Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CURATELA
Se entendía por ella un cargo público que obligaba a una persona designada por la ley
o por el magistrado a dirigir la administración de los bienes de un sui iuris púber e
incapaz de ejercer por sí solo sus derechos.
La curatela es una institución civil de protección del patrimonio de las personas sin
plena capacidad de obrar. La curatela se establece con el objetivo de intervenir de
manera esporádica en determinados actos de una persona que no puede valerse por sí
misma.
La curatela es la representación legal que se da a los mayores de edad (21 años) que
tienen incapacidad mental. En ocasiones, puede pedirse a partir de los 14 años. Tiene
también una función de asistencia para aquellas personas a las que se las considera
inhabilitadas.
EL CURADOR se encarga de representar a una persona que ha sido sometida a la
curatela. Una persona puede tener un curador personal y otro patrimonial. Asimismo,
se encuentra bajo supervisión judicial para garantizar la protección de los derechos e
intereses de la persona protegida.
CLASES DE CURATELA
Los emancipados cuyos padres fallecieren o quedaran impedidos para el ejercicio de la
asistencia prevenida por la Ley.
Los que obtuvieran el beneficio de la mayor edad.
Los declarados pródigos.
Derecho Civil
La curatela es una institución civil de protección del patrimonio de las personas sin
plena capacidad de obrar.
Curatela
La curatela se establece con el objetivo de intervenir de manera esporádica en
determinados actos de una persona que no puede valerse por sí misma.
Todas las personas mayores de edad tienen plena capacidad de obrar, salvo que esta
sea limitada mediante un proceso (judicial) de modificación de la capacidad jurídica.
Dicho de otro modo, tanto los menores de edad como los incapacitados judicialmente
tienen ciertas limitaciones en el tráfico jurídico. Y para proteger sus intereses existen
las figuras de la tutela, la curatela y el defensor judicial.
Hay que tener en cuenta que la institución de curatela se produce de oficio, si bien los
parientes cercanos del parcialmente inhabilitado o menor están obligados a promover
el procedimiento de designación de curador. Además, cualquier persona podría poner
en conocimiento del Juez o el Ministerio Fiscal la existencia de otra persona que
necesita ser sometida a curatela.
El curador administraba los bienes de la persona en curatela, pero sin dar auctoritas.
La Ley de las XII Tablas la organizó sólo para remediar la incapacidad de los furiosi sin
intervalos lúcidos y de los pródigos que disipaban los bienes recibidos ab intestato de
sus ascendientes paternos. Los restantes dementes y pródigos no estaban en curatela,
lo cual se explicaba por la finalidad de la curatela en aquellos tiempos, no encaminada
a proteger los intereses de los incapaces, sino los de la familia agnada.
El derecho romano hizo distinción entre el furiosi y el mente capti. El primero era el
completamente privado de razón, tuviera o no intervalos lúcidos, en tanto que el
segundo era el poseedor de un poco de inteligencia o de facultades intelectuales
escasamente desarrolladas. Pero al ocuparse la ley decenviral únicamente del furiosus
sui iuris y púber (sin la protección, consecuentemente, de un paterfamilias o de un
tutor), determinó que quedara sometido a la curatela legítima de los agnados y, en
subsidio, de los gentiles, quedando claro que desde el momento mismo de la
manifestación de la locura en el púber sui iuris se abrían las puertas a la curatela sin la
necesidad de previo decreto de interdicción judicial.
Al curador del furiosus le asistía la obligación tanto de administrar los bienes de éste
como de velar por su curación, sin que el pupilo, mientras durara la locura, pudiera
ejecutar acto jurídico alguno, por lo que, contrario sensu, al recobrar toda su
capacidad intelectiva, podía obrar por sí solo como si nunca hubiera estado loco.
En suma, tratandose del furiosus, el curador debía limitarse en cuanto a los bienes
administrarlos sin llegar a la auctoritas, quedando con la obligación de rendir cuentas
al concluir la curatela e, incluso, en todas las ocasiones en que el pupilo, por recobrar
la cordura, reclamaba la administración de sus bienes.
Debido a los pretores la curaduría en mención se extendió a personas urgidas de
protección por padecimiento de enfermedades permanentes, como los mente capti,
los sordos, los mudos, y, en general, todos aquellos que a raíz de enfermedades graves
y, pese a ser púberes sui iuris, no estaban en condiciones de velar personalmente por
sus intereses.