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Iglesia Anglicana del Perú

Misión: Santa María Virgen


“Cada día mejor”
TIEMPO DESPUES DE PENTECOSTES
NUMERO 53 DOMINGO 13 PROPIO 8 COLOR VERDE CICLO C
Dios todopoderoso, has edificado tu Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles y profetas siendo
Jesucristo mismo la piedra angular: Concédenos que estemos unidos en espíritu por su enseñanza, de
tal modo que lleguemos a ser un templo santo aceptable a ti; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y
reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
“EPISTOLA PASTORAL DEL SIERVO ANGLICANO AURELIO… A LOS 4 VIENTOS”
Hoy el Evangelio es realmente maravilloso. Vemos en él las exigencias que les propone Cristo a algunos
hombres que tiene buenas intenciones para seguirle en lo que probablemente sería su vocación, pero Cristo les pide
un poco más, y no solo eso, sino que tanto en su tiempo como en el nuestro eran y son cosas exigentes.
Está el valiente que dice: Señor te seguiré a donde quiera que vayas. Cuántas veces tenemos esta buena
intención, pero a lo mejor no es lo que Cristo nos pide, sino que simplemente queremos hacer nuestra propia
voluntad, lo que nos parecería lo mejor.
Está al que Jesús hace una llamada más «personal», de tal manera que le dice de frente sígueme, pero por las
preocupaciones del mundo que son efímeras le responde: Señor claro que lo haré, y tiene una buena intención, pero
por favor déjame enterrar a mi padre. ¿Quién no dejaría enterrar a un ser querido? Pero algunas veces Cristo nos
pide cosas difíciles en la vida.
También encontramos aquel que afirma que le seguirá: te seguiré, pero.... Es un poco lo de los otros dos, tiene
buena intención, sin embargo, hay algunas cosas que siempre nos detienen en el seguimiento total a nuestro Señor.
Jesús no excluyó a nadie. ¿Qué puede significar para mí en mi vida? ¿Puede haber algo o alguien que me
sujeta para permitir que Dios sea primero y esté a cargo de mi vida?
“Te seguiré”. ¿Es ahí donde estoy? ¿Es siquiera mi deseo? Habla con Jesús sobre esto.
¿Cuál ha sido el costo del discipulado para mí? ¿Cuál ha sido la riqueza y el regalo del discipulado para mí?
La tentación de usar violencia motivada por la religión estuvo presente incluso en el pequeño círculo de los
apóstoles. Jesús los reprende e insiste en que la lucha debe realizarse, en cambio, en nuestros corazones: ¿Estoy
preparado para seguirlo cualquiera que sea el costo? El entusiasmo del converso no es suficiente, porque los
obstáculos son grandes y yo necesito realmente negarme a mí mismo, y llevar la cruz de cada día. Es sólo mirando
mis obras, que descubro cuán cerca o cuán lejos estoy de ser discípulo de Jesús.
Contemplo la calidad de mi compromiso, y pido la gracia de no mirar hacia atrás al poner mi mano en el
arado.
Jesús pide un compromiso, un compromiso real. El tiempo para eso es ahora. En nuestro propio camino, hoy
después de Seguir al Señor 22 años en esta IGLESIA les digo humildemente: “No hay cosa mayor que servir al
Señor”. Si nos quedamos esperando el momento adecuado, las arenas del tiempo se deslizarán rápidamente por
entre nuestros dedos.
Pedimos ahora al Señor que sepamos seguirle siempre, fielmente. Con este evangelio Jesús nos
descubre las dificultades que implica el seguimiento, el ser cristianos. Que no vayamos tras ningún
confort ni ventaja material. Jesús no quiere reclutar deprisa a sus discípulos. Le importa más la
autenticidad que el número. Jesús quiere que demos prioridad al Reino de Dios por delante de cualquier
interés o compromiso humano. ¿Qué lugar ocupa mi compromiso como cristiano en el abanico de mis
deberes, aficiones u obligaciones? Browning escribió: “La tierra está llena del cielo, y cada matorral está
vivo con Dios”. Mirando el mundo desde esta perspectiva, diariamente trato de servir a Dios.
REFLEXIÓN PERSONAL
1.- ¿Cuál es mi reacción ante la exigencia de Jesús de Seguirle?
2.- ¿Cuál ha sido el costo del discipulado para mí?
3.- ¿Qué me ata HOY para seguirle al Señor?
PRIMERA LECTURA
2 Reyes 2:1–2, 6–14
Lectura del segundo libro de los Reyes
Cuando llegó el momento en que el Señor iba a llevarse a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo salieron de Guilgal. Y Elías le
dijo a Eliseo: —Quédate aquí, porque el Señor me ha enviado a Betel.
Pero Eliseo le contestó: —Juro por el Señor, y por ti mismo, que no voy a dejarte solo.
Entonces fueron juntos hasta Betel. […]
Luego le dijo Elías: —Quédate aquí, porque el Señor me ha enviado al Jordán.
Pero Eliseo le contestó: —Te juro por el Señor, y por ti mismo, que no voy a dejarte solo.
Entonces fueron los dos. Pero cincuenta profetas llegaron y se detuvieron a cierta distancia, frente a ellos; Elías y Eliseo, por
su parte, se detuvieron a la orilla del río Jordán. Entonces Elías tomó su capa, la enrolló y golpeó el agua, y el agua se hizo a uno y
otro lado, y los dos cruzaron el río como por terreno seco. En cuanto cruzaron, dijo Elías a Eliseo: —Dime qué quieres que haga
por ti antes que sea yo separado de tu lado.
Eliseo respondió: —Quiero recibir una doble porción de tu espíritu.
—No es poco lo que pides —dijo Elías—. Pero si logras verme cuando sea yo separado de ti, te será concedido. De lo
contrario, no se te concederá.
Y mientras ellos iban caminando y hablando, de pronto apareció un carro de fuego, con caballos también de fuego, que los
separó, y Elías subió al cielo en un torbellino. Al ver esto, Eliseo gritó: «¡Padre mío, padre mío, que has sido para Israel como un
poderoso ejército!»
Después de esto no volvió a ver a Elías.
Entonces Eliseo tomó su ropa y la rasgó en dos. Luego recogió la capa que se le había caído a Elías, y regresó al Jordán y se
detuvo en la orilla. Acto seguido, golpeó el agua con la capa, y exclamó: «¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?»
Apenas había golpeado el agua, cuando ésta se hizo a uno y otro lado, y Eliseo volvió a cruzar el río.
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

Salmo 77:1–2, 11–20 (Página 588 L.O.C.)


Voce mea ad Dominum

1 Con mi voz clamo a Dios; *


a Dios clamo, y él me escuchará.
2 A mi Soberano busqué en el día de mi angustia; *
alzaba a él mis manos de noche, sin descanso;
rehusé ser consolado.
11 Me acordaré de las obras del Señor; *
haré memoria de tus maravillas antiguas.
12 Meditaré en todas tus obras, *
y consideraré tus hazañas.
13 Oh Dios, santo es tu camino. *
¿Qué dios es tan grande como nuestro Dios?
14 Tú eres el Dios que hace maravillas; *
hiciste conocer a los pueblos tu poder.
15 Con tu brazo redimiste a tu pueblo, *
a los hijos de Jacob y de José.
16 Te vieron las aguas, oh Dios; las aguas te vieron, y temblaron; *
aun los abismos se estremecieron.
17 Las nubes derramaron sus aguas; tronaron los cielos; *
tus saetas destellaron de un lado a otro.
18 El sonido de tu trueno estaba en el torbellino;
tus relámpagos alumbraron el mundo; *
se estremeció y tembló la tierra.
19 En el mar fue tu camino, y tus sendas en las aguas profundas, *
pero tus pisadas no fueron vistas.
20 Condujiste a tu pueblo como a un rebaño, *
por mano de Moisés y Aarón.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
O BIEN: 1 Reyes 19:15–16, 19–21
Lectura del primer libro de los Reyes
El Señor dijo a Elías: «Anda, regresa por donde viniste al desierto de Damasco. Ve y consagra
a Hazael como rey de Siria, y a Jehú, nieto de Nimsí, como rey de Israel; a Eliseo, hijo de
Safat, del pueblo de Abel-meholá, conságralo como profeta en lugar tuyo. […]
Elías se fue de allí y encontró a Eliseo, que estaba arando. Delante de Eliseo iban doce
yuntas de bueyes, y él mismo llevaba la última. Elías se dirigió a él y le echó su capa encima.
Al instante Eliseo dejó los bueyes, corrió tras Elías, y le dijo: —Déjame dar a mis padres un
beso de despedida, y luego te seguiré.
—Puedes ir —dijo Elías—, pero recuerda lo que he hecho contigo.
Eliseo se apartó de Elías, y fue, tomó dos toros y los descuartizó, y con la madera del
yugo asó la carne y dio de comer a la gente. Después se fue tras Elías y quedó a su servicio.
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

Salmo 16:1–11 (Página 499 L.O.C.)


Conserva me, Domine
1 Guárdame, oh Dios, porque a ti me acojo; *
dije al Señor: “Tú eres mi Soberano;
no hay para mí bien fuera de ti”.
2 Para los santos que están en la tierra, *
y para los íntegros, es toda mi complacencia.
3 Se multiplicarán los dolores, *
de aquéllos que sirven diligentes a otros dioses.
4 No ofreceré yo sus libaciones de sangre, *
ni en mis labios tomaré los nombres de sus dioses
5 Tú, oh Señor, eres la porción de mi herencia y de mi copa; *
tú sustentarás mi suerte.
6 Me toca una parcela hermosa; *
en verdad, una heredad magnífica.
7 Bendeciré al Señor que me aconseja; *
aun en las noches me enseña mi corazón.
8 Al Señor he puesto siempre delante de mí; *
porque está a mi diestra no seré conmovido.
9 Por tanto se alegra mi corazón, y se goza mi espíritu; *
también mi carne reposará segura;
10 Porque no me dejarás al sepulcro; *
ni permitirás que tu santo vea la fosa.
11 Me mostrarás la senda de la vida; *
en tu presencia hay plenitud de gozo,
deleites a tu diestra para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
SEGUNDA LECTURA
Gálatas 53:1,13-25
Lectura de la carta de San Pablo a los Gálatas
Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en
esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud. […]
Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad. Pero no usen esta libertad para dar
rienda suelta a sus instintos. Más bien sírvanse los unos a los otros por amor. Porque toda la
ley se resume en este solo mandato: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» Tengan cuidado,
porque si ustedes se muerden y se comen unos a otros, llegarán a destruirse entre ustedes
mismos.
Por lo tanto, digo: Vivan según el Espíritu, y no busquen satisfacer sus propios malos
deseos. Porque los malos deseos están en contra del Espíritu, y el Espíritu está en contra de
los malos deseos. El uno está en contra de los otros, y por eso ustedes no pueden hacer lo que
quisieran. Pero si el Espíritu los guía, entonces ya no estarán sometidos a la ley.
Es fácil ver lo que hacen quienes siguen los malos deseos: cometen inmoralidades
sexuales, hacen cosas impuras y viciosas, adoran ídolos y practican la brujería. Mantienen
odios, discordias y celos. Se enojan fácilmente, causan rivalidades, divisiones y partidismos.
Son envidiosos, borrachos, glotones y otras cosas parecidas. Les advierto a ustedes, como ya
antes lo he hecho, que los que así se portan no tendrán parte en el reino de Dios.
En cambio, lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley. Y los que son de
Cristo Jesús, ya han crucificado la naturaleza del hombre pecador junto con sus pasiones y
malos deseos. Si ahora vivimos por el Espíritu, dejemos también que el Espíritu nos guíe.
Palabra del Señor.
Demos gracias a Dios.

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO


Según: San Lucas 8:51-62
¡Gloria a ti, Cristo Señor!
Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a
Jerusalén. Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para conseguirle
alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque se daban cuenta de que se dirigía a
Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: —Señor, ¿quieres que
ordenemos que baje fuego del cielo, y que acabe con ellos?
Pero Jesús se volvió y los reprendió. Luego se fueron a otra aldea.
Mientras iban de camino, un hombre le dijo a Jesús: —Señor, deseo seguirte a dondequiera que
vayas.
Jesús le contestó: —Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre
no tiene donde recostar la cabeza.
Jesús le dijo a otro: —Sígueme.
Pero él respondió: —Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.
Jesús le contestó: —Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve y anuncia el reino de
Dios.
Otro le dijo: —Señor, quiero seguirte, pero primero déjame ir a despedirme de los de mi casa.
Jesús le contestó: —El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no sirve para el
reino de Dios.
El Evangelio del Señor.
Te alabamos, Cristo Señor.

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