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GAUDIUM ET SPES
PROEMIO
EXPOSICIÓN PRELIMINAR
Esperanzas y temores
6. Por todo ello, son cada día más profundos los cambios que
experimentan las comunidades localestradicionales, como la
familia patriarcal, el clan, la tribu, la aldea, otros diferentes
grupos, y las mismas relaciones de la convivencia social.
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I
Grandeza de la libertad
El misterio de la muerte
El ateísmo sistemático
CAPÍTULO II
LA COMUNIDAD HUMANA
23. Entre los principales aspectos del mundo actual hay que
señalar la multiplicación de las relaciones mutuas entre los
hombres. Contribuye sobremanera a este desarrollo el
moderno progreso técnico. Sin embargo, la perfección del
coloquio fraterno no está en ese progreso, sino más
hondamente en la comunidad que entre las personas se
establece, la cual exige el mutuo respeto de su plena
dignidad espiritual. La Revelación cristiana presta gran ayuda
para fomentar esta comunión interpersonal y al mismo tiempo
nos lleva a una más profunda comprensión de las leyes que
regulan la vida social, y que el Creador grabó en la naturaleza
espiritual y moral del hombre.
Responsabilidad y participación
31. Para que cada uno pueda cultivar con mayor cuidado el
sentido de su responsabilidad tanto respecto a sí mismocomo
de los varios grupos sociales de los que es miembro, hay que
procurar con suma diligencia una más amplia cultura
espiritual, valiéndose para ello de los extraordinarios medios
de que el género humano dispone hoy día. Particularmente la
educación de los jóvenes, sea el que sea el origen social de
éstos, debe orientarse de tal modo, que forme hombres y
mujeres que no sólo sean personas cultas, sino también de
generoso corazón, de acuerdo con las exigencias perentorias
de nuestra época.
CAPÍTULO III:
CAPÍTULO IV
SEGUNDA PARTE
Introducción
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
Introducción
¿Qué hay que hacer para que todos los hombres participen
de los bienes culturales en el mundo, si al mismo tiempo la
cultura de los especialistas se hace cada vez más inaccesible
y compleja?
La fe y la cultura
61. Hoy día es más difícil que antes sintetizar las varias
disciplinas y ramas del saber. Porque, al crecer el acervo y la
diversidad de elementos que constituyen la cultura, disminuye
al mismo tiempo la capacidad de cada hombre para captarlos
y armonizarlos orgánicamente, de forma que cada vez se va
desdibujando más la imagen del hombre universal. Sin
embargo, queda en pie para cada hombre el deber de
conservar la estructura de toda la persona humana, en la que
destacan los valores de la inteligencia, voluntad, conciencia y
fraternidad; todos los cuales se basan en Dios Creador y han
sido sanados y elevados maravillosamente en Cristo.
CAPÍTULO III
LA VIDA ECONÓMICO-SOCIAL
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
Introducción
77. En estos últimos años, en los que aún perduran entre los
hombres la aflicción y las angustias nacidas de la realidad o
de la amenaza de una guerra, la universal familia humana ha
llegado en su proceso de madurez a un momento de suprema
crisis. Unificada paulatinamente y ya más consciente en todo
lugar de su unidad, no puede llevar a cabo la tarea que tiene
ante sí, es decir, construir un mundo más humano para todos
los hombres en toda la extensión de la tierra, sin que todos se
conviertan con espíritu renovado a la verdad de la paz. De
aquí proviene que el mensaje evangélico, coincidente con los
más profundos anhelos y deseos del género humano, luzca
en nuestros días con nuevo resplandor al proclamar
bienaventurados a los constructores de la paz, porque serán
llamados hijos de Dios ( Mt 5,9).
Naturaleza de la paz
La guerra total
La carrera de armamentos
82. Bien claro queda, por tanto, que debemos procurar con
todas nuestras fuerzas preparar un época en que, por
acuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibida
cualquier guerra. Esto requiere el establecimiento de una
autoridad pública universal reconocida por todos, con poder
eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la
justicia y el respeto de los derechos. Pero antes de que se
pueda establecer tan deseada autoridad es necesario que las
actuales asociaciones internacionales supremas se dediquen
de lleno a estudiar los medios más aptos para la seguridad
común. La paz ha de nacer de la mutua confianza de los
pueblos y no debe ser impuesta a las naciones por el terror
de las armas; por ello, todos han de trabajar para que la
carrera de armamentos cese finalmente, para que comience
ya en realidad la reducción de armamentos, no unilateral, sino
simultánea, de mutuo acuerdo, con auténticas y eficaces
garantías.
CONCLUSIÓN