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UUI.I Cr. IÓN Df 1..\ CU R.-\. LA 1I1 RfC(;¡ÓN DI'. 1.A CURA

sobre e l des Ji lll lllie lll O qu'e sufre su létlllca, se desconoce el aquí in augural y que se a nti cipa COIl mucho a todos los te mas
verdadero lugar donde se producen sus efectos. ul ler iorl11ell te desarroJ bdos de 1a túpica.
In fatigab les e n la te ntativa d e d e finirla, no puede decirse Si Ferenczi concibe la tra nsferencia como la jntroyccción de
que re pl eg¡índose !:labre posicion es de Ill ode::.lia, incluso guilí.n- la persona del medico en la eco nomía subjeliva, y<1 n o se lra ti:l
<.lose por la 'experiend 'l que deSrllTo ll an sea siempre aquí ue esa p'enona como soporte ue un <l co mpulsión repetitiva.
infec unda. de una conducla inad ap tada o como figura de una Para
Las in ves tigaciones genéticas y 1" observación direc ta están él se trata aqui de la ab':lorciún en 1<1 economía de l de tod o
lejos de haberse Ll e::..Jigado ele una animación propiamente ana- lo qu e e l ps icoa llali ':lta pre':lenlifica en eJ dúo como lúe el l1une
lítica. V, por habe r tomado nosotros mismos en un aoo d e nU'es- d e Ulla problemú ti ca 'en car nada. ¿No llega este autor hasta el
lro seminario los temas d e la relaci911 d e objeto, h eme::. mostra_ ext re mo de articular qu e el acabamiento de la cura no pued e
do el precio de una con cepción dond e la observackm del Jüño sin o e n la co nfesión hecha por el médico al e nl e rm o
se alim enta COH la m ;is ju sta puntu a li zaci6 n de la fun ción u'e la del abandono dd cual él mismo S'e encuentra e n situa ciún d e
malc rnalidad en la gélletlis del objeto: queremos decir la noción
de l objeto transicíonal. inlroducida por D, "vV , \Vinnic o tt. pun-
lO cb,ye pa ra la explicación de la génesis del felichismo [27J .
Queda 'el h echo de que las incertidumbres flagrantes eje la 2. ¿Es preciso pagar a precio de comicidad el hec ho d e que
lect ura d e los gra ndes conceptotl freuc!iallos SOI1 relativas a la.'; vea sill1p! emen le rctolloc ida la carencia de se r de l sujet o co mo el
debilidades que grava n el trahajo pr;í< lico, COrtllón de la ex perienci(1 analítica, como el ca mpo don-
Queremos dar él e ntender que es en la meuida u'e los Gl lle. de despliega la pasión del neurótico?
jo nes sa lida en contrados a l captar su acción en tlU alltelltici- Ftl'era eJe es te foco ele la escuela húngara de ti zones a ho ra di s-
dad. com o los i11 vetltig;lu ol'c.'i. tanto como los grupo.'). llegan a persos y que pronto se rün ce ni zas, sólo los ingleses e n su fría ob-
forl.arla e n el sent id o del ejercicio de un poder. jetividad hall sa bid o articu lar esa hiélllcia de la qu e d a tes timo nio
ESle pouer, Jo Sll tllituye n a la relación con el :-:.er dOllde e l ne urótico (11 qu ere r justifi ca r ::.u exi::.tencia, y por e nde
(\cd6n ti e n e lllga r, haciendo decaer tl US medios, ti sa ber eJe hl cit,1I1l'ente di ':l tinguir d e la re laó ú n illle rhumana, de ::. u calor
p : li<:l bra, de ..,u 'emin encia verídica, Por etlo es cien a mellte una y de sus e ngail os. e.lia relación con el Otro en que el se r e ncue n -
e':lpecie de retor no d e lo rep rimido, por eX ll'alia que . . . ea. la que. tra su es tatul o.
B <'ISle:: llOS citar a Ella Sharpe )' sus pe rtine ntes
desde las pre te nsiones menos dispue.) lél.':i a c nlbara zars'e con la
para las v'e rda(! e ras preOl:upaciones del ne uróti co r24].
digniu ad de estotl IlH::dio", ha ce eJev:lr"e e.c,e galimatías de un
Su fu erza radi ca e n una e':lpecie d e ingenuidad que refleja n hl ':l
rec urso al ser como a 11n dato d'e lo real, cu and o el di scu rso que jtlstallwnte célebre':l. de su esti lo d e rerapeuta y
¡·\ llí re ina rechaza tOU;¡ int<::rrogaci6n que no hubi ese ya d e escr ilOra . No es llll ra 'igo ordin;¡rio e l que e ll a lleg ue h as ta
recollocida por Ulla lIane.m, Ja van i\glo ri a e ll 1,( exige n cia qU'e impone de un a omniscie ncia
al ana lista par;l Icer (or rectéllllenle las inte nci o nes de
cursos de l all a li zado,
Ha y qu e agrade::ce rl e el que pOllga en primer luga r 'en }¡¡s es-
IV, CtJMO ACT UAlt CON l.L PROPIO ):ER
c uelas d e l pnl cti ca nte ulla cu lLura lite r;ll"i a, incluso 110 parece
cuenta de:: quc e n la lista de l"ec turas mínimas qu e les pro-
l . La cuesUon del ser del ana lista apílrece muy prOllto CII la po ne pred o minan hl s o bras de im¡'l ginaóón donde el signifi cado
hi storia del anál isis, Qlle e.)to se deba a aquel a quien m;is a tor _ de l [alo d (-:selllpc ií a un papel cenLral bajo un ve lo transpare nte.
men t6 e l problema de la acc ión aníllítica, no eÍJ co.. . a que debe Esto pn¡"cba sellcill:llne nLe que la elección ese, g ui ad a po r la ex-
sorprenuernos. Puede uecirse e n efec to que 'el í1 rtÍ('ul o de Fe-
R ccli fic;lci ón lid ICX IO cn b fr ;ISC pCll ülti ma y e n 1:\ p r im e ra lin ea dd
renrzi: lntroyección y transfere n cia, qu e data de 1909 [3], es p;\na fo ( 1966).
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594 I_A I)IR¡·C::: J6N DE LA C\IRA 1.,\ DIRECC iÓN DE. LA CU RA

periencia, así co mo que la indicación d e principio es de las bre feliz, y lo qu e llaman una so mbra feliz debe evitarse por los
más felices. males que propaga.
Es sin duda en la relación con el ser donde el a na lista deb'e
tomar sn nivel operatorio, y l as oportunidades qu e le ofrece
3. Han sido una vez ITI,b ingleses, a utócton os o n o, los que han para es te [in el a náli sis didácti co no deben ca lcularse única·
definido más categóricamente el final del (l;oálisis por la identi- m'ente en fun ción del problema que se supo ne ya resuelto para
fi cac ió n del suj'e to con el analista. Ciertamen te, 1<1. opinió n varía el analista que le gula en él.
según se trale de su Yo o de su Supe ryó. No !:>e d o ntina tan fá. Existen desgracias del ser qne la prude nci a d e los colegas.
cilmente la estru c tura que Freud d es hrozó en el sujelO si falla y esa [a Isa vergüenza que ase gura las dominaciones no se at.reven
la distinci ó n e ll tre lo simbóli co . lo imaginario y lo real. a desligar de sí.
Digamos úniCam"e llte que expresiones hasta lal punto hechas Está p or formularse una é tica qu e integre las conqu ista s freu·
para chocar, no se forjan sin qlle nada presione a los que las dianas sobre el d eseo: para poner 'e n su cúspide la cues ti ó n del
aventuran . La dia léc tica d e:: 10'1 ob jew:o, f::lI11asiosos promovida e n deseo del analista .
la pd cLica p or Mélanie Klein tiend e ,[ traducirse e n la teoría
en términ os de ide ntificació n .
Pues 'esos objetos, parciales o no, pero duda alguna signi. 5. La decadencia qu e m a rca a la especulación analítica espe-
fi c;m tes, e l se no, el excremenLO, el falo, el suj e to los gana o los cialmente en este ord'en n o puede dejar de impresionar, con
pierde sin duda , es deslTuido por ellos o los prese rva, pe ro sobre sólo que se sea se nsible a la reso nancia de los trabajos antiguos.
touo es esos ohjeLOs, seglin e l lugar donde [nne;on.ln e n su fan - A [nerza de comprender montones de cosas, los analistas en
tasía fundamental, y ese m odo d e identific:1ción no h <lce sino mo s- su conjunto imaginan qu e co mprender lleva su fin en sí y que
trar la p<ltología de la pendiente a la que se ve empuj ;H.lo e l no puede se r sin o un ha.ppy end.. El ejem pIo de líl ciencia físi ca
!:oujeto e n un mundo tlond e sus necesiebd'es est.¡'1O redu cida') a Vtl. puede m ostra rles sin e mbargo que los más g randi osos éxitos no
lores de intercambio . pendiente qu e ;, su vez no e ncue ntra su implican que se se pa ad 6 nd e se va.
posibilidad radi cal sino po r la monifi caci6 n qu e el significante A menudo vale m .;ís n o comprend e r para pe n sa r, y se pueden
impone a su vid<t, nurnedndola . galopar legnas y leguas de comp ren sión sin qu e result.e de ello
el me nor pensamiento.
ÉSle fue incJu!>o e l punto d e partid"a de los behaviouristas:
4. Pal-ecería qu e e l p!'iicoanali sta, tan s(')lo para ay ud a r a l !-o H.jeto . a co mprender. Pero a falta d e LOdo otro pe nsamiento
dehería estar a de esa patología. la cua l no se insert<t, ('o mo en nna materia, la nuestra, que es la anli -p h)'sis, toma ron el
'S e ve, 'e n Il ada m e nos qu e e n una ley de hierro. sesgo de ulilizar. sin eomprentlerlo, lo qu e n oso tros compren·
Es por eso justamente por lo qu e sU'eJe imaginarse que e l demos: oC<lsión para noso tros de un re brole de orgullo.
p$icoarwlista debería un homhre reliz . ¿No ade miís la feli - La mu e!>tra d e lo qne somos capaces d e producir e n cuantO
cidad lo que vi e nen a pedirle, y có mo potlria darla si no la tu - a m oral es el dada por la noció n d e oblatividad. Es una fanta-
viese UIl poco?, dice el sentid o común. sía de obsesivo, p or si mism a in co mprendida: LOdo para el otro,
Es un he cho que no nos n egamos prometer la fel icid(l.d, en mi semejante. se profiere en ella, sin reconocer la angustia que
un :1 época en que la cuesti('m de medida . . e ha co mpli cado: el Otro (con una A mayúsc ula) inspira por no se r un semejante.
e n primer término porque la fel¡cidad , como dijo S¡.¡int-Jusl, se
ha co n ve rtido e n un [actor de la poHtica .
Seamos justos. el humani sta desde Ar ist6teles ha·aa 6. No pretende m os enseñar a los psicoanalista s lo que es pen·
San Fra nc;..,co (de Sale!.) no había (o lmado aporías de 1.. sar. Lo saben . Pero, n o es qne 10 ha yan comprendido por sí
lelicidad. mi smos. Han apre n dido la lección ele los psicólogos. El pensa·
Es perder el ya s<lbe. busca r hl ca mi ..." de un hom _ miento es un ensayo d'e acc ión, repite n graciosame nte. (Freud
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1....' \ DIRECC IÓN DE L.... CU M. L.... DIRtCC IÓN O,E I.A Cu n,\ 597
111ismo CHe en esta afiagaza, Jo cual n o le impide ser un robusto comprendo nada ue ello, o :-,i comprendiendo algo, estoy seguro
pensador, y cuya acción acaba en e l pensa miento.) de equivocarme. Esto no me im ¡Je cliría responder. Es lo que se
A decir verd'l d, el pensttlll iellto de los ana lis tas 'es un a acción hace fuera del análi sis en semejante (¡ISO. rvre callo. Todo el
que se deshace. Esto deja alguna es pera nla de qu e, si se les mundo está de acue rdo en que [rustro al hablante, y aunque
hace pensar en e ll a, pase n de relOmarla a repe nsarla. a él en muy primer lugar, lambién a lUí mismo. ¿Por qué?
Si lo [rustro, es que me pide algo. Que le responda, justa-
mente. Pero él sabe bi'en que no serían más que palabT'ils. Corno
7. El ana lista es e l hombre a qu ien se habla ya quien se habla las qu e puede obtener de quien quiera. Ni es seg uro
li bremente. Esl.í ahí para eso. ¿Qué quiere decir es to? que me agTaclecería que fu'esen buenas palabras, menos aún
Talla lo qu e pued", sobre la asoc iaci6n de ideas no es mala s. Esas palabras, no me las pide. l\lle pide..., pOI' e l hecho
más qu e ropaje psicologista. Los juegos de palabras inducidos de que hab la: su demanda es intransitiva, no supone nin g ún
están lej os; por lo dem;h, por su protocolo, nada es menos libre. obj eto.
El sujeto invitado a hablar en el :m{disis no muestra en lo P or supuesto su petición !le d'espliega en el ca mpo de una de-
qu e dice, a decir verdad, una gnln libertad. No es que eSté manda implícita, ae¡ uella por la cua l est,í ahí: la de ' curarlo.
e ncadenado por el dgol" ele sus asociaciones: sin duda le opri- revelarlo" sí mi smo, hacerle conocer el psicoan <:ílisis, hacer lo
men, pero es bien que dese mbocan en una palabra libre, calificar como analis ta. Pero esa de man da, él )0 s;¡ he, puede
en un a palabra plena que le sería penosa. esperar. Su dema nda presente no Liene nada que ve r COII eso,
Nada más temible que decir algo que podría ser verdad. Por- incluso no es la suya, poryue despu és ue tod o soy yo qu ien le
que podría llega r a serlo del todo, si lo fuese, y Dios sabe lo ha ofrecido hablar. (El sujeto 5610 es aquí transitivo.)
que sucede cuando algo, por s'e r verdad, no puede ya volver él He lograuo en su ma lo que en el campo del comercio ord i-
entrar en la duda. nario quisieran poder realizar tan fádlnrc nte: con o rerta , he
¿Es éSle el procedimiento del análisis: un progreso ue la ver- creado demanda.
dad ? lvI e parece oír ya a los pillos murmurar de mis análisis in-
telectua Iista¡,: cut\ndo soy el prim'ero, que yo sepa, en preservar
en ell os lo indecible, 8. Pero es \In a uema nda, si puede radi ca l.
Que es nl<ls a ll á del discurso donde se acomoda nuestra acción Sin duda la se iiora Macalpine tiene ra zú n en quere r busca r
de escuchar, Jo sé mejor que nadie, si bien t.omo en 'ello el en la sola an alí ti Gl e l mo to r de la tra nsfe rencia . Aun a ..,í
cam in o <le oír, y no de :1u!lc.ultar. Sí por cierto, no de auscul tar se exlr;¡vííl a l designar en la a usen cia ue todo objeto la puert:t
la resistencia, la tensión, el opistó tonos, 1.,. palidez, la descarga abierta hac ia };:l regres iún infantil [24]. Sería 111 :'15 hie n un ob!'t-
adrenalínic:1 (sie) en la que volvería a formarse un Yo más t¡í culo, porqu e tod o el mundo sa be, y antes qu e nad ie los psi co.
fuerte (res/e): lo que escucho es de entendimiento. ana lis tas u'e niños, qu e se nece!:. ilan b:lsta n tes pequeiios ohjeLos
El entendimiento no me obliga a comprender. H' Lo que en- para mante ne r un a reb ció n con e l niiio.
tiendo no por ello deja de ser un discurso, aunque fuese tan Por el intermedi a d o de 1.. demanda, todo e l pa!l:'ldo se entre-
poco discursi vo como una interjección. Pues un . . . interjección 'es abre has ta el fondo del fondo de 1.. primera infancia. Deman.
del urden del lenguaje, y no del grito expresivo. Es un a parte uar : e l suj·e l.o no h a hecho BUllca otra cosa. no h a podido vivir
del uiscuno que no está por uehajo eJe ninguna otra en cuan to sino por eso, y noso tros lo ma mos el rel evo.
a los 'efectos de sintaxi s en talo cual lengua determinada. Es por esa vía como puede reali zarse la regresi(')Il a nalíti c:l y
A lo que oigo sin uuda, no tengo nada que rep li car, si no como en efeclo se presenta. Se hab la ue 'ella como si el sujeto
se pu siese a hacer niiierías. Sin duda tal cosa sucede, y
lG [El autol' juega con la polisemia. de en lcndrc, esc uchar y comprC llck l',
romo ell los pána(os siguiclltes COIl )a de rlem(lndel·. dcmmule: pedir, de mel indres 11 0 ,!,on de mu y buen En todo Ci1S0, s'e sa le
mandar. pregul\ta.l; pI'CgUlll:1, petición, dem anda ( incluso en senti do eco. de lo observado ordinariamente en lo q ue se consiuerfl como
nómico). AS] regres ión . Pues I;¡ regresión n o muestra otra cosa qlle el
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I.A DIRECC IÓN DE LA CURA
598 LA DIREC CIÓN DE LA CU RA
Freud sobre las relaciones del Superyó y la realidad. El Superyó
al presente de sign ifi cantes usu a les e n demandas para las cuales
no es por supuesto la fuente de la realidad, como él dice en
hay prescripción.
al gún sitio, pero traza sus caminos, anteS de volver a encontrar
en el inconsciente las primeras marcas ideales donde las ten·
(..\'enci as se constituyen como reprimidas en la sustitución del
9. Para regresa r al punlo de partid a, sItuación explica la
tr ansferencia primaría, y el am or en que a veces se declara. :-.ignificante a las necesidades.
Pues si el amor es d ar lo qu"e no se tiene, 'es bien cier to qu e el
suje to p uede esperar que se le dé, puesto que el psicoan <l lista no
11. No h ay en ton ces ningun a necesidad de buscar más allá el
tie ne o tra cosa que u arle. Pero incluso esa nada , n o se la da, y
resorte de la identificació n con el ana lista. Puede ser mu y di-
más vale así : y por eso esa nad a se 1(1 paga n, y preferiblemente
vers a, pero sení siempre una identificación con signiEicantes.
de manera ge nerosa, para mostrar bien que de otra manera no
A medida que se desarroll a un a nálisis, el a nalista tiene que
tendría mucho valor.
vérselas sucesivamente con todas las ar ticulaciones de la deman-
Pero sí la transferencia prlmana permane ce casi siempre en
da d el suj e to. P ero además, como lo diremos más abajo, no debe
estado de sombra, no es eso lo que impedirá a esa !'ombra soi'1ar
y reproduóf su dern {\nda, cuando ya n o hay nad a que pedir. responder ante ella sino de la p osición de la transferenci a.
Esa d emand a por ser vacia no se rá por ello sino más pura . Se Por lo demás, ¿quién no subra ya la importancia de lo qu e
obse rva rá que el an alista da sin embargo su ptesen ci a, pero creo podrí a llamarse la hipótesis pe rmisiva del análisis? Pero no se
q ue ésta no es en primer lugar sino la imp licación de su acción necesita ningún régimen polltico particular p ara que lo qu e
de escuchar, y qu e ésta no es sin o la contlici ón de la palab ra . En no está prohi bido se convierta en obliga torio.
efec to, ¿por q ué exigiría la técnica que la haga tan discreta si Los an alistas de los que podemos decir que es tán fascin ados
no fues'e así? Es más tarde cuando su presenci a sed notada. por la s secuelas de la frus tr ació n sólo mantienen una posición
Por lo dem:.\.s, el sentimiento más agudo de su presencia está de sugesti ón que redu ce al suj"eto a repl antear su dem anda.
ligado a un momento en qu e el no puede sino ca llarse, Sin duda es esto lo que suele entenderse por reeducación emo-
es decir en que retrocede incluso ante la sombra de la deman(la . cionaL
Así el an alis ta es aq uel que apoya la demand a, no como su ele La bondad es sin duda más necesaria aqu í que en cualquier
dec irse para fru strar a l sino para que reaparezca n los o tr o sitio, pero no podría curar el mal que ella misma engen-
signifiGlOtes en que su frustraci ón está retenida. dra, El analista que quiere el bien del sujeto re pite aq uello
en lo qu'e ha sid o form ado, e incl us o ocasionalmente torci do. La
más aberrante educación n o ha tenido nunca otro motivo qu e
10. Ahora bien, con viene recordar q ue es en li an tigua el bien del sujeto.
demanda donde se produ ce la identificacÍón primaria, la que Se concibe una teoría del análi sis que, al revés de la articu-
se opera por el pod'e r a bsoluto ma tern o, a saber aqu ell a q ue no lación de licad a del análisis de Fr'eud, redu ce al miedo el resorte
sól o suspe nde del apa ra to significante la sa tisfac ción de las ne- de los síntomas. Engendra una práctica d onde se imprime lo
cesidades, sino qu e las fragmenta, las filtra, las m odehl en los que en otro 1ugar he llamado la figura obscena y feroz del Su·
desfiladeros de la estructura del significanre. peryó, en la que n o hay m ás salida para la neurosis de transfe·
Las necesidades se subordinan a las mi smas condiciones con- rencia que la de hacer sentarse a l enfermo para mostr arle por
venci ona les q ue so n las del significante en su doble registro: la ventana los aspectos risueños de la n a tur aleza, diciéndole:
sincr6ni co de oposició n entre elementos irreductibles,
"Ad elante. Ahora ya es usted un buen niño [22]."
ni eo de sust i LUción y de combin ación, por el cual e l le nguaje,
a unque sin duda no lo llena todo, Jo estructura todo de la re -
laci ón interhumana .
De donde la osci lación q ue se observa en las expresio nes de

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