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PECAMINOSA:
¡TODO PARA NOSOTROS!
Índice Temático
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………………….……04
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
CONCLUSIÓN……...…………………………………………………………………………………102
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Introducción1
La Santa Palabra de Dios declara que “la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en
aumento hasta que el día es perfecto.” Pro.4:18. Esto significa que “La fe de los justos es progresiva, y
va de fuerza en fuerza, de gracia en gracia, y de gloria en gloria. La iluminación divina aumentará más
y más; corresponderá a nuestros movimientos de adelanto, y nos preparará para afrontar las
responsabilidades y emergencias que nos esperan.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 428.
Ya que con esta declaración del sabio Salomón y la confirmación de Elena G. White se nos revela
que habrá siempre un progreso constante en la fe de los santos, “No debemos pensar ni por un
momento que no hay más luz, ni más verdad para sernos reveladas. Corremos el peligro de volvernos
descuidados y de perder por nuestra indiferencia el poder santificador de la verdad, consolándonos con
el pensamiento: ‘Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa.’ (Apo.3:17) Al
paso que debemos retener firmemente las verdades que ya hemos recibido, no debemos considerar como
sospechosa cualquiera nueva luz que Dios envíe.” Obreros Evangélicos, p. 325.
“Podemos estar seguros de que Dios no favorece a sus hijos cuando ellos se hallan gozando de
comodidades, y satisfechos con el conocimiento de la luz que poseen. Es voluntad suya que sigan
avanzando, para recibir la abundante y siempre creciente luz que resplandece para ellos.” Ídem, p. 315.
Ahora bien, ¿cuál es, o mejor dicho, quién es la Senda de los justos? ¿Quién es esta Luz de la
aurora, este Sol creciente? La Palabra de Dios no nos presenta a otro ser sino a nuestro Señor y
Salvador Jesucristo:
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Jn.14:6.
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida.” Jn.8:12. Por medio del profeta Malaquías dijo también: “Mas a
vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y
saltaréis como becerros de la manada.” Mal.4:2. Y el profeta Oseas, hablando de lo mismo, dijo que
“como el alba está dispuesta su salida” Ose.6:3.
Entonces, ¡de qué nos estaba hablando Salomón con esta declaración de arriba sino del crecimiento
en el conocimiento de Jesucristo!
Progresar en el conocimiento de la verdad, crecer en la fe, es lo mismo que avanzar en el
conocimiento de Jesús. “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a
la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en
Dios” Heb.6:1. “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.” 2Ped.3:18. Y el Espíritu de Profecía, corroborando lo antedicho, comenta:
“Muchos que ya son miembros de la gran familia de Dios saben muy poco de lo que significa
contemplar su gloria y ser transformados de gloria en gloria (2Cor.3:18). Muchos de vosotros tenéis
apenas una percepción de media luz de la excelencia de Cristo, y vuestras almas se estremecen de gozo.
Anheláis tener un sentido más amplio y profundo del amor del Salvador. Estáis desconformes. Pero no
desesperéis… Apenas habéis visto los primeros rayos del amanecer de su gloria. Al adelantar en el
conocimiento del Señor, sabréis que ‘como el alba está dispuesta su salida’ (Ose.6:3). ‘Mas la senda de
los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto’ (Pro.4:18).
Habiéndonos arrepentido de nuestros pecados, confesándolos y recibiendo el perdón, hemos de seguir
1
Se notará que en todo este material nuestros comentarios personales están en cursivo. Las palabras en negritas y las partes subrayadas son
énfasis nuestros. Las declaraciones y comentarios de la Biblia y de los Testimonios están de color azul claro; las citas no inspiradas están
de color verde. La versión bíblica que usamos es la Reina Velera de 1960; en caso contrario hacemos mención de la versión. Para las
definiciones usamos mayormente el diccionario “Noah Webster’s 1828” por ser uno de los diccionarios que se usaban en los días de la
Hna. Elena G. de White, y rara vez usamos el “Diccionario de la Real Academia Española”.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
aprendiendo de Cristo hasta que lleguemos al pleno mediodía de una fe evangélica perfecta.”
Testimonios para la Iglesia, tomo 8, p. 332.
“San Pedro exhorta a los hermanos a crecer ‘en la gracia, y en el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo’ (2Ped.3:18). Cuando el pueblo de Dios crece en la gracia, obtiene constantemente
un conocimiento más claro de su Palabra. Contempla nueva luz y belleza en sus sagradas verdades. Esto
es lo que ha sucedido en la historia de la iglesia en todas las edades y continuará sucediendo hasta el
fin.” El Camino a Cristo, p. 114.
“Siempre se revelará nueva luz de la Palabra de Dios a aquel que mantiene una relación viva con el
Sol de Justicia. Nadie llegue a la conclusión de que no hay más verdad para ser revelada. El que busca la
verdad con diligencia y oración hallará preciosos rayos de luz que aún han de resplandecer de la Palabra
de Dios. Muchas preseas están todavía esparcidas, que han de ser juntadas para venir a ser propiedad del
pueblo de Dios.” Consejos sobre la Obra de la Escuela Sabática, p. 36.
Y lo más importante para nosotros que estamos viviendo en estos últimos días es saber que el
progreso en el conocimiento de Jesús nos traerá la lluvia tardía, como lo indica el profeta Oseas
diciendo: “Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su
salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.” Ose.6:3.
¿Cuál es la gloria con la que nosotros que somos representados por el cuarto ángel llenaremos la
tierra (Apo.18:1) bajo la lluvia tardía? El profeta Habacuc nos responde diciendo: “Porque la tierra
será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.” Hab.2:14.
“El mundo está envuelto por las tinieblas de la falsa concepción de Dios. Los hombres están
perdiendo el conocimiento de su carácter el cual ha sido mal entendido y mal interpretado. En este
tiempo, ha de proclamarse un mensaje de Dios, un mensaje que ilumine con su influencia y salve con su
poder. Su carácter ha de ser dado a conocer. Sobre las tinieblas del mundo ha de resplandecer la luz de
su gloria, de su bondad, su misericordia y su verdad.” Palabra de Vida del Gran Maestro, p. 342.
Ya que nuestro mejor deseo es recibir pronto los aguaceros o el refrigerio de la lluvia tardía, la cual
bendición vendrá por un gran crecimiento de la iglesia en el conocimiento de Jesucristo; y además,
dado que queremos dar el fuerte pregón del mensaje del tercer ángel, lo que será una presentación del
mensaje de “la Justicia de Cristo” para que la gente pueda experimentar la obra de “la Justificación por
la Fe”; queremos entregarnos al estudio de la experiencia de Cristo en la humanidad, contemplar el
carácter que Él desarrolló en la carne pecaminosa, y descubrir las dádivas de justicia y santidad que Él
adquirió para enriquecer a cada uno que cree en Él.
La sierva del Señor dice: “La humanidad del Hijo de Dios es todo para nosotros. Es la cadena
áurea que une nuestra alma con Cristo, y mediante Cristo, con Dios. Esto ha de ser nuestro estudio… Y
el estudio de la encarnación de Cristo es un campo fructífero que recompensará al escudriñador que cava
profundamente en procura de la verdad oculta.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 286.
Una persona que está procurando el pleno desarrollo de sus capacidades intelectuales o mentales
debería dedicar tiempo para estudiar este tema. Hablando de este estudio, los Testimonios dicen:
“Cuando deseemos estudiar un problema profundo, concentremos nuestra mente en lo más
maravilloso que jamás haya acontecido en la tierra o en el cielo: la encarnación del Hijo de Dios.”
Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 916.
“A medida que el obrero estudie la vida de Cristo, y se espacie en el carácter de su misión, cada
nuevo estudio le revelará algo más intensamente interesante que lo ya revelado. El tema es inagotable.
El estudio de la encarnación de Cristo, su sacrificio expiatorio y su obra de mediación, ocuparán la
mente del estudiante diligente mientras dure el tiempo; y mirando hacia el cielo con sus innumerables
años, exclamará: ‘¡Grande es el misterio de la piedad!’ (1Tim.3:16)” Obreros Evangélicos, p. 264.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Pero al entregarnos a este estudio, debemos recordar que estaremos siempre frente a un misterio, y
que “la limitada capacidad del hombre no puede definir este admirable misterio: la mezcla de las dos
naturalezas, la divina y la humana. Esto nunca se podrá explicar. El hombre debe maravillarse y quedar
callado.”2 Por lo que nunca vamos a poder explicar todos los detalles concernientes a esta encarnación.
Y, aun para poder entender las partes comprensibles, necesitamos la ayuda del Espíritu de Dios, el cual
debe guiarnos a toda la verdad.
“Ciertamente es un misterio que Dios fuera así manifestado en la carne, y sin la ayuda del Espíritu
Santo no podemos esperar comprender este tema. La lección más humillante que el hombre tiene que
aprender es que la sabiduría humana es nada, y que es necedad el tratar de descubrir a Dios por sus
propios esfuerzos.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 292.
Cuando abordamos pues este tema tan lleno de misterios como si fuera un asunto cualquiera, nos
exponemos a grandes peligros espirituales. Dice la mensajera del Señor: “Percibo que hay peligro en
tratar temas que se refieren a la humanidad del Hijo del Dios infinito.” Comentario Bíblico ASD [E.G.
White], tomo 5, p. 1103.
¿Será que no debemos tratar temas acerca de la humanidad de Cristo? No creemos que sea así,
pues allí arriba se nos dice que “la humanidad del Hijo de Dios… ha de ser nuestro estudio”. ¿En qué
consiste pues el peligro? En primer lugar en que muchos quieren hacer del Cristo encarnado un
Hombre muy diferente de nosotros.
“Dice el frío y formal profesor: ‘Eso es hacer a Cristo demasiado semejante al ser humano’; pero la
palabra de Dios nos autoriza a sostener precisamente esas ideas. Es la falta de esa visión práctica y
definida de Jesús lo que impide que muchos tengan una experiencia genuina en el conocimiento de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Esa es la razón por la que muchos temen, dudan y se lamentan. Sus
ideas sobre Cristo y el plan de la salvación son vagas, y confusas” Youth’s Instructor, 19 julio 1894
(par.10).
Otro peligro consiste en que muchos otros lo quieren volver un mero hombre, igual a nosotros en
todos los aspectos, olvidando así su naturaleza divina. Pero, el Espíritu de Profecía dice:
“Lo que se ha revelado es para nosotros y para nuestros hijos; pero que cada ser humano permanezca
en guardia para que no haga a Cristo completamente humano, como uno de nosotros, porque esto no
puede ser.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1103.
“Nadie, al contemplar ese rostro infantil, que resplandecía de animación, podía decir que Cristo era
justamente como otros niños. Era Dios en carne humana. Cuando sus compañeros lo instaban a hacer
algo malo, la divinidad resplandecía a través de la humanidad, y rehusaba decididamente.” Comentario
Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 443.
Por lo tanto, “cuando tratemos este tema, haríamos bien en prestar atención a las palabras
pronunciadas por Cristo a Moisés en la zarza ardiente: ‘Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en
que tú estás, tierra santa es’ (Exo.3:5). Debiéramos emprender este estudio con la humildad del que
aprende con corazón contrito.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 286.
“Evitad toda cuestión que se relacione con la humanidad de Cristo que pueda ser mal interpretada.
La verdad y la suposición tienen no pocas similitudes. Al tratar de la humanidad de Cristo necesitáis ser
sumamente cuidadosos en cada afirmación, para que vuestras palabras no sean interpretadas haciéndoles
decir más de lo que dicen, y así perdáis u oscurezcáis la clara percepción de la humanidad de Cristo
combinada con su divinidad.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1102-1103.
En la consideración que haremos sobre este tema acerca de la naturaleza humana de Cristo, bajo el
título: “CRISTO EN LA CARNE PECAMINOSA: ¡Todo Para Nosotros!”, los puntos mayores a
resolver son los siguientes:
¿En su humanidad era Cristo un hombre igual a mí? ¿De qué tipo de naturaleza humana se revistió
Cristo? ¿Podía Cristo sentir los efectos de las tendencias al mal, de los apetitos depravados y de las
pasiones como los sentimos nosotros en nuestra carne? ¿En qué sentido el Espíritu de Profecía dice que
en ningún momento Jesús tenía tendencias al mal, que no alimentaba pasiones como las nuestras, que
era sin pecado o impecable? ¿Con qué tipo de herencia aceptó Cristo la naturaleza humana? ¿Aceptó
Él la ley de la herencia en todo su aspecto? ¿Podía Cristo caer en el pecado? ¿Fue Cristo asaltado por
tentaciones provenientes tanto desde su interior como desde el exterior? ¿Cómo pudo vencer Cristo
todas las tentaciones? Ya que Cristo es nuestro modelo de carácter, ¿cómo podemos lograr ser como
Él, tener su mente y carácter?
Así que, al entregarnos en este estudio y atrevernos a pisar este terreno tan sagrado, tomemos pues
en consideración todos los consejos inspirados mencionados arriba. Y que el Señor nos ayude con su
Santo Espíritu a abordar este estudio sobre la encarnación de “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”
(Tit.2:13) de la debida manera. Y que Él nos traiga por medio de su Santo Espíritu la aclaración
necesaria en el momento propicio sobre todas las demás inquietudes o interrogaciones que pudiéramos
tener o pudieran surgir sobre este tan sublime tema.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Parte 1
EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN Y SUS PROPÓSITOS
(Heb.2:14-17)
“Hace casi dos mil años, se oyó en el cielo una voz de significado misterioso que, partiendo del
trono de Dios, decía: ‘He aquí yo vengo’. ‘Sacrificio y ofrenda, no los quisiste; empero un cuerpo me
has preparado.... He aquí yo vengo (en el rollo del libro está escrito de mí), para hacer, oh Dios, tu
voluntad.’ (Heb.10:5-7) En estas palabras se anunció el cumplimiento del propósito que había estado
oculto desde las edades eternas. Cristo estaba por visitar nuestro mundo, y encarnarse. Él dice: ‘Un
cuerpo me has preparado.’ Si hubiese aparecido con la gloria que tenía con el Padre antes que el mundo
fuese, no podríamos haber soportado la luz de su presencia. A fin de que pudiésemos contemplarla y no
ser destruidos, la manifestación de su gloria fue velada. Su divinidad fue cubierta de humanidad, la
gloria invisible tomó forma humana visible.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 14.
A- EL MISTERIO DE LA PIEDAD
El proyecto divino de entregar al Hijo Unigénito de Dios para ser una sola carne con el hombre
caído a fin de que éste llegue a ser un solo espíritu con Dios se llama en la Palabra de Dios “el misterio
de la piedad” 1Tim.3:16.
“Este es el misterio de la piedad, que alguien igual al Padre revistiera su dignidad con humanidad, y
colocando a un lado toda la gloria correspondiente a su oficio como Comandante del cielo, descendiera
paso a paso en el sendero de la humillación, soportando un oprobio cada vez mayor.” Alza Tus Ojos, p.
88.
Ahora bien, ¿desde cuándo la Divinidad diseño este plan? ¿Es posible para nosotros conocer y
entender este misterio?
1. Su Origen y Planificación
“Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la apostasía de Satanás y de la caída del hombre
seducido por el apóstata. Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e
hizo provisión para hacer frente a la terrible emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo, que
se comprometió a dar a su Hijo unigénito ‘para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna’ (Jn.3:16).” El Deseado de Todas las Gentes, p. 13-14.
Entonces “la Divinidad se conmovió de piedad por la humanidad, y el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo se dieron a sí mismos a la obra de formar un plan de redención. Con el fin de llevar a cabo
plenamente ese plan, se decidió que Cristo, el Hijo unigénito de Dios, se entregara a sí mismo como
ofrenda por el pecado.” Consejos Sobre la Salud, p. 219.
Ningún ser creado sabía algo acerca de este proyecto hasta la caída de nuestros primeros
padres; pero este misterio fue revelado más plenamente durante la era cristiana. Es por ello que la
Palabra de Dios habla del misterio de la piedad, con la cruz del Calvario como su centro, como de
“la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos” Rom.16:25.
“El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, formulada después de la caída de
Adán. Fue una revelación ‘del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio.’ Fue una
manifestación de los principios que desde edades eternas habían sido el fundamento del trono de
Dios.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 13.
Cristo es el “cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación
del mundo” 1Ped.1:19-20.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Este misterio “había estado oculto desde los siglos y edades” (Col.1:26); y fue manifestado en su
plenitud al encarnarse el Salvador del mundo.
“La doctrina de la encarnación de Cristo es un misterio: ‘El misterio que había estado oculto
desde los siglos y edades’ (Col.1:26). Es el misterio grande y profundo de la piedad. ‘Aquel Verbo
fue hecho carne, y habitó entre nosotros’. Cristo tomó sobre sí la naturaleza humana, una naturaleza
inferior a la suya que era celestial.” Exaltad a Jesús, p. 68.
2. Es Un Misterio Incomprensible
Cuando contempló esta humillación voluntaria del Hijo de Dios y pensando sobre todo en la
combinación de las dos naturalezas, el apóstol Pablo exclamó: “E indiscutiblemente, grande es el
misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.” 1Tim.3:16.
Muchos investigadores y teólogos sinceros abordan el tema de la encarnación de Cristo
presentando conjeturas para aportar una solución aceptable a sus diversas facetas difíciles de
entender; pero debemos recordar que “grande es el misterio de la piedad. Hay misterios en la vida
de Cristo que deben ser creídos, aunque no pueden ser explicados. La mente limitada no puede
sondear el misterio de la piedad.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 927.
“La limitada capacidad del hombre no puede definir este admirable misterio: la mezcla de las dos
naturalezas, la divina y la humana. Esto nunca se podrá explicar. El hombre debe maravillarse y
quedar callado.” Ídem, p. 916.
“¡El misterio de la piedad: Dios manifestado en la carne! Este misterio se ahonda a medida que
procuramos comprenderlo. Es incomprensible, y sin embargo los seres humanos permiten que cosas
mundanas interfieran con las débiles vislumbres que los mortales pueden tener de Jesús y de su amor
incomparable.” A Fin de Conocerle, p. 373.
“La lección más humillante que el hombre tiene que aprender es que la sabiduría humana es
nada, y que es necedad el tratar de descubrir a Dios por sus propios esfuerzos.” Mensajes Selectos,
tomo 1, p. 292.
Si no se toma en consideración eso, la mente del investigador puede desequilibrarse así como
aconteció a un pastor de los días de la Hna. Elena G. White, a quien ella tuvo que declarar lo
siguiente:
“Vi que su mente a veces queda desequilibrada por esforzarse mucho en profundizar y explicar
el misterio de la piedad, que sigue siendo un misterio tan grande después de su estudio y
explicaciones, como lo era antes.” Ídem, p. 208.
Por lo tanto, no olvidemos que “este es un gran misterio, un misterio que no será comprendido
plena y completamente, en toda su grandeza, hasta que los redimidos sean trasladados. Entonces se
comprenderán el poder, la grandeza y la eficacia de la dádiva de Dios para el hombre.” Comentario
Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1088.
A pesar de todo, se puede notar que la parte más misteriosa es sobre todo la combinación de las
dos naturalezas, no tanto la condición en que estaba la naturaleza humana misma de Cristo. Por lo
que no hay que temer abordar, con la ayuda del Espíritu de Dios, las cosas reveladas de este tema.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
al engañador. La Majestad del cielo se hizo cargo de la causa del hombre y con la misma ayuda que
puede obtener el hombre resistió las tentaciones de Satanás así como el hombre debe resistirlas.”
Mensajes Selectos, tomo 1, p. 295.
“El Redentor del mundo pasó por el mismo terreno donde Adán cayó por haber desobedecido la
ley expresa de Jehová; y el unigénito Hijo de Dios vino a nuestro mundo como un hombre, para
revelar al mundo que los seres humanos podían guardar la ley de Dios. Satanás, el ángel caído, había
declarado que ningún hombre podía guardar la ley de Dios después de la desobediencia de Adán.”
Mensajes Selectos, tomo 3, p. 153-154.
“Cristo tomó sobre sí la humanidad por nosotros. Revistió su divinidad, y la divinidad y la
humanidad se combinaron. Mostró que la ley que Satanás declaró que no podía guardarse, sí podía
guardarse. Cristo tomó la humanidad para estar aquí en nuestro mundo, a fin de mostrar que Satanás
había mentido. Tomó la humanidad sobre sí para demostrar que con la divinidad y la humanidad
combinadas, el hombre podía guardar la ley de Jehová. Si separan la humanidad de la divinidad,
ustedes pueden tratar de labrar su propia justicia desde ahora hasta que Cristo venga, y no lograrán
otra cosa que un fracaso.” Fe y Obras, p. 71.
Así que, Cristo “vino a nuestro mundo a mantener un carácter puro e impecable, y a refutar la
mentira de Satanás de que no era posible que los seres humanos guardaran la ley de Dios. Cristo
vino a vivir la ley en su carácter humano, exactamente de la misma manera en que todos pueden
cumplirla en la naturaleza humana si hacen lo que Cristo hizo.” Mensajes Selectos, tomo 3, p. 146.
muerte Él cumple también con otro propósito: arrebatarle al diablo el imperio de la muerte y
validar su destrucción.
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo,
para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”
Heb.2:14.
“Jesucristo puso a un lado su manto regio, su corona real, y revistió su divinidad con humanidad
para convertirse en el sustituto y fiador de la humanidad, para que muriendo en la humanidad
pudiera con su muerte destruir a aquel que tenía el imperio de la muerte. No podría haber hecho esto
como Dios, pero Cristo podía morir viniendo como hombre. Por medio de la muerte venció a la
muerte. La muerte de Cristo llevó a la muerte al que tenía el imperio de la muerte, y abrió las
puertas de la tumba para todos los que lo reciben como a su Salvador personal.” Comentario Bíblico
ASD [E.G. White] tomo 7, p. 937.
es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos
de la esperanza puesta delante de nosotros.” Heb.6:17-18.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Jn.3:16.
“En las cortes terrenales, cuando un rey quiere dar la máxima garantía que asegure su veracidad,
da a su hijo como rehén, para ser rescatado cuando se cumpla la promesa del rey. Y he aquí, qué
prenda de la fidelidad del Padre, porque cuando quiso asegurar a los hombres de la inmutabilidad de
su consejo, dio a su unigénito Hijo para que viniera a la tierra y tomara la naturaleza humana, no
sólo por los cortos años de vida, sino para retener esa naturaleza en las cortes celestiales como
garantía eterna de la fidelidad de Dios. ¡Oh, la profundidad de las riquezas tanto de la sabiduría
como del amor de Dios!” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 302.
A pesar de que la encarnación de Cristo tuviese varios propósitos, su finalidad es única: la
redención y glorificación de los hijos de Dios.
“22Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta
ahora; 23y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu,
nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de
nuestro cuerpo. 24Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza;
porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo
aguardamos.” Rom.8:22-25.
“13En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación,
y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14que es las arras de
nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.” Efe.1:13-
14.
“Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré.”
Sal.91:15.
“Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es
Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” Col.1:27.
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Parte 2
LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO
(Rom.8:3)
Las consideraciones que se han hecho sobre el tema de la naturaleza humana de Cristo en el
Adventismo han conllevado a dos corrientes y conclusiones: La posición “pre-lapsaria” que enseña que
Cristo tomó la naturaleza humana de Adán antes de la caída, y la posición “post-lapsaria” que estipula
que Cristo adoptó la naturaleza humana después de la caída. Ya que las dos corrientes presentan citas
inspiradas para sostener su posición, nos conviene analizar dichas citas y tener cierta comprensión de
ellas, para luego sacar una conclusión equilibrada sobre el tema. Las citas que generalmente se usan
para sostener la posición “pre-lapsaria” serán analizadas mayormente en la “Parte 5” de este
documento, las cuales tratan en sentido general acerca del carácter de Cristo. Las citas inspiradas que
se emplean para mantener la posición “post-lapsaria” serán tratadas en esta “Parte 2”; y se refieren a
la condición física de Jesús, al estado de su naturaleza carnal.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
y sin embargo tenían una individualidad diferente. Aunque Cristo se humilló a sí mismo para
hacerse hombre, la Deidad aún le pertenecía. Su Deidad no podía perderse mientras permaneciera
fiel y constante en su lealtad.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1103.
Dios, pero por un poco de tiempo renunció a las glorias y la forma de Dios.” Comentario Bíblico
ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 444.
Pero la diferencia con el docetismo es que, no solamente tenía la forma y la apariencia, Cristo
fue hecho un hombre real conforme a las evidencias mencionadas a continuación.
“Él tenía un cuerpo humano y una mente humana. El era hueso de nuestro hueso y carne de
nuestra carne.” Mensajes Selectos, tomo 3, p. 146.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
¡Quién es el anticristo sino el que se opone a Cristo y a su doctrina! Pablo dijo que “la apostasía…,
el hombre de pecado, el hijo de perdición”, “se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es
objeto de culto” 2Tes.2:3-4. Por lo que el papado es el anticristo, el que se opone a Él.
Ahora bien, ¿ha rehusado de confesar el sistema papal que Jesucristo ha venido en carne? Sí,
declara que Jesús se había manifestado en carne santa e inmaculada.
La Biblia declara que “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de
mujer y nacido bajo la ley” Gál.4:4. ¿Cómo era la naturaleza de María, la mujer de la cual nació
Cristo, según la doctrina católica? Para poder demostrar que Jesús tenía una carne santa e impecable
por su nacimiento de María, la iglesia católica romana enseña que ella adquirió milagrosamente una
naturaleza humana inmaculada cuando nació.
El papa Pío IX hablando ex cathedra, el 8 de diciembre de 1854 dijo: “Por la autoridad de nuestro
Señor Jesucristo, de los benditos apóstoles Pedro y Pablo, y por nuestra propia autoridad, declaramos,
pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la muy bendita virgen María, en el primer
instante de su concepción, por una gracia y privilegio especiales del Dios Todopoderoso, a la vista de
los méritos de Jesús, el salvador de la humanidad, fue preservada libre de toda tacha de pecado original6,
es una doctrina que ha sido revelada por Dios, y por lo tanto, debe ser sólida y firmemente creída por
todos los fieles.” Catholic Belief, p. 14.
El concepto católico es que María era “muy diferente del resto del género humano, le fue
comunicada la naturaleza humana, pero no el pecado”.
Teodoro, patriarca de Jerusalem, dijo en el segundo concilio de Niza, que María “es
verdaderamente la madre de Dios, y virgen antes y después del parto; y fue creada en una condición más
sublime y gloriosa que toda otra naturaleza, sea ésta intelectual o corporal.”
Entonces, por tener una naturaleza así, muy diferente de la nuestra, María comunicó al Niño de
Belén la misma naturaleza que la de ella. El cardenal Gibbons lo explica con las palabras siguientes:
“Afirmamos que la segunda persona de la bendita Trinidad, el Verbo de Dios, quien es en su
naturaleza divina, desde la eternidad, engendrado del Padre, consubstancial con él, venido el
cumplimiento del tiempo, fue nuevamente engendrado al nacer de la virgen, tomando así para sí mismo,
de la matriz materna, una naturaleza humana de la misma sustancia que la de ella.
“En la medida en la que el sublime misterio de la encarnación puede ser reflejado por el orden
natural, la bienaventurada virgen María, bajo la intervención del Espíritu Santo, comunicando a la
segunda persona de la trinidad, tal como hace toda madre, una verdadera naturaleza humana de la misma
sustancia que la suya propia, es real y verdaderamente su madre” Faith of Our Fathers, p. 198, 199.7
Así que, la idea de que la carne de Cristo fue sin pecado (o sea sin las consecuencias hereditarias
del pecado de Adán), diferente a la nuestra, implica pues la noción de la inmaculada concepción,
dogma de la copa de vino de la Gran Ramera.
Ya que Dios no quiere que nos emborrachemos con este vino de Babilonia, veamos ahora la
doctrina bíblica acerca de la naturaleza humana de Cristo. Preguntamos: ¿Qué tipo de carne tenía
Cristo al encarnarse? ¿Era la naturaleza humana que tomó Cristo caída y pecaminosa como la nuestra
o era inmaculada y santa como enseña el anticristo?
6 “Pecado original puede significar: (1) el pecado cometido por Adán; (2) la consecuencia de ese primer pecado, la mancha hereditaria con
la que todos nacemos a causa de nuestro origen o descendencia de Adán.” Enciclopedia Católica, art. “Pecado Original”.
7 Para más detalles sobre el concepto de la concepción de Cristo de María véase el artículo “Inmaculada Concepción” en la Enciclopedia
Católica.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Ahora bien, ¿a qué se refieren la Palabra de Dios y el Espíritu de Profecía con la expresión
“carne pecaminosa”? ¿Qué implica tener esta carne pecaminosa?
Por lo tanto, a la segunda venida de Cristo, antes de heredar el reino de Dios, esta naturaleza
vieja, inferior y corrupta de los redimidos será transformada en una naturaleza nueva, superior e
incorruptible:
“35Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? 36Necio, lo que
tú siembras no se vivifica, si no muere antes. 37Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir,
sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano… 42Así también es la resurrección de los
muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. 43Se siembra en deshonra, resucitará
en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 44Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo
espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual… 50Pero esto digo, hermanos: que la carne y
la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. 51He aquí, os
digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52en un momento, en un
abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53Porque es necesario que esto
corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54Y cuando esto
corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces
se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 55¿Dónde está, oh muerte, tu
aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder
del pecado, la ley.” 1Cor.15:35-56.
Puesto que Cristo participó de “carne y sangre” (lo que es la naturaleza humana pecaminosa y
carnal, la naturaleza inferior y corrupta), su naturaleza humana fue santificada antes de subir al
cielo. La humanidad que Él llevó al cielo después de la resurrección es una “carne santificada”:
“Cristo ascendió al cielo con una naturaleza humana santificada y santa. Llevó esta naturaleza
consigo a las cortes celestiales y la llevará por los siglos eternos, como Aquel que ha redimido a
cada ser humano que está en la ciudad de Dios” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p.
1100.
Ahora bien, ¿cómo pudo Cristo relacionarse así con el pecado? ¿Cómo consiguió esa
naturaleza humana caída y pecaminosa?
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Parte 3
CRISTO BAJO LA LEY DE LA HERENCIA
(Gál.4:4-5)
Como se pudo notar en el capítulo anterior, este mundo nunca ha conocido una concepción
inmaculada de ningún ser humano. Pues antes de procrear a su primer hijo, nuestros primeros padres
pecaron y su naturaleza se manchó como efecto y consecuencia de la caída. El salmista David,
hablando de su concepción en el vientre de su madre, lo que es lo mismo para cualquier otro hombre,
exclamó: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.” Sal.51:5. Esta
declaración de David no se refiere a ser nacido pecador, porque nadie nace siendo pecador, sino que
nace inocente y luego se hace pecador10. Dicha afirmación de David apunta pues a la herencia genética
pecaminosa que se contrae en la concepción y que uno trae al nacer11. Pero, ¿qué es la herencia
genética? ¿Cómo y qué heredamos de nuestros ancestros? ¿Quiénes fueron los ascendientes de Jesús y
cuál fue la historia de su vida? ¿Qué heredó el Hijo del Hombre de sus antepasados? Veamos pues
cómo y qué heredamos de nuestros ancestros para que sepamos cómo y qué heredó Cristo de los suyos.
10La palabra “pecador” significa: “1Uno que ha violado voluntariamente la ley divina; un agente moral que ha desobedecido
voluntariamente cualquier precepto divino, o descuidado cualquier deber conocido. 2Es usado en contradicción a santo, para denotar una
persona irregenerada; uno que no ha recibido el perdón de sus pecados. 3Un ofensor; un criminal.” Diccionario Noah Webster’s 1828, art.
‘Sinner’ (Pecador).
11 Declaramos eso porque en el libro inglés The Spirit of Prophecy, vol. 1, p. 60 leemos que Set “fue nacido en pecado”. Y sin embargo en
Patriarcas y Profetas, p. 66, hablando de lo mismo, la Hna. White declara que “Set, así como Caín, heredó la naturaleza caída de sus
padres.”
12 Condensación de varias definiciones sacadas de varias Fuentes en el internet.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
“La mente debe ser disciplinada, educada y formada, pues hemos de servir a Dios de un modo
que no congenia con nuestras inclinaciones naturales. Hemos de vencer las tendencias al mal, que
hemos heredado y cultivado.” El Ministerio de Curación, p. 359.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
lo cual debió en todo semejarse a sus hermanos, a fin de ser un sumo sacerdote misericordioso y
fiel para con Dios, en orden a expiar o satisfacer por los pecados del pueblo.” Heb.2:11, 16-17
(versión Biblia de Oro Torres Amat).
“Porque tanto el que santifica, como los que son santificados, de una misma naturaleza son;
por cuya causa no se avergüenza de llamarlos hermanos” Heb.2:11 (Versión Moderna).
“Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a
su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”
Rom.8:3.
La sierva del Señor nos explica que “Las palabras ‘carne’, ‘carnal’, o ‘concupiscencias
carnales’ abarcan la naturaleza inferior y corrupta” El Hogar Cristiano, p. 112.
b) Las pasiones de la carne
Como cualquiera de nosotros, Cristo trajo en su carne las mismas pasiones que tenemos en
nuestra naturaleza humana. Dice la sierva del Señor:
“Las palabras de Cristo animan a los padres a traer a sus pequeños a Jesús. Ellos pueden ser
incontrolables, y poseer pasiones como las de la humanidad, pero esto no debería detenernos a
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
traerlos a Cristo. Él bendijo a niños que poseían pasiones semejantes a las suyas propias.”
Señales de los Tiempos, 9 de abril de 1896 (par. 6).
c) Los apetitos de la carne
La razón del largo ayuno de Cristo en el desierto de la tentación fue para vencer el poder del
apetito depravado que había heredado por su humanidad.
“El Redentor, en quien se unían tanto lo humano como lo divino, estuvo en el lugar de Adán
y soportó un terrible ayuno de casi seis semanas. Lo extenso de ese ayuno es la mayor evidencia
de los alcances de la pecaminosidad y del poder del apetito depravado sobre la familia
humana.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 319-320.
“Únicamente por la indecible angustia que soportó Cristo podemos estimar el mal que
representa el complacer sin freno los apetitos. Su ejemplo demuestra que nuestra única
esperanza de vida eterna consiste en sujetar los apetitos y pasiones a la voluntad de Dios.” El
Deseado de Todas las Gentes, p. 98.
Esta segunda cita deja claramente resaltado la lucha de Cristo por no ceder a la
complacencia de los apetitos y de las pasiones. Ya hemos visto que estos apetitos y pasiones se
heredan. Así pues, parte de la herencia de Cristo fueron los apetitos y pasiones de sus
antepasados.
d) Las flaquezas y debilidades físicas, mentales y morales
Cristo adoptó la naturaleza humana caída con todos sus dolores, debilidades y flaquezas.
Hablando de Él, se dice:
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades17, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.” Isa.53:4.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades”, sino uno que “fue crucificado en debilidad” (Heb.4:15; 2Cor.13:4).
“Estuvo sometido a las debilidades y flaquezas por las cuales está rodeado el hombre, ‘para
que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras
enfermedades, y llevó nuestras dolencias’. Él se compadeció de nuestras debilidades, y en todo
fue tentado como lo somos nosotros, pero ‘sin pecado’.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White],
tomo 5, p. 1105.
“Él [Cristo] tomó nuestras debilidades. No sólo fue hecho carne, sino fue hecho a semejanza
de carne de pecado. Se impidió que sus atributos divinos aliviaran la angustia de su alma o sus
dolores corporales.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1098.
¿Cómo Cristo tomó estas debilidades? Por medio de la ley de la herencia a la cual se
sometió. Pues las características físicas, mentales y morales son heredadas también.
“En nuestra humanidad, Cristo había de resarcir el fracaso de Adán. Pero cuando Adán fue
asaltado por el tentador, no pesaba sobre él ninguno de los efectos del pecado. Gozaba de una
plenitud de fuerza y virilidad, así como del perfecto vigor de la mente y el cuerpo... No sucedía
lo mismo con Jesús cuando entró en el desierto para luchar con Satanás. Durante cuatro mil años,
la familia humana había estado perdiendo fuerza física y mental, así como valor moral; y Cristo
tomó sobre sí las flaquezas de la humanidad degenerada. Únicamente así podía rescatar al
hombre de las profundidades de su degradación.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 91-92.
17
La palabra hebrea traducida por enfermedades aquí se refiere a: dolencia, ansiedad, calamidad; y se traduce por: enfermedad, enfermo,
miseria, dolor, quebranto (cf. La palabra H2483 de la Concordancia Exhaustiva de James Strong).
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
“Desde la caída, la raza humana había estado disminuyendo en tamaño y en fortaleza física, y
hundiéndose más profundamente en la escala de la dignidad moral, hasta el período del
advenimiento de Cristo a la tierra. Y a fin de elevar al hombre caído, Cristo debía alcanzarlo
donde estaba. El tomó la naturaleza humana y llevó las debilidades y la degeneración del
hombre. El que no conoció pecado, llegó a ser pecado por nosotros. Se humilló a sí mismo hasta
las profundidades más hondas del infortunio humano a fin de poder estar calificado para llegar
hasta el hombre y elevarlo de la degradación en que el pecado lo había sumergido.” Mensajes
Selectos, tomo 1, p. 314-315.
La fuerza física y mental, así como el valor moral de la humanidad habían estado
disminuyendo por la complacencia del apetito depravado y de las bajas pasiones:
“La satisfacción del apetito y la pasión embota la mente, disminuye la fuerza física y debilita
el poder moral.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 421-422.
Debemos entender que al someterse a la ley de la herencia, Cristo alcanzó al pecado en sus mismas
raíces. Pues todos los pecados manifiestos en el mundo están latentes en nuestra carne. Fue por eso que
se dice que “3…lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su
Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4para que la
justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu.” Rom.8:3-4.
No debemos olvidar que Cristo “vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y
tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin pecado.”18 Consideremos pues ahora cómo Cristo
experimentó nuestras penas y tentaciones en su carne humana.
Parte 4
TENTADO EN TODO COMO NOSOTROS
(Heb.4:15)
Ahora estamos entrando en otro aspecto muy delicado de la vida terrenal de Jesucristo: Sus
tentaciones. La buena comprensión de la forma en que fue tentado Cristo y la manera que Él obtuvo la
victoria sobre toda tentación es de suma importancia para nuestra consideración acerca de cuán
semejante a nosotros era Cristo en su carne humana. Para comprender a Cristo siendo tentado
debemos recordarnos a nosotros mismos siendo tentados; y para saber cómo vencer toda tentación,
debemos estudiar la manera en que Jesús venció toda tentación. Por eso, necesitamos analizar qué es la
tentación, cuáles son los agentes que inducen a la tentación, cómo somos tentados o cómo
experimentamos la tentación, y cuáles son los deseos o inclinaciones naturales que hacen que
experimentamos la tentación. Consideraremos también la experiencia de Jesús siendo tentado y cómo
Él pudo vencer todas las tentaciones.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
engañador constituyen las tentaciones más sutiles para el hombre. La Palabra de Dios lo llama
“el tentador” (1Tes.3:5) y el que “engaña a todo el mundo” (Apo.12:9):
“Si los jóvenes poseyesen integridad moral, en vano se les presentarían las más fuertes
tentaciones. El acto de tentar es de Satanás, pero el de ceder es vuestro. Toda la hueste de
Satanás no tiene poder para forzar al tentado a ceder. No hay excusa para el pecado.” Mensajes
para los Jóvenes, p. 428.
“Satanás emplea a hombres y mujeres como agentes para inducir al pecado y hacerlo
atractivo. A estos agentes los educa fielmente para disfrazar el pecado a fin de poder destruir
con más éxito a las almas y despojar a Cristo de su gloria. Satanás es el gran enemigo de Dios y
del hombre. Se transforma por sus agentes en ángel de luz. En las Escrituras es llamado
destructor, acusador de los hermanos, engañador, mentiroso, atormentador y homicida. Satanás
tiene muchos servidores, pero tiene más éxito cuando puede emplear a los que profesan ser
cristianos para realizar su obra satánica. Y cuanto mayor sea la influencia, más elevada la
posición que ocupen, y mayor conocimiento profesen de Dios y de su servicio, tanto mayor será
el éxito con que podrá emplearlos. Quienquiera que induzca a otro al pecado es su agente.”
Joyas de los Testimonios, tomo 2, p. 33.
b) Asaltados indirectamente por el mundo y sus atracciones:
A parte de las tentaciones más directas de Satanás y de sus agentes, las cosas del mundo son
también instrumentos en la mano de Satanás para fastidiarnos con tentaciones indirectas desde
afuera. La Palabra de Dios nos advierte que Satanás ha colmado el mundo con muchas cosas
que atraen y que invitan al mal. Constituyen pues las tentaciones más seductoras para el ser
humano. Por lo que la Palabra de Dios exhorta diciendo:
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor
del Padre no está en él.” 1Jn.2:15.
“Cuando Juan ordena a sus lectores: ‘no améis al mundo’, no está pensando en la tierra
cuando salió de las manos del Creador, sino en los elementos terrenales, animados e inanimados,
que Satanás ha unido en su rebelión contra Dios. Juan sabe cuán atrayente pueden parecer, y
ordena a los cristianos que se cuiden de ellos y resistan su poder seductor…
“Las cosas que no se pueden usar para bien deben ser completamente evitadas, y aun muchas
cosas buenas en sí mismas pueden interponerse entre el hombre y Dios. Casas y tierras, vestidos
y muebles, parientes y amigos, son posesiones que es bueno tener, pero si cualquiera de ellas se
convierte en un centro de atención que perjudica la vida espiritual, toma el lugar de Dios y se
convierte en un ídolo... El yo es lo que, sin ninguna duda, se interpone finalmente entre el
hombre y Dios.” Comentario Bíblico ASD, tomo 7, p. 659-660.
“Los cuidados, las riquezas, los placeres, todos son usados por Satanás en el juego de la vida
para conquistar el alma humana.” Palabra de Vida del Gran Maestro, p. 36.
c) Asaltados internamente por los clamores de la naturaleza carnal:
¿Qué son “los clamores de la naturaleza carnal” que nos asaltan? Son las fuertes sensaciones
que provocan los apetitos y las pasiones de nuestra naturaleza pecaminosa.
“Todo aquel que complace el apetito comiendo demasiado a menudo, e ingiere alimentos
malsanos, debilita su poder de resistir a los clamores del apetito y la pasión en otros respectos,
en la proporción en que ha fortalecido la propensión a los hábitos incorrectos relacionados con el
comer.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 423-424.
No debemos olvidar que los “apetitos pervertidos” y las “pasiones pecaminosas” se heredan
de los antepasados, se transmiten de padres a hijos por la ley de la herencia. Estos constituyen
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
“los clamores de la naturaleza carnal” o “los clamores del apetito y la pasión” que solicitan ser
gratificados y son así fuertes tentaciones internas para nosotros. De eso habla el apóstol Pedro
cuando habló de “los deseos carnales que batallan contra el alma” (1Ped.2:11):
“El apóstol Pedro entendía la relación que hay entre la mente y el cuerpo, y levantó su voz
para amonestar a los hermanos: ‘Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os
abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma’ (1Ped.2:11). Muchos consideran
que este texto es una advertencia contra la licencia solamente; pero tiene un significado más
amplio. Prohíbe toda gratificación perjudicial del apetito o la pasión. Todo apetito
pervertido llega a ser una concupiscencia que combate contra nosotros.” Consejos sobre el
Régimen Alimenticio, p. 197-198.
“Los clamores de la naturaleza carnal” constituyen las tentaciones más fuertes e irresistibles
para el hombre:
“El cristiano debe entender que no pertenece a sí mismo, sino que ha sido comprado por un
precio. Sus más fuertes tentaciones vendrán del interior, puesto que debe batallar contra las
inclinaciones del corazón natural.” The Bible Echo, 01 de Diciembre de 1892 (par. 4).
¿Cómo se han pervertido los apetitos y pasiones naturales del hombre hasta volverse en
“deseos carnales… que batallan contra el alma”?
“Los apetitos naturales de los hombres han sido pervertidos por la complacencia. Por
medio de la gratificación malsana se han convertido en ‘deseos carnales que batallan contra el
alma.’ A menos que el cristiano vigila en oración, dará rienda suelta a los hábitos que deberían
ser vencidos. A menos que él sienta la necesidad de vigilancia constante, sus inclinaciones,
abusadas y mal orientadas, serán los medios de su rebelión contra Dios.” Manuscritos
Revelados, tomo 14, p. 295 (par. 1).
Ahora bien, es bueno saber que “cuanto más se complazca el apetito, mayores serán sus
clamores para ser gratificado.” Consejos sobre el Régimen Alimenticio, p. 186.
“Muchas madres que deploran la intemperancia que existe por doquiera, no miran bastante
hondo para ver la causa. Están preparando diariamente una variedad de platos muy sazonados,
que tientan al apetito e incitan a comer demasiado. Las mesas de nuestro pueblo
norteamericano se preparan generalmente de una manera que contribuye a formar borrachos.
El apetito es el principio que rige a un numeroso grupo de personas. Todo aquel que complace el
apetito comiendo demasiado a menudo, e ingiere alimentos malsanos, debilita su poder de
resistir a los clamores del apetito y la pasión en otros respectos, en la proporción en que ha
fortalecido la propensión a los hábitos incorrectos relacionados con el comer.” Joyas de los
Testimonios, tomo 1, p. 423-424.
“La Palabra de Dios advierte claramente que a menos que nos abstengamos de la
complacencia carnal, la naturaleza física entrará en conflicto con la naturaleza espiritual. La
manera licenciosa de comer lucha contra la salud y la paz. Así se establece una guerra entre los
atributos elevados y los inferiores del hombre. Las inclinaciones más bajas, fuertes y activas,
oprimen el alma. Los intereses superiores del ser quedan expuestos al peligro por la
complacencia de los apetitos que no tienen la aprobación del Cielo.” Consejos Sobre la Salud,
p. 578.
Entonces, cuando cedemos a “los clamores del apetito y la pasión” estos se vuelven cada vez
más exigentes y nos volvemos menos fuertes y decididos para resistirlos. Al seguir en la
complacencia de estos deseos carnales formamos hábitos que manchan nuestro carácter y
cultivamos vicios:
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
“Al joven se le va pervirtiendo poco a poco hasta que el hábito de la bebida queda
arraigado, y se le despierta la sed, que, cueste lo que cueste, ha de satisfacer.” La Temperancia,
p. 183.
“Los esclavos del tabaco verán a sus familias sufrir por falta de comodidades de vida y del
alimento necesario, pero no tendrán la fuerza de voluntad para renunciar a su tabaco. Los
clamores del apetito prevalecen sobre el afecto natural. Los domina el apetito, que tienen en
común con las bestias.” La Temperancia, p. 59.
“El hombre que contrajo el hábito de la bebida se encuentra en una situación desesperada.
Su cerebro está enfermo y su voluntad debilitada. En lo que toca a su propia fuerza, sus apetitos
son ingobernables. No se puede razonar con él ni persuadirle a que se niegue a sí mismo. El
que ha sido arrastrado a los antros del vicio, por mucho que haya resuelto no beber más, se ve
inducido a llevar de nuevo la copa a sus labios; y apenas pruebe la bebida, sus más firmes
resoluciones quedarán vencidas, y aniquilado todo vestigio de voluntad.” La Temperancia, p.
184.
El alma experimenta pues lo descrito por la Hna. White cuando dijo: “Deseáis hacer su
voluntad [de Dios], mas sois moralmente débiles, sujetos a la duda y dominados por los hábitos
de vuestra mala vida. Vuestras promesas y resoluciones son tan frágiles como telas de araña. No
podéis gobernar vuestros pensamientos, impulsos y afectos.” El Camino a Cristo, p. 47.
En otras palabras, la complacencia de los apetitos pervertidos nos lleva a tener una mente
carnal (una mente inclinada al mal), la cual la Palabra de Dios declara que es enemiga de Dios
(cf. Rom.8:7; Col.1:21).
“Satanás los tentó [a los hijos de Israel] a considerar esto [la privación en gran medida del
uso de la carne] como algo injusto y cruel. Les hizo anhelar las cosas prohibidas porque vio que
mediante la complacencia del apetito pervertido llegarían a tener una mente carnal y
fácilmente podrían ser llevados a hacer la voluntad de Satanás; los órganos inferiores serían
fortalecidos, mientras que las facultades intelectuales y morales se debilitarían.” La
Temperancia, p. 142.
No son solamente el apetito pervertido y las pasiones pecaminosas que se convierte en
deseos carnales que luchan contra el alma:
“Hay peligro en las diversiones que persiguen únicamente la complacencia propia. Todos
los hábitos de complacencia que debilitan las facultades físicas, que anublan la mente o
entorpecen las percepciones espirituales, son ‘deseos carnales que batallan contra el alma’
(1Ped.2:11).” Palabra de Vida del Gran Maestro, p. 33.
Otro asunto que es bueno entender es el siguiente: Es la complacencia de los apetitos
pervertidos que excita o inflama las pasiones pecaminosas en nosotros:
“En nuestra época existen los mismos pecados que los que trajeron la ira de Dios en los días
de Noé. Los hombres y las mujeres llevan ahora el comer y el beber hasta la glotonería y la
embriaguez. Este pecado prevaleciente, la complacencia del apetito pervertido, inflamó las
pasiones de los hombres en los días de Noé, y condujo a una corrupción general, hasta que su
violencia y sus crímenes alcanzaron al cielo, y Dios lavó la tierra de su contaminación moral por
medio de un diluvio.
“Los mismos pecados de la glotonería y la embriaguez amortiguaron las sensibilidades
morales de los habitantes de Sodoma, de manera que los crímenes parecían constituir el deleite
de los hombres y las mujeres de esa ciudad malvada.” Consejos sobre el Régimen Alimenticio,
p. 71.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
“Los que se permiten convertirse en esclavos de un apetito glotón, a menudo van más allá, y
se rebajan a sí mismos complaciendo sus pasiones corruptas, que han sido excitadas por la
intemperancia en el comer y el beber. Dan rienda suelta a sus bajas pasiones, hasta que la salud
y el intelecto sufren grandemente. Las facultades de raciocinio resultan destruidas en gran
medida por los malos hábitos.” Consejos sobre el Régimen Alimenticio, p. 73.
Ahora bien, si con el poder de Dios logramos dominar el deseo de satisfacer el apetito
depravado, podemos subyugar más fácilmente nuestras pasiones.
“Dominad el deseo de gratificar el apetito, y si lo hacéis, vuestras pasiones serán fácilmente
dominadas. Entonces vuestras facultades mentales y morales serán más fuertes.” Consejos sobre
el Régimen Alimenticio, p. 192.
Es bueno aclarar que la expresión “los deseos carnales… que batallan contra el alma” no se
refiere a las sensaciones naturales de las necesidades fisiológicas (necesidad de comer, beber,
descansar, dormir, orinar, defecar, etc.); la sensación de estas necesidades naturales son
“clamores de la naturaleza carnal”, pero no es una tentación en sí. Sin embargo, podemos ser
tentados en base a ellas, sobre todo cuando surgen estas necesidades y en base a las que tienen
que ver con el apetito.
Entonces, el punto de partida que nos debilita frente a todas las tentaciones, que nos hace
perder el dominio propio, es la complacencia malsana de los apetitos. Allí, en este asunto del
apetito”19, comenzó todo el mal que existe en el mundo:
“[Satanás] Se regocijaba de que Adán y Eva en el Edén no pudieran resistir a sus
insinuaciones cuando recurrió a su apetito. De la misma manera venció a los habitantes del
mundo antiguo, por medio de la complacencia del apetito concupiscente y de las pasiones
corruptas. Pudo vencer a los israelitas mediante la complacencia del apetito... Mediante la
complacencia del apetito y de las pasiones había inducido a David y a Salomón, que habían sido
especialmente favorecidos por Dios, a que incurrieran en el desagrado de Dios. Y se jactaba de
que todavía podría tener éxito en torcer el propósito de Dios de salvar al hombre mediante
Jesucristo…
“Atacó a Cristo con tentaciones relacionadas con el apetito. En ese punto había vencido a
Adán y había dominado a sus descendientes, y por medio de la complacencia del apetito los
había inducido a provocar a Dios con su iniquidad hasta que sus crímenes habían llegado a ser
tan grandes que el Señor los había eliminado de la tierra mediante las aguas del diluvio.
“Bajo las tentaciones directas de Satanás, los hijos de Israel permitieron que el apetito les
dominara la razón y, debido a su complacencia, fueron inducidos a cometer graves pecados que
despertaron la ira de Dios contra ellos, y cayeron en el desierto. Pensó que tendría éxito
venciendo a Cristo con la misma tentación.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 321-322.
19 El apetito es “1el deseo natural de placer o bien; el deseo de gratificación, ya sea del cuerpo o de la mente. Los apetitos son pasiones
dirigidas a objetos en general, como el apetito de fama, gloria o de riquezas; a diferencia de las pasiones dirigidas a algunos objetos
particulares, que conservan su propio nombre, como la pasión del amor, de la envidia o de la gratitud. La pasión no existe sin un objeto; los
apetitos naturales existen primero, y luego son dirigidos a objetos. 2Un deseo de comida o bebida; una sensación dolorosa ocasionada por
hambre o sed. 3Fuerte deseo; ansia o anhelo. (…) Los apetitos son naturales o artificiales. El hambre y la sed son apetitos naturales; los
apetitos por aceitunas, tabaco, etc. son artificiales.” Diccionario Noah Webster’s 1828, art. ‘Appetite’ (Apetito).
20 Heb.4:15.
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vamos a analizar el proceso de la tentación, sino que consideraremos también hasta qué punto hay
pecado o no.
1. Los Agentes Tentadores Excitan Nuestros Deseos
El trabajo de los agentes tentadores es crear la situación o condición para que nuestros deseos
sean excitados, estimulados para ser complacidos de manera contraria a la voluntad de Dios.
“Los instrumentos satánicos desempeñan su parte en la estimulación de la concupiscencia de la
carne, los deseos de los ojos, la manifestación de egoísmo, la extralimitación en el poder, la crueldad
y la fuerza empleadas para unir a los hombres en confederaciones y sindicatos, disponiéndolos en
atados para el terrible fuego de los últimos días.” El Evangelismo, p. 23-24.
Por lo que, comentando la declaración: “no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” de la
oración modelo de Jesús, la sierva del Señor dice que “hemos de orar que Dios no permita que
seamos puestos en situación de ser seducidos por los deseos de nuestros propios corazones malos.”21
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24Nuestros primeros padres se deleitaban también al oír el canto de los pájaros como de los sonidos emitidos por otros elementos o
animales de la creación. De manera que, lo que oían y veían (audio-visual) les proveían agradables e inocentes placeres mentales.
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“Satanás encuentra en los corazones humanos algún asidero en que hacerse firme; es tal vez
algún deseo pecaminoso que se acaricia, por medio del cual la tentación se fortalece.” El
Conflicto de los Siglos, p. 681.
Por lo que “Las tentaciones exteriores hallan respuesta en el corazón, y los pies se deslizan
imperceptiblemente hacia el pecado.” Consejos para los Maestros, Padres y Alumnos, p. 410.
Jesús dio a entender claramente que el pecado abierto se origina en el interior (en el
corazón) del hombre diciendo: “21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos
pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las
maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23 Todas
estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.” Mrc.7:21-23.
Por lo tanto, “El momento de tentación en que posiblemente se caiga en pecado gravoso no
crea el mal que se manifiesta; sólo desarrolla o revela lo que estaba latente y oculto en el
corazón.” El Discurso Maestro de Jesucristo, p. 54.
El enemigo de las almas trata siempre, por medio de sus tentaciones, de sacar a la luz estos
males acariciados en el corazón, estos pecados secretos, para luego acusarnos y avergonzarnos:
“Satanás trata de arrastrarnos a la tentación, para que el mal de nuestros caracteres pueda
revelarse ante los hombres y los ángeles, y él pueda reclamarnos como suyos.” Discurso
Maestro de Jesucristo, p. 99.
Así que, “Todo el cielo observa con intenso interés para ver si acaso miraremos a Jesús y nos
someteremos a su voluntad, o si en la tentación seguiremos las inclinaciones del corazón natural
y las incitaciones del maligno.” A Fin de Conocerle, p. 278.
humana caída le asaltaba con diversas pruebas: “Cuando Jesús entró en el desierto, fue rodeado
por la gloria del Padre. Absorto en la comunión con Dios, se sintió elevado por encima de las
debilidades humanas. Pero la gloria se apartó de él, y quedó solo para luchar con la tentación.
Esta le apremiaba en todo momento. Su naturaleza humana rehuía el conflicto que le
aguardaba. Durante cuarenta días ayunó y oró. Débil y demacrado por el hambre, macilento y
agotado por la agonía mental, ‘desfigurado era su aspecto más que el de cualquier hombre, y su
forma más que la de los hijos de Adán.’ (Isa.52:14) Entonces vio Satanás su oportunidad. Pensó
que podía vencer a Cristo.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 92,93.
Cristo conoce lo que son y cómo son las exigencias de las debilidades de la naturaleza
humana pecaminosa que nos asaltan desde el interior. Las conoce por experiencia propia:
“El cristiano debe realizar que no pertenece a sí mismo, sino que ha sido comprado por un
precio. Sus más fuertes tentaciones vendrán del interior, puesto que debe batallar contra las
inclinaciones del corazón natural. El Señor conoce nuestras debilidades; sin embargo Él ha
valorado el hombre, a pesar de lo finito e incapaz de cualquier bien en y de sí mismo, a un precio
infinito.” The Bible Echo, 01 de Diciembre de 1892 (par. 4).
“El Hermano mayor de nuestra familia humana está junto al trono eterno. Mira a toda alma
que vuelve su rostro hacia él como al Salvador. Sabe por experiencia lo que es la flaqueza
humana, lo que son nuestras necesidades, y en qué consiste la fuerza de nuestras tentaciones,
porque fue ‘tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.’” El Ministerio de
Curación, p. 47.
Por lo tanto, “Mientras [los que se proponen ser obreros misioneros] traten de vencer las
inclinaciones egoístas del corazón natural, pondrán sus pies en las huellas de Jesús.” Obreros
Evangélicos, p. 81.
Nota: Cuando los libros inspirados mencionan las debilidades y/o las inclinaciones del
corazón natural, se refieren a los deseos, apetitos y pasiones naturales heredados. La
declaración siguiente lo revela: “Pablo tenía constantemente el temor de que sus malas
inclinaciones lograran la supremacía. Por eso estaba continuamente combatiendo y resistiendo
firmemente los apetitos y pasiones que trataban de manifestarse. Si el gran apóstol temblaba al
considerar sus debilidades, ¿con qué razón nos vamos a sentir nosotros confiados y dispuestos a
vanagloriarnos?” Cada Día con Dios, p. 277.
No debemos olvidar que el Espíritu de Profecía nos informa que fue para experimentar
nuestras penas y tentaciones que Cristo aceptó la ley de la herencia:
“Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia
de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él vino con una
herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin
pecado.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 32.
Y la sierva del Señor nos notifica que “Las malas inclinaciones, el apetito pervertido, la
moralidad depravada, además de las enfermedades y la degeneración física, se transmiten
como un legado de padres a hijos, hasta la tercera y cuarta generación.” Patriarcas y
Profetas, p. 313-314.
Por medio de la ley de la herencia, a la cual Él se sometió, Cristo heredó en su carne estas
debilidades de sus antepasados, para que por medio de ellas pudiera ser “tentado en todo como
nosotros” somos tentados. Si Él no hubiera venido con una “herencia tal” Cristo no habría
podido conocer nuestras penas y tentaciones; las diversas tentaciones no habrían tenido efecto
sobre Él. A lo mejor habría podido experimentar la tentación de Adán y Eva antes de pecar,
pero no las nuestras si no hubiera aceptado la ley de la herencia.
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“En el lugar de la raza humana, Cristo había de vencer el apetito soportando en este punto la
prueba más poderosa… En lugar del hombre, debía mostrar abnegación, perseverancia y
firmeza de principios, que son importantísimos para vencer las angustias del hambre que
carcomen. Debía demostrar un poder de dominio sobre el apetito más poderoso que el hambre y
aun que la muerte. (…)
“[Satanás] Tentó primero a Cristo en el apetito. En ese punto, casi tenía el dominio completo
del mundo, y sus tentaciones fueron adaptadas a las circunstancias que rodeaban a Cristo, que
hacían que sus tentaciones en cuanto al apetito fueran casi invencibles.” Mensajes Selectos,
tomo 1, p. 318-319, 322.
Esta tentación fue la más poderosa para Cristo porque él tenía mucha hambre; esta
necesidad fisiológica estaba muy apremiante. “Estaba demacrado por el largo ayuno y
experimentaba la más aguda sensación de hambre.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 319.
b) Tentado en base a los deseos de exhibir su poder y su yo:
“3Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en
pan… 6y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo...” Mat.4:3, 6.
“Cristo sabía que, al tomar la naturaleza del hombre, no tendría una apariencia igual a la de
los ángeles del cielo. Satanás lo instó a que si era realmente el Hijo de Dios le diera evidencia de
su excelso carácter. (…)
“Le dijo a Cristo que uno de los ángeles excelsos había sido desterrado al mundo. Le dijo
además que su aspecto [el de Cristo], indicaba que, en vez de ser el Rey del cielo, era el ángel
caído, y eso explicaba su apariencia demacrada y penosa.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 321-
322.
“En una manera provocativa e insultante, Satanás se refirió a la debilidad del momento y a
la desfavorable apariencia de Cristo, en contraste con su propio vigor y gloria. Se mofó de que
Cristo era un pobre representante de los ángeles y con menos razón de su excelso Comandante,
reconocido como Rey de las cortes regias. Su actual apariencia indicaba que había sido
abandonado de Dios y del hombre. Dijo que si Cristo era ciertamente el Hijo de Dios, el monarca
del cielo, tendría poder igual a Dios y podría dar evidencia de ello realizando un milagro y
convirtiendo en pan la piedra que estaba justamente a sus pies, para aliviar su hambre. Si Cristo
hacía esto, Satanás le prometió que inmediatamente renunciaría a sus pretensiones de
superioridad y que terminaría para siempre la contienda entre él y Cristo.
“Cristo no pareció notar las denigrantes mofas de Satanás. No fue movido a dar pruebas de
su poder. Humildemente soportó los insultos sin desquitarse.” Mensajes Selectos, tomo 1, p.
323-324.
c) Tentado en base a la presunción:
“5Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, 6y le
dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti,
y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.” Mat.4:5-6.
“En su primera tentación sobre el apetito, Satanás había tratado de insinuar dudas en cuanto
al amor y cuidado de Dios para Cristo como su Hijo, mostrando sus circunstancias y su hambre
como evidencias de que no disfrutaba del favor de Dios. No tuvo éxito con eso. Luego trató de
aprovecharse de la fe y la perfecta confianza que Cristo había mostrado hacia su Padre celestial,
instándolo a la presunción. ‘Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus
ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán para que no tropieces con tu pie en
piedra’…
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“En una manera provocativa e insultante, Satanás se refirió a la debilidad del momento
y a la desfavorable apariencia de Cristo, en contraste con su propio vigor y gloria. Se mofó
de que Cristo era un pobre representante de los ángeles y con menos razón de su excelso
Comandante, reconocido como Rey de las cortes regias. Su actual apariencia indicaba que
había sido abandonado de Dios y del hombre. (…)
“Cristo sabía que Satanás era mentiroso desde el principio, y necesitó de fuerte dominio
propio para escuchar las propuestas de ese insultante engañador sin reprochar
instantáneamente sus osadas arrogancias. Satanás esperaba que provocaría al Hijo de Dios
para que entrara en controversia con él y esperaba que así, en la extrema debilidad y agonía
de espíritu de Cristo, él podría obtener ventajas sobre Jesús. Tenía el propósito de pervertir
las palabras de Cristo, pretender haber triunfado, y llamar en su ayuda a sus ángeles caídos
para usar su poder al máximo a fin de prevalecer contra él y vencerlo.” Mensajes Selectos,
tomo 1, p. 323, 326-327.
ii. Cristo fue tentado a rehuir sacrificarse por temor al sufrimiento y a la muerte:
Por naturaleza los hombres tienen temor al sufrimiento y a la muerte. Y es por temor a
estas cosas que muchísimas veces caemos en las trampas del enemigo. Así que por
naturaleza humana que tomó, Jesús tenía también temor al sufrimiento y a la muerte:
“14Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo
mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, 15y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida
sujetos a servidumbre.” Heb.2:14-15.
“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y
lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.”
Heb.5:7.
“34Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. 35Yéndose
un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. 36Y
decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que
yo quiero, sino lo que tú.” Mrc.14:34-36.
“La voluntad humana de Cristo nunca lo habría llevado al desierto de la tentación... no lo
habría llevado a sufrir la humillación, burla, reproche, aflicción y muerte. Su naturaleza
humana rehuía todas esas cosas tan decididamente como lo hace la nuestra” Señales de los
Tiempos, 29 de octubre de 1894.
“Su humanidad [de Cristo] rehuía la hora del desamparo cuando, según todas las
apariencias, sería abandonado por Dios mismo, cuando todos le verían azotado, herido de
Dios y abatido. Rehuía la exposición en público, el ser tratado como el peor de los criminales
y una muerte ignominiosa. (…) Luego vino la sumisión divina a la voluntad de su Padre.” El
Deseado de Todas las Gentes, p. 577-578.
Teniendo su naturaleza humana rehuyendo el conflicto y el sufrimiento, en el desierto de
la tentación Satanás quería aprovecharse de eso para inducir a Jesús a no sacrificarse por
el hombre.
“Tan pronto como comenzó el largo ayuno de Cristo en el desierto, Satanás estuvo cerca
con sus tentaciones. Rodeado de luz, vino a Cristo pretendiendo ser uno de los ángeles del
trono de Dios, enviados en misión de misericordia para simpatizar con él y aliviarlo de su
condición doliente. Pretendió hacer creer a Cristo que Dios no le requería que pasara por la
abnegación y los sufrimientos que él anticipaba; que había sido enviado del cielo para darle
el mensaje de que Dios sólo quería probar su disposición para sufrir.
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“Satanás le dijo a Cristo que sólo debía colocar sus pies sobre la senda teñida en sangre,
pero que no había de recorrerla. A semejanza de Abrahán, fue probado para que mostrara su
perfecta obediencia. También declaró que él era el ángel que detuvo la mano de Abrahán
cuando levantó el cuchillo para matar a Isaac, y que ahora había venido para salvarle la vida;
que no era necesario que soportara la dolorosa hambre y la muerte por inanición, que lo
ayudaría a efectuar una parte de la obra en el plan de salvación.” Mensajes Selectos, tomo 1,
p. 320-321.
Lo mismo aconteció en el Getsemaní: Satanás estaba allí presente para convencer a
Cristo en base a eso a no sacrificarse por la humanidad ingrata:
“Y ¿qué se iba a ganar por este sacrificio? ¡Cuán irremisibles parecían la culpabilidad y la
ingratitud de los hombres! Satanás presentaba al Redentor la situación en sus rasgos más
duros: El pueblo que pretende estar por encima de todos los demás en ventajas temporales y
espirituales te ha rechazado. Está tratando de destruirte a ti, fundamento, centro y sello de las
promesas a ellos hechas como pueblo peculiar. Uno de tus propios discípulos, que escuchó
tus instrucciones y se ha destacado en las actividades de tu iglesia, te traicionará. Uno de tus
más celosos seguidores te negará. Todos te abandonarán.
“Todo el ser de Cristo aborrecía este pensamiento. Que aquellos a quienes se había
comprometido a salvar, aquellos a quienes amaba tanto, se uniesen a las maquinaciones de
Satanás, esto traspasaba su alma. (…)
“Era terrible la tentación de dejar a la familia humana soportar las consecuencias de su
propia culpabilidad, mientras él permaneciese inocente delante de Dios. Si tan sólo pudiera
saber que sus discípulos comprendían y apreciaban esto, se sentiría fortalecido.” El Deseado
de Todas las Gentes, p. 638, 639.
iii. Cristo fue tentado a dudar y desconfiar de Dios:
“3Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan… 5Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo
del templo, 6y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles
mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en
piedra.” Mat.4:3, 5-6.
En sus múltiples tentaciones contra Cristo en el desierto, “Satanás se hizo la ilusión de
que podría inducir a Cristo a dudar de las palabras pronunciadas desde el cielo en su
bautismo. Y si podía tentarlo a poner en duda su condición de Hijo de Dios, y a dudar de la
palabra de verdad pronunciada por su Padre, ganaría una gran victoria.
“Encontró a Cristo en el desolado desierto, sin compañía, sin alimento y en verdadero
sufrimiento. Lo que lo rodeaba era melancólico y repulsivo en extremo. Satanás le sugirió a
Cristo que Dios no habría dejado a su Hijo en esa condición de necesidad y sufrimiento real.
Esperaba sacudir la confianza de Cristo en su Padre, que le había permitido llegar a esa
condición de extremo sufrimiento en el desierto, donde nunca habían pisado los pies de los
hombres. Satanás esperaba inspirarle dudas en cuanto al amor de su Padre, dudas que
encontraran abrigo en la mente de Cristo. Esperaba que, bajo la fuerza del desaliento y el
hambre extrema, Cristo ejerciera su poder milagroso para su propio bien y se apartara de las
manos de su Padre celestial. Ciertamente, ésta fue una tentación para Cristo. Pero él no la
albergó ni por un momento. Ni por un solo momento dudó del amor de su Padre celestial,
aunque parecía estar oprimido por angustia inexpresable. Las tentaciones de Satanás, aunque
fueron hábilmente ideadas, no conmovieron la integridad del amado Hijo de Dios. No podía
ser sacudida su permanente confianza en su Padre.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 322-323.
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También, en la cruz del Calvario “Aun las dudas asaltaron al moribundo Hijo de Dios.
No podía ver a través de los portales de la tumba. Ninguna esperanza resplandeciente le
presentaba su salida del sepulcro como vencedor ni la aceptación de su sacrificio de parte de
su Padre. (…)
“La fe y la esperanza temblaron en medio de la agonía mortal de Cristo, porque Dios
ya no le aseguró su aprobación y aceptación, como hasta entonces. El Redentor del mundo
había confiado en las evidencias que le habían fortalecido hasta allí, de que su Padre aceptaba
sus labores y se complacía en su obra. En su agonía mortal, mientras entregaba su preciosa
vida, tuvo que confiar por la fe solamente en Aquel a quien había obedecido con gozo. No le
alentaron claros y brillantes rayos de esperanza que iluminasen a diestra y siniestra. Todo lo
envolvía una lobreguez opresiva.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 226, 227.
iv. Cristo fue tentado a temer:
“El Hijo de Dios sintió hasta lo sumo el peso del pecado del mundo en todo su espanto.
El desagrado del Padre por el pecado y la penalidad de éste, la muerte, era todo lo que podía
vislumbrar a través de esas pavorosas tinieblas. Se sintió tentado a temer que el pecado
fuese tan ofensivo para los ojos de Dios que no pudiese reconciliarse con su Hijo. La fiera
tentación de que su propio Padre le había abandonado para siempre, le arrancó ese clamor
angustioso en la cruz: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’” Joyas de los
Testimonios, tomo 1, p. 226-227.
Fue el mismo Satanás que le inspiraba este temor por sus insinuaciones: “Frente a las
consecuencias posibles del conflicto, embargaba el alma de Cristo el temor de quedar
separada de Dios. Satanás le decía que si se hacía garante de un mundo pecaminoso, la
separación sería eterna. Quedaría identificado con el reino de Satanás, y nunca más sería uno
con Dios.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 638.
30Para no equivocarse el ser atraído y seducido no es pecado. En el caso de la tentación, atraer es cuando una persona llama o gana la
atención de otra. Seducir es “engañar con arte y maña; persuadir suavemente para algo malo.” DRAE.
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La cita que viene a continuación nos da a entender que Cristo podía sentir el peso de la
tentación de Satanás sobre el apetito por el efecto de las cosas heredadas en su carne, las cuales le
inducían a ceder; pero Él tenía que resistir para no satisfacer estos apetitos ni complacerse a Sí
Mismo.
“No sólo debido a las torturantes mordeduras del hambre resultaban indeciblemente severos los
sufrimientos de nuestro Redentor. Era la sensación de culpa resultante de la complacencia del
apetito, que había traído tan terrible calamidad al mundo, lo que oprimía tan pesadamente su alma
divina...
“Revestido de naturaleza humana, y sintiendo la presión del terrible peso de sus pecados
sobre sí, nuestro Redentor resistía el poder de Satanás frente a esta grande y descollante tentación,
que pone en peligro las almas de los hombres. Si el hombre pudiera vencer esta tentación, podría
triunfar en cualquier otro aspecto.” La Maravillosa Gracia, 164.
Es por eso que la sierva del Señor aconseja diciendo: “Clama al Señor, alma tentada. Échate,
impotente, indigna, en brazos de Jesús, y echa mano de su auténtica promesa. El Señor oirá. Él
sabe cuán fuertes son las inclinaciones del corazón natural, y ayudará en cada momento de
tentación.” Mensajes para los Jóvenes, p. 65.
haber sido tentado en todo punto como es tentada la familia humana.” Mensajes Selectos, tomo 3, p.
148.
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“La voluntad humana de Cristo nunca lo habría llevado al desierto de la tentación... no lo habría
llevado a sufrir la humillación, burla, reproche, aflicción y muerte. Su naturaleza humana rehuía
todas esas cosas tan decididamente como lo hace la nuestra” Señales de los Tiempos, 29 de octubre
de 1894.
“Su humanidad [de Cristo] rehuía la hora del desamparo cuando, según todas las apariencias,
sería abandonado por Dios mismo, cuando todos le verían azotado, herido de Dios y abatido. Rehuía
la exposición en público, el ser tratado como el peor de los criminales y una muerte ignominiosa.
(…) Luego vino la sumisión divina a la voluntad de su Padre.” El Deseado de Todas las Gentes, p.
577-578.
Cristo nunca trató de agradarse a sí mismo. “Así que, los que somos fuertes debemos soportar
las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos… Porque ni aun Cristo se agradó a
sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.”
Rom.15:1, 3.
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Ahora bien, aunque Cristo experimentó pruebas y tentaciones muy duras y difíciles de soportar a
causa de su herencia genética, no sólo no cometió pecado y vivió una vida santa dentro de esta carne
pecaminosa, sino que describiremos ahora también el carácter impecable que Él mantuvo a pesar de
sus flaquezas y debilidades.
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Parte 5
EL CARÁCTER DE CRISTO EN LA CARNE PECAMINOSA
(Heb.7:26)
La Palabra de Dios nos informa que Adán era una figura o tipo de Cristo al decir: “No obstante,
reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de
Adán, el cual es figura del que había de venir.” Rom.5:14. Si Adán tipificaba a Cristo en su encarnación
es porque hay ciertas similitudes entre ambos. Comparando al primer Adán antes de su caída con el
segundo, podemos notar que “en algunas cosas, Adán se parece a Cristo”31; y esto es en el ámbito
espiritual y del carácter. Ya hemos visto que en su carne Cristo era diferente a Adán aun después de la
caída de éste, pues poseía nuestra carne pecaminosa después de 4,000 años de degeneración; pero en
cuanto a su espíritu, o sea a su carácter, veremos que Cristo era semejante a Adán antes de la caída de
éste. Podemos notar que el apóstol Pablo hace la diferencia en 1 Timoteo 3:16 al decir que “Dios
[Cristo] fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu”. Por lo que en esta parte veremos que
aunque Cristo fue manifestado en carne de pecado, fue justo en su Espíritu, o sea en su carácter.
A- EL CARÁCTER Y SU FORMACIÓN
Antes de abordar el carácter que han tenido Adán antes de su caída y Cristo durante toda su vida,
consideremos primero cómo se define y se forma el carácter.
1. ¿Qué Es El Carácter?
El carácter se define como “las cualidades peculiares, impresionadas por naturaleza o hábito
sobre una persona, las cuales la distinguen de otras; éstas cualidades constituyen el carácter real, y
las cualidades que se supone que esta persona posee constituyen su carácter estimado, o reputación.
Por lo tanto decimos que un carácter no está formado cuando la persona no ha adquirido cualidades
estables y distintivas.” Diccionario Noah Webster’s 1828, art. ‘Character’ (Carácter).
Así que, el carácter estará formado cuando la persona haya adquirido cualidades estables y
distintivas. Ahora bien, ¿cómo se estabilizan las cualidades en la formación del carácter?
“Ciertamente, no era el propósito de Dios que el hombre fuera pecaminoso. Hizo a Adán puro y
noble, sin ninguna tendencia al mal. Lo colocó en el Edén, donde tenía todo aliciente para permanecer
leal y obediente.” Comentario Bíblico ASD [E.G.W.], tomo 1, p. 1098.
“¿En qué consistió el vigor del asalto contra Adán, que causó su caída? No fue el pecado inherente,
pues Dios hizo a Adán conforme al carácter divino, puro y recto. No había principios corruptos en el
primer Adán ni propensiones corruptas o tendencias al mal. Adán era tan impecable como los ángeles
que están delante del trono de Dios.” Comentario Bíblico ASD [E.G.W.], tomo 1, p. 1097.
“El primer Adán fue creado como un ser puro y sin pecado, sin una mancha de pecado sobre él; era
la imagen de Dios.” Comentario Bíblico ASD [E.G.W.], tomo 5, p. 1102.
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cosas que uno hereda en la carne no se puede mencionar su existencia como por momentos, sino
están siempre con uno. Lo que se nos dice aquí en la cita es que en ningún momento hubo en el
espíritu de Cristo la intención o inclinación a pecar.
“Nunca dejéis, en forma alguna, la más leve impresión en las mentes humanas de que una
mancha de corrupción o una inclinación hacia ella descansó sobre Cristo, o que en alguna manera se
rindió a la corrupción. Fue tentado en todo como el hombre es tentado, y sin embargo él es llamado
‘el Santo ser’.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1103.
La palabra “propensión” se define como: “Inclinación de la mente, natural o adquirida;
inclinación; en un sentido moral; disposición para cualquier cosa buena o mala, especialmente para
el mal; como una propensión a pecar; la propensión corrupta de la voluntad.”32
La palabra “inclinación” se define como “una inclinación de la mente o de la voluntad;
propensión o tendencia; una disposición más favorable a una cosa que a otra… Una mera inclinación
a una cosa no es propiamente una voluntad de esa cosa.”33
De manera que Cristo no tenía una mente inclinada o propensa al pecado, porque nunca
acarició pecado en su mente, sino se sometía siempre a la voluntad de su Padre. La inclinación o
tendencia que Cristo cultivó era hacia el bien y lo correcto:
“Jesús fue instruido de acuerdo con el carácter sagrado de su misión. Su inclinación hacia lo
correcto era una constante satisfacción para sus padres.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White],
tomo 5, p. 1091.
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“Él es nuestro ejemplo en todo. Se hermana con nuestras flaquezas, pero no alimenta pasiones
semejantes a las nuestras. Como no pecó, su naturaleza rehuía el mal. Soportó luchas y torturas del
alma en un mundo de pecado.” Joyas de los Testimonios, tomo 1, p. 218.
“Cristo mantenía su pureza en medio de la impureza. Satanás no podía mancharla ni
corromperla. El carácter de Cristo revelaba un perfecto odio por el pecado.” Comentario Bíblico
ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 452.
Conforme a estas declaraciones, podemos notar que fue el carácter de Cristo que era extraño al
pecado, lo rehuía u odiaba. Si la mente de Cristo hubiera consentido al mal, si hubiese avivado las
pasiones carnales, habría tenido en su carácter la inclinación al mal que tenemos nosotros. Y se
hubiera vuelto pecador como nosotros.
refieran a la iglesia y el estado, a la separación del mundo, o a Cristo en nuestra carne. Ateneos
estrictamente a lo dicho; no vayáis en pos de extrañas conclusiones…
“La carne de Jesucristo fue nuestra carne, y en ella había todo aquello que hay en la nuestra.
Todas las tendencias al pecado que hay en nuestra carne estuvieron en la suya, atrayéndole para que
consintiera en pecar. Si su mente hubiera consentido al pecado, se habría corrompido, y habría
albergado pasiones como las nuestras. En tal caso habría sido un pecador, habría caído en la total
esclavitud, y todos nosotros nos habríamos perdido, todo habría perecido.” Boletín de la C.G. 1895,
No. 16 y 17.
Además, no debemos entender con estas declaraciones que Jesús no tenía en su “carne de
pecado” las pasiones innatas a la naturaleza humana, sino que no proyectaba manifestaciones de
“nuestras pasiones”, “no alimenta pasiones semejantes a las nuestras”36. Sus pasiones eran
dominadas por la razón. Hablando de Adán cuando fue creado, el Espíritu de Profecía dice:
“El hombre fue creado a semejanza de Dios. Su naturaleza estaba en armonía con la voluntad de
Dios. Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos eran puros, sus apetitos y
pasiones estaban bajo el dominio de la razón. Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios
y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre.” Patriarcas y Profetas, p. 25-26.
Puesto que se declara aquí que Adán fue creado con apetitos y pasiones, alguien puede
preguntar, “si es así, entonces ¿qué es la pasión? ¿Cómo se la define?”
La pasión es “1La impresión o el efecto de un agente externo sobre un cuerpo, lo que es sufrido o
recibido. 2La susceptibilidad de las impresiones de agentes externos. 3Sufrimiento; enfáticamente, el
último sufrimiento del Salvador. 4La sensación de la mente, o el efecto sensible de la impresión; la
emoción (excitación), la perturbación o agitación de la mente; como el deseo, el miedo, la esperanza,
la alegría, el dolor (la aflicción), el amor, el odio. Ej.: La elocuencia del orador se emplea para
mover las pasiones. 5Violenta agitación o excitación de la mente, especialmente como es ocasionada
por una ofensa, una lesión o un insulto; por lo tanto, violento enojo (ira). 6El celo; ardor; deseo
vehemente. 7El amor. 8Deseo ansioso; como una pasión violenta por ropas finas.”37
Analicemos: ¿Podía Cristo ser impresionado o afectado por agentes exteriores, y era susceptible
a ellos? ¿Experimentó Cristo sensación de emoción, perturbación, agitación? ¿Podía Él sentir
deseos, miedo, alegría, dolor, amor, odio, el peso o efecto de una ofensa o un insulto, etc.? Si se
contesta que ‘Sí’, entonces Cristo poseía pasiones como ser humano. Solamente todas sus pasiones
heredadas, como sus apetitos, estuvieron siempre bajo el control de su mente. Como nosotros Cristo
no manifestaba ira bajo la provocación, ni un amor ciego y apasionado, etc.
“Necesitamos diariamente la religión de Cristo... Aunque él sentía toda la fuerza de la pasión de
la humanidad, nunca cedió a la tentación de hacer un solo acto que no fuera puro, elevador y
ennoblecedor.” En Lugares Celestiales, p. 155.
Así que, en su nacimiento se habla de Cristo como “el Santo ser” (Luc.1:35) y en su muerte como de
“un cordero sin mancha y sin contaminación” 1Ped.1:19.
“A lo largo de su vida de humillación y sufrimiento, desde el instante en que nació como el bebé de
Belén hasta que pendió de la cruz del Calvario, y clamó con una voz que sacudió el universo diciendo:
‘Consumado es’, el Salvador era puro y sin mancha.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A,
p. 459.
Nota: Las expresiones que se usan en el caso de Adán antes de su caída para describir su carácter
espiritual y moral son las siguientes: “Recto, 1puro, noble, 2impecable, 3sin tendencias al mal, 4sin
pecado, 5sin una mancha de pecado, sin pecado inherente, sin principios corruptos, 6sin propensiones
corruptas”.
Las expresiones que se emplean en el caso de Cristo para relatar su carácter espiritual y moral son
prácticamente las mismas: “Santo, inocente, 1puro, 2impecable, apartado de los pecadores, 3sin
tendencia alguna al mal, 4sin pecado, 5sin mancha o sin una mancha de pecado o de corrupción, 6sin
inclinación hacia la corrupción”.
Conforme a todo lo que hemos considerado hasta ahora, podemos notar que lo que hizo Cristo en
carne pecaminosa está a nuestro alcance si nos aferramos a Él y a su fortaleza. Y no solamente eso,
Cristo dijo que Él está en el Padre y el Padre en Él (cf. Jn.17:21); así también necesitamos que Cristo
more en nosotros y nosotros en Él para que seamos vencedores. Por lo tanto, veremos en la parte que
sigue que nuestra necesidad es Cristo en nosotros.
59
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Parte 6
EL CARÁCTER Y LA MENTE DE CRISTO UNA NECESIDAD
(1Cor.2:14-16)
Cuando el hombre fue creado, llevaba la imagen de Dios, no solamente en su físico, sino también en
su espíritu: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
Gén.1:27. “El Señor creó al hombre del polvo de la tierra. Hizo de Adán un participante de la vida y
naturaleza de Dios. Fue alentado en él el aliento del Todopoderoso, y se convirtió en un alma viviente.
Adán era perfecto en su forma: fuerte, bien parecido, puro, llevaba la imagen de su Hacedor.”38 Así que
Adán era un participante de la naturaleza divina, poseía al principio la mente de Cristo, el Espíritu de
Cristo reposaba sobre él y guiaba su vida (cf. Rom.8:9, 14). Su corazón palpitaba al unísono con el
corazón de Dios, su voluntad humana se sometía a la voluntad divina y su mente era fusionada con la
mente divina. Sin embargo, nuestros primeros padres no conservaron su conexión con Dios, se
apartaron de Él por su pecado y se aliaron con Satanás en rebelión contra Dios. La mente del hombre
llegó a unirse con la del archienemigo de Dios. Pero en el plan de redención, Dios hizo provisión para
que por medio de Cristo Jesús su imagen sea restaurada en el hombre. Es por eso que “El tema central
de la Biblia, el tema alrededor del cual se agrupan todos los demás del Libro, es el plan de la redención,
la restauración de la imagen de Dios en el alma humana. Desde la primera insinuación de esperanza que
se hizo en la sentencia pronunciada en el Edén, hasta la gloriosa promesa del Apocalipsis: ‘Y verán su
rostro, y su nombre estará en sus frentes’ (Apo.22:4), el propósito de cada libro y pasaje de la Biblia es
el desarrollo de este maravilloso tema: la elevación del hombre, el poder de Dios, ‘que nos da la victoria,
por medio de nuestro Señor Jesucristo’ (1Cor.15:57).”39 Así que, la meta que el cristiano tiene por
delante es lograr el carácter de Cristo, ser restaurado a la imagen de Dios, tener la mente de Cristo.
Consideremos pues este asunto más de cerca.
“Jesús aceptó a la humanidad y reveló en su propia vida y carácter lo que el hombre puede ser,
aun cuando en la providencia de Dios, sea colocado en las más pobres circunstancias de la vida.” A
Fin de Conocerle, p. 49.
Por lo tanto, “los que han recibido luz y oportunidades deberían, como administradores de Dios,
apuntar hacia la perfección, y nunca, nunca rebajar la norma de la justicia para acomodarla a las
tendencias hacia el mal, ya sean heredadas o cultivadas. Cristo tomó nuestra naturaleza humana y
vivió nuestra vida para demostrarnos que podemos ser semejantes a él al participar de la naturaleza
divina. Podemos ser santos, como Cristo lo fue en su condición de ser humano.” Cada Día con
Dios, p. 32.
61
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual
a lo espiritual. 14Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él
son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15En cambio el espiritual
juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 16Porque ¿quién conoció la mente del Señor?
¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” 1Cor.2:11-16.
Jesús también declaró a sus discípulos: “21El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el
que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. 22Le dijo
Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? 23Respondió
Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada con él.” Jn.14:21-23. Y el apóstol Juan explica que Dios el Padre y Dios el Hijo moran en
nosotros por medio de su Espíritu: “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en
él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.” “En esto
conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.” 1Jn.3:24;
4:13.
“El Espíritu es el que hace eficaz lo que ha sido realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu
es purificado el corazón. Por el Espíritu llega a ser el creyente partícipe de la naturaleza divina. Cristo
ha dado su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y
cultivadas, y para grabar su propio carácter en su iglesia.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 625.
Ahora pues, ¿por qué es tan importante para el cristiano tener la mente de Cristo, participar de su
naturaleza divina, o sea tener al Santo Espíritu de Dios morando en el alma?
1. Porque La Mente Carnal Es Enemiga De Dios
La Palabra de Dios nos enseña que la mente que tiene el hombre irregenerado es una mente
carnal, una mente esclavizada por Satanás para realizar las obras de la carne:
“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.” 1Jn.5:19. Y el apóstol
Pablo cuenta lo siguiente: “1Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos
y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme
al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3entre los
cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la
voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los
demás.” Efe.2:1-3.
“Por sí misma [o sea sin la ayuda de la mente] la carne no puede obrar contra la voluntad de
Dios.”40 Por lo tanto, no es la carne, sino esa mente esclavizada que está en enemistad contra Dios.
Pablo se lo dijo claramente a los colosenses: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo
extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado” Col.1:21.
Así que, el enemigo es la mente carnal. Y es un enemigo de Dios porque no se somete a su ley y su
voluntad: “La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo.” Rom.8:7.
“Es el pecador el que considera la ley como un yugo penoso; es el transgresor el que no puede
ver belleza en sus preceptos. Pues la mente carnal ‘no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede’
(Rom.8:7).” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 256.
Por lo tanto, con una mente tal nunca podremos obedecer a la ley de Dios ni alcanzar el
carácter de Cristo. Entonces, lo que necesitamos, lo que debemos obtener es la mente pura, santa,
impecable e inmaculada de Cristo.
4. Porque La Mente De Cristo Ayuda a Eliminar Las Malas Tendencias Del Carácter
“Sin el proceso transformador que puede venir sólo por medio del poder divino, las tendencias
originales a pecar permanecen en el corazón con toda su fuerza para forjar nuevas cadenas, para
imponer una esclavitud que nunca podrá ser quebrantada por el poder humano. Pero los hombres
nunca podrán entrar en el cielo con sus viejos gustos, inclinaciones, ídolos, ideas y teorías. El cielo
no sería un lugar de gozo para ellos, pues todas las cosas contrariarían sus gustos, apetitos e
inclinaciones, y se opondrían dolorosamente a los rasgos naturales y cultivados de su carácter.”
Mensajes Selectos, tomo 3, p. 217.
Pero, “No tenemos motivo para conservar nuestras tendencias pecaminosas... A medida que nos
hagamos partícipes de la naturaleza divina, se irán eliminando del carácter las tendencias al mal
hereditarias y cultivadas, y nos iremos transformando en un poder viviente para el bien. Al aprender
constantemente del Maestro divino, al participar diariamente de su naturaleza, cooperamos con
Dios en vencer las tentaciones de Satanás. Dios y el hombre obran de común acuerdo a fin de que
éste pueda ser uno con Cristo así como Cristo es uno con Dios.” Maranata, p. 223.
“El Espíritu es el que hace efectivo lo que logró el Redentor del mundo. Mediante el Consolador
el corazón se purifica. Gracias a su obra el creyente llega a ser participante de la naturaleza divina.
Cristo nos dio el divino poder de su Espíritu para que podamos vencer las tendencias al mal, sean
heredades o cultivadas, y para imprimir en la iglesia su propio carácter.” Recibiréis Poder, p. 15.
“El Señor dice: ‘Te daré un corazón nuevo’. La imagen de Cristo debe ser estampada en la mente
misma, en el corazón y en el alma. El apóstol dice: ‘Mas nosotros tenemos la mente de Cristo’
(1Cor.2:16).” Mensajes Selectos, tomo 3, p. 217.
Ahora bien, ¿cómo podemos alcanzar la meta de la carrera cristiana que es obtener el carácter de
Cristo? ¿Cómo podemos tener a Cristo viviendo en el alma? El profeta Isaías dice que este carácter de
Dios, esta gloria debe nacer sobre nosotros: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la
gloria de Jehová ha nacido sobre ti.” Isa.60:1. Por lo tanto, es necesario nacer de nuevo.
64
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Parte 7
EL NACIMIENTO DE CRISTO EN EL ALMA
(Gál.4:19)
En aquella noche oscura cuando fue visitado por Nicodemo en secreto, Jesús hizo brillar una luz
para todos los que desean ser transformados de hombre natural (o carnal) a hombre sobrenatural (o
espiritual), diciendo: “3De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino
de Dios. 4Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por
segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el
que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7No te maravilles de que te dije: Os es necesario
nacer de nuevo.” Jn.3:3-7. Nacer “no… de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón,
sino de Dios.” Jn.1:13. De manera que, “la gran necesidad del hombre [es] la conversión: una
conversión del corazón, de la mente y del alma, conversión de una vida de complacencia propia a una
vida de negación del yo y de abnegación.”41 ¿Qué es pues el nuevo nacimiento? ¿Quién opera este
nuevo nacimiento? ¿Qué acontece en la vida de la persona nacida de nuevo o convertida? Veamos.
hijos. 6Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama:
¡Abba, Padre!” Gál.4:5-6.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
“He aquí la verdadera prueba. Si moramos en Cristo, si el amor de Dios mora en nosotros,
nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras acciones, tienen que estar en armonía con la
voluntad de Dios como se expresa en los preceptos de su santa ley.” El Camino a Cristo, p. 60-61.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Parte 8
LOS TRES PASOS HACIA LA CONVERSIÓN
(Hch.2:37-38)
Hemos considerado ya lo que es el nuevo nacimiento y su fruto en el alma, y vimos que por este
medio Cristo mora en nosotros y nos habilita para vivir la vida sin pecado. Analicemos ahora cómo
experimentar esa maravillosa obra de la conversión. El Espíritu de Profecía nos indica cuáles son los
pasos a dar para nacer de nuevo diciendo: “El verdadero arrepentimiento por el pecado, la fe en los
méritos de Jesucristo, y el bautismo en su muerte, para ser levantados del agua y vivir una vida nueva,
son los primeros pasos en el nuevo nacimiento que Cristo le dijo a Nicodemo que debía experimentar
para ser salvo.”44 Ya que son los pasos más fundamentales para experimentar la conversión y tener a
Cristo morando en el alma, abordaremos cada paso de este proceso de la conversión con ciertos
detalles.
A- EL ARREPENTIMIENTO Y SU PROCESO
El arrepentimiento es el primer paso en la experiencia de la conversión. Es por eso que fue el
primer mensaje de Juan el Bautista y de Cristo al comenzar su ministerio (cf. Mat.3:1-2; 4:17).
“El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del mismo.” Pero, para poder
sentir esta tristeza, uno debe estar convencido de pecado; pues “no renunciaremos al pecado a menos
que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en la
vida.”45 Y, a parte del abandono del pecado, el culpable arrepentido tiene que reparar las faltas
cometidas o devolver las cosas mal adquiridas. Así pues, podemos ver que hay unas obras que preceden
y suceden al arrepentimiento; pero las incluiremos todas en el proceso del arrepentimiento. Por lo
tanto, los pasos que analizaremos en el proceso del arrepentimiento son: el llamamiento y la
Convicción de pecado, la tristeza por el pecado, la confesión del pecado, el abandono del pecado y la
reparación del pecado o restitución.
1. El Llamamiento y La Convicción De Pecado
“A menos que se arrepienta el pecador, no puede ser perdonado. Pero la cuestión a decidir es si
el arrepentimiento es obra del pecador o es una dádiva de Cristo. ¿Debe esperar el pecador hasta que
esté lleno de remordimiento por su pecado antes de que pueda ir a Cristo? El primer paso hacia
Cristo se da gracias a la atracción del Espíritu de Dios. Cuando el hombre responde a esa atracción,
avanza hacia Cristo a fin de arrepentirse.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 457.
Así que, para convencernos de pecado el Espíritu de Dios nos atrae primero a Cristo, nos llama
al arrepentimiento. Cristo dijo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y
yo le resucitaré en el día postrero.” Jn.6:44. Y esta atracción hacia Cristo se llama también el
llamamiento.
“El llamamiento es la atracción del pecador hacia Cristo, y es una obra efectuada en el corazón
por el Espíritu Santo, que convence de pecado e invita al arrepentimiento…
“Nadie puede arrepentirse por sí mismo y hacerse digno de la bendición de la justificación.
Continuamente el Señor Jesús procura impresionar la mente del pecador y atraerlo para que
contemple al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. No podemos dar un paso hacia la
vida espiritual a menos que Jesús atraiga y fortalezca el alma, y nos guíe para experimentar el
arrepentimiento del cual nadie necesita arrepentirse.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 457.
Cuando nos dejamos atraer así hacia Cristo por la obra del Espíritu Santo, experimentamos lo
que es la convicción de pecado.
Convencer es “incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de
comportamiento.”46
La convicción de pecado se experimenta por la obra del Espíritu en el alma; pues el Espíritu
Santo es el Agente divino que convence de pecado (cf. Jn.16:7-8; Heb.3:15). “No podemos
arrepentirnos sin que el Espíritu de Cristo despierte la conciencia”47
Pero, “cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la conciencia se vivifica y el
pecador discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su
gobierno en los cielos y en la tierra. ‘La Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este
mundo’ (Jn.1:9), ilumina las cámaras secretas del alma y se manifiestan las cosas ocultas. La
convicción se posesiona de la mente y del corazón. El pecador tiene entonces conciencia de la
justicia de Jehová y siente terror de aparecer en su iniquidad e impureza delante del que escudriña
los corazones. Ve el amor de Dios, la belleza de la santidad y el gozo de la pureza. Ansía ser
purificado y restituido a la comunión del cielo.” El Camino a Cristo, p. 22-23.
El Espíritu Santo aprovecha de algunos medios para convencernos de pecado. Y puede ser uno o
algunos de los medios siguientes:
a) Por medio de la meditación en el sacrificio de Jesús
El apóstol Pedro declaró una vez ante el concilio judío que “30el Dios de nuestros padres
levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. 31A éste, Dios ha exaltado
con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.”
Hch.5:30-31.
“Jesús dijo: ‘Yo, si fuere levantado en alto de sobre la tierra, a todos los atraeré a mí mismo’
(Jn.12:32). Cristo debe ser revelado al pecador como el Salvador que muere por los pecados del
mundo; y cuando consideramos al Cordero de Dios sobre la cruz del Calvario, el misterio de la
redención comienza a abrirse a nuestra mente y la bondad de Dios nos guía al arrepentimiento.
Al morir Cristo por los pecadores, manifestó un amor incomprensible; y este amor, a medida que
el pecador lo contempla, enternece el corazón, impresiona la mente e inspira contrición en el
alma…
“Una influencia de la cual no se dan cuenta, obra sobre el alma, la conciencia se vivifica y la
vida externa se enmienda. Y a medida que Cristo los induce a mirar su cruz y contemplar a quien
han traspasado sus pecados, el mandamiento despierta la conciencia. La maldad de su vida, el
pecado profundamente arraigado en su alma se les revela.” El Camino a Cristo, p. 25.
b) Por medio de la contemplación de la perfección de Cristo
Muchos otros se han dado cuenta de su pecaminosidad al contemplar el carácter puro y
perfecto de la Majestad divina.
Después de pasar tiempo condenando al pueblo de Dios por su pecado (cf. Isa.3:9, 11; 5:8,
11, 18, 20-22), el profeta Isaías vio “al Señor sentado sobre un trono alto y sublime”. El
contraste que notó entre él y el Señor le llevó a exclamar: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque
siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos,
han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.” Isa.6:1-5.
Después de muchos días de auto-justificación ante sus amigos, el Señor se manifestó a Job,
el cual declaró: “5De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. 6Por tanto me aborrezco, y
me arrepiento en polvo y ceniza.” Job 42:5-6.
“Cuando la luz de Cristo resplandece en nuestras almas, vemos cuán impuros somos;
discernimos el egoísmo de nuestros motivos y la enemistad contra Dios, que ha manchado todos
los actos de nuestra vida. Entonces conocemos que nuestra propia justicia es en verdad como
andrajos inmundos y que solamente la sangre de Cristo puede limpiarnos de las manchas del
pecado y renovar nuestro corazón a su semejanza.
“Un rayo de luz de la gloria de Dios, un destello de la pureza de Cristo que penetre en el
alma, hace dolorosamente visible toda mancha de pecado y descubre la deformidad y los
defectos del carácter humano. Hace patentes los deseos impuros, la infidelidad del corazón y la
impureza de los labios. Los actos de deslealtad del pecador que anulan la ley de Dios, quedan
expuestos a su vista y su espíritu se aflige y se oprime bajo la influencia escudriñadora del
Espíritu de Dios. Se aborrece a si mismo viendo el carácter puro y sin mancha de Cristo.” El
Camino a Cristo, p. 27.
c) Por medio de la predicación de la Palabra de Dios
También por medio de la predicación de la Palabra de Dios muchos han sido convencidos
de pecado. Tenemos por ejemplo el caso de la ciudad de Nínive que por la predicación de Jonás
la gente llegaron a tener convicción de sus malas obras (cf. Jon.3:4-5). Y acerca del resultado
de la predicación de Pedro en el Pentecostés leemos: “Al oír esto, se compungieron de corazón,
y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” Hch.2:37.
“El Testigo verdadero dice: ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo.’ Apo.3:20. Toda
amonestación, reprensión y súplica de la Palabra de Dios o de sus mensajeros es un llamamiento
a la puerta del corazón. Es la voz de Jesús que procura entrada. Con cada llamamiento desoído se
debilita la inclinación a abrir. Si hoy son despreciadas las impresiones del Espíritu Santo,
mañana no serán tan fuertes. El corazón se vuelve menos sensible y cae en una peligrosa
inconsciencia en cuanto a lo breve de la vida frente a la gran eternidad venidera.” El Deseado de
Todas las Gentes, p. 454.
d) Por medio del estudio de la Palabra de Dios
El estudio de la Palabra de Dios es también un medio para convencerse de pecado. “Porque
la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta
partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón.” Heb.4:12.
“Estudiad la Palabra de Dios con oración. Esa Palabra os presenta, en la ley de Dios y en la
vida de Cristo, los grandes principios de la santidad, sin la cual ‘nadie verá al Señor’.
(Heb.12:14) Convence de pecado; revela plenamente el camino de la salvación.” El Camino a
Cristo, p. 34.
e) Por medio del carácter de Cristo contemplado en sus seguidores
“El Dios del cielo está obrando sobre las mentes humanas todo el tiempo. En la Palabra de
Dios se formula una invitación, y no sólo se formula allí, sino también por medio de todos los
que creen en Jesucristo y revelan a Cristo en sus caracteres. Tal vez no se acerquen directamente
a una persona para hablarle respecto a su condición de impenitencia; sin embargo, tal persona
percibe, cuando entra en relación con algún discípulo de Jesucristo, que allí hay algo que ella no
posee.” Fe y Obras, p. 64.
72
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Ahora bien, “a medida que vuestra conciencia ha sido vivificada por el Espíritu Santo habéis
visto algo de la perversidad del pecado, de su poder, su culpa, su miseria; y lo miráis con
aborrecimiento. Veis que el pecado os ha separado de Dios y que estáis bajo la servidumbre del
poder del mal. Cuanto más lucháis por escaparos, tanto más comprendéis vuestra impotencia.
Vuestros motivos son impuros, vuestro corazón está corrompido. Veis que vuestra vida ha estado
colmada de egoísmo y pecado. Ansiáis ser perdonados, limpiados y libertados. ¿Qué podéis
hacer para obtener la armonía con Dios y la semejanza a él?” El Camino a Cristo, p. 49.
73
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
perdón: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.” 1Jn.1:9.
Así que, “Los que no se han humillado de corazón delante de Dios reconociendo su culpa, no han
cumplido todavía la primera condición de la aceptación. Si no hemos experimentado ese
arrepentimiento, del cual nadie se arrepiente, y no hemos confesado nuestros pecados con verdadera
humillación de alma y quebrantamiento de espíritu, aborreciendo nuestra iniquidad, no hemos
buscado verdaderamente el perdón de nuestros pecados; y si nunca lo hemos buscado, nunca hemos
encontrado la paz de Dios.” El Camino a Cristo, p. 37.
Conforme a lo que estamos considerando ahora podemos ver que “las condiciones para obtener
la misericordia de Dios son sencillas, justas y razonables. El Señor no nos exige que hagamos
alguna cosa penosa para obtener el perdón de los pecados. No necesitamos hacer largas y
cansadoras peregrinaciones, ni ejecutar duras penitencias, para encomendar nuestras almas al Dios
de los cielos o para expiar nuestra transgresión; mas el que confiesa su pecado y se aparta de él,
alcanzará misericordia.” El Camino a Cristo, p. 36.
¿A quiénes deben dirigirse nuestras confesiones? Todo depende del caso. La Palabra de Dios
indica a quiénes podemos confesar:
a) Confesar nuestros pecados a Dios
El salmista declaró: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis
transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado.” Sal.32:5.
El mismo profeta Daniel nos cuenta que sus confesiones por sus pecados y por los pecados
del pueblo de Dios fueron dirigidas a Dios. Él dice: “3Y volví mi rostro a Dios el Señor,
buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. 4Y oré a Jehová mi Dios e hice
confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la
misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; 5hemos pecado, hemos cometido
iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus
mandamientos y de tus ordenanzas.” Dan.9:3-5.
b) Confesar nuestras ofensas a las personas ofendidas
La Biblia señala también que cuando faltamos a nuestros prójimos debemos reconocer y
confesarles estas ofensas, y solicitarles su perdón: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y
orad unos por otros, para que seáis sanados.” Stg.5:16.
Por lo tanto, “confesad vuestros pecados a Dios, quien sólo puede perdonarlos, y vuestras
faltas unos a otros. Si has dado motivo de ofensa a tu amigo o vecino, debes reconocer tu falta,
y es su deber perdonarte libremente. Debes entonces buscar el perdón de Dios, porque el
hermano a quien s ofendido pertenece a Dios y al perjudicarlo has pecado contra su Creador y
Redentor. Debemos presentar el caso delante del único y verdadero Mediador, nuestro gran
Sumo Sacerdote, que ‘ha sido tentado en todo punto, así como nosotros, mas sin pecado’ que es
capaz de compadecerse de nuestras flaquezas’ (Heb.4:15) y es poderoso para limpiarnos de toda
mancha de pecado.” El Camino a Cristo, p. 36-37.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
“Dios no acepta la confesión sin sincero arrepentimiento y reforma. Debe haber un cambio
decidido en la vida; toda cosa que sea ofensiva a Dios debe dejarse. Esto será el resultado de una
verdadera tristeza por el pecado.” El Camino a Cristo, p. 38.
B- LA FE EN CRISTO Y EN SU PALABRA
La etapa o paso siguiente en la obra de la conversión es la manifestación de fe (cf. Mat.21:32;
Mrc.1:15). Y la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” Heb.11:1. “La fe
es rendir a Dios las facultades intelectuales, entregarle la mente y la voluntad, y hacer de Cristo la única
puerta para entrar en el reino de los cielos.” Fe y Obras, p. 24.
O sea, después de dar los pasos de arrepentimiento, el alma del pecador espera la reconciliación
con Dios, desea el perdón y la paz. Él debe ahora tener la seguridad, la certeza, de que Dios le acepta
en Cristo Jesús, conforme a las promesas de su Santa Palabra, y entregarse por completo al Señor.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
A pesar de las caídas, hay que creer que Dios nos aceptará si volvemos a Él arrepentido. Pues,
“Hay quienes han conocido el amor perdonador de Cristo y desean realmente ser hijos de Dios; sin
embargo, reconocen que su carácter es imperfecto y su vida defectuosa, y están propensos a dudar de
que sus corazones hayan sido regenerados por el Espíritu Santo. A los tales quiero decirles que no se
abandonen a la desesperación. Tenemos a menudo que postrarnos y llorar a los pies de Jesús por
causa de nuestras culpas y errores; pero no debemos desanimarnos. Aun si somos vencidos por el
enemigo, no somos arrojados, ni abandonados, ni rechazados por Dios. No; Cristo está a la diestra de
Dios e intercede por nosotros. Dice el discípulo amado: ‘Estas cosas os escribo, para que no pequéis.
Y si alguno pecare, abogado tenemos para con el Padre, a saber, a Jesucristo el Justo’ (1Jn.2:1)….
Orad con más fervor; creed más plenamente. A medida que desconfiemos de nuestra propia fuerza,
confiaremos en el poder de nuestro Redentor, y luego alabaremos a Aquel que es la salud de nuestro
rostro.” El Camino a Cristo, p. 64.
Y si nuestra fe es débil y no podemos ejercer la debida fe, podemos solicitar la ayuda del Señor
diciendo: “ayuda mi incredulidad” o “auméntanos la fe”. Mrc.9:24; Luc.17:5.
que haga merecer la salvación, sino porque la fe puede aferrarse a los méritos de Cristo, quien es el
remedio para el pecado. La fe puede presentar la perfecta obediencia de Cristo en lugar de la
transgresión y la apostasía del pecador.” Mensajes Selectos, tomo 1, p. 430.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Por lo tanto, si hemos sido crucificados con Cristo, si el cuerpo de pecado ha muerto y hemos
resucitado a una nueva vida, no debemos ni podemos seguir pecando mientras permanecemos en
conexión con Cristo. Pablo preguntó: “1¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para
que la gracia abunde? 2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él?... 7Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8Y si morimos con
Cristo, creemos que también viviremos con él; 9sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los
muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10Porque en cuanto murió, al pecado
murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11Así también vosotros consideraos
muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro… 14Porque el pecado no se
enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” Rom.6:1-2, 7-11, 14.
Por el rito del bautismo ilustramos no solamente esta muerte al pecado, sino también una
muerte al mundo y a las cosas del mundo; pues Pablo declaró: “Mas lejos esté de mí gloriarme,
salvo en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al
mundo.” Gál.6:14. Por lo que “El bautismo es una solemne renuncia al mundo. Los que son
bautizados en el triple nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en el momento de entrar en la
vida cristiana, declaran públicamente que han abandonado el servicio de Satanás, y han llegado a ser
miembros de la familia real, hijos del Rey celestial.” El Evangelismo, p. 226.
De manera que, los que han sido bautizados no pueden continuar en seguir la corriente de este
mundo. De aquí en adelante deben fijar su meta en las cosas de arriba: “1Si, pues, habéis resucitado
con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2Poned vuestra
mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Col.3:1-2.
El apóstol Pablo declara que no podemos volver a las cosas del pasado y seguir estando en
Cristo, porque Él no es ministro de pecado:
“17Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por
eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. 18Porque si las cosas que destruí, las mismas
vuelvo a edificar, transgresor me hago.” Gál.2:17-18.
De la misma forma que Cristo “en cuanto vive, para Dios vive”, “los que viven, ya no vivan para
sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” 2Cor.5:15.
“19Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 20Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo
vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gál.2:19-20.
Esta es la experiencia de una persona renacida: el yo está muerto en él y Cristo vive en él,
cumpliendo la voluntad de Dios.
Ahora bien, ¿será que después de experimentar la obra de la conversión no se realiza ninguna obra
más en la vida del nuevo nacido? No, lo que hemos considerado hasta ahora (o sea la obra de la
conversión y de la justificación por la fe) no es el fin de la carrera cristiana sino su comienzo. La obra
de la justificación por la fe es seguida por la obra de la santificación. El apóstol Juan declara que
aparte del perdón otorgado al pecador, aparte de la obra de justificación operado en el por fe, viene
una purificación del ser. Dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1Jn.1:9; “pues la voluntad de Dios es vuestra
santificación” 1Tes.4:3. ¿Qué es pues la santificación? ¿Cómo vivir en santidad? Las respuestas a estas
preguntas se detallan en la parte que sigue.
Parte 9
OBRANDO LA SANTIFICACIÓN EN NOSOTROS
(Jn.17:15-17)
Cuando Dios nos justifica (nos perdona) por medio de la fe en Cristo Jesús, también nos santifica
(nos limpia) de toda maldad por medio de la sangre de Cristo, la sangre del pacto (cf. Heb.9:13-14;
10:10, 29; 13:12). Pues, el discípulo amado dice que “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1Jn.1:9. Esta obra de purificación
comienza en el mismo instante que se opera la justificación; pues “los que reciben al Salvador, se
convierten en hijos de Dios. Son sus hijos espirituales, nacidos de nuevo, renovados en justicia y
verdadera santidad.”51 Pablo dice que “ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis
sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” 1Cor.6:11. Pero esta
santidad debe ser perfeccionada como dice Pablo (cf. 2Cor.7:1); porque durante la vida cristiana
surgen terribles luchas diarias para conservar la pureza del corazón, para mantenerse obediente a los
mandamientos de Dios y para extirpar las malas tendencias del corazón y eliminar el mal del carácter,
hasta que la imagen de Cristo se refleja plenamente en el alma. “El poder de la verdad debe transformar
el corazón y el carácter…. todo el carácter debe ser transformado, la imagen de Cristo debe revelarse en
palabras y acciones.”52 Por lo tanto, Cristo, por medio de su Espíritu, sigue obrando en nosotros para
ayudarnos a mantenernos fieles y victoriosos durante nuestra vida cristiana. Pero, en esta obra de
santificación el hombre debe colaborar con Dios. Consideremos pues lo que es la santificación más
ampliamente y el papel de Dios y el nuestro en esta importante obra.
A- DEFINIENDO LA SANTIFICACIÓN
La purificación de la vida, la extirpación de las malas tendencias del corazón y del carácter por la
obediencia continua a la voluntad expresa de Dios se llama la Santificación o Justicia Impartida.
Cristo oró a su Padre por sus seguidores diciendo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
Jn.17:17. ¿Qué pues significa ser santificado en la verdad? Es ser capacitado por medio del Espíritu
Santo para obedecer la verdad, o sea la ley de Dios (cf. Sal.119:142), para que el creyente pueda ser
limpiado “de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios.” 2Cor.7:1.
Fue lo que expresaron los apóstoles Pedro y Pablo cuando dijeron: “Habiendo purificado vuestras
almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido” 1Ped.1:22.
“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor,
de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el
Espíritu y la fe en la verdad” 2Tes.2:13.
“A fin de que el hombre retenga la justificación, debe haber una obediencia continua mediante una
fe activa y viviente que obre por el amor y purifique el alma.” Fe y Obras, p. 103.
“El Espíritu Santo, el Consolador, el que Jesús dijo que enviaría al mundo, es el que transforma
nuestro carácter a la imagen de Cristo; y cuando esto se realiza reflejamos, como un espejo, la gloria del
Señor. Es decir, que el carácter de quien así contempla a Cristo es tan semejante al de él, que quien lo
observe ve el carácter de Cristo brillando como en un espejo. Sin que lo notemos, somos cambiados día
tras día de nuestros caminos y nuestra voluntad a los caminos y la voluntad de Cristo, en la hermosura
de su carácter. Así crecemos en Cristo e inconscientemente reflejamos su imagen.” En Lugares
Celestiales, p. 337.
Así que, “La santificación no es una obra de un momento, de una hora o de un día. Es un continuo
crecimiento en la gracia.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 958.
“…la santificación consiste en la alegre ejecución de los deberes diarios en perfecta obediencia a la
voluntad de Dios.” Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 294.
“La santificación del alma por la obra del Espíritu Santo es la implantación de la naturaleza de Cristo
en la humanidad. La religión del Evangelio es Cristo en la vida -un principio vivo y activo. Es la gracia
de Cristo revelada en el carácter y desarrollada en las buenas obras.” Palabras de Vida del Gran
Maestro, p. 316.
La santificación es pues el fruto de la justificación; “20Porque cuando erais esclavos del pecado,
erais libres acerca de la justicia. 21¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os
avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y
hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” Rom.6:20-
22.
Veamos pues ahora la obra que Dios opera en nosotros para lograr la transformación de nuestro
ser por medio a la obediencia a la verdad y la victoria sobre el pecado.
82
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
y venza las pasiones que hayan reinado en su corazón, prueba que en él obra un principio que viene
enteramente de lo alto.” El Conflicto de los Siglos, p. 559-560.
El apóstol Pablo nos invita por lo tanto a fortalecernos “en el Señor, y en el poder de su fuerza.”
Efe.6:10; porque, “32Dios es el que me ciñe de poder, y quien hace perfecto mi camino; 33quien hace
mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas; 34quien adiestra mis manos para la
batalla, para entesar con mis brazos el arco de bronce. 35Me diste asimismo el escudo de tu
salvación; tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido. 36Ensanchaste mis pasos
debajo de mí, y mis pies no han resbalado. 37Perseguí a mis enemigos, y los alcancé, y no volví hasta
acabarlos. 38Los herí de modo que no se levantasen; cayeron debajo de mis pies. 39Pues me ceñiste
de fuerzas para la pelea; has humillado a mis enemigos debajo de mí.” Sal.18:32-39.
El Señor Jesús dijo una vez a Pablo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la
debilidad.” Por ello el apóstol entendió que el Señor manifestaba su poder en él para que fuera
hecho fuerte en la lucha contra el mal, y dijo: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en
las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte.” 2Cor.12:9-10.
Sobre nosotros también puede reposar el poder de Cristo para que digamos con el apóstol:
“todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Fil.4:13.
la ayuda del poder divino, no se conseguirá nada. Dios obra y el hombre obra.” Los Hechos de los
Apóstoles, p. 384.
Después de ver las principales obras de Cristo en nuestra santificación, veamos ahora la
colaboración que debemos aportar para dicha santificación del ser.
1. Entregarnos y Someternos Continuamente a Cristo
“Debemos dar a Dios todo el corazón o, de otra manera, el cambio que se ha de efectuar en
nosotros, y por el cual hemos de ser transformados conforme a su semejanza, jamás se realizará…
“Muchos dicen: ‘¿Cómo me entregaré a Dios?’ Deseáis hacer su voluntad, mas sois moralmente
débiles, sujetos a la duda y dominados por los hábitos de vuestra mala vida. Vuestras promesas y
resoluciones son tan frágiles como telas de araña. No podéis gobernar vuestros pensamientos,
impulsos y afectos. El conocimiento de vuestras promesas no cumplidas y de vuestros votos
quebrantados debilita vuestra confianza en vuestra propia sinceridad y os induce a sentir que Dios no
puede aceptaros; mas no necesitáis desesperar. Lo que necesitáis comprender es la verdadera fuerza
de la voluntad. Este es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre: el poder de decidir o de
elegir. Todas las cosas dependen de la correcta acción de la voluntad. Dios ha dado a los hombres el
poder de elegir; depende de ellos el ejercerlo. No podéis cambiar vuestro corazón, ni dar por
vosotros mismos sus afectos a Dios; pero podéis elegir servirle. Podéis darle vuestra voluntad, para
que él obre en vosotros, tanto el querer como el hacer, según su voluntad. De ese modo vuestra
naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo, vuestros afectos se concentrarán en él
y vuestros pensamientos se pondrán en armonía con él…
“Por medio del debido ejercicio de la voluntad, puede obrarse un cambio completo en vuestra
vida. Al dar vuestra voluntad a Cristo, os unís con el poder que está sobre todo principado y
potestad. Tendréis fuerza de lo alto para sosteneros firmes, y rindiéndoos así constantemente a Dios
seréis fortalecidos para vivir una vida nueva, es a saber, la vida de la fe.” El Camino a Cristo, p. 42,
47-48.
Además debemos someter nuestra voluntad egoísta a la voluntad de Cristo. Pues “Cristo cambia
el corazón. Habita en vuestro corazón por la fe. Debéis mantener esta comunión con Cristo por la fe
y la sumisión continua de vuestra voluntad a él; mientras hagáis esto, él obrará en vosotros para que
queráis y hagáis conforme a su voluntad.” El Camino a Cristo, p. 62-63.
¿Qué milagro es operado en nosotros cuando nos sometemos continuamente así al Señor? El
Espíritu de Profecía responde:
“Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con
su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su
vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor
nos contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino
su propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová.” Palabras de Vida del
Gran Maestro, p. 253-254.
Es por medio de esta sujeción a Cristo que llegaremos a ser siervos o instrumentos de la
obediencia o de la justicia, con la santificación como fruto (cf. Rom.6:16-22).
La sumisión voluntaria de todo nuestro ser a la voluntad del Señor no solamente es esencial
para vivir la vida de obediencia y realizar las obras de Cristo, sino también para vencer las
tentaciones, vengan del exterior como del interior. Es el primer paso para vencer la tentación:
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Stg.4:7. Dijo Santiago. Y Pablo
también exhortó: “16Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
17
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se
oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 18Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis
85
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
bajo la ley… 24Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.”
Gál.5:16-18, 24.
“Se nos ordena que crucifiquemos la carne, con los afectos y las concupiscencias. ¿Cómo lo
haremos? ¿Infligiremos dolor al cuerpo? No, pero daremos muerte a la tentación a pecar. Debe
expulsarse el pensamiento corrompido. Todo intento debe someterse al cautiverio de Jesucristo.
Todas las propensiones animales deben sujetarse a las facultades superiores del alma. El amor de
Dios debe reinar supremo, Cristo debe ocupar un trono indiviso.” El Hogar Cristiano, p. 112.
Así que, si tenemos que ser obedientes a la ley de Dios y vencedores sobre el pecado como lo ha
sido Cristo, debemos, como Él y con el poder de Él, sujetar la carne con sus deseos y pasiones a las
facultades superiores del alma; someter el cuerpo al dominio de una mente iluminada por el
Espíritu de Dios.
“A menos que las tendencias de la naturaleza física estén dominadas por un poder superior,
obrarán con certidumbre ruina y muerte. El cuerpo debe ser puesto en sujeción a las facultades
superiores del ser. Las pasiones deben ser controladas por la voluntad, que debe estar a su vez bajo el
control de Dios. La facultad regia de la razón, santificada por la gracia divina, debe regir la vida.”
Mente, Carácter y Personalidad, tomo 2, p. 418-419.
“Si los cristianos mantienen el cuerpo en sujeción, y ponen todos sus apetitos y pasiones bajo el
dominio de una conciencia iluminada, sintiendo que es un deber que tienen para con Dios y para con
sus vecinos el obedecer las leyes que gobiernan la salud y la vida, tendrán la bendición del vigor
físico y mental. Tendrán poder moral para empeñarse en la guerra contra Satanás; y en el nombre de
Aquel que venció el apetito en favor de ellos, pueden ser más que vencedores para su propio bien.
Esta guerra está abierta para todos los que deseen empeñarse en ella.” Consejos sobre el Régimen
Alimenticio, p. 77.
2. Combatir y Resistir Contra El Mal Que Hay En Nosotros y Las Tentaciones Del Exterior
“Usted puede decir: ‘Nací con una tendencia natural hacia este mal, y no puedo vencer.’ Sin
embargo, toda provisión ha sido hecha por nuestro Padre celestial para que usted pueda vencer toda
tendencia no santificada. Usted debe vencer de la misma manera que Cristo venció en su favor.”
Review and Herald, 23 de Febrero de 1892.
La sumisión de nuestra voluntad a la de Dios no es una lucha fácil. “La guerra contra nosotros
mismos es la batalla más grande que jamás hayamos tenido. El rendirse a sí mismo, entregando todo
a la voluntad de Dios, requiere una lucha; mas para que el alma sea renovada en santidad, debe
someterse antes a Dios.”54 Esta sumisión implica pues una resistencia constante contra las
tentaciones del exterior como las del interior; pero la resistencia debe comenzar en el mismo punto
donde comenzó la ruina de la humanidad: en el apetito.
“Así como nuestros primeros padres perdieron el Edén por complacer el apetito, nuestra única
esperanza de reconquistar el Edén consiste en dominar firmemente el apetito y la pasión. La
abstinencia en el régimen alimenticio y el dominio de todas las pasiones conservarán el intelecto y
darán un vigor mental y moral que capacitará a los hombres para poner todas sus propensiones bajo
el dominio de las facultades superiores, para discernir entre lo bueno y lo malo, lo sagrado y lo
profano.” Consejos sobre el Régimen Alimenticio, p. 193.
Fue lo que enseñó Cristo cuando dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Luc.9:23. Y esta negación diaria de sí mismo ha sido la
vida de Pablo. Dijo él: “Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor
Jesucristo, que cada día muero.” 1Cor.15:31.
“25Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona
corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 26Así que, yo de esta manera corro, no como a la
ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, 27sino que golpeo mi cuerpo, y lo
pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser
eliminado.” 1Cor.9:25-27.
“La vida del apóstol Pablo fue un constante conflicto consigo mismo. Dijo: ‘Cada día muero’.
(1Cor.15:31). Su voluntad y sus deseos estaban en conflicto diario con su deber y con la voluntad de
Dios. En vez de seguir su inclinación, hizo la voluntad de Dios, por mucho que tuviera que
crucificar su naturaleza.” El Ministerio de Curación, p. 358.
“Pablo tenía constantemente el temor de que sus malas inclinaciones lograran la supremacía. Por
eso estaba continuamente combatiendo y resistiendo firmemente los apetitos y pasiones que
trataban de manifestarse. Si el gran apóstol temblaba al considerar sus debilidades, ¿con qué razón
nos vamos a sentir nosotros confiados y dispuestos a vanagloriarnos?” Cada Día con Dios, p. 277.
“Aquel que está determinado a entrar en el reino espiritual encontrará que todos los poderes y las
pasiones de la naturaleza no regenerada, respaldadas por las fuerzas del reino de las tinieblas, están
preparadas para atacarle. Cada día debe renovar su consagración, cada día debe batallar contra el
pecado. Los hábitos antiguos, las tendencias hereditarias hacia el mal, se disputarán el dominio, y
contra ellos debe siempre velar, apoyándose en el poder de Cristo para obtener la victoria.” Los
Hechos de los Apóstoles, p. 380.
“La santificación no es obra de un momento, una hora, o un día, sino de toda la vida. No se la
consigue por medio de un feliz arranque de los sentimientos, sino que es el resultado de morir
constantemente al pecado y vivir cada día para Cristo. No pueden corregirse los males ni producirse
reformas en el carácter por medio de esfuerzos débiles e intermitentes. Solamente venceremos
mediante un prolongado y perseverante trabajo, penosa disciplina y duro conflicto. No sabemos en
el día actual cuán intenso será nuestro conflicto en el siguiente. Mientras reine Satanás, tendremos
que dominarnos a nosotros mismos y vencer los pecados que nos rodean; mientras dure la vida, no
habrá un momento de descanso, un lugar al cual podamos llegar y decir: Alcancé plenamente el
blanco. La santificación es el resultado de la obediencia prestada durante toda la vida.” Los Hechos
de los Apóstoles, p. 447-448.
Así que, “la resistencia a la tentación debe venir del hombre, quien debe obtener su poder de
Dios.”55 Por lo que nunca debemos olvidar que “el hombre se inclina por naturaleza a seguir las
sugestiones de Satanás, y no puede resistir con éxito a un enemigo tan terrible, a menos que Cristo,
el poderoso Conquistador, more en él, guíe sus deseos y le fortalezca. Dios solo puede limitar el
poder de Satanás.”56 Solamente de esta forma podemos resistir “hasta la sangre, combatiendo contra
el pecado” Heb.12:4. Pues “fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir,
sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” 1Cor.10:13.
Y la promesa del Señor a los que resisten el mal es la siguiente: “Bienaventurado el varón que
soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha
prometido a los que le aman.” Stg.1:12.
“8Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar; 9al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos
se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 10Mas el Dios de toda gracia, que nos
llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” 1Ped.5:8-10.
4. Vigilar En Oración
Cristo presentó también a sus discípulos dos puntos esenciales para que pudieran ser guardados
de las caídas: La vigilancia y la oración. “Velad y orad [dijo Él], para que no caigáis en tentación;
que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.” Mat.26:41 (Biblia de Jerusalén 1976).
“Muchos han tomado la posición de que no pueden pecar porque están santificados, pero ésta es
una trampa engañosa del maligno. Hay un constante peligro de caer en pecado, porque Cristo nos ha
amonestado a velar y orar para que no caigamos en tentación. Si somos conscientes de la debilidad
del yo, no nos confiaremos en nosotros mismos ni seremos indiferentes al peligro, sino que
sentiremos la necesidad de acudir a la Fuente de nuestra fortaleza: Jesús, nuestra justicia. Hemos de
allegarnos con arrepentimiento y contrición, con una desesperada sensación de nuestra propia
debilidad finita, y aprender, que debemos acudir diariamente a los méritos de la sangre de Cristo, a
fin de que lleguemos a ser vasos apropiados para el uso del Maestro.” Fe y Obras, p. 87-88.
La vigilancia y la oración deben ser constantes. Dice la Palabra de Dios: “Velad, pues, en todo
tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar
en pie delante del Hijo del Hombre.” Luc.21:36.
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“Los apetitos naturales de los hombres han sido pervertidos por la complacencia. Por medio de la
gratificación malsana se han convertido en ‘deseos carnales que batallan contra el alma.’ A menos
que el cristiano vigila en oración, dará rienda suelta a los hábitos que deberían ser vencidos. A
menos que él sienta la necesidad de vigilancia constante, sus inclinaciones, abusadas y mal
orientadas, serán los medios de su rebelión contra Dios.” Manuscritos Revelados, tomo 14, p. 295
(par. 1).
“La conversión genuina nos pone cada día en comunión con Dios. Habrá tentaciones que
enfrentar y una fuerte tendencia a apartamos de Dios para sumirnos en nuestra antigua indiferencia y
en un pecaminoso olvido del Señor. No hay corazón humano que pueda permanecer fuerte
desprovisto de la gracia divina. Nadie podrá seguir siendo convertido a menos que se cuide y que el
Maestro lo cuide. A menos que el corazón se aferre firmemente de Dios, y Dios se aferre
firmemente de él, asumirá confianza propia y se exaltará, y ciertamente tropezará y caerá…
“Nuestra única defensa segura contra los pecados que nos asedian es la oración, la oración de
cada día y de cada hora. No debemos estar un día llenos de celo para sumirnos el siguiente en la
negligencia, sino como resultado de la vigilancia y el fervor debemos revitalizarnos gracias a nuestra
comunión con Dios. La oración es necesaria, y no debiéramos esperar que se manifiesten los
sentimientos sino orar, fervorosamente, ya sea que sintamos algo o que no sintamos nada.” Cada Día
con Dios, p. 277.
Después de su bautismo, Cristo se arrodilló a la orilla del Jordán y oró fervientemente a Dios,
pidiéndole fuerza para resistir la tentación. La respuesta que recibió Cristo con la gloria de Dios
que descansó sobre Él y la voz del Padre que testificó de su relación con Él (cf. Mat.3:16-17), fue
una garantía para nosotros de que cuando pedimos fuerza a Dios para vencer la tentación nuestras
oraciones serán oídas. La sierva del Señor hizo el siguiente comentario sobre este asunto diciendo:
“El Salvador se aferró, en favor nuestro, del poder de la Omnipotencia, y cuando oramos a Dios
podemos saber que la oración de Cristo ha ascendido antes, y que Dios la ha oído y la ha contestado.
A pesar de nuestros pecados y nuestras debilidades, no somos desechados como indignos. ‘Nos hizo
aceptos en el Amado’. La gloria que descansó sobre Cristo es una promesa del amor de Dios para
nosotros. Habla del poder de la oración: cómo la voz humana puede llegar al oído de Dios, y cómo
nuestras peticiones pueden ser aceptadas en los atrios celestiales. La luz que descendió desde los
portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador, descenderá sobre nosotros cuando oremos
pidiendo ayuda para resistir la tentación.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 5, p. 1055.
6. Testificar de Cristo
Una condición más para la salvación, una colaboración más que el creyente ofrece para su
santificación es la testificación. Pablo dijo: “8Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca
y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: 9que si confesares con tu boca que Jesús es
el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10Porque con el
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Rom.10:8-10.
“Nos convertimos en vencedores ayudando a otros a vencer por medio de la sangre del Cordero y
la palabra de nuestro testimonio.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7, p. 985.
Después de esta consideración, veamos ahora las obras que Cristo realizó por nosotros durante
su vida en la tierra.
90
Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Parte 10
LA OBRA DE CRISTO POR NOSOTROS
(1Cor.1:30-31)
Int.: La parte más maravillosa de todo lo que hemos considerado hasta acá es lo que vamos a
considerar en esta última parte, y lo podemos resumir con la declaración siguiente del apóstol Pablo:
“30Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención; 31para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.”
1Cor.1:30-31. Las obras necesarias para nuestra salvación, las cuales hemos experimentado
imperfectamente, se han experimentado con perfección por Cristo. Y en su gran misericordia y amor las
pone todas a nuestra cuenta y disposición, como si fuera nosotros mismos que las hubiéramos
experimentado de esta forma. “El corazón orgulloso lucha para ganar la salvación; pero tanto nuestro
derecho al cielo [nuestra justificación] como nuestra idoneidad para él [nuestra santificación], se hallan
en la justicia de Cristo.”57 Por lo tanto, “No debemos inquietarnos por lo que Cristo y Dios piensan de
nosotros, sino que debe interesarnos lo que Dios piensa de Cristo, nuestro Sustituto. Somos aceptos en el
Amado.”58 Debemos creer en las obras que Cristo realizó por nosotros porque “vosotros estáis
completos en él” Col.2:10. ¿Cuáles son pues estas obras que Cristo obtuvo por nosotros en su vida y
muerte, las cuales debemos apropiarnos por la fe? Consideremos esta maravillosa obra.
relaciona con el hombre, y como representante de la especie se avino a que lo trataran como
transgresor.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 460.
“El Hijo de Dios soportó la ira de Dios contra el pecado. Todo el pecado del mundo, acumulado, se
depositó sobre el Portador del pecado, el Inocente, el Único que podía ser propiciación por el pecado,
porque él mismo era obediente. Era uno con Dios. No había mancha de corrupción en él.” Comentario
Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 447.
“Los pecados de un mundo culpable, que en figura se presentan de color carmesí, fueron imputados
al divino Representante.” Cada Día con Dios, p. 236.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
“No sólo debido a las torturantes mordeduras del hambre resultaban indeciblemente severos
los sufrimientos de nuestro Redentor. Era la sensación de culpa resultante de la complacencia
del apetito, que había traído tan terrible calamidad al mundo, lo que oprimía tan pesadamente su
alma divina.” La Maravillosa Gracia, 164.
Por lo tanto, no debe atormentarnos la duda sobre nuestra aceptación de parte de Dios, pues
Cristo ha llevado ya la culpa de todos nuestros pecados y su vergüenza, y somos aceptos en el
Amado.
“Al morir en la cruz, transfirió la culpa de la persona del transgresor a la del divino Sustituto
si aquél ejercía fe en él como su Redentor personal.” Cada Día con Dios, p. 236.
“Sobre Cristo como substituto y garante nuestro fue puesta la iniquidad de todos nosotros.
Fue contado por transgresor, a fin de que pudiese redimirnos de la condenación de la ley. La
culpabilidad de cada descendiente de Adán abrumó su corazón. La ira de Dios contra el pecado,
la terrible manifestación de su desagrado por causa de la iniquidad, llenó de consternación el
alma de su Hijo.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 701.
b) La tristeza de Jesús por nuestros pecados
Cristo manifestó también verdadera tristeza por nuestros pecados que estaban sobre Él.
“Cristo lloró por la transgresión de cada ser humano. Llevó inclusive la culpabilidad de Caifás,
aunque conocía la hipocresía que había en su alma mientras rasgaba su manto en un alarde
externo. Cristo no rasgó su manto, pero su alma fue rasgada.”59 Sí, el Señor experimentó “la
tristeza que es según Dios” la cual “produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que
arrepentirse” 2Cor.7:10.
Cristo hizo esta obra por nosotros porque nunca nos hemos entristecido de una manera
aceptable para Dios, ni podíamos humillarnos hasta tal grado. “El hombre se había distanciado
tanto de Dios al transgredir su ley, que no podía humillarse a sí mismo ante Dios de una manera
proporcional a la gravedad de su pecado. El Hijo de Dios podía entender plenamente los
provocativos pecados del transgresor, y sólo él, en su carácter impecable, podía efectuar una
expiación aceptable para el hombre al sufrir la sensación angustiosa del desagrado de su Padre.
El dolor y la angustia del Hijo de Dios por los pecados del mundo estuvieron en proporción con
su excelsitud y pureza divinas, tanto como con la magnitud de la falta.” Mensajes Selectos, tomo
1, p. 333.
Por lo tanto, si aceptamos a Cristo por fe como nuestro Salvador personal y estamos en Él,
hallamos en Él dolor perfecto por el pecado, tristeza aceptable por Dios, pues lo ha
experimentado por nosotros.
c) La confesión de Jesús de nuestros pecados
En el Salmo 69 hallamos la confesión de Jesús de nuestros pecados. Para asegurarnos de
que se trata de palabras del Señor Jesús, analicemos y comparemos algunos versículos de dicho
salmo con su cumplimiento en la vida de Jesús.
“Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa”
Sal.69:4. “Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me
aborrecieron.” Jn.15:25.
“Porque me consumió el celo de tu casa; y los denuestos de los que te vituperaban cayeron
sobre mí.” Sal.69:9. “Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa
me consume.” Jn.2:17. “Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está
escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.” Rom.15:3.
“Me pusieron además hiel por comida, y en mi sed me dieron a beber vinagre.” Sal.69:21 (cf.
Jn.19:28-30).
Ya que hemos comprobado que se trata de declaraciones de Cristo en el salmo 69, veamos
ahora la confesión que hizo:
“1Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma. 2Estoy hundido en cieno
profundo, donde no puedo hacer pie; he venido a abismos de aguas, y la corriente me ha
anegado. 3Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; han desfallecido mis ojos
esperando a mi Dios. 4Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me
aborrecen sin causa; se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por
qué. ¿Y he de pagar lo que no robé? 5Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son
ocultos.” Sal.69:1-5.
“Cristo vino no confesando sus propios pecados; pero la culpa le fue imputada siendo el
substituto del pecador. Él vino no para arrepentirse de su propia deuda; sino a nombre del
pecador.” Review and Herald, 21 de Enero de 1873 (par. 3).
“Ninguna confesión de pecado por parte del hombre puede ser en ella misma ‘sin defecto’;
no puede ser tan perfecta como para que Dios pueda aceptarla en justicia, dado que el hombre es
imperfecto. ¿Dónde, pues, podemos encontrar la perfección en la confesión? ¡En él! En él mi
confesión del pecado es perfecta, ya que fue él quien la hizo. Cuántas veces sucede que, una vez
que una persona ha hecho una confesión de pecado tan a conciencia como pudo y supo, Satanás
toma ventaja con su sugerencia: ‘No has confesado adecuadamente tu pecado. No has confesado
con la intensidad necesaria para obtener perdón. Sí, claro, has confesado, pero no como es
debido. Dios no puede perdonarte con una confesión como esa’. Eleva la palabra de Dios ante él
y dile: Hay Uno que es perfecto; él llevó mis pecados e hizo confesión: cuando él me muestra el
pecado, lo confieso con todas mis fuerzas y capacidad, y en la medida en que Dios me lo revela;
y en él, en virtud de su confesión, la mía es aceptada en justicia. Su confesión es perfecta en todo
respecto, y Dios acepta mi confesión en él.
“Así, en él resultamos librados del desánimo que Satanás quisiera traernos con respecto a si
hemos confesado suficientemente nuestros pecados, si los hemos expulsado como es debido, o si
nos hemos arrepentido como hay que hacerlo. En Cristo tenemos arrepentimiento; en él tenemos
confesión; en él tenemos perfección; y estamos completos en él. ¡Es el Salvador!” A.T. Jones,
Boletín # 15 de la Conferencia General de 1895.
Por confesar así nuestros pecados que estaban sobre Él, Dios nos perdona, no solamente por
los méritos de Jesús, sino en Cristo. Al perdonar el Padre a Cristo por la confesión sincera y
perfecta que Él hizo de nuestros pecados, el perdón de pecados se halla pues en Cristo. Fue así
que lo entendió el apóstol Pablo, por lo que dijo:
“3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,… 7en quien tenemos redención por su
sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” Efe.1:3, 7.
Por lo tanto debemos ser “benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a
otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efe.4:32.
d) El abandono de Jesús de nuestros pecados
Después de haberse arrepentido por sus pecados y de haberlos confesado, el pecador no
debe seguir en su vida de transgresión de la ley de Dios. De la misma manera, Cristo había
tomado sobre sí nuestras transgresiones, había sentido culpabilidad por estos pecados, se había
entristecido a causa de ellos y había confesado todos a Dios, por lo que obtuvo el perdón para
todos nuestros pecados cometidos. Durante toda su vida nunca participó en lo más mínimo de
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
ninguno de los pecados nuestros que estaban sobre Él, no dio al hombre ningún ejemplo para
seguir en sus pecados. Así que en Él hallamos también el abandono total, completo y perfecto de
todos los pecados que hemos cometido. El Espíritu de Profecía declara:
“La humanidad de Cristo alcanzó las profundidades mismas de la desdicha humana y se
identificó con las debilidades y necesidades del hombre caído, al paso que su naturaleza divina se
aferraba del Eterno. Al llevar las culpas de las transgresiones del hombre, su obra no consistía en
darle a éste autorización para continuar violando la ley de Dios, lo cual convertía al hombre en
deudor ante la ley, deuda que Cristo mismo estaba pagando con sus sufrimientos.” Mensajes
Selectos, tomo 1, p. 320.
e) La reparación o pago de Jesús por nuestros pecados
La Palabra de Dios nos enseña que Cristo pagó la deuda de nuestros pecados. La
reparación que exigía la ley de Dios violada era la muerte del pecador, pues “la paga del pecado
es muerte” Rom.6:23. Cristo cumplió con dicha exigencia:
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isa.53:5.
“6Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
7
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir
por el bueno. 8Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros.” Rom.5:6-8
“Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados
como él merece. Fue condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de
que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. El
sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos recibir la vida suya.” El Deseado de Todas las
Gentes, p. 16-17.
Estos fueron los pasos del arrepentimiento que Cristo dio por nosotros. Por lo tanto, “El que se
aferre de la justicia de Cristo no ha de esperar ni por un momento que él mismo podrá borrar sus
propios pecados. No necesita aguardar hasta haber experimentado un arrepentimiento satisfactorio
antes de poder apropiarse de la justicia de Cristo.” Fe y Obras, p. 63.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Cristo manifestó una plena y firme fe en Dios su Padre como en su Palabra durante toda su vida
de tentaciones y pruebas, antes como después de su bautismo.
“Cristo acudió a Juan, arrepintiéndose en lugar del pecador, creyendo en favor del pecador, para
que mediante el plan que había ideado, de tomar la humanidad sobre sí, y de sufrir y morir por el ser
humano, el pecador fuera aceptado por Dios mediante el arrepentimiento, la fe y el bautismo.”
Exaltad a Jesús, 73.
Las palabras: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” que el Padre pronunció a
las orillas del Jordán fueron para Cristo muy alentadoras.
“Las palabras del Cielo: ‘Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento’ Mat.3:17,
resonaban todavía en los oídos de Satanás. Pero estaba resuelto a hacer dudar a Cristo de este
testimonio. La palabra de Dios era para Cristo la garantía de su misión divina. El había venido para
vivir como hombre entre los hombres, y esta palabra declaraba su relación con el cielo. Era el
propósito de Satanás hacerle dudar de esa palabra. Si la confianza de Cristo en Dios podía ser
quebrantada, Satanás sabía que obtendría la victoria en todo el conflicto. Vencería a Jesús. Esperaba
que bajo el imperio de la desesperación y el hambre extrema, Cristo perdería la fe en su Padre, y
obraría un milagro en su propio favor. Si lo hubiera hecho habría malogrado el plan de salvación….
“Jesús hizo frente a Satanás con las palabras de la Escritura. ‘Escrito está’, dijo. En toda
tentación, el arma de su lucha era la Palabra de Dios. Satanás exigía de Cristo un milagro como señal
de su divinidad. Pero aquello que es mayor que todos los milagros, una firme confianza en un ‘así
dice Jehová’, era una señal que no podía ser controvertida. Mientras Cristo se mantuviese en esa
posición, el tentador no podría obtener ventaja alguna.” El Deseado de Todas las Gentes, p. 94-95.
Esta es la fe de Jesús. Y en el Apocalipsis Juan contempló al pueblo remanente con esta fe. Dijo:
“Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.”
Apo.14:12.
Tener fe en Jesús no es lo mismo que tener “la fe de Jesús”. Para poder manifestar fe en la obra
que Cristo hizo por nosotros, necesitamos recibir primero como don de Dios la fe que Jesús ejercitó
en su Padre y en la Palabra de Dios. Para ejercer “la fe en Jesús” se necesita “la fe de Jesús”.
Necesitamos esta fe que llevó a Jesús a tener plena seguridad de su aceptación por Dios el
Padre, a pasar las pruebas, la fe que le ayudó a vencer las tentaciones y a esperar pacientemente la
salvación de Dios. Y la necesitamos ya, y de forma especial antes que llegue el tiempo de angustia.
Pues, “los tiempos de apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de soportar el
cansancio, la demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesar de las pruebas más duras.”60 Esta
fe se encuentra en Jesús, pues es “la fe de Jesús”.
“En el acto de someterse a la ordenanza del bautismo Cristo le muestra al pecador uno de los
pasos importantes de la conversión verdadera. Cristo no tenía ningún pecado que lavar, pero al
aceptar la responsabilidad de transformarse en el sustituto del hombre, los pecados de los seres
humanos culpables le fueron imputados... Al aceptar a Cristo como el sustituto de los pecadores,
Dios le concede una oportunidad al pecador -con la ayuda del poder divino de Cristo- para soportar
la prueba que Adán no pudo aguantar.” Exaltad a Jesús, 73.
“Cristo honró la ordenanza del bautismo sometiéndose a su rito. Con ese acto se identificó con su
pueblo como su representante y cabeza. Como su sustituto, toma sobre sí sus pecados, contándose
con los transgresores, dando los pasos que el pecador debe dar, y hacienda la obra que debe hacer.”
Review and Herald, 21 de Enero de 1873 (par. 3).
La Palabra de Dios presenta el bautismo como condición de salvación (cf.Mrc.16:16). Pero, si
una persona se arrepiente de sus pecados, los confiesa, acepta a Cristo como su Salvador personal y
se aferra a Él por fe, y muere antes de su bautismo, comoquiera será salvo, pues Cristo se bautizó
por ella. Todo lo que realizó Cristo está en su cuenta. Fue por eso que el ladrón en la cruz será
salvo sin haber sido bautizado.
61 Fe y Obras, p. 87.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
“Era posible para Adán, antes de la caída, conservar un carácter justo por la obediencia a la ley de
Dios. Mas no lo hizo, y por causa de su caída tenemos una naturaleza pecaminosa y no podemos
hacernos justos a nosotros mismos. Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer
perfectamente una ley santa… Mas Cristo nos ha preparado una vía de escape. Vivió sobre la tierra en
medio de pruebas y tentaciones tales como las que nosotros tenemos que arrostrar. Sin embargo, su vida
fue impecable. Murió por nosotros y ahora ofrece quitarnos nuestros pecados y vestirnos de su justicia.
Si os entregáis a él y lo aceptáis como vuestro Salvador, por pecaminosa que haya sido vuestra vida,
seréis contados entre los justos por consideración a él. El carácter de Cristo toma el lugar del vuestro, y
vosotros sois aceptados por Dios como si no hubierais pecado.” El Camino a Cristo, p. 61-62.
Es por ello que la Palabra de Dios declara que somos “santificados en Cristo Jesús”, y que “el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo… nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos
santos y sin mancha delante de él” 1Cor.1:2; Efe.1:3-4.
clama: ¡Abba, Padre! 7Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por
medio de Cristo.” Gál.4:4-7.
Al declarar que Cristo era su Hijo amado, Dios nos estaba adoptando por medio de nuestro
Sustituto como sus hijos amados. Así que, digamos pues con el apóstol Pablo:
“3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4según nos escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5en amor habiéndonos predestinado
para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6para
alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” Efe.1:3-6.
La condición que Dios había establecido para aceptar las ofrendas era: “para que sea aceptado
será sin defecto.” Lev.22:21. Sin embargo, nunca hemos ofrecido ni podemos presentar por nosotros
mismos nuestros “cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (Rom.12:1), ni nada podemos
presentar a Dios que sea sin defecto; porque “todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras
justicias como trapo de inmundicia” Isa.64:6. Pero Cristo, no sólo fue “un cordero sin mancha y sin
contaminación”, sino que logró también todo para nosotros con perfección y sin defecto. Por lo que
el Padre aceptó no solamente el sacrificio de su cuerpo por nosotros, sino también todas las obras
que realizó en nuestro lugar y a nuestro favor.
¡Qué buena y maravillosa noticia es esta! Cristo se arrepintió por mí, confesó todos mis pecados
y manifestó fe por mí y después se bautizó también por mí; y no solo eso, sino también “aprendió la
obediencia”. Por lo que necesitamos entender que mi cojo arrepentimiento no puede ser aceptado
por Dios, sino el de Jesús por mí; mi débil fe no puede aferrarse de las promesas y bendiciones
divinas, sino la fe de Jesús por mí; mi imperfecto bautismo no vale nada para Dios, sino el bautismo
de Jesús a mi favor; y mi entrecortada obediencia no puede llevarme a la vida eterna, sino la
perfecta obediencia de Jesús. Soy acepto por Dios como su hijo amado no por los pasos que he dado
en el proceso de mi conversión y santificación, sino únicamente por mi fe en la obra de conversión y
santificación de Jesús a mi favor, la cual fe es también un don de Dios. “8Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9no por obras, para que nadie
se gloríe.” Efe.2:8-9.
“El Señor Jesús imparte todas las facultades, toda la gracia, toda la contrición, todo buen
impulso, todo el perdón de los pecados, al presentar su justicia para que el hombre la haga suya
mediante una fe viva la cual también es el don de Dios.” Fe y Obras, p. 22.
De manera que “Jesús es la prenda de nuestra aceptación por parte de Dios. Tenemos el favor de
Dios, no porque haya mérito alguno en nosotros, sino por nuestra fe en ‘el Señor, nuestra justicia’.”
Fe y Obras, p. 111.
“El hecho de que Cristo fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, es prenda de la
aceptación del pecador arrepentido por parte del Padre.” Fe y Obras, p. 111.
Así que, “No debemos inquietarnos por lo que Cristo y Dios piensan de nosotros, sino que debe
interesarnos lo que Dios piensa de Cristo, nuestro Sustituto. Somos aceptos en el Amado.” Mensajes
Selectos, tomo 2, p. 37.
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está en paz en su alma. Ya no tiene que luchar más para encontrar algún mérito en sí mismo, algún
acto meritorio por medio del cual ganar el favor de Dios.” Fe y Obras, p. 112.
Es bueno aclarar aquí que nuestra aceptación de parte de Dios por nuestra fe en los méritos de
Jesús no significa que no tenemos que hacer nada más sino sólo creer en los méritos de Jesús. No,
Dios desea ver nuestra colaboración y nuestros mayores esfuerzos para experimentar un profundo
arrepentimiento, para manifestar una poderosa fe en el Señor, para participar de un genuino
bautismo y para vivir toda una vida cristiana sin pecado. Por ello se nos aconseja lo siguiente:
“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no
podrán.” Luc.13:24. “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.” 1Cor.16:13.
“5vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la
virtud, conocimiento; 6al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia,
piedad; 7a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8Porque si estas cosas están en
vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro
Señor Jesucristo. 9Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo
olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer
firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 11Porque de esta
manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.” 2Ped.1:5-11.
Ahora bien, ¿qué pasa si después de nuestros mayores esfuerzos nos falta algo para completar
nuestra perfección, ya que siempre nos faltará? Pablo responde que en tales casos “Mi Dios, pues,
suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Fil.4:19.
Noten bien que Dios había hecho provisión para nosotros en Cristo Jesús; Él solamente suple,
por medio de Cristo, la deficiencia de las obras de nuestra fe, suple simplemente lo que nos falta.
“Cuando él [Cristo] ve a los hombres levantando las cargas, tratando de llevarlas con mente
humilde, desconfiando de sí mismos y confiando en él, añade a la obra de ellos la perfección y
suficiencia de él, y eso es aceptado por el Padre. Somos aceptos en el Amado. Los defectos del
pecador son cubiertos por la perfección y plenitud del Señor, Justicia nuestra. Los que con voluntad
sincera y corazón contrito se esfuerzan humildemente para vivir a la altura de los requerimientos de
Dios, son considerados por el Padre con amor compasivo y tierno.” En Lugares Celestiales, p. 23.
“Cristo mira el espíritu, y cuando nos ve llevando nuestra carga con fe, su perfecta santidad hace
expiación de nuestras faltas. Cuando hacemos lo mejor que podemos, El llega a ser nuestra justicia.”
Fe y Obras, p. 106.
“Cuando está en el corazón el propósito de obedecer a Dios, cuando se realizan esfuerzos con ese
fin, Jesús acepta esta disposición y esos esfuerzos como el mejor servicio del hombre, y suple la
deficiencia con su propio mérito divino.” Fe y Obras, p. 50.
De manera que, al estar en Cristo tenemos lo que nos faltaba, y por lo tanto estamos “completos
en él” Col.2:10.
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
Conclusión
Conforme a lo todo lo que hemos considerado en este largo recorrido, hemos visto que en su
naturaleza física, Cristo era un hombre real, que tenía el organismo humano completo, y que poseía
una carne “degradada y contaminada por el pecado”62. Y todo eso fue porque nació de mujer63, de carne
y sangre como nosotros, y que “como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la
herencia.”64 Sin embargo en su naturaleza espiritual, Él mantuvo su carácter “santo, inocente, sin
mancha”65 “sin contaminación”66. Y todo eso fue porque nació del Espíritu Santo67. Se pudo ver pues
que se hace una gran diferencia entre la naturaleza física de Cristo (su carne) afectada por el pecado y
su naturaleza espiritual (su carácter) sin una mancha de pecado. Los libros inspirados resumen todo lo
dicho anteriormente como sigue:
Cristo “llevó nuestros pecados en su cuerpo en el madero” y sin embargo “en él no hay pecado.”
1Ped.2:24; 1Jn.3:5.
“Vestido en la ropa de la humanidad, el Hijo de Dios bajó hasta el nivel de aquellos a quienes quería
salvar. En él no hubo engaño ni pecado; siempre fue puro e incontaminado; sin embargo, tomó sobre sí
nuestra naturaleza pecaminosa” Review and Herald, 15 de diciembre de 1896.
“Aunque no tenía mancha de pecado en su carácter, accedió a conectar con su divinidad nuestra
naturaleza humana caída. Al asumir de este modo la humanidad, honró a la humanidad.” Comentario
Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 451.
Cristo dijo a Nicodemo que “lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es.” Jn.3:6. Cristo nació de carne (de María: Gál.4:4), y también del Espíritu (del Altísimo:
Luc.1:35). Dijo el apóstol Pablo: “3acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de
David según la carne, 4que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad”
Rom.1:3-4. Por su nacimiento Cristo era a la vez carne (Hijo de Hombre) y espíritu (Hijo de Dios). Por
lo tanto, desde su nacimiento Cristo es nuestro modelo de un ser nacido de nuevo o convertido. Cristo
era un espíritu divino viviendo en una carne humana:
“[Cristo] Unió la humanidad con la divinidad; un espíritu divino moraba en un templo de carne. Se
unió a sí mismo con el templo. ‘Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros’, porque al hacer
eso podía relacionarse con los pecaminosos y dolientes hijos e hijas de Adán.” Comentario Bíblico ASD
[E.G. White], tomo 4, p. 1169.
“En él Dios y el hombre llegaron a ser uno, y en este hecho encontramos la esperanza de nuestra
raza caída.” Comentario Bíblico ASD [E.G. White], tomo 7A, p. 443.
Pero, no debemos pensar que en Cristo fue solamente la unión de una mente divina con un cuerpo
humano. No. “Él tenía un cuerpo humano y [también] una mente humana. Él era hueso de nuestro hueso
y carne de nuestra carne.”68 O sea, una poderosa mente divina se combinó con una débil mente humana,
una semejanza y gloria divinas fueron revestidas con una apariencia y carne humanas. Es en esa
misteriosa combinación que “encontramos la esperanza de nuestra raza caída.”
Y “Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al
pecado en la carne”69 por medio de esa mente divino-humana de Cristo que se sometía siempre y
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constantemente a la voluntad de Dios. Y lo que Cristo realizó en la naturaleza humana caída que Él
tomó puede realizarse de nuevo en nuestra vida.
En el ser humano sin Cristo acontece lo siguiente: quiere obedecer ley de Dios, pero las debilidades
de la carne le lleva cautivo de la ley del pecado que está en sus miembros. Tiene el querer hacer el bien
pero no el poder hacerlo. El apóstol Pablo describe esta realidad diciendo:
“14Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15Porque lo que
hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 16Y si lo que no
quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el
pecado que mora en mí. 18Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el
bien está en mí, pero no el hacerlo. 19Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso
hago. 20Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21Así que,
queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22Porque según el hombre interior, me
deleito en la ley de Dios; 23pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y
que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.” Rom.7:14-23.
Esta es la condición de los hijos de ira y de desobediencia: tienen sus mentes unidas a la mente de
Satanás70; y por más que quieran no pueden hacer la voluntad de Dios, “porque la mente carnal es
enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.” Rom.8:7. Y este
espíritu que opera en ellos los lleva cautivos de su voluntad, adictos a las cosas del mundo y esclavos de
la carne. La Palabra de Dios describe lo antedicho diciendo:
“1…estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo,
siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora
opera en los hijos de desobediencia, 3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en
los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” Porque “el mundo entero está bajo el maligno” y que
“la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás… engaña al mundo entero” Efe.2:1-3; 1Jn.5:19;
Apo.12:9.
En la mente de muchos de los que están muertos así en delitos y pecados está el buen deseo de
obedecer a la ley de Dios, de vivir una vida santa, de abandonar los vicios y las prácticas pecaminosas;
está el anhelo de la libertad de la esclavitud de pecado. Pero su mente fue debilitada a causa de las
debilidades de la carne, llegó a ser una mente carnal, gobernada por el archienemigo de Cristo, y por
lo tanto enemiga también de Dios (cf. Rom.8:7). Así que, hay que libertar y fortalecer la mente y la
voluntad humanas para poner a la carne bajo sujeción. Y Cristo es este Libertador (cf. Jn.8:36). Por
tanto, puesto que “lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su
Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la
justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu.” Rom.8:3-4. O sea, Dios envió una todopoderosa mente divina (su mente, que es también la
mente de Cristo, que es el Espíritu Santo cf. Rom.8:9-10; 1Cor.2:14-16), para unirse con nuestra mente
humana, a fin de que se cumpla la voluntad divina en nuestra carne pecaminosa; “porque Dios es el que
en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” Fil.2:13. Pues “nosotros
tenemos la mente de Cristo.”
“El hombre caído es el cautivo legítimo de Satanás. La misión de Cristo consistió en rescatarlo del
poder de su gran adversario. El hombre se inclina por naturaleza a seguir las sugestiones de Satanás, y
no puede resistir con éxito a un enemigo tan terrible, a menos que Cristo, el poderoso Conquistador,
more en él, guíe sus deseos y le fortalezca. Dios solo puede limitar el poder de Satanás.” Joyas de los
Testimonios, tomo 1, p. 117.
“16¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a
quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 17Pero gracias a Dios,
que aunque erais esclavos del pecado [por medio de la mente de Satanás], habéis obedecido de corazón
a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos
de la justicia [por medio de la mente de Cristo].” Rom.6:16-18.
Por lo tanto, es en la unión de la mente humana con la mente divina, del corazón humano con el
corazón de Dios, de la voluntad humana con la voluntad divina que está nuestra esperanza. Y esto
implica una entrega completa de todo nuestro ser a Cristo, una entera sujeción a su dirección.
Pues, “Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona
con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su
vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia. Entonces, cuando el Señor nos
contempla, él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino su
propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová.” Palabra de Vida del Gran
Maestro, p. 253-254.
“La mente del hombre debe fundirse en la mente de Cristo. Esta unión santifica el entendimiento e
imparte claridad y fuerza a los pensamientos.” Exaltad a Jesús, p. 223.
Así que, aunque por nuestro nacimiento carnal somos hijos de hombres, podemos llegar a ser hijos
de Dios por el nuevo nacimiento espiritual:
“12Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios; 13los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios.” Jn.1:12-13.
Podemos ser participantes de la naturaleza divina (cf. 2Ped.1:4) y tener al Espíritu de Cristo
morando en el templo de nuestra alma, en nuestros corazones, trayéndonos la mente de Cristo,
santificando el lugar con su presencia, y testificando que somos hijos de Dios.
“15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo
y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con una ramera,
es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17Pero el que se une al Señor, un
espíritu es con él… 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” 1Cor.6:15-19.
“9Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10Pero si Cristo está en vosotros, el
cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11Y si el
Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a
Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 12Así
que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13porque si vivís
conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por
el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos
hijos de Dios. 17Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que
padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” Rom.8:9-17.
¡Ojalá entendamos más plenamente la vida, las tentaciones, los sufrimientos y el sacrificio de Cristo
Jesús en la carne pecaminosa, para que por medio de la fe en sus méritos experimentemos pronto la
maravillosa obra de la justificación por la fe, a fin de que recibamos muy pronto el derramamiento de
la lluvia tardía! ¡Ojalá que comprendamos nuestra gran necesidad de ser participantes de la naturaleza
divina, de tener el Espíritu Santo morando plenamente en nosotros para que vivamos la vida
santificada! Pero, para eso necesitamos experimentar un nuevo arrepentimiento y una nueva
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Por Stanley Aliotte Cristo En La Carne Pecaminosa: ¡Todo Para Nosotros!
conversión, necesitamos que el Espíritu de Dios realice una obra de reforma más completa en nuestra
vida.
“19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la
presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21a quien
de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que
habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” Hch.3:19-21.
“El Señor pide una reforma decidida. Y cuando un alma en verdad se ha convertido de nuevo, debe
ser bautizada otra vez. Renueve ella su pacto con Dios, y Dios renovará su pacto con ella... La
reconversión debe ocurrir entre los miembros, para que, como testigos de Dios, puedan testificar del
poder y autoridad de la verdad que santifica el alma” El Evangelismo, p. 275.
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