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TEMA 1 UNIDAD 3 Antropología Filosófica
TEMA 1 UNIDAD 3 Antropología Filosófica
Tales interrogantes pueden ser condensadas en una pregunta radical: ¿Qué es el hombre?
Identificando tres tesis que dan respuesta a cerca de la naturaleza del hombre entre las que
tenemos:
El naturalismo o monismo
Esencialismo o dualismo
Siendo los máximos representantes Max Scheler, Ernest Cassirer, Helmuth Plessner etc. En
resumen, estudiaremos en este sentido la suficiente bibliografía para comprender
filosóficamente la naturaleza del hombre entre los que tenemos: Una clave de la naturaleza
del hombre: el símbolo, de las reacciones animales a las respuestas humanas y la diferencia
esencial entre el hombre y el animal.
En el Medievo por influencia del cristianismo surgirá una nueva visión del hombre
concibiéndolo como persona, con un valor en sí, que lo distingue radicalmente del resto de
los seres naturales, dado que se ve a sí mismo como hijo de Dios, hecho a su imagen y
semejanza, dando lugar a una serie de valores como ser: fraternidad, solidaridad, igualdad
etc. Con el advenimiento de la modernidad y los éxitos alcanzados por la nueva ciencia
surgió el mecanicismo teoría que pretendió explicar todos los fenómenos por medio de los
modelos y métodos de la mecánica, así, autores como Matrie y Descartes, han creído
posible explicar la complejidad de la vida, incluyendo la humana, reduciéndola al concepto
de máquina.
Ahora bien, existe el supuesto de que el ser humano poseía una naturaleza fija, de ahí que
por ejemplo: Hume pudiera afirmar en sus investigaciones del entendimiento humano, que
la naturaleza en sus leyes y procesos permanecen igual a sí misma. Cassirer refiriéndose a
esa concepción histórica del hombre señala….que “la filosofía del siglo XVIII trata el
problema de la naturaleza y el problema histórico como una unidad que no permite su
fragmentación o disgregación”.
Lo anterior nos permite comprender que si el ser del hombre se considera inmutable por lo
que, la racionalidad se pensó de idéntica manera. Comprenderemos que por la influencia
del idealismo alemán esa imagen fijista del hombre fue sufriendo modificaciones, así por
ejemplo Fichte anticipándose a muchos pensadores contemporáneos, como Heidegger,
Paul J. Sartre, Ortega y Gasset etc. Ha expresado que el hombre es un ser que se hace así
mismo, que su existencia precede a su esencia, pone de manifiesto en su frase “yo no soy
un ser ya hecho, sino que soy aquel que en mismo hago”.
Este nuevo supuesto de la historicidad del ser humano, nos permiten entender porque han
existido a través de la historia diferentes formas de racionalidad, las cuales han
correspondido a los distintos modos como los hombres han estructurado política y
económicamente la sociedad, como también las variadas formas de interpretar y actuar en
el mundo. Es por eso que en esta unidad, se analizarán diversas formas de actuar moral y
político.
Entre el sistema receptor y el efector, que se encuentran en todas las especies animales,
hallamos en él ser humano un “universo simbólico”, el cual se ha creado a través del
desarrollo cultural de la especie humana, dando lugar a las diferentes formas simbólicas por
ejemplo, el lenguaje, el mito, el arte, la religión, las ciencias, etc. Por lo tanto, las respuestas
humanas están siempre mediatizadas por las mencionadas formas. Cassirer prefiere definir
al hombre como animal simbólico puesto que el ser humano no es solamente racional sino
que también incluye otras dimensiones como sentimiento, imaginación, etc.
En el estudio de este tema trataremos la actividad simbólica del hombre en una forma más
detallada, al distinguirlo de otros modos de comportamiento simbólico que se dan en el reino
animal. Ya los experimentos de Pávlov y Wolfe nos proporcionan una muestra empírica del
comportamiento animal. Según Wolfe, los resultados de diversos y prolongados
experimentos de aprendizaje han mostrado que en el comportamiento de los monos
antropoides tienen lugar los procesos simbólicos. Recientemente, George Revéz ha
publicado una serie de artículos en donde analiza el tema del lenguaje.
El lenguaje conceptual es únicamente propio del ser humano. Si partimos de una definición
clara y precisa de éste, resultan automáticamente eliminadas todas las otras formas de
expresión que encontramos también en los animales. Los símbolos, en el sentido propio de
esta palabra, no pueden ser reducidos a meras señales. Señales y símbolos corresponden
a dos universos diferentes del discurso: una señal es una parte del mundo físico del ser; un
símbolo es una parte del mundo humano del sentido.
Un ejemplo de este reflejo condicionado es el alimento (o algún tipo de substancia química)
que al ser colocadas en la boca, producen saliva, este fenómeno fisiológico permite que la
comida sea alterada químicamente para que, tras ser diluida, pueda producirse el proceso
digestivo. Lo que Pavlov observa es que dicha secreción puede ser evocada a distancia
cuando un órgano sensorial (olfato o vista) detecta la presencia de algún alimento. De esta
manera, aún el plato en el que se acostumbra a alimentar al perro es suficiente para que se
produzca el reflejo condicionado de la secreción salival: "Y más adelante la secreción puede
ser provocada con la sola vista de la persona que trae la vasija, o por el sonido de sus
pisadas (Pavlov, 1927).
Los casos clásicos de Laura Bridgman y de Helen Keller, dos criaturas ciegas y sordomudas
que aprendieron a hablar gracias a métodos especiales. La señora Sullivan, maestra de
Helen Keller, ha registrado la fecha exacta en que la niña empezó a comprender realmente
el sentido y la función del lenguaje humano. Aprendido que cada cosa tiene un nombre y
que el alfabeto manual es la llave para todo lo que desea conocer... Después que Laura
aprendió el uso del alfabeto manual, también alcanzó repentinamente el punto en que
comenzó a comprender el simbolismo del lenguaje humano. El principio del simbolismo, con
su universalidad, su validez y su aplicabilidad general, constituye la palabra mágica, el
"sésamo ábrete" que da acceso al mundo específicamente humano, al mundo de la cultura.
Las señales, aun siendo entendidas y utilizadas como tales, poseen, no obstante, una
especie de ser físico o sustancial; los símbolos son universales y variables y poseen
únicamente valor funcional. Si tenemos presente esta distinción podremos abordar uno de
los problemas más controvertidos. La cuestión de la inteligencia de los animales ha
constituido siempre uno de los mayores rompecabezas de la filosofía antropológica, si bien
es cierto que el animal posee imaginación e inteligencia práctica, el hombre ha desarrollado
una nueva fórmula: inteligencia e imaginación simbólica.
En resumen, un signo o señal está relacionado con la cosa a que se refiere de un modo
único y fijo. Todo signo concreto es individual y se refiere a una cierta cosa individual. Un
símbolo humano genuino no se caracteriza por su uniformidad sino, por su variabilidad. Por
lo tanto, sin el simbolismo la vida del hombre sería, la de los prisioneros en la caverna de
Platón, confinados en los límites de sus necesidades biológicas y de sus intereses prácticos;
sin acceso al mundo ideal y al universo simbólico.
Al analizar la obra de Max Scheler, titulada El puesto del Hombre en el Cosmos, manifiesta
que el hombre no se reduce a la idea de la evolución natural de la vida, sino, al fundamento
supremo de las cosas llamado Razón o espíritu, siendo la esencia de esta la libertad, la
objetividad y consciencia de sí mismo.
Max Scheler
Imagen por Moonian (wikimedia)
En consecuencia, el animal no puede aislar las formas vacías del espacio y el tiempo, el
animal vive en su actual presente, en tal sentido el espíritu es el único ser incapaz de ser
objeto, es actualidad pura, en donde su ser se agota en la propia realización de sus actos,
en tal sentido el centro del espíritu, es decir la persona no es ni ser sustancial ni ser objetivo
sino, un pleno orden de actos que se realizan a sí mismo.