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R.·.L.·.

Plus Ultra N°98

A.·.L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.

Los metales y la cámara de reflexiones

“Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma”.


Carl Gustav Jung

Introducción

El tema dedicado a la presente plancha, representa para el autor un pilar fundamental del
camino iniciático masónico. Aquel camino ineludible de autoconocimiento que decidimos
transitar a través del trabajo de sí mismo.
El presente trabajo intenta entregar elementos para la comprensión del significado
simbólico de los metales y la cámara de reflexiones, por separado en primera instancia,
para posteriormente comprender la relación inherente entre éstos.

Desarrollo

Los metales representan todo aquello que, por su brillo, aparenta tener cierto valor para
el ser humano. Sin embargo y cómo ya intuimos, tal valor dependerá de la escala de
valores de cada individuo. Ciertamente, sobre todo en el mundo profano, tal escala de
valores y juicios es influenciada de manera inconsciente por aspectos familiares, sociales y
culturales. La herencia ancestral de ésta y quizás otras vidas. Simbólicamente, los metales
representan todo aquel aspecto limitante del pensamiento humano hacia el desarrollo de
su conciencia (dominio de las pasiones o aspectos inconscientes de la personalidad o ego).
Tal parece ser entonces que parte fundamental del trabajo de sí mismo implica la
autobservación y el reconocimiento de nuestros propios metales como requisito sine qua
non para la trascendencia de las limitaciones impuestas, cambiando lo que creemos ser
por lo que realmente somos a través de la aceptación, la comprensión y el desapego. Lo
anterior de forma homologa al desbaste de la piedra cúbica cómo símbolo de
desprendimiento de lo inútil en búsqueda de lo esencial. Es aquí donde la cámara de
reflexiones y su simbología nos sugiere la manera de hacerlo.
La cámara de reflexiones sugiere entrar en sí mismo a través del aislamiento y la
abstracción mirando “hacia adentro” sin dejarse distraer por lo que pasa “afuera”. Los
antiguos comparaban esta operación con un descenso a los infiernos, tal vez por la
necesidad de conocer aspectos ingratos de nuestro ser. Sin embargo, como ya se sugirió,
es parte del trabajo de sí mismo aprender a mirarnos tal cual somos.
Al recordar la iniciación, es trascendente el mensaje aludido al pasar por la cámara de
reflexiones y su simbología. Los restos humanos evocan la transitoriedad de la existencia
individual por un lado, y por otro nuestra verdad desnuda despojada del juicio ajeno. El
azufre, principio de iniciativa y de acción personal que actúa sobre la sal, símbolo de
aquello que constituye la personalidad. La oscuridad es símbolo de limitación y la luz de la
vela al eterno viaje de la liberación de las limitaciones. El pan y el agua son la reserva
alimenticia que recuerdan al iniciado ir en búsqueda de lo esencial sin hacerse esclavo de
lo superfluo. Las inscripciones en los muros nos sugieren que la única intensión aceptable
de los iniciados es buscar la luz que habita dentro de nosotros mismos, aceptando como
actividades fundamentales el dominio de las pasiones (metales) y la purificación del ser a
través de los elementos de la alquimia.
Es interesante observar cómo la riqueza simbólica de los ritos masónicos nos sugieren el
trabajo de sí mismo por medio de elementos arquetípicos comunes a las corrientes
esotéricas. En el Tarot por ejemplo, el camino del ser hacia su realización (el loco hacia el
mundo), exige al iniciado el dominio de las pasiones (animal que se apoya en el loco y lo
sigue), la real necesidad de conocerse a través de la autobservación (multitud de pares de
ojos en el diablo) y la purificación del ser a través de los elementos de la alquimia (la
cuatro energías del ser en la carta del mundo).
Conclusiones

No es tarea fácil describir con palabras toda la riqueza simbólica contenida en el ejercicio
de los rituales masónicos. Sin embargo, a juicio del autor, la enseñanza fundamental de la
relación inherente entre los metales y la cámara de reflexiones sugiere una comprensión
del camino iniciático desde el punto de vista del trabajo de sí mismo y de la liberación de
aquellas limitaciones culturales y de herencia. Ser mejores hombres no sólo implica el
ejercicio de las virtudes, sino que también la observación, reconocimiento y desapego de
las pasiones (metales). He ahí dónde radica el tesoro de las sombras al que se refería C. G.
Jung.

S.·.F.·.U.·.

Felipe Cozmar O.
Aprendiz de Masón
Valle de Santiago, 10 de Julio de 2019, E.V.

Bibliografía
-El Libro del Aprendiz; Osward Wirth.

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