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CEAMSE
CEAMSE
UNA LUCHA
SILENCIOSA Y
SILENCIADA
“Insistir es resistir”: la fórmula caracteriza a la autogestión de la vida en el siglo
Eduardo Verón conversaron con vecinxs de José León Suárez que viven frente
Por: Eliana Bussi
Silvia Grinberg
Eduardo Verón
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Marzo de 2020
Verónica nos espera con mate y galletitas. Se despertó temprano y limpió su casa. Usa mucha
- Es inevitable. De día cuando hace calor y hay sol, siempre hay moscas- comentamos.
En ese minuto adquiere materialidad la densidad de José León Suárez, la de los barrios
ubicados a la vera del camino del Buen Ayre, la autopista frente a la quema, a la CEAMSE, el
área del Reconquista, el conurbano. La pregunta por el dengue queda en el aire. No será la
En la casa hay gatos, todos cachorros. No sorprende que haya gatos, tampoco que sean
muchos. Sólo que es difícil dejar de notar que son chiquitos para enfrentar una de las batallas
- Tener gatos es la forma de pelear contra las ratas. Tenemos una gata grande. ¡Pero le tenés
que ver la cara cuando está frente a las ratas! El otro día tenía dos enfrente y la cara de miedo
Ir al barrio, como siempre, es una catarata de cosas que se apilan en la forma de imágenes y
relatos que nunca son como uno/a espera, aunque tampoco totalmente diferentes. La noche
anterior nos preguntábamos si podríamos ir, llovía. Por la mañana aclara, avisamos que vamos.
En el patio de Verónica confirmamos una vez más que avisar es que te esperen, que se
De pasada entramos a la escuela a saludar y conversar sobre el trabajo de este año. Hace más
de un decenio hacemos cosas juntos/as, y éste no sería una excepción. La escuela está en obra:
están haciendo una cámara séptica nueva, modificando una vieja instalación conectada con las
casas y calles/pasillo vecinas que te recuerdan que estás en la ciudad, pero en una parte con
sus propias reglas de lo urbano. Mientras, el patio se achicó pero no frenó que las clases de
Para la nueva cámara desviaron los caños de las casas aledañas cuyas aguas negras desde la
creación de la escuela habían quedado conectadas a un pozo común. Con esta obra luego de 30
de entender. Las primeras instalaciones de agua del barrio remontan a los noventa, a la creación
del colegio. Barrio y escuela portan la misma historia. Los vecinos recuerdan como una noche
mítica cuando entre todos se organizaron y distribuyeron agua potable a un sector muy
importante de la zona. Lo hicieron a través de chicotes que salían de las tomas de agua que
habían llegado para la institución educativa. En una noche hicieron toda esa conexión. Hace
unos años la empresa estatal hizo la conexión de agua potable. El barrio se había
independizado. Ahora, la escuela quedaría con su cámara séptica independiente y las cañerías
lindantes irían a la calle/pasillo que está del otro lado del mismo patio.
La casa de Verónica, la escuela, el barrio tienen historias comunes. Los días de lluvia las napas
suben, desbordan los pozos ciegos; los arroyos devenidos zanjones hacen lo propio. Pero
también comparten la sensación de alegría y juego que hay en la calle, de día. Tomar mate en la
vereda, escuchar música, conversar con amigo/as, festejar cumpleaños, jugar a las escondidas,
correr, patear la pelota, todo eso ocurre en la calle. La calle es aquel lugar de encuentro que mi
abuela relataba sobre su infancia. Con el COVID19 ésto jugaría una mala pasada.
Mayo de 2013
Algunos años atrás, caminando por el barrio junto a docentes y estudiantes (re)aparecía la
conversación por unos tachos tóxicos enterrados. Algunas historias y relatos se repiten cuando
uno transita estas calles. Una de ellas es el relato de los tachos tóxicos que habrían sido
desechados por una empresa química en el, otrora, bañado del Río Reconquista. Algunos/as
atesoran las notas periodísticas de esa jornada. El municipio llegó con máquinas topadoras para
- ¿Y qué van a hacer si encuentran los tachos? ¿A dónde nos vamos a ir nosotros?
En ese minuto todo cambió. Entendimos que no habíamos entendido nada. Seguimos
- Los tachos ah, sí, están. Pero los que vivimos acá ya sabemos que estamos todos
contaminados.
Mientras, el hombre le pregunta a León, un amigo líder del barrio que nos acompaña en el
Verónica, en su patio, vuelve con este mismo relato. Sin que le preguntemos, habla sobre los
tachos. Ella ya estaba en su casa cuando se hizo el operativo. No hay resignación. Aceptación
––––––––
Memorias de lo urbano
Junio de 2014
Pascual, hijo de inmigrantes portugueses que nació a principios del siglo pasado en una de las
tantas quintas de José León Suárez que abastecían a la gran ciudad, nos cuenta a través de sus
memorias algo de la historia del lugar. Su memoria porta el recuerdo de los bañados, de cuando
iba a pescar con sus amigos, a pasear con su familia. Esta historia, más feliz que la de los
tachos, también se repite entre los vecinos. En algunos momentos de la conversación a Pascual
se le humedecen los ojos. Como cuando recuerda cómo los bañados dejaron de serlo: llegó una
curtiembre a la zona, los peces empezaron a desaparecer. Había trabajo, por eso lo apoyaron,
Sentarse en el patio de Verónica, como en todas las casas del barrio, es un clásico. Sentarse es
también ver cómo se conjugan precariedad y precaridad. Aquella fragilidad propia de lo humano,
esa que nos aúna en estos tiempos de pandemia y que nos hace sentir que el COVID19 nos
afecta a todo/as. Y aquella otra que remite a la fragilidad política a la que vida en los
asentamientos es expuesta; esa que deja al descubierto las profundas desigualdades y que esta
En el patio de Verónica, lo urbano, la urbanización, las políticas de la vida urbana adquieren una
densidad sin precedentes. En tiempos de Coronavirus esa densidad se expande más allá de sus
límites.
Quedamos todos/as expuestos a ella pero de diferentes y desiguales formas, muy desiguales.
Cuatro días después de la visita a la casa de Verónica, ahora sí, en plena cuarentena, Dylan
Al segundo nos resuena eso que años atrás nos había dicho como al pasar un vecino: “los que
vivimos acá ya sabemos que estamos todos contaminados”. ¿Esperanza de inmunidad? ¿Saber
hecho cuerpo?
Nair, una de las personas más sensible y lúcidas que conocimos alguna vez, dice en un chat que
- Ese es el tema, que se piensen que somos inmunes a lo que está pasando por vivir en un
Verónica es muchas Verónica(s). Nair es muchas Nair(es) y también hay muchos Dylan(s).
Todos/as comparten un saber devenido cuerpo, la vida que enseña muy rápido que siempre se
trata de insistir. Todo es resultado de esa insistencia. Sin ella no habría terreno, ni paredes, ni
los asentamientos precarios, esta máxima es ley. Es verdad que la pandemia no discrimina, pero
aún así, es profundamente desigual. No puede no serlo: “los que vivimos acá ya sabemos que
El
techo
propio.
Marzo
2020
En el patio de Verónica se apilan unos ladrillos huecos. No podemos evitar girar y mirar esa pila.
Verónica dice:
- Los tenemos acá para hacer la pared de ladrillo y reemplazar la medianera que ahora es de
madera.
Se trata de unas maderas que encontró cirujeando y las acomodó, verticales, en forma de pared.
Esos ladrillos esperan porque ahora están en inicio del período escolar y hay muchos otros
gastos.
En el patio, Verónica señala el techo. Las goteras no dejan de ser una anécdota porque el agua
entra por todos lados y no son esos los huecos que más preocupan. Son los ladrillos huecos.
Esos que tanto cuesta conseguir, para los que se junta peso a peso, aquellos que son los que
permiten pasar de la madera cirujeada a la pared que no se derriba ni con agua ni con viento,
esos que preocupan porque por allí se meten las ratas. Desde ya, no la única, pero sin duda la
Con la vivienda se juega algo cuya densidad se entiende después de sentarse un rato o varios
ratos a tomar mate. Y eso, luego de haber caminado varias veces las calles del barrio. La
No es difícil entender la dificultad del acceso a la vivienda cuando se es parte de los sectores
trabajadores, o simplemente, se es joven. “¿A dónde nos vamos a ir nosotros?”, nos decía ese
La primera es conseguir unos metros cuadrados. En el barrio con el devenir de los años esta
lucha se vuelve flagrante. Las casas van avanzando metro a metro, ganando un poco de terreno,
incluso al arroyo. Lejos de ser una lucha romántica es una silenciosa y silenciada que ocurre a
diario en el suelo urbano; una lucha que funciona en la lógica propia del rizoma. Verónica
consiguió hace 28 años esos metros cuadrados a la vera del zanjón. Cuando ella llegó, estaba
todo vacío, relata. Después dividió ese terreno con dos de sus hijos. La medianera para la cual
Como dicen las abuelas, el casado casa quiere y, este es, también, uno de esos casos.
Un rato antes de irnos Verónica nos invita a pasar al interior de su casa. Pide disculpas por la
roña, le decimos “de ningún modo, está más limpia que nuestra casa”. No mentimos. La casa
tiene un comedor grande donde también está la cocina, integrada. No tiene contrapiso, sino un
piso vinílico resultado del cirujeo que hace las veces de piso y alfombra. Esto no deja de ser un
problema porque es en la tierra donde se hacen las madrigueras. Al comedor dan las puertas de
tres cuartos. En uno de ellos es donde duerme toda la familia porque tiene contrapiso; el otro es
lugar donde apilar cosas. Verónica, como tantos/as otros/as vecinos/as de Suárez, vuelven a los
residuos materia prima, capital. A Verónica, los/as pibes/as que van a la quema a buscar cosas
pasan a venderle mercadería que ella luego vende en las ferias. Verónica, Julia, Ernesto, José o
Valeria. Uno/a de lo/as tanto/as vecino/as de Suárez que compran y venden mercadería. Los
residuos no son basura, son productos a reciclar, consumir o vender; por eso las viviendas
Marzo/Abril de 2020
Verónica tenía que llevar a su hija a la escuela. Cuando ya estamos saludando para irnos retoma
una preocupación propia del inicio del periodo lectivo. Nos pregunta si tenemos guardapolvos
para pasarle. No le preocupa si están sucios, ella lo arregla todo. En la escuela le dan a sus
hijo/as todos los días, solo que les piden que los dejen y es muy incómodo para ello/as. Entiende
a la escuela, no se molesta por eso. Sólo quiere que sus hijo/as tengan cada una/o su
guardapolvo.
- Cumplimos la cuarentena. Sin embargo, en el barrio los vecinos salen... Hay casas que son
muy pequeñas y en general quienes la habitan se dispersan por otros ámbitos. Ahora que están
juntos en un ambiente trae complicaciones. Mucha gente en un pequeño lugar… A lxs jefxs de
familia los hace pensar cómo van a vivir las próximas semanas. Otra cosa es que mucho tiempo
en la casa te hace comer más, y en estos sectores es muy difícil cubrir esa ansiedad con comida.
Estamos por irnos y uno de los nietos de Verónica que no tiene más de 4 o 5 años se acerca y
Nos vamos del barrio, seguimos estando. La conversación salta de un tema a otro de la visita,
reponemos lo que vi(vi)mos, escuchamos; buscamos racionalidad. A la noche todo vuelve, como
imágenes de una película. Ahora, mientras llueve, vuelven los huecos. En medio de tanto hueco,
Mientras nos despedimos por chat deseándonos buenas noches, Nair escribe:
- Ojalá esto pase rápido y sea sólo un mal recuerdo. Es frustrante y feo vivir con miedo al otro.
pronto se acordó de las viviendas insalubres de los pobres” (Engels, 2019 [1845]: 117)
28/04/20.
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1) ¿Los hechos de esta crónica están narrados en orden cronológico?
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