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1
La Odisea
DE
HOMEBO .
TRADUCIDA
BARCELONA .
INTPRENTA Y LIBRERIA POLITÉCNICA DE TOMAS GORCHIS ,
calle del Carmen junto a la Universidad.
1851 .
LA ODISEA
DE
HOMERO .
1
1
p
LA ODISEA
DE
HOMERO .
TRADUCIDA
20
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BARCELONA.
IMPRENTA Y LIBRERÍA POLITÉCNICA DE TOMÁS GORCAS ,
calle del Cármen junto a la Universidad.
1851 .
1
$ 1
.
INTRODUCCION .
uno solo que quedase sin beber, aquella inmensa fama volveria
á retoñar . ¿ Aquesta predileccion universal es fortuna 6 equidad ?
Yo , para mí tengo que se han reunido ambas circunstancias en
favor de este cantor inmenso ; porque si ha sido dicha suya el
que sus obras sean la mas antigua poesía regular que conoce
mos ; aun cuando por su misma perfeccion demuestren que otras
y otras existieron antes que ellas ; es justo apreciar la grandeza
VII
de los asuntos que forman su base , su estension , los vastos co
1
romántico ; y por tener tal vez en tan alto grado tan graves cali
dades , es que descuida las ternezas del corazon y que desdeña
la regularidad de la composicion que nos hace leer con mas gus
to á Virgilio , al Taso y á Milton .
Tampoco es justo echar en olvido que estas obras no han po
dido salir de la imaginacion de su autor cuales las tenemos hoy
dia nosotros. ¡ Cuántos trámites les ha tocado traspasar ! En efec
to : Homero , que en ellas no descuida ninguno de los conoci
mientos humanos de su tiempo , ni una palabra dice del que
9
1
XUI
LA ODISBA .
CANTO PRIMERO.
CONSEJO . EXHORTACION .
CANTO SEGUNDO.
CANTO TERCERO .
(1) PILOS .
CANTO CUARTO .
LACEDEMONIA .
CANTO QUINTO.
LA BALSA PE ULISES .
úlilmente ! Bajo este concepto, confieso que esta obra me deja á cada
paso mas asombrado.
122
Ya se cumplió su oráculo funesto .
i De cuántas nubes hórridas los cielos
Se van cubriendo y cuál hierven las olas !
¡ Los vientos todos, a la vez bramando !
; Ay que ahora mi fin es harto cierto !
¡ Oh tres y cuatro veces mas dichosos
Aquellos que , al lidiar por los Atridas ,
De Troya en los escombros perecieron !
¡ Ah por qué tambien yo morir no supe
El dia en que guardando el mortal resto
Del invencible Aquiles , los Troyanos
Sus incontables flechas me lanzaron !
Fúnebres honras me elevara Grecia ,
Ufana, mis proezas celebrando ;
El universo todo retumbara
Del eco de mi nombre y de mi gloria ....
Y ahora , ahora , con oscura muerte ,
Fiera y sin fruto , fenecer me toca ! »
Apenas acababa estos acentos
Cuando la mas tremenda de las olas
Sobre su débil frente se desploma.
La balsa se ladea y en las aguas
El infelice cae . De la mano
Huye el timon ; el palo al fin se rompe
Y la entena y la vela al mar arroja.
Largo tiempo el infausto sepultado
Entre las olas queda ; que á su impulso
Erguirse ya no puede; los vestidos
Que Calipso le diera , con su peso
Le abruman y entorpecen . Al fin logra
Nuevamente flotar con sumo esfuerzo .
El labio arroja el elemento amargo
Que , en mil chorros partido , por sus sienes
Túrbido y espumoso va saltando.
Mas , todavía , de vigor exhausto ,
Su balsa no abandona : en lucha fiera
Contra las negras olas , á ella llega ,
123
La coge , no la suelta , y en fin logra
A la vida ofrecer una esperanza .
Lleva la frágil tabla una ola airada
Y jugando con ella la sacude ,
Cual hace el cierzo en el tardío otoño
Cuando levanta la dorada espiga
Y la va por el éter revolcando.
De tal suerte los vientos sin descanso
Al triste Ulises y su balsa tiran
Sobre las olas : ora Noto á Euro
Le envia furibundo ; Bóreas ora
A Zefiro le lanza de ira lleno....
En trance tal Leucotea ,> hija de Cadmo ,
Ino cuando mortal, y ahora Diosa
Del mar profundo, ve del héroe el riesgo .
De su suerte apiadada , cual hiciera
El buzo Mergo , sobre el llano salso
Se levanta , y , parándose en seguida
Encima de la balsa : « ¡ Desdichado !
Dice, ¿ cuál causa á tanto grado mueve
De Neptuno el furor ? ¿ por qué en tu frente
De tal modo descarga sus rigores ?
Mas , por insanas que sus iras sean
Tú no perecerás. Ingenio tienes
Y seguir debes los consejos mios : :
CANTO SEXTO.
132
Y aqueste cargo sabes que en mí pesa . »
El nombre de Himeneo de su boca
No se atrevió á salir ; mas cauto el padre
Lo adivinó y le dijo : « No rehuso,
(2) Hija amada , ni el carro ni los mulos,
Ni cosa alguna que apetecer puedas ;
Lo que mas rico tengo en cosas tales
Al instante tendrás á tu albedrío . »
Al acabar ordena lo preciso.
Sale al instante el carro de su asilo
Y la princesa en él por propia mano
Coloca lo dispuesto al lavadero.
La reina trae en anchuroso cesto
Provisiones selectas , dulce vino
>
(4 ) Aunque tal vez esta observacion sea tardía, porque solo aho
ra se me ocurre , y porque difiriéndola lo seria mas , recordaré que
Ulises en griego es Odusseus , lo que ha ocasionado que el poema
se llame Odisea, por etimología, y nó Ulisea, como deberia llamarse
en español , sin una razon tan poderosa.
134
A Náusica y que visto sea de ella ;
En sus ojos piedad encontrar debe,
Al pueblo de los Facios por su mano
Entrar y de su rey ver el palacio.
Tira el balon airosa la princesa,
Dirigiéndole á una de sus siervas ;
Mas se desvía , vuela y va perdido
A un abismo insondable. Agudos gritos
Alzan todas , y á ellos dispertado,
Ulises en su lecho se incorpora,
Y á tristes reflexiones se abandona :
« ¡ Ay ! dice ¿ en dónde estoy y qué hallar debo
En este sitio incógnito ? įsalvages,
Hombres sin ley y sin justicia , 6 pueblos
Que los Dioses respeten ? mas , acentos
Mugeriles alcanzan mis sentidos.
Serán sin duda Ninfas de estos montes ,
De aquestas aguas ó del valle umbrío.
¿ Hay acaso aqui seres que hablar puedan,
Que sepan espresar sus pensamientos ?
La esperanza apuremos ó el recelo . »
Dice , y luego con mano vigorosa
Una rama destronca de hojas llena ,
Su desnudo rubor con ellas cubre
Y del follage sale. Ver parece
El leon de los montes , que fiado
En su indomable fuerza , por las lluvias
Y los vientos y el hambre perseguido,
Va buscando las tímidas manadas
De bueyes , 6 corderos, 6 del bosque
El venado fugaz. Sus ojos fieros
Centellas van lanzando. Al crudo impulso
Del hambre que le acosa , se arrojara
Hasta del hombre en el tranquilo techo .
Tal Ulises , desnudo , solo escucha
Su necesidad fiera y se presenta,
Sin pensar, á esas tímidas bellezas.
135
Al mirarle cubierto de vil cieno
Horrible les parece :: todas huyen
A tal vista espantadas ; sola queda
La hija de Alcinó , porque Minerva
Noble seguridad diera á su pecho,
Alejando del alma un temor vano :
La vista fija en él , y quieta espera .
Ulises titubea , no sabiendo
Si debe á sus rodillas arrojarse,
O si será tal vez mejor partido,
En actitud humilde, desde lejos
Dirigirle modestos homenages,
Y suplicarla que le enseñe el pueblo
Donde fijado está el poder supremo,
Y que ropas le otorgue su clemencia
Con que cubrir sea dado su miseria .
Al fin resuelve , estándose apartado
Las señas ostentar de su respeto ,
Y dirigirle asi sus pobres votos ;
Teme que si á sus plantas se arrojase
Ella le rechazara con enojo.
De aquesta suerte pues, con sutileza,
Le dirige su acento lisonjero :
(5) a ¡ Oh soberana de estos dulces sitios !
Seas diosa ó mortal , á tí me postro .
Deidad eres sin duda del Olimpo,
Que á tu porte ., á tus lúcidas facciones,
(7) Es digno del mayor elogio el ingenio con que el Poeta, desde
tan lejos, le trae á Ulises los medios de cubrir su desnudez, haciendo
que la princesa vaya a lavar las ropas de su padre. ¡ Cuán poco sa
bemos nosotros en el dia combinar nuestros planes con tal acierto!
139
Él con modestas voces , y bajando
Los ojos, dice : « ¡ Oh jóvenes beldades !
De mí apartaos , mientras estos lodos
Que el cuerpo cubren , anheloso lavo,
En mis miembros vertiendo los aromas
Que brío y sutileza le devuelvan
¡ Oh , mucho ha ya que se perdieron ambos!
Bañarme ante vosotras no es posible,
Que el rubor no consiente á vuestros ojos
Seguir mostrando mi presente estado. »
Las doncellas se alejan á sus voces
Dando á Nausica parte de sus hechos.
Ulises en las aguas entra luego,
Dejando en ellas el fangoso cieno
De que estan las espaldas y hombros llenos ;
La espuma lava que su sien deslustra ,
Y viste en fin las ropas que le diera
La piadosa princesa. En sus facciones
Minerva imprime mas grandeza y brillo.
A la flor del jacinto semejantes,
Sus rizados cabellos van bajando
Sobre la airosa espalda ; de igual modo
Entre las manos del artista sabio
Que Palas y Vulcano amaestraron ,
Esinaltado entre plata , brilla el oro .
En tal disposicion el héroe sale
De marcial hermosura fulgurante ,
Y sentado se está en remota parte.
Náusica fija en él la vista atenta ,
Y á sus doncellas dice : « Oidme todas :
Sin consentir los Dioses no habrá sido
Que este estrangero a nuestras playas venga ;
Primero , al verle, me pareció horrible ;
Mas ora contemplar presume el ojo
Un Dios sublime del Olimpo sacro.
¡ Oh si hallarse un mortal aqui pudiese
Cual él , que en nuestros climas se fijara
140
A la mia enlazando su existencia !
Mas densele bebidas y manjares. »
Esto manda y lo cumplen sus doncellas.
Hambriento Ulises pio , y sitibundo ,
El sustento devora que le ofrecen,
Apurando tambien á un golpe solo
La copa que en su seno brío vierte.
Náusica en tanto atiende á otros objetos :
Dobla ella misma y en el carro manda
Cargar las ropas que lavadas fueron ;
Enganchados los mulos , salta airosa
En el carro y á Ulises esto dice:
« ¡ Oh tú noble estrangero ! te levanta ,
(
(8) Debe entenderse que no era aun de noche; pues sin esto , la
precaucion que toma Minerva en el canto siguiente de taparle bajo
una densa nube seria una ridiculez .
143
Invoca fervoroso : « ¡ Oh tú , la dice,
>
CANTO SÉPTIMO.
:
La confianza y valor son de los triunfos,
A la Reina primero llegar debes ;
(2) Aretea es su pombre ; Alcino.y ella
De un mismo tronco salen ; que Neptuno
Con Peribea dió á Nausitúo vida .
Fué Peribea una belleza rara,
Hija menor de Eurimedon preclaro
Que fué de los Gigantes el monarca ,
Y que vió perecer su pueblo impío
Tocándole tambien su suerte amarga .
A Nausitúo dos hijos le cupieron ,
Alcinó уy Renenor. Jóven é infausto,
Este de Apolo pereció a los tiros,
Dejando solo una agraciada hija
Que es nuestra reina ahora . El himeneo
A Alcinó la unió luego , que la adora
Y la venera á un tiempo ; pues ninguna
Tanto amor y respeto mereciera.
De esposo , hijos y pueblo tan amada
nitud de privilegios que indica hoy dia , pues por el lenguage que
usa con sus secuaces , por la denominacion de palacio que se da á
las moradas de otros ciudadanos de su imperio , y el dictado de
>
CANTO OCTAVO.
vechosas .
173
O'ïr podrá los cantos deliciosos
Que son de los festines el ensalmo.
Yo una preciosa copa darle intento ;
Cada dia con ella á Jove eterno
Y a las otras Deidades , su respeto
Libaciones hará , siendo preciso
Que en ellas recordar á Alcinó deba
Y cuanto le infundió suave afecto . »
Súbito en un hogar que está cercano
Un trípode sostiene un gran caldero
Que el agua toma de secreto caño.
Arde el fuego y la llama, con presteza ,
Hervir hace y chillar el elemento.
Aretea , entre tanto , de su estancia
Sale trayendo un cofre primoroso
Dentro del cual rico tejido ha puesto ,
Oro , y preciosas joyas que le dieron
>
(12) Esta comparacion ,> por ser tan incoherente , se cree que no es
de Homero , o que no está en su lugar .
177
Llora , apretando al seno enamorado
Su esposo moribunda y palpitante :
Fué sosten de sus caros ciudadanos
Y de la patria vengador... y ora
Muere ante el pueblo al rechazar sus hierros.
Todavía en sus últimos instantes ,
Entre los brazos mismos de su amada ;
El feroz enemigo , despiadado,
Por la espalda le hiere con su dardo.
Al morir , sus miradas postrimeras
La esclavitud predicen de la patria ,
Y la esposa , entre el ansia y el aglayo ,
A tan fiero dolor , con él se apaga .
Asi lloraba Ulises ; mas los Facios
Sus lágrimas no han visto. Alcinó solo ,
Por estarle tan junto, oyó el sollozo
Y esclamó de repente : « Demodocio
Suspenda el canto y deje ya la lira.
No le oyen todos con igual delicia.
Desde tu voz primera el estrangero
Sin cesar ha gemido y sollozado.
Está su alma en su dolor absorta .
Deja pues Demodocio un argumento
Que tanto le adolora ; demos campo
A nuevos goces que compartir pueda.
Todo aqui es para él : aquestas fiestas
Y la nave y los dones que le hacemos
Ostentan el amor que nos inspira .
Cuanto pueda afligir su tierno pecho
Evitar procuremos ; para el hombre
Que una alma tiene generosa y tierna
El huésped afligido es un hermano. $
CANTO NOVENO .
NARRACION .
CANTO DÉCIMO.
(8 ) Célebre adivino griego , nacido en Tebas >, vivia antes del sitio
de Troya . La fábula dice que Júpiter y Juno le tomaron por juez pa
ra dirimir la cuestion de preeminencia entre ambos sexos , y que
219
Que fué el divino oráculo de Tebas
Y que en el seno de la muerte mismo,
Claros conserva el ánimo y la mente ,
Mientras son los demas livianas sombras.
A tan inesperado y triste acento
Mi corazon se rompe ; baño en llanto
El lecho de la Diosa ; el desconsuelo
No consiente un instante de sosiego.
Ya no quiero vivir, ni ya del dia
Los rayos apetezco. Al fin esclamo:
¿ Y quién ; oh Circe ! guiará mis pasos
En tan fatal y osada romería ?
Nadie hasta ahora por los marcs fuera
Al triste imperio dó la muerte anida.
- No necesitas conductor, responde ;
Enarbola el robusto mastelero ;
Da las velas al viento y sin zozobra
En tu nave sentado , deja al cierzo
De tu ruta el afan . Cuando tuvieres
El Océano todo traspasado,
Encontrarás una clivosa orilla
En que la selva está de Proserpina,
Compuesta toda de álamos inmensos
Y de estériles sauces, Abandona
Tu nao á los embates de ese abismo ,
Y baja con valor a la morada
( 9) Del monarca espantoso del Averno.
habiendo fallado a favor del hombre' , el Rey del Olimpo para
agradecérselo le concedió la presciencia ó don de adivinacion . Ha
biéndose atrevido un dia á mirar á Minerva mientras se vestia , la
Diosa le cego instantáneamente. Êi fué el inventor de los auspicios
ó predicciones por el vuelo de las aves. Hoy diríamos que fué un
charlatan astuto que supo sacar partido de la ignorancia de su épo
ca , como tantos que aun en el dia especulan con la nuestra.
(9) El Averno es un lago del reino de Nápoles entre Puzzole y Ba
ïa , de forma circular y qne tiene ciento ochenta pies de profundi
dad . Sus exbalaciones son fetidísimas ; motivo por el cual sin duda
el paganismo puso en él la entrada del infierno. Toda esla Conseja
220
El Aqueronte allí mezcla á sus olas
El Cocito y el negro Flegetonte ;
Una roca allí está , donde ambos rios
Van á romper sus turbias aguas juntas.
Párate en esa orilla , escarba un hoyo
Que solo un codo de ancho y hondo tenga ;
Derrama en ella vino , miel y agua
Para todas las sombras , y no olvides
De echar tambien selecta flor de harina.
De rodillas , los manes vé invocando ;
Promételes que vuelto a tus hogares ,
La becerra mas linda de tu aprisco
Inmolarás para ellos. Sobre todo
A Teresias promete en sacrificio
Un choto negro el mas gallardo y bello
Que puedas encontrar en tu rebaño.
Estas invocaciones concluidas ,
Fuerza será que inmoles un becerro
Y una cordera negra , procurando
Que al Érebo las reses esten vueltas.
Acudirán las sombras por enjambres ;
Entonces haz que listos tus secuaces
Las víctimas dispongan y las abran ,
A las llamas las tiren , dirigiendo
Sus preces á Pluton y á Proserpina.
Tú , la espada en la mano , junto al foso
Recatado, las sombras ahuyenta
Hasta ver á Teresias y escucharle ,
ÉL que ha de darte el divinal agüero.
Le has de ver, y has de oïr que te revele
Cuanto toca , y que para el regreso
El medio cierto y eficaz te muestre .
tradicion , porque á ser cosa suya el poeta hubiera dado una crea
cion mucho mas elevada. Estas ceremonias prescritas á Ulises son
como las candelillas, ex-votos y demas sandeces de nuestra supers
ticion ; en el mundo ya no hay cosa nueva.
221
Se levanta la Aurora , y decidido ,
Huyo de los abrazos de la Diosa ;
Vanamente se esfuerza en detenerme ;
Mas cede ya , piadosa á mi arrebato ;
Y por fin , complaciente y resignada
Me prodiga su esmero y sus cuidados :
Por su mano me pone los vestidos
Mas ricos y selectos ,7 y ella misma
Procura dar realce á sus hechizos.
Un tejido sutil cobija á un tiempo ,
Y ostenta de sus formas el encanto .
Un cinto de oro dibujados deja
De su divino talle los contornos ,
Y brilla en fin sobre su frente airosa
Una triple y riquísima corona .
De sus caricias últimas me escapo ;
Los compañeros á dispertar vuelo e
CANTO UNDÉCIMO.
LAS SOMBRAS .
parte por el todo , designa por esta palabra la porcion del infierno
>
CANTO DUODÈCIMO.
SILA Y CARIBDIS .
CANTO DÉCIMOTERCERO.
MARCHA DE ULISES .
CANTO DÉCIMOCUARTO.
ULISES Y EUMEO . (1 )
CANTO DÉCIMOQUINTO.
LLEGADA DE TELÉMACO. (1 )
CANTO DÉCIMOSEXTO .
AGNICION .
(1) Los griegos tenian un año , a la vez lunar y solar, de 360 dias,
con 12 meses de 29 y un mes suplementario que era el último.
326
A fin de que contigo arreglar pueda
La ruina de esos viles opresores.
Mas , díme cuántos son ; saber es fuerza
Su número y qué clase de hombres sean ,
Para que calculando por sus medios
Pueda saber si a castigarlos basto. »
« ¡ Oh padre ! dice el hijo , mucho he oido
Tu gloria celebrar y tus proezas ,
Tu inaudita prudencia en los consejos ;
·Mas , qué pueden dos hombres contra tantos ,
Tan fuertes y furentes enemigos ?
Harto dijiste y mi razon se aturde;
Mas , no ya por docenas, ni veintenas
Es preciso contarlos ; ahora mismo
Su número sabrás : son de Duliquio
Cincuenta y dos , lo escelso de su pueblo
Con sus seis escuderos. Veinte y cuatro
De Same y de Zacinto veinte solo ;
En fin de Itaca doce , los primeros
De la isla nuestra, y van tambien con ellos
El heraldo Medon , cantor divino ,
>
CANTO DÉCIMOSÉPTIMO.
CANTO DÉCIMOOCTAVO.
(4) Knight quiere que todo este párrafo sea una añadidura hecha
mucho espues , fundándose en que Homero no ha usado nunca ni
conocia el nombre de Citerea. ¡ Cuántas pruebas habria á favor de
los que pretenden que estas obras son fragmentos sueltos , que en
mas cercanos tiempos han sido reunidos y arreglados por una mano
sabia y conocedora !
363
5) i¡ Rico de las virtudes mas sublimes ! »
Al decir esto baja y sus mugeres
Tras ella van . Al ver los pretendientes ,
En el umbral un punto se detiene ;
Cubre el velo su rostro y las dos siervas
A su costado estan . A su presencia
Todos sienten temblarles las rodillas ;
Todos arden de amor y de deseo .
La Reina al hijo suyo se dirige :
« No puedo ya , le dice , conocerte ,
1
CANTO DÉCIMONONO.
PENÉLOPE Y ULISES .
tiana . Los publicistas dirán cuál de los dos sistemas es mas prove
choso para la sociedad humana.
391
A mí los Dioses crudos me han sumido
En un abismo inmenso de martirios.
El dia todo , en lloros y sollozos
Paso con los domésticos esmeros
Instando de mis siervas las labores ;
Mas , al llegar la noche , cuando todo
Mudo y tranquilo está , voy á mi lecho,
Sobre él me tiro , mustia y angustiada,
Y siento la memoria roedora
Pesar sobre mi seno , desgarrarlo
Y saltar de los ojos crudo llanto.
(7) Tal de Pandion la hija , Aëdon preciosa
Que anuncia la lozana primavera
Al renacer los dias venturosos,
Entre el follage espeso cautelada
Llora á su hijo , el hijo del gran Zeto
Que un dia , equivocada y furibunda,
Pudo inmolar con insensato acero .
Sin fin turbada, y siempre combatida
Por un vaiven de ideas encontradas
Que se van destruyendo mutuamente,
Lo que hacer puedo , o que hacer debo , ignoro.
¿ Fiel·á mi primer lazo y respetando
Del pueblo la opinion, debo quedarme
Del hijo al lado á vigilar sus bienes,
Cuidar de las recíprocas fortunas
Imponiendo á los siervos mas respeto ;
O bien , entre esos jóvenes ardientes
Que sin fin me molestan , es preciso
Escoger el mas digno de mi enlace,
El que mas generoso se presente ?
( 7) Aëdon , que significa cantor, ruiseñor, era la hija de Pandion,
que habiendo muerto equivocadamente a su propio hijo, le lloró tanto
que Júpiter condolido la trocó en ruiseñor para que fuesen mas
patéticos sus lamentos. El epíteto de Filomena que se le dió despues
y que se ha convertido en nombre propio , es como el de Musa , Gra
cia , Parca , una calificacion personificada.
392
Mientras fué niño aun , sin esperiencia ,
Vedó el hijo pensar en nuevos lazos ;
Mas , ya cercano á los hermosos dias
De juventud lozana, convidarme
Parece él mismo á que el palacio deje,
Indignado de ver sus heredades
Ser presa de esa turba que me asedia .
Mas oye , que contarte un sueño quiero
Para que le interprete tu prudencia :
Veinte gaosos salian de las aguas
Que el palacio rodean y yo , leda,
Los miraba , tirándoles el grano
Que devoraban luego ávidamente.
Súbito de la cima de los montes
Un águila de pico retorcido,
De curva garra , se desploma fiera
Sobre esas pobres aves , las ahoga,
En el patio las deja revolcadas
Y el vuelo otra vez toma por los aires.
Dormida yo , lloraba á tal desgracia
7
CANTO VIGÉSIMO.
PREPARATIVOS .
(3) Repetidas veces se ha visto en este poema que entre los anti
guos el marido era el que dotaba la muger y pagaba la fortuna de
adquirirla , lo que sin duda era mas digno y decoroso para ella y
para sus padres , que no dejaben por eso de poderla agraciar en
sus últimas disposiciones. Hoy son los maridos los que se compran .
Justiniano consagró este uso como ley en sus novelas. Carlomagno
la confirmó en sus capitulares y el concilio de Arles prohibió un
matrimonio sin dote. Hoy estas reglas se han modificado mucho co
mo era indispensable , á tenor de las localidades y las fortunas. El
dotar una bija no es un deber ; es sencillamente una voluntad que
puede depender de muchas causas morales y materiales fáciles de
concebir .
408
Despues de tales voces , iracunda,
Los ánimos de aquellos amadores
Trastorna Palas : rien sin medida
De inestinguible y violenta risa ;
Tragan sangrientas carnes ; fiero llanto
Por sus túmidos ojos va brotando ;
Solo tienen presagios pavorosos ....
<<
¡ Infaustos todos ! grita Teoclimeno,
¿ Cuál espantoso estado es hora el vuestro ?
¡ Terrible noche a todos os circunda !
¡ Oigo fieros sollozo $ ! ; correr'veo
Rios de horrible llanto en vuestros rostros !
¡ Llenos de sangre estan los artesones !
¡ Este patio, este pórtico rebosan
De fúnebres fantasmas que ya , ciegas,
Al Erebo se arrojan y se pierden
Entre la densa y eternal tiniebla .
El astro diürnal está apagado
Y en fiera oscuridad rueda la tierra. »
Dice ; en odiosa risa ellos prorumpen
Y Eurimarco le grita : « ¡ Está demente !
Vamos ; sacadle afuera , mis mancebos ;
Vaya a la plaza pública , supuesto
Que aqui ya no ve mas que sombras densas. »
« Eurimarco , responde Teoclimeno ;
Guia no pido yo que me encamine,
Pues tengo oidos , ojos y uso entero
Del ánimo y de todos mis sentidos.
Salgo y veo las hórridas desgracias
Que sobre vuestras frentes se desploman .
Nadie se salvará de entre vosotros ;
¡ Vosotros que del rey en la morada
Sus huéspedes, sus fieles habitantes
Ultrajais con tal cúmulo de infamias ! »
Sale al decir aquesto , y sin descanso, 2
CANTO VIGÉSIMOPRIMO.
EL ARCO .
CANTO VIGÉSIMOSEGUNDO.
VENGANZA ,
(5) Esta comparacion nos parece inexacta y sobre todo poco digna
al tratarse de hacer resaltar un primer objeto tan terrible; por
mucho mejor tenemos la inmediatade los falcones. Este tropo si no
realza el objeto para el cual se construye , es vicioso y de mal efec
to. Homero en esta parte es á nuestro juicio muy incoherente y
poco feliz , y solo para que no se nos trate de harto rigorosos , no
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CANTO VIGÉSIMOTERCERO.
CANTO ÚLTIMO.
LIBACIONES. (1)
(2) Mercurio , que es el Dios de los Cilenos ,
A las umbrosas playas del Averno
( 1) Le Brun dice que este canto no es de Homero ; otros muchos
apoyándose en los antiguos , que aseguran que aquel autor no pudo
conocer el nombre de Cilenos , quieren que todo el fragmento rela
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Las almas llama de los pretensores
Que á los golpes de Ulises sucumbieron .
Tiene en la mano el caduceo de oro
Con el cual cuando quiere , el ojo cierra
Al misero mortal, ó le dispierta ,
A su antojo , del sueño postrimero.
Se mueven las mezquinas y con gritos
Sordos y lamentables van siguiendo
Al Dios que las conduce. De igual suerte
Se ven en el rincon de un antro oscuro
Esos seres aligeros nocturnos ,
De las tinieblas tristes amadores ,
Entre sí , cual cadena, unidos todos ,
Al moverse uno de ellos volar juntos
Con silbos largos, fúnebres y agudos.
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tivo á las sombras sea interpolado por una mano estraña , y preten
den en fin otros que la Odisea debe concluir al verso doscientos
noventa y seis (griego) del canto anterior, apoyándose , particular
mente Aristarco , Eustato y los críticos de Alejandría , en que Ho
mero nunca ha considerado á Mercurio como una Deidad infernal, y
que , segun las doctrinas del mismo , las almas no podian entrar en
los infiernos antes que los cuerpos hubiesen sido sepultados. Ade
mas la recopilacion de toda la obra en boca de Anfimedon es una
repeticion tanto mas empalagosa , cuanto ya por tercera vez con
tiene la narracion de los ardides de Penélope. Todo nos rectificà en
la idea de ser esta obra un conjunto de piezas separadas , aunque
escritas al mismo fin ; á nada se puede comparar mejor que a los
primitivos romances españoles , que son, como la Odisea , el mosaico
poético de la primera histora de un pueblo grande .
(2) Cilenos ; pueblos de Arcadia ,7 en el monte Cileno , donde la
fábula coloca el nacimiento de Mercurio. Hoy dicho monte se llama
Tricala .
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La region de los sueños. Se detienen
(3) En un prado cubierto de Gamones
Donde fantasmas sútiles divagan ,
Impalpables trasuntos de mortales
Que el círculo penoso de la vida
De recorrer, por dura ley, dejaron.
Allí encuentran al hijo de Peleo ,
A su amado Patroclo , al virtuoso
Antíloco , yу á Ayace el mas gallardo ,
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vez mas atractivo que seis cantos enteros de combates nunca inter
rumpidos ? En suma , ahora los que no pueden juzgar por los origi
nales , tendrán la facultad de formar un juicio sobre estos dos fenó
menos. El uno el sabio Hermosilla lo ha vertido de un modo que
no deja que desear ; ojalá se pudiese decir lo mismo del traductor
del otro ! Siempre confio al menos que la buena voluntad que he
puesto , tanto en el texto como en las notas aclaratorias , me acar
reará alguna benevolencia por parte de los lectores que no sean
demasiado exigentes.
FIN .
. ܪܕ
.ܝ
En las librerías donde se vende esta obra se ha
llan los dos primeros tomos de las Poesías SUELT
del mismo Gironella , asi como su RESÚMEN DE GEO
GRAFÍA É HISTORIA DE ESPAÑA Y COLONIAS , cuy
utilidad para al primera juventud ha sido reconocid
por muchas personas inteligentes.
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