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Nivel Mundial: Calentamiento global en Bethel, ALASKA.

Estudio realizado por: Woods Hole Research Center

El Ártico se está calentando alrededor de dos veces más rápido que otras
partes del planeta, e incluso en Alaska (EE. UU.), la tasa de calentamiento es
alta. El hielo marino y el hábitat de vida silvestre están desapareciendo; el
aumento del nivel del mar amenaza a los pueblos nativos costeros.

Pero para los científicos del Woods Hole Research Center que han llegado a
Alaska para estudiar los efectos del cambio climático, lo más urgente es el
destino del permafrost, el terreno que siempre está helado y que subyace en
gran parte del estado.

El permafrost cuenta con cantidades inmensas de carbón en materia


orgánica ya que las plantas que tomaron el dióxido de carbono de la atmósfera
hace siglos, murieron y se congelaron antes de que pudieran descomponerse.
En todo el mundo, se cree que el permafrost contiene aproximadamente el
doble de carbono que actualmente se encuentra en la atmósfera.

A medida que este antiguo material orgánico se deshiela, los microbios


convierten parte de él en dióxido de carbono y metano, que puede fluir a la
atmósfera y causar aún más calentamiento. Los científicos han estimado que el
proceso de deshielo del permafrost podría contribuir hasta en un 1.7°C al
calentamiento global durante los próximos siglos, independientemente de lo
que la sociedad haga para reducir las emisiones de la quema de combustibles
fósiles y otras actividades.

Se necesita de buen ojo para ver cómo Alaska se está descongelando desde


abajo. En uno de los innumerables lagos pequeños que abarcan la región,
trozos de litoral que incluyen lo que había sido permafrost, han llegado el
agua.

Cerca del lago, a través de una cama esponjosa de musgos y líquenes, se


formó una pequeña depresión pantanosa probablemente cuando el hielo en las
capas superiores del permafrost debajo de él se derritió.

En julio, científicos de Woods Hole, junto con 13 estudiantes de pregrado y


postgrado que trabajaban en proyectos propios, establecieron una estación de
campo temporal en un lago sin nombre al noroeste de Bethel (Alaska), que
tiene una población de 6,000 habitantes. Perforaron núcleos de permafrost,
tomaron muestras de sedimento y agua y también incrustaron sondas de
temperatura en el suelo congelado. Después de esto comenzaron con el
proceso de análisis de las muestras, revisando el contenido de carbono y
nutrientes.

El objetivo es comprender cómo el deshielo del permafrost afecta al paisaje y


cuánto y qué mezcla de gases de efecto invernadero se libera.

Vladimir E. Romanovsky, investigador de permafrost de la Universidad de


Alaska, estableció que las temperaturas a una profundidad de 20 metros han
aumentado 3°C durante décadas. En un sitio más al norte, las temperaturas del
permafrost a profundidades bajas han subido de -8°C a -3°C. Si las emisiones
y el calentamiento continúan a la misma velocidad, dijo, las temperaturas
cercanas a la superficie se elevarán por encima del nivel de congelación a
mediados del siglo.

Además de las emisiones de gases de efecto invernadero, el deshielo causa


estragos en la infraestructura, causando severos deslizamientos de tierra
cuando el hielo pierde volumen y se convierte en agua. Los investigadores
también están interesados en cómo los incendios forestales afectan el
permafrost, debido a que el fuego elimina parte de la vegetación que actúa
como aislante. La teoría es que los incendios causan que el permafrost se
descongele más.

Descongelar el permafrost debajo o en el borde de un lago puede hacer que se


drene como una bañera que gotea. El deshielo en otros lugares puede provocar
pequeños cambios de elevación que, a su vez, pueden provocar cambios en el
flujo de agua a través del paisaje, secar algunas partes de la tundra y convertir
otras partes en pantanos.

Estos cambios pueden tener un impacto importante en el cambio


climático, alterando la mezcla de dióxido de carbono y metano que se
emite. Aunque el metano no persiste en la atmósfera durante el mismo tiempo
que el dióxido de carbono, tiene una capacidad de captura de calor mucho
mayor y puede contribuir a un calentamiento más rápido.
Es por esto que los investigadores dedican gran parte de su tiempo a estudiar
el flujo de agua y el carbono y los nutrientes que contiene. Si el permafrost en
descomposición está húmedo, habrá menos oxígeno disponible para los
microbios, por lo que producirán más metano. Si el permafrost está seco,
la descomposición conducirá a más dióxido de carbono.

En un estudio realizado a principios de este año, los investigadores


descubrieron que la descomposición bacteriana del permafrost descongelado,
así como el dióxido de carbono producido por la vegetación viva, continúa en
el otoño debido a que el congelamiento de la superficie se retrasa.

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