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CRISTO EN LA CARNE

PECAMINOSA:
¡TODO PARA NOSOTROS!

Por Stanley Aliotte


Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Índice Temático

INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………………….……04

I- EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN Y SUS PROPÓSITOS……………………...………08


A- EL MISTERIO DE LA PIEDAD
B- LOS PROPÓSITOS DE LA ENCARNACIÓN DE CRISTO

II- LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO…………………………………………………….14


A- UNA DOBLE NATURALEZA EN CRISTO
B- UNA NATURALEZA HUMANA REAL
C- LA DOCTRINA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
D- UNA NATURALEZA HUMANA CAÍDA Y PECAMINOSA

III- CRISTO BAJO LA LEY DE LA HERENCIA …………………………………………………22


A- LA HERENCIA GENÉTICA Y SU LEY
B- NUESTRA HERENCIA EN LA CARNE
C- LA HERENCIA DE CRISTO DE SUS ANTEPASADOS

IV- TENTADO EN TODO COMO NOSOTROS……………………………………………………30


A- LA TENTACIÓN: DEFINICIÓN Y PROCEDENCIA
B- CÓMO SOMOS TENTADOS
C- CRISTO FUE TENTADO COMO NOSOTROS
D- LA VICTORIA DE CRISTO SOBRE LA TENTACIÓN

V- EL CARÁCTER DE CRISTO EN LA CARNE PECAMINOSA……………………………...54


A- EL CARÁCTER Y SU FORMACIÓN
B- EL CARÁCTER DEL PRIMER ADÁN
C- EL CARÁCTER DEL SEGUNDO ADÁN

VI- EL CARÁCTER Y LA MENTE DE CRISTO: UNA NECESIDAD.…...……………………..60


A- NUESTRA META: EL CARÁCTER DE CRISTO
B- NUESTRA NECESIDAD: LA MENTE DE CRISTO

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VII- EL NACIMIENTO DE CRISTO EN EL ALMA………………………………………………..65


A- EL NUEVO NACIMIENTO: SU DEFINICIÓN
B- OPERANDO EL NUEVO NACIMIENTO
C- PROBANDO LA VERACIDAD DEL NUEVO NACIMIENTO

VIII-LOS TRES PASOS HACIA LA CONVERSIÓN...……………...……………………………..70


A- EL ARREPENTIMIENTO Y SU PROCESO
B- LA FE EN CRISTO Y SU PALABRA
C- EL BAUTISMO: SEÑAL DE LA REGENERACIÓN INTERIOR

IX- OBRANDO LA SANTIFICACIÓN EN NOSOTROS.…………………………………………..81


A- DEFINIENDO LA SANTIFICACIÓN
B- LA OBRA DE DIOS EN LA SANTIFICACIÓN DEL CREYENTE
C- LA OBRA DEL CREYENTE EN SU SANTIFICACIÓN

X- LA OBRA DE CRISTO POR NOSOTROS.…………….………………………………………..91


A- CRISTO CARGÓ NUESTROS PECADOS
B- CRISTO SE CONVIRTIÓ POR NOSOTROS
C- CRISTO SE SANTIFICÓ POR NOSOTROS
D- CRISTO FUE DECLARADO HIJO DE DIOS POR NOSOTROS
E- CRISTO FUE GLORIFICADO POR NOSOTROS

CONCLUSIÓN……...…………………………………………………………………………………102

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Introducción1

La Santa Palabra de Dios declara que “la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en
aumento hasta que el día es perfecto.” Pro.4:18. Esto significa que “La fe de los justos es progresiva, y
va de fuerza en fuerza, de gracia en gracia, y de gloria en gloria. La iluminación divina aumentará más
y más; corresponderá a nuestros movimientos de adelanto, y nos preparará para afrontar las
responsabilidades y emergencias que nos esperan.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 428.
Ya que con esta declaración del sabio Salomón y la confirmación de Elena G. White se nos revela
que habrá siempre un progreso constante en la fe de los santos, “No debemos pensar ni por un
momento que no hay más luz, ni más verdad para sernos reveladas. Corremos el peligro de volvernos
descuidados y de perder por nuestra indiferencia el poder santificador de la verdad, consolándonos con
el pensamiento: ‘Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa.’ (Apo.3:17) Al
paso que debemos retener firmemente las verdades que ya hemos recibido, no debemos considerar como
sospechosa cualquiera nueva luz que Dios envíe.” Obreros Evangélicos, p. 325.
“Podemos estar seguros de que Dios no favorece a sus hijos cuando ellos se hallan gozando de
comodidades, y satisfechos con el conocimiento de la luz que poseen. Es voluntad suya que sigan
avanzando, para recibir la abundante y siempre creciente luz que resplandece para ellos.” Ídem, p. 315.
Ahora bien, ¿cuál es, o mejor dicho, quién es la Senda de los justos? ¿Quién es esta Luz de la
aurora, este Sol creciente? La Palabra de Dios no nos presenta a otro ser sino a nuestro Señor y
Salvador Jesucristo:
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Jn.14:6.
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida.” Jn.8:12. Por medio del profeta Malaquías dijo también: “Mas a
vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y
saltaréis como becerros de la manada.” Mal.4:2. Y el profeta Oseas, hablando de lo mismo, dijo que
“como el alba está dispuesta su salida” Ose.6:3.
Entonces, ¡de qué nos estaba hablando Salomón con esta declaración de arriba sino del crecimiento
en el conocimiento de Jesucristo!
Progresar en el conocimiento de la verdad, crecer en la fe, es lo mismo que avanzar en el
conocimiento de Jesús. “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a
la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en
Dios” Heb.6:1. “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.” 2Ped.3:18. Y el Espíritu de Profecía, corroborando lo antedicho, comenta:
“Muchos que ya son miembros de la gran familia de Dios saben muy poco de lo que significa
contemplar su gloria y ser transformados de gloria en gloria (2Cor.3:18). Muchos de vosotros tenéis
apenas una percepción de media luz de la excelencia de Cristo, y vuestras almas se estremecen de gozo.
Anheláis tener un sentido más amplio y profundo del amor del Salvador. Estáis desconformes. Pero no
desesperéis… Apenas habéis visto los primeros rayos del amanecer de su gloria. Al adelantar en el
conocimiento del Señor, sabréis que ‘como el alba está dispuesta su salida’ (Ose.6:3). ‘Mas la senda de
los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto’ (Pro.4:18).
Habiéndonos arrepentido de nuestros pecados, confesándolos y recibiendo el perdón, hemos de seguir

1
Se notará que en todo este material nuestros comentarios personales están en cursivo. Las palabras en negritas y las partes subrayadas son
énfasis nuestros. Las declaraciones y comentarios de la Biblia y de los Testimonios están de color azul claro; las citas no inspiradas están
de color verde. La versión bíblica que usamos es la Reina Velera de 1960; en caso contrario hacemos mención de la versión. Para las
definiciones usamos mayormente el diccionario “Noah Webster’s 1828” por ser uno de los diccionarios que se usaban en los días de la
Hna. Elena G. de White, y rara vez usamos el “Diccionario de la Real Academia Española”.
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aprendiendo de Cristo hasta que lleguemos al pleno mediodía de una fe evangélica perfecta.”
Testimonios para la Iglesia, tomo 8, p. 332.
“San Pedro exhorta a los hermanos a crecer ‘en la gracia, y en el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo’ (2Ped.3:18). Cuando el pueblo de Dios crece en la gracia, obtiene constantemente
un conocimiento más claro de su Palabra. Contempla nueva luz y belleza en sus sagradas verdades. Esto
es lo que ha sucedido en la historia de la iglesia en todas las edades y continuará sucediendo hasta el
fin.” El Camino a Cristo, p. 114.
“Siempre se revelará nueva luz de la Palabra de Dios a aquel que mantiene una relación viva con el
Sol de Justicia. Nadie llegue a la conclusión de que no hay más verdad para ser revelada. El que busca la
verdad con diligencia y oración hallará preciosos rayos de luz que aún han de resplandecer de la Palabra
de Dios. Muchas preseas están todavía esparcidas, que han de ser juntadas para venir a ser propiedad del
pueblo de Dios.” Consejos sobre la Obra de la Escuela Sabática, p. 36.
Y lo más importante para nosotros que estamos viviendo en estos últimos días es saber que el
progreso en el conocimiento de Jesús nos traerá la lluvia tardía, como lo indica el profeta Oseas
diciendo: “Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su
salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.” Ose.6:3.
¿Cuál es la gloria con la que nosotros que somos representados por el cuarto ángel llenaremos la
tierra (Apo.18:1) bajo la lluvia tardía? El profeta Habacuc nos responde diciendo: “Porque la tierra
será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.” Hab.2:14.
“El mundo está envuelto por las tinieblas de la falsa concepción de Dios. Los hombres están
perdiendo el conocimiento de su carácter el cual ha sido mal entendido y mal interpretado. En este
tiempo, ha de proclamarse un mensaje de Dios, un mensaje que ilumine con su influencia y salve con su
poder. Su carácter ha de ser dado a conocer. Sobre las tinieblas del mundo ha de resplandecer la luz de
su gloria, de su bondad, su misericordia y su verdad.” Palabra de Vida del Gran Maestro, p. 342.
Ya que nuestro mejor deseo es recibir pronto los aguaceros o el refrigerio de la lluvia tardía, la cual
bendición vendrá por un gran crecimiento de la iglesia en el conocimiento de Jesucristo; y además,
dado que queremos dar el fuerte pregón del mensaje del tercer ángel, lo que será una presentación del
mensaje de “la Justicia de Cristo” para que la gente pueda experimentar la obra de “la Justificación por
la Fe”; queremos entregarnos al estudio de la experiencia de Cristo en la humanidad, contemplar el
carácter que Él desarrolló en la carne pecaminosa, y descubrir las dádivas de justicia y santidad que Él
adquirió para enriquecer a cada uno que cree en Él.
La sierva del Señor dice: “La humanidad del Hijo de Dios es todo para nosotros. Es la cadena
áurea que une nuestra alma con Cristo, y mediante Cristo, con Dios. Esto ha de ser nuestro estudio… Y
el estudio de la encarnación de Cristo es un campo fructífero que recompensará al escudriñador que cava
profundamente en procura de la verdad oculta.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 286.
Una persona que está procurando el pleno desarrollo de sus capacidades intelectuales o mentales
debería dedicar tiempo para estudiar este tema. Hablando de este estudio, los Testimonios dicen:
“Cuando deseemos estudiar un problema profundo, concentremos nuestra mente en lo más
maravilloso que jamás haya acontecido en la tierra o en el cielo: la encarnación del Hijo de Dios.”
Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 916.
“A medida que el obrero estudie la vida de Cristo, y se espacie en el carácter de su misión, cada
nuevo estudio le revelará algo más intensamente interesante que lo ya revelado. El tema es inagotable.
El estudio de la encarnación de Cristo, su sacrificio expiatorio y su obra de mediación, ocuparán la
mente del estudiante diligente mientras dure el tiempo; y mirando hacia el cielo con sus innumerables
años, exclamará: ‘¡Grande es el misterio de la piedad!’ (1Tim.3:16)” Obreros Evangélicos, p. 264.

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Pero al entregarnos a este estudio, debemos recordar que estaremos siempre frente a un misterio, y
que “la limitada capacidad del hombre no puede definir este admirable misterio: la mezcla de las dos
naturalezas, la divina y la humana. Esto nunca se podrá explicar. El hombre debe maravillarse y quedar
callado.”2 Por lo que nunca vamos a poder explicar todos los detalles concernientes a esta encarnación.
Y, aun para poder entender las partes comprensibles, necesitamos la ayuda del Espíritu de Dios, el cual
debe guiarnos a toda la verdad.
“Ciertamente es un misterio que Dios fuera así manifestado en la carne, y sin la ayuda del Espíritu
Santo no podemos esperar comprender este tema. La lección más humillante que el hombre tiene que
aprender es que la sabiduría humana es nada, y que es necedad el tratar de descubrir a Dios por sus
propios esfuerzos.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 292.
Cuando abordamos pues este tema tan lleno de misterios como si fuera un asunto cualquiera, nos
exponemos a grandes peligros espirituales. Dice la mensajera del Señor: “Percibo que hay peligro en
tratar temas que se refieren a la humanidad del Hijo del Dios infinito.” Comentario Bíblico ASD [E.G.
White], tomo 5, p. 1103.
¿Será que no debemos tratar temas acerca de la humanidad de Cristo? No creemos que sea así,
pues allí arriba se nos dice que “la humanidad del Hijo de Dios… ha de ser nuestro estudio”. ¿En qué
consiste pues el peligro? En primer lugar en que muchos quieren hacer del Cristo encarnado un
Hombre muy diferente de nosotros.
“Dice el frío y formal profesor: ‘Eso es hacer a Cristo demasiado semejante al ser humano’; pero la
palabra de Dios nos autoriza a sostener precisamente esas ideas. Es la falta de esa visión práctica y
definida de Jesús lo que impide que muchos tengan una experiencia genuina en el conocimiento de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Esa es la razón por la que muchos temen, dudan y se lamentan. Sus
ideas sobre Cristo y el plan de la salvación son vagas, y confusas” Youth’s Instructor, 19 julio 1894
(par.10).
Otro peligro consiste en que muchos otros lo quieren volver un mero hombre, igual a nosotros en
todos los aspectos, olvidando así su naturaleza divina. Pero, el Espíritu de Profecía dice:
“Lo que se ha revelado es para nosotros y para nuestros hijos; pero que cada ser humano permanezca
en guardia para que no haga a Cristo completamente humano, como uno de nosotros, porque esto no
puede ser.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1103.
“Nadie, al contemplar ese rostro infantil, que resplandecía de animación, podía decir que Cristo era
justamente como otros niños. Era Dios en carne humana. Cuando sus compañeros lo instaban a hacer
algo malo, la divinidad resplandecía a través de la humanidad, y rehusaba decididamente.” Comentario
Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 443.
Por lo tanto, “cuando tratemos este tema, haríamos bien en prestar atención a las palabras
pronunciadas por Cristo a Moisés en la zarza ardiente: ‘Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en
que tú estás, tierra santa es’ (Exo.3:5). Debiéramos emprender este estudio con la humildad del que
aprende con corazón contrito.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 286.
“Evitad toda cuestión que se relacione con la humanidad de Cristo que pueda ser mal interpretada.
La verdad y la suposición tienen no pocas similitudes. Al tratar de la humanidad de Cristo necesitáis ser
sumamente cuidadosos en cada afirmación, para que vuestras palabras no sean interpretadas haciéndoles
decir más de lo que dicen, y así perdáis u oscurezcáis la clara percepción de la humanidad de Cristo
combinada con su divinidad.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1102-1103.
En la consideración que haremos sobre este tema acerca de la naturaleza humana de Cristo, bajo el
título: “CRISTO EN LA CARNE PECAMINOSA: ¡Todo Para Nosotros!”, los puntos mayores a
resolver son los siguientes:

2 Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 916.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

¿En su humanidad era Cristo un hombre igual a mí? ¿De qué tipo de naturaleza humana se revistió
Cristo? ¿Podía Cristo sentir los efectos de las tendencias al mal, de los apetitos depravados y de las
pasiones como los sentimos nosotros en nuestra carne? ¿En qué sentido el Espíritu de Profecía dice que
en ningún momento Jesús tenía tendencias al mal, que no alimentaba pasiones como las nuestras, que
era sin pecado o impecable? ¿Con qué tipo de herencia aceptó Cristo la naturaleza humana? ¿Aceptó
Él la ley de la herencia en todo su aspecto? ¿Podía Cristo caer en el pecado? ¿Fue Cristo asaltado por
tentaciones provenientes tanto desde su interior como desde el exterior? ¿Cómo pudo vencer Cristo
todas las tentaciones? Ya que Cristo es nuestro modelo de carácter, ¿cómo podemos lograr ser como
Él, tener su mente y carácter?
Así que, al entregarnos en este estudio y atrevernos a pisar este terreno tan sagrado, tomemos pues
en consideración todos los consejos inspirados mencionados arriba. Y que el Señor nos ayude con su
Santo Espíritu a abordar este estudio sobre la encarnación de “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”
(Tit.2:13) de la debida manera. Y que Él nos traiga por medio de su Santo Espíritu la aclaración
necesaria en el momento propicio sobre todas las demás inquietudes o interrogaciones que pudiéramos
tener o pudieran surgir sobre este tan sublime tema.

Pr. Stanley Aliotte

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Parte 1
EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN Y SUS PROPÓSITOS
(Heb.2:14-17)

“Hace casi dos mil años, se oyó en el cielo una voz de significado misterioso que, partiendo del
trono de Dios, decía: ‘He aquí yo vengo’. ‘Sacrificio y ofrenda, no los quisiste; empero un cuerpo me
has preparado.... He aquí yo vengo (en el rollo del libro está escrito de mí), para hacer, oh Dios, tu
voluntad.’ (Heb.10:5-7) En estas palabras se anunció el cumplimiento del propósito que había estado
oculto desde las edades eternas. Cristo estaba por visitar nuestro mundo, y encarnarse. Él dice: ‘Un
cuerpo me has preparado.’ Si hubiese aparecido con la gloria que tenía con el Padre antes que el mundo
fuese, no podríamos haber soportado la luz de su presencia. A fin de que pudiésemos contemplarla y no
ser destruidos, la manifestación de su gloria fue velada. Su divinidad fue cubierta de humanidad, la
gloria invisible tomó forma humana visible.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 14.

A- EL MISTERIO DE LA PIEDAD
El proyecto divino de entregar al Hijo Unigénito de Dios para ser una sola carne con el hombre
caído a fin de que éste llegue a ser un solo espíritu con Dios se llama en la Palabra de Dios “el misterio
de la piedad” 1Tim.3:16.
“Este es el misterio de la piedad, que alguien igual al Padre revistiera su dignidad con humanidad, y
colocando a un lado toda la gloria correspondiente a su oficio como Comandante del cielo, descendiera
paso a paso en el sendero de la humillación, soportando un oprobio cada vez mayor.” Alza Tus Ojos, p.
88.
Ahora bien, ¿desde cuándo la Divinidad diseño este plan? ¿Es posible para nosotros conocer y
entender este misterio?
1. Su Origen y Planificación
“Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la apostasía de Satanás y de la caída del hombre
seducido por el apóstata. Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e
hizo provisión para hacer frente a la terrible emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo, que
se comprometió a dar a su Hijo unigénito ‘para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna’ (Jn.3:16).” El Deseado de Todas las Gentes, p. 13-14.
Entonces “la Divinidad se conmovió de piedad por la humanidad, y el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo se dieron a sí mismos a la obra de formar un plan de redención. Con el fin de llevar a cabo
plenamente ese plan, se decidió que Cristo, el Hijo unigénito de Dios, se entregara a sí mismo como
ofrenda por el pecado.” Consejos Sobre la Salud, p. 219.
Ningún ser creado sabía algo acerca de este proyecto hasta la caída de nuestros primeros
padres; pero este misterio fue revelado más plenamente durante la era cristiana. Es por ello que la
Palabra de Dios habla del misterio de la piedad, con la cruz del Calvario como su centro, como de
“la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos” Rom.16:25.
“El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, formulada después de la caída de
Adán. Fue una revelación ‘del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio.’ Fue una
manifestación de los principios que desde edades eternas habían sido el fundamento del trono de
Dios.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 13.
Cristo es el “cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación
del mundo” 1Ped.1:19-20.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Este misterio “había estado oculto desde los siglos y edades” (Col.1:26); y fue manifestado en su
plenitud al encarnarse el Salvador del mundo.
“La doctrina de la encarnación de Cristo es un misterio: ‘El misterio que había estado oculto
desde los siglos y edades’ (Col.1:26). Es el misterio grande y profundo de la piedad. ‘Aquel Verbo
fue hecho carne, y habitó entre nosotros’. Cristo tomó sobre sí la naturaleza humana, una naturaleza
inferior a la suya que era celestial.” Exaltad a Jesús, p. 68.

2. Es Un Misterio Incomprensible
Cuando contempló esta humillación voluntaria del Hijo de Dios y pensando sobre todo en la
combinación de las dos naturalezas, el apóstol Pablo exclamó: “E indiscutiblemente, grande es el
misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.” 1Tim.3:16.
Muchos investigadores y teólogos sinceros abordan el tema de la encarnación de Cristo
presentando conjeturas para aportar una solución aceptable a sus diversas facetas difíciles de
entender; pero debemos recordar que “grande es el misterio de la piedad. Hay misterios en la vida
de Cristo que deben ser creídos, aunque no pueden ser explicados. La mente limitada no puede
sondear el misterio de la piedad.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 927.
“La limitada capacidad del hombre no puede definir este admirable misterio: la mezcla de las dos
naturalezas, la divina y la humana. Esto nunca se podrá explicar. El hombre debe maravillarse y
quedar callado.” Ídem, p. 916.
“¡El misterio de la piedad: Dios manifestado en la carne! Este misterio se ahonda a medida que
procuramos comprenderlo. Es incomprensible, y sin embargo los seres humanos permiten que cosas
mundanas interfieran con las débiles vislumbres que los mortales pueden tener de Jesús y de su amor
incomparable.” A Fin de Conocerle, p. 373.
“La lección más humillante que el hombre tiene que aprender es que la sabiduría humana es
nada, y que es necedad el tratar de descubrir a Dios por sus propios esfuerzos.” Mensajes Selectos,
tomo 1, p. 292.
Si no se toma en consideración eso, la mente del investigador puede desequilibrarse así como
aconteció a un pastor de los días de la Hna. Elena G. White, a quien ella tuvo que declarar lo
siguiente:
“Vi que su mente a veces queda desequilibrada por esforzarse mucho en profundizar y explicar
el misterio de la piedad, que sigue siendo un misterio tan grande después de su estudio y
explicaciones, como lo era antes.” Ídem, p. 208.
Por lo tanto, no olvidemos que “este es un gran misterio, un misterio que no será comprendido
plena y completamente, en toda su grandeza, hasta que los redimidos sean trasladados. Entonces se
comprenderán el poder, la grandeza y la eficacia de la dádiva de Dios para el hombre.” Comentario
Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1088.
A pesar de todo, se puede notar que la parte más misteriosa es sobre todo la combinación de las
dos naturalezas, no tanto la condición en que estaba la naturaleza humana misma de Cristo. Por lo
que no hay que temer abordar, con la ayuda del Espíritu de Dios, las cosas reveladas de este tema.

B- LOS PROPÓSITOS DE LA ENCARNACIÓN DE CRISTO


Al enviar a este mundo al Hijo de Dios a nacer como un hombre real, la Divinidad estaba
cumpliendo varios propósitos, algunos de los cuales mencionamos a continuación.

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1. Para Revelar Al Padre


“El enemigo del bien cegó el entendimiento de los hombres, para que éstos mirasen a Dios con
temor, para que lo considerasen severo e implacable. Satanás indujo a los hombres a concebir a Dios
como un ser cuyo principal atributo es una justicia inexorable, como un juez severo, un duro, estricto
acreedor. Pintó al Creador como un ser que está velando con ojo celoso por discernir los errores y
faltas de los hombres, para visitarlos con juicios. Por esto vino Jesús a vivir entre los hombres, para
disipar esa densa sombra, revelando al mundo el amor infinito de Dios.” El Camino a Cristo, p. 9.
“Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios tanto a los hombres como a los
ángeles.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 11.
Jesús declaró una vez: “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al
Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera
revelar.” Mat.11:27.
Y el apóstol Juan repitió: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del
Padre, él le ha dado a conocer.” Jn.1:18.
Revelar ante el mundo y el universo el carácter del Padre por medio de su propia vida y
carácter, ha sido parte de la misión de Cristo en su encarnación. Por lo que Él pudo decir casi al
finalizar su misión:
“4Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5Ahora pues,
Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. 6He
manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han
guardado tu palabra.” Jn.17:4-6.

2. Para Buscar, Salvar y Reconciliar Al Mundo Con Dios


Por medio de la encarnación de Cristo le fue posible también a Dios buscar, salvar y reconciliar
a los hombres perdidos consigo mismo mediante Cristo.
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” “Porque no he
venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.” Luc.19:10; Mat.9:13.
“18Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el
ministerio de la reconciliación; 19que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la
reconciliación.” 2Cor.5:18-19.
Por lo tanto, “cuando veáis la enormidad del pecado, cuando os veáis como sois en realidad, no
os entreguéis a la desesperación. Pues a los pecadores es a quienes Cristo vino a salvar. No tenemos
que reconciliar a Dios con nosotros, sino ¡oh maravilloso amor! ‘Dios estaba en Cristo,
reconciliando consigo mismo al mundo’ (2Cor.5:19).” El Camino a Cristo, p. 34.

3. Para Demostrar Que El Hombre Podía y Puede Guardar La Ley De Dios


Jesús dijo a sus discípulos: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así
como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.” Jn.15:10.
“Cristo vino a la tierra tomando la humanidad y presentándose como representante del hombre
para mostrar que, en el conflicto con Satanás, el hombre tal como Dios lo creó, unido con el Padre y
el Hijo, podía obedecer todos los requerimientos divinos. Hablando por medio de su siervo, declara:
‘Sus mandamientos no son gravosos’ (1Jn.5:3).” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 297.
Lo que pasó fue que “después de la caída del hombre, Satanás declaró que los seres humanos
habían demostrado ser incapaces de guardar la ley de Dios, y procuró arrastrar consigo al universo
en esa creencia. Las palabras de Satanás parecían ser verdaderas, y Cristo vino para desenmascarar
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al engañador. La Majestad del cielo se hizo cargo de la causa del hombre y con la misma ayuda que
puede obtener el hombre resistió las tentaciones de Satanás así como el hombre debe resistirlas.”
Mensajes Selectos, tomo 1, p. 295.
“El Redentor del mundo pasó por el mismo terreno donde Adán cayó por haber desobedecido la
ley expresa de Jehová; y el unigénito Hijo de Dios vino a nuestro mundo como un hombre, para
revelar al mundo que los seres humanos podían guardar la ley de Dios. Satanás, el ángel caído, había
declarado que ningún hombre podía guardar la ley de Dios después de la desobediencia de Adán.”
Mensajes Selectos, tomo 3, p. 153-154.
“Cristo tomó sobre sí la humanidad por nosotros. Revistió su divinidad, y la divinidad y la
humanidad se combinaron. Mostró que la ley que Satanás declaró que no podía guardarse, sí podía
guardarse. Cristo tomó la humanidad para estar aquí en nuestro mundo, a fin de mostrar que Satanás
había mentido. Tomó la humanidad sobre sí para demostrar que con la divinidad y la humanidad
combinadas, el hombre podía guardar la ley de Jehová. Si separan la humanidad de la divinidad,
ustedes pueden tratar de labrar su propia justicia desde ahora hasta que Cristo venga, y no lograrán
otra cosa que un fracaso.” Fe y Obras, p. 71.
Así que, Cristo “vino a nuestro mundo a mantener un carácter puro e impecable, y a refutar la
mentira de Satanás de que no era posible que los seres humanos guardaran la ley de Dios. Cristo
vino a vivir la ley en su carácter humano, exactamente de la misma manera en que todos pueden
cumplirla en la naturaleza humana si hacen lo que Cristo hizo.” Mensajes Selectos, tomo 3, p. 146.

4. Para Cumplir El Plan De Sustituir Al Hombre


“Tan pronto como pecó Adán, el Hijo de Dios se presentó como el garante de la raza humana”.3
Pero, ya que la muerte de Cristo el substituto ocurriría muchos siglos después del pecado, “se ideó
un plan para que la sentencia de muerte recayera sobre un sustituto. Debía haber efusión de sangre
en el plan de redención, pues debía intervenir la muerte como consecuencia del pecado del hombre.
Habían de prefigurar a Cristo los animales de los sacrificios. Mientras tanto, en la víctima inmolada
el hombre debía ver el cumplimiento de las palabras de Dios: ‘ciertamente morirás’.” Comentario
Bíblico ASD [E.G. White], tomo 1, p. 1100.
Pero, al cumplir el tiempo establecido, Cristo se encarnó para ser el verdadero Cordero
sustitutivo del hombre.
“5Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste
cuerpo. 6Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. 7Entonces dije: He aquí que
vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí.” Heb.10:5-7.
El apóstol Pablo declara claramente que esta encarnación de Cristo fue con el propósito de
morir en nuestro lugar:
“6Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. 7Ciertamente,
apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 8Mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
Rom.5:6-8.

5. Para Poder Morir y Con Su Muerte Destruir a Satanás


Si Cristo no se hubiera encarnado no habría podido ser el sustituto del hombre; pues la ley de
Dios transgredida exigía la muerte del hombre pecador (cf. Rom.6:23). Como ser divino, Cristo es
inmortal, tuvo que hacerse hombre para poder morir y ser así el Sustituto del hombre. Con su

3 Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 1, p. 1098.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

muerte Él cumple también con otro propósito: arrebatarle al diablo el imperio de la muerte y
validar su destrucción.
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo,
para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”
Heb.2:14.
“Jesucristo puso a un lado su manto regio, su corona real, y revistió su divinidad con humanidad
para convertirse en el sustituto y fiador de la humanidad, para que muriendo en la humanidad
pudiera con su muerte destruir a aquel que tenía el imperio de la muerte. No podría haber hecho esto
como Dios, pero Cristo podía morir viniendo como hombre. Por medio de la muerte venció a la
muerte. La muerte de Cristo llevó a la muerte al que tenía el imperio de la muerte, y abrió las
puertas de la tumba para todos los que lo reciben como a su Salvador personal.” Comentario Bíblico
ASD [E.G. White] tomo 7, p. 937.

6. Para Llegar a Ser Nuestro Sumo Sacerdote


La inspiración declara que Jesús debía ser como nosotros en todo. Debía entender nuestras
experiencias y luchas, compartir nuestras enfermedades, debilidades y flaquezas; y esto es para que
pudiera ser nuestro Sumo Sacerdote (Intercesor) ante el Padre y ofrecernos el oportuno socorro:
“16Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de
Abraham. 17Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y
fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. 18Pues en cuanto
él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.” Heb.2:17-18.
“7Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al
que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. 8Y aunque era Hijo, por lo
que padeció aprendió la obediencia; 9y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna
salvación para todos los que le obedecen; 10y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden
de Melquisedec.” Heb.5:7-10.
“Como sacerdote, Cristo está sentado ahora con el Padre en su trono. (Apo.3:21.) En el trono, en
compañía del Dios eterno que existe por sí mismo, está Aquel que ‘ha llevado nuestros
padecimientos, y con nuestros dolores... se cargó,’ quien fue ‘tentado en todo punto, así como
nosotros, mas sin pecado,’ para que pudiese ‘también socorrer a los que son tentados.’ ‘Si alguno
pecare, abogado tenemos para con el Padre, a saber, a Jesucristo el justo.’ (Isa.53:4; Heb.4:15; 2:18;
1Jn.2:1, V.M.) Su intercesión es la de un cuerpo traspasado y quebrantado y de una vida inmaculada.
Las manos heridas, el costado abierto, los pies desgarrados, abogan en favor del hombre caído, cuya
redención fue comprada a tan infinito precio.” El Conflicto de los Siglos, p. 468-469.
Es en este sentido, por su experiencia similar a la del hombre, que se declara que Él fue
perfeccionado. Fue perfeccionado en padecimientos y tentaciones similares y aun mayores que lo
que experimenta el hombre.
“Se humilló a sí mismo hasta las profundidades más hondas del infortunio humano a fin de poder
estar calificado para llegar hasta el hombre y elevarlo de la degradación en que el pecado lo había
sumergido.
“‘Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas
subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de
la salvación de ellos’ (Heb.2:10).” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 314-315.

7. Para Garantizarnos y Asegurarnos De La Fidelidad De Dios


“17Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la
inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; 18para que por dos cosas inmutables, en las cuales
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos
de la esperanza puesta delante de nosotros.” Heb.6:17-18.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Jn.3:16.
“En las cortes terrenales, cuando un rey quiere dar la máxima garantía que asegure su veracidad,
da a su hijo como rehén, para ser rescatado cuando se cumpla la promesa del rey. Y he aquí, qué
prenda de la fidelidad del Padre, porque cuando quiso asegurar a los hombres de la inmutabilidad de
su consejo, dio a su unigénito Hijo para que viniera a la tierra y tomara la naturaleza humana, no
sólo por los cortos años de vida, sino para retener esa naturaleza en las cortes celestiales como
garantía eterna de la fidelidad de Dios. ¡Oh, la profundidad de las riquezas tanto de la sabiduría
como del amor de Dios!” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 302.
A pesar de que la encarnación de Cristo tuviese varios propósitos, su finalidad es única: la
redención y glorificación de los hijos de Dios.
“22Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta
ahora; 23y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu,
nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de
nuestro cuerpo. 24Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza;
porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo
aguardamos.” Rom.8:22-25.
“13En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación,
y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14que es las arras de
nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.” Efe.1:13-
14.
“Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré.”
Sal.91:15.
“Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es
Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” Col.1:27.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Parte 2
LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO
(Rom.8:3)

Las consideraciones que se han hecho sobre el tema de la naturaleza humana de Cristo en el
Adventismo han conllevado a dos corrientes y conclusiones: La posición “pre-lapsaria” que enseña que
Cristo tomó la naturaleza humana de Adán antes de la caída, y la posición “post-lapsaria” que estipula
que Cristo adoptó la naturaleza humana después de la caída. Ya que las dos corrientes presentan citas
inspiradas para sostener su posición, nos conviene analizar dichas citas y tener cierta comprensión de
ellas, para luego sacar una conclusión equilibrada sobre el tema. Las citas que generalmente se usan
para sostener la posición “pre-lapsaria” serán analizadas mayormente en la “Parte 5” de este
documento, las cuales tratan en sentido general acerca del carácter de Cristo. Las citas inspiradas que
se emplean para mantener la posición “post-lapsaria” serán tratadas en esta “Parte 2”; y se refieren a
la condición física de Jesús, al estado de su naturaleza carnal.

A- UNA DOBLE NATURALEZA EN CRISTO


Lo que hace de Cristo un ser muy peculiar a todos los existentes en el universo es que poseyó una
doble naturaleza (Divina-Humana) al encarnarse. Con esta particularidad, Jesús era diferente de los
otros seres divinos, de los ángeles, de los habitantes de los otros mundos no caídos, de Adán (antes y
después de su caída), y de nosotros. Aunque debemos ser participantes de la naturaleza divina para
vencer toda tentación y al final ser salvos, nunca llegaremos a ser divinos como lo ha sido Cristo aun en
la carne humana.
1. Cristo Revistió Su Divinidad Con Humanidad
Mientras que el apóstol Juan declara que el Verbo, quien era Dios, se hizo carne (cf. Jn.1:1,
14), el apóstol Pablo afirma de su parte que “en él [como ser humano] habita corporalmente toda la
plenitud de la Deidad” Col.2:9.
“Al deponer su manto real y su corona principesco, Cristo revistió su divinidad con humanidad,
para que los seres humanos pudieran ser elevados de su degradación y ubicados en terreno ventajoso.
Cristo no podría haber venido a esta tierra con la gloria que tenía en los atrios celestiales. Los seres
humanos pecadores no podrían haber resistido la visión. Veló su divinidad con el manto de la
humanidad, pero no se separó de su divinidad.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p.
442-443.

2. La Divinidad y La Humanidad Se Combinaron En Cristo


“La naturaleza humana del Hijo de María, ¿fue cambiada en la naturaleza divina del Hijo de
Dios? No. Las dos naturalezas se mezclaron misteriosamente en una sola persona: el hombre Cristo
Jesús. En él moraba toda la plenitud de la Deidad corporalmente.” Ídem, p. 444.
“La Divinidad y la humanidad se combinaron misteriosamente, y el hombre y Dios llegaron a
ser uno. En esta unión encontramos la esperanza de nuestra especie caída. Al contemplar a Cristo
en su humanidad, vemos a Dios, y vemos en él el resplandor de su gloria, la expresa imagen de su
persona” Ídem, p. 442.
“En Cristo, la divinidad y la humanidad se combinaron. La divinidad no descendió al nivel de la
humanidad; la divinidad conservó su lugar” Ídem, p. 443.
“Lo humano no tomó el lugar de lo divino, ni lo divino de lo humano. Este es el misterio de la
piedad. Las dos expresiones –‘humano’ y ‘divino’– eran estrecha e inseparablemente una en Cristo,

14
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

y sin embargo tenían una individualidad diferente. Aunque Cristo se humilló a sí mismo para
hacerse hombre, la Deidad aún le pertenecía. Su Deidad no podía perderse mientras permaneciera
fiel y constante en su lealtad.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1103.

3. El Momento de la Combinación de Las Dos Naturalezas


Hubo un momento específico cuando la divinidad se combinó con la humanidad en Cristo, pero
no se sabe el momento exacto, porque esto no está revelado.
“No es necesario que sepamos el momento exacto cuando la humanidad se combinó con la
divinidad. Debemos mantener nuestros pies sobre la Roca Cristo Jesús, como Dios revelado en
humanidad.” Ibídem.

B- UNA NATURALEZA HUMANA REAL


La primera herejía que se enseñó sobre la naturaleza humana y la persona de Jesucristo se conoce
bajo el nombre de “docetismo”, término que proviene de una palabra griega que significa “aparecer”.
“Esta herejía surgió en tiempos apostólicos y persistió hasta muy cerca del fin del siglo II.” La
enseñanza básica del docetismo era que “Cristo sólo parecía tener un cuerpo, que era un fantasma y no
un hombre en lo más mínimo. El Verbo se hizo carne sólo en apariencia.”4
Ya que el docetismo surgió en tiempos apostólicos, varios de los apóstoles escribieron en sus
epístolas a las iglesias contra esta herejía (cf. 1Jn.2:18-26; 2Jn.1:7; Col.2:8-9; 2Ped.2:1-3). Fue esta
falsa enseñanza que impulsó al apóstol Juan a levantar la voz de alarma y dar las siguientes
advertencias:
“1Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos
profetas han salido por el mundo. 2En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que
Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 3y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en
carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que
ahora ya está en el mundo.” 1Jn.4:1-3.
“Ireneo, que vivió durante la segunda mitad del siglo II, hace resaltar que Juan escribió su Evangelio
con el propósito específico de refutar los puntos de vista docetistas de Cerinto5 (Ireneo, Contra herejías
xi. 1; ver Jn.1:1-3, 14; 20:30-31).” Comentario Bíblico ASD, tomo 5, p. 890.
El docetismo no tiene fundamento sólido en la Palabra de Dios; pues según la Biblia, Cristo tomó la
naturaleza humana realmente. Era un hombre real conforme a las evidencias mencionadas allí abajo.
1. Jesús Tenía La Forma De Hombre
En realidad, como enseña el docetismo, Cristo adoptó la forma y el aspecto del hombre. Tenía la
apariencia de un hombre y no de Dios. La palabra inspirada dice:
“5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma
de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” Fil.2:5-7.
“Revistió su divinidad de humanidad. Siempre fue Dios, pero no parecía Dios. Veló las
demostraciones de la Divinidad que había atraído el homenaje y merecido la admiración del universo
de Dios. Era Dios mientras estaba en la tierra, pero se despojó a sí mismo de la forma de Dios, y en
su lugar tomó la forma y el aspecto de un hombre. Caminó por la tierra como un hombre… Era

4Comentario Bíblico ASD, tomo 5, p. 890.


5Cerinto era un cristiano de Alejandría que negaba que Cristo hubiera venido en carne, y sostenía que su supuesta encarnación sólo fue
aparente y no real.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Dios, pero por un poco de tiempo renunció a las glorias y la forma de Dios.” Comentario Bíblico
ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 444.
Pero la diferencia con el docetismo es que, no solamente tenía la forma y la apariencia, Cristo
fue hecho un hombre real conforme a las evidencias mencionadas a continuación.

2. Jesús Estuvo En La Condición De Hombre En Todo


“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel
sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.” Heb.2:17.
“Revestido de la humanidad, Cristo llegó a ser uno con la humanidad y al mismo tiempo reveló a
los seres pecaminosos el carácter de su Padre celestial. Fue en todo semejante a sus hermanos.
Llegó a ser carne como cualquiera de nosotros.” La Fe por la Cual Vivo, p. 19.
“Cuando Jesús tomó la naturaleza humana y se convirtió en semejanza de hombre, poseía el
organismo humano completo. Sus necesidades eran las necesidades de un hombre. Tenía
necesidades corporales que satisfacer, cansancio físico que aliviar. Por medio de oraciones al Padre
se fortalecía para el deber y la prueba” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1104.

3. Jesús Fue Hecho Carne y Sangre Como Nosotros


“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Jn.1:14.
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo,
para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”
Heb.2:14.
“Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo
pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado” 1Ped.4:1.
“Cristo no tomó la naturaleza humana en forma aparente. La tomó de verdad. En realidad,
poseyó la naturaleza humana. ‘Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también
participó de lo mismo’ (Heb.2:14). Era el hijo de María; era de la simiente de David de acuerdo con
la ascendencia humana. Se declara de él que era hombre, el hombre Cristo Jesús.” Mensajes
Selectos, tomo 1, p. 290.

4. Jesús se Hizo Una Criatura Como Nosotros


En su naturaleza humana, Cristo era un ser creado como cualquier otro de los descendientes de
Adán; era una criatura igual que nosotros. La Biblia dice: “Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo.” Heb.10:5.
“Su naturaleza humana [de Cristo] era creada; ni aun poseía las facultades de los ángeles. Era
humana, idéntica a la nuestra.” Mensajes Selectos, tomo 3, p. 146.
“En Cristo se unieron lo divino y lo humano: el Creador y la criatura. La naturaleza de Dios,
cuya ley había sido transgredida, y la naturaleza de Adán, el transgresor, se encontraron en Jesús: el
Hijo de Dios y el Hijo de Hombre.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 938.

5. Jesús Tuvo Facultades Humanas y Una Mente Humana


“40Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él…
52
Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” Luc.2:40, 52.
“Nuestro Salvador cubrió su divinidad con humanidad; empleó las facultades humanas, pues sólo
adoptando éstas podía ser comprendido por la humanidad. Sólo la humanidad podía llegar hasta la
humanidad.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 936.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Él tenía un cuerpo humano y una mente humana. El era hueso de nuestro hueso y carne de
nuestra carne.” Mensajes Selectos, tomo 3, p. 146.

6. Jesús Tuvo Hambre, Sed, Cansancio, Sueño Como Cualquier Hombre


Conforme a declaraciones de la Biblia, Dios no padece de hambre (cf. Sal.50:12), ni de
cansancio (cf. Isa.40:28), ni necesita reponer sus fuerzas con el sueño (cf. Sal.121:4). De manera
que Jesús, al padecer o tener necesidad de estas cosas demostró que era humano como nosotros.
“1Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. 2Y
después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.” Mat.4:1-2.
“Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero
él dormía.” Mat.8:24.
“Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo.
Era como la hora sexta.” Jn.4:6.
“Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se
cumpliese: Tengo sed.” Jn.19:28.
“Jesús fue hecho en todo semejante a sus hermanos. Se hizo carne, como somos carne. Tuvo
hambre y sed, y sintió cansancio. Fue sostenido por el alimento y refrigerado por el sueño. Participó
de la suerte del hombre, aunque era el inmaculado Hijo de Dios.” El Deseado de Todas las Gentes,
p. 278.

7. Jesús Experimentó la Muerte Como Hombre


Como ya hemos mencionado, los seres divinos son inmortales. Ya que Jesús murió por nosotros
esta es una prueba más de que era un hombre real como cualquier otro.
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo,
para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”
Heb.2:14.
“Jesucristo puso a un lado su manto regio, su corona real, y revistió su divinidad con humanidad
para convertirse en el sustituto y fiador de la humanidad, para que muriendo en la humanidad
pudiera con su muerte destruir a aquel que tenía el imperio de la muerte. No podría haber hecho esto
como Dios, pero Cristo podía morir viniendo como hombre.” Comentario Bíblico ASD [E.G.
White] tomo 7, p. 937.
Antes de considerar más a fondo el estado de la carne humana que tomó Cristo, consideremos
primero la creencia católica sobre este tema de la Naturaleza Humana de Cristo a través de su
doctrina de la Inmaculada Concepción.

C- LA DOCTRINA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


Conforme a lo que hemos podido entender, el Docetismo enseñó que Cristo tomó la humanidad en
su estado caído sólo de forma aparente, es para negar que su carne fuera realmente igual a la nuestra.
De modo que la advertencia del apóstol Juan condena también la enseñanza del anticristo sobre el tipo
de carne que tenía Cristo al encarnarse. Juan dijo: “1Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los
espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 2En esto conoced el
Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; 3y todo
espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del
anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.” 1Jn.4:1-3.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

¡Quién es el anticristo sino el que se opone a Cristo y a su doctrina! Pablo dijo que “la apostasía…,
el hombre de pecado, el hijo de perdición”, “se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es
objeto de culto” 2Tes.2:3-4. Por lo que el papado es el anticristo, el que se opone a Él.
Ahora bien, ¿ha rehusado de confesar el sistema papal que Jesucristo ha venido en carne? Sí,
declara que Jesús se había manifestado en carne santa e inmaculada.
La Biblia declara que “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de
mujer y nacido bajo la ley” Gál.4:4. ¿Cómo era la naturaleza de María, la mujer de la cual nació
Cristo, según la doctrina católica? Para poder demostrar que Jesús tenía una carne santa e impecable
por su nacimiento de María, la iglesia católica romana enseña que ella adquirió milagrosamente una
naturaleza humana inmaculada cuando nació.
El papa Pío IX hablando ex cathedra, el 8 de diciembre de 1854 dijo: “Por la autoridad de nuestro
Señor Jesucristo, de los benditos apóstoles Pedro y Pablo, y por nuestra propia autoridad, declaramos,
pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la muy bendita virgen María, en el primer
instante de su concepción, por una gracia y privilegio especiales del Dios Todopoderoso, a la vista de
los méritos de Jesús, el salvador de la humanidad, fue preservada libre de toda tacha de pecado original6,
es una doctrina que ha sido revelada por Dios, y por lo tanto, debe ser sólida y firmemente creída por
todos los fieles.” Catholic Belief, p. 14.
El concepto católico es que María era “muy diferente del resto del género humano, le fue
comunicada la naturaleza humana, pero no el pecado”.
Teodoro, patriarca de Jerusalem, dijo en el segundo concilio de Niza, que María “es
verdaderamente la madre de Dios, y virgen antes y después del parto; y fue creada en una condición más
sublime y gloriosa que toda otra naturaleza, sea ésta intelectual o corporal.”
Entonces, por tener una naturaleza así, muy diferente de la nuestra, María comunicó al Niño de
Belén la misma naturaleza que la de ella. El cardenal Gibbons lo explica con las palabras siguientes:
“Afirmamos que la segunda persona de la bendita Trinidad, el Verbo de Dios, quien es en su
naturaleza divina, desde la eternidad, engendrado del Padre, consubstancial con él, venido el
cumplimiento del tiempo, fue nuevamente engendrado al nacer de la virgen, tomando así para sí mismo,
de la matriz materna, una naturaleza humana de la misma sustancia que la de ella.
“En la medida en la que el sublime misterio de la encarnación puede ser reflejado por el orden
natural, la bienaventurada virgen María, bajo la intervención del Espíritu Santo, comunicando a la
segunda persona de la trinidad, tal como hace toda madre, una verdadera naturaleza humana de la misma
sustancia que la suya propia, es real y verdaderamente su madre” Faith of Our Fathers, p. 198, 199.7
Así que, la idea de que la carne de Cristo fue sin pecado (o sea sin las consecuencias hereditarias
del pecado de Adán), diferente a la nuestra, implica pues la noción de la inmaculada concepción,
dogma de la copa de vino de la Gran Ramera.
Ya que Dios no quiere que nos emborrachemos con este vino de Babilonia, veamos ahora la
doctrina bíblica acerca de la naturaleza humana de Cristo. Preguntamos: ¿Qué tipo de carne tenía
Cristo al encarnarse? ¿Era la naturaleza humana que tomó Cristo caída y pecaminosa como la nuestra
o era inmaculada y santa como enseña el anticristo?

6 “Pecado original puede significar: (1) el pecado cometido por Adán; (2) la consecuencia de ese primer pecado, la mancha hereditaria con
la que todos nacemos a causa de nuestro origen o descendencia de Adán.” Enciclopedia Católica, art. “Pecado Original”.
7 Para más detalles sobre el concepto de la concepción de Cristo de María véase el artículo “Inmaculada Concepción” en la Enciclopedia

Católica.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

D- UNA NATURALEZA HUMANA CAÍDA Y PECAMINOSA


Al encarnarse, Cristo no tomó la naturaleza humana de Adán antes de su caída ni la naturaleza
humana caída que él llegó a tener después de su pecado, sino la naturaleza humana caída de sus
descendientes después de cuatro mil años de degradación. Dice el Espíritu de Profecía:
“Habría sido una humillación casi infinita para el Hijo de Dios revestirse de la naturaleza humana,
aun cuando Adán poseía la inocencia del Edén. Pero Jesús aceptó la humanidad cuando la especie se
hallaba debilitada por cuatro mil años de pecado.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 32.
1. Una Naturaleza Humana Pecaminosa
En primer lugar, debemos estar conscientes y entender cabalmente que la carne humana que
tomó Cristo no fue de una naturaleza pura y santa, sino pecaminosa.
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su
Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”
Rom.8:3. “…en semejanza de nuestra carne pecaminosa” dice la Versión Moderna.
“Él [Cristo] tomó nuestras debilidades. No sólo fue hecho carne, sino fue hecho a semejanza de
carne de pecado.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White] tomo 5, p. 1098.
Según la Palabra de Dios, la razón por la que Jesús vino en una naturaleza humana caída y
pecaminosa como la nuestra era para condenar al pecado en esa carne.
“Para que pudiera condenar al pecado con su propio ejemplo en la carne, tomó sobre sí la
semejanza de la carne de pecado.” A Fin de Conocerle, p. 133.
O sea, para demostrar que a pesar de las desventajas de esta naturaleza, se puede ser fiel a Dios
en la carne pecaminosa; “para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”
Rom.3:19.
“Cristo nos alcanza donde estamos. Tomó nuestra naturaleza y venció, a fin de que nosotros,
tomando su naturaleza, pudiésemos vencer. Hecho ‘en semejanza de carne de pecado’ (Rom.8:3),
vivió una vida sin pecado.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 278.
“Dios fue manifestado en carne para condenar el pecado en la carne, manifestando una perfecta
obediencia a toda la ley de Dios. Cristo no pecó, ni fue hallado engaño en su boca. No corrompió la
naturaleza humana, y aunque en la carne, no transgredió la ley de Dios en ningún particular. Más
aún, eliminó toda posible excusa que el hombre caído pudiera evocar, a modo de razón para no
obedecer la ley de Dios... Este testimonio concerniente a Cristo muestra llanamente que condenó el
pecado en la carne. Nadie puede decir que está inevitablemente sujeto a la esclavitud del pecado y de
Satanás.” Señales de los Tiempos, 16 de Enero de 1896.
Otro punto interesante es que sabemos que Satanás, el autor del pecado, es simbolizado por una
serpiente (cf. Apo.12:9). A causa de la “carne de pecado” que Él tomó, Cristo era representado
también bajo el símbolo de una serpiente (cf. Jn.3:14-15). Con esto se estaba anunciando al pueblo
de Israel la clase de naturaleza humana que iba a tener el Salvador del mundo. Sobre este
particular el Espíritu de Profecía dice:
“El símbolo de la serpiente alzada le aclaró [a Nicodemo] la misión del Salvador… Era un
símbolo de Cristo. Así como la imagen de la serpiente destructora fue alzada para sanar al pueblo, un
ser ‘en semejanza de carne de pecado’ (Rom.8:3) iba a ser el Redentor de la humanidad.” El
Deseado de Todas las Gentes, p. 146.
“Qué extraño símbolo de Cristo era la semejanza de la serpiente que los había mordido. Este
símbolo debía ser levantado en el asta, y ellos debían mirarlo para sanar. De la misma manera Jesús
fue hecho semejante a carne de pecado. Vino como el que lleva el pecado.” Hijos e Hijas de Dios,
p. 224.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Ahora bien, ¿a qué se refieren la Palabra de Dios y el Espíritu de Profecía con la expresión
“carne pecaminosa”? ¿Qué implica tener esta carne pecaminosa?

2. Una Naturaleza Humana Degradada y Contaminada Por el Pecado


Para entender mejor la naturaleza de la humanidad que adoptó Cristo al encarnarse,
consideremos lo que quiere decir la expresión “carne pecaminosa”.
“Las palabras ‘carne’, ‘carnal’, o ‘concupiscencias carnales’ abarcan la naturaleza inferior y
corrupta; por sí misma la carne no puede obrar contra la voluntad de Dios.” El Hogar Cristiano, p.
112.
La palabra “pecaminoso(a)” significa: “1Manchado con el pecado; malo, inicuo; penal; profano,
como los hombres pecadores… 2Que contiene el pecado, o que consiste de pecado, contrario a las
leyes de Dios, como acciones pecaminosas; malos pensamientos, las palabras pecaminosas.”8
“Pensad en la humillación de Cristo. Tomó sobre sí la naturaleza caída y doliente del hombre,
degradada y contaminada por el pecado. Tomó nuestros dolores, llevó nuestro pesar y nuestra
vergüenza.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White] tomo 4, p. 1169.
“[Cristo] Se pone de pie delante de la congregación de sus redimidos como su Garantía
abrumada por el pecado y manchada de pecado, pero los pecados que lleva son los pecados de
ellos.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 459.
“Cristo llevó los pecados y las debilidades de la raza humana tal como existían cuando vino a la
tierra para ayudar al hombre. Con las debilidades del hombre caído sobre él, en favor de la raza
humana había de soportar las tentaciones de Satanás en todos los puntos en los que pudiera ser
atacado el hombre.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 314.
Así que, la “carne pecaminosa” que tomó Cristo se refiere a “la naturaleza inferior y corrupta”,
“manchada con el pecado”, “degradada y contaminada por el pecado”, etc.

3. Una Naturaleza Humana Llamada Vieja y Corruptible


La Palabra de Dios declara: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él
también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la
muerte, esto es, al diablo” Heb.2:14. Y Jesús también dijo que “lo que es nacido de la carne, carne
es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” Jn.3:6.
Esta carne y esta sangre (esta “naturaleza inferior y corrupta”9), de las cuales participó Cristo,
es llamada también “vieja naturaleza”, y no puede heredar el reino de Dios por ser corruptible
según dice Pablo:
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la
corrupción hereda la incorrupción.” 1Cor.15:50.
“La vieja naturaleza, nacida de sangre y de voluntad de carne, no puede heredar el reino de
Dios. Es necesario abandonar las sendas antiguas, las tendencias hereditarias, los viejos hábitos, pues
la gracia no se hereda.” Maranata, p. 235.
La Biblia enseña que nuestra naturaleza física será redimida en el futuro diciendo que “nosotros
también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro
cuerpo.” Rom.8:23.

8 Diccionario Noah Webster’s 1828, art. ‘Sinful’ (Pecaminoso).


9 El Hogar Cristiano, p. 112.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Por lo tanto, a la segunda venida de Cristo, antes de heredar el reino de Dios, esta naturaleza
vieja, inferior y corrupta de los redimidos será transformada en una naturaleza nueva, superior e
incorruptible:
“35Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? 36Necio, lo que
tú siembras no se vivifica, si no muere antes. 37Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir,
sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano… 42Así también es la resurrección de los
muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. 43Se siembra en deshonra, resucitará
en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 44Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo
espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual… 50Pero esto digo, hermanos: que la carne y
la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. 51He aquí, os
digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52en un momento, en un
abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53Porque es necesario que esto
corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54Y cuando esto
corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces
se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 55¿Dónde está, oh muerte, tu
aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder
del pecado, la ley.” 1Cor.15:35-56.
Puesto que Cristo participó de “carne y sangre” (lo que es la naturaleza humana pecaminosa y
carnal, la naturaleza inferior y corrupta), su naturaleza humana fue santificada antes de subir al
cielo. La humanidad que Él llevó al cielo después de la resurrección es una “carne santificada”:
“Cristo ascendió al cielo con una naturaleza humana santificada y santa. Llevó esta naturaleza
consigo a las cortes celestiales y la llevará por los siglos eternos, como Aquel que ha redimido a
cada ser humano que está en la ciudad de Dios” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p.
1100.
Ahora bien, ¿cómo pudo Cristo relacionarse así con el pecado? ¿Cómo consiguió esa
naturaleza humana caída y pecaminosa?

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Parte 3
CRISTO BAJO LA LEY DE LA HERENCIA
(Gál.4:4-5)

Como se pudo notar en el capítulo anterior, este mundo nunca ha conocido una concepción
inmaculada de ningún ser humano. Pues antes de procrear a su primer hijo, nuestros primeros padres
pecaron y su naturaleza se manchó como efecto y consecuencia de la caída. El salmista David,
hablando de su concepción en el vientre de su madre, lo que es lo mismo para cualquier otro hombre,
exclamó: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.” Sal.51:5. Esta
declaración de David no se refiere a ser nacido pecador, porque nadie nace siendo pecador, sino que
nace inocente y luego se hace pecador10. Dicha afirmación de David apunta pues a la herencia genética
pecaminosa que se contrae en la concepción y que uno trae al nacer11. Pero, ¿qué es la herencia
genética? ¿Cómo y qué heredamos de nuestros ancestros? ¿Quiénes fueron los ascendientes de Jesús y
cuál fue la historia de su vida? ¿Qué heredó el Hijo del Hombre de sus antepasados? Veamos pues
cómo y qué heredamos de nuestros ancestros para que sepamos cómo y qué heredó Cristo de los suyos.

A- LA HERENCIA GENÉTICA Y SU LEY


En primer lugar, consideremos cómo la biología define “la Herencia Genética” y cómo la
inspiración hace mención de “la Ley de la Herencia” y su efecto en la humanidad.
1. La Definición Biológica De La Herencia Genética
Según la biología, “la herencia genética es la transmisión de las características anatómicas
[forma], fisiológicas [función], biológicas [conducta] y, en ocasiones, de personalidad, de un ser
vivo a sus descendientes, a través del material genético contenido en el núcleo celular. El ser vivo
resultante tendrá características de uno o de los dos padres. El conjunto de todos los caracteres
transmisibles, cuya información está incluida en los genes, recibe el nombre de genotipo. Su
manifestación exterior en el aspecto del individuo, en cambio, se denomina fenotipo.”12
Para una mejor comprensión hay que saber que el cuerpo humano (la carne, la materia) y todos
sus órganos están compuestos de unas innumerables células, las cuales contienen cromosomas en
sus núcleos. Los cromosomas están formados por largas cadenas de moléculas de ADN (ácido
desoxirribonucleico), las cuales se dividen en segmentos funcionales con información particular
conocidos como genes. El gen es la unidad de almacenamiento y transmisión de información de la
herencia de las especies; o sea la molécula que trae la información genética que nos dota de
nuestras características.
Un gen tiene dos alelos, uno procedente del padre y otro de la madre. Pueden tener la misma
información (el individuo es homocigoto para la característica del gen) o distinta (el individuo es
heterocigoto). Por ejemplo, para la determinación del color de los ojos, un alelo puede determinar
color azul y otro color café. Cuando se juntan dos genes con diferente información, generalmente
solo se manifiesta la información de uno, al cual se le llama “dominante”. Al otro se le conoce
como “recesivo”.

10La palabra “pecador” significa: “1Uno que ha violado voluntariamente la ley divina; un agente moral que ha desobedecido
voluntariamente cualquier precepto divino, o descuidado cualquier deber conocido. 2Es usado en contradicción a santo, para denotar una
persona irregenerada; uno que no ha recibido el perdón de sus pecados. 3Un ofensor; un criminal.” Diccionario Noah Webster’s 1828, art.
‘Sinner’ (Pecador).
11 Declaramos eso porque en el libro inglés The Spirit of Prophecy, vol. 1, p. 60 leemos que Set “fue nacido en pecado”. Y sin embargo en

Patriarcas y Profetas, p. 66, hablando de lo mismo, la Hna. White declara que “Set, así como Caín, heredó la naturaleza caída de sus
padres.”
12 Condensación de varias definiciones sacadas de varias Fuentes en el internet.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

2. El Enfoque Inspirado Sobre La Ley De La Herencia Genética


Al enunciar el segundo mandamiento, Jehová recordó a los israelitas la ley natural de la
herencia genética con que dotó al organismo humano, la cual afecta a los hombres de generación
en generación. Dijo Cristo, el dador de la ley: “5Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la
maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6y
hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.” Éxo.20:5-6.
¿Qué quiere decir el Señor con visitar “la maldad de los padres sobre los hijos”? Comentando
esta sentencia divina, la Hna. White explica lo siguiente:
“Es inevitable que los hijos sufran las consecuencias de la maldad de sus padres, pero no son
castigados por la culpa de sus padres, a no ser que participen de los pecados de éstos. Sin embargo,
generalmente los hijos siguen los pasos de sus padres. Por la herencia y por el ejemplo, los hijos
llegan a ser participantes de los pecados de sus progenitores. Las malas inclinaciones, el apetito
pervertido, la moralidad depravada, además de las enfermedades y la degeneración física, se
transmiten como un legado de padres a hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Esta terrible
verdad debiera tener un poder solemne para impedir que los hombres sigan una conducta
pecaminosa.” Patriarcas y Profetas, p. 313-314.
Fue en referencia a nuestra participación a los pecados de nuestros antepasados por ceder a los
malos impulsos genéticos que Pedro habló de “vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres” 1Ped.1:18.

B- NUESTRA HERENCIA EN LA CARNE


Así que, consideremos algunas citas del Espíritu de Profecía que indican lo que heredamos
generalmente de nuestros progenitores.
1. La Naturaleza Caída o Carne Pecaminosa
“En tanto que Adán había sido creado sin pecado, a la semejanza de Dios, Set, así como Caín,
heredó la naturaleza caída de sus padres.” Patriarcas y Profetas, p. 66.
“Era posible para Adán, antes de la caída, conservar un carácter justo por la obediencia a la ley
de Dios. Mas no lo hizo, y por causa de su caída tenemos una naturaleza pecaminosa y no podemos
hacernos justos a nosotros mismos.” El Camino a Cristo, p. 62.

2. Las Características Mentales, Físicas y Morales


“Si las madres pertenecientes a generaciones pasadas se hubiesen informado acerca de las leyes
de su organismo, habrían comprendido que sus fuerzas físicas tanto como su tono moral y sus
facultades mentales, estarían representadas en gran medida en sus hijos.” Mensajes Selectos, tomo 2,
p. 495.
“El tabaco y el licor entontecen y corrompen a quienes los usan. Pero el mal no se detiene allí. El
que usa estas sustancias transmite temperamentos irritables, sangre contaminada, intelectos
debilitados, y debilidad moral a sus hijos, y se hace culpable de todos los malos resultados que su
estilo de vida disipado y equivocado traen sobre su familia y la comunidad. La raza humana gime
bajo el peso de la aflicción acumulada debido a los pecados de generaciones pasadas. Y sin embargo,
los hombres y mujeres de la presente generación, casi sin pensar ni preocuparse de su conducta, se
entregan a la intemperancia por sus excesos y borracheras, por lo cual dejan como legado para la
próxima generación, enfermedad, intelectos debilitados y contaminación moral.” Testimonios para
la Iglesia, tomo 4, p. 34-35.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

3. Apetitos, Pasiones y Enfermedades


La Palabra de Dios nos informa que tanto los apetitos como las pasiones se almacenan en la
carne, porque constituyen parte de nuestra herencia genética en la carne. Dice: “Porque mientras
estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros
llevando fruto para muerte.” Rom.7:5. “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos.” Gál.5:24. “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de
vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” Stg.4:1.
Y no solamente la Biblia, el Espíritu de Profecía, hablando también acerca del lugar donde se
encuentran estas pasiones, dice:
“Las pasiones inferiores tienen su sede en el cuerpo y obran por su medio. Las palabras ‘carne’,
‘carnal’, o ‘concupiscencias carnales’ abarcan la naturaleza inferior y corrupta; por sí misma la carne
no puede obrar contra la voluntad de Dios.” El Hogar Cristiano, p. 112.
¿Cómo los apetitos, las pasiones e inclinaciones naturales dados por Dios al hombre se han
vuelto en “deseos carnales que batallan contra el alma” 1Ped.2:11?
“Los apetitos naturales de los hombres han sido pervertidos por la complacencia. Por medio de la
gratificación malsana se han convertido en ‘deseos carnales que batallan contra el alma.’”
Manuscritos Revelados, tomo 14, p. 295 (par. 1).
Ahora bien, estos apetitos y pasiones pervertidos por la complacencia malsana llegan a ser
parte de la herencia de los padres a sus hijos:
“Tanto los padres como las madres están comprendidos en esta responsabilidad. Ambos padres
transmiten a sus hijos sus propias características, mentales y físicas, su temperamento y sus apetitos.
Con frecuencia, como resultado de la intemperancia de los padres, los hijos carecen de fuerza física
y poder mental y moral. Los que beben alcohol y los que usan tabaco pueden transmitir a sus hijos
sus deseos insaciables, su sangre inflamada y sus nervios irritables, y se los transmiten en efecto.
Los licenciosos legan a menudo sus deseos pecaminosos, y aun enfermedades repugnantes, como
herencia a su prole. Como los hijos tienen menos poder que sus padres para resistir la tentación, hay
en cada generación tendencia a rebajarse más y más. Los padres son responsables, en alto grado, no
solamente por las pasiones violentas y los apetitos pervertidos de sus hijos, sino también por las
enfermedades de miles que nacen sordos, ciegos, debilitados o idiotas.” Patriarcas y Profetas, p.
604-605.
“Los padres pueden haber transmitido a sus hijos tendencias al apetito y la pasión, las que harán
más difícil la obra de educar e instruir a estos hijos para ser estrictamente temperantes y para que
tengan hábitos puros y virtuosos. Si el apetito por comida insalubre y por estimulantes y narcóticos
les ha sido transmitido como un legado de sus padres, ¡qué responsabilidad terriblemente solemne
descansa sobre los padres para contrarrestar las tendencias malignas que les han dado a sus hijos!”
Testimonios para la Iglesia, tomo 3, p. 622.

4. La Disposición, Los Rasgos y Los Temperamentos


“Generalmente, los niños heredan la disposición y las tendencias de sus padres, e imitan su
ejemplo; de manera que los pecados de los padres son cometidos por los hijos de generación en
generación.” Patriarcas y Profetas, p. 111.
“Hay quienes han heredado rasgos, temperamentos y disposiciones anímicas peculiares. Puede
resultar difícil tratar con ellos; ¿pero estamos nosotros sin falta? No hay que desanimarlos.”
Testimonios para la Iglesia, tomo 9, p. 177-178.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

5. Las Inclinaciones o Propensiones Al Mal


“El primer Adán fue creado como un ser puro y sin pecado, sin una mancha de pecado sobre él;
era la imagen de Dios. Podía caer, y cayó por la transgresión. Por causa del pecado su posteridad
nació con tendencias inherentes a la desobediencia.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo
5, p. 1102.
“Los niños heredan las inclinaciones al mal, pero también tienen muchos hermosos rasgos de
carácter. Estos deberían ser fortalecidos y desarrollados, mientras que las tendencias hacia el mal
deberían ser cuidadosamente vigiladas y reprimidas.” Mente, Carácter y Personalidad, tomo 1, p.
149.
Nota: Es bueno saber que las tendencias, inclinaciones o propensiones al mal no son
primeramente activas manifestaciones de la naturaleza espiritual (de la mente). Existen primero de
manera pasiva y por herencia en la naturaleza física (en la carne) y de allí se activan por la
sujeción de la mente a la carne, tratando siempre de tener el control. De ahí viene la lucha entre la
carne y el espíritu, en el caso del creyente. La Hna. White dice que “Las propensiones inferiores,
poderosas y activas, oprimen el alma.”13 Si se las llama propensiones inferiores y oprimen el alma es
porque estas tendencias pecaminosas están en la carne. Son llamadas también “propensiones
animales”, “propensiones carnales”, “propensiones naturales”, “inclinaciones del corazón natural”,
“tendencias de la naturaleza caída”, etc. En las citas que vienen a continuación veremos que hay
tendencias, inclinaciones o propensiones al mal en la carne que quieren asentarse en la mente:
“Satanás se presenta a toda alma con tentaciones que asumen muchas formas seductoras en lo
que respecta a la satisfacción del apetito. El cuerpo es un medio muy importante de desarrollar la
mente y el alma para la edificación del carácter. De ahí que el adversario de las almas encauce sus
tentaciones para debilitar y degradar las facultades físicas. El éxito que obtiene en ello significa con
frecuencia la entrega de todo el ser al mal. A menos que las tendencias de la naturaleza física estén
dominadas por un poder superior, obrarán con certidumbre ruina y muerte. El cuerpo debe ser
puesto en sujeción a las facultades superiores del ser. Las pasiones deben ser controladas por la
voluntad, que debe estar a su vez bajo el control de Dios. La facultad regia de la razón, santificada
por la gracia divina, debe regir la vida. El poder intelectual, el vigor físico y la longevidad dependen
de leyes inmutables. Mediante la obediencia a esas leyes, el hombre puede ser vencedor de sí mismo,
vencedor de sus propias inclinaciones, vencedor de principados y potestades, de los ‘gobernadores
de estas tinieblas’ y de las ‘malicias espirituales en los aires.’ (Efe.6:12).” Patriarcas y Profetas, p.
359.
“La Palabra de Dios advierte claramente que a menos que nos abstengamos de la complacencia
carnal, la naturaleza física entrará en conflicto con la naturaleza espiritual. La manera licenciosa de
comer lucha contra la salud y la paz. Así se establece una guerra entre los atributos elevados y los
inferiores del hombre. Las inclinaciones más bajas, fuertes y activas, oprimen el alma. Los
intereses superiores del ser quedan expuestos al peligro por la complacencia de los apetitos que no
tienen la aprobación del Cielo.” Consejos Sobre la Salud, p. 578.
“La complacencia del apetito fortalece las inclinaciones animales dándoles la preeminencia
sobre las facultades mentales y espirituales.” La Temperancia, p. 17.
“Empeñada lucha espera a todos los que quieran subyugar las malas inclinaciones que tratan de
dominarlos.” El Conflicto de los Siglos, p. 544.
“Sólo por la sangre del Crucificado podemos purificarnos. Sólo su gracia puede hacernos
capaces de resistir las tendencias de una naturaleza caída- y subyugarlas.” El Evangelismo, p. 437.

13 Consejos sobre el Régimen Alimenticio, p. 457.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“La mente debe ser disciplinada, educada y formada, pues hemos de servir a Dios de un modo
que no congenia con nuestras inclinaciones naturales. Hemos de vencer las tendencias al mal, que
hemos heredado y cultivado.” El Ministerio de Curación, p. 359.

C- LA HERENCIA DE CRISTO DE SUS ANTEPASADOS


Así como nosotros heredamos las características anatómicas, fisiológicas y biológicas, como
también “las malas inclinaciones, el apetito pervertido, la moralidad depravada, además de las
enfermedades y la degeneración física”14 de nuestros ancestros, Cristo vino también con la herencia
genética de los descendientes de Adán de su linaje. La sierva del Señor declara: “Habría sido una
humillación casi infinita para el Hijo de Dios revestirse de la naturaleza humana, aun cuando Adán
poseía la inocencia del Edén. Pero Jesús aceptó la humanidad cuando la especie se hallaba debilitada por
cuatro mil años de pecado. Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la
herencia. Y la historia de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él
vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida
sin pecado.”15
1. Los Ancestros De Jesús y Su Historia
¿Quiénes fueron los ancestros de Jesús? ¿Cuál fue la historia de su vida? ¿Qué rasgos de
carácter han tenido y que hábitos han cultivado? Consideremos estos detalles tan importantes.
a) Cristo un descendiente de Adán
Recordemos en primer lugar que todos los seres humanos venimos de Adán. La Biblia
declara que Dios, “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre
toda la faz de la tierra” Hch.17:26.
Y según su genealogía, Jesús era también Hijo de Adán (cf. Luc.3:23 y 38). El apóstol Pablo
dice: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se
avergüenza de llamarlos hermanos” Heb.2:11.
Puesto que es también descendiente de Adán Cristo no se avergüenza de llamarnos
hermanos. En realidad, la humanidad es una gran hermandad; y Cristo es el Hermano Mayor.
No es una simple hermandad que tenemos con Cristo, Pablo dice que “nuestro Señor Jesucristo...
era del linaje de David según la carne” Rom.1:3. Que “cuando vino el cumplimiento del
tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” Gál.4:4. Así que, Cristo “Era
el hijo de María; era de la simiente de David de acuerdo con la ascendencia humana.”16 Esto
implica que Cristo heredó la carne que heredamos todos. “Por cuanto los hijos participaron de
carne y sangre, él también participó de lo mismo” Heb.2:14. La sierva del Señor dice: “Su
naturaleza humana era creada; ni aun poseía las facultades de los ángeles. Era humana, idéntica
a la nuestra.” Mensajes Selectos, tomo 3, p. 146.
b) La historia de los antepasados terrenales de Jesús
La mayoría de nosotros no nos gusta leer las listas de las genealogías que están en la Biblia;
pero no fueron escritas sin razón. Dios nos ha dejado estos datos en su Santa Palabra para que
sepamos quiénes fueron los ancestros de Jesús y cuál ha sido la historia de su vida. Y la sierva
del Señor, en esta cita de “El Deseado de Todas las Gentes” que mencionamos arriba, nos
manda a realizar una profunda investigación, un análisis minucioso de la historia de los
antepasados de Jesús para comprender mejor cual ha sido su herencia genética.

14 Patriarcas y Profetas, p. 314.


15 El Deseado de Todas las Gentes, p. 32.
16 Mensajes Selectos, tomo 1, p. 290.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

No sabemos la historia de todos los ancestros carnales y sanguíneos de Jesús mencionados


en las dos listas de su genealogía (cf. Mat.1:1-6; Luc.3:23-38), pero podemos mencionar a
algunos: Allí está Eva que se dejó vencer por el apetito y Adán que cayó en pecado por su
pasión por su esposa; allí está Set y su hijo Enós por medio de los cuales “los hombres
comenzaron a invocar el nombre de Jehová” Gén.4:26; allí está Enoc quien caminó toda una
vida con Dios; está Noé, quien obedeció a Dios construyendo el arca y fue declarado justo, pero
que también se emborrachó hasta quedarse desnudo; allí está “Taré, padre de Abraham y de
Nacor; [que servía] a dioses extraños.” Jos.24:2. Está también Abraham el padre de la fe; Jacob
el engañador; Rahab la ramera; David con sus virtudes y sus impulsos guerreros, homicidas e
inmorales; etc.
Invitamos pues al lector a tomar en cuenta de forma detenida la historia de los antepasados
terrenales de Jesús, y relacionar los relatos de sus virtudes y defectos con la herencia genética
que legaron a sus descendientes, y por ende, a Cristo.

2. Una Herencia Tal


La declaración de que Cristo “vino con una herencia tal”, nos da mucho que pensar sobre la
herencia genética que contrajo el niño de Belén en su concepción. La expresión “una herencia tal”
indica que no fue algo bueno y positivo, sino la herencia pecaminosa de sus antepasados.
Aunque no podemos detallar cuál ha sido toda la herencia genética de Cristo en la carne,
sabemos que al someterse a “la gran ley de la herencia” todo el mal (así como todo el bien) que se
hereda de los antepasados estuvo en su carne.
Veamos algunas citas de los Testimonios que nos indican algunas cosas específicas que Cristo
heredó de sus antepasados.
a) La naturaleza pecaminosa y caída de Adán
En primer lugar, como cualquiera de nosotros, Cristo heredó de sus ancestros (y de Adán) la
misma naturaleza humana pecaminosa y caída que hemos heredado de nuestros antepasados y
de Adán. La Palabra de Dios lo declara con mucha claridad en los versos siguientes:
“11Porque el que santifica [Cristo], y los que son santificados [nosotros], todos traen de uno
[Adán] su origen o la naturaleza humana. Por esta causa no se desdeña de llamarlos hermanos…
16Porque no tomó jamás la naturaleza de los ángeles, sino que tomó la sangre de Abrahán. 17Por

lo cual debió en todo semejarse a sus hermanos, a fin de ser un sumo sacerdote misericordioso y
fiel para con Dios, en orden a expiar o satisfacer por los pecados del pueblo.” Heb.2:11, 16-17
(versión Biblia de Oro Torres Amat).
“Porque tanto el que santifica, como los que son santificados, de una misma naturaleza son;
por cuya causa no se avergüenza de llamarlos hermanos” Heb.2:11 (Versión Moderna).
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a
su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”
Rom.8:3.
La sierva del Señor nos explica que “Las palabras ‘carne’, ‘carnal’, o ‘concupiscencias
carnales’ abarcan la naturaleza inferior y corrupta” El Hogar Cristiano, p. 112.
b) Las pasiones de la carne
Como cualquiera de nosotros, Cristo trajo en su carne las mismas pasiones que tenemos en
nuestra naturaleza humana. Dice la sierva del Señor:
“Las palabras de Cristo animan a los padres a traer a sus pequeños a Jesús. Ellos pueden ser
incontrolables, y poseer pasiones como las de la humanidad, pero esto no debería detenernos a
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

traerlos a Cristo. Él bendijo a niños que poseían pasiones semejantes a las suyas propias.”
Señales de los Tiempos, 9 de abril de 1896 (par. 6).
c) Los apetitos de la carne
La razón del largo ayuno de Cristo en el desierto de la tentación fue para vencer el poder del
apetito depravado que había heredado por su humanidad.
“El Redentor, en quien se unían tanto lo humano como lo divino, estuvo en el lugar de Adán
y soportó un terrible ayuno de casi seis semanas. Lo extenso de ese ayuno es la mayor evidencia
de los alcances de la pecaminosidad y del poder del apetito depravado sobre la familia
humana.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 319-320.
“Únicamente por la indecible angustia que soportó Cristo podemos estimar el mal que
representa el complacer sin freno los apetitos. Su ejemplo demuestra que nuestra única
esperanza de vida eterna consiste en sujetar los apetitos y pasiones a la voluntad de Dios.” El
Deseado de Todas las Gentes, p. 98.
Esta segunda cita deja claramente resaltado la lucha de Cristo por no ceder a la
complacencia de los apetitos y de las pasiones. Ya hemos visto que estos apetitos y pasiones se
heredan. Así pues, parte de la herencia de Cristo fueron los apetitos y pasiones de sus
antepasados.
d) Las flaquezas y debilidades físicas, mentales y morales
Cristo adoptó la naturaleza humana caída con todos sus dolores, debilidades y flaquezas.
Hablando de Él, se dice:
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades17, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.” Isa.53:4.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades”, sino uno que “fue crucificado en debilidad” (Heb.4:15; 2Cor.13:4).
“Estuvo sometido a las debilidades y flaquezas por las cuales está rodeado el hombre, ‘para
que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras
enfermedades, y llevó nuestras dolencias’. Él se compadeció de nuestras debilidades, y en todo
fue tentado como lo somos nosotros, pero ‘sin pecado’.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White],
tomo 5, p. 1105.
“Él [Cristo] tomó nuestras debilidades. No sólo fue hecho carne, sino fue hecho a semejanza
de carne de pecado. Se impidió que sus atributos divinos aliviaran la angustia de su alma o sus
dolores corporales.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1098.
¿Cómo Cristo tomó estas debilidades? Por medio de la ley de la herencia a la cual se
sometió. Pues las características físicas, mentales y morales son heredadas también.
“En nuestra humanidad, Cristo había de resarcir el fracaso de Adán. Pero cuando Adán fue
asaltado por el tentador, no pesaba sobre él ninguno de los efectos del pecado. Gozaba de una
plenitud de fuerza y virilidad, así como del perfecto vigor de la mente y el cuerpo... No sucedía
lo mismo con Jesús cuando entró en el desierto para luchar con Satanás. Durante cuatro mil años,
la familia humana había estado perdiendo fuerza física y mental, así como valor moral; y Cristo
tomó sobre sí las flaquezas de la humanidad degenerada. Únicamente así podía rescatar al
hombre de las profundidades de su degradación.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 91-92.

17
La palabra hebrea traducida por enfermedades aquí se refiere a: dolencia, ansiedad, calamidad; y se traduce por: enfermedad, enfermo,
miseria, dolor, quebranto (cf. La palabra H2483 de la Concordancia Exhaustiva de James Strong).
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Desde la caída, la raza humana había estado disminuyendo en tamaño y en fortaleza física, y
hundiéndose más profundamente en la escala de la dignidad moral, hasta el período del
advenimiento de Cristo a la tierra. Y a fin de elevar al hombre caído, Cristo debía alcanzarlo
donde estaba. El tomó la naturaleza humana y llevó las debilidades y la degeneración del
hombre. El que no conoció pecado, llegó a ser pecado por nosotros. Se humilló a sí mismo hasta
las profundidades más hondas del infortunio humano a fin de poder estar calificado para llegar
hasta el hombre y elevarlo de la degradación en que el pecado lo había sumergido.” Mensajes
Selectos, tomo 1, p. 314-315.
La fuerza física y mental, así como el valor moral de la humanidad habían estado
disminuyendo por la complacencia del apetito depravado y de las bajas pasiones:
“La satisfacción del apetito y la pasión embota la mente, disminuye la fuerza física y debilita
el poder moral.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 421-422.

Debemos entender que al someterse a la ley de la herencia, Cristo alcanzó al pecado en sus mismas
raíces. Pues todos los pecados manifiestos en el mundo están latentes en nuestra carne. Fue por eso que
se dice que “3…lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su
Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4para que la
justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu.” Rom.8:3-4.
No debemos olvidar que Cristo “vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y
tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin pecado.”18 Consideremos pues ahora cómo Cristo
experimentó nuestras penas y tentaciones en su carne humana.

18 El Deseado de Todas las Gentes, p. 32.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Parte 4
TENTADO EN TODO COMO NOSOTROS
(Heb.4:15)

Ahora estamos entrando en otro aspecto muy delicado de la vida terrenal de Jesucristo: Sus
tentaciones. La buena comprensión de la forma en que fue tentado Cristo y la manera que Él obtuvo la
victoria sobre toda tentación es de suma importancia para nuestra consideración acerca de cuán
semejante a nosotros era Cristo en su carne humana. Para comprender a Cristo siendo tentado
debemos recordarnos a nosotros mismos siendo tentados; y para saber cómo vencer toda tentación,
debemos estudiar la manera en que Jesús venció toda tentación. Por eso, necesitamos analizar qué es la
tentación, cuáles son los agentes que inducen a la tentación, cómo somos tentados o cómo
experimentamos la tentación, y cuáles son los deseos o inclinaciones naturales que hacen que
experimentamos la tentación. Consideraremos también la experiencia de Jesús siendo tentado y cómo
Él pudo vencer todas las tentaciones.

A- LA TENTACIÓN: DEFINICIÓN Y PROCEDENCIA


Antes de comenzar a hablar de la tentación, consideremos la definición que se da de ella y de dónde
nos vienen todas las tentaciones que nos asaltan.
1. ¿Qué Es Tentación?
“La tentación es incitación al pecado” D.M.J. 99. Es “el acto del tentador; la atracción al mal por
medio de argumentos, de halagos, o por medio del ofrecimiento de algo real o aparentemente
bueno… Invitación de las pasiones; atracciones al mal proveniente de la perspectiva del placer o
ventaja… Lo que es presentado a la mente como una persuasión al mal.” Diccionario Noah
Webster’s 1828, art. ‘Temptation’ (Tentación).
“Tentación en el ámbito de la religiones con doctrinas Cristianas, es la provocación o
incitación por parte de Satanás (el Diablo) a acceder, obedecer o no obedecer, aceptar o no aceptar;
hacer o dejar de hacer y decir o dejar de decir.” Wikipedia (internet).

2. Los Agentes Tentadores y Procedencia de la Tentación


El agente tentador no puede ser Dios, porque Santiago nos advierte que “Cuando alguno es
tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él
tienta a nadie” Stg.1:13.
“La tentación… no procede de Dios, sino 1de Satanás y 2del mal que hay en nuestros propios
corazones” El Discurso Maestro de Jesucristo, p. 99.
De manera que, “nuestros enemigos están a dentro y a fuera. Somos asaltados por tentaciones
que son numerosas y engañosas, más peligrosas porque no siempre son detectadas claramente.”
Manuscritos Revelados, tomo 14, p. 294 (par.3).
Los ataques nos provienen de tres fuentes: de la carne, del mundo y del diablo. Constituyen pues
tres enemigos a vencer. La sierva del Señor dice: “Cada cristiano será asaltado por 1las seducciones
del mundo, 2los clamores de la naturaleza carnal, y 3las tentaciones directas de Satanás.” Joyas de
los Testimonios, tomo 2, p. 15.
a) Asaltados directamente por Satanás y sus agentes:
Muchas veces somos asaltados por tentaciones directas de Satanás, de sus huestes malignas,
y de hombres y mujeres que se han vuelto sus agentes. Las malas insinuaciones del gran

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

engañador constituyen las tentaciones más sutiles para el hombre. La Palabra de Dios lo llama
“el tentador” (1Tes.3:5) y el que “engaña a todo el mundo” (Apo.12:9):
“Si los jóvenes poseyesen integridad moral, en vano se les presentarían las más fuertes
tentaciones. El acto de tentar es de Satanás, pero el de ceder es vuestro. Toda la hueste de
Satanás no tiene poder para forzar al tentado a ceder. No hay excusa para el pecado.” Mensajes
para los Jóvenes, p. 428.
“Satanás emplea a hombres y mujeres como agentes para inducir al pecado y hacerlo
atractivo. A estos agentes los educa fielmente para disfrazar el pecado a fin de poder destruir
con más éxito a las almas y despojar a Cristo de su gloria. Satanás es el gran enemigo de Dios y
del hombre. Se transforma por sus agentes en ángel de luz. En las Escrituras es llamado
destructor, acusador de los hermanos, engañador, mentiroso, atormentador y homicida. Satanás
tiene muchos servidores, pero tiene más éxito cuando puede emplear a los que profesan ser
cristianos para realizar su obra satánica. Y cuanto mayor sea la influencia, más elevada la
posición que ocupen, y mayor conocimiento profesen de Dios y de su servicio, tanto mayor será
el éxito con que podrá emplearlos. Quienquiera que induzca a otro al pecado es su agente.”
Joyas de los Testimonios, tomo 2, p. 33.
b) Asaltados indirectamente por el mundo y sus atracciones:
A parte de las tentaciones más directas de Satanás y de sus agentes, las cosas del mundo son
también instrumentos en la mano de Satanás para fastidiarnos con tentaciones indirectas desde
afuera. La Palabra de Dios nos advierte que Satanás ha colmado el mundo con muchas cosas
que atraen y que invitan al mal. Constituyen pues las tentaciones más seductoras para el ser
humano. Por lo que la Palabra de Dios exhorta diciendo:
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor
del Padre no está en él.” 1Jn.2:15.
“Cuando Juan ordena a sus lectores: ‘no améis al mundo’, no está pensando en la tierra
cuando salió de las manos del Creador, sino en los elementos terrenales, animados e inanimados,
que Satanás ha unido en su rebelión contra Dios. Juan sabe cuán atrayente pueden parecer, y
ordena a los cristianos que se cuiden de ellos y resistan su poder seductor…
“Las cosas que no se pueden usar para bien deben ser completamente evitadas, y aun muchas
cosas buenas en sí mismas pueden interponerse entre el hombre y Dios. Casas y tierras, vestidos
y muebles, parientes y amigos, son posesiones que es bueno tener, pero si cualquiera de ellas se
convierte en un centro de atención que perjudica la vida espiritual, toma el lugar de Dios y se
convierte en un ídolo... El yo es lo que, sin ninguna duda, se interpone finalmente entre el
hombre y Dios.” Comentario Bíblico ASD, tomo 7, p. 659-660.
“Los cuidados, las riquezas, los placeres, todos son usados por Satanás en el juego de la vida
para conquistar el alma humana.” Palabra de Vida del Gran Maestro, p. 36.
c) Asaltados internamente por los clamores de la naturaleza carnal:
¿Qué son “los clamores de la naturaleza carnal” que nos asaltan? Son las fuertes sensaciones
que provocan los apetitos y las pasiones de nuestra naturaleza pecaminosa.
“Todo aquel que complace el apetito comiendo demasiado a menudo, e ingiere alimentos
malsanos, debilita su poder de resistir a los clamores del apetito y la pasión en otros respectos,
en la proporción en que ha fortalecido la propensión a los hábitos incorrectos relacionados con el
comer.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 423-424.
No debemos olvidar que los “apetitos pervertidos” y las “pasiones pecaminosas” se heredan
de los antepasados, se transmiten de padres a hijos por la ley de la herencia. Estos constituyen

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“los clamores de la naturaleza carnal” o “los clamores del apetito y la pasión” que solicitan ser
gratificados y son así fuertes tentaciones internas para nosotros. De eso habla el apóstol Pedro
cuando habló de “los deseos carnales que batallan contra el alma” (1Ped.2:11):
“El apóstol Pedro entendía la relación que hay entre la mente y el cuerpo, y levantó su voz
para amonestar a los hermanos: ‘Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os
abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma’ (1Ped.2:11). Muchos consideran
que este texto es una advertencia contra la licencia solamente; pero tiene un significado más
amplio. Prohíbe toda gratificación perjudicial del apetito o la pasión. Todo apetito
pervertido llega a ser una concupiscencia que combate contra nosotros.” Consejos sobre el
Régimen Alimenticio, p. 197-198.
“Los clamores de la naturaleza carnal” constituyen las tentaciones más fuertes e irresistibles
para el hombre:
“El cristiano debe entender que no pertenece a sí mismo, sino que ha sido comprado por un
precio. Sus más fuertes tentaciones vendrán del interior, puesto que debe batallar contra las
inclinaciones del corazón natural.” The Bible Echo, 01 de Diciembre de 1892 (par. 4).
¿Cómo se han pervertido los apetitos y pasiones naturales del hombre hasta volverse en
“deseos carnales… que batallan contra el alma”?
“Los apetitos naturales de los hombres han sido pervertidos por la complacencia. Por
medio de la gratificación malsana se han convertido en ‘deseos carnales que batallan contra el
alma.’ A menos que el cristiano vigila en oración, dará rienda suelta a los hábitos que deberían
ser vencidos. A menos que él sienta la necesidad de vigilancia constante, sus inclinaciones,
abusadas y mal orientadas, serán los medios de su rebelión contra Dios.” Manuscritos
Revelados, tomo 14, p. 295 (par. 1).
Ahora bien, es bueno saber que “cuanto más se complazca el apetito, mayores serán sus
clamores para ser gratificado.” Consejos sobre el Régimen Alimenticio, p. 186.
“Muchas madres que deploran la intemperancia que existe por doquiera, no miran bastante
hondo para ver la causa. Están preparando diariamente una variedad de platos muy sazonados,
que tientan al apetito e incitan a comer demasiado. Las mesas de nuestro pueblo
norteamericano se preparan generalmente de una manera que contribuye a formar borrachos.
El apetito es el principio que rige a un numeroso grupo de personas. Todo aquel que complace el
apetito comiendo demasiado a menudo, e ingiere alimentos malsanos, debilita su poder de
resistir a los clamores del apetito y la pasión en otros respectos, en la proporción en que ha
fortalecido la propensión a los hábitos incorrectos relacionados con el comer.” Joyas de los
Testimonios, tomo 1, p. 423-424.
“La Palabra de Dios advierte claramente que a menos que nos abstengamos de la
complacencia carnal, la naturaleza física entrará en conflicto con la naturaleza espiritual. La
manera licenciosa de comer lucha contra la salud y la paz. Así se establece una guerra entre los
atributos elevados y los inferiores del hombre. Las inclinaciones más bajas, fuertes y activas,
oprimen el alma. Los intereses superiores del ser quedan expuestos al peligro por la
complacencia de los apetitos que no tienen la aprobación del Cielo.” Consejos Sobre la Salud,
p. 578.
Entonces, cuando cedemos a “los clamores del apetito y la pasión” estos se vuelven cada vez
más exigentes y nos volvemos menos fuertes y decididos para resistirlos. Al seguir en la
complacencia de estos deseos carnales formamos hábitos que manchan nuestro carácter y
cultivamos vicios:

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Al joven se le va pervirtiendo poco a poco hasta que el hábito de la bebida queda
arraigado, y se le despierta la sed, que, cueste lo que cueste, ha de satisfacer.” La Temperancia,
p. 183.
“Los esclavos del tabaco verán a sus familias sufrir por falta de comodidades de vida y del
alimento necesario, pero no tendrán la fuerza de voluntad para renunciar a su tabaco. Los
clamores del apetito prevalecen sobre el afecto natural. Los domina el apetito, que tienen en
común con las bestias.” La Temperancia, p. 59.
“El hombre que contrajo el hábito de la bebida se encuentra en una situación desesperada.
Su cerebro está enfermo y su voluntad debilitada. En lo que toca a su propia fuerza, sus apetitos
son ingobernables. No se puede razonar con él ni persuadirle a que se niegue a sí mismo. El
que ha sido arrastrado a los antros del vicio, por mucho que haya resuelto no beber más, se ve
inducido a llevar de nuevo la copa a sus labios; y apenas pruebe la bebida, sus más firmes
resoluciones quedarán vencidas, y aniquilado todo vestigio de voluntad.” La Temperancia, p.
184.
El alma experimenta pues lo descrito por la Hna. White cuando dijo: “Deseáis hacer su
voluntad [de Dios], mas sois moralmente débiles, sujetos a la duda y dominados por los hábitos
de vuestra mala vida. Vuestras promesas y resoluciones son tan frágiles como telas de araña. No
podéis gobernar vuestros pensamientos, impulsos y afectos.” El Camino a Cristo, p. 47.
En otras palabras, la complacencia de los apetitos pervertidos nos lleva a tener una mente
carnal (una mente inclinada al mal), la cual la Palabra de Dios declara que es enemiga de Dios
(cf. Rom.8:7; Col.1:21).
“Satanás los tentó [a los hijos de Israel] a considerar esto [la privación en gran medida del
uso de la carne] como algo injusto y cruel. Les hizo anhelar las cosas prohibidas porque vio que
mediante la complacencia del apetito pervertido llegarían a tener una mente carnal y
fácilmente podrían ser llevados a hacer la voluntad de Satanás; los órganos inferiores serían
fortalecidos, mientras que las facultades intelectuales y morales se debilitarían.” La
Temperancia, p. 142.
No son solamente el apetito pervertido y las pasiones pecaminosas que se convierte en
deseos carnales que luchan contra el alma:
“Hay peligro en las diversiones que persiguen únicamente la complacencia propia. Todos
los hábitos de complacencia que debilitan las facultades físicas, que anublan la mente o
entorpecen las percepciones espirituales, son ‘deseos carnales que batallan contra el alma’
(1Ped.2:11).” Palabra de Vida del Gran Maestro, p. 33.
Otro asunto que es bueno entender es el siguiente: Es la complacencia de los apetitos
pervertidos que excita o inflama las pasiones pecaminosas en nosotros:
“En nuestra época existen los mismos pecados que los que trajeron la ira de Dios en los días
de Noé. Los hombres y las mujeres llevan ahora el comer y el beber hasta la glotonería y la
embriaguez. Este pecado prevaleciente, la complacencia del apetito pervertido, inflamó las
pasiones de los hombres en los días de Noé, y condujo a una corrupción general, hasta que su
violencia y sus crímenes alcanzaron al cielo, y Dios lavó la tierra de su contaminación moral por
medio de un diluvio.
“Los mismos pecados de la glotonería y la embriaguez amortiguaron las sensibilidades
morales de los habitantes de Sodoma, de manera que los crímenes parecían constituir el deleite
de los hombres y las mujeres de esa ciudad malvada.” Consejos sobre el Régimen Alimenticio,
p. 71.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Los que se permiten convertirse en esclavos de un apetito glotón, a menudo van más allá, y
se rebajan a sí mismos complaciendo sus pasiones corruptas, que han sido excitadas por la
intemperancia en el comer y el beber. Dan rienda suelta a sus bajas pasiones, hasta que la salud
y el intelecto sufren grandemente. Las facultades de raciocinio resultan destruidas en gran
medida por los malos hábitos.” Consejos sobre el Régimen Alimenticio, p. 73.
Ahora bien, si con el poder de Dios logramos dominar el deseo de satisfacer el apetito
depravado, podemos subyugar más fácilmente nuestras pasiones.
“Dominad el deseo de gratificar el apetito, y si lo hacéis, vuestras pasiones serán fácilmente
dominadas. Entonces vuestras facultades mentales y morales serán más fuertes.” Consejos sobre
el Régimen Alimenticio, p. 192.
Es bueno aclarar que la expresión “los deseos carnales… que batallan contra el alma” no se
refiere a las sensaciones naturales de las necesidades fisiológicas (necesidad de comer, beber,
descansar, dormir, orinar, defecar, etc.); la sensación de estas necesidades naturales son
“clamores de la naturaleza carnal”, pero no es una tentación en sí. Sin embargo, podemos ser
tentados en base a ellas, sobre todo cuando surgen estas necesidades y en base a las que tienen
que ver con el apetito.
Entonces, el punto de partida que nos debilita frente a todas las tentaciones, que nos hace
perder el dominio propio, es la complacencia malsana de los apetitos. Allí, en este asunto del
apetito”19, comenzó todo el mal que existe en el mundo:
“[Satanás] Se regocijaba de que Adán y Eva en el Edén no pudieran resistir a sus
insinuaciones cuando recurrió a su apetito. De la misma manera venció a los habitantes del
mundo antiguo, por medio de la complacencia del apetito concupiscente y de las pasiones
corruptas. Pudo vencer a los israelitas mediante la complacencia del apetito... Mediante la
complacencia del apetito y de las pasiones había inducido a David y a Salomón, que habían sido
especialmente favorecidos por Dios, a que incurrieran en el desagrado de Dios. Y se jactaba de
que todavía podría tener éxito en torcer el propósito de Dios de salvar al hombre mediante
Jesucristo…
“Atacó a Cristo con tentaciones relacionadas con el apetito. En ese punto había vencido a
Adán y había dominado a sus descendientes, y por medio de la complacencia del apetito los
había inducido a provocar a Dios con su iniquidad hasta que sus crímenes habían llegado a ser
tan grandes que el Señor los había eliminado de la tierra mediante las aguas del diluvio.
“Bajo las tentaciones directas de Satanás, los hijos de Israel permitieron que el apetito les
dominara la razón y, debido a su complacencia, fueron inducidos a cometer graves pecados que
despertaron la ira de Dios contra ellos, y cayeron en el desierto. Pensó que tendría éxito
venciendo a Cristo con la misma tentación.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 321-322.

B- ¿CÓMO SOMOS TENTADOS?


Dado que Cristo “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”20, para saber cómo
fue tentado Cristo, debemos estudiar y analizar el proceso de la tentación mirándonos a nosotros
mismos siendo tentados, y recordar el efecto de la tentación sobre nosotros. Por lo tanto, no solamente

19 El apetito es “1el deseo natural de placer o bien; el deseo de gratificación, ya sea del cuerpo o de la mente. Los apetitos son pasiones
dirigidas a objetos en general, como el apetito de fama, gloria o de riquezas; a diferencia de las pasiones dirigidas a algunos objetos
particulares, que conservan su propio nombre, como la pasión del amor, de la envidia o de la gratitud. La pasión no existe sin un objeto; los
apetitos naturales existen primero, y luego son dirigidos a objetos. 2Un deseo de comida o bebida; una sensación dolorosa ocasionada por
hambre o sed. 3Fuerte deseo; ansia o anhelo. (…) Los apetitos son naturales o artificiales. El hambre y la sed son apetitos naturales; los
apetitos por aceitunas, tabaco, etc. son artificiales.” Diccionario Noah Webster’s 1828, art. ‘Appetite’ (Apetito).
20 Heb.4:15.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

vamos a analizar el proceso de la tentación, sino que consideraremos también hasta qué punto hay
pecado o no.
1. Los Agentes Tentadores Excitan Nuestros Deseos
El trabajo de los agentes tentadores es crear la situación o condición para que nuestros deseos
sean excitados, estimulados para ser complacidos de manera contraria a la voluntad de Dios.
“Los instrumentos satánicos desempeñan su parte en la estimulación de la concupiscencia de la
carne, los deseos de los ojos, la manifestación de egoísmo, la extralimitación en el poder, la crueldad
y la fuerza empleadas para unir a los hombres en confederaciones y sindicatos, disponiéndolos en
atados para el terrible fuego de los últimos días.” El Evangelismo, p. 23-24.
Por lo que, comentando la declaración: “no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” de la
oración modelo de Jesús, la sierva del Señor dice que “hemos de orar que Dios no permita que
seamos puestos en situación de ser seducidos por los deseos de nuestros propios corazones malos.”21

2. Nuestros Propios Deseos Nos Atraen y Seducen


La Palabra de Dios declara que “cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia22 es
atraído y seducido.” Stg.1:14. En otras palabras: “Todo hombre es tentado cuando es llevado por
sus propias concupiscencias y seducido.”23
Aquí se nos da una explicación de lo que pasa cuando una persona es tentada: Su propia
concupiscencia (o deseo) le atrae y seduce. Si no reaccionan las concupiscencias (o deseos) para
tratar de atraer y seducir la mente a que consienta en sus exigencias, no se está experimentando la
tentación.
No debemos olvidar que nuestros deseos pecaminosos e inclinaciones al mal fueron adquiridos
por medio de “la gran ley de la herencia”. Por lo tanto, en nuestra naturaleza humana hay
concupiscencias que aspiran a ser satisfechas, que atraen y seducen la mente para que las
complazcamos.
Pero, ¿cuáles son estas concupiscencias, estos deseos que hacen tan efectiva la tentación?
¿Cuántas clases de ellos hay?
Los libros inspirados hacen mención de tres clases de concupiscencias o deseos diciendo:
“Porque todo lo que hay en el mundo, 1los deseos de la carne, 2los deseos de los ojos, y 3la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” 1Jn.2:16.
“Por todas partes ha de hacerse frente a tentaciones excitantes a seguir 1la concupiscencia de la
carne, 2la concupiscencia de los ojos y 3la soberbia de la vida.” Consejos sobre el Régimen
Alimenticio, p. 197.
Fue mediante estos deseos, que al principio eran puros y santos, que Satanás logró vencer a Eva
y trajo todo el mal que hay en el mundo.
El relato bíblico relata: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer [los deseos de la
carne], y que era agradable a los ojos [los deseos de los ojos], y árbol codiciable para alcanzar la
sabiduría [la soberbia de la vida]; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual
comió así como ella.” Gén.3:6.

21 Discurso Maestro de Jesucristo, p. 100.


22 La palabra “concupiscencia” de la cita de Santiago es la traducción de la palabra griega “epidsumía” que se rinde por “codicia,
concupiscencia, deseo, pasión”. Y esta palabra griega viene a su vez del verbo griego “epidsuméo” que significa “poner el corazón sobre,
i.e. anhelar por”, y se traduce por “anhelar, ansiar, codiciar, desear” Ver la palabra “G1939” de la “Concordancia Exhaustiva de la Biblia”
de James Strong.
23 Mensajes para los Jóvenes, p. 428.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

a) Atraídos y seducidos por los deseos de la carne


“Los deseos de la carne” son los apetitos y las pasiones que hemos heredado. Y sabiendo
que tenemos estas debilidades, estos anhelos naturales en nuestra naturaleza caída, Satanás nos
incita, por medio de la tentación, a complacerlos indebidamente.
“No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para
ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás
a causa de vuestra incontinencia.” 1Cor.7:5.
“En nuestra propia fortaleza, nos es imposible negarnos a los clamores de nuestra naturaleza
caída. Por su medio, Satanás nos presentará tentaciones. Cristo sabía que el enemigo se
acercaría a todo ser humano para aprovecharse de las debilidades hereditarias y entrampar,
mediante sus falsas insinuaciones, a todos aquellos que no confían en Dios.” El Deseado de
Todas las Gentes, p. 98.
“A menudo Satanás nos conquista por medio de nuestras inclinaciones naturales y apetitos.
Estos fueron designados divinamente, y cuando fueron dados al hombre, eran puros y santos. Era
el propósito de Dios que la razón gobernara los apetitos, y que éstos contribuyeran a nuestra
felicidad.” Manuscritos Revelados, tomo 14, p. 294 (par.3).
“Satanás se presenta a toda alma con tentaciones que asumen muchas formas seductoras en
lo que respecta a la satisfacción del apetito. El cuerpo es un medio muy importante de desarrollar
la mente y el alma para la edificación del carácter. De ahí que el adversario de las almas encauce
sus tentaciones para debilitar y degradar las facultades físicas. El éxito que obtiene en ello
significa con frecuencia la entrega de todo el ser al mal. A menos que las tendencias de la
naturaleza física estén dominadas por un poder superior, obrarán con certidumbre ruina y
muerte.” Patriarcas y Profetas, p. 359.
b) Atraídos y seducidos por los deseos de los ojos
En el Edén nuestros primeros padres, se deleitaban en la contemplación de las obras de la
creación24. “Los deseos de los ojos” – deseos de placer y excitación mentales por la
contemplación de las cosas que están en el mundo (la alegría), deseos de conocer y descubrir
cosas interesantes (la curiosidad) – son también parte de la naturaleza humana:
“Di a la casa de Israel: Así dice Jehová el Señor: He aquí yo profano mi santuario, la gloria
de vuestra fortaleza, el deseo de vuestros ojos, y el deleite de vuestra alma; vuestros hijos y
vuestras hijas que dejasteis caerán a espada.” Eze.24:21.
Conociendo la existencia de estos deseos naturales en nosotros, Satanás ha llenado el mundo
de cosas (distracciones, placeres, juegos, imágenes, libros, aparatos audiovisuales, etc.) que nos
tientan; y siendo tentados, somos atraídos y seducidos por estos deseos.
“Si ‘los deseos de la carne’ se aplican particularmente a los pecados que provienen del
cuerpo, puede entenderse que ‘los deseos de los ojos’ se refiere al placer mental que es
estimulado por la vista. Buena parte del placer pecaminoso del mundo se experimenta mediante
los ojos. Muchos que se apresurarían a negar cualquier intención de complacerse en un pecado
consumado, sienten un vivo deseo de leer en cuanto al pecado, de verlo en láminas o presentado
en una pantalla. Aquí se aplican las palabras de 1Cor.10:12: ‘El que piensa estar firme, mire que
no caiga’. Quizá Juan pensaba en los brutales espectáculos del circo romano, cuando los
hombres luchaban a muerte entre sí o contra animales salvajes. Esos espectáculos despertaban la
misma curiosidad morbosa que avivan algunos deportes inmorales en nuestros días.”
Comentario Bíblico ASD, tomo 7, p. 660.

24Nuestros primeros padres se deleitaban también al oír el canto de los pájaros como de los sonidos emitidos por otros elementos o
animales de la creación. De manera que, lo que oían y veían (audio-visual) les proveían agradables e inocentes placeres mentales.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“La concupiscencia de los ojos, el deseo de excitación y diversión agradable, es una


tentación y una trampa para el pueblo de Dios. Satanás tiene muchas redes peligrosas de fina
trama, que parecen inocentes, pero con las cuales se prepara hábilmente para engañar al pueblo
de Dios. Hay espectáculos agradables, entretenimientos, discursos sobre frenología, y una
inacabable variedad de empresas destinadas a desviar al pueblo de Dios, para que ame al mundo
y las cosas que están en él.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 177.
c) Atraídos y seducidos por la ambición egoísta
“La vanagloria [jactancia, ostentación u orgullo] de la vida” se refiere a “la gran tentación
de la ambición egoísta, de servir al yo”, el deseo de prosperidad mundanal25 y de poder. Otras
versiones lo rinde por “la jactancia de las riquezas”, o “el orgullo de poseer muchas riquezas”26.
A causa de estos deseos ambiciosos de ostentarse, también somos atraídos y seducidos.
“9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias
y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10 porque raíz de todos los
males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores.” 1Tim.6:9,10.
El apóstol Santiago explica de su parte lo siguiente: “1 ¿De dónde vienen las guerras y los
pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? 2
Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero
no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en
vuestros deleites.” Stg.4:1-3.
La pluma inspirada cuenta que “Con el fin de lograr su propósito de que los hombres no
tengan tiempo para meditar, Satanás los mantiene ocupados en la búsqueda de la alegría y el
placer, y dedicados a beber y comer. Los llena de ambición por llevar a cabo empresas que
exalten su propia personalidad. El mundo se está aproximando paso a paso a la condición que
existía en los días de Noé. Se perpetran todos los crímenes imaginables. Los instrumentos
satánicos desempeñan su parte en la estimulación de la concupiscencia de la carne, los deseos de
los ojos, la manifestación de egoísmo, la extralimitación en el poder, la crueldad y la fuerza
empleadas para unir a los hombres en confederaciones y sindicatos, disponiéndolos en atados
para el terrible fuego de los últimos días.” El Evangelismo, p. 23-24.
Podemos notar que son los deseos o inclinaciones naturales (o concupiscencias) de nuestra
naturaleza humana que hacen efectiva la tentación. No son pecados en sí, pero al ser atraído y
seducido por ellos podemos pecar en la manera en que los satisfacemos.

3. Determinamos Seguir o Rechazar Los Deseos o Sugestiones Pecaminosos


Hay que entender que la tentación no es pecado. No hay pecado cuando nos asaltan sugestiones
o deseos que no son conforme a la voluntad de Dios. Cuando las concupiscencias nos atraen y
seducen, la mente, mediante el poder de la voluntad, debe determinar si sigue estas inclinaciones o
si se somete a la voluntad de Dios:
“Recordad que la tentación no es pecado. Recordad que por muy difíciles que sean las
circunstancias en que pueda encontrarse un ser humano, nada puede debilitar su alma mientras no
ceda a la tentación y mantenga su propia integridad. Podéis guardar los intereses que son más vitales
para vosotros. Nadie puede dañarlos sin vuestro consentimiento. Todas las legiones satánicas no
pueden dañaros a menos que abráis vuestra alma a los dardos satánicos. Mientras Permanezcáis
firmes de parte del bien, no podrá ocurrir vuestra ruina.” A Fin de Conocerle, 250.

25 Ver Palabra de Vida del Gran Maestro, p. 33.


26 Biblia de Jerusalén, Biblia en Lenguaje Sencillo
37
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

De manera que no es obligatorio caer en la tentación, ni imposible vencerla; podemos elegir


entre complacer las concupiscencias y negar sus clamores:
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará
ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la
salida, para que podáis soportar.” 1Cor.10:13.
“Ningún hombre puede ser obligado a pecar. Primeramente debe ser ganado su propio
consentimiento; el alma debe proponerse el acto pecaminoso antes de que la pasión pueda dominar a
la razón o la iniquidad triunfar sobre la conciencia. La tentación, por fuerte que sea, no es nunca
excusa para pecar.” Mensajes para los Jóvenes, p. 65.
a) La lucha tiene lugar en el terreno del corazón
La lucha contra la tentación, la cual terminará en victoria o derrota, se lleva a cabo en el
terreno del corazón, en la demarcación entre la carne y la mente, en la esfera de los
pensamientos e imaginaciones.
“…derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” 2Cor.10:5.
“El terreno del corazón es el campo de conflicto. La batalla que hemos de reñir, la mayor
que hayan peleado los hombres, es la rendición del yo a la voluntad de Dios, el sometimiento del
corazón a la soberanía del amor.” El Discurso Maestro de Jesucristo, p. 119.
b) Acariciar el deseo o el mal pensamiento ya es pecado
¿Cuándo hay pecado? ¿Desde qué punto comienza la contaminación del alma? Es desde la
concepción del mal en el corazón:
“Así ha dicho Jehová el Señor: En aquel día subirán palabras en tu corazón, y concebirás mal
pensamiento” Eze.38:10.
“la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo
consumado, da a luz la muerte.” Stg.1:15.
Cristo declaró: “Yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya
adulteró con ella en su corazón.” Mat.5:28.
O sea, es cuando acariciamos los malos pensamientos, cuando la mente consiente en estos
malos deseos y pasiones que concebimos el pecado en el corazón; luego en el momento oportuno
estos pecados así concebidos saldrán a luz.
“El pecado de la calumnia comienza cuando se acarician malos pensamientos. El engaño
incluye la impureza en todas sus formas. Al tolerarse un pensamiento impuro y acariciarse un
deseo no santificado, el alma se contamina y se compromete su integridad. ‘Entonces la
concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es
consumado, produce la muerte’ (Sant.1:15). Para no cometer pecado, tenemos que resistir sus
mismos comienzos. Todo afecto y pasión han de sujetarse a la razón y a la conciencia. Todo
pensamiento no santificado debe ser repelido inmediatamente.” Testimonios para la Iglesia,
tomo 5, p. 165.
“Cuando se acarician pensamientos impuros, no es necesario expresarlos por palabras o
hechos para consumar el pecado y acarrear la condenación sobre el alma. Su pureza ya está
contaminada, y el tentador ha triunfado.” Mensajes para los Jóvenes, p. 428.
Entonces, cuando acariciamos o toleramos el mal en nuestros corazones, cediendo a los
clamores de la carne, las tentaciones directas del enemigo nos vencen con más facilidad; pues el
terreno del corazón ya está propicio para sus tentaciones.

38
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Satanás encuentra en los corazones humanos algún asidero en que hacerse firme; es tal vez
algún deseo pecaminoso que se acaricia, por medio del cual la tentación se fortalece.” El
Conflicto de los Siglos, p. 681.
Por lo que “Las tentaciones exteriores hallan respuesta en el corazón, y los pies se deslizan
imperceptiblemente hacia el pecado.” Consejos para los Maestros, Padres y Alumnos, p. 410.
Jesús dio a entender claramente que el pecado abierto se origina en el interior (en el
corazón) del hombre diciendo: “21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos
pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las
maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23 Todas
estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.” Mrc.7:21-23.
Por lo tanto, “El momento de tentación en que posiblemente se caiga en pecado gravoso no
crea el mal que se manifiesta; sólo desarrolla o revela lo que estaba latente y oculto en el
corazón.” El Discurso Maestro de Jesucristo, p. 54.
El enemigo de las almas trata siempre, por medio de sus tentaciones, de sacar a la luz estos
males acariciados en el corazón, estos pecados secretos, para luego acusarnos y avergonzarnos:
“Satanás trata de arrastrarnos a la tentación, para que el mal de nuestros caracteres pueda
revelarse ante los hombres y los ángeles, y él pueda reclamarnos como suyos.” Discurso
Maestro de Jesucristo, p. 99.
Así que, “Todo el cielo observa con intenso interés para ver si acaso miraremos a Jesús y nos
someteremos a su voluntad, o si en la tentación seguiremos las inclinaciones del corazón natural
y las incitaciones del maligno.” A Fin de Conocerle, p. 278.

C- CRISTO FUE TENTADO EN TODO COMO NOSOTROS


Aunque se le llama “el segundo Adán”, Cristo no experimentó la tentación como la probó Adán en
el Edén. En el caso de Adán, “se dispuso el plan de salvación de tal forma que cuando Adán fue
probado, la tentación fue apartada de él todo lo posible. Cuando Adán fue tentado, no tenía hambre. El
tuvo la oportunidad de satisfacer toda necesidad.” Señales de los Tiempos, 4 de Abril de 1900 (par. 4).
“¿En qué consistió el vigor del asalto contra Adán, que causó su caída? No fue el pecado inherente,
pues Dios hizo a Adán conforme al carácter divino, puro y recto. No había principios corruptos en el
primer Adán ni propensiones corruptas o tendencias al mal. Adán era tan impecable como los ángeles
que están delante del trono de Dios.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 1, p. 1097.
“Cuando Adán fue atacado por el tentador en el Edén, estaba sin mancha de pecado. Estaba en toda
la fortaleza de su perfección delante de Dios. Todos los órganos y facultades de su ser estaban
igualmente desarrollados y armoniosamente equilibrados.
“…Separada de la presencia de Dios, la familia humana se había apartado cada vez más, en cada
generación sucesiva, de la pureza, la sabiduría y los conocimientos originales que Adán poseyera en el
Edén. Cristo llevó los pecados y las debilidades de la raza humana tal como existían cuando vino a la
tierra para ayudar al hombre. Con las debilidades del hombre caído sobre él, en favor de la raza humana
había de soportar las tentaciones de Satanás en todos los puntos en los que pudiera ser atacado el
hombre.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 313-314.
Entonces, ¿cómo fue tentado Cristo? Esta pregunta es contestada sin lugar a equivocación en la
Palabra de Dios: “fue tentado en todo según nuestra semejanza” Heb.4:15; o sea, “de la misma manera
que nosotros” (Biblia al Día), “así como nosotros” (Versión Moderna).
El Espíritu de Profecía declara lo mismo diciendo: “Fue tentado en todo como el hombre es tentado,
y sin embargo él es llamado ‘el Santo ser’.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1102-
1103.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

1. ¿De Dónde Procedían Las Tentaciones de Cristo?


Conforme a todo lo que hemos considerado en lo que tiene que ver con nuestras tentaciones,
hemos visto que, aparte de las tentaciones que nos provienen directamente de Satanás y sus agentes,
otras proceden también “del mal que hay en nuestros propios corazones”. Por causa de los malos
deseos, apetitos pervertidos y pasiones pecaminosas que hemos heredado de nuestros antepasados;
somos asaltados también por diversas tentaciones desde nuestro interior. Y hemos vistos que estas
tentaciones que provienen del interior, desde la carne, son las más fuertes.
Ya que Cristo fue “fue tentado en todo según nuestra semejanza” Heb.4:15, sus tentaciones
provenían también del exterior (de Satanás y sus agentes) como del interior (de la carne y sus
deseos).
a) Tentado desde el exterior por Satanás y sus agentes:
La inspiración nos indica que muchas de las tentaciones de Cristo procedían desde afuera.
Satanás ha sido el infatigable y principal enemigo y asaltante de Cristo durante toda su vida en
la carne pecaminosa. Los registros inspirados lo demuestran diciendo:
“Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.” “Y estuvo allí en
el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le
servían.” Mat.4:1; Mrc.1:13.
“Satanás estaba listo para atacarlo a cada paso, y lanzarle sus más fieras tentaciones; pero él
‘no pecó ni se halló engaño en su boca’.” Comentario Bíblico ASD [E.G.W.], tomo 7A, p. 448.
“Satanás, mediante constantes y extrañas artimañas de su inventiva, procuraba hacer que
Cristo se rindiera a la tentación.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 938.
“¿Acaso no fue Cristo realmente tentado por Satanás no sólo en el desierto sino a través de
toda su vida, desde la niñez hasta la virilidad?” Ídem., p. 941.
Satanás trató por todas las maneras posibles de vencer a Cristo por medio de los deseos,
debilidades e inclinaciones que Cristo tenía en su humanidad por herencia.
“Cristo fue sometido a la prueba más apremiante, la cual exigió el poder de todas sus
facultades para resistir la inclinación, cuando estuvo en peligro de usar su poder para librarse de
la amenaza y [así] triunfar sobre el poder del príncipe de las tinieblas. Satanás mostró su
conocimiento de los puntos débiles del corazón humano, y puso en acción su poder hasta el
máximo para aprovecharse de las debilidades de la humanidad que Cristo había tomado para
vencer sus tentaciones en lugar del hombre.” Comentario Bíblico [E.G. White], tomo 7, p. 941.
Hombres y mujeres han sido usados también por el enemigo de las almas para tentar a
Cristo a ostentar con orgullo su poder, a desistir de su misión y así rebelarse contra la voluntad
de Dios, o a cometer cualquier otro acto pecaminoso. Leemos en las Sagradas Escrituras lo
siguiente:
“1 Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del
cielo… 21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a
Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser
muerto, y resucitar al tercer día. 22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle,
diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. 23 Pero él,
volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones
la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” Mat.16:1, 21-23.
b) Tentado desde el interior por la carne y sus deseos:
De acuerdo a la mensajera del Señor, en el desierto de la tentación, mucho antes de que
Satanás viniera a tentarle, Jesús luchaba ya con la tentación. Esto indica que su naturaleza
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

humana caída le asaltaba con diversas pruebas: “Cuando Jesús entró en el desierto, fue rodeado
por la gloria del Padre. Absorto en la comunión con Dios, se sintió elevado por encima de las
debilidades humanas. Pero la gloria se apartó de él, y quedó solo para luchar con la tentación.
Esta le apremiaba en todo momento. Su naturaleza humana rehuía el conflicto que le
aguardaba. Durante cuarenta días ayunó y oró. Débil y demacrado por el hambre, macilento y
agotado por la agonía mental, ‘desfigurado era su aspecto más que el de cualquier hombre, y su
forma más que la de los hijos de Adán.’ (Isa.52:14) Entonces vio Satanás su oportunidad. Pensó
que podía vencer a Cristo.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 92,93.
Cristo conoce lo que son y cómo son las exigencias de las debilidades de la naturaleza
humana pecaminosa que nos asaltan desde el interior. Las conoce por experiencia propia:
“El cristiano debe realizar que no pertenece a sí mismo, sino que ha sido comprado por un
precio. Sus más fuertes tentaciones vendrán del interior, puesto que debe batallar contra las
inclinaciones del corazón natural. El Señor conoce nuestras debilidades; sin embargo Él ha
valorado el hombre, a pesar de lo finito e incapaz de cualquier bien en y de sí mismo, a un precio
infinito.” The Bible Echo, 01 de Diciembre de 1892 (par. 4).
“El Hermano mayor de nuestra familia humana está junto al trono eterno. Mira a toda alma
que vuelve su rostro hacia él como al Salvador. Sabe por experiencia lo que es la flaqueza
humana, lo que son nuestras necesidades, y en qué consiste la fuerza de nuestras tentaciones,
porque fue ‘tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.’” El Ministerio de
Curación, p. 47.
Por lo tanto, “Mientras [los que se proponen ser obreros misioneros] traten de vencer las
inclinaciones egoístas del corazón natural, pondrán sus pies en las huellas de Jesús.” Obreros
Evangélicos, p. 81.
Nota: Cuando los libros inspirados mencionan las debilidades y/o las inclinaciones del
corazón natural, se refieren a los deseos, apetitos y pasiones naturales heredados. La
declaración siguiente lo revela: “Pablo tenía constantemente el temor de que sus malas
inclinaciones lograran la supremacía. Por eso estaba continuamente combatiendo y resistiendo
firmemente los apetitos y pasiones que trataban de manifestarse. Si el gran apóstol temblaba al
considerar sus debilidades, ¿con qué razón nos vamos a sentir nosotros confiados y dispuestos a
vanagloriarnos?” Cada Día con Dios, p. 277.
No debemos olvidar que el Espíritu de Profecía nos informa que fue para experimentar
nuestras penas y tentaciones que Cristo aceptó la ley de la herencia:
“Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia
de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él vino con una
herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin
pecado.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 32.
Y la sierva del Señor nos notifica que “Las malas inclinaciones, el apetito pervertido, la
moralidad depravada, además de las enfermedades y la degeneración física, se transmiten
como un legado de padres a hijos, hasta la tercera y cuarta generación.” Patriarcas y
Profetas, p. 313-314.
Por medio de la ley de la herencia, a la cual Él se sometió, Cristo heredó en su carne estas
debilidades de sus antepasados, para que por medio de ellas pudiera ser “tentado en todo como
nosotros” somos tentados. Si Él no hubiera venido con una “herencia tal” Cristo no habría
podido conocer nuestras penas y tentaciones; las diversas tentaciones no habrían tenido efecto
sobre Él. A lo mejor habría podido experimentar la tentación de Adán y Eva antes de pecar,
pero no las nuestras si no hubiera aceptado la ley de la herencia.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

2. Cristo Fue Tentado en Todo


La Biblia dice que Cristo “fue tentado en todo según nuestra semejanza”. Después de la lucha
en el desierto de la tentación, la Palabra de Dios registra: “Y cuando el diablo hubo acabado toda
tentación, se apartó de él por un tiempo.” Luc.4:13. Otras versiones dicen: “El diablo le puso a Jesús
todas las trampas posibles”27 “Cuando ya el diablo no encontró otra forma de poner a prueba a
Jesús”28 “Y cuando hubo acabado toda suerte de tentación”29
“Cristo es el único que experimentó todas las penas y tentaciones que sobrevienen a los seres
humanos. Nunca fue tan fieramente perseguido por la tentación otro ser nacido de mujer; nunca
llevó otro la carga tan pesada de los pecados y dolores del mundo. Nunca hubo otro cuya simpatía
fuera tan abarcante y tierna. Habiendo participado de todo lo que experimenta la especie humana,
no sólo podía condolerse de todo el que estuviera abrumado y tentado en la lucha, sino que sentía
con él.” La Educación, p.78.
Si Cristo no hubiera experimentado las mismas pruebas y tentaciones que nos acosan y de la
misma forma que nos asaltan, no habría podido ser nuestro Ayudador. Satanás habría encontrado
una excusa para demostrar la ineficacia del plan de salvación para el hombre:
“Como uno de nosotros, [Jesús] había de dar un ejemplo de obediencia. Para esto tomó sobre sí
nuestra naturaleza, y pasó por nuestras vicisitudes. ‘Por lo cual convenía que en todo fuese semejado
a sus hermanos’. Si tuviésemos que soportar algo que Jesús no soportó, en este detalle Satanás
representaría el poder de Dios como insuficiente para nosotros. Por lo tanto, Jesús fue ‘tentado en
todo punto, así como nosotros’ Heb.4:15. Soportó toda prueba a la cual estemos sujetos. Y no
ejerció en favor suyo poder alguno que no nos sea ofrecido generosamente.” El Deseado de Todas
las Gentes, p. 15-16.
¿Cuáles fueron estas tentaciones con las que asaltó Satanás a Cristo, las cuales contienen las
raíces de “toda tentación”, de “todas las trampas posibles”? La sierva del Señor contesta diciendo:
“En su humanidad, el Hijo de Dios luchó con las mismísimas terribles y aparentemente
abrumadoras tentaciones que asaltan al hombre: 1tentaciones a complacer el apetito, 2a aventurarse
atrevidamente donde Dios no nos conduce, y 3a adorar el Dios de este mundo, a sacrificar una
eternidad de bienaventuranza por los placeres fascinadores de esta vida.” Mensajes Selectos, tomo 1,
p. 111-112.
La base de todas nuestras tentaciones son los deseos que traemos en la naturaleza humana;
estos son, los deseos de la carne (apetitos y pasiones), los deseos de los ojos (deseos de diversión y
excitación) y los deseos de exhibir su poder y su yo (de la vanagloria de la vida).
a) Tentado en base a los deseos de la carne:
Así como la primera tentación del hombre fue sobre la base del apetito, y que por medio de
la complacencia del apetito todo el mal que está en el mundo ha llegado a la existencia; así trató
Satanás de vencer a Cristo en el desierto de la tentación primeramente en el asunto del apetito.
“2Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. 3Y vino a él el
tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.” Mat.4:2-3.
“Para Cristo, como para la santa pareja del Edén, el apetito fue la base de la primera gran
tentación. Precisamente donde empezó la ruina, debe empezar la obra de nuestra redención. Así
como por haber complacido el apetito Adán cayó, por sobreponerse al apetito Cristo debía
vencer.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 92.

27 Biblia Lenguaje Sencillo


28 Dios Habla Hoy
29 Versión Moderna

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“En el lugar de la raza humana, Cristo había de vencer el apetito soportando en este punto la
prueba más poderosa… En lugar del hombre, debía mostrar abnegación, perseverancia y
firmeza de principios, que son importantísimos para vencer las angustias del hambre que
carcomen. Debía demostrar un poder de dominio sobre el apetito más poderoso que el hambre y
aun que la muerte. (…)
“[Satanás] Tentó primero a Cristo en el apetito. En ese punto, casi tenía el dominio completo
del mundo, y sus tentaciones fueron adaptadas a las circunstancias que rodeaban a Cristo, que
hacían que sus tentaciones en cuanto al apetito fueran casi invencibles.” Mensajes Selectos,
tomo 1, p. 318-319, 322.
Esta tentación fue la más poderosa para Cristo porque él tenía mucha hambre; esta
necesidad fisiológica estaba muy apremiante. “Estaba demacrado por el largo ayuno y
experimentaba la más aguda sensación de hambre.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 319.
b) Tentado en base a los deseos de exhibir su poder y su yo:
“3Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en
pan… 6y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo...” Mat.4:3, 6.
“Cristo sabía que, al tomar la naturaleza del hombre, no tendría una apariencia igual a la de
los ángeles del cielo. Satanás lo instó a que si era realmente el Hijo de Dios le diera evidencia de
su excelso carácter. (…)
“Le dijo a Cristo que uno de los ángeles excelsos había sido desterrado al mundo. Le dijo
además que su aspecto [el de Cristo], indicaba que, en vez de ser el Rey del cielo, era el ángel
caído, y eso explicaba su apariencia demacrada y penosa.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 321-
322.
“En una manera provocativa e insultante, Satanás se refirió a la debilidad del momento y a
la desfavorable apariencia de Cristo, en contraste con su propio vigor y gloria. Se mofó de que
Cristo era un pobre representante de los ángeles y con menos razón de su excelso Comandante,
reconocido como Rey de las cortes regias. Su actual apariencia indicaba que había sido
abandonado de Dios y del hombre. Dijo que si Cristo era ciertamente el Hijo de Dios, el monarca
del cielo, tendría poder igual a Dios y podría dar evidencia de ello realizando un milagro y
convirtiendo en pan la piedra que estaba justamente a sus pies, para aliviar su hambre. Si Cristo
hacía esto, Satanás le prometió que inmediatamente renunciaría a sus pretensiones de
superioridad y que terminaría para siempre la contienda entre él y Cristo.
“Cristo no pareció notar las denigrantes mofas de Satanás. No fue movido a dar pruebas de
su poder. Humildemente soportó los insultos sin desquitarse.” Mensajes Selectos, tomo 1, p.
323-324.
c) Tentado en base a la presunción:
“5Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, 6y le
dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti,
y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.” Mat.4:5-6.
“En su primera tentación sobre el apetito, Satanás había tratado de insinuar dudas en cuanto
al amor y cuidado de Dios para Cristo como su Hijo, mostrando sus circunstancias y su hambre
como evidencias de que no disfrutaba del favor de Dios. No tuvo éxito con eso. Luego trató de
aprovecharse de la fe y la perfecta confianza que Cristo había mostrado hacia su Padre celestial,
instándolo a la presunción. ‘Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus
ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán para que no tropieces con tu pie en
piedra’…

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Satanás se hizo la ilusión de que podría aprovecharse de la humanidad de Cristo para


instarlo a trasponer la línea que separa la confianza de la presunción. Muchas almas se han
arruinado en este punto. Satanás trató de engañar a Cristo mediante la adulación. Admitió que
Cristo tuvo razón en el desierto al tener fe y confianza de que Dios era su Padre en las más
difíciles circunstancias. Luego instó a Cristo para que le diera una prueba más de su entera
dependencia de Dios, una evidencia más de su fe de que era el Hijo de Dios, arrojándose del
templo. Dijo a Cristo que si ciertamente era el Hijo de Dios, no tenía nada que temer, pues sus
ángeles estaban listos para sostenerlo. Satanás demostró que entendía las Escrituras por el uso
que les dio. (…)
“Bien comprendía Satanás que si podía prevalecer sobre Cristo haciendo que se arrojara del
templo, sin que su Padre se lo hubiera pedido, para probar su derecho al cuidado protector de su
Padre celestial, en ese mismo acto mostraría la debilidad de su naturaleza humana. (…)
“El objeto de Satanás al tentar a Cristo fue el de inducirlo a una atrevida presunción y a
mostrar debilidad humana que no lo convirtiera en un modelo perfecto para los suyos. Satanás
pensó que si Cristo fracasaba al pasar por la prueba de sus tentaciones, no habría redención para
la raza humana y sería completo su poder sobre ella.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 330-332.
d) Tentado en base a los deseos de poder, riqueza y fama:
Así como somos tentados muchas veces en base a nuestros deseos de tener influencia, poder,
riqueza, fama, etc., para nuestro propio orgullo (vanagloria de la vida), Satanás trataba de
vencer a Cristo en base a estos deseos de la naturaleza humana. Fue por eso que “5le llevó el
diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. 6Y le dijo el
diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y
a quien quiero la doy.” Luc.4:5-6.
“8 Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y
la gloria de ellos, 9 y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.” Mat.4:8,9.
La sierva del Señor explica que “En una visión panorámica [Satanás] presentó delante de
Cristo todos los reinos del mundo en su aspecto más atrayente… Esta última tentación fue la más
seductora de las tres. Satanás sabía que la vida de Cristo debía ser de dolor, penalidades y
conflictos. Y pensó que podría aprovecharse de este hecho para sobornar a Cristo para que
claudicara en su integridad. (…)” “Los ojos de Jesús se posaron por un momento sobre la gloria
presentada delante de él, pero se apartó y rehusó contemplar el fascinador espectáculo.”
Mensajes Selectos, tomo 1, p. 336.
e) Tentado en base a las emociones:
De acuerdo a la psicología, todo hombre trae de manera innata seis (6) emociones básicas
que son: La ira (rabia o enojo), el asco (repugnancia), el miedo (temor), la tristeza, la sorpresa
y la alegría (felicidad). Hay otras emociones que desarrollamos en base a estas seis entre las
cuales podemos mencionar: la frustración, los celos, el resentimiento, la envidia, la soberbia, la
culpa, la vergüenza, la depresión, la ansiedad, la gratitud, la esperanza, etc.
En su vida terrenal y humana, Cristo fue tentado también en base a estas emociones que él
tenía por herencia al tomar la naturaleza humana (las innatas) y las que él podía cultivar.
i. Cristo fue tentado a enojarse o airarse:
Nuestro Señor y Salvador Jesús fue tentado en muchas ocasiones a enojarse o airarse, a
guardar rencor o resentimiento, a experimentar los disgustos de la frustración. Fue
insultado, provocado y burlado con el propósito de manifestar estas emociones negativas:

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“En una manera provocativa e insultante, Satanás se refirió a la debilidad del momento
y a la desfavorable apariencia de Cristo, en contraste con su propio vigor y gloria. Se mofó
de que Cristo era un pobre representante de los ángeles y con menos razón de su excelso
Comandante, reconocido como Rey de las cortes regias. Su actual apariencia indicaba que
había sido abandonado de Dios y del hombre. (…)
“Cristo sabía que Satanás era mentiroso desde el principio, y necesitó de fuerte dominio
propio para escuchar las propuestas de ese insultante engañador sin reprochar
instantáneamente sus osadas arrogancias. Satanás esperaba que provocaría al Hijo de Dios
para que entrara en controversia con él y esperaba que así, en la extrema debilidad y agonía
de espíritu de Cristo, él podría obtener ventajas sobre Jesús. Tenía el propósito de pervertir
las palabras de Cristo, pretender haber triunfado, y llamar en su ayuda a sus ángeles caídos
para usar su poder al máximo a fin de prevalecer contra él y vencerlo.” Mensajes Selectos,
tomo 1, p. 323, 326-327.
ii. Cristo fue tentado a rehuir sacrificarse por temor al sufrimiento y a la muerte:
Por naturaleza los hombres tienen temor al sufrimiento y a la muerte. Y es por temor a
estas cosas que muchísimas veces caemos en las trampas del enemigo. Así que por
naturaleza humana que tomó, Jesús tenía también temor al sufrimiento y a la muerte:
“14Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo
mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, 15y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida
sujetos a servidumbre.” Heb.2:14-15.
“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y
lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.”
Heb.5:7.
“34Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. 35Yéndose
un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. 36Y
decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que
yo quiero, sino lo que tú.” Mrc.14:34-36.
“La voluntad humana de Cristo nunca lo habría llevado al desierto de la tentación... no lo
habría llevado a sufrir la humillación, burla, reproche, aflicción y muerte. Su naturaleza
humana rehuía todas esas cosas tan decididamente como lo hace la nuestra” Señales de los
Tiempos, 29 de octubre de 1894.
“Su humanidad [de Cristo] rehuía la hora del desamparo cuando, según todas las
apariencias, sería abandonado por Dios mismo, cuando todos le verían azotado, herido de
Dios y abatido. Rehuía la exposición en público, el ser tratado como el peor de los criminales
y una muerte ignominiosa. (…) Luego vino la sumisión divina a la voluntad de su Padre.” El
Deseado de Todas las Gentes, p. 577-578.
Teniendo su naturaleza humana rehuyendo el conflicto y el sufrimiento, en el desierto de
la tentación Satanás quería aprovecharse de eso para inducir a Jesús a no sacrificarse por
el hombre.
“Tan pronto como comenzó el largo ayuno de Cristo en el desierto, Satanás estuvo cerca
con sus tentaciones. Rodeado de luz, vino a Cristo pretendiendo ser uno de los ángeles del
trono de Dios, enviados en misión de misericordia para simpatizar con él y aliviarlo de su
condición doliente. Pretendió hacer creer a Cristo que Dios no le requería que pasara por la
abnegación y los sufrimientos que él anticipaba; que había sido enviado del cielo para darle
el mensaje de que Dios sólo quería probar su disposición para sufrir.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Satanás le dijo a Cristo que sólo debía colocar sus pies sobre la senda teñida en sangre,
pero que no había de recorrerla. A semejanza de Abrahán, fue probado para que mostrara su
perfecta obediencia. También declaró que él era el ángel que detuvo la mano de Abrahán
cuando levantó el cuchillo para matar a Isaac, y que ahora había venido para salvarle la vida;
que no era necesario que soportara la dolorosa hambre y la muerte por inanición, que lo
ayudaría a efectuar una parte de la obra en el plan de salvación.” Mensajes Selectos, tomo 1,
p. 320-321.
Lo mismo aconteció en el Getsemaní: Satanás estaba allí presente para convencer a
Cristo en base a eso a no sacrificarse por la humanidad ingrata:
“Y ¿qué se iba a ganar por este sacrificio? ¡Cuán irremisibles parecían la culpabilidad y la
ingratitud de los hombres! Satanás presentaba al Redentor la situación en sus rasgos más
duros: El pueblo que pretende estar por encima de todos los demás en ventajas temporales y
espirituales te ha rechazado. Está tratando de destruirte a ti, fundamento, centro y sello de las
promesas a ellos hechas como pueblo peculiar. Uno de tus propios discípulos, que escuchó
tus instrucciones y se ha destacado en las actividades de tu iglesia, te traicionará. Uno de tus
más celosos seguidores te negará. Todos te abandonarán.
“Todo el ser de Cristo aborrecía este pensamiento. Que aquellos a quienes se había
comprometido a salvar, aquellos a quienes amaba tanto, se uniesen a las maquinaciones de
Satanás, esto traspasaba su alma. (…)
“Era terrible la tentación de dejar a la familia humana soportar las consecuencias de su
propia culpabilidad, mientras él permaneciese inocente delante de Dios. Si tan sólo pudiera
saber que sus discípulos comprendían y apreciaban esto, se sentiría fortalecido.” El Deseado
de Todas las Gentes, p. 638, 639.
iii. Cristo fue tentado a dudar y desconfiar de Dios:
“3Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan… 5Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo
del templo, 6y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles
mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en
piedra.” Mat.4:3, 5-6.
En sus múltiples tentaciones contra Cristo en el desierto, “Satanás se hizo la ilusión de
que podría inducir a Cristo a dudar de las palabras pronunciadas desde el cielo en su
bautismo. Y si podía tentarlo a poner en duda su condición de Hijo de Dios, y a dudar de la
palabra de verdad pronunciada por su Padre, ganaría una gran victoria.
“Encontró a Cristo en el desolado desierto, sin compañía, sin alimento y en verdadero
sufrimiento. Lo que lo rodeaba era melancólico y repulsivo en extremo. Satanás le sugirió a
Cristo que Dios no habría dejado a su Hijo en esa condición de necesidad y sufrimiento real.
Esperaba sacudir la confianza de Cristo en su Padre, que le había permitido llegar a esa
condición de extremo sufrimiento en el desierto, donde nunca habían pisado los pies de los
hombres. Satanás esperaba inspirarle dudas en cuanto al amor de su Padre, dudas que
encontraran abrigo en la mente de Cristo. Esperaba que, bajo la fuerza del desaliento y el
hambre extrema, Cristo ejerciera su poder milagroso para su propio bien y se apartara de las
manos de su Padre celestial. Ciertamente, ésta fue una tentación para Cristo. Pero él no la
albergó ni por un momento. Ni por un solo momento dudó del amor de su Padre celestial,
aunque parecía estar oprimido por angustia inexpresable. Las tentaciones de Satanás, aunque
fueron hábilmente ideadas, no conmovieron la integridad del amado Hijo de Dios. No podía
ser sacudida su permanente confianza en su Padre.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 322-323.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

También, en la cruz del Calvario “Aun las dudas asaltaron al moribundo Hijo de Dios.
No podía ver a través de los portales de la tumba. Ninguna esperanza resplandeciente le
presentaba su salida del sepulcro como vencedor ni la aceptación de su sacrificio de parte de
su Padre. (…)
“La fe y la esperanza temblaron en medio de la agonía mortal de Cristo, porque Dios
ya no le aseguró su aprobación y aceptación, como hasta entonces. El Redentor del mundo
había confiado en las evidencias que le habían fortalecido hasta allí, de que su Padre aceptaba
sus labores y se complacía en su obra. En su agonía mortal, mientras entregaba su preciosa
vida, tuvo que confiar por la fe solamente en Aquel a quien había obedecido con gozo. No le
alentaron claros y brillantes rayos de esperanza que iluminasen a diestra y siniestra. Todo lo
envolvía una lobreguez opresiva.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 226, 227.
iv. Cristo fue tentado a temer:
“El Hijo de Dios sintió hasta lo sumo el peso del pecado del mundo en todo su espanto.
El desagrado del Padre por el pecado y la penalidad de éste, la muerte, era todo lo que podía
vislumbrar a través de esas pavorosas tinieblas. Se sintió tentado a temer que el pecado
fuese tan ofensivo para los ojos de Dios que no pudiese reconciliarse con su Hijo. La fiera
tentación de que su propio Padre le había abandonado para siempre, le arrancó ese clamor
angustioso en la cruz: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’” Joyas de los
Testimonios, tomo 1, p. 226-227.
Fue el mismo Satanás que le inspiraba este temor por sus insinuaciones: “Frente a las
consecuencias posibles del conflicto, embargaba el alma de Cristo el temor de quedar
separada de Dios. Satanás le decía que si se hacía garante de un mundo pecaminoso, la
separación sería eterna. Quedaría identificado con el reino de Satanás, y nunca más sería uno
con Dios.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 638.

3. Cristo Fue Tentado Con Más Fuerza y Poder Que Nosotros


“La tentación no es pecado. Jesús era santo y puro; sin embargo fue tentado en todo como
nosotros, pero con una fuerza y un poder que nunca el hombre tendrá que soportar.” Joyas de los
Testimonios, tomo 2, p. 135.
“Si en algún sentido tuviésemos que soportar nosotros un conflicto más duro que el que Cristo
tuvo que soportar, él no podría socorrernos.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 92.

4. Cristo Fue Atraído y Seducido Cuando Fue Tentado


Es bueno saber que alguien puede tratar de tentar a otro sin que éste sea tentado. Por ejemplo,
una mujer puede tentar a un demente, pero él no será tentado porque ya que su mente no puede
interpretar correctamente el mensaje, sus concupiscencias (deseos) no le atraerán ni le seducirán.
Pero eso no fue el caso de Jesús. Su mente y cuerpo podían sentir el efecto de las tentaciones.
Cristo fue “atraído y seducido”30 siendo tentado. La sierva del Señor dice: “La tentación se
resiste cuando el hombre se ve poderosamente persuadido a cometer la acción errónea; y, sabiendo
que él puede cometerla, resiste por la fe, aferrándose firmemente al poder divino. Esta fue la prueba
por la cual Cristo pasó.” The Youth’s Instructor, 20 de Julio de 1899.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino
uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” Heb.4:15.

30Para no equivocarse el ser atraído y seducido no es pecado. En el caso de la tentación, atraer es cuando una persona llama o gana la
atención de otra. Seducir es “engañar con arte y maña; persuadir suavemente para algo malo.” DRAE.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

La cita que viene a continuación nos da a entender que Cristo podía sentir el peso de la
tentación de Satanás sobre el apetito por el efecto de las cosas heredadas en su carne, las cuales le
inducían a ceder; pero Él tenía que resistir para no satisfacer estos apetitos ni complacerse a Sí
Mismo.
“No sólo debido a las torturantes mordeduras del hambre resultaban indeciblemente severos los
sufrimientos de nuestro Redentor. Era la sensación de culpa resultante de la complacencia del
apetito, que había traído tan terrible calamidad al mundo, lo que oprimía tan pesadamente su alma
divina...
“Revestido de naturaleza humana, y sintiendo la presión del terrible peso de sus pecados
sobre sí, nuestro Redentor resistía el poder de Satanás frente a esta grande y descollante tentación,
que pone en peligro las almas de los hombres. Si el hombre pudiera vencer esta tentación, podría
triunfar en cualquier otro aspecto.” La Maravillosa Gracia, 164.
Es por eso que la sierva del Señor aconseja diciendo: “Clama al Señor, alma tentada. Échate,
impotente, indigna, en brazos de Jesús, y echa mano de su auténtica promesa. El Señor oirá. Él
sabe cuán fuertes son las inclinaciones del corazón natural, y ayudará en cada momento de
tentación.” Mensajes para los Jóvenes, p. 65.

5. Cristo Podía Ceder a La Tentación y Pecar


Muchos han creído, o creen todavía muchos otros, que le era imposible a Cristo caer en la
tentación; porque, según piensan, Él no poseía la naturaleza humana caída. Acerca de tales
creencias y afirmaciones el Espíritu de Profecía dice:
“Me han llegado cartas que afirman que Cristo no podría haber tenido la misma naturaleza que el
hombre, pues si la hubiera tenido, habría caído bajo tentaciones similares. Si no hubiera tenido la
naturaleza del hombre, no podría ser nuestro ejemplo. Si no hubiera sido participante de nuestra
naturaleza, no podría haber sido tentado como lo ha sido el hombre. Si no le hubiera sido posible
rendirse ante la tentación, no podría ser nuestro ayudador. Fue una solemne realidad que Cristo vino
para reñir las batallas como hombre, en lugar del hombre.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 477-478.
“Muchos sostienen que era imposible para Cristo ser vencido por la tentación. En tal caso, no
podría haberse hallado en la posición de Adán; no podría haber obtenido la victoria que Adán dejó
de ganar. Si en algún sentido tuviésemos que soportar nosotros un conflicto más duro que el que
Cristo tuvo que soportar, él no podría socorrernos. Pero nuestro Salvador tomó la humanidad con
todo su pasivo. Se vistió de la naturaleza humana, con la posibilidad de ceder a la tentación. No
tenemos que soportar nada que él no haya soportado.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 92.
“La tentación no es tentación a menos que haya una posibilidad de rendirse. Se resiste la
tentación cuando se influye poderosamente sobre el hombre para que haga una mala acción, y éste
sabiendo que puede ceder, por fe se resiste a cometerla, aferrándose firmemente del poder divino.
Esta fue la angustiosa prueba por la que pasó Cristo. Si no hubiera habido la posibilidad de su caída,
no podría haber sido tentado en todo como el hombre es tentado. Era un ser libre, puesto a prueba
como lo fue Adán y como lo es cada hombre.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p.
202.
“Como Dios que era, no podía ser tentado; pero como hombre, podía serlo y con mucha fuerza, y
podía ceder a las tentaciones. Su naturaleza humana pasó por la misma prueba por la cual pasaron
Adán y Eva... El estaba en el lugar donde, si resistía la prueba en favor de la raza caída, redimiría en
nuestra propia humanidad la caída y el fracaso desgraciados de Adán…
“Las tentaciones a las cuales fue sometido Cristo eran una terrible realidad. Como persona libre
él fue puesto a prueba, con libertad para ceder a las tentaciones de Satanás y obrar en desacuerdo con
los propósitos de Dios. Si esto no hubiera sido así, si no hubiera sido posible para él caer, no podría
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

haber sido tentado en todo punto como es tentada la familia humana.” Mensajes Selectos, tomo 3, p.
148.

6. Aunque Fuertemente Tentado Cristo No Cedió a Las Tentaciones


Aunque “él mismo padeció siendo tentado” (Heb.2:18), la respuesta de Cristo a todas las
tentaciones fue un categórico NO.
“Aunque él sentía toda la fuerza de la pasión de la humanidad, nunca cedió a la tentación de
hacer un solo acto que no fuera puro, elevador y ennoblecedor.” En Lugares Celestiales, p. 155.
“En una naturaleza tal nuestro Señor fue tentado. El pudo haber cedido a las sugestiones
mentirosas de Satanás como lo hizo Adán, pero debemos adorar y glorificar al Cordero de Dios,
porque no cedió ni en un solo ápice ni en lo más mínimo.” Mensajes Selectos, tomo 3, p. 147.
Fue por eso que Él pudo decir: “viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.”
Jn.14:30. O sea: “Nuestro Salvador no pudo ser inducido a ceder a la tentación ni siquiera en
pensamiento. Satanás encuentra en los corazones humanos algún asidero en que hacerse firme; es tal
vez algún deseo pecaminoso que se acaricia, por medio del cual la tentación se fortalece. Pero Cristo
declaró al hablar de sí mismo: ‘Viene el príncipe de este mundo; mas no tiene nada en mí.’
(Jn.14:30). Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo de Dios que le permitiese ganar la victoria.
Cristo guardó los mandamientos de su Padre y no hubo en él ningún pecado de que Satanás pudiese
sacar ventaja. Esta es la condición en que deben encontrarse los que han de poder subsistir en el
tiempo de angustia.” El Conflicto de los Siglos, p. 680-681.
“Satanás estaba listo para atacarlo a cada paso, y lanzarle sus más fieras tentaciones; pero él ‘no
pecó ni se halló engaño en su boca’. ‘El... sufrió siendo tentado’, sufrió en proporción a la
perfección de su santidad. Pero el príncipe de las tinieblas no encontró nada en él; ni un solo
pensamiento o sentimiento respondía a la tentación.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo
7A, p. 448.
“Dijo: ‘Viene a mí el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí’ (Jn.14:30). ¿Qué significa
esto? Significa que el príncipe del mal no podía encontrar en Cristo un terreno propicio para su
tentación; y así también puede acontecernos.” A Fin de Conocerle, p. 281.
Ahora bien, “que Cristo pudiera ser tentado en todo como lo somos nosotros y sin embargo fuera
sin pecado, es un misterio que no ha sido explicado a los mortales. La encarnación de Cristo siempre
ha sido un misterio, y siempre seguirá siéndolo.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p.
1103.
Mientras se nos dice aquí que es misterioso el hecho de que Cristo fuera tentado como nosotros,
pero sin pecado, el misterio opuesto es el hecho de que Adán haya pecado sin ser tentado como
nosotros.
“¿En qué consistió el vigor del asalto contra Adán, que causó su caída? No fue el pecado
inherente, pues Dios hizo a Adán conforme al carácter divino, puro y recto. No había principios
corruptos en el primer Adán ni propensiones corruptas o tendencias al mal. Adán era tan impecable
como los ángeles que están delante del trono de Dios. Esas cosas son inexplicables, pero muchas
cosas que ahora no podemos entender serán aclaradas cuando veamos como ahora somos vistos y
conozcamos como somos conocidos.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 1, p. 1097.
O sea que Cristo, con todas las debilidades, apetitos y pasiones de la naturaleza humana caída
en su carne, no haya cedido a la tentación ni cometido pecado, es un misterio inexplicable. Del otro
lado, que Adán sin debilidades, ni apetitos ni pasiones degradados en su carne haya cedido a la
tentación y cometido pecado es otro misterio inexplicable.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

D- LA VICTORIA DE CRISTO SOBRE LA TENTACIÓN


Ya que Cristo poseía nuestra naturaleza humana caída con todo su pasivo, ya que le era posible
caer bajo la tentación, y sin embargo no cayó, necesitamos entonces entender muy bien la victoria de
Cristo sobre la carne, el mundo y el diablo, para que aprendiendo de Él venzamos como Él.
1. Por la Combinación de Las Dos Naturalezas en Él: la Humana y la Divina
Cristo tenía las dos naturalezas (la humana y la divina); no podía vencer teniendo solamente la
naturaleza humana, siendo hombre únicamente. La sierva del Señor dice:
“Cristo tomó sobre sí la humanidad por nosotros. Revistió su divinidad, y la divinidad y la
humanidad se combinaron.... Tomó la humanidad sobre sí para demostrar que con la divinidad y la
humanidad combinadas, el hombre podía guardar la ley de Jehová. Si separan la humanidad de
la divinidad, ustedes pueden tratar de labrar su propia justicia desde ahora hasta que Cristo venga, y
no lograrán otra cosa que un fracaso.” Fe y Obras, p. 71.
“Tomó nuestra naturaleza y venció, a fin de que nosotros, tomando su naturaleza, pudiésemos
vencer.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 278.
2. Por Depender Solamente de la Fortaleza de su Padre
Lo primero que hizo Jesús al encarnarse fue despojarse a sí mismo, o sea nunca permitir que se
manifestara nada de su divinidad en la lucha contra la tentación y el pecado:
“5 Haya, pues, en vosotros este sentir [esta mente] que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz.” Fil.2:5-8.
Cristo no vino al mundo para revelarse a sí mismo, sino para revelar al Padre, demostrar lo que
Dios el Padre puede hacer morando en el hombre. Las palabras de Cristo eran inspiradas por el
Padre, sus obras milagrosas eran una manifestación del Poder de Dios. Así que Cristo no venció
porque era un ser divino. No venció en su propia fortaleza divina. Su victoria fue por medio de la
fuerza que Dios el Padre le daba.
“¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo
por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.” Jn.14:10.
“Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo
soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.” Jn.8:28.
“49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio
mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida
eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.” Jn.12:49,50.
“[Jesús] no ejerció en favor suyo poder alguno que no nos sea ofrecido generosamente. Como
hombre, hizo frente a la tentación, y venció en la fuerza que Dios le daba.” El Deseado de Todas las
Gentes, p. 15-16.
“Que los niños recuerden que el niño Jesús tomó sobre sí la naturaleza humana, en semejanza de
carne pecaminosa, y que fue tentado por Satanás como todos los niños. Fue capaz de resistir a las
tentaciones de Satanás debido a su dependencia del poder divino de su Padre celestial, y estaba
sometido a su voluntad, y era obediente a todos sus mandatos.” Hijos e Hijas de Dios, p. 130.
Así como en nuestro caso Él dijo: “separados de mí nada podéis hacer” Jn.15:5; Él dijo también
acerca de sí mismo: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” Jn.5:30.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

3. Por la Enemistad Puesta en la Humanidad Contra Satanás


Después del pecado de Adán y Eva, la raza humana llegó a estar en armonía con Satanás y a ser
su aliado. El hombre llegó a poseer una mente en enemistad contra Dios (cf. Rom.5:10; 8:7). Pero
también, inmediatamente después del pecado de nuestros primeros padres, intervino Cristo y puso
una enemistad sobrenatural en el hombre para que, si quiere, pueda resistir al diablo y vencerlo.
Dijo Dios: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te
herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” Gén.3:15. Sobre este punto el Espíritu de Profecía
declara:
“Dios declara: ‘Enemistad pondré’. Esta enemistad no es fomentada de un modo natural.
Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y
no en divergencia con Satanás. No puede decirse que haya enemistad natural entre el hombre
pecador y el autor del pecado. Ambos se volvieron malos a consecuencia de la apostasía. El
apóstata no descansa sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a seguir su ejemplo.
De aquí que los ángeles caídos y los hombres malos se unan en desesperado compañerismo. Si Dios
no se hubiese interpuesto especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el cielo; y en
lugar de albergar enemistad contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en oposición a
Dios…
“Pero al oír Satanás que habría enemistad entre él y la mujer, y entre sus linajes, comprendió que
serían contrarrestados sus esfuerzos por corromper la naturaleza humana y que se capacitaría al
hombre para resistirle…
“La gracia que Cristo derrama en el alma es la que crea en el hombre enemistad contra Satanás.
Sin esta gracia transformadora y este poder renovador, el hombre seguiría siendo esclavo de Satanás,
siempre listo para ejecutar sus órdenes. Pero el nuevo principio introducido en el alma crea un
conflicto allí donde hasta entonces reinó la paz. El poder que Cristo comunica habilita al hombre
para resistir al tirano y usurpador. Cualquiera que aborrezca el pecado en vez de amarlo, que resista
y venza las pasiones que hayan reinado en su corazón, prueba que en él obra un principio que viene
enteramente de lo alto.” El Conflicto de los Siglos, p. 559-560.
Lo más interesante de todo eso es que Cristo, como hombre y como la Simiente de la mujer,
poseía esa enemistad sobrenatural contra Satanás; fue uno de los motivos por lo que Él pudo
resistir al diablo y vencer.
“La enemistad puesta entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer era sobrenatural.
La enemistad era en un sentido natural en el caso de Cristo, en otro sentido era sobrenatural, puesto
que estaban combinadas la humanidad y la divinidad. Y nunca esa enemistad llegó hasta un grado
tan notable como cuando Cristo se convirtió en habitante de esta tierra. Nunca antes había habido un
ser en la tierra que aborreciera el pecado con un odio tan perfecto como el de Cristo. El había visto
su poder engañador y que infatúa obrando en los santos ángeles, y todas las facultades de Cristo se
alistaron contra él.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 297.
Veamos bien el peso de eso: Si no fuera por esa enemistad sobrenatural, la naturaleza humana
de Cristo habría estado “en armonía y no en divergencia con Satanás”, “se habría aliado contra el
cielo”, “se habría unido en oposición a Dios”, y fuera “esclavo de Satanás”.

4. Por Someter su Voluntad Humana a la de Dios


Otro punto que ayudó en la victoria de Cristo sobre la tentación fue la sumisión de su voluntad a
la voluntad de Dios. Dijo Él: “…no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del
Padre.” Jn.5:30.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“La voluntad humana de Cristo nunca lo habría llevado al desierto de la tentación... no lo habría
llevado a sufrir la humillación, burla, reproche, aflicción y muerte. Su naturaleza humana rehuía
todas esas cosas tan decididamente como lo hace la nuestra” Señales de los Tiempos, 29 de octubre
de 1894.
“Su humanidad [de Cristo] rehuía la hora del desamparo cuando, según todas las apariencias,
sería abandonado por Dios mismo, cuando todos le verían azotado, herido de Dios y abatido. Rehuía
la exposición en público, el ser tratado como el peor de los criminales y una muerte ignominiosa.
(…) Luego vino la sumisión divina a la voluntad de su Padre.” El Deseado de Todas las Gentes, p.
577-578.
Cristo nunca trató de agradarse a sí mismo. “Así que, los que somos fuertes debemos soportar
las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos… Porque ni aun Cristo se agradó a
sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.”
Rom.15:1, 3.

5. Por Medio de la Oración, la Vigilancia y la Palabra de Dios


Cristo pudo vencer también a su archienemigo por medio de constantes oraciones, vigilancia y
por su conocimiento de la Palabra de Dios.
Acerca de sus luchas en oración y constante vigilancia leemos: “32Vinieron, pues, a un lugar que
se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro… 35Yéndose un
poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. 36Y decía:
Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero,
sino lo que tú. 37Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has
podido velar una hora? 38Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está
dispuesto, pero la carne es débil. 39Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras.” Mrc.14:32-39.
“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al
que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.” Heb.5:7.
“¿Están los ministros de Cristo tentados y fieramente azotados por Satanás? Así también lo fue
Aquel que no conoció pecado. En la hora de angustia se volvía hacia su Padre. Siendo él mismo
una fuente de bendición y fuerza, podía sanar a los enfermos y resucitar a los muertos; podía dar
órdenes a la tempestad y ésta le obedecía; sin embargo, oraba, muchas veces con fuerte llanto y
lágrimas. Oraba por sus discípulos y por sí mismo, identificándose así con los seres humanos. Él
era poderoso en la oración. Como Príncipe de la vida, tenía poder con Dios, y prevalecía.” Obreros
Evangélicos, p. 269-270.
A Cristo “le era necesario estar constantemente en guardia a fin de conservar su pureza. Estuvo
sujeto a todos los conflictos que nosotros tenemos que arrostrar, a fin de sernos un ejemplo en la
niñez, la adolescencia y la edad adulta.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 52.
Acerca de su defensa con la Palabra de Dios leemos: “3Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres
Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de
pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios... 7Jesús le dijo: Escrito está
también: No tentarás al Señor tu Dios... 10Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está:
Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.” Mat.4:3-4, 7, 10.
“Jesús hizo frente a Satanás con las palabras de la Escritura. ‘Escrito está’, dijo. En toda
tentación, el arma de su lucha era la Palabra de Dios. Satanás exigía de Cristo un milagro como señal
de su divinidad. Pero aquello que es mayor que todos los milagros, una firme confianza en un ‘así
dice Jehová’, era una señal que no podía ser controvertida. Mientras Cristo se mantuviese en esa
posición, el tentador no podría obtener ventaja alguna.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 95.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

6. Por Someter la Carne al Dominio Del Espíritu de Dios


Cristo venció porque sometió también sus apetitos y pasiones al control de su mente, la cual
estuvo bajo el dominio del Espíritu de Dios.
“Los que venzan como Cristo venció, necesitarán precaverse constantemente contra las
tentaciones de Satanás. El apetito y las pasiones deben ser sometidos al dominio de la conciencia
iluminada, para que el intelecto no sufra perjuicio, y las facultades de percepción se mantengan
claras a fin de que las obras y trampas de Satanás no sean interpretadas como providencia de Dios.
Muchos desean la recompensa y la victoria finales que han de ser concedidas a los vencedores, pero
no están dispuestos a soportar los trabajos, las privaciones y la abnegación como lo hizo su
Redentor. Únicamente por la obediencia y el esfuerzo continuo seremos vencedores como Cristo lo
fue.” Consejos sobre el Régimen Alimenticio, p. 69.
Por su resistencia a la complacencia del apetito y victoria sobre ella, Cristo atacó y venció
todos los males morales conocidos por hombre.
“La intemperancia se encuentra en la base de todos los males morales conocidos por el hombre.
Cristo comenzó la obra de la redención exactamente donde comenzó la ruina. La caída de nuestros
primeros padres fue producida por la complacencia del apetito. En la redención, la negación del
apetito fue la primera obra de Cristo.” La Maravillosa Gracia, 164.

Ahora bien, aunque Cristo experimentó pruebas y tentaciones muy duras y difíciles de soportar a
causa de su herencia genética, no sólo no cometió pecado y vivió una vida santa dentro de esta carne
pecaminosa, sino que describiremos ahora también el carácter impecable que Él mantuvo a pesar de
sus flaquezas y debilidades.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Parte 5
EL CARÁCTER DE CRISTO EN LA CARNE PECAMINOSA
(Heb.7:26)

La Palabra de Dios nos informa que Adán era una figura o tipo de Cristo al decir: “No obstante,
reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de
Adán, el cual es figura del que había de venir.” Rom.5:14. Si Adán tipificaba a Cristo en su encarnación
es porque hay ciertas similitudes entre ambos. Comparando al primer Adán antes de su caída con el
segundo, podemos notar que “en algunas cosas, Adán se parece a Cristo”31; y esto es en el ámbito
espiritual y del carácter. Ya hemos visto que en su carne Cristo era diferente a Adán aun después de la
caída de éste, pues poseía nuestra carne pecaminosa después de 4,000 años de degeneración; pero en
cuanto a su espíritu, o sea a su carácter, veremos que Cristo era semejante a Adán antes de la caída de
éste. Podemos notar que el apóstol Pablo hace la diferencia en 1 Timoteo 3:16 al decir que “Dios
[Cristo] fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu”. Por lo que en esta parte veremos que
aunque Cristo fue manifestado en carne de pecado, fue justo en su Espíritu, o sea en su carácter.

A- EL CARÁCTER Y SU FORMACIÓN
Antes de abordar el carácter que han tenido Adán antes de su caída y Cristo durante toda su vida,
consideremos primero cómo se define y se forma el carácter.
1. ¿Qué Es El Carácter?
El carácter se define como “las cualidades peculiares, impresionadas por naturaleza o hábito
sobre una persona, las cuales la distinguen de otras; éstas cualidades constituyen el carácter real, y
las cualidades que se supone que esta persona posee constituyen su carácter estimado, o reputación.
Por lo tanto decimos que un carácter no está formado cuando la persona no ha adquirido cualidades
estables y distintivas.” Diccionario Noah Webster’s 1828, art. ‘Character’ (Carácter).
Así que, el carácter estará formado cuando la persona haya adquirido cualidades estables y
distintivas. Ahora bien, ¿cómo se estabilizan las cualidades en la formación del carácter?

2. La Formación Del Carácter


El carácter se forma por medio del proceso mencionado en la cita siguiente: “Nunca olvide que
los pensamientos se traducen en acciones. Las acciones repetidas forman los hábitos, y los hábitos
forman el carácter.” E. G. White, Carta 85, del 16 de marzo de 1896.
Es dando estos pasos (de pensamientos a acciones, de acciones a hábitos y de hábitos a
carácter) que se estabilizan las cualidades y se forma el carácter. Así que, aunque Cristo heredara
todo lo que podría llevarle a tener un carácter pecaminoso, nunca consintió a las malas cosas de
esta herencia, nunca estabilizó o afianzó las malas cualidades, sino las buenas, en la formación de
su carácter; por lo tanto, como hombre formó un carácter semejante al de Adán antes de su caída.

B- EL CARÁCTER DEL PRIMER ADÁN


La inspiración nos describe a Adán, antes de su caída, con un carácter impecable, sin mancha, sin
contaminación, puro, santo, recto y perfecto.
El sabio Salomón declaró que “Dios hizo al hombre [Adán] recto, pero ellos [sus descendientes]
buscaron muchas perversiones.” Ecl.7:29.

31 Rom.5:14 según la version “Biblia Lenguaje Sencillo”.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Ciertamente, no era el propósito de Dios que el hombre fuera pecaminoso. Hizo a Adán puro y
noble, sin ninguna tendencia al mal. Lo colocó en el Edén, donde tenía todo aliciente para permanecer
leal y obediente.” Comentario Bíblico ASD [E.G.W.], tomo 1, p. 1098.
“¿En qué consistió el vigor del asalto contra Adán, que causó su caída? No fue el pecado inherente,
pues Dios hizo a Adán conforme al carácter divino, puro y recto. No había principios corruptos en el
primer Adán ni propensiones corruptas o tendencias al mal. Adán era tan impecable como los ángeles
que están delante del trono de Dios.” Comentario Bíblico ASD [E.G.W.], tomo 1, p. 1097.
“El primer Adán fue creado como un ser puro y sin pecado, sin una mancha de pecado sobre él; era
la imagen de Dios.” Comentario Bíblico ASD [E.G.W.], tomo 5, p. 1102.

C- EL CARÁCTER DEL SEGUNDO ADÁN


Las mismas expresiones que describen la pureza e impecabilidad de Adán son usadas también para
definir el carácter de Cristo el segundo Adán:
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y
hecho más sublime que los cielos” Heb.7:26. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero
sin pecado.” Heb.4:15. “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.”
1Jn.3:5.
“A Cristo se lo llama el segundo Adán. En pureza y santidad, conectado con Dios y amado por él.
Comenzó donde el primer Adán había comenzado. Voluntariamente recorrió el terreno donde Adán
había caído, y redimió el fracaso de Adán.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 444.
Una de las razones por la que Cristo es llamado “el segundo Adán” es porque como el primer Adán
poseía un carácter puro, santo, impecable.
“Cristo era sin pecado; si no fuera así su vida en carne humana y su muerte de cruz no habrían tenido
más valor para obtener gracia para el pecador que la muerte de cualquier otro ser humano. Aunque
asumió la humanidad, se trataba de una vida que estaba unida a la Divinidad. Podía poner su vida como
sacerdote y víctima. Disponía de poder para ponerla y para volverla a tomar. Se ofreció a sí mismo sin
mancha a Dios.” Ídem., p. 459-460.
1. Cristo No Tenía Una Mente Inclinada o Propensa Al Mal
“Sed cuidadosos, sumamente cuidadosos en la forma en que os ocupáis de la naturaleza de
Cristo. No lo presentéis ante la gente como un hombre con tendencias al pecado. El es el segundo
Adán. El primer Adán fue creado como un ser puro y sin pecado, sin una mancha de pecado sobre
él; era la imagen de Dios. Podía caer, y cayó por la transgresión. Por causa del pecado su posteridad
nació con tendencias inherentes a la desobediencia. Pero Jesucristo era el unigénito Hijo de Dios.
Tomó sobre sí la naturaleza humana, y fue tentado en todo sentido como es tentada la naturaleza
humana. Podría haber pecado; podría haber caído, pero en ningún momento hubo en él tendencia
alguna al mal.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1102.
¿Por qué Cristo no era un hombre con tendencias al mal? Porque era también el “unigénito
Hijo de Dios”, un ser divino. Ese espíritu divino que tomó posesión de la humanidad y llegó a ser
uno con el hombre, no se dejó afectar por las tendencias de la carne pecaminosa.
“Tomó sobre su naturaleza sin pecado nuestra naturaleza pecaminosa, para poder saber cómo
socorrer a los que son tentados.” Medical Ministry, p. 181.
Noten bien que lo santo, puro e inmaculado fue “su naturaleza sin pecado”, o sea la divina.
Además, esta declaración final: “en ningún momento hubo en él tendencia alguna al mal” nos da a
entender que se refiere al carácter, o a la mente de Cristo, no a su carne de pecado. Pues de las

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

cosas que uno hereda en la carne no se puede mencionar su existencia como por momentos, sino
están siempre con uno. Lo que se nos dice aquí en la cita es que en ningún momento hubo en el
espíritu de Cristo la intención o inclinación a pecar.
“Nunca dejéis, en forma alguna, la más leve impresión en las mentes humanas de que una
mancha de corrupción o una inclinación hacia ella descansó sobre Cristo, o que en alguna manera se
rindió a la corrupción. Fue tentado en todo como el hombre es tentado, y sin embargo él es llamado
‘el Santo ser’.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1103.
La palabra “propensión” se define como: “Inclinación de la mente, natural o adquirida;
inclinación; en un sentido moral; disposición para cualquier cosa buena o mala, especialmente para
el mal; como una propensión a pecar; la propensión corrupta de la voluntad.”32
La palabra “inclinación” se define como “una inclinación de la mente o de la voluntad;
propensión o tendencia; una disposición más favorable a una cosa que a otra… Una mera inclinación
a una cosa no es propiamente una voluntad de esa cosa.”33
De manera que Cristo no tenía una mente inclinada o propensa al pecado, porque nunca
acarició pecado en su mente, sino se sometía siempre a la voluntad de su Padre. La inclinación o
tendencia que Cristo cultivó era hacia el bien y lo correcto:
“Jesús fue instruido de acuerdo con el carácter sagrado de su misión. Su inclinación hacia lo
correcto era una constante satisfacción para sus padres.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White],
tomo 5, p. 1091.

2. Cristo Tenía Una Naturaleza Humana Impecable


“No deberíamos albergar dudas en cuanto a la perfecta impecabilidad de la naturaleza [humana]
de Cristo. Nuestra fe debe ser una fe inteligente que mire a Jesús con perfecta confianza, con fe
plena y completa en el sacrificio expiatorio.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p.
1105.
La palabra “impecabilidad” se define de la siguiente manera: “1Libertad de pecado y culpa” Y la
palabra “impecable” significa “libre de pecado; puro; perfecto… 2Libre de pecado; inocente; como
un alma impecable”34
Conforme a esta definición podemos entender que la cita nos quiere decir que la naturaleza
humana de Cristo disfrutaba de perfecta libertad de pecado, y por lo tanto Cristo era libre de
pecado, puro, perfecto e inocente, porque nunca practicó el pecado estando en la naturaleza
humana. Él nos indica quiénes poseen una naturaleza humana esclava del pecado diciendo: “todo
aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” Jn.8:34. Aunque llevaba las debilidades y los
pecados de la humanidad en su carne, era libre de pecado y de culpabilidad propia en su carácter y
mente. Una perfecta naturaleza humana tal puede ser adquirida por nosotros:
“La vida de Cristo representa una perfecta naturaleza humana. El fue en naturaleza humana
precisamente lo que usted puede ser.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1098.

3. Cristo Era Extraño al Mal en su Carácter


Como nunca pecó, Cristo “era extraño al pecado”, su naturaleza “rehuía el mal”. Y todo eso se
refiere a su carácter santo:
“No estaba contaminado por la corrupción; era extraño al pecado; no obstante, oraba, y a veces
con grandes clamores y lágrimas.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 452.

32 Diccionario Noah Webster’s 1828, art. ‘Propension, Propensity” (Propensión, Tendencia).


33 Ídem., art. ‘Inclination’ (Inclinación).
34 Ídem., art. ‘Sinlessness’ (impecabilidad) e ‘Sinless’ (impecable).

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Él es nuestro ejemplo en todo. Se hermana con nuestras flaquezas, pero no alimenta pasiones
semejantes a las nuestras. Como no pecó, su naturaleza rehuía el mal. Soportó luchas y torturas del
alma en un mundo de pecado.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 218.
“Cristo mantenía su pureza en medio de la impureza. Satanás no podía mancharla ni
corromperla. El carácter de Cristo revelaba un perfecto odio por el pecado.” Comentario Bíblico
ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 452.
Conforme a estas declaraciones, podemos notar que fue el carácter de Cristo que era extraño al
pecado, lo rehuía u odiaba. Si la mente de Cristo hubiera consentido al mal, si hubiese avivado las
pasiones carnales, habría tenido en su carácter la inclinación al mal que tenemos nosotros. Y se
hubiera vuelto pecador como nosotros.

4. Cristo No Tenía Un Carácter Pecaminoso


Cristo tomó la naturaleza humana caída sobre sí al nacer, pero no adoptó la “pecaminosidad”
del hombre.
“Al venir el cumplimiento del tiempo debía manifestarse en forma humana. Tenía que ocupar su
lugar a la cabeza de la humanidad mediante la asunción de la naturaleza, pero no de la
pecaminosidad del hombre.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 444.
La palabra “pecaminosidad” se define como: “1La cualidad de seres pecadores o contrarios a la
voluntad de Dios; perversidad (maldad); iniquidad; criminalidad; como la pecaminosidad de una
acción; la pecaminosidad de los pensamientos o propósitos. 2Perversidad (maldad); corrupción;
depravación; como la pecaminosidad de los hombres o de la raza humana.”35
Conforme a esta definición podemos notar que la expresión “pecaminosidad del hombre” se
refiere a la cualidad o al carácter del pecador por la práctica del pecado. Cristo no tomó un
carácter pecaminoso sino una naturaleza humana pecaminosa; no adoptó una mente de pecado sino
una carne de pecado. Cristo no cargó con la pecaminosidad del pecador sino con “la pecaminosidad
del pecado”.
“¿Quién puede sondear los sufrimientos de Cristo en el jardín del Getsemaní, en tanto sentía en
toda su dimensión el peso del pecado del mundo? Tan agudamente pesó sobre Él la pecaminosidad
del pecado que por un momento la copa tembló en su mano y todo el cielo oyó el grito agonizante:
‘Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa’ (Mat.26:39). El Dios Omnipotente sufrió con su
Hijo.” Alza Tus Ojos, p. 221.

5. Cristo No Poseía En Su Carácter Nuestras Pasiones Pecaminosas


“Era un poderoso solicitante, que no poseía las pasiones de nuestra naturaleza humana caída,
pero acosado por las mismas debilidades y tentado en todo como nosotros. Jesús soportó una agonía
que demandaba el auxilio y el apoyo del Padre.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A,
p. 452.
“Él es un hermano en nuestras flaquezas, pero no en nuestras pasiones. Como ser inmaculado,
su naturaleza rechazó el mal. Soportó las luchas y la angustia del alma en un mundo de pecado.” La
Fe Por la Cual Vivo, p. 51.
A.T. Jones explica: “Algunos han encontrado en los “Testimonios” la declaración de que Cristo
no tenía “pasiones como” las nuestras. Allí está la declaración que todos pueden leer.
“No debiera haber dificultad alguna en todos estos estudios, de principio a fin, si nos atenemos
precisamente a lo dicho, y no vamos más allá, ni ponemos en las palabras lo que no dicen; sea que se

35 Diccionario Noah Webster’s 1828, art. ‘Sinfulness’ (Pecaminosidad).


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

refieran a la iglesia y el estado, a la separación del mundo, o a Cristo en nuestra carne. Ateneos
estrictamente a lo dicho; no vayáis en pos de extrañas conclusiones…
“La carne de Jesucristo fue nuestra carne, y en ella había todo aquello que hay en la nuestra.
Todas las tendencias al pecado que hay en nuestra carne estuvieron en la suya, atrayéndole para que
consintiera en pecar. Si su mente hubiera consentido al pecado, se habría corrompido, y habría
albergado pasiones como las nuestras. En tal caso habría sido un pecador, habría caído en la total
esclavitud, y todos nosotros nos habríamos perdido, todo habría perecido.” Boletín de la C.G. 1895,
No. 16 y 17.
Además, no debemos entender con estas declaraciones que Jesús no tenía en su “carne de
pecado” las pasiones innatas a la naturaleza humana, sino que no proyectaba manifestaciones de
“nuestras pasiones”, “no alimenta pasiones semejantes a las nuestras”36. Sus pasiones eran
dominadas por la razón. Hablando de Adán cuando fue creado, el Espíritu de Profecía dice:
“El hombre fue creado a semejanza de Dios. Su naturaleza estaba en armonía con la voluntad de
Dios. Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos eran puros, sus apetitos y
pasiones estaban bajo el dominio de la razón. Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios
y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre.” Patriarcas y Profetas, p. 25-26.
Puesto que se declara aquí que Adán fue creado con apetitos y pasiones, alguien puede
preguntar, “si es así, entonces ¿qué es la pasión? ¿Cómo se la define?”
La pasión es “1La impresión o el efecto de un agente externo sobre un cuerpo, lo que es sufrido o
recibido. 2La susceptibilidad de las impresiones de agentes externos. 3Sufrimiento; enfáticamente, el
último sufrimiento del Salvador. 4La sensación de la mente, o el efecto sensible de la impresión; la
emoción (excitación), la perturbación o agitación de la mente; como el deseo, el miedo, la esperanza,
la alegría, el dolor (la aflicción), el amor, el odio. Ej.: La elocuencia del orador se emplea para
mover las pasiones. 5Violenta agitación o excitación de la mente, especialmente como es ocasionada
por una ofensa, una lesión o un insulto; por lo tanto, violento enojo (ira). 6El celo; ardor; deseo
vehemente. 7El amor. 8Deseo ansioso; como una pasión violenta por ropas finas.”37
Analicemos: ¿Podía Cristo ser impresionado o afectado por agentes exteriores, y era susceptible
a ellos? ¿Experimentó Cristo sensación de emoción, perturbación, agitación? ¿Podía Él sentir
deseos, miedo, alegría, dolor, amor, odio, el peso o efecto de una ofensa o un insulto, etc.? Si se
contesta que ‘Sí’, entonces Cristo poseía pasiones como ser humano. Solamente todas sus pasiones
heredadas, como sus apetitos, estuvieron siempre bajo el control de su mente. Como nosotros Cristo
no manifestaba ira bajo la provocación, ni un amor ciego y apasionado, etc.
“Necesitamos diariamente la religión de Cristo... Aunque él sentía toda la fuerza de la pasión de
la humanidad, nunca cedió a la tentación de hacer un solo acto que no fuera puro, elevador y
ennoblecedor.” En Lugares Celestiales, p. 155.

Así que, en su nacimiento se habla de Cristo como “el Santo ser” (Luc.1:35) y en su muerte como de
“un cordero sin mancha y sin contaminación” 1Ped.1:19.
“A lo largo de su vida de humillación y sufrimiento, desde el instante en que nació como el bebé de
Belén hasta que pendió de la cruz del Calvario, y clamó con una voz que sacudió el universo diciendo:
‘Consumado es’, el Salvador era puro y sin mancha.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A,
p. 459.
Nota: Las expresiones que se usan en el caso de Adán antes de su caída para describir su carácter
espiritual y moral son las siguientes: “Recto, 1puro, noble, 2impecable, 3sin tendencias al mal, 4sin

36 Comentario Bíblico [E.G. White], tomo 7A, p. 452.


37 Diccionario Noah Webster’s 1828, art. ‘Passion’ (Pasión).
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

pecado, 5sin una mancha de pecado, sin pecado inherente, sin principios corruptos, 6sin propensiones
corruptas”.
Las expresiones que se emplean en el caso de Cristo para relatar su carácter espiritual y moral son
prácticamente las mismas: “Santo, inocente, 1puro, 2impecable, apartado de los pecadores, 3sin
tendencia alguna al mal, 4sin pecado, 5sin mancha o sin una mancha de pecado o de corrupción, 6sin
inclinación hacia la corrupción”.
Conforme a todo lo que hemos considerado hasta ahora, podemos notar que lo que hizo Cristo en
carne pecaminosa está a nuestro alcance si nos aferramos a Él y a su fortaleza. Y no solamente eso,
Cristo dijo que Él está en el Padre y el Padre en Él (cf. Jn.17:21); así también necesitamos que Cristo
more en nosotros y nosotros en Él para que seamos vencedores. Por lo tanto, veremos en la parte que
sigue que nuestra necesidad es Cristo en nosotros.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Parte 6
EL CARÁCTER Y LA MENTE DE CRISTO UNA NECESIDAD
(1Cor.2:14-16)

Cuando el hombre fue creado, llevaba la imagen de Dios, no solamente en su físico, sino también en
su espíritu: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
Gén.1:27. “El Señor creó al hombre del polvo de la tierra. Hizo de Adán un participante de la vida y
naturaleza de Dios. Fue alentado en él el aliento del Todopoderoso, y se convirtió en un alma viviente.
Adán era perfecto en su forma: fuerte, bien parecido, puro, llevaba la imagen de su Hacedor.”38 Así que
Adán era un participante de la naturaleza divina, poseía al principio la mente de Cristo, el Espíritu de
Cristo reposaba sobre él y guiaba su vida (cf. Rom.8:9, 14). Su corazón palpitaba al unísono con el
corazón de Dios, su voluntad humana se sometía a la voluntad divina y su mente era fusionada con la
mente divina. Sin embargo, nuestros primeros padres no conservaron su conexión con Dios, se
apartaron de Él por su pecado y se aliaron con Satanás en rebelión contra Dios. La mente del hombre
llegó a unirse con la del archienemigo de Dios. Pero en el plan de redención, Dios hizo provisión para
que por medio de Cristo Jesús su imagen sea restaurada en el hombre. Es por eso que “El tema central
de la Biblia, el tema alrededor del cual se agrupan todos los demás del Libro, es el plan de la redención,
la restauración de la imagen de Dios en el alma humana. Desde la primera insinuación de esperanza que
se hizo en la sentencia pronunciada en el Edén, hasta la gloriosa promesa del Apocalipsis: ‘Y verán su
rostro, y su nombre estará en sus frentes’ (Apo.22:4), el propósito de cada libro y pasaje de la Biblia es
el desarrollo de este maravilloso tema: la elevación del hombre, el poder de Dios, ‘que nos da la victoria,
por medio de nuestro Señor Jesucristo’ (1Cor.15:57).”39 Así que, la meta que el cristiano tiene por
delante es lograr el carácter de Cristo, ser restaurado a la imagen de Dios, tener la mente de Cristo.
Consideremos pues este asunto más de cerca.

A- NUESTRA META: EL CARÁCTER DE CRISTO


Conforme a lo que hemos considerado ya, hemos visto que Cristo era idéntico a nosotros en su
carne; pero se nos da la siguiente advertencia: “Nunca dejéis, en forma alguna, la más leve impresión
en las mentes humanas de que una mancha de corrupción o una inclinación hacia ella descansó sobre
Cristo, o que en alguna manera se rindió a la corrupción. Fue tentado en todo como el hombre es
tentado, y sin embargo él es llamado ‘el Santo Ser’. Que Cristo pudiera ser tentado en todo como lo
somos nosotros y sin embargo fuera sin pecado, es un misterio que no ha sido explicado a los mortales.
La encarnación de Cristo siempre ha sido un misterio, y siempre seguirá siéndolo. Lo que se ha
revelado es para nosotros y para nuestros hijos; pero que cada ser humano permanezca en guardia para
que no haga a Cristo completamente humano, como uno de nosotros, porque esto no puede ser.”
Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1103.
¿En qué aspecto Cristo no era completamente humano como uno de nosotros? En que fue divino-
humano; además tuvo un carácter perfecto, muy diferente del nuestro; pero este carácter de Cristo es
alcanzable para el hombre.
1. Cristo: Lo Que Podemos Ser No Lo Que Somos
“La vida de Cristo representa una perfecta naturaleza humana. Él fue en naturaleza humana
precisamente lo que usted puede ser.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1098.

38 Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 1, p. 1096.


39 Exaltad a Jesús, p. 50.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Jesús aceptó a la humanidad y reveló en su propia vida y carácter lo que el hombre puede ser,
aun cuando en la providencia de Dios, sea colocado en las más pobres circunstancias de la vida.” A
Fin de Conocerle, p. 49.
Por lo tanto, “los que han recibido luz y oportunidades deberían, como administradores de Dios,
apuntar hacia la perfección, y nunca, nunca rebajar la norma de la justicia para acomodarla a las
tendencias hacia el mal, ya sean heredadas o cultivadas. Cristo tomó nuestra naturaleza humana y
vivió nuestra vida para demostrarnos que podemos ser semejantes a él al participar de la naturaleza
divina. Podemos ser santos, como Cristo lo fue en su condición de ser humano.” Cada Día con
Dios, p. 32.

2. Lograr El Carácter Inmaculado De Cristo


Podemos notar que no se nos ha informado en ninguna parte de la Biblia o de los Testimonios
que Cristo llegó a ser santo, puro, sin pecado, impecable, sin tendencia al mal, etc. Él tenía este
carácter desde su nacimiento y lo conservó hasta su muerte. Sin embargo, en nuestro caso, debemos
procurar este carácter perfecto para heredar la vida eterna:
“Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados
por él sin mancha e irreprensibles, en paz.” 2Ped.3:14.
Pablo dijo: “procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres.”
Hch.24:16.
La Palabra de Dios nos informa que todo lo que Dios ha instituido en su iglesia tiene por
finalidad eso mismo: lograr la perfección de sus hijos, obrar la restauración de su carácter o
imagen en ellos, alcanzar la plenitud de Cristo. Pablo dice: “11Y él mismo constituyó a unos,
apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12a fin de perfeccionar
a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida
de la estatura de la plenitud de Cristo” Efe.4:11-13.
Se nos informa que Cristo tendrá una iglesia que habrá alcanzado la meta. Pablo dice: “25Cristo
amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no
tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” Efe.5:25-27.
“21Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente,
haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado 22en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para
presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él” Col.1:21-22.
Para lograr eso, necesitamos tener lo que el Hijo del Hombre tenía: una mente divina morando
en la carne humana.

B- NUESTRA NECESIDAD: LA MENTE DE CRISTO


El apóstol Pablo nos invita a tener la mente de Cristo diciendo: “Haya, pues, en vosotros este sentir
[mente] que hubo también en Cristo Jesús” Fil.2:5. Y tener esa mente que hubo en Cristo es lo mismo
que participar de la naturaleza divina. “Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que
retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio” Heb.3:14.
Participamos de la naturaleza divina y tenemos la mente de Cristo cuando el Espíritu de Cristo
mora en nosotros. Pablo da a entender eso cuando dijo: “11Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas
del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios,
sino el Espíritu de Dios. 12Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13lo cual también hablamos, no con

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual
a lo espiritual. 14Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él
son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15En cambio el espiritual
juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 16Porque ¿quién conoció la mente del Señor?
¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” 1Cor.2:11-16.
Jesús también declaró a sus discípulos: “21El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el
que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. 22Le dijo
Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? 23Respondió
Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada con él.” Jn.14:21-23. Y el apóstol Juan explica que Dios el Padre y Dios el Hijo moran en
nosotros por medio de su Espíritu: “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en
él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.” “En esto
conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.” 1Jn.3:24;
4:13.
“El Espíritu es el que hace eficaz lo que ha sido realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu
es purificado el corazón. Por el Espíritu llega a ser el creyente partícipe de la naturaleza divina. Cristo
ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y
cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 625.
Ahora pues, ¿por qué es tan importante para el cristiano tener la mente de Cristo, participar de su
naturaleza divina, o sea tener al Santo Espíritu de Dios morando en el alma?
1. Porque La Mente Carnal Es Enemiga De Dios
La Palabra de Dios nos enseña que la mente que tiene el hombre irregenerado es una mente
carnal, una mente esclavizada por Satanás para realizar las obras de la carne:
“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.” 1Jn.5:19. Y el apóstol
Pablo cuenta lo siguiente: “1Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos
y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme
al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3entre los
cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la
voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás.” Efe.2:1-3.
“Por sí misma [o sea sin la ayuda de la mente] la carne no puede obrar contra la voluntad de
Dios.”40 Por lo tanto, no es la carne, sino esa mente esclavizada que está en enemistad contra Dios.
Pablo se lo dijo claramente a los colosenses: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo
extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado” Col.1:21.
Así que, el enemigo es la mente carnal. Y es un enemigo de Dios porque no se somete a su ley y su
voluntad: “La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo.” Rom.8:7.
“Es el pecador el que considera la ley como un yugo penoso; es el transgresor el que no puede
ver belleza en sus preceptos. Pues la mente carnal ‘no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede’
(Rom.8:7).” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 256.
Por lo tanto, con una mente tal nunca podremos obedecer a la ley de Dios ni alcanzar el
carácter de Cristo. Entonces, lo que necesitamos, lo que debemos obtener es la mente pura, santa,
impecable e inmaculada de Cristo.

40 El Hogar Cristiano, p. 112.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

2. Porque La Mente De Cristo Nos Permite Resistir y Vencer a Satanás y El Pecado


“El hombre caído es el cautivo legítimo de Satanás. La misión de Cristo consistió en rescatarlo
del poder de su gran adversario. El hombre se inclina por naturaleza a seguir las sugestiones de
Satanás, y no puede resistir con éxito a un enemigo tan terrible, a menos que Cristo, el poderoso
Conquistador, more en él, guíe sus deseos y le fortalezca. Dios solo puede limitar el poder de
Satanás.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 117.
“Por siglos el poder maligno se había fortalecido hasta el punto que era asombrosa la sumisión
del hombre a la cautividad satánica. El pecado puede ser resistido y vencido únicamente por la
intervención poderosa de la tercera persona de la Deidad, que no vendría con una energía
modificada, sino en la plenitud del poder divino.” Recibiréis Poder, p. 15.

3. Porque La Mente De Cristo Nos Ayuda a Vivir Obediente


Pablo declaró: “9Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10Pero si
Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a
causa de la justicia.”Rom.8:9-10.
“‘Dios con nosotros’ es la seguridad de nuestra liberación del pecado, la garantía de nuestro
poder para obedecer la ley del cielo.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 16.
“En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su
obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo
producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de
Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo.”
Patriarcas y Profetas, p. 389.

4. Porque La Mente De Cristo Ayuda a Eliminar Las Malas Tendencias Del Carácter
“Sin el proceso transformador que puede venir sólo por medio del poder divino, las tendencias
originales a pecar permanecen en el corazón con toda su fuerza para forjar nuevas cadenas, para
imponer una esclavitud que nunca podrá ser quebrantada por el poder humano. Pero los hombres
nunca podrán entrar en el cielo con sus viejos gustos, inclinaciones, ídolos, ideas y teorías. El cielo
no sería un lugar de gozo para ellos, pues todas las cosas contrariarían sus gustos, apetitos e
inclinaciones, y se opondrían dolorosamente a los rasgos naturales y cultivados de su carácter.”
Mensajes Selectos, tomo 3, p. 217.
Pero, “No tenemos motivo para conservar nuestras tendencias pecaminosas... A medida que nos
hagamos partícipes de la naturaleza divina, se irán eliminando del carácter las tendencias al mal
hereditarias y cultivadas, y nos iremos transformando en un poder viviente para el bien. Al aprender
constantemente del Maestro divino, al participar diariamente de su naturaleza, cooperamos con
Dios en vencer las tentaciones de Satanás. Dios y el hombre obran de común acuerdo a fin de que
éste pueda ser uno con Cristo así como Cristo es uno con Dios.” Maranata, p. 223.
“El Espíritu es el que hace efectivo lo que logró el Redentor del mundo. Mediante el Consolador
el corazón se purifica. Gracias a su obra el creyente llega a ser participante de la naturaleza divina.
Cristo nos dio el divino poder de su Espíritu para que podamos vencer las tendencias al mal, sean
heredades o cultivadas, y para imprimir en la iglesia su propio carácter.” Recibiréis Poder, p. 15.

5. Porque Tener La Mente De Cristo Es Tener La Imagen De Dios


Además, la Santa Palabra de Dios declara que Cristo es “la imagen del Dios invisible”
Col.1:15; 2Cor.4:4. De manera que tener la mente de Cristo, tener al Salvador morando en el
corazón, es tener la imagen de Dios restaurada en el alma. La sierva del Señor explica:
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“El Señor dice: ‘Te daré un corazón nuevo’. La imagen de Cristo debe ser estampada en la mente
misma, en el corazón y en el alma. El apóstol dice: ‘Mas nosotros tenemos la mente de Cristo’
(1Cor.2:16).” Mensajes Selectos, tomo 3, p. 217.

Ahora bien, ¿cómo podemos alcanzar la meta de la carrera cristiana que es obtener el carácter de
Cristo? ¿Cómo podemos tener a Cristo viviendo en el alma? El profeta Isaías dice que este carácter de
Dios, esta gloria debe nacer sobre nosotros: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la
gloria de Jehová ha nacido sobre ti.” Isa.60:1. Por lo tanto, es necesario nacer de nuevo.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Parte 7
EL NACIMIENTO DE CRISTO EN EL ALMA
(Gál.4:19)

En aquella noche oscura cuando fue visitado por Nicodemo en secreto, Jesús hizo brillar una luz
para todos los que desean ser transformados de hombre natural (o carnal) a hombre sobrenatural (o
espiritual), diciendo: “3De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino
de Dios. 4Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por
segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el
que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7No te maravilles de que te dije: Os es necesario
nacer de nuevo.” Jn.3:3-7. Nacer “no… de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón,
sino de Dios.” Jn.1:13. De manera que, “la gran necesidad del hombre [es] la conversión: una
conversión del corazón, de la mente y del alma, conversión de una vida de complacencia propia a una
vida de negación del yo y de abnegación.”41 ¿Qué es pues el nuevo nacimiento? ¿Quién opera este
nuevo nacimiento? ¿Qué acontece en la vida de la persona nacida de nuevo o convertida? Veamos.

A- EL NUEVO NACIMIENTO: SU DEFINICIÓN


Cuando Cristo le habló del renacimiento, Nicodemo entendió que debía entrar de nuevo en el
vientre de su madre y nacer otra vez; pero Jesús le explicó que se refería a nacer del Espíritu para
transformarse en un ser espiritual, pues “lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es.” Jn.3:6. Pero, ¿qué es esto exactamente? ¿Quién nace en el ser?
1. La Concepción y Nacimiento De Cristo En El Alma
Podemos definir y resumir el nuevo nacimiento como la concepción, la formación o el
nacimiento de Cristo en el alma. El apóstol Pablo dijo: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir
dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” Gál.4:19. Y el profeta Isaías declara que
“la gloria de Jehová [o sea el carácter de Cristo] ha nacido sobre ti.” Isa.60:1.
Así como después de la concepción de un niño pasan nueve meses antes del nacimiento de este
nuevo ser en el mundo, de la misma manera, después de la siembra del evangelio en el corazón pasa
un tiempo después del cual el carácter de Cristo debe ser reflejado en esta persona, lo cual lo
convierte en una nueva criatura. Esta nueva criatura debe ir creciendo y renovándose hasta llegar
“a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” Efe.4:13.
Es por eso que el apóstol Pablo nos invita a despojarnos “del viejo hombre con sus hechos” y
revestirnos “del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el
conocimiento pleno” Col.3:9-10.
“22En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme
a los deseos engañosos, 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre,
creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Efe.4:22-24.
El viejo hombre del cual debemos despojarnos es el yo, y el hombre nuevo del cual debemos
revestirnos es Cristo; “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos.” Gál.3:27. Así que, nacer de nuevo es pues recibir a Cristo como un nuevo ser en el
alma.

41 Consejos sobre el Régimen Alimenticio, p. 191.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

2. La Recepción De La Mente y Del Corazón De Cristo


El nuevo nacimiento puede ser definido también como la recepción de la mente (del Espíritu) y
del corazón divinos de Cristo; pues cuando Cristo mora o nace en nosotros trae su mente y su
corazón. El mismo Señor explicó eso por medio del profeta Ezequiel diciendo: “25Esparciré sobre
vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os
limpiaré. 26Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27Y pondré dentro de vosotros mi
Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”
Eze.36:25-27.
“Cuando Cristo habla del nuevo corazón, se refiere a la mente, a la vida, al ser entero.
Experimentar un cambio de corazón es apartar los afectos del mundo y fijarlos en Cristo. Tener un
nuevo corazón es tener una mente nueva, nuevos propósitos, nuevos motivos.” Mensajes para los
Jóvenes, p. 70.
Ahora bien, ¿de quién son este nuevo corazón y este nuevo espíritu o mente recibidos en el
alma? Son de Cristo. Pablo dice: “9…Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10Pero si
Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a
causa de la justicia.” Rom.8:9-10. De manera que cuando Cristo mora en nosotros, “el corazón se
une con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente,
los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida.”42
La conversión entraña pues una mente transformada a la imagen del que lo creó, implica el ser
“transformados mediante la renovación de vuestra mente”, “ser renovados en la actitud de vuestra
mente” Rom.12:2; Efe.4:23 (Biblia al Día)
Por lo tanto, el nuevo nacimiento implica también la formación del carácter de Cristo en el
alma. Es lo que nos da a entender el profeta Isaías al decir: “1Levántate, resplandece; porque ha
venido tu luz, y la gloria [el carácter] de Jehová ha nacido sobre ti. 2Porque he aquí que tinieblas
cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su
gloria.” Isa.60:1-2.
“En la verdadera conversión el alma nace de nuevo. Un nuevo espíritu toma posesión del templo
del alma. Comienza una nueva vida. Cristo es revelado en el carácter.” Review and Herad, 30 de
Julio de 1901.
“Ser perdonados en la forma en que Cristo perdona es no solamente ser perdonados, sino ser
renovados en el espíritu de nuestra mente. El Señor dice: ‘Te daré un corazón nuevo’. La imagen de
Cristo debe ser estampada en la mente misma, en el corazón y en el alma. El apóstol dice: ‘Mas
nosotros tenemos la mente de Cristo’ (1Cor.2:16).” Mensajes Selectos, tomo 3, p. 216-217.

3. La Adopción Del Creyente En La Familia De Dios


Podemos declarar también que el nuevo nacimiento es el proceso por el cual el creyente es
adoptado como hijo de Dios, como miembro de la familia de Dios.
Pablo dice que el Espíritu del Señor que recibimos al nacer de nuevo es el espíritu de adopción.
“15Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16El Espíritu mismo da
testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” Rom.8:15-16. Y este espíritu de adopción
que clama “¡Abba, Padre!” es el Espíritu de Cristo; pues Pablo explica que Dios envió a su Hijo al
mundo “5para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de

42 Palabra de Vida del Gran Maestro, p. 253.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

hijos. 6Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama:
¡Abba, Padre!” Gál.4:5-6.

B- OPERANDO EL NUEVO NACIMIENTO


¿Quién opera esta obra en el creyente? ¿Por medio de qué se crea este nuevo ser en el alma? Las
Escrituras nos señalan a dos agentes o medios para esta nueva creación: La Palabra de Dios (la
palabra de verdad) y el Espíritu Santo.
1. Por Medio De La Palabra De Dios
Santiago dice: “17Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las
luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 18El, de su voluntad, nos hizo nacer por la
palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” Stg.1:17-18.
El apóstol Pedro explica el papel de la Palabra de Dios en el nuevo nacimiento diciendo:
“22Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el
amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23siendo renacidos,
no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para
siempre.” 1Ped.1:22-23.
“La palabra de Dios es la simiente. Cada semilla tiene en sí un poder germinador. En ella está
encerrada la vida de la planta. Así hay vida en la palabra de Dios. Cristo dice: ‘Las palabras que yo
os he hablado, son espíritu, y son vida.’ ‘El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene
vida eterna.’ (Jn.6:63; 5:24). En cada mandamiento y en cada promesa de la Palabra de Dios se halla
el poder, la vida misma de Dios, por medio de los cuales pueden cumplirse el mandamiento y la
promesa. Aquel que por la fe recibe la palabra, está recibiendo la misma vida y carácter de Dios.
“Cada semilla lleva fruto según su especie. Sembrad la semilla en las debidas condiciones, y
desarrollará su propia vida en la planta. Recibid en el alma por la fe la incorruptible simiente de la
Palabra, y producirá un carácter y una vida a la semejanza del carácter y la vida de Dios.” Palabra
de Vida del Gran Maestro, p. 20.

2. Por Medio Del Espíritu De Dios


“El Consolador… Fue dado como el agente regenerador, y sin este don el sacrificio de Cristo
hubiera sido en vano.” Recibiréis Poder, p. 15.
Jesús dijo que “lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” Jn.3:6. El papel del Espíritu de Dios
en el nuevo nacimiento está explicado en las notas siguientes:
“El Espíritu que opera en la mente humana y la ilumina, crea fe en Dios. Se declara en las
Escrituras que la fe es don de Dios poderoso para salvación, que ilumina los corazones de los que
buscan la verdad como un tesoro escondido. El Espíritu de Dios, impresiona la verdad en el
corazón. El Evangelio es llamado poder de Dios para salvación porque sólo Dios puede hacer que la
verdad sea un poder que santifique el alma.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 951.
De esta manera, esto es creando fe en la Palabra de Dios, “el poder regenerador que ningún ojo
humano puede ver, engendra una vida nueva en el alma; crea un nuevo ser conforme a la imagen de
Dios.” El Camino a Cristo, p. 56.
“Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser
efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo.” El Deseado de Todas las Gentes, p.
143.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

C- PROBANDO LA VERACIDAD DEL NUEVO NACIMIENTO


La sierva del Señor declara que “La gran preocupación de cada alma debería ser: ¿Ha sido renovado
mi corazón? ¿Ha sido transformada mi alma? ¿Han sido perdonados mis pecados mediante la fe en
Cristo? ¿He renacido? ¿Estoy cumpliendo con esta invitación: ‘Venid a mí todos los que estéis
trabajados y cargados, que yo os haré descansar’ (Mat.11:28)?”43 ¿Cómo determinar pues si he renacido
o no?
1. El Fruto De La Conversión
“Al paso que no podemos hacer nada para cambiar nuestro corazón, ni para ponernos en armonía
con Dios, al paso que no debemos confiar para nada en nosotros ni en nuestras buenas obras,
nuestras vidas han de revelar si la gracia de Dios mora en nosotros. Se notará un cambio en el
carácter, en las costumbres y ocupaciones. La diferencia será muy clara e inequívoca entre lo que
han sido y lo que son.” El Camino a Cristo, p. 56-57.
“¿Cuál es la señal de un corazón nuevo? Una vida cambiada. Se produce día tras día, hora tras
hora, una muerte del orgullo y el egoísmo.” Mensajes para los Jóvenes, p. 70.
“El nuevo nacimiento consiste en tener nuevos motivos, gustos y tendencias. Los que han nacido
a una vida nueva mediante el Espíritu Santo, son partícipes de la naturaleza divina y en todos sus
hábitos y procedimientos dan testimonio de su relación con Cristo.” ¡Maranata: El Señor Viene!, p.
235.
La persona que está convertida que tiene a Cristo viviendo dentro de sí, que llegó a ser uno con
Él, no vive ya según la carne sino conforme a la voluntad de Dios. Pablo invitó diciendo: “vestíos
del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” Rom.13:14. Y declaró también que
“los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” Gál.5:24. “De modo que
si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas.” 2Cor.5:17. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Efe.2:10.
“Los que son hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús manifiestan los frutos del Espíritu: ‘amor,
gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza’ (Gál.5:22-23).
Ya no se conforman por más tiempo con las concupiscencias anteriores, sino que por la fe del Hijo
de Dios siguen sus pisadas, reflejan su carácter y se purifican a sí mismos así como él es puro. Aman
ahora las cosas que en un tiempo aborrecían y aborrecen las cosas que en otro tiempo amaban. El
que era orgulloso y dominante, ahora es manso y humilde de corazón. El que antes era vano y
altanero, ahora es serio y discreto. El que antes era borracho, ahora es sobrio y el que era libertino,
puro. Han dejado las costumbres y modas vanas del mundo. Los cristianos no buscan ‘el adorno
exterior’, sino que ‘sea adornado el hombre interior del corazón, con la ropa imperecedera de un
espíritu manso y sosegado’ (1Ped.3:3-4).” El Camino a Cristo, p. 57-58.
De manera que el nuevo nacimiento nos lleva a vivir una vida sin pecado por medio de la fe en
el poder de Cristo Jesús. Fue lo que dijo el apóstol Juan en su primera epístola: “Sabemos que todo
aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le
guarda, y el maligno no le toca.” 1Jn.5:18.
“Cuando es implantado el principio del amor en el corazón, cuando el hombre es renovado
conforme a la imagen del que lo creó, se cumple en él la promesa del nuevo pacto: ‘Pondré mis leyes
en su corazón, y también en su mente las escribiré’ (Heb.10:16). Y si la ley está escrita en el
corazón, ¿no modelará la vida? La obediencia, es decir, el servicio y la lealtad de amor, es la
verdadera prueba del discipulado…

43 Mensajes Selectos, tomo 2, p. 133-134.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“He aquí la verdadera prueba. Si moramos en Cristo, si el amor de Dios mora en nosotros,
nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras acciones, tienen que estar en armonía con la
voluntad de Dios como se expresa en los preceptos de su santa ley.” El Camino a Cristo, p. 60-61.

2. La Prueba Del Nuevo Nacimiento


La Palabra de Dios declara que nuestras obras de injusticia o de justicia demuestran si tenemos
la mente de Satanás y estamos bajo el espíritu del maligno, o si tenemos la mente de Cristo y
estamos siendo guiados por el Espíritu del Señor: “6Todo aquel que permanece en él, no peca; todo
aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. 7Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es
justo, como él es justo. 8El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el
principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 9Todo aquel que es
nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede
pecar, porque es nacido de Dios. 10En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo:
todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” 1Jn.3:6-10.
“Si albergáis orgullo, estima propia, amor a la supremacía, vanagloria, ambición impía,
murmuración, descontento, amargura, maledicencia, mentira, engaño, calumnia, Cristo no está
morando en vuestro corazón, y es evidente que tenéis la mente y el carácter de Satanás, no el de
Cristo Jesús, que era manso y humilde de corazón.” Testimonios para los Ministros, p. 441.
“Cuando los que se dicen cristianos conservan todos los defectos naturales de su carácter y
disposición, ¿en qué se diferencia su situación de la de los mundanos? Los tales no aprecian la
verdad como un elemento santificador, refinador. No han nacido de nuevo.” ¡Maranata: El Señor
Viene!, p. 235.
Por lo tanto, si vemos que practicamos todavía las obras de la carne, si todavía somos esclavos
de algún pecado acariciado, si estamos manifestando los mismos viejos rasgos de carácter, es
porque estamos todavía bajo el maligno. Necesitamos pues acudir al gran Libertador, al que nos
puede salvar de nuestros pecados diciéndole: “conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová
mi Dios.” Jer.31:18. Sí, necesitamos nacer de nuevo. Pero, “¿cómo puede hacerse esto?” Jn.3:9.
¿Cómo uno puede experimentar esta renovación que se llama conversión o nuevo nacimiento?
Consideraremos en la parte que sigue los pasos a dar por la fe para nacer de nuevo.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Parte 8
LOS TRES PASOS HACIA LA CONVERSIÓN
(Hch.2:37-38)

Hemos considerado ya lo que es el nuevo nacimiento y su fruto en el alma, y vimos que por este
medio Cristo mora en nosotros y nos habilita para vivir la vida sin pecado. Analicemos ahora cómo
experimentar esa maravillosa obra de la conversión. El Espíritu de Profecía nos indica cuáles son los
pasos a dar para nacer de nuevo diciendo: “El verdadero arrepentimiento por el pecado, la fe en los
méritos de Jesucristo, y el bautismo en su muerte, para ser levantados del agua y vivir una vida nueva,
son los primeros pasos en el nuevo nacimiento que Cristo le dijo a Nicodemo que debía experimentar
para ser salvo.”44 Ya que son los pasos más fundamentales para experimentar la conversión y tener a
Cristo morando en el alma, abordaremos cada paso de este proceso de la conversión con ciertos
detalles.

A- EL ARREPENTIMIENTO Y SU PROCESO
El arrepentimiento es el primer paso en la experiencia de la conversión. Es por eso que fue el
primer mensaje de Juan el Bautista y de Cristo al comenzar su ministerio (cf. Mat.3:1-2; 4:17).
“El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del mismo.” Pero, para poder
sentir esta tristeza, uno debe estar convencido de pecado; pues “no renunciaremos al pecado a menos
que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en la
vida.”45 Y, a parte del abandono del pecado, el culpable arrepentido tiene que reparar las faltas
cometidas o devolver las cosas mal adquiridas. Así pues, podemos ver que hay unas obras que preceden
y suceden al arrepentimiento; pero las incluiremos todas en el proceso del arrepentimiento. Por lo
tanto, los pasos que analizaremos en el proceso del arrepentimiento son: el llamamiento y la
Convicción de pecado, la tristeza por el pecado, la confesión del pecado, el abandono del pecado y la
reparación del pecado o restitución.
1. El Llamamiento y La Convicción De Pecado
“A menos que se arrepienta el pecador, no puede ser perdonado. Pero la cuestión a decidir es si
el arrepentimiento es obra del pecador o es una dádiva de Cristo. ¿Debe esperar el pecador hasta que
esté lleno de remordimiento por su pecado antes de que pueda ir a Cristo? El primer paso hacia
Cristo se da gracias a la atracción del Espíritu de Dios. Cuando el hombre responde a esa atracción,
avanza hacia Cristo a fin de arrepentirse.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 457.
Así que, para convencernos de pecado el Espíritu de Dios nos atrae primero a Cristo, nos llama
al arrepentimiento. Cristo dijo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y
yo le resucitaré en el día postrero.” Jn.6:44. Y esta atracción hacia Cristo se llama también el
llamamiento.
“El llamamiento es la atracción del pecador hacia Cristo, y es una obra efectuada en el corazón
por el Espíritu Santo, que convence de pecado e invita al arrepentimiento…
“Nadie puede arrepentirse por sí mismo y hacerse digno de la bendición de la justificación.
Continuamente el Señor Jesús procura impresionar la mente del pecador y atraerlo para que
contemple al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. No podemos dar un paso hacia la
vida espiritual a menos que Jesús atraiga y fortalezca el alma, y nos guíe para experimentar el
arrepentimiento del cual nadie necesita arrepentirse.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 457.

44 Exaltad a Jesús, p. 73.


45 El Camino a Cristo, p. 21.
70
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Cuando nos dejamos atraer así hacia Cristo por la obra del Espíritu Santo, experimentamos lo
que es la convicción de pecado.
Convencer es “incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de
comportamiento.”46
La convicción de pecado se experimenta por la obra del Espíritu en el alma; pues el Espíritu
Santo es el Agente divino que convence de pecado (cf. Jn.16:7-8; Heb.3:15). “No podemos
arrepentirnos sin que el Espíritu de Cristo despierte la conciencia”47
Pero, “cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la conciencia se vivifica y el
pecador discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su
gobierno en los cielos y en la tierra. ‘La Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este
mundo’ (Jn.1:9), ilumina las cámaras secretas del alma y se manifiestan las cosas ocultas. La
convicción se posesiona de la mente y del corazón. El pecador tiene entonces conciencia de la
justicia de Jehová y siente terror de aparecer en su iniquidad e impureza delante del que escudriña
los corazones. Ve el amor de Dios, la belleza de la santidad y el gozo de la pureza. Ansía ser
purificado y restituido a la comunión del cielo.” El Camino a Cristo, p. 22-23.
El Espíritu Santo aprovecha de algunos medios para convencernos de pecado. Y puede ser uno o
algunos de los medios siguientes:
a) Por medio de la meditación en el sacrificio de Jesús
El apóstol Pedro declaró una vez ante el concilio judío que “30el Dios de nuestros padres
levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. 31A éste, Dios ha exaltado
con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.”
Hch.5:30-31.
“Jesús dijo: ‘Yo, si fuere levantado en alto de sobre la tierra, a todos los atraeré a mí mismo’
(Jn.12:32). Cristo debe ser revelado al pecador como el Salvador que muere por los pecados del
mundo; y cuando consideramos al Cordero de Dios sobre la cruz del Calvario, el misterio de la
redención comienza a abrirse a nuestra mente y la bondad de Dios nos guía al arrepentimiento.
Al morir Cristo por los pecadores, manifestó un amor incomprensible; y este amor, a medida que
el pecador lo contempla, enternece el corazón, impresiona la mente e inspira contrición en el
alma…
“Una influencia de la cual no se dan cuenta, obra sobre el alma, la conciencia se vivifica y la
vida externa se enmienda. Y a medida que Cristo los induce a mirar su cruz y contemplar a quien
han traspasado sus pecados, el mandamiento despierta la conciencia. La maldad de su vida, el
pecado profundamente arraigado en su alma se les revela.” El Camino a Cristo, p. 25.
b) Por medio de la contemplación de la perfección de Cristo
Muchos otros se han dado cuenta de su pecaminosidad al contemplar el carácter puro y
perfecto de la Majestad divina.
Después de pasar tiempo condenando al pueblo de Dios por su pecado (cf. Isa.3:9, 11; 5:8,
11, 18, 20-22), el profeta Isaías vio “al Señor sentado sobre un trono alto y sublime”. El
contraste que notó entre él y el Señor le llevó a exclamar: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque
siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos,
han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.” Isa.6:1-5.

46 Diccionario de la Real Academia Española, art. ‘Convencer’.


47 El Camino a Cristo, p. 24.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Después de muchos días de auto-justificación ante sus amigos, el Señor se manifestó a Job,
el cual declaró: “5De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. 6Por tanto me aborrezco, y
me arrepiento en polvo y ceniza.” Job 42:5-6.
“Cuando la luz de Cristo resplandece en nuestras almas, vemos cuán impuros somos;
discernimos el egoísmo de nuestros motivos y la enemistad contra Dios, que ha manchado todos
los actos de nuestra vida. Entonces conocemos que nuestra propia justicia es en verdad como
andrajos inmundos y que solamente la sangre de Cristo puede limpiarnos de las manchas del
pecado y renovar nuestro corazón a su semejanza.
“Un rayo de luz de la gloria de Dios, un destello de la pureza de Cristo que penetre en el
alma, hace dolorosamente visible toda mancha de pecado y descubre la deformidad y los
defectos del carácter humano. Hace patentes los deseos impuros, la infidelidad del corazón y la
impureza de los labios. Los actos de deslealtad del pecador que anulan la ley de Dios, quedan
expuestos a su vista y su espíritu se aflige y se oprime bajo la influencia escudriñadora del
Espíritu de Dios. Se aborrece a si mismo viendo el carácter puro y sin mancha de Cristo.” El
Camino a Cristo, p. 27.
c) Por medio de la predicación de la Palabra de Dios
También por medio de la predicación de la Palabra de Dios muchos han sido convencidos
de pecado. Tenemos por ejemplo el caso de la ciudad de Nínive que por la predicación de Jonás
la gente llegaron a tener convicción de sus malas obras (cf. Jon.3:4-5). Y acerca del resultado
de la predicación de Pedro en el Pentecostés leemos: “Al oír esto, se compungieron de corazón,
y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” Hch.2:37.
“El Testigo verdadero dice: ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo.’ Apo.3:20. Toda
amonestación, reprensión y súplica de la Palabra de Dios o de sus mensajeros es un llamamiento
a la puerta del corazón. Es la voz de Jesús que procura entrada. Con cada llamamiento desoído se
debilita la inclinación a abrir. Si hoy son despreciadas las impresiones del Espíritu Santo,
mañana no serán tan fuertes. El corazón se vuelve menos sensible y cae en una peligrosa
inconsciencia en cuanto a lo breve de la vida frente a la gran eternidad venidera.” El Deseado de
Todas las Gentes, p. 454.
d) Por medio del estudio de la Palabra de Dios
El estudio de la Palabra de Dios es también un medio para convencerse de pecado. “Porque
la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta
partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón.” Heb.4:12.
“Estudiad la Palabra de Dios con oración. Esa Palabra os presenta, en la ley de Dios y en la
vida de Cristo, los grandes principios de la santidad, sin la cual ‘nadie verá al Señor’.
(Heb.12:14) Convence de pecado; revela plenamente el camino de la salvación.” El Camino a
Cristo, p. 34.
e) Por medio del carácter de Cristo contemplado en sus seguidores
“El Dios del cielo está obrando sobre las mentes humanas todo el tiempo. En la Palabra de
Dios se formula una invitación, y no sólo se formula allí, sino también por medio de todos los
que creen en Jesucristo y revelan a Cristo en sus caracteres. Tal vez no se acerquen directamente
a una persona para hablarle respecto a su condición de impenitencia; sin embargo, tal persona
percibe, cuando entra en relación con algún discípulo de Jesucristo, que allí hay algo que ella no
posee.” Fe y Obras, p. 64.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Ahora bien, “a medida que vuestra conciencia ha sido vivificada por el Espíritu Santo habéis
visto algo de la perversidad del pecado, de su poder, su culpa, su miseria; y lo miráis con
aborrecimiento. Veis que el pecado os ha separado de Dios y que estáis bajo la servidumbre del
poder del mal. Cuanto más lucháis por escaparos, tanto más comprendéis vuestra impotencia.
Vuestros motivos son impuros, vuestro corazón está corrompido. Veis que vuestra vida ha estado
colmada de egoísmo y pecado. Ansiáis ser perdonados, limpiados y libertados. ¿Qué podéis
hacer para obtener la armonía con Dios y la semejanza a él?” El Camino a Cristo, p. 49.

2. La Tristeza Por El Pecado


El siguiente paso en el arrepentimiento genuino es experimentar tristeza por los pecados
cometidos (cf. Sal.31:9-10; Mat.26:74-75). Pero, no toda tristeza por el pecado es señal de
verdadero arrepentimiento; pues el apóstol Pablo habla de dos tristeza por el pecado: “La tristeza
del mundo”, la cual “produce muerte”; y “la tristeza que es según Dios”, la cual “produce
arrepentimiento para salvación” 2Cor.7:10.
a) La tristeza del mundo
“Gran número de personas se entristecen por haber pecado y aun se reforman exteriormente,
porque temen que su mala vida les acarree sufrimientos. Pero esto no es arrepentimiento en el
sentido bíblico. Lamentan la pena más bien que el pecado. Tal fue el dolor de Esaú cuando vio
que había perdido su primogenitura para siempre. Balaam, aterrorizado por el ángel que estaba
en su camino con la espada desnuda, reconoció su culpa por temor de perder la vida; mas no
experimentó un arrepentimiento sincero del pecado, ni un cambio de propósito, ni
aborrecimiento del mal. Judas Iscariote, después de traicionar a su Señor, exclamó: ‘¡He pecado,
entregando la sangre inocente!’ Mat.27:4.
“Esta confesión fue arrancada a la fuerza de su alma culpable por un tremendo sentido de
condenación y una pavorosa expectación de juicio. Las consecuencias que habían de resultarle
lo llenaban de terror, pero no experimentó profundo quebrantamiento de corazón, ni dolor de
alma por haber traicionado al Hijo inmaculado de Dios y negado al santo de Israel. Cuando
Faraón sufría los juicios de Dios, reconoció su pecado a fin de escapar del castigo, pero volvió a
desafiar al cielo tan pronto como cesaron las plagas. Todos éstos lamentaban los resultados del
pecado, pero no sentían tristeza por el pecado mismo.” El Camino a Cristo, p. 21-22.
b) La tristeza según Dios
Pero, “la oración de David después de su caída [ver Salmo 51] es una ilustración de la
naturaleza del verdadero dolor por el pecado. Su arrepentimiento era sincero y profundo. No
hizo ningún esfuerzo por atenuar su crimen; ningún deseo de escapar del juicio que lo
amenazaba inspiró su oración. David veía la enormidad de su transgresión; veía las manchas de
su alma; aborrecía su pecado. No imploraba solamente el perdón, sino también la pureza del
corazón. Deseaba tener el gozo de la santidad -ser restituido a la armonía y comunión con Dios.”
El Camino a Cristo, p. 23.

3. La Confesión Del Pecado


El paso que viene después y acompaña la tristeza por el pecado es la confesión del pecado. El
salmista dijo: “17Pero yo estoy a punto de caer, y mi dolor está delante de mí continuamente. 18Por
tanto, confesaré mi maldad, y me contristaré por mi pecado.” Sal.38:17-18.
Sin la confesión del pecado no se alcanzará misericordia ni perdón de los pecados; porque “El
que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”
Pro.28:13. El apóstol Juan también dijo que la confesión es una condición indispensable para el

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

perdón: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.” 1Jn.1:9.
Así que, “Los que no se han humillado de corazón delante de Dios reconociendo su culpa, no han
cumplido todavía la primera condición de la aceptación. Si no hemos experimentado ese
arrepentimiento, del cual nadie se arrepiente, y no hemos confesado nuestros pecados con verdadera
humillación de alma y quebrantamiento de espíritu, aborreciendo nuestra iniquidad, no hemos
buscado verdaderamente el perdón de nuestros pecados; y si nunca lo hemos buscado, nunca hemos
encontrado la paz de Dios.” El Camino a Cristo, p. 37.
Conforme a lo que estamos considerando ahora podemos ver que “las condiciones para obtener
la misericordia de Dios son sencillas, justas y razonables. El Señor no nos exige que hagamos
alguna cosa penosa para obtener el perdón de los pecados. No necesitamos hacer largas y
cansadoras peregrinaciones, ni ejecutar duras penitencias, para encomendar nuestras almas al Dios
de los cielos o para expiar nuestra transgresión; mas el que confiesa su pecado y se aparta de él,
alcanzará misericordia.” El Camino a Cristo, p. 36.
¿A quiénes deben dirigirse nuestras confesiones? Todo depende del caso. La Palabra de Dios
indica a quiénes podemos confesar:
a) Confesar nuestros pecados a Dios
El salmista declaró: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis
transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado.” Sal.32:5.
El mismo profeta Daniel nos cuenta que sus confesiones por sus pecados y por los pecados
del pueblo de Dios fueron dirigidas a Dios. Él dice: “3Y volví mi rostro a Dios el Señor,
buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. 4Y oré a Jehová mi Dios e hice
confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la
misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; 5hemos pecado, hemos cometido
iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus
mandamientos y de tus ordenanzas.” Dan.9:3-5.
b) Confesar nuestras ofensas a las personas ofendidas
La Biblia señala también que cuando faltamos a nuestros prójimos debemos reconocer y
confesarles estas ofensas, y solicitarles su perdón: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y
orad unos por otros, para que seáis sanados.” Stg.5:16.
Por lo tanto, “confesad vuestros pecados a Dios, quien sólo puede perdonarlos, y vuestras
faltas unos a otros. Si has dado motivo de ofensa a tu amigo o vecino, debes reconocer tu falta,
y es su deber perdonarte libremente. Debes entonces buscar el perdón de Dios, porque el
hermano a quien s ofendido pertenece a Dios y al perjudicarlo has pecado contra su Creador y
Redentor. Debemos presentar el caso delante del único y verdadero Mediador, nuestro gran
Sumo Sacerdote, que ‘ha sido tentado en todo punto, así como nosotros, mas sin pecado’ que es
capaz de compadecerse de nuestras flaquezas’ (Heb.4:15) y es poderoso para limpiarnos de toda
mancha de pecado.” El Camino a Cristo, p. 36-37.

4. El Abandono Del Pecado


La Palabra de Dios enseña también que después de su confesión el pecador no debe seguir en el
mal, sino abandonar sus pecados conocidos para que sea aceptado (cf. Pro.28:13; Isa.1:16,18;
55:7). Es decir, debe manifestarse una reforma en la vida, la cual demostrará el cambio operado en
el corazón del pecador arrepentido. Es lo que se llama los “frutos dignos de arrepentimiento” o las
“obras dignas de arrepentimiento” (cf. Mat.3:8-9; Hch.26:20).

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Dios no acepta la confesión sin sincero arrepentimiento y reforma. Debe haber un cambio
decidido en la vida; toda cosa que sea ofensiva a Dios debe dejarse. Esto será el resultado de una
verdadera tristeza por el pecado.” El Camino a Cristo, p. 38.

5. La Reparación Del Pecado o Restitución


La restitución es el último paso que se da cuando se experimenta el arrepentimiento genuino.
Restituir significa devolver lo que se posee injustamente (cf. Éxo.22:1-3). Significa también
compensar, enmendar, indemnizar o reparar el perjuicio causado (cf. Lev.6:2-4; 24:18). La
restitución es indispensable para que el arrepentimiento sea cabal y para que se reciba el pleno
beneficio de la confesión. Fue lo que Dios dijo a su pueblo por medio de Ezequiel:
“14Y cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; si él se convirtiere de su pecado, e hiciere
según el derecho y la justicia, 15si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, y
caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá ciertamente y no morirá. 16No se
le recordará ninguno de sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá
ciertamente.” Eze.33:14-16 (cf. Jue.17:1-3; Isa.1:17-18).
Además, para que sea perfecta nuestra restitución, debemos añadir, por lo menos, la quinta
parte de lo que vale la cosa que estaba en nuestro poder injustamente (cf. Núm.5:6-7; Lev.5:15-16;
6:4-5; Luc.19:8-9).
“Toda alma convertida querrá, como Zaqueo, señalar la entrada de Cristo en su corazón mediante
el abandono de las prácticas injustas que caracterizaban su vida. A semejanza del príncipe de los
publicanos, dará prueba de su sinceridad haciendo restitución…
“Si hemos perjudicado a otros en cualquier transacción comercial injusta, si nos hemos
extralimitado en el comercio o defraudado a algún hombre, aun dentro del marco de la ley,
deberíamos confesar nuestro agravio y hacer restitución en la medida de lo posible. Es justo que
devolvamos, no solamente lo que hemos tomado, sino todo lo que se habría ganado con ello si se lo
hubiese usado correcta y sabiamente durante el tiempo que haya estado en nuestro poder.” El
Deseado de Todas las Gentes, p. 509-510.
Nota: A pesar de que el Señor espera que el pecador dé los pasos mencionados arriba en su
arrepentimiento, no debemos nunca olvidar que todo eso es un don de Dios (cf. Hch.5:31).
“El arrepentimiento es un don de Cristo como lo es el perdón, y no se lo puede encontrar en el
corazón donde Cristo no ha estado en acción. No podemos arrepentirnos sin el Espíritu de Cristo
que despierta la conciencia, así como no podemos ser perdonados sin Cristo. Cristo atrae al pecador
exhibiendo su amor en la cruz, y esto enternece el corazón, impresiona la mente e inspira contrición
y arrepentimiento en el alma.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 6, p. 1056.

B- LA FE EN CRISTO Y EN SU PALABRA
La etapa o paso siguiente en la obra de la conversión es la manifestación de fe (cf. Mat.21:32;
Mrc.1:15). Y la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” Heb.11:1. “La fe
es rendir a Dios las facultades intelectuales, entregarle la mente y la voluntad, y hacer de Cristo la única
puerta para entrar en el reino de los cielos.” Fe y Obras, p. 24.
O sea, después de dar los pasos de arrepentimiento, el alma del pecador espera la reconciliación
con Dios, desea el perdón y la paz. Él debe ahora tener la seguridad, la certeza, de que Dios le acepta
en Cristo Jesús, conforme a las promesas de su Santa Palabra, y entregarse por completo al Señor.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

1. Fe En Cristo y En Su Obra a Nuestro Favor


La Palabra inspirada indica que debemos creer en el Señor Jesucristo, o sea manifestar “fe en
Cristo como el Redentor del mundo, fe en su muerte, sepultura y resurrección”48 para que el perdón,
la paz, la reconciliación con Dios y la vida eterna sean nuestros (cf. Jn.3:14-18, 36; Hch.10:43;
26:18; Jn.20:31). Debemos creer en la obra que Cristo realizó a nuestro favor y entender que “no
hay pecado que el hombre pueda cometer que no haya sido pagado en el Calvario.”49
“¿Y qué es creer? Es aceptar plenamente que Jesucristo murió como nuestro sacrificio; que Él se
hizo maldición por nosotros, que tomó nuestros pecados sobre sí mismo, y nos imputó su propia
justicia. Por eso reclamamos esta justicia de Cristo, creemos en ella, y es nuestra justicia. Él es
nuestro Salvador. Nos salva porque dijo que lo haría.” Fe y Obras, p. 70.

2. Fe En Las Promesas De Dios


El apóstol Pablo, explicando la razón por la que el evangelio de la Palabra de Dios es poder de
Dios dijo: “16Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a
todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17Porque en el evangelio la justicia
de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” Rom.1:16-17.
La sierva del Señor nos dice también que la fe “Es el asentimiento de la mente a las palabras de
Dios, que ciñe el corazón en voluntaria consagración y servicio a Él, quien dio el entendimiento,
enterneció el corazón, y tomó la iniciativa para atraer la mente a fin de que contemplara a Cristo en
la cruz del Calvario.” Fe y Obras, p. 24.
En su santa Palabra Dios promete perdonarnos, limpiarnos, darnos un nuevo corazón, etc.; si
creemos en estas promesas de su Palabra, el perdón y la vida nueva serán experimentados, Cristo
morará en el corazón por fe, participaremos de su naturaleza divina. El apóstol Pedro lo dijo en
estas palabras:
“3Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino
poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4por medio de
las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa
de la concupiscencia” 2Ped.1:3-4.
“Habéis confesado vuestros pecados y los habéis quitado de vuestro corazón. Habéis resuelto
entregaros a Dios. Id pues a él y pedidle que os limpie de vuestros pecados y os dé un corazón
nuevo. Creed que lo hará porque lo ha prometido. Esta es la lección que Jesús enseñó durante el
tiempo que estuvo en la tierra: que debemos creer que recibimos el don que Dios nos promete y que
es nuestro.” El Camino a Cristo, p. 50.
“Tú eres pecador. No puedes expiar tus pecados pasados, no puedes cambiar tu corazón y hacerte
santo. Mas Dios promete hacer todo esto por ti mediante Cristo. Crees en esa promesa. Confiesas tus
pecados y te entregas a Dios. Quieres servirle. Tan ciertamente como haces esto, Dios cumplirá su
palabra contigo. Si crees la promesa, si crees que estás perdonado y limpiado, Dios suplirá el hecho;
estás sano, tal como Cristo dio potencia al paralítico para andar cuando el hombre creyó que había
sido sanado. Así es si así lo crees. No esperes sentir que estás sano, mas di: ‘Lo creo; así es, no
porque lo sienta, sino porque Dios lo ha prometido’.” “Por el simple hecho de creer en Dios, el
Espíritu Santo ha engendrado una vida nueva en vuestro corazón. Sois como un niño nacido en la
familia de Dios, y él os ama como a su Hijo.” El Camino a Cristo, p. 51, 52.

48 Exaltad a Jesús, p. 73.


49 Comentario bíblico ASD [E.G. White], tomo 6, p. 1071.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

A pesar de las caídas, hay que creer que Dios nos aceptará si volvemos a Él arrepentido. Pues,
“Hay quienes han conocido el amor perdonador de Cristo y desean realmente ser hijos de Dios; sin
embargo, reconocen que su carácter es imperfecto y su vida defectuosa, y están propensos a dudar de
que sus corazones hayan sido regenerados por el Espíritu Santo. A los tales quiero decirles que no se
abandonen a la desesperación. Tenemos a menudo que postrarnos y llorar a los pies de Jesús por
causa de nuestras culpas y errores; pero no debemos desanimarnos. Aun si somos vencidos por el
enemigo, no somos arrojados, ni abandonados, ni rechazados por Dios. No; Cristo está a la diestra de
Dios e intercede por nosotros. Dice el discípulo amado: ‘Estas cosas os escribo, para que no pequéis.
Y si alguno pecare, abogado tenemos para con el Padre, a saber, a Jesucristo el Justo’ (1Jn.2:1)….
Orad con más fervor; creed más plenamente. A medida que desconfiemos de nuestra propia fuerza,
confiaremos en el poder de nuestro Redentor, y luego alabaremos a Aquel que es la salud de nuestro
rostro.” El Camino a Cristo, p. 64.
Y si nuestra fe es débil y no podemos ejercer la debida fe, podemos solicitar la ayuda del Señor
diciendo: “ayuda mi incredulidad” o “auméntanos la fe”. Mrc.9:24; Luc.17:5.

3. Esto Es Justificación Por La Fe


Con toda seguridad podemos declarar que lo enunciado arriba es justificación por la fe en los
méritos y las palabras de Cristo.
Hablando de la justificación obtenida por la fe Pablo dijo: “21Pero ahora, aparte de la ley, se ha
manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22la justicia de Dios por
medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23por cuanto
todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24siendo justificados gratuitamente por su
gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25a quien Dios puso como propiciación por
medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados, 26con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él
sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” Rom.3:21-26.
Así que, “justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo” Rom.5:1.
¿Qué es pues exactamente esta obra de la justificación por la fe? Aunque lo descrito más arriba
es la justificación del pecador por su fe en los méritos y las promesas del Señor, el Espíritu de
Profecía nos describe dicha obra con más énfasis en las definiciones y declaración siguientes:
“Cuando el pecador, penitente, contrito delante de Dios, comprende el sacrificio de Cristo en su
favor y acepta este sacrificio como su única esperanza en esta vida y en la vida futura, sus pecados
son perdonados. Esto es justificación por la fe…. El perdón y la justificación son una y la misma
cosa…. La justificación es lo opuesto a la condenación.” Fe y Obras, p. 107-108.
“La justificación es el perdón total y completo del pecado. En el momento en que el pecador
acepta a Cristo por la fe, es perdonado. La justicia de Cristo le es imputada, y ya no ha de dudar de la
gracia perdonadora de Dios.” Reflejemos a Jesús, p. 70.
“Justificación significa la salvación de un alma de la perdición para que pueda obtener la
santificación, y por medio de la santificación, la vida del cielo. Justificación significa que la
conciencia, limpiada de obras muertas, es colocada donde puede recibir la bendición de la
santificación.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 920.
Así pues, “¿Qué es la justificación por la fe? Es la obra de Dios que abate en el polvo la gloria
del hombre, y hace por el hombre lo que él no tiene la capacidad de hacer por sí mismo.”
Testimonios para los Ministros, p. 464 (456).
¿Por qué el hombre es justificado solamente por fe? Porque “La fe es la condición por la cual
Dios ha visto conveniente prometer perdón a los pecadores. No es que haya virtud alguna en la fe,
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

que haga merecer la salvación, sino porque la fe puede aferrarse a los méritos de Cristo, quien es el
remedio para el pecado. La fe puede presentar la perfecta obediencia de Cristo en lugar de la
transgresión y la apostasía del pecador.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 430.

C- EL BAUTISMO: SEÑAL DE LA REGENERACIÓN INTERIOR


Después del arrepentimiento y el ejercicio de fe en Cristo y sus promesas, viene el bautismo para
simbolizar la obra operada hasta aquí en el creyente (cf. Hch.2:38; Mrc.16:16). Así como la
circuncisión de Abraham fue “como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún
incircunciso” (Rom.4:9-11), el bautismo del creyente es también la señal de la justicia que le fue
imputada por fe estando aún no bautizado. Por lo tanto, las personas que deben ser bautizadas son las
que hayan experimentado el verdadero arrepentimiento con todo su fruto de justicia; pues, en varias
partes de la Biblia se habla del bautismo como de “bautismo de arrepentimiento para perdón de
pecados.” (cf. Mrc.1:4; Luc.3:3; Hch.13:24; 19:4).
Por ser el último paso de la obra de la conversión, “el bautismo representa la verdadera conversión
por la renovación del Espíritu Santo.” La Fe Por la Cual Vivo, 145.
¿Cuáles son pues las obras que simboliza el Bautismo? Veamos lo que enseña la Palabra de Dios
sobre este particular.
1. Simboliza Muerte al Pecado y al Mundo, y Resurrección a Una Nueva Vida
El apóstol Pablo explica que con la muerte y la resurrección de Cristo fue consumada la muerte
o crucifixión de nuestra carne de pecado o viejo hombre y una muerte a las cosas del mundo, y la
resurrección de un nuevo ser a una nueva vida en Cristo Jesús, el cual va en búsqueda de las cosas
de arriba. Esta obra es ilustrada por el bautismo:
“3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados
en su muerte? 4Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que
como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida
nueva. 5Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo
seremos en la de su resurrección; 6sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al
pecado.” Rom.6:3-6.
Podemos notar que el apóstol compara el bautismo con una sepultura y resurrección, y con una
siembra y crecimiento. En efecto, el verbo griego “anabaíno”, traducido por “subir” (del agua) en el
relato de los bautismos de Jesús y del eunuco etíope (cf. Mat.3:16; Hech.8:38-39), significa también
“brotar, crecer, resucitar”. Cuando los bautizados salen o suben del agua esto significa que
empiezan a brotar o crecer como una nueva plantita. También significa que salen de una tumba y
han resucitado a una nueva vida.
Pero, hay que recordar que es imposible que haya crecimiento sin siembra, o resurrección sin
muerte. Pablo dice: “Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes.” Y él añadió: “Y lo que
siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo” 1Cor.15:36-37. Por lo tanto, los que
desean ser bautizados deben morir al yo primero y caer humillados sobre la Roca. Deben ser
“plantados en la casa de Jehová” o sepultados, para que puedan crecer, florecer, fructificar o
resucitar espiritualmente (cf. Jn.12:24).
Sepultar a una persona estando con vida es un homicidio; por eso hay que esperar que muera al
yo y al pecado antes de sepultarla en las aguas bautismales; sino, no llevará fruto dijo Jesús. Y esa
persona no sólo debe morir al yo, al mundo y al pecado, sino también ser despojado de estas cosas;
ser despojado del viejo hombre, del manto de la justicia propia, etc.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Por lo tanto, si hemos sido crucificados con Cristo, si el cuerpo de pecado ha muerto y hemos
resucitado a una nueva vida, no debemos ni podemos seguir pecando mientras permanecemos en
conexión con Cristo. Pablo preguntó: “1¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para
que la gracia abunde? 2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él?... 7Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8Y si morimos con
Cristo, creemos que también viviremos con él; 9sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los
muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10Porque en cuanto murió, al pecado
murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11Así también vosotros consideraos
muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro… 14Porque el pecado no se
enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” Rom.6:1-2, 7-11, 14.
Por el rito del bautismo ilustramos no solamente esta muerte al pecado, sino también una
muerte al mundo y a las cosas del mundo; pues Pablo declaró: “Mas lejos esté de mí gloriarme,
salvo en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al
mundo.” Gál.6:14. Por lo que “El bautismo es una solemne renuncia al mundo. Los que son
bautizados en el triple nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en el momento de entrar en la
vida cristiana, declaran públicamente que han abandonado el servicio de Satanás, y han llegado a ser
miembros de la familia real, hijos del Rey celestial.” El Evangelismo, p. 226.
De manera que, los que han sido bautizados no pueden continuar en seguir la corriente de este
mundo. De aquí en adelante deben fijar su meta en las cosas de arriba: “1Si, pues, habéis resucitado
con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2Poned vuestra
mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Col.3:1-2.
El apóstol Pablo declara que no podemos volver a las cosas del pasado y seguir estando en
Cristo, porque Él no es ministro de pecado:
“17Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por
eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. 18Porque si las cosas que destruí, las mismas
vuelvo a edificar, transgresor me hago.” Gál.2:17-18.
De la misma forma que Cristo “en cuanto vive, para Dios vive”, “los que viven, ya no vivan para
sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” 2Cor.5:15.
“19Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 20Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo
vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gál.2:19-20.
Esta es la experiencia de una persona renacida: el yo está muerto en él y Cristo vive en él,
cumpliendo la voluntad de Dios.

2. Simboliza La Circuncisión Espiritual


El bautismo es también un símbolo de la obra de la circuncisión espiritual de la que habla la
Palabra de Dios. Pablo dice: “11En [Cristo] también fuisteis circuncidados con circuncisión no
hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
12
sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el
poder de Dios que le levantó de los muertos. 13Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la
incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados”
Col.2:11-13.
La circuncisión era un rito que señalaba la obra del cambio de corazón, que debería ser
experimentado por el creyente por medio del Espíritu Santo. Moisés dijo al pueblo de Israel: “Y el
Eterno tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que lo ames con todo
tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.” Deu.30:6. Es esta misma obra que está señalada
en la profecía de Eze.11:19-20: Tener un nuevo corazón para poder guardar la ley de Dios.
79
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

3. Simboliza El Lavamiento Espiritual En Cristo Jesús


El hecho de ser bautizado en agua simboliza la obra espiritual de limpieza de pecado que se ha
experimentado por la fe en Cristo Jesús mediante la Palabra y el Espíritu de Dios. Las Sagradas
Escrituras declaran:
“4Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,
5
nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el
lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6el cual derramó en nosotros
abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7para que justificados por su gracia, viniésemos a
ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.” Tit.3:4-7.
“…25Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola
purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.”
Efe.5:25-27.
Debemos entender que el bautismo mismo no purifica, sino simboliza la purificación que fue
operada en nosotros. “El bautismo verdadero no es para limpiar nuestro cuerpo, sino para pedirle a
Dios que nos limpie de pecado [en pedirle a Dios una conciencia limpia50], para que no nos sintamos
culpables de nada.” 1Ped.3:21 (Biblia Lenguaje Sencillo).
Podemos ver aquí que la limpieza que simboliza el bautismo es la de la conciencia, de la mente,
del corazón. El Espíritu de Profecía dice:
“Juan proclamaba la venida del Mesías, e invitaba al pueblo a arrepentirse. Como símbolo de la
purificación del pecado, bautizaba en las aguas del Jordán. Así, mediante una lección objetiva muy
significativa, declaraba que todos los que querían formar parte del pueblo elegido de Dios estaban
contaminados por el pecado y que sin la purificación del corazón y de la vida, no podrían tener
parte en el reino del Mesías.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 80.

Ahora bien, ¿será que después de experimentar la obra de la conversión no se realiza ninguna obra
más en la vida del nuevo nacido? No, lo que hemos considerado hasta ahora (o sea la obra de la
conversión y de la justificación por la fe) no es el fin de la carrera cristiana sino su comienzo. La obra
de la justificación por la fe es seguida por la obra de la santificación. El apóstol Juan declara que
aparte del perdón otorgado al pecador, aparte de la obra de justificación operado en el por fe, viene
una purificación del ser. Dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1Jn.1:9; “pues la voluntad de Dios es vuestra
santificación” 1Tes.4:3. ¿Qué es pues la santificación? ¿Cómo vivir en santidad? Las respuestas a estas
preguntas se detallan en la parte que sigue.

50 Esta parte se encuentra en la versión “Dios Habla Hoy” de 1 Pedro 3: 21.


80
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Parte 9
OBRANDO LA SANTIFICACIÓN EN NOSOTROS
(Jn.17:15-17)

Cuando Dios nos justifica (nos perdona) por medio de la fe en Cristo Jesús, también nos santifica
(nos limpia) de toda maldad por medio de la sangre de Cristo, la sangre del pacto (cf. Heb.9:13-14;
10:10, 29; 13:12). Pues, el discípulo amado dice que “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1Jn.1:9. Esta obra de purificación
comienza en el mismo instante que se opera la justificación; pues “los que reciben al Salvador, se
convierten en hijos de Dios. Son sus hijos espirituales, nacidos de nuevo, renovados en justicia y
verdadera santidad.”51 Pablo dice que “ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis
sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” 1Cor.6:11. Pero esta
santidad debe ser perfeccionada como dice Pablo (cf. 2Cor.7:1); porque durante la vida cristiana
surgen terribles luchas diarias para conservar la pureza del corazón, para mantenerse obediente a los
mandamientos de Dios y para extirpar las malas tendencias del corazón y eliminar el mal del carácter,
hasta que la imagen de Cristo se refleja plenamente en el alma. “El poder de la verdad debe transformar
el corazón y el carácter…. todo el carácter debe ser transformado, la imagen de Cristo debe revelarse en
palabras y acciones.”52 Por lo tanto, Cristo, por medio de su Espíritu, sigue obrando en nosotros para
ayudarnos a mantenernos fieles y victoriosos durante nuestra vida cristiana. Pero, en esta obra de
santificación el hombre debe colaborar con Dios. Consideremos pues lo que es la santificación más
ampliamente y el papel de Dios y el nuestro en esta importante obra.

A- DEFINIENDO LA SANTIFICACIÓN
La purificación de la vida, la extirpación de las malas tendencias del corazón y del carácter por la
obediencia continua a la voluntad expresa de Dios se llama la Santificación o Justicia Impartida.
Cristo oró a su Padre por sus seguidores diciendo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
Jn.17:17. ¿Qué pues significa ser santificado en la verdad? Es ser capacitado por medio del Espíritu
Santo para obedecer la verdad, o sea la ley de Dios (cf. Sal.119:142), para que el creyente pueda ser
limpiado “de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios.” 2Cor.7:1.
Fue lo que expresaron los apóstoles Pedro y Pablo cuando dijeron: “Habiendo purificado vuestras
almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido” 1Ped.1:22.
“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor,
de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el
Espíritu y la fe en la verdad” 2Tes.2:13.
“A fin de que el hombre retenga la justificación, debe haber una obediencia continua mediante una
fe activa y viviente que obre por el amor y purifique el alma.” Fe y Obras, p. 103.
“El Espíritu Santo, el Consolador, el que Jesús dijo que enviaría al mundo, es el que transforma
nuestro carácter a la imagen de Cristo; y cuando esto se realiza reflejamos, como un espejo, la gloria del
Señor. Es decir, que el carácter de quien así contempla a Cristo es tan semejante al de él, que quien lo
observe ve el carácter de Cristo brillando como en un espejo. Sin que lo notemos, somos cambiados día
tras día de nuestros caminos y nuestra voluntad a los caminos y la voluntad de Cristo, en la hermosura
de su carácter. Así crecemos en Cristo e inconscientemente reflejamos su imagen.” En Lugares
Celestiales, p. 337.

51 Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 6, p. 1117.


52 Ídem.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Así que, “La santificación no es una obra de un momento, de una hora o de un día. Es un continuo
crecimiento en la gracia.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 958.
“…la santificación consiste en la alegre ejecución de los deberes diarios en perfecta obediencia a la
voluntad de Dios.” Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 294.
“La santificación del alma por la obra del Espíritu Santo es la implantación de la naturaleza de Cristo
en la humanidad. La religión del Evangelio es Cristo en la vida -un principio vivo y activo. Es la gracia
de Cristo revelada en el carácter y desarrollada en las buenas obras.” Palabras de Vida del Gran
Maestro, p. 316.
La santificación es pues el fruto de la justificación; “20Porque cuando erais esclavos del pecado,
erais libres acerca de la justicia. 21¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os
avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y
hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” Rom.6:20-
22.
Veamos pues ahora la obra que Dios opera en nosotros para lograr la transformación de nuestro
ser por medio a la obediencia a la verdad y la victoria sobre el pecado.

B- LA OBRA DE DIOS EN LA SANTIFICACIÓN DEL CREYENTE


Como hemos mencionado ya, lo más imprescindible para nuestra santificación es la presencia de
Cristo en el corazón. Dios enseñó esta lección en las instrucciones dadas en la construcción del
Santuario. Dijo: “el lugar será santificado con mi gloria.” Éxo.29:43. Y en varias ocasiones el Señor se
dio a conocer con las palabras “yo soy Jehová que os santifico” (cf. Éxo.31:13; Lev.20:8; 21:8, 15, 23;
22:9, 16; Eze.20:12).
¿Cuáles son pues las obras que el Señor realiza en nosotros para lograr la santificación de todo
nuestro ser?
1. Cristo Derrama En El Corazón El Poder De Su Gracia Que Crea Enemistad Contra Satán
En primer lugar hay que entender que después de su pecado, Adán y Eva se habrían vuelto
amigos y aliados de Satanás para siempre si el Señor no hubiera intervenido a poner la enemistad
entre la descendencia de la mujer y la de la serpiente (cf. Gén.3:15). Cuando pasamos del reino de
las tinieblas y de “hijos de ira” al reino de Cristo y a la descendencia de la mujer, Cristo derrama en
nosotros el poder de su gracia que crea la enemistad contra Satanás y libera la voluntad del hombre
de la mano del enemigo para que el hombre pueda ejercer su propia decisión y elección.
“Dios declara: ‘Enemistad pondré’. Esta enemistad no es fomentada de un modo natural.
Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y
no en divergencia con Satanás. No puede decirse que haya enemistad natural entre el hombre
pecador y el autor del pecado. Ambos se volvieron malos a consecuencia de la apostasía. El
apóstata no descansa sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a seguir su ejemplo.
De aquí que los ángeles caídos y los hombres malos se unan en desesperado compañerismo. Si Dios
no se hubiese interpuesto especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el cielo; y en
lugar de albergar enemistad contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en oposición a
Dios…
“La gracia que Cristo derrama en el alma es la que crea en el hombre enemistad contra Satanás.
Sin esta gracia transformadora y este poder renovador, el hombre seguiría siendo esclavo de Satanás,
siempre listo para ejecutar sus órdenes. Pero el nuevo principio introducido en el alma crea un
conflicto allí donde hasta entonces reinó la paz. El poder que Cristo comunica habilita al hombre
para resistir al tirano y usurpador. Cualquiera que aborrezca el pecado en vez de amarlo, que resista

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

y venza las pasiones que hayan reinado en su corazón, prueba que en él obra un principio que viene
enteramente de lo alto.” El Conflicto de los Siglos, p. 559-560.
El apóstol Pablo nos invita por lo tanto a fortalecernos “en el Señor, y en el poder de su fuerza.”
Efe.6:10; porque, “32Dios es el que me ciñe de poder, y quien hace perfecto mi camino; 33quien hace
mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas; 34quien adiestra mis manos para la
batalla, para entesar con mis brazos el arco de bronce. 35Me diste asimismo el escudo de tu
salvación; tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido. 36Ensanchaste mis pasos
debajo de mí, y mis pies no han resbalado. 37Perseguí a mis enemigos, y los alcancé, y no volví hasta
acabarlos. 38Los herí de modo que no se levantasen; cayeron debajo de mis pies. 39Pues me ceñiste
de fuerzas para la pelea; has humillado a mis enemigos debajo de mí.” Sal.18:32-39.
El Señor Jesús dijo una vez a Pablo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la
debilidad.” Por ello el apóstol entendió que el Señor manifestaba su poder en él para que fuera
hecho fuerte en la lucha contra el mal, y dijo: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en
las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte.” 2Cor.12:9-10.
Sobre nosotros también puede reposar el poder de Cristo para que digamos con el apóstol:
“todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Fil.4:13.

2. Cristo Subyuga Nuestra Voluntad y Nuestras Pasiones


Debemos recordar que “La voluntad humana de Cristo nunca lo habría llevado al desierto de la
tentación... no lo habría llevado a sufrir la humillación, burla, reproche, aflicción y muerte. Su
naturaleza humana rehuía todas esas cosas tan decididamente como lo hace la nuestra”53. Sin
embargo, ¿qué aconteció en la vida de Cristo? Pablo dice: “5Haya, pues, en vosotros este sentir
[mente] que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Fil.2:5-8. Cristo dijo: “No busco mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió, la del Padre.” Jn.5:30.
O sea, la mente divina de Cristo lo llevó primero a despojarse de sus manifestaciones divinas,
luego a no cumplir su voluntad humana, sino negarse a esa voluntad, para que el poder y la
voluntad divinos de su Padre se manifestaran en Él y así demostrar lo que Dios puede realizar en el
hombre.
Por eso Pablo pudo decir: “1Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de
los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos… 3Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes
bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.” Rom.15:1, 3.
Ahora bien, cuando Cristo mora en nosotros realiza esta misma obra: Su mente divina nos lleva,
con nuestro consentimiento, a negarnos a nosotros mismos para que la voluntad de Dios se cumpla
en nosotros.
“La santificación no es una emoción sino un principio de origen celestial que pone todas las
pasiones y todos los deseos bajo el control del Espíritu de Dios; y esta obra es realizada por medio
de nuestro Señor y Salvador.” Fe y Obras, p. 89.

53 Señales de los Tiempos, 29 de octubre de 1894.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

3. Cristo Produce En Nosotros El Querer y El Hacer El Bien


En su epístola a los Romanos (en el capítulo siete) el apóstol Pablo nos presenta, bajo el modelo
de su experiencia personal, el cuadro de un hombre que tiene sus miembros como instrumentos de
iniquidad. En su mente sirve a la ley de Dios, o sea tiene buena voluntad de obrar conforme a la ley
de Dios, quiere hacer el bien, toma buenas decisiones y hace lindas promesas de fidelidad a Dios,
sin embargo la realidad es que hay otra ley en sus miembros que le lleva cautivo del pecado; el mal
que no quiere hacer es lo que hace, y el bien que quiere realizar no lo puede hacer (cf. Rom.7:14-
23). Y dijo Pablo: “17De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en
mí…. 20Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.”
¿Quién obraba entonces en ese hombre? El mismo Satanás. Pero, de la misma forma que el
enemigo le llevaba a hacer el mal, cuando se entregue al Señor Éste obrará en su corazón
llevándole a hacer el bien; sus miembros serán ahora instrumentos de justicia y su fruto la
santificación:
“12No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus
concupiscencias; 13ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de
iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros
miembros a Dios como instrumentos de justicia…. 20Porque cuando erais esclavos del pecado, erais
libres acerca de la justicia. 21¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os
avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y
hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.”
Rom.6:12-13, 20-22.
Noten bien que mientras seguimos sometiéndonos a la voluntad de Dios, el que obra en y por
medio de nosotros es el Señor; las buenas obras no son nuestras, nosotros somos solamente
instrumentos vivientes e inteligentes en sus manos. Fue por entender esta obra de Cristo en el alma
para la santificación de todo el ser, que el profeta Isaías declaró: “Jehová, tú nos darás paz, porque
también hiciste en nosotros todas nuestras obras.” Isa.26:12. Y Pablo dijo: “Dios, que hace todas las
cosas en todos, es el mismo.” 1Cor.12:6. Y el mismo Señor dijo también: “Yo soy la vid, vosotros
los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí
nada podéis hacer.” Jn.15:5.
Sí, “Cristo cambia el corazón. Habita en vuestro corazón por la fe. Debéis mantener esta
comunión con Cristo por la fe y la sumisión continua de vuestra voluntad a él; mientras hagáis esto,
él obrará en vosotros para que queráis y hagáis conforme a su voluntad.… De modo que si Cristo
obra en vosotros, manifestaréis el mismo espíritu y haréis las mismas obras: obras de justicia y
obediencia.” El Camino a Cristo, p. 62-63.
“12Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia
solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,
13
porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”
Fil.2:12-13.
Así que, “23el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y
cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 24Fiel es el que os
llama, el cual también lo hará.” 1Tes.5:23-24.

C- LA OBRA DEL CREYENTE EN SU SANTIFICACIÓN


“La obra de ganar la salvación es una operación mancomunada. Debe haber cooperación entre Dios
y el pecador arrepentido. Es necesaria para la formación de principios rectos de carácter. El hombre
debe hacer fervientes esfuerzos para vencer lo que le impide obtener la perfección. Pero depende
enteramente de Dios para alcanzar el éxito. Los esfuerzos humanos, por sí solos, son insuficientes. Sin
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

la ayuda del poder divino, no se conseguirá nada. Dios obra y el hombre obra.” Los Hechos de los
Apóstoles, p. 384.
Después de ver las principales obras de Cristo en nuestra santificación, veamos ahora la
colaboración que debemos aportar para dicha santificación del ser.
1. Entregarnos y Someternos Continuamente a Cristo
“Debemos dar a Dios todo el corazón o, de otra manera, el cambio que se ha de efectuar en
nosotros, y por el cual hemos de ser transformados conforme a su semejanza, jamás se realizará…
“Muchos dicen: ‘¿Cómo me entregaré a Dios?’ Deseáis hacer su voluntad, mas sois moralmente
débiles, sujetos a la duda y dominados por los hábitos de vuestra mala vida. Vuestras promesas y
resoluciones son tan frágiles como telas de araña. No podéis gobernar vuestros pensamientos,
impulsos y afectos. El conocimiento de vuestras promesas no cumplidas y de vuestros votos
quebrantados debilita vuestra confianza en vuestra propia sinceridad y os induce a sentir que Dios no
puede aceptaros; mas no necesitáis desesperar. Lo que necesitáis comprender es la verdadera fuerza
de la voluntad. Este es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre: el poder de decidir o de
elegir. Todas las cosas dependen de la correcta acción de la voluntad. Dios ha dado a los hombres el
poder de elegir; depende de ellos el ejercerlo. No podéis cambiar vuestro corazón, ni dar por
vosotros mismos sus afectos a Dios; pero podéis elegir servirle. Podéis darle vuestra voluntad, para
que él obre en vosotros, tanto el querer como el hacer, según su voluntad. De ese modo vuestra
naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo, vuestros afectos se concentrarán en él
y vuestros pensamientos se pondrán en armonía con él…
“Por medio del debido ejercicio de la voluntad, puede obrarse un cambio completo en vuestra
vida. Al dar vuestra voluntad a Cristo, os unís con el poder que está sobre todo principado y
potestad. Tendréis fuerza de lo alto para sosteneros firmes, y rindiéndoos así constantemente a Dios
seréis fortalecidos para vivir una vida nueva, es a saber, la vida de la fe.” El Camino a Cristo, p. 42,
47-48.
Además debemos someter nuestra voluntad egoísta a la voluntad de Cristo. Pues “Cristo cambia
el corazón. Habita en vuestro corazón por la fe. Debéis mantener esta comunión con Cristo por la fe
y la sumisión continua de vuestra voluntad a él; mientras hagáis esto, él obrará en vosotros para que
queráis y hagáis conforme a su voluntad.” El Camino a Cristo, p. 62-63.
¿Qué milagro es operado en nosotros cuando nos sometemos continuamente así al Señor? El
Espíritu de Profecía responde:
“Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con
su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su
vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor
nos contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino
su propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová.” Palabras de Vida del
Gran Maestro, p. 253-254.
Es por medio de esta sujeción a Cristo que llegaremos a ser siervos o instrumentos de la
obediencia o de la justicia, con la santificación como fruto (cf. Rom.6:16-22).
La sumisión voluntaria de todo nuestro ser a la voluntad del Señor no solamente es esencial
para vivir la vida de obediencia y realizar las obras de Cristo, sino también para vencer las
tentaciones, vengan del exterior como del interior. Es el primer paso para vencer la tentación:
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Stg.4:7. Dijo Santiago. Y Pablo
también exhortó: “16Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
17
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se
oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 18Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

bajo la ley… 24Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.”
Gál.5:16-18, 24.
“Se nos ordena que crucifiquemos la carne, con los afectos y las concupiscencias. ¿Cómo lo
haremos? ¿Infligiremos dolor al cuerpo? No, pero daremos muerte a la tentación a pecar. Debe
expulsarse el pensamiento corrompido. Todo intento debe someterse al cautiverio de Jesucristo.
Todas las propensiones animales deben sujetarse a las facultades superiores del alma. El amor de
Dios debe reinar supremo, Cristo debe ocupar un trono indiviso.” El Hogar Cristiano, p. 112.
Así que, si tenemos que ser obedientes a la ley de Dios y vencedores sobre el pecado como lo ha
sido Cristo, debemos, como Él y con el poder de Él, sujetar la carne con sus deseos y pasiones a las
facultades superiores del alma; someter el cuerpo al dominio de una mente iluminada por el
Espíritu de Dios.
“A menos que las tendencias de la naturaleza física estén dominadas por un poder superior,
obrarán con certidumbre ruina y muerte. El cuerpo debe ser puesto en sujeción a las facultades
superiores del ser. Las pasiones deben ser controladas por la voluntad, que debe estar a su vez bajo el
control de Dios. La facultad regia de la razón, santificada por la gracia divina, debe regir la vida.”
Mente, Carácter y Personalidad, tomo 2, p. 418-419.
“Si los cristianos mantienen el cuerpo en sujeción, y ponen todos sus apetitos y pasiones bajo el
dominio de una conciencia iluminada, sintiendo que es un deber que tienen para con Dios y para con
sus vecinos el obedecer las leyes que gobiernan la salud y la vida, tendrán la bendición del vigor
físico y mental. Tendrán poder moral para empeñarse en la guerra contra Satanás; y en el nombre de
Aquel que venció el apetito en favor de ellos, pueden ser más que vencedores para su propio bien.
Esta guerra está abierta para todos los que deseen empeñarse en ella.” Consejos sobre el Régimen
Alimenticio, p. 77.

2. Combatir y Resistir Contra El Mal Que Hay En Nosotros y Las Tentaciones Del Exterior
“Usted puede decir: ‘Nací con una tendencia natural hacia este mal, y no puedo vencer.’ Sin
embargo, toda provisión ha sido hecha por nuestro Padre celestial para que usted pueda vencer toda
tendencia no santificada. Usted debe vencer de la misma manera que Cristo venció en su favor.”
Review and Herald, 23 de Febrero de 1892.
La sumisión de nuestra voluntad a la de Dios no es una lucha fácil. “La guerra contra nosotros
mismos es la batalla más grande que jamás hayamos tenido. El rendirse a sí mismo, entregando todo
a la voluntad de Dios, requiere una lucha; mas para que el alma sea renovada en santidad, debe
someterse antes a Dios.”54 Esta sumisión implica pues una resistencia constante contra las
tentaciones del exterior como las del interior; pero la resistencia debe comenzar en el mismo punto
donde comenzó la ruina de la humanidad: en el apetito.
“Así como nuestros primeros padres perdieron el Edén por complacer el apetito, nuestra única
esperanza de reconquistar el Edén consiste en dominar firmemente el apetito y la pasión. La
abstinencia en el régimen alimenticio y el dominio de todas las pasiones conservarán el intelecto y
darán un vigor mental y moral que capacitará a los hombres para poner todas sus propensiones bajo
el dominio de las facultades superiores, para discernir entre lo bueno y lo malo, lo sagrado y lo
profano.” Consejos sobre el Régimen Alimenticio, p. 193.
Fue lo que enseñó Cristo cuando dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Luc.9:23. Y esta negación diaria de sí mismo ha sido la
vida de Pablo. Dijo él: “Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor
Jesucristo, que cada día muero.” 1Cor.15:31.

54 El Camino a Cristo, p. 42.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“25Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona
corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 26Así que, yo de esta manera corro, no como a la
ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, 27sino que golpeo mi cuerpo, y lo
pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser
eliminado.” 1Cor.9:25-27.
“La vida del apóstol Pablo fue un constante conflicto consigo mismo. Dijo: ‘Cada día muero’.
(1Cor.15:31). Su voluntad y sus deseos estaban en conflicto diario con su deber y con la voluntad de
Dios. En vez de seguir su inclinación, hizo la voluntad de Dios, por mucho que tuviera que
crucificar su naturaleza.” El Ministerio de Curación, p. 358.
“Pablo tenía constantemente el temor de que sus malas inclinaciones lograran la supremacía. Por
eso estaba continuamente combatiendo y resistiendo firmemente los apetitos y pasiones que
trataban de manifestarse. Si el gran apóstol temblaba al considerar sus debilidades, ¿con qué razón
nos vamos a sentir nosotros confiados y dispuestos a vanagloriarnos?” Cada Día con Dios, p. 277.
“Aquel que está determinado a entrar en el reino espiritual encontrará que todos los poderes y las
pasiones de la naturaleza no regenerada, respaldadas por las fuerzas del reino de las tinieblas, están
preparadas para atacarle. Cada día debe renovar su consagración, cada día debe batallar contra el
pecado. Los hábitos antiguos, las tendencias hereditarias hacia el mal, se disputarán el dominio, y
contra ellos debe siempre velar, apoyándose en el poder de Cristo para obtener la victoria.” Los
Hechos de los Apóstoles, p. 380.
“La santificación no es obra de un momento, una hora, o un día, sino de toda la vida. No se la
consigue por medio de un feliz arranque de los sentimientos, sino que es el resultado de morir
constantemente al pecado y vivir cada día para Cristo. No pueden corregirse los males ni producirse
reformas en el carácter por medio de esfuerzos débiles e intermitentes. Solamente venceremos
mediante un prolongado y perseverante trabajo, penosa disciplina y duro conflicto. No sabemos en
el día actual cuán intenso será nuestro conflicto en el siguiente. Mientras reine Satanás, tendremos
que dominarnos a nosotros mismos y vencer los pecados que nos rodean; mientras dure la vida, no
habrá un momento de descanso, un lugar al cual podamos llegar y decir: Alcancé plenamente el
blanco. La santificación es el resultado de la obediencia prestada durante toda la vida.” Los Hechos
de los Apóstoles, p. 447-448.
Así que, “la resistencia a la tentación debe venir del hombre, quien debe obtener su poder de
Dios.”55 Por lo que nunca debemos olvidar que “el hombre se inclina por naturaleza a seguir las
sugestiones de Satanás, y no puede resistir con éxito a un enemigo tan terrible, a menos que Cristo,
el poderoso Conquistador, more en él, guíe sus deseos y le fortalezca. Dios solo puede limitar el
poder de Satanás.”56 Solamente de esta forma podemos resistir “hasta la sangre, combatiendo contra
el pecado” Heb.12:4. Pues “fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir,
sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” 1Cor.10:13.
Y la promesa del Señor a los que resisten el mal es la siguiente: “Bienaventurado el varón que
soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha
prometido a los que le aman.” Stg.1:12.
“8Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar; 9al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos
se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 10Mas el Dios de toda gracia, que nos
llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” 1Ped.5:8-10.

55 Los Hechos de los Apóstoles, p. 384.


56 Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 117.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

3. Estudiar La Palabra De Dios


El apóstol Pablo declaró que “somos hechos participantes de Cristo” Heb.3:14. ¿Cómo somos
hechos participantes de la naturaleza divina de Cristo? El apóstol Pedro nos indica que es por
medio de las promesas de la Palabra de Dios:
“3Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino
poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4por medio de
las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa
de la concupiscencia” 2Ped.1:3-4.
Y el Señor Jesús declaró “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid
todo lo que queréis, y os será hecho.” Jn.15:7. O sea, cuando comemos la carne y bebemos la
sangre de Cristo, cuando estudiamos y practicamos su Santa Palabra, participamos de su
naturaleza divina. El Espíritu de Profecía explica:
“La Palabra de Dios contiene nuestra póliza de seguro de vida. Comer la carne y beber la sangre
del hijo de Dios significa estudiar la Palabra e introducirla en la vida obedeciendo todos sus
preceptos. Los que participan así del Hijo de Dios llegan a ser partícipes de la naturaleza divina, uno
con Cristo.” Alza Tus Ojos, p. 76.
“La santificación del alma se realiza contemplándolo [a Cristo] constantemente por fe como al
unigénito Hijo de Dios, lleno de gracia y de verdad.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo
6, p. 1117.
Y, ¿cuál será el resultado cuando participamos así de la naturaleza divina? Nuestra
santificación. O sea la purificación de nuestros corazones y de nuestro carácter.
“No tenemos motivo para conservar nuestras tendencias pecaminosas... A medida que nos
hagamos partícipes de la naturaleza divina, se irán eliminando del carácter las tendencias al mal
hereditarias y cultivadas, y nos iremos transformando en un poder viviente para el bien. Al aprender
constantemente del Maestro divino, al participar diariamente de su naturaleza, cooperamos con
Dios en vencer las tentaciones de Satanás. Dios y el hombre obran de común acuerdo a fin de que
éste pueda ser uno con Cristo así como Cristo es uno con Dios.” Maranata, p. 223.
Así que, es también nuestro deber y privilegio, como una parte que nos corresponde en nuestra
santificación, el estudiar y practicar la Palabra de Dios.

4. Vigilar En Oración
Cristo presentó también a sus discípulos dos puntos esenciales para que pudieran ser guardados
de las caídas: La vigilancia y la oración. “Velad y orad [dijo Él], para que no caigáis en tentación;
que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.” Mat.26:41 (Biblia de Jerusalén 1976).
“Muchos han tomado la posición de que no pueden pecar porque están santificados, pero ésta es
una trampa engañosa del maligno. Hay un constante peligro de caer en pecado, porque Cristo nos ha
amonestado a velar y orar para que no caigamos en tentación. Si somos conscientes de la debilidad
del yo, no nos confiaremos en nosotros mismos ni seremos indiferentes al peligro, sino que
sentiremos la necesidad de acudir a la Fuente de nuestra fortaleza: Jesús, nuestra justicia. Hemos de
allegarnos con arrepentimiento y contrición, con una desesperada sensación de nuestra propia
debilidad finita, y aprender, que debemos acudir diariamente a los méritos de la sangre de Cristo, a
fin de que lleguemos a ser vasos apropiados para el uso del Maestro.” Fe y Obras, p. 87-88.
La vigilancia y la oración deben ser constantes. Dice la Palabra de Dios: “Velad, pues, en todo
tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar
en pie delante del Hijo del Hombre.” Luc.21:36.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Los apetitos naturales de los hombres han sido pervertidos por la complacencia. Por medio de la
gratificación malsana se han convertido en ‘deseos carnales que batallan contra el alma.’ A menos
que el cristiano vigila en oración, dará rienda suelta a los hábitos que deberían ser vencidos. A
menos que él sienta la necesidad de vigilancia constante, sus inclinaciones, abusadas y mal
orientadas, serán los medios de su rebelión contra Dios.” Manuscritos Revelados, tomo 14, p. 295
(par. 1).
“La conversión genuina nos pone cada día en comunión con Dios. Habrá tentaciones que
enfrentar y una fuerte tendencia a apartamos de Dios para sumirnos en nuestra antigua indiferencia y
en un pecaminoso olvido del Señor. No hay corazón humano que pueda permanecer fuerte
desprovisto de la gracia divina. Nadie podrá seguir siendo convertido a menos que se cuide y que el
Maestro lo cuide. A menos que el corazón se aferre firmemente de Dios, y Dios se aferre
firmemente de él, asumirá confianza propia y se exaltará, y ciertamente tropezará y caerá…
“Nuestra única defensa segura contra los pecados que nos asedian es la oración, la oración de
cada día y de cada hora. No debemos estar un día llenos de celo para sumirnos el siguiente en la
negligencia, sino como resultado de la vigilancia y el fervor debemos revitalizarnos gracias a nuestra
comunión con Dios. La oración es necesaria, y no debiéramos esperar que se manifiesten los
sentimientos sino orar, fervorosamente, ya sea que sintamos algo o que no sintamos nada.” Cada Día
con Dios, p. 277.
Después de su bautismo, Cristo se arrodilló a la orilla del Jordán y oró fervientemente a Dios,
pidiéndole fuerza para resistir la tentación. La respuesta que recibió Cristo con la gloria de Dios
que descansó sobre Él y la voz del Padre que testificó de su relación con Él (cf. Mat.3:16-17), fue
una garantía para nosotros de que cuando pedimos fuerza a Dios para vencer la tentación nuestras
oraciones serán oídas. La sierva del Señor hizo el siguiente comentario sobre este asunto diciendo:
“El Salvador se aferró, en favor nuestro, del poder de la Omnipotencia, y cuando oramos a Dios
podemos saber que la oración de Cristo ha ascendido antes, y que Dios la ha oído y la ha contestado.
A pesar de nuestros pecados y nuestras debilidades, no somos desechados como indignos. ‘Nos hizo
aceptos en el Amado’. La gloria que descansó sobre Cristo es una promesa del amor de Dios para
nosotros. Habla del poder de la oración: cómo la voz humana puede llegar al oído de Dios, y cómo
nuestras peticiones pueden ser aceptadas en los atrios celestiales. La luz que descendió desde los
portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador, descenderá sobre nosotros cuando oremos
pidiendo ayuda para resistir la tentación.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1055.

5. Apoderarnos De Toda La Armadura De Dios


El apóstol Pablo nos invita también a revestirnos de toda la armadura de Dios para poder
resistir la tentación y obtener la victoria.
“10Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11Vestíos de
toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes. 13Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y
habiendo acabado todo, estar firmes.” Efe.6:10-13.
“El hombre debe trabajar con su poder humano, ayudado con el poder divino de Cristo, para
resistir y vencer a cualquier costo. En otras palabras, el hombre debe vencer tal como Cristo
venció…. El hombre debe hacer su parte; puede vencer por su propio esfuerzo, usando la fortaleza y
la gracia que Cristo le concede.” Testimonios para la Iglesia, tomo 4, p. 36.
Es haciendo eso y luchando así que se puede decir “todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
Fil.4:13.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

6. Testificar de Cristo
Una condición más para la salvación, una colaboración más que el creyente ofrece para su
santificación es la testificación. Pablo dijo: “8Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca
y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9que si confesares con tu boca que Jesús es
el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10Porque con el
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Rom.10:8-10.
“Nos convertimos en vencedores ayudando a otros a vencer por medio de la sangre del Cordero y
la palabra de nuestro testimonio.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 985.
Después de esta consideración, veamos ahora las obras que Cristo realizó por nosotros durante
su vida en la tierra.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Parte 10
LA OBRA DE CRISTO POR NOSOTROS
(1Cor.1:30-31)

Int.: La parte más maravillosa de todo lo que hemos considerado hasta acá es lo que vamos a
considerar en esta última parte, y lo podemos resumir con la declaración siguiente del apóstol Pablo:
“30Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención; 31para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.”
1Cor.1:30-31. Las obras necesarias para nuestra salvación, las cuales hemos experimentado
imperfectamente, se han experimentado con perfección por Cristo. Y en su gran misericordia y amor las
pone todas a nuestra cuenta y disposición, como si fuera nosotros mismos que las hubiéramos
experimentado de esta forma. “El corazón orgulloso lucha para ganar la salvación; pero tanto nuestro
derecho al cielo [nuestra justificación] como nuestra idoneidad para él [nuestra santificación], se hallan
en la justicia de Cristo.”57 Por lo tanto, “No debemos inquietarnos por lo que Cristo y Dios piensan de
nosotros, sino que debe interesarnos lo que Dios piensa de Cristo, nuestro Sustituto. Somos aceptos en el
Amado.”58 Debemos creer en las obras que Cristo realizó por nosotros porque “vosotros estáis
completos en él” Col.2:10. ¿Cuáles son pues estas obras que Cristo obtuvo por nosotros en su vida y
muerte, las cuales debemos apropiarnos por la fe? Consideremos esta maravillosa obra.

A- CRISTO CARGÓ NUESTROS PECADOS


A parte de lo que hemos mencionado ya como parte de su herencia en la carne, se nos informa
también que a Cristo le fueron imputados todos nuestros pecados cometidos, con su carga de
culpabilidad, pesares y dolores. Se identificó así al hombre pecador a fin de recibir su castigo y traerle
reconciliación y paz con Dios. Por lo que la Palabra de Dios nos presenta a Cristo como el Portador de
nuestros pecados, pesares y debilidades:
“4Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por
azotado, por herido de Dios y abatido…. 6Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” Isa.53:4, 6. Y el apóstol
Pablo declaró a los hebreos: “Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y
aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” Heb.9:28.
Si el apóstol pudo decir que en su segunda venida Cristo no tendrá ninguna “relación con el
pecado”, es porque en su primera venida tenía cierta relación con el pecado; la tuvo al “llevar los
pecados de muchos” y al someterse a la ley de la herencia.
¿En qué parte cargó Él nuestros pecados? Se nos contesta que Él es “quien llevó él mismo nuestros
pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la
justicia”1Ped.2:24.
“Cristo no habría podido llevar a cabo esta tarea si no hubiera sido inmaculado. Sólo Alguien que
fuera perfecto podía ser a la vez el portador y el perdonador del pecado. Se pone de pie delante de la
congregación de sus redimidos como su Garantía abrumada por el pecado y manchada de pecado, pero
los pecados que lleva son los pecados de ellos.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p.
459.
“El santo Hijo de Dios no tiene pecados ni pesares propios que llevar: llevaba los pesares de los
demás; porque en él se depositaron las iniquidades de todos nosotros. Mediante su divina simpatía se

57 El Deseado de Todas las Gentes, p. 267.


58 Mensajes Selectos, tomo 2, p. 37.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

relaciona con el hombre, y como representante de la especie se avino a que lo trataran como
transgresor.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 460.
“El Hijo de Dios soportó la ira de Dios contra el pecado. Todo el pecado del mundo, acumulado, se
depositó sobre el Portador del pecado, el Inocente, el Único que podía ser propiciación por el pecado,
porque él mismo era obediente. Era uno con Dios. No había mancha de corrupción en él.” Comentario
Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 447.
“Los pecados de un mundo culpable, que en figura se presentan de color carmesí, fueron imputados
al divino Representante.” Cada Día con Dios, p. 236.

B- CRISTO SE CONVIRTIÓ POR NOSOTROS


Una de las verdades chocantes del plan de redención fue la Conversión de Jesucristo. ¿Cómo así
“la conversión de Jesús”? Sí, porque al llevar nuestros pecados debió experimentar lo que siente el
pecador después de haber pecado y dar los pasos que él debe dar, siendo Él su Substituto.
Como hemos visto ya, los pasos de la conversión son: Arrepentimiento, Fe y Bautismo. Y conforme
a la palabra inspirada, Cristo experimentó todo eso a favor del pecador. Fue después de haber dado
estos primeros pasos que recibió el bautismo de arrepentimiento de la mano de Juan el Bautista:
“Recordemos esto, después de haber dado los pasos necesarios de arrepentimiento, conversión, y
fe a nombre de la raza humana, Cristo fue a Juan para ser bautizado por él en el Jordán.” Boletín de la
Conferencia General, 4 de Abril de 1901, p. 36 (par.15).
1. El Arrepentimiento De Jesús Por el Pecador
Según hemos considerado ya, los pasos del arrepentimiento son: convicción de pecado, tristeza
por el pecado, confesión del pecado, abandono del pecado y reparación del pecado. Veamos como
el Señor experimentó todo eso perfectamente por el pecador.
a) La convicción de Jesús de nuestros pecados
Cristo sintió culpa y vergüenza por nuestros pecados que estaban sobre Él. Experimentó
pues convicción de pecado.
“Como uno de nosotros, debía llevar la carga de nuestra culpabilidad y desgracia. El Ser sin
pecado debía sentir la vergüenza del pecado. El amante de la paz debía habitar con la disensión,
la verdad debía morar con la mentira, la pureza con la vileza. Todo el pecado, la discordia y la
contaminadora concupiscencia de la transgresión torturaban su espíritu.” El Deseado de Todas
las Gentes, p. 86.
“El peso de la culpabilidad de todos los pecados cargó sobre el alma divina del Redentor del
mundo. Los malos pensamientos, las malas palabras, los malos actos de cada hijo e hija de Adán
demandaron una paga que recayó sobre Cristo, pues se había convertido en el sustituto del
hombre. Aun que no era suya la culpa del pecado, su espíritu fue desgarrado y magullado por las
transgresiones de los hombres, y Aquel que no conoció pecado llegó a ser pecado por nosotros
para que pudiéramos ser justicia de Dios en él.” La Maravillosa Gracia, p. 172.
Y hablando de esta opresión mental de Cristo en el desierto de la tentación, la sierva del
Señor nos describe el cuadro siguiente:
“Su alma estaba siendo abrumada por el peso de los pecados del mundo y su rostro expresaba
dolor inenarrable, una angustia profunda que el hombre caído nunca había experimentado. Sintió
la abrumadora marea de desdicha que inundaba el mundo. Comprendió los alcances de la fuerza
de la complacencia del apetito y de las pasiones impías que dominaban el mundo.” Mensajes
Selectos, tomo 1, p. 318.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“No sólo debido a las torturantes mordeduras del hambre resultaban indeciblemente severos
los sufrimientos de nuestro Redentor. Era la sensación de culpa resultante de la complacencia
del apetito, que había traído tan terrible calamidad al mundo, lo que oprimía tan pesadamente su
alma divina.” La Maravillosa Gracia, 164.
Por lo tanto, no debe atormentarnos la duda sobre nuestra aceptación de parte de Dios, pues
Cristo ha llevado ya la culpa de todos nuestros pecados y su vergüenza, y somos aceptos en el
Amado.
“Al morir en la cruz, transfirió la culpa de la persona del transgresor a la del divino Sustituto
si aquél ejercía fe en él como su Redentor personal.” Cada Día con Dios, p. 236.
“Sobre Cristo como substituto y garante nuestro fue puesta la iniquidad de todos nosotros.
Fue contado por transgresor, a fin de que pudiese redimirnos de la condenación de la ley. La
culpabilidad de cada descendiente de Adán abrumó su corazón. La ira de Dios contra el pecado,
la terrible manifestación de su desagrado por causa de la iniquidad, llenó de consternación el
alma de su Hijo.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 701.
b) La tristeza de Jesús por nuestros pecados
Cristo manifestó también verdadera tristeza por nuestros pecados que estaban sobre Él.
“Cristo lloró por la transgresión de cada ser humano. Llevó inclusive la culpabilidad de Caifás,
aunque conocía la hipocresía que había en su alma mientras rasgaba su manto en un alarde
externo. Cristo no rasgó su manto, pero su alma fue rasgada.”59 Sí, el Señor experimentó “la
tristeza que es según Dios” la cual “produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que
arrepentirse” 2Cor.7:10.
Cristo hizo esta obra por nosotros porque nunca nos hemos entristecido de una manera
aceptable para Dios, ni podíamos humillarnos hasta tal grado. “El hombre se había distanciado
tanto de Dios al transgredir su ley, que no podía humillarse a sí mismo ante Dios de una manera
proporcional a la gravedad de su pecado. El Hijo de Dios podía entender plenamente los
provocativos pecados del transgresor, y sólo él, en su carácter impecable, podía efectuar una
expiación aceptable para el hombre al sufrir la sensación angustiosa del desagrado de su Padre.
El dolor y la angustia del Hijo de Dios por los pecados del mundo estuvieron en proporción con
su excelsitud y pureza divinas, tanto como con la magnitud de la falta.” Mensajes Selectos, tomo
1, p. 333.
Por lo tanto, si aceptamos a Cristo por fe como nuestro Salvador personal y estamos en Él,
hallamos en Él dolor perfecto por el pecado, tristeza aceptable por Dios, pues lo ha
experimentado por nosotros.
c) La confesión de Jesús de nuestros pecados
En el Salmo 69 hallamos la confesión de Jesús de nuestros pecados. Para asegurarnos de
que se trata de palabras del Señor Jesús, analicemos y comparemos algunos versículos de dicho
salmo con su cumplimiento en la vida de Jesús.
“Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa”
Sal.69:4. “Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me
aborrecieron.” Jn.15:25.
“Porque me consumió el celo de tu casa; y los denuestos de los que te vituperaban cayeron
sobre mí.” Sal.69:9. “Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa
me consume.” Jn.2:17. “Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está
escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.” Rom.15:3.

59 Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1080.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre.” Sal.69:21 (cf.
Jn.19:28-30).
Ya que hemos comprobado que se trata de declaraciones de Cristo en el salmo 69, veamos
ahora la confesión que hizo:
“1Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma. 2Estoy hundido en cieno
profundo, donde no puedo hacer pie; he venido a abismos de aguas, y la corriente me ha
anegado. 3Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos
esperando a mi Dios. 4Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me
aborrecen sin causa; se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por
qué. ¿Y he de pagar lo que no robé? 5Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son
ocultos.” Sal.69:1-5.
“Cristo vino no confesando sus propios pecados; pero la culpa le fue imputada siendo el
substituto del pecador. Él vino no para arrepentirse de su propia deuda; sino a nombre del
pecador.” Review and Herald, 21 de Enero de 1873 (par. 3).
“Ninguna confesión de pecado por parte del hombre puede ser en ella misma ‘sin defecto’;
no puede ser tan perfecta como para que Dios pueda aceptarla en justicia, dado que el hombre es
imperfecto. ¿Dónde, pues, podemos encontrar la perfección en la confesión? ¡En él! En él mi
confesión del pecado es perfecta, ya que fue él quien la hizo. Cuántas veces sucede que, una vez
que una persona ha hecho una confesión de pecado tan a conciencia como pudo y supo, Satanás
toma ventaja con su sugerencia: ‘No has confesado adecuadamente tu pecado. No has confesado
con la intensidad necesaria para obtener perdón. Sí, claro, has confesado, pero no como es
debido. Dios no puede perdonarte con una confesión como esa’. Eleva la palabra de Dios ante él
y dile: Hay Uno que es perfecto; él llevó mis pecados e hizo confesión: cuando él me muestra el
pecado, lo confieso con todas mis fuerzas y capacidad, y en la medida en que Dios me lo revela;
y en él, en virtud de su confesión, la mía es aceptada en justicia. Su confesión es perfecta en todo
respecto, y Dios acepta mi confesión en él.
“Así, en él resultamos librados del desánimo que Satanás quisiera traernos con respecto a si
hemos confesado suficientemente nuestros pecados, si los hemos expulsado como es debido, o si
nos hemos arrepentido como hay que hacerlo. En Cristo tenemos arrepentimiento; en él tenemos
confesión; en él tenemos perfección; y estamos completos en él. ¡Es el Salvador!” A.T. Jones,
Boletín # 15 de la Conferencia General de 1895.
Por confesar así nuestros pecados que estaban sobre Él, Dios nos perdona, no solamente por
los méritos de Jesús, sino en Cristo. Al perdonar el Padre a Cristo por la confesión sincera y
perfecta que Él hizo de nuestros pecados, el perdón de pecados se halla pues en Cristo. Fue así
que lo entendió el apóstol Pablo, por lo que dijo:
“3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,… 7en quien tenemos redención por su
sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” Efe.1:3, 7.
Por lo tanto debemos ser “benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efe.4:32.
d) El abandono de Jesús de nuestros pecados
Después de haberse arrepentido por sus pecados y de haberlos confesado, el pecador no
debe seguir en su vida de transgresión de la ley de Dios. De la misma manera, Cristo había
tomado sobre sí nuestras transgresiones, había sentido culpabilidad por estos pecados, se había
entristecido a causa de ellos y había confesado todos a Dios, por lo que obtuvo el perdón para
todos nuestros pecados cometidos. Durante toda su vida nunca participó en lo más mínimo de

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

ninguno de los pecados nuestros que estaban sobre Él, no dio al hombre ningún ejemplo para
seguir en sus pecados. Así que en Él hallamos también el abandono total, completo y perfecto de
todos los pecados que hemos cometido. El Espíritu de Profecía declara:
“La humanidad de Cristo alcanzó las profundidades mismas de la desdicha humana y se
identificó con las debilidades y necesidades del hombre caído, al paso que su naturaleza divina se
aferraba del Eterno. Al llevar las culpas de las transgresiones del hombre, su obra no consistía en
darle a éste autorización para continuar violando la ley de Dios, lo cual convertía al hombre en
deudor ante la ley, deuda que Cristo mismo estaba pagando con sus sufrimientos.” Mensajes
Selectos, tomo 1, p. 320.
e) La reparación o pago de Jesús por nuestros pecados
La Palabra de Dios nos enseña que Cristo pagó la deuda de nuestros pecados. La
reparación que exigía la ley de Dios violada era la muerte del pecador, pues “la paga del pecado
es muerte” Rom.6:23. Cristo cumplió con dicha exigencia:
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isa.53:5.
“6Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
7
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir
por el bueno. 8Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros.” Rom.5:6-8
“Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados
como él merece. Fue condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de
que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. El
sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos recibir la vida suya.” El Deseado de Todas las
Gentes, p. 16-17.

Estos fueron los pasos del arrepentimiento que Cristo dio por nosotros. Por lo tanto, “El que se
aferre de la justicia de Cristo no ha de esperar ni por un momento que él mismo podrá borrar sus
propios pecados. No necesita aguardar hasta haber experimentado un arrepentimiento satisfactorio
antes de poder apropiarse de la justicia de Cristo.” Fe y Obras, p. 63.

2. La Fe De Jesús Por el Pecador


Cristo adquirió también una poderosa fe en Dios y su Palabra por nosotros. En los momentos
más difíciles y negros de su vida decía: “Yo confiaré en él.” Heb.2:13. He aquí unas palabras de
confianza en Dios de nuestro Señor y Salvador Jesús:
“6Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi
rostro de injurias y de esputos. 7Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por
eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. 8Cercano está de mí el que me
salva; ¿quién contenderá conmigo? Juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a
mí. 9He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? He aquí que todos ellos
se envejecerán como ropa de vestir, serán comidos por la polilla. 10¿Quién hay entre vosotros que
teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el
nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.” Isa.50:6-10.
“Jesús confió en la sabiduría y fuerza de su Padre celestial. Declara: ‘Jehová el Señor me
ayudará; por tanto no he sido abochornado;... y sé que no seré avergonzado.... He aquí que Jehová
me ayudará.’” El Deseado de Todas las Gentes, p. 98.

95
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Cristo manifestó una plena y firme fe en Dios su Padre como en su Palabra durante toda su vida
de tentaciones y pruebas, antes como después de su bautismo.
“Cristo acudió a Juan, arrepintiéndose en lugar del pecador, creyendo en favor del pecador, para
que mediante el plan que había ideado, de tomar la humanidad sobre sí, y de sufrir y morir por el ser
humano, el pecador fuera aceptado por Dios mediante el arrepentimiento, la fe y el bautismo.”
Exaltad a Jesús, 73.
Las palabras: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” que el Padre pronunció a
las orillas del Jordán fueron para Cristo muy alentadoras.
“Las palabras del Cielo: ‘Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento’ Mat.3:17,
resonaban todavía en los oídos de Satanás. Pero estaba resuelto a hacer dudar a Cristo de este
testimonio. La palabra de Dios era para Cristo la garantía de su misión divina. El había venido para
vivir como hombre entre los hombres, y esta palabra declaraba su relación con el cielo. Era el
propósito de Satanás hacerle dudar de esa palabra. Si la confianza de Cristo en Dios podía ser
quebrantada, Satanás sabía que obtendría la victoria en todo el conflicto. Vencería a Jesús. Esperaba
que bajo el imperio de la desesperación y el hambre extrema, Cristo perdería la fe en su Padre, y
obraría un milagro en su propio favor. Si lo hubiera hecho habría malogrado el plan de salvación….
“Jesús hizo frente a Satanás con las palabras de la Escritura. ‘Escrito está’, dijo. En toda
tentación, el arma de su lucha era la Palabra de Dios. Satanás exigía de Cristo un milagro como señal
de su divinidad. Pero aquello que es mayor que todos los milagros, una firme confianza en un ‘así
dice Jehová’, era una señal que no podía ser controvertida. Mientras Cristo se mantuviese en esa
posición, el tentador no podría obtener ventaja alguna.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 94-95.
Esta es la fe de Jesús. Y en el Apocalipsis Juan contempló al pueblo remanente con esta fe. Dijo:
“Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.”
Apo.14:12.
Tener fe en Jesús no es lo mismo que tener “la fe de Jesús”. Para poder manifestar fe en la obra
que Cristo hizo por nosotros, necesitamos recibir primero como don de Dios la fe que Jesús ejercitó
en su Padre y en la Palabra de Dios. Para ejercer “la fe en Jesús” se necesita “la fe de Jesús”.
Necesitamos esta fe que llevó a Jesús a tener plena seguridad de su aceptación por Dios el
Padre, a pasar las pruebas, la fe que le ayudó a vencer las tentaciones y a esperar pacientemente la
salvación de Dios. Y la necesitamos ya, y de forma especial antes que llegue el tiempo de angustia.
Pues, “los tiempos de apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de soportar el
cansancio, la demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesar de las pruebas más duras.”60 Esta
fe se encuentra en Jesús, pues es “la fe de Jesús”.

3. El Bautismo de Jesús Por el Pecador


“Recordemos esto, después de haber dado los pasos necesarios de arrepentimiento, conversión,
y fe a nombre de la raza humana, Cristo fue a Juan para ser bautizado por él en el Jordán.” Boletín
de la Conferencia General, 4 de Abril de 1901, p. 36 (par.15).
“Muchos habían venido a él para recibir el bautismo de arrepentimiento, confesando sus
pecados y delitos; pero Juan no podía entender por qué el único ser sin pecado en la tierra debería
solicitar una ordenanza que implicaba culpabilidad, confesando virtualmente, mediante el símbolo
del bautismo, una contaminación de la cual se quería ser lavado… rehusó de administrar la
ordenanza, diciendo: ‘Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?’… ‘Deja ahora [dijo
Jesús], porque así conviene que cumplamos toda justicia.” R.H., 21 de Enero de 1873 pár. 2.

60 El Conflicto de los Siglos, p. 679.


96
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“En el acto de someterse a la ordenanza del bautismo Cristo le muestra al pecador uno de los
pasos importantes de la conversión verdadera. Cristo no tenía ningún pecado que lavar, pero al
aceptar la responsabilidad de transformarse en el sustituto del hombre, los pecados de los seres
humanos culpables le fueron imputados... Al aceptar a Cristo como el sustituto de los pecadores,
Dios le concede una oportunidad al pecador -con la ayuda del poder divino de Cristo- para soportar
la prueba que Adán no pudo aguantar.” Exaltad a Jesús, 73.
“Cristo honró la ordenanza del bautismo sometiéndose a su rito. Con ese acto se identificó con su
pueblo como su representante y cabeza. Como su sustituto, toma sobre sí sus pecados, contándose
con los transgresores, dando los pasos que el pecador debe dar, y hacienda la obra que debe hacer.”
Review and Herald, 21 de Enero de 1873 (par. 3).
La Palabra de Dios presenta el bautismo como condición de salvación (cf.Mrc.16:16). Pero, si
una persona se arrepiente de sus pecados, los confiesa, acepta a Cristo como su Salvador personal y
se aferra a Él por fe, y muere antes de su bautismo, comoquiera será salvo, pues Cristo se bautizó
por ella. Todo lo que realizó Cristo está en su cuenta. Fue por eso que el ladrón en la cruz será
salvo sin haber sido bautizado.

C- CRISTO SE SANTIFICÓ POR NOSOTROS


No solamente la justicia imputada que adquirió Cristo por nosotros, sino también nuestra
santificación (la justicia impartida). Dijo: “Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también
ellos sean santificados en la verdad.” Jn.17:19.
¿Cómo se santificó Cristo por nosotros? Vivió perfectamente en obediencia a la ley de Dios durante
toda su vida; pues “la obediencia a la ley de Dios es santificación.”61. Como ser divino Cristo no tenía
ninguna necesidad u obligación de someterse bajo alguna ley; no era sometido bajo el yugo de la
obediencia antes de su encarnación. La inspiración nos dice:
“Ninguno de los ángeles podría haberse convertido en la garantía de la raza humana: su vida
pertenece a Dios; no podían entregarla. Todos los ángeles llevan el yugo de la obediencia. Son los
mensajeros puestos por Aquel que es el Comandante de todo el cielo. Pero Cristo es igual a Dios,
infinito y omnipotente. El podía pagar el rescate por la libertad del hombre. Es el eterno Hijo, existente
por sí mismo, sobre quien no se había puesto ningún yugo” Comentario Bíblico ASD [E.G. White],
tomo 5, p. 1110-1111.
Sin embargo, después de su encarnación el apóstol Pablo pudo decir de Él: “8Y aunque era Hijo,
por lo que padeció aprendió la obediencia; 9y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna
salvación para todos los que le obedecen; 10y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de
Melquisedec.” Heb.5:8-10.
Cristo se santificó, se perfeccionó y vivió obediente por nosotros. Así que, la verdadera santidad, la
perfecta obediencia la encontramos en Cristo. Y Él quiere y puede impartirnos también esa perfecta
obediencia suya. Pablo dijo:
“18Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma
manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19Porque así como por la
desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de
uno, los muchos serán constituidos justos.” Rom.5:18-19.
“La condición para alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la misma de siempre, tal cual era en
el paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres: la perfecta obediencia a la ley de Dios, la
perfecta justicia…

61 Fe y Obras, p. 87.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“Era posible para Adán, antes de la caída, conservar un carácter justo por la obediencia a la ley de
Dios. Mas no lo hizo, y por causa de su caída tenemos una naturaleza pecaminosa y no podemos
hacernos justos a nosotros mismos. Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer
perfectamente una ley santa… Mas Cristo nos ha preparado una vía de escape. Vivió sobre la tierra en
medio de pruebas y tentaciones tales como las que nosotros tenemos que arrostrar. Sin embargo, su vida
fue impecable. Murió por nosotros y ahora ofrece quitarnos nuestros pecados y vestirnos de su justicia.
Si os entregáis a él y lo aceptáis como vuestro Salvador, por pecaminosa que haya sido vuestra vida,
seréis contados entre los justos por consideración a él. El carácter de Cristo toma el lugar del vuestro, y
vosotros sois aceptados por Dios como si no hubierais pecado.” El Camino a Cristo, p. 61-62.
Es por ello que la Palabra de Dios declara que somos “santificados en Cristo Jesús”, y que “el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo… nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él” 1Cor.1:2; Efe.1:3-4.

D- CRISTO FUE DECLARADO HIJO DE DIOS POR NOSOTROS


Sí, Cristo es todo para nosotros. Él “nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.”
1Cor.1:30-31. Fue por la aceptación de Cristo de parte del Padre que tenemos la seguridad de nuestra
aceptación por Dios, y es en Cristo que encontramos todo lo necesario para la salvación.
1. Aceptos y Adoptados Como Hijos De Dios En Cristo
La Palabra de Dios narra el momento y las palabras de aceptación de Cristo por el Padre
diciendo: “16Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron
abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. 17Y hubo una voz de
los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” Mat.3:16-17.
“Estas palabras de confirmación fueron dadas para inspirar fe a aquellos que presenciaban la
escena, y fortalecer al Salvador para su misión. A pesar de que los pecados de un mundo culpable
pesaban sobre Cristo, a pesar de la humillación que implicaba el tomar sobre sí nuestra naturaleza
caída, la voz del cielo lo declaró Hijo del Eterno.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 86-87.
Con estas palabras habladas a Cristo, Dios el Padre nos estaba diciendo a nosotros también que
nos acepta en su Hijo amado, pues Él estaba en nuestro lugar al ser nuestro Sustituto.
La sierva del Señor dice que “las palabras dichas a Jesús a orillas del Jordán: ‘Este es mi Hijo
amado, en el cual tengo contentamiento’, abarcan a toda la humanidad. Dios habló a Jesús como a
nuestro representante. No obstante todos nuestros pecados y debilidades, no somos desechados como
inútiles. El ‘nos hizo aceptos en el Amado.’ (Efe.1:6)” El Deseado de Todas las Gentes, p. 87.
De esta manera, cuando llamamos a Dios nuestro Padre, es el Espíritu de Cristo morando en
nosotros que nos lleva a declarar eso. Nos certifica que somos hijos de Dios. Y Dios, cuando nos
mira, no nos ve a nosotros, sino a su Jesús viviendo en y hablando por medio de nosotros; así nos
dice a nosotros también: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” De ello el apóstol
Pablo declara:
“14Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15Pues no
habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el
espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16El Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” Rom.8:14-16.
“4Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido
bajo la ley, 5para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción
de hijos. 6Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual
98
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

clama: ¡Abba, Padre! 7Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por
medio de Cristo.” Gál.4:4-7.
Al declarar que Cristo era su Hijo amado, Dios nos estaba adoptando por medio de nuestro
Sustituto como sus hijos amados. Así que, digamos pues con el apóstol Pablo:
“3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4según nos escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5en amor habiéndonos predestinado
para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6para
alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” Efe.1:3-6.
La condición que Dios había establecido para aceptar las ofrendas era: “para que sea aceptado
será sin defecto.” Lev.22:21. Sin embargo, nunca hemos ofrecido ni podemos presentar por nosotros
mismos nuestros “cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (Rom.12:1), ni nada podemos
presentar a Dios que sea sin defecto; porque “todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras
justicias como trapo de inmundicia” Isa.64:6. Pero Cristo, no sólo fue “un cordero sin mancha y sin
contaminación”, sino que logró también todo para nosotros con perfección y sin defecto. Por lo que
el Padre aceptó no solamente el sacrificio de su cuerpo por nosotros, sino también todas las obras
que realizó en nuestro lugar y a nuestro favor.
¡Qué buena y maravillosa noticia es esta! Cristo se arrepintió por mí, confesó todos mis pecados
y manifestó fe por mí y después se bautizó también por mí; y no solo eso, sino también “aprendió la
obediencia”. Por lo que necesitamos entender que mi cojo arrepentimiento no puede ser aceptado
por Dios, sino el de Jesús por mí; mi débil fe no puede aferrarse de las promesas y bendiciones
divinas, sino la fe de Jesús por mí; mi imperfecto bautismo no vale nada para Dios, sino el bautismo
de Jesús a mi favor; y mi entrecortada obediencia no puede llevarme a la vida eterna, sino la
perfecta obediencia de Jesús. Soy acepto por Dios como su hijo amado no por los pasos que he dado
en el proceso de mi conversión y santificación, sino únicamente por mi fe en la obra de conversión y
santificación de Jesús a mi favor, la cual fe es también un don de Dios. “8Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9no por obras, para que nadie
se gloríe.” Efe.2:8-9.
“El Señor Jesús imparte todas las facultades, toda la gracia, toda la contrición, todo buen
impulso, todo el perdón de los pecados, al presentar su justicia para que el hombre la haga suya
mediante una fe viva la cual también es el don de Dios.” Fe y Obras, p. 22.
De manera que “Jesús es la prenda de nuestra aceptación por parte de Dios. Tenemos el favor de
Dios, no porque haya mérito alguno en nosotros, sino por nuestra fe en ‘el Señor, nuestra justicia’.”
Fe y Obras, p. 111.
“El hecho de que Cristo fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, es prenda de la
aceptación del pecador arrepentido por parte del Padre.” Fe y Obras, p. 111.
Así que, “No debemos inquietarnos por lo que Cristo y Dios piensan de nosotros, sino que debe
interesarnos lo que Dios piensa de Cristo, nuestro Sustituto. Somos aceptos en el Amado.” Mensajes
Selectos, tomo 2, p. 37.

2. Vosotros Estáis Completos En Él


“Nunca podemos alcanzar la perfección por medio de nuestras propias obras buenas. El alma
que contempla a Jesús mediante la fe, repudia su propia justicia. Se ve a sí misma incompleta, y
considera su arrepentimiento como insuficiente, débil su fe más vigorosa, magro su sacrificio más
costoso; y se abate con humildad al pie de la cruz. Pero una voz le habla desde los oráculos de la
Palabra de Dios. Con asombro escucha el mensaje: ‘Vosotros estáis completos en él’. Ahora todo

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

está en paz en su alma. Ya no tiene que luchar más para encontrar algún mérito en sí mismo, algún
acto meritorio por medio del cual ganar el favor de Dios.” Fe y Obras, p. 112.
Es bueno aclarar aquí que nuestra aceptación de parte de Dios por nuestra fe en los méritos de
Jesús no significa que no tenemos que hacer nada más sino sólo creer en los méritos de Jesús. No,
Dios desea ver nuestra colaboración y nuestros mayores esfuerzos para experimentar un profundo
arrepentimiento, para manifestar una poderosa fe en el Señor, para participar de un genuino
bautismo y para vivir toda una vida cristiana sin pecado. Por ello se nos aconseja lo siguiente:
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no
podrán.” Luc.13:24. “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.” 1Cor.16:13.
“5vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la
virtud, conocimiento; 6al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia,
piedad; 7a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8Porque si estas cosas están en
vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro
Señor Jesucristo. 9Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo
olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer
firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 11Porque de esta
manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.” 2Ped.1:5-11.
Ahora bien, ¿qué pasa si después de nuestros mayores esfuerzos nos falta algo para completar
nuestra perfección, ya que siempre nos faltará? Pablo responde que en tales casos “Mi Dios, pues,
suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Fil.4:19.
Noten bien que Dios había hecho provisión para nosotros en Cristo Jesús; Él solamente suple,
por medio de Cristo, la deficiencia de las obras de nuestra fe, suple simplemente lo que nos falta.
“Cuando él [Cristo] ve a los hombres levantando las cargas, tratando de llevarlas con mente
humilde, desconfiando de sí mismos y confiando en él, añade a la obra de ellos la perfección y
suficiencia de él, y eso es aceptado por el Padre. Somos aceptos en el Amado. Los defectos del
pecador son cubiertos por la perfección y plenitud del Señor, Justicia nuestra. Los que con voluntad
sincera y corazón contrito se esfuerzan humildemente para vivir a la altura de los requerimientos de
Dios, son considerados por el Padre con amor compasivo y tierno.” En Lugares Celestiales, p. 23.
“Cristo mira el espíritu, y cuando nos ve llevando nuestra carga con fe, su perfecta santidad hace
expiación de nuestras faltas. Cuando hacemos lo mejor que podemos, El llega a ser nuestra justicia.”
Fe y Obras, p. 106.
“Cuando está en el corazón el propósito de obedecer a Dios, cuando se realizan esfuerzos con ese
fin, Jesús acepta esta disposición y esos esfuerzos como el mejor servicio del hombre, y suple la
deficiencia con su propio mérito divino.” Fe y Obras, p. 50.
De manera que, al estar en Cristo tenemos lo que nos faltaba, y por lo tanto estamos “completos
en él” Col.2:10.

E- CRISTO FUE GLORIFICADO POR NOSOTROS


Además de todo eso, si algún día seremos glorificados será por medio de la gloria de Cristo; porque
Él es también nuestra glorificación; pues “Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este
misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” Col.1:27.
Por lo tanto, la exhortación de la Palabra de Dios es: “1Levántate, resplandece; porque ha venido tu
luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. 2Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad
las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. 3Y andarán las naciones a tu
luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.” Isa.60:1-3.
100
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Nuestra glorificación será el resplandor de la gloria de Cristo sobre nosotros. Y aunque el


amanecer de su gloria sobre nosotros puede efectuarse ahora, el pleno día de esta gloria se verá antes
de nuestra ascensión al cielo.
Así que, por todo eso “nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos
recibido ahora la reconciliación.” Rom.5:11.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

Conclusión

Conforme a lo todo lo que hemos considerado en este largo recorrido, hemos visto que en su
naturaleza física, Cristo era un hombre real, que tenía el organismo humano completo, y que poseía
una carne “degradada y contaminada por el pecado”62. Y todo eso fue porque nació de mujer63, de carne
y sangre como nosotros, y que “como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la
herencia.”64 Sin embargo en su naturaleza espiritual, Él mantuvo su carácter “santo, inocente, sin
mancha”65 “sin contaminación”66. Y todo eso fue porque nació del Espíritu Santo67. Se pudo ver pues
que se hace una gran diferencia entre la naturaleza física de Cristo (su carne) afectada por el pecado y
su naturaleza espiritual (su carácter) sin una mancha de pecado. Los libros inspirados resumen todo lo
dicho anteriormente como sigue:
Cristo “llevó nuestros pecados en su cuerpo en el madero” y sin embargo “en él no hay pecado.”
1Ped.2:24; 1Jn.3:5.
“Vestido en la ropa de la humanidad, el Hijo de Dios bajó hasta el nivel de aquellos a quienes quería
salvar. En él no hubo engaño ni pecado; siempre fue puro e incontaminado; sin embargo, tomó sobre sí
nuestra naturaleza pecaminosa” Review and Herald, 15 de diciembre de 1896.
“Aunque no tenía mancha de pecado en su carácter, accedió a conectar con su divinidad nuestra
naturaleza humana caída. Al asumir de este modo la humanidad, honró a la humanidad.” Comentario
Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 451.
Cristo dijo a Nicodemo que “lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es.” Jn.3:6. Cristo nació de carne (de María: Gál.4:4), y también del Espíritu (del Altísimo:
Luc.1:35). Dijo el apóstol Pablo: “3acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de
David según la carne, 4que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad”
Rom.1:3-4. Por su nacimiento Cristo era a la vez carne (Hijo de Hombre) y espíritu (Hijo de Dios). Por
lo tanto, desde su nacimiento Cristo es nuestro modelo de un ser nacido de nuevo o convertido. Cristo
era un espíritu divino viviendo en una carne humana:
“[Cristo] Unió la humanidad con la divinidad; un espíritu divino moraba en un templo de carne. Se
unió a sí mismo con el templo. ‘Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros’, porque al hacer
eso podía relacionarse con los pecaminosos y dolientes hijos e hijas de Adán.” Comentario Bíblico ASD
[E.G. White], tomo 4, p. 1169.
“En él Dios y el hombre llegaron a ser uno, y en este hecho encontramos la esperanza de nuestra
raza caída.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 443.
Pero, no debemos pensar que en Cristo fue solamente la unión de una mente divina con un cuerpo
humano. No. “Él tenía un cuerpo humano y [también] una mente humana. Él era hueso de nuestro hueso
y carne de nuestra carne.”68 O sea, una poderosa mente divina se combinó con una débil mente humana,
una semejanza y gloria divinas fueron revestidas con una apariencia y carne humanas. Es en esa
misteriosa combinación que “encontramos la esperanza de nuestra raza caída.”
Y “Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al
pecado en la carne”69 por medio de esa mente divino-humana de Cristo que se sometía siempre y

62 Comentario Bíblico ASD [E.G. White] tomo 4, p. 1169.


63 Gál.4:4.
64 El Deseado de Todas las Gentes, p. 32.
65 Heb.7:26.
66 1Ped.1:19.
67 Luc.1:35.
68 Mensajes Selectos, tomo 3, p. 146.
69 Rom.8:3.

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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

constantemente a la voluntad de Dios. Y lo que Cristo realizó en la naturaleza humana caída que Él
tomó puede realizarse de nuevo en nuestra vida.
En el ser humano sin Cristo acontece lo siguiente: quiere obedecer ley de Dios, pero las debilidades
de la carne le lleva cautivo de la ley del pecado que está en sus miembros. Tiene el querer hacer el bien
pero no el poder hacerlo. El apóstol Pablo describe esta realidad diciendo:
“14Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15Porque lo que
hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 16Y si lo que no
quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el
pecado que mora en mí. 18Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el
bien está en mí, pero no el hacerlo. 19Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso
hago. 20Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21Así que,
queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22Porque según el hombre interior, me
deleito en la ley de Dios; 23pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y
que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.” Rom.7:14-23.
Esta es la condición de los hijos de ira y de desobediencia: tienen sus mentes unidas a la mente de
Satanás70; y por más que quieran no pueden hacer la voluntad de Dios, “porque la mente carnal es
enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.” Rom.8:7. Y este
espíritu que opera en ellos los lleva cautivos de su voluntad, adictos a las cosas del mundo y esclavos de
la carne. La Palabra de Dios describe lo antedicho diciendo:
“1…estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo,
siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora
opera en los hijos de desobediencia, 3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en
los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” Porque “el mundo entero está bajo el maligno” y que
“la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás… engaña al mundo entero” Efe.2:1-3; 1Jn.5:19;
Apo.12:9.
En la mente de muchos de los que están muertos así en delitos y pecados está el buen deseo de
obedecer a la ley de Dios, de vivir una vida santa, de abandonar los vicios y las prácticas pecaminosas;
está el anhelo de la libertad de la esclavitud de pecado. Pero su mente fue debilitada a causa de las
debilidades de la carne, llegó a ser una mente carnal, gobernada por el archienemigo de Cristo, y por
lo tanto enemiga también de Dios (cf. Rom.8:7). Así que, hay que libertar y fortalecer la mente y la
voluntad humanas para poner a la carne bajo sujeción. Y Cristo es este Libertador (cf. Jn.8:36). Por
tanto, puesto que “lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su
Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la
justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu.” Rom.8:3-4. O sea, Dios envió una todopoderosa mente divina (su mente, que es también la
mente de Cristo, que es el Espíritu Santo cf. Rom.8:9-10; 1Cor.2:14-16), para unirse con nuestra mente
humana, a fin de que se cumpla la voluntad divina en nuestra carne pecaminosa; “porque Dios es el que
en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” Fil.2:13. Pues “nosotros
tenemos la mente de Cristo.”
“El hombre caído es el cautivo legítimo de Satanás. La misión de Cristo consistió en rescatarlo del
poder de su gran adversario. El hombre se inclina por naturaleza a seguir las sugestiones de Satanás, y
no puede resistir con éxito a un enemigo tan terrible, a menos que Cristo, el poderoso Conquistador,
more en él, guíe sus deseos y le fortalezca. Dios solo puede limitar el poder de Satanás.” Joyas de los
Testimonios, tomo 1, p. 117.

70 Ver Testimonios para los Ministros, p. 441.


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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

“16¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a
quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 17Pero gracias a Dios,
que aunque erais esclavos del pecado [por medio de la mente de Satanás], habéis obedecido de corazón
a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos
de la justicia [por medio de la mente de Cristo].” Rom.6:16-18.
Por lo tanto, es en la unión de la mente humana con la mente divina, del corazón humano con el
corazón de Dios, de la voluntad humana con la voluntad divina que está nuestra esperanza. Y esto
implica una entrega completa de todo nuestro ser a Cristo, una entera sujeción a su dirección.
Pues, “Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona
con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su
vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor nos
contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino su
propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová.” Palabra de Vida del Gran
Maestro, p. 253-254.
“La mente del hombre debe fundirse en la mente de Cristo. Esta unión santifica el entendimiento e
imparte claridad y fuerza a los pensamientos.” Exaltad a Jesús, p. 223.
Así que, aunque por nuestro nacimiento carnal somos hijos de hombres, podemos llegar a ser hijos
de Dios por el nuevo nacimiento espiritual:
“12Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios; 13los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios.” Jn.1:12-13.
Podemos ser participantes de la naturaleza divina (cf. 2Ped.1:4) y tener al Espíritu de Cristo
morando en el templo de nuestra alma, en nuestros corazones, trayéndonos la mente de Cristo,
santificando el lugar con su presencia, y testificando que somos hijos de Dios.
“15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo
y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con una ramera,
es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17Pero el que se une al Señor, un
espíritu es con él… 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” 1Cor.6:15-19.
“9Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10Pero si Cristo está en vosotros, el
cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11Y si el
Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a
Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 12Así
que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13porque si vivís
conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por
el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos
hijos de Dios. 17Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que
padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” Rom.8:9-17.
¡Ojalá entendamos más plenamente la vida, las tentaciones, los sufrimientos y el sacrificio de Cristo
Jesús en la carne pecaminosa, para que por medio de la fe en sus méritos experimentemos pronto la
maravillosa obra de la justificación por la fe, a fin de que recibamos muy pronto el derramamiento de
la lluvia tardía! ¡Ojalá que comprendamos nuestra gran necesidad de ser participantes de la naturaleza
divina, de tener el Espíritu Santo morando plenamente en nosotros para que vivamos la vida
santificada! Pero, para eso necesitamos experimentar un nuevo arrepentimiento y una nueva
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!

conversión, necesitamos que el Espíritu de Dios realice una obra de reforma más completa en nuestra
vida.
“19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la
presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21a quien
de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que
habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” Hch.3:19-21.
“El Señor pide una reforma decidida. Y cuando un alma en verdad se ha convertido de nuevo, debe
ser bautizada otra vez. Renueve ella su pacto con Dios, y Dios renovará su pacto con ella... La
reconversión debe ocurrir entre los miembros, para que, como testigos de Dios, puedan testificar del
poder y autoridad de la verdad que santifica el alma” El Evangelismo, p. 275.

Son los deseos de su hermano


Pr. Stanley Aliotte

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