Está en la página 1de 14

Más allá de las nubes de Jorge Flórez-Áybar: un retrato de la violencia

política de los años ochenta en la vertiente de la narrativa andina


contemporánea

Más allá de las nubes by Jorge Flórez-Eybar: A portrait of 1980s political


violence on the contemporary andean narrative

Leslie Nicole Cercado Vásquez


Universidad Nacional Mayor de San Marcos

RESUMEN

La narrativa andina peruana ha sido especialmente tocada por el contexto


violento que vivió el país en los años ochenta y noventa y la novela Más allá de las
nubes (2001) de Jorge Flórez-Áybar es una muestra de ello. El presente artículo
académico aborda y desarrolla una de las principales líneas temáticas que configuran
esta novela: la representación de la violencia política y de la ideología izquierdista
manifestadas a través de los escenarios y hechos narrados, así como el influjo de estas
en las dimensiones individual y colectiva de los personajes.

PALABRAS CLAVE
Jorge Flórez-Áybar, narrativa andina, narrativa de la violencia, violencia
política.

ABSTRACT

The peruvian andean narrative has been especially touched by the violent
context that the country experienced in the eighties and nineties and the novel Más allá
de las nubes (2001) by Jorge Flórez-Áybar is an example of this. This academic article
addresses and develops one of the main thematic lines of this novel: the representation
of political violence and leftist ideology manifested through the scenarios and narrated
facts, as well as the influence of these on the individual and collective dimensions of the
characters.

KEYWORDS
Jorge Flórez-Áybar, andean narrative, narrative of violence, political violence.
Introducción

La violencia política que afectó al país, desde sus primeros brotes al comienzo de los
años ochenta hasta su desaparición a mediados de los noventa, ha dejado sus rastros en
la producción literaria peruana. Kristal (2004), refiere que como respuesta al conflicto
bélico que se desató en el interior del país entre los militantes de Sendero Luminoso y
las Fuerzas Armadas, aparece un nuevo tipo de representación de la violencia en la
literatura peruana: la violencia como síntoma de una crisis social. Y del mismo modo,
concluye que dos son los temas centrales que aparecen en la narrativa reciente en torno
a la violencia; el primer tema se vincula con las aspiraciones malogradas de quienes
participan en actos de violencia y el segundo, se asocia a la brutalidad sufrida por las
poblaciones inocentes, en donde la violencia se reclamaba en primera instancia.

Cabe resaltar, sin embargo, que, si bien la narrativa peruana sobre la violencia política
contiene una gran diversidad de temas y escritores, una de sus corrientes más
importantes se nutre de la tradición indigenista y, por ende, se asocia con el surgimiento
de la llamada narrativa andina en los años ochenta (Cox, 2004).

Mientras que el país experimenta niveles altos de violencia política en


los años ochenta y noventa, muchos jóvenes peruanos comienzan a
publicar obras de ficción narrativa sobre ella y temas andinos. Aunque no
son los únicos que sienten la necesidad de publicar sobre la violencia
política, los escritores andinos son los que más se han enfocado en ese
tema. (Cox, 2004, p. 68)

Asimismo, Cox (2004) refiere que lo que más destaca en esta mencionada narrativa es
el número de escritores, y consiguiente producción, de la zona sur del país; es decir, se
ve que hay mayor cantidad de autores de las zonas más afectadas por la violencia
política. Por esta razón se puede decir que «el mérito de explorar el tema de la violencia
en la literatura peruana les pertenece a los escritores andinos» (Nieto, 2008) y la
explicación de ello radicaría en «el hecho de que estos escritores se sentían
culturalmente más cercanos de los actores y víctimas del conflicto y por lo mismo
estaban más sensibilizados por la tragedia que año tras año iba ganando en
proporciones» (Nieto, 2008) Dichos escritores siguieron la huella de quienes los habían
precedido en el ejercicio de la literatura: dieron cuenta del drama que estaban viviendo
las poblaciones serranas de indios y mestizos que quedaron atrapadas entre los grupos
subversivos y la respuesta de las fuerzas represivas del Estado (Nieto, 2008).

En síntesis, la vertiente de la narrativa andina fue especialmente tocada por el contexto


violento que vivió el país en los años ochenta y noventa y la novela Más allá de las
nubes es ejemplo de esto, puesto que en ella, enmarcada en un escenario en donde las
huellas de una cruda violencia y represión son los ejes que conforman la vida de los
personajes, se expresa cómo la revolución representa la mejor manera de asumir el
poder para llevar a cabo una transformación social en donde la verdadera justicia sea la
principal base de la sociedad.

Inscrita en esta narrativa andina de la violencia, la primera novela del autor puneño
Jorge Flórez-Áybar nos otorga una amplia visión sobre la sociedad andina de los
ochenta a través de la historia de Alexánder Petrova. Es así que la historia sigue
principalmente a Alexánder, un joven originario de la ciudad puneña de Apumarka; del
cual se nos narra parte de su niñez, su educación y formación como poeta, las relaciones
que teje con otros jóvenes subversivos y finalmente, su muerte. Es en ese sentido que
cobra importancia la presencia de otros personajes que van apareciendo en la narración
y en la vida de Alexánder, principalmente los que este conoce al trasladarse a
Rumimarka; tales como Malika o Florelva, figura femenina marcada por la muerte de su
familia y amigos a manos de los militares y con la que el protagonista llega a sostener
una relación amorosa, Kamachi, quien en un inicio, firme en sus convicciones
izquierdistas, orienta la acción rebelde de la juventud, pero que luego al ver sus ideales
materializados en hechos violentos se convierte en un apóstata, Domingo, el cual está en
contra de la ideología izquierdista, Jorge Luis Villamarín, periodista con quien forja un
fuerte vínculo de amistad, entre otros. Jóvenes que, en su mayoría, incitados por su
contexto e historias y motivos personales, confluyen en ideales comunes y se adhieren a
grupos izquierdistas en los cuales van desarrollando, modificando o abandonando sus
ideologías mientras sus destinos los van guiando por distintos caminos.

La incidencia de la violencia política en la construcción de identidades


La violencia política como elemento retratado en la obra no solo se ve reflejado en el
contexto que envuelve a la historia, sino que también se encuentra presente en la vida de
los personajes incidiendo, además, en la construcción de sus identidades.

Es así que, en principio, tenemos a Malika Atamari, principal figura femenina, de quien
se relata uno de los episodios de su infancia en el cual su familia y sus amigos son
asesinados por los «encapuchados» o militares, quienes creyeron que los terroristas
estaban escondidos en su comunidad, la cual termina siendo saqueada e incendiada a
manos de estos dejando un desolador escenario en donde «hombres, mujeres y niños
quedaron sembrados en la tierra» (Flórez, 2001, p. 16). El texto relata el episodio de la
siguiente manera:

De pronto, tres explosiones simultáneas se oyeron abajo, en la


comunidad. Los ojos volvieron hacia ella. Vieron una luz inmensa que
ascendía sobre el poblado, inundándolo todo.

«¡Esta es una comunidad sospechosa! –gritaba un encapuchado–


¡mátenlos a todos! Así no nos quedará la duda». Un pelotón de
encapuchados corría por entre las calles, disparando a diestra y siniestra.
Se oían gritos de terror por todas partes. (Flórez, 2001, p. 16)

El pasado de Malika fue duro y cruel, marcada por haber presenciado una masacre
cuando aun era una niña y por haber perdido a sus familiares y amigos más cercanos
queda totalmente sola, aunque luego es acogida por un sacerdote y enviada a un
convento. No obstante, lógicamente, los tristes recuerdos persiguen a Malika y esto se
constata con un horrible sueño que llega a tener una noche, sueño en el cual aparecían
un sacerdote y un ejército de encapuchados que peleaban entre sí mientras la sangre
corría como río por las calles con cadáveres que se levantaban y volvían a luchar para
caer nuevamente muertos. Y en donde, finalmente, esa sangre ya no terminaba por
correr solo por las calles, sino que también volaba por los techos, tiñendo, en su
totalidad, el cielo de rojo. (Flórez, 2001)

Estas memorias y hechos que forman parte del crecimiento de Malika configuran,
posteriormente, en ella una personalidad fuerte y resuelta que «encuentra en los
argumentos ideológicos de los jóvenes izquierdistas la explicación a toda su vida, a la
vida miserable de millones de campesinos y de compatriotas que viven en la absoluta
pobreza. En ese proyecto político Malika encuentra la solución a sus problemas y a los
de la sociedad peruana» (Flórez, 2001, p. 178). Es por ello que, tras llegar a la ciudad de
Rumimarka, pasa a llamarse Florelva y termina uniéndose a círculos políticos de
tendencia izquierdista; convirtiéndose, con el tiempo, en una militante defensora de las
doctrinas revolucionarias, responsabilidad que asume con valentía y determinación. En
Rumimarka, Malika –o Florelva– comparte con otros compañeros conversaciones,
ideologías y aspiraciones que tienen como principal motivo los anhelos de lucha por una
transformación social que dé paso a una sociedad justa e igualitaria. «Hablaban de todo.
Incluso consideraron que solo les quedaba un arma: el arte. Decían que la poesía, la
música, la pintura, la narrativa y el teatro debían servir para el cambio de la sociedad»
(Flórez, 2001, p. 53).

Por último, en la entrevista que le hace un periodista a Florelva, también se puede notar
cómo ella se encontraba convencida de sus ideales:

—Los senderistas saquean las instalaciones de las empresas asociativas;


otras veces, asaltan camiones cargados de mercaderías para luego
repartirlos a los campesinos; y, cuando llega la policía, hecha la
denuncia, los senderistas huye, sufriendo las consecuencias los
comuneros, pregunto, si, esto ¿está bien?

Florelva se levantó, molesta y dijo:

—Eso dicen la policía y los periodistas que, como tú, no les agrada el
cambio…

—Yo quiero el cambio, pero no así, demasiada sangre corre por el país…

—Es el costo social… (Flórez, 2001, p. 59)

Seguidamente, tenemos al personaje principal Alexánder Petrova, del cual se narra su


historia de forma paralela a la de Malika. De este se cuenta parte de sus recuerdos de
infancia, marcados por la pobreza, en la ciudad de Apumarka, así como su posterior
viaje a la ciudad de Arequipa para convertirse en sacerdote, su regreso a su lugar de
origen y finalmente, su estancia en la ciudad de Rumimarka en Cusco. Su permanencia
en el seminario de Yuraqmarqa en Arequipa fue corta debido a que encontró
incompatible sus ideologías con la forma de vida en el convento. Sin embargo, al
abandonar este lugar no regresa a Apumarka, sino que emprende un viaje a la ciudad del
Cusco, hacia Rumimarka. Allí, al igual que Malika, Alexánder va a conocer a muchos
dirigentes de izquierda y compañeros subversivos con los cuales establecerá un vínculo
de amistad y compartirá, en un inicio, un proyecto político de transformación social.

Entre los episodios de vida de Alexánder, cabe resaltar su estancia en Rumimarka y su


retorno a Apumarka; pues es en estos momentos en los que él se ve especialmente
tocado por la coyuntura de violencia política y vive en primera persona el escenario de
subversión y represión.

En Rumimarka, Alexánder vive durante tres meses en una habitación pequeña en una
casona de la calle de Pumakurko, y es allí donde conoce a varios jóvenes activistas de
izquierda que más tarde se convertirían en subversivos. Domingo es una de las primeras
personas con las que entabla una conversación y este le expresa a Alexánder su posición
frente a la ideología izquierdista y le advierte sobre las otras personas que ocupan esa
casa: «Tú no sabes que en esta casa, casi todos son rojos. Yo quiero salvarte. Te reitero
que la ideología necrotiza. Tu cerebro se convierte en un cerebro tullido» (Flórez, 2001,
p. 48). Domingo no cree en los partidos de izquierda y aborrece la ideología en los
cuales estos se cimientan, es por eso que busca alejar a Petrova de ese camino; sin
embargo, este hace poco caso a sus exhortaciones.

Pronto, Alexánder termina asistiendo a las reuniones de los jóvenes izquierdistas y


compartiendo tiempo con ellos. Conoce, por ejemplo, a Kamachi; figura importante
dentro de las actividades políticas que realizaban los jóvenes que e reunían en la casona
de la calle de Pumakurko. «Él no solo era el que daba dirección y orientaba la acción
rebelde de la juventud, sino, el maestro que formaba la conciencia ideológica y política
de su organización» (Flórez, 2001, p. 169). Sin embargo, Kamachi termina renegando
de sus ideales y muestra un postura de escepticismo respecto a cualquier ideología, al
ver cómo «sus ideales se iban pragmatizando en hechos de sangre» (Flórez, 2001, p.
69); es decir, se convierte en un apóstata. Esto se puede ver evidenciado en sus
respuestas ante el reportaje que le hace el periodista Jorge Luis Villamarín:

—Entonces, ¿cuál sería Kamachi, la alternativa para el caos político


social del mundo?

—El cambio del hombre debe ir de la mano con el cambio social sin
violencia. La empresa capitalista debe transformarse en empresa
autogestionaria y en lugar del Estado debe desarrollarse el autogobierno
a través de las federaciones y confederaciones. […] La libertad
individual en base a la reducción del ego. La eliminación de los defectos
del carácter como la ambición de lucro, prestancia social y poder, la
eliminación del odio y resentimientos. (Flórez, 2001, p. 50)

Otra de las figuras que conoce Petrova y de quien se hará gran amigo será del ya
mencionado periodista Jorge Luis Villamarín. La presencia de este cobra importancia
cuando llega a la ciudad de Apumaka, pues allí «se siente con el deber sobre las
acciones subversivas y sobre los últimos movimientos populares que venían
aconteciendo» (Flórez, 2001, p. 172). Es así que en compañía de Petrova se sumerge en
medio del caos político y social de las comunidades.

Es por todo ello que podemos afirmar que el escenario que rodea a Alexánder durante
su regreso y estadía en la ciudad de Apumarka, su lugar de origen, es uno conflictivo y
marcado por tensiones políticas; en ese tiempo «la crisis se había acentuado en el país y
el descontento popular había crecido» (Flórez, 2001, p. 91). Por ello, Alexánder, con
convicción, defendía su postura de rechazo frente a los altos gobernantes; algo se puede
ver reflejado en una de las conversaciones que sostiene con su amigo Jorge Luis
Villamarín, quien se encontraba con él al otro lado de la ciudad durante las
manifestaciones ocurridas en el centro de Apumarka. Jorge Luis le interroga si cree que
el Perú es un país cautivo, a lo que Alexánder responde: «Creo que sí, pues nuestros
gobernantes son títeres manejados por titiriteros. A estos no se les ve, solo a los
primeros. Hay una manipulación diabólica, muy refinada para acallar las voces de los
oprimidos» (Flórez, 2001, p. 99). Evidenciándose de esta forma que Aléxander era uno
más de los cientos y miles de personas que se encontraban inconformes con la situación
que vivía el país.

Al bajar la pequeña pendiente oyeron la explosión de una bomba. Se oían


gritos por toda la ciudad; y, el ulular de los carros patrulleros llegaban
hasta el cielo. A cien metros a la redonda se olía el olor de la pólvora.
Hubo mucha gente en el lugar de la explosión. Miraban sobrecogidos el
enorme edificio de 10 pisos, ya sin paredes, ni vidrios, ventanas que
colgaban en el aire, calles llenecitas de escombros, puertas desgajadas,
niños sin brazos, cadáveres regados, heridos que eran llevados de
emergencia: todo era dolor y lágrimas. (Flórez, 2001, p. 115)

Otras muestras del contexto violento que se expresan en la obra y que envuelven al
protagonista principal son las descripciones de las movilizaciones en el centro de
Apumarka a finales del mes de junio a raíz de la visita de la esposa del dictador de
turno.

La plaza de armas estaba llena de una multitud enfervorizada. Los


campesinos batían banderitas andinas, en ocasiones como estas, eran
traídos desde sus comunidades en vehículos especiales. […] los
universitarios hacían su propio mitin en el centro de la plaza, al pie del
héroe Bolognesi. Los «camisas blancas», grupo de choque que defendía
al gobierno, se lanzaron contra los estudiantes con palos y marrocas;
como no pudieron reprimirlos vino la policía y los redujeron cruelmente.
Los dirigentes fueron apresados con vituperios, empujones, puntapiés y
putamadreadas (Flórez, 2001, p. 96).

Asimismo, siguiendo con el relato de lo ocurrido esos días se manifiesta lo sucedido el


27 de junio en el cual se evidencia el represivo contexto y la crueldad de las fuerzas
militares con las personas que protestaban en el centro de la ciudad.

El 27 de junio, desde la universidad subía el pueblo con dirección hacia


la plaza de armas. Hubo mitines en distintos puntos de la ciudad. Las
carreteras del norte y del sur estaban bloqueadas. La línea férrea
levantada. La línea telefónica cortada. Sonaban disparos por todas partes.
El humo de los gases lacrimógenos rodaba por el asfalto de las calles.
Los tanques hacían resonar el suelo con su paso seco y duro. El pueblo se
desbordó sobre la plaza de armas. […] Varios estudiantes cayeron de
bruces junto a los vehículos de los militares. […] En los cuarteles,
durante la tarde y la noche, los presos eran sometidos a crueles torturas.
«Algunos fueron colgados de los postes y otros enterrados vivos»,
comentaban. (Flórez, 2001, p. 99)

Todo este marco violento incide fuertemente en Aléxander, cambiando su perspectiva


en torno a la ideología izquierdista; pues, aunque al inicio de cierto modo sus ideales de
revolución parecen verse fortalecidos por los estímulos de su círculo de amigos; lo
cierto es que el protagonista de la historia vive en una constante contradicción respecto
al lugar que debería ocupar dentro de una sociedad en plena convulsión y esto es lo que
lo lleva a dudar sobre su postura frente a la subversión. Alexánder se ha formado como
un poeta y eso implica que, frente a las motivaciones de sus compañeros, él se encuentra
ante una elección: «ir a la revolución juntamente con sus camaradas y hacer que su
poesía sirva a la revolución, convirtiéndola en panfletaria, o elegir la poesía que no tiene
por qué entrar en contradicción con los problemas humanos» (Flórez, 2001, p. 176). Y
su decisión, finalmente, será optar por la poesía como un arte creador en completa
libertad, puesto que reconoce que esta no puede sujetarse a las órdenes de ningún
partido político; defiende, entonces, a la poesía libertaria.

Finalmente, veremos cómo el protagonista principal se verá envuelto en conjeturas


policiales debido a su producción artística y esto, sumado a sus propias contradicciones
existenciales, lo llevarán a la muerte. «La policía sospecha de Petrova, a raíz de los
artículos, poemas y cuentos que publicaba en El país y; también, por sus contactos con
gente de izquierda en la ciudad de Rumimarka. La sensibilidad de Petrova no resiste las
tensiones políticas y la persecución; circunstancias que lo llevan a suicidarse ingiriendo
veneno» (Florez, 2001, p. 168). Y, lo que resulta importante aclarar es que «no es el
miedo a ser detenido o ser torturado en las mazmorras» lo que lleva a Alexánder a tomar
fatal decisión, «sino, una fuerza más poderosa que emerge de la ambigüedad existencial
de su alma que hace crisis y estalla» (Flórez, 2001, p. 177). Es por esto que se puede
sostener que la personalidad de Alexánder se ha construido sobre la base de una serie de
contradicciones que se ven visibilizadas y desarrolladas debido al contexto de violencia
y de ideologías de subversión en el que vive sus últimos años de vida.

Historia de amor en un ambiente de violencia, tensión y muerte

Antes de abordar este punto, me parece importante hacer una breve comparación de los
dos personajes de los cuales se van contando sus historias en paralelo y que confluyen
en sentimientos amorosos, correspondiéndose el uno al otro.

Alexánder Petrova Malika Atamari


Niñez, educación y formación Comunidad devastada por un comando
como poeta. antisubversivo.

Relación con los subversivos en Sufrimiento: abandonada a la indigencia y al


Rumimarka. abandono.

Amigos y contradicciones son los Conoce a activistas de una organización política


factores formativos de su izquierdista y se ilusiona con sus discursos de un
personalidad. futuro prometedor.

De este modo, se puede notar que Alexánder y Malika, si bien no han vivido
circunstancias similares en su niñez, van a terminar compartiendo vivencias alrededor
de grupos subversivos en Rumimarka y es allí, justamente, donde se desarrollará su
breve historia de amor; pues esta se ve interrumpida por el contexto que los envuelve a
ambos.

Es así que Petrova y Malika se conocen durante la infancia, pero por las distintas
circunstancias de la vida cada uno termina tomando un camino distinto. No obstante, la
obra narra cómo pasados los años ambos se reencuentran en Rumimarka y se enamoran.
Sin embargo, durante ese transcurso de tiempo Malika adopta un nombre de guerra y
pasa a llamarse Florelva; asimismo «decide marchar a la «guerra» fiel a los ideales de
su partido» (Flórez, 2001, p. 168), por lo que termina separándose de Petrova, el cual
triste y apenado busca refugio en otros lados. En un fragmento de la novela se
manifiesta una de las reflexiones que Alexánder tiene en torno a Malika—Florelva—
cuando esta ya se encuentra ausente: «Ahora qué estará haciendo Florelva. Lo único que
llevo de ella es su sombra, siempre corriendo, pegada al muro, temiendo ser capturada,
qué será de ella» (Flórez, 2001, p. 84).

Posteriormente, Petrova se entera de que Florelva le ha mentido sobre su viaje a Europa


mientras asistía a una reunión importante en la casa de Rumimarka. Al verla, la llama
traidora y mentirosa y Florelva, mirándolo sorprendida, le pide perdón excusándose en
que fue el partido el que la obligó a mentir sobre su viaje; puesto que, según los
integrantes de este, había estado perdiendo demasiado tiempo y descuidando las tareas
que le encomendaban (Flórez, 2001). Petrova, sin embargo, se rehúsa a aceptar su
arrepentimiento y en medio de esta escena la policía irrumpe violentamente buscando a
los jóvenes izquierdistas que se encontraban en dicha reunión:

—¡Yo no te perdono! —dijo, tirando el libro sobre la mesa.

Ella se le estaba acercando, cuando alguien gritó: «la policía».


Rápidamente, como felinos huyeron por los techos. […] Seis sombras
continuaban corriendo. Alexánder también corría pegado a la pared, iba
tras ella, la noche era muy negra. Florelva cayó de rodillas sobre el pasto,
gritaba, hundiendo la cabeza entre sus piernas, con las manos crispadas y
empuñándolas contra el suelo. «Alguien nos delató», gemía. Se levantó
bruscamente; y, él cogiéndole la mano la invitó a sentarse. Solo se oía el
ulular de los carros de la policía, uno que otro disparo acompañado de
gritos se oía en la oscura noche. Los dos estaban acurrucados en un pozo
seco (Flórez, 2001, p. 82).

Esto demuestra cómo Florelva asume con valentía su responsabilidad con el partido,
renunciando, incluso, al profundo amor que siente por Petrova; abandona «ese
sentimiento sublime que de haber sido consecuente la hubiera llevado por otros
caminos» (Flórez, 2001, p. 178). Es decir, son mucho más fuertes en ella los ideales de
la lucha social en pos de construir una sociedad justa y equitativa. A diferencia de
Petrova, quien termina por optar por la libre poesía. Aún así no se pueden negar los
sentimientos que alguna vez compartieron ambos y que no desaparecieron por
completo, ya que Florelva, impedida de volver a ver a Alexánder, le hace llegar una
carta, a través de Jorge Luis Villamarín, antes de su imprevista muerte, en la que le
refiere:

¿Quién fui yo? La única sobreviviente de mi comunidad, primero la


subversión y después el ejército en nombre de la patria mataron a mis
padres, a mis hermanos y a todos los que vivíamos en mi pueblo,
Intimarka. A mí me trajeron al convento, pero después fui tu vecina, ¿te
acuerdas? […] Cuando te fuiste, a los dos años me fui a Rumimarka con
unos parientes. Allí conocí a muchos luchadores sociales, algunos han
muerto; y, otros, lo haremos más adelante. Además, quiero confesarte,
que tengo un hijo tuyo; se te parece mucho; por eso le puse tu nombre:
Alexánder Petrova. Perdóname por hacer de él un soldado de la patria
(Flórez, 2001, p. 147)

Parte de la carta de Florelva expresa cómo ella se siente fuertemente marcada por su
pasado y de qué manera esas circunstancias de su vida la llevaron a sentirse identificada
con las motivaciones de los jóvenes subversivos. Si ella no hubiera estado tan vinculada
con la ideología de izquierda, probablemente su historia de amor junto a Alexánder
hubiera tomado otro rumbo; sin embargo, los fatales finales que les esperaba a ambos,
bajo la capa de la cruda violencia y la represión, fueron consecuencias de un contexto de
caos político y de las frágiles dimensiones individuales en el que estaban inmersos.

Conclusiones

La novela Más allá de las nubes (2001) de Jorge Flórez-Áybar se sitúa dentro de la
narrativa andina de la violencia y retrata la violencia política y la ideología izquierdista
a través de los escenarios y hechos narrados. Además, se manifiesta el influjo de ambas
categorías en las dimensiones individual y colectiva de los personajes.

Los escenarios que envuelven a Alexander Petrova durante su estancia en Rumimarka,


así como su regreso y estadía en Apumarka, están marcados por una cruda violencia y
represión. Encontrándose él en medio de todo ello va a conocer a jóvenes subversivos
que formarán parte de la construcción de su personalidad.

El personaje principal, Alexánder Petrova, vive en la constante dicotomía de si ser


revolucionario o poeta y, aunque termina optando por lo segundo, también pesan sobre
él los ideales izquierdistas asimilados en la ciudad de Rumimarka.

Por otro lado, Malika Atamari—Florelva—, la principal figura femenina de la historia,


opta por la revolución y muere por ella, renunciando incluso al amor; por lo que ella es
la expresión de la valentía y la lealtad hacia la defensa de los ideales y acciones
subversivas; en tanto que marcha a la guerra y muere en su ley sin que se refiera en
ningún momento algún signo de arrepentimiento.

Kamachi, personaje de personalidad ambigua en la historia, aunque al inicio se muestra


como motivado ante los ideales de lucha social, termina renegando contra sus propios
pensamientos políticos. Se torna como desleal y traidor ante la causa que tiempo atrás
profesó y se convierte en un apóstata.

La historia de amor entre Alexánder y Malika se envuelve en un ambiente de tensión,


violencia y muerte en el cual los distintos ideales y posturas de cada uno los lleva a
separarse indudablemente; así como también los llevan, finalmente, a la muerte.

Bibliografía

Primaria

Flórez-Áybar J. (2001). Más allá de las nubes. Editorial San Marcos.

Secundaria

Cox, M. (2004). Apuntes para el estudio de la narrativa peruana desde 1980 y la


violencia política. Pachaticray: (El mundo al revés): Testimonios y ensayos sobre la
violencia política y la cultura peruana desde 1980. Editorial San Marcos.

Efraín, K. (2004). La violencia política en la narrativa peruana: 1848-1998.


Pachaticray: (El mundo al revés): testimonios y ensayos sobre la violencia política y la
cultura peruana desde 1980. Editorial San Marcos.

Complementaria

Benavides, J. (2005). Violencia política y narrativa en el Perú de los años ochenta.


Quórum: revista de pensamiento iberoamericano, 11, pp. 153-162.

González, R. (1984). La narrativa peruana después de 1950. Lexis, VIII, 2. Pontificia


Universidad Católica del Perú.

Ledezma, M. (2017). ¿De qué hablamos cuando hablamos sobre la narrativa en torno al
conflicto armado interno peruano?: una primera aproximación. Entre caníbales, I, 6.
pp.153-165.

Manky, O. (2007). La lucha por nominar: los significados de «lo andino» en la narrativa
peruana contemporánea. Debates en Sociología, 32. pp. 91-108.
Nieto, L. (2008). Los escritores andinos, la violencia y la invisibilidad. Argumentos:
Revista de análisis y crítica, 4.

Palomino, N. (2020). Narrativa andina posarguediana: proximidades y distancias.


Hawansuyo. Poéticas indígenas y originarias. https://hawansuyo.com/

Quispe, M. (2019). Conflictos sociales y hechos mágicos en la novela La agonía de


Kamáchiq de Jorge Flórez Áybar. [Tesis de licenciatura]. Universidad Nacional del
Altiplano.

Saucedo, C. (2012). La literatura de la violencia política en el Perú (1980-2000):


planteamientos narrativos y opciones éticas. [Tesis doctoral]. Brown University.

También podría gustarte