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LA HISTORIA DE LA TORTUGA

( Extraído de “Estudiantes con Deficiencias Atencionales” Ana Miranda et al. Promolibro)

“A veces vuestros padres o los profesores pueden pediros que hagáis algo y
cuando no lo hacéis se enfadan con vosotros. Cuando esto sucede os ponéis
furiosos porque pensáis que os tienen manía. En estas ocasiones sería bueno
que recordarais cómo solucionan las tortugas sus problemas. ¿Sabéis lo qué
hacen?. Pues se meten en su caparazón. Os voy a contar lo que hizo una
tortuguita llamada Pepe en una situación difícil”.

“Hace mucho tiempo había una hermosa tortuguita que


tenía 9 años y que se llamaba Pepe. A ella no le gustaba
demasiado ir a la escuela.
escuela. Prefería estar en casa con su
hermano menor y su madre.
madre. No le gustaba aprender
cosas en el colegio. Prefería correr y jugar. ¡Era
demasiado pesado hacer fichas y copiar de la pizarra!
No le gustaba escuchar a la profesora, era más divertido
hacer ruidos de motores de coche y nunca recordaba qué
es lo que tenía que hacer. A Pepe lo que le gustaba
gustaba era
provocar a los demás compañeros, meterse con ellos y
gastarles bromas pesadas.

Cada día, cuando iba camino del colegio, se decía que


intentaría no meterse en líos, pero luego era fácil que
alguien hiciera que perdiera el control, y al final se
enfadaba,
enfadaba, se peleaba y la profesora le reñía y le
castigaba.

-“¡Siempre metido en líos!”, pensaba, “como esto siga


así voy a acabar odiando al colegio y a todos”.todos”. La
tortuguita lo pasaba muy, pero que muy mal.

Un día de los que peor se sentía encontró al viejo


viejo Señor
Tortuga, el más grande, fuerte y viejo del lugar.

Cuando vio a Pepe le preguntó por qué estaba tan triste.


Pepe le explicó, con una voz muy bajita (porque estaba
algo asustado de la enorme tortuga) que siempre se
metía en problemas y que se portaba mal sin saber por
qué. Entonces el Señor Tortuga sonrió y le dijo que lo
comprendía porque, hacía mucho tiempo, antes de que
fuera tan grande, fuerte y sabio, también él se enfadaba
cuando hacia cosas que no estaban bien. Pepe se
sorprendió y le preguntó
preguntó cómo había aprendido a
portarse bien.

-“Te contaré un secreto”, dijo el Señor Tortuga, “He


aprendido a utilizar mi caparazón, mi concha. Tú
también puedes esconderte en tu concha siempre que
tengas sentimientos de rabia, cuando tengas ganas de
gritar,
gritar, de pegar, de romper cosas. Cuando estés en tu
concha puedes descansar hasta que ya no te sientas tan
enfadado. Así que la próxima vez que te enfades,
¡Métete en tu concha!”.

Pepe se entusiasmó realmente con la idea que le había


dado el Señor Tortuga y al día siguiente la puso en
práctica en el colegio. De repente, un compañero, sin
querer,
querer, le dió un golpe en la espalda. Empezó a
enfadarse y casi estuvo a punto de darle un puñetazo...
entonces recordó el consejo del Señor Tortuga. Cerró los
ojos, metió la cabeza, pegó los brazos y las piernas al
caparazón y se mantuvo quieto hasta que se le pasó el
enfado. Le gustó mucho estar en su concha sin que nadie
le molestara. Cuando salió encontró a su profesora
sonriéndole contenta.

A partir de entonces Pepe continuó


continuó utilizando la idea
del sabio Señor Tortuga siempre que algo o alguien le
molestaba o cuando él tenía ganas de discutir o de
pelear. En su clase todos los compañeros le admiraban y
querían saber cual era su secreto mágico”.
TÉCNICA DE LA TORTUGA

PRIMERA SEMANA
Práctica en grupo:

Después de haber contado despacio la historia, el profesor describe una situación que
le provoca sentimientos de ira, de rabia o de enfado y modela la posición de tortuga.

Después los niños del grupo tienen que imaginar situaciones parecidas, y responder
adoptando la “postura de tortuga”, imitando al profesor.

Se repite la secuencia tantas veces como sea necesario hasta que los niños aprendan
el procedimiento correctamente.

Práctica individual:

La práctica individual se realiza en el aula de clase. En este caso cada niño hará
prácticas de tortuga por separado, cuando se planteen situaciones problemáticas de
las que suelen producirse en clase.

Además del refuerzo del profesor, es conveniente aleccionar al grupo para que
aplaudan a los compañeros cuando hagan la tortuga. En caso de que no funcione el
refuerzo social, pueden utilizarse refuerzos materiales de forma contingente e
inmediata a la respuesta de tortuga.

A continuación, en los días siguientes se deberán realizar prácticas sobre lo


aprendido, tomando como excusa y contenido los comportamientos agresivos o
conflictivos de los niños.

SEGUNDA SEMANA
Identificar conductas apropiadas para “hacer tortuga”

El objetivo es afianzar los aprendizajes anteriores y preparar a los sujetos para el


entrenamiento en relajación.

Es preciso enseñar a los niños a discriminar entre las situaciones que resultan
apropiadas para “hacer tortuga” y las situaciones que son inapropiadas.

Se explica que una situación apropiada para hacer “Tortuga” es cuando otras
personas nos provocan con golpes o con insultos, pero que no sería hacerlo cuando
hemos sido nosotros los que hemos atacado a alguien, o cuando queremos llamar la
atención. El profesor deberá poner muchos ejemplos sobre ambos tipos de situaciones
y pedir a los niños que respondan si sería o no conveniente en cada caso “hacer
tortuga”.

Una vez que los niños pueden distinguir cuáles son las situaciones apropiadas para
hacer la tortuga se procede a enseñarles a aplicarla espontáneamente. Para ello se
provocan conductas de ataque (quitarles algo que están usando, rayarles el
cuaderno...) y, en caso de que no reaccionen adoptando la postura de tortuga, se les
explica que ésta hubiera sido una ocasión ideal para utilizarla; en caso de que
efectivamente hayan hecho tortuga, se les alaba, destacando positivamente su
respuesta. Aprovechar las situaciones incidentales.

SEMANAS TERCERA Y CUARTA


Entrenamiento en relajación.

Este entrenamiento pretende enseñar a soltar los músculos cuando se está “haciendo
tortuga”, y se introduce mediante la siguiente historia:

“Pepe iba a la escuela más contento


contento cada día, y se metía
en su caparazón cada vez que sus compañeros le
pegaban, le insultaban, le rayaban el cuaderno o cuando
él se sentía
sentía enfadado sin saber la razón. Su profesora
estaba muy contenta y con frecuencia le daba premios.

Pero Pepe había veces que estaba rabioso y enfadado, o


que se encontraba mal después de meterse en su concha.
Él quería ser bueno y llevarse muy bien con sus
compañeros, conseguir el premio que a veces le daba su
profesora, pero los sentimientos de enfado eran muy
fuertes y le tentaban diciéndole:

-“Pepe, ¿por qué no le devuelves el golpe cuando la


profesora no te mire y así te quedas tranquilo?”.

La pequeña
pequeña tortuga no sabía que hacer, ella quería
meterse en su caparazón, pero estos sentimientos de
rabia le tentaban para que se portara mal.

Entonces recordó al sabio Señor Tortuga que le había


ayudado; fue a buscarlo y le dijo:

-“Tengo sentimientos de enfado


enfado en mi estómago
después de meterme en mi concha. Los sentimientos me
dicen que pegue, pero yo no quiero meterme en lí líos
¿Qué puedo hacer para controlar mis sentimientos de
enfado?”.
El Sabio Señor Tortuga movió la cabeza y se quedó
callado durante un
un buen rato. Después le dijo a Pepe:

-“Cuando estés dentro de tu caparazón relájate,


suelta todos tus músculos, deja que tus manos cuelguen,
relaja tus pies, deja suelto todo tu cuerpo, y los
sentimientos de enfado desaparecerán. Piensa en cosas
bonitas y agradables cuando te estés relajando. Si no te
sale yo le pediré a tu profesora que te enseñe”.

A Pepe le gustó la idea. Al día siguiente, cuando fue al


colegio, le contó a su profesora todo lo que el Señor
Tortuga le había enseñado.

Un día, cuando un compañero le hizo rabiar, se metió en


su concha y se relajó, soltó todos los músculos y se quedó
un rato fijándose como desaparecían la tensión y los
malos sentimientos. Pepe se puso muy contento.

A partir de entonces siempre actuaba de la misma


forma. De
De esa manera continuó consiguiendo premios y
alabanzas, y a su profesora le gustó tanto la idea que la
enseño a toda la clase”.

Después de haber leído la historia se deben tener en cuenta y realizar las siguientes
acciones:

 El profesor planteará un diálogo con el grupo para intentar que comprenda cómo la
relajación puede ayudar a controlar conductas agresivas y a dominar los
sentimientos negativos que provocan los conflictos.

 También deberá recordar a los niños que los procedimientos que están
aprendiendo no sirven para eliminar las emociones, sino para canalizar las
conductas de manera positiva.

 Se procede a modelar a los alumnos la relajación por el método que resulte más
apropiado de acuerdo con su edad, dedicando varias sesiones a practicarla.

 El paso siguiente consiste en combinar la posición de tortuga con la relajación.


Para conseguirlo el instructor instiga a los niños a tensar su cuerpo cuando hagan
la postura de tortuga, mientras que el propio instructor va contando del 1 al 10. Al
llegar a este momento se expulsa el aire y se relaja todo el cuerpo. Es importante
explicar a los niños que una forma de comprobar si están relajados consiste en
levantar los brazos y dejarlos caer a lo largo del cuerpo, si están relajados parecen
de goma o son como los de una marioneta.

 Deberá insistirse en el entrenamiento en relajación hasta que los estudiantes la


dominen.

 Un segundo estadio del entrenamiento, tendrá como objetivo conseguir que los
niños se relajen directamente sin pasar previamente por la fase de tensión.

SEMANA QUINTA
Generalización del tratamiento.

El objetivo de esta fase del programa es que los niños generalicen la aplicación de la
secuencia TORTUGA-RELAJACIÓN, de manera que la usen de forma apropiada y
espontánea sin la instigación de otra persona. Durante esta fase se sustituirá el
refuerzo continuo, material o social, por el refuerzo intermitente.

SEMANA SEXTA
Entrenamiento en solución de problemas.

Aunque los niños hayan aprendido a “hacer tortuga” y los procedimientos de


relajación, a veces, no pueden solucionar adecuadamente las situaciones
problemáticas con las que se enfrentan. Esto se puede evitar dedicando un periodo al
final del programa a la enseñanza (modelado, entrenamiento y práctica) de técnicas de
manejo y resolución de problemas interpersonales (asertividad, aislamiento social,
pérdida de compañerismo y amistad...).

RECOMENDACIONES PARA LA APLICACIÓN DEL PROGRAMA


EN EL AULA
1º. Realizar el análisis y valoración funcional del entorno escolar:

 Grado de apoyo institucional al programa y de compromiso por parte de los


profesores.

 Normas de funcionamiento instauradas en el colegio y que pueden ayudar o


interferir en su desarrollo.

 Repertorio de conductas del profesor o profesores intervinientes. Estilos


reactivos del profesorado.

 Características individuales y del grupo de niños de la clase donde se va a


aplicar.

 Análisis funcional de las situaciones problemáticas que surgen en el aula y que


favorecen los comportamientos inadecuados del niño a fin de seleccionar de
entre éstos los que están provocados por aquellas.
2º. Implicar y motivar al profesorado respecto al programa:

 Conceder una atención prioritaria dentro del programa a las actividades y


situaciones escolares ya que de esta forma el entrenamiento en autocontrol
repercutirá favorablemente en los aprendizajes escolares.

 Dotar a los profesores de los conocimientos básicos en técnicas de


modificación de comportamiento y sobre el autocontrol (qué es, cómo se
adquiere...).

 Suministrar a los profesores retroalimentación frecuente sobre los resultados


de la aplicación del programa: reuniones frecuentes de coordinación y revisión.

3º. Aspectos a controlar en la aplicación del programa.

 Aplicar todos los pasos y técnicas señaladas controlando la claridad,


concreción y velocidad de las explicaciones y la adecuación del lenguaje a los
niveles de comprensión del niño.

 Garantizar en todo momento que los alumnos entienden los procedimientos y


su sentido y significado: para qué van a servir, qué ventajas se van a obtener
de ellos, que esfuerzo requieren...

 Administrar al grupo refuerzos sociales frecuentes por el esfuerzo puesto en las


exigencias del programa. Utilizar los fallos como referentes para el cambio:
indicar las alternativas positivas de acción.

 Potenciar el refuerzo social a las ejecuciones adecuadas: que los compañeros


premien con alabanzas o puntos las tortugas bien hechas.

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