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EL COMPLEJO PATERNO-MATERNO DE S.

FREUD
Y UN RECUERDO INFANTIL DE LEONARDO DA VINCI.i
UN NECESARIO RE-ANÁLISIS

LILIANA KANCEPOLSKI

Los hombres hablarán a hombres que nada oyen, que tienen abiertos los ojos y no ven;
hablarán con ellos y no recibirán respuesta; pedirán piedad a aquel que tiene oídos y
no oye
y encenderán luces ante un ciego.
Citado por Sigmund Freud

1
INTRODUCCIÓN

Yo no puedo recordar cuándo fue la primera vez que escuché en mi casa, a mi madre,
pronunciar el nombre de Sigmund Freud (ni la última tampoco), como no puedo
tampoco recordar cuándo fue la primera vez que en mi casa se escuchó pronunciar el
nombre de Leonardo, de Miguel Ángel, el de Goya y demás grandes pintores
renacentistas y de otros tiempos. Pero sí recuerdo dos cosas en cuanto a mi "carrera"
como Psicóloga.

Estando yo aún en Buenos Aires, mi madre me llevó, a mis 6-7 años, al colegio Jean
Piaget, un excelente colegio privado, en el que, entre otras cosas, nos darían clases de
teatro, dibujo y pintura, música, danza... Esa debió de ser la primera vez que escuché el
nombre de Jean Piaget, y nunca se me borró. Y luego recuerdo cómo, a los 10 años,
cogí un libro de introducción a la psicología psicoanalítica de la biblioteca de mi
hermana, que me llevaba 5 años y que ya se interesaba en la psicología, me senté debajo
de la ventana, y lo hojeé. Quiero decir que leí algo. Esa era la primera vez que abría un
libro de psicología psicoanalítica en mi vida.

No recuerdo cuántas páginas o capítulos leí, no creo que fueran demasiados, porque
seguramente que unas pocas páginas me debieron de haber bastado para darme cuenta
de que en ese libro hablaban de mí todo el rato: delirios de grandeza, manía
persecutoria, tendencias homicidas e incestuosas, compulsiones, ideas obsesivas,
introversión, alguna que otra alucinación, histeria, represión sexual (algo más que
evidente, teniendo en cuenta mi edad), equizoidia, envidia, celos, pecho malo y pecho
bueno, forclusiones, mecanismos de defensa como para tirar cohetes, anorexia nerviosa,
despersonalización, resistencias, escisión yoica, y transferencias, y demás cuadros y
síntomas que se analizaban y describían allí. Cerré ese libro rápidamente. La angustia se
había apoderado de m

En mi casa todos éramos artistas, pero también éramos todos un poco psicoanalistas,
cada uno a su "modo." Mi madre siempre hablaba y elevaba loas a Sigmund Freud (y a
Leonardo, El Quijote, Miguel Ángel y qué sé yo), nunca se psicoanalizó, y si lo hizo, la
cosa no pudo haberle durado más de un cuarto de sesión porque mi madre, al igual que
mi padre, no era esa clase de personas que permitan que alguien "le venga con
historias", por mucho que se las contara el mismo Sigmund Freud, o Juana La Loca. A
ella le bastaba con que la tía (tía política, la entusiasta de Freud y pionera en ello en
nuestra familia), la iniciara en la "teoría edípica" y con leer algunos artículos en
Decoralia y Femirama sobre crianza de los hijos de donde a la vez, sacaba los patrones
para confeccionarnos algunos vestidos a las hijas. Mi hermana no acabó su carrera de
psicología, pero yo sí acabé la mía, lo mismo que acabé todas mis largas terapias, las
más de ellas psicoanalíticas, algunas de "otros tipos", y consagré mi vida también al
arte, no solo al renacentista, pero también al renacentista, lo que quiere decir, desde mi
perspectiva, que logré superar al menos mi angustia y mis sentimientos de culpa.

Quizás debido a esa tendencia que existía en mi casa, de elevar loas todo el tiempo a
quien fuera, siempre que se ajustara a una serie de cánones estrictos que le convirtieran
en lo que a mis padres se refiere, en intocable, sagrado, yo desarrollé la tendencia, al
comienzo no del todo conciente, a creer que no podía ser del todo cierto que alguien
llegara a ser ni completamente sagrado ni tan intocable por muy grande y talentoso o

2
importante que fuera, comenzando quizás por mis propios padres... y por consiguiente
yo iba siendo cada vez un poco más y más rebelde.

Llegó un punto a partir del cual mi rebeldía era tal que ya no encajaba en ningún lugar,
ya no sabía ni quién era ni cómo me llamaba, y acabé yo también recostada en el diván
del psicoanalista con el propósito firme de recuperar buena parte de mi estructura y
coherencia mental, al precio que fuera (y pagué por ello un dineral.) Todo lo que había
leído sobre psicología en aquel libro a los 10 años se me había olvidado por completo.
No había conseguido retener ningún concepto. Estaba pues, psicoanalíticamente
"virgen" (o eso era lo que yo creía, pero no era así del todo.)

Mi primera década de psicoterapia psicoanalítica fue intensa -yo no paraba de gritar por
lo que luego se me dijo-, conseguí analizar y resolver infinidad de problemas y
dificultades (mi psicoanalista resultó ser en muchos aspectos muy buena en eso), y yo
muy pronto ya me había convertido en feligresa de la ortodoxia freudiana ya que entre
sesión y sesión, yo también leía las Obras Completas de Sigmund Freud. No hacía lo
que había hecho y seguiría haciendo mi madre hasta casi el final de sus días, elevarle
loas a Freud, pero sí que dedicaba parte de mis energías al proselitismo.

Yo soy el resultado de lo que conseguí psicoanalizándome.

Pero, si bien psicoanalizarme me sirvió para que se produjeran en mí cambios radicales


en todos los sentidos, lo cierto es que hay cosas que no siempre es posible (ni tampoco
deseable), modificar en una persona, y eso es su estructura, sus necesidades yoicas, su
base ética. Yo no podía ni iba a "volver al redil." Yo no iba a engancharme a ningún
"dogma" ni a sustituir a un padre "idealizado" por otro "padre idealizado", o "tótem",
consagrarme al culto de nadie, ni imaginario ni real.

Supongo que fue por eso que acabé siendo, primero abandonada por mi psicoanalista,
por la primera, y luego siendo empujada, muchos años más tarde, a puntapiés, escaleras
abajo, por el marido de aquella, a quien fui "derivada en automático" para darle
"continuidad a mi tratamiento", o eso debí haber supuesto que tenía que ser el "objetivo
del -fatal- traslado."

Hay que partir de dos cosas. Una vez que Sigmund Freud introduce en la psiquiatría el
estudio de lo inconciente, lo mismo que una vez que el hombre "descubre" que el cielo
no es una loneta azulnegra llena de agujeros, o que las Indias no son las Américas, es
para algunos difícil, pero que muy difícil, negar la realidad de los hechos, y hacer "de
cuenta" por lo que sea, que aquí no ha ocurrido nada nuevo. Esto para algunos no es
posible, y menos cuando estamos en el campo de las ciencias1.

Segundo. Si se supone que parte del tratamiento en psicoanálisis se asienta,


básicamente, en que el niño, o el paciente, desidealice a sus papaítos, "mate al padre",
por decirlo de alguna manera, lo que no podemos es decir luego que "pertenecemos a la
ortodoxia" freudiana (ni que pertenecemos a ninguna "ortodoxia") ni tampoco
contravenir al supuesto padre de dicha presunta ortodoxia a la que decimos que tanto
1
Es cierto que, como apunta Jean Piaget, entre confuso e indignado, en su Epistemología de las
Ciencias del Hombre (tomo 6, Tratado de lógica y conocimiento científico, Ediciones Paidós,
1979), Comte no incluye a la Psicología dentro del campo de las ciencias. Pero lo que pueda
hacer o decir Comte, poco nos interesa a todos.

3
nos ajustamos, ni sus aspiraciones ni sus deseos auténticos de que su creación fuera una
ciencia, y no ser capaces de analizar, objetar, rebatir, cuestionar, criticar y reformular
cualquier cosa que Freud (o cualquier otro psicoanalista o estudioso de la obra
psicoanalítica freudiana o derivadas) haya escrito o dicho, como sujetos pensantes
autónomos que somos, y ponernos a separar el trigo de la paja, como nos corresponde
hacer en ciencias. Porque no vamos a comportarnos como niños de 4 años a los que sus
padres han malcriado, y destruir de un sablazo lo que a algunos les (nos) ha costado
sangre, sudor y lágrimas -como me repetía casi todos los días que nos veíamos mi
primera analista que iba a suponerme el atravesar ese cuasi mesiánico tratamiento
para llegar no sé cómo, a hacer conciente lo inconciente (y digo "no sé cómo" porque
ciertos aspectos pésimamente mal planteados del psicoanálisis "ortodoxo" o del
psicoanálisis en general, suponen un impedimento justamente para que podamos llegar
a eso: ya nos lo advertía Ferenczi en su Diario)-, cuando no el ostracismo o la muerte,
como le tocó no solo a Sandor Ferenczi, por el simple hecho de que no nos guste
demasiado que nuestro nombre sea borrado de la "historia" y no nos nombren
presidentes de no sé yo qué cosas y/o "instituciones" o que nos manden al bando barato
y descastado de la "disidencia" y de los excomulgados.

El texto que sigue, y que a algunos analistas puede que les parezca algo así como el
linchamiento o derrocamiento de Sigmund Freud de su propio "invento", "una falta de
respeto hacia el Padre", no es sino justo lo opuesto. Este texto lo que hace es, usando las
mismas herramientas con las que él nos dotó, y que fueran seguramente revolucionarias
en su época, honrar su esfuerzo por llegar al conocimiento de la mente humana -por
mucho que él nos despreciara en abierto y con insistencia a los seres humanos-, siempre
a pesar de sus propias resistencias y mecanismos de defensa que en redondo se negara a
analizar. Porque Sigmund Freud nos legó una cantidad inmensa de buenos recursos y
conceptos que yo personalmente uso y divulgo porque creo en ellos porque me
funcionan cuando los aplico y cuando los estudio y los pienso: una psicología que hoy
en día excluya o no comprenda ni utilice esos conceptos y recursos, no es más que un
intento desesperado de unir las patas de una silla al respaldo sin contar con el asiento,
lo que de ninguna forma constituye un paradigma útil para el cuidado y estudio del
psiquismo humano. Pero Sigmund Freud no lo hizo solo, sino en continua colaboración
con discípulos, pacientes y colegas, amigos y familiares, que tenían todos ellos, más o
menos problemas no resueltos como los tenía el mismo Freud, y que estaban
simultáneamente en plena faena de tener que analizarse entre sí aún careciendo de las
herramientas y conocimientos para hacerlo, especialmente si, como Freud, la única
manera de hacerlo (según él lo concebía, una vez se había situado y con todo derecho,
en el "trono" del "movimiento" y de ahí no bajaba por mucho que se lo sugirieran
angustiados que hiciera aunque más no fuera en privado, en secreto, aquellos que lo
amaban) era haciéndoselo él a sí mismo, con lo cual, mal íbamos, al tiempo que había
que ir construyendo el nuevo edificio a partir de analizar cientos y cientos de casos,
cada uno los suyos, y supervisándose unos a otros como podían. A resultas de todo esto,
tengo para mí que en el transcurso, tuvieron que colarse una buena cantidad de errores,
algunos muy pero que muy obvios y graves y iatrogénicos, y que les pudo haber sido,
primero, no tan sencillo advertir (por lo que se desprende, no lo son tampoco hoy), y
luego, diría yo, que imposible para algunos, o, a veces, poco conveniente admitir.
Porque si bien Freud era un hombre de ciencias, su ambición era aún mayor, lo mismo
que la de unos cuantos de sus seguidores hasta la actualidad. No supo establecer sus
prioridades y por eso, al menos en buena parte, erró, y erró mucho, secundado por sus
fieles aduladores, presuntos "continuadores", innumerables, desde el día en que nació.

4
Yo ya no tengo más ambición que la de curar a mis pacientes -es Ferenczi el que deja
algo así escrito en su Diario Clínico, casi al principio del que iba ser su último escrito-,
y por ello, como lo hiciera en su momento también Ferenczi, yo no puedo ni quiero
andarme con rodeos y por ese motivo, sintiéndolo mucho y sin medir en exceso las
consecuencias de hacerlo, hago y digo lo que siento y lo que pienso, porque sé que hago
lo correcto.

Porque una vez que he logrado higienizar mi cabeza a base de ajustarme a mí misma las
tuercas a conciencia, pero también ajustárselas a los demás hasta dejarla impoluta como
la que tenía aquel día en que tras esa incubación de 9 meses, salí "afuera" y gemí -
porque fue en ello en lo que invertí mi vida y la de mi hija y la de toda mi familia, para
evitar repetir y repetir, romper de una vez por todas con toda esa herencia enferma, que
deberíamos todos abstenernos de transmitir como si se tratara de valores, cuando
sabemos muy bien que no-, no voy a quedarme quieta, a mi recién inaugurada
sesentena, viendo cómo al resto lo que mejor le viene es mantener la suya o bien sucia o
en desorden, a costa siempre de sus clientes, incluida yo misma, mi descendencia y el
mundo que nos circunda. Porque una psicología que pretende que estudia y,
ocasionalmente, también "cura", a los hombres, si carece de una ética, no llegará a ser
ni una psicología ni tampoco llegará a ser una ciencia (y entonces, ahí sí, "Comte
tendría razón.")

Yo estoy segura de que si Sigmund Freud asomara de nuevo, ahora mismo, su cabeza,
muy a pesar suyo, se pondría de rodillas (¡qué gran vergüenza, qué gran deshonor!) para
suplicarnos que hagamos un último intento, hercúleo, por evitar que eso ocurra. A
Freud no le caería muy en gracia que nos pusiéramos todos a una los psicoanalistas a
proclamar con Lacan, tan buen y fidel amigo suyo, como los coros de Sófocles, El
triunfo -final, definitivo-, de la religiónii. No. Porque eso significaría ofrecer
nuevamente, nosotros, en sacrificio, al mismo Edipo, que es exactamente lo mismo que
siempre y muchas, muchas veces, conciente y/o inconcientemente, hizo Freud.

L. Kancepolski, Madrid, 11 de junio de 2022

"De alguna manera, toda vida narrada es ejemplar; se escribe para atacar o para
defender un sistema del mundo, para definir un método que nos es propio. Y no es
menos cierto que por la idealización o la destrucción deliberadas, por el detalle
exagerado o prudentemente omitido, se descalifica casi toda bibliografía; el hombre así
construido sustituye al hombre comprendido. No perder nunca el diagrama de la vida
humana, que no se compone, por más que se diga, de una horizontal y de dos
perpendiculares, sino mas bien de tres líneas sinuosas, perdidas hacia el infinito,
constantemente próximas y divergentes; lo que un hombre ha creído ser, lo que ha
querido ser, y lo que fue." Marguerite Yourcenar

5
SUBLIMIS2iii, que se eleva, que se sostiene en el aire.

Cuando Leonardo dice que antes de sentir amor u odio por algo hay que conocerlo, no
está diciendo que él reprima sus afectos hacia aquello que él está conociendo mientras
no lo conozca, sino que aspira, a través de conocer aquello, a experimentar un amor o a
un odio aún más auténticos, más certeros, en la medida en que, tal y como hace
Leonardo, siempre por medio de lentas y sucesivas aproximaciones, nos acerquemos a
la verdad que encierra. Leonardo no reprime sus afectos, que detalla por escrito y de
manera tal que nadie en su tiempo, ni nunca, quizás, ni averigüe ni comprenda lo que ha
escrito, esto es, su opinión y sus reflexiones más íntimas, no ya en cuanto a lo que él
ama (aún antes de conocerlo o a medida que lo va conociendo), sino en cuanto a lo que
odia o le disgusta, cosas que detesta que existan o que sucedan, pero que aún así las
investiga e incluso las inventa, las mejora o las re-inventa.
2
N.A. Todas las definiciones etimológicas en este texto proceden de la misma página web (ver
nota al final)

6
La palabra descubrir viene de una formación del latín vulgar y panromana que ha
quedado en todas las lenguas romances. Una complicada formación léxica sustituyó el
verbo denudare, desnudar, quitar las vestimentas o despojar a alguien de algo por
discooperire. Operire significa cubrir del que vienen términos como opérculo, tapadera,
para designar órganos que cubren otras como las agallas de los peces. 3 Cooperire
significa tapar, cubrir entera y completamente, o sea, cubrir. Luego a cooperire el latín
vulgar le añadió dis, no ya en el sentido de “separación por múltiples vías” que procedía
del latín clásico, sino con el sentido de des (inversión de una acción ya hecha.)
Discooperire significaba destapar algo que antes se había tapado o había permanecido
oculto, y de ahí nuestro vocablo "descubrir." ¿Qué sentido tiene para nosotros la palabra
"descubrir" hoy? ¿En qué sentido alguien es un descubridor? ¿Es alguien que investiga
algo y nos lo revela, nos lo pone de manifiesto, nos lo presenta o nos lo re-presenta o es
alguien que nos desnuda, y nos despoja de algo y luego nos usa de tapadera para
invertir, revertir, una acción como la de cubrir algo, que ya había sido hecha?

¿No podemos decir que mientras Leonardo investigaba algo para dis-cernirnos ese algo
para luego cribarlo, Freud se dedicaba a des-cubrirnos, re-vertirnos e in-vertirnos, des-
pojarnos para luego usar eso de tapadera y/o, del griego, calyptra, para "taparse",
"cubrirse", él mismo de algo, o quizás algo de alguien? (Cribar significa separar la
semilla mala de la buena.)

Parece ser que Freud, nunca tuvo del todo claro si amaba u odiaba aquello que
investigaba ni tampoco a qué aspiraba con sus proyectos. La "Academia Freudiana", a
diferencia de la vinciana, no era simplemente un "juego", un mero entretenimiento con
el que Da Vinci desperdiciaba su "tiempo." A diferencia de Freud, parece ser que, según
apunta Freud, Leonardo llegó a no coger sino "de mala gana los pinceles, dejando
inacabadas en su mayor parte las pocas obras pictóricas que emprendía y sin que le
preocuparan los destinos ulteriores de las mismas … su anhelo de saber permaneció
orientado hacia el mundo exterior, como si hubiera algo que le alejase de la
investigación de la vida anímica del hombre. En la 'Academia Vinciana', para la que
dibujó emblemas artísticamente complicados, se concedió un lugar muy pequeño a la
Psicología."

Freud también dice: "Se ha investigado en lugar de obrar y crear. ... como opina Solmi
impulsado por el deseo de perfeccionar su arte, estudiando las cualidades y leyes de la
luz, los colores, las sombras y la perspectiva, con el fin de alcanzar la más alta maestría
en la imitación de la Naturaleza y mostrar a los demás el camino que a ella podía
conducirlos." Pero luego agrega: "Probablemente se formaba ya una idea exagerada del
valor de estos conocimientos para el artista." 4 Y luego: "Después, y siguiendo la
orientación de las necesidades pictóricas, pasó a la investigación exterior5 de los objetos
de la pintura, … y luego a la de su estructura interna y sus funciones vitales, elementos
que también se expresan en la apariencia y demandan del arte una representación. ...
Pero su anhelo de saber permaneció orientado hacia el mundo exterior, como si hubiera
algo que le alejase de la investigación de la vida anímica del hombre."
3
Ver estudios de Sigmund Freud con la anguilas
4
No puedo llegar a comprender cómo podría concebirse como "exagerada" la importancia que
Leonardo atribuyó al estudio de todas esas cosas que Freud lista. A la vista están para todos
nosotros los resultados de dicha "exageración" magnífica.
5
N.A. Las cursivas en las citas son siempre mías.

7
Dice Freud que Leonardo a la psicología "apenas le concedió un pequeño lugar", como
se puede ver en su Monna Lisa (y esto sí es una ironía), a la que concedió tan solo ¡4
años de su vida!, o en La Última Cena, en la que Leonardo se prodigó entre 4 y 6 años,
según las distintas fuentes, mientras que su Santa Ana, con la Virgen o en el Niño o La
Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana fue, al parecer un encargo que se le hizo a Leonardo
en 1499, del que hubo algunos cartones como el que se exhibe en la National Gallery, y
finalmente, la pintura que data de entre 1508 y 1510, carentes como bien se ve de
ningún atisbo de profundización "psicológica" de los personajes representados o
retratados... Para Freud su saber, el de Leonardo, se orientó al mundo exterior, al
mundo de lo aparente, de la ficción.

Los que no entienden de arte, suelen confundir la creatividad con el engendrar, crear
una obra de arte. El caso es que Leonardo no pretendía "crear." No le interesaba en
nada "lo creativo", como podría tal vez, ser el caso de Botticelli a quien Leonardo,
como pintor, reprocha justamente el que quiera ser "creativo" en lugar de ajustarse al
estudio y representación de las cosas como son. Lo suyo era conocer y copiar del
natural, de lo ya creado. Pero en Freud se confunden lo artístico que él ve, o parece a
veces que ve, como algo meramente visual, externo, aparente -que luego achaca al
pintor-, con la "creatividad." De crerare deriva el verbo engendrar. Y engendrar se
compone de in (penetrar) y generar (producir.) Pero producir, del latín, viene de verbo
latino producere: pro, hacia y ducere, guiar, conducir. Lo cual significa que pareciera
que hay dos significados para engendrar y para producir. Uno requiere de penetración, y
el otro es simplemente engendrar algo para ir o guiar o conducir hacia adelante, y en el
que no se habla de "penetración." Porque penetración es entrar al interior de algo,
ingresar llegando hasta el fondo. Hoy se habla únicamente de "productividad" sin que
exista ninguna necesidad de que se llegue hasta el fondo de. También Freud parece no
saber muy bien cuándo se debe hablar de generar algo en un sentido o en el otro
sentido.iv

"… Del ansia de saber del niño testimonia su incansable preguntar, que tan enigmático
parece al adulto mientras no se da cuenta de que todas estas preguntas no son sino
rodeos en torno de una cuestión central y que no pueden tener fin porque el niño
sustituye con ellas una única interrogación, que, sin embargo, no planteará jamás
directamente. Cuando el niño llega a un período más avanzado de la infancia y ha
ampliado sus conocimientos, se interrumpe con frecuencia, de repente, esta
manifestación del ansia de saber." No, lo que se interrumpe no son sus ganas o ansias de
saber, sino que comienza una etapa nueva que implica que el niño ya sabe algo, que ya
ha comprendido algo, lo que para él por el momento es suficiente. 6 Sobre esto el niño no
quiere saber más, no por ahora porque, ¿qué podría aportarle el saber enciclopédico, y/o
gráficamente representado o visualizado y/o "adultificado" sobre ese tema en concreto?
Sus cuestionamientos anteriores en torno al origen del hombre y de las cosas, en cuanto
a su propio origen, también en torno a lo sexual, procedían de su auténtica curiosidad
emocional e intelectual. En esta nueva etapa el niño focaliza su atención en otra serie de
cosas que le intrigan, que el entorno le brinda o a veces le escatima, y para las cuales se
encuentra completamente receptivo, y que, aunque sí tengan relación con aquellas otras
algo más tempranas, porque todas las cosas que el hombre llega a saber, a conocer, se
6
Ferenczi, S., Confusión de lengua entre los adultos y el niño. (1933b) El lenguaje de la ternura
y de la pasión

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relacionan unas con las otras, sí son un rodeo hasta que algo dentro de él le conduzca a
la satisfacción plena de algún deseo, de experimentar con su propio cuerpo qué es
aquello, por ejemplo. No se trata de un deseo que el niño haya reprimido, se trata
simplemente de un deseo. Por otro lado, me parece bastante obvio que aún cuando el
niño consiga preguntar, usar el lenguaje recientemente adquirido para hablar,
comunicarse oralmente y preguntar, las re-flexiones e intuiciones del niño acerca de sí
mismo y de todo lo demás comienzan en cuanto y/o a la vez que se va desarrollando
afectiva, sensorial y cognitivamente su "aparato de pensar", que en su inicio es
únicamente emocional. El niño se estaría planteando esas mismas cuestiones, pero de
manera quizás algo "difusa" o "con-fusa", y aunque relacional, íntima. Esa mirada que
el lactante entrega a su madre, también es una manera de preguntar, ¿qué es todo esto
tan increíblemente bello, mamá, que me/nos está ocurriendo? ¿Qué eres tú mamá, y qué
soy yo y quién vendría a ser mi papá, y qué es esto de lo que me alimento? Porque la
comunicación humana comienza desde mucho antes de que empleemos el lenguaje.

"De todo esto nos proporciona una completa explicación la investigación psicoanalítica,
mostrándonos que muchos niños, quizá la mayoría y desde luego los más inteligentes,
atraviesan a partir de los tres años un estadio que podríamos calificar de período de la
investigación sexual infantil. El deseo de saber no despierta, que sepamos,
espontáneamente en los niños de esta edad, sino que es provocado por la impresión de
un suceso importante: el nacimiento de un hermano o el temor a tal posibilidad,
considerada por el niño como una amenaza de sus intereses egoístas.

… La investigación recae sobre el problema del origen de los niños, como si el infantil
sujeto buscase el medio de evitar un tal indeseado acontecimiento. Averiguamos así con
asombro que el niño rehúsa creer los datos que sobre esta materia le suelen ser
proporcionados; por ejemplo, la fábula de la cigüeña, tan significativa mitológicamente,
y que este acto de incredulidad inicia su independencia intelectual y a veces su
oposición al adulto, al que no perdonará ya nunca su engaño."

Aquí Freud nos describe su propia experiencia en cuanto a su investigación infantil.

Nos dice Freud que "…Que yo sepa, sólo una vez incluye Leonardo en sus apuntaciones
científicas algo referente a su infancia." Lo que puede parecernos cierto si tomamos
como referencia únicamente sus apuntaciones. Pero no si tomamos como referencia las
obras de Leonardo en las que represnta a los nini lo que sabemos acerca de su
"infantilismo." Y sigue: "En un lugar en el que trata del vuelo de los buitres se
interrumpe de repente para seguir un recuerdo de sus más tempranos años infantiles que
surge en su memoria: ‘Parece como si me hallara predestinado a ocuparme tan
ampliamente del buitre, pues uno de los primeros recuerdos de mi infancia es el de que,
hallándome en la cuna, se me acercó uno de estos animales, me abrió la boca con su
cola y me golpeó con ella, repetidamente, entre los labios.’” Freud dice: “Nos hallamos,
pues, ante un recuerdo infantil y por cierto singularísimo, tanto por su contenido como
por la época en que es situado. No es quizá imposible que un individuo conserve
recuerdos de la época de la lactancia, pero tampoco puede considerarse como cosa
demostrada." Puede muy bien concebirse como posible que Leonardo tuviese un
recuerdo tan insólitamente temprano, o puede que la lactancia de Leonardo durara
algunos años, o puede que Leonardo imaginase que tuvo lugar cuando se hallaba en la
cuna y no en la cama, o que quisiera situar ese recuerdo que sí pudo haberle pasado
porque Leonardo jugaba con los pájaros, en época muy temprana, por los motivos

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inconcientes que fueran. Freud sigue. “De todos modos, el contenido de este recuerdo
de Leonardo, o sea el hecho de que un buitre se acercase a su cuna y le abriera la boca
con la cola, nos parece tan inverosímil v y fabuloso, que nos inclinamos a aceptar una
distinta hipótesis, con la que eludimos las dos dificultades antes indicadas. La escena
con el buitre no constituiría un recuerdo de Leonardo, sino una fantasía ulterior
transferida por él a su niñez.” Aquí Freud insiste en confundir el que podamos tener un
recuerdo de algo que realmente nos ha pasado, por mucho que nuestro recuerdo no sea
exacto, con lo que fantaseamos, imaginamos, queremos creer que nos ha pasado. "Los
recuerdos infantiles de los hombres no tienen a veces otro origen. En lugar de
reproducirse a partir del momento en que quedan impresos, como sucede con los
recuerdos conscientes de la edad adultavi, son evocados al cabo de mucho tiempo,
cuando la infancia ha pasado ya, y aparecen entonces deformados, falseados y puestos
al servicio de tendencias ulteriores, de manera que no resultan estrictamente
diferenciables de las fantasías." Y luego dice: "Como mejor podemos explicarnos su
naturaleza es pensando en el nacimiento de la crónica histórica en los pueblos
antiguos. ... Mientras el pueblo fue pequeño y débil no pensó en escribir su historia y se
consagró a labrar su suelo, a defender su existencia contra sus vecinos, a ampliar sus
dominios y a enriquecerse. Fue ésta una época heroica y sin historia." Y luego: "Pero a
ella sucedió otra en la que el pueblo adquirió ya consciencia de sí mismo, se sintió rico
y poderoso y experimentó la necesidad de averiguar de dónde procedía y cómo había
llegado a su estado actual. La Historia, que había comenzado por anotar simplemente
los sucesos de la actualidad, dirigió entonces su mirada hacia el pasado, reunió
tradiciones y leyendas, interpretó las supervivencias del pretérito en los usos y
costumbres y creó así una historia del pasado prehistórico. Pero esta prehistoria habla de
constituir, sin remedio, más bien una expresión de las opiniones y deseos
contemporáneos que una imagen del pasado, pues gran parte de éste había caído en el
olvido, otra se conservaba deformada, muchas supervivencias se interpretaban
equivocadamente bajo la influencia de las circunstancias del momento y sobre todo no
se escribía la historia por motivos de ilustración objetiva, sino con el propósito de actuar
sobre los contemporáneos." O sea que, 1. de repente, para Freud, no hay ningún punto
de verdad, ni siquiera simbólico, ni en las leyendas ni en los cuentos ni en los mitos ni
en la transmisión oral de la que se servían los pueblos antes de aparecer la escritura. Y
luego, 2. quizás Freud esté, inconcientemente hablando de su propio invento, el
psicoanálisis: que según él lo ve, serviría para actuar sobre lo contemporáneo, y no ya
para ilustrar de manera "objetiva" aquellos recuerdos y hechos del pasado que puede
que sean ciertos, independientemente de cómo queramos interpretarlos. "El recuerdo
consciente que los hombres conservan de los sucesos de su madurez puede compararse
a esta redacción de la Historia, y sus recuerdos infantiles corresponden, tanto por su
origen como por su autenticidad, a la historia de la época primitiva de un pueblo,
historia muy posterior a los hechos y tendenciosamente rectificada." O sea, Freud (y
luego también otros…), atribuye al paciente y al inconciente la tendenciosidad que es
suya. No veo yo en este recuerdo de Leonardo tendenciosidad alguna, como no sea la de
que se relaciona con su deseo de investigar a las aves, investigar su vuelo, todo sobre
ellos, y volar. En cualquier caso es inocente en tanto no sospecha que su recuerdo
pueda en el futuro ser interpretado como un signo de homosexualidad. "Esta fantasía
presenta un carácter singularmente pasivo y recuerda determinados sueños y fantasías
de las mujeres o de los homosexuales pasivos (aquellos que desempeñan en el comercio
sexual el papel femenino)." No me parece a mí que pueda existir ninguna relación entre
la "fantasía pasiva" de las mujeres con la fantasía pasiva de los homosexuales que se
presentan como mujeres para comerciar, más allá de que como Freud bien señala solo

10
se tratarían de fantasías: la pasividad "sexual" estricta no se puede dar, como no sea en
el marco de la necrofilia. Y tampoco entiendo por qué sorprende que un niño pueda
tener un recuerdo o una fantasía "singularmente pasiva." ¿Acaso un varón no puede
tener una fantasía de ese tipo sin que por eso se diga que necesariamente es una fantasía
pasiva de tipo "sexual" u "homo-sexual"? Pero luego Freud agrega: "…Detrás de la
fantasía no se esconde otra cosa que una reminiscencia del acto de mamar del seno
materno o ser amamantado por la madre, bella escena humana que Leonardo, como
tantos otros pintores, reprodujo en sus cuadros de la Virgen con el Niño." 1. En el caso
de que veamos en este recuerdo una reminiscencia de la escena de amamantamiento, en
el amamantamiento no hay actitud completamente pasiva por parte del niño.
Precisamente, si el niño no succiona, si no hace ese esfuerzo, no puede recibir el
alimento. Todo el cuerpo, la mente del niño, participan activamente del momento. Y 2.
Cómo es que de hablar de que el varón tiene que haber tenido una fantasía de tipo
homosexual, llegamos a la escena del amamantamiento. 7 Me parece que es indiscutible
que cualquier situación que se establezca entre dos, Freud la interpreta como una
relación en la que uno de los dos domina y el otro es sometido, o se somete sin más.
Freud naturalmente no comprende qué le pasa por la mente a alguien que "disfruta" de
tener que, según él, "someterse": "De todos modos, nos resulta aún incomprensible que
esta reminiscencia, de igual importancia en ambos sexos, quedase transformada por
Leonardo en una fantasía homosexual pasiva." Y continúa: "¿De dónde procede este
animal y cómo aparece incluido en el lugar en el que lo hallamos? Surge en nosotros,
ante esta interrogación, una ocurrencia, tan lejana a primera vista, que casi nos sentimos
inclinados a renunciar a ella. En los jeroglíficos sagrados de los antiguos egipcios, la
imagen correspondiente a la madre es siempre la del buitre. Los egipcios adoraban
asimismo a una divinidad materna con cabeza de buitre o con varias cabezas, de las
cuales una por lo menos era de buitre. El nombre de esta diosa se pronunciaba Mut,
circunstancia que nos hace pensar en una posible conexión del mismo con nuestra
palabra 'madre' (Mutter), a menos que se trate de una similicadencia puramente casual.
Hallamos, pues, que el buitre presenta realmente una relación con el concepto de madre,
pero al principio no vemos cómo ha de auxiliarnos esta circunstancia en nuestra labor de
interpretación, dado que no podemos atribuir a Leonardo tal conocimiento, pues la
traducción de los jeroglíficos no se hizo posible hasta los descubrimientos de François
Champollion. … Nos interesa también averiguar de qué manera llegaron los antiguos
egipcios a elegir el buitre como símbolo de la maternidad. … el buitre pasaba por ser el
símbolo de la maternidad, a causa de la creencia de que no había más que buitres
hembras y que esta especie de aves carecía de machos. La Historia Natural de los
antiguos conocía asimismo una contraparticipación de esta limitación, pues sostenía que
entre los escarabajos, adorados también por los egipcios como divinidades, no existían
más que machos. … Pero entonces, ¿cómo se llevaba a cabo la fecundación de los
buitres, si no existían más que hembras? EI libro de Horapolio nos allana esta dificultad,
afirmando que, llegada una cierta época del año, se mantienen estas aves inmóviles en el
aire, abren la vagina y son fecundadas por el viento. … Entre tales libros no faltaban
obras, tanto antiguas como contemporáneas, de Ciencias Naturales, y todos ellos
existían ya impresos en aquella época, siendo, además, Milán, residencia de nuestro
artista, el foco principal del naciente arte de imprimir en Italia.

'Caeterum hanc fabulam de vulturibus cupide amplexi sunt Patres Ecclesiastici, ut ita
7
En su escrito sobre el caso del pequeño Hans, Freud dice que la identificación por parte del
niño de las ubres de las vacas con el pene, con su "cosita", repugna a la mente. Pero aquí
Sigmund Freud hace exactamente lo mismo que aquel niño hizo en su ingenuidad.

11
argumento ex rerum natura petito refutarent eos, qui Virginis partum negabant; itaque
apud omnes fere hujus rei mentio occurrit.' 'Pero esta es una historia de buitres.'

... la fábula de la unisexualidad y de la fecundación de los buitres no quedó ilimitada a


una anécdota indiferente, como la de los escarabajos, pues los padres de la Iglesia se
apoderaron de ella para utilizarla como argumento tomado de la Historia Natural contra
los que dudaban de la Historia Sagrada [de la virginidad de María]. Si conforme a los
datos más fidedignos de la antigüedad eran fecundados los buitres por el viento, ¿por
qué no podía haber pasado una vez algo análogo a una hembra humana? Tal aplicación
hacía que 'casi todos' los padres de la Iglesia relatasen en sus escritos la fábula del
buitre, y de este modo no podemos dudar ya de que por medio de tan poderosos
patronos llegó también hasta Leonardo. … Habiendo leído una vez en un padre de la
Iglesia o en un libro de Historia Natural que todos los buitres eran hembras y se
reproducían sin necesidad de la cooperación del macho, surgió en él un recuerdo que
quedó transformado en la fantasía citada; pero cuyo significado era el de que también él
había sido una tal cría de buitre, que había tenido madre, pero no padre, y a este
recuerdo se añadió luego, en la única forma en la que tan tempranas impresiones pueden
exteriorizarse, un eco del placer hallado en la succión del seno maternal. La relación de
su fantasía con la representación de la Virgen amamantando al Niño, tan grata a todos
los artistas, hubo de contribuir a hacerla grandemente valiosa e importante para
Leonardo, pues mediante ella se identificaba con el Niño Jesús, consuelo y redentor de
todos y no de una sola mujer." En efecto, seguramente llegara a oídos de Leonardo la
fábula del buitre hembra que da hijos sin necesidad de macho. Y es casi seguro que
como tantos otros asoció eso con la idea de que su madre pudo haberlo engendrado sin
participación de su padre ya que de hecho el padre no estuvo presente durante sus
primeros años de vida, lo que pudo llevarle a identificarse con el niño Jesús. De modo
que podemos interpretar este recuerdo de Leonardo, como él mismo dice, en el sentido
de que estaba predestinado a investigar a ese bicho (y de paso la virginidad de su mamá
y de la Virgen), quizás para saber qué había de cierto en cuanto a lo que se decía de
que podía preñarse gracias 'al viento.' O sea que Leonardo parece partir del asombro o
incredulidad que esa historia le causaba. Es más, luego vemos que Leonardo no solo se
dedicará a investigar a este peculiar pájaro, que dicen que no era un buitre sino un
milano, sino que extiende su investigación a todos los pájaros, mujeres y madres y fetos,
pero también al vuelo de los pájaros y al viento. O sea, nos preguntamos, ¿qué había en
la leche de la madre mut de Leonardo que lo incitó a querer remontar vuelo, cosa que
este niño prodigio logró? Si por algún caso Leonardo hubiera tenido alguna vez una
fantasía homoerótica, nos parece bastante e-vidente que muy precozmente la sublimó.

Pero lo más grave es, como todos ya sabemos, y como menciono antes, que Leonardo
hablaba de un milano, y no de un buitre. Sin embargo, Freud nos habla de un buitre
porque al parecer, ese libro de Leonardo que llegó "casualmente" a manos de Freud, era
"una mala traducción." Nada es 100% "casual." Si Freud se agarró como se agarró a esa
mala traducción (no sé a qué pudo deberse el equívoco del traductor... al que aquí no
podremos "analizar"), no fue "por nada." Él necesitaba que ese pájaro fuera un buitre y
no un milano ni ningún otro pájaro, porque de no haber sido un buitre no hubiera podido
conectar nada. Él necesitaba creer que para Leonardo la tan preciada escena para todos
los artistas, del niño amantándose de la Virgen, era un acto homosexual. La madre que
amamanta a un niño somete y domina al niño. Las ubres de las vacas son penes, y los
pezones de las mamás, igual. Ergo, todo varón que es amamantado, que, se somete a, la
mamá, tiene que ser, por "defecto", homosexual. Y todo esto a resultas de que Freud

12
cree con firmeza que existe la dicotomía actividad-pasividad, y de que no puede
concebirse a sí mismo como ese neonato que él fue viéndose dominado y sometido por
su mamá, y tiene que proyectar sus conflictos con su mamá, una mujer que sí lo domina
y lo somete, en los demás, para así poder huir horrorizado de lo que él cree que tuvieron
que haber sido sus fantasías homosexuales hacia la figura de su papá y que quizás ni
siquiera fueran tales.

Pero además, Freud necesita que Leonardo se dedique a la investigación de los pájaros
buitre en particular porque, al igual que las anguilas, parece que son animales cuya
manera de aparearse y reproducirse, su sexualidad o genitalidad, era al menos extraña,
misteriosa o discutible. Para Freud, a Leonardo lo que le interesaba era desentrañar el
misterio de la genitalidad del buitre, y no "estudiar el vuelo del buitre", ni la posibilidad
de volar en general. Yo no recuerdo haber visto jamás un dibujo de Leonardo que
representara ni siquiera, por ejemplo, la penetración vaginal por el falo, o un dibujo de
un falo (no digo que no lo pueda haber); sí recuerdo el dibujo muy preciso del órgano
sexual femenino y el del feto en el útero. Es decir, Leonardo siente un interés científico,
o un "amor" científico por la mujer y por la mujer con su bebé, que también es un modo
de volar (o de "flotar"), tanto para el bebé como para la mamá. Y casualmente,
amamantarse, también lo es.

"… Una breve reflexión nos advierte ahora que no debemos dar por terminado nuestro
análisis de la fantasía infantil de Leonardo con el esclarecimiento del significado de la
cola del buitre, pues contiene aún otras varias incógnitas. La más singular de todas ellas
es la de sustituir el acto de mamar del seno materno por el hecho de ser amamantado 8, o
sea una situación activa por otra pasiva, y de indudable carácter homosexual. Teniendo
en cuenta la tradición histórica de que Leonardo se comportó durante toda su vida como
un hombre de sentimientos homosexuales9, se nos impone la interrogación de si esta
fantasía no revela un enlace causal entre las relaciones infantiles de Leonardo con su
madre y su posterior homosexualidad manifiesta, aunque ideal. No nos atreveríamos a
deducir una tal conexión de los recuerdos deformados de Leonardo si las
investigaciones psicoanalíticas de pacientes homosexuales no nos hubieran mostrado la
existencia real de tal relación, íntima y necesaria además. ... Sadger 10 hace resaltar que
las madres de sus pacientes homosexuales eran en muchos casos mujeres hombrunas, de
enérgico carácter, que podían desplazar al padre de su puesto en la vida familiar o
sustituirle. … Llega incluso a parecer que la existencia de un padre enérgico garantiza al
hijo la acertada decisión en su elección de objeto sexual, o sea la elección de un objeto
sexual del sexo opuesto." Me parece a mí que el carácter de Caterina no pudo
corresponderse con ese estereotipo de mujer hombruna que describe Sadger, que por su
carácter enérgico desplaza al padre de "su puesto" y que eufemísticamente parece querer
decirnos Freud que pudo haber tratado al hijo con "excesiva ternura" por no decir que lo
estimulaba con tocamientos eróticos y no precisamente "tiernos". El padre aquí, un
hombre al parecer, de carácter fuerte, con un status social elevado, se fue por su propio
8
Esto que Freud explica, como yo heterosexualmente mamo de ti o tú me amamantarás, a mí,
como homosexual, no se da jamás.
9
Deben de existir infinitas y "muy fiables fuentes" acerca de lo que Leonardo sentía en su fuero
interno, basadas naturalmente en observaciones "conductuales" igualmente "fiables."
10
Desgraciadamente, acerca de Sadger, he encontrado el siguiente artículo
https://www.revistadelibros.com/isidor-sadger-y-sigmund-freud/, que para lo único que nos
sirve es para generar aún más confusión

13
pie tras dejar embarazada a esta campesina, y, como antes nos dice Freud, dejando a la
mujer y al hijo abandonados y añorando la presencia de ese padre. Nadie desplazó aquí
al padre. Si de que el padre sea un hombre enérgico depende que el hijo no sea
homosexual, la biografía de muchos varones gays desmiente esto de manera yo diría
que trepidante y contundente. La sola idea de que Leonardo pudo haber inferido que su
madre le había concebido por la gracia divina o del viento como al Niño Jesús… como
formula Freud más arriba, ya de por sí nos revela que esa mujer no pudo haber sido
percibida por Leonardo como una mujer hombruna. Las imágenes de mujer que vemos
en todas y cada una de las pinturas de Da Vinci, nos hablan de mujeres no ya bellas,
sino profundamente entregadas al hijo, tiernas, delicadas, e inteligentes, y no hombrunas
(y recordemos aquí lo que dijimos antes: que Leonardo no concebía al arte como algo
meramente "creativo"; lo que él buscaba era representar la esencia de lo que fuera que él
quisiera representar, con lo cual esas mujeres de Leonardo, representan necesarimanete
la idea de madre que Leonardo tiene en la cabeza.) Y no digo esto porque crea que
Leonardo "acertara" (sic) en cuanto a su elección "de objeto", sino solo para vertir una
interpretación algo diferente en cuanto a lo que Freud cree que lee bien y de manera
rigurosa, sin llegar a ver sus propios contenidos inconcientes que se manifiestan casi en
cada renglón de este texto. Casi cualquiera que tenga conocimiento acerca de la relación
de la madre de Freud con Freud y con el anciano padre de Freud, y de las acciones de
Freud, llegará velozmente a las mismas conclusiones que yo.

“… EI niño reprime el amor a su madre, sustituyéndose a ella; esto es, identificándose


con ella y tomando como modelo su propia persona, a cuya semejanza escoge sus
nuevos objetos eróticos. De este modo, se transforma en homosexual o, mejor dicho,
pasa al autoerotismo, dado que los niños objeto de su amor no son sino personas
sustitutivas y reproducciones de su propia persona infantil, a las que ama como su
madre le amó a él en sus primeros años. Decimos entonces que encuentra sus objetos
eróticos por el camino del narcisismo, refiriéndonos a la leyenda griega de aquel
adolescente llamado Narciso, al que nada era tan amado como su propia imagen,
reflejada en el agua, y que fue transformado por los dioses en la bella flor que aún lleva
su nombre. … Cuando parece perseguir con ardiente amor a otros muchachos, lo que
hace es huir de las mujeres, que podían llevarle a incurrir en infidelidad. ... Aquello que
por razones prácticas denominamos homosexualidad puede surgir de muy diversos
procesos psicosexuales de coerción, y el proceso por nosotros descubierto no es quizá
sino uno entre muchos, no refiriéndose sino a uno de los diversos tipos de
'homosexualidad'. … hemos de considerar verosímil que sus contemporáneos no
incurrieran en groseros errores al juzgar su personalidad." He aquí nuevamente esa
contradicción de lo que observa o deduce Freud: ¿era la madre de Da Vinci una mujer
hombruna o por el contrario era un mujer que cuidaba tiernamente de su hijo como Da
Vinci "de sus 'discípulos'"? ¿Se "travestía" Da Vinci? “Habiéndolos escogido por su
belleza y no por su talento, ninguno de sus discípulos -Cesare de Sesto, G. Boltraffio,
Andrea Salaino, Francesco Melzi, etc.- llegó a ser artista de renombre. En su mayoría no
consiguieron adquirir una personalidad propia y desaparecieron sin legar a la historia
del arte una fisonomía definida. Otros artistas que deben ser considerados como
discípulos de Leonardo y continuadores de su técnica pictórica, así Luini y Bazzi,
llamado el Sodoma, no llegaron probablemente a conocerle." Nuevamente nos
contradecimos: o Leonardo fue una buena y tierna madre para sus "hijos" y logró sacar
a estos adelante, por ejemplo, en el ámbito del arte como haría una madre dedicada y
tierna, o que para Leonardo estos discípulos tenían en su vida una función distinta, y
quizás su conducta fuera tan solo la de un buen o mal padre. Freud deduce el que

14
Leonardo eligiera discípulos por su belleza y no por sus talentos como algo relacionado
claramente con su tendencia a la homosexualidad sin reparar en que Leonardo no
pretendió nunca crear de verdad una Academia, una escuela vinciana. Y también deduce
que esa falta de actividad y de necesidad sexual que las observaciones de sus
contemporáneos acerca de la personalidad de este insigne maestro, que no podían ser
groseros errores de juicio, indica que Leonardo debía de tener alguna clase de problema
sexual. Freud nos transmite siempre que no concibe que un hombre no sea sexualmente
activo o no tenga necesidades sexuales, que sea "pasivo", pero parece que sí concibe
como algo normal, corriente, el que alguien pinte por ejemplo obras como las que pintó
Leonardo. Ya conocemos la anécdota que Freud nos cuenta acerca de su padre
recogiendo el sombrero. Para Freud esa actitud del viejo padre era algo inimaginable en
un hombre, insoportable y muy humillante. Creo que lo que Freud le reprochaba al viejo
padre, y seguramente con mucha razón, era el no haber podido poner coto a los
continuos avances eróticos de su madre para con él. En cualquier caso no me consta que
Freud expresara indignación por la conducta de su madre y su irrefrenable acoso. … "La
aparición de la situación homosexual en su fantasía del buitre se nos haría entonces
comprensible, pues no significaría sino lo que antes hemos afirmado con respecto a
dicho tipo, y su traducción sería la siguiente: Por mi relación erótica con respecto a mi
madre he llegado a ser un homosexual. ... Mi madre puso en mi boca infinidad de
apasionados besos. [O sea, según Freud, el pájaro le abrió la boca a Leonardo para
besarle los labios. Esta fantasía de Freud y/o asignada a Leonardo, a mí me resulta más
parecida a cómo la madre roza apenas los labios del bebé para que éste los entreabra con
el fin de amamantarle, es decir, al revés, y antes de. Pero aún así, sí puede darse el caso
de que la madre, una vez que el niño entreabre los labios, medio dormido, y que "no
acierta a em-bocarle", juguetee cariñosamente con el crío como para despertarle. En
cualquier caso, el recuerdo de Leonardo no nos indica que nadie le hubiera "in-
troducido" nada por entre los labios, como no sea un "secretillo", un poco de "aliento",
de viento, de "aire fresco."] La fantasía se halla, pues, compuesta de dos recuerdos: el
de ser amamantado por la madre [como hemos dicho, esto no es cierto] y el de ser
besado por ella." [Como hemos dicho, esto tampoco es cierto.] Aquí de repente Freud
ve infinitos y apasionados besos y altamente erotizantes o incluso, perversos, donde
antes había dicho que veía amantamiento. Se refiere obviamente a su propia madre.

"En el rostro bellamente singular de la florentina Monna Lisa de Giocondo ha fascinado


e intrigado con máxima intensidad a los contempladores. Precisaba de una
interpretación y ha encontrado infinitas, pero ninguna satisfactoria: ... Muther 11 escribe:
'Aquello que fascina al espectador es el demoníaco encanto de esta sonrisa. … Cientos
de poetas y literatos han escrito sobre esta mujer, que tan pronto parece sonreírnos
seductoramente como dejar perderse en la lejanía una mirada fría y sin alma; pero
ninguno ha descifrado su sonrisa ni interpretado sus pensamientos. Todo en este cuadro,
incluso el paisaje, parece sumergido en una densa y ardorosa sensualidad.'" En mi vida
he visto en la Gioconda eso que Muther ¿Mut? parece haber visto: ¿una mirada sin alma
y fría? ¿Demoníaco encanto de su sonrisa? Tampoco veo excesiva "seducción" en esa
sonrisa más bien levemente inquisitiva y reflexiva, del que ya sabe, y tranquila, ni nada
me transmita especial "ardor", aunque sí densidad en el sentido de algo que se ha
condensado, en el que se ha profundizado, y sensualidad propia de una mujer
suficientemente madura que se complace de sí misma y de los demás, sin mayores
11
No sabemos quién es Muther. En 1909 publicó Geschichte der Narelei, Historia de la tontería
o de la estupidez. Nota al pie, Freud, S. Obras Completas, Tomo II, Biblioteca Nueva

15
"expectativas orgiásticas." Muchos parecen haber quedado fijados a los labios de esta
señora, al enigma de su sonrisa -lo mismo que Freud quedara fijado a los labios de
Leonardo y la "cola" del pájaro: a lo "externo" del pájaro, y no al significado interno
que todo eso tenía para el niño Leonardo-, pero pocos parecen haberse fijado en cómo
esa sonrisa conecta con la expresión de los ojos de Leonardo, etc., como si no
consiguieran ver ahí un rostro, el magnífico espejo en el que Leonardo se veía a sí
mismo de pequeño. Y sin embargo, luego Freud nos aclara: "… Dejando insolucionado
el enigma fisonómico de la Gioconda, consignaremos el hecho indudable de que su
sonrisa12 fascinó al artista con no menos intensidad que a todos los que la han
contemplado en los cuatrocientos años transcurridos desde entonces. La enigmática
sonrisa retorna, a partir de este momento, en todos sus cuadros y en los de sus
discípulos. Tratándose de un retrato, no podemos suponer que Leonardo prestó al rostro
de la retratada un rasgo fisonómico tan expresivo sin que, en realidad, lo poseyera ella.
Habremos, pues, de admitir que Leonardo halló tal sonrisa en su modelo [seguramente
la mamá, y quizás no del todo esta singular señora] y quedó tan subyugado por su
atractivo, que adornó con ella desde aquel momento todas las libres creaciones de su
fantasía.vii Esta hipótesis aparece expresada por A. Konstantinowa en la forma siguiente:
‘Durante el largo tiempo que el maestro dedicó al retrato de Monna Lisa, se infundió
con una tan intensa participación del sentimiento en los encantos de aquel rostro
femenino, que los transfirió luego -especialmente la enigmática sonrisa y la
singularísima mirada- a todos los rostros que más tarde hubo de pintar o dibujar, Así,
volvemos a hallar tales rasgos peculiarísimos en el San Juan Bautista del Louvre y sobre
todo en La Virgen con el Niño y Santa Ana, conservada también en este mismo
museo.’"

Para Freud, la identificación de Leonardo con su padre "tuvo una fatal consecuencia"
para la actividad pictórica. "Creaba la obra y cesaba en el acto de ocuparse de ella,
como su padre había hecho con él." 1. Si Leonardo logra identificarse con su padre, la
homosexualidad queda en entredicho. 2. Freud confunde, obviamente, productividad,
mera "productividad" y "utilidad", con lo que es creación auténtica. Creo que viene muy
al caso referir aquí al lector al libro Los sonámbulos, de Arthur Koestler. "… escribió en
su Diario: 'EI duque perdió sus estados, su fortuna y su libertad, y no Ilevó a término
ninguna de sus obras.' Es singular, y desde luego muy significativo, que Leonardo
dirigiese aquí a su padrone el mismo reproche que la posteridad [yo, que "pertenezco a
esa posteridad", a Leonardo, honestamente no tengo nada que reprocharle; ni tampoco
tengo nada que "reprocharle" a Miguel Ángel por algunas de sus "esculturas
inacabadas"] había de hacerle a él, como si quisiese echar sobre una persona
perteneciente a la serie paterna la responsabilidad que le incumbía por dejar
interminadas sus obras. ... De todos modos, el reproche que hace al duque se hallaba
perfectamente justificado. … Pero si como artista le perjudicó su imitación de su padre,
la rebelión contra el mismo constituyó la condición infantil de sus rendimientos como
investigador, no menos importante." No entiendo yo a qué se refiere Freud en cuanto a
que su arte se vio "perjudicado."

"... cuando enseñaba a despreciar la autoridad y a rechazar la imitación de los antiguos,


indicando de continuo el estudio de la Naturaleza como la fuente de toda verdad, no
hacía sino repetir en la más elevada sublimación posible para el hombre la decisión que
12
Su sonrisa. La interior, la que venía ha tiempo buscando, in-dagando, Leonardo, la de su
madre bellísima, esa sonrisa en la que él se habría sentido querido, vivo y reflejado como un ser
humano.

16
antes se impuso al niño, …" En esta nueva apreciación que hace Sigmund Freud acerca
de la sublimación de Leonardo, pareciera que Freud no sabe distinguir muy bien a qué
"Autoridad" enseñaba Leonardo que había que "despreciar", ni qué era lo que de la
Naturaleza insistía Leonardo que había que investigar.

"Mientras que los demás humanos -y tanto hoy como en las épocas más primitivas-
precisan imperiosamente de una autoridad en la que apoyarse, hasta el punto de que
sienten vacilar el mundo entero cuando tal autoridad les parece amenazada, podía
Leonardo prescindir por completo de semejante apoyo." Hay que distinguir entre esa
"autoridad" -falsa-, de la que dice Freud que los demás humanos precisan (no dice aquí
"precisamos"), y la verdadera "autoridad" de la que ni siquiera Leonardo quería ni en
sueños, prescindir.

"… El atrevimiento y la independencia de su ulterior investigación científica


presuponen una investigación sexual infantil no coartada por el padre, y la continúan,
apartándola de la sexual…" 1. La "investigación sexual" de Leonardo no se vio
coartada, nos dice Freud, por su padre. La de Sigmund Freud, en cambio, sí se vio
"coartada", pero en su caso, por lo que se ve, por su madre. 2. la "investigación sexual"
de Leonardo, nunca dejó de ser una "investigación sexual." Es decir, sublimar no
significa apartar de sí la "investigación sexual", sino amplificar esa investigación
"sexual" a todo lo demás. Sex, del latín sexus, que deriva de secare, cortar, en el sentido
de establecer una sección específicamente en relación tuvo al género humano. Por un
lado la "sección" de las hembras y por el otro la "sección" de los machos, o un sector.
En latín, la palabra sector se refiere al que corta, al cortador (-tor es el agente). Un
derivado de sector en español es el de lo que está "acotado." Esto querría decir que
Leonardo en lugar de "acotar" o "seccionar", lo que quiere es "unir o atar los cabos",
conocer, acercarse a la "verdad", sin rehuir la ambigüedad que semejante intento
implica, y de ahí la genial, hipnótica para los que lo ven por vez primera en sus vidas, e
"indescifrable" ambigüedad de la Mona Lisa, en la que algunos "creen" ver al gran
Leonardo. Porque como nos dice Freud "Cuando un individuo ha escapado en su
infancia, como Leonardo, a la intimación ejercida por el padre (frase agregada en 1925),
y ha roto, en su actividad investigadora, las cadenas de la autoridad, no puede esperarse
que permanezca dentro de una religión dogmática." Freud no consiguió "escapar" a la
"temible" intimación ejercida por su padre, que nunca existió como tal, salvo en su
enloquecida, terrible confusión, porque su madre lo "encadenó" "secc-ionándoles", al
padre del hijo, de manera que el niño, ni quizás tampoco el "padre", nunca pudieran
conocer ni acercarse a la "verdad": su propia "pater-maternal" "ambigüedad." "... El
psicoanálisis nos ha descubierto una íntima conexión entre el complejo del padre y la
creencia en Dios y nos ha mostrado que el Dios personal no es, psicológicamente, sino
una superación del padre, revelándonos innumerables casos de sujetos jóvenes que
pierden la fe religiosa en cuanto cae por tierra para ellos la autoridad paterna. En el
complejo paternomaterno reconocemos, pues, la raíz de la necesidad religiosa." (Habría
que añadir, la de Sigmund Freud.)

17
i
Freud, S., Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci. Librodot 42 42, y Freud, S., Obras Completas,
Biblioteca Nueva
ii
Lacan, J., El triunfo de la religión, Paidós, 2005
iii
http://etimologias.dechile.net/?descubrir
iv
Quizás aquí debamos apuntar el modo en el que Freud interpretaba su tarea de "investigación de lo
inconciente", como el trabajo del arqueólogo, que consiste sí, en hundir una pala y excavar hasta descubrir
los tesoros, a veces trozos de esos tesoros, a veces solo huellas de algo que pudo haber estado en ese lugar,
para a partir de ese material crear un mapa, ensamblar las partes, relacionar una cosa con la otra, y obtener un
cuadro similar al menos, lo más parecido a lo que alguna vez tuvo que haber habido allí; el modo en el que
Freud interpretaba la tarea del paciente: decir lo primero que se le ocurra, que dejara fluir la palabra sin
censura, para que luego el analista le devolviera al paciente su interpretación que se basaría seguramente
en lo que el propio analista había concluido previamente a partir de esa tarea arqueológica que él había
hecho antes y que le permitía formular una teoría acerca de los hechos, que él consideraba que tenía que ser
verdadera, y luego, aceptada alegremente por el paciente (y si era rechazada era por las resistencias del
paciente y no porque su teoría no fuera acertada porque Freud no analizaba su contratransferencia, es
decir, la posibilidad de que su teoría se ajustara más bien al modo tergiversado con que había generado su
mapa, su cuadro, llevado por su ceguera en cuanto a sus propios conflictos no analizados.) Y, luego, estaba
la distancia terapéutica, la abstinencia, la "frialdad del analista" que señala Ferenczi, que es un modo muy
claro de evitar precisamente de llegar al fondo. Ni el paciente ve la posibilidad de hundirse o zambullirse
hasta el fondo ni tampoco el analista quiere saber nada de tener que hundirse en sí mismo ni en el otro
porque tiene que mantenerse afectivamente "neutro", lo que hace que el paciente se niegue a ir más allá de
la superficie del discurso ya que ve claramente que nadie le socorrerá ni asistirá en caso de que no haga pie
o sienta que se ahoga en lo más hondo de su aflicción, muchas veces verdaderamente aterradora. Y de esta
forma es que llegamos a esa sensación del analizando de que con esta técnica "se le invita a sumergirse en
el inconciente pero que se queda en la superficie", en pablaras de Woody Allen, casi textuales, porque en
realidad es una mera intelectualización de lo que debería ser un contacto eminentemente emocional entre
dos seres, en casi el 100% de los casos. Por lo tanto, Freud nuevamente proyecta en Leonardo su propia
superficialidad, o al menos la de su método, el cual él se aplica también a sí mismo, quedándose tan solo
con la impresión, con lo aparente, sin tocar jamás el corazón de aquello que cree que busca conocer hasta
los huesos.
v
Para Freud, parece ser que, esta anécdota es inverosímil y fabulosa. Leonardo en sí mismo y toda su obra
no. Al menos no tanto como para ponerse a pensar que quizás la mente de Leonardo fuera capaz de
engendrar también cosas de las que quizás ningún otro hombre sea capaz.
vi
O sea que los adultos no deforman o falsean recuerdos recientes, sino solo aquellos que tuvieron siendo
más niños.
vii
La Gioconda fue pintada por Leonardo entre 1503 y 1516 o 1519. En 1506 recibió otro encargo y dejó este
lienzo inacabado. Nunca lo entregó a su cliente, Francesco del Giocondo. El Cartón de Burlington House,
nunca acabado tampoco, fue creado entre 1500-1501 y 1505. Y La Virgen, el Niño y Santa Ana, entre 1510 y
1513. Como se ve claramente, la Virgen en el Cartón, ya presenta una sonrisa similar a la de La Gioconda.
En la Wikipedia se dice que se trata de "un cartón a tamaño natural que combina dos temas populares
en pintura florentina del siglo XV: la Virgen (María) y Niño con San Juan Bautista (hijo de la pariente de
María Isabel) y la Virgen y el Niño con Santa Ana (la madre de María). De esta manera, están representadas
las tres generaciones de la familia de Cristo: santa Ana tiene a su hija María sobre las rodillas y esta última
entretiene al Niño que se gira hacia San Juan.

Hay un sutil juego entre las miradas de las cuatro figuras, con santa Ana sonriendo a su hija María, mientras
que los ojos de ésta se fijan en su hijo, al que también mira san Juan. Santa Ana dirige a la Virgen una
mirada extraña, llena de sentimiento, como si ya imaginase los sufrimientos que María deberá soportar.Hay
poca claridad en la delineación de los cuatro cuerpos; las cabezas de las dos mujeres, en particular, parecen
surgir del mismo cuerpo. Leonardo se esforzó en reproducir un sentido policéntrico de movimiento, haciendo
de modo que los dos personajes se fundiesen en un único complejo, en el que destaca la cabeza de santa Ana
[quizás la abuela paterna de Leonardo.] La expresión de la Virgen María es extraordinariamente tierna, pero
al mismo tiempo el rostro tiene una belleza majestuosa, ultraterrena, que sugiere la profunda devoción
materna.

El enigmático gesto de santa Ana apuntando con su dedo índice hacia el cielo aparece nuevamente en dos de
las últimas pinturas de Leonardo, su San Juan Bautista y su Baco, y es considerado como el gesto
leonardesco por antonomasia. Parece sugerir con ello que hay sentimientos y pensamientos que quedan más
allá de la normal comprensión humana.El paisaje del fondo apenas está esbozado.

El estilo recuerda a La última cena y las monumentales figuras de los apóstoles en ella representados.
Algunos autores han percibido en este dibujo la influencia de la escultura clásica." En La inversión
imaginaria de Leonardo Da Vinci, Julia Virgós cita a Freud, dice, "Freud da cuenta en La Gioconda de la
reunión de dos elementos en la vida de la mujer: 'la reserva y la seducción, la ternura plena de entrega y la
sensualidad en despiadado acecho que devora al varón como a algo extraño'. Es a partir del cuadro de La
Gioconda que la actividad de Leonardo se vuelve de nuevo fructífera, y traslada esa misma extraña sonrisa y
su particular mirada a todos los rostros que dibuja posteriormente. 'La profundización en los rasgos de
Monna Lisa hubiera incitado a Leonardo a plasmar la composición de Santa Ana a partir de su fantasía. En
efecto, si la sonrisa de La Gioconda le convocó al recuerdo de su madre, comprenderíamos que ello lo
pulsionara desde el comienzo a crear un endiosamiento de la maternidad y a devolver a la madre la sonrisa
que había hallado en la noble dama.'" No quiero citar otro "estudio lacaniano" que quiere interpretar a
Leonardo también desde el punto de vista de Freud, pero asistido también aquí por la erudición de Lacan, al
igual que intenta hacerlo Virgós, la cual sigue su propio análisis así: "Lacan toma el esquema L para indicar
los cuatro lugares en juego a través del cuadro. Santa Ana se ubica en el lugar del Otro, puesto que queda en
el lugar tercero frente al eje imaginario en el que se ubican la Virgen y el niño por la acción del amor
idealizado, y finalmente el cordero, que representa el objeto de sacrificio, ocupa el cuarto lugar, el del sujeto,
pero también el de la muerte. En el cuadro se puede percibir una semi-simbiosis en los cuerpos de Santa Ana
y la Virgen. “Se trata de una especie de doble”. Obra que es a su vez doble de otra inacabada: el cartón de
Burlington House en Londres, cuya composición difiere de la anterior. En ella, las mujeres aparecen aún más
unidas. Leonardo sintió la necesidad de eliminar dicha fusión y San Juan es sustituido por el cordero. En este
cuarto término Lacan dice se ha de encontrar el tema de la muerte. Esto es "lo que dejará muerta la
sexualidad de Leonardo".

Santa Ana muestra el dedo levantado, gesto que se encuentra en toda la obra de Leonardo, lo que Lacan
traduce como la indicación de esa falta en ser, manque-a-être.

Lacan, en su Seminario IV, nos dará su propia versión de la inversión de Leonardo, dejando en suspenso la
cuestión de la inversión sexual y utilizando ese término para poner en evidencia el carácter prevalente de la
relación imaginaria para Da Vinci, presentificada en las anotaciones de sus cuadernos. Anotaciones
realizadas en espejo. "Se dirige y se da órdenes a sí mismo a partir de su otro imaginario." Una relación de
espejismo. Lacan señala que la relación de identificación del yo con el otro que se inauguró en Leonardo es
esencial para comprender cómo se constituyen las identificaciones a partir de las cuales progresa el yo del
sujeto. Y más aún, es correlativo a toda sublimación un proceso de desubjetivación o de naturalización del
Otro, en el cual vemos producirse en el plano imaginario una inversión de las relaciones entre el yo y el otro.

Lacan atribuye la intensa energía creativa de Leonardo "al modo de concebir la naturaleza cuya presencia se
ha de captar. Es el elemento absolutamente primordial. Es un otro al que ha que oponerse cuyos signos se
trata de descifrar, haciéndose su doble, y si puede decirse así, su cocreador".

¿Qué podemos entresacar de todo esto sin traer a colación las respectivas elaboraciones freudo-lacanianas o
lacano-feudianas, de las madres fálicas ni del evidente, ominoso, narcisismo, de Leonardo? En primer lugar,
que la homosexualidad atribuida por Freud a Leonardo, Lacan la convierte de pronto en la simple caligrafía
en espejo (in-versión de la caligrafía) que Leonardo emplea para escribir sus copiosas "notas", y que en
principio no significa nada más que eso: que la invierte. Lacan deja pues en suspenso la idea de que
Leonardo padeciera cualquier otro tipo de "in-versión." Pero nos dice: "Se dirige y se da órdenes a sí mismo
a partir de su otro imaginario." Julia Virgós en su artículo La inversión imaginaria de Leonardo
(https://www.scb-icf.net/nodus/contingut/article.php?art=721&rev=77&pub=1), nos aclara, que, según
Lacan: "la relación de identificación del yo con el otro que se inauguró en Leonardo es esencial para
comprender cómo se constituyen las identificaciones a partir de las cuales progresa el yo del sujeto. Y más
aún, es correlativo a toda sublimación un proceso de desubjetivación o de naturalización del Otro, en el cual
vemos producirse en el plano imaginario una inversión de las relaciones entre el yo y el otro." Lo cual es
bien sencillo de comprender, dado que eso que inaugura Leonardo, es exactamente lo que inauguramos todos
y cada uno de nosotros, desde antes incluso de nacer, solo que Leonardo era un genio, cosa que no todos
podremos llegar a ser. Cuando Lacan dice que "la intensa energía creativa de Leonardo se debió "al modo de
concebir la naturaleza cuya presencia se ha de captar. Es el elemento absolutamente primordial. Es un otro al
que ha que oponerse cuyos signos se trata de descifrar, haciéndose su doble, y si puede decirse así, su
cocreador.", de lo único que nos está hablando es de mutualidad, de empatizar, de co-crearnos el uno al otro,
es decir, de amar, y cualquier otra interpretación que se le quiera dar a las obras de Leonardo, no van a lograr
que nos mareemos o que empecemos también nosotros a "in-dagar."

Lacan no dice nada acerca del error tremebundo de Freud, sino que simplemente pasa a contárnoslo, pero de
otro "modo", nos da su versión-in, que, como digo, ni vale la pena compartir, porque aquí madre fálica
tampoco hay ninguna y el dedo apuntando hacia arriba, hacia el cielo, no es índice de nada más que de
señalar hacia arriba, esto es, hacia el cielo, y hacia cualquier parte, porque da igual, para que miremos de una
vez por todas hacia todo eso que está mucho más allá de nuestro inabarcable narcisismo de querer a toda
costa acabar la maldita obra y con ello, hacernos "famosos." Es aquí, quiso Lacan decir, que, en el fondo
entiende, "donde por fin, la sex-ualidad de Leonardo [y la de Freud)], mueren." Porque el yo y el otro
"imaginario", somos uno solo, y lo único que hay que hacer es ponerse a in-vestigar; no hay "tiempo" para
l'autre: hay que ponerse ya mismo a Volar...

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