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EL VALOR DEL SILENCIO

Objetivos
1. Identificar qué les impide lograr el silencio en su vida de oración.
2. Apreciar el silencio como medio para escuchar la voz de Dios
3. Integrar el silencio en su vida de oración.

Dinámica
Prepare copias impresas de 10 pinturas católicas, muéstrelas de frente, por
ejemplo, algunas de las obras bíblicas de Miguel Ángel. Pida a la audiencia que
estudie las pinturas en silencio, sin música, y nadie podrá hablar después de que
se den las instrucciones. Los participantes escribirán sus observaciones mientras
hacen esto. Después de unos minutos, el orador llamará a varias personas de la
audiencia para compartir sus observaciones sobre una pintura específica y lo que
descubrieron mientras realizaban la actividad.

I. Introducción
Nuestra generación ha olvidado lo que es el silencio. En la actividad anterior, a
pesar de la ausencia de sonido en nuestro entorno, todos pudieron hacer su tarea.
También hizo que todos se concentraran más en la actividad y se concentraran en
los más mínimos detalles de cada cuadro. De esta actividad, podemos inferir que
el silencio tiene una forma de calmarnos y ayudarnos a ignorar las distracciones y
concentrarnos en lo que debemos.

II. corazones perturbados


La nuestra es una era ruidosa... la nuestra es una era inquieta”. (Cardenal Sarah
de Guinea) El mundo moderno está lleno de mucho ruido; desde que nos
despertamos hasta que cerramos los ojos. Nos despertamos con el sonido de
nuestra alarma o innumerables notificaciones de nuestros teléfonos. Todos los
días, leemos numerosas opiniones y pensamientos en las redes sociales a través
de publicaciones, tweets y blogs de Facebook. Cuando encendemos la televisión,
solo escuchamos las noticias, y crece espontáneamente como si no hubiera fin en
todo esto. Solo tenemos poco tiempo para clasificar todas las cosas que leemos y
escuchamos, por lo que a veces no podemos evitar asimilarlas. Todas estas
experiencias entran en nuestros corazones y mentes que, a veces, nuestros
propios corazones se vuelven demasiado ruidosos. Terminamos exhaustos,
perdidos y confundido por tanto clamor. Como católicos, es importante que nos
tomemos un tiempo para hacer una pausa en toda esta confusión. Detengámonos
en silencio para que Dios desaparezca el ruido.

III. El valor del silencio


El silencio es el portero de la vida interior. Hoy en día, el silencio se ha vuelto
inusual para nosotros. Nos hemos acostumbrado al ruido, pero debemos recordar
que cuando buscamos a Jesús, el silencio siempre es parte de la ecuación. Es
una de las mejores herramientas espirituales y nos puede llevar a una comunión
más profunda con Dios. El silencio trae frutos a nuestra vida, más de lo que nos
damos cuenta.

1. En el silencio, somos capaces de reflexionar. Pasar tiempo en silencio nos


ayuda a meditar más. Nos da tiempo para evaluar lo que sucede a nuestro
alrededor y lo que pasa por nuestro corazón. También es un tiempo para que
descansemos en la presencia de Dios.

2. En silencio, podemos concentrarnos. Cuando estamos en silencio, vemos


nuestro entorno y conseguimos identificar lo esencial de lo no esencial. Vemos las
cosas en las que deberíamos gastar nuestro tiempo y energía.

3. En el silencio, Dios nos habla. “Entonces el SEÑOR dijo: Sal y párate en la


montaña delante del SEÑOR; el SEÑOR pasará. Hubo un viento fuerte y violento
que partió las montañas y quebró las rocas delante del SEÑOR, pero el SEÑOR
no estaba en el viento; después del viento, un terremoto; pero el SEÑOR no
estaba en el terremoto; después del terremoto, fuego; pero Dios no estaba en el
fuego; después del fuego, un ligero sonido silencioso.” 1 Reyes 19:12

Las Escrituras nos dicen que Dios se encuentra en el silencio. Lo encontramos


cuando escuchamos Su voz hablando en nuestros corazones. Sin embargo, solo
podemos escucharlo claramente si se quitan las cosas no esenciales.

IV. Abrazar el silencio como camino de Dios


Ahora que entendemos la importancia del silencio, debemos aplicarlo en nuestra
forma de orar para que su don irradie en nuestras vidas. Podemos hacer esto por:

1. Hacer del silencio parte de nuestro horario diario.


A. Comienza y termina tu día en silencio. Cada vez que nos despertemos,
tomemos un tiempo para hacer una pausa y recordar agradecer a Dios por otra
oportunidad de vivir. Y al terminar cada día, también hagamos una pausa y
tratemos de reflexionar sobre las experiencias que tuvimos durante el día.
B. Pase tiempo regular en la capilla de adoración. Como católicos, las visitas
frecuentes al Santísimo Sacramento deben ser una de nuestras prioridades. A
través de esto, podemos pasar tiempo íntimo con Dios.

2. Encontrar tiempo para escribir en un diario nuestros pensamientos.


Cuando hay días en los que nos sentimos demasiado agotados o demasiado
distraídos, podemos practicar la escritura como un medio para organizar nuestros
pensamientos. Para que podamos mantener el silencio en nuestros corazones,
también debemos aquietar pensamientos y preocupaciones innecesarias en
nuestras cabezas.

3. Tomarse un respiro de la televisión e Internet. A veces, como jóvenes,


podemos estar demasiado consumidos con el uso de nuestros teléfonos y los
medios que nos rodean; pensando para nosotros mismos que es un descanso.
Pero podemos encontrar momentos de paz en cosas no digitales: leyendo más
libros, tomando café o té. Equilibrar nuestro uso de los medios también nos ayuda
a centrarnos más
.
4. Hacer del silencio parte de nuestra oración. En FMC Jóvenes se nos enseña
a orar y comunicarnos con Dios. Aprendimos a llevar a la oración lo que está
pasando en nuestras vidas. Sin embargo, a menudo fallamos en el área de
tomarnos el tiempo para estar en silencio y escuchar a Dios. Siempre debemos
pasar tiempo en silencio cuando oramos y realmente escuchar lo que Dios nos
está diciendo.
V. Conclusión
La oración contemplativa es silencio, "símbolo del mundo venidero" o "amor
silencioso". Las palabras de este tipo de oración no son discursos, son como la
leña que alimenta el fuego del amor. "hombre, el Padre nos habla de su Verbo
encarnado, que sufrió, murió y resucitó; en este silencio el Espíritu de adopción
nos hace partícipes de la oración de Jesús. (Catecismo de la Iglesia Católica,
2717)
Cultivar el silencio en nuestras vidas no es sólo cuestión de quitarle volumen y
sonidos a nuestro mundo; lo que realmente significa es silenciar el ruido en
nuestros corazones para que podamos escuchar la voz de Dios.

VI. Reflexión: Un tiempo para el silencio


El orador ahora guiará al grupo a la oración. Después se tocará música vespertina.
Él/Ella animará al grupo a tomar tiempo para estar en silencio y comunicarse con
Dios (10-15 minutos).
Se mostrarán las siguientes preguntas de reflexión.
1. ¿Qué te impide encontrar tiempo de silencio con Dios?
2. ¿A qué te llama Dios para integrar el silencio en tu vida?

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