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-,

Los ARGONAUTAS.
LOS ARGONAUTAS,
POEMA. LATINO

DE C. VALERIO FLACCO,
TRADUCIDO

ENVERSOS CASTELLANOS É ILUSTRAD0 CONNOTAS

POR

D. JAVIER DE LEON BENDICHO Y QUILTY,


DE LAS ACADEMIAS

DE LA HISTORIA Y SEVILLANA DE BUENAS LETRAS.

y ales Face us, Ca

TOMO 1. e
------

MADRID:
IMPRENTA Y LIBRERIA DE LA vIUDA DE AGUADo E IIIu0.—PoNTEJos, 8.

1868.
Ha de hacerse la version tomando del idioma estraño la fuerza de las palabras
y sentencias, y conservando con esmero la propiedad de nuestro idioma.

(M. GwNicA, Retórica sagrada.)

Es propiedad.
2. " |
V3, 3.
V. l

A LA MEMORIA

DEL VIRTUOSO Y DOCTO

P. ISIDRO PEÑA DE LA CONCEPCION

(Q. E. P. D.)

CATEDRATICO DE HUMANIDADES

EN EL SEMINARIO MATRITENSE

DE ESCUELAS PIAS DE SAN ANTONIO ABAD (),

LA GRATITUD) INDELEBLE

DE su AFECTíSIMo DIscÍPULO

J. L. B.

5318.383%)
PROLOGO.

P, lo mismo que en pocas verdades están mas


generalmente convenidos los sábios que en reco
nocer la dificultad de traducir un clásico antiguo,
sobre todo si es poeta (empeño igualado con gra
cia por alguno á los famosostrabajos de Hércules),
no es mi ánimo repetir aquí lo mucho escrito
acerca de ello porilustrados humanistas. Aun sin
leer sus reflexiones, bastaria á cualquier hombre
medianamente instruido cotejar la índole del idio
ma griego ó latino, tan distinta de la de los mo
dernos, aparte de los diversos usos, creencias, ri
tos, leyes, modales y demás elementos que tanto
deben influir en el lenguaje y estilo de sociedades
entre sí remotas, para convencerse de lo árduo de
la empresa. Al acometerla yo, sin embargo, atre
viéndome á presentar á mis compatricios en verso
castellano los ocho libros que nos restan del poe
8

ma latino de los Argonáutas, nada mas lejos de


mi ánimo que la presuntuosa confianza de juz
garme dotado de las cualidades necesarias para
realizar cumplidamente este pensamiento. Esti
mulado solo por mi constante aficion á las letras,
y con el anhelo de que, renovado entre los jóve
nes estudiosos el recuerdo de Valerio Flacco y de
su obra, merecedora á lo que entiendo de ser mas
conocida de lo que hoy es, acaso España logre al
gun dia poseer una version de los Argonáutas
digna de su literatura, cumple á mi propósito,
para sincerarme de toda idea de orgullo, dar cuen
ta al lector de la série de hechos que me han im
pulsado á emprender y llevar á cabo, segun mis
escasos medios lo han permitido, este tan ímpro
bo trabajo.
Una feliz casualidad me proporcionó hace años
un ejemplar de la edicion del poema, impresa en
1724 /Leidae, apud Sam. Luchtman), y anotada
por el infatigable Pedro Burman, á cuya sagaz
diligencia debe la república de las letras sinnú
mero de testos genuinos de autores de la antigüe
dad, libres de las erratas con que en tiempos de
ignorancia habian sido adulterados por la torpeza
de los copistas. Al libro de Burman, estimable
9)

como todos los suyos por la correccion tipográfica


y por lo selecto y abundante de sus curiosas ilus
traciones, acompaña un proemio, en que el docto
crítico cita con aprecio, entre varias ediciones de
los Argonáutas, la publicada con notas en Alcalá
de Henares el año de 1524 por el maestro Lorenzo
Balbo, natural de Lillo (provincia de Toledo), dis
cípulo del sábio helenista Demetrio de Creta y del
célebre comendador Nuñez Pinciano, pertenecien
tes ambos á la brillante pléyada de esclarecidos
ingenios con que el gran Cisneros logró dotar á
aquella universidad insigne. Ni se redujeron por
fortuna á recomendar la mencionada obra los bue

nos oficios del laborioso holandés, quien tuvo ade


más el feliz acuerdo de insertar íntegras, adjuntas
á su prólogo, la historia en prosa de los Argonáu
tas, produccion tambien de Balbo, y una estensa
epístola, latina como la anterior, en que este de
dica el fruto de sus tareas al noble cancelario Pe

dro de Lerma, abad de la iglesia magistral de San


Justo y Pastor. Notables ambos escritos por su es
cogida erudicion, no menos que por la elegancia
ciceroniana del estilo, colocan sin duda al egrégio
toledano entre los distinguidos humanistas, honra
en aquel siglo de nuestra pátria y en especial de
2
1 ()

la benemérita Compluto. En sus aulas habia yo


pasado los floridos años de mi juventud: así cual
quiera comprenderá el cariñoso respeto que con
servaba á tan venerable liceo en tiempos en que
ya no existia, y á todo cuanto pudiese recordar
sus antiguas glorias. Baste decir que los vestigios
de la edicion de Lorenzo Balbo, casi coetánea de
la fundacion de un establecimiento en que tanto
culto se habia tributado al estudio de los clásicos

griegos y latinos,fueron considerados por mí como


un precioso hallazgo. En él, confiésolo ingénua
mente, no era el mérito de Valerio Flacco, cuya
epopeya á la sazon apenas conocia, sino el trabajo
y el nombre del anotador español, y el sitio en
que habia pronunciado sus lecciones, el verdadero
motivo de mi entusiasmo. Justamente mientras el

docto maestro se afanaba en esplicar á sus alum


nos el poema de los Argonáutas, fijando á fuerza
de perspicacia la segura inteligencia de pasages
no comprendidos hasta entonces, ó restableciendo
con profundo análisis la pureza del testo, viciada
por manos inespertas, era el período mas florecien
te de tan afamada escuela. Madre fecunda de Am
brosio de Morales, de Mariana, de Laguna, del
divino Valle, del polígloto Arias Montano, y mas
11

adelante de Quevedo, de Figueroa, de Lope de


Vega y de otros innumerables varones, conspicuos
pór su ciencia, habia tenido tambien la honra de
dar enseñanza en su recinto á José de Cala

sanz (), Ignacio de Loyola, Tomás de Villanueva


y Francisco de Borja, venerados despues en los
altares. Si en el concilio de Trento los teólogos
complutenses, guiados por el dominicano Soto y
por el jesuita Lainez, alcanzaron perdurable re
nombre, no menos por la castellana entereza de su
carácter que por la solidez de sus doctrinas,y por
la afluencia, claridad y buen gusto en espresar
las; individuos igualmente dignos del mismo sa
pientísimo claustro, como el teólogo y matemático
Pedro Ceruelo, y los citados Soto y Pedro de Ler
ma, habian conseguido unánimes aplausos, cual
justo galardon de sus doctas esplicaciones, en las
cátedras de Salamanca y de la Sorbona: ni tam
poco es de olvidar la íntima hermandad que estas
universidades mantenian con la de Cisneros, en

época para ella tan próspera. Una especie de santa


complacencia (y perdónese á la gratitud, si tal vez
olvida el severo non eral hic locus del legislador
del Parnaso) me impulsaba á desear reproducir
aquellos datos, muchos de los cuales encontré con
12

firmados en los prólogos de la referida edicion de


1524. Por eso al conocerla, aunque imperfecta
mente, mi ambicion limitábase entonces á poseer
un ejemplar completo de ella, y encontrado que
fuese, reimprimirlo con las variantes y mejoras
que al fruto de las provechosas vigilias de Loren
zo Balbo, hubieran podido añadir el estudio y
comparacion de impresiones mas modernas. Por
desgracia, inútiles fueron mis esfuerzos; y lo que
es tristemente mas decisivo, tambien quedaron
sin resultado los de mi erudito amigo el señor
Marqués de Morante, quien añadiendo un nuevo
testimonio á los muchos relevantes que tiene da
dos de su noble celo por cuanto concierne al fo
mento de la literatura, despues de tomarse el
trabajo de examinar personalmente conmigo los
mutilados restos de la biblioteca de Alcalá, exis
tentes hoy en la Universidad Central (con la ven
taja que para ello le prestaba, aparte de su actual
merecido crédito, el que, como catedrático y como
rector, habia obtenido antes en ambos claustros),
llevó su inagotable generosidad y gallardía á es
cribir á todos sus corresponsales en Europa, ofre
ciendo premiar con su notoria largueza cuantos
volúmenes le remitiesen de la edicion codicia
13

da ("). Duro es añadir que á la noticia de tantas


diligencias baldías, hubo de suceder en ambos el
a margo convencimiento de que, si bien es cierto
que la impresion complutense de los Argonáutas
existió mas ó menos copiosa, quizá ni uno solo de
sus ejemplares ha logrado salvarse entre las varias
vicisitudes y calamidades sobrevenidas á nuestro
pais despues del siglo XVI (). Mas como quiera
que antes de este desengaño fuépreciso, para irme
preparando á realizar en su dia mi primitivo pro
pósito, estudiar la obra de Valerio; la familiaridad
que insensiblemente hube de ir adquiriendo con
sus versos, me comenzó á descubrir sus bellezas.
Del conocimiento de ellas nacieron mis primeros
ensayos; y el indulgente estímulo de personas en
tendidas, alentándome á continuarlos, decidió al
fin mi timidez á trasladar por completo á nuestro
hermoso idioma un poema que, traducido en verso
á varias lenguas modernas, en España, ni aun en
prosa jamás habia alcanzado esta fortuna.
Tal es el origen del trabajo que someto aljui
cio del público. Si el nombre de Valerio Flacco
escita su curiosidad, por ser de los clásicos menos

("). Véase la nota 15, al final.


11

conocidos, la accion del poema tambien, me li


sonjeo, ha de captarse su agrado. Trátase de una
de las primeras navegaciones emprendidas por
los hombres á costas lejanas; y este suceso, que
embellecido por la poesía con la historia del rapto
de Medea y la conquista del vellocino de oro,
abrió al comercio paises entre sí distantes, siendo
uno de los mas notables de los siglos heróicos, y
que como tal dió asunto para sus poemas á Apo
lonio de Rodas y á otros escritores de fama, no
creo ceda en grandeza y magnificencia á ningu
no de los celebrados por los cuatro ó cinco poetas
épicos de primer orden que la posteridad venera.
En cuanto al mérito de la ejecucion, tampoco
«llevaré mi entusiasmo (como de algunos traduc
tores escribia con gracia el que lo fué elegantísi
mo de Nemesiano y Calpurnio, mi respetable
amigo D. Juan Gualberto Gonzalez) á contraha
»cer á los antiguos paladines, que á tuerto y á
» derecho combatian contra los que no confesasen
»la superioridad de la belleza de sus damas.» Por
una parte, la época en que Valerio existió empe
zaba á ser de decadencia para la literatura; y por
otra, sorprendido el poeta por la muerte, no pudo
perfeccionar ni aun concluir su obra. Mas así, tal
15

cual la dejó, acredita sobradamente las grandes


prendas de que estaba dotado, y la justicia con
que el docto Quintiliano, formando en una sola
frase su mas cumplido elogio, esclama con dolo
rida conviccion: «Irreparable pérdida hemos su
»frido con el fallecimiento de Valerio Flacco (*).»
Venido este al mundo despues de los dos eminen
tes modelos de la epopeya, orgullo de Grecia y
Roma, y cuyo mérito tantas generaciones están
conformes en aplaudir, puede asegurarse que él
los imitó con feliz éxito, insistiendo sobre sus

huellas. Imitó, he dicho; y el concepto acaso


exija esplicacion en un tiempo en que no pocos
escritores, confiados quizá con esceso en sus pro
pias fuerzas, califican de supersticioso el respeto
con que nuestros abuelos, al seguir los vestigios
de la antigüedad griega ó latina, consideraban
las citas y recuerdos clásicos como el mas bri
llante blason de sus producciones. Tan inconcuso
era para ellos el axioma de que no será imitado
qucien no imita. En semejante sistema pudo haber,
y lo hubo ¿quién lo duda? exajeracion fanática.
A la razon y al buen sentido toca, sin embargo,
si bien poner coto al esceso, no proscribir ciega
mente un principio acreditado por la esperiencia
16

y por el ejemplo de hombres ilustres. Valerio


imitó, en efecto; pero como lo hicieron los gran
des maestros, no calcando frases, no plagiando
ideas, sino sirviéndole estas de inspiracion para
producir otras, y comunicar fuego y color al esti
lo, y á los pensamientos verdadera originalidad.
Sóbrio yjuicioso en la invencion y disposicion de
su poema, oportuno y sostenido en la espresion
de los caractéres, noble en el lenguaje, elegante
y florido en los símiles, patético en las imágenes,
exacto en la pintura de célebres personajes, no
menos que en la descripcion de pueblos remotos,
y usos y costumbres estrañas; su libro, aunque
no terminado, es bien digno objeto de estudio y
admiracion, como lo está siendo hace años en
otros paises. Dos traducciones en verso posee de
él Italia; Alemania ostenta la suya; existe otra
francesa de Dureau de la Malle, tambien poética,
muy aplaudida; y la última en prosa, publicada
por el incansable Mr. Nisard en la gran colec
cion de clásicos impresa en 1843, no cede en
elegancia á ninguna de las anteriores, bien que
á todas en correccion y exactitud las aventaja. Si
á lo dicho se agregan los elogios tributados á Va
lerio por Escalígero, Carrion, Barth, Policiano,
17

Vosio y otros sabios de los siglos XVI y XVII,


las innumerables ediciones de los Argonáutas da
das á luz, muchas enriquecidas con notas y co
mentarios, y finalmente, el recuerdo de que Ca
moens, Tasso, Ariosto, Moratin (D. Nicolás),
D. Juan Maury y otros no han tenido á menos
prohijar, en algunas de sus inmortales obras, ver
sos y brillantes pasajes de nuestro autor, son to
das razones plausibles para encarecer su valía, y
parajustificar la opinion de los que le califican
de inferior, sí, á Virgilio, pero de muy superior
á. Estacio y á Lucano. No es esto, sin embargo,
suponer que no haya tenido impugnadores. Si en
la república de las letras pocos juicios dejan de
sufrir contradiccion, á la buena fe del escritor
imparcial, en nada mas interesado que en el
triunfo de la verdad, toca no ocultarla; y este
deber apremia en el caso presente, cuando es
nuestro ilustre compatriota Luis Vives quien, en
su sólido tratado latino Método de enseñar las

ciencias (lib. III), habla con poco aprecio del poe


ma de los Argonáutas. Sabido es que aquel sabio
valenciano fue uno de los mas sobresalientes in

genios del siglo XVI; y aunque tachado por al


gunos de acre y descontentadizo en su crítica (),
18

esta habria sin duda de menoscabar el buen nom

bre de Valerio, á ser dirigida á deprimirle. Pero


«non tam illorum (Valerii et Apollonii) vel carmen
et dictionen improbo, dice Vives, sed argumenti
levitatem;» con lo cual, libre la fama del escritor
y del poeta, carmen el dictionem, mas bien la
frase, en cuanto al estilo, pudiera calificarse de
laudatoria. Desaprueba, es cierto, no solo en Va
lerio sino en Apolonio de Rodas, el argumento de
sus poemas por su insignificancia; yá la verdad,
al leer este juicio ocurre á la memoria el quan
doque bonus dormitat....., pues de otro modo no se
comprende cómo á hombre del profundo saber de
Vives y de su recto criterio, pudiera parecer so
mero é insignificante para materia de la epopeya
el viaje marítimo de los Argonáutas. Ya que es
tos se hubiesen propuesto al emprenderlo esten
der por el mundo el eco de sus hazañas, ó descu
brir paises remotos para conocer sus costumbres
establecer relaciones sociales ó mercantiles con

sus habitantes; ya que el afan de los alentados


aventureros se dirigiese á adquirir riquezas, sim
bolizadas bajo la alegoría del vellocino de oro,
metal entonces tan abundante en Asia, es evi
dente que ningun recuerdo podia lisonjear mas el
19

amor propio y escitar el entusiasmo de la Grecia.


Por grande que fuese el que en el orbe antiguo
produjera la narracion de las peregrinaciones de
Ulises ó de Eneas, la cólera de Aquiles ó el rapto
de Elena, ¿cómo comparar en importancia estos
acontecimientos con la espedicion naval de Jasón,
á quien el Oriente erigió templos, y cuya gloria
aun siglos despues era tanta, que el mismo Ale
jandro Magno, mostrándose de ella envidioso,
amenguó la suya? () Sin duda el suceso de que
hablamos no alcanza entre los modernos tamaña

celebridad; pero aparte de que esta objecion


comprenderia á todas las antiguas relaciones épi
cas, creo fuera de controversia el asegurar que
la esposicion escrita por poetas insignes, de he
chos que enlazan los tiempos fabulosos á los his
tóricos, siempre habrá de ser leida con placer y
meditada con provecho por los amantes de las le
tras. Parte de esta accion heróica, y no de las
mas importantes, forma el episodio de las aven
turas de Medea; y con haberlo juzgado digno de
ejercitar su pluma ingenios de la talla de Eurí
pides, Séneca, Corneille y nuestro Rojas (), to
davía á fines del siglo XVII Longepierre, y hace
muy pocos años Ernesto Legouvé, presentando
20
cada cual de ellos en el teatro francés una nueva

tragedia de Medea, aplaudidas ambas por el pú


blico sensato, han añadido tambien otra razon
Inas á las que antes quedan espuestas, para pro
bar que el sobredicho dictamen del eminente Luis
Vives, de ningun modo ha sido confirmado por
la posteridad.
Cargo empero mas grave, como mas directo á
la reputacion literaria de nuestro autor, hace á
este el célebre Mr. Laharpe, quien todavía menos
justo que Vives, lleva el esceso de su parcialidad
contra Valerio Flacco, á negar el título de poema
á su libro. Pocas veces la exajeracion habrá po
dido rayar en mas alto punto. Por fortuna, recono
cida está entre los doctos la inexactitud de algu
nos de losjuicios críticos de Mir. Laharpe, el cual,
urgido acaso por las obligaciones de la enseñanza,
no siempre habia leido los autores que analiza
ba (). De anatema tan breve como decisivo no
es mi ánimo emprender la refutacion; remitome,
sí, al artículo biográfico de Valerio, que el sabio
Mr. Tissot, conocido autor de los Estudios sobre
Viryilio, y sucesor que fué de Delille en la cáte
dra de poesía latina del Colegio de Francia, ha
publicado hace pocos años en el Diccionario de la
21

conversacion y de la lectura: artículo que encon


trará traducido el lector á continuacion de este

prólogo. Entre Valerio y Laharpe, con dificultad


pudiera hallarse árbitro mas competente. Consa
grado Tissot por inclinacion y por deber, como
dice su ilustrísimo panegirista el obispo de Or
leans, á « estudiar las obras del eminente cantor
» de Mántua, de aquel genio melancólico y profun
»do, que descubriendo lágrimas en el fondo de las
» cosas humanas, aventajó á todos los poetas de la
»antigüedad en penetrar los secretos del corazon,
» así como en la maestría en espresarlos (), » de
presumir era que al oido del ilustre comentador,
acostumbrado toda su vida á aquella sublime vir
giliana armonía de diccion y de pensamiento,
cualquiera otra voz habria de parecer, ó débil ó
desentonada. No fué así por cierto, antes bien, la
mentándose el docto académico de que el nombre
de Valerio Flacco no sea mas conocido en Europa,
lleva su admiracion á colocarlo al lado de Camoens

y de Tasso; y aun antepone en muchas cosas el


mérito del poema latino de los Argonáutas al de
la misma Enéida. El carácter, por ejemplo, del
adalid tesaliano, harto mas varonil é intrépido
que el del piadoso Eneas; la pasion de Medea y
22

Jason, contraida en la edad de los primeros amo


res, cuando la juventud brilla en ambos con toda
su lozanía, al par que rodeada de su encantadora
inesperiencia; la oportunidad con que se pinta al
guerrero, dando insigne muestra de su valor en
el combate á vista de la enamorada infanta; la
firmeza con que el pudor de esta se obstina en re
sistir á las seducciones de la disfrazada Venus; el

nocturno encuentro de losjóvenes en una selva,


apenas alumbrada por la misteriosa claridad de la
luna; el delicado episodio de Hilas; el vigoroso y
tremendo de Amico; y en fin, el sublime cuadro
en que las víctimas de este cruel tirano salen del
imperio de las sombras, á presenciar desde los
montes circunvecinos la sangrienta lucha, tan
aciaga para el bárbaro rey, son todos, en opinion
de Mr. Tissot (aparte de muchos mas rasgos que
cita), pasages brillantes, que puestos en paralelo
con otros análogos de Virgilio, no tienen por qué
temer la comparacion.
Ante esta concluyente apología, escrita por tan
docta pluma, y de cuya justicia yo mas que nadie
he tenido motivo de persuadirme, no creo nece
sario insistir mas en la incalificable mordacidad
de Mr. Laharpe; pero, confiésolo ingénuamente,
23

no obstante el brillante elogio de Tissot y de los


demás filólogos arriba citados, un recelo,fundado
en la escasa aficion que entre nosotros hoy á la
literatura clásica se advierte, ha venido mas de
una vez, durante la tarea, á debilitar mi entusias
mo. Acostumbrada por lo comun la generalidad
de los lectores, en la novela y aun en la poesía, á
narraciones mas ligeras, en que no tanto la per
feccion literaria como lo difícil de las situaciones,
lo estraño de los caractéres, el aglomeramiento de
los incidentes y la violencia de los contrastes, es
citando con fuerza la curiosidad, aviva necesaria
mente el interés de la lectura; de temer sería acaso
fuese mirada con desdén, y hasta con hastío, la
pura y sencilla belleza de las severas formas anti
guas. «Valor se necesita hoy (escribia en 1838
»con donosa oportunidad Mr. Barthélemy, el úl
»timo y mas exacto traductor francés de la Enéi
»da) para mezclarse entre los literatos contempo
»ráneos, queriendo lucir la auréola mitológica.»
Por suerte el aplauso unánime de los doctos,y dos
ediciones de su obra agotadas en pocos dias, die
ron al escritor testimonio irrecusable de lo ilusorio

de sus temores. No en vano hacia años, talentos


bien intencionados, á vista de la anarquía que
24

amenazaba apoderarse del campo de la literatura,


unieron en Francia sus esfuerzos para conciliar
las reglas dictadas por la esperiencia con los vue
los de la fantasía y las inspiraciones de la sensibi
lidad. Su propósito, al buscar el origen comun de
la verdad y de la belleza, era sin duda muy se
mejante al loable celo con que los estadistas se
afanan ha tiempo en hermanar, respecto al gobier
no de las naciones, el orden con la libertad, esclu
yendo la licencia; mas como quiera que aunque
vivas las pasiones no son tan feroces en las jus
tas literarias, los mantenedores de estas han te
nido la gloria de ver antes que los políticos co
ronados sus esfuerzos. Por eso el romanticismo

exajerado é indiscreto, que tan en boga estuvo


en Europa en años anteriores, ha ido perdiendo
terreno de dia en dia; y reducido ya á sus cance
les naturales, impuestos á todas las creaciones
humanas por la cordura y el buen juicio, los hom
bres sensatos de ambas escuelas están conformes

en reconocer la importancia de los clásicos, no


menos que la necesidad de su propagacion.Así es
que las ediciones de autores griegos y latinos que
de contínuo se reproducen en Europa, cada vez
mas correctas, sus frecuentes versiones y comen
25

tos, y sobre todo el loable afan con que, aparte


de las revistas científicas, periódicos de nombradía
como el Diario de los debates y otros no menos
leidos, dedican á porfía sus colaboradores de mas
crédito á analizar concienzudamente aquellos apre
ciables trabajos, hacen ver que aun en Francia,
en medio de la efervescencia y del influjo de la
moda, los estudios sólidos y fundamentales siem
pre conservan ilustres y numerosos apasionados.
¿Acontece lo mismo en España? Respuesta poco
satisfactoria habria de dar á esta pregunta el que
solo considerase ese diluvio de traducciones del

francés que obstruyen nuestras prensas, y en


donde, con menoscabo de nuestro antiguo re
nombre, se olvidan á cada paso las reglas mas
óbvias de la lógica y de la gramática; y, lo
que es mas de lamentar, se conculcan á veces
las leyes de la moralidad y del decoro. Afortuna
damente no son de tan menguada especie todas
las obras que salen á luz, pues sin mencionar
aquí á Balmes, Donoso, los dos Lafuente, Amador
de los Rios, Pidal, Fernán Caballero, Zorrilla,
Berlanga () y otros distinguidos escritores, hon
ra de la literatura contemporánea, y limitándome
solo á recordar trabajos análogos al que nos ocu
26

pa, bien puede asegurarse que, á pesar de nues


tras vicisitudes políticas posteriores al año de 1779,
época en que el laborioso Pellicer publicó su B
blioteca de traductores, los clásicos griegos y la
tinos no han dejado de obtener entre nosotros be
neméritos intérpretes. Lo fué de la Iliada D. José
Gomez Hermosilla; y su obra, reconocida en Eu
ropa como uno de los monumentos mas insignes

que al cantor de Aquiles han consagrado hasta


ahora los idiomas vulgares, es al par un testimo
nio indeleble del aprovechamiento con que el
docto helenista recibió las lecciones de su maes

tro, el sábio catedrático de San Isidro D. Casimi


ro Florez Canseco, elegante traductor tambien del
Sueño de Luciano. Igual servicio prestaron á la
literatura D. Ignacio Lopez de Ayala y D. Am
brosio Rui Bamba, poniendo en castellano el pri
mero Los Caractéres de Teofrasto, y el segundo
la Economía de Jenofonte y la Historia de Poli
bio. Si no con igual éxito, en razon de la mayor
dificultad de la empresa, con aplicacion no menos
loable, el bibliotecario D. Francisco Patricio Ber
guizas se ocupó en la version poética de Píndaro;
así como D. José y D. Bernabé Canga Argüelles
en la de Safo y Anacreonte; tarea que mas tarde
27

acometió de nuevo, añadiendo á las poesías de los


dichos los Cantos de Tirteo, nuestro contemporá
neo Castillo y Ayensa. Ni tampoco es de olvidar
que el polígloto D. José Antonio Conde, tan cele
brado despues como docto orientalista por nacio
nales y estranjeros, traduciendo en versos caste
llanos á Teócrito, Anacreonte, Bion y Mosco,
obtuvo los primeros aplausos ("). Notable por su
propiedad y exactitud es la traduccion castellana
de la Historia de Herodoto por el docto jesuita
D. Bartolomé Pou, y la del poema de Colutho so
bre el rapto de Elena, publicada en verso latino
y castellano por el sábio escolapio P. Felipe Scio,
al par fiel y erudito intérprete del Antiguo y AVue
vo Testamento, habiéndolo sido antes del Tratado
del Sacerdocio escrito por San Juan Crisóstomo.
A la incansable aplicacion del dean de Játiva,
D. José Ortizy Sanz, debemos, entre varias obras
útiles, una traduccion latina del Manual de Epi
tecto, y otra española con notas de la obra de
Diógenes Laercio, Vida de los filósofos yrieyos.
Merecedoras son de honorífico recuerdo la version

de la poética de Aristóteles por D. José Goya, y la


mas moderna de las Vidas paralelas de Plutarco
por D. Antonio Ranz de Romanillos, quien, joven
28

todavía, publicó en nuestro idioma las oraciones


de Isócrates. Igual aspiracion, respecto á los dra
máticos griegos, alimentaba, en medio de su fe
cunda laboriosidad, el malogrado literato D. José
Muso y Valiente, segun nos refiere su apreciable
biógrafo (). Doloroso es por tanto habernos de
contentar con esta efimera remembranza, cuando
á todos los que trataron al Sr. Muso, fallecido
en 1838, consta su sólida instruccion y capacidad
indisputable. Por dicha, lo que la muerte impidió
ejecutar á tan benemérito español, lo acaba de
poner por obra el distinguido é ilustrado patricio
D. José Gutierrez de la Vega; y gracias á su pro
tectora iniciativa, el docto filólogo D. Eduardo
de Mier, presentando al público en castiza y ele
gante prosa castellana nueve de las tragedias de
Eurípides, ha comenzado á realizar una de esas
elevadas empresas, en las cuales por fortuna, co
mo dice el mismo traductor en su noble dedica

toria al Sr. Gutierrez de la Vega, no tienen en


trada nuestras deplorables discordias políticas.
Por lo que respecta á la literatura latina, nin
gun clásico ha merecido tanto favor como Hora
cio entre los españoles. Con razon pudiera creerse
que, agradecidos estos al honorífico epíteto de pe
29

ritus, con que el ilustre poeta distinguió al Ibero,


se han afanado por justificar su predileccion. Para
probarlo basta, aparte de las muchas composicio
nes del insigne venusino traducidas por ingenios
del siglo XVI y de los siguientes, citar á los cé
lebres Moratin y Lista, atinados imitadores de
algunas de sus odas, así como á D. Francisco
Martinez de la Rosa, D. Juan Gualberto Gonza
lez, y al aventajado catedrático D. Raimundo de
Miguel, que en nuestros dias han dado á luz es
celentes versiones de la Epístola a los hijos de
Pison , código inmortal del buen gusto. A todos,
sin embargo, sobrepuja en este punto el eminente
literato D. Javier de Burgos, el cual, además de los
laureles que la posteridad le reserva como elegante
historiador y profundo político, merece un lugar
distinguido entre los mejores intérpretes de Hora
cio; el mismo que los estranjeros, aunque pocas
veces jueces imparciales de nuestras cosas, le han
señalado en la esmerada edicion políglota de las
poesías del cisne de Venosa, publicada por Mont
falcon en 1834. Otra nueva de su citada traduc

cion dió á luz el Sr. Burgos en 184-1: y las gran


des reformas hechas por él en su testo y anota
ciones, son brillante ejemplo de cuánto pueden
30

valer á un hábil y fecundo escritor las lecciones


de la esperiencia.
Menos afortunado que el favorito de Mecenas
ha sido Virgilio en España. Tenemos, es verdad,
de sus églogas apreciables traducciones; distin
guese entre todas, por su exactitud y por lo eru
dito de sus notas, la que imprimió en 1844 miya
citado amigo D. Juan Gualberto Gonzalez, hábil
intérprete de Nemesiano y Calpurnio, y orgullo
al par de la magistratura y de las letras; pero en
cuanto á la Eméida, obra principal y mas impor
tante del divino Maron, si escluimos tentativas
mas ó menos felices que sobre sus primeros libros
hicieron algunos literatos, como D. Tomás de
Iriarte y D. Francisco de Vargas Machuca, la
lengua española, sin embargo de haber sido entre
las vulgares quizá la primera que logró poseer
en prosa aquella célebre epopeya (*), se ha de
bido contentar hasta ahora con los incorrectos y
desaliñados endecasílabos de Gregorio Hernandez
de Velasco (*). Lástima que el sabio D. Alberto
Lista, ya que, segun es fama entre sus biógrafos,
pensó enriquecer nuestro Parnaso con esta esplén
dida joya del latino, desistiese de su proyecto;
¿quién mas á propósito que aquel humanista in
31

signe para llevarlo á colmo. Por fortuna la ele


gante muestra presentada en 1845 por mi caro é
ilustrado condiscípulo D. Fermin de la Puente y
Apecechea, del libro IV de la Eméida, traducido
en valientes octavas llenas de estro y armonía,
hace confiar fundadamente en que la version de
todo el poema, presto habrá de llenar en nuestra
literatura este vacío, con honra del laborioso es
critor, como de la escuela Calasancia en que am
bos recibimos educacion. ¡Ojalá que acerca de la
obra maestra de las Geórgicas, reconocida por el
trabajo poético mas correcto de las musas latinas,
pudiésemos abrigar igual consoladora esperan
za! (**) Pero sería injusto poner fin á esta noticia
sin agradecer los esfuerzos hechos por D. Luis Fol
gueras en su traduccion de las Sátiras de Juvenal.
En cuanto al mérito del trabajo, baste recordar la
vehemente energía con que el austero poeta de
Acuino motejaba indignado los vicios de la socie
dad romana, tan depravada en su decadencia,
para comprender que el genio y la robusta ento
nacion de un Quevedo, apenas hubieran bastado
al traductor para salir airoso de su colosal empre
sa. Mejor éxito alcanzó en la suya, como mas
proporcionada á sus fuerzas, D. Juan Alvarez de
32

Sotomayor, trasladando á castellano elegante y


castizo el Tratado de agricultura de nuestro an
tiguo compatriota Columela, cuya escelente ver
son poética del libro X, ó sea Poema de los huer
tos, fué obra de mi amado tio D. José Virués y
Espínola, quien mas tarde tradujo tambien los
Salmos de David, el poema de La compasion por
Delille, y la Henriada (").
Aunque no estoy lejos de creer que el anterior
resumen pueda ser calificado por la severa crítica
de digresion importuna, mi propósito al escribirlo
ha sido rendir un justo tributo de gratitud á la
memoria de los sábios modestos que, por impulso
de una noble vocacion, consagraron sus vigilias
á la fatigosa tarea de ofrecer á lajuventud, libres
de espinas, las flores de la antigüedad. Por lo de
más, si yo, al seguir las huellas de tan dignos
varones, no alcanzo su perfeccion, creo haberlos
igualado en ardiente celo; y sobre todo, tampoco
me ha faltado su constante abnegacion para lle
var á término una obra que, segun los intelijen
tes conocen, me ha debido costar largos años de
perseverancia. Olvidada durante ellos casi del
todo mi tarea por largas temporadas, y empren
dida de nuevo para volverse á poco á interrum
33

pir, segun lo han exigido vicisitudes domésticas


ó deberes y ocupaciones mas perentorias, ella pre
cisamente se ha de haber resentido tambien de

la época borrascosa en que nació y en que se ha


formado; época tan poco á propósito, á vuelta de
otras ventajas, para conseguir la tranquilidad de
espíritu, amiga de estos estudios. «De todos mo
odos, los hombres instruidos (como escribia con
»su inimitable sencillezy pureza el docto Fr. Luis
» de Leon) saben demasiado cuán árdua es la em
»presa de traducir poesías elegantes, y guardar
»cuanto es posible las figuras del original y su
» donaire, y hacer que hablen en castellano, y no
» como estranjeras y advenedizas.» Por lo mismo,
no creo esperen hallar en este libro una copia
exacta del poema latino, y sí solo una imitacion
Inas ó menos aproximada al modelo, en cuanto
mis escasos medios y las severas leyes del ritmo
y de la rima lo permiten; pues este y no otro ha
sido el objeto de mi trabajo. En él no negaré que,
precisado á veces á usar de cierta holgura, por
tal de conservar el espíritu del autor y sus ideas
principales, he tenido que sacrificar algunos por
menores menos importantes, así como en otras
adoptar cierta paráfrasis en obsequio de la clari
34

dad. Esta licencia, tolerada siempre al que tra


duce versos de un idioma clásico, cuyas alusiones.
concentradas, por decirlo así, hasta lo infinito, y

óbvias y triviales en su época, deben hoy apare


cer oscuras, es tanto mas indispensable interpre
tando á Valerio, titulado con propiedad el Tácito
de la poesía, como que á él mas que á otro algu
no se asemeja por su sentenciosa concision. Hacer
comprensible el testo original, es sin disputa el
primer deber de un traductor;por eso, todo lo que
contribuye á familiarizar á los lectores con el es
tilo del poema, con susimágenes, y con los carac
téres que en él figuran, me ha parecido lícito, y
en mucho preferible á una version que, necesi
tando otra para ser comprendida, pudiera quizá
ser absurda á fuerza de aspirar á una exactitud
fotográfica. «Esta identidad es una quimera (es
»cribia Mr. Nisard en su advertencia preliminar
»de la traduccion de Ovidio); así como sacrificar
en su obsequio el genio de la lengua que tra
» duce al de la lengua traducida, es probar que no
» se sabe ni una ni otra.»

A conseguir, sin embargo, la deseada perspi


cuidad, todavía no serian bastantes los indicados
medios sin el auxilio de notas, indispensables siem
35

pre en obras de este género para definir voces ó


conceptos históricos, mitológicos y geográficos, ó
para aclarar alusiones ininteligibles á gran parte
de los lectores. En consideracion de estos, y prin
cipalmente de los jóvenes estudiosos, tampoco me
ha parecido inoportuno, tratándose de un testo
raro en nuestras escuelas, incluir alguna vez en
mis ilustraciones paralelos con el de Apolonio de
Rodas, que siglos antes habia tratado el mismo
asunto; poner de manifiesto la mas ó menos for
tuna con que Valerio habia logrado imitar á sus
predecesores; y recordar, en fin, pasages en que
autores modernos de celebridad no se han desde

ñado de tomar al nuestro por modelo.


Aunque en todo esto he aspirado á cierta so
briedad, confieso me queda algun escrúpulo de no
haberla observado tan severamente siempre que
se me ha presentado ocasion de citar á nuestros
escritores nacionales; y en tal concepto, si hubiese
de mi parte algun esceso, me apresuro desde lue
go á pedir al público un voto absolutorio. En época
en que la parcialidad de muchos estranjeros se
muestra tan poco instruida en todo lo que nos
puede favorecer, y, lo que es peor, cuando no po
cos españoles parece reniegan de su noble origen,
36

justo es que los que le aceptamos como esclareci


do blason, renovemos con piadoso entusiasmo los
nombres y las glorias venerables de nuestros an
tepasados. A la sabida regla que Boileau sacó del
Arte poetica de Horacio:

Qui ne sul se borner, ne sut Jamais crire,

á pesar de ser tan juiciosa y verdadera, creo in


dispensable aplicarle alguna latitud, siempre que
en ello se interese la honra de la patria.
Ahora, por lo que respecta á la clase de versos
empleada en mi traduccion, he creido necesaria
alguna variedad, á fin de evitar la monotoníay el
cansancio, bien que en la mayor parte del poema
he preferido la octava; pues además de autorizar
me á ello el ejemplo de casi todos los épicos espa
ñoles, portugueses é italianos, estoy persuadido
de que si

Mostró ya Homero el metro en que debian


De reyes y caudillos las hazañas
Ser referidas, y las duras yuerras,

ningun metro puede aproximarse en castellano al


hexámetro homérico tanto como la octava, por su
37

robustezy majestad. A ser yo capaz de escribir


versos suellos tan variados y cadenciosos como los
de Moratin, acaso me hubiera decidido por ellos:
que no sin razon los calificó de generosos juez tan
competente como Bartolomé de Argensola; y á
decir verdad, cuando son perfectos, dejan en mi
oido una dulzura inesplicable. Mas esta, si bien
se analiza, no solo procede de la delicadeza del
ritmo y del esmero en la combinacion de las ce
suras, sino tambien del oportuno contraste ó en
lace en las ideas; y si de estas es árbitro el escri
tor cuando compone originalmente, no disfruta
de igual franquicia cuando traduce. Compárense
si no los versos sueltos en que el Sr. Martinez
de la Rosa traslada al castellano la Epístola á
los Pisones, con los de la elegía del mismo á la
muerte de la Duquesa de Frias, composicion
nunca bastante alabada por la espontaneidad y
ternura de sus afectos, y escrita en igual me
tro; y creo no podrá menos de convenirse en que
este, á pesar de su aparente facilidad, no será
nunca el mas á propósito para sostener el entu
siasmo del que traduce, cuya verdadera musa
puede decirse es la armonía y la concision. No
parece sino que, como el deber del trabajo cons
38

tituye una de las primeras y mas antiguas leyes


de la humanidad, su fiel cumplimiento reserva
siempre al hombre merecido galardon. Aquello
que mas nos costó alcanzar poniendo á prueba
nuestra constancia, es siempre lo que mas nos
complace; al paso que el hastío y el tedio suelen
seguir de cerca á goces conseguidos fácilmente.
Tal creo sea el fundamento de la teoría de la rima,
engendrada, si se quiere, en tiempos de ignorancia
por una especie de rústico instinto, pero que des
pues, en manos de Racine o de Rioja, lejos de
merecer la innoble calificacion de porrazo con
que Jáuregui, en su por otra parte estimable Poé
tica, quiso desacreditarla, es mas bien uno de los
elementos mas insinuantes y halagadores de que
la poesía dispone para ganarse el corazon. Resul
tado es tambien de ese mismo ahinco laborioso

con que el escritor compone, bajo la inexorable


pero provechosa ley de la consonancia, la facilidad
y maestría que insensiblemente va adquiriendo
en el manejo del idioma; y de él nace la antes
indicada concision y laconismo, origen de tantos
pensamientos sublimes, en que, aun en sentir de
algunos modernos, consiste la principal gracia del
estilo. Espresada así, pues, la importancia que
39

doy al poderoso estímulo de la dificultad vencida,


queda manifiesta tambien la razon por qué, en mis
primeros ensayos, hube de escluir para la versifi
cacion general de mi obra el endecasílabo con
asonante, vulgarmente llamado romance heróico.
Es el asonante una especie de secreto armónico
con que la Divina Providencia parece haber pri
vilegiado al oido español; secreto que no percibe
el italiano con ser tan músico: y esto esplica la
predileccion con que, desde los primeros albores
de la poesía castellana, nuestros poetas han usa
do de esta media rima, y el partido que de ella
han sabido sacar los grandes ingenios. De notar
es, sin embargo, que, aplicándola siempre á es
trofas denominadas de arte menor, no recuerdo
exista ni un solo ejemplo entre los líricos del si
glo XVI, de que la asonancia haya sido de propó
sito adaptada á los endecasílabos; y en testimonio
apelo á las colecciones de Sedano, de Fernandez
y de Quintana. Moda fué esta que, introducida en
la poesía en los tiempos de su decadencia, ha sido
generalmente mirada por los buenos poetas con
cierto desvío; y lo que es peor, usada alguna vez
por la urgencia ó por el compromiso, comunica
sin querer á los versos heróicos, principalmente
/0

en obras estensas, una especie de trivialidad y


desaliño, hijo quizá de la misma facilidad ó de su
cansado monoritmo. ¿Quién ha osadojamás(y sir
va este de preferente ejemplo) poner en duda las
eminentes dotes del ilustre Quintana, orgullo de
las musas españolas? Pues cotéjese, á pesar de su
indisputable mérito, con todas sus magníficas
poesías, el romance endecasílabo en que dedicó al
rey padre D. Fernando VII su magnífica oda á las
bodas de la reina Cristina (impresas ambas com
posiciones en Madrid, en 1829) ("), y no se po
drá menos de convenir en que la dedicatoria de
ningun modo es digna de la riqueza y lozanía del
elegante epitalamio, ni menos de la fama de tan
gran maestro. No habiendo tenido el honor de
tratar al Sr. Duque de Rivas, ignoro si en esta
cuestion de arte métrica conservó hasta el fin de

sus dias, tan aprovechados para las letras, las


mismas opiniones de la juventud cuando daba á
luz El Moro Espósito. Respetable, sin embargo,
para mí siempre el dictamen de tan docto varon,
y salvo tambien el que manifestó en el prólogo
de la misma obra mi elocuente amigo el Sr. Al
calá Galiano, estoy seguro de que aquella brillan
te narracion épica, cuyo altísimo mérito soy el
{1

primero en proclamar, hubiera ganado muchos


quilates de valor (en paz sea dicho de su aprecia
ble editor el Sr. Salvá), sobre los que sin duda po
see, á haber sido escrita en octavas por tan privi
legiada pluma. Así me lo persuaden, sin ir mas
lejos, las del poema de Florinda, produccion del
mismo esclarecido autor, quien al incluirlas á
continuacion de El Moro Espósito, solo para com
pletar el volumen, no recata su desdén hácia
ellas, á pesar de ser merecedoras, porsugallardía,
facilidad y colorido, de figurar entre las mas ce
lebradas de nuestro Parnaso moderno. ¡A tanto
puede llevar el contagioso espíritu de sistema, aun
en los mas ilustrados ingenios! Así es que, á pe
sar de la merecida autoridad de los que dejo elo
giados, no vemos que su opinion en esta parte
haya ganado muchos prosélitos. Por lo mismo no
creo aventurado afirmar, que el endecasílabo aso
nantado, circunscrito como hasta aquí á tal cual
composicion de cortas dimensiones, solo en el tea
tro especialmente trágico es donde continuará te
niendo verdadera aplicacion, y en este concepto
me ha parecido oportuno usarlo alguna vez en
boca de varios personages del poema.
Finalmente, cualquiera comprenderá que á la
4
42

traduccion debe acompañar una edicion del testo


original; y aun mi primer intento fué imprimir
ambos á la par, enfrente uno de otro: mas ha
biendo despues desistido de aquella idea por con
sideraciones meramente tipográficas, me decidí á
imitar al esperto Delille en sus célebres versiones
de Virgilio, publicando por separado la edicion
latina. En cuanto á la correccion ypureza de esta,
baste decir es la misma que, despues de ímprobos
trabajos, adoptó N. E. Lemaire para su escelente
Biblioteca clásica, impresa por Didot en 1824, y
preferida desde entonces para la enseñanza por la
ilustre universidad de París.

Tales son las reflexiones que, durante el pro


greso de mi trabajo, me ha sugerido el anhelo de
complacer al público. Al aguardar su fallo, estoy
bien lejos de juzgarme digno de una completa
aprobacion. La empresa de traducir el poema de
los Argonáutas es tan árdua, como ténues los ele
mentos con que yo he contado para darla cima.
Mas si, en vista de mi aplicacion, los lectores me
acreditasen con su favorable acojida, que no he
deslustrado del todo las bellezas de Valerio, ó se
gun la oportuna frase de un antiguo traductor es
pañol de la Odisea,que no las he privado desu gra
43

cia y frescura, como suele acontecer á las rosas que


rásticamente se manejan ("); y si, por último, la
ciudad de Almería, suelo natal de la virtuosa y
amada compañera de mi vida y de muchos de mis
buenos amigos, no se desdeña de colocar algun
dia mi nombre entre los nobles hijos de esta mi
patria adoptiva, en cuyos tranquilos campos he
trabajado gran parte de la presente obra, mis es
fuerzos quedarán premiados y mi ambicion satis
fecha.
45

N0TA A LA DEDICATORIA.
- --->---

(") Para dar al público una idea de los méritos de este ilus
tre varon, natural de Virtus, aldea en la provincia de Bur
gos, no creo inoportuno reproducir aquí el elogio fúnebre
que, dócil á superior precepto y continuando una loable cos
tumbre usada entre los PP. Escolapios, escribió mi respetable
amigo el P. D. Ramon del Valle, actual vicario general en
España del caritativo instituto. Conozco demasiado la sólida
virtud de este digno eclesiástico, que, consagrado del todo
á cumplir en bien de la juventud los santos deberes de su vo
cacion, tiene por principal ó mas bien único anhelo seguir la
escondida

Senda por donde han ido


Los pocos sábios que en el mundo han sido,

para que deje de comprender cuánto mortifico la modestia


de tan benemérito religioso con la inesperada cita de su nom
bre; pero tampoco á su buen criterio se oculta lo mucho que
importa en nuestra época, harto menesterosa de buenos
ejemplos, ofrecer á los contemporáneos, modelos en que apa
rezca enlazada la ciencia con la virtud. En cuanto al tierno
y elocuente elogio de mi amado maestro, es á la letra cono
sigue.
Habeat consueta suffragia laudesque parentales Isidorus Pe
ña a Conceptione, dulcis mostratum amor et incrementum. Na
tus in humili Cantabriae pago, cui nomen Virtus, ingentes hausit
a natura spiritus, et altan indolem. Sapientiae prolusitjan puer,
virtuti prolusit. Ad mostros vocatus adrolat Piae familiae daturus
momen. Majus inde doctrinae et sanctitatis studium; magnae rur
sus inde de Isidoro spes, et amplajudicia. Expectationem res ipsa
rcit. Antoniano Seminario Matriti adscitus, et tradendae in, eo
Rethoricae, nihil pretermisil omnium, que magno essent digna
ayistro, moderatore summo. Erant suaviores patriamantissimo,
en cara pignora pueri. Aderat usque praesens, laboris et ho
46
nestatis hortator et custos. Hincuberes, hinc fructus opini, quos
populo semel et iterum spectandos exhibuit, quos toto probavil
plausu nobilitas Matritensis. Domus Rector Antonianae providit
solicitus omnia prudenter, fortiter, peramanter. Pristinae dis
ciplinae promovendae summopere adlaboravit, legum idem et cultor
et vindex. Pauperum pater audiebat charitate et munificentia.
Immeritus mori, capil maturius valetudine tentari graviter. Huc,
iluc mittitur milioris caeli salubritate sanandus; sed gliscente in
dies malo. in oppido Chapineria, ipso die Naticitatis intaminate
Virginis, quan Matren sibi dulcissimam toto pietatis sensu prof
llebatur, mortali decessil vita,potiturus aeterna,aetatis anno LXIII,
religionis XLV. Tanta viri jactura indoluere mostri, ingenuit
orbata paupertas; comploravit acerbius, et piisperpetuo lacrymis
parentabil Antoniana Domus, tanto viduala Patre, tam cari ca
pitis desiderio tanto.
47

N0TAS AL PROL060.
---C---

(*) Consta de un modo auténtico, que S. José de Calasanz


fué en su juventud colegial en el Mayor de S. Ildefonso de
Alcalá. Coincidencia muy consoladora es que dicho estable
cimiento continúe, á pesar de la traslacion de la universi
dad, dedicado á la enseñanza de la juventud, en manos tan
competentes como las de los beneméritos hijos del santo in
fanzon aragonés.
(*) Al fin, despues de tantas diligencias inútiles en busca
del libro de Lorenzo Balbo, ni erudito amigo D. Manuel Ovilo
y Otero, oficial de la Biblioteca nacional, me ha proporciona
do ver en ella, pocos meses hace, un ejemplar de la citada
obra, procedente del espolio de conventos suprimidos; pero
hallándose mitrabajo dispuesto para la prensa, y siendo ya
mi plan, como de ello queda enterado el lector, distinto del
primero que formé, solo escribo aquí esta noticia en obsequio
de los aficionados á la bibliografía. La espresada edicion de
los ocho libros del poema de los Argonáutas por Valerio, im
presa en buen papel y con caractéres góticos, ó sea de tortis,
correctos y aseados, concluye en esta forma: «Compluti in
oficina Michaelis de Guia: Anno Domini MDXXIV, die XX no
vembris.» Justanente en el mismo año, y en la misma im
prenta, se dió á luz la célebre obra de Agricultura de Gabriel
Alonso de Herrera.
(*) Multum in Valerio Flacco nuper amisimus. (Quintil. Inst.
oral. lib. X, c. l.)
(*) En la escesiva severidad de Luis Vives están contestes
Vosio (Hist. graec., lib. 2), Melchor Cano (lib. 10, Loc. theol.),
Jos. Scal., y otros.
(*) Itaque Jasoni totus ferme Oriens, ut conditori, divinos
honores templaque constituit, quae Parmenion, dur Alecandri
Magni, post multos annos dirui jussit, ne cujusquam momen in
O-¿ete venerabilius quan Alexandri essel. (Trog. Pompej. in
Vistin. lib. XLII, cap.3)
(s) sabido es que el célebre escritor dramático del si
48
glo XVII, D. Francisco de Rojas, autor de las comedias Gar
cia del Castañar, Entre bobos anda el juego, Donde hay agravios
no hay celos, y otras joyas de nuestro teatro, compuso tambien
la titulada Encantos de Medea, y que en dicha obra no fué
tan feliz; pero esto en nada contradice lo que llevamos ma
nifestado en el testo, en cuanto aquí solo se trata de la elec–
cion del asunto.
(*) El ilustrado editor del Curso de literatura de Mr. Lahar
pe (edicion de París, 1840), reconoce terminantemente) to
mo I, pág. 3 de la advertencia preliminar) «la precaucion
»con que es menester seguir al docto escritor siempre que
»habla de AA. de la antigüedad, á quienes no pocas veces
»juzgaba superficialmente, sin haberlos examinado por sí,
»fiado solo en versiones ó noticias inexactas. El ilustre cate
»drático del Liceo, todo lo sacrificaba á querer persuadir al
»público su suficiencia para desempeñar la tarea inmensa
»que temerariamente habia emprendido;» y este dictamen es
el mismo de casi todos los biógrafos de Mr. Laharpe, los cua
les á su vez suelen tambien convenir en el buen criterio del
Quintiliano francés respecto á la literatura contemporánea
de su pais.
(*) Discurso de Mons. Dupanloup, obispo de Orleans, con
motivo de su recepcion en la Academia francesa, en la va
cante de Mr. Tissot (noviembre de 1854).
(*) Por si, á causa de la escesiva modestia que sabemos
distingue al Sr. D. Manuel Rodriguez de Berlanga, su nom
bre no os quizá tan conocido de algunos de los lectores como
el de los demás aquí citados, creo oportuno añadir, que este
digno sugeto honra grandemente alpais por su literatura, de
la cual ha dado testimonio insigne en su obra publicada en
Málaga en 1864, bajo el título de Monumentos históricos del mu
nicipio Flacio Malacitano; siendo su objeto reunir en un vo
lumen cuanto de la historia de la antigua Málaca se conser
va, desde que dicha poblacion fué fundada por los fenicios,
hasta que las tribus del Norte la invadieron. Habia dado oca
sion á este y á otros apreciables trabajos anteriormente dados
á luz por el laborioso escritor, el feliz hallazgo que por octu
bre de l85l tuvo lugar, en los tejares estramuros de la ciudad
de Málaga, de dos grandes planchas de bronce, en las cuales
consta grabada en latin, y en caracteres bien legibles, parte
de la antigua ley del municipio Flavio Malacitano. Alhajas
preciosas que, a punto de ser fundidas como metal viejo, fue
49
ron salvadas, sin reparar en gasto, por el ilustrado celo del
benemérito patricio Marqués de Casa-Loring. Con grandísi
ma complacencia cito aquí los nombres de estos dos esclare
cidos malagueños al lado de la ilustre escritora que, honra
tambien de Andalucía, y bajo el seudónimo de Fernan Ca
ballero, ya tan popular aun entre los estranjeros, tiene ad
quiridos relevantes títulos á la gratitud de cuantos amen la
honradez castellana y las gloriosas antiguas tradiciones de
nuestra patria.
(Véase el escelente artículo de Mr. Masade en la Rerista
de ambos mundos, 14 de noviembre l858, y el Diario de los De
bates de 20 de setiembre de 1861, en elogio de las obras de
Fernan Caballero, traducidas por Alfonso Marchais.)
("º) A pesar de la poca propension de los estranjeros á ce
lebrar nada español, unánimes y constantes fueron en efecto
los elogios tributados por los literatos de Europa á la memo
ria del malogrado D. José Antonio Conde, desde que en 1820
salió á luz su Historia de la dominacion de los árabes, etc.; re
conociendo todos el gran servicio prestado por nuestro ilustre
compatriota en el esclarecimiento de aquel período histórico,
hasta entonces tan oscuro. Posteriormente R. P. A. Dozy.
en sus eruditas Investigaciones sobre la historia de España du
rante la edad media, que publicó en francés en Leyde, año de
l$49, es el único que ha fulminado contra el libro de Conde
una censura acerba. Lejos estoy de negar la competencia del
sábio orientalista holandés, cuya alta capacidad soy el pri
Inero á confesar; pero aun en el caso de que la Historia de la
dominacion de los árabes no alcanzase en 1820 los grados de
perfeccion que treinta años despues exije una suspicacia es—
cesiva, y que el mismo Conde, á haber vivido, sin duda le hu
biera dado, es lo cierto que la crítica desapasionada jamás
podrá olvidar, al hacer análisis de la obra, la época durante
la cual se escribió: época aciaga, en que nuestra asendereada
España acababa apenas de triunfar de una guerra desastro
sa. Despues de tantos años en que, en fuga los literatos, sus
pensos los estudios, robadas ó incendiadas las bibliotecas, los
españoles solo habian pensado en combatir para recobro de
su independencia, obstáculos de gran magnitud debieron
presentarse al laborioso escritor, desprovisto de todo auxilio
y entregado á sus propias fuerzas, para llevar adelante su
útil empresa, que, para colmo de desdichas, la muerte no le
permitió completar. Así es que á su fallecimiento solo se en
50
contraron, segun confiesan los editores, una multitud de bor
radores, á que fué árduo dar algun método. Razones son to
das que parece debiera haber tenido mas en cuenta el cáustico
censor, tratándose de obras póstumas que su autor habia de
jado todavía, segun la graciosa espresion de Horacio, intra
penetralia Vestae. Lo mas singular en el caso presente es que
Mr. Dozy, quizá sin saberlo, ha venido á ser el vengador del
antiguo poeta D. Esteban Manuel de Villegas, al cual, y á su
traduccion de Anacreonte, habia tratado Conde en el prólogo
de la suya con igual reprensible desprecio, calificando «al Cis
ne del Najerilla, de tan ignorante del griego como de las re
glas del buen gusto.» A la verdad, no sin razon el Poeta filó–
sofo calificó á los literatos en general de genus irritabile (").
(**) Memoria biográfica del Sr. D. José Muso y Valiente,
escrita por D. Fermin de la PuenteyApecechea, ypublicada
en el tomo II de la Revista de Madrid, pág. 119.
(*) El célebre Marqués de Villena (D. Enrique de Aragon)
trasladó del latin en romance castellano, á ruego de D. Juan,
rey de Navarra y padre de D. Fernando el Católico, la Enéida
de Virgilio. Esta version, cuyas primeras cláusulas copia el
ya citado Pellicer en su Biblioteca, es apreciada general
mente, como dice este diligente escritor, por la primera he
cha en lengua vulgar: así lo hace presumir con fundamento
la fecha de 1434, año en que el Marqués falleció en Madrid; y
por lo mismo parece fuera de duda que Barthélemy, en su
prólogo á la traduccion de la Enéida (París, 1838), se equivocó
al encomiar por la mas antigua de dicho poema la francesa
de Saint Gelais, obispo de Angulema, quien la publicó, dedi
cándola á Luis XII, en 1500. Lo dicho tanto mas puede ase
gurarse, cuanto que, segun despues de escrita la presente
nota he visto en el tomo VI de la Historia crítica de la lite
ratura española (que con gloria suya y aplauso de los doctos
está dando á luz el sábio y laborioso escritor D. José Amador

(*) El relevante mérito del célebre orientalista Dozy no escluye la


nota de parcialidad que se advierte en algunas de sus opiniones; y en
este sentido se esplican escritores tan concienzudos como lo son nues
tros doctos compatriotas los Sres. Lafuente y Simoneti en sus Juicios
críticos, etc. Véanse los números 45 y siguientes de La Cruzada, escelen
te revista literaria que, dedicada á nuestro inmortal Pio IX, dirijen, en
compañía de otros apreciables colaboradores, los hijos del inolvidable
Sr. Pidal, á quienes tanto honra seguir las huellas de su ilustre padre.
51
de los Rios) el año de 1428 es en el que D. Enrique de Aragon
terminó su traduccion de Virgilio. Lo mas singular y para
nuestra patria honorífico, es que «por aquella fecha tenia ya
» concluñida otra version de la Enéida el catalán N'andreu Fe
»brer; y que, á parte de la traduccion del Dante, escrita por
»el mismo Marqués de Villena, gracias á la aplicacion de este
» y del esclarecido obispo D. Alonso de Cartagena, España,
»antes de mediar el siglo XV, poseia en castellano muchos
»tratados de Ciceron y de Séneca. En 1456 falleció el insigne
»Juan de Mena, y ya entonces dejaba en manos del público
»su Omero Romanzado.» (Véase el cap. VII, segunda parte, sub
ciclo II, cap. VII de dicha Historia crítica.)
(**) No he hecho aquí mencion de los recomendables tra
bajos sobre la Enéida, prestados hace tiempo por el Sr. D. Sini
baldo deMas, cuya alta reputacion como hábil diplomático es
tan conocida, por haberlos considerado mas bien su ilustrado
autor ensayos prosódicos del ingenioso sistema métrico-mu
sical, que con aceptacion general dió á luz en Madrid en sus
juveniles años.
(**) En El Artista, periódico literario que por los años de
1835 publicaban en Madrid los ilustrados señores Ochoa (") y
Madrazo, y mas tarde en la escelente revista dirigida por el
sábio D. Pedro Pidal, vinieron insertos varios trozos, notables
por su exactitud y elegancia, de la traduccion de las Geór
gicas, trabajada por mi caro condiscípulo D. Manuel Urbina y
Daoiz, que á su acendrada reputacion de entendido é íntegro
magistrado, uniria los laureles de brillante escritor si su mo
destia le permitiese dará luz los frutos de su privilegiado in
genio. Tambien D. Fernando de la Vega é Isla Fernandez,
continuando la série de antiguos diplomáticos al par es
critores, que como Rebolledo, Hurtado de Mendoza, Saavedra,
Azara, Almenara, Rivas, Pacheco, etc., han honrado el nom
bre español en paises estranjeros, incluyó algunos fragmentos

(*) En lugar preferente hubiera colocado, á haber llegado antes á


mi noticia, la preciosa traduccion que de todas las obras de Virgilio
está publicando mi docto amigo el antes citado Sr. D. Eugenio de
Ochoa, distinguido individuo de la Real Academia Española; trabajo
de ejecucion esmerada, que, llenando un vacío harto notable en nues
tra bibliografía, puede asegurarse es tan digno del poeta mantuano
como de su benemérito traductor.
52

de la version de las Geórgicas en una preciosa coleccion de


poesías que publicó en París en 1852.
(**) Si no temiera aumentar con esceso el volumen de estas
anotaciones, facilísimo hubiera sido añadir á este catálogo los
nombres de otros insignes humanistas que, dignos sucesores
de Simon Abril, Luis Vives, Nebrija, etc., han honrado á la
patria y á su siglo con tareas análogas á las ya referidas.
Permítaseme, sin embargo, recordar solo entre los de esta
clase, por ser quizá menos conocido de lo que debiera, el Fer
mando V, precioso ensayo épico, compuesto de doce cantos, en
escelentes hexámetros latinos, publicado en Ferrara (1792) por
D. Onofre Prat, ilustre presbítero catalán, y cuyo argumento
es la toma de Granada por los Reyes Católicos. Ni debe tam
poco olvidarse la elegante traduccion latina, escrita en verso
heróico de seis cantos, del conocido Telémaco de Fenelon,por
D. José y D.Joaquin Henriquez de Luna, doctores complu
tenses, y publicada en casa de Ibarra á fines del siglo ante
rior. Ninguna cita, sin embargo, creo pueda hacerse en esta
materia, ni mas curiosa ni mas digna de conservarse en me
moria, que los trabajos literarios de D. José Marchena (nacido
en Utrera en l770), relativos á las obras que nos quedan in
completas del elegante escritor clásico Petronius Arbiter.
Agregado nuestro docto paisano al estado mayor del ejército
francés del Rhin, se entretuvo durante el invierno de 1808,
que pasó con dichas tropas en Basilea, en componer un pa
sage de Petronio, que publicó, suponiéndole encontrado en
antiquísimos manuscritos. El relato del fragmentopresentaba
una semejanza tan maravillosa con el estilo del original, y
todo estaba concebidoy ejecutado con tal perfeccion, que, á
pesar del tono joco—sério que en el prólogoy notas de tan in
teresante publicacion se trasluce, muchos sábios creyeron de
buena fe la autenticidad del celebrado pasaje, y fué precisa
para desengañarlos una declaracion pública del mismo editor,
haciendo ver que el hallazgo del vetusto manuscrito habia
sido una mera broma. A pesar de eso, el mérito del opúsculo
de Marchena es tan efectivo, que el mismo Mr. Nisard, juez
tan competente en la materia, no ha vacilado en aceptarlo
para su Biblioteca latina. Finalmente, tratándose de estudios
clásicos, notoria injusticia sería cerrar esta nota sin hacer de
nuevo mencion de los Sres. Marqués de Morante y D. Raimun
do de Miguel, varones ya tan renombrados por su ciencia é
infatigable laboriosidad, de cuyas dotes acaban de dar, en la
)

esmerada edicion de su escelente Diccionario latino-español


etimológico, otro espléndido testimonio, que á la vez lo es irre
cusable de que nuestra amada patria conserva su gloriosa
fecundidad.—Por desgracia, cuando en este y otros varios pa
sajes de la presente obra escribia el nombre del Marqués de
Morante (q. e. p. d.), bien ajeno me hallaba de temer que su
doloroso fallecimiento preparaba próximamente un dia de
tanto luto á la amistad como á la literatura.
(**) Al considerar las bellezas de aquella hermosa compo—
-icion, tan digna por su mérito literario del nombre de su
autor, de quien puede llamarse el canto del cisne, causa estra
ieza no verla inclusa entre las obras de Quintana, tomo XIX
de la coleccion de Rivadeneyra.
("7) Acerca del verdadero autor de esta traduccion de la
Odisea, impresa, segun D. Nicolás Antonio, la primera vez en
Amberes en 1553 bajo el nombre de Gonzalo Perez, padre de
Antonio, célebre secretario de Felipe II, hay controversia en
tre los eruditos.
a
- )

ES-STRACTO
DEL

articulo biográficO de Valerio FlaccO, escrito


por Mr. TissOt, de la Academia Francesa (*).

Aunque se ignora el nombre del padre de Va


lerio, no faltan razones para creerle descendiente
de la ilustre familia de M. Valerio Publícola, el
cual fué, despues de la espulsion de los Tarqui
nos, uno de los fundadores de la libertad romana.
Opinion es comun que Setia, poblacion del Lacio,
dió cuna á nuestro poeta; nótese, sin embargo,
que su amigo Marcial, en dos epígramas, atribu

(") Pedro Francisco Tissot, nacido en Versalles por los


años de 1768, murió en París en l854. Dedicado con aprove
chamiento en su juventud al cultivo de los clásicos en los
colegios de Montaigu y de Luis el Grande, tradujo en verso
francés, y dió á luz en 1806, las Bucólicas de Virgilio, ha–
biendo logrado con su obra llamar la atencion de Delille,
quien le nombró sustituto en su cátedra de poesía latina en
el Colegio de Francia; cátedra que, muerto Delille, Tissot ob–
tuvo en propiedad. Además de aquella traduccion, publicó
en 1825 y 30 sus Estudios sobre Virgilio (4 volúmenes); trabajo
muy erudito, que ha obtenido gran celebridad entre los hu–
manistas.
56

ye aquel honor á Pádua. Consagrado Valerio al


culto de las musas, de que en vano el mismo
Marcial procuró, como habia hecho con otros de
sus contemporáneos, retraerle, nuestro épico dió
principio á su Argonáutica en el imperio de Ves
pasiano, continuándola bajo el de Tito y Doni
ciano; y si bien hubiera sido de desear que en
ella diera muestras de justa admiracion á los dos
primeros, á lo menos tampoco nuestro autor se
deshonró, como Marcial, en tributar elogios al
feroz sucesor del único monarca que en el mundo
ha obtenido el glorioso título de Delicias de la hu
manidad. Valerio fué quindecinviro,y en este con
cepto se hallaba encargado de la custodia de los
libros sibilinos y de la celebracion de los juegos
seculares; siendo opinion bastante autorizada, que
hácia el año 88 de J. C. se vió condecorado con

la pretura. Enviado á Chipre, quizá de goberna


dor, y habiendo viajado despues por España, se
restituyó á Roma, en donde parece haber alcan
zado la época de Trajano; pero es lo estraño que,
á pesar de los altos empleos que ejerció y de sus
conexiones íntimas con escritores de la importan
cia de Quintiliano, Marcial, Juvenal y Plinio,
ningun dato se encuentra en las obras de estos,
57

por donde pueda puntualizarse la fecha de la


muerte de nuestro poeta.
La espedicion de los Argonáutas, asunto tra
tado por Apolonio de Rodas y por otros muchos
autores, fué cantada por Valerio; y sus versos go
zaban ya en Roma de merecida aceptacion du
rante el imperio de Vespasiano, si bien, por des
gracia, el autor no tuvo tiempo, como Virgilio y
Lucano, de concluir su poema, ó á lo menos los
manuscritos que de él se conservan no pasan del
libro 8.º, y aun este mismo aparece incompleto.
De todos modos, lamentable es que una obra tan
aplaudida por los doctos del siglo de Trajano, no
haya alcanzado en el nuestro toda la alta nom
bradía á que es acreedora, á pesar de los esfuerzos
hechos para ello por Dureau de la Malle. El asun
to del poema es sin duda de la mayor importan
cia, en cuanto está dedicado á celebrar un acon
tecimiento tan grande como el descubrimiento de
un mar y un continente desconocidos á los grie
gos; y bajo este concepto tiene muchos rasgos de
semejanza, ya con las Luisiadas de Camoens, ya
con la Jerusalén libertada, el mas interesante de
los poemas épicos existentes. Valerio escribe con
acierto: en su composicion no falta ni regularidad
5
58

ni nobleza; los caractéres son espresivos, y sobre


todo el de Jason está descrito con notable esmero:

así es que puede asegurarse que este héroe de


sempeña harto mejor que Eneas el papel de ada
lid de una grande empresa, como que jamás apa
rece sometido á mezquinas debilidades. En vez,
pues, de llorar como una mujer en medio de la
borrasca, cual nos pinta Virgilio á su piadoso pro
tagonista, Jason y sus alentados compañeros bri
llan tanto por su denodado arrojo en el momento
crítico de forzar el paso por el estrecho del Bós
foro, que escitan en su favor el curioso interés de
los dioses del Olimpo, cuyo padre dirije entonces
á los esforzados navegantes palabras admirables.
Los amores de Jason y de Medea no son, es ver
dad, comparables con la ardiente y dramática
pintura de la pasion de la viuda de Siqueo: aun
en este episodio, sin embargo, la distinta edad de
los actores ofrece á Valerio no pequeña ventaja
sobre Virgilio. Si, pues, el amor es una pasion pro
pia de la primavera de la vida, y que unida tal
vez al heroismo no puede menos de inflamar su
entusiasmo, nadie pondrá en duda que este fogoso
afecto conviene mas á la juventud de Jason que
á la madurez del prudente Eneas, al cual se le
59

separa de su esposa Creusa, sin otra oportunidad


que porque es necesario presentarle libre, para que
pueda aceptar el amor de la desventurada Dido.
Notemos tambien que tanto la reina como Eneas
son viudos, y que esta doble circunstancia priva,
por consiguiente, al lector de considerar las tier
nas emociones de un primer amor, que es justa
mente el de Jasón y Medea; así, el relato de las
agitaciones del corazon de la hija de Etés, sor
prendida de improviso por la hermosa figura del
gallardo mancebo tesaliano, en el momento de
haber alcanzado á la vista de ella una gran vic
toria, es de un mérito que falta en el cuarto libro
de la Enéida. La escena entre la real doncella y
Venus ansiosa de seducirla, podria añadir honra
á los poetas mas acreditados; y el encuentro noc
turno de la pudorosa joven con el héroe en una
solitaria selva, iluminada por la claridad miste
riosa de la luna, es muy superior á la entrevista
de Eneas con Dido en la gruta adonde el huracán
habia obligado á ambos á guarecerse. Allí parece
que Eneas ignora ó ha olvidado el lenguaje del
amor, al paso que al mancebo de Yolcos, el cora
zon se lo dicta espontáneamente. La aventura de
Hilas, presentada con cierta originalidad por la
60

imaginacion de Valerio, es uno de los mas bri


llantes episodios de la antigua epopeya, en donde
campea la candorosa gracia del idilio griego, si
bien con mas dramático interés. Si el carácter del

inhumano rey de los bebrices acaso no se presen


ta tan vigoroso como en los versos de Teócrito,
conserva, sin embargo, mucho de su ferocidad
salvaje; y sobre todo, es sublime el rasgo con que
la narracion de aquella tremenda lucha termina.
Las víctimas del tirano, que obtienen permiso de
salir del imperio de las sombras á presenciar el
castigo del sangriento monarca, acuden como fan
tasmas en fúnebre comitiva, coronando las cum
bres de las montañas que rodean la tela del com
bate,

El summi nigrescunt culmine montes.

En general puede decirse que hay verdad en


las costumbres de la Argonáutica, y que ofrecen
oportunos contrastes entre los hábitos feroces del
escita nómada ó del montañés de Colcos, y los
modales mas cultos de los héroes griegos. Jus
tamente este mérito de la contraposicion, tan
abundante en la Jerusalén, es el que se echa de
menos en la Henriada. Dueño Valerio, como en
61

su época lo habian sido Homero y Virgilio, de


todos los conocimientos de la suya, supo aprove
charlos para darnos descripciones tan variadas
como las de los pueblos del Cáucaso, y que son
para la historia de la geografía casi tan intere
santes como el tratado de Tácito de Moribus Ger

manorum: así es que Tournefort asegura haber


visitado, con el poema de Valerio en la mano, to
da la costa de Asia recorrida por los Argonáutas.
Tampoco falta á nuestro poeta elocuencia en los
discursos, y de ello se encuentran brillantes prue
bas en cada uno de los libros del poema. «Yo ci
»taré, añade Dureau de la Malle, por modelos de
»gracia y sensibilidad, los lamentos de Idia ó de
»Alcimedea en la partida de sus hijos: muestras
» de estilo vigoroso y apasionado son las impreca
»ciones de Eson contra el tirano Pelias, y las de
» Telamon contra los griegos; así como, en el con
»cepto de sagacidad y de talento para persuadir,
»la arenga de Jason á Etés pidiéndole el Velloci
»no, es un modelo;» y por último, añadiré yo,
nada he leido mas tierno que la plegaria de Jason
á Medea, cuya ciencia implora. Valerio es un es
critor de elevadísimo criterio, que, precursor de
Tácito, parece haberse adelantado á usar en la
(52

poesía el conceptuoso estilo con que el célebre au


tor de los Anales, mas tarde enriqueció su prosa.
Con razon, pues, se dice que Virgilio es el Tito
Livio y Valerio el Tácito de la epopeya; frase que,
en cuanto al último, al par que contiene un mer
recido elogio, no deja de encerrar tambien una
censura; porque si nuestro autor posee, en efecto,
como Tácito, grande energía, si hay profunda in
tencion en sus ideas, si tiene la gracia de con
densar los pensamientos en pocas palabras, tam
poco es negable que en tamaño laconismo puede
haber esceso, y que la estremada brevedad priva
mas de una vez á sus versos de aquella encanta
dora melodía que tanto embelesa en los de Virgi
lio. Defecto grave es este para un poema, y de
fecto tanto más sensible cuanto que Valerio, en
muchos pasajes de su obra, por ejemplo en los
discursos de Medea, sabe comunicar al lenguaje
del amor una dulzura que el alma puede mas bien
sentir que espresar..... (Dictionnaire de la conver
sation et de la lecture. París, 1851, tomo 51.)
63

ARGUMENTO DEL LIBRO) I ().

Argumento del poema.—Invocacion á Apolo.—El autor dedica


su obra al emperador Vespasiano, de cuyos hijos Tito y Domiciano
hace lisonjera mencion, alabando en el primero la toma de Jeru
salen, y en el segundo su aficion á la poesía. — Narracion. — El
anciano Pelias, rey de Tesalia, envidioso de la distinguida nom
bradía que por sus prendas va adquiriendo el joven Jason, hijo de
Eson y de Alcimedea, y sobrino del mismo Pelias, le propone as–
tuto, sin otro ánimo que el de perderle, el árduo empeño de embar—
carse para Colcos y rescatar el Velocino de oro, conducido allá
por Frijo.—Harto comprende el alentado mancebo las aviesas in–
tenciones de Pelias, no menos que prevee los riesgos de la espedicion;
pero entusiasmado por la gloria, y confiado en la proteccion de Juno
y de Minerva, se decide á acometer la noble empresa, que publi
cada en Grecia por la primera de dichas diosas, atrae á sípara
compañeros de Jason los héroes mas esclarecidos por su valor y
por su linaje, habiendo acudido antes que nadie Hércules con su
protegido el jovencillo Hilas, que lleva al hombro el carcar del
guerrero.—Entretanto Minerva, que habia mandado á Argosfa
bricar la nave destinada á realizar el atrevido intento, consigue
ver concluida la obra, ejecutada por los consejos y bajo la direc–
cion de la misma diosa, quien por su mano coloca en el bajel los
mástiles y las velas, evornando los costados del buque con precio
sas pinturas, cuya descripcion hace el poeta.—Miéntras Jason (á
fin de que en Pelias no sea despues todo júbilo por haber conse
guido su deseo) propone en sigilo á Acasto, hijo del tirano, que le
acompañe en el viaje, propuesta que el doncel con gozo acepta, lle
vándola á cabo con lealtad.—La nave está á punto en el mar.—

(*) El presente resumen del libro I, como el de los siguientes, se ha


tomado, con algunas ligeras variaciones, de los que publicó Dureau
de la Malle al frente de su traduccion francesa, los mismos que, trasla
dados al latin por N. E. Lemaire, acompañan su escelente edicion de
Valerio.
64
Observan se los ritos de costumbre en los sacrificios á los dioses
marinos, á los que, y especialmente á Neptuno, pide amparo Jason,
y escusas por el atrevimiento de invadir sus dominios, en lo cual,
forzado como se ve á emprender el viaje, no tiene parte su volun
tad.—Vaticinios del augur Mopso, que, aunque en frases muy os
curas, anuncia á los nautas los peligrosos trances que les aguar
dan. En ellos conviene tambien el otro adivino Idmon, hijo de
Apolo; pero dándoles esperanza de vencer los obstáculos, y de que
volverán á su patria gozosos y triunfantes. Las lágrimas quedan
solo para el profeta, que á sí mismo se predice la muerte.—Alen
tado Jason con los faustos anuncios, anima á sus compañeros; y la
víspera de la partida se solemniza con un festin en la playa, á
donde el centauro Quiron, maestro del niño Aquiles, desciende del
monte Pelion con su alumno, para que este pueda despedirse de su
padre Peleo.—Hácia el fin del banquete Orfeo canta, acompañán
dose con su armoniosa lira, las aventuras de Frijo y de Hele.—
En seguida la gente se entrega al descanso.—Jason sube á la ciudad
á consolar á sus ancianos padres; mas despues, dormido tambien,
se le aparece en sueños la nave Argos, dotada de voz humana
como todas las encinas del Dödona, de cuya madera se fabricó la
quilla del bajel, é inspirándole confianza con sus palabras, le or
dena embarcarse sin demora.—El héroe se levanta, y encuentra á
sus compañeros ocupándose en lanzar la galera al mar. Último
adios de los padres de Jason. Aquí sigue la colocacion de los Ar
gonáutas á lordo, y la referencia que de cada uno de ellos hace el
autor.—Acasto se embarca á escondidas de su padre.—El bajel se
pone en rumbo navegando viento en popa, y hasta que desaparece
en el horizonte, las desconsoladas madres permanecen mirándole
en el puerto.—Júpiter y todos los dioses se congratulan por la ini
ciada empresa, escepto el Sol y Marte, que temen, el primero por
su hijo Etes, rey de la Cólquide, y el segundo porque prevee que
van á arrebatarle el Vellocino de oro, consagrado á él. A las que
jas de uno y otro contesta Júpiter, descubriéndoles los destinos del
universo, cuyos habitantes se verán desde ahora puestos en comu
uicacion entre sí, y enlazados por los vínculos de la sociabilidad
y del comercio, así como el imperio del mundo irá pasando á su
cez de unas en otras naciones.—Entretanto Bóreas, que desde las
montañas de Tracia ha divisado á la nave Argos surcando las
olas, acude furioso al palacio de Eolo, pidiéndole permiso para.
echar á pique al temerario bajel.— Benérolo el rey de los vientos
á la demanda de Bóreas, una tremenda tempestad, alterando el
golfo, quita á los bisoños navegantes toda esperanza de salramen
65
to.—Al fin Neptuno, compadecido á ruegos de Juno y de Minerva,
aunque bien á pesar suyo por los desastres que presiente, apacigua
las ondas; y nuestros marinos siguen su viaje, despues de hechas
en muestra de su gratitud, libaciones al numen de los mares y de
las tormentas.—Mientras esto pasaba á bordo, Pelias, notando la
desaparicion de su hijo, se enfurece en vano contra Jason; pero á
falta de este escoje por objeto de la venganza á sus padres, los cua
les se hallaban en aquel momento ocupados en un sacrificio á los
dioses del Averno.—La sombra de Creteo, padre de Eson, se les
presenta, y les predice el feliz retorno de Jason; pero descubrién
doles al mismo tiempo algo de los odiosos proyectos de Pelias, les
aconseja se libren de sus asechanzas por una muerte voluntaria.—
Al súbito estrépito sentido en la ciudad con motivo de los anterio
res sucesos, el sacrificio se interrumpe, y Alcimedea escita á su
marido á seguir el consejo de Creteo, prometiendole morir á par
de el.—Un toro es inmolado. Eson, puestas las manos sobre las
astas, suplica á los dioses concedan á sus propios manes benévola
acojida, al tiempo que contra el tirano Pelias reclama todas las
iras del infierno; y apurando de consumo ambos esposos la copa
que contiene la sangre humeante de la víctima, fallecen, mientras
a su vista el parvulito Prómaco, hermano de Jason, es degollado
por los satélites del sanguinario monarca.—Las almas de los ani
mosos cónyujes vuelan al Averno.—Descripcion de sus puertas.—
Entrada á los Campos Elíseos, morada del gozo y de los placeres,
á donde Creteo conduce á sus hijos Eson y Alcimedea en recompensa
de sus virtudes.
(57

LIBRO) I.

Caso desiertos piélagos, surcados


La primer vez por ínclitos varones,
Hijos del cielo, en nave, que inspirados
Anuncios pronunció y entre peñones,
De borrasca sin tregua concitados,
Forzando osada el paso á las regiones
De Escitia, besó, Fasis, tu ribera,
Y en el Olimpo es yá clara lumbrera.

¡Febo! si tu laurel ciñe mi frente:


Si la Cumana virgen adivina,
En mi casta mansion fijar consiente
Su trípode, mis sendas ilumina;
Y tú, gran padre, á quien la mar furente
De Caledonia prez mayor destina,
Que al mismo César, blanco de su enojo,
(¡En surcarla despues tal fué tu arrojo!)
68

Dame, lejos del mundo, entre esplendores


De clara luz, cantar la insigne historia,
Mientras un hijo tuyo al ceñir flores
(¿Quién mejor?) de Solima á la victoria,
Encomia hazañas y lamenta horrores:
Bien del hermano intrépido la gloria
En muros, á su voz, mísera presa
Del fuego, sobre ruinas quedó impresa.

Pues él á ti y á tu progenie altares


Prepara, cuando ya fausto lucero
Brilles y desde el cielo rumbo aclares
De Sidon, Grecia y Libia al marinero,
Mas que las Ursas daban por los mares
A tirios y troyanos derrotero,
Escúchame benigno en tu palacio,
Y la voz del cantor llenará el Lacio.

Pelias, que el pueblo tésalo regia


Con cetro abrumador desde la infancia,
Gozar contento en su vejez debia
De sus vastos dominios la abundancia:
En ellos, si á coyunda buey se uncia,
De las trojes del rey era en ganancia,
Y prodigaban á sus vegas fruto
Cuantas aguas al Jonio dan tributo.
69

Con secreto pesar turban, empero,


Justos los dioses al feroz tirano,
Quien ver ya sueña vengativo acero
De su sobrino en la pujante mano:
Víctimas que consulta el vate austero,
Así lo anuncian con auspicio insano;
Y, lo que mas á Pelias importuna,
El valor del mancebo y su fortuna.

Tramar su perdicion es el deseo


Del anciano cruél, mas ¿con qué ardides?
La Arcadia libre está; venció Teséo
Al Minotauro y al dragon Alcides;
Cubre al jayán la piel del leon neméo,
Y Grecia ya no ve monstruos ni lides:
Los furores del mar, si al mar se lanza
El doncel, son de Pelias la esperanza;

Y de ella henchido el corazon bastardo,


Fe mintiendo y amor la falsa frente,
Así habla el rey al paladin gallardo:
«Como sé, mi Jason, que eres valiente,
» Para tu esfuerzo gran empresa guardo;
»Hazaña á la verdad tan eminente,
»Que deja atrás cuanta gloriosa lucha
» Eternizan los mármoles; escucha:
70

»Del paterno inhumano sacrificio


»Sabes que nuestro deudo Frijo huia,
»Y acojerle finjió bajo su auspicio
» De Escitia el rey, de condicion bravía:
»Mas (y ¿lo sufrió el sol?) con artificio
» Vil, Frijo, en un festin, de saña impía
» Fué víctima entre brindis y canciones,
»Y al crimen retemblaron los salones.

»No solo, no, la fama es quien lo cuenta;


»A mí mismo, si el sueño en mi faz posa,
»Asústame la sombra macilenta
» De él y su hermana, que en el mar es diosa:
»¡Ay! á ser el que fuí, cuando sangrienta
»Venganza piden, Colcos alevosa
» Hecha cenizas yá, del rey perjuro
» Pendiera la cabeza en ese muro.

»Mas ¡ó mengua! los fuegos juveniles


»Amortiguó la edad, y al hijo tierno
»¿Cómo esponerle en años infantiles
».A la lid, á las olas ó al gobierno?
»A ti, Jason, de alientos varoniles,
»A ti conseguir toca lauro eterno,
»Si el Vellon, que á Nefeles debió nombre,
» Haces que en nuestro templo al mundo asombre.»
71

Habló así el rey; mas calla en su cautela


Los inquietos escollos del Euxino,
La horrible lengua del dragon, que en vela
Constante guarda el áureo Vellocino:
Ni á la princesa nombra, ni revela
Cómo acudiendo el monstruo á repentino
Conjuro, hechizos que aliñar la maga
Sabe con rancia miel, voraz él traga.

No empero al mozo engaña el finjimiento;


Si el rey le brinda glorias y blasones,
Es por lanzarle al pérfido elemento.
¿Quién se arroja á buscar esas regiones
Sin que le dé Mercurio hendir el viento
Cual á Perséo, ó Céres sus dragones,
Como al que, desterrando la bellota,
Abrió primero el surco que miés brota?

Obedeciera así; mas de otra suerte


¿Cómo llegar á tan lejana orilla,
Cercada de peligros y de muerte?
¿Qué hacer en tal conflicto? ¿No se humilla?
¿Contra el déspota odioso se alza fuerte?
¿Sacude (pues parciales acaudilla)
El yugo que al voltario pueblo oprime,
Y en que el anciano Eson ha tiempo gime?
72

¿O bien bajo el amparo de Belona


Y de Juno á los mares se confia?
«¡Ah! Si al valor el triunfo galardona
» ¡Gran prez entonces!» (para sí decia).
Tú, á quien verde laurel siempre corona,
Tú, que exaltas la joven fantasía,
¡O gloria! al mozo en tu calor inflamas,
Y « acude, acorre, » desde el Fasis clamas.

Al fin la religion el vago anhelo


Del doncel fija, y pues su duda acaba,
Grita, las palmas levantando al cielo:
«Tú, á quien salva llevé por la honda brava,
»¡Omnipotente reina! cuando el suelo
»Tu airado esposo en lluvias anegaba;
»Y al llamarte su trueno ¡ay de mí triste!
»¡No bien te conocí te me perdiste!

» Oye mi ruego, célica señora;


»Y tú, Palas, tambien, ¡ó casta dea!
»Benignas ambas dirijid mi prora,
»Y salvo y vencedor Yolcos me vea:
»Yo al pié de vuestra efigie protectora
» Haré que al mundo asombro el Vellon sea,
»Y mi padre por víctimas os lleve
».Reses de asta dorada y piel de nieve.»
73

Benévolas aceptan la plegaria,


Y en bien del joven una y otra diosa
Surcando el éter van por senda vária,
Palas á Tespis, donde su Argos posa,
Y en la selva de Pélion solitaria,
Con Argos escojiendo encina añosa,
Ligera nave fabricar le ordena,
Mientras lejano estrépito resuena.

Es Juno, que en la Grecia conmovida


A su rumor los ánimos exalta:
«Jason se lanza á mar no conocida.

»,¿Vo veis, no veis en su bajel cuan alta


» La entena al noble empeño nos convida?»
—¿Quién, siendo griego, á tal reclamo falta?
¡Cuánto ilustre adalid corre al alarde,
Receloso quizá de llegar tarde"

Y al par van mozos que en edad aún tierna,


Sin conocer las lides todavía,
Anhelosos están de fama eterna.
De los Faunos tambien vistos de dia

Por el que tarda yunta en paz gobierna,


Y de las diosas de la selva umbría,
Y de los rios de cairel de juncia
La voz do quier la ilustre hazaña anuncia.
()
74

Vuela Alcides seguro del suceso,


alegre su doncel Hilas le lleva
El arco y flechas, perdicion de Neso,
Que en tósigo de Lerna el jayán ceba :
Bastante es el garzon para aquel peso;
Mas con el de la clava en vano prueba.
Juno, que al héroe y á su alumno mira,
Rencorosa cual suele. así suspira:

«¡Ay! cuando griega juventud valiente


»Se apresta á conseguir tan gran trofeo,
» ¡Con qué gozo mirára yo á su frente
» Por primer adalid á mi Euristeo!
» La noche, el mar, la tempestad rugiente
» A mi arbitrio colmáran su deseo;
»Ypor él yo de Jove soberano
» Robara el fuego hasta en la escelsa mano.

»Mas ya que no es así, ¿podrá ser justo


»Que Alcides de auxiliarme se gloríe?
»Auxilio y socio tal no es de mi gusto,
»Ni hay para que en su orgullo yo me fie.»
Dice, y desarrugando el ceño adusto,
Hácia Tesalia mira y se sonrie
Al ver la multitud, que en golpes roncos
Pujante raja corpulentos troncos.
75

Ya derrumbados al impulso ciego,


Agil Argos los pule y adelgaza,
Y, encorvándose dóciles al fuego,
Reciben del artífice la traza:
Remos Palas apresta, entenas luego
Y velas á los mástiles enlaza:
Y no á las olas quede entrada alguna,
Fondos y quilla próvida embetuna.

A punto el barco está; viva pintura


Decora y embellece su costado:
Allí Tetis, velada la figura,
Surca sobre un delfin el mar salado:

A bodas va, mas bodas de amargura,


No las que habia en su niñez pensado;
Tendrá á Aquiles y ¿qué? su orgullo loco
Hasta á Júpiter mismo hubiera en poco.

De Neréidas aquí tropa encantada:


Al Cíclope burlando Galatea,
Desnudo el pecho, hácia su gruta nada,
Y él desde tierra en vano la vocea:

Mas allá fiestas el pincel traslada,


Copas, lechos de flores, nupcial téa,
Y dioses, Tetis y su esposo en tanto
Embebecidos de Quiron al canto.
76

La cumbre audaz del Fóloe descuella,


Y Reto allí, frenético ybeodo,
Al grito de tesálica doncella
Todo lo rompe, lo destruye todo:
Vasos, altares, pórfidos estrella,
Prodigios del cincel ruedan al lodo;
Y Eson valiente y el sagaz Peleo
Blanden sus armas contra el mónstruo feo.

De Mónico, por mas que lo resiste,


El ágil Néstor mírase ginete,
Y con Actor brutal, que fiero embiste,
Tizon en mano, Clanis arremete:
Cobarde Neso de luchar desiste;
Hipaso mientras, bajo de un tapete
En jarron colosal de gran riqueza
Esconde su temor y su cabeza.

Modelos de pincel tan espresivo


¿Qué mucho que á los ojos enamoren?
A Jason pasman, sí; mas reflexivo
No estraña que el bajel así decoren.
«¡Miseros padres (piensa) cuando en vivo
» Dolor ausentes á sus hijos lloren,
»¿Qué dará á Pélias, viendo al suyo libre,
» Que el cielo contra el mar sus rayos vibre?
77

y Pues con su risa el rey no losultraje,


»Venga, venga el garzon y pida al cielo
»Pelias para el bajel fausto viaje;
»No solo nuestras madres tengan duelo.»
Tal cavila; del fúlgido celaje
Súbito se lanzó con raudo vuelo

Un águila réal, de Jove armera,


Al lanudo vellon de una cordera,

Y con su garra le apresó robusta,


Mientras los montes vivo clamoréo

De mastines y rústicos asusta.


¿Quieren librar la res? ¡Vano deseo!
Alzase victoriosa el ave augusta
Sobre las claras ondas del Egéo;
Y Jason, que el agüero acepta ufano,
Penetra en el alcázar del tirano.

Vuela el niño á su encuentro; prendas fieles


Le son sus brazos de cordial ternura.

«No (le dice Jason) de mí receles,


»Acasto, quejas, ni áspera censura:
»Solo anhelára para ti laureles.
»¿Qué?Te aventajarán, por ser criatura,
»Telamon, Cástor, Pólux, Idas, Cantho,
» Dignos todos: mas, tú, ¿no lo eres tanto?
7N

» Hazaña sin igual, amado mio,


»Vamos á acometer!! ¡De qué regiones
»(Ensanchándose el orbe á nuestro brio
»Sabremos usos y traeremos dones!
»¿Miedo tienes quizá? Y ¿á qué tardío
»Sentimiento y vergüenza no te espones.
»Si al tornar vencedores, nos escuchas
» Largos viajes y gloriosas luchas?

—»No mas, no mas (el príncipe responde);


»Si al fin del mundo fueres, yo te sigo:
»Que no el temor mi juventud esconde
» De paterno dosel en muelle abrigo.
»"Tú, mi caro Jason, llévame donde
»Aprenda en lides á vencer contigo,
»Y alcance por mis hechos (tu fraterna
» Amistad mereciendo) fama eterna.

»Ni temas de mi padre el blando ruego,


»Pues por seguir la enseña que tremolas,
»Su vigilante amor burlaré luego
»Al verte á punto de surcar las olas.»
Jason, embebecido á tanto fuego,
Las promesas creyó , no bien oyólas,
Y anhelando lograr lo que imagina,
Torna, con pié veloz, á la marina.
79

Allí á su voz, falange de guerreros


En duros brazos el bajel levanta:
Y agobiados tal vez los hombros fieros,
Llévanle al mar con lenta firme planta,
Reglándose á compás de placenteros
Sones, con que el insigne Tracio canta:
La gente, rematada la faéna,
Aras de gratitud alza en la arena.

Primero para ti son los honores


¡O dios, á quien el Ponto, rey venera!
Por eso un toro con azules flores
Inmola Anceo á tu deidad severa,
Y á Glauco y á los vientos bullidores,
Al par que á Tetis, cándida ternera;
¿Quién con mas fuerza que él, quién con mas arte
De lúcia res velludo cuello parte?

«Y ¡ó Neptuno!» Jason clama (tres veces


IIechas en pura copa libaciones)
- Pues á tu arbitrio aquietas ó embraveces
». El mar, y á la ancha tierra lindepones,
» Benigno escucha mis devotas preces:
». Si parto á descubrir nuevas regiones,
». Por tu escelso poder vedadas antes,
». No contra mí tus piélagos levantes.
N()

»Ni en mi castigues el orgullo insano,


»Que, sin temer de Júpiter la saña,
» Por robar las centellas de su mano,
» Montaña levantó sobre montaña.
»A míy á estos valientes un tirano
» Del dulce hogar, injusto, nos estraña:
»Y si logra su afán, es nuestra suerte
» En Colquidia sufrir bárbara muerte.

»Acaso yo..... mas escuchar no quiera


»Tu justicia sus votos criminales.
»Dígnate ver sin ira esta galera
»Que van á tripular manos reales.»
Dijo, y nutriendo la sagrada hoguera
Con despojos de tiernos recentales,
Cunden llamas, en ráfagas se agitan,
Y devoran entrañas que aún palpitan.

Mas ¡qué asombro! de cólera inflamado,


Y la mirada de furor sangrienta,
Suelto el pelo y el místico tocado,
Súbito Mopso ¡cielos! se presenta:
Convulso agita su laurel sagrado,
¡Silencio! (clama; y Eco se amedrenta)
¡Qué horror! (prosigue) nuestra empresa loca
De Neptuno la cólera provoca.....»
S1

»Ya le miro juntar en asamblea


».A los marinos dioses, ¡cuán severos
» Le piden todos que inflexible sea
» Contra quien holle de la mar los fueros!
»Tú, Juno, al hosco hermano lisonjea,
»Témplale con abrazos placenteros;
» Palas con sus caricias le seduzca

». Pues su deudo es tambien), yél nos conduzca.

»Ya flota el barco y el rigor termina.


»¡Cielos, que oscuridad! ¿No es Hilas bello?
»Al hombro con un ánfora camina.....
» Verdes cañas esconden su cabello,
»Yveste azul su espalda alabastrina.....
»Pólux, ¿quién fué capaz de herir tu cuello....?
»Mas ¡ó prodigio! toros son y mujen.....
». Y exhalan llamas, que estallantes crujen.

»Yelmos y lanzas brotan de la tierra,


». Y con ellos al par miembros humanos.....
» Cerca del Vellocino todo es guerra.....
». Y una muger de ensangrentadas manos
»Sobre dragones va, y el aire aterra.....
»¿Contra quién son rencores tan villanos?
»Salva, Jason, tus hijos!..... Era tarde:
». El tálamo nupcial ¡infeliz! arde.»
82

Visiones tan confusas del profeta


Azoran á los ínclitos guerreros:
Idmon (de Febo es hijo) los aquieta;
El ve tambien los siglos venideros.
Si vuelos de las aves interpreta
Y á convulsas entrañas pide agüeros,
Por llamas, que voluble el aire inclina,
Alumno de su padre vaticina.

Y con tranquila faz, sin convulsiones,


Sin alzársele al viento la melena,
Así dice á los bravos campeones
En voz de inspiracion plácida llena:
«Escuché del augur las predicciones;
». Al cielo vi subir llama serena:

»Asperos trances al valor presiento,


»Y en fin corona al esforzado aliento.

»¡Hijos! tenedlo en bélicos azares:


»Que al tornar con la enseña triunfadora,
»0s guardan dulce premio en vuestros lares
» Los paternales brazos.». Mas ¡ay! llora
Lanzando eterno á Dios á sus hogares.
¡No los volverá á ver! La aterradora
Llama que se lo anuncia su voz pasma;
Y Jason á su gente así entusiasma:
S3

«¡Amigos! cuando al cielo soberano


» Veis alentar así nuestra esperanza,
» Animo al corazon, fuerza á la mano
» Préstenos la paterna remembranza:
» Yo ya no tengo á Pelias por tirano,
»Ni culpo su rigor, que al mar nos lanza;
». El impulso á la empresa es mas sublime:
»Un dios la inicia, un dios. Él os anime.

» El poderoso Júpiter se place


» En que de hoy mas la industria de las gentes
» Remotos climas afanosa enlace;
» Ved el lauro que aguardan nuestras frentes:
»¡Ojalá en la vejez él nos solace,
» Pasmo y leccion de ilustres descendientes!
» Por hoy, amigos, cese la tarea,
» Y de grato placer la noche sea.»

En cuadrillas, tendidos por la arena,


Descollando de Alcides el semblante,

Pan les reparten, y abundosa cena


De asado suculento y humeante,
Cuando súbito, «padre, padre,» suena,
Desde el Pelion, la voz de un tierno infante,
De Aquiles niño: Quíron le suspende
En palmas, y mostrándole desciende. "
84
Al reclamo filial de la ternura
Veloz Peleo corre á su adorado:

En los brazos del padre la criatura


Ciñe y vuelve á ceñir el cuello amado:
Vinos, copas de nítida escultura,
Ni los mira el rapaz, entusiasmado
Con ver guerreros que le cuentan lides;
Y todo es ojos á la piel de Alcides.

El paladin, alzando al dulce hijuelo,


A quien con suaves besos acaricia,
«Dioses (clama, y la voz dirije al cielo)
»Si viento me otorgais y mar propicia,
» Hoy para hendir las olas sin recelo,
» Mayor merced mi corazon codicia;
»Vuestro poder divino me defienda
» Esta mi dulce idolatrada prenda.

»Préstame tú, Quiron, tambien ayuda;


»Al eco del clarin nobles hazañas
» A escucharte afanoso el niño acuda,
» En picas trueca sus pueriles cañas,
»Y disponle á blandir mi lanza ruda,
»Acosando en los montes alimañas.»
Voz tan marcial acrece el ardimiento,
Y todos ansian entregarse al viento.
85

Quién del Vellon ceñido sè imagina,


Y con oro y laurel empavesada
Ver la nave tornar. El sol termina,
Mirando los festejos, su jornada;
Y por la vez primera la marina,
Antes para bajel nunca alumbrada,
Arde en faros do quier, y huye la negra
Noche, que armonioso el Tracio alegra.

Canta á «Frijo que ornado ya de flores,


». Al quererle inmolar brazo robusto,
» Del ara odiosa, en nublos protectores
» Escondido, le salva el cielo augusto.
»Burlados por un hijo los rencores,
»Venganza toma en otro el padre injusto,
».Y en un carnero insigne (oro es su lana)
» Surcan piadoso el mar Frijo y su hermana.

» Siete veces de luz, que el sol refleja,


» Bella el alba nació, siete la luna,
» Y Abido y Sesto á la gentil pareja,
» Ya dos parecen si antes lejos una;
» Mas ¡ay, Hele infeliz! ni aquí te deja
» De tu madrastra libre la fortuna,
», Hundirte debes, mísera, en el Ponto,
» Y nombre eterno dar al Heles-ponto.
S()
»Si el húmedo vellon ansía la triste
».Asir, resbala en su metal fulgente:
»Calado pesa el manto; ella desiste
»Ya de luchar, y cae en la corriente.....
»¡Cuánto fué tu dolor cuando la viste
» Lejos, Frijo, llamarte en voz doliente
»Y alzar las manos! ¡Ay! ¡su cabellera
»No mas flotaba de las ondas fuera !»

Así dió fin á su cancion Orfeo,


Y con ella al solaz: blando visita

A todos en la queda el dios Morféo:


Solo vela Jason: amor le incita,
E igual es de sus padres él deseo,
A buscar sus abrazos; y la cuita,
Que á los ancianos trémulos apura,
El con caricias endulzar procura.

Al fin, tambien al plácido beleño


Ceden sus ojos, y entre luz divina
Al númen ve de su bajel en sueño.
«Del Dódona encantado soy encina
»(Le dice al paladin). Jove, mi dueño,
»A navegar contigo me destina,
»Hasta que Juno al cielo me remonte:
»Con tal protesta me sacó del monte.»
87

«¡Sus! pues ¡á bordo! de partir es hora:


». Si en largo corso la tormenta envia
» Negros nublos tal vez, y al nauta azora,
» En los dioses, Jason, y en mí confia.»
Calla: la voz, si bien consoladora,
Despierta inquieta al joven. Ya es de dia:
Las olas nueva luz riza fulgentes,
Y en su trabajo alumbra á los valientes.

Unos izan el mástil, otro prueba


El remo, que argentada espuma arroja,
Mientras cauto piloto el ancla leva
Y el ancho cable la cubierta moja:
El pesar de las madres se renueva;
El valor de los padres se acongoja;
Escúchanse do quier lloros amargos,
Y los abrazos son tristes y largos.

Mas en tanta mujer que clamorea.


Así supera á todas el gemido
Por Jason de su madre Alcimedea,
Cual trompa que á laud roba el sonido:
«¿Es posible ¡ó crueldad! que yo te vea
» De improviso á dejarme apercibido,
» Luz de mi corazon? Por ti la guerra
»Temí, es verdad, cual plaga de la tierra.
NS

» Hoy lo es tambien del mar, y á otras deidades


»l labrán mis ruegos de cansar devotos,
» Por que, salvo de horrendas tempestades,
»"Te me vuelvan de climas tan remotos.

»Vivir, penando en tristes soledades,


» Podré quizá, si aceptos son mis votos;
»Mas si no, dulce muerte, ven ahora,
» En que, aun sin luto, solo el miedo llora.

»¿Adónde, adónde encontraré consuelo,


»Cuando Colcos y el áureo Vellocino
»Me guardan tantas noches de desvelo,
»Tan largos dias de pesar contino?
»Si miro hervir el golfo ¡con qué duelo
»Creeré sentir los tumbos del Euxino!
»Y aunque soplen aquí vientos mejores,
»¿Serán ¡ay hijo! menos mis temores?

»Ven á mis brazos, ven, tu mano tierna


»Cubra mis ojos, y tu dulce boca
Me deje de tu voz memoria eterna.»
Dice, y el llanto su clamor sofoca,
Mientras, angustia recatando interna,
Del hijo así el valor Eson provoca:
«¡Ah! si mi diestra aún (¡pesar tardío!)
»Sentir pudiera su pasado brio;
S)

»(Cuando á Folo vencí, cuya fiereza


» Gran vaso contra mí de oro blandia

» Y otro lancé mayor á su cabeza)


»Tu nave, do mis armas colgaria,
» Volara de mi remo á la destreza.

» Porsuerte al menos la plegaria nia


»Acojieron los dioses soberanos.
» (Ruegos de un padre nunca fueron vanos.

»Y tú, de tanto principe guerrero


» Adalid, me renuevas la memoria
» De que ya capitan, ya compañero
» Tambien de insignes reyes fuí con gloria:
» Presto á Júpiter plazca) verte espero
» Volver con el Vellon, prez de victoria
» Que en tus robustos hombros resplandezca:
»Niimporta que mi fama se oscurezca.»

Dice: Jason, que desmayada mira


A su madre, la ciñe en dulce abrazo;
Y sobre el pecho al padre, que suspira,
Estrecha la cabeza con su brazo.

Tres veces el clarin sonó; ya espira


Del retardado á Dios el duro plazo;
Y cada cual (la popa al viento puesta),
Banco, remos y escálamos apresta.
J()

Ocupa Telamón el un costado,


Alcides otra banda, en pos la gente:
Sigue Asterion veloz (que fué bañado,
Al nacer, por su padre el Sol fulgente,
En donde al Enipeo sosegado
Confluye del Apídano el torrente),
Y Leodoco y su hermano, que á porfía
Pujantes bogan: Argos los envia.

Idmon ¡pese á presagios lastimeros!


Allí tambien gallardo el remo ostenta
(Vil fuera en tal varon temer agüeros).
Del mar los tumbos Ifito sustenta

Con Eufemo, que rey de los veneros


Del undísono Psama y de la hambrienta
Siempre Tenaria boca, por fortuna
Hoy tiene hendir la mar que fué su cuna.

Bien los bandines próximos guarnecen


De Hipso dos hijos, cuya madre amada
No los distingue (¡tanto se parecen!)
Uno maneja dardos, otro espada.
Climén é Ificlo hermanos estremecen,
Cargando al remo el pecho, la murada;
Y Nauplio sigue (sus mendaces faros
Vendrá un tiempo que á Grecia cuesten caros)
91

Mas allá firme boga el fuerte Oiléo,


Que un dia lanzará triste gemido,
Al ver al hijo amado, en el Eubéo,
A rayos, no de Jove, sumergido:
Próximo y con su hermano va Ceféo,
Que dió sostén á Alcides ya rendido
En los confines de la Arcadia, ¡tanto
Muerto pesaba el mónstruo de Erimanto!

Anceo allí se ve: su viejo hermano


Por él surcar el piélago le ordena;
Y Eurition, cuyo padre al soberano
Febo ofrece, si torna, su melena:
A ti, Nestor, tambien impulsa ufano
Amor de gloria; á ti, que de Micena,
Sin sorpresa, verás blancos los mares
De velas y timones á millares.

De Apolo hijo sagaz, Mopso descuella


(Bien otro está cuando inspirado augura);
De sus hombros desciende blanca y bella
A sus plantas la sacra vestidura;
Al rico borceguí, que su pié huella,
Múrice tirio espléndido purpúra;
Con guirnaldas su yelmo se envanece,
Y lauro en él por pluma el aura mece.
*))

De Alcides á la banda va Tideo,


Y con su cesto atroz, pavor de atletas,
Perecliménes, sangre de Neleo
Y honra de insignes polvorosas metas.
–Tu padre ¡ó Filoctetes! cual trofeo
Te dió su fuerte lanza, sus saetas
Hércules te ha de dar; y en Lemnos verte
Dos veces, si una en Colcos, es tu suerte.

Sigue el ático Butes, que opulento


En colmenas sin fin de áureos panales,
Allá se goza en ver cómo, sin cuento,
Nubes de abejas nublan sus breñales,
Y zumban los enjambres por el viento
En busca de olorosos romerales.

—Este es Falero: triste lance espresa


(Con qué verdad!) de su broquel la empresa;

Y es que, triscando niño en la floresta


Falero, cruel dragon su cuello anuda;
Arma su padre al verlo la ballesta,
Mas entre amor y miedo, al tirar, duda.
—Ni menos triste caso manifiesta
De Eribótes la cota. En fin, ceñuda
Faz parece llevar allí Peleo,
Orgulloso por Tetis y Neréo.
93

Su lanza entre las otras descollante

Brilla á pröa, ni es mucho las esceda,


Que pino mas derecho ni pujante
No produjo Pelion en su arboleda.
Aquel es Actor; con su tierno infante,
Al par de Aquiles, el centauro queda:
En armas y laüd le hará maestro,
Y sobre su espaldar ginete diestro.

Fleyas (su padre es Baco) luce, fijo


En su bandin, cabellos brilladores,
Con que asemeja al dios del regocijo.
—La madre de este (Anceo) tuvo amores
Con el Mar, y él nació; ¿temerá el hijo
De las paternas ondas los furores!
—Feliz prosapia igual Ergino tiene,
Y animoso tambien por eso viene.

Cuando vientos Eólo en noche oscura


De sus cavernas lóbregas envia,
Sagaz Ergino enfrena la bravura
Del mar, hallando en las estrellas guia;
Y aun Tifis, de observar á Cinosura
Cansado, á veces el timon le fia.
—Allí está Pólux con temible cesto,
De cuero y plomo en láminas compuesto.
9)

Que solo por mostrar quizá su brio,


O por solaz de la marina gente,
Simulando en la playa un desafio,
Pólux á tanto peso se consiente:
Con él va Cástor; no hay corcel bravío
Para el joven, que hoy es nauta valiente:
Su Cílaro por eso lozanea
En los herbosos prados de Amicléa.

De púrpura del Ténaro preciados


Mantos lucen los dos. Su madre Leda

En el oro copió de sus bordados


Del Taigétes la cumbre y alameda:
Los raudales del Eurotas dorado,
Y sus corceles, brillan en la seda,
ldénticos al pátrio cisne bello
Por su níveo color y gracil cuello.

Mas ¡cuán gentil con veste desceñida


Meleagro sus brazos arrogante
Muestra, y el ancho pecho y la fornida
Espalda! No está Alcides mas boyante.
—Por cabo de falange asaz lucida
(Progenie de Mercurio) va delante
Etálides, que diestro, si prepara
El dardo, aún mas certero lo dispara.
9.

A su lado está Eurito, cuyo acero,


Mortífero en la lid, sin tregua hiende;
Y Equion que, cual su padre mensajero,
Lejos la voz del capitan estiende.
¡Ay! ¡mientras tú, con el bajel velero,
Ifis, no volverás! ¡Del mar allende
Tumba te guarda mísera la arena,
Y yermo tu bandin nos dará pena!

Admeto deja la Tesalia bella,


Con su pastor Apolo envanecida,
Pues, aunque dios, esclavo pagó en ella
Del Cíclope la atroz mortal herida.
Amarga fué de Diana la querella
Al triste hermano viendo condolida
Bañar en turbio caz la sudorosa

Frente, y laso pedir frescura al Osa.

Cantho, al que espera en Colcos muerteamarga,


Forzudo rema en pie y el mar agita:
Diestro buril en su fulgente adarga
(Blason paterno) al raudo Euripo imita:
Allí las áureas ondas, que descarga
Y entre arenas al golfo precipita,
Brillan, y el dios que, el piélago sereno
Surcando, rije á su cuadriga el freno.
),

Cuando tú, Polifémo, en la galera


Tornes, crugir al pié de esa portada
Oirás la funeral paterna hoguera,
Por tu gente hasta entonces no inflamada.
(¡Servidumbre leal, pues tanto espera!)
—Idas boga el postrero en la bancada
Con pala corta. Allí Lince su hermano
El ingenio ejercita, no la mano.

De Arenis hijo, perspicaz divisa


El sordo seno del Estix oscuro,
Y al piloto en la mar, si á su indecisa
Vista la niebla entolda el éter puro,
Las astros marca, y tierra al ver avisa.
Exentos del afan del remo duro,
A los hijos de Oritia les desvela
Cuidar los cables y arrizar la vela.

Libre tambien de escálamos Orféo,


No entre sí choquen remos, con divina
Cancion su voz los acompasa arréo.
Tampoco á boga Ificlo se destina,
Quédese para mozos ese empleo;
Y el anciano, que aljoven ilumina
Con su esperiencia, inflama corazones
Contando hazañas de ínclitos varones.
97

Argos, si á ti cuidar Palas consiente


Su bajel, de las artes maravilla,
Con solícito afan mira prudente
No penetren las aguas en su quilla:
Y tú, Tifis, en vela permanente
La luz observa, con que el carro brilla.
¡Honor á ti, que hallastes el primero,
En las estrellas fijas derrotero!

Mas allí, por insólito camino,


Desde el monte á la playa Acasto vuela.
Ostentando su peto diamantino,
Y sus bruñidos dardos y rodela:
Jason, gozoso del ardid ladino,
No bien por tanta lanza y escarcela
Penetra el joven, que al bajel asciende,
Resuelto con la espada el cable hiende.

Como cuando el cubil deja á gran trecho


Tigre, que allá en Amán presa rastréa,
Inquieto el cazador guarda en el pecho
Los cachorros, que astuto le saltea;
Mas recelando el maternal despecho
Pica al bridon, que el riesgo al par ventéa,
Y paz no tiene el bárbaro acicate;
Así en fuga el bajel sus remos bate.
98

Y siguenle con ojos de amargura


Madres, de que la playa se corona,
Divisando, á la luz que el sol fulgura
En tanto limpio arnés, la blanca lona:
Mas al cubrir las gavias niebla oscura
¿Quién á inmenso pesar no se abandona?
—Júpiter sumo, ante el glorioso intento,
Ledo sonríe en su estrellado asiento.

Que no, como Saturno en su reinado,


Quiere al hombre en holganza; y todo el cielo
Loa, y las Parcas más, al esforzado
Que aclara el porvenir y ensancha el suelo:
Mientras el Sol, temiendo amenazado
Al hijo, rey de Escitia, su recelo
Así descubre con acento triste:
«Padre y conservador de cuanto existe,

»"Tú, que de mi constante añal carrera


» Eres principio y fin, ¿será tu gusto
»Que ver á ese bajel desde mi esfera
»Surcando así las ondas me dé susto,
»A mí, que al hijo amado, no le hiriera
» De la feroz envidia dardo injusto,
» Conduje lejos de la tibia zona,
»Do entre flores la espiga se sazona?»
0)

»¡Ah! gocen los Pelópidas sus dones


Con Teucro y Libis, y que el hijo mio
»Viva en paz entre yertos Aquilones,
» Do el hielo seca el prado y cuaja el rio:
». Aun yo mismo, cediendo esas regiones,
»Mas le alejara ¡ó mengua! empero el frio
» De polar, yerma, tempestosa cumbre
».Hasta repele mi fulgente lumbre.

»¿Mal á Grecia ó al orbe acaso vino


». Del escitio confin remoto, inculto?
Tiene su rey por fuerza el Vellocino?
»¿Hay en él que vengar algun insulto?
» No auxilió, es cierto, contra la infiel Ino
». A Frijo un dia: mas merece indulto
» Quien despues, de su hija con la mano,
» Dióle parte en su trono soberano,

»Y á sí lazada en vínculos, sujetos


y Por tan estrecha union, á Grecia mira:
Que griega es ya la sangre de sus nietos.
» Ese bajel, señor, del mar retira;
» No por mi mal descubras sus secretos
Al hombre. Si aun al verme Pó suspira,
Sus hermanas, mis hijas, ¡con qué pena
». Lloran de mi Faeton la triste escena"»
100

Mientras Febo clamaba, con fiereza


Marte, del Vellon guarda mal sufrido,
Mueve, en son de venganza, la cabeza.
Y Juno y Palas dan solo un gemido,
Al ver que es Jove quien á hablar empieza:
«Orden, antes del tiempo establecido,
Impone, dice, al orbe fatal yugo:
Cuanto en él acontece, tal nos plugo.

» Pues antes de enlazarse, harto propicia


»Nuestra deidad con el mortal linaje,
». Los destinos fijó nuestra justicia:
»Todo rinde á sus fueros homenaje;
» Y porque ni pasiones ni malicia
» De la santa equidad fuesen ultraje,
»Cautos, al preparar tronos á reyes,
».A los siglos tambien dictamos leyes.

»Y siglos hace, la estendida tierra


» Que Tánais fecundiza en Oriente,
»Y con sus ondas Helesponto cierra,
» En caballos abunda y marcial gente:
»Invadirla jamás osó la guerra;
» La fama de su nombre no consiente
» Contrarios en sus lindes, ni el Destino,
» Ni lo que por su amor á nos convino.
101

» Mas humano esplendor se eclipsa presto:


» Sin nuestra proteccion Asia declina;
»Y Grecia, que ambiciona ilustre puesto,
» A conquistarlo por la mar camina.
» Oráculos y manes tal arresto
». Le infunden, y del Dódona la encina.
»¿Qué tempestad habrá que al golfo estorbe
» Ensanchar para ti, Belona, el orbe

»Ni es un Vellon quien solo anuncia horrores;


» En mal punto robada una doncella,
»Nuestro querer prepáralos mayores,
». Y el fallo irrevocable el Hado sella.

»Tambien frigio pastor llanto y rencores


».Llevará á Grecia (donde audaz descuella
» Ida) en funestos dones á otra hermosa,
» ¡A cuánto insigne paladin costosa!

»Largos inviernos llorará Micenas


» De su mas noble sangre viendo un lago
».Al pié de Ilion, y en ruina sus almenas
»Nuncio serán al Asia de su estrago.
» Grecia caiga á su vez; no mas cadenas:
»A nuevos pueblos justo satisfago:
»Atrás, montes, lagunas, mar profundo;
» Esperanza y temor guarden el mundo.
102

»Gire del orbe rápida la rueda;


»Y sabremos, al ver donde se fije,
» En qué mano, por fin, su cetro queda:
»Héroes, ganad el cielo:» así dirije
En la mar á su Alcides y de Leda
A los hijos la voz: «Todo lo rige
»Mi poder ¡pese á temerario encono!
»Flegra mi gloria fué, vedla en mi trono.

» Recios combates la virtud afronte;


»A Baco y Delio, que áspero camino
»Siguieron, á mi ejemplo, al árduo monte
» De la inmortalidad alzó el destino.»
Dijo, y súbito inunda el horizonte,
Reflejando en el agua, albor divino;
Centellas que al nacer sobre las olas
Son de Cástor y Pólux aureolas,

Astros los dos de sonrosada lumbre,


Y consuelo de náufragos un dia.
En esto Aquilon ve desde una cumbre,
Atónito, el bajel que el golfo hendia;
Y vuela al tusco mar, do, en servidumbre
Los vientos á su rey, Jove confia:
Al paso de Aquilon las selvas rujen,
Ruedan las mieses y los mares mujen.
1 ().3

Hácia donde se aparta del Tirreno


Pelóro colosal, hay una roca,
Cuya cima sumirse ya en el seno
Del mar parece, ya que al cielo toca:
Allí de escollos y peñascos lleno
El recinto se ve de la ancha boca,
Do entre nublados densos y ceñudos.
Moran Pirácmon y Acamás desnudos.

Présaga de naufragios y de muerte


Es esta la mazmorra de los vientos,
De donde el huracán salir se advierte

A conmover del globo los cimientos:


Enfrena al escuadron hoy cetro fuerte;
Antes, libre al furor de sus alientos,
De Libia robó á Calpe el Oceáno,
Y aún llora Italia al suelo siciliano.

Mas desde que, tronando, el nuevo imperio


Júpiter proclamó, la infiel gavilla,
De piedra y fierro en duro cautiverio,
Bajo montañas, pávida, se humilla.
Su poderoso rey, si el bando aério,
Tal vez en conmocion, inquieto chilla,
Franco las puertas ábrele, y entonces
Losgritos cesan, al sonar los gonces.
1 ()4

Hoy estaba en su solio; y del destierro


Fl Aquilon llegando, le sorprende.
«¡Qué escándalo! Señor, desde aquel cerro
Yo, yo lo he visto (clama), el Ponto hiende,
»Con no sé qué invencion de tabla y hierro,
Griega falange, que domar pretende
»Con lona el mar; y mientras yo en cadenas
». ¿No alzaré, como antaño, sus arenas?

» Por eso el hombre audaz tan loco ensueño

»Se atreve a realizar: que no lo haría


»A no reconocer Bóreas ya dueño.....
»¿Impune quedará tal osadía?
»Déjame ¡rey! vengarte; y ese leño,
»Aunque en él se sumerja sangre mia,
»Antes que lo columbre una atalaya,
»Con tanto audaz á fondo en piezas vaya.»

Dice: vientos bramando en la caverna,


Borrasca piden; rudo torbellino
Con furia lanza el rey á su poterna,
Que á los bridones tracios da camino;
Y alegre sale, con el aura tierna,
El Austro, que en violento remolino
Negras nubes (sus hijas) de sí arroja,
Y sus alas y crin la lluvia moja.
105
Revuelto en polvo ardiente va el Levante,
Yjuntos, de tormenta precursores,
Lanzan contra la playa el mar sonante:
Ni solo al mar ensañan sus furores;
Las hoscas nubes fuego deslumbrante
Despiden; truena; cárdenos vapores
En el opáco cielo se amontonan,
Y las manos los remos abándonan.

Zozobrante el bajel tumba al costado,


Entre tanto vaivén floja la vela
Al viento, y el cordaje arrebatado
Del mástil que el balance desnivela:
Mientras el náuta, de pavor helado,
Envuelta ve la frágil carabela
En espeso turbion de fuego puro,
Que fulmina sin tregua el cielo oscuro.

Y alzándose la entena tristemente,


Del velamen el agua en raudal fluye.
Todo es tropel y horror; bisoña gente,
No al huracán, al mar se lo atribuye:
«Ved, ved con qué razon (clama doliente)
»Docil á antigua ley, el mortal huye
» De profanar el piélago. ¡Cuál truena
»No bien dejamos la nativa arena!
8
106

»¿Si será que las rocas del Euxino


»Salgan á nuestro paso, ó que mas tarde
» Enconosas nos cierren el camino?.....

» Paz la tierra del piélago no aguarde,


»Ni quien se atreva á hendirle.» Así (mezquino
Término viendo y sin glorioso alarde)
Decian á una voz. Flechas y clava
Hércules triste inútiles miraba.

Otros al par en tierna despedida


Se abrazan con afan: do quier los ojos
La Muerte asusta, amenazando ardida.
Ya de la quilla los costados flojos
Invade el agua en rápida avenida,
Y de la nave míseros despojos
Iban á sumerjirse, al turbulento
Coligado furor de mar yviento,

Cuando el señor del fúlgido tridente


Alzó sobre las ondas la cabeza:

«Palas y Juno al fin con ruego ardiente


» (Dice) rendir lograron mi firmeza.
»¡Indiscreta piedad! ¡Cuánto inclemente
»Naufragio y ruina y lúgubre tristeza
» Por ella un dia al porvenir preparo,
»Si, al ejemplar, me invaden Tiro y Faro!
107

Ni el Tauro, ni mi Orion, ni las aciagas


» Pléyadas causarán dolores tales:
» De tu Argo, Tifis, las funestas plagas
» Han de salir; con penas infernales
» Las madres pedirán las satisfagas,
»Y que á sus duelos en suplicio iguales.»
Dice, y calma las ondas: de su orilla
Se ahuyenta de los vientos la cuadrilla.

Señal son de su fuga los colores


Del bonancible piélago, y en tierra
La columna de túrbidos vapores,
Que á remotas montañas se destierra;
Torna á su brillo el sol; dosel de flores
Iris forma en su luz de sierra á sierra;
Otra vez el bajel sobre el Egeo
Próvidos alzan Tetis y Nereo.

En él Jason, de sacra veste ornado,


Empuña una áurea copa, la cual era
Don que, porun carcax, su padre amado
De su huésped Salmóneo recibiera:
Aún no sentido habian monte y prado
De Elisy Pisa del audaz la hoguera,
Necio rival del dios que inunda en lumbre
Del Atos y del Ródope la cumbre.
108

Jason, haciendo con devoto anhelo


Libaciones al mar, clama: «Deidades,
»Que, émulas en poder á las del cielo,
» Próvidas enfrenais las tempestades;
»Y tú, numen glorioso, á cuyo celo
» La suerte dió regir divinidades
»Biformes de los piélagos, Neptuno,
»¿Cuándo en riesgo mayorte invocó alguno?

»Y ya que tan furiosa, por acaso,


»Fuese la noche; ya que al mar profundo
»Altere, cuando el sol baja al ocaso,
»La ley constante que gobierna el mundo;
»O ya que el Ponto al repentino paso
» Del armado bajel brame iracundo,
» Pues pagó nuestro arrojo asaz la pena,
»¡Escelso dios! tu cólera serena.

»Tórnanos victoriosos: que si un dia


»Besar logramos los paternos lares,
»Lúcias reses dará la patria mia,
».Cual ningun otro pueblo, á tus altares,
»Y en carro de corceles, siendo guia
»Un triton colosal, como en los mares,
»En bronce se alzará tu imagen santa.»
Dice, y rumor de gozo se levanta;
109

Y el voto aplauden con fervor las manos:


Tal si el celeste Can ígneo destruye
En Calabria las reses y los granos,
Atribulada plebe al templo huye,
Y la oracion de vate y aldeanos
A los pueblos la calma restituye.
—Ya por olas azules, que matiza
De espuma el aura, el barco se desliza.

Tifis rije el timon, y vigilante


En silencio, su voz la gente espera,
Cual sumisos el solio del Tonante

Cercan nieve, huracán, brisa ligera,


Lluvia, trueno, relámpago radiante,
Y fuentes que principian su carrera;
Mientras al adalid súbito azora
No engaña el corazon) cuita roedora.

«Si con ardid (así cavila) ufano


Robó al hijo del rey, incauto deja
»Sus propios padres del monarca en mano,
»Y él, sujeto en la mar, de ellos se aleja,
»Sin que de la venganza del tirano
»Ni un solo brazo á la orfandad proteja;
» Y el rayo del malévolo no falla.»
¿Quién le dijera al triste que ahora estalla?
11 ()

¡Padre infeliz! la blanca vela odiosa


Hinchada huyendo ve desde la altura:
Mas él ¿cómo los mares hendir osa?
¿Vale poder allí, sirve bravura?
Armada y con hachones, presurosa
Guardia del rey va al puerto ¡qué locura!
Detiene su furor alta barrera,
Y acero y luz el agua reverbera.

Así, cuando en estraña niebla umbría


Dédalo, sobre el aura alzado el vuelo,
Al hijo en cortas alas sostenia,
De Creta abandonando el rico suelo,
La venganza de Minos fue tardía,
Y harta su hueste de mirar al cielo,
Furiosa en vano, á Górtina tornaba
Sin faltar flecha de ninguna aljaba.

¿Quién pintará de Pélias la congoja,


Al ver de Acasto yermo el aposento?
Ya á su lecho, frenético, se arroja,
Ya con las canas barre el pavimento;
O besa en él y con su llanto moja
Huella que iluso estampa el sentimiento.
«¿Piensas en mi dolor, grita, hijo mio,
»Y en que á morir te arrastra engaño impío?
111

¿Dónde á buscarte iré? ¡Desventurado!


»Ni al Ponto ni á la Escitia te conduce
» La saña contra mí de ese malvado:

»Mentido es el laurel que te seduce.


»¿Olvidaste ¡infeliz! que si vedado
»No fuese que la mar el mortal cruce,
»Hueste y naves te diera? ¡Infausto dia !
»No á mi sangre y blason tal fin temia.

»¡Guay del traidor! sus padres (pues no sacio


» En él mis iras) paguen su delito.»
Dice, y corre frenético el palacio,
Fraguando aleve crimen inaudito:
Así el dios de la vid, temible al Tracio,
Asustaba los montes con su grito,
Y de Licurgo la mansion gloriosa
Dejaban con pavor hijos y esposa.

Con miedo en tanto inmola Alcimedea

(Por si, evocando sombras infernales,


Sabe cuál de su amor la suerte sea)
A los dioses de Estigia recentales:
Con inquietud igual Eson flaquea,
Que tormento y zozobra sufre iguales;
Por eso ¡triste padre! al sacrificio
(Se lo rogó su esposa) va propicio.
112

Ya en caliente raudal sangre fluyendo


Al turbio Flegeton desde la cava,
Rugosa maga, con fervortremendo,
Almas de ilustres muertos evocaba:

Espectros mil se agolpan al horrendo


Conjuro, y Cretes, que los ojos clava
En hijo y nuera, viendo su tristura,
Libacion hecha de la sangre, augura:

«No mas temor si el piélago


»Jason feliz navega;
»Aun sin saber que llega,
»Colquidia tiembla ya;
»Y al anunciarle oráculos

»Yprodigios celestes,
».A las bárbaras huestes
» Pavor su nombre da.

»Del paladin intrépido


» ¡Cuán bello es el destino!
» Alfombran su camino

»La gloria y el terror;


»Y su retorno espléndido,
» Las vencidas naciones
»Ornarán con pendones,
»Y con su mirto amor.
113

»¡Oh! ¡quién la piedra al túmulo


» Entonces levantara!

»Mas hoy, Eson, prepara


»Tu pecho á resistir,
»Pues el tirano pérfido,
»Ansioso de tu vida,
» Con mano fratricida

»El hierro va á esgrimir.

»Del cuerpo el yugo mísero


»Haz con valor pedazos,
»Y á mis paternos brazos
»No tardes en volar,
»A donde sombras ínclitas

»Y el pátrio dios del viento


» Mansiones de contento

»Te llaman á gozar.»

Mas ¿qué nueva cruél de boca en boca


En palacio el rumor trueca en gemido?
«Soldados (tal se cuenta) el rey convoca,
»Y órdenes á los gefes da al oido.»
Huye la maga pávida sin toca:
El fuego en el altar queda encendido;
Y á Eson, previendo el fin que le amenaza,
Fiera ansiedad el pecho despedaza.
114

Como león que hostigan ojeadores


Frunce (no mas aún) el torvo ceño,
El anciano recata sus temores.

¿Qué hará? (para sí dice). ¿El noble empeño


Al acero fiar de años mejores?.....
Si al pueblo alzase contra injusto dueño,
¿Le será fiel?..... En lágrimas deshecha
Su esposa, en esto al corazon le estrecha.

«Nada (prorumpe), amado, sin ti quiero, .


». Ni aun ver á mi Jason. ¿Temer la muerte
» Yo, que resistir pude el trance fiero
» De su partida? Iguálenos la suerte:
»Vivo si vives, y si mueres muero.»
Ella solloza; y él, cual varon fuerte,
Medita un hecho que á su fin dé lustre
Y los ardides del tirano frustre.

Lo exije así su célico linaje


Y el propio nombre: su adquirida gloria
¿Cómo ha de consentir que se rebaje
Por asesino vil? Pura memoria
Dejará á su otro hijuelo; y él su ultraje,
Mancha eterna que al rey guarda la historia,
Sabrá vengar.—Ya á todo Eson se atreve,
Y el sacrificio ordena se renueve.
115

Bajo añoso ciprés un toro mira


De bronceada piel; tejo frondoso
Enrama, y lazos de azulada vira
Adorno dan á su testuz lustroso:

Inquieto el animal jadeante aspira


Luchando por huir, que receloso
Del espectro que vió, su aciaga sombra
Parece (tanto él bufa) que aún le asombra.

Guardóle para víctima postrera


Que al severo Pluton mas satisfaga
(Segun inmemorial usanza era
En Tesalia fatídica) la maga:
A la triforme diosa fiel reitera
Preces, segura de que así la halaga,
E invocando el poder del Orco impuro,
Pronuncia al fin de espalda su conjuro.

Solo á tal condicion hay esperanza


De hallar propicio al infernal barquero;
Que nadie entrar en el Averno alcanza
Si á sus deidades no aplacó primero:
Con tal afan Eson presto se lanza
A morir (al ver ya bajo el acero
El toro), y clama así, la mano puesta
Del manso bruto en la velluda testa:
116

«Vosotros, que del mundo la carrera


Alumbrásteis ¡ó manes! obedientes
Al poderoso dios que en él impera,
Y en guerra y paz ejemplo de las gentes
Os admiré, cual hoy á vuestra fama
Culto rinden ilustres descendientes;
Y tú, mi dulce padre, á quien inflama
Aún mi recuerdo, y del sepulcro frio
La nueva solo de mi fin te llama;
Pues consientes sufrir por amor mio
Otra vez de la vida los dolores,
Jamás sentidos en el reino umbrío,
Dame plácida muerte: sus rigores
Aplaque este holocausto; prenda sea
De que aceptas mis últimos honores.
Oye mi voz tambien, cándida Astrea,
Tú que ante Jove acusas al delito,
Y cuya rectitud nadie falsea;
¡O Temis! ¡ó Mejera! cuyo grito
Agita el corazon del delincuente,
Vuestra justa venganza solicito.
Blandid el fierro y el tizon ardiente
Contra ese rey traidor, y noche y dia
La imagen de su crimen le atormente.
Ni solo á mi Jason, su fantasía
Le muestre amenazando con espada
Triunfante su villana alevosía,
117

Alcese ante sus ojos coligada


La flota escita,y reyes y banderas,
Para vengar la fe por él violada.
Despavorido corra esas riberas
Gritando «al arma, » y sin piedad la muerte
Aún no le libre de sus ansias fieras.

Maldito viva hasta que á ver acierte


Bajo el mástil, do el oro resplandezca,
Nuestra gente volver gloriosa y fuerte.
¡O gozo sin igual, cuando él parezca
Entonces confundido, y yo delante,
Burlon batiendo palmas, le escarnezca!
¡Ah! si por dicha para aquel instante,
Dioses, teneis suplicio desusado
De oprobioso rigor que al hombre espante,
Atormentad con él á ese malvado;
Ludibrio manche su vejez odiosa,
Y al espirarse sienta deshonrado.
Empero que no muera en lid gloriosa,
Ni menos ¡o deidades! os conjuro
A manos de Jason: muerte afrentosa

Quien él mas de su amor esté seguro


Le dé; y hasta sepulcro niegue el suelo
Al destrozado cuerpo del perjuro.
Pague el villano rey así mi duelo,
Y el de tantos varones generosos
Que espo.e al mar su fementido anhelo.»
118

Dice, y de sangre vasos espumosos,


Que Tisífone ofréceles, bebiendo
Apúranla con ansia los esposos,
Y así dió fin el sacrificio horrendo.

Súbito fragor suena; desquiciadas


Las combatidas puertas no resisten,
Y soldados blandiendo las espadas,
Ministros del furor del rey, embisten
A los ancianos; mas á sus miradas,
Ya moribundas, de amagar desisten:
Yertos están los dos, sin luz sus ojos,
Y los mantos de sangre herviente rojos.

Allí burlado se adelanta fiero

El tropel hácia el niño que, inocente,


Aún de la vida en el albor primero,
Con susto plañe cuando apenas siente.
De sus padres en pos bárbaro acero
Le inmola: á tal crueldad el falleciente

Eson en estertor convulso espira,


Y al Tártaro con él baja su ira.
119

En el eje del globo su profundo


Reino tiene Pluton, al cual el cielo
Jamás pudiera unirse, aunque iracundo
Jove su alcázar desplomase al suelo;
Que á su embrion primero vuelto el mundo,
El Cáos entonces, en confuso velo
Ofuscara otra vez la luz aéria,
Tornando el orbe á ser tosca materia.

Dos son, por ley eterna, allí las puertas:


Una á pueblos y reyes para entrada
Sus hojas tiene de contínuo abiertas;
Otra á la muchedumbre está vedada;
Mas ábrese por sí cuando, cubiertas
De cicatrices, prez de lid honrada,
Ve sombras, cuyas tumbas con blasones
La patria ornó por ínclitas acciones.

0 ya si llega un vate virtuoso,


Cuyas insignias venerar se deba,
O algun varon constante, generoso,
De acrisolada fe, que el bien promueva
Sin vanagloria.—Al célico reposo
Es el veloz Mercurio quien los lleva;
Con talares alijeros delante
Va el dios, blandiendo antorcha radiante.
190

Su luz alumbra el áspero camino,


Hasta llegar á la mansion amena,
Do el sol constante en éter cristalino

Templa de abril la atmósfera serena;


Y entre plácidos coros laud divino
Tanto á las justas almas enajena,
Que, á fuerza de gozar, falta el deseo:
Allí á sus hijos trasladó Creteo.

Y antes les muestra el pórtico tremendo,


Por el que ha de salir la merecida
Pena, que vengue el atentado horrendo,
Suplicio del monarca fratricida:
Mas ellos, al oir el dulce estruendo,
Señal de fiesta, que á gozar convida,
Absortos ven las honras y placeres,
Premio y solaz de tan dichosos séres.
|21

NOTAS AL LIBRO) I.
---G

NOTA 1.º. PAGINA 67, V. l.

Canto desiertos pielagos, surcados


La primer vez por ínclitos varones
Hijos del cielo.....

Notoria es la celebridad que la espedicion emprendida en


busca del Vellocino de oro por los Argonáutas, á quienes la
Mitología supuso magni nati deorum, hijos de dioses, alcanzó
en la primitiva historia de Grecia, si bien en cuanto al ver
dadero móvil de aquel viaje por mares hasta entonces desco
nocidos, no están conformes los comentadores. Opinan unos
que las aspiraciones de los atrevidos navegantes se limitaron,
muerto Frijo, de quíen tendremos despues ocasion de hablar,
á recuperar para su patria las riquezas que este príncipe ha
bia llevado consigo en su emigracion á la Cólquide; no falta
quien presuma, como Voltaire, siguiendo á Tácito, que el trá
fico de pieles fué el objeto de la empresa; y en fin, el verda
dero aliciente de ella pretenden hallarlo otros en la codicia de
metales preciosos, en que, segun Herodoto y Plinio, aquellas
regiones abundaban. A la verdad, este interesante dato, apar
te de fidedignos testimonios de la antigüedad que se conser
van, se ha visto confirmado en nuestros dias por la prensa
periódica estranjera, la cual acredita, no solo la fecundidad
de los criaderos de oro, plata y platino, descubiertos recien–
temente por los rusos en aquellos mismos paises, sino tam
bien la poca hondura á que allí se encuentra el mineral, y lo
probable, por consiguiente, de que á su fácil esplotacion se
dedicasen las primitivas tribus nómadas. Véase, al efecto, la
interesante obra del docto aleman A. H. L. Heeren, profesor
de la universidad de Gottinga, De la Politique et du Commerce
des peuples de l'antiquité. Reservando, pues, á los eruditos el
examen de la cuestion histórico-crítica, baste hacer notar á
los jóvenes lectores la noble sencillez con que nuestro épico
122

espone el argumento del poema; bien que sin que dejemos de


observar la escesiva rapidez y laconismo de su estilo, doble
mente notable en la proposicion é invocacion. Que esta falta
perjudique á la perspicuidad, principal requisito detoda com
posicion literaria, y que aumente, por lo mismo, las dificul
tades del que aspire á trasladarla á otro idioma, á nadie debe
parecer dudoso. Por mí aseguro que esta parte de mi tarea,
á pesar del mayor trabajo en ella invertido, me deja bien poco
satisfecho; lo cual parece sin duda achaque de traductores, si
hemos de creer á los que lo fueron de la Eneida en versos
franceses y en distintas épocas, el cardenal Duperron y
Mr. Barthelemy. Grandísimas dificultades nos dicen esperi
mentaron ambos para trasladar los cuatro primeros versos de
Virgilio; y aun el éxito, segun confesion de uno y otro, es
tuvo lejos de corresponder á su laboriosidad.

NOTA 2º, PAGINA 67, V. 3.

en nave que inspirados


Anuncios pronunció.

La nave Argo, que, como generalmente se cree, fué el pri


mer bajel de guerra construido en Grecia, recibió su nombre
del de su constructor Argus, ó de la etimología zpyô, ligero,
rápido. La mitología supuso en este buque capacidad de pro
nunciar oráculos; propiedad que, segun la misma tradicion,
distinguia á todas las encinas de la selva Dodonea, de cuya
madera se habia fabricado la quilla de dicha embarcacion.
Por eso en el poema atribuido á Orfeo (v. 242) se le denomina
locuaz, eló)2No; "Apyo: y Apolonio, refiriéndose á su quilla dice:
Aöttxa votayev dvöpopévèvor.....En esto de repente esclamó
con voz de hombre. (IV. v. 580.)

NOTA 3.º, PAGINA 67, V. 4.

entre peñones
De borrasca sin tregua concitados.

No puede presentarse descripcion mas clara y terminante


de estos escollos, tan celebrados por la mitología, como la que
12:3

se conserva de Amiano Marcelino, quien cuando en el li


bro XXII, cap. 8 de su historia, esplica la topografía del Bós
foro y de sus costas, añade estas palabras, que copio por lo
que habrán de contribuirá la mas cumplida inteligencia de
nuestro poema: «En el lado opuesto se ven descollar las Sim
»plégades ó Cianeas, que á manera de peligroso estrecho for
»mado por ásperas y escarpadas rocas, estaban en remotos
»tiempos, si hemos de creerá la antigüedad, luchando unas
»contra otras con incesante estruendo. Tan contínuo era, di
»cen, su choque formidable, que ni un ave, por rápido que su
»vuelo fuese, hubiera podido pasar sin ser víctima entre los
»peñascos. Solamente Argos, el bajel primero de que en el
»mundo hay memoria, alcanzó el triunfo de salir incólume de
»tamaño riesgo, cuando navegaba en demanda de Colcos á
»rescatar el Vellocino; y desde el momento de su tránsito cesó
la lucha entre los peñascos, los cuales desde entonces se
»adhirieron unos á otros de tal modo, que hoy nadie podria
»creer su anterior movimiento, si todas las tradiciones poéti
»cas no lo atestiguaran conformes.» A ellas se referia, sin du
da, Ovidio (libro II Amor., eleg. 2) cuando dice:

De los Pelíacos montes


Fué el primer leño traido,
Que, admirándose las ondas,
Surcó sus ciegos caminos.
Temerario discurriendo
Entre escollos y bajíos,
Iba, y despues tornó ufano
Con el aúreo Vellocino.

(Traduccion inédita de D. Juan Gualberto Gonzalez.)


A la verdad, esta idea del combate entre escollos,por de
cirlo así, vivientes, escede en tanto grado los límites de la
verosimilitud, que no es fácil espresarla sin una larga perí
frasis; y esto mismo se ve comprobado en la citada version
del Sr. Gonzalez, el cual, con ser un traductor tan esmerado
y concienzudo, como perito en ambos idiomas, no tuvo otro
remedio que apelar á un ripio, dejando intacto el concurrentes
cautes, frase conceptuosa, de que con notable propiedad usó
Ovidio: y en igual indispensable falta inciden los dos emi
nentes traductores que de este último clásico tengo á la
mano, uno italiano (J. Barreti), y otro el docto francés Mon
124
sieur Nisard, los cuales trasladan así el mismo pensamiento.
El primero en la coleccion de clásicos, impresa en Milán
en l754, dice:
E per mezzo gli scogli, che tra loro
Vicini stanno;

y el segundo: qui roguant a travers les écueils semés sur son


passage. (Collection des AA. latins.)
Finalmente, no creo inoportuno añadir, por conclusion de
esta estensa nota, que viajeros modernos han sospechado si la
naturaleza volcánica de aquellos peñascos, podria haber dado
motivo al supuesto fenómeno. Téngase, sin embargo, en
cuenta que aun entre los antiguos, Plinio el mayor (lib. IV,
cap. XIII) ya le califica de tradicion fabulosa, atribuyendo,
con sensata crítica, su origen á una mera ilusion óptica, tanto
menos estraña allí, donde por la multitud de rios que se lan
zan al mar Negro, tan rápida es la corriente como altos los
remolinos formados por la confluencia de las aguas, y vio
lento el balance que se debe sufrir á bordo. Por eso, sin duda,
aun los turcos llaman á aquel sitio la corriente del diablo.
(Voyage a la Propontide par Mr. Chevalier, chap. VII) Quien
desee ver la descripcion científica del Bósforo, al par que con
gratularse en la honrosa memoria de un compatriota ilustre,
puede examinar los viajes impresos en Valencia (1837) de
D. Domingo Badía y Leblich, que bajo el seudónimo de Aly
Bey, recorrió gran parte de Asia y Africa en los primeros
años de este siglo.

NOTA 4.º, PAGINA 67, V. 7.

- besó, Fasis, tu ribera.

Fasis, rio que nace en el Cáucaso, y es en gran parte na


vegable: bañaba la Cólquide, hoy Imerecia y Mingrelia, y en
su embocadura existió la ciudad de AEa, en donde es fama se
Conservaba el Vellocino de Oro.
125

NOTA 5º, PAGINA 67. v. s

Y en el Olimpo ya clara lumbrera.

La astronomía consagró el recuerdo de la nave Argo, de


signándola como una de las mas hermosas constelaciones
australes, cuya estrella de mayor brillo es Canópo:

A la austral plaga con menor desvío


La fúlgida Canópo, en el navío
En que Jason triunfante volvió á Yolcos,
Al horizonte próxima es apenas
Del encumbrado Calpe divisada.

(Poema astronómico de D. Gabriel Ciscar, publicado en l86l,


por el capitan de fragata D. Miguel Lobo.)

NOTA 6.º, PAGINA 67, V. 9.

¡Febo! Si tu laurel ciñe mi frente......

Valerio Flacco era Quindecinviro, cargo elevado, entre cu


yas prerogativas se contaba ser depositario é intérprete de
los libros de las Sibilas. Aquí solo se hace referencia (Cymaeae
Vatis) de la Sibila de Cumas. Tambien los Quindecinviros
guardaban la trípode de Apolo bajo su custodia, pues aunque
la voz cortina propiamente es el velo ó piel con que la trípode
se cubria, aquí se debe tomarpor la misma trípode. Mugire
adytis cortina reclusis, dice Virgilio (AEn. 3, v. 90); é Iriar
te lo traduce: «grande estruendo sonó en la trípode.»—En
cuanto al requisito de la continencia, se sabe era exigido aun
por losgentiles para las funciones sacerdotales; casta placent
superis, escribia Tibulo: y á la verdad, aunque no abundasen
has pruebas en favor de la pureza de costumbres, la frase del
voluptuoso favorito de Mesala, puede asegurarse que es tes
timonio de mayor escepcion.
12

NOTA 7.º, PAGINA 67, V. 13.

F tu, gran padre, á quien la marfurente


De Caledonia prez mayor destina.....

El poeta, despues de su invocacion á Apolo, se dirije al


emperador Vespasiano, y á los Césares sus hijos Tito y Do
miciano. Del primero recuerda las espediciones marítimas á
Inglaterra, en las cuales le presenta mas afortunado que lo
habia sido en su tiempo Julio César (descendiente del troya
no Julo) cuya escuadra, al regresar de las Islas Británicas (Ca
ledonius Oceanus), habia padecido gran naufragio. A Domi
ciano, de quien por Suetonio, Quintiliano y otros se sabe
compuso versos en la juventud, propone como asunto digno
de la Musa épica la toma de Jerusalén por su hermano Tito;
y en fin, á este le muestra como preparándose á erigir tem
plos en honor de su augusto padre. En cuanto á lo demás,
sabida es la costumbre de los romanos, de tributar culto á los
emperadores despues de su muerte, y aun en vida tambien,
segun aquellos hermosos versos de Horacio á Augusto (epís
tola l.º, lib. 2º):

Mas á ti tributanos, aun viviendo


Honras divinas, y aras te erigimos,
Donde juramos por tu nombre escelso,
Confesando que príncipe tan grande
No vió, ni verá nunca el universo.

(Traduc. de D.J. de Burgos.)


Ni se limitaba á lo dicho la bajeza de la lisonja, pues ini
ciado aquel uso para solemnizar la victoria de Julio César so
bre los hijos de Pompeyo, fue desde entonces solicitado por
las provincias como una gracia. Así es que, no sin razon,
nuestro docto P. Florez, hablando en su erudita obra de las
medallas acerca de los templos consagrados al mismo Au
gusto en Tarragona, Mérida y otras muchas colonias espa
ñolas con la presuntuosa fórmula de AEternitati Augustae, ca
lifica esta abominable práctica de ceguedad sacrílega, la cual
no dejaba de tener además su parte de ridícula; é igual era
127
sin duda la opinion del mismo emperador Vespasiano, cuan
do al preveer próximo su fallecimiento por la exacerbacion de
sus dolencias, prorumpió en son de mofa con el sabido dicho:
Fa me voy sintiendo convertir en deidad. La ceremonia de la
apoteosis se reducia á colocar sobre una pira elevada en for
ma de altar, la estatua en cera del difunto, y al incendiarla,
un águila, de antemano con arte dispuesta, parecia salir vo
lando de entre las llamas, como si trasportára al cielo el alma
del príncipe. Asi se ve todavía en Roma representado en un
bajo-relieve del arco de Tito.

NOTA 8.º, PAGINA 68, V. l.

Dame lejos del mundo.

Frecuente ha sido siempre en los poetas el deseo de dis


frutar de soledad y de silencio, propios para la meditacion
Scriptorum chorus omnis amat nemus el fugit urbes, decia Hora
cio (epist. 2.º, lib. 2º); y en el mismo sentido se esplica Ovi
dio (Metam. XV, l48):

Cantar pretendo cosas nunca oidas:


Las alas vagarosas tengo abiertas,
Con plumas desplegadas y tendidas;
Lejos del vulgo y del fangoso suelo,
A las estrellas alzaré mi vuelo.

(Trad. del licenciado Viana: Valladolid, l589.)

NOTA 9º, PAGINA 68, V. l.

cantar la insigne historia.

No creo desagrade al lector comparar aquí la forma en que


Apolonio de Rodas da principio á su Argonáutica. «Bajo tus
»auspicios, dice, Febo, comenzaré recordando las alabanzas
» de los antiguos varones, que de orden del rey Pelias diri
»gieron la nave Argo, bien provista de remos, hácia la boca ó
128
»estrecho del Ponto, y por medio de las Cianeas, á fin de apo
»derarse del Vellon de oro.» (Apol., lib. l.º)

Ap/ ópevo; aéo, por6, 72Mayevéov véz otöy


pwoz, o Ilóyoto xxtà artópizza a répz;
Kuavéz; Bza)o; époaúw Ile)zo
ypúaetoy però xoz; éóoyov, agav "Apyó.

NOTA 10, PAGINA 68, V. 9.

Cuando ya fausto lucero


Brilles.....

Por efecto de la misma adulacion espresada en una de las


anteriores notas, era opinion vulgar entre los romanos, supo
nerá los emperadores á su fallecimiento trasladados al Olimpo,
desde donde alumbraban el mundo convertidos en astros; y
este es el sentido de la lisonja dirigida aquí á Vespasiano, de
la cual puede añadirse hay algun recuerdo, al par que en la
magnífica introduccion de las Geórgicas, en la insigne can
cion de Lupercio de Argensola á Felipe II, con motivo de la
canonizacion de S. Diego.

NOTA 11, PAGINA 68, V. 17.

Pelias, que el pueblo Tesalo regia.....

Pelias, tirano de Tesalia, pais cuya amena feracidad ha


sido siempre celebrada por los poetas.

NOTA 12, PAGINA 69, V. 1.

Con secreto pesar turban empero


Justos los dioses al feroz tirano.....

El oráculo tenia vaticinado, que la perdicion de Pelias pro


vendria de un hombre descalzo de un pie. Mas es el caso que
12)
en esta forma, sin saber nada de tal pronóstico, se habia pre
sentado á Pelias su sobrino Jason, á tiempo que aquel se ha
llaba ocupado en un sacrificio, habiendo el joven perdido el
zapato en el rio Enipeo, de cuya repentina aluvion habia sal
vado á Juno, sin conocerla, pasándola sobre sus hombros á
nado.

NOTA 13, PAGINA 69. V. 11.

La Arcadia libre está.....

Conocidas son las hazañas celebradas por los poetas bajo


el nombre de trabajos de Hércules, y especialmente sus vic
torias sobre el leon nemeo, sobre la hidra de la laguna Ler
nea, y sobre el toro de Maraton, empresas á que se hace aquí
referencia, y á cuyos peligros hubiera Pelias espuesto de
buena gana á su sobrino para deshacerse de él; «pero no hay
ya, dice entre sí, monstruos que combatir.» De notar es que
Séneca, en su tragedia Hércules furens, pone casi iguales
espresiones en boca de Juno, que envidiosa del heroismo de
su hijastro Hércules, á quien tanto detestaba, esclama en un
momento de desesperacion: monstra jam desunt mihi, me fal
tan ya monstruos que oponer á su audacia. «Entre todos os
tengo ya escogido, » decia Camoens en sus Lusiadas,

» Para una empresa cual á vos se debe,


» Trabajo ilustre, duro, esclarecido,
»Aunque por mí yo sé que os será leve.....

»Imaginad las grandes aventuras


»Que Euristeo para Hércules buscaba;
»El leon nemeo, las Harpías duras,
» El cerdo de Erimanto, la Hidra brava.....»
(Trad. de D. Lamberto Gil.)
Por este y otros pasajes del poema, se ve que el vate por
tugués no olvidaba á nuestro Valerio, ni, como él mismo es
cribe,
A la célebre nave aventurera,
Que surcó el mar Euxino la primera.
13()

NOTA 14, PAGINA 70, V. l.

Del paterno inhumano sacrificio.....

Atamas, hijo de Eolo y hermano de Creteo, tuvo de su pri


mera mujer Nefeles, á Frijo y Heles. Mas convertida Nefeles,
segun la mitología, en nube, volvió á casarse Atamas con
Ino, quien, enemiga bien pronto de los dos hijastros, logró
por el soborno que los sacerdotes declarasen cuán necesario
era sacrificar á ambos jóvenes á los dioses, como víctimas
propiciatorias, con motivo de la esterilidad que á la sazon
aflijia al pais; esterilidad á que la misma Ino habia contribui
do con sus artificios, para tener ocasion de realizar su intri
ga, bajo el pretesto del bien comun. Atamas, despues de re
sistirse mucho á tamaña inhumanidad, hubo al fin de pres
tarse á ella: por suerte, en el momento de ir á ser inmolados
los dos inocentes hermanos, su madre Nefeles, envolviéndolos
en una nube, les presentó un carnero con vellones de oro,
para que, montados en sus espaldas, pasasen el mar. Des
graciadamente Heles, durante la travesía, se sumerjió en el
golfo, el cual tomó desde entonces el nombre de Helesponto;
pero Frijo, habiendo llegado salvo á la Cólquida, sacrificó el
carnero en el templo de Marte, al cual consagró el áureo ve
llon; así como la astronomía ha perpetuado su recuerdo:

La constelacion de Aries, que primero


No era del signo de Aries diferente,
La imagen nos presenta del carnero
Celebrado del áureo vellocino,
Que desde Colcos á la Eladia vino
Con Frijo, hermano de Heles, cuyo ocaso
El nombre dió del Helesponto al paso.
(Poem. astron., c. IV)

NOTA 15, PAGINA 70, V. 4.

De Escitia el rey, de condicion bravía.....

Etes, rey de la Cólquida, era hijo de Febo y de la ninfa


Perses, hermano de la encantadora Circe, y padre de Medea,
13l
Absirto y Calciope. Con esta última casó el monarca á Frijo,
quien de ella tuvo cuatro hijos; mas como despues el oráculo
vaticinase á Etés que un estranjero, descendiente de la estirpe
de Eolo, habia de destronarle, el rey, sospechando de Frijo, le
dió muerte, segun declara este pasaje.

NOTA l6, PAGINA 70, V. 5.

Mas (y¿lo sufrió el sol”)


De escena tan atroz ¡sol! bien pudieras
Los ojos apartar en aquel dia.....
dice Canoens (libro III, octava l33) en su precioso episodio de
Inés, recordando sin duda á Valerio.

NOTA 17, PAGINA 71, V. 5.

Vi á la princesa nombra.....

El dragon que Marte puso para guarda del velocino, era


cuidado y alimentado por la misma Medea.

NOTA 18, PAGINA 71, V. 13.

Sin que le de Mercurio hender el riento


Como á Perseo.....

Perseo, segun la mitología, recibió los talares de Mercurio


para ir á cortar la cabeza á Medusa, ypara libertará Andró
meda del furor de un mónstruo marino; así como Ceres confió
á Triptolemo su carro tirado por dragones, á fin de que ha
ciendo conocer el trigo por el mundo, inspirase aficion á la
agricultura á las gentes que hasta entonces se habian ali
mentado de bellotas. De la misma manera que nuestro autor
se esplica Ovidio. (Amor. lib. III, eleg. 6º)

Las alas yo de Perseo


Quisiera tener ahora,
132
, ("uando cercenó la horrible
Cabeza de la Gorgona;
O el carro del que nos trajo
La semilla bienhechora,
Por quien el inculto suelo
Se cubre de espigas blondas.
Cuento de antiguos poétas
Las mentiras portentosas;
Ni ven, ni verán, ni han visto
Ojos humanos tal cosa.
(Trad. ined. de D. J. Gualb. Gonzalez.)

A Triptolemo se atribuye tambien la invencion del arado:

El arado es querido (dice Juvenal, sat. 14, v. 182)


De los campestres dioses, que enseñaron
A cultivar la regalada espiga
A los hombres, y entonces
La bellota dejaron fastidiados,
Que á los antiguos padres mantenia.
(Trad. de D. Luis Folgueras y Sion: Madrid, 1817.)

NOTA 19, PAGINA 71, V. 24.

En que el anciano Eson ha tiempo gime.

Eson, hijo de Creteo y hermano de Pelias, era padre de


Jason, y todos oriundos de la estirpe de Eolo.

NOTA 20, PAGINA 72, V. 7.

¡O gloria! al mozo en tu calor inflamas.

Grande es el elogio que un sábio polígloto francés, mon


sieur Caussin de Perceval, hace de esta hermosa pintura, en
la cual príncipes jóvenes aparecen dispuestos á confiarse al
furor de las olas, y abrir en ellas rumbos hasta entonces des
conocidos, llevando la guerra á naciones bárbaras, y vengan
do en su sangre la griega, injustamente derramada por un
13.3
feroz tirano. Todo esto es noble y magnífico; pero nada iguala,
dice el docto escritor, á la hermosa prosopopeya con que Va
lerio remata el cuadro. Hoc gloriae numen, añade, stans in pro
spectu longinquo, nescio quid habet speciosum ac sublime. No es
estraño, por lo mismo, que Voltaire se aprovechase en su
Henriada (lib. VI, v.217) de esta valiente imagen:

La gloria, á par del rey, ante sus ojos


Volando va con él. En ella clavan
Sus soldados la vista, y por sus sendas,
Trepando de ella en pos, con firme planta
Entre riesgos caminan sin espanto.
(Trad. de D. Pedro Bazan, 1816.)

NOTA 21, PAGINA 73, V. 74.

Palas á Tespis, donde su Argos posa.

Tespis, pueblo de Beocia, morada del habil constructor de


la nave Argos.

NOTA_22, PAGINA 73, V. 9.

• la Grecia conmovida
A su rumor.....

La Grecia se conmueve á la fama de la espedicion: aun


pacíficos labradores, que están arando con sus yuntas, ven
con sorpresa en pleno dia á los Faunos y á otras divinidades
de los bosques y de los rios, salir de sus antros y publicar la
portentosa nueva.

NOTA 23, PAGINA 74, V. 1.

Vuela Alcides, seguro del suceso.


El poderoso Hércules, llamado tambien Alcides en la mi
tología por recuerdo de su abuelo el rey Alceo,y cuyas ha
134
zañas, como emblema de la fuerza y del valor, son tan cono
cidas, es el primero que acude á la convocatoria, acompañado
de su ahijado el jovencillo Hilas, á quien figura nuestro poeta
corriendo al lado de su protector con la alegría propia de su
lozana edad, y llevando en los hombros el carcax de flechas
del héroe tebano. Tambien quisiera llevarle la ponderosa cla
va; pero ¿quién sino el robusto Alcides fuera capaz de susten
tar peso tan formidable?

NOTA 24, PAGINA 74, V. 7.

Juno, que al héroe y á su alumno mira


Rencorosa.....

Como tan frecuontemente se ha de hacer en el poema re


ferencia al odio de Juno á Hércules, no parece inoportuno
recordar que, hijo este de Júpiter, habido en Alcmena, mujer
de Anfitrion, Juno celosa hizo cuanto pudo por frustrar los
altos destinos que el padre de los dioses habia prometido al
dichoso fruto de su infidelidad; y este aborrecimiento, siem
pre tan vivo en el ánimo de la agraviada esposa,fué el que
suscitó contra Hércules á su hermano Euristeo (hijo de Anfi
trion), el cual, por instigacion de ella, le prescribió doce ár
duas empresas, de que llevamos hecha alguna mencion, su
periores á las fuerzas de un mortal, con el fin de ocasionar su
ruina. Por fortuna para el héroe, el modo con que este las llevó
á cabo, contra las esperanzas de Juno y de Euristeo, sirvió
para realzar la fama de Alcides. A este odio de Juno hácia su
entenado alude Horacio (epístola l.º, lib. II) en aquellos her
mOSOS VGPSOS:

El vencedor de la Hidra, el que los mónstruos


Domeñó que sus hados le opusieron,
Halló en la Envidia un mónstruo mas temible,
Que no se puede ahogar sino muriendo.
(Trad. de Burgos.)

El gran número de proezas que la mitología atribuye á


Hércules, ha hecho creerá muchos escritores que fueron va–
rios los sujetos de este nombre; ni tampoco falta quien le ca
lifique de un mito ó personaje alegórico sinónimo de sol, pre
135
sumiendo que las doce mas conocidas empresas hercúleas
representen los doce meses del año, ó bien los doce signos
del Zodíaco.

NOTA 25, PAGINA 75, V. 9.

A punto el barco está, viva pintura


Decora y embellece su costado.

Esta descripcion de la playa y de los preparativos para la


partida es notable por su animacion y movimiento, así como
el ingenioso medio de valerse de la pintura para recordar
hechos relativos á personajes conexionados con la accion
principal. A pesar de eso, el sabio alemán J. Agustin Wagner,
que en l805 dióá luz en Gottinga un docto comentario latino
sobre nuestro poema, si bien conviene en ensalzar el mérito
de este pasaje, advierte en él un anacronismo, suponiendo
contemporáneo de los Argonáutas el arte de la pintura, el
cual, á juicio del citado comentador, es mucho mas moderno
que la guerra de Troya. Trabajo, confieso, me costaria acha
car semejante renuncio á escritor de la sensatez de Valerio,
tanto mas cuando en el mismo incidió Virgilio, y otros de sus
coetáneos, de todos los cuales parece en todo caso sería mas
lógico figurarse habrian tenido á la vista datos, que á nues
tra noticia no han llegado, referentes á la historia de la pin
tura y á su problemático origen. «Jamás entré en nave algu
na, y solo las conozco por haberlas visto pintadas,» esclama
Hécuba, viuda del rey Príamo, en una de las tragedias de
Eurípides ("); y este testimonio del trágico griego, al que se
ría facil añadir nuevas pruebas, aumenta fuerza á la opinion
que acabo de espresar. Por fortuna, gracias á útiles investi
gaciones arqueológicas hechas despues que Wagner escribia,
la presuncion se ha convertido en certeza, como que es cosa
averiguada que siglos antes de la guerra troyana, el arte de
la pintura y escultura era ya conocido en Egipto (gens omnium

(*) Las Troyanas, biblioteca de dramáticos griegos, traducidos por el


docto helenista D. Eduardo Mier, publicada por la iniciativa y bajo la
proteccion del Sr. Gutierrez de la Vega, tan benemérito de la literatura
española.—Madrid, imprenta de Tello: 1865.
136
vetustissima): y nada mas util para ilustrar esta materia que
el rico hallazgo hecho en 1843 por Mr. Botta en Khorsabad,
aldea desierta de la Turquía, fundada sobre las ruinas de la
antigua Nínive. Un hábil dibujante copió entonces sobre el
terreno muchos de aquellos preciosos restos, que consisten en
hermosos bajos-relieves, notables por su perfeccion y gallar
día, parte de los cuales adornan hoy los salones del museo
del Louvre en París, demostrando con evidencia que todavía
nos queda bastante que investigar para comprender con
exactitud el alto punto á que en tiempos muy remotos llegó
la cultura de los antiguos.

NOTA 26, PAGINA 75, V. 11.

Allí Tetis, relada la figura.

Tetis, nereida hija de Nereo y Doris, tan hermosa que


Júpiter quiso casarse con ella; mas no lo hizo porque Prome
teo vaticinó que el hijo, fruto de esta union, sería mas pode
roso que su padre. Tetis se casó con Peleo, de quien tuvo á
Aquiles.

NOTA 27, PAGINA 75, V. 18.

Al Cíclope burlando Galatea.

Galatea, hermana de Tetis y amada por Polifemo, al cual


ella despreció. ¿Quién no recuerda las apasionadas quejas del
Cíclope en los suavísimos versos de Lope?

O mas hermosa y dulce Galatea,


Que entre los mimbres de la encella helada.
Cándida leche pura de Amaltea,
Que en el cielo formó senda sagrada.
Mas blanca me pareces......
137

NOTA 28, PAGINA 76, V. l.

La cumbre audaz del Fóloe descuella.

La última de las pinturas representa el monte Fóloe, en


Tesalia, y el combate de Centauros y Lapitas, con que per
turbaron las bodas de Hipodamia y Piritoo, lucha en que se
vió todavía joven á Eson, padre de nuestro Jason, hacer
grandes proezas.

NOTA 29, PAGINA 76, V. 19.

A Jason pasman, sí, mas reflerivo


No estraña......

Es muy propia la observacion de que la vista de aquellas


pinturas, si bien escita la curiosidad de Jason, no es bastante
para distraerle de sus cavilaciones, naturales en un gefe pre
visor, que se dispone á dar comienzo á empresa tan peligro
sa. Con oportuna concision, Apolonio (lib. 1.º v. 460) dice
á propósito: «Entonces Jason, sin saber aún á qué decidirse,
»inquieto en su interior todo lo reflexionaba tristemente.»

"Ev0 z' Aliaowton: pè, ápm/2vo; ev ot at


Tropópeazev ezzaz zarmótov: äoxóo.

NOTA 30, PAGINA 77, V. 2.

Venga, venga el doncel.....

Con razon creo desaprueban algunos críticos en Valerio,


porque desdice de la nobleza de sentimientos que en Jason
debe suponerse, este plan formado y llevado á cabo para apo
derarse de Acasto, hijo del rey Pelias, y las palabras, si bien
por otra parte tan apropiadas para seducir y entusiasmar al
mancebo. Pintar á este como lo hace Apolonio (lib. 1" v. 323
10
138
corriendo derecho hácia la nave con afanoso ímpetu y contra la
voluntad ó intencion de Pelias,

IIzaguð IIe)zo rapex vóov 0b; tóvtz,

á tomar parte en la ilustre empresa,y solo escitado por el es


tímulo de la gloria, es harto mas digno de la majestad épica.

NOTA 31, PAGINA 79, V. 12.

Un toro..... inmola Anceo.

Anceo, hijo y sacerdote de Neptuno, fue rey de Arcadia y


uno de los Argonáutas, distinto de otro Anceo, mencionado
despues.

NOTA 32, PAGINA 80, V. l.

Ni en mí castigues el orgullo insano.

Alude á la sacrílega rebelion de los Titanes, de la cual se


hablará mas adelante.

NOTA 33, PAGINA 80, V. 9.

Acaso yo.....

Imitacion del Quos ego..... de Virgilio, á cuya reticencia


han dado los intérpretes tan varias versiones.

NOTA 34, PAGINA 80, V. 20.

Súbito Mopso ¡cielos! se presenta.

Urgido Mopso por la vehemencia de la inspiracion, pro


rumpe aquí en cláusulas al parecer desordenadas, pero que,
si bien se consideran, anuncian los principales acontecimien–
tos posteriores.
13)

NOTA 35, PAGINA 82, V. 3.

Idmon (de Febo es hijo) los aquieta.

El vaticinio del segundo augur, Idmon, fue mas consola


dor; solo para sí mismo presiente éste desgracias, como que
está en la creencia de no volverá sus hogares.

NOTA 36, PAGINA 83, V. 23.

Quiron le suspende
En palmas.....

Quiron era el mas célebre de los Centauros, por haber sido


maestro de Aquiles: así dice Juvenal (Satír. VII):

Aquiles ya mancebo
En los tesalios montes se enseñaba
A cantar, de la vara temeroso
Del severo Quiron.
(Traduccion de Folgueras.)

Aquí se nos presenta al Centauro bajando de la montaña,


trayendo consigo á su alumno, y alzando en brazos al niño,
para mostrárselo ya desde lejos á Peleo su padre. La ternura
de este, escitada al mirar á su hijo, el afan del parvulito
(anuncio del héroe futuro) en admirar á Hércules, sin hacer
caso de las figuras cinceladas, adorno de las ricas copas del
festin, y el religioso entusiasmo con que Peleo, teniendo al
dulce hijuelo en sus brazos, se dirije primero con su plegaria
al cielo y despues á Quiron, manifestando la nobleza de sus
sentimientos, constituyen este episodio, uno de los cuadros
mas preciosos é interesantes del poema. Digno es, sin duda,
de alabanza, y aun de ser colocado al par de la célebre despe
dida de Héctor en la Iliada, con cuya descripcion puede
esta pintura de Valerio sostener el cotejo.
140

NOTA 37, PAGINA 85, V. 14.

Venganza toma en otro el padre injusto.

Atamas, agitado por las Furias en castigo de su crueldad


con los hijos de su primer matrimonio, Frijo y Heles (véase
la nota l4 del presente libro), dió muerte, en brazos de su se
gunda mujer Ino, á su hijo Learco, á quien en la caza habia
tomado por un leon; y engañado por ilusion tan funesta en
tró en Tebas con el cadáver al hombro, cantando himnos en
honor de Diana.

NOTA 38, PAGINA 86, V. 23.

Hasta que Juno al cielo me remonte.

De la apoteosis de la nave Argo, de que antes se hizo men


cion, ha hablado muchas veces el poeta romano M. Manilio
en su Astronomicon; hé aquí por muestra algunos de sus versos:

tum nobilis Argo


In caelum subducta mari quod prima cucurrit,
Emeritum magnis mundum tenet acta procellis,
Servando dea facta deos.....
(Lib. I, v. 402)

El ratis heroum que nunc quoque navigat astris.


(Lib. V, v. 13)

«La nave insigne ocupa en el cielo el merecido asiento en


»premio de haber sido la primera que logró, sin miedo á las
»tormentas, surcar las embravecidas olas. La hazaña de con
»ducir á los héroes ó semidioses le ha valido á ella la inmor
»talidad..... y aun parece que por medio de los astros va na
»vegando.»
1 /11

NOTA 38 BIS, PAGINA 89, V. 1.

Cuando á Folo venci.....

El monte Fóloe se llama así del centáuro Folo, enterrado


en él. (Véase la nota 28 anterior.)

NOTA 39, PAGINA 89. V. 16.

Ni importa que mi fama se oscurezca.

En estos dos discursos de los ancianos padres de Jason se


nota la espresion del dolor, pero esplicado segun la distinta
fortaleza del sexo en cada uno de los interlocutores: en la
madre, angustioso, apasionado y vehemente; en Eson, aunque
vivo, mas grave; y adviértase cómo á este, ni la pena ni el ca
riño le hacen olvidar la sabida propension de los viejosá pon
derar las propias hazañas en tiempos pasados; laudator tem–
poris acti. En obsequio de la brevedad no copio el discurso
que Apolonio atribuye á Alcimedea, el cual, aunque bello, es
sin disputa inferior en mérito al que Valerio pone en boca de
la misma. En lo que sí creo que escede á este el épico griego,
es en la forma de la despedida por parte de Jason, á causa de
la solicitud afectuosa con que el mancebo procura confortar
á su madre, inspirándola confianza en los consejos de Miner
va, en los faustos oráculos de Febo, y en la compañía y auxi
lio de tantos héroes. Sobre todo, el ruego con que termina su
alocucion (v. 303, lib. I):

"A))à a pèv y 5, 20 per" qupróMozw ExMo;


uipve ópot,

tú, madre, permanece aquí en casa tranquila con tus criadas, es,
en medio de su sencillez, de una verdad y naturalidad inimi
tables. No sé quién pueda leerlo sin recordar enternecido á su
propia madre.
NOTA 40, PAGINA 90, V. l.

Ocupa Telamon el un costado.

En la presente enumeracion de los Argonáutas, así como


en otras que de losguerreros dispuestos á entrar en lid hace
el poeta en varios pasajes de su obra, tropieza en la dificultad
con que á su vez se encontraron Homero, Virgilio y casi to
dos los épicos antiguos y modernos; situacion que nuestro
Cervantes parodió con tanta gallardía cuando esclamaba, ha
blando de su héroe: «¡Válame Dios, y cuántas provincias dijo,
»y cuántas naciones nombró, dándole á cada una con ma
»ravillosa presteza los atributos que le pertenecian, todo
»absorto y empapado en lo que habia leido en sus libros!»
Por lo que atañe á la reseña actual, hecha en el momento
crítico de la partida, preciso es confesar debilita mucho el
interés de la narracion; y es notable por su pesadez. En
este concepto, teniendo en cuenta el cansancio que habria
de producir al lector la esplicacion de tantos nombres pro
pios, fáciles de hallar en diccionarios históricos, limitaré mis
notas al recuerdo breve de los personajes mas importantes, y
á las meras advertencias, indispensables para mejor inteli
gencia del testo.

NOTA 41, PAGINA 90, V. 14.

Los veneros del undísono Psama.

Psama, manantial próximo á Tebas. Ténaro es el nombre


antiguo de un promontorio de Laconia, hoy llamado Cabo
Matapán, en la parte mas meridional de la costa de Morea. En
la cumbre del monte existia una profunda grieta, que la an
tigua supersticion supuso entrada al Averno.
1/13

NOTA 42, PAGINA 90, V. 18.

cuya madre amada


No los distingue, ¡tanto se parecen!

Estos dos gemelos, hijos de Hipso, tan parecidos el uno al


otro, y cuyos nombres no se han traducido, son Deucalion y
Anfion.

NOTA 43, PAGINA 90, V. 23.

Y Nauplio sigue (sus mendaces faros


Vendrá un tiempo que á Grecia cuesten caros).

Años despues, encendida por Nauplio la luz del faro en el


promontorio de Eubea, equivocó á los griegos en su navega
cion, ocasionándoles un naufragio.

NOTA 44, PAGINA 9l, V. l.

Mas allá firme boga el fuerte Oileo.

Ayax, hijo de Oileo, despues de tomada Troya, violó á


Casandra en el templo de Palas; la diosa, en venganza, le
vantó en el mar una tremenda borrasca, y Ayax en ella mu
rió de un rayo: por eso el autor dice que el rayo no fué Jove
quien lo fulminó. En igual sentido se esplica Virgilio (Enéi
da, lib. I, v. 47).

¿Pero qué? ¿Palas incendiar la armada


De los griegos no pudo?..... El veloz rayo
De Júpiter vibró desde las nubes,
Dispersando las naves, y alterando
Con los vientos el mar.

(Traduc. de Iriarte.)
144

NOTA 45, PAGINA 9l, V. 5.

Cefeo,
Que dió sosten á Alcides.....

Parece que Cefeo, hermano de Anfidamas,habia dado hos


pedaje en su casa á Alcides, de vuelta de su lucha con el ja
balí de Erimanto.

NOTA 46, PAGINA 9l, V. ll.

• al soberano
Febo al tornar ofrece su melena.

Esta costumbre de hacer voto de conservar el cabello sin


cortar durante una campaña, para dedicárselo despues á al
gun numen, era muy comun entre los antiguos. Así Homero
(Iliad. lib. XXIII, v. l44) en los funerales de Patroclo, cele
brados á orillas del Esperquio, rio de Tesalia, dice:

¡Esperquio! en vano te ofreció mi padre


Peleo que si vivo de esta guerra
Yo á la patria tornase, en honor tuyo
Mi rubia cabellera cortaria.....

(Traduc. de Hermosilla.)

NOTA 47, PAGINA 9l, V. 14.

A ti, Néstor, á quien impulsa ufano


Amor de gloria.....

Porque Néstor, de quien se afirma disfrutó de una muy


larga vida, asistió años despues de la presente espedicion ma
rítima á la guerra de Troya. Advierto, sin embargo, que si
bien nuestro Valerio hace figurar á Néstor entre los Argo
náutas, Quinto Smirneo, en su Posthomérica (poema del cual
se dice que Virgilio imitó mucho en la Enéida), parece negar
145
que aquel héroe, tan célebre en la antigua Grecia, llegase á
tomar parte en la empresa del Vellocino, siendo así que le
pinta años despues esclamando de este modo en el momento
de ver subir á los griegos al famoso caballo de Troya: «Gran
»gloria (les dice) proporciona á los hombres el valor. ¡Ojalá
sintiera yo todavía en mis miembros la pujanza que sentia
»cuando el hijo de Eson llamaba á los príncipes á ocupar la
»ligera nave de Argos, y yo pugnaba por subir el primero de
»ellos (como así hubiera sido) á no habérmelo estorbado, bien
»contra mi voluntad, el divino Pelias.» (Posthomer., lib. XII,
v. 265.)
ère peportéaa «Méo; péyz 6ápao; ðtáe.
2; ðe)\ov péyzxápto; pot; él yoóvza xetto,
otov. 8:"Alaovo; utò; Eao veö; oxutópoto
"Apón; x2)éeaxev àpatéa;, örtót” yoye,
Tp6to;áptatov xxtzóueva bppziveazov,
si pin p” àv0eo; Ile)\m; àéxowtá p'Epuxe.

Cualquiera, sin embargo, que sea el sentido que admita


la interpretacion de este pasaje de Quinto, es lo cierto que de
los poetas argonáuticos solo Valerio supone la asistencia de
Néstorá aquella célebre espedicion.

NOTA 48, PAGINA 92, V. 2.

Y con su cesto atroz, pavor de atletas.

Del cesto, arma ofensiva, y tan tremenda, á lo que parece,


en manos de Periclimenes, se hablará mas adelante.–El hijo
de Pean, á quien este dió su lanza, es Filoctetes, al cual
Hércules, próximo á la muerte en el monte Oeta, entregó sus
saetas envenenadas con sangre de la hidra Lernea. Aquí se
alude á la segunda vez que Filoctetes volvióá Lemnos, por
haberse visto precisados los griegos, en su tránsitopara Tro
ya, á dejarle en aquella isla, á causa del mal estado de una
llaga que él tenia en el pié.
146

NOTA 49, PAGINA 94, V. 7.

Su Cílaropor eso lozanea


En los herbosos prados de Amiclea.

Cílaro es el nombre del caballo de Cástor. Sabido es que á


este y á su hermano Pólux, la mitología los supone hijos de
Júpiter convertido en cisne. «¿Y qué valen, doctor, esas razo
»nes? (esclama Horacio, sat. l.º, lib. II) ¿No tiene cada cual
»Sus aficiones? Bridones Cástor ama, su hermano Pólux lu
»chas.» (Traduc. de Burgos.)

NOTA 50, PAGINA 94. V. 9.

De púrpura del Ténaro preciados


Mantos lucen los dos.....

El color de púrpura, tan célebre en la antigüedad, se


obtenia, segun se cree, con tinte formado de la sangre de un
marisco llamado múrice, el cual se pescaba, entre otras cos
tas, en la de Laconia, hoy territorio de la Maina, en Grecia.

NOTA 5l , PAGINA 95, V. 27.

Equion, que cual su padre mensajero,


Lejos la voz del capitan estiende.

Equion, á quien la fábula supone hijo de Mercurio, y as


tuto y ligero como su padre, era muy propio para ejercer al
lado del jefe de la espedicion el empleo de explorator, ósea
ayudante de campo ó mensajero, cargo todavía mas diplo
mático que militar, el cual por lo mismo se ve en los autores
confiado siempre á sujetos de altas prendas. Así en el libro X,
v. 37 de la Iliada, dice Menelao á Agamenon:

¿Por qué tú, dulce hermano, y á estas horas


Tomas las armas? ¿Persuadir intentas
A alguno de los fuertes campeones
147
A que de esplorador al campo vaya
De los troyanos?
(Traduc. de Hermosilla.)

El docto helenista D. Francisco Berguizas, en una de las


notas á su traduccion de Píndaro (Olimp. XIV), citando estos
y otros versos de Homero, deduce de la palabra griega
èría «oro, vigilantes, esploradores, observadores, etc., la etimo
logía de la voz obispos, ópastores de la Iglesia.

NOTA 52, PAGINA 95, V. 13.

Amarga fué de Diana la querella


Al ver al triste hermano.....

Estrañado Apolo del Olimpo, con motivo de haber dado


muerte á un cíclope, fué pastor de los rebaños de Admeto,
que tambien aparece aquí como uno de los Argonáutas. A
ese tiempo pasado en el destierro alude nuestro poeta en este
lugar, y al mismo suceso se refiere Villegas en uno de sus
mas bellos romances, imitando así á Ovidio:

Apolo.....
Del gran mayoral Admeto
Trató las anchas dehesas,
Llevando el zurron al lado
Con la lira y la merienda.
Tejiendo mimbres estaba
Mientras las vacas le dejan,
Y de la leche esprimida,
Natas cuaja y queso encella.
¡Oh cuántas veces la hermana
Le vió, bañada en vergüenza,
Con el becerro en los brazos
Subir las ásperas cuestas!
¡Y cuántas veces los toros,
Cuando él cantaba en las breñas,
Interrumpieron sus voces
Con bramidos de fiereza!
1 48

NOTA 53, PAGINA 95, V. 19.

Diestro buril en su fulgente adarga.

El escudo de Cantho se distinguia por la belleza de sus


adornos y bajos-relieves, que figuraban á Neptuno en su carro
marino surcando las olas del Euripo, golfo hoy llamado Egri
po, en la Turquía de Europa, y que separa el Negroponto del
continente. En cuanto al guerrero Cantho, pereció en el com
bate de Colcos, segun se verá despues.

NOTA 54, PAGINA 96, V. l.

Cuando, tú, Polifemo, en la galera


Tornes.....

Téngase presente que este Polifemo, destinado, segun el


autor, á presenciar los funerales de su padre, es distinto del
cíclope de su nombre antes citado.

NOTA 55, PAGINA 96, V. 7.

Allí Lince.....
perspicaz divisa.....

La antigüedad está conforme en ponderar la perspicacia


de vista de Linceo, pues, si la fama no miente, penetraba con su
mirada bajo de tierra.

et êteóy ye té) en z)èo, àépa zervo»


prðto; x2 vép0s zzzā y0o.ó; 25 ceafiz.
(Apol., I, v. 154.)

Al recordar nuestra espresion vulgar ve mas que un lince,


aplicada generalmente al animal de este nombre, como en la
conocida redondilla de Alonso de de Ledesma (Juegos de no
chebuena, impresos en Madrid, 16l l):
149
Tuerce la boca hasta el Inal
Quien del prójimo murmura:
Es lince para mis faltas
Y topo para las suyas,

no creo absurda la presuncion de que la semejanza de sonido


en ambas palabras, lince, Aó3, y Linceo, diese origen á dicha
acepcion, siendo así que cuanto por el vulgo se decia acerca
de la vista del espresado cuadrúpedo es, segun los naturalis
tas, fabuloso. En general puede añadirse, que el adelanto en
las ciencias ha despojado, como al lince, á otros muchos ani
males de propiedades que la ignorancia les atribuia: ya,
pues, ni la salamandra vive en el fuego, ni asusta al leon el
canto del gallo, ni el del cisne anuncia su muerte, etc. Estas
y otras no menos erróneas creencias, han desaparecido á una
con los cuentos del fénix y del basilisco.

NOTA 56, PAGINA 96, V. 14.

Eventos del afan del remo duro.....

Despues de mencionados los Argonáutas que van al remo,


nombra Valerio á algunos otros que, exentos de aquel traba
jo, tenian á su cargo á bordo otras atenciones; y entre estos
últimos se distingue Orfeo, cuyo único cuidado es distraer
á la gente con los armoniosos ecos de su lira, y dar compás á
la boga. El modo como el vate tracio desempeñaba esta co
mision lo describe Apolonio con tanta exactitud como gra
cia y novedad. Mientras él canta, dice, al son de la cítara,
«los mismos pescados, gozosos sobre el mar profundo, iban
»siguiéndole en manada, mezclados los grandes con los pe
»queños, saltando al través de las túrgidas olas. A la manera
»que un inmenso rebaño de ovejas saciadas de yerba camina
»al redil detrás de las huellas del pastor, el cual va delante
»acordando, al son de la canora flauta, la cancion pastoril, del
mismo modo (los pescados) iban en pos de la nave, á la cual
el viento impulsaba cada vez con mas fuerza.»

o 320 ing
y0úe; āfaao»te; órep0' áô, áppyz Tzópo;
zerot, pà «áAeu0z zaxzpowte; moto.
150
2; "örót” àpzóMoto xar” yva anuawtrpo;
poptz pr)” éétovtz &my xexopuéwz rot,
el; aúAv, ö 8é t”eta rápo; aúpy’y Xuyen
xz)à pue)óuevo;vótov péMo; ; ápz tot y
douáptevv riv "zièvértaaaútepo; tépev opos.
(Arg. lib. l.ºv. 572.

NOTA 57, PAGINA 98, V. 9.

Que no como Saturno en su reinado


Quiere al hombre en holganza.....

Recuerda el estado del género humano en el siglo de Sa


turno, cuando segun el dicho de Virgilio (Georg., l. 121)

- - por ninguno
-

El campo ni fue arado ni mullido,


(Fr. Luis de Leon)

como quiera que la tierra virgen proveia espontáneamente á


las reducidas necesidades de los hombres; edad de holgan
za, á la que se supone haber sucedido la de Júpiter, mas in–
dustriosa. Poca meditacion se necesita para encontrar el ori
gen de esta alegoría, como el de la mayor parte de las mito
lógicas, mas ó menos desfiguradas, en el testo inspirado por
el verdadero Dios. Perdida por el hombre su primitiva ino
cencia, fue sentenciado por el Criador á ganar el sustento
con el sudor de su frente; y en esta imperiosa ley del tra
bajo, tuvieron principio todas las artes.

NOTA 58, P.AGINA 98. V. 11.

Loa, y las Parcas mas al esforzado,


Que aclara el porvenir y ensancha el suelo.

Suponiendo la Mitología á las Parcas dedicadas á enten


der en la duracion de nuestra vida, se comprende la alegría
de estas á vista del primer bajel, que al par de poner en con–
tacto unos pueblos con otros, tambien habia de franquear á
la muerte nuevos caminos. A las enfermedades, á la vejez, se
151

juntarán ya los peligros del mar. La primera nave, decia Lu


cano, poniendo á la raza humana en choque con vientos y tormen
tas, abrió nueva senda á la muerte.

Primaque cum ventis, pelagi furentibus undis


Composuit mortale genus, fatisque perillam
Accessit mors una raten.

(Phar. lib. 3º, v. 195.)

NOTA 59, PAGINA 98. V. 13.

Mientras el sol, teniendo amenazado


Al hijo, rey de Scitia.....

Apolo, padre de Etés, rey de Colcos, se queja á Júpiter


por los males que para su hijo presagia, con motivo de la na
vegacion de los griegos á aquella costa; males de que él se
habia lisonjeado librarle cuando le situó, no en paises fera
ces como Troya, Egipto, Peloponeso, sino en una region tan
destemplada, que hasta parece repeler con su intensa frialdad
los rayos del sol.

NOTA 60, PAGINA 99. V. l.

¡Ah! gocen los Pelópidas sus dones.

Cita á Teucro, Libis y Pelops, fundadores de dinastía en


Troya, Libia y el Peloponeso, reinos de mas benigno clima
que el que los estados de Etés disfrutaban.

NOTA 61, PAGINA 91, V. 23.

nis hijas ¡con qué pena


Lloran de mi Faeton la triste escena!

Febo, para concluir su plegaria, recuerda á Júpiter la de


sastrosa muerte que con sus rayos dió á Faeton en las már
genes del Erídano, en donde las hermanas de Faeton lloran
convertidas en álamos.
NOTA 62, PAGINA 101, V 10.

En mal punto robada una doncella.

Burman, Carrion, Wagner, Causin de Perceval, Nisard y


otros comentadores mas antiguos, creen que esta frase virgi
me rapta del v. 545, se refiere á Helena; solo Dureau de la
Malle la aplicó á Medea. Por mi parte, acatando el dictamen
de mayoría tan respetable, desde luego convengo en que la de
nominacion virgo nosería objecion valedera contra Burman y
sus consocios, en cuanto son muchos los ejemplos clásicos que
pueden alegarse favorables á su opinion. De noble virgen, dig–
na de eterna memoria, califica Horacio (oda 2.º del lib. 3º) á
Hipermenestra por haber salvado de la muerte á su marido.
¡Ah, virgo infelix! tu nunc in montibus erras, dice Virgilio, na
da menos que á Pasifae, despues de haber sido madre del
Minotauro, de Fedra, etc. En cuanto á Helena misma no se
olvide que el citado Venusino (od. IX, lib. 4°), si bien no se
alcanza el motivo, la denomina, igualándola á Andrómaca,
pudica conjux. Por todo lo dicho, pues, se observa que en esta
materia no era grande la severidad de los poetas antiguos.
Véase, sin embargo, cómo Camoens en sus Lusiadas los imi
ta, hablando en la siguiente hermosa octava (134, canto III)
de Doña Inés de Castro, despues de haber tenido hijos del
Infante D. Pedro:

Como rosa del campo, que cortada


Antes de tiempo fue, cándida y bella,
Siendo por la muchacha maltratada,
Que la cabeza se adornó con ella,
Pierde el color y queda marchitada;
Tal estaba la pálida doncella
Sin las rosas del rostro, y ya perdida
La blancura admirable con la vida.
1:

NOTA 63, PAGINA 101, V. 13.

Tambien frigio pastor llanto y rencores


Traerá á Grecia.....

Alude al rapto de Helena por Páris, causa de la guerra de


Troya.

NOTA 64, PAGINA 101, V. 23.

Atrás, montes, lagunas, mar profundo;


Esperanza y temor guarden el mundo.

Si doctos antiguos y modernos están contestes en tribu


tar elogios á la magnífica profecía en que nuestro compa
triota Séneca anunció, muchos siglos antes de realizarse, el
grandioso descubrimiento que, españoles conducidos por el
gran Colon, tuvieron la gloria de llevar á cabo, los presen
tes versos de Valerio, notables por la elevacion de sus ideas,
bien creo pueden ponerse en paralelo con aquel célebre vati
cinio, con cuyo objeto, favorable al porvenir de la humani
dad, conservan tambien grande analogía. Con razon dice
Humboldt (en su instructivo libro del Cosmos, cap. I, par
te 2°) «que la espedicion semi-verdadera semi-fabulosa de
»los Argonáutas, haciendo al Ponto Euxino accesible al co
»mercio y navegacion de los griegos, dió ocasion y punto de
»partida al sistema colonial, que forma uno de los períodos
»mas importantes de la vida helénica,á la par que estimulan
»do la cultura intelectual, contribuyó mas que ninguna otra
»á agrandar la idea del mundo.»

NOTA 65, PAGINA 102, V. 2.

Y sabrenos, al rer donde se fije,


En qué manos por fin su cetro queda.

Este pensamiento tiene analogía con el que Tito Livio


pone en boca de un guerrero de las Galias, retando al que se
11
154
tenga entre los romanos por el mas valiente, con estas con
cisas espresiones: Ostendat erentus que gens sit melior; veamos
por quién queda el campo.

NOTA (66, PAGINA 102, V. 8.

Flegra mi gloria fue; vedla en mi trono.

Dominada por Júpiter la rebelion de los Titanes, de la que


me propongo hablar mas adelante, el dios en esta arenga re
conoce con gratitud los servicios que en aquel combate debió
á sus hijos Apolo y Baco.

NOTA 67, PAGINA 102, V. 15.

Centellas, que, al nacer sobre las olas,


Son de Cástor y Pólux aureolas.

Ráfagas de electricidad que suelen aparecerse en los más


tiles y entenas de los bajeles despues de las tormentas, y hoy
se denominan vulgarmente fuego de S. Telmo, del cual dice
Camoens: .

fuego vivo
- - -

Que la gente de mar tiene por santo.

Con esta auréola figura la mitología adornadas las frentes


de Cástor y Pólux, á los que la astronomía trasformó despues
en signo de Géminis, cuya aparicion supónese en el mar se
ñal de bonanza.

NOTA 68, PAGINA 103, V. 1.

Hácia donde se aparta del Tirremo


Peloro colosal.....

La isla Eolia, situada al N. de Sicilia, se denomina hoy


Stromboli, y es una de las que forman el archipiélago de Li
pari, en donde a mitología habia fijado la mansion de Eolo
15

y Vulcano. Peloro, promontorio al N. E. en Sicilia, hoy cabo


di Faro.

NOTA (59, PAGINA 103, V. 15.

De Libia robó á Calpe el Oceano


Y aún llora á Italia el suelo siciliano.

Alude á dos acontecimientos que, anteriores á la tradicion


escrita, son de los mas notables que pueden citarse en la his
toria geológica de nuestro globo. Es el primero el rompi
miento de la cordillera, que Platon, instruido, á lo que él afir
ma, por sacerdotes egipcios, supone enlazaba á Africa y Eu
ropa, ocasionado por las aguas del Océano cuando, sumer
giendo en su seno la grande Atlántida, penetraron con ímpetu
en el Mediterráneo por el estrecho de Gibraltar. El segundo
la separacion que, tambien producida por la violencia de las
olas, se cree tuvo lugar en tiempos no menos remotos entre
Sicilia é Italia. De este habla Virgilio (Eneid., lib. III, v. 414,
trad. de Iriarte.)

Aquellos dos confines que estuvieron


Antiguamente unidos, segun fama
Despues se dividieron con violento
Impetu y gran ruina en dos porciones.
(¡Así el prolijo curso de los tiempos
Puede mudar las cosas!) La braveza
De las aguas, que entraron por enmedio,
Las playas de la Italia y de Sicilia
Desunió, las campiñas y los pueblos,
Donde hoy baña oprimida la corriente.

La oportuna prosopopeya con que Valerio aquí represen


ta á Italia llorando por su forzada separacion de Sicilia, coin–
cide con la valiente frase, direptan velut a corpore, majore im
petu superi maris, que Justino (lib. IV)usa al referirse á aque
SUICOSO.

En cuanto al origen del estrecho de Gibraltar, hay, sin em


bargo de lo antedicho, varias opiniones,y de ellas hacejuicioso
y detenido examen el sábio y antiguo catedrático de los estu
dios de San Isidro, D. Ignacio Lopez de Ayala, en su esco
156
ente historia de Gibraltar,publicada en 1788. Ni es menos
digna de consultarse, acerca del mismo punto y de otros aná
logos, la Etnogénia del Cáucaso por el laborioso Moreau de
Jones, ó sean investigaciones sobre la formacion y origen de
los Etiopes, Caldeos, etc., obra publicada en francés (París, 186l)
y notable por mas de un concepto, en la cual, á vuelta de
algunas opiniones, acaso exageradas por el espíritu de siste
ma, se intenta resolver con gran copia de doctrina lo que
pueda haber de cierto en la existencia de la famosa Atlán
tida, definir las llamadas columnas de Hércules, fijar su si
tuacion, y examinar, en fin, otras cuestiones mitológicas y
geográficas interesantes, de una manera sorprendente por
su novedad, respecto de como hace muchos siglos se vienen
considerando.

NOTA 70, PAGINA l()4, V. 13.

y ese leño
Aunque en el se sumerja sangre mia.

Porque la fábula supone hijos de Bóreas á los Argonáutas


Zeles y Calais.

NOTA_71, PAGINA 104, V. 20. -

A los bridones tracios da camino.

Caballos de Tracia, por vientos del Norte. Comparar los


vientos á los caballos, ó estos á aquellos, es figura usada por
los poetas; Eurus siculas per undas equitans, dijo Horacio; si
bien creo que en los idiomas orientales es donde deba bus
carse el origen de estas pintorescas imágenes que tanto abun
dan en los sagrados libros: «Vian fecisti in mari equis tuis.»
Senda abriste en el mar á tus caballos, esclamaba invocando
á Dios el profeta Habacuc (cap. 3º).
N()TA 72, PAGINA 105. V. 9.

Mientras el mauta, de pavor helado.....

Las inquietudes de los Argonáutas, cual Valerio aquí las


refiere, harán quizá al lector recordar los compañeros de Cris
tobal Colon cuando pasaron por la primera vez las islas Ca
narias, último límite del mundo entonces conocido, mas allá
del cual la tradicion popular solo suponia abismos y miste
rios. Si la imaginaria aparicion de la isla de San Barandan
y tantos otros soñados fenómenos, cuya memoria conserva el
benemérito Sr. Navarrete en su célebre coleccion de Viajes a
Ultramar, no menos que el erudito D. Juan Muñoz en su
estimada y no concluida Historia del Nuevo Mundo, alar
maron quizá alguna vez el valor de nuestros intrépidos pai
sanos, tampoco sería absurdo presumir que el aspecto impo
nente del Ponto Euxino en borrasca, y la incertidumbre de
la verdadera causa de la tormenta, ocasionasen terror en los
griegos. El hecho en ambos casos es tanto mas natural, tra
tándose de navegantes intrépidos pero bisoños, cuanto que
como escribe el docto Vargas de Ponce en la Vida de Pero Vi
ño, primer conde de Buelna é ilustre marino del siglo XV, en
todos tiempos fué achacosa de supersticiones la marinería, y
en aquella edad (añade su cronista) lo eran hasta los magnates y
los príncipes.

NOTA 73, PAGINA 105. V. 1).

Tudo es tropel y horror: biseña gente,


No al huracán, al mar se lo atriye.

Los antiguos tenian un terror supersticioso á morir en el


nar, por carecer de sepultura: así se comprende lazozobra que
Valerio supone en nuestros héroes, sin esceptuará Alcides.
Ni tampoco podria concebirse de otra manera en la Eneida la
escesiva turbaciony amargos lamentos del magnánimo Eneas
ante las tempestuosas olas.
158

NOTA 74, PAGINA 106. V. 22.

Naufragio y ruina y lúgubre tristeza


Por ella un dia al porvenir preparo.
Sin duda puede asegurarse que Camoens tenia presente
este pasaje de Valerio, cuando puso en boca deljigante Ada
mastor aquellas enérgicas espresiones (c. V, oct. 4l):

- ¡O gente, osada mas que cuantas


En el mundo intentaron grandes cosas,
Que ni de empresas ásperas te espantas,
Ni de proyectos bélicos reposas!
Pues los vedados términos quebrantas,
Y navegar los anchos mares osas,
De que há ya tantos años soy yo dueño,
Y nunca ha hendido estraño ó propio leño;
Pues quieres que te sean conocidos
Los secretos del húmedo elemento,
A ningun hombre grande concedidos
De noble é inmortal merecimiento,
Oye, oye los males prevenidos
A tu orgulloso loco atrevimiento
Por todo el vasto mar.....

(Trad. de D. L. Gil.)

NOTA 75, PAGINA 107, V. l.

Ni el Táuro, ni mi Orion, ni las aciagas


Pleyades causarán dolores tales.

A. Orion, de quien hablaré mas adelante, le figura la fá


bula hijo de Neptuno, y este y el Táuro, del cual forman parte
las Pléyades, llamadas las Siete Cabrillas, son los nombres de
dos hermosas constelaciones, que vulgarmente se tienen por
anuncio de lluvias.

En la espaciosa bóveda azulada


Nada hay que al grupo de Orion iguale.
(Cisc. Poem. astron., c. I/I'.)
1)

NOTA 76, PAGINA 107. V. 23.

Vecio rival del dios, que inunda en lumbre


Del Atos y del Ródope la cumbre.

Salmoneo, rey de Elide, pretendió imitar el trueno y el


rayo, por lo cual Jupiter castigó su orgullo. El ya citado tra
ductor de la Enéida, Mr. Barthelemy, cree encontrar en esta
ocupacion de Salmoneo, así como en la de Prometeo, de quien
la mitología dice que arrebató el fuego del cielo, los prime
ros ensayos de pirotécnica. Así cantaba nuestro Herrera con
su robusta entonacion:

Temo ser otro insano Salmoneo,


Que fingió el no imitable rayo fiero,
Y fué con rayo abrasador herido.

NOTA 77 , PAGINA 108, V. 9.

Y ya que tan furiosa por acaso


Fuese la noche.....

No hay dato anterior ni posterior á la borrasca de donde


se deduzca que esta ocurriese de noche, hora en que, segun
vemos en el poema, los antiguos no se atrevian á navegar.
Por lo mismo creo que la palabra noche se refiere aquí á las
tinieblas en que se vieron envueltos, dudoso Jason de si estas
habrian sido efecto de la casualidad, ó de una ley eterna que
conmoviese periódicamente los mares, quizá para hacerlos
insurcables.—El jerif Aledris, generalmente conocido por el
Nubiense, geógrafo árabe que en el siglo XII escribió en su
idioma una descripcion del mundo, traducida en parte
y dada á luz en 1799 por nuestro ilustre orientalista D. José
Antonio Conde, espresa una idea bastante parecida á la ma
nifestada en este verso, y es á la vez confirmatoria de lo di
cho en la nota 72 del presente libro. Hablando, pues, el escri
tor muslime del Océano, que baña parte de las costas de
España, añade «que no se sabe lo que hay mas allá de este
mar: ninguno ha podido averiguar cosa cierta de él, por su
| (()

difícil y peligrosa navegacion, oscuridad profunda y fre


»cuentes tempestades..... ni habrá marino que se atreva á
»navegarle.»—Finalmente, para comprender la verosimilitud
de las ideas que Valerio atribuye á los Argonáutas (tan cierto
es que á los hombres constituidos en apuradas circunstan
cias análogas, suelen ocurrírseles idénticos pensamientos!"),
léase el curioso Diario (París, l785) de la navegacion del celebre
capitan Cook por los mares polares, y se verá cómo en él hace
tambien mencion de espesas nieblas, de tormentas espanto
sas y de pasos tan arriesgados, que desde luego pronostica
nadie se aventurará á penetrar mas lejos que él. «Creo firme
»mente, escribe, que despues de esta relacion no se volverá
»á hablar mas del continente austral.» Pero el alentado in
glés olvidaba en aquel momento, que la perseverancia de que
su alma heróica se hallaba tan eminentemente dotada, es
tambien dote en general de la raza europea, cuya energía
crece con las dificultades: así es que, como dice Mr. Figuier
en su escelente obra La terre et les mers (París, 1864), «ni la
»triste suerte del malogrado Cook, ni la intemperie y desola
»cion propias de esas regiones á que el gran navegante apli
»caba con oportunidad la conceptuosa frase de Plinio, pars
»mundi a natura damnata et densa mersa caligine, arredraron á
»otros esploradores mas modernos; y en nuestros mismos dias,
»varias espediciones han sido emprendidas y llevadas á cabo,
»con notable adelanto para las ciencias, á aquellos páramos
»remotos, mansion del frio, del silencio y de la muerte.»

NOTA 78, P.AGINA 109, V. 2.

Tal si el celeste Can ígneo destruye


En Calabria las reses y los granos.

El Can mayor de la celeste esfera,


Que en el egipcio culto Anubis era,
Muestra en su boca á Sirio fulgurante,
Del sidéreo coro la primera.
(Cisc., Poem. astron., c. II".)
161

NOTA 79, PAGINA 109, V, 11.

Cual sumisos el solio del Tonante


Cercan nieve, huracán.....

A esta brillante personificacion de los vientos, lluvias, ra


yos, truenos, nieves, etc., que aparecen al rededor del solio
de Júpiter, prona et parata, sumisos y dispuestos á ejecutar
las órdenes del padre de los dioses, semeja, si bien le escede
en mucho por su sencillez sublime, la enfática frase de Job:
¿numquid mittes fulgura, et ibunt, et revertentia dicent tibi: Ad
sumus? (Cap. XXXVIII, v.35.) Los relámpagos, truenos, etc.,
vueltos á la presencia del Altísimo despues de haber cum
plido sus divinos mandatos; y sobre todo el Adsumus en boca
de aquellos tremendos ministros de la justicia de Dios, pre
sentan un cuadro admirable, no menos que por su concision
enérgica, por la grandiosa originalidad del pensamiento y la
dramática viveza de las imágenes.

NOTA 80, PAGINA ll(0, V. 10.

Dédalo, sobre el aura alzado el vuelo,


Al hijo en cortas alas sostenia.

Dédalo,ingenioso artista de Atenas, encerrado por el rey


Minos en el laberinto que el mismo Dédalo habia formado en
Creta, y del cual se salvó, segun los mitólogos,á favor de las
alas de cera que logró hacerse. No así su hijo Icaro, que le
acompañaba,pues que el sol, al que se aproximó demasiado,
derritió las suyas, y el infeliz mancebo se sumergió en el
golfo.—Gortina, ciudad de Creta, de donde Minos hizo salir
inmediatamente á los flecheros para prender á Dédalo en
su fuga.
1(32

NOTA 81, PAGINA l ll, V. 15.

Y de Licurgo la mansion gloriosa


Dejaban con pacor hijos y esposa.

A Licurgo, rey de los edonios, en Tracia, y al cual no se


debe confundir con el célebre legislador de Esparta, Baco le
puso furioso en castigo de haber mandado arrancar las viñas.

NOTA 82, PAGINA 111. V. 17.

.....inmola Alcimedea
A los dioses de Estigia recentales.

Jovis tartareus llama Valerio aquí á Pluton, imitando a


Homero (Iliada IX, v. 416), que dijo Zeú; texztz y0óvto, tradu
cido por Hermosilla con acierto «Júpiter Estigio.» Análogo á
lo dicho, Sidonio Apolinar denomina Júpiter tridentífero á
Neptuno, á quien nuestro Conde de Torre-Palma, en su bello
poema de Deucalion, no vacila, sin duda por lo mismo, en
invocarle con el nombre de Jove undoso. Por lo que respecta á
Pluton, sabido es que sus sacrificios regularmente consistian
en toros negros, cuya sangre, recojida en un hoyo profundo,
penetraba, segun general creencia, hasta las regiones infer
nales; por eso dice Horacio (sat. 8, lib. I, v. 28):
El hoyo dejan con la sangre lleno,
De donde aguardan que almas salgan juntas,
A dar satisfaccion á sus preguntas;
y esto es justamente lo que se propone Alcimedea en el sacri
ficio que dirije á los Manes para saber la suerte del hijo.

NOTA 83, PAGINA 112, V. 6.

- -Creteo, que los ojos clava


-

En hijo y nuera.....
Creteo, hijo de Eolo, era padre de Eson, y abuelo, por con
siguiente, de Jason.
163

NOTA 84. PAGINA 115, V. 15

Pronuncia al fin de espalda su conjuro.

Sin volver la cara, segun era costumbre supersticiosa en


las ceremonias mágicas. Así Virgilio (ecl. 8, v. 100) dice:

Llévate las cenizas, Amarilis,


Yéchalas al arroyo, y por encima
De tu cabeza, sin volver la cara.
Con esto á Dafne obligaré: ni pueden
Dioses con él, ni pueden los encantos.
(Trad. de D. J. G. Gonzalez.)

En igual concepto se esplica el Conde de Torre-Palma,


imitando á Ovidio, en su citado poema de Deucalion:

Salid, cubrid el rostro, y desceñidos,


Los huesos á la espalda id arrojando
De vuestra madre.

NOTA 85, PAGINA 117, V. 19.

Empero que no muera en lid gloriosa.

Opague con su sangre tantaspenas


Y no se dé que en guerra la derrame:
Muera de muerte vil por hierro infame.
(Maury, Esv. y Almed., c. IX.)

NOTA 86, PAGINA l 18, V. 1.

de sangre vasos espumosos


Que Tisífone ofréceles bebiendo.

Los antiguos creian que la sangre de toro era veneno muy


activo: así Cornelio Nepote dice que Temístocles bebiéndola se
1 (54
suicidó; y con ella, segun asegura Herodoto, dió Cambises
muerte á Psammenites, en pena de su rebelion.

NOTA 87, PAGINA 119. V. 9.

Dos son, por ley eterna, allí las puertas.

Valerio ha imitado con acierto, y aun en sentir de algu


nos escritores con ventaja, la ficcion de las dos puertas del
Averno, con que Virgilio termina el libro VI de la Eneida. A
la verdad, cuando se lee la descripcion del ilustre mantuano,
causa estrañeza ver cómo, al suponer la salida de Eneas por
la puerta destinada á las mentidas visiones y sueños fantás
ticos, viene él mismo á despojar de su importancia, y por
consiguiente de su principal belleza, uno de los cuadros mas
magníficos de su poema, cual es la esplicacion de los miste
rios infernales.

NOTA 88, P.AGINA 120, V. 1.

Su luz alumbra el áspero camino,


Hasta llegar á la mansion amena.

Esta hermosa descripcion de los Campos Elíseos tiene bas


tante analogía con la de la Odisea (IV, v. 563), la cual los su
pone en los últimos confines de la tierra, y que en ellos (reino
del rubio Radamanto) «los humanos gozan de perpétua ventu
»ra. Allí no se conoce la nieve ni el hielo; jamás la lluvia em
»paña la claridad de los cielos; y el suave hálito del céfiro que
»envia el Océano, refrigera con su deliciosa brisa á los hom
»bros.»
T, rep pintan 6:oth ré)\e: āv02&orota,
Oó verð, o” ápyendo ro), oté ro” p62o;
"AXX” ziel Zepópoo Xuvetowz; àitz:
'2«ezvö; àvimav, āvzó/ev y62óoroug.

Opinion era muy acreditada entre los antiguos, suponer


los Campos Elíseos situados en nuestras islas Canarias, á las
que por lo mismo denominaron Afortunadas;pues aun cuando
qucl hermoso archipiélago no fué ocupado hasta el siglo XV
16)
por los españoles, como quiera que en tiempos remotos era
frecuentado por fenicios y cartagineses, jamás se habia olvi
dado del todo en el mundo el recuerdo de las Canarias, y de
ellas habla Horacio, segun comun opinion de sus intérpretes,
cuando, despues de una brillante descripcion de amenísimo
pais, escribe (od. 16, lib. V):

Jove en aquellas plácidas regiones


Reservó su morada
A los pios varones,
Desde que el lustre de la edad dorada
La de bronce eclipsó triste é impía.
(Trad. de Burgos.)

NOTA 89, PAGINA 120, V. 10.

la merecida
Pena que rengue el atentado horrendo.

Al representar las penas parece imitará Orfeo (v. 974), el


cual, si el testo que nos queda no es apócrifo, las pinta dei
dades tremendas inflexibles, que salen del profundo Averno en
compañía de Hecate;

Yyszareúowto è IIoyz.
Aet, 02:16 epz, ätrée, ārpogópato.

Tan cierto es que la esperiencia de todos los tiempos vie


ne acreditando la justicia de la ley de la espiacion, que aun
los mismos idiomas antiguos lo comprueban. Así se ve que
la citada voz griega IIori (pena) se deriva, como observa Ca
merario, de óvo; sangre, homicidio; ni tampoco es de olvidar
que en plural al IIowzi, antes citado, significa tambien las
Furias; y, en fin, que la palabra Tisífone, nombre mitológico
de una de estas vengadoras de los delitos, se compone de la
mencionada voz óvo; y de la de ta, pago, castigo, etc.
1 (7

ARGUMENTO DEL LIBR0 II.

Ignorante Jason de los sucesos que van referidos, sigue tran


quilo su nacegacion, pasando á la vista del monte Pelion y de
otros sitios celebres de la costa.—Descripcion de Flegra, y recuer
do histórico de la rebelion de los jigantes.—Miedo de los Argo
náutas á vista del mar en borrasca.—El piloto Tifis los anima.—
Al amanecer columbran el monte Atos y la isla de Lemnos, con
sagrada á Vulcano, y en donde los Argonáutas son hospedados.—
Historia de aquella isla.—Episodio sangriento, en el cual las
mugeres de Lemnos, enfurecidas por la diosa Venus, se presentan
asesinando traidoramente á sus maridos, al regresar estos á su
isla vencedores de los tracios.—Solo Hipsipila salva á su padre
de la general carnicería, por medio de una piadosa estratagema.—
Amores de Hipsipila y de Jason.—Hércules con sus exhortacio
hes logra arrancar á los Argonáutas de los placeres de Lemnos.—
Pesar de las isleñas al verse abandonadas.—El bajel prosigue de
nuevo su derrota, arriba á Samotracia, en donde nuestros nave
gantes se inician en los misterios de los Cabiros, y volviendo des
pues al mar, toman tierra al pie del promontorio Sigeo.—Hércules
y Telamon en la playa, atraidos por el eco de una voz lamentable,
se encuentran con admiracion, encadenada á un peñasco, á la her
nosa doncella Hesione, hija de Laomedonte, rey de Troya, la cual
les cuenta está allí esperando ser devorada por un mónstruo ma
rino en virtud de un oráculo de Júpiter.—Presentase el móns
truo.—Hércules pelea con él, y dándole muerte, pone en libertad
á la joven.—Pérfida ingratitud de su padre.—La nave Argos en
tra en el Helesponto.—Aparicion de Heles, que ya convertida en
deidad marina, anuncia á Jason un viaje próspero.—Descripcion
del Helesponto y de la Propóntide.—Arribo de los griegos á la
península del rey Cicico, quien los acoje y agasaja con generosa
esplendidez por espacio de algunos dias.
1 (")

LIBR() II.

JAsoN, ajeno del odioso crimen,


Navega, sin que lleguen á su oido
Ayes de cuantos en Tesalia gimen;
Juno sagaz así lo ha prevenido,
No al clamor de la patria, á quien oprimen
Iras del rey, el mozo deje ardido
La fatídica empresa á que se lanza,
Y torne solo atento á la venganza.

Ya en las aguas la cumbre se bosqueja


De Pelion frondoso, y de Díana
El templo augusto; en pos la nave deja
A Ciatos y á Sepiás aún mas lejana;
Gentil Magnesia en el cristal refleja;
Yeguadas se divisan, miés lozana,
La tumba de Dolops, y el claro Amira
Que en sesgo curso por la playa gira.
12
170

Aura apacible exhala el soto ameno,


Y amaina vela el nauta, que forzudo
Bogando, envia desde el mar sereno
A Eurímenes benévolo saludo:
Las lonas otra vez hinche de lleno

El Austro en popa, que el terral no pudo;


Cinosura se inclina tras los montes,
Y Argos descubre nuevos horizontes.

Allí está Flegra, de los dioses miedo,


Lugar maldito, donde quebrantado
El titanio sacrílego denuedo,
Aún los vestigios de él no se han borrado:
De escollosy peñones ancho ruedo
Espantoso recuerda el desalmado
Furor con que al Olimpo hicieron guerra
Los gigantescos hijos de la tierra;

Y como, dolorida al vencimiento,


Su madre á los cadáveres impíos
Diópor sepulcro undísono cimiento
De montañas y piélagos bravíos:
Aún parecen de horror y de escarmiento
Jactancioso padron estos bajíos,
Y de las sierras la ventosa cumbre
Centellas bañan de siniestra lumbre.
171

No está empero sepulto allí Tifeo,


El mas audaz del sedicioso bando;
Su losa funeral es Lilibeo:

El iba en fuga (cuentan) vomitando


Llamas, que de su réprobo deseo
Fueron venganza merecida, cuando
Neptuno al mónstruo, del cabello asido,
Lanzó en el mar con hórrido estampido,

Mientras las ondas él con la serpiente


Que agita en cada pié, sacude en vano,
Osando temerario, aunque impotente,
Alzar feroz la ensangrentada IIlan0;
Mas el marino rey con su tridente,
Empujándole al golfo siciliano,
Ciudades sin piedad le pone encima,
Y á mas el Etna, porque mas le oprima.

Desesperado el mónstruo á tanto peso,


De lo mas hondo del volcán arroja
Mares de ardiente lava, entre humo espeso
Y sangrientos vellones de luz roja:
El suelo hierve en torno, y el opreso
Gigante suda con mortal congoja,
Ora contra su carga audaz forceje,
Ora gimiendo lánguido la deje.
172

Mas ya del tibio sol luz vespertina


Los términos del piélago corona,
Al par que el áureo carro Febo inclina,
Las riendas de su cuádriga abandona:
Los brazos abre al dios Tetis divina,
Y él, llevando su luz á opuesta zona,
En el hirviente mar se oculta ledo:

Cauta viene la noche, y nace el miedo.

Hora de aciago horror, en que anublada


La playa con el monte y su arboleda,
De oscuridad la atmósfera cercada,
Fingir colores á los ojos veda:
Hasta la misma bóveda estrellada,
Su opaca luz, la silenciosa queda,
La tierra en calma triste, bien que augusta,
No sé si es que sorprende, ósi es que asusta.

Como en ella perdido viajero


Por agria sierra, con incierta planta
Y anhelosa inquietud busca sendero,
Duda, se para, escucha, no adelanta,
El árbol se le antoja un mónstruo fiero,
Y de su sombra tímido se espanta;
Igual sucede á nuestra gente absorta:
Así por dicha Tifis la con horta:
173

«No sin favor celeste


Por el mar os conduzco:
A Palas, compañeros,
Su auxilio darnos plugo.
» Pues que, no satisfecha
Con enseñarme rumbos,
Se digna ser á veces
Del gobernalle impulso.
»¿No vísteis á la diosa,
Cuando el sol entre nublos
Quedó como de noche
Por la tormenta oculto?

»¡Qué lucha! ¡Qué vaivenes!


¡Qué mar! ¡Qué récios tumbos!
¿Quién ¡vive dios! salvarnos
Sino Minerva pudo?
» La abrumada galera
¿Quién á flote sostuvo
De gigantescas olas
Entre incesantes grupos?
»¡Aliento, camaradas!
Ya por el turquí puro
Del éter veis la luna

Con su esplendor augusto;


»Y el sol ¡feliz presagio!
Recordareis se puso,
Al hundirse en las aguas,
Sereno cual en triunfo.
171

»Brisas mas favorables


Siempre la noche trujo,
Y el barco mas navega
Cuando el mar yace mudo.
»Yo al observar los cielos
Jamás los astros busco,
Dispuestos á inclinarse
Hácia el piélago mústios:
»Tal Orion y Perseo,
Detestados de Juno,
Que al sumergirse alteran
Las olas iracundos;
»Sino al dragon que, estrellas
Enroscando, vislumbro,
Y siempre sin mojarse
En alto se mantuvo.»
La voz de Tifis calma
De los nautas el susto.
El, entre los luceros
De bonancible influjo,
Las Pléyades señala,
El flamígero Arturo,
La Espada y el Boyero,
De faustas brisas nuncio:

Mientras los navegantes


Reponen mas seguros -

Sus fuerzas con los dones,


De Baco y Ceres fruto;
175
Y dóciles del sueño
Despues al blando arrullo,
De las claras estrellas
El bajel sigue el curso.

Mas presto el alba empaña su lucero


De nácar matizando la llanura;
El oso, en paz dejado ya el apero,
Corre á buscar su cueva en la fragura;
Las aves cantan al albor primero;
El sol, que sus bridones apresura,
Salva del Atos la marmórea cima,
Y el azulado mar fúlgido anima.

A compás en cadencia asaz sonora


La escota con los remos se estremece,
Alzando espumas la ferrada prora;
Lemnos entre celajes aparece:
Allí Vulcano su desgracia llora,
Y una antigua merced tanto agradece,
Que el crimen y furor de las isleñas
No le hicieron dejar sus agrias breñas.
176

Hubo una edad en que el reciente imperio


De Júpiter los dioses contrastando,
El poderoso rey del solio etério
Al Olimpo dió paz y fuerza al mando:
Despues suspensa en el espacio aério
Tuvo á Juno rebelde, contemplando
Con miedo el caos, embrion del mundo,
Y las penas del Tártaro profundo.

Mas Vulcano á su vez cual hijo amante,


Ganoso de acorrerla en su cuita,
A librarla se arroja: el dios Tonante
Al mozo desde el cielo precipita.
Un dia y noche torbellino errante
En medio de la atmósfera se agita,
Hasta que, el triste en Lemnos despeñado,
El eco al golpe respondió turbado.

Solícitos acuden moradores,


Al ver sobre un escollo al desvalido,
Y escuchando piadosos sus clamores,
Mano le dan y ayuda, que está herido
En la rodilla, y marcha entre dolores:
Favor tamaño en él, restituido
Al Olimpo otra vez, por mas que corra
Tiempo, la gratitud nunca lo borra.
177

Y como al Etna y Lipari propicio


Vulcano á Lemnos, honra sus altares,
Ya que su yunque en férvido ejercicio
Forjó rayos y arneses militares,
Lemnos, fiel á su dios, ni sacrificio,
Ni prez rinde á la diosa de los mares,
Desde que, asida por sutil cadena
Con Marte, fué á su esposo escarnio y pena.

Mas ella, que venganza rencorosa


Guarda al agravio, que su orgullo humilla,
No cura si el furor la tez de rosa

Cárdeno empaña en su gentil mejilla;


Su pelo suelto por la espalda airosa,
Ni red sujeta, ni con oro brilla:
Es, con su humoso hachon y negra veste
Venus, Furia infernal, no sér celeste.

Domado quedó el Trace: los bajeles


A Lemnos se tornaban con victoria,
Aunque de cañas son y toscas pieles,
Cargados de botin, ricos de gloria:
Esclavas, reses, máquinas, joyeles,
De las vencidas huestes prez é historia,
A las triunfantes quillas lastre daban;
Y las ondas con himnos resonaban:
178
«Honor á tu nombre

¡O Lemnos gloriosa!
No mas ¡dulce esposa!
Te aflijas por mí.
Insignes trofeos
Conduzco y esclavas,
Que mientras llorabas
Gané para ti.»
--->O-C-O--

En esto Venus por azul ambiente,


De conglobadas nubes entre un velo,
Buscando va á la Fama, que impaciente,
Ora el bien, ora el mal anuncia al suelo:
Por amor á la paz Jove potente
Vedóle al par el Tártaro y el Cielo;
Vecino de la tierra el mónstruo habita,
Y con su cizañosa voz la agita.

Mofa al nacer merecen sus rumores,


Mas, repetidos con aciago aumento,
Pueblos arruinan. Cipria ¿qué mejores
Auxilios pudo hallar para su intento?
La Fama acude al ver los resplandores
De la deidad; y aun antes que el acento
De Venus oiga, múltiples orejas
Apercibe á los ruegos ó á las quejas.
179

«Vuela ¡ó virgen! á Lemnos sin tardanza:


(La diosa dice) asusten su recinto
Ayes de muerte, gritos de venganza:
Resuene allí tu anuncio, no distinto
Del que á lid furibunda al hombre lanza,
Cuando tanto escuadron que en sangre tinto
Es tu afan ver, sin número ponderas,
Y bridones, y trompas, y banderas.

»Cuenta á cada muger que su marido,


En torpe lazo, junto con su esclava
Al tálamo camina; y encendido,
Así el volcan por ti, su furia brava
Atizará mi numen ofendido.»

El mónstruo, apenas de escuchar acaba,


Con júbilo hácia Lemnos auras hiende,
Y de Codro en los pórticos desciende.

Eurinome, de Codro fiel esposa,


Allí, por sus pesares abatida,
Maldice en soledad la guerra odiosa,
Y aguardando á su amor pasa la vida:
El sueño cabe el tálamo, hacendosa
Con sus doncellas, la infeliz olvida;
Y Nera (tal parece y es la Fama)
Lastimando su faz entró, y esclama:
1N()

«¿Y he de ser, hermana mia,


Quien te dé nuevas infaustas?
¿Por qué no tragó el mar antes
A los que de ellas son causa?
»Mientras, llorando en silencio,
Tu amor al esposo llama,
A los pies de su cautiva
En vil pasion él se abrasa.....
»Juntos vienen: ya se acerca
Al tálamo esa menguada,
Que tuya ni ser podria,
No digo rival, esclava.
»Y el ingrato la prefiere
A ti de regia prosapia,
Tan amante como linda,
Tan laboriosa y tan casta.
»¿Si será por los colores
De que ella (¡salvage usanza!)
Su faz pinta, ó por el hierro
Con que los brazos se marca?
» ¡Inícuo baldon! Acaso
De su ultraje te vengáran
Nuevos lazos, que mas dignos
Fueran de tu noble raza;
» Pero y los hijos ¡ó pena!
Los hijos de tus entrañas
¿Has de tolerar que impía
Los maltrate una villana,
181

»Y que al huérfano inocente


Dirija aviesa mirada,
Y le maldiga, ó traidora
Emponzoñe sus viandas?
»Pues sabes que á las mugeres
Presto el rencor nos inflama,
¿Qué esperas de esa nacida
En region tan inhumana,
»Cuyas hijas son feroces,
Como rígidas sus auras,
Y en donde á las parvulillas
Fieras montaraces lactan?

»¡Ay de mí! no serás sola;


Igual oprobio me guarda
Otra infame advenediza

Con sus espantosas rayas.


» Ya se me figura verla
Cuando del carro se baja,
Y ocupa ¡ó vergüenza! el lecho,
De que mi esposo me lanza.»
Así dice entre sollozos,
Y deja á la desdichada
En lucha con sus temores,
Sus celos y su desgracia.
182

Segura del disfraz, la Fama estiende


Del uno al otro hogar la odiosa nueva:
¿Qué muger, despechada, no se enciende
Contra quien la maldad á tanto lleva?
A su vecina cada cual pretende
El caso repetir con glosa nueva;
Y á tanto encarecer su pena aguda,
Es certidumbre ya la que era duda.

Puertas, columnas, tálamos queridos,


Mil veces con amargo desconsuelo
Abrazan. ¡Qué plegarias! ¡Qué gemidos!
¡Qué pedir desagravio al justo cielo!
Al salir del hogar, los alaridos
Redoblan juntas en confuso duelo,
Evocando las Furias infernales
Contra esposos é impúdicas rivales.

Pérfida Venus, que simula en tanto


La imagen de Driope lastimera,
Esclama así, y en fementido llanto
La amargura de todas exaspera:
«A tan grave ignominia, á tal quebranto
En Sarmacia feroz, mas nos valiera
De sus carros seguir la errante marcha,
Sufriendo hielos y pisando escarcha.
183

»No vimos, es verdad, los patrios lares


Arder, ni esos alcázares en tierra;
Mas aunque en pie descollen los altares
¿Menos horrores causa que la guerra
La negra deslealtad? Pues ¿quién hogares
Hasta aquí tan pacíficos aterra?
¿Quién de los dulces hijos nos despoja?
¿Quién á otro suelo esclavas nos arroja?

»¡Ah! no, no será así, que en breve plazo


Nuestras manos, de fuego y hierro armadas,
A esos viles, el sueño en el regazo
De sus queridas turbarán; vengadas
Por el amor sereis:» grita, y el brazo
Violenta sacudiendo, en las miradas
Despide llamas de siniestro brillo,
Y arranca de su pecho al parvulillo.

Materno amor ó pena del desdoro


Inflama á todas, y al sentir los sones
De la salóma cerca, ahogando el lloro,
Ornan de lauro el templo y de festones:
Con fingido entusiasmo van en coro
A recibir los ínclitos varones:
Risa fingen hipócrita en la cara,
Y amable cada cual festin prepara;
184

O al lado del esposo, en galanteo


Oculto el odio, con afan se asienta:
Así en las hondas grutas de Leteo
Recostada Tisífone sangrienta,
Junto al absorto Flegias y Teseo
Gustar vino y manjares aparenta,
Mientras (suplicio atroz!) hidra sañuda
Con espiral de escamas los anuda.

Mas ya Venus (el humo de su tea,


Con furor sacudida, enlobreguece
El aire) baja en guisa de pelea,
Y á sus plantas el suelo se estremece;
Jove, tronando en gloria de la dea,
Las negras nubes súbito enrojece;
Y la voz de ella en Lemnos sobrepuja
(¡Tanto es tremenda!) al trueno que mas ruja.

Atos revoca el eco, que estendido


Por la tracia laguna y mar distante,
De espanto seca el pecho estremecido
De la madre, y en él pasma á su infante:
Corre el Miedo alfragor despavorido:
La cólera de lívido semblante
Y de revueltas crines le acompaña,
Y el astuto doblez y la ímpia saña.
185

La Discordia feroz, por ir con ella


Abandona los getas inhumanos;
Sobre todos fatídica descuella

La horrible Muerte, de sangrientas manos:


El escuadron de mónstruos se atropella
No bien oye los ecos soberanos
De la amiga de Marte, que en los vientos
Finje de moribundos los lamentos.

No hay mansion que mortífera no invada:


Tinta en reciente sangre una cabeza
Aún convulsa blandiendo, y erizada
La suya en crin: «No mas, no mas flaqueza
»(Grita); la noche vuela y no haceis nada.
».A vengar nuestro honor así se empieza.....»
—¿Quién dudar puede ya? Su voz al crimen
A todas lanza, y el puñal esgrimen.

Mas¿cómo entre el horror, que el alma apena,


Y el ciego frenesí de tanta ilusa,
Podré los ayes repetir? ¡Qué escena
De trágica verdad, celeste musa!
Oh ¡cuántas noches de angustiosa pena
Me guarda insomne la vision confusa
De puertas derrumbadas de su centro,
Mientras ahullan asesinas dentro!
1:
186

De ellas, unas sorprenden al marido,


Antes caro á su amor, cuando reposa
De Baco en los vapores sumergido:
Este fiero tropel embestir osa
Con hachas á los tristes, que al ruido
Despiertos, como en sueño ven la odiosa
Fantasma; y al pavor que los subyuga,
Ni armarse tientan, ni emprender la fuga.

Que á su ilusion mendaz Venus aumenta


De las furiosas hembras talla y voces;
Y hierros de Belona, á herir atenta,
Y falanges de Euménides atroces
A los turbados ojos representa.
Mas ¿quiénes son sicarios tan feroces?
La hermana y la mujer, la hija del padre,
Y del hijo ¡qué horror!!! la propia madre.

Degollados arrastran de sus lechos,


Manos há poco tímidas, ya audaces,
A los que respetaron por sus hechos
El bravo mar, los getas y los traces:
Raudal de herviente sangre brotan pechos
En estertor, las moribundas faces
Manchando, y cuerpos míseros, que aún bregan,
En tierra, al fin, exánimes se entregan.
187

Mares de fuego estorban las salidas;


Y por juzgar algunos menos fieras
Llamas que hierro, del puñal sus vidas
Salvan para morir en las hogueras;
Y como celos son los homicidas,
E inmólanse cautivas estranjeras,
Suenan ruegos en bárbaro lenguaje,
Y ayes de muerte y gritos de coraje.

Mas ¡ah! ¿quién me dará divinas flores,


Para ceñir, Hipsipila, tu frente?
¿Dónde hallar para ti dignos loores,
Gloria y prez de la patria falleciente?
Tu fama, á quien la musa rinde honores,
Piedad filial ensalce reverente,
Mientras á Ilion recuerde humano idioma,
Y el mundo por su reina acate á Roma.
--->-O->-O-c--

Hembras en feroz delirio,


Que Citeres las infunde,
Blandiendo puñal y tea,
Por Lemnos locas discurrren.
Solo Hipsípila, aunque hierro
En su mano tambien luce
Como las demás, piadosa
A su padre clama: «Huye.»
«No son los traces, que ansiosos
De lavar su afrenta acuden
188

A estas murallas, y estrago


En su recinto difunden:
»Nuestro es el crimen: él solo
Exalta la muchedumbre;
De ella, de él y de mí misma
Ponerte en salvo no dudes.
»Mi daga no ha de ofenderte
Mientras yo la voz escuche
De amor filial: aún es tiempo,
Adorado padre, huye.»
En esto le abraza tierna;
Y así que todo le cubre
De un velo, al ara de Baco,
Sigilosa, le conduce,
Allí en súplica devota,
«Libértame, dice, ó numen,
De parricidio: los ruegos
De tus hijos no repulses.»
El trémulo anciano queda,
Al pié de la estatua, inmune,
En donde ¡ojalá que el cielo
Y el sacro disfraz le oculten!
La voz del coro resuena;
El trienal címbalo aturde;
Y al eco, tigres de bronce
Del átrio parece mujen.
---C-C-O-c

Con flores pintando el cielo


189

Principia a rayar la aurora:


De la sangrienta velada
Dormida, Lemnos reposa.
La reina solo vigila,
Satisfecha de su obra:
Nada el ánimo consuela
Como una accion virtuosa.
Ya del mancebo divino

Cabello, veste y corona


Ciñen al padre, sentado
En la fúlgida carroza,
Y címbalos y tambores,
Y bateas misteriosas

De ofrendas, que el miedo guarda,


En torno aumentan la pompa.
Hipsípila, revestida
De pontificales ropas,
El tirso de sacra hiedra

Y de pámpanos arbola;
Y hácia su padre se vuelve,
A ver si las anchas tocas
Le enmascaran bien; si diestro
Lleva las riendas de rosas;
Si del dios armada frente
Y nívea mitra descollan;
Y en fin, si á Baco semeja
Al empuñar la áurea copa;
Y de ello segura, abiertas
190

Con fragor las fuertes hojas


Del pórtico, pasa orando
Entre el concurso devota:

«Deja ¡ó Baco!
» La morada,
» Que en tu injuria,
»Mancillada,
»Impia furia
» Ensangrentó.
» El mar lave
» Los baldones;
»Y ya puros
»Tus dragones,
»A estos muros

»Traeré yo.»
Merced al santo respeto
Que inspira la ceremonia,
Y al fervor que de la hija
El pecho anima y conforta,
Por en medio de las turbas

Ella al dios fingido escolta,


Conduciéndole á una selva

Del pueblo cruel remota.


Mas el Miedo fué testigo
De la hazaña generosa;
Y Erinis echó de menos
La presa que Amor le roba.
Hé aquí por qué noche y dia
191

Con recelos acongojan


Los dos el ánimo fuerte
De la audaz libertadora,
Que al feliz piadoso fraude
Ya no mas acudir osa:

(Esponerse á tales riesgos


Es bastante una vez sola).
Y de volver al asilo
Del anciano temerosa,
Para concertar su fuga
Las artes han de ser otras.

Maltrecho, en desierta playa,


Sin jarcia un bajel está,
Hace tiempo consagrado
A las deidades del mar;
Envejecido entre algas
Que arrojó la tempestad,
Inclementes le combaten

Soles, hielo y vendabal.


Hipsípila, que lo sabe,
Por la amiga soledad
De la noche, al varadero
Guia al padre con afan.
Salen del bosque, y llorosa
Asi diciéndole va:
192

«Si abandonas este suelo,


Bien lo merece en verdad,
»Cuando el crimen lo mancilla

Y lo devasta el puñal.
¡O noche, espantosa noche
De execrable iniquidad!
»Y ¿qué haremos, padre mio?
¡Aquí la muerte, allí el mar!
Si te quedas ¡qué zozobra!
Y ¡qué angustias! si te vas.
»Yo misma ¿estaré segura
En mi síncera piedad,
De que mañana las Furias
No me tornen criminal?

» Cándida luna, que amiga


Del reposo y de la paz,
Sobre las olas te elevas
A ser del mundo fanal,
» Propicia á mis votos, diosa,
Dígnate á mi padre dar,
No riquezas, no vasallos,
Sino larga vida: allá
» Lejos feliz la conserve;
Y un dia pueda tornar
A mis cariñosos brazos.

¡Qué dicha aquella será,


»Cuando yo á mi ilustre padre,
Salvo, muestre á esa ciudad
193

Hoy furiosa, que su crimen


Llore arrepentida ya!»
Dice. El anciano se aleja
Sobre el fúlgido cristal
En la mísera barquilla,
Y Tauris puerto le da;
Allí en su templo Diana
La cuchilla del altar

Que hombres degüelle, le fia.


¡Inclemente eres deidad!
Presto dejando tu numen
Este suelo montaráz

(¿Quién á Júpiter desoye?)


Culto en los bosques tendrás
De Alba, de Aricia y de Egeria;
Mas de sangre es tu sed tal,
Que aun al Pontífice mismo,
Bien que rey, víctima harás.
-o-O-C-O-c

Hipsípila despues sube al castillo,


Do muger tanta, en ruido turbulento,
Ocupa cada cual (pasma decillo)
De sus padres y esposos el asiento,
Y nuevas leyes dan; mas sin caudillo
Al contemplarse, acorde pensamiento
De todas fué nombrar reina y señora
A Hipsípila ¿quién mas merecedora?
19/
En esto al horizonte se divisa

Nave que boga, de guerreros llena,


Con rumbo á Lemnos y afanosa prisa.
Súbito en la ciudad rebato suena:

Armarse al punto de combate en guisa


Contra los nautas el senado ordena;
Y fuera así, mas el rencor insano
Que Venus inspiró, templa Vulcano,

Y Polixo tambien.—Linage incierto


Es el de esta muger, de Apolo amada
Y su adivina. Tetis, dan por cierto,
De Proteo mendaz acompañada,
La condujo en tritónio carro al puerto
Desde el Nilo. Tal vez en la salada

Region ella se esconde, y hoy repite


Lo que en sus cuevas escuchó á Anfitrite:

«Abrid, compañeras.
La rada al bajel,
Sin miedo, que vienen
Amigos en él.
Propicia el aura conduce
A nuestras playas al griego,
Y Venus enciende el fuego
En las aras del amor.
19)

» Gozad en fecundos lazos


De la edad de los placeres,
Mientras os brinde Citeres
Fresca y lozana su flor.
»Abrid, compañeras,
La rada al bajel,
Sin miedo, que vienen
Amigos en él.»

A tan festivo anuncio, mensajera


De paz á los marinos se dirige;
No enluta ya Citéres la ribera,
Ni con manchas de horror el alma aflije:
Grato hospedaje brinda, y fe sincera;
Lúcios toros por víctimas exije;
Y es en el antes yermo altar que hoy brilla,
A Venus primer don, blanca novilla.

Los griegos van subiendo la montaña;


Y al ver en parda nube, que sofoca,
El humo denso, que el ambiente empaña,
Jason se para ante la negra boca:
Obsequiosa la reina le acompaña;
«Tiene aquí su taller, bajo esa roca,
(Señalando le dice), el dios del fuego;
Piadosa libacion hacedle os ruego.
106

»¡Ah! no lo dudes, huésped; si aún al mazo


Los montes no retiemblan, cual dormido
El horno, presto por tremendo brazo,
De noche el yunque con fragor batido,
Su voraz llama y chispas, al rechazo
Delfierro, te dirán si es cierto el ruido.»
Ilablando siguen mas; y ella blasona
De la opulencia y prez de su corona.

Para el banquete ornados los salones


Con tapices de púrpura brillante,
En pié régias cautivas, sus facciones
Llorosas muestran; que en penar constante
La ausente imagen de ínclitos varones,
Ya el padre, ya el esposo ven delante:
Rígida honestidad, pudor austero
Ha poco en ellas respetó el acero.

Con la reina al festin, Jason propicio


Preside y á la ilustre comitiva.
Despojo del reciente sacrificio,
Si el apetito sacia, el gusto aviva:
Aún hay silencio: ya su grato oficio
La copa ejerce en rueda mas activa;
Crece el murmullo, y en festivos goces
Dulces horas deslízanse veloces.
197

La Reina mas y mas se congratula


En ver al adalid, y en que la informe
De su empresa, ó del rey que le estimula
A hendir el mar en nave tan enorme.

Cyendo al narrador, fuego circula


De ella en las venas, y hace se trasforme
Tanta aversion de ayer al himenéo,
Hoy en vivo simpático deseo.

Júpiter, que en las dichas se complace


Del dulce amor, cual astros precursores
Del agua por ley fija, surgir hace
Las Pléyadas con lóbregos vapores.
Diluvia: en densa nube fugaz nace
El rayo, y á sus cárdenos fulgores
De improviso la selva esclarecida,
Rimbomba el trueno en Gárgara y en Ida.

Jamás presagió el mundo tantos males.


Agraviada sin duda pide Astréa,
Huyendo de los réprobos mortales,
Al dios del rayo justiciero sea:
Súplicas á otros dioses hizo iguales;
Y el Euro y sus hermanos, á la dea
Dóciles, con fragor la playa asordan,
Y á torrentes por ella el mar desbordan.
198

Triste, ya cuatro lunas, é impaciente


Vió Tifis, borrascosas y ceñudas;
Mientras gozoso el griego, cuando siente
Olas tenaces rebramar sañudas,
«Desea la bonanza, » dice y miente:
Que en brazos de las lánguidas viudas
Desoyen todos, sin curar de fama,
Del céfiro la voz, que al mar les llama.

Por dicha del bajel en avanzada,


Fuera de la ciudad quedóse Alcides,
Y al ver la noble empresa malograda
Por deidades con pérfidos ardides,
La patria por sus hijos engañada,
Y que, siendo él testigo, en adalides
Ocio tan baladí, mengua tal quepa,
De Eson al hijo con despecho increpa:

«¡Ay! En mal punto unimos nuestra suerte


A la tuya, Jason. ¿Esta es la gloria
Y tus promesas de arrostrar la muerte,
Pesáse á Etés y al mar nuestra victoria?
Cúmplelas, y yo ofrezco base fuerte
A las Cianeas dar: verá la historia
Nuevo dragon burlado, y (cual de oro
Las pomas) en mi diestra su tesoro.
199

»Si, empero, más las rocas del Egeo


Morar te agrada en lánguidos placeres;
¡A dios! con Telamon busco el trofeo
Que la gloria nos brinda y tú no quieres.»
Dice; la austera voz noble deseo
Escita en el doncel: no mas mugeres,
«Argo, Tifis» intrépido apellida,
Yya todo su afan es la partida.

Así, enervado en paz de larga dura,


Suele flojo tal vez corcel guerrero,
Bufando inquieto al verse en estrechura,
Por el circo girar del picadero:
Belígero clarin allá en la altura
Suena á deshora; y con relincho fiero
Lid ansiando el bridon, cual su ginete,
Trota, galopa, trepa y acomete.

La gente, dócil del piloto al mando,


Arma el timon, y remos esparcidos
Por la arenosa playa va juntando,
Mientras en Lemnos suenan alaridos:

¡Muros otra vez yermos! Y ¿hasta cuándo?


Hasta que hijuelos (hoy solo ofrecidos
En esperanzas al amor) imperen,
Y la huérfana patria regeneren.
200

¡0 patria! con razon tus hembras gimen,


De nuevo roto el nudo ya tan caro,
Y la membranza del antiguo crimen,
Que las muestra su horrible desamparo:
Celos el pecho de la reina oprimen;
Y al ver sereno al adalid preclaro
Buscar la playa ansioso, ¡cuán doliente
El labio dice lo que el alma siente!

"«Así dejas, doncel, á quien te adora


Mas que á su padre, y, cual si la bravía
Costa de Tracia huyeras, á deshora
Te vas, no bien bonanza el aura envia.
¡¿Cuán duro, ingrato, es ver que tu demora
Al vendabal, no á ti se la debia!....»
Calla y ciñe á su amor, deshecha en llanto,
Por eterna memoria, un rico manto.

Fiestas copiara en él su diestra aguja,


En que al padre logró salvar la vida,
Y á Baco y á su cuádriga dibuja,
La sien del dios de pámpanos ceñida:
Mírase allí la plebe, cuál se empuja,
No á la santa deidad el paso impida,
Y tirsos cercan el tapado busto,
Fingido numen, que recata el susto.
201

La opuesta faz el rapto en Ida espresa


Del mozo, á quien se ve cuál se envanece,
Sirviendo néctar en la olimpia mesa
Al águila, y aquí vivo parece.
¿Quién á tanto primor no se embelesa?
Mas aún hay otro don: la reina ofrece
Así con dulce voz, al caro amante,
La siempre invicta espada de Toante:

«Este (le dice) de mi padre amado


Invicto acero, que en vulcania forja
Etna templara entre crujiente lumbre,
Yo te dedico.

»Cíñelo presto, y en gloriosas lides


Venciendo á Colcos, tu marcial pujanza
Fuerte proteja, de gloriosos lauros
El te corone;
»Mas por los triunfos al amor no olvides,
Ni al triste suelo que te dió hospedaje:
¡Ah! por la prenda que en mi seno dejas,
¿Volverás, dime?»
Y ciega, al cuello del doncel se anuda,
¡Mísera esposa! como tú, llorando,
A Cástor, Pólux y al divino Orféo
Otras abrazan.

-c-O-C-Q-----
202

Todo en balde; que el ancla perezosa


De su fondo arrancada, á remo y vela
La quilla el mar azul surca espumosa:
Bruma á Lemnos esconde, y Argo vuela:
Ya se divisa Electra, isla famosa
Por misterios recónditos, que en vela
Guarda constante un dios, y sacrifica
Vengador al que incauto los publica.

Y el mismo numen (Jove no se atreve)


A todo nauta infiel de allí separa:
Solo entonces airado el mar conmueve.

Hoy el vate á los griegos lleva al ara


Y en ritos los instruye que la plebe
Ignora. Si él, empero, los aclara,
Por mí, isla santa, paz á tu secreto;
Yo te saludo, y paso con respeto.

El iniciado alegre navegante,


A la aurora, del remo se apodera:
¡Cuánta ciudad en pos deja distante!
Ya la nave por Imbros va costera;
Y hácia tierra de nuevo, rostro avante,
Al ir mediando Apolo su carrera,
En pedregoso fondo, al pié de un cerro,
Asiento de Illion, se enclava el ferro.
203

Tiendas hecho el velamen, quién trabaja


En moler entre piedras rubio trigo,
Quién hiere al pedernal, y aviva en paja
La chispa, y el azufre, de ella amigo.
Con Telamon á tierra Alcides baja:
Juntos recorren el fragoso abrigo;
Y un clamor les sorprende en la espesura,
Cual onda que rompiéndose murmura.

Noble afan de los dos el paso aguija:


Páranse, escuchan, ¿les guiará el acento
A donde presto auxilio se dirija?
«¿Oyes?Voz de mujer..... son de lamento.....
En yermo tal no es mucho que se aflija,
Ni que, cuando á rendir su último aliento
Próxima esté quizás, al cielo acuse;
Mas ¿quién habrá que amparo le rehuse?»

Como por un léon el toro herido


Siente en sus lomos la cruenta saña,
Y al repetir el bosque su berrido,
Tropel de mozos deja la cabaña,
Y amenaza y estrépito y ladrido
En son confuso asustan la montaña,
No con menos estruendo se atropella
Alcides por salvar á una doncella,
204

Que en el collado ve ¡triste hermosura!


Duro hierro sus manos afianza;
Y ¡cuán mustias miradas de amargura
A las olas del mar, gimiendo, lanza!
Igual así parece á la escultura
Del dolor, en que, mas que semejanza,
Verdad ostenta sobre mármol pario,
O ebúrneo hueso, insigne estatuario.

«¿Quién eres, niña hermosa? ¿Cuál tu origen?»


El semi-dios le dice, «¿qué tiranos
Contra tu vida, aleves, se dirijen?
¿Quién lastima con hierros esas manos?»—
—«¡Ah! No presumas, porque así me aflijen,
En mí delito: prez de mis humanos
Padres (responde) soy;»—Y entre sonrojos
De pudor, al seguir baja los ojos:

«Dádivas de ellos son tanta presea


Como en las rocas ves: púrpura y oro
De que, en hora menguada, se rodea
Miya abierto sepulcro: harto lo lloro;
Harto lamento que mi estirpe sea
La de Ilo augusto, al ver que á su decoro
Antiguo, y á su imperio, y á la raza
Noble de Laomedon ruina amenaza.
205

»Primero mortandad: ¡cuán pestilente


Contagio infesta el aura! Tanta pira
De exequias arde, que en el denso ambiente
Muerte no mas y fuego se respira;
Tronó despues el mar súbitamente;
Absortas retemblaron á su ira

Del Ida selvas y cavernas hondas,


Yun dragon colosal se alzó en las ondas.

» Feroz el mónstruo se abalanza á tierra,


Que es á su magnitud el golfo estrecho;
Ni iguala á su cerviz ninguna sierra.
¡Míseras madres! ¡ah! ¡con qué despecho
Veis vuestras puras hijas, que él aferra
E inmola entre sus garras! ¡Cruel derecho
Un oráculo injusto da á la suerte!
Y hoy, como á virgen, me condena á muerte.

»Mas si quizá la cólera divina


Contra Frigia calmó; si tú, el guerrero
Fueses que tanto augur nos vaticina;
Postre al dragon carnívoro tu acero.
Mi padre, en voto, al vencedor destina
Níveos corceles; triunfa, y con sincero
Gozo habrá de cumplirte sus ofertas,
Viendo que á mí y á Pérgamo libertas.
206

»Tu vigor muestran bien carcax y talla;


A Apolo escedes y á Neptuno en brío
Cuando á Troya cercaron de muralla.»—
—El bravo, de aquel ruego, en el sombrío
Cielo y en tanta huesa razon hallá:
No igual horror el Erimanto umbrío
Causaba, ni el selvático Nemea,
Ni la laguna fétida lernea.

Mas Neptuno señal hace remota;


Y el mar, lanzando en rápidas corrientes
Olas cual montes, férvido alborota:
Surge el fiero animal; en sus candentes
Ojos cetrina luz del agua brota;
Y triples filas de espantosos dientes,
Si uno y otro quijar hambriento tasca,
Resuenan, como truenos en borrasca.

La enorme cola asusta desplegada,


Ora sobre las aguas la tremole,
Ora, en negros anillos enroscada
La fiera, enhiesta su cerviz arbole:
La mar, á los vaivenes agitada,
Resiste apenas tanjigante mole,
Y lanza en torno, al peso que la abruma,
Cataratas horrísonas de espuma.
207

No con mas furia el Abrego tronante,


Y el Vendabal nubífero camina,
YOrion, si la cuádriga humeante
De su padre rebelde se le empina,
(¡Tan hórrido nublado ve delante!)
Que el mónstruo corre en pos de la vecina
Presa: por no tenerla ya se enoja;
Y al través de la playa el mar le arroja.

¡Qué gozo para el héroe lid tan brava!


Su talla crece. (Telamon con miedo
Le contempla sus brazos, á la clava
Hechos, apercibir forzudo y ledo.)
Férreas sonantes flechas en la aljaba
Gentil requiere, y con marcial denuedo,
Despues que á su divino padre invoca
Y á los dioses del mar, salta á una roca.

Mas ve ¡qué horror! si ante el coloso inmenso,


Del golfo hierve el seno mas oculto,
Largo espacio le envuelve en toldo estenso
De oscura sombra el escamoso bulto:

Así Aquilon, que el Hebro ya suspenso


Bajo el hielo dejó, sobre el inculto
Rifeo nublos lóbregos encumbra,
Y la tierra, sin sol, queda en penumbra.
208

Los muros tiemblan de Illion preclara;


El Ida con sus robles se estremece;
Lluvia de flechas Hércules dispara
Contra el dragon, que enhiesto permanece,
Como el áspero Erix las furias para
De violento raudal, que en vano crece.
Mas del combate reducido el suelo
¿Falta campo al valor ó al dardo vuelo?

Tal duda á la doncella su congoja


Vuelve, y despecho al semi-dios inspira:
El por inutil su carcax arroja,
Y los peñascos del contorno mira;
Uno (el mas colosal) para quien floja
Del piélago por siglos fué la ira,
De su asiento con ímpetu desprende,
Y en los nervudos brazos lo suspende.

Y contra el mónstruo, cuya horrenda boca


Ante la presa, hambrienta se repasta,
Agil despide la gigante roca,
Que con su peso la cerviz le aplasta;
Y mas y mas le hostiga, le sofoca
Nudosa clava sin descanso: basta;
Con el cadáverya las olas juegan,
Y en los abismos de la mar le anegan.
209

«¡Prez al valor!» Cibeles clama en Ida,


Y eco son de su voz fuentes y oteros.
De los apriscos, al temor guarida,
Con júbilo tropel de ganaderos
A Troya va á contar la hazaña ardida;
Cuando «¿no veis?» gritaba á los guerreros
Telamon. ¡Qué sorpresa! En torno al barco
Era de inmunda sangre el golfo un charco.

En esto Alcides, con veloz carrera


Acude á quebrantar cadena y lazo,
Tormento de la hermosa prisionera:
Clava al hombro despues deja el ribazo,
Y marchando gentil por la pradera,
Que libre está por el hercúleo brazo
(Asaz al vencedor anuncia el porte),
Ledo camina hácia la insigne corte.

No tan gallardo está, ni tan boyante


Irguiendo el toro la cerviz armada,
Vuelve ya sin rival dichoso amante
A las vegas, mansion de su vacada;
Como encuentra aljayán turba, radiante
De gozo al verse libre, agavillada
En torno al rey, y dél en compañía
La reina, de la mano al niñoguia.
910

No pocos en los altos murallones


Con asombro contemplan al valiente,
Y sus ignotas armas y blasones:
Pero del rey ceñuda está la frente;
Premio son de la hazaña sus bridones;
Y él, que así lo juró, tarde lo siente:
Por eso en voz falaz, que amor simula.
Fingiendo gozo al semi-dios adula:

«¡Honor de Grecia, salve! Aunque á la suerte,


No al afan de aliviar nuestra cuíta,
Debamos hoy la prez de conocerte,
».Recibe el parabien, que á darte incita
Tu merecida gloria y mi deseo;
De ello á la vez mi amor se felicita:
»Que, á ser cierta la fama, un hijo veo
En ti del sumo dios, árbol triunfante,
De cuyo tronco vástago me creo;
».Y aunque de aquí tu patria asaz distante,
Pues en claro linage tan unidos,
Estémoslo en lealtad y fe constante.
» ¡Ah! Si de tantas madres los gemidos
Antes oyeses, fueran nuestros males
Menos, y tus triunfos mas cumplidos.
211

» En fin, á nuestros muros fraternales


Sube y tu gente; y cuando en la montaña
Despunte el sol sus rayos orientales,
Tendrás los potros, premio de tu hazaña.»

Así hablaba el traidor, que aleve apresta


La muerte (mientras duerma) del tebano,
Y el hurto de su aljaba, que funesta
Sabe ha de ser dos veces al troyano.
Mas ¿quién ¡ó Príamo! al hado contraresta?
De Troya hundida (¿cuándo? es un arcano)
Debe en otra Ilion quedar memoria,
Que otro Silvio mejor legue á la historia.

«De Colcos vuelto aceptaré tus dones y


Dice el héroe, y el rey su aumento jura;
Mas el pueblo, á quien duelen las traiciones
Del rey, teme llorar lo que él perjura.
Es noche ya; los griegos campeones
Zarpan: Argo su tránsito apresura
Por la orilla que á Dárdano y á Ilo
Consagra en jaspe sepulcral asilo.
212

Toda en gozo y festin la costa vela;


Alegre zambra al Gárgara ensordece;
En las cerúleas ondas luz riela

De hogueras con que el Ida resplandece;


Sopla brisa fugaz; la carabela,
Que entre murmúrio plácido se mece,
Penetra en el estrecho á que dió fama
El naufragio de Helés: ronco mar brama.

¡Oh asombro! Desde el barco se divisa


Aún dudoso el albor de la mañana,
De las aguas alzándose improvisa
Con guirnalda en la frente, Helés (hermana
De Panopes y Tetis), su sonrisa,
Aún mas que su áureo cetro, el mar allana,
Plácidos ojos en los náutas posa,
Y así dice á su jefe cariñosa:

«A ti y á mí nos lanzaron
Reyes injustos de Grecia,
Y á mares desconocidos
Sus rencores nos entregan.
» De la progenie de Eolo
Menguada luce la estrella;
Menguada es hoy la que á Escitia
Encamina tu galera.
213

»Al Fasis vas. ¡Cuántos golfos


Antes de llegar te quedan!
Mas ¡ánimo! y aquel rio
Verás que tu valor premia.
» Allí en misterioso bosque
Dos aras juntas descuellan
Cabe un sepulcro, entoldado
De ciprés y madreselva.
» Descanso tienen los manes

De Frijo allí; tú recuerda


Que es mi hermano, y sus dolores,
Pues yo no puedo, consuela.
»Dile que no vago errante
Por las calladas riberas

De Estigia, entre cuyas sombras


El me busca y no me encuentra:
»Que al sumergirme las aguas,
No fuí víctima en las peas,
¡Gracias á manos amigas
De Glauco y de Cimotea!
»Compasivo el Oceáno
De estos mares me hizo reina,
Sin que en ellos el de Ino
Por nada que envidiar tenga.»
Calla, y al recuerdo triste
De cuánto infortunio cerca

A sus deudos, angustiada


De nuevo en las aguas entra.
214

Y cuando Jason esclama,


De vino ofreciendo mientras
Al mar libaciones: Diosa,
Honor de mi raza escelsa,
Virgen, hija de Creteo,
Abre por las olas senda
K"sé de los tuyos guia.....
Veloz el bajel navega;

Y pasa entre ciudades, que en estrecho


Hondo canal ciñendo la mar fiera,
Ven sañudo á sus pies hervir mal trecho
El furor de las olas. Tal barrera

De escollos alzó Europa en largo trecho,


Al Asia fértil desde ignota era,
En que, á empuje del tiempo o de Neptuno,
Dos continentes son el que antes uno.

Y al hórrido fragor del rompimiento,


Atroz como el de Gades y Mesina,
Tembló del Tauro el colosal cimiento
Y el Atlas rey, que en Africa domina.
Mas ya Percotes queda á sotavento,
Y Paro y Pitia, présagos de ruina,
Laberinto de escollos, y Lampsaco,
Ajena al culto del ogígio Baco.
215

De Cibeles tambien el rito ignora,


Y el furor de sus vates infelices:

A Venus es á quien Lampsaco adora,


Y desde el mar su templo y los tapices
Se ven, y tanta flor que los decora:
Costa, empero, y ciudad entre matices
De luz confunde el sol con sus reflejos:
Nuevo horizonte se divisa lejos.

Península que á flor del mar blanquea


Entre el Euxino y Heles, de millares
De escollos fatal cinto la rodea,
Usurpando terrenos á los mares:
Frigia por una parte allí campea,
Ypor otra se elevan sus pinares:
Ciudad de gran recinto el monte abarca;
Corte es del reino, y Cícico monarca.

En cuanto avista el rey la estraña lona,


Benévolo á sus huéspedes acude;
Ni agasajo ni pláceme perdona:
Dejad honra de Grecial que os salude,
Abrazándolos dice, cual pregona
La Fama; ya que al veros no hay quien dude
De que nuestro confin, si os era ignoto,
Wo está de vuestras playas tan remoto.
216

Menos hoy lo ha de estar cuando, camino


Abierto ya al valor, fuertes varones,
El Oriente, cumpliéndose el destino,
Gratas visitarán otras naciones.
K"¿qué importa a mi reino ser vecino
De gente montaráz, cual sus regiones,
Vi que la mar, si casi nos circunda,
Sin paz atruene en torno furibunda?

En usos, en gobierno, en ley, en rito


De imitaros tenemos la ventura;
Del escita y bebrir hemos proscrito
Culto sangriento, bárbara locura:
La razon manda aquí, no el apetito.
Así habla el rey, guiando con dulzura
Al ledo huésped, y á su honorincienso
Sube del ara, en humo blanco y denso.

Aderézanse estrados, en que brilla


Oro con ricas piedras: cien donceles,
Manjares en espléndida vajilla
Sirven, sobre finísimos manteles.
¡Oh! cuanto en áureas copas maravilla,
Esculpida por hábiles cinceles,
Del generoso rey la última hazaña!
¡Obra feliz de perfeccion estraña
217

He aquí el puerto (á Jason dice, y enseña


El monarca relieves de una copa
En que diestro buril vivo diseña
Al nocturno invasor), mira, su tropa
Huye aterrada ¿ves? Perdió la enseña:
Ko en tanto doy allí fuego á la popa
De las canoas.—¡Qjala esa hueste
(Jason responde) á nueva lid se arreste!

Vofuera, no, prodigio que, aguijada


Por la memoria del baldon primero,
Renovára esta noche su algarada;
K" este sería su desmán postrero:
Entonces vieras, si en marcial jornada
Tu huésped sabe jó rey! blandir acero.
Así, en pláticas dulces y alegría,
Pasó la noche y el siguiente dia.

15
219

NOTAS AL LIBRO) II.


--->--

NOTA 1.º, PAGINA 169, V. 9.

Ya en las aguas la cumbre se bosqueja


De Pelion frondoso.

Los navegantes, continuando su viaje, divisan desde el


mar el monte Pelion, el promontorio Tiseo, en donde Diana
tenia un templo, el sepulcro de Dólope, situado á orillas del
rio Amira, que fertiliza los campos de Magnesia, la pequeña
isla de Skiatos y otros puntos de la amena costa de Tesalia.

NOTA_2.º, PAGINA 170, V. 9.

Allí está Flegra, de los dioses miedo,


Lugar maldilo.....

Palenes (antiguamente Flegra) es una península de la Ma


cedonia, que la mitología hizo célebre por haberla conside
rado teatro de la fábula de los Titanes, á la cual se alude con
frecuencia en este poema. Conocida es de todos aquella in–
geniosa alegoría, emblema, como dice Macrobio, de una raza
impía de hombres ateos é inmorales, que osaron atentar en
contra de la divinidad. Supónese, pues, que los colosales hi
jos de la Tierra, declarando guerra á Júpiter, trataron, para
escalar el cielo, de trasportar el Pelion sobre el Osa, y sobre
este el Olimpo. «Ostentaban todos (dice Hesiodo en su mag
nífica Teogonía, v. 677) por ambas partes el alcance de su
valor y de sus brazos. El Ponto inmenso bramaba horrible
mente; la tierra daba fuertes estallidos; y conmovido el ancho
cielo, todo el Olimpo retemblaba al ímpetu de los inmortales.
Bajo el tremendo sacudimiento de sus pisadas, y con el re
220
petido choque de los peñascos arrojados por los combatien–
tes, el fiero estruendo estremecia lasta los senos mas lóbre
gos del tenebroso Tártaro..... Voces de unos y de otros ani
mándose se alzaban al estrellado cielo, y era grande la gritería
con que peleaban..... Rayos sin tregua, lanzados por pujante
brazo, entre relámpagos y truenos todo lo inundaban con su
sacra llama.
yegov es 3:0'pz proy 32vov
pótepot, evöv repzye trówto; reipov,
yi, ö pé” épz2ámaev, āréteve 'oó2zwö; eö2;
astópevo, reó0ey ö tvázzeto pzx2ò; "Ooro;
prrir: ä0zváto», voa; 'xzwe 3zpetz
Tptzgo, igóevtz, roðoy ziretz tom
tétoo toyoto 3o)áoy tex2zepáo».
• • • • • • • • • • . •

pov,8" y otéov ze" ozwöv àregóez


xe oyévo» o 3óvaz peáMp )zkm.

ot xe 2zo»o
zz9 %z 39owrite xx par el rocéovo
y p; zo atózpr;, tepiny Móz exotóovre,
22és.···· . • • • •

Y así continúa describiendo en robustos versos toda


aquella formidable agresion, hasta que al fin pinta á los Ti
tanes, que heridos por el rayo son precipitados en el infierno,
y quedan sumidos en perpétuas tinieblas, «en un lugar pes
»tilente, situado en los últimos confines de la tierra, de don
» de no hay salida, pues que Neptuno lo rodeó con una mu
»ralla y le puso puertas de bronce.» (v.731.)

yópp y epoevr, re)ópm; yzra Yams.


zor; o & 3ówëaz, rú)z;8” ré0, e Iloaetétov
yzzez, totyo; repotyerz aporépto0y.
Justo castigo de la temeraria empresa, cuyo recuerdo,
eco si bien confuso de la historia del rebelde Luzbel, dictada
en el Génesis y en el Apocalipsi por el espíritu de Dios, se
admira repetido en las remotas tradiciones que formaban las
creencias, tanto del antiguo mundo como del mas reciente
mente descubierto. Aun entre los indígenas del Perú en el
tiempo de la conquista, dice nuestro Herrera (décadas 3."
221
y 4.º) duraba la memoria de una raza de gigantes, estermi
nadospor el cielo á causa de su impiedad, en el sitio que
todavía conserva el nombre de Pueblo Quemado; y referencia á
otra catástrofe semejante se hace en la historia antigua de
las Islas Canarias, asegurando que en la cumbre del Teide
fueron encontrados en abundancia huesos colosales, los que
se supone habian pertenecido en remotos siglos á hombres
que se rebelaron contra Dios.

NOTA 3º, PAGINA 171, V. 9.

Na está empero sepulto allí Tifeo,


El mas audaz del sedicioso bando.

Tifeo, á quien se representa aquí enterrado bajo el Etna,


cuyas volcánicas erupciones eran, segun la ficcion poética,
el aliento del gigante, fue el mas formidable de estos. La mi
tología le pinta de talla desmesurada, ojos de fuego, y un
dragon en cada pierna. Estos versos de Valerio, y los ante
riores de Hesiodo, traen á mi memoria un poemita que, ci
tado con aprecio en el erudito diccionario bibliográfico-his
tórico del bibliotecario D. Tomás Muñoz y Romero, publicó en
Almería (1844) bajo el título de La Nave de Gracia, mi ilus
trado amigo el Licenciado D. Juan de Mata García. En él
hace referencia el elegante escritor de la citada lucha de los
Titanes, y las estrofas que mas analogía tienen con los con–
ceptos de la presente nota y de la anterior, son las si
guientes.
Como el leon, que es el rey
De inmensos bosques y breñas,
Ruje en vano y se enfurece
Cuando el hombre lo encarcela,
Los agentes poderosos,
Los coléricos atletas,
Gigantes de fuego vivo
Que hicieron temblar la tierra,
Con roncas detonaciones
El orbe cóncavo atruenan:
Fulminan súbitos rayos,
Que en los aires serpentean:
Humo sus bocas exhalan,
Lanzan sus ojos centellas, etc.
222

NOTA 4.º, PAGINA 173. V. 19.

De gigantescas olas.

He traducido decumanae unde, gigantescas olas, porque es


sabido que los latinos aplicaban la idea de la magnitud al
número diez, ó mas bien le hacian sinónimo de máximus ó
amplissimus, y de ello se encuentran en los clásicos ejemplos
á cada paso: ninguno, sin embargo, pudiera ofrecerse mas
terminante que el siguiente pasage de Festo Pompeyo, es
critor de fines del siglo III ó principios del IV de la era
cristiana. Decumana ora dicuntur, escribe, et decumani fructus,
quia sunt magna. Nam et ocum decimum majus mascitur, et fru
ctus decimus fieri nacimus dicitur.

NOTA 5.º, PAGINA 174, V. 9.

Tal, Orion y Perseo


Detestados de Juno.

Como Orion es una de las constelaciones del hemisferio


meridional, Perseo lo es del septentrional:y ambas eran con–
sideradas por los antiguos, precursoras de borrascas. En
cuanto al Dragon, guia de Tifis, así se describe en el citado
poema físico-astronómico (canto IV).

Próximo á Casiopea está Cefeo,


Que ostenta la cabeza coronada,
Y en derredor del Polo, la enroscada
Serpiente ó Dragon fiero, que el tesoro
Guardó precioso de las pomas de oro
En el vergel hesperio.

La constelacion de las Hiadas se compone de siete estre


llas colocadas en la frente del signo Tauro, así como otras
siete figuradas en la espalda del mismo, forman la de las Plé
yadas, vulgarmente denominadas Cabrillas,y de las que ya
queda hecha mencion en el libro primero. Espada es la de
Orion, con la que la mitología le representa armado. Ovidio
22:3

en sus Metamórfosis la recuerda al referir los consejos que


Dédalo daba á su hijo para prepararl, á volar:

No te avecines á la Osa helada,


Acuérdate por donde te encamino,
Ni mires de Orion la fiera espada.
(Trad. del licenciado Viana: Valladolid 1589.)

Finalmente, Arturo es la principal estrella de la constela


cion Bootes ó el Boyero, á quien Valerio denomina Acteo, sin
duda para recordar que en ella fue, segun la mitología, con
vertido Icario, natural de Atenas, personaje distinto del hijo
de Dédalo antes citado. De Orion se habló en la n.75, l. 1.º

NOTA 6.º, PAGINA 175, V. 7.

El oso, en paz dejado ya el apero,


Corre á buscar su cueva en la fragura.

Las fieras volviendo á sus guaridas al amanecer. No deja


de haber analogía en el modo de espresar este pensamiento
con el que usó David en el salmo l03, traducido por mi que
rido tio D. José Virués y Espínola con grata sencillez:

Desplegaste la tiniebla
Sobre la noche invisible,
Porque el animal silvestre
Seguro los campos pise;
Y el ya voraz cachorrillo
Del leon salga á pedirte
Como deuda el alimento,
Que él no puede aún adquirirse.
Vuelve el sol, y vuelven todos
A sus guaridas.

NOTA 7º. PAGINA 175, V. 10.

El sol, que sus bridones apresura,


Salva del Atos la marmórea cima.

Atos, monte elevadísimo de la Romelia.


224

NOTA 8º, PAGINA 175, V. 16.

Lemnos entre celages aparece.

Lemnos (hoy Stalimenes), isla del mar Egeo, en la que


hubo volcanes; por eso se la consideró morada del dios del
fuego, así como el archipiélago de Lípari al norte de Sicilia,
de que se hablará despues.

NOTA 9.º, PAGINA 176, V. 11.

el dios Tonante
Al mozo desde el cielo precipita.

Valerio, puede decirse traduce este lugar de Homero.


( l. 1, v. 590.)

Es peligroso resistirá Jove.


Ya otra vez que yo quise defenderte,
De los umbrales me arrojó divinos
Asiéndome del pie, y un dia entero
Llevado por los aires, en la costa
Caí de Lemnos, cuando el sol bajaba
Ya al Oceáno en su veloz carrera,
Y un instante de vida yo tenia;
Pero los Sintios que caërme vieron,
De la tierra me alzaron presurosos.
(Trad. de Hermosilla.)

NOTA 10. PAGINA 177, V. 19.

Aunque de cañas son y toscas pieles.


A los que puedan parecer demasiado endebles los bajeles
de los de Lemnos, fabricados de cañas y revestidos de cuero,
no estará de mas examinar el diccionario marítimo español
(Madrid, 1830), que refiriéndose, en la pág. 75, á Herrera en
sus Décadas, menciona las pasmosas navegaciones que ha
cen los indios sobre armazones de cañas, ó en cueros de lobos
22)
marinos henchidos de viento. De iguales recursos se valian
en la infancia de la navegacion, asirios, egipcios, bretones y
venecianos; y nuestro ilustre paisano D. José Badía (Aly
Bey), varias veces citado, hace referencia en su viaje á Orien
te (t. 1, p. 334), de los negros de Temboctu, que navegan por
el Nilo en barcos sin clavos, y cuyas tablas están entre sí su
jetas solo con cuerdas de palmas; siendo de notar que su
porte suele ser 500 cargas de camello.

NOTA 11, PAGINA l78, V. 11.

Buscando va á la Fama que, impaciente


Ora el bien ora el mal anuncia al suelo.

La descripcion de la Fama escrita por Valerio es magní


fica, aun despues de leida la de Virgilio; y no faltan comen
tadores antiguos y modernos, que en algunos pasages pre
fieren la de nuestro épico á la del insigne mantuano, tan jus
tamente celebrada.

NOTA 12, PAGINA 180, V. 18.

¡salvaje usanza!
---------

Su faz pinta.....

La costumbre de pintarse el rostro con caprichosas figu


ras, que el autor atribuye á las mujeres de Tracia, era muy
comun en otros paises. Pictosque Gelones, dijo Virgilio. Los
britanos, escribe nuestro Valbuena traduciendo á Julio Cé
sar, se untan el rostro con la yerba pastel ó glasto, que los
pone de un color cerúleo, y por lo mismo son de terrible as
pecto en las batallas (De bello gal., lib. V, c. V); pero lo que
mas llama la atencion es que tan ridícula usanza se encontró,
cuando el descubrimiento del Nuevo Mundo, introducida en
casi toda la América.
226

NOTA 13, PAGINA 181, V. 3.

.....ó traidora
Emponzoñe sus viandas.

Tambien Virgilio (Georg. 2º, v. 128) habla de madrastras


inhumanas y supersticiosas, que envenenan á sus entenados
con yerbas nocivas y al son de conjuros mágicos.

NOTA 14, PAGINA 182, V. 22.

En Sarmacia feroz mas nos valiera


De sus carros seguir la errante marcha.

Los sármatas eran tribus nómadas que ocupaban un vasto


territorio en Europa y Asia, entre el mar Caspio y el Bálti
co. Sin otra habitacion que sus carros, se hallaban siempre
dispuestos á mudar de pais, en busca de pastos para sus ga
nados:
El vagabundo escita,
Siempre arrastrando en mísera carreta
La cabaña en que habita,
Vive mejor, y el aterido geta.
Dánles campos comunes mies segura,
Do libran su sustento.

(Hor., oda 24, lib. III.)

NOTA 15, PAGINA l84, W. 3.

Así en las hondas grutas del Leteo


Recostada Tisífone sangrienta
Junto al absorto Flegis y Teseo,
Gustar vino y manjares aparenta,
Mientras (suplicio atroz!) hidra sañuda
Con espiral de escamas los anuda.

De Teseo aprisionado en el Averno se hablará mas ade


lante.—Flegias, hijo de Marte, incendió el templo de Apolo, y
2 27

de este atentado y de su castigo hizo mencion Estacio en la


siguiente invocacion al mismo Apolo, que el granadino Ar
jona tradujo en esta hermosa octava:

Tu siempre victoriosa armada mano


Dió la muerte á Fiton, y á la tebana
Soberbia madre, orgullecida en vano,
Castigo justo á su jactancia insana,
Porque abrasó tu templo soberano
Megera aflije en tu venganza ufana
A Flegia, ayuno siempre en mesa llena,
Donde es mayor el hambre que su pena.
Telaida, lib. I, v. 712, trad. por Juan Arjona y Greg. Morillo.)

Mucho me complazco en citar la traduccion del poema de


Estacio, escrita á fines del siglo XVI por dos célebres gra
nadinos, rindiendo así, como hijo que soy de aquella ilustre
ciudad, un tributo de síncera gratitud al buen gusto y dili
gencia del erudito D. Adolfo de Castro, que, al par de la ilus
trada liberalidad del Sr. Vadillo, ha conseguido salvar del
olvido aquel notable trabajo, y aumentando con él los teso
ros acopiados por el Sr. Rivadeneira en su escelente Biblioteca
de autores españoles, ha merecido el unánime aplauso de cuan
tos se interesan en las glorias de nuestro pais.

NOTA 16, PAGINA 184, V. 19.

De espanto seca el pecho estremecido


De la madre, y en el pasma á su infante,
Imitacion de Apolonio (lib. IV, v. 136):
Asipat 'èépowto )eyote, àpl 8 mtzaiw
virtió yo, o te av ún” yx2)ösaay zoov,
pop Taxopévo; yerpa; 3áMoy äayz).ótoaz.
Con espanto despertaron las mujeres recien paridas abra
zando angustiadas á los tiernos párvulos que en sus brazos
dormian, y se aterrorizaron al silbido (del dragon):
Las madres al oirla se arredraron,
Y á los pechos sus hijos apretaron,
dijo Camoens en las Luisiadas (c. IV, trad. de D. L. Gil).
22S

NOTA 17, P.AGINA 187, V. 9.

¿Quién me dará dirinas flores


Para ceñir, Hipsípila, tu frente.....

Con vigorosas pinceladas espresa Valerio la inhumana


crueldad de las mujeres de Lemnos, escitadas por la vehe—
mencia de los celos; y es bellísimo el contraste que forma con
este sangriento cuadro la tierna solicitud de Hipsípila para
librar á su padre de la muerte, gracias á un ingenioso ardid.
Estacio imitóá Valerio en ambas descripciones, pero quedan
do, como casi siempre le sucede, muy inferior á su modelo.

NOTA 18, PAGINA l93, V. 6.

Y Tauris puerto le da;


Allí en su templo Diana.....

La antigua Tauride ó Quersoneso, hoy Crimea, estaba ha


bitada por tribus feroces, que inmolaban víctimas humanas
en honor de Diana, cuya deidad tenia allí un templo célebre,
situado en el cabo Partenio; y este, segun los geógrafos mo
dernos, es el punto en que hoy existe la poblacion de Bala
clava, tan nombrada durante lo campaña de 1854 con los ru
Sos.—La ninfa Egeria, consejera de Numa Pompilio, tomó su
nombre de un antiguo bosque próximo á Roma, situado fuera
de la puerta Capena, hoy de San Sebastian. Júpiter tenia un
templo sobre el monte Albano, cerca de Aricia, á pocas mi
llas de Roma, cuyas ruinas todavía existen; y al mismo bos—
que fué con el tiempo trasladado el santuario de Diana, con
vidada, como aquí dice, por la proximidad del de Júpiter Al
bano. El gran sacerdote de Diana Aricina disfrutaba título de
rey, y era escojido entre los esclavos fugitivos; pero para con
seguir su empleo de gran sacerdote, era principal condicion
en el aspirante haber asesinado á su predecesor. El hecho á la
verdad pareceria fabuloso si no estuviese acreditado por Juve
nal, Lucano, Ovidio, Valerio y otros muchos escritores.
220

NOTA 19. PAGINA 197. V. 13.

Diluvia: en densa nube fugaz nace


El rayo.....
Véase á Homero (Iliad. XVI, v. 384).

Como suele en los dias del otoño


Hórrida tempestad sobre la tierra
Descargar su furor....................
• • • • • y sus riberas
Dilatan con las lluvias acrecidos
Los rios mas pequeños; y en los montes
Hinchados los torrentes espumosos,
Se precipitan de la cima al valle
Arrastrando consigo las laderas,
Y en horrendos bramidos son llevados
A la mar, y devastan las campiñas
Que el labrador aró.....
(Trad. de G. Hermosilla.

NOTA 20. PAGINA 198, V. l.

Triste ya cuatro lunas, e impaciente


Vió. Tiffs borrascosas y ceñudas.
El lunam quarto densan videt imbribus ortu.

Acerca del sentido de este pasage veo desavenidos á los


comentadores é intérpretes. Unos, como Nisard, traducen el
cuarto dia de la luna; otros, como Dureau de la Malle, el cuar
to mes lunar; sin que por otra parte tengamos, cual en otras
ocasiones, el recurso de acudir al testo de Apolonio para rec–
tificar el de Valerio, en cuanto el épico griego se contenta
con decir que, entusiasmada la ciudad con la llegada de los
nuevos huéspedes,todo era en ellabailes yfestines, pero que
el momento de navegar, de dia en dia se dilataba.
"Apóon 'el; zo àe 3 u.ato; ev
vzons… - ---

(Arg., lib. I, c. 86l.)


23()
En tal incertidumbre, bien que apremiado el traductor
por la necesidad de abrazar algun partido, optó por el segun
do dictamen,fundado sencillamente en el v.423 de este mis—
mo libro, per hunc utero quem linquis Jasona mostro. Aquellas
palabras tan terminantes, tan esplícitas, que, dirigidas por
Hipsípila al jefe tésalo, no hubieran pasado de una vaga e
inmodesta jactancia pronunciadas á los cuatro dias del arribo
de este al puerto, á los cuatro meses se convierten en una
especie de justa reconvencion, apoyada en la seguridad que
da la evidencia, y es por consiguiente mas propia de la dig–
nidad épica. Así lo comprendieron sin duda los otros dos poc–
tas latinos que hablaron del tránsito por Lemnos de los Ar—
gonáutas. Un año, supone Estacio, fué la permanencia de
ellos en la isla, y aun Ovidio la estiende á tres. Mas no porque
Valerio sea entre todos el que mas la limita, queramos redu
cirla á tan pocas horas que desmienta las citadas palabras
de la reina de Lemnos,y aun las de Jason, quien, como ten
dremos ocasion de espresar despues (v. 408 del original), no
estaba al despedirse de Hipsípila ajeno de que, segun la gra–
ciosa frase del Dante,

Lasciolla quiri gracida et soletta.


(Inf., c. XVIII.)

NOTA 21, PAGINA 199. V. l.

Si, empero, mas las rocas del Egeo


Morar te agrada en lánguidos p/aceres;
¡A dios! con Telamon.....

y si quisieren
Todos huyan tambien á sus hogares
- que Esténelo y yo solos
Combatiremos hasta ver de Troya
Por tierra la muralla, pues venimos
A guerrear, por la deidad guiados.
(Iliad., IX r. 46.)
231

NOTA_22. PAGINA 199, V. 9.

Así enervado en paz de larga dura


Suele flojo tal vez, corcel guerrero.....

Véase T. Tasso en su Jerusalén (canto XVI).

Como altivo corcel, que del penoso


Honor de la batalla fué apartado,
Y lascivo marido en vil reposo
Suelto pace la yerba entre el ganado,
Si oye el clarin óve fierro lustroso
Allí se vuelve con relincho osado,
Y ya el ginete y el arnés y espuela,
Y el encontrado choque ardiente anhela;
Así el garzon, cuando el bruñido acero
Sus ojos alumbró con chispa leve,
Aunque en muelles cadenas prisionero
Consumiéndose está, y en ocio aleve,
De aquel su duro espíritu guerrero
Siente que el noble impulso le conmueve,
En tanto Ubaldo acércase, y desnudo
Le enseña el terso diamantino escudo.

(Trad. del Sr. Pezuela.)

NOTA 23, PAGINA 199.

El mismo pasage anterior.

Brevis in laevos piger angitur orbes.

«El caballo, enervado durante una larga paz, sefatiga bre


viter, pronto, en los ejercicios del picadero.» La feliz ocurren
cia de la Malle, de haber considerado á brevis como adverbio,
ha comunicado á este período la claridad que, á juicio de
Burman y de Wagner, le faltaba. Supérflua por lo mismo
sería la presente nota,sino fuera por lo que creoimporta de
mostrar la analogía que existe entre el citado verso y el 132
9.32
de la célebre epístola de Horacio á los Pisones, el cual no pa
rece haber recibido hasta ahora una interpretacion comple
tamente satisfactoria. «Para argumento de tus obras puedes
»tomar, aconseja allí Horacio al escritor, publica materies, asun
»tos que ya hayan sido tratados por otros, siempre que nec
»circa villem patulum que moraberis orbem, esto es, siempre que
»no te pares al rededor de un círculo mezquino, etc.» Mas
¿cuál es este círculo? esclama el Sr. Burgos en sus eruditas
notas al Arte poética; y la respuesta que se da á sí propio no
parece le deja muy satisfecho, En igual incertidumbre res
pecto de la verdadera inteligencia del verso horaciano, se
muestra otro crítico no menos competente, D. Juan Gualberto
Gonzalez, en su apreciable version de la misma epístola, im
presa en l844, bien que, adelantando mas sus observaciones,
propone á los doctos, en son de consulta, interpretar la voz or
ben por escuela de equitacion ó picadero. «Quizá (añade el
mismo) Horacio aconseja aquí que no se limite el autorá dar
»vueltas en aquel círculo allanado y estrecho, patulum, villem,
sin atreverse á salir de él, como hace el ginete en las prime
»ras lecciones, en que el maestro tiene la cuerda.» (") Pasados
iban algunos años despues que el Sr. Gonzalez imprimió sus
obras, cuando tuve el gusto de consultar con él la frase de
Valerio que da motivo á esta nota, frase que sin duda con
vierte en evidencia la antedicha conjetura de mi ilustrado
amigo, quien se apresuró desde luego, en testimonio de su
convencimiento, á hacer sobre el citado pasage de Horacio
la oportuna enmienda. La traduccion impresa (Madrid, im
prenta de Alegría) dice:
La pública materia hacerla tuya
Con derecho podrás, si te guardares
De girar en el breve y despejado
Círculo en derredor de tu modelo.

(*) Porsi alguno de mis lectores pudiese haber reparado el silencio


en este punto del mas moderno traductor español del Arte poética, que
lo es el distinguido humanista y benemérito escritor D. Raimundo de
Miguel, no estará de mas hacer presente, que la edicion de las obras del
Sr. Gonzalezfuémuy corta, como que la modestia del autor la hizo solo
para repartirla entre sus amigos; y por lo mismo personalmente me
consta que la primera noticia habida por el Sr. de Miguel de la version
de D.Juan Gualberto, fué muchos meses despues de haber publicado él
la su va
233
En el ejemplar de la misma, que, con copiosas correccio
nes del autor, guardan sus herederos, consta en este período,
desde el hemistiquio del segundo verso, la variacion si
guiente:
..... si no te ciñes
A reducido círculo, girando,
Novel ginete, en la compuesta arena.

Concluyo, pues, pidiendo dispensa á mis lectores de esta


larga digresion, á que me ha impulsado por una parte el de
seo de contribuir á fijar el genuino sentido del precepto de
Horacio, y por otra el de honrar la memoria póstuma de un
amigo tan querido como benemérito.

NOTA 24, PAGINA 201. V. 21.

Y ciega al cuello del doncel se anuda.


¡ Misera esposa ".....

En la nota 39 del libro I, describiendo las despedidas en


Yolcos, creí dar muestra de mi imparcialidad, haciendo notar
la ventaja de Apolonio sobre Valerio en la manera como su
pone que corresponde Jason á la ternura de su madre; y del
mismo modo ahora, no puedo menos de llamar la atencion á lo
silencioso que Valerio presenta á su héroe despues de la sen
sible y apasionada despedida de Hipsípila. A lo menos en el
poema griego, Jason, ya que tampoco muy espresivo, escusa
la ausencia con la precision de cumplir su destino, encargan
do á la reina, que si la suerte de él fuese perecer en la espedi
cion é Hipsípila tuviese algun niño, cuide de enviarle á la
pelásgica Yolcos, á fin de que sirva de consuelo a los padres de
Jason en su orfandad.

Térre pv 6azyz Ileazado: voy lo)zo,


rap " épp .2 pp. 8ó; à.o.
(Arg., lib. I, r.906)

Hablando en general, puede asegurarse que los clásicos


antiguos, especialmente los latinos, espresan el lenguaje del
amor en boca de los hombres, además de mucho menos apa
sionado que los modernos, harto mas egoista; y de esto ni
16
231
aun el mismo Virgilio, con ser tan tierno, se esceptúa. ¡Qué
contraste en efecto ofrece la sensible y desesperada Dido con
el calculador y por demás reflexivo Eneas, que, oponiendo á.
todo el falta obstant,

Ni lamentos ni lágrimas le ablandan;

y á poco en su nave

Ya cierto de partir se entrega al sueño !

NOTA 25, PAGINA 202, V. 15.

Por mí, isla santa, ¡paz á tu secreto!

La Samotracia, hoy Semendraki, isla próxima á la costa


de Tracia, se hizo famosa por el culto dado allí á Ceres, y aún
mas por las estrañas ceremonias y el sigilo profundo con que
se celebraban los misterios de los dioses Cabiros, á los cuales,
como dice Apolonio (Argon., lib. I, v. 921), hasta nombrarlos
está redado: tà pèy oó 6 t; ápty äetðe . Acerca de la importan
cia de estos misterios, introducidos en Grecia, segun parece,
por los fenicios, hablan con variedad los autores, pues al paso
que algunos se burlaron de la exagerada reserva con que se
procuraba rodear aquellos actos, no faltan otros que califican
su institucion de eminentemente social, como que servia, di
cen, para enseñar á los iniciados el conocimiento del Sér
Supremo, la doctrina de la providencia y de la unidad de
Dios y el dogma de la inmortalidad del alma, inspirando á los
hombres el amor á la justicia, etc. Instruidos en estos ritos
los principales personages de la antigua Grecia, natural es
suponer que los Argonáutas aprovechasen la ocasion del trán
sito para obtener aquella honra, tanto mas cuando era opinion
comun, que los que la alcanzaban no tenian que temerá las
tormentas, pues, como se dice en el poema de los Argonáutas
atribuido á Orfeo, á todos los hombres son provechosos estos ri
tos, pero en particular á los marinos.

pz á2 av éapow w0póoroz
77öe 0-o) tr: orov rotip7v ezarot.;.
(Orph., Arg., v. 467.)
23

NOTA 26, PAGINA 202, V. 23.

En pedregoso fondo al pie de un cerro,


Asiento de Illion, se enclara el ferro.

Pasada la isla de Imbros, situada al S. de la Samotracia.


vienen á anclar al pie del cabo Sigeo, promontorio de la
Troade á la entrada del Helesponto. El rio Iris, á cuyas már
genes, dice Humboldt en su Cosmos (tom. 2º cap. l.º) poseia
desde muy antiguo una heredad la familia de S. Basilio,
quien compuso en aquella agreste soledad algunas de sus
doctas obras, nace en la Armenia, riega las campiñas del
Ponto y va á perderse en el mar Negro.

NOTA 27, PAGINA 203, V. 12.

¿Oyes? voz de muger..... son de lamento.

Véase la imitacion de Ariosto. (Canto XI.)

De la pelada roca
A un tiro de ballesta se coloca
El héroe, cuyo oido
Viene á herir un gemido
Débil, cansado, perceptible apena.
Por la desierta arena
La vista al punto hácia su izquierda tiende.
Y atada á un tronco, á cuyo pié se estrella
La cólera del mar, una doncella
Desnuda ve, cual del materno seno
Salió; mas el terreno
Que de ella la separa, y de su frente
La actitud consternada, no consiente
Al paladin reconocer quién sea.
(Trad. de D. Augusto de Burgos.)
9:

NOTA 28, PAGINA 203, V. 20.

Tropel de mozos deja la cabaña.

Magalia ó mapalia, que aquí usa el autor, son barracas con


techumbre de cañizo, de las que se forman los aduares afri
canos, la cual debe ser allí costumbre muy antigua, pues ya
Virgilio en su Enéida (IV, v.259), hablando de la fundacion
de Cartago, dice: Y luego que (Mercurio) fijó la alada planta en
la ciudad, donde cabañas fueron. (Trad. de Apecechea.) El docto
orientalista Caussin de Perceval hace notar la semejanza de
estas voces magalia ó mapalia con la árabe nauvail. Aun si
cabe, podremos añadir, mayor es en castellano la analogía de
magalia con majada, y la de nawail con magüela, casa pajiza ó
pobre, voz anticuada pero castiza (v. el Diccionario de la
Academia), que conserva afinidad tambien con la voz Nava ó
Varas, tan comun en nuestra Península para distinguir va
rias poblaciones. De hebreo califica su origen el P. Yepes en
la historia del Santo Niño de la Guardia (l), bajo la acepcion
de habitáculo, choza, majada ó cabaña, y aun asegura haber
visto en un castillo perteneciente al marqués de las Navas, un
fragmento de lápida antigua con estas palabras: magalia
quondan.

NOTA 29, PAGINA 204, V. 21.

Harto lamento que mi estirpe sea


La de Ilo augusto......
Troya, cuyas ruinas se ven hoy todavía cerca de la aldea
turca de Bounarbachi, en la Natolia, se llamó Illion, por ha
ber sido su fundador Ilo, hijo de Tros y hermano de Ganime
des. Reinando en ella Laomedonte, trató con Apolo y Neptu

(1) Libro curioso y ya muy raro, impreso en 1583, en San Geróni


mo de Madrid, cuya detenida lectura debí á la fina generosidad
del Sr. D. Valentin Carderera, tan conocido por su amable trato,
como por su selecta erudicion y literatura, de que el laborioso autor
de la Iconografía española da con frecuencia al público espléndidos
testimonios.
237
no, lanzados á la sazon, segun la mitología supone, de las
mansiones celestes, de que le amurallarian la ciudad; lo que
ejecutaron. Mas habiendo rehusado Laomedonte pagarles la
cantidad estipulada como precio de la obra, Apolo, en pena
de tamaña deslealtad, castigó al pais con la poeste, y Neptuno
con enviarle un monstruo que hizo grandes estragos en
aquella tierra, ya de antemano asolada por una tremenda
inundacion. Consultado por los atribulados troyanos el orácu
lo, respondió que las calamidades no cesarian mientras en
cada año no se espusiese una doncella casadera á la voraci
dad del monstruo. Hesione, hija del rey, fué la última á quien
tocó esta triste suerte cuando el tránsito de los Argonáutas
por aquellas playas, y librada por Hércules, el monarca, en
pago de tan gran favor, le prometió los caballos que Júpiter
habia regalado á Tros para consolarle del rapto de su hijo
Ganimedes. Infiel de nuevo Laomedonte á su palabra, Hércu–
les mas adelante castigó su ingratitud. Los mitólogos discor
dan bastante en varios pormenores de la narracion anterior:
mas en una galería de la villa Albani, fuera de la puerta Sa
laria en Roma, tuve el gusto en 1862 de admirar un preciso
mosáico antiguo, que representa este pasage en igual forma
que Valerio aquí lo describe.

N()TA 30, PAGINA 205, V. 8.

Un dragon colosal se alzó en las ondas.

Al reflexionar sobre la magnitud y fiereza del monstruo


marino aquí citado, lo primero que ocurre es creerla una de
aquellas invenciones hijas de la aficion á lo maravilloso que
reinan en siglos de ignorancia, como con oportunidad
escribe Quintana en la vida de Guzman el Bueno, tratando
de la serpiente alada que algunos cronistas de la casa de Me
dina-Sidonia, aseguran fue muerta en los campos de Fez por
el héroe de Tarifa. Esta es, en efecto, la hipótesis mas pro—
bable: no pienso, sin embargo, se gradúe de inoportuno el
hacer mencion de un interesante artículo, que bajo el título
de animales apócrifos, trae el tomo XXIX de la Revista britá—
nica perteneciente al año de mil ochocientos cuarentay seis,
con datos curiosísimos relativos á monstruosos dragones, pa
recidos al que nos describen este y los siguientes versos, y
238

que tanta fama alcanzaron en la antigüedad. Dejando á la


supersticion popular ó á la fantasía poética de los mitólogos
el recuerdo de una gran parte de caprichosas invenciones,
no se muestra el autor inglés lejos de juzgar que no pocas de
otras horrendas alimañas puedan lhaber venido á calificarse
de fabulosas, por la completa estincion de sus razas. Cuando
la ciencia, fundada en modernos descubrimientos, ha logrado
probar la verdadera aunque remota existencia del pterodác
tilo, del megalosauro y de otros animales admirables por las
estrañas cualidades de que estaban dotados, muchas de
ellas contradictorias á los ojos de los naturalistas, no se com
prende ese escepticismo tan desdeñoso hácia especies análo
gas, cuya memoria conserva la tradicion. El hecho es que la
sagrada Escritura hace referencia del gigantesco Leviatán,
contra quien dice Job no valen coraza ni lanza, y el cual, se
gun se deduce del testo de Isaías (cap. XXVII), es distinto de
la ballena; que Plinio pondera el volumen y la fiereza de la
gran serpiente de mar; y en fin, que la mas ó menos fre
cuente aparicion en los mares del Norte de aquel voraz y
enorme cetáceo, se acredita por una multitud de testimonios
antiguos y aun modernos, citados por el referido artículo de
la Revista. Así es que de todo viene á deducirse la posibilidad
de que el bellua monstrum ingens, vencido por Hércules en el
cabo Sigeo, no hubiera sido completamente una ficcion fan
tástica, pues el mar (como dice Oppiano en su poema de la
pesca, lib. I, v. 85) es profundo e inmenso, y muchos son los mis
terios que oculta, y que ningun mortal podrá descubrir.

Ilo)) " (repean 29 perpo626;re62)zcaz)


éxportz, rá zev o t; siez pú6/azto
0»rö; èov"

NOTA 31, P.AGINA 206. V. 6.

No igual horror el Erimanto umbrio


(ausala, ni el selvático Nemea.....

Valerio compara aquí el triste aspecto que ofrecian los


campos de Troya, con la desolacion que cubria los de Nemea.
Lerna y Erimanto en tiempo en que sus respectivos mons
truos los infestaban. Véase como Teócrito pinta semejante
939
calamidad en las campiñas de Pisa. Es Hércules quien habla
del terrible leon. «Era medio dia..... y yo no podia descubrir
»en todos aquellos campos, ni un pastor ni un labriego á
»quien preguntar: el pálido miedo tenia á todos encerrados
»en sus cabañas, etc.»
izoz y tò parú........
obðe piev v0portov t; y āri 3oua zz po;
zóguevo; arropuoso ö” a Azzo;,öwrv'èpory
äXXä xxt az0io: y}\topöy öo; etyev éxzarov.
(Idil. XXV, v. 216.)

NOTA 32. PAGINA 206, V. 12.

Surge el fiero animal.....

Aquí continúa la imitacion de Ariosto (canto XI), princi


piada á citar anteriormente.

En esto hasta su Centro


Estremece á la mar alto bramido;
Y en las hinchadas olas suspendido
Llega el monstruo feroz. Cual nube parda
Que del húmedo valle se desprende;
Y que la tierra en envolver no tarda,
Su inmensa mole asi la fiera estiende
Por la anchurosa mar. Con faz tranquila
Vele Orlando llegar, y como un hombre
A quien nada hay que asombre,
Sereno aguarda al monstruo formidable.

El monstruo enorme es llamado por el autor pestis, como


sinónimo de pernicioso, asolador. AEpuoreae pestes, monstruos
del mar, dijo Virgilio; y aun en castellano usa esta palabra
en igual acepcion D. Juan Maury, á quien creo en cuanto
á pureza de lenguaje una respetable autoridad. Así dice:
Tal su reciente presa, encarnizada,
La sierpe de su líbico desierto
Levanta la cabeza al sol; y este
Envuelve en brillos la tremenda peste.
(Esvero y Almed., cant. IX. )
24()

NOTA 33, PAGINA 207. V. 3.

Y Orion, si la cuádriga humeante


De su padre rebelde se le empina.

¿Podrá haber aquí alguna equivocacion por error de las


primitivas copias? Esta pregunta me he hecho á mí mismo
siempre al leer este pasaje del texto. De otro modo no se com
prende cómo á Orion, que en el libro l.º le figuró el autor una
estrella, y mas adelante (lib. IV, v. 123) lo veremos como un
gigante que, herido mortalmente por Diana, ocupa en el Tár
taro un espacio inmenso, ahora se nos representa como un
númen marino. A la verdad no es nuevo en la mitología en
contrar tamañas contradicciones.

NOTA 34. PAGINA 207, V. 21.

Así Aquilon, que el Hebro ya suspenso


Bajo el hielo dejó.....

Hebro (hoy Maritsa), rio de la antigua Tracia.—Montes Ri


feos, llamados tambien Hiperbóreos, cadena de montañas por
lo general cubiertas de nieve, de cuya situacion se habla con
vaguedad entre los escritores antiguos, por falta de conoci
mientos geográficos.

NOTA 35, PAGINA 208. V. 5.

Como el áspero Erir.

El Erix (hoy monte de San Julian), en Sicilia, célebre en la


antigüedad por su templo de Venus.
24.1

NOTA 36, PAGINA 2ll, V. 7.

Y el hurto de su aljaba, que funesta


Sabe ha de ser dos veces al troyano.

Dos veces fueron funestas á Troya las flechas de Hércu


les, emponzoñadas con sangre de la Hidra: la primera cuando
el semi-dios volvió á tomar venganza de la mala fe de Lao
medonte;y la segunda cuando Páris fué mortalmente herido
por estas mismas saetas, que Hércules habia legado á Filoc
tetes, hijo de Pean, «quien (dice Orfeo) dió muerte al femen
tido (al seductor) Páris.»

"Extzve " repora IIápy IIotáwto; po;.


(Lithica Ophites, v. 14.)

NOTA 37, PAGINA 211, V. 19.

Por la orilla, que á Dárdano y á Ilo


Consagra en jaspe sepulcral asilo.

Ilo y Dárdano, cuyos sepulcros se divisaban en la llanura,


eran los fundadores de Troya. (Véase antes, nota 29.) .

NOTA 38, PAGINA 213, V. 13.

Dile que no vago errante


Por las calladas riberas.

Heles, hermana de Frijo, de cuya historia hablamos en


el libro primero, alude aquí á la creencia de los antiguos, de
que las almas de los muertos vagaban errantes por las orillas
de la laguna Estigia, mientras á sus cuerpos no se daba se
pultura. «Tú me sepulta,» dice á Aquiles dormido el alma de
Patroclo (I7iada, lib. XXIII, v. 7l),

Porque pronto pase


Del Averno las puertas; pues las almas,
249
Que imagen son de los que ya murieron,
Lejos de allí me apartan, ni permiten
Que pasando del rio á la otra parte,
Yo me junte con ellas; y afligida
Y en derredor errante del alcázar
Vaga mi sombra. Alárgame tu mano,
Y la última vez sea; que á tu vista
Ya no volveré mas, desde que el fuego
A cenizas reduzca mi cadáver.

(Trad. de Hermosilla.)

NOTA 39, PAGINA 213, V. 23.

Sin que en ellos el de Ino


Por nada que envidiar tenga.

Ino, perseguida por su marido furioso, segun antes diji


mos, se arrojó con su hija Melicerta en el golfo Sarónico (hoy
de Atenas), y fué, segun la mitología, reconocida por diosa
de este mar bajo el nombre de Leucotea. Tambien Glauco y
Cimotea son deidades marinas, así como Panopes, de quien
igualmente hicimos mencion.

NOTA 40, PAGINA 214, V. 9.

Y pasa entre ciudades que en estrecho


Hondo canal ciñendo la marfiera.....

Digna de elogio es esta descripcion del estrecho de los


Dardanelos, no menos que el recuerdo de la invasion, ya pau
latina (longus labor) ya violenta (pelago pulsante), con que en
tiempos muy anteriores á la memoria de los hombres, los rios
confluentes al mar Negro, haciéndole desbordar y abrién
dose paso á través del Bósforo, se hubieron de esparcir, segun
opinion de Estrabon, que es la misma de Plinio y de Tourne
fort, por una vasta llanura hasta el pié de las montañas de
Tracia y Frigia. Con vigorosa concision pinta Valerio aquel
sitio, célebre por los graves sucesos de que en varias épocas
ha sido teatro, no menos que por lo bello de su perspectiva.
con la cual ninguna es en el orbe comparable. «Lo grandioso
243
de su situacion es tan sorprendente, dice nuestro compa
triota Badía (Viajes de Ali-Bey, tomo III, cap. l3), que vista
una vez no es posible se borre jamás de la memoria.» La cir
cunstancia notable en que convienen los viajeros, del diverso
aspecto que allí presenta la naturaleza en las dos costas fron
terizas de Europa y Asia, áspera y montuosa aquella, y esta
llana y despejada, sabe aprovecharla con oportunidad Maury
para su imaginaria Helbrida, de la cual dice:
Con los amenos bordes de este lado
Forman fiero contraste los opuestos:
De enormes rocas confusion fragosa
Cual sobre Pelíon, Olimpo y Osa,
Restos de inmemorial hórrido estrago
Hermosos en su horror. Mas ya vecina
Participa á esa orilla el dulce halago
Que mayo en la contraria determina.
(Esv. y Al., cant. VII.)

NOTA 4l, PAGINA 214, V. 19.

Tembló del Tauro el colosal cimiento,


Y el Atlas, rey, que en Africa domina.
El poeta llama rey al monte Atlas, porque esta montaña de
Africa era considerada por los antiguos como la mas elevada
del globo. Así Hesiodo, en su Teogonía, le supone un jigante
que en pie sostiene con su cabeza e incansables manos la bóveda
celeste.
"Az; " oópavöv eöpov ye.....
ëatmo, zea) te xzi. «xuáta: yápeaz.
(v. 517.)

El estremecimiento del monte Atlas en los grandes cata


clismos aquí citados, no puede ser mas verosímil. En cuanto
al que se cree tendria lugar al abrirse el estrecho de Mesina,
la suposicion es tanto mas plausible, cuanto los modernos es
tán conformes en considerar las montañas de Sicilia, aunque
segregadas por el mar, como un anillo de la cadena que viene
formando el Atlas al través del imperio de Marruecos y por el
litoral de Túnez y Trípoli. (La terre et les mers, description, etc.,
par Louis Figuier, pág. 15l.)
244

NOTA 42, PAGINA 214, V. 21.

Mas ya Percotes queda á sotavento.....


Y Lampsaco.....

Los Argonáutas, siguiendo su viaje por el estrecho de los


Dardanelos, pasan á vista de poblaciones que embellecen sus
orillas, distinguiéndose entre todas la que aún conserva el
nombre de Lampsaki, cuyos habitantes, consagrados enton
ces al culto de Venus, no acostumbraban celebrar las estre
pitosas fiestas de Baco y de Cibeles. El epíteto de Ogigia apli
cado á esta última diosa, significa natural de Tebas, ciudad
llamada Ogigia en memoria de Ogiges, uno de sus reyes pri
mitivos.

NOTA 43, PAGINA 215, V. 9.

Península que áflor del mar blanquea.....

La Propóntide es hoy conocida con el nombre de mar de


Mármara. La península de Cizico es notable todavía por su fer
tilidad, si bien de su capital solo quedan ruinas al pié de un
monte. He visto la descripcion de todo aquel pais, en el viaje
por el Ponto Euxino de Mr. Chevalier, y es admirable la con
formidad de los puntos principales con la pintura que de ellos
hace Valerio. El promontorio Ancyreo, del Ancora, conserva
topovía este nombre, debido á la circunstancia que menciona
Apolonio (lib. I, v. 957), pues segun él dice, allí, por consejo
del piloto Tifis, dejaron nuestros navegantes un ancla (con
sagrada despues á Minerva), y tomaron en su lugar otra mas
á propósito por ser mas pesada.

tepov '3).ov, a: äppe, 3p6óv.....


245

NOTA 44, PAGINA 216, V. ll.

Del escita y bebrir hemos proscrito


Culto sangriento.....
Bebrices, pueblos feroces de Bitinia, de que se hablará en
l libro siguiente.

NOTA 45, PAGINA 216, V. 17.

Aderézanse estrados en que brilla


Oro con ricas piedras.....

Toda esta magnificencia en el convite, así como la riqueza


de la vajilla y la perfeccion de sus grabados ó bajos-relieves,
son tanto mas verosímiles, á vista de lo general que es entre
los escritores antiguos la opinion de que la corte de Cizico
era muy opulenta: así Plinio elogia el primor de sus artistas,
y Estrabon la grandeza de sus antiguos arsenales.
2. 4 7

ARGUMENTO DEL LIBRO) III.

Los Argonáutas, despues de tres dias de descanso en el puerto


de Cizico, emprenden de nuevo su viaje, colmados de presentes por
aquellos obsequiosos habitantes, que la fatalidad habrá de conver
tir bien pronto en enemigos.—Es el caso que Cizico habia muerto
en la caza á uno de los leones destinados á conducir el carro de
Cibeles, y colgada la piel del animal en el pórtico de palacio, la
diosa, ofendida de aquel agravio, escoje á los Argonáutas para
instrumento de su venganza. Al efecto infunde al piloto Tifis un
profundo sueño, y mientras la nave, sin gobierno, virando insensi
blemente é impelida despues por las corrientes, torna todavía de
noche al puerto de donde habia salido hacia pocas horas, y causa
terror pánico entre los sorprendidos moradores de Cizico, los cua
les, creyéndose acometidos por los pelasgos, bajan armados á la
playa en guisa de defensa.—Combate nocturno muy sangriento, en
que los griegos hacen prodigios de valor, y Jason da muerte á Ci
zico sin conocerle.—Las huestes del rey se replegan en fuga á la
ciudad.—Amanece, y á la luz del dia el funesto error se des
cubre.—Pena y vergüenza de los griegos.—Jason deplora la in
fausta suerte de su augusto amigo.—Desconsuelo de la viuda.—Fu
nerales.—Abatidos los Argonáutas á vista del sangriento fracaso,
se muestran desanimados para continuar la empresa.—Mopso, con
sultado por Jason, los anima, escitándoles á la espiacion de la in
voluntaria falta.—Ritos y ceremonias espiatorias.—Los griegos,
reembarcados, tornan á bogar.—Hércules lo hace con tanta vio
lencia que rompe su remo, y á fin de que lo reemplace, la nave toca
de arribada á la costa de Misia, á cuyos montes sube Hércules
acompañado de Hilas.—Bien pronto el eco repite los formidables
hachazos del héroe, mientras en la misma selva las ninfas se di
vierten en la caza.—Juno, que aborrece á Alcides, no pierde la
coyuntura de saciar en el su rencor, robándole su joven compañe
ro.— Una ligera náyade, escitada por la diosa, se enamora de la
singular hermosura de este; y al tiempo que Hilas se aleja de su
protector, corriendo en vano á los alcances de un ciervo, la ninfa
248
atrae á su fuente al sediento mancebo, y abrazada á su cuello le
sumerje en el raudal.—Hércules en esto, ignorante de la triste
ocurrencia, baja de la montaña cargado de robustos troncos, lison
jeándose de encontrar á Hilas provisto de sabrosa caza; pero en
balde le llama, asustando con tremendos gritos el campo, que corre
en todas direcciones; la noche viene, y el amado joven no respon
de.—Los griegos aguardan á Alcides durante algunos dias con an
siedad, mas á vista de la tardanza, y de que los vientos son favo
rables, los pareceres se dividen, y la mayoría, escitada por Melea
gro, opina, contra Telamon, que el viaje debe seguirse sin mas de
mora.— Jason cede á sus estímulos, no sin verter lágrimas por el
ausente compañero que queda abandonado en esta solitaria costa.
24)

LIBRO) III.
--O-e

Tercera vez el sol rayó en Oriente


Y al piloto sereno mar convida:
El pueblo, que dejar al huésped siente,
Le abraza tierno y llora su partida,
Al puerto con él va, rico presente
De reses y de trigo, en despedida
Le ofrece, y vino que, del mar tributo,
Es de la opíma Lesbos dulce fruto.

Con Jason marcha Cízico lloroso,


Que espléndido le da ropa bordada,
Primer don de su amor, el yelmo honroso
Del caro padre y su invencible espada;
Aceptando á su vez del generoso
Adalid una copa cincelada,
Un freno de Tesalia, y un abrazo,
Señal de eterno, cariñoso lazo.
17
250 -

¡Ah! ¡cuán presto, infeliz, golpe sañudo


Le romperá! Mas ¿quién amigas manos
Con hostiles aceros armar pudo?
¿Quién hacer enemigos los hermanos,
Y dictar retos al clarin agudo?
¡Musa! tú lo dirás, que los arcanos
Penetras de los dioses: tú nos cuenta

Tan fieras iras, noche tan sangrienta.

—Antaño cabalgaba el rey, contento,


Ojeando un monte, al rito consagrado
De Cibeles cruel, y en su ardimiento
Hirió á un leon, al tiro aleccionado
Del carro de la diosa, cuando exento
Manso tornaba al yugo acostumbrado:
En hora aciaga el rey, testa y melena
Clavó de su palacio en una almena.

Agravio tal Cibeles nunca olvida,


Y como hasta vengarse no reposa,
Al ver tanto pavés en la atrevida
Nave, desde su sierra estrepitosa,
Horrendo fin prepara al leonicida.
Del rencor celestial Argo hazañosa
Va á ser ministra; Cízico y su tierra
Arderán presto en furibunda guerra.
251

Era noche; los astros suave peso


A los párpados mandan; bullidora
Brisa aduerme las olas con su beso,
Y, sin remos, el mar surca la prora.
En bonanza el bajel pasa á Procneso
Y á Rindax en su barra (que colora
Por largo trecho el golfo) y dobla el cabo
Silax, escollo, en su rompiente, bravo.

Tifis á viento y astros pide guia;


Ya consulta el Ocaso, ya el Oriente:
Mas sueño, el cielo, insólito le envia,
Y es vano afan que resistirlo intente;
Sus ojos suave bálsamo rocía,
Y la mano el timon suelta indolente;
El viento cambia; el barco, en rumbo incierto
Virando, torna al conocido puerto.

Surje: y en tierra al par clarin y estruendo,


Los enemigos son, rebato suena,
K" el puerto en su poder..... Al grito horrendo
Despierta la ciudad en susto y pena:
¿Qué mucho, si es un dios, por sí tremendo
Y obediente á Cibeles, quien ordena,
Para saciar susiras y rencores,
Tal confusion, tan hórridos clamores?
252

Es Pan, dios de los bosques y la guerra,


Que si de noche, trasgo, el yermo asusta,
Al sol en hondas grutas se soterra:
Crin cubre su ancha espalda y faz adusta;
Mas que cien trompas su alarido aterra;
Suena, y las torres hunde, la robusta
Hueste desarma, y al valiente auriga
Despeña, disparada su cuadriga.

No espanta así de Marte la cimera,


Ni de las Furias el feroz peinado,
Ni entre espectros de horror Medusa fiera
En fuga pone al escuadron armado;
Como al grito del numen (burla artera)
Rediles rompe súbito el ganado,
Y aventados bufando los becerros,
Ciegos hiendenjarales, salvan cerros.

El eco llega al rey: pardas visiones


Huyen, que de su sueño eran fatiga;
Alzase inquieto; deja los salones;
Belona allí (¡cual cruje su loriga!
¡Cuál roza con su airon los artesones!)
A la lid, nudo el brazo, al rey hostiga;
Y en pos, él docil va por la muralla,
¡Ah sin ventura! á su postrer batalla.
253

Tal Reto, á cuya vista (se la empaña


El vaporoso jugo de Liéo)
Doble aparece el antro y la montaña,
Se lanza contra Alcides y Teseo;
O Atamas, que sin juicio ¡triste hazaña!
Por carga torna alegre del ojeo,
Cual res al hijo muerto por sus manos,
Y estremece su aspecto á los tebanos.

Cizico, ya en campaña, tras sí lleva


Guardia que en la embestida le secunde:
La alarma en pos arrastra gente nueva
No bien su voz en el recinto cunde;
Mas en tanto á los nautas pone á prueba
El pavor que la duda les infunde,
Al vislumbrar en playa ignota aceros,
Y arneses do reflejan los luceros.

«¿Cómo, dicen, pensar que vigilante


Colcos ya nos aguarde?» Una saeta
Rauda sobre el bajel pasó rehilante,
Y á oscuras cada mano un arma aprieta:
Jason su casco asiendo, en voz vibrante
Esclama: ¡O padre! tú mi estreno aceta.
¡Amigos/ Colcos es la que miramos.
¿Hay honra que yanar y lo dudamos”
254

Cual Marte deja el célico palacio


De los clarines al acento agudo,
Y á lid convoca al belicoso Tracio,
Jason de su bajel salta forzudo;
Siguenle todos, sin dejar espacio
De cuerpo á cuerpo ni de escudo á escudo;
Muro de bronce que romper no puede
Jove, ni de Belona al golpe cede:

Sin vacilar, de Marte y sus bridones


El empuje tremendo resistiera:
Tal escuadron de pardos nubarrones,
Que entolda el sol y al cerro se aglomera,
Resiste firme roncos Aquilones
Y sus furias inmovil exaspera;
Ya contra el campo o contra el mar se forme,
¿A quién no asustará su grupo enorme?

En medio de la horrible zalagarda,


De los muros en esto llameante

Pez llueve,y piedras, que á la hostil vanguarda


Honderos lanzan con afan pujante;
Ella en cauto silencio quieta aguarda
A que el furor primero se quebrante.
Ya el bulto colosal ven de Corito,
Y su fúlgido arnés Mopso y Eurito.
255

El miralos tambien, y ceja al brillo


De sus armas, cual huye del torrente
Por aluvion hinchado, un pastorcillo
Viendo troncos rodar en su corriente.

Venga, venga mas cerca ese caudillo,


Tideo le gritaba, lo valiente
A ver si corresponde á lo galardo.....
¿No? Pues que la distancia acorte el dardo.

Y le dispara, y el gigante en suelto


Raudal de sangre vomitó la vida:
A Iron, Coto y Bienor, aunque resuelto
Mas que su padre, fierro los trucida:
Que fierro y muerte en confusion envuelto
Do quier ve el pueblo. Así de mal regida
Nave entre escollos se quebranta el casco
En las traidoras puntas de un peñasco.

En la ciudad la turbacion aumenta:

Geniso en vez de espada, que su esposa


Le escondió, sacudiendo se presenta
Con pujante vigor un hacha humosa,
Y al mísero su luz alegre ostenta.
Celebraba Medon con fe piadosa
Nocturno sacrificio, henchida el ara
De ofrendas; y á la súbita algazara
256

Manjar intacto y vino, yermo lecho,


Siervos en vela, todo lo abandona;
Y rico manto (¡singular pertrecho!)
Terciado al brazo, empuña su tizona;
Con Geniso á la lid corre derecho
A donde mas horrísona se encona :
Si tan distinto arnés les da la suerte,
¡Ay! no menos distinta fué su muerte.

Lumbre atizando en resinosa tea,


Furioso del adarve Fleyas baja:
El imagina que pelasgo sea
El nocturno invasor: así le ultraja,
Y entre baldones á Tadmir vocea;
Y por si en nueva lid feliz rebaja
Como antaño su orgullo, torvo y ciego
Correr se le divisa entre humo y fuego.

Seméjase á Tifon cuando en el cielo,


Péndulo del cabello que enrojece
La atmósfera, si abajo mira, el suelo
A la odiosa mirada se estremece.

La luz de Fleyas sirve de señuelo


A que Alcides sus viras enderece:
Una encorvado apunta y vuela rasa;
Arde el fierro al tizon, y á Fleyas pasa.
257

Cayó el jayan (frustrado su deseo)


Sobre la luz que en su melena prende;
Ambrox es derribado por Peleo;
A Télecon de súbito sorprende,
Ya vencedor de Etell, el grande Anceo,
Que la garganta impávido le hiende:
Y al quererle arrancar su talabarte,
En donde mas que el oro brilla el arte,

«Deja (Néstor le grita) á la fortuna


»Su primer don: al fin de la jornada,
»Si al enemigo arremeteis á una,
»Todo vuestro botin lo hará la espada.»
Y como al dicho el hecho bien se aduna,
Con Amastro cerró de una estocada;
A su ejemplo la hueste ya en guerrilla
Entre sombras destroza y acuchilla.

A Ocon embiste Flias corpulento;


Pólux á Hebro, que temblando anhela;
Jason, rey de valientes, haz sangriento
De muertos pisa y por el campo vuela
(Tal en furioso mar sañudo viento),
Y sembrando de heridos la ancha tela,
Persigue á Glaucio, que agresor se planta:
Es tarde, fierro anuda su garganta;
258

Y en voz doliente (esclamacion postrera)


Gimiendo, por sacarse pugna en vano
El dardo abrasador. A la carrera

Hiere á Proto y Halís Jason ufano,


Y á Dorcas el cantor, que audaz creyera
Emulo ser del músico traciano;
En esto Alcides su carcax desecha,
(La clava es mas segura que la flecha).

Como á banda de hacheros que arremete


Al bosque, su galan penacho inclina
Ya el fresno, ya el alméz, ya el pinabete,
Ya crujiendo derrúmbase la encina;
Así la clava atroz, cuando acomete,
Ora en huesos que rompe, allí rechina,
Ora en miembros que aplasta, allá golpea,
Y el suelo de cadáveres blanquea.

Mañero Icmen del bravo al pié se arroja


Asiéndose, mas él, que le atosiga
Fiero, grita burlon: «¿Deber te enoja
Tu fin a Alcides? Gloria es tu fatiga.»
Y le estrella cruel, ¡en qué congoja
Muriendo Icmen la voz conoció amiga!
Su sombra tarde ya la triste nueva
A sus hermanos insepultos lleva.
259

Y á ti, ¿qué te valió dar espresivo,


Ornís, á tanto rey dulce hospedaje,
Y como fiesta consagrar su arribo?
Idmon, á quien magnífico plumaje
Y yelmo diste ayer, hoy agresivo
Te vuelve por el don muerte y ultraje.
—Ya de tu padre al verte así, Creneo,
Escuchar ayes doloridos creo.

Sueño eternal tus párpados de rosa


Cierra; pueril candor, gracia, hermosura
La muerte ajó: por tu esquivez llorosa
Ninfa no verá mas la selva oscura.
—Aquel (prez de la lid, si mas piadosa
Le fuera Juno) es Hilas; su bravura
Hoy ¡gentil mozo! estrena, y con pujanza
Del arco á Sages muerte diestro lanza.

Falaz tiniebla á los mellizos bellos


De Leda ¡ó pasmo! á acometerse induce:
Cástor iba ya á herir, mas ve destellos
Del astro que en la cara frente luce,
Astro que tambien dora sus cabellos;
Y atravesando á Itís, do se trasluce
Su cinturon, que brilla hasta en la noche,
De dos áureas serpientes rompió el broche.
2(j0
La cólera de Pólux es funesta

A Tapso, Hagés y Nalces el hachero,


Y á Zidro, cuyo rostro manifiesta
Aún pálido de Cantho al golpe fiero:
A Eurimo el cazador Pólux asesta
El venablo mortal: iba certero;
Mas, propicia á su alumno por fortuna,
Brilló entre nubes súbito la luna;

Y, merced á su luz, él su garzota


Amainando, la flecha fué rasante
A perderse en la lid. Telamon bota
Su lanza contra Niso; y mas pujante
A Oselte el baladron, la triple cota
De bronce hendiendo, el fierro fulminante
Clava en el pecho y grita: ¡ Ojalá ese
De los contrarios el monarca fuese,

O cuando no, de su proyenie altiva


Caudillo, cuyo fin causara llanto.
Así diciendo, exánimes derriba
A dos hermanos Avis y Melanto,
Y á Foces el de Caria, que, si esquiva
Su patria le estrañó, lograba (tanto
Es del sagaz teson el privilegio)
En la adoptiva corte aplauso régio
261

Cual Vesubio, de noche mas rugiendo,


A los pueblos atónitos despierta,
La lid retumba con mayor estruendo
Entre el espanto de nocturno alerta:
El rebato y la sangre van creciendo;
La noche al contemplar la atroz reyerta,
El curso de los astros lenta rije,
Y su tibio fulgor al hombre aflije.

¡Noche infernal! Terminen sus horrores.....


¡O Musa! y ¿cómo, cuando mas aviesa
Tisífone, al sentir losprecursores
Cefirillos del sol, de alzar no cesa
Grupos de nubes, contra los albores
De la vecina aurora? Sombra espesa
Cubre haces, muertos, armas, y la liza,
Por instantes mas fiera, se encarniza.

En tan ciego tropel, son mas violentos


Los golpes cada vez. Decidme ¡diosas!
¿Por qué recobran múltiples alientos,
De noche, las Euménides rabiosas?
Decidme los heridos, sus lamentos
Y el crugir de las armas victoriosas,
Con que, entre ahullidos, al Estigio, manes
Arrojan los invictos capitanes.
262
Tras de sombras corriendo la campaña
Mientras Cízico, en vano se fatiga,
Piensa que en sangre de pelasgos baña
La arena, y que á rendirse los obliga
Ante su vencedor ¡cómo se engaña!
Ese falso entusiasmo, que le instiga
A contrastar así la ignota hueste,
Es ¡ó sino fatal! ira celeste.

Tal, arrastrando en el profundo Averno,


Ceo, rotos por él grillos atroces,
(A sacrílego afan, castigo eterno)
¡Ticio! ¡Saturno!!..... clama en tristes voces;
Y ¡necio! ¡espera luz en el infierno!
Mas pronto el Can ahullando y las feroces
Serpientes, de las Furias cabellera,
Tórnanle allende la infeliz ribera.

Airado con la gente allegadiza,


Furioso, el rey gritábales «¡zagueros!
»¡Osad algo sin mí! ¿no os ruboriza
»Ser solo en fiestas á Cibeles fieros?
» Allí la zambra sí que os electriza,
»Cuando al frigio compás blandís aceros;
»Ni hay seno que, á la voz del sacerdote
Herido en el altar, sangre no brote.»
25:3

Así á la dea el triste mas enoja;


Y de pronto (frenética su mente,
Yerto su corazon, su planta floja)
Rugidos en el aire y trompas siente:
Fugaces en las nubes, se le antoja
Las torres ver de la divina frente;
Y un dardo de Jason, que va derecho
A oscuras, parte al infeliz el pecho.

¡Cuánto fuera mejor para su gloria


Jamás haber las selvas conocido,
En que al son de la trompa venatoria,
Los juveniles años ha perdido!
De Jason y su hueste es la victoria;
Mas cautos siempre, escuchan el ruído
De pasos, se adelantan, piden seña,
Yven y abrazan su triunfante enseña.

A llegar á la aurora la batalla,


De Cícico la corte sucumbiera.
Todo varon (poblada su muralla
De hembras solo quizá) cadáver fuera:
Por dicha dios, que el término ya falla,
Muerto el rey, de venganza tan severa,
Sobre el éter azul do brilla el oro
De luceros sin fin, truena sonoro.
264
El trueno á las Euménides aterra

Y á Marte, cuyas puertas de estridentes


Goznes, que al Orco asustan, Pluton cierra.
Acobardados huyen los valientes,
A quienes el pavor corta la tierra,
No los nautas, por luz solo impacientes;
¡Ay! la luz viene, al fin, los montes salva;
Y ¡la amiga ciudad! les muestra el alba.

Tifis, al conocer sus capiteles,


Esclama con horror, ¡dioses marinos!
Fatal sueño nos disteis. ¡Socios fieles!
En qué sangre nos manchan los destinos!
Atónitos los griegos, sus laureles
Maldicen, y mirándose asesinos
Por héroes ¿qué mucho dé tal mengua
Pena á su corazon, pasmo á su lengua?

Pena igual tuvo Agave, ya calmado


El frenesí que Baco le inspirara,
Mirando, en vez de un toro, degollado
Por ella el hijo y de él sangrienta el ara.
—Baja en esto, con rostro acongojado,
Comitiva de ancianos; mas repara.....
Súbito reconoce al homicida.....

¡Qué horror! y en fuga va despavorida.


265

«¿A dónde huís?» tendiéndoles la mano


Grita Jason, « si fuimos agresores,
»¡Pese al ardid cruel de un dios tirano!
»Si en mal punto quedamos vencedores,
» (¡Antes nos viera muertos este llano)
»Venid; amigos somos, no traidores;
»Yjuntos, pues nos dísteis hospedaje,
»Rindamos á la muerte su homenaje.»

Turbas entonces lánzanse llorosas,


Sobre exánimes lívidos montones,
Do buscan á su bien madres y esposas
Entre ropas, de amor aciagos dones.
Gimiendo por las playas clamorosas,
Quién cata heridas; quién de corazones
Tibios aún, sorprende los latidos;
Quién (llegó tarde) cierra ojos queridos.

Entre la muchedumbre al fin parece


El real cadáver en el rojo suelo;
Y ¿qué afliccion ante esta no enmudece?
Hembras, esclavos, pueblo, en comun duelo
Llaman al triste rey; el llanto crece;
Y los nautas, si voces de consuelo
En torno al cuerpo dan, que al gefe animen,
Por su acierto, en mal hora, tambien gimen.
18
260

El, que el blondo cabello ve cuajado


En sangre, el rostro cárdeno deshecho,
Por el hierro fatal roto el costado,
Su cuerpo al cuerpo ciñe en nudo estrecho,
¡Cuán otro del que ayer tuvo abrazado!
Y en clamores de angustia y de despecho
Tierno deplora así tantos destrozos,
Y su voz interrumpen los sollozos:

«Al menos ¡infeliz! aunque tan fiera,


La noche entre sus sombras, de tu muerte
Aciaga te ocultó quién autor era:
» Por eso no pudiste condolerte
De la amistad violada: nació el dia,
Y ¡cuánto mas acerba fué mi suerte!
»Yo soy aquel ¡ó pena! que tenia
Contigo dulces pláticas, ahora
Renovadas así ¡quién lo creeria!
»Quien te dijera entonces: A deshora
Tornando el huésped, en momento aciago,
Morirás a su fecha abrasadora;
» K" trayendo consigo horrible estrayo
Al espléndido alcázar y á este suelo,
Definos domes, luto sera payo.
257

»¡Oh, cuánto mas valiera, que si el cielo


Nos guardaba á los dos lid tan funesta,
Tú, nuestro error lloraras en mi duelo!
»Y ¿estos los triunfos son? ¿La gloria es esta
En Dódona por Jove prometida?
Tal fué de Apolo, en Claros, la respuesta?
¿Cómo si me anunciaba de mi vida
Asperos trances y á mi padre muerto,
De este crimen su oráculo se olvida?

»Maldito de los dioses ¿á qué puerto


Llevaré mi bajel? ¿Dónde habrá gente
Que no me lance de baldon cubierto?
»Yo, que esperé con lauros en mi frente
Volver de Scitia, y con vigor tremendo
Tus contrarios despues rendir valiente,
»Hoy sin vida en mis brazos te estoy viendo,
Y en vano con suspiros lastimosos,
Yerto cadáver animar pretendo.
»Vosotros ¡griegos! allegad celosos
Leña y agua lustral: dignos honores
Tengan los caros Manes, que piadosos
Nos los hubieran dado no menores.»

---O-C-O-=-—

Mas una joven desciende,


Por enmedio de las turbas
De mugeres sin consuelo,
Y los gemidos la anuncian:
268
Es Clito: desmelenada
Viene, y el cuerpo, que busca,
Del régio esposo abrazando,
Mas solloza que pronuncia:
«¡Con que era verdad! Temprano
Huyes, y me dejas viuda:
Y el sol de mis esperanzas
Para siempre se me nubla.
»Si al menos un tierno infante,
Recuerdo de mis venturas,
Me quedara (la inocencia
¡Cuántos pesares no endulza!)
»Al repetirle mis penas
Y tu nombre, ya en la cuna,
Tal vez amorosos besos

Suavizaran amarguras;
»Mas sola estoy: á mi padre
Y á toda su raza augusta
Otras ominosas guerras
Arrojaron á la tumba;
»Y del regazo materno
Diana (la causa es oculta)
Me privó con una flecha
Tan certera como suya.
» Quedábasme tú, bien mio,
Y en ti miraba yo juntas
De padre, hermano y esposo,
Honra, compaña y ternura.
200

»Y ¿ne dejas, esperanza


De mi juventud?.... ¡Qué furia
El porvenir de tu reino
Contigo ¡ay de mí! sepulta!
»Tardaste, y cuando en mi lecho
Quejosa, como entre dudas,
Aguardaba, así te encuentro,
Y al hablarte no me escuchas!

»Y te vas, sin que mis brazos


Acorrieran á tu angustia,
Y de tu postrer aliento
Mis labios.....». Su voz se anuda.

¡Triste reina! del cadáver,


A quien estrecha convulsa,
En alejarla, piadosos,
Cástor y su hermano pugnan.

Mientras piras sin número a porfia,


Despojados los bosques del contorno,
Muchedumbre solícita erigia,
Luce en los muertos funeral adorno,
Mustios caballos, reses, y en jauría
Perros, de las hogueras vense en torno;
Y en ellas son el fausto y la eminencia
De cariño señal ó de opulencia.
270

Una central magnífica descuella:


Jason, que al triste rey, vertiendo llanto,
Conduce en hombros, le coloca en ella
Sobre tapiz de púrpura, y un manto,
Don, á su embarque, de Hipsipila bella,
Bordado en oro y centro de amaranto,
Le pone, y yelmo y cinturon bruñido,
Que siempre fué del rey el preferido.

Así aun parece que á su pueblo mira;


Y en sus manos el cetro se levanta

Del antiguo poder que en él espira,


Muerto sin prole. En esto se adelanta
El armado escuadron; tres veces gira
En torno á las hogueras, que á su planta
Retiemblan, y tres mas con su lamento
La trompa funeral asusta al viento.

Y al último clamor la llama prende,


Crujiendo estalla, horrísona devora,
Y golfo y aura en su reflejo enciende:
Para el reino y el rey ¡cuán triste hora!
¡Ah! bien pronosticáronsela, dende
Que sonó en Pélion hacha taladora,
Aves, girando con siniestro vuelo,
Mar en borrasca y fulminante cielo.
271

Mas ¿cuándo infausto agüero fué creido?


¿Quién no espera vivir?—Finó la escena:
Mustio el concurso vase, y ni un gemido
En la playa tristísima resuena:
Así en abril, tornando al patrio nido
Las aves, queda la abrasada arena
Del Nilo y Menfis sin graznido vario,
Páramo triste, mudo y solitario.

A nuestra hueste, empero, noche y dia


La derramada sangre está presente.
¿Es pavor, es pesar, es cobardía
Lo que en su corazon cada cual siente?
Es que el crimen con llanto no se espía,
Y el griego melancólico, indolente,
Aunque próspero viento al mar le llama,
No cura ya de empresa ni de fama.

Hasta el mismo adalid, que en su entereza


Debiera aparecer, cobarde gime:
A Mopso, al fin, á solas «¿qué tristeza?
»¿Qué mal ¡ó vate! (esclama) nos oprime?
»¿Es destino fatal ó ruin flaqueza,
» Lo que así nuestro aliento embarga? Dime.
»¿De la gloria y de Grecia en menoscabo,
»Mengua tan baladi no tendrá cabo?»—
272

—«¿Saber quieres (grave responde á Jason


Mopso levantando los ojos al cielo)
Las causas secretas de nuestro desvelo?
Si escuchas atento sabrás las que son.
»Formadas las almas para otra region,
Radiantes centellas de fuego divino,
Por fugaz espacio consiente el destino
Que ocupen del mundo la estrecha prision.

»Mas ¡ayde aquel hombre que el armablandiendo


Contra el inocente la asesta homicida,
Y abrevia las horas que fijó á la vida
El rey de los dioses en fallo tremendo!
»Que si el cuerpo cede al puñal horrendo,
El ánimo libre de yugo se eleva,
Y del negro crimen el recuerdo lleva,
De Pluton al solio,justicia pidiendo.

» Condolido el numen del trance cruel,


Al justo inmolado otorga venganza,
Y el mísero al mundo con ira se lanza,
Salvando del Orco de nuevo el dintel.
Euménide horrible, que vuela á par de él,
Ansiosa registra el mar y la tierra;
Y visto el culpado, le asusta, le aterra,
Y al pávido pecho destila su hiel.
273

Si algunos, empero, con sangre inocente,


Por azar funesto. mancillan sus manos,
El numen, al verlos sin culpa inhumanos,
Deja á su memoria que los atormente.
Yerro allí, no crimen, es quien se arrepiente,
Y, cual hoy vosotros, llorando se abate:
En tal desaliento, escucha; y que el vate
Al mal conocido la cura presente.

«Vecino á la Estigia, yo vi en otra edad


Lugar tenebroso, mansion del cimerio,
Do tienen las sombras su tétrico imperio,
Que nunca recibe del sol claridad.
»Jamás visitóle ninguna deidad:
Sus valles, sus montes, sus arbustos secos,
Sin verde los prados, las grutas sin ecos,
Aun las auras huyen tanta soledad.

»Allí, de los Manes al Infierno entrada,


Se ve una caverna, do en antro profundo,
Ya el golfo amedrenta, bramando iracundo,
Ya asustan gemidos, ya no se oye nada.
» Celenes, de negro y en mano la espada,
Absuelve allí muertes que no son delitos,
Y aplaca los Manes.—Celenes sus ritos
Me enseñó á la puerta de aquella morada.
27

"Tú, no bien el alba empiece á rayar,


Convoca á la gente, y á los infernales
Númenes prepara tiernos recentales,
Mientras yo la noche dedico al altar.
» Con profanos veda el culto ya hablar:
¡Aléjate!..... Diana (su luz reverencio)
Asciende á su carro, y..... ¡basta!.... ¡silencio!
Sumisas lo guarden las playas del mar.»

Mientras al mundo arroba, en dulce abrazo,


La noche que su plácida carrera
Media entre alados sueños, Mopso el plazo
Del sacrificio, vigilante espera;
Por el bullente Esepo, de un ribazo
Frondoso baja al mar; y, con sincera
Fe, de ambas ondas en la linfa clara
Limpio, al sacro misterio se prepara.

Cintas y suplicante oliva enlaza


Sobre la casta frente; y en la arena,
Con su desnuda espada, un cerco traza,
En donde altares rústicos ordena;
De pavor santo, la frondosa plaza
Y el verde pabellon el numen llena
Del misterioso dios, que allí está oculto;
Y el vate al sol naciente rinde culto.
27)

Con vestidura cándida y flamante,


Viene al encuentro de la hueste armada,
Que marchando gentil lleva delante
Carneros (lucia grey) de asta dorada.
Señal de que la tropa se adelante
El hace con un ramo; y, de pasada.
Su lauro á todos, desde verde altura,
Va tocando en la frente con blandura.

A su voz, descalzados en la orilla


Del rio, se enguirnaldan, y, de hinojos,
Las palmas tienden hácia el sol que brilla:
Reses negras inmólanse; despojos
Mopso parte é Idmon con su cuchilla:
Aquel tres veces, con humildes ojos,
Mudo entre filas va, traje y acero
A todos palpa en ademán severo.

Y ¿los restos? al mar, ó son del fuego


Pavesa: el vate, del Estix reclama,
Que en maderos de encina, estátuas luego
De bélico disfraz, prenda su llama:
Caerá en los troncos (no es en balde el ruego)
La sangre inulta, que vengarse clama,
Y borrará del crimen la memoria,
Mientras que la oracion suena espiatoria.
270

«¡Almas puras! ¡No mas guerra!


Gozad, lejos de la tierra,
En la Estigia paz y amor.
No en los campos, enemiga
Vuestra saña nos persiga
Ni en la mar vuestro furor.
» A Grecia no asusten
Visiones horrendas,
Ni voz plañidora
Que suene á deshora
Por montes y sendas.
» De contagio nuestras reses
Preservadas, y las mieses
De huracán abrasador,
Jamás nuestros descendientes

Ni los pueblos inocentes


Paguen pena de un error.»

El himno cesa; y puesta en los altares


Enramados la ofrenda, dos serpientes,
Ministros de las sombras, los manjares
Devoran, mansas, con ansiosos dientes.—
—Otra vez Mopso ordena hendir los mares,
Y que á tierra no miren imprudentes
Los nautas: mas ¿á qué? del triste caso
¿Tuvieron ellos culpa ó el acaso?
277

Todo es prisa: la mura se repara;


Armas cada cual suelta y remos toma;
Golpes, balance, estrépito, algazara
Suena y compás de náutica salóma.
Cual, de súbito, el sol cielos aclara,
Y bosque y breñas, si en la cumbre asoma,
Espesos nublos disipando el aura;
Así la fe los ánimos restaura.

A la violenta boga, vacilante


Hasta el piloto en su timon forceja:
Todo remo provoca al de delante:
Sin capa Eurito ya, cada pareja,
De su garbo rival, en jadeante
Aliento al golfo, largo trecho, deja
Surco de espuma, á popa de la nao;
Y al par se hostigan Idas y Taláo.

Alcides, al mirarlos, con festiva


Voz gritando jalá va! los brazos tiende,
Y el cuerpo todo contra el remo, estriba:
Mas tan bárbara mole el palo hiende,
Y él, sobre los remeros, se derriba.
¿Quién de tamaño empuje se defiende?
Lejos está Anfion; y mal parado,
Contra el duro bandin se ve lanzado.
278

En esto el astro rey su cenit dora,


Y menores las sombras representa:
No hiende el mar tan rápida la prora
Desde que Alcides su vigor no ostenta,
El, no bien Tifis á la falda ancora
De las sierras de Misia, en marcha lenta
Subiendo va, pues Hilas le acompaña,
A las selvas, que ciñen la montaña.

Así Juno le ve; y en su alto asiento


Piensa llegado al odio que la induce
A la venganza su feliz momento,
Si á Palas con ardid antes seduce:
Parcial ella es tambien del noble intento,
Mas propicia á su hermano, le conduce
Sagaz; y Juno, por si alcanza fiera
De él separarla, así la dice artera:

Lanzó á Perses del trono (tú conoces


la inícua sinrazon) Etés su hermano,
1Protejido por áulicos atroces:
Mas da favor á Perses, el hircano,
Y, bajo su bandera, con feroces
Huestes le sigue, mientras el tirano
En los reyes de Escitia logra (tales
Son sus intrigas!) allegar parciales.
279

Él ofreció la mano de la infanta


A Stiro, rey de Albania, que el primero
Con poderosas haces se adelanta:
Hórrido será el choque; Marte fiero,
Apercibido á lid, al orbe espanta
Con su cuádriga indómita, y ligero
Do quier, vuela sin paz: tremenda nube,
Allá del septentrion, ¿no ves cual sube?

Tú, diosa, acude: toma delantera


A Perses (cuando el Fasis con su gente
Pase y amague á Colcos la guerrera)
Y, templando sus ímpetus, prudente
Tu voz, que nuestros planes le refiera,
Logre tiempo ganar: todo se intente,
Consejo, engaño, ardid, tregua fingida,
Para obtener la gloria merecida.

«Acaso presto (dile) campéones


Hijos del cielo, vengan en tu ayuda.»
—No ocultan á Minerva, estas razones
De la madrastra, su intencion sañuda;
Vuela empero sumisa á las regiones
De Escitia; y Juno, que en feroz demuda
Su antes risueña faz, así suspira,
Y sin testigo ya muestra su ira:
2S()

IEse que erguida su cerviz ostenta,


Jayan altivo, mi poder contrasta,
Sin que yo logre levantar estorbos
A su soberbia;
En vano riesgos le ofreció Neméa;
En Lerna triunfa y á mi vista, libres
De un monstruo horrendo, para bien de Troya,
Deja los mares.
Hija de dioses, de mi raza en mengua,
¿Esto consiento? ¿Mis serpientes pudo,
Aun en la cuna, sofocar inmune
Ese mancebo?

¿Yo nuevos lauros le daré vencida?


¡Ah, no desisto! Si combate, juro
Alzar, en contra de su terca audacia,
Todo el Averno.

Dice; y batir el bosque ve, en cuadrillas


Las ninfas de las fuentes y florestas,
Luciendo verdes guantes, y amarillas
Bandas y harpon de mirto en las ballestas:
Las túnicas airosas sus rodillas
Cubrir apenas logran; y en apuestas
Ondosas trenzas, nítidos cabellos
Dan gala y sombra á pudorosos cuellos.
281
Eco imita la risa de las bellas:

Bajo su pie fugaz el cesped brota:


Ciervos corriendo rápida una de ellas,
Que del tiro se salen diestra nota;
Ya en inocente afan, mas que sus huellas,
Sigue la voz, que el soto así alborota;
Y al divisar de Alcides la hosca frente,
Huye á ocultarse tímida en su fuente.

Mas Juno, que á la sazon


Dejó su alcázar divino,
Bajo la sombra de un pino
Oia tal confusion;
Y al pasar la ninfa hermosa
Cerca del tronco lozano,
Asiéndola por la mano
Así la habló cariñosa:

Niña, con tantos cruél,


Al fin te encontré ya esposo,
Que á ti viene cariñoso,
De Tesalia en un bajel.

Joven es, Hilas se nombra,


Yjugueton y riente,
Vaga de una en otra fuente,
De ese pinar á la sombra.
19
2S2

No mas que él, bello y bizarro


Pasó ceñido de rosas,
Por las florestas frondosas
El dios del vino en su carro,

Al admirarlo tus ojos,


Entre danzasy canciones,
De cien vencidas naciones

Conducir nobles despojos.

Que en lo apuesto y lo gallardo,


A Febo el doncél semeja,
Ya que la cítara deja,
Y empuña ballesta y dardo.

Por eso, cuando en la Grecia


Veloz la fama difunda

Que él adora tu coyunda


Y mas amores no precia;

¡Cuanta náyade celosa


Ha de envidiar tu ventura!
¡Cuánto llanto y amargura
Costará tu dicha, hermosa!
283

Hablando así, cornígero venado


Hace Juno saltar de la maleza,
Y en su fuga parece ya cansado.
Hilas, al verlo, corre: tal flaqueza
Aguija su vigor; entusiasmado
Animándolo Alcides, la fiereza
De su estentórea voz aturde el monte,
Y mozo y res oculta el horizonte.

Fogoso el animal, cuando vecino


Al joven siente en pos, que así le apura,
Salta un ancho raudal de cristalino

Cauce, sin enturbiar su linfa pura;


Mas cansado el mancebo ya sin tino,
Jadeante, del ciervo no se cura,
Y á templar su calor corre á la fuente:
Allí su faz refleja trasparente,

Como en limpido estanque rueda hermosa


De la luna ó del sol; y ni el cabello,
Ni el bulto de la ninfa que ansiosa
Surge á besarle, turba el cristal bello:
Grita en vano el doncél, cuando amorosa
Ve que se lanza y ávida á su cuello:
Es tarde; el caro valedor no llega;
Y él, con su peso, en el raudal se anega.
284

Mientras Alcides tala en bosque espeso


Fresnos; asusta el golpe que descarga
Tronchándolos. Con haz de enorme peso,
En la piel de leon, sus hombros carga;
Y en busca del doncél que es su embeleso,
A la playa volviendo, el paso alarga:
«Quizá (dice) formó por otra senda,
Y con sabrosa caza mue sorprenda.»

¡Vana ilusion! Entre la gente junta,


A comer en la playa ya dispuesta,
Le busca y no le ve: «¿do está?» pregunta;
¿A qué, si sabe y teme la respuesta,
Y ya el cariño solo mal barrunta?
¡Con qué pesar advierte la funesta
Noche venir! Y el corazon, sin brio,
Siente angustia mortal y sudor frio.

Cual nuncio de huracán, hosco nublado


De susto á nautas y labriegos hiela,
Harto el valiente, para el niño amado,
En Juno intrigas pávido recela:
De súbito, jaral, selva y collado
Corre anheloso; tal arisco vuela
Picado toro calabrés, rompiendo
Robustas vallas con fragor tremendo.
28)

Asústase la cómplice montaña;


Y ¿á quién no arredra tan furiosa ira '
No muestra leon herido mayor saña
Al sentirse del númida la vira,
Nimas feroz al bulto que le engaña
Creyéndole agresor ciego se tira,
Que por los riscos trepa Alcides fuerte:
Hiel es su corazon, y su arco muerte.

¡Triste quien le encontrare, cuando ansioso


Veloz registra la floresta amena,
Los arroyos, las fuentes y el riscoso
Peñascal en que brotan! «Hilas» truena,
« Hilas» do quier su voz; mas silencioso
El bosque á su clamor; solo eco suena
En frescas sombras plácidas tranquilas,
«Hilas,» y allá mas ténue se oye «Hilas.»

En tanto llama el viento; el mauta ansía


Que torne Alcides, y con fe le espera.
Si el doncel es de todos alegría,
Al héroe ¿quién habrá que no le quiera?
«¡Cómo tarda/) á una voz la compañía
Clama impaciente; mústia desespera;
El aire pueblan gritos y plegarias,
Y la costa nocturnas luminarias.
286

Plácidas auras manda el valle ameno;


Mas Jason recordando se embelesa
La faz de Alcides, su mirar sereno,
Su talle, su carcax, que no le pesa,
Aquel beber de un golpe un vaso lleno,
Venciendo á todos en festiva mesa.
¡Pobre de quien no oyere sus victorias,
De Juno odiadas!—¡Tétricas memorias!

La diosa empero, en su rencor vehemente,


Céfiros bonancibles cada aurora

No cesa de enviar, y Tifis siente,


Y aun se atreve á decirlo, tal demora:
«De tiempo tan feliz, clama impaciente,
¡Qué lástima perdamos ni una hora!»
A todos cuerda la razon persuade,
Y aun á Jason tambien, que triste añade:

«Al meditar la hazaña á que se apresta


».Así vuestro valor, yo al adivino
» Preguntando si próspera ó funesta
»Suerte nos guarda el cielo en el Euxino:
»Antes de sus escollos (la respuesta
»Fué), que sin paz se empujan, el destino
» Privaros quiere del mayor guerrero.
»¡Ah, si menos veráz fuera el agüero!
287

»Sin duda habló de Alcides; y ¿quién sabe


». A dónde el hado adverso le destierra?

En tal angustia vuestro acuerdo acabe


» Las dudas que á mi espíritu hacen guerra:
»Si lo quereis, aparejad la nave,
»0 bien, si os place mas, de nuevo en tierra
»Al dulce amigo búsquese, y acaso
»Un encuentro feliz premie el retraso.»

—«Al mar, al mar (la siempre violenta


Juventud, de pasiones escitada,
Jactanciosa responde), grave afrenta
». Fuera dejar por uno la jornada:
»Aún nos quedan si el falta hombres de cuenta
».A quienes él, á fe, no escede en nada.»
¡Necio consejo del hinchado orgullo,
Que necio aplaude adulador murmullo!

Como en la selva el jabalí gozoso


Retoza, y de corcillos la grey tierna,
De su madre solaz, trisca, y el oso
Alegre, con el lobo ahullando, alterna
Mientras no ven al tigre belicoso,
Y el rey del bosque duerme en su caverna;
Tal á espaldas la gente al bravo injuria:
Mas Telamon le es fiel, noble su furia.
288

Furia que al estallar cauto sujeta,


Y el que empezó baldon acaba ruego.
Urge, insiste, con fe manos aprieta;
A los dioses ferviente implora luego;
Abraza aljefe, que en zozobra inquieta
Baja los ojos, y al mirarle: «El fuego
»Que hoy os muestro por él (dice afligido),
»Igual por los demás hubiera sido.

» Mas ¿dónde para tanta nacion brava


» Que triste fama anuncia hallar Alcides?»
Voto del cuerdo, que si el cuerdo alaba,
Rebaten descontentos adalides.

De Calidonia el hijo ilustre agrava


La inquietud, con sofisticos ardides,
A la razon y á la equidad contrarios.
¿Qué le importa si allega partidarios?

«No á la ausencia de Alcides atribuyas


(Dice), sino á respeto á tu persona,
Nuestro silencio ¡ó jefe! Sin tu vénia
A mostrarse discorde ¿quién se arroja?
»Siete veces al sol vimos naciendo

Despues que el austro de esos montes sopla:


A haber tal vez su brisa aprovechado,
Visto hubiéramos ya la ansiada costa.
289

»Pero cual si olvidados de la patria,


Sin esperanza de tornar, la argolla
Temiérais en Micenas de un tirano,
A mitad del camino ¿qué os azora?
»Odio la ociosidad; mas si opulento,
Tranquilo en mi querida Caledonia,
Hoy rey me viera con mis dulces padres,
Ganara en paz lo que menguara en gloria.
»¡Gloria! Y qué ¿por ventura puede haberla
En mirar estas playas y esas ondas,
Viéndonos enclavados en su arena
Pasando tristes perdurables horas?
»Y¿será por el ansia de que Alcides
Con sus flechas allá nos dé victorias?
Quien piense tal, persuádase que Juno
Las injurias ni olvida ni perdona.
»Argos quizá para alejarlo envia
Nuncios, ó mónstruos el Averno brota:
Y al cabo, si él nos falta, noble sangre
Del soberano dios, héroes nos sobran.
»Cástory Pólux son de igual estirpe:
Con noble arrojo siguen tu derrota
Otros hijos de dioses, y yo mismo
(Tampoco la progenie me desdora)
»Acudiré á tu voz; filas enteras
Bajo el peso caerán de mitizona;
Mano y sangre son tuyas: solo pido
Que á lo mas recio de la lid me espongas.
2).()

Si en el valor de Alcides confianza


Tuvimos antes, y él nos abandona,
Con ser mortales todos hoy podremos
En mas igual compás llevar la boga.
»El ha tiempo que inquieto, jactancioso,
Ardiendo sin descanso en ansia loca
De aumentar su renombre, desdeñaba
Partir con los demás riesgos y glorias.
»Mas vosotros, á quienes el nativo
Denuedo brinda la primer corona,
¿Os detendreis aún? ¿Valor y fuerza
Los bien nacidos pechos no confortan?
»¡Animo pues! Ni Colcos, ni los mares
Tan solo os brindan fúlgidas laureolas;
¡O juventud ilustre! grandes hechos
Preparan al valor nuevas victorias.
»Si Alcides se ausentó, por largos dias
Buscais sus huellas, y mi voz ya ronca
Le llama por las mas oscuras selvas,
Y en todas partes la amistad le invoca.
»¡Con qué sincero júbilo le viera
De esos riscos bajar! Mas nos le roba
Ley comun á los hombres, ó un combate:
Baste, pues, de llorar ya su memoria.»
Así á los nautas Meleagro hostiga,
Y el entusiasmo general desborda;
Calais grita imperioso «leven ferro, »
Y aquel afan á Telamon asombra.
2)||

Huir quiere á los montes, do no vea


Tamaña ingratitud; mas se reporta,
Y aunque inutil lo cree, de esta manera
Indignacion y pena desahoga:

«¡O Júpiter!! este dia


En que el valor se desprecia,
¡Cuánto luto dará á Grecia
Y al Fasis cuánta alegría!

»No en voces tan altaneras


Se celebraba el momento
De abandonar con buen viento

Las dulces pátrias riberas.

» Entonces toda alabanza

Para Alcides era poca:


Su nombre de boca en boca

Daba aliento y confianza.

» Que él nos mande (con ardor


Gritaban). ¿Hay quien le iguale”
Ya no tanto sobresale

En cuna, fuerza y valor.

»¿A qué, pues, lamentan duelos


Los entusiastas de Alcides,
Si nos sobran adalides
De antiguos nobles abuelos?
2)2

»A fe, mirada en razon,


No vale mas la conseja
Que si pintara á una oveja
Poniendo en fuga á un leon.

»Masjuro por esta lanza,


Despojo de un gran guerrero,
A la cual cortó el acero

Ramos de verde esperanza;

»Arma que libre y seguro


Me sacó de lides tantas,

Ypor las deidades santas


¡O Jason! tambien lo juro:

»Que cuando al que haceis desprecio


Querais acudir un dia,
No os valdrá vuestra osadía,
Ni tanto discurso necio.»

Por ver si á la soberbia el miedo humilla,


Hablaba el héroe así, gimiendo en tanto,
Que el cabello de polvo se mancilla:
Mas es la suerte inexorable al llanto:

Jason, rendido á la tenazgavilla,


Su faz llorosa oculta bajo el manto:
Entonces fué cuando, al poblar la mura,
Estalló inconsolable la amargura.
203

Yermo del semidios se ve el asiento,


No de gran piel cual antes revestido;
Y Telamon renueva su lamento:
Solloza Filoctetes dolorido

Y Pólux y Castor: un solo acento


«Hilas, Alcides,» en comun gemido,
Al arrancar la boga, suena á bordo.
¿A qué, si el ancho mar se muestra sordo?

Lanzaba en esto acentos bramadores,


Llamando á recoger, de su encorvada
Concha, Forcis, y al son de sus clamores,
Dóciles focas iban en manada:

Ya de Calabria y Creta los pastores,


Y de Numidia buscan su majada;
Y ausentándose el sol á otro hemisferio,

En sombras queda el horizonte hesperio.

Mas ¡cuánta luz, que á poco en él destella,


Dora el azul del éter cristalino!

Ni muge el mar, ni el aura se querella;


Hércules solo, inquieto, pierde el tino:
Su gente abandonó. ¿Volverá á ella?
Mas ¿cómo sin el joven? ¿Qué destino
Será el suyo? ¡Infeliz! Dolor le inflama,
Y al bosque, al bosque, á su pesar le llama.
291

Asi leóna, del cubil, que aterra,


No hallando sus cachorros, con rugidos,
Sale feroz, y oteros, valles, sierra
Registra, huele..... El riesgo estremecidos
Hombres en inseguro umbral encierra;
Mas la fiera, en sus ojos encendidos
Muestra el pesar y rabia, en que vacila.
Y llanto de sus párpados destila.
NOTAS AL LIBR() III.

NOTA l.º, PAGINA 249. V. 7.

- vino que, del mar tributo


Es de la opíma Lesbos dulce fruto.

La isla de Lesbos, hoy Mitilene, insigne patria de Alceo


y de Safo, era célebre en la antigüedad por lo generoso de
sus vinos, muy alabados por nuestro Columela y por Plinio.
Para encarecer este (lib. XIV, cap. l7) la opulencia del ban
quete dado porJulio César en honra de su tercer consulado,
dice que todo el vino gastado en él fué de Lesbos.

NOTA 2.º, PAGINA 250, V. 19.

Al ver tanto paces en la atrevida


Nave, desde su sierra estrepitosa.

El Dindimo, monte del Asia Menor, en la Frigia, en donde


se tributaba culto especial á Cibeles, cuyos sacerdotes tenian
la bárbara costumbre de herirse el cuerpo al son de tambori
les y cascabeles en obsequio de la diosa: locuras sangrientas,
que aparecen atestiguadas respecto de los ministros de al
gunos ídolos en el libro III de los Reyes (cap. 18, v. 28), que
Va hablando de los sacerdotes de Baal. «Daban, dice, mayo
»res gritos, y conforme á su rito se sajaban con cuchillos y
»lancetas, hasta quedarse bañados de sangre.» (Trad. del
P. Scio.) Lo mas singular es que, segun el testimonio de Ma
dame Montagutc, de Chevalier, de nuestro Badía y de
otros ilustrados viajeros, muchos derviches conservan toda
via en Oriente tan inhumanas ridiculeces. Finalmente el pino,
la corona de torres y el címbalo son los atributos de Cibeles.
29(6
Su carro es representado siempre tirado por leones. Por todo
lo dicho se comprende la propiedad con que el autor aplica
al monte y al templo el epíteto de aerisonus, que he tenido que
contentarme con traducir estrepitoso.

NOTA 3.º, PAGINA 251, V. 5.

En bonanza el bajel pasa á Procneso


Y á Rindar en su barra.....

Procneso, isla de la Propóntide, que los turcos denominan


Memer-Adassi (isla del mármol) por sus hermosas canteras.
Rindax es el rio mas caudaloso de los que desembocan en el
mar de Mármara (antes Propóntide), el cual, dice Mr. Cheva
lier, lo confundió Tournefort, sin duda por su magnitud, con
el Gránico-Scilace, pequeña poblacion á orillas del golfo Cia
no, entre Cizico y el monte Olimpo, hoy denominado Siki.

NOTA 4.º, PAGINA 252. V. 1.

Es Pan, dios de los bosques y la guerra.

El dios Pan, hijo segun unos de Júpiter y segun otros de


Mercurio, era la divinidad protectora de los pastores, y por
lo mismo se le suponia habitador constante de las selvas. Tal
fue el pavor que Pan, militando en el ejército de Baco, ó en
el de Osiris, logró infundir á los enemigos con una ruidosa
estratagema, que de resultas el adjetivo pánico se ha conser
vado en los idiomas modernos para espresar un temor súbito
y escesivo; y este es el que oportunamente pinta Valerio en
la presente viva descripcion. En ella da tambien á Cibeles el
título de migdonia, tomado de los pueblos de este nombre,
que oriundos de Macedonia, y entonces habitantes de la Fri
gia, estaban particularmente dedicados al culto de aquella
diosa.
297

NOTA 5.º, PAGINA 252, V. 17.

El eco llega al rey.....

Esta brillante escena, en que Cizico sorprendido en me


dio de la noche por la repentina alarma, salta del lecho,
y recogiendo su guardia baja al campo, ha sido imitada por
Maury:
Cuando tronó el rebato, á un tiempo oido
Del sarraceno al bélico alarido.

Lánzase de su asiento arrebatado


Cashan, y de los brazos de su esposa
Que, del palacio á la defensa, al lado
Mio atendiese instábale llorosa,
Marcha rápidamente, acompañado
De parte de mi guardia valerosa;
Su progreso parando á fugitivos
Despues le dió refuerzos sucesivos.
(Esv. y Almed., c. IX.)

NOTA 6.º, PAGINA 23, V. 1.

Tal Reto, á cuya vista.....


Doble aparece el antro y la montaña.

Reto, uno de los gigantes coligados contra Júpiter, á


quien acometió borracho. Esta breve pintura de la embria
guez, por la cual Reto, perturbado por los vapores del alevoso
mosto, nube iniqui meri, cree ver doble la magnitud de los
montes, es de mano maestra. Ya Juvenal (sátira VI), descri
biendo igual situacion, habia dicho con su acostumbrada
energía:
Cuando se bebe en anchurosa concha,
Y al rededor la casa se les anda,
Sube la mesa arriba, y se hacen dobles
Las luces.....
(Trad. de Folgueras y Sion.)
2)
298

NOTA 7.º, PAGINA 256, V. :3.

Yrico manto (¡singular pertrecho!)


Terciado al brazo, empuña su tizona.

Sabido es que este nombre, aplicado en su origen á una


de las espadas del Cid Campeador (como sinónimo de ardiente
en opinion de Covarrubias), se hizo estensivo por traslacion
á toda espada. Quevedo dice (Musa VI, rom. 89:

Sacáredes la tizona,
Que ella vos asegurara.

Así yo no he tenido dificultad en usar de aquella voz, fun


dado en esta y otras autoridades de nuestros antiguos escrito
res; habiéndome acabado de decidir á ello el ejemplo de Jo
vellanos en su oda á Arnesto, al cual recuerda el eminente
escritor cuántos ilustres españoles llevaron por el mundo el
terror y la muerte,

En su esfuerzo, en su brazo, en su tizona,

en cuanto el poeta habla aquí en estilo elevado, y no en tono


jocoso como Quevedo en el romance anterior.

NOTA 8.º, PAGINA 256, V. 17.

Semejase á Tifon.....

Con ingeniosa exactitud describe Valerio, siguiendo la


tradicion mitológica, el meteoro aéreo y á veces acuoso que
con el nombre de torbellino, manga ótromba marina, ha sido
en todos tiempos mirado con terror por los navegantes. Prae
cipua navigantium pestis le llama con razon Plinio. (Hist. Nat.,
lib. II, cap. 49.)
299

NOTA 9.º. PAGINA 258, V. 9.

Como á bando de hacheros que arremete


Al bosque.....

Nuestro autor ha imitado con gracia esta bella compara


cion de la Iliada (XVI, v. 633).

Como en el monto caen las encinas


Con fragor estruendoso, cuando el hacha
Del leñador las corta, y á lo lejos
Eco repite el espantable ruido;
Así entonces, heridos los escudos
Por las espadas y cortantes picas,
Estrépito espantoso resonaba
En la llanura inmensa.....

(Traduc. de Hermosilla.)

NOTA 10, PAGINA 26l, V. 1.

Cual Vesubio de noche mas rugiendo


A los pueblos atónitos despierta.....

Véase cómo nuestro compatriota D. Juan María Maury imi


ta y enriquece esta descripcion:

De la atmósfera ardiendo el orbe vago,


Tales llamas al cielo, hirviente lava
Tal vi lanzarse en el neptunio lago
Que de Herculano las reliquias lava.
Cierta la roja noche, en triste amago
Espantosos fenómenos nunciaba;
Retembló con la tierra el mar, las ondas
Alzando, al rayo abrió sus cuevas hondas.
Y sobre inmensa nube descendido,
El mismo reinador de las estrellas,
Al suelo, al mar, al crater encendido
Vibraba las horrísonas centellas.
Y entre tanto fulgor, tanto tronido
300
Conjuraban tristísimas querellas
El fiero crater, el tremendo suelo,
La mar furiosa, el irritado cielo.
(Esv. y Alm., c. IV, pag. 139)

NOTA ll, PAGINA 262, V. 10.

Ceo, rotos por el grillos alroces,

¡Ticio! ¡Saturno" clama.....

Ceo, hijo de Urano y de la Tierra, fue lanzado al Tártaro


por Júpiter, en pena de haberse rebelado contra él. Ticio era
otro gigante que ocupaba, segun la mitología, con su cuerpo
nueve yugadas de tierra; y habiendo pretendido atentar al
honor de Latona, fue muerto á flechazos por Apolo y Diana,
y tambien arrojado al infierno.

NOTA 12, PAGINA 264, V. 17.

Pena igual tuvo Agave, ya calmado


El frenesí que Baco le inspirara.....

Acerca de la especie de ultraje que á Baco hizo Penteo,


rey de Tebas, varian las tradiciones poéticas, las cuales, sin
embargo, están conformes en suponer que el dios castigó su
impiedad, inspirando á Agave, madre de Penteo, un furor de
que este fue víctima. ¡Qué mucho! (dice Horacio)

cuerda Agave se juzgaba,


Cuando de su furor en el acceso
De su hijo la cabeza paseaba.
(Sat. III, lib. 2)
301

NOTA 13, PAGINA 265, V. 16.

Quien (¡llegó tarde") cierra ojos queridos.


Los antiguos consideraban como un piadoso deber recojer
el último aliento del moribundo; y esto hizo con Dido su her
mana (Virg., Eneida, lib. IV, v. 684):

si COnserva
Vital aliento, en sus postreras ansias
Yo con mis labios quiero recojerle.
(Traduc. de Iriarte.)

NOTA 14, PAGINA 267, V. 6.

¿Tal fue de Apolo en Claros la respuesta?


Claros era un pueblo de la Jonia, consagrado á Apolo, en
donde habia un oráculo semejante al de las encinas de Dó
dona, quercus tonantis.

NOTA 15, PAGINA 267, V. 7.

¿Cómo, si me anunciaba de mi vida


Asperos trances y á mi padre muerto.....
Con razon observa aquí Caussin de Perceval, que en nin
guna parte del poema resulta que el oráculo hubiese vatici
nado á Jason la muerte de su padre: así es que esta idea pue
de justamente atribuirse á una inadvertencia del autor, pa
recida á las que el laborioso académico D. Vicente de los Rios,
en su análisis y cronología del Quijote, notó en aquella inimi
table y nunca bastante encomiada obra; descuidos é inconse
cuencias, como escribe el docto D. Gregorio Mayans en su
erudito prólogo á la edicion de la Historia del ingenioso hi
dalgo, impresa en Londres en 1738, de que no pudo librarse ni
aun el mismo Homero, bien que sea

Disimulable el sueño en obras largas.


(Arte P., trad. de D. Raim. Miguel.)
302

NOTA 16, PAGINA 268, V. 9.

¡Si al menos un tierno infante,


Recuerdo de mis venturas,
Me quedara!.....

Necdun soboles. Este bello pensamiento lo imitó nuestro


autor de la Eneida (lib. IV, v. 327):

Si al menos me quedase, prenda tuya,


Un pequeñuelo Eneas inocente,
Que aquí jugando á ti se pareciera,
Menos desierta y sola me creyera.
(Trad. de Puente Apecechea.)
Y de ambos pasajes formó una magnífica paráfrasis nues
tro D.Juan Nicasio Gallego, en una de sus mas bellas compo
Siciones.

Solo es dichoso un rey cuando, depuesta


La púrpura enojosa,
Solaz le ofrece la filial ternura,
Y con su cara, esposa,
De sus amables hijos circundado,
De inocente placer el vaso apura.
Mas ¡ay! que no fué dado
Gozar tan alto bien al alma mia.
¡Oh cuántas, cuántas veces
Soñó mi fantasía
Verlos correr con planta vacilante
Por los jardines de Aranjuez floridos;
En puro estanque á los dorados peces
Con el sabroso cebo seducidos
A su mano atraer; sobre una rosa
Sorprender la versátil mariposa;
O ya, afectando varonil talante,
De caña armados ó sarmiento rudo,
Honrarme graves con marcial saludo!
¡Engañosa ilusion! ¡Fantasmas vanos
De apariencia falaz!
303

NOTA 17, PAGINA 269, V. 21.

Mustios calallos, reses, y en jauría


Perros, de las hogueras vense en torno.

Esta costumbre de los tiempos heróicos, de inmolar sobre


la tumba de un personaje ilustre sus mejores perros y caba
llos, atestiguada por Homero en los funerales de Patroclo y
por otros autores antiguos, era casi general en el mundo, y
aun, como escribe Herodoto (lib. V, cap. 5º), las mujeres del
difunto se disputaban la honra de ser enterradas con él: usan
za bárbara que los ingleses, á pesar de los adelantos de la ci
vilizacion, no han podido desterrar por completo en sus po
sesiones de la India. En cuanto á Clite, esposa de Lico, tam
poco sobrevivió á su marido, pues añadiendo á aquella desgracia
otra mayor, segun dice Apolonio (lib. I, v. 1063), se ahorcó, y
las ninfas de los bosques lloraron su muerte:

Oöö pèy ob" Moyo; Keit, pévo:o Xè)erto


o tóxo; petó:20 xzxp "3: xóvspov. No
vuay ázpéwn 32óyoy zyw. Tyô «al atzi
Nó1z: äro.0pévy cate; doópavo.

NOTA 18, PAGINA 271, V. 31.

Es que el crimen con llanto no se espía.


Esta descripcion de las exequias de Cizico y de las esce
nas que las siguieron, es, á mi juicio, uno de los pasajes del
poema mas digno de estudio, por la elevacion de sus ideas,y
por la pura y religiosa moral que contiene. La melancolía
propia del remordimiento, la voz de la conciencia, desasose
grada con el recuerdo de la cometida culpa, los diferentes gra
dos de esta, segun la mayor ó menor parte tomada por la vo
luntad, y, en fin, lo inevitable de la ley de la espiacion para
restituir al ánimo su perdida calma, son todas verdades su
blimes que, inspiradas al hombre por la divina revelacion
primitiva, formaron siempre la creencia universal, que las ti
nieblas y fábulas de la idolatría pudieron oscurecer, pero ja
304
más estinguir del todo. Conservadas tan venerandas tradi
ciones por el pueblo escojido, del cual pasaron á los egipcios
y de estos á los griegos, causa admiracion la uniformidad
que, no solo en ellas sino en lo material de las ceremonias es
piatorias para obtener la remision y purificacion de la falta,
se advierte con muchas de las que tiene en uso la Iglesia ca
tólica, tomadas de la ley antigua. Tales son varias de las re
feridas en el presente episodio, como la aspersion de un ramo
impregnado en agua corriente, las preces de los sacerdotes
en union con el pueblo, las abluciones con agua salada, no
menos que el profundo silencio, la vigilia nocturna, el rigor
en alejará los profanos, las luminarias y otros ritos que, aun
que de ellos algunos pueden parecer absurdos, no dejan de
ser dignos de atencion, por la sublimidad misteriosa de su
origen.
NOTA 19, PAGINA 273, V. 9.

Vecino á la Estigia, yo vi en otra edad,


Lugar teneroso, mansion del ('imerio.
" Este pais de los Cimerios, sin viento, sin ecos, y en que
todas las estaciones se ven confundidas, no es el que los geó
grafos antiguos colocan próximo á la desembocadura del Tá
nais, sino una mera creacion poética, tomada de Homero en
la Odisea, que nuestro Maury (Esc. y Almed., c. VI) imitó, ha
ciendo un bosquejo de la region polar, en bellísimas octavas,
que principian:

Vamos á transitar el territorio


De la esterilidad y el desconsuelo.....

NOTA 20, PAGINA 273, V. 21.

Celemes de negro y en mano la espada.


Algunos mitólogos hablan de un Celeno, juez en el Aver
no antes de Eaco, Mino y Radamanto; pero el que aquí se cita
es un nombre inventado por el poeta.
305

NOTA 21, PAGINA 274, V. 13.

Por el bulente Esepo.

Esepo, rio pequeño que, nacido en el monte Ida, separa la


Frigia de la Troade. Esto dice D'Anville (Geog. antig., t. II.
p. 14); pero Mr. Chevalier, en su viaje á la Propóntide, le su
pone mas caudaloso que el Gránico; y asi lo persuade la men
cion que de él hace Hesiodo en su Teogonía (v. 34l), cuando
dice que Tetis produjo caudalosos rios, el Nilo, el Alfeo, el Eri
dano, de profundos remolinos..... el Gránico, el Esepo y el di
vino Simoenta,
Ipyxóv te xz. Aarov, 6etóv te Xpobvia.
Citado, pues, el Esepo al par de rios tan famosos, no es de
presumir fuese de tan escaso caudal.

NOTA 22, PAGINA 274, V. 23.

Del misterioso dios que allí está oculto.....

Aquí se comprueba la costumbre de los antiguos de eri


gir altares al Dios desconocido Ignoto Deo, de que hablan los
hechos de los Apóstoles (cap. XVII),y por él entiende Lucia
no y otros filósofos gentiles el Dios verdadero adorado por los
judíos. (V. notas del P. Scio.)

NOTA 23, PAGINA 274, V. l7.

Cintas y suplicante oliva enlaza


Sobre la casta sien.....

En todas las ceremonias místicas se guarnecia el altar con


ramos de árboles consagrados por el uso á los funerales. Así
hablando de Dido, Virgilio escribe (Eneid., lib. IV, V. 504):

Mas la reina, la pira en su palacio


En recatado sitio al aire alzada,
306
Corona con guirnaldas el espacio,
Y con hoja á los muertos consagrada.
(Trad. de Puente y Apecechea.)

NOTA 24, PAGINA 275, V. 4.

Carneros (lucia grey) de asta dorada.....


Aurata fronte bidentes: el comentador Wagner interpreta
esta frase ores cornibus deauratis; mas como quiera que las
Ovejas no son cornígeras, no hay mas medio para evitar esta
contradiccion, que considerar el nombre bidens epiceno, lo
Cual es tanto mas verosímil, cuando al carnero del áureo Ve
llocino le llama á veces Valerio ovis aurata.

NOTA 25, PAGINA 276, V. 12.

De contagio nuestras reses


Preservadas, y las mieses
De huracán abrasador.

Este pasage de Valerio recuerda el precioso himno á Lu


perco del malogrado Vega en su justamente alabada tragedia
la Muerte de César, cuando dice:

Blando rocío los sedientos prados


Riegue, y del grano que su seno encierra
Brote la tierra á tu amoroso aliento
Frutos opimos.
(Act. III, esc. IX.)

NOTA_26, PAGINA278, V. 6.

- en marcha lenta
subiendo va, pues Hilas le acompaña.

Hylas..... passusque moratur iniquos: Bella y oportuna imi


tacion del non passibus aequis (En. II, v.724), con que Virgi
lio pinta á Julo llevado de la mano por su padre Encas; y
307
ambos pasages aprovechó Estacio, recordando tambien á Hi
las cuando dice (Tebaid. V, v. 44l):

Hilas le sigue, aunque muchacho, luego,


Y apenas de él Alcides se adelanta;
Y aunque sudando, alegre le llevaba,
Por ir honrado, la famosa aljaba.
(Trad. del Lic. Arjona.)

Para comprender la exactitud de este precioso cuadro,


dice eltraductor de la Enéida, Barthelemy, comentando el non
passibus aequis antes citado, es menester representarse al
guerrero marchando, y al niño á su lado, corriendo y siguién
dole con trabajo, por la pequeñez y debilidad de sus piernas.

NOTA 27, PAGINA 279, V. 2.

A Stiro, rey de Albania, que el primero


Con poderosas haces se adelanta.

Albana porta. Probablemente las Puertas Caspianas, gar


ganta ó desfiladero en la Rusia meridional, cerca de las cua
les está hoy situada la ciudad de Dervent, en cuyo término se
distinguen todavía las ruinas de una gran muralla edificada
en lo antiguo desde el mar Negro hasta el mar Caspio.

NOTA 28, PAGINA 280, V. 19.

Luciendo verdes guantes, y amarillas


Bandas y arpon de mirto en las ballestas.
Algunos eruditos se afanan en escribir estensos comenta
rios acerca de la forma de estos guantes ó manguitos verdes,
cuyo uso, que sin duda sería en la antigüedad, como entre
nosotros, para defender ó abrigar las manos, parece acredi
tado por aquel pasage de la Odisea, en que se presenta á
Laertes con borceguíes de becerro y con guantes en las manos
por causa de las zarzas,
yepôz; "èr yepa, 3átov évez"
(Lib. XXIV, v. 227.)
30S
y aun se cree distinguirlos todavía en algunos de los bajos
relieves de la columna de Trajano en Roma.

NOTA 29, PAGINA 281, V. 7.

Y al divisar de Alcides la hosca frente,


Huye á ocultarse tímida en su fuente.

Es notable la propiedad con que el autor pinta aqui la cu


riosidad y la timidez naturales en el sexo femenino.

NOTA 30, PAGINA 282, V. 2.

Pasó ceñido de rosas


El dios del vino, en su carro.

Baco. Se supone la existencia de varios personages de este


nombre en los tiempos fabulosos, y cuyas hazañas juntas apli
ca la mitología á uno solo, que titula el dios Baco. Entre estos
insignes hechos figura la antes citada guerra con los gigan
tes, en la que Baco defendió valerosamente los derechos de
su padre Júpiter; y es notable tambien la conquista de la
India, atribuida por otras tradiciones á Osiris. A esta última
empresa se alude en este pasage, en el que se representa al
numen de la vid con su alegre cortejo de Sátiros y Bacantes,
conducido en triunfo por los paises en donde difundia las
artes útiles con los beneficios de la civilizacion, domando los
instintos de barbarie y ferocidad de que eran símbolo los ti
gres y panteras que se suponen uncidos á su carro.

NOTA 31, PAGINA 283, V. l7.

Como en limpido estanque rueda hermosa


De la luna ó el sol.....

Nuestro poeta sacó este bello episodio del lindísimo idi


lio XIII de Teócrito, que tradujo el docto orientalista Conde.
Vease una muestra de su version :
309
cayó el mancebo
En las cerúleas aguas velozmente,
Cual rutilante estrella que del cielo
De súbito en el mar se precipita.

Al lloroso doncel en sus rodillas


Las Ninfas tienen, y con blandas voces
Le consolaban.....

Con tanta elegancia y ternura presenta Apolonio (lib. I,


v. 1234) la misma escena, que no he podido resistir al deseo de
copiar aquíparte de ella.

zörðp ð” do; c. p6zóp y x3)\v pezev


)éypt;èrypp03, rep 'aretov 3ópzyev top
yz)zöv à; y evtz opeó uvov, zóízz”ie
)zöv pèy zz6órep0ey r" 2/évo; v0eto ryuv,
xógaz r0óouaz épey atópiz detep
äzov” arzze y epi, pé "èvizóía)e 5w.

»Mas este (Hilas), inclinado sobre el arroyo, no bien intro


»dujo su cántaro en medio de las aguas, que se precipitaban
»con estruendo en el sonoro metal, al punto la ninfa, ardiendo
»en deseo de besar la delicada boca (del mancebo), le pasa una
»mano en torno del cuello, y con la otra le atrae por el brazo.
»El infeliz se sumerje en el remolino (que forman las aguas).»
A pesar del mérito de las dos descripciones citadas, es in
dudable que nuestro Valerio no se queda atrás en la suya. Con
gusto veo que dos ilustres escritores estranjeros, el italiano J.
Antonio Volpi () y el inglés José Warton (*), elogiando am
bos el delicado episodio de Hilas, califican á Valerio de flori
do, elegante y fecundo ingenio.

(*) En su edicion de Propercio, publicada en Padua, 1756, tomo I,


pág. 184.
(*) Essay on the poetry, etc. London, 1753, b. 2, pág. 186.
310

NOTA :32, PAGINA 285, V. 14.

solo eco suena


En frescas sombras plácidas tranquilas.

Virgilio, égloga VI, v.43:


la fuente donde Hilas
Visto ya no fué mas, por quien clamando
La gente de la nave «Hilas, Hilas, »
Por toda la ribera resonaba.

(Trad. de D. J. G. Gonzalez.)

NOTA 33, PAGINA 288, V. 13.

De Calidonia el hijo ilustre agrava


La inquietud con sofísticos ardides.

Calydone satus. Meleagro, hijo de Oineo, rey de Calidon,


capital de la Etolia.

NOTA 34, PAGINA 291, V. 23.

- - nos sobran adalides


De antiguos nobles abuelos.

Partaon, abuelo de Meleagro y personaje antiguo de va


lor proverbial. Lo cita Telamon con sarcasmo por sinécdoque,
como muestra de los jefes que pueden sustituirá Hércules.

NOTA 35, PAGINA 292, V. 5.

Mas juro por esta lanza.

Valerio aquí, y Virgilio en el lib. XII, v. 206 de la Enéida,


imitaron á Homero (Iliad., lib. I, v. 233); y si bien no copio
sus versos en obsequio de la brevedad, celoso, sin embargo,
311
como lo es todo traductor de la fama de su original, no omi
tiré el hacer presente á mis lectores que Dureau de la Malle,
no menos que Causin de Percevaly Nissard, están conformes
en la opinion manifestada por el docto crítico inglés Pope
(trad. of Iliad., London,MDCCLX), de que en estepasage nues
tro poeta superó al ilustre mantuano.

NOTA 36, PAGINA 293, V. 1.

Vermo del semidios se ve el asiento,


No de gran piel cual antes revestido.

Con razon nota Mr. Lemaire el gran conocimiento de nues


tro autor en los afectos del corazon humano, cuando pinta la
gran tristeza de los navegantes al ver vacío en la nave el ban
co de Hércules. Nada en efecto renueva con mas viveza el do
lor de la ausencia, que contemplar desiertos los sitios antes
frecuentados por la persona querida. Así Lope de Vega, tierno
y suave como pocos cuando no se deja arrastrar del gusto es
travagante de su época, dice en su célebre égloga de Ama
rilis:
Estos donde te ví tristes lugares,
Aunque llenos de sombras y de flores,
Ya riberas de Tajo, ya de Henares,
Serán mas ocasion de mis dolores.

NOTA 37, PAGINA 293, V. 9.

Lanzaba en esto acentos bramadores


De su encorvada concha (Forcis).

Forcis ó Forco, hijo del Ponto y de la Tierra. La mitología


le supone, como á Proteo,pastor de los mónstruos marinos.
INDICE.
--

Dedicatoria.......... ..... . . . . . . . . . . ... ... Pág. 5


Prólogo... ... . . ...···························· 7

Nota á la dedicatoria........ ... .... ... . . . . . . . . . . . . 45

Notas al prólogo.......... ... ... ... .....·....···· - 47

Estracto del artículo biográfico de Valerio Flacco escrito


por Mr. Tissot, de la Academia francesa...... • 55

Argumento del libro I... ........ ... ........ . .... 63

Libro I.......... "• • • . • • • • • • · • - • 67

Notas al libro I.......... ... ..... • . . . . . . 121

Argumento del libro II... .... .......... ..... ... .... 167

Libro II.................... "... . . .» • • . • . • • • • • • • • • • • 169

Notas al libro II... .... . . • • 219

Argumento del libro III... . . . . ......... ...... ...... 247

Libro III.·······.... ........ .. ...··········· .. 249

Notas al libro III....... .... ... . . . . . . . . . . . . ... ..... 295


ERRATAS DEL TOMO) 1.º
-o-oo.o

Pág. Lin. Dice. Lfase.


r

18. 19 costumbres, establecer costumbres y establecer


76 8 feo feo.
77 l Pues «Pues
118 2 bebiendo bebiendo,
118 17 en pos en pos,
128 3 Apyóuevo; "Apyóuevo;
137 18 "Ey0 "Ey0"
137 18 äunyavo; äuyzvo;
145 15 Eyoye, yoye
148 21 xAèo; xMéo;
154 28 8. la
161 27 inmediatamente inutilmente
164, 33 quel aquel
220 7 llama llama»
220) 9 pórepo: äuórepo
220 12 37t 5:

220 21 y pò; y epò;


237 20 preciso precioso
238 22 pú0iazzo pu0íazto
245 5 1 el

295 24 Montagutc Montagute


UNIVERST OR LLOS-LA

-
III
32759".
_

|
| - --

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