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Escribo un relato policial

Hace cinco días Ronald Suárez perdió a su madre a consecuencia del COVID-19. “Siento un dolor
profundo en mi alma por la muerte de mi mamá”, dice el presidente del Consejo Shipibo Konibo y
Xetebo (Coshikox), quien apenas se está recuperando de la misma enfermedad en su casa de
Pucallpa, Ucayali, la segunda región amazónica en Perú más afectada por el coronavirus.

“Al principio pensaba que era dengue. Estaba confundido. Tenía fiebre, dolor en el pecho, en la
espalda, y también perdí el olfato. Tenía todos los síntomas. Estuve en cama 17 días hasta que
vinieron los médicos para hacerme la prueba de descarte. Salió positiva”, cuenta el líder indígena.
Su madre pasó por lo mismo.

Esta es la realidad que enfrentan decenas de personas en las comunidades nativas shipibo konibo
establecidas en el río Ucayali. Suárez recibe todos los días llamadas de los jefes de las
comunidades clamando por ayuda. “Se están tratando en sus casas con plantas medicinales
porque los puestos de salud están cerrados, sin medicamentos, sin personal de salud, sin
máscaras, sin bioseguridad, sin nada”.

Según las cifras oficiales del Ministerio de Salud de Perú, la región amazónica de Ucayali registra
2478 personas afectadas por el coronavirus.

De acuerdo con la información que ha recibido Suárez en lo que va de la pandemia, 58 personas


del pueblo shipibo konibo han fallecido. Estos datos corresponden a los reportes de los líderes de
las comunidades que se mantienen en comunicación vía telefónica.

El registro incluye a quienes viven en las comunidades nativas y a los shipibos konibo que viven en
la ciudad de Pucallpa. Todos ellos no figuran en los registros oficiales de personas afectadas por el
coronavirus porque temen ir al hospital. “Así fue con mi mamá, nunca le hicieran prueba del
COVID-19, pero murió con todos los síntomas, agitándose mucho”.

Suárez cuenta que en Puerto Bethel —donde se registraron los dos primeros contagios en
comunidades de la región— sus habitantes tuvieron que caminar dos horas para encontrar un
lugar con señal de celular. Hay muchas comunidades que no cuentan con servicio telefónico.

Desde el año 1999 la empresa Gilat ofrecía el servicio de telefonía rural a 5699 localidades, pero
en noviembre de 2019 terminó su contrato con el Estado. Actualmente, en 4500 de estas
comunidades existe algún tipo de servicio telefónico de las empresas privadas, pero más de 1100
lugares no cuentan con ninguna forma de comunicación telefónica.

El médico e investigador de la Facultad de Salud Pública de la Universidad Cayetano Heredia, Isaac


Alva, señala que desde que se inició la pandemia el sector salud no ha reportado la variable étnica.

Alva, quien estuvo trabajando en la red de salud de Centroamérica en Yarinacocha, Pucallpa,


explica que el primer caso registrado de una persona del pueblo shipibo konibo que dio positivo a
la prueba fue un policía el 15 de abril.

En la misma época, cuenta Alva, se presentaron los dos casos de Puerto Bethel, comunidad a la
que llegó personal del sector salud para testear a 21 personas de las que la mitad también resultó
positiva.

Alva menciona que en la red de salud de Coronel Portillo se hizo un esfuerzo por registrar la
variable étnica, una práctica que solo permaneció hasta fines de abril. Mientras que en la red de
Centroamérica donde él ha trabajado se mantienen esos registros. Sin embargo, el resto de la
región no ha contado los casos de manera diferenciada por lo que se desconoce cuántas personas
de los pueblos indígenas han dado positivo al COVID-19.

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