor por esto! Puedo dar testimonio de que cada día quedo
expuesto. ¿No es ésta también su experiencia? Algo nos está siendo
infundido. Puedo testificar que cada día algo del Señor es
trasmitido a mi ser. El resultado de esto es un mayor crecimiento en
vida. No piense que solamente los jóvenes crecen en vida. Aunque
yo soy más viejo, sigo creciendo debido a que diariamente recibo
más vida por la impartición de vida que efectúan los siete Espíritus.
LAS SIETE LAMPARAS
LLEGAN A SER EL RIO DE VIDA
Finalmente, las siete lámparas que están delante del trono se
convierten en el río de vida procedente del trono. En el capítulo
cuatro tenemos las siete lámparas que arden delante del trono de
Dios, y en el veintidós tenemos el río de agua de vida que brota de
Su trono. De modo que, las siete lámparas se convierten en un río.
Según nuestra experiencia, los siete Espíritus de Dios son
primeramente las siete lámparas que arden. Después de que las
siete lámparas nos queman, los siete Espíritus vienen a ser un fluir.
En el capítulo cuatro no tenemos todavía la Nueva Jerusalén,
debido a que solamente con las siete lámparas no hay edificación.
Pero cuando vemos el río que sale del trono y reemplaza las siete
lámparas, sabemos que el edificio está presente. Tal vez ayer usted
haya estado bajo la iluminación y el fuego de las siete lámparas,
pero hoy está en el fluir del agua de vida. Si sólo se tienen las
lámparas, no hay edificación; pero con el fluir, se obtiene la Nueva
Jerusalén. Cuando estamos en el fluir, somos parte del edificio de
Dios.
Según el libro de Apocalipsis, los siete Espíritus de Dios son
primordialmente las lámparas que arden delante del trono
administrativo de Dios. Finalmente, en el edificio de Dios los siete
Espíritus de Dios se vuelven el río de agua de vida que procede del
trono. Este trono no sólo se relaciona con la administración, sino
que también es un trono que brinda la suministración. De esta
manera obtenemos el edificio. Cuanto más iluminados y más
consumidos seamos, más estaremos en el fluir de la vida, y cuanto
más estemos en dicho fluir, más seremos edificados. Es así como
experimentamos el edificio. ¡Gloria al Señor !