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Penal Peruano:
El que tiene acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal o realiza cualquier otro acto análogo
con la introducción de un objeto o parte del cuerpo por alguna de las dos primeras vías, con
un menor de catorce años, será reprimido con pena de cadena perpetua.
Pero en este contexto, la pena de muerte no es más que una adición irracional de un mal a
otro mal.
Por otro lado, si nos apoyamos a la decisión de implementar la castración química para
violadores en nuestro país, como una nueva pena en nuestras leyes, nada nos asegura que
dichos agresores dejen de cometer dichas actuaciones degeneradas, ya que la castración solo
lograría la inhibición casi total de la erección y no impide que el agresor sexual pueda seguir
cometiendo actos de violación a través de instrumentos o mecanismos análogos a la
penetración. Ya que no se necesita el miembro viril para constituir el delito de violación.
Además, la castración química no sería viable debido a su costo y a la vigilancia que habría que
implementarse para que los medicamentos lleguen a término a un penal.
Más allá de la indignación popular que todos los ciudadanos peruanos compartimos, de castigo
a este agresor, se debe de razonar los distintos factores que afectarían a los valores, sociales,
políticos y económicos que sufriría nuestro país, al darle la viabilidad de este proyecto.
Primero se tiene que tener en cuenta que no es posible aplicar en nuestro país la pena de
muerte en caso de violación sexual de menores de edad ya que nuestro ordenamiento jurídico
nacional, por un tema de límites al poder de reforma, ya que el Estado Peruano ratificó con la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, el famoso Pacto de San José de Costa Rica el
28 de julio de 1978. El principal objetivo de este tratado es justamente la protección del
derecho a la vida del hombre y de la mujer, relacionado con el derecho a la integridad, la
libertad, así como con la abolición o prohibición de la pena de muerte como una forma de
castigo por los actos contra la vida o el patrimonio que se puedan haber cometido.
En conclusión, la pena de muerte es populista porque todos sabemos que estamos adscritos al
pacto de San José y si nosotros renunciamos al pacto de San José implica un procedimiento
previo de un año e implica que ya no podríamos acceder a la protección de los derechos
fundamentales del sistema Interamericano.
Las consecuencias que traería la pena de muerte es que podría causar más trastornos en
nuestro Estado y en los ciudadanos. Pues como dice el autor (Benenson, 2017) la pena de
muerte es un síntoma de una cultura de violencia, no su solución. Tomando esta idea
analizamos que esta condena es rechazada o abolida por nuestro país, pues no extingue los
crímenes, además es de carácter discriminatorio y se pueden cometer errores irreparables e
irreversibles
3. ¿Cuál crees que debería ser la posición o acción del estado peruano para reducir o
detener la comisión de dicho delito?
Fuera del derecho penal hay también mucho por hacer como: