Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Jorge Flórez-Áybar, narrativa andina, narrativa de la violencia, violencia
política.
ABSTRACT
The peruvian andean narrative has been especially touched by the violent
context that the country experienced in the eighties and nineties and the novel Más allá
de las nubes (2001) by Jorge Flórez-Áybar is an example of this. This academic article
addresses and develops one of the main thematic lines of this novel: the representation
of political violence and leftist ideology manifested through the scenarios and narrated
facts, as well as the influence of these on the individual and collective dimensions of the
characters.
KEYWORDS
Jorge Flórez-Áybar, andean narrative, narrative of violence, political violence.
Introducción
La violencia política que afectó al país, desde sus primeros brotes al comienzo de los
años ochenta hasta su desaparición a mediados de los noventa, ha dejado sus rastros en
la producción literaria peruana. Kristal (2004), refiere que como respuesta al conflicto
bélico que se desató en el interior del país entre los militantes de Sendero Luminoso y
las Fuerzas Armadas, aparece un nuevo tipo de representación de la violencia en la
literatura peruana: la violencia como síntoma de una crisis social. Y del mismo modo,
concluye que dos son los temas centrales que aparecen en la narrativa reciente en torno
a la violencia; el primer tema se vincula con las aspiraciones malogradas de quienes
participan en actos de violencia y el segundo, se asocia a la brutalidad sufrida por las
poblaciones inocentes, en donde la violencia se reclamaba en primera instancia.
Cabe resaltar, sin embargo, que, si bien la narrativa peruana sobre la violencia política
contiene una gran diversidad de temas y escritores, una de sus corrientes más
importantes se nutre de la tradición indigenista y, por ende, se asocia con el surgimiento
de la llamada narrativa andina en los años ochenta (Cox, 2004).
Asimismo, Cox (2004) refiere que lo que más destaca en esta mencionada narrativa es
el número de escritores, y consiguiente producción, de la zona sur del país; es decir, se
ve que hay mayor cantidad de autores de las zonas más afectadas por la violencia
política. Por esta razón se puede decir que «el mérito de explorar el tema de la violencia
en la literatura peruana les pertenece a los escritores andinos» (Nieto, 2008) y la
explicación de ello radicaría en «el hecho de que estos escritores se sentían
culturalmente más cercanos de los actores y víctimas del conflicto y por lo mismo
estaban más sensibilizados por la tragedia que año tras año iba ganando en
proporciones» (Nieto, 2008) Dichos escritores siguieron la huella de quienes los habían
precedido en el ejercicio de la literatura: dieron cuenta del drama que estaban viviendo
las poblaciones serranas de indios y mestizos que quedaron atrapadas entre los grupos
subversivos y la respuesta de las fuerzas represivas del Estado (Nieto, 2008).
Inscrita en esta narrativa andina de la violencia, la primera novela del autor puneño
Jorge Flórez-Áybar nos otorga una amplia visión sobre la sociedad andina de los
ochenta a través de la historia de Alexánder Petrova. Es así que la historia sigue
principalmente a Alexánder, un joven originario de la ciudad puneña de Apumarka; del
cual se nos narra parte de su niñez, su educación y formación como poeta, las relaciones
que teje con otros jóvenes subversivos y finalmente, su muerte. Es en ese sentido que
cobra importancia la presencia de otros personajes que van apareciendo en la narración
y en la vida de Alexánder, principalmente los que este conoce al trasladarse a
Rumimarka; tales como Malika o Florelva, figura femenina marcada por la muerte de su
familia y amigos a manos de los militares y con la que el protagonista llega a sostener
una relación amorosa, Kamachi, quien en un inicio, firme en sus convicciones
izquierdistas, orienta la acción rebelde de la juventud, pero que luego al ver sus ideales
materializados en hechos violentos se convierte en un apóstata, Domingo, el cual está en
contra de la ideología izquierdista, Jorge Luis Villamarín, periodista con quien forja un
fuerte vínculo de amistad, entre otros. Jóvenes que, en su mayoría, incitados por su
contexto e historias y motivos personales, confluyen en ideales comunes y se adhieren a
grupos izquierdistas en los cuales van desarrollando, modificando o abandonando sus
ideologías mientras sus destinos los van guiando por distintos caminos.
Es así que, en principio, tenemos a Malika Atamari, principal figura femenina, de quien
se relata uno de los episodios de su infancia en el cual su familia y sus amigos son
asesinados por los «encapuchados» o militares, quienes creyeron que los terroristas
estaban escondidos en su comunidad, la cual termina siendo saqueada e incendiada a
manos de estos dejando un desolador escenario en donde «hombres, mujeres y niños
quedaron sembrados en la tierra» (Flórez, 2001, p. 16). El texto relata el episodio de la
siguiente manera:
El pasado de Malika fue duro y cruel, marcada por haber presenciado una masacre
cuando aun era una niña y por haber perdido a sus familiares y amigos más cercanos
queda totalmente sola, aunque luego es acogida por un sacerdote y enviada a un
convento. No obstante, lógicamente, los tristes recuerdos persiguen a Malika y esto se
constata con un horrible sueño que llega a tener una noche, sueño en el cual aparecían
un sacerdote y un ejército de encapuchados que peleaban entre sí mientras la sangre
corría como río por las calles con cadáveres que se levantaban y volvían a luchar para
caer nuevamente muertos. Y en donde, finalmente, esa sangre ya no terminaba por
correr solo por las calles, sino que también volaba por los techos, tiñendo, en su
totalidad, el cielo de rojo. (Flórez, 2001)
Estas memorias y hechos que forman parte del crecimiento de Malika configuran,
posteriormente, en ella una personalidad fuerte y resuelta que «encuentra en los
argumentos ideológicos de los jóvenes izquierdistas la explicación a toda su vida, a la
vida miserable de millones de campesinos y de compatriotas que viven en la absoluta
pobreza. En ese proyecto político Malika encuentra la solución a sus problemas y a los
de la sociedad peruana» (Flórez, 2001, p. 178). Es por ello que, tras llegar a la ciudad de
Rumimarka, pasa a llamarse Florelva y termina uniéndose a círculos políticos de
tendencia izquierdista; convirtiéndose, con el tiempo, en una militante defensora de las
doctrinas revolucionarias, responsabilidad que asume con valentía y determinación. En
Rumimarka, Malika –o Florelva– comparte con otros compañeros conversaciones,
ideologías y aspiraciones que tienen como principal motivo los anhelos de lucha por una
transformación social que dé paso a una sociedad justa e igualitaria. «Hablaban de todo.
Incluso consideraron que solo les quedaba un arma: el arte. Decían que la poesía, la
música, la pintura, la narrativa y el teatro debían servir para el cambio de la sociedad»
(Flórez, 2001, p. 53).
Por último, en la entrevista que le hace un periodista a Florelva, también se puede notar
cómo ella se encontraba convencida de sus ideales:
—Eso dicen la policía y los periodistas que, como tú, no les agrada el
cambio…
—Yo quiero el cambio, pero no así, demasiada sangre corre por el país…
En Rumimarka, Alexánder vive durante tres meses en una habitación pequeña en una
casona de la calle de Pumakurko, y es allí donde conoce a varios jóvenes activistas de
izquierda que más tarde se convertirían en subversivos. Domingo es una de las primeras
personas con las que entabla una conversación y este le expresa a Alexánder su posición
frente a la ideología izquierdista y le advierte sobre las otras personas que ocupan esa
casa: «Tú no sabes que en esta casa, casi todos son rojos. Yo quiero salvarte. Te reitero
que la ideología necrotiza. Tu cerebro se convierte en un cerebro tullido» (Flórez, 2001,
p. 48). Domingo no cree en los partidos de izquierda y aborrece la ideología en los
cuales estos se cimientan, es por eso que busca alejar a Petrova de ese camino; sin
embargo, este hace poco caso a sus exhortaciones.
—El cambio del hombre debe ir de la mano con el cambio social sin
violencia. La empresa capitalista debe transformarse en empresa
autogestionaria y en lugar del Estado debe desarrollarse el autogobierno
a través de las federaciones y confederaciones. […] La libertad
individual en base a la reducción del ego. La eliminación de los defectos
del carácter como la ambición de lucro, prestancia social y poder, la
eliminación del odio y resentimientos. (Flórez, 2001, p. 50)
Otra de las figuras que conoce Petrova y de quien se hará gran amigo será del ya
mencionado periodista Jorge Luis Villamarín. La presencia de este cobra importancia
cuando llega a la ciudad de Apumaka, pues allí «se siente con el deber sobre las
acciones subversivas y sobre los últimos movimientos populares que venían
aconteciendo» (Flórez, 2001, p. 172). Es así que en compañía de Petrova se sumerge en
medio del caos político y social de las comunidades.
Es por todo ello que podemos afirmar que el escenario que rodea a Alexánder durante
su regreso y estadía en la ciudad de Apumarka, su lugar de origen, es uno conflictivo y
marcado por tensiones políticas; en ese tiempo «la crisis se había acentuado en el país y
el descontento popular había crecido» (Flórez, 2001, p. 91). Por ello, Alexánder, con
convicción, defendía su postura de rechazo frente a los altos gobernantes; algo se puede
ver reflejado en una de las conversaciones que sostiene con su amigo Jorge Luis
Villamarín, quien se encontraba con él al otro lado de la ciudad durante las
manifestaciones ocurridas en el centro de Apumarka. Jorge Luis le interroga si cree que
el Perú es un país cautivo, a lo que Alexánder responde: «Creo que sí, pues nuestros
gobernantes son títeres manejados por titiriteros. A estos no se les ve, solo a los
primeros. Hay una manipulación diabólica, muy refinada para acallar las voces de los
oprimidos» (Flórez, 2001, p. 99). Evidenciándose de esta forma que Aléxander era uno
más de los cientos y miles de personas que se encontraban inconformes con la situación
que vivía el país.
Otras muestras del contexto violento que se expresan en la obra y que envuelven al
protagonista principal son las descripciones de las movilizaciones en el centro de
Apumarka a finales del mes de junio a raíz de la visita de la esposa del dictador de
turno.
Antes de abordar este punto, me parece importante hacer una breve comparación de los
dos personajes de los cuales se van contando sus historias en paralelo y que confluyen
en sentimientos amorosos, correspondiéndose el uno al otro.
De este modo, se puede notar que Alexánder y Malika, si bien no han vivido
circunstancias similares en su niñez, van a terminar compartiendo vivencias alrededor
de grupos subversivos en Rumimarka y es allí, justamente, donde se desarrollará su
breve historia de amor; pues esta se ve interrumpida por el contexto que los envuelve a
ambos.
Es así que Petrova y Malika se conocen durante la infancia, pero por las distintas
circunstancias de la vida cada uno termina tomando un camino distinto. No obstante, la
obra narra cómo pasados los años ambos se reencuentran en Rumimarka y se enamoran.
Sin embargo, durante ese transcurso de tiempo Malika adopta un nombre de guerra y
pasa a llamarse Florelva; asimismo «decide marchar a la «guerra» fiel a los ideales de
su partido» (Flórez, 2001, p. 168), por lo que termina separándose de Petrova, el cual
triste y apenado busca refugio en otros lados. En un fragmento de la novela se
manifiesta una de las reflexiones que Alexánder tiene en torno a Malika—Florelva—
cuando esta ya se encuentra ausente: «Ahora qué estará haciendo Florelva. Lo único que
llevo de ella es su sombra, siempre corriendo, pegada al muro, temiendo ser capturada,
qué será de ella» (Flórez, 2001, p. 84).
Esto demuestra cómo Florelva asume con valentía su responsabilidad con el partido,
renunciando, incluso, al profundo amor que siente por Petrova; abandona «ese
sentimiento sublime que de haber sido consecuente la hubiera llevado por otros
caminos» (Flórez, 2001, p. 178). Es decir, son mucho más fuertes en ella los ideales de
la lucha social en pos de construir una sociedad justa y equitativa. A diferencia de
Petrova, quien termina por optar por la libre poesía. Aún así no se pueden negar los
sentimientos que alguna vez compartieron ambos y que no desaparecieron por
completo, ya que Florelva, impedida de volver a ver a Alexánder, le hace llegar una
carta, a través de Jorge Luis Villamarín, antes de su imprevista muerte, en la que le
refiere:
Parte de la carta de Florelva expresa cómo ella se siente fuertemente marcada por su
pasado y de qué manera esas circunstancias de su vida la llevaron a sentirse identificada
con las motivaciones de los jóvenes subversivos. Si ella no hubiera estado tan vinculada
con la ideología de izquierda, probablemente su historia de amor junto a Alexánder
hubiera tomado otro rumbo; sin embargo, los fatales finales que les esperaba a ambos,
bajo la capa de la cruda violencia y la represión, fueron consecuencias de un contexto de
caos político y de las frágiles dimensiones individuales en el que estaban inmersos.
Conclusiones
La novela Más allá de las nubes (2001) de Jorge Flórez-Áybar se sitúa dentro de la
narrativa andina de la violencia y retrata la violencia política y la ideología izquierdista
a través de los escenarios y hechos narrados. Además, se manifiesta el influjo de ambas
categorías en las dimensiones individual y colectiva de los personajes.
Bibliografía
Primaria
Secundaria
Complementaria
Ledezma, M. (2017). ¿De qué hablamos cuando hablamos sobre la narrativa en torno al
conflicto armado interno peruano?: una primera aproximación. Entre caníbales, I, 6.
pp.153-165.
Manky, O. (2007). La lucha por nominar: los significados de «lo andino» en la narrativa
peruana contemporánea. Debates en Sociología, 32. pp. 91-108.
Nieto, L. (2008). Los escritores andinos, la violencia y la invisibilidad. Argumentos:
Revista de análisis y crítica, 4.