Está en la página 1de 715

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS

MENSAJE UNO
INTRODUCCION
Por la gracia del Señor, en el estudio-vida llegamos al último libro de la
Biblia, el libro de Apocalipsis. El libro de Apocalipsis ha estado cerrado
debido a la sutileza del enemigo de Dios, y pocos cristianos lo entienden.
Son muy pocos los que han visto allí algo de vida, de la economía de Dios,
y del testimonio de Jesús. Por consiguiente, hemos sentido la
responsabilidad de parte del Señor de tener un estudio-vida sobre este
libro.
El Apocalipsis es un libro de profecía (1:3; 22:7), pues la revelación que
contiene es de carácter profético. La mayor parte de las visiones se
relaciona con eventos futuros. Aun las siete epístolas a las siete iglesias
que aparecen a modo de señales en los capítulos dos y tres, son profecías
en cuanto a la iglesia, las cuales abarcan el período hasta que el Señor
regrese. Aunque este libro es profético, las profecías no se dan solamente
en palabras, sino también en visiones reveladas al vidente. A los ojos de
Dios, todo lo profetizado en este libro ya ha ocurrido y todo le fue
mostrado al vidente en forma de visiones sucesivas.
En el libro de Apocalipsis los verbos y los predicados, en su mayor parte,
no están en tiempo futuro, sino en pasado, lo cual indica que los eventos
narrados ya ocurrieron. En realidad, el Apocalipsis no consta simplemente
de profecías; es una revelación de eventos que ya sucedieron. Aunque a
nosotros nos parece que no han ocurrido, a los ojos de Dios, ya
sucedieron. Delante de Dios, todo lo que consta en este libro, ocurrió hace
cerca de dos mil años. Todos nosotros tenemos que creer esto. La mayor
parte de los cristianos considera el Apocalipsis como un libro de
predicciones. Muchos de ellos leen el libro por curiosidad. Nosotros
tenemos que decirle al Señor: “Señor, sálvanos de esto. No queremos
estudiar este libro solamente por curiosidad”. Recalco una vez más que el
Apocalipsis no es simplemente un libro profético, sino el relato de eventos
ocurridos.
En Apocalipsis han ocurrido dos cosas principales. La primera es que el
testimonio de Jesús se ha logrado y perdura por la eternidad. ¿Ha visto
usted la Nueva Jerusalén? El apóstol Juan la vio hace cerca de dos mil
años. ¿Cree usted que está en la Nueva Jerusalén? Si damos la impresión
de estar locos al decir esto, lo estamos según la Biblia. De acuerdo con la
Biblia, la Nueva Jerusalén, es decir, la máxima consumación de la obra de
Dios a través de los siglos, ha sido completamente edificada, y nosotros
estamos en ella. De acuerdo con los últimos dos capítulos de Apocalipsis,
la edificación de la Nueva Jerusalén ya se completó. Lo primero que se
revela está en el lado positivo.
Por otro lado, ocurrió una segunda cosa principal: Satanás, el enemigo de
Dios, ya fue juzgado. Ante Dios y ante nuestro hermano Juan, Satanás ya
fue lanzado al lago de fuego (20:10). Satanás, la serpiente, está en el lago
de fuego, y nosotros estamos en la Nueva Jerusalén. ¿Ha visto usted esto?
Si hemos visto que Satanás está en el lago de fuego, no debemos rogar a
Dios que lo juzgue. Debemos alabar al Señor porque ya el enemigo fue
juzgado. Cuando Satanás nos aflija, debemos decirle: “Satanás, estás en el
lugar equivocado. Este no es tu lugar; estás en el lago de fuego, regresa
allá y no vuelvas aquí”. ¿Ha hecho usted esto en alguna ocasión? Todos
nosotros debemos hacerlo.
La Biblia nunca cambia, incluso en cuanto a Satanás, el enemigo de Dios.
En Génesis 3, Satanás vino a la humanidad de una manera muy sutil,
presentándose como una serpiente. En Apocalipsis Satanás es
deliberadamente llamado “la serpiente antigua” (12:9; 20:2). En el libro de
Génesis, la serpiente no era tan antigua, pero en el Apocalipsis, había
envejecido por lo menos seis mil años. Con una intención definida, el libro
de Apocalipsis lo llama “la serpiente antigua”. Sin embargo, cuando se
escribió el libro de Apocalipsis, Satanás no era solamente “la serpiente
antigua” sino que también había llegado a ser un dragón (12:9; 20:2). De
acuerdo con el libro de Apocalipsis, este dragón es primeramente lanzado
del cielo a la tierra (12:7-9). Y después de tres años y medio es atado y
arrojado al abismo (20:1-3). En Apocalipsis 20 vemos que, en cierto
modo, continúa siendo útil en las manos de Dios. El Señor soltará a
Satanás de su prisión, el abismo, al final de los mil años (20:7). Satanás,
después de ser libertado, hará lo posible por destruir a la humanidad y por
“engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog
y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla” (20:8). Pero después de un
corto tiempo, según 20:10, el diablo será lanzado en el lago de fuego, el
cual es su destino. El libro de Apocalipsis ha estado cerrado porque
expone a Satanás, y manifiesta su destino. Pero ahora al final de la era,
creemos que el Señor abrirá este libro, nuestros corazones, nuestro espíritu
y nuestros ojos para que veamos claramente. ¡Aleluya, Satanás, la
serpiente antigua, está en el lago de fuego, y nosotros estamos en la Nueva
Jerusalén!
La Nueva Jerusalén es el testimonio de Jesús. Hoy la iglesia también es el
testimonio de Jesús. Y nosotros los que estamos en las iglesias somos el
testimonio de Jesús. Todos debemos ver esto en detalle, olvidándonos de
nosotros mismos, de nuestras debilidades, de los pecados que nos rodean y
aun de estar en la tierra. Cuando alguien le pregunte dónde está usted,
debe responder: “Estoy en la Nueva Jerusalén”. En la Nueva Jerusalén no
hay insectos, ranas, escorpiones ni serpientes. Además, en esa ciudad no
hay pecado ni muerte ni mundo. No hay nada allá, excepto Cristo y los
que fueron redimidos y transformados por Dios. Si vemos esto, debemos
alabar al Señor y exclamar ¡Aleluya!
Apocalipsis 1:1 dice: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para
mostrar a Sus esclavos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró en
señales enviándola por medio de Su ángel a Su esclavo Juan”. La
revelación de dicho libro se compone principalmente de señales, esto es,
símbolos con significado espiritual, como por ejemplo los siete candeleros
que representan las iglesias, y las siete estrellas que representan los
mensajeros de las iglesias (1:20). Incluso la Nueva Jerusalén es un
símbolo o una señal, cuyo significado es la consumación final de la
economía de Dios (caps. 21—22). Este es un libro de símbolos o señales
por medio de los cuales nos es dada a conocer la revelación. El evangelio
de Juan es un libro de señales que nos muestran que Cristo vino a ser
nuestra vida para producir la iglesia, Su novia. El Apocalipsis, escrito
también por Juan, es un libro de símbolos que nos muestran la manera en
que Cristo ahora cuida la iglesia y la manera en que vendrá para tomar
posesión de la tierra y juzgarla, y para introducir plenamente la iglesia, Su
novia, en la economía de Dios.
I. UN LIBRO DE CONCLUSION
El Apocalipsis es un libro de conclusión. Si el Apocalipsis fuese
quitado de la Biblia, quedaría un gran vacío, tendríamos el principio
sin el final. El comienzo está en Génesis, pero sin el Apocalipsis no
habría conclusión ni consumación. Después de tener un buen
comienzo y de hacer muchas obras, es necesario que Dios concluya
Su obra. Sin el Apocalipsis la economía de Dios quedaría
inconclusa. Dios es grande; El obra con un propósito. Para poder
cumplir Su plan, es necesario que Su economía sea finalizada.
Muchos de los que estudian la Biblia han pasado por alto la
economía de Dios. Si no tuviéramos el Apocalipsis, no podríamos
ver la consumación de la economía de Dios. De hecho, nos sería
difícil entender lo que es la economía de Dios, porque no veríamos
el resultado de Su economía. Pero en este libro, la revelación de la
economía de Dios está clara porque contiene la conclusión de la
economía de Dios.
Sin el Apocalipsis, tampoco tendríamos la conclusión de la
redención de Cristo. Cristo vino en la carne y murió en la cruz para
realizar la redención. Pero, ¿qué produjo Su redención? Decir que la
redención de Cristo solamente salva a los pecadores y los lleva al
cielo, es una conclusión muy pobre. Esta conclusión no dice mucho.
Pero en el Apocalipsis vemos que Cristo nos redimió y nos compró
con Su sangre, para hacernos un reino de sacerdotes. Por
consiguiente, este libro nos revela la conclusión de la redención
efectuada por Cristo.
Apocalipsis 1:6 dice que Cristo “hizo de nosotros un reino,
sacerdotes para Su Dios y Padre”. Los creyentes, los redimidos por
la sangre de Cristo, no solamente nacieron de Dios y fueron
introducidos en Su reino (Jn. 3:5), sino que también llegaron a ser
un reino para la economía de Dios, el cual es la iglesia. (Mt. 16:18-
19). Juan, el escritor de Apocalipsis, estaba en este reino (1:9), y
todos los creyentes, los que fueron redimidos y nacieron de nuevo,
son parte del mismo (Ro. 14:17).
Uno de los aspectos principales de este libro es que Dios está
recobrando Su derecho sobre la tierra para hacerla Su reino (11:15).
Cuando Cristo vino, el reino de Dios vino con El (Lc. 17:21; Mt.
12:28). Este reino ha sido incrementado como la iglesia (Mt. 16:18-
19), la cual llevará la consumación del reino de Dios a toda la tierra.
Por un lado, el reino de Dios está hoy en la iglesia, y por otro, el
reino de Dios viene por medio de los creyentes vencedores (12:10).
Entonces Cristo y los creyentes vencedores reinarán sobre todas las
naciones en el reino milenario (2:26-27; 12:5; 20:4,6).
La redención por medio de la sangre de Cristo, no solamente nos ha
hecho un reino, sino también sacerdotes para Dios (1 P. 2:5). El
reino trae el dominio de Dios, mientras que los sacerdotes, aquellos
que expresan Su imagen, expresan a Dios. Este es el sacerdocio real
(1 P. 2:9) que cumple el propósito original que Dios tenía al crear al
hombre (Gn. 1:26-28). Este sacerdocio real se ejerce hoy en la vida
de la iglesia (5:10), será practicado intensamente en el reino
milenario (20:6), y finalmente concluirá en la Nueva Jerusalén
(22:3, 5).
El libro de Apocalipsis también presenta una maravillosa
consumación de la iglesia. Allí vemos la economía de Dios, la
redención de Cristo y el testimonio de la iglesia. Sin el Apocalipsis,
podemos leer las epístolas vez tras vez sin percatarnos de que la
iglesia es el testimonio de Cristo. ¿En cuál de las epístolas vemos a
las iglesias brillando como candeleros en la noche obscura?
Solamente en el libro de Apocalipsis vemos esto. En Apocalipsis, las
iglesias primeramente son los candeleros que brillan. A la postre, en
la eternidad, la iglesia será la Nueva Jerusalén, una montaña de oro.
Esta es la maravillosa consumación de la iglesia. La situación actual
es una mentira, y no debemos creerla. No diga solamente: “Qué
pecaminosa es la Iglesia Católica y qué lamentable es la condición
de las iglesias protestantes”. Nosotros debemos ver el otro lado, el
lado eterno donde vemos la Nueva Jerusalén. Aun hoy, durante la
noche oscura, tenemos los candeleros iluminando.
Juntamente con la economía de Dios, la redención de Cristo, y el
testimonio de la iglesia, Apocalipsis revela el destino del enemigo.
Si no tuviéramos el libro de Apocalipsis, no sabríamos cual es el
destino de Satanás, y nadie podría entender por qué Dios continúa
tolerando a Satanás, el insidioso, maligno y perverso. Pero si leemos
detenidamente dicho libro, veremos la conclusión de la historia de
Satanás, estaremos contentos y nos reiremos de la serpiente
antigua. Por consiguiente, en el Apocalipsis tenemos la conclusión
de cuatro cosas principales, a saber: la economía de Dios, la
redención de Cristo, el testimonio de la iglesia y el destino de
Satanás.
A. La conclusión de los escritos de Juan
El libro de Apocalipsis es la conclusión de los escritos de Juan. Como
dijimos en el Estudio-vida de Juan, los escritos del apóstol están divididos
en tres categorías: el evangelio, las epístolas y el Apocalipsis. El
Evangelio de Juan gira en torno a la impartición de vida. En Juan 10:10
Jesús dice: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia”, y en Juan 12:24 dice: “De cierto, de cierto os digo, que si el
grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva
mucho fruto”. En estos versículos vemos la impartición de vida, que es la
idea central del Evangelio de Juan. En las epístolas de Juan vemos la
comunión, la cual trae crecimiento en vida. Aunque la vida ya nos fue
impartida, necesita crecer. La vida crece mediante la comunión. Por
consiguiente, en las epístolas vemos la comunión para el crecimiento en
vida. En la última categoría de los escritos de Juan, el Apocalipsis,
tenemos la cosecha de la vida. En primer lugar la vida es impartida, luego
crece, y finalmente es cosechada. Sin el Apocalipsis, tendríamos el
impartir de vida y el crecimiento de vida, pero no habría cosecha de vida.
B. La conclusión del Nuevo Testamento
El Apocalipsis también es la conclusión del Nuevo Testamento, el cual
está compuesto de los evangelios, Hechos, las epístolas y el Apocalipsis.
En los evangelios vemos la siembra de la semilla de vida porque allí Jesús
vino a sembrarse como la semilla de vida en la humanidad, en un pequeño
grupo de personas, como por ejemplo Pedro y Juan. En los Hechos
tenemos la propagación de la vida. En las epístolas vemos el crecimiento
de la vida. La idea central de todas las epístolas escritas por Pablo, Pedro,
Juan y los demás es el crecimiento de la vida. Todos necesitamos crecer en
vida. En Apocalipsis llegamos a la cosecha de la vida. En el capítulo
catorce de Apocalipsis tenemos un campo maduro y una cosecha.
Apocalipsis 14:15 dice: “Y del templo salió otro ángel, clamando a gran
voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete Tu hoz, y siega; porque la
hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura”. En
Apocalipsis 14 el campo es cosechado. Por esto vemos que Apocalipsis es
la conclusión del Nuevo Testamento.
C. La conclusión de toda la Biblia
El Apocalipsis, el último libro de la Biblia, es la conclusión, la
culminación y la consumación completa de toda la revelación divina
contenida en la Biblia. La Biblia necesita tal conclusión. Las semillas de la
mayoría de las verdades de la revelación divina fueron sembradas en
Génesis, el primer libro de la Biblia. El crecimiento de todas estas semillas
se da progresivamente en los libros que siguen, especialmente en los libros
del Nuevo Testamento, y la cosecha se recoge en Apocalipsis. Por
ejemplo, en Génesis está la semilla de la serpiente, y en Apocalipsis está la
cosecha de la serpiente. Por consiguiente, la mayoría de las cosas
abarcadas en este libro no son nuevas, pues se refieren a libros anteriores
de la Biblia. En Génesis está la semilla de la revelación divina, en los
siguientes libros se halla el desarrollo progresivo de la misma, y en
Apocalipsis tenemos la cosecha de dicha revelación. Por lo tanto, debemos
ahondar en este libro y conocerlo. Si no conocemos este libro, no podemos
entender claramente la revelación de Dios. Cuando viajamos, con
frecuencia nos vemos indecisos en cuanto al camino o la ruta, hasta que
llegamos a nuestro destino. Después de haber llegado, recordamos el
camino por donde veníamos, y entonces entendemos claramente. En
Apocalipsis llegamos al destino de la Biblia entera. Habiendo llegado a
este destino, podemos entender este libro divino.
II. EL CONTENIDO
Ahora entramos en el contenido del Apocalipsis. No piensen que el
contenido de este libro se limita a las ranas, los escorpiones, las langostas,
los cuernos, las serpientes y los caballos. No debemos decir que el
contenido es simplemente los siete sellos, las siete trompetas y las siete
copas. No, este libro no trata principalmente de esas cosas. El Apocalipsis
es primeramente un libro acerca de Cristo; en segundo lugar, es un libro
acerca de la iglesia, y en tercer lugar, un libro acerca de la economía de
Dios.
A. La revelación de Cristo es única y final
La Biblia en su totalidad revela a Cristo. El Apocalipsis como conclusión,
culminación y consumación de la Biblia, es especialmente “la revelación
de Jesucristo” (1:1). Aunque este libro también revela otras cosas, el
centro de la revelación es Cristo. Algunos aspectos de Cristo nunca fueron
revelados de la manera que vemos en Apocalipsis, como por ejemplo la
visión de que El es el Sumo Sacerdote que está en medio de las iglesias y
las cuida en amor y a la vez en una actitud de juicio (1:13-16), la visión de
que El es el León-Cordero que está en el trono de Dios y en medio de los
cuatro seres vivientes y en medio de los veinticuatro ancianos del
universo, abriendo los siete sellos de la administración universal de Dios
(5:1—6:1), y la visión de que Cristo es el Angel fuerte que viene del cielo
para tomar posesión de la tierra (10:1-8; 18:1). En este libro, la revelación
de Cristo es final y única. En los evangelios, en Hechos y en las epístolas
no vemos que Cristo tenga siete ojos, pero tal cosa sí se revela en
Apocalipsis (5:6). Cristo, nuestro Salvador, tiene siete ojos. ¡Qué
asombroso! Esta revelación de Cristo es única. En Lucas 4:22 se nos dice
que de la boca de Cristo salían “palabras de gracia”, pero en Apocalipsis
1:16 de Su boca sale una afilada espada de dos filos. En el Evangelio de
Juan dice: “He aquí el Cordero de Dios” (1:29), pero en Apocalipsis uno
de los ancianos dice: “He aquí el León de la tribu de Judá” (5:5). Así que,
la revelación de Cristo en este libro es única. En ningún otro libro Cristo
es revelado como lo es en Apocalipsis. Lo primero que se revela en el
Apocalipsis es este Cristo único.
B. El testimonio de Jesús
es específico y consumado
Por un lado, este libro nos revela a Cristo, y por otro, nos muestra el
testimonio de Jesús, el cual es específico y consumado, (1:2, 9;
12:17; 19:10; 20:4). El testimonio de Jesús es la iglesia. El
Apocalipsis presenta al Cristo revelado y a la iglesia como Su
testimonio. En este libro tenemos un relato completo y detallado de
la iglesia. En ningún otro libro se revelan las iglesias como en
Apocalipsis. El testimonio de Jesús consta de: los candeleros,
mencionados en el capítulo uno; la gran multitud de redimidos, en
el capítulo siete; la mujer vestida del sol con el hijo varón, en el
capítulo doce; la cosecha y las primicias, en el capítulo catorce; los
vencedores de pie sobre el mar de cristal, en el capítulo quince; la
novia preparada para las bodas, y los ejércitos celestiales de Cristo,
en el capítulo diecinueve; y la Nueva Jerusalén en los capítulos
veintiuno y veintidós. El testimonio de Jesús es el espíritu —la
substancia, la disposición y la característica— de la profecía (19:10).
Cristo es el Testigo (1:5), el testimonio, la expresión de Dios, y la
iglesia es el testimonio, la expresión de Cristo. Como tal, la iglesia es
la reproducción del testimonio, la expresión de Dios en Cristo. La
revelación específica de la iglesia en este libro es muy crucial, y
todos nosotros tenemos que verla.
C. La economía de Dios
es universal y eterna
El contenido del Apocalipsis también incluye la economía de Dios.
La economía de Dios es Su administración universal y eterna. En el
libro de Apocalipsis vemos la administración universal y eterna de
Dios, la cual llevará a cabo Su economía. Desde el punto de vista del
espacio, Su administración es universal, y en cuanto al tiempo, es
eterna.
1. Los siete sellos
En la administración de Dios, el primer grupo de componentes es
los siete sellos. Un sello indica algo que está cerrado, que es secreto
y que no está abierto al público. Los primeros cuatro sellos abarcan
la historia del mundo desde la ascensión de Cristo hasta el final de
esta era (6:1-8). Dicha historia es abarcada en su totalidad, aunque
brevemente, en los cuatro sellos. Con la apertura de estos sellos
vemos cuatro caballos, cada uno de los cuales tiene un jinete. El
jinete del primer caballo es la predicación del evangelio; el del
segundo caballo es la guerra; el que monta en el tercer caballo es el
hambre, y el cuarto jinete es la muerte. De manera que en los
primeros cuatro sellos tenemos el evangelio, la guerra, el hambre y
la muerte. Si usted conoce la historia del mundo, se dará cuenta de
que ésta ha sido la situación reinante en estos veinte siglos. Desde la
ascensión de Cristo, el evangelio ha sido predicado. A lo largo de los
siglos, juntamente con la predicación del evangelio ha habido
guerra. Desde que el Imperio Romano envió sus ejércitos a destruir
la ciudad de Jerusalén en el año 70 después de Cristo, la guerra ha
sido intensificada siglo tras siglo. En el comienzo de este siglo
tuvimos la primera guerra mundial, y después de ésta hubo otra
más intensa, la segunda guerra mundial. La guerra siempre causa
hambre, y el hambre causa la muerte. Estos cuatro caballos son el
contenido de los primeros cuatro sellos.
El quinto sello consta del clamor de los santos que murieron como
mártires (6:9-11). Esto ocurrirá al final de esta era y casi al
comienzo de la gran tribulación. A lo largo de los siglos muchos
santos han muerto como mártires debido a la predicación del
evangelio. Casi al final de esta era esos santos clamarán a Dios
pidiendo venganza.
El sexto sello, que se abrirá justo antes de la gran tribulación,
constituye el gran terremoto que sacudirá la tierra y el cielo (6:12-
17). Cuando se abra el sexto sello, habrá un gran terremoto (6:12), el
cual será una advertencia para los moradores de la tierra. Algunos
hombres perversos dicen: “¿Quién es Dios? ¡Nosotros somos Dios!”
Aunque ellos digan que son Dios, cuando el verdadero Dios venga y
sacuda la morada donde habitan, entonces sabrán quién es Dios. He
conocido algunas personas que han polemizado conmigo diciendo:
“Señor Lee, usted predica sobre Dios. ¿No sabe usted que nosotros
somos Dios?” Les contesto: “Veamos quién es Dios. Aunque Dios
tiene cierta tolerancia, ésta es limitada. Un día usted va a agotar la
paciencia de Dios, y El con Su dedo pequeño sacudirá la tierra.
Entonces usted sabrá quién es Dios”. Antes de que comience la gran
tribulación, Dios va a enviar una advertencia a todos los moradores
de la tierra para que recuerden que hay un Dios. Cuando se abra el
sexto sello, Dios no solamente conmoverá la tierra sino también los
cielos. En Apocalipsis 6:12, 13 leemos: “Hubo un gran terremoto; y
el sol se puso negro como saco hecho de crin, y la luna se volvió
toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra,
como la higuera arroja sus higos verdes cuando es sacudida por un
fuerte viento”. En ese entonces, la tierra ya no será un lugar
reposado donde los hombres perversos puedan jactarse.
El sello más difícil de entender es el séptimo. El séptimo sello, el
cual se extenderá por la eternidad, consta de siete trompetas. No
confundan los siete sellos con las siete trompetas. Los sellos son
abiertos en secreto, pero las trompetas se tocan en público. Cuando
usted sella algo, lo vuelve secreto y privado, pero cuando toca una
trompeta, lo hace en público.

2. Las siete trompetas,


el contenido del séptimo sello
Las siete trompetas son el contenido del séptimo sello. En las primeras
cuatro trompetas viene juicio sobre la tierra, el mar, los ríos, el sol, la luna
y las estrellas, (8:7-12). Como resultado de los juicios de las primeras
cuatro trompetas, la tierra dejará de ser un lugar apropiado para la
subsistencia del hombre. La quinta trompeta, que es el primer ay de juicio
para el hombre, marcará el principio de la gran tribulación (8:13—9:11).
Como veremos, la gran tribulación será terrible. La sexta trompeta, que es
el segundo ay y que trae más juicio sobre el hombre, es parte de la gran
tribulación (9:12-21). La séptima trompeta es bastante complicada. Consta
del reino eterno de Cristo, el tercer ay, que comprende las siete copas, el
juicio de los muertos, la recompensa de los santos y de los que temen a
Dios, y la eliminación de los que destruyen la tierra (11:14-18). El tercer
ay, que es el segundo componente de la séptima trompeta, será la
conclusión de la gran tribulación. Después de esto, serán recompensados
los profetas, los santos y los que temen el nombre de Dios. A través de las
generaciones, han surgido estas tres clases de personas. La mayoría de los
profetas proceden del Antiguo Testamento, la mayoría de los santos
vienen del Nuevo Testamento, y los que temen el nombre de Dios surgirán
durante la gran tribulación. La séptima trompeta incluye la recompensa
que el Señor dará a estas tres clases de personas. La séptima trompeta
también comprende el juicio de los muertos y la eliminación de los que
destruyen la tierra. Los que destruyen la tierra son Satanás, el anticristo, el
falso profeta y todos los que los siguen. Por lo tanto, la séptima trompeta
abarca el período que va desde que termina la tribulación hasta la
eternidad.
3. Las siete copas
Las siete copas, que son parte del contenido negativo de la séptima
trompeta, las plagas de la ira de Dios derramada sobre los hombres,
traerán la culminación de la gran tribulación (15:1, 6-8; 16:1-21). Las siete
copas, igual que los siete sellos y las siete trompetas, están compuestas de
un grupo de los primeros cuatro, y de otro que comprende el quinto, el
sexto y el séptimo. Este agrupamiento es muy significativo.
Indudablemente el escritor del Apocalipsis tiene que haber sido Dios.
¿Quién más habría tenido la sabiduría para escribirlo? Si este libro fue
escrito según lo que se imaginó Juan, entonces Juan tiene que ser Dios. El
libro de Apocalipsis está redactado de una manera maravillosa.
III. LAS SECCIONES
El libro de Apocalipsis tiene cinco secciones: la introducción (1:1-8), las
cosas que vio Juan (1:9-20), las cosas actuales (2:1—3:22), las cosas
venideras (4:1—22:5), y la conclusión (22:6-21). En la introducción
tenemos la revelación de Cristo y el testimonio de Jesús. Aunque el
Apocalipsis incluye la economía de Dios, ésta no es el centro del libro.
Las dos cosas cruciales que constituyen el centro del libro son Cristo y la
iglesia, es decir, la revelación de Cristo y el testimonio de Jesús. Después
de esta introducción, tenemos las cosas que vio Juan, o sea, los siete
candeleros y el Hijo del Hombre que tiene las siete estrellas. Luego en los
capítulos dos y tres, tenemos las cosas actuales, o sea, las siete iglesias
locales. La sección siguiente, que abarca las cosas que están por venir,
tiene dos partes. La primera parte (4:1—11:19) consta de una vista general
de los eventos futuros que sucederán desde la ascensión de Cristo hasta la
eternidad futura. En la segunda parte (12:1—22:5) encontramos los
detalles de las cosas importantes mencionadas en la primera parte. Estas
dos partes son similares a los capítulos uno y dos de Génesis. En Génesis
1 tenemos una crónica general de la creación; y en Génesis 2 tenemos los
detalles de la manera en que Dios creó al hombre. Según este mismo
principio, en 4:1 y 11:19 tenemos una visión general de todos los eventos
futuros, y desde 12:1 hasta 22:5 tenemos los detalles de las cosas
importantes que están por ocurrir. No considere los últimos once capítulos
como la continuación de los primeros once, porque la vista general de las
cosas que han de venir concluye al final del capítulo once. Después de
todos los detalles de las cosas que vendrán y que fueron reveladas en la
segunda parte de esta sección, tenemos en 22:6-21 la conclusión del libro
de Apocalipsis.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE DOS
LA REVELACION DE CRISTO
ES UNICA Y CONCLUYENTE
En este mensaje llegamos a la revelación de Cristo. Pocos cristianos,
cuando leen el libro de Apocalipsis, han puesto atención a la
revelación de Cristo contenida en este libro. Esta expresión: “la
revelación de Jesucristo”, se encuentra en 1:1, y los estudiantes de la
Biblia han interpretado esto de diferentes maneras. Algunos dicen
que esta expresión significa que el libro de Apocalipsis ha sido dado
por Cristo como una revelación. Esta interpretación hace la
revelación de Cristo muy objetiva y no es exacta. Si leemos todo el
libro de Apocalipsis minuciosamente, veremos que esta expresión
indica que el Apocalipsis revela a Cristo mismo. Este es un cuadro,
una descripción, de la persona de Cristo, y no simplemente una
revelación dada por Cristo. Tenemos que ver que Cristo es el centro
y la figura predominante en todo el libro de Apocalipsis. Por
consiguiente, debemos entender la expresión “la revelación de
Jesucristo” de una manera subjetiva. Esta no es simplemente una
revelación que Cristo dio, sino una revelación que nos presenta a
Cristo.
Cristo se revela en profecías y tipos, y también en palabras
explícitas en el Antiguo Testamento. En cierto aspecto, no
necesitamos el Nuevo Testamento, ya que si leemos el Antiguo
Testamento minuciosamente concentrando toda nuestra atención
en las profecías, los tipos y las palabras explícitas en cuanto a
Cristo, tendremos una revelación de El. Por medio de estas
revelaciones podremos visualizar qué clase de Cristo es Jesucristo.
Sin embargo, por más perfectas que sean las revelaciones del
Antiguo Testamento, no están completas. Por lo tanto, debemos
acudir al Nuevo Testamento, donde está la revelación completa de
Cristo. Si sólo leemos los evangelios, Hechos y las epístolas,
veremos muchos aspectos de Cristo, pero no los que se mencionan
en Apocalipsis. En este mensaje veremos aspectos únicos y
específicos de la revelación de Cristo contenida en este libro.
I. CRISTO EN SU ASCENSION
En el libro de Apocalipsis, Cristo es revelado como el Cristo
ascendido (5:3-6, 8-14). En los cuatro evangelios, vemos a Cristo
encarnado, viviendo en la tierra, crucificado y resucitado. Sin
embargo, no vemos mucho de Cristo en Su ascensión. Aunque los
evangelios, el libro de Hechos y las epístolas mencionan la
ascensión de Cristo, en ninguno de estos libros encontramos una
exposición clara de la escena o lo que ocurre en los cielos después
de la ascensión. Si queremos visualizar esta escena, tenemos que
leer el Apocalipsis, donde encontramos el cuadro de Cristo en los
cielos después de Su ascensión. En este libro tenemos una
exposición completa y clara del mismo Cristo que ascendió a los
cielos. Además, en esta descripción, vemos la escena, el panorama y
la condición en que están los cielos después de la ascensión de
Cristo. Solamente cuando visualizamos esta revelación podremos
adorarlo a El de una manera adecuada.
A. El León-Cordero
El Cristo ascendido es el León-Cordero. (5:5-6). En el Evangelio de
Juan, Juan el Bautista declaró: “He aquí el Cordero de Dios” (Jn.
1:29). Pero en el escenario celestial después de la ascensión de
Cristo, El es revelado principalmente como León, no como Cordero.
Mientras Juan lloraba porque “no se había hallado a ninguno digno
de abrir el libro, ni de mirarlo” (5:4), uno de los ancianos le dijo:
“No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la Raíz de
David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos” (5:5). Es
posible que antes de la crucifixión, era razonable que Juan llorase.
Pero era insensato que se lamentara después de la ascensión. ¿Esta
usted hoy lamentándose? Si todavía está llorando, esto indica que
no ha recibido la visión del Cristo ascendido que aparece en el
capítulo cinco de Apocalipsis. Usted necesita ver el León de la tribu
de Judá. Génesis 49:8-9 se refiere a Cristo como el León de Judá, y
solamente en Apocalipsis se nos dice que Cristo es el León de la
tribu de Judá. El León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha
vencido y es digno de abrir los sellos de la economía de Dios.
Después que Juan oyó esta declaración de boca de uno de los
ancianos, vio “en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y
en medio de los ancianos, un Cordero en pie, como recién
inmolado” (5:6). El vio al León como un Cordero. ¿Es Cristo el León
o el Cordero? Es ambos. Por consiguiente, podemos llamarle el
León-Cordero.
¿Por qué es Cristo tanto el León como el Cordero? Porque nosotros
tenemos dos problemas principales, a saber, el pecado y Satanás.
Los cristianos en su mayoría solamente se ocupan del problema del
pecado y se olvidan de Satanás. No piense que su esposo es una
persona difícil de tratar. No lo censure a él, el culpable es Satanás,
quien está detrás de la situación. De la misma manera, todas las
esposas son buenas. Las cosas malas que provienen de las esposas,
en realidad no provienen de ellas, sino de Satanás, quien está
detrás. El Cordero es contrario al pecado y resuelve los problemas
del pecado, y el León es el que hace frente a Satanás. Cristo como
Cordero efectuó la redención, habiéndonos lavado de nuestros
pecados. Como León derrotó a Satanás. El puede satisfacer nuestras
necesidades y resolver nuestros problemas. Ya el pecado fue
erradicado, Satanás fue eliminado, y nosotros fuimos redimidos y
rescatados de la mano usurpadora del enemigo.
B. El es digno
Nuestro Salvador es el Cordero, así como también el León. Tenemos un
Salvador que es un León-Cordero. El es digno de abrir el libro. Aparte de
El, nadie en el universo es digno de abrir el secreto, el misterio, de la
economía de Dios. Pero el León-Cordero es digno porque efectuó la
redención y ganó la victoria sobre Satanás. Cuando nosotros los cristianos
decimos que Cristo es digno, nuestro pensamiento ha sido que El es digno
de nuestra alabanza, gratitud y adoración. Cuando decimos “Señor Jesús,
Tú eres digno”, pocos consideramos que El fue digno de abrir los sellos
del secreto de la economía de Dios. Tenemos solamente el concepto de
que Cristo fue digno de recibir adoración, alabanza, y acciones de gracias
por nuestra parte, Sus pequeñas criaturas. Este es un concepto pobre de
cuán digno es el Señor. Muchos himnos que hablan de cuán digno es el
Señor también expresan este concepto inexacto de Su dignidad y la razón
por la cual es digno. No son muchos los himnos que alaban a Cristo por
ser digno de abrir el secreto de la economía de Dios. Este aspecto de la
excelencia del Señor es universal e inmensurable. Sin lugar a dudas, Cristo
es digno de nuestras alabanzas. El merece que le demos hasta nuestras
vidas. Sin embargo, debemos considerar que, según Apocalipsis 5, la
excelencia de Cristo se relaciona con el hecho de que El es digno de abrir
el secreto de la economía de Dios. El universo es un misterio que los
científicos no han podido esclarecer. Ellos simplemente no conocen el
significado ni el propósito del universo, porque es un secreto que se ha
mantenido oculto. Pero Cristo es digno de revelar este secreto porque El es
digno de abrir los sellos de la economía de Dios.
Apocalipsis 5:5 dice que el León es digno de abrir el libro y los siete
sellos. Un libro solía ser un rollo de papiro u otro material. Debido a que
estaba enrollado, era difícil determinar cuán largo era. El libro de
Apocalipsis 5 es infinitamente largo. Solamente Cristo es digno de abrir
dicho libro. No piense que usted ha visto todo el contenido de ese libro.
No, necesitamos la eternidad para ver todo lo que está incluido en él.
Cuando estemos en la Nueva Jerusalén, continuaremos leyendo el libro.
En la eternidad seguiremos diciendo: “Ahora vemos algo más”. Dios nos
va a dar una sorpresa eterna. La sorpresa de la apertura del libro durará por
la eternidad. Es posible que cuando estemos en la eternidad digamos: “La
sorpresa del Señor es eterna. Aunque estamos ahora en la eternidad,
seguimos sin poder ver el final”. Cristo es digno de abrir el libro del
misterio de Dios.
C. Adorado por los ángeles
y las demás criaturas
Cristo es digno, y es por eso que aquí en esta escena celestial es adorado
por los ángeles y las demás criaturas. Los ángeles están representados por
los veinticuatro ancianos, y todas las demás criaturas están representadas
por los cuatro seres vivientes. Los ángeles tienen ancianos, los veinticuatro
ancianos angélicos que son los primeros en adorar a Cristo. En esta escena
vemos a los veinticuatro ancianos y a todos los ángeles que alaban, y a los
cuatro seres vivientes y a las demás criaturas que también alaban. Todos
ellos rinden una alabanza universal a Dios y al Cordero. El Cristo en el
cual creemos es el Cristo universal.
II. CRISTO EN SU ADMINISTRACION
Ahora veamos a Cristo en Su administración. Hay una administración en
el universo. El universo no opera absurdamente, sino en conformidad con
la administración de Dios. A pesar de que no vemos al Administrador, de
todos modos, El lleva a cabo Su administración divina. Todos los
terremotos, como el que hubo recientemente en el norte de China, son
ordenados por Su administración. Cristo no es solamente el Salvador, el
León y el Cordero, sino también el Administrador del universo.
A. En medio de las iglesias
Primeramente, Cristo administra el propósito de Dios en las iglesias,
ejerciendo Su cuidado sacerdotal (1:11-18). En el capítulo uno, Cristo se
revela como el Hijo de Dios, vestido de la túnica de Sumo Sacerdote. Hoy,
en la administración de Dios, Cristo ejerce Su cuidado sacerdotal en las
iglesias. En las iglesias El viste Su túnica sacerdotal. Además, está “ceñido
por el pecho con un cinto de oro” (1:13). Es interesante observar que no
está ceñido por la cintura, sino por el pecho. Esto indica que toda Su obra
fue consumada y que ahora cuida con amor a Sus amadas iglesias. Ahora
Cristo no trabaja; solamente nos cuida. Incluso, nos reprende y castiga en
amor. El es el Sacerdote amoroso que cuida Sus iglesias.

B. En los cielos
El Apocalipsis muestra claramente que, por un lado, Cristo está en medio
de las iglesias y que, por otro, está en los cielos llevando a cabo la
economía de Dios. La prueba más evidente de esto se halla en 5:7, donde,
refiriéndose al hecho de que Cristo recibe el libro, dice: “Y vino, y tomó el
libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”. El libro de la
economía de Dios fue puesto en las manos de Cristo; ahora tiene la
economía de Dios y la está llevando a cabo. No vemos esta revelación en
ningún otro libro del Nuevo Testamento. Mientras Cristo está en los cielos
realizando la economía de Dios, la cual se relaciona principalmente con el
juicio de Dios sobre la tierra, se encarga de cuidar al pueblo de Dios en la
tierra (7:1-3; 8:3-5). Esto se revela plenamente en los capítulos siete y
ocho. Dios tiene dos pueblos, los hijos de Israel y los santos redimidos. No
importa cuán intenso sea el juicio de Cristo sobre la tierra en conformidad
con la administración de Dios, El cuidará del Israel escogido y de la
iglesia redimida. Aleluya, todos estamos bajo el cuidado de Cristo en Su
administración. Creo firmemente que hoy Cristo cuida a la nación de
Israel. No importa lo que las demás naciones hagan o digan, la nación de
Israel está bajo el cuidado de la administración universal de Cristo. Los
demás países pueden tratar de hacer ciertas cosas, pero todo será en vano
debido al interés que tiene el Administrador universal en Israel. Todos
debemos adorar a Cristo como el Administrador, como quien administra
en el cielo todas las cosas para realizar la economía de Dios.
III. CRISTO EN SU VENIDA
A. En secreto como un ladrón
Ninguno de los libros revela la venida de Cristo tan claramente como lo
hace el Apocalipsis, donde se revela que la venida de Cristo tiene dos
aspectos, el aspecto secreto y el aspecto visible. Esto es posible porque
Cristo es maravilloso. Primeramente, Cristo vendrá en secreto como un
ladrón (3:3b; 16:15). El ladrón no anuncia de antemano su llegada. Cristo,
al venir secretamente como un ladrón, lo hace para robar cosas preciosas.
Los ladrones no roban cosas sin valor. Ellos solamente roban objetos
costosos. Cristo nos dice que velemos. “Pues si no velas, vendré como
ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (3:3b). No se sabe el
tiempo de Su venida secreta. Todos nosotros debemos preguntarnos:
“¿Soy yo de algún valor?” “¿Valgo lo suficiente como para que Cristo me
robe en Su venida secreta?”
B. Visiblemente en la nube
Al final de la gran tribulación, Cristo vendrá visiblemente en la nube (1:7;
14:14). Entre los cristianos hay dos conceptos de la segunda venida de
Cristo; algunos afirman que Cristo viene antes de la tribulación, y otros
alegan que esto ocurre después de la tribulación. Muchos cristianos no han
visto los dos aspectos, o sea, el aspecto secreto y el aspecto visible, y por
eso han estado en desacuerdo entre ellos. Tanto la venida que ocurre antes
de la tribulación como la que sucede después, tienen base en las
Escrituras. Pero la mayoría de los cristianos, por su limitada visión, no ha
tenido la visión completa de la venida de Cristo. Primeramente Cristo
vendrá en secreto, y después visiblemente. Vendrá secretamente para los
santos vencedores, y visiblemente para toda la tierra. Es por esto que 1:7
dice: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá”. Cuando Cristo
venga en la nube toda la tierra le verá. Tenemos que ver claramente que
cuando Cristo venga, primeramente lo hará en secreto, y después se
manifestará visiblemente.
IV. CRISTO EN SU JUICIO
En un sentido positivo, el libro de Apocalipsis es un libro de juicio. Cristo,
el Administrador de Dios, juzgará todas las cosas. Primeramente, juzga a
la iglesia, y después juzgará al mundo.
A. Juzga al mundo entero
Cristo juzgará al mundo entero con el sexto sello, las siete trompetas y las
siete copas (6:12-17; 8:1-2, 12; 11:14-15; 15:1, 7-8; 16:1-21). Durante
más de diecinueve siglos, desde la ascensión de Cristo, el mundo ha sido
azotado por calamidades naturales. Pero desde la apertura del sexto sello,
el mundo será castigado por calamidades sobrenaturales. En Apocalipsis
6:12-13 dice: “Miré cuando abrió el sexto sello, y hubo un gran terremoto;
y el sol se puso negro como saco hecho de crin, y la luna se volvió toda
como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la
higuera arroja sus higos verdes cuando es sacudida por un fuerte viento”.
El oscurecimiento del sol, el cambio de la luna en sangre, y la caída de las
estrellas, son calamidades sobrenaturales. Las siete trompetas también
serán calamidades sobrenaturales. Las primeras cuatro trompetas traerán
juicio sobre la tierra, el mar, los ríos, el sol, la luna y las estrellas. La gran
tribulación empezará con la quinta trompeta, continuará con la sexta, y
concluirá con las siete copas de la séptima trompeta. Todo esto constituye
los juicios ejecutados por Cristo sobre el mundo.
B. Juzga a la Gran Babilonia
En los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis vemos el juicio de la Gran
Babilonia, que es la cristiandad apóstata. El Señor ejecutará un juicio
especial sobre la cristiandad, la Gran Babilonia, además del juicio que trae
sobre el mundo entero.
C. Juzga al anticristo, al falso profeta,
a Satanás y a quienes los siguen
Cristo también juzgará al Anticristo, al falso profeta, a Satanás y a los que
los siguen (19:11—20:3, 7-10). El anticristo es el hombre de pecado (2 Ts.
2:3) y el pequeño cuerno (Dn. 7:8); el falso profeta es el que trabaja junto
con el anticristo. El anticristo, el falso profeta y Satanás constituyen una
“trinidad” maligna, y son una trinidad falsa. El anticristo tendrá muchos
seguidores por ser muy cautivador y atractivo. Todos los seguidores serán
destruidos junto con el anticristo, el falso profeta y Satanás. Cristo juzgará
al anticristo y al falso profeta por medio de las calamidades
sobrenaturales: la tierra se abrirá, y ellos caerán directamente en el lago de
fuego. No morirán ni serán sepultados ni resucitarán ni comparecerán ante
el juicio del gran trono blanco. En su caso, no habrá necesidad de cumplir
este procedimiento. Ellos caerán en el lago de fuego sobrenaturalmente.
D. Juzga a los muertos
Finalmente Cristo, como Administrador de Dios, juzgará a los muertos
(20:11-15). No piense que si usted muere todo va a estar bien. Quizá usted
desee morir, pero el Señor desea volverlo a la vida. Si no quiere que El lo
vivifique hoy para salvación, al final de la primera creación lo resucitará
para juicio. En ese día, El no lo resucitará a usted para algo positivo, sino
para algo negativo. En Juan 5:28-29 dice: “Vendrá la hora cuando todos
los que están en los sepulcros oirán Su voz y saldrán: los que hicieron lo
bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a
resurrección de juicio”. Los incrédulos que murieron no permanecerán en
la tumba por la eternidad. Resucitarán y serán juzgados y luego serán
lanzados en el lago de fuego.
V. CRISTO EN SU POSESION DE LA TIERRA
Al acabar de juzgar al mundo, Cristo regresará para tomar completa
posesión de la tierra (10:1-7; 18:1). Toda la tierra le pertenecerá a El;
ninguna parte de ella pertenecerá a nadie más. Actualmente muchas
naciones pelean por aumentar su territorio, pero pelean en vano, porque
todo lo que obtengan, a la postre, pertenecerá a Cristo. Cuando Cristo
venga a tomar posesión de la tierra, vendrá como otro Angel. Varias veces
en el libro de Apocalipsis el título “otro Angel” se usa con respecto a
Cristo (7:2; 8:3; 10:1; 18:1). Este título es usado refiriéndose a Cristo
porque El, como Administrador de Dios, se conduce semejante a un ángel.
En el Antiguo Testamento, a Cristo se le llamó el Angel de Jehová (Gn.
22:11-12; Ex. 3:2-6), quien fue enviado por Dios para ejecutar Su
comisión. Cuando El venga a tomar posesión de la tierra, vendrá como el
que fue comisionado por Dios con este propósito. El será “otro Angel” con
gran autoridad y vendrá en Su gloria (18:1). En Su venida, Cristo pondrá
“Su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra” (10:2). Esto
indica que El pisará el mar y la tierra, lo cual significa que tomará
posesión de ellos (Dt. 11:24; Jos. 1:3). En la Biblia vemos que todo lugar
que pise la planta de nuestro pie es posesión nuestra. Cristo pondrá Sus
pies sobre el mar y la tierra, y ambos le pertenecerán. Después de que
Cristo tome posesión de la tierra, concluirá el misterio de Dios (10:7). En
ese entonces, la economía de Dios será completamente manifestada. Ya no
será un misterio, sino un secreto revelado.
VI. CRISTO REINA EN EL REINO
Después de que Cristo tome posesión de la tierra, reinará sobre la tierra
como el Rey en el reino, gobernando las naciones junto con Sus creyentes
vencedores (20:4, 6; 2:26-27). Ninguno de nosotros está contento con los
gobernantes de la tierra. Yo he viajado por todo el mundo y conozco la
situación mundial; sé que en cuanto a gobierno, toda la tierra es muy
pobre. ¿Dónde están los buenos gobernantes? Esperamos el día cuando
Cristo venga como Rey para regir la tierra. Cristo reinará en Su reino, y
nosotros seremos Sus correyes.
VII. CRISTO EN SU CENTRALIDAD
Y UNIVERSALIDAD EN LA ETERNIDAD
Por último, en el libro de Apocalipsis vemos a Cristo en Su centralidad y
universalidad en la eternidad. El será el todo por la eternidad. El será la
centralidad y universalidad en la Nueva Jerusalén (21:9-10, 23) como el
árbol de vida que crece en el río de agua de vida (22:1-2). En Apocalipsis
21:23 tenemos un panorama claro de la centralidad y la universalidad de
Cristo. Aquí vemos que Dios es la luz y que Cristo, el Cordero, es la
lámpara. La luz siempre está contenida en una lámpara. Por consiguiente
la luz y la lámpara nunca deben estar separadas; deben permanecer como
una sola entidad. Dios es la luz; Cristo es la lámpara, y la Nueva Jerusalén
es el recipiente de dicha lámpara. Dios brilla en Cristo y por medio de El,
y Cristo, a Su vez, brilla en la Nueva Jerusalén y por medio de ella. Por
esto podemos ver que Cristo será la centralidad y universalidad en la
eternidad venidera. Dios en Cristo y Cristo en los redimidos, brillarán por
toda la eternidad. Esta será la escena que se verá en la eternidad, cuando
Cristo será el centro, la circunferencia y todo lo demás en la Nueva
Jerusalén. Este es nuestro Cristo.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TRES
EL TESTIMONIO DE JESUS
ES ESPECIFICO Y CONSUMADO
El libro de Apocalipsis revela primeramente a Cristo, y luego el
testimonio de Jesús. En otras palabras, este libro trata de Cristo y la
iglesia. En Apocalipsis Cristo y la iglesia se revelan de una forma
única y específica. En el mensaje anterior dijimos que en
Apocalipsis se revelan muchos aspectos de Cristo que no se
encuentran en los demás libros de la Biblia. Lo mismo sucede con la
iglesia. El Apocalipsis presenta la iglesia de una manera muy
específica. En este mensaje presentaremos una síntesis de los
aspectos de la iglesia hallados en Apocalipsis, y en los siguientes
mensajes abarcaremos los detalles.
I. LOS CANDELEROS
En primer lugar, en Apocalipsis las iglesias son reveladas como
candeleros (1:11-20). En ningún otro libro del Nuevo Testamento se
usa este término con respecto a la iglesia. En otros libros se nos dice
que la iglesia es la asamblea de los escogidos de Dios, el cuerpo de
Cristo y también la casa de Dios. Con excepción de Apocalipsis, no
se nos dice que la iglesia es un candelero. Como candeleros, las
iglesias brillan en la obscuridad. La palabra candelero nos permite
entender mucho sobre la iglesia y su función. La iglesia no es la
lámpara, sino el candelero, lo que sostiene la lámpara. Sin la
lámpara, el candelero es vano y no tiene utilidad. El candelero
sostiene la lámpara que resplandece. Como vimos en el mensaje
anterior, Dios es la luz, y el Cordero es la lámpara (21:23). Por
consiguiente, Cristo es la lámpara, y la iglesia es el candelero que
sostiene la lámpara. Dios está en Cristo, y Cristo, la lámpara, es
sostenido por el candelero, de modo que emana la gloria de Dios.
Este es el testimonio de la iglesia.
A. Son de oro (el elemento divino)
Los candeleros, las iglesias locales, son de oro, o sea divinidad, la
naturaleza de Dios. Todas las iglesias locales son divinas en
naturaleza; están constituidas de la naturaleza de Dios. Decir esto
es perfectamente bíblico, pues el libro de Apocalipsis dice que las
iglesias locales son candeleros de oro (1:20). Estos candeleros no
están hechos de barro, madera u otro material inferior; están
hechos de oro puro. Esto significa que todas las iglesias locales
deben ser divinas. Sin divinidad, la iglesia no puede existir. Aunque
la iglesia está compuesta de humanidad y divinidad, la humanidad
no debe ser la naturaleza básica de las iglesias locales. La naturaleza
básica de las iglesias locales debe ser la divinidad, que es la
naturaleza de Dios. Con estas dos expresiones —los candeleros y el
oro— podemos comprender muchas cosas sobre la iglesia: que en la
iglesia resplandece Cristo y que ella está constituida de la
naturaleza divina.
B. Resplandecen en las tinieblas
Los candeleros resplandecen en la oscuridad. Si no hubiera
oscuridad, no sería necesario que alumbrara la luz de la lámpara. El
resplandor de la lámpara es muy particular. Para que la lámpara
brille, debe arder el aceite que contiene. Si el aceite arde dentro de
la lámpara, la luz brillará y penetrará las tinieblas. Esta es la
función de la iglesia. La función de la iglesia no es simplemente
predicar o enseñar doctrinas. En la noche oscura de esta era, la
iglesia debe resplandecer y expresar la gloria de Dios. Este es el
testimonio de la iglesia.

C. Son idénticos
Todos los candeleros son idénticos entre sí. Muchos cristianos,
basándose en un concepto erróneo, desean ser diferentes de los
demás cristianos. Cuando llegué a este país hace catorce años,
conocí a algunos amados cristianos que estaban preocupados
porque todas las iglesias locales eran iguales. Dijeron que harían lo
posible por ser diferentes de los demás. Esto no es correcto. Todas
las personas tienen una cabeza, dos hombros, dos brazos, dos
manos y cinco dedos en cada mano, y todas las cabezas humanas
tienen siete orificios: dos oídos, dos ojos, dos fosas nasales y una
boca. Es absurdo decir: “No quiero parecerme a los demás. Para ser
diferente, quisiera tener sólo cinco orificios en mi cabeza”. ¡Qué
absurdo sería esto! Aquellos que proclaman que cada iglesia local
debe ser única basan sus conceptos en las diferencias de las Algunos
han dicho: “Note que las siete iglesias son diferentes”. En mis
primeros años, cuando aún era muy joven, fui afectado por este
concepto y enseñaba lo mismo. Pero un día fui iluminado y vi que
todas las diferencias de las iglesias locales de Apocalipsis dos y tres
eran negativas, y no positivas. Efeso perdió su primer amor, lo cual
es algo negativo; Pérgamo era una iglesia mundana, lo cual es
negativo; Tiatira era demoníaca, que también es algo negativo; y
Laodicea estaba en tibieza e indiferencia, lo cual es negativo. Sin
embargo, todas las iglesias locales eran idénticas en lo positivo,
pues vemos que todas ellas son candeleros de oro. Si pusieran los
siete candeleros sobre una mesa delante de usted, no podría
diferenciarlos, a menos que los numerara. Los siete candeleros son
iguales.
No obstante, desde 1962 algunas personas en este país han
declarado con vehemencia que ellas nunca se parecerán a la iglesia
en Los Angeles. ¿Dónde están esas personas hoy? Se han
desvanecido, y todos los conceptos extraños que sostenían
fracasaron. No estoy diciendo que todos deben seguir la iglesia en
Los Angeles. Pero si la iglesia en Los Angeles tiene siete “orificios”,
sería absurdo insistir en que otros tengan cinco. Por el lado
positivo, todas las iglesias locales deben ser idénticas. Sin embargo,
por el lado negativo, son diferentes. Si la iglesia en Los Angeles
adora ídolos, debemos rehusar seguirla. En asuntos de esta índole,
debemos ser diferentes. Pero no es correcto decir que en el aspecto
positivo las iglesias locales deben ser diferentes. No debemos tratar
de hacernos peculiares ni diferentes, esto es orgullo. Un día el Señor
me mostró que los cuatro lados de la Nueva Jerusalén son
exactamente iguales. Cada lado del muro es construido del mismo
material, de jaspe. Un lado no está construido de jaspe y otro de
bronce. No, los cuatro lados son iguales. De la misma manera,
universalmente, todas las iglesias deben ser iguales. No necesitan
ser iguales en organización, pero sí deben ser idénticas en
apariencia. Por ejemplo, las iglesias de Nueva Zelandia deben ser
iguales a las iglesias de Japón. Todas las iglesias de la tierra deben
ser universalmente iguales debido a que todos nosotros somos una
sola iglesia. Localmente, somos las iglesias; universalmente, somos
la iglesia. Este es el testimonio de Jesús.
II. LA GRAN MULTITUD
En Apocalipsis 7:9-17 vemos el testimonio de Jesús expresado en la gran
multitud. Según lo narrado en el capítulo siete, esta gran multitud es la
colectividad de todos los redimidos, los cuales fueron rescatados “de toda
nación y tribu y pueblo y lengua” (7:9). Todos ellos han pasado por
tribulación. Esto indica que no ha existido una iglesia, en ningún lugar,
que nunca haya pasado por tribulación. El mundo siempre persigue a las
iglesias (Jn. 16:33). Dondequiera que esté la iglesia, siempre habrá cierto
grado de persecución. Apocalipsis 7:14 indica que todos los redimidos
pasarán por tribulación; allí dice: “Estos son los que han salido de la gran
tribulación”. Esta gran multitud ha salido victoriosa de la tribulación, pues
todos ellos tienen palmas en las manos, lo cual representa su victoria sobre
la tribulación (7:9). Finalmente, en la eternidad, ellos serán protegidos por
Dios con Su tabernáculo, según lo indica 7:15: “Y Aquel que está sentado
sobre el trono extenderá Su tabernáculo sobre ellos”. Este es el destino de
los redimidos de Dios. ¡Cuán maravilloso! Además, el Cordero los
pastoreará en los manantiales de agua de vida por la eternidad (7:17).
Apocalipsis 7:9-17 no nos muestra un grupo particular de creyentes, sino
la condición general del conjunto de los redimidos de Dios en la eternidad.
En la eternidad ellos disfrutarán la protección de Dios y el pastoreo de
Cristo. Este es nuestro destino. Este pasaje revela que mientras Cristo trae
el juicio de Dios sobre la humanidad, cuida de los redimidos. Finalmente,
todos los redimidos de Dios serán arrebatados al trono de Dios, y allí
disfrutarán la protección de Dios y el pastoreo del Cordero.
III. LA MUJER CON EL HIJO VARON
A. La mujer
En 12:1-17 podemos ver otro símbolo de la iglesia: la mujer con el hijo
varón. La iglesia no es solamente el candelero y la gran multitud redimida;
también es la mayor parte de la mujer con el hijo varón. La mente humana
jamás concebiría la iglesia de esta manera. La mujer de este capítulo
representa la totalidad del pueblo de Dios, y el hijo varón representa la
parte fuerte del pueblo de Dios. De la manera que hay un hijo varón en la
mujer, también en el pueblo de Dios hay una parte fuerte. Esta mujer, que
está vestida del sol, la luna y doce estrellas (12:1) y que es perseguida por
Satanás, el gran dragón rojo, representa al pueblo de Dios de todas las
generaciones. En cada generación una porción del pueblo de Dios ha sido
perseguida por Satanás. Sin embargo, durante los tres años y medio de la
gran tribulación Dios protegerá a Su pueblo del ataque de la serpiente.
B. El hijo varón
Como vimos, el hijo varón es la parte fuerte del pueblo de Dios. En el
pueblo de Dios, incluso entre nosotros hoy en el recobro del Señor, hay
una parte fuerte. Esta parte será arrebatada al trono de Dios antes de la
gran tribulación. En otras palabras, la mujer será dejada en la tierra y
pasará por la tribulación, pero la parte fuerte, el hijo varón, será arrebatada
al trono de Dios antes de la tribulación. ¿Por qué será arrebatado el hijo
varón antes de la tribulación? Porque Dios necesita al hijo varón para que
pelee contra Satanás y lo arroje del cielo. Aunque Dios tiene muchos
ángeles que pelearán, la victoria final sobre el enemigo no la ganarán los
ángeles sino el hijo varón. Dios necesita al hijo varón. El avergonzará al
enemigo y lo derrotará usando al mismo hombre que Satanás corrompió.
Es como si Dios dijera: “Satanás, corrompiste al hombre que Yo creé.
Pero de ese hombre corrupto, he obtenido un hijo varón para que te
derrote. El no te derrotará principalmente en la tierra sino en el cielo”. El
hijo varón, al ascender hasta el trono, peleará contra Satanás, y lo arrojará
del cielo a la tierra. Esto es parte del testimonio de Jesús. Aunque Jesús
derrotó a Satanás en la cruz, es menester que la iglesia ejecute esa victoria
sobre el enemigo. Solamente la parte fuerte del Cuerpo, el hijo varón,
ejecutará la victoria de Cristo sobre Satanás, pues muchos miembros del
Cuerpo fracasaron en esto. El hijo varón será arrebatado a los cielos para
cumplir este cometido.
El arrebatamiento no tiene el único fin de bendecirnos. No debemos decir:
“¡Qué bueno para mí ser arrebatado a los cielos!” Tenemos que entender
que Dios necesita arrebatarnos; debemos ser arrebatados a los cielos para
pelear contra el enemigo. Si al oír esto uno dice: “No quiero ir y participar
en una guerra”, esto quiere decir que está descalificado para ser arrebatado
antes de la tribulación. Si usted no va al cielo al encuentro de Satanás para
arrojarlo, él vendrá a la tierra al encuentro suyo, y usted será derrotado.
Debemos ser el hijo varón. Deseo intensamente ser parte del hijo varón.
No estoy satisfecho con ser parte de la mujer. Quiero ser incluido en esa
parte fuerte. Esto también es un aspecto del testimonio de Jesús.
IV. LAS PRIMICIAS Y LA COSECHA
Ahora llegamos a las primicias y la cosecha (14:1-5, 14-16). La iglesia no
es solamente el candelero que resplandece y el hijo varón que guerrea,
sino también un campo donde crece y madura una cosecha. Cualquier
cosecha que todavía está verde es demasiado tierna para ser cosechada.
Pero una vez que madura en el campo, es recogida.
A. Las primicias
La parte de la cosecha que madura primero es llamada las primicias. Las
primicias serán arrebatadas a Sión en los cielos antes de la tribulación.
Según lo indica 14:4, las primicias son los que “siguen al Cordero por
dondequiera que va”. Las primicias son arrebatadas a la casa de Dios en
Sión como ofrenda fresca para el deleite de Dios. Esto trae satisfacción a
Dios. De acuerdo con el tipo del Antiguo Testamento, las primicias de la
cosecha madura no eran llevadas al granero, sino al templo de Dios (Ex.
23:19). Esto indica que los primeros vencedores serán llevados a la casa
de Dios en el cielo para el deleite de El. No somos arrebatados
principalmente para nuestro deleite, sino para el deleite de Dios. El
objetivo del arrebatamiento es derrotar al enemigo y satisfacer a Dios.
Nosotros no debemos ser solamente los candeleros de hoy, sino también el
hijo varón que guerrea contra el enemigo de Dios, y además las primicias
que satisfacen el deseo de Dios.
B. La cosecha
Después de las primicias, mencionadas en el capítulo catorce, tenemos la
cosecha. El versículo 15 dice: “Y del templo salió otro ángel, clamando a
gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete Tu hoz, y siega;
porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura”.
La cosecha será recogida casi al final de la gran tribulación. Esta será
arrebatada a los aires, donde Cristo estará en la nube. ¿Por qué será dejada
la cosecha en la gran tribulación? Porque los campos verdes, que no han
madurado, necesitan un sol fuerte para madurar. En un sentido, la gran
tribulación será el sol intenso que madurará a todos los santos que no lo
estén en ese entonces. Dicho en palabras sencillas: si hoy usted no
renuncia al mundo ni vive para Cristo, El lo dejará en la tierra y permitirá
que pase por la gran tribulación. En ese tiempo, usted sin duda renunciará
al mundo y entenderá que la mejor manera de vivir es vivir para Cristo.
Todos los hijos de Dios tienen que hacer esto; de no hacerlo, nunca
madurarán. Si no creen lo que les digo esperen y verán. Es probable que
usted piense que el mundo es demasiado agradable para renunciar a él. Si
es así, tal vez el Señor diga: “Como amas tanto al mundo, te dejaré con él,
para que compruebes si en verdad el mundo es agradable”. Entonces el
Señor sacudirá el mundo, y a la postre, usted dirá: “Señor, me arrepiento”.
Sin embargo, para ese entonces tal vez sea demasiado tarde. No espere
hasta que llegue la gran tribulación para arrepentirse. ¡Arrepiéntase ahora!
Tarde o temprano todos los cristianos genuinos deben arrepentirse. Tengo
la plena seguridad de que al final cada uno de los salvos sabrá que el
mundo no es placentero sino venenoso. Cuanto más ama usted al mundo,
más es envenenado por él. El mundo es enemigo de Dios, y todos nosotros
debemos despreciarlo. Tarde o temprano el Señor nos mostrará conocer
cuánto aborrece El a este mundo. Vendrá el día cuando todos nosotros
estaremos maduros. No diga: “No me preocupa si estoy maduro. En tanto
que sea salvo, todo va a estar bien”. Es probable que usted pueda argüir
conmigo con vehemencia, pero un día comprenderá que necesita madurar.
Le aconsejo que no espere la siega de la cosecha. Por la gracia de Dios,
avance y sea parte de las primicias.
V. LOS QUE VENCEN A LA BESTIA
En 15:2-4 vemos a los que vencieron a la bestia. Dios es soberano. Aun
durante la gran tribulación, habrá algunos vencedores, a quienes
podríamos llamar vencedores tardíos. Estos pasarán por la gran
tribulación, en la cual el anticristo, la bestia, obligará a la gente a adorarlo
como si él fuera Dios, y a adorar su imagen en el templo de Dios.
Nosotros esperamos ver la reconstrucción del templo en Israel, pues esto
será una señal de que la venida del Señor está muy cerca. La Biblia
profetiza que el anticristo erigirá su imagen en el templo de Dios y
obligará a la gente a adorarla (Mt. 24:15). En ese tiempo, muchos
cristianos vencerán a la bestia y serán muertos. Le recomiendo que sea un
vencedor temprano y que ame al Señor hoy. No espere ser muerto durante
la gran tribulación para ser vencedor.
Según el capítulo quince, los vencedores tardíos serán arrebatados y
estarán en pie sobre el “mar de vidrio mezclado con fuego” (15:2), y
alabarán a Dios con el cántico de Moisés y el cántico del Cordero (15:3).
Los que están sobre el mar de vidrio son los que “habían salido victoriosos
sobre la bestia y su imagen y el número de su nombre” (15:2). Estos son
los que vencieron a la bestia, su imagen y la adoración del ídolo del
anticristo. Apocalipsis 20:4 y 20:6 indican que algunos de los correyes de
Cristo serán los vencedores tardíos. Repito que prefiero ser un vencedor
temprano que uno tardío. Si usted es descuidado, será dejado y pasará por
la gran tribulación. Debemos acercarnos al Señor y decirle: “Señor, quiero
ser un vencedor temprano”. Veremos los detalles al respecto cuando
lleguemos a Apocalipsis 15 en este estudio-vida.
VI. LA NOVIA
En Apocalipsis 19:7-9 vemos la iglesia como la novia. Efesios 5 revela
que la iglesia es la novia de Cristo, mas no revela la novia de un manera
tan profunda. Pero en Apocalipsis 19 vemos cuán profunda es la
revelación de la iglesia como la novia. En este pasaje vemos que la novia
vestirá un atavío de justicia pura y resplandeciente, pues será llamada a la
fiesta de bodas del Cordero (vs. 7-9). Este es un aspecto muy profundo.
Con relación al enemigo de Dios, debemos ser el hijo varón; en cuanto a la
satisfacción de Dios, debemos ser las primicias; y con relación a Cristo
debemos ser la novia. Cuando estamos ansiosos por ser la novia, Cristo
recibe satisfacción. No solamente El será satisfecho, sino que también
nosotros nos alegraremos. Apocalipsis 19:7 dice: “Gocémonos y
alegrémonos y demos gloria”. En principio, una novia es la persona más
agradable y feliz. Hoy como iglesia, como complemento de Cristo,
sufrimos y somos quebrantados. Pero llegará el día cuando no habrá más
persecución ni sufrimiento. Nunca he visto una novia que sufra el día de
su boda. Tenemos que ser la novia. Cuando seamos la novia, todas las
dificultades terminarán.
VII. EL EJERCITO
La iglesia también es el ejército (19:14-19; 17:14). La parte de la iglesia
que será el hijo varón y que peleará contra el enemigo en los cielos,
también será el ejército que guerreará junto a Cristo contra Satanás en la
tierra. Después de completarse todos los arrebatamientos y de que los
creyentes hayan sido juzgados ante el tribunal de Cristo, todos los
vencedores regresarán a la tierra como ejército de Cristo y con El para
pelear en contra del anticristo y su ejército. Ambos tendrán un ejército.
Aunque un ejército es celestial y el otro terrenal, ambos pelearán en la
tierra. En otras palabras, el anticristo peleará contra Cristo y Su ejército, y
Cristo y Su ejército responderán peleando contra el anticristo. El falso
Cristo tendrá el atrevimiento de pelear contra el verdadero Cristo, y éste
guerreará contra aquél. En 17:14 vemos que el ejército celestial estará
compuesto de todos los vencedores, los que han sido llamados y
escogidos. Al final de esta guerra, Cristo derrotará al anticristo.
VIII. LA NUEVA JERUSALEN
Finalmente, el testimonio de Jesús será la Nueva Jerusalén, (21:1—22:5).
Comenzando con el candelero, y siguiendo con la gran multitud, el hijo
varón, las primicias, los vencedores tardíos, la novia y el ejército, al final
todos los salvos serán la Nueva Jerusalén, la cual será una composición
viva de todos los redimidos de Dios, la consumación final del edificio de
Dios constituido de Su pueblo. Por toda la eternidad, la Nueva Jerusalén
expresará a Dios en el Cordero con el fluir del Espíritu. En los capítulos
veintiuno y veintidós, veremos un cuadro claro de esta consumación.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUATRO
EL DIOS TRIUNO EN EL APOCALIPSIS
La Biblia en su totalidad es la revelación de Dios. En el libro de
Apocalipsis tenemos la revelación final y completa de quién es Dios. Dios
es triuno. Todos estamos familiarizados con la expresión el Dios Triuno.
Este es un asunto importante en la revelación de Dios. Sin embargo, a lo
largo de los siglos, la mayoría de los cristianos no ha captado
completamente el significado del título “el Dios Triuno”. En el libro de
Apocalipsis, el cual revela aspectos finales, vemos algo más profundo,
más alto, más rico y más dulce en cuanto al Dios Triuno. Hemos visto que
en el Apocalipsis la revelación de Cristo y el testimonio de Jesús son
finales. En este mensaje necesitamos ver que la revelación del Dios Triuno
también es máxima y final.
En Apocalipsis 1:4-5 leemos: “Gracia y paz a vosotros de parte de Aquel
que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están
delante de Su trono; y de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de
entre los muertos, y el Soberano de los reyes de la tierra”. “Aquel que es y
que era y que ha de venir”, es Dios, el Padre eterno. Los siete Espíritus
“que están delante de Su trono” son el Espíritu de Dios en operación, son
Dios el Espíritu. Jesucristo, quien es “el Testigo fiel” para Dios, “el
Primogénito de los muertos” para la iglesia, y “el Soberano de los reyes de
la tierra” para el mundo, es Dios el Hijo. Este es el Dios Triuno. Como
Dios, el Padre eterno, El era en el pasado, es en el presente, y vendrá en el
futuro. Como Dios el Espíritu, El es el Espíritu siete veces intensificado
con miras al operar de Dios. Como Dios el Hijo, El es “el Testigo”, el
testimonio, la expresión de Dios; para la iglesia El es “el Primogénito de
los muertos”, la nueva creación; y para el mundo es “el Soberano de los
reyes de la tierra”. Este Dios Triuno imparte gracia y paz a las iglesias.

I. EL DIOS TODOPODEROSO
El libro de Apocalipsis nos dice que Dios es el Dios Todopoderoso (1:8;
19:6, 15). En el lenguaje hebreo, el título “Dios” significa poderoso, aquel
que es potente. Pero en Apocalipsis vemos que Dios no es solamente
poderoso, sino también Todopoderoso. El es Poderoso en todos los
aspectos y formas, en todas y cada una de las cosas. El título “Dios”
significa que El es el Todopoderoso.
A. El Señor
El Dios Todopoderoso es el Señor. Ser el Señor significa que El es el amo
del universo. Podemos decir que El es el dueño de todo el universo. El es
el Soberano, la autoridad, del universo. Lo que nosotros u otros digamos
no significa nada. Pero lo que Dios diga tiene todo el peso, porque El es el
Señor. Cuando El dice “Sí”, significa sí, y cuando dice “No”, significa no.
Dios no es solamente el Señor, el dueño y la autoridad, sino también el
Amo. Todo el universo, incluyendo a los ángeles y los seres humanos, está
bajo Su autoridad. Le pertenecemos a nuestro Amo. Antes de ser salvo, yo
no sabía a quién pertenecía. Ahora puedo exclamar: “Dios es mi Amo y mi
Dueño. ¡Aleluya El es mí Señor!”
B. El Alfa y la Omega
Apocalipsis 1:8 dice que el Señor es el Alfa y la Omega. El Dios eterno y
todopoderoso es el Alfa, el principio de los orígenes, y la Omega, la
culminación y el cumplimiento de Su propósito eterno. En el libro de
Génesis El fue el Alfa; y ahora en Apocalipsis El es la Omega. Cualquier
cosa que El inicie, la completa. En Su gobierno, El continúa la operación
que comenzó en la eternidad y la culminará en su totalidad (21:6).
C. El que es y que era y que ha de venir
Dios es también el que es, el que era y el que ha de venir. Este es el
significado del nombre Jehová. En Hebreo, Jehová significa: “Yo soy el
que soy”. Por ser el Yo soy, El es el que existe desde la eternidad y hasta
la eternidad. Su título “Yo soy” no solamente indica que El existe sino
que, en sentido positivo, El lo es todo. El es vida, luz y todas las demás
cosas positivas. ¿Necesita usted vida? Dios es vida. ¿Necesitas luz? Dios
es luz. ¿Desea santidad? Dios es santidad. Dios existe desde la eternidad
hasta la eternidad y El es el todo. Este es nuestro Dios.
Como ya vimos, nuestro Dios es triuno. El hecho de que sea triuno
significa que El es el Padre, el Hijo y el Espíritu. A nosotros nos es
imposible entender completamente al Dios Triuno, ya que la Trinidad
Divina está fuera del alcance de nuestra mentalidad. No procure entender
esto con su mente. Más bien ejercite su espíritu para percibir y
experimentar al Dios Triuno como el Padre, el Hijo y el Espíritu.
II. EL PADRE
Primeramente, el Dios Todopoderoso es el Padre. El Padre no es
otro que Dios mismo. El hecho de que sea el Padre significa que El
es el origen. El Padre también es el Señor, y como lo explica 1:4, El
es el que es, el que era, y el que ha de venir.
III. EL ESPIRITU
En Apocalipsis, la secuencia del Dios Triuno es diferente a la de
Mateo 28:19, donde dice que el Dios Triuno es el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. En Apocalipsis 1:4-5 la secuencia es otra. Los siete
Espíritus de Dios se mencionan en segundo lugar y no en el tercero.
Esto revela la importancia de la función siete veces intensificada del
Espíritu de Dios. Este punto es confirmado por el marcado énfasis
que se hace en el hablar del Espíritu en Apocalipsis 2:7, 11, 17, 29;
3:6, 13, 22; 14:13; 22:17. Al comienzo de las epístolas, sólo se
menciona al Padre y al Hijo, quienes dan gracia y paz. Pero aquí el
Espíritu es incluido, al hablar de impartir gracia y paz a las iglesias.
Esto también muestra la vital importancia del Espíritu en el mover
de Dios, para impedir la degradación de la iglesia.
A. Los siete Espíritus de Dios
Veamos ahora por qué en Apocalipsis el Espíritu ocupa el segundo
lugar en la secuencia de la Trinidad Divina. La razón es que en este
libro la época ha pasado del Hijo al Espíritu. En el libro de
Apocalipsis, la época es la época de el Espíritu, y en esta época el
Espíritu ha sido intensificado.
El Espíritu es llamado los siete Espíritus en 1:4 porque es el Espíritu
intensificado de Dios. Los siete Espíritus son indudablemente el
Espíritu de Dios porque se mencionan dentro del Dios Triuno en los
versículos 4 y 5. No podemos entender la Biblia con nuestra mente
natural y limitada. De acuerdo con nuestro concepto, la expresión
“siete Espíritus” denota siete espíritus individuales, pero ese no es
el verdadero significado. El número siete aquí no se refiere a siete
diferentes espíritus sino a un Espíritu séptuple.
El siete es el número de consumación en la obra dispensacional de
Dios, mientras que doce es el número de consumación en la
administración eterna de Dios. Por ejemplo, Dios creó la tierra en
seis días, y uno más, el día de reposo. Además, hay siete
dispensaciones en la Biblia. Para el mover de Dios hoy, la iglesia
corresponde al número siete. En el libro de Apocalipsis los siete
sellos, las siete trompetas y las siete copas propenden por el mover
dispensacional de Dios. De manera que los siete Espíritus son el
Espíritu de Dios siete veces intensificado para Su mover. El es el
Espíritu de Dios, intensificado siete veces para el mover de Dios.
Los siete Espíritus se relacionan con el mover de Dios en la tierra
puesto que siete es el número de consumación en la operación de
Dios. El Espíritu de Dios es uno solo en substancia y en existencia;
pero en la función intensificada y en la obra, la operación, de Dios,
el Espíritu es séptuple. Es semejante al candelero mencionado en
Zacarías 4:2. Existe como un solo candelero, pero al cumplir su
función es siete lámparas. Cuando se escribió el Apocalipsis, la
iglesia se había degradado y la época se había cubierto de tinieblas.
Por consiguiente, el Espíritu de Dios siete veces intensificado era
necesario para la obra y el mover de Dios en la tierra. Todos
conocemos la bombilla eléctrica de tres filamentos, que puede ser
encendida progresivamente en tres grados de intensidad luminosa.
Cuando no necesitamos mucha luz, accionamos el interruptor al
primer grado, pero si necesitamos más luz, pasamos al segundo o al
tercer grado de iluminación. De igual manera, en las siete lámparas
del candelero la luz estaba intensificada siete veces. En los cuatro
evangelios, el Espíritu de Dios solamente tenía el primer grado de
intensidad luminosa porque no se necesitaba mucha luz. Pero
después de la degradación de la iglesia, la época se volvió
extremadamente obscura; entonces fue necesario que el Espíritu
Santo fuera intensificado siete veces. De esta manera el Espíritu de
Dios se volvió el Espíritu séptuple. El Espíritu Santo existe como
uno solo, igual que el candelero que se menciona en Zacarías, pero
en función el Espíritu Santo es siete.
B. Los siete ojos del Cordero
Los siete Espíritus de Dios son los siete ojos del Cordero (5:6; Zac.
3:9; 4:10). Nuestros ojos son necesarios para movernos. Si somos
ciegos, nos cuesta mucho movernos. Hoy en el mover de Dios,
Cristo, el Cordero de Dios, tiene siete ojos. Los siete ojos del
Cordero también sirven para vigilar, observar e infundir. Cuando
miro a alguien, algo de mí es infundido en él. Frecuentemente
hablamos de amarnos uno a otros; ¿pero como puede uno saber que
alguien lo ama? El amor es comunicado con los ojos. Si usted me
mira con amor, sus ojos me comunicarán su amor. Cuando Cristo
nos mira con Sus siete ojos, es posible que nos atemorice al
principio. Con el tiempo, estos siete ojos nos infundirán el elemento
de Cristo.
El Espíritu Santo hoy es los siete ojos de Cristo. Muchos cristianos
afirman que el Espíritu Santo está separado de Cristo, pero la Biblia
dice que el Espíritu Santo es los ojos de Cristo. ¿Piensa usted que
sus ojos están separados de usted? Es absurdo decir eso. Cuando
miro sus ojos, lo estoy mirando a usted, y cuando usted mira mis
ojos, me está mirando a mí. Los ojos de la persona expresan a la
persona. Decir que el Espíritu Santo está separado de Cristo no
corresponde con la revelación pura de la Palabra santa. ¿Cómo
podemos decir que los ojos de una persona están separados de la
persona misma? No hay ninguna base para afirmar tal cosa. Ya
vimos que la Biblia dice que el Espíritu de Dios ahora es los ojos de
Cristo. Esto simplemente significa que el Espíritu es Cristo. Mis ojos
son mi persona. Cuando mis ojos lo miran a usted, soy yo quien lo
mira. Si no tuviera ojos, no podría mirarlo. Por consiguiente, el
Espíritu, los ojos de Cristo, no está separado de El. El Espíritu es los
ojos de Cristo que nos miran. Nuestra experiencia demuestra esto.
Día tras día, tenemos el sentir de que alguien nos observa. Este
alguien es el Espíritu, el mismo Cristo. Si el Espíritu no fuera Cristo,
sentiríamos la mirada de dos personas, el Espíritu y Cristo. Decir
que el Espíritu está separado de Cristo es arrancarle los ojos a
Cristo y separarlos de El. No es bíblico decir que el Espíritu esta
separado de Cristo y que Cristo no es el Espíritu. De igual manera
que nosotros y nuestros ojos somos uno solo, también Cristo y el
Espíritu son uno solo. Nuestro Cristo no es un Cristo ciego. El es el
Cristo que tiene siete ojos. Frecuentemente El nos infunde Su
elemento. Otras veces El nos observa como un relámpago, y nos
dice: “¿Qué estas haciendo, estás riñendo con tu cónyuge?
¡Detente!” ¿No ha tenido usted esta clase de experiencia? Día tras
día experimentamos esta vigilancia, observación e infusión de
Cristo. Estas acciones se producen por medio de Sus ojos. Sus ojos
son el Espíritu, y el Espíritu es simplemente El mismo. Si usted no
cree esto, perderá la bendición.
C. Las siete lámparas de fuego
arden delante del trono de Dios
Los siete ojos también son las siete lámparas de fuego que arden
delante del trono de Dios (4:5; Zac. 4:2). Esto es difícil de entender.
Cristo lleva a efecto la administración de Dios con el resplandor de
la siete lámparas de fuego. Esto es válido en las iglesias hoy. Cuando
Cristo nos mira penetra en lo más recóndito de nuestro ser, nos
ilumina y lleva a cabo la administración de Dios. Muchas veces
cuando los ancianos de las iglesias discuten asuntos, tienen la
sensación de que las siete lámparas de fuego brillan sobre ellos.
Este es el Cristo que lleva a cabo la administración de Dios
mediante el resplandor de las siete lámparas de fuego.
D. Enviados por toda la tierra
Los siete Espíritus de Dios han sido enviados por toda la tierra
(5:6). Adondequiera que vamos, los siete ojos nos siguen. De hecho,
ellos van antes de nosotros y nos esperan en nuestro destino.
Muchos santos amados que no están satisfechos con la iglesia en
cierta localidad, se han mudado a otra localidad, pensando que
hallarán una mejor situación en otro lugar. Pero cuando llegan a la
nueva localidad, descubren que el Espíritu estaba esperándolos allí.
Algunos de nosotros hemos visitado sitios adonde no debíamos ir, y
al llegar somos recibidos por el Espíritu, quien nos dice: “Regresa.
No te quedes aquí ”. Hoy, el Espíritu ha sido enviado por toda la
tierra. El ahora está en todos los rincones de la tierra. Este es el
maravilloso Espíritu del Dios Triuno.
IV. EL HIJO
Después de estudiar reiteradamente el libro de Apocalipsis, he
descubierto que éste contiene veintiséis aspectos de lo que es el
Hijo. Podemos decir que Cristo abarca todas las letras del
abecedario, desde la A hasta la Z. Con El podemos formar
cualquiera palabra. ¿Quiere usted formar la palabra luz? El es l, u y
z. ¿Quiere escribir la palabra amor? El es a, m, o y r. Con Cristo
podemos escribir cualquiera cosa positiva. Después de tener las
palabras, tenemos las oraciones, los párrafos y los capítulos; una
vez que tenemos los capítulos, tenemos la Biblia completa. La Biblia
en su totalidad se compone de Cristo. Consideremos ahora
brevemente cada uno de los veintiséis aspectos de Cristo que
hallamos en Apocalipsis.
A. Jesucristo
El Hijo es Jesucristo. Jesús es Jehová el Salvador, y Cristo es el
ungido de Dios que lleva a cabo la economía de Dios.

B. El Testigo fiel
El Hijo es el Testigo fiel (1:5; 3:14). El es el Testigo de Dios. Aunque
El es Dios, es también el Testigo de Dios. Sin El, no podemos
conocer ni ver ni ganar a Dios. El da testimonio de Dios.
C. El Primogénito de los muertos
El Hijo es el Primogénito de los muertos (1:5). En el universo Dios
tiene dos creaciones: la creación que llevó a cabo originalmente y la
creación que hizo en Su segunda obra. Todos conocemos la primera
creación, pero pocos estamos familiarizados con la segunda
creación. La segunda obra de Dios es la resurrección. En primer
lugar, Dios creó todas las cosas que existen; más adelante, resucitó
algunas de las cosas que ya existían y las introdujo en otra esfera,
otro ámbito, la resurrección. ¿Estamos nosotros en la primera
creación o en la segunda? Aunque nuestro cuerpo continúa en la
primera creación, nuestro espíritu está en la segunda creación.
Nuestro espíritu fue regenerado. Esto significa que fue recreado.
Por consiguiente, nuestro espíritu pertenece a la segunda creación.
En ambas creaciones Cristo es el primero. Colosenses 1:15 dice que
Cristo es el Primogénito de toda la creación, y en Apocalipsis 1:5 se
nos dice que El es el Primogénito de los muertos. El fue el primero
en ser resucitado de los muertos, y nosotros le seguiremos. Aquí la
frase “el Primogénito de los muertos” implica la creación que Dios
hizo en resurrección. Esto implica un nuevo comienzo. En la
primera creación hubo un comienzo, y en la segunda creación en
resurrección, hubo otro. Cuando somos regenerados,
experimentamos un nuevo comienzo en la segunda creación.
D. El Soberano de los reyes de la tierra
El Hijo es el Soberano de los reyes de la tierra (1:5). Aunque los
comunistas están en contra de Cristo, ellos usan el calendario
cristiano sin darse cuenta. De acuerdo con la historia, el calendario
que usted usa es el calendario de aquel a quien usted está sujeto. Si
alguno usaba el calendario de cierto rey, estaba bajo el gobierno de
dicho rey. De igual manera, los comunistas están bajo Jesucristo
porque usan el calendario cristiano. Ellos lo llaman el calendario
internacional, pero en realidad es el calendario cristiano. De esta
manera ellos inconscientemente admiten que El es su Soberano. En
el universo solamente hay un solo Soberano. Toda la humanidad
hoy usa el calendario de Cristo y está bajo Su gobierno. Toda la
gente de la tierra es Suya, y El es el Soberano de todas las naciones.
Jesús puede decirle a los comunistas: “Ustedes están oponiéndose a
Mí, pero haré que sean Míos. Haré que ustedes usen Mi calendario,
y no tendrán posibilidad de escoger en cuanto a estar bajo Mi
gobierno. Yo soy el único Soberano de la tierra.
E. El Hijo de Dios
El Hijo es el Hijo de Dios (2:18). Como Hijo de Dios, El es Dios mismo.
El es el Dios verdadero con divinidad.
F. El Hijo del Hombre
El Hijo también es el Hijo del Hombre (1:13). Como Hijo del Hombre, El
es un hombre auténtico con el elemento humano. El es el mismo Dios y el
hombre verdadero.
G., H. e I. El primero y el último,
el principio y el fin,
el Alfa y la Omega
El Hijo es el primero y el último (1:17; 2:8; 22:13), el principio y el fin
(22:13), el Alfa y la Omega. Cuando yo era joven, me molestaban estos
términos, pues pensaba que eran una repetición, que el principio, el
primero y el Alfa eran lo mismo, y que el fin, el último y la Omega
también eran la misma cosa. Pero esto no es una repetición, sino diferentes
aspectos. Ser el primero no necesariamente significa ser el último. Ser uno
el primero simplemente significa que llega en primer lugar y que nada
había antes. Pero ser el principio no solamente significa que uno es el
primero, sino también que ha dado comienzo a algo. ¿Entonces, cuál es la
diferencia entre el Alfa y el principio? Cierta cosa puede ser el principio, y
no tener necesariamente ni contenido, ni continuación. Ser el Alfa y la
Omega, quiere decir que uno es el contenido completo y la continuación.
El hecho de que Cristo sea el Alfa y la Omega, la primera letra y la última
del alfabeto griego, indica que El también es todas y cada una de las letras
del abecedario. El primero y el último simplemente indica eso, sin dejar
implícito un principio o un fin. Para ser el principio y el fin, uno tiene que
hacer algo. Cristo no es solamente el primero sino también el principio, a
saber: el principio de la economía de Dios y de la obra de Dios. La obra de
Dios comenzó y terminará con Cristo. Este Cristo también es el contenido
y la continuación de dicha obra, porque El no solamente es el Principio y
el Fin, sino también el Alfa y la Omega. En otras palabras, el Hijo,
Jesucristo, lo es todo. El es el primero y el último, el principio y el fin de
la obra de Dios, el contenido y la continuación de lo que Dios está
haciendo. Podemos decir que Cristo es cada una de las letras con las
cuales podemos formar palabras, oraciones, párrafos, capítulos y libros,
puesto que las letras desde el Alfa hasta la Omega comprenden todos los
caracteres del alfabeto griego. ¡Aleluya, El lo es todo!
J. El que vive
El Hijo, el todo-inclusivo, es el que vive (1:18). El murió, y resucitó y
ahora vive para siempre.
K. El Santo
Aquel que vive es el Santo (3:7) y el que tiene la naturaleza de Dios que
santifica.
L. El Verdadero
Cristo también es el Verdadero (3:7), el que es auténtico y genuino en
todos los aspectos.
M. El Fiel
En 19:11 vemos que Cristo es el Fiel, el que es digno de nuestra confianza.
N. El Amén
El Hijo también es el Amén (3:14). El título “Amén” tiene varios
significados: realidad, sí, así sea. Esto indica más de lo que podemos decir.
Hace trece años, me invitaron a una reunión en Tyler, Texas. Durante la
reunión estaba un poco cauteloso, y no me atrevía a decir “Amén” con
mucho estrépito. Al final de algunas de las oraciones, en voz baja dije:
“Amén”. En unos minutos alguien se me acercó y me dijo: “Hermano Lee,
probablemente usted no conoce las costumbres de este país. En este tipo
de servicio, tenemos que estar callados”. En lo profundo de mi corazón
dije: “El lugar más callado es el cementerio. Ustedes probablemente están
tratando de convertir la reunión de su iglesia en un cementerio”. ¿Qué hay
de malo con que nosotros digamos: “Amén”? Es equivalente a invocar el
nombre del Señor. Cuando decimos “Amén”, es como si dijéramos “Oh
Señor Jesús”. Aprendamos todos a decir “¡Amén!”
O. El origen de la creación de Dios
En 3:14 se nos dice que el Hijo es el principio de la creación de Dios. Este
es un concepto importante. Los traductores han estado turbados con este
versículo. Algunos han dicho que Cristo es el originador, no el origen. Sin
embargo, el sentido aquí no es de originador sino de origen. Cristo es el
origen de la acción de Dios de crear al universo.
P. y Q. La raíz y linaje de David
El Hijo es la raíz y linaje de David (5:5; 22:16). Esto significa que El es
ambas cosas. Una vez más vemos que El es el todo. Como raíz, El es el
primero, el principio y el Alfa, y como linaje, es el último, el fin y la
Omega.
R. y S. El León de la tribu de Judá y el Cordero
Como dijimos en otro mensaje, Cristo, el Hijo, es el León de la tribu de
Judá (5:5) y el Cordero (5:6; 21:23; 22:1). El es el León-Cordero. Para el
enemigo, El es el León; para nosotros los redimidos El es nuestro precioso
y amado Cordero.
T. y U. Rey de reyes y Señor de señores
El Hijo es Rey de reyes y Señor de señores (19:16). Rey de reyes se
relaciona con Su autoridad, y Señor de señores con Su posición como
cabeza. El es la autoridad y la cabeza de todo el universo.
V. El Verbo de Dios
El Hijo es el Verbo de Dios (19:13), la expresión de Dios. El y la Biblia
son uno solo, puesto que Cristo es el Verbo. No lea la Biblia sin leerlo a
El, y no se acerque a la Biblia sin acercarse a El. Cuando vamos a la
Biblia, debemos estar conscientes de que El mismo es el Verbo de Dios.
W. La estrella de la mañana
En 22:16 vemos que el Hijo de Dios es la estrella resplandeciente de la
mañana. En Malaquías 4:2, El se revela como el sol, pero aquí se revela
como la estrella de la mañana. El como el sol se relaciona principalmente
con la gente de la tierra, pero como la estrella de la mañana está
relacionado con los creyentes que vigilan y que lo esperan. A los que
esperan y anhelan la venida del Señor, El les aparecerá como la estrella de
la mañana. Aunque deseo verlo como el sol, ahora lo espero como la
estrella de la mañana. A todos los que amamos al Señor como la estrella
de la mañana, El se nos aparecerá de esta manera.
X. La lámpara
En 21:23 Cristo se revela como la lámpara que contiene a Dios como la
luz. La luz es la esencia de la lámpara, y la lámpara irradia la luz. Dios es
la esencia de Cristo, y Cristo irradia a Dios.
Y. El Esposo
En 21:2 vemos que la Nueva Jerusalén es la esposa de Cristo. Esto implica
que Cristo es el Esposo, quien toma por esposa a los redimidos de Dios.
Z. El otro Angel
Finalmente, Cristo es el otro Angel (7:2; 8:3; 10:1; 18:1) enviado por Dios
para llevar a cabo la comisión de Dios. En el Antiguo Testamento Cristo
apareció muchas veces como el ángel del Señor (Ex. 3:2-6; Jue. 6:11-24;
Zac. 1:11-12; 2:8-11; 3:1-7), que venía para cuidar al pueblo de Dios con
el fin de cumplir el plan de Dios. En este libro El también es el Angel que
Dios envía para llevar a efecto Su propósito.
Si juntamos estos veintiséis aspectos, tendremos una visión clara de lo que
es el Hijo. El Padre y el Espíritu son uno con el Hijo. Si el Hijo no tuviera
todos estos aspectos, el Padre no podría expresarse adecuadamente y el
Espíritu no tendría mucho qué manifestar.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCO
CRISTO VIENE OTRA VEZ
La mayoría de los cristianos tiene el concepto de que Apocalipsis es
un libro sobre la segunda venida de Cristo. Este concepto es
perfectamente correcto, puesto que dicho libro habla de la segunda
venida de Cristo. Sin embargo, a través de los años, los cristianos no
han tenido un entendimiento claro sobre la segunda venida del
Señor. Por esta razón ha habido mucha controversia y discusión al
respecto. La revelación de la segunda venida de Cristo no es algo
sencillo; al contrario, es un tema bastante complicado y tiene
muchos aspectos. Por consiguiente, ha sido difícil para la mayoría
de los cristianos entender completamente la segunda venida del
Señor.
En el último siglo y medio, se han escrito muchos libros,
especialmente por parte de los Hermanos, sobre la segunda venida
de Cristo. Algunos de los principales maestros entre los Hermanos
sostuvieron diferentes opiniones sobre la venida del Señor, y la
primera división entre ellos fue el resultado de esas diferencias. El
testimonio de los Hermanos, como algunos lo llaman, comenzó en
1828 o 1829 bajo el liderazgo de John Nelson Darby. Darby
enseñaba que Cristo vendría antes de la gran tribulación, mientras
que Benjamín Newton, otro de los principales maestros, enseñaba
que Cristo vendría después de la gran tribulación. Debido a que
estos dos grandes maestros tenían diferentes opiniones, hubo
muchos debates sobre este tema. Finalmente, esto condujo a la
primera división entre ellos: los que estaban bajo la enseñanza de
Darby se separaron de los que seguían a Newton. Yo estuve
vinculado al grupo de Benjamín Newton por siete años y medio y
durante ese tiempo aprendí todas sus enseñanzas. Ellos tenían un
sólido respaldo cuando enseñaban que la segunda venida de Cristo
ocurriría después de la gran tribulación. Si usted lee los mejores
escritos de los grandes maestros durante los últimos ciento
cincuenta años, encontrará que algunos enseñan que la venida del
Señor se producirá antes de la tribulación, y otros enseñan que
ocurriría después de ésta.
En el siglo pasado, el Señor levantó algunos estudiosos de la
Palabra, tales como G. H. Pember, Robert Govett y D. M. Panton.
Estos hombres descubrieron que la segunda venida de Cristo no es
un evento simple. Ellos vieron que, por un lado, Cristo vendrá
después de la tribulación, y que, por otro, también vendrá antes de
la tribulación. Estos eruditos de la Biblia suministraron un sólido
argumento que comprueba la veracidad de este punto de vista. La
venida de Cristo tiene por lo menos dos aspectos, uno anterior a la
tribulación, y el otro posterior a la misma. Además, estos hombres
también aprendieron que el arrebatamiento de los santos constará
de más de dos categorías. Esto significa que algunos serán
arrebatados antes de la tribulación y otros después. No reaccione a
estas afirmaciones apresuradamente. Cuando yo era joven,
reaccioné precipitadamente, pero con el tiempo fui sometido y
convencido. La Biblia no es tan simple como creen muchos.
En este mensaje consideraremos el tema de la segunda venida de
Cristo. Doy gracias a Dios por todos los maestros de la Palabra que
nos han precedido. Estamos agradecidos con ellos, y lo que veamos,
lo vemos apoyados sobre sus hombros. Si deseamos entender la
segunda venida de Cristo, tenemos que estudiar la Biblia y también
leer los libros de estos grandes maestros. Entonces tendremos una
vista panorámica y completa de dicho tema. Si hacemos esto,
quedaremos completamente convencidos de que la venida de Cristo
tiene dos aspectos: el aspecto secreto o privado, y el visible o
público.
I. EL ASPECTO SECRETO
A. El viene como ladrón
En Mateo y Apocalipsis vemos el aspecto secreto de la segunda
venida de Cristo. Apocalipsis 3:3 y 16:15 nos dicen que Cristo
vendrá como ladrón, y que debemos velar. El ladrón no viene
públicamente anunciando su venida. Como dijimos en otro
mensaje, cuando el Señor venga como ladrón, vendrá a robar los
objetos preciosos. En Mateo 24:40-41, el Señor habló de Su venida
secreta, diciendo: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será
tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el
molino; la una será tomada, y la otra será dejada”. El Señor Jesús
fue muy sabio al usar el ejemplo de dos hermanos que están en el
campo y de dos hermanas que están moliendo en el molino.
Aparentemente no hay diferencia alguna entre los dos hermanos ni
entre las dos hermanas. Pero repentinamente uno de los hermanos
es tomado, e igualmente, una de las hermanas es tomada. Después
de dar este ejemplo, el Señor dijo: “Velad, pues, porque no sabéis en
qué día viene vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el dueño de
casa supiese en qué vigilia el ladrón habría de venir, velaría, y no
permitiría que penetrasen en su casa. Por tanto, también vosotros
estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que
no pensáis” (vs. 42-44). Mientras estemos trabajando, sin estar
conscientes de que Cristo va a venir, algunos de nosotros vamos a
ser arrebatados. El viene como un ladrón y, por eso, tenemos que
velar.

B. La fecha nadie la sabe


El tiempo de la venida secreta del Señor nadie lo sabe (3:3; Mt.
24:36, 42; 25:13). Cuando Cristo vuelva, vendrá como un enviado.
Es por eso que en Apocalipsis se le llama el Angel, uno que es
enviado por Dios. Cuando Cristo se manifieste por segunda vez,
vendrá como enviado de Dios, igual que la primera vez. Esta es la
razón por la cual solamente el Padre sabe el tiempo de la venida
secreta de Cristo (Mt. 24:36; Mr. 13:32). El Padre es el que envía,
y el Hijo es el enviado. Sólo el que envía sabe la hora; ni siquiera el
enviado la sabe.
Algunas personas, creyendo saber más que el Señor Jesús, han
predicho el tiempo de la venida del Señor. En el último siglo y
medio, ha habido muchas predicciones, de las cuales ninguna se ha
cumplido. Algunos predijeron que el Señor Jesús vendría en cierta
fecha y ordenaron a la gente que se preparara tomando un baño y
vistiéndose de ropa blanca limpia. Otros subieron a un monte a
esperar la venida del Señor. Después de la primera guerra mundial,
muchos maestros publicaron libros proféticos, relacionados
especialmente con la venida del Señor. Algunos de esos escritores
predijeron la fecha en que vendría el Señor. Todas estas
predicciones sobre la fecha de la venida del Señor han sido falsas.
Cuídese de predecir alguna cosa. De acuerdo con la Biblia, nadie
sabe cuándo se producirá la venida secreta del Señor.
C. El lugar: viene en la nube a los aires
El lugar de la venida secreta del Señor es los aires, adonde viene
envuelto en la nube (10:1; 1 Ts. 4:17). La nube está relacionada con
la venida del Señor. Cristo fue al cielo en una nube y vendrá a la
tierra de la misma manera (Hch. 1:9, 11; Mt. 26:64; Ap. 14:14). En
Mateo 26:64 el Señor Jesús le dijo al sumo sacerdote: “Desde ahora
veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo
en las nubes del cielo”. Aun en la venida del Señor en la nube
existen dos aspectos. Primeramente, el Señor vendrá envuelto en
una nube. Esto significa que El está escondido en la nube. En
segundo lugar, El vendrá sobre la nube. Cuando El venga en la
nube, no vendrá a la tierra, sino que se quedará en los aires.
Apocalipsis 10:1 revela que el Señor vendrá del cielo, vestido de una
nube, lo cual indica que estará envuelto por la nube. No piense que
El va a descender repentinamente de los cielos a la tierra. Cristo
está ahora en el trono en el tercer cielo. A su debido tiempo, el
Padre lo enviará del trono, en los cielos, a la nube, en los aires.
Como veremos en los próximos mensajes, antes de que El parta del
trono, de los cielos, algunos vencedores ya habrán sido arrebatados
al trono. Apocalipsis 12 nos muestra que el hijo varón será
arrebatado al trono de Dios, no a los aires. Esto indica que algunos
vencedores serán arrebatados antes de la venida secreta del Señor
Jesús. En Apocalipsis 14 vemos que las primicias estarán en el
monte de Sión en los cielos. El monte de Sión celestial es el lugar
donde Dios mora y está en el tercer cielo, no en los aires. El hecho
de que las primicias estén en el monte de Sión en los cielos,
demuestra que algunos de los primeros vencedores serán
arrebatados al tercer cielo antes de la venida secreta de Cristo.
Después de que estos vencedores hayan sido arrebatados, Cristo
descenderá secretamente del trono a los aires en la nube.
Mientras el Señor Jesús esté en los aires, hará muchas cosas.
Principalmente arrebatará a todos los creyentes que no hayan sido
todavía arrebatados. Después que Cristo venga a los aires en la
nube, muchos santos todavía no habrán sido arrebatados. Así que
mientras está en los aires, arrebatará a los cristianos que hayan
tenido que pasar por la gran tribulación. En 1 Tesalonicenses 4:17
dice que los que estén vivos, los que hayan quedado, serán
arrebatados para encontrarse con el Señor en los aires. Entonces,
Cristo establecerá allí Su tribunal. En este tribunal no
comparecerán los pecadores sino todos los salvos, y no tendrá
relación con la salvación ni la condenación sino con la recompensa
y el castigo. Después de que este juicio se haya llevado a efecto,
algunos de los santos serán escogidos y recibirán una recompensa.
De acuerdo con la Biblia, Dios nos ha escogido dos veces. Primero
nos eligió antes de la fundación del mundo en la eternidad pasada
(Ef. 1:4); y segundo, después de la venida del Señor a los aires y del
arrebatamiento, escogerá a algunos de nuevo. Mientras que la
primera elección en la eternidad pasada fue hecha para salvación, la
segunda, que ocurre en los aires en el tribunal de Cristo, tiene como
fin asignar la recompensa. Todos nosotros fuimos escogidos para
salvación, pero el recibir la recompensa depende de la segunda
elección, la cual se hará en el tribunal de Cristo. Los salvos que no
pasen este juicio serán puestos aparte y serán disciplinados.
Entonces Cristo traerá consigo a la tierra como Su ejército a los que
salgan bien en el juicio. En ese tiempo, El ya no estará en la nube,
sino sobre la nube. La venida del Señor constará de dos pasos por lo
menos. En el primero, Cristo dejará el trono en los cielos, vendrá a
los aires envuelto en la nube, y permanecerá en la nube por un
tiempo. Luego, desde los aires, dará el segundo paso: vendrá a la
tierra sobre la nube. Este será el segundo aspecto de Su segunda
venida.
D. Como recompensa para los creyentes que velen
La venida secreta de Cristo será una recompensa para los creyentes que
velan (2:28; Mt. 24:42-44). Apocalipsis 2:28 dice que Cristo aparecerá
como la estrella de la mañana, y Malaquías 4:2 revela que aparecerá como
el sol. Hay una gran diferencia entre la salida de la estrella de la mañana y
la salida del sol. Para ver la estrella de la mañana, uno tiene que levantarse
muy temprano. Si duerme hasta tarde, no la verá. Pero no importa hasta
qué hora duerma uno, no se pierde el resplandor del sol. ¿Espera usted
encontrarse con Cristo como la estrella de la mañana o como el sol? La
aparición de la estrella de la mañana es secreta, pero la aparición del sol es
visible. El Señor nos prometió que si velamos y esperamos Su segunda
venida, El se nos aparecerá como la estrella de la mañana. Esta es la
promesa de una recompensa. Pero si somos descuidados, con seguridad no
veremos la estrella de la mañana.
No piense que la venida de Cristo se reduce simplemente a dejar Su trono
y venir inmediata y directamente a la tierra. El estará en los aires por un
tiempo. Los vencedores tempranos serán arrebatados antes de que se abra
el sexto sello, el cual será un preámbulo, una advertencia, de la gran
tribulación venidera que durará tres años y medio. Es imposible
determinar cuándo va a dejar Cristo Su trono en los cielos para venir a los
aires. Pero sí sabemos que ocurrirá más o menos antes de la gran
tribulación. Habrá un intervalo entre el descenso de Cristo a los aires y Su
descenso a la tierra. Durante ese intervalo, El completará el arrebatamiento
de los santos y llevará a cabo Su juicio sobre todos ellos para elegir a los
vencedores, los cuales serán el ejército con el cual peleará contra el
ejército del anticristo.
II. EL ASPECTO VISIBLE
A. Visto por todas las tribus de la tierra
Como hemos visto, en el aspecto secreto de la segunda venida de Cristo,
El regresará como un ladrón. Pero en el aspecto visible, vendrá con poder
y gran gloria, y todas las tribus de la tierra lo verán (1:7; Mt. 24:27, 30).
Apocalipsis 1:7 dice: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá,
aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación
por El. Sí, amén”. El Señor aparecerá como un relámpago que alumbra
desde el oriente hasta el occidente. Qué diferencia entre esto y Su venida
secreta como ladrón. Apocalipsis 1:7 menciona “todas las tribus de la
tierra”. Después de mucho estudio, he concluido que en este versículo la
palabra griega debe de referirse a la Tierra Santa, y no a todo el mundo.
En otros versículos puede tener el sentido de toda la tierra, pero aquí debe
de referirse a la Tierra Santa. Todas las tribus de la Tierra Santa lo verán.
La base para esto está en Zacarías 12:10-14, donde dice que mirarán a
aquel a quien traspasaron y que la tierra lamentará por El. Las tribus
mencionadas en 1:7 son las tribus de los que lo traspasaron. Apocalipsis
1:7 indudablemente es una referencia a Zacarías 12. De acuerdo con el
contenido de Zacarías 12, las tribus no son los linajes de todas las naciones
de la tierra, sino las doce tribus de la Tierra Santa. Basándonos en esto,
podemos decir que las tribus mencionadas en 1:7 son las doce tribus de la
Tierra Santa. Cuando el Señor aparezca como relámpago con poder y
gloria será visto por todos en la Tierra Santa, es decir, las doce tribus lo
contemplarán a El y se lamentarán.
B. La hora: al final de la gran tribulación
El día y la hora de la segunda venida de Cristo en el aspecto secreto no se
conoce (Mt. 24:36), mientras que el tiempo de Su venida en el segundo
aspecto es claramente revelado. Ocurrirá al sonar la última trompeta (la
séptima trompeta), al final de la gran tribulación (18:1; Mt. 24:15, 21, 27;
1 Ts. 4:16; 1 Co. 15:52; 2 Ts. 2:1-4, 8). Mateo 24:15 dice: “Por tanto,
cuando veáis la abominación desoladora, anunciada por medio del profeta
Daniel erigida en el lugar santo”. La “abominación desoladora” es un
ídolo, la imagen del anticristo. De acuerdo con Daniel 9:27, el anticristo
hará un convenio con la nación de Israel que durará siete años. A la mitad
de los siete años, él anulará el convenio y comenzará a perseguir a los
judíos. El anticristo estará absolutamente en contra de Dios; se proclamará
a sí mismo Dios; erigirá una imagen de sí en el templo, y obligará a la
gente a adorarla. Ante Dios, esto será la abominación que causará gran
destrucción y se producirá a la mitad de la última semana de las setenta
mencionadas en Daniel 9. En dicho capítulo, una semana equivale a siete
años. En Mateo 24:15 el Señor Jesús indica que los creyentes judíos verán
esto. Según lo revela Mateo 24:21, esto marcará el comienzo de la gran
tribulación: “Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde
el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás”. Por consiguiente,
la gran tribulación comenzará cuando el anticristo erija su imagen en el
templo y obligue a la gente a adorarla. En estos versículos podemos ver
que la venida visible del Señor no sucederá antes de la gran tribulación,
sino cierto tiempo después de que comience. De acuerdo con los
versículos de Apocalipsis, ocurrirá casi al final de la gran tribulación.
Según el Nuevo Testamento, el Señor Jesús dejará Su trono en los cielos y
descenderá a los aires antes de la gran tribulación. Desde allí, casi al final
de la gran tribulación, descenderá visiblemente a la tierra.
Cuando Cristo venga visiblemente desde los aires a la tierra, el anticristo
estará procurando exterminar la nación de Israel. El anticristo concentrará
su ejército en un lugar llamado Armagedón con esa finalidad (16:16). Esto
sucederá de acuerdo con el propósito de Dios, puesto que el plan de Dios
es reunir a todos los ejércitos terrenales en Armagedón para destruirlos a
todos al mismo tiempo y liberar a la tierra de ellos. La intención del
anticristo será usar su ejército para exterminar la nación de Israel. Israel
será rodeado por este ejército y no tendrá salida. Entonces, cuando sea
imposible escapar, el Señor aparecerá como el resplandor de un relámpago
y asentará Sus pies sobre el monte de los Olivos (Zac. 14:4). Antes de eso,
la nación de Israel no creerá en el Señor Jesús, pero la amenaza del
ejército del anticristo los obligará a arrepentirse. Cuando el Señor Jesús
pose Sus pies sobre el monte de los Olivos, éste se partirá en dos. Esto
proveerá una vía de escape para los perseguidos judíos, quienes, entonces,
se arrepentirán, se lamentarán, y confesarán el mal que hicieron
crucificando al Señor.
Si juntamos estos versículos, veremos que la venida visible del Señor
probablemente ocurrirá casi al final de la gran tribulación. Mientras que el
templo de Jerusalén no sea construido, el Señor Jesús no podrá venir
visiblemente. Aunque tenemos cierta idea sobre el tiempo de Su
manifestación, no sabemos cuándo vendrá en secreto. La Biblia dice que
nadie lo sabe. Sin embargo, el Nuevo Testamento revela claramente que
Cristo no vendrá visiblemente antes de la gran tribulación, es decir, antes
de que el anticristo obligue a la gente a adorar su imagen. Pero nosotros no
esperamos la manifestación visible del Señor, sino Su venida secreta. Al
respecto el Señor es muy sabio, pues sabe que esto hará que velemos.

C. El lugar: viene en una nube a la tierra


El lugar del aspecto visible de la venida del Señor es claramente
revelado: El viene en una nube a la tierra (1:7; 14:14; Mt. 24:30;
Zac. 14:4; Hch. 1:11-12). Según Hechos 1:11-12, el Señor vendrá de la
misma manera que se fue al cielo. Puesto que El ascendió desde el
monte de los Olivos, regresará al monte de los Olivos. Zacarías 14:4
dice: “Y se afirmarán Sus pies en aquel día sobre el monte de los
Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los
Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el
occidente”. Como lo indica claramente este versículo, el monte de
los Olivos está fuera del muro de Jerusalén, cerca de la ciudad. El
Señor descenderá al mismo lugar desde donde ascendió. Sin
embargo, nosotros no estamos esperando verlo en el monte de los
Olivos; queremos encontrarnos con El en el trono, en el tercer cielo,
y luego regresar con El al monte de los Olivos. El ya ascendió a los
cielos, y nosotros estamos esperando ser arrebatados a los cielos.
No estamos esperando morir para luego ir al cielo. Esto es religioso.
Estamos esperando que todo nuestro ser sea arrebatado al tercer
cielo, al trono de Dios, y regresar con Cristo, primeramente a los
aires y después a la tierra. Esta es la manera en que debemos visitar
a Jerusalén. Nosotros vamos a ir allí después de pasar por el trono
en el tercer cielo. Pero si usted es derrotado, perderá esta visita a
Jerusalén.
D. Con los santos vencedores para pelear
contra el anticristo y su ejército en Armagedón
Cuando el Señor Jesús venga visiblemente, lo hará con los santos
vencedores para pelear contra el anticristo y su ejército en
Armagedón (19:11-21; 17:13-14; 16:12-16; Zac. 14:3, 5; 2 Ts. 2:8). Y
pisará el lagar del vino de la ira de Dios (19:15; 14:18-20). En
Armagedón se concentrarán todos los ejércitos de la tierra; algunos
vendrán del Lejano Oriente, otros del norte, y otros de Europa. Esta
concentración de todos los ejércitos de la tierra estará en concordia
con la sabiduría de Dios. Finalmente, las riquezas del mundo se
concentrarán en el Medio Oriente, y todas las naciones tratarán
insaciablemente de apoderarse de ellas. Mientras los ejércitos de la
tierra se juntan en Armagedón, el Señor estará sentado en los aires
observando y diciendo: “¿Están listos?” Cuando lleguemos al
capítulo catorce, veremos que la concentración de los ejércitos será
la vendimia de la viña de la tierra, y las uvas serán echadas en el
gran lagar. A los ojos de Dios, los ejércitos de la tierra son como
uvas, y Armagedón será el gran lagar. Al juntar los reyes, los
generales y los líderes todos los ejércitos en Armagedón, ellos serán
como uvas echadas en el gran lagar. Entonces el Señor descenderá a
pisar las uvas en el lagar de Dios, y brotará de allí un gran río de
sangre. ¡Muchos hombres malvados morirán en esa ocasión! Esto
ocurrirá cuando el Señor venga visiblemente a la tierra. El propósito
de la manifestación del Señor será exterminar los ejércitos del
mundo. Después de esto, la guerra cesará en la tierra.
III. UNA ADVERTENCIA
Y UNA AMOROSA RESPUESTA
En Apocalipsis 22:12 y 20 el Señor Jesús nos hace una advertencia,
diciendo: “He aquí Yo vengo pronto”. Nuestra amorosa repuesta
debe ser: “Amén. ¡Ven, Señor Jesús!” (22:20; 2 Ti. 4:8). Nuestro
interés en estos mensajes no es simplemente enseñar la doctrina en
cuanto a lo que llaman el segundo advenimiento; antes bien,
estamos estudiando el deseo que Dios tiene en Su corazón, el cual
consiste en obtener un grupo de vencedores que velen y esperen Su
segunda venida.
ESTUDIO-VIDA DEL APOCALIPSIS
MENSAJE SEIS
COPARTICIPES EN LA TRIBULACION,
EN EL REINO Y EN LA PERSEVERANCIA EN JESUS
En este mensaje necesitamos considerar 1:9 donde dice: “Yo Juan,
vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino
y en la perseverancia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos, por
causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús”. El libro de
Apocalipsis está escrito en una forma maravillosa. Es muy
significativo que este versículo figure después de mencionarse la
venida del Señor en 1:7. Esto indica que si deseamos ser los que
velan y esperan la segunda venida del Señor, tenemos que ser
copartícipes en la tribulación, en reino y en la perseverancia en
Jesús, y no en las bendiciones externas.
I. COPARTICIPES EN LA TRIBULACION EN JESUS
La frase “en Jesús” gobierna las palabras tribulación, reino y
perseverancia, y debemos prestar atención especial a esto. Esta
expresión ocurre muy raras veces en el Nuevo Testamento,
mientras que “en Cristo” o “en Cristo Jesús”, se usa muchas veces.
En el Nuevo Testamento, la verdad está principalmente en Cristo,
pero aquí se emplea la expresión “en Jesús”. Esto nos dice que si
estamos esperando al Señor en Su venida, tenemos que ser
copartícipes en la tribulación, el reino y la perseverancia “en Jesús”.
Cuando hablamos de la salvación, la gracia, el disfrute y las demás
cosas buenas, decimos que estamos “en Cristo”, puesto que esta
expresión se refiere a todo lo que está en el lado positivo de la
salvación. Pero decir que somos copartícipes en la tribulación, el
reino y la perseverancia en Jesús, significa que estamos sufriendo.
Cuando Jesús vivió en la tierra como hombre, El sufrió
constantemente. Según los hechos de la vida de Jesús, Su nombre
denota un hombre sufrido, un varón de dolores, experimentado en
aflicción (Is. 53:3). Por consiguiente, cuando decimos que estamos
en Cristo, esto significa que somos salvos, disfrutamos la gracia de
Dios, tenemos paz con Dios y estamos bajo Su bendición. Pero
cuando decimos que somos copartícipes en la tribulación, el reino y
la perseverancia “en Jesús”, significa que estamos sufriendo y
siendo perseguidos por seguir a Jesús de Nazaret. En el libro de
Apocalipsis, no se usa la expresión “en Cristo”. Por el contrario, en
Efesios “en Cristo” o “en El” se usa reiteradamente, y se halla en
todos los capítulos de esa epístola. El libro de Apocalipsis está
dirigido a aquellos que experimentan la tribulación “en Jesús”. Esto
significa que los que están esperando la venida del Señor Jesús
tienen que ser personas que sufren tribulación “en Jesús”. En otras
palabras, los que están esperando la venida del Señor son los que
sufren. A los ojos de Dios, nosotros somos los seguidores de Cristo,
pero ante la gente, especialmente ante los religiosos, somos los
seguidores de Jesús.

A. Jesús sufrió persecución


cuando estuvo en la tierra
Mientras Jesús estuvo en la tierra, fue perseguido por la religión
judía (Jn. 5:16; 15:20). El no fue perseguido por ninguna religión
pagana, sino por la religión típica, establecida según los oráculos de
Dios. La religión es utilizada muchísimo por el enemigo de Dios. La
religión es contraria a Cristo, y Cristo es contrario a la religión.
Juan 5:16 revela que los judíos perseguían a Jesús porque El no
guardaba el día de reposo. Los religiosos no toleran el hecho de que
se quebranten sus preceptos. Cualquier violación de sus preceptos
religiosos traerá como consecuencia persecución contra los
transgresores. La religión judía fue establecida sobre tres columnas,
una de las cuales era el sábado, el día de reposo; las otras dos eran
la circuncisión y las regulaciones dietéticas. Cuando Cristo
quebrantó el día de reposo, derribó una de las tres columnas de la
religión judía. Por consiguiente, los judíos lo persiguieron, y
procuraron matarlo. A la postre, los religiosos tuvieron éxito y
mataron al Señor Jesús, al sentenciarlo a muerte según sus propias
Escrituras. Sin embargo, por la soberanía de Dios, los judíos de
aquel tiempo no tenían derecho a ejecutar dicha sentencia. Por lo
tanto, entregaron a Jesús al gobierno romano, el cual, usando sus
métodos para ejecutar criminales, crucificó al Señor Jesús.
De la manera que la religión persiguió a Jesús, también perseguirá
a los seguidores de Jesús. Vemos en el libro de Hechos que los
judíos desde las sinagogas de cada ciudad incitaban la oposición
contra los apóstoles, y Pablo sufrió mucho este tipo de persecución.
Juan, el escritor de Apocalipsis, también sufrió dicha persecución.
Cuando Juan recibió la revelación de este libro, estaba exiliado en la
isla de Patmos, “por causa de la palabra de Dios y el testimonio de
Jesús”. Al escribir este libro, alentaba a los santos a que esperaran
la venida del Señor, diciéndoles que él, Juan, era su hermano y
copartícipe de ellos en el sufrimiento y aflicción en Jesús, no en la
gracia, la vida ni la luz.
Como vimos, cuando Jesús estaba en la tierra, sufrió a manos de la
religión. El Imperio Romano no le prestó la más mínima atención.
La religión judía le exigió al gobierno romano que dictara sentencia
sobre El. Por consiguiente, la persecución contra El no se originó en
el mundo secular sino en el mundo religioso. En Hechos vemos que
lo mismo sucedió a los apóstoles. La oposición no vino
principalmente de los gentiles, sino de los judíos religiosos. Estos
seguían a Pablo por todas partes y probablemente perturbaban sus
actividades. Del mismo modo, muchos mártires sufrieron
persecución por parte de la Iglesia Católica Romana. Como Foxe
afirma en su libro Historia de los mártires, la Iglesia Católica
Romana mató más santos que los que mató el Imperio Romano.
¿Quién encarceló a Madama Guyón? La Iglesia Católica Romana.
¿Quién encarceló a Juan Bunyan? La Iglesia de Inglaterra. La
religión siempre persigue a los verdaderos seguidores de Jesús.
Ahora es nuestro turno de sufrir esta persecución. Durante los años
que estuve con el hermano Nee en China, vi cuánto fue perseguido
por la religión. Los rumores, la oposición y la censura no venían de
los gentiles, sino del cristianismo, incluso de algunos misioneros. El
diablo es insidioso. El mundo secular no se opone tanto a nosotros
como lo hace la gente religiosa. Muchos cristianos consideran la
religión como algo bueno, pero en realidad es algo usado por el
diablo. Si usted lee el libro de Gálatas, verá cuán intensamente
Pablo perseguía la iglesia cuando él estaba en la religión judía. El
capítulo uno de Gálatas revela que la religión está en contra de
Cristo y que Cristo es contrario a la religión. Si cooperamos con la
religión, habrá cierto tipo de paz. ¿Pero cómo podríamos cooperar
con la religión? La religión es falsa y engañosa; es una falsificación
de la economía de Dios. Cualquiera que vea que la religión es una
falsificación de la economía de Dios, la condenará.
B. Jesús sufre persecución
ahora junto con Sus seguidores
La religión nos persigue porque no cooperamos con ella. La
persecución que sufrimos hoy es la persecución en Jesús. El sufre
persecución ahora junto con Sus seguidores (Hch. 9:4-5). Como
nosotros sufrimos hoy, El sufre en nosotros y con nosotros. Cuando
Saulo de Tarso iba rumbo a Damasco con la intención de arrestar a
todos los que invocaban el nombre de Jesús, el Señor Jesús lo
derribó y le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch. 9:4).
Cuando Saulo dijo: “¿Quién eres, Señor?” Jesús le dijo: “Yo soy
Jesús, a quien tú persigues” (Hch. 9:5). Saulo nunca pensó que
estaba persiguiendo al Señor Jesús. El creía que Jesús estaba en la
tumba y que él estaba persiguiendo a Esteban y a los demás
seguidores de Jesús. Pero para el Señor Jesús, Saulo lo estaba
persiguiendo a El, porque en ese momento Jesús estaba en Esteban,
en Pedro, en Juan y en todos los demás miembros del Cuerpo y era
uno con ellos. Lo mismo es cierto hoy. Cuando los religiosos nos
persiguen, en realidad persiguen a Jesús, porque Jesús está en
nosotros y es uno con nosotros. Debemos consolarnos al saber que
el sufrimiento que estamos experimentando es la persecución en
Jesús. Somos copartícipes de la tribulación en Jesús.
C. Sus seguidores también son perseguidos
en esta era, y llevan Su vituperio
Los seguidores de Jesús también son perseguidos en esta era y
llevan Su vituperio (2:10; Jn. 16:2, 33; Hch. 14:22; He. 13:13).
Hebreos 13:13 dice: “Salgamos, pues, a El, fuera del campamento,
llevando Su vituperio”. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra,
sufrió el vituperio de la religión. Ahora nosotros Sus seguidores
tenemos que llevar Su vituperio, y sufrir injurias de parte de la
religión. Esto es ser copartícipes de la tribulación en Jesús.
Sin embargo, algunos sufrimientos pueden ser causados no por
seguir a Jesús, sino por nuestra propia insensatez. Este sufrimiento
no puede llamarse propiamente el sufrimiento en Jesús. Ninguno
de nosotros debe causar problemas por su necedad. Debemos ser
honestos y fieles al testimonio del Señor. Si nuestra honestidad y
fidelidad nos traen sufrimientos y persecuciones, eso es la
persecución en Jesús, y también Jesús sufre con nosotros.
Es imposible evitar la persecución de la religión. No podemos
escapar de ella, porque el enemigo la utiliza ahora más que nunca.
Nada estorba más la economía de Dios que la religión. Nada ciega,
cubre y vela al hombre más que la religión, la cual le impide ver la
economía de Dios. Millones de personas han sido cegadas por la
religión. En todo el mundo la religión ciega y venda los ojos de la
gente para que no vea la economía de Dios. Por esta razón se está
librando una guerra. En esta guerra debemos sonar la trompeta
diciendo: “Salid de la religión, quitaos los velos que cubren vuestros
ojos, y abandonad los conceptos religiosos”. Cuando hacemos esto,
surge la oposición. Algunos amigos bienintencionados han venido a
mí a aconsejarme que transija un poquito. Nosotros nunca
transigiremos. Los que esperan la venida del Señor Jesús tienen que
participar de Sus sufrimientos. No diga simplemente: “Señor Jesús
te amo, Ven pronto”. Si usted dice esto, el Señor contestará: “Quiero
que sufras por Mí y conmigo”. No trate de evitar la persecución. Si
usamos nuestra destreza para evitar la persecución, entonces no
estaremos esperando debidamente la venida del Señor. Si usted en
verdad espera la venida del Señor, surgirá la persecución religiosa
en contra de usted. Pero no debemos provocar persecución
actuando insensatamente. En este sentido, tenemos que ser
prudentes como serpientes y sencillos como palomas (Mt. 10:16).

II. COPARTICIPES EN EL REINO EN JESUS


Si somos copartícipes en la tribulación en Jesús, somos copartícipes
en el reino. Participar de la persecución en Jesús, es participar del
reino. Si usted no sabe lo que es la persecución, tampoco sabe lo
que es el reino.
A. El reino estaba con Jesús
cuando El estaba en la tierra
Muchos cristianos tienen un concepto equivocado del reino.
Algunos dicen que el reino ya vino, pero que fue rechazado y
suspendido. Los que tienen este concepto dicen que el reino vendrá
en el futuro. Según esta enseñanza, cuando el Señor Jesús regrese,
traerá consigo el reino que había sido pospuesto. Esto no es más
que vana doctrina. El reino estaba con Jesús cuando El estuvo en la
tierra. El Señor Jesús les dijo a los fariseos: “El reino de Dios no
vendrá de modo que pueda observarse, ni dirán: Helo aquí, o helo
allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lc. 17:20-
21). En este pasaje vemos que el reino estaba dondequiera que
Cristo estuviese. En Mateo 12:28 el Señor dijo: “Si Yo por el Espíritu
de Dios echo fuera los demonios, entonces ha llegado a vosotros el
reino de Dios”. Esto significa que el reino estaba con el Señor
mientras El estaba en la tierra.
B. Los creyentes nacen en el reino
Los creyentes de Jesús nacieron en el reino. Juan 3:5 demuestra
esto. En este versículo, Jesús dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto
te digo: El que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios”. Nosotros fuimos regenerados y puestos en el reino.
¿Cómo habríamos podido entrar al reino mediante la regeneración
si el reino hubiese sido suspendido? ¿Entonces, dónde nacimos
cuando nacimos de nuevo? Dice Juan 3 claramente que renacimos
en el reino.

C. La vida de la iglesia hoy es el reino


En Mateo 16:18-19 el Señor le dijo a Pedro: “Y Yo también te digo,
que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las
llaves del reino de los cielos”. Esto enseña que en un sentido, la
iglesia es el reino. Romanos 14:17 también indica que los que
estamos en la iglesia estamos en el reino. La vida apropiada de
iglesia es la vida del reino.
¿Qué es el reino? Es el gobierno celestial en la naturaleza divina.
Todos nosotros fuimos regenerados con la vida divina. En dicha
vida está la naturaleza divina, y en la naturaleza divina hay un
dominio, un reinado y un gobierno. Este gobierno es divino y
celestial. Nosotros, los regenerados, estamos hoy en el reino;
estamos bajo este gobierno y control. Necesitamos ejercitar esta
regulación que tenemos sobre nosotros. Si usted necesita que
alguien lo gobierne, esto significa que usted es una persona caída.
Tenemos que estar bajo el gobierno celestial en todo lo que
hagamos. En otro mensaje hablamos de ser el ejército de Cristo,
pero si uno no está bajo la regulación de la vida divina, nunca puede
ser elegido para estar en el ejército de Cristo. Ser escogidos para
estar en este ejército depende de nuestra obediencia en la
naturaleza divina al gobierno celestial. La vida divina nos introduce
en el reino divino. El reino en el cual nacimos de nuevo según Juan
3:5 es el mismo reino que Juan menciona en Apocalipsis 1:9. ¿Cómo
podríamos ser copartícipes en el reino si no hemos nacido en él?
Después de renacer en el reino, debemos permanecer allí. Si uno
continúa discutiendo con su cónyuge, esto significa que es un
fugitivo del reino. Si uno permanece en el reino y vive como
ciudadano del reino, nunca altercará con su cónyuge ni con ninguna
otra persona. Aunque el enemigo puede tentarle a que pelee, la
regulación del reino celestial lo restringirá.

D. Los creyentes sufren persecución


por causa del reino
Estar en el reino en Jesús hoy no es una gloria. Cuando el reino de
Jesús llegue a ser el reino de Cristo, entonces vendrá el tiempo de
gloria. Pero hoy el reino de Jesús es un reino de sufrimiento. En
Mateo 5:10-12 el Señor dice que Sus creyentes sufrirían persecución
por causa del reino. Si sufrimos por causa de la justicia, entonces
estamos en el reino. Hay ciertas cosas que no podemos hacer
porque son injustas. Toda la humanidad de hoy es injusta. Si
aceptamos la injusticia, seremos recibidos. Pero si nos mantenemos
firmes en la justicia, se opondrán a nosotros y nos perseguirán.
Sufrir persecución por el reino hoy, demuestra que estamos en el
reino de Dios. No piense que es glorioso estar en el reino en esta
hora. No, estar en el reino ahora es sufrir vergüenza y persecución.
Cuanto más vivimos en el reino, más persecución y sufrimiento
afrontamos. Pero alabado sea el Señor, porque este sufrimiento es
una evidente señal de que estamos en el reino.
Estar en el reino hoy, es un asunto de estar en el sufrimiento de
Jesús. Aunque somos copartícipes en el reino en Jesús, no somos
todavía correyes en Cristo. Cuando El regrese, seremos Sus correyes
en Su reino. En ese tiempo, ya no sufriremos. No les diga a los
demás: “Debes respetarme. Soy un copartícipe del reino celestial y
un día seré un correy con Cristo en el reino”. Cuanto más diga eso,
más perseguido será. Hoy no es el tiempo de reinar, sino de sufrir.
Ahora no estamos en el reino donde se rige, sino en el reino donde
se sufre. Esta es la razón por la cual Pablo dice que debemos entrar
en el reino de Dios a través de mucha tribulación (Hch. 14:22). La
manera de entrar en el gobierno del reino es el sufrimiento. La
tribulación a que Pablo se refería en Hechos 14:22 era
principalmente la persecución que sufrió a manos de los judíos
religiosos. Los creyentes en Cristo sufren esta clase de persecución.
Pablo parece estar diciendo: “Vosotros los cristianos, los creyentes
de Jesús, tenéis que sufrir persecución de parte de la religión judía”.
El principio se sigue aplicando hoy. Si no hubiera hoy religión en el
mundo, no sufriríamos tanta persecución. Como ya hemos hecho
notar, la mayoría de los problemas, las persecuciones, los rumores y
la oposición tienen un solo origen, la religión. Mientras sufrimos
hoy, estamos en el reino ejercitándonos, entrenándonos,
preparándonos y capacitándonos para estar en el ejército de Cristo
y reinar en Su reino como Sus correyes.
III. COPARTICIPES EN LA PERSEVERANCIA EN JESUS
En Apocalipsis 1:9 Juan también dice que él fue copartícipe en la
perseverancia en Jesús. Tanto en la tribulación como en el reino
necesitamos perseverar. Muchos santos que están en el recobro del
Señor carecen de perseverancia. Algunos han sufrido persecución
de sus parientes, sus amigos y sus vecinos, pero con el tiempo se les
agota la provisión de perseverancia. Aunque pudieron resistir la
persecución por cierto tiempo, les faltó perseverancia para
sobrellevarla más tiempo. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra,
sufrió persecución (He. 12:2-3), y sigue sufriendo hoy la oposición y
el vituperio de los hombres. Considere cómo todavía hoy, la gente
se opone y se burla del Señor Jesús. Por un lado, El está sentado en
los cielos; y por otro, sigue sufriendo burla, oposición y persecución.
Tal vez muchos de nosotros esperamos que el Señor les diga a los
que se burlan de El: “Arrepiéntase o mandaré un terremoto para
destruirlos”. El Señor Jesús ha sufrido burla por casi veinte siglos,
pero El no se venga, sino que sigue sufriendo continuamente esos
ataques. Es posible que algunos digan: “Jesús te aborrezco”, pero El
no responde. Esta es la perseverancia de Jesús.
Pocos hemos oído de la perseverancia de Jesús. Hemos oído del
poder de Jesús, de Su amor, Su santidad y Su justicia, pero no de Su
perseverancia. Sin embargo, puesto que permanecemos en Cristo,
no solamente participamos de Su vida y santidad, sino también de
Su perseverancia. Cuando permanecemos en Cristo, participamos
de Su perseverancia y podemos sobrellevar el sufrimiento y la
oposición. La palabra del Señor también es llamada la palabra de Su
perseverancia (3:10). Hoy el mundo entero se opone a El y lo
rechaza, pero El no se defiende. El simplemente lo sufre todo.
Ahora al tener comunión con El y al permanecer en El,
participamos de Su perseverancia. Como seguidores Suyos,
debemos seguirlo por la misma senda con perseverancia (He. 12:1).
En esta senda nosotros también podemos sufrir persecución,
rumores, rechazo y oposición. Esta es un prueba evidente de que
esperamos el regreso del Señor. Mientras esperamos Su regreso al
ser copartícipes en Su tribulación, reino y perseverancia somos
disciplinados, entrenados, preparados y hechos aptos para ser Su
ejército. ¿Está usted esperando el regreso del Señor Jesús? Si lo
espera, entonces tiene que ser copartícipe en Su tribulación, Su
reino y Su perseverancia.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SIETE
LAS IGLESIAS LOCALES
El libro de Apocalipsis está muy bien redactado. Aparentemente, los
diferentes puntos incluidos en el capítulo uno no tienen relación entre sí.
Pero si los leemos desde el punto de vista de nuestra experiencia,
podremos ver que uno va después del otro en una secuencia ordenada. En
los últimos dos mensajes hablamos de los aspectos de la segunda venida
del Señor Jesús y de que nosotros le esperamos siendo copartícipes de Su
tribulación, Su reino y Su perseverancia. En este mensaje veremos las
iglesias locales. Tal vez parezca que este mensaje acerca de las iglesias
locales no esté relacionado con los dos mensajes anteriores, pero en
nuestra experiencia sabemos que estos tres mensajes están
interrelacionados. La segunda venida del Señor Jesús requiere que algunos
sean copartícipes de la tribulación, el reino y la perseverancia en Jesús. La
mejor manera de hacer esto es estar en las iglesias locales. Fuera de la
iglesia, es difícil participar de estas tres cosas.
I. LA PROGRESION DE LA REVELACION DIVINA
EN LAS ESCRITURAS
Debemos abordar el tema de las iglesias locales considerando la secuencia
progresiva de la revelación divina en las Escrituras. La revelación divina
comienza en la Biblia con Dios y finaliza con las iglesias locales. Los
primeros dos capítulos de Génesis y todo el Antiguo Testamento, son una
revelación de Dios mismo, y los cuatro evangelios son una revelación de
Cristo. Esto revela la secuencia progresiva de la revelación divina desde
Dios hasta Cristo. Después de los cuatro evangelios, tenemos el libro de
Hechos y las epístolas, que revelan principalmente a Cristo como el
Espíritu. Por consiguiente, la revelación del Espíritu es una continuación
de la revelación divina contenida en la Biblia. Después de esto se revela la
iglesia. Así que, hay cuatro secciones principales de la revelación divina
de la Biblia: la sección de Dios, la sección de Cristo, la sección del
Espíritu y la sección de la iglesia.
Los judíos tienen solamente la primera sección de esta revelación, ya que
los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento abarcan solamente la
revelación de Dios. La mayoría de los cristianos tiene más que esto; tiene
el Antiguo Testamento y los cuatro evangelios. Aunque ellos tienen la
Biblia completa, en realidad sólo usan el Antiguo Testamento y los
evangelios. Es posible que conozcan a Dios de la manera que es revelado
en el Antiguo Testamento, y que conozcan las narraciones de los
evangelios sobre Cristo, pero no saben nada sobre el Espíritu de vida ni
sobre la iglesia. Para muchos cristianos, la iglesia es un edificio físico. Los
domingos en la mañana, muchos padres dicen a sus hijos: “Vamos a la
iglesia”. De acuerdo con su concepto, la iglesia es una capilla o una
catedral con una torre alta. Saben muy poco de la iglesia que se revela en
la Palabra santa.
Gracias a Dios que en estos últimos dos siglos algunos cristianos han
progresado en su conocimiento de la Biblia, y no sólo tienen el Antiguo
Testamento y los evangelios sino también las epístolas. Estos cristianos
conocen a Dios, a Cristo y al Espíritu. Sin embargo, no saben mucho sobre
el Espíritu de vida. Ellos conocen el Espíritu principalmente como el
Espíritu de poder, necesario para el bautismo. Saben muy poco del
Espíritu que mora dentro del creyente. Aunque estos cristianos tal vez
sepan algo acerca de la iglesia, solamente ven la iglesia universal, no las
iglesias locales. Sin embargo, los primeros tres capítulos de Apocalipsis
no tratan de la iglesia universal; se refieren claramente a las iglesias
locales.
Hoy día quienes estamos en el recobro del Señor tenemos la Biblia
completa: el Antiguo Testamento, los evangelios, los Hechos, las epístolas
y el Apocalipsis. Yo estuve en la Asamblea de los Hermanos por siete
años y medio. Durante ese tiempo, dedicamos considerable atención a los
libros de Daniel y Apocalipsis. Sin embargo, la mayor parte de lo que oí
acerca del Apocalipsis se relacionaba con la bestia y los diez cuernos. No
tenía idea de que en el libro de Apocalipsis había iglesias locales.
Inclusive, oí muy poco de la Nueva Jerusalén. Solamente se me dijo que
era una ciudad celestial con mansiones celestiales, que tenía una calle de
oro y puertas de perlas. ¡Alabado sea el Señor porque hoy el libro de
Apocalipsis no es así! En el Apocalipsis están las iglesias locales, y el Hijo
del Hombre está en medio de ellas, y también está la Nueva Jerusalén con
Cristo como su centralidad y universalidad.
A. En cuanto a Dios
Consideremos ahora detalladamente la progresión de la revelación divina
en las Escrituras. Primeramente Dios mismo se revela a nosotros (Gn.
1:1). En Génesis 1:26 Dios se revela como Elohim, una palabra hebrea que
significa el Todopoderoso. Después de esto, en Génesis 2:7, Dios se nos
revela como Jehová, que significa “Yo soy el que soy”. Dios es el gran Yo
soy, el Eterno, la realidad de todas las cosas positivas. El nombre Jehová
denota la relación de Dios con el hombre. En cuanto a la creación, Dios se
revela como Elohim; en cuanto a Su relación con el hombre, se revela
como Jehová. El nombre de Jehová se usa en el Antiguo Testamento en
lugar de Jesús, y el nombre de Jesús se usa en el Nuevo Testamento en
lugar de Jehová. En otras palabras, en el Antiguo Testamento Jesús es
llamado Jehová, y en el Nuevo Testamento Jehová es llamado Jesús. El
Antiguo Testamento completo, que consta de treinta y nueve libros, es
primordialmente una revelación de los dos títulos
divinos: Elohim y Jehová.
B. En cuanto a Cristo
El segundo paso en la secuencia de la revelación divina, es la revelación
tocante a Cristo (Mt. 1:1). En cierto momento, Dios se encarnó, se hizo el
hombre Jesucristo. Después del Antiguo Testamento, tenemos los cuatro
evangelios, los cuales revelan la persona maravillosa llamada Jesucristo.
El nombre Jesús, principalmente significa Salvador (Mt. 1:21), y el título
“Cristo” principalmente significa ungido (Mt. 16:16). Jesús no sólo es
nuestro Salvador, sino también el ungido de Dios o, usando un término
contemporáneo, el Designado de Dios. Dios lo designó para que cumpliera
Su economía eterna. El no es solamente el Jesús que nos salva, sino
también el Cristo que lleva a cabo el plan eterno de Dios.
Cristo necesita la iglesia para poder ejecutar el plan eterno de Dios, y para
producir la iglesia necesita dos cosas: efectuar redención e impartir vida.
Después de redimir al hombre creado y caído, Cristo tiene que impartir
vida a los redimidos. Esta es la razón por la cual se necesita el Espíritu de
vida, el Espíritu vivificante. Por consiguiente, después de los cuatro
evangelios, tenemos la redención y la impartición de vida en el libro de
Hechos y en las epístolas. En dichos libros, se menciona frecuentemente la
sangre de Cristo. Además de la sangre tenemos el Espíritu. La sangre trae
redención, y el Espíritu imparte la vida. Después de ser redimidos y
regenerados, llegamos a ser miembros vivos del Cuerpo de Cristo, la
iglesia. El Cuerpo, la iglesia, es el medio por el cual Cristo realiza la
economía eterna de Dios. En la economía de Dios, la iglesia es muy
crucial. Sin la iglesia, Cristo no puede cumplir nada. El necesita la iglesia
para poder llevar a cabo el plan eterno de Dios.

C. En cuanto al Espíritu
Dios se revela como Elohim y como Jehová, y Cristo se revela como Jesús
y como Cristo. Sin embargo, la revelación en cuanto al Espíritu, no es
simple (Mt. 28:19); al contrario, es un misterio. Pocos cristianos discuten
en cuanto a la revelación de Dios y de Cristo. Pero cuando llegamos al
asunto del Espíritu, hay mucho debate debido a que la revelación del
Espíritu es un misterio. El Espíritu es misterioso porque está relacionado
con la vida. La revelación del Espíritu se compone de muchos aspectos: el
Espíritu de verdad o realidad, (Jn. 14:16-17), el Espíritu de vida (Ro. 8:2),
el Espíritu de poder (Lc. 24:49), el Espíritu de Dios (Ro. 8:9), el Espíritu
de Cristo (Ro. 8:9), el Espíritu de Jesús (Hch. 16:7), el Espíritu de
Jesucristo (Fil. 1:19), el Espíritu Santo (Hch. 5:32) y los siete Espíritus
(Ap. 1:4; 4:5; 5:6).
¿Conoce usted la diferencia entre el Espíritu de vida y el Espíritu de
poder? Aquellos que están en el movimiento pentecostal o carismático
hablan del Espíritu de poder. Solamente el Señor sabe si ellos tienen el
verdadero poder o no. He oído mucho del hablar en lenguas, pero no he
visto poder en la obra de los que hablan en lenguas. El bautismo del
Espíritu Santo da poder al hombre. Pero muchos de los que hablan en
lenguas, carecen de poder del mismo modo que los que no hablan en
lenguas. Tal vez tengan el poder de balbucear incoherencias, pero no
tienen el poder de salvar almas. Aunque algunos nunca han hablado en
“lenguas”, su predicación ha sido el medio para la salvación de miles de
personas. Ese es verdadero poder. No solamente no hay verdadero poder
en el movimiento carismático, sino que tampoco hay vida. Después de
haber hablado en lenguas, muchos proceden a pelear con su cónyuge o
fumar cigarrillos. ¿Es esto vida? ¡No! La vida transforma a las personas.
Necesitamos tanto el Espíritu de poder como el Espíritu de vida.
Estamos aquí para ser el testimonio de Jesús. Este testimonio no es un
término ni un formalismo; esto es una vida. Cuánto necesitamos abrirnos a
El, para que El nos imparta más vida. Si verdaderamente tenemos a Cristo
como nuestra vida, debemos andar, vivir y comportarnos en Cristo. Ahora
podemos entender la razón por la cual las epístolas hablan reiteradamente
del Espíritu. Como ya vimos, el libro de Apocalipsis habla de los siete
Espíritus de Dios. La vida de la iglesia requiere el Espíritu intensificado.
La verdadera iglesia se origina en este Espíritu. Aunque no me opongo a
ninguno de los dones pentecostales genuinos, puedo testificar que en el
pasado no he visto ni una sola iglesia edificada apropiadamente por el
movimiento pentecostal. Considere el movimiento carismático católico.
Está saturado de la adoración a María. Si este movimiento es correcto,
¿cómo puede tolerar la adoración de ídolos? El hecho de que tolere la
idolatría demuestra que no es correcto. Se le puede añadir mugre a una
bola de nieve, pero no a un diamante. El movimiento carismático es
semejante a una bola de nieve, a la que se le pueden agregar cosas sucias.
Necesitamos que nuestros ojos sean abiertos para ver que Dios hoy desea
iglesias locales verdaderas, vivientes y prácticas.
D. En cuanto a la iglesia
Llegamos a la última sección de la revelación divina, la revelación
en cuanto a la iglesia. Es difícil conocer la iglesia debido a que
Satanás, el enemigo sutil, no quiere que los cristianos vean lo que es
la verdadera iglesia.
1. La iglesia universal
La iglesia como Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:12-13) es universalmente
una (Ef. 1:22-23; 4:4-6). Cristo como la única Cabeza tiene un solo
Cuerpo, el cual está constituido de todos los creyentes genuinos.
2. Las iglesias locales
La iglesia universal como Cuerpo de Cristo se expresa mediante las
iglesias locales. Las iglesias locales, como expresión del Cuerpo de
Cristo (Ap. 1:12, 20), son localmente una (Hch. 8:1; 13:1; Ro. 16:1; 1
Co. 1:2). Apocalipsis 1:4 dice: “Juan, a las siete iglesias que están en
Asia”. Asia era una provincia del antiguo Imperio Romano en la
cual estaban las siete iglesias mencionadas en 1:11. Las siete iglesias
estaban en esas siete ciudades respectivamente, no todas en una
ciudad. Este libro no trata de la iglesia universal, sino de las iglesias
locales en muchas ciudades. La iglesia se revela primeramente
como iglesia universal en Mateo 16:18; luego, en Mateo 18:17, se
revela la iglesia local. En el libro de Hechos la iglesia era practicada
en iglesias locales, como por ejemplo, la iglesia en Jerusalén (8:1),
la iglesia en Antioquía (13:1), la iglesia en Efeso (20:17), y las
iglesias en las provincias de Siria y Cilicia (15:41). Con excepción de
algunas cartas escritas a individuos, todas las epístolas fueron
escritas a iglesias locales. Ninguna se escribió a la iglesia universal.
Sin las iglesias locales no hay una expresión práctica y válida de la
iglesia universal. La iglesia universal se hace real en las iglesias
locales. El conocimiento de la iglesia universal halla su
consumación en el conocimiento de las iglesias locales. Es un gran
adelanto para nosotros conocer y practicar las iglesias locales. El
libro de Apocalipsis está en un estado avanzado acerca de la iglesia,
pues fue dirigido a iglesias locales. Si queremos conocer este libro,
tenemos que avanzar del entendimiento de la iglesia universal a la
realidad y la práctica de las iglesias locales. Solamente aquellos que
están en las iglesias locales están en el ángulo o perspectiva
apropiada y en la posición correcta para recibir las visiones de este
libro.
En Apocalipsis 1:11 la voz le dijo a Juan: “Escribe en un libro lo que
ves, y envíalo a las siete iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a
Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea”. Este versículo está
redactado de una manera muy cuidadosa. En este versículo vemos
que enviar este libro a las “siete iglesias” equivale a enviarlo a las
siete ciudades. Esto muestra claramente que la práctica de la vida
de la iglesia en su comienzo consistía en que había una iglesia para
cada ciudad, es decir en una ciudad había una sola iglesia. En
ninguna ciudad había más de una iglesia. Esta es la iglesia local.
Local se refiere a cada ciudad, no a cada calle. La jurisdicción de
una iglesia local debe abarcar toda la ciudad donde está la iglesia;
no debe ser más grande ni más pequeña que los límites de la
ciudad. Todos los creyentes que estén dentro de esos límites deben
constituir la única iglesia local que hay en los límites de esa ciudad.
Por consiguiente, una iglesia equivale a una ciudad, y una ciudad
equivale a una iglesia. Esto es lo que nosotros llamamos las iglesias
locales.
Apocalipsis 1:4 habla de “las siete iglesias”. El siete es el número de
cumplimiento en la obra de Dios, como vemos en los siete días de la
creación (Gn. 1:31—2:3), siete sellos (5:5), siete trompetas (8:2) y
siete copas (15:7) que tienen como fin el mover de Dios en la tierra.
Por lo tanto, las siete iglesias llevan a cabo el mover de Dios.
La iglesia necesita tener una expresión. Si hablamos de la iglesia sin
tener la expresión de la misma, nuestras palabras sólo son teoría;
no son prácticas. Se necesitan las iglesias locales para que la iglesia
sea real y práctica. Si uno no tiene las iglesias locales, no tiene la
iglesia. Igualmente, si no hay miembros, no existe el Cuerpo. Si no
está la iglesia local, no puede existir la iglesia universal, pues la
iglesia universal está compuesta de todas las iglesias locales, de
igual modo que el cuerpo humano está compuesto de muchos
miembros. Tener solamente la iglesia universal, es estar en una
feria de vanidades. Pero nosotros tenemos las iglesias locales en la
práctica. Si nos preguntan dónde está la iglesia, mostramos las
iglesias en Anaheim, San Francisco, Chicago, Nueva York y en
muchos otros lugares.
Algunos amigos cristianos han argüido conmigo así: “¿Por qué dice
que ustedes son la iglesia y que nosotros no lo somos?” Algunas
veces he replicado: “Si usted dice que ustedes son la iglesia, por
favor muéstreme la iglesia. Muéstreme dónde está”. Algunos alegan
que han enviado muchos misioneros al extranjero. En lo más
recóndito de su ser saben que no son la iglesia. Los hechos son los
hechos. ¿Si ustedes son la iglesia, por qué no se llaman la iglesia?
Ustedes saben si son la iglesia o no. No pretenda ni presuma ser lo
que no es. Si soy un hombre debo designarme como tal. ¿Qué más
podría hacer? En 1963 fui invitado a hablar en cierto lugar en
Missouri. Al final de la reunión, alguien me preguntó
amigablemente y con humildad: “Hermano Lee, por favor dígame,
¿por qué ustedes se llaman la iglesia en Los Angeles?” A lo cual
contesté: “Hermano, si nosotros no nos llamamos la iglesia,
entonces ¿cómo nos podríamos llamar? Nosotros sencillamente
somos la iglesia. Esto no es solamente la verdad sino también el
hecho”. Nosotros somos lo que somos. Aunque pretendamos ser
otra cosa, eso no es lo que verdaderamente somos. Antes de que el
recobro del Señor viniera a los Estados Unidos, ningún grupo de
cristianos afirmó ser la iglesia en Los Angeles. Por consiguiente,
cuando nosotros llegamos a Los Angeles, tuvimos que llamarnos la
iglesia en Los Angeles.
En Apocalipsis 1:20 leemos: “El misterio de las siete estrellas que
has visto en Mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete
estrellas son los mensajeros de las siete iglesias, y los siete
candeleros son las siete iglesias”. Cuando Juan vio las siete estrellas
en la mano derecha de Cristo y los siete candeleros de oro en medio
de los cuales estaba Cristo, no pudo comprender la escena, era un
misterio para él. No podía entender el significado de las siete
estrellas celestiales y los siete candeleros de oro. De modo que el
Señor le reveló el misterio diciendo: “Las siete estrellas son los
mensajeros de las siete iglesias, y los siete candeleros son las siete
iglesias”. El significado no fue un misterio solamente para Juan,
sino también para los creyentes de hoy. Todos los creyentes
necesitan la revelación de este misterio para ver las iglesias y sus
mensajeros.
Las iglesias, representadas por los siete candeleros de oro, son “el
testimonio de Jesús” (1:2, 9), tienen la naturaleza divina, y
resplandecen en la noche obscura localmente y también
colectivamente. La naturaleza de las iglesias debe ser divina (que es
lo que representa el oro). Ellas deben ser los candeleros, es decir las
lámparas, que contienen el aceite (el cual es Cristo como el Espíritu
vivificante), y que brillan en la obscuridad individual y
colectivamente. Ellas son lámparas individuales localmente, y al
mismo tiempo son un grupo, una colectividad, de candeleros
universalmente. No sólo brillan localmente, sino que también llevan
el mismo testimonio tanto a las localidades como al universo.
Tienen la misma naturaleza y forma; tienen la misma lámpara con
el mismo propósito, y están plenamente identificadas entre sí, sin
tener ninguna distinción individual. Las diferencias entre las
iglesias locales que se mencionan en los capítulos dos y tres son de
carácter negativo, no positivo. En el aspecto negativo, son
diferentes y separadas entre sí en sus fracasos; pero en el lado
positivo, en naturaleza, forma y propósito, son absolutamente
idénticas y están conectadas. A los creyentes les es fácil ver la iglesia
universal, pero les es difícil ver las iglesias. La revelación de las
iglesias locales es la máxima revelación del Señor en cuanto a la
iglesia. Esta revelación consta en el libro de Apocalipsis, el último
libro de la Palabra divina. Para conocer la iglesia en plenitud, los
creyentes deben seguir al Señor desde los evangelios, pasando por
las epístolas, hasta llegar al libro de Apocalipsis y ver las iglesias
locales según se revelan aquí. En Apocalipsis la primera visión se
relaciona con las iglesias. Las iglesias, con Cristo como su centro,
son el punto central en la administración divina para el
cumplimiento del propósito eterno de Dios.
Si no hubiera iglesias locales, yo no podría seguir viviendo;
preferiría morir. Supongamos que no hay iglesias locales. ¿Qué
haríamos? No tendríamos meta ni objetivo ni propósito; nuestra
vida cristiana no tendría sentido. Las iglesias locales son la meta, el
blanco y el significado de nuestra vida cristiana. Tal vez usted no
aprecie mucho la vida de la iglesia local cuando la disfruta. Si las
iglesias fueran quitadas, usted se daría cuenta de que todas las
bendiciones también son quitadas. No podemos vivir sin la vida de
la iglesia, pues perdemos la razón y la meta de ser cristianos.
Espero que todos nosotros, especialmente los jóvenes, veamos que
el destino de la revelación de Dios son las iglesias locales. La
revelación de Dios avanzó progresivamente hasta llegar a las
iglesias locales. Las iglesias locales son el destino que Dios ha
trazado. Dios trajo Su revelación a las iglesias locales. Esta es la
razón por la cual las iglesias están llenas de revelación, luz y verdad.
Fuera de las iglesias hay escasez de luz, revelación y alimento. Pero
las iglesias están llenas de revelación porque ellas son el destino de
la revelación de Dios. Por consiguiente, todas las riquezas de la
revelación divina están aquí.
Si usted ve esto, comprenderá que nosotros no estamos exagerando
nuestro celo por la iglesia. Nuestro espíritu da testimonio de esto.
Cuando no testificamos de las iglesias locales, nuestro espíritu es
debilitado. Siempre que tratamos de ser prudentes para no
provocar oposición, evitando hablar en cuanto a la iglesia, nos
sentimos amortecidos en nuestro interior. Pero cuando hablamos
confiadamente de la iglesia local, somos animados, nuestro espíritu
es avivado y enardecido, y sentimos deseos de gritar, llorar y
exclamar. Reconozco que es mejor no ofender a la gente; sin
embargo, cuando trato de no ofender a la gente, ofendo al Señor.
Cuando le digo claramente a la gente que las iglesias locales son el
destino que Dios ha dispuesto, siento al Señor conmigo. De acuerdo
con la Biblia, el Hijo del Hombre, Cristo, anda en medio de las
iglesias locales. Si usted busca a Cristo, tiene que venir a las iglesias
locales. El Hijo del Hombre se mueve entre las iglesias, y las cuida.
Si usted desea ser partícipe de este cuidado, debe estar en las
iglesias locales. La carga que tenemos hoy es conducir al pueblo de
Dios a la meta que El ha establecido, y nuestro propósito es ayudar
a los santos a llegar a esta meta.
Antes de venir a las iglesias locales, éramos vagabundos. Nunca
tuvimos el sentir de haber llegado a nuestro hogar o de haber
llegado a nuestro destino. Pero el día que llegamos a las iglesias
locales, tuvimos la certeza de haber llegado a nuestro hogar.
Después de vagar por años, supimos que finalmente habíamos
arribado a nuestro destino. Cuando llegamos a la vida de la iglesia
local, algo profundo dentro de nosotros dijo: “Este es el lugar”, y
supimos que estábamos en nuestro hogar. No tenemos que vagar
más porque hemos llegado a nuestro destino. Hoy día muchos
cristianos que buscan a Dios con seriedad son viajeros; viajan de
una denominación o grupo a otro. Pero el día que llegamos a la vida
de la iglesia, nuestro vagar cesó. Las iglesias locales son lo que Dios
desea hoy. Esta es la última estación de Su revelación. Nosotros
necesitamos simplemente vivir la vida de la iglesia local. Nuestro
testimonio es que no somos una organización, sino la expresión
local del Cuerpo de Cristo.
II. LA PROGRESION DE LA MANIFESTACION DE DIOS
Dios está corporificado en Cristo y es expresado en El (Jn. 1:1, 14; 1
Ti. 3:16; Col. 2:9), y Cristo es real para nosotros y le
experimentamos como el Espíritu (Jn. 14:16-17; 1 Co. 15:45; 2 Co.
3:17; Ro. 8:10; Fil. 1:19). El Espíritu es el constituyente esencial de
la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo, Su plenitud (Ef. 1:22-23; 1
Co. 12:12). Ahora el Cuerpo de Cristo es expresado en las iglesias
locales, las cuales son las expresiones de la iglesia universal (1:11-
12). Las iglesias locales son la expresión del Cuerpo, el Cuerpo es la
realidad de Cristo como el Espíritu vivificante, y Cristo es la
corporificación de Dios. Por consiguiente, en las iglesias locales
tenemos a Dios, a Cristo, al Espíritu y a la iglesia. Es por esto que
las iglesias locales son tan ricas. ¿Dónde puede uno encontrar a
Dios y Su propósito? En las iglesias locales. ¿Dónde puede ganar a
Cristo con todas Sus riquezas? En las iglesias locales. ¿Dónde puede
participar del Espíritu vivificante intensificado? En las iglesias
locales. ¿Dónde puede ser parte del Cuerpo en la práctica? En las
iglesias locales. ¡Las iglesias locales son muy importantes para
nosotros! ¡Aleluya, Amén! Ya no somos vagabundos; ¡estamos en
las iglesias locales! Hemos llegado a nuestro destino, a nuestro
hogar. Estamos en nuestro hogar eterno. Aquí en las iglesias
tenemos a Dios con Su propósito, a Cristo con Sus riquezas, al
Espíritu vivificante intensificado, y la vida apropiada de iglesia.
Aquí la Biblia no sólo es comprensible sino también real. ¡Aleluya
por las iglesias locales! Realmente tenemos algo por lo cual
podemos estar animados.
La revelación de Dios comienza en El mismo y continúa con Cristo y
el Espíritu hasta llegar a la meta en las iglesias locales. Sin las
iglesias locales, no tenemos la meta de la revelación divina. Es
evidente el vacío que hay entre los judíos, entre muchos cristianos y
entre muchas de las que llamamos personas espirituales. Los judíos
tienen a Dios; la mayoría de los cristianos tiene a Dios y a Cristo, y
los cristianos destacados también tienen el Espíritu, pero muy
pocos cristianos tienen la vida apropiada de iglesia en las iglesias
locales. Hoy en la iglesias locales, tenemos a Dios, a Cristo, al
Espíritu y a la iglesia.
El resultado de la manifestación progresiva de Dios es la iglesia.
Dios está corporificado en Cristo; Cristo se hace manifiesto y se
experimenta como el Espíritu vivificante, y el Espíritu produce las
iglesias. Cuando Cristo se hace real a nosotros y lo experimentamos
como el Espíritu vivificante, se produce la vida de la iglesia. La
iglesia es el Cuerpo de Cristo, Su plenitud. La progresión de la
revelación es Dios, Cristo, el Espíritu, la iglesia y las iglesias locales.
Esta es la revelación de Dios en Su Palabra santa. Así que podemos
ver cómo Dios se hace real para nosotros y cómo es expresado y
manifestado en la realidad.
Primeramente Dios se encarnó cuando tomó cuerpo en Cristo. Si
usted quiere conocer a Dios, tiene que conocer a Cristo. ¿Quiere ir a
Dios? Entonces tiene que ir a Cristo. Fuera de Cristo es imposible
tocar a Dios. Dios se corporificó de una manera práctica y real en el
hombre llamado Jesucristo. Cuando usted lo conoce a El, conoce a
Dios; cuando lo toca a El, toca a Dios; cuando lo obtiene a El,
obtiene a Dios; cuando lo recibe a El, recibe a Dios, porque El es la
corporificación de Dios mismo. Este Cristo es real para nosotros y le
experimentamos como el Espíritu vivificante. El no es solamente
nuestro Salvador, Redentor, Señor, santidad y justicia, sino también
el Espíritu vivificante. Ser el Salvador, el Redentor y el Señor
equivale a ser el Espíritu vivificante. A quien tenemos hoy en la
realidad y en la práctica, es al Espíritu vivificante. La mayoría de los
cristianos no percibe este punto crucial, debido a que el enemigo
sutil ha hecho lo que ha podido por esconder este aspecto. En años
recientes, hemos dado muchos mensajes, y hemos escrito gran
cantidad de libros en cuanto a Cristo como el Espíritu vivificante,
pero algunos cristianos ni siquiera ven este aspecto, y además se
oponen. Esto muestra la sutileza del enemigo.
Si Cristo fuera solamente nuestro Salvador, Redentor y Señor,
¿cómo podría ser producida la iglesia en la práctica? El Salvador no
produce la iglesia directamente, y tampoco lo hace el Señor
directamente. Para que la iglesia sea producida, es necesario que
Cristo sea el Espíritu vivificante. Para conocer a Cristo como el
Espíritu vivificante, no debemos depender de nuestra mente, pues
ésta es muy limitada. Aunque no entendamos esto completamente,
podemos experimentarlo. Compruébelo en su experiencia. Su
experiencia diaria da testimonio de que el Cristo que usted disfruta
es el Espíritu vivificante que mora en usted. No solamente Cristo
mismo es maravilloso, misterioso, ilimitado e inescrutable; aun el
alimento que disfrutamos cada día sobrepasa nuestro
entendimiento. Aunque no podemos conocer los alimentos usando
nuestra mente, podemos determinar su sabor en nuestra
experiencia. Por medio de nuestra experiencia podemos saber qué
es el alimento. No preste atención a conversaciones teológicas.
Aquellos que se empeñan en esta clase de conversación son
atrapados por el ejercicio exagerado de su intelecto. A nosotros sólo
nos interesa la Palabra pura que hallamos en la revelación divina y
nuestra experiencia práctica y personal. Nuestra experiencia
testifica que el mismo Cristo que disfrutamos cada día es el Espíritu
vivificante. ¿No tiene usted la realidad del Cristo vivo dentro de
usted? Este es el mismo Cristo que disfrutamos y experimentamos y
del cual participamos en nuestro espíritu. Este es el Espíritu
vivificante que es Cristo mismo. Por consiguiente, Dios está
corporificado en Cristo, y Cristo es hecho real y experimentado por
nosotros como el Espíritu vivificante.
Esta experiencia produce la iglesia. Cuanto más experimentemos a
Cristo de esta manera, más anhelaremos la iglesia. Esta experiencia
crea en nosotros hambre y sed. Al principio, cuando no estábamos
en las iglesias locales, no podíamos determinar de qué teníamos
hambre y sed. Pero después de venir a la iglesia, nos dimos cuenta
de que al experimentar a Cristo surgió hambre y sed por la vida de
iglesia. Cuando llegamos a la vida de la iglesia, nuestra hambre y
sed fueron satisfechas. Esta satisfacción crea en nosotros un aprecio
más profundo para con Cristo, y nos conduce a disfrutarle cada vez
más. Cuanto más disfrutamos a Cristo, más anhelamos la vida de la
iglesia, y cuanto más anhelamos la vida de la iglesia, más
ahondamos en la iglesia y más valoramos y disfrutamos a Cristo.
Este es un ciclo glorioso, y podemos testificar que estamos en dicho
ciclo.
El propósito de este ministerio no es suministrar conocimiento a los
santos, sino ayudarlos a que abran sus ojos, su mente, su corazón y
su espíritu para que vean la revelación de Dios. Todo lo que
predicamos concuerda con nuestra experiencia. Hoy día estamos
aquí para dar testimonio de Jesús, lo cual proviene de la experiencia
genuina que tenemos de Cristo como el Espíritu vivificante. Repito
una vez más que Dios está corporificado en Cristo, que Cristo es
hecho real y experimentado como el Espíritu vivificante, y que
experimentar a Cristo así, produce la vida de la iglesia. La iglesia es
el Cuerpo de Cristo, Su expresión y Su plenitud. Como tal, debe
tener sus expresiones locales. La iglesia universal es el Cuerpo de
Cristo, Su plenitud, y las iglesias locales son la expresión de la
iglesia universal. Nosotros estamos hoy en esa expresión. ¡Aleluya!
III. LA MANERA DE VER LA REVELACION
Y DE CONOCER LA MANIFESTACION DE DIOS
A. Separarse para Dios
Para ver la revelación de Dios y para que Su manifestación sea real para
nosotros, necesitamos separarnos para Dios. El apóstol Juan estaba
completamente separado para Dios en la isla de Patmos (1:9). El también
fue conducido a la puerta del cielo (4:1) y a un monte alto y grande
(21:10), de esta manera vio la revelación de Dios y conoció la
manifestación de Dios. Hoy día muchos cristianos que hablan de la iglesia
no ven las iglesias locales; esto se debe principalmente a que no están
separados para Dios.
B. Estar en el espíritu humano
En Apocalipsis 1:10 dice: “Yo estaba en el espíritu en el día del Señor, y
oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”. El libro de Apocalipsis
no solamente hace énfasis en el Espíritu de Dios como el Espíritu siete
veces intensificado que lleva a cabo el mover siete veces intensificado de
Dios, sino también en nuestro espíritu humano como el órgano con el cual
podemos estar conscientes del mover de Dios y responder al mismo. Sólo
nuestro espíritu humano puede responder al Espíritu de Dios. El libro de
Apocalipsis está compuesto de cuatro revelaciones principales: la visión
de las iglesias (caps. 1—3); la visión del destino del mundo (caps. 4—16);
la visión de la gran Babilonia (caps. 17—20; y la visión de la Nueva
Jerusalén (caps. 21—22). Para recibir estas cuatro visiones, Juan estaba en
su espíritu (1:10; 4:2; 17:3; 21:10), como se menciona en Efesios 3:5, para
recibir la revelación del misterio de Cristo. Nosotros también necesitamos
estar en nuestro espíritu para recibir las visiones de este libro. Esto no es
simplemente un asunto de entendimiento intelectual, sino que es una
realidad espiritual. En la primera visión de este libro, la visión de las
iglesias, Cristo y los mensajeros de las iglesias se revelan como nunca
antes, en una forma muy particular. Para entender esto, los creyentes
necesitan una visión particular en su espíritu.
El día del Señor en este versículo debe de ser el primer día de la semana,
el día de la resurrección del Señor (Jn. 20:1). La iglesia primitiva se reunía
este día (Hch. 20:7; 1 Co. 16:2). Fue en este día cuando Juan, estando en
el espíritu, tuvo las visiones de la economía de Dios. Para ver la revelación
de las iglesias locales, necesitamos volvernos de nuestra mente analítica a
nuestro espíritu vidente. Si permanecemos en nuestro intelecto
confundimos la visión de las iglesias.

C. Oír la voz del Señor


Si los cristianos solamente entienden la doctrina relacionada con las
iglesias locales, es posible que no reciban la visión. Todos los cristianos
necesitan oír la voz, las palabras actuales y vivas del Señor. La voz del
Señor nos conduce a la visión de las iglesias locales.
D. Volvernos a la voz del Señor
En Apocalipsis 1:12 leemos: “Y me volví para ver la voz que hablaba
conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro”. Para ver cualquier cosa es
necesario tener la posición y ángulo correctos. El apóstol Juan primero
oyó la voz (v. 10), y cuando se volvió “para ver la voz”, vio los siete
candeleros. El estaba en el lugar correcto, pero también necesitaba el
ángulo apropiado para tener la visión en cuanto a las iglesias; por esta
razón se volvió. El caso es el mismo hoy con nosotros. Muchos cristianos
necesitan ser ajustados en su posición y volverse para poder recibir la
visión de las iglesias.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE OCHO
LOS SIETE CANDELEROS
Casi todo el libro de Apocalipsis se basa en el Antiguo Testamento, pues
la mayoría de las cosas mencionadas en él no son nuevas. La mayor parte
de lo que este libro revela procede del Antiguo Testamento. Sin embargo,
todas las cosas que se encuentran en Apocalipsis tienen un nuevo
significado. Por ejemplo, la ciudad de Jerusalén, una ciudad con doce
puertas, se halla en Ezequiel 48, pero al final de Apocalipsis vemos la
ciudad de Jerusalén de una manera nueva. Casi todo es presentado desde
una perspectiva nueva en Apocalipsis, debido a que es un libro de
conclusión, el cumplimiento de lo que la Biblia presenta. Tal es el caso de
los candeleros que vemos en el capítulo uno. El candelero se menciona en
Exodo 25 y Zacarías 4, pero en Apocalipsis se presenta desde un ángulo
nuevo. En este mensaje consideraremos los siete candeleros de
Apocalipsis 1.
Los candeleros son los símbolos de las iglesias locales. Aunque hemos
visto que las iglesias locales son el testimonio de Jesús, tal vez a muchos
les sea difícil comprender lo que esto significa. ¿Qué significa decir que
las iglesias locales son el testimonio de Jesús? Significa decir que las
iglesias son los candeleros.
A lo largo de los siglos, pocos cristianos han tocado la profundidad de lo
que significa el candelero. En este mensaje escudriñaremos las
profundidades del asunto de los candeleros. Los símbolos bíblicos son
difíciles de comprender debido a que no podemos entender un símbolo
como el del candelero según nuestro concepto natural. De acuerdo con
nuestro concepto natural, un candelero es simplemente un objeto que
sostiene una lámpara, la cual ilumina en la obscuridad. El candelero de
Exodo 25 es de oro puro, igual que los candeleros de Zacarías 4 y de
Apocalipsis 1. La substancia del candelero es el oro. En el candelero
vemos tres cosas importantes: el oro, la base y las lámparas. El candelero
representa el Dios Triuno. El oro es la substancia con la cual está hecho el
candelero; la base es la corporificación del oro, y las lámparas son la
expresión de la base. El oro representa al Padre como la substancia; la
base representa al Hijo como la corporificación del Padre, y las lámparas
representan al Espíritu como la expresión del Padre en el Hijo. Por lo
tanto, el Dios Triuno está implícito en el significado del candelero.
En las paredes de las sinagogas judías se ve el símbolo del candelero.
Aunque los judíos han usado este símbolo por siglos, no conocen su
verdadero significado, el Dios Triuno. ¿Ha considerado usted alguna vez
que el candelero lleva implícito el significado del Dios Triuno?
En cuanto a substancia, el candelero es uno solo, pero en expresión es
siete, porque es un solo candelero con siete lámparas. En la base el
candelero es uno; en el extremo superior es siete. ¿Hemos de discutir si es
uno o es siete? En substancia, el candelero es una sola pieza de oro, pero
sostiene siete lámparas. Esto indica misteriosamente que en substancia el
Dios Triuno es uno. El es uno en substancia, pero en expresión es los siete
Espíritus. El Padre, la substancia, está corporificado en el Hijo, la forma, y
el Hijo es expresado como los siete Espíritus.
¿Como podemos comprobar que las siete lámparas son el Espíritu que
expresa a Cristo? Las siete lámparas se mencionan por primera vez en
Exodo. Si solamente tuviéramos el relato de Exodo, sería muy difícil
entender que estas siete lámparas son el Espíritu. Pero si continuamos
desde Exodo hasta Zacarías, veremos que las siete lámparas son los siete
ojos de Cristo y los siete ojos de Dios (Zac. 3:9; 4:10). Si continuamos en
el Apocalipsis, veremos que los siete ojos del Cordero son los siete ojos,
que a su vez son el Espíritu intensificado de Dios. Por consiguiente,
tenemos una base sólida para decir que las siete lámparas son el Espíritu
intensificado siete veces como expresión de Cristo.
Ya vimos que el significado del candelero tiene implícito al Dios Triuno;
el candelero simboliza el Dios Triuno corporificado y expresado. Dios el
Padre como el oro divino está corporificado en Cristo el Hijo, y luego es
completamente expresado por medio del Espíritu. La expresión difiere de
la corporificación. Esta tiene que ser única, porque Dios es único. Por
consiguiente, la corporificación tiene que ser una sola base, un solo
soporte o pie. Sin embargo, la expresión tiene que ser completa, y tiene
que serlo en el mover de Dios. Recuerde que el siete es el número
completo en el mover de Dios. A lo largo de los siglos, Dios se ha
expresado en Su mover. Esta es la razón por la cual las siete lámparas
representan el Espíritu intensificado, quien es la expresión de Cristo en el
mover de Dios. Este es el entendimiento de la Trinidad en la práctica. La
Trinidad nos es revelada con miras al dispensar de Dios en la humanidad.
Dios, el Ser divino, está primeramente corporificado en Cristo, y luego
expresado mediante el Espíritu siete veces intensificado. Ahora no
solamente tenemos al Dios Triuno; en el candelero tenemos al Dios Triuno
en substancia, corporificado y expresado sólidamente. Al oro se la ha dado
la forma de una base sólida. Originalmente era solamente oro, pero ahora
es el soporte. Con el oro se ha hecho una base mediante la cual se puede
cumplir el propósito de Dios. Sin la base, es imposible que el propósito de
Dios se lleve a cabo. Como ya vimos, la base, la cual tipifica a Cristo, se
expresa en las siete lámparas, lo cual alude a los siete Espíritus de Dios.
Ellos no están separados de Dios; son los siete ojos de Dios y del Cordero,
el Redentor. Como veremos, también son los siete ojos de la piedra con la
cual se edificio. Por consiguiente, ellos son los siete ojos con la redención
de Cristo que construyen el edificio de Dios. Cuando dichos ojos miran al
hombre, éste es redimido y hecho parte de la casa de Dios. Esto es la
Trinidad.
En Exodo 25 se da énfasis a la base, en Zacarías 4, a las lámparas, y en
Apocalipsis 1 a la reproducción. Tanto en Exodo como en Zacarías, el
candelero es uno, pero en Apocalipsis se ha reproducido y se ha
convertido en siete. Primeramente, en Exodo se hace hincapié en la base,
Cristo. Luego, en Zacarías, se hace énfasis en las lámparas, el Espíritu.
Finalmente, en Apocalipsis, tanto la base como las lámparas, o sea Cristo
y el Espíritu, son reproducidos como las iglesias. En Exodo y Zacarías hay
siete lámparas, pero en Apocalipsis hay cuarenta y nueve lámparas, pues
cada candelero tiene siete lámparas. De manera que el candelero se hizo
siete candeleros y las siete lámparas se convirtieron en cuarenta y nueve.
En Apocalipsis los candeleros y sus lámparas son la reproducción de
Cristo y del Espíritu. Cuando Cristo se hace real, es el Espíritu, y cuando
el Espíritu se hace real, tenemos las iglesias, la reproducción.
La iglesia no solamente es una universalmente, sino que también se
expresa localmente en muchas ciudades. En el universo entero hay un solo
Cristo, un solo Espíritu y una sola iglesia. ¿Por qué entonces hay siete
iglesias? Porque se necesita la expresión. Para existir, una es suficiente,
pero para expresarse, se necesitan muchas. Si deseamos conocer la iglesia,
debemos conocer su substancia, existencia y expresión. En cuanto a la
substancia, la iglesia e incluso las iglesias son una. En expresión, las
muchas iglesias son los muchos candeleros. ¿Qué es la iglesia? La iglesia
es la expresión del Dios Triuno, y esta expresión es vista en muchas
localidades sobre la tierra. La iglesia no solamente es representada por un
candelero, sino por siete. En Apocalipsis 1 hay siete candeleros con
cuarenta y nueve lámparas que brillan en el universo. Este es el testimonio
de Jesús. La iglesia es el testimonio de Jesús. Esto significa que la iglesia
es la manifestación del Dios Triuno en substancia y en expresión. La
iglesia tiene una sola substancia en el universo entero; y en expresión,
tenemos muchos candeleros con las lámparas que brillan en la oscuridad
expresando al Dios Triuno. El Padre como substancia está corporificado
en el Hijo, el Hijo como la corporificación es expresado por medio del
Espíritu, y el Espíritu es hecho real y reproducido como las iglesias, y las
iglesias son el testimonio de Jesús. Si recibimos esta visión, ella nos
gobernará, y nunca fomentaremos la división. Esta visión nos sostendrá,
guardará y mantendrá en el testimonio de Jesús.
Hemos visto que el candelero es el oro divino corporificado como
substancia para cumplir el propósito de Dios en Su mover. La expresión
de la base está en el brillo de la luz. Cuando la expresión brilla, el
resplandor cumple el propósito eterno de Dios. Por lo tanto, el candelero
no sólo representa al Dios Triuno, sino también el mover del Dios Triuno
en Su corporificación y expresión. También vimos que las iglesias locales
son la reproducción de la corporificación y la expresión del Dios Triuno.
Esto no es insignificante. No debemos estar satisfechos al decir que las
iglesias locales son los candeleros que brillan en la noche obscura. Aunque
esto es correcto, es superficial. Debemos ver que las iglesias locales son la
reproducción y la expresión de la corporificación del Dios Triuno.
En la Biblia, el candelero siempre está relacionado con el edificio del
Señor. La primera vez que se menciona es en Exodo 25:31-40 cuando el
tabernáculo fue construido. Se menciona por segunda vez en la
construcción del templo en 1 Reyes 7:49. La tercera ocasión que aparece
es en la reconstrucción del templo de Dios en Zacarías 4:2-10. En
Apocalipsis está relacionado con la edificación de las iglesias. En Exodo
25 se hace énfasis en que Cristo es el candelero, la luz divina, que brilla
como las siete lámparas que contienen el Espíritu (el aceite). En Zacarías 4
se da énfasis al Espíritu (v. 6) que brilla como las siete lámparas, las
cuales son los siete ojos de Dios (vs. 2, 10). Los siete ojos de Dios son los
siete Espíritus de Dios (Ap. 5:6) que llevan a cabo el mover intensificado
del Señor. Esto indica que el candelero de Zacarías es la realidad del
candelero de Exodo, y los candeleros de Apocalipsis son la reproducción
del candelero de Zacarías. Cristo se hace real como el Espíritu, y el
Espíritu es expresado en las iglesias. El Espíritu que ilumina es la realidad
del Cristo que ilumina, y las iglesias que resplandecen son la reproducción
y la expresión del Espíritu que resplandece para cumplir el eterno
propósito de Dios, que es la consumación de la Nueva Jerusalén como la
ciudad resplandeciente. Cristo, el Espíritu y las iglesias poseen la misma
naturaleza divina.
I. EL CANDELERO EN LA EDIFICACION
DEL TABERNACULO (EL TEMPLO)
Vimos que el candelero es necesario para el edificio de Dios. El candelero
de Exodo 25 tiene como fin la edificación del tabernáculo; el fin del
candelero de Zacarías 4 era la restauración del edificio de Dios, y los
candeleros de Apocalipsis 1 tienen como fin la edificación de la iglesia.
Esto indica que el objetivo del Dios Triuno es obtener Su edificio. Aunque
los cristianos hablan mucho sobre la Trinidad, muy pocos han visto que el
fin del Dios Triuno es Su edificio. El candelero mencionado en Exodo 25
tipifica a Cristo como la expresión de Dios, quien brilla en las siete
lámparas, los siete Espíritus de Dios.
La manera en que la Biblia presenta los candeleros es muy interesante.
Primeramente, la Biblia revela que para la edificación del tabernáculo era
necesario que estuviera el candelero. Este también fue necesario para
poder llevar a cabo el servicio del tabernáculo. El tabernáculo no tenía
ventanas, y su entrada estaba completamente cubierta por una cortina. La
luz de afuera no podía penetrar en su interior. Sin la luz del candelero
dentro del tabernáculo, nadie habría podido llevar a cabo su oficio allí. Por
consiguiente, el candelero no sólo era necesario en la edificación del
tabernáculo sino también en su funcionamiento.
De igual manera, sin el candelero, no se puede edificar la iglesia, ni se
puede funcionar en ella. El funcionamiento de la iglesia depende de la luz
del candelero. Quienes estamos en la iglesia necesitamos el resplandor del
candelero. Frecuentemente, cuando uno considera qué hacer o cómo
hacerlo, se halla confuso. Cuanto más piensa, más densa se vuelve la
obscuridad. Pero cuando uno viene a la reunión de la iglesia o a la
comunión con los santos, es iluminado inmediatamente y dice: “Ahora veo
el camino”. Nadie le dio a uno un mensaje diciendo qué hacer. Uno es
esclarecido por la luz del candelero en la iglesia. El candelero nos ilumina
en la iglesia.
El candelero no solamente tiene como fin el edificio de Dios, sino que
también permite que se funcione en el edificio. Para poder funcionar
necesitamos la luz. La luz brillante del candelero está en la iglesia. Por eso
no podemos permitirnos el lujo de ausentarnos de la iglesia. No diga: “Si
leo la Biblia y oro en mi casa, todo va a ser igual”. Si hace la prueba,
regresará muy pronto a la iglesia. Por esta razón no nos gusta tomar
vacaciones, a no ser que vayamos a un lugar donde haya una iglesia. La
iglesia no solamente tiene el candelero, sino que también es el candelero.
II. EL CANDELERO EN LA EDIFICACION
DEL TEMPLO RECOBRADO
El candelero es aún más necesario para el recobro del edificio de Dios.
Zacarías 4 revela que el candelero que representa el Espíritu, tiene como
fin recobrar el edificio de Dios. En la actualidad el candelero es más
necesario porque no estamos solamente en el edificio de Dios, sino
también en el recobro de Su edificio. Necesitamos la luz del candelero
sobre nosotros para ser fortalecidos.
A. Representa el mover del Espíritu de Dios
Para el recobro del templo de Dios, El le dio una visión a Zacarías por
medio de la cual éste pudo fortalecer a Zorobabel. En esta visión, Zacarías
vio un candelero con siete lámparas que eran abastecidas por el aceite que
brotaba de dos olivos. Entonces el ángel dijo a Zacarías: “Esta es palabra
de Jehová a Zorobabel, que dice: No con poder, ni con fuerza, sino con Mi
Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). Esto indica que el
Espíritu de Dios lleva a cabo el mover de Dios en la tierra.
B. Las siete lámparas son los siete ojos
Las siete lámparas del candelero mencionado en Zacarías son los siete
ojos. En primer lugar, estos siete ojos son los ojos de Cristo, la piedra con
la cual se construye el edificio de Dios (Zac. 4:2, 10; 3:9). Apocalipsis 5:6
también habla de los siete ojos de Cristo, el Cordero, diciendo que son
“los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra”. Los siete Espíritus
son los siete ojos de Cristo. En Zacarías 3 y 4 Cristo es la piedra con la
cual se construye el edificio de Dios, y en Apocalipsis 5 El es el Cordero
que nos redime. Esto indica que Cristo el Redentor es la piedra de
edificación. El Cordero y la piedra tienen los siete ojos que son los siete
Espíritus de Dios. En Zacarías los siete ojos son los ojos de la piedra,
mientras que en Apocalipsis son los ojos del Cordero.
Las siete lámparas, las cuales son los siete ojos de Cristo, también son los
ojos de Dios, con los cuales se lleva a cabo Su mover (Zac. 4:10). Cristo
tiene los siete ojos, los siete Espíritus de Dios, que llevan adelante el
mover de Dios. Primeramente Cristo es el Cordero Redentor, y al final El
es la piedra de edificación. Esto tiene como fin que, por medio de la
redención, el mover de Dios en la tierra avance hacia la meta, la
edificación. Hoy disfrutamos la redención para participar en la edificación.
Disfrutamos a Cristo no solamente como el Cordero Redentor, sino
también como la piedra con la cual edificamos. La redención se efectuó
con el fin de producir la edificación. En Cristo somos redimidos, y en El
somos edificados. El cumple esto por medio de los siete Espíritus de Dios,
con los cuales el mover de Dios avanza hoy.
C. Las lámparas iluminan
y los ojos inspiran al mirar
Las lámparas iluminan, y los ojos infunden algo cuando miran.
Estos ojos no solamente escudriñan, observan y juzgan, sino que,
principalmente, infunden algo. Siempre que Cristo nos mira con
Sus siete ojos, espontáneamente nos infunde algo. Si somos
juzgados, iluminados, escudriñados o quemados, El nos infunde
todo lo que El es. Siempre que Cristo nos alumbra, ilumina nuestro
ser, infundiendo todo lo que El es para transformarnos en piedras
preciosas con la cuales se hace el edificio de Dios.
III. LOS CANDELEROS TIENEN COMO FIN
LA EDIFICACION DE LAS IGLESIAS LOCALES
A. Representan las iglesias locales
como testimonio de Jesús
Los candeleros que aparecen en Apocalipsis son símbolos de las
iglesias locales. Cada iglesia local es un candelero que brilla con el
testimonio de Jesús, con el Espíritu de Dios siete veces
intensificado en la localidad.
B. Tienen la naturaleza divina
Los candeleros son de oro. Como vimos, el oro representa la
naturaleza de Dios. Por lo tanto, esto significa que las iglesias están
constituidas de la naturaleza divina, la naturaleza de Dios. Tenemos
la vida y naturaleza del Padre (2 P. 1:4), el oro del Padre, y
poseemos Su naturaleza divina. Qué maravilloso que tenemos la
substancia divina.
C. Alumbran con los siete Espíritus
de Dios en la era de tinieblas
Es posible que sólo prestemos atención a los candeleros y
descuidemos las lámparas; pero los candeleros no son hechos para
sí mismos sino para sostener las lámparas. Si los candeleros no
tuvieran lámparas, no tendrían significado. Por lo tanto, debemos
notar lo que representan las lámparas. Vemos las lámparas en el
capítulo cuatro: ellas son los siete Espíritus de Dios que arden
frente al trono (4:5). Por consiguiente, los siete Espíritus de Dios
son las siete lámparas que arden. Algunos han dicho que las
lámparas son Cristo y que la iglesia es la base que sostiene a Cristo
como lámpara. Esto es aceptable, pero Apocalipsis no dice que la
lámpara sea Cristo principalmente. Sin duda, cuando lleguemos, al
capítulo veintiuno, veremos que Cristo es la lámpara de la Nueva
Jerusalén. Sin embargo, Apocalipsis no dice que hoy Cristo sea las
siete lámparas, sino que los siete Espíritus de Dios son las siete
lámparas.
Debemos valorar profundamente lo que significan los siete
Espíritus para nosotros. Si somos las iglesias, los candeleros, ¿qué
debemos sostener? Decir que tenemos a Cristo es demasiado
doctrinal. ¿Quién es Cristo y dónde está hoy? En nuestra
experiencia con relación a la vida de la iglesia, Cristo no es
simplemente Cristo, sino también el Espíritu (2 Co. 3:17). El
Espíritu, quien es el Espíritu vivificante, se ha intensificado en el
libro de Apocalipsis como los siete Espíritus, los cuales son los siete
Espíritus de Dios. Esos Espíritus no solamente son los siete ojos de
Dios sino también del Cordero. La vida de la iglesia depende por
completo de esos siete Espíritus. No es un asunto de conocer a
Cristo doctrinalmente, sino de experimentar los siete Espíritus.
Tenemos que experimentar el Espíritu. Necesitamos al Espíritu en
nuestro trabajo, en la vida diaria, en las reuniones, en el servicio y
en los testimonios. Si carecemos del Espíritu, estamos vacíos y no
somos nada. Los candeleros tienen que sostener las lámparas, las
cuales son los siete Espíritus.
Los siete Espíritus son la expresión de Cristo. Esto está claramente
indicado por el candelero de Exodo 25. Este candelero, que estaba
hecho de una sola pieza sólida de oro, la cual pesaba un talento, se
expresaba en las siete lámparas. Esta pieza sólida de oro puro
representa a Dios el Padre como la substancia que nos constituye.
Pero si solamente tenemos a Dios el Padre, no tendríamos la forma;
tendríamos el oro, sin la base. Tener solamente al Padre sin el Hijo
es tener la substancia sin la corporificación. Solamente cuando el
oro es forjado a martillo hasta constituir una base, tenemos la
corporificación. Aunque la base es la corporificación de la
substancia, sin las siete lámparas, ésta corporificación no tiene
expresión. De modo que, la substancia es el Padre, la
corporificación es el Hijo, y la expresión es el Espíritu que expresa a
Dios el Padre en el Hijo. Todo lo que Dios el Padre es en el Hijo es
expresado en las siete lámparas; es por eso que la Biblia nos dice
que las siete lámparas son los siete Espíritus. Por consiguiente, el
Espíritu es la expresión del Dios Triuno. Finalmente, en el libro de
Apocalipsis, vemos que esta expresión es la expresión de Cristo,
porque los siete Espíritus primeramente eran los siete Espíritus de
Dios en Zacarías 4:10, y han venido a ser los siete ojos del Cordero
en Apocalipsis 5:6. Estos son la expresión de Cristo. En la
actualidad el Espíritu Santo, el cual es el Espíritu vivificante y
también los siete Espíritus, es la expresión de Cristo. ¿Donde está
esa expresión hoy? Está en las iglesias, pues los siete Espíritus son
las siete lámparas sostenidas por las iglesias como candeleros.
Muchos cristianos hoy no conocen al Espíritu vivificante ni al
Espíritu siete veces intensificado, y tampoco a los siete Espíritus
como expresión de Cristo que exhiben las iglesias como candeleros.
Para conocer a este Espíritu, usted tiene que estar en las iglesias. Si
usted desea tocar, disfrutar y experimentar este Espíritu, tiene que
ser parte de la iglesia, porque son las iglesias como candeleros las
que tienen los siete Espíritus de Cristo, los cuales son la expresión
de Cristo. Del mismo modo que sus ojos no están separados de
usted, así este Espíritu no está separado de Cristo. Los ojos son la
expresión de la persona, y por ende no pueden ser separados de la
misma. De igual manera, los siete Espíritus, que son la expresión de
Cristo, no pueden ser separados de Cristo. Las iglesias son los
candeleros, y las lámparas son el Espíritu de Dios siete veces
intensificado como expresión de Cristo. Esta luz brilla cada día más,
y la visión se hace cada vez más clara.
Las iglesias locales como candeleros de oro brillan con el Espíritu
en esta edad obscura. En esta era de tinieblas, la iglesia realmente
necesita que el Espíritu de Dios siete veces intensificado brille para
expresar el testimonio de Jesús.
D. La iglesia es la corporificación de Cristo
y la reproducción del Espíritu
La iglesia es la corporificación de Cristo y la reproducción del
Espíritu. El Espíritu es la realidad de Cristo (Jn. 14:17-20; 16:13-15),
y la iglesia es la reproducción del Espíritu (Ap. 22:17a). La iglesia,
junto con el Espíritu, es la corporificación de Cristo, el testimonio
de Jesús (Ap. 1:2, 9; 19:10). Por lo tanto, cuanto más Espíritu haya,
más iglesia y más testimonio de Jesús tendremos.
IV. LOS DOS CANDELEROS EXPRESAN
EL TESTIMONIO DE DIOS
EN LA GRAN TRIBULACION
En Apocalipsis 11:4 vemos los dos candeleros, los dos testigos, que
expresan el testimonio de Dios durante la gran tribulación. Los
vencedores serán arrebatados antes de la tribulación, mientras que
los débiles, los que estén verdes y tiernos, serán dejados en la tierra
donde pasarán por la tribulación. Debido a esto será necesario
fortalecer el testimonio de Dios. Para satisfacer esta necesidad, Dios
enviará a la tierra a Elías y a Moisés. Hoy día el testimonio de la
iglesia depende principalmente de los fuertes, los que tienen más
experiencia. Cuando los más experimentados hayan sido
arrebatados, los débiles necesitarán ser fortalecidos. Aunque será
bueno ser fortalecidos por Elías y Moisés, yo prefiero irme de la
tierra antes que ellos regresen. En principio, los dos testigos del
capítulo once también son candeleros. La Biblia los describe como
los dos olivos que proveen de aceite a los débiles (Zac. 4:3, 12). De
acuerdo con la parábola de las diez vírgenes hallada en Mateo 25,
las cinco vírgenes insensatas tendrán que comprar aceite. En cierta
ocasión el hermano Nee dijo que probablemente estas vírgenes irán
a los dos olivos para comprar la porción adicional del Espíritu a un
alto costo. Estos dos olivos también son llamados los dos hijos de
aceite, porque están llenos del Espíritu y traen el testimonio de Dios
(Zac. 4:14) y están preparados para abastecer a los santos débiles.
Durante la gran tribulación, muchos de los que no hayan madurado
serán fortalecidos y madurados mediante el ministerio de ellos.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE NUEVE
EL HIJO DEL HOMBRE EN MEDIO DE LAS IGLESIAS
En el capítulo uno de Apocalipsis hay ocho puntos cruciales: la revelación
de Cristo, el testimonio de Jesús, el Dios Triuno, la segunda venida de
Cristo, los copartícipes en la tribulación, el reino y la perseverancia en
Jesús, las iglesias locales, los candeleros y el Hijo del Hombre. Después
de abarcar los primeros siete puntos, en este mensaje pasamos al octavo
asunto: el Hijo del Hombre que está en medio de las iglesias (1:12-20). En
este libro Cristo se revela primeramente como el Hijo del Hombre.
Siempre que El se menciona en relación con la iglesia, es revelado en Su
naturaleza humana porque la iglesia está compuesta de seres humanos. La
Cabeza de la iglesia no es solamente el Hijo de Dios sino también el Hijo
del Hombre. El Señor continúa siendo el Hijo del Hombre después de Su
ascensión, lo cual indica que El no se despojó de Su naturaleza humana
después de resucitar y que El se relaciona con nosotros basándose en Su
humanidad. El triunfó como hombre en ser el testimonio de Dios. Por lo
tanto, los que estamos en las iglesias hoy, como hermanos que somos,
también podemos ser el testimonio de Dios. El Señor obtuvo la victoria
como hombre, y nosotros también podemos obtenerla.
Hoy Cristo está “en medio” de las iglesias. Por un lado, El como Sumo
Sacerdote intercede en los cielos por las iglesias (He. 9:24; 7:25-26; Ro.
8:34), y por otro, se mueve entre las iglesias cuidándolas. Si deseamos
participar de Su mover y disfrutar de Su cuidado, tenemos que estar en las
iglesias.
I. EN SU HUMANIDAD
El versículo 13 dice: “Y en medio de los candeleros, a uno semejante al
Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido
por el pecho con un cinto de oro”. Cristo no solamente es presentado aquí
como el Sumo Sacerdote por Su vestidura, sino también como uno
“semejante al Hijo del Hombre”. El sigue siendo divino y humano. El
como nuestro Sumo Sacerdote cuida de las iglesias en Su humanidad.
A lo largo de los siglos algunos que se denominan cristianos han enseñado
que Cristo no es el Hijo de Dios. Incluso hoy, algunos de los que se llaman
cristianos no creen que Cristo sea el Hijo de Dios. Negar que Cristo es el
Hijo de Dios es una herejía. Tal enseñanza es maligna y proviene del
Hades, y nosotros tenemos que mantenernos en contra de ella sin transigir.
Por otro lado, algunos cristianos no creen que Cristo siga siendo el Hijo
del Hombre. Ellos dicen que Cristo se hizo hombre en la encarnación, pero
que al resucitar se despojó de Su humanidad. Algunos de estos cristianos
piensan que Cristo es solamente el Hijo de Dios, y que ha dejado de ser el
Hijo del Hombre. Durante los últimos quince años he peleado en contra de
esta concepto, y algunos se opusieron a mí diciendo que estaba
equivocado al enseñar que Cristo continúa siendo el Hijo del Hombre.
Algunos cristianos no creen que Cristo es el Hijo del hombre, pero
nosotros sí lo creemos. De acuerdo con la Palabra pura, el Señor Jesús
sigue siendo tanto el Hijo de Dios como el Hijo del Hombre. No podemos
explicar esto adecuadamente debido a que la mente humana es muy
limitada. Sin embargo, creemos y aceptamos el hecho de que nuestro
Cristo es el Hijo de Dios, es decir, tiene divinidad, y que también es el
Hijo del Hombre, es decir, tiene humanidad. En El tenemos la verdadera
divinidad y la humanidad apropiada.
Durante los últimos diecinueve siglos, especialmente durante los primeros
seis, la cristología fue un tema bastante controvertido entre los cristianos.
En cuanto a la persona de Cristo ha habido diferentes opiniones, y los
cristianos han peleado entre sí por causa de esas opiniones. Tenemos que
hacer a un lado todas esas escuelas teológicas. De acuerdo con la Biblia,
creemos que nuestro Cristo es verdaderamente el Hijo de Dios y el Hijo
del Hombre. El tiene dos naturalezas, a saber, la divina y la humana.
Cuando Cristo viene a relacionarse con nosotros en las iglesias, lo hace no
solamente en Su divinidad, sino también en Su humanidad. Es posible que
usted se excuse, pensando que el Señor prevaleció por ser el Hijo de Dios,
pero como usted es humano, el Señor tiene que comprenderlo. El Señor
como Hijo de Dios es bastante competente, pero usted, un simple hijo de
hombre, está en un estado lastimoso, y por ende el Señor no le debe exigir
mucho. Pero cuando El viene a usted como Hijo del Hombre, usted no
tiene excusa. El también fue un hombre y prevaleció como hombre, no
como Hijo de Dios. Usted no puede excusarse. Si usted es derrotado y
falla en la vida de iglesia, no se tenga compasión y no diga que tiene
excusa por ser un simple ser humano. Los seres humanos son el material
adecuado para la vida de iglesia. Por consiguiente, Cristo anda en medio
de las iglesias como Hijo del Hombre. En Daniel 3 se nos dice que el Hijo
de Dios se paseaba en el fuego, pero en Apocalipsis 1 vemos que es el
Hijo del Hombre quien anda en medio de las iglesias. Todos debemos
adorarle como el Hijo del Hombre. El es muy maravilloso porque El es
tanto humano como divino. Esta es la razón por la cual El conoce el cielo
y la tierra, a Dios y al hombre. En El tenemos divinidad y humanidad. En
El estamos en los cielos y en la tierra. Hoy el Señor está en los cielos y en
la tierra andando en Su humanidad en medio de las iglesias locales.

II. COMO SACERDOTE


El versículo 13 nos dice que Cristo está “vestido de una ropa que
llegaba hasta los pies”. Esta ropa es la túnica sacerdotal (Ex. 28:33-
35), que representa la consumación de las virtudes divinas y los
atributos humanos de Cristo (cfr. Is. 6:1, 3). Aunque la palabra
sacerdote no se menciona aquí, sabemos por Su vestidura que
Cristo es presentado aquí como Sumo Sacerdote. Hoy el Hijo del
Hombre, Jesucristo, quien anda en medio de las iglesias, es el
Sacerdote. Entre las tres funciones de sacerdote, profeta y rey, la
más amada, íntima, preciosa y hermosa es la de sacerdote. El
sacerdote es muy amado y apreciado porque él cuida a las personas.
Cristo cuida a las iglesias al andar entre ellas.
III. NO LABORAR POR FUERZA,
SINO CUIDAR LAS IGLESIAS EN AMOR
El versículo 13 también dice que Cristo, el Hijo del Hombre, estaba
“ceñido por el pecho con un cinto de oro”. ¿Ha visto usted alguna
vez a alguien ceñido por el pecho con un cinto? Esto es muy
significativo. Los sacerdotes del Antiguo Testamento se ceñían por
los lomos para ministrar (Ex. 28:4). En Daniel 10:5 Cristo también
se ciñe Sus lomos con oro fino. Pero aquí Cristo como nuestro Sumo
Sacerdote está “ceñido por el pecho”. El pecho representa el amor.
Estar ceñido por los lomos equivale a estar fortalecido para
trabajar, mientras que estar “ceñido por el pecho” significa cuidar
con amor. El trabajo de Cristo de producir las iglesias ya se
cumplió. Ya no necesita ceñirse por los lomos para laborar. Lo que
El hace ahora en medio de las iglesias es cuidarlas en amor. Esto
requiere que El esté “ceñido por el pecho con un cinto de oro”. Este
“cinto de oro” representa el poder divino. ¡Qué gran amor muestra
El para con las iglesias al cuidarlas!
IV. EXISTE DESDE TIEMPOS INMEMORIALES
El versículo 14 dice que “Su cabeza y Sus cabellos eran blancos
como blanca lana, como nieve”. El cabello blanco indica edad
avanzada (Job 15:10). El cabello negro con el cual el Señor es
descrito en el Cantar de los Cantares 5:11 denota Su fortaleza
inmarcesible y eterna; pero el cabello blanco con el cual se le
describe aquí denota que El existe desde tiempos inmemoriales.
Aunque Cristo existe desde tiempos inmemoriales, El no es viejo.
En este capítulo vemos que Su cabeza y Su cabello eran blancos
como blanca lana y como nieve. La blanca lana es un producto
natural de la vida, y la nieve desciende del cielo. La lana no es
emblanquecida; es blanca desde que sale, y su blancura viene de su
naturaleza. El blanco es el color de la naturaleza de Cristo. Su
antigüedad procede de Su naturaleza. La nieve es blanca porque
viene del cielo y no contiene suciedad ni mancha terrenal. Por
consiguiente, la lana blanca, mencionada aquí y en Daniel 7:9,
indica que la antigüedad de Cristo proviene de Su naturaleza, y no
de Su vejez, mientras que la nieve indica que Su antigüedad es
celestial, y no terrenal.
V. SUS OJOS MIRAN, OBSERVAN,
ESCUDRIÑAN, JUZGAN E INFUNDEN ALGO
En el versículo 14 vemos que Sus ojos son como llamas de fuego. En
el Cantar de los Cantares 5:12 los ojos de Cristo son como palomas,
es decir, expresan Su amor. Aquí “Sus ojos” son “como llama de
fuego”, y con ellos observa y escudriña al juzgar con su luz. En este
libro El no tiene dos ojos sino siete (5:6). El siete indica
cumplimiento en el mover de Dios. Por consiguiente, Sus ojos en
este libro tienen como fin la obra de Dios. Estos siete ojos Suyos son
las “siete lámparas de fuego” que arden delante del trono, “las
cuales son los siete Espíritus de Dios” (4:5; cfr. Dn. 10:6). El “fuego
ardiente” equivale a la “llama de fuego” y su función es observar y
escudriñar. Los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra
también tienen como fin el mover de Dios en la tierra. Por lo tanto,
los ojos de Cristo mencionados en este libro son los siete Espíritus
de Dios que fomentan el mover y la obra de Dios en la tierra hoy.
Los ojos de Cristo miran, observan, escudriñan, juzgan al iluminar,
e infunden algo. Tenemos que experimentar todos estos aspectos de
Sus ojos, especialmente el aspecto de que nos infunden algo. Sus
ojos nos infunden todo lo que El es. Estos ojos son una llama de
fuego que arde continuamente. Esto lo podemos comprobar en
nuestra propia experiencia. No ejercite su mente para entender
esto; más bien compruébelo en su experiencia personal. Desde el
día que fuimos salvos, los ojos de Cristo han sido como un fuego
ardiente que nos alumbra y nos infunde lo que El es. Sus ojos
también nos estimulan a ser fervientes. Después de que Cristo nos
mira, jamás podemos volver a ser fríos como lo éramos antes. Al
mirarnos nos encienden y nos estimulan en el Señor. Muchas veces
el Señor viene a nosotros con Sus ojos penetrantes. Tal vez cuando
tratamos de ocultar algo de nuestra esposa, el Señor viene con siete
ojos brillantes que penetran nuestro ser y exponen nuestra
verdadera condición. He tenido esta clase de experiencia centenares
de veces. Cuando he estado discutiendo con otros, especialmente
con los que me rodean, los ojos brillantes de Cristo han estado
sobre mí, y no he podido seguir hablando. Su luz cerró mi boca.
El Apocalipsis es un libro que se caracteriza por el juicio. El fuego es
usado en el juicio divino (1 Co. 3:13; He. 6:8; 10:27). “Nuestro Dios
es fuego consumidor” (He. 12:29); Su trono es como llama de fuego
y las ruedas del mismo son fuego ardiente, y un río de fuego
procede de delante de El (Dn. 7:9-10). Todo esto tiene como fin el
juicio. Los ojos del Señor son como llama de fuego y su fin
primordial es juzgar (2:18-23; 19:11-12). Cuando El venga a tomar
posesión de la tierra trayendo juicio sobre ella, hasta Sus pies serán
como columnas de fuego (10:1).

VI. SUS PIES HAN SIDO PROBADOS Y RESPLANDECEN


El versículo 15 nos dice: “Y Sus pies semejantes al bronce bruñido,
fundido en un horno”. Los pies denotan el andar. En tipología, el bronce
representa el juicio divino (Ex. 27:1-6). Cuando Cristo estuvo en la tierra,
Su andar diario fue probado. El fue hallado brillante puesto que Su
caminar fue probado. Ahora los pies de Cristo son semejantes al bronce
bruñido, como se menciona en Ezequiel 1:7 y Daniel 10:6, lo cual
significa que Su andar perfecto y brillante lo califica para ejercer el juicio
divino. Ser “fundido en un horno” significa ser probado por fuego. El
andar de Cristo fue probado por Sus sufrimientos, y por Su muerte en la
cruz. Por consiguiente, Su andar es brillante como el bronce bruñido, lo
cual le califica para juzgar al injusto. Como ya hemos dicho, cuando El
venga a poseer la tierra al juzgarla, Sus pies serán como columnas de
fuego (10:1).
VII. CON UNA VOZ SERIA Y SOLEMNE
El versículo 15 también nos dice que “Su voz” es “como el estruendo de
muchas aguas”. El sonido de la voz del Dios Todopoderoso es semejante
al estruendo de muchas aguas, un sonido ensordecedor (Ez. 1:24; 43:2).
Esto indica la seriedad y solemnidad de Dios al hablar aquí (cfr. 10:3).
Algunas veces la voz del Señor es suave y apacible, pero en algunas
ocasiones Su voz nos llega como trueno. Cuando somos descuidados o
adormecidos, la voz del Señor nos despierta. Su voz, que es la del Dios
Todopoderoso, nos previene y nos despierta.
VIII. TIENE EN SU MANO LOS MENSAJEROS
DE LAS IGLESIAS
El versículo 16 nos dice: “Tenía en Su diestra siete estrellas”. El versículo
20 aclara: “Las siete estrellas son los mensajeros de las siete iglesias”. Los
mensajeros son las personas espirituales de las iglesias, que se
responsabilizan del testimonio de Jesús. Estos, como estrellas, deben tener
la naturaleza celestial y estar en una posición celestial. En Hechos y en las
epístolas los ancianos eran los que tomaban la iniciativa en la obra de las
iglesias locales (Hch. 14:23; 20:17; Tit. 1:5). El cargo de anciano es, en
cierta medida, oficial y, como ya vimos, cuando este libro fue escrito, los
cargos que existían en las iglesias se habían deteriorado por la degradación
de la iglesia. En este libro el Señor llama nuestra atención a la realidad
espiritual. Es por eso que destaca a los mensajeros de las iglesias y no a
los ancianos. El oficio de los ancianos se puede ver fácilmente, pero
necesitamos ver la importancia de la realidad espiritual y celestial que
tienen los mensajeros para que la vida apropiada de iglesia lleve el
testimonio de Jesús en medio de la oscuridad de la degradación de la
iglesia.
Los candeleros y las estrellas brillan en la noche. Un candelero, que
representa una iglesia local, es una unidad colectiva, mientras que una
estrella, que representa un mensajero de una iglesia local, es un individuo.
En la noche oscura de la degradación de la iglesia, es necesario el
resplandor de las iglesias colectivamente y de los mensajeros
individualmente. Al andar Cristo entre las iglesias, sostiene en Su diestra a
los que presiden. ¡Qué alentador es esto! Los que conducen al pueblo
tienen que alabarle porque están en Sus manos y El los sostiene. Los
líderes no deben retraerse ni ser débiles ni confundirse, puesto que están
en Sus manos. Cristo verdaderamente es el responsable de Su testimonio.
En el libro de Apocalipsis no hay ancianos en las iglesias; solamente hay
mensajeros. Cuando este libro se escribió, la iglesia se había degradado.
Por consiguiente, en Apocalipsis el Señor repudia todas las formalidades.
Ser un anciano puede que sea algo legalista o formal. No aspire a ser un
anciano; desee ser una estrella brillante. No procure alcanzar una posición;
más bien sea una estrella que resplandece. Tanto el candelero como las
estrellas brillan en la noche. Tanto la iglesia como los líderes de la iglesia
deben brillar. Todos los que toman la iniciativa deben ser estrellas.

IX. DE SU BOCA PROCEDE


LA PALABRA DE JUICIO
En el versículo 16 se nos dice que “de Su boca salía una espada aguda de
dos filos”. En el Cantar de los Cantares 5:16 leemos: “Su paladar
dulcísimo”, y en los evangelios dice que “palabras de gracia ... salían de
Su boca” (Lc. 4:22); pero aquí “de Su boca salía una espada aguda de dos
filos”. Este es Su discernimiento, Su juicio y Su “palabra cortante” (He.
4:12; Ef. 6:17). Las “palabras de gracia” suministran gracia a quienes han
hallado favor delante de El, mientras que “la espada aguda de dos filos”
confronta las cosas y las personas negativas. Frecuentemente decimos que
el Espíritu habla a las iglesias. Recuerde que cuando el Espíritu habla, es
Cristo quien habla con una espada de dos filos. Sus palabras traen juicio, y
todos lo hemos experimentado. Todos necesitamos cierta medida de juicio
por causa de la degradación de la iglesia. Hoy día todos los cristianos
necesitan el juicio que el Señor trae por medio de Su palabra. Muchas
veces hemos experimentado este juicio por haber errado y por habernos
desviado del Señor. Si nos hemos alejado, El viene y nos juzga. Su palabra
hoy trae principalmente una especie de juicio. Puedo testificar, que si el
Señor le habla a usted hoy, la mayoría de Sus palabras serán palabras de
juicio. Cuando El habla, juzga. Cada palabra que El dice a las iglesias hoy,
es como un cuchillo afilado que nos juzga. Las palabras que salen de la
boca del Señor son cortantes y al penetrar en nuestro ser dividen nuestra
alma y nuestro espíritu, y disciernen las intenciones de nuestro corazón.
Ese es el Cristo que experimentamos hoy en la vida de la iglesia.
En el cristianismo hay numerosas opiniones, las cuales causan frecuentes
debates y conflictos. He visto esto; conozco el caso de algunos cristianos
que estaban en el comité directivo de su grupo. En una ocasión cuando se
reunieron, discutían y debatían entre sí; finalmente el debate se convirtió
en una pelea, a tal grado que uno de los directores lanzó una Biblia contra
otro miembro del comité. En el recobro del Señor hoy tenemos a alguien
que anda en nuestro medio. El nos vigila con Sus siete ojos flameantes, y
de Su boca sale una espada aguda de dos filos. Esta espada ha dado muerte
a todos nuestros diferentes conceptos. Es por eso que casi no hay debates
en las iglesias.
Recientemente en Anaheim terminamos nuestro local de reuniones.
Podemos testificar que durante los meses de construcción nunca peleamos
entre nosotros. Uno de los inspectores municipales nos dijo que en sus
años de experiencia siempre que se construye un edificio para una iglesia,
la comisión encargada de la construcción termina peleando entre sí.
Pudimos darle testimonio a este inspector de que nosotros no peleábamos
entre nosotros debido a la espada cortante. Esto no quiere decir que no
tengamos opiniones y conceptos. Somos humanos y tenemos muchas
opiniones. Pero todos podemos testificar que cada vez que surge una
opinión, la espada la corta en pedazos. Cuanto más piensa usted en su
opinión, más es cortado. Esto no es doctrina, es nuestra experiencia.
Siempre que hay dos hermanos a punto de pelear, aparece un tercero, el
más fuerte, con la espada afilada y corta las opiniones de los dos bandos.
Mientras construíamos nuestro salón de reunión, la espada afilada ponía
fin a los conflictos. Este tercero que acudía era Cristo mismo, el Hijo del
Hombre, quien, como Sumo Sacerdote, anda entre las iglesias y las cuida
en amor. En el Antiguo Testamento, los sacerdotes eran necesarios para
despabilar las lámparas. Hoy nuestro Sacerdote, el Hijo del Hombre, sabe
exactamente cuándo recortarnos. Esta es la razón por la cual tenemos tanta
paz entre nosotros. Esta es una de las claves de la vida de iglesia que los
demás no entienden, pues ellos no tienen al Sacerdote que limpia y cuida
las lámparas del candelero. Ahora el Sacerdote anda entre las iglesias
cuidando y despabilando las lámparas.
X. CON UN ROSTRO RESPLANDECIENTE
En el versículo 16 se nos dice que “Su rostro era como el sol cuando
resplandece en su fuerza”. En el Cantar de los Cantares 5:10, 13, Su rostro
aparece amoroso a fin de que Su seguidora lo aprecie, y en las epístolas Su
cara refleja la gloria de Dios (2 Co. 4:6) e imparte vida a los creyentes. Sin
embargo, aquí “Su rostro” es “como el sol cuando resplandece en su
fuerza”, igual que en Daniel 10:6, donde la luz y el juicio traen el reino.
Cuando el Señor se transfiguró y Su faz brilló como el sol, esa fue Su
venida en el reino (Mt. 16:28—17:2). Cuando El venga a tomar posesión
de la tierra y establecer el reino, Su cara será como el sol (10:1).
XI. ES EL PRINCIPIO Y EL FIN,
EL PRIMERO Y EL ULTIMO
En el versículo 17 leemos: “Cuando le vi, caí como muerto a Sus pies. Y
El puso Su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; Yo soy el Primero y
el Ultimo”. Cristo no es solamente el primero y el último, sino también el
principio y el fin. Esto nos asegura que, como El dio inicio a la vida de la
iglesia, sin duda la terminará. El nunca deja inconcluso su trabajo. Todas
las iglesias locales deben creer que el Señor Jesús es el principio y el fin.
El terminará lo que comenzó en Su recobro.
XII. EL ES EL VIVIENTE
En el versículo 18 vemos que el Señor es el Viviente; estuvo muerto; mas
he aquí que vive por los siglos de los siglos. El mismo Cristo que anda en
medio de las iglesias, quien es la Cabeza de las iglesias y a quien ellas
pertenecen, es el Viviente, o sea que está lleno de vida. Por consiguiente,
las iglesias como Su Cuerpo deben ser vivientes y estar llenas de vida.
¡Aleluya, tenemos un Cristo viviente, el cual venció la muerte! Nuestro
Cristo, el Cristo resucitado, vive en nosotros y entre nosotros. El vive por
los siglos de los siglos. ¡Qué Cristo tan lleno de vida tenemos en el
recobro! En el recobro, todas las iglesias deben estar llenas de vida como
Cristo, y vencer la muerte.
XIII. TIENE AUTORIDAD
SOBRE LA MUERTE Y EL HADES
En el versículo 18 también dice: “Tengo las llaves de la muerte y del
Hades”. Por haber caído y pecado el hombre, vino la muerte y opera en la
tierra recogiendo a todos los pecadores. La muerte se asemeja a un
recogedor usado al barrer el polvo, y el Hades es como el recipiente de la
basura. Todo lo que el recogedor recibe es echado en el recipiente de la
basura. Por consiguiente, la muerte es un recolector y el Hades es el lugar
donde se almacena. En la vida de la iglesia, ¿estamos nosotros sujetos a la
muerte y al Hades? ¡No! Cristo abolió la muerte en la cruz y venció el
Hades en Su resurrección. Aunque el Hades trató de retenerlo, no pudo
hacerlo (Hch. 2:24). Con relación a El, la muerte no tiene aguijón y el
Hades no tiene poder. Pero ¿qué diremos de nosotros? El caso tiene que
ser el mismo. En la vida de la Iglesia, las llaves de la muerte y el Hades
están en las manos de Cristo. Es imposible que nosotros venzamos la
muerte; simplemente no tenemos la facultad de hacerlo. Siempre que llega
la muerte, afecta a muchos. Pero siempre que le demos al Señor Jesús la
oportunidad y la libertad para obrar y actuar entre nosotros, la muerte y el
Hades estarán bajo Su control. Sin embargo, cuando al Señor Jesús no se
le da oportunidad en la iglesia, la muerte prevalece, y el Hades se fortalece
y retiene a los muertos. Alabamos al Señor porque Cristo tiene las llaves
de la muerte y del Hades. La muerte está sujeta a El y el Hades está bajo
Su control. ¡Aleluya!

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE DIEZ
LA IGLESIA EN EFESO:
AMOR, VIDA Y LUZ
El libro de Apocalipsis está muy bien escrito. Después del primer capítulo,
los dos capítulos siguientes nos presentan una vista práctica y clara de las
siete iglesias. Las siete iglesias son un excelente ejemplo que revela las
iglesias locales, no en doctrina, sino en la práctica. Al considerar estas
siete iglesias podemos ver claramente lo que es una iglesia local y lo que
debería de ser.
Las siete epístolas que aparecen en los capítulos dos y tres presentan la
crónica de la situación que existía entre las siete iglesias del tiempo en que
fueron escritas. Sin embargo, puesto que este libro se caracteriza por
señales proféticas, las situaciones de las siete iglesias también son señales
y tienen un significado profético del progreso de la iglesia en siete etapas.
La primera epístola, dirigida a la iglesia en Efeso, presenta un cuadro de la
iglesia de finales de la primera etapa, durante la última parte del siglo
primero. La segunda epístola, escrita a la iglesia en Esmirna, es figura de
la iglesia que sufrió bajo la persecución del Imperio Romano, etapa que va
desde la última parte del siglo primero hasta la primera parte del siglo
cuarto, cuando Constantino el Grande, el césar del Imperio Romano,
atribuyó a la iglesia el favor imperial. La tercera epístola, a la iglesia en
Pérgamo, representa la iglesia mundana, la iglesia que se une con el
mundo; esta etapa abarca desde el día en que Constantino acogió el
cristianismo hasta cuando el sistema papal fue establecido durante la
última parte del siglo sexto. La epístola a la iglesia en Tiatira muestra
proféticamente la iglesia apóstata, que es la etapa abarcada desde el
establecimiento del sistema papal, a fines del siglo sexto, hasta el fin de
esta era, cuando Cristo venga. La quinta epístola, a la iglesia en Sardis,
representa la iglesia protestante, desde la Reforma, en la primera parte del
siglo dieciséis, hasta que Cristo venga. La sexta epístola, a la iglesia en
Filadelfia, predice la iglesia del amor fraternal, el recobro de la vida
apropiada de iglesia, que existió desde principios del siglo diecinueve,
cuando surgieron los Hermanos en Inglaterra y sacaron la práctica de la
vida de iglesia del sistema divisivo de las denominaciones, y estará hasta
la segunda venida del Señor. La séptima epístola, a la iglesia en Laodicea,
es una sombra de la decadencia de la iglesia de los Hermanos en el siglo
diecinueve; abarca desde la última parte de ese siglo hasta que el Señor
regrese. En este mensaje y en los siguientes seis, trataremos de cada una
de estas iglesias.
En este mensaje veremos la iglesia en Efeso (2:1-7). Las palabras cruciales
de este mensaje son amor, vida y luz. El requisito básico para la vida de la
iglesia es nuestro amor hacia el Señor. Obviamente no hay ningún
problema con el amor del Señor hacia nosotros. El nos ha amado y nos
sigue amando. El problema está en nuestro amor hacia El. Aunque lo
hayamos amado en el pasado, y lo sigamos amando en la actualidad, existe
el peligro de que nuestro amor por el Señor se desvanezca. La epístola a la
iglesia en Efeso nos previene al respecto. Esta carta también nos revela
claramente el origen de la degradación de la vida de iglesia: el
desvanecimiento del primer amor. Como veremos, el amor nos da la
posición, la base, el derecho y el privilegio de comer del árbol de la vida.
El amor nos suministra la vida. Si amamos al Señor, tenemos pleno
derecho a disfrutarlo como el árbol de la vida, como nuestro suministro de
vida. La luz siempre acompaña a la vida, y es producida por el abundante
suministro de vida. La vida nos da luz. En el tabernáculo el candelero
viene después de la mesa del pan de la proposición, lo cual indica que
cuando disfrutamos a Cristo como nuestro suministro de vida, recibimos la
luz de la vida. Es de vital importancia que amemos al Señor. Si tenemos
amor, tendremos la vida, simbolizada por el árbol de la vida, y la luz,
simbolizada por el candelero.
En síntesis, el problema de la iglesia en Efeso consistía en que el primer
amor hacia el Señor se había desvanecido. Por esta razón el Señor tuvo
que juzgar a esta iglesia, y le advirtió que si no se arrepentía, su candelero
sería quitado. Todo aquel que se arrepintiera en medio de ellos y regresara
al primer amor, sería un vencedor delante del Señor. El Señor prometió a
los vencedores el derecho a disfrutarle a El como el árbol de la vida. Por
supuesto, el candelero siempre permanecerá entre aquellos que han
vencido. Sin embargo, si no nos arrepentimos de haber dejado nuestro
primer amor hacia el Señor, perderemos el derecho de comer del árbol de
la vida, y nuestro candelero será quitado. Si éste es el caso, estaremos sin
amor y sin luz. ¡Que condición tan lastimosa sería!
I. EL QUE HABLA
Apocalipsis 2:1 nos dice: “Escribe al mensajero de la iglesia en Efeso: El
que tiene las siete estrellas en Su diestra, el que anda en medio de los siete
candeleros de oro”. Cada una de estas epístolas comienza con una
descripción del que habla. Antes de dirigirse a las iglesias, el Señor
declara quién es El. En la primera epístola El declara que El tiene las siete
estrellas en Su diestra y que camina en medio de los siete candeleros de
oro. Estas dos cosas demuestran que el Señor es normal, genuino y
correcto. El cuida las iglesias sosteniendo en Su diestra a los que toman la
iniciativa y caminando en medio de todas las iglesias. Los mensajeros de
las iglesias, las personas espirituales, representados por las estrellas
brillantes, que son los que se responsabilizan del testimonio de Jesús,
están sostenidos por la diestra del Señor, y el Señor anda en medio de las
iglesias, representadas por los siete candeleros de oro. ¡Que escena tan
maravillosa! Mientras el Señor como nuestro Sumo Sacerdote intercede
por nosotros, las iglesias, a la diestra de Dios (He. 7:25), sostiene a los
mensajeros de las iglesias y anda en medio de ellas y las cuida.
II. LAS VIRTUDES DE LA IGLESIA
La palabra Efeso en griego significa deseable. Esto indica que la iglesia
primitiva, en sus postrimerías, era deseable al Señor; el Señor seguía
esperando mucho de ella.
A. Las obras
Consideremos ahora las virtudes de la iglesia en Efeso. Primeramente, ella
hacía muchas cosas para el Señor. La iglesia en Efeso no era ociosa ni
descuidada; laboraba mucho para el Señor.
B. Los trabajos
Esta iglesia no solamente hacía obras para el Señor sino que también
trabajaba para El (vs. 2-3). Debemos diferenciar entre obras y trabajos.
Trabajar es más elevado que hacer obras. Hacer obras es común, mientras
que laborar es algo especial. Los que sirvieron a tiempo completo durante
la construcción del local de reunión en Anaheim, no solamente estuvieron
activos, sino que trabajaron. Si hubiéramos contratado una compañía y
hubiéramos empleado oficiales de construcción, ellos habrían hecho la
obra sin laborar.
C. La perseverancia
La iglesia en Efeso también tenía la virtud de perseverar. Esto indica que
la iglesia estaba bajo aflicción y perseveró en el sufrimiento.
D. No soporta a los malos
El Señor dice a la iglesia en Efeso: “No puedes soportar a los malos” (v.
2). Creo que las palabras que el Señor usa aquí se refieren a dos cosas:
hombres malos y cosas malas. La iglesia en Efeso no toleraba ninguna
cosa mala ni ningún hombre malo. Indudablemente era una buena iglesia.
E. Prueba a los falsos apóstoles
El Señor también dijo: “Has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no
lo son, y los has hallado mentirosos” (v. 2). Esta iglesia tenía mucho
discernimiento, y probaba a los falsos apóstoles y los rechazaba. Ella
discernía que los que se decían ser apóstoles eran mentirosos. A lo largo
de las generaciones, siempre ha habido falsos apóstoles. Incluso hoy sigue
ocurriendo lo mismo.
F. Aborrece las obras de los nicolaítas
En Apocalipsis 2:6 el Señor dice: “Pero tienes esto, que aborreces las
obras de los nicolaítas, las cuales Yo también aborrezco”. La iglesia en
Efeso aborrece lo que aborrece el Señor: las obras de los nicolaítas. En
cuanto a las virtudes, esta iglesia era buena, pura, justa y normal.
El Señor aborrece las obras de los nicolaítas. Si usted desea saber cuáles
son las obras de los nicolaítas, lea el libro del hermano Nee titulado La
ortodoxia de la iglesia. Las obras de los nicolaítas están relacionadas con
la jerarquía entre los santos en la cual algunos se convierten en
gobernantes de los demás. Esto trae como consecuencia el clero y el
laicado. En la iglesia de Efeso no estaba presente la doctrina o la
enseñanza de los nicolaítas. Esta se desarrolló más tarde. Pero sí existían
sus obras y actividades, o sea, cierto tipo de jerarquía constituida de
clérigos y laicos. La palabra nicolaítas es una latinización de la voz
griega nicolaitai, cuya raíz es nicolaos, que a su vez se compone de dos
palabras griegas: nico y laos. Nico significa conquistar o estar sobre
otros. Laos quiere decir gente común, seglares o laicos. Nicolaos, pues,
significa conquistador de gente común, persona que está sobre los laicos.
La palabra nicolaítas se debe de referir a un grupo de personas que se
consideran superiores a los creyentes comunes. Indudablemente esto
constituye la jerarquía establecida y perpetuada por el catolicismo y el
protestantismo. El Señor aborrece las obras y el proceder de los nicolaítas,
y nosotros debemos aborrecer lo que el Señor aborrece.
Dios, en Su economía, tiene la intención de que todos los Suyos sean
sacerdotes y le sirvan directamente. En Exodo 19:6 El les mandó a los
hijos de Israel que fueran “un reino de sacerdotes”. Esto significa que Dios
deseaba que todos fueran sacerdotes. Sin embargo, debido a que los
israelitas adoraron al becerro de oro (Ex. 32:1-6), perdieron el sacerdocio,
y solamente la tribu de Leví, debido a su fidelidad hacia Dios, fue
escogida para reemplazar a toda la nación de Israel en el oficio de
sacerdotes de Dios (Ex. 32:25-29; Dt. 33:8-10). Por consiguiente, hubo
una clase mediadora entre Dios y los hijos de Israel. Esto se convirtió en
un firme sistema dentro del judaísmo. En el Nuevo Testamento Dios ha
vuelto a Su intención original de acuerdo con Su economía, y ha hecho
sacerdotes a todos los que creen en Cristo (1:6; 5:10; 1 P. 2:5, 9). Pero
durante la era de la iglesia primitiva, desde el siglo primero, surgieron los
nicolaítas como una clase mediadora, lo cual corrompió la economía de
Dios. De acuerdo con la historia de la iglesia, esto llegó a ser el sistema
adoptado por la Iglesia Católica Romana y fue preservado por las iglesias
protestantes. Hoy en la Iglesia Católica Romana está el sistema sacerdotal;
en las iglesias estatales, el sistema clerical, y en las iglesias
independientes, el sistema pastoral. Todos éstos son sistemas que tienen
una clase mediadora, lo cual destruye el sacerdocio universal de los
creyentes. De manera que tenemos dos clases distintas: el clero y el
la8icado. Pero en la vida apropiada de iglesia no debe haber ni clero ni
laicado; todos los creyentes deben ser sacerdotes de Dios. La clase
mediadora destruye al sacerdocio universal de la economía de Dios; es por
eso que el Señor la aborrece. En Hechos 6:5 entre los siete que servían
había uno llamado Nicolás. No hay indicio alguno en la historia de la
iglesia de que éste haya sido el primer nicolaíta.
III. EL ORIGEN DE LA DEGRADACION DE LA IGLESIA
Aunque la iglesia en Efeso tenía tantas virtudes, estaba degradada porque
había perdido su primer amor. En el versículo 4 el Señor dijo: “Pero tengo
contra ti que has dejado tu primer amor”. La palabra griega
traducida primer es la misma que se traduce mejor en Lc. 15:22. Nuestro
primer amor hacia el Señor debe ser nuestro mejor amor a El. La iglesia en
Efeso había dejado este amor por el Señor.
La iglesia como Cuerpo de Cristo (Ef. 1:23) está relacionada con la vida;
como nuevo hombre (Ef. 2:15), está relacionada con la persona de Cristo;
y como novia de Cristo (Jn. 3:29) está relacionada con el amor. La
Epístola [de Pablo] a los Efesios nos dice que para permanecer en la vida
de la iglesia necesitamos ser fortalecidos en nuestro hombre interior para
que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor, podamos conocer el amor de Cristo que sobrepasa a
todo entendimiento, para que seamos llenos hasta la medida de todas las
riquezas de Dios (Ef. 3:16-19); y el objetivo de lo anterior es la vida de la
iglesia a fin de que la gracia sea con todos los que aman al Señor Jesús
(Ef. 6:24). Esta epístola dirigida a los efesios [en Apocalipsis 2], revela
que la degradación de la iglesia comienza cuando dejamos nuestro primer
amor hacia el Señor. Lo único que nos puede mantener en una relación
apropiada con el Señor es nuestro amor por El. La iglesia en Efeso tenía
buenas obras, trabajaba para el Señor, soportaba los sufrimientos y ponía a
prueba a los falsos apóstoles, pero dejó su primer amor hacia el Señor.
Dejar el primer amor fue la raíz de toda la degradación que hubo en las
siguientes etapas de la iglesia.
Nosotros los que estamos hoy en las iglesias locales debemos estar
conscientes de que podemos perder nuestro primer amor por el Señor. Es
posible que hagamos obras y trabajemos para el Señor y tal vez seamos
puros doctrinalmente y rectos espiritualmente, y aun así no tener el primer
amor por el Señor. Es probable que en los años venideros no amemos al
Señor tanto como ahora. Debemos estar alerta en cuanto a esto. Es mejor
perder algo de nuestras obras que perder nuestro amor por el Señor.
Nuestro amor por El debe ser nuestro primer amor. Todos debemos decir:
“Señor, te amo. No amo lo que hago por Ti, ni aprecio mi labor. Señor te
amo a Ti. Si laborar por Ti estorba mi amor por Ti, cesaré de hacer obras”.
No permita que nada le separe del amor del Señor. Debemos cuidar el
primer amor y constantemente amar al Señor.
Nunca olvidaré un párrafo corto que alguien escribió con respecto a John
Nelson Darby. Dicho párrafo revela que cuando Darby era muy viejo,
mientras viajaba, una noche se hospedó en un hotel. Cuando estaba
preparándose para acostarse, oró de una manera simple: “Señor Jesús, te
sigo amando”. Es admirable que un santo de edad avanzada diga esto.
John Nelson Darby empezó a amar al Señor desde su juventud. Después
de más de sesenta años, seguía amándolo. Todos debemos decirle
diariamente al Señor: “Señor Jesús, te sigo amando. Tal vez yo cambie en
todo lo demás, pero nunca dejaré de amarte. Quiero que mi amor por ti
crezca siempre”. Leí ese párrafo sobre Darby hace más de veinte años, y
no puedo describir la ayuda que me ha sido todo este tiempo.
Debemos decir constantemente: “Señor Jesús, te sigo amando”. Una vez
que dejamos nuestro primer amor, nuestra degradación ha comenzado. Tal
vez sigamos siendo los mismos en todo lo demás, en nuestras obras y
actividades, pero nos hemos degradado porque hemos dejado nuestro
primer amor. Con el tiempo, la iglesia en Efeso llegó a tener más obras y
menos amor. Hoy nosotros debemos decir que deseamos más amor y
menos obras. Cualquier cosa que hagamos, debemos hacerla por amor al
Señor. El amor debe ser lo que nos motive a hacer obras para el Señor. Si
el amor al Señor nos impide hacer cierta cosa, entonces no debemos
hacerla. Debemos actuar así; de lo contrario no vamos a ser preservados
en Su presencia.
IV. EL RESULTADO DE
LA DEGRADACION DE LA IGLESIA
En el versículo 5 vemos las consecuencias de la degradación de la iglesia:
“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su
lugar, si no te has arrepentido”. El resultado de la degradación de la iglesia
es que ella pierde su testimonio. Perder el testimonio simplemente
significa que el candelero es quitado. Si perdemos nuestro primer amor
hacia el Señor y no nos arrepentimos, perderemos el testimonio del Señor
y nos será quitado el candelero. Hace años el testimonio que tenían los
Hermanos resplandecía, pero ése no es el caso hoy. No hay duda de que el
candelero ha sido quitado de la mayoría de las asambleas de los
Hermanos. Cuando usted entra en una de sus asambleas, no ve ningún
brillo allí. No hay luz ni testimonio. Debemos tener cuidado y estar alerta
constantemente para evitar que esto nos suceda. No piense que por el
hecho de ser las iglesias locales, los candeleros y el testimonio de Jesús,
no podemos perder nuestro testimonio. El día que perdamos nuestro
primer amor hacia el Señor, será el día que perderemos el testimonio. En
ese día el candelero será quitado.
V. LO QUE EL ESPIRITU DICE
La primera parte de 2:7 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias”. Al comienzo de cada una de las siete
epístolas que constan en los capítulos dos y tres, quien habla es el
Señor (2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14); pero al final es el Espíritu el que
habla a las iglesias (2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Esto demuestra una
vez más que el Cristo que habla es el Espíritu. Cualquier cosa que
Cristo diga equivale a lo que dice el Espíritu. Nadie puede refutar
esto. ¿Quién estaba hablando a la iglesia en Efeso? Cristo, el Hijo
del Hombre, el que tiene los mensajeros en Su diestra y anda entre
las iglesias. Como lo indica el versículo 7, el que habla al fin y al
cabo es el Espíritu. Esto muestra que Cristo es el Espíritu que habla.
Esto no solamente indica que el Espíritu es el Señor y que el Señor
es el Espíritu; también recalca que cuando la iglesia está en la
oscuridad de la degradación, el Espíritu es de vital importancia,
como lo indica la mención del Espíritu siete veces intensificado en
1:4. El mismo énfasis se ve en 14:13 y 22:17. Es una insensatez decir
que hoy Cristo no es el Espíritu que nos habla, y no es correcto
separar a Cristo del Espíritu que nos habla. Los dos son uno solo.
Si el que habla fuera Cristo solo y no fuera el Espíritu, no podría
impartir Sus palabras en nuestro espíritu, y éstas no serían
subjetivas ni nos afectarían. Pero, testificamos por experiencia, si
abrimos nuestro espíritu al leer estas epístolas, el Espíritu
inmediatamente nos imparte algo de Cristo al hablarnos. Debido a
que el que nos habla no es el Cristo objetivo, sino el Espíritu
subjetivo, El no solamente habla en la letra de la Biblia, sino que
también habla a nuestro espíritu. Una vez que oímos Su hablar, algo
indeleble es forjado en nosotros, y nada lo puede quitar. Nuestro
Cristo hoy es el Espíritu que nos habla. Me regocijo por este hecho y
lo proclamo con confianza.
A. A las iglesias
Por un lado, cada una de las siete epístolas constituye lo que el
Señor dice a cada iglesia en particular, pero por otro, constituye lo
que el Espíritu dice a todas las iglesias. Cada iglesia debe prestar
atención no sólo a la epístola que le es dirigida en particular, sino
también a todas las epístolas dirigidas a las demás iglesias. Esto
implica que todas las iglesias, como testimonio del Señor en el
Espíritu, deberían ser idénticas. Puesto que hoy el Espíritu habla a
las iglesias, debemos estar en las iglesias a fin de tener la posición
correcta para escuchar lo que el Espíritu dice. De otra manera,
¿cómo podríamos escuchar?
El Espíritu habla a las iglesias, no a una religión, ni a una
denominación, ni a un grupo de cristianos sinceros. Es por eso que
pocos cristianos pueden oír lo que el Espíritu dice. El Espíritu ni
siquiera le habla a una sola iglesia, sino a las iglesias. Aunque
algunas “iglesias” quieren ser únicas, nosotros no debemos ser una
iglesia única y particular. Si lo somos, perderemos el hablar del
Espíritu, porque Sus palabras están dirigidas a las iglesias. En
ninguna parte de las siete epístolas el Espíritu habla a una iglesia
particular. Todas las iglesias deben ser comunes, no exclusivas. En
los últimos años, he oído a muchos decir que cada iglesia debe
distinguirse de las demás. Los que afirman esto dicen que cada
iglesia debe tener su característica local. Aunque este concepto
puede parecer atractivo, de hecho es repulsivo. Si ustedes hacen de
la iglesia en su localidad algo único, se están separando de las
demás iglesias. Si ustedes hacen esto, no podrán participar de lo
que el Espíritu dice. ¿Qué es mejor, ser único o ser común? Aunque
usted diga que es mejor ser común, en realidad a todos les gusta ser
únicos. En lo más recóndito usted desea que la iglesia de su
localidad sea única. Pero en las iglesias locales no traten de ser
únicos. Todos debemos ser comunes y corrientes, porque el Espíritu
habla a las iglesias, no a una iglesia en particular. Cuando estamos
en la iglesia y entre las iglesias, tenemos la perspectiva y la posición
correctas para oír lo que dice el Espíritu.
B. Se requiere un oído agudo
para poder oír
En las cosas espirituales, la vista depende del oído. El escritor de
este libro primero oyó la voz (1:10) y luego recibió la visión (1:12). Si
nuestros oídos están cerrados y no oyen, no podemos ver (Is. 6:9-
10). Los judíos no atendían la palabra del Señor, y por eso no
podían ver lo que el Señor estaba haciendo (Mt. 13:15; He. 28:27).
El Señor siempre quiere abrir nuestros oídos para que oigamos Su
voz (Job 33:14-16; Is. 50:4-5; Ex. 21:6) a fin de que veamos las
cosas de acuerdo con Su economía. Los oídos pesados tienen que
ser circuncidados (Jer. 6:10; Hch. 7:51). Los oídos de los pecadores
necesitan ser limpiados con la sangre redentora y ungidos con el
Espíritu (Lv. 14:14, 17, 28). Para servir al Señor como sacerdotes
también necesitamos que nuestros oídos sean limpiados con la
sangre redentora (Ex. 29:20; Lv. 8:23-24). En este libro a medida
que el Espíritu habla a las iglesias, todos nosotros debemos abrir los
oídos, circuncidarlos, lavarlos y ungirlos para oír lo que dice el
Espíritu.
Aunque nuestra perspectiva y posición sea correcta, puede ser que
no tengamos el oído apropiado para oír. El capítulo uno subraya el
asunto de ver, y los capítulos dos y tres recalcan el oír. Necesitamos
tanto oír como ver. ¿Cuál de nuestros sentidos es más importante,
ver u oír? Supongamos que usted puede elegir entre oír y ver, ¿cuál
elegiría? Tal vez digamos que ver es más importante que oír, pero
oír es más profundo que ver. Por consiguiente, tenemos que decirle
al Señor: “Señor, necesito tanto oír como ver. Ten misericordia de
mí, Señor, y concédeme que mis oídos oigan y mis ojos vean”. Quizá
tengamos que luchar con el Señor para pedirle que nos haga oír y
ver.
Oír es más íntimo que ver. Nuestros amigos más cercanos nos
hablan íntimamente. Si usted pierde la facultad de oír, no puede
disfrutar de dicha intimidad. En el capítulo uno Juan vio; en los
capítulos dos y tres, él oyó. Necesitamos ver la vida de iglesia y
necesitamos oír el contenido íntimo de la vida de iglesia. Ver la
iglesia es un cosa, pero oír lo que contiene la vida de iglesia
íntimamente, es otra. Aunque muchos de nosotros hemos visto la
iglesia, pocos hemos oído el contenido íntimo de la vida de la
iglesia. Por consiguiente, necesitamos un oído que oiga. “El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
VI. LA PROMESA A LOS VENCEDORES:
COMER DEL ARBOL DE LA VIDA
Ahora llegamos a la promesa hecha a los vencedores: “Al que venza,
le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de
Dios” (v. 7). En las siete epístolas, vencer se refiere a vencer la
situación degradada de las iglesias. En esta epístola en particular,
vencer se refiere a recobrar nuestro primer amor hacia el Señor y
aborrecer las obras de los nicolaítas, la jerarquía, la cual el Señor
aborrece.
En Apocalipsis 2:7 el Señor dijo que al que venciera le daría a comer
del árbol de la vida. La religión siempre enseña, pero el Señor da de
comer (Jn. 6:35). El apóstol Pablo hacía lo mismo; alimentaba a los
creyentes (1 Co. 3:2). Para tener una vida adecuada de iglesia y para
recobrar la vida de iglesia, es decir, para crecer como es debido en la
vida cristiana, lo que necesitamos no es simplemente comprender
con la mente las enseñanzas, sino comer al Señor como nuestro pan
de vida en nuestro espíritu (Jn. 6:57). Incluso las palabras de las
Escrituras no deben ser consideradas sólo como doctrinas que
educan nuestra mente, sino como alimento que nutre nuestro
espíritu (Mt. 4:4; He. 5:12-14). En esta epístola el Señor promete
darle a comer del árbol de la vida al que venza. Esto se remonta a
Génesis 2:8-9, 16, donde Dios da un mandato al hombre en cuanto
al asunto de comer. En la epístola dirigida a la iglesia en Pérgamo,
el Señor les promete a los vencedores que comerían “del maná
escondido” (2:17), como los hijos de Israel comieron el maná en el
desierto (Ex. 16:14-16, 31). Y en la epístola a la iglesia en Laodicea,
el Señor promete cenar con el que le abra la puerta (3:20). Aquí
cenar no se refiere simplemente a comer algo, sino a comer de la
abundancia de un banquete. Esto tal vez se refiera a los hijos de
Israel cuando comían del rico producto de la buena tierra de
Canaán (Jos. 5:10-12), lo cual indica que el Señor desea que Su
pueblo vuelva a comer del alimento que Dios había provisto, el cual
es tipificado por el árbol de la vida, el maná, y el producto de la
buena tierra, que son tipos de los varios aspectos de Cristo como
alimento para nosotros. La degradación de la iglesia hace que el
pueblo de Dios deje de comer a Cristo como su alimento y recurra a
las enseñanzas doctrinales para adquirir conocimiento. En la
degradación de la iglesia se encuentran las enseñanzas de Balaam
(2:14), la enseñanza de los Nicolaítas (2:15), la enseñanza de
Jezabel (2:20), y la enseñanza de las profundidades de Satanás
(2:24). Ahora en estas epístolas el Señor desea que de nuevo
comamos de El como nuestra provisión nutritiva. Debemos comerle
no solamente como el árbol de la vida y el maná escondido, sino
también como un banquete lleno de Sus riquezas.
En el griego la palabra que aquí se traduce árbol, como en 1 Pedro
2:24, significa madero; no es la palabra que normalmente se
traduce árbol. En la Biblia el árbol de la vida siempre representa a
Cristo como corporificación de todas las riquezas de Dios (Col. 2:9)
para nuestro alimento (Gn. 2:9; 3:22, 24; Ap. 22:2, 14, 19). Aquí
representa al Cristo crucificado (implícito en el árbol como madero,
1 P. 2:24) y resucitado (implícito en la vida de Dios zoe, Jn. 11:25),
quien ahora está en la iglesia, la consumación de la cual será la
Nueva Jerusalén, donde el Cristo crucificado y resucitado será el
árbol de la vida para los redimidos de Dios, a fin de que se
alimenten de él por la eternidad (22:2, 14).
La intención original de Dios era que el hombre comiera del árbol
de la vida (Gn. 2:9, 16). A causa de la caída, el camino al árbol de la
vida le fue cerrado al hombre (Gn. 3:22-24). Mediante la redención
efectuada por Cristo, el camino por el cual el hombre puede llegar al
árbol de la vida, que es Dios mismo en Cristo como vida para el
hombre, fue abierto de nuevo (He. 10:19-20). Pero en la
degradación de la iglesia, la religión se infiltró con su conocimiento
para impedir que los creyentes comieran a Cristo, el árbol de la
vida. Así que, el Señor les prometió a los vencedores que como
recompensa les daría a comer de Sí mismo, el árbol de la vida, en el
Paraíso de Dios. Esto les motiva a abandonar la religión y su
conocimiento y a disfrutarle nuevamente. Esta promesa del Señor
restaura la iglesia a la intención original de Dios conforme a Su
economía. Lo que el Señor quiere que hagan los vencedores es lo
que toda la iglesia debería hacer en la economía de Dios. Por causa
de la degradación de la iglesia, el Señor llamó a los vencedores para
reemplazar a la iglesia en el cumplimiento de la economía de Dios
Comer del árbol de la vida no sólo constituía la intención original de
Dios en cuanto al hombre, sino que también será el resultado eterno
de la obra redentora de Dios. Todos los redimidos de Dios
disfrutarán del árbol de la vida, el cual es Cristo con todas las
riquezas divinas como la porción eterna de los redimidos, por la
eternidad (22:2, 14, 19). Debido a la distracción causada por la
religión y a la degradación de la iglesia, el Señor en Su sabiduría
ofreció a Sus creyentes la recompensa de disfrutarlo a El en el reino
venidero, con el fin de animarlos a vencer el conocimiento
absorbente de la religión, impartido en forma de enseñanzas, y a
regresar a disfrutarle a El mismo como suministro de vida en la
vida de la iglesia hoy en día, a fin de que la economía de Dios sea
cumplida.
A. En el paraíso de Dios
Como ya vimos, a los vencedores que estaban en la iglesia en Efeso se les
prometió que comerían del árbol de la vida. El árbol de la vida está en el
paraíso de Dios. Si conocemos bien la Biblia, comprenderemos que el
paraíso que se menciona en 2:7 no es el huerto de Edén, sino la Nueva
Jerusalén venidera. El Paraíso mencionado en Lucas 23:43 es el lugar
placentero y tranquilo donde están Abraham y todos los santos que ya
murieron (Lc. 16:23-26). Como dijimos “el paraíso de Dios” que aparece
en este versículo es la Nueva Jerusalén (3:12; 21:2, 10; 22:1-2, 14, 19) de
la cual la iglesia es un anticipo hoy. Adán estuvo en el huerto de Edén, y
Abraham y los demás santos que murieron están en el Paraíso. Nosotros
estamos esperando entrar en otro paraíso, el paraíso de Dios que está en la
Nueva Jerusalén. Mientras esperamos esto, tenemos una miniatura de la
Nueva Jerusalén: la vida de iglesia. En la iglesia disfrutamos al Señor
Jesús como el árbol de la vida. Ahora en la iglesia disfrutamos como
anticipo al Cristo crucificado y resucitado, quien es el árbol de la vida, la
provisión nutritiva para nuestro espíritu. Disfrutar, pues, del anticipo nos
llevará a disfrutar de manera cabal al Cristo crucificado y resucitado,
quien es el árbol de la vida, nuestro alimento de vida, en la Nueva
Jerusalén por la eternidad. La promesa de comer del árbol de la vida hecha
a los vencedores que había en Efeso, indica que ellos comerán a Cristo en
la vida de iglesia hoy y en la Nueva Jerusalén por la eternidad. Esto lo
podemos verificar con nuestra experiencia.
En realidad, “comer del árbol de la vida ... en el Paraíso de Dios” se
refiere a un disfrute especial de Cristo como nuestro suministro de vida en
la Nueva Jerusalén en el reino milenario venidero, debido a que ésta es
una recompensa que el Señor prometió a los vencedores. Disfrutar a Cristo
como el árbol de la vida en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y en la
tierra nueva será la porción común de todos los redimidos de Dios,
mientras que disfrutarle de manera especial a El como el árbol de la vida
en la Nueva Jerusalén durante el reino milenario venidero, es una
recompensa dada solamente a los creyentes vencedores. Si vencemos
todas las distracciones en la iglesia degradada y disfrutamos a Cristo como
el árbol de la vida en la iglesia hoy día, recibiremos esta recompensa. De
otro modo, perderemos este disfrute especial del reino venidero, aunque de
todos modos disfrutaremos a Cristo como el árbol de la vida en la Nueva
Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad. Las promesas
del Señor con respecto a la recompensa, y Sus predicciones con respecto a
la pérdida, expresadas al final de cada una de las siete epístolas, se refieren
a lo que El hará con Sus creyentes durante el reino milenario venidero. No
tienen ninguna relación con el destino eterno de los creyentes, a saber, la
salvación eterna o la perdición eterna.
B. Volvamos al principio
Este asunto de comer del árbol de la vida nos regresa al principio (Gn. 2:9,
16) debido a que al comienzo estaba el árbol de la vida. El árbol de la vida
siempre nos vuelve al principio cuando sólo estaba Dios. No había obras
ni labores ni sufrimiento ni ninguna otra cosa, salvo Dios mismo. En la
vida de la iglesia debemos volvernos al comienzo, a disfrutar a Dios como
el árbol de la vida, olvidándonos de todo lo demás.
C. Disfrutamos a Cristo
como el suministro de vida
Cuando regresamos al principio, al árbol de la vida, disfrutamos a Cristo
como el suministro de vida. Comer del árbol de la vida, es decir, disfrutar
a Cristo como el suministro de vida, debe ser lo primordial en la vida de la
iglesia. El contenido de la vida de la iglesia depende de cuánto
disfrutemos a Cristo. Cuanto más le disfrutemos, más rico será el
contenido. Para disfrutar a Cristo es menester que El sea nuestro primer
amor. Si dejamos nuestro primer amor hacia el Señor, perderemos el
disfrute y el testimonio de Jesús, y en consecuencia, nuestro candelero nos
será quitado. Amar al Señor, disfrutarle y ser Su testimonio van juntos.
Si deseamos regresar al principio, debemos olvidarnos de todo y
simplemente disfrutar a Cristo como el suministro de vida. Es por eso que
debemos amarle sobre todas las cosas, sobre las obras que hacemos para
El, y sobre todo lo que poseemos. Si sencillamente le amamos,
volveremos al principio, donde sólo nos interesa Dios mismo como
nuestro suministro de vida en el árbol de la vida. Esta es la manera
apropiada de mantener la vida de la iglesia y de ser guardados en la vida
de iglesia. En la iglesia tenemos el amor más grande, el árbol de la vida
como nuestro suministro de vida y el candelero con su luz brillante. ¡Que
maravilloso! Cuanto más amamos al Señor, más derecho tenemos de
comerlo y disfrutarlo como el árbol de la vida. Entonces, como resultado,
la luz de Su testimonio brillará en todo su esplendor.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE ONCE
LA IGLESIA EN ESMIRNA:
LA VIDA DE RESURRECCION
Y LA CORONA DE LA VIDA
El Señor ejerció Su soberanía al escoger a las iglesias para cumplir Su
propósito. El escogió siete ciudades en Asia Menor: Efeso, Esmirna,
Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. De acuerdo con el griego
el nombre de cada ciudad tiene mucho significado, y concuerda
exactamente con su significado espiritual. Como ya dijimos, Efeso
significa deseable, lo cual indica que la iglesia en Efeso era preciosa para
el Señor y deseable a Sus ojos. En griego Esmirna significa mirra. La
mirra es una especia aromática dulce y representa el sufrimiento. En la
tipología, representa el fragante sufrimiento de Cristo. Por consiguiente, la
iglesia en Esmirna era una iglesia sufrida, una prefigura de la iglesia que
sufriría bajo la persecución del Imperio Romano a finales del siglo
primero y hasta la primera parte del siglo cuarto. La iglesia perseguida
sufrió en la fragancia de Cristo. En otras palabras, esta iglesia estaba en la
tribulación de Cristo y en la comunión de Sus padecimientos. La iglesia en
Esmirna sufrió como Cristo y llegó a ser la continuación de Sus
padecimientos. En Colosenses 1:24 Pablo dijo que él completaba “lo que
falta de las aflicciones de Cristo por Su cuerpo, que es la iglesia”. Pablo
completaba los sufrimientos de Cristo. Aunque nadie puede continuar la
obra redentora de Cristo, Sus sufrimientos tienen que ser completados por
todos Sus seguidores, tanto individual como colectivamente. En la iglesia
en Esmirna vemos la continuación colectiva de los sufrimientos de Cristo.
Debido a que esta iglesia era la continuación de los sufrimientos de Jesús,
verdaderamente constituía el testimonio de Jesús.
I. EL QUE HABLA
A. El Primero y el Ultimo
Consideremos ahora al que habla a la iglesia en Esmirna. En el versículo 8
el Señor dice: “Y escribe al mensajero de la iglesia en Esmirna: El
Primero y el Ultimo, el que estuvo muerto y revivió”. El Señor le dijo a
esta iglesia sufrida que El era el Primero y el Ultimo. Esto significa que no
importa cuán grandes fueran los sufrimientos por los que El pasó, esos
sufrimientos no pudieron terminarlo ni dañarlo. El fue el Primero y
también el Ultimo. Al sufrir la iglesia, debe saber que el Señor es el
Primero y el Ultimo, que es eterno e inmutable. Cualquiera que sea la
circunstancia, El permanece inmutable. Nada puede ser primero que El, ni
nada puede existir después de El. Todas las cosas están dentro del límite
de Su control.
Cuando el Señor le dijo a la iglesia en Esmirna que El era el Primero y el
Ultimo, indicaba con ello que la iglesia tiene que ser victoriosa. La iglesia
no debe detenerse ante ningún tipo de sufrimiento. Debe pasar por todos
los sufrimientos y llegar al final, porque el Señor, quien es la vida y la
Cabeza de la iglesia, es el Primero y el Ultimo.
B. El que estuvo muerto y revivió
En este versículo el Señor también dijo que El “estuvo muerto y revivió”.
Revivir significa resucitar. El Señor sufrió la muerte y volvió a vivir. El
pasó por la muerte, pero ésta no pudo retenerlo (Hch. 2:24) porque El es la
resurrección (Jn. 11:25). La iglesia sufrida también necesita conocerlo a El
como resurrección para poder pasar por todo tipo de sufrimiento. No
importa cuán severa sea la persecución, la iglesia continuará viviendo,
porque la vida de resurrección de Cristo dentro de ella puede soportar la
muerte. Cuando mucho el sufrimiento o la persecución sólo pueden
matarnos. Después de la muerte que experimentamos por la persecución,
viene la resurrección. De manera que es como si el Señor dijese a la
iglesia sufrida: “Debes comprender que Yo fui perseguido hasta la muerte.
Pero la muerte no fue el fin, fue la entrada a la resurrección. Cuando entré
en la muerte, llegué al umbral de la resurrección. No tengas temor de la
persecución, ni de la posibilidad de ser muerto. Debes recibir la muerte y
estar contento, porque una vez que hayas pasado por la muerte también tú
estarás a las puertas de la resurrección. Recuerda, que Yo soy el que
estuve muerto y reviví ”. Sólo necesitamos al Señor. Lo que El es
corresponde exactamente a nuestras necesidades. Para la iglesia sufrida, el
Señor no es solamente el Primero y el principio sino también el Ultimo y
el fin. Cuando usted esté pasando por persecución, debe alzar la cabeza y
declarar: “Aleluya, voy hacia el fin, hacia el final. Estoy entrando en la
resurrección”.
II. EL SUFRIMIENTO DE LA IGLESIA
A. La tribulación
En el versículo 9 el Señor le dice a la iglesia en Esmirna: “Yo conozco tu
tribulación”. El contenido de esta epístola está lleno de tribulación,
sufrimiento y persecución. Para la iglesia la tribulación es una prueba de la
vida. Sólo la tribulación puede manifestar la medida en que la iglesia ha
experimentado y disfrutado la vida de resurrección de Cristo. Además, la
tribulación trae las riquezas de la vida de resurrección de Cristo. El
propósito del Señor al permitir que la iglesia sufra tribulación, no es
solamente atestiguar que Su vida de resurrección vence la muerte, sino
también capacitar a la iglesia para que entre en las riquezas de Su vida.
Por consiguiente, la tribulación es muy valiosa para la iglesia.
B. Su pobreza (aunque es rica)
El Señor dijo: “Yo conozco tú tribulación, y pobreza (pero tú eres rico)”.
El Señor valoró a la iglesia sufrida. La iglesia sufrida era pobre en bienes
materiales, pero rica el Señor y en las riquezas de Su vida. Por
consiguiente, el Señor parece estar diciendo: “Aunque estás sufriendo
tribulación y pobreza, eres rica. Eres pobre en lo material, pero rica en lo
espiritual. Eres pobre en lo terrenal, pero rica en lo celestial”. Las
persecuciones son el medio que nos conduce a las riquezas de Cristo.
Cuanto más perseguidos somos y más pobreza sufrimos, más ricos somos
en Cristo.
C. Calumnias de los judíos incrédulos,
la sinagoga de Satanás
En el versículo 9 el Señor también dice que El conoce “las calumnias de
los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás”. De
acuerdo con esta epístola, la persecución viene de la religión, de los judíos
incrédulos, que son sinagoga de Satanás. Las calumnias de los judaizantes
era la crítica maliciosa contra la iglesia sufrida. Los judaizantes eran
judíos en la carne, pero no en el espíritu (Ro. 2:28-29). Simplemente ser
del linaje carnal de Abraham no los constituye verdaderos judíos. “No los
que son hijos según la carne son los hijos de Dios” (Ro. 9:7-8). Por
consiguiente, el Señor dijo que ellos “se dicen ser judíos, y no lo son”.
Estos judaizantes obstinadamente insistían en preservar su sistema judío,
que constaba del sacerdocio Levítico, los sacrificios y el templo físico,
todos los cuales eran tipos que Cristo cumplió y reemplazó. Puesto que la
iglesia bajo el nuevo pacto en la economía de Dios no participaba en las
prácticas religiosas, los judaizantes la calumniaban. En principio, el caso
es el mismo hoy, los religiosos calumnian a las iglesias del recobro del
Señor, las cuales buscan al Señor y le siguen en espíritu y en vida y no les
interesa ningún sistema ni ninguna práctica religiosa.
El Señor dice que los que se dicen ser judíos, y no lo son, son “sinagoga
de Satanás”. Esta expresión es un calificativo terrible. La sinagoga era el
lugar donde los judíos adoraban a Dios principalmente estudiando sus
escrituras, o sea, el Antiguo Testamento. Sin embargo, a causa de su
necedad al aferrarse a sus conceptos religiosos y tradicionales, vinieron a
ser uno con Satanás en la oposición al camino de vida de Dios, mediante
el cual Dios cumple Su propósito. Bajo la manipulación y las estratagemas
de Satanás, pues él estaba detrás de las sinagogas en aquel tiempo, éstas
perseguían al Señor Jesús (Mt. 12:9-14; Lc. 4:28-29; Jn. 9:22), a los
apóstoles (Hch. 6:9; 13:43, 45, 46, 50; 14:1-2, 19; 17:1, 5-6) y a las
iglesias (Ap. 3:9). Fue por eso que el Señor las llamó “sinagoga de
Satanás”. Incluso cuando estuvo en la tierra, El consideró que las
sinagogas eran de Satanás, como queda implícito en Mateo 12:25-29 y
Juan 8:44. Los que asistían a la sinagoga aparentemente adoraban a Dios,
pero en realidad se estaban oponiendo a El. Aunque ellos perseguían y
mataban a los verdaderos adoradores de Dios, consideraban que ofrecían
un servicio a Dios (Jn. 16:2). Cuando el Señor estaba en la tierra, los
judíos no podían darle muerte directamente, porque en aquel tiempo ellos
no tenían el derecho de matar al Señor Jesús apedreándolo. Entonces
utilizaron al gobierno romano para sentenciarlo y crucificarlo. Del mismo
modo, las sinagogas judías incitaron al gobierno romano a perseguir a la
iglesia sufrida. Desde entonces, y a través de los siglos, los religiosos han
seguido esos mismos pasos, persiguiendo a los que genuinamente buscan
y siguen al Señor en espíritu y en vida, pensando que están defendiendo
los intereses de Dios. La religión siempre utiliza la política para destruir la
iglesia. La religión no tiene poder para causar daño físico a los que aman
al Señor, pero usan la política y al gobierno para destruir la iglesia. El
catolicismo romano, el protestantismo y el judaísmo caen en esta
categoría, pues se han convertido en una organización de Satanás, un
instrumento suyo para estorbar la economía de Dios.

D. Encarcelados por el diablo


En el versículo 10 el Señor nos dice: “No temas lo que vas a padecer.
He aquí, el diablo va a echar a algunos de vosotros en la cárcel, para
que seáis probados”. El versículo 9 menciona a Satanás y el 10 al
diablo. En el griego Satanás significa adversario. El no es solamente
el enemigo de Dios que opera desde afuera, sino también el
adversario que se opone desde adentro. La palabra
griega diabolos, traducida diablo, significa acusador, calumniador
(12:9-10). El diablo, quien es Satanás, el adversario de Dios, nos
acusa ante Dios y nos calumnia ante el hombre. La persecución que
la iglesia sufrió, comenzó en la sinagoga, la reunión religiosa de los
judíos, y fue instigada por Satanás, el adversario. Fue consumada
por el gobierno romano usado por el diablo, el calumniador, para
encarcelar a los santos. El encarcelamiento de la iglesia sufrida fue
la obra conjunta de la política diabólica y la religión satánica.
E. Una tribulación intensa pero breve
En el versículo 10 el Señor también les dice que ellos tendrán
tribulación diez días. El número diez significa plenitud; por
ejemplo, los Diez Mandamientos expresan plenamente las
exigencias de Dios, y los diezmos de las ofrendas, lo cual muestra
que diez partes constituyen una ofrenda completa. Diez días en la
Biblia representan un período completo, aunque breve (Gn. 24:55;
Jer. 42:7; Dn. 1:12-13). Por tanto, significa que la aflicción de la
iglesia sufriente fue completa, aunque de corta duración. Aunque la
persecución nos parezca larga, a los ojos de Dios es corta. No dura
mil días, ni cien, solamente diez. ¡Alabado sea el Señor! Este
sufrimiento es un sufrimiento temporal.
Como señal, estos diez días denotan proféticamente los diez
períodos de persecución que la iglesia sufrió a manos de los
emperadores romanos, desde César Nerón en la segunda mitad del
siglo primero hasta Constantino el Grande en la primera parte del
siglo cuarto. Pese a que fueron muy severas las persecuciones
instigadas por el diablo, Satanás, a través de los césares romanos,
quienes hicieron todo lo posible por destruir y eliminar a la iglesia,
no pudieron subyugarla ni darle fin. La historia demuestra que la
iglesia del Cristo viviente, quien murió y vivió de nuevo, resistió las
persecuciones victoriosamente y se multiplicó grandemente
mediante la indestructible vida de resurrección.
III. LA VIDA DE RESURRECCION
PUEDE PERSEVERAR HASTA LA MUERTE
En el versículo 10 el Señor nos dice: “Sé fiel hasta la muerte, y Yo te
daré la corona de la vida”. En esta epístola se nos indica que la vida
de resurrección está en la iglesia. Cuando el Señor reveló lo que El
es, en el versículo 8, diciendo que estuvo muerto y revivió, daba a
entender que Su vida de resurrección está en la iglesia. Es como si el
Señor dijese: “Yo soy la resurrección y vivo en ti. No hay razón ni
excusa para fracasar, puesto que tienes la vida de resurrección. No
debes ser derrotado por la persecución. Al contrario, debes sufrir la
persecución victoriosamente por medio de Mi vida de
resurrección”. Mediante la vida de resurrección, la iglesia puede
pasar por la tribulación e ir hasta la muerte. La iglesia siempre está
calificada para ser una mártir maravillosa, victoriosa y gloriosa.
Todos nosotros estamos calificados para ser mártires victoriosos
porque tenemos la vida de resurrección.
IV. LO QUE EL ESPIRITU DICE
Aun lo que el Señor dice en la epístola a la iglesia sufrida es lo que el
Espíritu dice a todas las iglesias. Esto indica que todas las iglesias
pueden experimentar el mismo sufrimiento. En realidad, en todas
las iglesias ha habido algunos santos que han pasado por la misma
clase de persecución. Todos ellos han tenido que escuchar lo que el
Espíritu dice a esta iglesia sufrida. Mediante el hablar constante del
Espíritu, la palabra del Señor en esta epístola se ha extendido a
todos los santos que han sufrido persecución por la causa del Señor
a través de las generaciones.
V. LA PROMESA A LOS VENCEDORES
A. La corona de la vida
En el versículo 10 se promete al que venza que recibirá la corona de
la vida. Al final la vida llegará a ser una corona, y será la gloria de
los mártires victoriosos. Según el Nuevo Testamento, una corona
siempre denota un premio dado además de la salvación (3:11; Jac.
1:12; 2 Ti. 4:8; 1 P. 5:4; 1 Co. 9:25). La corona de la vida es un
premio concedido a los que son fieles hasta la muerte al vencer la
persecución, y denota la fuerza vencedora que es el poder de la vida
de resurrección (Fil. 3:10); también denota que estos vencedores
han obtenido la superresurrección de entre los muertos (Fil. 3:11),
la resurrección sobresaliente.
B. No sufren daño de la segunda muerte
En el versículo 11 el Señor dice: “El que venza no sufrirá daño de la
segunda muerte”. Vencer en esta epístola se refiere a vencer la
persecución siendo fiel hasta la muerte. La promesa hecha a los
vencedores en esta epístola tiene dos aspectos: por un lado, reciben la
corona de la vida, y por otro, no sufrirán daño de la segunda muerte.
El versículo 11 ha sido un gran problema para los expositores del libro de
Apocalipsis. El hombre debe morir una sola vez (He. 9:27) puesto que
cayó y el pecado entró en él. Sin embargo, esta primera muerte no es la
sentencia final. Todos los muertos, excepto los que mediante la fe en el
Señor Jesús han sido inscritos en el libro de la vida, serán resucitados y
pasarán por el juicio del gran trono blanco al final del milenio, es decir, en
la conclusión del primer cielo y la primera tierra. Como resultado de este
juicio, todos ellos serán echados en el lago de fuego, lo cual es la segunda
muerte, la sentencia final (Ap. 20:11-15). La segunda muerte es el juicio
que Dios trae sobre el hombre después de la muerte y la resurrección de
éste. Puesto que los vencedores habrán vencido la muerte por haber sido
fieles hasta la muerte bajo la persecución y no requerirán ser juzgados por
Dios después de resucitar, recibirán la corona de la vida y nunca más los
tocará la muerte; es decir, no sufrirán el daño de la segunda muerte.
Casi todos los maestros cristianos se ven en aprietos al llegar a este
versículo, pues piensan que después de que los creyentes hayan resucitado
no se dictará más sentencia sobre ellos. Permítanme preguntarles: si usted
muere hoy, ¿podría decir que no tiene nada que el Señor no deba juzgar?
Probablemente no puede afirmar tal cosa. Esto quiere decir que si usted
muere hoy, todavía le queda algo pendiente con el Señor. Esto no significa
que usted no sea salvo. Pero de todos modos, este juicio adicional no será
algo positivo; sin duda será negativo. Todo lo negativo proviene de la
muerte. Por consiguiente, si usted tiene que ser juzgado, significa que
todavía sigue siendo afectado por la muerte. Esto no quiere decir que usted
perecerá, pero sí indica que ha de sufrir algo. Tenemos que prestar
atención a la palabra del Señor. Si vencemos la persecución, recibiremos
la corona de la vida y no sufriremos el daño de la segunda muerte.
Todos debemos ser vencedores. Si usted no es un vencedor en esta era,
sufrirá el daño de la segunda muerte en la próxima edad. Es difícil
determinar claramente qué significa sufrir daño de la segunda muerte.
Pero una cosa es cierta: si usted no vence la persecución, sufrirá daño.
Repito que esto no significa que usted perecerá. No, todo aquel que es
salvo, lo es por la eternidad. Juan 10:28 y 29 muestra que ninguno de los
salvos perecerá. Sin embargo, después de la resurrección, tenemos que
sufrir alguna clase de castigo de parte del Señor. No se apegue a la
tradición teológica que enseña que después de la resurrección todo va a
estar bien. Después de que los incrédulos resuciten, Dios los juzgará en
cuanto a su destino eterno. Según esto, después de que nosotros
resucitemos, el Señor tendrá que disciplinarnos en cierta medida. Todo
depende de la manera en que vivamos y andemos hoy. Si vivimos y
andamos como vencedores, venceremos la muerte y nada quedará
pendiente ante el Señor.
Debemos aceptar la palabra clara del Señor. No reciba la enseñanza que
afirma que si usted fracasa después de haber sido salvo, estará perdido otra
vez y perecerá. Esto no es cierto. En el otro extremo, tenemos la
enseñanza que asevera que después de que uno es salvo, ya no tiene
problemas con el Señor. Sin embargo, una persona que ha sido
eternamente salva, puede todavía necesitar ser juzgada por el Señor. Este
es el evangelio completo. El evangelio completo es el Nuevo Testamento
en su totalidad, no solamente Juan 3:16. Aquí en Apocalipsis 2:11 hay una
porción del evangelio completo, la cual afirma que debemos vencer toda
persecución. Si usted no vence, no recibirá la corona de la vida, sino que
sufrirá daño de la segunda muerte. Si vence la persecución y la tribulación
mediante la vida de resurrección que está en usted, recibirá la corona de
vida y no sufrirá el daño de la segunda muerte. Esta es la clara promesa
que el Señor hace en Su palabra, y todos debemos recibirla. Debemos
aceptarla sea que la entendamos o no. Si usted cree Juan 3:16, entonces
debe creer Apocalipsis 2:11. Ambos pasajes son la palabra del Señor.
Repito que éste es el evangelio completo.
Este asunto ha estado velado por largo tiempo, y pocos cristianos se
atreven a mencionarlo. Como hasta ahora no lo han podido entender,
entonces dejan este asunto a un lado. Pero el Señor nunca hace a un lado
Su palabra. El llevará a cabo todo lo que ha dicho. Sepan, pues, que
debemos vencer la tribulación, los sufrimientos y la persecución para
recibir la corona de la vida y no sufrir el daño de la segunda muerte. Si
vencemos en esta área, no quedará nada que el Señor tenga que juzgar en
el futuro.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE DOCE
LA IGLESIA EN PERGAMO:
DEBE COMER
PARA SER TRANSFORMADA
En este mensaje llegamos a la tercera iglesia, la iglesia en Pérgamo (2:12-
17). Como ya dijimos, el nombre de cada una de las siete ciudades es muy
significativo. Pérgamo en el griego significa “matrimonio”, lo cual implica
“unión” y “torre fortificada”. La iglesia en Pérgamo prefigura a la iglesia
que estableció una unión matrimonial con el mundo y llegó a ser una torre
alta y fortificada, equivalente al gran árbol profetizado por el Señor en la
parábola de la semilla de mostaza (Mt. 13:31-32). Cuando Satanás fracasó
en su intento de destruir a la iglesia por medio de la persecución del
Imperio Romano en los primeros tres siglos, cambió de estrategia. Esta
vez procuró corromperla mediante la aceptación del cristianismo como
religión estatal por parte de Constantino, lo cual aconteció en la primera
parte del siglo cuatro. Bajo el auspicio y la influencia política de
Constantino, multitudes de incrédulos fueron bautizados en “la iglesia”, y
ésta vino a ser enormemente grande. Dado que la iglesia es una casta
novia desposada con Cristo, a los ojos de Dios su unión con el mundo se
considera fornicación espiritual.
I. EL QUE HABLA:
EL QUE TIENE LA ESPADA AGUDA
DE DOS FILOS
El versículo 12 dice: “El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto”.
En esta epístola, el Señor es el Espíritu que nos habla, declarando que El
tiene la espada aguda de dos filos. La iglesia mundana merece recibir el
juicio que el Señor trae con Su palabra penetrante.
II. LA UNION DE LA IGLESIA
CON EL MUNDO
En la epístola a la primera iglesia, Efeso, el Señor le aconseja que se
arrepienta y vuelva a su primer amor. Creemos que esta iglesia obedeció el
consejo del Señor, puesto que la segunda iglesia, la iglesia en Esmirna,
verdaderamente amó al Señor y padeció persecución, y vino a ser la
iglesia sufrida. Según la historia, durante los primeros tres siglos, la iglesia
sufrió mucho debido a que el gobierno romano hizo lo posible por
destruirla. Con el tiempo el enemigo, Satanás, comprendió que la
persecución no producía mucho resultado. De manera que cambió
sutilmente su estrategia: en vez de perseguir a la iglesia, la aceptó. En la
primera parte del siglo cuarto, Constantino el Grande acogió el
cristianismo y lo hizo la religión estatal. De ahí en adelante, el
cristianismo se convirtió en cierto tipo de iglesia del estado romano. Esta
aceptación de la iglesia por parte del Imperio Romano la arruinó, ya que la
volvió mundana. Todos sabemos que la iglesia es llamada a salir del
mundo y a apartarse para Dios. Sin embargo, al ser recibida por el Imperio
Romano, regresó al mundo, y a los ojos de Dios, estableció una unión
matrimonial con el mundo. Dios considera este tipo de unión como
fornicación espiritual.
La iglesia perdió su pureza y se hizo mundana por causa de esta unión
matrimonial. Debido a esta unión muchas cosas mundanas se infiltraron en
la iglesia. Las cosas mundanas siempre están relacionadas con la
adoración de ídolos, pues la mundanalidad siempre está asociada con la
idolatría. La iglesia en Pérgamo primero se hizo mundana y luego idólatra.
Satanás la saturó del mundo y de ídolos. Como resultado, la iglesia se
convirtió en algo completamente diferente de lo que Dios había planeado.
Dios desea que la iglesia esté fuera del mundo y no tenga relación alguna
con éste. La iglesia tiene que ser un candelero de oro, la expresión pura del
Dios Triuno, y no debe tener ningún compañerismo con el mundo. Pero
después que el Imperio Romano convirtió la iglesia en una religión
mundana, ella se hizo absolutamente impura, mundana e idólatra.
A. Donde mora Satanás
En el versículo 13 el Señor le dice a la iglesia en Pérgamo: “Yo conozco
dónde moras, donde está el trono de Satanás”. La morada de Satanás es el
mundo. Desde que la iglesia entró en unión con el mundo, se hizo
mundana, y ahora habita donde mora Satanás, en el mundo.
B. Donde está el trono de Satanás
La iglesia en Pérgamo mora donde está el trono de Satanás. Esto también
se refiere al mundo. El mundo no es solamente la morada de Satanás, sino
también la esfera donde éste rige. Ahora la iglesia no solamente está unida
con el mundo, sino también con Satanás. ¡Esto es terrible! El cristianismo
mundano de hoy continúa en unión con el mundo y sigue siendo saturado
de las ideas, los conceptos, las teorías e incluso las prácticas de Satanás.
Tenemos que ver cuán serio es esto.
El enemigo, Satanás, es insidioso. Su favor es más peligroso que su
persecución. Primeramente Satanás suscita la persecución, y si esto falla,
cambia su táctica y se pone de nuestro lado. Hemos visto suceder esto en
el pasado. Primeramente la religión nos persiguió, y luego cambió de
estrategia, y trató de que nos uniéramos con ella. Esta es la obra engañosa
de Satanás. Si caemos en la trampa, con el tiempo nos volveremos
mundanos y no solamente estaremos en unión con Satanás, sino que
seremos uno con él. El Señor ha incluido las siete epístolas en el libro de
Apocalipsis para que veamos la verdadera condición del cristianismo y
también para que vemos lo que la iglesia debe ser y la posición que debe
asumir. La iglesia debe ser un candelero de oro puro y permanecer fuera
del mundo. No debe tener relación alguna con el mundo y no debe ceder
ni un solo centímetro a la saturación maligna y sutil de Satanás. La iglesia
debe oponerse constantemente a esto.
Los dos significados de la palabra Pérgamo, unión matrimonial y torre
fortificada, corresponden a los significados de dos de las parábolas de
Mateo 13, la parábola del árbol grande (Mt. 13:31-32) y la parábola de la
levadura (Mt. 13:33). En la primera parábola, una pequeña semilla de
mostaza llegó a ser un árbol grande. Indudablemente esto representa el
cristianismo desproporcionadamente grande, el cristianismo se ha hecho
un árbol grande. En la parábola de la levadura, leemos de una mujer que
escondió levadura en tres medidas de harina fina. La levadura representa
todo lo pecaminoso, mundano, maligno, satánico, demoníaco y diabólico.
Todas estas cosas malignas fueron añadidas a la harina fina. En la Biblia,
la harina fina usada como ofrenda a Jehová representa a Cristo como
alimento para el pueblo de Dios. El árbol grande equivale a la torre alta, y
la mujer con la levadura equivale a la iglesia apóstata que se unió con el
mundo. Debemos entender claramente el significado bíblico de este
asunto. A los ojos de Dios la cristiandad es una gran ramera, una mujer
maligna que mezcló cosas mundanas, demoníacas, satánicas y diabólicas
con las cosas de Cristo produciendo así una mezcla infernal.
Irrevocablemente debemos abandonar este gran árbol, escapar de esta torre
alta, salirnos de este sistema maligno y apartarnos para Dios, regresando a
Su intención original, que la iglesia sea un candelero de oro puro sin
ninguna relación con el mundo, la idolatría, ni la saturación de Satanás.
No estamos donde mora Satanás, donde Satanás se sienta en su trono. No,
en la iglesia no hay lugar para Satanás. Aquí no hay terreno en el cual
Satanás pueda obrar.
En las primeras tres epístolas vemos tres iglesias: la iglesia deseable, la
iglesia perseguida y la iglesia mundana. Nosotros ciertamente deseamos
ser la iglesia deseable y la iglesia perseguida, pero debemos rehusarnos a
ser la iglesia mundana. Debemos rechazar todo lo que sea mundano.
¡Tenga cuidado! Después que el enemigo lo ha perseguido, su estrategia
puede cambiar. En vez de persecución, quizá haya apoyo. No considere
este apoyo como algo bueno. Al contrario, debe temer más al recibimiento
que a la ponzoña de un escorpión. Nos viene bien sufrir persecución,
oposición y ataques. Pero cuando la gente nos extienda una calurosa
bienvenida, es cuando estamos en más peligro. Cuando usted sea atacado
y perseguido, no se desaliente, porque ésa es una clara señal de que va por
buen camino, y que no ha dejado de seguir los pasos del Señor. Pero esté
alerta frente a las calurosas bienvenidas. Es mejor sufrir persecución que
recibir una calurosa bienvenida. La epístola a la iglesia en Pérgamo nos
enseña que no debemos unirnos con el mundo en ningún aspecto. No
debemos tener relación alguna ni trato alguno con el mundo. Durante los
últimos cincuenta años, se nos ha extendido una calurosa bienvenida, pero
gracias a Dios la hemos rechazado. Como resultado, a través de los años
hemos sido preservados por la persecución que hemos experimentado.
Nunca hemos tenido buena fama, porque Satanás no permitirá que la
tengamos, a menos que nos unamos con él. Esa es la razón por la cual en
el recobro del Señor estamos constantemente en una batalla siendo
atacados continuamente. Estamos constantemente en estado de guerra. El
recobro del Señor no realiza una obra cristiana común. No, este testimonio
es una guerra.
III. EL TESTIMONIO DE ANTIPAS
Este testimonio estaba en Antipas. En el versículo 13 el Señor dice: “Yo
conozco dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes Mi
nombre, y no has negado Mi fe, ni aun en los días de Antipas Mi testigo,
Mi siervo fiel, que fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás”. En el
griego Antipas significa “en contra de todo”. Antipas, un testigo fiel del
Señor, estuvo en contra de todo lo que la iglesia mundana había traído y
practicado. Por lo tanto, llegó a ser un mártir del Señor. En el griego la
palabra mártir también significa testigo. Antipas, como un testigo en
contra de la degradación, sostuvo un testimonio en contra de todo lo que
se desviara del testimonio de Jesús. Ha de haber sido mediante su
testimonio en contra de la degradación que en sus días la iglesia en
Pérgamo retuvo el nombre del Señor y no negó la fe cristiana apropiada.
Antipas tomó la iniciativa de luchar contra la iglesia mundana,
constituyendo así un ejemplo para que nosotros luchemos hoy contra la
iglesia mundana. Antipas se opuso a todo lo que la iglesia era, tenía y
hacía.
A. Retiene el nombre del Señor
En el versículo 13 el Señor dice: “Retienes Mi nombre”. El nombre del
Señor denota Su persona; la persona es la realidad del nombre. La iglesia
en Pérgamo retenía fielmente el nombre del Señor, la realidad de Su
persona. La tendencia a desviarse que tiene la iglesia mundana es la
inclinación a no retener la realidad de la persona del Señor. En el recobro
del Señor debemos pelear contra eso, para que la iglesia retenga fielmente
el nombre del Señor, la realidad de Su persona, por la eternidad.
B. No niega la fe del Señor
El Señor también dijo: “No has negado Mi fe”. La fe del Señor denota
todo lo que debemos creer de Su persona y obra. No se refiere a la fe
subjetiva que hay en nosotros, sino a la fe objetiva, aquello en lo que
creemos. La iglesia comenzó a abandonar el nombre del Señor y a negar la
fe cristiana apropiada por unirse con el mundo.
C. Fiel hasta la muerte
Antipas fue fiel hasta la muerte en su testimonio en contra de la
degradación. Y fue por ese testimonio en contra de la mundanalidad de la
iglesia, que él fue muerto y vino a ser un mártir. Para testificar contra la
iglesia mundana necesitamos un espíritu de mártir. Nosotros debemos ser
fieles hasta la muerte al testimonio del Señor contra la mundanalidad de la
iglesia.
Hemos visto que Antipas fue un testigo en contra de todo. Nosotros hoy,
en el recobro del Señor también somos un testimonio en contra de la
degradación. Desde que el cristianismo protestante llegó a China en 1830,
ha sido mundano, con algunas excepciones. Desde 1922 el Señor
estableció el testimonio de las iglesias locales. Este testimonio hizo una
obra excelente para el recobro del Señor. Aunque muchos cristianos se
oponían al recobro, de todos modos fueron afectados positivamente y,
como resultado, cambiaron en muchas cosas. No siguieron el camino del
recobro del Señor, pero sí fueron influidos, y adoptaron muchas de
nuestras enseñanzas. Si usted pregunta a los misioneros que estuvieron en
China entre los años de 1922 y 1936, ellos le dirán que el recobro del
Señor ejerció una gran influencia en el cristianismo. Yo nací y fui criado
en el cristianismo, pero nunca oí la palabra comunión. Debido a la
influencia del recobro del Señor, casi todas las denominaciones
comenzaron a usar esta palabra. Al principio, en sus anuncios ellos usaban
la expresión “tiempo de adoración”. Pero debido a nuestra influencia
empezaron a usar la expresión “tiempo de reunión”. Hay una gran
diferencia entre “tiempo de adoración” y “tiempo de reunión”. Por causa
de la influencia del recobro del Señor, durante los últimos cuarenta años,
el cristianismo del Lejano Oriente se ha hecho más ortodoxo y ha
regresado a la Biblia. Hasta usan nuestros libros como base en muchas de
sus sesiones de enseñanza y en sus predicaciones. Sin embargo, algunos
de ellos no se atreven a decir que han aprendido de nosotros. Aceptan las
enseñanzas pero se oponen al recobro del Señor y critican nuestro
testimonio. Sin embargo, el Señor ha ganado algo. Se me ha dicho que en
Taipéi las personas ajenas al recobro siempre compran grandes cantidades
de libros en nuestra librería.
Cierto misionero estaba dando un informe sobre Taiwán. Cuando le
preguntaron sobre nuestra obra en la isla, dijo que excepto por una mosca
en la leche, era una buena obra. ¿Saben ustedes cuál era “la mosca”? El
terreno de la iglesia. En la opinión de este misionero, si abandonáramos el
terreno de la iglesia, nuestra leche sería purificada. Pero él no comprende
que abandonar el terreno de la iglesia significaría abandonar nuestra vida.
Hace tres años, durante un visita a Taipéi, conocí a un cristiano de la clase
alta. El dijo que un predicador le había dicho que no podía entender por
qué siempre hay tanta luz nueva en las iglesias. La razón es que el Espíritu
habla a las iglesias. La luz no está en la calle ni en el atrio; está en el
Lugar Santo, o sea, en la iglesia. Esta es la razón por la cual siempre
tenemos algo fresco del Señor.
Nosotros respaldamos a todos los cristianos. Hace trece años tuve una
conversación con algunos hermanos en Los Angeles acerca del espíritu
humano, la vida práctica de la iglesia, y la mezcla del Espíritu con nuestro
espíritu. Les dije: “Hermanos, esperen un tiempo y verán que los de afuera
comenzarán a usar estos términos”. Esto es exactamente lo que ha pasado.
Algunas de las cosas que hemos estado predicando y enseñando han sido
adoptadas por otros. Por un lado, se oponen a nosotros, y por otro, usan
nuestro material secretamente. Conozco cierto predicador que
abiertamente se opone a mí, y aún así, enseña usando el libro La economía
de Dios.
Durante mi visita a Tyler, Texas, di una serie de mensajes sobre la
transformación. Una de las personas que asistieron a las reuniones tomó
notas de cada uno de los mensajes, era un predicador notable en
Sudamérica. Al final de las conferencias él pidió permiso para usar
algunos escritos de nuestra revista The Stream. Yo le dije que estaba bien.
Después de algunos meses cuando regresé a Tyler, me saludó un hermano
y me mostró un libro diciendo: “He aquí un libro de Witness Lee”.
Cuando miré al libro, no vi el nombre Witness Lee, sino el nombre del
predicador que había estado en nuestras conferencias y había tomado notas
de todos los mensajes. El había ido a otro lugar y había dado los mensajes
y los había publicado en forma de libro, bajo su nombre. ¿Qué podemos
decir al respecto? Siempre que el pueblo del Señor reciba ayuda, no nos
preocupamos por estas cosas. Sin embargo, no estamos aquí para brindar
ese tipo de ayuda; nuestra misión es expresar el testimonio de Jesús.
Nosotros debemos ser los Antipas de hoy.
IV. LA ENSEÑANZA DE BALAAM
En el versículo 14 el Señor nos dice: “Pero tengo unas pocas cosas contra
ti: que tienes ahí a algunos que retienen la enseñanza de Balaam, que
enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de
cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación”. En estas
epístolas, el Señor desea, según Su economía, que nosotros le comamos a
El como el árbol de la vida (2:7), el maná escondido (2:17), y el rico
producto de la buena tierra (3:20). Pero la iglesia mundana se apartó de la
vida y se volvió a simples enseñanzas; por consiguiente, los creyentes
dejaron de disfrutar a Cristo como la provisión de vida necesaria para el
cumplimiento del propósito de Dios. Cuando disfrutamos a Cristo
edificamos la iglesia, pero si nos quedamos en simples enseñanzas,
producimos una religión.
Este versículo menciona “la enseñanza de Balaam”. Balaam era un profeta
gentil que hizo tropezar al pueblo de Dios. Por un salario (2 P. 2:15; Jud.
11), él incitó al pueblo de Dios a cometer fornicación e idolatría (Nm.
25:1-3; 31:16). En la iglesia mundana algunos comenzaron a enseñar estas
cosas. Esta misma enseñanza prevalece hoy tanto en el protestantismo
como en el catolicismo. La idolatría siempre trae fornicación (Nm. 35:1-3;
Hch. 15:29). Cuando la iglesia mundana hizo a un lado el nombre, la
persona, del Señor, se entregó a la idolatría, la cual trajo fornicación.
En la cristiandad muchos de los predicadores asalariados no enseñan al
pueblo a tomar a Cristo como su provisión de vida, sino que enseñan
sutilmente al pueblo a comer de lo sacrificado a los ídolos, es decir, a
recibir cosas malignas, diabólicas y demoníacas. Estas enseñanzas hacen
que el pueblo se desvíe de la persona de Cristo, y sea conducido a la
fornicación espiritual. Cristo debe ser el único esposo de la iglesia, el
único novio de todos los santos. Pero hay muchas y diversas enseñanzas
en la cristiandad de hoy que conducen al pueblo a asimilar cosas
demoníacas y a relacionarse con lo que no es Cristo. Esto, sin lugar a
dudas, es comer de lo sacrificado a los ídolos y cometer fornicación.
¿Qué significa negar el nombre del Señor y la fe en el Señor? Como ya
vimos, la fe aquí no denota la fe subjetiva, la facultad de creer, sino la fe
objetiva, aquello en lo que creemos. La fe del Señor incluye lo que El hizo
por nosotros en Su obra redentora, Su muerte y resurrección y todo
aquello en que debemos creer para ser salvos. Estas cosas constituyen
nuestra fe. El nombre denota la persona del Señor. No debemos negar el
nombre ni la fe del Señor. Tenemos que estar siempre asidos a Su nombre
y creer en El.
Cuando yo era joven, fui bautizado en una iglesia presbiteriana china
donde habían algunos Balaams. Cierto domingo por la mañana, uno de
ellos dio una conferencia sobre reglas de higiene, donde nos habló
específicamente de la manera de matar moscas. Más adelante, alguien
propuso que pusieran cierto objeto en el edificio de reunión y todos los
miembros de la congregación se inclinaran ante él. Cuando algunos de
nosotros nos opusimos a esto, aquel Balaam dijo: “Si Jesucristo se
levantara del sepulcro y me dijera que no me inclinara ante este objeto, lo
haría de todas maneras”. Con esta simple observación dejó ver que él no
creía en la resurrección del Señor Jesús. Esto es un ejemplo de negar la
persona del Señor, y de negar nuestra fe en El. Si usted lee la historia y
estudia el cristianismo de hoy, descubrirá muchas cosas similares a ésta.
En muchas de las que se denominan iglesias prevalece el modernismo. Los
modernistas no creen que Jesucristo sea Dios, que haya nacido de una
virgen ni que haya muerto en la cruz para redimirnos. Ellos solamente
creen que El fue sacrificado como mártir; no creen que Jesucristo resucitó.
Las enseñanzas de Balaam siempre hacen que la gente entre en unión con
las cosas mundanas. Esto es comer de lo sacrificado a los ídolos y cometer
fornicación espiritual.
V. LA ENSEÑANZA DE LOS NICOLAITAS
En el versículo 15 el Señor dice: “Tienes a los que retienen la enseñanza
de los nicolaítas”. La iglesia degradada y mundana tiene no solamente la
enseñanza de Balaam, sino también la enseñanza de los nicolaítas. La
enseñanza de Balaam distrae a los creyentes de la persona de Cristo y los
conduce a la idolatría, y de disfrutar a Cristo llevándolos a la fornicación
espiritual; mientras que la enseñanza de los nicolaítas destruye la función
de los creyentes como miembros del Cuerpo de Cristo, y de esta manera
anula Su expresión en el Cuerpo de Cristo. La primera enseñanza hace
caso omiso de la Cabeza, y la segunda destruye al Cuerpo. Esta es la obra
sutil del enemigo, la cual vemos en todas las enseñanzas religiosas.
En la iglesia en Efeso solamente estaban las obras de los nicolaítas (2:6),
mientras que en la iglesia en Pérgamo sus obras ya se habían convertido
en una enseñanza. Primeramente, ellos practicaron la jerarquía en la
iglesia primitiva; luego la enseñaban en la iglesia degradada. En la
actualidad tanto en el catolicismo como en el protestantismo prevalece la
jerarquía nicolaíta, tanto en la práctica como en la enseñanza. El Señor
aborrece la jerarquía nicolaíta porque ésta mata la función de los
miembros del Cuerpo y crea una organización, no un organismo.
Considere la situación del cristianismo actual: no es un organismo, sino
una sólida organización. Esta jerarquía es maligna y satánica, y el Señor la
aborrece. Al coordinar el servicio de la iglesia, tenemos que tener cuidado
de no establecer una organización. Si deseamos tener la vida de iglesia
apropiada, debemos desarrollar la función de todos los miembros
animándolos a funcionar de acuerdo a la vida en una manera viviente para
que el Cuerpo sea edificado como un organismo. Esta visión debe
gobernar la vida de la iglesia, y nunca debemos de apartarnos de ella. Sin
embargo, si somos negligentes, aunque sea un poco, no edificaremos el
organismo sino una organización. Estén siempre alerta en contra de la
formación de cualquier organización. Tenemos que estar conscientes de
que somos un organismo, para que todos los miembros del cuerpo tengan
la oportunidad de funcionar.
VI. EL SEÑOR VIENE Y COMBATE
En el versículo 16 el Señor dice: “Por tanto, arrepiéntete; pues si no,
vendré a ti pronto, y combatiré contra ellos con la espada de Mi boca”.
Aquí el Señor dice que vendrá pronto y con la espada de Su boca peleará
contra los que están en la iglesia mundana. Esto no se refiere a la segunda
venida del Señor, sino que viene a combatir, con la palabra que sale de Su
boca y que mata, contra los maestros nicolaítas de la iglesia degradada. La
iglesia mundana representada por la iglesia en Pérgamo, llegó a ser la
Iglesia Católica Romana, representada a su vez por la iglesia en Tiatira, y
la mundanalidad y maldad que trajo la iglesia degradada continuará en la
Iglesia Católica Romana hasta que el Señor regrese y ejecute Su juicio en
plenitud.
VII. LO QUE EL ESPIRITU DICE
La iglesia mundana y degradada tiene una gran necesidad de las palabras
del Espíritu. Tiene la Biblia como letra muerta, y carece del hablar del
Espíritu. El simple conocimiento de la Biblia sin el Espíritu no puede
suministrar lo que se necesita para el cristianismo amortecido. Su estado
de muerte y degradación tiene que ser juzgado por la espada aguda que
sale de la boca del Señor. La iglesia mundana necesita la palabra cortante
y viva del Señor Espíritu.
VIII. LA PROMESA AL QUE VENZA
En el versículo 17 el Señor dice: “Al que venza, daré a comer del maná
escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un
nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. Vencer
así significa específicamente vencer la unión de la iglesia con el mundo, la
enseñanza de la idolatría y la fornicación, y la enseñanza de la jerarquía.
A. Comer del maná escondido
El Señor promete al que venza que le dará del maná escondido. La
promesa hecha a la primera iglesia estaba relacionada con comer del árbol
de la vida, y la promesa a esta iglesia con el maná escondido. Cuanto más
mundana se vuelve la iglesia, más necesita que algunos se opongan,
testifiquen y mantengan una íntima comunión con el Señor. Estos tendrán
el privilegio de disfrutar al Señor como el maná escondido. El maná es un
tipo de Cristo como el alimento celestial, el cual capacita al pueblo de
Dios para seguir Su camino. Una porción de ese maná se preservó en una
vasija de oro que fue escondida en el arca (Ex. 16:32-34; He. 9:4). El
maná que caía visiblemente lo podía disfrutar el pueblo de Dios
públicamente; el maná escondido, que representa al Cristo escondido, es
una porción especial reservada para los vencedores que le buscan, los
cuales tienen victoria sobre la degradación de la iglesia mundana.
Mientras la iglesia sigue el camino del mundo, estos vencedores se atreven
a vivir en la presencia de Dios, en el Lugar Santísimo, donde disfrutan al
Cristo escondido, quien es la porción especial que les es dada como
provisión diaria. Esta promesa se cumple hoy en la vida apropiada de
iglesia, y se cumplirá en plenitud en el reino venidero. Si buscamos al
Señor, vencemos la degradación de la iglesia mundana, y disfrutamos hoy
una porción especial del Señor, entonces El como el maná escondido, será
una recompensa para nosotros en el reino venidero. Si le perdemos a El
como nuestra porción especial en la vida de la iglesia hoy, no le podremos
disfrutar como recompensa en el reino venidero.
El maná escondido fue depositado en una urna de oro. El oro representa la
naturaleza divina. Por consiguiente, depositar el maná escondido en una
vasija de oro significa que el Cristo escondido está dentro de la naturaleza
divina. El maná físico caía para todo el pueblo de Dios, pero el maná
escondido es dado a los que están en una íntima relación con Dios, los que
han abandonado al mundo y todo lo que los separaba de Dios. Han entrado
en la intimidad de la presencia de Dios, y en esa intimidad divina disfrutan
el maná que está escondido en la naturaleza de Dios. Esto es profundo. No
es algo externo; está en lo más recóndito. Esto es tan profundo que
aquellos que comen del maná escondido están de hecho en la naturaleza
divina disfrutando al Cristo escondido.
¿Cómo podemos comer del maná escondido? Esto es algo que está
totalmente fuera del mundo. Mientras que la iglesia mundana va cuesta
abajo en su unión con el mundo, nosotros estamos saliendo de Egipto
rumbo al desierto, luego del desierto a la buena tierra, de la buena tierra al
tabernáculo, del atrio al Lugar Santo, y del Lugar Santo al Lugar
Santísimo. Después de entrar en el Lugar Santísimo, tenemos que entrar
en el arca, tocar la vasija de oro, y disfrutar a Cristo como el maná que
está escondido dentro de la vasija. Cuanto más mundana se hace la iglesia,
más necesitamos entrar en el Lugar Santísimo y comer del maná
escondido. El maná está dentro de la urna de oro, la cual está dentro del
arca, y el arca está en el Lugar Santísimo. Podemos ver cuán escondido
está esto. Si lo disfrutamos, tenemos que habitar en la profunda intimidad
de la presencia de Dios. Tenemos que estar en Su naturaleza divina donde
no hay nada mundano que nos distraiga y donde tenemos una íntima
comunión con Dios. Aquí disfrutamos a Cristo como el maná escondido.
Algunos de nosotros hemos experimentado al Cristo escondido. Hemos
dicho: “Señor, no me interesa el mundo. Solamente me interesas Tú; no
me interesa ninguna amistad ni ninguna relación humana. Señor, estoy
dispuesto a poner fin a las ataduras. Señor, ahora estoy completamente
libre, y te amo desde lo más profundo de mi ser. Te amo sin ninguna
barrera”. Cuando decimos esto al Señor, entramos inmediatamente en la
urna de oro, en la intimidad de la naturaleza divina, donde participamos
del Cristo escondido. Debemos comer a este Cristo.
La promesa de que podemos comer del maná escondido también es una
profecía. En el milenio algunos vencedores tendrán una porción especial
de Cristo que podrán disfrutar. Esa porción especial fue prometida como el
maná escondido. Sin embargo, en principio, en la actualidad podemos
disfrutar a Cristo de una manera muy íntima y secreta. Nosotros
disfrutamos a Cristo de una manera tal, que los que solamente le disfrutan
públicamente no pueden entender.
B. Una piedra blanca
con un nuevo nombre inscrito
El Señor también prometió al que venza, diciendo: “Le daré una
piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el
cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. Disfrutar a Cristo
como el maná escondido produce transformación. ¿Cómo podemos
decir esto? Porque el Señor después de referirse al maná escondido,
habla de una piedra blanca. Una piedra en la Biblia representa el
material para el edificio de Dios. El hombre no fue hecho de piedra
sino del polvo (Gn. 2:7). En un sentido, el hombre no es más que
barro, y Romanos 9 revela que el hombre es simplemente un vaso
de barro. Sin embargo, cuando el Señor conoció a Simón Pedro,
inmediatamente le cambió el nombre por Cefas, que significa “una
piedra” (Jn. 1:42). En Génesis 28 cuando Jacob despertó de su
sueño, tomó la piedra que había usado de almohada y la llamó casa
de Dios. En 1 Corintios 3 Pablo indica que las piedras preciosas son
usadas para la edificación de la iglesia, y en Apocalipsis 21 vemos
que las piedras preciosas son materiales con los cuales se edifica la
Nueva Jerusalén. Al juntar todos estos versículos, vemos que una
piedra representa una persona transformada. No podemos
entender un pasaje como 2:17 aisladamente; tenemos que
considerarlo en el contexto de la Biblia entera. El Señor le promete
al que venza, darle del maná escondido y darle una piedra blanca.
Esto indica que si comemos del maná escondido, seremos
transformados en piedras preciosas.
En nuestro ser natural no somos piedras sino barro. Podemos ser
transformados en piedras preciosas al disfrutar a Cristo como
nuestro suministro de vida, porque recibimos la vida divina y la
naturaleza divina por medio de la regeneración (2 Co. 3:18). Si
comemos a Jesús como el maná escondido, seremos transformados
en piedras blancas para el edificio de Dios. Si no seguimos a la
iglesia mundana, sino que disfrutamos al Señor en la vida
apropiada de iglesia, seremos transformados en piedras con las
cuales se edifica el edificio de Dios. El Señor justificará y aprobará
estas piedras, como lo indica el color blanco, pero rechazará y
condenará a la iglesia mundana. En el libro de Apocalipsis el color
blanco indica aprobación. Cuando el Señor nos haya transformado
en piedras, entonces nos aprobará. Esto lo alegrará mucho. La
piedra blanca es necesaria para la edificación. El edificio de Dios, es
decir, la iglesia, depende de nuestra transformación, y ésta, a su vez,
es fruto del deleite que tengamos de Cristo como nuestro
suministro de vida.
El Señor dice que en la piedra habrá “escrito un nombre nuevo, el
cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. El nombre designa a
la persona, y este nuevo nombre denota una persona transformada.
Todo creyente que haya sido transformado es una “piedra blanca” y
tiene “un nombre nuevo, el cual ninguno conoce, sino el que lo
recibe”. Este nombre nuevo es la interpretación de la experiencia
del que ha sido transformado. Por consiguiente, solamente él
conoce el significado de ese nombre. Es posible que cierto hermano
no sea más que barro. Sin embargo, ama al Señor, ha dejado el
mundo y se ha librado de todas las ataduras. Por consiguiente, el
Señor le dirá: “Te daré a comer del maná escondido”. Cuanto más
coma este hermano del maná escondido, más será transformado en
una piedra blanca. A medida que este hermano coma al Señor
Jesús, quien es el maná escondido, tendrá ciertas experiencias, y el
Señor escribirá en él un nombre nuevo. Este nuevo nombre es
simplemente la nueva designación de lo que dicho hermano es. De
manera que este nuevo nombre se basa en lo que el hermano es, en
conformidad con sus propias experiencias, y otros no podrán saber
lo que significa este nombre.
Apocalipsis 2:17 es lo que el Señor nos dice. No reciba estas
palabras de manera objetiva, sino como su propia biografía.
Considérela una palabra dirigida a usted. En un sentido vivimos en
la época de Pérgamo, debido a que la “iglesia” se ha hecho
mundana. Pero por ser testigos en contra de todo ello, estamos aquí
luchando por el recobro del Señor. Por consiguiente, el Señor nos
dirige lo dicho en el versículo 17, y todos nosotros debemos
entenderlo y decir: “Amén, Señor, gracias por esta promesa. Puedo
comer de Ti como el maná escondido, y esto me transformará en
una piedra que te agradará, que Tú aprobarás y usarás para edificar
Tu morada. Señor, recibo Tu promesa. A partir de hoy, te comeré de
una manera secreta para ser transformado en una piedra blanca útil
para Tu edificio”. ¿No es esta una maravillosa promesa del Señor?
Es posible que la iglesia se haya vuelto mundana, pero el Señor ha
prometido que podemos ser transformados en una piedra blanca
con la cual se puede edificar la morada de Dios.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TRECE
LA IGLESIA EN TIATIRA:
LA AUTORIDAD Y LA ESTRELLA DE LA MAÑANA
En este mensaje llegamos a la cuarta iglesia, la iglesia en Tiatira (2:18-29),
la iglesia en apostasía. Tiatira en griego significa “sacrificio aromático” o
“sacrificio continuo”. Como señal, la iglesia en Tiatira prefigura a la
Iglesia Católica Romana, la cual constituyó la iglesia apóstata cuando se
estableció el sistema papal universal a fines del siglo sexto. Esta iglesia
está llena de sacrificios, como lo demuestran sus misas continuas.
I. EL QUE HABLA
A. El Hijo de Dios
El versículo 18 dice: “El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de
fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto”. La apóstata Iglesia
Católica da mucho énfasis al hecho de que Cristo es el hijo de María. Por
tanto, aquí el Señor, en protesta contra la herejía de la Iglesia Católica,
dice que El es el Hijo de Dios.
B. El que tiene ojos como llama de fuego
y pies semejantes al bronce bruñido
Al dirigirse a la iglesia mundana, la iglesia en Pérgamo, el Señor se
presenta como Aquel que tiene la espada aguda de dos filos. Al dirigirse a
la iglesia apóstata, la iglesia en Tiatira, se presenta como Aquel “que tiene
ojos como llama de fuego y pies semejantes al bronce bruñido”. La iglesia
mundana necesita ser juzgada por Su palabra, la cual hiere y mata,
mientras que la iglesia apóstata necesita ser juzgada por Sus ojos
escudriñadores y Sus pies aplastantes. Los ojos del Señor penetran a lo
más recóndito del corazón, y Sus pies juzgan a cada persona según las
obras (2:23).
II. LAS VIRTUDES DE LA IGLESIA
En el versículo 19 el Señor dice: “Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y
servicio, y tu perseverancia, y que tus obras postreras son más que las
primeras”. La apóstata Iglesia Católica tiene muchas obras y servicios
sociales. Sus obras en los últimos días son más que las del pasado.
III. LA MUJER JEZABEL
Uno de los aspectos cruciales de la iglesia en Tiatira es lo relacionado con
la mujer Jezabel. El Señor se refiere a ella en el versículo 20, donde dice:
“Pero tengo contra ti que toleras a esa mujer Jezabel, que dice ser
profetisa, y enseña y seduce a Mis esclavos a fornicar y a comer cosas
sacrificadas a los ídolos”. Como veremos, el Señor profetizó acerca de
esta mujer en Mateo 13:33. Allí la mujer agregó levadura (que representa
cosas malignas, heréticas y paganas) a la harina pura (que representa a
Cristo como la ofrenda de harina para la satisfacción de Dios y del
hombre). Esta mujer es la gran ramera de Apocalipsis 17, la cual mezcla
abominaciones con cosas divinas. Jezabel, la esposa pagana de Acab,
tipifica a esta iglesia apóstata. La iglesia apóstata está llena de toda clase
de fornicación e idolatría tanto espiritual como física.
A. Se autodenomina profetisa
Aquí el Señor indica que la iglesia apóstata se dice ser profetisa. Un
profeta es alguien que habla por Dios con la autoridad de Dios. La
apóstata Iglesia Católica afirma estar autorizada por Dios para hablar por
El. Ella exige que se le escuche a ella en lugar de escuchar a Dios.
B. Enseña a los siervos del Señor y los conduce
a fornicar y a comer cosas ofrecidas a los ídolos
La iglesia en Pérgamo retenía la enseñanza de Balaam y la de los
nicolaítas, las cuales continuaron en la iglesia apóstata. Además, la Iglesia
Católica tiene enseñanzas que conducen a la gente a escucharla a ella en
lugar de escuchar la santa Palabra de Dios. Sus partidarios están
confundidos y aletargados con sus enseñanzas heréticas y religiosas, por lo
cual no les interesa que Cristo sea su vida y su suministro de vida, como lo
indican el árbol de la vida y el maná escondido, prometidos por el Señor a
las iglesias en Efeso y Pérgamo (2:7, 17).
Mateo 13:33 dice: “Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es
semejante a levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de
harina, hasta que todo fue leudado”. Los maestros que se basan en la
Biblia están de acuerdo en que la Jezabel de Apocalipsis 2 es la misma
mujer acerca de la cual profetiza el Señor en Mateo 13:33. Estas dos
mujeres en realidad son una. La gran ramera de Apocalipsis 17 es la
misma mujer. Por consiguiente, la mujer a la que se hace alusión en Mateo
13 es la Jezabel de Apocalipsis 2 y viene a ser la gran ramera, la cual es
llamada Babilonia la grande en Apocalipsis 17. Si ella no es la gran
ramera, ¿entonces quién es? La Jezabel del Antiguo Testamento fue una
figura de “la mujer Jezabel” que aparece en Apocalipsis 2. Cuando el
Señor le habló a la iglesia en Tiatira, dijo que había una Jezabel en aquel
tiempo. De acuerdo con la historia, en la actualidad Jezabel es, sin lugar a
dudas, la iglesia apóstata, la Iglesia Católica Romana. Al usar el nombre
de Jezabel, el Señor nos recuerda lo que hizo Jezabel la esposa de Acab:
venía de un contexto pagano, y mezcló cosas paganas con la adoración a
Dios que ofrecía Su pueblo. Este es el punto central y más crucial en la
epístola a Tiatira. El principio en que se basaban los hechos de la iglesia
apóstata era la mezcla de cosas paganas de los gentiles con la adoración a
Dios por parte de Su pueblo. Ella induce al pueblo a adorar a Dios, pero
no lo hace en la manera que Dios ordenó, sino siguiendo sus métodos
paganos. Desde que la iglesia apóstata se estableció, ha venido
absorbiendo el paganismo. Donde quiera que va, ella asimila cosas
relacionadas con la adoración de ídolos.
Uno de los ejemplos más sorprendentes de los hechos de esta iglesia
apóstata es la institución de la Navidad. Nosotros queremos a Cristo, pero
no necesitamos una misa para celebrar Su nacimiento. Originalmente, el
25 de diciembre, el llamado día de Navidad, era la fecha en que los
antiguos europeos adoraban al sol. Decían que el 25 de diciembre era el
día de nacimiento del sol. Cuando la iglesia apóstata se extendió en
Europa, asimiló esta costumbre antigua, porque había acogido en su seno a
millares de incrédulos. Estos incrédulos querían celebrar el nacimiento de
su dios. Por consiguiente, para satisfacerlos la iglesia apóstata declaró el
25 de diciembre como el día del nacimiento de Cristo. Este es el origen de
la Navidad. El libro Las dos Babilonias, revela el origen de las cosas
malignas, paganas y demoníacas que fueron introducidas en la iglesia
apóstata. Si vemos este cuadro en el lado negativo, entonces sabremos que
nosotros debemos ubicarnos en el lado positivo.
Desde el comienzo mismo de la Biblia, Dios ha querido alimentar a Su
pueblo con la provisión de vida. Por consiguiente, El puso en el huerto el
árbol de la vida para que fuera la provisión de vida. Después de la caída
del hombre, Dios, en Su plan de redención, no desistió de Su idea de
alimentar a Su pueblo. Cuando El instituyó la Pascua, ordenó a Su pueblo
untar la sangre del cordero en los dos postes y en el dintel de las puertas de
sus casas y, protegidos por la sangre, debían comer la carne del cordero.
Después que los hijos de Israel fueron liberados de Egipto y andaban por
el desierto, Dios les dio el maná celestial como su provisión de vida (Ex.
16:14-15). Con el tiempo, los hijos de Israel entraron en la buena tierra de
Canaán. El día que entraron en la tierra, el maná cesó, y comenzaron a
comer del rico producto de la tierra (Jos. 5:12). El Nuevo Testamento
confirma que todos éstos son tipos de Cristo, no solamente como nuestro
Redentor, sino también como nuestra provisión de vida. Cristo como
Cordero tiene dos elementos, la sangre que redime y la carne que alimenta.
En Juan 6 el Señor Jesús revela que El es el maná celestial del cual el
pueblo de Dios puede alimentarse. Sabemos que las riquezas de la tierra
representan las riquezas de Cristo. Cristo no es solamente nuestro Cordero
y nuestro maná, sino también nuestra buena tierra. El como Cordero es la
carne, y como la buena tierra tiene todas las riquezas para ser nuestro
suministro de vida. En el Antiguo Testamento también existían las
ofrendas que eran producto de la buena tierra. Entre las cinco ofrendas
principales, la segunda era la ofrenda de harina fina, la cual era alimento
para el pueblo de Dios. Todos los sacerdotes que servían, comían de la
ofrenda de harina fina. Esto significa que Cristo es el suministro de vida
que alimenta a los sacerdotes de Dios. Todos los que sirven a Dios deben
comer a Cristo.
Aunque esto es claramente revelado en la Palabra santa, muchos cristianos
no lo han descubierto. Cuando yo estaba en la cristiandad nunca oí un
mensaje acerca de comer a Cristo. Sin embargo, el punto crucial en la
Palabra santa es que Cristo es nuestro suministro de vida, y que nosotros
tenemos que comerle (Jn. 6:57). En Mateo 13:33 el Señor dio a entender
que El era la harina fina. Lo que dijo acerca de la ofrenda de flor de
harina, en ese pasaje se refiere a la harina fina, la cual constituía dicha
ofrenda. Por consiguiente, la harina fina es un tipo completo del Señor
Jesús como nuestro suministro de vida. Cristo en Su humanidad, como
ofrenda de harina, es la harina fina que nos abastece. En Mateo 13 el
Señor Jesús predijo que una mujer perversa iba a agregar levadura a esta
harina fina. Esto es exactamente lo que la iglesia apóstata hace cuando
recibe la levadura pagana y la agrega a la harina fina de Cristo para formar
así una mezcla maligna. Con esto vemos que la iglesia apóstata es maligna
y sutil.
Algunos que están en la iglesia apóstata podrían decir: “¿No cree usted
que nosotros tenemos algo verdadero? ¿No cree usted que nosotros
tenemos a Dios, a Cristo y la Biblia?” Sí los tienen, pero no de una manera
pura; lo que tienen es una mezcla. La iglesia apóstata tiene la harina fina,
pero en la harina hay levadura. Cuando estuve en Manila, visité una
catedral católica. A la entrada había un estatua de María. Noté que una de
las manos estaba casi completamente gastada, y pregunté qué había
pasado. Me dijeron que todos los que entraban en la catedral primero
tocaban la mano de la estatua, y que con los años la mano se había gastado
por el contacto de la gente. Cuando les pregunté por qué tenían esa estatua
ahí, respondieron: “Si la gente no tiene estatuas, no puede entender a qué
se refiere uno cuando les habla de la Biblia. Necesitan tener algo físico
para poder entenderla”. Este es el pretexto que usan para mantener las
estatuas de Jesús y de María. ¡Que engaño tan sutil! Esos no son ni Jesús
ni María, sino ídolos. Aparentemente adoran a Jesús, pero en realidad
adoran una estatua de piedra. Este es un engaño sutil del enemigo. Ahora
podemos ver en qué consiste la maldad de la iglesia apóstata: asimila
cosas paganas y las agrega a la harina fina. ¡Que perversidad!
En la iglesia apóstata se adora a muchos ídolos debido a esta mezcla
maligna. El Señor dice que Jezabel enseña a cometer fornicación y a
comer de lo sacrificado a los ídolos. Jezabel enseña a los suyos a adorar
ídolos. En la Iglesia Católica Romana se fomenta la adoración a los ídolos.
En Manila vi muchas personas comprando velas y ofreciéndolas a los
ídolos que había junto a las paredes. Dondequiera que hay idolatría,
también hay fornicación. Jezabel no sólo trajo paganismo e idolatría, sino
también fornicación. Esto es abominable, y nosotros no lo podemos
tolerar. Esta no es una cuestión de diferencias doctrinales; es un problema
de idolatría y fornicación.
En 1937 mientras viajaba por el norte de China, me trajeron un caso de
posesión demoníaca. Una mujer cristiana estaba poseída por un demonio.
Me preguntaron al respecto, y les respondí que, en principio, era posible
que ella tuviera pecado o ídolos o imágenes en su casa, y esto permitía que
el demonio tomara posesión de ella. Me dijeron que ella no tenía ídolos ni
imágenes en su casa. Pero de todos modos el demonio la perturbaba
constantemente. Le dije a ella si no estaba involucrada en alguna cosa
pecaminosa, era posible que hubiera alguna clase de ídolo o imagen en su
casa y que ella debía buscarlo diligentemente. Finalmente halló en una
pared de su casa una imagen de Jesús, y le dije que la quemara. Cuando lo
hizo, el demonio salió de ella. En esto vemos el engaño sutil del enemigo.
C. No quiere arrepentirse de su fornicación
En el versículo 21 el Señor Jesús dice: “Y le he dado tiempo para
que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación”.
La historia demuestra que esto se refiere a la iglesia apóstata, la
Iglesia Católica. Hasta hoy, no se ha arrepentido de sus
perversidades.
D. Enferma en cama
El Señor también dijo: “He aquí, Yo la arrojo en cama”. Una cama
normalmente se usa para dormir y descansar, pero también se usa
en una situación anormal, como en el caso de enfermedad. Aquí el
Señor indica que la iglesia apóstata padece una enfermedad
incurable y que permanecerá así hasta el juicio final. Las
perversidades de Jezabel han causado su enfermedad; ella no tiene
nada sano. La iglesia apóstata en su totalidad está enferma.
Considere su situación: algunas cosas son celestiales y otras son
terrenales; algunas cosas son de Dios, pero la mayoría son de
Satanás; algunas son santas, y otras seculares, comunes y
mundanas. Esta levadura no solamente está en la iglesia apóstata,
sino que también se ha diseminado a la iglesia reformada. Jezabel
es demoníaca, satánica, maligna e infernal. No es insignificante que
tengamos los ojos abiertos para ver las cosas malignas y
demoníacas que hay en la Iglesia Católica. Simplemente no
podemos imaginarnos cuán deplorable es la iglesia apóstata.
E. Sus amantes sufrirán gran tribulación
En el versículo 22 el Señor dice que no solamente arrojará a Jezabel
en cama, sino que también arrojará “en gran tribulación a los que
con ella adulteren, si no se arrepienten de las obras de ella”. Esta
gran tribulación difiere de la de 7:14 y de la gran tribulación a la que
se refiere Mateo 24:21. La gran tribulación de 7:14 es la gran
tribulación que la iglesia ha sufrido a lo largo de los siglos de
persecución. La gran tribulación de Mateo 24 es la tribulación de
los últimos tres años y medio de esta edad que vendrá sobre los
moradores de la tierra. La gran tribulación de la que se habla aquí
es la aflicción que el Señor traerá sobre la iglesia apóstata,
probablemente mediante los ataques del anticristo a fines de esta
era.
F. Sus hijos son heridos de muerte
En el versículo 23 el Señor dice: “Y a los hijos de ella heriré de
muerte”. Esto tal vez se refiera a la destrucción que Dios trae sobre
la Iglesia Católica Romana por medio del anticristo y sus seguidores
al final de esta era. Si leemos Apocalipsis detenidamente, veremos
que al final de esta edad el anticristo destruirá la Iglesia Católica. El
anticristo se rebelará contra todas las religiones y se presentará
como si fuera Dios (2 Ts. 2:4); les prohibirá a los judíos y a los
católicos adorar a Dios, y obligará a la gente a que lo adoren a él. En
ese tiempo, perseguirá a los judíos y matará a muchos en la Iglesia
Católica.
IV. LAS PROFUNDIDADES DE SATANAS
El versículo 24 dice: “Pero a vosotros, a los demás de Tiatira, a
cuantos no tenéis esa enseñanza, y no habéis conocido lo que ellos
llaman las profundidades de Satanás, Yo os digo: No os impondré
otra carga”. “Las profundidades” es la misma expresión que aparece
en Efesios 3:18. Figurativamente denota cosas misteriosas. La
Iglesia Católica Romana tiene muchos misterios y doctrinas
profundas. La sinagoga de Satanás se oponía a la iglesia sufrida
(2:9); el trono de Satanás está en la iglesia mundana (2:13); y en la
iglesia apóstata están “las profundidades de Satanás”. La religión
que era una sinagoga, el mundo donde está el trono de Satanás, y la
filosofía de los misterios satánicos, son usados por Satanás para
destruir y corromper la iglesia.
Ya vimos que la iglesia sufrió persecución de la sinagoga de Satanás
y con el tiempo se hizo mundana, y vino a morar donde Satanás
habita y donde está su trono. Todo esto constituye el engaño sutil
del enemigo. Todo esto tiene su origen en Satanás. Aquí en la cuarta
iglesia hay algo aún más serio. No es sólo el asunto de la sinagoga
de Satanás, el lugar donde Satanás habita, o donde está su trono.
Ahora, Satanás ha entrado en la iglesia y la ha saturado de él
mismo. En la iglesia apóstata están las profundidades de Satanás,
las enseñanzas misteriosas de Satanás. Esta es la filosofía satánica.
La iglesia apóstata enseña los misterios de Satanás. Esto indica que
el pensamiento profundo de Satanás, el concepto de Satanás, ha
saturado la iglesia apóstata. Con el tiempo, esta iglesia ha llegado a
ser la personificación de Satanás. La iglesia apropiada es el Cuerpo
de Cristo, pero la iglesia apóstata es la personificación de Satanás.
Cristo habita en la iglesia, pero Satanás habita en la iglesia apóstata
de un modo sutil. Satanás siempre actúa de una manera sutil. La
primera vez que él vino al hombre, vino en forma de una bella
serpiente. Sin embargo, no era simplemente una serpiente; era
Satanás. El siempre se disfraza de algo bueno. Nadie se imaginaría
que Satanás se disfrazase de “iglesia”. Pero en la epístola a la iglesia
en Tiatira vemos que ésa es la verdadera condición de la cristiandad
hoy. Esta se ha convertido en un órgano de Satanás. Aunque lleva el
nombre de Cristo, de hecho, dentro de ella está el mismo Satanás.
Todos tenemos que ver esto.
Las profundidades de Satanás, que son la filosofía satánica, son
sutiles. En la iglesia apóstata hay muchos misterios. Todos los
misterios que enseña esta iglesia perversa son filosofías satánicas.
Una de sus filosofías afirma que si usted no añade algo a las
verdades de la Biblia, será difícil que la gente las acepte. El Señor en
Su sabiduría, comparó esto con la levadura puesta en la harina fina,
que suaviza el pan y lo hace más fácil de comer. La iglesia apóstata
dice que si la gente no tiene la Navidad, le será difícil aceptar la
verdad del nacimiento de Cristo. La celebración religiosa es la
levadura agregada a la harina fina. Esto es maligno y sutil.
Si usted piensa que es demasiado osado decir que esta mujer
maligna es la personificación de Satanás, le recomendaría que
considere Apocalipsis 17:4-5. El versículo 4 dice: “Y la mujer estaba
vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras
preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de
abominaciones y de las inmundicias de su fornicación”. Esta mujer
maligna tiene una buena apariencia: está adornada de oro, de
piedras preciosas y de perlas, los mismos materiales con los cuales
está edificada la Nueva Jerusalén. Mientras que la Nueva Jerusalén
es edificada sólidamente con estos tres materiales preciosos, esta
mujer maligna está solamente cubierta con ellos. Estar cubierto
significa tener una fachada, ser superficialmente atractiva, tener
una apariencia placentera que esconde una realidad maligna. Su
apariencia externa es atractiva, pero la realidad interna es
detestable. Esta mujer también tiene una copa de oro, llena de
abominaciones y de las inmundicias de su fornicación. En tipología
el oro representa la naturaleza divina. Aparentemente, esta mujer
maligna sostiene algo de Dios, pero en realidad, internamente, está
llena de abominaciones. En la Biblia la abominación la constituyen
principalmente dos cosas: la idolatría y la fornicación. Estas dos
cosas son abominaciones delante de Dios. Aparentemente esta
mujer es muy atractiva, está cubierta de oro, perlas y piedras
preciosas y tiene un cáliz de oro en la mano. Si usted no tiene
discernimiento, será engañado por ella. Cuando vemos lo que esta
mujer es interiormente, nos damos cuenta de que está llena de
abominaciones e inmundicia.
El versículo 5 dice: “Y en su frente un nombre escrito: Misterio,
Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones
de la tierra”. El Señor penetra en el corazón de la gente y sabe lo que
hay en su interior. El tiene discernimiento y ve lo que hay dentro de
esta mujer maligna. El Señor la llamó “La madre de las rameras”, lo
cual indica que ella es la fuente de toda fornicación espiritual. Por
consiguiente, es apenas justo decir que ella es la personificación de
Satanás. Necesitamos discernimiento para ver a través de su
apariencia externa. Por eso tenemos la espada aguda de dos filos, la
santa Biblia.
Gracias sean dadas al Señor por Su gracia soberana. Debido a que
Su gracia es soberana, El puede salvarnos en cualquier
circunstancia. Muchos han sido salvos aún estando en la apóstata
Iglesia Católica. Nadie puede decir que la iglesia Católica no predica
la Biblia. En China, muchos paganos conocieron el nombre de Dios,
el nombre de Jesús y algunos versículos de la Biblia mediante la
enseñanza de la Iglesia Católica. No obstante, después que la gente
es ayudada por esta iglesia apóstata, se le impide conocer al Señor
de una forma más genuina. Algunos de los que fueron salvos
cuando estaban en la iglesia apóstata por la gracia soberana del
Señor, espontáneamente amaron esa institución maligna. Muchos
de ellos dirían: “¿Si esto es maligno, entonces cómo pude yo ser
salvo allí?” Aunque muchos católicos han venido a la vida de la
iglesia, en lo más recóndito de su ser, es posible que algunos
conserven cierta afinidad con esta mujer maligna. No la aborrecen
como el Señor la aborrece. Lea la epístola a Tiatira otra vez. El
Señor no tiene ninguna compasión para con Jezabel porque ha sido
saturada completamente de Satanás. Satanás está en cada fibra de
esa mujer perversa.
Nosotros no debemos tener ninguna relación con esa iglesia
apóstata. Ella no es el Cuerpo de Cristo; no es la iglesia de Dios. Es
la personificación de Satanás; es sutil y maligna. Si usted desea
saber más al respecto, lea el libro del hermano Nee titulado La
ortodoxia de la iglesia. Todo aquel que ame al Señor y a Su recobro,
tiene que conocer a fondo esta iglesia apóstata. Una vez que la
conozcamos, aborreceremos todo lo relacionado con ella. Debemos
declarar que ella es la gran ramera, la gran Babilonia, y que
tenemos que salir de ella.
Como veremos, el libro de Apocalipsis indica que esta gran ramera
tiene hijas. Debemos tener una luz clara en cuanto a la iglesia
apóstata. Una vez que seamos iluminados, sabremos cuál es nuestra
posición en cuanto a la iglesia. Nosotros estamos en el recobro del
Señor. Estamos en el Cuerpo de Cristo, la iglesia de Dios, y no
tenemos nada que ver con Jezabel, la mujer maligna, la ramera, la
gran Babilonia. Tampoco tenemos nada que ver con sus hijas.
En esta epístola, el Señor indica que El juzgará a Jezabel. En
Apocalipsis 17:16 se nos dice que durante la gran tribulación el
Señor le permitirá al anticristo matar y destruir a la iglesia apóstata.
En ese entonces, la Babilonia religiosa será destruida. Pero hasta
entonces, esta iglesia subsistirá, según la profecía. El versículo 25
dice que la apóstata Iglesia Católica permanecerá hasta la venida
del Señor.
V. LOS VENCEDORES: LOS DEMAS DE TIATIRA
En el versículo 26 el Señor dice: “Al que venza y guarde Mis obras hasta
el fin, Yo le daré autoridad sobre las naciones”. Aquí vencer significa
vencer el catolicismo. Los vencedores, los demás de Tiatira, no retienen la
enseñanza de Jezabel (v. 24), no han conocido las profundidades de
Satanás, retienen el testimonio del Señor hasta Su venida (v. 25) y guardan
las obras del Señor hasta el fin (v. 26). La expresión “Mis obras” del
versículo 26 se refiere a las cosas que el Señor ya cumplió y está
cumpliendo, tales como Su crucifixión, resurrección, intercesión, etc., en
contraste con las obras que hace la iglesia apóstata bajo la influencia de
Satanás.
VI. LA PROMESA AL QUE VENZA
A. Recibir autoridad sobre las naciones
En el versículo 26 el Señor dice que al que venza, le dará autoridad sobre
las naciones. Eso constituye una recompensa para los vencedores, la cual
consiste en reinar con Cristo sobre las naciones en el reino milenario
(20:4,6). Esta promesa del Señor deja claramente implícito que los que no
respondan al llamado que El hace a vencer el cristianismo degradado, no
tendrán parte en el reino milenario.
B. Pastorear las naciones con vara de hierro
como el Señor recibió del Padre
En el versículo 27 el Señor dice hablando del que venza: “Y las pastoreará
con vara de hierro, y serán quebradas como vasijas de barro; como Yo
también la he recibido de Mi Padre”. En el reino milenario, el que regirá
será un pastor. En Salmos 2:9 Dios le dio a Cristo autoridad para regir
sobre las naciones. Aquí Cristo da la misma autoridad a los vencedores.
C. Recibir la estrella de la mañana
Finalmente, en el versículo 28 el Señor hace otra promesa al que venza,
diciendo: “Y le daré la estrella de la mañana”. En la primera venida de
Cristo, los sabios vieron Su estrella, pero lo judíos religiosos no (Mt. 2:2,
9-10). En Su segunda venida, El será la estrella de la mañana para los
vencedores, los que esperan Su venida. A los demás El aparecerá
solamente como el sol (Mal. 4:2).
VII. LO QUE EL ESPIRITU DICE
Una vez más, en el versículo 29, el Señor dice: “El que tiene oído, oiga lo
que el Espíritu dice a las iglesias”. Todos los que están en la iglesia
apóstata, la cual exige que se le escuche a ella en lugar de a Dios,
necesitan oír más lo que dice el Espíritu. Si alguien escucha lo que dice el
Espíritu, oirá la palabra viva del Señor, y negará todas las cosas que
enseña la iglesia apóstata, y llegará a ser un vencedor que satisfará al
Señor.
Al final de las primeras tres epístolas se menciona primero el oído para oír
y luego el llamado a vencer. Al final de las últimas cuatro epístolas el
orden se invierte. Esto demuestra que las primeras tres iglesias son un
grupo, y las últimas cuatro son otro. En la Biblia el número siete se
compone de seis más uno, por ejemplo, seis días más un día equivalen a
una semana; o se compone de tres más cuatro, como en estos dos
capítulos, en los cuales las siete iglesias están divididas en un grupo de
tres y otro de cuatro. Seis más uno se ve en la vieja creación, mientras que
tres más cuatro se ve en la nueva creación, la iglesia. Puesto que todas las
cosas fueron creadas en seis días, el número seis representa la creación,
especialmente el hombre, quien fue creado en el sexto día; y puesto que
Dios usó un solo día para descansar, el séptimo día, como conclusión de
los seis días, el número uno representa al único Creador. Por consiguiente,
seis más uno significa que todas las cosas fueron creadas para Dios, para
el cumplimiento de Su propósito. El único Creador, Dios, es triuno,
simbolizado por el número tres. Puesto que la creación es representada
ante Dios por los cuatro seres vivientes (4:6-9), el número cuatro
representa a los seres vivos, especialmente al hombre. Por lo tanto, tres
más cuatro significa que Dios es añadido al hombre creado, y que así Su
propósito se cumple. La iglesia no solamente es la criatura, sino también la
criatura con el Creador, quien es el Dios Triuno dispensado en ella. La
iglesia es el verdadero número siete: el verdadero tres, el Dios Triuno,
añadido al verdadero cuatro, el hombre creado. Por tanto, el número siete
denota completamiento en el mover de Dios, primero en la vieja creación
y luego en la nueva creación, la iglesia.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CATORCE
LA IGLESIA EN SARDIS:
VESTIDA DE VESTIDURAS BLANCAS,
Y EL SEÑOR CONFIESA SU NOMBRE
Sin lugar a dudas, el hecho de que la condición de las siete iglesias
mencionadas en Apocalipsis 2 y 3 corresponda a las diferentes edades de
la iglesia a través de la historia es obra de la soberanía del Señor. La
historia de la iglesia desde el siglo primero hasta el presente, se divide
claramente en siete edades: la edad primitiva, la edad de sufrimiento, la
edad mundana, la edad de apostasía, la edad de la Reforma, la edad del
recobro de la iglesia, y la edad de la degradación de la iglesia recobrada.
En este mensaje consideraremos la iglesia en Sardis, como la iglesia de la
Reforma (3:1-6).
Sardis en griego significa el remanente, lo restante, o la restauración.
Como señal, la iglesia en Sardis prefigura a la iglesia protestante, desde la
Reforma hasta la segunda venida de Cristo. La Reforma fue la reacción de
Dios a la apóstata Iglesia Católica Romana, la cual es tipificada por la
degradada iglesia en Tiatira. La Reforma fue llevada a cabo por una
minoría de creyentes, el remanente. Por consiguiente, fue una restauración
efectuada por el remanente.
I. EL QUE HABLA:
EL QUE TIENE LOS SIETE ESPIRITUS DE DIOS
Y LAS SIETE ESTRELLAS
En Apocalipsis 3:1 el Señor dice: “El que tiene los siete Espíritus de Dios,
y las siete estrellas, dice esto”. Los siete Espíritus de Dios hacen que la
iglesia esté llena de vida, y las siete estrellas hacen que brille
intensamente. Para la iglesia en Efeso, Cristo era Aquel que tenía las siete
estrellas y andaba en medio de los siete candeleros. La iglesia primitiva
necesitaba que Cristo la cuidara, y los líderes de la iglesia necesitaban que
Su gracia los guardara. Para la iglesia en Esmirna, Cristo era el que estuvo
muerto y vivió de nuevo. La iglesia sufriente necesitaba la vida de
resurrección de Cristo. Para la iglesia en Pérgamo, Cristo era Aquel que
tenía la espada aguda de dos filos. La iglesia degradada y mundana
necesitaba la palabra de Cristo que juzga y mata. Para la iglesia en Tiatira,
era Aquel que tenía ojos como llama de fuego y pies semejantes al bronce
bruñido. La iglesia apóstata necesitaba que Cristo la escudriñase y juzgase.
Aquí, para la iglesia en Sardis, era Aquel que tiene los siete Espíritus de
Dios y las siete estrellas. La iglesia muerta y reformada necesitaba el
Espíritu de Dios siete veces intensificado y los líderes resplandecientes.
Si examinamos la situación actual del cristianismo protestante, veremos
que carece de los siete Espíritus. La carencia de vida que hay en ellos se
debe a que no tienen los siete Espíritus. Por causa de la organización que
tienen, también necesitan las estrellas brillantes. Todo lo que necesitan es
el Espíritu intensificado y las siete estrellas resplandecientes. Sin embargo,
ellos no prestan atención a los siete Espíritus. Los siete Espíritus son la
intensificación plena de la realidad de Cristo como el Espíritu. Esto no
tiene nada que ver con el movimiento pentecostal o carismático; es el
Espíritu siete veces intensificado que mora en los creyentes. Eso es lo que
el protestantismo muerto necesita hoy. También necesita las estrellas
resplandecientes, no las posiciones ni la organización. Sus líderes deben
ser resplandecientes.
II. LA CONDICION DE LA IGLESIA
A. Tiene nombre de que vive
pero en realidad está muerta
Al mensajero de la iglesia en Sardis el Señor le dice: “Yo conozco tus
obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y
afirma las cosas que quedan, las que están a punto de morir; porque no he
hallado que tus obras hayan sido acabadas delante de Mi Dios”. Estos dos
versículos presentan un cuadro completo de la iglesia protestante. Muchos
consideran que la iglesia protestante reformada es viviente, pero el Señor
dice que está muerta. Por lo tanto, necesita los Espíritus vivientes y las
estrellas brillantes.
B. Las cosas que quedan
y que están a punto de morir
En el versículo 2 el Señor dice: “afirma las cosas que quedan, las que
están a punto de morir”. “Las cosas que quedan” se refieren a las cosas
que se habían perdido y fueron restauradas por la Reforma, como la
justificación por fe, y la exposición de la Biblia. Aunque estas cosas
habían sido restauradas, estaban a punto de morir. Por consiguiente, la
iglesia protestante necesita avivamientos para mantener estas cosas vivas.
Esta es la verdadera situación de las iglesias protestantes.

C. Sus obras no son completas


El Señor también dijo: “no he hallado que tus obras hayan sido acabadas
delante de Mi Dios”. Nada de lo comenzado en la Reforma ha sido
acabado. Por eso, se necesita la iglesia en Filadelfia para acabar la obra. A
los ojos de Dios, ninguna obra ha sido acabada en las iglesias de la
Reforma. No piense que la justificación por fe ha sido completada entre
ellos. Si uno examina detalladamente, verá que la justificación por fe
recobrada por Martín Lutero fue muy superficial, debido a que Lutero no
percibió la justificación como un asunto de vida, sino como algo doctrinal,
y de un modo somero. Damos gracias a Dios por ese gran siervo Suyo,
pero sabemos que éste no fue perfecto. Ninguna obra bajo su mano fue
acabada. Lo que se recobró en los días de Lutero ha ido muriendo y está a
punto de morir. Por eso muchas iglesias protestantes necesitan frecuentes
avivamientos.
Lo más importante en cuanto a la quinta iglesia es que está muerta y
moribunda. Aunque tiene nombre de que vive, en realidad está muerta.
Muchos de nosotros podemos testificar que cuando fuimos salvos,
estábamos llenos de vida. Pero al entrar en una iglesia denominacional,
entramos en un refrigerador y después de algunos meses, nos enfriamos y
morimos. Las iglesias reformadas están a punto de morir. Yo fui criado en
una iglesia protestante, y sé con certeza que allí no hay vida. Casi en todos
los aspectos la muerte prevalece allí.
III. EL MANDATO DEL SEÑOR
En el versículo 3 el Señor dice: “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y
oído; y guárdalo, y arrepiéntete”. En los versículos 1 y 2 el Señor manda a
la iglesia en Sardis que vigile, que afirme las cosas que quedan y están a
punto de morir, que guarde lo que ha recibido y oído, y que se arrepienta.
IV. LA VENIDA DEL SEÑOR
En el versículo 3 el Señor dice: “Pues si no velas, vendré como ladrón, y
no sabrás a qué hora vendré sobre ti”. Un ladrón roba cosas valiosas a una
hora que nadie lo espera. Puesto que las iglesias protestantes reformadas
están muertas, no se percatarán cuando el Señor venga como ladrón,
cuando El se manifieste en secreto a los que le buscan. Es por eso que
necesitamos velar.
La revelación que presenta el Nuevo Testamento acerca de la segunda
venida del Señor no concuerda con nuestro entendimiento natural. Según
nosotros, el Señor descenderá repentinamente de Su trono, de los cielos, a
la tierra. Este concepto ha causado muchas dificultades a los estudiantes
de la Biblia, y nosotros debemos desecharlo. Al tratar de entender algo que
veamos en la Biblia, no debemos tener ninguna confianza en nuestros
pensamientos, y nunca debemos aplicar nuestros conceptos naturales. Esta
es la razón por la cual necesitamos una mente clara y renovada cuando nos
acercamos a la Palabra de Dios. Debemos dejar de usar los anteojos
teñidos con nuestros conceptos, y venir con sencillez a la Palabra pura. La
venida del Señor es un proceso. Su venida comenzará desde el trono y
pasará por un proceso hasta que descienda a pelear la batalla de
Armagedón. Como ya dijimos, el Señor descenderá desde el trono a los
aires, donde llevará a cabo muchas cosas: el arrebatamiento de la mayoría
de los santos, el juicio ante el tribunal de Cristo, y las bodas del Cordero.
Después de cumplir todo esto en los aires, el Señor descenderá a la tierra.
El arrebatamiento de los primeros vencedores, que incluyen al hijo varón
(cap. 12) y a las primicias (cap. 14), ocurrirá al principio del proceso de la
venida del Señor. En otras palabras, cuando ellos sean arrebatados, el
proceso de la venida del Señor habrá comenzado.
En Apocalipsis 3:3 y Mateo 24:43 se nos dice que el Señor vendrá como
ladrón. Algunos de los creyentes que serán los primeros vencedores, serán
llevados repentinamente. Nadie sabe la hora en que comenzará el proceso
de la venida del Señor con el arrebatamiento de los primeros vencedores.
Cuando suceda, no habrá tiempo para prepararse. Uno debe estar
preparado antes de que esto ocurra. Por consiguiente, tenemos que estar
preparados y velar.
V. LOS VENCEDORES: ALGUNOS DE SARDIS
A. No contaminaron sus vestidos con la muerte
En el versículo 4 el Señor dice: “Pero tienes unas pocas personas en Sardis
que no han contaminado sus vestiduras”. En la Biblia las vestiduras
representan lo que somos en nuestro andar y vivir. Contaminar nuestras
vestiduras se refiere particularmente a mancharlas con muerte. Ante Dios,
la muerte es más contaminante que el pecado (Lv. 11:24-25; Nm. 6:6-7,
9). En este versículo, la mancha denota cualquier cosa de carácter
mortífero. La mancha que había en Sardis no era la mancha del pecado
sino la mancha de la muerte. La muerte es más sucia que el pecado. En el
Antiguo Testamento, si alguien pecaba, podía ser perdonado simplemente
presentando una ofrenda por el pecado (Lv. 4:27-31). Sin embargo, el que
tocara el cadáver de una persona tenía que esperar siete días para poder ser
limpio (Nm. 19:11, 16). Esto indica que la mancha causada por la muerte
es más grave que la del pecado. Los cristianos de hoy no están conscientes
de la muerte. Si usted va a un casino de Las Vegas a apostar, se percatará
de que ha pecado. Pero si va a una reunión de una manera muerta, es muy
posible que no se dé cuenta de lo grave que es esto. Pero a los ojos de
Dios, esta condición de muerte es más grave que ir a jugar en un casino de
Las Vegas. Los cristianos condenan el pecado, pero no la muerte. Muchos
asisten a las reuniones como si fueran cadáveres, y no ven nada malo en
ello. No me gusta estar cerca a nada que esté muerto. Cuando mi madre
murió, aunque todos la amábamos, ninguno de nosotros se atrevió a
acercarse a su cuerpo muerto en toda la noche. Si su amada esposa se
ensucia mientras prepara algo para usted, usted la amará aún más. Pero si
ella muere, usted no querría estar cerca de su cadáver. El Señor aborrece la
muerte. Sin embargo, muchos cristianos de la iglesia reformada no tienen
esta idea de la muerte. Tal vez digan: “¿Qué tienen de malo las iglesias
denominacionales?” El problema no consiste en que simplemente están
equivocadas, sino en que están llenas de muerte. Aunque los cadáveres de
una funeraria no tengan nada de malo, están llenos de muerte. La muerte
es el peor problema. ¡Que repugnante es la muerte! Es una abominación
para Dios, y no puede tolerarla.
En las iglesias locales, todos debemos aborrecer la muerte. Prefiero ver
que quienes están en la iglesia se equivoquen, que verlos muertos. Muchas
veces he preguntado a los hermanos y hermanas por qué no ejercen su
función en las reuniones. Con frecuencia me responden: “Tengo temor de
equivocarme”. A lo cual contesto: “Cuanto más se equivoquen, mejor.
Cuando los niños están vivos cometen muchas equivocaciones. Los niños
que están muertos en los cementerios, no cometen ningún error”. Si usted
simplemente está sentado en la reunión sin hacer nada y sin decir nada,
nunca cometerá una equivocación. Aunque esté correcto, está muerto en
su rectitud. Prefiero estar vivo aunque me equivoque, que en lo correcto y
muerto. Yo cometo muchos errores, pero todos saben que estoy vivo.
¿Qué prefiere usted, estar en lo correcto y muerto, o equivocado y vivo?
B. Andan en el Señor
con vestiduras blancas
El Señor dice de los que no mancharon sus vestiduras: “Andarán conmigo
en vestiduras blancas, porque son dignos” (v. 4). El color blanco no sólo
simboliza pureza sino también aprobación. Aquí las vestiduras blancas
representan un modo de andar y vivir que no ha sido contaminado por la
muerte y que es aprobado por el Señor. Es algo que lo hace a uno apto
para andar con el Señor, especialmente en el reino venidero.
VI. LA PROMESA AL QUE VENZA
Si lee el contexto de Apocalipsis 2 y 3, verá que todas las promesas que el
Señor hace en estas siete epístolas, en realidad se refieren al reino
venidero. Nunca se refieren a la eternidad, que es nuestro destino eterno,
sino a nuestro futuro en el reino venidero. Este es el principio básico que
determina el significado de todas las promesas que aparecen en las siete
epístolas. En el versículo 4 el Señor promete que los que no hayan
manchado sus vestiduras, andarán con El en vestiduras blancas. ¿Cuándo
sucederá esto? El día de las bodas de Cristo, que durará mil años. Andar
con el Señor en vestiduras blancas significa andar con El durante esos mil
años. En principio esto también se puede aplicar a nuestra vida diaria con
el Señor.
En el versículo 5 el Señor dice: “El que venza será vestido de vestiduras
blancas; y nunca borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su
nombre delante de Mi Padre, y delante de Sus ángeles”. Aquí vencer se
refiere a vencer la muerte que prevalece en las iglesias protestantes, es
decir, vencer al protestantismo muerto. Todo el versículo 5 es la promesa
que el Señor hace a los vencedores. Esto se cumplirá en el reino milenario
después de Su venida.
A. Ser vestido de vestiduras blancas
y andar con el Señor
Primeramente el Señor promete al que venza que será “vestido de
vestiduras blancas”. Ser vestido de vestiduras blancas, como se promete
aquí, será un premio para los vencedores en el reino milenario. Aquello en
lo que han andado en esta era será el premio que recibirán en la era
venidera. Todo cristiano necesita dos vestiduras. La primera es la
vestidura por la cual somos justificados y salvos, que representa al Cristo
que recibimos, quien es nuestra justicia objetiva. En Lucas 15, cuando el
hijo pródigo regresó a la casa, el padre le tenía el mejor vestido. Lo
primero que el padre hizo fue cubrirlo con el mejor vestido. Cubierto por
esa vestidura, el hijo pródigo fue justificado en la presencia de su padre. El
había sido un miserable pordiosero, indigno de estar con el padre. Pero
una vez que la vestidura lo cubrió, fue justificado y aprobado. Esto
significa que fue justificado en Cristo, y que Cristo vino a ser su cubierta
de justicia. El fue cubierto por Cristo como su justicia. Por consiguiente, la
vestidura de justicia lo salvó. Sin embargo, además de esto, necesitamos
otra vestidura que nos haga aceptos y aprobados delante del Señor. El
“lino fino, resplandeciente y limpio” que se menciona en 19:8 denota este
segundo vestido. De acuerdo con la tipología, la reina que aparece en el
salmo 45 tiene dos vestiduras, una de salvación, y la otra para estar con el
rey en su reino. Después de ser salvos, necesitamos madurar y vencer
todas las distracciones y todos los estorbos. Debemos correr la carrera y
llegar a la meta. Tenemos que vencer todos estos obstáculos. Es cierto que
fuimos salvos y justificados y tenemos la primera vestidura, la cual nos
trae salvación. Pero debemos continuar hacia la madurez y llegar a nuestro
destino. Si hacemos esto, seremos recompensados. Esto no se relaciona
con el hecho de que Cristo sea nuestra justicia objetiva, sino con
experimentar a Cristo como nuestra justicia subjetiva. Cristo como nuestra
justicia objetiva ya nos fue aplicado, mientras que Cristo como nuestra
justicia subjetiva procede de nuestro interior. Debemos vivir a Cristo
como nuestra segunda vestidura. Esta vestidura está relacionada con la
recompensa. Las vestiduras blancas del versículo 5 se refieren a esta
segunda vestidura. Cuando tenemos esta segunda vestidura, somos
agradables al Señor y recibiremos la recompensa.
B. Su nombre no será borrado
del libro de la vida
El Señor le promete al que venza no borrar su nombre del libro de la vida.
No podemos entender este versículo en forma aislada. Es peligroso hacer
eso. Para entenderlo necesitamos toda la Biblia. Si un nombre es borrado
del libro de la vida, se sobrentiende que ya estaba inscrito allí. El libro de
la vida es un registro divino de los nombres de aquellos que participan de
las bendiciones que Dios ha preparado para ellos. Los nombres de todos
los santos escogidos por Dios y predestinados para participar de estas
bendiciones están inscritos en este libro (Lc. 10:20). Estas bendiciones son
dadas en tres etapas: la iglesia, el reino milenario y la eternidad. Las
bendiciones dadas en la etapa de la iglesia, tales como el perdón de los
pecados, la redención, la regeneración, la vida eterna y la naturaleza
divina, son las primeras porciones. Todos los escogidos de Dios cuyos
nombres están inscritos en el libro de la vida participan de estas primeras
porciones al comenzar su vida espiritual. Si ellos cooperan con el
suministro de gracia divina, madurarán en vida en la etapa de la iglesia, y
esta temprana madurez en vida constituirá un premio con el cual el Señor
los recompensará cuando regrese. Ese premio será la entrada en el reino
milenario y la participación de las bendiciones divinas en esa etapa, tales
como el gozo y el reposo del Señor (Mt. 25:21, 23; He. 4:9-11), y reinar
sobre las naciones (2:26-27; 20:4, 6), lo cual Dios ha preparado como
incentivo para que Sus escogidos avancen con El en la era de la iglesia.
Sin embargo, muchos de Sus escogidos, después de recibir el perdón, la
redención, la vida eterna, la naturaleza divina, etc., no estarán dispuestos a
cooperar con la gracia de Dios y no avanzarán con El. Por lo tanto, no
podrán madurar en vida en la etapa de la iglesia y por ende, cuando el
Señor regrese no estarán listos para entrar en el reino milenario ni para
participar del premio de las bendiciones divinas de esa era. Por
consiguiente, durante el reino milenario sus nombres serán borrados del
libro de la vida. Después de ser disciplinados por el Señor y crecer en vida
hasta llegar a la madurez durante el reino milenario, participarán de las
bendiciones divinas en la eternidad, tales como el sacerdocio eterno con la
presencia eterna de Dios, el reinado eterno (22:3-5), la Nueva Jerusalén, el
árbol de vida (22:14), y el agua de vida (22:17). En ese tiempo sus
nombres serán inscritos de nuevo en el libro de la vida. Esto significa que
todos los escogidos de Dios, cuyos nombres están inscritos en el libro de
la vida y quienes participaron de las bendiciones divinas en la etapa de la
iglesia, “no perecerán jamás” (Jn. 10:28); es decir, no hay posibilidad de
que pierdan las bendiciones divinas de la eternidad. Sin embargo, los que
no cooperen con el Señor en la era de la iglesia, serán disciplinados por el
Señor en la dispensación del reino milenario y perderán las bendiciones
divinas de esa etapa.
Corremos el peligro de que nuestros nombres sean borrados del libro de la
vida durante mil años. Si usted es derrotado y se rehusa a ser un vencedor
por la gracia del Señor, su nombre no aparecerá en el libro de la vida
cuando El reine durante los mil años. Esto significa que usted fue llamado
pero no escogido. En 17:14 podemos ver que cuando el Señor venga,
después de que todos los santos hayan sido arrebatados, escogerá a
algunos. Esta elección depende de la manera en que hayamos vivido como
cristianos. Si vivimos en derrota, con seguridad el Señor no nos escogerá.
Pero si vivimos en victoria, seremos escogidos, y nuestros nombres
aparecerán en el libro de la vida. Esto es similar a una graduación. Aunque
todos los nombres de los alumnos están en la lista de la escuela, solamente
algunos nombres están en la lista de honor para recibir recompensa. Borrar
del libro de la vida el nombre de un creyente no significa que él perecerá
por la eternidad. Solamente durante los mil años del reino venidero su
nombre no estará en el libro. Esto significa que perderá la primogenitura
en el reino milenario, y no tendrá derecho a participar de lo que Dios
originalmente deseaba dar a todos Sus escogidos.
La intención original de Dios era que todos Sus escogidos disfrutaran a
Cristo al máximo, para que pudieran tener el derecho de disfrutar a Cristo
en la era venidera. Muchos que no quieren cooperar ahora, perderán su
progenitura cuando venga el reino. Solamente los que cooperen con el
Señor en lo que El deseaba originalmente disfrutarán a Cristo como su
porción especial durante el reino. En ese entonces sus nombres estarán en
el libro de la vida, pero muchos nombres no estarán en el libro. Puesto que
pocos cristianos han visto esto, no pueden entender los versículos que se
refieren a este asunto.
La intención de Dios es forjar a Cristo en nosotros para que le disfrutemos.
La era de la iglesia es el tiempo en que esto se cumple. Depende de
nosotros si queremos cooperar con Dios en este asunto o no. Debido a que
muchos no cooperarán con Dios, El ha decidido sabiamente hacernos
disfrutar a Cristo como recompensa en la era del reino. Esta recompensa
es un incentivo que nos motiva a cooperar con Dios y a disfrutar hoy a
Cristo. Si no cooperamos, no podremos entrar en la era del reino. El libro
de la vida es un registro de los nombres de aquellos que disfrutan a Cristo.
Durante la era de la iglesia, todos nuestros nombres figuran en el libro,
pero en la era del reino, los nombres de los insensatos serán borrados de
este libro. Después del reino milenario, sus nombres serán escritos otra
vez en el libro de la vida. Es bueno saber que las bendiciones de Dios en
Su salvación son dadas en tres etapas: la era de la iglesia, la era del reino,
y la eternidad. Si queremos estar en el reino disfrutando a Cristo en
plenitud, tenemos que disfrutar a Cristo en la vida de la iglesia. No pierda
hoy la oportunidad. Si disfrutamos a Cristo hoy, seremos recompensados
en el reino venidero. Aquellos que pierdan el disfrute especial de Cristo en
el reino venidero, serán disciplinados por Dios para que puedan disfrutar a
Cristo plenamente. Por consiguiente, al final cuando todos hayamos
pasado por estas dos eras, la era de la iglesia y la del reino, habremos
madurado en disfrutar a Cristo y entraremos en la eternidad.
C. Su nombre será confesado
delante del Padre y de Sus ángeles
Si somos vencedores, el Señor no borrará nuestros nombres del libro de la
vida; al contrario, confesará nuestros nombres delante del Padre y de Sus
ángeles. Esto indica que los nombres de los creyentes que no quisieron ser
vencedores fueron borrados del libro de la vida; por lo tanto, el Señor no
confesará sus nombres delante del Padre y de Sus ángeles.
VII. LO QUE EL ESPIRITU DICE
La iglesia muerta reformada necesita oír lo que dice el Espíritu viviente.
El conocimiento de la letra muerta nunca puede sustituir lo que dice el
Espíritu intensificado. La letra mata (2 Co. 3:6). El Espíritu es el que da
vida (Jn. 6:63). Todos los que están en el protestantismo muerto tienen que
oír lo que dice el Espíritu.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE QUINCE
LA IGLESIA EN FILADELFIA:
ARREBATADA ANTES DE
LA GRAN TRIBULACION
Y PUESTA COMO COLUMNA
EN EL TEMPLO DE DIOS
En este mensaje llegamos a la iglesia en Filadelfia, la iglesia en proceso de
ser recobrada (3:7-13). En griego, Filadelfia significa amor fraternal. La
iglesia en Filadelfia prefigura la vida adecuada de iglesia recobrada por los
Hermanos, a quienes el Señor levantó en Inglaterra a principios del siglo
diecinueve. Tal como la iglesia reformada, representada por la iglesia en
Sardis, fue una reacción a la Iglesia Católica apóstata, representada por la
iglesia en Tiatira, así también la iglesia del amor fraternal fue una reacción
a la iglesia reformada muerta. Esta reacción continuará como testimonio
contra el catolicismo apóstata y el protestantismo degradado hasta que el
Señor regrese.
I. EL QUE HABLA
A. El Santo, el Verdadero
El versículo 7 dice: “Esto dice el Santo, el Verdadero”. Para la iglesia del
amor fraternal, el Señor es el Santo, el Verdadero, por quien y con quien la
iglesia recobrada puede ser santa, separada del mundo, veraz y fiel a Dios.
B. El que tiene la llave de David
Para la iglesia recobrada, el Señor también es el que tiene “la llave de
David” (v. 7), la llave del reino, con la cual puede abrir y cerrar. Pocos
conocen el significado de la expresión “la llave de David”. De acuerdo
con Génesis 1, cuando Dios creó al hombre, le dio dominio sobre todas las
criaturas. Esto indica que en el propósito de Dios, el hombre sería el poder
que representaría a Dios en la tierra. Sin embargo, debido a la caída, el
hombre perdió este poder y nunca lo ha recobrado completamente. El
hombre no ha recuperado el dominio en la tierra para poder representar a
Dios. En las vidas de Adán, Abel, Enós, Enoc y Noé no vemos este poder.
Tampoco lo vemos en las vidas de Abraham, Isaac y Jacob. Sólo lo vemos
cuando el pueblo escogido, los hijos de Israel, entró en la buena tierra y
construyó el templo. Aparentemente el templo fue construido por
Salomón; pero en realidad fue construido por David. Recuerde lo que se
revela en Génesis 1:26. Dios hizo al hombre a Su propia imagen para que
éste lo expresara y le dio Su dominio para que pudiera representarlo. El
templo está relacionado con la imagen de Dios, puesto que por ser Su casa
es Su expresión. El templo fue construido en la ciudad. El templo
representa la expresión de Dios, y la ciudad representa el dominio de Dios.
La imagen y el dominio revelados en Génesis 1 se cumplen, en cierta
medida por lo menos, en el templo y la ciudad. En el templo tenemos la
presencia de Dios, Su expresión, y en la ciudad tenemos el dominio de
Dios. El rey de Dios gobierna la ciudad en representación del gobierno de
Dios sobre la tierra.
Este es el trasfondo necesario para entender lo que significa la llave de
David. La llave que tiene David es la llave de todo el dominio de Dios. El
dominio de Dios incluye el universo entero, especialmente el género
humano. Este dominio tiene una llave, que está en manos de la persona
que peleó por el reino e hizo los preparativos para el templo. El nombre de
esta persona es David. David representaba a Dios en cuanto al
establecimiento del reino de Dios en la tierra. Por consiguiente, él tiene la
llave del dominio de Dios en el universo. Sin embargo, David era
solamente el tipo, no la realidad. El verdadero David es Cristo, el gran
David. Cristo construyó el templo de Dios, la iglesia, y estableció el reino
de Dios. De manera que hoy en la iglesia tenemos la casa y el reino, o sea,
la expresión y la representación de Dios. Cristo como el gran David
construyó la casa de Dios, el templo verdadero, y estableció el reino de
Dios, el dominio en el cual ejerce completa autoridad para representar a
Dios. Así que El tiene la llave de David. La llave de David representa a
Dios y abre todo el universo para El. Cristo tiene la llave de David. Esto
significa que Cristo es el centro de la economía de Dios. El representa y
expresa a Dios, y tiene la llave para abrir todo lo que hay en el dominio de
Dios.
C. El que abre y cierra
El versículo 7 también dice que Cristo es “el que abre y ninguno cierra, y
cierra y ninguno abre”. Debido a que la llave del universo, la llave de la
economía de Dios, está en Sus manos, El abre y cierra.
Como ya dijimos, casi nada de lo que encontramos en el libro de
Apocalipsis es nuevo; la mayor parte es el cumplimiento de cosas
reveladas en el Antiguo Testamento. Esto también es cierto al referirnos a
la llave de David. Isaías 22:22-24 es una profecía acerca de Cristo como el
que tiene la llave de David. El pensamiento profundo de lo que significa la
llave de David se halla en Isaías. En Isaías 22 se profetizó que Cristo no
solamente tenía la llave de David, sino que también sería un clavo o una
clavija. Pocos cristianos han oído que Cristo es un clavo. Si usted
considera el contexto de Isaías 22 y si lee el contexto de lo que se dice en
Apocalipsis 3 acerca de Cristo como el que tiene la llave de David,
comprenderá que Cristo tiene la llave de David para abrir la casa de Dios,
para abrir el edificio de Dios. El tema crucial de Isaías 22 es la casa de
Dios. La epístola a la iglesia en Filadelfia, en realidad habla de la Nueva
Jerusalén. Los vencedores que hay en la iglesia de Filadelfia serán
columnas en el templo de Dios, y el templo de Dios finalmente vendrá a
ser la Nueva Jerusalén. De acuerdo con Apocalipsis 21:22, en la Nueva
Jerusalén no hay templo, y esto se debe a que en la eternidad, el templo
será agrandado hasta convertirse en una ciudad, cuyas tres dimensiones
son iguales (21:16), y será el agrandamiento del Lugar Santísimo. Esto es
la consumación de la casa de Dios. Cristo tiene la llave de David, pelea la
batalla por Dios, edifica el templo y establece el reino de Dios, con miras
al edificio de Dios.
Cristo tiene la llave de David, con la cual abre y cierra, no para que
seamos santos y espirituales, sino para que seamos edificados. El no se
preocupa por lo que nosotros llamamos espiritualidad y santidad, sino por
nuestra edificación. En estos dos siglos, algunas personas han afirmado ser
santas y espirituales. Aunque tuvieron cierta visión, el alcance de su vista
era bastante corto. La santidad no tiene como fin que uno sea santo, y el
objeto de la espiritualidad no es que uno sea espiritual. Tanto la santidad
como la espiritualidad son útiles para hacernos columnas en el templo de
Dios. Al final no se nos va a llamar espirituales ni santos, sino la Nueva
Jerusalén. En 3:12 el Señor no dijo: “Escribiré sobre él santidad”, ni
“Escribiré sobre él espiritualidad”; El dijo: “Escribiré sobre él el nombre
de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de Mi Dios, la Nueva Jerusalén, la
cual desciende del cielo, de Mi Dios, y Mi nombre nuevo”. Lo que
tenemos aquí no es santidad ni espiritualidad, sino a Dios y a la Nueva
Jerusalén. El propósito de Dios no consiste en hacernos santos o
espirituales, sino en hacernos parte de la Nueva Jerusalén. Dios ya tiene
toda la santidad que necesita, pero aún no tiene la Nueva Jerusalén. El
deseo de Dios no es tener más espiritualidad; El busca la Nueva Jerusalén.
Dios desea una iglesia edificada. El quiere la Bet-el de hoy, la casa de
Dios, la cual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén. ¿Está usted
dispuesto a recibir esta visión?
Cuando vi esta luz hace dieciocho años, recalqué firmemente que Dios no
quiere espiritualidad. Algunos opositores sacaron esta expresión de su
contexto y dijeron: “Escuchen, Witness Lee dice que no necesitamos
espiritualidad y que Dios no quiere espiritualidad”. En ese mensaje repetí
una y otra vez que la espiritualidad que no edifique la casa de Dios no es
genuina. Nuestra espiritualidad debe ser probada por la vida de la iglesia.
Si nuestra espiritualidad no encaja dentro de la vida de la iglesia, entonces
es una espiritualidad anormal. No suministra nada al Cuerpo, y por ende,
es un cáncer. Muchas de las personas que consideramos espirituales son
como el cáncer. El cáncer es una enfermedad de las células del cuerpo.
Las células, a diferencia de los microbios, son parte del cuerpo, y no
tienen nada malo. Pero si las células no conservan el equilibrio y se
concentran en un solo sitio, constituirán un cáncer. La espiritualidad que
no puede ser probada, corregida, equilibrada, y que no encaja dentro de la
edificación de la iglesia es un cáncer.
El que habla a la iglesia en Filadelfia tiene la llave de David, no para
hacernos santos y espirituales, sino para juzgarnos a fin de transformarnos
y edificarnos. Una vez que hayamos sido edificados, Cristo se hará como
un clavo para nosotros, y seremos los vasos colgados de El. Primero Cristo
tiene la llave de David, y al final nos tendrá a nosotros. Cristo usó la llave
para abrir la puerta de nuestra prisión. Antes de venir a la vida de la
iglesia, estábamos encarcelados. Algunos, por ejemplo, estaban encerrados
en el calabozo del catolicismo. Pero dondequiera que hubiésemos estado,
Cristo, el que tiene la llave de David, abrió nuestra cárcel y nos libertó. En
nuestra experiencia todas las puertas que Cristo abrió eran puertas de
cárceles. Aunque los opositores hacen lo posible por encarcelarnos y hacer
de la iglesia una cárcel, la llave que está en la mano de Cristo nos libra.
Por ser el David de hoy, El tiene la llave para abrir cualquiera cosa que
Dios desee abrir. Una vez que abre la puerta y nos liberta, nosotros
entramos en la casa de Dios donde formamos parte de la familia y junto
con muchos vasos estamos sostenidos por Cristo como el clavo. Si
permanecemos metidos en nuestra mente, no nos daremos cuenta de que
estamos sostenidos de esta manera. De manera que Cristo es el clavo en la
casa de Dios, y como tal nos sostiene por encima de la tierra.
En primer lugar, Cristo usa la llave para libertarnos de la cárcel. Después
de libertarnos y de introducirnos en la casa de Dios, El viene a ser el clavo
que nos sostiene sobre la tierra. El hace esto con el fin de que podamos ser
transformados en una columna de la casa de Dios. Al final nosotros, las
columnas, seremos parte de la Nueva Jerusalén. Como veremos más
adelante, el hecho de que Cristo escriba el nombre de la Nueva Jerusalén
sobre nosotros, significa que hemos sido transformados en parte de la
Nueva Jerusalén. Si usted ve esto, su perspectiva cambiará. Es posible que
anteriormente hayamos buscado espiritualidad o santidad, pero lo
hacíamos sin ninguna meta. Dios no era nuestra meta. No habíamos visto
que el objeto de la santidad y la espiritualidad es el edificio de Dios. En la
actualidad, Cristo, el verdadero David, usa la llave para sacarnos de la
cárcel. Luego nos conduce a la casa de Dios para que seamos
transformados en columnas y en parte de la Nueva Jerusalén. En esto
consiste la vida de la iglesia, y éste es el templo de Dios. En este templo
nuestro Cristo es un gran clavo que nos sostiene pendiendo sobre la tierra
para que Dios obtenga Su edificio.
II. LA CONDICION DE LA IGLESIA
A. Tiene poca fuerza
En Apocalipsis 3:8 vemos la condición de la iglesia en Filadelfia.
Primeramente, la iglesia tenía “poca fuerza”. Muchas veces
estimamos demasiado a la iglesia en Filadelfia, pensando que era
fuerte y prevaleciente. En realidad no era así. Algunos pueden
pensar que cuando el Señor levantó a los Hermanos en Inglaterra
hace ciento cincuenta años, cada uno de ellos era como David.
Mientras nosotros tenemos en tan alta estima a la iglesia en
Filadelfia, el Señor dice que ella tiene “poca fuerza”. Al Señor no le
complace que seamos fuertes, sino que usemos nuestra poca fuerza
lo mejor que podamos. No trate de ser fuerte. Tal vez los fuertes no
agraden al Señor tanto como los que hacen lo que pueden con la
poca fuerza que tienen. Usted nunca puede sobrepasar lo que el
Señor le da. Simplemente use lo que ha recibido de El. No usurpe la
gracia del Señor. Ninguno de nosotros puede decir que no ha
recibido nada del Señor. Hasta el mas pequeño de nosotros ha
recibido de Dios cierta medida de gracia. Usted debe usar esa
gracia, haciendo lo que pueda. Si hace esto, el Señor lo apreciará y
dirá: “Bien hecho. Aunque tienes poca fuerza, has guardado Mi
palabra con la poca fuerza que tienes”. No procure ser un gigante.
El Señor no se complace en los gigantes; El se complace en los
pequeños que tienen cierta medida de gracia. Aunque la gracia tal
vez sea limitada en su capacidad, siempre que la usemos haciendo
lo posible por guardar la palabra del Señor, El estará satisfecho.
B. Guarda la palabra del Señor
En el versículo 8 el Señor dice que la iglesia en Filadelfia guarda Su
palabra. Una excelente característica de la iglesia en Filadelfia es
que guarda la palabra del Señor. Según la historia, ningún otro
grupo de cristianos ha guardado la palabra del Señor tan
estrictamente como los de la iglesia en Filadelfia. De la misma
manera, por la gracia del Señor nosotros guardamos hoy Su
palabra. Aunque muchos nos condenan, diciendo que somos
herejes, entre los cristianos de hoy ninguno estima la palabra del
Señor más que nosotros. Nosotros guardamos la Palabra de Dios,
no en una forma tradicional, sino en conformidad con la Palabra
pura. Esto ofende a los que se empecinan en preservar las
tradiciones de sus antepasados. La iglesia en Filadelfia no se
interesa por la tradición; sólo le interesa la Palabra de Dios.
C. No niega el nombre del Señor
En el versículo 8 el Señor también dice que la iglesia en Filadelfia
no había negado Su nombre. Desde que surgieron los Hermanos en
Inglaterra, a principios del siglo diecinueve, no han tomado ningún
nombre que no sea el nombre del Señor. La palabra del Señor es Su
expresión y Su nombre es El mismo. La iglesia apóstata se desvió de
la palabra del Señor y se volvió a la herejía. Aunque la iglesia
reformada recobró la palabra del Señor hasta cierto punto, ha
negado el nombre del Señor al ponerse otros nombres, tales como
luteranos, wesleyanos, anglicanos, presbiterianos y bautistas. La
iglesia recobrada no sólo ha regresado por completo a la palabra del
Señor, sino que también ha abandonado todos los demás nombres
que no sean el nombre del Señor Jesucristo. La iglesia recobrada le
pertenece exclusivamente al Señor, y no tiene nada que ver con
ninguna denominación (ningún nombre). Desviarse de la palabra
del Señor es apostasía, y denominar a la iglesia con cualquier otro
nombre que no sea el del Señor es fornicación espiritual. La iglesia,
como virgen pura desposada con Cristo (2 Co. 11:2), no debe tener
otro nombre que no sea el de su Marido. Todos los otros nombres
son una abominación a los ojos de Dios. En la vida de iglesia
recobrada no hay lugar para la enseñanza de Balaam (2:14), ni la de
los nicolaítas (2:15), ni la de Jezabel (2:20), ni las doctrinas
misteriosas de Satanás (2:24); sólo existe la palabra pura del Señor.
¡Amén! La iglesia recobrada no tiene denominaciones (nombres);
sólo tiene el nombre del Señor Jesucristo. Desviarse de la palabra,
adherirse a las herejías y exaltar muchos otros nombres que no sean
el de Cristo son las señales más notorias del cristianismo
degradado. Regresar a la palabra pura apartándose de todas las
herejías y tradiciones, y exaltar el nombre del Señor abandonando
cualquier otro nombre constituye el testimonio más animante en la
iglesia recobrada. Por esta razón la iglesia en el recobro del Señor
tiene la revelación y la presencia del Señor y lo expresa de una
manera viva, llena de luz y con las riquezas de vida.
No necesitamos nombres como luteranos, metodistas, bautistas,
episcopales, presbiterianos ni ningún otro, puesto que tenemos un
nombre que es suficiente, el nombre que es sobre todo nombre.
Tenemos solamente un nombre: el nombre de nuestro Salvador, el
Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Es un asunto serio adoptar un
nombre. Suponga que usted es la señora González. Si usted se llama
a sí misma la señora García, esto indica que ha cometido adulterio.
La iglesia debe tener un solo esposo, un solo nombre, el nombre de
Jesucristo. En cierta ocasión algunos amigos de las denominaciones
me preguntaron: “¿Por qué ustedes se llaman la iglesia?” “¿Por qué
dicen que nosotros no somos la iglesia?” Contesté: “Ustedes se
llaman presbiterianos. Eso no es culpa mía, ustedes se han
autodenominado así. Si ustedes son la iglesia, ¿por qué se designan
con ese nombre? ¿Es usted la señora González? ¿Entonces por qué
se llama señora García? Cuando le llamo a usted señora García, y
digo que yo soy la señora González, usted se pone celoso. No me
censure por eso, es usted quien se da el nombre de señora García”.
Después de esto, todas las bocas callaron. No piense que un nombre
es una cosa pequeña. Hemos sido salvos en el nombre del Señor.
Nunca debemos tomar ningún nombre aparte del Suyo. Jorge
Whitefield, contemporáneo de Juan Wesley, una vez declaró que
además del nombre de Jesucristo él no tendría otro nombre.
Aunque Whitefield era inglés, se rehusó a llevar el nombre de la
Iglesia de Inglaterra, y jamás volvió a pertenecer a ese nombre. La
iglesia en Filadelfia no niega el nombre del Señor, y no tiene otro
nombre excepto el de El.
Algunos han discutido con nosotros diciendo: “No hemos negado
nunca el nombre del Señor”. A lo cual replicamos: “Si bien es cierto
que ustedes nunca han negado el nombre del Señor, también es
cierto que han tomado otro nombre además de Su nombre, e
incluso lo ponen por encima del nombre del Señor. Ahora tienen
dos nombres. ¿Por qué no abandonan el otro nombre que han
tomado? Si ustedes abandonan ese otro nombre, entonces
podremos ser uno. Todos los otros nombres causan divisiones.
Usted se llama presbiteriano. Aborrezco ese nombre, porque al
tomarlo me hace un fornicario. De manera que a ustedes les agrada
pero yo lo aborrezco; si ustedes continúan asidos a él, ¿cómo
podemos nosotros ser uno? Pero si abandonan ese nombre,
inmediatamente seremos uno en el único nombre, el nombre del
Señor Jesucristo”. Algunos dicen que el nombre que cuelgan en el
edificio donde se reúnen no es más que un letrero, y que a ellos en
realidad no les interesa. Si no les interesa, deberían probar que es
cierto quitándolo. Algunos dicen que no se puede hacer debido a la
oposición de los dirigentes de la “iglesia”. Mi respuesta fue:
“Entonces tienen que aceptar que ustedes son los responsables de la
división”.
D. Tiene una puerta abierta
En el versículo 8 el Señor dice: “He aquí, he puesto delante de ti una
puerta abierta, la cual nadie puede cerrar”. El Señor, por ser el que tiene la
llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, ha dado a la iglesia
recobrada “una puerta abierta, la cual ninguno puede cerrar”. Desde que
comenzó el recobro de la vida adecuada de iglesia, a principios del siglo
diecinueve, hasta ahora, siempre ha tenido una puerta abierta. Cuanto más
trata el cristianismo organizado de cerrar la puerta, más se abre ésta. A
pesar de tanta oposición, la puerta sigue abierta en todo el mundo. La llave
está en manos de la Cabeza de la iglesia, no en la de los opositores.
¡Aleluya, tenemos una puerta abierta! Durante estos cincuenta años, las
denominaciones han hecho lo posible por cerrar esta puerta. Cuanto más
han tratado de cerrarla, más la ha abierto el Señor. Nadie puede negar que
hay una puerta abierta hoy para el recobro del Señor. El Señor tiene la
llave. En tanto que permanezcamos en Su recobro, la puerta permanecerá
abierta para nosotros.
III. EL SOMETIMIENTO DE LA RELIGION JUDIA
El versículo 9 dice: “He aquí, voy a hacer que los de la sinagoga de
Satanás, los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten... he
aquí, voy a hacer que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que Yo
te he amado”. Las sinagogas judías se aferran al judaísmo, el cual
comprende la mediación de los sacerdotes, las ordenanzas de la letra, el
templo físico y las promesas terrenales. La iglesia recobrada ha derrotado
al judaísmo exponiendo el error de los judíos de aferrarse a las cuatro
cosas mencionadas, y ha hecho que ellos reconozcan que el Señor ama a la
iglesia. Como dijimos en el mensaje once, los judaizantes eran judíos en la
carne pero no en el espíritu. Por su obstinación y apego a sus tradiciones y
conceptos, se hicieron uno con Satanás y se opusieron al camino de vida
con el cual Dios cumpliría Su propósito. En consecuencia, el Señor los
llama “sinagoga de Satanás”. Sin embargo, de acuerdo con la epístola a la
iglesia en Filadelfia, los judíos opositores son subyugados ante la iglesia, y
reconocen que el Señor ama a la iglesia.
En la actualidad todas las denominaciones son en realidad sinagogas.
¿Sabe usted lo que es una sinagoga? Como se revela en los capítulos doce,
catorce, quince y dieciséis de Deuteronomio, la economía de Dios consiste
en tener un solo y único templo en la tierra. El Señor ordenó a Su pueblo
en Deuteronomio que no tuviera ningún otro centro de adoración que no
fuera el que El escogiera. El lugar escogido fue Jerusalén, y allí Dios hizo
construir el templo. Este único templo, no solamente demuestra que el
testimonio de Dios debe ser uno solo, sino que también mantiene la unidad
del pueblo. No obstante, el pueblo de Dios se degradó, y debido a esto,
entró la división. Como resultado de esta división el pueblo de Dios fue
dispersado, y perdió la unidad. Puesto que ellos tenían que seguir
adorando a Dios, y puesto que no tenían derecho a construir el templo
salvo en el sitio designado por Dios en Jerusalén, establecieron centros de
adoración o sinagogas por todas partes. Una sinagoga es un centro de
adoración degradado. Sólo debe haber un templo, pero hay muchas
sinagogas, las cuales son divisivas. Este es un tipo o figura de la
degradación de la iglesia. Cuando aplicamos esta tipología a la situación
de la iglesia, vemos que en la economía de Dios la iglesia es una sola. La
iglesia se dividió por causa de la degradación. En cada facción hay un
centro de adoración. Estos centros de adoración han venido a ser las
sinagogas de hoy. Así como el templo era uno solo, y había muchas
sinagogas, asimismo la iglesia es una sola y las denominaciones y grupos
libres son muchos.
Cuando se escribieron las epístolas a las siete iglesias, la iglesia fue
calumniada por la sinagoga judía (2:9). Pero al final la sinagoga
comprendió que el Señor amaba a la iglesia en Filadelfia. Esto es una
señal de la verdadera iglesia en Filadelfia que el Señor levantó hace ciento
cincuenta años. En la última parte de la década de los años 1820, surgieron
en Inglaterra los Hermanos, como el cumplimiento de la iglesia en
Filadelfia. En ese entonces, ellos estaban rodeados, no por las sinagogas
judías, sino por las sinagogas de las denominaciones, las cuales los
criticaron y los calumniaron. En estos últimos cincuenta años, también
nosotros hemos sido objeto de calumnias y rumores, y hasta la fecha
circulan muchos rumores y calumnias sobre nosotros. Esos rumores y
calumnias se originan en las sinagogas de hoy. Sin embargo, es innegable
que el Señor ama el recobro, y al final todos los calumniadores
reconocerán este hecho.
Algunos calumniadores dicen: “No podemos explicar por qué ellos son tan
prevalecientes”; otros dicen: “Ellos verdaderamente entienden la Biblia”;
otros confiesan: “Ellos siempre tienen nueva luz”. Cualquier luz y
entendimiento que nosotros tengamos, es una bendición que viene del que
tiene la llave de David. No me jacto de mí mismo, sino de las bendiciones
del Señor. La presencia del recobro del Señor en este país no es obra del
hombre. ¿Quién puede hacer tal cosa? Ciertamente yo no puedo. Con el
tiempo, todos los que critican el recobro del Señor serán sometidos, y
comprenderán que Jesucristo nos ama. Espere un tiempo y verá más
claramente cuánto ama el Señor Sus iglesias. El vindicará Su iglesia ante
todas las denominaciones. Nuestra obra no es la obra común que hacen en
la cristiandad, ni tampoco una actividad bajo el control humano. No, ésta
es la obra del recobro del Señor. Este es el deseo que Dios tiene en Su
corazón, y El se complace en él. Cuando la gente toca este asunto, toca la
niña de Sus ojos. El Señor ama a Filadelfia, y los opositores judíos de la
sinagoga de Satanás fueron sometidos delante de la iglesia debido a que el
amor del Señor por Su iglesia fue dado a conocer a las sinagogas.

IV. EL MANDATO DEL SEÑOR


En el versículo 11 vemos el mandato de Dios: “Yo vengo pronto; retén lo
que tienes, para que ninguno tome tu corona”. La iglesia recobrada ya ha
ganado una corona. Sin embargo, si no guarda lo que tiene en el recobro
del Señor hasta que El venga, alguien le podría quitar su corona.
V. EL SEÑOR PROMETE GUARDAR AL QUE VENZA
Consideremos la promesa hecha a los que venzan en Filadelfia (vs. 10-12).
En esta epístola vencer significa retener lo que poseemos en la iglesia
recobrada.
A. Lo guardará de la hora de prueba
El versículo 10 dice: “Por cuanto has guardado la palabra de Mi
perseverancia, Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de
venir sobre toda la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la
tierra”. “La palabra de Mi perseverancia” es la palabra de los
padecimientos del Señor. El Señor hoy continúa sufriendo rechazo y
persecución con paciencia. Nosotros somos copartícipes no sólo de Su
reino sino también de Su perseverancia (1:9). Por consiguiente, la palabra
que nos da hoy es la palabra de perseverancia. Para guardar la palabra de
Su perseverancia, debemos experimentar el rechazo y la persecución que
El sufrió.
“La prueba” en este versículo denota indudablemente la gran tribulación
(Mt. 24:21) “que ha de venir sobre toda la tierra habitada”, como lo
indican la quinta, la sexta y la séptima trompetas con las siete copas (8:13
—9:21; 11:14-15; 15:1; 16:1-21). El Señor promete a la iglesia recobrada
que El la guardará “de la hora de la prueba” (no solamente de la prueba,
sino de la hora de la prueba) porque ella ha guardado la palabra de Su
perseverancia. Esta promesa del Señor, igual que la que hace en Lucas
21:36, indica que los santos que hayan guardado la palabra de la
perseverancia del Señor serán arrebatados antes de la gran tribulación, lo
cual implica que los que no guarden la palabra de Su paciencia serán
dejados en la gran tribulación.
B. El Señor viene pronto
En el versículo 11 el Señor le dice a la iglesia recobrada que El viene
pronto. En esta epístola el Señor comunica a la iglesia el sentir de que
viene porque ella lo ama. Todas las iglesias del recobro del Señor deben
amarle inspiradas por Su regreso. Debemos tener en alta estima el pronto
regreso del Señor mientras damos testimonio de El en Su recobro.
C. La corona
El Señor dio una corona a la iglesia recobrada. Y ésta la debe guardar
hasta que El venga, puesto que es una recompensa.
D. Lo hará columna
en el templo de Dios
En el versículo 12 el Señor dice: “Al que venza, Yo lo haré columna en el
templo de Mi Dios, y nunca más saldrá de allí”. En 2:17 el que venza será
una piedra transformada para el edificio de Dios. Aquí será hecho una
columna edificada en el templo de Dios. El que haya vencido “nunca más
saldrá de allí”, pues es parte del edificio de Dios. Esta promesa, como
premio para el vencedor, se cumplirá en el reino milenario. Vencer dentro
de la iglesia en Filadelfia no consiste en obtener algo ni en vencer cierto
asunto, sino en guardar lo que recibimos en el recobro del Señor hasta el
fin. Si usted hace esto, el Señor lo hará columna en el templo de Dios.
Esto nos recuerda el sueño que tuvo Jacob en Génesis 28. Después de que
tuvo el sueño, erigió una columna con la piedra que había usado de
almohada. Esa columna estaba relacionada con el edificio de Dios. Los
vencedores que había en Filadelfia serán columnas en el templo de Dios.
El principio que se aplica hoy es el mismo. El Señor ha determinado un
buen número de piedras para hacerlas columnas en Su recobro. Alabado
sea el Señor que hay muchas columnas entre nosotros. Una vez que una
piedra forma parte de una columna del edificio, nunca más puede ser
quitada, puesto que es parte del edificio. Algunos están en la iglesia por un
corto tiempo o por varios meses y luego se retiran. Pero si usted ha sido
hecho parte del templo como una columna, ya no se puede retirar ni
aunque quisiera. Si uno puede retirarse de la iglesia, ello significa que
nunca ha sido parte de ella.
E. Escribirá sobre él
1. El nombre de Dios
En el versículo 12 el Señor también promete al vencedor: “Escribiré sobre
él el nombre de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de Mi Dios, la Nueva
Jerusalén, la cual desciende del cielo, de Mi Dios, y Mi nombre nuevo”.
Primeramente, el Señor dice que escribirá sobre el vencedor el nombre de
Dios. Un nombre es una designación. Su nombre designa quién es usted.
Si el vencedor lleva el nombre de Dios, entonces Dios se ha forjado en él.
Solamente cuando Dios se ha forjado en nosotros, somos dignos de llevar
Su nombre. Esto no quiere decir que nosotros nos volvemos Dios;
significa que Dios se forja en nosotros y que nosotros llegamos a ser uno
con El. Por consiguiente, el Señor nos da una designación: Dios. “Dios”
está sobre el vencedor, lo cual indica que ha sido saturado de Dios.
Cuando uno ve al vencedor, ve a Dios.
2. El nombre de la ciudad de Dios,
la Nueva Jerusalén
En segundo lugar, el Señor promete escribir sobre los vencedores el
nombre de la ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén. Llevar el nombre de la
Nueva Jerusalén significa ser parte de la Nueva Jerusalén. Esto indica que
la Nueva Jerusalén ha sido forjada en los vencedores. Así que, el que
venza también llevará la designación de la Nueva Jerusalén. Lo que el
Señor escribe siempre concuerda con los hechos. Sería absurdo escribir la
palabra “león” sobre un mono, o la palabra “cordero” sobre un gato.
Cuando el Señor escriba los nombres de Dios y de la Nueva Jerusalén
sobre nosotros, esto revela que somos uno con Dios y parte de la Nueva
Jerusalén.
3. El nuevo nombre del Señor
Finalmente, el Señor promete escribir Su nombre nuevo sobre el que
venza. Ese nuevo nombre corresponderá a nuestras experiencias. No
puedo decirles cuál será el nuevo nombre, porque éste concordará con las
experiencias personales que hayamos tenido con El. En otras palabras, lo
que experimentemos del Señor se hará parte de nosotros. Experimentamos
a Dios, y Dios viene a ser parte de nosotros. Experimentamos la Nueva
Jerusalén, y eso también se convierte en parte nuestra. Por consiguiente, el
Señor nos designará escribiendo sobre nosotros el nombre de Dios, el
nombre de la Nueva Jerusalén y Su nombre nuevo. Esto indica que
seremos uno con Dios, parte de la Nueva Jerusalén, y habremos
experimentado al Señor como parte de nosotros.
El nombre de Dios, el nombre de la Nueva Jerusalén, y el nuevo nombre
del Señor escritos sobre el vencedor, indican que éste es posesión de Dios,
de la Nueva Jerusalén y del Señor; también indican que Dios mismo, Su
ciudad (la Nueva Jerusalén), y el Señor mismo le pertenecen; y que él es
uno con Dios, con la Nueva Jerusalén y con el Señor. El nombre de Dios
designa a Dios mismo; el nombre de la Nueva Jerusalén denota la ciudad
misma, y el nombre del Señor designa al Señor mismo. El nombre de
Dios, el nombre de la Nueva Jerusalén y el nombre del Señor están
escritos sobre el vencedor, lo cual indica que lo que Dios es, la naturaleza
de la Nueva Jerusalén, y la persona del Señor han sido forjados en él. La
mención de la Nueva Jerusalén como premio para el vencedor indica que
esta promesa se cumplirá en el reino milenario. La Nueva Jerusalén en el
reino milenario será un premio sólo para los santos vencedores, mientras
que la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva será la porción
común de todos los redimidos por la eternidad.
VI. LO QUE EL ESPIRITU DICE
La iglesia recobrada debe prestar atención a lo que dice el Espíritu. Cuanto
más amemos al Señor y más estemos en Su recobro, más necesitamos las
ricas palabras del Espíritu intensificado.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE DIECISEIS
LA IGLESIA EN LAODICEA:
CENAR CON EL SEÑOR Y SENTARSE EN SU TRONO
Ahora llegamos a la iglesia en Laodicea, la iglesia que está en degradación
(3:14-22). La palabra griega significa opinión o juicio, del pueblo o del
laicado. La iglesia en Laodicea prefigura a la iglesia recobrada que se
degradó. Menos de un siglo después de que el Señor recobrara la iglesia
apropiada a principios del siglo diecinueve, algunas de las iglesias
(asambleas) recobradas se degradaron. La iglesia recobrada que después se
degradó difiere de la iglesia reformada, representada por la iglesia en
Sardis, y de la iglesia recobrada apropiada, representada por la iglesia en
Filadelfia. La iglesia degradada existirá hasta la venida del Señor.
Algunos maestros cristianos consideran la iglesia en Laodicea como la fría
iglesia reformada. Este no es precisamente el caso. De acuerdo con el
contexto y con la historia, la iglesia en Laodicea tiene que ser una señal de
la iglesia recobrada que más tarde se degradaría. Hace unos ciento
cincuenta años la iglesia recobrada comenzó en Inglaterra. De acuerdo a lo
que hemos leído, fue maravillosa. Este fue un verdadero recobro de la vida
de iglesia. Sin embargo, no duró mucho. Si usted lee la historia de los
Hermanos y los visita hoy, verá que muchas de sus asambleas se han
vuelto como la iglesia en Laodicea. Como veremos, aunque ellos están
orgullosos de su conocimiento bíblico, son pobres en disfrutar las riquezas
de Cristo y están ciegos en las cosas espirituales.
I. EL QUE HABLA
A. El Amén
En Apocalipsis 3:14 el Señor dice: “El Amén, el Testigo fiel y verdadero,
el principio de la creación de Dios, dice esto”. Al dirigirse a cada una de
las siete iglesias, el Señor hace referencia a lo que El es y a lo que hace,
respectivamente, según la condición de cada una de ellas. Aquí, al
dirigirse a la iglesia en Laodicea, El se presenta como “el Amén”. Este
vocablo, que viene del hebreo, significa firme, estable o confiable. El
Señor es firme, estable y confiable.
B. El Testigo fiel y verdadero
El Señor es firme, estable y confiable, El es el Testigo fiel y verdadero.
Esto indica que la iglesia en Laodicea que estaba degradada no es firme ni
estable ni confiable ni fiel ni verdadera como testigo del Señor.
C. El principio de la creación de Dios
En el versículo 14 el Señor también se refiere a Sí mismo como “el
principio de la creación de Dios.” Esto alude al Señor como origen o
fuente de la creación, lo cual implica que el Señor es la fuente eterna e
inmutable de la obra de Dios. Esto indica que la iglesia recobrada que
luego se degradó ha cambiado, y ha dejado al Señor como su origen.
II. LA CONDICION DE LA IGLESIA
A. No es fría ni caliente sino tibia
En los versículos del 15 al 17 vemos la condición de la iglesia en
Laodicea. En los versículos 15 y 16 el Señor dice: “Yo conozco tus obras,
que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Así que, por
cuanto eres tibio, y no caliente ni frío, estoy por vomitarte de Mi boca”.
Cuando la iglesia recobrada se degrada, se vuelve tibia, o sea que no es ni
fría ni caliente. Esta es la condición actual de muchas asambleas de los
Hermanos. Esto debe servirnos de advertencia. Una vez que nos volvemos
tibios, dejamos de ser útiles para el mover de Dios, y seremos vomitados
de Su boca.
B. Se jacta de ser rica
En el versículo 17 el Señor dice: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he
enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. La iglesia (“asamblea”)
degradada, se jacta de sus riquezas (principalmente su conocimiento
doctrinal). No se da cuenta de que es pobre en cuanto a la vida, ciega en
cuanto a la visión y desnuda en cuanto a la conducta. Por lo tanto, necesita
comprar oro para salir de su pobreza, vestiduras blancas para cubrir su
desnudez, y colirio para sanar su ceguera, como lo menciona el versículo
siguiente.
El aspecto más notorio de las asambleas degradadas es su orgullo. Piensan
que lo saben todo. Indudablemente tienen bastante conocimiento doctrinal.
Conocen la Biblia mejor que los que están en las denominaciones. Aunque
en cierto sentido ellos conocen la Biblia, y debido a esto, se consideran
ricos, aunque lo que tienen es simple conocimiento. Pero el Señor dice que
en realidad son pobres. No son pobres en conocimiento, pero sí en las
riquezas de Cristo. Tienen conocimiento acerca de Cristo, pero son pobres
en disfrutar las riquezas de Cristo. Poco después de haber llegado a este
país, fui invitado a hablar en tres asambleas de los Hermanos. Después de
hablarles y de escuchar sus reacciones, quedé completamente convencido
de la veracidad de la palabra del Señor en cuanto a la iglesia en Laodicea.
Si usted estuviera con ellos por un corto tiempo, se daría cuenta de que
ellos están envanecidos en su conocimiento. En su conversación condenan
la ignorancia de otros, pensando que lo saben todo. Sin embargo, después
de estar con ellos, usted se dará cuenta de la pobreza que hay entre ellos.
Ellos sencillamente no conocen las riquezas de Cristo, y ni siquiera hablan
de ellas.

C. Desventurada
A los ojos del Señor las asambleas degradadas son desventuradas,
porque se enorgullecen de ser ricas en el vano conocimiento de la
doctrina, pero de hecho son lamentablemente pobres en cuanto a
experimentar las riquezas de Cristo.
D. Miserable
La iglesia recobrada que más tarde se degradó, también es
miserable, porque está desnuda, ciega y llena de vergüenza y
oscuridad.
E. Pobre
La iglesia orgullosa y degradada es pobre porque carece de la
experiencia de Cristo y de la realidad espiritual de la economía de
Dios. Ella se preocupa principalmente por su vano conocimiento, y
muy poco por las experiencias vivas de Cristo. Esta es verdadera
pobreza, la pobreza que la hace desventurada y miserable.
F. Ciega
A los ojos del Señor, la iglesia en Laodicea no es solamente pobre en
las riquezas de Cristo, sino que también es ciega en los asuntos
espirituales genuinos. No tiene verdadero discernimiento espiritual.
Aunque tiene cierto conocimiento en cuanto a las cosas espirituales,
no las discierne.
G. Desnuda
Todos nosotros recibimos a Cristo como nuestra justicia objetiva,
que nos cubre como un manto. Esto nos justifica delante de Dios.
Después de ser justificados en Cristo, debemos vivir a Cristo y
emanarlo, para que El sea nuestra justicia subjetiva, como otro
manto espléndido que cubre nuestro andar diario. La iglesia
recobrada que luego se degradó está desnuda, debido a la carencia
de experimentar subjetivamente a Cristo. El vano conocimiento
doctrinal se desvanece ante los ojos flameantes del Señor, dejando
expuestos y desnudos a los que se aferran a dicho conocimiento.
Solamente el Cristo que experimentamos puede cubrirnos ante Sus
ojos de juicio.
H. A punto de ser vomitada
de la boca del Señor
En el versículo 16 el Señor dice: “Por cuanto eres tibio, y no caliente
ni frío, estoy por vomitarte de Mi boca”. Cuando la iglesia recobrada
se degrada, está en peligro de ser vomitada de la boca del Señor, a
menos que se arrepienta y busque las ricas experiencias de Cristo.
Ser vomitada de la boca del Señor equivale a perder el disfrute de
todo lo que el Señor es para Su iglesia.
I. El Señor llama a la puerta
En el versículo 20 el Señor dice: “He aquí, Yo estoy a la puerta y
llamo”. Esta no es la puerta de los individuos, sino la puerta de la
iglesia. La iglesia en Laodicea tiene conocimiento, pero no tiene la
presencia del Señor. El Señor, la Cabeza de la iglesia, está fuera de
la iglesia degradada llamando a la puerta. La iglesia recobrada que
se degradó debe comprender esto.
III. EL CONSEJO DEL SEÑOR
En el versículo 18 vemos el consejo que el Señor da a la iglesia en
Laodicea: “Yo te aconsejo que de Mí compres oro refinado en fuego,
para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se
manifieste la vergüenza de tu desnudez; y colirio con que ungir tus
ojos, para que veas”. Al comprar se requiere pagar un precio. La
iglesia recobrada que luego se degradó, debe pagar un precio por el
oro, las vestiduras blancas y el colirio, los cuales necesita
desesperadamente. Después de tener contacto con las asambleas de
los Hermanos, comprendí que probablemente ninguno de ellos
entiende lo que significa pagar un precio. Quizás nunca oyeron que
deben de pagar cierto precio para poder experimentar las riquezas
de Cristo. Ellos tienen conocimiento y doctrina, pero no saben cómo
pagar el precio. Saben cómo aprender, pero no saben cómo
comprar. Tienen ciertas “verdades”, pero no conocen el costo de
experimentar las riquezas de Cristo.
A. Comprar oro refinado en fuego
Primeramente, el Señor aconseja a la iglesia en Laodicea que
compre “oro refinado en fuego”. En la Biblia nuestra fe activa y
operante (Gá. 5:6) es comparada con el oro (1 P. 1:7), y la naturaleza
divina, la divinidad de Cristo, es tipificada por el oro (Ex. 25:11). Por
la fe participamos de la naturaleza de Dios (2 P. 1:1, 4-5). La iglesia
recobrada que llegó a degradarse tiene el conocimiento de las
doctrinas referentes a Cristo, pero no tiene suficiente fe viviente
como para participar del elemento divino de Cristo. Ella tiene que
pagar el precio necesario para obtener la fe de oro a través de
pruebas de fuego a fin de participar del oro verdadero, el cual es
Cristo mismo como el elemento de vida para Su Cuerpo. Así ella
puede llegar a ser un candelero de oro puro (1:20) para la
edificación de la Nueva Jerusalén, la ciudad de oro (21:18).
Si experimentamos esto, comprenderemos que las tres cosas que el
Señor aconseja a la iglesia en Laodicea —que compre oro,
vestiduras blancas y colirio— son el Señor mismo. Como ya vimos
en tipología, o en el lenguaje bíblico, el oro representa dos cosas: la
naturaleza de Dios y la fe viva por la cual valoramos y obtenemos la
naturaleza divina. Estas dos cosas están combinadas. Si no tenemos
la fe viva para apreciar y aplicar la naturaleza divina, nunca será
nuestra. La naturaleza divina solamente puede llegar a ser nuestro
disfrute a través de nuestra fe viva. Cristo es la corporificación de la
naturaleza divina, y también es nuestra fe viva. Si tenemos fe,
podemos participar de la naturaleza divina. Esto significa que
debemos tener a Cristo. Tenemos que pagar el precio y decirle al
Señor: “Señor, tengo mucho conocimiento de las verdades de la
Biblia, pero reconozco que no tengo mucho de Ti. Señor, prefiero
tenerte a Ti, que tener simple y vano conocimiento. Señor, Tú eres
el verdadero oro, la corporificación de la naturaleza divina. Para
poder valorar y aplicar esta naturaleza, necesito una fe viva. Señor,
todavía no tengo esa fe, pero acudo a Ti. Te pido que seas mi fe viva.
Quiero que Tú seas la fe por la cual vivo, la fe del Hijo de Dios” (Gá.
2:20). Si usted le dice esto al Señor, inmediatamente El le dirá:
“Muy bien, si quieres obtenerme, debes pagar el precio. Hay ciertas
cosas que quiero que abandones porque te estorban y te impiden
disfrutarme”. Abandonar estas cosas es pagar el precio. Muchos de
nosotros hemos experimentado al Señor de esta manera.
Frecuentemente el Señor ha dicho: “Heme aquí. ¿Me quieres a Mí, o
quieres otras cosas? Si quieres retener las otras cosas, entonces me
alejaré. Tus manos están llenas. Debes abandonar la que tienes en
ellas; vacía tus manos y luego aférrate a Mí. Entonces yo seré tu
deleite”. Solamente cuando pagamos el precio podemos ganar a
Cristo.
Considere lo que dice el apóstol Pablo en Filipenses 3:8: “Y
ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del
cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.
A Pablo no le quedaba nada excepto Cristo. No escatimó nada por
Cristo, y pagó el precio completo. Dio todo lo que tenía para ganar a
Cristo. Hoy nosotros debemos tener el mismo sentir y pagar el
precio que sea necesario, aun nuestras vidas a fin de ganar a Cristo.
Nunca podemos separar la fe viviente de la naturaleza divina.
Aunque doctrinalmente esto es difícil de explicar, sabemos por
experiencia que cuando tenemos una fe viva, disfrutamos la
naturaleza divina. Y cuando estamos en la naturaleza divina,
indudablemente tenemos esta fe viviente. Así que estas dos cosas
están combinadas y ambas están representadas por el oro. La
iglesia en Laodicea necesita este oro, es decir, la naturaleza divina
aplicada, experimentada, por la fe viva, la cual es Cristo mismo. Si
queremos obtener esto, tenemos que pagar el precio.
B. Comprar del Señor vestiduras blancas
En segundo lugar, el Señor aconsejó a la iglesia en Laodicea que comprara
“vestiduras blancas” para que se cubriera y no quedara al descubierto la
vergüenza de su desnudez. En tipología, las vestiduras representan la
conducta. Aquí “vestiduras blancas” se refiere a una conducta aprobada
por el Señor, en la cual el mismo Señor es expresado en la vida de la
iglesia, y la cual la iglesia recobrada que se degradó, necesita para cubrir
su desnudez. Como dijimos en el mensaje catorce, esas vestiduras blancas
no representan a Cristo como la justicia objetiva que nos justifica. Estas
vestiduras son nuestra justicia subjetiva, que consiste en que Cristo sea
expresado desde nuestro interior en nuestra vida. El Cristo que
manifestamos en nuestra vida será nuestra segunda vestidura, la cual nos
hará aparecer aprobados ante el Señor. Esto no se refiere necesariamente a
ser salvos, sino a ser escogidos. Todos necesitamos este segundo vestido.
Cuando tenemos una fe viva y participamos de la naturaleza divina, ésta
llega a ser nuestro modo de vivir. Este vivir es Cristo manifestado en
nuestro vivir, y ésta es la segunda vestidura, la cual nos califica y nos hace
aptos para ser aprobados por Cristo. Este vestido cubrirá nuestra desnudez.
Es cierto que todos nosotros fuimos justificados y cubiertos por el primer
vestido, el mejor vestido que le pusieron al hijo pródigo en Lucas 15. Pero
después de ser justificados, debemos amar al Señor, ser fervientes y estar
entregados por entero a El. Si somos esta clase de cristianos, tendremos la
fe viva que nos permite participar de la rica naturaleza divina, la cual
vendrá a ser Cristo manifestado desde nuestro interior como el segundo
vestido que cubre nuestra desnudez.
Si usted, después de ser justificado, no ama y vive con el Señor y para El,
está desnudo. Esto es difícil de explicar doctrinalmente, pero por
experiencia todos comprendemos que un hermano que no ama al Señor ni
vive por El, está desnudo y en una situación vergonzosa. No tiene al Cristo
precioso ni está cubierto por El. Dicho hermano cree en Cristo y pertenece
a El, pero no lo ama ni vive para El, y está desnudo ante los creyentes y
ante el Señor. No tiene a Cristo como su vestido hermoso. Debemos pagar
el precio por el segundo vestido, el Cristo manifestado en nuestro ser. Este
es el Cristo subjetivo, el mismo Cristo que experimentamos
subjetivamente. No trate de entender esto con su mente. Compruebe en su
experiencia lo que estoy compartiendo. Aunque esto es extraño para su
mente, es claro para su espíritu y en su experiencia. Usted ha
experimentado y puede testificar que, por un lado, tal vez tenga la certeza
de haber sido justificado, pero por otro, tiene la sensación de estar
desnudo. Indudablemente como hijo de Dios, usted fue justificado,
redimido, salvo, regenerado y es miembro de Cristo. Pero por otra parte,
se siente desnudo, y que Cristo no es manifestado en su vida como la
vestidura hermosa. Interiormente se condena por esto. Si usted compara
este mensaje con su experiencia, podrá ver que es cierto. Así que todos
debemos pagar el precio, y decirle al Señor: “Señor, sea cual fuere, pagaré
el precio por manifestarte desde mi ser interno. Señor, quiero tenerte a Ti
como mi vivir. No quiero portarme bien, corregir mi conducta, ni
mejorarme a mí mismo. Quiero que Tú vivas por mí. Día tras día, quiero
que vivas en mí para que seas la vida que expreso. Señor, sé no solamente
mi vida interior, sino también mi conducta”. Si usted ora de esta manera al
Señor, El lo cubrirá externamente; será su segunda vestidura, y usted será
aprobado y escogido por El. No es necesario esperar hasta mañana. Hoy
usted puede tener la certeza de que ha sido aprobado y escogido. Por
consiguiente, cuando llegue ese día, con seguridad El dirá: “¡Bien hecho!
Ven conmigo a disfrutar tu porción y a pelear a mi lado en contra del
ejército del anticristo”.
C. Comprar del Señor ungüento
En tercer lugar, el Señor aconseja a la iglesia en Laodicea que compre
ungüento y unja sus ojos para que vea. El “ungüento” que necesita para
“ungir” sus ojos debe de referirse al Espíritu que unge (1 Jn. 2:27), quien
es el Señor mismo como el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). La iglesia
recobrada que luego se degradó necesita este ungüento para ser sanada de
su ceguera, debido a que se distrajo con el conocimiento muerto de la
letra. Debe pagar el precio para comprar los tres artículos que el Señor le
aconseja que compre. Ya dijimos que el ungüento es el Espíritu que unge.
El discernimiento espiritual siempre está relacionado con el Espíritu. No
necesitamos más conocimiento sino más Espíritu. No necesitamos muchas
doctrinas, sino más unción del Espíritu en nuestros ojos y en lo profundo
de nuestro ser, a fin de que tengamos discernimiento para distinguir las
cosas por dentro. Con este colirio, este ungüento, es posible que tengamos
previsión y un profundo entendimiento para ver las cosas a fondo.
Entonces podemos decir: “Señor Jesús, ahora veo qué tesoro eres, estoy
dispuesto a pagar cualquier precio”. Supongamos que el precio de un
objeto en una tienda es de mil dólares. Si este objeto es un diamante que
cuesta cinco mil dólares, usted no pensaría que mil dólares es mucho. Al
contrario, pensaría que es un precio muy bajo. ¿Por qué hay tantos
cristianos que no quieren pagar el precio por Cristo? Porque no ven qué
gran tesoro es El. Pero una vez que nuestros ojos sean ungidos con el
colirio divino y espiritual, diremos: “Cualquier precio que pague por
Cristo es poco. El precio es demasiado bajo. Mi persona, mi futuro y mi
vida entera no valen nada. En realidad no pago nada por ganar a Cristo, el
cual es todo”. Para ver esto necesitamos colirio.
Ahora podemos comprender que el oro, las vestiduras y el colirio son
Cristo. Cristo lo es todo. Lo que necesitamos hoy es a Cristo. Es cierto que
el Señor nos ha dado mucha luz en Su recobro. Sin embargo, nuestra
intención no es impartir conocimiento. Nuestra intención en estos
mensajes es ayudar al pueblo del Señor a que sea iluminado y vea el valor
y el incalculable precio de Cristo, para que, con este discernimiento, esté
dispuesto a pagar cualquier precio para ganar a Cristo. Para mí vale la
pena sacrificar mi familia, mi futuro, mi destino y mi vida entera por
Cristo. Si pago todo esto, el precio sigue siendo muy bajo. Pablo dijo que
él contaba todas las cosas como pérdida por Cristo, y para él no eran más
que basura, y estiércol (Fil. 3:8). En la vida de iglesia que tenemos en el
recobro del Señor no estamos interesados en doctrinas ni en “verdades”.
Sólo nos interesan las riquezas de Cristo. En todos estos mensajes no
estamos impartiendo vanas doctrinas. La meta de estos mensajes es
ministrar ungüento a fin de que los ojos del pueblo sean ungidos para que
vea cuán precioso es Cristo y para que sea atraído a El. La iglesia
degradada no necesita doctrinas, sino colirio. Necesita revelación, visión,
y mucha gracia.
IV. EL SEÑOR REPRENDE Y DISCIPLINA
En el versículo 19 el Señor dice: “Yo reprendo y disciplino a todos los que
amo”. Si la iglesia degradada está dispuesta a recibir la reprensión del
Señor en amor, ésta abrirá sus ojos. Pero tal vez el orgullo de ella le
impida recibir esta reprensión. Cuando nos volvemos tibios y nos sentimos
reprendidos por el Señor, necesitamos acudir a El en busca de Su
misericordia, para poder ser humildes y recibir Su reprensión en amor.
Esto puede traer el remedio apropiado para la iglesia degradada.
La disciplina es un paso más avanzado que da el Señor en Su relación con
la iglesia degradada después que la ha reprendido. Si ella recibe la
corrección del Señor, tal vez no sea necesario que El la castigue. El Señor
la disciplina con amor.
V. EL MANDATO DEL SEÑOR
En el versículo 19 el Señor le dijo a la iglesia en Laodicea: “Sé, pues,
celoso, y arrepiéntete”. El conocimiento muerto ha hecho que la iglesia
degradada sea tibia. Ella necesita ser ferviente y abandonar la muerte y la
frialdad del conocimiento, y necesita romper las ataduras de sus
formalismos doctrinales. Necesita estar ardiendo y salir de la muerte en
que se halla sumergida con doctrinas inertes. Debe amar al Señor y pagar
el precio que sea necesario para ganarlo a El, hasta el punto de sacrificar
las “doctrinas”. Una iglesia tibia necesita estar caliente y estar ardiendo
cueste lo que cueste; necesita arrepentirse de su tibieza, y dejar de estar
orgullosa de su conocimiento. Ella ha valorado mucho su conocimiento
muerto. Necesita depreciar su conocimiento y arrepentirse de estar
satisfecha con la vanidad del conocimiento y de no buscar la realidad de
Cristo.
VI. LA PROMESA QUE EL SEÑOR HACE AL QUE VENZA
En los versículos del 20 al 21 vemos la promesa que el Señor hace al que
venza: “He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre
la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venza, le daré
que se siente conmigo en Mi trono, como Yo también he vencido, y me he
sentado con Mi Padre en Su trono”. Vencer en estas siete epístolas no
significa vencer nuestras debilidades y los pecados que nos asedian, sino
vencer la condición caída de las iglesias que se desviaron. En la epístola a
Laodicea vencer significa vencer la tibieza y el orgullo de la iglesia
recobrada que cayó en degradación, pagar el precio para comprar lo
necesario, y abrir la puerta para que el Señor pueda entrar.
A. El Señor entra
En el versículo 20 el Señor dice que si alguien oye Su voz y abre la puerta,
entrará a él. Como dijimos, el Señor llama a la puerta, o sea que está fuera
de la iglesia degradada. Aunque esta puerta es la puerta de la iglesia, no de
individuos, es abierta por los creyentes individualmente. El Señor llama a
toda la iglesia, pero la aceptación del llamamiento del Señor debe ser un
asunto personal. El llamamiento del Señor es objetivo, pero la aceptación
de los creyentes debe ser subjetiva. Si oímos el llamado que el Señor hace
a la iglesia y abrimos la puerta a nivel individual, el Señor entrará en
nosotros, y Su presencia será nuestra porción.
B. Cenar con el Señor
En el versículo 20 el Señor también dice que después de entrar en el que
abra la puerta, cenará con él. En el griego, la palabra “cenar” se refiere a la
principal comida del día, tomada por la tarde. Cenar no se refiere
simplemente a comer algo, sino a comer de la abundancia de un banquete.
Esto tal vez se refiera al hecho de que los hijos de Israel comían del rico
producto de la buena tierra de Canaán (Jos. 5:10-12). La cena prometida
aquí no se celebrará solamente en el futuro; también hoy podemos
participar de ella. Si usted es un vencedor, cuando el Señor venga en Su
reino, usted tendrá el privilegio especial de cenar con El. Sin embargo,
antes de que llegue ese día, puede cenar con El.
Muchos cristianos usan el versículo 20 sin mucha exactitud para predicar
el evangelio. Les dicen a los pecadores que Cristo llama a la puerta de su
corazón y que si abren la puerta, El entrará. Esto es todo lo que dicen. ¿Ha
oído usted alguna vez un mensaje en el que se le dice que si abre la puerta,
Cristo entrará a usted y cenará con usted?
Si tenemos una vista panorámica de las siete epístolas de Apocalipsis 2 y
3, veremos que el Señor realza el comerlo a El, el tomarlo a El como
nuestro suministro de vida, para que crezcamos, seamos transformados y
seamos iguales a El. Esto radica exclusivamente en comer a Jesús como el
árbol de la vida, como el maná y como la principal comida del día. El
Señor da énfasis al hecho de que lo comamos, y al mismo tiempo repudia
cuatro clases de enseñanzas: la enseñanza de Balaam (2:14), la de los
nicolaítas (2:15), la de Jezabel (2:20), y la de las profundidades de Satanás
(2:24). Si usted no puede distinguir entre el dinero falsificado y el
verdadero, más le vale no aceptar ninguno; sólo acepte el oro genuino. De
igual modo, es mejor no aceptar enseñanzas, sino solamente recibir al
Cristo viviente.
En el Antiguo Testamento vemos tres niveles de comer a Cristo: el árbol
de la vida que estaba en el huerto, el maná que fue dado en el desierto, y el
rico producto de la buena tierra. Nosotros hemos participado de estos tres
niveles. Fuimos creados en el huerto. Luego, debido a la caída, nos
hallamos en Egipto. Después de ser salvos, salimos del mundo y
comenzamos nuestro camino al encuentro del Señor. En nuestro viaje
hacia el Señor estuvimos en el desierto donde se nos dio maná. Recuerde
que la promesa del maná escondido fue dada a los que vencieran en la
iglesia mundana, representada por Pérgamo, la iglesia que había regresado
a Egipto. En Egipto no había maná; solamente se dio en el desierto, y el
maná escondido sólo estaba en el Lugar Santísimo. La iglesia en Pérgamo
se volvió mundana, regresó a Egipto, donde no hay maná. Si queremos
comer maná, ya sea en público o en secreto, tenemos que salir de Egipto.
Debemos escapar del lugar donde Satanás mora y donde está su trono y
salir al desierto, donde podemos comer del maná visible, y luego podemos
ir al Lugar Santísimo y zambullirnos en el arca para comer el maná
escondido. Parece que las siete epístolas nos conducen a la buena tierra, la
cual es Cristo. Aquí en la buena tierra Cristo es nuestro banquete. Durante
las fiestas anuales, los hijos de Israel tenían un banquete con Dios y El con
ellos. En tipología esto puede ser la promesa a los vencedores de
Laodicea. La promesa que hace el Señor de cenar con todo aquel que le
abra la puerta puede implicar la idea de disfrutar el rico producto de la
buena tierra de Canaán del cual participaba Israel durante las fiestas
anuales. Por consiguiente, la epístola a la iglesia en Efeso menciona el
comer del árbol de la vida; la epístola a la iglesia en Pérgamo se refiere a
comer del maná escondido fuera del mundo; y la epístola a la iglesia en
Laodicea alude a deleitarse en el rico producto de la buena tierra de
Canaán en el tiempo de las fiestas anuales. Siempre que los israelitas
celebraban una fiesta, comían con Dios, ofreciéndole lo que ellos comían
y permitiendo que Dios comiese con ellos. De la misma manera, el Señor
dice que El cenará con nosotros, y nosotros con El. Si tenemos esta visión,
entonces sabremos lo que debemos recalcar hoy. No estamos interesados
en enseñanzas, sino en disfrutar a Cristo como el árbol de la vida, como el
maná, y como el rico producto de la buena tierra.
C. Sentarse con el Señor en Su trono
En el versículo 21 el Señor dice: “Al que venza, le daré que se siente
conmigo en Mi trono, como Yo también he vencido, y me he sentado con
Mi Padre en Su trono”. Sentarse con el Señor en Su trono será un premio
para el vencedor, que consistirá en participar de la autoridad del Señor en
el reino milenario venidero. Esto significa que los vencedores serán reyes
juntamente con Cristo y regirán toda la tierra. Una vez más digo esto: en
realidad, todas las promesas de las siete epístolas están relacionadas con el
reino venidero. Toda palabra negativa que hable de pérdida o sufrimiento
se refiere a una pérdida en el reino venidero, y cualquier expresión acerca
de la recompensa o el disfrute, se refiere al disfrute de Cristo como nuestra
porción especial durante la era del reino. Debemos tener el discernimiento
apropiado para entender estas promesas con exactitud. No obstante, en
principio, estas promesas también se pueden aplicar hoy; podemos
disfrutarlas desde ahora, aunque limitadamente. No es necesario esperar
hasta entrar en la era del reino para disfrutar todas estas porciones
especiales. En la vida de la iglesia actual tenemos el privilegio de disfrutar
el reino. ¡Alabado sea el Señor por la vida de la iglesia!
VII. LO QUE EL ESPIRITU DICE
La iglesia tibia está llena de conocimiento frío, pero carece del Espíritu
ardiente. Necesita desesperadamente oír lo que dice el Espíritu viviente;
no necesita más conocimiento muerto. Si ella hace a un lado todo el
conocimiento muerto, y escucha lo que dice el Espíritu viviente, será
liberada de su degradación.
Las siete iglesias no sólo representan proféticamente el progreso de la
iglesia en siete eras, como ya vimos, sino que también simbolizan las siete
clases de iglesias que surgen en la historia de la iglesia: la iglesia
primitiva, la iglesia sufriente, la iglesia mundana, la iglesia apóstata, la
iglesia reformada, la iglesia recobrada, y la iglesia que se degradó. La
iglesia primitiva continuó en la iglesia sufriente; la iglesia sufriente se
convirtió en la iglesia mundana; y la iglesia mundana vino a ser la iglesia
apóstata. Por tanto, las primeras cuatro iglesias finalmente vinieron a ser
una sola, que fue la iglesia apóstata, la Iglesia Católica Romana. Luego, la
iglesia reformada, otra clase de iglesia, una iglesia no totalmente
recobrada, comenzó a existir como reacción a la iglesia apóstata. Después
de esto, surgió la iglesia recobrada como el recobro completo de la vida
apropiada de iglesia. Esta puede considerarse la tercera clase de iglesia. Al
caer en degradación esta iglesia, se convirtió en la iglesia degradada. Esta
puede considerarse la cuarta clase de iglesia. Estas cuatro clases de
iglesias permanecerán hasta la venida del Señor. Sin duda, sólo la iglesia
recobrada puede cumplir el propósito eterno de Dios, y sólo ella satisface
el deseo del Señor. Debemos aceptar lo que el Señor escoge.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE DIECISIETE
LA ESCENA CELESTIAL DESPUES DE
LA ASCENSION DE CRISTO
Todos los cristianos saben que Cristo ascendió al cielo y que allí está hoy.
Sin embargo, pocos están familiarizados con la escena que se ve en el
cielo después de la ascensión. Esta escena es bastante particular, y
necesitamos verla claramente.
Apocalipsis 4:1 dice: “Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta
en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo,
dijo: Sube acá, y Yo te mostraré las cosas que han de suceder después de
éstas”. El plan de Dios está escondido en el cielo. Pero cuando Dios
encuentra en la tierra un hombre cuyo corazón esté entregado a El, le abre
el cielo. El cielo se le abrió a Jacob (Gn. 28:12-17), a Ezequiel (Ez. 1:1), a
Jesús (Mt. 3:16), a Esteban (Hch. 7:56), y a Pedro (Hch. 10:11). Aquí y en
19:11 le fue abierto a Juan, el autor de este libro, y les será abierto a todos
los creyentes del Señor en la eternidad (Jn. 1:51).
I. UN TRONO EN EL CIELO
El versículo 2 dice: “Y al instante yo estaba en el espíritu; y he aquí, un
trono establecido en el cielo”. En el cielo primeramente vemos un trono, y
el libro de Apocalipsis se centra en ese trono. A partir del capítulo cuatro,
el libro de Apocalipsis revela la administración universal de Dios. El trono
de Dios, mencionado en Apocalipsis, es el centro de Su administración. El
trono que se menciona en las epístolas es el trono de gracia, del cual
recibimos misericordia y donde hallamos gracia (He. 4:16); pero este
trono es el trono de juicio desde el cual el mundo recibe juicio. Este es el
trono de Dios en el cielo. El universo entero, especialmente la tierra, está
bajo la autoridad de este trono. Cualquier cosa que Satanás haga en los
aires, y que el hombre haga en la tierra, está sujeto al trono de Dios que
está en el cielo. Hoy el hombre puede hacer todo lo que quiera, pero el
trono de Dios en el cielo continúa siendo la autoridad sobre todos los
hombres y sobre todas las cosas. Nadie puede hacer nada fuera del
gobierno del trono de Dios, y nada puede ocurrir sin la aprobación de este
trono. Aparentemente este trono es invisible, y el hombre no lo percibe,
pero en realidad está detrás del escenario rigiendo a cada uno y todas las
cosas. En el tiempo de Dios y en cumplimiento de Su propósito, el debido
juicio siempre viene de este trono y cae sobre la humanidad y sobre las
cosas que suceden en la tierra. En el libro de Apocalipsis, el resultado final
procede de la ejecución del juicio de Dios. Este juicio viene del trono y
aclara toda la confusión que hay en el cielo y en la tierra, que fue causada
por la rebelión de Satanás y la caída del hombre.
A. Un arco iris alrededor del trono,
semejante a la esmeralda
En el versículo 3 vemos que hay “alrededor del trono un arco iris,
semejante en aspecto a la esmeralda”. El arco iris es una señal del pacto
que Dios hizo con el hombre y con los seres vivos en el cual afirma que no
los destruirá otra vez con un diluvio (Gn. 9:8-17). En el libro de
Apocalipsis, Dios juzgará a la tierra y a todos sus habitantes. El arco iris
alrededor de Su trono significa que Dios es el Dios que guarda Su pacto, el
Dios fiel, y que guardará Su alianza al traer su juicio sobre la tierra; es
decir, no destruirá a toda la humanidad con un diluvio y preservará
algunas naciones de la tierra para Su gloria (21:24, 26). Este arco iris
indica que Dios es fiel en Su administración sobre la humanidad. En este
capítulo, Dios se prepara para juzgar a la humanidad, pero al juzgarla, El
recordará el pacto que hizo con Noé. El es un Dios que juzga y también un
Dios que guarda Su pacto.
Este arco iris es “semejante en aspecto a la esmeralda”. La esmeralda es
una piedra preciosa cuyo color verde representa los seres vivos de la tierra.
Esto indica que cuando Dios ejecute Su juicio sobre la tierra, recordará Su
pacto y preservará a algunos de los seres vivos de la tierra, como lo indica
Génesis 9:11. La esmeralda, siendo una piedra preciosa, es sólida. El
hecho de que Dios se acuerde de cumplir Su pacto, muestra la solidez del
mismo. Alrededor del trono está este sólido recordatorio.
B. Del trono salen relámpagos,
voces y truenos
En el versículo 5 se nos dice: “Y del trono salían relámpagos y voces y
truenos”. Todo esto representa la ira que Dios ejerce al juzgar. En las
epístolas vemos que del trono de gracia brotan gracia y misericordia para
los que se acercan a Dios por la sangre redentora de Cristo. Pero aquí
salen relámpagos, voces y truenos del trono de juicio como advertencia
para el mundo pecador. En el libro de Apocalipsis, después de que todos
los juicios de Dios hayan sido ejecutados, el trono de Dios será el trono
del suministro de la vida eterna, del cual brotará el río de agua viva, en el
cual crece el árbol de la vida. Todos los creyentes que hoy participan de la
misericordia y la gracia de Dios al acercarse al trono de la gracia,
disfrutarán el río de vida y el árbol de vida que salen del trono de Dios,
que serán su suministro de vida por la eternidad, mientras que los
incrédulos, quienes serán juzgados ante el trono de juicio, no tendrán parte
alguna en el eterno disfrute que brota del trono eterno de Dios.
C. Siete lámparas de fuego
que arden delante del trono
El versículo 5 también nos dice que “delante del trono ardían siete
lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de Dios”. Esto indica
que Dios tocará la tierra con las siete lámparas, Sus siete Espíritus, los
cuales consumen, iluminan, observan, escudriñan, buscan y juzgan. Estas
siete lámparas están relacionadas con las siete lámparas del candelero que
se menciona en Exodo 25:37 y con las siete lámparas del candelero que
aparece en Zacarías 4:2. Las siete lámparas de fuego, las cuales son los
siete Espíritus de Dios, representan la iluminación y el escrutinio que
efectúa el Espíritu de Dios siete veces intensificado. En Exodo 25 y en
Zacarías 4 las siete lámparas, que simbolizan la iluminación que el
Espíritu de Dios efectúa en el mover de Dios, sirven para producir el
edificio de Dios, ya sea para la edificación del tabernáculo o para la
reedificación del templo. Aquí las siete lámparas son usadas para el juicio
de Dios, que también dará por resultado el edificio de Dios: la Nueva
Jerusalén. Mientras que Dios ejecuta Su juicio, Su Espíritu siete veces
intensificado edificará la morada eterna de Dios, escudriñando,
alumbrando, juzgando e impartiéndose. Esto se desarrolla detalladamente
en los siguientes capítulos. El resultado o la consumación es la ciudad
santa, la Nueva Jerusalén.
D. Un mar de vidrio delante del trono
El versículo 6 dice: “Y delante del trono había como un mar de vidrio
semejante al cristal”. El mar de vidrio es el lugar donde se recoge y se
almacena todo lo que Dios ha juzgado. El mar no es de agua sino de fuego
(15:2). Desde el diluvio, Dios, conforme a Su promesa de no juzgar
nuevamente con agua a la tierra y a todos los seres vivos (Gn. 9:15),
siempre ejecuta Su juicio sobre el hombre con fuego (Gn. 19:24; Lv. 10:2;
Nm. 11:1; 16:35; Dn. 7:11; Ap. 14:10; 18:8; 19:20; 20:9-10; 21:8). El
trono del juicio de Dios es como llama de fuego del cual procede un río de
fuego (Dn. 7:9-10). La llama del juicio de Dios arroja todas las cosas
negativas del universo entero en este mar de vidrio, el cual finalmente será
el lago de fuego (20:14). El mar de vidrio, por ser la totalidad del juicio
ardiente de Dios, es como cristal, lo cual significa que todas las cosas
negativas bajo el juicio de Dios quedan claras. Todo lo que sea juzgado y
echado en el mar de vidrio queda completamente expuesto; nada queda
oculto. Aquí tenemos el arco iris alrededor del trono de Dios, lo cual
significa que Dios guardará la promesa que hizo en Génesis 9:8-17.
También tenemos el mar de fuego semejante al cristal, el cual es una señal
de que Dios juzgará todas las cosas negativas con fuego.
II. DIOS ESTA SENTADO EN EL TRONO
A. Semejante a piedra de jaspe y cornalina
Cuando Juan vio el trono en el cielo, describió al que estaba sentado allí:
“Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de
cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a
la esmeralda”. El Dios que está en el trono es semejante a piedra de jaspe.
De acuerdo con 21:11, el jaspe es una “piedra preciosísima ... diáfana
como el cristal”. Su color debe de ser un verde oscuro, el cual simboliza la
vida en sus riquezas. El jaspe aquí, según lo indica 21:11, representa la
gloria que Dios trasmite en Su vida rica (Jn. 17:22, 2). La apariencia de
Dios es como jaspe, como también lo será la apariencia de la ciudad santa,
la Nueva Jerusalén (21:11). El muro de la ciudad y su primer cimiento
están construidos con jaspe (21:18-19). En la Biblia el color verde
representa la vida. Así que el color del jaspe indica que el Dios que está
sentado en el trono es el Dios de vida. El color de Dios primeramente es
verde, lo cual da testimonio de que El es la fuente de la vida.
El Dios que se sienta en el trono, también tiene aspecto como de piedra de
cornalina. La cornalina es una piedra preciosísima, y su color rojo
simboliza la redención. Hoy Dios no es solamente el Dios de vida, sino
también el Dios de redención. El jaspe representa a Dios como el Dios de
gloria en Su vida rica, y la cornalina representa a Dios como el Dios de la
redención. El vino a redimirnos con la sangre de Cristo, debido a que
nosotros Sus criaturas habíamos caído. De modo que Dios tiene dos
colores, el color de la vida y el color de la redención. El es el Dios dador
de vida y también el Dios redentor. En el pectoral del sumo sacerdote en el
Antiguo Testamento, la primera piedra era una cornalina y la última era un
jaspe (Ex. 28:17, 20). Esto significa que el pueblo que Dios redimió tiene
su comienzo en la redención y su consumación en la gloria de la vida de
Dios.

B. Tiene un libro en Su diestra


De acuerdo con 5:1, en la mano del que está sentado en el trono había un
libro. El Dios vivificante y redentor tiene un misterio en Su mano. Este
misterio se relaciona con el destino del universo y está sellado con siete
sellos. El misterio, el secreto del universo, está en la mano del Dios de
vida y redención.
III. VEINTICUATRO ANCIANOS SENTADOS
EN VEINTICUATRO TRONOS
ALREDEDOR DEL TRONO
El versículo 4 dice: “Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y
sentados en los tronos, veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas,
con coronas de oro en sus cabezas”. Estos ancianos no son los ancianos de
la iglesia, sino los ancianos de los ángeles, porque en este pasaje, antes de
la segunda venida del Señor, ellos ya se encuentran sentados en tronos
(cfr. Mt. 19:28; Ap. 20:4). En la creación, los ángeles son los más
antiguos. En la Biblia hay diferentes clases de ancianos: los ancianos de
los israelitas, los ancianos de las iglesias y, como en este caso, los
ancianos de los ángeles. Los ancianos de los ángeles son los ancianos de
toda la creación. El hecho de que estén sentados en tronos y lleven coronas
de oro sobre sus cabezas, indica que deben de ser los que gobiernan el
universo hasta que venga el reino milenario, cuando la autoridad para
gobernar la tierra será dada a los santos vencedores (He. 2:5-9; Ap. 2:26-
27; 20:4). Las vestiduras blancas indican que estos ancianos angélicos no
tienen pecado y que, a diferencia de los santos redimidos, no tienen
necesidad de ser lavados por la sangre del Cordero (7:14).
Estos veinticuatro ancianos están vestidos con vestiduras blancas y tienen
coronas en sus cabezas. El hecho de que estén vestidos con vestiduras
blancas y tengan arpas y copas de oro llenas de incienso (5:8), indica que
ahora ellos también son sacerdotes ante Dios; sin embargo, en el reino
milenario los vencedores gobernantes serán los sacerdotes de Dios y de
Cristo (20:6). Estos veinticuatro ángeles deben de ser los sacerdotes
universales. Las coronas de oro que llevan puestas denotan su reinado. Por
consiguiente, ellos son sacerdotes que sirven a Dios y reyes que reinan
sobre la creación. Antes de la creación del hombre, Dios había puesto a los
ángeles como Sus sacerdotes y regidores. De acuerdo con Ezequiel 28,
antes de que Satanás cayera, era sacerdote de Dios y rey. Inclusive,
cuando el diablo, Satanás, tentó al Señor Jesús, “le mostró en un momento
todos los reinos de la tierra”, y le dijo: “A Ti te daré toda esta potestad, y
la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la
doy” (Lc. 4:5-6). El mundo le había sido dado a él antes de la era de Adán.
Así que hubo una era durante la cual Dios dio autoridad a Satanás y lo
puso por rey sobre el universo. De la misma manera, estos veinticuatro
ancianos eran sacerdotes de Dios y reyes.
El número de ancianos angélicos, veinticuatro, se forma al multiplicar
doce por dos. Doce representa el completamiento de la administración de
Dios (Mt. 19:28). David dividió a los sacerdotes y a los levitas en
veinticuatro grupos (1 Cr. 24—25) para llevar a cabo el servicio de la
administración de Dios. El número veinticuatro indica que, antes que los
veinticuatro ancianos angélicos sean reemplazados por la iglesia, son ellos
quienes llevan a efecto la administración de Dios. Doce multiplicado por
dos significa un fortalecimiento doble, lo cual indica que la administración
divina realizada por los veinticuatro ancianos angélicos es firme.
IV. CUATRO SERES VIVIENTES
EN MEDIO DEL TRONO Y ALREDEDOR DEL MISMO
En la Biblia, el número de los seres vivientes, cuatro, siempre representa
los cuatro confines del universo o de la tierra. En Génesis 2:10 el río se
repartía en cuatro brazos para regar toda la tierra. En Jeremías 49:36 se
mencionan los cuatro puntos del cielo, y en Isaías 11:12, Apocalipsis 7:1 y
20:8 se alude a los cuatro ángulos de la tierra. Por lo tanto, el número de
los cuatro seres vivientes revela que ellos representan todas las criaturas
de la tierra y del cielo, con excepción de los ángeles, los cuales están
representados por los veinticuatro ancianos.
A. Llenos de ojos, alrededor y por dentro
El versículo 6 dice que había “en medio del trono, y alrededor del trono,
cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás”. De acuerdo con el
versículo 8 ellos también “alrededor y por dentro estaban llenos de ojos”.
La característica más sobresaliente de los cuatro seres vivientes son sus
ojos. Están llenos de ojos delante y detrás, y también alrededor y por
dentro y pueden mirar en cualquiera dirección sin tener que volverse. Los
ojos les permiten a los seres vivos recibir luz y visión. Queda implícito
que los cuatro seres vivientes no son opacos sino transparentes por todos
lados y en todo aspecto como el cristal, puesto que están llenos de ojos.
Los cristianos también deberíamos estar llenos de ojos. Cuando estamos
llenos de ojos, somos transparentes. Si una persona no tiene ojos, es
completamente opaca. Nuestros ojos nos hacen transparentes. Si
tuviéramos centenares de ojos por todo nuestro cuerpo, por dentro y por
fuera, todo nuestro ser sería transparente. En la presencia de Dios,
nosotros los redimidos debemos ser así.

B. Cada uno tiene seis alas


El versículo 8 dice: “Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis
alas”. En apariencia, los cuatro seres vivientes se asemejan a los
querubines mencionados en Ezequiel 1:5-10 y 10:14-15. Por tener
seis alas, se parecen a los serafines mencionados en Isaías 6:2. De
acuerdo con sus seis alas ellos son semejantes a los serafines de
Isaías 6:2 (Los querubines mencionados en Exodo 25:20 y en 1
Reyes 6:27 tienen dos alas, y los querubines de Ezequiel 1:6 tienen
cuatro.) Tal vez sean una combinación de querubín y serafín. Los
serafines están relacionados con la santidad de Dios (Is. 6:3), que es
la naturaleza de Dios, y los querubines están relacionados con la
gloria de Dios (Ez. 10:18-19; He. 9:5), que es la expresión de Dios.
Por lo tanto, estos seres vivientes representan la naturaleza y la
expresión de Dios.
C. Semejantes a un león, un becerro,
un hombre y un águila volando
El versículo 7 dice: “El primer ser viviente era semejante a un león;
el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como
de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando”. Los
veinticuatro ancianos que están alrededor del trono de Dios
representan a todos los ángeles, mientras que los cuatro seres
vivientes representan a todos los demás seres vivos. El primero de
los seres vivientes, el cual es semejante a un león, representa las
fieras; el segundo, semejante a un becerro, representa el ganado; el
tercero, semejante a un hombre, representa a la humanidad; y el
cuarto, el cual es semejante a un águila, representa las aves. De las
seis categorías de seres vivos creados por Dios (Gn. 1:20-28), dos no
están representadas aquí: los seres que se arrastran sobre la tierra y
los seres que viven en el agua. La cabeza de los seres que se
arrastran es la serpiente, que representa a Satanás, el enemigo de
Dios, quien será arrojado al lago de fuego y no tendrá lugar en el
cielo nuevo y la tierra nueva. Los seres que viven en el agua están en
las aguas del juicio de Dios, las cuales no existirán en el cielo nuevo
y la tierra nueva (21:1). Así que, en la eternidad estas dos categorías
no estarán representadas ante Dios.
De los cuatro seres vivientes, el becerro es un animal limpio,
mientras que el león y el águila son inmundos (Lv. 11:3-8, 13-19).
Después de ser redimidos todos ellos, llegaron a ser limpios (Hch.
10:11-16). Entre ellos, el becerro y el hombre son mansos y dóciles,
pero el león y el águila son salvajes y feroces. Mediante la
redención, todos ellos pueden morar juntos (Is. 11:6-9). La
redención que Cristo efectuó no sólo se aplica al hombre, sino
también a “todas las cosas” (Col. 1:20), porque El murió por “todas
las cosas” (He. 2:9).
V. LA ADORACION DE DIOS
En Apocalipsis 4:8-11 vemos la adoración de Dios. Aquí todavía no
tenemos la adoración del Cordero, puesto que éste no se menciona
sino hasta el capítulo siguiente. Este capítulo solamente presenta la
escena a la cual Cristo ascendió. La adoración de Dios aquí es
ofrecida por los cuatro seres vivientes, quienes representan a todos
los seres vivos (vs. 8-9), y por los veinticuatro ancianos que
representan a los ángeles (vs. 10-11). En esta escena todos los seres
creados adoran a Dios. En el versículo 8 los seres vivientes dicen:
“Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el
que es, y el que ha de venir”. El hecho de que se diga santo tres
veces, tal como en Isaías 6:3, implica que Dios es triuno. También el
uso de tres tiempos verbales al hablar de la existencia de Dios
también implica que Dios es triuno. Las alabanzas de los cuatro
seres vivientes (v. 9) y las de los veinticuatro ancianos (v. 11) se
componen de tres elementos, lo cual implica que tanto los seres
vivientes como los ancianos alaban al Dios Triuno. Los primeros
dos elementos, la gloria y la honra, se repiten en ambos casos, pero
el último elemento es diferente. En las alabanzas de los cuatro seres
vivientes, la última es la acción de gracias porque ellos fueron
redimidos y están agradecidos por la redención realizada por la
gracia de Dios; en cambio, en las alabanzas de los veinticuatro
ancianos la última es el poder porque, como gobernantes del
universo y no como criaturas que hayan sido redimidas, aprecian el
poder de Dios, con el cual gobiernan.
En el versículo 11 los veinticuatro ancianos dicen: “Digno eres Tú,
Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder;
porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y
fueron creadas”. Dios es un Dios determinado, y Su voluntad
concuerda con Su deseo. El creó todas las cosas según Su voluntad
para así cumplir y llevar a cabo Su propósito. Este libro, el cual da a
conocer la administración universal de Dios, nos muestra Su
propósito. Por tanto, en la alabanza que los veinticuatro ancianos
rinden a Dios por Su obra creadora, vemos que la creación está
relacionada con la voluntad de Dios.
Los veinticuatro ancianos angélicos, por ser quienes llevan a cabo la
administración de Dios en el universo, expresan en sus alabanzas la
voluntad de Dios manifestada en la creación. El hombre puede
apreciar fácilmente la creación, pero le es difícil conocer la voluntad
de Dios, el propósito por el cual lo creó todo. Las alabanzas de los
ancianos angélicos son una introducción al contenido de este libro,
el cual revela la voluntad de Dios y Su propósito al crear cuanto
existe: tener una morada eterna para Su satisfacción y expresión.
Esta es la santa ciudad, la Nueva Jerusalén. En la Nueva Jerusalén,
la voluntad de Dios al crear todo lo que existe será completamente
revelada y cumplida. Dios quedará completamente satisfecho y se
expresará enteramente en la Nueva Jerusalén y por medio de ella.
Esta es la intención que Dios tenía al crear el universo, y ésta es la
meta del libro de Apocalipsis. La alabanza de los ancianos angélicos
nos indica esto, y Apocalipsis se desarrolla en esta dirección. Por
último nos conduce a la máxima consumación de la voluntad de
Dios, por la cual creó todas las cosas.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE DIECIOCHO
EL LEON-CORDERO ES DIGNO
En el capítulo cuatro vemos lo que ocurre en el cielo después de la
ascensión de Cristo. El trono de Dios es el centro de la escena del capítulo
cuatro. Dios está sentado en el trono, preparado para ejercer Su
administración universal a fin de cumplir Su propósito eterno. En el
capítulo cinco vemos la misma escena, es decir, lo que ocurre después de
la ascensión de Cristo. Como veremos en este mensaje, el centro de esta
escena es el León-Cordero, quien es digno.
I. LA ADMINISTRACION DE DIOS ESTA SELLADA
En Apocalipsis 5:1 dice: “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado
en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos”.
La administración de Dios es un secreto, un misterio. A lo largo de los
siglos, muchos hombres sabios han procurado con ahínco descubrir cuál es
la clave del universo. Debido a que no tenían la revelación no lo lograron.
En el Apocalipsis, el último libro de la Biblia, se nos revela la economía
de Dios.
En 5:1 vemos que el que está sentado en el trono tiene un libro en Su
mano, el cual está sellado con siete sellos. Estos siete sellos constituyen el
contenido de dicho libro y también del libro de Apocalipsis, puesto que
éste es la apertura, la revelación, de los siete sellos. El libro debe de ser el
nuevo pacto, el gran título de propiedad puesto en vigencia por la sangre
del Cordero. El Nuevo Testamento es un libro donde vemos la redención
de la iglesia, de Israel, del mundo y del universo. El libro de Apocalipsis
es una crónica de la intención que Dios tiene para con la iglesia, para con
Israel, para con el mundo y para con el universo. Cuando Cristo murió en
la cruz, El gustó la muerte no sólo por el hombre, sino también por todas
las cosas (He. 2:9). Aquí vemos cuán escondida está la administración de
Dios en el universo. Aunque el Nuevo Testamento fue puesto en vigencia
con la muerte de Cristo, ha sido un misterio para la humanidad. El secreto
del universo y también el contenido del libro de Apocalipsis es el nuevo
pacto. Cuando leemos el Apocalipsis, debemos darnos cuenta de que en
visión tras visión entendemos lo que está incluido en este nuevo pacto, es
decir, el contenido de este libro secreto y sellado.
Ahora, después de la ascensión de Cristo, no deben quedar secretos, pues
ya han sido revelados por la muerte, la resurrección y la ascensión de
Cristo. Antes de Su muerte había un misterio que ningún hombre conocía.
Pero por Su muerte, resurrección y ascensión, El cumplió todo lo que Dios
exigía. De modo que, como veremos, El reveló el misterio y se lo
manifestó a Juan y le mandó que lo escribiera. Por consiguiente, el libro
que está en la mano de Dios es el secreto abierto. Ya no es un secreto, sino
un misterio revelado. Ahora, cuando leemos el libro de Apocalipsis,
leemos el contenido del libro cuyos sellos abrió el Cristo ascendido. Esto
es un asunto importante, y pocos cristianos están conscientes de ello. Los
cristianos en su gran mayoría tienen el libro de Apocalipsis, pero pocos
tienen el libro cuyos sellos han sido abiertos, porque ellos no saben que el
Apocalipsis es el libro de los sellos desatados.
II. NADIE FUE HALLADO DIGNO
En Apocalipsis 5:2-4 vemos que nadie en el cielo, ni en la tierra, ni debajo
de la tierra fue digno de abrir el libro ni de mirar su contenido. Cuando
Juan vio el libro, éste todavía estaba sellado. Si nosotros hubiéramos
estado allí, también habríamos tenido el deseo de ver su contenido. Pero
Juan lloraba mucho, “porque no se había hallado a ninguno digno de abrir
el libro, ni de mirarlo”. Si en verdad no se hubiese hallado a nadie digno
de abrir el libro en todo el universo, ciertamente nosotros también
lloraríamos, porque el universo entero sería vanidad, sin nadie calificado
para revelar su secreto. Si Cristo no existiera, el universo entero tendría
que llorar. Pero Cristo existe; no tenemos que llorar.
III. EL LEON-CORDERO ES DIGNO
A. El León de la tribu de Judá
Mientras Juan lloraba, uno de los ancianos le dijo: “No llores. He aquí que
el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro
y sus siete sellos”. Este pasaje se refiere a Génesis 49:8-9, donde el león
simboliza a Cristo, presentándolo como un poderoso guerrero que se
opone al enemigo. Ya indicamos que casi todo el contenido del libro de
Apocalipsis es el cumplimiento de lo que se menciona en el Antiguo
Testamento. Cristo es el León guerrero, victorioso y vencedor. El ganó la
batalla. Por consiguiente, Su victoria lo califica para abrir el libro y sus
siete sellos.
El ángel le había presentado a Juan el León de la tribu de Judá; sin
embargo, en el versículo 6 dice: “Y vi en medio del trono y de los cuatro
seres vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero en pie, como
recién inmolado”. El ángel presentó a Cristo como el León, pero Juan lo
vio como el Cordero. Como León, Cristo pelea contra el enemigo; como
Cordero, El nos redime. El peleó para redimirnos; El ganó la batalla sobre
el enemigo, y efectuó la redención. Para el enemigo El es un León, mas
para nosotros El es un Cordero. Aunque los ángeles no necesitan
redención, sí necesitan que alguien derrote al enemigo de Dios, debido a
que uno de ellos se convirtió en enemigo de Dios. De manera que los
ángeles saben que es menester que alguien derrote a este rebelde. Para los
ángeles, Cristo fue el León que derrotó al enemigo rebelde, pero para
nosotros, incluyendo al apóstol Juan, Cristo es el Cordero que nos redimió.
Nosotros necesitamos la redención de Cristo. Como dijimos antes, en el
universo hay dos problemas principales: Satanás y el pecado. Como León,
Cristo derrotó y destruyó a Satanás, y como Cordero, quitó nuestro
pecado. El ganó la victoria y realizó la redención. Ahora El es el León-
Cordero.
El versículo 6 nos revela que el Cordero está de pie en medio del trono. En
lo relativo a la redención, Cristo se sentó a la diestra de Dios en el cielo
después de haber ascendido (He. 1:3; 10:12), mientras que en lo tocante a
la administración de Dios, El continúa de pie en Su ascensión.
B. La raíz de David
En el versículo 5 Cristo es llamado “la Raíz de David”. Este título (El es
también la raíz de Isaí, el padre de David, Is. 11:1) significa que Cristo es
el origen de David. Por consiguiente, David, Su antecesor, le llamó
“Señor” (Mt. 22:42-45). El es la raíz de David. En nuestro concepto,
Cristo proviene del linaje de David y, por ende, es descendiente de éste.
Pero aquí dice que Cristo es la raíz de David, lo cual significa que David
proviene de Cristo. La Biblia también dice que Cristo es el Renuevo de
David (Jer. 23:5). Por consiguiente, El es tanto la raíz como el renuevo. En
Isaías 11:1, 10 vemos que Cristo también es la raíz y el renuevo de Isaí.
Ya vimos que Cristo es un descendiente y también la raíz de David. A los
ojos de Dios, David fue la única persona que peleó la batalla y obtuvo
autoridad, o sea que peleó la batalla por Dios y obtuvo Su completa
autoridad. Cristo, el LeónCordero, es la raíz de esta persona, lo cual indica
que El es mayor que David. Es por esto que tiene la llave de David (3:7).
Todo lo que David era, lo que obtuvo y lo que hizo, provenía de esta raíz.
Así que, Cristo, por ser la raíz de David, es más poderoso y tiene una
mayor victoria que David, y más de la autoridad divina.
C. El Cordero inmolado
En el versículo 6 Juan dice que él vio “un Cordero en pie, como recién
inmolado”. Según el griego, la expresión “como recién inmolado” indica
que el Cordero recién había sido inmolado y también que la escena de los
cielos narrada en este capítulo ocurrió inmediatamente después de Su
ascensión a los cielos.
D. Ha vencido
Como León de la tribu de Judá, Cristo venció a Satanás, el enemigo de
Dios. Al hacer esto, resolvió tal problema y eliminó los obstáculos que
impedían el cumplimiento del propósito de Dios. Por lo tanto, El es digno
de abrir el libro de la economía de Dios.
E. Digno de abrir el libro
y sus siete sellos
Es menester que alguien que pueda resolver todos los problemas de Dios
lleve a cabo Su propósito. Los problemas que Dios tenía eran la rebelión
de Satanás y la caída del hombre. Como León, Cristo derrotó al rebelde
Satanás, el enemigo de Dios, y como Cordero, quitó el pecado del hombre
caído. Ya que El resolvió esos dos problemas, es digno de abrir el libro de
la economía de Dios.
F. Tiene siete cuernos
En el versículo 6 Juan dice que el Cordero tiene siete cuernos. Los cuernos
representan fuerza para pelear (Dt. 33:17). Cristo es el Cordero redentor;
sin embargo, tiene cuernos para pelear. El es el Redentor guerrero. Su
capacidad para pelear es completa en el mover de Dios, como lo
representa el número siete.
G. Tiene siete ojos
El versículo 6 también dice que el Cordero tiene “siete ojos, los cuales son
los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra”. Los ojos del
Cordero observan y escudriñan. Cristo como Cordero redentor tiene siete
ojos que observan y escudriñan para ejecutar el juicio de Dios sobre el
universo a fin de cumplir Su propósito eterno, el cual tendrá su
consumación en la edificación de la Nueva Jerusalén. Por lo tanto,
Zacarías 3:9 dice en profecía que Cristo es una piedra, la piedra cimera
(Zac. 4:7) con siete ojos para el edificio de Dios. Estos siete Espíritus son
los siete Espíritus de Dios enviados a recorrer toda la tierra (Zac. 4:10).
El Evangelio de Juan dice que Cristo es el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo (Jn. 1:29). Pero en Apocalipsis 5 Juan ve que el
Cordero tiene siete ojos. Aunque Juan vio al Cordero que había sido
inmolado, no vio la sangre derramada. El vio siete ojos, que son los siete
Espíritus de Dios. Sin duda alguna, la función de estos siete ojos no es
redimir. En el Evangelio de Juan el Cordero derramó Su sangre, y de Su
costado brotó agua. Pero en Apocalipsis, el Cordero tiene siete ojos
flameantes que resplandecen y llegan a las personas para tocarlas.
Literalmente, esto implica juicio, pero en realidad produce edificación.
Ustedes podrían preguntarse en qué me baso para afirmar que los siete
ojos escudriñadores y resplandecientes producen el edificio de Dios. La
Biblia nos dice claramente que estos siete ojos son las siete lámparas (Zac.
3:9; 4:2, 10). Las siete lámparas se mencionan por primera vez en Exodo
25. Allí, las lámparas ni escudriñan ni juzgan, sino que son útiles en la
construcción del edificio de Dios. Las siete lámparas mencionadas en esa
ocasión se emplean en la edificación del tabernáculo, la morada terrenal de
Dios con el hombre. Aparentemente, los siete ojos flameantes del Cordero
escudriñan y juzgan. Sin embargo, este escrutinio y este juicio son un
procedimiento necesario para llegar a la meta, la edificación. Al final el
libro de Apocalipsis no trata solamente del juicio, sino de la edificación.
La mayoría de los estudios sobre el Apocalipsis dicen que es un libro de
juicio. Pero dicho juicio es un procedimiento, el cual tendrá su
consumación en la Nueva Jerusalén. ¿Qué surge después de la ejecución
del juicio? La Nueva Jerusalén. Ella es el resultado del juicio de Dios
realizado por los siete ojos.
Como indicamos anteriormente, los ojos de una persona no se pueden
separar de ella, debido a que la expresión de la persona está en los ojos.
Nuestro ser interior se expresa principalmente por los ojos. De igual
manera, los siete Espíritus son los siete ojos de Cristo por los cuales El se
expresa. Si alguien dice que el Espíritu está separado de Cristo, entonces
carece de conocimiento y es corto de vista. ¿Cómo puede decir alguien
que sus ojos están separados de él? ¡Esto es absurdo! ¿No son los siete
Espíritus el Espíritu Santo, y no son los siete Espíritus los ojos de Cristo?
Entonces, ¿cómo podría decirse que el Espíritu Santo, el cual es los siete
Espíritus, está separado de Cristo? El Hijo es la corporificación del Padre,
y el Espíritu es la expresión del Hijo. Los siete ojos de Cristo, los siete
Espíritus de Dios, son la expresión de Cristo y traen el juicio cuando Dios
actúa y edifica. En la actualidad, los ojos flameantes de Cristo nos
iluminan, nos escudriñan, nos refinan y nos juzgan, no para condenarnos,
sino para purgarnos, transformarnos, y conformarnos a Su imagen a fin de
construir el edificio de Dios. El juicio de Dios es motivado por el amor. El
viene a escudriñar, alumbrar, juzgar, refinar y purificar la iglesia, con el
fin de transformarla en piedras preciosas, debido a que la ama. Finalmente
este libro tiene su consumación en la Nueva Jerusalén, la cual es
construida con materiales preciosos. ¿De dónde proceden estos materiales
preciosos? De los siete ojos de Cristo, del Espíritu que transforma y
vivifica.
En el libro de Apocalipsis, el Espíritu no es llamado el Espíritu vivificante
ni el Espíritu transformador, sino los siete Espíritus que son las siete
lámparas que arden, escudriñan y juzgan. Para la iglesia degradada, el
Espíritu vivificante debe ser el Espíritu cuyo fuego es intensificado siete
veces. Hoy, el Espíritu vivificante debe ser el Espíritu flameante, y el
Espíritu transformador debe ser el Espíritu que escudriña y juzga. Ninguno
puede ser transformado en una piedra preciosa sin ser escudriñado por El.
El Señor nos escudriña a todos. No estamos interesados en fomentar
doctrinas o enseñanzas; nuestro interés es permanecer bajo el resplandor
de la Palabra pura y bajo el escrutinio de los siete Espíritus. Todos
necesitamos ser escudriñados, purificados y refinados. Si lo somos, jamás
volveremos a ser los mismos.
En Exodo 25 las siete lámparas son empleadas en la edificación de la casa
de Dios en la tierra, y en Zacarías 3, los siete ojos son los siete ojos de la
piedra. En Apocalipsis tenemos al León-Cordero, y en Zacarías tenemos la
piedra. Debido a que en Apocalipsis los siete ojos están en el Cordero y en
Zacarías están en la piedra, podemos decir que el Cordero es el Cordero-
piedra. El Cordero-piedra edifica la morada de Dios. Cristo, el Cordero de
Dios, es la piedra de edificación que tiene los siete ojos, lo cual demuestra
que los siete ojos de Cristo producen el edificio de Dios. En el recobro del
Señor todos estamos bajo el escrutinio, el juicio y la purificación del
Espíritu de Cristo. Y hoy el Espíritu de Cristo es el Espíritu cuyo fuego es
siete veces más intenso. El es el Espíritu transformador y vivificante; sin
embargo, para la iglesia degradada El es el Espíritu que arde siete veces
más. No sólo proclamamos al Cordero que se menciona en Juan 1, sino
que también ministramos el Cordero de Apocalipsis 5. Ministramos este
Cordero como la piedra de edificación que tiene los siete Espíritus.
Nuestro Salvador tiene los siete Espíritus para extenderse, expresarse e
infundirse en todos Sus miembros, a fin de transformarlos en materiales
preciosos para el edificio de Dios.
IV. LA ALABANZA Y LA ADORACION
QUE LOS CUATRO SERES VIVIENTES
Y LOS VEINTICUATRO ANCIANOS
TRIBUTAN AL CORDERO
A. Tienen arpas
y copas de oro llenas de incienso
En los versículos del 8 al 10 vemos la adoración y la alabanza que los
cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos tributan al Cordero. Los
cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos tienen arpas y copas de
oro llenas de incienso. En el versículo 8, la expresión “las cuales” se
refiere a las copas, y no al incienso. Las copas son “las oraciones de los
santos”, las cuales los ancianos angélicos traen a Dios (cfr. 8:3-4),
mientras que el incienso es Cristo añadido a las oraciones de los santos.
Puesto que estos adoradores tienen las copas, queda implícito que ellos,
como sacerdotes, ministran a Dios, ofreciéndole las oraciones de los
santos. Esto revela que los veinticuatro ancianos son los sacerdotes ahora,
antes de que los cristianos sean sacerdotes en el reino milenario. Al final
nosotros los remplazaremos a ellos. Esto se demuestra en 4:10, donde se
nos dice que los veinticuatro ancianos “echarán sus coronas delante del
trono”, lo cual indica que renuncian a su posición. Cuando los redimidos
hayan sido perfeccionados y glorificados y sean los reyes y sacerdotes
permanentes, los sacerdotes temporales, que son los ancianos entre los
ángeles, renunciarán. En el milenio, los santos vencedores serán los reyes
y sacerdotes apropiados y perfeccionados que servirán a Dios. Cuando
esto ocurra, los sacerdotes y regidores temporales renunciarán. No
obstante, en el capítulo cinco de Apocalipsis continúan en su oficio
sacerdotal ofreciendo a Dios las oraciones de los santos con Cristo como
el incienso.
B. Entonan un cántico nuevo
en alabanza al Cordero
En los versículos del 9 al 10 vemos a los ancianos cantar un nuevo cántico
de alabanza al Cordero. El versículo 9 dice: “Y cantan un nuevo cántico,
diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque Tú
fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios hombres de toda
tribu y lengua y pueblo y nación”. Este cántico es nuevo porque el
Cordero al cual se ofrece acaba de ser inmolado. Esta nueva canción alaba
al Cordero por ser digno. Como vimos anteriormente, en todo el universo
nadie es digno de abrir el misterio de la economía de Dios, excepto Cristo,
el León vencedor y el Cordero redentor. Como León vencedor, derrotó a
Satanás, enemigo de Dios, y como Cordero redentor, quitó nuestro pecado.
El es el único que está calificado para revelar el misterio de la economía
de Dios y llevarla a cabo.
Los veinticuatro ancianos cantan, refiriéndose a los que fueron comprados
para Dios con la sangre del Cordero: “Y de ellos has hecho para nuestro
Dios un reino y sacerdotes, y reinarán sobre la tierra”. La palabra “ellos”
en este versículo, demuestra que los ancianos que alaban, no son ancianos
de la iglesia, sino de los ángeles. El reino denota regir y ejercer la
autoridad de Dios, y los sacerdotes denotan el oficio sacerdotal que
cumple el ministerio divino.
V. LA ALABANZA UNIVERSAL
OFRECIDA A DIOS Y AL CORDERO
En los versículos del 11 al 14 vemos la alabanza universal que los ángeles
ofrecen a Dios y al Cordero bajo el liderazgo de los veinticuatro ancianos
(vs. 11-12) y la alabanza que todas las criaturas rinden bajo el liderazgo de
los cuatro seres vivientes (vs. 13-14). Los muchos ángeles, representados
por los veinticuatro ancianos, tributan al Cordero la alabanza angélica.
Todas las criaturas, representadas por los cuatro seres vivientes, siguen a
éstos en su alabanza universal, la alabanza universal de todos los seres
creados que no son ángeles.
Dios en Su economía y con Su redención obtiene Su morada eterna, la
Nueva Jerusalén. Cristo, el Ungido de Dios, es el León, el Cordero y la
piedra. El destruyó al enemigo, nos redimió y vino a ser la piedra. En
Mateo 21:42 el Señor dijo a los fariseos, los cuales se oponían a El:
“¿Nunca leísteis en las Escrituras: ‘La piedra que rechazaron los
edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y
es cosa maravillosa a nuestros ojos’”? Aquí el Señor indica que en Su
redención El llegaría a ser la piedra de ángulo. Este mismo pensamiento se
halla en Hechos 4:11-12. En Hechos 4:12 dice que “no hay otro nombre
bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. El
versículo previo revela que este nombre es el nombre de Cristo, la piedra
angular, pues dice: “Este Jesús es la piedra menospreciada por vosotros los
edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo”. De modo que el
nombre de la piedra angular es el nombre por el cual somos salvos. ¿Para
qué somos salvos, para ir al cielo? No, somos salvos para ser constituidos
piedras del edificio de Dios. Lo expresado en Apocalipsis es que Cristo es
el León que derrota y destruye al enemigo, el Cordero que nos redime, y la
piedra necesaria para la edificación de la morada eterna de Dios. ¿De qué
manera edifica Cristo la habitación de Dios? Por medio de los siete
Espíritus, los cuales son los siete ojos que queman, iluminan, escudriñan,
juzgan e infunden algo. Mediante los siete Espíritus, El nos transforma en
las piedras preciosas que constituirán la Nueva Jerusalén.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE DIECINUEVE
LA HISTORIA DEL MUNDO
DESDE LA ASCENSION DE CRISTO
HASTA EL FINAL DE ESTA ERA:
DESDE EL PRIMER SELLO HASTA EL CUARTO
En este mensaje llegamos a los primeros cuatro sellos, que son los
cuatro caballos con sus cuatro jinetes (6:1-8).
I. EL CORDERO REVELA EL SECRETO
DE LA ADMINISTRACION DE DIOS
En Apocalipsis 6:1 dice: “Vi cuando el Cordero abrió uno de los siete
sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de
trueno: Ven”. Los siete sellos fueron abiertos por el Cordero
inmediatamente después de que ascendió a los cielos. Mediante Su
encarnación, crucifixión y resurrección, Cristo fue completamente
calificado en Su ascensión para abrir el misterio de la economía de
Dios, la cual está contenida en los siete sellos. Debido a que la
economía de Dios con respecto a los seres vivos está contenida en
los siete sellos, los cuatro seres vivientes tienen interés en anunciar,
respectivamente, la apertura de los primeros cuatro sellos.
II. LA CARRERA DE LOS CUATRO CABALLOS
CONSTITUYE LA HISTORIA DEL MUNDO
Los primeros cuatro sellos comprenden cuatro caballos con sus
jinetes en una carrera. Los cuatro jinetes no son literalmente
personas, sino personificaciones. Es evidente que el jinete del
segundo caballo, el caballo bermejo, es la guerra (v. 4); el jinete del
tercer caballo, el caballo negro, es el hambre (v. 5); y el jinete del
cuarto caballo, el caballo amarillento, es la muerte (v. 8). Según los
hechos históricos, el jinete del primer caballo, el caballo blanco,
debe de ser el evangelio, y no Cristo ni el anticristo, como algunos
interpretan. Inmediatamente después de la ascensión de Cristo,
estas cuatro cosas —el evangelio, la guerra, el hambre y la muerte—
empezaron a correr como jinetes en cuatro caballos, y continuarán
corriendo hasta que Cristo regrese. A partir del siglo primero, el
evangelio se ha propagado a lo largo de estos veinte siglos.
Simultáneamente, la guerra entre los seres humanos ha proseguido.
La guerra siempre ha causado hambre, y el hambre produce
muerte. Todo esto continuará hasta el fin de esta era.
A. El jinete del caballo blanco
El jinete del caballo blanco es la predicación del evangelio. El color
blanco simboliza la limpieza, la pureza, la justicia y la aprobación.
Este caballo representa la predicación del evangelio, la cual es
limpia, pura, justa y aprobada ante Dios y ante el hombre.
Algunos han dicho que el que monta el caballo blanco es Cristo, y
otros, que se refiere al anticristo. Después de mucho estudio, hemos
hallado que ninguno de esos conceptos es correcto. Al interpretar la
Biblia debemos seguir ciertos principios. El principio aquí es que
los jinetes que montan los cuatro caballos no son personas sino
cosas personificadas. El jinete del segundo caballo es la guerra, el
jinete del tercer caballo es el hambre, y el jinete del cuarto es la
muerte. Ninguno de ellos es una persona; todos ellos son
personificaciones. Según esto, el jinete del primer caballo también
debe de ser la personificación de algo. Así que el jinete no es ni
Cristo ni el anticristo. Según el principio establecido, este jinete
también debe de ser una personificación. Después de estudiarlo
detenidamente, hemos hallado que este jinete tiene que ser la
predicación del evangelio.
1. Tiene un arco sin flecha,
lo cual indica que ya se peleó la batalla
El versículo 2 dice: “Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo
montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió
conquistando, y para conquistar”. El arco se usa con la flecha como
un instrumento bélico, pero aquí se menciona un arco sin flecha.
Esto indica que la flecha ya ha sido lanzada para destruir al
enemigo y que la victoria ha sido ganada para establecer el
evangelio de la paz. La lucha ha terminado, y el evangelio de la paz
es proclamado de una manera pacífica. En la cruz fue lanzada la
flecha al corazón del enemigo; allí la batalla se peleó, y se obtuvo la
victoria. Por consiguiente, un arco sin flecha es una declaración de
que la guerra ha terminado y que la victoria ha sido ganada.
2. Recibe una corona,
que representa la gloria del evangelio
El versículo 2 también dice que “le fue dada una corona”. Una
corona es un símbolo de gloria. El evangelio ha sido coronado con
“la gloria de Cristo” (2 Co. 4:4), y se le llama el evangelio de la gloria
de Cristo. El evangelio que predicamos es el evangelio coronado con
la gloria de Cristo. No solamente predicamos el evangelio de gracia,
sino también el evangelio de gloria.
3. Sale conquistando
El versículo 2 también dice que el jinete del caballo blanco “salió
conquistando, y para conquistar”. Durante los siglos, dondequiera
que el evangelio ha sido proclamado, ha conquistado y vencido toda
oposición y todo ataque, y actualmente sigue venciendo. No se nos
dice que los jinetes del segundo, tercero y cuarto caballos hayan
salido para conquistar. Solamente el jinete del primer caballo, la
predicación del evangelio, ha estado conquistando continuamente.
A dondequiera que la predicación del evangelio va, ahí hay victoria.
B. El jinete del caballo bermejo
Los versículos 3 y 4 dicen: “Cuando abrió el segundo sello, oí al
segundo ser viviente, que decía: Ven. Y miré, y he aquí salió otro
caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dada potestad para
quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio
una gran espada”. Aquí el color bermejo simboliza derramamiento
de sangre. Por consiguiente, El caballo bermejo simboliza el furor
de la guerra, la cual sólo consiste en derramar sangre. Las
expresiones “quitar de la tierra la paz”, “que se matasen unos a
otros” y “se le dio una gran espada” claramente indican guerra.
Desde la ascensión de Cristo, la predicación del evangelio ha
precedido a la guerra.
C. El jinete del caballo negro
Los versículos 5 y 6 dicen: “Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer
ser viviente, que decía: Ven. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el
que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí como una voz de
en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Una medida de
trigo por un denario, y tres medidas de cebada por un denario; pero
no dañes el aceite ni el vino”. Aquí el color negro, símbolo de
escasez (Jer. 14:1-4), representa el color del semblante de gente
desnutrida (Lm. 4:8-9; 5:9-10). El caballo negro simboliza la
propagación del hambre, la cual le da a la gente un semblante
sombrío. Una balanza se usa para pesar cosas preciosas. Sin
embargo, aquí es usada para pesar alimentos, como vemos en el
versículo 6, lo cual deja ver que la comida escaseará (Lv. 26:26; Ez.
4:16). El aceite y el vino traen placer al hombre (Sal. 104:15). Ambos
son escasos y llegan a ser de gran precio en tiempos de hambre.
Durante tiempos de hambre, el aceite y el vino no deben ser
dañados sino preservados. El hambre siempre es consecuencia de la
guerra, puesto que la guerra trae escasez de alimentos. Si hubiera
otra guerra en la actualidad, el mundo sufriría escasez de alimentos.
D. El jinete del caballo amarillento
Los versículos 7 y 8 dicen: “Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz
del cuarto ser viviente, que decía: Ven. Miré, y he aquí un caballo
amarillento, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el
Hades le seguía; y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la
tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con
las fieras de la tierra”. El jinete del cuarto caballo es identificado
claramente como la muerte. La palabra traducida amarillento,
podría traducirse verde amarillento, que denota la apariencia de los
que sufren una plaga. El caballo amarillento simboliza el daño
causado por la muerte, la cual produce una apariencia pálida. El
Hades es un lugar que está debajo de la tierra, donde las almas de
los incrédulos muertos son guardadas antes de que sean resucitados
para comparecer en el juicio del gran trono blanco (20:11-15).
Después de ese juicio, los incrédulos serán arrojados al lago de
fuego por la eternidad. El Hades puede compararse con una cárcel
temporal, y el lago de fuego con una prisión permanente. Aquí el
Hades sigue a la muerte para recibir a los que ésta mata. Ser muerto
por las fieras, como se menciona en el versículo 8, es un juicio de
Dios (2 R. 2:24; 17:25; Nm. 21:6; Ex. 23:28; Jos. 24:12).
En estos cuatro sellos vemos la predicación del evangelio, la guerra,
el hambre y la muerte. En estos veinte siglos estas cuatro cosas han
marcado la historia de la humanidad. Todo lo demás que ha
sucedido durante este tiempo puede incluirse en estas cuatro cosas.
La predicación del evangelio comenzó inmediatamente después de
que Cristo ascendió a los cielos. El caballo blanco comenzó a correr
la carrera, y el jinete de este caballo fue el evangelio de la gloria de
Cristo. En el año 70 d. de C. Tito, un príncipe romano, y su ejército
destruyeron Jerusalén. Desde entonces y a través de los siglos ha
habido una guerra tras otra. Como consecuencia de la guerra, ha
habido hambre, y ésta trae enfermedades y muerte. Por
consiguiente, en estos dos mil años de historia, no ha habido otra
cosa aparte de la predicación del evangelio, la guerra, el hambre y la
muerte. Esta es la manera de estudiar la historia del mundo.
El Apocalipsis, escrito a fines del siglo primero, es una profecía de
las cosas venideras. Si el jinete del caballo blanco fuera Cristo o el
anticristo, como afirman algunos, entonces los cuatro sellos se
referirían al futuro. Si tal fuera el caso, no habría una profecía que
abarcase estos últimos veinte siglos. Esto dejaría implícito que la
profecía de este libro no es completa, porque no presentaría nada
de la historia de los últimos dos mil años, esto es, desde el siglo
primero hasta la aparición del anticristo o hasta la venida de Cristo.
En principio, no debería de haber un vacío tan grande en la profecía
de este libro. Por lo tanto, basándonos en este principio, estos
cuatro sellos deben de referirse a la historia del mundo desde la
ascensión de Cristo hasta el final de esta era.
No debemos fijar nuestra atención en simples doctrinas; debemos
ocuparnos de la historia y de la experiencia. La experiencia
constituye la historia. Debemos aplicar la profecía a la historia. Si
hacemos esto, comprenderemos que desde la ascensión de Cristo ha
habido una carrera de cuatro caballos, que son la predicación del
evangelio, la guerra, el hambre y la muerte. Hoy el mundo entero se
está preparando para la guerra. Hasta los diplomáticos de las
Naciones Unidas se están preparando para la guerra. Mientras ellos
pelean unos con otros, nosotros predicamos el evangelio, porque el
caballo que va en primer lugar lleva consigo el evangelio. Por
ejemplo, en estos dos siglos no fue la guerra lo primero que llegó a
China, sino el evangelio. Después de la predicación del evangelio
llegaron la guerra, el hambre y la muerte. Este ha sido el curso de la
historia del mundo en estos veinte siglos.
Cristo desató estos cuatro sellos, y la carrera de los cuatro caballos
fue revelada. No trate de entender la profecía bíblica usando sólo su
intelecto. Debemos tener en cuenta la experiencia. Para entender
las profecías de la Biblia, debemos ocuparnos de la historia porque
las profecías son predicciones de cosas venideras. ¿Qué ha venido
ocurriendo durante los últimos veinte siglos? Cuatro cosas, a saber:
la predicación del evangelio, la guerra, el hambre y la muerte.
Después de encarnarse Cristo, consumó la redención mediante la
crucifixión, entró en resurrección, y luego ascendió a los cielos.
Ninguna historia humana nos presenta una crónica semejante. Pero
esto en realidad ocurrió en la historia del mundo. Al estudiar la
historia, descubrí que la historia universal que me enseñaron
carecía de un relato histórico importante; no narraba la
encarnación, la crucifixión, la resurrección ni la ascensión de Cristo.
Si quitáramos estos cuatro eventos de la historia del mundo, ¿qué
clase de mundo tendríamos? En los anales de la historia escrita por
Dios, estos cuatro eventos son cruciales. Después de la ascensión de
Cristo, cambió el curso entero de la historia del mundo. Cuando
Cristo abrió la economía de Dios, escribió la historia de la
humanidad, que se ha desarrollado durante los últimos veinte
siglos.
En la Palabra pura vemos la verdadera historia de la humanidad.
Este relato de la humanidad que consta en la Palabra lleva a cabo la
economía de Dios. Después de la ascensión de Cristo y antes de Su
regreso vemos una parte de la historia del mundo. Esta historia se
resume en una carrera de cuatro caballos. Como ya vimos, el jinete
del primer caballo es la predicación del evangelio. La economía de
Dios se centra únicamente en la predicación del evangelio, la cual
cumple el eterno propósito de Dios. ¿Dónde se origina la
predicación del evangelio? Viene de la encarnación, la crucifixión, la
resurrección y la ascensión de Cristo. Estas cuatro cosas dieron
origen al evangelio. La historia de estos veinte siglos ha girado en
torno a la predicación del evangelio. Esto procede de la sabiduría de
Dios. La predicación del evangelio toma la delantera en la carrera
de los cuatro caballos. ¿Cuál es el objetivo de nuestra generación?
La predicación del evangelio. La predicación del evangelio tiene
como fin llevar a cabo la economía de Dios. ¿Cómo puede
producirse la iglesia? Solamente por la predicación del evangelio.
¿Cómo puede llegar a ser realidad la Nueva Jerusalén? Solamente
por medio de la predicación del evangelio.
Tres cosas negativas —la guerra, el hambre y la muerte— ayudan al
avance de la predicación del evangelio. Un corredor solo no corre
tan rápido en una carrera como cuando corre con otros. La guerra,
el hambre y la muerte son cosas terribles, pero apresuran la
predicación del evangelio. En China en tiempos pasados, era difícil
abrir la puerta para el evangelio. ¿Sabe usted qué abrió la puerta?
La guerra. Tanto la guerra civil como la guerra internacional,
iniciada cuando los japoneses invadieron a China, abrieron la
puerta. Durante la última guerra entre China y Japón, millares de
chinos fueron salvos. Además de esto, por causa de la guerra civil
que hubo en la década de 1940, muchos chinos salieron de la China
continental y fueron a Taiwán, y millares entre ellos fueron salvos.
Si ellos se hubieran quedado en la China continental, nunca habrían
creído en el Señor Jesucristo. Pero habiendo sido obligados a
emigrar a la isla de Taiwán, en los años de 1949 y 1950, miles de
personas llegaron a la iglesia buscando la salvación. Durante esos
años, predicábamos el evangelio en los parques los domingos por la
tarde. Cada domingo unas tres mil personas oían la predicación del
evangelio. Muchos de ellos fueron salvos, y algunos llegaron a ser
los ancianos y los diáconos en las iglesias de Taiwán, y los
colaboradores en la obra del Señor. La guerra los condujo al
evangelio. Por consiguiente, la guerra fue y continúa siendo una
buena ayuda para la predicación del evangelio.
Dios en Su sabiduría hace de esta era, que va desde la ascensión de
Cristo hasta Su regreso, una era de predicación del evangelio. En la
actualidad, todo en la tierra sirve para la predicación del evangelio.
Las fábricas, las imprentas, los aviones, la radio, la televisión, y
hasta las armas nucleares fomentan la predicación del evangelio.
Esta es la era de la predicación del evangelio. La historia del mundo
desde la ascensión de Cristo es la historia de la predicación del
evangelio. ¿Qué estamos haciendo hoy? Estamos predicando el
evangelio. No predicamos un evangelio parcial, sino un evangelio
completo, integral. ¿Se ha dado cuenta usted de que el evangelio
completo incluye la vida de la iglesia, el reino y la Nueva Jerusalén?
El evangelio completo lo abarca todo, desde Mateo hasta
Apocalipsis. En el presente predicamos el evangelio completo, el
evangelio que incluye la iglesia de hoy, el reino en la era venidera, y
la Nueva Jerusalén en la eternidad. Cualquier cosa que pase hoy,
incluyendo la oposición en contra de nosotros, promueve la
predicación del evangelio. Este es el significado de la visión de los
primeros cuatro sellos. No debemos ser como una rana en el fondo
de un pozo estrecho, que tiene una visión del cielo bastante
limitada. Al contrario, debemos tener una visión amplia para poder
ver el significado de los primeros cuatro sellos. En vez de tener la
visión de una rana en el fondo de un pozo, debemos tener la visión
de un ave desde el aire. El jinete del primer caballo no es Cristo ni el
anticristo; es la predicación del evangelio de la gloria de Cristo. Este
es el factor crucial de esta edad, y los otros tres caballos ayudan al
primer caballo a ganar la carrera. Nosotros no vamos con los
últimos tres caballos, sino con el jinete del primer caballo. Tenemos
un arco sin flecha, pues estamos predicando el evangelio de paz, un
evangelio en el cual ya se obtuvo la victoria pacíficamente. ¡Aleluya!
esta gloriosa predicación corre por toda la tierra. ¡Alabamos al
Señor porque vamos en el primer caballo!
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTE
EL CLAMOR DE LOS SANTOS MARTIRIZADOS
Y LA RESPUESTA DE DIOS:
EL QUINTO Y EL SEXTO SELLOS
En este mensaje consideraremos el quinto y el sexto sellos. De acuerdo
con el relato de Apocalipsis, los primeros cuatro sellos no son
consecutivos, sino simultáneos. Empiezan a suceder casi al mismo tiempo
y concluirán también al mismo tiempo. Es muy similar a una carrera de
cuatro caballos, donde éstos comienzan y terminan casi al mismo tiempo.
Los siete sellos pueden dividirse en dos grupos, uno de cuatro y otro de
tres. Los primeros cuatro sellos no son consecutivos, mientras que los
últimos tres sí lo son.
Como vimos, los primeros cuatro sellos presentan la era del Nuevo
Testamento, en la cual se predica el evangelio. La predicación del
evangelio, que se inició cuando Cristo ascendió, continuará hasta Su
regreso. Las demás cosas principales, o sea, la guerra, el hambre y la
muerte, en conjunto, fomentan la predicación del evangelio. Dios tiene un
propósito único en esta era: la predicación del evangelio y la producción y
edificación de la iglesia, que es el resultado de dicha predicación, lo cual
cumple Su plan eterno. Todos necesitamos tener esta vista general. Los
grandes hombres de la tierra carecen de esta vista panorámica. Ni los reyes
ni los presidentes de las naciones saben lo que están haciendo, pero
nosotros sí lo sabemos. Todo lo que estos gobernantes hacen promueve la
predicación del evangelio. Esto muestra la soberanía de Dios.
El libro de Apocalipsis comienza con las iglesias locales, cuyo centro es
Cristo, y termina en la Nueva Jerusalén, donde Cristo es la centralidad y la
universalidad. Entre estos dos extremos del Apocalipsis, tenemos la era de
la iglesia y el reino. En la era de la iglesia, la era del Nuevo Testamento,
Dios lleva a cabo una sola cosa: El produce las iglesias mediante la
predicación del evangelio completo. Los veintisiete libros del Nuevo
Testamento constituyen el evangelio completo. El propósito de Dios no
consiste simplemente en salvar un grupo de pecadores desventurados. Este
concepto es demasiado pobre, y muchas personas filosóficas se rehusan a
aceptarlo. Ellos necesitan saber que la predicación del evangelio tiene un
propósito más elevado y que está en el plano más alto: producir las
iglesias para conformar la Nueva Jerusalén. Después de la era de la iglesia,
vendrá la era del reino. En la era del reino Dios cumplirá lo que no haya
sido completado y perfeccionado en la era de la iglesia. El propósito de
Dios se completará después de la era del reino. Entonces entraremos en la
eternidad, en el cielo nuevo y la tierra nueva, con la Nueva Jerusalén,
compuesta de todos los redimidos. Esta es un vista panorámica del
universo.
Como ya dijimos, en los cuatro sellos tenemos un panorama de lo que
sucede entre la ascensión de Cristo y Su regreso. Cuatro cosas ocurren
simultáneamente: la predicación del evangelio, la guerra, el hambre y
muerte. El segundo caballo, el tercero y el cuarto apresuran la predicación
del evangelio. Si no hubiera habido guerra, yo no estaría en este país.
Anteriormente, ninguno de quienes estábamos en el recobro del Señor en
China intentó venir al hemisferio occidental. Pensábamos que era probable
que después que hubiéramos laborado hasta cierta medida en el recobro, el
Señor usaría otras personas o medios, probablemente misioneros, o la
traducción de libros, para llevar el recobro al mundo occidental. Pero
repentinamente, en 1949, la China continental fue invadida. Como
resultado, el recobro del Señor fue traído a este país. Habiendo sido
enviado a Taiwán por la obra, estuve profundamente atribulado por la gran
pérdida que sufrió el recobro del Señor en la China continental. Día y
noche preguntaba al Señor: “¿Qué significa esto? ¿Por qué se ha perdido
el trabajo?” Finalmente el soberano Señor trajo Su recobro a este país.
Esto revela que en la mano soberana del Señor, hay una sola cosa en esta
era: la predicación del evangelio completo, lo cual produce las iglesias
locales a fin de edificar la morada eterna de Dios, la Nueva Jerusalén.
Cuando tenemos la vista panorámica, podemos ir al libro de Apocalipsis y
entenderlo adecuadamente y con exactitud.
I. EL CLAMOR DE LOS SANTOS MARTIRIZADOS:
EL QUINTO SELLO
Los siete sellos están divididos, primero, en grupos de cuatro y tres, y,
segundo, en grupos de seis y uno. El número cuatro representa a las
criaturas, simbolizadas por los cuatro seres vivientes, y el número seis
representa la creación, pues ésta fue terminada en seis días. El número tres
representa al Dios Triuno, y el número uno representa al único Dios. Por
consiguiente, tanto cuatro más tres como seis más uno indican que los
siete sellos llevan a Dios, por medio de Su juicio, todo lo que El creó.
El quinto sello revela el martirio por el cual pasan muchos cristianos desde
el primer siglo hasta finales de esta era. (Esto quizá incluya el martirio de
los santos del Antiguo Testamento, Mt. 23:34-36.) Mientras la predicación
del evangelio progresa, como lo indica el primer sello, los santos fieles
siguen muriendo como mártires.

A. El martirio
Durante la era de la predicación del evangelio, muchos santos han sido
martirizados debido a la palabra de Dios y el testimonio de Jesús. Esteban,
Pedro, y casi todos los demás apóstoles murieron como mártires. El
apóstol Juan fue exiliado, y Pablo fue encarcelado y más tarde sentenciado
a muerte. A través de los siglos, adondequiera que la predicación del
evangelio se ha extendido, ha habido martirio. Millares de los que han sido
fieles al testimonio del Señor han muerto como mártires. En cierto sentido,
aun el hermano Nee murió así. Casi todos los colaboradores que eran mis
contemporáneos durante los últimos veintiséis años fueron martirizados,
pues fueron encarcelados y estuvieron en prisión hasta su muerte.
El martirio de los santos no se debe a que se hayan opuesto a algún
precepto humano; se debe a la palabra del Señor y al testimonio de Jesús.
La palabra de Dios es las buenas nuevas, el evangelio que ellos proclaman.
El testimonio de Jesús es la vida que ellos expresan. La sociedad humana
con su cultura está bajo la influencia de Satanás, como dice en 1 Juan
5:19: “El mundo entero yace en poder del maligno”. La predicación de la
palabra del Señor y el testimonio de Jesús son contrarios al rumbo satánico
del mundo. Ciertamente Satanás aborrece esto. Por lo tanto, cuando los
santos predican la palabra en cualquier lugar y expresan en sus vidas el
testimonio de Jesús, Satanás instiga a la gente a que los persiga, hasta
darles muerte si es posible. Esta no es una guerra entre los hombres
comunes y los santos, sino entre Satanás y Dios. Vendrá el tiempo cuando
Dios vengará a Sus santos trayendo Su justo juicio sobre la tierra, la cual
está bajo la maligna influencia de Satanás.
B. El clamor
En Apocalipsis 6:10, hablando de “las almas de los que habían sido
muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían”,
dice que “clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y
verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la
tierra?” En 6:9 vemos que las almas están debajo del altar. Esto denota los
sacrificios inmolados en el altar. Cuando un sacrificio era ofrecido en el
altar, su sangre corría hasta caer debajo del altar. El alma de la carne está
en la sangre (Lv. 17:11). Queda implícito en el hecho de que las almas de
los mártires estén bajo el altar, que a los ojos de Dios todos ellos fueron
ofrecidos a El como sacrificios hechos en el altar y que la sangre, la vida,
de ellos fue derramada allí. Ahora están debajo del altar. En tipo y figura
el altar estaba en el atrio del tabernáculo y del templo, y este atrio
representa la tierra. Por lo tanto, “bajo el altar” significa debajo de la
tierra, donde están las almas de los santos martirizados. Este es el paraíso
adonde el Señor Jesucristo fue después de Su muerte (Lc. 23:43). Está en
el corazón de la tierra (Mt. 12:40), y debe de ser la sección agradable del
Hades, donde está Abraham (Hch. 2:27; Lc. 16:22-26).
Hoy, los santos martirizados están en el paraíso debajo del altar, o sea,
debajo de la tierra. Es un error decir que estos santos están en el cielo. En
la Biblia anotada de Scofield, hay una nota en Lucas 16:23 que indica que
el paraíso estaba debajo de la tierra antes de la resurrección de Cristo, pero
cuando Cristo resucitó, fue trasladado de allí al tercer cielo. No obstante,
en el día de Pentecostés, cincuenta días después de la resurrección del
Señor, Pedro dijo: “David no subió a los cielos” (Hch. 2:34). Hasta el día
de Pentecostés, David no estaba en los cielos. En el libro Las primicias y
la cosecha, página 54, G. H. Lang, uno de los últimos maestros entre los
Hermanos, dice que “la Escritura jamás afirma” que después de la
ascensión de Cristo, el paraíso haya sido trasladado de debajo de la tierra
al tercer cielo, “sino que está totalmente en contra de ese concepto”. El
también hace alusión al versículo de Hechos 2 donde Pedro dice que
David no estaba en el cielo. Menciono esto con el fin de que nos demos
cuenta de que todos los santos que murieron como mártires todavía están
en el paraíso debajo del altar.
Muchos cristianos no saben que el paraíso está en el Hades. La prueba más
evidente de esto se halla en lo que el Señor dice en Lucas 23:43 al ladrón
que fue salvo: “De cierto te digo: Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. En
Hechos 2:27, 31 se revela que después de que el Señor murió fue al Hades.
Mateo 12:40 indica que el Hades está en “el corazón de la tierra” donde el
Señor Jesús estuvo por tres días y tres noches después de Su muerte. En el
Hades hay una sección confortable, que se compara con el seno de
Abraham, donde estaba Lázaro (Lc. 16:23). Este no es el Paraíso celestial,
sino el que está en el Hades. Basándose en 2 Corintios 12:2-4 algunos han
aseverado que cuando Pablo fue “arrebatado al paraíso” fue “arrebatado al
tercer cielo”. Pero dicho pasaje no prueba que el paraíso esté en el tercer
cielo; por el contrario, demuestra lo opuesto. La letra “y” al comienzo del
versículo 3 comprueba que el arrebatamiento de Pablo “al tercer cielo” y
el arrebatamiento “al paraíso”, mencionado en los versículos 3 y 4 son dos
cosas diferentes. Por un lado Pablo estaba en la tierra, pero por otro, fue
“arrebatado” a los cielos y también “al paraíso”. De esta manera, Pablo
recibió una visión completa del universo. Desde el punto de vista humano,
el universo consta de tres secciones: los cielos, la tierra y la parte que está
debajo de la tierra (cfr. Fil. 2:10). Pablo conoció las cosas de la tierra, las
cosas de los cielos y las cosas del paraíso. El tuvo la más notable
revelación del universo y de la relación de éste con el hombre.
Cuando los salvos mueren, se hallan desnudos, es decir, sin cuerpo. Si un
ser humano no tiene cuerpo, está desnudo, o sea, en una condición
anormal. Nadie puede estar en la presencia de Dios, en el tercer cielo, en
una condición anormal de desnudez. Por consiguiente, los santos que
mueren son guardados en un lugar placentero hasta el día de su
resurrección, cuando Dios les pondrá un cuerpo resucitado y serán
personas completas y normales.
Tal vez algunos se pregunten cuál es el significado de Filipenses 1:23
donde Pablo dice que tiene el deseo de “partir y estar con Cristo”. Parece
que Pablo dijera: “Si muero, estaré con Cristo”. Estar con Cristo no es un
asunto absoluto sino relativo. En la actualidad estamos con Cristo.
Dondequiera que estemos, estamos con El. Mientras estamos en este
cuerpo físico, no estamos tan cerca de Cristo como cuando morimos, pues
entonces salimos de este mundo y entramos en otra esfera. Esto no
significa que cuando los creyentes mueren son llevados a los cielos. Esto
sólo ocurrirá el día de la resurrección y el arrebatamiento.
Algunos pueden alegar, basándose en 1 Tesalonicenses 4, que los santos
están con Cristo en el cielo. Afirman que cuando Cristo regrese, traerá
consigo a los creyentes que hayan muerto, lo cual demuestra que ellos
están con El ahora en el cielo. Si usted lee este capítulo detenidamente,
verá que “los muertos en Cristo resucitarán primero” y “nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con
ellos en las nubes” (1 Ts. 4:16-17). Según 1 Tesalonicenses 4 los santos
que murieron serán resucitados y, junto con los que vivan, serán
arrebatados a los aires al encuentro de Cristo. Debemos leer la Biblia
cuidadosamente, sin apegarnos a las enseñanzas tradicionales y
superficiales de hoy. Tenemos que ver claramente que los santos salvos no
están en el cielo, sino en un lugar placentero que la Biblia llama el Paraíso,
el lugar adonde fue el Señor Jesús después de Su muerte.
Después de esperar un largo tiempo, cerca del final de esta era, los santos
que fueron mártires claman pidiendo venganza, instando al Señor a que
juzgue y vengue la sangre de ellos “en los que moran en la tierra”.

C. La aprobación del Señor


El versículo 11 dice: “Y a cada uno se le dio vestiduras blancas; y se les
dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara
el número de sus consiervos y sus hermanos, que habían de ser muertos
como ellos”. Las vestiduras blancas indican que su martirio había sido
aprobado por Dios. Los que “habían de ser muertos” se refiere a aquellos
que perderán la vida durante la gran tribulación (20:4).
De acuerdo con la expresión “todavía un poco de tiempo, hasta que se
completara el número”, el clamor de los santos martirizados debe de
producirse casi al final de esta era. Todavía estamos en los primeros cuatro
sellos. El quinto sello aún no ha venido. Sin embargo, creo que estamos
cerca del tiempo en que se abrirá el quinto sello.
II. LA RESPUESTA DE DIOS:
EL SEXTO SELLO
A. El principio de las calamidades
sobrenaturales
El sexto sello (6:12-17), el cual marca el principio de las calamidades
sobrenaturales, constituye la respuesta de Dios al clamor de los santos
martirizados que se mencionan en el quinto sello. Después de la apertura
del sexto sello, el Señor vendrá a sacudir la tierra y la multitud de los
cielos. La tierra se sacudirá con violencia; el sol se pondrá negro como
saco hecho de crin; la luna se volverá como sangre; las estrellas del cielo
caerán a la tierra como la higuera arroja sus higos cuando es sacudida por
un fuerte viento; el cielo desaparecerá como un pergamino que se enrolla,
y todo monte y toda isla serán removidos de su lugar (6:12-14). Este gran
sacudimiento será una advertencia para los moradores de la tierra. Esto les
advertirá que se arrepientan y se vuelvan a Dios. Parece que Dios les
estuviera diciendo: “Moradores de la tierra, ustedes se ocupan de sí
mismos. No se interesan por Mí. Ahora es tiempo de sacudir la tierra
como una advertencia para ustedes”. Algunos blasfemarán diciendo ser
Dios, pero el Señor sacudirá la tierra y el cielo para recordarles que El es
Dios. ¡Que violento sacudimiento será ése! Afectará la tierra, el sol, la
luna y las estrellas.
B. La reacción de los moradores de la tierra
En los versículos del 15 al 17 vemos la reacción de los moradores de la
tierra. Se esconden en cuevas y entre las peñas de los montes y dirán a los
montes y las peñas: “Caed sobre nosotros y escondednos del rostro del que
está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero”. El versículo 15 revela
lo que sienten sus conciencias, pues ellos temen el juicio de Dios y
consideran que el gran día de la ira de Dios y del Cordero habrá llegado.
Sin embargo, el sexto sello no es la proclamación de Dios en cuanto a la
venida de Su juicio, sino una advertencia para los moradores de la tierra.
Los reyes y todos los hombres grandes, ricos y nobles de la tierra se
aterrarán por este sacudimiento y pensarán que el día de la ira de Dios y
del Cordero ha llegado. En realidad, ése no será el día; solamente será un
anticipo y una advertencia para que se arrepientan. En esta advertencia
Dios parece estar diciendo: “Volveos a Mí. No digáis que sois Dios.
Vosotros sois los pobres moradores de la tierra que Yo creé. Yo hice el
sol, la luna y las estrellas para vuestra subsistencia. Pero os habéis
olvidado de Mí, os oponéis a Mí y blasfemáis de Mí. Este es el momento
para que seáis advertidos y os arrepintáis”.
C. El significado de esta calamidad
Esta calamidad es una advertencia para los moradores de la tierra. No es la
verdadera ira del Señor. Es la respuesta de Dios al clamor de los santos
martirizados que se mencionan en el quinto sello, y revela que Dios viene
pronto para vengarlos y vindicarse. Dios viene a vengar la sangre de Sus
santos amados.
III. LA ADVERTENCIA SE DA
ANTES QUE VENGA EL DIA DEL SEÑOR
El sexto sello, la introducción a la gran tribulación, es una advertencia que
se da antes de la venida del día del Señor. Según Joel 2:30-31, no pasará
mucho tiempo entre el sexto sello y las primeras cinco trompetas (8:6-11).
Joel 2:30-31 menciona primero la sangre de la primera y la segunda
trompetas, el fuego de la primera, la segunda y la tercera trompetas (8:7-
10), y el humo de la quinta trompeta (9:1-3), y luego menciona el sol y la
luna del sexto sello. Una comparación entre 9:4 y 7:3 indica que la quinta
trompeta sonará muy cerca del tiempo del sexto sello.
Habrá dos calamidades constituidas por la conmoción y la alteración de la
tierra y de los ejércitos celestiales. La primera ocurrirá antes del día del
Señor, antes de la gran tribulación (Jl. 3:11-16; 2:30-31; Lc. 21:11). Y la
segunda, sucederá después del día del Señor, después de la gran
tribulación (Mt. 24:29-30; Lc. 21:25-26). Lo abarcado en el sexto sello
constituye la primera calamidad. Esto puede ser considerado no sólo como
una advertencia, sino también como el inicio de la gran tribulación que ha
de venir. Después del sexto sello, al abrirse el séptimo sello, aparecen las
cuatro primeras trompetas que indican que viene la gran tribulación (8:1-2,
6-13). Entonces se producirá la gran tribulación al sonar las últimas tres
trompetas (9:1-21; 11:14-19).
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTIUNO
DIOS PRESERVA A SU PUEBLO
En el libro de Apocalipsis hay numerosas inserciones, la primera de
las cuales es el capítulo siete. Este capítulo no es la continuación del
capítulo seis. Es una inserción entre los sellos seis y siete, que
muestra cómo Dios cuida a Su pueblo mientras está a punto de
traer juicio sobre la tierra. El capítulo ocho es la continuación del
capítulo seis. Al final del capítulo seis tenemos el sexto sello, y al
principio del capítulo ocho tenemos el séptimo sello. La apertura
del séptimo sello dará comienzo a las siete trompetas, de las cuales
las últimas tres constituyen la gran tribulación (8:1-2). Antes que
esto suceda, Dios sellará a los israelitas, a quienes El desea
preservar (7:3).
Dios preservará a Sus dos pueblos, los israelitas y los redimidos.
¿Por qué se inserta precisamente aquí esta porción que trata de la
preservación del pueblo de Dios? Porque en el sexto sello vemos la
advertencia de la tribulación venidera. Como vimos, el quinto sello
es el clamor de los santos martirizados pidiendo venganza, y el
sexto sello es la respuesta de Dios a ese clamor, y a la vez es una
advertencia para los moradores de la tierra de que la tribulación
pronto vendrá. Desde la ascensión de Cristo, ha habido un gran
número de terremotos y otras calamidades. Todas estas
calamidades han sido naturales. Pero cuando se abra el sexto sello,
las calamidades ya no serán naturales, sino sobrenaturales. Tanto
las calamidades naturales como las sobrenaturales son el castigo de
Dios sobre la tierra. Esta tierra rebelde merece el castigo de Dios, y
la mano disciplinadora de Dios nunca ha sido quitada de la tierra.
Hasta cierto grado, Dios castiga la tierra para lograr Su propósito.
Desde la ascensión de Cristo, Dios ha estado castigando la tierra.
Vemos un aspecto del castigo de Dios en la destrucción de la ciudad
de Jerusalén por los ejércitos de Tito. Esa destrucción fue
profetizada por el Señor Jesús en Mateo 24:2 donde, hablando del
templo a Sus discípulos, les dijo: “¿Veis todo esto, verdad? De cierto
os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea
derribada”. Jerusalén fue destruida a manos de Tito por dos
razones: porque la religión judía era rebelde a la economía de Dios y
porque dicha religión ejercía una influencia negativa sobre la iglesia
de Jerusalén. En Hechos 21 vemos cuánto influyó la antigua
religión judía en la iglesia. En el año 70 d. de C. el Señor no pudo
tolerar más la rebelión de dicha religión y su influjo sobre la iglesia;
por eso envió los ejércitos romanos para destruir a Jerusalén y al
templo. Esa destrucción fue un terrible castigo, que trajo hambre,
plagas y muerte. Durante los siglos ha habido diversas calamidades
naturales, y éstas han sido y serán usadas por Dios para castigar la
tierra hasta que sea abierto el sexto sello.
Cuando sea desatado el sexto sello, las calamidades naturales se
convertirán en calamidades sobrenaturales. La tierra será sacudida,
y el sol, la luna y las estrellas serán dañados. Estas calamidades
serán el preámbulo del séptimo sello. Cuando el séptimo sello sea
desatado, la situación será terrible y nadie podrá tolerarla. Poco
después de la apertura del séptimo sello, sonará la primera
trompeta, y “la tercera parte de la tierra” será quemada (8:7). Al
sonido de la segunda trompeta, “la tercera parte del mar” se
convertirá en sangre (8:8). Cuando se toque la tercera trompeta,
una estrella grande caerá sobre “la tercera parte de los ríos, y sobre
las fuentes de las aguas”, y “la tercera parte de las aguas” se volverá
ajenjo (8:10-11). Cuando suene la cuarta trompeta, “la tercera parte
del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las
estrellas” serán destruidas, de manera que se oscurecerá la tercera
parte ellos (8:12). Dios hizo la tierra para que el hombre viviera en
ella. Y el sol, la luna, y las estrellas ayudan a mantener vida en la
tierra. Pero como los moradores de la tierra por siglos han sido tan
arrogantes hacia Dios, vendrá el día cuando El no lo tolerará más y
vendrá a juzgar la tierra, el mar, los ríos, el sol, la luna y las
estrellas. La tierra es indispensable para la subsistencia humana, y
todas las especies que hay en la tierra traen beneficio al hombre.
Los animales, las plantas y los minerales son necesarios para la
subsistencia del hombre. Estos no empezaron a existir por
casualidad, sino que fueron diseñados y creados por Dios. Por
ejemplo, no hay aire en la luna, pero sí en la tierra. Alrededor del
globo terrestre hay una capa de aire que la Biblia llama firmamento
o expansión (Gn. 1:7). La tierra es un planeta que tiene firmamento
o atmósfera. Dios lo creó de tal manera que produjera el sustento
para la vida humana. El aire, el sol y el agua son necesarios para la
subsistencia del hombre. Después que Dios juzgue la tierra y el
cielo, la tierra dejará de ser un lugar habitable para el hombre.
En Mateo 24:6 y 7 el Señor profetizó que vendrían dos clases de
guerras, a saber, guerras entre pueblos, y guerras de naciones
contra naciones, o sea, guerras civiles y guerras internacionales.
Después de la ascensión de Cristo, comenzaron estas guerras. El
Señor también profetizó en Mateo 24 que habría “terremotos en
diversos lugares” (v. 7). Un artículo reciente dice que cada año
habría de cinco mil a seis mil terremotos con una intensidad entre
dos y ocho en la escala de Richter. Este es el cumplimiento de la
profecía de Dios. En dicha profecía el Señor parece estar diciendo:
“No vivan en esta tierra tan complacidamente y sin ocuparse del
propósito de Dios. Deben comprender que Dios tiene un propósito
en esta tierra y que ustedes tienen que volverse a El para que Su
propósito se cumpla”. Dios advertirá a la gente repetidas veces,
usando guerras y terremotos, hasta que se abra el quinto sello,
cuando las almas de los mártires ya no puedan tolerar la situación.
Entonces los santos martirizados clamarán diciendo: “¿Hasta
cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra
sangre en los que moran en la tierra?” (6:10). La respuesta de Dios
viene en el sexto sello cuando la tierra es sacudida, y la multitud del
cielo es destruida como una advertencia de la tribulación que está
por venir. El sexto sello y las primeras cinco trompetas tienen una
estrecha relación en cuanto al tiempo.
Debemos considerar en este contexto el segundo capítulo de Joel,
donde dice que ocurrirán ciertas cosas antes del día del Señor. Si
uno lee las profecías del Nuevo Testamento a la par con las del
Antiguo, verá que hay un período llamado el día del Señor. Este
equivale a la gran tribulación. El día del Señor significa el día de Su
ira, el día en El que viene a intervenir en el mundo usando
calamidades sobrenaturales. El día del Señor será terrible. Muchos
profetas del Antiguo Testamento mencionan el día del Señor, y
todos ellos indican que será un día espantoso (Jl. 1:15; 2:1, 11, 31;
3:14; Zac. 14:1; Mal. 4:5). El sexto sello se abrirá antes del día del
Señor, lo cual indica que se abrirá antes de la gran tribulación, la
cual comenzará cuando suene la quinta trompeta. Las primeras
cuatro trompetas son el preámbulo de la gran tribulación. Esto es
similar a arrancar un automóvil. Primero se enciende el interruptor,
el motor arranca, y entonces el automóvil echa a andar. De igual
manera, después de la advertencia del sexto sello, las primeras
cuatro trompetas serán el preludio de la gran tribulación. Pero igual
que el automóvil que está calentando el motor y todavía no se
mueve, estas trompetas son la preparación para la gran tribulación.
No obstante, estas trompetas causarán sufrimientos severos. El
daño causado a la tierra, a las aguas y a la multitud del cielo será
mayor que el daño causado por el terremoto del sexto sello. Desde
la apertura del sexto sello, no habrá nada bueno para el hombre en
la tierra.
El Nuevo Testamento indica que los primeros vencedores, tales
como el hijo varón y las primicias, serán quitados de la tierra poco
antes de que se abra el sexto sello. Sin embargo, no podemos
precisar con exactitud el momento en que esto ocurrirá. Pero según
Apocalipsis, Mateo y otras porciones de la Palabra, podemos decir
que la primera clase de arrebatamiento, el del hijo varón y las
primicias, sucederá antes de que se abra el sexto sello. Recuerde
que el Señor prometió a la iglesia que estaba en Filadelfia que a
ellos los guardaría de la hora de la prueba que vendría sobre toda la
tierra habitada (3:10). Los que aman y buscan al Señor serán
tomados de la tierra antes de la apertura del sexto sello.
Inmediatamente después, tenemos el capítulo siete, una inserción
que revela que antes de la gran tribulación Dios hará dos cosas para
preservar a Su pueblo: sellará el remanente escogido de Israel y
comenzará el arrebatamiento de los redimidos, la iglesia.
I. EL REMANENTE ESCOGIDO DE ISRAEL ES SELLADO
Apocalipsis 7:1 dice: “Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los
cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra,
para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre
ningún árbol”. Esta es la inserción que aparece entre el sexto sello y el
séptimo, la cual muestra la manera en que Dios cuida a Su pueblo mientras
está a punto de ejecutar Su juicio sobre la tierra. Los vientos a los que aquí
se hace alusión traen el juicio de Dios (Jon. 1:4; Is. 11:15; Jer. 22:22;
49:36; 51:1). El versículo siguiente dice: “Vi también a otro Angel que
subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran
voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado potestad para hacer
daño a la tierra y al mar”. Este Angel, así como el mencionado en 8:3,
10:1 y 18:1, es Cristo. En el Antiguo Testamento, Cristo era llamado “el
Angel de Jehová”; ese Angel era Dios mismo (Gn. 22:11-12; Ex. 3:2-6;
Jue. 6:11-24; Zac. 1:11-12; 2:8-11; 3:1-7). Aquí en el Nuevo Testamento
otra vez se le menciona como un ángel.
Aunque amo a Israel, siento tristeza por ellos, porque de acuerdo con la
profecía y la condición actual de ellos, han regresado en incredulidad a su
patria. Continúan aferrados a su antigua religión, y no creen en Dios según
Su economía neotestamentaria. En realidad están en rebeldía contra Dios.
Cuando el Señor Jesús vino, Dios cambió la dispensación, de la
observancia de la ley a la fe en el Señor Jesús. Los judíos no aceptaron
este cambio y no quisieron dejar la observancia de la ley ni creer en el
Señor Jesús. En esto consistió su rebelión, su obstinación y su
desobediencia. Dios los ha tolerado durante siglos, y en Su soberanía los
ha restaurado y los ha establecido nuevamente como nación, pero ellos
persisten en su incredulidad. No creen en el Señor Jesús. Según fuentes
fidedignas, el gobierno de Israel está haciendo lo posible por excluir
cualquier tipo de actividad cristiana. No quieren que ningún misionero
cristiano realice ninguna obra misionera. Las profecías relacionadas con
Israel indican que ellos permanecerán en incredulidad hasta el último día.
Sin embargo, Dios es soberano y siempre cuidará de la nación de Israel,
no por causa de ellos, sino por causa de la economía de Dios. El sabe que
entre los judíos incrédulos hay algunos fieles, y los sellará antes de juzgar
la tierra con calamidades sobrenaturales.
A. Antes de que suenen
las primeras cuatro trompetas
La primera trompeta dañará la tierra y los árboles (8:7); la segunda
trompeta dañará el mar (8:8, 9); la tercera trompeta dañará los ríos (8:10,
11), y la cuarta trompeta dañará los cuerpos celestes (8:12). Antes de la
ejecución de las primeras cuatro trompetas, Dios sellará a los israelitas
escogidos para preservarlos de las calamidades sobrenaturales que vendrán
cuando se toquen estas cuatro trompetas.
B. Preserva el remanente en la tierra
especialmente del tormento
de la quinta trompeta
Las primeras cuatro trompetas dañarán solamente la tierra, el mar, los ríos
y la multitud del cielo. La quinta trompeta atormentará a los hombres
directamente. El sello de los israelitas escogidos de Dios tiene como fin
especial protegerlos del tormento de la quinta trompeta (9:4).
C. Doce mil de cada una de
las doce tribus son sellados
En Apocalipsis 7:4-8 vemos que Dios sellará a ciento cuarenta y cuatro
mil “de todas las tribus de los hijos de Israel”, doce mil de cada una. Estos
son los israelitas que guardarán los mandamientos de Dios durante la gran
tribulación (12:17; 14:12). Un total de ciento cuarenta y cuatro mil
israelitas fieles serán sellados en sus frentes. No sé en qué consiste este
sello; será una marca que podrán reconocer los ángeles enviados a juzgar
la tierra. Esta es la manera en que Dios preserva a Sus israelitas escogidos
mientras ejecuta Su juicio sobre la tierra.
D. José obtiene una doble porción
En los versículos 6 y 8 vemos que José obtiene una doble porción (cfr. 1
Cr. 5:1, 2; Ez. 48:4, 5). Debido a que José (Gn. 48:8) y Manasés, uno de
los dos hijos de José (v. 5), representan a dos tribus diferentes, José aún
tendrá la doble porción que corresponde al primogénito (1 Cr. 5:1-2),
durante el milenio (Ez. 48:4-5).
Rubén era el primogénito de Israel, pero perdió su primogenitura por
causa de su pecaminosidad, mientras que Judá prevaleció sobre sus
hermanos (1 Cr. 5:1-2). Por eso aquí se menciona primero la tribu de Judá.

E. Dan no se menciona
En Apocalipsis 7 no se menciona a Dan. Y en los capítulos del dos al
nueve de 1 Crónicas, se omite la tribu de Dan debido a su idolatría (Jue.
18:30-31; 1 R. 12:29-30; 2 R. 10:29; cfr. Gn. 49:17). Sin embargo, Dan
será contado de todos modos durante el milenio (Ez. 48:1) debido a la
bendición de Jacob que estaba sobre él, la cual fue dada para que,
mediante la salvación provista por el Señor, Dan fuera incluido de nuevo
entre las tribus de Israel (Gn. 49:16-18).
II. EL ARREBATAMIENTO DE LOS REDIMIDOS,
LA IGLESIA
Además del remanente escogido de Israel, Dios tiene otro pueblo, los
santos redimidos, la iglesia (7:9-17). En esta inserción tenemos una visión
que nos muestra la manera en que Dios preserva a Sus santos redimidos en
medio de las tribulaciones. Dios preserva a Su remanente escogido, los
hijos de Israel, sellándolos y dejándolos en la tierra. Los israelitas son el
pueblo terrenal de Dios, y los cristianos son el pueblo celestial de Dios.
Dios le prometió a Abraham multiplicar su descendencia como las
estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar (Gn. 22:17).
El pueblo celestial, los cristianos, son las estrellas, y el pueblo terrenal, los
israelitas, son la arena de la orilla del mar. Para preservar al pueblo
terrenal de Dios, El los sella y los mantiene en la tierra; no los llevará a los
cielos. Sin embargo, la manera en que Dios preserva a Sus santos
redimidos no consiste en mantenerlos en la tierra, sino en llevárselos por
medio del arrebatamiento. El arrebatamiento no va a ocurrir una sola vez
ni habrá una sola clase de arrebatamiento. Hay por lo menos dos o tres
clases de arrebatamientos. Finalmente, todos los santos redimidos que
haya en la iglesia serán arrebatados de la tierra al cielo. La inserción
añadida en esta visión acerca de la iglesia nos presenta una vista
panorámica que se extiende desde el momento del arrebatamiento hasta la
eternidad. En otras palabras, el capítulo siete de Apocalipsis concluye con
la eternidad. En la eternidad toda la iglesia estará bajo el cuidado de Dios
y bajo el pastoreo del Cordero.
A. Comienza antes de que se abra el sexto sello
El arrebatamiento de los redimidos de Dios empezará con los primeros
vencedores, que son el hijo varón, mencionado en 12:5, y las primicias de
14:1-6. Esto debe de ocurrir antes de la apertura del sexto sello, debido a
que éste dará comienzo a las calamidades sobrenaturales que Dios trae
como “la prueba que ha de venir sobre toda la tierra habitada, para probar
a los que moran sobre la tierra” (3:10). El arrebatamiento de los santos que
Dios redimió continuará con los dos testigos en 11:12, los vencedores
tardíos en 15:2, y la cosecha en 14:14-16 (la mayoría de los creyentes que
pasarán por la mayor parte de la gran tribulación), hasta que todos los
santos sean arrebatados para que puedan participar del cuidado de Dios y
del pastoreo del Cordero por la eternidad.
B. Una multitud grande e incontable
El versículo 9 dice: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la
cual nadie podía contar”. Esta incontable multitud consta de los redimidos
que vivieron en todas las generaciones y que proceden de todas las
naciones, los cuales constituyen la iglesia (5:9; Ro. 11:25; Hch. 15:14, 19).
C. De toda nación, tribu, pueblo y lengua
Esta gran multitud consta de los que fueron comprados con la sangre del
Cordero de toda nación, tribu, pueblo y lengua (7:9; 5:9) para ser los
constituyentes de la iglesia.
D. Salen de la gran tribulación,
y llevan palmas en las manos
Hablando de la gran multitud a la que alude el versículo 9, uno de los
ancianos dice: “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han
lavado sus vestiduras, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”
(v. 14). Esta gran tribulación es diferente a la mencionada en Mateo 24:21.
La gran tribulación de la que aquí se habla es la tribulación en sentido
general. Todos los redimidos del Señor han pasado por ciertas
tribulaciones, sufrimientos, persecuciones y aflicciones. Ningún cristiano
puede evitar estas cosas. En nuestro espíritu somos personas gozosas, mas
en la vida diaria somos un pueblo sufrido. Pero un día saldremos
triunfantes de la gran tribulación y estaremos en pie delante del trono y
delante del Cordero. Todos los que constituyen la gran multitud
mencionada en este capítulo tienen palmas en sus manos, lo cual significa
que obtuvieron la victoria sobre la tribulación (cfr. Jn. 12:13), a través de
la cual pasaron por la causa del Señor (v. 14). Las palmas también son una
señal de la satisfacción que proviene de las fuentes de agua (Ex. 15:27).
Las ramas de palmera se usaban durante la fiesta de los Tabernáculos, en
la cual el pueblo de Dios, al ser satisfecho, se regocijaba y se deleitaba
(Lv. 23:40; Neh. 8:15). La fiesta de los Tabernáculos era el tipo y tendrá
cumplimiento en esta gran multitud de redimidos, los cuales disfrutarán la
fiesta eterna de Tabernáculos. Esta multitud “florecerá como la palmera”
en el templo de Dios (Sal 92:12-13).

E. En pie delante del trono


y del Cordero
“En pie delante del trono” indica que la gran multitud de los redimidos fue
arrebatada a la presencia de Dios. “En pie ... delante del Cordero”
corresponde a “en pie delante del Hijo del Hombre” (Lc. 21:36) donde se
hace referencia claramente al arrebatamiento. Esto se menciona
inmediatamente después de la apertura del sexto sello, lo cual da a
entender que el arrebatamiento de los creyentes comenzará antes del sexto
sello. Lo narrado en los versículo del 9 al 17 contiene una escena general
que va desde el arrebatamiento de los creyentes hasta el deleite que
tendrán en la eternidad.
F. Vestidos de vestiduras blancas
lavadas en sangre
En el versículo 9 vemos que esta gran multitud está “vestida de vestiduras
blancas”, porque “han lavado sus vestiduras, y las han emblanquecido en
la sangre del Cordero” (v. 14). La expresión en plural “vestiduras”
representa la justicia de su conducta. El color blanco indica que su
conducta es pura y aprobada por Dios mediante la sangre del Cordero.
G. Alaban a Dios y al Cordero
El versículo 10 dice: “Y claman a gran voz, diciendo: La salvación
pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”. El
gran clamor que sólo menciona la salvación indica que los que alaban son
los salvos. La gran multitud, los salvos, están agradecidos con Dios por la
salvación.
H. Sirven a Dios día y noche
en Su templo
El versículo 15 dice: “Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven
día y noche en Su templo”. Esta gran multitud ha salido de la gran
tribulación y ha entrado en un estado celestial, en el templo de Dios,
donde le sirve día y noche.
I. Dios extiende Su tabernáculo sobre ellos
El versículo 15 también dice que “Aquel que está sentado sobre el trono
extenderá Su tabernáculo sobre ellos”. La gran multitud disfrutará a Dios y
Su cuidado. El extenderá Su tabernáculo sobre ellos, lo cual significa que
hará de Su morada la morada de ellos. Dios hará morar a Sus redimidos
consigo. En el más positivo de los sentidos, Dios mismo será nuestra
morada, nuestro tabernáculo. Mientras se extiende como tabernáculo sobre
nosotros, le disfrutamos plenamente. Cristo es el tabernáculo de Dios (Jn
1:14), y la Nueva Jerusalén, el agrandamiento de Cristo, será el
tabernáculo eterno de Dios (21:2, 3), donde todos los redimidos morarán
con El eternamente. Dios los cubrirá consigo mismo corporificado en
Cristo. Cristo como corporificación de Dios será el tabernáculo de ellos.
El cuadro descrito en los versículos del 15 al 17, es similar al que vemos
en 21:3, 4 y 22:3-5, el cual perdurará por la eternidad.
J. El Cordero los pastorea
y los guía a fuentes de aguas de vida
En los versículo 16 y 17 dice: “Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no
caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en
medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida”.
Aquí vemos que el Cordero los pastorea y los guía a manantiales de aguas
de vida. El pastorear incluye dar el alimento. Al ser pastoreado por Cristo
“nada me faltará” (Sal. 23:1). El Cordero también nos guiará a
manantiales de aguas de vida. En la eternidad beberemos de muchos
manantiales y disfrutaremos muchas aguas diversas. ¡Que bueno!
K. Dios enjugará toda lágrima de sus ojos
El versículo 17 también dice que “Dios enjugará toda lágrima de los ojos
de ellos”. Las lágrimas son muestra de tristeza. Las aguas de vida
producen satisfacción. Los redimidos no derramarán lágrimas debido a
que el Cordero les proveerá aguas de vida que les satisfará. Las aguas de
vida serán suministradas, y las lágrimas serán enjugadas. No habrá
lágrimas ni hambre ni sed; sólo habrá deleite.
L. Los ángeles, los ancianos
y los cuatro seres vivientes
alaban a Dios
Los versículos 11 y 12 dicen: “Y todos los ángeles estaban en pie
alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se
postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo:
Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la
honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los
siglos. Amén”. Esto es similar a lo dicho en Lucas 15:7: “Os digo que así
habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente...” Aquí los
ángeles dicen “Amén” a las alabanzas que profieren los redimidos por la
salvación.
En este capítulo vemos cómo Dios cuida a Su pueblo mientras se prepara
para juzgar la tierra. El sellará a Su pueblo terrenal y se llevará a Su
pueblo celestial. El remanente escogido de Israel es sellado, pero los
creyentes son regenerados ya que Dios se ha depositado como vida en
ellos. El no pone una simple marca en nuestra frente; El se imparte como
vida en nosotros. Es por eso que nosotros no somos Su pueblo terrenal,
sino Su pueblo celestial. ¿Qué prefiere usted ser un cristiano regenerado o
un israelita sellado? Nosotros los cristianos no tenemos este sello, pero
tenemos a Dios en nosotros, lo cuál es mucho mejor. A diferencia del
remanente de Israel, nosotros no permaneceremos en la tierra. Seremos
preservados siendo arrebatados a la presencia de Dios. Estaremos en esa
condición disfrutando el cuidado eterno de Dios y el pastoreo eterno del
Cordero. ¡Que agradable será! El remanente escogido de Israel será el
pueblo bueno, pero nosotros seremos el mejor pueblo.
No obstante, si queremos ser arrebatados a la presencia de Dios, tenemos
que estar maduros. Si aún estamos tiernos e inmaturos, Dios no nos llevará
consigo. Nos dejará en el campo para que suframos hasta madurar. Pese a
que toda la iglesia será arrebatada, de todos modos hay una condición,
estar maduros. Todos tenemos que madurar. Este es el requisito para que
Dios nos arrebate de esta tierra. Esto se revela detallada y adecuadamente
en Apocalipsis. En el capítulo catorce, por ejemplo, podemos ver
claramente las primicias y la cosecha. En ese pasaje se nos dice
explícitamente que la cosecha viene después que el campo está maduro.
De manera que todos tenemos que crecer. Cuando una persona está en una
religión, no puede crecer debido a que allí no hay alimento. En cierto
sentido, allí ni siquiera se tiene un campo. El único campo donde los
cristianos pueden crecer es la iglesia, puesto que en ella está el pasto,
Cristo, con el cual el rebaño se alimenta y así recibe la nutrición que
necesita para crecer. Por la gracia soberana del Señor, disfrutamos este
pasto. Todos podemos testificar que desde que vinimos a la vida de la
iglesia, estamos en los prados tiernos y verdes. Día tras día comemos en
los prados verdes, que son Cristo. Aquí en la vida de la iglesia nos
alimentamos de Cristo y crecemos. Aquí ingerimos todo el alimento
tierno. Gracias damos al Señor porque crecemos día tras día. Alabamos al
Señor porque estamos creciendo y porque El nos está preparando para
nuestro arrebatamiento. No esperamos pasar por la tribulación. Estamos
creciendo, y este crecimiento nos llevará a la madurez, al arrebatamiento y
a entrar en Su presencia. Un día estaremos allá.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTIDOS
LOS SIETE OJOS DEL CORDERO
PRODUCEN EL EDIFICIO DE DIOS
Muchos cristianos comprenden que, según Apocalipsis 5, Cristo, el
Cordero inmolado, es digno, y algunos himnos cristianos alaban al Señor
por Su dignidad. Sin embargo, la mayoría de los himnos que proclaman
que Cristo es digno, lo alaban por ser digno debido a que efectuó la
redención. Es difícil encontrar un himno que vaya más allá de la redención
en su proclamación de que el Señor es digno. Es bíblico decir que el
Cordero es digno de alabanza porque nos redimió y nos compró. No
obstante, de acuerdo con Apocalipsis 5, el Cordero es digno no por Su
redención primeramente, sino por revelar el secreto de la economía de
Dios. Cristo es digno de abrir los sellos de la economía de Dios porque El
derrotó al enemigo y nos redimió. Este Cristo, quien trajo la autoridad de
Dios a la tierra, es el León vencedor y victorioso de la tribu de Judá y el
Cordero que efectuó la redención completa para el pueblo escogido de
Dios. Por lo tanto, El está plenamente calificado para abrir el misterio de
la economía de Dios y tiene la posición para hacerlo. Este es uno de los
puntos cruciales del capítulo cinco de Apocalipsis.
LOS SIETE OJOS, LAS SIETE LAMPARAS
Y LOS SIETE ESPIRITUS
Otro punto principal en Apocalipsis 5 es que Cristo como León-Cordero
tiene “siete ojos, los cuales son los siete Espíritus de Dios” (v. 6). Estos
siete ojos también son las siete lámparas que arden delante del trono de
Dios (4:5). Así que en estos capítulos tenemos las siete lámparas, los siete
ojos y los siete Espíritus. Apocalipsis es el único libro de la Biblia que
menciona los siete Espíritus. Aquí vemos que estos siete Espíritus son los
siete ojos de Cristo, y que los siete ojos de Cristo son las siete lámparas
que están delante del trono de Dios.
Las siete lámparas se mencionan por primera vez en Exodo 25, donde
vemos siete lámparas que conforman un candelero. Pero si sólo
tuviéramos Exodo 25, no conoceríamos el significado del candelero y de
las siete lámparas. En nuestro entendimiento humano, simplemente
diríamos que las siete lámparas intensifican la luz. Aunque esto es correcto
y tiene sentido, el significado es más profundo. ¿Por qué el candelero no
tiene seis ni ocho lámparas? En Zacarías vemos algo más acerca de las
siete lámparas, pues en los capítulo 3 y 4 vemos que las siete lámparas son
los siete ojos (3:9; 4:2, 10). Aunque en Zacarías 4:10 se habla de los siete
ojos del Señor, es difícil precisar la relación que hay entre los ojos, las
lámparas y el Espíritu. Por consiguiente, tenemos que ir más allá, e ir al
Apocalipsis, donde vemos las siete lámparas, los siete ojos y los siete
Espíritus. Necesitamos ver la secuencia progresiva que parte de Exodo,
pasa por Zacarías y llega a Apocalipsis. En Exodo tenemos las siete
lámparas; en Zacarías, los siete ojos; y en Apocalipsis, los siete Espíritus.
En Exodo se mencionan las siete lámparas, pero no se dice nada de los
ojos ni de los Espíritus. En Zacarías tenemos las siete lámparas y los siete
ojos, con una somera alusión al Espíritu. Pero en Apocalipsis tenemos las
siete lámparas, los siete ojos y los siete Espíritus.
Como dijimos en el mensaje ocho, el candelero es el símbolo del Dios
Triuno. El oro representa la sustancia divina del Padre; el pie del
candelero, hecho de oro, simboliza a Cristo, el cual es la corporificación
del Padre; y las siete lámparas simbolizan al Espíritu como la expresión de
Cristo, quien, a su vez, es la corporificación del Padre. Por consiguiente,
tenemos al Padre (el oro) como la substancia, al Hijo (el pie del candelero)
como la corporificación, y al Espíritu (las lámparas) como la expresión.
Tenemos la substancia, la corporificación y la expresión. En Exodo no
vemos que las siete lámparas sean los siete Espíritus de Dios. Tenemos
que ir a Zacarías y por último a Apocalipsis para poder ver esto. Esto es
completamente nuevo, pues es una revelación recobrada.
EL EDIFICIO DE DIOS
Las lámparas de Exodo 25 son necesarias en la edificación del
tabernáculo. Sin luz, es imposible moverse. La luz es necesaria para el
mover, y el mover para la edificación de la morada de Dios. De modo que
las siete lámparas son útiles en la edificación del tabernáculo, el lugar
donde Dios mora en la tierra.
Las siete lámparas de Zacarías 3 y 4 se emplean para recobrar el edificio
de Dios. En la reedificación del templo el principio es el mismo que en la
edificación del tabernáculo, y vemos ese mismo principio en el libro de
Apocalipsis. Si nos acercamos al libro del Apocalipsis con una visión
corta, no podremos ver los siete Espíritus, que son los siete ojos del
Cordero y las siete lámparas que arden delante del trono para que se
edifique la morada de Dios. Pero si tenemos una visión amplia, veremos
que los siete Espíritus son indispensables para la edificación de la morada
de Dios. Apocalipsis comienza con las siete iglesias locales y termina con
la Nueva Jerusalén. Aunque este libro contiene el juicio de Dios, dicho
juicio no es la meta. El juicio no se ejecuta simplemente por juzgar, sino
para edificar la morada de Dios. La Nueva Jerusalén, la eterna morada de
Dios es el resultado de este juicio. Así que las siete lámparas, los siete ojos
y los siete Espíritus producen la edificación de la morada de Dios. Nuestro
único interés es alcanzar la eterna meta de Dios en Su edificio divino.

LOS SIETE OJOS TRAEN EL EDIFICIO DE DIOS


Zacarías 3:9 dice: “Porque he aquí ésta es la piedra que puse delante de
Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí Yo grabaré su
escultura, dice Jehová de los ejércitos, y quitaré el pecado de la tierra en
un día”. Este versículo revela que los siete ojos no solamente son los siete
ojos del Señor, sino también los siete ojos de la piedra. Esta piedra fue
grabada en un día por la iniquidad del pueblo de Dios al ser juzgada por la
justicia de Dios en la cruz para nuestra redención. Cristo, el Cordero
redentor, también es la piedra en la cual están los siete ojos. Esos siete
ojos son las siete lámparas del edificio de Dios. Cuando llegamos al libro
de Apocalipsis, vemos claramente que las siete lámparas son los siete ojos
del Redentor, y los siete ojos del Redentor son los siete Espíritus de Dios
que edifican Su morada.
De acuerdo con el libro de Apocalipsis, el Señor Jesús tiene siete ojos que
despiden fuego. Aunque estos ojos nos escudriñan, nos juzgan, nos refinan
y nos traen luz, realmente nos infunden la esencia de Dios, Su elemento
divino. ¿Cómo puede ser forjada en nuestro ser la esencia divina del
Señor? Por lo que nos infunden Sus siete ojos. Cuando somos
escudriñados, purgados, purificados, refinados y juzgados por los ojos
consumidores de Cristo, ganamos algo de El. No solamente cierto
elemento nuestro es purificado, sino que cierto elemento Suyo es
infundido en nosotros. Las cosas naturales son purgadas, y las cosas
divinas son infundidas en nosotros. Mediante este proceso, el Señor nos
edifica y edifica la morada de Dios. El libro de Apocalipsis no tiene la sola
función de escudriñar y juzgar; nos muestra cómo se produce y se edifica
la Nueva Jerusalén, que es la máxima consumación de este libro. Cuando
los siete ojos de Cristo nos infunden Su elemento, es edificada la Nueva
Jerusalén. Los siete ojos de Cristo miran al pueblo escogido,
alumbrándolo, escudriñándolo, juzgándolo, purificándolo, refinándolo y,
por último, infundiéndole lo que El es. Al infundirnos Su esencia, nos
hace iguales a El y, haciendo esto, nos transforma en lo que El es.
Entonces nos convertimos en el material transformado con el que se
edifica la Nueva Jerusalén. Debemos de ver que los siete ojos, los cuales
son los siete Espíritus de Dios y del Cordero, tienen la función primordial
de edificar la morada de Dios.
EL ESPIRITU ES LOS OJOS DE CRISTO
Los siete Espíritus son el Espíritu Santo. Es por esto que no están
separados de Cristo. Desde el punto de vista doctrinal, el Espíritu y Cristo
son dos entidades separadas, pero en la experiencia, son una sola. Del
mismo modo que una persona y sus ojos son uno, así Cristo y el Espíritu
son uno solo. Cuando alguien lo mira a usted, lo mira con los ojos, y
cuando los ojos de él lo miran, es él quien lo hace. Es absurdo decir que
los ojos estén separados de la persona misma. En nuestra experiencia, el
Espíritu es los ojos de Cristo. Los que discuten sobre esto tal vez tengan
doctrinas en su mente, pero carecen de la experiencia. Si ellos ponen todas
sus doctrinas en la experiencia, descubrirán que no es correcto separar a
Cristo del Espíritu. Uno no puede experimentar al Dios Triuno de una
manera doctrinal. Algunos tratan de definir o explicar al Dios Triuno, pero
cuando lo experimentamos, podemos entender que el Hijo es la
corporificación del Padre, y que el Espíritu es la expresión del Hijo. Ellos
son uno. El Padre está corporificado en el Hijo, y el Hijo es hecho real,
expresado y experimentable como el Espíritu.
EXPERIMENTAMOS AL DIOS TRIUNO
PARA CONSTRUIR EL EDIFICIO DE DIOS
El Dios Triuno produce la morada de Dios. El Dios Triuno tiene que ser
impartido en nosotros a fin de que Dios obtenga Su edificio. Esto es
revelado claramente en el libro de Apocalipsis. El ángulo que debemos
asumir al ir a la Biblia es la construcción del edificio de Dios. Si usted no
ha visto el edificio de Dios, le será difícil entender correctamente la Biblia,
puesto que ella está relacionada con la edificación de la morada de Dios, y
el edificio se obtiene cuando el Dios Triuno es impartido en nosotros.
Debemos tener esta perspectiva cuando leemos el Apocalipsis; si la
tenemos, entenderemos que no se trata de un libro sobre el juicio, sino
sobre la edificación de la morada de Dios.
EL JUICIO DE DIOS PRODUCE SU EDIFICIO
La construcción del edificio de Dios requiere juicio. El juicio de Dios es
llevado a efecto por Cristo, quien tiene los siete ojos de fuego que nos
queman, nos iluminan, nos escudriñan, nos purifican y nos refinan. Al
final estos ojos nos infunden todo lo que El es y nos transforman
metabólicamente hasta hacernos como El. Toda la ciudad, la Nueva
Jerusalén, tendrá la misma esencia y la misma apariencia que Dios. Como
hemos dicho, la apariencia de Dios, quien está sentado en el trono, es jaspe
(4:3), y la apariencia de la Nueva Jerusalén, especialmente sus paredes,
también son jaspe (21:11, 18, 19). Por consiguiente, la esencia y la
apariencia de Dios y las de la ciudad son iguales. ¿Cómo puede ser esto?
Solamente teniendo a Dios mismo forjado en nosotros. La esencia de Dios
es forjada en nosotros cuando El es infundido en nosotros.
No pase por alto los siete ojos, los siete Espíritus. El Apocalipsis no es un
libro que contiene un solo Espíritu; contiene siete Espíritus, los siete ojos
de Cristo, con los cuales el Cristo que redime, vence y edifica se infunde
en todos Sus miembros. Mientras El se infunde en nosotros, nos escudriña,
nos ilumina, nos juzga, nos purifica y nos refina. Es así como nos
transforma. ¡Cuánto necesitamos recibir esta visión! En esto consiste el
recobro del Señor.

LA VISION PREDOMINANTE EN LA BIBLIA


Aunque es imposible mejorar la Biblia, la verdad que ella contiene es
progresiva, y el recobro de la verdad divina que hay en la Biblia también
es progresiva. Hace cuatrocientos años, muy pocas de las verdades en la
Palabra de Dios habían sido recobradas, pero ése no es el caso en la
actualidad. Las verdades que se han recobrado son más ricas ahora que
hace veinte años. Esto no significa que la Biblia cambie ni que nosotros
cambiemos la Biblia, pues nadie tiene derecho a hacer tal cosa, más bien,
significa que el Señor continúa avanzando en lo que concierne a recobrar
Sus verdades.
El único fin del recobro de las verdades bíblicas es el edificio de Dios. En
1958, el año en que comenzó la oposición en mi contra, fue precisamente
el año en que recibí la carga de ministrar sobre el edificio de Dios. Esta
fue la causa de toda la oposición y las críticas. Pero de todos modos, lo
único que me interesa es la edificación de la morada de Dios.
Agradecemos al Señor por haber vindicado el recobro. La palabra del
hombre no tiene ningún valor; lo único que cuenta es lo que dice Dios. El
ha dicho que Su único interés es obtener Su edificio. Toda la Biblia tiene
este solo fin. Al principio, en el libro de Génesis, tenemos el árbol de la
vida y un río que riega la tierra, en el que hay oro, bedelio (perla) y piedras
preciosas (Gn. 2:9-12). Al final de la Biblia, en Apocalipsis, tenemos una
ciudad construida con estos materiales preciosos, con oro, perlas y piedras
preciosas (Ap. 21). Vemos, pues, que toda la Biblia gira en torno al
propósito eterno de Dios, que consiste en la obtención de la morada eterna
de Dios, lo cual se consigue al impartirse El mismo como vida en Sus
escogidos. Esta es la visión que se extiende por toda la Biblia.
EL DESEO DE DIOS
Si tenemos una visión diferente, significa esto que estamos cortos de vista.
Dios no busca santidad ni espiritualidad. El busca la edificación de Su
morada. En 1958 dije que nuestra espiritualidad tiene que ser probada por
la edificación, es decir, por la vida de la iglesia. Cuando dije que a Dios no
le interesa nuestra espiritualidad, los opositores tomaron mis palabras
fuera de contexto y me censuraron, diciendo: “Oigan, el hermano Lee dice
que a Dios no le interesa nuestra espiritualidad. ¿No es esto herético?” Si
usted deja estas palabras dentro del contexto en que fueron dichas, no
tienen nada de herético. A Dios no le interesa nuestra espiritualidad; lo
que a El le interesa es cuánto hemos sido edificados en Su iglesia. La
espiritualidad centrada en el individuo es un cáncer. Cualquier miembro
individualista de la iglesia es un cáncer en el Cuerpo de Cristo. Usted
puede decir que es espiritual o santo, pero su espiritualidad y su santidad
tienen que ser probadas por la vida de la iglesia. Tal vez su santidad sea
individualista. Si es así, esto quizá no sea saludable, ya que la verdadera
santidad edifica la morada de Dios.
Dios no quiere un grupo de personas espirituales individualistas; El desea
obtener Su morada. El no quiere un montón de piedras preciosas que sólo
sirvan de exhibición. Dios obviamente necesita individuos, pero necesita
individuos que sean material para la edificación. Todas las piedras
individuales deben ser puestas en el edificio. Esto no es una simple
doctrina sino un hecho importantísimo. ¿Ha sido puesto usted en el
edificio de Dios? ¿O es usted una persona salva, temerosa de Dios, que
ama al Señor y ora pero que dice: “No me interesa la iglesia”? ¿Es usted
uno de los que dice que no es bueno hablar mucho sobre la iglesia, y que
es mejor estar solo con el Señor y leer la Biblia? Es posible que usted se
complazca en ello, pero Dios no estará tan contento como usted. El quiere
que usted pierda su misma persona. Debe ser iluminado, escudriñado,
purificado, refinado, y luego recibir todo lo que El es, a fin de ser
transformado en una piedra preciosa útil para el edificio de Dios. Esto es
lo que Dios desea hoy.
¿Por qué llamó Dios a los israelitas a salir de Egipto? Para edificar Su
morada en la tierra. Más tarde, el tabernáculo, la morada de Dios en la
tierra, vino a ser el centro del pueblo de Israel. Siempre que su relación
con el tabernáculo estaba incorrecta, perdían todas sus guerras. Pero
cuando estaban bien con el tabernáculo, tenían victoria. Después de que
los israelitas entraron en la buena tierra, construyeron el templo como el
centro de su vida como pueblo de Dios. Cuando su relación con el templo
estaba bien, su relación con Dios estaba bien, y cuando estaba mal con el
templo, estaba mal con Dios. Este es un breve resumen del Antiguo
Testamento. ¿Qué tenemos en el Nuevo Testamento? Tenemos la iglesia
en esta era y la Nueva Jerusalén en el futuro. Por lo tanto, el edificio de
Dios es una breve síntesis de la Biblia.
LA INFUSION DEBE INTENSIFICARSE
Dios se ha visto obligado a obrar como el Espíritu siete veces intensificado
a fin de iluminarnos, por causa de las tinieblas y la degradación de esta
era. Necesitamos el escrutinio y la iluminación de los siete Espíritus. Tal
vez usted haya estado aferrado a doctrinas durante años. ¿De qué le ha
servido? La iglesia recobrada que cayó en degradación tiene muchas
doctrinas, ¿pero qué dijo el Señor de ella? Dijo que ellos no eran fríos ni
calientes, sino tibios; por consiguiente, estaban a punto de ser vomitados
de la boca del Señor (3:16). Esta es la condición de la iglesia en Laodicea.
Damos gracias al Señor porque hoy la luz relacionada con Su edificio es
más clara que nunca. La luz brilla sobre nosotros. No es asunto de ser un
vencedor individualista en cosas pequeñas, sino de ser un vencedor en las
cosas importantes relacionadas con la edificación de la morada de Dios.
Muchos cristianos no entienden qué significa ser vencedor en el libro
Apocalipsis. Vencer en este libro significa vencer el cristianismo
degradado. Tenemos que vencer la situación degradada de la
autodenomidada iglesia, para poder edificar el edificio de Dios. Lea el
libro de Apocalipsis varias veces, y descubrirá que la visión en torno a la
cual gira el libro es la edificación de la morada de Dios. Debemos recordar
esto. Todo debe redundar en la edificación de la morada de Dios. Cristo es
revelado en el capítulo uno para que el edificio sea construido; las siete
epístolas dirigidas a las siete iglesias de los capítulos dos y tres tienen
como objetivo edificar la morada de Dios; y la escena que se produce en el
cielo después de la ascensión de Cristo y la visión de Cristo como el León-
Cordero en el capítulo cinco también está relacionada con la edificación
de la morada de Dios. Los siete ojos de Cristo, que son las siete lámparas
y los siete Espíritus de Dios, no tienen como fin que nosotros seamos
santos individualistas, sino que se obtenga el edificio de Dios. Tenga el
Señor misericordia de nosotros. En esta era estamos en una noche oscura y
necesitamos que el Espíritu siete veces intensificado como las siete
lámparas resplandecientes nos ilumine, nos escudriñe, nos purgue y nos
refine. Finalmente, lo que necesitamos es que el Señor sea infundido en
nosotros de una manera intensificada. Necesitamos que El se infunda en
nuestro ser a fin de que seamos transformados en piedras útiles para la
edificación de la morada de Dios.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTITRES
LA ESCENA DEL CIELO
DESPUES DE ABRIRSE EL SEPTIMO SELLO
Y
EL JUICIO SOBRE LA TIERRA, EL MAR,
LOS RIOS, EL SOL, LA LUNA Y LAS ESTRELLAS:
LAS PRIMERAS CUATRO TROMPETAS
En este mensaje llegamos a 8:1-12. En este capítulo tenemos la apertura
del séptimo sello (vs. 1-2), la escena en el cielo después de que esto ocurre
(vs. 3-5), y el sonido de las primeras cuatro trompetas (vs. 6-12).
I. EL SEPTIMO SELLO
El séptimo sello, el cual comenzará antes de la gran tribulación, consta de
siete trompetas; las siete trompetas son, pues, el contenido del séptimo
sello. Si queremos entender la profecía de este libro, debemos darnos
cuenta de que el secreto de la economía de Dios está sellado con siete
sellos. Como dijimos, el libro del capítulo cinco es el nuevo pacto,
establecido por Cristo con Su preciosa sangre. Este nuevo pacto es el libro
de la economía de Dios, sellado con siete sellos que, a su vez, son el
contenido del libro. Vimos que los primeros cuatro sellos no son
consecutivos sino simultáneos y que el quinto sello y el sexto son
consecutivos. El séptimo sello abarca desde el sexto sello hasta la
eternidad futura. Por consiguiente, el séptimo sello, que consta de siete
trompetas, es todo inclusivo. Como veremos, las siete copas son parte de
las siete trompetas. Los siete sellos constan de las siete trompetas, y la
séptima trompeta, por su parte, consta de las siete copas. Tanto los siete
sellos como las siete trompetas continúan hasta la eternidad. La séptima
trompeta pondrá fin a esta era e introducirá el reino, el nuevo cielo y la
nueva tierra.
Algunos tal vez tengan la idea de que las siete trompetas vienen después
de los siete sellos y que las siete copas se derraman después de sonar las
siete trompetas. Este concepto procede del hombre natural. No debemos
tener ninguna confianza en nuestros conceptos naturales para entender la
Palabra. Al contrario, debemos abandonarlos, acudir al Señor y decirle:
“Señor, muéstrame Tu camino”. Desde 1933 he recibido mucha ayuda del
estudio que hizo el hermano Nee en el libro de Apocalipsis. Debido a mi
concepto natural, arraigado en lo más recóndito de mi mente, yo creía que
las siete trompetas eran la continuación de los siete sellos, y que las siete
copas vendrían después de las siete trompetas. Este concepto me
preocupaba constantemente. Estudié esto reiteradas veces, hasta que un
día la luz vino y vi que el séptimo sello contiene las siete trompetas. Las
siete trompetas equivalen al séptimo sello. En realidad ellas son el séptimo
sello. El contenido de los primeros cuatro sellos son los cuatro caballos, el
contenido del quinto sello es el clamor de los santos martirizados, el
contenido del sexto sello es la respuesta de Dios al clamor de los santos
martirizados, y una advertencia a los moradores de la tierra, y el contenido
del séptimo sello es las siete trompetas.
Igual que los primeros cuatro sellos, las primeras cuatro trompetas, las
cuales todavía no son el juicio directo sobre los hombres, forman un
grupo. La primera trompeta trae juicio sobre la tierra, los árboles y la
hierba, como ocurrió en Egipto (Ex. 9:18-25); la segunda, trae juicio sobre
el mar y los seres vivos que hay en él, y sobre los barcos; la tercera trae
juicio sobre los ríos y las fuentes de las aguas, como ocurrió en Egipto
(Ex. 7:17-21); la cuarta trompeta trae juicio sobre el sol, la luna y las
estrellas, igual que ocurrió en Egipto (Ex. 10:21-23). Mediante los juicios
de estas cuatro trompetas, la tercera parte de la tierra, el mar, los ríos y los
cuerpos celestes son dañados, lo cual hace que ya no sirvan para la
subsistencia del hombre. Antes de tocarse las siete trompetas, ya habrá
venido juicio sobre la tierra y sobre los astros en el sexto sello (6:12-14).
El daño causado por ese juicio no será tan definitivo como el producido
por las primeras cuatro trompetas. Al sonar la quinta trompeta, Satanás y
el anticristo colaborarán para atormentar a los hombres; con la sexta
trompeta vendrá otro juicio sobre los hombres, mientras doscientos
millones de soldados de caballería matan la tercera parte de ellos; cuando
se toque la séptima trompeta sucederán muchas cosas: el eterno reinado de
Cristo, el tercer ay constituido de las siete copas, el juicio de los muertos,
la recompensa a los profetas, a los santos y a los que temen a Dios, y la
destrucción de los que destruyen la tierra. En la séptima trompeta, vendrán
más juicios sobre la tierra, el mar, los ríos y el sol por medio de las siete
copas (16:1-21) Estos serán los más severos de los juicios de Dios sobre la
tierra y el cielo.
Debemos abandonar el concepto de que los siete sellos, las siete trompetas
y las siete copas son consecutivos. No, repito que las siete trompetas están
incluidas en el séptimo sello, y que las siete copas son parte de la séptima
trompeta. Esta es la clave para entender la profecía de este libro.
Solamente Dios pudo haber escrito el libro de Apocalipsis; solamente El
tiene la sabiduría para redactarlo de un modo tan maravilloso. ¿Quién más
tiene la sabiduría para escribir un libro con símbolos y señales como las de
los cuatro caballos, los cuales abarcan la historia de los últimos veinte
siglos? El hecho de que los siete sellos, las siete trompetas y las siete
copas no sean consecutivos, revela la sabiduría de Dios al escribir este
libro. Si no tenemos la luz para entender este arreglo, quedaremos
confundidos aunque leamos el Apocalipsis muchas veces.

II. LA ESCENA DEL CIELO


DESPUES DE ABRIRSE EL SEPTIMO SELLO
En Apocalipsis 8:1-2 vemos que las siete trompetas suenan como
respuesta a la oración que hacen los santos en el quinto sello. Los sellos
son abiertos en secreto, mientras que las trompetas son tocadas
públicamente.
A. Silencio en el cielo
como por media hora
Cuando el cordero “abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo
como por media hora” (v. 1). Este silencio indica solemnidad. Cuando se
abrió el séptimo sello, todo el cielo estuvo en silencio debido a que la era
iba a cambiar. El período anterior a la apertura del séptimo sello fue la era
de la paciencia de Dios. Dios ha tolerado la situación pecaminosa de la
tierra por causa de Su propósito de predicar el evangelio para producir las
iglesias y así cumplir Su plan eterno. Pero al abrirse el séptimo sello, la era
de la paciencia termina y comienza una nueva edad. Esta es la edad de la
ira de Dios. Dios ahora interviene en la situación de rebelión y pecado que
hay en la tierra. El cielo queda en silencio por la solemnidad de esta
ocasión, lo cual indica que algo serio está a punto de suceder.
B. Cristo ministra en el cielo
como Sumo Sacerdote
1. Como “otro Angel”
En medio de esta solemne escena, aparece otro Angel (v. 3). Este es
Cristo. Cuando Cristo fue revelado como el que anda en medio de las
iglesias, fue manifestado como el Hijo del Hombre, y cuando habló a las
iglesias, presentó todos Sus méritos. Pero en cuanto a la administración
del juicio de Dios sobre la tierra, Cristo es el Angel que tiene la posición
de un enviado de Dios. De hecho, Cristo lo es todo; El es todo lo que la
economía de Dios necesite. El Apocalipsis describe a Cristo
específicamente como “otro Angel”, lo cual indica que no es un ángel
común sino un Angel especial. Como dijimos en el mensaje veintiuno, en
el Antiguo Testamento Cristo fue llamado “el Angel de Jehová”, es decir,
Dios mismo (Gn. 22:11-12; Ex. 3:2-6; Jue. 6:11-24; Zac. 1:11-12; 2:8-11;
3:1-7). En Génesis 22 el Angel de Jehová habló con Abraham, y en Exodo
3 el Angel de Jehová apareció a Moisés. Cristo es el otro Angel; El es el
Angel especial y único.
2. Presenta a Dios las oraciones de los santos
El versículo 3 dice: “Otro Angel vino entonces y se paró ante el altar, con
un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para que lo ofreciese
junto con las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba
delante del trono”. El primer altar de este versículo se refiere al altar del
holocausto (cfr. Ex. 27:1-8), y el altar de oro que está delante del trono se
refiere al altar del incienso (cfr. Ex. 30:1-9). El incensario de oro
simboliza las oraciones de los santos, las cuales Cristo, el “otro Angel”,
lleva a Dios. El incienso representa a Cristo con todos Sus méritos, quien
es añadido a las oraciones de los santos a fin de que las oraciones
ofrecidas por ellos sobre el altar de oro sean aceptables a Dios. Cuando se
abra el séptimo sello todavía habrá “santos” orando en la tierra.
En esta escena celestial, que se da después de la apertura del séptimo sello,
Cristo aparece como otro Angel para llevar a cabo la administración de
Dios en la tierra ministrando a Dios como Sumo Sacerdote las oraciones
de Sus santos. Al ofrecer las oraciones de Sus santos a Dios, El agrega Su
incienso a ellas. El versículo 4 dice que “de la mano del Angel subió a la
presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos”. El
“humo del incienso” indica que el incienso es ofrecido a Dios por fuego
con las oraciones de los santos. Esto implica que por el incienso añadido,
las oraciones de los santos llegan a ser eficaces y aceptables para Dios.
3. Se arroja fuego a la tierra
para ejecutar el juicio de Dios sobre ella
El versículo 5 dice: “Y el Angel tomó el incensario, y lo llenó del fuego
del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y
un terremoto”. Esto indica que ésa es la respuesta a las oraciones de los
santos, especialmente a la oración hecha en el quinto sello, en 6:9-11, y a
la oración mencionada en Lucas 18:7-8. La oración que hacen los santos
en este capítulo, muy posiblemente trae el juicio a la tierra, la cual se
opone a la economía de Dios. La respuesta a las oraciones de los santos es
la ejecución del juicio de Dios sobre la tierra realizado por las siguientes
siete trompetas. Arrojar fuego sobre la tierra equivale a ejecutar el juicio
de Dios sobre la misma. De modo que los truenos, las voces, los
relámpagos y el terremoto, vienen como señales del juicio de Dios.
El juicio que Dios trae sobre la tierra es la respuesta a las oraciones de los
santos mezcladas con Cristo como incienso. Aunque el sexto sello ha sido
abierto y las siete trompetas están a punto de sonar, nada pasa hasta que
Cristo ofrece a Dios las oraciones de los santos y se añade a ellas como
incienso. En aquella hora, habrá truenos, voces, relámpagos y un
terremoto. Esto indica que pese a que Dios tiene la intención de ejecutar
Su juicio sobre la tierra, sigue siendo necesario que los santos cooperen
con El por medio de las oraciones. Dios necesita que los santos oren para
poder ejecutar Su juicio. Si usted lee Lucas 18, verá que el Señor Jesús
dice que en cierto tiempo los santos que estén en la tierra clamarán al
Señor pidiéndole que intervenga, ponga fin a la situación y se vindique a
Sí mismo. Al final de esta era, la gente estará en una rebeldía tan grande
contra Dios, que declararán al universo entero que ellos son Dios. Dios ha
estado tolerando esto, pero algunos de los santos fieles no lo soportarán
más y clamarán: “¿Oh Dios soberano, cuánto tiempo más vas a soportar
esto? ¿Has de soportar esta rebelión perpetuamente? ¿Cuándo te vengarás
y nos vengarás a nosotros? ¿Cuánto tiempo más pasará antes que toda la
tierra sepa que Tú eres el Señor?” Finalmente, será necesario que se
eleven esta clase de oraciones. Creo que el tiempo se acerca en que todos
nos veremos obligados a orar así. No puedo exhortarlos hoy a orar de esta
manera, porque no están bajo esta clase de opresión. Pero un día la
opresión será tal que tendremos que orar de esa manera. Esto indicará que
el fin se acerca, porque nuestro espíritu ya no tolerará la situación.
Entonces oraremos al Señor pidiéndole que se vengue para que los
rebeldes sepan que El es Dios. Cuando oremos de esta manera, el Angel
enviado por Dios ministrará a Dios llevándole nuestras oraciones y
añadiéndose a ellas como incienso. Dios ciertamente contestará esa
oración, y habrá truenos, voces, relámpagos y un terremoto. Este sólo será
el comienzo del juicio de Dios sobre la tierra rebelde. Esto sucederá
cuando se abra el séptimo sello y Cristo, el otro Angel, ministre a Dios
como nuestro Sumo Sacerdote nuestras oraciones mezcladas con Su
incienso, y sea enviado a ejecutar el juicio de Dios sobre la tierra.
El versículo 6 dice: “Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se
dispusieron a tocarlas”. A los siete ángeles les fueron dadas siete
trompetas (v. 2). Sólo después de que las oraciones de los santos son
contestadas en los versículos del 3 al 5, los ángeles se preparan a tocar las
trompetas. La voluntad de Dios en el cielo requiere las oraciones de los
santos para llevarse a efecto en la tierra. Cuando Cristo presenta a Dios las
oraciones de los santos, se presentan las siete trompetas.

III. LA PRIMERA TROMPETA:


EL JUICIO SOBRE LA TIERRA
El versículo 7 dice: “El primero tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego
mezclado con sangre, que fue lanzado sobre la tierra; y la tercera parte de
la tierra se quemó, y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó
toda la hierba verde”. Cuando los ángeles empiecen a tocar las trompetas,
todas las cosas del universo serán trastornadas. La primera trompeta
dañará “la tercera parte de la tierra”. Nótese que este versículo no dice “un
tercio”, sino “la tercera parte”. Esto significa que cierta parte de la tierra
será dañada. Aunque toda la tierra es pecaminosa, algunas partes son
particularmente infernales, diabólicas, satánicas, demoníacas y malignas.
No creo que la tercera parte de la tierra incluya los Estados Unidos.
Estados Unidos es un país pecaminoso, pero, a diferencia de las otras
partes de la tierra, no es pecaminoso diabólicamente. Esas regiones de la
tierra que son tan pecadoras serán “la tercera parte”. Mucha gente necesita
oír este mensaje y necesita estar advertida para no ser tan maligna contra
Dios que su región se incluya en “la tercera parte” de la tierra, la región
que será completamente destruida por el juicio de Dios. De acuerdo con
Apocalipsis 9, el juicio de Dios sobre “la tercera parte” de la tierra será
también una advertencia al mundo rebelde para que se arrepienta.
IV. LA SEGUNDA TROMPETA:
EL JUICIO SOBRE EL MAR
En los versículos 8 y 9 vemos la segunda trompeta: “El segundo ángel
tocó la trompeta, y algo como una gran montaña ardiendo en fuego fue
lanzada al mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió
la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera
parte de las naves fue destruida”. Aquí vemos que la segunda trompeta
destruirá “la tercera parte del mar”. Algunas naciones poderosas están
desarrollando flotas marinas para ensanchar su dominio marino. Hacen
esto por su rebeldía en contra de Dios. Así como fue juzgada la tierra con
la primera trompeta, Dios juzgará la tercera parte del mar. El versículo 9
menciona específicamente la destrucción de la tercera parte de las naves.
La parte del mar que está contaminada por la maldad contra Dios será
destruida por el juicio de Dios.
V. LA TERCERA TROMPETA:
EL JUICIO SOBRE LOS RIOS
Y SOBRE LAS FUENTES DE LAS AGUAS
Los versículos 10 y 11 describen lo que ocurre cuando suena la tercera
trompeta: “El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran
estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los
ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo.
Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres
murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas”. Otra vez
vemos que la tercera parte de los ríos y los manantiales serán destruidos.
El agua es crucial para la vida humana. Los que se oponen a Dios y los
que practican maldad contra El continuarán disfrutando de las cosas que
Dios creó. Aunque ellos participan del agua creada por Dios, siguen
oponiéndose a Dios. Un día Dios dirá: “Ahora haré descender ajenjo del
cielo sobre el agua y la volveré amarga”. Este juicio de Dios sigue
limitado solamente a la tercera parte de los ríos y los manantiales.
VI. LA CUARTA TROMPETA:
EL JUICIO DE LA MULTITUD CELESTIAL
En el versículo 12 leemos de la cuarta trompeta, el juicio de las huestes del
cielo: “El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del
sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que
se oscureciese la tercera parte de ellos, y el día no resplandeciese en su
tercera parte, y asimismo la noche”. Después de ejecutarse el juicio sobre
la tierra, el mar y los ríos, el juicio de Dios destruirá la tercera parte de los
cuerpos celestes, al dañar la tercera parte del sol, de la luna, y de las
estrellas. La parte del sol que será dañada será la parte que brilla sobre las
naciones malignas. Dios conoce esta parte, y hará que se oscurezca.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTICUATRO
EL JUICIO SOBRE EL HOMBRE:
LA QUINTA TROMPETA
La carga que tengo en este mensaje es compartir acerca de la gran
tribulación. Apocalipsis 8:13 dice: “Y miré, y oí a un águila que volaba
por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran
en la tierra, a causa de los restantes toques de trompeta, los cuales están
para sonar los tres ángeles!” Los tres ayes de las últimas tres trompetas
(9:12; 11:14) serán los tres ayes de la gran tribulación (Mt. 24:21). Como
veremos, ocurrirán en la segunda mitad de la septuagésima semana de la
cual profetizó Daniel (Dn. 9:27), es decir, en un período de tres años y
medio (Dn. 7:25; 12:7; Ap. 12:14), o cuarenta y dos meses (Ap. 11:2;
13:5), o mil doscientos días (Ap. 11:3; 12:6).
I. EL COMIENZO DE LA GRAN TRIBULACION
Muchos cristianos piensan que la gran tribulación durará siete años.
Algunos tienen esta idea porque entienden la Biblia de una manera
tradicional y sin prestarle la debida atención. Pero la Biblia es muy exacta,
y debemos entenderla de tal manera que recibamos iluminación. La Biblia
no desperdicia ni una sola palabra; todo tiene sentido y es exacto.
Consideremos ahora Daniel 9:24-27. El versículo 24 dice: “Setenta
semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, y
para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad,
para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al
Santo de los santos”. Este pueblo es el pueblo de Daniel, y la ciudad santa
se refiere a Jerusalén. En la Biblia, una semana no significa siete días sino
siete años. Si usted dice que las setenta semanas se refieren a setenta
períodos de siete días, nunca podrá interpretar este pasaje apropiadamente.
El versículo 25 dice: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la
orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe habrá
siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el
muro, pero esto, en tiempos angustiosos”. Aquí vemos “siete semanas” y
luego “sesenta y dos semanas”. El versículo 26 añade: “Y después de las
sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por Sí; y el
pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y
su fin será en una inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las
devastaciones”. Al decir que “se quitará la vida al Mesías”, se da a
entender que Cristo sería crucificado. La destrucción de la ciudad y del
santuario, se refiere a la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén
que vendrían por mano de Tito en el año 70 d. de C.
El versículo 27 concluye diciendo: “Y por otra semana confirmará el pacto
con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador,
hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame
sobre el desolador”. Aquí vemos que el príncipe confirmará el pacto por
una semana y que en el medio de la semana, o sea, después de tres años y
medio, hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Esto significa que suspenderá
la adoración de Dios.
Estas setenta semanas constituyen cuatrocientos noventa años, a partir del
año veinte de Artajerjes, quien decretó la reconstrucción del muro de
Jerusalén (Neh. 1:1; 2:1). Las primeras siete semanas, que son cuarenta y
nueve años, proveyeron el tiempo necesario para que se terminara la
reconstrucción de la calle y el muro de Jerusalén. Desde entonces hasta
que se le quitase la vida a Cristo transcurrirían sesenta y dos semanas, es
decir, cuatrocientos treinta y cuatro años. Desde el final de las sesenta y
nueve semanas, ha habido un largo intermedio. De todos modos llegará la
última semana, los últimos siete años. Esto ha dado origen a la idea de que
la gran tribulación durará siete años.
Como veremos ahora, este concepto no es correcto. Los últimos siete años,
la última semana, será el tiempo cuando el anticristo hará un pacto con el
pueblo judío. Durante la primera parte de esos siete años, el anticristo se
mostrará amistoso con los judíos. Pero después de tres años y medio,
cambiará de parecer. Aunque había asentido que los judíos podían adorar a
Dios en el templo y ofrecer sacrificios, cambiará de parecer y se
proclamará a sí mismo Dios, erigirá su propia imagen en el templo y
obligará a la gente a adorarlo a él y a su imagen. Entonces comenzará a
maltratar a los judíos. De modo que la primera mitad de los siete años no
será un tiempo de tribulación, debido a que el anticristo estará en buenas
relaciones con los judíos. De acuerdo con Daniel 9:27, “a la mitad de la
semana” el anticristo “hará cesar el sacrificio y la ofrenda”, ordenando que
los judíos cesen la adoración de Dios y los sacrificios. El anticristo
también erigirá la abominación desoladora en el lugar santo. Según
Apocalipsis, la abominación desoladora será la imagen del anticristo
erigida como un ídolo en el templo.
Veamos ahora Mateo 24, el capítulo que trata el asunto de la gran
tribulación. En el versículo 15 el Señor Jesús dice: “Por tanto, cuando
veáis la abominación desoladora, anunciada por medio del profeta Daniel,
erigida en el lugar santo”. ¿Cuándo sucederá esto? No será en el principio
de los siete años, sino a la mitad de los siete años, cuando el anticristo
haga cesar la adoración de Dios, se proclame Dios a sí mismo, y ponga su
imagen en el templo, lo cual es una abominación delante de Dios. Luego
en el versículo 21 el Señor predice lo siguiente: “Porque habrá entonces
gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta
ahora, ni la habrá jamás”. En consecuencia, vemos que la gran tribulación,
la cual empezará a la mitad de los últimos siete años, durará solamente tres
años y medio. La enseñanza tradicional de que la gran tribulación durará
siete años es inexacta, y no debemos seguirla, pues no nos da suficientes
detalles para el estudio de esta profecía. Los que sostienen la enseñanza
tradicional hablan de siete años, sin darse cuenta de que en medio de los
siete años el anticristo cambiará de parecer, lo cual dará como resultado la
gran tribulación, que durará tres años y medio, o sea, la segunda mitad de
la última semana.
Veamos algunos versículos en Apocalipsis 12. Los versículos 5 y 6 dicen:
“Y ella dio a luz un hijo varón, que pastoreará con vara de hierro a todas
las naciones; y su hijo fue arrebatado a Dios y a Su trono. Y la mujer huyó
al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten
por mil doscientos sesenta días”. Los mil doscientos sesenta días
equivalen a tres años y medio. Después que el hijo varón sea arrebatado,
habrá un período de tres años y medio, o sea, la segunda mitad de la
septuagésima semana, el tiempo en el cual la imagen del anticristo será
erigida en el templo. Entonces, en los versículos del 7 al 13, se revela que
habrá guerra en el cielo y que el dragón y sus ángeles serán arrojados del
cielo a la tierra, y que el dragón perseguirá a la mujer que dio a luz al hijo
varón. El versículo 14 dice: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la
gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su
lugar, donde será sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un
tiempo”. Este “tiempo y tiempos, y la mitad de un tiempo” se refieren a
los tres años y medio que constituyen la segunda parte de la última
semana. En este pasaje vemos que Satanás será arrojado del cielo a la
tierra al principio de la segunda mitad de los últimos siete años. Esto
también prueba que, en realidad, la gran tribulación durará tres años y
medio, y no siete años.
Otra prueba de esto se halla en Apocalipsis 11:2, donde dice: “Pero el atrio
que está fuera del templo deséchalo, y no lo midas, porque ha sido
entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos
meses”. En este versículo se nos dice que la ciudad de Jerusalén será
hollada por los gentiles durante cuarenta y dos semanas. Los gentiles que
hollarán la ciudad santa serán el anticristo y sus ejércitos. Esto
corresponde a la profecía de Daniel 9, donde el anticristo romperá el pacto
y se proclamará Dios a sí mismo, y mandará que la gente lo adore. En esos
días él hollará la ciudad santa. Esto sucederá durante la gran tribulación.
De manera que la gran tribulación comenzará al principio de los tres años
y medio, cuando Satanás sea arrojado del cielo a la tierra. Vimos ya que
esto se menciona explícitamente en el capítulo doce.

II. SATANAS CAE DEL CIELO A LA TIERRA


Con este trasfondo, llegamos a la quinta trompeta. En Apocalipsis 9:1
dice: “El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo
a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo”. Esta estrella representa
a Satanás, el cual será arrojado del cielo a la tierra. Los ángeles son
asemejados a estrellas (Job 38:7; Ap. 12:4). Satanás, como arcángel, era el
lucero (Is. 14:12). En Lucas 10:18 se menciona el juicio dictado sobre él.
Aquí y en 12:9-10, vemos la ejecución de dicho juicio. El abismo es la
morada de los demonios (Lc. 8:31).
¿Cuándo será lanzado Satanás del cielo a la tierra? La respuesta a esta
pregunta está en el capítulo doce, el cual revela que después de ser
arrebatado el hijo varón al cielo, peleará contra Satanás, y parece que le
dice: “Satanás, ahora que nosotros estamos aquí, no hay lugar para ti.
Tienes que ser echado afuera”. Según este capítulo, Satanás caerá del cielo
al principio de los tres años y medio. Hicimos notar que ésa es una clara
evidencia de que la gran tribulación no comenzará antes de este suceso,
porque, antes de esto, Satanás todavía estará en el cielo.
Cuando Satanás caiga del cielo a la tierra, se le dará la llave del abismo
para que lo abra y suelte las langostas poseídas de demonios a fin de que
atormenten a los hombres durante cinco meses.
III. LAS LANGOSTAS
Debido a que la gran tribulación comienza con el primer ay al sonar la
quinta trompeta, no incluye el sexto sello ni las primeras cuatro trompetas.
El sexto sello será una calamidad sobrenatural, y las primeras cuatro
trompetas serán juicios ejecutados sobre la tierra, el mar, los ríos y las
huestes celestes. Esos juicios no son parte de la gran tribulación. Las
primeras cuatro trompetas son muy severas, pero no harán daño al hombre
directamente. Después de tocarse las cuatro trompetas comienza la gran
tribulación, en la cual el hombre será atormentado directamente. Antes de
la quinta trompeta, el hombre no será castigado directamente; solamente la
tierra, el mar, los ríos y las huestes de los cielos lo serán. Esto puede
considerarse el preámbulo de la gran tribulación. El juicio de Dios sobre la
tierra, el mar, las aguas y los cielos es una advertencia al hombre. Cuando
se toque la quinta trompeta, el hombre será atormentado directamente.
En los versículos del 3 al 5 dice: “Y del humo salieron langostas a la
tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra. Y
se les dijo que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna,
ni a ningún árbol, sino a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en
sus frentes. Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen
cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere
al hombre”. Estas langostas no son como las mencionadas en Exodo
10:12-15, dado que éstas tienen colas y aguijones como escorpiones y
dañan a los hombres (v. 10). Han de estar poseídas por demonios, porque
salen del humo que proviene del pozo del abismo, la morada de los
demonios (v. 2). Las plagas de las primeras cuatro trompetas no fueron
dirigidas al hombre, mientras que los ayes de las últimas tres trompetas sí.
Los israelitas que tengan el sello de Dios en sus frentes serán los únicos
que no sufrirán el daño infligido por las langostas poseídas por los
demonios (7:3-8).
En los versículos del 7 al 10 vemos las características de esas langostas.
Los vs. 7 y 9 son muy similares a lo que se dijo acerca de Israel en Joel
2:4-5, 25; 1:6. Esto, junto con el hecho de que los israelitas necesitan ser
sellados por Dios para escapar del daño infligido por las langostas, tal vez
indique que el ay de la quinta trompeta vendrá específicamente sobre los
israelitas. El versículo 7 dice: “Y las langostas eran semejantes a caballos
preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus
caras eran como caras de hombres”. Estas langostas son como un ejército,
similares a las langostas mencionadas en el libro de Joel, donde se nos
dice que Dios enviará un ejército de langostas. Las langostas de
Apocalipsis 9 no son las mismas que las de Joel; sin embargo, están
relacionadas. Las langostas eran semejantes a caballos preparados para la
guerra, y tenían coronas como de oro en sus cabezas. Tenían cabello como
de mujer, y sus dientes eran como de leones (v. 8); tenían corazas como
corazas de hierro, y “el ruido de sus alas era como el estruendo de carros
de muchos caballos corriendo a la batalla” (v. 9).
El versículo 10 dice: “Tenían colas como de escorpiones, y también
aguijones”. En la Biblia los escorpiones representan a los demonios, los
espíritus malignos que siguen a Satanás. En Lucas 10:19 el Señor dice:
“He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre todo
poder del enemigo”. Nosotros los creyentes en Cristo, vencimos los
escorpiones, los servidores demoníacos de Satanás. El versículo 10 añade
que “en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco
meses”. El tormento del primer ay afectará directamente al hombre; sin
embargo, Dios limitará el tiempo del mismo a sólo cinco meses. El
tormento será tan agudo que “en aquellos días los hombres buscarán la
muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de
ellos” (v. 6). Durante estos cinco meses, los que sean atormentados por
estas terribles langostas poseídas por demonios desearán morir.
Seguramente el terremoto y la oscuridad del sol no son nada comparados
con esto. Este es el primero de los tres ayes anunciados por el águila que
volaba en medio del cielo (8:13).

IV. EL ANTICRISTO
Con respecto a las langostas, el versículo 11 dice: “Y tienen por rey
sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón,
y en griego tiene por nombre Apolión”. El ángel del abismo es la
bestia, el anticristo, el cual saldrá del abismo (11:7; 17:8). En hebreo
el ángel del abismo es llamado Abadón, que significa destrucción,
como vemos en Job 26:6; 28:22; y en Proverbios 15:11. El nombre
griego es Apolión, que significa destructor. El anticristo causará
mucha destrucción (Dn. 8:23-25).
El anticristo es una persona peculiar, pues está compuesto de dos
personas: el espíritu de César Nerón y el cuerpo de otro césar del
Imperio Romano. Nerón comenzó a perseguir a los cristianos en el
siglo primero, y es su espíritu el que está encerrado en el abismo
hasta el día que sea liberado y entre en el cuerpo de otro césar. El
césar en el cual este espíritu entrará será muerto y resucitará con el
espíritu de Nerón. Este será el anticristo. Entonces Satanás soltará
las langostas, las cuales estarán organizadas como un ejército bajo
la autoridad de la bestia, el anticristo, el cual será su rey. Las
langostas atormentarán durante cinco meses a todos los que no
tengan la marca de Dios en sus frentes.
Según la Biblia, el universo está compuesto de tres secciones: los
cielos, la tierra y la región que está debajo de la tierra (Fil. 2:10). Al
principio de la gran tribulación, esto es, después de la primera
mitad de los últimos siete años, Satanás será lanzado del cielo a la
tierra, y al mismo tiempo el anticristo, el rey de las langostas
malignas poseídas por demonios, será liberado del abismo y subirá
para reunirse con Satanás. Por consiguiente, un espíritu diabólico
se reunirá con un hombre diabólico. Aunque ellos vienen de dos
direcciones diferentes, Satanás de arriba y el anticristo de abajo,
tendrán una sola meta: atormentar a la humanidad creada por Dios.
Estos dos personajes se unirán y colaborarán para atormentar a la
humanidad cuanto más puedan. Cuando lleguemos a los capítulos
trece y diecisiete consideraremos al anticristo más detalladamente.
Como ya vimos, la gran tribulación durará tres años y medio. Antes
de ese tiempo, vendrán las calamidades sobrenaturales del sexto
sello y de las primeras cuatro trompetas. Pero de acuerdo con
Mateo 24:22, la gran tribulación será limitada a un corto tiempo, el
cual comenzará cuando el anticristo levante la abominación
desoladora en el lugar santo.
¿Dónde va a estar usted cuando comience la gran tribulación? No
diga: “Mientras yo esté entre el pueblo celestial, estaré bien”. Como
pueblo celestial de Dios, no tendremos la marca que tendrá el
remanente escogido de entre los israelitas. El pueblo celestial no
estará aquí durante la gran tribulación, ya que Dios no tiene la
intención de dejarnos en la tierra junto con el remanente de Israel.
Dios planea arrebatarnos a los cielos. Sin embargo, si vamos a ser
arrebatados a los cielos, hay una condición que tiene que cumplirse:
tenemos que haber madurado. La manera en que Dios trata a los
israelitas difiere de la manera en que trata a los creyentes. Si yo
fuera un israelita, clamaría a Dios, para que tuviera misericordia de
mí y marcara mi frente. De ese modo sería preservado durante la
tribulación. Pero Dios no sella a los creyentes; sino que se los lleva a
los cielos. Pero para esto, ellos deben haber madurado.
La carga que tengo en este mensaje es presentarles cuándo
comenzará la gran tribulación y qué la producirá. Como hemos
visto, Satanás será lanzado del cielo a la tierra y tendrá la llave para
abrir el abismo y soltar las langostas poseídas por demonios. Al
mismo tiempo, la bestia, o sea, el anticristo, el rey de las langostas,
será liberado del abismo. El ejército de langostas atormentará al
hombre durante cinco meses. El tormento será tan severo que los
hombres desearán morir, pero la muerte se alejará de ellos. Hoy en
día, la gente trata de evitar la muerte, pero la muerte persigue a la
gente. En ese tiempo ansiarán la muerte, pero ésta huirá de ellos.
¡Que padecimiento tan grande será ése! ¡Qué tribulación tan
terrible! Sin embargo, ése es sólo el primer ay, el comienzo de la
gran tribulación. Los otros dos ayes todavía no han venido.
Los tres ayes de las últimas tres trompetas constituyen la gran
tribulación. El primer ay será la quinta trompeta; el segundo ay, la
sexta trompeta, y el último ay serán las siete copas de la séptima
trompeta. Los tres ayes son anunciados con mucha solemnidad.
Como ya vimos, Apocalipsis 8:13 dice: “¡Ay, ay, ay, de los que
moran en la tierra, a causa de los restantes toques de trompeta, los
cuales están para sonar los tres ángeles!”. Y en 9:12 dice: “El primer
ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto”. Finalmente
cuando se anuncia el último ay, vemos en 11:14: “El segundo ay
pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto”. El sexto sello y las
primeras cuatro trompetas son simplemente el prólogo de los
sufrimientos de la gran tribulación.
Es probable que esta gran tribulación, junto con las calamidades
sobrenaturales del sexto sello y las primeras cuatro trompetas,
constituya “la hora de la prueba que ha de venir sobre toda la tierra
habitada, para probar a los que moran sobre la tierra” (3:10). El
Señor le prometió a la iglesia en Filadelfia que El los guardaría de
esa prueba. Si usted desea ser guardado de la hora de la prueba,
tiene que estar preparado para ser arrebatado de esta tierra. No
debemos hablar descuidadamente de la venida del Señor ni del
arrebatamiento de los santos. Según la Palabra pura, si deseamos
ser arrebatados antes de la gran tribulación, tenemos que haber
madurado y estar preparados para que El nos lleve lejos de la tierra.
Si hemos madurado y estamos preparados, no nos afectará nada de
lo que acontezca en la tierra. Alabado sea el Señor porque tenemos
una salida.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTICINCO
MAS JUICIO SOBRE EL HOMBRE:
LA SEXTA TROMPETA
El libro de Apocalipsis tiene tres secciones principales, aparte de la
introducción (1:1-8) y la conclusión (22:6-21). En 1:19 el Señor le dice a
Juan: “Escribe, pues, las cosas que has visto, y las que son, y las que han
de ser después de éstas”. Por lo tanto, estas tres secciones principales son:
“las cosas que has visto” (1:9-20), “las que son” (2:1—3:22), y “las que
han de venir” (4:1—22:5). En el capítulo uno vemos los siete candeleros
de oro y a Cristo entre ellos, todo lo cual es “las cosas que has visto”, y en
los capítulos dos y tres tenemos las siete iglesias, que son “las cosas que
son”. La sección de “las cosas que han de venir” comienza con la escena
del cielo, en el capítulo cuatro. Como lo revela el capítulo cinco, Cristo
viene a esta escena como el único digno de abrir el secreto de la economía
de Dios. Ya hemos dicho que los primeros cuatro sellos proporcionan una
síntesis de la historia del mundo desde la ascensión de Cristo hasta Su
venida, y esta historia es presentada como una carrera de cuatro caballos.
Casi al final de esta era, cuando se abra el quinto sello, los santos que
fueron mártires clamarán al Señor. El sexto sello será la respuesta de Dios
a su clamor. El sacudirá el universo como una advertencia para los que
moran en la tierra y como una introducción a la gran tribulación. Después
de esto, vienen las siete trompetas, las cuales son el contenido del séptimo
sello. Las primeras cuatro trompetas traerán el juicio de Dios a la tierra, el
mar, los ríos y a las huestes del cielo. Debido a este juicio, la tierra dejará
de ser útil para la subsistencia del hombre. Podemos ver que las cuatro
trompetas y el sexto sello no son parte de la gran tribulación por el hecho
de que las calamidades del sexto sello y de las primeras cuatro trompetas
no dañan al hombre directamente, sino solamente la tierra, dejándola
inhabitable. Ya hicimos notar, en el último mensaje, que la quinta
trompeta marca el comienzo de la gran tribulación. La gran tribulación
mencionada en Mateo 24:21 se compone de los tres ayes de la quinta, la
sexta y la séptima trompetas.
En la quinta trompeta la humanidad será atormentada directamente. Al
sonar la quinta trompeta, Satanás vendrá desde el cielo a la tierra y el
anticristo subirá del abismo, y juntos atormentarán al hombre durante
cinco meses. A diferencia de las calamidades sobrenaturales, el tormento
de las langostas poseídas por los demonios afectará directamente al
hombre. Como vimos anteriormente, al principio de los tres años y medio,
el anticristo cambiará de parecer en cuanto a los israelitas, suspenderá la
adoración a Dios y atormentará al hombre, a quien Dios creó para Sí
mismo. Esto dará inicio a la gran tribulación. Este tormento, que es el
primer ay, será tan severo que nadie podrá soportarlo. Después de esto,
vendrá el segundo ay, la sexta trompeta.
I. LOS CUATRO ANGELES SON DESATADOS
El segundo ay es más complejo que el primero. No está tan definido como
el ay de la quinta trompeta, el cual es causado por la obra conjunta de
Satanás y el anticristo. Apocalipsis 9:13-14 dice: “El sexto ángel tocó la
trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que está
delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los
cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates”. La sangre de la
expiación era puesta sobre los cuernos del altar de oro, el altar de incienso,
para expiación, esto es, para redención (Lv. 16:18). La voz que viene “de
los cuatro cuernos del altar de oro” indica que el juicio de Dios sobre el
hombre se basa en la redención efectuada por Cristo; Dios envía Su juicio
debido a que los hombres no creyeron en la redención de Cristo.
El versículo 12 dice: “El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes
después de esto”. Al sonar la quinta trompeta Satanás es lanzado del cielo
a la tierra para destruirla, y para perseguir al pueblo de Dios por tres años
y medio (12:10, 12-17, 6), y simultáneamente (los últimos tres años y
medio, 13:5-7; 11:7) el anticristo sube del abismo para colaborar con
Satanás atormentando y persiguiendo a los santos, y blasfemando a Dios;
este período corresponde a los tres años y medio en el que la ciudad santa
será entregada a los gentiles para ser destruida (11:2). Por todo lo anterior
deducimos que el ay de la quinta trompeta debe de ser el comienzo de la
gran tribulación (Mt. 24:21). El segundo ay, la sexta trompeta, y el tercer
ay, la séptima trompeta (8:13; 9:12; 11:14), deben de ser parte de la gran
tribulación, la cual probablemente, con el daño que el sexto sello y las
primeras cuatro trompetas causan, será la hora de prueba para todos los
moradores de la tierra (3:10). Los dos ayes que menciona el versículo 12
son la sexta y la séptima trompetas (9:13-20; 11:14-15).
Indudablemente, los cuatro ángeles “que están atados junto al gran río
Eufrates” son cuatro ángeles rebeldes y malignos que siguieron a Satanás.
La Biblia no especifica cuánto tiempo han estado atados junto al río. El
versículo 15 dice: “Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban
preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de
los hombres”. Muchos entienden este pasaje en conformidad con su
concepto natural, pensando que “la hora, día, mes y año” se refiere al año,
mes, día y hora específicos cuando será muerta la tercera parte de los
hombres. Pero éste no es el significado. “La hora, día, mes y año”
significa que los cuatro ángeles han sido preparados para la suma de la
hora, y el día, y el mes, y el año, es decir, un total de trece meses, un día y
una hora, para la matanza de los hombres. Esta mortandad primero durará
una hora, luego un día, luego un mes, y luego un año. Este castigo será tan
severo y terrible, que al principio la gente no esperará que dure más de una
hora. Cuando la hora pase, y no termine, esperarán que no dure más de un
día. Después del primer día anhelarán que no se prolongará más de un
mes. Después de transcurrido un mes, la gente deseará que no pase de un
año. En conjunto, el tiempo de esta terrible hecatombe, será de trece
meses, un día, y una hora.
Muchos de nosotros sufrimos durante la segunda guerra mundial. Cuando
esa guerra comenzó, el 7 de julio de 1937, estaba yo viajando por China.
La mañana siguiente leí una edición especial del periódico con la noticia
de que la noche anterior había comenzado la guerra. Desde ese momento
empezamos a sufrir los rigores de la guerra, primeramente por cuatro años.
Luego Pearl Harbor fue bombardeado, y Estados Unidos entró en la
guerra. Al continuar nuestro sufrimiento, esperábamos que la guerra
terminaría en cualquier momento. Las noticias prometían constantemente
que la guerra terminaría, pero seguía extendiéndose, y nosotros
contábamos los días. En esos días me encarcelaron por treinta días. En la
prisión, ya no contaba los días sino las horas, con el anhelo de que en la
próxima hora saldría libre. Después de treinta días me soltaron, pero
seguíamos sin libertad, y seguíamos contando los días. Por esta
experiencia podemos entender el significado de “la hora, el día, el mes y el
año” que vemos en 9:15. Cuando venga sobre los hombres la terrible
matanza mencionada en el capítulo nueve, la gente esperará que la
mortandad cese en una hora, luego en un día, en un mes, luego en un año.
Los cuatro ángeles que están atados junto al río Eufrates están preparados
para matar hombres por ese largo tiempo, una hora, un día, un mes y un
año.

II. DOSCIENTOS MILLONES DE JINETES


El versículo 16 dice: “Y el número de los ejércitos de los jinetes era
doscientos millones. Yo oí su número”. Los cuatro ángeles usarán
doscientos millones de jinetes para matar la tercera parte de los
hombres. El número de esos jinetes es casi la población de los
Estados Unidos. Esos doscientos millones de soldados de caballería,
vendrán de donde sale el sol (16:12), esto es, del oriente. El lugar de
la tierra que produce más caballos es Mongolia. El mundo
occidental ha inventado muchos medios modernos de transporte,
pero esta caballería del oriente no usará ninguno de ellos. En su
lugar usarán caballos. Para viajar a caballo no se necesitan rutas
modernas ni ferrocarriles. Es posible que cada jinete traiga un
caballo extra con agua y comida. A este ejército le será fácil
esconderse o dispersarse ante la amenaza de ser atacado con
bombas, y será difícil hallarlo. Estas tropas se moverán hacia el
occidente matando a su paso. Los jinetes de estos caballos tendrán
“corazas de fuego, de jacinto y de azufre. Y las cabezas de los
caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego,
humo y azufre” (v. 17). El versículo 19 dice: “El poder de los caballos
estaba en sus bocas y en sus colas; porque sus colas, semejantes a
serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban”. Las colas de estos
caballos, semejantes a serpientes, eran más venenosas que las de las
langostas, semejantes a la de los escorpiones (v. 10). Las langostas
solamente atormentarán a los hombres durante cinco meses (vs. 5,
10), mientras que los caballos matarán a la tercera parte de los
hombres (vs. 15, 18). Esto significa que el ay de la sexta trompeta
será más severo que el de la quinta.
Como dijimos, los cuatro ángeles serán desatados para impulsar a
los doscientos millones de soldados de a caballo. Estas tropas se
moverán de oriente a occidente, pasarán el Eufrates, y llegarán a la
región más rica de la tierra, el Medio Oriente. Apocalipsis 9:14 dice
que los cuatro ángeles estaban atados junto al río Eufrates, y en
16:12 dice: “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río
Eufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el
camino a los reyes que vienen de donde el sol sale”. Estos
doscientos millones de soldados de caballería que “vienen de donde
el sol sale” se unirán para la batalla de Armagedón (16:10-16; 19:17-
18).
En Apocalipsis 16:13-14 dice: “Y vi salir de la boca del dragón, y de
la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus
inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que
hacen señales, y van a los reyes de toda la tierra habitada, para
reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso”. El
versículo 16 del mismo capítulo dice: “Y los reunió en el lugar que
en hebreo se llama Armagedón”. El río Eufrates se secará como
resultado del derramamiento de la sexta copa. Puesto que se
menciona el río Eufrates en los capítulos 9 y 16, vemos que los
doscientos millones de jinetes de la sexta trompeta están
relacionados con la sexta copa de la séptima trompeta, que trata de
la reunión de los ejércitos de la tierra en Armagedón. Estos
doscientos millones de soldados montados que vienen del oriente, y
los ejércitos del norte y del occidente se concentrarán en
Armagedón. Dios concentrará todos los ejércitos de la tierra en un
solo lugar. Esto lo hará por Su sabiduría, y ocurrirá cuando se
derrame la sexta copa, la cual es parte del ay de la séptima
trompeta. Al mismo tiempo Satanás hará lo posible por destruir a la
gente; el anticristo perseguirá al pueblo de Dios e incluso peleará
contra Dios, haciendo todo lo que pueda por corromper la tierra.
Por consiguiente Dios enviará Su juicio sobre la tierra. Durante los
últimos tres años y medio, Satanás y el anticristo harán todo lo que
esté a su alcance por destruir al hombre, y Dios juzgará la tierra.
¡Que lugar tan horrible será el mundo en ese entonces!
Una vez que el Eufrates se haya secado, los reyes del oriente y sus
ejércitos cruzarán el río en seco camino a Armagedón, el cual está
ubicado bastante cerca de Jerusalén. Ya vimos que todos los
ejércitos de la tierra se juntarán para apoderarse de todas las
riquezas de esa región. Muchas naciones de esa área son ricas
debido a las reservas de petróleo. Esto lo dispuso Dios así, y ésta
será Su manera de juntar las uvas en el lagar (14:17-20; 19:15).
Apocalipsis 19:15 dice que Cristo “pisa el lagar del vino del ardor de
la ira del Dios Todopoderoso”. En el capítulo 14 primeramente
tenemos las primicias (vs. 1-4); en segundo lugar, la cosecha (vs. 15-
16), y tercero, el lagar es pisado (vs. 18-19). El versículo 20 dice: “Y
fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta
los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios” (Un estadio
equivale a ciento ochenta metros). La concertación de los ejércitos
del mundo en un lugar llamado Armagedón es semejante a recoger
todas las uvas en el lagar. Todas las uvas serán recogidas en el gran
lagar de la ira de Dios. Cuando Cristo regrese a la tierra, destruirá a
estos combatientes malvados pisando el lagar de la ira de Dios. El
resultado será un río de sangre tan grande que llegará hasta los
frenos de los caballos por una distancia de más de trescientos
kilómetros.
Mencionamos con anterioridad que los trece meses, un día y una
hora es probablemente el tiempo que necesiten los doscientos
millones de hombres de a caballo para viajar desde “donde el sol
sale” hasta el Medio Oriente. En su viaje matarán la tercera parte de
los hombres. Esta matanza será terrible. Cuando ese ejército llegue
al Eufrates, inmediatamente antes de la batalla de Armagedón, será
derramada la sexta copa. La crónica de este suceso es muy seria. Es
un relato histórico descrito antes de que suceda. Los escritores de
este mundo tienen una vista muy corta y son superficiales e
ignorantes. El Señor mismo escribió este informe histórico de la
historia humana. Digo esto con solemnidad.
Hace más de cincuenta años que fui salvo. Durante esos años, desde
1918, he observado la situación del mundo y he estudiado las
profecías de la Biblia. Puedo testificar que en ningún tiempo el
cumplimiento de las profecías del Nuevo Testamento han estado
tan cerca como ahora. El centro de la noticias de hoy es el Medio
Oriente. Muchas de las noticias diarias acerca de esa región
concuerdan con lo que dice la Biblia. Esto significa que el Señor
cumple lo que dice y que las profecías se están cumpliendo. Sin
duda alguna, estamos muy cerca del tiempo del sexto sello, cuya
característica principal es el gran terremoto. Sin embargo, en este
estudio-vida no estamos interesados en satisfacer nuestra
curiosidad estudiando las profecías. El Señor está abriendo
nuestros ojos por causa de lo que El está recobrando. No estamos
ciegos ni velados ni cubiertos. Si hay cristianos que conocen la
voluntad de Dios y Su economía, esos somos nosotros. ¿Entonces,
qué debemos de hacer? Simplemente decir: “Amén, Señor. Amén a
Tu Palabra, Tus hechos, Tu economía y Tu mover. Señor, Amén al
secreto que nos has mostrado”.
Como un hermano ya entrado en años, permítanme decir unas
palabras a los jóvenes: ustedes son bienaventurados de estar en el
recobro del Señor. En el transcurso de su vida, con seguridad se
cumplirán muchas profecías de la Biblia. Después de considerar
todos los asuntos tratados en este estudio-vida, nadie puede decir
que no ha visto algo, o que no sabe algo sobre los días que vienen.
Jóvenes, hace cincuenta años yo no tenía la visión clara que ustedes
tienen hoy, pese a que había estudiado libros acerca de la profecía.
Alabado sea el Señor porque el velo ha sido quitado, la economía de
Dios se ha hecho manifiesta a nosotros, y ahora tenemos una visión
clara de lo que viene. En estos días el panorama, la luz y la visión
están bien definidos. Sabemos lo que pasará en el quinto sello, lo
que ocurrirá en el sexto sello y lo que sucederá cuando se toquen las
primeras cuatro trompetas. Sabemos que la quinta trompeta, el
primer ay, determinará el comienzo de la gran tribulación, y
sabemos que la sexta trompeta, el segundo ay, será la continuación
de la tribulación. Ya vimos que la sexta trompeta está relacionada
con la sexta copa. En resumen, se nos ha dado un panorama claro
del futuro. Después de que se abra el sexto sello, no quedará nada
bueno en la tierra para nosotros. ¡Prepárense! La tierra será
sacudida, el mar será destruido, los ríos se volverán amargos, y los
astros del cielo se oscurecerán. Finalmente, Satanás y el anticristo
trabajarán conjuntamente atormentando a los hombres durante
cinco meses. Después de esto, cuando suene la sexta trompeta, los
doscientos millones de jinetes comenzarán a marchar a lo largo de
una gran parte de la tierra, y a su paso destruirán la tercera parte de
la humanidad. Finalmente, todos los ejércitos del mundo se
reunirán en un solo lugar llamado Armagedón. Entonces las uvas,
los ejércitos del mundo, serán holladas por Cristo en el lagar de la
ira de Dios.
III. LA CONTINUACION DE LA GRAN TRIBULACION
Ha quedado claro que el segundo ay de la sexta trompeta es la
continuación de la gran tribulación (11:14). Los versículos 20 y 21
dicen: “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas,
ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de
adorar a los demonios, y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de
piedra y de madera, los cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no
se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su
fornicación, ni de sus hurtos”. (El versículo 20 no dice que estos
ídolos no puedan hablar, como en Salmos 115:5; 135:16, porque
según Apocalipsis 13:15, la imagen de anticristo hablará.) Estos
versículos indican que Dios trae juicio para que los hombres se
arrepientan. Aunque el propósito de Dios al ejecutar Sus juicios es
que los hombres se arrepientan, estos versículos muestran que ellos
no se arrepentirán.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTISEIS
CRISTO VIENE
A TOMAR POSESION DE LA TIERRA
En los mensajes anteriores consideramos el contenido de los siete sellos.
En el libro de Apocalipsis, el número siete se forma de dos maneras:
cuatro más tres y seis más uno. Los siete sellos y las siete trompetas están
dispuestos de esta manera. El número siete puede ser formado sumando
números, mas no multiplicándolos. Pero el número doce es el producto de
tres por cuatro. Los siete sellos indican que en la obra completa de Dios
Sus criaturas serán conducidas al Dios Triuno. La criatura —el hombre—
será conducida al único Dios. Por consiguiente, los siete sellos representan
la obra completa de Dios. Los siete sellos, los cuales constituyen la obra
completa de Dios en la tierra y en el universo, son el contenido de la
economía de Dios. El propósito del mover de Dios es conducir Sus
criaturas, simbolizadas por el número cuatro, al Dios Triuno, y conducir al
hombre, simbolizado por el número seis (el hombre fue creado en el sexto
día), al Dios que es uno solo. En realidad, los siete sellos llevan la
creación a Dios mismo. La caída del hombre, la cual fue causada por
Satanás, lo separó de Dios. La caída del hombre fue una substracción,
mientras que la economía de Dios es una adición. La caída creó una
separación entre el hombre y Dios, pero la economía y el mover de Dios
regresan al hombre a El.
Muchos cristianos no entienden los asuntos relacionados con el sexto sello
y las primeras cuatro trompetas. El sexto sello y las primeras cuatro
trompetas del séptimo sello se relacionan principalmente con el terremoto
y el juicio sobre la tierra y las huestes celestiales. Como resultado de este
sacudimiento y juicio, la tierra ya no será útil para la supervivencia
pacífica del hombre. El sexto sello y las primeras cinco trompetas están
estrechamente ligadas en el tiempo, pues el intervalo de tiempo entre ellas
es corto. Algunas personas cuentan desde que sale el primer caballo, y
dicen que la gran tribulación durará siete años. Los que lo hacen no se han
dado cuenta de que el Apocalipsis abarca la historia de la humanidad a
partir de la ascensión de Cristo. La interpretación de ellos deja un gran
vacío entre la ascensión de Cristo y el fin de la era. Dejar este vacío, unos
dos mil años, está fuera de toda lógica en relación con la profecía del
Señor, puesto que fue en el siglo primero cuando El profetizó que estas
cosas sucederían (1:19). Además, el libro mencionado en el capítulo cinco
es una revelación completa de la economía de Dios. Como tal, debe de
incluir la predicación del evangelio. El evangelio se predica para producir
la iglesia y es un elemento importantísimo de la economía de Dios.
Nosotros creemos que los cuatro caballos de los primeros cuatro sellos son
un bosquejo de la historia humana desde la ascensión de Cristo hasta el
final de esta era, ya que sería ilógico que quedara un vacío tan grande en
este libro.
Después de estudiar cuidadosamente hemos visto que los últimos siete
años probablemente no empezarán cuando el sexto sello sea abierto,
porque desde este evento hasta que se toca la quinta trompeta, la cual es el
principio de la gran tribulación, transcurrirá muy poco tiempo, mucho
menos de tres años y medio. La gran tribulación durará tres años y medio,
la segunda mitad de los últimos siete años. Si usted cuenta los últimos
siete años a partir de la apertura del sexto sello, entonces desde que se abre
el sexto sello hasta que se toca la quinta trompeta deben de transcurrir
cuando menos tres años y medio. Lógicamente, éste sería un período
demasiado largo. Entre la apertura del sexto sello y el toque de la quinta
trompeta se tocarán cuatro trompetas, que traerán juicio sobre la tierra, el
mar, los ríos y los cuerpos celestes. El sexto sello, que sacudirá la tierra y
también dañará los cuerpos celestes, aunque es menos severo, es igual en
principio al de las primeras cuatro trompetas.
El sexto sello y las primeras cuatro trompetas son un prefacio, un
preámbulo, de la gran tribulación. Dios no tocará directamente al hombre
en ninguna de estas calamidades. Esto sólo ocurrirá con el tormento del ay
de la quinta trompeta y la hecatombe que causan los doscientos millones
de jinetes, la cual es el ay de la sexta trompeta. Después del ay de la sexta
trompeta, se derramarán las siete copas, que son el último ay y parte del
contenido de la séptima trompeta. La sexta copa, que está relacionada con
la sexta trompeta, será la preparación de la batalla de Armagedón. Esa
batalla será el gran lagar de la ira de Dios, que será hollado por el Señor
(14:19-20; 19:15) cuando venga a la tierra a pelear contra el anticristo y a
lanzarlo en el lago de fuego (19:11-21). Esto pasará al mismo tiempo que
se derrama la séptima copa sobre los aires para provocar el más grande
terremoto y el peor granizo, los cuales constituirán la última plaga y el
final de la gran tribulación.
En este mensaje llegamos al pasaje 10:1-11, una inserción entre la sexta y
la séptima trompetas. Si queremos entender el Apocalipsis, debemos saber
qué secciones van en secuencia y cuáles son inserciones. Cuando
estábamos en el capítulo siete, hicimos notar que ese capítulo era una
inserción entre el sexto sello y el séptimo, el cual muestra la preservación
del pueblo de Dios. Dicho capítulo presenta la visión donde el remanente
de Israel es marcado y los redimidos son arrebatados. El capítulo diez es
parte de una inserción entre la sexta trompeta y la séptima. Esta inserción
consta de tres visiones: la visión de Cristo, que viene a tomar posesión de
la tierra (10:1-7), la visión de la holladura de la Jerusalén terrenal por el
anticristo y sus ejércitos (11:1-2), y la visión de los dos testigos (11:3-12).
Debemos leer y estudiar el libro de Apocalipsis hasta que sepamos de
memoria los principales hechos y podamos presentar un resumen de cada
capítulo. En el capítulo uno hay siete candeleros, y Cristo anda en medio
de ellos; en los capítulos dos y tres tenemos las siete iglesias; en el
capítulo cuatro vemos la escena en el cielo; en el capítulo cinco Cristo el
único digno de abrir el libro; en el capítulo seis están los seis sellos; el
capítulo siete es una inserción que muestra dos visiones en cuanto a la
preservación del pueblo de Dios; en el capítulo ocho están las primeras
cuatro trompetas; en el capítulo nueve, vemos la quinta y la sexta
trompetas; en el capítulo diez Cristo viene a tomar posesión de la tierra; en
el capítulo once aparecen los dos testigos; en el capítulo doce se menciona
el hijo varón; en el capítulo trece se habla de la bestia; en el capítulo
catorce, de los primeros frutos, la adoración a la bestia, la cosecha y el
lagar; en el capítulo quince los vencedores que están sobre en el mar de
vidrio; en el capítulo dieciséis vemos las siete copas; en el capítulo
diecisiete, la Babilonia religiosa; en el capítulo dieciocho, la Babilonia
material y política; en el capítulo diecinueve se describen la fiesta de las
bodas del Cordero y la batalla de Armagedón; en el capítulo veinte
Satanás es atado, y se habla del reino milenario, la última rebelión de la
humanidad, y el juicio del gran trono blanco; y en los capítulos veintiuno y
veintidós vemos el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén.
I. CRISTO COMO OTRO ANGEL
Consideremos ahora los detalles que se mencionan en 10:1-11. En
este pasaje tenemos una clara visión de Cristo, quien viene a tomar
posesión de la tierra. En este capítulo Cristo es “otro Angel fuerte”
como el que encontramos en 7:2; 8:3; 18:1.
A. Desciende del cielo
El versículo 1 dice que Juan vio a otro Angel “descender del cielo”.
Cristo desciende del cielo. Esta visión implica que, antes de tocarse
la séptima trompeta, Cristo está en camino a la tierra.
B. Viene vestido de una nube
El versículo 1 también dice que Cristo viene “vestido de una nube” y
aún no está “sobre la nube” como aparece en 14:14 y en Mateo
24:30; 26:64. Venir “sobre la nube” es venir visiblemente, mientras
que estar “vestido de una nube” significa venir secretamente. Esto
indica que incluso después de tocarse la sexta trompeta, lo cual
ocurrirá en medio de la gran tribulación, Cristo viene secretamente,
y no visiblemente, hasta que sea visto por todas las tribus de la
tierra, como se menciona en 1:7 y en Mateo 24:30. En el capítulo
diez la venida de Cristo a la tierra sigue siendo secreta. Incluso
cuando se derrama la sexta copa, cuando se juntan los ejércitos en
Armagedón, Cristo advierte que vendrá como un ladrón (16:15). El
estará envuelto en la nube hasta el capítulo catorce, cuando se
sentará en la nube y Su venida se hará visible. Con esto vemos que
la enseñanza predominante de que Cristo vendrá antes de la gran
tribulación es inexacta.
C. El arco iris sobre Su cabeza
En esta visión Cristo tiene un “arco iris” sobre “Su cabeza”. Aquí el
arco iris indica que cuando Cristo venga a tomar posesión de la
tierra, mientras trae Su juicio sobre ésta, guardará el convenio que
Dios hizo con Noé acerca de la tierra (Gn. 9:8-17). También indica
que será El quien ejecute juicio, en conformidad con el que está
sentado en el trono con el arco iris alrededor.
D. Su rostro es como el sol
El versículo 1 también dice que “Su rostro era como el sol”.
Indudablemente en ese momento, poco antes de Su venida visible a
la tierra, El no será como la estrella de la mañana, la cual aparece en
el lapso más oscuro de la noche, antes del alba.
E. Sus pies son como columnas de fuego
Cuando Cristo venga a tomar posesión de la tierra, Sus pies serán
“como columnas de fuego”. Estas columnas indican firmeza (Jer.
1:18; Gá. 2:9). El fuego simboliza la santidad de Dios (Ex. 19:18; He.
12:29), según la cual Cristo ejecutará Su juicio sobre la tierra.
F. Tiene en Su mano un librito abierto
En este capítulo, Cristo tiene “en Su mano un librito abierto” (vs. 2,
8). Este “librito abierto” es el libro de 5:1, el cual solamente Cristo
es digno de abrir, y El lo tomó de la mano de Dios (5:5, 7). Ahora
está en Su mano. En 5:1 el libro estaba sellado, pero en 10:2, 8 está
abierto. El libro ha sido abierto porque todos los sellos fueron
desatados. En este caso, por tratarse de una parte del libro, se le
llama un librito. Se le considera tal, debido a que la mayor parte de
la economía de Dios ya ha sido revelada.
G. Su pie derecho puesto sobre el mar
y el izquierdo sobre la tierra
El versículo 2 también dice que El “puso Su pie derecho sobre el
mar, y el izquierdo sobre la tierra”. Al poner Cristo Sus pies en el
mar y en la tierra, toma posesión de ellos (Dt. 11:24; Jos. 1:3; Sal.
8:6). Esto indica que Cristo desciende a tomar posesión de la tierra.
Solamente El es digno de abrir el libro de la economía de Dios, y
únicamente El está calificado para tomar posesión de la tierra. En
Josué, Dios dijo al pueblo que todo lo que pisara la planta de los
pies de ellos les pertenecería. Ellos andarían por la buena tierra, y
todo lo que pisaran sus pies sería su posesión. Basándose en este
principio, Cristo, el otro Angel enviado por Dios, vendrá y pisará la
tierra y el mar, ya que la tierra y el mar le han sido dados por
herencia (Sal. 2:8). Aunque la tierra y el mar fueron usurpados por
Su enemigo, y aunque El ha tolerado esto por siglos, un día no lo
tolerará más. El vendrá a reclamar Su legítima herencia.
H. Clama a gran voz como ruge un león
El versículo 3 dice que Cristo “clamó a gran voz, como ruge un
león”. El rugido de un león es comparado con la ira de un rey (Pr.
19:12; 20:2). Esto indica que Cristo como Rey de la tierra es
provocado a ira. En los evangelios, Cristo hablaba como cordero,
pero aquí ruge como león. El capítulo tres menciona la palabra de la
perseverancia del Señor. La perseverancia implica tolerancia.
Cuando ocurre lo narrado en el capítulo diez, el Señor ya no ejerce
Su paciencia. En Su venida a tomar posesión de la tierra, El ruge
como león.
I. Siete truenos sellados
Cuando Cristo clamó a gran voz, “siete truenos emitieron sus
voces”. Los siete truenos deben de ser las últimas palabras
expresadas por la ira de Dios. El versículo 4 dice: “Cuando hablaron
los siete truenos, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me
decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las
escribas”. Hasta el presente no sabemos lo que dijeron los siete
truenos, pero un día lo sabremos.
J. No hay más demora
Los versículos 5 y 6 dicen: “Y el Angel que vi en pie sobre el mar y
sobre la tierra, levantó Su mano derecha al cielo, y juró por Aquel
que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que
están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las
cosas que están en él, que ya no habría más demora”. En el cielo lo
más importante de todo lo creado es los ángeles; en la tierra, lo más
importante es el hombre; y en el mar lo más importante es los
demonios. Después de la sexta trompeta, no habrá más tolerancia
en el juicio de Dios sobre la tierra. Por lo tanto, la séptima trompeta
es el más severo de los juicios de Dios. Representa la consumación
de la respuesta de Dios a la oración de los santos mártires, que se
menciona en 6:10.
II. LA CONSUMACION DEL MISTERIO DE DIOS
A. Al sonar la séptima trompeta
El versículo 7 dice: “Sino que en los días de la voz del séptimo ángel,
cuando él esté por tocar la trompeta, el misterio de Dios se
consumará, según las buenas nuevas que El anunció a Sus esclavos
los profetas”. Aquí vemos que el misterio de Dios tendrá su
consumación cuando se toque la séptima trompeta.
B. El sonido de la séptima trompeta
dura varios días
La mención de “días” en el versículo 7 indica que el sonido de la
séptima trompeta durará varios días.
C. El fin de los misterios
Cuando el séptimo ángel esté a punto de tocar su trompeta, el
misterio de Dios será concluido. En las dispensaciones
transcurridas desde Adán hasta Moisés y desde Moisés hasta Cristo,
todo fue revelado y manifestado, y no había ningún misterio. Pasará
lo mismo en la dispensación del reino milenario y en el cielo nuevo
y la tierra nueva: todo será revelado y ya no habrá misterio. Sin
embargo, en la dispensación transcurrida desde Cristo hasta el
reino milenario todo es misterioso. La encarnación de Cristo, como
principio de esta dispensación misteriosa, es un misterio (1 Ti.
3:16). Cristo mismo es un misterio (Col. 2:2), así como la iglesia (Ef.
3:4-6), el reino de los cielos (Mt. 13:11), el evangelio (Ef. 6:19), el
hecho de que Cristo more en los creyentes (Col. 1:26-27), y la
resurrección y transfiguración de los santos que ocurrirá al final de
esta dispensación misteriosa (1 Co. 15:51-52). Todos estos misterios
estaban escondidos en los tiempos de las edades (Ro. 16:25; Ef. 3:5;
Col. 1:26) y se completarán y habrán terminado cuando haya
sonado la séptima trompeta. Al tocarse la séptima trompeta, se
consumará no sólo el juicio de la ira de Dios sobre la tierra, sino
también el misterio de Dios.
En la actualidad tanto el Cristo que mora en nosotros como la
iglesia son un misterio. Los de afuera no nos entienden, porque
para ellos somos misteriosos. Cuando decimos: “¡Gloria al Señor!
Cristo está en nosotros”, tal vez digan: “Muéstrennoslo”. A lo cual
podemos contestar: “No puedo mostrárselo, pero yo sé que Cristo
está dentro de mí”. Esto es un misterio. Cuando a un incrédulo le
devuelven por error dinero extra al pagar en un restaurante, es
probable que se alegre. Cuando nosotros recibimos más de lo que
debemos, lo devolvemos. Esto es un misterio para el cajero. Los
incrédulos no pueden entender qué clase de personas somos. No
traten de entenderme, pues soy un hombre misterioso. Aunque ésta
es una era de misterio, cuando la séptima trompeta sea tocada, el
misterio terminará. Al sonar la séptima trompeta, Cristo se
manifestará, y toda la tierra lo reconocerá. Entonces los cajeros
sabrán por qué nosotros, los misteriosos, devolvimos el dinero
extra. Es probable que digan: “Nosotros creíamos que ustedes eran
tontos, pero ahora entendemos”. Ellos no pueden entender este
misterio hoy, pero un día lo entenderán.
Los sellos son algo privado y escondido, mientras que las trompetas
son una declaración pública. En la apertura de los sellos Cristo
guarda silencio, pero no lo hace cuando suenan las trompetas.
D. Las buenas nuevas
anunciadas a los profetas
En la séptima trompeta, se cumplirán las buenas nuevas que Dios anunció
a Sus propios siervos los profetas, como en Isaías 2:4; 11:1-10; 65:17-20;
66:22, es decir, el reino vendrá en su manifestación (11:15) y luego el
cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén (21:1-3).
III. JUAN PROFETIZA OTRA VEZ
A. Recibe y come el librito abierto
Los versículos 8 y 9 dicen: “La voz que oí del cielo habló otra vez
conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del Angel
que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al Angel, diciéndole
que me diese el librito. Y El me dijo: Toma, y cómetelo entero; y te
amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel”. El escritor
de Apocalipsis no sólo recibió el libro sino que también lo comió entero.
Comer una cosa es recibirla y asimilarla. Debemos recibir la revelación
divina, especialmente el libro de Apocalipsis, de este modo. Tanto
Jeremías como Ezequiel hicieron esto (Jer. 15:16; Ez. 2:8; 3:1-3).
B. Dulce en la boca
pero amargo en el vientre
El versículo 10 dice: “Entonces tomé el librito de la mano del Angel, y me
lo comí entero; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube
comido, amargó mi vientre”. Cuando recibimos la revelación divina y la
comemos, es “dulce” al paladar, pero se vuelve amarga cuando la
digerimos, o sea, cuando la experimentamos. Cuando leemos estos
mensajes, tal vez sean dulces en nuestro paladar, pero en nuestra
experiencia se hacen amargos. De todos modos, al final no habrá lágrimas
en nuestros ojos, debido a que solamente disfrutaremos las aguas que salen
de “las fuentes de agua de vida” (7:17). Hoy conocemos las aguas que
contienen las lágrimas. Pero al final no habrá más lágrimas. En vez de
lágrimas, beberemos agua de manantiales maravillosos. Alabado sea el
Señor porque al final no habrá amarguras, sino sólo dulzura eterna.
C. La profecía de que
Cristo poseerá la tierra
En el versículo 11 leemos: “Y ellos me dijeron: Es necesario que
profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.
Después que Juan vio el librito, la última parte de la economía de Dios, y
lo comió, halló que fue dulce en su boca y amargo en su vientre, y se le
ordenó que profetizara otra vez. La profecía de este libro se compone de
dos secciones. La primera va desde el primer sello hasta la sexta trompeta,
y es secreta. La segunda sección va desde la séptima trompeta hasta el
cielo nuevo y la tierra nueva, y es la parte manifiesta. Juan profetizó en la
primera sección. Ahora debe profetizar otra vez, esto es, debe profetizar en
la segunda sección de la profecía de este libro. La segunda profecía de
Juan se relaciona con la toma de posesión de la tierra por parte de Cristo
(11:15; 12:5). Esta profecía es simplemente la séptima trompeta, la cual
incluye las copas, el arrebatamiento de todos los santos, el tribunal de
Cristo, las bodas del Cordero, el regreso de Cristo con Su ejército para
derrotar al anticristo y al falso profeta, el encadenamiento de Satanás, el
reino milenario, la última rebelión de la humanidad bajo la instigación de
Satanás, el juicio de los muertos ante el gran trono blanco para determinar
su destino eterno, y el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva
Jerusalén. Esto es lo que consta en la séptima trompeta y es la segunda
profecía de Juan. Este también es el contenido del librito, la última parte
de la economía de Dios.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTISIETE
JERUSALEN ES HOLLADA
Y LOS DOS TESTIGOS DAN TESTIMONIO
El capítulo diez y la primera parte del capítulo once son una inserción
entre la sexta trompeta y la séptima. En el capítulo diez tenemos una clara
visión en la que Cristo regresa a tomar posesión de la tierra. En el capítulo
once tenemos una visión que es crucial para entender la profecía de este
libro. Al considerar esta visión, se debe tener presente tres cosas
principales: el tiempo, el lugar y los participantes. El espacio de tiempo
que esta visión abarca es de cuarenta y dos meses (v. 2). Cuarenta y dos
meses equivalen a mil doscientos sesenta días (v. 3). Indudablemente, ésta
es una referencia a los versículos del libro de Daniel donde se hace
mención a los tres años y medio, la segunda mitad de las últimas setenta
semanas (Dn. 12:7; 7:26; 9:27). En Apocalipsis tenemos el cumplimiento
de lo que se menciona en Daniel. El lugar donde sucede esta visión es la
ciudad de Jerusalén, la cual, de acuerdo con el libro de Daniel, será
entregada a los gentiles, principalmente al anticristo. Cuando el anticristo
rompa el pacto de siete años que hizo con Israel (Dn. 9:27), perseguirá a
los judíos y los forzará a cesar la adoración a Dios (Ap. 13:7; Dn. 7:21;
8:11-12). El anticristo creerá que está apoderándose de Jerusalén, pero en
realidad será Dios quien la entregue en sus manos. Esto significa que Dios
permitirá que el anticristo haga todo lo que le plazca en la ciudad de
Jerusalén.
Durante estos cuarenta y dos meses profetizarán en la ciudad de Jerusalén
dos testigos vestidos de cilicio (vs. 3-4), quienes son los dos olivos y los
dos candeleros. Como veremos, estos dos testigos no serán dos personas
nuevas, sino dos personas que ya estuvieron presentes en los tiempos del
Antiguo Testamento: Moisés y Elías. En Apocalipsis 11 estos dos testigos
“están en pie delante del Señor de la tierra” (v. 4). Cuando llegamos a esta
porción de la Palabra, debemos tener en mente estas tres cosas: el tiempo,
el lugar y los testigos.
I. DURANTE LA GRAN TRIBULACION
El versículo dos dice que las naciones “hollarán la ciudad santa cuarenta y
dos meses”. Al final de esta era, el anticristo confirmará un pacto de una
semana (siete años) con los judíos, y ésa será la última semana de las
setenta que Dios determinó para la nación judía en Daniel 9:24-27. En
medio de la última semana (o sea, después de la primera mitad de los siete
años) el anticristo romperá el convenio y hará cesar el sacrificio y la
ofrenda a Dios (Dn. 9:27). Entonces él blasfemará a Dios y perseguirá a
Su pueblo por tres años y medio (13:5-7; Dn. 7:25; 12:7), los cuales serán
los cuarenta y dos meses o los mil doscientos sesenta días mencionados
aquí, y la segunda mitad de la última semana de Daniel 9:27, cuando el
anticristo destruirá la ciudad santa de Jerusalén. Según Mateo 24:15, 21
estos tres años y medio será el tiempo de la gran tribulación.
II. JERUSALEN ES HOLLADA
En los versículos 1 y 2 leemos que Jerusalén es hollada: “Entonces me fue
dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate, y mide el
templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el atrio que está
fuera del templo deséchalo, y no lo midas, porque ha sido entregado a los
gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses”. Una caña
se usa para medir (21:15; Ez. 40:3; 42:16-19), mientras que una vara
implica castigo (Pr. 10:13; Is. 10:5; 11:4). Por consiguiente, la expresión
“una caña semejante a una vara” denota la idea de medir con castigo.
Medir equivale a santificar, preservar y poseer (Nm. 35:2, 5; Ez. 45:1-3;
42: 15-20; 48:8, 12, 15). El altar del versículo 1 se refiere al altar de oro, el
altar del incienso, pues está en el templo, y no al altar de bronce, el altar
de los sacrificios, ubicado en “el atrio que está fuera del templo” (v. 2). El
atrio al que hace alusión el versículo 2 está en la tierra. Aquí la ciudad
santa se refiere a la Jerusalén terrenal (Is. 52:1; Mt. 27:53).
Al apóstol Juan se le dijo que midiera el templo de Dios y el altar.
Indudablemente éstos son el templo y el altar que están en los cielos. Esta
medición indica que los cielos serán preservados. Durante estos tres años y
medio, el cielo será preservado debido a que Satanás será lanzado del cielo
a la tierra. Debido a que el hijo varón habrá sido arrebatado al cielo, ya no
habrá lugar para Satanás allí. Dondequiera que los vencedores estén, no
habrá lugar para Satanás. Los vencederos pelearán a medida que suben al
cielo, y una vez allí, se desatará una guerra entre ellos y Satanás. Este será
derrotado y lanzado a la tierra. Entonces Cristo y los vencedores pelearán
a medida que descienden a la tierra hasta llegar a Armagedón y allí
destruirán el ejército del anticristo. En los últimos tres años y medio no
habrá rastros de Satanás en el cielo, el cual será enteramente preservado.
En ese entonces, Satanás, el anticristo y el falso profeta, un trío maligno,
estarán en la tierra haciendo todo lo posible por corromperla.
El templo de Dios que está en el cielo es medido, mientras que “el atrio
que está fuera del templo” será desechado y no será medido (v. 2) “porque
ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y
dos meses”. Aquí vemos que el templo terrenal, la Jerusalén de la tierra,
será entregado para que sea destruido por el anticristo y las naciones.

III. LOS DOS TESTIGOS DAN TESTIMONIO


A. Los dos testigos
Veamos ahora el testimonio que dan los dos testigos (vs. 3-12). Todos los
estudiosos de la Biblia están de acuerdo en que uno de los dos testigos es
Elías. Pero hay cierto debate sobre la identidad del otro testigo. Algunos
afirman que es Enoc porque, aparte de Elías, él es el único que nunca
murió. De acuerdo con Hebreos 9:27, está establecido que el hombre
muera una sola vez. Aquellos que sostienen este punto de vista dicen que
Enoc y Elías deben de ser los dos testigos que morirán durante la gran
tribulación, dado que nunca han muerto. Como Moisés ya murió, no debe
morir por segunda vez. Pero, ¿qué diríamos de Lázaro? Contrariamente a
este punto de vista, él murió, resucitó y volvió a morir. ¿Por qué
afirmamos nosotros que los dos testigos son Moisés y Elías? Lo
afirmamos con una sólida base en las verdades bíblicas. La Biblia revela
que Moisés y Elías son los dos testigos de Dios. Lo que ellos hacen en
11:5-6 es exactamente lo que hicieron en el Antiguo Testamento (Ex.
7:17, 19; 9:14; 11:1; 2 R. 1:10-12; 1 R. 17:1). Moisés convirtió el agua en
sangre, y Elías hizo descender fuego del cielo. Por consiguiente, de
acuerdo a sus respectivos ministerios, los dos testigos deben de ser Moisés
y Elías. Además, fueron ellos quienes aparecieron delante del Señor en el
monte de la transfiguración (Mt. 17:1-3). Moisés representa la ley, y Elías
los profetas (Lc. 16:16), y ambos son testigos de Dios. El Antiguo
Testamento se compone de los escritos que estos dos hombres representan,
a saber, la ley y los profetas. La ley fue dada por medio de Moisés, y el
mayor de los profetas fue Elías. Así que el Antiguo Testamento fue
llamado “la ley y los profetas” (Lc. 16:16). Estos dos ministerios siempre
han sido el testimonio de Dios. A lo largo de los siglos la ley, representada
por Moisés, y los profetas, representados por Elías, han sido los testigos de
Dios en la tierra. La misión de Elías fue profetizada (Mal. 4:5; Mt. 17:11).
1. Los dos olivos, los dos candeleros,
y los dos hijos de aceite que están
delante del Señor de la tierra
Estos dos testigos son los dos olivos, los dos candeleros y los dos hijos de
aceite que están delante del Señor de la tierra (v. 4; Zac. 4:3, 11, 12-14). El
versículo 4 dice: “Estos son los dos olivos, y los dos candeleros que están
en pie delante del Señor de la tierra”. Los olivos mencionados en el
versículo 4 producen aceite para las lámparas, y los candeleros emiten luz
con el aceite de los olivos. Zacarías 4:14 dice que ellos son “los dos hijos
de aceite que están delante del Señor de toda la tierra”. Se les llama hijos
de aceite porque están llenos de aceite; están llenos del Espíritu. Por
consiguiente, tienen varios nombres: los dos testigos, los dos candeleros,
los dos olivos y los dos hijos de aceite. En la era de la iglesia, las iglesias
son los candeleros que irradian el testimonio de Dios (1:20), pero en los
últimos tres años y medio de esta era, los dos testigos serán los candeleros
que difundirán el testimonio de Dios.
Los mil doscientos sesenta días del versículo 3 son los cuarenta y dos
meses mencionados en el versículo 2, el período cuando el anticristo
blasfemará contra Dios (13:5-6) y perseguirá a Su pueblo (12:6, 14).
Mientras él ejerce su poder maligno y persigue al pueblo de Dios, los dos
testigos profetizarán, hablarán por Dios y darán testimonio en contra de las
maldades del anticristo. Durante la gran tribulación, la persecución será
severa y feroz. Por esta causa Dios enviará de nuevo a Moisés y a Elías, y
éstos, llenos del Espíritu fortalecerán a los judíos, a los cuales el anticristo
obligará a dejar su religión. También fortalecerán a los santos que queden
en la gran tribulación. De acuerdo con Apocalipsis 14, inmediatamente
después del arrebatamiento de las primicias, el anticristo perseguirá al
pueblo de Dios y lo obligará a adorarlo a él y a su imagen (14:9-12). En
este entonces, los dos testigos fortalecerán al pueblo de Dios. Al mismo
tiempo, un ángel que vuela por en medio del cielo predicará “el evangelio
eterno” (14:6). Este evangelio, que es diferente al evangelio de vida o al
evangelio del reino, exhortará a los hombres a temer a Dios, lo cual da a
entender que no deben perseguir al pueblo de Dios, y a que adoren a Dios,
o sea que no adoren al anticristo. De manera que durante la gran
tribulación, habrá dos clases de fortalecimientos: el fortalecimiento por
parte de los dos testigos y el fortalecimiento que produce la predicación
del evangelio eterno.
2. Vestidos de cilicio
El versículo 3 dice: “Y daré a Mis dos testigos que profeticen por mil
doscientos sesenta días, vestidos de cilicio” (v. 3). El cilicio se usa
para mostrar luto (2 S. 3:31). Los dos testigos usarán vestidos de
luto como advertencia para los hombres. No predicarán el evangelio
de gozo, sino que exhortarán a las personas a no adorar al anticristo
para que sean libradas del juicio de Dios.
3. Consumen con fuego y matan a sus enemigos
El versículo 5 dice: “Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca
de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño,
debe morir él de la misma manera”. Nosotros no tenemos el poder
que ellos tienen, y en nuestra predicación no matamos ni echamos
fuego. Pero estos dos testigos podrán decir: “Si ustedes tratan de
dañarnos, serán consumidos con fuego y muertos”.
4. Tienen potestad para cerrar el cielo,
convertir las aguas en sangre,
y herir la tierra con toda clase de plagas
El versículo 6 dice: “Estos tienen potestad para cerrar el cielo, a fin
de que no llueva en los días de su profecía; y tienen potestad sobre
las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda
plaga, cuantas veces quieran”. Cerrar el cielo para que no llueva es
similar a lo que Elías hizo (1 R. 17:1; Lc. 4:25). Convertir las aguas
en sangre y herir la tierra con plagas es semejante a lo que Moisés
hizo (Ex. 7:17,19; 9:14; 11:1).
5. El anticristo los mata
Dios en Su sabiduría permitirá que estos dos testigos sean
derrotados temporalmente. El versículo 7 dice: “Cuando hayan
acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra
contra ellos, y los vencerá y los matará”. Esta bestia es el anticristo,
quien subirá del abismo (17:8) y del mar (13:1), y quien hará guerra
contra los santos (13:17). Al final, aun los dos testigos más fuertes
serán muertos bajo la persecución del anticristo. El anticristo no
solamente peleará en contra del hombre sino también en contra de
Dios. El continuará peleando contra Dios hasta que Cristo venga
con Sus vencedores para pelear contra él directamente. Cristo, la
corporificación de Dios, descenderá con un ejército de vencedores
para pelear contra el anticristo, “el hombre de iniquidad” (2 Ts.
2:3). En los últimos tres años y medio habrá una guerra entre la
humanidad rebelde, bajo la dirección de la bestia, “el hombre de
iniquidad”, y el Creador. Esto forzará a Dios a intervenir y pelear
directa y físicamente en Cristo junto con todos Sus vencedores.
6. Sus cadáveres son dejados
en la calle de Jerusalén por tres días y medio
Los versículo 9 y 10 dicen: “Y los de los pueblos, tribus, lenguas y
naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán
que sus cadáveres sean puestos en sepulcros. Y los moradores de la
tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos
unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los
moradores de la tierra”. Los cadáveres no serán sepultados, sino
que serán dejados en la calle de la gran ciudad, como espectáculo
público, en la ciudad donde su Señor fue crucificado. La “gran
ciudad” se refiere a “la ciudad santa” del versículo 2, la Jerusalén
terrenal, la cual en sentido espiritual vendrá a ser Sodoma y Egipto,
donde el Señor fue crucificado. Después de la restauración de la
nación de Israel en 1948, los judíos que regresaron a su patria
seguían siendo incrédulos. Israel será tan pecador como Sodoma
(cfr. Is. 1:9-10; 3:9; Jer. 23:14) y tan mundano como Egipto (cfr. Ez.
23:3, 8, 19, 27), y estará en esa condición hasta el regreso de Cristo,
su Mesías, cuando “todo Israel será salvo” (Ro. 11:26). Las personas
más mundanas se encuentran en la pequeña nación de Israel. Al fin
de esta era ante los ojos de Dios, Jerusalén será tan pecadora como
Sodoma y tan mundana como Egipto. Debido a esto, Dios
abandonará esa ciudad en los últimos tres años y medio. Es como si
Dios dijera: “Dejémosla. La voy a entregar en manos del anticristo,
para que él haga lo que le plazca a esta Jerusalén pecaminosa y
mundana”.
En el año 70 d. de C. Tito, un príncipe de Roma, destruyó la ciudad
de Jerusalén. Tanto en Daniel como en el Nuevo Testamento, ese
príncipe tipifica al anticristo. En Daniel 9:26-27 se considera las dos
destrucciones como una sola. Si usted lee cuidadosamente el
capítulo 9 de Daniel, verá que Jerusalén será destruida dos veces.
Tito realizó la primera destrucción, y el anticristo llevará a cabo la
segunda. En la profecía de Daniel las dos destrucciones se
presentan como una sola, pero en realidad no lo son. El anticristo
destruirá a Jerusalén igual que lo hizo Tito. En principio, el
cumplimiento de un tipo siempre es más completo que el tipo
mismo. Por eso el Señor dice que la gran tribulación será más
severa que todo lo que la ha precedido y la sucederá. Incluso en
Mateo 24 y en Lucas 21, la profecía del Señor no hace una distinción
clara entre la destrucción de Jerusalén bajo Tito y la destrucción a
manos del anticristo. Las dos están combinadas. Por esta razón, en
las setenta semanas hay un largo intervalo entre las primeras
sesenta y nueve semanas y el cumplimiento de la septuagésima.
Hay un largo período de receso antes de que ésta se cumpla.
Después de la sexagésima novena semana, ocurrió una destrucción
por mano de Tito, y después del intervalo entre la sexagésima
novena semana y la septuagésima vendrá otra destrucción bajo el
mando del anticristo. No obstante, en la Biblia estas dos
destrucciones son mencionadas casi como si fueran una sola. En los
días de Tito, Jerusalén era pecaminosa, y en los días del anticristo
será aún más pecaminosa. En Apocalipsis once Jerusalén ni
siquiera es llamada por su nombre, sino “la gran ciudad”, el lugar
donde el Señor fue crucificado (v. 8). El Señor, por supuesto, no fue
crucificado en Sodoma ni en Egipto, sino en Jerusalén. En el tiempo
de la destrucción y la persecución que trae el anticristo, Jerusalén
se habrá vuelto tan pecaminosa como Sodoma y tan mundana como
Egipto. Cuánto necesitamos orar por los judíos para que se
arrepientan. Entre ellos estarán los fieles, los ciento cuarenta y
cuatro mil. Después del arrebatamiento de los dos testigos, estará
cerca la venida del Señor con Su ejército para derrotar al anticristo
en la batalla de Armagedón.
7. Resucitados
El versículo 11 dice: “Pero después de tres días y medio entró en ellos el
aliento de vida que venía de Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó
gran temor sobre los que los vieron”. Esto indica que fueron resucitados.
Esta resurrección es distinta de la que se menciona en 1 Tesalonicenses
4:16. El Señor Jesús resucitó después de tres días, y Lázaro fue resucitado
después de cuatro. Pero estos dos testigos serán resucitados después de
tres días y medio.
8. Arrebatados al cielo
El versículo 12 añade: “Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía:
Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron”.
Esto indica que fueron arrebatados. Este arrebatamiento también es
distinto al que se menciona en 1 Ts. 4:17.
B. El testimonio de ellos
El versículo 7 dice que los dos testigos acaban su testimonio. Ellos dan
testimonio de Dios como el Señor de la tierra (v. 4) y en contra del
anticristo. Durante la gran tribulación los dos testigos darán un adecuado
testimonio a favor de Dios y en contra del anticristo (Dt. 17:6; 19:15; Mt.
18:16).
Pese a que muchos verán la resurrección y el arrebatamiento de los dos
testigos, no se arrepentirán. Esto nos muestra que no debemos confiar en
los milagros. Muchos tienen el concepto errado de que a la gente se le
puede convencer con milagros. Pero estos dos testigos, los cuales serán
muertos físicamente, resucitarán repentina y milagrosamente y serán
arrebatados a los cielos. Sin embargo, la gente no se arrepentirá.
IV. UN GRAN TERREMOTO
El versículo 13 dice: “En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima
parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron siete mil
hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo”.
Esta ciudad es la “grande ciudad” del versículo 8, o sea, Jerusalén. La
décima parte de la ciudad de Jerusalén caerá por causa de este terremoto, y
el resto de la ciudad se dividirá en tres partes con el último terremoto,
mencionado en 16:19.
El versículo 13 dice que “por el terremoto murieron siete mil hombres” o
“nombres de hombres”, lo cual denota personas de renombre. Serán siete
mil personas famosas. En ese entonces, muchos de la nación de Israel
serán personas notables. Siete mil de estas personas morirán por este
terremoto, porque ellos tomaron la iniciativa en no creer en el Señor Jesús.
Actualmente muchos filósofos, doctores, políticos y economistas judíos
son pecaminosos y mundanos y no creen en el Señor Jesús. Hoy día la
nación de Israel está bajo el control de estas personas destacadas. Muy
pocos de los israelitas de renombre creerán en el Señor. Hace poco oí que
el gobierno de Israel decidió estorbar que cualquier obra misionera
cristiana se lleve a cabo en Israel. Esta decisión fue tomada por las
personas de renombre. Cuando este terremoto suceda, serán las personas
famosas principalmente las que morirán.
Este pasaje es un ventana por la cual podemos ver la deplorable situación
prevaleciente entre los judíos al final de la era presente. Esta es al razón
por la cual se desatará una gran persecución. Los países árabes no tendrán
éxito en ninguno de sus intentos de destruir la nación de Israel, debido a
que el Señor cuida a Israel. Pero esto no significa que los judíos tengan
interés en el Señor. No, ellos siguen siendo pecaminosos y mundanos;
pero un día Dios les dirá: “Os voy a abandonar. Los cielos serán medidos,
pero dejaré a Jerusalén en las manos del anticristo. El la destruirá con más
crueldad que Tito”. Según Zacarías 12, la persecución pondrá a los judíos
en una situación tal que tendrán que acudir a Aquel a quien traspasaron.
En ese momento, Cristo vendrá y todas las tribus de la Tierra Santa verán
al Redentor, el mismo a quien ellos traspasaron hace dos mil años. Cuando
acudan al Señor, llorarán por El y se arrepentirán (Zac. 12:10-14). Pero
este lamento llegará algo tarde, pues antes de esto, muchos serán muertos
por el anticristo. Esta es la palabra de profecía. No podemos hacer otra
cosa que orar por ellos y estar preparados para la hora cuando el Señor nos
llevará.
Después de morir las siete mil personas de renombre en el terremoto, el
resto del pueblo quedará aterrorizado y dará gloria a Dios. Cuando el
Señor regrese a ellos, muchos, posiblemente todos, se arrepentirán y
recibirán al Señor, aquel a quien traspasaron.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTIOCHO
LA SEPTIMA TROMPETA
En Apocalipsis 11:14-18 tenemos la séptima trompeta. Sin ésta la
economía de Dios y el mover de Dios no pueden concluirse. Al leer
desde el capítulo ocho hasta el once, vemos que las siete trompetas
verdaderamente son algo inmenso. Cuando la séptima trompeta
suene, ocurrirán muchas cosas. Esta trompeta sonará por cierto
tiempo, y durará por la eternidad; declarará, anunciará y
proclamará el plan eterno de Dios. En cada una de las primeras seis
trompetas sólo ocurre un evento, pero en la séptima trompeta
ocurrirán muchas cosas.
La séptima y última trompeta (1 Co. 15:52) tiene tanto aspectos
positivos como negativos. Los aspectos negativos se relacionan con
la ira de Dios, la cual consta de las últimas plagas de las siete copas
(15:1; 16:1-21), el último ay anunciado sobre los moradores en la
tierra (8:13; 9:12; 11;14), y la destrucción de los que destruyen la
tierra, lo cual sucederá cuando el Señor regrese a la tierra (17:14;
18:1-2; 19:19—20:3). Los aspectos positivos son: el reino eterno de
Cristo, que es el reino manifestado (11:15, 17); el juicio de los
muertos, el cual ocurre antes de la resurrección de los santos (v.
18); y la entrega de la recompensa a los profetas y a los santos, lo
cual sucederá en el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10) después de la
resurrección y el arrebatamiento de los santos (1 Co. 15:23, 52; 1 Ts.
4:16-17), y en el trono de gloria de Cristo (Mt. 25:31-34), y después
de la entrega del galardón a aquellos que temieron al nombre del
Señor (14:6-7). De modo que la séptima trompeta comprende todo
lo que acontece desde el fin de la gran tribulación hasta la eternidad
futura: las últimas plagas de las siete copas (cap. 16), la resurrección
y el arrebatamiento de los santos, el galardón dado a los santos, el
regreso de Cristo a la tierra, la destrucción de la gran Babilonia (17:1
—19:6), las bodas del Cordero (19:7-10), la destrucción del
anticristo, el falso profeta, Satanás y sus seguidores (19:11—20:3), el
reino milenario (20:4-6), el juicio final ejecutado sobre la tierra y
sobre Satanás (20:7-10), el juicio final de los muertos (20:11-15), y
el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén, que
perdurarán por la eternidad (21:1—22:5).
I. TERMINA LA GRAN TRIBULACION
En Apocalipsis 11:14 leemos: “El segundo ay pasó; he aquí, el tercer
ay viene pronto”. El tercer ay consta de las siete copas de la ira de
Dios (cap. 16), y es parte del contenido negativo de la séptima
trompeta. El ay de la séptima trompeta debe de marcar el final de la
gran tribulación (Mt. 24:21), puesto que el toque de esta trompeta
es mencionado después de la visión acerca de la destrucción de
Jerusalén durante los últimos tres años y medio (11:2), y puesto que
las siete copas son las últimas plagas de la consumación de la ira de
Dios (15:1; 16:1).
II. CONCLUYE LA ERA
Al sonar la séptima trompeta, no solamente terminará la gran
tribulación, sino que también concluirá esta era. El misterio de Dios
finalizará (10:7), y los reinos del mundo serán el reino de nuestro
Señor y de Su Cristo (11:15). Entonces comenzará otra era, la era del
reino, el milenio.
III. TRAE EL REINO QUE PERDURA
POR LA ETERNIDAD
La séptima trompeta traerá el reino que perdura por la eternidad.
El versículo 15 dice: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo
grandes voces en el cielo, que decían: El reinado sobre el mundo ha
pasado a nuestro Señor y a Su Cristo; y El reinará por los siglos de
los siglos”. La frase “El reinará por los siglos de los siglos” se refiere
al reinado eterno del Señor en el cielo nuevo y la tierra nueva
(22:5). Esto indica que la séptima trompeta abarca el cielo nuevo y
la tierra nueva con la Nueva Jerusalén.
IV. LA SEPTIMA TROMPETA CONSTA DE:
A. Las siete copas de la ira de Dios
contenidas en el tercer ay
La séptima trompeta incluirá las siete copas de la ira de Dios y el
tercer ay (11:14, 18; 15:1, 7-8; 16:1-21). El versículo 18 dice: “Se
airaron las naciones, y Tu ira ha venido”. Esta ira se refiere a la ira
de las siete copas mencionadas en el capítulo 16, las cuales son
parte del contenido negativo de la séptima trompeta. El último ay
comprende las siete copas de la séptima trompeta. Las siete copas
constituyen la intensificación de la ira de Dios. Cuando las siete
copas sean vertidas sobre la tierra, la ira de Dios será desfogada.
Las copas no serán vertidas sobre la tierra ni sobre el cielo, sino
sobre los hombres, especialmente sobre el anticristo y su reino. En
el último ay, el anticristo estará peleando contra Dios, y Cristo
descenderá a la tierra con Sus ejércitos vencedores para pelear
contra él. Las siete copas del tercer ay serán como siete bombas
arrojadas desde el cielo y usadas por Dios para destruir al anticristo
y su reino. Las siete copas probablemente serán vertidas en un corto
lapso de tiempo. Al derramarse las siete copas, concluirá la gran
tribulación y terminará esta era.
B. El reino eterno de Cristo
La séptima trompeta también incluye el reino eterno de Cristo (11:15, 17).
El versículo 15 dice que el reinado sobre el mundo pasará a nuestro Señor
y a Su Cristo, y El reinará por los siglos de los siglos. Los reinos del
mundo llegarán a ser el reino de Cristo cuando éste regrese después de
juzgar a las naciones (Dn. 7:13-14; 2:44-45). En ese momento, los
veinticuatro ancianos se postrarán sobre sus rostros y adorarán a Dios,
diciendo: “Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que
eras, porque has tomado Tu gran poder, y has reinado” (v. 17).
C. El juicio de los muertos
Durante el transcurso de la séptima trompeta, Cristo juzgará a los muertos.
El versículo 18 dice que ha venido “el tiempo de juzgar a los muertos”. El
juicio de los muertos mencionado en este versículo no se refiere al juicio
del gran trono blanco. Puesto que juzgar a los muertos se menciona antes
de “darle la recompensa a tus esclavos”, no debe de referirse al juicio de
los muertos ante el gran trono blanco que sucede después del milenio
(20:11-15). Esto significa que, según Juan 5:27-29, al terminar esta era,
antes del milenio, los muertos serán juzgados para determinar quién
participará de la resurrección de vida antes del milenio (1 Co. 15:23;
Apocalipsis 20:4-6) y quién será dejado para la resurrección de
condenación después del milenio (20:11-12). Antes que Cristo resucite a
los santos, El determinará entre los muertos quiénes estarán en la primera
resurrección, la resurrección de vida, y quiénes en la segunda, la
resurrección de condenación. Después de determinarse esto, se producirá
la resurrección de los santos.
Cuando los santos hayan resucitado, serán arrebatados. En 1
Tesalonicenses 4 vemos que los santos que estén muertos serán
levantados. Muchos cristianos tienen el concepto equivocado de que los
santos que murieron están en el cielo, y que cuando el Señor Jesús venga,
ellos descenderán con El. Lea la Biblia otra vez. Los santos no
descenderán sino que serán levantados, y, junto con los que vivan, serán
arrebatados a las nubes al encuentro del Señor. Decir que los santos que
murieron están ahora en el cielo no tiene base en las Escrituras.
D. Confiere el galardón
1. A los profetas y a los santos
El versículo 18 también dice que el tiempo ha llegado “de dar el galardón
a Tus esclavos los profetas, y a los santos, y a los que temen Tu nombre, a
los pequeños y a los grandes”. El galardón será dado por el Señor a Sus
fieles a Su regreso (22:12; Mt. 16:27). El juicio de los profetas y de los
santos se llevará a cabo ante el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10). El
propósito de este juicio será determinar entre las personas salvas quién
será digna de recibir el galardón y quién necesitará más disciplina. El
galardón para los profetas y para los santos se dará después de la
resurrección y del arrebatamiento de los santos (1 Co. 15:23, 52; 1 Ts.
4:16-17).
La séptima trompeta de Apocalipsis 11 es la final trompeta de 1 Corintios
15. A la final trompeta los santos que hayan muerto resucitarán y,
juntamente con los que estén vivos, serán arrebatados a los aires. No es
bíblico decir que el arrebatamiento de la mayoría de los santos sucederá
antes de la tribulación. ¿Cómo pueden decir que Cristo vendrá
visiblemente antes de la tribulación? La Biblia es muy clara en este
respecto. Pablo dice que los santos que estén vivos no precederán a los que
murieron, y que cuando suene la última trompeta, los santos que hayan
muerto resucitarán. Todos tenemos que admitir que la trompeta final es la
séptima trompeta. Después de la séptima trompeta no habrá más
trompetas. Antes de la séptima trompeta, están la quinta y la sexta, que son
las partes principales de la gran tribulación. Puesto que muchos santos
serán arrebatados cuando suene la séptima trompeta, lo cual sucede al final
de la gran tribulación, ¿cómo podría uno decir que el arrebatamiento de la
mayoría de los santos sucederá antes de la gran tribulación? No se deje
limitar por las enseñanzas tradicionales de hoy, que son superficiales e
inexactas. Necesitamos tomar la palabra pura de la Biblia. Cuando suene
la séptima trompeta, los santos que hayan muerto serán resucitados, y los
que estén vivos serán arrebatados juntamente con ellos a los aires. Sin
embargo, ni siquiera en ese entonces Cristo habrá regresado. Durante ese
tiempo El permanecerá en los aires. Después de este arrebatamiento,
Cristo establecerá Su tribunal de juicio para decidir quién recibirá el
galardón y será parte de su ejército vencedor, y quién necesitará más
disciplina y castigo.
2. Al pueblo que teme a Dios
Cristo también recompensará al pueblo que teme a Dios.
Apocalipsis 11:18 también menciona específicamente que se le dará
galardón a los que temen el nombre de Dios. El pueblo que teme a
Dios consta de aquellos que obedecen al evangelio eterno, el cual
consiste en temer y adorar a Dios, en no adorar a la bestia y a su
imagen (14:6-7), y en proveer de lo necesario al pueblo de Dios.
(Mt. 25:33-40). Luego, después de que Cristo venga a tomar
posesión de la tierra y a establecer el trono de Su gloria en
Jerusalén, el centro de Su reino, El juzgará las naciones, a todos los
incrédulos que aún vivan. El Nuevo testamento dice que Cristo ha
sido designado para juzgar a los vivos y a los muertos (Hch. 10:42; 2
Ti. 4:1). ¿Cuándo juzgará a los que viven? Después de la batalla de
Armagedón y de destruir al anticristo, al falso profeta y a sus
seguidores (Ap. 19:11-21). En ese tiempo todavía habrá un gran
número de incrédulos en la tierra. De acuerdo con Mateo 25:31-46,
Cristo reunirá todas las naciones delante de Su trono en Jerusalén y
las juzgará.
Muchos piensan que este juicio es el juicio de los cristianos en el
que se determina quién es genuino y quién es falso. Considere lo
que dice Mateo 25:31-32: “Pero cuando el Hijo del Hombre venga
en Su gloria, y todos los ángeles con El, entonces se sentará en el
trono de Su gloria, y serán reunidas delante de El todas las
naciones”. En el Nuevo Testamento la palabra “naciones” se refiere
a los gentiles. Mateo 25:32 también dice: “Y separará los unos de los
otros, como separa el pastor las ovejas de los cabritos”. Este juicio
no se ejecutará de acuerdo con la ley ni tampoco de acuerdo con el
evangelio de gracia, sino conforme al evangelio eterno que predica
el ángel en Apocalipsis 14:6-7. Durante los tres años y medio el
anticristo obligará a la gente a adorar su imagen, y un ángel en
medio del aire proclamará el evangelio eterno, exhortando a los
moradores de la tierra a no adorar la imagen, y a temer y adorar a
Dios. Algunos de los habitantes de la tierra obedecerán este
evangelio eterno, temerán y adorarán a Dios, no adorarán la imagen
de la bestia, y cuidarán de los judíos y de los cristianos necesitados,
quienes estarán sufriendo bajo la persecución del anticristo. Así
que, en Mateo 25:34-36, el Rey dice a los de Su derecha: “Venid,
benditos de Mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros
desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de
comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me
acogisteis; estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a Mí”. Cuando estos justos le
pregunten al Señor cuándo hicieron tal cosa, El les responderá: “De
cierto os digo que por cuanto lo hicisteis a uno de estos Mis
hermanos más pequeños, a Mí lo hicisteis” (Mt. 25:40). Estas
“ovejas” entonces serán trasladadas al reino y serán las naciones
durante el milenio (2:26: 12:5). Durante esos mil años, los
cristianos vencedores reinarán con Cristo; los judíos salvos serán
los sacerdotes, y estos justos serán el pueblo que los vencedores
regirán. Los “cabritos”, los malignos, los que siguieron al anticristo
y desobedecieron al evangelio eterno, serán lanzados al lago de
fuego “preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41). Esto
ocurrirá durante el tiempo de la séptima trompeta, cuando toda la
tierra haya llegado a ser el reino de Cristo.
E. Destruye a los que destruyen la tierra
La séptima trompeta también incluye la destrucción de los que
destruyen la tierra. El versículo 18 dice que Cristo destruirá “a los
que destruyen a la tierra”. Los que destruyen la tierra incluyen a la
gran Babilonia (17:2; 18:3), al anticristo (13:3), al falso profeta
(13:14), a Satanás (20:7-9), y a los que los siguen (17:12-24; 19:19;
20:8-9). Todos éstos serán destruidos cuando suene la séptima
trompeta.
La gran Babilonia, la religión falsa, la Iglesia Católica Romana, debe
de ser considerada como uno de los destructores de la tierra. En
Apocalipsis 17:2 dice que con ella “han fornicado los reyes de la
tierra”, y “los moradores de la tierra se han embriagado con el vino
de su fornicación”. El Señor la destruirá debido a que ella es uno de
los que destruyen la tierra y a que toda la tierra ha sido corrompida
por ella.
Después de destruir a la gran Babilonia, el Señor destruirá al
anticristo, al falso profeta y a sus seguidores en la batalla en
Armagedón. El anticristo y el falso profeta serán lanzados en el lago
de fuego, y Satanás será destruido. En realidad el Señor juzgará a
Satanás dos veces: primeramente atándolo y lanzándolo en el
abismo antes del milenio, y luego lanzándolo al lago de fuego
después del milenio. El anticristo será el primero en ser lanzado al
lago de fuego. El anticristo, el falso profeta y sus seguidores, entre
los cuales están los “cabritos” mencionados en Mateo 25, serán
arrojados al lago de fuego antes que Satanás (Ap. 19:20; Mt. 25:41),
el cual será retenido en el abismo por mil años, y finalmente será
lanzado al lago de fuego. Al final del milenio, todos los muertos que
no fueron salvos también serán lanzados en el lago de fuego (20:15).
Para entonces todo lo negativo del universo habrá terminado.
V. LA ESCENA EN EL CIELO
DESPUES DE TOCARSE LA SEPTIMA TROMPETA
Si queremos entender la profecía, tenemos que conocer bien el contenido
completo del séptimo sello. Esta es la clave para conocer la profecía de
este libro. En mi juventud, pensaba que la séptima trompeta solamente
comprendía las siete copas y que las siete trompetas eran todo el contenido
del séptimo sello. Basándome en ese concepto, me fue difícil asimilar el
contenido completo del libro de Apocalipsis. Pero después de varios años,
vi que las siete trompetas constituyen todo el contenido del séptimo sello,
y que las siete copas son sólo parte del contenido de la séptima trompeta,
pues ésta incluye mucho más que las siete copas. Como dijimos
anteriormente, la séptima trompeta incluye tanto aspectos negativos como
positivos.
El versículo 19 revela la escena en el cielo después de que suena la
séptima trompeta. Este versículo dice: “Y fue abierto el templo de Dios
que está en el cielo, y el arca de Su pacto se veía en Su templo. Y hubo
relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo”. En este libro
se pronostican cuatro terremotos. El primero (6:12) ocurre cuando se abre
el sexto sello; el segundo (8:5), antes de tocarse las siete trompetas; el
tercero (11:13) se produce entre la sexta trompeta y la séptima; y el cuarto
(v. 19), al sonar la séptima trompeta cuando se derrama la séptima copa
(16:18-20), lo cual constituye la conclusión del contenido negativo de la
séptima trompeta.
En este versículo, el cual continúa en 15:5, vemos que el templo de Dios
es abierto. El trono que está rodeado del arco iris en 4:2-3 es el centro de
todos los juicios ejecutados sobre la tierra en los capítulos del seis al once,
lo cual presenta el lado negativo; mientras que el templo con el arca es el
centro de todo lo que Dios logra en el universo, lo cual se lleva a efecto en
los capítulos del doce al veintidós y muestra el lado positivo. El trono que
está rodeado del arco iris y que es el centro de la primera sección, es el
lugar donde se ejecuta el juicio de Dios. El templo con el arca, el centro de
la segunda sección, es el edificio de Dios. Primeramente, por el lado
negativo, tenemos los juicios de Dios, y en segundo lugar, por el lado
positivo, tenemos el edificio de Dios. El trono con el arco iris son el centro
del juicio de Dios, y el templo con el arca son el centro del edificio de
Dios.
El juicio de Dios se cumple plenamente en la primera sección del libro. La
idea principal de la segunda sección es el edificio. ¿Quién será el templo?
El pueblo de Dios, principalmente la iglesia. ¿Quién es el arca? Cristo. Por
consiguiente, el centro del edificio de Dios en la eternidad será Cristo y la
iglesia. Nosotros no estamos bajo el trono que tiene el arco iris; estamos
en el templo con Dios. No estamos bajo el juicio de Dios; somos parte del
edificio de Dios. El anticristo y los incrédulos estarán bajo el trono que
está rodeado del arco iris, pero nosotros estamos en el templo donde está
el arca, en el edificio de Dios con Cristo.
¡Qué luz nos ha mostrado el Señor! Después del toque de las siete
trompetas en la primera sección, todos los misterios habrán terminado,
todos los juicios habrán sido realizados, y la administración de Dios se
habrá completado. Solamente una cosa perdurará: el edificio de Dios.
Debido a esto, el panorama o la escena del cielo pasa del trono con el arco
iris al templo con el arca. ¿Qué ve usted hoy, el trono con el arco iris o el
templo con el arca? Nosotros vemos el templo con el arca. Vemos a Cristo
y la iglesia. El fin de esta visión no es que seamos santos o espirituales,
sino que seamos edificados. Todos debemos ver el templo con el arca, los
cuales se relacionan con la edificación de la morada de Dios.
Cuando el templo de Dios en el cielo se abra y el arca de Su testimonio sea
vista en el templo, habrá relámpagos, voces, truenos, un terremoto y
grande granizo (v. 19). Esto mismo sucederá cuando la séptima copa sea
vertida (16:17-21). Los relámpagos, las voces y los truenos son
declaraciones solemnes de la ira y el juicio de Dios. El terremoto y el
grande granizo son el juicio en sí. Por este terremoto, que será el más
grande en la historia, las ciudades serán sacudidas y caerán, entre ellas
Jerusalén, Roma y Babilonia la Grande (16:19). Con el grande granizo, los
hombres sufrirán una plaga extremadamente grande (16:21). Así concluirá
la gran tribulación.
El libro de Apocalipsis está dividido en dos secciones. La primera sección
consta de los capítulos del uno al once, y provee una vista panorámica de
los eventos. Por ser sólo un bosquejo, no contiene detalles. Por esta razón
la siguiente sección, constituida de los capítulos del doce al veintidós,
presenta los detalles de los principales eventos contenidos en la primera
sección. Todos los capítulos contienen algunos detalles. Por ejemplo, sin
los capítulos veintiuno y veintidós nunca habríamos visto los detalles de la
Nueva Jerusalén mencionada en 3:12. Las dos secciones de Apocalipsis
son semejantes a los primeros dos capítulos de Génesis. Génesis uno
presenta una crónica general de la creación, especialmente de la creación
del hombre. El capítulo dos de Génesis suministra los detalles relativos a
la creación del hombre. Necesitamos dicho capítulo como suplemento, ya
que nos trae los detalles del cuadro general de Génesis uno. De igual
modo, necesitamos la segunda sección de Apocalipsis, pues ésta nos
muestra los detalles de las cosas cruciales que se mencionan someramente
en la primera sección.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE VEINTINUEVE
EL ARREBATAMIENTO DE LOS CREYENTES
(1)
En este último siglo y medio, el arrebatamiento de los santos ha sido un
asunto complicado para muchos cristianos que buscan seriamente al
Señor. En términos generales, existen tres escuelas en cuanto al
entendimiento del arrebatamiento: la que afirma que ocurre antes de la
tribulación, la que asevera que sucede después de la tribulación, y la que
se conoce como el arrebatamiento parcial. Aquellos que creen en el
arrebatamiento parcial dicen que los vencedores serán arrebatados antes
que la mayoría de los creyentes. En cada uno de estos puntos de vista ha
habido santos muy espirituales bastante versados en la Biblia. Debido al
conflicto de opiniones, ha habido mucho debate acerca del arrebatamiento.
Después de ser salvo, comencé a estudiar las profecías, y como resultado
pude familiarizarme con todas esas diversas posiciones. Después de
muchos años de estudio y observación, deseo presentar en este mensaje y
en el siguiente una explicación clara y simple en cuanto al arrebatamiento,
de acuerdo con la palabra pura de la Biblia. Debemos olvidarnos de los
diferentes puntos de vista y ocuparnos solamente de la palabra pura de
Dios.
I. EL ARREBATAMIENTO DE LOS VENCEDORES
En la Biblia vemos dos aspectos del arrebatamiento: el de los vencedores y
el de la mayoría de los santos. Esto no significa que haya solamente dos
arrebatamientos. En el arrebatamiento de los vencedores hay por lo menos
tres categorías. Por ejemplo, el arrebatamiento de las primicias difiere del
arrebatamiento del hijo varón. El hijo varón (12:5) está compuesto de los
vencedores que murieron y que son resucitados. Las primicias (14:1-5)
son los vencedores que todavía estén vivos, los que nunca pasaron por la
muerte. Cuando lleguemos al capítulo doce, veremos que el hijo varón,
igual que la mujer vestida del sol, es un símbolo. El hijo varón que aparece
en el Apocalipsis es engendrado, es decir, dado a luz. Consideremos al
Señor Jesús. El fue engendrado por Dios como el Hijo primogénito en la
resurrección (He. 1:5; Hch. 13:33). El hijo varón también será engendrado
en resurrección. La resurrección del hijo varón será su nacimiento.
Apocalipsis 12:11 dice que los vencedores que conforman el hijo varón
son fieles hasta la muerte, vencen al enemigo por la sangre del Cordero y
por la palabra de su testimonio, y menosprecian la vida de su alma hasta la
muerte. Esto indica que todos los que están incluidos en el hijo varón son
fieles hasta la muerte. Muchos de ellos han sido martirizados. Por
consiguiente, el hijo varón, el cual incluye a todos los vencedores que
murieron, es diferente de las primicias, pues éstos son los vencedores que
estén vivos. Aparte del hijo varón y de las primicias, existe otro grupo de
vencedores, el cual vemos en el capítulo quince: los vencedores tardíos,
aquellos que vencieron al anticristo, su marca, el número de su nombre y
su imagen; ellos serán arrebatados y estarán en pie sobre el mar de vidrio
alabando al Señor. Por lo tanto, con respecto a los vencedores, vemos por
lo menos tres clases de arrebatamientos. Además de esto, vemos el
arrebatamiento individual de los dos testigos en el capítulo once.
El arrebatamiento de los vencedores es la primera clase de arrebatamiento,
y el arrebatamiento de la mayoría de los santos, lo cual se considera en
Apocalipsis como la cosecha (14:15), es la segunda clase de
arrebatamiento. En Levítico 23:10 vemos un tipo del arrebatamiento, el
tipo de la cosecha que madura en el campo. Algunas cosechas maduran
temprano y otras más tarde. El fruto que madura primero es considerado
las primicias. En el Antiguo Testamento las primicias siempre eran
llevadas al templo de Dios, y no al granero. Exodo 23:19 claramente dice:
“Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de
Jehová tu Dios”. Las primicias eran traídas del campo al templo de Dios
para el deleite y la satisfacción de Dios. Cuando el campo estaba
completamente maduro, era el tiempo de recoger la cosecha. Después de
segarse la cosecha, era traída al granero. Esto es solamente el tipo. La
cosecha es el pueblo de Dios (1 Co. 3:9), y los primeros frutos que
maduran son las primicias de la cosecha, y son llevados directamente al
templo de Dios en los cielos. Después de esto, el sol brillará con mayor
intensidad, y la cosecha que no haya madurado, que todavía esté verde,
comenzará a madurar. Cuando toda la cosecha haya madurado, los santos,
en su mayoría, serán cosechados y llevados al aire. El aire corresponde al
granero. En la mayoría de los campos el granero está entre la casa y el
campo. La cosecha es almacenada en el granero, pero las primicias se
llevan a la casa para que el primero en disfrutar de la cosecha sea el
labrador. Pese a que muchos maestros han escrito sobre el arrebatamiento,
muchos de ellos no se han interesado en este asunto de la cosecha de Dios.
En Mateo 13 el Señor Jesús revela que El vino a sembrar la semilla en el
campo. En 1 de Corintios 3 Pablo les dice a los corintios: “Vosotros sois
labranza de Dios”. Por último, en Apocalipsis 14, tenemos las primicias y
la cosecha. Esto nos presenta el concepto básico con respecto al
arrebatamiento.
Muchos cristianos son demasiado superficiales y miopes. No leen ni
estudian la Biblia de una manera exhaustiva. Se basan en algunos
versículos aislados y enseñan que todos los cristianos serán arrebatados
antes de la tribulación. Afirman que ellos son pecadores lavados por la
sangre del Señor, que fueron regenerados por el Espíritu, que son salvos y
que ahora están esperando la venida del Señor Jesús, cuando todos
seremos arrebatados. En términos generales, esto es correcto y no hay
nada erróneo en ello. Sin embargo, ésta explicación es demasiado
resumida, inexacta y superficial. Como ejemplo de lo vago y general de la
enseñanza tradicional en cuanto al arrebatamiento, puedo usar mi antiguo
domicilio en la calle Arden Place, en Anaheim. Una persona que no esté
familiarizada con el área tendría dificultades para hallar la calle Arden
Place. Algunos sabían que estaba cerca de las avenidas Ball y Euclid, pero
aun así tardaban una hora o más buscando la calle Arden Place. Ellos
sabían llegar hasta la esquina de Ball y Euclid, pero no tenían la dirección
exacta para llegar desde allí, pasando por muchas calles pequeñas, hasta
mi apartamento. Aunque era correcto decir que nuestro domicilio estaba
cerca de Ball y Euclid, el lugar preciso, Arden Place y Juno, estaba casi
escondido. Para llegar hasta allí, uno tenía que atravesar un laberinto de
pequeñas calles.
Entender el asunto del arrebatamiento en el Nuevo Testamento es
semejante a conducir un automóvil por un laberinto de calles. Es muy
difícil determinar este asunto con precisión. Tal vez el Señor lo diseñó de
esta manera para que seamos más vigilantes. No crea que usted conoce
todo lo relativo al arrebatamiento, porque es posible que esté en la misma
condición de los que creían saber dónde vivía yo, pero solamente tenían
información general sobre la vecindad de las avenidas Ball y Euclid. Es
probable que usted esté informado acerca del arrebatamiento de un manera
general, y que no conozca los detalles. Lo que necesitamos no es un mapa
general, sino uno detallado. La mayor parte de lo que dicen los cristianos
en cuanto al arrebatamiento es demasiado generalizado. Es como conocer
la intersección de Ball y Euclid sin saber específicamente cómo llegar a mi
apartamento. Durante los últimos cincuenta años, he empleado mucho
tiempo estudiando el arrebatamiento. Desde 1925, aproveché toda
oportunidad que tuve de oír o leer sobre este asunto. En cuanto al
arrebatamiento, tengo la seguridad de decir que el Señor nos ha mostrado
hasta los más mínimos detalles, y en estos dos mensajes quisiéramos
examinar algunos de ellos.
Indiscutiblemente el Señor Jesús vendrá antes del milenio. Hubo una
escuela teológica que enseñaba que la venida del Señor ocurriría después
del milenio. Aunque esa escuela todavía existía hace cincuenta años, es
probable que para esta fecha esa enseñanza ya esté caduca. Cuando yo era
joven estudié los dos puntos de vista, que el Señor vendría antes del
milenio y que vendría después del milenio. En estos últimos cincuenta
años, la segunda opinión se ha desvanecido, y por lo general nadie se
interesa en esta enseñanza. Tal vez usted ni siquiera haya oído al respecto.
Decir que Cristo vendrá después del milenio es absolutamente contrario a
las Escrituras. De modo que sólo queda un punto de vista: Cristo viene
antes del milenio. No obstante, esto es muy general. Necesitamos ser
mucho más exactos y específicos. Es perfectamente válido decir que el
Señor Jesús regresará antes del milenio y que todos los cristianos serán
arrebatados, pero necesitamos conocer bien los detalles.
Me preocupan algunos de los lectores de este mensaje. Lo primero que
penetra en nuestras mentes es muy difícil de sacar. Una vez que se tiene la
idea de que todos los creyentes serán arrebatados antes de la tribulación,
es difícil librarse de esa creencia. Sin embargo, todos los conceptos
tradicionales e inexactos tienen que ser eliminados.

A. La necesidad
1. La gran tribulación vendrá
En primer lugar tengamos en cuenta la necesidad de que los vencedores
sean arrebatados. Mateo 24:21 revela que la gran tribulación vendrá. En
Mateo 24:22 dice: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería
salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”. La
gran tribulación será tan severa que sus días serán acortados, para que por
lo menos algunos sean salvos.
2. Habrá una trampa
para todos lo moradores de la tierra
Otra razón por la cual es necesario el arrebatamiento, es que se tenderá
una trampa para todos los moradores de la tierra (Lc. 21:34-35). Así como
un pescador extiende su red para pescar, asimismo Satanás extiende sus
redes para atraparnos a nosotros. En Lucas 21:34 el Señor menciona tres
cosas relacionadas con la trampa mencionada en el versículo 35: “Mirad
también por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen
de disipación y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de
repente sobre vosotros aquel día como un lazo”. En este versículo el Señor
menciona disipación (se relaciona con comer), embriaguez (tiene que ver
con beber) y los afanes de la vida. Desde la segunda guerra mundial, casi
todo el mundo ha estado ocupado en estas tres cosas. Por ejemplo, la
industria gira en torno a los afanes de la vida. Lo mismo sucede con las
finanzas. Todas las universidades operan para fomentar la industria, la
industria, a su vez, tiene como meta producir dinero, y el objetivo del
dinero es satisfacer los afanes de la vida. Consideren los billones de
personas que hay en la tierra; su única preocupación es esta vida. Todas
sus actividades —la educación, la industria, la política, la guerra— giran
en torno a los afanes de esta vida. Comer, beber y preocuparse por esta
vida son los tres elementos principales de esta trampa maligna, esta red
usada por Satanás, la cual arroja para atrapar a todos los moradores de la
tierra. En estos versículos de Lucas, el Señor Jesús dice que vendrá el día
cuando todos los moradores de la tierra serán atrapados. He vivido más de
setenta años y he observado la situación mundial durante casi sesenta
años. Yo sé lo que es la vida humana. He estudiado la historia humana, he
leído los periódicos y he analizado la situación mundial. He descubierto
que la gente no se ocupa de ninguna otra cosa que no sea su vida física,
especialmente desde la segunda guerra mundial. Dios no creó la tierra por
casualidad. No, Su creación es bella y contiene muchas maravillas. Sin
embargo, si estamos atrapados en alguna de esas cosas, seremos
capturados por ellas. Por ejemplo, es necesario y apropiado mantener una
vivienda adecuada para nosotros, pero tenemos que estar alerta, no sea que
esto nos atrape.
Aunque existe el grave peligro de ser atrapados por la comida, la bebida y
los afanes de la vida, tenemos que seguir viviendo una vida humana
normal. Los jóvenes deben obtener una buena educación, puesto que la
necesitan para ganarse el sustento. No use el pretexto de decir: “Yo no me
preocupo por esta vida. Amo al Señor, y no estudiaré más, sino que
alabaré al Señor día y noche”. Si usted hace esto, se convertirá en una
carga para otros. Tal vez usted crea estar muy bien, pero otros no lo
estarán. Es posible que afirme que tiene fe, pero tal fe forzará a otros a
laborar por usted. No, usted debe estudiar diligentemente y ser aplicado en
los estudios. Eso sí, no lo haga con el propósito llegar a ser alguien ni de
llegar a ser una persona importante. Usted debe estudiar, pero no debe
permitir que su educación sea su trampa. Puede ser que algunos digan:
“No voy a estudiar porque no quiero caer en una trampa. Más me vale usar
todo mi tiempo leyendo la Biblia y teniendo comunión con los demás
jóvenes. ¿No sería esto maravilloso?” Muchos jóvenes tienen cierto
concepto erróneo y afirman: “El Señor Jesús podría venir mañana. ¿Por
qué tenemos que estudiar tanto? Esto es una pérdida de tiempo”. Aunque
el Señor sí podría venir mañana, también es posible que tenga que
posponer Su regreso por causa de la pereza de ustedes, hasta que hayan
aprendido a estudiar y se hayan graduado en la universidad.
Nosotros, por ser personas caídas, carecemos de equilibrio. En Mateo
24:40 se habla de dos que estaban en el campo. No dice que estaban
durmiendo ni en comunión ni viviendo enteramente para el Señor sin
trabajar. Algunos podrían decir: “Es posible que el Señor venga mañana,
¿para qué vamos a trabajar en el campo? Si es necesario, hasta podríamos
ayunar y prescindir de las tres comidas hasta que El venga”. Cierta vez oí
un mensaje en el cual el orador dijo: “Qué maravilloso sería si cuando el
Señor viniera nos encontrara a mi esposa y a mí orando y adorando”. La
Biblia no indica que vamos a estar haciendo esas cosas cuando El se
manifieste. En Mateo 24:41 se habla de dos mujeres que estarán moliendo
en un molino. En la antigüedad el trabajo más difícil para las mujeres era
moler trigo. Si yo hubiera sido una de las mujeres de esos días, diría: “Los
hermanos jóvenes nos han enseñado que el Señor Jesús puede venir esta
noche. ¿Qué necesidad hay, entonces, de laborar moliendo trigo? Esta es
una pérdida de tiempo. ¿Por qué necesitamos hacer harina si el Señor
podría venir esta noche? Sentémonos aquí y esperemos Su venida”. Este
sería un caso extremo.
En el otro extremo hay cristianos a quienes sólo les interesa ganar dinero y
gastarlo. Ellos dicen: “No debemos ser tan espirituales. Tenemos que ser
prácticos y ocuparnos de nuestra esposa y de nuestros hijos. Yo tengo que
proveer para mi familia y ocuparme de muchas cosas más. No tengo
tiempo para asistir a las reuniones de la iglesia. ¿No podemos acaso adorar
aquí en la casa?” A los que están en este extremo, el Señor les podría
decir: “Vendré como un ladrón. Vendré a la hora cuando menos lo
esperáis. Quizás venga cuando estéis más ocupados tratando de ganar
dinero”. Pero a los que están en el otro extremo, les podría decir: “Por
vosotros demoraré Mi venida. Anheláis demasiado Mi regreso. Sois tan
fervientes que no hacéis nada. Ni siquiera os ocupáis en cocinar. Voy a
retrasar Mi venida hasta que aprendáis a cocinar, a ganaros el sustento, a
preocuparos por vosotros mismo y por los demás”. No estoy bromeando;
digo esto en serio. Esta es la deplorable situación de los cristianos en la
actualidad.
Todos debemos trabajar para ganar nuestro sustento; no obstante, debemos
hacerlo sin caer en la trampa. Podemos tener muchas cosas, pero nunca
debemos permitir que nos dominen. Aprenda a ser equilibrado y a no caer
en ningún extremo: el de no hacer absolutamente nada, ni el de estar
cargado de los afanes de esta vida. En este asunto, como en tantas otras
cosas, hay dos lados. Considere el ejemplo del apóstol Pablo. ¿Acaso no
esperaba él la venida del Señor? Si usted examina lo que él escribió, verá
que todo ello tenía objetivos a largo plazo. El nunca dijo: “Queridos
santos, puesto el Señor Jesús puede venir mañana, no necesitan hacer
tantas cosas. Deben sentarse a orar”. No, en sus epístolas Pablo parecía
estar diciendo, “Mientras que esperamos la venida del Señor, debemos
llevar una vida normal”. Aunque no sabemos cuándo volverá el Señor, si
sabemos que mientras estemos en esta tierra debemos vivir normalmente
para ser el testimonio apropiado del Señor Jesús. Debemos obtener la
mejor educación posible y llevar una vida diaria equilibrada. Debemos
mantener en orden nuestras casas y ser personas normales en todos los
aspectos.
Nosotros debemos vivir apropiadamente sin ser enlazados por nada,
puesto que esperamos el regreso del Señor. Nuestro corazón no está puesto
en nada que no sea el Señor Jesucristo. Sin embargo, esto no significa que
no estudiemos ni trabajemos ni nos ocupemos de las tareas diarias, como
por ejemplo limpiar. No digan: “¿Por qué debo mantener mi ropa limpia y
pulcra? Es una pérdida de tiempo y dinero lavar la ropa. Al Señor no le
interesa la carne; a El solamente le interesa mi espíritu. En tanto que mi
espíritu esté limpio, todo está bien”. Estoy seguro de que muchos jóvenes
tienen esta actitud. Ellos ni siquiera hacen sus camas por la mañana, pues
piensan que hacerlo es una pérdida de tiempo. Siempre que tengan un
lugar donde acostarse, están satisfechos, y creen que pueden emplear su
tiempo leyendo la Biblia o libros espirituales. Ellos no saben por qué
deben de esforzarse por mantener su cuarto limpio y ordenado. Su
abandono personal podría retrasar el regreso del Señor. El Señor les podría
decir: “Debéis aprender a tender vuestra cama temprano en la mañana,
peinaros el cabello y limpiar vuestros zapatos. Luego debéis ordenar bien
todos los libros. No coloquéis el Nuevo Testamento antes del Antiguo
Testamento”. Ningún anciano descuidado puede ser útil en la edificación
de la iglesia. Debemos aprender a ser diligentes, y a mantener todo en
orden. Sin embargo, no debemos fijar nuestra mente en estas cosas.
Cuando el Señor diga: “Ciertamente vengo pronto”, podremos
abandonarlo todo. Algunos mantienen sus posesiones en orden, pero esto
se convierte en un trampa para ellos. Esta es una prueba que pone de
manifiesto nuestra verdadera condición. Nosotros estamos aquí como el
testimonio de Jesús. Somos personas normales, llevamos una vida normal,
pero nada de esta vida nos puede afectar. No somos negligentes,
haraganes, ociosos ni indolentes. Pero no hay nada en este mundo que
tenga control sobre nosotros. Estos dos lados del asunto nos forzarán a ser
uno con el Señor.
¿Qué significa el arrebatamiento? Significa ser llevado a la presencia del
Señor. Si ustedes desean ser llevados a la presencia del Señor, tienen que
estar en Su presencia hoy. Es factible que gran parte de la comunión y
adoración suya no esté en la presencia del Señor; tal vez concuerde con su
propia decisión; quizá usted no esté en la presencia del Señor, sino en la
presencia de su propio gusto y su preferencia. Cuando usted desee tener
comunión con el Señor, puede ser que El diga: “Ve a trabajar, o ve a
estudiar”.

3. Viene juicio sobre toda la tierra habitada


Otra razón por la cual es necesario el arrebatamiento de los vencedores es
que vendrá juicio sobre toda la tierra habitada (Ap. 3:10). Este juicio será
la gran tribulación, que consta de los tres ayes de las últimas tres
trompetas, probablemente con las calamidades sobrenaturales del sexto
sello y las primeras cuatro trompetas. Esos ayes y esas calamidades serán
el peor juicio para los moradores de la tierra. Para ser salvos del juicio,
necesitamos ser arrebatados antes que el juicio venga.
4. Vendrá destrucción como dolores de parto
sobre los que hablan de paz y seguridad
En 1 Tesalonicenses 5:3 dice: “Cuando digan: Paz y seguridad, entonces
vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer
encinta, y no escaparán”. Este versículo indica que la destrucción vendrá
como los dolores de parto sobre los que hablan de paz y seguridad. Los
delegados de las Naciones Unidas usan las palabras paz y seguridad como
un lema. Cuando los hombres hablen de paz y seguridad, vendrá
destrucción sobre ellos repentinamente.
5. El diablo desciende a la tierra con gran ira,
el ay anunciado sobre la tierra y el mar
Otra de las razones por las cuales es necesario que los vencedores sean
arrebatados es que el diablo ha de descender a la tierra con gran ira, lo cual
es el ay anunciado sobre la tierra y el mar (Ap. 12:12). En ese entonces ya
sabrá que le queda poco tiempo y hará todo lo posible por atormentar al
máximo a los hombres. Ciertamente necesitamos ser arrebatados para estar
fuera de su tormento maligno.
6. El gran dragón, Satanás,
en su enojo contra la mujer, guerrea
contra el resto de la descendencia de ella
Después de que el gran dragón, Satanás, sea lanzado a la tierra, perseguirá
a la mujer y guerreará contra el remanente de la descendencia de ella
(12:17). La mujer del capítulo doce es la totalidad del pueblo de Dios, que
consta de la iglesia y los hijos de Israel. Su descendencia se divide en dos
categorías: los que guardan la ley, y los que tienen el testimonio de Jesús.
Los ciento cuarenta y cuatro mil escogidos del remanente de Israel
ciertamente serán fieles a la ley, y los redimidos, los creyentes, serán los
fieles al testimonio de Jesús. El gran dragón, el cual estará lleno de ira
contra la mujer, guerreará contra el resto de su descendencia, contra los
judíos que guardan la ley de Moisés y contra los creyentes que tienen el
testimonio de Jesús. Es necesario que ocurra un arrebatamiento temprano
antes de que esto suceda.
7. La bestia, el anticristo,
guerrea contra los santos, y los vence
En Apocalipsis 13:7, refiriéndose al anticristo, dice: “Y se le permitió
hacer guerra contra los santos, y vencerlos”. Los santos son el pueblo de
Dios, según lo indica la mujer del capítulo doce. Esto significa que en la
gran tribulación el anticristo peleará contra los creyentes que todavía
estarán aquí, y los vencerá. Esto indica que él perseguirá a los creyentes
durante la tribulación. ¡Cuánto necesitamos ser arrebatados antes de eso!
Nosotros necesitamos ser llevados de aquí debido a las cosas tan terribles
y horrendas que vendrán. No esperamos que estos eventos sucedan;
esperamos que el Señor nos lleve antes que de que ocurran estas cosas. Por
consiguiente, es necesario que los vencedores sean arrebatados.
B. Las promesas
1. Lograr escapar de todas estas cosas
y estar en pie delante del Hijo del Hombre
Llegamos a las promesas relacionadas con el arrebatamiento de los
vencedores. Lucas 21:36 dice: “Velad, pues, en todo tiempo rogando para
que logréis escapar de todas estas cosas que van a suceder, y estar en pie
delante del Hijo del Hombre”. Según el griego, la expresión “logréis”
puede ser traducida “seáis completamente fortalecidos”. En el idioma
original esta expresión tiene ambos significados. Cuando somos
completamente fortalecidos, podemos lograr escapar. Debemos ser
completamente fortalecidos para escapar de la trampa y poder estar
delante del Hijo del Hombre. Antes que el Señor regrese, estará en el
tercer cielo como Hijo del Hombre. Lucas 21:36 revela que los vencedores
estarán delante del Hijo del Hombre. Esto significa que serán arrebatados
a la presencia del Señor en los cielos. Mientras que la trampa está a punto
de ser tendida, nosotros debemos ser completamente fortalecidos para
lograr escapar de ella. Si usted está familiarizado con la pesca, reconocerá
que algunos peces fuertes pueden escapar de la red. De igual manera los
vencedores serán completamente fortalecidos para escapar de la trampa y
presentarse delante del Señor en los cielos. Esta es una promesa: ser
arrebatados antes de la gran tribulación.
2. Ser guardados de la hora de la prueba
En Apocalipsis 3:10 se encuentra otra promesa en cuanto al
arrebatamiento. “Por cuanto has guardado la palabra de Mi perseverancia,
Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre toda
la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la tierra”. Algunos
dicen que los creyentes serán arrebatados después de la tribulación. Este
concepto se encuentra entre el grupo de los Hermanos que siguen a
Newton, quienes se separaron del grupo de Darby. El grupo de Newton
enseña que todos los cristianos pasarán por la tribulación. En cierta
ocasión le pregunté a uno de los principales maestros del grupo de Newton
sobre Apocalipsis 3:10, y él reconoció que este versículo era un problema
para ellos. De acuerdo con este versículo, los vencedores no solamente
serán guardados del juicio, sino también de la hora de la prueba; esto
implica que serán arrebatados antes de la gran tribulación. Por
consiguiente, el arrebatamiento de los vencedores se producirá antes de la
gran tribulación.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA
EL ARREBATAMIENTO DE LOS CREYENTES
(2)
I. EL ARREBATAMIENTO DE LOS VENCEDORES
C. Los hechos
1. El uno será tomado y el otro será dejado
En Mateo 24:39-42 vemos el hecho del arrebatamiento. Los versículos 40
y 41 dicen: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el
otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el molino; la una será
tomada, y la otra será dejada”. Aquí vemos dos hermanos en el campo y
dos hermanas moliendo en un molino. Un hermano y una hermana son
tomados, y los otros dejados. Algunos en nuestro medio, especialmente los
jóvenes, aman al Señor y piensan que no tienen que preocuparse por su
vida diaria. Pero en estos versículos vemos dos hermanos trabajando en el
campo y dos hermanas moliendo en un molino. Ambas expresiones tienen
que ver con la comida. Mientras vivamos en la tierra no podemos hacer a
un lado la necesidad de comer. Tenemos que trabajar para poder comer.
Así que si usted verdaderamente ama al Señor, debe comprender que
mientras lo ama a El, tiene que ganarse su propio sustento. Mientras dos
están en el campo trabajando para obtener su sustento, uno es tomado, y el
otro dejado. Externamente ellos son iguales, pero internamente son
diferentes. Si lee el contexto, verá que uno vela y está preparado, mientras
que el otro no. Uno de ellos está preparado, y el otro no está velando.
2. El hijo varón es arrebatado para Dios
El hecho del arrebatamiento de los vencedores, también se halla en
Apocalipsis 12:5. Este versículo dice: “Y ella dio a luz un hijo varón, que
pastoreará con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado
a Dios y a Su trono”. Observe que el hijo varón no es arrebatado a los
aires, sino al trono de Dios. El trono de Dios está en el tercer cielo. Este
arrebatamiento sucederá antes de los tres años y medio de la gran
tribulación (12:6, 14).
3. Los ciento cuarenta y cuatro mil
son las primicias para Dios y el Cordero
El hecho del arrebatamiento se encuentra también en 14:1-5, donde
leemos sobre los ciento cuarenta y cuatro mil que vienen a ser las
primicias para Dios y el Cordero. Puesto que ellos son las primicias, no
son llevados al aire, sino a la casa, el templo, de Dios en los cielos. Los
ciento cuarenta y cuatro mil serán arrebatados a Sion en los cielos, antes
de que el anticristo obligue a la gente a adorarlo a él durante la tribulación.
Los hechos relacionados con al arrebatamiento de los vencedores son
innegables. Los que estaban en el campo y las que estaban en el molino
van a ser tomados antes que los demás; el hijo varón es arrebatado al trono
de Dios antes de los tres años y medio, y las primicias son tomadas antes
de la cosecha. Nadie puede decir que la cosecha será recogida al mismo
tiempo que las primicias. Como el capítulo catorce lo indica claramente,
las primicias son arrebatadas primero, y la cosecha después.
D. La hora
Consideremos el momento en que sucederá el arrebatamiento de los
vencedores. De acuerdo con Apocalipsis 3:10, se producirá antes de “la
hora de la prueba”. Más aún, el capítulo doce indica que el hijo varón será
arrebatado al trono de Dios antes de los tres años y medio, esto es, antes
de la gran tribulación (12:5-6, 14, 17). Además, los ciento cuarenta y
cuatro mil, las primicias, estarán de pie en el monte de Sion antes de que
las fuerzas del anticristo obliguen a la gente a adorarlo a él y su imagen
durante la gran tribulación (14:1-5, 9-12). Si usted lee detenidamente el
capítulo catorce, verá que después de que las primicias son tomadas al
monte de Sion que está en el cielo, en la tierra el anticristo erigirá su
imagen en el templo y obligará a la gente a adorarla. No puede uno
argumentar al respecto, a menos que no crea lo que dice la Biblia. Si
creemos lo que la Biblia dice, tenemos que reconocer que algunos
creyentes serán arrebatados al tercer cielo, no a los aires, antes de que el
anticristo persiga al pueblo de Dios.
E. El lugar
1. En pie delante del Hijo del Hombre
Los vencedores serán arrebatados y llevados ante el Hijo de Dios en los
cielos (Lc. 21:36). Cuando sean arrebatados los vencedores, Cristo todavía
no habrá salido del cielo para venir a los aires, mucho menos a descender
a la tierra. Los vencedores que han escapado de la trampa del diablo,
estarán en pie delante del Hijo del Hombre en los cielos.

2. Son arrebatados al trono de Dios


Según lo indica 12:5, el hijo varón será arrebatado al trono de Dios en los
cielos. Pienso que la mayoría de los cristianos sabe que 1 Tesalonicenses 4
habla de que aquellos que estén vivos y permanezcan en la tierra serán
arrebatados a los aires. Aquí vemos que el hijo varón será arrebatado al
trono de Dios que está en los cielos.
3. De pie en el monte de Sion
El hecho de que las primicias estarán de pie en el monte de Sion en los
cielos también prueba que el lugar al cual serán arrebatados los
vencedores es los cielos. Todos estos versículos indican que los
vencedores no serán arrebatados a los aires, sino al tercer cielo. De manera
que, con respecto a la hora y el lugar, el arrebatamiento de los vencedores
es absolutamente diferente del arrebatamiento de la mayoría de los
creyentes.
F. Las condiciones
1. Orar y velar siempre
Veamos ahora las condiciones para el arrebatamiento de los vencedores.
Nos referimos con esto a los términos y al precio que tenemos que pagar
para poder tener parte en este primer arrebatamiento. Ante todo, debemos
orar y velar en todo tiempo (Lc. 21:36). Velar y orar siempre no significa
que solamente oremos y no trabajemos ni durmamos ni comamos; quiere
decir que mientras trabajamos, tenemos un espíritu de oración y que
constantemente oramos. Para orar constantemente no tenemos que dejar de
trabajar. Si usted no puede orar mientras trabaja, entonces su oración no
debe de ser muy genuina; es posible que sea un rito y una actividad
religiosa. La mejor oración consiste en que mientras uno está ocupado
trabajando, acude constantemente al Señor con un espíritu viviente. Esta
es una oración verdadera y genuina. Todos podemos orar continuamente.
Aun mientras hablo estoy orando. Necesitamos ser personas que oran.
Necesitamos ser hombres de oración y tener un espíritu de oración.
Necesitamos orar en todo momento. Esto es lo que significa orar siempre.
2. Velar y estar preparados
La segunda condición es que tenemos que velar y estar preparados (Mt.
24:40-44; Lc. 12:35-40). Debemos decir: “Señor, estoy ocupado
trabajando, pero estoy preparado para irme contigo. Señor, aquí estoy
limpiando mis cosas y manteniéndolas en orden, pero no quiero vivir aquí
para siempre. Estoy listo para que me lleves”. ¿Puede usted decirle esto al
Señor? Estar preparado no significa que dejemos de trabajar y no hacer
nada. En el siglo pasado algunas personas hicieron esto. Un maestro les
dijo que Cristo vendría en cierta fecha. Al oír esto, se bañaron, se vistieron
de blanco y no hicieron nada más que orar. Esta no es la manera apropiada
de esperar el regreso del Señor. La manera apropiada es llevar una vida
normal. La Biblia no dice en ninguna parte que nos bañemos, nos vistamos
de blanco y esperemos el regreso del Señor. Al contrario, el Señor Jesús
dice que nadie sabe la hora. De la misma manera, dos hermanos estarán
trabajando en el campo, para sorpresa de ambos, uno será tomado
repentinamente y el otro será dejado.
No podemos entender la Biblia según nuestros conceptos humanos.
Muchos cristianos que esperan la venida del Señor, tienen el concepto de
que el Señor viene pronto, y que, por ende, es mejor no hacer nada. Eso no
es así, todo depende de una vida normal y del contacto continuo con el
Señor en un espíritu viviente. Dígale al Señor: “Señor, no tengo ataduras
en la tierra. Estoy preparado para irme en cualquier momento que quieras
llevarme”. Esta es la manera de velar y estar listo.
3. Amar la presencia del Señor
La tercera condición es amar la presencia del Señor. En 2 Timoteo 4:8
Pablo dijo: “Y desde ahora me está guardada la corona de justicia, con la
cual me recompensará el Señor, Juez justo, en aquel día; y no sólo a mí,
sino también a todos los que aman Su manifestación”. Pablo dice que la
corona de justicia está reservada para los que aman la venida del Señor.
Debemos decirle al Señor: “Señor Jesús, te amo, y amo Tu venida”. En
todo caso, amar la venida del Señor no significa que no tengamos que
vivir normalmente. Por el contrario, si amamos Su venida, tenemos que
vivir hoy más normalmente.
4. Guardar la palabra de Su perseverancia
Otra condición es guardar la palabra de Su perseverancia (Ap 3:10). Para
ser el testimonio de Jesús, debemos guardar la palabra de la Biblia. Pero si
hacemos esto seremos perseguidos. A través de los siglos, los santos han
sido perseguidos y martirizados por ser fieles a la palabra del Señor. Hoy
también nosotros debemos ser fieles a la palabra del Señor. No seguimos
tradiciones ni religión. Solamente nos ocupamos de la palabra del Señor,
que es la palabra de Su perseverancia. Es por esto que sufrimos
persecución. Por eso necesitamos la perseverancia del Señor. Debemos
sufrir con perseverancia la persecución que ejecuta la religión. La palabra
que guardamos es la palabra de la perseverancia del Señor.
5. Vencer, y guardar las obras del Señor
Por último, si deseamos ser arrebatados en el primer arrebatamiento,
tenemos que vencer el cristianismo degradado y guardar la obra del Señor.
En 2:26 el Señor dice a los de Tiatira: “Al que venza y guarde Mis obras
hasta el fin, Yo le daré autoridad sobre las naciones”. Nadie puede refutar
el hecho de que la Iglesia Católica Romana ha negado las obras del Señor.
¿Qué son las obras del Señor? Primeramente, Su muerte en la cruz. La
Iglesia Católica Romana niega esto, porque no enseña a confiar en la
muerte del Señor para así ser salvos. Al contrario, enseña a orar a ciertos
santos, a donar dinero, a portarse bien, y aun a sufrir. Haciendo esto, los
que están en la Iglesia Católica Romana abandonan lo que hizo el Señor
en la crucifixión para redimirnos. La Iglesia Católica Romana también
niega la resurrección; olvida por completo todo lo que el Señor ha hecho.
El catolicismo enseña que si uno da limosnas, un pariente puede reducir su
estancia en el purgatorio. Este es un ejemplo de su ignorancia acerca de lo
que el Señor hizo en Su resurrección. En la epístola a Tiatira el Señor
parece estar diciendo: “Debes vencer el catolicismo y guardar mis obras.
Debes guardar todo lo que he hecho por ti. No debes adorar a María; al
contrario, debes guardar Mi redención, Mi ascensión y mantenerme dentro
de ti. Estas son mis obras. No confíes en tus buenas obras, tus
contribuciones, tus oraciones a los santos, tus ayunos ni tus sufrimientos”.
No obstante, a pesar de las palabras del Señor, los católicos continúan
haciendo a un lado las obras del Señor.
Debemos vencer el catolicismo diabólico y guardar todo lo que el Señor
ha hecho por nosotros. Nunca adoraremos a María. Aunque ella es una
hermana, y nosotros hablamos de ella como tal, nunca nos dirigiremos a
ella como “Madre María”. Ella no es la madre de Dios, y es terrible aun
decirlo. El catolicismo enseña que Cristo es el Hijo de María, pero en la
epístola a Tiatira, el Señor Jesús dice que El es el Hijo de Dios (2:18).
Puesto que el catolicismo hace a un lado las obras de Cristo, los que estén
en él no serán arrebatados antes de la tribulación. Al contrario, de acuerdo
con Apocalipsis 17:16, Dios usará al anticristo y sus diez reyes para matar
a muchos en la Iglesia Católica Romana. En 2:23 el Señor Jesús dice a los
de Tiatira: “A los hijos de ella heriré de muerte”. Por consiguiente, no
serán arrebatados. Tenemos que vencer el catolicismo degradado y
volvernos a las obras del Señor Jesús, quien murió por nosotros, resucitó,
ascendió y vendrá por nosotros. Debemos guardar Sus obras hasta el fin.
II. EL ARREBATAMIENTO DE LA MAYORIA
DE LOS CREYENTES
Ahora llegamos al arrebatamiento de la mayoría de los creyentes.
A. El hecho
El hecho del arrebatamiento de la mayoría de los creyentes consiste en que
“la cosecha es segada” (14:14-16). En 14:1-5 vemos que las primicias son
llevadas al monte de Sion en los cielos. En los versículos del 6 al 13
vemos la persecución que sucede bajo el anticristo, el cual erigirá su
imagen y forzará a la gente a adorarla. Después de esto, se nos dice que la
cosecha está madura. Por lo tanto, de acuerdo con Apocalipsis 14, hay dos
clases de arrebatamientos: el arrebatamiento de las primicias y el
arrebatamiento de la cosecha.
B. Los que han de ser arrebatados
1. Los santos que son resucitados
Los santos que son arrebatados con la mayoría de los creyentes son en
primer lugar los santos que resucitan (1 Ts. 4:15; 1 Co. 15:23). En 1
Tesalonicenses 4:15 dice que “nosotros que vivimos, que habremos
quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron”.
Al sonar la final trompeta, los santos que duermen resucitarán, y junto con
los santos que vivan, serán llevados a los aires al encuentro del Señor.
2. Los creyentes que vivan
y hayan quedado
En 1 Tesalonicenses 4:15-17 se habla de los que vivimos, los que hayamos
quedado en la tierra. Esta frase implica que habrá algunos que aún vivirán
y no permanecerán en la tierra. Si no fuera así, el apóstol Pablo no habría
usado la palabra “quedado”; simplemente habría dicho “los que vivamos”.
Esto indica que los santos que vivan constituirán dos categorías: los que
están vivos y no permanecen en la tierra, y los que están vivos y quedan en
la tierra. Los que están vivos y no permanecen en la tierra, son los que ya
habrán sido arrebatados. Para entonces algunos de los santos vivos ya
habrán sido arrebatados al trono de Dios en el tercer cielo.

C. La hora
1. A la final trompeta
El arrebatamiento de la mayoría de los creyentes sucederá cuando
suene la última trompeta, esto es, al tocarse la séptima trompeta
casi al final de la gran tribulación (1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16; Ap. 10:7;
11:14-15). Algunos dicen que la final trompeta de 1 Tesalonicenses 4
y de 1 Corintios 15 no es la séptima trompeta de Apocalipsis 11, sino
probablemente una trompeta que se toca para movilizar el ejército
judío. Esta es una interpretación extraña. No veo cómo pueden
aceptarla, ya que no es una interpretación bíblica. Cuando el
apóstol Pablo escribió 1 Corintios 15, habló de la final trompeta.
¿Cree usted que se refería a la última trompeta del ejército judío?
¡Qué absurdo! ¿Dé dónde saca la gente estos conceptos? ¡Qué
manera tan errónea de interpretar la Biblia! Algunos propagan esta
interpretación debido a que enseñan que todos los santos serán
arrebatados antes de la tribulación. Sin embargo, ellos saben que la
última trompeta, la séptima, será tocada casi al final de la
tribulación. De manera que, para afirmar que todos los santos van a
ser arrebatados antes de la tribulación, también tienen que
demostrar que la final trompeta, mencionada en 1 Corintios 15 y 1
Tesalonicenses 4, son diferentes de la séptima y última trompeta
del libro de Apocalipsis. Ellos se alejan de la verdad de la Biblia, la
cual revela que los creyentes en su gran mayoría serán arrebatados
al sonar la séptima trompeta, la final trompeta, que se tocará al
final de la gran tribulación. Esto es una evidencia de que la mayoría
de los creyentes pasará por la mayor parte de la tribulación. Por lo
tanto, la enseñanza de que todos los creyentes serán arrebatados
antes de la tribulación está en completo desacuerdo con las
Escrituras.
2. Después de manifestarse
el hombre de pecado, el anticristo
El arrebatamiento de la mayoría de los creyentes se producirá
después de que se manifieste el hombre de pecado, el anticristo (2
Ts. 2:1-4). En 2 Tesalonicenses 2 se nos da una base sólida para
afirmar que el arrebatamiento de la mayoría de los creyentes
sucederá al final de la gran tribulación. Este pasaje indica que antes
de ser arrebatados los santos, se manifestará el hombre de pecado,
el anticristo, y se sentará en el templo de Dios, “proclamándose
Dios” (2 Ts. 2:4). Esta idolatría se producirá después del
arrebatamiento de la mayoría de los creyentes. Cuando los
hermanos del grupo de Newton presentaban esos versículos al
grupo de Darby, éstos quedaban desconcertados. Darby enseñaba
que todos los creyentes serían arrebatados antes de la tribulación,
pero el grupo de Newton afirmaba que el anticristo tiene que
manifestarse primero, su imagen tiene que ser introducida en el
templo, y la gente ha de ser obligada a adorar dicha imagen, antes
de que el Señor regrese y los santos sean reunidos con El. Siempre
que se menciona este pasaje, quedan en silencio los que enseñan
que todos los creyentes serán arrebatados antes de la tribulación.
3. Después de que la bestia, el anticristo,
obliga a la gente a adorarlo a él y a la imagen
durante la gran tribulación
El arrebatamiento de la mayoría de los creyentes ocurrirá después
de que la bestia, el anticristo, obligue a la gente a adorarlo a él y a su
imagen durante la gran tribulación (14:9-16). Esto se revela
claramente en el capítulo catorce de Apocalipsis.
4. Después de que Satanás guerrea
contra el remanente del pueblo de Dios
El arrebatamiento se producirá después de que Satanás, el gran
dragón, pelee contra el remanente del pueblo de Dios durante la
gran tribulación (12:17, 14, 5). Esto acontecerá después del
arrebatamiento del hijo varón. De acuerdo con Apocalipsis 12, el
hijo varón será arrebatado al trono de Dios antes de los tres años y
medio, después de los cuales será arrebatada la mayoría de la
descendencia de la mujer. Esto significa que después de ser
arrebatado el hijo varón, el remanente de la descendencia de la
mujer sufrirá la persecución de Satanás. Así que, la mayoría de los
creyentes permanecerá en la tierra y será arrebatada al final de la
gran tribulación.
5. Al final de la era
El arrebatamiento de la mayoría de los creyentes marcará la
“consumación del siglo” (Mt. 13:39). La conclusión de la era ocurre
al final de la gran tribulación. De acuerdo con Mateo 13:39, éste
será el tiempo de cosechar. Cristo vino a sembrar la semilla en el
campo a fin de producir una cosecha para Dios. Esta cosecha será
recogida cuando concluya la era. Esta edad terminará con los
últimos tres años y medio. Comenzando con la reconstrucción de la
ciudad de Jerusalén, se ha determinado un período de setenta
semanas. Las primeras sesenta y nueve, se extienden desde el
decreto de reconstruir a Jerusalén hasta la crucifixión de Cristo, lo
cual comprende un lapso de cuatrocientos ochenta y tres años.
Después de la crucifixión, hay un largo intervalo. Finalmente, esta
separación se cerrará, y comenzará la última semana, los últimos
siete años. La segunda parte de esta última semana será la
conclusión de la era del Nuevo Testamento, la cual se extiende
desde la crucifixión hasta el final de la gran tribulación. Nadie sabe
cuánto tiempo habrá entre la crucifixión de Cristo y el comienzo de
la septuagésima semana. Pero Daniel 9 revela claramente que el fin
de esta era estará compuesta de los siete años de la última semana.
La era llegará a su consumación a la segunda mitad de esos siete
años. Casi al final de esos tres años y medio, la mayoría de los
santos será arrebatada. Los vencedores serán arrebatados antes de
los tres años y medio. La fecha o la hora del arrebatamiento de los
vencedores no se conoce, pero el arrebatamiento de la mayoría de
los creyentes sí; se nos ha dicho que sucederá al tocarse la séptima
trompeta, la cual sonará cerca del fin de la gran tribulación.
D. El lugar
Veamos ahora el lugar al cual será arrebatada la mayoría de los
creyentes. En 1 Tesalonicenses 4:17 se revela que el lugar es “el
aire”, y Apocalipsis 14:14-16 indica que será “la nube”. Los
vencedores serán arrebatados al trono, a la presencia del Hijo del
Hombre en el tercer cielo. Pero en 1 Tesalonicenses 4 se nos dice
claramente que la mayoría de los creyentes será arrebatada al aire, y
Apocalipsis 14 revela que la cosecha será segada y llevada a la nube.
En ese entonces, Cristo ya no estará envuelto en la nube, sino que
estará sentado sobre la nube en el aire.
E. La condición
La condición para que se produzca el arrebatamiento de la mayoría
de los santos es que la cosecha esté madura. Apocalipsis 14:15 dice:
“Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba
sentado sobre la nube: Mete Tu hoz, y siega; porque la hora de segar
ha llegado, pues la mies de la tierra está madura”. Por consiguiente,
la madurez es la condición necesaria para que la mayoría de los
creyentes sea arrebatada.
III. OTROS DOS ARREBATAMIENTOS
Además de estas dos clases de arrebatamientos, el de los vencedores
y el de la mayoría de los creyentes, se producirán otros dos
arrebatamientos: el arrebatamiento de los dos testigos (11:12) y el
arrebatamiento de los santos que vencerán a la bestia, su imagen y
el número de su nombre (15:2).
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y UNO
CUATRO ASPECTOS
DE EXPERIMENTAR EL CANDELERO
Génesis es el campo en el cual fueron sembradas casi todas las semillas de
la verdad. En Apocalipsis tenemos la cosecha de las verdades que se
plantaron al comienzo de la Biblia. En este libro de consumación, las
iglesias locales son cruciales. Las iglesias locales también son el centro de
este libro. Hemos visto que las iglesias locales son la meta de la revelación
y la manifestación progresivas de Dios. En la Biblia no sólo tenemos la
revelación de Dios sino también Su manifestación. La revelación podría
considerarse como un libro doctrinal, mientras que la manifestación se
relaciona, sin lugar a dudas, con la experiencia. Por lo tanto, la Biblia no
sólo nos da la doctrina, sino también la experiencia de la revelación de
Dios y de Su manifestación. Si no existieran las iglesias locales, no habría
meta alguna para la revelación y la manifestación de Dios.
Satanás, el enemigo insidioso, aborrece las iglesias locales. A lo largo de
los siglos, muchos buenos maestros cristianos han dedicado su atención a
muchas otras cosas. Tenemos que reconocer que algunas de ellas han sido
importantes. No obstante, la mayoría de estos maestros ha errado el
blanco, la meta, que es las iglesias locales. Tenemos que adorar y alabar a
Dios porque El es el Señor. El jamás permitirá que este asunto se pase por
alto. Después de recobrar tantos elementos en estos últimos siglos, en
nuestros días El ha llegado a Su destino. Esta es la razón por la cual día y
noche tenemos la única carga de edificar las iglesias locales. Todos los
ataques y la oposición que afrontamos se deben simplemente a nuestra
posición en cuanto a las iglesias locales.
EL CANDELERO ES UN TIPO DE LA IGLESIA
Todos saben que la palabra “iglesia” no se encuentra en el Antiguo
Testamento. Se usa por primera vez en Mateo 16:18, donde el Señor Jesús
dijo: “Edificaré Mi iglesia”. Sin embargo, en el Antiguo Testamento la
iglesia es tipificada en muchas ocasiones. Por ejemplo, en Génesis 2
tenemos la esposa, que tipifica a la iglesia como complemento de Cristo.
Además, tanto el tabernáculo como el templo tipifican la iglesia como
morada terrenal de Dios entre los hombres. El hecho de que los hijos de
Israel fuesen un pueblo significa que la iglesia también es una entidad
colectiva que expresa a Dios. Con todo, ninguno de estos tipos tiene tanto
contenido como el candelero.
El candelero se menciona por primera vez en Exodo 25. Si solamente
tuviéramos ese capítulo, no podríamos comprender que el candelero está
relacionado con la iglesia o las iglesias. Casi al final del Antiguo
Testamento, en Zacarías 4, hallamos el candelero una vez más. Zacarías
muestra cierto progreso y desarrollo con relación al Exodo. En Exodo sólo
tenemos el candelero con las siete lámparas; no dice a qué aluden las siete
lámparas. Pero en Zacarías se nos da una interpretación específica de las
siete lámparas, pues en dicho libro se nos dice que las siete lámparas son
los siete ojos de Dios (4:10) y los siete ojos de la piedra (3:9). Zacarías nos
dice dos cosas importantes acerca del candelero: que las siete lámparas del
candelero son los siete ojos de Dios, y que ellas son los siete ojos de la
piedra. Consideren el cuadro que presenta Zacarías. El hecho de que la
piedra tenga siete ojos, que son los siete ojos de Dios, indica que los siete
ojos nos infunden lo que Dios es. El es luz, vida, amor, santidad, etc. Todo
lo que Dios es como elemento vital se nos infunde mediante Sus siete ojos.
Esto es válido aun entre nosotros los humanos, pues cuando miramos a
otros infundimos en ellos algo por medio de nuestro ojos. ¿Qué significa
el hecho de que los siete ojos de Dios también sean los siete ojos de la
piedra? Sin duda alguna, la piedra es útil para edificar. De modo que estos
siete ojos no sólo nos infunden el elemento de la vida de Dios, sino que
también nos infunden a Cristo como el material de construcción,
haciéndonos así materiales para el edificio de Dios. Zacarías 4:2-6, 10
también deja implícito que los siete ojos de Dios, los cuales son las siete
lámparas del candelero, son el Espíritu. Como respuesta a la pregunta:
“¿Qué es esto?”, dice: “No con poder, ni con fuerza, sino con Mi Espíritu,
ha dicho Jehová de los ejércitos” (4:6). Este versículo indica que sólo por
medio del Espíritu podemos ser parte del edificio de Dios. Por lo tanto,
podemos ver que el candelero de Zacarías 4 revela un claro desarrollo con
relación al de Exodo 25. No obstante, Zacarías no es el libro de
consumación; así que tenemos que seguir hasta llegar al último libro de la
Biblia, el Apocalipsis.
En Apocalipsis vemos siete candeleros de oro. Este libro también revela
que las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios y los siete ojos del
Cordero (5:6). Por consiguiente, los candeleros incluyen a Dios, a Cristo,
al Espíritu, al Redentor y los materiales de construcción.

CUATRO ASPECTOS DEL CANDELERO


QUE PODEMOS EXPERIMENTAR
Al repasar Exodo 25, Zacarías 3 y 4, y el libro de Apocalipsis, vemos
cuatro aspectos del candelero que debemos experimentar. En primer lugar,
tenemos que participar de la esencia, el elemento de oro, del candelero. En
segundo lugar, tenemos que permitir que en nuestra experiencia esta
substancia de oro tome una forma específica, a saber, el candelero. El oro
del candelero no es oro amontonado, sino que tiene la forma de un
candelero. En tercer lugar, junto con la forma del candelero tenemos que
experimentar su expresión, la cual se manifiesta en el resplandor de las
siete lámparas. En cuarto lugar, vemos la reproducción del candelero. Así
que, tenemos que experimentar los cuatro aspectos del candelero: el
elemento, la forma, la expresión y la reproducción.
EXPERIMENTAMOS EL ELEMENTO DE ORO
Todos nosotros necesitamos experimentar el elemento de oro del
candelero. Si sólo tuviéramos 30 gramos de oro, ¿cómo podríamos hacer
un candelero? Sería imposible. Podríamos fabricar un anillo, pero sería
imposible hacer un candelero. A fin de hacer un candelero necesitamos un
talento de oro (Ex. 25:39). (Un talento equivale aproximadamente a 45
kilogramos.) Necesitamos más oro, más de Dios. Si deseamos obtener la
iglesia, el candelero, necesitamos algo sólido: el oro, que representa la
substancia de Dios mismo, Su esencia, Su elemento. Si no tenemos esta
substancia, todas nuestras palabras acerca de la iglesia son vanas. ¡Qué
triste es la situación de muchos cristianos hoy! Ellos tienen muy poco del
oro divino; en vez de atesorar la substancia, han estado debatiendo sobre
vanas doctrinas. Aun si nuestra doctrina es correcta, ortodoxa y bíblica, no
es Dios mismo. Sólo Dios es el elemento. ¡Cuánto necesitamos a Dios
como el oro!
¿Qué es Dios? En Juan 4:24 el Señor Jesús dice explícitamente: “Dios es
Espíritu”. En el griego “Espíritu” no tiene artículo en este caso. Decir que
Dios es Espíritu es como decir que una mesa es madera. Así como el
elemento de la mesa es madera, así el elemento de Dios es Espíritu. Según
Juan 4:24 para poder adorar a Dios tenemos que adorarlo en espíritu.
Adorar a Dios no es simplemente inclinarse ante El; es acercarse a El,
tocarle y recibirle. Según el contexto de Juan 4, adorar a Dios es beberle
como el agua viva (v. 14), la cual es el Espíritu mismo que fluye en
nuestro ser. ¿Cómo podemos tomarle como el agua viva? Le tomamos al
abrir todo nuestro ser a El ejercitando nuestro espíritu. Tenemos que
recibir, en lo más recóndito de nuestro ser, a Dios mismo como el oro. Día
y noche debemos estar abiertos. Nunca cierre ninguna parte de su ser al
Señor. Dígale: “Dios, estoy abierto a Ti de par en par. Ejercito mi espíritu
para tocarte a Ti, el Espíritu divino. Oh divino Espíritu, entra en mí y
lléname”. Esta es la manera de obtener más oro.
Si todos obtenemos más oro, no tendremos un solo talento de oro, sino
muchos, tal vez centenares de talentos. Seremos extremadamente ricos en
el elemento divino, en el material que constituye el candelero. Todos los
hermanos y las hermanas estarán llenos de Dios, y adondequiera que
nosotros vayamos, veremos oro. Cuando entremos en las casas de los
santos, no veremos más que oro. Cuando yo visite a los hermanos y
hermanas, veré oro. Cuando vaya a los jóvenes, veré oro, y cuando me
relacione con los de más edad, veré más oro. Las hermanas no deben ser
de madera ni de lodo; deben ser de oro. Siempre me siento avergonzado
cuando oigo a algunas hermanas diciendo chismes. Aunque no las
censuro, me siento avergonzado porque ellas, por estar en la iglesia,
deberían ser de oro. Una hermana chismosa no está verdaderamente en la
iglesia. Del mismo modo, me siento avergonzado cuando veo que un
hermano trata sin amor a su esposa y alega con ella. ¿Dónde está el oro en
este hermano? Si es un hermano de la iglesia, debería estar lleno de oro.
Cuando veo estas cosas, vuelvo la cara. No me agrada ver la condición
enlodada de los santos. Me complace ver el oro que hay en ellos. Todos
necesitamos más oro. La iglesia tiene que estar llena de oro, llena de Dios.
Cuando veo esto, me glorío y siento que estoy en el tercer cielo.
EXPERIMENTAMOS EL ORO MARTILLADO
CON EL CUAL SE FORMA EL CANDELERO
No es suficiente tener una gran cantidad de oro. Es posible que tengamos
miles de talentos de oro y que no tengamos el candelero, pues sólo
tenemos la substancia pero no la forma. ¿Cómo podemos obtener la
forma? Todos los estudiosos ortodoxos de la Biblia están de acuerdo en
que el candelero era hecho de oro martillado. Un hermano podría tener
cinco kilos de oro, y otro tal vez tenga siete, y otro quizás tres. ¿Cómo
podemos darle forma de candelero a todo ese oro? Solamente al ser
martillados juntos. Todo el oro tiene que reunirse. Esto nos habla del
edificio. En primer lugar, necesitamos la substancia y luego necesitamos
edificar dándole forma al oro a martillo. El hecho de que aun hoy no
veamos ningún edificio trae vergüenza al Señor. Muchas personas
discuten con nosotros acerca de la iglesia, y nos preguntan por qué
decimos que nosotros somos la iglesia y ellos no. Pero la verdadera
pregunta es: ¿dónde se está llevando a cabo alguna edificación? ¿Dónde
está el edificio? Es posible que ustedes tengan gran cantidad de oro, pero
si no le dan ninguna forma con la edificación, no tienen el candelero. Esto
significa que ustedes pueden ser ricos en oro pero carecer del candelero, el
edificio.
Si ustedes desean tener el candelero, tienen que ser martillados en
compañía de otros. Deben perder su individualidad. No digan: “Este es mi
oro. Yo soy espiritual”. Ser espiritual como un fin en sí mismo no tiene
sentido alguno en lo que al candelero se refiere. Lo que usted tenga en su
experiencia y su deleite en Dios tiene que ser golpeado junto con lo que
tengan los demás. Nuestro oro tiene que ser reunido y martillado, y
entonces tomará forma, constituirá una sola entidad, una unidad. Entonces
no sólo tendremos oro, sino que también seremos edificados y
conformaremos un candelero de oro. Esta es la iglesia.
Si los que componen la iglesia en Anaheim son simplemente centenares de
individuos, están acabados. Dios no desea tener centenares de pedazos
individuales de oro. El desea que el oro sea reunido y golpeado hasta que
tenga la forma del candelero. ¡Cuánto necesitamos ser edificados! Si
hemos visto lo que es el edificio, jamás seremos individualistas.
Comprenderemos que todo lo que obtenemos o recibimos del elemento
divino, tiene como meta construir el candelero. Como sabemos que lo que
Dios desea es el edificio, hemos dado muchos mensajes en los que hemos
dicho que necesitamos a Dios en Cristo como nuestra misma substancia, a
fin de ser edificados conjuntamente. Es bueno tener una gran cantidad de
oro y ser ricos en Dios. Pero es necesario determinar si uno todavía está en
el nivel individualista o si es parte de una entidad colectiva. Necesitamos
que el edificio sea construido.
EXPERIMENTAMOS LAS SIETE LAMPARAS,
LA EXPRESION
Aunque tengamos el oro y éste sea martillado hasta constituir una sola
entidad, el candelero, de todos modos necesitamos las siete lámparas, los
siete Espíritus de Dios, que son Su expresión. Si carecemos de los siete
Espíritus de Dios, no podremos resplandecer ni expresar a Dios. No
importa si somos jóvenes o viejos, necesitamos estar llenos diariamente
del Espíritu séptuple de Dios. Cuando somos llenos del Espíritu séptuple,
vivimos y resplandecemos. No podemos estar muertos ni apagados, puesto
que estamos llenos de los siete Espíritus de Dios. Puesto que estamos
llenos del pneuma siete veces intensificado, no podemos ser como una
llanta desinflada. Nada puede oprimirnos. Cuanto más presión se ejerce
sobre nosotros, más alto rebotamos, puesto que estamos llenos del Espíritu
de Dios. Puedo testificar que cuanto más dificultades tengo, más me elevo
por encima de las cosas. En muchas ocasiones me han aconsejado que no
diga ciertas cosas, pero no puedo evitar hablar de ellas porque estoy lleno
de los siete Espíritus de Dios. Alguien me preguntó una vez: “¿Por qué
está usted tan lleno de vida, de frescura y de lozanía?” El secreto es que
tengo el Espíritu.
No es necesario prepararse para ejercer su función en las reuniones. Si
usted hace eso, su función será una mera actividad. Ejercer la función de
uno consiste sencillamente en ser lo que uno es. En algunas ocasiones los
líderes animan insistentemente a los hermanos a ejercer su función en la
reunión de oración. Pero lo que los santos hacen como respuesta a esto es
sólo actividades, porque no están llenos del Espíritu; son como llantas
desinfladas. Ellos están desinflados antes de venir a la reunión. Pero tal
vez los líderes fuercen a estas llantas desinfladas a rodar un poco en la
reunión de oración. Este tipo de actividad no es consecuencia de estar
llenos del pneuma que mora en ellos, sino que actúan presionados por los
ancianos. Después de que un hermano o una hermana se ve obligado u
obligada a funcionar, es posible que no vuelva a orar en dos semanas.
Puedo dar testimonio de esto por mi propia experiencia. Presionar a los
hermanos jamás traerá resultados. Cuando una llanta se desinfla, es mejor
no hacerla rodar, pues cuanto más rueda más se daña. Por otro lado,
ninguno de nosotros debería ser una llanta desinflada. Por el contrario,
todos deberíamos estar llenos de pneuma. Tenemos una “estación de
servicio” en el tercer cielo, y allí podemos llenarnos del pneuma celestial
en cualquier momento. Cuando somos llenos del Espíritu, podemos ejercer
nuestra función en cualquier ocasión. Esta función no será una actividad,
sino que será nuestra misma vida. Cuando estoy lleno y rebosando del
Espíritu, soy activo, persistente y vigoroso. Puedo predicarles a los
demonios. Si el diablo viniera a mí, le daría una buena lección. Cuando
somos llenos del Espíritu séptuple de Dios, que está en la iglesia edificada,
este Espíritu podrá ser la expresión misma de Dios en Cristo.
LA REPRODUCCION DEL CANDELERO
Llegamos al cuarto aspecto de lo que es experimentar el candelero: la
reproducción. Tanto en Exodo como en Zacarías había un solo candelero.
Pero en el libro de la consumación hay siete candeleros que representan
las siete iglesias locales. Esto indica que Cristo, según lo representa el
candelero de Exodo, y el Espíritu de Dios, según lo muestran las siete
lámparas del candelero mencionado en Zacarías, traen la reproducción no
sólo de la iglesia universal, sino también de las iglesias locales. El
candelero, que era uno solo, se reproduce en los siete candeleros. Todas
las iglesias locales, los muchos candeleros, son la reproducción de Cristo y
del Espíritu como el candelero único. Cuanto más se opongan los críticos
a las iglesias locales, más reproducción habrá. La oposición simplemente
fomenta la reproducción. No se preocupen por la oposición. Preocúpense
solamente por la substancia, la edificación y la expresión. Cuanto más
tengamos de estas tres cosas, más reproducción veremos. ¿Qué es la
reproducción? Es en realidad una multiplicación de la plena expresión de
Cristo como Espíritu vivificante de una manera práctica. Esta es al
reproducción de la iglesia. Me gozo en decirles que tengo la plena certeza
de que esta reproducción preparará el camino para que el Señor regrese.
Por medio de esta reproducción, el Señor tendrá una base firme donde
asentar Sus pies para poder venir y tomar posesión de la tierra.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y DOS
EXPERIMENTAMOS LA VIDA DE CRISTO,
QUE NOS TRANSFORMA Y NOS EDIFICA
En 1925 comencé a leer, estudiar e investigar el libro de Apocalipsis. Los
primeros tres capítulos fueron los más difíciles, especialmente los dos que
tratan de las siete iglesias. En las siete epístolas a las siete iglesias hay
muchos versículos difíciles de entender, y casi nadie los puede explicar.
Uno de los más difíciles es 3:12, donde el Señor dice: “Al que venza, Yo
lo haré columna en el templo de Mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y
escribiré sobre él el nombre de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de Mi
Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de Mi Dios, y Mi
nombre nuevo”. Cuando leí ese versículo hace cincuenta y un años no
pude entenderlo. ¿Qué significa eso de que el Señor nos va a hacer
columnas en el templo de Dios y que escribirá el nombre de Dios, el
nombre de la Nueva Jerusalén y Su nombre nuevo sobre nosotros?
Ninguno de los libros que consulté con respecto a este asunto pudo
responder mis interrogantes. Aun un muchacho de cuarto año de primaria
podría entender las palabras de este versículo, pero es bastante difícil
captar el significado del mismo. Apocalipsis 3:12 ha sido un versículo
difícil de entender para todos los expositores de la Biblia, debido a que
ninguno de ellos ha tenido la experiencia adecuada. Con el paso de los
años, pude comprender que la promesa que contiene es la más grande de
las siete promesas hechas en las siete epístolas que aparecen en
Apocalipsis 2 y 3. En este mensaje vamos a poner atención a esta promesa
que el Señor hace a los que venzan de la iglesia en Filadelfia.
LA MAYOR DE LAS BENDICIONES
No entenderemos Apocalipsis 3:12 a menos que tengamos la debida
experiencia. La promesa que hace aquí el Señor no es darnos algo sino
hacernos algo. Cuando pensamos en las promesas del Señor, siempre
tenemos la idea de que nos va a dar algo. Según nuestro concepto, una
promesa se relaciona con una bendición. En nuestra opinión, no puede
haber una promesa sin una bendición. Pero en 3:12 el Señor no dice: “Le
daré”; dice: “Lo haré”. En 3:12 el Señor Jesús no promete darnos santidad
ni bendiciones celestiales. No, El promete convertirnos en algo, en
columnas del templo de Dios.
Llegar a ser una columna en el templo de Dios implica dos cosas:
transformación y edificación. Desde que vine a este país, he tenido carga
por estas dos cosas. La mayor bendición que el Señor nos puede dar es
transformarnos y hacernos parte de Su templo. La mayoría de los
cristianos no ha podido entender lo que significa ser hecho columna en el
templo de Dios. ¿Qué significa esto? ¿Qué significa tener el nombre de
Dios, el nombre de la Nueva Jerusalén y el nuevo nombre del Señor
escritos sobre nosotros? Aquellos que han llegado al nivel de la iglesia en
Filadelfia tienen un entendimiento correcto. Si estamos en este nivel,
estamos listos para que el Señor nos transforme. Si usamos la poca fuerza
que el Señor nos ha dado en Su palabra y tomamos seriamente nuestra
relación con El, estaremos preparados para que El nos convierta en
columnas. Esto requiere que, en primer lugar, seamos transformados en
materiales preciosos y que, en segundo lugar, seamos columnas edificadas.
¿Cómo podemos nosotros, que no somos más que barro, llegar a ser
columnas en el templo de Dios? Es imposible, a menos que seamos
transformados en piedras preciosas y luego seamos puestos como
columnas en el edificio de Dios. Antes de 3:12 tenemos la promesa que el
Señor hace en 2:17 donde indica que podemos ser transformados en una
piedra blanca al comer al Señor como maná escondido. Esta es
ciertamente la mayor bienaventuranza; afecta todo nuestro ser, pues se
relaciona con lo que somos. La mayor bendición no consiste en que el
Señor nos dé algo, sino en que nos transforme.
Supongamos que yo soy un pedazo de barro. No importa qué se me dé, ya
sea oro o diamantes, sigo siendo barro. Aun si me llevaran al cielo y me
pusieran frente al mismo Dios, seguiría siendo barro. La mayor bendición
es que el Señor nos transforme en algo relacionado con la morada de Dios.
En la vida de iglesia no debemos esperar que recibiremos cosas objetivas.
Debemos comprender que la bendición del Señor siempre consiste en
convertirnos en algo, transformarnos en materiales preciosos, y luego
hacernos parte del edificio de Dios. Si ustedes ponen atención a esto, sus
conceptos cambiarán por completo. Si reciben esta visión, ¿seguirían
esperando que el Señor los bendijera con cosas exteriores? No,
ciertamente dejaríamos nuestras expectativas. Si verdaderamente hemos
tenido esta visión, nos daremos cuenta de que en la vida de iglesia la
intención del Señor no es hacer algo fuera de nosotros, sino algo que esté
íntimamente relacionado con nuestro mismo ser. El nos convertirá en otro
ser.
LOS TRES NOMBRES ESCRITOS SOBRE NOSOTROS
El Señor no sólo nos hará columnas, sino que también escribirá tres
nombres en nosotros: el nombre de Dios, el nombre de la Nueva Jerusalén
y Su nuevo nombre. Escribir un nombre sobre nosotros es darnos una
designación. Si le piden a usted su nombre, ¿qué respondería? Se atrevería
usted a decir: “Mi nombre es Dios”? Decir esto no es ninguna blasfemia,
porque el Señor nos prometió que escribiría el nombre de Dios sobre
nosotros. Supongamos que el Señor escribió el nombre de Dios sobre mí,
y usted me pregunta cómo me llamo. Le diría: “Por favor, lea lo que está
escrito sobre mí: D-i-o-s. Este es mi nombre, mi designación”. Algunos de
los opositores podrían criticarme por decir esto. Pero no me culpe ni me
acuse de blasfemo. Sobre mí escribieron ese nombre; fue Dios quien lo
escribió. Echele la culpa a El.
El Señor también escribirá sobre nosotros el nombre de la Nueva
Jerusalén. ¿Cuánto de la Nueva Jerusalén está escrito sobre nosotros? Es
posible que los demás sólo puedan ver en nosotros las letras N-u-e-v-a J-e-
r. Pero al final, después de cierto tiempo, todas las letras de la Nueva
Jerusalén estarán escritas sobre nosotros.
Por último, el Señor escribirá Su nombre nuevo sobre nosotros. Puesto que
el Señor siempre es nuevo, obviamente Su nombre es nuevo, y no viejo.
¿En qué consiste el nombre nuevo del Señor? El nombre es el mismo
Cristo que experimentamos. Sólo después de tener la debida experiencia,
recibiremos esta nueva designación. Por todo lo anterior podemos ver que
la mayor bendición es que el Señor nos haga como Dios, que nos haga
parte de la Nueva Jerusalén, y que nos haga una expresión de Cristo de
una manera nueva.
LA MANERA EN QUE EL SEÑOR
ESCRIBE SOBRE NOSOTROS
Quienes estamos en las iglesias debemos ver que la mayor bendición que
el Señor nos da es la promesa de transformarnos en algo. El logra esto
forjándose en nosotros. Escribir el nombre de Dios, el nombre de la Nueva
Jerusalén y el nombre del Señor sobre nosotros, significa en realidad que
Dios se forja en nosotros, que la Nueva Jerusalén se forja en nosotros y
que los atributos de Cristo se forjan en nosotros como Su nueva expresión.
Con el tiempo, por medio de dicha obra, estos tres nombres serán escritos
sobre nosotros. Al forjarse el elemento de Dios en nosotros, se escriben
sobre nosotros estos tres nombres.
Consideren el caso de la madera petrificada. Al principio tenemos un
pedazo de madera común. A medida que el agua pasa por su interior,
arrastra consigo los elementos naturales de la madera, y los remplaza con
minerales sólidos. Al ocurrir este proceso, la madera se va petrificando
paulatinamente. Después de que se completa el proceso, podemos escribir
sobre el pedazo de madera: “madera petrificada”. Esta designación
describe lo que se ha forjado en la fibra misma de la madera.
Digo una vez más que la inscripción de estos nombres describe la obra del
elemento divino que está en nuestro ser. Por lo tanto, la mayor de las
bendiciones en la vida de iglesia no consiste en que el Señor nos dé algo,
sino en que se forje en nosotros hasta hacernos parte de la Nueva
Jerusalén. Mediante esta obra, podemos tener algo de Dios y algunas
experiencias nuevas del Cristo todo-inclusivo. Tal vez no recibamos
bendiciones externas. Aunque el Señor nos cuida, no consideramos este
cuidado externo como una verdadera bendición. La verdadera bendición
consiste en que El nos hace columnas en el templo de Dios sobre las
cuales están escritos tres nombres maravillosos.
LA MAXIMA CONSUMACION
Los cristianos en su gran mayoría no entienden el significado de
Apocalipsis 3:12, debido a que a través de los siglos no han prestado
atención al eterno propósito de Dios, el cual se realiza mediante Su
edificio. Muchos tienen un concepto equivocado en cuanto a la
edificación; para algunos edificar sólo significa instruir. Aun hoy día en el
cristianismo casi no se oye nada sobre la edificación de la morada de Dios.
Pese a que algunos cristianos hacen énfasis en la edificación, muy pocos
se interesan en la edificación práctica de iglesia de Dios, de la cual
procede Su eterna morada. ¿En qué consiste, entonces, la máxima
consumación de la Biblia? Al llegar a los últimos dos capítulos de la
Biblia, no hallamos allí ni religión ni reglas de ética ni instrucción; lo que
vemos es una ciudad, la Nueva Jerusalén. Muchos cristianos piensan que
la Nueva Jerusalén es una mansión celestial. Tal parece que nunca han
notado que esta ciudad desciende del cielo (21:2). La mayoría de los
cristianos anhelan irse al cielo, mientras que Dios desea descender de allí.
La Nueva Jerusalén es la consumación de la obra de Dios tanto en la vieja
creación como en la nueva. Todo libro debe tener una conclusión. Un libro
puede contener muchas cosas, pero la última parte es la más importante.
¿Cómo concluye la Biblia? Concluye con la consumación de la ciudad
santa, la Nueva Jerusalén, que es la morada eterna de Dios. La epístola a la
iglesia en Filadelfia se destaca entre las siete epístolas. Esta carta llega a la
cumbre del propósito eterno de Dios, la Nueva Jerusalén. Llega a la
consumación de toda la Biblia, pues tanto la Biblia como esta epístola
concluyen con la Nueva Jerusalén. Así que, esta epístola no sólo se
destaca entre las siete que se escribieron, sino que también llega a la
cumbre de toda la Biblia.

NECESITAMOS SER TRANSFORMADOS Y EDIFICADOS


Cuando el apóstol Juan se comió el librito, fue dulce a su paladar, pero
amargó su vientre (10:10). Nuestra experiencia es la misma. Cuando
recibimos la visión, nos alegramos porque la visión fue dulce. Pero
después de ver, con el paso de los años hemos gustado en nuestra
experiencia la amargura que trae. Este sentimiento de amargura tiene que
ver con la deplorable condición de los cristianos hoy. Aun en nuestro
medio, pese a estar tan cerca del ministerio del Señor, hay muchos a los
que poco les interesa el edificio de Dios. Están interesados en recibir
bendiciones y en su espiritualidad personal. A otros les preocupa ser
ortodoxos doctrinalmente, pero no les preocupa el edificio de Dios. Ellos
necesitan ser revolucionados y transformados. Déjenme decirles con
franqueza y amor a estos hermanos lo siguiente. Hagan a un lado las
doctrinas y considérense a sí mismos. ¿Quién es o qué es usted? Poco
importa si la doctrina es correcta. Lo que en realidad importa es lo que
usted es. Por años usted se ha preocupado por la doctrina, pero ¿ha habido
algún cambio en usted? ¿Es usted el mismo de hace veinticinco años? Es
posible que usted no haya experimentado transformación ni edificación.
Quizás usted piense que es espiritual, que se basa en la Biblia y que su
doctrina es sana y correcta. ¿Pero cuánto ha sido transformado su ser y con
quién ha sido edificado? Día tras día, usted acoge la Biblia y hace lo
posible por ser ortodoxo en la doctrina, pero ¿qué me dice de su persona?
¿Ha habido algún cambio en usted?
SOMOS TRANSFORMADOS
AL DISPENSARSE DIOS EN NOSOTROS
¿Cuál es la edificación que Dios lleva a cabo? La edificación que Dios
realiza consiste en dispensarse en nosotros y en forjarse en nuestro ser.
Considere de nuevo el ejemplo de la madera petrificada. La madera es
natural, y carece de todo elemento mineral que le pudiera dar la
consistencia de una piedra. En el edificio de Dios no hay madera. En Su
edificio sólo hay piedras preciosas, oro y perlas. Los doce cimientos de la
Nueva Jerusalén son capas de piedras preciosas (21:19-20), y el muro de
la ciudad es de jaspe (21:8). En la Nueva Jerusalén no hay barro ni
madera. Nosotros por naturaleza somos o de barro o de madera. Todos
preferirían ser madera que barro, pues creen que la madera es mejor que el
barro. De todos modos, ni el barro ni la madera son útiles en la mano
edificadora de Dios. Necesitamos ser transformados. Las personas de
barro necesitan ser transformadas en piedras preciosas, y las personas de
madera necesitan ser petrificadas. Un pedazo de madera se petrifica al
permitir que el agua corra a través de él y se lleve la substancia de la
madera y la remplace con minerales sólidos. La petrificación que ocurre
en el mundo físico es un símbolo de la realidad espiritual. Hoy Dios nos
“petrifica” verdaderamente con el fluir de Su vida divina. Esta corriente se
revela claramente en Apocalipsis 22:1, donde dice: “Y me mostró un río
de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios
y del Cordero”. Este río recorre toda la ciudad.
Yo tengo constantemente cierto sabor amargo, un sentir amargo en cuanto
a los cristianos de hoy. Ellos dan la impresión de saber mucho, pero en
realidad desconocen por completo y no saben casi nada. No importa lo que
uno sepa. Tal vez usted sepa muchas cosas, pero todo su ser sigue siendo
barro o madera, lo cual indica que no ha sido transformado. Tenemos que
ser transformados y dejar que Dios se dispense en nosotros. Haga a un
lado su conocimiento bíblico y su religión, y ocúpese de una sola cosa:
cuánto ha sido transformado por la impartición del Dios viviente en usted.
Esto es los que verdaderamente vale. Es posible que usted pueda recitar de
memoria muchos versículos de la Biblia, y que usted mismo carezca de
valor. En la economía de Dios lo único que cuenta es que El mismo sea
impartido en usted. Espero que muchos de ustedes puedan decir: “No sé
mucho de la Biblia, pero una cosa sí sé: día tras día Dios se dispensa a mi
ser. Cada día algo de Dios entra en mí y arrastra consigo mi elemento
natural y lo remplaza con Su esencia divina”.
Tengo una carga muy profunda. No importa si usted es bueno o malo,
santo o inmundo, espiritual o carnal; lo único que importa es si el Señor lo
ha tocado a usted y lo ha estado transformando. Tenemos que estar
dispuestos a abrirnos y decir: “Señor, has lo que quieras. Fluye a mí, corre
a través de mí, brota de mí y llévate todo residuo de mi elemento natural.
Señor, aborrezco las enmiendas externas de mi conducta y ya no quiero
ser mejorado por fuera. Estoy harto de la religión y del conocimiento
bíblico. Estoy hastiado de mi espiritualidad individual. Señor, estoy
desesperado por causa de mi condición, pues tengo muy poco de Tu
esencia divina. Se me ha enseñado e instruido por años, pero todavía sigo
siendo yo”.

EL VERDADERO AMOR FRATERNAL


La iglesia en Filadelfia se ha entendido erróneamente. Es cierto que es la
iglesia del amor fraternal. Pero ¿qué clase de amor es ése? ¿Es acaso
abrazarse unos a otros? ¿Es ése el verdadero amor fraternal? No, el amor
fraternal es Cristo mismo forjado en nuestro ser y expresado en nosotros.
En la tipología, nuestro amor natural es semejante a la miel, y nunca será
grato a Dios. La vida natural y el amor natural no son incienso; son miel,
la cual es aborrecible a los ojos de Dios. El amor fraternal natural es tan
desagradable para Dios como lo es la levadura. El verdadero amor
fraternal es la expresión de Cristo, quien ha sido forjado en nuestro ser.
Nuestra esencia y nuestro elemento naturales deben ser quitados por la
corriente de la vida divina, y remplazados con el elemento de Dios.
EL SIGNIFICADO DE SER UNA COLUMNA
¿Qué significa ser hechos columnas y que el Señor escriba sobre nosotros?
¿Cómo puede el Señor convertirnos en columnas a nosotros que somos tan
naturales, que sólo somos madera y barro? Sólo transformándonos, es
decir, llevándose nuestro elemento natural y remplazándolo con Su
esencia divina. La palabra “hará” en 3:12 significa que nos constituirá de
algo, que nos hará parte de algo, será una especie de creación. En esto
consiste la transformación. No es suficiente que tengamos doctrinas
bíblicas, dado que somos el testimonio del Señor en Su recobro. A fin de
que Dios pueda cumplir Su eterno propósito, todos tenemos que decir:
“Señor, heme aquí. He recibido la visión de que necesito que Tú me
petrifiques. Yo soy madera y necesito ser petrificado. Señor fluye por mi
ser; llévate mi ser natural, y remplázalo contigo mismo”.
La epístola a la iglesia en Filadelfia nunca ha sido entendida por los hijos
del Señor como lo es hoy. A lo largo de los años, los cristianos han
carecido de la experiencia genuina de la transformación y la edificación
que Dios realiza. Por esta carencia, no han podido entender Apocalipsis
3:12. Repito una vez más que sólo por experiencia podemos comprender
el significado de este versículo. Hoy en la vida apropiada de iglesia el
Señor nos está convirtiendo a nosotros, simples pedazos de madera, en
columnas del templo de Dios. Esta frase es simple, pero su significado es
profundo. En la epístola a la iglesia en Filadelfia el Señor no corrige
nuestra conducta y no sólo nos quema, sino que hace de nosotros, jóvenes
o viejos, columnas en el templo de Dios. Esto es muy significativo. La
única manera en que el Señor puede lograr esto es fluir en nuestro ser. Ni
siquiera el Señor puede hacer esto rápidamente. El se forja pacientemente,
como corriente divina, en nosotros, no para corregir nuestra conducta, sino
para llevarse nuestra esencia natural. Dios no desea que simplemente
mejoremos nuestro comportamiento. En la actualidad el Señor desea la
vida de iglesia apropiada. Con este fin El anhela entrar en nosotros ahora
mismo. No espere hasta mañana y no se preocupe por los demás. Mírese a
usted mismo. La obra del Señor en la iglesia consiste en forjarse en
nosotros como la corriente divina que arrastra consigo nuestro ser natural
y lo remplaza con Su substancia divina para que pasemos gradualmente
por el proceso de recibir Su elemento transformador. Esto es todo lo que
necesitamos. Mientras Dios nos transforma, nosotros llegamos a ser algo
distinto: materiales preciosos para el edificio. Cuanto más llegamos a ser
este material, más somos parte de Su edificio. Al final, este edificio llegará
a ser la Nueva Jerusalén.
El Señor denomina Su obra, escribiendo un nombre o designación
apropiada sobre ella. El carpintero, después de terminar un objeto, le pone
cierto nombre o etiqueta. Esta etiqueta es la designación de la pieza que
hizo. Del mismo modo, el Señor nos hace columnas en Su templo. Más
adelante, en otros mensajes, veremos que el templo se ensancha hasta ser
una ciudad. La ciudad en su totalidad será un enorme templo. De manera
que ser una columna del templo equivale, a la postre, a ser parte de la
Nueva Jerusalén. En Apocalipsis 3:12 se nos dice que al que venza se le
hará columna del templo, pero el rótulo inscrito sobre él no es “el templo
de Dios”, sino “la Nueva Jerusalén”. Al final no seremos parte del templo
sino de la Nueva Jerusalén. El Señor nos está convirtiendo en la Nueva
Jerusalén, lo cual implica una especie de creación. Tarde o temprano el
Señor escribirá el nombre de la Nueva Jerusalén sobre nosotros. El nos
designará según lo que haya hecho de nosotros.
EXPERIMENTAMOS LA VIDA DE CRISTO,
QUE NOS TRANSFORMA Y NOS EDIFICA
Todo lo anterior se basa en una comprensión nueva y en una nueva
experiencia de Cristo. Lo que usted ha experimentado de Cristo puede
haberse envejecido. Cuando usted se pone de pie para dar testimonio de
Cristo, lo que dice puede ser viejo. Necesitamos experiencias de Cristo
nuevas y vigentes. Estas nuevas experiencias de Cristo tienen que hacer de
nosotros columnas y hacer que El escriba sobre nosotros el nombre de la
Nueva Jerusalén. Esta es una experiencia nueva, y por ella recibimos Su
nombre nuevo. Solamente usted sabe qué nombre es, pues sólo usted
habrá experimentado lo que producirá dicho nombre. Todos necesitamos
estas nuevas experiencias de Cristo para llegar a ser columnas. Espero que
muchos de nosotros los que hemos conocido al Señor desde hace tiempo
digamos: “Señor, te alabo. Nunca me había dado cuenta de que necesito
que Tú me transformes. Señor, he sido individualista todos estos años.
Pero ahora te pido que fluyas por mi ser y te lleves mi individualismo
natural, y lo remplaces con Tu esencia. Deseo que me transformes y me
edifiques con los demás miembros de Tu Cuerpo. Señor, aborrezco ser
natural e individualista. Deseo tener nuevas experiencias del Cristo que
transforma y edifica. Anhelo experimentar la vida de Cristo que nos
transforma y nos edifica”. Es posible que usted haya experimentado la
vida salvadora de Cristo. La vida de Cristo lo salvó del pecado y del
mundo. Pero puede ser que nunca haya experimentado la vida
transformadora y edificadora de Cristo. Usted fue salvo del pecado y del
mundo, pero ¿ha sido transformado y edificado con otros? Durante años
usted ha sido natural e individualista. Que el Señor tenga misericordia de
nosotros. Necesitamos orar así: “Señor, abre mis ojos para recibir una
visión y una experiencia de Ti en una nueva forma, de tal modo que Tu
vida me transforme y me edifique, a fin de que Tú tengas la oportunidad
de hacerme columna en el templo de Dios y de que yo llegue a ser parte de
la Nueva Jerusalén”.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y TRES
LA PIEDRA QUE TIENE SIETE OJOS
TIENE COMO FIN EL EDIFICIO DE DIOS
LA PIEDRA GRABADA
Zacarías 3:9 dice: “Porque he aquí ésta es la piedra que puse delante
de Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos: he aquí Yo grabaré
su escultura, dice Jehová de los ejércitos, y quitaré la iniquidad de
esta tierra en un día”. La alusión a la piedra grabada indica que
Cristo es dicha piedra. Es difícil entender este asunto de grabar
sobre la piedra. En pocas palabras, significa que en la cruz Dios
grabó [o juzgó] al Señor Jesús, la piedra de construcción, para
quitar la iniquidad de Su pueblo. En un solo día, al ser grabado en
la cruz, el Señor Jesús quitó todos los pecados del pueblo de Dios.
Esto equivale a Juan 1:29, donde leemos: “¡He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo!” Basándonos en la segunda
mitad de Zacarías 3:9 sabemos que la piedra que tiene siete ojos es
Cristo.
LOS SIETE OJOS Y LAS SIETE LAMPARAS
Zacarías 4:2 dice: “Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y
he aquí un candelero todo de oro, con un depósito encima, y sus
siete lámparas encima del candelero, y siete tubos para las lámparas
que están encima de él”. En Zacarías 3:9 la piedra de construcción
tiene siete ojos, y en este versículo el candelero tiene siete lámparas.
Si ejercitamos nuestro espíritu para ver este asunto, sin duda
comprenderemos que el candelero equivale a la piedra. Tanto la
piedra como el candelero son Cristo. Obviamente, la piedra es
necesaria para el edificio, y el candelero para dar luz, para iluminar.
Sobre la piedra había siete ojos, y sobre el candelero había siete
lámparas. De manera que las siete lámparas del candelero deben de
ser los siete ojos de la piedra.
Pasando a Zacarías 4:10, leemos: “¿Quién menospreció el día de las
pequeñeces? Estos siete se alegrarán cuando vean la plomada en la
mano de Zorobabel: éstos son los ojos de Jehová, que recorren toda
la tierra”. Este versículo comienza con una referencia al “día de las
pequeñeces”. A los ojos del hombre, el recobro de la edificación no
fue gran cosa. Pero nadie debe menospreciarlo. Del mismo modo, el
recobro de la vida de iglesia hoy, no es gran cosa ante los hombres;
es algo pequeño. Pero nadie debe menospreciarlo. Este versículo
también habla de “estos siete”, refiriéndose a las siete lámparas del
versículo 2. Luego se nos dice que “esos siete” son “los ojos de
Jehová, que recorren toda la tierra”. Esto demuestra que la piedra
de construcción que tiene los siete ojos no es otro que Jehová, el
propio Señor Dios.
LOS SIETE ESPIRITUS DE DIOS
Basándonos en esto, llegamos al libro de Apocalipsis. Digo
nuevamente que la mayoría de los símbolos y demás puntos
cruciales de Apocalipsis no son cosas nuevas; son un desarrollo de
cosas que ya aparecían en el Antiguo Testamento. En los capítulos
cuatro y cinco de Apocalipsis, se abarca en más detalle lo dicho
acerca de los siete ojos y las siete lámparas. Apocalipsis 4:5 dice: “Y
del trono salían relámpagos y voces y truenos; y delante del trono
ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete Espíritus de
Dios”. Observen que estas siete lámparas no están en el candelero,
sino que arden delante del trono. Las siete lámparas que arden
delante del trono son los siete Espíritu de Dios. En Zacarías 3 y 4
tenemos los siete ojos y las siete lámparas, pero no los siete
Espíritus. En Apocalipsis las siete lámparas han ido más lejos y
ahora son los siete Espíritus. En 4:5 se nos dice explícitamente que
las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios.
En Apocalipsis 5:6 leemos: “Y vi en medio del trono y de los cuatro
seres vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero en pie,
como recién inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los
cuales son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra”.
Este Cordero tiene siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios. En
4:5 las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios y en 5:6 los
siete ojos del Cordero son los siete Espíritus de Dios. Aquí se nos
dice algo que no se menciona en Zacarías, pues los siete ojos no sólo
son los siete ojos de la piedra, sino también los siete ojos del
Cordero. Los siete ojos del Cordero son los siete Espíritus de Dios
que son enviados a recorrer toda la tierra. Esta es una alusión a
Zacarías 4:10, donde se nos dice que los siete ojos de Jehová
“recorren toda la tierra”. En Zacarías 3 y 4 vemos los siete ojos de la
piedra, las siete lámparas del candelero y los siete ojos del Señor.
Por lo tanto, el Señor es la piedra, y la piedra también es el
candelero. La piedra es tanto el candelero como el propio Jehová
Dios. Estos tres —Jehová, el candelero y la piedra— son uno solo.
En Zacarías vemos que los siete ojos son las siete lámparas. Pero
llegamos a un desarrollo más detallado en Apocalipsis: las siete
lámparas ya no están simplemente en el candelero, sino que
también arden delante del trono. Estas siete lámparas son los siete
Espíritus de Dios. Finalmente, estos siete Espíritus son los siete
ojos del Cordero, quien está en el centro mismo de la
administración de Dios. Ojalá este cuadro cause una profunda
impresión en nosotros.
EL FIN DE TODO ESTO ES EL EDIFICIO DE DIOS
Según el contexto de Zacarías y también de Apocalipsis, el propósito de
todo esto es que sea construido el edificio de Dios. La piedra y el
candelero se mencionan en Zacarías al mismo tiempo que Zorobabel
reconstruye el templo. En Apocalipsis tenemos primero los siete
candeleros que simbolizan las siete iglesias locales. Más adelante tenemos
el trono ante el cual arden las siete lámparas. Por último vemos que este
trono es el centro de la Nueva Jerusalén. Lo anterior revela que la Nueva
Jerusalén es creada por medio de los siete Espíritus que arden ante el
trono. Podemos ver, entonces, que los siete ojos, las siete lámparas, los
siete Espíritus, la piedra, el candelero, Jehová, Dios y el Cordero, tienen
como objetivo la edificación del templo, que es la iglesia hoy, y será la
Nueva Jerusalén, la morada de Dios, por la eternidad.
Supongamos que sólo tuviéramos dos libros, el Evangelio de Juan y
Apocalipsis, escritos ambos por el apóstol Juan. Si leyéramos estos dos
libros reiteradamente, ¿qué veríamos? Empecemos con el capítulo uno de
Juan. El versículo 1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba
con Dios, y el Verbo era Dios”, y en el versículo 14 leemos: “Y el Verbo
se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros ... lleno de gracia y de
realidad”. En el versículo 29 leemos: “¡He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo!” Según Juan 1, hay muchas palabras que
describen a esta persona: el Verbo, Dios, la carne y el Cordero. En el
versículo 4 leemos: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres”. En El también había gracia y realidad. Cuando Pedro fue traído
a esta persona tan admirable, su nombre fue cambiado de Simón a Cefas,
que significa piedra (v. 42). Cuando Natanael conoció al Señor, éste dijo:
“De cierto, de cierto os digo: Veréis el cielo abierto, y a los ángeles de
Dios subir y descender sobre el Hijo del Hombre” (v. 51). Esto nos
recuerda el sueño de Jacob, cuyo punto central fue Bet-el (Gn. 28:10-22).
El capítulo uno de Juan, que abarca desde la eternidad pasada hasta la
eternidad futura, incluye muchas cosas. En la eternidad pasada estaba el
Verbo, y en la eternidad futura estará Bet-el, la casa o la morada de Dios.
Esta será la Nueva Jerusalén. Este capítulo va de eternidad a eternidad. Por
supuesto, Juan usa veinte capítulos más para desarrollar los puntos
mencionados en el primero.
Después de mucho tiempo, cuando Juan era ya de edad avanzada y estaba
en el exilio en la isla de Patmos, el Señor le mandó que escribiera el
Apocalipsis, que no sólo fue el último de sus escritos, sino también el
último libro de toda la Biblia. Apocalipsis 1:4 dice: “Juan, a las siete
iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros de parte de Aquel que
es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de
Su trono”. En los capítulos cuatro y cinco vemos que los siete Espíritus
son las siete lámparas y los siete ojos mencionados en Zacarías. Las siete
lámparas, que según Zacarías son los siete ojos de la piedra y también del
Señor, ahora son los siete Espíritus de Dios; y éstos son los siete ojos del
Cordero redentor. Apocalipsis 5:5-6 revela que el Cordero redentor es el
León que vence. Como tal, El derrotó por completo al enemigo de Dios.
Todos los enemigos, o sea, las serpientes y los escorpiones, fueron
devorados por el León. Por haber hecho esto, El está calificado para ser el
Cordero redentor. Como Cordero, El quitó todos los pecados, es decir, la
iniquidad, del pueblo de Dios el día que Dios lo quebrantó en la cruz.
Finalmente El llega a ser la piedra de construcción, por haber logrado esto
como Cordero redentor. A los ojos de Dios, cuando los edificadores judíos
rechazaron al Señor, no rechazaron solamente al Cordero, sino también la
piedra angular del edificio de Dios. El día de Su muerte, era el Cordero,
pero en la resurrección Dios lo hizo la piedra cimera. Por lo tanto, después
de Su muerte y resurrección, llega a ser el León-Cordero-piedra. Todos los
enemigos fueron derrotados; todos los pecados fueron erradicados; y El
vino a ser la piedra angular del edificio de Dios. Sobre esta piedra hay
siete ojos, los cuales resplandecen y arden delante del trono de Dios para
llevar a cabo Su economía eterna. En la actualidad lo principal no es el
León ni el Cordero sino la piedra. ¿Dónde estamos hoy? ¿Estamos con el
León y el Cordero, o estamos con la piedra? La mayoría de los cristianos
están solamente con el Cordero, y son pocos los que están con el León.
Muchos himnos dicen: “Digno es el Cordero”, pero me gustaría oír
himnos que dijeran: “Digno es el León”. También necesitamos himnos
que digan: “Digna es la piedra” y “Dignos son los siete ojos”. ¡Qué gran
escasez hay en el cristianismo de hoy! Muchos de ellos pelean, discuten y
debaten, pero desconocen que Cristo es la piedra de construcción.
EXPERIMENTAMOS LAS SIETE LAMPARAS,
LOS SIETE OJOS Y LOS SIETE ESPIRITUS
Tenemos que avanzar y ver los siete ojos de la piedra. Ya vimos que los
siete ojos son los siete Espíritus de Dios enviados a recorrer la tierra. Los
siete ojos son las siete lámparas que arden delante del trono. Sin duda
alguna, arden para iluminar, escudriñar, exponer y juzgar. Las lámparas
traen juicio, mientras que los siete ojos transmiten e inculcan algo. En
tanto que mis ojos estén fijos sobre ustedes, sea que yo esté contento o
triste, ellos infundirán en ustedes algo de mí. Mis ojos no son lámparas
que ardan, sino lámparas que comunican algo. Un hermano que esté
dedicado a la tipografía, usa en su oficio una máquina que imprime tipos o
caracteres por medio de un proceso llamado foto composición. Dicha
máquina copia los caracteres que van a imprimirse, sobre un papel
fotosensible. Tiene cuatro lámparas que parecen cuatro ojos, las cuales
irradian intensos rayos de luz a través de un disco que tiene los caracteres,
y después de que los rayos son reflejados por dos espejos, marcan el papel
fotográfico. De este modo la forma exacta del carácter que aparece en el
disco pasa al papel. Podríamos decir que mediante este proceso la imagen
del disco es infundida en el papel fotográfico. Igualmente, por medio de
los siete ojos, algo de Cristo nos es infundido.
No sólo tenemos las siete lámparas que arden, escudriñan, exponen y
juzgan, y los siete ojos que infunden algo, sino que también tenemos los
siete Espíritus que imparten vida. Puesto que el Espíritu es el Espíritu de
vida (Ro. 8:2), los siete Espíritus principalmente imparten vida. Si
solamente tuviésemos las siete lámparas y no los siete ojos ni los siete
Espíritus, seríamos consumidos. Las siete lámparas no son sólo las siete
lámparas, sino también los siete ojos que nos infunden y comunican algo y
los siete Espíritus que nos imparten vida. Gloria al Señor que nos ilumina,
nos escudriña, nos expone y nos juzga a fin de impartirnos vida. El no es
sólo las siete lámparas sino también los siete Espíritus.
Consideren su propia experiencia. Cuando llegamos a la vida de la iglesia,
percibimos cierta iluminación en nuestro interior, sobre nosotros y a
nuestro alrededor. Esa iluminación nos escudriñó, nos expuso y nos juzgó.
Todos los que estamos en la vida de la iglesia hemos pasado por esta
iluminación que nos escudriñó y que juzgó cosas escondidas en las
profundidades de nuestro ser. Cuando estas cosas fueron traídas a la luz,
sentimos condenación. Pero alabamos al Señor porque mediante este
juicio se nos impartió vida. Aunque no usábamos la palabra infundir,
indudablemente eso fue lo que experimentamos. De ahí en adelante, el
Señor Jesús llega a ser muy querido para nosotros. Por esta infusión,
empezamos a amar al Señor más que antes.
Esta experiencia es lo que edifica. Sólo hay un lugar en el que podemos
tener una experiencia así: Bet-el. Tengo la plena certeza de que si usted no
tienen la intención de participar en la edificación de la morada de Dios, no
pasará por esta experiencia. Algunos al oír esto, podrían decir: “El Señor
no es tan exclusivista como usted”. En algunos aspectos el Señor es aún
más exclusivista que yo; El es más estricto. Usted no puede experimentar
lo descrito en este mensaje a menos que esté en Bet-el. Aun si sólo
tenemos la intención de ir a Bet-el, igual que Jacob, experimentaremos
estas cosas. Sólo en la iglesia local podemos experimentar lo pertinente a
la morada de Dios. Esta experiencia no puede darse en ningún otro lugar.
EXPERIMENTAMOS AL DIOS TRIUNO
CON MIRAS AL EDIFICIO DE DIOS
Una vez más llegamos a la Trinidad. Según la enseñanza tradicional
acerca de la Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu son tres personas
separadas y distintas. En cierto aspecto estoy de acuerdo. Yo
personalmente he usado estos términos. Por ejemplo, uno de los himnos
que escribí dice: “¡Padre, Hijo y Espíritu, misterio! Uno en substancia y en
persona tres”. Conozco todas estas cosas. En la enseñanza tradicional, el
Hijo es la segunda persona y el Espíritu la tercera. En el libro de
Apocalipsis el Espíritu Santo ha llegado a ser siete Espíritus. ¿Se han dado
cuenta ustedes de que estos siete Espíritus son los siete ojos de la segunda
persona? Entonces, ¿cómo pueden ser los siete Espíritus una persona
separada? ¿Son acaso la segunda persona y los siete Espíritus, que son los
ojos de la segunda persona, dos personas separadas? No podemos entender
la Trinidad usando términos tradicionales. Cuanto más usamos estas
expresiones, más nos enredaremos. Decir que los siete Espíritus son los
siete ojos de la segunda persona no es ni mi definición ni mi
interpretación; es lo que leo en los versículos de Apocalipsis. Los que
estuvieron en el concilio de Nicea probablemente no entendían claramente
lo que son los siete Espíritus. Puesto que ellos no comprendían esto
claramente, ¿cómo podemos nosotros seguir su credo? Si lo seguimos
estamos ciegos. Nosotros no seguimos nada ciegamente. Los que se nos
oponen dicen que ellos sostienen ese credo, pero nosotros creemos la
palabra pura de la Biblia. Si los padres de la iglesia hubiesen visto que el
Espíritu Santo es los siete Espíritus, quien es los ojos de la segunda
persona, habría sido menos probable que formularan un credo. Habrían
comprendido que es imposible establecer un credo. Cualquier credo que
no incluya toda la Biblia, aunque sólo le falte una frase, es incompleto. Por
más de cincuenta años hemos declarado que no deseamos tener ningún
credo. Nuestro único credo es la Santa Biblia, la cual consta del Antiguo
Testamento y el Nuevo. Por supuesto, cuando hicimos dicha declaración
hace más de cincuenta años, no habíamos visto esto de los siete Espíritus.
Vimos este asunto hace menos de veinte años. Gradualmente en estos
últimos doce años, este tema se nos ha esclarecido.
Quisiera dirigir una pregunta a los que se nos oponen: ¿No creen ustedes
que el Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad, es los siete
Espíritus que se mencionan en Apocalipsis? Sin embargo, los siete
Espíritus son los ojos de la segunda persona. ¿Son ellos, entonces, dos
personas separadas? No tengo la intención de debatir asuntos doctrinales;
mi deseo es referirme a la realidad del edificio de Dios. Para nosotros hoy,
la Trinidad no debe ser un tema doctrinal, sino que debemos experimentar
al Dios Triuno impartido a nosotros.
Ya vimos que, según el Evangelio de Juan, el Verbo eterno, quien es Dios,
se hizo carne, y que esta carne era el Cordero de Dios. En Apocalipsis
vemos que el Cordero vino a ser el León. El Cordero también es la piedra
que tiene siete ojos, y esos ojos son las siete lámparas que iluminan,
escudriñan, exponen y juzgan. Las siete lámparas también son los siete
Espíritus de Dios, que se imparten como vida en los que han sido
juzgados. Además, los siete Espíritus son los siete ojos del Redentor, los
cuales nos infunden lo que El es y lo que logró, a fin de que lleguemos a
ser piedras para el edificio de Dios al estar en Su naturaleza. No se
conforme con las enseñanzas tradicionales ni sigue apegado a ninguna
doctrina. Debemos ver que el Dios Triuno es muy maravilloso. El es el
Verbo, Dios mismo, y se hizo carne para ser el Cordero de Dios. En Juan
14 dijo que El y el Padre son uno solo y que el Espíritu es El mismo. Esta
persona maravillosa es el León, el Cordero y la piedra que tiene siete ojos.
Con éstos El nos observa y nos infunde lo que El es y lo que ha logrado,
obtenido y realizado, a fin de hacernos materiales para el edificio de Dios.
Estos siete ojos son los siete Espíritus, que fueron enviados del trono de
Dios a recorrer toda la tierra.
No debemos tener la Trinidad como una doctrina, sino que debemos
experimentar las riquezas maravillosas, misteriosas y excelentes de
nuestro Dios. Todas estas riquezas no sólo nos traen redención y
regeneración, sino también transformación y edificación. ¡Cuánto
necesitamos la luz para ver todo esto! No debemos ser superficiales, y
nunca debemos ser distraídos con el cristianismo de hoy. Por el contrario,
debemos hacer a un lado lo que dicen los opositores y asirnos de la Biblia,
la palabra pura y la luz actual. Tenemos que ver esta luz. Cuando tratamos
de comprender la Biblia de un modo “teológico” o cuando acudimos a la
Biblia en busca de teología, recibimos muerte. No podemos conocer la
Biblia de un modo “teológico”.

DIEZ PUNTOS CRUCIALES


Veamos ahora diez expresiones cruciales que aparecen en el Evangelio de
Juan y en Apocalipsis. En primer lugar, en Juan 1:1, tenemos el Verbo
eterno. “El principio” al que alude este versículo se refiere
indudablemente a la eternidad pasada, lo cual indica que el Verbo es el
Verbo eterno. Este versículo afirma claramente que el Verbo era Dios. Un
día este Verbo, que era Dios, se hizo carne (Jn. 1:14). Dentro de la
terminología teológica, estamos acostumbrados a decir que el Hijo de Dios
se encarnó. Esto es correcto, por supuesto. Sin embargo, si uno lee el
Nuevo Testamento, no hallará ningún pasaje que diga que el Hijo de Dios
se encarnó. Aunque éste es un hecho aceptado, el Nuevo Testamento no lo
expresa de ese modo. Esta es la enseñanza teológica tradicional de la
encarnación. Pero no me entiendan mal ni piensen que yo no creo que la
encarnación sea la encarnación del Hijo de Dios. Creo en esto tanto como
ustedes. Pero el Nuevo Testamento dice que el Verbo, quien existía desde
el principio, se hizo carne. No sólo fue el Hijo de Dios el que se hizo
carne; fue el mismo Dios. Juan el Bautista, el precursor de Cristo, dijo del
Verbo encarnado: “He aquí el Cordero de Dios”. Así que, en la primera
mitad de Juan 1 tenemos al Verbo, a Dios, la carne y el Cordero.
En Apocalipsis vemos que el Cordero de Dios es el León. Uno de los
ancianos angélicos, no un ser humano, presentó a Cristo como el León de
la tribu de Judá (5:5). En Apocalipsis 5:6 dice que el Cordero tiene siete
ojos. La mención del León está relacionada con Génesis 49, y lo dicho
acerca de los siete ojos está conectado con Zacarías, el cual habla de los
siete ojos que hay sobre la piedra. Así que el Cordero también es la piedra.
Dicho de otro modo, el Redentor que quitó el pecado del mundo se hizo la
piedra de edificación y el edificador.
Este concepto no es nuevo. Antes de que el Señor Jesús fuera crucificado,
dio a entender a los edificadores judíos que ellos estaban rechazando no
sólo al Redentor sino también la piedra angular (Mt. 21:42). Creo que
mientras el Señor Jesús les hablaba, estaba consciente de que El era la
piedra de la cual había hablado Zacarías 3:9, la que tenía los siete ojos, y
que también, al ser tallada, quitaría la iniquidad del pueblo en un solo día.
El sabía que Dios lo grabaría, lo quebrantaría, para quitar la iniquidad del
pueblo en un solo día, a fin de obtener Su edificio.
El Cordero y la piedra, es decir, la redención y la edificación, están
conectados por los siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios y las siete
lámparas que arden delante del trono de la administración de Dios. De
manera que tenemos al Verbo, a Dios, la carne, el Cordero, el León, la
piedra, los siete ojos, los siete Espíritus y las siete lámparas. Por último,
tenemos el edificio, la morada eterna de Dios, la Nueva Jerusalén.
Ninguna de estas expresiones es mi interpretación personal; sólo estoy
citando la Biblia. Solamente estoy mostrando diez puntos cruciales
hallados en ella: el Verbo, Dios, la carne, el Cordero, el León, la piedra,
los siete ojos, los siete Espíritus, las siete lámparas y la Nueva Jerusalén.
Cuando juntamos todas estas expresiones, como piezas de un
rompecabezas que están esparcidas por los diferentes libros de la Biblia,
verdaderamente podemos ver algo. Si oramos con relación a estos diez
asuntos, tendremos la visión de que la Nueva Jerusalén es el aumento
consumado de Dios.
LA ERA DE LA PIEDRA
En el principio existía el Verbo, la expresión, de Dios. Un día, Dios
mismo, expresado como Verbo, se hizo carne. Este fue el primer paso por
el cual se agrandó. Esta carne era el Cordero del Dios justo, el Dios que
juzga y condena el pecado. El cordero quitó el pecado y así cumplió las
justas exigencias de Dios. Este fue el segundo paso en el agrandamiento
de Dios. Cuando fue crucificado, fue grabado, y esto quitó la iniquidad del
pueblo de Dios en un solo día. Además de esto, El también es el León, lo
cual indica que El derrotó a todos los enemigos. Como León, El venció
por completo al enemigo. El es tanto el Cordero redentor como el León
vencedor y, como tal, trae el agrandamiento de Dios. Este León-Cordero
ahora es la piedra. ¿Sabe usted qué es el Señor Jesús hoy? El es la piedra.
El es el Cordero y también el León, lo cual le permite ser la piedra.
Después de quitar la iniquidad y de derrotar a todos los enemigos, El
construye un edificio. Esta no es la era del Cordero y el León solamente;
es, ante todo, la era de la piedra. Ahora podemos entender por qué el
Señor Jesús, en Su última visita a Jerusalén les indicó a los constructores
judíos que ellos estaban rechazando no sólo al Cordero, el Redentor, y al
León, el vencedor, sino también la piedra, la cabeza del ángulo. Después
de que el Señor murió y resucitó, la era se convirtió en la era de la iglesia,
la cual es el edificio de Dios. Con relación al edificio de Dios, Cristo es la
roca. El mismo le dijo a Pedro: “Tú eres Pedro [una piedra], y sobre esta
roca edificaré Mi iglesia” (Mt. 16:18). Después de la crucifixión y la
resurrección, la era vino a ser la era de la roca, la era de la piedra. Esta es
la era del edificio.
El cristianismo, errando el blanco, ha convertido esta era casi
exclusivamente en una era de redención. Algunos cristianos, conocidos
como los cristianos de la vida interior, han ido un poco más allá y hablan
del León vencedor. Parece que a lo largo de los siglos nadie se ha
percatado de que ésta no es sólo la era de redención y de vencer, sino que
es principalmente la era de edificación. Ahora Cristo es la piedra. Todos
debemos ver que esta edad es la edad de edificar. Alabamos al Señor
porque El ahora es el León-Cordero-piedra. Su victoria y Su redención lo
condujeron a ser la piedra. Si El no hubiese derrotado al enemigo y
quitado la iniquidad, no le habría sido posible edificar la morada de Dios.
¡Aleluya, nuestro Señor Jesús es el León-Cordero-piedra!
Esta piedra tiene siete ojos. Este es el punto crucial. Los siete ojos son los
siete Espíritus de Dios, y éstos son las siete lámparas que arden y flamean.
¿Cuál es la función de los ojos? Ver, por supuesto. Sin embargo, los siete
ojos de Cristo no tienen la función principal de ver cosas, sino de vernos a
nosotros, de observarnos. Sin duda alguna, los siete ojos de la piedra de
construcción nos infunden y nos comunican algo. Cuando El nos mira,
podemos saber si está contento o no. No es necesario que nos diga nada.
Al mirarnos, nos comunica todo lo que El es. Por consiguiente, la función
de los ojos es infundir y comunicar algo. Como mencionamos antes, los
siete Espíritus de Dios imparten vida porque, en la Biblia, el Espíritu es el
Espíritu de vida. Las siete lámparas iluminan, escudriñan, exponen y
juzgan al hombre dentro del mover de Dios. De este modo Dios lleva a
cabo Su administración. En el libro de Apocalipsis podemos ver que los
ojos infunden y comunican algo, que el Espíritu de Dios imparte vida, y
que las siete lámparas iluminan, escudriñan, exponen y juzgan. Todo esto
tiene como meta la Nueva Jerusalén. Antes de venir a la iglesia, nunca
habíamos oído nada semejante. Pero después de llegar a ser parte de la
iglesia, experimentamos algo que brillaba en nosotros y que escudriñaba
todos los secretos de nuestra vida.

UN TESTIMONIO PERSONAL
Antes de venir a la iglesia, yo fui salvo y amaba al Señor. Yo no amaba al
mundo. Era un cristiano joven bastante recto y buscaba al Señor, estudiaba
la Biblia, y oraba todos los días. Sin embargo, después de que vine a la
iglesia, fui escudriñado por completo, no por algún maestro, sino por algo
que había en mi interior. En ese entonces yo no conocía las expresiones
que conocemos hoy. No obstante, experimenté este escrutinio y lo confesé
todo al Señor. Antes de acudir a cada reunión de la iglesia, yo confesaba
todos mis pecados uno por uno. ¡Qué escrutinio tan profundo era ése!
Muchos entre nosotros han tenido experiencias similares. Fue así como
tuve la experiencia de ser iluminado, escudriñado, expuesto y juzgado por
el Señor. Todavía recuerdo el juicio por el que pasaba mientras iba a las
reuniones. Me aborrecía a mí mismo, mi naturaleza, mi viejo hombre y mi
disposición. ¡Cuánto me aborrecía y me juzgaba a mí mismo!
Experimentaba esto principalmente en la mesa del Señor. Por una parte,
yo recordaba al Señor, pero por otra, estaba bajo Su juicio. Era como si me
dijera: “Tú eres muy carnal, muy natural y estás muy centrado en ti
mismo. Estás todavía muy metido en la vieja creación”. Al sentarme a la
mesa del Señor, estaba bajo Su juicio internamente. Esta era la obra de las
lámparas que resplandecían en la iglesia. Nunca antes había
experimentado esto.
Como resultado de la llama de las siete lámparas, llegué a amar, estimar y
querer al Señor Jesús. Nunca antes había tenido yo un sentir tan profundo
de lo valioso y lo amoroso que es el Señor. De este modo el Señor Jesús se
infundía en mi ser. ¡Cuán precioso, querido y disponible era el Señor para
mí! El era mi amado tesoro. Lo amaba más que nunca. El había sido
verdaderamente infundido en mí. Puedo dar testimonio de que durante esa
época yo estaba en el tercer cielo y que todos los pecados y debilidades
estaban bajo mis pies. Yo no necesitaba tratar de vencer nada.
Después de que algo nos fue infundido, nos fue impartida la vida. Las
siete lámparas llegaron a ser los siete ojos, y éstos, a su vez, llegaron a ser
los siete Espíritus. Después de que el Señor Jesús me iluminó, me
escudriñó, me expuso y me juzgó, se infundió en mí, y esta infusión hizo
que la vida me fuera impartida. Así recibí más vida, la vida que es Cristo
mismo. Se me añadió más de Cristo. El se impartió en lo profundo de mi
ser. En aquellos días yo no tenía la terminología, pero sí tenía la
experiencia. Como resultado de esto, recibí transformación y aprendí a
amar a la iglesia y a todos los santos que se reunían conmigo. Esto era el
edificio.
LAS SIETE LAMPARAS SE CONVIERTEN
EN LA CORRIENTE DE AGUA VIVA
Por último, este edifico tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén, que
será el agrandamiento final y eterno de nuestro maravilloso Dios. Si usted
desea entender el Evangelio de Juan, el libro de Apocalipsis y la Biblia
misma, debe ver las siete lámparas, los siete ojos y los siete Espíritus de
Dios. Finalmente, surgirá la Nueva Jerusalén, donde los siete Espíritus que
están delante del trono administrativo de Dios llegarán a ser el agua de
vida, la cual fluirá del trono. En la Nueva Jerusalén, las siete lámparas que
están delante del trono administrativo se convertirán en el agua de vida
que brota del trono que imparte vida, y la piedra misma será la lámpara
que irradiará a Dios por toda la ciudad eternamente. Estos son los puntos
cruciales de la revelación que contiene la Biblia. Ojalá todos nosotros los
podamos ver.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y CUATRO
LA MUJER UNIVERSAL RESPLANDECIENTE
La primera sección del libro de Apocalipsis, que consta de los primeros
once capítulos, abarca todas las cosas del presente y de la eternidad. La
segunda sección, que comprende los últimos siete capítulos, presenta los
detalles de las cosas importantes y los eventos cruciales que suceden en
los últimos tres años y medio de esta era, los cuales constituyen la gran
tribulación, y la era del cielo nuevo y la tierra nueva. La primera de las
cosas importantes y de los eventos cruciales que aparecen en esta sección
es la mujer que da a luz al hijo varón (12:1-18).
Los primeros once capítulos de este libro incluyen los siete sellos y las
siete trompetas. Los siete sellos y las siete trompetas nos dan un bosquejo
de este libro, que es breve pero incluye muchas cosas. Los primeros cuatro
sellos (6:1-8) abarcan casi dos mil años de historia, desde la ascensión de
Cristo hasta el fin de esta era. Ahora vivimos en los últimos días de esta
era, muy cerca del tiempo en que se abrirá el quinto sello. Este contiene
las oraciones de los santos que murieron como mártires (6:9-11). Cuando
se abra este sello, los millares de mártires que fueron inmolados por causa
del testimonio del Señor clamarán a Dios pidiendo venganza, y le rogarán
que intervenga y castigue a la humanidad rebelde. El sexto sello (6:12-17)
será la respuesta de Dios al clamor de los mártires. Las calamidades
sobrenaturales de este sello serán una advertencia para los que moren en la
tierra. Estos seis sellos nos conducen al final de esta era.
El séptimo sello, que incluye las siete trompetas, incluye muchísimas
cosas. El séptimo sello equivale a las siete trompetas, puesto que éstas son
el contenido de aquél. Las primeras cuatro trompetas (8:7-12) son las
calamidades sobrenaturales, o sea los juicios que Dios trae sobre la tierra,
el mar, los ríos, el sol, la luna y las estrellas. Estas cuatro trompetas
destruirán los cielos y la tierra y harán que la tierra deje de ser habitable.
Los cielos fueron creados para la tierra, y la tierra para que la humanidad
morara en ella. Sin embargo, como la humanidad fracasó y se rebeló
contra Dios, El declarará al final que Su tolerancia ha llegado al límite. El
gran terremoto y la conmoción del cielo que sucederá cuando se abra el
sexto sello será una advertencia para los moradores de la tierra. Esta
advertencia será una introducción a las calamidades sobrenaturales que
vendrán. Cuando suenen las primeras cuatro trompetas, estará cerca la
gran tribulación. El sexto sello y las primeras cuatro trompetas del séptimo
sello serán el preámbulo de la gran tribulación. La quinta trompeta (9:1-
11), que infligirá daño directamente al hombre, marcará el comienzo de la
gran tribulación. La quinta trompeta consta de los primeros tres ayes que
se mencionan en 8:13. La sexta trompeta (9:12-21), que traerá más juicio
sobre los hombres, será el segundo ay. El tercer ay (11:14), que es parte
del contenido negativo de la séptima trompeta, lo formarán las siete copas
de la ira de Dios, derramadas sobre el anticristo, su pueblo y su reino
(16:1-12, 17-21). Cuando se hayan vertido las siete copas, que forman
parte de las séptima trompeta, concluirá la gran tribulación. Después de
esto, el Señor Jesús descenderá a la tierra para pelear contra el anticristo
en la batalla de Armagedón. El anticristo será derrotado y, junto con el
falso profeta, será arrojado al lago de fuego (19:19-21). Después de esto,
comenzará el reino milenario, es decir, que durará mil años. Entonces
habrá un cielo nuevo y una tierra nueva con la Nueva Jerusalén, y éstos
permanecerán por la eternidad. La séptima trompeta perdurará por la
eternidad. Ese es un breve esquema del libro de Apocalipsis.
El libro de la economía de Dios que Cristo abrió, requiere la eternidad
para ser abierto plenamente. Hoy sólo podemos ver parte. Cuando
lleguemos al cielo nuevo y la tierra nueva y vivamos en la Nueva
Jerusalén, tendremos una visión mucho más amplia. El libro que veremos
por la eternidad será infinitamente largo. La séptima trompeta, que perdura
por la eternidad, incluye muchas cosas importantes: la última parte de la
gran tribulación; la resurrección y el arrebatamiento de la mayoría de los
creyentes; el galardón dado a los santos; la caída de la gran Babilonia; las
bodas del Cordero; las siete copas; el descenso de Cristo a la tierra en
compañía de los vencedores, que son Su ejército, para pelear contra el
anticristo en Armagedón; el encarcelamiento de Satanás; el reino
milenario; la última rebelión de la humanidad; el lanzamiento de Satanás
al lago de fuego; el juicio ante el gran trono blanco; el cielo nuevo, la
tierra nueva y la Nueva Jerusalén.
Cuando el hermano Nee era joven, presentó un estudio acerca del
Apocalipsis. Después de aquel estudio, él vio más luz acerca de dicho
libro. En 1933 le pedimos que nos diera un estudio exhaustivo del
Apocalipsis. Nos respondió que sólo haría tal cosa si nosotros leíamos ese
libro tantas veces que conociéramos todos los capítulos y pudiéramos casi
repetir de memoria todo el libro. En ese entonces, yo consideré esta
condición exagerada. Pero con los años he aprendido que si deseamos
entender el libro de Apocalipsis, tenemos que estar familiarizados con
todos los detalles que contiene. Tenemos que conocer al dedillo cada
capítulo.
Vimos que los primeros once capítulos de Apocalipsis son un esbozo
general y que los últimos once nos dan los detalles de ciertas cosas
importantes y de algunos eventos cruciales. No piensen que los últimos
once capítulos son la continuación de los primeros once. No, en cierto
sentido, los últimos once capítulos son un recorrido o una ampliación de
los primeros once. Leer el libro de Apocalipsis es como leer el mapa de
una ciudad. Primero buscamos las calles principales y observamos el
esquema general de toda la ciudad. Luego nos fijamos en la calles
pequeñas, las callejuelas y los demás detalles. Después de tener una idea
general del mapa, vamos a las diferentes secciones.
El primer detalle importante de la segunda mitad de Apocalipsis es la
mujer mencionada en 12:1. Este versículo dice: “Apareció en el cielo una
gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y
sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. Esta mujer es revelada en
los cielos y se le llama “una gran señal”. Esta gran señal no es un hombre
fuerte, sino una mujer. La mujer de esta asombrosa visión no está en la
tierra sino en los cielos. Está vestida del sol, y tiene la luna debajo de sus
pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Ella está bajo el
resplandor de doce estrellas, y por encima del brillo de la luna, y está
envuelta en el resplandor del sol. Por eso vemos que ella es plenamente
libre. Todo lo que está en las tinieblas ha de ser encarcelado, pero todo lo
que está en luz es libre.
¿Quisieran ustedes ser parte de la mujer? Permítanme hacerles esta
pregunta: ¿Son ustedes masculinos o femeninos? Obviamente, todas las
hermanas responderán fácilmente a esta pregunta. Pero ¿qué dirían los
hermanos? Si ellos dicen que son varones, entonces no tienen parte en la
mujer de esta visión. ¿Está usted incluido en esta mujer? Si este es el caso,
entonces a los ojos de Dios usted es una mujer.
Desde el principio de la Biblia hasta el final, a los ojos de Dios, el pueblo
de Dios se considera una mujer. Isaías 54:5 dice: “Tu marido es tu
Hacedor”. En Jeremías 3:14 el Señor les dice a Sus hijos que El está
casado con ellos, y en Jeremías 31:32 dice que El es su marido. Más aún,
en Oseas 2:19-20 el Señor dice que El nos desposará consigo para
siempre. Aunque bien sabemos que el Señor Jesús vino como Salvador y
como Cordero, en cierta ocasión dio a entender que El vino como Esposo
(Mt. 9:15; Jn. 3:29). Además, en 2 Corintios 11:2 Pablo dice: “Os he
desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a
Cristo”. Hermanos, ¿tienen ustedes un esposo? Gloria al Señor que nuestro
esposo es Cristo. Naturalmente, nosotros los hermanos somos varones,
pero espiritualmente, en cierto sentido, somos mujeres a los ojos de Dios.
En al economía eterna de Dios, hay un solo hombre: Cristo. Adán fue un
símbolo, un tipo, de Cristo como Esposo, y Eva, la esposa de Adán, fue un
símbolo, un tipo, del pueblo de Dios como complemento, como esposa, de
Cristo. Por lo tanto Dios, en Su economía, siempre ha considerado a Su
pueblo redimido como Su esposa, y se considera a Sí mismo como esposo.
En Apocalipsis 12 vemos a la mujer y su hijo, aunque allí no se nos dice
quién es el esposo. Pero este capítulo revela que ella está encinta y a punto
de dar a luz. Pero ¿quién la dejó encinta, y quién es el padre del hijo que
va a tener? Al leer la Biblia, vemos que el esposo es Dios en Cristo.
I. UN SIMBOLO DEL PUEBLO DE DIOS
EN SU TOTALIDAD
Es difícil entender el libro de Apocalipsis. Si deseamos interpretar
correctamente dicho libro, necesitamos los otros sesenta y cinco libros de
la Biblia. Así que necesitamos toda la Biblia para comprender quién es
esta mujer. Algunos maestros cristianos tienen la idea de que esta mujer es
María, la madre de Jesús, y que el hijo varón es Jesús. Esta interpretación
no concuerda con el contexto del capítulo, puesto que Jesús ascendió a los
cielos hace casi dos mil años. Pero en 12:5-6 se nos dice que el hijo varón
será arrebatado al trono de Dios y que, después, la mujer será sustentada
por “mil doscientos sesenta días” (v. 6). Estos días equivalen a tres años y
medio o cuarenta y dos meses (12:14; 11:2-3; 13:5), que son lo que dura la
gran tribulación. Esto demuestra que el hijo varón no es el Señor Jesús y
que la mujer no es María. María fue simplemente una mujer que vivió en
la tierra, pero la mujer de la cual estamos hablando es una mujer universal
y colectiva, y en la revelación aparece en los cielos.
Otros afirman que esta mujer es Israel, el pueblo judío. Algunos de los que
sostienen este punto de vista se basan en Génesis 37:9. Según este
versículo, José tuvo un sueño en el cual “el sol y la luna y once estrellas se
inclinaban” ante él. Dado que la mujer está vestida del sol, tiene doce
estrellas y está de pie sobre la luna, lo cual parece concordar con el sueño
de José en cuanto a su familia, dicen ellos que la mujer de Apocalipsis 12
debe representar a Israel, el pueblo judío. Pero 12:17 demuestra que esta
mujer no sólo incluye a “los que guardan los mandamientos de Dios”, sino
también a los que “tienen el testimonio de Jesús”. Los primeros son los
judíos; pero los últimos deben de ser los creyentes neotestamentarios, no
los judíos. Eso es una prueba contundente de que la mujer no sólo está
compuesta de los judíos sino de dos grupos: los judíos que guardan el
testimonio de Dios y los creyentes que tienen el testimonio de Jesús. Por
consiguiente, decir que esta mujer sólo incluye a Israel no cabe dentro del
contexto.
La mujer de este capítulo es la totalidad del pueblo de Dios. Según la
visión, todo este pueblo está agrupado en tres secciones: la cabeza con las
doce estrellas, el cuerpo vestido del sol, y los pies apoyados sobre la luna.
Así, esta mujer es universal y está compuesta de las doce estrellas, la luna
y el sol. En el sueño de José, la luna y las once estrellas junto con el
mismo José, representaban la totalidad del pueblo de Dios sobre la tierra.
Según el principio de ese sueño, el sol, la luna y las estrellas deben de
representar la totalidad del pueblo de Dios sobre la tierra, el cual es
representado en este capítulo por una mujer.
La mayor parte de su ser está cubierta del sol. El sol representa el pueblo
de Dios en la era neotestamentaria. Antes de que Cristo viniera al mundo,
existió la noche oscura del Antiguo Testamento. Cuando vino Cristo, nos
visitó desde lo alto el sol naciente (Lc. 1:78). Antes de eso, estábamos en
la era de la luna, que representa al pueblo de Dios en el Antiguo
Testamento. La luna está debajo de los pies de la mujer debido a que la era
de la luna fue la era de la ley, la cual no debe ser tenida tan en alto como
las estrellas. Las estrellas, que representan a los patriarcas, el pueblo de
Dios que existió antes de que se diera la ley, están en la cabeza de ella
como corona. Todo el pueblo de Dios de estas tres edades, quienes
constituyen a la mujer, son portadores de luz. Por lo tanto, ella es una
mujer resplandeciente, que ha irradiado luz a lo largo de las generaciones.
A. Los patriarcas están simbolizados
por las doce estrellas
Si leemos la Biblia con detenimiento, veremos que el pueblo de Dios se
agrupa en tres secciones. En primer lugar tenemos los patriarcas, quienes
vivieron desde el tiempo de Adán hasta los días de Moisés; en segundo
lugar, a los que han estado bajo la ley desde los días de Moisés hasta la
primera venida de Cristo; en tercer lugar, vemos a los que viven desde la
primera venida de Cristo hasta Su segunda venida, o sea los creyentes,
quienes constituyen la iglesia. Estos son la mayoría del pueblo de Dios en
el universo. Los patriarcas están representados por doce estrellas (Dn.
12:3) que resplandecen individualmente con luz celestial en la noche.
Todos los patriarcas fueron estrellas individuales. Ellos moraban en la
noche porque en su tiempo Cristo todavía no había venido, y el día no
había empezado. Como estrellas individuales, ellos son una corona para
esta mujer universal y representan la gloria de la gracia de Dios y Su
economía elevada. El número doce denota culminación en la economía
eterna de Dios. Los patriarcas, quienes estaban bajo el principio de la
gracia de Dios, no estaban bajo la ley; en consecuencia, eran una corona
de exaltación puesta sobre la cabeza de la mujer. Todos los patriarcas,
tales como Abel, Enós, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob, se consideran
la corona.

B. Los hijos de Israel


están representados por la luna
Después de los patriarcas, tenemos a los hijos de Israel, representados por
la luna, reflejan la luz del sol (Cristo) y resplandecen colectivamente a Su
luz. Los hijos de Israel estaban en la noche bajo la ley. Aunque la ley era
buena, no debía tenérsele muy en alto. Por el contrario, en este capítulo es
presentada como la luna debajo de los pies de la mujer. Según esta visión,
la luna no está sobre la cabeza de la mujer sino bajo sus pies. La luna es
brillante y resplandece, pero está por debajo de la mujer. Esto significa
que el principio de la ley no es tenido muy en alto a los ojos de Dios.
C. La iglesia se compone de todos los creyentes
y es representada por el sol
Esta mujer está vestida del sol, de Cristo. De acuerdo con lo dicho en
Lucas 1:78-79, cuando Cristo vino, ésa fue la aurora. En Mateo 4:13-16
dice que Cristo vino como una gran luz para alumbrar a los que estaban en
tinieblas. Esto significa que antes de la venida de Cristo todo era noche.
La iglesia, compuesta de todos los creyentes y representada por el sol,
ilumina colectivamente en el día irradiando la gloria de Dios (Fil. 2:15; 2
Co. 3:18). Es evidente que la iglesia es la mayor parte del pueblo de Dios
por el hecho de que corresponde a todo el cuerpo de la mujer. Nosotros
vivimos en el día puesto que Cristo ya vino. Aunque en cierto sentido
vivimos en la noche y hemos de entrar en el gran día cuando vuelva el
Señor, en todo caso este día que comenzó con la primera venida de Cristo
es un día, un día pequeño. El reino milenario será un día mayor porque en
ese entonces la luz del sol se intensificará siete veces (Is. 30:26). Vivimos
en un pequeño día y esperamos que llegue el día más grande. Estamos en
un día brillante, y esperamos un día en el que el resplandor del sol será
siete veces mayor. Algunos alegan que en Romanos 13:12 dice que la
noche está avanzada y que Apocalipsis 22:16 dice que Cristo es el lucero
de la mañana. Yo conozco esos versículos. Recuerden que las verdades de
la Biblia tienen dos caras. Debemos tomar en cuenta ambas caras, ambos
lados. Cristo ya vino, y por ende, no estamos en la noche; estamos en el
día. ¿Qué somos nosotros, estrellas o parte del sol? Por un lado, somos las
estrellas que resplandecen en la noche (1:20); por otro, somos parte del sol
que alumbra en el día.
¡Qué señal tan maravillosa es ésta! Esta es otra evidencia de que la Biblia
fue inspirada y escrita por Dios. Nadie más podría haber tenido la
sabiduría de usar la mujer como símbolo para representar a todo el pueblo
de Dios. Moisés, David, Salomón, Isaías, Jeremías y Daniel, entre otros,
eran parte de la luna. Pero alabamos al Señor porque nosotros los
creyentes neotestamentarios somos parte del sol, puesto que somos parte
de Cristo. Esta es la visión de la mujer universal que resplandece.
II. UNIVERSAL
La mujer de la que habla este capítulo es universal tanto en tiempo como
en espacio. Ella es universal en tiempo, pues abarca desde la creación de
Adán hasta la eternidad. También es universal en espacio, puesto que
incluye el cielo y la tierra. Esta es una sólida evidencia de que no se trata
de María; aunque María sí está incluida en esta mujer, igual que todos
nosotros. ¿Cómo puede decir la gente que esta mujer universal es María?
María es demasiado pequeña. Ella no resplandece e indudablemente no es
universal. María no lleva una corona de doce estrellas. Esta mujer
tampoco está limitada al pueblo de Israel, pues Israel está representado por
la luna. Observen de nuevo a esta mujer: sobre su cabeza brillan doce
estrellas, que representan a los patriarcas. Sin lugar a dudas, Abel, Enoc,
Noé, Abraham, Isaac y Jacob eran estrellas. Los hijos de Israel son
representados por la luna. No importa cuán malos y derrotados hayan sido
en ciertas ocasiones, comparativamente ellos eran un pueblo
extraordinario, eran la luna. Solamente los hijos de Israel eran el pueblo de
Dios en pie sobre el resplandor de la luna; los gentiles o los paganos no lo
eran. ¿Acaso los egipcios, los babilonios, los griegos, los romanos o los
chinos eran pueblos que estaban de pie sobre la luna? Por supuesto que no.
Ellos tal vez se levantaron sobre carbones, pero no sobre el resplandor de
la luna. Todos los demás pueblos se han levantado, y todavía están
apoyados, sobre tinieblas. Entre el linaje humano, un solo pueblo, los hijos
de Israel, está de pie sobre la luna. Sin embargo, ellos no comprenden que
la luna es una señal de que vendrá el sol, Cristo. Alabamos al Señor
porque hoy somos el sol. Entre nosotros hay algunos creyentes judíos,
pero ellos ya no son parte de la luna sino del sol. La iglesia es el sol
porque Cristo es el sol, y nosotros somos parte de Cristo. Cristo es la
cabeza del sol y nosotros somos el cuerpo. Damos alabanzas al Señor
porque estamos en la mayor parte de esta mujer universal esplendorosa.
III. RESPLANDECE CON LUZ CELESTIAL
La mujer del capítulo 12 no sólo es universal en tiempo y espacio, sino
que también resplandece con luz celestial. Ella está de pie sobre la
brillante luna y vestida del sol resplandeciente. Ella resplandece por todas
partes, y no está en tinieblas. Su resplandor es celestial. Nosotros, la
iglesia, por constituir la mayor parte de ella, también debemos ser así.
IV. UNA GUERRA UNIVERSAL
En Génesis 3 la pequeña serpiente se infiltró por medio de la mujer.
Durante los siglos, los eruditos bíblicos han dicho que la serpiente entró
por medio de la mujer porque ésta era más débil que el hombre. En mis
primeros años de ministerio, yo también afirmaba lo mismo. Pero ahora
entiendo que para llevar a cabo la economía de Dios tenemos que ser
primero seres femeninos, y no varones. La serpiente, ese ser insidioso,
sabía a quién tenía que envenenar. Hoy nosotros no somos parte de Adán
sino de la mujer universal y resplandeciente. Satanás vino para destruir a
la mujer universal porque sabía que ella sería usada por Dios para cumplir
Su propósito. Quien no se considere primeramente un ser femenino a los
ojos de Dios, no podrá llevar a cabo la economía de Dios. Uno debe
considerarse primero una mujer y decir: “Señor, no soy el hombre. Señor,
Tú eres el hombre, y yo soy parte de la mujer. Puesto que Tú eres el
hombre, y yo soy la mujer, te tengo que tomar como mi esposo y mi
cabeza, y tengo que someterme a Ti”.
Después de que la serpiente hizo daño a la mujer, Dios intervino y juzgó a
la serpiente con estas palabras: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y
entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le
herirás en el calcañar” (Gn. 3:15). Apocalipsis 12 debe interpretarse
basándose en Génesis 3. En Génesis 3:15 vemos a la mujer, la serpiente y
la simiente de la mujer. En Apocalipsis 12 tenemos las mismas tres cosas,
pero en una mayor escala. La mujer ahora es mucho más grande, la
serpiente se ha convertido en un dragón, y la simiente de la mujer ha
llegado a ser el hijo varón. La mujer de Apocalipsis 12 comenzó en
Génesis 3:15. Necesitamos tener la visión para percibir en el universo la
señal de la mujer resplandeciente universal que está con dolores de parto a
punto de dar a luz un hijo. Frente a esta mujer está el dragón peleando con
ella y procurando devorar al hijo tan pronto nazca. Esta enemistad, que se
ve por primera vez en Génesis 3:15, fue puesta por Dios; Dios fue quien
puso enemistad entre la serpiente y la mujer. Hoy en el universo existe una
sola guerra: la guerra entre el pueblo de Dios, que es la mujer, y la
serpiente, que es el dragón. ¿Han recibido ustedes esta visión? En la
actualidad, todos nosotros somos la mayor parte de la mujer, y frente a
nosotros está el dragón.
¿Cómo fue que la serpiente de Génesis 3 llegó a ser el dragón de
Apocalipsis 12? Por comer en gran manera. Por comer la serpiente ha
estado aumentando de tamaño continuamente. Muchos han estado
alimentándola, y ella ahora trata de devorarnos. Pero nosotros jamás
seremos devorados por la serpiente; al contrario, nosotros la heriremos de
muerte. Cuando el Señor maldijo a la serpiente, le dijo que debía comer el
polvo de la tierra (Gn. 3:14). En tanto que seamos seres de polvo y
terrenales, somos comida para la serpiente. Pero si somos celestiales, no
podrá devorarnos. No somos de polvo ni de tierra; somos parte de la mujer
celestial que resplandece.
Tenemos que recibir la visión de que en el universo se libra una guerra
entre la mujer y el dragón. Todo aquel que persigue a la iglesia es parte del
dragón. La Iglesia Católica, entonces, está unida con el dragón, puesto que
ha perseguido a quienes aman al Señor. En el capítulo 17 vemos una bestia
que tiene siete cabezas y diez cuernos, el mismo número de cabezas y
cuernos, respectivamente, que el dragón (12:3; 17:3). Vemos una mujer
vestida de púrpura y escarlata y adornada de oro, piedras preciosas y
perlas, sentada sobre esta bestia (17:3-4). La Iglesia Católica apóstata,
puesto que es la ramera que monta sobre la bestia, se une al dragón para
perseguir a la mujer resplandeciente. Cuando el apóstol Pablo era Saulo de
Tarso, perseguía a la iglesia. En ese entonces, ¿era él parte de la luna, o
sea parte de Israel? Decididamente respondemos que no. Del mismo
modo, los fariseos, aunque eran judíos, no eran parte de la luna. El Señor
Jesús los llamó “serpientes” y “cría de víboras” (Mt. 23:33). Ellos eran “la
simiente de la serpiente” que se menciona en Génesis 3:15. Junto con
Saulo de Tarso, ellos se habían hecho parte del dragón. Pero alabado sea el
Señor que Saulo se convirtió.
No importa si usted es religioso o no, mientras que usted persiga a la
iglesia, es parte del dragón, o por lo menos es uno con él. Los antiguos
judíos pensaban que peleaban en favor de Dios. Pero no se daban cuenta
de que estaban peleando del lado del dragón al perseguir al pueblo de Dios
y al entorpecer la economía de Dios. Los cristianos hoy deben tener
mucho cuidado. Su actitud para con la iglesia determina lo que ellos son y
cuál es su posición. Cualquier cristiano que persiga a la iglesia es uno con
el dragón, está de su lado, y está en contra de la economía de Dios. Si
tenemos esta visión, veremos que no existe terreno neutral. Sólo existen
dos partidos: la mujer y el dragón. ¿A cuál pertenece usted? Algunos que
se llaman cristianos aborrecen a la iglesia y anhelan verla caer. Ellos
profieren mentiras acerca de la iglesia y esparcen calumnias. Se oponen a
la iglesia y hacen lo posible por estorbarla y hacerle daño. Esto proviene
del espíritu maligno del dragón. Estas personas son uno con el dragón. Tal
vez no sean parte del dragón, pero sí están de parte de él. Usted podría
preguntarse: “¿No son cristianas estas personas?”. Yo respondería con otra
pregunta: “¿No eran judíos religiosos los fariseos?”. Ciertamente lo eran.
Ellos se aferraban a las Escrituras. En su opinión, todo lo que ellos hacían,
incluyendo la sentencia de muerte que pronunciaron sobre Cristo,
concordaba con las Escrituras. Pero, ¿qué eran ellos en realidad? Eran
víboras, serpientes, parte del gran dragón, y con sus obras trataban de
destruir la economía de Dios. Saulo era una parte activa del dragón, hasta
que el Señor intervino cuando él iba camino a Damasco. Cuando el Señor
se le apareció y lo derribó a tierra, parecía que le estuviese diciendo:
“Saulo, ¿qué estás haciendo? Yo, Jesús, he venido a tu encuentro”. Allí
Saulo se convirtió y fue trasladado de las tinieblas de Satanás al reino de la
luz de Dios. Cuando se convirtió, el Señor lo envió a abrir los ojos del
pueblo, diciendo: “Para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban perdón de pecados y herencia
entre los que han sido santificados por la fe que es en Mí” (Hch. 26:18).
Con el ejemplo de Saulo de Tarso vemos que todo el que persigue a la
iglesia hoy, es parte del dragón, o si no, por lo menos es uno con él.
El dragón ahora persigue a la iglesia y planea hacerle daño. La oposición
está activa en el condado de Orange, y por todo este país. El dragón está
por toda la tierra y procura devorar todo lo que la iglesia dé a luz. ¿Han
recibido ustedes esta revelación? No es algo insignificante. Nuestro único
interés es el recobro del Señor. Debemos afrontar el ataque del dragón,
pero ¿quién saldrá victorioso? Aleluya, el dragón será arrojado, y nosotros
tendremos la victoria. En primer lugar, el dragón será lanzado de los cielos
a la tierra, luego de la tierra al abismo, y por último, del abismo al lago de
fuego. Podemos declarar: “Satanás, vete al lugar preparado para ti, al lago
de fuego. No puedes permanecer en la tierra. La tierra ha sido creada para
Cristo, no para ti. Nuestro Cristo viene a tomar posesión de la tierra, y tú
te tienes que ir. Satanás, no tienes opción. ¡Vete al lago de fuego!”.
El Apocalipsis, el último libro de la Biblia, revela cuál es el destino de
Satanás. Entre todos los puntos importantes y los eventos cruciales de la
segunda mitad de Apocalipsis, el primero es la mujer universal del
capítulo 12. Nosotros somos el punto de suprema importancia, lo más
crucial. Este no es el momento para dormir; es hora de pelear.
Dondequiera que estemos, tenemos que decir a la oposición y a la
persecución: “¡Vete al lago de fuego!”. Nosotros somos la mujer, y
Satanás está en el lago de fuego.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y CINCO
LA MUJER Y EL HIJO VARON
En la Biblia vemos ciertas señales cruciales. Una de ellas es el sueño que
Jacob tuvo en Bet-el (Gn. 28:10-22). En ese sueño Jacob vio el cielo
abierto y una escalera apoyada sobre la tierra, que se extendía hasta el
cielo. Esta señal necesita toda la Biblia para desarrollarse. Otra señal es el
sueño que tuvo Nabucodonosor (Dn. 2:1-45). En dicho sueño él vio una
gran estatua que representaba el poder de los gentiles. Aunque parecía una
señal muy sencilla, abarca la historia del dominio de los gentiles a partir
de Babilonia, hasta los reinos que vendrán cuando resurja el Imperio
Romano. Si deseamos comprender esa señal plenamente y con exactitud,
debemos tener en cuenta la historia universal. En Apocalipsis 12 aparece
otra señal, la gran señal de una mujer resplandeciente con un hijo varón.
En este mensaje tengo la carga de seguir compartiendo acerca de esta gran
señal.
La idea de que la mujer de Apocalipsis 12 es María, es supremamente
limitada. Decir que la mujer está constituida solamente por Israel, el
pueblo judío, también es inexacto, pues la mujer de esta visión no es local
sino universal. La mujer de este capítulo no está limitada a ninguna
localidad en la tierra, sino que llena todo el universo. Como vimos en el
mensaje anterior, ella representa la totalidad del pueblo de Dios, desde los
tiempos de Adán hasta el final.
DIOS NECESITA A LA MUJER Y AL HIJO VARON
Antes de que el pueblo de Dios pueda llegar a ser el hijo varón, ellos
tienen que ser primero una mujer delante de El. Esto indica que quienes
estamos en la iglesia hoy, debemos ser primero la mujer delante de Dios, y
luego el hijo varón. En la señal de Apocalipsis 12 vemos que la intención
de Dios es producir un hijo varón por medio de esta mujer. La mujer ha
sido, y sigue siendo, el medio por el cual Dios puede producir el hijo
varón, aquel a quien Dios usará para derrotar a Su enemigo y para traer Su
reino. En otras palabras, Dios usará a este hijo varón para llevar a cabo Su
economía y para cumplir Su propósito. Esto es algo muy importante. A fin
de lograr Su propósito El no sólo necesita al Cristo individual, sino
también al Cristo corporativo, esto es, la iglesia, Su pueblo. No estamos de
acuerdo con el concepto de que esta mujer es la madre de Jesús, ni con la
idea de que es la nación de Israel. Ella es la colectividad universal del
pueblo de Dios. Dios necesita al hijo varón para derrotar a Su enemigo y
para traer Su reino, a fin de que Su propósito eterno se lleve a cabo. El
necesita a la mujer para poder obtener al hijo varón.
LA POSICION DE LA MUJER
Veamos ahora algunos puntos críticos en cuanto a la posición de la mujer
en la Biblia. La Biblia revela que a los ojos de Dios, Su pueblo es Su
esposa. En Isaías 54 Dios se refiere a Sí mismo como el marido de Su
pueblo. Según la Biblia, a fin de que la mujer sea una esposa en todo el
sentido de la palabra, debe someterse a su esposo. En el universo el único
esposo, el único varón, es Dios. El, el hombre universal, el esposo
universal, es nuestro esposo. Sea que hayamos nacido como varones o
como mujeres, en cualquier caso somos mujeres ante Dios por ser Su
pueblo. El es nuestro marido, y nosotros somos Su complemento. Por ser
Su esposa, debemos someternos a El. Aunque digamos que somos la
esposa de Cristo, es posible que tengamos nuestro propio plan e intención.
Muy frecuentemente no hacemos que Su voluntad e intención sean
nuestras. Esto significa que no lo recibimos verdaderamente como nuestro
esposo ni nos sometemos a El.
Una esposa también recibe algo de su esposo a fin de quedar encinta. La
Biblia revela que someterse a Cristo significa recibir algo de El, igual que
una esposa se somete a su esposo, no con el fin de hacer algo para él, sino
para recibir algo de él. Hacer obras en favor del esposo no es tan
importante como recibir algo de él. De hecho, el deber de una esposa no es
hacer actividades para su esposo, sino recibir de su marido aquello que le
hará producir algo para él. En la gran señal de Apocalipsis 12, la mujer no
es presentada haciendo algo para su esposo; se muestra encinta, a punto de
dar a luz. Ella concibió de su esposo y va a dar a luz algo para El. La tarea
de la iglesia no es principalmente hacer actividades para Cristo, sino
recibir algo de El para poder concebir de Cristo y dar a luz algo para El.
La mujer de este capítulo denota, en primer lugar, sumisión a Dios. En
segundo lugar, indica que nosotros no necesitamos hacer obras para Dios.
Lo que necesitamos es recibir algo de Dios. El no necesita nada de
nosotros, pero sí necesita que algo procedente de Cristo entre en nuestro
ser y nos fecunde a fin de que así podamos dar a luz algo para El. La
iglesia necesita a Cristo. El cristianismo de hoy carece totalmente de esta
visión. Cuando los cristianos hablan de sumisión, la idea que tienen es
hacer algo para Cristo o realizar actividades para Dios. Pero si somos la
mujer apropiada, debemos en primer lugar someternos a nuestro esposo,
no con el fin de hacer algo para El, sino de recibir de El algo. Si hacemos
esto, seremos fecundados, y de nosotros nacerá algo.

EL SIGNIFICADO DE LA FORNICACION
Consideremos qué significa la fornicación. La fornicación consiste en
someterse una mujer a otro hombre a pesar de tener su propio marido.
Cometemos fornicación cuando, por un lado, reconocemos que Cristo es
nuestro esposo, mientras que, por otro lado, nos sometemos a muchas
otras cosas. Si nos sometemos a algo que no sea Cristo, fornicamos. Si
tenemos la luz y la visión, veremos que el cristianismo de hoy está lleno
de este tipo de fornicación. Usted, como una esposa casta, no debe
someterse a nadie más fuera de su esposo, y no debe recibir nada de nadie
excepto de su esposo. Si usted recibe algo de alguien que no sea su esposo,
comete fornicación. Pero mire el cristianismo de hoy. Semana tras semana
y día tras día los cristianos reciben cosas que no son Cristo. Nosotros los
que estamos en la vida de la iglesia debemos cuidarnos de no recibir nada
que no sea Cristo. No debemos recibir ni enseñanzas ni doctrinas ni
prácticas ni formalismos. Recibir algo que no sea Cristo, aunque sea una
cosa buena o espiritual, es cometer fornicación espiritual. Debemos recibir
solamente a Cristo y permitirle que nos fecunde.
COMO SE PRODUCE EL HIJO VARON
Sólo al recibir a Cristo en nuestro ser podemos dar a luz al hijo varón. El
hijo varón está constituido solamente de Cristo. A fin de dar a luz al hijo
varón, primero tenemos que ser uno con Cristo y recibir algo de El.
Cuando recibamos algo exclusivamente de Cristo, concebiremos
únicamente de El para producir al hijo varón. Si tenemos esta visión, nos
dolerá ver la situación predominante en el cristianismo de hoy. ¿Dónde
está el hijo varón? El cristianismo ha producido muchas cosas, pero no se
ve casi nada del hijo varón. Debido a que el cristianismo ha sido
fecundado por tantas cosas que no son Cristo, casi nada de lo que produce
es parte del hijo varón.
Dios no desea que la mujer pelee contra el dragón. Su intención es usar al
hijo varón para que éste pelee contra el dragón. El dragón sigue activo en
los cielos debido a que todavía no ha nacido el hijo varón. Podemos ver
que este estudio-vida de Apocalipsis no es una coincidencia; fue planeado
y sincronizado por Dios para que nosotros pudiéramos ver que debemos
ser la mujer que se somete solamente a Cristo, y no a nada ni a nadie más,
y que debemos recibir solamente lo que Cristo es. Cuando nosotros, como
esta mujer, recibamos algo exclusivamente de Cristo, nacerá el hijo varón.
LA DIFERENCIA ENTRE
LA MUJER Y EL HIJO VARON
El hijo varón es la parte fuerte de la mujer. Por una parte, nosotros
tenemos que ser la mujer; y por otra, también debemos ser el hijo varón.
No es suficiente ser celestiales y resplandecientes; tenemos que ser
plenamente constituidos del elemento de Cristo. La diferencia entre la
mujer y el hijo varón es la siguiente: no es mucho el elemento de Cristo
que constituye el ser mismo de la mujer, mientras que todo el ser del hijo
varón está saturado e impregnado del elemento de Cristo. Por
consiguiente, el hijo varón está constituido del propio Cristo. ¿Cómo
puede ser dado a luz el hijo varón? El es dado a luz cuando Cristo se hace
parte de la mujer y constituye esa parte de ella con Su rico elemento. No
piensen que esto es cuestión de interpretación; más bien, aplíquenlo todos
los días en su experiencia. Aun si ustedes se someten a Cristo y reciben de
El algo, de todos modos son la mujer y no el hijo varón. Ustedes sólo
serán fuertes cuando hayan dejado que el elemento de Cristo sea forjado
en su ser. Cuanto más sea forjado en ustedes el elemento de Cristo, más
fuertes se harán. Esto es lo que constituye al hijo varón.
SOMOS PARTE DEL HIJO VARON
AL SEGUIR AL CORDERO
No consideren al hijo varón simplemente desde el punto de vista doctrinal,
pensando que sólo representa a los vencedores que murieron y resucitaron.
Doctrinalmente eso es acertado, pero no nos interesa comprender la Biblia
de una manera exclusivamente doctrinal. Más bien, debemos conocer la
Palabra en una forma práctica. Incluso hoy, antes de la resurrección,
podemos ser el hijo varón. Si usted no es parte del hijo varón hoy, ¿cómo
espera ser parte de él en la resurrección?
El principio de llegar a ser las primicias es el mismo: tenemos que seguir
al Cordero por dondequiera que vaya (14:4). Sin embargo, en mis
primeros años de ministerio no comprendía que seguir al Cordero no es
una actividad externa. No debemos decir: “El Cordero fue paciente y
humilde; así que nosotros debemos imitar Su paciencia y Su humildad. El
Cordero estaba entregado por completo a Dios, y nosotros tenemos que
darnos también por entero a El. El Cordero es nuestro ejemplo, y nosotros
tenemos que seguirlo”. Hace cuarenta años compartí muchos mensajes
siguiendo ese planteamiento. Pero más adelante me di cuenta de que
seguir al Cordero de ese modo es un concepto de la mente humana. Si el
elemento del Cordero no está en nosotros, no podemos seguirlo. Nosotros
no somos corderos; somos como “monos” o como “burros”. ¿Cómo podría
un “simio” o un “asno” seguir al Cordero? Es imposible. Seguir al
Cordero significa permitir que El entre en uno. Cuando el elemento del
Cordero constituye nuestro ser, verdaderamente llegamos a ser parte del
Cordero. No podemos volver a ser lo éramos, porque hemos sido
transformados. El ser nuestro que ha sido transformado es el hijo varón.
Ahora somos la mujer que se somete al esposo y recibe de El algo. Si
permitimos que el elemento que recibimos de nuestro esposo nos llene,
impregne nuestro ser y nos constituya, dejaremos de ser simplemente la
mujer y vendremos a ser el hijo varón.
Aunque es cierto que necesitamos orar más, si solamente oramos de una
manera corriente, no recibiremos la provisión necesaria. Debemos estar
abiertos constantemente a nuestro esposo. Debemos permitir que el
elemento de Cristo, el constituyente divino de Cristo, se forje en nosotros
continuamente saturando e impregnando todo nuestro ser. Hoy el Señor
desea que muchos de Sus hijos vean que, por ser el pueblo de Dios, son la
esposa, cuyo fin es dar a luz al hijo varón. No podemos hacer ni fabricar al
hijo varón; tenemos que recibir de Cristo algo que nos deje encinta. Algo
de nuestro Cristo tiene que entrar en nuestro ser. La cuestión no es ser
humildes, pacientes, agradables o buenos, sino abrir completamente
nuestro ser a Su elemento divino, y permitir que ese elemento sea forjado
en nosotros. Para que esto suceda necesitamos “nueve meses”; es decir, se
requiere un largo tiempo para que el hijo varón se forme completamente
en nosotros.
El apóstol Pablo dijo en Gálatas 4:19: “Vuelvo a sufrir dolores de parto,
hasta que Cristo sea formado en vosotros”. Esto indica que él se dio cuenta
de que era parte de esta mujer que tenía dolores de parto y que iba a dar a
luz al hijo varón, el cual es Cristo formado en nosotros. Luego, en
Filipenses 1:21, dijo: “Porque para mí el vivir es Cristo”, lo cual indica
que él llegó a ser parte del hijo varón al experimentar a Cristo. Por un
lado, él era parte de la mujer que estaba a punto de dar a luz, y, por otro,
era parte del hijo varón. Dios puso a Pablo como ejemplo para los
creyentes (1 Ti. 1:16). Todos debemos ser como él. Por un lado, debemos
ser parte de la mujer que sufre dolores de parto a fin de dar a luz al hijo
varón, y por otro, debemos ser el hijo varón que derrota al enemigo de
Dios y trae el reino de Dios para que Su propósito se realice.

EL DRAGON ABORRECE A LA MUJER


El enemigo aborrece a esta mujer y procura devorar al hijo varón. La
guerra se debe al deseo del enemigo de que esta mujer deje de realizar su
función. Aun hoy, somos pocos los que estamos en Anaheim. Algunas
veces me pregunto por qué la gente se nos opone tanto y hace lo posible
por exterminarnos. Humanamente es difícil entender este fenómeno.
Incluso muchos de los que se nos oponen y nos critican no saben por qué
lo hacen. Pero el gran dragón sí lo sabe. El sabe que algunos del pueblo de
Dios están reasumiendo su verdadera posición como la mujer. Una vez
que asumimos esta posición, Dios tiene la oportunidad de producir al hijo
varón. Satanás, el insidioso que está detrás de los opositores, sabe que
algunos del pueblo de Dios han tomado la posición de la mujer y que van
a ser fecundados por Cristo y darán a luz al hijo varón. En esta guerra
tenemos que tocar el trono, apelar a la más alta autoridad y ejercitar
nuestro espíritu para pelear la batalla.
LA IMPORTANCIA DE RECIBIR
ESTA GRAN VISION
En la actualidad es crucial que comprendamos que somos la mujer. Como
tal, tenemos que someternos a nuestro esposo, estar abiertos a El y recibir
de El algo, a fin de que Su elemento pueda ser forjado en nuestro ser.
Como resultado, no sólo quedaremos encinta, sino que al final daremos a
luz al hijo varón. En esto consiste la economía de Dios. Espero que todos
veamos la señal, tan simple y tan profunda a la vez, de la mujer
resplandeciente, quien da a luz al hijo varón, el cual se opone al gran
dragón. Si recibimos esta visión, nuestra idea acerca de nuestra vida
cristiana cambiará radicalmente. ¿Qué significado tendría ser humildes,
amables, santos o espirituales sin tener a la mujer ni al hijo varón?
LA MANERA DE SER UNO
Usted y yo como individuos no somos la mujer. Sólo colectivamente,
como una unidad corporativa, podemos todos nosotros ser la mujer. Puesto
que sólo hay una mujer, todo aquel que disienta en el pueblo de Dios deja
de ser parte de esta mujer. La única forma en que podemos ser uno es
sometiéndonos a Cristo y recibiendo algo de El. Si no nos sometemos a
Cristo, no podemos ser uno. La verdadera unidad sólo proviene de nuestra
sumisión a nuestro único esposo, a nuestra única cabeza. Además,
solamente debemos recibir el elemento de Cristo. Es posible que tengamos
diferentes conceptos, pero no debemos recibir nada de nuestros conceptos.
Si usted recibe algo de sus conceptos, inmediatamente se dividirá de los
demás.
Satanás, la serpiente, es muy astuto. No me ha sido fácil perseverar en casi
cincuenta años de la vida de iglesia. ¡Cuántas ideas e imaginaciones sutiles
existen! A veces, aun los queridos santos son usados por el enemigo para
suscitar preguntas, hacer sugerencias y plantear interrogantes que causan
dudas. Ninguna de estas cosas proviene de Cristo. Cuando uno reciba estas
cosas, se dividirá. Pero si usted ha recibido la visión, nunca aceptará
ningún concepto, ninguna propuesta, ninguna crítica, ninguna sugerencia
ni ninguna duda. Usted solamente recibirá lo que provenga de Cristo.
Aunque miles de ideas le sean presentadas, usted dirá: “No voy a recibir
nada de esto. Solamente voy a recibir lo que venga de Cristo. Si yo recibo
algo que no proceda de Cristo, cometo fornicación”. Si nos sometemos a
nuestro esposo y sólo recibimos lo que proceda de El, seremos castos y
puros y seremos uno. De no ser así, seremos fornicarios y estaremos
divididos. La fornicación es la confusión causada por la división.
Necesitamos recibir esta visión que nos regula. Entonces seremos uno y
daremos a luz al hijo varón, el cual derrotará al enemigo de Dios y traerá
el reino de Dios.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y SEIS
EL HIJO VARON Y
EL RESTO DE LA DESCENDENCIA DE LA MUJER
Vimos ya que la mujer mencionada en Apocalipsis 12 no es una mujer
individual sino una mujer universal y colectiva que simboliza la totalidad
del pueblo de Dios. En Génesis 3:15 la mujer era una persona específica e
individual; la simiente, Cristo, también era un individuo; y la serpiente era
una pequeña culebra. Estos tres —la mujer, la simiente y la serpiente—
eran individuos y todavía no se habían desarrollado. Pero en Apocalipsis
12 la mujer que vemos es universal y colectiva, y simboliza todo el pueblo
de Dios: los patriarcas, representados por las doce estrellas; Israel,
representado por la luna; y la iglesia, los creyentes neotestamentarios,
representados por el sol. En Apocalipsis 12 la serpiente se ha convertido
en un dragón. La serpiente se arrastra sobre la tierra, mientras que el
dragón vuela por los aires. Ahora Satanás no sólo se mueve sobre la tierra,
sino que también está muy activo en el aire. La simiente que se menciona
en este capítulo no es solamente el Cristo individual sino una entidad
corporativa, el Cristo corporativo, que consta de Cristo, quien es la
Cabeza, y de todos los santos vencedores, el Cuerpo. Así que los tres
personajes de Génesis 3:15 se presentan en una forma desarrollada en
Apocalipsis 12. En este mensaje vamos a considerar al hijo varón y al
resto de la descendencia de la mujer.
I. EL HIJO VARON
A. La parte fuerte que está dentro de la mujer
El versículo 2 dice que la mujer estaba encinta, y el versículo 5 dice que
“dio a luz un hijo varón”. Este hijo, un varón, representa la parte fuerte del
pueblo de Dios. Aunque en el versículo 2 este niño estaba dentro de la
mujer, la Palabra no lo llama un niño, sino un hijo varón. Al leer y orar
con respecto a este pasaje, nos damos cuenta de que el hijo varón no es un
niño. Por el contrario, se refiere a la parte fuerte dentro de la mujer. Esta
representa la totalidad del pueblo de Dios. Ahora bien, a lo largo de las
generaciones han vivido algunos que han sido los fuertes entre el pueblo
de Dios. Estos son considerados en la Biblia la unidad colectiva que pelea
la batalla por Dios y que trae a la tierra el reino de Dios.
La historia demuestra que no todos los que componen el pueblo de Dios
son fuertes. No, los fuertes sólo constituyen una minoría del pueblo de
Dios. Tal fue el caso durante el tiempo de los patriarcas. ¿No cree usted
que en los días de Noé había otros que pertenecían a Dios aparte de él? Yo
creo que Dios tenía centenares de personas. Sin embargo, Noé era fuerte.
A lo largo de la historia de Israel hubo centenares de millares que
pertenecían a Dios, pero sólo unos pocos eran fuertes. Por ejemplo, Elías y
Jeremías eran fuertes. Sin duda alguna, la mayoría del pueblo de Dios era
Su pueblo verdadero, pero no eran fuertes. Hallamos lo mismo en el
Nuevo Testamento. Hubo millares de cristianos en los primeros días; no
obstante, solamente unos pocos eran verdaderamente fuertes. Aun en la
actualidad, hay millares, millones, de cristianos, pero no son muchos los
fuertes. Los animo a todos ustedes a ser fuertes.
No debemos ser solamente parte de la mujer, sino que debemos ser parte
del hijo varón. En la Biblia la mujer representa a los débiles, y el hombre a
los fuertes (1 P. 3:7). El hijo varón, la parte fuerte, está dentro de la mujer,
la parte débil. Aunque la mujer resplandece y es universal, no es nada
fuerte. Sólo una parte de ella lo es. Esto también se cumple en las iglesias
locales, aun aquí en Anaheim. No todos los que se reúnen en Anaheim son
fuertes. De hecho, creo que hay más débiles que fuertes. ¿Cuál es el caso
en su propia localidad? En todas partes los fuertes son pocos, y los débiles
son muchos.
Hay un proverbio que dice que si no tenemos cantidad, no podemos tener
calidad. La calidad resulta de la cantidad. Supongamos que Dios tiene cien
mil personas. Si el uno por ciento de éstas fueran fuertes, entonces El
tendría mil personas fuertes. Primero tenemos cantidad, y luego calidad.
Dios es sabio. Primero El obtiene la cantidad; llama a muchos; pero
escoge a unos cuantos. Como dice en Mateo 22:14: “Muchos son
llamados, y pocos escogidos”.
Aunque todos hemos venido al recobro del Señor, no debemos decir que
todos los que están en el recobro serán vencedores. No tenemos garantía
alguna para afirmar tal cosa. Sólo podemos decir que los que están en el
recobro tienen una mayor posibilidad de ser vencedores. Ser un vencedor
depende de cuánto participe uno de la gracia de Dios. La medida de la
gracia de Dios que tenga usted, determinará si usted es fuerte entre el
pueblo de Dios que está en el recobro del Señor. Le doy gracias al Señor
porque todos nosotros somos parte de la mujer, pero no me atrevo a decir
que todos seamos parte del hijo varón. Tenemos que acudir al Señor para
ser enriquecidos, fortalecidos y hechos más firmes, a fin de crecer y pasar
de la mujer a su parte fuerte. Pero no importa cuán fuerte llegue a ser
usted, no se separe prematuramente de la mujer. Si lo hace, será un
abortivo. Tenga cuidado con ser “demasiado fuerte”. Si usted es
demasiado fuerte, saldrá de la mujer prematuramente. Permanezca en la
mujer como parte del hijo varón hasta que llegue el día del
alumbramiento.
¿Cómo podemos ser parte del hijo varón? Si usted desea ser parte del hijo
varón, tiene que comer más, crecer más y fortalecerse. En términos
específicos, usted debe orar más, pasar más tiempo con el Señor, comer
más de la Palabra, experimentar más al Señor, crecer más en vida, y ser
juzgado y castigado por el Señor a un mayor grado. Si otros esparcen
chismes, usted no lo hará. Si otros no oran, usted orará más. Usted no debe
separarse de la mujer, pero sí debe ser diferente a los demás en cierta
medida. Hablar de la mujer es bastante general. Los que forman parte del
hijo varón son, en cierto modo, peculiares. Muchos de los amados
hermanos que están en el recobro del Señor son indiferentes; tienen poco
apetito y no les llama la atención comer. Pero si usted desea estar en el
hijo varón, no debe ser indiferente. Debe ser una persona peculiar, sobria y
determinada. Debe tener un buen apetito y tener contacto directo con el
Señor cada momento. Si hace esto, es posible que llegue a constituir la
parte fuerte del recobro del Señor, la parte fuerte que está dentro de la
mujer. Estar en el hijo varón depende de la manera en que reaccionemos al
deseo de Dios, a Su mover, y a Su economía eterna. Si día y noche usted
no puede vivir sin entregarse plenamente a la economía de Dios, es muy
posible que usted sea parte del hijo varón.
La economía del Señor depende de los fuertes y no de los indiferentes; el
caso es el mismo con el recobro del Señor. Es posible que haya millares de
personas en el recobro del Señor; mas no todas son fuertes. Alabado sea el
Señor por los fuertes. El recobro del Señor depende en su totalidad de
ellos. No todos los que están en el recobro del Señor en los Estados
Unidos son fuertes. Algunos dicen: “Aprecio el recobro del Señor, pero a
mí me es imposible llegar al final”. Una persona así toma el recobro en
serio y lo aprecia, pero no tiene una entrega absoluta. Damos gracias al
Señor por los que son francos y fieles, ya que ellos se dan por completo;
ésta es su afirmación: “¡He llegado a lo verdadero! Me entregaré
plenamente a esto. No quiero ser neutral”. Debemos ser o fríos o calientes,
pero no tibios. Si somos tibios, sólo serviremos para ser vomitados de la
boca del Señor (3:16).
En primer lugar, la economía del Señor está relacionada con Su pueblo, el
cual está representado por la mujer, pero la mujer sola no puede llevarla a
cabo. Se necesitan los fuertes. Este principio siempre se aplica. Debemos
ser fuertes y entregarnos sin reservas. Si seguimos este camino, debemos
hacerlo sin la más mínima reserva. Pero si no tomamos este camino,
debemos olvidarlo. No sólo debemos ser parte de la mujer, sino también
del hijo varón que está en ella. No es suficiente solamente estar en el
recobro del Señor. Tenemos que estar entre los que constituyen la parte
fuerte del recobro del Señor. Tenemos que resistir toda prueba y
tribulación que venga. Todos ustedes han oído bastante del hermano
Watchman Nee. El estuvo encarcelado por más de veinte años. Durante
esa larga prueba, él estuvo tentado todos los días a ceder. Pero alabado sea
el Señor porque durante más de veinte años él permaneció en su posición
y no cambió. El estaba verdaderamente en la parte fuerte. No busquen
pretextos. Más bien, díganse a sí mismos: “Débil ego, vete. No tengo lugar
para ti y no me interesas. Sólo me interesa el Señor, Su testimonio y Su
recobro”. Todos tenemos que entregarnos plenamente y ser fuertes.
Si usted se da sin reservas y es fuerte, su apetito aumentará. Algunos creen
que los tres mensajes que publica la estación de este ministerio son
demasiado material para digerir. Cuando yo era joven, podía absorber
treinta mensajes a la semana. Qué fácil es digerir solamente tres mensajes
por semana. Sólo necesitamos leer seis páginas al día. Sin embargo, si
usted no tiene apetito, aun un pequeño dulce será demasiada comida.
Nosotros comemos según el hambre que tengamos. ¿Tiene usted un gran
apetito? Si es así, usted querrá devorar toda la Biblia. Tres mensajes por
semana no son demasiado. Incluso tres mensajes por día no serían nada
exagerado. Muchos de ustedes tienen tiempo de esparcir chismes, pero no
tienen tiempo para leer unas cuantas páginas de los mensajes del Estudio-
vida. ¿Está usted en el hijo varón? Si lo está, entonces tendrá apetito. Las
madres saben que si un niño no tiene buen apetito, no puede crecer ni ser
fuerte. Si usted no come, no será fuerte ni crecerá. El recobro del Señor
depende de los que tienen apetito. Estar en el hijo varón depende de cuánta
hambre y sed tenga uno. Si usted verdaderamente tiene sed, aborrecerá los
chismes y las sandeces. Usted dirá: “Estoy aquí para recibir
adiestramiento, para ser fortalecido, nutrido y edificado. No tengo ni
interés ni tiempo para regar chismes. No tengo interés alguno en
conversaciones ociosas”. Si usted obra de este modo, demuestra que tiene
la posibilidad de ser parte del hijo varón. Nuestro único interés es el
recobro del Señor. Recuerden que el recobro del Señor es la expresión
práctica de Su economía hoy. Solamente el hijo varón puede llevar a cabo
la economía del Señor.
A la mayoría de los cristianos le es difícil entender Apocalipsis 12.
Muchos no pueden entender quién es la mujer y quiénes son el resto de la
descendencia de ella. Uno no puede comprender esto según el
entendimiento natural. La mujer está compuesta de toda su descendencia.
Si ella tuviera mil hijos, éstos, en conjunto, constituirían la mujer. No
piense que esta mujer es una entidad separada de sus hijos. La mujer, la
madre, es los hijos, y los hijos son la mujer.
Este capítulo no se aplica al futuro solamente, pues empezó en Génesis
3:15. Abel era descendiente de la mujer. Como tal, él era pare de la mujer
y fue perseguido por Caín su hermano, quien era parte de la serpiente. La
serpiente que hizo daño a Eva en Génesis 3, se introdujo sutilmente en
Caín en Génesis 4, y así lo hizo parte de sí. Según Juan 8:44 no fue Caín
quien mató a su hermano, sino Satanás, la serpiente. En Génesis 4 vemos
que la mujer está representada por Abel, y la serpiente por Caín. Al
avanzar en el Antiguo Testamento, vemos que Elías y Jeremías eran parte
de la mujer y que los que se les oponían eran parte de la serpiente. El
Señor Jesús era, sin lugar a dudas, la simiente de la mujer. En frente de El
estaba la simiente de la serpiente, la “cría de víboras” (Mt. 23:33), o sea
los fariseos. Todos los que se oponían al Señor Jesús eran parte de la
serpiente. Cuando el apóstol Pablo era Saulo de Tarso y perseguía a la
iglesia y la asolaba, era parte de la serpiente. Pero el Señor lo llamó, y
Saulo vino a ser parte de la mujer. Todas las sinagogas de Satanás (2:9)
también eran parte del dragón. En los días en que se escribió el Nuevo
Testamento, la serpiente había llegado a ser un gran dragón. Todas las
sinagogas judías habían llegado a ser uno con la serpiente en la
persecución de la mujer.
Esto ha continuado por todas la generaciones hasta el presente. Hoy en
día, en cierto sentido, somos la mujer, pero en otro sentido, somos el hijo
varón. Directamente frente a nosotros está el dragón. Aun mientras hablo,
puedo ver al dragón delante de mí. No le teman, pues nosotros tenemos al
que es más fuerte que él (1 Jn. 4:4). El dragón puede enviar aguas, pero
Dios usará la tierra para que las trague (12:15-16). Abel fue el primer
miembro del hijo varón. Todos los mártires también son parte del hijo
varón. Ya veremos que todos los vencedores que murieron están incluidos
en el hijo varón.
El período en el que la mujer está encinta no es nueve meses, sino
aproximadamente seis mil años. Su preñez dura desde la muerte de Abel
hasta los días de la gran tribulación cuando Satanás será uno con el
anticristo y juntos perseguirán a los creyentes que queden en la tierra
durante la gran tribulación. Los cristianos que se rehúsen a adorar la
imagen del anticristo serán los vencedores tardíos mencionados en
Apocalipsis 15. Desde los días de Abel hasta Apocalipsis 15 habrán
transcurrido unos seis mil años. Este es el lapso en el que la mujer está
encinta.
Frente a la mujer que está a punto de dar a luz al hijo varón está la
serpiente que se ha convertido en el dragón. Este ser insidioso ha estado
peleando a lo largo de los siglos con la intención de destruir al pueblo de
Dios. El ha usado todos los medios, incluyendo al judaísmo y al
catolicismo, para lograr su cometido. En la historia de los mártires escrita
por Foxe, él dice que la Iglesia Católica Romana llegó a matar más santos
que el Imperio Romano. Si usted va a España, no tendrá la misma libertad
de hablar que tenemos en Estados Unidos. Si usted habla públicamente,
probablemente será perseguido por los religiosos. Aunque ellos lo
persiguen tratando de preservar la religión de ellos, no se dan cuenta de
que son parte del dragón. En la actualidad se sigue librando esta guerra de
persecución. Algunas veces me preguntan por qué somos confrontados
con tanta oposición, y por qué no se habla bien de nosotros. En tanto que
estemos firmes proclamando el testimonio de Jesús, hallaremos oposición.
Satanás nunca duerme; día y noche hace lo posible por destruir el
testimonio del Señor. Pero alabado sea el Señor que Su recobro está aquí.
La verdadera mujer está aquí, y dentro de ella está el hijo varón.
No crean que Apocalipsis 12 habla solamente de eventos futuros. No,
empezó en Génesis 3:15 y ha continuado desde entonces. En Gálatas 4:29
Pablo dice que los que son de la carne persiguen a los que son del espíritu.
Los carnales son uno con el dragón, y los espirituales son los que están en
la mujer y en el hijo varón. La mujer está ahora sobre la tierra. En ella se
encuentra la parte fuerte, el hijo varón. Esta es la razón por la cual
hallamos tanta oposición y tanta lucha. Esta oposición es una señal de que
somos la mujer que lleva en su vientre el hijo varón, pues si no lo
fuésemos, no afrontaríamos ninguna oposición. ¡Alabado sea el Señor por
la oposición! Es una evidencia de que estamos en la mujer y en el hijo
varón que está en ella.
B. Resucitan los vencedores
de todas las generaciones
El hijo varón consta de los vencedores que resucitan. El hijo varón
“pastoreará con vara de hierro a todas las naciones” (v. 5), lo cual indica
que él consta de todos los vencedores, como se indica en 2:26-27. Estos
son los vencedores que ya han muerto.
1. “Dado a luz”
El versículo 5 dice que la mujer “da a luz” un hijo varón. En este pasaje
“ser dado a luz” alude a la resurrección, como en Hechos 13:33-34. El hijo
varón está compuesto de los santos vencedores que murieron y fueron
resucitados. Esto se demuestra con la expresión hasta la muerte que se usa
en el versículo 11. El Señor Jesús fue engendrado en resurrección y así fue
hecho el Hijo primogénito de Dios. Ese fue un nacimiento. Hechos 13:33-
34, donde se cita Salmos 2:7, revela que cuando Jesús resucitó, fue
engendrado como Hijo primogénito de Dios. Antes de eso, El era el Hijo
unigénito de Dios y sólo tenía divinidad, pero mediante Su resurrección
fue engendrado como Hijo primogénito de Dios, y ahora tiene divinidad y
humanidad. Todos los vencedores que mueran serán parte del hijo varón.
El hijo varón llegará a existir por la resurrección. Abel, los apóstoles y
muchos mártires y santos que murieron, esperan el momento de la
resurrección. La resurrección de todos los vencedores que murieron será el
nacimiento del hijo varón. Por consiguiente, el hijo varón se compone de
todos los vencedores que hayan muerto antes de que se produzca esta
resurrección. Si usted es un vencedor en el presente y vive hasta que
regrese el Señor, no será parte del hijo varón; será parte de las primicias,
las cuales se mencionan en el capítulo 14. Pero si es un vencedor y muere
antes del regreso del Señor, será resucitado como parte del hijo varón. De
modo que el hijo varón no representa a los vencedores que vivan hasta la
venida del Señor, sino a los vencedores que hayan muerto y que serán
resucitados inmediatamente antes de que el Señor vuelva. Esta
resurrección será el nacimiento de ellos como hijo varón.
2. Se compone de “los hermanos”
El hijo varón que es dado a luz en el versículo 5 se compone de los
hermanos, mencionados en el versículo 10, a quienes Satanás, el enemigo
de Dios, se ha opuesto y a quienes acusa. Ellos lo vencieron mediante la
sangre del Cordero, mediante la palabra de su testimonio y por despreciar
la vida de su alma hasta la muerte (v. 11).
3. Hasta la muerte
Indudablemente “hasta la muerte” (v. 11) alude al martirio. Algunos
hermanos que componen el hijo varón mueren como mártires por causa
del testimonio del Señor. Esto demuestra que el hijo varón dado a luz por
la mujer constará de los vencedores que hayan muerto y que sean
resucitados.
4. Vencen al diablo, a Satanás
Ya vimos que la guerra se libra entre el dragón y la mujer. Sin embargo,
ésta no pelea la batalla. La batalla la pelea el hijo varón. Ahora hay guerra
entre el dragón y el recobro del Señor. Pero la batalla la pelean los fuertes,
el hijo varón. Los hermanos que constituyen el hijo varón pelean contra
Satanás, y al final lo vencen. Ellos lo vencen valiéndose de tres cosas: la
sangre del Cordero, la palabra de su testimonio y el menosprecio de la
vida de su alma hasta la muerte.
a. La sangre del Cordero
La sangre del Cordero, derramada por nuestra redención, responde delante
de Dios a todas las acusaciones del diablo en contra nuestra, y nos da la
victoria sobre éste. Necesitamos aplicar dicha sangre cuando percibamos
la acusación del diablo. Si usted está en guerra contra Satanás, el acusador
lo condenará constantemente. Muchos de nosotros podemos atestiguar que
cuando somos indiferentes no somos acusados. Pero cuando despertamos
y empezamos a guerrear contra Satanás, entonces vienen las acusaciones.
Satanás dice: “Mírate, no eres muy bueno que digamos. No te portas muy
bien con tu esposa ni con los hermanos”. Algunas acusaciones son válidas,
pero otras son calumnias inventadas por el acusador. Día tras día
necesitamos que la sangre no sólo nos limpie sino que también nos
defienda. No sólo tenemos la sangre redentora, sino también la sangre
prevaleciente, la sangre que vence. Si usted ha hecho algo malo, necesita
limpiarse de ello, pero no acepte las acusaciones del enemigo. Cuando
usted despierta y, como parte fuerte de la mujer, asume una posición
definida en contra del dragón, inmediatamente él siembra acusaciones en
su conciencia. No preste atención a las acusaciones que le trae. Diga más
bien: “Señor, cubre mi conciencia y mis pensamientos con Tu sangre
prevaleciente. Tu sangre derrota al enemigo”. Usted debe fortalecer su
conciencia bajo la sangre que cubre. Los hermanos vencen al acusador por
medio de la sangre del Cordero.
Según nuestra experiencia, cuando nos volvimos al Señor para que El
lograra Su propósito, las acusaciones no se tardaron. Pero no sabíamos que
esas acusaciones venían del enemigo. Pensábamos que se trataba de la
función normal de nuestra conciencia al ser iluminada. Satanás, la
serpiente, es un ser insidioso. El siempre obra encubiertamente, fingiendo
ser algo que no es. Muchas veces Satanás finge ser nosotros. Cuando
éramos indiferentes para con el propósito de Dios, no teníamos problema
alguno en nuestro ser. Pero cuando nos volvimos al Señor y a Su
propósito, parece que nuestra conciencia trabajaba continuamente
recordándonos las ocasiones en que habíamos obrado indebidamente.
Quien lo acusaba no era su conciencia, sino Satanás. ¿Cómo podemos
comprobar que es Satanás? Si su conciencia funciona debidamente bajo la
luz de Dios, entonces cuando usted confiesa su pecado y aplica la sangre,
la condenación cesa y usted tiene paz verdadera. Si ésta es su experiencia,
entonces la acusación proviene de su conciencia iluminada, la cual ejerce
su función en usted. Pero muchos de nosotros podemos testificar que
después de confesar el asunto y de aplicar la sangre, la acusación
permaneció. Esta no es la reprensión de nuestra conciencia, sino la
acusación del diablo. La reprensión viene de Dios, pero la acusación
procede del acusador. Cualquier condenación que no cese después de que
confesamos el asunto y de que aplicamos la sangre, indudablemente
proviene del diablo. Una vez que nos percatamos de esto, debemos decirle
a Satanás: “¡Detente! No voy a confesar esto otra vez. Esto no proviene de
mí; procede de ti. Diablo, ésta no es la iluminación de Dios; es tu
acusación. Yo no soy perfecto, pero tienes que entender que estoy bajo la
sangre del Cordero, y la sangre es mi perfección. ¿No ves que estoy bajo
la sangre? Soy uno de los hermanos que te vencen, no por mi perfección,
sino por la sangre de mi Redentor”.
Ninguno de nosotros sabe cuánto significado tiene la sangre. Sólo Dios lo
sabe. El diablo sabe más que nosotros en cuanto a las implicaciones que
tiene la sangre. En mis primeros años de ministerio tuvimos la experiencia
de expulsar demonios. En esa época predicábamos bastante el evangelio
en China y con frecuencia teníamos que lidiar con casos de posesión
demoníaca. Muchas veces mientras orábamos para echar fuera un
demonio, se suscitaban acusaciones penetrantes en contra nuestra. El
demonio decía: “¿Vas a orar para expulsarme? ¿No te acuerdas que
anoche te enojaste con tu esposa? ¿Y vienes ahora a echarme fuera?”.
Inmediatamente nuestra oración se debilitaba y nuestra boca se cerraba.
En vez de orar, declarábamos: “Sí, anoche me enojé con mi esposa. Pero
demonio, ¿no sabes que yo estoy bajo la sangre?”. Cuando uno menciona
la sangre, los demonios son derrotados. Ellos saben más que nosotros
acerca del poder de la sangre. En varias ocasiones, algunas mujeres que
estaban poseídas de demonios tomaron tijeras y, mientras nosotros
orábamos, nos amenazaban con cortarnos. Entonces declarábamos:
“Estamos bajo la sangre. Recuerden, demonios, que su líder y rey,
Satanás, el diablo, fue crucificado y que él y ustedes han sido juzgados”.
Cuando uno dice esto, la persona poseída por el demonio se calma. En
nuestra experiencia hemos visto el poder y la autoridad que tiene la sangre
del Cordero. Tenemos que aplicar la sangre siempre y decirle al diablo que
no somos perfectos, pero estamos bajo la sangre perfecta. No es la
perfección nuestra la que cierra la boca de los demonios, sino la sangre del
Cordero. Ninguno de nosotros es completamente perfecto. Nuestra
perfección es fragmentaria. No confíe en su perfección y no pelee la
batalla usando su perfección. Aun ahora mientras ministro, no lo hago
basándome en mi perfección. Tengo que venir a ministrar basándome en la
sangre. ¡Aleluya, la sangre está aquí! Todos debemos ver la sangre y
declarar que estamos cobijados por ella. Esta sangre es la sangre que
prevalece, la que habla y la que está llena de implicaciones. Solamente
Dios, y hasta cierto punto el diablo, sabe cuánto significa esta sangre. Pero
sepamos o no todo lo que significa la sangre, de todos modos, si la
aplicamos tenemos a nuestra disposición todo lo que ella significa.
b. Por la palabra del testimonio de ellos
Ellos también han vencido al enemigo por “la palabra del testimonio de
ellos”. Esta es la palabra que testifica que el diablo fue juzgado por el
Señor. Cuando percibimos la acusación del diablo, debemos testificar
verbalmente que el Señor ya lo juzgó. Tenemos que declarar audiblemente
la victoria del Señor sobre él. Debemos testificar no sólo ante los hombres
sino también ante los demonios, diciendo: “Demonios, recuerden que
Satanás, el rey de ustedes, ya fue derrotado por el Señor Jesús. Ustedes no
tienen por qué estar aquí molestándome”. Junto con este testimonio a los
demonios, usted debe predicarle a Satanás, diciéndole: “Satanás, ¿no sabes
que fuiste clavado en la cruz? Ya fuiste juzgado y tu sentencia es el lago
de fuego”. Este es el testimonio que expresan verbalmente. No guarde
estos pensamientos en su mente; dígalos a Satanás. Aunque no haya nadie
con usted en su cuarto, Satanás está ahí. He predicado a los demonios y a
Satanás. Dicha predicación no la hice para que él se arrepintiera, sino que
sirvió de repelente. Al rociar a los “bichos” con el veneno celestial
mediante nuestro testimonio audible, los matamos a todos. Tal vez usted
no vea a los demonios, pero ahí están. Algunos hermanos se preguntan
cómo puedo yo ser tan osado. La razón es que al predicarles a los
“insectos”, soy fortalecido. Pero mi fuerza no viene de lo que soy yo, sino
de lo que es la sangre. Yo no soy el veneno. Los demonios no temen a lo
que soy yo, pero sí le temen a la sangre del Cordero. Debemos aplicar esta
sangre.
Poco después de mudarnos a nuestra nueva casa, nos empezaron a
perturbar los topos. Algunos hermanos echaron veneno en los agujeros
que habían hecho los topos, y éstos fueron exterminados. Nuestro
“veneno” hoy es la sangre de Jesús y la palabra de nuestro testimonio.
Debemos proclamar la palabra de nuestro testimonio. En ocasiones, usted
tal vez deba predicarle a Satanás durante varios minutos, diciendo:
“Satanás, tú me has engañado por años. Un día mi Señor vino a mí y me
dijo que fui redimido en la cruz. Satanás, ¿no sabes esto?”. Háblele de ese
modo. Muchos entre nosotros nunca le han predicado a Satanás, pero
debemos aprender a hacerlo. Si usted desea predicar de una manera
prevaleciente, la primera persona a quien debe predicar es Satanás. Esta
predicación dirigida al enemigo es la palabra de nuestro testimonio.
Nosotros atestiguamos que somos pecadores y que el Señor es nuestro
Redentor. El murió en la cruz por nuestros pecados, y ahora tenemos Su
sangre a nuestra disposición. ¡Díganle esto a Satanás! Después de hablarle
de esto, díganle: “Satanás, no tienes por qué estar aquí. Tu destino es el
abismo y luego el lago de fuego. Pero quiero que te quedes aquí hasta que
yo acabe el mensaje que tengo para ti. Sólo entonces te dejaré ir”. Si usted
le predica así a Satanás, el acusador no se atreverá a perturbarlo más
puesto que usted lo perturba a él. Después de terminar su mensaje, dígale
al enemigo: “Satanás, no regreses; si lo haces te daré un sermón más
largo”.
Los hermanos le vencieron no sólo por medio de la sangre, sino también
por la palabra del testimonio de ellos. La sangre es el hecho firme, y la
palabra es nuestra predicación. La sangre implica que nuestros pecados
fueron perdonados y quitados, que fuimos crucificados, que Satanás fue
juzgado, y que su cabeza fue aplastada. Cuando aplicamos la sangre,
aplicamos todos estos hechos. Después de aplicar la sangre, debemos
declararle a Satanás los hechos. Es así como vencemos al enemigo.
Si ustedes aplican la sangre y le predican a Satanás, él estará atemorizado.
El los acusa a ustedes, los perturba y los inutiliza. El desea destruirlos con
sus acusaciones. Me temo que muchos queridos hermanos todavía son
destruidos por las acusaciones del diablo. Ellos dicen: “Amo al Señor,
pero no soy perfecto. He cometido muchos errores y he fracasado muchas
veces”. El resultado de estas acusaciones es que lo apabullan a uno. Al ser
incapacitados por estas acusaciones, el enemigo los lleva presos. Pero
ustedes deben declararle al diablo: “Diablo, mi base no es mi perfección.
Mi base y mi cubierta es la sangre”. Cualquiera que esté bajo la acusación
de Satanás debe predicarle un largo sermón. Si usted hace esto,
inmediatamente será fortalecido.
c. Desprecian la vida de su alma
Los hermanos también vencieron al enemigo despreciando la vida del
alma. Por la caída de Adán, Satanás se unió a la vida anímica del hombre,
a su yo (Mt. 16:23-24). Por lo tanto, para vencerlo debemos aborrecer la
vida de nuestra alma, y negarnos a ella (Lc. 14:26; 9:23). Los creyentes
que vencen, quienes constituirán el hijo varón, “despreciaron la vida de su
alma hasta la muerte”. Los que desprecian la vida de su alma están
dispuestos a morir como mártires. Tenemos que aborrecer nuestro yo.
Siempre que amemos la vida de nuestra alma, somos polvo, que es la
comida de Satanás. Pero si menospreciamos la vida de nuestra alma,
nuestro yo, no habrá polvo, y Satanás morirá. Cuando damos muerte a la
vida de nuestra alma, también muere Satanás. Esta es la manera en que
nosotros, como la parte fuerte de la mujer, vencemos a Satanás.
Si ustedes le predican a Satanás, él se irá de ustedes. De manera que deben
estar preparados para decir: “Satanás, aun si tú me odias, estoy muerto
para ti. Estoy dispuesto a hacer a un lado la vida de mi alma, pues cuando
muera, tendré una graduación gloriosa”. Si ustedes están dispuestos a
perder la vida de su alma, Satanás no podrá hacerles nada. Si él los
molesta, ustedes le pueden predicar; si los aborrece, ustedes mueren para
él. ¿Qué podrá hacer él entonces? No podrá hacer nada y se tendrá que
rendir. Es así como se derrota al enemigo.
5. Es dado a luz por la mujer que sufre
El hijo varón es dado a luz por la mujer sufriente, por el pueblo de Dios
que padece (vs. 2, 4-5). La expresión clamaba, que hallamos en el
versículo 2, indica que estaba orando. “Con dolores de parto, en la
angustia del alumbramiento” significa que a lo largo de las generaciones el
pueblo de Dios ha sufrido dolores de parto (Is. 26:17-18; Jer. 6:24; 13:21;
30:6; Mi. 4:9-10; 5:3; Gá. 4:19) para dar a luz al hijo varón que peleará
por el reino de Dios.
6. Rige a todas la naciones
El versículo 5 dice que el hijo varón “pastoreará con vara de hierro a todas
las naciones”. Esto se refiere a la autoridad de Cristo (Sal. 2:9), la cual da
a los vencedores (2:26-27). El hijo varón, que consta de los vencedores
que resucitaron, ejercerá la autoridad de Cristo sobre las naciones y las
regirá junto con Cristo en el reino milenario (20:4, 6).
C. Fueron arrebatados
El versículo 5 también dice que el hijo varón “fue arrebatado a Dios y a Su
trono”. El arrebatamiento del hijo varón difiere del arrebatamiento de la
mayoría de los creyentes, lo cual se menciona en 1 Tesalonicenses 4:17.
Allí la mayoría de los creyentes será arrebatada a los aires cuando suene la
trompeta final (1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16), la séptima trompeta (11:15). Pero
aquí el hijo varón es arrebatado al trono de Dios antes de los “mil
doscientos sesenta días”, que será el tiempo de la gran tribulación, los tres
años y medio (o cuarenta y dos meses, v. 14; 13:5; 11:2), los cuales
comienzan al sonar la quinta trompeta (9:1).
II. EL RESTO DE LA DESCENDENCIA DE LA MUJER
El resto de la descendencia de la mujer que se menciona en el versículo 17
es la parte débil de ella, la cual incluye a los israelitas que guardan los
mandamientos de Dios y a los creyentes que tienen el testimonio de Jesús.
Tanto los israelitas como los creyentes débiles serán dejados y pasarán por
la gran tribulación. Ellos serán perseguidos y atacados por el dragón.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y SIETE
EL GRAN DRAGON ESCARLATA
Y SU PERSECUCION
En Apocalipsis 12 se presentan tres figuras sobresalientes: la mujer, el hijo
varón y el gran dragón escarlata. A través de los siglos ha habido guerra
entre la mujer y la serpiente. De hecho, la batalla no la ha peleado la
mujer, sino el hijo varón. Este capítulo abarca todas las generaciones a
partir de Génesis 3:15, hasta el final de esta era. Pero presta especial
atención al cuadro de la actividad de Satanás durante los últimos tres años
y medio. Esta guerra empezó en Génesis 3:15, y llegará a su consumación
en los últimos tres años y medio. La mujer, junto con el hijo varón, y la
serpiente, la cual se hizo un gran dragón, pelearán hasta el día que
resuciten los vencedores que hayan muerto. Cuando todos los vencedores
que murieron sean resucitados como una sola entidad, el hijo varón tendrá
plena existencia. Esta entidad, que es la parte fuerte del pueblo de Dios,
será arrebatada antes de la gran tribulación, no a los aires, sino al trono de
Dios. Después del arrebatamiento del hijo varón, vendrán los últimos tres
años y medio, o sea los últimos mil doscientos sesenta días.
Después de ser arrebatado el hijo varón al trono de Dios, habrá guerra en
los cielos. Esto indica que los santos vencedores ejercerán una gran
influencia en la guerra que estallará en los cielos. Esta guerra sólo
comenzará cuando los santos vencedores sean resucitados y arrebatados.
Después de esto, se librará una guerra entre Satanás y sus ángeles y el
arcángel Miguel y sus ángeles. (Antes de la caída de Satanás, él también
era un arcángel). Después de ser arrebatado el hijo varón al trono de Dios,
no quedará lugar para el dragón, pues será derrotado y arrojado a la tierra.
Cuando éste descienda a la tierra, comenzará la gran tribulación. Durante
este lapso, el dragón hará lo posible por destruir al hombre que Dios creó
para que llevara a cabo Su propósito. Dios no ha tenido la forma de arrojar
de los cielos a Satanás debido a que hasta el momento no ha obtenido al
hijo varón. Dios necesita que un hombre corporativo logre esto por El.
El cuadro de Apocalipsis 12, que se centra en los últimos tres años y
medio, presenta un panorama completo de la enemistad entre la serpiente
y la mujer. Cuando Satanás haya sido arrojado a la tierra, causará gran
daño a la mujer, la cual todavía estará en la tierra. En este mensaje vamos
a ver lo relacionado con el gran dragón escarlata y la persecución que
lleva a cabo.
I. EL DRAGON
El versículo 3 dice: “También apareció otra señal en el cielo: he aquí un
gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus
cabezas siete diademas”. La serpiente es insidiosa, mientras que el dragón
es cruel.
A. Grande
El versículo 3 dice que el dragón es grande. En Génesis 3, Satanás era una
serpiente, una criatura pequeña. Aquí se ha convertido en un dragón,
mucho más grande que una serpiente. La serpiente ha crecido al punto de
ser un dragón debido a que ha comido mucho a través de los siglos.
B. De color escarlata
Este gran dragón es de color escarlata. El escarlata denota aquí el
derramamiento de sangre, es decir, los homicidios cometidos por Satanás
(Jn. 8:44). Abel fue el primero en ser hecho mártir a manos del dragón. En
Mateo 23:35 el Señor Jesús habló de la sangre de Abel el justo. El dragón
además de ser grande por haber comido, también es escarlata por haber
dado muerte a muchos vencedores a través de los años.
C. Tiene siete cabezas
El gran dragón escarlata tiene siete cabezas, que son los siete césares del
Imperio Romano (13:1; 17:10-11). Cuando lleguemos a 13:1, veremos que
éstas son las siete cabezas de la bestia y que la bestia no sólo es el Imperio
Romano sino también el anticristo. En Apocalipsis 17:9-10 se nos dice que
las siete cabezas son los siete césares. El hecho de que el dragón tenga
siete cabezas, las cuales son las cabezas de los siete césares y de la bestia,
indica que el dragón y la bestia son uno. Esto significa que los siete
césares del Imperio Romano son las cabezas de Satanás. Con esto vemos
que el Imperio Romano, especialmente el anticristo, es la corporificación
de Satanás.
D. Los diez cuernos
El dragón también tiene diez cuernos. Según Apocalipsis 17:3 y 10, estos
diez cuernos serán diez reyes que seguirán al anticristo. En el futuro, el
Imperio Romano será restaurado y estará conformado por diez reyes.
Estos equivalen a los diez dedos de los pies de la imagen que vio
Nabucodonosor en su sueño (Dn. 2:42-44). El Imperio Romano, igual que
las dos piernas de esta gran imagen, se dividió en dos secciones, el
Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente. Los diez
dedos, que todavía no han venido, serán los diez reyes que estarán bajo la
autoridad del anticristo. Ellos serán los diez cuernos del gran dragón. Esto
indica que el Imperio Romano, el anticristo y los diez reyes serán uno con
Satanás.
E. Siete diademas
Sobre las siete cabezas del dragón hay siete diademas, lo cual denota la
gloria del reinado de los siete césares. Estos césares tienen un reinado
extraordinario. Este reinado es su corona. Las coronas de los siete césares
también son las coronas del dragón puesto que ellos son uno con Satanás.
Cada uno de estos césares se adjudica divinidad, afirma ser Dios, y obliga
a la gente a adorarlo como si fuesen Dios. Al hacer eso, están en unión con
Satanás.
F. Su cola arrastra la tercera parte
de las estrellas del cielo
El versículo 4 dice: “Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas
del cielo, y las arrojó sobre la tierra”. “Las estrellas del cielo” equivalen a
los ángeles (Job 38:7; Is. 14:12). “La tercera parte de las estrellas del
cielo” debe de referirse a los ángeles caídos que siguieron a Satanás en su
rebelión contra Dios. Satanás los arrastra consigo. Después de ser
arrebatado a los cielos el hijo varón, no tolerará la presencia de Satanás en
los cielos. Entonces el cielo será despejado, y Satanás será arrojado a la
tierra. Cuando Satanás sea arrojado a la tierra, todos los ángeles caídos
serán lanzados con él (v. 9). En ese entonces, la tierra se llenará de ángeles
que dañarán la morada del hombre rebelde. ¡Qué horrendo lugar será! No
desearía estar en la tierra en ese entonces.
El dragón siempre arrastra cosas por naturaleza. Cualquier cosa que
arrastre en la vida de la iglesia es una señal del dragón. El dragón no sólo
arrastra a los ángeles, sino también, en ocasiones, a los santos.
G. Se para frente a la mujer
El versículo 4 dice que “el dragón se paró frente a la mujer que estaba para
dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como lo diese a luz”. Puesto
que Satanás se para delante de la mujer vemos que él siempre está en
contra del pueblo de Dios. Desde Génesis 3:15 hasta el presente, Satanás
ha estado continuamente peleando contra la mujer, con la intención de
devorar a su hijo. Durante los últimos tres años y medio, Satanás se
opondrá a esa parte del pueblo de Dios que quedará en la tierra durante la
gran tribulación.
No acepte la enseñanza errónea de que todos los cristianos serán
arrebatados antes de la gran tribulación. No hay ningún versículo que
respalde tal cosa. He estado estudiando este asunto del arrebatamiento
durante cincuenta años. En mi estudio he descubierto que las enseñanzas
cristianas profundas y ortodoxas concuerdan en que no es correcto el
concepto de que todos los cristianos serán arrebatados antes de la gran
tribulación y que ningún creyente pasará por la gran tribulación. Tal
concepto es una enseñanza errónea. Si usted lo recibe, es posible que sea
dejado en la gran tribulación. En Apocalipsis 12:5 vemos que el hijo varón
será arrebatado para Dios antes de los últimos tres años y medio. Después
del arrebatamiento del hijo varón, el resto de la descendencia de la mujer,
que consta de los judíos que guardan los mandamientos de Dios y de los
cristianos que tienen el testimonio de Jesús, será dejada sobre la tierra. Por
un lado, el hijo varón será arrebatado antes de los tres años y medio y, por
otro, la descendencia de la mujer, incluyendo tanto a los judíos como a los
cristianos, será dejada y pasará por la mayor parte de la gran tribulación.
Después de que Satanás sea arrojado a la tierra, hará todo lo posible por
perseguir al pueblo de Dios que quede en la tierra después de ser
arrebatado el hijo varón.

H. La serpiente antigua
La serpiente antigua es astuta y engañosa. Cuando la Biblia habla de la
serpiente, se refiere al insidioso (Gn. 3:1). En Apocalipsis 12 la serpiente
no es nueva, pues tiene casi seis mil años; es bastante antigua.
I. El diablo
El versículo 9 dice que el dragón escarlata es llamado el diablo. La palabra
griega traducida “diablo” es diabolos, que significa acusador,
calumniador. El diablo nos acusa delante de Dios y de los hombres. El
diablo acusó a Job (Job 1:9; 2:4-5) y a Josué (Zac. 3:1-2), y ahora nos
acusa a nosotros, los creyentes, “delante de Dios”, “día y noche” (v. 10).
El diablo no sólo nos acusa delante de Dios, sino que también calumnia a
Dios al dirigirse a nosotros. Cuando el diablo va a Dios, nos acusa delante
de El. Pero cuando viene a nosotros, difama a Dios ante nosotros. No
crean que esta calumnia es evidente, pues con frecuencia difama a Dios
sutilmente. Por ejemplo, él puede difamar a Dios suscitando dentro de
usted el interrogante: “¿Por qué me hace Dios esto a mí?”. Esta pregunta
es una especie de calumnia. Algo dentro de usted puede preguntarle a Dios
por qué lo trata a usted así. No crea que esto provino de usted. No, son
palabras que Satanás profiere dentro de usted. Además cualquier pregunta
que ponga en tela de juicio la palabra de Dios expresada en la Biblia, es
una calumnia. Si usted recibe una pequeña calumnia, el diablo le dará una
mayor. Luego usted dirá que probablemente Dios no es fiel. ¡Qué
calumnia tan terrible! El título asignado al diablo indica que él es el
acusador y el difamador.
J. Satanás
El gran dragón también es llamado Satanás (12:9). La palabra griega que
se traduce “Satanás” significa “adversario”. Satanás no solamente es el
enemigo que está fuera del reino de Dios, sino también el adversario que
se opone a Dios desde dentro del reino. El enemigo denota el oponente
que está fuera del dominio de Dios; mientras que el adversario implica un
enemigo que está dentro del dominio de Dios. Satanás estaba antes dentro
del dominio de Dios. Por consiguiente, él era y sigue siendo el adversario.
¿Dónde está este adversario? Está dentro de usted. El no sólo es el
enemigo que está afuera, sino también el adversario de adentro. Es fácil
defenderse en contra de un enemigo, pero es difícil defenderse de un
adversario, puesto que éste opera dentro de uno. El adversario está en la
casa de uno.
Ustedes deben estar conscientes de que este adversario está dentro de
ustedes. Muchas veces él se hace pasar por ustedes. Usted puede haber
pensado que cierta acción provino de usted, sin percatarse de que en
realidad provenía de él. Cuando usted comete un error, no debe culparse
tanto. Más bien, debería decir: “Satanás, tú tienes la culpa, pues esto no
provino de mí, sino de ti”. ¿Se atreve usted a decirle eso a Satanás? Tal
vez no tenga la osadía de decirlo porque usted mismo está engañado.
Antes de 1936, yo estuve engañado once años. Cuando me llegaban
pensamientos sucios, yo los confesaba, y le decía al Señor que yo era muy
malvado, y entonces le pedía que me perdonara. Pero cuanto más
confesaba estas cosas, más venían esos pensamientos inmundos. En cierta
ocasión, en 1936, vi que estaba equivocado. Estos pensamientos no eran
míos; eran pensamientos del maligno. A partir de entonces, no volví a
confesar esas cosas. Más bien digo: “Satanás, llévate tus pensamientos.
Me rehúso a ser engañado. Este pensamiento no es mío; es tuyo. Tíralo
lejos. Satanás, tienes que ser condenado”. No sea bondadoso con Satanás y
no deje que él lo engañe. Sea osado y háblele de esta manera. Satanás está
dentro de usted. Es por eso que se hace pasar por usted. De modo que debe
decirle: “Satanás, este no soy yo, eres tú. No me importa si estás fuera de
mí o dentro, tú eres tú. Eres el adversario”. Aprenda a decirle esto a
Satanás. No se deje engañar siendo inducido a creer que usted es así de
malvado. Satanás es el maligno, no usted. Antes de arrepentirnos, no
reconocíamos que éramos malos. Eramos altivos y decíamos: “No soy
pecador; yo soy perfecto”. Pero después de arrepentirnos, de ser salvos y
de recibir la gracia, el adversario vino a nosotros sutilmente y nos hizo
creer que éramos terriblemente sucios y malignos. Esta idea proviene del
adversario.
En muchos años no me di cuenta de la diferencia entre el enemigo y el
adversario. Satanás como adversario está aun en la iglesia y se hace pasar
por algo que no es. En Mateo 16:22 vemos que Pedro fue engañado. Pensó
que era él quien estaba hablando, pero en realidad era Satanás. El Señor
puso de manifiesto al adversario diciendo: “¡Quítate de delante de Mí,
Satanás!” (16:23). Del mismo modo, en nuestro caso, muchas veces
nosotros no somos los autores de ciertas cosas que hacemos; es Satanás, el
adversario, quien las realiza.
K. El que engaña
a toda la tierra habitada
El versículo 9 dice que el gran dragón, el cual se llama el diablo y Satanás,
“engaña a toda la tierra habitada”. Nadie está exento; él los ha engañado a
todos. Todos los moradores de la tierra, desde el más importante hasta el
más humilde, y desde el más grande hasta el más pequeño, son engañados
por Satanás. Si queremos saber qué es el gran dragón, debemos conocer
todos estos aspectos de él.
II. SU PERSECUCION
A. Es arrojado de los cielos a la tierra
Debemos ver ahora en qué consiste la persecución del dragón. El versículo
13 dice: “Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra,
persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón”. El dragón será
arrojado del cielo a la tierra (vs. 9-10, 13). Como vimos, esto no ha
sucedido todavía, porque el hijo varón no ha nacido ni ha sido arrebatado a
los cielos. Pero un día el hijo varón resucitará y será arrebatado, y Satanás
será arrojado.
B. Sabe que tiene poco tiempo
Cuando Satanás sea lanzado a la tierra, se dará cuenta de que “tiene poco
tiempo” (v. 12). El poco tiempo al que aquí se alude será el lapso de tres
años y medio de la gran tribulación (v. 14; 13:5; 11:2).
C. Con gran ira
El dragón también tendrá gran ira (v. 12). Estará furioso por haber perdido
su territorio en los cielos y en los aires. El será arrojado y quedará limitado
a la tierra. Esto lo hará enfurecerse.
D. Persigue a la mujer
El dragón perseguirá a la mujer que dio a luz al hijo varón. Satanás
concentrará su odio en el pueblo de Dios. Por esta causa, les animo a
prepararse para estar entre los vencedores. De no ser así, serán parte de la
mujer que es dejada y tiene que pasar por la mayor parte de los últimos
tres años y medio. Durante ese tiempo, ustedes tendrán que hacerle frente
al dragón enfurecido.
E. Arroja de su boca aguas
como un río tras la mujer
El versículo 15 dice: “Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua
como un río, para que fuese arrastrada por la corriente”. Esta agua
representa los ejércitos que serán enviados por Satanás a destruir al pueblo
de Dios (Is. 8:7-8; 17:12-13; Jer. 46:7-9; 47:2-3). Satanás hablará a los
reyes de la tierra para que reúnan sus ejércitos con el fin de perseguir al
pueblo de Dios. Tres espíritus inmundos semejantes a ranas saldrán de la
boca del dragón, de la bestia, y del falso profeta (16:13). Estos espíritus
inmundos “van a los reyes de toda la tierra habitada, para reunirlos a la
batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (16:14). Estos espíritus
inducirán a los reyes rebeldes a que envíen sus ejércitos a perseguir al
pueblo de Dios, que se compone de los judíos leales y de los cristianos
fieles. Si usted es dejado aquí y pasa por la gran tribulación, tendrá que
sufrir esto.
F. Hace guerra contra el resto
de la descendencia de la mujer
El versículo 17 dice: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y
se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que
guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús”. El
resto de la descendencia de la mujer denota al pueblo de Dios que no es el
hijo varón. Entre ellos, algunos serán judíos “que guardan los
mandamientos de Dios”, y otros serán creyentes que “tienen el testimonio
de Jesús”. Satanás no sólo perseguirá a la mujer, sino que también hará
guerra contra el resto de la descendencia de ella, con la parte débil de ella.
III. DIOS PRESERVA A LA MUJER
A. Le da las dos alas de la gran águila
para que huya al desierto
Leemos en el versículo 14: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la
gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su
lugar”. La gran águila representa a Dios, y las dos alas simbolizan el poder
de rescate que Dios tiene (Ex. 19:4; Dt. 32:11-12). Del mismo modo que
Dios libró a los hijos de Israel de la persecución de Faraón, asimismo
librará a Su pueblo de la persecución de Satanás durante la gran
tribulación. El Dios poderoso dará a Su pueblo la fuerza divina para
escapar de la persecución de Satanás.
Algunos podrían preguntarse qué es el desierto. No puedo responder a esa
pregunta con exactitud, pero tengo una idea de lo que podría ser. No
quisiera dar una interpretación a este versículo, pero estoy dispuesto a
compartir con ustedes lo que yo entiendo que es el desierto. Desde los
comienzos de la historia de los Estados Unidos, éste ha sido un país al cual
han podido escapar muchas personas que han deseado tener la libertad de
seguir a Dios según El las guíe. Ya conocemos la historia del Mayflower
[la embarcación en que llegaron a Estados Unidos los primeros Puritanos].
Los peregrinos vinieron a este país huyendo de la persecución. Durante
más de trescientos años, Estados Unidos ha sido un lugar de refugio que
Dios ha usado para los que logran escapar de otros países. El símbolo de
este país es el águila. Cuando venga la persecución, muchos del pueblo de
Dios podrán escapar a los Estados Unidos por avión. ¡Aleluya! Habrá un
desierto sobre la tierra para los refugiados de Dios. Hasta el día de hoy
Estados Unidos sigue siendo un lugar de refugio para los que escapan.

B. El río es tragado
al abrir la tierra su boca
Vimos que el dragón arrojará “de su boca, tras la mujer, agua como
un río”. En el versículo 16 leemos: “Pero la tierra ayudó a la mujer,
pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado
de su boca”. En ese entonces, igual que en Números 16:31-33, la
tierra abrirá la boca y se tragará los ejércitos enviados por Satanás.
Esto significa que durante esos tres años y medio habrá muchos
terremotos. Dios hará que los terremotos abran la boca de la tierra y
se traguen los ejércitos que Satanás habrá enviado. Más nos vale no
estar en la tierra en ese tiempo. Más bien, debemos observar tales
acontecimientos desde los cielos. Cuando Dios envíe los terremotos
durante la gran tribulación, la tierra ya no será un buen lugar para
vivir en paz. Dios sacudirá la tierra, no sólo como advertencia para
sus moradores, sino también para que se trague los ejércitos de
Satanás. Este enviará ranas para incitar a los reyes de la tierra a que
manden sus ejércitos, pero Dios moverá Su dedo meñique y
sacudirá la tierra para que se trague a los ejércitos. Esta será la
manera en que Dios resolverá tal situación.
C. Es sustentada en el desierto
durante mil doscientos sesenta días
En el versículo 6 dice: “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene
lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil
doscientos sesenta días”. Además, el versículo 14 dice que la mujer
volará al desierto, a un lugar preparado para ella, “donde será
sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”, o
“mil doscientos sesenta días”, que son los tres años y medio de la
gran tribulación. Dios la sustentará antes de introducir a Su pueblo
en el reino milenario. El caso es similar al tiempo cuando Faraón
perseguía a los hijos de Israel, y cuando Dios sacó a Su pueblo al
desierto, donde lo sustentó antes de introducirlo en la buena tierra.
Estados Unidos es un país con tanta abundancia de comida que
podría alimentar una gran población. Ningún país del mundo
produce tanta comida como los Estados Unidos. ¡Alabado sea el
Señor que habrá un lugar de sustento en la tierra!
Hemos visto un panorama de los días que vendrán. A partir de
Génesis 3:15, tanto la mujer como la serpiente han existido y han
estado en guerra entre sí. A lo largo de los años, esta pelea ha
aumentado y se ha intensificado, y continuará hasta que los santos
que murieron como mártires resuciten y sean arrebatados a los
cielos como el hijo varón. Cuando ellos lleguen al trono, dirán:
“Satanás, aquí estamos. Puesto que nosotros estamos aquí, tú tienes
que irte, tienes que descender a la tierra”. Entonces el arcángel
Miguel y sus ángeles guerrearán contra el dragón y sus ángeles. El
dragón será arrojado a la tierra, y comenzará la gran tribulación.
Durante ese tiempo, el dragón perseguirá al pueblo de Dios que
quede en la tierra y hará guerra contra este pueblo. Estos serán los
últimos tres años y medio. Pero Dios seguirá siendo soberano. Por
un lado, hará que la tierra se trague a los ejércitos de Satanás; y por
otro, proveerá la manera de escapar y sustentará a Su pueblo en un
lugar especial. Dios preservará a Su pueblo. Pero yo no quisiera
tener que disfrutar de dicha preservación. Prefiero ser arrebatado
antes de la gran tribulación. ¿Qué prefiere usted? Gloria al Señor
por este cuadro tan detallado de los días venideros.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y OCHO
LA GUERRA EN EL CIELO
La carga y el deseo que tengo es que recibamos la visión que hay en el
capítulo 12 de Apocalipsis. No piensen que el cuadro presentado allí es
algo insignificante que muestra algunos asuntos sin importancia; en
absoluto. Es una gran visión que se relaciona con lo que ocurre en el
universo. La mujer de esta visión representa al pueblo de Dios desde la
caída del hombre, en Génesis 3. La mujer no sólo representa al pueblo de
Dios, sino también a Dios mismo. Frente a la mujer está el dragón, que
representa al enemigo de Dios. A lo largo de los siglos, ha habido guerra
entre la mujer y la serpiente, el dragón.
Esta visión nos revela la verdadera condición del universo. Las personas
mundanas sólo pueden ver cosas obvias y externas: el comercio, la
política, la industria, la educación, la guerra. Si uno les pregunta qué
sentido tiene todo esto, dirán que no saben. Sólo saben que necesitan
adquirir cierta educación para luego trabajar y ganarse el sustento. No
tienen la visión de lo que está aconteciendo en el universo actualmente.
Pero nosotros vemos claramente lo que está ocurriendo. La mujer
simboliza el pueblo de Dios y representa a Dios. En un sentido positivo, la
mujer siempre representa al marido. Si su esposa no lo representa
adecuadamente, usted quedará en vergüenza. Pero es admirable tener una
esposa que lo represente a uno bien. Esto significa que nosotros, el pueblo
de Dios, somos Su esposa y que lo debemos representar como es debido.
Dios es el único esposo, y nosotros, la única esposa, lo representamos a El.
Pero Dios tiene un enemigo. Originalmente, este enemigo era una pequeña
serpiente. Con el tiempo, llegó a ser un gran dragón que está ahora frente a
nosotros. Si uno no tiene esta visión, estará ciego y no sabrá lo que está
ocurriendo en el universo. Alabado sea el Señor porque aquí no se trata de
la educación, la industria, el comercio, la diplomacia, etc., sino de una
guerra entre el pueblo de Dios y el enemigo de Dios. Esta guerra se ha
venido librando por siglos y sigue peleándose hoy.
Todos nosotros debemos estar conscientes de la lucha que se libra entre la
mujer y el dragón. En realidad, no es la mujer la que lucha, sino la parte
fuerte que está dentro de ella. Algunos de los que están en el recobro del
Señor pertenecen a esa parte fuerte. La parte fuerte tiene la
responsabilidad de pelear la batalla. El medio que usamos para pelear es la
oración. En los últimos cuatro mensajes hemos revelado y puesto en
evidencia al dragón, y ahora está desnudo ante nuestro ojos. Aleluya,
sabemos qué es el dragón y quién es, y sabemos cuál es su destino. Todos
debemos predicarle a Satanás al respecto. Esto lo aterrará.
Los cristianos en su gran mayoría saben que el hombre cayó, que Dios
amó tanto al mundo que envió a Su Hijo unigénito como Salvador, y que
los pecadores necesitan oír el evangelio, arrepentirse y ser perdonados de
sus pecados para ser salvos, a fin de que algún día puedan ir al cielo. Pero
necesitamos una visión más elevada. El libro de Apocalipsis revela una
escena, un panorama universal. El hecho no es sólo que el hombre cayó; el
problema es que el enemigo está peleando contra Dios. Dios, dentro de Su
economía, escogió un pueblo para que fuese una mujer gloriosa. Nosotros
anteriormente éramos pecadores, pero ahora somos parte de la mujer
gloriosa. Yo era un pobre pecador antes de ser salvo, pero después de ser
regenerado, vine a ser parte de una mujer gloriosa. Miren cuán
resplandeciente es ella. En ella no hay nada de tinieblas. En ella todo es
luz: la luz del sol, de la luna y de las estrellas. En frente de esta mujer
gloriosa hay un dragón asesino y sangriento. No tenemos otra alternativa
que pelear contra él. Pero según la visión, no es la mujer en su totalidad
quien pelea; la parte fuerte que está dentro de ella es la que lucha contra el
dragón.
I. POR HABER SIDO ARREBATADO
EL HIJO VARON AL CIELO
Habrá guerra en el cielo debido a que el hijo varón será arrebatado al
cielo. Muchos cristianos tienen un concepto muy pobre en cuanto al
arrebatamiento, pues creen que la finalidad del mismo es llevarlos a pasar
un tiempo placentero en un lugar agradable. El arrebatamiento no se centra
en nosotros; tiene gran importancia en la economía de Dios y dentro de Su
estrategia. El enemigo todavía está en los cielos. Este enemigo ya fue
juzgado y sentenciado, pero durante los últimos diecinueve siglos Dios no
ha obtenido a aquellos que puedan llevar a cabo la sentencia que El
pronunció sobre el enemigo. Satanás, el enemigo de Dios, fue juzgado por
el Señor Jesús en la cruz (Jn. 12:31; 16:11). Después de esto, es necesario
que los creyentes vencedores lleven a cabo el juicio y ejecuten la
sentencia. La guerra que hacen los creyentes vencedores contra Satanás,
en realidad es la ejecución del juicio que el Señor pronunció sobre él.
Finalmente, en la lucha librada por los vencedores, el enemigo será
arrojado de los cielos (v. 9). ¿Quién irá a los cielos para llevar a cabo el
juicio de Dios sobre el enemigo que ha sido condenado, juzgado y
sentenciado, y quién le ordenará que se vaya? Los ángeles no harán esto,
puesto que no están calificados. Los ángeles carecen de la posición para
hacerlo, ya que por ser ángeles, están al mismo nivel que Satanás, quien
anteriormente era uno de ellos. Dios necesita un hombre para lograr esto.
Este hombre tiene una Cabeza, el hombre Jesús. Jesús es la Cabeza del
hijo varón y el Pionero de todos los vencedores. Dios necesita que este
hombre ejecute la sentencia pronunciada sobre Satanás. Dios ha estado
esperando que aparezca este hombre desde hace mucho tiempo. El no lo
tiene todavía, pero un día lo obtendrá.
Tenemos que ser arrebatados a los cielos para que Dios pueda obtener lo
que desea. No debemos preocuparnos mucho por nuestro bienestar.
Preocuparnos por nuestra felicidad es un concepto babilónico. Esta
también es una idea que el catolicismo extrajo de Babilonia y es muy
similar a la filosofía budista. La religión se centra en la felicidad del
hombre, en que el hombre viva bien y vaya a un lugar de placer después
de la muerte. Este es un pensamiento diabólico. Es lamentable que
semejante idea se haya propagado en todo el cristianismo. Los cristianos
sólo están interesados en su felicidad y bienestar, y dicen: “Nos agrada
tener gozo y una vida feliz. Queremos ir al cielo cuando muramos, pues
allí todo será dicha”. En el cristianismo usted probablemente nunca oyó
que Dios tiene un propósito eterno y que nosotros tenemos que cumplir
dicho propósito. Necesitamos ser arrebatados al cielo, mas no para obtener
felicidad, sino para cumplir el propósito de Dios. Tenemos que ir allá para
ejecutar el juicio que Dios pronunció sobre Su enemigo. Dios está
esperando esto.

A. Los vencedores pelean en la tierra


contra Satanás hasta la muerte
El versículo 7 dice: “Después estalló una guerra en el cielo”.
Inmediatamente después de que el hijo varón es arrebatado, comenzará
una guerra entre Miguel, y sus ángeles, contra Satanás. Esto indica que el
hijo varón, la parte fuerte del pueblo de Dios, siempre está en guerra con
Satanás, el enemigo de Dios. Los vencedores han peleado con Satanás
continuamente, hasta la muerte, y lo han derrotado sobre la tierra. Pero el
cielo siempre ha estado esperando que lleguen allí para que se libre una
guerra en la que Satanás sea expulsado del cielo.
El Señor nos ha mostrado la manera más eficaz de derrotar al enemigo. Lo
que necesitamos para vencer al enemigo es valernos del pacto, la palabra
de Dios, y predicarle a Satanás en cuanto a lo que el Señor logró en
nuestro favor. Por ejemplo, anteriormente cuando nos enojábamos,
primero confesábamos el pecado, y luego pedíamos perdón al Señor;
orábamos pidiéndole al Señor Su ayuda, y por último decidíamos no
volver a enojarnos. He tenido esta experiencia reiteradas veces. Pero no
debemos seguir haciendo esto. Cuando nos exasperamos, debemos
olvidarnos del asunto y predicarle a Satanás. Vaya a la raíz del problema,
a Satanás, y predíquele usando estas palabras: “Satanás, Cristo te clavó en
la cruz”. Cuanto más le predica uno a Satanás, más libertad experimenta.
Cuando el hijo varón nazca y sea arrebatado al cielo, dirá: “Satanás, te
vencí en la tierra. ¿Te escondes aquí en el cielo? ¡Ahora he venido aquí a
predicarte! ¿No recuerdas los mensajes que te predicaba en la tierra?” No
estoy bromeando. Cuando lleguemos allí, eso será lo que acontecerá.
Entonces el hijo varón dirá: “Satanás, ¡no tienes nada que hacer aquí!
¡Fuera!”. Tan pronto como el hijo varón pronuncie estas palabras, el
arcángel Miguel conducirá a todos sus ángeles a pelear contra el dragón.
Después de que el ejecutor da la palabra, toda la policía la lleva a cabo.
Dios está esperando en los cielos que llegue este ejecutor. ¿Quién es el
ejecutor? Nosotros, el hijo varón. Vayamos allí a predicarle a Satanás.
Antes de que podamos hacer esto, debemos derrotarlo en la tierra.
Después de vencer a Satanás en la tierra, ascenderemos al cielo peleando,
y finalmente pelearemos al descender a la tierra. Ahora cuando nos
enfrentamos a Satanás, tenemos que darle muchos mensajes. Más
adelante, iremos a los cielos, nos encontraremos con el enemigo allí y le
predicaremos de nuevo. Entonces, después de que sea arrojado a la tierra,
nosotros descenderemos y le diremos: “Satanás, ¿todavía estás aquí?
Déjame darte otro sermón. Es tiempo de ir al abismo”. Luego, después del
milenio, le daremos el cuarto sermón a Satanás. En ese entonces, él
instigará a la humanidad a rebelarse contra Dios. Pero nosotros le diremos:
“Satanás, escúchanos. Este es nuestro último sermón. Ahora tienes que irte
a tu destino, al lago de fuego”.
Si usted desea estar calificado para tener parte en esto, tiene que pelear
desde ahora. No sea indiferente. Espero que después de leer este mensaje
le dé una palabra penetrante al enemigo, diciendo: “Satanás, me has
engañado por años. Pero al leer estos mensajes, mis ojos han sido abiertos
y veo que tengo que dejar de ser indiferente. Satanás, no sólo eres el
enemigo de Dios, también eres mi enemigo. Desde ahora, me entregaré
por completo al Señor, y nunca te haré caso”. Cuanto más largo sea el
mensaje, mejor. Además, es mejor que prediquemos individualmente. Si
usted le predica así a Satanás, usted cambiará, y probablemente será
incluido en la parte fuerte de la mujer. Empiece desde ya para que esté
calificado, y sea equipado y perfeccionado a fin de estar entre los que son
arrebatados a los cielos para ejecutar el juicio sobre Satanás. Tenemos que
decirle al enemigo: “Satanás, te predicaré en la tierra desde hoy. Te
predicaré más adelante en el cielo. Después te veré en la tierra y te
predicaré otra vez. Por último, te daré un último mensaje, y luego serás
arrojado al lago de fuego”.
Les digo nuevamente que el arrebatamiento no tiene como fin darnos
felicidad; su meta es el cumplimento del propósito de Dios. Nuestro Dios
está esperando que los vencedores, el hijo varón, llegue al cielo y ejecute
la sentencia pronunciada sobre el enemigo. ¡Qué privilegio es participar en
esto! Los ángeles no están en la posición de tener parte en este privilegio,
pero nosotros sí. Ahora tenemos una base para decir: “¡Alabado sea al
Señor porque estoy en la posición de ser un vencedor!”.
Ya vimos que tan pronto como el hijo varón es arrebatado al cielo,
comienza la guerra. Cuando yo era joven, procuraba entender por qué esta
guerra comenzará inmediatamente después de ser arrebatado el hijo varón
al cielo. También quería saber por qué el hijo varón no peleará
directamente, sino que la lucha la darán Miguel y sus ángeles. La razón es
que el hijo varón es el ejecutor, y como tal, no necesita pelear. El
simplemente da la orden. Después de que nosotros, que somos el ejecutor,
demos la orden, los ángeles que nos sirven pelearán por nosotros. Los
ángeles son nuestros siervos. Cuando digamos: “Vete Satanás”, Miguel
entrará en acción y peleará contra él. Cuando el ejecutor da la orden, el
organismo policial la lleva a cabo. ¿Está usted dispuesto a conformar la
parte fuerte de la mujer? Si lo está, tiene que aprender a predicarle a
Satanás. Satanás lo molesta a usted constantemente, pero después de que
usted decida predicarle, él huirá de usted, porque sabe lo que usted ha
determinado hacer. De modo que usted debe decirle: “Satanás, no te vayas
todavía. No te permito retirarte hasta que yo te lo ordene. Quédate aquí
hasta que yo termine de hablar”.
Los ángeles están preparados para hacer guerra contra el dragón. Miguel
parece estar diciendo: “Hijo varón, sube acá y danos la orden. Nosotros la
llevaremos a cabo”. Pero si deseamos estar calificados para ir a los cielos
y ejecutar la sentencia pronunciada sobre Satanás, tenemos que empezar a
ejecutarla aquí en la tierra. Díganle: “Satanás, no te dejaré en paz. Te ataré
y te derrotaré”.
B. Luchamos contra huestes espirituales
de maldad en los lugares celestiales
A esto se refiere Pablo en Efesios 6:12 cuando dice que no tenemos lucha
contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Estas potestades
son los ángeles de Satanás. Satanás es un usurpador, un rey que se nombró
a sí mismo. Bajo su domino hay muchos ángeles que son los príncipes, los
principados, y las potestades de los aires. Según la Biblia, los principados
y las potestades que están bajo el dominio de Satanás rigen los países del
mundo. Por ejemplo, en Daniel 10:20 se habla del “príncipe de Persia”, y
del “príncipe de Grecia”. Todos los países paganos están bajo el gobierno
de estos principados satánicos que están en los aires. En el capítulo 10 de
Daniel, éste oró durante tres semanas. Aunque él tenía la carga de orar, no
recibió respuesta. Finalmente, un visitante del cielo le dijo a Daniel:
“Desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte
en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus
palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso
durante veintiún días” (Dn. 10:12-13). Este ser celestial había sido enviado
a Daniel, pero el príncipe de Satanás lo estorbó. Pero el versículo 13
añade: “Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme”. La
antigua Persia y la antigua Grecia estaban bajo el dominio de los
principados de los aires. Pero la nación de Israel no estaba bajo el
gobierno de un príncipe satánico, sino bajo Miguel, el defensor de Israel.
Mientras Daniel oraba esas tres semanas, se libraba una batalla en las
regiones celestes. Si deseamos ser vencedores, la parte fuerte de la mujer,
tenemos que orar. Los rumores, las críticas y la oposición no vienen de
fuentes humanas sino de Satanás, quien está detrás de todo ello. Si usted
ora de este modo, estará calificado para ser un vencedor. No malgaste el
tiempo peleando con su mal genio o con el pecado que lo asedia. Estas
cosas son pequeños “bichos”. Más bien dígale a Satanás: “Satanás, he
estado distraído por años prestando atención a mi mal genio y al pecado
que me asedia. Pero ahora te paso esto a ti. No tengo tiempo de orar en
cuanto a mi falta de paciencia, pero sí tengo tiempo para darte otro
sermón”. Todos hemos estado engañados cuando hemos dicho: “Ah, mi
mal genio y este pecado que me persigue. Si no los venzo, no podré ser
santo ni podré ver el rostro del Señor ni podré tener la vida de iglesia
apropiada”. Sálgase de ese pecado y dele un sermón a Satanás. Puedo
testificar por experiencia que si uno trata de vencer el mal genio, éste se
acrecentará. No ore tratando de vencer su falta de paciencia; ore para
vencer al “príncipe de Persia” y al “príncipe de Grecia”. Ore para que se le
abra paso a Miguel. Pida que el recobro del Señor no se quede en la parte
débil, la mujer, y que llegue a ser el hijo varón. Si oramos así, nacerá el
hijo varón, y el arcángel Miguel entrará en guerra en los cielos contra el
dragón y lo arrojará a la tierra.
C. Resucita y es arrebatado al cielo
y no tolera ver a Satanás allí
Cuando el hijo varón resucite y sea arrebatado a los cielos, no tolerará la
presencia de Satanás allí. Aun hoy, nosotros no debemos tolerar la
presencia de Satanás en la iglesia, sino que debemos pelear contra él. Si
peleamos contra Satanás hoy, estaremos calificados para pelear contra él
en los cielos. Después de ser arrebatados al trono de Dios, veremos allí a
Satanás, y él estará espantado de nosotros. Cuando le veamos no
toleraremos su presencia allí, y le diremos: “Satanás, ¿todavía estás en el
santuario de nuestro Dios? No te corresponde estar aquí. Te tienes que ir”.
Inmediatamente, Miguel entrará en acción por nuestra palabra y hará
guerra contra él.
II. EL ARCANGEL MIGUEL Y SUS ANGELES
HACEN GUERRA CONTRA EL DRAGON
¿Por qué Miguel y los ángeles no pelean ahora contra el dragón? La razón
es que ellos no son los ejecutores legales, ni están calificados como tales.
Ellos son simplemente la fuerza policiaca. Nosotros, el hijo varón,
seremos los ejecutores legales. Ya vimos que después de dar la orden de
ejecución, el capitán y sus oficiales pelearán contra el enemigo.
A. Peleó con el diablo
por el cuerpo de Moisés
La Biblia revela los nombres de dos ángeles, Miguel y Gabriel. Gabriel es
un mensajero que trae noticias al pueblo de Dios (Dn. 8:16; 9:21-22; Lc.
1:19, 26), mientras que Miguel es un guerrero que contiende por el pueblo
de Dios (Dn. 10:13, 21; 11:1; 12:1; Jud. 9; Ap. 12:7). Judas 9 revela que el
arcángel Miguel peleó con el diablo por el cuerpo de Moisés. Dios tenía
un propósito con el cuerpo de Moisés. Moisés tenía que estar presente en
el monte de la transfiguración y, según el capítulo 11, tiene que regresar
para ser uno de los dos testigos. Esta fue la razón por la cual Dios preservó
su cuerpo. No obstante, Satanás procuró destruirlo. Pero Miguel peleó en
contra de Satanás por él.
B. Peleó contra los príncipes de Satanás
por el pueblo de Israel
En Daniel 10:13, 21 y en 11:1 se revela que Miguel peleó contra los
príncipes de Satanás por el pueblo de Israel. Miguel siempre ha peleado
por los intereses de Dios.
C. Pelea ahora contra el dragón
para arrojarlo del cielo a la tierra
Miguel ha sido un guerrero a lo largo de los siglos. Cuando el hijo varón
sea arrebatado al cielo y le dé la orden a Miguel, éste peleará de nuevo
contra el dragón y lo arrojará de los cielos a la tierra. Yo quisiera estar allí
para ver esto, para dar la orden, y ver cómo Miguel la lleva a efecto.
Espero que muchos de nosotros estemos allí.
III. EL DRAGON Y SUS ANGELES PELEAN
A. No prevalecen
Los versículos 7 y 8 dicen: “Pelearon el dragón y sus ángeles; pero no
prevalecieron”. “Sus ángeles” debe de referirse a los ángeles caídos que
siguen a Satanás en su rebelión contra Dios (Mt. 25:41). Satanás nunca
tendrá victoria sobre Miguel y sus ángeles. Siempre será derrotado.
B. No se halla lugar para ellos en el cielo
El versículo 8 también habla del dragón y sus ángeles, y dice que “ni se
halló ya lugar para ellos en el cielo”. Después de ser derrotados el dragón
y sus ángeles, ya no habrá lugar para ellos en el cielo.
C. Es arrojado con sus ángeles
del cielo a la tierra
En el versículo 9 leemos: “Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente
antigua, que se llama el diablo y Satanás, el cual engaña a toda la tierra
habitada; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”.
Vemos aquí que el dragón y sus ángeles son lanzados a la tierra. Esto
ocurrirá cuando suene la quinta trompeta. Apocalipsis 9:1 dice: “El quinto
ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se
le dio la llave del pozo del abismo”. La “estrella” de este versículo es
Satanás. Después de caer del cielo a la tierra, usará la llave del abismo
para causar el tormento mencionado en la quinta trompeta. En ese
entonces, el pozo del abismo se abrirá y de él saldrán langostas poseídas
de demonios. Dijimos ya que estas langostas atormentarán a los hombres
durante cinco meses. Recuerden que la quinta trompeta marcará el
comienzo de los últimos tres años y medio. Después de que Satanás, la
estrella del cielo, es arrojado a la tierra, le queda muy poco tiempo, sólo
tres años y medio.
IV. LLEGA EL REINO DE DIOS
Después de que el dragón y sus ángeles son arrojados del cielo, habrá una
declaración a gran voz en los cielos. El versículo 10 dice: “Entonces oí
una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el
poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo; porque ha
sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante
de nuestro Dios día y noche”. La pelea de los creyentes vencedores contra
Satanás tiene como fin traer el reino de Dios. El Señor nos enseña que
debemos orar pidiendo que venga el reino (Mt. 6:10). Junto con nuestra
oración por el reino venidero, tenemos que pelear por él.
El arrebatamiento del hijo varón a los cielos, la expulsión de Satanás a la
tierra, y la declaración hecha en los cielos significa que el hijo varón traerá
el reino a la tierra. Cuando el hijo varón es arrebatado al cielo y Satanás es
arrojado a la tierra, vendrá el reino de Dios. Entonces no sólo vendrá el
reino, sino también la salvación de nuestro Dios. Aunque tenemos la
salvación hoy, no la disfrutamos en plenitud. Pero cuando venga el reino
de Dios, disfrutaremos plenamente Su salvación. Lo mismo sucede con el
poder de Dios y la autoridad de Cristo. Hemos participado del poder de
Dios y de la autoridad de Cristo, pero el pleno disfrute lo tendremos en la
edad del reino.
Vimos que el reino de Dios tiene dos aspectos: la realidad del reino (Mt.
5:3) y la manifestación del reino. Actualmente en la vida adecuada de
iglesia tenemos la realidad del reino. Sin embargo, en la vida de iglesia no
tenemos la manifestación del mismo. La manifestación del reino, la cual
será introducida por los creyentes vencedores, vendrá después de que el
hijo varón sea arrebatado al cielo. La expresión ahora ha venido ... el
reino de nuestro Dios denota la manifestación del reino de Dios. Si somos
vencedores, vivimos en la realidad del reino hoy. Puesto que ahora
estamos en la realidad del reino, ciertamente estaremos en la
manifestación del reino en el futuro. Para estar en la manifestación del
reino se requiere que estemos en la realidad del mismo.
En estos mensajes hemos considerado la visión acerca de lo que ocurre en
el universo. Somos sobrios y sabemos lo que está aconteciendo. No
estamos observando los eventos desde la tierra, sino desde las regiones
celestiales. Vemos una mujer resplandeciente, la cual representa a Dios, y
un dragón, que representa al enemigo de Dios. También vemos que ambos
seres están en guerra. Alabado sea el Señor porque no sólo somos parte de
la mujer sino que estamos llegando a ser parte del hijo varón, el aspecto
fuerte de la mujer, el cual peleará contra el dragón. Estamos peleando con
el dragón hoy, y un día estaremos en los cielos dándole la orden de que
salga de ahí. La mente humana jamás habría podido concebir un cuadro
semejante. Una vez más nos vemos obligados a creer que ésta es la
revelación divina. ¿Quién podría haber redactado semejante crónica?
Nadie, ni siquiera Platón o Confucio, tendría la sabiduría para hacerlo.
Este relato es sencillo, maravilloso, profundo y lo abarca todo. Nos
presenta una vista panorámica de lo que está ocurriendo en el universo. De
aquí en adelante, ninguno de nosotros puede decir que no sabe lo que está
pasando. Todos debemos decir: “Tengo la visión de lo que está
ocurriendo; ya sé qué está pasando”. ¡Aleluya por la visión! Me alegro de
que entre los muchos elementos cruciales de la segunda sección de
Apocalipsis, el primero es la visión de la mujer universal resplandeciente y
el hijo varón que está en guerra con el dragón. Esta debe ser la visión que
nos guíe. En tanto que la tengamos presente, sabremos en dónde estamos,
qué debemos hacer y dónde estaremos. Estamos en la iglesia, tenemos que
ser el hijo varón, y nuestro destino es ser arrebatados a los cielos para
poder darle la orden a Miguel de expulsar a Satanás y sus ángeles del
cielo. Si tenemos esta visión, nos embargarán el gozo y el asombro.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE TREINTA Y NUEVE
LA REALIDAD Y LA PRACTICA
DE LA MUJER UNIVERSAL
Cuando yo era joven, se me dijo que había por lo menos cien libros
que presentaban estudios exegéticos de Apocalipsis. Más adelante
pasé bastante tiempo estudiando dicho libro. Con el tiempo, me di
cuenta de que la Biblia no se puede entender solamente estudiando
las palabras que contiene. Si deseamos entender las Escrituras,
necesitamos también la experiencia personal.
ES NECESARIO EXPERIMENTARLA PERSONALMENTE
Consideremos por ejemplo el caso de las columnas mencionadas en
1 Reyes 7:13-21. En el mensaje 83 del Estudio-vida de
Génesis, afirmé que la altura de cada una de las dos columnas, que
era dieciocho codos, equivalía a la mitad de la suma de las tres
unidades completas de doce codos. No hice esta aseveración
basándome en ninguna obra anterior. Leí varias versiones de la
Biblia a fin de obtener el significado exacto de lo dicho allí acerca de
todos los puntos relacionados con la construcción de las dos
columnas. En 2 Crónicas 3:15 dice que la altura de las columnas era
de treinta y cinco codos. Entonces me pregunté: “¿Por qué 1 Reyes
7:15 dice que la altura de cada columna era de dieciocho codos,
mientras que Crónicas dice que la altura de ambas era de treinta y
cinco?”. Al instante pude ver que ésta era la altura total de las dos
columnas. Esto confirma lo que dije, que dieciocho codos era la
mitad de tres unidades completas de doce. Sin embargo, el total
debería ser treinta y seis. ¿Dónde queda el codo restante? Una nota
marginal de una de las versiones me ayudó a concluir que el codo
restante estaba en el acople de las columnas con los capiteles. La
columna completa medía dieciocho codos, pero medio codo de cada
una se perdía en el acople del capitel con la columna. A fin de
obtener el entendimiento exacto, debemos estudiar varias versiones
de la Biblia, pero las versiones solas no presentan la importancia en
vida de los asuntos. A fin de descubrir el verdadero significado,
necesitamos tener la experiencia personal. Sólo por medio de la
experiencia pude comprender que los dieciocho codos se referían a
la mitad de tres unidades de doce, y que nosotros necesitamos a los
demás para completar una unidad.
Teniendo esto presente, vayamos al libro de Apocalipsis. Estamos
de acuerdo en que el Apocalipsis es un libro profético. Pero a fin de
entender las profecías que contiene, necesitamos experimentar
personalmente lo que significan. Las profecías no sólo nos enseñan
doctrinas objetivas. La Biblia es un libro acerca de la vida. Todo lo
que contiene, sean narraciones o historias o tipos o sombras o
profecías o palabras explícitas, está relacionado con la vida. Si no
experimentamos la vida, no podremos comprender el contenido en
vida de muchos pasajes de la Palabra. Para entender el Apocalipsis,
necesitamos experimentar la vida.
LA MUJER RESPLANDECIENTE
ES LA TOTALIDAD DEL PUEBLO DE DIOS
En este mensaje tengo la carga de compartir más acerca de la mujer
universal resplandeciente. Algunas de las interpretaciones del
Apocalipsis dicen que esta mujer es Israel. Por supuesto, ellos
tienen base para afirmar tal cosa. Cuando el hermano Nee era
joven, antes de 1933, dio un estudio sobre el Apocalipsis. En ese
entonces, él seguía el concepto de que la mujer es Israel. Sin
embargo, después recibió más luz al respecto (que esta mujer
representa a los escogidos de Dios, véase La iglesia
gloriosa, capítulo 4). Como dije, esta mujer no es ni María la madre
de Jesús, ni sólo los hijos de Israel. Ella es la totalidad del pueblo de
Dios. Cuando estuve en Taiwán, no usé la expresión la totalidad del
pueblo de Dios. Esta expresión la he empezado a usar
recientemente en mi ministerio. Algunos podrían preguntar:
“¿Cómo puede usted demostrar que esta mujer representa todo el
pueblo de Dios?”. Ya dije que para poder comprender este libro
debemos verificar si nuestro entendimiento corresponde a la
experiencia que tenemos en nuestra vida. ¿Hay alguna
confirmación en nuestra experiencia de alguna interpretación
específica? Si deseamos interpretar con precisión qué representa la
mujer de Apocalipsis 12, tenemos que examinar todas las
interpretaciones propuestas y compararlas con nuestra experiencia
personal.
Si decimos que esta mujer es María, nos limitamos a la esfera
objetiva, y esto nada tiene que ver con nuestra experiencia. Si tal
fuera el caso, el capítulo 12 no sería para nosotros. Sería solamente
una narración acerca de una mujer llamada María, la cual dio a luz
a Jesús y más tarde sufrió persecución. De ser así, en mi opinión,
este capítulo no tendría ningún propósito. ¿Qué objeto tendría
incluir este capítulo en el Apocalipsis? Esta interpretación es
infundada y, según la experiencia en vida, no tiene ninguna validez.
Tiene un poco más sentido decir que esta mujer es Israel. Pero si tal
fuera el caso, ella no tendría relación con nosotros, pues este
capítulo sólo relataría la lucha de Satanás contra los hijos de Israel.
Quisiera recordarles que el Apocalipsis, compuesto de veintidós
capítulos, está dividido en dos secciones principales de once
capítulos cada una. La primera sección nos da el esquema completo
de los eventos que sucederán desde la ascensión de Cristo hasta la
eternidad. En el capítulo 4 vemos la escena de los cielos después de
la ascensión de Cristo, y en el capítulo 11 vemos el reino eterno. La
primera sección nos presenta el bosquejo, mientras que la segunda
nos da los detalles de algunas cosas importantes y algunos eventos
cruciales que sucederán durante el período comprendido entre la
ascensión de Cristo y la eternidad futura. En el comienzo mismo de
la segunda sección, tenemos el primero de estos asuntos
importantes y cruciales, a saber, una mujer resplandeciente a la
cual se opone un dragón escarlata. Así como la segunda sección
empieza con una mujer, asimismo en la conclusión, el capítulo 22,
vemos una mujer. De modo que, tanto el primer asunto crucial
como el último son una mujer. Esto tiene mucho significado.
¿Quién es la mujer? Si observamos el capítulo 12 con una visión
estrecha, pensaremos que se trata de María o de la nación de Israel.
Pero si tenemos una visión amplia con un alcance más universal,
veremos que no se trata de María ni solamente de la nación de
Israel, sino de la totalidad del pueblo de Dios. Si tenemos una vista
panorámica, podremos decir: “Esta mujer no es ni María ni la
nación de Israel. Tiene que estar compuesta de todas las personas
que Dios escogió y salvó para Su economía”. Cuando uno vea esto,
empezará a ver que las estrellas son los patriarcas, que la luna que
está bajo los pies de la mujer representa a los que están bajo la ley, y
que el sol debe de referirse a los que constituyen la iglesia. Esta
comprensión llena nuestra visión y nos hace decir: “Esta mujer es
indudablemente una mujer universal, e incluye desde los patriarcas
hasta el último miembro del Cuerpo de Cristo”. Esta comprensión
se confirma con la visión de la mujer que aparece al final de
Apocalipsis, donde vemos que la Nueva Jerusalén es la esposa del
Cordero (21:9), la cual está compuesta de los santos del Antiguo
Testamento, representados por los nombres de las doce tribus, y de
los santos del Nuevo Testamento, representados por los nombres de
los doce apóstoles.
EL CONTENIDO DE LA SEGUNDA SECCION
DE APOCALIPSIS
¿Qué hay entre los dos extremos de la segunda sección de Apocalipsis? En
los capítulos 21 y 22 tenemos la Nueva Jerusalén, que es la esposa del
Cordero, y en los capítulos 19 y 20 vemos la esposa y la fiesta de bodas
del Cordero. En el capítulo 20 la esposa estará compuesta de los que
reinarán con Cristo durante los mil años. Por consiguiente, en los capítulos
19 y 20 la mujer es la novia, y en los capítulos 21 y 22 es la esposa. En los
capítulos 17 y 18 vemos la gran Babilonia, una falsificación de esta mujer,
una imitación de Jerusalén. Esta perspectiva no sólo es lógica, sino que
tiene mucho significado.
¿Qué decimos entonces de los capítulos del 13 al 16? El vínculo que une
los capítulos 12 y 13 es los tres años y medio, o los mil doscientos sesenta
días. En 13:5 se nos dice que al anticristo se le dará autoridad para obrar
durante cuarenta y dos meses, que son los tres años y medio o los mil
doscientos sesenta días. En 12:6, 14 se nos dice que la mujer será
sustentada en el desierto durante mil doscientos sesenta días, o un año, dos
años y la mitad de un año fuera del alcance de la serpiente. Por lo tanto, el
capítulo 13 es un suplemento al capítulo 12, que describe lo que sucederá
cuando el dragón escarlata persiga a la mujer. Durante ese período, una
bestia, el anticristo, saldrá del mar y será uno con el dragón para pelear
contra los santos, el pueblo de Dios. En el capítulo 14 Dios advierte al
pueblo, incluyendo a los santos, que no adore a la bestia, y advierte a los
moradores de la tierra que no sigan al anticristo en la persecución contra el
pueblo de Dios. En el capítulo 15 vemos a los santos que vencen a la
bestia y a su imagen y están de pie sobre el mar de vidrio cantando y
alabando al Señor. El capítulo 16 abarca hasta el final de este período,
cuando Dios arrojará siete bombas, las siete copas de las últimas plagas,
para destruir todo el reino de la bestia. Este es un resumen de la segunda
sección de dicho libro.
LA HISTORIA DE LA MUJER
La segunda sección de Apocalipsis es prácticamente la historia de la
mujer. Parece que los últimos once capítulos presentan temas aislados,
como por ejemplo: el dragón, las dos bestias, el mar de vidrio, las siete
copas, la gran Babilonia y la fiesta de bodas. Da la impresión de que
algunos de los eventos mencionados son muy importantes, mientras que
otros son menos importantes. Pero si uno entiende esto así, carece de
visión y no tiene la debida perspectiva. Cuando uno tiene la visión
correcta, puede decir: “Esta nos es una sección compuesta de varios
eventos independientes. Es una sección que da la historia completa del
pueblo de Dios. Nos muestra cómo el enemigo de Dios pelea contra el
pueblo de Dios, y cómo el pueblo de Dios produce la parte fuerte, el hijo
varón, que derrota al enemigo. Vemos que el enemigo de Dios inducirá al
anticristo, al falso profeta y a los seguidores de ellos, a hacer guerra contra
el pueblo de Dios. Pero el pueblo de Dios los vencerá. Finalmente, vemos
que Dios traerá Su juicio por medio de las siete copas a fin de destruir el
reino de Satanás que está bajo el poder del anticristo. Después de esto,
derribará a la ramera, Babilonia la Grande. Entonces Cristo vendrá para
casarse con el pueblo de Dios, para derrotar, junto con los escogidos de
entre el pueblo de Dios, al anticristo, y para reinar con ellos sobre las
naciones durante mil años, después de lo cual habrá cielos nuevos y tierra
nueva con la Nueva Jerusalén, que será la máxima consumación del
pueblo de Dios como esposa del Cordero redentor por la eternidad.
LA DEBIDA POSICION DEL PUEBLO DE DIOS
Aunque usted sea parte del pueblo de Dios, la pregunta crítica es si en
realidad usted está en la debida posición como pueblo de Dios. Usemos
una vez más el ejemplo del pueblo judío. Debe de haber unos trece o
catorce millones de judíos en la tierra, pero menos de tres millones de
ellos están en la nación de Israel. ¿No son auténticos los millones de
judíos que viven en la ciudad de Nueva York? Claro que lo son. Pero
aunque sean verdaderos judíos y su número sea mayor que el de los judíos
que viven en Israel, de todos modos no son la nación de Israel. De hecho,
la nación de Israel se compone sólo de los judíos que han regresado allá.
De los trece o catorce millones de judíos, por lo menos once no están en el
terreno de Israel. Como resultado, pese a que son israelitas típicos, no
constituyen la nación de Israel. Solamente aquellos israelitas que han
regresado a su patria y que permanecen, viven y pelean allí, conforman la
nación de Israel. Del mismo modo, todos los cristianos son el pueblo de
Dios, pero la gran mayoría ha perdido su terreno y su base como pueblo de
Dios.
Muchos se ofenden cuando decimos que somos la iglesia. Dicen: “¿Cómo
así? ¿Acaso nosotros no fuimos redimidos por la sangre, y acaso no nos
regeneró el Espíritu?”. Sabemos que hay muchos cristianos redimidos por
la sangre y regenerados por el Espíritu, y sabemos que algunos de ellos
tienen mucha experiencia y conocimiento del Señor; sin embargo,
perdieron su terreno y su base como pueblo de Dios y como iglesia.
Algunos de los judíos que viven en Nueva York son millonarios; son
mucho más ricos que los judíos que regresaron a Palestina. Aquellos han
contribuido con mucho dinero para ayudar a la nación de Israel, pero estos
judíos pobres son los que conforman la nación de Israel. No importa con
cuánto contribuyan los judíos millonarios, de todos modos ellos no son la
nación de Israel; de hecho, son ciudadanos de los Estados Unidos. Es
posible que digan: “Amo la nación de Israel y estoy en favor de ella”. Le
damos gracias al Señor por esto, pero de todos modos tal actitud no los
hace parte de la nación de Israel. La única forma en que podrían formar
parte de la nación de Israel sería regresar a su patria para ser solidarios con
los judíos pobres que regresaron y luchar a su lado. Sólo entonces podrían
ser verdaderamente parte de Israel. No sólo estarán a favor de Israel, sino
que ellos mismos serán la nación de Israel.
De este mismo modo, los que traerán al hijo varón no serán los cristianos
que están en las denominaciones, en las sectas y en los grupos libres. Para
que nazca el hijo varón, es necesario que por lo menos parte del pueblo de
Dios regrese a su debida posición y base como mujer. Los que tienen esta
base sólo tienen a Dios y nada más. Ellos son la mujer que está en el
terreno apropiado para dar a luz al hijo varón.
Repito que si deseamos entender la Biblia, especialmente las profecías,
tenemos que entenderla a partir de la vida y para la vida. La interpretación
que el Señor nos ha dado no sólo nos la ha dado por la vida y con la vida,
sino que, con mucha más razón, nos la reveló para la vida. Todos tenemos
que ser parte de la mujer en hecho y en la práctica. Si usted solamente
puede decir: “Fui redimido por la sangre y regenerado por el Espíritu y
lleno del Espíritu”, entonces usted es un verdadero cristiano —gloria a
Dios por eso—, pero en la práctica y en el hecho no está en la mujer que
da a luz al hijo varón. Usted es como los judíos que viven en Nueva York,
que declaran ser judíos y estar en pro de la nación de Israel. Es cierto que
son judíos, pero no pueden afirmar que son la nación de Israel. Ellos
ayudan a Israel y están en pro de dicho país, pero no son la nación de
Israel en la práctica. Del mismo modo, los que darán a luz al hijo varón no
serán los hijos de Dios que están dispersos y que perdieron el terreno y la
base adecuados. Solamente la parte de los redimidos de Dios que ha visto
Su economía y que está dispuesta a regresar a la posición correcta, al
terreno apropiado de la mujer casta, podrá dar a luz al hijo varón.
REGRESEMOS AL DEBIDO TERRENO
Si queremos ser incluidos verdaderamente en la mujer casta, tenemos que
hacer a un lado todo lo que no sea Dios ni Cristo, y tenemos que regresar
al terreno único que consiste en tener a Cristo como único esposo. Nos
negamos a ser fecundados por otro que no sea Cristo. Solamente El puede
fecundarnos puesto que es nuestro único esposo. Fuera de El no tenemos
nada ni a nadie. En la actualidad estamos en la posición de esta mujer.
Ahora bien, si usted es la esposa del señor Rodríguez, ¿por qué entonces
vive con el señor García? Usted podría decir: “Soy la esposa del señor
Rodríguez. Nos casamos legalmente en tal fecha”. Muy bien, pero ¿con
quién vive usted? ¿Con el señor Rodríguez o con otra persona? Tal vez
usted no viva con otro hombre; es posible que usted viva sola en su casa
con su perro. Al no vivir con su marido, usted pierde la posición de ser la
señora Rodríguez. Doctrinalmente usted es la esposa del señor Rodríguez,
pero en la realidad cotidiana usted no es la señora Rodríguez. Usted ha
perdido la base, el derecho, y lo sigue perdiendo. Si usted desea volver a
ser la señora Rodríguez, tiene que dejar a los demás hombres y las demás
cosas, y volver a ser pura y exclusivamente uno con el señor Rodríguez.
Entonces usted será la esposa del señor Rodríguez en una forma
verdadera, práctica y absoluta. Esta es la esposa que no sólo produce hijos
para el señor Rodríguez, sino que engendra hijos del señor Rodríguez. Que
el Señor tenga misericordia de nosotros. Esto no es una doctrina, sino algo
muy práctico. Agradecemos al Señor por habernos abierto Su palabra y
por habernos abierto los ojos a esta visión. Ahora debemos ser fieles a
dicha visión. “Señor, te agradecemos por volvernos a la base correcta
como pueblo Tuyo. Gracias Señor por hacernos verdaderamente la mujer
que dará a luz al hijo varón. Señor no sólo somos la mujer, sino que
anhelamos, al final, llegar a ser el hijo varón”.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA
LA BESTIA QUE SALE DEL MAR
(1)
En este mensaje hablaremos de la bestia que sale del mar (13:1). Los
capítulos 12 y 13 parecen estar aislados, y durante muchos años yo no me
di cuenta de que estaban conectados. La conexión es el mar mencionado
en 12:18 y 13:1. En Apocalipsis 12:18 (en algunas versiones es 13:1) dice:
“Y él [el dragón] se puso de pie sobre la arena del mar”. A continuación
13:1 dice: “Y vi subir del mar una bestia”. El mar de 12:18 y de 13:1, así
como el gran mar de Daniel 7:2, se refiere al mar Mediterráneo.
(Mediterráneo significa “que está en medio de la tierra”). Por
consiguiente, el mar es el vínculo entre los capítulos 12 y 13.
En el capítulo 12 el dragón es derrotado y arrojado de los cielos a la tierra.
Después de venir a la tierra, inmediatamente comienza a incitar a la bestia
a subir del mar. La arena del mar indica, sin duda alguna, la costa de la
Tierra Santa, la zona costera de Israel. El dragón estará en pie allí y hará
que la bestia, el anticristo, suba del mar. El hecho de que el dragón se pone
de pie sobre la arena del mar y que la ciudad santa, Jerusalén, es hollada
durante cuarenta y dos meses (11:2), indica que la persecución de Satanás
en la gran tribulación se llevará a cabo principalmente en la tierra de
Israel.
En estos mensajes acerca de Apocalipsis 13 tengo la carga de presentar los
varios aspectos del anticristo, según se revelan detalladamente en Daniel,
en Apocalipsis y en 2 Tesalonicenses, a fin de que los santos tengan un
entendimiento claro en cuanto a esta persona maligna.
Casi nada de lo revelado en Apocalipsis es nuevo. Por el contrario, casi
todo lo que contiene ya se había mencionado en el Antiguo Testamento. Si
queremos comprender el libro de Apocalipsis, tenemos que remontarnos a
la primera vez que cada asunto se menciona en el Antiguo Testamento. De
este modo veremos tanto la revelación original como el desarrollo de la
misma. Tal es el caso, en principio, con el anticristo. El anticristo es
revelado en Daniel, pero en Apocalipsis se presenta su desarrollo.
Muchos de nosotros sabemos algo de las profecías del libro de Daniel. En
estos mensajes vamos a considerar cuatro capítulos de Daniel: el capítulo
2, que es un relato del sueño de Nabucodonosor; el capítulo 7, una
revelación de las cuatro bestias que salen del mar; el capítulo 8, el cual
presenta un carnero y un macho cabrío que pelean entre sí; y el capítulo
11, que habla del rey del norte y el rey del sur. El capítulo 8 dice que un
cuerno pequeño salió de uno de los cuatro cuernos del macho cabrío, y en
el capítulo 11 algo brotó del rey del norte. Estos dos son la misma cosa.
La gran imagen del capítulo 2 se compone de cuatro partes: la cabeza, el
pecho y los brazos, el vientre y los muslos, y las piernas, que incluyen los
diez dedos de los pies. La cuarta parte está subdividida primero en dos
piernas y luego en diez dedos. Los períodos de la historia representados
por las primeras tres partes de la imagen y las dos piernas ya se
cumplieron; pero lo que representan los diez dedos no se ha cumplido
todavía. Las cuatro bestias del capítulo 7 corresponden a las cuatro partes
de la gran imagen del capítulo 2. La primera bestia corresponde a la
cabeza; la segunda, al pecho y los brazos; la tercera, al vientre y los
muslos; y la cuarta, a las piernas y los dedos de los pies. Finalmente,
según la visión del capítulo 7, la cuarta bestia tendrá diez cuernos. Estos
diez cuernos representan los diez dedos de los pies de la cuarta sección de
la gran imagen.
Los dos animales del capítulo 8, que son el carnero y el macho cabrío,
equivalen a la segunda y la tercera bestias mencionadas en el capítulo 7.
Por consiguiente, el macho cabrío es la tercera bestia y la tercera sección
de la imagen. Según el capítulo 8, sobre el macho cabrío hay cuatro
cuernos, y de uno de ellos sale un cuerno pequeño.
En el capítulo 11 de Daniel vemos dos reyes, el rey del norte y el rey del
sur. El rey del norte es sombra del anticristo y proviene de los cuernos del
macho cabrío que se menciona en el capítulo 8.
Nótese la conexión que hay entre estos cuatro capítulos de Daniel. Las
cuatro bestias del capítulo 7 equivalen a las cuatro secciones de la gran
imagen del capítulo 2. El carnero y el macho cabrío del capítulo 8 son la
segunda y la tercera bestias del capítulo 7. El rey del norte, que aparece en
el capítulo 11, proviene de uno de los cuatro cuernos del macho cabrío
mencionado en el capítulo 8. Finalmente, el rey del norte es sombra o tipo
del anticristo, quien es el cuerno pequeño del que habla el capítulo 8.
En Daniel 9:24-27 tenemos la profecía relacionada con las setenta
semanas. De acuerdo con este capítulo, Dios asignó setenta semanas a la
historia de Israel. Cada semana es un período de siete años. Después de la
sexagésima novena semana, vendría un príncipe, Tito, a destruir a
Jerusalén, y ésta sería hollada bajo los pies de los gentiles. Durante esa
época, vendría la desolación junto con la abominación (Dn. 9:27). En el
año 70 d. de C. Tito destruyó la ciudad de Jerusalén. Desde ese entonces
hasta 1967 Jerusalén estuvo bajo el control de los gentiles. La
recuperación de Jerusalén por los judíos en 1967 es una indicación de que
estamos cerca del fin. Por medio del anticristo, pronto vendrá en su
plenitud la desolación con la abominación.
I. LA CUARTA BESTIA DE DANIEL 7
La bestia que sube del mar en 13:1 es la última parte y la más importante
de la cuarta bestia de Daniel (Dn. 7:7-8, 19-26). Tanto en Daniel como en
Apocalipsis la bestia que sale del mar se refiere al Imperio Romano y más
específicamente al anticristo. Por consiguiente, vemos que el anticristo es
la bestia que sube del mar, la cuarta bestia de Daniel 7.
A. Espantosa y terrible
Esta bestia es espantosa y terrible (Dn. 7:7, 19). En el Imperio Romano del
pasado ocurrieron cosas espantosas y terribles. En el futuro, el anticristo
también hará cosas horrendas para destruir a la gente. Ambos son crueles
y espantosos.
B. Fuerte en gran manera
En Daniel 7:7 se revela que la bestia es “en gran manera fuerte”. El
Imperio Romano ha sido el dominio pagano más poderoso que ha habido
en la historia, y el anticristo también será extremadamente poderoso, pero
lo será por el poder de Satanás. Así como el Imperio Romano conquistó a
las potencias vecinas, así el anticristo subyugará a todas las potencias que
rodean el mar Mediterráneo.
C. Tiene grandes dientes de hierro
y uñas de bronce
La bestia también tiene grandes dientes de hierro y uñas de bronce (Dn.
7:7, 19). Los dientes de hierro los usa para devorar, y las uñas de bronce,
para mantenerse firme o para hollar.
D. Devora toda la tierra y la desmenuza
Esta bestia devora toda la tierra y la desmenuza (Dn. 7:7, 19, 23). Igual
que los demás aspectos de la descripción de esta bestia, esto se aplica
primeramente al antiguo Imperio Romano con sus césares, y luego al
anticristo.
E. Pisotea los residuos
La cuarta bestia huella con sus pies los residuos (Dn. 7:7, 19, 23). Todo lo
que quede después de devorar y desmenuzar la tierra será hollado por la
bestia. Esto ocurrió en el antiguo Imperio Romano, y lo mismo hará el
anticristo en el futuro.
F. Tiene diez cuernos
La bestia también tiene diez cuernos (Dn. 7:7, 20, 24). Estos diez cuernos
corresponden a los dedos de los pies de la gran imagen que vemos en el
capítulo 2. Según la visión de la gran imagen que aparece en Daniel 2, los
diez reyes representados por los diez dedos de los pies son, a los ojos de
Dios, la parte más baja del cuerpo. Sin embargo, en la visión de Daniel 7,
estos diez reinos representados por los diez reyes son exaltados como los
diez cuernos. En el capítulo 2 estos reyes son lo más bajo, y en el capítulo
7 son lo más elevado. Dependiendo de nuestro punto de vista, estos diez
reyes son lo más bajo o lo más elevado. Si los miramos desde el ángulo
celestial, son lo más bajo; pero si los miramos desde las perspectiva del
mundo, estos reinos parecen ser lo más elevado. Además, la política del
mundo y los reinos del mundo son, delante de Dios, como bestias salvajes
que sólo se limitan a hacer daño y devorar a la gente. Pero a los ojos de
Nabucodonosor, es decir, a los ojos humanos, los reinos del mundo
parecen ser una imagen grande y gloriosa.
G. Un un pequeño cuerno
sale de uno de sus diez cuernos
La cuarta bestia tiene un pequeño cuerno, el anticristo, que sale de uno de
los diez cuernos que tiene (Dn. 7:8, 20, 24-26). El anticristo brotará de uno
de los diez cuernos.
1. Tiene ojos como de hombre
Este pequeño cuerno tendrá ojos como de hombre (Dn. 7:8, 20). Estos ojos
indican sagacidad. Puesto que el cuerno tendrá ojos como de hombre,
vemos que el anticristo será muy destacado intelectualmente. Será un
hombre muy versado y muy sagaz. Es posible que tenga un amplio
conocimiento en ciencias políticas y que esté plenamente actualizado en el
conocimiento científico. Tengan esto presente cuando observen la
situación mundial y lean los periódicos. Dentro de no mucho tiempo,
surgirá dicho hombre.
2. Con su boca habla grandes cosas
contra el Altísimo
Este pequeño cuerno proferirá con su boca grandes cosas en contra del
Altísimo (Dn. 7:8, 20, 25). El será arrogante en su elocuencia y expresará
blasfemias contra Dios. El anticristo será un orador elocuente. En la
actualidad, cualquier candidato para un puesto político tiene que ser
inteligente y hablar con elocuencia. Cuanto más convincente sea un
candidato político, más probabilidades tendrá de ser elegido. Cuando usted
vea una persona inteligente y elocuente hablando con arrogancia
blasfemias contra Dios, preste atención, pues podría ser el anticristo.

3. Parece ser más fuerte que sus compañeros


El pequeño cuerno parecerá más fuerte que sus compañeros (Dn. 7:20). Su
apariencia será tan fuerte, tan firme, tan imponente y tan atrayente que
podrá someter a muchos con su sola presencia. La Biblia no nos deja a
tientas, pues no sólo nos revela a Cristo, sino que también describe
detalladamente al anticristo. Cuando éste aparezca, podremos reconocerlo
fácilmente.
4. Hace guerra contra los santos y los vence
En Daniel 7:21 dice: “Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los
santos, y los vencía”. El anticristo no sólo será arrogante y blasfemo, sino
que también hará guerra contra los santos. El perseguirá a los judíos que
temen a Dios y a los cristianos que tengan fe.
5. Quebranta a los santos
durante tres años y medio
En Daniel 7:25 se nos indica que el pequeño cuerno “a los santos del
Altísimo los quebrantará”. El anticristo derrotará a los santos y los
quebrantará gradualmente. No sabemos cómo va a lograr esto. Es más
difícil perseverar en ese quebrantamiento que ser muerto de repente. No
esperen hasta experimentar esto personalmente. Más bien, oren pidiendo
que puedan escapar. Cuando veamos que surja un hombre semejante al
descrito aquí, debemos orar así: “Señor, si éste es el hombre, llévame
contigo antes de que llegue él al poder. No quiero estar bajo su mano”.
6. Tratará de cambiar los tiempos y la ley
Daniel 7:25 revela que el pequeño cuerno “pensará en cambiar los tiempos
y la ley”. Este cambio de tiempos y de leyes se refiere a las fiestas de los
hijos de Israel. Según el libro de Levítico, Dios designó por lo menos siete
fiestas anuales para el pueblo judío. Dado que dichas fiestas están
relacionadas con la adoración de Dios, y puesto que el anticristo se
opondrá a todo tipo de religión, éste abolirá todas las fiestas solemnes y
modificará la religión judía; abolirá las fiestas y cambiará las leyes que
ellos recibieron de parte de Dios por conducto de sus antepasados.
7. Le quitarán su dominio
En Daniel 7:26 leemos: “Pero se sentará el Juez, y le quitarán su
dominio”. El dominio del cuerno pequeño, el anticristo, le será quitado.
8. Es destruido y arruinado
El versículo 26 también revela que el anticristo será destruido y arruinado
“hasta el fin”. Aunque Daniel no nos dice específicamente cómo será
destruido el anticristo, sabemos por otros pasajes de la Palabra que será
destruido en el lago de fuego (19:20).
II. EL PEQUEÑO CUERNO MENCIONADO EN DANIEL 8
Llegamos al capítulo 8 de Daniel, donde vemos el pequeño cuerno (vs. 8-
12, 21-25). El anticristo será la cuarta bestia del capítulo 7 de Daniel y
también el pequeño cuerno del que habla el capítulo 8. La revelación
contenida en Daniel 8 consta principalmente de dos cosas: el carnero que
representa a Persia, y el macho cabrío que representa a Grecia. G. H.
Pember dice en su libro acerca de las grandes profecías, que en toda la
antigua Persia, especialmente en la capital, se ve el símbolo de un carnero.
Además, en la antigua Grecia han sido hallados muchos símbolos de
cabras. La Biblia usa el carnero para identificar a Persia, y el macho cabrío
para representar a Grecia. El macho cabrío de este capítulo se refiere a
Alejandro Magno. Alejandro estuvo en el poder por unos doce años y
murió repentinamente cuanto tenía entre treinta y cuarenta años de edad.
Su fuerza no era como la de un carnero, sino como la de un macho cabrío.
La historia nos dice que cuando Alejandro Magno llegó a Macedonia, le
pusieron una corona de cuernos de cabra.
Dice en Daniel 8:8: “Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero
estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar
salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo”.
Alejandro Magno tuvo cuatro generales. Después de su muerte, cada uno
de estos generales ocuparon ciertos territorios, y de ellos hicieron reinos
para sí mismos. Así que, después de la muerte de Alejandro, el antiguo
reino de Macedonia se dividió en cuatro reinos. Al leer esta profecía,
escrita mucho antes del tiempo de Alejandro, nos es imposible dudar de la
inspiración divina de la Biblia. Cuando leí y estudié estos asuntos hace
cincuenta años, quedé plenamente convencido de que la Biblia había sido
inspirada por Dios. La mente humana jamás habría podido darnos una
narración tan breve y tan amplia a la vez.

A. Sale de uno de los cuatro cuernos


del macho cabrío
El pequeño cuerno del que habla Daniel 8 procede de uno de los cuatro
cuernos del macho cabrío, es decir, de uno de los cuatro reinos de las
antiguas Macedonia y Grecia (vs. 8-9, 21-23).
B. Se engrandece sobremanera extendiéndose
al sur, al oriente y hacia la tierra gloriosa
En Daniel 8:9 leemos: “Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que
creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa”. El sur se
refiere a Egipto; el oriente habla de Asia Menor, y la tierra gloriosa, se
refiere a la Tierra Santa. Saber esto nos permite determinar la región de la
cual saldrá el cuerno pequeño. Vendrá de Grecia o de Macedonia. Esta es
la razón por la cual será tan destacado intelectualmente, pues desde
tiempos antiguos, los griegos han sido notorios por sus logros
intelectuales.
No obstante, las profecías de la Biblia algunas veces son algo furtivas. Por
ejemplo, en Miqueas 5:2 se profetizó que Cristo nacería en Belén. Esta
profecía se cumplió, pero a la gente le era difícil determinar que Cristo
provenía de Belén. María, Su madre, quedó encinta en Nazaret, no en
Belén. Poco antes de dar a luz, viajó a Belén y se quedó allí el tiempo
justo para que naciera el Señor Jesús. Poco después del nacimiento de
Jesús, Sus padres lo llevaron a Egipto y más tarde a Nazaret, donde fue
criado (Mt. 2:19-23). De modo que todos lo conocían como Jesús de
Nazaret. Casi nadie sabía que de una forma “furtiva” había nacido
realmente en Belén.
El señor Pember dice que Napoleón era descendiente de los griegos.
Aunque es difícil determinar esto con seguridad, creo firmemente que el
anticristo también será de ascendencia griega. Sin embargo, es difícil
determinar con exactitud dónde aparecerá. De todos modos tendrá algún
vínculo con Grecia. Esta no es mi especulación ni mi interpretación; esto
es lo que da a entender Daniel 8:9. El anticristo vendrá indudablemente de
uno de los cuatro reinos del territorio que abarcaba el antiguo imperio de
Macedonia y Grecia en días de Alejandro Magno.
Debemos considerar aquí, a modo de paréntesis, el cumplimiento histórico
de Daniel 2:31-33, 38-45 y 7:3-7. La cabeza de la gran imagen, la primera
bestia, fue el imperio de Babilonia (605 a 539 a. de C.). El pecho y los
brazos de la gran imagen, la segunda bestia, representa el imperio Medo-
Persa (549 a 330 a. de C.). Media y Persia eran como dos brazos, pero
eran un solo imperio. El vientre y los muslos representan el imperio de
Grecia y Macedonia (336 a 326 a. de C.) que se dividió en cuatro partes
después de la muerte de Alejandro Magno: el reino de Ptolomeo en
Egipto, Cirenaica, parte de Siria y partes de Asia Menor; el reino de
Casandro, en Macedonia y Grecia; el reino de Lisímaco, en Tracia, Bitinia
occidental, Frigia Menor, Misia y Lidia; y el reino de Seleuco, en el resto
de Asia Menor y Siria (323 a 31 a. de C.). Por lo tanto, el hecho de que el
cuerno pequeño se extienda al sur, al oriente y a la tierra gloriosa,
demuestra que el anticristo surgirá de Grecia y Macedonia. Las piernas de
la gran imagen, o sea, la cuarta bestia, son el Imperio Romano (30 a. de C.
al 476 d. de C.). Los territorios del Imperio Romano de occidente incluían
a Galia, España, Inglaterra, Italia y la parte occidental del norte de Africa.
Los territorios del Imperio Romano de oriente incluían a Macedonia,
Grecia, Tracia, Asia Menor, Siria, Judea, Egipto y la parte oriental de
Africa del norte. Después del año 476 de nuestra era se suspendió el
Imperio Romano. Durante este receso, es decir, durante el intervalo entre
las dos piernas y los diez dedos, el Imperio Romano ha sido reemplazado
por la Iglesia Católica Romana.
C. Se engrandece hasta el ejército del cielo
Dice en Daniel 8:10: “Y se engrandeció hasta el ejército del cielo” (heb.).
El cuerno pequeño no sólo crecerá hacia el sur, el oriente y la tierra
gloriosa, sino que también se extenderá hacia el ejército del cielo. ¡Qué
orgulloso será! Todos sabemos que el hombre ha logrado poner pie en la
luna. Esta tecnología puede permitir que el anticristo tenga actividades
relacionadas con el ejército del cielo, incluyendo los planetas y las
estrellas. El anticristo será tan arrogante, orgulloso y soberbio que
pretenderá tocar los ejércitos del cielo.
D. Derriba algunos del ejército del cielo,
y de las estrellas y los pisotea
Daniel 8:10 también dice que el pequeño cuerno “echó por tierra y
pisoteó parte del ejército y de las estrellas” (heb.). ¡Qué persona tan
asombrosa será! Algún tipo de tecnología desarrollará la ciencia que
le permitirá al anticristo derribar astros. El anticristo será tan
soberbio que se atreverá a hacer tal cosa.
E. Se engrandece hasta igualarse
con el Príncipe de los ejércitos
Leemos en Daniel 8:11: “Se engrandeció hasta igualarse con el
Príncipe de los ejércitos”, y en el versículo 25: “Se levantará contra
el Príncipe de los príncipes”. Esto significa que se envanecerá hasta
igualarse con Dios.
F. Hace cesar el sacrificio continuo
El cuerno pequeño también quitará el sacrificio continuo (v. 11).
Esto significa que hará cesar la adoración de Dios que llevan a cabo
los judíos. Hemos visto que el anticristo cambiará las fiestas y las
leyes de los judíos. Ahora vemos que hará cesar los sacrificios
diarios o continuos. El versículo 12 dice: “Y se le asignó al continuo
sacrificio un período de prueba por causa de la prevaricación”
(Según la traducción de Darby). Esto significa que el sacrificio será
puesto a prueba por la intervención del anticristo. Este período de
prueba se deberá a la prevaricación de los judíos. Los judíos que
han regresado a su patria están hoy día en una situación muy pobre,
llenos de pecado y de transgresiones. Esta condición continuará
hasta que venga el anticristo. Pese a que los judíos adorarán a Dios
y le ofrecerán sacrificios, seguirán siendo pecaminosos. Por lo
tanto, Dios no se complacerá en sus ofrendas y, por la transgresión
de ellos, permitirá que el anticristo haga cesar el sacrificio.
G. Derriba el lugar del santuario
del Príncipe de los ejércitos
El anticristo, el cuerno pequeño, echará por tierra el lugar del
santuario del Príncipe de los ejércitos (Dn. 8:11). Esto indica que
destruirá el templo de Dios. También implica que el templo será
reconstruido. Si el anticristo apareciera hoy, no habría templo para
derribar. Creo que el templo será reconstruido dentro de no mucho
tiempo. Poco después, el anticristo surgirá y lo derribará una vez
más.
H. Echa por tierra la verdad
Daniel 8:12 también revela que el anticristo “echó por tierra la
verdad”. Esto significa que el anticristo no tendrá ninguna verdad.
El derribará y anulará toda verdad. La tendencia del mundo hoy es
ésa. En lo que a las relaciones internacionales se refiere, hay muy
poca verdad. En cuanto a renunciar a la verdad, el anticristo se irá
al extremo.
I. Hace grandes cosas y prospera
El anticristo hará grandes cosas y prosperará (Dn. 8:12, 24). La
expresión hebrea que se traduce “hizo cuanto quiso” u “obró” es una
palabra específica que indica prodigios o proezas. El anticristo
obrará proezas, cosas que jamás se han hecho, y tendrá éxito.
J. Tiene aspecto fiero
Daniel 8:23 describe al anticristo como “un rey de aspecto fiero”.
Como vimos, el aspecto del anticristo será firme y avasallador.
K. Entendido en enigmas
El anticristo será entendido en “enigmas” (Dn. 8:23). Estos enigmas
o misterios, son afirmaciones capciosas, palabras engañosas
cargadas de ambigüedad. Será imposible determinar con exactitud
lo que dice, pues sus palabras estarán llenas de ambigüedad.
L. Su poder se fortalece
mas no con fuerza propia
En Daniel 8:24 dice: “Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza
propia”. La fuerza del anticristo será el poder de Satanás.
Apocalipsis 13:2 dice: “Y el dragón le dio su poder y su trono, y
grande autoridad”. En cierto sentido, el anticristo será la
personificación de Satanás.
M. Destruirá de una manera prodigiosa
También se nos dice que el anticristo “destruirá de una manera
prodigiosa” (Dn. 8:24). Esto indica que el anticristo destruirá a un
grado asombroso. El destruirá ciudades y naciones como nadie lo
ha hecho. Yo no quisiera ser testigo de estas cosas estando en la
tierra. Preferiría verlo desde los cielos.
N. Destruye a los fuertes y al pueblo santo
El anticristo también “destruirá a los fuertes y al pueblo santo” (Dn.
8:24), o sea, al pueblo de Dios.
O. Es sagaz y engañoso
Daniel 8:25 dice: “Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su
mano”. Esto revela que el anticristo será sagaz y engañoso.
P. Destruye a muchos que no están alerta
Vemos en Daniel 8:25 que el anticristo “destruirá a muchos” que no
están alerta. Cuando muchas personas estén en paz y seguridad, el
anticristo vendrá y las destruirá.
Q. Es quebrantado, mas no por mano humana
También se revela en Daniel 8:25 que el anticristo “será
quebrantado, aunque no por mano humana”. Por último, Cristo
quebrantará al anticristo, no lo hará mano humana.
Los puntos anteriores nos presentan un cuadro completo del
anticristo, quien es el cuerno pequeño mencionado en el capítulo 8
de Daniel. Recuerden que el anticristo es en primer lugar la cuarta
bestia de la que habla el capítulo 7 de Daniel, y luego el pequeño
cuerno del capítulo 8.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y UNO
LA BESTIA QUE SALE DEL MAR
(2)
III. EL PRINCIPE MENCIONADO EN DANIEL
A. Tanto Tito como el anticristo
destruyen a Jerusalén y el templo
El anticristo también es el príncipe que se menciona en Daniel 9:26-27. Si
uno lee dicho capítulo detenidamente, verá que el príncipe se refiere a dos
personas. En primer lugar, se refiere a Tito, quien destruyó con su ejército
a Jerusalén en el año 70 d. de C. Esa destrucción fue el cumplimiento de la
profecía que dio el Señor en Lucas 21. El Señor profetizó, en Su última
visita a Jerusalén, que la ciudad sería destruida, que el templo sería
derribado y no quedaría allí piedra sobre piedra. Esa profecía se cumplió
en menos de cuarenta años después de la muerte del Señor. Según la
historia, esa destrucción fue horrenda. Sin embargo, Tito sólo era sombra
del príncipe que vendría, el anticristo, y la destrucción de Jerusalén y del
templo a manos de Tito, no fue más que una sombra de la destrucción que
vendrá sobre Jerusalén y el templo a manos del anticristo. Entre estos dos
hombres que llevan el título de “príncipe” hay un intervalo de unos dos
mil años.
B. Confirma el pacto con los judíos por una semana
En Daniel 9:24-27 tenemos la profecía acerca de las setenta semanas.
Estas setenta semanas no son semanas de días, sino de años. Daniel 9:25
dice: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar
y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y
sesenta y dos semanas”. Las siete semanas mencionadas aquí, se cuentan
desde la promulgación del decreto que dio el rey de Persia de que se
reedificara la ciudad de Jerusalén. Desde la promulgación de dicho decreto
hasta que se reconstruyó la ciudad hubo un período de cuarenta y nueve
años. Las sesenta y dos semanas son el período que va desde que se
terminó de reedificar a Jerusalén hasta el día en que Cristo fue crucificado.
La crucifixión de Cristo está implícita en Daniel 9:26, donde dice: “Y
después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no
por Sí”. Por consiguiente, desde que se terminó de reconstruir la ciudad
hasta la crucifixión del Mesías, transcurrieron cuatrocientos treinta y
cuatro años. De modo que, de las setenta semanas mencionadas en Daniel
9, sólo queda la última semana.
Después de la crucifixión de Cristo, Tito destruyó la ciudad de Jerusalén.
Entre el tiempo de la crucifixión de Cristo y el comienzo de la
septuagésima semana hay un lapso indefinido. Este intervalo ya ha durado
más de mil novecientos años. Dicho período ha abarcado el antiguo
Imperio Romano, que terminó en el año 476 d. de C., y la Iglesia Romana,
que remplazó al Imperio Romano. También incluirá el Imperio Romano
que resurgirá. El último césar del Imperio Romano restaurado será el
anticristo, quien hará un pacto con los judíos por una semana. Daniel 9:27
dice: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos”. En este pacto
el anticristo prometerá a los judíos la libertad de adorar a Dios siguiendo
su religión.
C. A la mitad de la semana
hace cesar el sacrificio y la ofrenda
Después de tres años y medio, el anticristo cambiará de parecer. Daniel
9:27 añade: “A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”.
El quebrantará el pacto en un momento crítico, cuando Satanás es arrojado
a la tierra y se pone en pie a la orilla del mar Mediterráneo para incitar al
anticristo. Este se exaltará por encima de todos los dioses. Tal vez dirá:
“Ustedes los judíos no deben seguir adorando a su Dios. Yo soy Dios. Les
ordeno que cesen sus sacrificios y suspendan todas sus fiestas religiosas.
Además, voy a cambiarles las leyes. Hagan a un lado todo lo relacionado
con su Dios, la ley de su Dios y sus fiestas solemnes, y vuélvanse a mí y
adórenme”. En ese entonces, el anticristo se exaltará por encima de todos
los dioses y además contaminará el templo.
D. El desolador establece
las abominaciones en el templo
También dice Daniel 9:27: “Después con la muchedumbre de las
abominaciones vendrá el desolador”. El Señor Jesús se refirió a esto
cuando dijo: “Por tanto, cuando veáis la abominación desoladora,
anunciada por medio del profeta Daniel, erigida en el lugar santo...” (Mt.
24:15). El anticristo traerá tanto abominaciones de ídolos como desolación
de destrucción, y demolerá tanto el templo como la ciudad de Jerusalén.
Esta es la interpretación correcta de Daniel 9:25-27. Si tenemos este
entendimiento, veremos cómo el anticristo oprimirá a los judíos.
Cuando lleguemos al capítulo 17 de Apocalipsis, veremos que el anticristo
destruirá al catolicismo y al judaísmo. Tanto éste como aquél se han hecho
abominables delante de Dios. Algunos de nosotros estábamos en uno u
otro, pero damos gracias al Señor porque ya no estamos en esos “ismos”.
Ahora tenemos a Cristo. Por siglos estos dos “ismos” han sido una
abominación a los ojos de Dios. En Apocalipsis 2:9 y 3:9 el Señor Jesús
llamó a las sinagogas judías “sinagogas de Satanás”. Más aún, el Señor
Jesús le reveló a Juan que el catolicismo es la gran ramera (17:1-6).
Algunos podrían alegar: “¿Cómo puede usted llamar a las sinagogas judías
sinagogas de Satanás? En la sinagoga los judíos adoran a Dios y estudian
las Escrituras”. Pero no fui yo quien las llamó así; fue el Señor Jesús quien
dijo esto a la iglesia. En la sinagoga ya no estaba Dios sino Satanás. Otros,
en defensa del catolicismo, podrían decir: “Pero la Iglesia Católica predica
a Cristo”. El catolicismo predica a Cristo como hijo de María. Adorar a
María es una costumbre que proviene del paganismo. La María del
catolicismo, a la que llaman “la madre de Dios”, es simplemente otra
forma de dirigirse a la diosa Venus. Esto es algo demoníaco. La
celebración de la Navidad también es demoníaca, pues se dice que el 25 de
diciembre, la fecha en que los paganos hacían un festival en honor del sol,
es la fecha en que Cristo nació. ¡Qué blasfemia! Aunque todo lo que hay
en el catolicismo tiene apariencia cristiana, su verdadero origen es
babilónico. Es por eso que a los ojos de Dios la Iglesia Católica es la gran
ramera que se enriquece cometiendo fornicación espiritual. Es por eso que
a la Iglesia Católica se le llama la gran ramera. Tanto el judaísmo como el
catolicismo son satánicos. El anticristo, inducido por Satanás, destruirá al
judaísmo y al catolicismo. El realizará su obra destructiva sin darse cuenta
de que está haciendo un favor a Dios y a Cristo. Dios es soberano y está
detrás de todo esto. El anticristo hará estas cosas procurando exaltarse a sí
mismo sobre todo tipo de deidad, aboliendo así toda religión y haciéndose
el único objeto de adoración.
E. Es destruido por la ira de Dios
Finalmente, el anticristo será destruido por la ira de Dios (Dn. 9:27). Esta
destrucción la llevará a cabo Cristo en la batalla de Armagedón, donde
acabará por completo con el anticristo (19:17-21).
IV. EL REY MENCIONADO EN DANIEL 11
El anticristo también es el rey que aparece en Daniel 11:36-45. Ya
mencionamos a los dos reyes de Daniel 11, el rey del sur y el rey del norte.
En Daniel 11 el sur se refiere a Egipto, y el norte a Siria. En ocasiones
Egipto y Siria pelean entre sí. El rey de Siria, o sea el rey del norte, está
estrechamente relacionado con el anticristo que vendrá.
A. Tipificado por Antíoco Epífanes
El rey de Daniel 11:36-45 es tipificado por Antíoco Epífanes en Daniel
11:21-35 (quien reinó de 175 a 164 a. de C.). Antíoco destruyó el templo y
contaminó el santuario al introducir un cerdo en el templo. Por esta razón
los macabeos se levantaron y pelearon contra él, según se narra en los
libros de los Macabeos, dos libros apócrifos. Antíoco se opuso a la santa
alianza que Dios había hecho con Su pueblo (Dn. 11:28, 30) y quitó el
sacrificio continuo (Dn. 11:31). Además, metió la abominación desoladora
un (ídolo) en el templo (Dn. 11:31). Como ya vimos, el anticristo hará lo
mismo.
B. Se exalta y afirma estar sobre todo dios
y habla grandezas contra el Dios de los dioses
En Daniel 11:36-37 se revela que este rey, el anticristo, “se ensoberbecerá,
y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará
maravillas ... Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las
mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá”.
El anticristo hará esto.
C. Honrará al dios de las fortalezas
Daniel 11:38 dice que el anticristo “honrará en su lugar al dios de las
fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata,
con piedras preciosas y con cosas de gran precio”. El anticristo se volverá
de la adoración de Dios a la adoración de su propio ídolo.
D. Colmará de gloria a quienes le reconozcan,
los hará gobernar a muchos
y les dará tierras en recompensa
Leemos en Daniel 11:39: “Colmará de honores a los que le reconozcan, y
por precio repartirá la tierra”. Esto indica que el anticristo dará puestos
importantes a los que le rindan pleitesía. El los recompensará con honores,
con autoridad para gobernar y con tierras.
E. Invadirá las tierras y las inundará a su paso
Daniel 11:40 dice que el anticristo “entrará por las tierras, e inundará, y
pasará”. Esto quiere decir que él se apoderará de las naciones a las cuales
invadirá.
F. Entrará en la tierra gloriosa
El anticristo también invadirá la tierra gloriosa (Dn. 11:41). La tierra
gloriosa es la Tierra Santa. Esto indica que también conquistará la nación
judía.
G. Plantará las tiendas de su palacio
entre los mares y el monte glorioso y santo
Daniel 11:45 dice: “Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y
el monte glorioso y santo”. Estos mares deben de aludir al mar
Mediterráneo y el mar de Galilea. El monte glorioso y santo seguramente
se refiere al monte de Sion, donde está Jerusalén. Entre los dos mares y el
monte de Sion el anticristo erigirá las tiendas de su palacio.
H. Llega a su fin, y nadie le ayuda
Finalmente el anticristo “llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude” (Dn.
11:45). Esto significa que Cristo acabará con él en la batalla de
Armagedón, y nadie le ayudará a escapar.
Al considerar estos aspectos del anticristo, vemos qué clase de persona
será y de dónde vendrá. Tengo la plena certeza de que, según la Biblia, él
vendrá bien sea de Grecia o bien del territorio de la antigua Macedonia.
Posiblemente será descendiente de griegos y vendrá de la región de éstos.
El Imperio Romano de oriente incluía las cuatro porciones en que se había
dividido el imperio de Alejandro Magno. Según las profecías, el anticristo
no vendrá del Imperio Romano de occidente, sino de uno de los cuatro
reinos que abarca el territorio del imperio de Grecia y Macedonia. Todos
estos reinos están ubicados dentro del territorio del Imperio Romano de
oriente. El anticristo muy probablemente vendrá de Grecia tanto por
nacionalidad como geográficamente. Debemos prestar atención y observar
los eventos que sucedan en Grecia. La mayor parte de las profecías
contenidas en los capítulos 2, 7, 8 y 11 de Daniel ya se cumplieron. Puesto
que dichas profecías se cumplieron literalmente, lo mismo sucederá con
las restantes. El anticristo avanzará de Macedonia o de Grecia a la tierra
del sur (Egipto), al oriente (Siria) y a la Tierra Santa (la tierra de Israel).
La situación actual del mundo se centra en el Medio Oriente. Tenemos que
darnos cuenta de que el tiempo se acerca y pronto vendrán tanto Cristo
como el anticristo. Pero nosotros no esperamos la venida del anticristo
sino la venida de Cristo. Todos los días observo los acontecimientos del
Medio Oriente y ejercito mi espíritu para discernir los eventos que
suceden en esa región. Alabamos al Señor porque tenemos la luz de la
Palabra de Dios expresada en Su profecía.
Mediante el estudio de las profecías acerca del anticristo, podemos
concluir que él es el producto final de las potencias del mundo. A los ojos
de Dios, las potencias del mundo empezaron con Babilonia, la cual fue
sucedida por el Imperio Medo-Persa, el Imperio Macedonio y el Imperio
Romano. El Imperio Medo-Persa continuó el Imperio Babilonio; el
Imperio Macedonio continuó el Imperio Medo-Persa; y el Imperio
Romano preservó el Imperio Macedonio. Vemos, entonces, que el poder
mundial ha pasado de un imperio a otro. Por último, del Imperio Romano
surgirá el anticristo como el producto final de estas potencias mundiales.
Cuando el anticristo sea derrotado y echado en el lago de fuego, las
potencias del mundo terminarán por completo.
Según Daniel 2, una piedra cortada no con mano caerá del cielo sobre los
diez dedos de la imagen (v. 34). Esa piedra no herirá solamente los diez
dedos de los pies, sino toda la imagen desde la cabeza hasta los pies.
Como todos sabemos, la piedra es Cristo. Ahora El es la piedra con la cual
se construye el edificio (Mt. 21:42; Hch. 4:10-12), pero en ese día El será
la roca que hiere (Mt. 21:44). Para la iglesia, Cristo es la piedra con la cual
se edifica, mas para las potencias del mundo El es la roca que aplasta y
desmenuza toda la imagen.
Vimos que el anticristo vendrá de uno de los cuatro reinos del antiguo
Imperio Macedonio, probablemente de Grecia. Grecia, que llegó a ser
parte del Imperio Romano, también será uno de los diez reinos, o los diez
dedos de la imagen. De acuerdo con la profecía bíblica, podemos
determinar claramente y afirmar que el anticristo procederá del Imperio
Romano, ya sea de Grecia o de Macedonia.
También dijimos lo que hará el anticristo. Se opondrá a Dios y perseguirá
al pueblo de Dios. Anulará todo lo pertinente al judaísmo, perseguirá a los
judíos y a los cristianos que queden en la tierra, y destruirá el catolicismo.
El será muy destacado intelectualmente, tendrá muchas capacidades, y
tendrá poder para afectar la esfera celeste. Posiblemente empleará avances
científicos modernos para explorar el espacio. Su apariencia expresará
firmeza, fuerza y atractivo. Si usted es dejado en la tierra cuando se
manifieste el anticristo, podrá reconocerlo si está al tanto de las
características descritas en estos dos mensajes. Usted sabrá quién es él, y
no se dejará atraer por él.
El mundo de hoy en su totalidad busca un líder fuerte. Aunque estamos en
la era de la democracia, muchos están cansados de las fallas de ésta y
buscan un liderazgo fuerte. Cuando surja un líder poderoso, casi todos van
a acudir a él. Será fácil para el anticristo atraer a muchos debido a que ésa
es la tendencia del mundo en general. Pero nosotros alabamos a Dios
porque tenemos la luz de la profecía y no estamos en la oscuridad.
Sabemos qué clase de persona será el anticristo. El es la cuarta bestia, el
cuerno pequeño, el príncipe y el rey. Cuando aparezca, será fácil
identificarlo.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y DOS
LA BESTIA QUE SALE DEL MAR
(3)
En los dos mensajes anteriores vimos que el anticristo es la cuarta bestia
de Daniel 7, el cuerno pequeño de Daniel 8, el príncipe de Daniel 9 y el
rey de Daniel 11. En este mensaje consideraremos otras características del
anticristo.
V. SEMEJANTE A UN LEOPARDO
En Apocalipsis 13:2 dice: “Y la bestia que vi era semejante a un leopardo,
y sus pies como de oso, y su boca como boca de león”. Es muy difícil
darle un nombre a esta bestia porque tiene características de todas las otras
bestias. En Apocalipsis 13 simplemente se le llama “la bestia”.
A. El símbolo
de la tercera bestia
de Daniel 7
Según Daniel 7:4-6, el leopardo, cuyas características son la velocidad y la
crueldad, fue el símbolo de Alejandro Magno, rey de Grecia. En cierto
sentido un leopardo es más feroz que un león. El hecho de que la bestia
que vio Juan sea semejante a un leopardo confirma lo que ya dijimos, que
el anticristo será un griego. Alejandro Magno era como un leopardo, y el
anticristo también será semejante a un leopardo.
B. Sus pies son como de oso,
el símbolo de la segunda bestia
de Daniel 7
Se nos dice que los pies de la bestia son “como de oso”. El oso,
caracterizado por sus garras destructoras, fue el símbolo de la monarquía
medo-persa. El oso pisotea y destruye con sus garras. El anticristo tendrá
esta misma característica.
C. Su boca es como de león,
el símbolo de la primera bestia de Daniel 7
Apocalipsis 13:2 dice que su boca era “como boca de león”. El león,
caracterizado por su boca devoradora, fue un símbolo de Nabucodonosor,
el rey de Babilonia. Esta bestia, el anticristo, será la totalidad de las
potencias malignas del mundo que han existido a lo largo de la historia,
dado que es como las otras tres bestias, y tendrá las características de ellas,
como se menciona en Daniel 7:4-7. El anticristo tendrá las características
de Alejandro Magno, Darío y Nabucodonosor. Aunque será semejante a
un leopardo, sus pies serán como de oso, y su boca como de león. Las
características de todas las bestias salvajes se concentrarán en esta sola
persona, y la constituirán una bestia que lo tendrá todo. Por consiguiente,
será el producto final de todas las potencias mundiales. Si uno estudia la
historia universal, verá que Nabucodonosor devoraba a los pueblos, Darío
los pisoteaba, y Alejandro Magno se movía velozmente, apoderándose de
imperios completos en corto tiempo. Además, Alejandro era
extremadamente cruel. Todas estas características tipifican los diversos
rasgos del anticristo, quien será indudablemente un personaje
extraordinario.
No crea que el anticristo será una persona corriente. No, él será un hombre
fuera de lo común. Hace unos cuarenta años, alguien dijo que Mussolini
era el anticristo. En ese entonces, en 1936, yo ya estaba ministrando y
observaba cuidadosamente la situación mundial. Cuando oí esta
afirmación, me di cuenta de que Mussolini no era tan poderoso. Más aún,
él no tenía la apariencia de un leopardo; era más parecido a una rana.
Cuando usted oiga el rumor de que cierta persona podría ser el anticristo,
debe considerar si dicha persona reúne las características del anticristo.
Fíjese si se parece a un leopardo, a un oso y a un león. Averigüe si es
destacado intelectualmente. Puesto que ya tenemos la luz de las Escrituras
en cuanto al anticristo, nadie podrá engañarnos al respecto.
D. Sale del mar
1. Geográficamente procede
del “gran mar”, el Mediterráneo
Apocalipsis 13:1 dice que la bestia subirá del mar. Geográficamente, este
mar es el Mediterráneo, el “gran mar” mencionado en Daniel 7:2.
En Apocalipsis 9:11, 11:7 y 17:8 se nos dice que el anticristo sale del
abismo. Pero en 13:1 se afirma que sale del mar, tal como lo dice Daniel
7:3. Esto indica que el anticristo vendrá de dos lugares. Su espíritu, que ha
sido guardado en el abismo, saldrá de allí, y su cuerpo saldrá de una de las
naciones gentiles del Mediterráneo. Lo anterior también puede indicar que
el mar es la boca del abismo, puesto que el abismo está en el corazón de la
tierra (Ro. 10:7; Mt. 12:40), y el mar está sobre la tierra.
2. Simbólicamente, procede del mundo gentil
En la simbología bíblica la tierra representa la nación de Israel, y el mar
representa las naciones gentiles (17:15; Is. 57:20). Esto indica que el
anticristo provendrá del mundo gentil. Algunos piensan que el anticristo
saldrá de la tierra de los judíos o que tendrá ascendencia judía. Pero, según
hemos visto, en la Biblia el territorio de los judíos está representado por la
tierra, y el mundo gentil por el mar. Dado que el anticristo no vendrá de la
tierra sino del mar, no puede venir de Israel. Además, sabemos que surgirá
de uno de los cuatro reinos de la antigua Grecia (Dn. 8:8-9, 21-23). No
debemos atender a interpretaciones hechas a la ligera, ya que hemos
recibido luz en cuanto al anticristo.
E. Tiene diez cuernos y siete cabezas
En Apocalipsis 13:1 dice que la bestia, el anticristo, tendrá “diez cuernos y
siete cabezas; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas,
nombres de blasfemia”. Aquí vemos que esta bestia llena de características
diversas tendrá diez cuernos y siete cabezas. Tenemos que prestar atención
a esto.
1. Igual que el dragón
Tanto el dragón mencionado en 12:3 como la bestia de 13:1 tienen siete
cabezas y diez cuernos. Esto indica que el anticristo que vendrá será uno
con Satanás. De hecho, será la personificación de éste. Satanás estará
corporificado en él y se expresará por medio de él, pues las siete cabezas y
los diez cuernos de Satanás serán las siete cabezas y los diez cuernos del
anticristo.
2. Diez cuernos
¿Qué son estos diez cuernos? En primer lugar, son los diez reyes a los que
alude 17:12 representados por las diez diademas sobre los diez cuernos.
En segundo lugar, son los diez reinos simbolizados por los diez dedos de
los pies de la gran imagen descrita en Daniel 2:42-44. Recuerde que los
diez reyes equivalen a los diez reinos representados por los diez dedos de
la imagen. La imagen tiene diez dedos, y la bestia posee diez cuernos. Los
diez cuernos de la bestia son los mismos diez dedos de la imagen. Más
aún, esos diez dedos son a la vez diez reinos.
3. Siete cabezas
Las siete cabezas de la bestia son los siete césares del Imperio Romano
(17:10), representados por las siete diademas sobre las siete cabezas
(12:3). El Imperio Romano tuvo en total doce césares, pero sólo siete
figuran en la profecía de Apocalipsis. Los otros cinco no tienen mucha
relación con ella. El primer césar fue Julio, el quinto Nerón, y el sexto
Domiciano, quien era el césar cuando Juan escribió el libro de
Apocalipsis. El séptimo césar, que más tarde será herido de muerte y será
reanimado con el espíritu de Nerón, que fue el quinto césar, será el
anticristo. En la actualidad, el espíritu de Nerón está retenido en el abismo.
Después de que sea muerto el séptimo césar y cuando esté a punto de
revivir, el espíritu de Nerón será desatado del abismo y entrará en el
cuerpo del séptimo césar, quien será reanimado y vendrá a ser el octavo
césar (17:10-11). Aunque el anticristo será el octavo, de todos modos será
el séptimo y tendrá parte del quinto. Cuando lleguemos al capítulo 17
veremos esto detalladamente.
Las siete cabezas de la bestia tienen nombres blasfemos. Según la historia,
los siete césares decían ser Dios, pretendían tener deidad y obligaban a sus
súbditos a adorarlos como si fuesen Dios. Eso es una verdadera blasfemia
contra Dios. Esto es lo que significan los nombres blasfemos.
VI. EL ANGEL DEL ABISMO
A. Sube del abismo
El anticristo también será el ángel del abismo (9:11), que es un pozo
profundo. Ya vimos que el anticristo saldrá del abismo (11:7; 17:8) y que
poseerá el espíritu de Nerón. Algunos podrían preguntarse cómo sabemos
que el anticristo revivido tendrá el espíritu de Nerón. Por un lado, el
anticristo, en lo referente a su origen físico, vendrá de uno de los cuatro
reinos de lo que era el imperio de las antiguas Macedonia y Grecia. Por
otro lado, la Biblia claramente indica que él saldrá del abismo. Además, su
nombre tendrá un número, seiscientos sesenta y seis. Según el valor
numérico de las letras hebreas, el número correspondiente al nombre
Nerón César es seiscientos sesenta y seis. Esto indica que el anticristo que
vendrá será Nerón César. Con la ayuda de algunos maestros que nos
precedieron, hemos visto que después de la muerte de Nerón, su espíritu
indudablemente fue al abismo con un propósito futuro. En cierto
momento, dicho espíritu será desatado del abismo. En Apocalipsis se nos
dice claramente que el anticristo que ha de venir será herido de muerte.
Aunque será muerto, su herida mortal será sanada (13:3). Esto implica que
es reanimado. Cuando lleguemos al capítulo 17 veremos que el anticristo
será reanimado con el espíritu de Nerón. El anticristo será en primer lugar
el séptimo césar, quien será asesinado, probablemente antes de los últimos
tres años y medio. Entonces el espíritu de Nerón será liberado del abismo
y entrará en el cuerpo del séptimo césar, quien, por ende, volverá a vivir y
llegará a ser el octavo césar. Esto será una imitación de la resurrección de
Cristo. Los cristianos han predicado que Cristo es el único que fue
crucificado y resucitó. Pero viene el día cuando otra persona será muerta y
aparentemente resucitada. Por causa de esta falsificación de la
resurrección, el mundo entero se maravillará ante la bestia (13:3), el
anticristo, la imitación de Cristo. El séptimo césar vendrá a ser el octavo;
sin embargo, tendrá el cuerpo del séptimo y el espíritu del quinto. Todos
nosotros necesitamos iluminación y el debido entendimiento en cuanto a
esto.

B. El rey del ejército


de las langostas poseídas por demonios
El anticristo, el ángel del abismo, será el rey de las langostas poseídas por
demonios (9:1-11). Al tocarse la quinta trompeta, Satanás caerá a la tierra
y se le dará la llave del pozo del abismo (9:1). La estrella de 9:1 se refiere
a Satanás, quien será arrojado del cielo a la tierra. Después de que Satanás
sea lanzado a la tierra, usará la llave del pozo del abismo para liberar el
terrible ejército de las langostas poseídas por demonios. Cuando las
langostas sean liberadas del abismo, el espíritu de Nerón probablemente
será liberado con ellas. Es posible que todos salgan del abismo a la vez, y
el anticristo llegue a ser el rey de este ejército de langostas. Como ya
vimos, estas langostas atormentarán a los hombres durante cinco meses.
Satanás, el dragón, y el anticristo, la bestia, colaborarán para atormentar y
herir al hombre que Dios había creado para Sí. Esta será la quinta
trompeta, el primero de los tres ayes, el comienzo de la gran tribulación.
C. Abadón y Apolión
Apocalipsis 9:11 dice que el nombre del ángel que sale del abismo es
Abadón en hebreo, y Apolión en griego. Abadón significa “destrucción”, y
Apolión significa “destructor”. El anticristo será tanto el destructor como
la destrucción. El estará lleno de ira, estará obsesionado con el odio
satánico, y destruirá todo lo que encuentre a su paso. Satanás entenderá
que le queda poco tiempo, que sólo tiene tres años y medio para obrar en
la tierra. Por consiguiente, hará todo lo posible por hacer daño a la
humanidad usando al anticristo.
VII. EL HOMBRE DE PECADO
El anticristo también será el hombre de pecado (2 Ts. 2:3-10). Cuando el
apóstol Pablo escribió 2 Tesalonicenses, sin duda estaba asombrado por
este hombre de pecado, según lo que él sabía del libro de Daniel. Los
capítulos 8 y 11 de Daniel nos dicen que el anticristo se exaltará por
encima de todos los dioses y se proclamará Dios. Lo que Pablo dijo en
cuanto a esto en 2 Tesalonicenses 2 debe de referirse al libro de Daniel.
A. El inicuo
Este hombre de pecado es descrito como el “inicuo” (2 Ts. 2:8). El
anticristo será una persona sin principios. El mundo entero en la actualidad
va rumbo a la iniquidad, la carencia total de ley. Por todas partes
predomina la iniquidad. La Biblia llama al anticristo “el inicuo” porque él
será el representante de la iniquidad, la totalidad misma de la iniquidad.
B. El hijo de perdición
El anticristo, el hombre de pecado, también es descrito como “el hijo de
perdición” (2 Ts. 2:3). Será “hijo de perdición” y perecerá de una forma
terrible, debido a que está lleno de pecado e iniquidad. El será derrotado
por el Cordero, aprehendido y lanzado vivo al lago de fuego. Por lo tanto,
en este corto pasaje Pablo nos da tres títulos del anticristo: el hombre de
pecado, el inicuo y el hijo de perdición.
C. Se opone a Dios y se exalta por encima de Dios
En 2 Tesalonicenses 2:4 dice que el anticristo “se opone y se exalta sobre
todo lo que se llama Dios o es objeto de culto”. Debemos comparar este
versículo con Daniel 8:11 y 25, 11:36 y 37 y Apocalipsis 13:6. Estos
pasajes relatan la misma cosa: que el hombre de pecado se opondrá a Dios
y se exaltará por encima de Dios.
D. Se sienta en el templo de Dios
haciéndose pasar por Dios
En 2 Tesalonicenses 2:4 también dice que el anticristo “se sienta en el
templo de Dios, proclamándose Dios”. Pablo fue más allá que Daniel al
narrar este asunto. Daniel no dijo que el anticristo se sentaría en el templo
de Dios, pero Pablo nos dice explícitamente que el anticristo se sentará en
el templo de Dios como Dios, y obligará a la gente a adorarlo.
E. Viene por obra de Satanás,
con todo poder, señales y prodigios mentirosos
y con engaño de injusticia
En 2 Tesalonicenses 2:9 y 10 Pablo dice: “Inicuo cuyo advenimiento es
conforme a la obra de Satanás, con todo poder, señales y prodigios de
mentira, y con todo engaño de injusticia entre los que perecen”. El
advenimiento del anticristo concordará con la obra de Satanás. En el
cristianismo actual existe la tendencia a buscar señales, prodigios y
milagros. Pero debemos tener cuidado con eso. Según Juan 2:23-25, el
Señor Jesús no se fiaba de aquellos que buscaban señales. No busquen
señales. Si lo hacen pueden ser engañados. El Espíritu de Dios no es el
único que puede realizar prodigios; el espíritu de Satanás también puede
hacerlos. Pablo dice que el anticristo, quien viene según la obra de
Satanás, hará prodigios mentirosos. Pese a que son prodigios, son mentira,
falsedad y engaño de injusticia. No preste atención a los prodigios; más
bien mantenga los principios de justicia. Cualquier injusticia, así sea un
milagro, tiene que ser rechazada. No acepte los milagros a costa de hacer a
un lado la justicia. Si somos estrictos en mantener los principios de
justicia, estaremos protegidos del engaño.

F. El misterio de la iniquidad
está restringido hoy
En 2 Tesalonicenses 2:7 leemos: “Porque ya está en acción el misterio de
la iniquidad, pero sólo hasta que aquel que lo retiene ahora sea quitado de
en medio”. Todos sabemos que tanto Cristo como la iglesia son misterios.
Pero aquí Pablo habla de otro misterio: el misterio de la iniquidad. El
anticristo también será un misterio. Según lo que Pablo dice, el misterio de
la iniquidad ya está en operación. No obstante, hay algo que lo limita. Es
difícil determinar quién restringe esta iniquidad. En todo caso, existe
alguna fuerza, algún poder, que restringe la iniquidad.
El movimiento hippy que se produjo en los Estados Unidos comenzó en la
década de 1960. Aquellos fueron años de iniquidad. Pero lo que restringía
ese inicuo movimiento ha desaparecido. Si no hubiera nada que limitase la
iniquidad, la tierra ya no sería un lugar habitable. No tendríamos paz para
dormir en la noche. En la actualidad hay una marcada tendencia a la
iniquidad, pero está limitada. Dios ejerce control sobre la iniquidad debido
a que no ha llevado a cabo todo Su propósito, es decir, a que la novia no
está preparada todavía. Al final, cuando lleguen los últimos tres años y
medio, lo que restringe la iniquidad, ya no estará, y será como si Dios
dijera: “Dejemos que el mundo siga su propio curso”. Entonces, el
anticristo, el inicuo, se manifestará en plenitud, y toda la tierra se llenará
de iniquidad. Esta es una palabra profética y no nos ayuda a experimentar
la vida, la cual es nuestro interés primordial. Sin embargo, espero que los
jóvenes en particular sean iluminados en cuanto a estos asuntos y puedan
decir: “Alabamos al Señor porque tenemos un entendimiento claro en
cuanto a la corriente del mundo. Ya sabemos lo que acontecerá”. ¡Gloria
al Señor porque en medio de la noche oscura tenemos luz!
G. El Señor lo mata con el aliento de Su boca
y lo destruye con el resplandor de Su venida
Por último, en 2 Tesalonicenses 2:8 Pablo dice: “Y entonces se
manifestará aquel inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de
Su boca, y destruirá con la manifestación de Su venida”. El aliento de la
boca del Señor equivale a la palabra. Apocalipsis 19:15 dice: “De Su boca
sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones”. La espada
aguda, una espada de dos filos (1:16), es la palabra exterminadora del
Señor. El enviará Su palabra, Su aliento, a destruir y matar al anticristo. El
Señor también destruye al anticristo con el resplandor de Su venida. Este
resplandor será un fuego intensificado y una luz que mata. Cristo vendrá
con dicha espada y dicha luz para juzgar al hombre de pecado. Como
resultado, el anticristo vendrá a ser el hijo de perdición y será el primero
en perecer en el lago de fuego. El perecerá en el lago de fuego junto con el
falso profeta, antes que Satanás (19:20; 20:10). Cuando lleguemos al
capítulo 19, veremos que el anticristo peleará directa y personalmente
contra Cristo, y que cuando Cristo venga, peleará, junto con los
vencedores, en contra de él.
Hasta el momento, hemos visto siete aspectos del anticristo: la cuarta
bestia, el cuerno pequeño, el príncipe, el rey, la bestia que tiene las
características de las demás, el ángel del abismo y el hombre de pecado.
En el próximo mensaje veremos otros aspectos en cuanto a él.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y TRES
LA BESTIA QUE SALE DEL MAR
(4)
Cuando yo era joven estudié la gran imagen que vio Nabucodonosor en su
sueño (Dn. 2:28-35), y quedé convencido de que la Biblia es un libro dado
por la inspiración divina. Las partes de la gran imagen, a saber: la cabeza,
el pecho y los brazos, el vientre y los muslos, y las piernas con los diez
dedos, concuerdan con el desarrollo de las potencias mundiales a lo largo
de los siglos. Aparte de Dios, ¿quién habría podido darnos un ejemplo tan
asombroso? No tenemos otra alternativa que aceptar que Dios sigue siendo
soberano sobre todas las potencias mundiales, y las ha dispuesto de cierta
manera. Cuán asombroso es ver las potencias del mundo representadas por
la imagen de un cuerpo humano. Es una necedad no creer que la Biblia es
un libro divino. Si queremos entender las profecías contenidas en este
libro, debemos echar mano de la sabiduría divina. Cuanto más sabiduría
tengamos y más ahondemos en estas profecías, más nutridos seremos con
ellas.
Podemos obtener un nutritivo alimento en las profecías de la Biblia. Sin
embargo, muchos estudios de las profecías se limitan a hablar de las siete
cabezas, los diez cuernos, los diez dedos, los tres años y medio, los
cuarenta y dos meses, y los mil doscientos sesenta días. Esto es como
recibir un plato con huesos sin nada de carne. Nosotros necesitamos
recibir nutrimiento de la Palabra divina. Decir que la Escritura es dada por
el aliento de Dios (2 Ti. 3:16) significa que cada renglón de la Biblia es el
aliento de Dios. En cada renglón de las Escrituras, incluyendo los pasajes
que contienen profecías, hay cierto elemento de vida, cierto nutrimiento
vivo. Cuando estudiamos la profecía, debemos recibir la carne además de
los huesos.
Ya vimos siete aspectos destacados del anticristo: la cuarta bestia, el
cuerno pequeño, el príncipe, el rey, la bestia que abarca a todas las demás,
el ángel del abismo y el hombre de pecado. Ahora en este mensaje
veremos varios aspectos adicionales de este personaje tan peculiar.
VIII. TIENE EL PODER Y LA AUTORIDAD DE SATANAS
El anticristo tendrá el poder y la autoridad de Satanás. Apocalipsis 13:2
dice: “Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad”. En los
versículos 4 y 5 vemos que el dragón le dio “su autoridad a la bestia”, y
que “le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses”. El hecho de que
el dragón dé su poder, su trono y su gran autoridad a la bestia, indica que
hace a la bestia uno con él. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, el
diablo lo tentó en el desierto. Mateo 4:8 y 9 dice: “Y otra vez le llevó el
diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la
gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras”. El
Señor Jesús se rehusó y dijo: “¡Vete, Satanás! Porque escrito está: `Al
Señor tu Dios adorarás, y a El solo servirás’ ”. (Mt. 4:10). Desde ese día,
Satanás ha buscado a alguien a quien pueda dar todo el poder, la autoridad
y la gloria de su reino satánico. El hallará a quien busca en la persona del
anticristo. Lo que el Señor Jesús rechazó, el anticristo lo recibirá.
Puesto que Satanás dará todo su poder y autoridad al anticristo, éste será
una persona fuera de lo común. Su personalidad y carácter serán
extremadamente fuertes.
IX. ES MUERTO Y REVIVIDO
A. Muerto como el séptimo césar
del Imperio Romano que resurgirá
El anticristo será muerto y revivido. En Apocalipsis 13:3 leemos: “Una de
sus cabezas parecía tener una herida de muerte, pero su herida mortal fue
sanada”. El versículo 12 dice que su “herida mortal fue sanada”, y el
versículo 14 dice que la bestia “tenía la herida de espada, y revivió”. “Una
de sus cabezas” hace referencia a uno de los césares, el cual será muerto y
revivido. Lo dicho acerca de la sanidad de su herida mortal se refiere a que
es reanimado. Después de ser revivido, toda la tierra se maravillará y lo
seguirá. El anticristo probablemente será muerto a la mitad de los últimos
siete años, quizás al mismo tiempo en que Satanás es arrojado del cielo a
la tierra. Digo esto porque, según Apocalipsis 9:1, el ángel del abismo
surge poco después de que Satanás, como una estrella, cae del cielo a la
tierra. En ese entonces, el séptimo césar del Imperio Romano será muerto.
B. Es reanimado con el espíritu de Nerón,
el quinto césar caído, y llega a ser el octavo césar
Cuando Satanás sea arrojado a la tierra, el espíritu de Nerón César será
liberado del abismo y entrará en el cuerpo del séptimo césar, lo cual
reanimará su cadáver y vendrá a ser el octavo césar. Este octavo césar
tendrá el cuerpo del séptimo césar y el espíritu del quinto. Esta
reanimación será una imitación de la resurrección de Cristo. Todo aquel
que no tenga la fe de Cristo será atraído por este evento milagroso.
Durante la primera mitad de los últimos siete años, aparecerá el séptimo
césar. Después de que sea muerto y revivido, lo cual ocurrirá a la mitad de
los siete años y medio, aparecerá el octavo césar. Por consiguiente,
durante los primeros tres años y medio, reinará el séptimo césar, y durante
los últimos tres años y medio el anticristo revivido llegará a ser el octavo
césar. El séptimo césar confirmará un pacto con los judíos por siete años,
y el octavo césar perseguirá a los judíos y se exaltará a sí mismo como si
fuese Dios. Por lo tanto, la muerte y reanimación del anticristo marcará un
gran viraje. En principio, será casi como la muerte y resurrección de
Cristo. Antes de que Cristo muriera y resucitara, estaba limitado en Su
carne, pero después de Su muerte y resurrección, se le dio toda la
autoridad y el poder (Mt. 28:18). Satanás tratará de falsificar esto a fin de
demostrar al mundo que su anticristo es igual a Cristo. De modo que el
anticristo será dos personas. Durante el tiempo que reina como el séptimo
césar, no será un personaje asombroso, encantador y engañoso. Pero
después de ser asesinado y revivido, será un personaje fuera de lo común.
Será bastante atractivo, engañoso, encantador y cautivante. Solamente los
santos que tengan la fe de Cristo podrán resistir su atractivo y su engaño.
Después de ser reanimado, y teniendo el espíritu de Nerón César, llegará a
ser mucho más capaz, inteligente y poderoso.
Ya vimos que el anticristo muerto y revivido tendrá el nombre de Nerón
César. El falso profeta hará “que a todos, pequeños y grandes, ricos y
pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha, o en
la frente” (13:16), y nadie podrá comprar ni vender a menos que tenga “la
marca, es decir, el nombre de la bestia o el número de su nombre” (13:17).
Apocalipsis 13:18 dice: “Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento,
cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es
seiscientos sesenta y seis”. El falso profeta inducirá a la gente a adorar al
anticristo. Al mismo tiempo, diseñará la manera de marcar a las personas
con el nombre del anticristo o con el número de su nombre. Esta marca
será puesta en la frente o en la mano derecha. Algunos estudiosos de la
Biblia han formulado la hipótesis de que probablemente los hombres serán
marcados en la frente, mientras que las mujeres lo serán en la mano
derecha. Esta marca será la señal de que la persona pertenece a Nerón. El
número de la bestia es “número de hombre”, de Nerón César, el anticristo
que vendrá. (Véase la nota 182 del capítulo 13 de Apocalipsis, Versión
Recobro, pág. 1324). Puesto que el Apocalipsis fue escrito durante el
tiempo del Imperio Romano, Juan no menciona el nombre de Nerón, pero
lo da a entender con un número. Por lo tanto, es necesario tener sabiduría
para entenderlo. Con la sabiduría dada por Dios podemos determinar que
el número seiscientos sesenta y seis se refiere a Nerón César. Ningún otro
nombre nos da el número exacto de seiscientos sesenta y seis.
Los incrédulos llevan el nombre de Nerón en su frente o en su mano, lo
cual da testimonio de que le pertenecen, mientras que los vencedores
tendrán en su frente el nombre del Cordero y el del Padre (14:1). No habrá
punto neutro. O usted lleva el nombre de Dios o el de Nerón César, quien
es la personificación de Satanás. Llevar el nombre de Nerón significa que
se pertenece a Satanás, y llevar el nombre de Dios significa que se
pertenece a Dios.
Quien no tenga la marca de la bestia no podrá comprar ni vender. Esto
hará que sea imposible sobrevivir. En la actualidad las condiciones de
algunos países comunistas van en esta dirección. Allí la gente necesita un
permiso para poder comprar debido a que la economía está bajo un estricto
control del gobierno. Durante el reinado del octavo césar, todos llevarán el
nombre del anticristo como permiso para comprar y vender. Por causa de
la situación actual del mundo, se ha preparado el camino para el anticristo.
Hace quinientos años los estudiantes de la Biblia no entendían estas cosas
tan fácilmente como nosotros hoy. Pero los últimos acontecimientos
mundiales nos han permitido ver a qué se refieren las profecías.

X. RECIBE EL PODER, LA AUTORIDAD


Y EL REINO DE LOS DIEZ REYES
Es probable que Satanás le dé su poder y autoridad al anticristo antes de
ser muerto éste. Pero quizá los diez reyes le den su poder, su autoridad y
su reino al anticristo (17:12-13, 17) sólo después de que sea asesinado y
revivido. Entonces todo el poder y la autoridad estarán centrados en una
sola persona.
XI. ACTUA DURANTE CUARENTA Y DOS MESES
En Apocalipsis 13:5 dice: “Y se le dio autoridad para actuar cuarenta y
dos meses”. Estos cuarenta y dos meses y los que se mencionan en 11:2
son los tres años y medio de 12:14 y los mil doscientos sesenta días de
11:3 y de 12:6, los cuales constituirán el tiempo de la gran tribulación (Mt.
24:21). Al final de esta era el anticristo hará un pacto con la nación de
Israel por siete años (Dn. 9:27). Tres años y medio después de hacer esta
alianza, la quebrantará y pondrá fin a todo tipo de adoración y servicio a
Dios por parte de los judíos (Dn. 9:27), perseguirá a los santos (13:7), y
asolará la ciudad santa (11:2) por tres años y medio. Una vez más afirmo
que la gran tribulación no durará siete años como muchos piensan; será un
período de sólo tres años y medio, o cuarenta y dos meses, o mil
doscientos sesenta días. En estos tres años y medio el anticristo hará
muchas cosas.
A. Habla grandes cosas y blasfema a Dios, Su tabernáculo
y a quienes moran en los cielos
En Apocalipsis 13:5 leemos: “También se le dio boca que hablaba grandes
cosas y blasfemias”. El versículo 6 añade: “Y abrió su boca en blasfemias
contra Dios, para blasfemar de Su nombre y de Su tabernáculo, los cuales
están en el cielo”. Yo no sé qué grandes cosas hablará el anticristo. Sin
duda, hablará cosas que nadie se ha imaginado, y éstas sorprenderán a la
gente. El blasfemará contra Dios y Su tabernáculo, los cuales moran en los
cielos. Yo creo que en los cielos estarán los vencedores, quienes serán
arrebatados al tabernáculo celestial de Dios. Aunque no sé qué grandes
cosas hablará el anticristo, en principio probablemente dirá: “Ustedes han
oído que aquel que llaman Dios ha hecho esto y aquello. Ahora déjenme
decirles que yo puedo hacer mayores cosas que El”. De esta manera él
hablará grandes cosas que blasfeman e insultan a Dios. En aquel tiempo
probablemente un gran número de personas mundanas sabrá que los
cristianos vencedores fueron arrebatados, porque esto saldrá en las
primeras planas de los periódicos. Muchos dirán cosas tales como: “Mi
primo ha desaparecido repentinamente”; o “Se han llevado a mi esposa”; o
“Mi compañero de habitación estaba aquí anoche, pero cuando desperté
esta mañana, se había ido”. Además, los cristianos que queden en la tierra
comenzarán a predicar. El anticristo entonces se levantará y usará los
medios de comunicación para dar una disertación en la cual afirmará que
hará algo más grande. Podría decir algo así: “Escúchenme. Yo haré cosas
más grandes que éstas”. Puede ser que use la tecnología del espacio para
hacer algunas cosas notables.
Repitiendo, antes de que el anticristo sea muerto y revivido, los
vencedores serán arrebatados a los cielos. Cuando ellos lleguen allí,
ordenarán que Satanás sea echado a la tierra. En cuanto digan esto, el
arcángel Miguel será el primero en pelear contra Satanás. Por aquel
tiempo el séptimo césar, el anticristo, será muerto. Cuando Satanás
descienda a la tierra, el espíritu de Nerón será liberado del abismo y
entrará en el séptimo césar que habrá sido asesinado y lo reanimará para
convertirse en el octavo césar. Mientras todo esto sucede, los moradores
de la tierra estarán hablando del arrebatamiento, y los cristianos que estén
aún en la tierra darán testimonio de ello. Entonces el octavo césar, que
habrá revivido, hablará grandes cosas para engañar a los moradores de la
tierra, prometiendo hacer cosas más grandes que las que ha hecho Dios.
Esta será la blasfemia que proferirá en contra de Dios, de Su morada y de
los vencedores que habrán sido arrebatados a la morada de Dios.
Si los cristianos que han quedado en al tierra durante ese tiempo conocen
estas cosas, ello les será de gran ayuda. Si cualquiera de nosotros está aún
en la tierra después del arrebatamiento de los vencedores, no será
engañado jamás por el anticristo. Es posible que nos acordemos de lo que
leímos en estos mensajes de estudio-vida. Estos mensajes nos pueden
ayudar a ser las primicias. Pero los que no sean las primicias no quedarán
en oscuridad. Después de leer estos mensajes ya no estamos en oscuridad
en cuanto al anticristo. Sin duda hemos visto la luz.
B. Pelea contra los santos y los vence
En Apocalipsis 13:7 leemos: “Y se le permitió hacer guerra contra los
santos, y vencerlos”. Estos santos son el resto de la descendencia de la
mujer mencionado en 12:17, que consta de los judíos que temen a Dios y
de los cristianos que tienen fe. Esto demuestra que durante la gran
tribulación habrá algunos creyentes en la tierra. El anticristo perseguirá a
los judíos que temen a Dios y a los cristianos. El peleará contra el pueblo
de Dios que quede en la tierra y lo vencerá. Según lo indican los capítulo
15 y 20, muchos serán mártires en ese tiempo.
C. Pelea contra los dos testigos y los mata
El anticristo también peleará contra los dos testigos y los matará (11:7).
Nuestro Dios sabe que Su pueblo es débil. Por consiguiente, durante los
últimos tres años y medio, después del arrebatamiento de los vencedores,
Dios enviará de nuevo a Moisés y a Elías para fortalecer a Su pueblo
perseguido. El anticristo peleará contra estos dos testigos y los matará.
Pero, según se revela en 11:11, después de tres días y medio los dos
testigos resucitarán y serán arrebatados a los cielos.
D. Rige sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación
En Apocalipsis 13:7 también dice: “Se le dio autoridad sobre toda tribu,
pueblo, lengua y nación”. El anticristo indudablemente tendrá plena
autoridad para regir sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación, debido a
que recibirá el poder y la autoridad de Satanás y también el poder, la
autoridad y el reino de los diez reyes.
E. Toda la tierra se maravilla
y sigue a la bestia, y todos los moradores
de la tierra adoran su imagen
En Apocalipsis 13:3 leemos: “Y se maravilló toda la tierra en pos de la
bestia”, y 17:8 dice: “Y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres
no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se
asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será”. Por haberse sanado la
bestia de su herida mortal, toda la tierra se maravillará y la seguirá. Sólo
aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida antes de la
fundación del mundo no se maravillarán ante la bestia. Todos los
cristianos verdaderos que permanezcan en la tierra tendrán fe. Muchos de
ellos recibirán la luz al leer estos mensajes, y entenderán las características
del anticristo, y se darán cuenta de que no lo deben adorar. Pero “lo
adorarán todos los moradores de la tierra cuyos nombres no están escritos
en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde la fundación del
mundo” (13:8). (“Desde la fundación del mundo” puede modificar tanto
“escritos” como “inmolado”). Como veremos en el mensaje siguiente, el
falso profeta obligará a los moradores de la tierra a hacer una imagen de la
bestia y a adorarla.
F. Aborrece la apóstata Iglesia Romana,
la deja desolada y la quema por completo
El anticristo dará la espalda a la Iglesia Romana, la aborrecerá y la dejará
desolada. Apocalipsis 17:16 dice que los diez cuernos, que son los diez
reyes, aborrecerán a la ramera y “la dejarán desolada y desnuda; y
devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego”. Después de que el
anticristo reviva, perseguirá todo tipo de religión, incluyendo el judaísmo
y el catolicismo.
XII. PELEA CONTRA EL SEÑOR,
Y EL SEÑOR LO DERROTA, LO DESTRUYE
Y LO ECHA EN EL LAGO DE FUEGO
Por último, el anticristo peleará contra el Señor, y el Señor lo derrotará. El
Señor Jesús lo destruirá y lo lanzará al lago de fuego (17:14; 19:19-21;
20:10). En la batalla de Armagedón el anticristo y sus seguidores pelearán
directamente contra Cristo, y Cristo y los vencedores, los que El escogió
como Su ejército, pelearán directamente contra el anticristo. Esta será una
batalla sin precedentes, en la cual Cristo y el anticristo se enfrentarán.
Veremos más detalles al respecto cuando lleguemos al capítulo 19. En la
batalla de Armagedón, Cristo derrotará al anticristo y al falso profeta, y los
arrojará vivos al lago de fuego. Ese será el destino final del anticristo.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y CUATRO
LA BESTIA QUE SALE DE LA TIERRA
En este mensaje llegamos a la segunda bestia, la que sale de la tierra
(13:11-18).
I. JUDAS ISCARIOTE
En Apocalipsis 13:11 dice: “Después vi otra bestia que subía de la tierra”.
Esta bestia es el falso profeta (16:13; 19:20; 20:10). Dado que la tierra
representa la nación de Israel, esta bestia, el falso profeta, saldrá de la
nación judía. Algunos estudiosos de las profecías creen que el falso
profeta será Judas Iscariote. Creo que este punto de vista es acertado.
Según Hechos 1:25, después de que Judas murió, fue “a su propio lugar”,
no a “su pueblo”, como fue el caso de otros que constan en las Escrituras
(Gn. 25:17; 35:29). Aunque en la historia ha habido muchas personas
llenas de falsedad, nadie ha estado tan lleno de Satanás como Judas. Jesús
dijo: “¿No os he escogido Yo a vosotros los doce? Sin embargo, uno de
vosotros es diablo. Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote; porque éste,
uno de los doce, le iba a traicionar” (Jn. 6:70-71). Vemos en este pasaje
que el Señor Jesús hasta llamó diablo a Judas. Como Judas estaba lleno del
diablo, era uno con él. Ninguna otra persona aparte de Judas concuerda
con la descripción del falso profeta.
Veamos más detalladamente el significado de que Judas iría “a su propio
lugar”. Según lo que narra la Biblia, Elías fue arrebatado a Dios, y el
cuerpo de Moisés fue preservado por Dios con un propósito específico.
Además, vimos que el espíritu de Nerón está retenido en el abismo. Sin
lugar a dudas, el espíritu de Judas también está retenido en un sitio
específico. Sólo cuando llegamos al libro de Apocalipsis vemos por qué la
Biblia nos da estos datos específicos acerca de estas cuatro personas.
Durante la gran tribulación, el pueblo del Señor necesitará ser fortalecido.
Puesto que Dios sabía esto de antemano, soberanamente preservó a
Moisés y a Elías para que dieran testimonio de El durante ese lapso. Dios
también ha mantenido a Nerón y a Judas, pero, en contraste con Moisés y
Elías, no en un lugar placentero. Uno está en el abismo, y el otro en “su
propio lugar”. Aunque no sé qué lugar sea éste, estoy seguro de que no es
un lugar agradable. Por consiguiente, Dios se reservó dos personas para
cumplir Su propósito positivo, y otras dos para cumplir Su propósito
negativo. El espíritu de Nerón está retenido en el abismo hasta cuando
constituya al último césar del Imperio Romano como el anticristo. Judas
está retenido en su propio lugar hasta que aparezca como el falso profeta.
Por la soberanía que Dios ejerce al preservar a estas cuatro personas,
podemos ver que todo el universo y todo el género humano está bajo la
mano soberana de Dios. Nada sucede por casualidad. Por el contrario, todo
ocurre por la disposición soberana de Dios.
Hace siglos Dios preparó a Moisés y a Elías. Ya dijimos que Moisés
representa la ley, y Elías, los profetas. En la antigüedad, los judíos se
referían al Antiguo Testamento como “la ley y los profetas”. Dios ha
preservado intencionalmente a Moisés y a Elías puesto que son dos
testigos. Un día cuando Satanás haya sido lanzado a la tierra y esté
corporificado en el anticristo, el cual ejercerá el poder satánico para
perseguir al pueblo de Dios, Dios enviará de nuevo a estos dos testigos
para fortalecer a Su pueblo. En ese entonces, Satanás llamará a Judas a
trabajar para él como lo hizo antes. Así como el espíritu de Nerón subirá
del abismo y llegará a ser el anticristo, así también saldrá Judas de su
propio lugar y llegará a ser el falso profeta. Por lo tanto, durante los tres
años y medio de la gran tribulación, habrá cuatro personas especiales en la
tierra: Moisés, Elías, Nerón y Judas. Es probable que los cuatro se
enfrenten cara a cara. Me pregunto qué le dirían Moisés y Elías a Judas.
Moisés y Elías serán el testimonio en contra del anticristo y el falso
profeta. Imagínense qué situación se presentará cuando estos cuatro
personajes se enfrenten.
II. SUBE DE LA TIERRA
Apocalipsis 13:11 dice que la otra bestia, el falso profeta, subirá de la
tierra. Geográficamente, vendrá de debajo de la tierra, y simbólicamente
vendrá de la nación de Israel. Hemos visto que la tierra representa la
nación de Israel. Por esta razón, el falso profeta saldrá con seguridad de la
nación de Israel, y debe de ser alguien del pueblo judío.

III. SU FALSEDAD
Apocalipsis 13:11 dice que la bestia que sube de la tierra “tenía dos
cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón”. El
falso profeta parece un cordero, pero habla como dragón. Esto muestra
cuán falso es. En la Biblia el cordero representa a Cristo. El hecho de que
el falso profeta tenga cuernos como los de un cordero indica que afirmará
ser igual a Cristo. Sin embargo, sus palabras serán como las expresiones
de Satanás, el dragón. Aunque trate de hacerse pasar por Cristo, se
expresará como Satanás. El será una completa falsedad.
El versículo 13 dice: “También hace grandes señales, de tal manera que
aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres”. El
falso profeta usará el poder satánico para realizar grandes señales. Al
hacer descender fuego del cielo, el falso profeta hará lo mismo que hizo
Elías. Elías hizo caer fuego del cielo durante los días de Acab (1 R. 18), y
durante los tres años y medio de la gran tribulación que vendrá, él lo
volverá a hacer. Cuando Judas vea esto probablemente dirá: “Si Elías
puede hacer esto, yo también”. Como el falso profeta hará grandes señales,
le será difícil a la gente distinguir entre el verdadero profeta y el falso. El
falso profeta podrá hacer lo mismo que el verdadero. En cuanto a la
elocuencia, con seguridad Judas no será menos elocuente que Moisés o
Elías puesto que habla como dragón.
Si hemos sidos iluminados, no prestaremos atención a las señales. Según
el Nuevo Testamento, el Señor no desea que fijemos nuestra atención en
las señales. Más bien, debemos concentrar todo nuestro ser en la vida. No
debemos preocuparnos por lo que un predicador o un ministro puedan
hacer en lo que a señales se refiere; tenemos que examinar la clase de vida
que lleva. Lo importante no es el poder que exhibamos, sino la vida que
llevemos. Si usted se ocupa sólo de la vida no será engañado. En cuanto a
las señales, no hay manera alguna de discernir entre el falso profeta y el
verdadero, ya que tanto Elías como el falso profeta harán descender fuego
del cielo. La única manera de discernir es basarse en la vida. Si Elías y
Judas estuvieran delante de usted, usted podría discernir quién es
verdadero y quién es falso por el mismo ser de ellos. La gente puede
engañar a los demás con sus palabras, pero quedan al descubierto por lo
que son. No preste atención a lo que otros pueden hacer; fíjese en lo que
son. En la actualidad muchos cristianos no se preocupan por lo que las
personas son, sino por lo que hacen. Les interesa el poder, las señales y los
milagros; pero los que ejercen poder milagroso para hacer señales pueden
tener una conducta deplorable. No digo que no debamos ocuparnos de
nuestra apariencia exterior. Me refiero a que tenemos que ser lo que en
realidad somos. Lo que somos en nuestra conducta tiene que expresar lo
que somos en nuestra vida. La vida que llevamos procede de nuestro
interior y expresa no lo que podemos hacer sino lo que somos.
Al final vendrán las señales, los prodigios y los milagros. En Mateo 24:24
el Señor Jesús dice: “Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas,
y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuera
posible, aun a los escogidos”. En 2 Tesalonicenses 2:9 y 10 Pablo dice que
el anticristo, el hombre de pecado, vendrá “conforme a la obra de Satanás,
con todo poder, señales y prodigios de mentira, y con todo engaño de
injusticia entre los que perecen”. Debemos estar advertidos y no prestar
atención a señales y prodigios. Si ustedes lo hacen podrían ser engañados.
En vez de buscar señales, debemos ocuparnos de Cristo según la vida. No
esperen milagros; pongan toda su atención en la vida, la cual es Cristo
mismo. Cuando aparezca Judas, o sea el falso profeta, engañará a la gente
con las señales que hará.
IV. TRABAJA PARA LA BESTIA QUE SUBE DEL MAR
El falso profeta no trabaja para sí, sino para el anticristo, la bestia que sale
del mar. Nadie que hable de sí mismo es respetado ni digno de fiar. Es
más fácil alabar a otros que elogiarse a sí mismo. Si yo hablara bien de mí,
nadie me prestaría atención. Todo lo que Judas diga y haga, lo dirá y hará
en beneficio de la primera bestia. Honestamente no entiendo por qué se
entregará Judas al anticristo a tal grado que irá al lago de fuego con él. No
parece haber una explicación para esto. Ni Satanás ni el anticristo le
prometerán nada a Judas. ¿Por qué entonces será tan necio de entregarse
incondicionalmente? Desde el principio Judas fue cautivado por Satanás y
quedó bajo su influencia maligna. Como Satanás controló a Judas
anteriormente, así lo controlará de nuevo. Esta puede ser la razón por la
cual Judas se entregará completamente al anticristo.
Aunque ninguno de nosotros es como Judas, parte de nuestro ser natural se
basa en el principio de Judas por lo menos a cierto grado. También
nosotros podemos entregarnos a Satanás a cambio de nada. Tal vez usted
no se dé cuenta, pero usted ha hecho eso muchas veces. Con frecuencia
traicionamos al Señor Jesús o hacemos daño a la vida de la iglesia. Hemos
hecho ciertas cosas que estorban el recobro del Señor. Parece que no hubo
razón alguna para que hiciéramos tales cosas. Durante los últimos catorce
años en este país, he visto algunos casos de personas que hacen daño al
recobro del Señor sin recibir nada a cambio. Sus acciones fueron el
resultado de que Satanás ocupara el ser natural de ellos. Cuando Satanás
entra en nuestro ser natural y toma posesión de cierta parte de él, nosotros
nos entregamos gratuitamente a él. Este es el principio sobre el cual actuó
Judas y el mismo sobre el cual actuará el falso profeta.
No sólo Satanás le dio su poder al falso profeta; también el anticristo
pondrá en él toda su confianza. Por consiguiente, el falso profeta estará
autorizado para representar al anticristo, la personificación de Satanás,
quien estará corporificado en el anticristo, y éste será representado por el
falso profeta. Por esta causa, algunos estudiosos de la Biblia dicen que
Satanás, el anticristo y el falso profeta son una trinidad satánica. No me
gusta ver la palabra trinidad usada de esta manera. Sin embargo, es
indudable que Satanás, el anticristo y el falso profeta llegan a ser uno.
Debido a esta unión el falso profeta estará autorizado a hacer lo que desee.
A. Ejerce la autoridad de la primera bestia
Apocalipsis 13:12 dice que el falso profeta “ejerce toda la autoridad de la
primera bestia en presencia de ella”. El falso profeta no sólo ejercerá el
poder del anticristo, sino también su autoridad.
B. Hace que la tierra y sus moradores
adoren a la primera bestia
El versículo 12 agrega: “Y hace que la tierra y sus moradores adoren a la
primera bestia, cuya herida mortal fue sanada”. El falso profeta hará que
toda la tierra y los que en ella moran adoren al anticristo. Su ministerio
consistirá en propagar la orden de que todos los moradores de la tierra
deben adorar al anticristo. El hará una enorme labor de predicación. Al
predicar, lo cual hará con elocuencia y poder, convencerá a la gente de
adorar al anticristo.
C. Engaña a los moradores de la tierra
para que hagan una imagen
de la primera bestia
El versículo 14 dice: “Y engaña a los moradores de la tierra a causa de las
señales que se le ha dado hacer en presencia de la bestia, mandando a los
moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tenía la herida
de espada, y revivió”. El engañará a los hombres a tal grado que asentirán
en hacer una imagen de la bestia y adorarla.
Ya vimos que el anticristo tendrá las características de todas las potencias
mundiales. A lo largo de los siglos, la gente ha gustado de erigir imágenes
de sus héroes. Incluso en la actualidad se hacen imágenes de ciertos
héroes. Todo esto es una sombra de lo que el falso profeta hará para el
anticristo. El erigirá una imagen como ídolo del anticristo. Muchos alegan
que las imágenes erigidas en varios lugares no son ídolos y que la gente no
tiene que adorarlas. Aunque esto puede ser cierto, rendir culto a un héroe
es básicamente adorar un ídolo. Nosotros los cristianos debemos tener
cuidado de nunca presentarnos ante una estatua y rendirle homenaje. En
principio eso sería adorar un ídolo. Nunca debemos presentarnos ante
ninguna imagen; sólo debemos presentarnos delante de nuestro Señor. En
los diez mandamientos Dios nos ordenó no hacer imágenes. Si usted hace
una imagen, independientemente de su intención al hacerlo, la gente tarde
o temprano la adorará, ya sea en su generación o en una generación futura.
El deseo de tener un héroe halla su consumación en el anticristo, y el falso
profeta convencerá a la gente mundana de adorar a su héroe. Sin duda, el
anticristo será el héroe de héroes, y estará por encima de todos los héroes
de las generaciones que le precedieron. Con la publicación y propagación
de este mensaje, muchos cristianos estarán preparados para cuando esto
suceda. Cuando venga el día en que la imagen del anticristo sea erigida,
ellos podrán mantenerse alejados de ella.
En Apocalipsis 13:15 leemos: “Y se le dio el poder de infundir aliento a la
imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el
que no adorase a la imagen de la bestia”. Aquí vemos que el falso profeta
en realidad podrá dar aliento de vida al ídolo, el cual será reanimado.
Jamás ningún ídolo hecho por el hombre ha podido hablar (Sal. 115:5),
pero este último ídolo podrá hacerlo por ser una estatua viva. Con
seguridad esto asombrará a los moradores de la tierra y les hará adorar la
imagen del anticristo. Los científicos de hoy pueden hacer muchas cosas,
pero no pueden infundir aliento a nada de lo que hacen. Pero vendrá el día
cuando Judas podrá hacerlo, y será puesto un ídolo en el templo de Dios.
Este ídolo hablará y mandará que se dé muerte a todo el que no lo adore.
¡Cuán difícil será no ser engañado por este prodigio diabólico! ¿Quién
podrá guardarse de adorar al anticristo y su imagen? Según 13:8: “Le
adorarán todos los moradores de la tierra cuyos nombres no están escritos
en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde la fundación del
mundo”. Sólo aquéllos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida
del Cordero no adorarán al anticristo ni a su imagen. Ellos se rehusarán a
adorarlo, aun a costa de sus vidas. Como resultado muchos serán
martirizados.
Si usted no es parte de las primicias y es dejado en la tierra durante la gran
tribulación, podría ser martirizado por el anticristo. Pero ese martirio lo
convertirá rápidamente en un vencedor. Pese a que los mártires que
mueran durante la gran tribulación serán los vencedores tardíos, llegarán a
ser vencedores por la vía rápida.
El hermano Nee pasó más de cincuenta años para llegar a ser un vencedor.
El sufrió persecución por parte del cristianismo durante más de treinta
años en forma de oposición, críticas y rumores. Casi todos los misioneros
se le opusieron, especialmente los de la misión al interior de la China.
Después de aquellos años de oposición de parte del cristianismo, él estuvo
encarcelado veinte años. Aunque al hermano Nee le tomó cincuenta años
llegar a ser un vencedor, los que estén aquí durante la gran tribulación no
tendrán más que cuarenta y dos meses. No será nada agradable quedarse y
pasar por la gran tribulación, pero es mucho mejor que morir hoy. Si usted
muere ahora, perderá la oportunidad de ser un vencedor. Gloria al Señor
que todos tenemos la oportunidad de llegar a ser vencedores, bien sea
vencedores tempranos o vencedores tardíos. Ciertamente yo desearía ser
un vencedor y estar vivo hasta ver al Señor. Pero si no podemos ser
vencedores hoy, entonces debemos preferir quedarnos en la gran
tribulación en vez de morir, puesto que entonces tendremos la oportunidad
de ser vencedores tardíos en forma rápida. Si usted no desea ser un
vencedor ahora, se verá obligado a serlo después. Aunque usted podría
decir que no le interesa, el Señor sabe cómo despertar su interés. El
anticristo vendrá, y el falso profeta predicará y erigirá una imagen que
podrá hablar. ¿Qué hará usted entonces? Tendrá que predicar en contra del
anticristo. Pero después de hacerlo, será martirizado.
Si estos mensajes no le ayudan a ser un vencedor temprano, tengo la
certeza de que lo prepararán para ser un vencedor tardío. El Señor ahora
está dándonos estos mensajes. No he hablado acerca de las profecías en
más de cuarenta años. Esta es la primera vez que lo hago desde 1930, y lo
hago desde la perspectiva de la vida. Creo que dentro de poco el anticristo
vendrá, y el falso profeta aparecerá. Esta es una palabra oportuna para el
pueblo de Dios. Esta palabra los motivará a ser vencedores tempranos, o
los fortalecerá para que sean vencedores tardíos. El Señor logrará lo que
desea y obtendrá la victoria. ¡Aleluya, nuestros nombres están escritos en
el libro de la vida! Para esto fuimos predestinados.
D. Obliga a la gente a llevar una marca
El falso profeta hará que a todos “se les ponga una marca en la mano
derecha, o en la frente” (13:16). A los hombres probablemente les pondrán
la marca en la frente, y a las mujeres en la mano derecha. Esta marca
indica que ellos pertenecen al anticristo, quien es la autoridad del falso
profeta. Si una persona no tiene la marca, no podrá comprar ni vender
(13:17). Como ya hicimos notar, el nombre de la bestia es Nerón César, y
el número de su nombre es seiscientos sesenta y seis.
Vimos que las dos bestias están a punto de venir: la primera bestia sale del
mar, del mundo gentil, y la segunda de la tierra, de la nación de Israel. No
es necesario repetir todos los detalles relacionados con estas dos bestias.
Cuando llegue ese momento, usted recordará la impresión que recibió en
estos mensajes. Indudablemente ése es el propósito del Señor al traer este
mensaje. En cuanto a la bestia y al falso profeta, no podemos decir que no
hayan dejado ninguna impresión en nosotros. Por el contrario, hemos
quedado con una profunda impresión, y ésta no se nos borrará. Sabemos
quiénes somos, dónde estamos, qué estamos haciendo y para dónde
vamos. Alabamos al Señor porque también sabemos lo que ha de venir.
¡Aleluya, hemos recibido luz y algo ha quedado impreso en nosotros!
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y CINCO
LA CORRELACION ENTRE
LA VISION DE APOCALIPSIS 12
Y EL LIBRO DE EFESIOS
En este mensaje quisiera hacer notar la correlación que hay entre la visión
de Apocalipsis 12 y el libro de Efesios. En Apocalipsis 12 a todos nos
impresiona la visión de la mujer con su parte fuerte, el hijo varón, el cual
pelea contra el enemigo usando la palabra. En el libro de Efesios también
vemos la mujer. Como todos sabemos, Efesios es un libro que trata de la
iglesia, la cual es la mayor parte de la mujer que aparece en Apocalipsis
12. En Efesios esta mujer es la esposa de Cristo.
FORTALECIDOS PARA SER LA PARTE FUERTE
QUE ESTA DENTRO DE LA MUJER
En Efesios 3:16 Pablo oró pidiendo que el Padre nos diera, “conforme a
las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre
interior por Su Espíritu”. Este fortalecimiento ocurre en nuestro hombre
interior, el cual es nuestro espíritu regenerado en el que mora el Espíritu
Santo. Cuanto más somos fortalecidos en nuestro hombre interior, más
llegamos a ser la parte fuerte que está en esta mujer. La clave para llegar a
ser la parte fuerte que está dentro de la mujer es ser fortalecidos en nuestro
hombre interior. En el versículo 18 Pablo continúa orando para que
seamos “plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea
la anchura, la longitud, la altura y la profundidad”. La expresión griega
traducida “capaces” significa “fortalecidos con poder”. Necesitamos ser
revestidos de poder para conocer las dimensiones de las riquezas de
nuestro Cristo. A fin de ser el hijo varón no sólo tenemos que ser
fortalecidos en nuestro hombre interior, sino también nutridos con todas
las riquezas de Cristo. Además, Efesios 6:10 nos dice que nos
fortalezcamos “en el Señor, y en el poder de Su fuerza”. Según dicho
capítulo, la manera de ser fortalecidos es ponernos toda la armadura de
Dios (vs. 11, 13), la cual es el Cristo todo-inclusivo. Ponernos toda la
armadura de Dios equivale a vestirnos del Cristo todo-inclusivo. Debemos
estar cubiertos de todos los aspectos de este Cristo. Por consiguiente, en
Efesios 3:16 y 18 y 6:10 y 11, vemos que la manera de llegar a ser la parte
fuerte que está dentro de la mujer es ser fortalecidos en nuestro hombre
interior, ser fortalecidos, para experimentar las riquezas de Cristo, y ser
fuertes por habernos vestido del Cristo todo-inclusivo como armadura. Por
lo tanto, en el libro de Efesios hallamos tanto a la mujer como al hijo
varón.
LUCHAMOS CONTRA EL ENEMIGO
MEDIANTE LA ORACION
En el libro de Efesios también tenemos una guerra contra las tinieblas
espirituales, contra principados y potestades en los lugares celestiales (Ef.
6:12). Estos poderes malignos son, por supuesto, los poderes de Satanás,
el enemigo. Por lo tanto, en este libro vemos no sólo la mujer y el hijo
varón, sino también un tercer personaje, a saber: Satanás, la serpiente.
Efesios revela que hay una guerra entre la parte fuerte que está en la mujer
y el enemigo, y además, que esta guerra se libra en oración. La manera en
que el hijo varón pelea contra el enemigo es la oración. Finalmente, todo
el libro de Efesios nos conduce a un punto cimero: velar y orar.
TOMAMOS LA PALABRA CON TODA ORACION
Leemos en Efesios 6:17 y 18: “Y recibid el yelmo de la salvación, y la
espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios; con toda oración y
petición orando en todo tiempo en el espíritu, y para ello velando con toda
perseverancia y petición por todos los santos”. Según estos versículos, se
lucha tomando la palabra de Dios con toda oración. No debemos
simplemente tener un solo método de oración, sino todo tipo de oración,
ejercitando nuestro espíritu orando de varias maneras para ingerir la
palabra de Dios. Este pasaje habla de orar-leer, de tomar la palabra de
Dios con toda oración. Hacer guerra contra el enemigo usando nuestros
pensamientos y nuestras palabras no conduce a nada. No podemos usar
nuestra mente ni nuestras expresiones para luchar contra él. La manera
más eficaz de hacer guerra contra el enemigo es orar-leer la Palabra, y la
mejor porción de la Palabra que podemos orar-leer es el libro de Efesios.
Si ustedes oran-leen dicho libro concentrados en él por cierto tiempo,
serán fortalecidos. En vez de tratar de comprender el libro de Efesios,
deberían más bien orar-leerlo, aunque se demoren dos semanas. Si hacen
esto, podrán testificar que están llegando a ser la parte fuerte que está
dentro de la mujer.

PONEMOS FIN A NUESTRAS


OPINIONES Y CONCEPTOS
Lo dicho en Juan 6 está allí para nutrirnos. En Juan 6:57 el Señor
dice: “El que me come, él también vivirá por causa de Mí”, y en 6:63
dice: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”.
Lo dicho en Juan 6 nos alimenta, mientras que las palabras de
Efesios 6 principalmente matan. Las palabras de Juan 6 son pan,
pero las de Efesios 6 son una espada. Una espada no nutre sino que
mata. Pero esta espada no lo mata a uno; da muerte al enemigo y a
todas las cosas negativas que hay dentro de uno. Si hemos de pelear
contra los principados y potestades que están en los lugares
celestiales, tenemos que matar primero todos los “bichos” que haya
en nosotros.
Usted podría preguntarse cuáles son estos “bichos”. En cuanto a
doctrina, podría responder que estos “bichos” son su mente, su
parte emotiva y su voluntad. Pero en la práctica, los “bichos” que
más necesitan ser erradicados son nuestras opiniones. Necesitamos
una iluminación intensificada para ver que estamos llenos de
opiniones. Cuando usted oye un mensaje, tiene comunión con otros
santos o lee la Biblia, usted defiende muchas opiniones y conceptos.
Casi cada santo se aferra a alguna opinión o concepto. A lo que
quiero llegar es a esto: si deseamos ser la parte fuerte de la mujer, y
pelear contra el enemigo en oración, debemos tomar la palabra de
Dios y renunciar a toda opinión. En otras palabras, la manera de
tomar la palabra de Dios al orar-leer consiste en darle muerte a
nuestras opiniones. En el mensaje 87 del Estudio-vida de
Génesis hicimos notar que guardar la palabra del Señor significa
recibir al Señor y matar nuestras opiniones. De no ser por la
misericordia del Señor, todos nosotros estorbaríamos la palabra del
Señor con nuestras opiniones. ¡Cuánto necesitamos orar-leer la
palabra que da muerte a nuestras opiniones y conceptos!
En la experiencia que tengo de la vida de iglesia, muchas veces he
entorpecido la obra del Señor con mis opiniones. El problema de los
que están en el recobro del Señor es las opiniones. No quiero decir
con esto que debemos ser insensibles, como si fuéramos un tronco.
Cuando nos acercamos a la Palabra, por ser personas que tenemos
vida e ideas, sentimientos y determinaciones firmes, debemos dejar
que el Señor dé muerte a nuestras opiniones. No son muchos los
santos que oran pidiendo esto. Pero debemos orar así: “Señor, voy a
orar-leer Tu palabra. Señor mata mis opiniones”. Lo que ha
impedido que usted sea edificado con otros no es principalmente su
debilidad, ni siquiera su mundanalidad, sino sus opiniones. Todos
nosotros amamos al Señor de todo corazón y deseamos ser
edificados como parte de la iglesia. No obstante, con frecuencia el
resultado no concuerda con nuestro deseo. Algunos han estado en
la vida de iglesia más de diez años, pero todavía no son parte del
edificio. Pese a que están muy cerca del edificio, no están ligados a
él. No importa cuán cerca estén del edificio si al fin y al cabo no son
parte de él. Sus opiniones les han impedido ser edificados con otros.
Por lo tanto, todos debemos orar así: “Señor, deseo ser fortalecido
en mi hombre interior; deseo ser revestido de poder para poder
conocer las riquezas de Cristo, y deseo ser fuerte al ponerme toda la
armadura de Dios. Pero mi problema es que todavía no he dejado
que Tu palabra mate mis opiniones”.
De vez en cuando, algunos amigos me han preguntado por qué
recibo tanta luz de la Palabra y por qué ellos reciben tan poca. Pese
a que leemos la misma Biblia, ellos no reciben mucha luz. El secreto
para recibir luz de la palabra radica en permitir que la Palabra mate
las opiniones de uno. Muchas personas leen la Palabra de un modo
selectivo, reciben lo que concuerda con su opinión y rechazan lo
demás. Pero cuando uno ora-lee la Palabra, debe recibir la Palabra
misma y dejar que ella mate las opiniones. Efesios 6 nos muestra la
manera de orar-leer. Es tomar la Palabra con toda oración. Al orar-
leer, lo primero que la Palabra hará será matar nuestras opiniones.
Si usted no permite que la Palabra dé muerte a sus opiniones, no
podrá llegar al enemigo que está en los aires para pelear contra él.
Nuestra experiencia demuestra que lo primero que hace el orar-leer
no es nutrirnos, sino matar nuestras opiniones. Cada vez que
oramos-leemos, nuestras opiniones mueren.
Usted podría preguntarse qué son sus opiniones. Los esposos se
aferran a una opinión, y la esposa no desiste de su propio parecer.
Usted podría pensar que usted es un buen marido, pero no se da
cuenta de la manera tan fuerte como se aferra a su opinión al hablar
con su esposa. Usted la ama y sólo discute con ella ocasionalmente,
pero en lo más recóndito de su ser abriga opiniones que difieren de
las de ella. Obviamente, lo mismo sucede con las esposas. De modo
que, los esposos y las esposas sostienen puntos de vista diferentes.
Como resultado, no sólo han estorbado la edificación de ellos con
los hermanos y las hermanas en la vida de iglesia, sino también su
mutua edificación en la vida matrimonial. Aunque usted y su esposa
hayan sido salvos por muchos años y hayan pasado esos años
amando al Señor y buscando la verdad, es posible que hasta este
momento ustedes estén aferrados a sus opiniones. Ustedes aman al
Señor, aman la iglesia y se aman mutuamente, pero todavía están
asidos de sus opiniones, las cuales les impiden ser edificados en la
iglesia.
Todos nosotros somos dogmáticos. Confieso que yo solía ser muy
dogmático, pero alabo al Señor porque mis opiniones han pasado
por bastante muerte. Aunque no me jacto de no aferrarme a nada,
puedo decir que por la obra exterminadora del Señor, me es difícil
aferrarme a algo. Según lo que está implícito en Efesios 6, al orar-
leer tomamos la palabra que mata, la espada que puede exterminar
nuestras opiniones.
LA MANERA DE VESTIRNOS
DE CRISTO COMO ARMADURA
Si seguimos asidos de nuestras opiniones, no podremos vestirnos de Cristo
como armadura nuestra. A fin de ponernos toda la armadura de Dios,
debemos dejar que se les ponga fin a nuestras opiniones. Para muchas
personas, la armadura que las cubre no es Cristo sino sus opiniones. Sus
pensamientos, sus deseos y sus preferencias se rigen por sus opiniones.
Ellos no tienen toda la armadura de Dios debido a que tienen todas esas
opiniones. Es posible que tengan estas opiniones en su cabeza, en vez de
tener a Cristo como yelmo y cubierta de su cabeza. La única manera de
ponerse el yelmo de salvación como cubierta es dejar que nuestras
opiniones y conceptos sean subyugados y se les dé fin. Debemos orar así:
“Oh Señor, ten misericordia de mí y mata mis pensamientos, mis
opiniones y mis conceptos”. Si hacemos esta oración con sinceridad,
estaremos bajo el amparo del yelmo. Esto también se aplica a la coraza.
Usted tal vez tenga su propia preferencia y gusto, y tal vez sea bastante
dogmático en ciertos gustos y aversiones. Pero si ésta es su condición,
usted no puede ponerse la coraza. Solamente cuando sus preferencias sean
eliminadas podrá vestirse de Cristo como coraza que abrigue su
conciencia.
Aunque conozco Efesios 6 de un modo doctrinal hace muchos años, le doy
gracias al Señor porque hoy conozco este capítulo por experiencia. He
visto que si nos vestimos del Cristo todo-inclusivo como toda la armadura
de Dios, todos nuestros pensamientos, opiniones, afectos y preferencias
tendrán que morir. Sólo entonces estaremos completamente bajo la
cubierta del Cristo todo-inclusivo. Una vez que estemos vestidos de toda
la armadura de Dios podremos pelear contra los poderes malignos que hay
en los lugares celestiales.
Muchos están descalificados de pelear contra los principados y potestades
de los lugares celestiales porque están enredados en sus conceptos,
opiniones y preferencias. La única lucha que conocen es su propio
conflicto interno, no la batalla que se libra en los aires. Ellos no pueden
salir de sí mismos y penetrar en el territorio del enemigo en los aires. Son
semejantes a un avión de combate que está en la base por causa del mal
tiempo. Este “mal tiempo” es el yo, lleno de opiniones, preferencias,
intenciones, decisiones, gustos y aversiones. Puesto que muchos están
enredados en estas cosas y, por ende, no pueden vestirse del Cristo todo-
inclusivo como su armadura, la cual los protegería y los equiparía, no
pueden elevarse por los aires para pelear contra el enemigo que está en los
lugares celestiales. Por el contrario, todavía están envueltos en todas sus
opiniones y puntos de vista.
LA MANERA PRACTICA DE ENTRAR
EN LA EXPERIENCIA DE ESTA VISION
En Apocalipsis 12 tenemos la visión, y en Efesios tenemos la manera
práctica de entrar en la experiencia de la misma. Aunque Apocalipsis 12
presenta la parte fuerte que está en la mujer, no nos muestra la manera de
llegar a ser dicha parte. La manera, descrita en el libro de Efesios, es ser
fortalecidos en nuestro hombre interior, ser revestidos de poder para
experimentar las riquezas de Cristo, y ser fuertes por vestirnos de la
armadura de Dios mediante la oración y lectura de la palabra que mata. La
palabra que tomamos al orar-leer pondrá fin a todo lo negativo de nuestro
ser. Cuantas más cosas negativas sean exterminadas, más equipados
seremos con la armadura de Dios. Después de haber sido equipados,
podremos despegar y pelear contra los principados y las potestades que
están en los lugares celestiales. Por consiguiente, la manera de pelear la
batalla como hijo varón se halla en Efesios 6.
Tengo la carga de compartir con ustedes de este modo, puesto que he visto
que todos los que están en las iglesias del recobro del Señor aman al
Señor. Aunque ustedes aman al Señor, de todos modos tienen muchas
opiniones a las cuales debemos poner fin. La palabra exterminadora tiene
que hacer esta obra en nosotros. Esto no puede suceder con las enseñanzas
ni sólo oyendo mensajes; es el resultado de la manera adecuada de orar-
leer la Palabra. Al penetrar en nuestro ser esta palabra, son eliminadas
nuestras opiniones, conceptos, deseos y preferencias. Les sugeriría que
usaran dos semanas para comprobar esto al orar-leer todo el libro de
Efesios. Esto pondrá al descubierto todas sus opiniones y conceptos, y los
conducirá a ustedes al punto donde estarán dispuestos a renunciar a todo
eso. Entonces podrán decir: “En la vida de iglesia junto con los hermanos
y las hermanas y en mi vida matrimonial, no me aferro a ninguna opinión.
Señor, ya que no estoy enredado en nada terrenal, puedo en cualquier
instante despegar y elevarme a los lugares celestiales para pelear contra el
enemigo. Nada me puede detener”. Si ustedes oran-leen el libro de
Efesios, verán la condición en que están y sabrán lo que necesitan.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y SEIS
LAS PRIMICIAS
En el capítulo 12 recibimos una clara visión de la mujer universal que
lleva en su vientre un hijo varón y que se enfrenta a un gran dragón. Todos
hemos recibido una profunda impresión de esta señal. En el capítulo 13
vimos dos bestias: el anticristo y el falso profeta, quienes colaboran con el
dragón, Satanás, en su oposición a Dios y en su intención de entorpecer el
cumplimiento de la economía de Dios. Además de esto, vemos asuntos
más cruciales en el capítulo 14. Aquí no sólo vemos las primicias (vs. 1-
5), sino también las cosas que suceden después del arrebatamiento de las
primicias (vs. 6-13), a saber: la predicación del evangelio eterno (vs. 6-7),
la caída de la Babilonia religiosa (v. 8), la advertencia en contra de la
adoración de la bestia y su imagen y en contra de recibir la marca (vs. 9-
11), y el martirio que ocurrirá durante la gran tribulación (vs. 12-13).
Además, el capítulo 14 trata de la cosecha (vs. 14-16) y el gran lagar (vs.
17-20). El capítulo 14 presenta cuatro aspectos principales: el
arrebatamiento de las primicias, lo que acontece después de dicho
arrebatamiento, la cosecha, que es la siega de la mayoría de los creyentes,
y el gran lagar, que es la recolección de las personas malignas de la tierra.
Por lo tanto, este capítulo revela qué trato recibirán los que vivan en la
tierra en los postreros tiempos.
Todos los que viven en la tierra están en una de dos categorías: los que son
el pueblo de Dios y los que no lo son. El pueblo de Dios se compone de
los cristianos y los israelitas; estos últimos son los judíos que temen a
Dios. Israel no se menciona en este capítulo porque ya se habló de él en el
capítulo 7 con la visión de los ciento cuarenta y cuatro mil israelitas
escogidos que son sellados. Este capítulo muestra la manera en que Dios
trata a la porción de Su pueblo que está constituida por los cristianos. En
esta parte de Su pueblo también hay dos secciones: las primicias, los que
maduran primero, y la cosecha, los que maduran después. Entre el
arrebatamiento de las primicias y el de la cosecha, ocurren cuatro eventos
principales: la predicación del evangelio eterno, la caída de la gran
Babilonia, es decir, la Babilonia religiosa, la Iglesia Católica Romana; la
advertencia en contra de adorar a la bestia; y el martirio que se produce
durante la gran tribulación. Después de la cosecha, quedará aclarada la
situación entre los cristianos. Pero los que no son pueblo de Dios todavía
estarán sobre la tierra. Ellos no se consideran trigo del campo de Dios,
sino uvas de un campo maligno. Estas uvas serán reunidas en el gran lagar
y serán holladas por el Señor Jesús (vs. 19-20). En ese entonces toda la
tierra quedará despejada. Por consiguiente, el capítulo 14 tiene mucho
significado, pues revela la manera en que se confrontará la condición de
los que moran en la tierra. Dios es sabio, justo y soberano. El juzgará a
todos los moradores de la tierra en la debida forma y oportunamente con
Su sabiduría, Su justicia y Su soberanía. ¡Alabado sea El!
Lo profetizado en la Biblia es sencillamente un principio general. No se
nos dan los pormenores. Si el Señor nos hubiese detallado todo lo que ha
de suceder, la Biblia tendría miles de páginas y no podríamos llevarla con
nosotros. Agradecemos al Señor por Su sabiduría. Ya hicimos notar que
todas las potencias mundiales desde Babilonia hasta el Imperio Romano
renovado que vendrá, y también los diez reinos, estaban representados por
la gran imagen que Nabucodonosor vio en su sueño (Dn. 2:31-33). La
cabeza representa a Babilonia; el pecho y los brazos a Medo-Persia; el
vientre y los muslos a Grecia; y las dos piernas al Imperio Romano. Es un
hecho histórico que el Imperio Romano se dividió en dos, lo cual estaba
representado por las dos piernas de la imagen. El período indicado por la
parte que empieza en el tobillo es difícil de precisar. En la actualidad
vivimos en este período indefinido. Cuando cayó el Imperio Romano en el
año 476, se creó un vacío, pero durante este tiempo dicho vacío lo ha
llenado la Iglesia Católica Romana. Al final de este largo intervalo,
resurgirá el Imperio Romano y tendrá su consumación en los diez reinos
representados por los diez dedos de los pies de la imagen. Según Daniel 2,
estos diez reinos serán aplastados por la roca cortada no por mano humana
(vs. 34-35). Esta roca es Cristo, quien vendrá de los cielos y herirá toda la
imagen, desde Nabucodonosor hasta el último de los césares inclusive.
Dios en Su sabiduría usó la figura de un cuerpo humano para darnos un
cuadro claro de las diferentes etapas de las potencias mundiales. Este es el
principio que rige la manera de interpretar la profecía bíblica. En cierto
aspecto, la profecía contenida en la Biblia es muy breve.
Este mismo principio se aplica en lo referente al arrebatamiento del pueblo
de Dios. Hay una diferencia entre el arrebatamiento de los vencedores y el
de la mayoría de los creyentes. Ya hablamos del arrebatamiento en los
mensajes 29 y 30. Llegamos ahora a las primicias, y para ello nos basamos
en el principio de que hay dos tipos de arrebatamiento.
I. LAS PRIMICIAS
A. Primicias para Dios y para el Cordero
Las primicias para Dios y para el Cordero que se mencionan en el
versículo 4 son aquellos que maduran primero en la labranza de Dios.
Estos primeros vencedores serán los que maduren primero en el campo de
Dios. Así que ellos serán arrebatados antes de la cosecha como primicias
para Dios y para el Cordero. Según los versículos del 14 al 16, la cosecha
entera madurará luego. Esto significa que las primicias serán arrebatadas a
los cielos antes de la cosecha, tal como las primicias de la buena tierra
eran recogidas y llevadas al templo de Dios antes de que madurara toda la
cosecha (Lv. 23:10-11; Ex. 23:19). Los eventos narrados en los versículos
del 6 al 13, los cuales ocurrirán durante la gran tribulación (Mt. 24:21),
demuestran claramente que los primeros vencedores, las primicias
mencionadas en los versículos del 1 al 5, serán arrebatados antes de la
gran tribulación y que la cosecha mencionada en los versículos del 14 al
16, constituida de la mayoría de los creyentes, será arrebatada casi al final
de la gran tribulación.
B. Ciento cuarenta y cuatro mil
El versículo 1 dice: “Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie
sobre el monte de Sion, y con El ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían
el nombre de El y el de Su Padre en la frente”. Anteriormente muchos
maestros han discutido si este número es literal o simbólico. Algunos
dicen que el número ciento cuarenta y cuatro mil no es un número literal,
y otros dicen que igual que las siete ciudades de los capítulos 2 y 3, este
número debe tomarse literalmente. Sin lugar a dudas, este número es un
número literal, pero tiene significado simbólico. Aunque es un número
literal, tiene significado espiritual. Al aplicar cierto principio podemos
captar el significado espiritual de este número.
Ciento cuarenta y cuatro mil se obtiene multiplicando mil por doce por
doce. Doce es el número que indica culminación en la administración
eterna de Dios. Ciento cuarenta y cuatro (21:17) es doce multiplicado por
doce, lo cual indica culminación de culminaciones, la máxima y plena
culminación. En este caso tenemos la máxima culminación multiplicada
por mil.
El número doce no se compone de seis más seis, sino de tres multiplicado
por cuatro. No digo esto a la ligera o infundadamente. El número bíblico
doce se compone de tres multiplicado por cuatro. La Nueva Jerusalén es
una ciudad llena de doces: doce cimientos, los nombres de los doce
apóstoles (21:14), las doce puertas, doce ángeles, los nombres de las doce
tribus de Israel (21:12), doce perlas (21:21), doce meses, doce frutos
diferentes (22:2). La altura del muro es ciento cuarenta y cuatro codos
(doce multiplicado por doce, 21:17), y sus dimensiones son doce mil
estadios (mil multiplicado por doce, 21:16). En todos los aspectos la
Nueva Jerusalén es una ciudad llena de doces. Sabemos que el número
doce de la Nueva Jerusalén se compone de tres multiplicado por cuatro,
debido a que la ciudad tiene tres puertas en cada uno de sus cuatro lados
(21:13). Indudablemente, el número tres representa al Dios Triuno. El
cuadro de la Nueva Jerusalén que vemos en los capítulos 21 y 22 revela al
Dios Triuno. En 22:1 vemos el trono de Dios y del Cordero, del cual brota
un río de agua de vida. Allí vemos que el Padre, el Hijo y el Espíritu se
imparten a la ciudad. Este es el Dios Triuno. La ciudad misma representa
la creación, implícita en el número cuatro (cuatro seres vivientes, 4:6). En
la Nueva Jerusalén no tenemos tres más cuatro, sino tres multiplicado por
cuatro. Hoy el número que nos corresponde es el siete, como vemos en las
siete iglesias, los siete candeleros. Pero en la eternidad nuestro número
será el doce, tres multiplicado por cuatro, lo cual denota la mezcla del
Dios Triuno con el hombre. Por consiguiente, el número doce representa
la mezcla de lo divino con lo humano. ¡Qué grandioso! Esta mezcla se
refiere a la culminación de la economía de Dios. Por lo tanto, el número
doce indica culminación en la administración de Dios, lo cual conduce al
cumplimiento de Su economía.
Aquí no tenemos simplemente el número doce, sino mil veces el número
doce multiplicado por doce. Doce multiplicado por doce significa
culminación de la administración de Dios con miras al cumplimiento de
Su economía dentro de la culminación de la administración de Dios con
miras al cumplimiento de Su economía. Esto es semejante a las
expresiones Cantar de los cantares, Señor de señores y Rey de
reyes. Doce multiplicado por doce significa culminación de
culminaciones. Esta culminación no es temporal sino eterna. Es la
culminación de la administración de Dios, cuyo cumplimiento es la
economía de Dios. La Nueva Jerusalén declarará a todo el universo que
los redimidos de Dios serán doce entre doce, culminación entre
culminaciones. Cuando estemos en la Nueva Jerusalén, seremos la
culminación de la administración de Dios con miras al cumplimiento de la
economía de Dios por la eternidad. Pero en el capítulo 14 tenemos mil
veces doce por doce, mil veces culminación de culminaciones. Este es el
significado del número ciento cuarenta y cuatro mil. Las ciento cuarenta y
cuatro mil primicias son creyentes que están entregados al cumplimiento
del propósito eterno de Dios.
Tenemos la fortuna de estar apoyados en los hombros de muchos grandes
maestros que nos han precedido. Le agradecemos al Señor por ellos. Lo
que hemos visto acerca del significado de este número se basa en el
entendimiento que ellos tenían. Sin embargo, el Señor nos ha mostrado
algo más. Aunque el número ciento cuarenta y cuatro mil es literal, tiene
significado espiritual, que indica que todos los vencedores que vivan serán
parte de la culminación de la administración de Dios en el cumplimiento
de Su economía por la eternidad. Ser un vencedor viviente es algo muy
importante. Ser las primicias equivale a entregarse a la culminación de la
administración de Dios, la cual cumple Su economía por la eternidad.

C. Comprados de la tierra
El versículo 3 dice que los ciento cuarenta y cuatro mil “fueron comprados
de la tierra”. Esto demuestra que ya no están sobre la tierra, pues fueron
arrebatados a los cielos. Cuando sucede lo narrado en los versículos del 1
al 5, las primicias ya no están en la tierra puesto que ellos “fueron
comprados de la tierra”. Fueron comprados con la sangre del Cordero y
han sido llevados al cielo.
D. Comprados de entre los hombres
El versículo 4 dice: “Estos fueron comprados de entre los hombres”, lo
cual indica que ya no están entre los hombres, sino en los cielos.
E. De pie con el Cordero
en el monte de Sion
Las primicias están de pie con el Cordero en el monte de Sion (v. 1). Esta
Sion no es la Sion terrenal sino la Sion celestial (He. 12:22). Los que están
de pie con el Cordero en el monte de Sion serán arrebatados a los cielos
antes de que empiece la persecución religiosa del anticristo. Después de
este arrebatamiento, el anticristo perseguirá a la gente y la obligará a
adorarlo. Por esto sabemos que los vencedores que vivan serán
arrebatados antes de la gran tribulación.
F. Tienen el nombre del Cordero
y el de Su Padre escrito en sus frentes
El versículo 1 también indica que los ciento cuarenta y cuatro mil tienen
escrito en sus frentes el nombre del Cordero y el de Su Padre. Esta
designación los presenta como uno con el Cordero y con el Padre y como
pertenecientes a ambos. El nombre del Cordero y el nombre del Padre
escritos en las frentes de estos primeros vencedores está en contraste con
el nombre de la bestia escrito en las frentes de quienes la adoran (13:16-
17).
G. Cantan un cántico nuevo
El versículo 3 dice: “Y cantan un cántico nuevo delante del trono, y
delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía
aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron
comprados de la tierra”. Los ciento cuarenta y cuatro mil cantan un
cántico nuevo ante el trono, los cuatro seres vivientes y los ancianos.
Aparte de las primicias, nadie puede aprender este cántico, porque nadie
más tiene la experiencia que se requiere. Los cánticos siempre proceden de
nuestra experiencia. Si usted no ha tenido ninguna experiencia, no tiene
nada que lo motive a cantar. Los ciento cuarenta y cuatro mil vencedores
pueden cantar un cántico nuevo que nadie más puede comprender, debido
a que tienen experiencias específicas y particulares de Cristo. Algunos
cristianos no entienden nuestros cánticos. Aunque ellos podrían decir que
estos cánticos son extraños, nosotros podemos afirmar que son agradables
y de buen gusto. Cuando uno canta ciertos cantos, está fuera de sí. Pero
aquellos que no han experimentado estas cosas no entienden lo que
cantamos. Sólo los que han tenido la experiencia, pueden aprender a
cantar el cántico de los ciento cuarenta y cuatro mil.
El versículo 2 dice: “Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas
aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de
arpistas que tocaban sus arpas”. Las muchas aguas representan el
estruendo del sonido, el gran trueno denota la solemnidad del sonido, y el
sonido de arpistas que tocaban representa lo agradable del sonido.
La solemnidad del gran trueno aterrará a Satanás. Puesto que el canto de
los ciento cuarenta y cuatro mil será estruendoso en aquel día, ¿no
deberían nuestros cantos ser un poco ruidosos hoy? Cuanto más ruido
haya en nuestro canto, mejor. Por supuesto, los religiosos censurarían esto.
El canto de los ciento cuarenta y cuatro mil se oye como el sonido de las
cataratas del Niágara. De hecho, creo que puede ser muchísimo más
estruendoso. El cristianismo de hoy está lleno de muerte y de legalismo.
Pero nosotros tenemos que hacer ruido y no estar muertos. Sin embargo,
nuestro canto ruidoso no debe ser una mera actividad, sino que debe brotar
de nuestro espíritu. Por lo menos ocho veces en los Salmos se nos dice que
aclamemos con júbilo delante del Señor (Sal. 95:1-2; 98:4; 100:1). Este
ruido estentóreo de regocijo debe venir espontáneamente de nuestro
espíritu. Cuando nos llenamos de la agradable experiencia del Señor,
nuestro espíritu se llena hasta rebosar. La única manera de expresar
nuestro gozo es aclamar con júbilo al Señor. El estruendo que producen
las cataratas del Niágara es el resultado del impacto de sus muchas aguas,
no de un intento de hacer ruido. Así debemos obrar nosotros cuando nos
reunamos. Sólo podemos entender esto por experiencia. Puedo testificar
que he experimentado esto. En algunas ocasiones, mientras damos voces
de júbilo en el espíritu cantando y alabando al Señor, brota una dulce
melodía. Si usted ha experimentado esto, podrá decir “Amén” a lo que
estoy afirmando. Pero esto ha ofendido a algunos que dicen que no pueden
tolerar el ruido. No obstante, éste no es un método que yo haya inventado,
es el método del Señor y de la Biblia. Si usted no se ejercita en hacer esto
ahora, tendrá que hacerlo más adelante.

H. No se contaminan con mujeres


El versículo 4, refiriéndose a las primicias, dice que “no se contaminaron
con mujeres, pues son vírgenes”. Así como ha habido debate en cuanto a
si el número ciento cuarenta y cuatro mil es literal o simbólico, también lo
ha habido en cuanto al significado de la virginidad mencionada en este
versículo. Según este pasaje, los ciento cuarenta y cuatro mil vencedores
que vivan serán vírgenes. Algunos dicen que esta virginidad es física, y
otros afirman que es espiritual. Esta virginidad debe de referirse a la
virginidad de la que habla el Señor en Mateo 19:11-12. Sin embargo, se
puede aplicar el mismo principio a las hermanas (1 Co. 7:7, 34, 37). El
principio de la virginidad consiste en que no debemos contaminarnos con
nada terrenal. Si tomamos este pasaje literalmente, entonces todas las
hermanas quedarían excluidas. Pero no está bien excluir a las hermanas de
ser parte de los vencedores vivientes.
Para poder ser vencedores vivientes tenemos que permitir que la gracia del
Señor nos guarde de toda contaminación y vivir en la tierra como
vírgenes. Para la gente del mundo no tiene mucha importancia si uno va al
cine o no. Pero para los salvos es algo serio si van al cine o no. Si yo lo
hiciera, me contaminaría. Debemos llevar una vida de virginidad, una vida
de castidad. La razón por la cual yo no fumo ni bebo es que no quiero
contaminarme. En ocasiones algunos hermanos me han ofrecido cerveza,
pero siempre la he rechazado. La misericordia y la gracia del Señor me
han preservado más de cincuenta años. No me voy a vender por tan poca
cosa contaminándome con una cerveza. No beberé cerveza para no
contaminarme, aunque tal vez no sea pecaminoso hacerlo. Pero no
debemos ser legalistas en cosas como ésta. Yo me puedo sentar con
hermanos que están tomando cerveza sin que ello me perturbe en lo más
mínimo. Esto no es de ningún modo cuestión de legalismo; es asunto de
nuestro deseo de preservarnos vírgenes para el Señor. Todos debemos
decir: “Señor Jesús, te amo, y por eso, me mantendré virgen para Ti. No
quiero contaminarme con nada. Señor, deseo guardarme para Ti”. Cuando
yo era joven oraba de este modo todos los días. Cuánto agradezco al Señor
que en realidad oyó mi oración.
En mis viajes a lo largo de los años, me he visto en diversas situaciones.
En ellas ha habido muchísimas tentaciones. Pero puedo testificar, incluso
delante del acusador, que la gracia del Señor me ha preservado. Aunque ha
habido televisores en muchos de los hoteles en que he estado, el Señor
puede atestiguar que jamás he encendido dicho aparato. Para mí no habría
sido pecaminoso ver televisión, pero sí me habría contaminado. En mi
cuarto decía: “Señor, no quiero contaminarme; deseo mantenerme virgen
para Ti. Señor, no vine a esta ciudad a ver televisión, sino a expresar Tu
testimonio. Sé que ni los hermanos ni las hermanas ven lo que yo hago en
mi cuarto, pero los demonios sí lo ven”. Si yo hubiese encendido la
televisión, el testimonio que hubiera dado del Señor Jesús no habría
causado una profunda impresión. Pero como mi conciencia me decía que
yo no estaba contaminado y que había sido preservado virgen para el
Señor Jesús, mi mensaje producía una profunda impresión.
Es deplorable convertir la salvación que nos da el Señor en un asunto de
legalismo. No debemos decir que no podemos hacer ciertas cosas porque
nuestra religión nos las prohíbe. ¡Qué actitud tan pobre! En nuestro caso,
hacemos las cosas no por legalismo, sino por un deseo de agradar al
Señor, que brota de nuestro amor por El. Amamos al Señor Jesús y
anhelamos ser preservados como vírgenes puras para El. Cuando voy a
una tienda, acudo al Señor y le pido que no me deje contaminar. Este es el
significado de ser virgen. Tanto los hermanos como las hermanas pueden
conservarse vírgenes para el Señor Jesús. Si usted ora así al Señor y desea
mantenerse virgen, todos los “bichos” quedarán bajo sus pies. Esta es la
manera de ser un vencedor, de ser parte de las primicias.
Usted podría preguntarse cuál es la diferencia entre los vencedores del
capítulo 12 y los del capítulo 14. En el capítulo 12 tenemos al hijo varón,
y en el capítulo 14 a las primicias. En los mensajes acerca del capítulo
doce dijimos claramente que el hijo varón pelea contra Satanás y lo
derrota. Por lo tanto, el hijo varón se enfrenta al enemigo. Las primicias no
son quienes pelean, sino quienes satisfacen a Dios y al Cordero. Dios y el
Cordero necesitan hallar deleite. Nosotros los vencedores que vivamos
seremos las primicias que satisfarán Su necesidad de disfrute. El enemigo,
el diablo, quien está en el cielo tiene que ser arrojado de allí por el hijo
varón, quien ejecutará el juicio que el Señor pronunció sobre aquél. Esta
es la función del hijo varón. Pero hay otra necesidad en los cielos: Dios
tiene que hallar satisfacción. Dios tiene hambre y sed. El desea primicias
que, al gustarlas, le traigan satisfacción.
Vemos una vez más la soberana sabiduría del Señor. Los vencedores que
hayan muerto a lo largo de los siglos serán el hijo varón, los guerreros.
Aunque nosotros los que estemos vivos en la tierra también tenemos que
pelear en contra del enemigo, no tenemos que hacerlo todo el tiempo.
Después de que uno le predica a Satanás, debe olvidarse de él. El enemigo
es astuto. Una vez que usted le predica, él tratará de inducirlo a que le
predique constantemente, diciendo: “Me he vuelto un descarado, y no
siento ninguna vergüenza. Me gustaría que me predicaras todo el tiempo”.
El hace esto para distraerlo a usted e impedir que ame al Señor. Por lo
tanto, después de predicarle al diablo por un rato, debe decirle: “Diablo,
no tengo más tiempo para predicarte; prefiero usar mi tiempo para decirle
a mi Señor cuanto lo amo. Quiero permanecer enamorado de mi Señor.
Satanás, tú eres el enemigo del Señor y también eres mi enemigo. Ya te he
predicado suficiente. Vete, en este momento voy a disfrutar una luna de
miel con mi Señor”. Usen esta estrategia. No le prediquen a Satanás
demasiado tiempo. Después de predicar cierto tiempo, deben cesar y
ocupar el tiempo expresando su amor al Señor, diciéndole: “Señor,
disfruto acudir a Ti y hablarte a Ti. Señor, deseo satisfacerte, ser uno
contigo y permanecer en Tu presencia”. Aprendan a ocupar el tiempo con
el Señor Jesús de una manera íntima. Si usted nunca ha tenido un
momento así, está en una condición pobre. No es suficiente vivir sin
pecado. No es suficiente ser bueno o recto. Tenemos que estar enamorados
del Señor. Aunque no me gusta la expresión enamorado, me veo obligado
a usarla. Todos debemos estar enamorados del Señor Jesús y decirle: “Oh
Señor Jesús, te amo, y Tú lo sabes. Por este amor hay ciertas cosas que no
voy a hacer”. De este modo podemos llegar a ser vencedores vivientes. El
Señor indudablemente necesita al hijo varón, quien lucha contra Su
enemigo, pero también necesita las primicias, los que lo aman, para que
sean Su satisfacción.
En tipología, las primicias no eran llevadas a la casa del agricultor, sino a
la casa de Dios, al templo, para satisfacerle. Incluso éste fue el caso del
Señor Jesús como primicias (1 Co. 15:20, 23). En la madrugada de la
resurrección, el Señor no permitió que María lo tocara. Le dijo: “No me
toques, porque aún no he subido a Mi Padre” (Jn. 20:17). El Señor parecía
estar diciéndole: “No me toques, porque tengo que ofrecer la frescura de la
resurrección a Mi Padre. Mi Padre debe ser el primero en gustar de la
frescura de Mi resurrección”. Todos necesitamos aprender a presentarnos
en una manera nueva, íntima y amorosa al Señor para que El halle deleite.
Si usted rechaza ciertas cosas o hace otras solamente por temor, entonces
no está en el nivel elevado de ser uno de los que ama al Señor, sino en el
nivel más bajo. Tenemos que permanecer en el más alto nivel y rechazar
ciertas cosas, no por temor sino por amor al Señor. Las hermanas desean
estar con sus esposos en vez de irse a la casa de sus padres, porque aman a
sus maridos. Del mismo modo, por mi amor al Señor me privaré de hacer
ciertas cosas. Yo puedo tener libertad para hacerlas, y tal vez no esté mal
hacerlas, pero no las haré sencillamente por mi amor al Señor Jesús. Este
es el verdadero sentido de este pasaje.
Debemos seguir el principio enunciado en el versículo 4. Este principio
consiste en que nosotros, tanto los hermanos como las hermanas, debemos
guardar nuestra virginidad, acudiendo al Señor en busca de Su gracia con
la cual nos guarda para Sí. No sólo debemos ser guerreros sino también
primicias, aquellos que maduran primero para dar satisfacción al Señor.
Debemos decir: “Señor, yo quiero madurar temprano para darte
satisfacción. Señor no me importa si me llevas en el arrebatamiento; lo
único que me interesa es que Tú seas satisfecho. Deseo ser llevado al cielo
para satisfacerte a Ti. Señor, en tanto que pueda satisfacerte, no me
importa si estoy en la tierra o en el cielo”. Esta es la actitud de los
vencedores vivientes.
Puesto que a las primicias no les importa dónde estén, no se nos dice que
sean arrebatadas; sencillamente se nos dice que los ciento cuarenta y
cuatro mil están de pie ante el Cordero en el monte de Sion. Como dijimos
antes, éste no puede ser el monte físico de Sion, sino el monte de Sion que
está en los cielos. Si usted es parte de los vencedores que queden vivos, no
le preocupará si es arrebatado o no. El arrebatamiento no lo sorprenderá,
porque usted ya está en la presencia del Señor. A usted no le importará si
está en la presencia del Señor aquí en la tierra o allá en el monte de Sion.
Cuando llegue allí, no se sorprenderá. Sería incorrecto decir: “Estoy aquí
con el Señor, así que estoy en Su presencia”. Los que sean arrebatados
como primicias no se sorprenderán. Dirán: “Señor Jesús, he estado contigo
constantemente por años. Señor, no me importa si estoy en Anaheim o en
el tercer cielo”. Para los espectadores será una sorpresa verlo a usted de
pie en el monte de Sion, pero no debería ser una sorpresa para usted.
Debería ser una experiencia común. Si usted ha estado lejos de su cónyuge
por años, “enloquecerá” de alegría cuando le vea. Pero si está con él
constantemente, con seguridad no estará tan entusiasmado. ¿De veras ama
usted al Señor? ¿Tiene usted una comunión íntima con El ahora mismo,
guardándose virgen en El? Si tal es el caso, entonces el arrebatamiento no
será una sorpresa para usted; será una experiencia común.
Pese a que estos versículos sobre las primicias indican una especie de
arrebatamiento, de hecho no dicen nada del arrebatamiento. Se nos dice
que el hijo varón es “arrebatado”, pero de las primicias sólo dice que están
de pie en el monte de Sion con el Cordero. Si usted les pregunta cómo
llegaron allá, posiblemente dirían: “Sencillamente estamos aquí. No
sentimos algo especial en cuanto a esto, puesto que hemos estado en la
presencia del Señor durante años. Hemos vivido en este ámbito mucho
tiempo”. Este es el arrebatamiento de los vencedores que queden vivos.
Ellos son las primicias, aquellos que satisfacen el hambre de Dios Padre y
del Cordero, el Redentor. Los primeros que maduran en la labranza de
Dios no lo hacen para luchar, sino para traer satisfacción a Dios.
I. No se halla mentira en su boca
El versículo 5 dice, refiriéndose a las primicias, que “en sus bocas no fue
hallada mentira”. Las mentiras son la expresión y la representación de
Satanás. El diablo es el padre de todos los mentirosos, y de él proceden las
mentiras (Jn. 8:44). El hecho de que no se hallara mentira en las bocas de
los vencedores indica que en su expresión no tienen nada de Satanás. Si
nuestra vida es motivada por el amor al Señor, entonces ninguna mentira y
ninguna falsedad saldrá de nuestra boca. Lamento decir que he soportado
por años las mentiras de cristianos genuinos. ¡Qué vergüenza! Quienes
estamos en el recobro del Señor no debemos tener mentiras en nuestra
boca. Cuando digamos “sí”, será sí, y cuando digamos “no”, será no. Si no
podemos responder con un simple sí o un simple no, más nos vale no decir
nada. En dado caso debemos ejercer nuestra sabiduría y no decir nada,
para que no salga ninguna mentira ni falsedad de nuestra boca. No
tenemos nada que ver con Satanás, quien es el mentiroso y la fuente de las
mentiras.
J. Sin mancha
También vemos en el versículo 5 que las primicias no tienen mancha
alguna. Esto indica que ellos no tienen mancha ni arruga, pues son
perfectos en la santidad de Dios (Ef. 5:27), están perfectamente
santificados para Dios y plenamente saturados de El (1 Ts. 5:23).
K. Siguen al Cordero
por dondequiera que va
Los ciento cuarenta y cuatro mil que constituyen las primicias “siguen al
Cordero por dondequiera que va” (v. 4). El Cordero no nos sigue a
nosotros; somos nosotros quienes debemos seguirlo por dondequiera que
vaya. Tenemos que aprender la lección de seguir al Cordero por
dondequiera que vaya.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y SIETE
LOS EVENTOS POSTERIORES
AL ARREBATAMIENTO DE LAS PRIMICIAS
En este mensaje hablaremos de lo que acontece después del
arrebatamiento de las primicias (14:6-13).
II. LOS EVENTOS QUE ACONTECEN DESPUES
A. El evangelio eterno
Lo primero que sucede después del arrebatamiento de las primicias es la
predicación del evangelio eterno (vs. 6, 7). Aunque usted tal vez haya
leído Apocalipsis 14 muchas veces, es posible que no le haya llamado la
atención la expresión evangelio eterno que aparece en el versículo 6. Es
probable que ningún predicador o ministro o pastor le haya dicho que en el
futuro, después del arrebatamiento de las primicias, se revelará un
evangelio que será “el evangelio eterno”. La mayoría de los cristianos sólo
conoce el evangelio de la gracia; ellos no saben que en la economía de
Dios, se proclamará el evangelio eterno durante la gran tribulación (Mt.
24:21).
El evangelio eterno es diferente del evangelio de la gracia (Hch. 20:24), el
cual se predica en la edad de la iglesia. El contenido básico del evangelio
de la gracia es el arrepentimiento para con Dios y la fe en el Señor Jesús
(Hch. 20:21), que el hombre necesita para ser perdonado de sus pecados y
renacer como hijo de Dios (Lc. 24:47; Jn. 1:12); mientras que el evangelio
eterno consiste en que los hombres deben temer a Dios y adorarle para no
ser engañados y seguir al anticristo, y para volver a la verdadera adoración
de Dios, Aquel “que hizo el cielo y la tierra” (v. 7). Sólo el hombre tiene
el privilegio de predicar hoy en la tierra el evangelio de la gracia (Hch.
10:3-6). Pero el evangelio eterno no lo predicarán los hombres que están
en la tierra, sino un ángel en medio del cielo, al final de esta era.
Todos los estudiantes y maestros de la Biblia están de acuerdo en que Dios
tiene varias maneras de tratar a la gente. Algunos han llamado a estos
métodos “dispensaciones”. Aunque usan dicha expresión con la
connotación de tiempo, en realidad el término denota específicamente el
modo en que Dios se relaciona con la gente. Por ejemplo, la dispensación
de la ley fue el período durante el cual Dios se relacionó con Su pueblo
por medio de la ley. Dios estableció una relación con Israel en la
dispensación de la ley. En cada período Dios ha tenido una manera
específica de relacionarse con cierto pueblo. Después de la dispensación
de la ley vino la dispensación de la gracia, la edad en la cual vivimos
ahora. En esta era Dios se basa en la gracia, no en la ley, para dirigirse a
los que creen en El. Así como terminó la dispensación de la ley cuando
vino Juan el Bautista, terminará la dispensación de la gracia cuando
comience la gran tribulación. Juan el Bautista trajo la nueva dispensación,
la dispensación de la gracia. Al comienzo de la gran tribulación, cuando
Satanás sea arrojado a la tierra y el espíritu de Nerón salga del abismo,
concluirá la dispensación de la gracia. Durante los tres años y medio o los
cuarenta y dos meses de la gran tribulación, Dios se relacionará con el
hombre usando otro método, el evangelio eterno.
Si usted lee con detenimiento Apocalipsis 14, verá que el contenido del
evangelio eterno es completamente diferente del evangelio que
predicamos en la actualidad. El evangelio que hoy predicamos contiene
dos elementos principales: el arrepentimiento para con Dios y la fe en el
Señor Jesucristo. Al principio de la dispensación de la gracia apareció
Juan el Bautista predicando el arrepentimiento (Mt. 3:1-2). Después de él,
el Señor Jesús predicó el arrepentimiento y la fe. Juan el Bautista decía:
“Arrepentíos” (Mt. 3:2), y el Señor Jesús declaraba: “Arrepentíos y creed”
(Mr. 1:15). En Hechos, los apóstoles hicieron lo mismo que el Señor, pues
predicaron el arrepentimiento y la fe. El arrepentimiento indica un cambio
en la manera de pensar; es un cambio de conceptos y un cambio de
entendimiento acerca de la vida. El hombre se convierte porque su vida
está alejada de Dios y, por ende, debe volverse a Dios. Esto es lo que
significa arrepentirse. No obstante, ésta es sólo una pequeña parte del
evangelio de la gracia. La mayor parte del evangelio de la gracia consiste
en que creímos en el Señor Jesucristo para ser perdonados y tener vida
eterna a fin de llegar a ser hijos de Dios. Este es el contenido del evangelio
de gracia que predicamos hoy.
El contenido del evangelio eterno es muy diferente. En el evangelio eterno
no hay arrepentimiento ni fe, sino el mandamiento de temer a Dios y darle
gloria, y adorar “a Aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes
de las aguas” (v. 7). El mandato de adorar a Dios el creador está en
contraste con seguir al anticristo y a su imagen, lo cual se menciona en el
versículo 9. El mandamiento de temer a Dios y darle gloria se da a los
moradores de la tierra, para contrarrestar el engaño del falso profeta, que
consiste en que los hombres deben adorar al anticristo, y para contrarrestar
la amenaza de muerte hecha a los que no lo adoren durante la gran
tribulación (13:14-15). El ángel que predica el evangelio eterno parece
estar diciendo: “Ustedes deben temer a Dios. No deben temer al anticristo
puesto que él no es Dios. El anticristo no puede echarlos en el lago de
fuego; sólo Dios puede hacerlo. Aunque el anticristo puede hacer ciertas
señales, no creó los cielos ni la tierra ni el mar ni las fuentes de la aguas.
Dios es el creador. Ustedes deben temerle a El y darle gloria por ser el
creador del universo. No adoren al anticristo ni a su imagen. Todos deben
adorar a Dios”. Este es el evangelio eterno. Nosotros no tenemos
necesidad de oír dicho evangelio puesto que tenemos uno mejor.
El versículo 7 añade: “La hora de Su juicio ha llegado”. Este juicio será el
juicio que Cristo ejecutará sobre todas las naciones cuando regrese a la
tierra, según lo predijo en Mateo 25:31-46. Dicho juicio, el cual se
ejecutará sobre los que estén vivos antes de comenzar el milenio, es
diferente del juicio de los muertos que se llevará a cabo después del
milenio, según lo menciona 20:11-15. Todas las personas de las naciones,
quienes hayan quedado cuando regrese el Señor, serán juzgadas conforme
al evangelio eterno predicado por el ángel durante la gran tribulación. Si
ellos, por temer a Dios y por adorarle, han tratado bien al pueblo de Dios,
es decir, si han cuidado a los cristianos y a los judíos, los hermanos del
Señor que estarán en pobreza y encarcelados bajo la persecución del
anticristo durante la gran tribulación, serán justificados por el Señor, y
podrán entrar en la parte terrenal del milenio y participar del reino
preparado por Dios para ellos desde la fundación del mundo (Mt. 25:34).
Si no han tratado bien a los cristianos y a los judíos por seguir al anticristo
y adorar su imagen, serán condenados y lanzados al lago de fuego, un
fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25:41).
En Mateo 25:31 el Señor Jesús dijo que vendría en Su gloria y se sentaría
“en el trono de Su gloria”. Este versículo no habla del tribunal (2 Co.
5:10), sino del trono de Su gloria, puesto que para entonces el juicio de los
creyentes ante el tribunal ya habrá pasado. En primer lugar, el Señor
descenderá del cielo a los aires. Después de que todos los santos hayan
sido arrebatados, El los juzgará ante Su tribunal. Este no será el juicio que
se hace a los incrédulos; será el juicio de los creyentes para determinar
quién será recompensado y quién será disciplinado. Después de que se
lleve a cabo este juicio, el Señor vendrá en gloria con Su ejército de
creyentes vencedores para derrotar al anticristo y a su ejército. Después de
que el anticristo y el falso profeta hayan sido echados vivos al lago de
fuego, y después de que los ejércitos del anticristo hayan sido reducidos a
comida de aves (19:11-21), todavía habrá muchos incrédulos, las naciones,
sobre la tierra. Entonces el Señor Jesús establecerá Su trono de gloria;
todos los incrédulos que hayan sobrevivido, las naciones, serán reunidos
delante de El (Mt. 25:32); y El ejecutará Su juicio sobre ellos. En Hechos
10:42, 17:31, y 2 Timoteo 4:1 se revela que el Señor fue designado por
Dios para juzgar a los vivos y a los muertos. El Señor juzgará a los vivos
después de derrotar al anticristo y al falso profeta y después de establecer
Su trono de gloria. Cuando se haya llevado a cabo este juicio, comenzará
el reino milenario, después del cual el Señor juzgará a los muertos ante el
gran trono blanco (20:11-15).
¿Con qué criterio juzgará el Señor a los incrédulos que estén vivos ante Su
trono de gloria? No hay ningún indicio de que el Señor los juzgará según
la ley de Moisés, y tampoco los juzgará según el evangelio de la gracia. El
Señor no dirá: “Los que creyeron en Mí son ovejas, y los que no creyeron
en Mí son cabritos”. Según Mateo 25:31-46, el Señor juzgará a los
incrédulos que estén vivos, de acuerdo con la manera en que éstos hayan
tratado a los pequeños, Sus hermanos, o sea los judíos que temen a Dios y
los cristianos que tengan fe en Cristo. Estos son los que pasarán por la
gran tribulación y serán objeto de la persecución del anticristo. Por lo
tanto, el Señor los considera Sus pequeños, Sus hermanos. Durante la gran
tribulación los judíos que teman a Dios y los cristianos que tengan fe
padecerán hambre, sed, desnudez, enfermedad y prisión (Mt. 25:35-39). El
Señor juzgará a los incrédulos que sobrevivan, según la forma en que
traten a Sus hermanos durante dicho período. Algunos los tratarán bien.
Sin duda, serán aquellos que oigan el evangelio eterno predicado por el
ángel mientras el anticristo y los suyos persiguen a los judíos y a los
cristianos. Cuando ellos oyen el evangelio que les manda temer a Dios y
adorarle, su corazón es conmovido, y tratan con favor a los pequeños, los
hermanos del Señor.
Así, Cristo ejerce Su juicio desde el trono de Su gloria sobre los incrédulos
que estén vivos, basándose en el evangelio eterno. Todo aquel que preste
atención a ese evangelio y trate bien a los hermanos del Señor, será
considerado “oveja”. Los demás serán considerados “cabras”. Las
“cabras”, los que siguen al anticristo y persiguen al pueblo de Dios, serán
echados junto con el anticristo en el lago de fuego. Por el contrario, todas
las “ovejas” entrarán en el reino preparado para ellas “desde la fundación
del mundo” (Mt. 25:34), la parte terrenal del reino milenario, pero serán
los ciudadanos de ese reino, no los reyes ni los sacerdotes. En el reino
milenario nosotros los cristianos vencedores seremos los reyes; los judíos
que temen a Dios, quienes serán preservados y salvos, serán los
sacerdotes; y las “ovejas” serán los ciudadanos. Por lo tanto, mediante la
dispensación de la ley, Dios obtendrá a los judíos para que sean los
sacerdotes; mediante la dispensación de la gracia obtendrá a los creyentes
para que sean los reyes; y mediante el evangelio eterno obtendrá a los
gentiles que temen a Dios para que sean los ciudadanos del reino
milenario.
Este cuadro tan claro se forma al acoplar apropiadamente los varios
pasajes de la Palabra, como en un rompecabezas. He trabajado con este
rompecabezas muchos años. ¡Cuánto me alegré cuando finalmente pude
poner las piezas en su lugar correspondiente! Una pieza bastante grande de
este “rompecabezas” es Mateo 25:31-46. Durante años traté inútilmente de
ubicar esta pieza. Pese a que traté de colocarla en todas partes, no encajaba
en ninguna. Finalmente, descubrí el lugar donde esta pieza encaja
perfectamente. Ahora, en vez de un rompecabezas, tenemos un cuadro
vívido.
Por la misericordia de Dios, la predicación del evangelio eterno
comenzará después del arrebatamiento de las primicias. Después de que
las primicias sean arrebatadas, el anticristo perseguirá a los judíos que
temen a Dios y a los cristianos que tienen fe. Luego Dios enviará un ángel
para que predique el evangelio eterno de en medio de los cielos.
Hace veinticinco años casi no sabíamos nada de la tecnología espacial. Yo
creo que el anticristo usará el conocimiento científico y tecnológico de
hoy para afectar otros planetas, a los cuales la Biblia llama “el ejército del
cielo”. Repentinamente, por la misericordia de Dios, un predicador
angélico aparecerá en el espacio para predicar el evangelio eterno, y les
advertirá a los moradores de la tierra que teman a Dios, le adoren y no
persigan al pueblo de Dios. Dios sabe que la persecución que se suscitará
después del arrebatamiento de las primicias será tan severa que nadie
podrá soportarla si está separado de la misericordia de Dios. Pero muchos
oirán el evangelio eterno, lo creerán y ayudarán a los perseguidos. De este
modo los judíos que sufran y los cristianos que sean perseguidos recibirán
ayuda para obtener el alimento, el abrigo y la visita que necesiten. El
Señor conocerá las obras de los que habrán ayudado a Su pueblo, y cuando
regrese para juzgar a los que estén vivos, los considerará “ovejas”.
Aunque el evangelio eterno producirá ciudadanos para el reino milenario
su propósito también es reducir los sufrimientos del pueblo de Dios
durante la gran tribulación. Dios tiene misericordia de Su pueblo y lo
cuida. ¡Cómo le agradecemos al Señor por Su misericordia!
Las “ovejas” del reino milenario no serán creyentes regenerados. Ellas
serán solamente personas restauradas a su estado original, a la condición
en que fueron creadas. Hechos 3:21 habla del tiempo de la restauración.
En ese entonces el sol, la luna y las estrellas serán restauradas e
intensificadas siete veces (Is. 30:26). La duración de la vida humana
también será restaurada. El que muera a los cien años se le considerará que
murió prematuramente (Is. 65:20). Pero en todo caso, “las ovejas” serán
restauradas a la condición de Adán, es decir, la condición en que fue
creado el hombre originalmente. Ellas serán diferentes a nosotros. Cuando
nosotros creímos en el Señor Jesús, recibimos la vida eterna. Pero la vida
eterna no entrará en “las ovejas”, sino que ellas entrarán en la vida eterna,
en la esfera de la vida eterna (Mt. 25:46). Esto significa que ellas
solamente serán restauradas. Aunque no serán regeneradas ni tendrán vida
eterna en su ser que las haga hijos de Dios, serán restauradas a la
condición de seres humanos normales que viven en la tierra como pueblo
de Dios, como ciudadanos del reino milenario.
B. La caída de la Babilonia religiosa
El segundo evento que se produce después del arrebatamiento de las
primicias, será la caída de la Babilonia religiosa. El versículo 8 dice: “Y
siguió otro ángel, el segundo, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia la
Grande, la que ha hecho beber a todas la naciones del vino del furor de su
fornicación”. La frase “que ha hecho beber a todas la naciones...” indica
que esta Babilonia se refiere a la Babilonia religiosa y misteriosa, que es la
Iglesia Católica Romana, como se ve en 17:2-6, no a la Babilonia material
de 18:2. Cuando el anticristo rompa el pacto con Israel a la mitad de la
semana (los siete años, Dn. 9:27; 11:31), destruirá todas las religiones.
Esto marcará el principio de la gran tribulación, la cual continuará otros
tres años y medio. El anticristo se exaltará sobre todo lo que se llame dios
y obligará a la gente a adorarlo como si fuera Dios (Dn. 8:9-11; 11:36-37;
2 Ts. 2:3-4; Ap. 13:4-6, 12, 14-15). En ese entonces, destruirá la Babilonia
religiosa, la apóstata Iglesia Católica Romana (17:16). De modo que la
Babilonia religiosa caerá al principio de la gran tribulación, mientras que
la Babilonia material caerá después de la gran tribulación (18:2).
“El vino de su fornicación” alude a la fornicación espiritual de la Iglesia
Católica Romana, que ella “ha hecho beber a todas la naciones” (17:2-6;
14:8). Mientras comete fornicación está furiosa con los santos que no
toleran dicha fornicación. Este es “el furor de su fornicación”. Así que “el
vino de su fornicación” también es llamado “el vino del furor de su
fornicación”.
Vimos que a la mitad de los siete años el anticristo será revivido. Antes de
esto, será asesinado como el séptimo césar del Imperio Romano. Después
de que el espíritu de Nerón suba del abismo y entre en él, revivirá y se
convertirá en el octavo césar, y será por ende un ser sobrenatural. Después
de ser revivido, destruirá todas las religiones y se convertirá en el único
objeto de culto. No sólo abolirá los sacrificios judíos y acabará con el
judaísmo, sino que también destruirá a la que está montada sobre la bestia
descrita en el capítulo 17. La “mujer sentada sobre una bestia escarlata”
(17:3) es “la gran ramera” (17:1), la apóstata Iglesia Católica Romana. La
bestia representa el Imperio Romano, especialmente el anticristo. Según
este cuadro, una mujer perversa, la Iglesia Católica Romana, montará
sobre el Imperio Romano. Poco después de los días de Constantino el
Grande, la iglesia se degradó a tal extremo que no sólo apostató sino que
se volvió mundana. Se hizo tan poderosa que llegó a ser quien montaba
sobre el Imperio Romano. Pero a la mitad de los últimos siete años la
bestia, o sea el anticristo, revocará su pacto con los judíos, destruirá el
judaísmo y no tolerará ninguna religión, incluyendo el catolicismo. Le
volverá la espalda a éste y, junto con los diez reyes, lo destruirá por
completo. En este asunto Dios es verdaderamente soberano. Aunque el
anticristo se exaltará por encima de Dios, en realidad, Dios lo usará para
que destruya dos religiones, el judaísmo y el catolicismo.
Esto es semejante a la destrucción de la religión que se produjo bajo el
régimen comunista en China. Pese a que los comunistas se oponen a Dios,
no se dieron cuenta de que Dios los estaba usando para abolir tantas
diferentes religiones, tales como el budismo y el taoísmo. Antes de 1949,
había muchos templos llenos de ídolos en toda China. En la actualidad
dichos templos han sido derribados. Además, aunque los comunistas se
oponen a Jesucristo, usan el calendario cristiano. Según la historia, uno
usa el calendario de aquél a quien está sometido. Puesto que los
comunistas usan el calendario cristiano, están sujetos al Señor Jesús sin
darse cuenta. De hecho, toda la tierra usa el calendario de Jesús porque El
es Rey de reyes. Todos los pueblos están sujetos a El. ¡Cuán grande es la
soberanía de nuestro Señor! El es soberano sobre todos los que se le
oponen, y hasta usa tal oposición para realizar Su voluntad. Cuando el
anticristo se exalte como Dios, el Señor Jesús lo usará para que destruya el
judaísmo y el catolicismo. El anticristo hará una buena limpieza para el
Señor, pues purgará la tierra de la religión y la dejará preparada para la
venida del Señor Jesús. Entonces, cuando el Señor Jesús venga a derrotar
al anticristo, la religión ya habrá sido exterminada.
C. La advertencia en contra de adorar
a la bestia y a Su imagen
y en contra de la marca
Después del arrebatamiento de las primicias, se dará una advertencia en
contra de la adoración de la bestia y su imagen y en contra de recibir la
marca (vs. 9-11). Los versículos 9 y 10 dicen: “Si alguno adora a la bestia
y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también
beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido preparado puro en el cáliz de
Su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles
y del Cordero”. El fuego y el azufre que se mencionan en el versículo 10
se refieren al lago de fuego (19:20; 20:10, 14). Los que adoren a la bestia
y a su imagen y reciban la marca de su nombre serán atormentados
eternamente sin tregua día y noche (v. 11).
En el versículo 12 leemos: “Aquí está la perseverancia de los santos, los
que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Los santos que
queden en la gran tribulación necesitarán perseverancia para sufrir la
persecución que vendrá del anticristo. Los santos que estarán en la gran
tribulación serán dos clases de personas: los judíos que guardan los
mandamientos de Dios, y los creyentes, que guardan la fe de Jesús.
D. El martirio que sucede
durante la gran tribulación
Durante la gran tribulación muchos santos morirán como mártires. El
versículo 13 dice: “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe:
Bienaventurados los muertos que mueran en el Señor de aquí en adelante.
Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos
siguen”. Los muertos que aquí se mencionan son los mártires que mueren
bajo la persecución del anticristo durante la gran tribulación. Esto se
comprueba por 20:4. En ese versículo leemos de la bienaventuranza de
aquellos que son mártires durante la gran tribulación. Estos descansarán, y
todo lo que hayan hecho irá con ellos como galardón.
El libro de Apocalipsis, escrito en el tiempo de la degradación de la
iglesia, hace énfasis en el Espíritu. El versículo 13 no declara: “Dice la
escritura”, sino: “dice el Espíritu”.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y OCHO
LA COSECHA Y EL GRAN LAGAR
Este mensaje abarca los dos temas principales que vemos en Apocalipsis
14: la cosecha (vs. 14-16) y el gran lagar (vs. 17-20). La cosecha será la
siega del pueblo de Dios, y el lagar será la siega de los malvados. Hay tres
pueblos en la tierra hoy: los judíos, los creyentes y los incrédulos. Los
judíos y los creyentes son el pueblo de Dios, pero los incrédulos son
mayormente los hacedores de maldad. El sello del remanente judío se
mencionó en la visión de 7:1-8. Por lo tanto, en el capítulo 14 no se
mencionan los judíos, sino sólo los creyentes y los incrédulos. Las
primicias, los que maduran primero, serán llevadas al monte de Sion que
está en los cielos, antes de la gran tribulación. Sin embargo, la mayor parte
de la cosecha de Dios, es decir, la mayoría de los creyentes, todavía estará
sobre la tierra después del arrebatamiento de las primicias y finalmente
vendrán a ser la cosecha.
I. LA COSECHA
Los versículos 15 y 16 dicen: “Y del templo salió otro ángel, clamando a
gran voz al que estaba sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora
de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. Y el que estaba
sentado sobre la nube arrojó Su hoz en la tierra, y la tierra fue segada”. La
cosecha de la tierra es el pueblo de Dios que está en la tierra, es decir, los
que creen en Cristo (1 Co. 3:4). El Señor en Su primera venida a la tierra
se sembró en Sus creyentes (Mt. 13:3-8, 24). Todos los creyentes que
desde entonces le han recibido como la semilla de vida han venido a ser la
labranza de Dios en la tierra. Aquellos que maduren antes, serán segados
como las primicias para Dios antes de la gran tribulación, según lo indican
los versículos del 1 al 5. La mayoría de los creyentes madurará con la
ayuda de los sufrimientos que experimentarán en la gran tribulación, y
serán recogidos casi al final de la tribulación. Por consiguiente, la siega
mencionada en el versículo 16 será el arrebatamiento de la mayoría de los
creyentes que habrán quedado en la tierra para pasar la mayor parte de la
gran tribulación, ya que la recolección de esta cosecha ocurrirá después de
que el anticristo obligue a la gente a adorarlo a él y a su imagen (v. 9).
La recolección de la cosecha depende de su madurez. Los que maduren
primero serán las primicias, y la mayoría, los que maduren luego, será la
cosecha. En Mateo 13:39 el Señor Jesús dio a entender que la cosecha
sería recogida al final de esta era. Nosotros no hemos llegado allí todavía;
esta era sigue su curso. Cuando concluya, el campo de Dios será segado.
Las primicias madurarán y serán arrebatadas antes de la siega.
En el tipo del Antiguo Testamento, las primicias eran recogidas y llevadas
al templo de Dios para el deleite Suyo (Ex. 23:19). Pero cuando la
cosecha, es decir, la mayoría de los creyentes, es segada, se lleva al
granero, que está entre el campo y la casa del agricultor. Vemos entonces
que las primicias serán llevadas a la casa de Dios (el monte de Sion que
está en los cielos), y la cosecha a los aires. Poco después de que son
recogidas las primicias y llevadas al Señor en el tercer cielo, El saldrá de
los cielos y descenderá a los aires, donde permanecerá por cierto lapso.
Según la profecía de 1 Tesalonicenses 4, la cosecha será arrebatada a los
aires. La mayoría de los cristianos sólo entienden el arrebatamiento de un
modo general, según 1 Tesalonicenses 4. Ellos no ven el arrebatamiento
del hijo varón ni de las primicias.
Apocalipsis 14 habla de dos clases de arrebatamiento, el de las primicias y
el de la cosecha. El cuadro que vemos en la tipología muestra esto
vívidamente. En la antigüedad el trigo que maduraba primero, o sea las
primicias, era segado primero, y la cosecha entera se recogía después.
Como es sabido, una imagen vale más que mil palabras. En este cuadro no
hay ninguna ambigüedad ni razón para discutir. Sencillamente vemos la
palabra pura según el cuadro de las primicias y la cosecha. Esperamos el
arrebatamiento de las primicias. Los que no participen de él,
probablemente serán incluidos en la cosecha.
A. Después de la persecución religiosa
de parte del anticristo,
casi al final de la gran tribulación
Según el capítulo 14, el arrebatamiento de la cosecha ocurrirá después de
que el anticristo persiga a la religión. Después de que las primicias sean
arrebatadas, la bestia, o sea, el anticristo, obligará a la gente a adorarlo a él
y a su imagen. También perseguirá a los creyentes. Esto será la gran
tribulación. El arrebatamiento de las primicias sucederá antes de la gran
tribulación, mientras que el arrebatamiento de la cosecha sucederá hacia el
final de ese mismo período. Por lo tanto, todos los santos incluidos en el
arrebatamiento de la cosecha deben pasar por la mayor parte de la gran
tribulación.
B. Por medio de Cristo,
semejante al Hijo del Hombre
El versículo 14 dice: “Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube
uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una
corona de oro, y en la mano una hoz aguda”. La cosecha será recogida por
Cristo el Hijo del Hombre. El vino como Hijo del Hombre a sembrar la
semilla, y volverá como Hijo del Hombre a recoger lo que sembró.
Cuando el Señor Jesús regrese, seguirá siendo el Hijo del Hombre, y como
tal, está calificado para llevar a cabo el juicio de Dios sobre todos (Jn.
5:27). En ese entonces ya no estará cubierto ni velado en la nube, sino que
estará sentado sobre ella. Esto indica que ya no está escondido y que Su
venida se hará manifiesta. Antes de esto, Su venida está velada, pero
entonces se hará visible. En 10:1 Cristo todavía está vestido con la nube,
pero aquí está sobre la nube. Esto corresponde a 1 Tesalonicenses 4:17 e
indica que el regreso del Señor ahora se hace manifiesto.
El versículo 14 también dice que El tendrá en la cabeza “una corona de
oro, y en la mano una hoz aguda”. La corona de oro que lleva el Señor en
la cabeza indica que es coronado de gloria (He. 2:9). La hoz aguda que
tiene en la mano indica que recoge la cosecha en el campo de Dios.
C. La mies está madura
El versículo 15 dice: “La mies de la tierra está madura”. Se está maduro
cuando toda el agua terrenal se seca. El sufrimiento de la gran tribulación
será como el sol ardiente, que seca el agua terrenal en los creyentes que
quedaron en la tierra para que maduren. Antes de eso, la cosecha todavía
está verde. Ningún agricultor recoge la cosecha cuando todavía está verde.
Todo el campo debe madurar. Cuando el campo madura, ha llegado el
tiempo de la cosecha.
D. Segada con la hoz
En el versículo 15 un ángel dice: “Mete tu hoz, y siega”, y el versículo 16
añade: “Y el que estaba sentado sobre la nube arrojó Su hoz en la tierra, y
la tierra fue segada”. La hoz mencionada en estos versículos se refiere a
los ángeles enviados por el Señor a segar la mies (Mt. 13:39). Cuando el
Señor Jesús regrese, enviará a Sus ángeles al campo para recoger a los
creyentes.
E. Arrebatada al sonar
la séptima trompeta
La cosecha será arrebatada cuando suene la séptima trompeta, la trompeta
final (1 Co. 15:51-52; 1 Ts. 4:15-17). El sonido de la séptima trompeta
perdurará por la eternidad. Este arrebatamiento ocurrirá cuando empiece a
sonar esta trompeta.
Después de oír acerca de los primeros vencedores y de los vencedores
tardíos, aquellos que llegan a serlo en un breve lapso, se podría pensar que
todos los creyentes serán vencedores y tal vez se pregunte uno quién estará
incluido en la cosecha. Recientemente oí que en los Estados Unidos hay
cincuenta millones de cristianos regenerados. Así que habrá decenas de
millones solamente en los Estados Unidos, a quienes el Señor Jesús
recogerá.
No es fácil entender la Biblia. ¿Cree usted que toda la tierra, incluyendo a
Asia, Africa, América del Norte, América del Sur, Australia y Europa,
estará bajo el gobierno del anticristo? No, ése en realidad no será el caso.
El anticristo será el césar del Imperio Romano, y éste no abarca toda la
tierra. Probablemente incluirá la mayor parte de Europa occidental y
posiblemente parte de Africa septentrional y de Asia oriental.
Indudablemente Rusia no estará bajo el gobierno del Imperio Romano, ni
Australia ni Nueva Zelandia, ni China, ni India, ni Estados Unidos.
Tengo la carga de compartir con ustedes algunos asuntos acerca de los
cuales, en realidad, no hallo base en la Biblia. Aunque no me gusta afirmar
nada que no tenga fundamento bíblico, hay ciertas cosas en mi corazón
que creo sinceramente que vienen de Dios, pero no aparecen en la Biblia.
Según la profecía bíblica, el anticristo tendrá dominio solamente sobre las
tierras de Europa, Asia Menor, Palestina y el norte de Africa. Además, el
anticristo no será comunista. Una prueba de esto se ve en Apocalipsis 18,
donde se nos muestra que la capital del anticristo, Roma, será el centro del
capitalismo. El relato que consta en dicho capítulo, donde se habla incluso
de vender almas de hombres, o personas, muestra una característica del
capitalismo, no del comunismo. Toda la tierra está bajo el control
soberano de Dios. Creo que Estados Unidos será totalmente preservado
por Dios hasta que el Señor regrese. Como ya dije, creo que Estados
Unidos es el desierto del que habla Apocalipsis 12. Será un lugar de
salvaguardia y protección para muchos refugiados. De las decenas de
millones de cristianos que hay en los Estados Unidos, pocos serán
vencedores. Sin lugar a dudas no serán muertos por el anticristo, porque
Estados Unidos no será parte del territorio del anticristo. Los cristianos de
los Estados Unidos no llegarán a ser vencedores en un breve tiempo,
porque este país será un lugar de salvaguardia y seguridad. Ellos serán la
cosecha.
Cuando usted oiga esto, podría preguntarse cómo madurarán los cristianos
estadounidenses. Usted podría pensar que por el hecho de que los Estados
Unidos es un lugar seguro, los cristianos seguirán siendo descuidados e
irresponsables. Supongamos que usted es un cristiano que vive en Estados
Unidos durante la gran tribulación. Si usted está presenciando el
cumplimiento de las profecías que hemos visto en estos mensajes, ¿seguirá
siendo usted tan obstinado y tan necio que rehúse amar al Señor? Las
primicias serán arrebatadas, y dicho acontecimiento aparecerá en la
primera plana de los periódicos. El anticristo perseguirá a los judíos y a los
cristianos en Europa. A la luz de todo esto, ¿seguirá considerando usted a
los Estados Unidos como su tierra de complacencia? Además, muchos
cristianos de Europa huirán a los Estados Unidos para escapar de la
persecución del anticristo. Las alas de la gran águila los conducirán al
desierto. Los que no escapen serán mártires y, por ende, vencedores en
corto tiempo. Con seguridad para entonces los cristianos de toda la tierra
serán sobrios y estimulados a amar al Señor. Muchos de los que nos
critican ahora, recibirán ayuda entonces de nuestro testimonio actual.
Al final de esta era se peleará una batalla en Armagedón. Según las
profecías relacionadas con la batalla de Armagedón, y según la situación
actual del mundo, las fuerzas militares vendrán de cuatro direcciones: una
del norte, Rusia; otra del oriente, la tierra del sol naciente; otra de Europa,
el terreno del anticristo; y otra de los Estados Unidos. Los ejércitos de tres
fuerzas militares se reunirán en Armagedón, pero los ejércitos de los
Estados Unidos probablemente no estarán allí. El mundo entero tiende a
prepararse para la batalla de Armagedón. Pero Estados Unidos será un
lugar seguro, un desierto, para el pueblo de Dios.
Durante la gran tribulación los cristianos serán perseguidos y muchos
morirán como mártires. Pero una gran parte del pueblo de Dios huirá a los
Estados Unidos y, en consecuencia, será incluida en la cosecha. El
conocimiento del cumplimiento de las profecías y el informe de lo que
esté aconteciendo motivará a los cristianos a buscar al Señor y a amarle
intensamente, pues se darán cuenta de que el Señor Jesús vendrá en menos
de tres años y medio. Por lo tanto, todos crecerán en vida y madurarán.
En Apocalipsis 16:15 leemos: “He aquí, Yo vengo como ladrón.
Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo,
y vean su vergüenza”. Este pasaje será proclamado cerca del tiempo en
que se derrama la séptima copa. Aun a esas alturas, el Señor advertirá que
vendrá como ladrón. Esto demuestra que, incluso después del
arrebatamiento de la cosecha, que sucede antes de que se viertan las
primeras seis copas, todavía habrá algunos creyentes en la tierra. Estos
serán la rebusca (Lv. 23:22). Según el tipo que vemos en Levítico, existen
las primicias, la cosecha y una pequeña porción del cultivo que queda en
el campo, llamada la rebusca. Los eventos del capítulo 16 suceden después
de que se recoge la cosecha en el capítulo 14. El capítulo 16 nos dice que
las siete copas se derramarán principalmente sobre el reino del anticristo.
Después de derramarse la sexta copa, el Señor dará una advertencia a los
creyentes que queden en la tierra después de la cosecha: que velen y
guarden sus ropas. Estos serán parte del cultivo que quedará en la tierra
después de la siega. De modo que algunos cristianos serán las primicias, la
mayoría será la cosecha, y unos cuantos serán la rebusca.
Debemos ubicar en su lugar los diversos pasajes de la Palabra como piezas
de un rompecabezas, para poder entender la Biblia. Cuando lo hacemos,
vemos un cuadro completo y claro. La Biblia usa ciertos símbolos que
representan las naciones. Por ejemplo, Persia es representada por un
carnero, y la antigua Grecia por un macho cabrío. Incluso el mar Egeo es
representado por un mar de cabras. La antigua Babilonia era simbolizada
por un león. Recientes descubrimientos arqueológicos en Babilonia
incluyen reliquias que tienen figuras de leones. Apocalipsis 12 habla de la
gran águila. Puesto que la Biblia usa animales como símbolos de
diferentes naciones, podríamos preguntarnos cuál nación representa el
águila. Obviamente, la respuesta es Estados Unidos. Esto no es casualidad,
sino, sin duda, la soberana sabiduría de Dios. Por la soberanía de Dios los
padres de esta nación escogieron el águila como símbolo nacional.
Aunque no hay ningún versículo en la Biblia que diga que el águila
simboliza Estados Unidos, creo que, debido a la soberanía de Dios, el
águila de este capítulo se refiere a los Estados Unidos. Esta es la razón por
la cual creo que Estados unidos será el desierto del que habla Apocalipsis
12 y servirá de refugio al pueblo de Dios que logre escapar.
En la actualidad es mucho más fácil entender la profecía bíblica que hace
cincuenta años. Hace muchos años estudié el restablecimiento de la nación
de Israel que había sido profetizado. En 1948 vi este evento ocurrir ante
mis propios ojos. Como es sabido, en 1967 la ciudad de Jerusalén fue
devuelta a los judíos. Hoy día la situación del mundo está enfocada en el
Medio Oriente. Yo vivo ahora en el país de la gran águila. Aunque hay
muchas cosas pecaminosas en los Estados Unidos, de todos modos,
exceptuando a Israel, no hay ningún otro país que se haya formado
conforme a la Palabra de Dios. Tengo una copia de la constitución original
de los Estados Unidos. Fue redactada usando versículos del libro de
Exodo. Además, cada sesión del Congreso se inicia con una oración. Yo
estuve presente en una iniciación así en 1958. Aunque la oración fue
bastante formal, de todos modos fue una buena oración. Además, las
palabras In God We Trust “Confiamos en Dios” están inscritas en la
moneda de este país. En la Biblia todas las demás naciones están
representadas por bestias. Pero solamente un país, los Estados Unidos, no
es una bestia pues es representado por un águila.
Cuando hablamos del capítulo 8, vimos que la tercera parte de la tierra
será destruida por una serie de catástrofes sobrenaturales (8:7-12). No creo
que dichas calamidades afecten a los Estados Unidos. La tercera parte de
la tierra es la región en la cual la gente blasfema a Dios y se opone a El.
Menciono esto porque creo que Dios usará los Estados Unidos para
preservar a Su pueblo débil. ¡Cuán grande es Su misericordia!
¡Qué feliz estoy de que el Señor haya enviado Su recobro a este país!
Tengo la confianza de que se establecerán iglesias locales en las
principales ciudades de los cincuenta estados. Estas iglesias genuinas
conducirán al pueblo de Dios de nuevo a Su economía. Primero, las
iglesias producirán las primicias vivientes. En segundo lugar, serán usadas
para cuidar a los cristianos durante la gran tribulación. Muchos refugiados
huirán a los Estados Unidos. Entonces, nadie se opondrá a las iglesias
locales ni las criticará, sino que la gente vendrá a ellas.
Hay dos asuntos que son fruto de la soberanía del Señor. El primero es que
El preparó a los Estados Unidos como la gran águila, y el segundo es que
envió Su recobro a este país. Durante la gran tribulación los cristianos
indudablemente no pondrán atención a la Iglesia Católica, ni a las
denominaciones, ni a los grupos independientes, sino que dirán: “No hay
tiempo que perder; sigamos el camino de Dios”. El camino de Dios es las
iglesias locales. ¡Aleluya, estamos en las iglesias locales! ¡Aleluya,
estamos en los Estados Unidos! Estamos en la vida genuina de la iglesia y
estamos en el país de la gran águila. Me dolió profundamente la pérdida de
China. Sinceramente me agradaba laborar allí. Pero ahora alabo al Señor
porque me trajo al país de la gran águila, y estoy en la vida genuina de
iglesia aquí. ¡Alabamos a Dios por enviar Su recobro a este país!

II. EL GRAN LAGAR


Los versículos 18 y 19 dicen: “Y salió del altar otro ángel, que tenía
potestad sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda,
diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la vid de la tierra,
porque sus uvas están bien maduras. Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y
vendimió la vid de la tierra, y la echó en el gran lagar de la ira de Dios”.
En la Biblia los judíos son comparados con la higuera (Mt. 24:32), los
creyentes con el trigo (Mt. 13:25, 30), y los gentiles malvados con la vid
(Ap. 14:19), la vid falsa, que es la imitación de la vid verdadera
constituida por Cristo y Sus miembros (Jn. 15:1-6). El Señor Jesús dijo
que El era la vid verdadera, debido a que los incrédulos son la vid
falsificada hecha por Satanás.
Vimos ya que Dios usa la higuera como símbolo de la nación de Israel.
Aunque la higuera no tiene belleza externa ni flores ni gloria, está llena de
frutos nutritivos. Esto es lo que Israel debe ser en la economía de Dios. Sin
embargo, en la actualidad Israel no tiene fruto alguno. Cuando el Señor
Jesús fue a Jerusalén por última vez, se acercó a una higuera. El tenía
hambre y deseaba comer. Como no halló nada de comer en la higuera la
maldijo (Mr. 11:12-14). Aquello fue sombra de que el Señor maldecía la
infructuosa nación de Israel.
En la sabiduría de Dios el trigo representa los cristianos, la iglesia. El
propio Señor Jesús, el Hijo del Hombre, sembró la semilla de trigo
directamente en la tierra. El trigo echa una flor muy pequeña, pero cuando
madura, está lleno de grano con el cual se hace la harina fina que se ofrece
para satisfacer a Dios y al hombre. ¡Gloria al Señor que nosotros los
cristianos somos el trigo que crece en el campo!
A. Al final de la gran tribulación
Después de que el trigo sea recogido, los incrédulos, que para Dios son
como uvas, serán segados. Esto sucederá al final de la gran tribulación.
B. El juicio en el valle de Josafat
El gran lagar será el juicio que se llevará a cabo en el valle de Josafat (Jl.
3:9-16). El tercer capítulo de Joel nos dice claramente que el Señor reunirá
todos los ejércitos de las naciones en el valle de Josafat (también llamado
Cedrón), el cual está adyacente al valle de Hinom y está entre Jerusalén y
el monte de los Olivos. En tiempos antiguos allí enterraban cosas
inmundas. El rey Asa, de Judá, quemó en ese sitio el ídolo que tenía su
madre (1 R. 15:13). Por lo tanto, lo inmundo y los objetos de idolatría eran
quemados en dicho valle.
C. La batalla de Armagedón
El gran lagar de la ira de Dios (v. 19) será la batalla de Armagedón (16:12-
16), donde todas las fuerzas del mundo serán reunidas y donde el Señor y
su ejército de santos vencedores pelearán contra ellos y los destruirán
(19:11-21; Jl. 3:9-13; Is. 63:1-6). El término Armagedón se compone de
dos palabras: la primera, Ar, significa “monte”, y la segunda, Magedon, es
el nombre de Meguido, y significa “matanza”.
Ya hicimos notar que, según la Biblia y según la condición actual del
mundo, los ejércitos vendrán de tres partes diferentes y se concertarán en
Armagedón. Estas partes son Europa, Rusia y el Oriente. Rusia y el
Oriente ya fueron identificadas, pero Europa y Asia Menor no se han
definido todavía. Los países de dicha región esperan que surja un líder
firme, que llegará a ser el anticristo. Tengo la certeza, por el estudio que
he hecho de las profecías, de que el anticristo vendrá de Grecia y
Macedonia o será de ascendencia griega. Este poderoso líder se moverá en
dirección a Egipto, Siria e Israel, la tierra hermosa. Por la vasta reserva de
petróleo que hay en el Medio Oriente, dicha área ya se ha convertido en el
centro de las relaciones internacionales. Por la soberanía del Señor, ésta
podría ser una de las causas de la batalla de Armagedón.
En Zacarías 14 se da a entender que cuando venga de nuevo el Señor
Jesús, pondrá Sus pies sobre el monte de los Olivos, y partirá dicho monte
en dos, lo cual abrirá el camino para que los judíos sitiados puedan escapar
(Zac. 14:4-5). En Hechos 1 se nos dice que el Señor Jesús, quien ascendió
del monte de los Olivos, regresará del mismo modo que ascendió. Esto
significa que regresará al monte de los Olivos, ubicado cerca del valle de
Josafat. La concentración de las fuerzas militares del mundo se compara
con la recolección de las uvas maduras recogidas en el gran lagar. Cuando
el Señor vea todos los ejércitos del mundo reunidos para la batalla de
Armagedón, será el momento en el que pisará el lagar.
D. Las uvas maduran plenamente
Antes de que las uvas sean reunidas en el gran lagar, estarán bien maduras
(v. 18). Para que el trigo madure, se le debe secar toda el agua. Pero las
uvas maduras son todo lo contrario: las uvas deben estar llenas de agua.
Estar lleno del agua terrenal o estar seco, determina si uno es trigo o es
uva. Si usted ambiciona obtener más agua terrenal, entonces estará
viviendo como las uvas, y no como el trigo.
E. Las uvas son recogidas
y echadas en el gran lagar de la ira de Dios
Las uvas serán recogidas y arrojadas en el gran lagar del furor de la ira de
Dios (v. 19; 16:12-16). El Señor reunirá las fuerzas malignas en un solo
lugar para poder hollar el gran lagar. El Señor destruirá los ejércitos
malignos del mundo al hollar dicho lagar.
F. Es hollado por Cristo
El gran lagar será hollado por Cristo (Is. 63:1-6). En el versículo 20
leemos: “Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre
hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios”. Esta es la
ciudad de Jerusalén, y los caballos corresponden a lo mencionado en
19:18. La sangre que sale del lagar formará un río de mil seiscientos
estadios de largo (unos doscientos noventa kilómetros). Esta es la
distancia que hay entre Bozra (Is. 63:1) y Meguido (Ap. 16:16). Este río
de sangre será tal que llegará hasta los frenos de los caballos. La palabra
hebrea traducida “sangre” en Isaías 63:3 significa “jugo”. Hasta las
vestiduras de Cristo estarán manchadas de esta sangre. Desde Bozra hasta
Meguido habrá un largo río de sangre. La holladura del lagar será el juicio
que el Señor traerá sobre el anticristo y sus ejércitos. Los ejércitos del
norte, del occidente y del oriente se reunirán como uvas maduras en el
lagar. Esta es la clara palabra de la profecía.
G. El final de la gran tribulación
y de esta edad
La holladura del gran lagar concluirá la gran tribulación y también pondrá
fin a esta era. Esto es algo muy importante.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CUARENTA Y NUEVE
LOS VENCEDORES TARDIOS
Y
LAS SIETE COPAS
(1)
LOS VENCEDORES TARDIOS
I. SUFREN AL PASAR POR LA MAYOR PARTE
DE LA GRAN TRIBULACION
En Apocalipsis 15:2 dice: “Vi también como un mar de vidrio mezclado
con fuego; y a los que habían salido victoriosos sobre la bestia y su
imagen y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las
arpas de Dios”. Podemos llamar a los aquí mencionados los vencedores
tardíos, los creyentes que pasan por la mayor parte de la gran tribulación y
vencen al anticristo y no lo adoran. A ellos se refiere 14:12 y 13, aquellos
que mueren como mártires bajo la persecución del anticristo, y luego
resucitan para reinar con Cristo en el milenio (20:4).
II. VENCIERON A LA BESTIA, SU IMAGEN
Y EL NUMERO DE SU NOMBRE
Los vencedores tardíos vencerán a la bestia, su imagen y el número de su
nombre. Aunque ellos son inmolados por el anticristo, a los ojos de Dios
son victoriosos. Hablamos de ellos como los vencedores tardíos porque
obtienen la victoria después de los demás vencedores.
III. DE PIE SOBRE UN MAR COMO DE VIDRIO
A. Resucitados de entre los muertos
El versículo 2 dice que los vencedores tardíos están en pie sobre un mar
como de vidrio. Esto significa, en primer lugar, que resucitaron de entre
los muertos.
B. Arrebatados a los cielos
En segundo lugar, el hecho de que los vencedores tardíos estén en pie
sobre el mar de vidrio indica que fueron arrebatados a los cielos. En 4:6 no
hay nadie sobre el mar de vidrio, pero los vencedores tardíos estarán allí
de pie después de ser arrebatados a los cielos.
C. Por encima del furor del juicio de Dios
En el versículo 2 el apóstol Juan vio “como un mar de vidrio mezclado
con fuego”. El hecho de que los vencedores estén de pie sobre el mar de
vidrio también indica que están sobre todos los juicios que trae Dios, y que
tales juicios no tienen ninguna relación con ellos.
El mar como de vidrio no es de agua sino de fuego. Según la Biblia, Dios
ejerce Su juicio sobre la tierra, los ángeles y la humanidad, los cuales se
rebelaron, y los castiga por medio de agua y luego por fuego. Después de
que Dios juzgó a los ángeles rebeldes y la tierra por medio del agua, el
agua de juicio se convirtió en el mar. El lago de fuego será la consumación
de los diversos fuegos que Dios ha usado para juzgar las cosas rebeldes.
Por lo tanto, los dos medios que Dios usa para traer juicio, los cuales son
el agua y el fuego, se mezclarán, primero como el mar que parece de
vidrio y por último como el lago de fuego. El mar que parece de vidrio, el
antecesor del lago de fuego, se desarrollará hasta convertirse en el lago de
fuego.
Desde el diluvio Dios, según Su promesa de no juzgar la tierra ni los seres
vivos con agua (Gn. 9:15), siempre ha ejecutado Su juicio sobre el hombre
usando fuego (Gn. 19:24; Lv. 10:2; Nm. 11:1; 16:35; Dn. 7:11; Ap. 14:11;
18:8; 19:20; 20:9-10; 21:8). El tribunal de Dios es semejante a una llama
ardiente de la cual sale un río de fuego (Dn. 7:9-10). La llama del juicio de
Dios barre con todo lo negativo que hay en el universo entero y lo arroja
en el mar de vidrio, que vendrá a ser luego el lago de fuego (20:14), el
conjunto de todos los juicios que Dios ejecuta por fuego.
IV. CON LAS ARPAS DE DIOS
Los vencedores tardíos tienen en su mano las arpas de Dios. Ellos no
tendrán ningún instrumento musical de la tierra. Dios hará estas arpas para
que ellos le alaben.
V. CANTAN EL CANTICO DE MOISES
Y EL CANTICO DEL CORDERO
El versículo 3 dice que los vencedores tardíos “cantan el cántico de
Moisés, esclavo de Dios, y el cántico del Cordero”. El cántico de Moisés
que consta en Exodo 15:1-19 alaba a Dios por la victoria que les dio sobre
los ejércitos de Faraón por medio de su liberación triunfal mediante las
aguas de juicio del mar Rojo. Moisés y los hijos de Israel entonaron ese
cántico junto al mar Rojo. Ahora los vencedores tardíos lo cantan otra vez
sobre el mar de vidrio, lo cual indica que ellos tienen victoria sobre el
anticristo, a quien Dios juzga con el fuego del mar de vidrio (19:20). El
cántico de Moisés denota el juicio triunfal que Dios trae sobre el enemigo
de Su pueblo, mientras que el cántico del Cordero denota la obra redentora
de Cristo que el pueblo de Dios experimenta en presencia de su enemigo.
Por lo tanto, en el cántico de Moisés se alaba a Dios por Su juicio,
mientras que en el cántico del Cordero se le alaba por Su redención. Los
vencedores tardíos han sido puestos en la posición de estar en pie sobre el
mar de vidrio, por causa del juicio de Dios sobre el enemigo y por causa
de la redención que Cristo confiere a Su pueblo. En las alabanzas que los
vencedores tardíos ofrecen a Dios, declaran a todo el universo que ellos
están por encima del juicio que Dios trae sobre Sus enemigos y que
participaron de la obra redentora de Cristo. La experiencia de estas dos
cosas se convertirá en dos clases de cánticos.
VI. ALABAN LA OBRA DE DIOS Y SUS CAMINOS
Los vencedores tardíos, al entonar el cántico de Moisés y el cántico del
Cordero, dirán: “Grandes y maravillosas son Tus obras, Señor Dios
Todopoderoso; justos y verdaderos son Tus caminos, Rey de las naciones.
¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará Tu nombre? pues sólo Tú eres
santo; por lo cual todas las naciones vendrán y adorarán delante de Ti,
porque Tus justos juicios se han manifestado” (vs. 3-4). Aquí vemos que
los vencedores tardíos alabarán la obra de Dios y Sus caminos.
A. Las obras de Dios son Sus hechos
Muchos no pueden diferenciar entre las obras de Dios y Sus caminos. Las
obras de Dios son Sus hechos, los cuales son grandes en manifestación y
maravillosos en carácter. Las obras de Dios mencionadas en este versículo
se refieren principalmente a Su juicio sobre el anticristo. Todos los juicios
serán grandes en manifestación y de carácter maravilloso.
B. Los caminos de Dios
son los principios con los que gobierna
Las obras de Dios son Sus hechos, mientras que Sus caminos son los
principios en que se basa. Moisés conocía los caminos de Dios, pero los
hijos de Israel sólo conocían Sus obras (Sal. 103:7). Los caminos de Dios
son justos en Sus principios y veraces en Sus promesas. Si usted conoce
los caminos de Dios, no necesita esperar para ver Sus obras. Aunque Sus
obras no hayan venido, usted sabe que vendrán porque conoce los
principios por los cuales Dios opera. Ya destacamos el hecho de que los
caminos de Dios son justos y concuerdan con Sus principios. Dado que
estos mártires pasan por padecimientos y persecución, ellos verán que
Dios es justo y que según Sus principios gubernamentales de justicia,
intervendrá un día para juzgar al anticristo y vengar la sangre de ellos.
Aunque este juicio no ha llegado todavía, los mártires conocen los
principios de Dios y le alaban por Sus caminos, por los principios que El
aplica. Estos principios también son veraces en las promesas de Dios. Dios
promete a Su pueblo que juzgará a los malvados, reivindicará Su camino y
vengará la sangre de Su pueblo. Los vencedores tienen la certeza de que
Dios hará lo que prometió, debido a que conocen los caminos de Dios.
En el versículo 4 los vencedores alaban a Dios diciendo: “Pues sólo Tú
eres santo”. La palabra griega traducida “santo” en este versículo, se
refiere a la totalidad de las cualidades que corresponden al carácter divino
y lo constituye. De ahí que, “santo” se refiere a la naturaleza de Dios,
mientras que “justo” se refiere a Sus principios.
VII. REINAN CON CRISTO MIL AÑOS
Los vencedores tardíos de Apocalipsis 15 estarán incluidos entre los que
vivan y reinen con Cristo mil años (20:4). Apocalipsis 20:6 también indica
que los vencedores tardíos “tienen parte en la primera resurrección”, y son
“sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con El mil años”. Los
vencedores tardíos serán bienaventurados y santos, y la segunda muerte no
tendrá poder sobre ellos (20:6). Ellos serán sacerdotes de Dios y de Cristo,
y reinarán con Cristo sobre las naciones en el reino milenario.
En Apocalipsis 14 y 15 vemos la sabiduría de Dios al relacionarse con
varios pueblos y al cuidar a Su pueblo en diferentes maneras. Los
vencedores que mueran serán el hijo varón; los vencedores que vivan
serán las primicias, y los que mueran como mártires durante la gran
tribulación serán los vencedores tardíos. La mayoría de los creyentes que
pasan por la gran tribulación será incluida en la cosecha. Después de que
la cosecha sea arrebatada, el Señor recogerá la rebusca, los que maduran
después de la cosecha y quienes necesitan que la luz del sol los queme más
y los haga madurar. Por último, vimos que el Señor recogerá las uvas, los
malvados, y los reunirá en el lagar al final de la gran tribulación y hollará
el lagar del furor de la ira de Dios.
LAS SIETE COPAS
(1)
Llegamos ahora a las siete copas (16:1-21).
I. LAS ULTIMAS SIETE PLAGAS
En 8:13 un águila volando en medio del cielo dice: “¡Ay, ay, ay, de los
que moran en la tierra, a causa de los restantes toques de trompeta, los
cuales están para sonar los tres ángeles!”. Los tres ayes de las últimas tres
trompetas (9:12; 11:14) serán los ayes de la gran tribulación (Mt. 24:21).
El primer ay es la quinta trompeta que se toca en el capítulo 9, y el
segundo ay es la sexta trompeta, también descrita en el capítulo 9. El
tercer ay (11:14), parte del contenido negativo de la séptima trompeta, es
las siete copas. Estas son las últimas siete plagas (15:1). El sexto sello y
las primeras cuatro trompetas del séptimo sello pueden considerarse
preliminares a la gran tribulación, pero la gran tribulación misma se
compone de la quinta trompeta, la sexta trompeta y parte del contenido
negativo de la séptima trompeta.

II. LA ESCENA DEL CIELO


ANTES DE VERTERSE LAS SIETE COPAS
Se nos revela la escena de lo que sucede en el cielo antes de abrirse los
siete sellos, de nuevo antes de tocarse las siete trompetas, y una vez más
antes de derramarse las siete copas. Antes de la apertura de los sietes
sellos, vemos la escena descrita en los capítulos 4 y 5. En dicha escena hay
un trono en el cielo, uno sentado en él, un arco iris alrededor del trono,
veinticuatro ancianos sentados en veinticuatro tronos, cuatro seres
vivientes y el León-Cordero que es digno (4:2-8; 5:5-6). Esta escena
indica que Dios, quien está sentado en el trono, administra Su economía
por medio del León-Cordero, quien está calificado para revelar la
economía de Dios que estaba escondida. El trono de la administración de
Dios en esta escena es principalmente un trono de juicio.
En 8:3-5 vemos la escena de lo que sucede en el cielo antes de tocarse las
siete trompetas. En esta escena todo el cielo guarda silencio como por
media hora (8:1). Aquí Cristo, quien es el otro Angel, ministra como
Sumo Sacerdote delante de Dios al traerle las oraciones de los santos y al
añadirles a éstas incienso, a fin de que sean aceptables a Dios. Por medio
de Su incienso, las oraciones de los santos se convierten en suave aroma
para Dios y traen Su juicio sobre la tierra. Esta escena revela que Dios está
a punto de responder a las oraciones de los santos, ofrecidas por Cristo y
con Cristo, trayendo los juicios de las siete trompetas.
En 15:5-8 tenemos la escena de lo que sucede en el cielo antes de que se
viertan las siete copas. Para entonces ya han pasado muchas cosas: el
sexto sello ha sido abierto; las primeras seis trompetas han sonado, y
también parte de la séptima trompeta. Ahora es el momento para que
concluya la ira de Dios (15:1). La ira de Dios que se menciona en 15:1, 7 y
en 16:1 indica que Dios está airado contra Su enemigo, especialmente
contra el anticristo y su reino. Aunque Dios ha llevado a cabo una gran
parte de Su juicio y ha logrado casi todo lo que debía hacer, Su furia no se
ha desfogado. El furor de la ira de Dios todavía no se ha derramado. Sin
embargo, antes de que esto suceda, se nos revela otra escena en el cielo.
Ahora consideremos los aspectos de esta escena.
A. Se abre el templo
En Apocalipsis 15:5 leemos: “Después de estas cosas miré, y fue abierto
en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio”. En cierto modo es
difícil comprender la expresión el templo del tabernáculo del
testimonio porque históricamente el tabernáculo precedió al templo y fue
remplazado por éste. En realidad, el tabernáculo y el templo son uno solo.
La palabra griega traducida “templo”, naos, no significa el templo en
general, sino el templo interior, el Lugar Santísimo. Así que, el templo del
tabernáculo significa el Lugar Santísimo del tabernáculo. El tabernáculo
del Antiguo Testamento constaba del lugar santo y de la parte de más
adentro, el Lugar Santísimo. El templo mencionado en este versículo es la
parte interior del templo, el Lugar Santísimo, donde está el arca. El
testimonio es la ley de Dios, la cual daba testimonio de Dios y estaba
dentro del arca (Ex. 25:16). Puesto que el arca fue puesta en el
tabernáculo, éste era llamado el tabernáculo del testimonio. Aquí vemos
que el templo del tabernáculo del testimonio fue abierto en el cielo. Ya no
estaba escondido, sino revelado a todo el universo.
El versículo 5 es la continuación de 11:19 y debe entenderse en
conjunción con dicho pasaje. Apocalipsis 11:19 dice: “Y fue abierto el
templo de Dios que está en el cielo, y el arca de Su pacto se veía en Su
templo”. El trono rodeado del arco iris, que se describe en 4:2-3, es el
centro de todo el juicio que cae sobre la tierra en los capítulos del 6 al 11;
mientras que el templo, donde está el arca, es el centro de todos los logros
de Dios en el universo, mencionados en los capítulos del 12 al 22. Por
consiguiente, en la primera sección del libro de Apocalipsis, del capítulo 1
al 11, el centro de la revelación es el trono rodeado del arco iris. En la
segunda sección, los capítulos del 12 al 22, el centro de la revelación no es
el trono con el arco iris, sino el templo que contiene el arca.
El trono que está rodeado del arco iris se relaciona principalmente con el
juicio que Dios ejecuta sobre la tierra, pero el templo, que contiene el arca,
se relaciona principalmente con el edificio de Dios, el cual lo expresa. En
otras palabras, el templo y el arca manifiestan el testimonio de Dios.
El testimonio de Dios es la expresión que El obtiene mediante Su edificio.
Al final del capítulo 11 ocurre un gran terremoto, probablemente el peor
terremoto de la historia. Pero al final de la segunda sección está la Nueva
Jerusalén, que es el edificio de Dios, Su expresión y Su testimonio. Toda
la Nueva Jerusalén es el Lugar Santísimo. Esta ciudad será un cubo de
doce mil estadios (unos dos mil kilómetros; más o menos la distancia entre
Los Angeles y Dallas) de longitud, anchura y altura (21:16). Este es el
templo agrandado, el resultado de los últimos once capítulos del libro de
Apocalipsis. Los primeros once capítulos llegan a su culminación con el
gran terremoto, y los últimos once, con la Nueva Jerusalén. ¡Qué
contraste!
El terremoto que sucede al final del capítulo 11 viene del trono que está
rodeado del arco iris. Aunque Dios causará este tremendo terremoto, no
destruirá a toda la humanidad. El arco iris que rodea el trono le recuerda
Su pacto. El arco iris es Cristo. En 10:1 se nos dice que otro ángel fuerte, o
sea Cristo, descenderá del cielo, vestido de una nube y con el arco iris
sobre la cabeza. Cristo es el arco iris universal. Mientras Dios en Su ira
derrama Su juicio sobre la humanidad rebelde, Cristo está en la nube como
arco iris que le recuerda a Dios Su pacto con Noé. Parece que el Señor,
como arco iris, dijera: “Dios, estoy de acuerdo contigo en Tu justa ira,
pero te recuerdo que Tú eres fiel. No puedes olvidar el pacto que hiciste
con Noé. Yo soy el arco iris que está en la nube”. Finalmente, el juicio de
Dios llevado a cabo con el recordatorio del arco iris, perdonará la vida a
las “ovejas” que se mencionan en Mateo 25, las cuales serán las naciones
del reino milenario. De no ser por ese arco iris, nadie sobreviviría para ser
las naciones del reino venidero.
El templo, que contiene el arca, es la expresión de Dios con el Cristo de
Dios. El templo es la morada de Dios, Su expresión, y el arca es Cristo
como testimonio de Dios. Puesto que los últimos once capítulos de
Apocalipsis presentan la expresión de Dios y Su Cristo, el centro de dicha
sección es el templo de Dios y el arca de Dios. Por último, la Nueva
Jerusalén será el templo agrandado, y en ella estará el arca, Cristo, quien
es el Cordero. Por lo tanto, como resultado de lo que Dios hace en los
capítulos del 12 al 22, vemos el templo eterno y el arca eterna.
A fin de comprender el libro de Apocalipsis, necesitamos una visión así de
amplia. Sólo al tener esta visión podemos saber dónde estamos. La mujer
y el hijo varón son necesarios para obtener el templo y el arca de Dios. La
mujer resplandeciente es revelada para la obtención de la Nueva Jerusalén.
Finalmente, la ciudad será la mujer, y como ciudad y mujer será la esposa
del Cordero (21:9-10).
Dios también usará el dragón, por el lado negativo, para cumplir Su
propósito. Cuando Satanás ya no le sea útil, le dirá: “Satanás, vete al lago
de fuego”. Dios es grande y soberano. Este libro revela que Satanás está
completamente en las manos de Dios. No crea que es injusto que Dios
utilice a Satanás. Dios es más que justo, mucho más de lo que usted pueda
ser. ¿Quién tendría la arrogancia de poner en tela de juicio Sus acciones?
En Romanos 9:20 y 21 Pablo dice: “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú,
para que alterques con Dios? ¿Dirá el objeto moldeado al que lo moldeó:
¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro,
para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?”.
Si usted tuviese la osadía de altercar con Dios, El podría responder: “Yo
soy el Hacedor, y tú eres el barro. ¿No sabes que tengo potestad para hacer
de ti lo que me plazca? ¿Quién eres tú para altercar conmigo?”. Dios es
soberano. Después de leer varias veces el libro de Apocalipsis, sólo puedo
decir: “Oh Dios, te adoro por Tu soberanía. Te adoro porque me has
escogido para ser uno de Tus hijos y uno de Tus siervos”. ¡Cuánta
adoración le debemos al Señor!
B. Siete ángeles salen del templo
El versículo 6 dice: “Y del templo salieron los siete ángeles que
tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y
ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro”. Los siete ángeles
están vestidos como sacerdotes (Ez. 44:17), no como soldados. En
mi opinión, los ángeles que derraman las siete copas deberían de
estar vestidos de uniforme militar. El hecho de que tengan
vestiduras sacerdotales tiene mucho significado, pues indica que el
derramamiento de las siete copas que llevan a cabo los siete ángeles
es la respuesta a las alabanzas de los vencedores tardíos, que están
de pie sobre el mar de vidrio mezclado con fuego. Estos vencedores
adorarán a Dios con sus alabanzas. En ese entonces, la oración
habrá acabado y comenzará la alabanza. Al abrirse el quinto sello
vimos un clamor, que era la oración de los santos que fueron
mártires (6:9-11). Pero en el capítulo 15 no hay ni clamor ni oración,
sino alabanzas. Los vencedores tardíos no oran diciendo: “Oh
Señor, el anticristo nos ha perseguido y nos ha hecho mártires.
Ahora debes intervenir y vengar nuestra sangre y destruir su reino”.
En vez de orar con ese tono, ellos alaban a Dios. Inmediatamente
después de las alabanzas de ellos, se nos revela la escena del cielo
antes de que se viertan las siete copas. Del templo, del tabernáculo
del testimonio que está en el cielo, vienen los siete ángeles trayendo
las siete plagas. Estos ángeles no están vestidos como soldados sino
como sacerdotes y vienen a cumplir su ministerio. Ya no es asunto
de juzgar, pues este juicio está mezclado con el cumplimiento de la
economía de Dios por medio de la cual El obtiene Su expresión.
En este punto debemos prestar mucha atención a 16:17. Este
versículo dice: “El séptimo ángel derramó su copa sobre el aire; y
salió una gran voz del templo desde el trono, diciendo: Hecho está”.
Nótese que en este versículo se mezclan dos cosas: el templo y el
trono. Es difícil comprender la estructura gramatical de este
versículo. ¿Qué significa esto de que “salió una gran voz del templo
desde el trono”? Ya vimos que las acciones que realiza Dios en la
primera sección de este libro proceden del trono y que las que
realiza en la segunda sección proceden del templo. El libro de
Apocalipsis muestra en primer lugar que el centro del juicio de Dios
es el trono, y luego nos muestra que el centro del testimonio de Dios
es el templo. En este versículo el trono y el templo están
combinados. Ahora el juicio de Dios está mezclado con Su
expresión, con Su testimonio. Dicho de otro modo, el testimonio de
Dios proviene de Su juicio, y el juicio de Dios expresa Su testimonio.
El templo procede del trono, y el trono manifiesta el templo.
Este principio se aplica a nosotros hoy. Si queremos estar
entregados al templo de Dios, a Su expresión, tenemos que ser
juzgados. El principio central de los primeros once capítulos de
Apocalipsis debe aplicarse a nuestra vida diaria, a nuestra vida
pública, y a nuestra vida de iglesia. ¡Cuánto en nosotros necesita ser
juzgado! Hay muchos “escorpiones”, “serpientes” y “ranas” en
nuestras vidas. Muchos “escorpiones” aun se infiltran en nuestra
vida familiar, en nuestra vida conyugal, y algunas “ranas” incluso
plagan la vida de iglesia. Todos estos “escorpiones” y “ranas” tienen
que ser juzgados. El resultado de dicho juicio será el testimonio que
sale “del templo desde el trono”.
Dijimos ya que los siete ángeles que tienen las siete copas no son
soldados sino sacerdotes y que el derramamiento de las siete copas
es la respuesta a las alabanzas de los vencedores tardíos. Dios
responde a la alabanza de ellos, no sólo desde el trono, sino también
desde el interior del templo. Esto significa que la respuesta de Dios
no tiene como único propósito traer juicio, sino, más aún, traer Su
testimonio y Su expresión, Su templo. Los siete ángeles que tienen
las siete copas no tienen como único fin traer el juicio de Dios, sino
expresar Su testimonio, y es por eso que salen del templo. Ellos no
proceden sólo del trono de juicio, sino del templo que es Su
expresión. Después de derramarse la última copa, todo lo negativo
del universo habrá sido erradicado. Inmediatamente después,
aparecerá la Novia (19:7-9).
El capítulo 19 es la continuación del capítulo 16. Los capítulos 17 y
18 fueron insertados para darnos los detalles de los dos aspectos de
Babilonia, a saber, la Babilonia religiosa y la Babilonia material. No
obstante, el capítulo 19 es la continuación del derramamiento de las
copas mencionadas en el capítulo 16. Esta es otra indicación de que
las siete copas no solamente traen juicio desde el trono, sino que
expresan el testimonio de Dios desde Su templo de un modo
especial. Este es el significado de la frase del templo desde el trono.
C. Las siete copas de oro
dadas a los siete ángeles
El versículo 7 dice: “Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los
siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, quien vive
por los siglos de los siglos”. Las siete copas que uno de los seres
vivientes da, están llenas de la ira de Dios. Las siete copas significan
limitación puesto que son pequeñas. Aunque las últimas siete
plagas son la ira final de Dios, Su furia es limitada; de no ser así,
toda la tierra y sus habitantes serían destruidos. Dios se limita en
Su ira final al traer juicio sobre la tierra, a fin de poder realizar Su
plan eterno. Este derramamiento de la ira de Dios es
extremadamente severo, pero sigue siendo limitado. Dios es
misericordioso. La bestia, sus ciudadanos y todo su reino merecen
ser completamente destruidos sin reserva alguna, pero Dios limita
el derramamiento de Su ira a una pequeña escala. ¡Damos gracias al
Señor por ello!
D. El templo se llena de humo
por la gloria y el poder de Dios
En el versículo 8 leemos: “Y el templo se llenó de humo por la gloria
de Dios, y por Su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que
se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles”. Esto
significa que nadie puede entrar en el templo para orar tratando de
apaciguar la ira de Dios, hasta que ésta sea derramada plenamente
sobre el pueblo rebelde instigado por Satanás e influido por el
anticristo.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA
LAS SIETE COPAS
(2)
Antes de considerar el derramamiento de las siete copas, quisiera decir
algo más acerca del Dios que está en el trono y el Dios que está en el
templo. Muchos cristianos, incluyendo a muchos de los que estamos en el
recobro del Señor, conocen a Dios solamente como al Dios que está en el
trono. Saben muy poco de Dios como el Dios que está en el templo. No es
difícil conocer al Dios que está en el trono, porque esto podemos
comprenderlo en nuestro entendimiento natural. Sin embargo, para
conocer a Dios como el Dios que está en el templo, necesitamos recibir
una visión celestial.
En la Biblia Dios se revela primeramente como el Dios que está en el
trono. A lo largo del Antiguo Testamento, el pueblo de Dios gradualmente
se dio cuenta que Dios es el Todopoderoso que está en el trono. El trono
de Dios está relacionado con Su dominio. Finalmente, la revelación que
contiene la Biblia nos conduce del trono, el gobierno de Dios, al templo, la
expresión de Dios. En el Antiguo Testamento vemos a Dios en Su templo.
En el Nuevo Testamento vemos a Dios en Su casa, Su templo, la iglesia.
Al final, en la consumación de la Biblia, en el libro de Apocalipsis, están
combinados el trono y el templo (16:17). En Apocalipsis vemos a Dios
sentado en el trono en la Nueva Jerusalén (22:1).
La mayoría de los cristianos conoce hoy a Cristo solamente como el Dios
del trono. En sus oraciones y alabanzas consideran a Dios como Aquel que
está sentado en Su trono. Tienen la certeza de que si el mundo entero se
inundara, Dios continuaría en el trono. Aunque hemos oído
frecuentemente oraciones dirigidas al Dios que está en el trono y aunque
tenemos himnos que dicen que Dios está en el trono, es difícil encontrar
un himno que diga que Dios no sólo está en el trono, sino también en el
templo. Pocos cristianos tienen la visión de que Dios está en el templo.
Dios está en el trono para llevar a cabo Su administración, pero El está en
el templo para expresarse. El eterno propósito de Dios no es estar en el
trono, sino en el templo. No es necesario edificar el trono de Dios, puesto
que está establecido para siempre y existe de eternidad a eternidad (Sal.
45:6). Sin embargo, el templo de Dios requiere mucha edificación. El
deseo de Dios no es simplemente estar en el trono; El ha estado en el trono
desde la eternidad. Dios desea un templo, una expresión. Aunque todos los
cristianos saben que Dios es el Todopoderoso que está en el trono, pocos
se dan cuenta de que Dios necesita un templo, la iglesia, el edificio, que lo
exprese. Hemos estado proclamando este asunto en este país por más de
catorce años. Sin embargo, aun entre nosotros, pocos hablan en sus
alabanzas del Dios que está en Su templo. Alaban al Dios que está en el
trono. ¿Ha alabado usted alguna vez a Dios estando consciente de que El
desea obtener el templo?
Repito, la Biblia entera primero revela al Dios que está en el trono.
Gradualmente revela el deseo de Dios de obtener el templo. El templo
consumado y final será la Nueva Jerusalén. Como ya hicimos notar, la
Nueva Jerusalén no solamente será el templo de Dios, sino también el
Lugar Santísimo. Por la eternidad en la Nueva Jerusalén, Dios estará en el
Cordero sobre el trono. El será el Dios que está sobre el trono en Su
templo, y Su dominio tendrá Su expresión plena por la eternidad. Todo lo
que Dios está haciendo hoy tiene este único fin. Esta es la razón por la
cual decimos que no estamos interesados simplemente en la salvación
individual, sino en la edificación corporativa de la iglesia. Otra vez digo
que la intención de Dios es obtener este templo. El trono de Dios se
relaciona con Su templo; esto es, Su administración conduce a Su
expresión. Finalmente, en la Nueva Jerusalén el río de agua de vida fluirá
del trono de Dios para abastecer a la ciudad entera. Por consiguiente, la
Nueva Jerusalén será la consumación del fluir de Dios desde el trono.
III. SON DERRAMADAS LAS SIETE COPAS
A. La primera copa
Apocalipsis 16:2 dice: “Fue el primero, y derramó su copa en la tierra, y
vino una úlcera maligna y dañina sobre los hombres que tenían la marca
de la bestia, y que adoraban su imagen”. Dios en Su última expresión de
ira marcará a los rebeldes con una úlcera en la piel porque ellos llevan la
marca de la bestia. Esta marca será semejante a un cáncer. En esa
circunstancia Dios parece estar diciendo: “Ya que llevas la marca de Mi
enemigo, la bestia, pondré una marca sobre ti”. Creo que esta úlcera no
vendrá sobre los estadounidenses, sino sobre los ciudadanos del Imperio
Romano regido por el anticristo, quienes llevan el nombre de éste o el
número de su nombre.

B. La segunda copa
El versículo 3 dice: “El segundo ángel derramó su copa en el mar, y éste
se convirtió en sangre como de muerto; y murió toda alma viviente que
había en el mar”. No creo que esto incluya todos los mares.
Probablemente, afectará principalmente el mar Mediterráneo, el mar
circundado por el imperio del anticristo.
C. La tercera copa
En los versículos del 4 al 7 tenemos el derramamiento de la tercera copa.
El versículo 4 dice: “El tercer ángel derramó su copa en los ríos, y en las
fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre”. El versículo 5 habla del
“ángel que tiene poder sobre las aguas”. En la administración de Dios, hay
un ángel designado para controlar las aguas. Este ángel alaba a Dios,
diciendo: “Justo eres Tú, el que eres y que eras, el Santo, porque has
juzgado estas cosas. Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los
profetas, también Tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen” (vs. 5-
6). Aquí y en 11:17 no dice “el que ha de venir”, como en 1:8 y 4:8. Esto
demuestra que la venida del Señor debe de ocurrir después de 4:8 y antes
de 11:17.
No todos los moradores de la tierra merecerán beber sangre, porque no
todos han derramado la sangre de los santos. Si los estadounidenses han
derramado la sangre de los santos, entonces merecen beber sangre. Pero
estoy seguro de que tal cosa no sucederá en Estados Unidos. Creo que las
aguas se convertirán en sangre principalmente en el territorio del
anticristo.
Antes de seguir, debo insertar unas palabras acerca de la extensión del
imperio del anticristo. Lucas 2:1 nos ayuda en este asunto. Este versículo
dice: “Aconteció en aquellos días, que salió un decreto de parte de César
Augusto, para que se hiciera un censo de toda la tierra habitada”.
Ciertamente “toda la tierra habitada” no incluía la antigua China, ni
tampoco a América, la cual en aquel tiempo estaba habitada solamente por
indios. Debemos entender la Biblia con su trasfondo y las circunstancias
en las cuales fue escrita. Según el contexto, “toda la tierra habitada” de
Lucas 2:1 se refiere al mundo del Imperio Romano. No significa todo
lugar de la Tierra. Los moradores de la tierra que serán castigados por las
siete copas son principalmente aquellos que residen en el territorio del
anticristo.
En Apocalipsis 16:7 dice: “También oí que el altar decía: Sí, Señor Dios
Todopoderoso, Tus juicios son verdaderos y justos”. Esta alabanza
procede del altar y habla de los juicios que Dios trae sobre el territorio del
anticristo, el carácter de los cuales es verdadero y sus principios justos.
D. La cuarta copa
Los versículos del 8 al 9 dicen: “El cuarto ángel derramó su copa sobre el
sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se
quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene
potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria”. Los
hombres que se quemaron con el gran calor, los cuales blasfemaron el
nombre de Dios y rehusaron arrepentirse, deben de ser principalmente los
ciudadanos del Imperio Romano, aquellos que se unieron al anticristo para
perseguir al pueblo de Dios y rebelarse contra Dios.
E. La quinta copa
Los versículos del 10 al 11 dicen: “El quinto ángel derramó su copa sobre
el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor
sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por
sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras”. Aquí vemos que la quinta
copa es derramada sobre el trono de la bestia. Esto indica que las siete
copas traen juicio sobre la bestia, su reino y su territorio. Esto puede
compararse con lo que hizo Dios a Faraón y a Egipto por mano de Moisés.
Cuando Egipto se cubrió de tinieblas, no quedó oscura toda la tierra. El
oscurecimiento del reino de la bestia será exactamente igual a la oscuridad
de Egipto. Los que estén en el reino del anticristo morderán sus lenguas,
blasfemarán a Dios y rehusarán arrepentirse.
F. La sexta copa
El versículo 12 añade: “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río
Eufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino
a los reyes que vienen de donde el sol sale”. La plaga de la segunda copa
es más severa que la de la segunda trompeta (8:8-9); la plaga de la tercera
copa, lo es más que la de la tercera trompeta (8:10-11); la plaga de la
cuarta copa, más que la de la cuarta trompeta (8:12). La plaga de la quinta
copa, o sea el juicio sobre el trono del anticristo y su reino, está
relacionada con la quinta trompeta, en la cual el anticristo es el rey de las
langostas demoníacas que atormentan a los hombres (9:3-11); y la plaga
de la sexta copa está relacionada con la sexta trompeta (9:14), debido a
que las plagas de ambas están relacionadas con el mismo río, el Eufrates.
En Apocalipsis 9:14-15 vemos que los cuatro ángeles atados en el gran río
Eufrates serán liberados e incitarán a los reyes a enviar sus ejércitos, y en
16:12 se nos dice que cuando la sexta copa sea derramada, las aguas del
Eufrates se secarán para que estos reyes y sus ejércitos pasen. Por
consiguiente, la sexta trompeta y la sexta copa están relacionadas.

G. Una visión insertada


entre la sexta y séptima copas
Los versículos del 13 al 16 son una visión insertada entre la sexta y
séptima copas. La visión es la concentración de ejércitos en Armagedón.
1. Tres espíritus inmundos a manera de ranas
salieron de las bocas del dragón,
la bestia y el falso profeta.
Los versículos 13 y 14 dicen: “Y vi salir de la boca del dragón, y de la
boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a
manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van
a los reyes de toda la tierra habitada, para reunirlos a la batalla de aquel
gran día del Dios Todopoderoso”. Estos espíritus inmundos son como
ranas. Por ser espíritus, ellos deben estar en los cielos, pero por ser ranas,
solamente se pueden mover en la tierra. En ese entonces Satanás y su
poder de acción estarán limitados a la tierra. Ya no tendrá derecho de
obrar en el aire. Es por eso que los espíritus que le siguen son semejantes a
ranas.
Estos espíritus demoníacos, por medio de las señales que hacen, reunirán a
los reyes de toda la tierra habitada para que salgan a la guerra. Según el
versículo 16, “los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón”.
Al final de la gran tribulación, tres espíritus inmundos que saldrán de las
bocas de Satanás, el anticristo y el falso profeta, irán a los gobernantes de
toda la tierra habitada y los instigarán a unir sus fuerzas, incluyendo a los
doscientos millones de jinetes mencionados en 9:14-16, para la batalla de
Armagedón, la cual será la última batalla entre la humanidad antes del
milenio. Allí la intención de Satanás será destruir a Israel (Zac. 14:12) y
pelear contra Cristo y Su ejército. Con este fin usará a toda la humanidad
rebelde (17:12-14; 19:11-19). Cristo y los vencedores escogidos los
derrotarán y los destruirán (19:20-21; Zac. 14:3, 12-15; 12:4, 9), y
salvarán a la nación de Israel (Zac. 12:3-8; 14:4-5; Jl. 3:14-17). Así será
pisado el lagar, lo cual se describe en 14:17-20, Isaías 63:1-6 y Joel 3:9-
14.
Los ejércitos del Occidente (el Imperio Romano), del norte (Rusia) y el
Oriente (“de donde el sol sale”) serán reunidos en Armagedón. Ezequiel
38 y 39 demuestra que allí estará Rusia, llamada Gog y Magog.
Apocalipsis 9 también indica que vendrán del Oriente doscientos millones
de soldados de caballería. Aunque los ejércitos del occidente, del norte y
del oriente se reunirán en Armagedón, no hay ninguna indicación de que
los ejércitos de los Estados Unidos estarán allí. Dios en Su soberanía ha
hecho que los Estados Unidos sea uno de los pocos países que están a
favor de Israel. Si no fuera por la soberanía de Dios, ¿cómo podría
sobrevivir Israel rodeado de naciones hostiles? Aunque todas las fuerzas
del mundo estarán preparadas para atacar a Israel, Estados Unidos no
estará incluido. Afirmo una vez más que la Biblia no se puede entender de
una manera natural, sino con la iluminación y el discernimiento de la
Palabra y con un entendimiento claro de la situación actual del mundo.
2. La advertencia del Señor
Entre la sexta copa y la séptima, el Señor nos advierte en cuanto a Su
venida. El versículo 15 dice: “He aquí, Yo vengo como ladrón.
Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo,
y vean su vergüenza”. De acuerdo con el contexto, el Señor dijo esto al
final de la gran tribulación antes de la batalla de Armagedón. Esto
comprueba que en aquel tiempo quedarán en la tierra algunos creyentes,
que son la rebusca. Para ellos la venida del Señor será como la de un
ladrón, a una hora que no lo esperan. Esto demuestra sin lugar a dudas que
aun después de la cosecha habrá creyentes en la tierra.
H. La séptima copa
Cuando la séptima copa fue derramada sobre el aire, “salió una gran voz
del templo desde el trono, diciendo: Hecho está” (v. 17). Esto significa
que todo lo relacionado con el juicio de Dios y Su expresión, Su
testimonio, se ha cumplido. Inmediatamente después de que estas palabras
sean proferidas, habrá relámpagos, voces, truenos y el terremoto más
grande que el mundo haya visto (v. 18). Este terremoto, el mismo que se
menciona en 11:19, hará que la gran ciudad, Jerusalén, se divida en tres
partes y que las ciudades de las naciones caigan (v. 19). Dios juzgará a
Jerusalén por medio de este terremoto, debido a que ella se ha vuelto tan
maligna como la antigua Sodoma.
El versículo 19 también dice: “Y Babilonia la Grande fue recordada
delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de Su ira”. La
Babilonia religiosa y misteriosa descrita en 14:8 es destruida al principio
de la gran tribulación; por lo tanto, esta Babilonia debe de ser la Babilonia
material, la ciudad de Roma, la cual será destruida después de la batalla de
Armagedón o en la batalla misma, al final de la gran tribulación. La
Babilonia de 14:8 corresponde a la del capítulo 17, mientras que la
Babilonia de este versículo corresponde a la del capítulo 18. La mención
de las dos Babilonias aparece en 14:8 y en 16:19, y los detalles son dados
en los capítulos 17 y 18.
El versículo 19 dice que Dios le dará “el cáliz del vino del ardor de Su
ira”. Roma dio el vino del furor de Su fornicación a los santos que fueron
fieles entre las naciones (18:3). Ahora Dios en venganza le da a ella el
vino del furor de Su ira.
El versículo 20 dice: “Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados”.
El versículo 21 concluye diciendo: “Y cayó del cielo sobre los hombres un
enorme granizo como del peso de un talento [unos cincuenta kilogramos];
y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su
plaga fue sobremanera grande”. Repito una vez más que este granizo no
vendrá sobre el pueblo estadounidense, sino principalmente sobre los
ciudadanos del imperio de la bestia. En medio de esta granizada, los que
estén en el imperio del anticristo seguirán blasfemando a Dios. Esto
demuestra que ellos no tienen la intención de arrepentirse y que, por el
contrario, pelearán contra Dios hasta el fin.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y UNO
LA GRAN RAMERA QUE ESTA SENTADA
SOBRE UNA BESTIA ESCARLATA
(1)
En este mensaje llegamos al capítulo diecisiete de Apocalipsis, donde
vemos una mujer sentada sobre una bestia escarlata (v. 3). Es importante
que todos tengamos un entendimiento claro de lo que se revela aquí.
Uno de los siete ángeles que tenía las siete copas habló al apóstol Juan
diciendo: “Ven acá, y te mostraré el juicio contra la gran ramera que está
sentada sobre muchas aguas” (17:1). En el versículo 3 el apóstol Juan
dice: “Y me llevó en espíritu a un desierto; y vi una mujer sentada sobre
una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas
y diez cuernos”. El versículo 1 habla de la gran ramera, y el versículo 3
habla de una mujer. Esta mujer, la ramera sentada sobre la bestia escarlata,
tiene poder y autoridad. La bestia, la misma que se describe en el capítulo
trece, tiene siete cabezas y diez cuernos. Todos los que estudian la Biblia
están de acuerdo en que esta bestia se refiere al Imperio Romano y al
anticristo, el último César del Imperio Romano restaurado. Sin embargo,
ha habido debates sobre la identidad de la mujer, la ramera.
I. LA GRAN RAMERA
¿Quién es la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas? Antes de
contestar esta pregunta, debemos hablar de la mujer. Según el versículo
18, la mujer es la gran ciudad, la ciudad de Roma, la cual estaba
establecida sobre siete montes, representados por las siete cabezas de la
bestia (v. 9). Ya que la mujer es Roma, la ramera no puede ser también
Roma, debido a que la bestia al final odiará a la ramera, la dejará desolada
y desnuda, y la quemará con fuego (v. 16). Obviamente el anticristo, el
último césar del imperio Romano, no quemará su propia ciudad capital.
Por consiguiente, lo que la bestia quema no debe de ser la ciudad de Roma
sino algo diferente. Ahora debemos preguntarnos: según la Biblia y la
historia del mundo, ¿quién es la ramera que está sentada sobre el Imperio
Romano? ¿Quién es la que está íntimamente relacionada con Roma? La
ramera está tan relacionada con la ciudad de Roma que las dos son casi
idénticas. En el versículo 1 el ángel la llama la ramera, y en el versículo 18
la llamó una mujer. La ramera es la apóstata Iglesia Católica Romana. La
historia revela que solamente una figura, un personaje, corresponde a la
descripción de la mujer de este capítulo, y esa figura es la Iglesia Católica
Romana. Una ramera no tiene esposo. Esto indica que Dios nunca ha
admitido tener ninguna clase de relación con la apóstata Iglesia Romana.
En el mensaje trece de este estudio-vida hablé severamente acerca de la
Iglesia Católica Romana, basándome en este capítulo. De acuerdo con las
Escrituras, la gran ramera de este capítulo es la Iglesia Católica Romana.
Si la mujer de Apocalipsis 17 no es la Iglesia Católica Romana, entonces
¿quién es? Indudablemente según la historia, solamente la Iglesia Católica
Romana se ajusta a la descripción de la mujer que se menciona aquí.
Hace dieciocho años estuve en Roma unos días, con el propósito
especifico de visitar el Vaticano. Para tener un panorama completo de la
apostasía participé en ocho excursiones a dicho sitio. Cuanto más veía,
más convencido estaba de que la Iglesia Católica Romana es la gran
ramera a la que alude Apocalipsis 17, sobre la cual había estudiado por
años. Apocalipsis 17:4 dice: “La mujer estaba vestida de púrpura y
escarlata”. El color rojo abunda en el catolicismo. Por ejemplo, los
cardenales llevan túnicas rojas. Cuando muchos católicos oigan que la
Iglesia Católica Romana es la gran ramera, se ofenderán y no lo aceptarán.
Algunos dirán: “¿Cómo puede usted decir que la Iglesia Católica es la
gran ramera? ¿No adoramos nosotros a Dios y creemos en Jesús? ¿No
tenemos nosotros las Escrituras?” La respuesta está en el versículo 4 de
este capítulo.
El versículo 4 dice: “Y la mujer estaba cubierta de púrpura y escarlata, y
adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un
cáliz de oro lleno de abominaciones y de las inmundicias de su
fornicación”. En tipología el oro representa la naturaleza divina. Aunque a
esta mujer se le llama la gran ramera, tiene un cáliz de oro, que representa
la naturaleza de Dios. Sin embargo, este oro es simplemente la apariencia
externa, no el contenido. Por fuera parece ser divina, pero por dentro está
llena de abominaciones e inmundicias. Aunque la apóstata Iglesia Católica
Romana tiene ciertas cosas santas, las mezcla con inmundicias. Considere
por ejemplo la adoración a María. La María de la Iglesia Católica Romana,
en realidad es la diosa Venus. El catolicismo adoptó del paganismo el mito
demoníaco de Venus. G. H. Pember en su libro Las grandes
profecías muestra que aun Buda, bajo el nombre de San Josafat, ha
penetrado en el catolicismo. En el calendario católico hay un santo
llamado Josafat, cuya historia es en realidad la de Buda. El babilonialismo
entró en el budismo, y éste, el cual es una ampliación del babilonialismo,
fue asimilado por el catolicismo. Leamos ahora un párrafo muy
significativo del libro Las grandes profecías de Pember:
Menos de un siglo después de la muerte de Belsasar, una nueva ... fe se
estaba expandiendo en India, la religión budista, que es una leve
modificación del babilonialismo ... El mismo Buda es un santo que
figura en el calendario católico romano bajo el nombre de San Josafat,
porque la historia de Josafat y Barlaam, la cual aparece en las obras de
Juan de Damasco, un teólogo de la primera parte del siglo octavo, que
era bastante conocida en la Edad Media, ahora ha sido identificada
como la historia de Buda.
Así, la historia de Buda fue acogida por el catolicismo. Este es un ejemplo
de la asimilación del paganismo en la Iglesia Católica Romana.
Otro ejemplo es la navidad. La navidad es una blasfemia a Cristo, y
ningún cristiano que tenga una conciencia pura debe tener nada que ver
con ella. El libro Las dos Babilonias demuestra que la navidad se originó
en el paganismo europeo. Siglos antes de la era cristiana, los europeos
paganos celebraban el 25 de diciembre el nacimiento del sol. Cuando
Constantino abrazó el cristianismo, instó a los ciudadanos romanos a
hacerse cristianos, y hasta recompensó a millares de ellos por bautizarse.
Millares de personas que no sabían nada de Cristo fueron bautizadas y se
adhirieron al cristianismo, trayendo consigo sus costumbres paganas. Más
tarde, el nombre de Jesús fue ligado al nacimiento del dios del sol,
celebrado el 25 de diciembre. En principio, la celebración de la semana
santa es igual. Aunque algunos cristianos del condado de Orange nos
condenan como herejes, ellos continúan practicando el festival pagano de
la navidad. Sin duda, durante los tres años y medio de la gran tribulación
todos los cristianos abandonarán cosas tales como la navidad, la semana
santa, la adoración a María y todo lo pagano.
En el mensaje cuarenta y ocho les compartí mi creencia de que Estados
Unidos es la nación del águila y que en los próximos años las iglesias
locales ejercerán una influencia positiva entre los cristianos. Además creo
que el recobro del Señor se extenderá a todas las principales ciudades del
mundo. Actualmente hay algunas iglesias en Europa y por lo menos
diecisiete iglesias en Brasil. Además, hay iglesias en Ghana, Nigeria,
Australia, Nueva Zelandia y en todos los países del Lejano oriente, entre
los cuales están Taiwán, Hong Kong, Indonesia, Malasia, Singapur,
Tailandia, Corea, Japón y las Filipinas. El recobro del Señor se está
extendiendo. En muchas ciudades importantes la iglesia local es un
testimonio para creyentes e incrédulos. Debemos tocar nuestra trompeta y
dar testimonio de Cristo y Su Cuerpo. Con el tiempo, todos los cristianos
del mundo serán afectados. Por ahora, algunos discuten, pelean y se
oponen a nosotros. Pero viene el día cuando toda boca será silenciada,
porque todo lo que hemos ministrado se cumplirá. Los vencedores serán
arrebatados y el anticristo se manifestará. Además, la Iglesia Católica
Romana será quemada y destruida por completo. ¿Cree usted que cuando
el anticristo y los diez cuernos destruyan el Vaticano la gente de los
Estados Unidos continuará asistiendo a la Iglesia Católica Romana? ¡Claro
que no! Para entonces muchos cristianos genuinos que están en el
catolicismo seguirán el camino del recobro del Señor.
Creo firmemente que el Señor está usando Su recobro para producir las
primicias vivas. Esta es la función primordial del recobro del Señor.
Después del arrebatamiento de las primicias, el Señor usará las iglesias
locales para ayudar a los cristianos que se queden. Esta será la segunda
función del recobro. Durante la gran tribulación, los cristianos tendrán el
lugar apropiado adonde podrán ir. La navidad, la semana santa y todas las
tradiciones del cristianismo serán desechadas. No habrá más argumentos,
todos los nombres facciosos de las hijas de la gran ramera serán
abandonados, y el Señor confirmará el camino de la iglesia.
Nadie puede negar que hay algo de verdad en la Iglesia Católica Romana.
Ella tiene un cáliz de oro en su mano, y está adornada de oro, de piedras
preciosas y de perlas (v. 4), los mismos materiales con los que la Nueva
Jerusalén es edificada. La gran ramera y la Nueva Jerusalén se parecen
externamente. Pero hay una enorme diferencia interna: la ramera está llena
de abominaciones, inmundicia y fornicación espiritual. Esta es en realidad
su condición, y nosotros necesitamos discernimiento para percibirla. No es
nada insignificante afirmar estas cosas. ¡Oh, cuánto necesitamos tener una
visión clara!
Cuanto más he indagado del Señor con respecto a este asunto, más carga
he recibido de tocar la trompeta para que el recobro del Señor con la vida
apropiada de iglesia, se extienda por el mundo. En todas las ciudades
importantes debe haber un candelero que brille en la noche oscura. Si no
es hoy, por lo menos durante los años de la gran tribulación, los que amen
al Señor con un corazón puro y le busquen sinceramente verán esta luz. En
ese entonces, en cada ciudad importante brillará un candelero
resplandeciente. El arrebatamiento de las primicias hará que las iglesias
locales brillen mucho más que hoy. Supongamos que cincuenta y cinco
hermanos y hermanas de la iglesia en Anaheim son arrebatados primero.
Ciertamente el resto recibirá un gran estímulo a buscar del Señor
desesperadamente. Esto va a suceder por todo el mundo. Cuando los
cristianos comiencen a ver las profecías cumplidas ante sus ojos, no se
ocuparán más de las divisiones que confunden ni de las tradiciones
religiosas ni de las cosas pecaminosas del mundo, sino que huirán a la vida
apropiada y pura de iglesia. Estoy convencido de que esto acontecerá.
No nos referimos a algo insignificante, sino a un asunto crucial
relacionado con la era venidera. No nos interesan los argumentos ni nos
preocupa la oposición de los hombres. Cuanto más discutan y se opongan,
más confirmado será nuestro ministerio. Muchas veces después de decir
algo no muy cortés acerca del cristianismo en un mensaje, me pregunto
por qué fui tan firme, y resuelvo ser un poco menos severo la próxima vez.
Sin embargo, lo que digo al ministrar no es decisión mía. No depende de
mí, sino de lo que dice el Espíritu. Si en mi ministerio no hablo con
libertad acerca del cristianismo, pierdo la paz y la unción. Si no hago esto,
mi ministerio se debilita. Cuando hablo con firmeza, la oposición se
levanta. Sin embargo, soy confirmado por la misma oposición. Los hechos
y las reacciones de los opositores los deja completamente expuestos.
Tengo la carga de que seamos iluminados, de que veamos más allá de los
velos, de entrar en las cámaras más íntimas para percibir la realidad de la
condición reinante hoy en el cristianismo.
No nos referimos a la doctrina de la Trinidad ni a la enseñanza sobre la
iglesia local, sino a Babilonia. Llamar a un pastor “reverendo” es un acto
babilónico. Poner un árbol de navidad y honrar a Santa Claus también es
babilónico. Llevar el nombre de una denominación, como por ejemplo
luterano, metodista o episcopal, también es babilónico. Todos los nombres
o denominaciones son factores babilónicos de división y confusión.
Cuando los cristianos vean la destrucción de la gran ramera a manos del
anticristo, quedarán convencidos de lo que es la iglesia y donde está.
Entenderán que la iglesia no tiene nada que ver con nada babilónico.
Ningún grupo que continúe practicando cosas babilónicas o las retenga es
la iglesia pura.
Uno debe tener cuidado con las sectas, porque la división es otra expresión
babilónica. Fue en Babel, que significa confusión, donde se confundió el
lenguaje de la humanidad. Babel es el término hebreo que significa
Babilonia. Cualquier cosa que cause confusión es parte de Babilonia.
Actualmente hay centenares de grupos libres; los hay en todas partes. Lo
que ellos practican es confusión y división; por consiguiente, son parte de
Babilonia.
En 1957 un querido hermano, quien era considerado espiritual y quien
tenía un gran ministerio, fue invitado a Taiwán. Como resultado de su
visita, algunos jóvenes que habían estado bajo mi entrenamiento, fueron
inducidos a ocuparse solamente de lo que ellos llamaron espiritualidad, y
no del aspecto práctico de la vida de iglesia. Con el tiempo, se dividieron
entre sí varias veces. El resultado fue confusión babilónica.
En los Estados Unidos algunos han estado en el recobro del Señor y han
aprendido la practica de la vida de iglesia. Luego se han ido por su cuenta
a establecer una obra independiente. Esto también causa división y trae
como resultado confusión babilónica. Hoy algunos leen los libros del
hermano Nee y aprenden lo que ellos piensan que es la manera de
practicar la vida de iglesia local. Si ellos buscaran seriamente al Señor con
miras al recobro de la unidad genuina, ciertamente tendrían comunión con
nosotros. Pero se rehúsan a tener comunión con los que ya están en las
iglesias locales. Esto también produce confusión babilónica.
Cuando la obra del recobro del Señor empezó en los Estados Unidos en
1962, hablé con firmeza en cuanto a la iglesia local. Algunos me
advirtieron que no hablara de la iglesia local, y me dijeron que si lo hacía,
la gente se ofendería. Enfáticamente rechacé la advertencia, diciendo que
estamos aquí por causa del recobro de las iglesias locales. Menos de diez
años más tarde, el término “iglesia local” se había difundido en el
ambiente cristiano. Algunos predicadores han utilizado esta expresión en
estaciones de radio cristianas. Parece que muchos, incluyendo pastores de
las denominaciones, quieren decir que ellos son la iglesia local. Esta
confusión también es parte del babilonialismo.
Cuando examino una situación específica, tal vez no diga nada a nadie,
pero sí me digo a mí mismo: “Esto es falso; no es genuino”. Ni la Iglesia
Católica Romana ni las denominaciones ni los grupos libres facciosos y
confusos pueden preparar a la novia. Para que la novia se prepare, el Señor
tiene que recobrar la vida genuina de iglesia, sin división, confusión ni
ningún otro elemento babilónico.
A. El nombre de ella
En el versículo 5 vemos el nombre de la gran ramera: “Misterio, Babilonia
la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”. El
título “Misterio” aquí indica que esta Babilonia no es la Babilonia material
descrita en el capítulo dieciocho, sino la religiosa. La Babilonia religiosa,
la iglesia apóstata, es verdaderamente misteriosa en lo que es, en lo que
practica y en lo que enseña.
B. La gran ramera es
la madre de las rameras
y de las abominaciones de la tierra
1. Las rameras
Las rameras son las denominaciones y los grupos cristianos que tienen las
doctrinas, prácticas y tradiciones malignas de la Iglesia Católica Romana.
La “madre de las rameras” es la iglesia apóstata, y las rameras, sus hijas,
deben de ser las diferentes divisiones y grupos cristianos, que tienen hasta
cierto punto las enseñanzas, prácticas y tradiciones de la apóstata Iglesia
Romana. La vida pura de iglesia no tiene nada maligno recibido de la
iglesia apóstata. Como todos sabemos, el llamado movimiento carismático
ha entrado en la Iglesia Romana. Este movimiento se ha confundido con la
adoración a María y con el sacrificio de la misa. Aunque el cáliz es de oro,
la gente bebe abominaciones. No es el cáliz, sino el contenido del cáliz lo
que entra en ellos. Si no fuese por esta mezcla maligna, el Papa, en su
sutileza, nunca habría permitido que el movimiento carismático penetrara
en su iglesia.
Todas las denominaciones deben ser examinadas para ver si tienen algo de
la gran ramera. Tener en casa un árbol decorado para celebrar la navidad
en el hogar, es practicar algo de la gran ramera. No es muy probable que
se pueda encontrar un grupo cristiano que no haya sido afectado por la
ramera. Es posible que solamente en las iglesias locales no se encuentre
nada de la ramera. Ya vimos que las hijas de la gran ramera son los grupos
cristianos que tienen las doctrinas, prácticas y tradiciones de la Iglesia
Católica Romana. Si un grupo tiene una de estas cosas, es una de las hijas
de la Iglesia Romana.
Es posible que algunos crean que es demasiado severo decir que las
denominaciones y los grupos libres son las hijas de la gran ramera. Uno
podría decir: “¿Acaso los que están en las denominaciones y grupos libres
no creen en Jesús y lo aman? ¿No son acaso regenerados? ¿Acaso no
tienen la vida divina? ¿Cómo puede uno decir que las denominaciones y
los grupos libres son las hijas de la ramera?” La señora Guyón, una
hermana que conocía profundamente la vida interior, continuaba adorando
la imagen de María. Aun ella fue embotada por la Iglesia Católica
Romana. Hace cuarenta años tradujimos la mayoría de los escritos
destacados de la señora Guyón. Cuando descubrí que ella adoraba la
imagen de María, les dije a los hermanos que teníamos que incluir esto en
la traducción de sus escritos. De no ser así, los hermanos y las hermanas
pensarían que ella no tenía falta alguna. Aun ella fue confundida por la
apóstata Iglesia Romana.
Podemos usar el olor del ajo como ejemplo. Si comemos ajo
continuamente, nuestro sentido del olfato será insensibilizado al ajo. Si
alguien viene a un grupo de personas que come ajo, inmediatamente
notará el olor del ajo y no podrá tolerarlo. Sin embargo, los que comen ajo
ni siquiera advierten dicho olor. La señora Guyón adoraba la imagen de
María porque desde que nació había estado en el cuarto de “ajo” de la
Iglesia Católica Romana.
Una de las razones por las cuales digo que las denominaciones y la
mayoría de los grupos libres son las hijas de la ramera es la presencia de
ídolos entre ellos. Algunos alegarán que la Iglesia Luterana no tiene
ídolos. Pero el mismo título de esa denominación es un ídolo. ¿A quién
pertenece usted, a Cristo o a Lutero? ¿No es acaso suficiente llamarse
cristiano? ¿Por qué entonces se llama a sí mismo luterano? Estos nombres
idólatras son abominaciones.
Dios tiene el principio de que hay una sola iglesia para un solo Cristo, así
como hay una sola esposa para un solo esposo. Por causa de las divisiones,
la mayoría de los cristianos de hoy ha violado este principio rector. En vez
de cumplirlo, practican la fornicación, lo cual produce confusión.
Quienquiera que viole dicho principio comete fornicación. Dondequiera
que estemos debemos conservar el principio de una sola esposa para un
solo esposo, es decir, una sola iglesia para un solo Cristo.
Toda división es una violación del principio establecido por Dios. Causar
división entre los cristianos es cometer fornicación. Cualquiera que haga
esto desecha el principio establecido por Dios. A los facciosos no les
interesa el un solo Cuerpo, la una sola iglesia. No prestan atención al
hecho de que debe haber una sola iglesia local en cada ciudad. Son como
la mujer que se rehúsa a tener un solo esposo. Después que se cansa de
vivir con un hombre, se vuelve a otro.
Tenemos que ver la diferencia entre el adulterio y la fornicación. Si una
esposa que tiene su esposo legítimo viola el principio del matrimonio,
comete adulterio. Pero una mujer que no tiene un esposo legítimo y viola
este principio comete fornicación. La gran ramera es una fornicadora, pues
no tiene esposo. En la actualidad el cristianismo está lleno de fornicación.
Muchos parecen decir: “Si no me gusta esta clase de reunión iré a otra, y si
ésta tampoco me gusta formaré una por mi cuenta. Si más adelante
tampoco estoy satisfecho con la reunión que yo establecí, comenzaré
otra”. Esto es fornicación espiritual.
Si usted ha recibido la visión, no se atreverá a tener ningún nombre
particular, ningún otro nombre que no sea Cristo. Tampoco se atreverá a
formar ninguna división debido a que nuestro Esposo es uno solo, y
nosotros, Su novia, también somos una sola entidad. En cada ciudad debe
haber solamente una iglesia. Dondequiera que uno vaya, hallará una sola
iglesia. Si practicamos algo diferente, cometemos fornicación. La gran
ramera de Apocalipsis 17 es la madre de todas las fornicaciones, la
confusión y las abominaciones.
Si usted todavía se pregunta cómo es posible que algunos cristianos que
verdaderamente aman al Señor pueden cometer fornicación, le recordaré
una vez más el caso de la señora Guyón, quien conocía la vida interior con
profundidad, y sin embargo estaba embotada con el “ajo” del catolicismo
romano. Sea equilibrado, conserve su distancia del cuarto de “ajo” y
manténgase al aire libre las veinticuatro horas del día. Si hace eso, tendrá
un olfato agudo. Yo me he mantenido alejado de los cuartos de “ajo” por
más de cincuenta años. Por esta razón, mi olfato espiritual es muy agudo.
Sencillamente no puedo tolerar ninguna división; puedo detectar el olor a
fornicación inmediatamente.
Cuando algunos son confrontados por la limitación de una sola iglesia en
cada ciudad, tal vez digan: “No tenemos la libertad espiritual para
desenvolvernos en sus reuniones. Queremos tener reuniones en nuestros
hogares donde podamos sentirnos libres”. Esto no es más que una excusa
sutil de un espíritu de división. Tal espíritu es el origen de la fornicación y
la división. Entre nosotros los cristianos no debe haber divisiones, debido
a que somos la esposa de un solo Esposo, somos una sola iglesia en cada
localidad, lo cual mantiene el principio que Dios estableció. Cuando
algunos nos oyen decir que nosotros somos la iglesia, no les agrada y
dicen: “¿Por qué dicen ustedes que son la iglesia y que nosotros no lo
somos?” Ellos no son la iglesia porque son una ramera, una mujer que
tiene relaciones con muchos hombres en vez de relacionarse con su esposo
legítimo. ¿Quién es su esposo? Si Cristo es su esposo, ¿por qué se
autodenomina luterano? Si su nombre es en realidad la señora Smith, ¿por
qué se llama a usted misma la señora Jones un día y la señora Harris otro
día?
La Iglesia Romana apóstata es una ramera, y todas sus hijas también lo
son. Una ramera es una mujer que fornica por dinero. Muchos de los
grupos cristianos de hoy han sido formados por el interés de lucro de
algún hombre, o por el deseo de poder o posición o fama. Esto es
prostitución.
Examine la situación general del cristianismo hoy en la tierra.
Indudablemente el Señor necesita recobrar mucho. El recobro producirá
las primicias vivas para El y durante los tres años y medio de la gran
tribulación esto ayudará a todos los cristianos que queden en la tierra.
Creo que todas las iglesias del recobro del Señor cumplirán estos dos
propósitos. Viene el día cuando los vencedores serán arrebatados, y
entonces el anticristo abolirá el judaísmo y destruirá el catolicismo. Sin
duda todos los cristianos que hayan quedado en la tierra serán avivados.
No irán a misa en la Iglesia Católica, y tampoco continuarán en las
denominaciones ni en los grupos libres. Al contrario, ellos dirán: “Hace
muchos años oí acerca de la iglesia. Ahora tengo que ir a la verdadera
iglesia”. Aunque el Señor Jesús tiene un corazón amoroso, como veremos
en el siguiente mensaje, usará al anticristo para destruir a la gran ramera,
la Iglesia Católica Romana.
2. Las abominaciones de la tierra
La iglesia apóstata también es la madre de las abominaciones de la tierra.
Esas abominaciones son ídolos (Dt. 7:25-26), de los cuales está llena la
Iglesia Romana. Estos ídolos han sido mezclados con el llamado servicio a
Dios. Cuando la gente va a adorar a una catedral Católica ¿a quién adora?
Algunos compran velas y se detienen frente a su ídolo preferido. En el
catolicismo hay un mercado de ídolos, y la gente puede orar a cualquiera
que escoja. Aunque muchos oran a María, realmente no lo hacen a María
sino a Venus. Las catedrales de la Iglesia Católica no son diferentes a los
templos de idolatría. Ni aun en China en los templos de ídolos vi tantos
como en las catedrales católicas. Ciertamente la iglesia apóstata es la
madre de las abominaciones.
C. En el desierto
Cuando el apóstol Juan vio la gran ramera, un ángel lo llevó en el espíritu
a un desierto (17:3), una tierra desolada. Esto indica que la iglesia apóstata
está en el desierto, donde no hay manantiales de agua preparados por Dios.
Sin duda, la iglesia apóstata no puede recibir de Dios el suministro de
agua. El ángel llevó al apóstol Juan al desierto para mostrarle que la
iglesia apóstata está en un lugar desolado.
D. Sentada sobre muchas aguas
El versículo 1 dice que la gran ramera está sentada sobre muchas aguas, y
el versículo 15 indica que las aguas “donde la ramera se sienta, son
pueblos, multitudes, naciones y lenguas”. Estas palabras se cumplen en el
hecho que la iglesia apóstata rige pueblos y naciones por todo el mundo.
La Iglesia Católica actualmente abarca la tercera parte de la población de
la tierra.
E. Comete fornicación con los reyes de la tierra
Los reyes de la tierra han cometido fornicación con la gran ramera. Esto
significa que ella tiene una relación religiosa y pecaminosa con los
gobernantes de la tierra. La iglesia apóstata no comete adulterio, que es el
pecado de una esposa infiel, sino fornicación, o sea, el pecado de una
ramera. Esto es más pecaminoso que el adulterio. La fornicación de la
iglesia apóstata consiste en que tiene relaciones pecaminosas con los
gobernantes de la tierra por ganancia, como una prostituta que peca por la
paga. La fornicación cometida por la iglesia apóstata es fornicación
espiritual. La Iglesia Católica esta estrechamente ligada a la política del
mundo, y los reyes de la tierra cometen fornicación directamente con ella.
A los ojos de Dios, esto es fornicación espiritual.
F. Embriaga a los moradores de la tierra
con el vino de su fornicación
La gran ramera ha embriagado a los moradores de la tierra con el vino de
su fornicación (v. 2). Este vino se refiere a las doctrinas heréticas que se
presentan en las relaciones pecaminosas de la iglesia apóstata. Confunde
igual que lo hace el vino a todos los que son envueltos en su religión. Este
es el vino de su fornicación. De una manera indirecta los moradores de
toda la tierra se emborrachan con este vino.
Las doctrinas heréticas de la iglesia apóstata son como una droga que
embota al pueblo, lo aturde y hace que pierda el sentido. He hablado con
muchos católicos, y los he encontrado completamente embotados. Cuanto
más les habla uno, menos entienden. Esto indica que están ebrios del vino
de la gran ramera.
G. Se viste de púrpura y escarlata
Según el versículo 4, esta mujer está “vestida de púrpura y escarlata”. El
color púrpura denota dignidad y autoridad (Jn. 19:2-3). Este color es una
mezcla de azul y rojo, e indica la mezcla de las cosas celestiales con las
terrenales. Esta es la apariencia de la iglesia apóstata. La mujer también
está vestida de escarlata, que caracteriza a la apóstata Iglesia Romana. Ya
dijimos que el color escarlata se ve por todo el Vaticano. El uso más
notorio de este color está en las vestiduras de los cardenales, cuyos gorros
y mantos son rojos.
H. Adornada con oro,
piedras preciosas y perlas
La mujer está “adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas” (v. 4). El
oro, las piedras preciosas y las perlas son los materiales con los cuales es
edificada la Nueva Jerusalén (21:18-19, 21). Pero la mujer, la iglesia
apóstata, no está edificada sólidamente con estos artículos preciosos; estos
tesoros los usa ella como adorno para exhibirlos. Este es el engaño que
atrae a la gente. Esta es la falsa apariencia de la ramera.
I. Tiene un cáliz de oro
La ramera tiene en la mano “un cáliz de oro lleno de abominaciones y de
las inmundicias de su fornicación” (v. 4). El oro representa la naturaleza
divina de Dios. Por consiguiente, el cáliz de oro indica que la iglesia
apóstata sí tiene algo de Dios en su apariencia. Pero por dentro su “cáliz
de oro” está lleno de las abominaciones y de la inmundicia de su
fornicación, lleno de idolatría, prácticas paganas y de cosas sucias, en una
relación religiosa que es pecaminosa y herética.
J. Está ebria de la sangre
de los santos y los testigos
El versículo 6 dice: “Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la
sangre de los testigos de Jesús”. Esto indica que la Iglesia Romana ha
dado muerte a los santos y a los testigos de Jesús, pues inmoló más santos
que el Imperio Romano. La Iglesia Romana no mata los santos
directamente, sino que lo hace indirectamente por medio del Imperio
Romano. Por consiguiente, está ebria de la sangre de los santos y de la
sangre de los testigos de Jesús.
Los santos son los que han sido separados, santificados, para Dios y viven
una vida santa para El, incluso hasta la muerte. Los testigos son un
testimonio viviente del Señor Jesús y son fieles hasta la muerte. Los
testigos de Jesús también son los santos; sin embargo, es posible que los
santos simplemente lleven una vida separada y santa, sin conformarse a la
iglesia apóstata, y tal vez no se atrevan a testificar en contra de la
apostasía de la Iglesia Romana de la manera que lo hicieron testigos como
Antipas (2:13). La mujer está ebria de la sangre de los santos y de los
testigos.
K. Materialmente es la gran ciudad
El ángel le dijo al apóstol Juan: “Y la mujer que has visto es la gran ciudad
que reina sobre los reyes de la tierra” (v. 18). Mientras que la ramera
representa la Babilonia religiosa, que es símbolo de la Iglesia Romana, la
mujer de este versículo denota la Babilonia material, que es símbolo de la
ciudad de Roma. Esta es llamada la gran ciudad, la cual reina sobre los
reyes de la tierra. Cuando Juan escribió este libro, Roma era la ciudad que
reinaba sobre los reyes de la tierra. El anticristo y su diez reyes odiarán a
la ramera, la Iglesia Romana, no a la mujer, la ciudad de Roma, la cual es
la sede de su administración.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y DOS
LA GRAN RAMERA QUE ESTA SENTADA
SOBRE UNA BESTIA ESCARLATA
(2)
En el mensaje anterior vimos la gran ramera. Ahora examinaremos
la bestia escarlata sobre la cual está sentada la gran ramera, según
lo descrito en Apocalipsis 17.
II. LA BESTIA ESCARLATA
A. Sube del abismo
Ya vimos que la mujer que está sentada sobre la bestia es la Iglesia
Romana y que la bestia es el Imperio Romano, especialmente el
anticristo, el séptimo César del futuro Imperio Romano. En
Apocalipsis 17:8 dice: “La bestia que has visto, era, y no es; y está
para subir del abismo e ir a perdición”. La bestia, que es el
anticristo, “era” en la persona de Nerón César antes que Juan
escribiera este libro. El “no es” en el tiempo en que Juan escribe,
porque Nerón ya había muerto para entonces. “Está para subir del
abismo” implica que el espíritu de Nerón está ahora en el abismo y,
como lo indica 13:3, está a punto de subir a tomar posesión del
cuerpo del anticristo, quien habrá sido muerto y reanimado.
B. Su color
El color de la bestia es escarlata (17:3). El color escarlata es un rojo
oscuro; es el color del gran dragón (12:3). El hecho de que la bestia
y el dragón sean del mismo color indica que el anticristo será uno
con Satanás en apariencia.
C. Llena de nombres de blasfemia
La bestia está llena de nombres de blasfemia (17:3). Los siete
césares, representados por las siete cabezas de la bestia, se
autodenominaban dioses. Esto es una blasfemia descarada contra
Dios. Ellos afirmaban ser divinos y obligaban a la gente a adorarlos.
Quienes no los adoraban eran perseguidos.
D. Tiene siete cabezas
1. Siete montes sobre los cuales
es construida la ciudad de Roma
El versículo 3 también indica que la bestia tiene siete cabezas. El
versículo 9 dice: “Las siete cabezas son siete montes, sobre los
cuales se sienta la mujer”. La ciudad de Roma está construida sobre
siete montes, representados por las siete cabezas de la bestia sobre
la cual se sienta la ramera.
2. Siete reyes
El versículo 10, refiriéndose a los siete montes, que son las siete
cabezas de la bestia, dice: “Y son siete reyes. Cinco de ellos han
caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es
necesario que dure breve tiempo”. Los siete reyes son los siete
césares del Imperio Romano. De acuerdo con la historia, el Imperio
Romano tuvo doce césares; el anticristo será el número trece. De los
doce césares, solamente seis están incluidos en la profecía de
Apocalipsis. Los primeros cinco han caído, esto es, han muerto, mas
no de muerte natural (Jue. 3:25; 2 S. 1:10, 25, 27). Ellos fueron
Julio César, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, los cuales murieron
asesinados o se suicidaron antes que Juan escribiera este libro. El
sexto, Domiciano, el cual también fue asesinado, estaba vivo cuando
se escribió el libro; por consiguiente, se dice que él “es”. “El otro”, el
séptimo, que será el anticristo, aún no había venido en ese
entonces. “Cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”, y
luego será asesinado y reanimado con el espíritu del quinto César,
Nerón, y vendrá a ser el octavo.
El versículo 11 dice: “La bestia que era, y no es, es también el
octavo; y es uno de los siete, y va a la perdición”. El anticristo será el
séptimo César que ha de venir. Pero “es también el octavo”. De
acuerdo con 13:3, el anticristo será asesinado y luego reanimado. En
esa reanimación, el espíritu de Nerón, el quinto césar, el cual subirá
del abismo, animará el cuerpo muerto del séptimo césar, el
anticristo. Este, compuesto del quinto césar y del séptimo, viene a
ser el octavo. Por consiguiente, el anticristo “es uno de los siete”. No
es de extrañar que los moradores de la tierra se maravillen al mirar
a un ser tan extraordinario (v. 8).
E. Va hacia la destrucción
Los versículos 8 y 11 indican que “la bestia va a la perdición”. Esto
indica que el anticristo perecerá, según se indica en 19:20 y 20:10.
El será lanzado en el lago de fuego.
F. Tiene diez cuernos
Los versículos 12 y 13 dicen: “Y los diez cuernos que has visto, son diez
reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad
como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un solo designio, y
entregarán su poder y su autoridad a la bestia”. Antes de la gran
tribulación se levantarán diez reyes en el Imperio Romano restaurado.
Ellos serán uno con el anticristo en oponerse a Dios y perseguir al pueblo
de Dios, que consta de los judíos y los creyentes. Estos diez reyes, que
están representados por los diez dedos de la gran imagen que vio
Nabucodonosor en su sueño (Dn. 2:42), se someterán junto con sus reinos
al anticristo (v. 17).
Los diez reyes recibirán el reino en una hora igual que la bestia. Esto será
algo milagroso. Algunos se preguntan si las diez naciones del mercado
común europeo serán los diez reyes a los que se alude aquí. Esta idea
puede no ser correcta, porque estos diez reyes recibirán el reino en una
hora. Antes de ese momento nadie sabrá quiénes son. De repente, en una
hora, todos ellos recibirán su reino. Estos diez reyes recibirán autoridad en
un período muy corto. Esto será un milagro hecho por Satanás, y vendrá
como una gran sorpresa para la gente.
El versículo 13 dice que estos diez reyes tienen el mismo designio y que
ellos le darán su poder y autoridad a la bestia. Se someterán
completamente al anticristo, el cual será muy perspicaz, imponente,
convincente y dominante.
Junto con el anticristo los diez reyes harán guerra directamente contra el
Cordero. El versículo 14 dice: “Harán guerra contra el Cordero, y el
Cordero los vencerá, porque El es Señor de señores y Rey de reyes; y los
que están con El, los llamados y elegidos y fieles, también vencerán”. Este
combate es el mismo que se menciona en 19:11-21, o sea, la batalla de
Armagedón (16:14, 16). Los que están con el Cordero son llamados,
elegidos y fieles. Note que “elegidos” es mencionado después de
“llamados”. Ser llamado es ser salvo, mientras que ser elegido es ser
aprobado por el Señor sobre la base de una vida vencedora. En la
actualidad muchos son llamados, pero en el futuro muy pocos serán
escogidos (Mt. 22:14). Todos hemos sido llamados. Para estar entre los
escogidos en el futuro necesitamos vivir una vida vencedora ahora.
Leemos en los versículos 16 y 17: “Y los diez cuernos que viste, y la
bestia, aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y
devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en
sus corazones el ejecutar lo que El quiso y que ejecuten un solo designio,
y que den su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios”.
Los diez cuernos y la bestia odiarán a la ramera y la arrasarán. Esto
significa que el anticristo y los diez reyes destruirán a la apóstata Iglesia
Romana. Esto sucederá al principio de la gran tribulación. Ellos dejarán a
la Iglesia Romana desolada y desnuda, pues la destruirán, robarán sus
riquezas y la pondrán en evidencia; “devorarán sus carnes”, dando muerte
a sus miembros, y “la quemarán con fuego”, aniquilándola
completamente. Esto también indica que Babilonia la Grande, mencionada
en este capítulo, es la Babilonia religiosa. Motivados por Dios, el
anticristo y sus diez reyes destruirán a la apóstata Iglesia Romana. Esto no
debe ser considerado un martirio, sino un juicio de la venganza de Dios.
En 1929 Mussolini firmó un acuerdo con el Papa Pío XI en el que se
constituyó el Vaticano como una nación independiente. Hoy el Vaticano
ejerce poder y autoridad, e influye en muchas naciones, y muchas
naciones envían allí embajadores. Probablemente esta influencia del
Vaticano suscitará el odio de los diez reyes, los cuales propondrán a la
bestia que ellos destruirán la Iglesia Católica Romana. De acuerdo con lo
que este capítulo nos muestra, la mujer está sentada sobre la bestia.
Debido a que el jinete siempre controla al caballo, no el caballo al jinete,
esto indica que la ramera controla a la bestia, y no la bestia a la ramera.
Por ejemplo, al conducir su automóvil, éste no lo controla a usted, sino
usted a su vehículo. Hoy, la Iglesia Católica Romana está sentada sobre
los políticos. Con el tiempo, esto incitará a los diez reyes a que odien a la
ramera, y en compañía del anticristo la destruirán.
Los diez reyes en su odio contra la ramera la dejarán desnuda y desolada.
La Iglesia Católica Romana, lejos de estar desolada, hoy es bastante
floreciente. Hace poco supe que la Iglesia Católica Romana posee la
tercera parte de los bienes raíces de la ciudad de Roma. Aunque la Iglesia
Romana es floreciente ahora, un día el anticristo y los diez reyes la
desolarán; esto es, la despojarán de todas sus riquezas. Además la dejarán
desnuda. Esto significa que le quitarán el manto y sus pretensiones y será
puesta en evidencia por completo. El anticristo será usado por el Señor
para dejar expuesta a la iglesia apóstata por completo.
Hoy, la Iglesia Católica Romana está cubierta, y no podemos ver su
condición real. No podemos ver cuán sucias, pecaminosas, mundanas,
malignas, demoníacas y satánicas son las cosas que yacen escondidas en
ella. No solamente practica fornicación espiritual, sino también física.
¡Qué terrible! Una vez leí en un artículo que decía que en cierto pozo seco
de España hallaron muchos huesos de niños recién nacidos. No
conocemos todas las cosas pecaminosas, malignas e inmundas de la iglesia
apóstata. Pero un día, el anticristo y sus diez reyes lo sacarán todo a la luz.
También devorarán las carnes de la ramera, lo cual significa que le harán
daño y hasta darán muerte a los miembros de la iglesia apóstata. El
anticristo devorará y matará a los miembros de la iglesia apóstata y la
quemará con fuego. Si esto no se cumple sobre la Iglesia Católica
Romana, entonces, ¿sobre quién vendrá este juicio?
Tal vez algunos de los que leen este mensaje sean de carácter bondadoso y
comprensivo, y es posible que piensen que mis palabras en cuanto al
catolicismo romano son demasiado severas. Si mis palabras son
demasiado duras, puedo decir que no fui yo el primero en proferirlas. El
primero fue el propio Señor Jesús, pues el libro de Apocalipsis contiene
Sus propias palabras. En 10:9 el Señor le dijo al apóstol Juan que se
comiera el librito. También le dijo que el librito sería dulce como la miel
en su boca y amargo en su vientre. No puedo negar que he recibido la
visión, y no tengo otra alternativa que hablar la palabra del Señor. El
Señor necesita un testimonio firme. Espero que todos ustedes sean más
intransigentes que yo. Y para ser firmes deben tener una visión clara. Hoy
en el recobro del Señor la visión es clara, especialmente después de darse
estos mensajes. Debemos mantener un testimonio firme, actualizado y
vivo de Jesús. Comprendo que no son muchos los que tomarán este
camino. Sin embargo, un buen número se volverá al recobro del Señor. El
Señor reunirá a todos los buscadores puros y sinceros para que sean Su
testimonio vivo y actualizado. Este testimonio no solamente producirá las
primicias; sino que ayudará a los cristianos que se quedan en la tierra
durante la gran tribulación.
En el versículo 17 dice que Dios puso en los corazones de los diez reyes el
ejecutar lo que El quiso. Me alegro de que tengamos este versículo. El
anticristo y los diez reyes harán ciertas cosas de acuerdo con lo que Dios
desea: pondrán fin a la iglesia apóstata y cumplirán la voluntad de Dios.
¡Qué maravilloso! Dios pondrá en los corazones de ellos destruir la Iglesia
Romana. ¿Piensa usted que puede ser más bondadoso que Dios? Dios
aborrece a la apóstata Iglesia Católica Romana. Delante de El ella es una
gran ramera, una abominación. Un día, al final de esta era, Dios hará que
los regidores diabólicos de la tierra hagan Su voluntad y destruyan a la
iglesia apóstata consumiéndola con fuego. Aunque muchos de nosotros
hemos tenido la Biblia en nuestras manos por años, no hemos visto el
significado de esos dos versículos. ¡Alabado sea el Señor porque muchos
de nosotros hemos visto esto! Hemos recibido un entendimiento claro de
que la Iglesia Romana será quemada. Por esta razón, debemos decirle a
nuestros amigos y familiares que salgan de ella.
Si usted quiere que sus familiares y amigos salgan de la Iglesia Católica
Romana, debe hablarles en la forma correcta. Tal vez usted esté
preocupado por su mamá. No le diga: “Mamá, un día el anticristo quemará
tu iglesia”. Debe hablarle a su mamá con sabiduría y franqueza. Para
empezar, puede invitarla a leer la Biblia con usted. No comience con
Apocalipsis 17. Es mejor empezar con el capítulo doce y leer sobre la
mujer universal resplandeciente revelada allí. Sin duda, su mamá estará
interesada en esto, y puede que diga: “Durante toda mi vida en la Iglesia
Católica, nunca oí esto”. En la siguiente ocasión, puede leer el capítulo
trece en cuanto a la bestia y el anticristo, y después puede leer el capítulo
diecisiete. Gradualmente puede ayudarla a que vea que la mujer sentada en
la bestia escarlata es la Iglesia Católica Romana. Pero no se lo diga
directamente. Lea con su mamá el capítulo e invítela a que piense en lo
que han leído. Al final, ella llegará a la conclusión de que la mujer que
está sentada sobre la bestia es la Iglesia Católica. Incluso es posible que
diga: “Tal parece que la que monta sobre la bestia es mi iglesia”. Deje que
ella llegue a esa conclusión por sí sola. Después de que ella haya llegado a
esa conclusión, debe preguntarle si está segura de que es así. Debemos
tener sabiduría para hablarle a la gente sin ofenderla. No le diga a la gente
directamente que la Iglesia Romana es demoníaca.
El catolicismo astuto y diabólico está metido en la sangre de sus
feligreses, y no es fácil ayudarles a salir de allí. Si desea que sus familiares
y amigos salgan de la Iglesia Católica, debe orar por ellos
desesperadamente, pidiendo al Señor que tenga misericordia de ellos y les
abra los ojos. Tal vez usted tenga tanta carga que ore al Señor diciendo:
“Señor estoy desesperado en cuanto a mi mamá. Simplemente no puedo
seguir adelante si ella no se sale del catolicismo. Señor, éste es un asunto
de vida o muerte. Tienes que hacer que mi madre se torne a Ti”. Le
aseguro que el Señor contestará esa oración. Pero cuando usted hable con
ella sea sabio y manténgase lleno de la unción. Nunca discuta.
Cuando hable con los que están en la Iglesia Católica, no sea áspero.
Acérquese a ellos con sinceridad, honestidad, delicadeza y sabiduría.
Además este contacto debe estar respaldado por mucha oración. Aun
cuando esté hablando con ellos debe orar: “Señor, ten misericordia de
ellos; abre sus ojos para que vean quién es la gran ramera”. Si hacemos
esto, seremos testigos vivos ante las personas. Pero no tenemos intención
de aumentar en numero por medio del proselitismo. Nuestro incremento
está en las manos del Señor. Nuestra carga no es ganar prosélitos, sino dar
testimonio a todos. Por ser el testimonio vivo de Jesús, tenemos que
aprender a expresar al Señor según lo que hayamos visto. No discuta con
las personas ni las ofenda; hable de una manera placentera. El Señor le
dará la gracia que necesita para ser este testimonio.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y TRES
LA BABILONIA MATERIAL
En este mensaje examinaremos la Babilonia material (18:1-24). La Biblia
revela tres aspectos de Babilonia: la antigua Babilonia literal, la Babilonia
religiosa y la Babilonia material. La antigua Babilonia estaba en lo que
hoy es Irak. Visité esa región hace dieciocho años y me pareció muy
polvorienta y caliente como un horno. No pude soportar el clima. Antes de
visitar esa área, estudié las maldiciones que contiene la Biblia sobre
Babilonia. El Antiguo Testamento, especialmente el libro de Jeremías,
contiene muchas maldiciones y sentencias pronunciadas por Dios contra
Babilonia. Durante mi visita, pude ver que en todos los aspectos lo dicho
por la Biblia en cuanto a Babilonia se ha cumplido.
La antigua ciudad de Babilonia es también la antigua Babel. Génesis 11
habla de la torre y la ciudad de Babel. Tanto Babel, el nombre hebreo,
como Babilonia, el nombre griego, significan confusión. Babel fue
fundada por Cus, el padre de Nimrod. De acuerdo con la historia, Nimrod
inventó el sistema de adoración pagana de idolatría. Muchos siglos
después, Babel fue ensanchada por Nabucodonosor y vino a ser la
Babilonia conocida en el Antiguo Testamento. Babilonia se volvió
maligna y diabólica porque bajo Nabucodonosor los babilonios
destruyeron el templo y robaron los utensilios sagrados que se usaban en
el servicio del templo de Dios (Dn. 1:1-2; 2 R. 25:8-9, 14-15). Además,
Nabucodonosor llevó esos utensilios a Babilonia y los puso en el templo
de sus ídolos (Dn. 1:1-2). Esto fue un insulto a Dios. En el tiempo de la
restauración, en el Antiguo Testamento, Esdras trajo esos utensilios de
vuelta a Jerusalén, y los puso en el templo que había sido reconstruido
(Esd. 1:7-11; 5:14; 6:5). Por consiguiente, Babilonia se hizo maligna no
solamente por su idolatría, sino también por destruir el templo de Dios y
llevarse cautivo el pueblo de Dios y los utensilios sagrados.
En la Biblia tenemos dos líneas importantes: la línea de Babel y la de
Jerusalén. La línea de Babel es una falsificación de la línea de Jerusalén.
Antes de que Dios comenzara la línea de Jerusalén, Satanás había
comenzado su falsificación. Por consiguiente, las dos ciudades, Babilonia
y Jerusalén, se oponen entre sí. Estas dos líneas han continuado hasta el
presente. La iglesia es la Jerusalén de hoy, y la Iglesia Católica Romana es
la Babel actual, Babilonia. Además, las hijas de la gran ramera, las
denominaciones y grupos que continúan practicando algunas de las
tradiciones babilónicas, también pertenecen a la categoría de Babilonia.
Solamente las iglesias locales puras y genuinas están en la línea de
Jerusalén en la actualidad. Esta es la consumación de la Biblia, el producto
final de la línea de Babel y de Jerusalén.
Los capítulos del diecisiete al veintidós son la conclusión máxima de toda
la Biblia. En estos capítulos también vemos dos ciudades: Babilonia y
Jerusalén. Babilonia será totalmente destruida, y Jerusalén será
completamente edificada. Esta es la consumación de la Biblia, el resultado
máximo de la línea de Babel y la linea de Jerusalén.
Los escritos de G. H. Pember y el libro de Alexander Hislop titulado Las
dos Babilonias, dicen que sin excepción, toda las religiones paganas
tuvieron su origen en Babilonia. La religión inventada por Nimrod se ha
propagado a todo el mundo, hasta India, China y Japón. Por ejemplo,
Nimrod dio origen al cuadro de la madona y su niño. La historia que yace
detrás de ese cuadro es una historia maligna de incesto. Sin embargo, ese
cuadro ha sido tomado por el catolicismo y presentado como María y
Jesús. Cuando yo era niño, vi ese cuadro de la mujer y el niño en los
templos de idolatría en China. Más tarde, me sorprendió ver el mismo
cuadro en una catedral católica. Finalmente, al estudiar me enteré de que
ambos tenían el mismo origen. Los primeros misioneros católicos que
llegaron a China encontraron la imagen de la madona y el niño en los
templos budistas. También se encuentra en Japón y en India. Aunque el
mismo cuadro con diferentes títulos se halla en todas partes, el origen se
remonta a Nimrod en Babel. Este ejemplo muestra que todas las religiones
son extensiones de Babilonia. Todas las religiones proceden de un solo
origen diabólico, la antigua ciudad de Babilonia.
El segundo aspecto de Babilonia es la Babilonia religiosa. A los ojos de
Dios la Iglesia Católica Romana es Babilonia, pues conserva muchos
aspectos del judaísmo y ha asimilado mucho del paganismo.
El tercer aspecto de Babilonia, es la Babilonia material, la cual es la
ciudad de Roma.
Es difícil algunas veces distinguir entre estos tres aspectos de Babilonia
debido a que la Biblia no los separa. Por ejemplo, la Babilonia de
Apocalipsis 18 es la Babilonia material. Cuando yo era joven, algunos
maestros cristianos me decían que ésta era la Babilonia literal. Sin
embargo, este capítulo no se refiere a la Babilonia literal, sino a la ciudad
de Roma, la cual a los ojos de Dios es Babilonia.
En Apocalipsis 17 y 18 se habla de dos aspectos de Babilonia, el religioso
y el material, y ambos están mezclados. Por un lado, la mujer del capítulo
diecisiete es una “ramera” y representa la iglesia apóstata; pero por otro,
es una “mujer” y denota la ciudad de Roma. El versículo 1 habla de la
ramera, y el versículo 18 de la mujer. Por consiguiente, la mujer de este
capítulo representa el aspecto de la ramera, la iglesia apóstata, y también
el aspecto de la mujer, la ciudad física de Roma.
No es fácil entender la Biblia. Necesitamos examinar detenidamente y con
oración ciertos pasajes varias veces. No se por qué el Señor en algunos
versículos usa indiscriminadamente los diversos aspectos de Babilonia; lo
único que sé, es que lo hace. Conocer los aspectos de Babilonia equivale a
conocer las profecías relacionadas con las dos venidas de Cristo. En varios
pasajes del Antiguo Testamento se mencionan juntas las dos venidas de
Cristo. Son como dos cordilleras que parecen una sola cuando se miran
desde lejos. Pero cuando uno se acerca se da cuenta de que hay una gran
separación entre las dos. Cuando leemos las profecías sobre la venida de
Cristo, tenemos que saber cuál se refiere a Su primera venida, y cuál a la
segunda. Así sucede con los versículos que se refieren a Babilonia.
Debemos discernir cuáles hablan de la antigua Babilonia, cuáles de la
Babilonia religiosa y cuales de la Babilonia material. Si entendemos esto
con claridad, podremos entender los capítulos diecisiete y dieciocho de
Apocalipsis. Hace años yo sencillamente no entendía estos capítulos
debido a que no conocía los diversos aspectos de Babilonia. Si los
entendemos, tendremos un cimiento sólido para comprender estos dos
capítulos, y podremos discernir cuáles versículos se refieren al aspecto
religioso y cuáles al material.

I. LA MANIFESTACION DE CRISTO
Cristo aparecerá en el tiempo de la destrucción de la Babilonia material.
Apocalipsis 18:1 dice: “Después de esto vi a otro Angel descender del
cielo con gran autoridad; y la tierra fue iluminada con Su gloria”. Este
ángel es Cristo, quien desciende del cielo e ilumina la tierra con Su gloria.
En Su manifestación Cristo viene como un ángel enviado por Dios. En el
Antiguo Testamento varias veces Cristo era el ángel enviado por Dios. En
Génesis 22:11-12, Exodo 3:2-6, Jueces 6:11-24 y Zacarías 1:11-12, 2:3, 8-
11 y 3:1-7, leemos sobre el ángel de Jehová. Al estudiar el contexto de
todas estas referencias sobre el ángel de Jehová, se ve que en realidad es el
Señor mismo. En el libro de Apocalipsis Cristo es revelado por lo menos
tres o cuatro veces como un ángel enviado por Dios para cumplir Su
comisión (7:2; 8:3; 10:1; 18:1). Aquí Cristo aparece de esta manera.
En 10:1 Cristo sigue envuelto en una nube, y en 14:14 El está sentado
sobre la nube, mientras que Su gloria aquí en 18:1 resplandece sobre la
tierra, lo cual indica que Su venida a la tierra está más cerca que cuando se
menciona en 10:1 y 14:14. El descenderá del cielo primeramente envuelto
en la nube de modo secreto, y luego vendrá en la nube visiblemente, y por
último resplandecerá sobre la tierra y con gran autoridad destruirá a
Babilonia la Grande, la ciudad de Roma. En ese entonces tomará posesión
de toda la tierra, y ésta será Su reino. Por lo tanto, la caída de la Babilonia
material sucederá cuando Cristo se manifieste.
II. LOS DOS ASPECTOS
DE BABILONIA LA GRANDE
En 18:3 se mencionan los aspectos material y religioso de Babilonia. Allí
dice: “Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su
fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los
mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de su lujo”. “Las
naciones han bebido del vino ... y los reyes de la tierra han fornicado con
ella...” Esto se refiere al aspecto religioso, mientras que “los mercaderes
de la tierra se han enriquecido de la potencia de su lujo” se refiere al
aspecto material. Es la religión romana, no el Imperio Romano, la que ha
embriagado a todas las naciones con su vino religioso y diabólico. Del
mismo modo, es la ciudad de Roma, no la Iglesia Romana, la que ha
enriquecido a los mercaderes de la tierra de la potencia de su lujo. Por
consiguiente, en un solo versículo se incluyen el aspecto religioso y el
material.
III. EL LLAMAMIENTO A SALIR DE ELLA
El versículo 4 dice: “Salid de ella, pueblo Mío, para que no seáis
partícipes de sus pecados, ni recibáis sus plagas”. Puesto que Babilonia la
Grande tiene dos aspectos, salir de ella significa salir de la Babilonia
material y de la religiosa. Esto lo demuestra el uso del pronombre “ella”
en este versículo. El antecedente de este pronombre es la Babilonia de dos
aspectos revelada en los versículos 2 y 3.
IV. EL ORGULLO DE BABILONIA
Y SU DESTRUCCION
Los versículos del 6 al 8 presentan el orgullo de Babilonia y su
destrucción. Ella se jacta de ser una reina, no una viuda. Como tal, piensa
que nunca sufrirá. Pero cuando llegue el juicio, el Señor la destruirá, y
sufrirá mucho tormento y dolor. En un día vendrán las plagas, y será
consumida por completo con fuego.
V. LA CAIDA DE LA BABILONIA MATERIAL
En el versículo 2 vemos la caída de la Babilonia material. Este versículo
dice: “Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia la
Grande, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu
inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible”. En 14:8 un
ángel decía: “Ha caído, ha caído Babilonia la Grande”, y en este versículo
Cristo pronuncia las mismas palabras. Esto indica que Babilonia tendrá
dos caídas, la de la Babilonia religiosa y la de la Babilonia material. La
caída de la Babilonia religiosa se producirá al comienzo de la gran
tribulación, y la de la Babilonia material se producirá al final de la gran
tribulación. El capítulo dieciocho relata la caída de la Babilonia material,
no de la Babilonia religiosa.
El versículo 2 dice que Babilonia se ha vuelto “habitación de demonios y
guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y
aborrecible”. Este versículo contiene referencias y citas de los profetas
Isaías y Jeremías. Al condenar la Babilonia literal, Jeremías usa
expresiones como éstas. Finalmente, la ciudad de Roma será condenada y
maldita como lo fue la antigua Babilonia. Por esta razón, la ciudad de
Roma ya no será un lugar donde puedan morar seres humanos. Roma es
una ciudad bastante interesante, y a los turistas les encanta ir allá. Sin
embargo, viene el día cuando nadie la visitará debido a que estará llena de
demonios, espíritus inmundos y aves aborrecibles e inmundas. Esta es la
señal de que será abominable a los ojos de Dios. La Babilonia material, la
ciudad de Roma, será aborrecida por Dios por haber sido el origen de la
política y la religión, las cuales son diabólicas. En el Imperio Romano
vemos la política diabólica, y en la Iglesia Católica Romana, se ve la
religión diabólica. Estas cosas diabólicas han estado en el poder por lo
menos dos mil años y han hecho daño a la humanidad y la han
envenenado. Por consiguiente, Dios intervendrá y juzgará la ciudad de
Roma, haciendo de ella un lugar inhabitable. Como resultado de la
condenación y la maldición pronunciada contra la antigua Babilonia, se
hizo inhabitable para los humanos. Lo mismo sucederá con la Babilonia
material.
VI. LAMENTACION SOBRE BABILONIA
En los versículos del 9 al 19 tenemos el llanto sobre Babilonia. El
versículo 9 dice: “Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con
ella han vivido en lujos, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando
vean el humo de su incendio”; y leemos en el versículo 11: “Y los
mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque
ninguno compra más su cargamentos”. Los comerciantes internacionales
que han obtenido grandes ganancias de esta ciudad rica llorarán cuando la
vean bajo el juicio de Dios.
Los versículos 12 y 13 son una lista de la mercancía vendida por los
comerciantes de la tierra. Ya que la mercancía mencionada en estos
versículos consiste en varios artículos materiales, queda demostrado que
Babilonia la Grande es la ciudad material. La mercancía es de siete clases:
desde oro hasta perlas son ornamentos; desde lino fino hasta escarlata son
atuendos; desde cedro hasta mármol son muebles y decoración; desde
canela hasta incienso son especias; desde vino hasta ovejas son alimento;
caballos y carros son transporte; los esclavos y las almas de hombres son
trabajadores. De toda la mercancía con que trafica Babilonia lo primero es
el oro y lo último es almas de hombres. Las almas de los hombres son
hombres que se venden por trabajo. Esto no sólo describe la Babilonia
venidera, sino también el mundo de hoy. Las personas se venden por
completo a sus empleadores o patrones. Muchos venden sus almas, sus
vidas, y todo su ser a su ocupación, y descuidan a Dios y su destino eterno.
Esta lista de artículos muestra que la ciudad de Roma será una ciudad
capitalista, no comunista. El capitalismo prevalecerá en Roma hasta que la
Babilonia material sea destruida.
VII. REGOCIJO EN EL CIELO
POR EL JUICIO SOBRE BABILONIA
El versículo 20 dice: “Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos,
apóstoles y profetas; porque Dios ha pronunciado juicio a vuestro favor
contra ella”. Mientras que muchos llorarán y lamentarán por la destrucción
de Babilonia, otros se regocijarán. Los que están en la tierra se lamentarán,
pero los que están en el cielo se regocijarán. Nosotros ciertamente
estaremos en el cielo entre los que se regocijarán. Además creo que
seremos testigos de la destrucción de Babilonia. Cuando veamos su humo
subir, nos alegraremos.
VIII. LA DECLARACION DE LA DESTRUCCION
COMPLETA DE BABILONIA
En los versículos del 21 al 24 encontramos la declaración de la destrucción
total de Babilonia. El versículo 21 dice: “Y un ángel fuerte tomó una
piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo:
Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca
más será hallada”. Es posible que la destrucción de Babilonia sea
ejecutada por un gran terremoto que hundirá la ciudad entera en el mar.
Puesto que éste es el destino de Babilonia, aconseje a sus amigos que
salgan de ella.
IX. ALABANZA EN EL CIELO POR EL JUICIO
EJECUTADO SOBRE LA GRAN RAMERA
En Apocalipsis 19:1-4 tenemos la alabanza en el cielo por el juicio
ejecutado sobre la gran ramera. En los versículos del 1 al 3 tenemos la voz
de una gran multitud en el cielo, que alaba a Dios diciendo: “¡Aleluya!”
Aunque el capítulo dieciocho se refiere al juicio sobre la Babilonia
material, las alabanzas mencionadas en estos versículos del capítulo
diecinueve no están principalmente relacionados con la Babilonia
material, sino con la Babilonia religiosa. Esto se debe a que a lo largo de
los siglos ambos aspectos han sido mezclados. Hasta el año 476 d. de C.
Roma era el centro de la política. Desde esa fecha ha sido el centro de la
religión. La Iglesia Católica Romana surgió como potencia en el siglo
sexto, y para el fin de ese siglo el sistema papal se había establecido
completamente. De estos diecinueve siglos, vimos en los primeros cinco el
predominio del Imperio Romano, y en los últimos catorce el de la Iglesia
Católica Romana. Cuando llegue el momento de la caída de Babilonia, el
aspecto religioso será destruido primero, y el material después. La
alabanza ofrecida en el cielo no se relaciona principalmente con la
destrucción de la Babilonia material, sino de la Babilonia religiosa, porque
ante Dios el aspecto religioso es más detestable que el material. Hoy no
nos interesa la Roma material, pero si nos preocupa la Roma religiosa.
¡Cuán felices estaremos cuando veamos la caída de la Babilonia religiosa!
En Apocalipsis 19:4 dice: “Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres
vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y
decían: ¡Amén! ¡Aleluya!” Después de que la voz de una gran multitud en
los cielos dice: “¡Aleluya!”, los veinticuatro ancianos y los cuatro seres
vivientes dicen: “¡Amén! ¡Aleluya!” El “Amén” viene primero porque
algunos aleluyas ya se han pronunciado. Los veinticuatro ancianos y los
cuatro seres vivientes dicen “Amén” a estos aleluyas y añaden más
aleluyas. En 1967 el Señor nos mostró cómo podemos invocar Su nombre.
Al mismo tiempo comenzamos a ver que debemos alabarle continuamente.
Las reuniones que teníamos en 1967 y 1968 estaban llenas de amenes y de
aleluyas. Los religiosos nos censuraban por ello, y una pequeña parte de la
Babilonia religiosa se levantó contra nosotros. No tengo idea cuál haya
sido la razón por la cual hicieron esto. Se opusieron a que alabáramos al
Señor con amenes y aleluyas. Pero el libro de Apocalipsis indica que
alabar al Señor de esta manera será la práctica del futuro. Lo que se
practicará en el cielo en el futuro lo podemos practicar nosotros hoy en la
tierra.
Si creemos en la Biblia, debemos aceptar el libro de Apocalipsis. Sin este
libro, la Biblia carecería de conclusión. El credo de Nicea, formulado en el
año 325 d. de C. en un concilio convocado bajo la autoridad del
emperador Constantino, es ampliamente aceptado tanto en el catolicismo
como en el protestantismo. Cuando se celebró dicho concilio había siete
libros del Nuevo Testamento que no se habían aceptado completamente:
Hebreos, Jacobo, la segunda epístola de Pedro, la segunda y la tercera
epístolas de Juan, Judas y Apocalipsis. Estos fueron oficialmente
reconocidos en el año 393 d. de C., en el concilio de Cartago. Por
consiguiente, el credo de Nicea fue formulado probablemente sin el libro
de Apocalipsis.
Para muchos cristianos el libro de Apocalipsis es un libro desconocido.
Para muchos de ellos es como si el libro de Apocalipsis no estuviera en la
Biblia. Aunque lo leen no lo entienden. Esto se debe a la astucia del
enemigo. Ningún otro libro de la Biblia ha sido tan sacudido por la
opinión cristiana como el libro de Apocalipsis. Por esta razón, en 22:18-19
el Señor Jesús dice: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la
profecía de este libro: Si alguno añade algo, Dios le añadirá a él las plagas
que están escritas en este libro. Y si alguno quita de las palabras del libro
de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida, y de la santa
ciudad, de los cuales se ha escrito en este libro”. Debemos tener cuidado y
no agregar ni quitar nada de las palabras de la profecía de este libro. Aún
así, a lo largo de los siglos la mayoría de los cristianos ha hecho a un lado
partes de este libro. Aunque el libro de Apocalipsis consta en la Biblia, en
la experiencia de muchos, este libro en realidad ha sido eliminado. Esta es
la razón por la cual muchos cristianos han perdido las bendiciones de
Dios. Desde que el Señor abrió este libro a nosotros, hemos recibido
muchas bendiciones. Creo que estos mensajes harán que muchos se tornen
y avancen otro paso en todas las iglesias. Las iglesias recibirán mucha
bendición.
Existen varias exposiciones del libro de Apocalipsis. Debido a que la
mayoría de estos escritos no sigue un principio sano al interpretar dicho
libro, mucho de lo que dicen no es exacto. Para poder interpretar
correctamente el libro de Apocalipsis tenemos que estar familiarizados
con toda la Biblia. Como ya dijimos, casi todos los símbolos de este libro
hacen referencia a un símbolo del Antiguo Testamento. Por consiguiente,
tenemos que conocer el origen del símbolo que aparece en el Antiguo
Testamento y luego seguir el desarrollo del mismo en el Nuevo
Testamento. Como ejemplo tenemos el candelero de Apocalipsis 1. Se
menciona por primera vez en Exodo 25 y luego en Zacarías 4. Para
conocer el significado del candelero de Apocalipsis, tenemos que
consultar Exodo 25 y Zacarías 4. Además, necesitamos entender el
desarrollo de este asunto del candelero en el libro de Apocalipsis. Esta es
la manera en que se debe entender la Biblia.
Otro ejemplo de la comprensión apropiada del Apocalipsis es el asunto de
la bestia que consta en el capítulo trece. Para saber lo que la bestia es,
tenemos que ir a Daniel 7, puesto que la bestia de Apocalipsis 13 es tanto
una alusión a la bestia revelada en Daniel 7 como al desarrollo de la
misma.
Si estudiamos la primera vez que algún símbolo se menciona y seguimos
su desarrollo, tendremos la interpretación correcta. Debemos seguir este
principio básico al estudiar el libro de Apocalipsis. Sin embargo, muchos
expositores de este libro no siguen estos principios. Alabado sea el Señor
porque nos ha mostrado los principios básicos. Todas las interpretaciones
que el Señor nos ha dado concuerdan con estos principios y están
respaldados por la historia. Por consiguiente, nosotros hemos sido
esclarecidos sobre lo que son el Imperio Romano, la Iglesia Romana y el
anticristo. Ya vimos que el anticristo tendrá una personalidad doble; será
tanto el séptimo césar como el octavo. Como el octavo césar tendrá el
cuerpo del séptimo y el espíritu del quinto. Por consiguiente, él será una
figura extraordinaria. Si entendemos esto claramente, sabremos en dónde
nos encontramos y que pasará en el futuro cercano.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y CUATRO
LAS BODAS DEL CORDERO
Y LA FIESTA DE BODAS
Después de que Dios juzgue todas las cosas negativas reveladas en los
capítulos dieciséis, diecisiete y dieciocho, vemos las bodas del Cordero y
la fiesta de bodas (19:5-10). Es posible que usted nunca se haya dado
cuenta de que Cristo, el Cordero, necesita casarse. Este concepto es
totalmente contrario a la religión. ¿Quién pensaría que el Redentor
necesita casarse? Un día Juan el Bautista declaró: “¡He aquí el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo!” (Jn. 1:29). Este versículo
claramente revela que Cristo vino como el Cordero que quita el pecado del
mundo. Más tarde Juan el Bautista también expresó que Cristo es el novio.
El dijo: “El que tiene la novia, es el novio; mas el amigo del novio, que
está allí y le oye, se goza grandemente de la voz del novio” (Jn. 3:29). Por
consiguiente, en el Evangelio de Juan Cristo es revelado como el Cordero
que vino a quitar el pecado y como el Novio que vino para obtener la
novia. La meta de Cristo no es quitar el pecado, sino obtener la novia. En
el libro de Apocalipsis, también escrito por el apóstol Juan, vemos que
Cristo nuestro Redentor es el Cordero y el Novio que viene. Así que, El
como el Novio, necesita casarse.
La boda del Cordero será una boda universal. Será el matrimonio del
Redentor y los redimidos. Al final de la Biblia vemos una ciudad, la
Nueva Jerusalén. Esta ciudad es la esposa (21:2, 9-10), y el Dios redentor
es el esposo. Aunque esta idea del matrimonio entre Dios y el hombre es
ajena a la religión, nosotros la recalcamos en el recobro para indicar que
nuestra posición es la condición de novia, y que la posición del Cristo que
viene es la de Novio. Estamos en la tierra siendo preparados para llegar a
ser la novia que ha de recibirle, y El está en el trono en el tercer cielo,
preparado para venir como Novio a nuestro encuentro. Por lo tanto, El
viene como Novio, y nosotros vamos a El como novia. La novia y el
Novio se encontrarán, mas no en el cielo ni en la tierra, sino en los aires.
Cuando nos reunamos con El en los aires, tendremos una boda.
I. DESPUES DE LA DESTRUCCION
DE BABILONIA LA GRANDE
Las bodas del Cordero se producirán después de que Babilonia la Grande
sea destruida (19:1 4). En el universo no hay solamente una novia pura y
casta; también existe una falsificación, la gran ramera. Parte de la novia
fue capturada por la ramera y relacionada con ella. Tome por ejemplo el
caso de la señora Guyón. Aunque ella era parte de la novia, estaba
relacionada con la ramera. Sin embargo, ésta no amaba a la señora Guyón;
por el contrario, la envió a la cárcel. De todos modos, la señora Guyón
estaba relacionada con la ramera. Como ya dijimos, ella se paraba frente a
una estatua de María. La situación de hoy es muy complicada. La Biblia
condena a la ramera, y nosotros también. Pero dentro de la ramera hay
creyentes genuinos, muchos de los cuales buscan al Señor con más
diligencia que los que están en las denominaciones. Debido a lo complejo
de la situación, nuestra visión debe ser clara. Tenemos que estar
conscientes de nuestra posición y de que nunca debemos relacionarnos con
la falsificación, la ramera.
La Biblia revela que Satanás siempre trata de mezclarse con las cosas de
Dios. Las actividades satánicas siempre son motivadas por lo que Dios
está haciendo. Según la Biblia, no hay prácticamente ningún aspecto del
mover de Dios en el que Satanás no haya tratado de intervenir. Donde
Dios vaya, allí va Satanás. El está activo incluso cuando nosotros
predicamos el evangelio, y trata de entrometerse en la edificación de la
iglesia. En el día de Pentecostés tanto Dios como Satanás estaban activos.
El principio es el mismo en el recobro del Señor en la actualidad, pues
Satanás sigue creando falsificaciones de lo que Dios hace. Con frecuencia
la obra de Satanás precede la obra de Dios. Por ejemplo, antes de que
Jerusalén fuese edificada por Dios, Satanás erigió la torre y la ciudad de
Babel. Satanás conoce la intención de Dios y procura generar una
falsificación antes de que Dios lleve a cabo Su plan. ¡Qué insidioso!
Tenemos que discernir claramente la falsificación que Satanás hace de la
novia, y jamás debemos enredarnos con ella. Somos parte de la novia.
¿Cómo podríamos relacionarnos con la ramera?
A lo largo de los años muchos amados cristianos se me han acercado
haciendo lo posible por discutir conmigo y convencerme. Algunos dicen:
“Hermano Lee, ¿no se da cuenta de que yo soy un verdadero hermano en
el Señor? ¿No se da cuenta de que hay muchos cristianos genuinos en las
denominaciones? ¿Por qué nos rechaza a todos nosotros?” Muchas veces
cristianos firmes me han confrontado con preguntas por el estilo. Siempre
les contesto: “Usted es un amado hermano, y yo no lo rechazo. Sin
embargo, ¿sabe usted en dónde está? Usted está en un lugar condenado
por Dios. Aunque usted es nuestro hermano, sigue en el lugar
equivocado”. Tenemos que ver la diferencia entre las personas y el lugar.
La persona puede ser recta a lo sumo, pero el lugar en donde se halla
puede ser completamente erróneo.
En 1957 un amado siervo del Señor fue invitado a Taiwán. Durante su
visita, los líderes tuvieron mucha comunión con él. Uno de los hermanos
le dijo: “Aquí en Taipéi hay varios grupos cristianos que afirman no tener
denominación y se reúnen en el nombre del Señor Jesús. Díganos hermano
¿cuál de estos grupos es el correcto?” El respondió que ninguno de ellos
estaba completamente bien y que todos ellos estaban parcialmente en lo
correcto. Sorprendidos por esa respuesta, los hermanos le preguntaron cuál
era el criterio por el cual él afirmaba que dichos grupos eran relativamente
válidos. El contestó que ellos tenían razón parcialmente según la medida
de Cristo. Dijo que cuanto más de Cristo tuvieran, más acertados estarían
en cuanto a la iglesia, y cuanto más pequeña fuera la medida de Cristo,
menos acertados estarían en este asunto. Durante las primeras dos
reuniones con este hermano yo fui el intérprete. Pero cuando dijo esto, yo
decidí intervenir y debatir; así que le dije: “Ya que hablamos de la medida
de Cristo, algunos dicen que cuanto mayor sea la medida de Cristo que
uno tenga, tendrá más razón en cuanto a la iglesia. Todos estamos de
acuerdo con que en los últimos trescientos años la señora Guyón fue tal
vez la persona con la mayor medida de Cristo. No obstante, ¿podemos
decir que ella estaba en lo correcto en cuanto a la iglesia? Ella estaba en la
Iglesia Católica Romana, que es una iglesia satánica. Examinemos la
tipología del Antiguo Testamento. Los hijos de Israel fueron llevados
cautivos y estuvieron en esa condición por setenta años, al final de los
cuales Dios intervino y les mandó que regresaran a Jerusalén.
Supongamos que se levantara un predicador y dijera: ‘No es necesario
regresar a Jerusalén. Vean cuán espiritual es Daniel, y él todavía está en
Babilonia. En tanto que seamos espirituales, no importa dónde estemos’.
¿Está usted de acuerdo con esto? Ser espiritual es una cosa, y estar en el
lugar debido es otra. Uno puede ser tan espiritual como Daniel, pero si
permanece en Babilonia, se quedará en Babilonia. La condición de uno tal
vez sea espiritual, pero sigue en el cautiverio. No use a Daniel como
pretexto. Aunque él permanecía en Babilonia, abría sus ventanas hacia
Jerusalén y oraba tres veces al día (Dn. 6:10). Daniel murió en el mismo
año que se hizo la proclamación de que los cautivos volvieran a Jerusalén
(Dn. 1:21; Esd. 1:1-3). Si no hubiese muerto ese año, probablemente
habría regresado a Jerusalén. Mientras uno esté vivo, tiene que volver a
Jerusalén. No piense que no tiene importancia el lugar donde uno está. La
Iglesia Católica y todas las denominaciones y grupos facciosos son
condenados en el Nuevo Testamento. ¿Quién puede justificarlos? No
importa cuán espiritual sea uno, en tanto que esté en la Iglesia Católica, en
las denominaciones o en los grupos facciosos, está en una posición
condenada por las Escrituras”.
Pese a que algunos puedan justificarse, en lo profundo de su conciencia
saben que están en el lugar equivocado. Cuando algunas personas discuten
conmigo, simplemente les digo: “Aunque discuta conmigo, hay alguien
dentro de usted que está de acuerdo conmigo y en desacuerdo con usted.
Aquel que está dentro de usted no está de tu lado; El está de mi lado”.
Muchos de los que hemos seguido el camino de la iglesia no recibimos la
visión inmediatamente. Permanecimos donde estábamos tratando de
reconciliar las cosas. Finalmente, Aquel que estaba en nosotros, quien es
mucho más fuerte que nosotros, nos capturó y tuvimos que venir al lugar
correcto. Tenga en claro que ser la persona correcta es una cosa, pero estar
en el lugar correcto es otra.
Vivimos en un tiempo de complicaciones y confusión. Tanto la novia
como la falsificación, la ramera están presentes. Aparentemente la ramera
prevalece sobre la novia. Esta es como una pequeña yerba, y aquélla como
un gran árbol (Mt. 13:31-32). Si uno sólo mira la apariencia, será
engañado y distraído. Es difícil para la mayoría de los cristianos discernir
entre ellas. La apariencia externa es casi la misma: oro, perlas y piedras
preciosas. Ambas tienen algo de Dios, algo de Cristo y algo de la Biblia.
Pero en el recobro del Señor hoy la visión es clara, y la luz brilla. Esta luz
pone las cosas de manifiesto y las discierne. Por medio de la luz que hay
en el recobro del Señor, sabemos qué es real y qué es falso; sabemos cuál
es la novia y cuál es la ramera, y podemos discernir fácilmente la una de la
otra. Aleluya, estamos en la novia y no tenemos nada que ver con la
ramera. Además, sabemos que un día el Señor intervendrá y juzgará a la
ramera. Así que, las bodas del Señor se llevarán a cabo después de la
destrucción de la ramera.
Algunos de ustedes pueden seguir sintiendo compasión de la ramera. Pero
yo tengo la certeza de que cuando se celebren las bodas del Cordero,
ninguno de nosotros le tendrá compasión. Aunque usted discuta a favor de
ella ahora, con el tiempo ella será totalmente consumida y destruida. El
Señor aborrece a la ramera, y antes de disfrutar una boda placentera con
Su novia, El se deshará de una vez por todas de la ramera. Ningún novio
desearía ser parte de una relación en la cual él no es el único novio. Por
supuesto, el Señor como Novio no tolerará semejante cosa. En las bodas
del Cordero y la novia no habrá una tercera persona. La tercera persona, la
ramera, será completamente consumida. Alabado sea el Señor por esto. Yo
me regocijaré cuando vea la destrucción de esta falsificación, la Babilonia
la grande.

II. DESPUES DEL ARREBATAMIENTO


DE LA MAYORIA DE LOS CREYENTES
Las bodas del Cordero se llevarán a cabo después del
arrebatamiento de la mayoría de los creyentes (1 Ts. 4:15-17). Habrá
varios arrebatamientos: el arrebatamiento de las primicias, el del
hijo varón, el de los vencedores que están sobre el mar de vidrio, el
de los dos testigos, el de la mayoría de los creyentes y el de la
rebusca. Las bodas del Cordero se celebrarán después de estos
arrebatamientos.
III. DESPUES DE COMPARECER
ANTE EL TRIBUNAL DE CRISTO
Las bodas del Cordero también se producirán después de que
hayamos comparecido ante el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10).
Después de todos los arrebatamientos y antes de las bodas, se
presentará el juicio ante el tribunal de Cristo para determinar
cuáles creyentes serán aptos para participar de la fiesta de bodas. Si
uno es recompensado ante el tribunal de Cristo participará en la
fiesta de bodas. Si no lo es, ni es aprobado por el Señor, no
perecerá, pero sí sufrirá la pérdida de la que habla 1 Corintios 3:15.
Este versículo dice: “Si la obra de alguno es consumida, él sufrirá
pérdida, pero él mismo será salvo, aunque así como pasado por
fuego”. De seguro, los salvos que sufrirán pérdida no participarán
de la fiesta de bodas. Según Mateo 25:1-13, las cinco vírgenes sabias
entrarán a la fiesta de bodas, mientras que las necias serán
rechazadas.
El juicio que se efectuará ante el tribunal de Cristo no determinará
si uno será salvo o perecerá, pero sí decidirá si recibiremos el
galardón del Señor o sufriremos pérdida. Sólo los salvos
comparecerán ante este tribunal. Al venir el Señor del cielo hacia la
tierra, se detendrá en los aires, y allí llevará a cabo algunas cosas. El
tribunal de Cristo será establecido en los aires, y también allí se
celebrarán las bodas. Después de este juicio y de las bodas, Cristo
descenderá con Sus escogidos, los cuales serán Su ejército, para
luchar contra el anticristo en la batalla de Armagedón. Por
consiguiente, tanto el juicio de Cristo como las bodas se efectuarán
en los aires. Por consiguiente, las bodas se efectuarán después de
que sea destruida la ramera, después de todos los arrebatamientos y
después del juicio ante el tribunal de Cristo. Como veremos, los que
son escogidos en el tribunal serán la novia y también los invitados a
la fiesta. Los invitados serán la novia corporativa.
IV. LAS BODAS DEL CORDERO
A. La alabanza de la gran multitud
En los versículos del 5 al 7 tenemos la alabanza de la gran multitud.
Inmediatamente después de la destrucción de Babilonia se efectúan
las bodas del Cordero. El juicio y la destrucción de Babilonia la
Grande, tanto la religiosa como la material, presentan las bodas del
Cordero y traen el reinado o el reino de Dios (v. 6). Esta es la razón
por la cual la gran multitud de los salvos se regocijan y alaban con
aleluyas (vs. 1, 3, 6), y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres
vivientes se les unen alabando a Dios (v. 4).
¡Qué acontecimiento tan maravilloso se describe en este pasaje! En
ese entonces habremos sido testigos de la destrucción de la ramera,
habremos pasado por el juicio ante el tribunal de Cristo, y
estaremos en las bodas. ¡Aleluya! ¡Cuán admirable! Yo espero estar
allí, y anhelo con fervor ese día.
El versículo 6 describe la voz de la gran multitud “como el
estruendo de muchas aguas, y como el estruendo de grandes
truenos”. La alabanza cuyo estruendo es igual al de muchas aguas se
ofrece continuamente, y el hecho de que suene como grandes
truenos indica cuán solemne es.
B. La novia se ha preparado
Llegamos a un asunto muy crucial, la preparación de la novia. Dice
el versículo 7: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque
han llegado las bodas del Cordero, y Su esposa se ha preparado”.
“Su esposa” es la iglesia (Ef. 5:24-25, 31-32), la novia de Cristo (Jn.
3:29). Sin embargo, según los versículos 8 y 9, la esposa, la novia de
Cristo, durante el milenio, se compone sólo de los creyentes que
venzan; mientras que la novia, la esposa, de 21:2, después del
milenio y por la eternidad, consta de todos los santos que hayan
sido salvos. La preparación de la novia depende de la madurez en
vida de los vencedores. Además, éstos no son individuos separados,
sino una novia corporativa. Esto requiere edificación. Ellos no sólo
son maduros en vida, sino que también son edificados para
constituir una sola novia.
1. Cristo es expresado
en la vida de los santos
como justicia subjetiva de ellos
En el versículo 8 dice: “Y a ella se le ha concedido que se vista de
lino fino, resplandeciente y limpio; porque el lino fino es las
acciones justas de los santos”. La palabra limpio (o puro) alude a la
naturaleza de ellos; mientras que resplandeciente se refiere la
expresión. La palabra griega traducida “acciones justas” también
puede traducirse justicias. Las acciones justas no son la justicia
(que es Cristo) que recibimos para salvación (Fil. 3:9; 1 Co. 1:30). La
justicia que recibimos para salvación es objetiva, y su fin es que
nosotros satisfagamos los requisitos del Dios justo; mientras que las
justicias de los vencedores son subjetivas y tienen como fin que
cumplamos con los requisitos del Cristo que venció. Por lo tanto, el
lino fino se relaciona con la vida vencedora, nuestro modo de vivir
como vencedores. Es el propio Cristo a quien expresamos en
nuestro ser.
2. El traje de boda mencionado en Mateo 22
Según la revelación de la Biblia en conjunto, nosotros los salvos
necesitamos dos vestidos, uno para nuestra salvación y otro para
recibir nuestro galardón. Para nuestra salvación necesitamos el
manto que nos cubre. Este es el vestido que se le puso al hijo
pródigo en Lucas 15. Al regresar el hijo pródigo, dijo a su padre:
“Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser
llamado tu hijo” (Lc. 15:21). El no se consideró digno de estar en la
presencia de su padre. Pero el padre dijo a los siervos: “Sacad
pronto el mejor vestido, y vestidle” (Lc. 15:22). Dicho vestido es
Cristo como nuestra justicia. Nos sirve para presentarnos
justificados ante Dios. Todos tenemos este vestido, el primer
vestido, el cual es Cristo como nuestra justicia, nuestra justificación,
que nos permite estar frente al Dios justo.
También necesitamos el segundo vestido, que es el traje de boda
descrito en Mateo 22:11-12. Este traje no es necesario para nuestra
salvación, sino para recibir nuestro galardón, pues nos hace aptos
para asistir a la fiesta de bodas del Hijo de Dios. El primer vestido
nos faculta para encontrarnos con Dios para salvación. El segundo
nos hace aptos para encontrarnos con Cristo, quien es nuestro
galardón, y es la obra del Espíritu Santo en nosotros. Es en realidad
el propio Cristo por quien vivimos y a quien expresamos en nuestra
vida. Es el Cristo expresado en nuestro diario vivir. Estas son las
justicias de los santos de las cuales habla el versículo 8.
El segundo vestido también es la justicia que se menciona en Mateo
5:20. En este versículo el Señor Jesús dijo: “Porque os digo que si
vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis
en el reino de los cielos”. Estas palabras tienen mucho peso, y pocos
cristianos las entienden. Este versículo expresa claramente que
nuestra justicia debe superar a la de los fariseos. Esta justicia no es
el Cristo objetivo que recibimos como nuestro vestido para ser
justificados, sino el Cristo subjetivo a quien expresamos en nuestra
vida diaria. No es el vestido de justificación, sino el que nos hace
aptos para recibir el galardón.
El traje de boda mencionado en Mateo 22:11 y 12 es un ejemplo de
esto. En dicha parábola el Señor habla de un hombre que entra a la
fiesta de bodas sin llevar puesto el traje de bodas. Cuando el rey lo
ve le dice: “Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin tener traje de boda?
Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los servidores: Atadle de
pies y manos, y echadle a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y
el crujir de dientes” (Mt. 22:12-13). El traje de boda no es un vestido
de justificación, sino un traje muy especial. Según la costumbre de
los judíos de antaño, nadie podía asistir a una fiesta de bodas sin un
traje especial para la ocasión. Si hemos de estar en la fiesta de bodas
del Cordero, tenemos que estar vestidos con este traje. Si queremos
ser aptos para estar en la fiesta de bodas de Cristo, necesitamos
vivir por Cristo y expresarlo en nuestra vida cotidiana. El Cristo
subjetivo será el traje de bodas que nos facultará para entrar en la
fiesta de bodas. En consecuencia, necesitamos tanto el vestido de
justificación como el traje de bodas.
El segundo vestido se menciona en Apocalipsis 3:4, 5 y 18. En 3:4-5
el Señor dijo a la iglesia de Sardis que los que no hayan
contaminado sus vestiduras andarán con El vestidos de blanco y
que el que venza será “vestido de vestiduras blancas”. Este es el
traje para la fiesta de bodas. En 3:18 el Señor aconseja a la iglesia de
Laodicea que compre de El “vestiduras blancas”. Así, en el libro de
Apocalipsis se subraya el asunto del segundo vestido. Si no lo
tenemos, no participaremos de la fiesta de bodas.
3. El vestido brocado
mencionado en el salmo 45
Los dos vestidos también se mencionan en el salmo 45. En dicho salmo la
reina tiene dos vestidos (vs. 13-14): uno corresponde a la justicia objetiva
necesaria para vivir, y el otro corresponde a la justicia subjetiva,
relacionada con nuestra victoria. Este equivale al traje de bodas
mencionado en Mateo 22:11-12. La reina que se menciona en el salmo 45
representa la iglesia. Su primer vestido es de “brocado de oro”, y el
segundo es un vestido bordado. En la Biblia el oro denota la naturaleza
divina de Dios. Cuando somos salvos recibimos un vestido de oro que nos
faculta para estar en la presencia de Dios. Además, necesitamos el otro
vestido, un vestido bordado. Este bordado representa la obra
transformadora del Espíritu Santo. El Espíritu Santo obra hoy en nosotros
transformándonos igual que lo hace un bordador cuando da muchas
puntadas a un vestido. Aunque tenemos el primer vestido, nuestro segundo
vestido está siendo bordado por el Espíritu Santo. Este vestido nos hará
aptos para ver a Cristo en Su tribunal. Día tras día estamos bajo la aguja,
la transformación, del Espíritu Santo. ¡Cuánto necesitamos este segundo
vestido! Este es un asunto serio.
Pese a la seriedad de este asunto, la mayoría de los cristianos sólo se
preocupan por el primer vestido. Algunos hasta dicen: “En tanto que uno
sea justificado, redimido y salvo todo está bien”. No preste atención a
esto. Es posible que usted esté bien en lo que a la salvación se refiere, pero
¿qué dice del galardón? Uno no sólo necesita ser justificado, sino también
aprobado. Cuando usted comparezca ante el tribunal de Cristo, ¿lo
aprobará El a usted? En Mateo 22:14 dice expresamente que algunos serán
escogidos y otros no. Solamente los que tengan el segundo vestido
producido por el bordado del Espíritu Santo serán escogidos y estarán
facultados para entrar en la fiesta de bodas del Cordero.
C. Traer el reinado del Señor
En el versículo 6 la voz de la gran multitud proclama: “¡Aleluya, porque el
Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” El reinado de Dios, Su reino, se
relaciona con las bodas del Cordero, y las bodas del Cordero son el
resultado de la culminación de la economía neotestamentaria de Dios, la
cual consiste en obtener la novia, la iglesia, para Cristo por medio de Su
redención y Su vida divina. Por la obra continua del Espíritu Santo a lo
largo de todos los siglos, la meta se logrará al final de esta era. Entonces la
novia, con los creyentes que venzan, estará preparada. Simultáneamente,
el reino de Dios vendrá. Esto corresponde a la profecía del Señor en Mateo
26:29.
Las bodas traerán el reinado del Señor, el reino, porque todos los invitados
a esta celebración serán tanto la esposa corporativa como los correyes del
Novio. El Novio, quien tomará posesión de la tierra como Su reino,
indudablemente necesita muchos virreyes, quienes serán correyes Suyos.
Estos correyes serán Su novia corporativa.
No sé a ciencia cierta cuánto durará la fiesta de bodas. La boda misma,
que se efectuará en los aires, durará poco. Después de la boda, se celebrará
la fiesta de bodas. La fiesta siempre dura más que la boda en sí. Aunque
creo que la fiesta de bodas durará mil años, la Biblia no nos permite
afirmarlo con certeza. Para el Señor mil años son un día (2 P. 3:8). En
Mateo 22 se indica que la fiesta de bodas será el reino milenario. Para
nosotros los mil años del reino milenario serán una fiesta de bodas. Todos
los invitados a la fiesta de bodas también participarán en el reinado de mil
años como reyes. Nuestro Rey será el Novio; nosotros los correyes
seremos la novia; y los mil años serán nuestra luna de miel. El reinado de
Cristo por mil años será nuestra fiesta.
Estoy seguro de que muchos cristianos no recibirán el premio de reinar
con Cristo en el reino venidero. Aunque uno pueda ser salvo, debe llegar a
ser un vencedor a fin de recibir el reino como recompensa. Para los
vencedores, el reinar con Cristo en Su reino será la fiesta de bodas.
V. LA CENA DE BODAS DEL CORDERO
El versículo 9 dice: “Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son
llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras
verdaderas de Dios”. La cena de las bodas del Cordero equivale a la fiesta
de bodas de que habla Mateo 22:2. Será una recompensa para los
creyentes que venzan. Solamente los vencedores serán invitados a ella, no
todos los salvos. Las cinco vírgenes necias de Mateo 25:8-13 no entrarán
en ella. Sin embargo, después de que el Señor las haya disciplinado en la
edad del reino, podrán participar de la Nueva Jerusalén por la eternidad.
Así que, es una bienaventuranza ser invitado a la fiesta de bodas de Cristo,
la cual introducirá a los creyentes que venzan en el deleite que habrá en el
milenio. Los creyentes vencedores serán invitados a la cena de bodas del
Cordero también como Su novia. La bienaventuranza de la que habla el
versículo 9 es la bienaventuranza de participar en el milenio.
Dice en Mateo 22:14: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos”,
y en Apocalipsis 17:14 leemos: “Los que están con El, los llamados y
elegidos y fieles, también vencerán”. Ser llamado es una cosa, y ser
escogido es otra. Aquellos que sigan al Señor para combatir contra el
anticristo, no solamente serán llamados, sino también escogidos. Aunque
tenemos la certeza de haber sido llamados, todavía no sabemos con
seguridad si vamos a ser escogidos. Después del arrebatamiento,
compareceremos ante el tribunal de Cristo, y El decidirá si somos aptos o
no para ser escogidos. Solamente los que hayan sido escogidos serán
invitados a la fiesta de bodas del Cordero.
VI. EL TESTIMONIO DE JESUS
El versículo 10 dice: “Y me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo:
No lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el
testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el
espíritu de la profecía”. Este versículo indica que la novia, los invitados,
son el testimonio de Jesús. Aunque hoy la iglesia debe ser el testimonio de
Jesús, algunos en nuestro medio están por debajo del nivel del testimonio
de Jesús. Pero cuando lleguemos al versículo 10 todos los vencedores
invitados estarán al nivel apropiado. Después de que el Señor haya
obtenido Su novia, podrá jactarse ante Satanás y ante todo el universo y
decir: “Esta novia es Mi testimonio”.
Dice en el versículo 10 que el testimonio de Jesús es el espíritu de la
profecía. El libro de Apocalipsis en su totalidad tiene un espíritu, y éste es
el testimonio de Jesús. El espíritu de la profecía es la realidad, la sustancia,
la disposición y la característica de la profecía. Por consiguiente, el
testimonio de Jesús es la realidad, la sustancia, la disposición y la
característica de la profecía de este libro. Hoy el testimonio de Jesús es la
iglesia. Sin embargo, no todos los miembros de la iglesia han alcanzado el
nivel del Señor. Por consiguiente, el Señor tiene que esperar hasta obtener
la novia antes de poder declarar a Satanás: “Este es Mi testimonio. Es
perfecto y completo al máximo”. Por consiguiente, la novia es la realidad,
la sustancia y el elemento de la profecía contenida en el libro de
Apocalipsis. Este libro está dirigido a la vida de iglesia, a la novia.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y CINCO
LA BATALLA DE ARMAGEDON
En este mensaje llegamos a la batalla de Armagedón (19:11-21). Después
de la fiesta de bodas, Cristo como un General vendrá con Su novia, los
creyentes vencedores, los cuales son Su ejército, para pelear contra el
anticristo, los reyes que éste conduce y sus ejércitos en Armagedón.
Aunque la ramera ya ha sido aniquilada, el Señor todavía tendrá tres
enemigos: Satanás, que es el dragón; el anticristo, que es la bestia que sale
del mar; y el falso profeta, el cual es la bestia que sale de la tierra. Estos
tres continuarán oponiéndose al Señor. Bajo la instigación del anticristo, el
hombre aún hará guerra directamente contra el Señor de señores y Rey de
reyes. El anticristo, el falso profeta, y los diez reyes con sus ejércitos harán
guerra contra el Cordero. ¡Qué terrible! Si esto no constara en la Biblia, yo
no creería que el hombre le declarara la guerra a Dios.
En Apocalipsis 19:11-21 vemos que el Novio viene a pelear en contra de
Sus enemigos con la ayuda de Su novia. El Novio es el Comandante en
jefe, y la novia es el ejército. ¡Qué luna de miel será ésta! Durante la luna
de miel, Cristo despejará el universo. El anticristo y el falso profeta serán
lanzados al lago de fuego, y Satanás será atado y lanzado al abismo. En
ese entonces Cristo se alegrará, y nosotros, Su novia, también nos
alegraremos al disfrutar de una maravillosa luna de miel con nuestro
Novio.
Antes de la batalla de Armagedón, ocurrirán varios eventos importantes en
un breve lapso. Estos eventos incluirán el arrebatamiento de las primicias,
del hijo varón, de los vencedores tardíos, de la mayoría de los santos y de
la rebusca; la destrucción del catolicismo y la terminación del judaísmo; el
juicio ante el tribunal de Cristo en los aires para determinar quién será
apto para constituir la novia durante el milenio, entrar a la fiesta de bodas
y pelear al lado de Cristo contra el enemigo; las bodas en los aires; y
posiblemente la destrucción de la Babilonia material. Después de que estas
cosas se hayan cumplido, quedará otro evento: la batalla de Armagedón.
Los enemigos de Cristo se volverán más malignos, al punto de declararle
la guerra. Por lo tanto, Cristo, el Novio, vendrá con Su desposada para
pelear contra ellos.
I. DESPUES DE LAS
BODAS DEL CORDERO
En el capítulo diecinueve las bodas y la batalla se mencionan juntas.
Podríamos darle a este capítulo el título de “La boda y la batalla”.
Inmediatamente después de la boda, Cristo vendrá a pelear contra el
enemigo. El no esperará ni un solo día.
II. ANTES DEL MILENIO
La batalla de Armagedón quitará de en medio todo lo que impide que
venga el reino milenario. Antes de que podamos celebrar una fiesta,
debemos limpiar la sala donde la vamos a hacer. El universo es la sala
para la boda, y Cristo con Su desposada trabajarán juntos, barriendo toda
la basura y poniéndola en el “basurero”, el lago de fuego. La depuración
del universo que Dios está realizando comenzó en el capítulo uno de
Génesis. En primer lugar, Dios barrió la basura y la arrojó al mar (Gn.
1:2); en ese entonces el mar era el “basurero” del universo. Al final, toda
la basura será arrojada en el último “basurero”, el lago de fuego. En Mateo
25:41 el Señor Jesús dice: “Apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles”. Como los “cabritos” siguieron al
diablo, serán echados al lago de fuego preparado para él y sus ángeles.
Dios preparó el lago de fuego como “un basurero” para arrojar allí toda la
basura del universo. El anticristo, el falso profeta y sus ejércitos serán
arrasados y recogidos para luego ser echados en el lago de fuego. Después
del milenio, el mismo Satanás se les unirá allí. Después del juicio ante el
gran trono blanco, todos los incrédulos que hayan muerto también serán
lanzados al lago de fuego. Desde entonces, no habrá más polvo. En la
Nueva Jerusalén no habrá polvo; sólo habrá oro, perlas y piedras
preciosas. La lucha del Señor en Armagedón será en realidad barrer la
basura y arrojarla en el “basurero” del universo. Es posible que el Señor
diga al anticristo: “¿Qué haces aquí? ¿Me has declarado la guerra? Esto
me da la oportunidad perfecta para eliminarte. Mi desposada cooperará
conmigo en llevar esto a cabo”.
Gloria al Señor porque nosotros no somos basura, sino que somos un
tesoro. En vez de ser lanzados al lago de fuego, seremos congregados en la
Nueva Jerusalén. Para que el Señor pueda disfrutar de Su luna de miel
placentera y los mil años del reino, toda la basura debe ser eliminada.
Anhelo participar en esta tarea de limpieza. Cuán agradable será.
III. EL GUERRERO
A. Monta un caballo blanco
El versículo 11 dice: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo
blanco, y Aquel que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con
justicia juzga y hace guerra”. Aquí Cristo, el Novio que es el Comandante
en jefe, se presenta sobre un caballo blanco. El caballo mencionado en el
primer sello también es blanco y representa la predicación del evangelio
(6:2). Por lo tanto, tanto Cristo como la predicación del evangelio montan
un caballo blanco. En el libro de Apocalipsis, el color blanco indica
pureza, brillo, justificación y aprobación. Esto es muy diferente de lo que
representan los colores de los otros tres caballos del capítulo seis: rojo,
negro y verde claro. Hoy en día vamos en el caballo blanco. Nuestra
predicación del evangelio es pura, resplandeciente, justa y totalmente
aprobada por el Señor. Cristo montará este caballo cuando pelee contra Su
enemigo.
B. Es llamado Fiel y Verdadero
En el versículo 11 Cristo es llamado “Fiel y Verdadero”. Cristo es fiel
tanto a Dios como a aquellos que creen en El. En Su fidelidad El derrota y
destruye a quienes se oponen a Dios y persiguen a los creyentes. El es
verdadero en realizar la economía de Dios y en cuidar a los que creen en
El. El es fidedigno, y en El no hay falsedad alguna.
C. Juzga y combate con justicia
El versículo 11 también dice: “Con justicia juzga y hace guerra”. Cristo
juzgará y peleará con justicia. El juzga peleando. Hoy en día los
delincuentes no aceptarían los fallos judiciales si el gobierno no tuviera la
policía para respaldar y garantizar el cumplimiento de la sentencia. Las
condenas solamente pueden ser ejecutadas por la fuerza policiaca. Cuando
Cristo venga a juzgar al anticristo, éste se rebelará al máximo. Por
consiguiente, será necesario que Cristo pelee para someter esta rebelión y
juzgar a los rebeldes con justicia. El juicio que ejecuta al combatir no sólo
corresponde a la justicia, sino que también la preserva.
D. Con ojos como llama de fuego
El versículo 12 dice: “Sus ojos son como llama de fuego”. Esto se refiere a
los ojos de juicio de Cristo. El juzgará de acuerdo con lo que ve. Sus ojos
como llama de fuego llevarán a efecto Su juicio.
E. Coronado con muchas diademas
Cristo como guerrero tiene muchas diademas en Su cabeza (v. 12). Cada
diadema es una especie de gloria. Cristo ha sido coronado y glorificado.
Ya que ha sido coronado con muchas clases de glorias (He. 2:9), lleva
muchas diademas.
F. Tiene un nombre escrito,
que sólo El conoce
Por ser el que monta el caballo blanco, el Señor “tiene un nombre escrito
que ninguno conoce sino El mismo” (v. 12). Lo que podemos
experimentar de Cristo es inagotable. Cuando le experimentamos,
conocemos un aspecto particular de El. Sin embargo, hay ciertos aspectos
de Cristo que no experimentaremos. Solamente El conoce esos aspectos.
Esto indica que el Cristo a quien experimentamos es inagotable. Lo
conocemos como el Redentor debido a que hemos experimentado Su
redención. Lo conocemos como luz, vida, maná, poder, fortaleza, santidad
y consuelo por haberle experimentado en todos estos aspectos. Hemos
experimentado muchas facetas de las riquezas de Cristo. Sin embargo,
debido a que hay algunos aspectos de El que no hemos experimentado,
tiene un nombre que solamente El conoce. Es por eso que no conocemos
este nombre. No importa cuánto hayamos experimentado a Cristo, siempre
habrá algo de El desconocido para nosotros debido a que no lo hemos
experimentado.
G. Vestido de una ropa teñida en sangre
El versículo 13 dice: “Está vestido de una ropa teñida en sangre”. Las
vestiduras de Cristo están teñidas en sangre y se vuelven rojas porque El
ha pisado el lagar del vino del furor de la ira de Dios (v. 15; Is. 63:1-3) en
Armagedón (16:14-16), donde la sangre subirá hasta los frenos de los
caballos (14:20).
H. Su nombre es el Verbo de Dios
El versículo 13 también dice: “Su nombre es el Verbo de Dios”. El Verbo
de Dios es la definición, la explicación y la expresión de Dios. Como
Verbo de Dios, Cristo habla por Dios no solamente impartiendo vida como
gracia a los escogidos de Dios, según el Evangelio de Juan (Jn. 1:1, 4, 14),
sino también ejecutando el juicio de Dios sobre la gente rebelde en el
Apocalipsis de Juan. Cuando el Señor pelea, habla por Dios y expresa a
Dios. La lucha de Cristo equivale al hablar del Verbo de Dios. Dios es
justo y soberano. También es un Dios de orden y no tolera desorden ni
rebeldía. Mientras Cristo guerrea contra el enemigo, proclama que Dios es
soberano, justo y ordenado. El declarará que Dios está sobre todos y que
no tolerará ninguna rebelión contra Su autoridad. Por consiguiente, el
Guerrero es el Verbo. El lucha hablando la Palabra de Dios.
Supongamos que yo entro al salón de reunión y encuentro todo en caos.
Sin proferir palabra comienzo a limpiar y ordenar el salón. Mi actitud
demostrará que soy una persona pulcra y ordenada y que no tolero el
desorden. No tengo necesidad de hablar porque mi acción de limpiar dice
mucho de mí. De igual manera, el combate del Señor en Armagedón será
unas poderosas palabras. Le dirá a Satanás, al anticristo, al falso profeta y
al universo entero que Dios es soberano y que nadie puede rebelarse
contra El. El es un Dios de orden y eliminará toda rebelión.
El Verbo de Dios se menciona en Juan 1:1 y en el Apocalipsis de Juan. En
el Evangelio de Juan el Verbo de Dios no dice nada que se relacione con
guerrear, sino que habla de redención, luz, vida y edificación. En el
Evangelio de Juan el Verbo de Dios habla de vida y edificación. En el
Apocalipsis de Juan el Verbo de Dios no solamente habla de vida y
edificación, sino también de hacer guerra. Antes de que Dios pueda
obtener el edificio que El desea, El debe limpiar Su universo. En este
libro, la pelea de Cristo también consiste en hablar por Dios. Como Verbo
de Dios, Su lucha proclama a todo el universo qué clase de Dios es El.
Dios no es un Dios de confusión; El es el Dios soberano, un Dios de
orden, que no tolera la rebeldía. Cristo al hacer la guerra, declara esto al
universo.
I. De Su boca sale una espada aguda
El versículo 15 dice: “De Su boca sale una espada aguda, para herir con
ella a las naciones”. La espada que sale de la boca de Cristo, quien es el
Verbo de Dios, es la palabra que juzgará a los rebeldes (Jn. 12:48).
Cuando el Señor Jesús venga a pelear contra el anticristo, no necesitará
armas nucleares. Le bastará con decir una sola palabra. Si El dice:
“Anticristo, vete al lago de fuego”, el anticristo inmediatamente será
lanzado allí. Las palabras del Señor son más poderosas que cualquier arma
nuclear. Cuando el Señor hable, nosotros diremos “Amén”. Cuando El
diga: “Anticristo, vete al lago de fuego”, nosotros los que le siguen
diremos “Amén”, y el anticristo inmediatamente será lanzado al lago de
fuego. Es así como pelea el Señor. Indudablemente, el anticristo usará las
armas más modernas, pero Cristo lo derrotará con la espada aguda, la
palabra todopoderosa que procede de Su boca.
J. Pastorea las naciones con vara de hierro
El Señor no solamente herirá las naciones, sino que también las pastoreará
con vara de hierro (v. 15). Este pastoreo significa regir, y la vara de hierro
significa un poder severo. Cristo primero herirá las naciones con Su
palabra de juicio; y luego pastoreará con Su firme poder a los que queden.
Al regir con poder pastorea. El regirá a las naciones pastoreándolas. Hoy,
los ancianos pastorean la iglesia con amor, no con vara de hierro. Sin
embargo, debido a que las naciones todavía tendrán la naturaleza humana
rebelde, el Señor las pastoreará durante el milenio con vara de hierro. La
prueba de que las naciones todavía tendrán una naturaleza rebelde es el
hecho de que seguirán a Satanás para hacer guerra contra Cristo al final
del milenio (20:7-9).
K. Pisa el lagar del ardor de la ira de Dios
El versículo 15 también dice: “Y El pisa el lagar del vino del ardor de la
ira del Dios Todopoderoso”. La batalla del Señor en Armagedón será pisar
el gran lagar. Todas las uvas, las fuerzas militares gentiles, serán reunidas
en el lagar y serán pisadas por el Señor Jesús.
L. El nombre Rey de reyes y Señor de señores
escrito en Sus vestiduras y en Su muslo
El versículo 16 dice: “Y en Su vestidura y en Su muslo tiene escrito este
nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”. El hecho de que
Cristo sea Rey de reyes y Señor de señores ya no estará escondido ni será
misterioso. Este nombre estará escrito sobre Su vestidura y sobre Su
muslo; de modo que será revelado, y todos lo conocerán. La vestidura
representa los atributos de Cristo, especialmente Su justicia en Su
humanidad. Su muslo representa Su poderío y estabilidad. El título “Rey
de reyes y Señor de señores” se exhibe en Su justicia y estabilidad.
IV. LOS EJERCITOS
El versículo 14 dice: “Y los ejércitos de los cielos, vestidos de lino
finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos”. Estos ejércitos
son los creyentes llamados y escogidos a los que se alude en 17:14. Ellos
también son la novia y los invitados a la cena de las bodas del Cordero (vs.
7-9). Los invitados a la fiesta de bodas y la novia son los mismos. La
novia está constituida de los invitados, y éstos conforman la novia.
Después de la boda, todos ellos serán el ejército.
El versículo 14 dice que los ejércitos están vestidos de lino finísimo,
blanco y limpio. En el mensaje anterior vimos que los santos vencedores
tienen dos vestiduras, una de salvación y otra de recompensa. El lino fino
aquí mencionado es el segundo vestido. El segundo vestido de los
vencedores los hace aptos para participar de la cena de las bodas del
Cordero (vs. 8-9) y para pelear junto con el Señor contra el enemigo. Por
consiguiente, el vestido de boda se convierte en el vestido para la batalla.
El segundo vestido nos faculta no solamente para entrar a la fiesta, sino
también para unirnos al ejército. Ya vimos que este vestido es Cristo
expresado por nosotros como nuestra justicia diaria. En la actualidad
estamos peleando por medio de Cristo como nuestro vestido. Efesios 6
indica que toda la armadura de Dios es Cristo, Además, el ejército del
Señor montará en caballos blancos. No seremos guerrilleros, sino un
ejército celestial legítimamente formado. ¡Aleluya!
V. LA GRAN CENA DE DIOS
De acuerdo con los versículos 17 y 18, un ángel gritará a gran voz
diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: “Venid, y
congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes
y de generales, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus
jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes”. La
lucha del Señor en Armagedón preparará una gran cena para todas
las aves. La gran cena de Dios contrasta con la cena de las bodas del
Cordero. Esta es para los vencedores, los invitados; aquélla es para
las aves convocadas. Aunque las aves comerán las carnes de los
reyes, no comerán al anticristo ni al falso profeta, debido a que ellos
serán lanzados al lago de fuego.
VI. LOS ENEMIGOS
En el versículo 19 vemos a los enemigos de Dios. Este versículo
dice: “Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos,
reunidos para guerrear contra Aquel que montaba el caballo, y
contra Su ejército”. De acuerdo con este versículo, los enemigos de
Cristo son la bestia, el anticristo (indudablemente incluyendo a su
compinche, el falso profeta), y los reyes de la tierra con sus
ejércitos. Entre los reyes de la tierra (16:12-16) especialmente se
incluyen los diez reyes que están sometidos al anticristo (17:12-14),
y los ejércitos incluyen los doscientos millones de soldados de
caballería que vienen “de donde sale el sol” (9:16; 16:12).
VII. LA DERROTA DEL ANTICRISTO
Y SUS EJERCITOS
En los versículos 20 y 21 vemos la derrota del anticristo y sus
ejércitos. El versículo 20 dice: “Y la bestia fue apresada, y con ella el
falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las
cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y
habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro
del lago de fuego que arde con azufre”. El anticristo y el falso
profeta serán los primeros en perecer en el lago de fuego. Al resto se
le dará muerte “con la espada que salía de la boca de Aquel que
montaba el caballo” (v. 21), y todas las aves se saciarán devorando
una gran cena.
VIII. LA BATALLA DEL VALLE DE JOSAFAT
La batalla mencionada en este capítulo sucede en el valle de Josafat
(Jl. 3:9-12; Zac. 14:2-3, 12-15). Esto sucederá muy cerca de
Jerusalén (mensaje cuarenta y ocho, pág. 544).
IX. PISA EL GRAN LAGAR
La pelea de Cristo en Armagedón será pisar el gran lagar. Este será
el juicio de todas las fuerzas malignas del mundo, la muerte de
todos ellos.
Tenemos que observar la situación mundial de hoy a la luz de la
profecía relacionada con la batalla de Armagedón. Cuando yo
estudié estas profecías por primera vez hace cincuenta años, la
situación mundial era muy diferente a la de hoy. En ese entonces la
nación de Israel no había sido restablecida, Jerusalén no había sido
devuelta a los judíos, y casi nadie prestaba atención al Medio
Oriente. Después de la segunda guerra mundial, la nación de Israel
fue restablecida en 1948, y la atención pública volvió a centrarse en
el Medio Oriente. Cuando leí en los periódicos sobre el
restablecimiento de Israel, quedé sorprendido y me emocioné. En
1967 nuevamente me llené de emoción al enterarme de que
Jerusalén había sido devuelta a los judíos. Hoy, la situación
mundial está concentrada en el Medio Oriente.
La Unión Soviética está haciendo secretamente todo lo posible por
derrotar a Israel. Como veremos en otro mensaje, esto concuerda
con las profecías de Ezequiel 38 y 39. Dichos capítulos revelan que
la Unión Soviética tomará la iniciativa en destruir a Israel. Todos
los países árabes de la región están conspirando contra Israel.
Ninguna nación del Medio Oriente está en favor de Israel. Casi todo
está preparado para la batalla de Armagedón. Sin embargo, la
situación de Europa, continúa siendo inestable. Tarde o temprano
algo pasará allá, ya que tanto en Europa como en el Medio Oriente
la gente busca un líder sólido.
Los judíos también buscan la oportunidad de reconstruir el templo.
En la actualidad el sitio donde debería estar el templo lo ocupa una
mezquita musulmana, la segunda en importancia religiosa para los
musulmanes. El sitio del templo es el lugar exacto donde Abraham
ofreció a Isaac. No muy lejos de esta mezquita está el muro de las
lamentaciones, la única porción del templo que queda. Esperamos
con ansia la recuperación del sitio, para que el templo pueda ser
reconstruido. Creo que dentro de poco el sitio del templo será
recobrado.
La situación mundial de hoy no tiene precedente. Aun el problema
del petróleo puede ser usado por el Señor para que se cumpla la
profecía relacionada con la batalla de Armagedón. Cuando esté a
punto de comenzar la batalla de Armagedón, matarán dos terceras
partes del pueblo judío. El tercio que sobreviva será probado por
fuego y preservado (Zac. 13:8-9). En ese entonces, el Señor
descenderá del cielo y posará Sus pies en el monte de los Olivos
(Zac. 14:4). El monte de los Olivos se dividirá en dos, y se producirá
un valle al cual huirán los judíos perseguidos. Es posible que un
gran terremoto suceda en ese momento. Según Zacarías 14, los
ejércitos del anticristo serán destruidos. “La carne de ellos se
corromperá estando ellos sobre sus pies, y se consumirán en las
cuencas sus ojos, y la lengua se les deshará en su boca” (Zac. 14:12).
La Biblia revela el destino de la nación de Israel. Ya que muchos
israelitas siguen siendo incrédulos, antes de que venga el Señor,
Jerusalén será como Sodoma a los ojos de Dios (Ap. 11:8). Por
consiguiente, Dios usará al anticristo y sus diez reyes con sus
ejércitos para purgar y purificar la nación de Israel. Aquellos que
permanezcan serán preservados por Dios para el reino milenario.
Como lo revelan claramente Isaías 2:2-3 y Zacarías 8:20-23, en el
reino los judíos preservados y salvos será los sacerdotes que
enseñarán a las naciones a que conozcan y sirvan a Dios.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y SEIS
EL REINO MILENARIO
En este mensaje llegamos al tema del reino milenario. Muchos versículos
del Antiguo Testamento están relacionados con el reino milenario (Sal.
2:6, 8-9; Is. 2:2-5; 11:1-10; 65:20-25; 30:26; Zac. 8:20-23; Sal. 72:1-17;
Is. 4:2-6; 9:7; 12:1-5; 16:5; 32:1-2; 40:9-11; 61:4-9; Zac. 14:16-21). El
reino era la buena nueva que proclamada a través de los profetas en el
Antiguo Testamento para la humanidad.
Entre el arrebatamiento de los vencedores y el comienzo del reino
milenario sucederán muchas cosas. Inmediatamente después del
arrebatamiento del hijo varón, una gran voz del cielo dice: “Ahora ha
venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de
Su Cristo” (12:10). Sin embargo, el reino no viene en ese momento, pues
los tres años y medio de la gran tribulación todavía no habrán venido. No
obstante, a los ojos de quienes ya fueron arrebatados a los cielos, el reino
ya vino. Durante los últimos tres años y medio de esta era sucederá lo
siguiente: el arrebatamiento de la mayoría de los santos; la destrucción de
la Babilonia religiosa, esto es, el aniquilamiento del catolicismo; la
destrucción del judaísmo, y la caída de la Babilonia material. Después se
peleará la batalla de Armagedón. Toda la tierra tiene que ser purificada
como preparación para la venida del reino de Dios. Ya para el capítulo
veinte casi todo estará limpio. Solamente quedará Satanás, el origen de
todos los problemas. Por eso, lo primero que se menciona en el capítulo
veinte, el cual se relaciona con el milenio, es atar a Satanás.
I. SATANAS ES ENCARCELADO
En 20:1-3 vemos que Satanás es encarcelado. Después de la derrota del
anticristo, Satanás es atado y encarcelado a fin de limpiar la tierra rebelde
para que venga el reino de Cristo (vs. 4-6). Satanás será atado y lanzado al
abismo, que está en el corazón de la tierra. Estará encerrado allí por mil
años, después de los cuales “debe ser desatado por un poco de tiempo” (v.
3). El Señor Jesús arrojará al anticristo y al falso profeta directamente al
lago de fuego porque ya no le serán útiles. Sin embargo, aun después de la
batalla de Armagedón, Satanás le será útil en cierta medida al Señor.
Después de la batalla de Armagedón, el Señor establecerá Su trono de
gloria en Jerusalén y reunirá ante El a las naciones que queden en la tierra
y ejecutará Su juicio sobre ellas. Ya dijimos que éste será el juicio que
Cristo ejecutará sobre los que estén vivos, el cual se llevará a cabo según
el evangelio eterno predicado por un ángel en medio del cielo (14:6). Los
“cabritos” irán al fuego preparado para el diablo y sus ángeles, y las
“ovejas” entrarán al reino milenario como ciudadanos (Mt. 25:34).
Aunque estas “ovejas” serán restauradas, no serán regeneradas.
Conservarán la naturaleza rebelde, así que necesitarán una prueba
adicional mil años después. Puesto que el Señor usará a Satanás para
ponerlos a prueba, no lo echará al lago de fuego al comienzo del milenio,
sino que será encerrado en el abismo por mil años. Cuando hayan pasado
los mil años, el Señor soltará a Satanás del abismo y lo utilizará para poner
a prueba a los ciudadanos que hayan quedado en la tierra durante el
milenio. En el mensaje siguiente veremos que Gog y Magog, los rusos, no
pasarán la prueba. Bajo la instigación de Satanás, se rebelarán una vez más
contra Dios. En esto podemos ver que Satanás sigue siendo útil en las
manos de Dios para purgar a la humanidad.
II. EL MILENIO
Hechos 3:21 se refiere a “los tiempos de la restauración de todas las cosas,
de que habló Dios por boca de Su santos profetas desde tiempo antiguo”.
Esta restauración afectará no solamente al hombre, sino también a toda la
creación: los cielos, la tierra, los animales y hasta los árboles. Todo lo que
fue maldito en la caída del hombre será restaurado. Isaías 30:26 dice: “Y
la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor,
como la luz de siete días”. Hoy el sol y la luna no están en su condición
normal debido a que fueron malditos cuando Satanás se rebeló y el
hombre cayó. Según se indica en Génesis 3:17 y 18, la tierra fue maldita
por causa de la caída del hombre. Es por eso que la tierra hoy no es
normal.
Cuando los hijos de Israel se preparaban para entrar en la buena tierra, la
tierra donde fluyen leche y miel, Moisés envió doce espías a reconocer la
tierra (Nm. 13:1-2). Estos regresaron con un racimo de uvas tan grande
que se necesitaban dos hombres para cargarlo (Nm. 13:23). En 1958 visité
esa región, y traté intencionalmente de ver qué clase de uvas eran ésas. El
guía trajo un racimo de uvas pequeñas. Pregunté por qué eran tan
pequeñas, y se me respondió que el suelo no es fértil y la lluvia escasa.
Con el paso de los siglos el viento ha ido arrastrando la capa fértil del
suelo. Por esta razón no se puede cultivar casi nada allí. Según las
profecías de Deuteronomio, esta tierra ha sido maldita por causa del
pecado de los hijos de Israel. Así que la tierra se ha vuelto anormal. De la
misma manera, el universo en su totalidad es anormal. Sin embargo,
cuando el milenio venga todo será restaurado.
En Isaías, Zacarías y en los Salmos hay muchas profecías acerca del
milenio. En el tiempo de la restauración, no solamente la humanidad sino
también toda la creación será restaurada a su condición original. Las fieras
y el ganado serán restaurados a tal extremo que “morará el lobo con el
cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará” (Is. 11:6). Esto no será
un milagro, sino una relación común y normal. Isaías 11:8 dice: “Y el niño
de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá
su mano sobre la caverna de la víbora”. Hasta los molestos zancudos serán
incluidos en la restauración. Cuando un zancudo me pica, recuerdo que los
zancudos necesitan ser restaurados. Después que sean restaurados, harán
sonidos musicales, y no picarán a nadie. No debemos odiar a los zancudos,
las moscas ni los topos. Debemos culpar a Adán, ya que su caída trajo la
maldición a toda la creación. Pero cuando Cristo vuelva, todo será
restaurado. Los árboles florecerán abundantemente. Isaías 35:1-2 dice: “Se
alegrarán el desierto y la soledad; el yermo florecerá como la rosa.
Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo”. Más
aún: “aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar
seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manantiales de aguas” (Is.
35:6-7). Además dice: “Y habrá allí calzada y camino, y será llamado
Camino de Santidad” (Is. 35:8). El libro de Isaías es una descripción
completa del milenio.
De acuerdo con las profecías de la Biblia, el reino milenario consta de dos
secciones, a saber, la parte superior, que es la celestial, y la parte inferior,
que es la terrenal. A la sección superior del milenio se le llama el reino del
Padre (Mt. 13:43), y la sección inferior es llamada el reino del Hijo del
Hombre (Mt. 13:41). El reino del Mesías, o el reino mesiánico, es otro
nombre dado a la sección terrenal del milenio.
En el reino milenario habrá tres pueblos. El primero constará de los santos
que venzan, incluyendo tanto a los vencedores del Antiguo Testamento
como a los del Nuevo. Estos vencedores serán correyes de Cristo. Cristo
es el Rey supremo, y nosotros seremos Sus correyes. Por lo tanto, la
porción celestial será conformada por la realeza del milenio.
El segundo grupo, que se halla en la sección inferior, son los judíos
legítimos que hayan sido preservados, los cuales serán salvos cuando
venga el Señor. Según Zacarías 12:10-14 estos judíos mirarán a aquel a
quien traspasaron y se arrepentirán. Ellos serán la tercera parte que será
pasada por fuego para ser refinada (Zac. 13:9). Estos judíos salvos
entrarán en el milenio como sacerdotes, y enseñarán a las naciones a
buscar y conocer a Dios. Isaías 2:2-3 se cumplirá en ese entonces. El
versículo 3 dice: “Y vendrán muchos pueblos y dirán: Venid, y subamos al
monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacobo; y nos enseñará Sus
caminos, y caminaremos por Sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de
Jerusalén la palabra de Jehová”. Las naciones recibirán instrucción de
Dios mediante la enseñanza de los judíos, quienes serán los sacerdotes.
Isaías 61:6 dice expresamente: “Y vosotros seréis llamados sacerdotes de
Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados”. Esto también se
cumplirá durante el milenio, cuando las naciones reconozcan a los judíos
como sacerdotes de Dios.
Zacarías 8:23 dice: “Así dice Jehová de los ejércitos: En aquellos días
acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del
manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que
Dios está con vosotros”. Este versículo indica que cada judío será valioso.
En ese entonces los judíos salvos serán tan escasos que diez personas de
cada nación tomarán del manto a un judío y le dirán: “Ayúdanos a conocer
a Dios. Queremos que tú nos enseñes; hemos oído que Dios os ha
bendecido. Queremos participar de vuestras bendiciones. Queremos que
nos enseñéis a conocer a Dios y a adorarlo”. En esos días los judíos serán
muy bien recibidos.
El tercer grupo de personas que estará en el reino milenario será las
“ovejas” de las que habla Mateo 25. Hemos visto que estas “ovejas” serán
trasladadas al reino milenario y serán los ciudadanos allí.
En la parte inferior del reino milenario, llamado el reino del Hijo del
Hombre, Jesús como la simiente de David será rey de los judíos y por
medio de ellos reinará sobre todas las naciones. El estará en el trono de
David, a fin de ser Rey de las naciones a través de los judíos. Este es el
reino del Hijo del Hombre y el reino del Mesías; también es el tabernáculo
de David del cual se habla en Hechos 15:16. El tabernáculo de David está
caído. Pero cuando el milenio venga, Cristo lo erigirá de nuevo. El
tabernáculo de David es el reino de David. En 2 Samuel 7:16 Dios
prometió establecer el reino de David para siempre. Este reino eterno será
la parte terrenal durante el milenio, el reino del Hijo del Hombre y del
Mesías. Los vencedores, que serán reyes, estarán en la parte superior, y los
sacerdotes judíos y los ciudadanos estarán en la parte inferior.
Es una gran ayuda entender claramente estos asuntos. Si uno los entiende,
entonces al leer la Biblia sabrá cuáles versículos se refieren a la parte
superior y cuáles a la parte inferior. Sabrá cuáles versículos se refieren a
los reyes, cuáles a los sacerdotes y cuáles a las naciones.

A. Los tronos y los juicios


Apocalipsis 20:4 dice: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que
recibieron facultad de juzgar”. Los que se sentaron son los vencedores.
Ahora ellos están sentados en tronos, y se les ha dado autoridad para
juzgar. Tener la facultad de juzgar equivale a tener el reino (Dn. 7:10, 18,
22). Así que, este versículo indica que los vencedores han recibido el reino
y lo disfrutan.
B. Los creyentes vencedores
serán correyes de Cristo por mil años
El versículo 4 también dice: “Y vi las almas de los decapitados por causa
del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, y los que no habían
adorado la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus
frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.” Los
que fueron “decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra
de Dios” son los mártires que murieron en la era de la iglesia (véase 6:9).
Indudablemente, Pedro, Pablo, Jacobo, Esteban y muchos otros que han
muerto como mártires a lo largo de los siglos serán incluidos en esta
categoría. Estos santos martirizados por el testimonio de Jesús y por la
palabra de Dios, serán resucitados para ser correyes de Cristo.
Los que mueren como mártires en la gran tribulación son los que no
adoran a la bestia ni a su imagen, ni reciben la marca en su frente ni en su
mano. Después del arrebatamiento de los vencedores, muchos santos serán
martirizados por rehusarse a adorar al anticristo o a recibir su marca en la
frente o en la mano. Estos santos también serán resucitados para ser
correyes en el reino milenario.
En principio, entre estos correyes deben de estar incluidos también a los
vencedores que hayan sido arrebatados vivos. Si los santos que
constituyen el hijo varón serán correyes, sin duda los que componen las
primicias también serán correyes.
En Mateo 25:21, 23 el Señor dice: “Bien, esclavo bueno y fiel; sobre poco
has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”. Estos
versículos se refieren al disfrute que tienen los vencedores en el reino
milenario. Al siervo diligente el señor dirá: “¡Bien hecho, siervo fiel!
Entra en el gozo de tu Señor. Tengo ciertas cosas que deseo que tú
gobiernes”. Este será el deleite que los creyentes vencedores tendrán en el
reino milenario.
C. La primera resurrección
1. La mejor resurrección
Los vencedores disfrutarán la mejor resurrección. El versículo 6 habla de
“la primera resurrección”. La palabra griega traducida “primera” es la
misma que se traduce “mejor” en Lucas 15:22, donde el padre del hijo
pródigo dice: “Sacad pronto el mejor vestido, y vestidle”. Por
consiguiente, la primera resurrección, mencionada en el versículo 6, puede
traducirse “la mejor resurrección”. Los vencedores disfrutarán esta
resurrección.
2. La superresurrección
La primera resurrección es la superresurrección, es decir, la resurrección
sobresaliente, buscada por el apóstol Pablo (Fil. 3:11). La palabra griega
puede traducirse “la resurrección extraordinaria”. Esto significa que es una
resurrección separada o apartada de la resurrección común. Es una
resurrección con honores, similar a una graduación con honores. Esta
resurrección es una resurrección de reyes, como recompensa a los
vencedores para que puedan reinar como correyes junto a Cristo en el
reino milenario. Por consiguiente, “bienaventurado y santo el que tiene
parte en la primera resurrección” (20:6). No solamente los vencedores
resucitados, como el hijo varón en 12:5 y los mártires tardíos en 15:2, sino
también los que serán arrebatados vivos, como las primicias en 14:1-5,
tendrán parte en esta resurrección.
3. La resurrección de vida
En mi juventud pensaba que solamente los creyentes resucitarían y que los
incrédulos no. Me parecía que la resurrección era un bendición especial
otorgada a los creyentes. Hasta que me di cuenta de que los incrédulos
también resucitarán. Juan 5:29 habla de la “resurrección de vida” y de la
“resurrección de juicio”. La resurrección de vida es la resurrección de los
creyentes antes del milenio, y la resurrección de juicio es la resurrección
de los incrédulos después del milenio. Los creyentes muertos resucitarán
para disfrutar la vida eterna cuando venga el Señor. Así que, a esta
resurrección se le llama resurrección de vida. Los incrédulos muertos
serán resucitados después de mil años para ser juzgados ante el gran trono
blanco (20:11-15). Por tanto, a esta resurrección se le llama la resurrección
de juicio.

4. La resurrección con recompensa


La primera resurrección también será la resurrección con recompensa.
Lucas 14:14 dice: “Y serás bienaventurado; porque ellos no tienen con qué
recompensarte, pero te será recompensado en la resurrección de los
justos”. Esta resurrección es una resurrección con recompensa.
No todos los santos muertos resucitarán al mismo tiempo. Por lo menos,
los dos testigos del capítulo once resucitarán aparte de los demás. Ellos
resucitarán tres días y medio después de morir (11:11). Además, el hijo
varón, el cual será arrebatado antes de sonar la quinta trompeta, resucitará
antes que la mayoría de los creyentes, los cuales resucitarán cuando suene
la séptima trompeta. Podemos usar 1 Corintios 15 y 1 Tesalonicenses 4
para hablar de la resurrección de un modo general, diciendo que los
creyentes muertos resucitarán cuando el Señor venga. Sin embargo, es
necesario conocer los detalles relacionados con la resurrección de los
creyentes. El hijo varón resucitará antes de la gran tribulación, y la
mayoría de los santos que hayan muerto resucitarán casi al final de la gran
tribulación. Además, es posible que la resurrección de los vencedores
tardíos que estarán en pie en el mar de vidrio se produzcan en otro
momento. Ciertamente ellos no serán arrebatados junto con el hijo varón,
debido a que serán martirizados durante la gran tribulación. Es dudoso que
ellos resuciten junto con la mayoría de los santos muertos. De modo que
habrá tres o cuatro resurrecciones diferentes: la resurrección del hijo
varón, la resurrección de los dos testigos, la resurrección de los
vencedores tardíos y la resurrección de la mayoría de los creyentes que
hayan muerto. No debemos estar conformes con participar en la
resurrección general de los creyentes; debemos aspirar a la mejor
resurrección.
5. Bienaventurados los que tengan parte
en esta resurrección
El versículo 6 dice: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la
primera resurrección”. La bendición más elevada es heredar el reino
manifestado en la tierra y ser correyes en el reino.
6. La segunda muerte no tiene autoridad
sobre los que tengan parte en esta resurrección
En cuanto a aquellos que tengan parte en la primera resurrección, el
versículo 6 dice: “La segunda muerte no tiene potestad sobre éstos”. Esto
es difícil de comprender. El lago de fuego es llamado la segunda muerte
(20:14). Algunos podrían decir: “Los creyentes resucitarán y nunca serán
lanzados al lago de fuego, la segunda muerte”. La Biblia no es tan sencilla.
Ya vimos que Satanás es útil en las manos de Dios. De igual manera, la
muerte le es útil en cierta forma. Todas las situaciones negativas están
relacionadas con la muerte. Tomemos por ejemplo la debilidad. Todas las
debilidades físicas, sicológicas y espirituales pertenecen a la muerte. La
debilidad es una tarjeta de visita de la muerte. Cuando la muerte se prepara
para visitar a una persona, no viene directamente. Primero viene en forma
de debilidad. Esta es seguida por la enfermedad, y la enfermedad, a su vez,
es seguida por la muerte. Por consiguiente, la debilidad y la enfermedad
pertenecen a la muerte. Además, todos los inconvenientes y problemas que
confrontamos pertenecen a la muerte. Cuando los vencedores entren en la
sección celestial del milenio para ser los correyes de Cristo, no tendrán
debilidades, enfermedades, problemas ni inconvenientes. En otras
palabras, la muerte ya no los turbará.
La muerte que viene antes de la resurrección es la primera muerte, y la
segunda muerte, el lago de fuego, es la muerte que viene después de la
resurrección. En la primera muerte el espíritu y el alma abandonan el
cuerpo; el cuerpo es enterrado; y el espíritu y el alma van al Hades. El
espíritu y alma del creyente van a la sección de consuelo del Hades, y el
espíritu y alma del incrédulo, a la sección de tormento. El Señor Jesús
determinará quiénes de entre los muertos resucitarán antes del milenio y
quiénes serán dejados en la tumba otros mil años para ser resucitados
después del milenio. Después de que los incrédulos resuciten, serán
juzgados ante el gran trono blanco (20:11-15). Los incrédulos muertos
serán lanzados al lago de fuego, la segunda muerte. Esto significa que
después de resucitar, sufrirán la segunda muerte.
No piense, como muchos cristianos, que después de su resurrección todo
estará bien. Después de nuestra resurrección, tenemos que comparecer
ante el tribunal de Cristo (2 Co. 5:10). Si no hay posibilidad de tener
problemas, entonces ¿por qué seremos juzgados después de la
resurrección? Cuando estemos delante del tribunal de Cristo, estaremos en
temor y temblor, en suspenso, esperando lo que el Señor nos dirá. Sí, usted
es salvo por la eternidad. No hay problema en cuanto a esto. No creemos
que una persona salva pueda perderse. Juan 10:28-29 indica que una vez
que uno recibe la vida eterna, jamás puede perecer. No obstante, en 1
Corintios 3:15 Pablo dice: “Si la obra de alguno es consumida, él sufrirá
pérdida, pero él mismo será salvo, aunque así como pasado por fuego”.
Aunque somos salvos, podemos sufrir pérdida, o sea que es factible que
tengamos problemas. No piense que después de haber sido resucitado y
arrebatado, inmediatamente irá al cielo. No, primero tiene que ser
examinado. No espere ir directamente al reino milenario como un co-rey
de Cristo. Primero debe comparecer ante el tribunal de Cristo.
Mientras estemos delante de este tribunal “cada uno de nosotros dará a
Dios cuenta de sí” (Ro. 14:12). Tal vez usted tenga que decir: “Señor,
después de ser salvo, seguí bebiendo y yendo al cine. Me dijeron que
debía amarte, pero sencillamente no tenía interés en hacerlo. Oí los
mensajes referentes al reino, pero fui muy descuidado. Por favor, Señor,
perdóname”. Tal vez usted critique a otros hoy, pero cuando esté en pie
ante el tribunal de Cristo tendrá que criticarse a sí mismo. El juicio ante el
tribunal de Cristo determinará si como recompensa vamos a entrar en Su
reino o seremos castigados. Este castigo se relaciona con la segunda
muerte, así como la debilidad, la enfermedad, los problemas y los
contratiempos se relacionan con la primera muerte.
En el presente, Dios usa la debilidad, la enfermedad, los problemas y los
inconvenientes para disciplinarnos a fin de que crezcamos en vida. Si
usted muere sin madurez, no piense que después de resucitar va a madurar
espontáneamente. No, usted va a resucitar y a ser arrebatado en su
condición inmadura. Si muere sin madurez, resucitará sin madurez. Tome
el ejemplo de una graduación. Si usted se sale de la escuela antes de
graduarse y luego regresa, tiene que terminar todos los cursos requeridos
para graduarse.
Necesitamos crecer y madurar temprano. No demore el proceso de crecer
y madurar. Tema el riesgo de morir inmaduro. Si usted muere inmaduro,
después de resucitar, comparecerá inmaduro ante el tribunal del Señor
Jesús. No habrá necesidad de que el Señor le diga nada. Al contrario, usted
dirá: “Señor, lamento mucho haber muerto inmaduro, continúo siendo
inmaduro. Señor, ten misericordia de mí y concédeme más tiempo para
madurar”. El Señor quizá le diga: “La dispensación ha cambiado. Tienes
que ser puesto en una situación en la cual puedas crecer”. Tenga la
absoluta certeza de que esta situación no será muy placentera. Todos los
que están en esa situación serán confrontados con algo de la segunda
muerte. Esto significa que después de resucitar, el creyente puede ser
afectado por la segunda muerte, la cual posiblemente tendrá potestad sobre
él. Solamente los vencedores, aquellos que tengan parte en la mejor
resurrección, no estarán sujetos a nada de la segunda muerte. Ellos se
habrán graduado y no tendrán debilidades, enfermedades, problemas,
inconvenientes ni sufrimientos. Así debe entenderse el versículo 6.
No crea las enseñanzas erradas que afirman que si usted ha sido lavado en
la sangre y regenerado por el Espíritu, todo va a estar bien. Aunque sea
salvo por la eternidad, necesita crecer, madurar y ser perfeccionado a fin
de ser uno de los correyes de Cristo. Si usted no madura, sufrirá pérdida.
Si sufre pérdida antes de la resurrección, su pérdida corresponde a la
primera muerte. Pero si sufre pérdida después de la resurrección, su
pérdida se relaciona con la segunda muerte. Aunque sea un creyente
resucitado estará bajo el poder de la segunda muerte, y algo de ésta lo
perturbará. Esta es la pura y sobria verdad que ilumina. ¡Todos
necesitamos iluminación, sobriedad y seriedad para con Dios!
¿En qué condición se encuentra usted hoy? ¿Sigue siendo carnal, amando
el mundo todavía? ¿Pelea con su esposa, o se rebela contra su esposo? Si
ésta es su condición hoy, ¿qué le dirá al Señor cuando esté delante de El
después de la resurrección? ¿Y qué le dirá El a usted? El le dirá que usted
tiene que sufrir para madurar, que necesita algo de la segunda muerte para
madurar. ¡Pero alabado sea el Señor por los vencedores, los cuales tienen
parte en la mejor resurrección y sobre los cuales la segunda muerte no
tiene potestad!
D. El deleite del sacerdocio
y del reino en el milenio
El versículo 6 dice que los vencedores “serán sacerdotes de Dios y de
Cristo, y reinarán con El mil años”. Los vencedores serán sacerdotes y,
por ende, tendrán contacto con Dios y serán correyes de Cristo para reinar
sobre las naciones en el milenio (2:26-27; 12:5). Ellos como sacerdotes
traerán al hombre y sus necesidades a Dios, y ministrarán Dios al hombre;
y como reyes traerán a Dios en Su autoridad al hombre y representarán a
Dios en el pastoreo. Este es un galardón para los vencedores. Los
creyentes que sean derrotados en esta era, perderán ese galardón. Pero
después de ser juzgados en el milenio, participarán en el servicio de Dios y
en el reino en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad (22:3-5).
El cristiano apropiado de hoy conduce el hombre y sus necesidades a Dios
y a Cristo, y también le ministra a Dios y a Cristo. Traen la autoridad de
Dios al hombre y representan a Dios ante el hombre. Al participar de la
parte celestial del milenio, seremos reyes y sacerdotes. Debemos satisfacer
la necesidad de Dios y del hombre, trayendo el hombre a Dios y Dios al
hombre. Por medio de nuestro sacerdocio y nuestro reinado, tanto Dios
como el hombre serán completamente satisfechos. Seremos sacerdotes y
reyes, un pueblo en el cual no hay nada de la segunda muerte. En esta
esfera no habrá debilidades, enfermedades, problemas ni inconvenientes.
¡Qué maravilloso será!
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y SIETE
LA ULTIMA REBELION DE LA HUMANIDAD
Y EL JUICIO ANTE EL GRAN TRONO BLANCO
En este mensaje examinaremos la última rebelión de la humanidad (20:7-
10) y el juicio que se llevará a cabo ante el gran trono blanco (20:11-15).
Ambos sucederán después de los mil años y antes de que vengan el cielo
nuevo y la tierra nueva. Aunque la condición de todo lo que habrá en el
reino milenario será maravillosa, en la humanidad persistirá la naturaleza
rebelde. Debido a que Dios sabe que en la humanidad restaurada todavía
existirá este problema, El sujetará a Satanás en el abismo durante el
milenio, a fin de usarlo para probar a la humanidad después de los mil
años. Por medio de esta prueba la naturaleza rebelde será expuesta y
eliminada. Por consiguiente, lo primero que será juzgado después de los
mil años será la naturaleza humana rebelde.
Después de esto, se resolverá de una vez por todas la situación de los
incrédulos que murieron, quienes esperan comparecer ante el gran trono
blanco. El juicio que se lleva a cabo ante el gran trono blanco tiene como
fin juzgar a los incrédulos que hayan muerto, así como a la muerte, al
Hades, que los contiene, y a los demonios. Así que, en este pasaje vemos
la depuración final del universo como preparación para la venida del cielo
nuevo y la tierra nueva.
Antes del milenio muchas cosas van a ser juzgadas: la gran ramera, el
anticristo, el falso profeta y las fuerzas malignas del mundo. Durante el
milenio el Señor juzgará la inmadurez de Su pueblo. Si somos inmaduros
e imperfectos con respecto a la vida eterna de Dios, somos una vergüenza
para Dios. La inmadurez del pueblo de Dios es una verdadera vergüenza
para El, y durante el milenio Dios librará a Su pueblo de esta vergüenza.
Muchos cristianos tienen el concepto equivocado de que en la
dispensación del milenio todo será perfecto. Algunos maestros cristianos
han dicho que cuando venga el milenio, la economía de Dios habrá sido
consumada y perfeccionada. Declaramos enfáticamente que este concepto
es erróneo. La dispensación del milenio transcurrirá en el primer cielo y la
primera tierra. Dios usa cada dispensación para juzgar a la gente de una
manera específica. El usa las diferentes dispensaciones para perfeccionar a
Su pueblo, completarlo y madurarlo con el fin de edificar la Nueva
Jerusalén como Su morada eterna. Todas las dispensaciones tienen este
propósito. El milenio, o sea los mil años, será la última dispensación. En
ella ciertas imperfecciones serán limadas. Por esta razón, la tierra nueva y
el cielo nuevo vendrán después del milenio. Por consiguiente, el milenio
también será una dispensación usada por Dios para perfeccionar a Su
pueblo inmaduro.
Si usted madura en esta dispensación, no necesitará la próxima para
hacerlo. Pero si no madura en esta dispensación, tendrá que madurar en la
siguiente. En la presente dispensación Dios nos da Su vida y Su gracia, y
también prepara las circunstancias para que crezcamos y lleguemos a la
madurez. El usa cosas de la primera muerte, tales como la debilidad, la
enfermedad, los problemas y los inconvenientes, para ayudarnos a crecer.
Pero si a pesar de la vida, la gracia y las circunstancias seguimos sin
madurar, entonces Dios en Su sabiduría usará la última dispensación, la
dispensación del reino, para llevarnos a la madurez. Para los maduros y
perfectos, el milenio será una recompensa y un deleite, pero para los
inmaduros será una pérdida y un castigo.
En la última dispensación Dios usará las cosas relacionadas con la
segunda muerte para disciplinar y castigar a los creyentes inmaduros. El
hará esto con la intención positiva de forzarlos a crecer y madurar a fin de
que estén preparados para entrar en la Nueva Jerusalén, que estará en el
cielo nuevo y la tierra nueva. Debemos agradecer al Señor porque en la
presente dispensación Dios ha hecho que muchos de nosotros crezcamos
hasta la madurez. En esta dispensación El también juzgará al catolicismo,
al judaísmo, al anticristo, al falso profeta y a las fuerzas malignas del
mundo. Entonces el milenio, la era del reino, vendrá como una
recompensa para los que hayan madurado. Durante el milenio, los
inmaduros del pueblo de Dios serán disciplinados para que ellos también
puedan madurar.
Después del milenio, la naturaleza rebelde de la humanidad persistirá en
los ciudadanos del reino milenario, y será necesario exponerla y purgarla.
Además, los incrédulos muertos, la muerte, el Hades y los demonios serán
juzgados. Todas estas cosas negativas necesitan ser lanzadas al
“basurero”. Por consiguiente, durante el milenio Dios disciplinará a los
creyentes inmaduros para liberarlos de su vergüenza y llevarlos a la
madurez. Después de los mil años, Satanás será liberado y usado por el
Señor para probar a la humanidad, y purgarla de la rebeldía. Después de
esto, los incrédulos muertos y los demonios serán juzgados ante el gran
trono blanco, y todas las cosas negativas, incluyendo la muerte y el Hades,
serán arrojadas en el “basurero universal”, el lago de fuego. En ese
entonces, todo lo negativo que haya existido en el universo estará en el
lago de fuego, y el cielo nuevo y la tierra nueva vendrán con la Nueva
Jerusalén.

I. LA ULTIMA REBELION DE LA HUMANIDAD


A. Satanás soltado de su prisión
El versículo 7 dice: “Cuando los mil años se cumplan, Satanás será soltado
de su prisión”. El abismo será simplemente una prisión temporal. Como ya
vimos, después de los mil años, Satanás será soltado de su prisión y usado
por Dios para probar a la humanidad.
B. Satanás engaña a las naciones
para que se rebelen contra Dios
El versículo 8 dice que Satanás “saldrá a engañar a las naciones que están
en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para
la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar”. El versículo
9 dice: “Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el
campamento de los santos y la ciudad amada”. Aquí vemos que Satanás
engañará a las naciones para que se rebelen contra Dios. Es difícil creer
que después del agradable período de mil años muchos se rebelen contra
Dios y hagan guerra contra El. Sin embargo, así sucederá. Esta guerra va a
ser la última guerra de la tierra, la última rebelión de la humanidad.
Aunque la humanidad será restaurada por mil años, su naturaleza rebelde
no cambiará. Será expuesta por la última instigación de Satanás y será
eliminada por el último juicio que el Señor ejecutará sobre ella.
Según Ezequiel 38:2-3 y 39:1-2, Gog y Magog deben de ser Rusia.
Ezequiel 38:2 indica que Gog y Magog son Ros, Mesec y Tubal, los
cuales corresponden a Rusia, Moscú y Tobolsk. Ezequiel 39:2 se refiere a
estos lugares “como las partes del norte”. Lo mencionado referente a Gog
y Magog en Ezequiel 38 y 39 sucederá antes del milenio, mientras que lo
relacionado con ellos en el relato de Apocalipsis 20 sucederá después del
milenio. Apocalipsis 20:8 muestra que el engaño de Satanás a las naciones
que están en los cuatro ángulos de la tierra es el engaño a Gog y a Magog.
Esto denota posiblemente que en la última rebelión de la humanidad
contra Dios, Gog y Magog serán los cabecillas, y las demás naciones les
seguirán.
Observe que Satanás engañará a “las naciones que están en los cuatro
ángulos de la tierra, a Gog y a Magog”. De acuerdo con este versículo,
Gog y Magog representan todas las naciones que están en los cuatro
ángulos de la tierra. Pero, ¿son Gog y Magog en realidad las naciones que
están en los cuatro ángulos de la tierra? No. Por consiguiente, es posible
que esto indique que Gog y Magog tomarán la iniciativa entre las naciones
en su rebelión contra Dios bajo la instigación de Satanás. Considere hoy la
situación mundial. Todos los países comunistas están bajo la influencia o
el control de Rusia, están sometidos a Gog y Magog. Cuando Satanás
incite a Gog y a Magog a rebelarse, en realidad inducirá a todas las
naciones de los cuatro ángulos de la tierra a rebelarse, pues todos los
países comunistas seguirán a Rusia. Por consiguiente, este versículo indica
que, debido al poderío de Rusia, una nación líder, ella afectará a las demás
naciones guiándolas a la rebelión. Debido a que la naturaleza rebelde del
hombre está tan profundamente arraigada en su ser, dicha naturaleza
persistirá aun después de los mil años. ¿En que parte de la tierra es la
gente más rebelde para con Dios? La respuesta es indudablemente en
Rusia. La Biblia no nos deja a nosotros en la incertidumbre acerca de este
asunto. Si la leemos cuidadosamente a la luz de la situación mundial de
hoy, tenemos que adorar a Dios. La Biblia claramente indica que la
rebelión de la humanidad se inicia en el norte, en la tierra de Gog y
Magog, en Rusia. El pensamiento rebelde contra Dios está profundamente
arraigado en el pueblo de esta zona de la tierra.
Creo que esta parte de la tierra es lo que el libro de Apocalipsis llama “la
tercera parte de la tierra” (8:7). Hace cincuenta años estudié las profecías
bíblicas, pero no vi el cumplimiento de muchas de ellas. Pero hoy, muchas
de ellas ya se han cumplido. Tal vez después de un corto lapso muchas
otras se cumplirán. Según lo que he estudiado de la profecía bíblica, la
tierra tiene una región, la tercera parte, que está en tinieblas. Inclusive
después de los mil años, estos pueblos se aliarán con Satanás para
rebelarse contra Dios. El número de los que se rebelan contra Dios será
“como la arena del mar”. ¿Qué país puede reunir tal número de personas?
Ciertamente la respuesta es Rusia y los países comunistas que están bajo
su influjo. Los países comunistas tienen métodos eficaces de agitar a las
masas, y ellos reunirán su gente para esta batalla final.
El versículo 9 dice que las naciones rodearán el campamento de los santos
y la ciudad amada. El campamento de los santos es el albergue de los
creyentes vencedores, que son los ejércitos celestiales (19:14) acampados
en la tierra. Nosotros, los ejércitos celestiales, estaremos allí acampados, y
las naciones influidas por Gog y Magog nos atacarán. La ciudad amada es
la ciudad de Jerusalén, la morada del remanente de Israel. Los creyentes
vencedores y el remanente de Israel serán el pueblo fiel a Dios en la tierra
durante el milenio, pues se mantendrán firmes en Dios y por El. Al final
del milenio, Satanás incitará a la humanidad rebelde desde las partes mas
remotas del norte a atacar a los fieles de Dios. Satanás aborrecerá estos
dos lugares: el campamento de los santos y la ciudad amada. Sin embargo,
descenderá fuego del cielo y devorará a los rebeldes. ¡Alabado sea el
Señor, pues El anulará fácilmente este ataque!
C. Satanás es lanzado al lago de fuego
El versículo 10 dice: “Y el diablo, que los engañaba, fue lanzado en el
lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos”. El lago de fuego
está preparado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25:41). No obstante, la
bestia, el falso profeta y los “cabritos” mencionados en Mateo 25 serán
lanzados mil años antes que el diablo (19:20). Después de los mil años, el
diablo también será lanzado allí, la naturaleza rebelde humana será
completamente eliminada y Satanás será lanzado al lago de fuego.
No todas las naciones participarán en la última rebelión. Los ciudadanos
del reino milenario que no se rebelen contra Dios serán trasladados al cielo
nuevo y la tierra nueva, y serán las naciones. Apocalipsis 21:24-27 habla
de las naciones que están alrededor de la Nueva Jerusalén. Esas naciones
estarán completamente depuradas de su naturaleza rebelde. ¡Qué gran
depuración será ésta! Al final del milenio la inmadurez del pueblo de Dios
será eliminada, la naturaleza rebelde humana será erradicada, y Satanás
será lanzado al lago de fuego. Solamente los incrédulos que hayan muerto,
la muerte misma, el Hades y los demonios aún necesitarán ser juzgados.
Esto sucederá ante el gran trono blanco.
II. EL JUICIO REALIZADO
ANTE EL GRAN TRONO BLANCO
A. Un gran trono blanco,
que indica la justicia del juicio del Señor
El versículo 11 dice: “Y vi un gran trono blanco y a Aquel que estaba
sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún
lugar se encontró para ellos”. El color blanco denota justicia, lo cual indica
que el gran trono de juicio del Señor es justo.
B. El que está sentado en el trono
Cristo es el que está sentado en el gran trono blanco. “Aquel que estaba
sentado” en el versículo 11 debe de ser el Señor Jesús. Dios el Padre ha
dado todo el juicio al Hijo (Jn. 5:22) y lo designó como Juez de los vivos y
de los muertos (Hch. 10:42; 17:31; 2 Ti. 4:1; Ro. 2:16). Mateo 25:31-46
habla del Señor como el Juez de los vivos antes del milenio. Aquí el Señor
es el Juez de los muertos después del milenio.
C. La tierra y el cielo huyen
El versículo 11 dice que la tierra y el cielo huyeron de Aquel que estaba
sentado en el trono y que ningún lugar se encontró para ellos. La primera
tierra y los primeros cielos serán cambiados (He. 1:11-12). Los cielos
desaparecerán, y los elementos ardiendo serán desechos y la tierra será
quemada (2 P. 3:10).
D. El juicio de los incrédulos que hayan muerto
El versículo 12 dice: “Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie ante el
trono; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el
libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban
escritas en los libros, según sus obras”. La palabra “de pie” indica que los
muertos han resucitado. Esta es la resurrección de los incrédulos, la
resurrección de juicio, que ocurre después del milenio (Jn. 5:28-29; 1 Co.
15:23-24). Los incrédulos que hayan muerto serán juzgados por las cosas
escritas en los libros. Estos libros son el registro de las obras, las acciones,
de los incrédulos, según las cuales serán juzgados. El otro libro que es
abierto, el libro de la vida, es el registro de los nombres de los creyentes
(13:8; 17:8; Lc. 10:20). Los incrédulos serán juzgados por las cosas
escritas en los libros, de acuerdo a sus obras. Todo lo que ellos han dicho
y hecho consta en estos libros. En Mateo 12:36 el Señor Jesús dijo: “Y Yo
os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán
cuenta en el día del juicio”. Toda palabra vana que se dice queda asentada
allí. La grabadora universal capta cada palabra que los hombres profieren.
Los libros serán abiertos ante el gran trono blanco, y el Señor dirá a los
incrédulos que hayan muerto: “Esto fue lo que dijisteis, y esto fue lo que
hicisteis”. Todas las bocas serán silenciadas. Dios es Dios, y El juzgará a
todos y a cada uno.
E. El juicio de los demonios
El versículo 13 dice: “Y el mar entregó los muertos que había en él”. Los
incrédulos que murieron ahogados en el mar están incluidos en el Hades;
por eso los muertos entregados por el mar no deben ser seres humanos
incrédulos; es posible que sean los espíritus de los seres que vivieron en la
era preadámica, que son los demonios de esta era (Mt. 8:31-32; 12:43).
Esto puede indicar que los demonios de hoy serán juzgados ante el gran
trono blanco junto con los seres humanos incrédulos.
Tal vez a usted le sorprenda oír que ante el gran trono blanco no solamente
los seres humanos serán juzgados, sino también los demonios. Otra vez
repito que no es fácil conocer la Biblia. La mayoría de los lectores
cristianos piensan que los muertos entregados por el mar son aquellos que
se ahogaron en el mar, pero los que se ahogaron en el mar ciertamente
están incluidos entre los que son entregados por la muerte y el Hades.
Note que el versículo 13 también dice: “Y la muerte y el Hades entregaron
los muertos que había en ellos”. Por esto vemos que los muertos
entregados por el mar deben de ser otro tipo de seres. En el mensaje dos de
nuestro estudio-vida de Génesis hicimos notar que en la era preadamítica
hubo algunos seres vivos que tenían espíritu. Después del juicio de Dios
sobre Satanás y sus seguidores en la rebelión, estos seres se volvieron
demonios, y el mar se convirtió en su morada. Por esta razón, los
demonios hicieron que los cerdos se precipitaran en el mar (Mt. 8:31-32).
Por consiguiente, el mar entregará todos los demonios, los cuales serán
juzgados ante el gran trono blanco.
F. La muerte y el Hades
son lanzados al lago de fuego
El versículo 14 dice: “Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de
fuego. He aquí la muerte segunda, el lago de fuego”. El lago de fuego es el
“basurero” del universo, al cual serán lanzadas todas las cosas negativas,
incluyendo la muerte y el Hades. La muerte es el último enemigo que el
Señor destruirá (1 Co. 15:26).
En la primera muerte, el alma y el espíritu son separados del cuerpo, y en
el caso de los incrédulos, son preservados en la sección de tormento del
Hades (Lc. 16:22-24). En la segunda muerte, el alma y el espíritu de los
incrédulos, después de ser unidos nuevamente al cuerpo en la resurrección,
serán lanzados al lago de fuego. Esto significa que todo el ser del
incrédulo —espíritu, alma y cuerpo— perecerá en tormento eterno en el
lago de fuego.
G. El que no se halla inscrito
en el libro de la vida
es lanzado al lago de fuego
El versículo 15 dice: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida
fue lanzado al lago de fuego”. Los incrédulos que perecerán serán
juzgados de acuerdo con los libros, en los cuales consta la cuenta de sus
obras (vs. 12-13), pero serán lanzados al lago de fuego de acuerdo con el
libro de la vida. Esto indica que el Señor los condena por sus obras
malignas, pero ellos perecen debido a su incredulidad, ya que sus nombres
no están inscritos en el libro de la vida. No creer en el Señor Jesús es el
único pecado por el cual la gente perece (Jn. 16:9). El lago de fuego está
preparado para el diablo y sus ángeles. Los incrédulos siguen al diablo;
por lo tanto, serán juzgados y condenados junto con él (Jn. 16:11) y
participarán de su tormento eterno. Los demonios, que también siguieron
al diablo, tendrán el mismo destino.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y OCHO
EL CIELO NUEVO Y LA TIERRA NUEVA
Siempre que llegamos a los capítulos veintiuno y veintidós de Apocalipsis,
tenemos el sentir de que estamos entrando en otro ámbito, en otra esfera.
Esto se debe a que en estos capítulos el universo entero es renovado. No
solamente son renovados los que creen en Cristo, sino también el cielo y la
tierra. En este mensaje examinaremos el cielo nuevo y la tierra nueva
(21:1-8).
I. CUATRO DISPENSACIONES
EN EL PRIMER CIELO Y LA PRIMERA TIERRA
Debido a que las dispensaciones de Dios sólo se completan en el capítulo
veintiuno, el cielo nuevo y la tierra nueva no aparecen antes de ese
momento. Antes del final del capítulo veinte lo que Dios hace en Sus
criaturas no se ha consumado. La venida del cielo nuevo y la tierra nueva
en 21:1 indica que las dispensaciones de Dios se han consumado. La
venida del cielo nuevo y la tierra nueva en 21:1 indica que las
dispensaciones de Dios se han cumplido.
En la eternidad pasada Dios se propuso obtener una expresión corporativa
para ser completamente expresado y glorificado (Ef. 3:9-11; 1:9-11). Con
este fin El creó los cielos, la tierra y la humanidad. Desde la creación del
hombre ha habido cuatro dispensaciones: la dispensación de los patriarcas,
desde Adán hasta Moisés (Ro. 5:14); la dispensación de la ley, desde
Moisés hasta Cristo (Jn. 1:17); la dispensación de la gracia, desde la
primera venida de Cristo hasta “los tiempos de la restauración de todas las
cosas” en Su segunda venida (Hch. 3:20-21); y la dispensación del reino,
desde la segunda venida de Cristo hasta el final del milenio (Ap. 11:15;
20:4, 6). Dios usó estas cuatro dispensaciones para cumplir el propósito de
perfeccionar y completar Su pueblo escogido para que éste sea Su
expresión corporativa eternamente. Todas estas dispensaciones pertenecen
al primer cielo y a la primera tierra. Aunque la dispensación del reino será
la dispensación de la restauración, ésta sucederá en el primer cielo y la
primera tierra, debido a que la obra de perfeccionar y completar a los
escogidos sólo se habrá cumplido al final de esa dispensación. Cuando
Dios termine Su obra, por medio de la dispensación del reino, el primer
cielo y la primera tierra pasarán por obra del fuego y serán renovados,
llegando así a ser el cielo nuevo y la tierra nueva (2 P. 3:10-13). La Nueva
Jerusalén será la expresión eterna de Dios.
A. La dispensación de los patriarcas
Consideremos detalladamente estas cuatro dispensaciones. La mayoría de
los maestros de la Biblia dicen que desde Adán hasta el final de los mil
años habrá siete dispensaciones. Estoy de acuerdo con esto. Sin embargo,
la clasificación en siete dispensaciones ha sido hecha por el hombre.
Según la Biblia, sólo hay cuatro dispensaciones, no siete, desde Adán
hasta el final de los mil años. La primera dispensación va desde Adán
hasta Moisés (Ro. 5:14). Es así como la Biblia demarca la primera
dispensación. Algunos dividen la primera dispensación en varias: la
dispensación de la inocencia, la dispensación de la conciencia, la
dispensación del gobierno humano y la dispensación de la promesa. Todas
éstas deben ser consideradas secciones de una sola dispensación, no cuatro
dispensaciones separadas. En cada dispensación Dios ha obtenido cierto
pueblo. En la primera dispensación Dios produjo a los patriarcas. Ellos
están representados por las estrellas de la corona que lleva sobre la cabeza
la mujer universal resplandeciente (12:1).
B. La dispensación de la ley
La segunda dispensación, que se extiende desde Moisés hasta Cristo, es la
dispensación de la ley. “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la
gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo” (Jn. 1:17). En la
dispensación de la ley, Dios produjo a los santos del Antiguo Testamento
y perfeccionó a algunos de ellos, como por ejemplo Moisés, Josué, Aarón,
Samuel, David y los profetas. Estos santos están representados por la luna
que está debajo de los pies de la mujer resplandeciente mencionada en
Apocalipsis 12.
C. La dispensación de la gracia
La tercera dispensación, que va desde la primera venida de Cristo hasta la
restauración de todas las cosas en Su segunda venida (Hch. 3:20-21), es la
dispensación de la gracia. En esta dispensación Dios produce los creyentes
del Nuevo Testamento y perfecciona a muchos de ellos. Ellos son
representados por el sol que viste a la mujer. Por consiguiente, en las
primeras tres dispensaciones, Dios perfecciona a los patriarcas, a algunos
santos del Antiguo Testamento y a algunos creyentes del Nuevo
Testamento.
D. La dispensación del reino
La cuarta dispensación es la dispensación del reino, la dispensación
de la restauración. Esta dispensación comenzará con la segunda
venida de Cristo y se extenderá hasta el final del milenio (11:15;
20:4, 6). Durante la dispensación del reino, Dios perfeccionará al
remanente de Israel y a los creyentes que no hayan madurado. Dios
es sabio. En la segunda dispensación, la dispensación de la ley, El
no perfeccionó completamente a los hijos de Israel, debido a que
ellos no le dieron la oportunidad de hacerlo. Se rehusaron a dejar
que El los perfeccionara. Así que, Dios pospuso el
perfeccionamiento de los hijos de Israel hasta la cuarta
dispensación. En ese entonces, esto se cumplirá por completo.
Durante la dispensación del reino, Dios también perfeccionará a los
cristianos inmaduros. Muchos cristianos no le permitirán que los
perfeccione durante la dispensación de la gracia. Por eso, el Señor
se verá forzado a posponer el perfeccionamiento de ellos hasta la
próxima dispensación. Por lo tanto, una de las funciones de la
dispensación del reino es completar el perfeccionamiento de los
hijos de Israel y de los cristianos inmaduros.
En la Biblia éstas son las cuatro dispensaciones del primer universo.
Después de estas dispensaciones, se completará el
perfeccionamiento del pueblo del Señor, y Dios tendrá una mujer
universal completa, la Nueva Jerusalén. ¡Qué iluminación es ver lo
que son estas dispensaciones!
II. EL PRIMER CIELO Y LA PRIMERA TIERRA PASARAN
Después de estas cuatro dispensaciones, es decir, después del
perfeccionamiento absoluto del pueblo de Dios y su culminación, el
primer cielo y la primera tierra no le serán útiles a Dios. Entonces
se le pondrá fin a la vieja creación. Para perfeccionar a Su pueblo
Dios usará muchas cosas: Satanás, el anticristo, el falso profeta, la
debilidad, los inconvenientes y otras dificultades. Después de que
hayamos sido perfeccionados, Dios ya no necesitará las cosas
negativas de la vieja creación; de modo que podrá decir: “Satanás,
ya no te necesito, vete al lago de fuego. Enfermedades, tristezas y
lágrimas, no las necesito a ustedes tampoco pues Mi pueblo ha sido
perfeccionado. No necesito nada viejo. No necesito el cielo viejo ni
la tierra vieja. Todas las cosas viejas y negativas fueron
instrumentos que usé para perfeccionar a Mi pueblo. Ahora que Mi
pueblo ha sido perfeccionado, todas estas cosas pueden ser lanzadas
al ‘basurero’ universal, el lago de fuego”.
Durante la construcción del edificio de reunión en Anaheim fue
necesario usar muchas herramientas. Cuando yo iba a desechar esas
herramientas, los hermanos me dijeron que no lo hiciera porque
aún las necesitaban. En contra de mi deseo consentí en retenerlas.
Un día el edificio se completó, y todas esas herramientas fueron
echadas al basurero. De igual manera, cuando el pueblo de Dios sea
completamente perfeccionado, ni el primer cielo ni la primera tierra
tendrán utilidad alguna. En consecuencia, el primer cielo y la
primera tierra desaparecerán, y aparecerán el cielo nuevo y la tierra
nueva. Dios le dirá a la vieja creación: “Mi pueblo ha sido
perfeccionado, y debido a que todos ellos han madurado, no es
necesario que permanezcas”. Así que, el primer cielo y la primera
tierra serán desechados.
A. Son quemados y llegan a ser
el cielo nuevo y la tierra nueva
Hay algo relacionado con desechar el primer cielo y la primera
tierra que encuentro difícil de entender. De acuerdo con Hebreos
1:11-12 la tierra y los cielos “se envejecerán como una vestidura”, y
el Señor como un manto los envolverá y serán mudados. Sin
embargo, 2 Pedro 3:10-13 indica que los cielos y la tierra serán
quemados. De acuerdo con estos versículos los elementos serán
quemados y deshechos. ¿El primer cielo y la primera tierra serán
envueltos o quemados? Tal vez primero sean enrollados y luego
quemados.
También me pregunto en cuanto a las naciones que estarán en la
tierra al final del milenio: cuando Dios envuelva la tierra y la
queme, ¿dónde van a estar las naciones? No he hallado respuesta a
esta pregunta. Mi mente, igual que la de ustedes, es demasiado
limitada para conocer las respuestas a estas preguntas. Hay ciertas
cosas que simplemente no nos podemos explicar. Por ejemplo,
mencionaré la aparición del Cristo resucitado a Sus discípulos en la
tarde de Su resurrección (Jn. 20:19). Los discípulos estaban en un
cuarto a puertas cerradas. Repentinamente el Señor Jesús apareció
con un cuerpo físico y tangible. ¿Cómo entró? Además llevaba las
marcas de los clavos en Su cuerpo. ¿Por qué Su cuerpo resucitado
tenía las marcas de los clavos? De la misma manera que no
podemos explicar esto, tampoco podemos explicar otros asuntos
relacionados con la desaparición del primer cielo y la primera
tierra. No obstante, según la Biblia, viene el día cuando el primer
cielo y la primera tierra serán envueltos y quemados.
El primer cielo y la primera tierra serán quemados para que lleguen
a ser el cielo nuevo y la tierra nueva. Al ser quemados el primer
cielo y la primera tierra, serán renovados. Del mismo modo que
nosotros somos renovados, lo serán el cielo y la tierra. Nosotros
somos la nueva creación (2 Co. 5:17). El hecho de que habrá una
nueva creación no significa que Dios creará nuevamente algo de la
nada, sino que la primera creación será renovada y llegará a ser la
nueva creación. Aún así, no puedo explicar como hará Dios esto. De
todos modos debemos creer en la soberanía de Dios.
Muchos científicos no creen que Dios haya creado todas las cosas.
Ellos dicen: “¿Cómo puede Dios hacer que algo exista sólo
diciéndolo?” Pero la Biblia dice que Dios llama las cosas que no son
como si fuesen (Ro. 4:17) y que el universo fue constituido por la
palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se
veía (He. 11:3). Dios es el Creador, y como tal no necesita ningún
tipo de material; El puede crear cosas de la nada. Asimismo, El
puede hacer nuevos el cielo y la tierra. Finalmente, la nueva
creación no seremos solamente nosotros, el pueblo de Dios, los que
hemos nacido de nuevo, sino que también el universo será renovado
y llegará a ser la nueva creación. Como ya vimos, esto sucederá
cuando Dios haya perfeccionado por completo a Su pueblo. Todo el
universo espera que nosotros seamos perfeccionados.
Pocos cristianos prestan atención al asunto de ser perfeccionados
en vida. Pero a la luz de Dios, hemos visto que a menos que seamos
perfeccionados en vida, Dios no puede cumplir Su propósito eterno.
Si usted no permite que Dios lo perfeccione hoy, El será paciente y
esperará hasta la próxima era, la dispensación del reino, para
completar Su obra en usted. No piense que cuando usted muera,
sus problemas quedarán resueltos automáticamente. Si usted tiene
problemas cuando muera, tendrá los mismos problemas cuando
resucite. Quizá se sorprenda y diga: “Queridos problemas, yo
pensaba que muriendo escaparía de ustedes. Ahora después de
resucitar tengo que enfrentarme con ustedes otra vez”. Esto es
correcto. Todos tenemos que terminar nuestras lecciones; si no, no
podremos graduarnos. Sin embargo, muchos cristianos continúan
pensando, equivocadamente, que muriendo serán rescatados de sus
problemas. Pero la verdad es que una vez que uno muere, pierde la
oportunidad de ser perfeccionado en esta era y tiene que ser
perfeccionado en la próxima dispensación. Todos debemos orar:
“Señor, quiero ser perfeccionado antes de morir. No me permitas
morir sin serlo. Si muero sin ser perfeccionado, tendré que serlo en
la próxima dispensación. Señor, guárdame en la tierra y concédeme
la misericordia y la gracia que necesito para darte la plena libertad
de hacer todo lo necesario a fin de que me perfecciones hoy”.
Debemos estar desesperados por ser perfeccionados antes de morir
y por darle al Señor la libertad de perfeccionarnos hoy. Este es un
asunto de gran importancia.
De acuerdo con la visión clara que se presenta en la Biblia, no sólo
necesitamos ser redimidos, perdonados y regenerados, sino que
también necesitamos urgentemente ser perfeccionados.
Necesitamos ser conducidos a la madurez. Si no somos
perfeccionados y madurados en esta dispensación, tendremos que
afrontar esto en la próxima dispensación para madurar. Posponer
nuestra perfección no será muy placentero. Necesitamos ponernos
en las manos del Señor para ser perfeccionados hoy. Cuando usted
se encuentre en diferentes circunstancias, no culpe a nadie ni a
nada. Por el contrario, debe decir: “Señor, gracias por esta
situación. Este es el instrumento con el que me perfeccionas. Señor,
gracias por la excelente esposa y los hijos que me has dado. Ellos
me están ayudando a madurar. Señor también te doy gracias por
tantos hermanos y hermanas peculiares, extraños y difíciles que me
rodean diariamente en la vida de iglesia. Señor, conozco Tu
propósito. Todas estas situaciones difíciles y todos estos hermanos y
hermanas me ayudan a ser perfeccionado. ¡Señor muchas gracias!”
Solamente hay un lugar donde podemos ser perfeccionados hoy, y
ese lugar es la vida de iglesia. En algunos grupos cristianos, si uno
no está contento con los que están a su alrededor, puede fácilmente
dejarlos e irse a otro lugar. Pero después de llegar verdaderamente
a la vida de iglesia, no hay salida ni escalera de incendio. No hay
manera de salirse. Tenemos que permanecer aquí y ser consumidos
y disciplinados para nuestra perfección. ¡Alabado sea el Señor
porque podemos ser perfeccionados en esta era!
Todo divorcio es un escape de las limitaciones de la vida de casado.
Cuando la gente del mundo está insatisfecha con su matrimonio,
sencillamente se divorcia y huye de sus problemas. Haciendo esto
se escapan de ser confrontados, consumidos y perfeccionados. Pero
nosotros los hijos de Dios, nunca debemos divorciarnos de la vida
de iglesia. Después de haber entrado en matrimonio con la vida de
iglesia, debemos permanecer en el horno hasta que hayamos sido
completamente asados. El día viene cuando ya no necesitaremos el
horno, pues seremos perfeccionados, y todo será nuevo. En ese
entonces todo lo viejo del primer cielo y de la primera tierra llegará
a su fin. Hoy tenemos muchos hornos: nuestro cónyuge, nuestros
hijos, los hermanos y las hermanas de la iglesia. En la vida de iglesia
nos metemos al horno unos a otros para asarnos mutuamente. No
debemos salirnos de ese horno hasta que seamos perfeccionados.
¡Gracias damos al Señor porque El usa la iglesia para
perfeccionarnos en vida!
B. El mar ya no existirá
El versículo 1 añade: “Y el mar ya no existía”. El mar es el resultado
de las aguas del juicio, las aguas que Dios usó para juzgar al mundo
preadamítico (véase el Estudio-vida de Génesis, mensaje dos). En la
obra de recreación efectuada por Dios, El recobró la tierra
confinando las aguas, las cuales eran el resultado de aquel juicio
(Gn. 1:9-10; Jer. 5:22). Los seres vivos del mundo preadamítico,
después de ser juzgados por las aguas, se convirtieron en los
habitantes del mar. Después de ser juzgados por Cristo y Sus
creyentes (Mt. 8:29-32; Lc. 10:17; Hch. 16:16-18; 19:12) y de que el
mar los haya devuelto para ser juzgados ante el gran trono blanco
(20:13), el mar ya no será necesario. Desde la recreación, Dios se
propuso abolir el mar juzgando a Satanás y sus demonios. Por
consiguiente, decir que “el mar ya no existía” indica que Satanás y
sus seguidores malignos han sido juzgados y no se hallarán en el
cielo nuevo ni en la tierra nueva.
III. DE LO PRIMERO NO HABRA MEMORIA
Isaías 65:17 dice: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y
nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni vendrá más al
pensamiento”. Aquí vemos que las primeras cosas no serán
recordadas. Dios tiene una gran capacidad de olvidar.
IV. PERMANECERAN PARA SIEMPRE
El cielo nuevo y la tierra nueva estarán delante del Dios eterno, esto
es, permanecerán por siempre (Is. 66:22). Permanecer por siempre
significa perdurar eternamente.
V. LA JUSTICIA MORARA EN
EL CIELO NUEVO Y EN LA TIERRA NUEVA
En 2 Pedro 3:13 dice: “Pero nosotros esperamos, según Su promesa,
cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”. Aquí
vemos que la justicia morará en el cielo nuevo y en la tierra nueva.
Esto significa que todo será justo, recto y apropiado, y que no habrá
más antagonismos.
VI. LA NUEVA JERUSALEN
DESCIENDE A LA TIERRA NUEVA
El versículo 2 dice: “Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén,
descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada
para su marido”. La Nueva Jerusalén descenderá a la tierra nueva.
Después de que todos los redimidos de Dios hayan sido arrebatados
a los cielos, estarán en la Nueva Jerusalén, la cual descenderá del
cielo, de Dios. Esto indica que no moraremos por la eternidad en el
cielo, sino en la Nueva Jerusalén en la tierra nueva.
La Nueva Jerusalén como novia de Cristo descenderá. Esto indica
que la Nueva Jerusalén no es una ciudad física, sino una persona
corporativa, la novia. Esta ciudad también será el tabernáculo de
Dios donde El morará con el hombre (v. 3). Para Cristo, esta nueva
ciudad será la novia en la cual hallará satisfacción; para Dios, será
el tabernáculo en el cual morará y a través del cual se expresará.
VII. LOS PUEBLOS QUE HABRA
EN LA TIERRA NUEVA
El versículo 3 añade: “He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y El fijará Su tabernáculo con ellos; y ellos serán Sus
pueblos, y Dios mismo estará con ellos”. Estos pueblos son las
naciones del versículo 24. Habrá varios pueblos, y cada uno de ellos
será una nación en la tierra nueva. Las naciones que estarán
alrededor de la Nueva Jerusalén serán restauradas, pero no
regeneradas. En ese entonces su naturaleza rebelde ya habrá sido
purgada. Las naciones restauradas y depuradas vivirán fuera de la
Nueva Jerusalén y disfrutarán de las bendiciones comunes en el
cielo nuevo y la tierra nueva. Las bendiciones comunes se
mencionan en el versículo 4: “Enjugará Dios toda lágrima de los
ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor,
ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. En el cielo nuevo y la
tierra nueva no habrá lágrimas ni muerte ni llanto ni tristeza ni
dolor. En el cielo nuevo y la tierra nueva habrá plena satisfacción y
descanso total; no habrá motivo de lágrimas. La muerte será
enteramente sorbida por la vida (1 Co. 15:54) y lanzada al lago de
fuego (20:14); en el cielo nuevo y la tierra nueva no habrá muerte.
La muerte será lanzada en el “basurero”, el lago de fuego, y los
elementos de la muerte, la tristeza, el llanto y el dolor serán
abolidos.
VIII. LOS HIJOS DE DIOS
ESTARAN EN LA NUEVA JERUSALEN
Los versículos del 5 al 7 hablan de los hijos de Dios en la eternidad. El
versículo 7 dice: “El que venza heredará estas cosas, y Yo seré su Dios, y
él será Mi hijo”. El significado de vencer aquí difiere del mencionado en
los capítulos dos y tres, donde se usa siete veces. Aquí significa vencer
creyendo, como en 1 Juan 5:4-5. Los vencedores a los que aluden los
capítulos dos y tres facultan al creyente que venza para participar del
deleite que habrá en el reino milenario como una recompensa particular en
la administración de la dispensación de Dios, mientras que vencer aquí
hace aptos a todos los creyentes para participar de la Nueva Jerusalén con
su deleite como porción común a todos de la salvación eterna.
El “hijo” al que alude este versículo es el creyente que habitará en la
Nueva Jerusalén. Los hijos de Dios constituyen la Nueva Jerusalén. Ellos
son los creyentes regenerados que tienen la vida divina y la naturaleza
divina. La Nueva Jerusalén está conformada por todos los santos que
nacieron de Dios. Como veremos, la Nueva Jerusalén es una composición
de todos los que nacieron de nuevo, los hijos de Dios. Cada uno de ellos es
parte de esta composición viviente. Debido a que los hijos de Dios
constituyen la Nueva Jerusalén, ellos también morarán en la Nueva
Jerusalén.
Los hijos de Dios participarán de todo el deleite que habrá en la Nueva
Jerusalén, y disfrutarán especialmente del agua de vida (v. 6). Muchos
cristianos confunden el deleite de las naciones con el de los santos. Las
naciones disfrutarán de la bendición común, mientras que los santos
gozarán de un deleite particular. Primordialmente los santos disfrutaremos
el suministro proporcionado por el agua de vida (22:1). Además, quienes
estemos en la Nueva Jerusalén serviremos ante el Señor y ante el Cordero
por la eternidad (22:3-4). Esta es una de las bendiciones que recibirán los
redimidos de Dios en la eternidad. Al mismo tiempo, reinaremos por los
siglos de los siglos (22:5). Seremos reyes no solamente por mil años, sino
por la eternidad. Todos los santos habrán madurado, habrán sido
perfeccionados y serán aptos para disfrutar de la Nueva Jerusalén
eternamente.
Apocalipsis 22:3 dice: “Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y
Sus esclavos le servirán”. Note que los pronombres en este versículo están
en singular y no en plural. Este versículo dice: “Sus esclavos le servirán”;
note que no dice “les servirán”. El pronombre singular, el cual se refiere
tanto a Dios como al Cordero, comprueba que Dios y el Cordero son uno
solo. No debemos considerarlos dos seres distintos.
IX. LOS QUE PERECEN
ESTARAN EN EL LAGO DE FUEGO
Apocalipsis 21:8 dice: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los
mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es
la muerte segunda”. En el primer cielo y la primera tierra había un mar
que contenía el resultado del juicio de Dios, mientras que en el cielo nuevo
y la tierra nueva habrá un lago de fuego que reemplazará al mar. Todas las
cosas negativas e inmundas, después de ser juzgadas por Dios, estarán en
el lago de fuego por la eternidad. De acuerdo con 22:15, el lago de fuego
estará fuera de la Nueva Jerusalén, tal como Tofet, donde estaban las cosas
inmundas (Jer. 19:11-13), estaba fuera de la antigua Jerusalén (2 R. 23:10;
Is. 30:33). El lago de fuego es mucho más restringido que el mar de agua.
Sufrir la segunda muerte, estar en el lago de fuego, es arder en fuego y
azufre por la eternidad (14:10-11).

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE CINCUENTA Y NUEVE
LA NUEVA JERUSALEN
(1)
En este mensaje y en los seis que siguen examinaremos los diversos
aspectos de la Nueva Jerusalén (21:9-27).
I. COMO RECIBIR LA VISION
DE LA NUEVA JERUSALEN
En primer lugar, necesitamos saber cómo se recibe la visión de la Nueva
Jerusalén. Uno de los siete ángeles que trajeron las siete plagas le mostró a
Juan la Nueva Jerusalén (v. 9). Esto significa que el objetivo del juicio de
las siete copas es la Nueva Jerusalén.
A. Estar en el espíritu
En el versículo 10 dice: “Y me llevó en espíritu a un monte grande y alto,
y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios”.
Si queremos recibir la visión de la Nueva Jerusalén, tenemos que estar en
el espíritu. Antes de que Juan tuviera la visión de las siete iglesias,
también estaba en el espíritu (1:10). El capítulo uno no sólo nos dice que
Juan estaba en el espíritu, sino que también nos revela que estaba en la isla
llamada Patmos. Si esto no fuera importante, no constaría en la Biblia. Al
estar en la isla de Patmos y estar en el espíritu, Juan pudo ver las iglesias,
los siete candeleros de oro. Aunque muchos lean y estudien el Apocalipsis
y aun lean nuestros mensajes sobre los candeleros, es posible que no vean
nada. Esto se debe a que no están en la posición apropiada ni en el
espíritu.
A fin de poder ver algo, debemos tener la posición apropiada, la
perspectiva correcta y la facultad de ver. Inmediatamente antes de que
Juan viera los siete candeleros de oro, oyó una gran voz y se volvió para
ver la voz que hablaba con él (1:10, 12). Espero que muchos de los que
están en las denominaciones, al leer estos mensajes, escuchen la voz y se
vuelvan para ver. Sin embargo, aunque muchos han oído la voz no están
dispuestos a volverse. Aun si se vuelven para ver la voz, es posible que
carezcan de la facultad de ver. Muchos pastores denominacionales tienen
cataratas en sus ojos espirituales. Necesitan que un oculista se las quite
para que puedan recibir la visión de la iglesia. Cuando tenemos la posición
apropiada, la perspectiva correcta y la facultad de la vista, podemos recibir
la visión de los siete candeleros de oro. Esta era la situación de Juan en la
isla de Patmos. Por estar en la debida posición y en el espíritu, pudo ver
los siete candeleros de oro tan pronto como se volvió para ver la voz.
Se aplica el mismo principio en cuanto a ver la Nueva Jerusalén. En 21:10
Juan nos dice que un ángel lo llevó en el espíritu. Nunca menosprecie su
espíritu, pues éste puede ver la Nueva Jerusalén. La expresión en el
espíritu se usa cuatro veces en Apocalipsis (1:10; 4:2; 17:3; 21:10). En
cada ocasión esta expresión se usa para presentar cada una de las cuatro
visiones principales que componen dicho libro. Estas visiones son: la
iglesia, el juicio sobre el mundo, Babilonia la Grande y la Nueva
Jerusalén. Estas cuatro visiones se dividen en dos pares. El primero es la
iglesia y el mundo, y el segundo es Babilonia la Grande y la Nueva
Jerusalén. El mundo es contrario a la iglesia, y Babilonia la Grande es
contraria a la Nueva Jerusalén. El libro de Apocalipsis en su totalidad
presenta la iglesia, el mundo, Babilonia y la Nueva Jerusalén. Juan estaba
en el espíritu en cada una de las ocasiones en que recibió estas visiones.
En el espíritu Juan vio las iglesias; en el espíritu vio destino del mundo; en
el espíritu vio Babilonia la Grande; y en el espíritu vio la Nueva Jerusalén.
Yo puedo testificar de que todavía tengo ante mí una clara visión de estas
cuatro cosas. En el primer capítulo veo las siete iglesias y en el último, la
Nueva Jerusalén. Entre estos capítulos veo al mundo y a Babilonia la
Grande.
Si usted desea ver estas cosas, tiene que estar en el espíritu. No se valga de
su mente para examinar la situación. Más bien, vuélvase al espíritu y
permanezca allí. Si usa su mente en vez de permanecer en el espíritu, estas
cuatro visiones desaparecerán. Si nos quedamos en nuestra mente, es
posible que pensemos que la situación del mundo no está tan mal. Pero si
nos volvemos a nuestro espíritu y permanecemos allí invocando el nombre
del Señor Jesús, veremos claramente los siete candeleros y el hecho de que
todo el mundo está bajo el juicio de Dios. Cuanto más tiempo
permanezcamos en el espíritu en contacto con el Señor, más clara será
nuestra comprensión de la condición en que se encuentra el mundo.
Además, veremos a la ramera y nos daremos cuenta de que su destino es
destrucción. Aunque tal vez no comprendamos todas estas cosas ni las
podamos explicar, ciertamente las vemos. También veremos la Nueva
Jerusalén con sus detalles, tales como las doce puertas y la calle de oro.
Lo que necesitamos hoy es visión, no entendimiento. ¿Qué utilidad tendría
saber de la ciudad de Anaheim si uno jamás la ha visto? Según el libro de
Apocalipsis, el apóstol Juan vio muchas cosas, incluyendo la Nueva
Jerusalén. Por lo tanto, el libro de Apocalipsis no es una disertación ni un
sermón ni siquiera un mensaje; es una descripción y una declaración de lo
que Juan vio. El fue llevado a un paseo por el universo, después del cual
parece decir algo así: “¡Vi a Satanás lanzado en el lago de fuego y vi la
Nueva Jerusalén!”. Todos debemos entrar en nuestro espíritu y dar esta
especie de paseo para ver dichas cosas. Después de que uno ve la Nueva
Jerusalén, no puede negar que la ha visto.

B. Estar en un monte grande y alto


Cuando Juan vio la Nueva Jerusalén, él estaba en el espíritu y había sido
llevado a un monte grande y alto. El monte grande y alto está en contraste
con el desierto de 17:3. Para ver a Babilonia, la gran ramera, Juan fue
llevado al desierto. Para ver a la novia, la Nueva Jerusalén, fue llevado a
un monte grande y alto. Nosotros necesitamos ser llevados a un monte
elevado para poder ver la morada de Dios, la cual cumple Su propósito
eterno. Para poder ver las iglesias, le era suficiente a Juan estar en la isla
de Patmos. Pero la Nueva Jerusalén es muchísimo más elevada que las
iglesias; de modo que para verla, tuvo que ser llevado a un monte elevado.
La Nueva Jerusalén es una ciudad que es al mismo tiempo una montaña, y
nosotros debemos estar en un monte a fin de poder verla. Necesitamos
estar en el espíritu y llegar a un monte alto. Esta es la manera de recibir la
visión de la Nueva Jerusalén.
También necesitamos saber qué es la Nueva Jerusalén. Es la máxima
consumación del edificio que Dios construye a lo largo de los siglos. A
partir de Adán y por casi sesenta siglos, Dios ha estado edificando mucho.
El resultado de esta obra será la Nueva Jerusalén, la morada eterna de
Dios.
Vimos ya que el período que se extiende desde Adán hasta el final del
milenio se divide en cuatro dispensaciones: la de los patriarcas, desde
Adán hasta Moisés; la de la ley, desde Moisés hasta Cristo; la de la gracia,
desde la primera venida de Cristo hasta la restauración de todas las cosas
en Su segunda venida; y la del reino, desde la segunda venida de Cristo
hasta el fin del milenio. Durante estas dispensaciones Dios ha venido
edificando, y seguirá haciéndolo. Sin embargo, la mayoría de los
cristianos no presta atención a la edificación que Dios está llevando a
cabo; ellos sólo se preocupan por su religión humana. Damos gloria al
Señor por rescatarnos de una situación tan lamentable. Ya no estamos en
una religión humana, sino en la edificación que Dios está realizando.
Actualmente esta edificación es las iglesias, y eternamente será la Nueva
Jerusalén. Estamos en las iglesias y vamos en camino a la Nueva
Jerusalén. Agradecemos al Señor por darnos una visión tan clara de la
Nueva Jerusalén, que es nuestro destino final.
II. EN EL CIELO NUEVO Y LA TIERRA NUEVA
En el versículo 2 Juan dice: “Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén,
descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su
marido”. La Nueva Jerusalén es una entidad viva compuesta de todos los
santos que Dios redimió a lo largo de las generaciones. Ella es la novia de
Cristo, Su complemento (Jn. 3:29), y es la santa ciudad de Dios, Su
morada. Esta es la ciudad, la Jerusalén celestial (He. 12:22), que Dios
preparó para nosotros y la cual anhelaban Abraham, Isaac y Jacob (He.
11:10, 16). También es la Jerusalén de arriba, que es madre de todos
nosotros (Gá. 4:26).
La Nueva Jerusalén descenderá del cielo a la tierra. Los versículos 2 y 10
dicen que la Nueva Jerusalén “desciende del cielo, de Dios”. La intención
de Dios no es tener una morada eterna en el cielo. El desea morar en la
tierra. Aunque las religiones sueñan con ir al cielo, Dios desea descender a
la tierra. Hoy mismo, la mejor morada de Dios no es el cielo, sino la
iglesia en la tierra. Actualmente Dios tiene dos moradas: los cielos y la
iglesia. Dios habita en los cielos con Sus ángeles, y también mora en la
tierra con Sus hijos. Si usted fuera el Padre, ¿preferiría estar con los
ángeles, los servidores, o con sus hijos? Si los siervos viven en una
mansión y los hijos en una casa humilde, ¿preferiría usted vivir en la
mansión o en la casa humilde? Sin duda, usted preferiría estar con sus
hijos en una choza. El caso es el mismo con Dios. ¡Cuánto desea El morar
en la iglesia! Aunque la apariencia de la iglesia no es admirable ni
espléndida, los hijos de Dios están allí, y El disfruta estar con ellos.
Finalmente, la “choza” pobre, la iglesia, será transformada en la Nueva
Jerusalén, que será muchísimo más espléndida que cualquier mansión.
La Nueva Jerusalén será una ciudad inmensa que tendrá doce mil estadios
de longitud, de altura y de anchura (v. 16). Doce mil estadios son
aproximadamente dos mil doscientos kilómetros, la distancia de San
Diego a Seattle. Hay unos cuatro mil ochocientos kilómetros entre la costa
oriental de los Estados Unidos y la costa occidental. Así que la longitud de
la Nueva Jerusalén será casi la mitad de los Estados Unidos. ¡Qué enorme
ciudad será ésta! Tendrá una altura de más de dos millones de metros. Esta
ciudad, la cual es mucho más maravillosa de lo que nos podamos
imaginar, descenderá del cielo a la tierra. Por supuesto, la tierra en ese
entonces será la tierra nueva (vs. 1, 24, 26).

III. LA CIUDAD SANTA


La Nueva Jerusalén es la ciudad santa (vs. 2, 10). Por ser la santa ciudad
de Dios, ella es una ciudad santa, totalmente santificada y apartada para
Dios, y completamente saturada de la naturaleza santa de Dios para poder
ser Su morada. Esta ciudad está llena de Dios y se ha mezclado con El.
Esta inmensa ciudad, de unos dos mil kilómetros de longitud, de anchura y
de altura estará totalmente apartada para Dios y saturada de El. Un día,
nosotros estaremos allí. Ahora vemos la Nueva Jerusalén en visión, pero
vendrá el día cuando estaremos en ella. ¡Cuán maravilloso será esto! Sin
duda alguna, recordaremos la visión que tuvimos de ella cuando todavía
estábamos en la tierra.
IV. LA NOVIA DE CRISTO
El versículo 2 dice que la Nueva Jerusalén está “dispuesta como una
esposa ataviada para su marido”, y en el versículo 9 uno de los ángeles
dice: “Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero”. Tanto
en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, Dios compara a Su pueblo
escogido con una esposa (Is. 54:6; Jer. 3:1; Ez. 16:8; Os. 2:19; 2 Co. 11:2;
Ef. 5:31-32). La esposa trae a Dios satisfacción en amor. La Nueva
Jerusalén como novia de Cristo, procede de El, Su esposo, y llega a ser Su
complemento, tal como Eva salió de Adán, su esposo, y llegó a ser su
complemento (Gn. 2:21-24). Ella se prepara al participar de las riquezas
de la vida y la naturaleza de Cristo.
El versículo 9 habla de la novia y la esposa. Una novia cumple su papel
principalmente el día de la boda, mientras que la esposa lo es toda la vida.
La Nueva Jerusalén será la novia en el milenio, los mil años que son como
un día (2 P. 3:8), y la esposa lo será en el cielo nuevo y la tierra nueva por
la eternidad. La novia en la era del reino está compuesta de los vencedores
(3:12; 19:7-9); pero la esposa, en la eternidad, consta de todos los
redimidos de Dios (21:9).
Ya que la Nueva Jerusalén es la novia, no debemos pensar que es una
ciudad material. Es imposible que una entidad material sea la novia. Dios
jamás se casaría con algo así. El sólo se casará con un ser vivo. La novia
está compuesta de los santos de Dios, quienes fueron redimidos,
regenerados y transformados. En la Nueva Jerusalén no habrá madera,
ladrillos ni polvo, sino oro, perlas y piedras preciosas transformadas.
V. EL TABERNACULO DE DIOS
Leemos en el versículo 3: “Y oí una gran voz que salía del trono que
decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y El fijará Su
tabernáculo con ellos; y ellos serán Sus pueblos, y Dios mismo estará con
ellos y será su Dios”. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo,
Dios compara a su pueblo escogido con una morada para Sí mismo (Ex.
29:45-46; Nm. 5:3; Ez. 43:7, 9; Sal. 68:18; 1 Co. 3:16-17; 6:19; 2 Co.
6:16; 1 Ti. 3:15). Así como la esposa de Dios le trae satisfacción en amor,
asimismo la morada le suministra descanso y le provee de expresión.
Ambos aspectos llegarán a su consumación en la Nueva Jerusalén. En ella,
Dios hallará plena satisfacción en amor y el descanso supremo en
expresión por la eternidad. La Nueva Jerusalén como morada de Dios será
el tabernáculo de Dios con los hombres por la eternidad. Será la morada de
Dios entre los hombres, las naciones, y lo expresará. El tabernáculo que
hizo Moisés era un tipo de este tabernáculo (Ex. 25:8-9; Lv. 26:11). Este
tipo se cumplió primeramente en Cristo como tabernáculo de Dios entre
los hombres (Jn. 1:14), y al final se cumplirá plenamente en la Nueva
Jerusalén, la cual será el agrandamiento de Cristo como la morada de
Dios. Este tabernáculo también será la morada eterna de los redimidos de
Dios. Dios nos cobijará con Cristo. Por lo tanto, la Nueva Jerusalén será la
morada mutua de Dios y nosotros.
La morada de un individuo lo expresa a él. No nos expresamos con tanta
claridad en ninguna parte como lo hacemos en nuestra casa. Si usted desea
conocer a una persona, visítela en su casa o apartamento. Si el hogar no
esta ordenado, se dará cuenta de que dicha persona no es muy organizada.
Pero si la casa está limpia, ordenada y pulcra, uno se dará cuenta de que la
persona que vive allí es así. Suponga que lo visito a usted en su
apartamento una mañana y hallo que su cama no está hecha. No importa
cuántos sermones me dé usted acerca de la diligencia y la pulcritud, tendré
la idea, por su cama destendida, de que usted es una persona descuidada.
Así como nuestro hogar nos expresa a nosotros, así la Nueva Jerusalén, el
tabernáculo de Dios, lo expresará a El. Cada parte de esta ciudad es
ordenada, limpia y está construida como se debe. Todos sus aspectos
expresan a Dios. La iglesia hoy, la morada de Dios, también es Su
expresión. La iglesia trae satisfacción a Cristo y constituye la morada de
Dios. En la iglesia, la maqueta de la Nueva Jerusalén que ha de venir,
Cristo es satisfecho y Dios es expresado.
La humanidad restaurada, es decir, las naciones, vivirán alrededor de la
Nueva Jerusalén como tabernáculo de Dios, y lo disfrutarán a El allí.

VI. EL PARAISO DE DIOS


La Nueva Jerusalén también será el paraíso de Dios. Según la Biblia hay
más de un paraíso. Muchos cristianos piensan que el huerto de Edén es el
paraíso (Gn. 2:8) Sin embargo, la Biblia no llama al Edén el paraíso. Así
que en la Biblia sólo vemos dos paraísos, el que menciona el Señor Jesús
en Lucas 23:43 y la Nueva Jerusalén.
El Señor dijo al ladrón que le había pedido que se acordara de él cuando
viniera en Su reino: “De cierto te digo: Hoy estarás conmigo en el
Paraíso”. (Lc. 23:43). Sólo al estudiar otros versículos podemos ubicar
este paraíso. Lucas 23:43 revela que el Señor Jesús inmediatamente
después de morir, fue al paraíso. Hechos 2:27 y 31 revela que después de
que el Señor Jesús murió, fue al Hades, y Mateo 12:40 indica que el Hades
está en “el corazón de la tierra”, donde estuvo el Señor Jesús tres días y
tres noches después de Su muerte. En el Hades hay una región agradable,
descrita como el seno de Abraham, adonde fue Lázaro (Lc. 16:23). Por lo
tanto, el paraíso que menciona el Señor en Lucas 23:43 es la región
agradable del Hades. Según lo dicho por el Señor en Lucas 16, hay dos
secciones en el Hades, y entre ellas hay un gran abismo. Cuando Lázaro
murió, fue a la región placentera del Hades, donde está Abraham. Pero
cuando murió el rico, fue a la región de tormento.
Algunos maestros cristianos, como por ejemplo el doctor Scofield, creen
que cuando Cristo resucitó, la región placentera del Hades fue trasladada
al tercer cielo. La Biblia anotada de Scofield tiene una nota en Lucas
16:23 al respecto. El pasaje de 2 Corintios 12:2-4 también lo usan como
base para apoyar esta idea. Algunos interpretan las palabras de Pablo en
estos versículos como una indicación de que el paraíso está ahora en el
tercer cielo. Pero si uno lee este pasaje con detenimiento y siguiendo el
texto griego, verá que demuestra lo contrario. En dicho capítulo Pablo
estaba dando testimonio de que había recibido una visión completa del
universo, el cual se divide en tres regiones: los cielos, la tierra y la parte
que está debajo de la tierra (véase Fil. 2:10). Pablo había llegado a conocer
las cosas de la tierra, las de los cielos y las del paraíso. Esto es lo que en
realidad comunica 2 Corintios 12:2-4 (véase el mensaje veinte, págs. 236-
239). El paraíso, la región placentera del Hades, todavía está ubicado en el
Hades, debajo de la tierra.
La enseñanza de que los santos del Antiguo Testamento que estaban en el
paraíso fueron trasladados al cielo cuando Cristo resucitó, no es correcta.
El día de Pentecostés, cincuenta días después de la resurrección del Señor,
Pedro dijo: “David no subió a los cielos” (Hch. 2:34). Hasta ese día David
todavía no estaba en el cielo. Por consiguiente, la enseñanza tradicional
sobre esto no es ni exacta ni confiable. Según las palabras claras de la
Biblia, existe una sección placentera en el Hades, llamada el paraíso,
donde están ahora los espíritus y las almas incorpóreas de los salvos
esperando el día de la resurrección. En principio, la separación de un alma
de su cuerpo denota que ella está desnuda, y ninguna persona desnuda
puede entrar en la presencia de Dios. En consecuencia, los espíritus y las
almas de los santos que ya fallecieron están en la región placentera del
Hades esperando el día de la resurrección para ser vestidos del glorioso
cuerpo de resurrección y ser cubiertos nuevamente.
La Nueva Jerusalén, el paraíso de Dios, es diferente del paraíso del Hades.
El paraíso de la Nueva Jerusalén, el cual es eterno, será muy superior al
del Hades, el cual no es más que un albergue temporal. El paraíso de Dios
que está en la Nueva Jerusalén será la recompensa para los vencedores en
la edad del reino (2:7) y la porción común a todos los redimidos de Dios
en la eternidad (21:7). Todos los santos que hayan muerto resucitarán, se
pondrán un cuerpo resucitado, y entrarán en la Nueva Jerusalén, la cual
será su paraíso.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA
LA NUEVA JERUSALEN
(2)
El significado de Apocalipsis 21 y 22 ha estado escondido de los cristianos
por siglos. Muchos han entendido estos capítulos de una manera muy
natural y los han considerado la descripción de una ciudad material.
Cuando éramos jóvenes, oíamos cantos evangélicos referentes a esa
ciudad y su calle de oro.
El primer versículo del libro de Apocalipsis dice que la revelación de
Jesucristo fue declarada por medio de señales. Si deseamos entender este
libro, tenemos que conocer el significado de todas las señales. Por
ejemplo, los siete candeleros de oro que aparecen en el capítulo uno, y la
mujer vestida del sol, en el capítulo doce, son señales. Además, en este
libro Cristo es llamado el León y el Cordero, términos que también son
señales. De igual manera, la ciudad misma, la Nueva Jerusalén, es una
señal.
A través de los siglos, lo dicho por los cristianos acerca de la iglesia
proviene de un concepto equivocado en cuanto a lo que ésta es. Cuando
alguien habla de ir a la iglesia, se refiere a un edificio con una torre y una
campana. En su mente, la iglesia es un edificio. Inclusive en algunos
diagramas de las dispensaciones usan la figura de un edificio con un
campanario para representar la iglesia. Aunque aquello puede llamarse una
capilla, ciertamente no es la iglesia.
Los Hermanos, a quienes Dios levantó en el siglo pasado, tienen un mejor
entendimiento de la iglesia. Para ellos la iglesia no es un edificio; es la
asamblea de los llamados. Cuando los creyentes se reúnen, tal asamblea es
la iglesia. Aunque este entendimiento es correcto, es bastante superficial.
La iglesia va mucho más allá. Suponiendo que miles de cristianos
regenerados se reúnan, aun así, ellos pelean, se critican unos a otros y
viven en la carne. ¿Es esto la iglesia? No, eso no es la iglesia ni es la
asamblea de los santos; delante de Dios eso es una reunión de la carne. En
una reunión de la mesa directiva de cierta iglesia, un miembro le lanzó una
Biblia a otro. Tal reunión no es una reunión de la iglesia.
En el último libro de la Biblia, la iglesia es tipificada por un candelero de
oro resplandeciente y puro. El Señor usa un candelero como símbolo de la
iglesia porque ella es profunda y misteriosa y no puede ser descrita
adecuadamente en el lenguaje humano. Por consiguiente, el Señor se vio
forzado a usar una señal, un símbolo, para representarla. Cuando usted vea
la iglesia como un candelero de oro, sabrá lo que es la iglesia. Pero si le
preguntan cómo define la iglesia, no podrá hacerlo. La iglesia es
misteriosa, divina y pura, y las palabras humanas no pueden definirla
adecuadamente. Por esta razón, no encontramos en ninguna parte del
Nuevo Testamento la definición completa de la iglesia. Efesios 1:22-23
dice que la iglesia es el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo
llena en todo. Pero, ¿qué quiere decir la palabra “plenitud”, y qué significa
“todo lo llena en todo”? Es difícil entender el término iglesia, y mucho
más los términos “Cuerpo”, “plenitud” y “todo en todo”. Por consiguiente,
en el libro de Apocalipsis, la conclusión de la Biblia, se usan muchas
señales para expresar verdades espirituales.
Cuando decimos que la iglesia es un candelero de oro, no queremos decir
que la iglesia es una columna con siete lámparas. Es un error entender así
este asunto. Sucede lo mismo con la descripción de Cristo como el
Cordero. Ciertamente nuestro Señor no es un cordero literal con cuatro
patas y cola. ¡Qué gran equivocación entender los símbolos bíblicos de
esta manera! El cordero es una señal que se relaciona con el Señor. Por
consiguiente, cuando el libro de Apocalipsis muestra que la iglesia es un
candelero de oro, da a entender que la iglesia es divina y pura; la iglesia
también tiene una luz que resplandece en la oscuridad. Este es el
verdadero significado de la iglesia representada por el candelero de oro.
La ciudad de la Nueva Jerusalén también es una señal que lo abarca todo.
Para entender esta señal, nuestra mente debe estar completamente
renovada y llena de luz. No debemos entender la Nueva Jerusalén según
nuestro concepto natural. Algunos creen que la Nueva Jerusalén es en
realidad una ciudad material de forma cuadrada. Si tenemos este concepto
natural, no podremos entender la Nueva Jerusalén como una señal que
denota el edificio eterno de Dios como Su morada. Debemos estar seguros
de que el edificio eterno de Dios no es un lugar físico, sino una entidad
viva. No es una ciudad material, sino una entidad constituida de la vida de
Dios. Esto es tan misterioso y profundo, que no puede describirse con
palabras humanas. Por consiguiente, Dios en Su sabiduría lo revela en
cuadros y señales. Teniendo este principio en mente, debemos examinar
los diversos detalles y aspectos de la Nueva Jerusalén.

VII. UNA COMPOSICION VIVA


DE TODOS LOS REDIMIDOS DE DIOS
La Nueva Jerusalén es una composición viva de todos los redimidos
de Dios. El hecho de que la Nueva Jerusalén sea tal composición
significa que es un edificio vivo. La idea de que el pueblo de Dios es
un edificio vivo no se presenta por primera vez en el libro de
Apocalipsis. En el Antiguo Testamento vemos que el pueblo de Dios
era considerado material para ser edificado conjuntamente como
morada de Dios.
La Biblia abarca dos cosas principales, la creación y el edificio de
Dios. Al comienzo de la Biblia tenemos la creación, y al final, el
edificio. Entre estos dos extremos tenemos la obra de edificación.
En la creación Dios produjo los materiales de construcción. Al
realizar la obra de edificación, El acopla todos los materiales en una
sola unidad, la cual es Su edificio.
En Génesis 2 vemos que se crea un huerto, y en Apocalipsis 21, se
construye una ciudad. Un huerto es algo natural creado por Dios, y
una ciudad es algo construido por El. La Nueva Jerusalén no es un
huerto natural, sino una ciudad edificada. En el huerto de Génesis 2
vemos el árbol de la vida, y junto a éste estaba un río que corría en
cuatro direcciones (Gn. 2:8-10). En el fluir de este río tenemos oro,
bedelio y ónice, una piedra preciosa. El bedelio es una resina
segregada por un árbol, la cual se endurece y forma una substancia
parecida a una perla. La primera piedra a la que la Biblia alude no
es una piedra común y corriente, sino el ónice, una piedra preciosa.
¿Para qué se usan los tres materiales preciosos mencionados en
Génesis 2, el oro, el bedelio y el ónice? Para responder esta
pregunta tenemos que leer toda la Biblia.
En el pectoral del sumo sacerdote había doce piedras preciosas (Ex.
28:15-21), la primera de las cuales era sárdica y la última jaspe.
Entre esas piedras preciosas figura el ónice. Esto indica que el
pectoral del sumo sacerdote se relaciona con Génesis 2 y con
Apocalipsis 21, porque en Génesis 2 tenemos el ónice y en
Apocalipsis 21, el jaspe. En la descripción del pectoral del sumo
sacerdote y de las dos piedras de ónice en las cuales estaban
grabados los nombres de los hijos de Israel (Ex. 28:9-12), vemos
una miniatura del edificio de Dios. Las piedras preciosas del
pectoral y las de las hombreras tenían grabados los nombres de las
doce tribus de los hijos de Israel. Esto significa que los israelitas
redimidos constituyen el edificio de Dios. Las doce piedras
preciosas estaban engastadas en oro. La base de oro sostenía todas
las piedras preciosas. Sin duda, éste es un cuadro del edificio de
Dios. El pectoral era construido de tal modo que expresaba a Dios.
Sobre el pectoral también estaban el Urim y el Tumim (Ex. 28:30).
En hebreo Urim significa luz y Tumim significa perfección o
consumación. Hace muchos años leí un artículo escrito por un
hebreo, en el que decía que el Tumim es una piedra preciosa sobre
la cual hay cuatro letras del alfabeto hebreo grabadas. Sobre el
pectoral del sumo sacerdote estaban los nombres de las doce tribus
de Israel grabados sobre las doce piedras. Los nombres de esas
tribus contenían solamente dieciocho de las veintidós letras del
alfabeto hebreo. Por consiguiente, esas cuatro letras no estaban
sobre el pectoral del sumo sacerdote. Sin embargo, fueron talladas
en el Tumim, y cuando esta piedra era colocada sobre el pectoral,
había consumación y perfección. Se juntaban las veintidós letras del
alfabeto hebreo. El Urim era una piedra que se colocaba en el
pectoral para dar luz. El escritor del artículo citado dice que cuando
el sumo sacerdote se presentaba delante del Señor, ciertas piedras
con sus respectivas letras en el pectoral resplandecían, y que en
otras ocasiones resplandecían otras piedras con sus letras. El sumo
sacerdote escribía la letra de las piedras que resplandecían, y de
esta manera formaba palabras y oraciones. Por último, recibía un
mensaje completo o un juicio de parte del Señor. Así que, por el
resplandor sobre el pectoral, Dios expresaba Su pensamiento, Su
intención y Sus sentimientos, y el sumo sacerdote podía saber cuál
era la intención de Dios en el asunto en cuestión. Esto es una
miniatura del edificio de Dios hoy. Nosotros conocemos la voluntad
de Dios en la actualidad por medio del edificio, el cual es la iglesia.
De acuerdo con Génesis 28, Jacobo, el suplantador, tuvo un sueño
divino en el cual veía una escalera apoyada en la tierra, cuyo
extremo llegaba al cielo. Cuando despertó de su sueño, él llamó a
ese lugar la casa de Dios (Gn. 28:17). Entonces tomó la piedra que
había usado como almohada, la erigió como una columna, la ungió
con aceite y la llamó la casa de Dios (Gn. 28:18-19, 22).
La piedra también se menciona en el libro de Zacarías. Zacarías 4:7
habla de la primera piedra, y en 3:9 se habla de la piedra que tiene
siete ojos. La piedra de Zacarías no es la piedra del fundamento ni
la piedra del ángulo, sino la primera piedra, que tiene siete ojos.
Esos siete ojos aparecen nuevamente en Apocalipsis como los siete
ojos del Cordero (5:6). Por lo tanto, los siete ojos relacionan la
piedra con el Cordero, el cual también es el León (5:5). Por esta
razón, nosotros hablamos de la piedra que es el León-Cordero.
Cuando Pedro conoció al Señor Jesús, éste le cambió el nombre,
Simón, por Cefas, que significa piedra (Jn. 1:42). Después de que
Pedro recibió la revelación de que el Señor era el Cristo, el Hijo del
Dios viviente, el Señor le dijo: “Y Yo también te digo, que tú eres
Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (Mt. 16:18). En este
versículo tenemos la piedra y la roca. Más tarde Pedro, en su
primera epístola, dice: “Acercándoos a El, piedra viva, desechada
por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros
también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual”
(1 P. 2:4-5). Por esta razón, el concepto de que los creyentes son
piedras que deben ser edificadas para conformar la morada de Dios
no es algo que sólo aparece en el libro de Apocalipsis, pues se halla
tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo.
Pablo expresa esto mismo en 1 Corintios 3, donde dice que la iglesia
es la labranza y el edificio de Dios, y que él era un sabio arquitecto
(vs. 9-10). En este pasaje de la Palabra Pablo nos advierte que
tengamos cuidado con los materiales que usamos en la edificación.
No debemos edificar con madera, heno ni hojarasca, sino con oro,
perlas y piedras preciosas (vs. 10, 12).
Si reunimos todas las porciones de la Palabra que se relacionan con
la expresión “piedra”, veremos que las piedras preciosas
representan al pueblo de Dios, que fue redimido, regenerado y
transformado. Las piedras con las cuales la Nueva Jerusalén se
edifica son todos los santos de Dios, quienes fueron redimidos,
regenerados y transformados. El apóstol Pedro nos dice claramente
que nosotros somos piedras vivas. Ahora estamos en el proceso de
transformación siendo puestos en el edificio de Dios. En primer
lugar, Dios nos transforma, y luego nos edifica. Por consiguiente, la
Nueva Jerusalén no es un montón de materiales de construcción,
sino una composición de materiales que son colocados en el
edificio. La ciudad de Jerusalén en su totalidad es el edificio de
Dios, la composición viva de todos los santos de Dios, los cuales
fueron redimidos, regenerados y transformados.
A. Los santos del Antiguo Testamento
son representados por los doce nombres
de las doce tribus de Israel
inscritos en las doce puertas
La Nueva Jerusalén está compuesta primeramente de los santos del
Antiguo Testamento. Esto lo demuestra Apocalipsis 21:12, donde dice que
los nombres de las doce tribus están inscritos en las puertas de la ciudad.
Cada puerta tiene el nombre de una tribu. Esto también es una señal que
indica que las puertas de la ciudad son personas vivientes. Ya vimos que
como la iglesia es un candelero, se da a entender que resplandece para dar
luz. Necesitamos conocer el verdadero significado de lo que son estas
puertas.
Las puertas, en primer lugar, sirven como medio de propagación para la
ciudad, y en segundo lugar, como entrada a ella. Antes que nada pueda
entrar por las puertas, primero algo tiene que salir por ellas. Lo que salga
entonces traerá consigo algo a través de ellas. Por consiguiente, el fin de
las puertas es en primer lugar ser una vía de propagación, y luego servir de
entrada.
Recuerde que el evangelio fue originalmente predicado y propagado por
los judíos. Por ejemplo, tanto Pedro como Pablo eran judíos. Por esta
razón, el Señor le dijo a la mujer samaritana que la salvación venía de los
judíos (Jn. 4:22). En otras palabras, el evangelio o la buena nueva provino
del pueblo judío. En consecuencia, los santos del Antiguo Testamento, los
hijos de Israel, son las puertas a la predicación y la propagación. Todos los
profetas del Antiguo Testamento, incluyendo a Isaías, Jeremías, Daniel,
Ezequiel y los profetas menores, eran predicadores. Isaías predicó mucho,
proclamando el mensaje del evangelio, el cual consta en Isaías 53. Juan el
Bautista y los apóstoles eran descendientes de las doce tribus de Israel. De
manera que las doce tribus de Israel son las puertas por las cuales la Nueva
Jerusalén suministra sus riquezas a la humanidad.
El suministro que sale por esas puertas produce un resultado: los hombres
son traídos a la ciudad por la predicación del evangelio. Todos hemos
entrado en la Nueva Jerusalén por las puertas judías. Aunque, a algunos no
les agrade esta expresión, a mí sí me agrada. Yo no entré por una puerta
gentil, sino por una puerta que lleva el nombre de una de las doce tribus de
Israel. No podemos decir que entramos por una puerta que lleva un
nombre británico, alemán, o algún otro nombre gentil. En la Nueva
Jerusalén no hay tales nombres. En las puertas solamente aparecen los
nombres de las doce tribus de los hijos de Israel. Ellos son las puertas que
sirven de propagación y de entrada. Como ya vimos, estos nombres
indican que los santos del Antiguo Testamento son los constituyentes de
esa ciudad.
B. Los creyentes del Nuevo Testamento son
representados por los nombres de los doce
apóstoles del Cordero en los doce cimientos
El versículo 14 dice: “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre
ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”. El hecho que
los nombres de los doce apóstoles están inscritos en los doce cimientos del
muro indica que la Nueva Jerusalén no está compuesta solamente de los
santos del Antiguo Testamento, representados por Israel, sino también de
los santos del Nuevo Testamento, representados por los apóstoles; los
creyentes del Nuevo Testamento no son las puertas, sino el muro. La
función de las puertas es propagar y proveer acceso, pero la del muro es
separar y proteger. En otro mensaje hablaremos en detalle de las puertas y
del muro.
VIII. EDIFICADA CON TESOROS
La Nueva Jerusalén es edificada con tesoros. Está edificada con tres clases
de materiales preciosos, que indican que el Dios Triuno lleva a cabo la
edificación. Primeramente, encontramos la ciudad con su calle de oro (vs.
18, 21). El oro representa la naturaleza de Dios, y significa que el Padre es
el origen y produce el elemento esencial que da subsistencia a la ciudad.
Segundo, las doce puertas de la ciudad son perlas, las cuales representan la
muerte del Hijo, que todo lo vence, y Su resurrección, que imparte vida,
mediante las cuales se tiene acceso a la ciudad. Tercero, el muro de la
ciudad y su cimiento son construidos con piedras preciosas, lo cual denota
la obra del Espíritu que transforma en piedras preciosas a los santos
redimidos y regenerados para que se edifique la morada eterna de Dios a
fin de que ellos expresen corporativamente a Dios en Su gloria, una gloria
que los impregna. En el huerto de Edén estas tres clases de tesoros eran
simples materiales (Gn. 2:11-12), mientras que en la ciudad de la Nueva
Jerusalén estos materiales preciosos son edificados en cumplimiento del
propósito eterno de Dios: obtener Su expresión corporativa.
A. El oro constituye la ciudad
La Nueva Jerusalén es una montaña de oro, y como tal, es el candelero de
oro único y eterno. En tipología el oro representa la naturaleza divina. Por
consiguiente, esta ciudad está compuesta exclusivamente de la naturaleza
de Dios. Este oro es puro y transparente. Si tenemos la visión de que la
Nueva Jerusalén es edificada con la naturaleza de Dios, renunciaremos a
todo lo que no pertenezca a ella y rechazaremos todo lo que no sea
compatible con Dios. La iglesia hoy también debe ser edificada con la
naturaleza de Dios, no con ladrillos ni arcilla ni madera.
B. Doce piedras preciosas
conforman los doce cimientos
En los versículos 19 y 20 vemos que los cimientos del muro de la ciudad
estaban adornados con piedras preciosas. Esto indica que los doce
apóstoles fueron transformados en piedras preciosas para ser los doce
cimientos de la ciudad.
C. El jaspe constituye el muro
El versículo 18 dice: “El material de su muro era de jaspe”. La apariencia
de Dios es de jaspe (4:3). Así que el muro de jaspe indica que la ciudad en
su totalidad, como expresión corporativa de Dios en la eternidad, tiene la
apariencia de Dios. Cuando estemos en la Nueva Jerusalén, veremos
maravillados que la ciudad entera tiene la misma apariencia, jaspe. Esto
significa que todos debemos hablar la misma cosa, expresar lo mismo y
tener la misma apariencia. Sin embargo, el cristianismo de hoy está lleno
de variedad, pues cada persona tiene su propio color y su propia opinión, y
habla de lo que está en su propia mente. Pero la Nueva Jerusalén tiene una
sola apariencia, una sola expresión y un solo color.
D. Doce perlas constituyen las doce puertas
El versículo 21 dice: “Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las
puertas era una perla”. Por lo tanto, aun las puertas de la ciudad están
hechas de tesoros.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y UNO
LA NUEVA JERUSALEN
(3)
En este mensaje examinaremos otras características de la Nueva Jerusalén:
sus dimensiones y su muro.
IX. SUS DIMENSIONES
A. El instrumento para medir
Examinemos primero las dimensiones de la Nueva Jerusalén. Apocalipsis
21:15 dice: “El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para
medir la ciudad, sus puertas y su muro”. La caña sirve para medir, y medir
significa tomar posesión (Ez. 40:5; Zac. 2:1-2; Ap. 11:1). Observe que el
instrumento para medir no es una vara, sino una caña. Una vara denota
juicio, disciplina y castigo. De acuerdo con 11:1, “una caña semejante a
una vara” se usó para medir “el templo de Dios y el altar y a los que
adoran en el templo”. Debido a que la vara indica juicio (Pr. 10:13: Is.
10:5; 11:4), una caña semejante a una vara indica que se mide con castigo.
Sin embargo, en 21:15 tenemos la caña, pero no se menciona la vara. No
hay relación con el juicio, la disciplina ni el castigo, debido a que en la
Nueva Jerusalén todo es completo y perfecto. La ciudad ya pasó todas las
pruebas. La mujer universal resplandeciente, cuya consumación es la
Nueva Jerusalén, pasó por todos los juicios y fue medida por muchas varas
en cada una de las cuatro dispensaciones. Inclusive hoy, la iglesia no está
siendo medida por una caña, sino por una vara. Cuando se hayan cumplido
las cuatro dispensaciones y hayan venido el cielo nuevo y la tierra nueva,
no será necesario medir con una vara.
La Nueva Jerusalén es medida con una caña, lo cual significa que es
medida para ser poseída. Suponga que usted desea comprar un terreno.
Primero lo mide, y luego toma posesión de él. Las mujeres hacen lo
mismo cuando compran tela en una tienda. La tela que miden es la tela
que compran. Del mismo modo, la Nueva Jerusalén, la cual se mide con
una caña de oro, será plenamente poseída por el Señor de un modo muy
positivo.
Noten que la caña es de oro. Puesto que el oro representa la naturaleza de
Dios, este pasaje da a entender que la medición de la ciudad, sus puertas y
su muro corresponden a la naturaleza divina. Nada que no sea compatible
con la naturaleza de Dios podrá pertenecer a la Nueva Jerusalén. Dios no
puede poseer nada que no armonice con Su naturaleza. Toda la ciudad,
con sus puertas y su muro, pasa la medida y la prueba de la naturaleza de
Dios; por lo tanto, El puede tomar posesión de ella.
Inclusive hoy, Dios mide las iglesias con la regla de oro de Su medida
divina. Cuando Dios mide una iglesia, no se interesa en nuestra
inteligencia, nuestras actividades ni nuestra elocuencia, sino en cuánto de
Su naturaleza se ha forjado en nosotros. ¿Está la iglesia constituida
sólidamente del oro divino? ¿Está hecha de la esencia divina? La iglesia
debe tener la substancia divina; o sea que la substancia divina debe ser
forjada en el ser mismo de la vida de iglesia. De manera que la norma de
la medida no es nuestra naturaleza humana, sino la naturaleza de Dios.
Cuando estamos a punto de expresar nuestro amor los unos por los otros
tenemos que determinar qué clase de amor expresamos, si es el amor
humano o el divino. Lo mismo se aplica a nuestra humildad y a nuestra
bondad. Si bien es cierto que debemos ser humildes y buenos, tenemos
que verificar si nuestra humildad y nuestra bondad son humanas o divinas.
Este principio se aplica a todos los aspectos de nuestra humanidad.
Necesitamos ser divinamente humanos; o sea que debemos permitir que la
naturaleza divina sea forjada en nosotros. Tenga presente que Dios mide la
iglesia en conformidad con la naturaleza divina. La naturaleza de oro de
Dios es la única norma.
B. De la ciudad misma
En el versículo 16 se mide la ciudad misma. “La ciudad se halla
establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la
ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la anchura y la altura de
ella son iguales”. Cuando yo era joven, me perturbaba el hecho de que la
altura del muro fuese de ciento cuarenta y cuatro codos y la de la ciudad
de doce mil estadios. Las medidas de la ciudad indican que la ciudad
misma es como una montaña de doce mil estadios de altura, mientras que
el muro era de ciento cuarenta y cuatro codos desde el cimiento hasta la
parte superior. Doce mil estadios son más de dos millones cien mil metros,
o sea, más de dos mil kilómetros.
Otra cosa que me inquietaba acerca de la ciudad era que tenía una sola
calle. Me preguntaba cómo podía llegar esta calle a las doce puertas. En
mi opinión, debía haber como mínimo doce calles, una para cada puerta.
En una ocasión en que pasé una temporada con el hermano Nee en
Shanghái, él me dijo que la Nueva Jerusalén es una montaña, y que la calle
desciende en espiral desde el trono y pasa por las doce puertas. No importa
por cuál puerta entre uno, se hallará en la misma calle. Debido a que la
calle es una espiral, es imposible que uno se pierda en la ciudad. Aun si
uno camina con los ojos cerrados por esta calle, no perderá el camino.
El versículo 16 dice que “la ciudad se halla establecida en cuadro”. La
longitud y la anchura son iguales. El hecho de que la Nueva Jerusalén sea
cuadrada significa que es perfecta y está completa en todo aspecto, y es
totalmente recta, carente de la más mínima inclinación.
La longitud, la anchura y la altura de la Nueva Jerusalén son equivalentes;
son doce mil estadios por cada dimensión. Doce mil estadios es mil
multiplicado por doce. Puesto que el número doce significa perfección
absoluta y consumación eterna en la administración eterna de Dios, doce
mil es mil veces esto.
Según las medidas, la Nueva Jerusalén es un cubo. Las dimensiones del
lugar santísimo, tanto en el tabernáculo como en el templo, eran
equivalentes en longitud, anchura y altura (Ex. 26:2-8; 1 R. 6:20). El lugar
santísimo del tabernáculo era un cubo que medía diez codos de arista, y el
lugar santísimo del templo era un cubo de veinte codos por cada lado. La
equivalencia de la longitud, la anchura y la altura de la Nueva Jerusalén
indica que toda la ciudad es el lugar santísimo. Por lo tanto, la Nueva
Jerusalén es el lugar santísimo agrandado al máximo.
En el estudio-vida de Hebreos hicimos ver que la experiencia que tenemos
del lugar santísimo debe aumentar constantemente (véase el mensaje
cincuenta y dos). Esto significa que en nuestra experiencia el lugar
santísimo debe ser ensanchado continuamente. Al principio tenemos el
lugar santísimo más pequeño en Exodo; luego, vemos un lugar santísimo
más grande en 1 Reyes, y al final tenemos el lugar santísimo más grande
de todos en Apocalipsis. Por último, nuestro lugar santísimo tendrá más de
dos mil kilómetros de longitud, anchura y altura.
Ahora veamos en qué consiste el principio del lugar santísimo. Radica en
que el hombre puede vivir y andar directamente en la presencia de Dios.
Según el Antiguo Testamento, sólo al sumo sacerdote se le permitía entrar
en el lugar santísimo. Pero el libro de Hebreos revela que mediante la
sangre redentora de Cristo, dicho lugar quedó abierto a todos los que creen
en El (He. 10:19-22). Todos los redimidos pueden entrar en la presencia
de Dios, vivir allí, permanecer allí y disfrutar la comunión en unidad con
Dios. La Nueva Jerusalén que vendrá será dicho lugar. Todos los que estén
en ella verán a Dios, le tocarán, le adorarán, le servirán, y aun vivirán y
morarán en Su presencia. La vida de iglesia hoy debe ser el lugar
santísimo. La iglesia debe ser un cubo, y su naturaleza debe ser totalmente
santa.
C. Del muro
El versículo 17 dice: “Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de
medida de hombre, la cual es de ángel”. Ciento cuarenta y cuatro es doce
multiplicado por doce, lo cual significa perfección absoluta y consumación
eterna de todas las perfecciones y las consumaciones. ¡Cuán perfecto y
completo es el muro de la ciudad santa que está dentro de la
administración eterna de Dios! Este versículo dice que el muro es de
medida de hombre, “la cual es de ángel”. En la resurrección el hombre
llega a ser como los ángeles (Mt. 22:30). De ahí que “de medida de
hombre, la cual es de ángel” significa que el muro de la ciudad no es
natural, sino que está en resurrección.
X. SU MURO
A. Construido con jaspe
El versículo 18 dice: “El material de su muro era de jaspe”. El jaspe es un
piedra preciosa, una piedra transformada (1 Co. 3:12) que tiene la
apariencia de Dios. Esta piedra es verde oscura y es transparente como
cristal. Dice en Apocalipsis 4:3: “Y el aspecto del que estaba sentado era
semejante a una piedra de jaspe y de cornalina”. De acuerdo con este
versículo, la apariencia del Dios que está en el trono es semejante al jaspe
y a la cornalina. El color verde oscuro del jaspe representa la vida y sus
riquezas. La hierba, los campos verdes y las montañas verdes dan
testimonio de las riquezas de la vida. Si un prado o un campo no está
verde, tenemos la impresión de que allí no hay vida, mientras que el verde
oscuro muestra la riqueza de la vida. El Dios que está sentado en el trono
en el capítulo cuatro también tiene la apariencia de la cornalina, una piedra
muy preciosa de color rojo, lo cual representa la redención. El jaspe
representa a Dios como el Dios de gloria en las riquezas de Su vida,
mientras que la cornalina lo representa como el Dios de redención.
Nuestro Dios es el Dios de vida y de redención. Sin embargo, cuando
entremos en la Nueva Jerusalén, ya no será necesaria la redención. Es por
eso que el color del muro de la ciudad será de jaspe, verde oscuro, el cual
expresa la vida y sus riquezas.
B. Ciento cuarenta y cuatro codos de altura
Vimos ya que el muro mide ciento cuarenta y cuatro codos de altura, y que
su medida es medida de hombre, la cual es de ángel. Dijimos que esto
significa que el muro de la ciudad no es natural, sino que está en
resurrección. Esto es muy importante. Todo lo que decimos, lo que
hacemos y lo que somos hoy en la vida de iglesia tiene que estar en
resurrección. El principio de la resurrección consiste en que nuestra vida
natural es anulada y la vida divina surge en su lugar. Esto es resurrección.
En numerosas ocasiones, cuando he estado a punto de enojarme, he
ejercitado mi espíritu para crucificar mi hombre natural. Cuantas veces
hice esto, estuve en resurrección. Debemos practicar esto no sólo con
nuestro mal genio sino también con nuestro amor. No ame a otros de
forma natural; ámelos en resurrección. El amor natural es como la miel.
En vez de un amor “meloso” necesitamos un amor que esté en
resurrección, un amor que haya sido crucificado y resucitado con la vida
divina. En un amor así no hay miel. En lugar de miel, hay incienso y sal.
De acuerdo con Levítico 2, la ofrenda de harina podía tener incienso y sal,
pero no miel. El amor que hay entre la mayoría de los cristianos en la
actualidad, raras veces es amor en resurrección, el cual es el verdadero
amor. Por lo general, no sólo es miel sino que está lleno de levadura.
Aunque muchos cristianos hablan del amor, es muy posible que dicho
amor no haya sido juzgado en la cruz ni haya resucitado con la vida
divina. Lo que necesitamos es un amor resucitado, un amor que esté en la
vida divina.
Quisiera ver a los hermanos y hermanas creciendo en vida y
experimentando la edificación, pero no me agrada ver amor natural. Es
mejor mantener una distancia entre usted y los demás. No use la ropa de
ellos; ni siquiera use la Biblia de ellos. Si su vida natural ha sido juzgada,
usted no querrá usar la Biblia que pertenece a otra persona. Usar la Biblia
de otro no indica que usted lo ama en espíritu; al contrario, demuestra que
usted lo ama según su gusto natural. Usted pasa tanto tiempo con un
hermano porque concuerda con su gusto personal. Quizá usted piense que
está creciendo en vida cuando comparte con él. En realidad, debido que su
amor por él es natural, no está creciendo en absoluto. Cuanto más amamos
a otros, más grande debe ser la distancia entre nosotros y ellos.
En la vida de iglesia tenemos que aprender a hacer todo en resurrección, y
no en nuestra vida natural. Si usted no está seguro de que algo que va a
hacer está en resurrección, entonces no lo haga. Ore y espere hasta tener la
certeza de estar en resurrección. El hecho que el muro de la Nueva
Jerusalén sea medido con medida de hombre, esto es, de ángel, indica que
no solamente es medido según la naturaleza divina, sino también según la
resurrección. Yo le debo amar a usted y usted me debe amar a mí, no de
una manera natural, sino en la vida divina. Jamás ceda un centímetro de
terreno a la vida natural. No importa cuánto ame a los demás, mantenga
una distancia entre usted y ellos. Si hace esto será guardado de la vida
natural, y amará a otros en resurrección, según lo humano, pero en la
semejanza angélica.
En 1932, el año en que llegué a la vida de iglesia, aprendí mi primera
lección en cuanto a obrar en resurrección, no en mi vida natural. Había
cierta hermana que siempre ayudaba a los demás, pero no tenía suficiente
dinero para comprar una Biblia nueva. Ella gastaba su dinero ayudando a
otros y no en sí misma. Yo noté que ella usaba una Biblia muy vieja.
Espontáneamente tuve la intención de comprarle una Biblia nueva forrada
en piel para dársela anónimamente. Cuando le consulté al Señor esto, le
dije: “Señor, voy a comprar una Biblia para esta hermana. ¿Estoy
haciendo esto en mi vida natural o en Tu vida en resurrección?” Al
consultar al Señor de esta manera, aprendí mucho. Debido a que no tenía
la certeza de estar obrando según la vida de resurrección, no pude comprar
la Biblia inmediatamente. Esperé un tiempo hasta que estuve seguro de no
estar actuando de acuerdo a mi vida natural, sino de acuerdo a la vida
resucitada de Cristo. Un día compré una Biblia para ella y le fue entregada
anónimamente. Cuando ella recibió esa Biblia, su fe fue confirmada y
creció para con el Señor. Si le hubiera dado la Biblia unas semanas antes,
ella no habría recibido esa ayuda. El día que tuve la certeza de poder darle
la Biblia en resurrección, fue el día exacto en que ella la necesitaba.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y DOS
LA NUEVA JERUSALEN
(4)
Este mensaje es la continuación del mensaje anterior.
C. La apariencia unificada
por sus cuatro lados
Como hicimos notar, la apariencia de Dios es como de jaspe. El hecho de
que el material del muro sea jaspe indica que la Nueva Jerusalén, como
expresión corporativa de Dios en la eternidad, tiene la apariencia de El.
Esta ciudad tiene la misma apariencia por sus cuatro lados. Esto indica que
todas las diferencias se han desvanecido y que la ciudad es la única
expresión del Dios Triuno. Esto dista bastante del concepto de muchos
cristianos que piensan que todos debemos ser diferentes y expresar a
Cristo en diferentes formas. De acuerdo con este concepto, usted expresa a
Cristo a su manera, y yo a la mía. Se me enseñó anteriormente que tanto
los creyentes como las iglesias debían ser diferentes entre sí y que ninguna
iglesia debía ser igual a otra. No solamente se me enseñó esto, sino que yo
mismo lo predicaba. Decía que no debemos imitar ni copiar a los demás.
Usando las facciones de la cara como ejemplo, yo decía que cada rostro es
único. Pero, al estudiar de nuevo el libro de Apocalipsis, vi que los siete
candeleros eran exactamente iguales. Si los siete candeleros fueran
colocados en una mesa frente a usted, no podría diferenciarlos. Cada
candelero pierde su propia identidad, pues todos son iguales. Cuando vi
esto, mi punto de vista fue radicalmente revolucionado, y me dije a mí
mismo: “¡Qué concepto tan equivocado he recibido de esos insensatos que
dicen que las siete iglesias son diferentes! Sí, ellas son diferentes en los
aspectos negativos. Ciertamente la iglesia en Filadelfia no tenía los ídolos
que había en Tiatira. Pero en el aspecto positivo, todas son iguales. Tienen
un solo Dios y un solo Cristo”. Verdaderamente fui iluminado.
Desde ese día, el Señor me ha mostrado este asunto una y otra vez, hasta
que finalmente me hizo ver que los cuatro lados del muro de la Nueva
Jerusalén son iguales. Cada lado es igual en apariencia. Aunque quizás
millones de piedras de jaspe han sido juntadas para conformar el muro,
cada lado del muro tiene la misma expresión. Cada lado es igual en
material, substancia, color y apariencia. Por consiguiente, todos nosotros
debemos ser iguales. Yo debo ser igual a usted, y usted debe ser igual a
mí. Al final, seremos tan parecidos unos a otros que perderemos nuestra
identidad. Ver esto nos ayuda a entender lo que dijo Pablo en 1 Corintios
1:10: “Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que
habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones,
sino que estéis perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo
parecer”. Debemos hablar una misma cosa y estar perfectamente unidos en
un mismo sentir. Esto no implica que tenemos que ser controlados por otra
persona. Ninguna de las piedras de jaspe edificada en el muro está
controlada. Todas ellas son iguales en sustancia, en color, en apariencia,
en resplandor y en gloria, porque han sido transformadas por la misma
vida. De tal modo que debemos imitarnos unos a otros y ser réplicas el
uno del otro. Las hermanas deben imitar a los hermanos, y los hermanos
copiar a las hermanas. No me refiero a copiar las características naturales
de los demás, sino a copiar el jaspe, la sustancia, el color y la apariencia.
El jaspe no es una sustancia directamente creada. Primero Dios la creó,
pero después fue transformada. Todas las piedras preciosas transparentes,
especialmente los diamantes, son sustancias transformadas. Un diamante
es un carbón que ha sido transformado en un cristal puro por medio del
calor y la presión. Ninguno de nosotros fue creado de jaspe. Fuimos
hechos de barro (Gn. 2:7). Alabado sea el Señor porque fuimos
regenerados y estamos siendo transformados. Muchos de nosotros
pasamos diariamente por un proceso de transformación. Con el tiempo,
llegaremos a ser piedras preciosas. Seremos jaspe, poseeremos la vida de
Dios y tendremos la apariencia de Dios. Tendremos el elemento de Dios y
Su misma apariencia. Dios parece jaspe, y nosotros también luciremos
como jaspe. Cuando nos miremos unos a otros, veremos en cada uno la
apariencia de Dios. Hasta los más pequeños entre nosotros nos
pareceremos a Dios.
¿Cree usted que cuando todos tengamos la sustancia, el color y la
apariencia del jaspe, continuaremos debatiendo o teniendo diferencias de
opinión? ¡Por supuesto que no! Se puede decir que la Nueva Jerusalén es
una ciudad de jaspe: no es una ciudad de madera. Un día esta ciudad
aparecerá con un color verde brillante que expresa a Dios. En la Nueva
Jerusalén no expresaremos el carácter alemán, británico, chino,
estadounidense ni ningún otro carácter humano. Expresaremos un carácter
único, el carácter divino, el cual es Dios mismo en Su apariencia. La
iglesia hoy tiene que ser así. En ella todos expresaremos a Dios.
Ya vimos que la ciudad, la Nueva Jerusalén, es sólida y su substancia es
oro. Esto indica que la iglesia en su totalidad debe ser sólida y estar
substancialmente constituida de la naturaleza divina. Este es el contenido
de la iglesia. La iglesia no debe tener nada que no sea Dios mismo en Su
naturaleza como su sustancia y su contenido. Vemos también que el muro
de la ciudad tiene la apariencia de Dios. Ante toda la gente y todo el
universo la iglesia debe expresar a Dios mismo.
La edificación de la iglesia depende de la sustancia contenida en la vida de
iglesia. Si el contenido no es Dios mismo, será imposible tener la
edificación apropiada y genuina. Pero si nuestro contenido es la naturaleza
divina, este contenido nos transformará y nos conformará a Su imagen.
Por esta transformación, todos nuestros conceptos, puntos de vista y
opiniones serán absorbidos. Esto es lo que significa ser transformado por
medio de la renovación de nuestra mente, como lo menciona Romanos
12:2. La mente es renovada por el contenido de la iglesia, la naturaleza
divina. Cuando la naturaleza divina llena la iglesia y viene a ser su
contenido, dicha naturaleza renueva nuestra mente y absorbe nuestras
ideas, conceptos, puntos de vista y opiniones. Cuanto más llenos por
dentro estemos de la naturaleza divina, más espontáneamente
abandonaremos nuestros conceptos y nuestras opiniones. Como resultado,
ya no tendremos un entendimiento natural de las cosas, sino uno que
corresponda a la naturaleza divina. Por lo tanto, espontáneamente
adquiriremos el mismo sentir y la misma opinión, hablaremos una misma
cosa, tendremos una sola expresión, la apariencia de Dios, y seremos
edificados en esta expresión.
Supongamos que usted está aferrado a sus conceptos naturales, y yo a mi
punto de vista natural. Es posible que ni su concepto ni mi punto de vista
sean pecaminosos. Sin embargo, por ser diferentes nuestros conceptos, no
pueden estar hechos del mismo jaspe. Pero cuando ambos estamos llenos
de la naturaleza divina y somos absorbidos por ella, nuestros conceptos
son cambiados y somos del mismo jaspe. Entonces tenemos un solo sentir,
un solo concepto y una sola opinión. Esta es la manera de ser edificados
como iglesia. Debemos abandonar todas nuestras diferencias y ser
edificados en el mismo muro a fin de que todos tengamos una sola
expresión, la de Dios.
La iglesia no puede ser edificada con nuestros esfuerzos, ni nuestra
bondad, ni por ser pacientes el uno con el otro. Edificar no significa que
yo acceda a su opinión y usted a la mía. Eso es simplemente buena
conducta, algo parecido a las enseñanzas de Confucio; mas no es lo que
enseña la Biblia. La edificación genuina consiste en ser uno absorbido por
la naturaleza divina, ser lleno, saturado e invadido de la naturaleza divina.
Para que esto suceda tenemos que amar al Señor y consagrarnos a El sin
reservas y decirle: “Señor, no quiero nada de mí mismo. Quiero entregarte
todo mi ser y permitirte que tomes posesión de mí y me invadas hasta lo
más profundo de mi ser. Señor, quiero que me llenes contigo mismo”. Esta
es la manera correcta. El ser edificado en la iglesia no es un asunto de
tratar de amar a diferentes clases de personas ni tratar de ensanchar
nuestro corazón para incluir a los que tienen una manera de ser diferente.
Este es un concepto natural. Lo que necesitamos es que nuestro carácter,
ya sea estadounidense, chino, británico o alemán sea absorbido y
sustituido por el oro divino. Si uno está lleno del oro divino, su corazón
será más grande que el de Salomón (1 R. 4:29), pues será tan grande como
el de Dios. Cuando todos estamos llenos e invadidos de la naturaleza
divina, tenemos la misma expresión y apariencia porque tenemos la misma
opinión y hablamos una misma cosa. Cuando todos tenemos la misma
expresión, tenemos la apariencia de Dios, representada en el Apocalipsis
por el jaspe. Esta es la expresión de la vida de iglesia.

D. Separa y protege
Aunque el muro principalmente expresa, espontáneamente también
se convierte en separación y protección. Nos separa de todo lo que
es común (21:27), nos protege y nos mantiene en la esfera de la
apariencia de Dios. Todo lo que es apartado, también es preservado
y protegido. En la vida de iglesia tenemos que ser la expresión de
Dios. La expresión divina es nuestra separación, y esta separación
es nuestra protección y preservación. Si expresamos a Dios,
seremos separados de cualquier cosa mundana. Esto no es simple
doctrina. Si uno vive de esta manera, experimentará
exhaustivamente lo que estoy diciendo. Si yo expreso a Dios en la
apariencia de jaspe, estaré completamente separado del mundo.
Entonces seré protegido, preservado y guardado en la expresión de
Dios. Algunos son atrapados por las distracciones del mundo
debido a que no expresan a Dios en la apariencia de jaspe; lo que
expresan es otra cosa. Cuando perdemos la expresión divina y
expresamos algo de nosotros en su lugar, nuestra separación y
protección desaparecen. Como resultado el muro se nos desvanece.
Entonces no hay expresión ni separación ni protección. Alabado sea
el Señor porque hoy en la vida de iglesia nuestra protección consiste
en expresar a Dios como nuestra separación.
XI. SUS CIMIENTOS
A. Una ciudad que tiene fundamentos
Ahora llegamos a los cimientos de la ciudad. Esto es muy
importante. Hebreos 11:10, refiriéndose a Abraham, dice: “Porque
esperaba con anhelo la ciudad que tiene fundamentos, cuyo
Arquitecto y Constructor es Dios”. La ciudad que tiene
fundamentos, la Nueva Jerusalén, fue diseñada y edificada por
Dios.
El recobro del Señor tiene un fundamento sólido. Desde que el
recobro del Señor fue establecido entre nosotros hace más de
cincuenta años, este testimonio ha sido cada vez más establecido.
Durante mi vida he visto desaparecer el testimonio de muchos
grupos cristianos, los cuales se formaron y luego desaparecieron.
Muchos grupos libres que empezaron en este país hace algunos
años ya no existen, porque no tenían un cimiento sólido. La iglesia,
una ciudad con fundamentos, no es diseñada por hombres. Es
diseñada y edificada por Dios. Todas las iglesias del recobro del
Señor han sido diseñadas y edificadas por Dios, y no por el hombre.
Debido a que tenemos un cimiento tan sólido, cuanto más oposición
y ataques tenemos, más sólidos llegamos a ser.
B. De los apóstoles
y ya no de los profetas
El versículo 14 dice: “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y
sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”.
Estos cimientos no son el fundamento, el cual es Cristo (1 Co. 3:10-
11); son los doce apóstoles del Cordero. Ahora la iglesia es edificada
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (Ef. 2:20). En la
eternidad ya no habrá necesidad de profetas; así que el fundamento
de la ciudad santa constará solamente de los apóstoles. Cuando
entremos en el cielo nuevo y la tierra nueva, las cuatro
dispensaciones se habrán completado, y no habrá necesidad de
profecía. Todo se habrá completado y cumplido.
Estos doce apóstoles representan la gracia del Nuevo Testamento,
lo cual significa que la Nueva Jerusalén es edificada sobre la gracia
de Dios. El acceso a la ciudad santa concuerda con la ley de Dios,
pero la ciudad es edificada sobre la gracia de Dios.
C. Edificada con doce piedras preciosas
El versículo 19 dice: “Y los cimientos del muro de la ciudad estaban
adornados con toda piedra preciosa”. Este versículo y el siguiente
mencionan doce piedras preciosas que son los doce apóstoles del
Cordero, y cada uno de ellos es representado por una piedra
preciosa. Cuando Pedro, el primero de los doce, fue traído delante
del Señor, el Señor le cambió el nombre por Cefas, que significa
“piedra” (Jn. 1:42). Más adelante, el Señor lo llamó por ese nombre
cuando habló de la edificación de la iglesia (Mt. 16:18). Las piedras
preciosas no son creadas, sino transformadas a partir de algo
previamente creado. Todos los apóstoles fueron creados como
barro, pero fueron regenerados y transformados en piedras
preciosas para el edificio eterno de Dios. Esta regeneración y esta
transformación se requieren de cada creyente que ha de ser parte de
la Nueva Jerusalén.
Los cimientos del muro de la ciudad tienen doce capas. Una vez
más, el número doce muestra la consumación de la administración
eterna de Dios. La primera capa es jaspe, lo cual indica que la
semejanza de Dios es la apariencia predominante. La primera capa
del fundamento, así como el muro entero de la Nueva Jerusalén, es
jaspe. Esto indica que el material principal con que se edifica la
ciudad santa es el jaspe. El jaspe representa a Dios expresado en Su
gloria que puede ser impartida; por lo tanto, la función principal de
la ciudad santa es tener la gloria de Dios por expresión (v. 11).
Examinemos ahora un asunto muy importante en relación con los
doce cimientos. Aunque el muro completo es de jaspe, los doce
cimientos son diferentes piedras de diversos colores. Cada capa es
diferente de las demás. Esto se debe a que los apóstoles tenían
diferentes ministerios. El ministerio de Pablo era diferente al de
Pedro, y el de Pedro era diferente al de Juan. No obstante, los doce
fundamentos no están colocados de forma adyacente, el uno al lado
del otro, sino uno sobre otro. La capa superior, la capa que toca la
base del muro, era de jaspe, del mismo color del muro. De manera
que toda la obra de los apóstoles llevaba la misma apariencia, el
jaspe. Las doce capas producen y edifican el único testimonio y la
única expresión.
La obra de muchos que se llaman a sí mismos obreros cristianos
conduce a una apariencia individualista. Pero la obra de los
apóstoles conduce a una sola apariencia. En el presente los obreros
cristianos no sólo tienen diferentes colores, sino que también, en
vez de estar uno sobre otro, están el uno al lado del otro. Es por esto
que tienen una expresión individualista, y en algunas ocasiones
compiten entre sí. Por el contrario, la obra de los apóstoles se
realiza en capas y producen una sola apariencia, el jaspe, la
apariencia de Dios en Cristo.
Si usted observa el ministerio de los apóstoles en el Nuevo
Testamento, verá que cada ministerio estaba apoyado sobre otro, no
al lado. El hermano Nee en su libro ¿Qué haré Señor? describe los
diversos ministerios de los apóstoles. Pedro, un pescador, traía los
peces, el material; Pablo, un constructor de tiendas, edificaba la
tienda con los materiales traídos por Pedro. Finalmente cuando la
tienda se rasga, el apóstol Juan viene y la repara. Por lo tanto, el
ministerio de Pedro era un ministerio de pescador, el de Pablo era
un ministerio de edificación, y el de Juan era un ministerio de
reparar o restaurar. Estos tres apóstoles laboraban basándose el
uno en el otro. La obra de Pablo se basaba en la de Pedro, y la de
Juan en la de Pablo. Como resultado ellos produjeron una sola
edificación y no tres. En la actualidad, los supuestos obreros
cristianos, a diferencia de Pedro, Pablo y Juan, construyen sus
propias casas, cada una con su propio diseño, estilo, color y
expresión. Por eso en el cristianismo hay miles de casas diferentes.
Pero en todo el universo solamente habrá una sola Nueva
Jerusalén, edificada sobre el fundamento de muchos ministerios
colocados uno sobre otro. Ojalá que este asunto nos quede bien
claro.
Por la misericordia del Señor puedo testificar que laboré con el
hermano Nee por muchos años; sin embargo, mi apariencia no
difiere de la suya. Tengo la certeza y la convicción suficientes para
decir que mi ministerio tiene la misma apariencia que el del
hermano Nee. No importa cuánto use el enemigo a los opositores
para separarme del ministerio del hermano Nee, yo sigo apoyado en
sus hombros. Por esta razón, en nuestros ministerios no hubo
división ni divergencia de opinión. Pero esto no significa que mi
ministerio sea exactamente igual al del hermano Nee. Si el Señor
retrasa Su venida, espero que algunos de los jóvenes que hay en
nuestro medio continúen el recobro del Señor. De todos modos,
debemos darnos cuenta de que es un gran error tener una obra
adyacente. La obra de uno debe ser una capa colocada sobre la capa
existente, y tiene que producir la misma apariencia.
Tarde o temprano muchos de los que buscan del Señor, muchos de
los que han estado en Su obra por años, incluyendo algunos que son
bastante conocidos se volverán al recobro del Señor. Pero nosotros
no creemos que el Señor levantará ninguna obra adyacente. Aunque
habrá diferentes ministerios, serán edificados uno sobre otro, y el
resultado será una sola apariencia o expresión: Dios en Cristo. No
importa cuántos ministerios podamos tener en el recobro, debemos
tener una sola intención, la misma idea, la misma opinión y hablar
una misma cosa. Sin embargo, esto no significa que todos los
ministerios tienen que ser iguales. Necesitamos diferentes
ministerios; sin embargo tienen que llevarse a cabo capa sobre
capa. Todos los ministerios deben producir una sola apariencia, la
apariencia de la iglesia de hoy y la de la Nueva Jerusalén en el
futuro.
Hace poco vi este asunto de las doce capas del fundamento que
yacen una sobre otra y constituyen un solo edificio con una sola
apariencia. Todos estos ministerios respaldan el mismo testimonio.
Pero en el cristianismo de hoy hay muchos testimonios diferentes.
El testimonio de un grupo, por ejemplo, puede ser el de lavar los
pies, y el de otro grupo es el hablar en lenguas. Pero esas cosas no
constituyen nuestra meta. Nuestro objetivo es la expresión del Dios
Triuno, no defender ningún tipo de práctica ni doctrina particular.
Aunque nuestros ministerios puedan diferir, nuestra expresión,
nuestro testimonio, es uno solo. No estamos edificando
lateralmente, sino que lo hacemos verticalmente capa sobre capa
para producir el testimonio único de Dios en el universo.
D. Su apariencia tiene el color del arco iris
Los colores de las doce piedras preciosas del fundamento, las cuales
representan los doce apóstoles, son éstos: el primer color es verde,
el segundo y el tercero son azules, el cuarto es verde, el quinto y
sexto son rojos, el séptimo es amarillo, el octavo es aguamarina, el
noveno es amarillo, el décimo verde claro, el undécimo y el
duodécimo son púrpura. Las doce capas del fundamento, con los
colores mencionados, dan la apariencia de un arco iris, lo cual
significa que la ciudad es edificada y asegurada por la fidelidad con
que Dios guarda Su pacto (Gn. 9:8-17). Debido a que el fundamento
está basado en la fidelidad con que Dios guarda Su pacto, es digno
de toda confianza.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y TRES
LA NUEVA JERUSALEN
(3)
En este mensaje abarcaremos dos aspectos muy cruciales de la Nueva
Jerusalén: sus puertas y su calle. Indudablemente, la ciudad, el muro y los
cimientos son muy importantes. Sin embargo, si la Nueva Jerusalén no
tuviera puertas, no habría forma de entrar en ella. Una ciudad así no
tendría utilidad práctica; sólo serviría de exhibición. Pero la Nueva
Jerusalén tiene doce puertas, y esto la hace muy práctica.
Algunos ministerios son buenos. Sin embargo, debido a que no tienen
puertas ni calles, realmente no hay acceso a lo que ellos ofrecen. El
aspecto especial del ministerio del hermano Nee es que cuando él
ministraba algo específico, nos daba una visión clara de la manera de
penetrar en ello. Muchos hablan de Romanos capítulos cinco, seis, siete y
ocho. Pero no importa cuánto hablen, no explican cómo asimilarlos y
recibirlos. El libro del hermano Nee titulado La vida cristiananormal nos
muestra las puertas y la manera definida de practicar lo que dicho libro
describe. Cuanto más lee uno ese libro, más puede ver las entradas que
provee para asimilarlo. Aunque yo antes estimaba algunos ministerios,
descubrí después que no había ninguna manera de entrar en lo que
presentaban. Ellos podían mostrar un bello edificio en el aire que yo podía
admirar, pero no proveían la manera práctica de entrar en él. El ministerio
que se tiene en el recobro del Señor hoy, continúa el principio del
ministerio ofrecido por el hermano Nee. Todo lo que nosotros ministramos
es presentado en una manera práctica. Por consiguiente, uno tiene la
manera de entrar en lo que el ministerio suministra. Igualmente, la Nueva
Jerusalén es práctica. Su aspecto práctico se ve en sus puertas y en su
calle. No importa desde qué dirección usted se acerque a esta ciudad, de
todos modos tendrá acceso.
Este aspecto práctico me ha hecho perder amigos íntimos en el Señor. En
cierta ocasión un hermano que tenía un ministerio sobresaliente me invitó
a Inglaterra. Cuando lo visité pasamos largas horas conversando sobre el
aspecto práctico del Cuerpo de Cristo. Ambos habíamos visto lo que era el
Cuerpo de Cristo, el testimonio actual de Dios y el principio de la vida de
resurrección. Yo había recibido lo que este hermano había visto, y él
aceptaba lo que yo había visto, especialmente en lo relacionado con el
Cuerpo del Señor. Sin embargo, había una diferencia ente nosotros. Con la
ayuda del hermano Nee, yo vi el aspecto práctico del Cuerpo de Cristo y
tuve la carga de ocuparme de ello. Pero los que estaban relacionados con
aquel ministerio en Inglaterra no se interesaron en el aspecto práctico.
Finalmente, por nuestras largas conversaciones, me di cuenta de que este
hermano tenía solamente una visión del Cuerpo, pero no la manera
práctica de experimentarlo. El no vio el aspecto práctico y tampoco mostró
interés en verlo. Yo le aclaré que nosotros no solamente queríamos la
visión del Cuerpo sino también el aspecto práctico del mismo. Debido a
mi interés por la práctica de la vida de iglesia publiqué un libro titulado La
expresión práctica de la iglesia. Aunque he perdido algunos amigos por
este asunto, el camino correcto sigue siendo el aspecto práctico del
Cuerpo. Durante más de dieciocho años, desde mi visita a este hermano de
Inglaterra, el Señor ha vindicado el aspecto práctico de la iglesia.
XII. SUS PUERTAS
Fijemos ahora nuestra atención en las puertas de la Nueva Jerusalén. El
significado de las puertas no es menos profundo que el de los
fundamentos. Es crucial comprender el significado de las doce puertas.
A. Tres puertas en cada uno de los cuatro lados
En Apocalipsis 21:13 se revela que en la Nueva Jerusalén hay tres puertas
al oriente, tres al norte, tres al sur y tres al occidente. La ciudad se halla
establecida en cuadro (v. 16), y tiene tres puertas en cada uno de sus
cuatro lados. El frente de la ciudad, que da al oriente, hacia la gloria del
nacimiento del sol, es el primero en importancia. El lado norte, que está
arriba, va en segundo lugar. El lado sur, el cual está abajo, es el tercero. El
lado occidental, que está detrás, se tiene como el cuarto en categoría. Las
puertas, por estar en los cuatro lados, miran en las cuatro direcciones de la
tierra, lo cual indica cuán accesible es la entrada a la ciudad santa para
todos los pueblos de la tierra. (Compare esto con los cuatro brazos del río
mencionado en Gn. 2:10-14.)

1. El Dios Triuno está disponible


para todos los pueblos
Las tres puertas de cada lado indican que el Dios Triuno, o sea, el Padre, el
Hijo y el Espíritu, obran conjuntamente para conducir las personas a la
ciudad santa. Esto está indicado en las tres parábolas de Lucas 15 e
implícito en lo dicho por el Señor en Mateo 28:19. Las tres parábolas que
constan en Lucas 15 se relacionan con el pastor que busca la oveja
perdida, la mujer que busca la moneda perdida y el padre que recibe a su
hijo pródigo. El pastor corresponde al Hijo; el padre al Padre [celestial], y
la mujer representa el Espíritu. Para que un pecador sea traído a la casa del
Padre, se necesita que el Hijo, el pastor, regrese la oveja perdida, que el
Espíritu ilumine el corazón de las personas para que se arrepientan, y que
el Padre reciba al hijo pródigo que se arrepiente. Por lo tanto, el Dios
Triuno es la entrada en la Nueva Jerusalén.
El hecho de que el Dios Triuno está activo trayendo las personas a la
ciudad santa, también está implícito en lo que dice el Señor en Mateo
28:19. Ser bautizado en el Padre, el Hijo y el Espíritu es entrar en la
ciudad santa. Así que el Padre, el Hijo y el Espíritu son las tres puertas que
están en cada lado de la ciudad. Las tres puertas no están sólo en tres lados
respectivamente, sino que están repetidas en los cuatro lados. Las puertas
de un lado son exactamente las mismas de los otros tres. Esto indica que el
Dios Triuno está disponible para los cuatro ángulos del mundo.
Las tres puertas indican que el Dios Triuno llegó a nosotros para
introducirnos en Su economía eterna. Los tres de la Deidad, a saber: el
Padre, el Hijo y el Espíritu, han venido a nosotros en la economía de Dios
para conducirnos de nuevo a Su economía. En el Nuevo Testamento hay
varios versículos que hablan del Dios Triuno. En Efesios 3:14-17 Pablo
dice: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma
nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a
las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre
interior por Su Espíritu; para que Cristo haga Su hogar en vuestros
corazones por medio de la fe”. En este pasaje vemos al Padre, al Espíritu y
a Cristo, el Hijo. En 2 Corintios 13:14 también se muestra al Dios Triuno:
“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del
Espíritu Santo sean con todos vosotros”. En este versículo el propósito de
los tres de la Deidad es impartirse, extenderse y entrar en los creyentes, es
decir, que la Deidad se extienda y nosotros podamos entrar.
La primera vez que aparece el hombre en la Biblia, se habla de él con
relación al Dios Triuno. Génesis 1:26 dice: “Entonces dijo Dios: Hagamos
al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. El sujeto de
“hagamos” en este versículo es el Dios Triuno. Así que en este versículo,
donde el hombre se menciona por primera vez, se alude a un Dios triuno.
Si Dios no fuera triuno, no podría impartirse en nosotros ni mezclarse con
nosotros. Pero como Dios es triuno, puede entrar en los seres humanos. El
Padre es la fuente, el Hijo es el cauce y el Espíritu es el flujo. Es así como
el Dios Triuno entra en nosotros.
2. El Dios Triuno se mezcla
con Su criatura, el hombre
Las tres puertas que hay en cada uno de los cuatro lados, lo cual compone
el número doce, también denota la mezcla del Dios Triuno con el hombre,
Su criatura. El número cuatro representa la criatura (4:6), y el tres
representa al Dios Triuno. El número doce no indica suma sino
multiplicación. Tres multiplicado por cuatro indica que el Dios Triuno se
mezcla con Su criatura, el hombre, para producir una composición, una
mezcla.
B. Cada puerta es una perla
El versículo 21 dice: “Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las
puertas era una perla”. Ya vimos que el oro representa la naturaleza divina
y que las piedras preciosas representan lo que produce la obra
transformadora del Espíritu. El significado de la perla se ve en la forma en
que es producida. Las perlas son producidas por las ostras en las aguas de
muerte. Cuando la ostra es herida por una partícula de arena, segrega un
zumo de vida alrededor del granito de arena y hace de éste una preciosa
perla. Esto muestra al Cristo viviente, quien, estando en las aguas de la
muerte, es herido por nosotros, y segrega Su zumo vital sobre nosotros a
fin de hacernos perlas preciosas, útiles en la edificación de la expresión
eterna de Dios.
Debemos admirar la sabiduría de Dios. Casi todo lo que hay en la creación
muestra algún aspecto de Su economía. Cuando el Señor Jesús estaba en la
tierra, usaba muchas cosas de la naturaleza en Sus parábolas. La luz, el
trigo, la comida y hasta las perlas producidas por ostras son usadas como
parábolas. El Cristo vivo llegó a nuestra situación de muerte. Al estar
viviendo en las aguas de muerte fue herido. Después de que lo herimos,
permanecimos cerca de Su herida. Esto significa que nos arrepentimos,
creímos y le recibimos. ¡Cuánto apreciamos las heridas que El recibió por
nosotros en la crucifixión! Cuando permanecemos cerca de Sus heridas, El
segrega el zumo vital de Su vida de resurrección, y éste nos envuelve y,
con el tiempo, nos transforma en perlas. Al estar cerca de las heridas de
Cristo, recibimos Su vida y somos regenerados. Si permanecemos ahí
después de ser regenerados, somos transformados en perlas.
Las doce puertas de la ciudad santa son doce perlas, lo cual significa que
la regeneración efectuada por el Cristo que vence la muerte e imparte vida,
es la entrada a la ciudad. Esta entrada reúne todos los requisitos de la ley,
representada por Israel, y observada por los ángeles guardianes (v. 12).
Por consiguiente, la perla es la entrada a la ciudad. ¿Cómo entró usted en
la Nueva Jerusalén? ¿Acaso se trepó por el muro? Esto es imposible
porque el muro es demasiado alto. La única manera de entrar a la Nueva
Jerusalén es a través de las perlas, las puertas constituidas de la muerte
vencedora y la resurrección que imparte la vida de Cristo. ¡Alabamos al
Señor porque todos entramos en la Nueva Jerusalén de esta manera! Nos
hemos confesado y arrepentido, valoramos Su muerte y disfrutamos estar
junto a Sus heridas. Así recibimos la secreción de vida que nos regeneró y
que ahora nos transforma. Al experimentar la muerte y la resurrección de
Cristo, pasamos por las puertas que son perlas y estamos ahora en la
ciudad. ¡Aleluya!
El hecho de que cada una de las puertas sea una perla, indica que la
entrada a la ciudad es única y definitiva; esto es, solamente se entra
mediante esta única regeneración, de la muerte vencedora y la
resurrección de Cristo que imparte vida.
C. Tiene los nombres
de las doce tribus de Israel
Los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel están inscritos en las
doce puertas de la ciudad (v. 12). En este versículo Israel representa la ley
del Antiguo Testamento, lo cual indica que las puertas de la Nueva
Jerusalén representan la ley. La ley vigila y se asegura de que las
comunicaciones, las entradas y las salidas de la ciudad santa cumplan
todos los requisitos de la ley. Por consiguiente, todas las comunicaciones
de esta ciudad concuerdan con la ley de Dios.
Los apóstoles representan la gracia, mientras que las doce tribus de Israel
representan la ley. Las doce puertas fueron producidas según la ley. Cristo
murió por nuestros pecados en conformidad con la ley y, de hecho,
también resucitó para complementar la ley. Aun nuestro arrepentimiento
concuerda con la ley, pues nos arrepentimos por haber violado la ley, y
confesamos nuestros pecados de acuerdo con ella. Por consiguiente, la ley
fue el factor básico en la muerte de Cristo y también lo es en nuestro
arrepentimiento y en nuestra confesión. Esto significa que las doce perlas
que son las puertas concuerdan con la ley y cumplen sus requisitos.
Nuestra entrada en la ciudad santa no viola la ley; por el contrario,
concuerda con ella y la complementa. Todo lo que la ley requería fue
satisfecho para que pudiéramos tener acceso a la ciudad. En otras palabras,
entramos en la Nueva Jerusalén en conformidad con la ley. Nuestra
entrada fue absolutamente legal, pues la muerte y resurrección de Cristo
cumplió a cabalidad los requisitos de la ley. Este asunto es muy profundo.
Debido a que nuestro acceso a la Nueva Jerusalén por las puertas de perlas
tenía que concordar con la ley, todos nosotros tuvimos que arrepentirnos,
confesar nuestros pecados y decir: “Señor Jesús, no solamente moriste por
mis pecados, sino también por mí. Señor, confieso que soy pecador, que
he cometido muchos pecados y que no merezco más que la muerte. Señor,
te doy muchas gracias por morir por mí”. Este arrepentimiento y esta
confesión cumplen los requisitos de la ley y hacen legal nuestra entrada a
la ciudad.
D. Tiene doce ángeles en las doce puertas
En medio del versículo 12 dice: “Con doce puertas; y en las puertas, doce
ángeles”. Las doce puertas de la ciudad sirven para comunicarse, para
entrar y para salir. El número doce indica perfección absoluta y eterna
consumación en la administración de Dios. Por consiguiente, las doce
puertas indican que la comunicación de la Nueva Jerusalén es
absolutamente perfecta, eterna y completa dentro de la administración de
Dios.
El versículo 12 nos dice que en las puertas de la ciudad hay doce ángeles.
En la economía eterna de Dios, los ángeles son espíritus que ministran y
sirven a los que han heredado la salvación y participan de la bendición
eterna de la Nueva Jerusalén, la cual es el centro del cielo nuevo y la tierra
nueva. Los ángeles serán los porteros de nuestra heredad, mientras que
nosotros disfrutaremos de la rica herencia que tendremos en la economía
eterna de Dios. Esto es lo que significa el número doce.
Los ángeles que están en las doce puertas observan el disfrute de los que
entran. En Lucas 15:10 el Señor dijo: “Así os digo que hay gozo delante
de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”. Cuando un
pecador se arrepiente los ángeles del cielo se regocijan. Cuando usted se
arrepintió y recibió al Señor, ¿notificó usted a los ángeles de este hecho?
Indudablemente no lo hizo. Antes de que usted fuera salvo, los ángeles
observaban su conducta constantemente, sabiendo que Dios lo había
escogido, predestinado y marcado de antemano. Pero debido a su
obstinación, se demoró quince o veinte años para arrepentirse. Sin
embargo, el día que se arrepintió e invocó el nombre del Señor Jesús, los
ángeles que lo observaban se regocijaron. Su ángel puede que haya dicho:
“Este que he estado observando más de veinticinco años finalmente se ha
arrepentido. ¡Aleluya!”
Los ángeles nos han estado observando de acuerdo con la ley para ver si
verdaderamente nos hemos arrepentido, si hemos confesado nuestros
pecados a Dios y si hemos entrado en la Nueva Jerusalén de acuerdo con
la ley de Israel. Los hijos de Israel representan la ley, y los ángeles,
“espíritus ministradores, enviados para servicio en favor de los que han de
heredar la salvación” (He. 1:14), son los porteros. Primeramente, los
ángeles observan en la puerta hasta que nos arrepentimos. Después que
nos arrepentimos y entramos en la Nueva Jerusalén, se convierten en
nuestros siervos. Nosotros somos los herederos, los dueños del universo, y
los ángeles son nuestros siervos. Según la costumbre antigua de los judíos
de Palestina, los siervos estaban pendientes de que los herederos
recibieran la porción de su herencia. De la misma manera, los ángeles, los
siervos de la familia de nuestro Padre, velan sobre nuestra herencia pues
saben que los herederos se habían perdido y estaban caídos. De modo que
los porteros angélicos esperan que regresemos. Cuando nos ven regresar,
se alegran e inmediatamente empiezan a ministrarnos, ayudándonos a
nosotros los herederos arrepentidos a disfrutar nuestra herencia legítima.
Con esta simple observación de los ángeles, vemos una vez más que para
entender cualquier aspecto del Apocalipsis, debemos seguir el desarrollo
de dicho asunto en las Escrituras.
En Salmos 34:7 dice: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le
temen, y los defiende”. Según este versículo, los ángeles acampan
alrededor de nosotros y nos protegen. Muchas noches he dicho: “Señor,
ejerce Tu autoridad y envía un destacamento de ángeles a proteger mi
casa”. He orado de esta manera especialmente cuando viajo y me hospedo
en un hotel. Frente a la posibilidad de incendio, oro al Señor para que
envíe ángeles que acampen a mi alrededor. Los ángeles son
verdaderamente los siervos de los herederos legítimos de las riquezas de
Dios.

E. Abiertas continuamente.
El versículo 25 dice: “Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no
habrá noche”. El muro de la ciudad la separará de las naciones, pero las
puertas la mantendrán accesible a ellas.
XIII. SU CALLE
El versículo 21 dice: “Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente
como vidrio”. Por las puertas se puede entrar a la ciudad, mientras que por
la calle se puede vivir y andar diariamente. Uno entra en la ciudad por la
muerte y resurrección de Cristo, mientras que uno vive y anda diariamente
en la ciudad según la naturaleza divina, representada por la calle de oro
puro. Después de que los santos entran por la regeneración, su vida y su
andar diario deben concordar con la naturaleza divina. La naturaleza
divina es su manera de vivir.
La Biblia difiere del concepto natural humano. Según el concepto humano,
primero caminamos por la calle y luego entramos por la puerta. Pero en la
Biblia, primero entramos por la puerta y después caminamos por la calle.
En el catolicismo les dicen a las personas que deben hacer obras primero y
sólo entonces pueden recibir la salvación. Este concepto es diabólico. En
la economía de Dios recibimos salvación primero y luego laboramos.
Primero entramos en la gracia, y después andamos en ella. No piense que
por hacer obras o portarse bien va a ser apto para recibir gracia. No, la
gracia es gratuita. Después que uno cruza las puertas por la gracia,
comienza a andar por el camino y debe andar mucho.
Es un largo camino que va desde la puerta hasta la cima de la montaña de
oro donde está el trono de Dios. Recuerde que la Nueva Jerusalén, que es
una montaña de oro, mide doce mil estadios (más de dos mil doscientos
kilómetros). Además, la calle de oro desciende en espiral y hace el camino
mucho más largo. Aun así, no tenemos otra alternativa que caminar por
esta calle. Yo he estado caminando por esta calle más de cincuenta y un
años, y aún sigo en el camino. Inclusive deseo andar rápido, pero algunas
veces los hermanos no me dejan avanzar y me obligan a esperarlos.
A. Es una sola
En la Nueva Jerusalén hay una sola calle. No hay confusión ni extravío ni
posibilidad de perderse. No hay más que una calle. No importa por cuál
puerta entre uno en la ciudad, siempre estará en la misma calle. En la
Nueva Jerusalén no existe una calle bautista ni una calle presbiteriana ni
metodista ni luterana. Esta calle tampoco se relaciona con ningún “ismo”.
La calle es la naturaleza de Dios. En dicha naturaleza nosotros somos uno
solo.
B. Es de oro puro
El versículo 21 dice que la calle de la ciudad es de oro puro. Ya vimos que
el oro representa la naturaleza divina. Cuando somos salvos y entramos en
la Nueva Jerusalén, la naturaleza divina debe ser nuestra manera de vivir y
nuestro andar. La naturaleza divina es nuestro camino y nuestra fortaleza.
Suponga que una hermana me dice: “Hermano Lee, yo amo al Señor y
deseo vivir en la Nueva Jerusalén. ¿Podría usted decirme qué clase de
atuendo debo llevar y cómo debo arreglarme el cabello?” Yo le diría a esta
hermana que debe escoger sus vestidos y arreglar su cabello en
conformidad con la naturaleza divina que está en ella. El estilo, el color, el
material y el diseño de su ropa debe concordar con el oro divino que hay
en ella. Nuestra calle, nuestro camino, es la naturaleza divina, y debemos
andar según la misma. Nuestra manera de obrar no se basa en reglas, sino
en la naturaleza divina ¿Tiene usted la naturaleza de oro? Entonces viva de
acuerdo con ella. Ya que tiene la vida y la naturaleza divinas, ¿por qué no
anda en ellas? ¿Concuerda su manera de hablar con la naturaleza divina o
con su pobre naturaleza humana? Ojalá todos veamos que hoy la
naturaleza de Dios es nuestra calle.
Quienes estamos en el recobro del Señor andamos en la naturaleza divina.
Muchos de los hermanos que están en el liderazgo pueden testificar que yo
no les digo a los demás qué deben hacer. Al contrario, los animo a andar
según la naturaleza divina que se halla en ellos. Debido a que la naturaleza
divina es nuestra calle de oro, en la vida de iglesia no se necesitan reglas.
La calle misma es nuestra norma; nada regula más a una persona que una
calle. Los conductores de los automóviles espontáneamente son limitados
por la calle en la cual conducen. En la Nueva Jerusalén cada uno es
regulado por la única calle, por la naturaleza de oro de Dios, la cual está
en nosotros.
C. Como vidrio transparente
El oro puro, que simboliza la calle y la ciudad, la Nueva Jerusalén, es
como vidrio claro (v. 18). Esto significa que toda la ciudad es
transparente. La calle de oro es como vidrio transparente, carente de toda
opacidad. Aunque las perlas pueden ser opacas, cada una de ellas es una
gran puerta abierta que no se cerrará ni de día ni de noche.
D. Una espiral que desciende
desde el trono de Dios
La calle de la Nueva Jerusalén es una espiral que desciende desde el trono
de Dios y llega a los escogidos de Dios. Por consiguiente, esta calle llega a
todas las puertas y nos conduce de las puertas al trono de Dios.
E. Una calle para las doce puertas
en cuatro direcciones
La única calle sirve a las doce puertas en cuatro direcciones. En esta calle
todos los redimidos del Señor caminan en absoluta unidad, guiados por la
calle hasta el trono de Dios. Por consiguiente, en la Nueva Jerusalén hay
una sola calle y conduce a una sola meta.
F. Con el suministro de vida
Apocalipsis 22:1 dice: “Y me mostró un río de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en
medio de la calle”. Este versículo revela que el río de agua de vida fluye
en medio de la calle. Por lo tanto, en esta calle está el suministro de vida.
Además, el versículo 22:2 dice: “Y a uno y otro lado del río, estaba el
árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto”. Aquí
vemos que el árbol de la vida, el cual está en el río, crece a ambos lados
del río que corre a lo largo de la calle. De modo que el suministro de vida
está relacionado con la calle. Cuanto más andamos, actuamos y nos
mantenemos en la naturaleza divina, más suministro de vida recibimos.
Pero si a usted no le interesa la naturaleza divina que hay en su interior,
sino que prefiere hacer obras que concuerden con su gusto, entonces
pierde el suministro de vida. Pero si se ocupa de manera práctica en su
vida diaria de la naturaleza divina que está en usted, disfrutará el rico
suministro de vida que se halla a lo largo de la calle de oro.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y CUATRO
LA NUEVA JERUSALEN
(6)
XIV. SU TEMPLO
En mensajes anteriores examinamos la ciudad misma, sus fundamentos, el
muro, las puertas y la calle. Ahora llegamos al templo, un tema lleno de
significado en la Biblia.
A. El Señor Dios Todopoderoso y el Cordero.
Apocalipsis 21:22 dice: “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios
Todopoderoso, y el Cordero, es el templo de ella”. Este versículo expresa
claramente que en la Nueva Jerusalén no habrá templo. El Señor Dios
Todopoderoso y el Cordero son el templo. En el Antiguo Testamento el
tabernáculo de Dios fue el precursor del templo. La Nueva Jerusalén es el
tabernáculo de Dios (v. 3) y será el templo de Dios. Esto indica que en el
cielo nuevo y la tierra nueva, el templo de Dios será ensanchado hasta
convertirse en una ciudad. La equivalencia de las tres dimensiones de la
ciudad (v. 16) indica que toda la ciudad será el Lugar Santísimo, el templo
interior. De manera que no habrá templo en ella.
En el versículo 22 la palabra griega naos significa templo, refiriéndose al
templo interior, el Lugar Santísimo, no al templo en general, que incluiría
el lugar santo. El templo interior es el Señor Dios Todopoderoso y el
Cordero, lo cual significa que Dios y el Cordero son el lugar donde
servimos a Dios. La ciudad santa como tabernáculo de Dios es el lugar
donde Dios habita; nosotros habitamos en Dios y el Cordero como templo.
En el cielo nuevo y la tierra nueva, la Nueva Jerusalén será un lugar donde
Dios y el hombre morarán por la eternidad.
La Nueva Jerusalén en su totalidad es el Lugar Santísimo, y Dios y el
Cordero son el templo de esta ciudad. Si unimos estas dos afirmaciones,
nos daremos cuenta de que esta ciudad es Dios y el Cordero. Debido a que
la ciudad entera es el Lugar Santísimo y a que el templo interior es Dios y
el Cordero, la ciudad entera es Dios y el Cordero.
Más aún, la ciudad en su totalidad es llamada el tabernáculo (v. 3). Así
como un muchacho es el antecesor de un hombre, de igual manera el
tabernáculo es el antecesor del templo. Antes de aparecer el templo, está el
tabernáculo. Pero cuando el tabernáculo llega a su plenitud, se convierte
en el templo. Por consiguiente, debemos tener presente tres cosas: que la
ciudad entera es el Lugar Santísimo; que el templo es Dios mismo y el
Cordero; y que la ciudad en su totalidad es el tabernáculo. Cuando
juntamos todos estos aspectos, vemos al propio Dios como la ciudad, la
Nueva Jerusalén en su totalidad.
Sin embargo, como ya hicimos notar, la ciudad entera, la Nueva Jerusalén,
también es una composición viva de todos los redimidos de Dios. Por un
lado, Dios es la ciudad, y por otro, la ciudad es una composición viva de
los redimidos. Si esto es difícil de entender con la mente natural,
permítanme hacer esta pregunta: ¿No decimos que la iglesia hoy es Cristo,
y no decimos además que está compuesta de todos los creyentes? En un
sentido la iglesia se compone de todos los creyentes, pero en otro, Cristo
es tanto la Cabeza como el Cuerpo. Por lo tanto, tenemos la expresión, el
Cristo corporativo. En 1 Corintios 12:12 se indica que Cristo no es
solamente la Cabeza, sino también el Cuerpo: “Porque así como el cuerpo
es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo,
siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo”. El mismo
principio se aplica tanto a la iglesia como a la Nueva Jerusalén.
La iglesia es el ensanchamiento de Cristo. Cristo mismo es el Cristo
individual, pero la iglesia es el Cristo corporativo, el Cristo agrandado y
extendido. En consecuencia, la iglesia es la extensión de Cristo, Su
agrandamiento. Del mismo modo, la Nueva Jerusalén es el
ensanchamiento y la extensión del Dios Triuno.
Muchas personas religiosas no están de acuerdo con esta declaración,
debido a que no lo han experimentado. Algunos nos calumnian diciendo
que nosotros enseñamos que podemos evolucionar hasta llegar a ser Dios.
Aunque repudiamos esta falsa acusación, sí afirmamos que somos la
extensión y el agrandamiento de Dios. Después de que quienes se oponen
y nos critican hoy sean perfeccionados, posiblemente nos digan:
“Hermano Lee, usted tenía razón. Le ofrecemos disculpas por habernos
opuesto a usted. Cuando estábamos en la dispensación de la gracia, no
teníamos esta experiencia. Por esta razón fuimos insensatos y nos
opusimos a usted. Ya fuimos juzgados durante la dispensación del reino y
hemos sido perfeccionados. Ahora que estamos juntos por toda la
eternidad, queremos reconciliarnos con usted y pedirle que nos perdone”.
Si algunos dicen esto, les diré que ya les perdoné en la dispensación de la
gracia. Tarde o temprano en esta era, en la próxima era o en la eternidad,
los que se oponen a nosotros tendrán que admitir que la revelación
máxima de la Biblia es la Nueva Jerusalén como agrandamiento de Dios.
La Nueva Jerusalén es el tabernáculo y el templo. Esto significa que no
sólo será el agrandamiento de Dios, el templo, sino también el
tabernáculo, Dios y el Cordero, quien abriga a Sus redimidos consigo
mismo como tabernáculo. En Apocalipsis 7:15, hablando de la gran
multitud que sirve a Dios en el templo celestial, se afirma: “Por esto están
delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en Su templo; y Aquel
que está sentado sobre el trono extenderá Su tabernáculo sobre ellos”.
Dios protegerá a Sus redimidos extendiéndose sobre ellos. En Salmos 90:1
Moisés dice: “Señor, tú nos has sido refugio de generación en
generación”. Moisés sabía que Dios mismo es nuestro refugio o morada
eterna. El salmo 90 es una profecía que afirma esto. No me interesa vivir
en una mansión celestial; prefiero habitar en Dios, en el ensanchamiento
de Dios. Nuestra mente natural nunca piensa que nosotros podamos morar
en Dios. Sin embargo, la ciudad misma, la Nueva Jerusalén, será Dios
mismo como nuestra morada. La extensión y el agrandamiento de Dios
serán nuestra ciudad eterna, y en El habitaremos por la eternidad. Todos
los redimidos serviremos y habitaremos en Dios y el Cordero como
templo.
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, el tabernáculo fue el
predecesor del templo. Cuando el Señor Jesús se encarnó, fijó tabernáculo
entre nosotros (Jn. 1:14) y era el templo (Jn. 2:19-21). Ahora la iglesia es
el templo (1 Co. 3:16). Estos dos términos, tabernáculo y templo, se usan
una y otra vez en la Biblia. De modo que si deseamos conocer la Nueva
Jerusalén, debemos estudiar todos los pasajes del Antiguo Testamento y
del Nuevo que aluden al tabernáculo y al templo. En realidad, el fin
primordial del tabernáculo no era que el pueblo habitara allí, sino que Dios
morara en él. Finalmente, la Nueva Jerusalén será la morada de Dios y
también del hombre. Esto significa que será una habitación donde
moraremos conjuntamente. Dios será nuestra morada, y nosotros seremos
la morada Suya.
En lo dicho por el Señor, tenemos una miniatura de esta morada:
“Permaneced en Mí, y Yo en vosotros” (Jn. 15:4). Permanecer en el Señor
es tomarlo como nuestra morada. Cuando hacemos del Señor nuestra
morada, El habita en nosotros. Moramos mutuamente el uno en el otro, ya
que nosotros permanecemos en el Señor, y El en nosotros. No hay
necesidad de esperar hasta que venga la Nueva Jerusalén para habitar en el
Señor y para que El more en nosotros. Yo puedo testificar con certeza que
muchas veces sé que estoy verdaderamente en el Señor y que El mora en
mí. Ahora mismo El mora en mí, y yo en El. Aunque esto es difícil de
explicar, sigue siendo un hecho que experimentamos. Todos podemos
testificar que mientras habitemos en El, tenemos el sentir de que El habita
en nosotros. Si usted dice: “Señor Jesús, te doy gracias porque en este
momento moro en Ti”, inmediatamente tendrá el profundo sentir de que El
mora en usted. Dondequiera que usted esté, en su casa, en su trabajo o
estudiando, puede decir: “Señor Jesús, en estos momentos estoy morando
en Ti”, y alguien dentro de usted le dirá: “Y Yo moro en ti”. Esto es una
miniatura de la venida de la Nueva Jerusalén, la cual simplemente será una
morada conjunta para nosotros y para Dios y el Cordero.
Por un lado, nosotros seremos la Nueva Jerusalén, y por otro, Dios y el
Cordero también lo serán. En el presente, este mismo principio se aplica a
la iglesia. En un sentido, nosotros somos la iglesia, y en otro, Cristo es la
iglesia. El asunto de la morada conjunta es profundo. La nueva ciudad será
nuestra habitación, y también será la habitación de Dios. Es similar al caso
del templo, el cual era la morada de Dios y también el lugar donde los
sacerdotes servían a Dios. La nueva ciudad será Dios mismo. Nosotros
moraremos en Dios y le serviremos. El mismo Dios a quien servimos será
el templo donde le serviremos. ¡Qué maravilloso! Ojalá que todos le
experimentemos a El de esta manera profunda.

XV. SU LUZ
El versículo 23 dice: “La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que
brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su
lámpara”. En el milenio la luz del sol y de la luna será intensificada (Is.
30:26). Pero en la Nueva Jerusalén, en el cielo nuevo y la tierra nueva, no
serán necesarios el sol ni la luna. Estos estarán en el cielo nuevo y la tierra
nueva, pero no serán necesarios en la Nueva Jerusalén, pues allí Dios,
quien es la luz divina, resplandecerá con mayor intensidad.
Dios mismo es el templo y la luz de la ciudad. Aparte de Dios y el
Cordero no hay nada más en esta ciudad. En la Nueva Jerusalén Dios lo es
todo.
El Cordero como la lámpara brilla con Dios como la luz que ilumina la
ciudad con Su gloria, la expresión de la luz divina. La luz divina iluminará
la ciudad santa, y no habrá necesidad de otra clase de luz, ya sea creada
por Dios o por el hombre (22:5). No se necesitará la luz natural. Aunque el
sol y la luna estarán en el cielo nuevo y la tierra nueva, no los
necesitaremos debido a que nuestra morada resplandecerá mucho más que
cualquiera otra luz. Tampoco habrá necesidad de la luz artificial, pues
Dios mismo será la luz de la ciudad santa. Es el mismo caso en la vida de
iglesia hoy, pues Cristo es la luz de la iglesia.
El versículo 23 dice que el Cordero, Cristo, es la lámpara. Dios es la luz, y
Cristo la lámpara. La luz necesita un portador. Nunca debemos separar a
Cristo de Dios ni a Dios de Cristo. En realidad, Dios y Cristo son una sola
luz. Dios es el contenido, y Cristo es el portador, la expresión. Esto nos
permite entender la Trinidad, y este entendimiento es diferente de la
enseñanza tradicional. Este versículo describe a Dios como la luz y a
Cristo el Hijo como la lámpara. La luz está en la lámpara para expresarse
por medio de ella. La lámpara contiene y expresa la luz. Igualmente Dios
el Padre está en el Hijo y es expresado a través de El.
En la Nueva Jerusalén “no habrá más noche” (22:5). En el cielo nuevo y la
tierra nueva persistirá la distinción entre el día y la noche, pero en la
Nueva Jerusalén no habrá tal distinción. Fuera de la ciudad habrá noche,
pero dentro de ella no habrá noche, porque tendremos la eterna luz divina,
Dios mismo.
El versículo 24 dice: “Y las naciones andarán a la luz de ella”. En el
milenio la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete
veces mayor (Is. 30:26). Yo creo que en el cielo nuevo y la tierra nueva la
luz del sol será más brillante que en el milenio. No obstante, el versículo
24 dice que las naciones andarán a la luz de la ciudad. Esto prueba que la
luz de la ciudad será más intensa que la luz natural. Dios resplandecerá a
través de la ciudad, y este resplandor será más brillante que el del sol y el
de la luna. Las naciones no necesitarán andar a la luz del sol ni de la luna,
porque caminarán bajo el resplandor de la Nueva Jerusalén. Hoy día la
iglesia debe ser esta luz resplandeciente, y todos nuestros vecinos deben
andar a la luz de nuestro resplandor.
Hoy, la iglesia es la portadora de Cristo como luz que resplandece para
esta generación. Necesitamos ser la iglesia resplandeciente. Lamento decir
que hay muy poco resplandor en la cristiandad. Debido a la carencia de
luz, es difícil distinguir a los cristianos de los que no lo son. Los que están
en la iglesia deben mostrar una diferencia, no en una designación hecha
por hombre, sino en el brillo. Debemos brillar para que las naciones anden
en nuestra luz.
XVI. SU GLORIA
En el versículo 11 tenemos una descripción de la gloria de la Nueva
Jerusalén, “Teniendo la gloria de Dios. Y su resplandor era semejante al
de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”.
La gloria de Dios es la expresión de Dios, Dios expresado. Cuando Dios
es manifestado, esto es gloria. Nosotros hemos sido ordenados por esta
gloria y llamados a esta gloria (1 Co. 2:7; 1 P. 5:10; 1 Ts. 2:12). Estamos
siendo transformados a esa gloria (2 Co. 3:18) y seremos llevados a ella
(He. 2:10). Finalmente seremos glorificados con Cristo (Ro. 8:17,30) para
llevar la gloria de Dios, para la expresión de Dios en la Nueva Jerusalén.
La palabra griega traducida “resplandor” en el versículo 11 significa
luminaria o portador de luz. Hoy, los creyentes como hijos de luz (Ef. 5:8)
son la luz del mundo (Mt. 5:14), brillando en medio de esta generación
torcida y perversa (Fil. 2:15). Finalmente, la Nueva Jerusalén, como una
composición de todos los santos, será una luminaria, y alumbrará con la
luz de Dios a todas las naciones alrededor de ella.
El resplandor de la gloria de la Nueva Jerusalén es parecida a una piedra
preciosa. Esta piedra preciosa no es la luz, sino la portadora de la misma.
No tiene luz propia, pues su luz, la cual es Dios, ha sido forjada en ella y
resplandece a través de ella. Esto indica que nosotros, como parte de la
Nueva Jerusalén, tenemos que ser transformados en piedras preciosas y
dejar que Dios sea forjado en nuestro ser como la luz resplandeciente, para
poder brillar como expresión Suya.
XVII. SU APARIENCIA
La apariencia de la ciudad es “como piedra de jaspe, diáfana como el
cristal” (v. 11). La apariencia de Dios es como de jaspe (4:3). La luz de la
Nueva Jerusalén es como piedra de jaspe, y tiene la apariencia y la
expresión de Dios en su resplandor.
La ciudad en su totalidad, la Nueva Jerusalén, es el propio Dios. La luz es
Dios, su gloria es la expresión de Dios y su apariencia es Dios mismo
revelado a las naciones. Esto es maravilloso. En la actualidad, todo esto
debe encontrarse en la vida de iglesia. La iglesia es el templo de Dios. El
mismo Dios que está en la iglesia es nuestra morada y también la luz que
brilla a través de nosotros iluminando así a nuestros vecinos. Dicha luz es
la gloria y la apariencia de la iglesia. Esta es la vida de iglesia.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y CINCO
LA NUEVA JERUSALEN
(7)
XVIII. SU CENTRO
Toda nación tiene un centro, y éste es su capital, su sede de gobierno. La
Nueva Jerusalén también tiene un centro, que es el trono de nuestro Dios
redentor, es decir, el trono de Dios y del Cordero (22:1).
Ya dimos a entender que en la primera sección de este libro (1:1—11:19)
el centro es el trono de Dios, y en la segunda (12:1—22:21) es el templo
de Dios. También examinamos la expresión “salió una gran voz del
templo desde el trono” (16:17, véanse los mensajes cuarenta y nueve y
cincuenta, páginas 552-554, 556-557, 559-560). Al final del libro de
Apocalipsis, el trono de Dios está en el templo. Así que el trono y el
templo se han hecho uno solo.
Nuestro Dios no sólo lleva a cabo Su administración en el trono ni sólo se
expresa en el templo, sino que es el mismo Dios que está en el trono y en
el templo expresándose en Su administración. Desde el trono Dios efectúa
Su administración, y desde el templo El se expresa. El hecho de que el
trono esté en el templo significa que la administración de Dios lo expresa
a El. Dios lo administra todo con el fin de expresarse. En la eternidad
futura el trono de Dios estará en el centro de la Nueva Jerusalén, y Su
expresión se extenderá a la circunferencia. Por consiguiente, nuestro Dios
es tanto el Dios que administra como el Dios que se expresa.
A. El trono de Dios y del Cordero
Apocalipsis 22:1 dice: “Y me mostró un río de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en
medio de la calle”. El trono de Dios y del Cordero, un solo trono
compartido por ambos, indica que Dios y el Cordero son uno solo, el
Dios-Cordero, el Dios que redime, Dios el Redentor. En la eternidad el
propio Dios que se sentará en el trono es nuestro Redentor, de cuyo trono
brotará el río de agua de vida, que nos abastecerá y satisfará. Esto muestra
cómo el Dios Triuno —Dios, el Cordero y el Espíritu—, representado por
el agua de vida, se imparte en Sus redimidos bajo Su gobierno (implícito
en la autoridad del trono) por la eternidad.
Observe que no hay dos tronos, uno para Dios y otro para el Cordero.
Según los términos tradicionales usados en la cristiandad, la alusión a Dios
y el Cordero, significa que hay dos personas distintas en el trono. ¿Cómo
pueden sentarse Dios y el Cordero en el mismo trono? ¿Acaso están
sentados el uno al lado del otro? En 21:23 encontramos un indicio de la
respuesta correcta a estas preguntas. En este versículo Dios es comparado
con la luz, y el Cordero con una lámpara. La luz y la lámpara no pueden
separarse, y tampoco pueden estar la una junto a la otra. La luz brilla
desde la lámpara. Por lo tanto, Dios, la luz, está en el Cordero, la lámpara.
Dios y el Cordero no están sentados el uno al lado del otro, sino que el
mismo Dios está en el Cordero como la lámpara y brilla en El.
Me gustaría oír lo que dirían los que se oponen a nosotros basándose en la
enseñanza tradicional sobre la Trinidad, para explicar cómo es posible que
Dios y el Cordero estén en el mismo trono. Es mejor no usar el
término persona, pues al usarlo nos confundiríamos y no entenderíamos
bien la Biblia de acuerdo con la palabra pura. La Biblia revela que Dios es
la luz y que el Cordero es la lámpara. Puesto que la luz está en la lámpara,
no son entidades separadas, sino una sola entidad con dos aspectos. Es
muy difícil explicar la Trinidad con palabras humanas, debido a que
simplemente no tenemos el vocabulario ni la terminología para expresarlo
como es debido. Aunque no tenemos las palabras apropiadas, tenemos un
cuadro donde Dios es la luz y Cristo, el Cordero, es la lámpara. El hecho
de que los dos estén sentados en un solo trono indica que no son dos, sino
uno solo.
El que está sentado en el trono es tanto el Dios que creó como el Cordero
que redime. De modo que podemos llamarlo el Dios-Cordero, lo cual
significa que es el Dios redentor, y El está en el trono llevando a cabo Su
administración para poder impartirse en Sus redimidos.
B. En la cumbre de la montaña de oro
El trono que se halla en la Nueva Jerusalén está en la cumbre de la
montaña de oro. La calle de la ciudad conduce al trono. El Señor Jesús
vino a la tierra desde Su trono para introducir a Dios en el hombre. Este es
el Dios Triuno que brota de Sí mismo para llegar a la humanidad. Cuando
lo recibimos, fuimos bautizados en El. El bautismo es la verdadera entrada
en el Dios Triuno (Mt. 28:19), y la entrada al Dios Triuno es el acceso
inicial a la Nueva Jerusalén. Inmediatamente después que pasamos por las
puertas de perla, nos encontramos en la calle de oro que nos guía hacia
arriba, al trono de Dios.

C. Como el único origen del suministro de vida


El trono de Dios, situado en el centro de la Nueva Jerusalén, es la única
fuente del suministro de vida. Por medio de Su administración Dios se
imparte en nosotros como vida, como suministro de vida y como la gracia
todo-inclusiva, eterna y absoluta. El se infunde en nosotros según Su
administración. Por esta razón, hoy en la vida de iglesia existen la
autoridad divina y el gobierno de la iglesia. Hay un gobierno divino en la
vida de iglesia, el cual procede del trono de Dios. La autoridad divina que
hay en la iglesia permite que Dios se infunda en nosotros como vida, como
suministro de vida y como la gracia todo-suficiente. Sólo al someternos al
gobierno y a la autoridad de Dios, podremos tomar parte en Su gracia
todo-suficiente.
D. Tiene la autoridad divina de la Cabeza
El trono de Dios y del Cordero, que se halla en el centro de la Nueva
Jerusalén, simboliza la autoridad de Dios, quien es la Cabeza en Cristo. El
suministro de vida brota de dicha autoridad, y cuando lo disfrutamos,
somos conducidos a someternos a ella. La corriente del agua de vida no
solamente nos suministra la vida, sino que también nos trae la autoridad
divina. En el fluir del agua de vida están el suministro de vida y la
autoridad divina con la comunión en vida. Cuando participamos del
suministro de vida, somos sometidos a la autoridad de Dios en la
comunión de la vida.
Lamento mucho que algunos cristianos utilizan el libro Autoridad
espiritual, escrito por el hermano Nee, para imponer la autoridad de ellos
sobre los demás. Esta clase de autoridad la han apropiado, pero la
autoridad genuina viene del trono de la administración de Dios, que está
en el centro de la Nueva Jerusalén, mediante el deleite que tenemos del
suministro de vida en la comunión de vida con Dios.
XIX. EL SUMINISTRO DE VIDA
A. El río de agua de vida
Examinemos cómo se imparte el Dios redentor, quien está en el trono, en
todos Sus redimidos. Dios se infunde en nosotros por medio del río que
procede del trono. De acuerdo con el versículo 1, este río es “un río de
agua de vida”. El río, tipificado por los ríos de Génesis 2:10-14, Salmos
46:4 y Ezequiel 47:5-9, representa la abundancia de vida que hay en esta
corriente. Es un solo río y fluye en cuatro direcciones en la ciudad santa,
como los cuatro brazos del río mencionado en Génesis 2:10-14. Este río
con sus riquezas viene a ser muchos ríos en nuestra experiencia, según se
indica en Juan 7:38.
El agua de vida es un símbolo de Dios en Cristo como el Espíritu que
fluye en Su pueblo redimido para ser su vida y su provisión de vida. Esto
es tipificado por el agua que salió de la peña hendida (Ex. 17:6; Nm.
20:11) y es simbolizado por el agua que brotó del costado del Señor
Jesucristo (Jn. 19:34). El agua de vida que aquí se menciona llega a ser un
río que procede del trono de Dios y del Cordero para abastecer y llenar a
la Nueva Jerusalén. Por lo tanto, la ciudad está llena de la vida divina y
expresa a Dios en Su gloria de vida.
Examinemos más detalladamente el río. Génesis 2:10 dice: “Y salía del
Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos”.
Según este versículo, el río se divide en cuatro brazos para llegar a los
cuatro ángulos de la tierra. Hay muchas más alusiones a este río en el
Antiguo Testamento. En Salmos 46:4 dice: “Del río sus corrientes alegran
la ciudad de Dios”. En Ezequiel 47 las aguas que salían de debajo del
umbral de la casa se hicieron “un río que ... no [se] podía pasar, porque las
aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado”
(v. 5). El versículo 9 del mismo capítulo dice que “toda alma viviente que
nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá”.
Este río también se menciona en el Nuevo Testamento. Hablando de los
hijos de Israel y de su peregrinaje en el desierto, 1 Corintios 10:4 dice: “Y
todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca
espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”. Cuando los hijos de Israel
murmuraron debido a su sed, Dios le dijo a Moisés que golpeara la peña y
saldrían de ella aguas y bebería el pueblo (Ex. 17:1-6). Así lo hizo Moisés,
y el Señor “sacó de la peña corrientes, e hizo descender aguas como ríos”
(Sal. 78:16). El agua que brotó de la peña herida era un tipo del Espíritu
vivificante. El Señor Jesús habló de este Espíritu en el Evangelio de Juan.
En Juan 4:10 el Señor le dio a entender a la mujer samaritana que El le
daría el agua de vida, y en el versículo 14 le dijo: “Mas el que beba del
agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que Yo le daré
será en él un manantial de agua que salte para vida eterna”. Además, en
Juan 7:37-38 el Señor Jesús dice: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba.
El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de
agua viva”. Aquí vemos que este único río se convierte en muchos. Los
ríos de agua viva son los diferentes aspectos del fluir de vida que procede
del único río de agua de vida, el cual es el Espíritu de Dios, el Espíritu de
vida (véase Ro. 15:30; 1 Ts. 1:6; 2 Ts. 2:13; Gá. 5:22-23; Ro. 8:2). Así
que, si queremos conocer el significado del río de agua de vida
mencionado en 22:1, debemos remontarnos al origen y al desarrollo de
este río a lo largo de las Escrituras.

1. Brota del trono del Dios-Cordero


Ya vimos que el río de agua de vida procede del trono del Dios-Cordero.
Este río es sencillamente el Espíritu de Dios que fluye como Espíritu
vivificante. En 22:1 vemos al Dios Triuno: Dios, el Cordero y el río. Dios
el Padre es la fuente; el Cordero, el Hijo, es el Redentor; y el río es el
Espíritu. Por lo tanto, tenemos al Padre como fuente, al Hijo como caudal
y al Espíritu como fluir. De modo que en 22:1 vemos el fluir del Dios
Triuno. Este es un cuadro del Dios Triuno que se imparte en nosotros. El
fluye de Sí mismo y se infunde en Sus redimidos, lo cual proviene de Su
trono administrativo. Esto significa que Dios se imparte basándose en Su
administración. Lo anterior es válido hoy en la vida de iglesia. La
impartición del suministro de vida y de la gracia abundante de Dios
procede de Su trono administrativo. Finalmente, en la Nueva Jerusalén
esta impartición llegará a todos los rincones de la ciudad, y ésta será llena,
saturada e invadida del Dios Triuno. De este modo la ciudad expresará a
Dios.
Cuando yo era joven, no podía entender Apocalipsis 22:1. Leía acerca de
un trono y un río, pero no tenía idea del significado de estas cosas. En ese
entonces no me daba cuenta de que el río era una espiral. Debido a que no
veía nada, no entendía nada. Gradualmente, con la experiencia de más de
cuarenta años, pude entender el significado del río de agua de vida que
brota del trono del Dios redentor. A lo largo de mi experiencia vi que cada
vez que obedecía a mi Dios redentor, tomando Su autoridad como mi
Cabeza, inmediatamente sentía algo vivo fluyendo dentro de mí. Esto no
era una enseñanza ni una interpretación, sino una experiencia. Un día pude
decir: “Ahora entiendo Apocalipsis 22:1. Tengo un trono dentro de mí. Ya
que me he sujetado a la autoridad de este trono, algo fluye dentro de mí”.
El cuadro del río de agua de vida procedente del trono del Dios redentor
nos muestra que debemos tomar a nuestro Dios redentor como nuestra
Cabeza y autoridad, y tenemos que someternos a El. Si hacemos esto, Su
trono es establecido en nuestro espíritu y en todo nuestro ser. Desde Su
inconmovible trono fluye el Espíritu vivificante a nosotros. Este trono es
el centro de la administración de Dios con Su autoridad, desde el cual El
mismo se imparte en todos los redimidos llenándolos de El para poder
expresarse.
2. Fluye en medio de su calle
El río de agua de vida fluye en medio de la calle de la Nueva Jerusalén. La
calle de la ciudad santa es de oro (21:21), el cual representa la naturaleza
divina. El río de agua de vida que corre en medio de la calle indica que la
vida divina fluye en la naturaleza divina como el único medio por el cual
viven diariamente los redimidos de Dios. Donde la vida divina fluye, allí
está la naturaleza divina como el camino santo por el cual Su pueblo debe
caminar; y donde se halla el camino santo de la naturaleza divina, ahí
fluye la vida divina. La vida y la naturaleza divinas como camino santo
siempre van juntas. Por consiguiente, el río de agua de vida está disponible
a lo largo de este camino divino, y nosotros lo disfrutamos andando en él.
3. Resplandeciente como cristal
El versículo 1 también dice que el río de agua de vida es resplandeciente
como cristal. El hecho de que el agua de vida sea transparente como cristal
significa que no hay en ella nada opaco ni deslucido. Cuando el agua de
vida fluye en nosotros, nos purifica y nos hace transparentes. Nada es más
transparente que el fluir de vida que corre en nosotros. Supongamos que
vamos de compras a una tienda. Cuando decimos “amén” a la regulación
interna de la vida divina, no solamente somos fortalecidos, rociados y
reconfortados, sino que también somos transparentes como el cristal. Uno
tendrá lucidez no sólo con respecto a una cosa, sino prácticamente con
respecto a todo.
Cuanto más fluya en uno el agua de vida, más limpiará las cosas que
nublan nuestra visión. Ella nos da una visión interior clara, y hace que
nuestro ser, nuestra condición y todo lo relacionado con nosotros sea
transparente como cristal. A muchos cristianos se les ha dicho que pueden
conocer la voluntad de Dios leyendo las Escrituras. Anteriormente yo
trataba de saber cuál era la voluntad de Dios por ese método; sin embargo,
cuanto más leía las Escrituras más ciego quedaba debido a que al leer la
Biblia yo ejercitaba mi intelecto para analizar lo que ella decía o lo que me
ordenaba. Muchos de nosotros hemos tenido esta experiencia. Cuanto más
analizamos la Biblia más ciegos quedamos. En vez de tratar de conocer la
voluntad de Dios analizando las Escrituras, debemos decir: “Señor Jesús,
te amo y me sujeto a Tu autoridad. Señor establece Tu trono en todo mi
ser”. Si uno hace esto, inmediatamente disfrutará el fluir interno, y dicho
fluir hará que uno sea claro como el cristal en la vida divina. Todo lo
relacionado con usted, su situación y su condición se hará transparente.
Nuestra experiencia da testimonio de que esto es cierto.
Muchos jóvenes se preocupan mucho con el asunto del matrimonio y
desean conocer la voluntad del Señor al respecto. Primero oran y le piden
al Señor que les muestre la persona que El ha preparado para que sea su
cónyuge. Luego, vienen a los ancianos para tener comunión. Estos tal vez
les den una serie de principios acerca de la compatibilidad en edad,
educación, raza, historia familiar, personalidad y crecimiento espiritual.
Hace más de cuarenta años yo era un experto en dar consejos basándome
en estos principios. Siempre que un joven me consultaba en cuanto al
matrimonio le traía estos asuntos para que los tuviera en cuenta. Si él era
del norte le aconsejaba que no se casara con una persona del sur, debido a
las diferencias que había entre ellos. Además, le recomendaba que se
casase con una persona que tuviera un carácter compatible con el suyo. Si
él tenía un carácter más o menos impaciente, le aconsejaba no casarse con
una hermana de temperamento calmado. Yo solía ser bastante
convincente, y los jóvenes estaban de acuerdo conmigo. Sin embargo, en
la práctica, descubríamos que simplemente analizar la cuestión según estos
principios no producía resultados. Cuanto más analizábamos el caso de
acuerdo con la edad, la educación, la raza, el carácter y la espiritualidad,
más ciegos quedábamos. Después de algunos años, el Señor me mostró
que la manera de conocer Su voluntad acerca del matrimonio no es
analizar, sino simplemente sujetarse obedientemente a Su autoridad y
dejar que Su fluir corra en uno. Cuanto más activo esté Su fluir, más
lúcido llegará uno a estar. Todos debemos sujetarnos al Señor y andar en
el camino de oro de la naturaleza divina. Hay un solo camino, la calle de
oro. Debemos someternos a la autoridad de Cristo y decir: “Señor Jesús,
Tú eres mi Cabeza y mi Soberano. Señor, me someto a Ti”. ¡Qué fluir
habrá cuando hagamos esto, y qué gran suministro interno recibiremos!
Inmediatamente este fluir nos hace lúcidos, y nos da certeza con respecto a
la voluntad del Señor. Cuando hacemos esto, podemos decir: “No hay
vendas que cubran mis ojos. Todos los velos ha sido quitados, veo
claramente. Ante mis ojos la situación es clara y diáfana como el cristal”.
Esto no es una enseñanza, sino una experiencia. Solamente en la
experiencia puede uno entender esto.
4. Absolutamente gratuita
El agua del río de vida es totalmente gratuita (22:17; 21:6) No tiene
uno que pagar nada para beberla. El agua de vida es gratuita, pero
sólo está disponible en el camino divino; no se halla en ninguna
otra parte. Por lo tanto, tenemos que andar por el camino divino a
fin de participar del agua de vida. Aunque no es necesario pagar por
el agua de vida, sí se requiere que uno ande en la calle de oro para
obtenerla. De manera que todo el que desee recibir este regalo de
agua de vida tiene que arrepentirse, lo cual significa cambiar de
forma de pensar, cambiar de conceptos en cuanto a la vida. Aun los
cristianos necesitan tener un cambio de idea en cuanto a su modo
de vivir. Debemos volvernos de todo lo que no sea la calle de oro y
regresar a ella. Este es el verdadero significado del arrepentimiento.
Después de habernos vuelto a la calle de oro, podemos tomar del
agua de la vida gratuitamente. Todos podemos testificar por
experiencia propia que esto es así.
B. El árbol de la vida
El versículo 2 dice: “Y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la
vida”. Ya que el árbol de la vida crece en los dos lados del río se
entiende que es una vid que se extiende a lo largo del río de agua de
vida para que el pueblo de Dios lo reciba y disfrute. Esto cumple,
por la eternidad, lo que Dios se propuso desde el principio (Gn.
2:9). El acceso al árbol de la vida fue cerrado al hombre debido a
que éste cayó (Gn. 3:22-24), pero se abrió a los creyentes por la
redención efectuada por Cristo (He. 10:19-20). Ahora disfrutamos a
Cristo como el árbol de la vida, lo cual es la porción común a todos
los creyentes (Jn. 6:35, 57). En el reino milenario, los creyentes que
venzan disfrutarán como recompensa a Cristo, el árbol de la vida
(2:7). Finalmente, en el cielo nuevo y la tierra nueva, por toda la
eternidad, todos los redimidos de Dios disfrutarán a Cristo como el
árbol de la vida, el cual será su porción eterna (22:14, 19).
1. Cristo como el suministro de vida
El árbol de vida es Cristo como nuestro suministro de vida. Primero
Cristo es el Cordero de Dios que efectúa la redención (Jn 1:29), y
luego, el árbol de la vida que nos da el suministro de vida (Jn. 6:35).
Por la redención Cristo puede impartirse en nosotros como
suministro de vida. El no es solamente el Cordero de Dios, sino
también el árbol de la vida.
2. Crece a los dos lados del río de vida
El árbol de la vida crece a los dos lados del río de vida; o sea que no
crece hacia arriba, sino que se extiende como una vid. Es por eso
que está disponible a lo largo del río de agua de vida. Cristo, el árbol
de la vida, es el suministro que está disponible a lo largo del fluir del
Espíritu como el agua de vida. Donde el Espíritu fluye, allí se
encuentra el suministro de vida de Cristo. Todo esto se halla dentro
de la naturaleza divina como nuestro camino santo y con ella,
representada por la calle. Es tanto el suministro de la ciudad santa
como la manera en que la ciudad es abastecida.
Pasaron muchos años antes de que yo entendiera tres cosas que se
mencionan en los versículos 1 y 2: la calle, el río y el árbol de la vida.
En medio de la calle está el río; así que la calle automáticamente
constituye las dos riberas de este río. El árbol de la vida crece como
una vid en las riberas del río. Solamente cuando tuve la experiencia
correspondiente pude entender estas cosas. La calle, el río, y el
árbol están relacionados entre sí. Después de que uno entra a la
calle de oro por la puerta de perla, inmediatamente se ve frente a la
corriente del río. A lo largo del fluir del agua de vida se extiende el
árbol de la vida. Este es un cuadro bastante claro.
Apliquemos ahora este cuadro a nuestra vida diaria. Supongamos
que una hermana va de compras a una tienda. Antes de entrar, la
naturaleza divina, la calle interna, comienza a regularla. No hay
palabras, sólo una guía interna. La hermana entra a la tienda y
escoge cierto artículo. Esta guía interna le dice: “No lo compres”,
pero ella se excusa diciendo que está bien adquirir el artículo esta
vez y que no lo volverá a hacer. Sin embargo, desde ese momento el
fluir interior se interrumpe. Cuando la hermana regresa a casa, se
da cuenta de que no puede orar. Aunque trata de abrir su boca y
decir algo al Señor, no le sale nada de su interior. Este es un
ejemplo negativo de lo que ocurre cuando no dejamos que la
naturaleza divina, que está en nosotros, nos guíe.
Examinemos ahora un ejemplo positivo. Supongamos que cuando
la guía interna le dice a esta hermana que no compre el artículo, ella
le dice: “Amén, Señor, amén”. Inmediatamente se encuentra
caminando en la calle de oro, y al mismo tiempo siente que el fluir
interno se intensifica y es fortalecido y le trae el rico suministro de
vida. Es así como disfrutamos del árbol de la vida. Después de esto,
ella probablemente no tendrá deseos de quedarse en la tienda, y al
salir de allí, es posible que sienta deseos de cantar o de gritar
aleluya. Esto es lo que significa caminar por la calle de oro,
participar del fluir del río y disfrutar de todas las riquezas del árbol
de la vida.
Es difícil entender lo que son la calle de oro, el agua de vida y el
árbol de la vida si nos acercamos a ellos desde un punto de vista
doctrinal, pero si examinamos nuestra experiencia, es fácil
entenderlo. Cuando sujetamos todo nuestro ser a la autoridad del
Dios redentor, Su trono es establecido en nosotros. Desde este
trono fluye el río de vida en medio de la calle de oro, y a lo largo de
este fluir se extiende el árbol de la vida, el cual es una vid que crece
a lo largo del río como nuestro rico suministro de vida. El trono está
allí, esperando que nosotros nos sujetemos en obediencia a la
autoridad del Dios redentor. Tan pronto como nos sometemos a Su
autoridad, el Espíritu vivificante fluye en nosotros, y nos hallamos
en la calle de oro. Mientras caminamos a lo largo de la calle de oro,
sentimos que el fluir interno del Espíritu vivificante es maravilloso,
refrescante, nos abastece y satisface. Se requerirían muchas
palabras para describir adecuadamente este fluir. A lo largo de esta
corriente se hallan las riquezas del árbol de la vida que crece junto
al río. Esto significa que donde está el caudal del río, allí está el
suministro del árbol de la vida. En mi experiencia tengo un trono, el
fluir del agua de vida, y Cristo como árbol de la vida crece en mí de
una manera práctica. Este no es un entendimiento doctrinal, sino
un asunto exclusivamente de experiencia en vida.
3. Produce doce frutos
El versículo 2 también dice que el árbol de la vida da cada mes un fruto
diferente. Los frutos del árbol de la vida serán el alimento de los redimidos
de Dios por la eternidad. Siempre estarán frescos, pues son producidos
cada mes, doce frutos cada año.
El hecho de que haya doce frutos indica que el fruto del árbol de la vida es
rico y suficiente para cumplir la administración eterna de Dios. Recuerde
que el número doce significa cumplimiento en la administración de la
economía eterna de Dios. Por consiguiente, los doce frutos tienen como
fin el eterno cumplimiento de la administración para la economía de Dios.
“Cada mes” indica que en el cielo nuevo y la tierra nueva la luna
continuará demarcando los doce meses. El sol también seguirá
determinando la división del día y la noche en períodos de doce horas. El
número que representa a la iglesia es siete, lo cual indica que en la
dispensación actual Dios es agregado al hombre, Su criatura; sin embargo,
el doce es el número de la Nueva Jerusalén, lo cual indica que Dios se ha
mezclado con el hombre en Su administración eterna. En la Nueva
Jerusalén hay doce cimientos con los nombres de los doce apóstoles; doce
puertas, que son las doce perlas que llevan los nombres de las doce tribus;
y doce frutos del árbol de la vida. En cuanto a espacio, la ciudad mide
doce mil estadios; o sea, mil multiplicado por doce, en cada una de las tres
dimensiones. Su muro mide ciento cuarenta y cuatro codos, lo cual es doce
multiplicado por doce. En cuanto a tiempo, en el cielo nuevo y la tierra
nueva, hay doce meses en cada año, doce horas en el día y doce en la
noche.
4. Disfrutado por todos
los redimidos de Dios
Todos los redimidos de Dios disfrutarán del árbol de la vida por la
eternidad (22:14). El deleite que tendremos del árbol de la vida tiene como
fin la administración de Dios. El nos redimió para que disfrutemos el árbol
de la vida, lo cual tiene como fin la administración de Su economía eterna.
5. Las hojas del árbol
traen sanidad a las naciones
El versículo 2 también dice: “Y las hojas del árbol son para la sanidad de
las naciones”. En la Biblia las hojas representan las acciones de los
hombres (Gn. 3:7). Según el relato de la Biblia, la primera vez que el
hombre usó hojas lo hizo para cubrirse. Las hojas del árbol de la vida
representan las acciones de Cristo. Los creyentes regenerados comen del
fruto del árbol de la vida, recibiendo a Cristo como vida y como
suministro interno de vida a fin de disfrutar la vida divina por la eternidad;
mientras que las naciones restauradas son sanadas por las hojas del árbol
de la vida, tomando las acciones de Cristo como su guía y norma externa,
a fin de tener una vida humana perpetua. Cuando las naciones observan la
manera en que el Señor Jesús obra y actúa, los hechos de El se convierten
en sanidad para ellos, y esta sanidad preserva su vida humana para
siempre.
XX. SU REINADO
Quienes están en la Nueva Jerusalén “reinarán por los siglos de los siglos”
(22:5). La Nueva Jerusalén reinará sobre las naciones que estarán bajo su
resplandor. Apocalipsis 21:24 dice: “Y las naciones andarán a la luz de
ella”. Al final de esta era una gran parte de los habitantes morirá al sonar
de la sexta y la séptima trompetas. El resto será juzgado por Cristo en el
trono de Su gloria cuando regrese a la tierra. Los condenados, los
“cabritos”, serán maldecidos a perecer en el lago de fuego, mientras que
los justificados, las “ovejas”, tendrán la bienaventuranza de heredar el
reino preparados para ellos desde la fundación del mundo (Mt. 25:31-46).
Ellos no serán salvos ni regenerados como los creyentes del Nuevo
Testamento; solamente serán restaurados al estado original del hombre
cuando fue creado por Dios. Ellos serán las naciones, o sea, los
ciudadanos, durante el reino milenario, en el cual los creyentes vencedores
serán reyes (20:4, 6), y el remanente salvo de Israel será los sacerdotes
(Zac. 8:20-23). Después del reino milenario, algunas de estas naciones,
engañadas por el diablo, se rebelarán contra el Señor, y descenderá fuego
del cielo y las consumirá (20:7-9). Las demás serán trasladadas a la tierra
nueva como las naciones, vivirán alrededor de la Nueva Jerusalén y
andarán en su luz. Ellos serán el pueblo mencionado en 21:3-4. Ellos,
siendo hombres creados mas no regenerados, serán preservados y vivirán
para siempre en su condición de seres creados, mediante la sanidad
proporcionada por las hojas del árbol de la vida. Ni siquiera para ellos
habrá muerte (21:4). Por estar ante el resplandor que dará la Nueva
Jerusalén con la gloria divina, tampoco estarán en oscuridad.
Apocalipsis 21:24 también dice que “los reyes de la tierra traerán su gloria
a ella”. Los reyes de la tierra a los que aquí se alude, son los reyes de las
naciones que estarán en la tierra nueva. Los santos redimidos y
regenerados reinarán sobre estos reyes (22:5), y Cristo será el Rey de
reyes por la eternidad. La gloria de las naciones será sus riquezas (Gn.
31:1, 16; Est. 1:4), y su honor será su valiosa condición y su digna
posición.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y SEIS
EL DELEITE Y LA BENDICION
QUE TIENEN LOS REDIMIDOS DE DIOS
EN LA ETERNIDAD
Los números básicos que se ven en la Nueva Jerusalén son doce y
uno. Uno es el número de unicidad. Hay un solo Dios, una sola
ciudad, un solo trono, un solo río, una sola calle y un solo árbol de
vida. Por consiguiente, el uno es el número básico de la iglesia y del
edificio de Dios en Su economía. Esta idea no es mía, pues la
expresa Pablo en Efesios 4:3-6, donde habla de un Cuerpo, un
Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo y un Dios y
Padre. Tenemos un solo Dios, un solo trono, una sola
administración, una sola autoridad, un solo fluir, un solo camino y
un solo árbol. Si vemos esto, seremos guardados para siempre en la
unidad.
Esta unidad procede del único Dios, Aquel que es el origen de todas
las cosas. El trono, el río, la calle y el árbol proceden de El. El es la
única fuente de todo y es el apoyo, y el sostenimiento del edificio del
único Dios.
La situación que predomina hoy en la cristiandad es bastante
diferente. El cristianismo está lleno de confusión y división. Hay
millares de divisiones en el cristianismo actual. Nadie sabe cuántas
divisiones hay en los llamados grupos libres. En éstos casi todos
afirman ser algo. ¡Cuánto agradecemos al Señor por abrir nuestros
ojos y mostrarnos Su único camino! No tenemos nada que no sea el
Dios único que está en el único trono con el fluir, con el suministro
de vida. Por consiguiente, tenemos un solo testimonio y estamos en
una sola iglesia.
La iglesia está constituida por lo divino y lo humano; es una entidad
corporativa que consta de Dios y el hombre, y es la morada de
ambos, pues ahora nosotros moramos en Dios y El en nosotros.
Hoy, la vida de iglesia es una miniatura de la Nueva Jerusalén que
estará en el cielo nuevo y la tierra nueva. Quienes estamos en la
iglesia podemos testificar que verdaderamente somos uno. Somos
uno en Dios, uno en Su autoridad, uno en Su expresión, uno en el
fluir, uno en vida y participamos de un solo árbol. En esta unidad
moramos en Dios, y El habita en nosotros; por consiguiente somos
Su testimonio.
I. LA CIUDAD SANTA
En este mensaje abarcaremos el deleite y las bendiciones de las
cuales participan los redimidos de Dios en la eternidad. El primer
aspecto crucial de nuestro disfrute en la eternidad será la ciudad
santa (22:14, 19). Apocalipsis 22:19 dice: “Y si alguno quita de las
palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de
la vida, y de la santa ciudad, de los cuales se ha escrito en este
libro”. Esto indica que tener parte en la ciudad santa representa
mucho para nosotros.
La ciudad santa, de la cual nosotros participaremos y la cual
disfrutamos, es Dios mezclado con todos Sus santos. En esta única
entidad, la ciudad santa, no solamente disfrutaremos a Dios, sino
también a Dios mezclado en todos los santos. Disfrutaremos a Dios
los unos en los otros, y unos a otros nos disfrutaremos en Dios. Yo
lo disfrutaré a usted en Dios, y usted me disfrutará a mí en Dios.
Aunque este deleite es misterioso, tenemos hoy un anticipo del
mismo en la vida de iglesia donde disfrutamos a Dios los unos en
los otros, y unos a otros en Dios. Esta vida es divina, celestial y
comunitaria.
El hombre fue creado por Dios con el deseo de tener una vida
comunitaria. Nuestra naturaleza humana anhela vivir en
comunidad. Para cumplir este deseo la gente va a clubs nocturnos y
a fiestas. Sin embargo, ni los clubs nocturnos ni las fiestas
satisfacen esta necesidad. Aunque la gente tiene hambre y sed de
una vida comunitaria apropiada, está envenenada por los clubs y las
fiestas mundanas. En vez de recibir la bebida apropiada para saciar
su sed, son envenenados. Solamente hay una clase de fiesta que es
pura, alegre, alimenticia, resplandeciente, satisfactoria y edificante,
y ésta es la iglesia. Día tras día los que estamos en la vida de iglesia
asistimos a una fiesta celestial. Esta fiesta es santa, divina y
espiritual. Es la fiesta de Dios mezclado con el hombre. ¡Qué deleite
es asistir a esta fiesta!
En mi experiencia de casi cincuenta años en la vida de iglesia, he
llegado a conocer el carácter de los jóvenes. Los jóvenes son
bastante astutos y exigentes, y pueden traspasar los corazones de
sus padres o el de los ancianos de la iglesia. Los ancianos son el
blanco de los dardos de los jóvenes. Con frecuencia les he dicho a
algunos de esos jóvenes sagaces: “Si la iglesia y los ancianos no le
agradan, ¿por qué no se va a otro lugar, tal vez a las montañas para
vivir allí solo? Así no lo molestarían ni la iglesia ni los ancianos”.
Ellos contestan que nunca dejarían la vida de iglesia debido a la
comunión que disfrutan en ella.
El deseo que tenemos de una vida de comunidad no puede ser
completamente satisfecho por nuestra vida matrimonial ni por
nuestra vida familiar. Es posible que usted tenga muchos
hermanos, hermanas, primos, sobrinas, sobrinos y a muchos
parientes, pero ellos no pueden satisfacer el deseo interno que usted
tiene de una vida comunitaria. Este deseo por la vida de iglesia, es
un deseo creado por Dios y sólo puede ser satisfecho en la iglesia.
Nosotros los cristianos somos como ovejas que andan en rebaños.
Hace años observé algunos rebaños en Escocia. Noté que las ovejas
disfrutan la vida colectiva. Se movían juntas de un lado a otro,
comían juntas y dormían juntas. Siempre estaban juntas como
rebaño. Nosotros los cristianos tenemos ese mismo deseo, el deseo
de la vida de iglesia.
¡Cuánto disfrutamos a Dios en la vida de iglesia! Es posible que
alguien diga: “Dios es omnipresente, y puedo disfrutarlo en
cualquier parte, en la casa o en la calle. No necesito la vida de iglesia
para disfrutar a Dios”. Podemos testificar que no hay comparación
entre el disfrute que se tiene de Dios en la iglesia y el que se tiene
fuera de ella. Es cierto que usted puede disfrutar a Dios en todo
lugar, pero no de la misma manera que lo puede disfrutar en la
iglesia. En la vida de iglesia estamos fuera de nosotros mismos
disfrutando al Señor. La vida de iglesia es una vida en la que Dios se
mezcla con el hombre. En esta maravillosa vida mezclada, cada día
disfrutamos a Dios en todos los amados santos, y disfrutamos a los
santos en Dios. Este deleite es el primer aspecto de la porción
eterna que tenemos en la ciudad santa. El deleite de esta ciudad, la
cual es una composición de Dios mezclado con todos los santos, es
nuestra porción eterna. En esta ciudad Dios y el Cordero serán la
morada donde reposaremos (21:3). En la ciudad santa también
disfrutamos a Dios y al Cordero como nuestro templo donde
serviremos y adoraremos a Dios (21:22).
II. EL ARBOL DE LA VIDA
El segundo aspecto del deleite que tendremos en la eternidad es el árbol de
la vida (22:14, 19). El árbol de la vida es Cristo, el Hijo de Dios, el
Cordero redentor, como nuestro suministro de vida. Este árbol es rico,
fresco y confortante. Fuimos redimidos para tener derecho al árbol de la
vida.
Apocalipsis 22:14 dice: “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras,
para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la
ciudad”. Este versículo puede considerarse una promesa de que se puede
disfrutar el árbol de la vida, el cual es Cristo con todas las riquezas de la
vida; la segunda parte del versículo 17 puede considerarse un llamado a
beber del agua de vida, que es el Espíritu vivificante. Por consiguiente, el
libro de Apocalipsis termina en una promesa y un llamado, el fin de los
cuales tiene que ver con comer al Cristo todo-inclusivo y con beberlo
como Espíritu vivificante.
Después que el hombre fue creado, fue puesto delante del árbol de la vida
(Gn. 2:8-9), lo cual significa que el hombre tenía el privilegio de participar
del árbol. Pero debido a la caída del hombre, el acceso al árbol de la vida
fue cerrado al hombre por la santidad, la justicia y la gloria de Dios (Gn.
3:24). Mediante la redención que Cristo efectuó, la cual cumplió todos los
requerimientos de la gloria, la santidad y la justicia de Dios, el camino al
árbol de la vida quedó abierto otra vez a los creyentes (He. 10:19-20). Así
que, los creyentes que lavan sus ropas en la sangre redentora de Cristo
tienen derecho a disfrutar del árbol de la vida como su eterna porción en la
ciudad santa, que es el paraíso de Dios en la eternidad (2:7).
En este versículo las vestiduras representan la conducta de los creyentes.
Lavar nuestras vestiduras equivale a mantener limpia nuestra conducta por
el lavamiento de la sangre del Cordero (7:14; 1 Jn. 1:7). Esto nos da el
derecho de participar del árbol de la vida y entrar en la ciudad. Entrar por
las puertas en la ciudad es entrar a la Nueva Jerusalén como la esfera de la
bendición eterna de Dios, por la regeneración producida mediante el
Cristo que vence la muerte e imparte la vida. Tanto el árbol de la vida
como la ciudad serán nuestro deleite en la eternidad.
III. EL AGUA DE VIDA
Otro aspecto del deleite y de la bendición de los redimidos de Dios en la
eternidad es el agua de vida (22:17; 21:6). El agua de vida es el Espíritu
vivificante como nuestra bebida eterna. Necesitamos comer y beber. No es
muy agradable comer sin tener nada de beber. ¡Aleluya, en la eternidad
tendremos comida, el árbol de la vida, y bebida, el Espíritu vivificante!
Recuerde que el Espíritu vivificante es en realidad el Dios Triuno que
fluye como nuestra bebida.
Debido a que muchos cristianos tienen una idea errónea, que proviene de
enseñanzas tradicionales, piensan que el Espíritu es una entidad separada
del Hijo y del Padre. Para ellos, el Espíritu es simplemente el Espíritu. Sin
embargo, Juan 15:26 dice: “Pero cuando venga el Consolador, a quien Yo
os enviaré del Padre, el Espíritu de realidad, el cual procede del Padre, El
dará testimonio acerca de Mí”. El sentido de la preposición griega
traducida “de” debe leerse “de con”. El Espíritu de realidad es enviado por
el Hijo, no solamente del Padre, sino también con El. Por consiguiente, el
Consolador viene del Padre y con el Padre, quien es el origen. Cuando el
Espíritu viene de la fuente, no deja la fuente; la fuente viene con El. El
Espíritu viene del Padre y el Padre viene con el Espíritu. El Espíritu
enviado por el Hijo viene con el Padre y da testimonio del Hijo. Por lo
tanto, Su testimonio en cuanto al Hijo se relaciona con el Dios Triuno.
Aunque esto es difícil de explicar, es fácil de entender si examinamos
nuestra experiencia. Cuando decimos: “Oh Señor Jesús”, recibimos al
Espíritu. Pero cuando el Espíritu viene, tenemos el sentir profundo que el
Hijo y el Padre también vienen. Esto indica que este Espíritu es el Espíritu
todo-inclusivo. Cuando El viene a nosotros, viene con el Hijo y con el
Padre. Por consiguiente, nuestra bebida eterna, el Espíritu vivificante, no
es nada menos que el Dios Triuno. ¡Qué deleite tan maravilloso es éste! Si
ponemos nuestra atención simplemente en el entendimiento doctrinal,
perderemos el deleite. Pero si nos interesa la experiencia genuina que
tenemos en nuestro espíritu, diremos: “Ahora entiendo que la bebida que
disfruto es el Dios Triuno que fluye en mi ser”.
Esta bebida eterna resplandece como el cristal (22:1). En el Espíritu
vivificante no hay nada opaco. Cuando tomamos del Espíritu eterno, todo
se vuelve transparente como cristal.
IV. EL TRONO DE DIOS Y DEL CORDERO
En la eternidad nosotros también disfrutaremos del trono de Dios y del
Cordero (22:3). Es difícil determinar si el trono de Dios mencionado en
Apocalipsis 21 y 22 es el trono de autoridad o el trono de gracia. En
Hebreos 4 vemos el trono de gracia, pero en Apocalipsis 4 vemos el trono
relacionado principalmente con la autoridad. Al final de la Biblia es tanto
el trono de autoridad como el trono de gracia. Nosotros sabemos esto por
el cuadro del capítulo veintidós. Ahí el trono de Dios y del Cordero se
relaciona indudablemente con la administración divina. En consecuencia,
es el trono de autoridad. Sin embargo, de este trono no brota autoridad
sino el río de agua de vida, junto con el árbol de la vida como suministro
de vida. Esto no se relaciona con la autoridad sino con la gracia.
Nunca debemos separar la autoridad de la gracia ni la gracia de la
autoridad. La gracia y la autoridad van unidas. Si tenemos la gracia,
estamos bajo la autoridad, y si estamos bajo autoridad, sin duda,
participamos de la gracia. Si bien es cierto que como cristianos debemos
reinar, no debemos hacerlo con autoridad, sino por medio del fluir de la
vida. Los ancianos no deben ejercer su función valiéndose de la autoridad.
El oficio de anciano, es decir, la representación de la autoridad, debe
ejercerse mediante el fluir de la vida. Aunque el trono representa la
autoridad, la autoridad de la Cabeza, de él brota el río de agua de vida.
Cuando usted mira el trono, ve autoridad, pero cuando mira el río, ve el
agua de vida y el árbol de vida. Esto significa que la función apropiada del
anciano no consiste en ejercer autoridad sobre los demás, sino en
infundirles vida. Reinamos, mas no con autoridad, sino por el fluir de la
vida interior.
Hoy el Señor Jesús no reina simplemente con autoridad. El reina en la
iglesia, entre las iglesias y sobre todas las iglesias por medio del fluir de
Su vida como gracia. Cuanto más participamos de Su vida, más autoridad
tenemos. Las personas que tienen madurez en vida son aquellos a quienes
usted respeta en la vida de iglesia. Sin embargo, no se respeta a quienes
asumen autoridad por su cuenta. Los santos, en lo profundo de su espíritu,
no respetan a ancianos de esa clase. La verdadera expresión de autoridad
es la vida. En vez de asumir autoridad, debemos vivir la vida de Cristo. El
mismo Cristo a quien vivimos será nuestra autoridad. Disfrutaremos esta
clase de autoridad por la eternidad. El trono, la fuente del suministro de
vida con la autoridad divina, serán nuestro deleite eterno.
V. NO HABRA MAS MALDICION
En la eternidad “no habrá más maldición”. En vez de maldición, el trono
de Dios y del Cordero será nuestra porción eterna. La maldición vino por
la caída de Adán (Gn. 3:17) y fue juzgada por la redención que Cristo
efectuó (Gá. 3:13). Puesto que en el cielo nuevo y la tierra nueva no habrá
caída, tampoco habrá maldición.
Pocos cristianos entienden todo lo que incluye la maldición. Cosas como
el odio, las críticas y los chismes están incluidos en la maldición. Si
alguien de la iglesia en Anaheim continúa difundiendo chismes, esto
indica que en la iglesia aún hay una maldición pequeña y sutil. Si los
hermanos y las hermanas se critican los unos a los otros, esto también es
señal de que la iglesia está bajo la maldición. Además, si algunos santos
están débiles hasta el extremo de estar muertos, eso es una evidencia de la
maldición. No haber más maldición equivale a no haber chismes ni odio ni
críticas ni debilidad ni muerte. Cuando no hay maldición, todo es apacible,
placentero, sólido y lleno de vida.
No me gusta estar presente cuando en un hogar el esposo y la esposa
discuten. Cuando alcanzo a oír un altercado, inmediatamente me retiro de
ese lugar porque no quiero participar de la maldición. No quiero ver la
maldición ni tocarla ni estar bajo ella. Si presencio el alegato, me será muy
difícil olvidar la impresión que me produzca. Cada vez que vea al
hermano o la hermana recordaré el incidente. En algunas ocasiones al
acercarme a la casa de un hermano o una hermana, he oído por casualidad
un alegato entre ellos. Me alejo de inmediato y no vuelvo hasta que todo
está en silencio. Entonces llamo a la puerta y soy recibido con un
placentero: “¡Alabado sea el Señor! ¡Amén!” Esto es maravilloso.
Ciertamente disfruto al estar con un matrimonio que alaba al Señor. Me
agrada que la impresión que recibo por sus alabanzas esté conmigo
siempre.
¿Se ha dado cuenta usted hasta donde se extiende la maldición? ¿Ha
pensado alguna vez que “no más maldición” incluye no más alegatos?
Cuando no hay maldición todo es pacífico, placentero, lleno de vida,
resplandeciente, puro y perfecto. Cuando estemos en la Nueva Jerusalén,
participaremos de esta gran bendición. Sin embargo, todos anhelamos
decir que en la iglesia ahora no hay maldición. Ojalá que ésta sea la
situación en todas las iglesias locales.
VI. SIRVEN A DIOS Y AL CORDERO
Apocalipsis 22:3 también dice: “Sus esclavos le servirán”. Servir a Dios y
al Cordero también será una bendición para los redimidos de Dios en la
eternidad. En este versículo se indica que servirán a Dios y al Cordero;
Dios y el Cordero son uno en la eternidad. Lo mismo se ve en el
pronombre “Su” del versículo siguiente.
Aunque los redimidos de Dios servirán a Dios y al Cordero en la
eternidad, no lo harán en calidad de sacerdotes. Siendo exactos, en el cielo
nuevo y en la tierra nueva no habrá sacerdotes. Se tendrá el servicio pero
no habrá sacerdocio. El servicio sacerdotal siempre incluye el aspecto de
la redención. Debido a que en el cielo nuevo y en la tierra nueva no
existirá el problema del pecado, no habrá necesidad de redención. Por lo
tanto, no habrá servicio sacerdotal. Pero nosotros seguiremos siendo los
siervos de Dios y del Cordero, y le serviremos por la eternidad.
VII. VEN EL ROSTRO DE DIOS
El versículo 4 dice: “Y verán Su rostro”. Esto también será una bendición
que disfrutarán los redimidos de Dios en la eternidad. “Su” en este
versículo se refiere a Dios y al Cordero. Mirar Su rostro significa ver la
cara de Dios y del Cordero.
VIII. TIENEN EN SUS FRENTES
EL NOMBRE DE DIOS Y DEL CORDERO
Los redimidos de Dios tendrán en sus frentes el nombre de Dios y del
Cordero (v. 4). Esto será otra bendición que tendrán los redimidos de Dios
en la eternidad. No tendremos dos nombres, sino uno solo: el nombre de
Dios y del Cordero. Esto es similar a Mateo 28:19, donde se habla de ser
bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En la
eternidad Dios y el Cordero tendrán un solo nombre. Debido a que le
pertenecemos, Su nombre estará escrito para siempre en nuestras frentes.
No solamente le perteneceremos a El, sino que también seremos uno con
El.
IX. DIOS LOS ILUMINA
El versículo 5 dice: “No habrá más noche; y no tienen necesidad de luz de
lámpara, ni de luz de sol, porque el Señor Dios los iluminará”. Ser
iluminados por el Señor Dios es otra bendición que recibirán los redimidos
de Dios en la eternidad. No tendremos necesidad de lámpara, la luz hecha
por el hombre, ni del sol, la luz creada por Dios. Dios mismo
resplandecerá sobre nosotros, y viviremos bajo Su iluminación.
X. REINAN PARA SIEMPRE
El versículo 5 añade: “Y reinarán por los siglos de los siglos”. Reinar por
los siglos de los siglos será la bendición final asignada a los redimidos de
Dios en la eternidad. Estas son las bendiciones que disfrutaremos por la
eternidad en el cielo nuevo y la tierra nueva.

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y SIETE
CONCLUSION
Apocalipsis 22:6-21 es la conclusión de este libro. En este mensaje
examinaremos varios elementos que encontramos en esta conclusión.
En el versículo 6 leemos: “Y me dijo: Estas palabras son fieles y
verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado
Su ángel, para mostrar a Sus esclavos las cosas que deben suceder pronto”.
El Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, quien envió a Su ángel
para enseñar las cosas contenidas en este libro, es el Señor Jesús (1:1;
22:16). El versículo 16 dice: “Yo Jesús he enviado Mi ángel con este
testimonio para las iglesias”. El testimonio de este libro fue dado por el
Señor Jesús para las iglesias. Por consiguiente, para entenderlo y guardarlo
necesitamos estar en las iglesias y poner todo nuestro interés en ellas.
En este libro el Señor Dios es llamado el Dios de los espíritus de los
profetas. Esto significa que todas las profecías de este libro fueron
inspiradas por el mismo Dios que inspiró los espíritus de los profetas tanto
del Antiguo Testamento como del Nuevo. También significa que estas
profecías están relacionadas con las del Antiguo Testamento y las del
Nuevo, las cuales fueron pronunciadas por los profetas en su espíritu bajo
la inspiración de Dios. De manera que para comprender estas profecías,
también necesitamos estar en nuestro espíritu bajo la unción de Dios.
I. LA ADVERTENCIA DE QUE
EL SEÑOR VIENE PRONTO
En los versículos 7, 12, y 20 tenemos la advertencia de que el Señor viene
pronto. En cada uno de estos versículos el Señor Jesús dice: “Vengo
pronto”. Esta es la advertencia del Señor. Si la acatamos, seremos
bienaventurados; de no ser así, perderemos la bendición. No piense que el
Señor, por tolerar la situación durante más de diecinueve siglos, es lento
en Su venida. Observe la situación mundial de hoy. No sabemos que
pasará en los próximos días. En esta era las cosas suceden rápidamente.
Por eso, debemos orar y velar. Debemos estar preparados en espíritu y en
nuestra vida diaria. Es nuestra oración que el Señor nos cubra para que
oremos, velemos y estemos preparados.
II. LA BIENAVENTURANZA DE GUARDAR
LAS PALABRAS DE LA PROFECIA DE ESTE LIBRO
En el versículo 7 el Señor dice: “Bienaventurado el que guarda las
palabras de la profecía de este libro”. Aquí el Señor nos dice claramente
que si guardamos las palabras de esta profecía seremos bienaventurados.
El Señor dijo algo parecido en 1:3: “Bienaventurado el que lee, y los que
oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas”.
Este libro fue escrito principalmente como bendición para el pueblo de
Dios. El deleite que tengamos de esta bendición depende de la manera en
que tomemos las palabras de este libro. Tenemos que recibir estas palabras
y guardarlas. Aquellos que lo hagan serán bienaventurados.
III. LA ADVERTENCIA DE NO SELLAR
LA PROFECIA DE ESTE LIBRO
El versículo 10 dice: “No selles las palabras de la profecía de este libro,
porque el tiempo está cerca”. Las profecías de Daniel fueron selladas,
porque fueron dadas mucho tiempo antes del tiempo final, mientras que
las de este libro no deben ser selladas, porque el tiempo está cerca. El libro
de Apocalipsis debe estar constantemente abierto a nosotros y a otros; no
debe estar sellado. Sin embargo, por siglos este libro estuvo cerrado, y
junto con el resto de la Biblia estuvo escondido de la gente por la Iglesia
Católica Romana. Por medio de Martín Lutero, la Biblia fue puesta al
alcance de la gente, aunque no estaba abierta del todo. Después de leer los
mensajes de este estudio-vida, no podemos decir que el libro de
Apocalipsis está cerrado para nosotros. Este libro ha quedado
verdaderamente abierto a los santos. Por lo tanto, no lo cierre para usted
mismo ni para otros. Al contrario, debe de mantenerlo abierto, estudiar
cada aspecto de esta profecía y perseverar en el fluir. Cuanto más vivamos
en las palabras de este libro, más abierto será para nosotros. Si hacemos
esto, el libro de Apocalipsis permanecerá abierto para nosotros, para
nuestra familia y para todos los que nos rodean.
El versículo 11 dice: “El que comete injusticia, cometa injusticia todavía;
y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la
justicia todavía; y el que es santo santifíquese todavía”. Ser injusto o justo,
inmundo o santo, es un asunto serio en la era que abarca este libro. Ser
justo es andar externamente de acuerdo con los caminos justos de Dios,
mientras que ser santo es vivir internamente de acuerdo a la naturaleza
santa de Dios. En esta era debemos andar y vivir de este modo para poder
recibir el galardón; de no ser así, seremos condenados como injustos e
inmundos y seremos castigados cuando venga el Señor (v. 12).
Cualquiera que se endurezca y no mantenga este libro abierto, o que no se
abra a este libro, permanecerá en una condición lamentable. Si es injusto e
inmundo, permanecerá injusto e inmundo. Pero si es justo y santo y se
mantiene abierto a este libro, y este libro abierto a usted, seguirá siendo
justo y santo. Esto significa que si usted guarda esta palabra abierta ante
usted, se hará más justo y más santo. Pero si no la mantiene abierta, se
volverá más injusto y más inmundo, y permanecerá en esta triste
condición hasta que el juicio venga.
IV. LA ADVERTENCIA RELACIONADA
CON EL GALARDON DEL SEÑOR
El versículo 12 dice: “He aquí Yo vengo pronto, y Mi galardón conmigo,
para recompensar a cada uno según sea su obra”. “Yo vengo pronto” es la
advertencia que el Señor repite a fin de que tengamos en cuenta Su
galardón para Su venida. La palabra griega traducida “galardón” significa
“salario”. Cuando el Señor venga, todos los creyentes serán
recompensados después del arrebatamiento, ante el tribunal de Cristo (2
Co. 5:10; 1 Co. 4:5; Ro. 14:10; Mt. 16:27).
El versículo 13 dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo,
el Principio y el Fin”. Esta es la declaración que hace el Señor al final de
este libro, lo cual corresponde a lo que Dios declaró al comienzo (1:8).
Esto indica que el Señor Jesús es Dios mismo. El Dios a quien servimos es
el Alfa y la Omega. El también es todas las letras que figuran entre la
primera y la última. Esto significa que El es apto para cumplir todo lo que
se dijo de El en este libro. No debemos excusarnos diciendo: “Esta visión
es maravillosa, pero es muy elevada para mí. No puedo estar a su nivel”.
El Señor como el Alfa y la Omega respalda Su palabra y la lleva a cabo.
Debemos ejercitar todo nuestro ser para creer Su palabra. No se mire a sí
mismo, no crea en usted y no estime lo suyo propio. Nosotros no somos
nada. Si nos miramos a nosotros mismos no podremos hacer nada. Por lo
tanto, debemos volver nuestros ojos a El y creer Su palabra. No importa
cuán fuera de nuestro alcance esté Su palabra, debemos decir “Amén” a lo
que El diga. Cuando decimos “Amén” a Su palabra, somos fortalecidos y
tenemos una fe viva. La fe no proviene de nosotros; se origina en El. Si
dejamos de poner nuestros ojos en las cosas y lo miramos a El, le
disfrutaremos como nuestro Alfa, nuestra Omega y nuestro todo, y El
ciertamente cumplirá todo lo que prometió en este libro. Lo único que
nosotros debemos hacer es ejercitar la fe en El.
Según el versículo 13, el Señor Jesús no es solamente el Primero, sino
también el Principio; no solamente el Último sino también el Fin. El
Primero indica que ninguno es antes que El, y el Último, que nadie viene
después de El; el Principio significa que El es el origen de todas las cosas,
y el Fin, que El es la consumación de todas las cosas. Por consiguiente, lo
que aquí se indica no es sólo que nada precede al Señor Jesús ni le sucede,
sino también que nadie puede tener origen ni consumación sin El. Esto nos
asegura que el Señor es fiel en Sus promesas, nos anima y nos fortalece. El
cumplirá todo lo que dijo en este libro.
Debido a que El es poderoso y a que lo es todo para nosotros, no debemos
disculparnos diciendo: “Cuán débil soy, la situación con mi familia es
difícil, y las circunstancias me son adversas”. Cuanto más difícil sea
nuestra situación, más rico será el Señor para nosotros. Cuanto más
difíciles sean nuestras circunstancias, más poderoso será el Señor para con
nosotros. Debemos ejercitar nuestra fe en el todo-inclusivo, quien es
nuestro Alfa y Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y Fin; en El no
hay problemas. Por lo tanto, tenemos que sumergirnos en El, creer en El y
descansar en El.
V. PROMETE EL ARBOL DE LA VIDA
Y LA CIUDAD SANTA
En los versículos 14 y 19 tenemos las promesas del Señor relacionadas
con el árbol de la vida y la ciudad santa. El árbol de la vida provee el
suministro de vida, y la ciudad santa es nuestra morada y el lugar donde
servimos.
VI. LA ADVERTENCIA EN CUANTO A
LA PERDICION DE LOS PECADORES
El versículo 15 dice: “Mas los perros estarán fuera y los hechiceros, los
fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace
mentira”. “Estar fuera” se refiere a estar fuera de la ciudad, donde el lago
de fuego guarda a todos los pecadores, los que perecen. Todas las personas
inmundas y pecaminosas serán lanzadas al lago de fuego, “el basurero
universal”. Todos nosotros debemos tomar esto como una advertencia.
VII. EL TESTIMONIO DE QUE EL SEÑOR
ES LA RAIZ Y EL LINAJE DE DAVID
Y LA ESTRELLA RESPLANDECIENTE
DE LA MAÑANA
En el versículo 16 Jesús dice: “Yo soy la raíz y el linaje de David, la
estrella resplandeciente de la mañana”. Cristo en Su divinidad es la raíz de
David, su origen; en Su humanidad El es el linaje de David, su
descendencia. De manera que El es el Señor como raíz y simiente, y
también el renuevo de David como su linaje (Mt. 22:42-45; Ro. 1:3; Jer.
23:5).
Cristo, cuando venga, será el sol para Su pueblo en un sentido general
(Mal. 4:2), y en un sentido particular será la estrella resplandeciente de la
mañana para los que le aman y le esperan. Esto será un galardón para los
vencedores (2:28). Cristo como raíz y linaje de David se refiere a Su
relación con Israel y con el reino, mientras que ser la estrella
resplandeciente de la mañana se relaciona con la iglesia y con el
arrebatamiento. La estrella de la mañana aparece antes de la hora más
oscura, antes del amanecer. La gran tribulación será esta hora más oscura,
después de la cual el reino surgirá. En el reino el Señor aparecerá a Su
pueblo públicamente como el sol, pero antes de la tribulación El aparecerá
en secreto a los vencedores como estrella resplandeciente de la mañana.

VIII. EL ESPIRITU Y LA NOVIA


RESPONDEN A LAS PALABRAS DEL SEÑOR
El versículo 17 dice: “Y el Espíritu y la novia dicen: Ven. Y el que oye,
diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la
vida gratuitamente”. En los capítulos dos y tres era el Espíritu quien
hablaba a las iglesias; mientras que al final del libro son el Espíritu y la
novia, la iglesia, los que hablan conjuntamente a una voz. Esto indica que
ha mejorado la experiencia que tiene la iglesia del Espíritu.
La respuesta del Espíritu y la novia a lo dicho por el Señor en el versículo
16 y a Sus repetidas advertencias en los versículos 7 y 12, es “ven”, que
expresa el deseo de que el Señor venga. Quien oiga esta respuesta debe
decir: “Ven”, expresando igualmente el deseo de que el Señor venga.
Todos los creyentes que aman la venida del Señor (2 Ti. 4:8) deben
expresar este mismo anhelo.
En los versículos que preceden el versículo 17 tenemos las palabras del
Señor. Ahora en el versículo 17, el Espíritu y la novia responden a esas
palabras. Dicha respuesta es el deseo entrañable de que el Señor venga. El
clamor “ven” proferido por el Espíritu y la novia está dirigido
indudablemente al Señor. El hecho de que el Espíritu y la novia hablen al
unísono, indica que han llegado a ser uno. En los capítulos dos y tres el
Espíritu habla, y las iglesias reciben lo dicho por el Espíritu. Pero al final
del libro el Espíritu y la novia son uno solo. La iglesia no es sólo el
receptor del oráculo divino, sino que ha llegado a ser una sola entidad con
el Dios que habla.
La expresión “ven” se encuentra tres veces en este versículo. La primera
vez se refiere a la venida del Señor Jesús. Como ya vimos, estas palabras
proceden del Espíritu y de la novia. Ahora bien, el que oye al Espíritu y a
la novia también dice “ven”. Por un lado, el Espíritu y la novia desean que
el Señor venga; y por otro, anhelan que el pecador sediento también venga
a tomar del agua de vida para hallar satisfacción. Cuando tenemos un
deseo sincero de que venga el Señor, también tenemos una profunda
preocupación por la salvación de los pecadores. En consecuencia, la
tercera vez que aparece el verbo venir, se refiere a la venida de los
pecadores arrepentidos. Todo el que tenga sed, venga y beba gratuitamente
del agua de la vida. Así, este versículo abarca tres asuntos: la respuesta del
Espíritu y la novia; lo que dice el que oye la declaración del Espíritu y la
novia; y el deseo de que los pecadores sedientos, los no salvos, vengan y
beban del agua de la vida.
El versículo 17 indica que si deseamos que el Señor venga, estaremos
preocupados por la salvación de otros. ¿Desea usted la venida del Señor?
Si es así, sentirá una preocupación por la salvación de las personas.
Cuando usted dice: “Ven, Señor Jesús”, es posible que surja en usted una
carga por sus padres, sus primos, sus vecinos, sus compañeros de clase y
sus amigos. Después de leer estos mensajes, tal vez tenga un deseo
profundo de que venga el Señor. Estoy seguro de que este deseo le hará
preocuparse por la salvación de otros. Usted dirá al Señor: “Ven”, y se
volverá a los incrédulos diciendo: “El Señor Jesús viene. ¿No deseas venir
tú también? Ven y serás salvo. Ven y recibe tu salvación a fin de estar
preparado para recibir a tu Salvador cuando venga”. Nuestra experiencia
da testimonio de que esto es lo que significa el versículo 17.
IX. EL LLAMADO ACERCA DEL AGUA DE LA VIDA
El versículo 17 dice: “Y el que quiera, tome del agua de la vida
gratuitamente”. Este es un llamado a los sedientos para que tomen
gratuitamente del agua de la vida. Si comparamos este versículo con el 14,
veremos que en el versículo 17 tenemos un llamado y en el 14 una
promesa. Por consiguiente, el libro de Apocalipsis concluye con una
promesa y un llamado. La promesa es el árbol de la vida, y el llamado es
una instancia a beber del agua de la vida.
X. LA ADVERTENCIA DE NO QUITAR NADA
DE LA PROFECIA DE ESTE LIBRO
Los versículos 18 y 19 dicen: “Yo testifico a todo aquel que oye las
palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade algo, Dios le añadirá
a él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quita de las
palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la
vida, y de la santa ciudad, de los cuales se ha escrito en este libro”. El que
habla en el versículo 18 debe de ser el Señor Jesús, según los versículos 16
y 20, aunque es posible que sea Juan, de acuerdo con 1:2. En cualquier
caso, Juan era uno en el espíritu con el Señor en esta solemne advertencia.
El primer aspecto de esta advertencia es no añadir nada a las palabras de la
profecía de este libro, y el segundo es no quitar nada de las palabras de la
profecía. Aquellos que añadan algo, recibirán las plagas que están escritas
en este libro, y a los que quiten algo, Dios les quitará su parte del árbol de
la vida y de la ciudad santa. La principales plagas reveladas en el libro de
Apocalipsis son los tres ayes de la gran tribulación y la segunda muerte,
esto es, perecer totalmente en espíritu, alma y cuerpo, en el lago de fuego.
Las características sobresalientes de las bendiciones reveladas en el libro
de Apocalipsis son el árbol de la vida y la ciudad santa. Disfrutar de las
bendiciones o sufrir las plagas depende de la manera en que uno reciba las
profecías de este libro. No debemos añadir ni quitar nada de esta profecía.
Debemos recibirla tal como es. No añada a este libro sus conceptos,
pensamientos, ideas, opiniones, doctrinas, enseñanzas ni su teología. Y
tampoco quite nada de él. Si añade algo, sufrirá los ayes; y si quita algo
perderá las bendiciones, principalmente la bendición del árbol de la vida y
de la ciudad santa. Esta es una advertencia seria. Si atendemos a esta
advertencia, tomaremos las palabras de este libro exactamente como están
escritas.
XI. EL ESCRITOR ANHELA LA VENIDA
DEL SEÑOR Y ORA POR ELLA
Leemos en el versículo 20: “El que da testimonio de estas cosas dice: Sí,
vengo pronto. Amén. ¡Ven, Señor Jesús!” La primera parte de este
versículo es la tercera advertencia que hace el Señor en este capítulo en
cuanto a Su pronta venida. La última parte es la oración del apóstol Juan y
su respuesta a la advertencia del Señor. También es la última oración de la
Biblia. Después de leer este libro, nosotros debemos hacer la misma
oración y tener la misma respuesta: “Ven, Señor Jesús!” Este era el deseo
de Juan expresado en su oración. Así que, la Biblia concluye con el deseo
de que el Señor venga expresado como una oración.
XII. LA BENDICION DEL ESCRITOR
PARA TODOS LOS SANTOS
Después de esta oración de conclusión, el escritor da a los lectores esta
bendición: “La gracia del Señor Jesús sea con todos los santos. Amén!”
Necesitamos esta gracia para recibir el libro, guardarlo y vivir en él.
Después de recibir todas las visiones y oír todas las profecías de este libro,
seguimos necesitando la gracia del Señor. Solamente la gracia del Señor
Jesús puede capacitarnos para vivir y andar de acuerdo a estas visiones y
profecías. No solamente este libro, sino la Biblia en su totalidad,
concluyen con esta gracia, la gracia necesaria para experimentar al Cristo
todo-inclusivo y participar del Dios Triuno a fin de llegar a ser Su eterna
expresión corporativa, la cual cumple Su propósito eterno, y a fin de que
El y nosotros podamos disfrutar descanso completo y satisfacción mutua
por la eternidad.
ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS
MENSAJE SESENTA Y OCHO
EXPERIMENTAMOS LAS SIETE LAMPARAS,
LOS SIETE OJOS Y LOS SIETE ESPIRITUS
EL EDIFICIO DE DIOS, LA NUEVA JERUSALEN
En la eternidad pasada existía el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el
Espíritu. Génesis 1:26 revela que Dios creó al hombre a Su imagen. Pese a
que el hombre fue creado a la imagen de Dios, en el momento en que fue
creado no tenía la vida de Dios dentro de sí. Cuando leemos toda la Biblia,
de Génesis 1 a Apocalipsis 22, vemos que después del transcurso de
muchas dispensaciones, generaciones y edades, Dios continuará existiendo
en la eternidad futura. Sin embargo, El ya no estará solo. Aunque seguirá
existiendo el Dios Triuno descrito en 22:1 como Dios, el Cordero y el río
que fluye (el símbolo del Espíritu), en ese entonces El será el centro de la
Nueva Jerusalén. En la eternidad pasada Dios estaba solo, pero en la
eternidad futura, el Dios Triuno será el centro de la Nueva Jerusalén y
llenará por completo la ciudad. El cuadro de la Nueva Jerusalén que
vemos en los capítulos veintiuno y veintidós es una señal que indica que
Dios se mezclará con Sus redimidos como Su agrandamiento. Finalmente,
este pueblo será un edificio, el cual está constituido de lo divino y lo
humano, y será la habitación de Dios y el hombre. Esta es la revelación
clara presentada en la Santa Biblia.
Esta revelación incluye tres entidades principales: el Dios único, el
hombre creado y la Nueva Jerusalén edificada. Estas tres entidades
abarcan la Biblia en su totalidad. Cuando Dios entra en el hombre, lo
regenera y lo transforma, se mezcla con él. Dios se agranda al mezclarse
con el hombre, y el resultado de dicha mezcla es el edificio, la Nueva
Jerusalén. Por consiguiente, la Nueva Jerusalén como edificio de Dios es
la mezcla de Dios con el hombre creado, redimido y regenerado. Todos
necesitamos tener una visión de este maravilloso edificio.
INTRODUCIDOS
EN EL EDIFICIO INMUTABLE DE DIOS
Recientemente un hermano testificó que desde que fue salvo ha pasado
por muchos cambios. Por un tiempo él estaba contento, y después hubo un
cambio; hasta cierto punto pensó que ya había llegado a tener una vida
victoriosa. Entonces las cosas cambiaron otra vez. Piense cuántos cambios
ha habido y habrá desde Adán hasta la Nueva Jerusalén. La razón por la
cual usted ha experimentado tantos cambios es que no ha sido introducido
en el edificio inmutable. Todos nosotros seguiremos cambiando hasta que
hayamos entrado en el edificio de Dios. Sólo entonces, cesarán los
cambios. Apocalipsis 3:12 dice: “Al que venza, Yo lo haré columna en el
templo de Mi Dios, y nunca más saldrá de allí”. Esto significa, que
solamente después de haber sido edificados como templo de Dios
cesaremos de cambiar. Mientras tanto, cuanto más cambiamos, más nos
acercamos al edificio. Nuestro destino eterno es estar en el edificio de
Dios. Sin embargo, entre muchos cristianos de la actualidad no hay
edificación. En lugar de edificación, se ve una inestabilidad continua.
TRECE COSAS
En el libro de Génesis tenemos ocho hombres importantes: Adán, Abel,
Enós, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob. Al final, el resultado de estos
ocho hombres fue el edificio de Dios. En el Antiguo Testamento este
edificio fue tipificado por el tabernáculo y el templo. En el Nuevo
Testamento tenemos la realidad de dicho edificio. Jesús es el tabernáculo
(Jn. 1:14), la iglesia es el templo (1 Co. 3:16), y la Nueva Jerusalén es la
consumación final. En total son trece cosas: los ocho hombres
mencionados en Génesis, los tipos del tabernáculo y el templo, la realidad
de Jesús y la iglesia, y la Nueva Jerusalén.
EL CANDELERO Y LAS SIETE LAMPARAS
El candelero era crucial en el tabernáculo debido a que conducía la gente
al arca que estaba en el Lugar Santísimo. Note la disposición de los
muebles en el tabernáculo y en el atrio. En primer lugar, en el atrio estaban
el altar y el lavacro de bronce. En el Lugar Santo estaban la mesa de los
panes de la proposición y el candelero con sus siete lámparas. El candelero
dirigía a la gente al Lugar Santísimo; señalaba el camino hacia la ley de
vida que estaba en el arca del testimonio.
Si sólo tuviéramos el libro de Exodo, no podríamos entender el significado
del candelero y las siete lámparas. Pero en Zacarías 3 y 4 el candelero y
sus lámparas aparecen de nuevo como un desarrollo del candelero de
Exodo 25. En Zacarías 3:9 tenemos los siete ojos sobre la piedra, y en 4:10
vemos que estos siete ojos son los ojos del Señor “que recorren toda la
tierra”. Cuando juntamos Zacarías 4:10 y 4:2, vemos que las siete
lámparas del candelero también son los siete ojos del Señor. Así que, en
Zacarías las siete lámparas de Exodo son desarrolladas como los siete ojos
de Jehová el Señor. Además, estas siete lámparas son los siete ojos de la
piedra. De modo que, en Zacarías las siete lámparas han llegado a ser siete
ojos, y el candelero ha venido a ser la piedra que es Jehová, el Señor. Aquí
no sólo tenemos las siete lámparas, sino también los siete ojos; no sólo el
candelero, sino también la piedra, Jehová. Esto implica que las siete
lámparas son los siete ojos y que el candelero es Jehová.

LA PIEDRA MENCIONADA
EN EL NUEVO TESTAMENTO
Como ya hemos comentado en varias ocasiones, el asunto de la
piedra se desarrolla en el Nuevo Testamento. En Mateo 16:18 el
Señor Jesús dijo: “Y Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre
esta roca edificaré Mi iglesia”. Aquí el Señor se refiere a Sí mismo
como la roca. En Mateo 21:42 El dijo: “¿Nunca leísteis en las
Escrituras: ‘La piedra que rechazaron los edificadores ha venido a
ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa
a nuestros ojos’?” Esta piedra es la misma de la que dice Zacarías
3:9 que tiene siete ojos. Pedro habló del Señor como esta piedra en
Hechos 4:11, donde dijo: “Este Jesús es la piedra menospreciada
por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del
ángulo”. Pedro decía a los religiosos que ellos habían
menospreciado no solamente a su Redentor, sino también a la
piedra angular del edificio de Dios.
UN ASPECTO ADICIONAL
DE LAS SIETE LAMPARAS
En Apocalipsis 4 y 5 tenemos un aspecto adicional de las siete
lámparas. De acuerdo con 4:5, las siete lámparas del candelero son
siete lámparas de fuego que arden delante del trono de Dios. Las
siete lámparas del candelero iluminan, pero las siete lámparas que
están delante del trono de Dios ademas de iluminar, llevan a cabo el
gobierno administrativo de Dios. En Apocalipsis 5:6 se da a
entender que las siete lámparas que arden delante del trono
también son los siete ojos del Cordero. Así que, los siete ojos son los
siete ojos de la piedra, los siete ojos del Señor y los siete ojos del
Cordero. Estos siete ojos unen la piedra al Señor y al Cordero. Esto
significa que el Cordero es la piedra, y que la piedra es el Señor.
Además, en 5:6 se revela que los siete ojos del Cordero son los siete
Espíritus de Dios. Por un lado, se ve una serie que contiene seis
entidades: el candelero, la piedra, Jehová, el Cordero, el trono de
Dios y Dios. Por otro lado, existe otra serie que consta de tres
entidades: las siete lámparas, los siete ojos y los siete Espíritus. El
candelero significa el resplandor, la piedra con el edificio de Dios.
Jesús nuestro Salvador es Jehová, y el Redentor es el Cordero. El
trono de Dios denota el gobierno de Dios, Su administración.
LAS SIETE LAMPARAS LLEVAN A CABO
LA ADMINISTRACION DE DIOS
Las lámparas iluminan, escudriñan, manifiestan, juzgan y queman.
El fin de todo esto es llevar a cabo la administración de Dios. Hoy
Dios administra Su gobierno iluminando, escudriñando,
exponiendo, juzgando y quemando. Cualquier cosa que no
corresponda a la naturaleza de Dios será quemada por Su fuego.
Aunque fuimos salvos y hemos pasado por cierta medida de
transformación, si nuestra obra es madera, heno u hojarasca, será
quemada; tiene que ser oro, plata y piedras preciosas (1 Co. 3:12-
15). Cualquier obra realizada en la carne, aunque se haga en el
nombre del Señor, pero sin tener relación con El, será quemada.
Todo lo que no sea Dios o que no concuerde con El, aunque se le
llame “iglesia”, obra cristiana o inclusive predicación del evangelio,
ante Dios sólo será madera, heno y hojarasca, y el fuego la
consumirá. Este fuego lleva a cabo la administración de Dios. La
Biblia revela que Dios es fuego consumidor (Dt. 4:24; He. 12:29).
Todo lo que no sea de El o que no corresponda a Su naturaleza será
quemado.
Las siete lámparas que arden, alumbran, escudriñan, exponen y
juzgan quemarán todo lo que no corresponda a Dios, pero refinarán
las cosas que concuerden con Su naturaleza. Estas no son
quemadas, sino refinadas. La escoria irá al lago de fuego, pero el oro
refinado irá a la Nueva Jerusalén.
Es posible que logremos esconder cosas de los demás, pero cuando
las siete lámparas resplandecen sobre nosotros, quedamos
desnudos y totalmente expuestos. Entonces es imposible
escondernos o cubrirnos. Todo lo que somos, hacemos, decimos y
pensamos es puesto de manifiesto, juzgado y quemado. Si lo que
usted dice corresponde a la naturaleza de Dios, será oro refinado; si
no, será escoria. Es así como experimentamos las siete lámparas.
LOS SIETE OJOS INFUNDEN
Y TRASMITEN AL SEÑOR
Las siete lámparas son simultáneamente los siete ojos del Cordero y
la piedra. Las lámparas alumbran y queman; los ojos vigilan y
observan, y además infunden y trasmiten al Señor. Los siete ojos
trasmiten a nuestro ser todo lo que el Cordero-piedra es, a fin de
que seamos como El. En 1 Pedro 2:4-5 dice: “Acercándoos a El,
piedra viva, desechada por los hombres, mas para Dios escogida y
preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sois edificados
como casa espiritual”. Nosotros llegamos a ser piedras vivas al
acudir a El y ser vistos por El. Cuando el Señor nos ilumina y nos
juzga, nos mira, y Sus siete ojos lo infunden en nosotros. De esta
manera somos transformados.
Si no fuéramos salvos, sería una experiencia horrible ser iluminados
así por las siete lámparas del Señor. Pero debido a que somos
salvos, es maravilloso ser iluminados así. Si nuestra obra y nuestro
vivir son carnales y no corresponden al espíritu sino a nuestro yo,
sería terrible ser alumbrados por las siete lámparas, ya que nuestra
vida y nuestra obra quedarían expuestas y serían consumidas por el
fuego. Pero si vivimos en el espíritu y de acuerdo con la naturaleza
de Dios, cuanto más nos alumbren las siete lámparas, y cuanto más
nos mire el Señor, más se nos trasmitirá y se nos infundirá todo lo
que El es. Esto lo confirma nuestra experiencia.
LOS SIETE ESPIRITUS IMPARTEN VIDA
Cuando los siete ojos nos miran e infunden en nosotros todo lo que
el Señor es, inmediatamente se vuelven los siete Espíritus que nos
imparten vida. Cuando esos ojos infunden algo en nosotros, los
siete Espíritus imparten vida en todo nuestro ser. Por lo tanto, las
lámparas nos iluminan y juzgan; los ojos infunden y trasmiten algo
en nosotros; y los Espíritus imparten vida para que seamos
transformados a Su imagen. Cuanto más experimentemos esto, más
edificados seremos. Por esta razón, el libro de Apocalipsis, el cual
habla del edificio de Dios de una manera concluyente, contiene
estos dos capítulos, en los cuales se revela que el edificio de Dios se
obtiene por medio de las siete lámparas, los siete ojos y los siete
Espíritus. Todos necesitamos estar bajo la luz de las siete lámparas,
bajo la mirada de los siete ojos, y bajo la impartición de vida de los
siete Espíritus. En la actualidad muchos de nosotros estamos bajo
las siete lámparas, los siete ojos y los siete Espíritus. ¡Alabado sea el
Señor por esto! Puedo dar testimonio de que cada día quedo
expuesto. ¿No es ésta también su experiencia? Algo nos está siendo
infundido. Puedo testificar que cada día algo del Señor es
trasmitido a mi ser. El resultado de esto es un mayor crecimiento en
vida. No piense que solamente los jóvenes crecen en vida. Aunque
yo soy más viejo, sigo creciendo debido a que diariamente recibo
más vida por la impartición de vida que efectúan los siete Espíritus.
LAS SIETE LAMPARAS
LLEGAN A SER EL RIO DE VIDA
Finalmente, las siete lámparas que están delante del trono se
convierten en el río de vida procedente del trono. En el capítulo
cuatro tenemos las siete lámparas que arden delante del trono de
Dios, y en el veintidós tenemos el río de agua de vida que brota de
Su trono. De modo que, las siete lámparas se convierten en un río.
Según nuestra experiencia, los siete Espíritus de Dios son
primeramente las siete lámparas que arden. Después de que las
siete lámparas nos queman, los siete Espíritus vienen a ser un fluir.
En el capítulo cuatro no tenemos todavía la Nueva Jerusalén,
debido a que solamente con las siete lámparas no hay edificación.
Pero cuando vemos el río que sale del trono y reemplaza las siete
lámparas, sabemos que el edificio está presente. Tal vez ayer usted
haya estado bajo la iluminación y el fuego de las siete lámparas,
pero hoy está en el fluir del agua de vida. Si sólo se tienen las
lámparas, no hay edificación; pero con el fluir, se obtiene la Nueva
Jerusalén. Cuando estamos en el fluir, somos parte del edificio de
Dios.
Según el libro de Apocalipsis, los siete Espíritus de Dios son
primordialmente las lámparas que arden delante del trono
administrativo de Dios. Finalmente, en el edificio de Dios los siete
Espíritus de Dios se vuelven el río de agua de vida que procede del
trono. Este trono no sólo se relaciona con la administración, sino
que también es un trono que brinda la suministración. De esta
manera obtenemos el edificio. Cuanto más iluminados y más
consumidos seamos, más estaremos en el fluir de la vida, y cuanto
más estemos en dicho fluir, más seremos edificados. Es así como
experimentamos el edificio. ¡Gloria al Señor !

También podría gustarte