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PROHIBIDA SU VENTA
www.conafor.gob.mx
Voces
desde
el incendio
Voces
desde
el incendio
Autora: Mercedes Luna Fuentes
1a Edición 2008
Comisión Nacional Forestal
Coordinación General de Educación y Desarrollo Tecnológico.
Gerencia de Divulgación de la Cultura Forestal
www.conafor.gob.mx
ISBN: en trámite.
Impreso en México.
Ejemplar Gratuito.
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Agradecimientos
Agradezco el incondicional y sólido apoyo de la Coordinación
General de Educación y Desarrollo Tecnológico, por creer y sostener
la propuesta del libro. Gracias a la Gerencia de Protección contra
Incendios Forestales, guía de estas páginas. Gracias también a los
brigadistas forestales de México, esencia de los textos.
MLF
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hacia distintos lugares del país,
me llevaron a oficinas, campa-
PREFACIO mentos y casas de los brigadistas.
Sus relatos y testimonios
El hecho es claro: los briga- brindaron una mejor visión de la
distas forestales están disueltos labor que desempeñan. Al finali-
en algún lugar del imaginario co- zar cada entrevista, con cada to-
lectivo de los ciudadanos. Simple- que de record en la grabadora, con
mente, en el directorio telefónico cada toque de stop; provocaba
aparecen diversas instituciones que mi compromiso con ellos se
a las cuales acudir en caso de re- fortaleciera. La forma clara y ve-
portar incendios o emergencias. hemente en que hablaron acerca
Ellos, no están incluidos. de su propio trabajo, es altamente
Desde este punto de vista se contagiosa, conquista. Obtuve in-
reflexiona, desde este punto y el formación y; entre otros asuntos
considerar que los combates de relacionados con lo humano; logré
incendios que atienden, se ubican visualizar, sentir su profundo res-
en el campo, zonas áridas y se- peto hacia la camisa amarilla que
miáridas, bosques, selvas o man- portan y lo que les representa:
glares. Es decir, el trabajo de estos valor internacional y deber inque-
hombres y mujeres, es invisible brantable. Comprendí que al decir
para la mayoría de nosotros, habi- brigadista, se dice combatiente,
tantes de las grandes y pequeñas bombero forestal o gente entre-
ciudades. gada, verdadera y comprometida-
Cuando se dirigen a combatir mente a la protección y cuidado
un incendio, no activan sirenas ni de la naturaleza y las personas.
hay luces rojas prendiendo sobre Quedaron registros de las
sus camionetas o camiones. Son entrevistas en audio. Más evi-
silenciosos y directos. Su única dencias de su trabajo y postura
señal de alerta-emergencia es el ante el mismo. Material digno
color de la unidad de transporte: de ser escuchado atentamente y
amarillo. difundido. Contienen reflexiones
Para dar inicio a este libro, profundas y sentidas que, en mo-
emprendí una serie de viajes. Uno mentos, removieron aspectos que
de ellos a mediados de junio y no son visibles: heridas o alegrías
otros, desde el 23 de julio hasta el que los asaltaron en forma de re-
31 del mismo mes. La agenda fue, cuerdos.
en términos generales, apremian- Con este sustento fluyó el
te. Los traslados por aire y tierra recorrido por diferentes estados.
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Pascal Quignard
Las sombras errantes
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sutilmente se eleva.
Hacemos alto en una tienda, com-
pramos agua. De todos los clien-
tes que deambulan, nadie comen-
ta sobre el incendio, pareciera ser
un asunto de todos los días. Sólo
EL PRIMER ACERCAMIENTO se escucha el sonido de la caja re-
gistradora y la música de fondo.
“Sólo busco pensamientos que Esta especie de tranquilidad que
tiemblan.” ordena los estantes de venta, se
Pascal Quignard refleja en el cristal de la puerta
que abrimos al salir.
Subimos de nuevo al auto. Mien-
tras ajustamos los cinturones,
I uno de nosotros dice que las ceni-
zas que caen por todos lados, ayer
Este no era el plan. Se suponía eran más grandes, que la ciudad
que los asuntos de oficina eran entera estaba en medio de una
prioridad hace un par de horas. nube gris.
Este no era el plan, que ahora via- El viento se mete por las ven-
járamos hacia un punto cercano tanas. Las cenizas entran como
del incendio. minúsculas aves. Una de ellas se
Quiero escribir sobre incen- queda en mi brazo y, al tocarla, su
dios, eso sí lo tengo claro desde oscurecido cuerpo deja una man-
hace tiempo. Tan pronto supe cha grisácea sobre mi piel y en la
ayer que el bosque La Primave- yema de mi dedo.
ra llevaba horas consumiéndose, Voy camino al incendio hu-
hice lo que tenía que hacer: ob- yendo de uno personal. No sé si
tener todas las autorizaciones. Y soy llamarada o carbón encen-
hoy, llegaron a mis manos inespe- dido. Lo que sí se, es que en las
rada y benévolamente. montañas hay árboles caídos.
Estamos terminando el mes
de junio. Son cerca de la una de la
tarde.
Ahora, rumbo al bosque, den- II
tro del auto, acompañada por dos
colegas, dejando atrás la ciudad, Tomamos el rumbo hacia una zona
podemos ver a lo lejos entre las que colinda con el lugar del incen-
montañas, un humo blanco, que dio. Entre las copas de los árboles
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se asoman los rayos del sol que distas que combaten el incendio.
han secado hojarascas y tierra por Que sigamos un camino, nos se-
semanas con dedicación. ñalan. En esa dirección, bajamos.
Después de curvas, declives y ca- En un par de minutos reco-
sas coloridas; después de caminos rremos un tramo de la pendiente,
cubiertos de piedras, perfecta- parece una especie de mirador na-
mente delineados que serpentean tural. El verdor del bosque en su
entre las montañas cubiertas de totalidad se extiende.
vegetación; llegamos. En medio de las copas de los
Todo es movimiento. Lo per- árboles, aparece el humo. Nos de-
cibo desde el camino donde es- tenemos a observarlo.
tacionamos el auto con rapidez Su color blanco gira y se mueve.
y ansiedad. Nos bajamos apresu- Súbitamente, detrás de sí mismo,
rando el paso. Camionetas y gen- una bocanada negra surge y se
te van y vienen. eleva, conteniendo una ráfaga de
Una línea amarilla delimita viento que nace violentamente
la entrada. Hay varios guardias. desde su centro y lo hace avanzar
Mostramos identificaciones. Uno hacia un extremo produciendo
de ellos las revisa, asiente y nos más espirales de humo.
da el paso. Otro habla por radio. Dentro de aquella humare-
Estamos dentro. Mi pulso se ace- da, decenas de puntos negros dan
lera. vueltas en semicírculos.
Nuestros pasos recorren el No distinguimos si son hojas o ce-
amplio claro ubicado sobre la nizas. Un color naranja luminoso
cumbre de una montaña, ocupada se refleja en la arboleda.
por distintos grupos y corporacio- Nos preguntamos qué pasa
nes: policías, ejército, reporteros, con el refuerzo aéreo y, no ter-
bomberos, guardabosques y bom- minamos de decir esto cuando el
beros del bosque: los brigadistas. sonido de un helicóptero invade
Desde todas las direcciones de pronto el aire, debe de estar
se escuchan los equipos de radio- cerca. A nuestras espaldas, sobre
comunicación que envían y reci- una montaña, surge sostenido
ben instrucciones. Los uniformes por velocísimas hélices, su vientre
cubiertos de insignias, cruzan so- amarillo y acerado. Cruza el cie-
bre el tímido polvo que se levanta lo. De él pende una sonda que se
por el transitar de vehículos. mece lentamente sosteniendo un
Nos detenemos cerca de una balde en forma de cono. Se aleja
estación de control. Preguntamos considerablemente. Vemos cómo
por dónde se llega con los briga- arroja el líquido contenido sobre
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una parte de las montañas. El debajo de troncos quemados. Ahí,
agua que cae, parece arena blan- gracias a los combatientes, había
ca que se esparce sobre el verde terminado el intento del fuego
tembloroso del paisaje. por seguir adelante.
Ante la inmensidad del bos- Avanzamos por otro camino.
que y el tamaño del helicóptero, Transitan camionetas. En ocasio-
me parece tan pequeño el esfuer- nes el suelo firme de tierra y pie-
zo, pero mi dese peranza guarda dra se convierte en arena parecida
silencio al ver cómo aparece una y a la de mar. Me dicen que sí, antes
otra vez. Hace su trabajo. El piloto hubo mar por aquí, y esta arena, a
es un soldado del aire que comba- veces, dificulta el combate de in-
te con municiones líquidas, o un cendios.
militar que sigue instrucciones de Frente a nosotros, sobre una
su corazón milimétrico, con mar- montaña cercana al camino que
gen de error controlado. andamos, emerge la humareda.
Nos entusiasmamos. De ver- De nuevo la nube gris extendién-
dad que sí lo hacemos. Porque el dose encima de los árboles y, den-
agua esparcida significa menos ár- tro de ella, los puntos negros que
boles caídos, más nidos a salvo. giran y giran: son aves. Ninguna
pía, sólo revolotean inquietas. Me
parece que se niegan a abandonar
sus nidos o que huyen de algo
III más que el fuego.
Ellas siguen y siguen en es-
Dos cuatrimotos pasan de largo, pirales de vuelo interminables
transportan cajas. Están repletas dentro de la espesa nube, que les
de agua y fruta. Las llevan con los hace daño, que permanece muda,
brigadistas que tienen cerca de 24 contrayéndose y desdoblando su
horas enfrentando el incendio; 24 blanco y gris cuerpo.
horas alejados de sus familias, 24 Estamos cerca. Avanzamos
horas distantes del viento fresco; con el cielo herido por una línea
en un trabajo del que la gran ma- gruesa de suave humo y el silen-
yoría de nosotros huiríamos. cio de las aves.
Continuamos con la camina-
ta. Parece que en la parte baja de
la montaña no sucede nada, sólo IV
se percibe un olor a humo. Hasta
que, en un extremo del paisaje, Entre decenas de pinos y abetos,
aparece un suelo negro y rocoso caminamos. Luego de una leve
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Algunos tienen tatuajes en Las llamas, con sus tonali-
los brazos; otros, cuerpos resis- dades rojo-naranja intenso se en-
tentes y ágiles o fortalecidos por cumbran, crecen. El alto y esbelto
la disciplina. Sus cuellos sostienen cuerpo matizado del fuego, se
miradas decididas y cabello tan extiende. En ocasiones muestra
corto como el tiempo que apre- una parte del bosque derruido,
mia en este incendio. otras, lo cubre con su inmensa sá-
Arriba y abajo de las monta- bana cambiante. Debe tener ese
ñas, las manos de los brigadistas color porque consume vida, por-
cubiertas con guantes, continúan que nace de miles de corazones
trabajando. Me han dicho que es vegetales sacrificados, como lati-
casi imposible respirar cerca del dos extendiéndose a lo largo de la
fuego. Yo agregaría: es casi im- montaña, negándose a morir. No
posible dominar el ardor que te imaginé que este colorido fascina-
arranca la piel. Como nos sucede ra. Escucho pasos, vuelvo la vista.
a nosotros, espectadores en bús- Aquí vienen. Por un costado mío
queda de información a decenas llegan los que terminaron su tur-
de metros del incendio. Ellos es- no, con el rostro asomando entre
tán encarando al fuego. Ya saben capuchas, lentes, cascos o paliaca-
cómo hacerlo. tes. Los ojos al descubierto están
Desde allá, donde el calor es enrojecidos. El negro que mancha
intenso, el mismo que no alcanza su cara, contrasta con las líneas de
a sentir la ciudad ni la televisión; expresión alrededor de ellos. Aho-
se agitan las llamas insistiendo en ra, con la ceniza, sus arrugas lucen
consumir cualquier cosa frente a puramente blancas.
los hombres que las combaten. El ruido acompasado del heli-
Un grupo acuerda la mejor estra- cóptero anuncia su llegada. Surca
tegia para apagar definitivamente el cielo y arroja agua a lo lejos. Se
esta área del bosque. Sus pisadas pierde de nuestra vista. Minutos
cubiertas de botas y fuerza, aplas- después, regresa. Vuela encima
tan las pendientes. Inspeccionan, de una línea de llamas en la mon-
vuelven, giran instrucciones. taña, de la que nosotros estamos
Los brigadistas se entien- muy cerca. Esparce agua nueva-
den con un par de palabras, con mente.
una mirada, una seña. Son como De seguro habrá una falla en el
hermanos criados bajo un mismo cálculo y el agua nos alcanzará.
techo, expertos en este ritual que Se aproximan cientos de gotas.
los unifica. Con maestría enfren- Espero la lluvia artificial. Pero
tan el incendio. no. Cae con impecable exactitud
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frente a mis ojos sobre la línea de das, hilos delgados que se pierden
fuego. Una vez más el asombro en el aire.
me invade. Se escucha a lo lejos el mo-
Desde la tierra y el cielo, los tor de un camión. Irrumpe en el
brigadistas tienen la mejor de las bosque su cuerpo amarillo bri-
conversaciones. El fuego ya no es llante. Llega, moviendo su carga
amenaza. ágilmente sobre el camino. Es
diferente a los que he visto. Par-
te es un tanque de guerra, parte
nido de mangueras con palancas
V y puertas a los costados de sí mis-
mo. El idioma alemán se lee en
Las pequeñas llamas son tímidas casi todos los compartimientos.
hogueras que se mecen hasta apa- Dos hombres en el interior, abren
garse. De pronto, una voz grita: el las puertas. El conductor sujeta su
fuego brincó la brecha. Los briga- sombrero al momento que da un
distas se acercan a la falda de la salto.
montaña. Veo a lo lejos sus botas De la parte trasera del ca-
apresuradas hundirse en las ce- mión, sacan una manguera larga
nizas. Cercanos a las llamaradas, que, al poco rato, el acompañante,
escarban de nuevo, las sofocan. ya está manejando: esparcen agua
Existe una sensación de serenidad sobre las humaredas que hay en la
en los brigadistas que están cerca montaña. Cada vez que dirige el
de nosotros. Hablan en una forma tubo plástico hacia un punto, el
tranquila. Me pregunto porqué no líquido brota con tal presión que
se sobresaltan pero, la actitud de hace tambalear al hombre que la
todos me indica que no hay que sostiene, más no cae. Resiste una
temer. y otra vez sobre el escarpado de
la montaña. El agua que sale, es a
Es bueno saber que la calma está veces un abanico ancho, otras un
de su lado. Es afortunado no estar círculo potente que se dispara
corriendo ahora mismo alejándo- y se dirige al frente, o un chorro
nos de las llamas, de troncos in- grueso y firme que sacude las ce-
cendiándose, de cuerpos oscuros nizas, hojas. Levanta la tierra. Así,
que se resquebrajan. Me alegro el hombre, recorre la montaña,
sobre todo, que los brigadistas es- una y otra vez hace lo mismo. El
tén enteros. camión motobomba termina su
Poco a poco, el fuego se ex- trabajo cuando quedan pequeños
tingue. Quedan débiles humare- lagos sobre las cenizas.
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Los brigadistas se reúnen en
el claro del bosque. Ríen, hacen VI
bromas. Con miradas irritadas y
rostros manchados, comen fruta, Marchamos de regreso asombra-
se sientan. Hablan. Palmean sus dos por lo que vimos. La sombra
espaldas. Dos cuatrimotos llegan, de los árboles mantiene una con-
traen víveres, la mayoría se acerca. versación triste con la tierra. En la
A un costado de la montaña, orilla del camino, encontramos a
un grupo forma una fila y el líder brigadistas sentados alrededor de
dirige unas palabras. Llegan más algún árbol, bromeando. Otros ca-
cuatrimotos, camionetas. Los minan detrás de nosotros o pasan
demás conversan. Al paso de los transportados sobre camionetas
minutos, los combatientes se van rojas, azules, blancas. Son las cua-
poco a poco en grupos de cuatro tro de la tarde y ya todo
o cinco. Algunos inician una cami- acabó.
nata de regreso llevando sobre sus La noticia en los periódicos
hombros el McLeod, otros toman de mañana se leerá: El fuego con-
con su mano el Pulaski, mezcla de sume 1000 hectáreas de bosque
hacha y azadón. Se enfilan hacia Tapatío en menos de 24 horas.
el camino que se extiende y baja Tomaremos muchos de nosotros
en el bosque. la página principal mientras be-
En la ciudad, lejanos a estos bemos café en una oficina con
árboles lastimados, como cada clima y sillón cómodo. Tal vez
día, haremos planes. Manejare- reparemos sólo un poco para ver
mos números, estadísticas, frente el encabezado o veremos en la
a nuestras computadoras. Opina- televisión, desde nuestra cama,
remos, opinaremos, opinaremos. imágenes que se podrán disolver
Los combatientes, como cada al cambiar de canal.
día, a la espera de una señal, una Regresamos al punto de ini-
llamada, serán águilas renovadas, cio: la entrada de la montaña.
volando directo al incendio, bus- Encontramos otro tipo de movi-
cando apagar, todas las llamas miento del que, en las noticias,
que les sea posible. no hablarán. No mencionarán las
Este día, cada uno de ellos, mesas repletas de agua embote-
tiene el valor de la lluvia. llada, naranjas, plátanos, lonches.
Gente que sirve a los brigadistas
con gratitud, con una especie de
alegría renovada. <<Aquí hay sal-
sa>>, dice una mujer. <<Aquí hay
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Doy instrucciones por radio sobre
pendientes en la oficina y avanza- III
mos teniendo de frente
un horizonte verde, interminable. Unos minutos más de vuelo y
Este es el primero de cuatro estaremos sobre las coordenadas
a seis viajes que se harán durante del lugar. Sobrevolamos cerca del
el día. El número depende de la si- punto exacto. El adecuado para
tuación que encuentre el equipo iniciar: un lugar con la menor can-
de combate: la brigada de Rapel, tidad de árboles.
el grupo de ataque inicial. Ellos Es irónico, entre tanta abundan-
serán los primeros en llegar a la cia, debemos evitarla para que
zona. se visualice el suelo y tengamos
El incendio reportado, como evidencia de que la humedad es
la mayoría de los que combati- menor en esa parte. Ya estamos
mos, es un accidente: una colilla sobre él.
encendida a lado de la carretera El piloto maniobra para
o una fogata improvisada en me- que el helicóptero permanezca
dio de la selva. En esta ocasión, y aguarde. Llega el momento.
la quema de una parcela se sale El grupo se prepara: se pone los
fuera de control. Esto es muy fre- cascos. Desde una de las puertas
cuente. del helicóptero, arrojan la cuerda.
El piloto del helicóptero ha Uno a uno, descienden, sujetán-
estado con nosotros por varias dose de ella con guantes especia-
temporadas. Y más en mayo, que les. La cuerda que antes se movía
es intenso. Un incendio tras otro, libremente con el aire, se tensa al
o dos, o tres a la vez. Aunque no sentir el peso de mis compañeros.
lo dice, sabemos que le duele la Se deslizan. Los ocho brigadistas
espalda, que el cansancio le cobra certificados en manejo de Rapel,
de alguna manera el trabajo dia- con cascos rojos y camisa amarilla
rio, como lo hace con nosotros, desaparecen entre el follaje.
pero sigue en esto, seguimos en Allá abajo, tomarán sus ma-
esto. chetes, abrirán la selva para des-
El sol pega duro con su guan- pejar el área y que el helicóptero
te de box. A lo lejos, entre la espe- pueda aterrizar para, más tarde,
sura de la selva y el cielo se aprecia traer otro grupo de brigadistas
la humareda. Afortunadamente que los releven.
no hay viento, así que la columna El área que limpiarán, será el lugar
de humo se eleva verticalmente. más seguro en caso de que el in-
Estamos próximos a llegar. cendio los alcance.
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Aún no sabemos si les toma- mono araña huirá asustado del in-
rá un día completo hacer la heli- cendio. Los imagino inmersos en
pista, depende de la cantidad de una nube de insectos. Me parece
árboles, de ramas y hojas secas verlos como siempre, dispuestos,
que encuentren. Ya me reportará hacia adelante.
la situación el jefe de brigada, es
un joven muy preparado. Por la
comunicación de él hacia su equi-
po, no me preocupo, habla inglés,
maya y español.
IV
El tiempo apremia. Los bri- Sobrevolamos la selva. En esta
gadistas lo saben y harán lo ne- parte de México, los incendios
cesario por terminar pronto para no son como los que consumen
dar inicio al combate del incen- los bosques de pino. Lo recuerdo
dio. Indico al piloto que hay que ahora que me comunico por ra-
regresar. Voy a continuar con el dio a la base y me dicen que un
trabajo que me corresponde. Los brigadista, enviado de las oficinas
brigadistas hacen el suyo al en- de Chihuahua, llegará más tarde
frentar las llamas con valor, cuer- a la ciudad. Aquí los machetes
po y fuerza inteligente. Nosotros son la verdad y la selva se rinde
los coordinadores, planeando y ante ellos, luego se puede entrar
organizando estrategias, aunque con el Pulasky y la motosierra, sí,
la última decisión, la toman ellos, de acuerdo, pero primero, es el
los combatientes, porque son los machete. Para él será, según me
que están ahí, adentro. entero, su primer encuentro con
El helicóptero nos lleva de este tipo de incendios. El calor
regreso, nos alejamos del lugar. dentro del helicóptero es prede-
Sin ver a los brigadistas, los ima- cible en estas fechas: agudo. Pero
gino, en medio de la selva desen- no se compara ni en una mínima
fundando sus machetes, sin otra parte con el que mis compañeros
alternativa que trozar los durísi- enfrentarán en el incendio.
mos troncos del tzalam, uno tras Veo algunos caminos blancos
otro, provocando que pedazos y brechas en la selva, se asoma al-
de madera salten. Apoyando sus guna torre de energía entre
pasos sobre la difícil superficie de tanta vegetación. Estamos lle-
tierra y piedra, evitando caer. Sos- gando a la ciudad. Aparece en
teniéndose del tronco de algún tierra la base donde aterrizará el
cedro, de los propios compañeros, helicóptero. El piloto maniobra,
mientras sobre los árboles, algún lentamente descendemos acom-
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pañados de ese continuo y ensor- resado en la técnica práctica para
decedor ruido. combatir incendios en el estado
Aterrizamos cerca de un y que le parece perfecto volar en
lago. Ahí se queda el helicóptero, helicóptero. Terminamos de co-
en espera de cualquier indicación. mer rápido, así es esto.
Le digo al piloto que a media tar- El tiempo es breve. Mientras
de llegará el camión a suministrar lo llevo para instalarlo en su hotel,
el combustible para el aparato. comentamos lo que en teoría ya
Me subo a mi auto, voy a la sabe, el tipo de suelo que hay en
central. Enciendo la radio, la es- esta zona. Que en Quintana Roo,
tación que sintonizo no recuerdo además de limpiarse grandes tra-
cuál es, sólo busco música suave, mos de selva, abriendo brechas de
y ahí está, me detengo ahora en un ancho de tres metros para que
esta pieza en inglés. Relaja un no pase el fuego a otra área, se
poco. tiene que cavar la tierra.
Llego a mi oficina, hago in- En esta superficie el fuego no
formes y verifico que la solicitud sólo avanza consumiendo la selva
de recursos para enviarles comida y hojas secas, se traslada bajo el
a mis compañeros, siga su curso. suelo poroso, calladamente por
Los brigadistas esperan frijoles, las raíces, entre la tierra y la roca
tortillas, pollo para cocinar ellos caliza. Por eso se debe cavar una
mismos. Lo menos que les puedo zanja, de cincuenta centímetros
enviar es eso y no un paquete de de ancho, para detener el fuego
galletas para juntas. Son cerca de subterráneo.
las cuatro de la tarde. Le comento al brigadista que
Recibo al brigadista. Lo pre- en este incendio, por su fuerza, es
sento con el equipo que ahí se muy probable que el día de maña-
encuentra, quien recibe las lla- na los combatientes acampen, se
madas y está pendiente de la queden a dormir allá porque, téc-
comunicación: el radio operador. nicamente es inconveniente deci-
Y con otros combatientes más. dir su traslado diariamente para
Le digo que mañana lo llevaré al que continúen con el combate del
lugar del combate vía aérea. Por incendio. Que puede ser que los
cortesía, invito a mi compañero a brigadistas permanezcan más de
comer. Un lugar cerca. Pido ver- cinco días, o que se mantengan
duras, las prefiero sobre todo. Él dentro de la selva más de una se-
ordenó pescado. Hablamos de su mana, no lo sabemos aún.
viaje y de la intención que tiene Nos despedimos, lo dejo en
en aprender. Dice que está inte- su hotel con el acuerdo de encon-
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que ya lo llevaban en camilla ha- Esta vez el helicóptero aguantó.
cia una clínica rural. Más tarde al Hace dos años la rodilla de Rey-
enterarme de su condición, pedí naldo aguantó. Este día, la cabe-
que lo trasladaran a un hospital en za de Eduardo aguantó el golpe
la ciudad de Cancún. Una clínica durísimo del árbol. Me pregunto,
rural tiene limitaciones. Reynaldo me pregunto si nuestro corazón
no tenía a su familia en aquellos aguantará.
momentos. Estaban en otro esta-
do. Sólo sus compañeros brigadis-
tas, lo más cercano a eso. Cuando
llegué a verlo, supe la historia:
siete kilómetros brecha adentro,
VI
se hiere. Un compañero lo ayuda Estamos concluyendo la reunión.
a caminar durante un kilómetro. Cada quién toma los compromi-
Lo difícil que es caminar en este sos y acuerdos que le correspon-
suelo, lo pisas y aparece piedra, de. Tomo mis cosas: el radio, el
luego una tierra suave. Complica- celular, mis informes y compro-
do mantener el equilibrio. Entre misos. Mi gorra. La oficina se va
los demás brigadistas se turnaron quedando sola y el día no se ha
para ayudarlo. Durante cinco ho- acabado.
ras caminaron en la selva para sa- Aquí, como en otros estados;
carlo. Cinco horas para encontrar sobre camionetas, sobre helicóp-
la señal, comunicarse y dar aviso a teros y algún tipo de avioneta;
la central. nos dirigimos hacia los incendios
Todo esto me recuerda el para combatirlo. Muchas veces,
reporte de hoy por radio. Me re- dentro de los aparatos, corremos
cuerda que a veces las medidas el riesgo de caernos, de incendiar-
de seguridad son burladas por el nos. Entonces decimos: los fierros
cansancio, por la naturaleza, por no tienen palabra, sólo suceden
el incendio mismo. Timbra mi ce- las cosas. Otras veces, se puede
lular. Contesto. Me informan que ir una vida a causa de llamas que
la brigada de Rapel ya llegó a la rodean de improviso todas las
ciudad. salidas y escapes planeados. Los
Pienso, hoy llegamos vía aé- combatientes atraviesan la selva
rea a una parte de la selva para caminando horas y horas, para
dejar a los brigadistas trabajando. controlar el fuego. Pero todo eso
Regresamos en helicóptero, tanto no los detiene ahora, ni los ha de-
ellos como yo. Bien. Estamos por tenido nunca, siguen, seguimos
el momento en tierra. No caímos. con nuestro trabajo. Lo mejor que
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que hacer lo que hay que hacer.
Mi esposa dice: <<Otro incen-
dio>>. <<Sí>>, contesto. <<Esta-
bas moviéndote mucho cuando
dormías. Tuviste mal sueño>>,
dice. Me levanto.
BARRERA DE CONTENCIÓN Ella se queda recostada.
<<¿Quieres agua?>>, le digo.
<<Sí>>, me contesta. Rápido
voy a la cocina. Está pegada a
I nuestra recámara. Lleno un vaso.
Hago lo mismo con mi cantim-
Es de noche. Estoy parado en la plora. Busco en la alacena barras
cima de una montaña, sobre rocas de cereal y comida en lata. Aga-
gigantes. Una llama aparece entre rro dos naranjas y las pongo en la
las grietas, se prende en mi pan- mesa. Abro mochila sobre la silla.
talón, el fuego me cubre. Soy una Meto las cosas. Me fijo si la lám-
llamarada. para tiene pilas. La apago. A lado
No tengo dolor. Algo zumba den- del botiquín de primeros auxilios,
tro de mi cabeza. El ruido de las sobre mis guantes, pongo la lám-
llamas se hace cada vez más fuer- para, pilas extras y cierro.
te. Me incendio. Escucho un true- Le llevo el vaso a mi esposa.
no. Cae un rayo frente a las rocas, <<Duérmete tantito>>, le digo.
otro y otro. Desde hace tres años, ella batalla
Viento, mucho viento. Me incen- mucho para dormir. Me meto a
dio. El chillido dentro de mi cabe- bañar bien aprisa. Salgo. Me visto.
za es insoportable. Me acerco a mi mujer y le doy un
Llamas. Aire. Me quiero mover, beso. Abre sus ojos grandes. Me
me quiero mover. Me incendio. da la bendición.
Doy un paso. No sé si mi pié toca- Voy al cuarto de mis hijas.
rá la roca o el vacío. Abro la puerta y me acerco a ellas,
Escucho el timbre del celu- todavía duermen. Toco el hombro
lar. Despierto. Alcanzo el teléfono de Iris, voltea hacia mí. <<Chula,
sobre el buró. Veo el número: es ya me tengo que ir, te encargo
de mi campamento. Respiro como a tu mamá y a tu hermana>>.
si acabara de subir una montaña. Todavía con el sueño en su cara,
Tomo aire. Mi voz seca contesta. pero con ese acelere que ya co-
Son las cinco de la mañana. Hay nozco, recarga uno de sus codos
sobre la cama: <<Papá>>. Habla
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mento. El sol ya va saliendo. Yo na cuando llegamos. Nos reuni-
sigo cantando: mos en el punto que acordamos.
A un lado del camino, cerca de
No pude decir nada, nada, una barda hecha de troncos vie-
solamente pensé en la maldad. jos.
Me subí hasta la nube más alta El jefe de incendios ya sobre-
y tirarme a matar de verdad. voló la zona en avioneta, tenemos
el plan general para combatirlo.
Llego. Saludo a mis compa- Nos dividiremos los frentes. Lle-
ñeros. Al coordinador. Esperamos garon muchos ejidatarios a ayu-
a varios camaradas más. Luego darnos. Es una buena noticia. Doy
de un rato, ya todos reunidos, el instrucciones a mi brigada: cada
coordinador nos da las indicacio- uno formará su cuadrilla de seis a
nes generales, y yo, como jefe de ocho ejidatarios. Nosotros, como
brigada, me junto a los mucha- expertos en el manejo del fuego,
chos. Habrá que trabajar como los dirigiremos.
siempre con otras instituciones y Algunos de los campesinos sí
esperar que los ejidatarios se nos saben cómo se comporta el incen-
unan. Necesitamos manos. dio y qué hacer y, lo que no saben,
Subimos al camión todas las están dispuesto a aprender. Se la
herramientas: el McLeod, el ras- van a rifar con nosotros.
trillo jardinero, el Pulazky, la mo- Hay gente que nos insulta y
tosierra, la pala forestal, el abate- dicen “órale, ahí está el incendio”,
fuegos, el Zavalaski, el quemador que porqué no empezamos ya.
de goteo, las mochilas aspersoras Y la frase favorita: “Para eso les
y dos garrafones de agua. Salta- pagan”. Como si fuera así de fá-
mos a la unidad y vamos rumbo cil, llegar y aventarse a las llamas,
a la Sierra de Arteaga. Cerca del así nada más porque sí ofrecerles
Ejido Mesa de las Tablas. nuestro pecho.
Seguimos la carretera federal No, primero vemos cómo
que va rumbo a México. Pasamos está la cosa, nos lleva dos o tres
puentes, más carretera. Cortamos horas y, luego combatimos. Si hay
camino y, después de una hora viento, pues no le entramos. Vigi-
y tantito más, ya estamos bien lar por la seguridad de nuestros
adentro de la sierra. El olor a pino compañeros es lo primero.
por todos lados. Después, el humo Los ejidatarios se saben al
ya se siente, ya ronda el aire. Ese dedillo sus montañas, nos dicen
olor que tan bien conocemos. cómo está y por dónde llegamos
Son casi las ocho de la maña- pronto a la punta del incendio o
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Vamos hacia un lugar de resguar- ras. Tranquilo. No nos vamos a
do que había previsto durante el morir>>.
recorrido. Casi sin vegetación. Fueron los 20 minutos más
Me siento fuerte. No tengo largos para muchos de ellos. Has-
miedo. <<Estamos a punto de ta que el fuego que nos rodeaba,
llegar>>. Les digo. Seguimos co- desapareció. No iba a permitir que
rriendo. El fuego está corriendo nada nos pasara, que nada me pa-
también. De alguna forma se las sara. Mi mujer no se queda sola
arregló para estar en todas partes. con mis hijas.
Cae mucha ceniza. El humo está Cada que le gano al peligro.
encima de nosotros como niebla. Me lleno de algo que no sé qué es
Llegamos al lugar que escogí. Les pero vuelve a mis piernas ágiles,
hablo de nuevo <<Mojen los pa- fuertes. El pañuelo ya está seco.
ñuelos otra vez>>. Ya saben lo Saco la cantimplora y lo vuelvo a
que sigue y nos cubrimos la nariz. mojar. Vamos a buscarle el lado a
<<Nos quedaremos aquí. Calma- este incendio. De una pata debe
dos>>. Las llamas crecen más y cojear.
continúan acercándose. Algunos
de los campesinos están bien
asustados, lloran. <<Vamos a sa-
lir con vida. De eso estoy seguro.
Pongan atención: sentirán
IV
más calor, mucho, pero ustedes Caminamos de regreso. Por radio
conmigo, quietos>>. me dicen que el punto de reunión
Llegan las llamas. Nos ro- se cambió a causa del incendio. El
dean. Se siente como si nos arran- ejidatario que retuve a la fuerza,
caran los párpados. Como si los viene callado. Los demás hablan
pulmones fueran ollas de presión. poco.
Dos de ellos gritan, quieren que Pensaron que nos moríamos.
les echen agua, que les avienten Yo no olvido el incendio de
tierra. Uno ya no aguanta, dice Zapalinamé. Hace tres años lo
que nos vamos a morir todos, que combatía cuando me
él se va a salir de aquí. llamaron por radio. Me dijeron:
Apenas lo distingo entre el <<Tu esposa se puso mal>>. Para
humo. De veras se me va a salir. cuando me trasladé de allá hacia
Lo tomo de la solapa y lo tiro a el hospital. Ella estaba a punto de
suelo <<De aquí no te mueves>>. morirse. Le detectaron un tumor
Lo sujeto. <<Mejor te duermo de dentro de la médula. La operaron
un golpe antes de que te mue- de emergencia para evitar el daño.
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samos. Nosotros los cuidamos y Los camiones y autos nos
ellos los venden. Sí que nos baja la echan las luces al rebasar. Miro a
moral, pero no toda. Seguiremos mi brigada. Unos recargan su ca-
haciendo nuestro trabajo, que beza en el hombro del otro. Aquel
otros tendrán que ver eso. como siempre, pone el casco de
Tengo sed, abro la mochila y almohada. Varios están dormidos.
saco mi cantimplora. Está llena. El El camino nos mueve, nos mece.
comisariado ejidal nos dio agua de El aire está fresco. Yo silbo, silbo
su pozo. contento, muy contento, un corri-
No quiero dejar mi trabajo. do que compuse.
Me sostiene. Me gusta. Si por mi
familia fuera, pues, no estaría
aquí. Pero no puedo decir: maña-
na me levantaré y voy a ser otro.
No. Yo creo que uno ya viene des-
tinado para esto, ya está hecho
para combatir incendios.
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dirigimos hacia el extremo sur del rodando hacia nosotros, no tienen
bosque. En una superficie nada de refinado. Las pavesas ro-
despejada situamos la unidad. El dantes son desde conos de pino
frente asignado para trabajar era incendiados, hasta troncos chicos
un lugar escarpado. y de gran tamaño. A veces son tan
Dios mío. Fue una noche lar- pequeñas que pasan desapercibi-
ga. Ahí trabajamos la brecha cor- das e inician el fuego en la parte
ta fuego. Pasaron fácil dos horas baja de la pendiente. Un incendio
cuando se terminó el agua y, uno que subirá y nos puede atrapar,
de mis compañeros dijo que había entre el incendio que está arriba
una barranca por ahí cerca para y el nuevo que trepa por la pen-
abastecernos. Fuimos en grupo. diente.
Bajamos un tramo de la monta- No nos dejamos amedrentar.
ña. Lo encontramos. Llenamos las Continuamos con el trabajo. Cada
cantimploras, las mochilas asper- quien utilizó la herramienta que
soras. más le acomodaba y se adecuaba
<<Vamos muchachos, a darle>>. al terreno. El rastrillo McLeod tie-
Nos dijo el jefe de brigada y lo se- ne un lugar especial en este tipo
guimos. Caminábamos de regreso de bosque. Otros compañeros
sobre una vereda cercana a la ba- manejaban el Pulaski. La herra-
rranca cuando escuchamos cru- mienta que siempre preferí sobre
jir un tronco a lo lejos. Una roca todas: la comunicación. Esa no fa-
gigantesca se abalanzaba y pasó lla. Fue la que nos mantuvo con
justo encima por el lugar donde, vida, trabajando en equipo.
hacía unos instantes, llenábamos En el transcurso de la noche,
nuestras reservas de agua. nos avisaron por radio: durante
Esa roca era tan grande. Fá- la tarde uno de los helicópteros
cilmente pudo habernos matado a cayó. El helibalde. Al hacer una
todos. En las zonas montañosas, descarga de agua, el recipiente y
piedras enormes o pequeñas rue- la cuerda se enredaron en la copa
dan. Se “sueltan” porque el fuego de los árboles por las ráfagas de
quema los matorrales, los troncos viento. Nadie se salvó. No quise
que las sostienen. Entonces la saber en ese momento quién fa-
gravedad hace lo suyo. Después lleció. No quise. Pospuse lo más
del fuego, en los escarpados, el que pude el dolor de enterarme
peligro son las rocas y además los quiénes de mis hermanos briga-
troncos incendiados, a esos los lla- distas estaban en el aparato.
mamos pavesas rodantes. Tiene Esa noche con la noticia opri-
un nombre elegante, pero ver eso miéndome el estómago, mientras
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Comisión Nacional Forestal 33
nacional. Las decisiones, salen de escuchar. Mi oficina es cómoda.
aquí. Las estadísticas, la planea- Tengo agua, clima. Un lugar don-
ción, la capacitación y todo lo que de desayunar. Todo. Ahora, estoy
se acuerda y se implementa en los tomando café y recuerdo. Pienso
estados. en el brigadista, sale adelante con
En el centro tenemos con- menos cosas. Hay un eco de ellos
tacto y comunicación con distin- en mí.
tos coordinadores y brigadistas. Cada que elaboro los repor-
Cuando hay oportunidad conver- tes e informes en las temporadas
samos y compartimos la comida. de incendio, como en esta que
Recuerdo a un compañero ya casi termina, deseo que a los
coordinador, comentó una oca- combatientes, no les pase nada.
sión que cuando él llega a su casa En otras áreas de la oficina desfi-
después de combatir el incendio, lan las listas de sus nombres, por
se limita a decir: <<Me fue muy región o por estado. En una sen-
bien>>. No dice más. Se guarda cilla hoja, ahí están, enumerados.
todo el orgullo que siente al en- Deseo que todo pase pronto, por-
frentarlo. No es que su familia no que, perder la vida buscando una
lo entienda. Es reservado porque mejor vida para la familia, eso sí
no desea que sus hijos se conta- es un infierno. Son como un co-
gien de esa pasión. Porque en el razón: está debajo del pecho, na-
fondo sabe que, en este tipo de die lo puede ver. Bombea nuestra
trabajo, existe la posibilidad de no sangre. Ahí está. Si hay un dolor,
regresar. entonces reparamos en él. Ellos
Él no se arriesga. Respeta to- están ahí, sólo falta que los ten-
das las medidas de seguridad. Es gamos presentes.
muy bueno en lo que hace, como Como ahora, en estos mo-
muchos compañeros. Ese día dijo mentos los veo. En las pantallas.
“no me importaría acabar en el Mientras suenan los teléfonos de
cumplimiento de mis funciones”. la oficina y contestamos. Están
Así de técnico se escuchó, así de cercanos a cada punto rojo que
frío. Pero el significado que tiene, prende sobre la República Mexi-
esotro y no existen palabras para cana, en este gran reporte vía sa-
decirlo. Mi trabajo actual y lo que telital. Parecen decir: Estamos vi-
viví en el combate de incendios, vos, nuestros latidos nos llevarán
me hacen ver con otros ojos la hacia el incendio. No tardamos.
alegría de mi hija, la mía propia.
Me ayudan a aprender a escu-
char. A real y verdaderamente,
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Cuando acaba la tempora- También está quien maneja mejor
da, al coordinador le tocan los que nadie la motosierra. Al Chato,
informes y pos ponerse a trabajar le gusta el Pulaski. Está mi com-
durante seis meses a planear y pañero quien maneja el McLeod,
planear, como él nos dice. Hacer o el Güero, ése le sabe dar muchos
cálculos de lo que se gastó y de lo usos a la pala forestal. También el
que se va a necesitar. Flaco, quien maneja el camión
Durante la época de incen- motobomba y el Zavalaski y, así
dios, vuela lunes, miércoles y nos vamos. Pos yo, mi camioneta
viernes en la avioneta para ver y la radio.
cómo está la cosa. Se necesita va- Me entretengo y aprendo
lor, otros, lo dicen mejor. Muchos con lo que cuentan. Como lo que
de los brigadistas le sacan subirse, platicaron hace tiempo, cuando
pero terminan haciéndolo cuando fueron a combatir un incendio en
se necesita. un manglar, por primera vez, des-
El coordinador nos dice, que pués de apagar otro en la selva.
lo más importante, es el trabajo Eran cerca de las dos de la tarde
de nosotros, los brigadistas. Pero cuando llegaron.
que también debemos decirle lo Primero que nada, el manglar
que necesitamos, que en primer está rodeado por todos lados de
lugar, todavía, adivino, no es. Que lagunas y, algunos, desembocan
le digamos qué nos hace falta y al mar. Con toda esta humedad,
si hay un problema porque, si no, de cualquier manera, las llamas
no nos puede ayudar. Que la co- viajaban por encima, quemando
municación es muy importante y el pasto y la copa de los árboles.
que el jefe de brigada también le Y que ahí van estos. No parece,
debe rendir el informe para que él, pero son bien listos. Me los ima-
como coordinador, pueda hacer el gino cuando se aventaron al agua,
suyo. que les llegaba hasta el pecho y,
En estas pláticas y con la pues bien bonito, a lado de ellos,
convivencia diaria nos conocemos las víboras pasaba nadando.
mejor. Por ejemplo, sé que cada Más allá los estaban esperan-
uno agarra su herramienta para do combatientes de la zona mili-
combatir y que no se la toque na- tar y otra brigada de la Conafor.
die, porque se arma. Aunque ellos Así que el manglar se quemaba,
sepan usarlas todas, cada uno tie- y mis compañeros, camine que
ne su preferida. Está el machete- camine entre el agua, como la-
ro, el que abre. En nuestro cam- gartos para alcanzar la punta del
pamento, es el jefe de brigada. incendio. Por fin, a lo lejos la vie-
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ma vez puedes ser tú, me dijeron les convenía que los incendios se
cuando me estaba riendo. No pos alargaran para cobrar horas ex-
sí, mejor no dije ni una palabra. tras. Parte de ellos estaban serios,
No contesté nada de nada porque serios y otros, de plano, no para-
luego no me sueltan. ban de hablar y de decir que nin-
En nuestro campamento gún dinero extra valía lo mismo
montamos guardias en temporda que llegar a su casa con la familia
de incendios. No lo dejamos solo. y descansar. Que ningún dinero
El operador de radio se va hasta valía lo que un árbol en pié.
que termina el combate. Si los br Mientras llega la temporada
gadistas no vienen a dormir, pos de incendios o mientras hacemos
se queda. Yo sé que él quisiera s guardia, arreglamos las herra-
lucionar cualquier cosa que nece- mientas que están descompues-
sitamos. Estar con nosotros y, ni tas, ordenamos la bodega y hasta
hablar, su lugar es ese. Es rebueno unos compañeros se han puesto a
para transmitir los mensajes. Pero sembrar chile. Qué tal. Ya me han
de plano, a veces los brigadistas dado varias veces y me lo llevo a
estamos tan nerviosos que le res- casa. Me hacen unas salsas bien
pondemos cosas como: “Se está sabrosas.
quemando el incendio”. Y pos lue- Bueno, ya me animé, les lle-
go así lo transmite igualitito. Una vo el dibujo que mi hija me hizo,
ocasión el radio operador recibió se los voy a presumir. Estaba bien
este mensaje de un compañero: bonito, lleno de colores. Me dibu-
“Me voy con SEDENA2 a otro in- jó a mí, colmado de árboles y un
cendio”. Y él entendió, quién sabe venado acostado. Se lo pasaron.
porqué. y así lo dijo por radio: El Chato miraba mucho la hoja, y
“Bueno, comenta el Ingeniero luego dijo que en Estados Unidos,
que en estos momentos va salien- los niños y las niñas, los que vi-
do con Selena del incendio”. Qué vían cerca de los bosques, se acer-
cosas. Él dice, lo que le parece que caban con los brigadistas cuando
dijimos. Qué caramba. En otras terminaba un incendio y colgaban
ocasiones, le toca dar otro tipo dibujos y cartas en los árboles
de noticias. Desde las incómodas para darles las gracias. Que en
hasta las que te hacen llorar. No otras partes del mundo, cualquier
me gustaría estar en sus zapatos. persona, al ver el uniforme ama-
Una noche escuché que los rillo, se acercaba para felicitar a
brigadistas estaban bien enoja- los brigadistas por su trabajo. El
dos. Decían que cómo se le podía Güero le hizo burla y le dijo que
ocurrir a alguien pensar que a ellos hay si, que de seguro quería su
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Secretaría de la Defensa Nacional
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Desde que soy piloto he lle- a ver desde el helicóptero vena-
vado a diferentes personas. Al- dos huyendo y a una cría de oso
tos cargos a nivel internacional, atravesando sola el extremo oes-
nacional y estatal. Las rutas que te de la montaña gris.
he seguido por los estados para Apenas ayer, pensé nueva-
trasladarlos, son distintas, más mente lo que muchos de nosotros
sencillas. Ahora, transporto a bri- los brigadistas pensamos: Somos
gadistas y me convierto en uno de vigilantes del bosque, guardianes
ellos. Llevo cosas importantes: el del medio ambiente aunque no
agua que ahoga el fuego, la mis- figuremos en asociación alguna.
ma que cargo para combatir la Actuamos, no hablamos. La pre-
sed de mis compañeros. sencia lo es todo. Nosotros esta-
Hoy sobrevolamos de regre- mos cerca de los árboles, de los
so después de un incendio devas- ríos, junto a la fauna. De su lado.
tador. Volamos y una sombra gris Cargamos en nuestros brazos un
cubre gran parte de la montaña. tronco, una cría de venado. So-
Las rocas se asoman claramente. mos como niños que desean lle-
Este día llevo lo más valioso, lo var a casa un cachorro extraviado.
más significativo. Me esperan. No Salvamos a los que no tienen voz:
me permitiré caer. un ejército de plantas y animales
cansados, intoxicados. Cómo no
salvar los atardeceres, las monta-
ñas.
3 Apenas ayer les entregué a
mis compañeros los víveres. Esta-
Apenas ayer los llevaba, con toda ban cansados. Se apoyaban en las
la rapidez de que mi habilidad fue rodillas. Me dijeron que el trabajo
capaz. Era preciso que atravesá- con otras dependencias había sido
ramos los kilómetros necesarios muy bueno, que esperaban termi-
para detener el fuego, para evitar nar pronto el incendio, que ya casi
que consumiera más árboles. Te- lograban controlar las llamas.
níamos las coordenadas del incen- Apenas ayer, volé hacia el
dio. Cerca de ahí los dejé. Dentro hospital y dejé a un compañero
de la espesura del bosque, cerca herido por la motosierra.
del humo y las llamas. Apenas hace unos días los
Ellos combatieron la punta transportaba para que iniciaran el
del incendio, caminaron días y no- combate del incendio y bromeaba
ches por las montañas. con ellos.
Apenas ayer, todavía alcancé Hoy los transporto de regre-
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<<Adelante compañero, qué es-
tamos esperando>>.
Volamos, la superficie se
transforma en interminables ra-
yas verdes y grises, como rápidos
de un río salvaje. Esta noche, no
podré cerrar los ojos.
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les permito regresar. Trago su nes, en gran escala. Se les olvida
humedad para que renazcanen que soy lo mismo en una llama
alguna chispa y me acompañen que descansa en un cerillo, soy lo
a ser muchos más. A amar con mismo en cada hogar donde los
desenfreno, a consumirlo todo. hombres cocinan, soy lo mismo
A respetar a los que ven atentos en cada cama en la que reposan,
mi rostro, nuestros rostros, y es- en cada nido. De ahí me alimento,
tudian mi movimiento,que no es de ahí levanto a la gente, del des-
otro, mas que el movimiento de canso del amor, del deseo, para
todos los que soy. Soy todos los traerlos aquí.
movimientos de otros cuerpos, Aquí es la gran reunión. Los
los de las bestias, cachorros, aves, convoco. Surjo en cualquier parte
mariposas y humanos. de este mundo. Le tengo respe-
Todos ellos, los que soy, que- to a quien me toma en cuenta,
remos a esos que se acercan a mí, a quien acude a verme y con sus
a mi cuerpo hecho de todos los manos me enfrenta. ¿Cómo no
que amé: entre ellos, los cuerpos amarlos? ¿Cómo no demostrarles
de combatientes valerosos. Y sé mi gran amor?
que soy lo que todos buscan y soy Si me dejan crecer como odio,
todo lo que temen. como odio destrozaré a quien me
Sobre árboles, me elevo lo permita. Si me dejan crecer con
como un ave. Me escabullo bajo manos suaves frente a la hoguera
tierra abriendo las raíces con mis de las caricias, así permaneceré.
manos rojas, manos de brigadis- Doy paso a mis otros yos, a mis
tas. Me poso sobre los árboles otros cuerpos que aman, que es-
con manos de mariposa. Con mi peran.
destreza de mono ando sobre los No me ignoren, no nos igno-
manglares, y a veces, a veces nos ren. Que mi furia es grande, que
acercamos a los ríos sólo para ver nuestra furia es enorme, consume
nuestro reflejo. Nuestras llamas todo lo que tenga que consumir,
que son mis manos y mi voz y todo lo que se asome ante mi
que son todos los que he traga- cuerpo. Nada me detiene cuando
do. Frente al río, frente a la lagu- busco algo, ni todos los hombres
na, frente a la noria, nos miramos con sus herramientas sofisticadas
y volvemos a crecer, a seguir, a o simples. Ellos, principalmente
avanzar para observarlos. ellos saben que para acabarme,
Atrapo a todos los que quie- habrá que esperar, habrá que en-
ren mi imagen en la cámara. Me contrar mi norte y sur, habrá que
contemplan en grandes dimensio- encontrar mi lenguaje. Por eso los
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Mi deseo es grande, mi deseo por para conocerlos, para seguir
sentir las manos, los ojos, el cuer- respetándolos.
po de quien, desde el nacimiento, No se han dado cuenta que
ha sido la misma cosa. Yo, que soy estamos frente a un espejo. Allá
todo a la vez. Deseo lo que siente los que me alejan del alimento, los
el hombre, la mujer, el niño. Por que salvan con pasión y, de este
eso me detengo en las hogueras lado, nosotros los que devora-
de las casas, de los campamentos. mos, amamos. Entonces libero a
Los observo. mis grupos de pequeños animales
He aprendido de ustedes. y espero, sé lo que desean. Me
Ya no es necesario esperar al combaten con agua desde el cielo,
rayo para que me dé vida, no. Ya con agua que brota de metros de
no es necesario esperar el calor mangueras. Me mantienen a raya
que surge entre el rayo de sol y con herramientas, con picos que
la gota de miel que escurre de un no son nada sin esas manos que
árbol para que yo nazca. Ustedes busco fervientemente devorar. Y
me ayudan a ser miles de veces entonces, ese respeto que tengo
más de lo que soy en los bosques, por los que no me enfrentan, nace
en las selvas. Renazco, renacemos en mis llamas y, por último, cruji-
por sus propias manos. mos como aplausos enormes to-
Por eso me detengo ondean- dos los que somos. Todos los que
te sobre un árbol. Por eso crezco. he devorado y soy, todos los que
Lo hago para seguirlos. A veces miran hacia ustedes, quienes me
quisiera detenerme a contemplar combaten, todos los fuegos que
sus cuerpos lejanos, esos que somos, nos volvemos ovaciones
huyen de mi, para observar sus ardientes que se van apagando
piernas que corren veloces, pero poco a poco. Decidimos terminar
el hambre es mayor, el deseo de la batalla del día, la lucha entre
todos los que soy, es mayor. dos fuego. Donde no importa si
Los veo rodeándonos. Ro- creen vencerme, si me acorralan
deándonos desde el aire. Los es- o yo desisto. No importa. No hay
cucho trabajar y eso aviva mi de- variación, los registros, los relojes,
seo. Entonces envío a mis manos, siempre estarán a mi favor.
a las manos de mis niños y niñas,
a que se acerquen a ustedes. Así
no me temen. Así me entero de lo
que planean. Y los brigadistas que
soy, me ofrecen vasos de fuego y,
les damos tiempo. Les doy tregua,
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El tiro consta de 1,000 ejemplares
Se terminó de imprimir en
KING GRAPH, S. de R.L. de C.V.
Mariano Barcenas No.263
Col. Centro C.P. 44200
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