Está en la página 1de 2

Camino de Santiago

Pascua 2022
Domingo 24 abril
Santiago de Compostela / Torrent

«Jesús se acercó y les habló: “Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra.
Por tanto, id y haced discípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos
al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a vivir cuanto os he mostrado.
Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo» (Mt 28,18-20).

YA está. Se acabó. Quizá leas esto en el autobús que te lleva de nuevo a la vida
diaria, a los tuyos, a todo lo que aparcaste hace días o semanas, pero que te ha
seguido esperando.
O quizá ya lo lees en casa, cuando has llegado. Ya estás limpio y llevas ropa cómo-
da, que no has tenido que lavar y relavar a mano y que huele bien. Todo lo tuyo te
rodea. Ahora el camino parece lejano. Ya no hay que cargar con la mochila. Volve-
rán las viejas rutinas mientras desaparecen los hábitos peregrinos. Te tocará contar
una y otra vez las mismas anécdotas a familiares y amigos más o menos interesados
en compartir la experiencia.
Se mezclarán estos días los sentimientos, los recuerdos, las memorias risueñas y
las nostalgias. Pero es tiempo, sobre todo, para agradecer. Agradecer lo vivido y
lo aprendido. Extraer lecciones de todo lo vivido. Dejar aún que pase un poco de
tiempo para ver qué te va quedando del camino. Entender que ahora continúas en
marcha de otra forma. Repasar tus recuerdos, y ver qué significan ahora, cuando
estás en casa. ¿Qué has aprendido?
Nunca vuelve uno como salió de casa. Nunca. Vuelves con un equipaje distinto.
Si, además, le has dedicado un poco de tiempo a este camino interior, trenzado
de gratitudes y retos, de posibilidades y dificultades, habitado por uno mismo, los
otros y Dios, entonces es posible que tengas la sensación de que hay muchas cosas
nuevas en tu vida. Es éste, entonces, el tiempo para una última pregunta:
• ¿Qué cambia ahora? ¿Qué es diferente? ¿Qué propósitos, proyectos, posi-
bilidades se han podido abrir en estos días? Sobre mí, sobre los otros, sobre
mi mundo, sobre Dios... No lo olvides, sigues en marcha.
Temor de Dios
Sí, sí: hemos dicho bien. Danos, ¡Espíritu Santo! el “don de
tu temor”.
De ese “temor que es el principio de la sabiduría”.
Un temor sin miedos.
Más aún: Un temor capaz de librarme de todos los demás
miedos. Te pedimos, como Teresa de Jesús, “jamás perder el
temor de perderte”.
Que el temor del mal,
jamas prevalezca dentro de nosotros
sobre nuestro amor al bien, a la verdad.
Danos “temor y amor” como tantas y tantas veces
te pedía tu hijo san Francisco de Borja.

También podría gustarte